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LA INTELIGENCIA ESPIRITUAL, ¿NECESIDAD TRASCENDENTAL O MODA? Palabras clave: inteligencias múltiples, inteligencia emocional, inteligencia espiritual, proyecto educativo, emergencia educativa. Resumen: El sistema educativo peruano gasta tiempo y esfuerzo en el desarrollo de la inteligencia lógico matemática y lingüística, relegando la dimensión espiritual de la persona. El presente estudio parte de la concepción del ser humano como un ser pluridimensional; que así como es capaz de pensar, también es capaz de sentir, de reflexionar, de maravillarse, de asombrarse…(Gardner,1983,"inteligencias múltiples"), las inteligencias son interdependientes y ninguna de ellas autosuficiente. Goleman (1996) nos mostró que el reduccionismo continuaba ("la inteligencia emocional"). En 1997, Zohar y Marshall acuñarán el término "inteligencia espiritual" completando así el mapa de inteligencias múltiples. Finalmente Torralba (2010) potencializa la propuesta de la inteligencia espiritual, para crear valores y para encontrar el significado y el sentido de la vida misma. Pero descubierta esta inteligencia espiritual casi nadie se ha tomado el trabajo de aunarla a algún proyecto educativo. Surge la pregunta ¿la inteligencia espiritual es una necesidad trascendental o una moda? ---------------------------------------------------------------- ---------------------------------------------------- Todos los seres humanos tienen necesidades espirituales y por eso hay que cultivar la inteligencia espiritual como ocurre con las otras formas de inteligencia. (Francesc Torralba) Tratar de descifrar la cita de Torralba (2010) es un reto a la inteligencia misma; es reconocer que cada ser humano es un misterio, que el hombre puede engendrar en su ser grandes preguntas, y elegir en libertad diversas respuestas que lo provoquen a seguir hurgando tanto en su interior como en el exterior. Para realizar tan noble hazaña es necesario que la persona tenga una educación integral, a este propósito invoca la Ley General de Educación Nº 28044 y el primer objetivo del DCN (2009) [1]«formar integralmente al educando […] organizar su proyecto de vida y contribuir al desarrollo del país».

INTELIGENCIA EN EL ESPIRITU

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Page 1: INTELIGENCIA EN EL ESPIRITU

LA INTELIGENCIA ESPIRITUAL,

¿NECESIDAD TRASCENDENTAL O MODA?

Palabras clave: inteligencias múltiples, inteligencia emocional, inteligencia espiritual,

proyecto educativo, emergencia educativa.

Resumen: El sistema educativo peruano gasta tiempo y esfuerzo en el desarrollo de la inteligencia lógico matemática y lingüística, relegando la dimensión espiritual de la persona. El presente estudio parte de la concepción del ser humano como un ser pluridimensional; que así como es capaz de pensar, también es capaz de sentir, de reflexionar, de maravillarse, de asombrarse…(Gardner,1983,"inteligencias múltiples"), las inteligencias son interdependientes y ninguna de ellas autosuficiente. Goleman (1996) nos mostró que el reduccionismo continuaba ("la inteligencia emocional"). En 1997, Zohar y Marshall acuñarán el término "inteligencia espiritual" completando así el mapa de inteligencias múltiples. Finalmente Torralba (2010) potencializa la propuesta de la inteligencia espiritual, para crear valores y para encontrar el significado y el sentido de la vida misma. Pero descubierta esta inteligencia espiritual casi nadie se ha tomado el trabajo de aunarla a algún proyecto educativo. Surge la pregunta ¿la inteligencia espiritual es una necesidad trascendental o una moda?

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Todos los seres humanos tienen necesidades espirituales y por eso hay que cultivar la inteligencia espiritual

como ocurre con las otras formas de inteligencia. (Francesc Torralba)

 Tratar de descifrar la cita de Torralba (2010) es un reto a la inteligencia misma; es reconocer que cada ser humano es un misterio, que el hombre puede engendrar en su ser grandes preguntas, y elegir en libertad diversas respuestas que lo provoquen a seguir hurgando tanto en su interior como en el exterior.

Para realizar tan noble hazaña es necesario que la persona tenga una educación integral, a este propósito invoca la Ley General de Educación Nº 28044 y el primer objetivo del DCN (2009)[1]«formar integralmente al educando […] organizar su proyecto de vida y contribuir al desarrollo del país».

Sin embargo, distinguidas autoridades proclaman que aquello es una quimera, en palabras de Bolis (2007): « […] vivimos en tiempos de crisis de la educación en todos los niveles […]». Así mismo,Benedicto XVI (2008) en su carta a la Diócesis de Roma, proclama: «hay una gran emergencia educativa».[2]  Estos antecedentes muestran una cruda realidad que se quiere tapar con toscas promesas por las "autoridades" de turno; promoviendo una educación "inclusiva" sin haber planificado los pros y los contras.

Pero la esperanza de encontrar el camino correcto que lleve a la nación hacia el gran cambio educativo se recobra cuando se vuelve la mirada hacia atrás. Al respecto J. Delors (1992), en su publicación La Educación Encierra un Tesoro, llama la atención acerca de «lo indispensable que es asignar nuevos objetivos a la educación y trascender una visión puramente instrumental para considerar su función en toda su plenitud […] la realización de la persona».

El motivo de que este proceso educativo se haya aletargado tiene que ver con el hecho de que el sistema educativo peruano ha centrado tiempo y esfuerzo en el desarrollo de

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la inteligencia lógico matemática y lingüística, relegando la dimensión trascendental o espiritual de la persona; olvidándose que es un ser biopsicosocial con múltiples carencias y necesidades. Por tanto, es ineludible potenciar esa parte olvidada y dejada a menos; la formación de la inteligencia espiritual es vital en la educación de los estudiantes. Y esto se logrará siguiendo estrategias innovadoras teniendo en cuenta sus diversas capacidades y todo su ser.

A fin de responder a la pregunta inicial, se ha previsto desarrollar tres aspectos importantes; un recuento histórico, el misterio: Jesucristo y el ámbito escolar. El primer aspecto, un breve recuento histórico sobre la inteligencia y en qué forma repercutió en el progreso del hombre y en el desarrollo de sus diversas capacidades. Las fecundas conclusiones de algunos investigadores, dan inicio a hablar sobre la existencia de más de una inteligencia en el ser humano; es decir, que el ser humano no es unidimensional o una res cogitans; sino que es, por naturaleza, un ser pluridimensional; que así como es capaz de pensar, también es capaz de sentir, de reflexionar, de maravillarse, de asombrarse, etcétera. Por tanto, tiene más de una inteligencia y todas ellas se complementan.

El destacado estudioso Gardner (1983) ayudó a superar la concepción tradicional de la inteligencia como la única facultad que podía desarrollarse en distintos grados de perfección, e hizo entender que las inteligencias son múltiples[3]. Gardner reconoció hasta ocho inteligencias: la lingüística, la lógico-matemática, la musical, la corporal-cinestética, la espacial y dos inteligencias personales: la interpersonal (capacidad para entender e interactuar con otras personas), la intrapersonal (capacidad para comprenderse a sí mismo y de emplear ese conocimiento en la regulación de la propia vida) y la inteligencia naturalista. Se trata de formas interdependientes y ninguna de ellas es autosuficiente.

En consecuencia, si se pretende vivir una vida ordenada y equilibrada, se requiere de todas ellas; tomando en cuenta que estas se desarrollan en distintos grados. Esta teoría impactó al mundo del conocimiento y se pensó que ya todo se había dicho. Sin embargo, en los años noventa, Daniel Goleman (1996) despertó al hombre del letargo al cual se había sumido, en el campo educativo, demostrando el descuido en la formación de "la inteligencia emocional"[4], nos recuerda que «pensamiento y emoción constituyen dos dimensiones de la realidad humana y están mutuamente entrelazadas». (Torralba 2010: 44).

Posteriormente otra noticia deslumbra al mundo, en 1997, serios investigadores Dahar Zohar e Ian Marshall[5] (2001) acuñarán el término inteligencia espiritual y completarán el mapa de inteligencias múltiples desarrollada por Gardner. Finalmente Torralba[6] acoge todas ellas y potencializa su teoría.

La espiritualidad es la inteligencia mayor: la inteligencia espiritual es la forma más elevada de inteligencia que se ha generado a lo largo de la evolución […] ocupa, dentro de la unidad de la naturaleza humana, un lugar central y dominante. […] da todo el carácter de la personalidad y de la auténtica individualidad […] (Torralba 2010: 57, 60)

 En definitiva, la inteligencia espiritual llega a complementar la inteligencia emocional y lógico-racional, y faculta para afrontar y trascender el sufrimiento y el dolor; para crear valores y para encontrar el significado y el sentido de cada acto.

Ante este panorama enriquecedor, renace la esperanza de poder hacer realidad el gran sueño de una educación holística que cumpla con el propósito de generar personas humanas. Pero el peligro sigue latente porque descubierta esta inteligencia espiritual

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casi nadie se ha tomado el trabajo de aunarla a algún proyecto educativo. Surge la pregunta ¿la inteligencia espiritual es una necesidad trascendental o una moda?

Cuando hay dicotomía entre el intelecto y el espíritu, se degrada la familia, la sociedad y el medio ambiente. La educación peruana en pleno siglo XXI sigue privilegiando el cognitivismo y la tecnología. Ha relegado a segundo plano el componente espiritual que es la clave en todo proceso de desarrollo. El alumno estrella es aquel que destaca en números o en letras; simples entes que reproducen al milímetro lo que aprendieron, pero son incapaces de tomar decisiones fundamentales.

Cada día se acrecientan el número de "centros de estudios" que simplemente capacitan para resolver una prueba de admisión universitaria; los jóvenes salen en serie. Ante esto, Benedicto XVI proclama: «no pueden limitarse a dar nociones e informaciones dejando a un lado la gran pregunta acerca de la verdad, sobre todo acerca de la verdad que puede guiar la vida»[7]. Así mismo, Vargas[8]en su carta titulada "Una fábrica de monstruos competentes" predica en forma desgarradora:

[…] me asombra que en los años escolares se sigue enseñando de todo a los muchachos,  menos lo esencial: el arte de ser felices; la asignatura de amarse y respetarse los unos a los otros; la carrera de asumir el dolor y no tenerle miedo a la muerte y la milagrosa ciencia de lograr una vida llena de vida. […] salvo  raras excepciones, nunca  supe  nada  de  mis profesores: ¿Quiénes eran?  ¿Cómo eran? ¿Cuáles eran  sus ilusiones,  sus  fracasos,  sus esperanzas? Jamás abrieron sus almas  […]   Y así es como resulta que las cosas de verdad esenciales,  uno  tiene  que  irlas  aprendiendo como  robadas. (Vargas, 2007: 342)

 Para superar esta realidad, urge un trabajo serio en el que se desarrolle la inteligencia espiritual. Esto implica trabajar incansablemente en uno mismo, sanar heridas psicológicas, emocionales y existenciales. Es tomar en cuenta y hacer viva la definición de esta inteligencia que también se denomina existencial o trascendente. Definir es poner límites, lo cual no es fácil, porque al hablar de inteligencia espiritual es hablar de una inteligencia que faculta a preguntar por el sentido de la existencia y tomar distancia de la realidad.  Para elaborar proyectos de vida y trascender la materialidad. Para interpretar símbolos, comprender sabidurías de vida y cultivarlas. Todo ello con el fin de capacitar para resolver los retos de la vida diaria sin lastimarse ni lastimar a los demás.

Para formar la inteligencia espiritual existe una variedad de fórmulas que la historia ha legado a la humanidad como un patrimonio intangible; pero el hombre de hoy hace caso omiso de ellas. Cabe resaltar la sentencia dada por Arendt como un preludio a la insensatez del hombre: «toda vez que el pasado dejó de arrojar su luz sobre el futuro la mente del hombre vaga en la oscuridad». (Arendt 1951:33).

El segundo aspecto, el misterio; es fundamental mencionar a la autoridad máxima sobre espiritualidad, Jesucristo. A su paso por la tierra dejó un compromiso de vida personal a todo aquel que decidió y decide seguirle «si quieres venir en pos de mí, toma tu cruz y sígueme […]» (Mt. 16,  21). Por tanto, la espiritualidad cristiana tiene mucho que aportar en el cultivo de la inteligencia espiritual, y que es indispensable que esté a la base de la propuesta planteada por Torralba.

Esa propuesta avizora la grandeza de la inteligencia espiritual, para cultivar esta inteligencia, Torralba nos propone varias prácticas, de la que se ha seleccionado las siguientes: la práctica asidua de la soledad y gusto por el silencio, la contemplación y el ejercicio del filosofar, el cultivo del arte (recordemos que en nuestra espiritualidad cristiana Dios no sólo es la verdad y la bondad, sino también la belleza), el diálogo socrático, el ejercicio físico, el dulce no hacer nada, la experiencia de la fragilidad, el

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deleite musical, la práctica de la meditación y el ejercicio de la solidaridad. (Torralba 2010: 191-234).

Todo ello se confluye para reconocer a un ser humano, pero  llegar a conocerlo realmente sólo se suscita cuando se logra imbuir en su vida espiritual; esto sucede cuando el otro da el permiso para acceder a este espacio tan íntimo. Por tanto, el desarrollo de la inteligencia espiritual aporta al reconocimiento de las diferencias y similitudes entre las personas; las revaloriza como propias de la riqueza humana, favoreciendo la inclusión y acompañamiento fraterno. Esto proclama la iniciativa y autonomía personal, la libertad y flexibilidad, la toma de conciencia de las capacidades (ajenas y propias) y de las estrategias para desarrollarlas.

En suma, más allá de la acumulación de información, el estudiante debe comprender y reconocer el mundo en el

cual forma parte, a fin de participar positivamente en su cuidado, desarrollo y construcción. Es buscar la manera de

levantar el estandarte de la espiritualidad tan alto como le permitan las alas de la imaginación.  Cada una de ellas

con nombre propio, las alas de la razón y la fe; en palabras de Juan Pablo II (1998): «la fe y la razón son como las

dos alas con las cuales el espíritu humano se eleva hacia la contemplación de la verdad»[9]. (F R, 1998).

Como último aspecto, el ámbito escolar; en él, se bate una comunidad educativa variopinta que reclama cambios sustanciales. Al centrarse en competencias como la de "Aprendamos a aprender" se otorga importancia a fomentar el pensamiento creativo, la curiosidad, la interpelación, el apasionamiento por aprender. Su vinculación con el desarrollo de la identidad personal y los propios valores, la apertura y la flexibilidad y el compromiso hacia el otro hacen posible tales cambios.

Analizando la propuesta curricular DCN (2009) se observa la preocupación por despertar y cultivar el interés por la realidad (social, personal, ambiental, etcétera); así mismo, uno de sus objetivos primordiales es el interés. Asimilar esto posibilita la capacidad de interpretar, crear, conservar, construir, motivar, etcétera. Pero se tratará de un interés de "corto alcance" si no se tiene en cuenta que esa capacidad personal sólo se calma cuando llega al "más allá del yo". Cuando el hombre reconoce en humildad su grandeza, en una frase: «El hombre es grande cuando se pone de rodillas».[10]Benedicto XVI, manifiesta en su encíclica Caritas in veritate de qué manera el hombre puede llegar a esa grandeza:

El desarrollo necesita cristianos con los brazos levantados hacia Dios en oración, cristianos conscientes de que el amor lleno de verdad, caritas in veritate, del que procede el auténtico desarrollo, no es el resultado de nuestro esfuerzo sino un don. […] en los momentos más difíciles y complejos, además de actuar con sensatez, hemos de volvernos ante todo a su amor. El desarrollo conlleva atención a la vida espiritual, tener en cuenta seriamente la experiencia de fe en Dios, de fraternidad espiritual en Cristo, de confianza en la Providencia y en la Misericordia divina, de amor y perdón, de renuncia a uno mismo, de acogida del prójimo, de justicia y de paz. Todo esto es indispensable para transformar los «corazones de piedra» en «corazones de carne» (Ez 36,26), y hacer así la vida terrena más «divina» y por tanto más digna del hombre. (C V, 2009, 79)

Hace algunas décadas, siendo André Malraux Ministro de Educación de Francia, un periodista le inquirió:

Señor ministro, en el año 2000, ¿será necesaria la escuela? Él dijo: Sí y no. Si la escuela es el lugar que convoca a los niños y adolescentes para instruirles y darles datos sobre distintas materias, es probable que el año 2000, se haya encontrado un sistema más eficiente y económico que la escuela. Pero si la escuela es la prolongación de la familia, donde los educadores forman a los niños en los valores que les preparen para la vida y les hagan más personas, en el año 2000, la escuela será más necesaria que hoy.

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En definitiva, el maestro cristiano no debe conformarse con la calidad de sus conocimientos (profesional en educación), debe demostrar la calidez de sus sentimientos tanto para con sus colegas, con sus estudiantes y con todo prójimo (vocación docente). Debe dignificar su tarea como un don, retomar el camino correcto siguiendo los lineamientos cristianos, emulando al Maestro por excelencia, Jesucristo. « […] gratis lo recibisteis, dadlo gratis.» (Mt. 10, 8).

Para ello, es imprescindible docentes valientes que quieran apostar y ofrecer sus vidas por la educación y el reconocimiento de la persona humana. Benedicto XVI así lo proclama:

El desarrollo nunca estará plenamente garantizado plenamente por fuerzas que en gran medida son automáticas e impersonales, ya provengan de las leyes de mercado o de políticas de carácter internacional. El desarrollo es imposible sin hombres rectos, sin operadores económicos y agentes políticos que sientan fuertemente en su conciencia la llamada al bien común. Se necesita tanto la preparación profesional como la coherencia moral" (C V, 2009, 71)

En conclusión, la educación integral –la ciencia plena– es imposible sin conciencia y coherencia. De nada sirve la inteligencia si no va acompañada del espíritu, de ahí la propuesta: Inteligencia espiritual –espiritualidad inteligente–. Reconocerlo es afirmar su trascendentalidad más allá de las modas. Que este artículo despierte en el docente la pasión cristiana por la enseñanza, que le  anime a promover la razón y la fe como dos grandes alas que encumbrarán al hombre a acercarse al inconmensurable Bien. Que los estudiantes –futuros docentes–  de la Universidad Católica "Sedes Sapientiae"; proclamen y flameen esta espiritualidad, para asumir el riesgo de vivir su propia vida, con principios que trasciendan la simple "materialidad" que ofrece la cultura del consumismo y el totalitarismo. Que aprendan que en el compartir y donarse gratuitamente el hombre va alcanzando su grandeza. Que el verdadero educador debe dar algo de sí mismo, ser testigo antes que maestro y que compartir el ser en una donación total implica, no sólo abrir los libros sino también los corazones.

 Bibliografía

 ARENDT, Hannah1974    Los orígenes del totalitarismo. Santillana Ediciones. (vol.3), Madrid.            (Texto original en inglés, 1951)

 BENEDICTO XVI

2009    Carta Encíclica Caritas in veritate. Pastoral Universitaria UCSS   2008    Carta sobre la tarea urgente de la educación a la Diócesis de Roma. Ciudad del Vaticano, 21 de enero.

 BOLIS, Gian2007    «El contexto actual de la educación».Studium Veritatis, año 6, Nº 10-11, pp. 67-104.

 GARDNER, Howard

1983    Inteligencias múltiples. Editorial Paidós. Barcelona.

 GARDNER, Howard2011    Inteligencias múltiples. La teoría en la práctica. Editorial Paidós. Barcelona.

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 GOLEMAN, Daniel

1996    La inteligencia emocional. Editorial Vergara. Buenos Aires.

 JUAN PABLO II1992    Mensaje con ocasión de la Jornada Mundial de la Juventud de 1993. Ciudad del Vaticano, 15 de agosto de 1992. 

JUAN PABLO II

1998    Carta Encíclica Fides et ratio. Pastoral Universitaria UCSS. MINISTERIO DE EDUCACIÓN DEL PERÚ2009    NUEVO DISEÑO CURRICULAR NACIONAL de la EDUCACIÓN BASICA REGULAR. 

TORRALBA,  Francesc

2010    Inteligencia espiritual. Editorial Plataforma. Barcelona.

 PÉREZ, Jorge

2007    «DE LA BIOÉTICA A LA BIOEDUCACIÓN Y A LA BIOPEDAGOGÍA.Educación a favor de la vida». Una fábrica de monstruos competentes. EL AGORA USB V. 7 N 2 PP. 199-385.Recuperado de                                           http://web.usbmed.edu.co/usbmed/elagora/htm/v7nro2/documentos/capitulo%2012.pdfConsulta hecha en 26/07/2013.

 ZOHAR, Danah; Ian MARSHALL

2001    Inteligencia espiritual. Editorial Plaza y Janés. Madrid.

[1] DCN: NUEVO DISEÑO CURRICULAR NACIONAL DE LA EDUCACIÓN BASICA REGULAR.

 [2] Benedicto XVI. Carta sobre la tarea urgente de la educación a la Diócesis de Roma  (Ciudad del Vaticano, 21 de

enero de 2008).

[3] Howard Gardner, psicólogo estadounidense, parte de la tesis de que existen diferentes formas de inteligencia en

el ser humano, y se inaugura la teoría de las inteligencias múltiples. Gardner desarrolló sus trabajos en contacto

diario con adultos y pequeños que padecían lesiones cerebrales, constatando que se obtenían mejores resultados si

se consideraba la mente humana como un conjunto de facultades relacionadas entre sí que como una máquina

única de uso general funcionando con independencia del contexto y del contenido.

[4] Para Daniel Goleman la inteligencia emocional es la "mezcla" de la razón y los sentimientos.

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[5] Zohar, Dahar es profesora de la Universidad de Oxford, Ian Marshall es psiquiatra de la Universidad de Londres.

Según Zohar, la inteligencia espiritual activa las ondas cerebrales permitiendo que cada zona especializada del

cerebro converja en un todo funcional. Inteligencia 'espiritual (1997).

[6] Torralba, Francesc; doctor en Filosofía y Teología, profesor de la Universidad Ramón Llul y un brillante intelectual

católico español.

[7] Benedicto XVI. Carta sobre la tarea urgente de la educación a la Diócesis de Roma (Ciudad del Vaticano, 21 de

enero de 2008).

[8] Vargas, Carlos. Decano de la Facultad de Psicología de la Universidad Católica de Colombia en

Bogotá (Colombia) es citado en el artículo de Jorge Pérez.

[9] Juan Pablo II, Fides et ratio, 14-09-1998.

[10] Frase atribuida a Albert Einstein.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

COMO DE SARROLLAR INTELIGENCA ESPIRITUAL

EN LA CONDUCCION DIARIA

Cada señalización luminosa es un acto de conciencia.

Ejemplo:

Ceder el paso a un peatón.

Ceder el paso a un vehículo en su incorporación.

Poner un intermitente.

Cada vez que cedes el paso a un peatón

o persona en la conducción estas haciendo un acto de conciencia.

Imagina los que te pierdes en cada trayecto del día.

Trabaja tu inteligencia para desarrollar conciencia.

Atentamente:

Joaquin Gorreta 55 años

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De la sabiduría del corazón a la inteligencia espiritual

Autor: 

José Carlos Bermejo Higuera

Artículo publicado en: 

Revista Humanizar

Año publicación: 

2010

La escuela ha enseñado siempre a sumar y restar, a leer y escribir, literatura e historia. Pero más

raramente ha enseñado y enseña a manejar el complejo mundo de los sentimientos, a aprovechar su

energía para utilizarla correctamente conforme a los valores, a afrontar conflictos de manera saludable, a

plantearse preguntas por el sentido último de las cosas, a tomar decisiones ponderadas, a hacer

silencio... Y resulta que nuestro desarrollo personal está en estrecha relación con el mundo de los

sentimientos, de los valores, del sentido.

La cordialidad, el calor humano, la amabilidad, la cercanía, la familiaridad, la capacidad de manejar bien

los sentimientos, la empatía, saber resolver conflictos resolutivamente, plantearse la pregunta por el

sentido último de las cosas, conducir la conducta desde los valores, esas cualidades por todos deseadas

para nosotros mismos y los demás son elementos de lo que entendemos por inteligencia espiritual. Pero

no solo: la capacidad de silencio, de asombro y admiración, de contemplar y de discernir, de

profundidad, de trascender, de conciencia de lo sagrado y de comportamientos virtuosos como el

perdón, la gratitud, la humildad o la compasión son elementos propios de lo que entendemos por

inteligencia espiritual.

Todos estos aspectos reflejan sabiduría del corazón, de ese corazón que tiene razones que a veces la

razón no entiende y que tan importantes son en el ámbito educativo. La formación del corazón constituye

un reto universal para humanizar el desarrollo y el crecimiento de cada persona.

San Camilo, patrono de los enfermos, hospitales y enfermeros,  exhortaba a sus compañeros a poner

“más corazón en las manos”. Eran tiempos (el siglo XVI) en que en los ambientes en que él se movía, los

enfermos y necesitados eran atendidos en condiciones que hoy son inimaginables en el primer mundo,

pero que se mantienen o están peor aún en la mayor parte de la tierra. La frase de Camilo constituía y

constituye un reclamo a seguir la sabiduría del corazón y humanizar cuanto hacemos.

Aquella propuesta, dirigida a quien cuidaba en la fragilidad de la enfermedad, es de rabiosa actualidad

para los ámbitos educativos. Hoy diríamos –yo diría-: más corazón en el aula, más educación del

corazón, más espacio al mundo de los sentimientos, más educación emocional, más acompañamiento

en la intimidad, más promoción de la reflexión, más cultivo de la dimensión trascendente, más reclamo

de las virtudes y de la solidaridad y el perdón, más inteligencia emocional y espiritual.

Inteligencia emocional

Fue especialmente Daniel Goleman quien, en 1995, convirtió el tema en periodístico y lo divulgó con

éxito, consiguiendo un gran impacto mundial.

Conscientes de que la sabiduría no se agota en el desarrollo de la inteligencia intelectiva, Goleman

propone el marco de la inteligencia emocional como un conjunto de competencias intrapersonales y un

conjunto de competencias interpersonales. Son, al fin y al cabo, “competencias blandas” que contribuyen

a que la persona se desarrolle de manera exitosa y aumente la potencialidad de ser feliz consigo mismo

y con los demás.

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En realidad, Goleman no se inventaba nada. Zubiri había escrito varios volúmenes titulados “Inteligencia

sentiente” y bien es sabido, que la inteligencia, que solemos asociar a las capacidades de memoria,

relación de conceptos e información, capacidad de adaptarse a situaciones nuevas, habilidad para

resolver situaciones… está muy relacionada con el modo como manejamos nuestros sentimientos.

Incluso el rendimiento escolar está en relación con nuestros sentimientos. Es obvio que la tristeza, la

ansiedad, la rabia, el entusiasmo y tantos sentimientos, tienen un influjo claro sobre la disposición al

aprendizaje intelectivo y sobre el mayor o menor fracaso escolar.

El modelo de Goleman propone la inteligencia emocional como un conjunto de competencias personales

(autoconocimiento, autocontrol emocional y capacidad de automotivación) y un conjunto de

competencias sociales (empatía y habilidades sociales). Un marco amplio de ingredientes educables que

hace a las personas más o menos sabias, capaces de sacarle sabor a la vida afrontando de manera

inteligente los conflictos y adversidades. Una parte de nuestro cerebro, la derecha, que hemos de

conformar, lo mismo que cultivamos la más relacionada con la racionalidad intelectiva (la izquierda).

No se trata de exaltar el mundo de los sentimientos en detrimento de la razón como contrapartida al error

en el que tradicionalmente hemos caído: el alto inteligir y las bajas pasiones. No. Se trata de ser

conscientes del gran influjo que los sentimientos tienen en la vida personal y social y de la importancia

de trabajar sobre ellos en el proceso educativo de manera explícita.

¿Cómo no hacer referencia al rencor en el aula a la vista de un conflicto? ¿Se puede obviar la tristeza

cuando un alumno está atravesando una experiencia de duelo? ¿Es saludable negar el miedo y

respetarlo como si de un tabú se tratara? ¿Hay que imponer por la fuerza la ausencia de expresión de la

agresividad? Por este camino, la educación sería represiva, más que liberadora. Es obvio, pues, que hay

que hablar de los sentimientos, que hay que relacionarlos con los valores, que hay que construir un

mundo interior saludable, también haciéndolo exterior, es decir, socializándolo y compartiendo sobre él.

Se trata de humanizar las relaciones con uno mismo y con los demás para hacerlas más eficaces, más

en sintonía con nuestra condición humana de seres vulnerables y apasionados, con corazón que palpita

y habitado de anhelos y vibraciones al son de estímulos internos y externos.

A veces pensamos que hablar de los sentimientos es presentarse vulnerable ante los demás. Y, sin

querer, podemos entablar relaciones frías. La frialdad, indiferencia o ritualización de la relación

despersonalizan y merman la confianza y la eficacia de las relaciones humanas y, en particular, de las

que quieren ser educativas.

Educar el corazón, educar el espíritu

Sí, el corazón –el espíritu- es educable. Una persona puede aprender a ser cordial, a ser dueño de sus

sentimientos, a conocerse a sí mismo, a controlar la reactividad a los sentimientos negativos, a ponerse

en el lugar de los demás, a manejar con autoridad los conflictos, a contemplar, a perdonar, a trascender,

a construir una vida moral y trascendente de manera personal.

En la tradición bíblica, así como en la poesía griega, el corazón es el que regula las acciones. En él se

asienta la vida psíquica de la persona, así como la vida afectiva, y a él se le atribuye la alegría, la

tristeza, el valor, el desánimo, la emoción, el odio; es el asiento de la vida intelectual, es decir, es

inteligente, dispone de ideas, puede ser necio y perezoso, ciego y obcecado; y es también el centro de la

vida moral, del discernimiento de lo bueno y lo malo.

En efecto, en hebreo, el corazón es concebido mucho más que como la sede de los afectos. Contiene

también los recuerdos y los pensamientos, los proyectos y las decisiones. Se puede tener anchura de

corazón (visión amplia, inteligente) o también corazón endurecido y poco atento a las necesidades de los

demás. En el corazón, la persona dialoga consigo misma y asume sus responsabilidades. El corazón es,

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en el fondo, la fuente de la personalidad consciente, inteligente y libre, la sede de sus elecciones

decisivas, de la ley no escrita; con él se comprende, se proyecta.

Educar es trabajar también el mundo de las actitudes interiores porque precisamente el exterior de una

persona manifiesta lo que hay en el corazón. Al corazón se le conoce, entonces, indirectamente, por lo

que de él expresa el rostro,  por lo que dicen los labios, por lo que revelan los actos, aunque también es

posible una doblez o falsedad que lleve a expresar lo que no habita en el interior del corazón.

El corazón, para los semitas y los egipcios, es, sobre todo, la sede del pensamiento, de la vida

intelectual, de modo que hombre de corazón significa sabio, prudente, mientras que carecer de corazón

es lo mismo que estar privado de inteligencia, es decir, ser tonto. Este es el reto: educar la vida espiritual

por el camino del corazón.

Inteligencia espiritual práctica: El corazón en las manos

Podría pensarse que educar en inteligencia emocional consiste en introducir las prácticas religiosas en

el  ámbito de la enseñanza. Obviamente éstas pueden contribuir, pero es sabido que la dimensión

espiritual no se reduce a ninguna religión. Es propio de la dimensión espiritual la capacidad de

trascender, el mundo de los valores, la capacidad de plantearse las preguntas por el sentido último de

las cosas, el reconocimiento de la dimensión mistérica en la vida.

Por tanto, educar en inteligencia emocional comporta acompañar procesos de descubrimiento de nuestra

propia naturaleza espiritual y ayudar a traducirlo en la práctica. Poner el corazón en las manos. La

riqueza del significado del corazón en ámbitos culturales de los que somos herederos, nos podría llevar

también a tomar conciencia de las posibilidades de hacer significativas, cordiales las relaciones

interpersonales.

La expresión de Camilo, a quien hemos citado al inicio, de “poner el corazón en las manos” podría

significar entonces impregnar las relaciones, los cuidados que nos prestamos unos a otros, de la

sabiduría del corazón, de su afecto y de la ternura que le son propios cuando se actúa con libertad y

responsabilidad. Significaría ser conscientes del estilo relacional, libres en la interacción, transparentes

en las motivaciones, comprensivos en la escucha, capaces de proyectar sanamente el futuro saludable

del interlocutor. En el fondo, tener inteligencia espiritual o sabiduría de corazón.

Poner el corazón en las manos significa también transformar y hacer eficaz la intervención educativa.

¿Eficaz? Sí, sin duda. Piénsese, por ejemplo en cuando las personas salimos de una consulta, o cuando

somos atendidos por un agente social. Nos adherimos con más facilidad y la adherencia es más

perdurable cuando hemos sido “seducidos” por la autoridad del corazón del ayudante. De hecho, las

habilidades de persuasión, cuando son adecuadas (cuando no caen en la manipulación ni en la

coerción), están en estrecha relación con la autoridad afectiva (confianza) inspirada por el persuasor.

Por el contrario, quien sale de ser atendido por un profesional de la ayuda al que ha percibido frío,

distante, “sin corazón”, aunque sea éste un excelente profesional en el sentido de su abundancia y

precisión de conocimientos y destrezas en el ámbito de su competencia, si no ha sentido ganada su

confianza por la vía afectiva, no se adherirá con la misma intensidad ni mantendrá la misma fidelidad a

las indicaciones preventivas, terapéuticas o rehabilitadoras.

Esto mismo sucede en el ámbito educativo. El docente es calificado de bueno o malo no sólo por lo que

sabe, sino por cómo enseña. Y es que los alumnos perciben si está puesto el corazón en sus labios, en

su conducta, en sus ojos, en su motivación. Es buen profesor el que transmite amor por el alumno,

pasión por aprender, aquél a quien se le percibe sabiduría y no solo inteligencia, competencias

intrapersonales y sociales, aquel en quien se le percibe amor por la humanidad y no sólo por la ciencia,

ni exclusivamente por los conocimientos almacenados como los podría tener también un disco duro.

Page 11: INTELIGENCIA EN EL ESPIRITU

Cordialidad, espiritualidad y profesionalidad

Puede que en el imaginario cultural exista la idea de que cordialidad y profesionalidad son algo opuesto,

y que para ser un buen profesional (en cualquier ámbito) haya que manifestarse frío, distante, serio y

riguroso en las relaciones. De lo contrario, seríamos blandos y tolerantes, no exigiríamos el cumplimiento

de las normas y nos podrían tomar poco seriamente.

Puede que en el imaginario cultural la dimensión espiritual quede relegada a lo privado y reducida a lo

religioso y, por tanto, opcional.

Como si la afabilidad y la blandura, la afectividad claramente manifestada, el interés por la persona

entera y no sólo por los datos, la capacidad de perdonar y tomar decisiones en base a valores, el arte de

trascender lo que los sentidos ven, disminuyeran la capacidad de procesar con rigor la información que a

las ciencias le permiten desvelar la verdad y procesarla adecuadamente.

Parecería que es “poco profesional” ser afectuoso y hablar de espiritualidad. Si técnica y humanidad,

ciencia y afecto, inteligencia intelectiva e inteligencia espiritual estuvieran reñidas, la humanidad no

existiría; el animal no se habría hominizado. Lo que sostiene a la humanidad no es otra cosa que el

corazón, el corazón interesado por el otro, particularmente por el otro vulnerable.

Cabe la sospecha, en todo caso, de que cuando no nos mostramos afectuosos en el trato, cuando nos

interesamos por la vida del espíritu (la vida interior y su reflejo externo), sea porque tenemos miedo a ser

mal interpretados, y nos refugiamos entonces en la frialdad, en la limitación del interés por los datos, por

la ley, por la norma; no tanto de manera malintencionada, sino por los propios límites y la dificultad de

manejar los propios sentimientos, los propios valores y las convicciones más hondas.

Un buen reto para trabajarse la inteligencia espiritual, de la que cada vez se habla más, es formarse en

el ámbito de la comunicación y las relaciones de ayuda. En efecto, los ingredientes de la inteligencia

emocional son el autoconocimiento, el autocontrol emocional, la capacidad de automotivarse, la empatía

y el manejo de habilidades sociales. Cultivar esta inteligencia, que complementa la inteligencia

intelectiva, puede contribuir a nuestra felicidad y a dotar nuestras relaciones de la cordialidad con la que

se construye más fácilmente el Reino que con la rigidez de la inteligencia intelectiva. Este camino

permitirá dar el paso a la educación en inteligencia espiritual, en capacidad de mirar con los ojos del

corazón, trabajar por ser feliz tomando decisiones ponderadas, razonadas, cultivando los valores más

genuinamente humanos.

No es menos importante tomar conciencia de los caminos de acceso a la dimensión trascendente, tal

como nos los presenta Durkheim: la naturaleza, el encuentro, el arte y el culto. De aquí que educar la

dimensión espiritual tenga que ver con acompañar a admirar y respetar la naturaleza, cuidarla y

señorearla con sagrado respeto. Educar la dimensión espiritual tiene que ver con construir encuentros

significativos, superando la tentación de matar el tiempo, cuando todos anhelamos profundamente

tiempos de calidad. Educar la dimensión espiritual tiene que ver con cultivar la dimensión artística, la

expresión simbólica que tan fácilmente nos permite trascender, ir más allá de los sentidos. Educar la

dimensión espiritual consistirá también en humanizar los ritos –sagrados y profanos- para que éstos

cumplan su función de expresión de aquello que no logramos comunicar con meras palabras o discursos

racionales.

El tiempo dedicado expresamente en la educación a explorar la naturaleza, a pensar y escudriñar el

significado del encuentro interpersonal, a contemplar, disfrutar y expresarse con el arte, así como a

participar activamente y preparar diferentes tipos de ritos, será una inversión fantástica para acompañar

a crecer espiritualmente.

Humanizar nuestras relaciones

Page 12: INTELIGENCIA EN EL ESPIRITU

Poner más corazón en la mente, en el modo de pensar, así como en el modo de hacer, constituye una

propuesta humanizadora.

Pudiera parecer que hablar de inteligencia espiritual comportara un camino deshumanizador, teórico…

Hablar de inteligencia espiritual es hablar de humanización. Nada hay más genuinamente humano que la

dimensión espiritual. Es lo que nos distingue del resto de los seres vivos. Por eso, educar en inteligencia

espiritual, para nosotros los cristianos, significa humanizar. Y humanizar no pretende ser otra cosa que el

deseo de evangelizar cuanto tiene que ver con la vida, especialmente cuando ésta se encuentra en su

vulnerabilidad y requiere de la expertía y de la solidaridad de los demás.

Humanizar no pretende ser otra cosa que salir al paso de la lamentación universal de deshumanización

de la cultura, de los pueblos, de la política, de la sociedad, de la educación, de los diferentes ámbitos de

la vida. Porque la deshumanización es justamente la pérdida de la dimensión espiritual del ser humano.

La lamentación por la deshumanización es universal, pero también lo es el reclamo de una sociedad más

humana. Lo es en los países desarrollados como en los que se encuentran en vías de desarrollo. Se

trata de buscar los valores genuinamente humanos y evangélicos que, puestos al servicio de la persona,

construyan justicia y generen relaciones sanas en las distancias cortas y en las largas. Educar a la

solidaridad, al perdón (y no al rencor), a la paz, al respeto por la naturaleza, al amor por el silencio y la

contemplación es construir un mundo más a la medida de nuestra condición.

Humanizar no quiere ser otra cosa que promover relaciones de las que se pueda decir que están

realmente centradas en la persona, respetándola de manera sagrada y considerándola de forma integral.

Y no habrá consideración integral de la persona sin tener muy presente la vida del espíritu, la vida de la

capacidad de trascender y de reconocerse seres morales.

Humanizar es un objetivo compartido por gran parte de la humanidad, por el que han trabajado y

trabajan en realidad todas las instituciones con motivaciones religiosas y otras laicas. Compartiendo este

proyecto, desde el ser cristiano, nosotros tenemos una fuente (el Evangelio), referentes esenciales

(muchos fundadores carismáticos), un estilo particular que hace que se nos conozca y se nos asocie e

identifique como del buen vino se distingue su buquet.

Pero es cierto también que a veces, más que personas y grupos caracterizados por gran humanidad,

somos descritos por personas frías, rígidas, llenas de normas y tradiciones arcaicas, difíciles para las

relaciones simétricas, autoritarias, dogmáticas, poco abiertas al diálogo y a los cambios. A veces ha sido

precisamente la religión, o la perversión de la religión, lo que ha deteriorado el cultivo de la verdadera

dimensión espiritual.

¿Qué decir de personas o grupos donde los horarios esclavizan, generan culpa; donde las normas no

favorecen el crecimiento de los individuos, donde la fe no es fuente de gozo y liberación, donde la

autoridad es más ejercicio de poder que garantía de servicio, donde los afectos son zona prohibida

(reprimida), donde disfrutar es mal visto y sacrificarse es la virtud esencial sin conectarla con el amor?

Poner más corazón en las manos, significa, en el fondo, crecer eficazmente en sabiduría del espíritu.

Empeñarse porque allí donde haya una persona que sufre, haya otra que se preocupe de él con todo el

corazón, con toda la mente y con todo su ser. Poner “más corazón en las manos” podría ser lema para la

humanidad.

Pero no un corazón endurecido, tembloroso, engreído, airado, desmayado, desanimado, desfallecido,

torcido, perverso, seco, terco, negligente, amargado, triste, envidioso… como también es descrito el

corazón, si recorremos la Sagrada Escritura, llegando a hablar incluso de la capacidad de vivir “con el

corazón muerto en el pecho y como una piedra”.

Page 13: INTELIGENCIA EN EL ESPIRITU

Queremos promover una cultura en la que en las manos y en la mente de los hombres y de las mujeres

haya un corazón apasionado, capaz de discernir el bien, genuinamente recto, un corazón dilatado por la

creatividad de la caridad, un corazón reflexivo y meditativo, capaz de guardar en él la intimidad ajena y

custodiarla con respeto, un corazón que haga sentir su latido y su estremecimiento ante el sufrimiento

ajeno, un corazón inteligente donde se discierne la voluntad de Dios, un corazón herido también a la vez

que sanador, firme y vigilante, en el que se fraguan los mejores planes y donde se cultiva la

mansedumbre, un corazón inteligente y tierno.

La inteligencia espiritual, la inteligencia del corazón, podrá ser el motor de todo proceso de humanización

si ésta es escudriñada con verdadera pasión por el hombre, sin miedo a denunciar las injusticias y los

signos de deshumanización como es propio del profeta, sin vacilar ante los riesgos que supone ir

dejándose la vida día a día en el empeño de defender la dignidad de toda vida humana.

Ojalá nuestra vida, que siempre tiene que crecer en sabiduría y en humanidad, tanto individualmente

como en nuestros grupos y organizaciones, fuera una creativa escuela del corazón. Que a la sombra de

nuestro testimonio, a la luz de nuestro rostro, al amparo de nuestros quehaceres, muchas personas se

preguntaran de qué estamos habitados, de qué está hecho nuestro corazón para ser capaces de

sorprender con tanta blandura y misericordia.

Ojalá que el corazón, esa obra de arte de la ingeniería divina, con su diseño de tuberías, bombas y

válvulas, incansable fuente de calor –como dijera Galeno-, que nos mantiene vivos y cuyas razones a

veces la razón no entiende –como afirmara Pascal-, llamada sede del pensamiento por Empédocles, nos

mantenga tensos y blandos, como se mantiene un muelle, para seguir humanizando el mundo, nuestro

pequeño mundo, nuestro entorno educativo, especialmente junto a los más vulnerables.

Para que así sea, contamos con la ayuda del Evangelio al que incansablemente volvemos buscando,

como la cierva sedienta, agua para el camino. Agradezcamos “de todo corazón”,  cuanto Dios hace y

seguirá haciendo por nosotros y a través nuestro para construir un mundo más humano, más en sintonía

con nuestro ser espiritual.

"¿Qué es la inteligencia espiritual?" por Frances Vaughan

Última actualización el Lunes, 12 de Marzo de 2012 10:50 Escrito por AdministratorSábado, 06 de Junio de 2009 18:04

 

Esta búsqueda en la inteligencia espiritual sugiere que es uno de varios tipos de inteligencia que se pueden desarrollar en forma relativamente independiente.La inteligencia espiritual demanda múltiples formas de conocimiento, y la integración de la vida interna de la mente y el espíritu, con la vida externa del trabajo en el mundo.

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Puede ser cultivada mediante el cuestionamiento, la búsqueda y la práctica. Las experiencias espirituales pueden también contribuir a su desarrollo, dependiendo del contexto y los medios de integración. La madurez espiritual se expresa a través de la sabiduría y la actitud compasiva en el mundo. La inteligencia espiritual es necesaria para discernir al realizar decisiones espirituales que contribuyan al bienestar psicológico y al desarrollo humano general saludable.La espiritualidad existe en el corazón y mente de hombres y mujeres en todas partes, dentro de tradiciones religiosas e independientemente de ellas. Si, siguiendo al teólogo Paul Tillich, definimos espiritualidad como la preocupación de mayor importancia, entonces todos somos espirituales porque todos tenemos una preocupación más importante. De todos modos, el término preocupación de mayor importancia puede ser interpretado de muchas formas diferentes. Algunas personas no se consideran a si mismos, o a sus preocupaciones como espirituales. La espiritualidad, como la emoción, tiene varios grados de profundidad y expresión. Puede ser consciente o inconsciente, desarrollada o no desarrollada, saludable o patológica, naif o sofisticada, beneficial o peligrosamente distorsionada.Algunas definiciones corrientes de espiritualidad se pueden resumir de la siguiente forma:(a) la espiritualidad involucra los niveles más elevados de las líneas evolutivas, por ejemplo, cognitiva, moral emocional e interpersonal; (b) la espiritualidad es en sí misma una línea de desarrollo independiente; (c) la espiritualidad es una actitud (así como la apertura al amor) en cualquier etapa: y (d) la espiritualidad involucra experiencias cumbres y no etapas. Una perspectiva integral presumiblemente incluiría todas estas visiones diferentes, junto con otras también (Wilber, 2000).La espiritualidad puede también describirse en términos de pertenencia o conexión al plano trascendental de la existencia. Algunas personas la definen en términos de relación con Dios, con otros seres humanos o con la tierra. Otros la definen en términos de devoción y compromiso hacia una fe en particular o forma de práctica. Para entender cómo la espiritualidad puede contribuir a la mejor vida, definida en términos humanísticos como vivir auténticamente hasta las posibilidades completas de ser humano (Anastoos, 1998), parecería necesario diferenciar la salud espiritual de creencias y prácticas que puede ser en detrimento del bienestar. Esto lleva al desafío de definir y cultivar la inteligencia espiritual.¿Qué es la inteligencia espiritual?Debido a que hay muy poco consenso respecto de la definición de espiritualidad, la discusión de la inteligencia espiritual tiene que ser exploratoria y no definitiva. Preguntando qué es lo que inteligencia espiritual quiere decir, espero estimular las discusiones en este tema que pienso que merece una investigación más profunda.Inteligencias múltiplesLa inteligencia está definida a veces como la habilidad de manejar la complejidad cognitiva. En el uso corriente, la distinción entre inteligencia y razón ha sido prácticamente perdida. Por ejemplo, como está definido en el diccionario Webster (Mish, 1993), la inteligencia incluye la habilidad para comprender, aplicar el conocimiento, usar la razón hábilmente, y manipular nuestro entorno. La visión de que la inteligencia implica varias habilidades diferentes está sostenida por las nuevas corrientes en neurología y psicología cognitiva.Entre los investigadores que han identificado varios tipos de inteligencia, el trabajo pionero sobre las inteligencias múltiples de Howard Gardner (1993) en la universidad de Harvard, ha ayudado a mucha gente a comprender que la inteligencia tiene varias facetas. Su trabajo es actualmente aplicado en muchas escuelas a lo largo de los Estados Unidos. La investigación de Gardner indica que diferentes tipos de inteligencia se desarrollan de una forma relativamente independiente entre sí, y que un alto El camino espiritual es una metáfora para el desarrollo de las cualidades espirituales, incluyendo la inteligencia espiritual. Recorrido con compromiso e integridad, un camino puede llevar desde la esclavitud del inconsciente a la libertad espiritual, del miedo y la defensión al amor y la compasión, de la ignorancia y la confusión a la sabiduría y la comprensión (Vaughan, 1995). El objetivo del camino puede ser descripto por términos como iluminación, despertar, paz interior, auto-realización.Sea cual sea el objetivo, el proceso involucra una transformación de la consciencia. La mayor parte de las tradiciones dicen que el progreso en el camino depende de la práctica espiritual. La práctica puede volver más profunda la capacidad para el amor y la compasión, sabiduría y trascendencia, y ayudar a la gente a cultivar otras cualidades a las que pueden aspirar. La inteligencia espiritual nos permite reconocer el valor de estas cualidades en otros así como en uno mismo.Un camino espiritual puede enfatizar la ascensión a estados más elevados de consciencia y auto-trascendencia, o descender en comunión con la naturaleza y la consciencia del cuerpo (Wilber, 1995). El yoga integral de Sri Aurobindo (1976), el sabio hindú del siglo XX, considera la obtención de libertad trascendental como una meta necesaria pero insuficiente en la práctica. Sus filosofías mantienen que el ascenso hacia lo divino es solo el primer paso.

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El objetivo posterior es el descenso de la nueva consciencia para la transformación del mundo.Todas las tradiciones de sabiduría ofrecen historias y metáforas de transformación que relatan estadíos en el camino, como el viaje el alma en el Cristianismo, los estados del ser en el Sufismo, o las 10 imágenes de los toros en el Budismo Zen. La primer etapa en el camino está usualmente centrada en uno mismo. Uno puede buscar un alivio para el dolor y el sufrimiento o rezar por ayuda en tiempos de terror o desesperación. Un veterano de guerra, por ejemplo, confesó que no sentía vergüenza acerca de rezar al estar enfrentado con una muerte inminente. Incluso algunos ateístas algunas veces se dirigen a Dios cuando están bajo el fuego.En los niveles convencionales, la vida espiritual está usualmente asociada a un grupo. Ir a la iglesia o a la sinagoga y la observancia de feriados religiosos y rituales como bautismos, casamientos, y funerales son un centro importante de la vida religiosa. En este estadio, la preocupación es extendida hacia el bienestar del grupo, ya sea de la familia inmediata, la comunidad, o una identificación étnica o religiosa.A niveles más allá de los convencionales, traspasando la observancia convencional de las costumbres sociales, el desarrollo del camino espiritual requiere auto-conocimiento y familiaridad con diferentes formas de conocer la realidad. Aunque la intuición básica del espíritu puede discernirse en cualquier estadio, esta intuición es más fácilmente integrada con la racionalidad cuando una persona crece hacia la madurez espiritual (Wither, 1997).Los estadios más avanzados de desarrollo dependen de la capacidad de coordinar diferentes perspectivas y extender la preocupación compasiva hacia todos los seres. Cuando la relación entre los modelos de consciencia subjetivos, objetivos e intersubjetivos pasa a un plano central, las interpretaciones introspectivas de la experiencia pueden contribuir a profundizar la experiencia.Aunque el desarrollo de la inteligencia espiritual no depende de un camino o práctica en particular, si depende de que la consciencia en expansión incluya un circulo creciente de identificación empática, sensbilidad a realidades sutiles, y familiaridad con varios mapas simbólicos de la consciencia. En nuestra cultura de hoy en día, un número creciente de personas están basando su espiritualidad en una variedad de prácticas derivadas de más de una tradición (Wuthnow, 1998). La práctica puede incluir rituales complejos, o simplemente escuchar la constante, pequeña voz que nos ayuda a alinearnos con lo trascendente, ya sea concebida como el wu wei del Taoismo, o el esfuerzo sin esfuerzo del Budismo, o el seguir la voluntad de Dios. Seguir la voluntad de Dios no significa resignación o el “fluir con el entorno” pasivamente. Significa cultivar el discernimiento, escuchar el corazón, y seguir la guía interna (Johnson, 1998). Un camino espiritual que lleva al amor, sabiduría y completitud es uno que conscierne el bienestar de todo, la persona completa, la familia humana completa, el planeta completo y la red completa de la vida.Fe y experiencia espiritual.Las imágenes simbólicas y los arquetipos pueden contener diversos niveles de sentido en las ceremonias religiosas y los rituales, y los mitos e historias proveen un contexto de sentido para eventos y transiciones en la vida. Por ejemplo, las historias antiguas y metáforas de transformación como la muerte y el renacer, despertar del sueño, o recobrar un tesoro enterrado significan todas posibilidades de desarrollo (Metzner, 1998).Reconociendo estados de desarrollo de la fe, como describe James Fowler (1995) en su clásico trabajo “Stages of Faith” parece particularmente relevante a la investigación de la inteligencia espiritual. Fowler dice que la fe nos da coherencia y dirección en nuestras vidas y nos permite enfrentar las inevitables dificultades de nuestra condición existencial. Él señaló que factores como la maduración biológica, emocional y cognitiva, y las influencias culturales tienen que ser tomadas en cuenta para entender el desarrollo de la fe.Los seis estadios de la fe de Fowler atraviesan el espectro del desarrollo desde la niñez hasta la madurez: (a) en la infancia, la fe está basada en la fantasía e imaginación; (b) en el estadio mítico literal, las historias se interpretan literalmente; (c) en el estadio convencional, las creencias tienden a ser convencionales y no examinadas; (d) el estadio reflexivo individual es caracterizado por desmitologizar al individuo y la toma de responsabilidad individual por sus valores y creencias; (e) el estado conjuntivo, que usualmente emerge cerca de la mitad de la vida, involucra el reconocimiento del inconsciente y un entendimiento más paradójico de la verdad; y finalmente (f) la fe universal incluye a todos los seres y está libre de anclajes ideológicos.Aunque el desarrollo no progrese necesariamente en forma prolija y lineal de un estado a otro, la madurez espiritual implica negociar adecuadamente todos estos estadios de la fe. Las experiencias espirituales pueden ser interpretadas de una forma muy diferente por personas que se encuentran en diferentes estadios de la fe.Sagrados, el arte y la música intentan evocar la consciencia del espíritu, pero ninguna forma de expresión puede hacer más que resaltar el camino hacia una experiencia directa de

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trascendencia. Más aún, aunque las experiencias profundas pueden ser subjetivamente significantes, estas no necesariamente llevan a una vida religiosa o espiritual (Smith, 1993). Por otro lado, dado un contexto apropiado para la integración, una experiencia trascendental puede tener un poderoso efecto transformativo. Como observa Scott Richards (1999) en su carta a la Sociedad Americana de Psicología (American Psychological Association), las experiencias espirituales trascendentes generalmente afectan positivamente el bienestar y el funcionamiento psicológicos. Cambiando a la gente “desde adentro hacia afuera”, tales experiencias pueden reorientar sus valores y alterar significativamente su visión del mundo.Las experiencias espirituales profundas pueden ciertamente cambiar una vida. El hecho de que sean benéficas o no puede depender, en gran parte del contexto en el cual suceden y de cuán bien pueden ser integradas en la vida cotidiana. El discernimiento y la interpretación internalizada por un sabio mentor o consejero puede ayudar al proceso. En mi propia experiencia de trabajo con gente luchando para integrar las experiencias espirituales con la vida cotidiana, la creación de un entorno congnitivo, apoyando el desarrollo de la inteligencia espiritual, ha sido útil. En adición a un apropiado y comprensivo sistema de creencias y cosmovisión, una comunidad que brinde soporte, y una práctica constante puede también contribuir a la integración saludable.INSPIRACIÓN Y PRÁCTICALa experiencia espiritual, como la inspiración (Hart, 1998), es comúnmente asociada con sentimientos de claridad, conexión, apertura y energía. En el arte, u otro trabajo creativo, la búsqueda de la inspiración puede ser un emprendimiento espiritual. Estar inspirado es estar en el espíritu; estar sin espíritu es sentirse separado y desmotivado. Cuando uno es inspirado por una obra de arte, un maestro espiritual, o un nuevo descubrimiento interior, uno se siente refrescado, revitalizado y renovado.El crecimiento espiritual generalmente comienza con la inspiración. En las enseñanzas Sufi, por ejemplo, es el ser inspirado el que primero prueba el goce de la experiencia espiritual, y comienza a recibir genuino placer en el rezo, la meditación y otras actividades espirituales (Fadiman & Frager, 1997). Una prueba a la inspiración creativa puede muchas veces motivar la práctica espiritual. La práctica se torna luego más atractiva y convincente que las distracciones mundanas.Las prácticas espirituales pueden ser definidas a gran escala como actividades intencionales que conciernen la relación con lo sagrado. Usualmente incluyen actividades como el rezo, la meditación, la contemplación y el servicio (Wuthnow, 1998). El objetivo puede ser descripto en términos religiosos como un proceso de purificación o, en términos psicológicos, como un movimiento ascendente en la escala de necesidades de Maslow (Walsh, 1999).El cultivo de la inteligencia espiritual parece llamar a un compromiso con alguna forma de práctica espiritual. Roger Walsh (1999) describe siete prácticas comunes a las religiones del mundo que fomentan la apertura del corazón y la mente, y ayudan a la gente a cultivar algunas de esas cualidades. Él discutió la motivación para el crecimiento espiritual y el deseo universal de felicidad, transformación emocional para sanar viejas heridas y cultivar el amor y la gratitud, la vida ética para la paz mental, el entrenamiento de la atención para la concentración, el despertar de la visión espiritual, y la sabiduría y el servicio.La práctica integral refiere a disciplinas derivadas de muchas tradiciones que integran el cuerpo, las emociones, la mente y el espíritu (Murphy & Leonard, 1995). Estas prácticas expanden la apreciación de cosmos y la relación íntima entre la mente, la materia, el cuerpo, el alma y el espíritu. Mediante la mejora de la atención, y el cultivo de la sensibilidad a los aspectos internos de la experiencia, las prácticas como el yoga, la meditación, la psicoterapia, las empresas visionarias, el registro en un diario, la música y el movimiento contribuyen al desarrollo de la inteligencia espiritual. Algunas prácticas se centran en la exploración de sutiles espacios de la consciencia, como en el “discernimiento de los espíritus” cristiano. Otras apuntan a la claridad que trasciende la forma, y otras buscan la trascendencia de la forma y la falta de esta, en una percepción no dual de la realidad como un todo.Las prácticas contemplativas van de una simple reflexión a una atención meditativa profunda que trasciende el pensamiento por completo. Hoy en día, mucha gente está haciendo un esfuerzo para entretejer las profundas experiencias del silencio y la armonía, obtenidas en la contemplación, en el tejido de la vida cotidiana.La inteligencia espiritual facilita la integración de introspecciónes e iluminaciones subjetivas con formas de ser y actuar en el mundo.LA INTELIGENCIA ESPIRITUAL Y LA SALUD PSICOLÓGICALa inteligencia espiritual puede ser asociada generalmente con la salud psicológica, aunque algunas formas de espiritualidad pueden ser disfuncionales o patogénicas (Deikman, 1990). Cuando las creencias espirituales producen negación y proyección y contribuyen a crear miedo y conflicto, pueden ser destructivas y seriamente problemáticas. Por ejemplo, cuando

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el líder de un culto ejerce control sobre la gente a través de la manipulación del miedo y la culpa, la comunidad puede exhibir las características de una familia disfuncional. Puede tomarle varios años a algunas personas recuperarse de haber hecho un compromiso espiritual sin discernimiento.La religión convencional usualmente provee a una persona con un sentido de seguridad y pertenencia, sirviendo de soporte social a sus miembros. Entre aquellos que fueron desilusionados por la religión convencional, la espiritualidad está más probablemente dirigida hacia el interior. Una persona puede seguir perteneciendo a un grupo, pero con el desarrollo de la inteligencia espiritual el círculo de identificación empática se expande a toda la gente y toma en cuenta el bienestar de la mayoría. Cuando reconocemos nuestra interconexión e interdependencia, se vuelve posible ver el mundo desde múltiples perspectivas.Desarrollar la inteligencia espiritual incluye y trasciende al crecimiento personal, extendiéndose hacia los confines del desarrollo psicológico saludable. Comienza con el cultivo de la autenticidad y la consciencia de uno mismo, y se desarrolla con la práctica hacia una preocupación por todos los seres. Algunas características personales que pueden ser relacionadas a la inteligencia espiritual son las virtudes tradicionales de veracidad, humildad y caridad, que también pueden ser descriptas como autenticidad, respeto por las diferencias y disposición a ofrecer servicio a otros. Una inteligencia espiritual bien desarrollada puede también ser asociada con la ausencia de defensividad y hostilidad, así como una inclinación hacia la amabilidad y generosidad. Por supuesto, estas características también se pueden encontrar en personas psicológicamente sanas que no se consideran a sí mismos particularmente espirituales. En otras palabras, estas pueden considerarse condiciones necesarias pero insuficientes para la inteligencia espiritual.BÚSQUEDA ESPIRITUALA continuación hay algunos ejemplos de cómo se puede discernir la inteligencia espiritual en conexión con diferentes áreas de búsqueda.Búsqueda científicaLa investigación en espiritualidad se está desarrollando actualmente en una variedad de campos incluyendo medicina, psicología y tanatología. Aplicar la inteligencia espiritual a todas las áreas de búsqueda significa reexaminar creencias y asunciones acerca de la realidad, y profundizar nuestra búsqueda para incluir perspectiva tanto subjetivas como objetivas. Así como la información es necesaria pero no suficiente para el conocimiento científico, el conocimiento es necesario pero no suficiente para la sabiduría.Decisiones espiritualesEl amplio espectro de enseñanzas espirituales que está hoy en día disponible en cualquier librería confronta con muchas alternativas a cualquiera que busca guía espiritual. Cuando el mercado está inundado de información de calidad variable, cada persona debe discernir entre la información relevante y valiosa de aquella que es seductivamente atrapante (Anthony et aI., 1987). La inteligencia espiritual le permitiría a una persona reconocer qué realmente importa (Schwartz, 1995).RelacionesAparte de profundizar las relaciones afectivas primarias, la inteligencia espiritual contribuye a sanar relaciones en familias y entre amigos y colegas, y ayuda a la gente a apreciar sus maestros y mentores. Mediante la integración del corazón y la mente, la inteligencia espiritual puede ayudar a la gente a reconocer el poder de la compasión y mejorar su capacidad de dar y recibir amor. En las relaciones íntimas, la inteligencia espiritual nos ayuda a aprender de nuestros errores y a tomar decisiones sabias.Educación y familiaLas experiencias de espiritualidad en la infancia temprana pueden tener un efecto duradero (Hoffman, 1992). Un niño aprende los elementos básicos de la inteligencia espiritual mientras explora el mundo interno de la imaginación. Por ejemplo, la comprensión del significado de símbolos puede ayudar tanto a adultos como a niños a apreciar metáforas e historias.SoledadEl descubrimiento del valor de períodos de silencio y soledad parece esencial al trabajo de búsqueda espiritual. Períodos de soledad, ya sea en la naturaleza o en retiro, pueden usualmente ayudar a una persona a entrar en términos con las realidades existenciales de soledad, libertad y muerte.Variedades de experiencia espiritualCualquier discusión acerca de la inteligencia espiritual estaría incompleta sin reconocer el amplio rango de experiencias espirituales. Aquellas experiencias pueden significar introspecciones significantes, aunque las interpretaciones se ven inevitablemente formadas por las creencias, y una integración satisfactoria dependa tanto de factores cognitivos como emocionales.

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Auto-conceptoLa investigación de las creencias personales acerca de quién y qué pensamos que somos es una parte importante de la búsqueda espiritual. Las enseñanzas del sabio Hindú Ramana Maharshi se centran en una sola cuestión, “¿Quién soy?”. La meditación sostenida sobre esta pregunta tiene como objetivo brindar a la juventud un estado de auto-realización y una paz y felicidad permanentes. Muchas enseñanzas espirituales alientan a una persona a des-identificarse con el ego, reconociendo que las demandas auto-centradas del ego nunca satisfacen al alma. Uno puede también des-identificarse de los pensamientos, sentimientos y sensaciones y simplemente atestiguar cualquier cosa que aparezca en la percepción. Las enseñanzas budistas señalan que cualquier auto-concepto puede ser desconstruído.LA CAMINO ESPIRITUALUna persona en un camino espiritual puede identificarse con ser un alma en una búsqueda de sentido más que con un ego en búsqueda del poder personal. El alma es usualmente identificada como la más profunda y esencial parte de uno mismo (Vaughan, 1995). El camino puede centrarse en la búsqueda de la verdad o la iluminación, o en la realización de nuestra naturaleza pura. Algunas personas eligen hacer un compromiso de devoción hacia un maestro o un camino en particular que promete llegar al objetivo, pero otros prefieren seguir un camino más solitario de individualización.En una época, el camino espiritual requería presumiblemente la renunciación a las preocupaciones seculares. Hoy en día, es más comúnmente tomado como un esfuerzo por balancear e integrar las fuerzas psíquicas que existen adentro nuestro (Moody, 1997). Aunque el camino es una parte integral de la profundización de la percepción y el cultivo de la inteligencia espiritual, uno puede perderse fácilmente en la búsqueda, siempre queriendo encontrar el próximo maestro o método que prometa la liberación. Hay un momento para buscar, un momento para practicar y uno para dejarse ir y dejarse ser, simplemente profundizando el silencio. Algunas veces una forma de práctica puede ser más tentadora que otra. La inteligencia espiritual puede ayudar a una persona a discernir cuál es el más apropiado en un momento dado.Cuando la búsqueda está completa en un sentido de iluminación que brinda introspección hacia el sentido de la vida y surge un estado de contento, el cambio puede ser temporario o puede tener un duradero y transformativo efecto (Moody, 1997). El contento no debe ser confundido con la complacencia o el abandono. Un alma que resiste en el contento puede ver cualquier cosa en la vida como una oportunidad para aprendr.En el sufismo, el ser contento acepta tanto la alegría como el sufrimiento sin quejas (Fadiman & Frager, 1997). El ser contento es atraído hacia la práctica de contemplación. En palabras de la mística cristiana Santa Teresa de Ávila, “Ustedes pueden pensar ... que el alma (en el estado de Unión) debe estar tan absorbida que no se puede ocupar de nada. Ustedes se decepcionan a sí mismos. Ella se dirige con mayor facilidad y ardor que antes a todo lo que pertenezca al servicio a Dios, y cuando aquellas ocupaciones la dejen libre nuevamente, ella continúa en el disfrute de ese compañerismo.” (citado en Fontana, 1999, p. 5).Cuando el alma está descansando en la paz que pasa a la comprensión, todo es percibido como gracia y el corazón rebalsa de gratitud y reverencia hacia la vida. La mente que es intencionalmente entrenada en la práctica espiritual está fuertemente conectada al corazón y abierta al mundo.Según el Budismo Tibetano, cuando la mente está calma, el sentido de libertad y bienestar que aparece no depende de las circunstancias externas. Cuando la sabiduría de la mente ha sido descubierta en la persona espiritualmente despierta, la compasión sin fronteras hacia todos los seres surge espontáneamente (Wallace, 1999).Pueden encontrarse prácticas que nutren la inteligencia espiritual todas las tradiciones de sabiduría y en todas las andanzas de la vida. Algunos individuos cuyas vidas han inspirado a otros a emprender la búsqueda son famosos, como el Dalai Lama, la Madre Teresa, o Thomas Merton. Muchos otros son discretos y prefieren permanecer en el anonimato. Tres de mis maestros, un Cristiano, un Budista, y un chamán, brillaban de publicidad y reconocimiento público. Ellos han tocado muchas vidas, simplemente demostrando inteligencia espiritual por ser quienes son. La inteligencia espiritual nos ayuda a apreciar el valor de los diferentes maestros en diferentes estadios del camino.INTEGRAR LA INTELIGENCIA ESPIRITUALUna variedad de visiones integrales parece estar emergiendo de la desintegración caótica del postmodernismo. Estas visiones integrales —como la de Ken Wilber (1998) trabajan en la integración de la ciencia y la religión; las teorías humanísticas y transpersonales integrando los aspectos físicos, emocionales, mentales y espirituales del bienestar; prácticas integrales ínter-culturales; y el trabajo común de integrar la vida interna de la mente y el espíritu con la acción en el mundo —todas apuntan a una nueva apreciación de la integración como la clave de la sanación y la completitud.

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Una visión integral de la inteligencia espiritual subsume las inteligencias múltiples y mira hacia la inteligencia espiritual en el contexto de la vida entera de una persona. No es suficiente para una persona reclamar sabiduría espiritual si esta no es expresada en el mundo a través de la sabiduría, la compasión y la acción.Integrar la inteligencia espiritual significa vivir en acuerdo con nuestras creencias centrales. Esta integración refuerza el sentido de propósito, a diferencia de la fragmentación que lleva a la alienación y la desesperación.He visto a mucha gente despertar a un sentido de gratitud y propósito significante cuando realizan el trabajo interno realizado para desarrollar la inteligencia espiritual.Muchas preguntas continúan por ser exploradas. ¿Qué podemos esperar del desarrollo de la inteligencia espiritual? ¿Cuáles son los costos y beneficios asociados con la libertad espiritual? ¿Qué indicadores de madurez espiritual pueden servirnos como guías en el camino? En la historia de la continua evolución humana, la búsqueda espiritual refleja el camino perenne por la sabiduría que le brinda un sentido a la vida.Integrar la inteligencia espiritual nos ayuda a profundizar el camino y expandir nuestra visión de las posibilidades.Journal of Humanistic Psychology, Vol. 42, Nº 2. Primavera 2002, 16-33 2003 Sage Publications.

INTELIGENCIA ESPIRITUALEn el artículo sobre las inteligencias múltiples, vimos cómo esta teoría defiende la existencia de diversos tipos de inteligencia diferentes, como inteligencia lingüística, espacial, interpersonal, intrapersonal, etc. Sin embargo, algunos autores consideran que existen aún más tipos de inteligencia, como la inteligencia espiritual, que podría definirse brevemente como la capacidad que utilizamos para dotar al mundo y nuestras experiencias de sentido y significado.AdsLa inteligencia espiritual no necesariamente guarda relación con la religión ni con la creencia en un ser superior o dios, pues incluso una persona no religiosa o atea puede tener una elevada inteligencia espiritual.

Todavía no existe una definición generalizada de lo que es la espiritualidad, de manera que el concepto de inteligencia espiritual tampoco está aún nada claro y no existe un consenso sobre si realmente existe o no.

No obstante, los psicólogos y filósofos están investigando cómo la espiritualidad puede estar influyendo en algunas personas a la hora de relacionarse con los demás, tomar decisiones e interpretar en mundo que les rodea o las experiencias que les toca vivir. Es decir, están estudiando lo que podría llamarse inteligencia espiritual.¿Qué s la inteligencia espiritual?Robert Emmons, psicólogo de la Universidad de California, revisó las publicaciones existentes sobre este tema y llegó a la conclusión de que la inteligencia espiritual podía ser considerada un tipo más de inteligencia, que estaría compuesta por cuatro componentes:

La capacidad para trascender lo físico y lo material.

La capacidad para experimentar estados de conciencia elevados.

La capacidad para dotar de un sentido de sacralidad a las actividades, acontecimientos y relaciones cotidianas.

La capacidad para utilizar recursos espirituales para solucionar problemas.La psicóloga Cynthia Davis-Lockwood enseña a las personas como vivir sus vidas de una manera espiritualmente inteligente. Define la inteligencia espiritual como "el modo definitivo de conocimiento. La utilizamos para imaginar posibilidades no realizadas y para trascender el metódico y pesado caminar de la vida. La utilizamos también para entender el dolor, para responder las cuestiones filosóficas básicas sobre la vida y para encontrar sentido tanto temporal como existencial."

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Según Davis-Lockwood, las características de la inteligencia espiritual serían las siguientes:

Una levada autoconciencia

La capacidad para afrontar y utilizar el sufrimiento

La capacidad para trascender el dolor

La cualidad de ser inspirado por visiones y valores

La renuncia a causar un daño innecesario

La tendencia a ver conexiones entre diversas cosas

Una marcada tendencia a preguntar "¿Por qué?"y ¿Qué pasaría si…?" y buscar respuestas fundamentales.

La capacidad para trabajar en contra de lo convencional.Richard Wolman, psicólogo de la Harvard University Medical School, define la inteligencia espiritual como: "La capacidad humana para hacer preguntas sobre el significado de la vida y para experimentar simultáneamente la perfecta conexión entre cada uno de nosotros y el mundo en que vivimos."

Entre los autores dedicados al estudio de la inteligencia espiritual se encuentra también la psicóloga Frances Vaughan, presidenta de la Transpersonal Psychology and the Association for aHumanistic Psychology. Para ella, la inteligencia espiritual, "además de la auto-conciencia, implica ser conscientes de nuestra relación con lo trascendente, con cada uno, con la tierra y todos los seres. Trabajando como psicoterapeuta, mi impresión es que la inteligencia espiritual abre el corazón, ilumina la mente, e inspira el alma."

Para Vaughan, la inteligencia espiritual está relacionada con la inteligencia emocional porque la espiritualidad implica desarrollar una sensibilidad intrapersonal e interpersonal. "Prestar atención a los pensamientos y sentimientos subjetivos y cultivar la empatía es parte del aumento de la conciencia de la vida espiritual interior." Explica también que utilizamos nuestra inteligencia espiritual cuando exploramos el significado de preguntas como "¿Quién soy yo?", "¿Por qué estoy aquí?" o "¿Que es lo que realmente importa?"Como vemos en estas definiciones, la inteligencia espiritual es la que nos permite entender el mundo, a los demás y a nosotros mismos desde una perspectiva más profunda y más llena de sentido; nos ayuda a trascender el sufrimiento y a ver más allá del mundo material, entrando en esa amplia e interconectada dimensión espiritual tan alejada del mundo material en el que habitualmente nos desenvolvemos. Por este motivo, muchos autores la consideran el tipo de inteligencia más elevado de todos.

INTELIGENCIA ESPIRITUAL - NUEVOEl Diccionario Oxford define al espíritu como la parte inmaterial, intelectual o moral del hombre. Esta definición la toma la Organización Mundial de la Salud y señala que la espiritualidad nos conduce hacia preguntas sobre el sentido y el propósito de la vida y no está necesariamente limitada a ningún tipo de creencias o prácticas en particular. El ámbito de la espiritualidad vincula lo profundamente personal con lo universal y es esencialmente unificador.

Por su ausencia de límites es difícil de definir, pero su impacto puede ser medido.

Una definición de espiritualidad amplia, que puede facilitar el encuentro de bases comunes entre las diversas culturas, incluye necesidades humanas que posiblemente

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son universales: 1. La necesidad de encontrar sentido, propósito y realización en la vida; 2. La necesidad de esperanza o de voluntad de vivir; 3 la necesidad de creer, tener fe en uno mismo, en los otros o en Dios. Para fines prácticos, dado que el concepto de religión se subyuga al concepto de espiritualidad, de ahora en adelante nos referiremos a este factor como “espiritualidad/ religiosidad”.

PARECE SER UNA NECESIDAD CONOCER SOBRE ESTE TEMA

Por lo tanto, parece ser una necesidad conocer sobre este tema, los beneficios que le entregan al individuo para así incorporarlo dentro de nuestra práctica en salud mental y, en colaboración con los grupos religiosos locales, responder a las necesidades de la comunidad en son del bienestar integral del individuo, particularmente su salud mental.

Quizá hayas escuchado o leído acerca de Daniel Goleman quien con su libro “Inteligencia Emocional” tuvo el indudable mérito de divulgar y popularizar lo que Howard Gardner había comenzado a esbozar con su teorización acerca de las inteligencias intrapersonales e interpersonales, refiriéndose a las siguientes habilidades:

conciencia de sí mismo y de las propias emociones y su expresión autorregulación, control de los impulsos, de la ansiedad, diferimiento de las

gratificaciones, regulación de nuestros estados de ánimo motivación y perseverancia a pesar de las frustraciones (optimismo) empatía (ponerse en el lugar del otro) y confianza en los demás las artes sociales

Visto de otra manera, las habilidades prácticas que se desprenden de la Inteligencia Emocional pueden ser clasificadas en las dos áreas enunciadas por Gardner:

1) Inteligencia intrapersonal (internas, de autoconocimiento)

a) Autoconciencia (capacidad de saber qué está pasando en nuestro cuerpo y qué estamos sintiendo)

b) Control emocional (regular la manifestación de una emoción y/o modificar un estado anímico y su exteriorización).

c) Capacidad de motivarse y motivar a los demás.

2) Inteligencia interpersonal (externas, de relación)

a) Empatía (entender qué están sintiendo otras personas, ver cuestiones y situaciones desde su perspectiva, “ponerse en sus zapatos”)

b) Habilidades sociales (destrezas que rodean la popularidad, el liderazgo y la eficacia interpersonal, y que pueden ser usadas para persuadir y dirigir, negociar y resolver disputas, para la cooperación y el trabajo en equipo)

 “INTELIGENCIA ESPIRITUAL ¿NO SERÁ MUCHO?”

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Ahora bien, la inquietud científica del Dr. Gardner lo llevó a referirse en su teoría de las inteligencias múltiples, a un tipo de inteligencia a la que denominó: “inteligencia existencial o transcendente”. Según este investigador es “la capacidad para situarse a sí mismo con respecto al cosmos, así como la capacidad de situarse a sí mismo con respecto a los rasgos existenciales de la condición humana como el significado de la vida, el significado de la muerte y el destino final del mundo físico y psicológico en profundas experiencias como el amor a otra persona o la inmersión en un trabajo de arte.”

De hecho, en 1999 presentó dos nuevas inteligencias: naturalista y existencial, aclarando que una tercera, la inteligencia espiritual evidenciada por una inquietud por las cuestiones espirituales o religiosas, es una variedad de la inteligencia existencial.

Claro que al llegar a este punto quizá te estés preguntando: “inteligencia espiritual ¿no será mucho?”.

Ya, luego de la segunda guerra mundial, en el Dr. Victor Frankl, sobreviviente de los campos de concentración, aparece la idea de un inconsciente espiritual. Es en este inconsciente en donde tendrán cabida una moralidad y una creencia o religiosidad inconscientes. Así es que funda la logoterapia – considerada una “psicoterapia espiritual de” – tratando de introducir la práctica en el cuidado espiritual, como parte distinta e independiente de la propia esfera psicológica, constituyendo un complemento necesario a la psicoterapia tradicional.

Y el Profesor Abraham Maslow en su famosa Pirámide o jerarquía de las necesidades humanas, teoría psicológica desarrollada en su libro Una teoría sobre la motivación humana (en inglés, A Theory of Human Motivation) de 1943, que posteriormente amplió, aportó el término “autorrealización” en la cúspide.

La autorrealización, para este autor, es un estado espiritual en el que el individuo emana creatividad, es feliz, tolerante, tiene un propósito y una misión de ayudar a los demás a alcanzar ese estado de sabiduría y beatitud. Es a través de su satisfacción que se encuentra una justificación o un sentido válido a la vida mediante el desarrollo potencial de una actividad. Fue un precursor de lo que ahora denominamos inteligencia espiritual.

LA ESPIRITUALIDAD IMPLICA DESARROLLAR UNA SENSIBILIDAD INTRAPERSONAL E INTERPERSONAL

En los comienzos de este siglo, es bueno saber que hay varios autores que estudian este tipo de inteligencia. Entre ellos se encuentra la psicóloga Frances Vaughan, presidenta de la Transpersonal Psychology and the Association for a Humanistic Psychology.

Para ella, la inteligencia espiritual está relacionada con la inteligencia emocional porque la espiritualidad implica desarrollar una sensibilidad intrapersonal e interpersonal. “Prestar atención a los pensamientos y sentimientos subjetivos y cultivar la empatía es parte del aumento de la conciencia de la vida espiritual interior.” Explica también que utilizamos nuestra inteligencia espiritual cuando exploramos el significado de preguntas como “¿Quién soy yo?”, “¿Por qué estoy aquí?” o “¿Que es lo que realmente importa?”

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Los Dres. Danah Zohar e Ian Marshall vinculan el concepto de “espiritualidad” con el de “inteligencia”. Una de las formas en que definen a la Inteligencia Espiritual es como aquella “…inteligencia con la que afrontamos y resolvemos problemas de significados y valores, la inteligencia con que podemos poner nuestros actos y nuestras vidas en un contexto más amplio, más rico y significativo, la inteligencia con que podemos determinar que un curso de acción o un camino vital es más valioso que otro. La Inteligencia Espiritual es la base necesaria para el eficaz funcionamiento tanto del Cociente Intelectual como de la Inteligencia Emocional. Es nuestra inteligencia primordial”.

También sería la capacidad de dar una respuesta a la pregunta: “¿Quién soy?”, de encontrar un sentido profundo a la vida y permanecer alineado con los principios trascendentales.

El ser humano es un sujeto simbólico, una criatura de significado. Por ello es parte de la condición humana el hacerse preguntas del tipo: “¿qué hacemos aquí?” “¿para qué estamos?” “¿qué podemos esperar?”; lo que no significa que tengamos una respuesta para todo ello o que sólo haya una.

 SERÍA LA CAPACIDAD DE DAR UNA RESPUESTA A LA PREGUNTA: “¿QUIÉN SOY?”, DE ENCONTRAR UN SENTIDO PROFUNDO A LA VIDA

Como vemos en estas definiciones, la inteligencia espiritual es la que nos permite entender el mundo, a los demás y a nosotros mismos desde una perspectiva más profunda y más llena de sentido; nos ayuda a trascender el sufrimiento. Por este motivo, muchos autores la consideran el tipo de inteligencia más elevada de todos.

Pero veamos de qué se trata, más detenidamente, con un ejemplo:

Vicente Del Bosque, el técnico que sacó a España campeón del mundo en fútbol, acababa de ser elegido el mejor entrenador del mundo y en el diario “El País” de España, le preguntaron qué le preocupaba en la vida.

Dijo: “Intentar que mis hijos sean majos. No digo unos estudiantes excelentes, unos profesionales de éxito, no. Digo: que de ellos se diga que son buena gente, respetuosos, solidarios. Esa es mi preocupación máxima. No tengo otra”.

Uno de los tres hijos de Del Bosque, Alvaro, sufre el síndrome de Down y sobre él también le preguntaron. “De entrada no lo esperas. Así que tras su nacimiento nos hicimos tres preguntas.

La primera fue: ‘¿Por qué a nosotros?’

Esa la haces muy rápido y rápido la respondes con la siguiente pregunta: ¿Y por qué no nos va a tocar, que tenemos medios y podemos ayudarle a ser feliz? ¿Y la tercera?: Ahora muchas veces nos preguntamos ¿qué sería de nosotros sin él?

“No entendemos la vida sin Alvarete.”

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En la respuesta del técnico de la selección española encontramos, al menos, las siguientes características:

1. Es lo que los psicólogos denominan “independiente del campo”, es decir, al dar una respuesta tan maravillosamente poco común, posee una facilidad para estar contra las convenciones.

2. Posee la cualidad de ser inspirado por visiones y valores, al responder qué le preocupaba en la vida. Curiosamente no espera que sus hijos desarrollen una gran inteligencia intelectual y emocional sino, espiritual.

3. Evidencia principios morales y una actitud de amor hacia sus hijos.

Al respecto, Marc Hauser, psicobiólogo de la Universidad de Harvard y autor del libro “Moral minds: The unconscious voice of right and wrong”, explica que “emociones como la venganza, la compasión o el amor son conductas que han ayudado al ser humano a sobrevivir en comunidad desde hace muchos miles de años. Incluso la moral es una herramienta heredada biológicamente para consolidar una sociedad.”

1. Ante el nacimiento de Álvaro, muestra capacidad de ser flexible (activa y espontáneamente adaptable) y de poseer un alto nivel de conciencia de sí mismo y de capacidad de afrontar y usar el sufrimiento, de enfrentar y trascender el dolor.

2. La tendencia a ver las relaciones entre las cosas, es decir, a ser “holístico”.3. El vivir este acontecimiento de un modo espiritual, lo ha llevado a una gran

sabiduría interior.4. De tomar distancia de la realidad, pero también de sus emociones y, por lo

tanto, tener más capacidad, también, de autodominio sobre ellas.5. El pasar de preguntarse por el “por qué” al “para qué”, evidenciando una

necesidad de otorgar sentido a lo que le pasa, experimentando su existencia como problemática y evidenciando la necesidad de pensar qué hacer. Si te fijás bien, la respuesta que brinda al sentido de su vida respecto a Álvaro, se concreta en el verbo “dar” y en testimoniar a los otros que, con su ser y hacer, su vida cobra sentido precisamente en las cosas que realiza en y para su hijo. En definitiva, Del Bosque presenta una notable habilidad de construir sentido.