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Índice Enunciado de la prueba 82 Resolución de la prueba 84 Criterios de corrección 102 CASTILLA-LA MANCHA

Índice CASTILLA-LA MANCHA · en la generación del 27, un grupo de poetas españoles caracterizado por su defensa de la poesía pura, por el sincretismo entre tradición y vanguardias

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Enunciado de la prueba Junio de 2008

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Propuesta A

EL POETA PIDE A SU AMOR QUE LE ESCRIBA

Amor de mis entrañas, viva muerte,en vano espero tu palabra escritay pienso, con la flor que se marchita, que si vivo sin mí quiero perderte.

El aire es inmortal. La piedra inerteni conoce la sombra ni la evita. Corazón interior no necesitala miel helada que la luna vierte.

Pero yo te sufrí. Rasgué mis venas, tigre y paloma, sobre tu cinturaen duelo de mordiscos y azucenas.

Llena, pues, de palabras mi locurao déjame vivir en mi serenanoche del alma para siempre oscura.

(Federico García Lorca: Sonetos del amor oscuro)

Cuestiones

(3 puntos) 1 Comentario de texto:

Localización. Tema y estructura del texto. Lenguaje poético. Opinión personal.

(2 puntos) 2 Análisis sintáctico:

Espero tu palabra escrita y pienso que el corazón interior no necesita la miel helada que la luna vierte.

(2 puntos) 3 Elija una de las dos cuestiones:

a) Los textos humanísticos: características, rasgos lingüísticos y estructuras textuales.

b) Origen y desarrollo de la lengua española.

(3 puntos) 4 Elija una de las dos cuestiones:

a) La obra poética de Federico García Lorca.

b) La obra poética de Antonio Machado.

Esta prueba consta de cuatro preguntas. En la tercera y en la cuarta se debe elegir una de las opciones.

Indique con claridad su elección. Se puede alterar el orden de las preguntas.

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Propuesta B

¡Qué labor más católica, más conservadora podía haber, que dirigir una casa de prostitución!

Solamente teniendo al mismo tiempo una plaza de toros y una casa de préstamos podía concebirse algo más perfecto.

De aquellas mujeres, las libres iban al registro, otras se sometían al reconocimiento en sus casas.

Andrés tuvo que ir varias veces a hacer estas visitas domiciliarias.

En alguna de aquellas casas de prostitución distinguidas encontraba señoritos de la alta sociedad, y era un contraste interesante ver estas mujeres de cara cansada, llena de polvos de arroz, pintadas, dando muestras de una alegría ficticia, al lado de gomosos fuertes, de vida higiénica, rojos, mem-brudos por el sport.

Espectador de la iniquidad social, Andrés reflexionaba acerca de los mecanismos que van produ-ciendo esas lacras: el presidio, la miseria, la prostitución.

(Pío Baroja)

Cuestiones

(3 puntos) 1 Comentario de texto.

• Localización y resumen del texto.

• Breve caracterización de Andrés Hurtado en la novela de Pío Baroja.

• Exponga su opinión sobre la relación ‘prostitución-miseria’.

(2 puntos) 2 Análisis sintáctico.

Andrés reflexionaba acerca de los mecanismos que producen el presidio, la miseria y la prostitución.

(2 puntos) 3 Elija una de las dos opciones:

a) Los textos periodísticos: características y rasgos lingüísticos. Los géneros periodísticos.

b) La terminología. Procedimientos lingüísticos para la creación de neologismos.

(3 puntos) 4 Elija una de las dos opciones:

a) La obra narrativa de Pío Baroja: El árbol de la ciencia.

b) El realismo literario: marco histórico y cultural. Características. Autores y obras más significativas.

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Propuesta A

1 Comentario de texto:

Localización. Tema y estructura del texto. Lenguaje poético. Opinión personal.

Este poema pertenece al escritor granadino Federico García Lorca (1898-1936), que se inscribe en la generación del 27, un grupo de poetas españoles caracterizado por su defensa de la poesía pura, por el sincretismo entre tradición y vanguardias y por la fusión de la poesía culta y la poesía popular.

Entre los años 1935 y 1936, Federico García Lorca escribió una colección de once sonetos, actualmente conocida como Sonetos del amor oscuro, que durante algún tiempo quedó inédita debido a la temprana y trágica muerte del autor. Después de su incursión en el surrealismo (Poeta en Nueva York, 1929), el poeta se propone recuperar la tradición clásica con una serie de poemas que abordan el enfrentamiento entre sus deseos íntimos y una sociedad represora y plantean un sentimiento amoroso que se debate entre la pasión y la frustración. «El poeta pide a su amor que le escriba» pertenece a esta colección de sonetos, en la que se incluyen otros como «Soneto de la guirnalda de las rosas», «Soneto de la dulce queja» o «El amor duerme en el pecho del poeta».

El tema de este soneto es la angustia que siente el poeta ante la ausencia de respuesta a su pasión. Al poeta no le inquieta solo la falta de correspondencia escrita, sino la falta de correspondencia amorosa que aquella puede encubrir. Así, el «yo lírico» expone una queja a su amor porque su silencio le provoca sufrimiento, por lo que le solicita que acabe con esta incertidumbre.

El poema presenta una estructura externa que responde a las características métricas del soneto clásico, formado por versos endecasílabos con rima consonante que se agrupan en dos cuartetos (ABBA, ABBA) y dos tercetos encadenados (CDC, DCD).

La estructura interna está condicionada por la forma de epístola lírica que adopta el poema y por la organización expositivo-argumentativa de su contenido. El primer cuarteto es de carácter expositivo: comienza con el encabezamiento epistolar, al que sigue el motivo de la carta y la explicación de la angustia que le produce el posible desamor. En el segundo cuarteto y en el primer terceto, el poeta explica y argumenta su estado emocional: los seres inanimados no sienten ni padecen (segundo cuarteto), pero él es un ser humano que se entregó en cuerpo y alma a la pasión (primer terceto). En el segundo cuarteto, como conclusión y despedida, suplica a la persona amada que acabe con esta incertidumbre y que se decida entre corresponder a su pasión amorosa o abandonarlo definitivamente.

En el lenguaje poético se distinguen algunos procedimientos con los que se manifiesta la actitud e intencionalidad del poeta, aspectos morfosintácticos relevantes y, sobre todo, los recursos de carácter léxico-semántico de los que se vale el autor.

Para mostrar su actitud angustiada y su intención apelativa, el poeta se hace presente en un «yo lírico» (mis entrañas, espero, pienso, yo, déjame…) que se dirige a la persona amada, señalada en el texto con términos deícticos en segunda persona del singular (tu palabra, perderte, te sufrí, tu cintura). Esta tensión entre «yo» y «tú» se expresa con un tono de súplica que se refuerza con el ritmo entrecortado que producen las pausas internas (versos 1, 3, 5, 9, 10 y 12) y los encabalgamientos (versos 7-8, 10-11 y 13-14).

En el poema destacan varios procedimientos morfosintácticos que responden a sus características textuales: la epístola lírica comienza con un vocativo (Amor de mis entrañas) y termina con los imperativos del último terceto (llena, déjame), de modo que la carta aparece enmarcada por las apelaciones a su destinatario; la explicación del segundo cuarteto se plantea en forma de axioma, para lo que se emplean presentes con valor atemporal (es, conoce, evita, necesita); en contraste con este argumento universal, en el primer terceto se introduce el argumento de experiencia personal, que se evoca con formas verbales en pretérito perfecto simple (sufrí, rasgué). Además, las relaciones entre enunciados se expresan con conectores de oposición o contraste (pero, o) y de consecuencia (pues).

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El poeta elabora los recursos léxico-semánticos sobre un concepto neoplatónico del amor, ya que considera la pasión amorosa como un proceso de enajenación que afecta al espíritu y al cuerpo que lo encierra. Esta concepción favorece que la vida se asocie al amor y que la ausencia de este se relacione con la muerte.

En el primer cuarteto el poeta se dirige a la persona amada con expresiones que contienen reminiscencias de la poesía amorosa del Siglo de Oro español, que recoge a su vez la tradición petrarquista: una metonimia que sitúa el amor en lo más profundo de su cuerpo, donde habita su espíritu (Amor de mis entrañas); y un oxímoron (viva muerte) que aúna los conceptos antagónicos de vida y muerte (la falta de correspondencia amorosa). Emplea la imagen de la flor que se marchita, también de procedencia clásica, con la que indica que sin amor prefiere morir, igual que le ocurre a la flor que pierde su frescura. Y expresa este sentimiento inefable con una paradoja (si vivo sin mí quiero perderte), alusión a las expresiones místicas de San Juan de la Cruz y Santa Teresa de Jesús (Vivo sin vivir en mí…) que el poeta emplea para equiparar de nuevo la vida sin amor a la muerte.

En el segundo cuarteto, la falta de vida, que se relaciona con la incapacidad de sentir, se expresa con adjetivos como inmortal (lo que no nace ni muere carece de vida temporal) e inerte, con los que se califica a seres inanimados. El autor profundiza en este concepto con una imagen de carácter surrealista (la miel helada que la luna vierte), donde la miel, símbolo de fertilidad, se anula con el adjetivo sinestésico helada (que connota muerte) y se asocia a la luna, símbolo lorquiano que puede adquirir significados de amor, fertilidad o muerte. Es decir, el corazón interior (que no siente) no sufre los efectos del amor ni la amenaza de su ausencia, conceptos que se expresan con imágenes que aúnan significados de amor y muerte.

En el primer terceto, en contraste con esta ausencia de sentimientos, el poeta evoca su pasión con la imagen rasgué mis venas, que expresa la intensidad de su entrega amorosa. Y las connotaciones eróticas de la metonimia cintura se completan con las construcciones bimembres tigre y paloma y mordiscos y azucenas, compuestas de imágenes antitéticas que indican agresividad y virilidad (tigre, mordiscos), junto a otras que se asocian a la ternura de lo femenino (la paloma es el símbolo de Venus) y de la pureza (simbolizada en las azucenas).

El poema se cierra con una oposición en cuyo primer término se expresa el amor como locura (concepto neoplatónico), mientras que el segundo presenta una clara intertextualidad con la Noche oscura del alma, de San Juan de la Cruz. Al cambiar el orden de los elementos de la cita, Lorca subvierte su sentido original, ya que la serenidad de la noche oscura pierde aquí la significación ascético-mística de carácter positivo y adquiere connotaciones negativas relacionadas con su desesperanza.

Lo más destacado en la valoración de este soneto es la madurez personal y poética que demuestra el autor. En el poema, Lorca desarrolla su concepción del amor como un sentimiento poderoso que le hace debatirse entre la pasión y la muerte (eros y tánatos), que es una de las constantes temáticas en su obra. Para ello, el poeta se vale de su profundo conocimiento de la tradición literaria, que se manifiesta en el empleo de tópicos procedentes de la mitología, el amor cortés, el neoplatonismo o la literatura mística, sin que ello reste al poema autenticidad. Además, su lenguaje poético se nutre de recursos de distinto origen (soneto clásico en la métrica, intertextualidad de paradojas procedentes de la poesía ascético-mística, imágenes vanguardistas…), que Lorca consigue incorporar y transformar en un discurso poético personal de gran intensidad expresiva. Por tanto, este poema se puede considerar una de las cimas de la poesía lorquiana por su profundo lirismo y por ser un magnífico ejemplo del sincretismo estético que caracteriza la obra del autor.

2 Análisis sintáctico:

Espero tu palabra escrita y pienso que el corazón interior no necesita la miel helada que la luna vierte.

Es una oración compuesta por coordinación que consta de dos oraciones relacionadas mediante el nexo copulativo y. La primera es una oración simple: Espero tu palabra escrita. La segunda es una oración compleja de cuyo núcleo verbal principal (pienso) depende una oración subordinada

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sustantiva en función de complemento directo (que el corazón interior no necesita la miel helada que la luna vierte). A su vez, esta oración es una oración compleja, ya que contiene una oración subordinada adjetiva o de relativo especificativa (que la luna vierte), que complementa al núcleo del sintagma nominal del que forma parte. El análisis sintáctico completo es el siguiente:

1. Espero tu palabra escrita.Es la primera oración coordinada copulativa y es una oración simple. Presenta sujeto gramatical o elidido (primera persona del singular). Su predicado es un sintagma verbal formado por núcleo verbal (Espero) y complemento directo (tu palabra escrita), que es un sintagma nominal formado por determinante especificador (tu), núcleo (palabra) y un complemento del nombre con forma de sintagma adjetivo (escrita).

2. pienso que el corazón interior no necesita la miel helada que la luna vierte.Es la segunda oración coordinada copulativa y es una oración compleja.Presenta el mismo sujeto gramatical o elidido de la primera oración (primera persona del singular).Su predicado es un sintagma verbal de cuyo núcleo verbal (pienso) depende un complemento directo en forma de oración subordinada (que el corazón interior no necesita la miel helada que la luna vierte).

2.1. que el corazón interior no necesita la miel helada que la luna vierte.Es una oración subordinada sustantiva en función de complemento directo que está introducida por el nexo que. A su vez, es una oración compleja. Su modalidad negativa está marcada por la presencia de un modalizador oracional, que es un adverbio (no). El sujeto (el corazón interior) es un sintagma nominal formado por determinante especificador (el), núcleo (corazón) y un sintagma adjetivo con función de complemento del nombre (interior). El predicado (no necesita la miel helada que la luna vierte) es un sintagma verbal formado por el núcleo verbal (necesita) del que depende un complemento directo, que es un sintagma nominal formado por determinante especificador (la), núcleo (miel), complemento del nombre con forma de sintagma adjetivo (helada) y complemento del nombre con forma de oración subordinada (que la luna vierte).

2.1.1. que la luna vierte.Es una oración adjetiva o de relativo especificativa. Funciona como complemento del nombre del núcleo nominal del que depende (miel), que es el antecedente del nexo relativo que introduce la oración (que).El sujeto (la luna) es un sintagma nominal formado por determinante especificador (la) y núcleo (luna).El predicado (que vierte) es un sintagma verbal formado por el núcleo verbal (vierte) y el complemento directo, que es un sintagma nominal (que, con valor anafórico respecto a su antecedente).

3 Elija una de las dos cuestiones:

a) Los textos humanísticos: características, rasgos lingüísticos y estructuras textuales.

Se consideran disciplinas humanísticas aquellas que abordan el estudio de todo lo relacionado con la naturaleza psíquica y espiritual del ser humano, sus relaciones sociales y sus manifestaciones culturales y artísticas. Así, son disciplinas humanísticas la Psicología, la Filosofía, la Sociología, la Historia, la Filología o la Literatura, entre otras. Los textos humanísticos comparten muchos rasgos con los textos científicos, aunque se pueden establecer ciertas características de los primeros que responden a su ámbito temático, a los elementos que intervienen en el proceso de comunicación, al modo de discurso que presentan y al lenguaje empleado. Las ciencias sociales y humanas suelen emplear

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un método de estudio especulativo que se expone mediante el razonamiento, frente a la preferencia por la demostración empírica de las ciencias naturales. Frente a la objetividad y universalidad de la ciencia, en las disciplinas humanísticas suelen tener más cabida la interpretación personal y la subjetividad del emisor, que muestra con frecuencia una intención persuasiva respecto al receptor. De este modo, en los textos humanísticos se suelen combinar la función representativa, la función expresiva y la función apelativa, además de la función poética en algunos casos. Estos rasgos pragmáticos condicionan la preferencia por el modo de discurso expositivo-argumentativo y cierta tendencia a la abstracción en el lenguaje.

Se pueden distinguir dos grandes clases de textos humanísticos que presentan rasgos específicos: el estudio especializado y el ensayo. El estudio especializado está próximo al texto científico, ya que se dirige a un tipo específico de destinatarios y se caracteriza por el rigor y la exhaustividad en el tratamiento del tema, el desarrollo discursivo según las convenciones metodológicas y un lenguaje doctrinal preciso y objetivo. El ensayo es divulgativo, por lo que se dirige a un público amplio y no especializado, y se caracteriza por el predominio de la subjetividad del emisor, que emplea un lenguaje especulativo, y por la libertad en la elección de las estructuras discursivas y en el estilo expresivo, que con frecuencia se aproxima al lenguaje literario. En la actualidad, el ensayo se divulga con frecuencia a través de la prensa, en artículos de opinión que presentan combinación de rasgos propios del lenguaje humanístico, del lenguaje periodístico y del lenguaje literario, y que están escritos por colaboradores de prestigio.

Se pueden distinguir rasgos del lenguaje humanístico en los distintos planos o niveles de la lengua: plano léxico-semántico, plano morfológico y plano sintáctico.

En el plano léxico-semántico, este lenguaje se caracteriza por la tendencia a la abstracción, la aparición de términos específicos de la disciplina a la que pertenezca el tema tratado y el empleo de lenguaje connotativo. La abstracción se manifiesta en la presencia de sustantivos abstractos formados por sufijación (impresionismo, literatura, inteligencia…), en la sustantivación de adjetivos por la anteposición del artículo (lo necesario, lo increíble…) y en el empleo de formas verbales en infinitivo. Los tecnicismos no son muy abundantes, sobre todo en los ensayos, aunque es frecuente la incorporación de neologismos semánticos, es decir, palabras pertenecientes al léxico común a las que se dota de un significado específico en esa materia. Para manifestar la subjetividad y la voluntad estética, el autor otorga a su lenguaje sentidos y matices valorativos (prefijación y sufijación apreciativa, selección de léxico con connotaciones negativas o positivas, adjetivación valorativa, expresiones que contienen ironía, sarcasmo…) y utiliza recursos literarios como la hipérbole, el símil, la metáfora, la metonimia, el símbolo…

En el plano morfológico, destaca la abundancia de sustantivos para designar conceptos, que a menudo van acompañados de adjetivos especificativos (sobre todo calificativos, aunque también son frecuentes los adjetivos de relación o pertenencia y los gentilicios) y de otros tipos de complementos del nombre que delimitan el significado del núcleo nominal. Abundan los verbos copulativos, que solo unen los conceptos desarrollados por el sujeto y el atributo, y hay cierta preferencia por los verbos de pensamiento (creo, pienso…) y los modalizadores (de duda, obligación, posibilidad…). Se prefieren las formas del presente, que con frecuencia presentan un valor atemporal o gnómico.

En cuanto al plano sintáctico, abundan las oraciones complejas y los periodos sintácticos largos, que permiten desarrollar los argumentos. Se emplean construcciones explicativas como las oraciones adjetivas explicativas, los incisos o las coordinadas explicativas; y abundan las oraciones coordinadas y subordinadas «de implicación lógica», que son adecuadas para el razonamiento: coordinadas adversativas y consecutivas y subordinadas causales, finales, condicionales… Entre los marcadores textuales también destacan los conectores de este tipo, que indican relaciones lógicas entre enunciados, los organizadores que marcan distintas partes de la estructura textual (de inicio, de enumeración, de conclusión) y los operadores (de perspectiva, de aproximación al tema…).

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Las estructuras textuales de los textos humanísticos responden al modo de discurso expositivo-argumentativo, cuya estructura básica consta de introducción, exposición de la tesis (la opinión del autor), cuerpo argumentativo y conclusión. Pero el autor tiene gran libertad para ordenar la progresión de la información, por lo que se suelen distinguir otras formas de organización, entre las que destacan la estructura inductiva (de lo particular a lo general), la estructura deductiva (de lo general a lo particular) y la estructura encuadrada, que es la combinación de las dos anteriores.

Los procedimientos expositivos y argumentativos que se emplean en los textos humanísticos son muy variados. Así, destacan procedimientos expositivos como la definición, las secuencias expositivo-descriptivas y expositivo-narrativas, las enumeraciones, los ejemplos… Dentro de la argumentación, se pueden emplear distintos tipos de argumentos, según cuál sea su función (sustentar la opinión propia o refutar otra opinión), su contenido (argumento de la mayoría, argumento de utilidad, argumento ético, etc.) y su finalidad (argumentación racional y argumentación afectiva o emotiva). En la argumentación racional, se distinguen los procedimientos lógicos (el razonamiento, la ejemplificación, la cita o argumento de autoridad…) y los procedimientos analógicos (la comparación, la metáfora). Relacionados con la argumentación afectiva existen distintos procedimientos con los que el emisor se implica en su discurso (primera persona del singular, juicios de valor, lenguaje connotativo y valorativo…) y apela al receptor (primera persona del plural, interrogaciones retóricas, modalidad exhortativa…).

b) Origen y desarrollo de la lengua española.

Hasta el siglo ii a. C. en la Península Ibérica coexistieron diversas lenguas habladas por los pueblos que la habitaban (celtas, íberos, vascos, cartagineses, fenicios y tartesios). A partir del año 218 a. C., la invasión de la Península por parte del Imperio romano dio origen a un proceso de romanización que trajo consigo la difusión del latín, sobre todo del latín vulgar que empleaban los colonos, militares y comerciantes. La lengua del Imperio se fue imponiendo paulatinamente, de modo que las lenguas prerromanas fueron desapareciendo (excepto el vasco) y su fusión con el latín originó distintas variedades diatópicas.

La invasión del Imperio romano por los bárbaros (siglo v) afecta también a la Península Ibérica, donde llegan algunos pueblos (vándalos, suevos y alanos) que serán vencidos y expulsados por los visigodos, que impusieron su monarquía en el siglo vii. Aunque este pueblo adopta el latín, la desmembración del Imperio, la falta de comunicaciones y el distinto influjo de las lenguas de sustrato favorecen una diversificación lingüística cada vez más acusada. Algunas huellas de estas invasiones germanas son palabras como guerra, tregua, falda, orgullo, rico o fresco.

En el año 711, se inicia desde Gibraltar la conquista llevada a cabo por árabes, berberiscos y sirios, que en menos de siete años ocuparon el territorio peninsular, excepto un pequeño reducto en el Norte. Desde esta zona comenzará a desplegarse la Reconquista, un periodo complejo durante el que se van formando los distintos reinos cristianos, que coexisten con diversas formas de organización y administración política que se suceden en Al-Ándalus. En esta época, son muchas las voces que se incorporan procedentes del árabe: alcalde, jarra, tabique, sandía, ajedrez, tambor, azul…

Entre los siglos ix y xi, se perfilan las lenguas romances de la Península, que son el gallego, el astur-leonés, el castellano, el navarro-aragonés y el catalán. A ellas hay que añadir las hablas mozárabes, que conviven con el árabe en la zona ocupada. Todas ellas poseen rasgos comunes derivados del latín, pero las características que las diferencian se irán acentuando con el tiempo. De esta época datan los primeros testimonios escritos en lengua romance, que son las Glosas Silenses y Emilianenses (finales del siglo x y principios del xi), breves notas aclaratorias que contienen unos manuscritos de los monasterios de Silos (Burgos) y de San Millán de la Cogolla (La Rioja). Las jarchas, que son las primeras muestras de literatura en lengua romance que se conservan (siglos xi y xii), son breves poemas en mozárabe que se añadían a las moaxajas, composiciones escritas en árabe o en hebreo.

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El proceso de expansión territorial de los reinos cristianos, que culmina en el siglo xv con la unificación de Castilla y Aragón (1469) y la conquista de Granada (1492), lleva aparejada la expansión peninsular del castellano, que se extiende desde una zona situada entre Cantabria, La Rioja y Burgos hacia el sur. Así, entre los siglos xii y xv, el castellano se va imponiendo a las otras lenguas por su relevancia política, militar y administrativa, evoluciona hacia soluciones fonéticas innovadoras, se convierte en lengua de cultura gracias a la Escuela de Traductores de Toledo (siglo xiii) y es vehículo de expresión en relevantes manifestaciones literarias. Los rasgos más destacados de este castellano medieval son los siguientes: vacilación vocálica, existencia de fonemas sibilantes y velares hoy desaparecidos y permanencia o aspiración de la f- inicial latina; escasa presencia del artículo y empleo de construcciones verbales que han desaparecido en la actualidad; léxico con numerosos latinismos y palabras que hoy son arcaísmos (tiesta 'cabeza', exir 'salir', matino 'mañana', etc.).

A partir de 1492, se inicia la expansión mundial del castellano fuera de la Península Ibérica debido a la conquista de América y su posterior colonización, a la expulsión de los judíos, que conformaron una diáspora de hablantes sefardíes, y al empleo de nuestra lengua con fines diplomáticos y culturales en Europa. Se escriben numerosas gramáticas y diccionarios –Gramática de la lengua castellana (1492), de Elio Antonio de Nebrija; La Minerva o Arte de la lengua castellana (1587), del Brocense; Tesoro de la lengua castellana o española (1611), de Sebastián de Covarrubias…–, que contribuyeron a fijar el idioma. Durante los siglos xvi y xvii, Siglo de Oro de la literatura en castellano, destacan los siguientes rasgos en nuestra lengua: desaparición definitiva del sonido heredado de la f- inicial latina y simplificación del sistema fonético de velares y sibilantes; reorganización de la conjugación verbal; incremento del léxico con palabras procedentes de las lenguas clásicas (helenismos como drama, cráneo, anarquía; latinismos como ambición, concepto, aplauso) y de lenguas vernáculas (italianismos como novela, caricatura, carnaval; galicismos como batallón, banquete, servilleta; lusismos como chubasco, caramelo, traje) y con palabras amerindias de las lenguas precolombinas (cacique, cacao, tomate…).

En los siglos xviii y xix se conforma el castellano moderno, que presenta casi los mismos rasgos que el castellano actual gracias a las normas que fija la Real Academia Española (1713) en múltiples trabajos. A partir de este momento, se simplifica la ortografía y tanto la lengua como la literatura se convierten en objeto de importantes análisis y estudios.

En la actualidad, existen más de cuatrocientos millones de hispanohablantes. El castellano es la lengua oficial en España, donde coexiste como lengua cooficial en Galicia, País Vasco, Cataluña y la Comunidad Valenciana. Además, se habla en Hispanoamérica, donde presenta importantes rasgos característicos, y es la segunda lengua en número de hablantes en Estados Unidos, donde ha nacido el spanglish por su fusión con el inglés. También se habla en Guinea Ecuatorial, en el Sáhara Occidental, en Andorra, en Filipinas y entre pequeños grupos de judíos sefardíes de Asia, los Balcanes y el norte de África.

4 Elija una de las dos cuestiones:

a) La obra poética de Federico García Lorca.

El escritor granadino Federico García Lorca es uno de los autores más representativos del grupo poético del 27 y, probablemente, el poeta español más conocido en el mundo. Nació en Fuente Vaqueros (1898) y, después de estudiar en Granada, se trasladó a Madrid, donde vivió en la Residencia de Estudiantes, lugar en el que conocería a grandes escritores y artistas de la época. Pronto destacó por su carácter abierto, por sus dotes artísticas y por el temprano éxito de sus obras entre el público y la crítica. En 1929 realizó un viaje a Estados Unidos, que dejaría profunda huella en su trayectoria vital y literaria, y a su regreso funda La Barraca, compañía teatral que se dedicaba a mostrar el teatro clásico español por los pueblos. Su brillante trayectoria poética y teatral se vio truncada con su asesinato en Víznar, a comienzos de la Guerra Civil (1936).

La obra de Federico García Lorca refleja sus obsesiones personales y el sincretismo estético que caracteriza a la generación del 27. La principal obsesión de Lorca es el conflicto

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entre la libertad individual y la realidad material, moral o social, que anula los deseos del individuo; como consecuencia de esta imposibilidad de realización personal surge en el autor el sentimiento de frustración y la constatación de que ese es el destino trágico del ser humano. En cuanto a su estética, Lorca participa de las inquietudes de su generación: la búsqueda de la poesía pura, los influjos de la tradición literaria y de las corrientes de vanguardia y, muy especialmente, la fusión de la literatura culta con la literatura de raíces populares. En consecuencia, la base fundamental de su poética y lo que aporta unidad a su obra es el deseo de expresar las preocupaciones más íntimas y auténticas con el mayor rigor estético.

En su trayectoria poética se suelen distinguir dos grandes etapas marcadas por su estancia en Estados Unidos y Cuba (1929-1930).

Después de los primeros tanteos poéticos que se perciben en su obra juvenil Libro de poemas, con influjos posrománticos y modernistas, la primera etapa (1920-1928) está representada por cuatro libros: Suites, Libro del cante jondo, Canciones y el Romancero gitano. En ellos, ya están presentes las obsesiones personales del autor, que se inclina hacia una estética neopopular que combina con rasgos de la poesía pura e innovaciones vanguardistas. Las Suites son series de composiciones agrupadas en torno a un tema lírico del que el poeta va elaborando variaciones, según el modelo musical que emula; así, la serie «Remansos» incluye poemas de distinto tono («Remanso» y «Remansillo»). Canciones es un poemario heterogéneo en el que aparecen poemas de tono lúdico («El lagarto está llorando») al lado de otros que expresan el destino trágico («Canción del jinete»). El Libro del cante jondo es una obra con unidad de contenido y forma en el que el autor identifica su dolor con el sentido trágico que se expresa en el folclore andaluz («Baladilla de los tres ríos», «Lamentación de la muerte»).

La gran obra de esta etapa es el Romancero gitano (1928), con la que el poeta obtuvo un éxito abrumador. Lorca crea un mundo atemporal y simbólico, que entronca con las raíces ancestrales de su tierra, en el que proyecta su obsesión por el destino trágico. Este universo está representado por los gitanos, que encarnan la esencia noble y trágica de los seres humanos en general y de los andaluces en particular. Los ejes vertebradores del poemario son, además del tema del destino trágico, el empleo del romance épico-lírico y la simbología lorquiana en torno a elementos de la naturaleza (la luna, el agua, el caballo…) y a objetos (metales, cuchillos…) que expresan el conflicto entre el impulso vital y la muerte. Algunos de los romances más célebres del libro son «Romance de la pena negra», «Romance sonámbulo» o «Romance del emplazado».

La segunda etapa de su trayectoria (1929-1936) se inicia con Poeta en Nueva York (1929-1930), obra con la que Lorca imprime un giro conceptual y estético a su poesía. La estancia en Estados Unidos le hace reflexionar sobre la soledad y la incomunicación en una sociedad que se muestra hostil hacia los más desfavorecidos. El poeta proyecta su propia frustración personal en el paisaje urbano y humano de la ciudad, adopta un estilo surrealista con imágenes irracionales de fuerza sobrecogedora y sustituye la métrica tradicional por el verso libre. Algunos de los poemas más representativos de este libro son «El rey de Harlem», «La aurora» o «Niña ahogada en el pozo».

A partir de su regreso a España, Lorca se dedica con más intensidad al teatro, aunque entre 1931 y 1936 escribe dos poemarios, publicados tras su muerte, en los que muestra gran madurez personal y estética: el Diván del Tamarit y Sonetos del amor oscuro.

El Diván del Tamarit se inspira en formas de la poesía arábigo-andaluza: gacelas y casidas. En el poemario predomina el tema amoroso, que el poeta percibe como una unión indisociable de pasión y muerte. Entre las composiciones que integran el libro destacan algunas como «Gacela del amor desesperado» o «Casida de la mujer tendida».

Durante los años 1935 y 1936, Lorca compone una serie de once sonetos que más tarde recibiría el nombre de Sonetos del amor oscuro. Son poemas que abordan el conflicto entre el deseo íntimo y la represión social, entre la pasión y la frustración amorosa. El autor se apropia de la tradición clásica, de la que toma aspectos conceptuales en torno al amor, imágenes

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y la forma métrica del soneto para expresar sus sentimientos más íntimos. El resultado es un lenguaje poético de gran perfección estética y profundo lirismo. Algunos de los sonetos de esta serie son «El poeta pide a su amor que le escriba», «Ay voz secreta del amor oscuro…» o «Alma ausente».

A estos dos poemarios de los últimos años hay que añadir la elegía «Llanto por Ignacio Sánchez Mejías», que Lorca compuso en 1935 con motivo de la muerte de un amigo torero en la plaza. En las cuatro partes de las que se compone el poema, el autor va expresando su propia evolución emocional tras enterarse del suceso y consigue transmitir las distintas fases de su dolor con imágenes de gran calidad y fuerza poética, así como con la combinación de diferentes ritmos.

b) La obra poética de Antonio Machado.

Antonio Machado es el principal representante español del Modernismo y también es el poeta que mejor refleja las preocupaciones y la estética de la generación del 98.

Nació en Sevilla (1875) y estudió en la Institución Libre de Enseñanza, en Madrid. En 1907 se traslada a Soria, donde ejerce como catedrático de francés y conoce a Leonor Izquierdo, joven con quien contraerá matrimonio. Tras la muerte de su esposa en 1912, recorre los destinos de Baeza (Jaén) y Segovia antes de instalarse en Madrid, de donde huye cuando estalla la Guerra Civil. Después de intentar refugiarse en Valencia y Barcelona, se exilia en Colliure (Francia), donde muere en 1939.

Para Machado, la poesía es una forma de captar y expresar la esencia de las cosas a la vez que su fluir temporal, por lo que la define como «palabra esencial en el tiempo». En su forma de entender el tiempo se percibe el influjo del filósofo Henri Bergson, que lo concibe como «durée», es decir, como el continuado fluir temporal en el que se inscribe nuestro propio tiempo vital. Así, Machado precisa que la poesía es «el diálogo del hombre, de un hombre con su tiempo». Esta preocupación es una constante en la evolución poética del autor, en la que se pueden distinguir tres etapas.

La primera etapa (1900-1907) es de carácter modernista y está representada por su obra Soledades. Galerías. Otros poemas (1907), que es una selección y ampliación de Soledades (1903). En SGOP, el autor rebaja la exuberancia formal de su primera obra y ofrece una poesía intimista con reminiscencias románticas y simbolistas. Predominan los tonos melancólicos y angustiados en torno a temas de carácter metafísico como el transcurso del tiempo, la muerte y la existencia de Dios. En el lenguaje poético de esta etapa sobresalen rasgos modernistas como la variedad métrica (romancillo, alejandrino, estrofas de pie quebrado de dodecasílabos y hexasílabos, silva-romance…), la riqueza del léxico y la presencia de valores sensoriales, la abundancia de adjetivos, las sinestesias… Destacan especialmente dos recursos a los que Machado imprime su sello personal: el desdoblamiento, con el que el autor dialoga con elementos que personifica o consigo mismo; y el simbolismo, en el que se distinguen símbolos procedentes de la tradición clásica (el camino, los ríos, el sueño…) y del simbolismo francés (el agua estancada, las fuentes, los parques, el crepúsculo, el otoño…) junto a otros típicamente machadianos (las galerías del alma, las abejas, la noria…).

Algunos poemas pertenecientes a esta etapa que reflejan los rasgos temáticos y estilísticos mencionados son «Las ascuas de un crepúsculo morado…», «Yo voy soñando caminos…», «Hacia un ocaso radiante…», «Es una tarde cenicienta y mustia…», etc.

La segunda etapa (1907-1917) está representada por Campos de Castilla (1912 y, con poemas añadidos, 1917), obra en la que Machado incorpora el espíritu de la «generación del 98» a su poesía, ya que denuncia la pobreza, la incultura y el atraso de España y aboga por una necesaria regeneración basada en las esencias nacionales. Sin embargo, en los poemas añadidos se puede observar cierta evolución en sus planteamientos, que muestran una actitud más positiva y una mirada abierta al futuro. En esta segunda etapa, el autor proyecta su intimidad en la realidad exterior: sus preocupaciones existenciales y sus experiencias vitales de esta época –encuentro y pérdida de Leonor– se funden con la mirada lírica con la que contempla y evoca el paisaje soriano y con la reflexión en torno a la situación del país. Así, los temas principales son el paisaje y el paisanaje castellanos, la preocupación patriótica,

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la enfermedad y muerte de Leonor y el espíritu religioso del poeta. El lenguaje poético se depura, de modo que se aleja de los excesos modernistas, se acerca a los principios antirretóricos de sencillez y austeridad noventayochistas y se atenúan el simbolismo y las pinceladas románticas. Los rasgos principales del estilo en esta segunda etapa son la combinación de descripción, narración y reflexión; la selección del léxico por su autenticidad y por sus valores connotativos; y el empleo de metáforas individualizadoras y de adjetivación esencial. También en la métrica se observa la tendencia a la depuración, ya que junto a la pervivencia de metros de corte modernista y la elaboración libre de la silva, se observa el gusto por metros populares como el romance, la soleá, la seguidilla…

Algunos de los poemas más representativos de la obra son la serie «Campos de Soria», el romance «La tierra de Alvargonzález», «Orillas del Duero», «A un olmo seco», «A José María Palacio» o «El mañana efímero».

La tercera etapa (1917-1936) se caracteriza por la tendencia a la reflexión filosófica en torno a los temas constantes en su poesía –el tiempo, la inquietud religiosa, la injusticia social…–, que expresa en verso o en prosa ensayística. En Nuevas canciones (1924) destacan los breves poemas conceptuales y sentenciosos de la sección «Proverbios y cantares». A partir de este momento, Machado escribe algunas composiciones que irá incorporando a las sucesivas ediciones de sus Poesías completas (1928, 1933, 1936), como «Canciones a Guiomar», en las que alude a un nuevo amor, y «Poesías de guerra», que reflejan el estallido de la Guerra Civil.

En estos últimos años, Machado crea los apócrifos Juan de Mairena y Abel Martín, personajes ficticios que figuran como autores de sus poemas y de ciertos comentarios en prosa. Uno de ellos dará título a una magnífica obra ensayística: Juan de Mairena. Sentencias, donaires, apuntes y recuerdos de un profesor apócrifo (1936), una colección de artículos publicados en la prensa y recogidos posteriormente en un volumen. En ellos Machado aborda temas filosóficos, éticos, políticos o estéticos que expresa por medio del diálogo y del discurso expositivo-argumentativo con un tono en el que alternan la seriedad y la más fina ironía.

Propuesta B

1 Comentario de texto

•  Localización y resumen del texto.

Este fragmento pertenece a El árbol de la ciencia, novela escrita por Pío Baroja.Pío Baroja (1872-1956) está considerado como uno de los autores más representativos de la generación del 98, ya que pronto manifestó su toma de conciencia ante la situación de crisis que se vivía en España y propugnó la necesidad de regenerar el país. Además, Baroja refleja en sus obras la actitud, el pensamiento y la estética que caracterizan a este grupo de escritores, pues en sus novelas critica la situación de España, manifiesta sus inquietudes existenciales y contribuye de manera decisiva a la renovación del género. Gran parte de las novelas del autor se agrupan en trilogías como Tierra vasca (La casa de Aizgorri, El mayorazgo de Labraz, Zalacaín el aventurero), La vida fantástica (Aventuras, inventos y mixtificaciones de Silvestre Paradox, Camino de perfección, Paradox, rey) o La lucha por la vida (La busca, Mala hierba, Aurora roja). El árbol de la ciencia (1911) pertenece a la trilogía La raza, que se completa con La dama errante y La ciudad de la niebla. En esta novela se relata el aprendizaje y la evolución que conforman la trayectoria vital de Andrés Hurtado desde sus comienzos como estudiante de Medicina hasta su prematura muerte. Para situar el fragmento en la obra, es necesario explicar la estructura y el argumento de esta. La narración se organiza en cincuenta y tres capítulos divididos en siete partes, que responden a dos etapas en la vida del protagonista. La etapa de su formación intelectual y espiritual, que se relata en «La vida de un estudiante en Madrid», «Las carnarias»

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y «Tristezas y dolores», se centra en su actividad académica, la familia, los amigos, las lecturas o el primer encuentro con Lulú, y termina con la enfermedad y muerte de su hermano Luisito. Tras un paréntesis filosófico –«Inquisiciones»–, se desarrolla la segunda parte de la vida de Andrés, dominada por la búsqueda de una solución que dé sentido a su existencia, que finalmente no encuentra; a esta segunda etapa pertenecen las partes tituladas «La experiencia en el pueblo», «La experiencia en Madrid» y «La experiencia del hijo». El fragmento propuesto se sitúa en esta segunda etapa de la vida del protagonista, concretamente en el capítulo titulado «Médico de higiene», que pertenece a la parte «La experiencia en Madrid». Tras la muerte de su hermano, Andrés regresa a Madrid, donde se reencuentra con una sociedad decadente e hipócrita, que vive con indiferencia «el desastre del 98», así como con antiguos conocidos y amigos (Julio Aracil, Fermín Ibarra, Lulú…). Empieza a trabajar como médico de higiene dedicado al control sanitario de las prostitutas, aunque el contacto con este submundo le perturba, por lo que pronto abandona el empleo. Decide casarse con Lulú, con quien vive un periodo de serenidad que primero se verá truncado por la inquietante espera del nacimiento de su hijo y, definitivamente, por la muerte del niño y de su esposa, una desgracia que impulsa al protagonista hacia el suicidio.El texto es una sátira mordaz de los prostíbulos que visitaba Andrés. A través de la voz del narrador, se da a conocer su percepción de estos lugares como manifestaciones del conservadurismo y del catolicismo hipócrita propios de un país atrasado y dominado por la injusticia social. En consecuencia, se denuncia que la pobreza, la delincuencia o la prostitución son productos de una sociedad amoral y corrupta.

•  Breve caracterización de Andrés Hurtado en la novela de Pío Baroja.

Andrés Hurtado es el álter ego de Pío Baroja, es decir, encarna la propia evolución vital e ideológica del autor, que se vale de diversas experiencias autobiográficas (su época como estudiante de Medicina en Madrid, el contacto con diversos ambientes, sus lecturas…) para configurar al protagonista de la novela.Las principales características de este personaje son su pesimismo, su sentido crítico y su inadaptación social, rasgos que van evolucionando a lo largo de la novela. Su desarrollo se ve condicionado por varios factores –decepciones, experiencias traumáticas y la percepción de la desoladora realidad española– que le hacen cuestionarse el sentido de la existencia humana y de su propia existencia. En la búsqueda de estas respuestas, Andrés se mueve entre la acción y la ataraxia, entre el impulso vitalista y el refugio en la ciencia y en la filosofía. Se muestra crítico ante la realidad que le rodea, de la que denuncia el atraso, la hipocresía y la injusticia, aunque pocas veces manifiesta su rebeldía con actos. Prefiere buscar explicaciones acerca de la existencia y el mundo en numerosas lecturas, entre las que destacan las obras de Kant, Schopenhauer y Nietzsche, que le influirán de manera decisiva y marcarán su evolución. En consecuencia, su actitud ante la vida presenta una trayectoria que va desde el desengaño a la angustia existencial y termina en el escepticismo que le aboca al suicidio. Para perfilar a Andrés Hurtado, Pío Baroja se vale de diversos procedimientos de caracterización con los que se dan a conocer los rasgos relevantes del personaje. Así, no se aportan datos de su aspecto físico, pero conocemos ampliamente su personalidad: su visión de los ambientes que conoce, sus inquietudes intelectuales, sus principios morales, sus sentimientos y su actitud ante la vida. El narrador omnisciente es quien ofrece la mayor parte de la información acerca de los pensamientos y sentimientos de Andrés. Además, el personaje se va autodefiniendo con sus actos (los cuidados que prodiga a Luisito, el abandono del ejercicio de la Medicina…) y sus intervenciones en los diálogos (sobre todo, con Iturrioz). También lo definen otros personajes (como Iturrioz, al final de la novela). Y destaca especialmente la caracterización del protagonista por la relación y el contraste con otros personajes (con Aracil, con Dorotea, con Lulú…).

•  Exponga su opinión sobre la relación ‘prostitución-miseria’.

En el texto propuesto, Pío Baroja denuncia la corrupción de una sociedad que favorece la injusticia y que contempla con hipocresía sus consecuencias: el presidio, la miseria y la prostitución. De este modo, el autor responsabiliza al sistema social de la existencia de la pobreza y la marginalidad, que percibe íntimamente ligadas.

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Esta relación entre prostitución y miseria es atemporal y universal, pero adquiere especial relevancia en la sociedad actual, que proclama la igualdad de derechos y oportunidades, pero consiente la desigualdad y la existencia de un fenómeno que atenta contra la dignidad de las personas. Además, la prostitución no está relacionada solo con la miseria material de quien la ejerce por necesidad, sino también con la miseria moral de quien la consume y de quienes la han convertido en un negocio.En la actualidad, la miseria material empuja a distintos tipos de personas a ejercer la prostitución. No solo se trata de un medio de subsistencia para personas que lo eligen más o menos libremente, sino que origina fenómenos internacionales monstruosos como son el mercado de personas o el turismo orientado a la prostitución infantil. Estos fenómenos constatan la vinculación de la prostitución con las diferencias económicas entre los países desarrollados y los que están en vías de desarrollo. Por otro lado, la existencia de la prostitución se ve alentada por la demanda de los clientes, cuya actitud denota su miseria moral, ya que consideran a las personas que se prostituyen como meros objetos de consumo de los que obtener una satisfacción. También muestran una actitud ruin las mafias sin escrúpulos que trafican con seres humanos, puesto que solo pretenden obtener beneficios económicos sin tener en cuenta la libertad de elección ni la dignidad de las personas con las que comercian.

2 Análisis sintáctico:

Andrés reflexionaba acerca de los mecanismos que producen el presidio, la miseria y la prostitución.

Es una oración compleja, ya que de su núcleo verbal principal (reflexionaba) depende un complemento de régimen (acerca de los mecanismos que producen el presidio, la miseria y la prostitución) que contiene un complemento del nombre en forma de oración subordinada adjetiva o de relativo especificativa (que producen el presidio, la miseria y la prostitución). El análisis sintáctico completo es el siguiente:

1. Andrés reflexionaba acerca de los mecanismos que producen el presidio, la miseria y la prostitución.

Es una oración compleja cuyo núcleo verbal principal es reflexionaba.

El sujeto es un sintagma nominal (Andrés).

El predicado (reflexionaba… prostitución) es un sintagma verbal formado por el núcleo verbal (reflexionaba) y un complemento de régimen, que es un sintagma preposicional integrado por una locución prepositiva (acerca de) y un término (los mecanismos que producen el presidio, la miseria y la prostitución). Este término es un sintagma nominal formado por determinante especificador (los), núcleo (mecanismos) y complemento del nombre en forma de oración subordinada (que producen el presidio, la miseria y la prostitución).

1.1. que producen el presidio, la miseria y la prostitución.

Es una oración subordinada adjetiva o de relativo especificativa. Funciona como complemento del nombre del núcleo nominal del que depende (mecanismos), que es el antecedente del nexo relativo que introduce la oración (que).

El sujeto es un sintagma nominal (que, con valor anafórico).

El predicado (producen el presidio, la miseria y la prostitución) es un sintagma verbal formado por el núcleo verbal (producen) y un grupo sintagmático con función de complemento directo, que se compone de tres sintagmas nominales coordinados por un nexo copulativo (y); cada uno de ellos está constituido por determinante especificador y núcleo (el presidio; la miseria; la prostitución).

3 Elija una de las dos opciones:

a) Los textos periodísticos: características y rasgos lingüísticos. Los géneros periodísticos.

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Los textos periodísticos son aquellos que se transmiten en los medios de comunicación social (prensa escrita, radio, televisión e Internet) para informar, opinar y crear opinión. Las peculiaridades de cada medio de comunicación hacen que los textos periodísticos conformen una realidad compleja y diversa, por lo que nos centraremos en las características y los rasgos lingüísticos de los textos pertenecientes a la prensa escrita.Las características de los textos pertenecientes a la prensa escrita están condicionadas por su objetivo fundamental, que es captar y mantener la atención de los lectores, quienes constituyen un colectivo amplio, indeterminado y heterogéneo. Así, los textos periodísticos se caracterizan por su carácter divulgativo, el interés de sus contenidos, la periodicidad de su publicación y la variedad de temas, códigos, formas de discurso, registros y usos del lenguaje. Además, ciertas características se relacionan con la función informativa de la prensa, y otras, con la finalidad de difundir opiniones e influir en la opinión de los lectores. Las características relacionadas con la finalidad informativa son las siguientes: actualidad y novedad de los contenidos; inmediatez con que se difunde la información; objetividad con la que se presenta; y accesibilidad del mensaje para un lector medio y de atención dispersa, que propicia la combinación de códigos que faciliten la aprehensión de la información (resaltes tipográficos, fotografías, gráficos…) y un lenguaje claro, conciso, ágil y preciso. Estas características propias de los textos informativos se manifiestan en múltiples rasgos textuales y lingüísticos. En el nivel textual, se puede observar el predominio de estructuras expositivas y de la modalidad enunciativa. En el plano morfosintáctico, predominan los siguientes rasgos: formas verbales en tercera persona y en presente (frecuentemente, con valor histórico); nombres propios; adjetivación especificativa; estructuras sintácticas sencillas, cuyos elementos se disponen en orden natural; reproducción de citas o declaraciones en estilo directo; y elipsis de elementos que se sobreentienden, sobre todo en los titulares. En el nivel léxico-semántico, predomina el vocabulario de uso común, significación unívoca y sentido denotativo. La rapidez con que se elabora la información y la permeabilidad de su lenguaje favorecen la incorporación de términos propios de registros específicos (tecnicismos, neologismos, extranjerismos y acrónimos procedentes de ámbitos como la política, la economía, la ciencia…), cierta tendencia a incluir expresiones coloquiales y el abuso de determinadas fórmulas estereotipadas de dudosa corrección. En los textos periodísticos que tienen la finalidad de opinar y crear opinión no se valora tanto la actualidad y la novedad de los contenidos; la importancia de la inmediatez deja paso a la relevancia de la reflexión sobre el asunto que se trata; predomina la subjetividad del autor, que aporta su punto de vista; presentan intencionalidad persuasiva, ya que el autor pretende convencer al lector de la validez de sus opiniones; y existe una gran libertad en el uso de estructuras discursivas y del lenguaje, al que el periodista o colaborador imprime su propio estilo. Estas características de los textos de opinión se concretan en rasgos textuales y lingüísticos que los diferencian de los textos informativos. Suelen presentar estructuras expositivo-argumentativas y procedimientos propios de la argumentación, como ejemplos, citas y razonamientos, que se expresan con conectores de causa, hipótesis, contraste o finalidad. También son frecuentes los procedimientos de la argumentación emotiva o afectiva, que el autor emplea para mostrar su subjetividad y apelar al receptor: enunciados con distintas modalidades (dubitativos, desiderativos, interrogativos, exhortativos…), analogías, juicios de valor… En el plano morfosintáctico, destacan la combinación de sustantivos concretos y abstractos, la adjetivación valorativa, la variedad en las formas verbales y el uso de la primera persona del singular (implicación del emisor) y del plural (apelación al receptor). La sintaxis suele presentar cierta complejidad, ya que se necesitan periodos sintácticos largos para desarrollar los argumentos y relaciones sintácticas de implicación lógica (coordinadas adversativas, subordinadas causales, concesivas, finales…). Con frecuencia, en los géneros de opinión se emplea léxico perteneciente a ámbitos humanísticos y científicos. Además, el autor suele utilizar lenguaje connotativo y recursos literarios. Se distinguen tres grandes clases de géneros periodísticos, según predomine en ellos la finalidad informativa o la finalidad de opinar: géneros informativos, géneros de opinión y géneros mixtos o híbridos.

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Los principales géneros informativos son la noticia y el reportaje. En la noticia, el periodista informa sobre asuntos de actualidad y de amplio interés con objetividad y con la mayor inmediatez posible. El reportaje es más amplio que la noticia y no se valora tanto su inmediatez como el tratamiento completo, profundo y bien documentado de la información. En estos géneros, los contenidos se suelen disponer en una estructura que facilita una lectura incompleta o dispersa: el titular, que puede ir acompañado de un antetítulo o un subtítulo; la entradilla, donde se sintetiza lo más importante; y el cuerpo, donde se desarrolla la información en progresión de importancia descendente. Pertenece también a los géneros informativos la entrevista, que puede constituir un texto autónomo o formar parte de un reportaje y puede centrar su interés en la persona del entrevistado o en un asunto de actualidad que este conoce a fondo.Los principales géneros de opinión son el editorial y el artículo. En el editorial, que no aparece firmado, se manifiesta la posición ideológica del periódico sobre un tema de actualidad que se considera relevante. En el artículo de opinión, el colaborador que lo firma expresa su punto de vista sobre un tema de su elección, más o menos relacionado con la actualidad informativa. Se pueden distinguir diferentes artículos de opinión: la columna, que escribe un colaborador fijo, es breve y aparece en un lugar determinado del periódico; el artículo de fondo, que está escrito por un especialista en la materia y es más extenso; y la tribuna libre, que se caracteriza por ser un espacio abierto a la opinión de los ciudadanos, rasgo que comparte con las cartas al director. En los géneros mixtos o híbridos se combina la información sobre ciertos acontecimientos con las valoraciones personales del autor en torno a ellos. Los principales géneros mixtos son la crónica y la crítica. En la crónica, el autor informa sobre hechos de actualidad de diversa índole (guerras, política, deportes, sucesos…) a partir de la observación directa de la realidad y desde su punto de vista. En la crítica, un especialista informa al lector de determinados acontecimientos culturales (conciertos, exposiciones, estrenos cinematográficos o teatrales…) que comenta y valora.

b) La terminología. Procedimientos lingüísticos para la creación de neologismos.

La terminología es el conjunto de palabras o términos que constituyen el vocabulario específico de un campo de conocimiento, un ámbito profesional o una actividad de ocio. Los principales lenguajes específicos son los de las disciplinas sociales, humanísticas, jurídicas, administrativas, científicas y técnicas. Cada uno de estos lenguajes específicos posee unas características lingüísticas determinadas, entre las que destaca la creación de tecnicismos, que son los términos propios de cada disciplina. Las principales características de los tecnicismos son la diversidad, la precisión, la objetividad, la estabilidad y la adaptación: su diversidad responde a la variedad de campos de conocimiento; han de ser términos monosémicos y no admitir posibles valoraciones connotativas ni interpretaciones de sentidos figurados; deben perdurar el tiempo suficiente para que pueda conocerse y generalizarse su uso; y deben acomodarse a las innovaciones y modificaciones que sean necesarias para adaptarse a los avances o a los nuevos descubrimientos. Muchos de los tecnicismos son palabras nuevas, neologismos, que se han incorporado a un lenguaje específico determinado. Con frecuencia, algunos de estos términos de nueva creación terminan siendo admitidos por la norma social e incorporados a la lengua común y, si su uso es suficientemente extendido y estable, pueden ser aceptados por la Real Academia e incluidos en su Diccionario.Los neologismos que conforman las terminologías específicas se han creado por distintos procedimientos lingüísticos, entre los que destacan los siguientes: derivación, composición, acronimia, préstamo y cambio semántico. Estos procedimientos se llevan a cabo con elementos lingüísticos que proceden de las lenguas clásicas (latín y griego), de lenguas extranjeras, del uso común de la propia lengua, de otros ámbitos especializados…La derivación consiste en la formación de nuevas palabras mediante la adición de prefijos y sufijos. Estos pueden proceder de las lenguas clásicas (hipertiroidismo, bimotor, fluoruro,

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otitis…); se pueden tomar de la lengua común (drenaje, digitalizar, actoral…); e incluso pueden ser creados en el seno de la disciplina concreta (lexema, monema, en Lingüística; protón, electrón, en Física). También es frecuente la eponimia, que es la derivación a partir de un nombre propio de un artista, un personaje, un científico o un inventor, que permite crear sustantivos (voltio, de Volta; decibelio, de Graham Bell), adjetivos (lorquiano, de Federico García Lorca; quijotesco, de don Quijote) y verbos (pasteurizar, de Pasteur).La composición se produce por la formación de nuevas palabras con dos raíces o lexemas. De nuevo, son frecuentes las palabras formadas con elementos procedentes de las lenguas clásicas (telescopio, cardiopatía), aunque también hay compuestos de procedencia castellana (bajorrelieve) y de procedencia mixta (hipoglucemia, del griego y el francés). Además, se pueden producir compuestos sintagmáticos, es decir, sintagmas lexicalizados que equivalen a un solo concepto (principio de Arquímedes, cuarta dimensión, junta de culata…).La acronimia consiste en la formación de términos por medio de siglas, es decir, uniendo las letras iniciales de cada una de las palabras o formantes léxicos que componen el concepto. Ejemplos: SIDA (síndrome de inmunodeficiencia adquirida), CD (disco compacto [en inglés, «compact disc»]). Las palabras también se pueden componer por abreviación de sus componentes, como informática (información automática). En la incorporación de préstamos procedentes de otras lenguas se pueden distinguir varios procedimientos: los préstamos léxicos, los préstamos semánticos y los calcos. Los préstamos léxicos pueden mantener su forma original (bypass, flash) o pueden adaptarse a las reglas fonéticas y ortográficas del castellano (computadora, escáner). Los préstamos semánticos son palabras castellanas que ya existían, pero que adquieren un nuevo significado por la traducción literal de la palabra extranjera, como ocurre con numerosos términos en el campo de la informática (ratón, de ‘mouse’; archivo, de ‘file’). Los calcos son compuestos léxicos o sintagmáticos que reproducen en castellano un término o una frase hecha de otro idioma (lentes de contacto, de ‘contact lents’; ciencia ficción, de ‘science fiction’). Es frecuente que se incorporen a los lenguajes específicos palabras procedentes de la lengua común, que adquieren un significado determinado en el ámbito especializado (hembra en electrónica o función en lingüística). Puede ocurrir también que unas disciplinas incorporen términos de otros lenguajes específicos con cambios o matizaciones en su significado (virus en informática o mapa genético en biología).

4 Elija una de las dos cuestiones:

a) La obra narrativa de Pío Baroja: El árbol de la ciencia.Pío Baroja (1872-1956) es uno de los representantes más destacados de la generación del 98 y uno de los principales renovadores de la novela de principios del siglo xx. En 1901, Baroja firmó, junto a Ramiro de Maeztu y José Martínez Ruiz «Azorín», un Manifiesto en que se denunciaba la decadencia española y se abogaba por la urgente regeneración del país. Ese espíritu del 98 se refleja en sus obras, en las que el autor aborda las preocupaciones existenciales y patrióticas propias de su generación, así como los principios estéticos que caracterizaron la literatura noventayochista. En el género narrativo, Baroja contribuyó a la ruptura con la novela realista del siglo xix y al comienzo de una nueva etapa, que se inició en 1902 con la publicación de su novela Camino de perfección y de otras tres obras fundamentales: La voluntad, de «Azorín»; Amor y pedagogía, de Miguel de Unamuno; y Sonata de otoño, de Ramón María del Valle-Inclán.Baroja, narrador prolífico y de excepcional creatividad, concibe la novela como un género abierto o proteico, es decir, un género que puede abarcar distintos materiales –la narración de aventuras, la reflexión filosófica, la introspección psicológica…– en torno al argumento, al que concede gran importancia. De este modo, sus novelas consiguen reflejar la realidad española desde una perspectiva crítica y mordaz. El autor agrupó la mayoría de sus obras en trilogías, entre las que destacan Tierra vasca (La casa de Aizgorri, El mayorazgo de Labraz, Zalacaín el aventurero), La vida fantástica (Aventuras, inventos y mixtificaciones de Silvestre Paradox, Camino de perfección, Paradox, rey), La lucha por la vida

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(La busca, Mala hierba, Aurora roja) y La raza (El árbol de la ciencia, La dama errante, La ciudad de la niebla). A ellas hay que añadir la serie Memorias de un hombre de acción, que consta de veintidós novelas, y numerosos cuentos, novelas cortas y ensayos.

En El árbol de la ciencia (1911) se concentran los principios ideológicos y estéticos de la generación del 98. Además, la obra refleja la actitud desengañada y escéptica del autor ante la vida, ya que a su carácter filosófico se añaden elementos autobiográficos y obsesiones de autor que ya se apuntaban en Camino de perfección.

El argumento de El árbol de la ciencia se centra en el aprendizaje vital de Andrés Hurtado, protagonista de la novela y álter ego de Baroja, que se enfrenta a una serie de ambientes representativos de la decadencia española a finales del siglo xix y vive ciertas experiencias traumáticas que condicionan sus planteamientos sobre la existencia humana y la sociedad. Durante sus años de estudiante de Medicina en Madrid, Andrés conoce la mediocridad de la universidad y frecuenta otros ambientes de la capital. Después de vivir un tiempo en Valencia con su hermano Luisito, enfermo de tuberculosis, decide ejercer la Medicina. Cuando se encuentra trabajando en Burgos, recibe la noticia de la muerte de su hermano, lo que le sume en una profunda crisis. Tras ejercer como médico rural en un pueblo manchego, regresa a Madrid y se casa con Lulú, con quien parece haber encontrado la estabilidad. Pero tras dar a luz a un hijo muerto, Lulú muere también y Andrés, que no puede soportar la desgracia, decide suicidarse.

En la obra se desarrollan dos temas fundamentales: los conflictos existenciales y la decadencia de España. Baroja proyecta en la novela su pensamiento en torno a la existencia humana (el paso del tiempo, el sentido de la vida, el amor, la amistad…), que aborda desde planteamientos filosóficos, religiosos y científicos influidos por el vitalismo de Nietzsche y, sobre todo, por el irracionalismo de Schopenhauer, aunque también reflejan ideas procedentes del racionalismo de Kant, los filósofos empiristas o el evolucionismo de Darwin. La preocupación por la decadencia de España se concreta principalmente en la denuncia de la descomposición política, la injusticia social, el inmovilismo en las costumbres y en la cultura, la mediocridad académica y el atraso de las instituciones y las infraestructuras.

A través de los personajes, Baroja analiza el panorama social de la época en España: las clases sociales (la burguesía, la pobreza, la marginalidad…), distintos ambientes (el universitario, el rural, el bohemio…), las relaciones familiares (la familia de Andrés, la familia de Lulú…) o las relaciones de amistad (los amigos de Andrés). En torno al protagonista, Andrés Hurtado, hay personas que condicionan su vida, que son los personajes principales (Iturrioz, Luisito y Lulú) y personas que adquieren importancia en ciertos momentos, que son los personajes secundarios (Aracil, Montaner, Dorotea…). Además, en la novela aparecen una serie de personajes arquetípicos que representan conductas o modelos sociales (Villasús, Pepinito, Fermín Ibarra…) y otros que conforman personajes colectivos (estudiantes, profesores, enfermos…). Los personajes principales presentan una evolución psicológica a lo largo de la obra y aparecen caracterizados por su comportamiento, sus reflexiones, los diálogos o la descripción del narrador. Sin embargo, los demás personajes se presentan de manera esquemática.

La novela se estructura en siete partes correspondientes a distintos momentos y circunstancias de la vida de Andrés, que se relatan a lo largo de cincuenta y tres capítulos. La estructura interna de la trama se articula en dos etapas –formación y búsqueda de una solución vital– que terminan de manera trágica para el protagonista por la muerte del hermano al final de la primera etapa y las muertes de su hijo y su esposa, que le empujarán al suicidio, al final de la segunda etapa. Cada una de estas dos etapas de la vida de Andrés se desarrolla a lo largo de tres partes y están separadas por un intermedio reflexivo, que es la parte IV, titulada «Inquisiciones».

La acción narrativa discurre en diferentes espacios de la geografía española, donde Andrés conoce distintos ambientes (Madrid, Valencia, Burgos y un supuesto pueblo manchego, Alcolea del Campo), y se enmarca en un tiempo histórico que reproduce los últimos años del siglo xix, cuando tiene lugar el «desastre del 98» y la sociedad española se encuentra sumida

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en una profunda crisis. El tiempo narrativo se desarrolla de manera lineal, aunque se producen algunas retrospecciones, como el relato de algunos hechos de la infancia de Andrés.

El narrador, que es omnisciente y emplea la tercera persona narrativa, interviene con frecuencia e introduce constantes valoraciones que ponen de manifiesto la subjetividad del autor, que también emplea las voces de los personajes para expresar su actitud de indignación, amargura, ironía o ternura ante la realidad que se presenta.

El doble carácter novelesco y filosófico de la obra se refleja en la combinación de modos de discurso: la narración, que incluye descripciones y diálogos, y la reflexión expositivo-argumentativa, que con frecuencia se desarrolla en las conversaciones entre Andrés y su tío Iturrioz.

El estilo de la novela responde a la preferencia de Baroja por una prosa natural, clara, antirretórica, precisa y ágil. Así, los párrafos y los enunciados suelen ser breves, aunque se alargan en las digresiones; la descripción, de carácter impresionista, se emplea para crear ambientes y caracterizar a los personajes; y la lengua de los diálogos se adapta al temperamento de los personajes, a su posición sociocultural y al tema de la conversación, por lo que Baroja maneja distintos niveles de uso del lenguaje (culto, coloquial y vulgar) y registros específicos pertenecientes a disciplinas como la medicina o la filosofía.

b) El realismo literario: marco histórico y cultural. Características. Autores y obras más significativas.

En la segunda mitad del siglo xix, la revolución industrial dejó en Europa importantes cambios ideológicos, políticos y sociales. La burguesía, que tras varias revoluciones (1820, 1830 y 1848) ha consolidado su poder económico y político, se inclina hacia posiciones más conservadoras y la clase obrera irrumpe con fuerza en el panorama social. El idealismo romántico es sustituido por doctrinas filosóficas que se basan en la observación de la realidad, como el positivismo de Auguste Comte. En la ciencia destacan la teoría del evolucionismo de Charles Darwin y las leyes de la herencia formuladas por Gregor Mendel. Y surge una concepción materialista de la historia y de la sociedad gracias, sobre todo, a las ideas de Karl Marx. La nueva configuración de la sociedad y el arraigo social de estas corrientes de pensamiento favorecerán el avance de los movimientos sindicales y de ideologías como el socialismo y el anarquismo.

El Realismo surge impulsado por estos cambios en la mentalidad, en la sociedad y en la política, que exigen un arte capaz de reflejar la nueva y compleja realidad. En consecuencia, se rechazan el individualismo, el subjetivismo y la estética del Romanticismo y se sustituyen por la objetividad y la intención crítica. «El arte por el arte» deja paso a una concepción útil del arte que no solo retrate la sociedad, sino que también denuncie algunos aspectos de la situación social y política. Este afán de denuncia y el influjo de las nuevas teorías biológicas y sociales hacen que el Realismo evolucione hacia el Naturalismo, que plantea la obra literaria como un estudio del determinismo biológico y social al que se encuentran sometidos los seres humanos. Además, en torno a la literatura surge un mercado editorial sujeto a las leyes de oferta y demanda que condicionan la actitud del escritor, quien ahora se debe a un público mayoritariamente burgués y urbano.

Durante este tiempo, en España se vive una época de convulsiones políticas. El reinado de Isabel II se ve truncado por una revolución de signo progresista, «La Gloriosa» (1868), que ocasionó el exilio de la familia real y el inicio del Sexenio Revolucionario. Al final de este periodo se proclamó la I República (1873), que solo duraría dos años, ya que en 1875 se inicia la etapa conocida como Restauración, con la monarquía borbónica de Alfonso XII (hijo de Isabel II). Sin embargo, la estabilidad política que trajo la alternancia pacífica entre conservadores y liberales no pudo solucionar el atraso de la industria, del campo y de las infraestructuras. Todo ello desembocará en una profunda crisis económica y de valores que se evidenció con el «desastre del 98».

Se pueden distinguir una serie de características fundamentales en la literatura realista: importancia de la observación directa de la realidad cotidiana como procedimiento creativo; objetividad y verismo en el reflejo de problemas y conflictos cotidianos, ambientes y personajes coetáneos; intención crítica, que con frecuencia se orienta a la demostración de una tesis;

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y verosimilitud en el empleo del lenguaje, que se adapta con naturalidad a la condición sociocultural de los personajes y a la situación en que se encuentran.

Aunque el género que mejor se adaptó a estos principios realistas fue la novela, que tuvo un extraordinario desarrollo, en la lírica de la segunda mitad del siglo xix aparecen poetas como Ramón de Campoamor (Humoradas, Doloras, Pequeños poemas) o Gaspar Núñez de Arce (Gritos del combate), que manifiestan el deseo de romper con el Romanticismo. El teatro quedó anclado en el costumbrismo, en el drama histórico o en el neorromanticismo, con la excepción de las obras dramáticas de Benito Pérez Galdós, algunas de las cuales tuvieron cierto éxito.

El autor de la novela realista representa la realidad de su tiempo de manera objetiva, aunque el narrador interviene para dar sus opiniones al respecto. Se describen los ambientes de manera fidedigna y se perfilan los rasgos de los personajes, de quienes interesa sobre todo su mundo interior, que muestra el narrador omnisciente. Y en el estilo, que busca la sobriedad y la sencillez, destaca el manejo del diálogo, en el que con frecuencia se incorporan rasgos coloquiales y vulgares.

El Realismo penetró en la literatura española de manera tardía, cuando varios novelistas europeos eran ya figuras de reconocido prestigio: en Francia, Stendhal (Rojo y negro), Honoré de Balzac (La comedia humana) y Gustave Flaubert (Madame Bovary); y en Rusia, Fiodor Dostoyevski (Crimen y castigo) y León Tolstoi (Guerra y paz). En la literatura realista española se pueden distinguir tres etapas o fases: el Prerrealismo, el Realismo propiamente dicho y el Naturalismo.

El Prerrealismo hunde sus raíces en los cuadros de costumbres cultivados por Ramón Mesonero Romanos y Serafín Estébanez Calderón, aunque se toma como novela de inicio de esta tendencia La Gaviota, de Fernán Caballero, seudónimo de Cecilia Böhl de Faber (1796-1877). En las novelas costumbristas se muestra la realidad atendiendo a sus aspectos más pintorescos, se defienden los valores tradicionales, suele haber un propósito moralizador y los personajes son arquetipos sin profundidad psicológica. El mejor representante de esta etapa prerrealista es Pedro Antonio de Alarcón (1833-1891), autor de cuentos y novelas, entre las que destaca El sombrero de tres picos, basada en una historia popular.

Se suele señalar como inicio del Realismo en España la publicación de La Fontana de Oro (1870), de Benito Pérez Galdós. En esta etapa, los autores presentan la realidad con detallismo minucioso, combinan la objetividad con la intención crítica y crean personajes con profundidad y evolución psicológicas. Algunos narradores destacados son Juan Valera, José María de Pereda y, sobre todo, Benito Pérez Galdós. Entre las obras de Juan Valera (1824-1905) destacan tres novelas que se centran en conflictos sentimentales en torno a personajes femeninos: Pepita Jiménez, que adopta forma epistolar, Doña Luz y Juanita la larga. Entre las obras de José María de Pereda (1833-1906), que se sitúan en su Cantabria natal, sobresalen Sotileza, donde retrata la vida de los pescadores, y Peñas arriba, en la que el autor elogia la vida rural y critica el progreso.

Benito Pérez Galdós (1843-1920) es el más destacado y prolífico representante del Realismo español. Sus obras suelen clasificarse en dos grandes grupos: los Episodios nacionales y las «novelas españolas contemporáneas». Los Episodios nacionales son un conjunto de cuarenta y seis novelas históricas de gran valor novelesco que se enmarcan en la España del siglo xix, desde la Guerra de la Independencia hasta la Restauración; algunos de los títulos más célebres son Trafalgar, Bailén o Zumalacárregui. En las «novelas españolas contemporáneas», Galdós crea un universo novelesco en el que retrata la sociedad española de su tiempo. En sus primeras novelas, entre las que destacan La Fontana de Oro, Doña Perfecta o La familia de León Roch, Galdós plantea el conflicto ideológico entre el conservadurismo, que asocia a la intolerancia y al inmovilismo, y el progresismo. En las obras de madurez, el autor recrea magistralmente los ambientes, caracteriza a los personajes de manera más compleja, maneja con gran habilidad narrativa los diálogos e incorpora el lenguaje popular y vulgar de los personajes con naturalidad. Algunas novelas en las que se pueden apreciar estos rasgos son Tormento, Miau y, especialmente, Fortunata y Jacinta. Las novelas compuestas a partir de 1889, como Nazarín o Misericordia, tratan temas de carácter moral y espiritual.

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Hacia 1880, con la publicación de La desheredada, de Benito Pérez Galdós, se observa en la narrativa española cierta tendencia hacia el Naturalismo, que llega por influjo del novelista francés Émile Zola. Se suelen considerar representantes de esta corriente en España a Emilia Pardo Bazán y a Vicente Blasco Ibáñez, a los que se puede añadir –con ciertas reservas– a Leopoldo Alas, «Clarín». Emilia Pardo Bazán (1852-1921) analizó los principios del Naturalismo en La cuestión palpitante y escribió novelas como Los pazos de Ulloa y La madre Naturaleza, que se desarrollan en el ambiente opresivo e inmovilista del mundo rural gallego. La mayoría de las novelas de Vicente Blasco Ibáñez (1867-1928) se sitúan en tierras valencianas, como La barraca, Cañas y barro o Entre naranjos, y presentan personajes que luchan por salir de la miseria, aunque se ven implicados en conflictos violentos y parecen estar abocados a la fatalidad.

Leopoldo Alas, «Clarín» (1852-1901), fue un respetado crítico literario y un narrador que escribió cuentos, como Pipá o Adiós, cordera, y dos novelas, La Regenta y Su único hijo. La Regenta es una de las obras maestras de la literatura europea del siglo xix; en ella Clarín trata el tema de la insatisfacción de la mujer y la infidelidad, al igual que autores como el francés Gustave Flaubert (Madame Bovary), el ruso León Tolstoi (Ana Karenina) o el portugués Eça de Queirós (El primo Basilio). La Regenta, novela que se centra en el triángulo amoroso en que se ve envuelta Ana Ozores, consigue retratar con mirada crítica las relaciones de poder en la sociedad provinciana, opresiva e hipócrita de la ciudad de Vetusta, que es un trasunto de Oviedo. En la obra se perciben rasgos naturalistas, como el análisis de la psicología de los personajes a la luz de ciertos condicionamientos biológicos, familiares y ambientales. Pero algunos de los procedimientos narrativos y rasgos estilísticos –el empleo del monólogo interior y del estilo indirecto libre o la descripción deformante o animalizadora de los personajes– son innovadores y se adelantan a la narrativa posterior.

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Criterios de corrección Junio de 2008

I. Criterios generales de la prueba

La prueba responderá a los contenidos de la asignatura de 2.º curso «Lengua castellana y Literatura», común para todas las modalidades del Bachillerato LOGSE.

Además de los conocimientos teóricos propios de las áreas de Lengua y Literatura, la evaluación atenderá los siguientes aspectos:

• La capacidad de comprensión del texto.

• El rigor en el razonamiento y exposición de las propias ideas.

• La habilidad en el uso de instrumentos teóricos adecuados.

• El conocimiento de los mecanismos internos de la lengua y su aplicación en el análisis sintáctico.

• La identificación de las características específicamente literarias del texto, o sugeridas por él, en relación con el momento histórico en que se produce y con respecto al conjunto de la literatura española.

II. Estructura de la prueba

La duración del ejercicio será de noventa minutos.

La prueba tendrá dos opciones y el alumno deberá elegir una de las dos:

• Opción «A»: el texto propuesto será uno de los poemas de la antología.

• Opción «B»: el texto propuesto será de prosa narrativa o teatral y formará parte de las lecturas obligatorias.

Se procurará que los textos propuestos constituyan una secuencia expresiva completa y se presten tanto al análisis lingüístico como a los aspectos literarios.

Cada opción presenta cuatro cuestiones. El conjunto del ejercicio se calificará sobre 10 puntos y la calificación parcial de esas cuestiones es la siguiente:

1. Cuestión primera: 3 puntos

Comentario de texto

opCión a: LoCaLizaCión, tema, estruCtura, Lenguaje poétiCo.

opCión B: LoCaLizaCión, resumen, Estructura (el narrador, el lenguaje, los personajes…).

Opinión personal o breve comentario crítico a partir de algún tema sugerido por el mismo.

2. Cuestión segunda: 2 puntos

anáLisis sintáCtiCo

3. Cuestión terCera: 2 puntos

Dos opciones, una de las cuales, al menos, estará tomada del cuestionario de Lengua.

4. Cuestión Cuarta: 3 puntos

Dos opciones, una de las cuales, al menos, estará tomada del cuestionario de Literatura y relacionada con el texto objeto de comentario.

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III. Criterios generales de corrección

Cada prueba tendrá sus propios criterios específicos de corrección para garantizar la máxima objetividad y equidad en las calificaciones. Los profesores correctores se ajustarán a dichos criterios.

Una vez desarrolladas las pruebas, la Universidad remitirá los criterios específicos de corrección a los centros educativos, a fin de que los alumnos puedan, en su caso, solicitar la revisión de los ejercicios en los que se considere incorrecta la aplicación de los criterios generales o específicos de corrección.

Como criterios generales de corrección se considerarán tanto los contenidos propios de la asignatura como la expresión escrita.

En cuanto a los contenidos, se exigirá la adecuación de la respuesta a la pregunta concreta, sin ramificaciones que tiendan a la divagación, aunque se valorarán las derivaciones consecuentes con el tema tratado.

En lo que respecta a la expresión escrita, deberá tenerse en cuenta la claridad de la escritura y la presentación del ejercicio; la corrección morfológica y sintáctica; la precisión y propiedad en el uso del léxico, así como la riqueza de vocabulario; la capacidad de síntesis o análisis en las preguntas que así lo requieran y cualquier otro aspecto expresivo inducido por la índole del texto o de las cuestiones planteadas.

En relación con la ortografía, se seguirá el siguiente criterio:

• 2 faltas no se tiene en cuenta

• 3 faltas 1 punto

• 4 faltas 2 puntos

• 5 faltas 3 puntos

• más de 5 la calificación máxima del ejercicio será un 4.

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