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Lic. Sonia Kleiman infancia, adolescencia, familia en la cultura contemporanea 1 INFANCIA, ADOLESCENCIA Y FAMILIA EN LA CULTURA CONTEMPORANEA Lic. Sonia Kleiman INTRODUCCION Desarrollar pensamientos acerca de las familias contemporáneas, va implicar recorridos por diferentes temas, que en algún punto se entrecruzan y permiten seguir avanzando en esto que no es sencillo: habitar una época y tratar de dar cuenta de ella. Los vínculos familiares responden tanto al hecho de formar parte del conjunto de las relaciones de parentesco, así como a un hacer vincular, hacer que no está ligado indisolublemente a lo biológico, ni a las funciones o a los lugares asignados por la matriz de parentesco. El hacer vincular se refiere a la construcción de esta particular manera de pertenecer, convivir, historizar, de un conjunto de sujetos llamado familia. La infancia, la adolescencia, la familia, responden a un discurso que se constituye en una marca de época. Lo instituido tiende a considerarse una invariante y se naturaliza o sea, no se cuestiona. Tomemos distintos significados del término “marca”: Marca: Señal dibujada, pegada que permite distinguir a quien pertenece algo. Que se sepa de quién es. Es una huella dejada por una cosa en el sitio donde se ha estado. Marca se refiere también a los territorios fronterizos. Dice Derrida: “Hay algo que fait date, diría yo en francés, «hace época», y éste es su impacto, el impacto mismo de aquello que es, por lo menos, sentido, de manera aparentemente inmediata, como un acontecimiento que marca, un acontecimiento singular… este «sentimiento» es menos espontáneo de lo que parece: en gran medida está condicionado, constituido, si no efectivamente construido, en todo caso mediatizado, por una formidable maquinaria tecnosociopolítica.” Jacques Derrida. Autoinmunidad suicidios simbolicos y reales. Reflexionar sobre marcas epocales, nos remite a pensar la subjetividad producida en los espacios intra- inter- transubjetivos, a través de las prácticas discursivas. En cada época coexisten variables de un paradigma anterior, más los vigentes en la actualidad. En el presente, coexisten discursos sobre la familia, la infancia y adolescencia instituidos en el Modernismo, junto a otros, en los cuales múltiples referentes se han transformado, e incluso, han devenido otras prácticas.

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INFANCIA, ADOLESCENCIA Y FAMILIA EN LA CULTURA CONTEMPORANEA Lic. Sonia Kleiman INTRODUCCION Desarrollar pensamientos acerca de las familias contemporáneas, va implicar recorridos por diferentes temas, que en algún punto se entrecruzan y permiten seguir avanzando en esto que no es sencillo: habitar una época y tratar de dar cuenta de ella. Los vínculos familiares responden tanto al hecho de formar parte del conjunto de las relaciones de parentesco, así como a un hacer vincular, hacer que no está ligado indisolublemente a lo biológico, ni a las funciones o a los lugares asignados por la matriz de parentesco. El hacer vincular se refiere a la construcción de esta particular manera de pertenecer, convivir, historizar, de un conjunto de sujetos llamado familia. La infancia, la adolescencia, la familia, responden a un discurso que se constituye en una marca de época. Lo instituido tiende a considerarse una invariante y se naturaliza o sea, no se cuestiona. Tomemos distintos significados del término “marca”: Marca: Señal dibujada, pegada que permite distinguir a quien pertenece algo. Que se sepa de quién es. Es una huella dejada por una cosa en el sitio donde se ha estado. Marca se refiere también a los territorios fronterizos. Dice Derrida:

“Hay algo que fait date, diría yo en francés, «hace época», y éste es su impacto, el impacto mismo de aquello que es, por lo menos, sentido, de manera aparentemente inmediata, como un acontecimiento que marca, un acontecimiento singular… este «sentimiento» es menos espontáneo de lo que parece: en gran medida está condicionado, constituido, si no efectivamente construido, en todo caso mediatizado, por una formidable maquinaria tecnosociopolítica.”

Jacques Derrida. Autoinmunidad suicidios simbolicos y reales. Reflexionar sobre marcas epocales, nos remite a pensar la subjetividad producida en los espacios intra- inter- transubjetivos, a través de las prácticas discursivas. En cada época coexisten variables de un paradigma anterior, más los vigentes en la actualidad. En el presente, coexisten discursos sobre la familia, la infancia y adolescencia instituidos en el Modernismo, junto a otros, en los cuales múltiples referentes se han transformado, e incluso, han devenido otras prácticas.

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Veamos algunos ejemplos: Se presentan a la consulta un hombre y una mujer de aproximadamente 35 años. J- “Viviana y yo no convivimos, ni nunca fuimos una pareja estable. Pero en un momento de nuestra historia, Vivi quedó embarazada y los dos teníamos ganas de tener un hijo, pero no de armar una familia. Vivimos cada uno en otra casa, pero ahora que el nene empezó el jardín tenemos algunos inconvenientes, por como está organizado todo, y se nos hace un embrollo…” Otra consulta: Llegan a la sesión una mamá, un papá y tres niños, de diez, cuatro y once meses. Los dos primeros, hijos de la pareja que conformaban hace unos años estos padres. El niño de cuatro años, hijo de la pareja que configura en la actualidad la mamá y el bebe de aproximadamente once meses, hijo de este señor con su nueva pareja. Él aduce que lo trae a la sesión familiar, porque no tenia con quien dejarlo, y además porque está muy peleado con la nueva mujer. Ellos, los padres que concurren a la sesión, están separados y tratan de resolver algunos conflictos con relación a la parentalidad de sus hijos. En general las discusiones han sido arduas y el clima tenso. El bebé es atendido en la sesión, por ambos con mucho cuidado. No hay duda de que las configuraciones familiares que concurren a estas entrevistas distan enormemente de la llamada Familia tradicional, en la cual un matrimonio, devenido pareja de padres, transmiten un patrimonio cultural, estructura mediadora entre ese núcleo y la cultura. Al decir de Piera Aulagnier cumpliendo con un “contrato narcisista” o como describe Foucault, siendo un edificio fundamental en las instituciones disciplinares. Con el fin de pensar las transformaciones, que se están produciendo en las familias contemporáneas, desarrollaré los siguientes temas:

UNA PRIMERA APROXIMACIÓN

Durante largos años de tradición metafísica y recorrido por las teorías psicológicas y psicoanalíticas, pareció correcto diferenciar el mundo externo del mundo interno. Los profesionales de la “salud mental” se especializaron en el mundo interno. La realidad socio-cultual era algo a tomar en cuenta como contexto, marco, escenario pero generalmente se consideraba que había que dedicarse a inferir, a través de los síntomas, la geografía de la mente o bien, que había que lidiar con ella cuando “irrumpía” en el consultorio. Teoría coherente con el oposicionismo binario del los últimos dos siglos:

• Infancia, adolescencia, familia. Infancias,

adolescencias, familias

• Pensando la modernidad

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Una primera cuestión es, entonces, plantear que corriéndonos de categorías estáticas, la práctica médica, psicológica, familiar, docente, responden eminentemente a un discurso. En ese discurso se encuentran entrelazados la ciencia, las teorías filosóficas, las artes, los medios, la economía que circulan en la época. Aquí discurso es tomado como un conjunto de prácticas, que producen significaciones, que tienen efectos sobre los individuos que participan de ese discurso. Esa participación es conciente e inconsciente. Habitamos esas prácticas por ser sujetos de la época. Así, las prácticas sociales producen una manera de pensar, de vestir, de construir las relaciones interpersonales, de ejercer la profesión, de criar, de enfermar. Estando inmersos en esas prácticas, las vivimos como nuestro modo natural de vida. Por ejemplo en el presente, si mientras estamos comiendo al mediodía pasan un noticiero por televisión, en el cual se están arrojando misiles y asesinando a un grupo de personas en una transmisión en directo, seguiremos seguramente comiendo como si estuviéramos mirando un capitulo de alguna serie de ciencia ficción, o de aventuras. El discurso mediático convierte en espectáculo lo que está transcurriendo en la vida de las personas. Indiferencia y anestesiamiento llevan a desmentir la muerte que queda convertida en imagen. Seguir sosteniendo que las condiciones de producción que hacen a los síntomas provienen centralmente del espacio intrasubjetivo, requiere de un proceso de escisión que puede generar intervenciones iatrogénicas. Recordar la quema de brujas, las lobotomías, el encierro manicomial. Y en muchos casos la ferrea adhesión al DSM IV, el tan consensuado manual sobre “Criterios Diagnósticos de los Trastornos Mentales”. Estamos asistiendo a transformaciones de tal magnitud, que distintos autores se refieren a ellas como un desbarrancamiento de la modernidad, como etapa de la historia y sus paradigmas de pensamiento. En torno a los cambios, la descripción que se realiza de un fenómeno generalmente lleva el sello de la comparación con otro que figura como referente conocido. Nos sucede espontáneamente, cuando surgen nuevos modelos teóricos. Si arribamos a una ciudad en la que nunca estuvimos, a los pocos minutos la describimos en torno a otra que ya conocemos, por ejemplo “este parque se parece a…”, “esta calle me hace acordar a…”.

Sujeto-objeto. Mundo interno-mundo externo.

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Así, las nominaciones que fueron surgiendo para referirse a la actualidad, a ese final de la modernidad, llevaron en principio el sello de lo anterior. Ejemplo:

• Post-modernidad

• Modernidad líquida

Actualmente han ido surgiendo otros nombres, en los que ya la palabra “modernidad” no está incluida:

• Era informacional

• Era de la fluidez

• Era de la red

• Era de la globalización.

Estas maneras de nominar a la época actual requieren pensar en cuales son las transformaciones, -del lat. transformāre). 1. tr. Hacer cambiar de forma a alguien o algo. 2. tr. Transmutar algo en otra cosa. Hacer mudar de porte o de costumbres a alguien- , que se están produciendo. No sólo son cambios los que observamos, están surgiendo otras configuraciones vinculares, por ejemplo en la conformación de parejas, otros modos de vivir conjunto. Si las llamamos “nuevas familias”, rápidamente las saturamos de significación en cuanto a su presentación, ya que “familia” remite a algo conocido. Es decir, no es sólo una cuestión de cambiar el nombre a un hecho y pensar que sigue siendo lo mismo, o bien algo parecido. Esto sucede con las nuevas relaciones de pareja y luego las inclusiones familiares de ambos, se buscan denominaciones de parentesco, que en realidad todavía no existen. Concurrían a la sesión una mamá con sus dos hijos y la pareja actual de ella, no conviviente. Él preguntó en la sesión, cómo lo tenían que llamar los hijos de su pareja. Parecía que no alcanzaba con su nombre de pila. Intentaban ubicarse en una matriz de parentesco conocida. Si no hay denominación para el novio de la mamá, quizás no sea solamente porque todavía no se inventó, sino porque estas situaciones están dejando expuestos modos de configurar otros vínculos incluso de parentesco, no ubicados en una matriz ya configurada.

INFANCIA, ADOLESCENCIA, FAMILIA. INFANCIAS, ADOLESCENCIAS, FAMILIAS.

El lugar que ocuparon en la historia tanto el niño, el adolescente como la familia, no fue siempre el mismo.

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Si bien no me voy a extender en este tema, es interesante observar que hasta siglo XII, en las pinturas, no se de daba a los niños las dimensiones acordes a la realidad de éstos. Los artistas los representaban como un hombre en menor escala. Es Durero, pintor alemán que vivió entre 1471 y 1528, quien realiza el primer estudio de las proporciones corporales del niño. Hasta el Renacimiento se llamaba al niño "garçon”, equivalente tanto a niño como a criado.

A propósito de la infancia, dice J Vasen:

“En el transcurso del siglo XVII la Iglesia y el Estado comenzaron a hacerse

cargo del sistema educativo que se desplazó de la intimidad doméstica al

marco de la escuela. Se deseaba, ante todo, evitar la mal crianza del niño y

sustituir el ambiente afectivo y permisivo, que había prevalecido durante el

s. XVI, por el imperativo de las normas. Pero la escuela del Seiscientos

funcionaba, con métodos de pura memorización y una disciplina mecánica.

Entre los siete y los doce años se adquirían las primeras nociones: leer,

escribir y contar; la educación no era, en modo alguno, un entretenimiento

alegre, por eso se esperaba con ansia la hora de escapar de la escuela

aprendiendo como fuera un trabajo manual. Es en siglo XVIII, con la

revolución industrial cuando se producen intensas modificaciones. Es el

marco socio, político, económico en el que se producen nuevos modos de

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vivir en las casas, y las instituciones a tienen otras funciones. Comienza la

producción de juguetes en serie y la literatura infantil”.

”Más que ascéticos, los pequeños debían ser hábiles, optimistas,

comunicativos y conocedores de las cosas prácticas; moderados, flexibles,

adaptables y diestros en fin en el trato social. Las niñas recatadas esposas y

futuras madres. Mientras tanto, los hijos e hijas de trabajadores y

campesinos encontraban fuertes impedimentos para jugar debido a

unaeducación -si es que la recibían- orientada a incorporarlos rápidamente a

trabajos de baja calificación, o a formar parte del ejército de reserva de

desocupados”.

J. Vasen ¿post-mocositos?

Como vemos, es importante pensar en una multiplicidad de infancias. El

historiador Philippe Aries, plantea que en el siglo XVI y XVII, coexistían

diferentes infancias, basando su análisis en la diferencia de clases sociales.

Infancia, adolescencia, familia, han sido descriptas desde el punto de vista

cronológico, evolutivo y socio-legal. La observación clínica da cuenta en este

momento, que los libros de psicología evolutiva escritos en el siglo pasado,

están sumamente alejados, en su descripción, de los sujetos que hoy

consultan.

Entretejiendo las ideas expuestas hasta aquí con los trabajos

interdisciplinarios de semiólogos, historiadores, antropólogos, surge otra

forma describir la infancia, en la que ya no se la enuncia como una etapa, o

una categoría sino como:

“El conjunto de intervenciones institucionales que, actuando sobre el niño real -al que podríamos también llamar párvulo- y su familia, producen lo que cada sociedad llama niño. De modo que, si pasamos por alto las singularidades de cada caso, niño es el producto de los efectos de la infancia sobre su materialidad biológica. La respuesta que una sociedad da a la pregunta "¿qué es un niño?" afecta al niño y a los adultos. Los niños responden al modo en que se los concibe y, como esas respuestas tienden a confirmar lo que la creencia predica, ésta se reafirma como punto ciego para los habitantes de esa

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situación que, lógicamente, entienden que su concepción de infancia es una invariante de la humanidad. Desde la conceptualización de la subjetividad como producto de un contexto sociocultural, los niños diferirán radicalmente producidos en distintas épocas y el concepto de infancia no podría seguir siendo el mismo”

Cristina Corea, Ignacio Lewkowicz ¿Se acabó la infancia?

El abordar familias con niños y adolescentes nos interpela respecto de cuáles son las apoyaturas teórico-clínicas, con relación a estos temas, que luego utilizamos en nuestra tarea cotidiana. Uno de los riesgos usuales en los procesos terapéuticos, en las intervenciones en distintos ámbitos, es quedar atrapado en una línea de valores, e ideales respecto de la familia que consulta. Las intervenciones, muchas veces, están fuertemente impregnadas de estos valores, la mayor de las veces inconcientes para el terapeuta mismo. A veces creyendo estar interpretando un conflicto, se están esgrimiendo convicciones que se enuncian como verdades absolutas o bien creencias que toman la forma de hipótesis teóricas. La familia constituyó en los últimos siglos el dispositivo de subjetivación central y consensuado. La cuestión es, entonces:

¿Cómo pensar cuáles son actualmente las condiciones de producción de subjetividad, el discurso que da la forma peculiar a

los vínculos humanos hoy, específicamente pensando en la clínica vincular?

PENSANDO LA MODERNIDAD

Sólo introduciré algunos lineamientos para comprender que la mayoría de los profesionales que ejercemos actualmente, hemos vivido y hemos sido subjetivados por el discurso de la modernidad y esto tiene sus efectos en la forma de pensar acerca de la familia o pareja que consulta. La modernidad pretendió crear una validez universal de sus postulados. Sin diferenciar, tiempos, espacios ni culturas. En palabras de Najmanovich:

“Los hombres modernos, (no en el sentido de estar a la moda, sino en cuanto a la manera de enfocar el mundo), creyeron que era posible "encerrar" el tiempo dentro de los

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relojes, "capturar" el espacio dentro de un cuadro y el movimiento en un conjunto de "leyes naturales" necesarias y eternas. Una característica central de lo que llamamos Modernidad fue la unificación del espacio-tiempo, la creación de un único mundo homogéneo, estandarizado, cognoscible, teorizable.”

Denise Najmanovich Pensar la subjetividad Lo que caracterizó al modernismo fue la idea de Progreso, bienestar y creación de un Estado. La institucionalización normativa y disciplinar. Una ficción suficientemente operativa, coherente y consistente que dio lugar a una lógica llamada la “Lógica de Estado”. Actualmente predomina en el espacio socio cultural, otra lógica que se apoya en las vicisitudes del Mercado. Esto es lo que Bauman, sociólogo, describe en cuanto a que el paradigma que circula ya no es lo sólido institucional, sino lo que fluye, como los capitales, las imágenes, los flujos informáticos. Por eso a la época actual la llama Modernidad Líquida. I Lewkowicz, historiador, lo plantea así:

“En un medio sólido, la conexión entre dos puntos conectados permanece, a menos que un accidente o un movimiento particularmente intempestivo corte esa atadura. En la fluidez, la conexión entre dos puntos es siempre contingente: puede no ser…dos puntos cualesquiera, dos puntos que pueden ser el padre y el hijo; uno y su puesto de trabajo; el docente y el estudiante, permanecen juntos porque se han realizado las operaciones pertinentes para permanecer juntos y no porque un andamiaje estructural los encierre en el mismo espacio. En un medio fluido, cualquier conexión tiene que ser muy cuidada, no se sostiene en instituciones sino en operaciones”

Ignacio Lewkowicz

Pensar sin Estado Es importante conocer que las categorías de niño, adolescente y familia para el pensamiento moderno eran:

Pensamiento Moderno

El niño es alguien que va a tener voz y voto en el futuro

El adolescente, el que se encuentra en camino a la adultez

El adulto, el que se incluye en el mercado productivo y funda una familia

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Se construyó un andamiaje estructural que organizaba las relaciones interpersonales, muchas de ellas asimétricas, y esa estructura respaldaba, hacia de soporte a esas relaciones, a su vez éstas garantizaban el funcionamiento del sistema: alumno - docente, padres-hijos, un empleado y un puesto de trabajo. Esto no es lo que está sucediendo actualmente. Se observa un “desfondamiento institucional”, uno de sus efectos es que los puentes interinstitucionales están desarticulados. A partir de estos hechos surge generalmente, una versión apocalíptica respecto del mundo contemporáneo, promoviéndose la idea de que “todo tiempo pasado fue mejor”. Posición sumamente riesgosa, ya que la significación caótica, impide el registro de la potencialidad enunciativa de reformulaciones o innovaciones. Es interesante ubicar los signos de la época que compartimos, incluida efectivamente la vivencia de intenso desorden. Tomemos, por ejemplo, una figura actual y bastante habitual en las consultas familiares… La figura del hombre-padre desocupado, creo que en España se dice “de paro”. Esta situación ha variado desde ser una marca de humillante ineficiencia como causalidad de despido, hasta como se decía en otros momentos “un aprendizaje de vida”, a ser en la actualidad, la consecuencia de una devastadora situación marcada por la globalización, los movimientos empresariales de fusión, la búsqueda de mano de obra de menor costo, la apología de una eterna juventud. Esta situación, llevada al extremo, ha sido graficada en la película “La corporación” donde se muestran descarnadamente, los efectos de la desocupación. Esta película relata la historia de Bruno Davert de 40 años despedido de la papelera en la que trabajó por una década y media. Luego de buscar infructuosamente trabajo, desesperado, planifica armar una prolija lista con los nombres de sus más firmes competidores, para buscarlos, encontrarlos y eliminarlos uno por uno. De esa manera queda como el mejor y único postulante. ¿Es un asesino? ¿Se produjo un asesino? Un sujeto que queda sin trabajo en la actualidad, y es mayor de 35 años, no padece sólo las consecuencias económicas sino que corre el riesgo de, literalmente, “caerse” del sistema. Esta idea llevó a pensar que un sujeto desocupado laboralmente, puede pasar a ser una figura de “desesxistencia”. La evaluación psicológica de una familia que consulta por síntomas de los niños y en la cual se está dando en alguno de los padres un estado de

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desocupación, no puede estar exenta de considerar el contexto en que esto sucede. Si al sujeto de existencia que corresponde a la Lógica estatal lo denominamos Ciudadano, el que le corresponde a la Lógica de Mercado es otra figura llamada Consumidor. Estas subjetividades coexisten. La Lógica estatal requirió de sujetos transcurriendo evolutivamente, adquiriendo derechos y obligaciones. Un futuro en el cual ejercer esos derechos y deberes. Para consumir, la edad cronológica prácticamente no cuenta. Por lo tanto, la pregunta que nos desafía es:

¿Cuál es el contexto multidimensional en el cual pensamos las infancias, las adolescencias y las familias, cuando la figura

predominante de subjetividad es la del consumidor? El siguiente artículo sobre la infancia y sociedad de consumo se publicó en

un diario matutino, dando cuenta de que el marketing infantil, impone un

nuevo texto sobre psicología evolutiva.

“A los 18 meses son capaces de reconocer logos comerciales y a los

dos años pueden pedir productos por su marca. A los tres, algunos ya

deciden qué ropa ponerse y otros patalean en la puerta de McDonald’s

reclamando su derecho a la cajita feliz. Apenas son capaces de

mantenerse sentados (es decir, alrededor de los seis meses), son

colocados en el "puesto de observación culturalmente definido: el

carrito del supermercado" –según las palabras de un renombrado

especialista en marketing–, y cuando aprenden a caminar, empiezan a

sacar por sus propios medios los productos durante el paseo por el

supermercado. En las primeras melodías que entona hay jingles

publicitarios y en las primeras imágenes que aprende a distinguir, hay

objetos de consumo. En muchos casos, los chicos son consumidores

antes que hijos o ciudadanos.”

Diario Clarín. Argentina 2004

Las ideas desarrolladas están directamente relacionadas con el pensar cuál es y será el posicionamiento de los trabajadores de la salud, dado que necesariamente el campo de la subjetividad infantil, adolescente y los modos de vincularidad familiar, no sólo no se ajustan a los modelos teóricos instituidos, sino que resultan una novedad que requiere a su vez de unos nuevos pensamientos para encararlos. De otro modo se instalará un continuo desacople entre los profesionales, los consultantes, las instituciones.

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Otra de las grandes transformaciones se está produciendo a nivel de los

descubrimientos vertiginosos de la tecnología, que generan cambios en los

modos de relacionarse. Los chistes, los poetas, generalmente sintetizan

brillantemente lo que intentamos explicar con cierta coherencia lógica.

Una serie televisiva, muestra a través de una irónica realización el

funcionamiento de familia americana en la actualidad. Cristina Corea,

semióloga, habla así de Los Simpson:

“La consagrada serie de Los Simpson muestra de modo elocuente la

transformación de la relación tradicional entre padres e hijos, como efecto

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de las practicas de consumo”. El sitio tradicional del padre aparece

prácticamente cuestionado como el lugar tradicional de saber y poder

asignado por la modernidad. Lo común es que Homero aparezca asistido

discursivamente por Marge, su esposa, que funciona como una especie de

interprete, encargada de construirle una representación del mundo que le

resulte medianamente inteligible: con los recursos mentales de los que

dispone Homero. A su vez, Homero resulta con frecuencia burlado por

Bart, su hijo. Con Bart tiene una relación cuyo rasgo más saliente es la

rivalidad: compiten por obtener premios que son, en apariencia, objetos

infantiles porque bien mirados son objetos clásicos de consumo: gaseosas,

comida chatarra, horas TV etc.”

Cristina Corea

O sea que, en este momento histórico, se dan en simultáneo los ejes

fundamentales del modernismo descripto: el niño de la supuesta

“ingenuidad”, el niño de la sexualidad infantil que presentó el Psicoanálisis,

el niño cliente, y el informatizado.

El adolescente, hombre del futuro, el que maneja prácticamente todas las

mismas variables que el adulto, las diferencias generacionales,

lasimultaneidad de subjetivacion de nuevas practicas tanto de los padres,

como de los hijos. Las familias tradicionales y un importante número de

distintas modalidades de vincularidad.

A partir de una serie de consultas por adolescentes, voy a dar un ejemplo

de cómo los cambios de óptica respecto de la lectura sintomática, hacen

a su vez cambiar la manera de encarar el abordaje terapéutico.

Hace algunos pocos años comenzaron a llegar a la consulta adolescentes, que concurrían con “marcas” extrañas en sus cuerpos. Heridas, cortes, hechos con el compás o con algún elemento punzante. Esto fue relacionado, en los medios de difusión, con procesos de imitación

de series televisivas, con aspectos autodestructivos, o bien con la tan

repetida causalidad referida a la falta de cuidado parental. A su vez, en los

psicodiagnósticos se los consignaba como cuadros depresivos, e incluso a la

usanza actual, se los medicaba.

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En el abordaje de estos casos, en la relación terapéutica con estos pacientes, estas hipótesis no abarcaban la complejidad de estos actos. Fue muy interesante compartir algunas ideas con profesionales de otras disciplinas, que se estaban ocupando de entender y pensar estas prácticas, que socialmente involucraban grupos numerosos de niños y adolescentes. El riesgo era, imponer abusivamente hipótesis construidas para el aparato psíquico o respecto del abandono parental, que sin dejar de tener validez, no abarcaban el marco contextual de estas conductas y sus condiciones de producción. Desde estudios interdisciplinarios, se esbozaron otras hipótesis que suplementaban las esgrimidas en los psicodiagnósticos. Esta otra hipótesis tomaban en cuenta que estos cortes eran una modalidad que se ejecutaba en general en grupo, que estas experiencias generaban “una posibilidad de sentir”, una experiencia sensorial, frente a la falta de cohesión que embargaba a los adolescentes que participaban. Marcarse y con dolor no era un ritual, ni una iniciación, era una vivencia, una manera de conservar algo durante un tiempo distinto de la instantaneidad de otras vivencias. Se trató de pensar estos actos, como prácticas que se ofrecían sin significación, diferentes por ejemplo al tatuaje. Esta manera de cortajearse, ofrecía la posibilidad de hacerse una marca,

en condiciones en las que “nada marca”.

Estas hipótesis permiten abrir un otro campo de sentido interconectando

lo referente a un mundo íntimo, vincular y social. Un campo de

comprensión ampliado en el que un suceso, nominado como violento en

algunas circunstancias, tiene efecto de cohesión en otras. Esto se puede

observar también en situaciones conflictivas familiares.

Vamos a pasar ahora al tema de las familias.

CONFIGURACIONES FAMILIARES

A continuación, un sintético recorrido sobre el modo de presentación de las

familias en distintos momentos históricos

Época

premoderna

En la época premoderna, como en el medioevo, los casamientos se concertaban entre los padres, sin tomar en cuenta la vida sexual y afectiva de los futuros esposos. La sexualidad circulaba por fuera de la familia tradicional que, a su vez, no

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estaba centrada en la crianza de los hijos.

A partir del

siglo XVII

Es a partir del siglo XVII cuando se reglamenta la alianza, el sistema de matrimonio y de parentesco, de transmisión de nombres y bienes. En la época premoderna la familia tenía que ver sólo con la alianza; la reglamentación del dispositivo de la sexualidad era ejercida por la Iglesia y el Estado.

A partir del siglo XVIII

A partir del siglo XVIII surge la familia moderna -que se impone hasta mediados del siglo XX-. Aquí ya hay elección por parte de los que se van a casar, tiene lugar el amor romántico, se centra en la crianza de los hijos y en su educación, tarea en la que los progenitores son ejes cruciales. La familia moderna pasó a ser, así, un lugar en donde se dieron en simultaneidad, los dispositivos de alianza y de sexualidad; las reglamentaciones del parentesco y los placeres.

A partir de la

década del 60

La familia Postmoderna surge a partir de la década del 60. Comienza a cuestionarse el

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enunciado “hasta que la muerte nos separe”. Se producen cambios importantes en cuanto a la más tradicional “división de tareas” (madre en el hogar criando, padre que trabaja proveedor en lo económico). Aumentan los divorcios, las separaciones y la recomposición conyugal. Los mass-media toman envión en cuanto a la presencia cotidiana y progresiva en los ámbitos familiares. El dispositivo de la alianza matrimonial está siendo cuestionado. Las parejas se construyen con otras modalidades, con otros contratos. En segundo lugar, los niños y sus progenitores, pero fundamentalmente los niños, están en contacto desde muy temprana edad con otras fuentes de placer, de información, de modelos, que no surgen exclusivamente del ámbito familiar.

Es necesario diferenciar entre lo que usualmente se denominan

relaciones de parentesco y sistemas de parentesco:

En las relaciones de parentesco observamos:

Registro desde lo

biológico

Sigue el camino de buscar una certeza, “Sangre de

tu sangre”. Parecería que esto permite dar por

Relaciones de e te o

Sistemas de e te o

Las relaciones de parentesco son lo que efectivamente hacen entre sí los parientes. No es una matriz de funciones y lugares, es aquello que los relaciona en la

El sistema de parentesco es lo que clasifica, nomina la práctica de parentesco

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sentado que hijo- madre-padre quedan instituidos

desde una relación biológica. Circulan las nociones

de instinto maternal, la seguridad relacionada con el

origen materno y lo supuestamente incierto del

padre. Bebe e hijo quedan homologados como si no

hubiera ninguna operación más que realizar.

Registro desde el

parentesco como

estructura

Están dispuestos lugares establecidos. Matriz de

parentesco, lugares, denominaciones, funciones.

Además, esta lo transgeneracional que marca los

modelos que se esperan se reproduzcan generación

tras generación. El mecanismo fundamental es el de

identificación.

Registro del

vínculo familiar

Existe un tercer registro del vínculo familiar que

requiere ser pensado como el que se construye, se

hace. Esto implica pensar que el bebe que nace, no

es necesariamente todavía hijo, que la pareja no es

necesariamente una pareja de padres por haber

concebido o adoptado un bebe, ya que esta

situación debería ser creada en esa experiencia

única y novedosa que es el arribo conjunto a esos

lugares. Al no estar centrada la conceptualización de

familia en los lugares y funciones a ocupar, se

produce la idea de devenir madre, padre, hijo en la

medida de que se construya un vínculo que habitan

en conjunto

Es esta ultima perspectiva la que nos brinda la posibilidad de una lectura de las

configuraciones familiares contemporaneas, en su particularidades. Me refiero a la

homoparentalidad, las monoparentalidades, las desmantelacion de la certeza del

saber quien es la madre, pero no el padre; las diferentes modalidades de acceder

a la parentalidad –filiación, por distintos metodos de tecnicas de fertilizacion

asistida o bancos de esperma, ovulos congelados, alquiler de vientres.

Es decir es la perspectiva de pensar acerca del hacer vincular es lo que nos va a

permitir pensar y no calificar la aptitud para ejercer la parentalidad.

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CONCLUSIONES

Configuración es un término que significa disposición de las partes que

componen una cosa y le dan su peculiar forma y propiedades particulares.

En este sentido es una buena denominación para pensar lo familiar.

Si bien la familia constituyó el dispositivo de subjetivación privilegiado en el

modernismo, es necesario incluir que en este momento su peso está

distribuido entre varios dispositivos y no es hegemónico.

Un dispositivo es muy diferente a un encuadre. Incluye un conjunto

heterogéneo de elementos: discursos, leyes, los enunciados científicos

concensuados, los modos habitacionales (Ej. el loft), la filosofía de época.

Agamben dice que “El dispositivo mismo es la red que se establece entre

estos elementos. El dispositivo está siempre inscripto en un juego de

poder".

Al estar inmersos en las transformaciones socio-culturales que se están

produciendo, autores como Roudinesco se preguntan “¿y mañana qué?”

En realidad mas que preguntarnos por el mañana, ya que lo que está por-

venir, es impredecible, habria que pensar en el hoy, y en las profundas

transformaciones que se estan produciendo.

En esta clase presenté algunos de los temas que inquietan a los que estamos en el campo de la salud y cuyo? trabajo, día a día, nos enfrenta con cuestiones que requieren múltiples abordajes. La expectativa es poder intercambiar con Ustedes acerca de estas ideas.

BIBLIOGRAFÍA

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