Implicaciones Culturales de Las Nuevas Tecnologías- ¿de Qué Hablamos Cuando Hablamos de Hipertexto

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Implicaciones Culturales de Las Nuevas Tecnologías- ¿de Qué Hablamos Cuando Hablamos de Hipertexto

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  • ReflexionesISSN: [email protected] de Costa RicaCosta Rica

    Lardone Curbelo, Luz MarinaImplicaciones culturales de las nuevas tecnologas: de qu hablamos cuando hablamos de

    hipertexto?Reflexiones, vol. 86, nm. 2, 2007, pp. 129-140

    Universidad de Costa RicaSan Jos, Costa Rica

    Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=72920537010

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    Sistema de Informacin CientficaRed de Revistas Cientficas de Amrica Latina, el Caribe, Espaa y Portugal

    Proyecto acadmico sin fines de lucro, desarrollado bajo la iniciativa de acceso abierto

  • El hipertexto es quizs la nica metfora que vale

    para todas las esferas de la realidad donde estn en juego las significaciones.

    Pierre Levy (Mancini, 2005)

    Los significados se construyen social y culturalmente. En esta construccin se puede rastrear la presencia de diferentes variables y articulaciones, tanto coyunturales como estruc-turales, que inciden en el proceso constructivo. Bajo este marco, si bien las tecnologas han sido percibidas como fundamentales para el desarrollo

    Rev. Reflexiones 86 (2): 129-140, ISSN: 1021-1209 / 2007

    ImplIcacIones culturales de las nuevas tecnologas:de qu hablamos cuando hablamos de hIpertexto?

    Luz Marina Lardone Curbelo*[email protected]

    Resumen

    En el presente trabajo, y desde un posicionamiento critico pluridisciplinario cercano a la semitica, se propone pensar al hipertexto -lenguaje por excelencia de Internet- como texto, discurso, es decir, como prctica significante por cuanto supone un trabajo con el sentido y la produccin. El hipertexto como un signo ideolgico donde se evidencia el funcionamiento de los hilos ideolgicos que traspasan todas las formas de comunicacin social y donde convergen la teora literaria, la teora crtica y otras, con la teora de la hipertextualidad electrnica. Es decir, como indicador sensible de las transformaciones sociales bajo un paradigma tecnoeconmico, y que por ello, dificulta el dialogo transdisciplinario, ya que se inserta en el centro de la lucha por la apropiacin de significados que atraviesan transversal-mente todas las esferas de la cultura. palabras claves: hipertexto, prctica significante, signo, significados, control, semitica, Internet

    Abstract

    This article proposes, from a pluridisciplinary critic positioning near semiotics, to think the hypertext -as a language for excellence of Internet- like a text, discourse, that is to say, like significant practice inasmuch as it supposes to be a work with the sense and production. The hypertext as an ideological sign where it make evident the operation of the ideological threads that cross all the forms of social com-munication and where converge the literary theory, the critical theory and others, with the theory of the electronic hypertextuality. That is to say, the hypertext like sensible indicator of the social transforma-tions under a technoeconomic paradigm, and for that reason, it interfere in the transdisciplinary dialog, since it is inserted in the center of the fight for the appropriation of meaning that go across (transverse) all the spheres of the culture. Key words: hypertext, significant practice, sign, meaning, control, semiotic, Internet.

    * Centro de Investigaciones Agronmicas, Laboratorio Biotecnologa de Plantas. Centro Nacional de Investigaciones Agropecuarias, Argentina.

    Fecha de recepcin: 08 agosto 2006 - Fecha de aceptacin: 18 octubre 2006

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    social desde hace ya muchsimos aos, hoy ms que nunca existe un amplio consenso acerca de la relevancia que tienen en todos los niveles de las distintas sociedades y las culturas.

    Esta preeminencia tecnolgica no es ca-sual, sino que tiene que ver con la importancia socio-poltica que han adquirido las nuevas tec-nologas en el funcionamiento de la economa mundial globalizada, y con los poderes que sub-yacen y operan sobre sus implicaciones y defi-niciones conceptuales. Se dice sobre y no bajo porque hoy, desde una perspectiva dual, se puede pensar que el poder es el mercado, o en cambio, posicionarse desde otro enfoque y considerar que el mercado es uno de los campos donde se manifiesta el poder, aunque no es el nico ni all se acaba todo. As, la globalizacin y las nuevas tecnologas de la informacin y la comunicacin (TICs), aparecen asociadas a los sistemas de pro-duccin y consumo, pero donde lo econmico es nicamente una de las facetas y quizs no sea la ms interesante de estos nuevos viejos tiempos modernos.

    Cabe aclarar que nuevos viejos tiempos modernos es la denominacin que se adopta para la etapa histrica que estamos viviendo, y que otros autores han definido desde distintas pers-pectivas. Por mencionar solo algunas, hay posi-cionamientos como el de Harvey (1998) donde el capital borra espacios y tiempos en realidades planetarias desapropiacin-; otras que pasan por un enfoque econmico acerca de los condi-cionantes infraestructurales (Lyotard, 1998); o lo que queda cuando el proceso de modernizacin ha concluido en el capitalismo tardo (Jameson, 2001), y hasta la propuesta de modernidad in-acabada (Habermas, 1994), entre otras. As, el concepto nuevos viejos tiempos modernos surge entonces de considerar que la modernidad no es tarda ni inacabada, sino que se ha resignificado en tiempos de capitalismo tardo. Esta construc-cin permite amalgamar distintas posiciones te-ricas con el objeto de significar que: el proyecto moderno se ha cumplido, pero solo en partes. En consecuencia, dar cuenta de esa modernidad re-significada.

    De esta manera, desde el auge de los or-denadores a finales de los aos ochenta como instrumentos prcticos y sobre todo, la difusin

    pblica y global de Internet como pretendido medio universal de comunicacin, se asiste a una transformacin socio-cultural radical. Vivimos momentos de cambios vertiginosos, tal vez los ms rpidos percibidos en la historia de la huma-nidad, donde el hipertexto aparece como lengua-je por excelencia de Internet, pero que tambin va mucho ms all...

    Respecto al hipertexto, existe un constan-te desentendimiento entre teoras, mas no entre usos e ideologa. En este contexto, la hipertextua-lidad en campos muy diversos ha sido abordada desde una multiplicidad de enfoques y diferentes corrientes de pensamiento. Cada nuevo campo en el que se aplicaron y aplican los hipertextos sus-citan reflexiones encontradas, no solo al interior de cada disciplina cientfica en particular, sino tambin en la confrontacin transdisciplinaria.

    Por consiguiente, y para efectos del pre-sente trabajo, se parte de considerar al hipertex-to como texto, discurso, es decir, como prctica significante por cuanto supone un trabajo con el sentido y la produccin. El objetivo es realizar una aproximacin terica hermenutica no ex-haustiva al hipertexto como lenguaje por exce-lencia de Internet y por ende, como signo ideo-lgico de estos nuevos viejos tiempos modernos. Puesto que es en el hipertexto donde convergen la teora literaria, la teora crtica y otras, con la teora de la hipertextualidad electrnica, las que -como sostiene Landow (1997: 17)-, no siempre dialogan. Pero, a diferencia de lo sostenido por Landow, no se procura pensar al hipertexto como el botn en disputa entre diferentes disciplinas, ni como una insatisfaccin con los fenmenos aso-ciados al libro impreso, como muchas veces se ha dicho, as como tampoco plantear un rechazo a las nuevas tecnologas de la informacin y co-municacin (TICs).

    Desde un posicionamiento critico pluri-disciplinario cercano a la semitica, se propone pensar al hipertexto como un signo ideolgico y un caso paradigmtico donde siguiendo a Vo-loshinov (1992: 43-44)-, podramos decir que en esta palabra hipertexto se evidencia el fun-cionamiento de los hilos ideolgicos que traspa-san todas las formas de comunicacin social. Es decir, el hipertexto como indicador sensible de las transformaciones sociales bajo un paradigma

  • Rev. Reflexiones 86 (2): 129-140, ISSN: 1021-1209 / 2007 131Implicaciones culturales de las nuevas tecnologas...

    tecnoeconmico, y que por ello imposibilita el dialogo transdisciplinario, ya que se inserta en el centro de la lucha por la apropiacin de signifi-cados que atraviesan transversalmente todas las esferas de la cultura, es decir, a aquellas mani-festaciones espaciales y temporales en estructu-ras institucionales de los ordenes significantes (Danesi y Perrn, 1999: 29-38).

    No se considerar la relacin -harto dis-cutida aunque no por ello menos importante- del hipertexto como paso del libro impreso al libro digital y todos los debates e implicaciones que de ella se han derivado y derivan -textualidad, no linealidad, interactividad, relacin autor-lector, etc.-. Se aspira en cambio a situarse entre las cau-sas y los efectos del hipertexto, entre las teoras y los usos, desde una posicin que no se adhiere al determinismo tecnolgico ni al determinismo histrico-social a ultranza.

    Porque, con el advenimiento de las nuevas tecnologas, la sensacin de mutacin y cambio tecnolgico se ha hecho ms palpable, y las TICs estn en la base de una pretendida economa glo-bal o economa informacional caracterizada por la productividad y la competitividad. Productivi-dad y competitividad que se basan, de forma cre-ciente, en la generacin de nuevos conocimientos y en el adecuado acceso a la informacin bajo nuevas formas organizativas que atienden una demanda mundial cambiante y unos valores cul-turales verstiles.

    Si Internet y las nuevas tecnologas de la informacin y la comunicacin rompieron esquemas unvocos, tambin colocaron a lo hi-pertextual multimedia como un nuevo desafo en la construccin social de los significados. Entonces, se puede ver cmo la polisemia del hipertexto se amalgama subliminalmente con posicionamientos ideolgicos claves de la So-ciedad de la Informacin, la Sociedad del Con-trol, la Sociedad del Conocimiento bajo el para-digma ciberntico (Lafontaine, 2004: 13-19), y no siempre resulta claro discernir los usos de la propaganda.

    Sobre el paradigma ciberntico, Lafontai-ne (2004) sostiene que, como proyecto cientifi-cista puesto en marcha por Norbert Wiener a fina-les de la Segunda Guerra Mundial, la ciberntica es desde hace algunos aos el objeto, fuera de su

    mbito de investigacin original, de una atencin creciente y arrogante. Lafontaine propone que este nuevo paradigma cientfico, seductor y flexible se difundi en gran medida y muy rpidamente, im-pregnando una gran variedad de mbitos de inves-tigaciones, tanto fsicos y biolgicos como filos-ficos, psicolgicos y sociolgicos, y que tambin, desde entonces los imaginarios se han delineado conforme a los imperativos de la tcnica.

    Bajo esta consideracin, en el hipertexto podramos ver:

    al cmo de la existencia real -las bases- determinan el signo [hipertexto -ideolgico-], al cmo el signo [hipertex-to - ideolgico-] refleja y refracta un proceso generativo. (Voloshinov, 1992: 44).

    - posicionarse en la lucha por la apropiacin de significados

    Ahora bien, cuando habitualmente se ha-bla o se escucha hablar de tecnologas, la primera asociacin rpida que se suele hacer es, particular-mente, con las llamadas nuevas tecnologas como las tecnologas de la informacin y la comunica-cin (TICs). Y aunque las tecnologas son insepa-rables de la ciencia y los mtodos de produccin, no siempre se recuerda que son un conjunto de di-ferentes tcnicas de produccin que se han aplica-do y se pueden aplicar en una actividad determi-nada, as como tampoco se recuerda que hacer uso de ellas es participar en procesos a travs de los cuales los seres humanos diseamos herramientas para actuar en nuestro entorno material. Entonces, las tecnologas -o el estudio de los oficios como podra traducirse considerando su origen etimol-gico-, podran responder al inters y a la voluntad de mujeres y hombres por transformar su entorno, buscando nuevas y mejores formas de satisfacer necesidades y deseos.

    Precisamente, por su carcter socialmente estructurado, las tecnologas permiten actuar en la realidad satisfaciendo intereses, y a diferencia de la tcnica que es procedimental, las tecnologas son procesuales, es decir, que en esos procesos se involucran tcnicas y conocimientos cientfi-cos, pero tan importantes como los conocimien-tos cientficos son los conocimientos empricos, los conocimientos prcticos, las experiencias, los

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    aspectos econmicos y los determinados marcos socioculturales donde se desarrollan e inscriben. Los usos de las tecnologas son, entonces, ms colectivos que individuales y estn orientados a las necesidades; parten de la utilidad para solu-cionar problemas prcticos; son constructivos y siempre existe un nuevo objeto tecnolgico como producto de la sntesis

    Mucho se ha hablado y escrito sobre las TICs, y an queda mucho por decir y hacer. Lo primero es que no hay novedad tecnolgica que no provoque, que desafe. Como sostiene Romn Gubert (2000),

    [Hay que] recordar que [a lo largo de la historia de la huma-nidad] cada novedad tecnolgica en el mbito de la comu-nicacin suscit temores y resistencias neofbicas a veces exageradas y a veces perfectamente razonables.

    Adems, en el plano exploratorio de la bsqueda de definiciones para lo ms novedoso, siempre aparecen incontables disputas y no son slo lingsticas. As, desde una perspectiva in-formtica, los orgenes de Internet se ubican en el hipertexto y se remonta a 1945. Vannevar Bush, consejero cientfico del presidente Roosevelt, fue el primero en plantear la necesidad de mtodos de recuperacin de informacin masiva. En su artculo AS WE MAY tHINk, Bush (1945: 101-108) describi el dispositivo MEMEX en el cual un individuo almacena sus libros, anotaciones, registros y comunicaciones, y esta coleccin de informacin es mecanizada de forma que puede ser consultada con alta velocidad y mucha flexi-bilidad.

    Hay quienes consideran que fue Douglas Engelbart el inventor del primer hipertexto ope-rativo. Engelbart propuso el primer modelo in-formtico siguiendo las ideas fundamentales del estudio de Bush, y fue uno de los investigado-res que trabaj en la Red militar ARPANEt, la versin previa de Internet. Al igual que a Vanne-var Bush, a Engelbart podra considerrsele un visionario de entonces, pero tambin un hombre de ideas generosas, puesto que sostena que el trabajo con ordenadores en red podra elevar el intelecto humano y contribuir as a mejorar la sociedad.

    En la segunda mitad de los aos 80, el hi-pertexto entr en los colleges y universidades,

    no solo como instrumento para la produccin de materiales de soporte para la educacin, sino tambin y principalmente como argumento de discusin terica. Muchos descubrieron en el hipertexto un formidable instrumento educativo; otros encontraron interesantes conexiones entre la tecnologa hipertextual y las teoras hermenu-ticas y literarias, y algunos hasta hablaron de ver-daderas democracias

    Quien redefini entonces la palabra hiper-texto fue theodor H. Nelson (1988: 225). Nelson, que ha liderado desde 1960 el proyecto Xanadu con el objetivo de desarrollar un sistema univer-sal de edicin, sostuvo:

    Con hipertexto, me refiero a una escritura no secuencial, a un texto que bifurca, que permite que el lector elija y que se lea mejor en una pantalla interactiva. De acuerdo con la nocin popular, se trata de una serie de bloques de texto conectados entre s por nexos, que forman diferentes itine-rarios para el usuario. (Nelson, 1981: 2).

    Durante algn tiempo -ltimos aos de la dcada de los aos 80 y principios de los 90-, se escribieron centenares de papers sobre la digita-lizacin de la escritura. Entonces, tcnicamente, los sistemas hipertextuales estaran basados en un enfoque en el cual el usuario tiene la posibili-dad de crear, agregar, enlazar y compartir infor-macin de fuentes diversas, adems, otorgaran la posibilidad de obtener acceso a documentos de manera no secuencial, a diferencia de sistemas de informacin ms tradicionales en los cuales el ac-ceso es naturalmente secuencial. Esta flexibilidad de acceso generara las nociones de navegacin, personalizacin de presentaciones y anotaciones, entre otras.

    Quin puede hoy en da negar al hiper-texto?, pero qu se evidencia bajo su naturali-zacin? En ese entonces, tanto Bush como En-gelbart o Nelson estaban mucho ms interesados en sistematizar y gestionar los sistemas de cono-cimiento -con fines militares o civiles-, que en avanzar en cuestiones ms epistemolgicas, cog-nitivas y de mediacin. Entre tanta produccin discursiva, las definiciones no escaseaban. Sin embargo, no exista al interno de la comunidad cientfica un acuerdo que permitiera responder con una cierta seguridad terica a la pregunta Qu era un hipertexto?

  • Rev. Reflexiones 86 (2): 129-140, ISSN: 1021-1209 / 2007 133Implicaciones culturales de las nuevas tecnologas...

    En la mayora de los casos, el hipertexto se defina a travs de la negacin del concepto de texto, pero resulta evidente que un campo de interpretaciones tan extenso poda ser aplicado a infinidad de sistemas y productos muy diferentes entre s. Porque en rigor, el hipertexto es el resul-tado de cruces complejos en los campos de la in-formtica, la documentacin y las ciencias socia-les entre otras. Dice Landow (1997) al respecto:

    El enlazamiento electrnico que es una de las caractersticas definidoras del hipertexto, encarna adems las nociones de intertextualidad de kristeva, el nfasis de Mikahil Bakhtin en la diversidad de voces, las nociones de redes de poder de Michael Foucault y las ideas de pensamiento nmada en rizomas de Gilles Deleuze y Flix Guattari. (p. 17).

    En otras palabras, el hipertexto poda ser muchas cosas a la vez. Para algunos poda ser un programa, para otros un conjunto de ilustraciones multimediales; un instrumento para ensear a es-cribir o de consultacin; un modo de publicar on-line enciclopedias y diccionarios; un medio para crear nuevos tipos de novelas... La hiptesis que se sustenta aqu es que el hipertexto es todo esto y tantas otras cosas, pero sobre todo, es un signo, un portador de sentidos, donde se han impuesto nuevos sentidos ante la necesidad de generar len-guajes al servicio de quienes impulsan el determi-nismo tecnolgico y el paradigma tecnoeconmi-co. La palabra hipertexto enfatizara entonces que la Red est poblada de signos y no de palabras Sin embargo, muchas de las promesas del hiper-texto quedan confundidas y atemperadas, por una disimulada ideologa hipertextual que nos quiere vender un horizonte de redencin tecnolgica.

    Se puede argumentar, siguiendo a Voloshi-nov (1992) que:

    en cada etapa evolutiva de la sociedad existe un especfi-co y limitado crculo de temas expuestos a la atencin de la sociedad y en los que esta atencin suele depositar un acento valorativo. Slo este grupo de temas puede manifestarse en signo, llegando a ser tema de la comunicacin semitica. (p. 47).

    Dentro del paradigma hipertextual, el hiper-texto es uno de esos temas expuestos a la atencin de la sociedad con un gran acento valorativo Sin embargo, como sostuvo en 1996 Stuart Hall cita-do por Sandoval (2002: 21) el poder trabaja a

    travs del lenguaje, pero no se reduce a ste, [y] la textualidad nunca es suficiente. Por lo tanto, no siempre se llega a dimensionar, cuando no a visualizar, qu se teje y desteje bajo conceptos o palabras aparentemente neutras, aunque polis-micas, como hipertexto.

    - un enfoque semitico

    Como se ha sostenido, el hipertexto, puede analizarse desde diversas perspectivas: semitica, literaria, lingstica, tecnolgica... As, la inter-textualidad literaria como concepto fue utilizada inicialmente por Julia kristeva en 1967. Numero-sos investigadores han proporcionado luego otros estudios: Lotean (1978), Gerard Genette (1982) -sobre la literatura de la segunda potencia-, o Propp (1987) -sobre las estructuras narrativas de los cuentos-, por nombrar solo algunos. tam-bin, el hipertexto pas a ser objeto de discusin semitica con Barthes (1995), Derrida (1995) o Foucault (1987; 1996), que intentaron establecer una gramatologa del mismo, concebido desde un deconstructivismo.

    Sin embargo, desde la teora informtica se sostiene que la perspectiva semitico-cultural no sirve para observar la lgica del hipertexto, pues esta es sintctica y no semntica. Ahora bien, se sostiene aqu que el hipertexto es ambas cosas, y en una sntesis dialctica, se inserta en el co-razn mismo de la produccin de sentidos... No solo la idea de que un texto puede ser recorrido de mltiples maneras ms all del modo imaginado por el autor es una de las claves de la semitica contempornea, sino que tambin, la semitica puede indagar en el hipertexto como signo, y ms especficamente, como signo ideolgico.

    Por consiguiente, si la semitica es la disci-plina cientfica que se ocupa de la forma en que se genera, intercambia e interpreta la comunicacin en la sociedad humana, se podra decir, desde una perspectiva semitica que, como sostiene Mara Prez (1981: 59), siendo el sujeto semitico y simblico a la vez, todo sistema significante que l produzca no puede ser exclusivamente semi-tico ni exclusivamente simblico-, el hipertexto se define entonces como signo ideolgico casi paradigmtico.

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    Pero esta definicin de hipertexto como signo no lo considera como un signo aislado, puesto que ni siquiera sera un signo (Rosi Landi, 1971: 3). Lo interesante en el hipertexto es la red de relaciones en la que se inserta, que lo identi-fica y particulariza. Existen varios modelos sg-nicos desde los cuales se podra interpretar a los signos como el hipertexto y sus significados. As, desde el estructuralismo, la propuesta de Saussu-re enfatizara en la sintaxis, es decir, las relacio-nes de los hipertextos-signos con otros signos; la semntica en la asociacin del hipertexto-signo con los discursos, significados; y la pragmtica estudiara la insercin del lenguaje en la praxis social o en actividades que no son estrictamente lingsticas.

    Aqu no se profundiza sobre la propuesta de Peirce y su concepcin dinmica del signo, donde el interpretante -al tratar de explicarlo o interpretarlo-, multiplica las posibilidades de percepcin en un proceso que se denomina se-miosis infinita o semiosis ilimitada (Rosa, 1978). El interpretante, de este modo, no es una cualidad del sujeto que interpreta el signo, sino una cualidad del signo mismo, una potenciali-dad que posee: su capacidad de ser interpreta-do. Peirce (1974) advierte que la cultura traduce continuamente un signo en otro signo: palabras en conos, conos en definiciones, enunciados en ejemplos, etc.

    Sin embargo, cabe mencionar que para Peirce un pensador que algunos ubican den-tro de la teora materialista ms que dentro de la teora pragmtica (Deledalle, 1980: 25-27)-, el hipertexto-signo o representamen -su uso-, po-dra ser una cosa que representa otra cosa para alguien, donde ese alguien es un interpretante, y la relacin entre la cosa y el interpretante se definira por su uso e introducira la intencionali-dad (Savan, 1980: 9-23). Sera un uso no definido por el sistema. Saussure dira, en cambio, que es el lenguaje el que habla, el sistema (Zecchetto, Dallera, Marro, Braga, Vicente, 1999: 17). Bajtn (1993) socializ o colectiviz lo dicho por Peirce, y sostuvo que el lenguaje es siempre una cosmo-visin: en este caso, el lenguaje -lo hipertextual- sera lo que hablan ciertos grupos sociales.

    Aqu cabe resaltar que el hipertexto es un lenguaje que ha surgido cuando un hablante

    -individual o colectivo- usufructuando el lengua-je, lo imbuy de una direccionalidad a la que me referir posteriormente, y lo dirigi al campo de las fuerzas sociales. El hipertexto entonces es un portador de sentidos, donde se imponen nuevos sentidos a conceptos heredados. As, es posible ver cmo ha sido necesario generar lenguajes -como lo hipertextual-, al servicio de quienes impulsan el determinismo tecnolgico, o se es-taran condenando a perder fuerza social. Tal vez esta podra ser una explicacin apresurada de por qu no es posible el dilogo entre la crtica de las ciencias sociales y los informticos, como postula Landow (1997: 17). Los tericos crti-cos contemporneos no tienen necesariamente, y desde esta perspectiva, intereses en comn con los informticos.

    - Sociedad de la informacin, del conocimiento y del control

    Al volver la mirada sobre el contexto so-cio-poltico, donde se insertan las nuevas tecno-logas de la informacin y la comunicacin y las tcnicas como el hipertexto, la Red es vista como un espacio cada vez ms expedito de difusin e intercambio, dentro de parmetros que configu-ran expresiones positivas del proceso de globa-lizacin. As, las representaciones y definiciones conceptuales suelen adelantarse a los hechos o a los procesos. Lo cierto es que, en buena medida, muchas de las disquisiciones sobre Internet de la que el hipertexto es la base y est en el origen mismo de su creacin-, parten de un supuesto discutible, aquel de que estamos viviendo en la Sociedad de la Informacin, lo cual es una ver-dad en s, pero relativa si se contrasta esta afirma-cin con los datos de la brecha digital.

    El acceso a Internet -y por ende el acceso a sistemas hipertextuales digitalizados-, es al-tamente desequilibrado en trminos de pases o regiones industrializados/perifricos. Lo es tam-bin al interior de las distintas sociedades a partir de las desigualdades en el ingreso. Podramos de-cir, entonces, que la Sociedad de la Informacin ha sido, y es, en Amrica Latina, la periferia ms que una realidad, una oferta desde el centro a un determinado plazo y bajo ciertos condicionantes.

  • Rev. Reflexiones 86 (2): 129-140, ISSN: 1021-1209 / 2007 135Implicaciones culturales de las nuevas tecnologas...

    Armand Mattelart (2002) ha advertido que la nocin de Sociedad Global de la Informacin es el resultado de una construccin geopoltica/econmica del planeta en torno a los valores de la democracia de mercado y en un mundo unipo-lar. Una ideologa que no dice su nombre se ha naturalizado, y se ha visto propulsada al rango de paradigma dominante del cambio. Cabe aclarar que, si bien la Sociedad de la Informacin surgi hace unas dcadas, como ocurri con la Sociedad de Masas, la expresin es muy problemtica dado que no existe consenso alguno.

    Podra decirse que el trmino Sociedad de Masas se establece a finales del siglo XIX y es hasta el final de la 2 Guerra Mundial, cuando se comienza a desarrollar en un sentido crtico. Durante la 2 Guerra Mundial, varias disciplinas se centran en el estudio de los medios de comu-nicacin de masas y la influencia que estos tienen en la poblacin. Con el discurrir del tiempo y las discusiones tericas, varios autores utilizarn la construccin semntica Sociedad de la Informa-cin que se contrapone, al menos en algn senti-do, al de Sociedad de Masas, pero, es algo real o una mera especulacin? Podra decirse que la ex-presin Sociedad de la Informacin ha llegado a ser aceptada como descripcin de nuestro tiempo y del tipo de las sociedades en las que vivimos.

    Mc Quail (2000) describi a las Socieda-des de la Informacin como:

    Aquellas que han pasado a depender de complejas redes electrnicas de informacin y comunicacin y que dedican la mayor parte de sus recursos a actividades de informacin y comunicacin. () La teora de la sociedad de la informa-cin implica una ruptura con las anteriores teoras sociales y supone una extensin del determinismo meditico-tecno-lgico. (p. 149).

    James Beniger (1986) manifest por su parte que el concepto de Sociedad de la Infor-macin: dates from the late 1950s and the pioneering work of an economist, Fritz Machlup, who first measured that sector of the U.S. economy associated with what he called the produc-tion and distribution of knowledge. (p. 21).

    La Sociedad de la Informacin se amalga-ma entonces con la Sociedad del Conocimiento. El politlogo Joseph S. Nye y el almirante William

    A. Owens (1996), consejeros de la Casa Blanca unas dcadas atrs, afirmaron queel saber, ms que nunca, es poder. As, las nuevas tecnologas de informacin y comunicacin conforman uno de los mltiples sistemas tecnocientficos, lo cual po-sibilita el paradigma tecnoeconmico, y con ello, la emergencia y el desarrollo de una nueva modali-dad de sociedad: la Sociedad del Conocimiento.

    Desde diferentes corrientes de pensamien-to se han pronunciado al respecto. Por nombrar algunas posiciones: Garca Britto cita a Lyotard, quien ha asegurado que el saber se ha convertido en la principal fuerza de produccin, que es y ser producido para ser vendido y consumido, donde perdera su valor de uso. Por su parte, Martn Barbero (2000) ha sostenido que:

    la experiencia del progreso moderno, en la que W. Benjamn vea un tiempo homogneo y vaco, es la que Vattimo devela en la sociedad actual como la renovacin permanente e incesante de las cosas, los productos, las mercancas, fisiolgicamente exigida para asegurar la super-vivencia del sistema, en la que la novedad nada tiene de revolucionaria ni turbadora. (p. 20)

    Al respecto, Beniger (1986) manifiesta que:

    If social change has seemed to accelerate in recent years () this has been due in large part to a spate of new information-processing, communication, and control technologies like the computer () Such technologies are more properly seen, however, not as causes but as consequences of societal change (p. 6-7).

    Beniger coloca entonces a la par de las actividades de procesamiento de informacin y comunicacin recproca la palabra control, donde el proceso de informacin es esencial en toda actividad intencional. Plantea una Revolucin del Control que se inici como respuesta a la crisis generada por la Revolu-cin Industrial, provocando la centralizacin de la informacin. Argumenta entonces que a societys ability to maintain control-at all levels from interpersonal to international relations-will be directly proportional to the development of its information technologies (Beniger, 1986: 8-9).

    Cline Lafontaine (2004, 13-19) ir un poco ms all y hablar del imperio del paradigma

  • 136 Rev. Reflexiones 86 (2): 129-140, ISSN: 1021-1209 / 2007 Luz Marina Lardone Curbelo

    ciberntico. Localiza entonces al proyecto cient-fico-ciberntico con Norbert Wiener y el final de la Segunda Guerra Mundial. Un proyecto que se difundi rpidamente y atraves transversalmen-te no solo diferentes mbitos de investigacin sino, sobre todo, los imaginarios sociales que se han delineado bajo los imperativos de la tcni-ca. Aqu se puede ver cmo a partir de palabras como el hipertexto se ha imbuido al lenguaje de direccionalidad, y se lo ha proyectado hacia las fuerzas sociales.

    Devant un pareil fatalisme, on en vient croire que le destin de lhumanit est tout entier trac par lvolution technologique et la lutte contre l entropie. Idologie de la fin des idologies, le paradigme cyberntique sort du cadre politique des reprsentations modernes pour nous plonger dans une cosmogonie informationnelle o ltre humain n est ni le centre, ni la finalit, tout juste un niveau suprieur de complexit Lempire cyberntique nous aurait-il finale-ment confisqu l avenir ? (Lafontaine, 2004: 221-222).

    - las palabras significan lo que arbi-trariamente les hacemos significar

    El hecho es que, frecuentemente, en la divulgacin triunfalista de la cultura Internet, se suele indicar a la escritura hipertextual como un asunto especfico de este medio, como algo que ha nacido con l y solo con l. Si detrs del hi-pertexto existe una estructura topolgica de sus contenidos, esto significa que detrs de la organi-zacin se encuentra un proyecto textual, una in-tencin comunicativa. toda la nebulosa del voca-bulario de inspiracin tecnologicista no siempre implica asumir la determinacin tecnolgica de los procesos. Interrogarse por la pertinencia ter-minolgica no supone menoscabar los valiosos desarrollos conceptuales de quienes usan tales trminos como palabras-smbolo-signos. Por el contrario, con frecuencia ocurre que los propios anlisis de los autores acaban demostrando los lmites de esta terminologa ambigua, y de algn modo se revuelven contra ella.

    La irrupcin de los hipertextos en la vida cultural -en la semiosfera dira Lotman (1996) -, evidencia que muchas de las facetas que se consideran naturales hasta hoy son fruto de convenciones socio-culturales donde aquello que

    parece ms natural no escapa a la determina-cin tecnolgica. Para Lotman (1996: 24) la se-miosfera es el espacio semitico fuera del cual es imposible la existencia misma de la semiosis. Con respecto a la cultura, las consideraciones de Lotean, de manera general, parten del lenguaje, y ms especficamente del lenguaje informtico.

    Landow (1997) seala as que:

    el hipertexto ancla en la historia muchos de nuestros supuestos ms difundidos, hacindolos descender del ter de la abstraccin y parecer meras consecuencias de una tecnologa dada, arraigada en un tiempo y lugar dados (p. 49).

    Si la tecnologa determina las formas del pensamiento y su expresin, la llegada de una nueva tecnologa siempre da lugar a nuevas for-mas culturales. Desde una perspectiva semitica, se dijo que el lenguaje con Bajtn deja de ser par-te de la superestructura y se convierte en un arma social, refleja la realidad pero tambin la constru-ye y la determina. Imponer el lenguaje es impo-ner una cosmovisin y una estructura del mundo. As, con la infraestructura implicada, las luchas sociales no se definen solo de manera lingstica, tienen que ver con la volatilidad de los grupos y eso se relaciona directamente con las luchas his-tricas -luchas entre significados-, que tambin se juega en la capacidad de transmitirlo.

    Desde la teora crtica contempornea se ha confrontado la idea de hipertexto, y a pesar que la Academia de las ciencias sociales es un lugar hegemnico y legitimado -donde tambin hay luchas por la apropiacin de significaciones-, no se ha podido ms que competir con la teora informtica del hipertexto electrnico, an ms legitimado por el paradigma tecnoeconmico do-minante. Desde la perspectiva de Bajtn, se habla porque se espera obtener efectos. La referenciali-dad no es solo sobre lo que se habla, sino que est rodeada por la semiosfera -discursos previos-, y hay palabras que cambian los parmetros de esa semiosfera. Otra idea aplicada al hipertexto es la capacidad performativa que no se define en el sistema lingstico sino por circunstancias ex-tralingsticas, donde la semitica intercepta las fuerzas sociales.

    El planteo anterior, permite compartir con Voloshinov (1992: 46) la idea sobre cmo

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    cada poca y grupo social tienen un reperto-rio de formas discursivas. Formas discursivas particulares y arbitrarias. Por ello, las palabras sig-nifican lo que les hacemos significar. En el caso de la palabra hipertexto, este hacer-significar no es totalmente arbitrario de quin o quienes deter-minan: en virtud de qu principios, qu lectura es ms correcta o que lectura es ms inapropiada

    Considerando al hipertexto como signo, y ya que cada signo constituido tiene su tema, siguiendo a Voloshinov (1992) -que nunca se refiri especficamente al hipertexto-, podemos asegurar que :

    Para que un tema, cualquiera sea el nivel de la realidad a la que pertenezca, forme parte del horizonte social de un grupo y suscite una reaccin semitica-ideolgica, es necesario que dicho tema est relacionado con los presupuestos socioeco-nmicos ms importantes del grupo mencionado, es preciso que involucre siquiera parcialmente las bases de la existencia material del grupo sealado. (p. 47).

    En otras palabras:

    slo aquello que posea un valor social puede entrar en el mundo de la ideologa, constituirse y consolidarse en l. Por eso, todos los acentos ideolgicos, aun cuando los produzca una voz individual (por ejemplo en la palabra) o, en general, un organismo individual, aparecen como acentos sociales que pretenden lograr un reconocimiento social y que se imprimen en el exterior, sobre el material ideolgico, nica-mente para obtener reconocimiento. (Voloshinov, 1992: 48).

    De esta manera, el hipertexto estara unido a la realidad y al horizonte social por determi-nadas condiciones socioeconmicas que le ad-judican una significacin, lo hacen interesante y determinan las formas de comunicacin ideolgi-cas que a su vez determinan su expresin sgnica. Las distintas clases sociales utilizarn la misma lengua hipertextual, donde se cruzarn acentos de orientaciones muy diversas, otorgndole al hipertexto un carcter multiacentuado. As, el hi-pertexto como signo ideolgico llega a ser la arena de la lucha de clases (Voloshinov, 1992: 49). Por lo tanto:

    La clase dominante busca adjudicar al signo ideolgico [al hipertexto] un carcter eterno por encima de las clases sociales, pretende apagar y reducir al interior la lucha de valoraciones sociales que se verifican en el, trata de convertirlo en signo monoacentual. (Voloshinov, 1992: 49-50).

    - consideraciones finales: Ni determi-nismo tecnolgico ni determinismo histrico-social a ultranza

    Hasta ac, recurriendo a los postulados de algunos tericos estructuralistas y posestructura-listas y a la filosofa del lenguaje, y tomando pres-tado algunos de sus conceptos, se ha realizado un acercamiento terico no a los usos o efectos del hipertexto, sino que, utilizando las mismas lneas de pensamiento que suelen atacarse, confrontarse desde lo informacional, fue intencin resaltar cmo el hipertexto est definido desde su mismo nombre y origen, y cmo hay una lucha por la apropiacin de sus significados. Como signo ideolgico que es, el hipertexto se inserta en el corazn mismo del debate, y evidencia el trasfondo ideolgico que sustenta y que se impone como dominante. Ahora bien, qu es lo dominante que evidencia el hiper-texto donde tambin se inscribe y significa?

    Lo dominantes es el carcter vertiginoso de los cambios tecnolgicos que vivimos; la idea de que nos encontramos en el centro mismo de una revolucin tecnolgica y social sin preceden-tes; el convencimiento de que el futuro inmediato nos traer cambios an ms sorprendentes, y la espectacular difusin de las tecnologas de la in-formacin y la comunicacin durante las ltimas dcadas son algunos aspectos que nos permitira dar un carcter inexorable al desarrollo tecnol-gico. A menudo se afirma que el acelerado pro-ceso de cambios tecnolgicos que se viven es, sencillamente, imparable. De forma reiterada y en diferentes niveles de nuestra cotidianeidad, se recuerda que no es posible quedarse atrs en el progreso tecnolgico, y quienes no quieran, no sepan o no puedan adaptarse a estos cambios tec-nolgicos acabarn, tarde o temprano, sufriendo las consecuencias. As, el desarrollo tecnolgico parece investido de una fuerza que rebasa cual-quier intento humano por detenerlo o, incluso, por cambiar su direccin.

    La idea acerca del carcter inevitable de la tecnologa, no es nueva y se le conoce como deter-minismo tecnolgico, o la creencia de que las fuer-zas tcnicas son quienes determinan los cambios sociales y culturales. El determinismo tecnolgico deja por fuera los colectivos sociales como agen-tes importantes de los sistemas tecnolgicos. Los

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    deterministas tecnolgicos consideran, bsica-mente, que el desarrollo tecnolgico condiciona, como ningn otro elemento singular, el cambio y las estructuras sociales. Dicho de otra forma, que la fuente ms importante de cambios sociales, a lo largo de la historia, son las innovaciones tec-nolgicas.

    Ciertos componentes de las tecnologas como el hipertexto, acaban afectando, segn este punto de vista, a todos los mbitos sociales: las instituciones, las formas de interaccin, el ima-ginario cultural e incluso las cosmovisiones. Ciertas innovaciones tecnolgicas se interpretan entonces como fuentes de transformaciones so-ciales radicales o incluso revolucionarias, como lo fue y es la aparicin y presencia consolidada en escena del hipertexto.

    La perspectiva determinista se caracteri-za por considerar la relacin entre tecnologa y sociedad como unidireccional: es decir, que la evolucin de la sociedad -en sus aspectos eco-nmicos, polticos o culturales-, es consecuencia del desarrollo tecnolgico y est determinada por l, y la tecnologa sigue un curso particular de acuerdo con sus propias leyes. Parece entonces que las tecnologas se desarrollasen en un mbi-to externo al medio social: como una especie de factor exgeno con dinmica propia.

    Una posicin contrapuesta al determi-nismo tecnolgico sera la que se conoce como determinismo histrico, que destaca cmo las leyes del capital y las determinaciones sociales de clase condicionan el proceso innovador. En lugar de sistemas autorregulados, como sucede en el determinismo tecnolgico, el determinismo histrico-social caracteriza el modo de produc-cin y con ello explica la naturaleza del cambio tecnolgico contemporneo. Este determinismo histrico-social sostiene que sus componentes son los agentes causales de la tecnologa y no la tecnologa el agente causal de la sociedad.

    Es esta sociedad y este tiempo -llmese sociedad mundial, aldea global, tercera ola, so-ciedad de la informacin, frontera electrnica, realidad virtual, sociedad del control, imperio de la ciberntica, etc.-, donde los constructores del nuevo sistema tecnolgico, en una multiplici-dad de espacios de accin que van desde los nive-les micro, nano, gentico, molecular, atmico e

    incluso subatmico; pero tambin social, cultu-ral, poltico, econmico, etc., ayudan a construir un mundo, aunque este mundo no sea igual para todos

    Podra decirse que esta confrontacin en-tre determinismos ya forma parte de lo que casi todo el mundo percibe y da por supuesto. Curio-samente, adems, se aceptan de una forma u otra tanto las perspectivas tecnfilas, que ven el de-sarrollo tecnolgico como remedio de todos los males y lo equiparan casi automticamente con el progreso social, como algunas teoras sociales que consideran a la tecnologa y su crecimiento incontrolado como uno de los mayores peligros de las civilizaciones actuales. Son muchos los autores que, desde disciplinas muy diversas, han defendido a lo largo de la historia la tesis de la autonoma de la tecnologa y la idea de que ella sigue su propio curso al margen de la interven-cin humana o intento de control humano.

    Ello no significa, sin embargo, que la tec-nologa sea fcilmente maleable o que el deter-minismo social tenga que sustituir al tecnolgico. Si bien es cierto que el hipertexto es una misma tecnologa, su carcter de signo ideolgico mul-tiacentuado (Voloshinov, 1992: 49) tiene efec-tos muy distintos en configuraciones sociales y culturales diversas, aunque se pretenda univer-sal, porque los impactos de la tecnologa estn mediatizados por factores que no son puramente tecnolgicos. En cualquier caso, la idea de que la tecnologa se desarrolla segn su propia lgica ha sido definitivamente descalificada y no hay nada de natural en las trayectorias tecnolgicas. Ms bien hay estructuras que se mantienen por los in-tereses que acompaan a su desarrollo.

    Voloshinov (1992) dira que:

    todo signo ideolgico vivo posee, como Jano bifronte, dos caras. Cualquier injuria puede llegar a ser elogio, cualquier verdad viva inevitablemente puede ser para muchos la men-tira ms grande. Este carcter internamente dialctico del signo se revela hasta sus ltimas consecuencias durante las pocas de crisis sociales y de transformaciones revolucio-narias. () pretendiendo acentuar la verdad de ayer como si fuera la de hoy () dentro de los lmites de una ideologa dominante. (p. 50)

    Cabe aclarar entonces que, desde esta perspectiva, no se adhiere al determinismo

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    tecnolgico y por ende a la tesis de la autono-ma tecnolgica porque, si el desarrollo tec-nolgico es algo autnomo que tiene lugar de forma inexorable siguiendo su propio curso, lo nico que se puede hacer es aceptar sus pro-ductos con resignacin. Resistir no es lo mis-mo que transformar: la accin est puesta en lugares distintos. Sin embargo, desde los estu-dios de la tecnologa, se favorece una posicin que destaca la posibilidad efectiva de interve-nir sobre el desarrollo tecnolgico, y el hiper-texto como signo ideolgico de estos nuevos viejos tiempos modernos, refuerza esta tesis, se revela como multiacentuado y se refracta porque, como dira Voloshinov (1992) desde la filosofa del lenguaje:

    Un signo ideolgico es, dentro de una ideologa dominante, algo reaccionario y trata de estabilizar el momento inme-diatamente anterior en la dialctica del proceso generativo social, pretendiendo acentuar la verdad de ayer como si fuera la de hoy. (p. 50).

    Se destaca entonces un posicionamiento crtico frente al paradigma dominante tecnoec-nomico, sin denostar algunos usos de las tecnolo-gas, pero tampoco ensalzando sus pretendidos e inaprensibles y universales beneficios.

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