Institución y Sociedad (Varios)

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    La felicidad es subversiva - Micro Poltica

    Dice que la deserotizacin de la vida cotidiana es el peor desastre que la humanidadpueda conocer. Es que se pierde explica la empata, la comprensin ertica del otro.

    Franco Berardi, antiguo militante insurreccional en Italia, analiza aqu, como en su obratoda, la compleja relacin entre procesos sociales y los cambios tecnolgicos en curso.

    Franco Berardi ms conocido por su seudnimo Bifo (Bolonia, 1949) particip delmovimiento insurreccional italiano del 68 como estudiante de Letras y Filosofa. En1970 public su primer libro, Contro il lavoro (Feltrinelli) y en 1975 fund la revistaA/traversa. Un ao despus particip de la fundacin de Radio Alice, una de las msemblemticas experiencias de comunicacin libre. Cuando habla de aquella iniciativarecuerda: La exigencia era intervenir sobre las formas del imaginario social, de poneren circulacin flujos delirantes, es decir, capaces de des/lirar el mensaje dominante deltrabajo, del orden, de la disciplina. Radio Alice naci conscientemente fuera, mejor

    dicho, contra las teoras militantes y dialcticas: nuestra intencin no era hacer unaradio para adoctrinar o para hacer emerger la conciencia de clase escondida tras loscomportamientos cotidianos. A fines de los 70, en el marco de las persecucionescontra militantes de la autonoma obrera, fue arrestado. Ms tarde la radio fueclausurada por la polica y Bifo se refugi en Pars. All frecuent a Flix Guattari y aMichel Foucault. Durante los aos 80 vivi entre Italia y Estados Unidos, dondecolabor con varias revistas y empez a escribir sobre el cyberpunk. En los 90 regresa Italia y en 2002 fund TV Orfeo, la primera televisin comunitaria italiana,experiencia de la que surgi su libro Telestreet - Macchina immaginativa non omologata(edicin castellana en El Viejo Topo, 2003). Actualmente trabaja como docente en elInstituto Aldini Valeriani, una escuela media de Bolonia. Su investigacin se desarrollaalrededor de un problema cada vez ms presente: la compleja relacin entre procesossociales y la mutacin tecnolgica en curso, as como la lgica recombinante delcapitalismo contemporneo, teniendo en cuenta sus efectos sobre las subjetividades ylos imaginarios sociales. La semana pasada estuvo por primera vez en Argentina para

    presentar su nuevo libro, Generacin postalfa. Patologas e imaginarios en elsemiocapitalismo (Tinta Limn Ediciones).

    Usted caracteriza el momento actual como semiocapitalismo. Por qu?

    Semiocapitalismo es el modo de produccin en el cual la acumulacin de capital se

    hace esencialmente por medio de una produccin y una acumulacin de signos: bienesinmateriales que actan sobre la mente colectiva, sobre la atencin, la imaginacin y elpsiquismo social. Gracias a la tecnologa electrnica, la produccin deviene elaboraciny circulacin de signos. Esto supone dos consecuencias importantes: que las leyes de laeconoma terminan por influir el equilibrio afectivo y psquico de la sociedad y, por otrolado, que el equilibrio psquico y afectivo que se difunde en la sociedad termina poractuar a su vez sobre la economa.

    Precisamente usted habla de la economa actual como una fbrica de lainfelicidad. Podra especificar esta idea?

    Los efectos de la competencia, de la aceleracin continua de los ritmos productivos,repercuten sobre la mente colectiva provocando una excitacin patolgica que se

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    manifiesta como pnico o bien provocando depresin. La psicopata est deviniendo unaverdadera epidemia en las sociedades de alto desarrollo y, adems, el culto a lacompetencia produce un sentimiento de agresividad generalizado que se manifiestasobre todo en las nuevas generaciones. Recientemente la Durex, la mayor productoramundial de preservativos, encarg una investigacin al Instituto Harris Interactive.

    Fueron elegidos veintisis pases de culturas diversas. Y en cada pas fueronentrevistados miles de personas sobre una cuestin simple: qu satisfaccionesexperimentaban con el sexo. Slo el 44 por ciento de los entrevistados respondi queexperimentaba placer a travs de la sexualidad. Esto significa que ya no somos capacesde prestarnos atencin a nosotros mismos. Pero tampoco tenemos tiempo suficiente para

    prestar atencin a aquellos que viven alrededor nuestro. Presos de la espiral de lacompetencia ya no somos capaces de entender nada del otro.

    Es lo que usted denuncia como deserotizacin de la vida cotidiana...

    La deserotizacin es el peor desastre que la humanidad pueda conocer, porque elfundamento de la tica no est en las normas universales de la razn prctica, sino en la

    percepcin del cuerpo del otro como continuacin sensible de mi cuerpo. Aquello quelos budistas llaman la gran compasin, esto es: la conciencia del hecho de que tu placeres mi placer y que tu sufrimiento es mi sufrimiento. La empata. Si nosotros perdemosesta percepcin, la humanidad est terminada; la guerra y la violencia entran en cadaespacio de nuestra existencia y la piedad desaparece. Justamente esto es lo que leemoscada da en los diarios: la piedad est muerta porque no somos capaces de empata, esdecir, de una comprensin ertica del otro.

    Cul es la conexin entre estos fenmenos con la actual dinmica del capital?

    Creo que tenemos que tener en cuenta la relacin entre ciberespacio en constanteampliacin y en constante aceleracin y cibertiempo, es decir, el tiempo de nuestramente entendida en sus aspectos racionales y afectivos. El capitalismo empuja a laactividad humana hacia una aceleracin continua: aumentar la productividad paraaumentar los beneficios. Pero la actividad es hoy, sobre todo, actividad de la mente.

    Quien no logra seguir el ritmo es dejado de lado, mientras que para quienes buscancorrer lo ms velozmente posible para pagar su deuda con la sociedad competitiva, ladeuda aumenta continuamente. El colapso es inevitable y de hecho un nmero cada vez

    ms grande de personas cae en depresiones, o bien sufre de ataques de pnico, o biendecide tirarse debajo del tren, o bien asesina a su compaero de banco. En Inglaterra, laviolencia homicida se est difundiendo en las escuelas, donde en los ltimos meses hahabido una verdadera hecatombe: decenas se suicidaron con un tiro de revlver.

    La guerra por doquier: ste es el espritu de nuestro tiempo. Pero esta guerra nace de laaceleracin asesina que el capitalismo ha inyectado en nuestra mente.

    Ante este diagnstico, usted encuentra una relacin entre poltica y accinteraputica?

    Creo que la poltica no existe ms, al menos en Europa y en Estados Unidos.

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    El discurso es diferente tal vez para los pases de Amrica latina, donde se asiste a unretorno de la poltica que es muy interesante, pero es una contratendencia respecto delresto del mundo. Lo vemos muy bien en Italia, donde hay un gobierno decentroizquierda que hace exactamente la misma poltica que la derecha. Por qu pasaesto? Por qu los partidos que se proclaman socialistas o comunistas estn

    constreidos a aceptar una poltica econmica hiperliberal?

    Porque la democracia representativa ya no cuenta ms y las opciones fundamentales sonimpuestas desde los grandes grupos financieros, econmicos y militares. El vaco de la

    poltica puede ser rellenado solamente por una prctica de tipo teraputico, es decir, poruna accin de relajacin del organismo consciente colectivo. Se debe comunicar a lagente que no hay ninguna necesidad de respetar la ley, que no hay ninguna necesidad deser productivo, que se puede vivir con menos dinero y con ms amistad. Es necesariauna accin de relajamiento generalizado de la sociedad. Y es necesaria una accin

    psicoteraputica que permita a las personas sentirse del todo extraas respecto de lasociedad capitalista, que les permita sentir que la crisis econmica puede ser el principio

    de una liberacin, y que la riqueza econmica no es en absoluto una vida rica. Ms bien,la vida rica consiste en lo contrario: en abandonar la necesidad de tener, de acumular, decontrolar. La felicidad est en reducir la necesidad.

    Qu significa la pregunta por la felicidad como desafo poltico?

    La cuestin de la felicidad no es slo una cuestin individual, ms bien es siempre unacuestin de lo ms colectiva, social. Crear islas de placer, de relajacin, de amistad,lugares en los cuales no est en vigor la ley de la acumulacin y del cambio. Esta es la

    premisa para una nueva poltica. La felicidad es subversiva cuando deviene un procesocolectivo.

    Ahora, en qu consisten los movimientos de resistencia hoy? Cul es el papel delo que usted llama medioactivismo?

    El medioactivismo es la accin autnoma de los productores semiticos liberados delas cadenas de la sumisin al trabajo. La nueva generacin ha adquirido competenciasde produccin semitica, tcnica, informtica, comunicativa, creativa, que el capitalquiere someter a su dominio. Pero los productores semiticos pueden organizar suscompetencias por fuera del circuito de la produccin capitalista y pueden crear espaciosde autonoma de la produccin y tambin de la circulacin cultural. Los centros

    sociales, las radios libres, los blogs alternativos, la televisin de calle (TV comunitaria)son esos espacios de autoorganizacin del trabajo semitico.

    Usted declar que los movimientos como los de Seattle, que se hacan por losotros, estaban destinados al fracaso. Cul es la crtica a ese modo de accin?

    El movimiento antiglobalizacin ha sido muy importante, pero no ha logradotransformar la vida cotidiana, no ha logrado crear autonoma en las relaciones socialesentre trabajo y capital. El sbado por la tarde ramos en una plaza miles de personas y allunes siguiente todos regresbamos a trabajar en la fbrica o en la oficina y asometernos al comando del capital. Los movimientos logran producir efectos de

    verdadera transformacin social cuando su energa deviene autonoma respecto de laexplotacin, cuando la energa que se acumula el sbado por la tarde en la

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    manifestacin se transfiere al lunes por la maana en organizacin autnoma sobre elpuesto de trabajo.

    Qu diferencia hay entre los nuevos espacios autnomos y los espaciosautnomos creados en la dcada del 70? Se trata de diversas nociones de

    autonoma?

    Autonoma significa la capacidad de la sociedad para crear formas de vidaindependientes del dominio del capital. Sobre este punto hay una continuidad en lahistoria de los movimientos. Los movimientos son eficaces cuando no se limitan a

    protestar, a oponerse, y logran construir espacios liberados y, sobre todo, cuando logranhacer circular formas de pensamiento y de accin que sustraen la vida cotidiana al modode la ganancia capitalista. En este sentido no veo diferencia entre aquello que laautonoma significaba en los aos 70 y lo que significa hoy. El problema es que hoy esmucho ms difcil crear una autonoma del trabajo porque la precariedad obliga a lostrabajadores a depender del despotismo del capital para poder sobrevivir. Sobre este

    punto es necesario afinar nuestros argumentos organizativos, para crear formas de viday de accin que permitan a la comunidad obtener una renta sin deber pagar lasganancias del trabajo precario.

    Al mismo tiempo, usted dice que no tiene sentido oponerse al proceso deflexibilizacin del trabajo. Por qu?

    La flexibilidad est implcita en la nueva organizacin tecnolgica del trabajo. La redcrea las condiciones para una fragmentacin del trabajo, para una separacin del trabajorespecto del trabajador. El capitalista ya no tiene necesidad del trabajo de una persona,

    pero necesita de los fragmentos temporales que la red puede recombinar. Cmo se lespuede impedir a los capitalistas que busquen el trabajo en las reas pobres del mundo,donde los salarios son los ms bajos? No hay ninguna posibilidad de controlarlegislativamente esta precarizacin del trabajo. Hay un solo modo de oponerse a losefectos de la precariedad, para liberarse del miedo y de la sumisin: crear espacios deautonoma del trabajo y crear formas de vida en las cuales la propiedad estadministrada colectivamente. Los trabajadores precarios necesitan espacios colectivos ynecesitan poder apropiarse de las cosas indispensables para la vida. El capitalismoobliga a aceptar trabajos segn sus exigencias de flexibilidad, pero nosotros podemossustraernos a su dominio si somos capaces de crear espacios autnomos que unan a lostrabajadores y que permitan a los trabajadores precarios tener aquello que necesitan.

    Los capitalistas no respetan el derecho de las personas a tener un ingreso? Nosotrosdebemos aprender a no respetar la propiedad de los capitalistas. Los trabajadores

    precarios tienen derecho a apropiarse de aquello que es necesario para su sobrevivencia.Si no tenemos salario debemos ir a tomar aquello que nos hace falta en el lugar dondeeso est.

    Usted cree que es posible una accin poltica desde el discurso de laprecariedad?

    La accin poltica de organizacin de los trabajadores precarios es nuestra tarea

    principal. La derrota social que hace treinta aos obliga a los trabajadores a la defensivay permite al capital chantajear a los trabajadores depende propiamente del hecho de que

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    el trabajo precario parece, hasta este momento, inorganizable. Pero verdaderamente aquest el punto: cmo es posible organizar el trabajo precario no obstante la falta de

    puntos de agregacin estables? Cmo es posible conquistar autonoma no obstante ladependencia que el precariado provoca en el comportamiento de los trabajadores? Hastaque no logremos responder a esta pregunta, hasta que no encontremos la va de

    organizacin autnoma de los trabajadores precarios, el absolutismo del capitaldevastar la sociedad, el ambiente, la vida cotidiana.

    Usted considera que las nuevas generaciones son post-alfabticas: es decir, queya no tienen afinidad con la cultura crtica escrita. Entonces, la politizacintendra que valerse de otros medios?

    Marshall McLuhan, en un libro de 1964, Understanding media (Comprender losmedios de comunicacin, Paids, Barcelona, 1996), haba ya notado que la difusin delas tecnologas electrnicas habra de provocar una verdadera mutacin. El pasaje de latecnologa de comunicacin alfabtica (la imprenta, lo escrito) a las tecnologas de

    comunicacin electrnica habran provocado un pasaje de las formas secuenciales a lasinstantneas y una transicin de un universo crtico a un universo neomtico. Hoy todoesto lo vemos bien en el comportamiento comunicativo y psquico de la nuevageneracin, que se puede definir post-alfabtica porque ha pasado de la dimensinsecuencial de la comunicacin escrita a la dimensin configuracional de lacomunicacin videoelectrnica y a la dimensin conectiva de la red.

    Pero, ante la disneyficacin del imaginario colectivo que usted seala, qu tipode imaginarios cree que son movilizadores hoy en un sentido emancipatorio?

    No creo que haya imaginarios buenos e imaginarios malos. El imaginario es un magmaen el cual nuestra mente se orienta gracias a selectores de tipo simblico. La preguntaentonces debe ser reformulada en este sentido: qu formas simblicas tienen hoy lacapacidad de orientar en sentido emancipatorio el imaginario social? La atencin sevuelca as hacia la produccin artstica, literaria, cinematogrfica. No intento, por cierto,reproponer la idea que sostiene que el arte se juzga sobre la base de criterios polticos.

    Intento solamente decir que el arte tiene a veces la capacidad de funcionar como factorde redefinicin del campo imaginario. En la produccin contempornea existen autoresque tienen esta capacidad, pienso en escritores come Jonathan Franzen o como AmosOz, pienso en cineastas come Kim Ki duk o como el Ken Loach de Its a free world

    (Este mundo es libre). Pero la relacin entre factores de orientacin simblica eimaginario colectivo es una relacin asimtrica, impredecible, irreductible a cualquiersimplificacin o a cualquier moralismo.

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    Libertad, autonoma y procomn.Micro Poltica

    Movimientos urbanos en la era de la precariedad

    No hay lugar para el temor ni para la esperanza, slo cabe buscar nuevas armas.Gilles Deleuze

    La democracia, entendida como supremaca de la res pubblica/commonia sobre la resoeconmica, muri en los aos setenta. Esta categrica afirmacin puede ser til paracomenzar una reflexin sobre los efectos que las transformaciones socioeconmicas ylas formas contemporneas de gobierno productivo del trabajo vivo tienen sobre elsistema democrtico en el contexto urbano. Efectivamente, los procesos de

    precarizacin y empobrecimiento, que atraviesan a amplios sectores sociales en lasciudades de los pases desarrollados, han golpeado de lleno en las condicionesmateriales de la prctica democrtica. La prdida de supremaca de lo pblico sobre lo

    privado ha producido una profunda erosin democrtica que obliga a cuestionar laidoneidad de las actuales instituciones de la forma Estado para garantizar, producir ygestionar lo comn. Mucho se ha escrito sobre las transformaciones producidas en elmarco de la llamada crisis del Estado del Bienestar, pero conviene recordar que lasinstituciones de lo pblico no slo se han retirado de sectores estratgicos para lareproduccin de la sociedad y las garantas de acceso a los derechos ms elementales,sino que han sido impulsoras del proceso de privatizacin y mercantilizacin queatraviesa cada vez ms al conjunto de la vida en nuestras ciudades, permitiendo lascondiciones de posibilidad para un rgimen de acumulacin que ha transformadosociedades ricas y enormemente productivas en un paisaje desolador, marcado por laescasez, la inseguridad y la precariedad generalizada. No se trata de hacer ningn ajuste

    de cuentas con los sectores neoliberales ni con el estadocentrismo propio de laizquierda, sino de sealar la inoperancia de la distincin entre pblico y privado en lasformas de explotacin contemporneas, reconocer la crisis de legitimidad yoperatividad de las instituciones pblicas y atender a la creacin, por parte de sujetosheterogneos, de formas novedosas de participacin y accin colectiva basadas en unagestin radicalmente democrtica de lo comn.

    El neoliberalismo nunca fue un proceso democrtico. Esta simple afirmacin puede sertil para pensar los lmites tanto de las actuales teoras entorno a la gobernanza urbanacomo de aquellas que apuntan a una regeneracin democrtica a travs de la

    participacin ciudadana y la apertura de las instituciones a la sociedad civil. El

    participacionismo muestra sus lmites justamente cuando no logra modificar de formasustancial la tendencia a la pauperizacin de las condiciones de vida de la poblacin y lacontinua cesin de soberana sobre los asuntos comunes hacia los sectores empresarialesy financieros. Las seales que llegan de los gobiernos posneoliberales latinoamericanosindican que un proceso de reorganizacin de las relaciones sociales basado en principiosde dignidad y plena igualdad en el acceso a los derechos bsicos, la base para unademocracia, supone necesariamente la creacin de instancias de gobierno yadministracin de la vida, la produccin y la voluntad poltica que desbordan la formaEstado, una cesin de soberana de lo pblico hacia formas novedosas o tradicionales deautoorganizacin social. Radicalizar la democracia exige no slo forzar una apertura delas instancias de decisin en las administraciones de lo pblico sino efectuar un procesoinstituyente que permita en nuestras ciudades la emergencia de nuevos espacios de

    participacin y gestin de la vida compartida.

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    El espacio urbano est poblado por tal cantidad y heterogeneidad de sujetos sociales yformas de vida que hace de la ciudad un escenario idneo para que suceda loimprevisible, despertando esa fascinacin tantas veces reflejada en los relatoscinematogrficos. Territorios de una intensidad nica, donde se componen y sedescomponen de forma constante relaciones sociales, identidades y agrupaciones

    colectivas. La complejidad, dureza y saturacin propias del espacio urbano producen altiempo sensaciones que van desde una profunda soledad hasta esa extraa sensacin delibertad que es el anonimato. Conviene tener presentes, para evitar cualquieringenuidad, que la gran mayora de las actuales ciudades se construyeron sobre lamiseria, la explotacin y la segregacin espacial. Ms all de los grandes relatos delurbanismo moderno, no es posible otorgarle ni a determinados sectores econmicos ni ala planificacin pblica una autora exclusiva sobre un proceso de crecimiento ydesarrollo que lleva la firma, el perfume y las cicatrices de la lucha de clases . Desde las

    primeras autoconstrucciones chabolistas hasta las movilizaciones vecinales para exigirequipamientos, desde las miserables workhouses hasta las polticas de vivienda social,desde las primeras tabernas y tugurios obreros hasta la ocupacin de viviendas y

    edificios abandonados. En todas partes, aunque con una intensidad variable,encontramos la huella que nos dice que la vida en la ciudad nunca fue del todo pacfica,que la ciudad es sinnimo de conflicto.

    La intencin del presente artculo es analizar, en el marco de las ciudadescontemporneas, algunos aspectos que considero claves para comprender tanto lasformas de gobierno y el funcionamiento del rgimen de acumulacin capitalista como lacomposicin del trabajo vivo y las experiencias de produccin, gestin y organizacinde lo comn que se dan en su seno. Se trata de una invitacin a pensar sobre lascondiciones de posibilidad que existen en nuestras ciudades para que la enorme riquezaque producen nuestras sociedades en pleno siglo XXI sea acumulada de formaextremadamente desigual y sea devuelta a los sujetos productivos en forma de escasez y

    precariedad. Del mismo modo nos invitamos a analizar y construir las condiciones deposibilidad para imaginar unas ciudades gobernadas por lo comn y donde nocionescomo igualdad, libertad y democracia vuelvan a estar cargadas de sentido.

    1. LA PERMANENTE ACUMULACIN ORIGINARIA

    Si se quiere analizar el capitalismo de mercado mundializado lo esencial de la caja deherramientas reside en lo que Marx y algunos de sus inspiradores escribieron.

    Pascal Lamy, Director General de la Organizacin Mundial del Comercio (OMC)En el captulo XXIV de El Capital, titulado La llamada acumulacin originaria, Marxdesarrolla un estudio y anlisis crtico en torno a las condiciones de posibilidad que

    permitieron el surgimiento y consolidacin del modo de produccin especficamentecapitalista. Si bien centra su trabajo en el periodo transcurrido entre los siglos XV yXIX en Inglaterra y sus colonias, una reflexin contempornea sobre algunos de sus

    postulados puede ser til para comprender el funcionamiento de las actuales economasurbanas. Cules fueron entonces esas condiciones de posibilidad?

    Por un lado, un violento proceso de separacin de millones de personas de sus medios

    socio-naturales de subsistencia, rompiendo los circuitos productivos y reproductivostradicionales y creando de ese modo una violenta divisin entre la fuerza de trabajo y

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    los medios de produccin. Esta separacin, el largo y conflictivo periodo en el que lostrabajadores son literalmente expulsados del acceso a la tierra, crea las condiciones paraque la nica opcin posible para garantizar la subsistencia de la poblacin sea vender sufuerza de trabajo, eliminando toda posibilidad de desarrollar formas de produccin ysubsistencia autnomas. Es sobre esta determinacin sobre la que se funda la

    constitucin poltica -y violenta- del mercado de trabajo especficamente capitalista, unmercado que, como veremos, necesita una actualizacin continua de esta violenciaoriginaria.

    Los llamados commons eran las tierras comunales sobre las cuales operan loscercamientos instituyendo violentamente el espacio de la propiedad privada. Es preciso

    pensar los commons como las tierras y sus modos especficos de aprovechamientoponiendo el acento justamente en la y de esta relacin, ya que lejos de remitirnosexclusivamente a la dimensin fsica de los bienes comunes -pastos, praderas, lea, etc.-seala una forma de organizar la produccin y la vida compartida, la institucin deformas del llamado despectivamente derecho consuetudinario de la plebe fundado sobre

    la propiedad comn.

    Por otro lado, Marx seala la siempre compleja relacin entre poltica, derecho yeconoma a partir de aquello que llama la gnesis extraeconmica de la propiedad,recordando que no hubiera sido posible tal transformacin radical de las condiciones de

    produccin sin las leyes y disposiciones normativas que acompaaron este proceso decercamientos enclosures-, sancionando los modos especficos mediante los cuales seiba a reorganizar la propiedad de las tierras y la propia vida de los trabajadoresexpropiados. Este largo proceso histrico, si bien se viene manifestando desde el sigloXV atravesado por innumerables revueltas e insurrecciones, tiene su punto de inflexincon la declaracin en Inglaterra en 1727 de la Eclosure Act -Ley de Cercamientos-,mediante la cual se otorga autorizacin legal a los lords para apropiarse y cercar las

    praderas y campos comunales que eran explotados colectivamente por campesinos ypequeos agricultores. En 1801 se aprueba la General Enclosures Act en el parlamentoingls junto con toda una batera de normas como la Ley contra los robos de lea quetienen como objetivo la prohibicin del trnsito y el uso productivo de las antiguastierras comunales. Lejos de ser un fenmeno exclusivamente ingls, las leyes decercamiento permitieron la transformacin de la propiedad comunal en propiedad

    privada de millones de hectreas agrcolas y una proletarizacin masiva en Europa y elmundo.

    De forma paralela al proceso de expropiacin masiva de las tierras comunales sedespliega una actualizacin o creacin ex novo de toda una batera de normativas ylegislaciones que pretenden regular de forma restrictiva la movilidad de la poblacintanto en los entornos rurales como en los urbanos. No es casual que fruto de lasmigraciones masivas y el acelerado crecimiento de los entornos fabriles y urbanoscomiencen a fraguarse las disciplinas de estudio y tecnologas de regulacin productivade la vida de las poblaciones -higienismo, estadstica, polticas de la familia,

    beneficencia, etc.-. Toda la legislacin sanguinaria Marx- contra el vagabundeo queprecede y acompaa la creacin del sistema fabril apunta a un disciplinamientoproductivo de la poblacin desposeda para eliminar toda ociosidad y producir unainclinacin al trabajo asalariado. Como era de esperar, la transformacin de la fuerza de

    trabajo en mercanca se encontr con innumerables resistencias .La masa de los sujetos

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    expulsados de los campos se encontr empujada a encontrar la venta de su fuerza detrabajo como la nica fuente de renta, o bien la mendicidad, el vagabundeo, el robo.

    Est constatado histricamente que en un primer momento intentaron esta segunda va yse encontraron de frente con la horca y el ltigo, obligndolos por la fuerza a emprender

    la va que conduce al mercado de trabajo.

    Hoy se presenta como algo natural la existencia de un mercado donde se intercambiaesa mercanca extraa que es la fuerza de trabajo, pero conviene recordar que elmercado de trabajo nombra la combinacin de condiciones jurdicas, sociales,institucionales y espaciales que hacen posible y regulan el intercambio de fuerza detrabajo por salario. Hay en esta constitucin poltica del mercado de trabajo un claroelemento coactivo, que hace posible la llamada inclinacin al trabajo y que convivircon el desarrollo del capitalismo hasta nuestros das. Slo el desarrollo de contrapoderesobreros y sociales han conseguido mitigar los efectos coactivos sobre el trabajo vivo.

    Cuando esos contrapoderes se relajan la coaccin y los dispositivos de disciplinamientovuelven a emerger con distintos grados de violencia y sofisticacin.

    Se manifiesta de este modo un doble movimiento recurrente en el proceso defuncionamiento del capitalismo con serias consecuencias sobre los modelosdemocrticos: Por un lado la violencia, ms o menos explcita, de la expropiacin de los

    bienes comunes en nombre del derecho de propiedad privada. Por otro, la destruccinde las condiciones sociales existentes de modo que slo a travs del mercado sea

    posible imaginar el funcionamiento de la vida en sociedad. Se trata de una dinmica quese renueva constantemente acompaando los distintos procesos de crisis y desarrollocapitalista.

    En los movimientos de resistencia contra este doble movimiento deexpropiacin/proletarizacin encontramos rasgos de un antagonismo -entre el trabajovivo y el capital- que precede a la formacin de la clase obrera industrial y por tanto notiene an un locus privilegiado en el interior de la fbrica. Han pasado siglos y sinembargo encontramos una clara familiaridad con los movimientos contemporneos quese resisten a la mercantilizacin de la vida. Resulta sugerente por tanto una mirada del

    pasado no como un periodo ya concluso o superado sino como el momento de laemergencia de ciertos rasgos que, de diferentes formas, siguen presentes en lacontemporaneidad.

    Cules son las condiciones y determinaciones que hacen que hoy, casi 4 siglos despusy en el contexto de sociedades ricas y opulentas, la gran mayora de las personas tengaque vender su fuerza de trabajo como nico modo de subsistencia?, De qu modo seejecuta hoy la separacin entre los sujetos productivos y los medios de produccin en elcontexto urbano?, Cules son hoy las praderas y tierras comunales sobre las que seejerce la expropiacin y cercamiento por parte de los lords contemporneos?, Qu tipode entramado jurdico-poltico permite las condiciones para transformar la riqueza y laenorme capacidad productiva y cooperativa de los sujetos metropolitanos en escasez,inseguridad, precariedad?, Cules son las leyes antivagabundeo contemporneas querestringen y acotan cualquier uso no productivo de nuestras ciudades?, Qu capacidad

    creativa han mostrado los sujetos metropolitanos para entrar en conflicto con esta

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    determinacin y abrir espacios y tiempos para una organizacin autnoma de la vida yla produccin?

    2. LA CIUDAD Y LO COMN

    Las redes P2P hacen ms por los creadores que la misma industria. Es ley de vida.Tote King

    Cmo es sabido, la teora econmica liberal ha presentado al individuo propietario yracional, que busca maximizar sus intereses comprando y vendiendo en un mercadolibre, como el principal actor econmico. Sin embargo, hablar de economas urbanas eshablar de unas economas de la interaccin, una produccin que no se presentaexclusivamente como relacin entre el mundo de la empresa y las administracioneslocales sino que envuelve de forma compleja a mltiples actores y embiste al conjuntode la vida en sociedad. La actividad productiva en la ciudad escapa a las paredes de la

    empresa y se ve poblada por innumerables actividades que en su articulacin aportan deforma sustancial a la creacin de valor pese a no ser considerados como trabajo

    productivo.

    Emmanuel Rodrguez, en su artculo La Riqueza y la Ciudad , indica que paracomprender las economas urbanas resulta indispensable hacer uso de aquellas teorasque han intentado sealar la multitud de acciones productivas que no son reconocidasformalmente como trabajo, se producen fuera del mbito de la empresa o siguen

    parmetros extraos para la lgica econmica. Las teoras de las llamadas economasexternas han sealado como las polticas pblicas producen beneficios tangibles paratodo el circuito econmico -infraestructuras, salud, educacin, polticas de incentivofiscal, etc.-. La teora feminista lleva dcadas intentando visibilizar y dignificar elesencial aporte del trabajo de cuidados a la economa y en general al sostn de la vidaque sin embargo es permanentemente ignorado por el mercado. Finalmente, la teora delas externalidades positivas nos habla de la existencia de agentes que ya sea pordinmicas propias o por su interaccin con otros agentes generan beneficios y efectoseconmicos que afectan a terceros y que sin embargo no son reflejados de forma precisa

    por los mecanismos del mercado. Para explicar las externalidades positivas de formapedaggica se suele utilizar como ejemplo el proceso de polinizacin de las abejas y susefectos en los campos aledaos: para que los rboles den frutas, es necesario que existauna polinizacin, la cual se facilita por el movimiento de insectos de flor en flor. Por lo

    tanto, sin haber pagado por ello, el dueo de los rboles est beneficindose de unaexternalidad positiva por el hecho de que el vecino produzca miel de abejas y tengaabejas cercanas a su cultivo Y es en este contexto dnde E. Rodrguez lanza unasugerente pregunta para analizar la economa poltica de la ciudad y comprender conmayor precisin tanto las formas de creacin, apropiacin y distribucin del valor y lariqueza producida socialmente como la singular explotacin de la fuerza de trabajocolectiva en la metrpoli: acaso la ciudad no es hoy una innumerable coleccin deespecies apicultoras?

    Efectivamente, desde una mirada ms dinmica y relacional de las economas urbanases fcil detectar una aportacin difusa, difcil de valorar y medir pero claramente

    productiva que emerge de las interacciones sociales dando forma a una economa queno se adapta a los principios de la economa privada -que tiene a la empresa y al

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    individuo propietario como actores casi exclusivos- ni de la economa pblica -regladapor la forma Estado y sus instituciones- sino que tiene los rasgos de una economa de locomn. Conviene aqu volver a pensar la ciudad como un espacio intenso, atravesado

    por una interaccin constante entre sujetos heterogneos que dan forma, a travs de lacreacin de circuitos afectivos, comunicativos, relacionales, a formaciones sociales

    diversas. No es casual que sea en el mbito de las telecomunicaciones y de las llamadasindustrias creativas, dos de los sectores ms dinmicos e innovadores de la economaposfordista, donde se reconozca el valor que producen las formas ms o menosdispersas de cooperacin entre mltiples sujetos, ya se llamen redes sociales o entornoscreativos. Ese reconocimiento se encuentra en todas las teoras manageriales de la neteconomy y de las ciudades creativas que formulan apuntes sobre los dispositivos decaptura que pueden ser ensayados por empresarios y gobiernos para traducir esacooperacin difusa en beneficio econmico para sectores muy concretos. La nocin decuenca de cooperacin resulta operativa para intentar nombrar a este sujeto productivodifuso sostenido en la interaccin de mltiples cuerpos y cerebros. La metfora fluvialde la cuenca es til para pensar un territorio atravesado por flujos, de cuya intensidad y

    volumen depende la fertilidad del entorno, que a su vez portan un caudal que dependede condiciones ambientales para su reproduccin. La operatoria capitalista se presentaentonces como el intento de gobernar las cuencas para que los flujos garanticenexclusivamente la fertilidad de las partes cercadas del entorno. Una mala regulacinartificial de las cuencas hidrogrficas puede traer consecuencias catastrficas, entre ellasla desertizacin. Si pasamos de la metfora a nuestras ciudades, comprobamos que estascuencas de cooperacin producen sin cesar formas de vida, relaciones sociales,lenguajes, informacin, afectos, cuidado, atencin, cdigos, tendencias culturales,saberes, circuitos formativos ms menos formales, servicios, prestaciones, etc. Se tratade formas de cooperacin que generan unas enormes externalidades positivasaportando un valor incalculable al conjunto del circuito econmico y sobre las cualesoperan los dispositivos de expropiacin, privatizacin, proletarizacin y explotacin delcapitalismo contemporneo. Los mecanismos de explotacin operan por tanto no sloen la apropiacin del plustiempo/plusvalor del trabajo formal individualizado sino queadoptan la forma de una captura, a travs de dispositivos complejos, del valor producido

    por la cooperacin social, una cooperacin que es, como dice Maurizio Lazzarato,ontolgicamente anterior a su captura.

    El auge de los dispositivos comunicativos de la llamada web 2.0 -facebook, twitter,tuenti, etc.- se ha debido en gran parte a que tanto el software como los interfaces deusabilidad creados, calificados de intuitivos, han permitido dar soporte infraestructural y

    dotar de visibilidad a ese entramado de relaciones e interacciones enormementeproductivas que ha sido nombrada como redes sociales. Ha sido justamente en internetdonde se han manifestado con claridad un tipo de actores que tienen la forma decomunidades estructuradas sobre la confianza, el trabajo voluntario y la colaboracin ,unas comunidades que estn creando, a travs de una cooperacin generalizada, formasde produccin y circulacin de bienes y recursos entre iguales, una verdadera economa

    peer to peer (P2P). El desarrollo y masificacin del uso de nuevas tecnologasrelacionales ha producido, entre otras paradojas, el resurgir de una nocin que parecarelegada a la historia: los commons, o como se ha intentado traducir al castellano, el

    procomn.

    La nocin de procomn pretende nombrar a determinados bienes y recursos que sonutilizados, gestionados y producidos de forma compartida, si bien la RAE ha optado por

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    la parca y confusa definicin de utilidad pblica. Estos bienes y recursos comunalespueden ser naturales artificiales, materiales o inmateriales e incluyen los llamadosbienes y recursos pblicos, cuyo cuidado, promocin y administracin recae en manosde las instituciones de la forma Estado. El rgimen de lo privado permite la apropiaciny uso exclusivo de determinados bienes y recursos. El rgimen de lo pblico otorga la

    titularidad y la reglamentacin de su uso y provecho al Estado. El rgimen de lo comn del procomn establece que la produccin, cuidado, acceso y uso de determinadosbienes y recursos recaiga en la comunidad en su conjunto, sea cosa de todos einalienable, sea asunto pblico aunque no necesariamente estatal. Si bien los modelosde gestin comn de estos bienes y recursos siguen siendo algo imprecisos, lo cierto esque existen ciertos principios reconocibles: propiedad y gestin colectiva, plenaigualdad en el acceso, distribucin equitativa, cooperacin, descentralizacin. Ladistincin con respecto a la esfera de lo pblico es una hiptesis poltica que seconstruye mediante una crtica radical a las instituciones de la forma Estado y a travsde la creacin de nuevas instancias institucionales, productivas y normativas que semuestren ms idneas para gestionar la vida y la produccin social. Es evidente que el

    papel regulador del Estado est sufriendo una presin frontal por parte de los grandesintereses privados, pero defender la gestin pblica de determinados recursos comunes -sanidad, educacin, pensiones, etc.- no quiere decir defender de forma acrtica unsistema de administraciones pblicas que es considerado por buena parte de la

    poblacin como corrupto, ineficaz y profundamente antidemocrtico. Esta invencinconflictiva e instituyente de lo comn desborda a la forma Estado y se enfrenta de formaantagnica al proceso de privatizacin y mercantilizacin de un modelo de acumulacincapitalista que encuentra justamente en lo comn su fuente de explotacin. Separadoentonces del Estado y el mercado, lo comn se presenta como el campo abierto en elcual el trabajo vivo se mueve de manera independiente, el terreno sobre el que seacumulan y se consolidan los resultados de la produccin de subjetividadesindependientes y los de la cooperacin de singularidades . El rgimen de lo comn no esalgo neutro, espontneo o natural sino que se construye interconectando bienes, recursosy prcticas de democracia radical y depende de luchas -de resistencia pero tambin decreacin- para una conquista material de su estatuto y significacin . Esta perspectivaconstructivista de lo comn se distingue de aquellas estrictamente conservacionistas -con rasgos ciertamente trgicos - donde la defensa del procomn se asociaexclusivamente a la proteccin de los bienes y recursos naturales amenazados. Seconfigura de este modo el desafo intelectual y poltico de pensar lo comn como algoque debe ser producido de forma colectiva, entrando por tanto en conflicto abierto conlas dinmicas de explotacin y privatizacin y creando las condiciones para una vida y

    una produccin asentadas sobre la libertad y la igualdad plenas.

    3. LA EXPLOTACIN METROPOLITANA

    Los patrones y el Estado comprendieron, mucho antes que los marxistas, que la capturade la multiplicidad de las actividades, de los agenciamientos, de las subjetividades, delos dispositivos y de los conocimientos ya no puede realizarse exclusivamente a travsde la relacin salarial.M.Lazzarato

    Preguntarse sobre los dispositivos de captura del valor producido socialmente y suforma de operar en el espacio urbano supone un acercamiento a algunos de los

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    conflictos sociales ms importantes de nuestro tiempo y a ciertas hiptesis queatraviesan la praxis de los movimientos metropolitanos. Cmo veremos, se trata dedispositivos de carcter biopoltico que operan de forma combinada sobre el trabajo yla vida de las poblaciones y donde la distincin entre lo pblico y lo privado se vuelvecada vez menos operativa, produciendo disposiciones econmicas, jurdicas, polticas y

    sociales guiadas por la gubernamentalidad neoliberal:

    Polticas de Workfare. La expresin workfare proviene de la contraccin de la expresininglesa from welfare to work -del bienestar al trabajo- que fue acuada en sus orgenes

    para designar los cambios en las polticas sociales que se estaban gestando en los pasesanglosajones con la intencin de recortar gastos sociales y propiciar en la poblacin unamayor inclinacin al empleo. A partir de entonces se pasa de la universalidad a lacondicionalidad del derecho, esto es, slo podrn acceder a determinadas prestaciones,ayudas o servicios pblicos aquellas personas que cumplan con las condicionesestipuladas por la administracin en materia de empleabilidad. El empleo es el principiorector sobre el que se deben orientar las polticas pblicas, de modo que se recorta el

    tiempo y se estancan las cuantas de las prestaciones de desempleo, disminuyen lasbecas a favor de los contratos en prcticas, aumenta la condicionalidad para acceder adeterminadas prestaciones, etc.

    Polticas de jerarquizacin y diferenciacin en el acceso a la renta y los derechos. Laprdida de instancias de presin y negociacin colectiva se ha visto acompaada de unestallido de las formas de contratacin sin precedentes. Justo en momentos donde la

    produccin es cada vez ms social, las formas de retribucin salarial, las prestacionessociales y el acceso a los derechos son cada vez ms individualizadas. Mediantemecanismos de inclusin diferencial, hoy el estatuto de ciudadana -supuestamenteuniversal- se ha transformado en algo impracticable, un patchwork de sujetos conacceso desigual a los derechos y las fuentes de renta. La segmentacin y la dispersinson hoy instrumentos de gobierno con efectos claros tanto en los salarios como en las

    prestaciones sociales. El mejor ejemplo lo encontramos en la regulacin biopoltica delas migraciones y el sistema de esclusas en el que se ha convertido el acceso a losderechos de ciudadana.

    Polticas de desregulacin y privatizacin del mercado del suelo y la vivienda.

    La actual crisis econmica en su versin espaola ha retratado con claridad la operacin

    poltico-econmica impulsada por los gobiernos de los ltimos 25 aos para hacer deldesarrollo urbanstico y el mercado inmobiliario los principales motores de crecimientoante el declive del sector industrial. Desde la liberalizacin del mercado de alquileres -impulsada por el decreto Boyer en 1985 durante un gobierno socialista- hasta la fiebrede la construccin y promocin de viviendas de los ltimos 10 aos, hemos sidotestigos de un proceso de mercantilizacin de la vivienda sin precedentes que ha dejadocomo resultado una gigantesca concentracin de capital en el sector inmobiliario los

    precios de los pisos subieron entre 1997 y 2006 en ms de un 150% - que no slo hadistorsionado el sistema productivo espaol sino que ha sumergido en deudas ehipotecas a millones de personas, siendo uno de los principales dispositivos de coaccine inclinacin hacia un trabajo cada vez ms precarizado. Las operaciones urbansticas y

    especulativas han sido a su vez la principal fuente de financiacin de las economasmunicipales siendo quizs el principal ejemplo de cesin de soberana pblica hacia

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    intereses privados vinculados a constructoras, promotoras y entidades financieras conclarsimas consecuencias en el diseo del espacio urbano. Hoy se calcula en ms de 3millones la cantidad de viviendas vacas en Espaa.

    Polticas de emprendizaje. Fomentar el espritu emprendedor se ha vuelto un mantra

    que repiten al unsono bancos, empresas e instituciones. Un mantra acompaado deenormes transferencias de renta pblica hacia el sector privado. Toda iniciativa oemprendimiento productivo surgido de las cuencas de cooperacin ser empujado, atravs de mltiples mecanismos de asesoramiento y promesas de financiacin, hacia ladisyuntiva de ser rentable o no ser, siguiendo, claro est, criterios de rentabilidad

    propios de la empresa capitalista. Estas polticas de emprendizaje han jugado unimportante papel en el crecimiento exponencial de la figura de los autnomos a travsde un ensamblaje imperfecto entre las condiciones de financiacin, el marco jurdico-laboral y las polticas econmicas pblicas que ha conducido al endeudamiento masivoy a una precarizacin de buena parte de los emprendedores autnomos y de la prcticatotalidad de los asalariados de las pequeas y medianas empresas. La irresponsabilidad

    en la gestin de los recursos pblicos, el solapamiento de las instituciones de la formaEstado con determinados sectores econmicos y la nula imaginacin para impulsar

    polticas en torno al trabajo social y sus vas de valorizacin y remuneracin sonalgunos de los factores que explican que hayamos llegado a esta situacin.

    Polticas de financiarizacin. Con el amparo y estmulo de los bancos centrales y lasinstituciones pblicas, hemos sido testigos de una profunda penetracin de la economafinanciera en la vida de nuestras sociedades, un movimiento que ha generado unendeudamiento privado sin precedentes y se ha llevado por delante a miles de empresasy millones de puestos de trabajo, precarizando y pauperizando la vida de ampliossectores de la sociedad. Diversos factores, donde conviene destacar al menos ladesregulacin del mercado del suelo y la vivienda y la cada de los salarios, hancontribuido a que el nico mecanismo capaz de mantener la produccin y el consumo -

    pensemos en la industria automotriz-, el acceso a bienes y derechos bsicos -pensemosen el acceso a la vivienda-, el empleo -pensemos en el sector de la construccin- y hastalos presupuestos pblicos pensemos en el nivel de endeudamiento de losayuntamientos- sea la deuda. Las consecuencias de este proceso estn ante nuestrosojos..Inseguridad productiva y regulacin restrictiva del espacio pblico. Las polticasurbansticas de las ltimas dcadas han sido un claro reflejo de la incapacidad de lo

    pblico para cuidar y gestionar lo comn. La constante intervencin del intersempresarial en las fases de diseo y aplicacin de los planes urbansticos ha dado comoresultado una ciudad confeccionada, ante todo, para intensificar las fuentes deextraccin de beneficio. Igualmente hemos asistido a una proliferacin de ordenanzasmunicipales que proponen una regulacin securitaria y restrictiva del espacio pblicocon marcado carcter clasista. Ms all del sesgo conservador y represivo del paradigmade la tolerancia cero y la inseguridad ciudadana conviene analizar el estricto carctereconmico que tienen estas medidas. En su formulacin es posible detectar con claridadel intento de modular la movilidad y los usos del espacio urbano de modo que seaninmediatamente funcionales a los circuitos de valorizacin capitalista, estn estosrelacionados al sector inmobiliario, turstico, hostelero, etc. El espacio pblico urbano

    ha sido desde siempre un ecosistema natural de las cuencas de cooperacin, no slocomo lugar de encuentro y socializacin sino en su dimensin estrictamente productiva,

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    basta poner como ejemplo la vasta red de emprendimientos productivos que dan forma ala llamada economa informal. Estrangular las posibilidades de uso del espacio pblicosupone una precarizacin material de las condiciones de vida y una vez ms, refleja elagenciamiento entre el Estado y el mercado para una mejor explotacin de lo comn.

    Polticas de apropiabilidad del conocimiento. Ya se ha mencionado cmo laeducacin pblica supone una gigantesca externalidad positiva que repercute en elrendimiento de las empresas sin una remuneracin proporcional. El llamado proceso deBolonia abre an ms las puertas de las universidades pblicas para que las empresas

    puedan incrementar la extraccin de valor del proceso de formacin y produccin deconocimiento. Una operatoria similar se da, con caractersticas especficas, en el intentode regulacin de los mecanismos informales de intercambio, creacin y uso de los

    bienes digitales. El conjunto de leyes y normativas sobre propiedad intelectual ypatentes juegan un rol central en la apropiacin privada de los complejos procesos deinnovacin y produccin de conocimiento donde es de sobra conocido el papel que

    juegan la cooperacin y el libre intercambio de saberes. El carcter estratgico del

    conocimiento en las llamadas economas de la informacin hace que sobre este terrenose est manifestando con mayor virulencia la batalla de lo privado contra lo comn.

    Estamos ante un terreno donde la cuenca de cooperacin es la forma hegemnica y porello no supone una tarea fcil. Aqu entran en juego y sin pudor alguno los lobbiesempresariales y las sociedades de gestin de derechos de autor que presionan con xitoa los poderes pblicos para una restriccin de los derechos digitales y las libertades deuso que garantice, una vez ms, posiciones monoplicas y mxima extraccin de

    beneficio.

    4. LA ORGANIZACIN DE LO COMN

    El precio que las futuras generaciones tendrn que pagar es inversamente proporcional asu capacidad de movilizacin y conflictoA.Fumagalli

    El panorama trazado en el apartado anterior seala un presente y un futuro ciertamentepoco esperanzadores, pero conviene tener en cuenta que los escenarios descritos sontambin espacios de conflicto, de resistencias y creacin de alternativas. Cada uno delos dispositivos de captura y apropiacin capitalista de lo comn se encuentra a su vez

    con formas de organizacin que, dentro de su fragilidad e inestabilidad, transforman laciudad en un campo de batalla contra la explotacin metropolitana y de experimentacinde formas radicalmente democrticas de gestionar la vida compartida.

    La naturaleza extraeconmica del mercado y sus mecanismos de regulacin de lavida/produccin seala que los lmites de la creciente explotacin y precarizacin deltrabajo vivo estarn marcados por la capacidad de los sujetos sociales de crearcontrapoderes sociales en la ciudad capaces de defender y conquistar derechos,ejerciendo una reapropiacin comn de lo pblico ante la inoperancia de lasinstituciones de la forma Estado y autoorganizando sus capacidades productivas deforma autnoma a los circuitos de valorizacin capitalista. Las luchas de lo comn

    parecen indicar por tanto que, parafraseando a Tronti y con la historia de las luchasobreras y sociales, la cadena no se cortar donde la explotacin y el dominio biopoltico

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    son ms dbiles, sino donde los movimientos sean ms fuertes. Retomando la sugerentefrase de Gilles Deleuze que abre este artculo, en las luchas de lo comn no hay lugar

    para los temores, derrotismos e impotencias que atraviesan a la izquierda ante ladisipacin de la clase obrera como sujeto poltico ni para una esperanza desencarnada,expresada como anhelo tico y confianza per se en la humanidad y su capacidad de

    crear otros mundos posibles que ha acompaado a buena parte de los llamadosmovimientos altermundializadores. Se propone, ms bien, un aterrizaje sobre losconflictos materiales concretos y los experimentos polticos que se desarrollan ennuestras ciudades buscando nuevas armas que hagan frente a la explotacin, la

    precarizacin y la dispersin generalizada.

    En el mbito de las teoras sobre lo nuevos movimientos sociales planean ciertosanlisis que destacan su radical diferencia con respecto a las luchas precedentes y enconcreto con la llamada lucha de clases, presentndolos en muchos casos comomovimientos identitarios, culturales o posmaterialistas, ajenos al conflictocapital/trabajo. Sin embargo, se puede percibir en sus trayectorias una alerta ante las

    mistificaciones propias del marxismo ms ortodoxo sobre un profundo proceso demutacin de las formas de explotacin y dominio en el capitalismo contemporneo: laentrada en la era de la subsuncin real de la sociedad en el capital.

    De forma un tanto esquemtica, el paso de la subsuncin formal a la subsuncin realseala una extensin de los mecanismos de extraccin de plusvalor que ya no se centraexclusivamente en la prestacin laboral especfica sino que toma como fuerza de trabajoa la sociedad en su conjunto. La extraccin de plusvalor relativo en el marco de lasubsuncin real se realiza a travs de operatorias econmicas, polticas y jurdicas quetienden a una disminucin del valor de la fuerza de trabajo social. Los movimientossociales sealan una composicin tcnica y poltica del trabajo vivo que ya no secorresponde exclusivamente con la clase obrera industrial, masculina y blanca sino quese presenta como una multiplicidad de sujetos productivos y formas de vida.

    Por otro lado, El Capital ya no se corresponde exclusivamente con la burguesaindustrial sino que tiene la forma de un pool de agentes donde conviven sectoresindustriales, empresariales y financieros con fuerzas polticas y administraciones

    pblicas. De modo que la lucha entre trabajo vivo y capital ha devenido biopoltica, dejade tener un lugar privilegiado en el sistema de fbricas y se abre al territorio y a la vidade las poblaciones que lo habitan y producen. El deseo de singularidad, libertad yautogobierno, tan caractersticos de los llamados nuevos movimientos sociales, se

    presenta tambin como expresin de una lucha contra la expropiacin -de nuestrotiempo de trabajo y de ocio, nuestros saberes, nuestro ecosistema, nuestra capacidad dedecidir sobre nuestro cuerpo y sexualidad-, la proletarizacin -las distintas disposicionesinstitucionales que conforman y moldean la obligacin de poner en venta en el mercadonuestra fuerza de trabajo para poder subsistir- y la explotacin -la apropiacin privadade la riqueza y el valor producido por nuestro trabajo-. Hoy se cuenta con la perspectivasuficiente como para percatarse de que el trabajador industrial fijo, sobre el que seconstruyeron las instituciones estatales, sociales y sindicales del siglo XX, es unacomposicin de clase que ha sido hegemnica con una espacialidad y una temporalidadmuy precisas. Hoy la subalternidad ha ocupado su papel y vuelve a ser hegemnica,nombrando a la multiplicidad de sujetos sociales que se ven atravesados por un proceso

    de proletarizacin -y por tanto de acceso a los derechos en el marco de nuestrassociedades salariales- inacabado, frgil, precario y conflictivo.

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    Lejos de un desarrollo lineal o un proceso articulado por etapas sucesivas, convienetener presente que en el desarrollo capitalista encontramos una integracin ycoexistencia de tcnicas y formas de subordinacin del trabajo en el capitalcorrespondientes a distintos momentos histricos. Esta reflexin es de suma utilidad

    para analizar la composicin del trabajo en nuestras ciudades hoy ya que como bien

    seala Paolo Virno asistimos a una exposicin universal del trabajo , donde convivensegmentos de trabajo cognitivo de alta cualificacin con trabajadores industriales,trabajadores precarios y flexibles del sector servicios con las relaciones pre-modernasdel trabajo domstico y las distintas formas de coaccin sobre el trabajo migrante,freelancers del sector creativo con autnomos y diversas frmulas precarias deltrabajador por cuenta propia. Justamente esta multiplicacin de las figuras laborales ylas formas de relacin laboral, por mencionar simplemente las caractersticas tcnicas deun estallido que tiene su correlato en las formas de vida y la subjetividad. En esteescenario es cada vez ms difcil nombrar e interpelar a los sujetos productivos, con lasconsecuencias que esto tiene tanto a nivel analtico como, principalmente, poltico. Esta

    plasticidad y la multiplicacin de claims y deseos subjetivos es uno de los factores clave

    para explicar la profunda crisis que atraviesa la forma Sindicato. Cmo demuestran lasestadsticas y los anlisis sociales, una de las mayores creaciones institucionales delmovimiento obrero y un actor clave en la creacin de la identidad y la fuerza poltica dela clase se encuentra hoy cuestionada o lo que es an peor, profundamente ignorada porla gran mayora de sujetos productivos.

    La radical heterogeneidad de las subjetividades que viven/crean/trabajan en el espaciourbano constituye, al mismo tiempo, un elemento de riqueza y el principal problema

    poltico del porvenir.

    Al pensar en el escenario metropolitano esta imagen del gran mosaico de figurasproductivas y formas de vida se vuelve evidente. Sin embargo, este estallido de lacomposicin tcnica y poltica del trabajo vivo no nos impide detectar lneas detendencia que atraviesan a los distintos segmentos y dan forma al particular modo enque se articula la relacin entre trabajo, capital y ciudadana en la primera dcada delsiglo XXI. Desde finales del siglo pasado emerge con fuerza en Espaa una categoraque se hace presente tanto en boca de los movimientos sociales como en el mbitosindical y los principales medios de comunicacin: la precariedad. En lneas generalesse evidenciaba un proceso de desclasamiento y pauperizacin de importantes sectoresde la poblacin, especialmente llamativo entre las llamadas clases medias, que semanifestaba a travs de los bajos salarios y la intermitencia y temporalidad de la

    prestacin laboral pero tambin de un resquebrajamiento del estatuto de ciudadana y delos mecanismos de estabilizacin propios del Estado del Bienestar. El proceso dedesregulacin de las relaciones laborales y la introduccin de polticas de corteneoliberal en los modelos de welfare ha sido analizado por numerosos autores, perointeresa destacar que estas dinmicas atravesaron, si bien de forma desigual, al conjuntode la fuerza de trabajo en los ltimos 20 aos, haciendo que el devenir precario deltrabajo y de la vida sea una de las caractersticas claves de nuestra contemporaneidad.

    Cmo articular lo comn en un contexto marcado por la heterogeneidad, laprecarizacin y la dispersin generalizada? Para intentar responder a esta preguntaestratgica se propone una mirada analtica tanto del movimiento obrero como de los

    nuevos movimientos sociales que no se atasque en debates sobre lo viejo o lo nuevo yponga su atencin en las creaciones institucionales, las prcticas y dispositivos que

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    permitieron, en contextos de debilidad organizativa, componer lo comn all donde slohaba fragmentacin y dispersin. Tanto en los grandes relatos del pensamientocomunista ortodoxo como en el mbito de la sociologa y las ciencias polticasencontramos cierta rigidez a la hora de explicar cmo se desarrollan los procesosorganizativos en el seno del trabajo vivo. Se trata, en el mayor de los casos, de

    explicaciones que remiten de forma continua al accionar de un agente o cuerpo que obien en el interior o bien de forma externa introduce conciencia, perspectiva, anlisiscientfico, estrategia y organizacin en un cuerpo sin rganos, catico y confuso. No esdifcil percibir, incluso en el seno de la llamada izquierda, gestos de desprecio,desconfianza e incluso temor hacia los sujetos obreros desorganizados que no actuabancomo clase sino como multitud, plebe, turba.

    Sin embargo, el trabajo de algunos importantes historiadores y etngrafos marxistas ola misma escuela de los estudios culturales nos muestran una enorme capacidadexpresiva y organizativa por parte de esa multitud pauperizada y desorganizada paraconstruir formas comunitarias de solidaridad e identidad colectiva. Han proliferado a lo

    largo de la historia formas de organizacin y defensa de la vida en comn contra losintentos de apropiacin, sometimiento y explotacin del trabajo y los bienes colectivosen nombre de la religin, el rey, la patria o la propiedad. Hoy sigue siendo necesariodiferenciar, como insiste James C. Scott, el discurso pblico y el discurso oculto de losdominados, las huelgas y dems manifestaciones pblicas del conflicto de los rumores,los cuentos populares, las canciones, los chistes, las tcticas dilatorias en el trabajo, elhurto, los engaos, las fugas y dems formas de insubordinacin que dio por llamar lainfrapoltica de los desvalidos. La construccin de la clase obrera como sujeto poltico,

    por tanto, le est tan en deuda a los militantes, intelectuales y agitadores anarquistas ycomunistas como a los espontneos gestos de autoorganizacin que se dieron en todapoca y lugar y que permitieron la creacin de hbitos, costumbres e identidadescomunes.

    La nocin de autoorganizacin, por tanto, resulta hoy extremadamente til para pensarlos movimientos urbanos. Se trata de un concepto utilizado sobre todo en el marco de la

    biologa, la fsica y la teora de sistemas para intentar explicar un proceso en el que laorganizacin interna de un sistema, generalmente abierto, aumenta de complejidad sinser guiado por ningn agente externo. Se nombra un proceso de organizacin que no esguiado por ningn agente externo sino que se trata de una constitucin inmanente, loque no quiere decir que sea completamente aleatorio, espontneo y librado a su suerte.

    Cul es la lgica que gua los procesos de autoorganizacin en un sistema complejo?Sobre esta pregunta se encuentran trabajando miles de cientficos y a da de hoy no hayuna respuesta precisa. Sin embargo s parece claro que dentro de este movimientoexisten fuerzas de impulso y de tendencia que juegan un importante papel en el procesode autoorganizacin. Esas fuerzas reciben el nombre de atractores. Algunas veces elmovimiento representado con estos diagramas de fases no muestra una trayectoria biendefinida, sino que sta se encuentra errada alrededor de algn movimiento biendefinido. Cuando esto sucede se dice que el sistema es atrado hacia un tipo demovimiento, es decir, que hay un atractor.() Los atractores son los encargados de quelas variables que inician en un punto de partida mantengan una trayectoria establecida, y

    lo que no se puede establecer de una manera precisa son las oscilaciones que lasvariables puedan tener al recorrer las rbitas que puedan llegar a establecer los

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    atractores. Parece entonces que los atractores producen rbitas, movimientos definidosque intervienen, de forma no determinista, en la forma en que se desarrolla un procesode autoorganizacin. El despliegue de este proceso es impredecible y se desenvuelve deuna forma muy peculiar ms bien parecido a las alas de una mariposa, formando uncmulo arremolinado de elementos ms simples.

    5 INSTITUCIONES DE LO COMN:LOS CENTROS SOCIALES DE GESTIN CIUDADANA

    Cuando el trabajo y la vida se unen indisolublemente, hace falta inventar un sindicatobiopoltico, al mismo tiempo controvertido y universalista, reformista y revolucionario,capaz de sustraer saberes al capital y liberar la potencia creativa de la cooperacinsocial.Lorenzo Sansonetti

    Volviendo a nuestras ciudades parece adecuado prestar atencin a aquellosmovimientos, colectivos, redes o sujetos sociales cuya fuerza, resistencia , creatividad einvencin est puesta en la construccin de espacios - sean fsicos, simblicos,enunciativos virtuales - que funcionan como atractores de procesos deautoorganizacin social, de creacin de comunidades biopolticas que en una mismasecuencia resisten y combaten a los envites de la lgica mercantil y su correlato de

    privatizacin y explotacin , y experimentan e instituyen instancias colectivas paraproducir, cuidar y gestionar de forma colectiva y radicalmente democrtica la vida encomn. Y es aqu donde aparecen las llamadas instituciones de lo comn, el nombre

    provisional de los dispositivos de agregacin y composicin que permiten, a travs deespacios, infraestructuras, servicios y proyectos, tanto el encuentro fsico como sobretodo una produccin de subjetividad que se despliega como fuerza/invencin capaz de

    producir derechos, dignidad y capacidad de autogobierno de la vida compartida.

    Una de esas nuevas armas que permite un acercamiento a las prcticas deresistencia/creacin contra las formas de explotacin de lo comn en el espaciometropolitano es esa institucin monstruosa llamada Centro Social Autogestionado.

    Este apartado final se presenta como un anlisis sobre las posibilidades y dificultades deeste dispositivo para asentar formas de democracia radical en un espacio urbanomarcado por la fragilidad de los vnculos sociales. Dicho anlisis se presentar como

    una conversacin con las prcticas y reflexiones de la experiencia del Centro Social yCultural de Gestin Ciudadana La Casa Invisible , un laboratorio social atravesado pormltiples agentes , iniciativas y procesos de autoorganizacin que sostienen su prcticaen los principios del procomn, la cultura libre y la gestin ciudadana. Se ha escrito

    poco y mal de la prctica de los Centros Sociales Autogestionados, generalmente en elmarco de los estudios de las identidades juveniles y las tribus urbanas mediante unacercamiento casi etolgico a esos extraos animales metropolitanos llamados okupas.

    Lejos de forzar la coherencia de las mltiples prcticas de Centros Sociales entorno a unmovimiento okupa, se propone una mirada centrada en su operatividad comodispositivo de intervencin poltica, prestando atencin no tanto a sus rasgos identitarios

    como a su capacidad de conectar con los claims subjetivos, las tensiones deseantes, lacreatividad y la bsqueda de libertad de distintas subjetividades, bandas, formaciones

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    sociales en el contexto metropolitano. Algunas experiencias funcionaron en sucapacidad de irrumpir de forma desafiante en las llamadas sociedades de consenso yagregar a singularidades invisibles y dispersas en el espacio urbano, otras pudieronsostenerse como infraestructura bsica para varias generaciones de activistas. Unasduraron poco, siguen vivas. Pero todas tienen el valor de haber conseguido que la

    ocupacin de un espacio vaco y la creacin de un centro social gestionado de formacolectiva sea una prctica presente y deseable en la mayora de ciudades espaolas.

    Atravesando implosiones identitarias, frreas represiones y aos de pasividad invernal,la creacin de Centros Sociales Autogestionados han pasado a formar parte del acervode mtodos y saberes de la multitud rebelde, junto al piquete, la asamblea, la huelga, elhacking, etc.

    En el periodo de emergencia y consolidacin del llamado movimiento squatter, entre1975 y 1985, es posible detectar ciertos problemas relacionados con la construccin dela identidad colectiva en un contexto marcado por la crisis de la sociedad industrial y la

    hegemona neoliberal tras las derrotas sufridas por el movimiento obrero. No es casualque el primer ciclo de ocupaciones de edificios para la creacin de Centros Socialeshaya ido de la mano del llamado movimiento punk y su gesto nihilista entorno al NoFuture. Se ha destacado en numerosas ocasiones que una de las caractersticas de estosmovimientos consista en resaltar la diferencia en contra de la repeticin, afirmar lasingularidad en contra de las abstracciones universales. Esta exaltacin de lasingularidad y la diferencia, esos devenires minoritarios fueron capaces de sacudir lasociedad dando lugar a nuevos procesos de subjetivacin poltica a travs de unaseparacin radical con una vida sometida, explotada, homogeneizada. Pero en muchoscasos esa separacin haca perder el contacto con la base social real de las luchas y

    produca soledad, repliegues sobre s o el narcisismo ciego y a veces desesperado de lasvanguardias.

    Existe una discusin abierta en el contexto espaol sobre la acumulacin de lasexperiencias y las fases de creacin e innovacin en las formas y sentidos queacompaan a los centros sociales en los distintos momentos histricos, una de esaslecturas propone una mirada generacional, segn las cuales existiran centros sociales de

    primera generacin - ms identificados con los principios polticos y la identidadcolectiva que acompa la fase emergente del movimiento okupa de los aos ochenta -y aquellos de segunda generacin - menos interesados en polticas de identidad y mscentrados en estabilizar el proyecto y vincularlo a los diversos sujetos metropolitanos y

    sus conflictos- . De cualquier modo la propuesta es pensar al Centro SocialAutogestionado no tanto vinculado a un movimiento especfico o a una identidad -okupa- sino pensado en trminos de una institucin monstruosa sostenida en lacooperacin social que seala, aqu y ahora, la posibilidad de formas alternativas yradicalmente democrticas de vivir/crear/producir en la ciudad. Se trata de unainvitacin para extraer lneas de potencia de una de las mayores creacionesinstitucionales de movimiento de los ltimos aos:

    Comunidad biopoltica componer en la dispersin metropolitana

    Todas las prcticas de los movimientos sociales, vecinales sindicales en las ciudadescontemporneas conocen de cerca la dificultad de componer espacios de agregacin

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    entre subjetividades e intereses tan heterogneos, cuerpos y formas de vida atravesadospor la dispersin. En la era de la dispersin, el gobierno sobre la vida no opera fijando -identidades, cuerpos, relaciones- sino modulando recorridos libres en un escenarioinestable donde las relaciones o vnculos sociales se presentan siempre frgiles,inestables, contingentes. Ha quedado de manifiesto la enorme dificultad por parte de la

    izquierda y los movimientos sociales para poder articular respuestas colectivas ante laprecarizacin de la vida. Ms que nunca, la poltica de los movimientos urbanos es unejercicio de composicin, un trabajo incesante para sostener un lazo comunitario en eltiempo ante los efectos dispersivos de la variabilidad constante del entorno. Este lazocomunitario no se sostiene en ningn esencialismo sino que debe ser compuesto desdela hibridacin y el mestizaje de sujetos e identidades diversas. Es por ello que no seconserva, se inventa. Hacer comunidad, hacer barrio, hacer clase en las ciudades de ladispersin implica un ejercicio de apertura a la rica y compleja composicin del trabajovivo. Los Centros Sociales se han mostrado capaces en este contexto de componer, msall de los colectivos que los gestionan, una extensa red de usuarios/colaboradores - ladistincin no es nunca precisa- que se sienten interpelados o atrados por la experiencia.

    A travs de una abrumadora programacin se articula una comunidad, difusa y muchasveces imprevisible en sus comportamientos, que puede ser pensada como una extensin- relacional, proyectual, poltica- del Centro Social en el territorio. Sin embargo, enmuchas experiencias esa comunidad fue transformada en una identidad cerrada, unlenguaje, un estilo de vida, una edad, una composicin social muy especfica. Laexperiencia de La Casa Invisible ha optado por un ejercicio de desidentificacin,intentando que la prctica de crear, sostener y gestionar un Centro Social sea algodeseable por mltiples sujetos metropolitanos, que la composicin del Centro Social seaun reflejo lo ms fiel posible a la composicin del territorio donde se inserta . El CentroSocial propone a los sujetos metropolitanos atravesar una experiencia basada en elempoderamiento y la autoorganizacin, una creacin y efectuacin de mundos que

    produce efectos sobre las creencias y sobre los deseos, sobre las voluntades y lasinteligencias, es decir, sobre los afectos

    Infraestructuras para lo comn.

    Qu tipo de infraestructuras y servicios necesita la multitud para producir mscooperacin, ms libertad, ms autonoma, ms creatividad, ms alegra compartida? Atravs de esta pregunta La Casa Invisible lanza una interesante reflexin tanto sobre el

    tipo de servicios que debera prestar el Centro Social como sobre la propia capacidadinstituyente que portan los sujetos sociales para poder imaginar, a travs de procesos deautoorganizacin, la articulacin de un welfare de lo comn o commonfare. El CentroSocial abre a lo comn sus instalaciones y su propuesta de gestin directa del espacio ylos sujetos sociales responden creando la mayor sala de actuaciones independiente deMlaga, salas de reuniones y celebraciones, emprendimientos productivos ycooperativas, laboratorios de medios audiovisuales, espacios de formacin tcnica,artstica y social, cineclubs independientes, escuelas de idiomas, espacios deempoderamiento y un largo etctera. La Casa Invisible es una institucin experimentalcuya mera existencia es una clara demostracin de la capacidad de la ciudadana paragestionar los asuntos y bienes comunes, un espacio pblico no estatal. El Centro Social

    por tanto no tiene los rasgos de un colectivo poltico cuya tarea consistira en crearconciencia entre la juventud, la ciudadana o la clase obrera.

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    Lejos de cualquier gesto vanguardista, se reclama la dignidad y el carcterabsolutamente estratgico de una militancia de retaguardia, cuya tarea en todo casoconsistira en detectar las innovaciones, las fugas, los procesos novedosos dearticulacin colectiva y construir los espacios e infraestructuras que permitan que estosgestos se sostengan, se extiendan y conserven su intensidad. Los centros sociales

    entonces podran ser pensados como infraestructuras para la fuga, un dispositivo quegarantiza, como en la metfora de la pldora roja de Matrix, que el mximo nmero depersonas y redes sociales cruce la lnea que permite concebir otros horizontes deposibilidad para la vida compartida.

    Autoorganizacin del trabajo vivo.

    Ya se ha comentado que hoy la composicin social del trabajo vivo en las ciudadestena la forma de una multiplicidad de singularidades y que sus formas de organizaciny conflicto ya no podan ser reducidas exclusivamente a la prctica sindical tradicional

    entorno al lugar de trabajo. La experiencia de La Casa Invisible nos permite analizardistintas formas de organizacin que estn emergiendo entre sujetos productivosheterogneos. Es posible apreciar la combinacin, en estos trayectos de encuentro yorganizacin, del conflicto con las instancias del poder constituido con la creacin deespacios de autoorganizacin de las propias capacidades productivas. Una resistencia alas regulaciones estatales y mercantiles que se acompaa de un xodo entendido comoseparacin, como un rechazo que determina un despliegue afirmativo, subjetivo.

    Trabajadores de las llamadas industrias creativas constituyen de este modo unaplataforma, creadores invisibles , donde denuncian las polticas institucionales y elproceso de precarizacin de sus condiciones de vida/trabajo al tiempo que ponen enmarcha un centro cultural propio y espacios de experimentacin donde desarrollarformas de autoorganizar la produccin cultural. Trabajadores migrantes, organizados enuna Coordinadora , utilizan las instalaciones del Centro Social tanto para laorganizacin de las protestas y movilizaciones por los derechos para todos como paracelebraciones varias, emprendimientos productivos, cursos de formacin y discusin

    poltica, etc. Trabajadores precarios y migrantes constituyen de forma conjunta unaOficina de Derechos Sociales donde se brinda asesora jurdica gratuita sobre

    problemticas de trabajo, ciudadana y vivienda, se organizan asambleas y tallerescolectivos y se acompaan procesos de autoorganizacin y empoderamiento.

    Trabajadores del conocimiento, profesores y estudiantes, se organizan para realizar unacrtica radical al papel de la universidad-empresa y constituir una Universidad Libre yExperimental donde abrir trayectos de autoformacin y difundir el pensamiento crtico.

    Las instalaciones del Centro Social tienen a su vez una virtualidad productiva quepermite la creacin de diversas cooperativas y emprendimientos productivos que vandesde una cafetera/tetera hasta una cooperativa de tcnicos de luces y sonido. Aqu esdonde se comprende la forma de sindicato social biosindicato que puede adquirir elCentro Social, un espacio donde las figuras del trabajo vivo se reconocen, conocen susderechos y emprenden trayectos de autoorganizacin, xodo y conflicto frente a laexplotacin metropolitana .

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    (Contra) Poder y conflicto en la ciudad.

    Si bien se destaca el carcter instituyente de los movimientos de lo comn, convienetener presente que en su despliegue entrarn inevitablemente en conflicto con losmecanismos de captura y explotacin que operan en la ciudad, ya sean gobernados por

    el mercado o por instituciones de la forma Estado. Aqu es donde se presenta el desafoestrictamente poltico de lo comn, la capacidad de construir, a partir de la multiplicidadde sujetos, un contrapoder en el territorio capaz de modificar de forma material lascondiciones de vida/trabajo en la ciudad. Para ello resulta preciso inaugurar nuevosespacios para la participacin poltica, nuevas instancias de decisin y expresin de unavoluntad colectiva que ya no es representada ni por el actual sistema de partidos ni porlas modalidades de la democracia participativa. El Centro Social puede presentarsecomo plaza pblica, como soviet o consejo metropolitano donde se confecciona y seejercita, de manera radicalmente democrtica, el derecho a la ciudad. Si lo comn nacede las singularidades, su forma expresiva deber remplazar la funcin trascendental dela representacin poltica y componerse como alianza o coordinacin entre una

    multiplicidad de sujetos. Este paso de la dispersin de singularidades a reagrupamientosde lo comn es una determinacin poltica y seala un horizonte de conflicto abiertohacia la conquista de renta, derechos y democracia en el espacio urbano. En el actualcontexto de crisis y mientras las fuerzas sindicales mayoritarias y gran parte de laizquierda continan insistiendo en el reclamo del empleo como eje vertebrador delacceso a una vida digna, se va configurando, an de forma incipiente y articulado entorno a conflictos de diferente escala e intensidad, la demanda por parte de losmovimientos de lo comn y los Centros Sociales Autogestionados de una nueva carta dederechos del trabajo vivo que contempla, entre otras, las siguientes exigencias:

    Derecho a una Renta Bsica Universal o Salario Social Garantizado. Se trata de laexigencia de reconocimiento y retribucin del enorme trabajo producido socialmente ylas externalidades positivas que vuelcan sobre el circuito econmico las formas decooperacin social. La Renta Bsica puede ser directa, a travs de una cantidadespecfica de dinero, o bien indirecta, a travs de la gratuidad en el acceso adeterminados bienes y servicios como la vivienda, transporte, telecomunicaciones,acceso a la cultura, etc.

    Derecho a la gestin ciudadana de lo comn. Entorno a esta demanda se sitan losreclamos de una apertura y descentralizacin radicalmente democrtica de las instanciasde decisin de las instituciones locales, donde los Presupuestos Participativos son slo

    el primer paso de una necesaria cesin de soberana de lo pblico hacia lo comn. A suvez, se reclama la cesin de inmuebles y solares en desuso para la puesta en marcha deemprendimientos sociales, econmicos y culturales gestionados de forma directa por laciudadana.

    Derecho a la libertad de movimientos y al pleno acceso a los derechos deciudadana para todos. La demanda de unas ciudades sin fronteras apunta adesmantelar los dispositivos de control securitario de las migraciones que se articulanentorno a un rgimen de fronteras que condena a los trabajadores inmigrantes a unasituacin de precariedad y de acceso limitado a los derechos bsicos. La plena igualdaden el acceso a los derechos implica por un lado una regularizacin de los migrantes sin

    papeles y el cese de los violentos dispositivos policiales de gestin de su movilidad -Centros de Internamiento para Extranjeros, redadas, controles de documentacin, etc.- y

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    por otro una verdadera inflacin del gasto social que permita reforzar y extender losservicios y prestaciones sociales en nuestras ciudades.

    Derecho de acceso a la informacin, a la libre produccin de saberes yconocimientos y a la libre comparticin de bienes digitales. La enorme presin

    desempeada por sectores econmicos interesados en una gestin privativa de losrecursos y bienes digitales refleja el enfrentamiento, an con resultado incierto, entre elantiguo modelo industrial de produccin y los nuevos modelos distribuidos basados enla cooperacin social. Durante mucho tiempo, lo pblico ha amparado la apropiacin delos saberes y conocimientos a travs de reglamentaciones corporativistas en torno a la

    propiedad intelectual -copyright, cnones, patentes- llegando incluso a criminalizar laprctica de la comparticin de bienes digitales y el libre uso de internet. La enormecapacidad de autoorganizacin del trabajo cognitivo queda reflejada en la consolidacindel modelo de produccin entre iguales (peer to peer), que ha demostrado ser mseficiente y democrtico que los sistemas basados en la propiedad. Se propone por tantoun cambio de giro radical en las polticas pblicas para que sea lo comn y no el

    mercado el beneficiario de las mismas, lo que se traduce en inversiones pblicasdestinadas a garantizar el libre acceso a los medios de produccin de bienes digitales,introduccin de redes inalmbricas (wifi) abiertas, acceso a servidores, hardware ysoftware, introduccin sistemtica de protocolos y estndares abiertos y apoyo pblico a

    plataformas de software libre.

    Como ensea la historia de las luchas obreras y sociales, la exigencia de determinadosderechos necesita para su efectuacin ser encarnada por conflictos materiales yarticulaciones subjetivas basadas en el empoderamiento y la creacin de nuevosespacios de participacin poltica sobre los asuntos comunes. Mientras gran parte de laizquierda parece sumida en la perplejidad y cierta nostalgia por un pasado que ya novolver, se articulan en el espacio urbano nuevos movimientos que sealan, a travs deexperiencias concretas y extensibles, el horizonte de unas ciudades basadas en unagestin comn de lo comn. Solo la emergencia de conflictos pblicos y la conquista deun acceso igualitario a los derechos y la riqueza producida socialmente permitirn la

    prctica de una democracia radical. Corren tiempos de bsqueda y experimentacin denuevas herramientas y dispositivos de intervencin capaces de atravesar la precarizaciny la dispersin propia de las metrpolis del Siglo XXI. Se trata de un camino largo yconflictivo, pero ya se est andando.

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    LOS CLOWNS

    Semillas de deconstruccin y construccin en Psicodrama

    Encuentros:

    Quiero presentar a Uds. el resultado de varias experiencias que realic en el CentroCultural General San Martn con grupos de 35 o 40 personas. Uno de esos talleres sededic a trabajar con el tema de la desocupacin creciente que sufran los sectores declase media hace unos 7 aos. La mayora de los que se inscribieron eran docentes o

    personas con lugares de responsabilidad social. En general no posean experienciaalguna en Psicodrama y trabajaron en un laboratorio de 6 horas. Nos proponamos conel equipo llevarles a crear un personaje, el Clown. Luego con este personajeincorporado la propuesta sera que se inventaran oficios y vendieran su trabajo sin xito.

    De ese modo atravesaran escenas vinculadas a la situacin social ms acuciante en esemomento, la desocupacin.

    Me pareci una propuesta aceptable para ser trabajada por el ndice de afectacin quetransversalizaba cada vez ms sectores medios de la poblacin.

    Para ello dispuse de una propuesta sensible y de una conceptualizacin.

    Se habla de agenciamiento cuando se relaciona un territorio vivencial y sus modos decomprensin y aplicacin con otro territorio vivencial. Es as como se crea otro espacioabierto a composibilidades nuevas. En las artes, la modalidad de la creacin esdisparada por estos puentes que relacionan territorios distintos, hasta ese momentodesconocidos por el sujeto de la experiencia. Estas experiencias es a lo que llamoagenciamientos y lo son, de enunciacin porque producen un conocimiento de s propiodel mundo de las sensaciones. Esta experiencia, es un acontecimiento esttico, si lograuna conexin con otro modo del ser sujeto, otra singularidad. Si la experiencia se viveen relacin a un grupo que realiza idnticas operaciones se puede hablar de unagenciamiento de produccin y enunciacin de subjetividad colectivo.

    El personaje fue pensado por sus cualidades sensibles y el sentido de afirmacin de lavida que propone con la pareja al que est asociado, el nio interno. El clown como

    personaje sensible da a la inocencia su primitivo sentido, hace al actor que haincorporado el clown conquistar un sentimiento de independencia de toda valoracinorganizada por el sujeto psicosocial adulto, coloca sus acciones en un hacer presente. Elclown, est para dar alegra y solo le importa obtener la gracia de su nio, espectadorinmvil en su ser interno. A la vez el actor es responsable de sostener esa creacin.

    Esta es la concepcin Zen que tomo del teatro No. Se expresa en la manera de prepararal actor para incorporar el personaje. Tngase en cuenta que hablo de incorporacin del

    personaje y no del rol. En Psicodrama cuando trabajamos con el desarrollo de rolestomamos como base de toda accin l yo y de all se parte hacia la escena. Cuandotrabajamos con la incorporacin, la composicin no se trata de un agregado de gestos ni

    de una imitacin sino de un devenir otro sin historia. Por lo que trabajamos con otrosconceptos y modos de comprender la vida anmica.

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    Aunque los participantes no participan de esta conceptualizacin sino de sus efectos.

    Esto hace que el hecho creativo aporte un aire nuevo, por que no partimos de unconflicto que ubica al sujeto en su conflictiva psicosocial adulta ni infantil, partimos deltrabajo de incorporacin del personaje sin una historia anterior. All el yo nada tiene que

    hacer con pap y mam. Es desde el cuerpo que hacemos una propuesta distinta. No setrata de que algo pase para poner en acto las pasiones de siempre sino que alguienllegue: el Clown. Solo despus de lograr que aparezca un personaje nuevo en la vida delos participantes proponemos escenas para ser atravesadas. No desde un hacersignificativo sino precisamente desde unos sentidos que se dan en el cuerpo, a-significantes para la historia de los sujetos.

    En las escenas del agenciamiento que construimos ocurren cosas sin sentido deprovecho. Este tambin es un concepto Zen, sin un propsito, se trata de una ceremonia,tirar la flecha del mejor modo posible pero sin intencin de dar en un blanco, eso s,debe ser echo lo mejor posible.

    Partiendo de esta modalidad de trabajo excluimos momentneamente la memoriaemotiva de la creacin del personaje, por lo que se accede a un orden de vivenciasdistintos a los habituales. Se trataba de construir un agenciamiento teatral comunitario,donde se agenciara un espacio transicional de auto conocimiento colectivo. Losagenciam