Ilustraciones por Antonia Lara Gómez€¦ · NJAMBA NENE Y EL AUTOBÚS VOLADOR Textos: Ngũgĩ wa Thiong’o Ilustraciones: Antonia Lara Gómez ... esa insignia que dice “SOY UN
Author
others
View
2
Download
0
Embed Size (px)
344 x 292
429 x 357
514 x 422
599 x 487
Text of Ilustraciones por Antonia Lara Gómez€¦ · NJAMBA NENE Y EL AUTOBÚS VOLADOR Textos: Ngũgĩ wa...
NJAMBA NENE Y EL AUTOBÚS VOLADOR
Textos: Ngg wa Thiong’o
Ilustraciones: Antonia Lara Gómez
© 2021 Antonia Lara Gómez
© 2021 Planeta Sostenible EIRL
Traducción: Bartolomé Leal
Ngai n atrathimire
Y dijo que era para siempre
−Niños, ¿les gustaría ir al Museo de Nairobi? −preguntó el profesor
Kgorogoru a sus alumnos en la clase. Todos los niños alzaron sus
manos.
−¿Cuándo? −preguntaron algunos impacientes.
−El próximo sábado, temprano en la mañana. Quiero que todos nos
juntemos en la puerta de la escuela a las ocho en punto. Quiero
también que cada cual traiga cinco monedas para el pasaje del
autobús. ¿Está claro?
−Sí, señor −respondieron todos al unísono.
−¿Y tú, Njamba Nene?
−Sí, señor −respondió apresurado Njamba Nene, poniéndose de pie.
Todos los demás niños se volvieron hacia él.
No eran solo los niños quienes se sorprendían al oír su nombre. La
gente solía quedarse mirando a quien respondía a ese nombre, que
significa “superhéroe”. Y cuando veían sus piernas flacas trataban
dificultosamente de controlar la risa. Movían sus cabezas y se
decían unos a otros: “Bueno, se podría decir que no hay ningún
nombre demasiado pesado como para que un niño no lo aguante. Tiene
piernas de zancudo, pero lleva un nombre tan grande como un
elefante”.
Los niños de la escuela solían burlarse de él llamándole el
“campeón delgado”. Es por eso que se volvieron hacia Njamba Nene,
haciendo lo posible para no reírse.
−Dime, ¿tienes tú las cinco monedas para pagar el bus? −le preguntó
el profesor.
5
7
¡Siempre estás hablando gky o kiswahili u otras lenguas primiti-
vas! ¿Cuándo aprenderás a hablar idiomas civilizados como inglés,
francés o alemán? ¡Oh, no! ¡Tú no! Lo que te gusta es ir acarreando
esa insignia que dice “SOY UN BURRO” alrededor de tu cuello. ¡Todo
porque siempre te pillan hablando lenguas primitivas en la escuela!
Vamos ahora a la geografía. Tú no estás interesado en saber de los
ríos, montañas, lagos y árboles de Europa. Dices que quieres cono-
cer primero los ríos, montañas, lagos, árboles y animales de tu
propio país. ¿Cuándo aprenderás? Has rechazado los nombres modernos
como John o Charles; o un nombre como el mío: ¡Fartwell!
−O John Bull1 −gritó un alumno.
−Sí, un nombre como John Bull − aprobó el profesor, dirigiéndose a
Njamba Nene.
−Mi mamá Wac dice que cualquier nombre es bueno para un niño. Los
nombres como Kamau, Onyango o Mtiso son buenos también −replicó
Njamba Nene valientemente.
A Njamba Nene le disgustaba mucho Kgorogoru porque siempre estaba
tratando de humillarlo enfrente de los demás pupilos. Se preguntaba
por qué Kgorogoru deseaba hacerlo sentirse pequeño y avergonzado de
sí mismo.
−¡Kamau, Onyango, Mtiso! −lo remedó el profesor−. Siéntate. No
logro saber cómo te las arreglas para ser el tercer mejor
estudiante durante los exámenes. ¡Debes estar haciendo
trampas!
−No estoy haciendo trampas −se paró Njamba Nene.
−¡Siéntate!
Njamba Nene se sentó. Sintió formarse un nudo en su garganta, pero
se las arregló para evitar estallar en lágrimas.
−No lo sé.
−¿Por qué? ¿Acaso tu mamá dejó de ofrecer su trabajo manual a los
propietarios de las grandes haciendas? −agregó Kgorogoru
sarcásticamente.
Los demás alumnos rompieron en carcajadas.
−Todavía lo hace, pero el tacaño del hombre rico para el cual
trabaja no le paga lo suficiente para la comida y la ropa
−respondió Njamba Nene, ignorando el sarcasmo en la voz del
profesor.
−¿Es por eso que vienes a la escuela con esos pantalones cortos
llenos de parches?
−Mi mamá Wac dice que uno no puede odiar a una persona por el hecho
de ser pobre.
−¡Tú sabes bien como hablar en gky! ¿Ah? ¿Cuándo vas a aprender a
hablar inglés? ¡Cuando a las hienas les crezcan cuernos!
−La lengua es la lengua −le respondió Njamba Nene al profesor−.
Ninguna lengua es mejor que otra.
−¡Jajajá! La lengua es la lengua −el profesor lo imitó−. Ninguna
lengua es mejor que otra. ¿Quién te enseñó esa tontería? Seguro que
tu mamá Wac. Dile que ella tendría que ir a recoger más parches, de
modo que pueda cubrir esos remiendos tuyos que se salen como las
papas de un saco roto.
Los alumnos estallaron en risas.
Njamba Nene sintió que las lágrimas caían de sus ojos. ¿Por qué
Kgorogoru trataba siempre de herirlo? Hizo un esfuerzo por
endurecerse y no llorar.
−Sí, señor −respondió.
−¡No! ¡Tú no escuchas! −el profesor Kgorogoru continuó amedren-
tando a Njamba Nene−. Ni siquiera eres capaz de hablar
inglés.
1 Literalmente: Juan Toro (N. del T.).
8 9
Habían aprendido esa canción en la primera clase. Njamba Nene
siempre se preguntaba que diablos significaba. ¿Qué era eso de los
mecheros de Londres? ¿Qué hacía la leña en la barriga de alguien?
¿Y por qué le pedían a Boro que se abrigara?
−Gracias, John Bull −dijo Kgorogoru, muy complacido con su alumno−.
Esta es una canción inglesa sumamente conocida en todo el mundo. Es
acerca de Londres, la capital de Inglaterra... Ahora prepárense que
el autobús está aquí.
El bus, que llevaba un letrero donde se leía CORRE TRAS EL DINERO6,
arribó a la puerta de la escuela a las nueve y media. Todos los
alumnos subieron y Njamba Nene fue a sentarse en el puesto de más
atrás, cerca de la salida de emergencia. Nadie se sentó cerca de él
porque no querían sentir el olor de sus pedos.
De manera que Njamba Nene se fue sentado solo.
Brr y wit wa and air
Ngai n atrathimire
Y dijo que era nuestra para siempre
El mechero de Londres
El mechero de Londres
Leña en la barriga
Leña en la barriga
El fuego es fuego
El fuego es fuego
Boro, abrígate solo
Boro, abrígate solo5
Kgorogoru lo miró como si fuera a colapsar de ira, mientras su nuez
de Adán se movía velozmente de arriba abajo.
−¡Siéntate! ¡Siéntate! −dijo con voz desesperada mientras miraba
apresurado por sobre su hombro−. Si Pío Brainwash hubiera estado
aquí, ¿es eso lo que habrías cantado? ¿Quieres que me expulsen?
¿Quién te ha enseñado esas canciones Mau Mau4?
−Mi mamá Wac −dijo Njamba Nene.
−Llévate tu política al corral de tu madre −le dijo el profesor−.
Esta escuela pertenece al señor Pío Brainwash y él quiere que
formemos niños civilizados. ¿Jefecito John Bull?
−Sí, señor.
−Cántanos una canción.
−Siéntate con tu pescuezo de pájaro ahora mismo −le gritó
Kgorogoru−. ¿No sabes otras canciones?
−Por supuesto que sé muchas otras −respondió Njamba Nene.
−¿Por qué no las cantas para nosotros?
Njamba Nene comenzó ahora a cantar otra canción.
5 La canción es “Londres está ardiendo” y los niños la cantan como
si sus palabras fueran en gky, reduciéndola así al absurdo (Nota
del Autor). 6 En Kenia los vehículos de transporte colectivo suelen
llevar nombres o lemas (N. del T.).4 Grupo clandestino que luchó
por la independencia de Kenia (N. del T.).
−John Bull se puso de pie rápidamente y comenzó a cantar. Los demás
se le unieron.
16 17
Otros sollozaban:
Algunos clamaban por sus madres:
−¡Bu, bu, mamá, ayúdame!
De repente recordaron que estaban hambrientos. Sintieron que el
hambre carcomía sus estómagos.
−¿Qué puedo comprar con veinte monedas en esta selva? −lloriqueó
John Bull.
Todos, excepto Njamba Nene, habían llevado solo dinero para su
almuerzo.
−Incluso un millón de monedas vale menos que un grano de maíz −
dijo otro.
−O incluso una gota de agua −agregó otro más.
−No se preocupen, tengo un poco de comida, algo de maíz y porotos
−les dijo Njamba Nene.
Todos se apresuraron en juntarse alrededor suyo, las manos
alargadas, implorando por un poquito de comida.
−Por favor, véndeme un puñado −rogó uno−, te lo compro a cualquier
precio.
−Aquí tengo veinte monedas −dijo otro−. Puedes tenerlas si me das
una cucharada de tu comida.
−¿Puedo yo tener un poco? Solo un bocado.
−¡Yo también! ¡Yo también! −así decían en coro, las palmas
estiradas. Incluso John Bull había olvidado cuán malo puede ser un
gas por comer maíz y porotos, mezclándose y gritando junto a los
otros.
−No me olvides, por favor −rogaba John Bull. Njamba Nene los hizo
callar con un gesto y dijo:
−¿Qué es el dinero? Un trozo de metal, un trozo de papel. El dinero
no es alimento, ni ropa, ni abrigo. Estamos todos metidos en el
mismo problema. ¿Por qué debería yo sacar provecho de vuestro
sufrimiento? ¿Por qué debería ser la infelicidad de alguien la
fuente de mi felicidad? No, sentémonos y compartamos lo poco que
tengo. Compartámoslo hasta el último grano y mantengamos el hambre
a raya. Mi mamá Wac dice: “Un estómago vacío no dice no, ni
siquiera a un minúsculo bocado”.
Se sentaron juntos y compartieron el frugal alimento. La mayoría de
ellos estaba sorprendido al ver que Njamba Nene no se dejaba para
él la mejor parte. Cuando hubieron terminado de comer, volvieron a
sus quejas e inquietudes por ellos mismos.
−¿Qué voy a hacer? −gritaba cada cual.
Njamba Nene los hizo juntarse de nuevo.
−Dejemos de quejarnos cada cual por sí mismo, y en su lugar preo-
cupémonos por todos nosotros. Tenemos que recordar también que
llorar no va a ayudar a nadie. Mamá Wac dice que no puedes matar
una pulga con un solo dedo. También dice que, para mantener el
fuego ardiendo, necesitas más que un solo leño.
−¿Cómo podemos preocuparnos de todo el grupo mientras estemos en
esta selva? −preguntó alguien−. ¿Cómo nos van a sacar de la selva
unas pocas ideas? Juguemos nuestras cartas caminando en alguna
dirección.
−¡Si solo hubiera un teléfono en las cercanías! −expresó
otro−.
24 25
Podríamos llamar al señor “barriga suelta” de manera que pueda
venir por nosotros.
−¡Si solo el señor Kgorogoru estuviera aquí con nosotros! Nos
habría mostrado qué hacer −dijo John Bull.
−Ya que él no está aquí, ¿qué quieres que hagamos? −le preguntó
Njamba Nene−. Una buena educación debería ayudarnos incluso en
ausencia de un profesor. El aprendizaje debería permitir a una
persona ser independiente.
−¡Yo sé lo que haremos! −dijo John Bull−. Recémosle a Dios para que
nos muestre el camino.
−¡Sí! ¡Él podría incluso mover una montaña para nosotros!
−O esta selva.
−Podría también mandarnos un avión ahora mismo.
−O aún mandarnos unos ángeles que nos lleven a cada uno de nosotros
a nuestros hogares.
Se arrodillaron y cerraron sus ojos. Rezaron y rezaron hasta que el
sudor les empezó a gotear de la frente. Cuando abrieron los ojos,
la montaña todavía estaba allí. La selva y las cenizas del bus
quemado estaban donde mismo desde que habían comenzado a
rezar.
−¿Qué hacemos ahora? −gimieron.
Njamba Nene les habló:
−Hemos rezado. Eso está muy bien. Pero mi mamá Wac dice que Dios
ayuda solo a aquellos que se han ayudado a sí mismos.
−¿Y cómo quieres que nos ayudemos a nosotros mismos para que Dios
nos ayude? −preguntó John Bull sarcásticamente−. Tú pareces
conocerlo bastante bien. ¿Le hablas acaso?
Njamba Nene ignoró el sarcasmo, así como el desacuerdo y continuó
hablando con los otros. Ellos se sentían contentos por la
manera
en que había compartido su comida con ellos y se sentían bastante
dispuestos a escucharlo.
−Bien. Les explicaré como podemos ayudarnos a nosotros mismos.
Primero que todo debemos averiguar de dónde hemos venido y adónde
estamos ahora. Solo entonces podremos saber en qué dirección
ir.
−¿Cómo podemos saber de dónde venimos y adónde estamos? −pre- guntó
alguien−. Ni siquiera sé cómo es el mapa de este país
−agregó.
−Si estuviéramos en Inglaterra, podría decirles donde estamos −dijo
John Bull−. Me conozco el mapa de Inglaterra como la palma de mi
mano.
−Todo eso está muy bien, pero no estamos en Inglaterra. Estamos en
África y debemos conocer África. Estamos en Kenia y es nuestro país
y debemos conocerlo. Ahora estamos aquí en la selva, nuestra propia
selva. No tenemos a nadie ni nada adonde volvernos para que nos
lleve a nuestros hogares. Además está oscureciendo. Por lo tanto,
debemos averiguar dónde estamos de modo de decidir adónde
dirigirnos a continuación. Y no podemos saber dónde estamos sin
averiguar antes de dónde hemos venido.
−Entonces, ¿qué quieres que hagamos? −preguntó alguien−. ¿Cómo lo
haremos para saber de dónde venimos?
−Todo lo que tenemos que hacer es mirar juntos hacia atrás
−respondió Njamba Nene−. Tratemos de recordar juntos cómo llegamos
hasta acá.
−No tengo la menor idea de cómo llegamos aquí −dijo alguien−. Solo
sentí al bus empezar a galopar y se transformó en un caballo clop
clop clop. Y entonces comenzó a volar.
−No sé cómo llegamos aquí.
−Yo tampoco.
−Ni yo.
26 27
−Escuchen −habló Njamba Nene−. Cuando me senté en la parte trasera
del bus iba mirando por dónde íbamos. Iba solo, sin nadie con quien
hablar. En mi hogar en el poblado, mamá Wac me ha enseñado un
montón acerca de las cosas naturales como la luna, las estrellas y
el sol. Ella me habla de que hay que estudiarlas, en el día y la
noche también. El sol, la luna y las estrellas son los mejores
amigos del viajero. También ocurre que sé de todos los bosques y
montañas de este país. No hay ningún árbol que no pueda nombrar
para ustedes. Juntando estos conocimientos, he llegado a la
conclusión de que estamos ahora sobre la montaña llamada
Kagerangoro.7
−¿Kagerangoro? −preguntaron los otros al unísono.
−Sí. Y esta selva se llama Ngaindeithia.8
−¿Selva de Ngaindeithia? −preguntaron de nuevo−. ¿Por qué se llama
así?
−Porque hay muchos animales salvajes en ella. Algunos son bastante
feroces y otros no tanto. Pero los feroces son la mayoría. −¡Qué
desgracia! ¡Seremos comidos por esos animales! −gritó alguien−.
Mejor nos vamos de aquí antes que se ponga el sol.
−Eso es exactamente por qué quiero que decidamos rápidamente lo que
vamos a hacer. Dividámonos en grupos. Uno de los grupos será
responsable de buscar algo de comer para todos nosotros.
−¡Pero aquí no hay tiendas ni mercados! −dijo John Bull−. Esperemos
la decisión de Dios.
−La selva es nuestra tienda, nuestro granero, nuestro mercado −dijo
Njamba Nene−. Otro grupo será responsable de encontrar el camino
que tomaremos mañana y así en adelante. Tenemos que compartir
tareas, ideas y cargas.
Incluso después que se hubieron dividido en grupos, Njamba Nene
tuvo que moverse de un grupo al otro, para darles consejo o
compartir sus puntos de vista. La mayoría no creía que podían ser
capaces de hacer nada por su cuenta sin el apoyo de su
profesor.
−¿Cómo podemos hacer fuego sin fósforos? −preguntaron los del grupo
responsables del lugar donde iban a dormir. Por el momento las
llamas que se habían formado alrededor del bus se habían
apagado.
−Eso no es ningún problema en absoluto. Mamá Wac me ha mostrado
cómo encender un fuego frotando una rama con otra. Tráiganme algo
de pasto seco.
Unos cuantos de ellos le trajeron el pasto seco, Njamba Nene eligió
dos ramas de madera. Una era delgada y fuerte, y la usó para
taladrar un hoyo en la más gruesa. Frotó y frotó hasta que el sudor
comenzó a correr por su cara. Frotó y frotó hasta que empezaron a
saltar chispas.
7 Kagerangoro: “Medida de la paciencia” (Nota del Autor). 8
Ngaindeithia: “Dios me proteja” (Nota del Autor).
30 31
kirrrie
Eh elefante te fuiste a lamer la sal
Y dejaste a los demás en la guarida de la hiena
Cuando los cachorros lloraban les decías
¡A callar!
¡A callar!
¡Y confórmense con eso!
Ellos cantaron y cantaron hasta que sintieron sueño uno tras otro.
Njamba Nene estaba a punto de dormirse ya que fue el último en
cabecear, cuando de pronto escuchó a unos animales que aullaban
cerca de donde se encontraban.
Mamá Wac le había enseñado a Njamba Nene las costumbres de los
distintos animales salvajes, cómo caminaban, cómo aullaban e
incluso cómo distinguir uno de otro por su olor. Su mamá Wac le
había enseñado que no había ningún animal por salvaje que fuera que
no pudiera ser amansado. Todo lo que uno tenía que hacer era
mimarlo y mostrarle su afecto. Sobre todo, uno no debe nunca
mostrar miedo. La mayoría de los animales eran inofensivos para
quienes eran amistosos con ellos.
A medida que cada animal se iba acercando, Njamba Nene le cantaba
lo mejor que podía, hasta que cada uno se aquietó. Los animales
se
fueron acercando cada vez más, atraídos por su dulce voz. Se
echaron cerca de él.
Cuando los niños despertaron al día siguiente, se sorprendieron al
encontrarse rodeados por diferentes bestias salvajes. Los animales
dormían aún. Un elefante estaba allí, también un león, un búfalo,
una jirafa, una hiena, una cebra, un venado y todos los demás
animales del reino selvático.
−No muestren miedo −les explicó Njamba Nene−. Como hemos dormido
entre los animales, olemos como ellos, de manera que cuando
caminemos por la selva los animales no podrán hacer la diferencia
entre nosotros y ellos. Así estaremos a salvo. Los animales son
nuestros amigos. Prepárense para ir en busca del camino a casa.
Vamos.
34 35
LOAD MORE