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Ignacio Dueñas García de Polavieja Ignacio Dueñas García de Polavieja Iglesia y revolución en Iglesia y revolución en Nicaragua a través de Nicaragua a través de los testimonios orales: los testimonios orales: la experiencia de la experiencia de Solentiname Solentiname ENTELEQUIA revista interdisciplinar

Iglesia y Revolución en Nicaragua a través de los testimonios orales

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Una descripción detallada de la relación entre iglesia y revolución durante el conflicto armado nicaragüense.

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  • IgnacioDueasGarcadePolaviejaIgnacioDueasGarcadePolavieja

    Iglesia y revolucin enIglesia y revolucin enNicaragua a travs de Nicaragua a travs de los testimonios orales: los testimonios orales:

    la experiencia dela experiencia deSolentinameSolentiname

    ENTELEQUIArevista interdisciplinar

  • IglesiayrevolucinenNicaraguaatravsdelostestimoniosorales:laexperienciadeSolentiname

    byIgnacioDueasGarcadePolavieja

    Firstedition,December2013

    ISBN:84-617-1481-4

    PublishedbyEntelequia.RevistaInterdisciplinar(grupoEumednet)

    availableathttp://www.eumed.net/entelequia/en.lib.php?a=b016

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  • IGLESIA Y REVOLUCIN EN NICARAGUA A TRAVS DE LOS

    TESTIMONIOS ORALES: LA EXPERIENCIA DE

    SOLENTINAME

    Ignacio Dueas Garca de Polavieja

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  • Prlogo

    Palabras testimoniales desde el Ecuador (Amrica Latina)

    Introduccin

    Captulo 1. El nacimiento de las Comunidades Eclesiales de Base en el contexto del tardosomocismo

    1. Los ltimos aos del somocismo1.1. Carcter sistemtico de la represin y del fraude electoral1.2. El robo institucionalizado1.3. Explotacin y miseria de las clases populares

    2. Surgimiento y desarrollo de las Comunidades Eclesiales de Base2.1. Antecedentes e inicios de las CEBs de Nicaragua2.2. Las CEBs como espacios de socializacin y concientizacin, a travs

    de la liturgia2.3. Las CEBs de Nicaragua: Movilizacin, resistencia al somocismo y

    apoyo al proceso insurreccional sandinista

    Captulo 2. El proyecto de Ernesto Cardenal en Solentiname, como paradigma de la liberacin

    1. El perfil de Ernesto Cardenal y los inicios de la utopa de Solentiname2. Vida cotidiana y proyeccin internacional de la comunidad de Solentiname3. La concientizacin de los jvenes en Solentiname: La comuna

    Captulo 3. Filosofa y esttica de Solentiname: El arte primitivista, la msica y el Evangelio en Solentiname

    1. El arte figurativo primitivista2. La Misa Campesina Nicaragense3. Del testimonio oral a la literatura: El Evangelio en Solentiname4. Apndice: El Evangelio en Solentiname

    Captulo 4. Solentiname como referente cultural de toda una generacin1. Solentiname y la contracultura de los sesenta2. Solentiname y la liberacin

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  • Captulo 5. Solentiname y su praxis antisomocista: El germen de la guerrilla revolucionaria, desde San Carlos a Managua (1977-1979)

    1. El asalto al cuartel de San Carlos2. Efervescencia revolucionaria3. Procesos insurreccionales finales

    Eplogo: Sueos y nostalgias de Solentiname en la actualidad

    Apndice documental: El recuerdo de Solentiname, a travs de los relatos de vidaErnesto CardenalFernando Cardenal Olivia SilvaMiriam GuevaraWilliam AgudeloRodolfo ObandoRafael ChavarraSilvio EspinosaCarlos Meja Godoy

    Bibliografa y fuentes oralesBibliografa generalRelacin de fuentes orales

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  • PRLOGO

    La monografa del Dr. Ignacio Dueas Garca de Polavieja, que tenemos el honor de prologar, es parte de un exhaustivo anlisis de dos Historias, que tienen como hilo conductor los testimonios orales, dos historias paralelas, acaecidas en el pasado siglo XX, a saber: la de Nicaragua y la de la Iglesia Catlica en dicho pas desde mediados de la dcada de los sesenta hasta el triunfo de la Revolucin Sandinista. El ncleo principal de este libro es abundar en la experiencia mstica, poltica, artstica y, casi mtica, del proyecto comunal, llevada a cabo por el poeta y sacerdote Ernesto Cardenal, en el archipilago de Solentiname en el Lago de Nicaragua. Dicho proyecto se encuentra enmarcado en una doble coordenada temporal: por un lado, la coyuntura general, caracterizada por la contracultura occidental de la dcada de los sesenta; y por otro, la coyuntura especfica por la que atravesaba Nicaragua en estos aos finales de la dictadura de Somoza, lo que nos lleva a contemplar cmo desde la iglesia liberacionista surgi una magnfica plataforma de resistencia al somocismo y apoyo a la revolucin sandinista. El autor de la presente monografa ha sabido aunar muy sabiamente las fuentes bibliogrficas, documentales, escritas y orales, para comenzar ofrecindonos un esclarecedor panorama del tardosomocismo, reconstruyendo a travs de la memoria de los informantes la historia de un rgimen, el del clan de los Somoza, estructuralmente represivo que, desde la dcada de los aos treinta del pasado siglo XX, detent en Nicaragua el poder absoluto, un poder entreguista al servicio de los EE.UU., de caractersticas violentas y corruptas que infligi un gran sufrimiento a la mayora de la poblacin del pas centroamericano, la cual fue vctima de un expolio institucionalizado y de un total abandono de los poderes pblicos.

    Dentro de la coyuntura histrica, arriba sealada, surgi el proyecto de Ernesto Cardenal en Solentiname como paradigma de la liberacin. El autor del presente libro nos ofrece un detallado anlisis del proceso vital y espiritual del sacerdote-poeta hasta culminar con la fundacin de la comunidad de Solentiname. Asimismo asistimos al desarrollo y a la proyeccin nacional e internacional de la misma durante sus 11 aos de existencia (1966-1977), para despus centrarse en el estudio de su evolucin desde la dimensin monacal y espiritual de los inicios, a la dimensin concreta, social y poltica,

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  • hasta acabar integrada en el proceso insurreccional del Frente Sandinista de Liberacin Nacional, como una consecuencia directa de la toma de conciencia comunitaria ante la cotidianidad que se estaba padeciendo en la Nicaragua somocista.

    Igualmente, en la presente monografa, el doctor Dueas Garca de Polavieja se detiene en mostrarnos a Solentiname como ncleo de creacin artstica desde las artes figurativas, pasando por la msica, hasta el testimonio oral y concientizador convertido en literatura. Desde la pintura primitivista a El Evangelio en Solentiname asistimos a un profundo proceso de creacin llevado a cabo por campesinos, la mayora iletrados, que llegaron a interpretar la vida cotidiana con un profundo sentido comn y, sobre todo, lucidez, basada en la experiencia vital, y en la orto-praxis como nico camino liberador.

    La presente obra transciende el plano de lo local, pequeo, modesto y cotidiano del proyecto comunitario a su proyeccin universal, pues Solentiname se convirti en faro revolucionario y en un referente obligado del pensamiento religioso liberador, no slo en Nicaragua, sino tambin para muchos sectores de la sociedad occidental, inmersos en las manifestaciones contraculturales de las dcadas de los sesenta y setenta.

    El presente libro es un aporte singular a la lnea de investigacin que, desde hace ms de 20 aos, se viene trabajando en la Universidad de Cdiz sobre la metodologa de la Oralidad a travs del Grupo de Investigacin Intrahistoria, Oralidad y Cultura en Amrica Latina dirigido por la que suscribe. Tambin quiero destacar que esta monografa tiene un carcter pionero dentro de la investigacin y produccin americanista espaola, aunque como antecedente podramos destacar las obras del Dr. David Fernndez Fernndez referidas a la Historia Oral de la Iglesia Catlica en Santiago de Chile como resistencia a Pinochet, que formaron parte de su tesis doctoral dirigida por m.

    Para concluir, quisiera resear que esta obra que presentamos es parte de una investigacin ms amplia que sirvi al autor para la realizacin de su tesis doctoral, defendida en la Universidad de Cdiz el 24 de noviembre de 2011, y que, igualmente, tuve el honor de dirigir. La comisin de expertos en Historia de Amrica Latina, Historia Contempornea, Filosofa y Teologa estuvo formada por los doctores Jess Paniagua Prez (Universidad de Len), Piedad Magdalena Vsquez Andrade (Universidad Estatal de Cuenca-Ecuador), Juan Jos Tamayo-Acosta (Universidad

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  • Carlos III de Madrid), Mara Dolores Fuentes Bajo y Alberto Jos Gulln Abao (Universidad de Cdiz), dicha comisin le otorg la mxima calificacin de Sobresaliente cum laude por unanimidad.

    Dra. Mara Dolores Prez MurilloProfesora Titular de Historia de Amrica de la Universidad de Cdiz (Espaa).Mayo de 2012

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  • PALABRAS TESTIMONIALES DESDE EL ECUADOR (AMERICA LATINA)

    En los agradecimientos, de su Tesis Doctoral, Ignacio Dueas Garca de Polavieja, se refiere a las personas, a las gentes de las comunidades, a los militantes de movimientos que han desnudado sus vidas y anhelos, frustraciones y esperanzas que han hecho posible su magnfica obra. As como a la Directora de la Tesis que sabiamente le ha orientado para dar el salto de lo que iba siendo un mero asunto acadmico hacia toda una peregrinacin a las fuentes. De manera que las comunidades, el dirigido y la directora se han convertido en senderistas de lo que, en trminos de Boaventura de Sousa Santos sera un conocimiento prudente para una vida decente en el marco de nuevas epistemologas que trabajan en la bsqueda y consolidacin de la emancipacin humana. Opcin emancipadora que es factible nicamente cuando se parte de contextos vitales cargados de experiencias heroicas y cotidianas como el de las gentes comunitarias que son las protagonistas del trabajo de Ignacio Dueas. Vivencias abordadas desde elementos terico-crticos y metodolgicos sabia y discrecionalmente articuladas desde las fuentes escritas a los testimonios orales y recursos estratgicos fotogrficos, poticos, musicales, etc. Lejos de la arrogancia del conocimiento hegemnico tecnocientfico que prioriza las formulaciones abstractas, que pontifica las frmulas, las cuantificaciones e invisibiliza a los seres humanos. Olvida la suerte de millones de seres humanos que viven en situacin de exclusin. Es la comunidad de la vida la que cae, como dice Edagar Morin, entre los agujeros de las disciplinas de las ciencias humanas; lejos de la competencia tecnocrtica del experto cuya ceguera general envuelve la lucidez especializada de consecuencia social y polticamente mutilada y mutilante.

    Tengo el privilegio de haber sido parte del Tribunal de la Tesis Doctoral de Ignacio Dueas, disfrut de su lectura, del debate en la defensa de su trabajo que me transport a la epopeya educativa liberadora que constituy la campaa de Alfabetizacin de Nicaragua. Esta experiencia de esta epopeya marc mi vida. Pues, jams olvidar los muchsimos momentos de intensa espiritualidad vividos como, por ejemplo, cuando con un grupo de alfabetizadores visitamos una casa, en otra hora propiedad de Dinora, que fue una de las amantes del dictador Somoza. Esta casa, luego del triunfo de la

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  • Revolucin Sandinista se transform en un centro cultural dedicado a los quinchos, nombre con el que se conoce a los nios betuneros. Los quinchos, bajo la serena y profunda mirada del Poeta Trapense de Solentiname, Ernesto Cardenal, haban sustituido los cajones de trabajo y el betn por la paleta de pintura, el cuaderno de poemas, las guitarras y tambores, la danza, etc. Las conmovedoras lgrimas de alegra de mujeres y hombres analfabetos rurales que haban acogido en el seno de su familia a jvenes de la ciudad que llegaron para vivir un proceso de humanizacin profundo, en el que los jvenes de la ciudad llegaban a desarrollar sesiones de alfabetizacin y las familias campesinas en reciprocidad compartan las experiencias de sus luchas por la dignidad, de sus solidaridades, de capacidad de cuidado y de defensa de la naturaleza. Como resultado de este proceso tico-poltico-educativo desarrollado durante cuarenta sesiones formuladas en la Cartilla de Alfabetizacin elaborada bajo la direccin de Paulo Freire, los analfabetos accedan a la lecto-escritura. El primer documento que escribieron fueron cartas a sus familiares y amistades entraables y a los Comandantes de la Direccin del Frente Sandinistas, no solo para agradecerles sino para solicitar la secundaria y universidad para adultos.

    Doctor Ignacio Dueas (amigo Nacho), muchas gracias por permitirnos disfrutar con su obra y reactivar el derecho a soar con una sociedad en donde todas las personas podamos vivir en condiciones de dignidad.

    Dra. Piedad Vsquez AndradeProfesora de la Facultad de Filosofa de la Universidad de Cuenca-Ecuador Mayo de 2012

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  • INTRODUCCIN

    Esta obra consiste en la reconstruccin del novedoso proyecto monstico, revolucionario y contracultural de Solentiname fundado en 1966 por el clebre poeta nicaragense Ernesto Cardenal. Para ello, fue necesario, en primera instancia, acercarnos al trayecto vital, religioso y poltico de su protagonista, como marco previo de dicha iniciativa. sta, a su vez, se debe contextualizar en el convulso avatar de la historia reciente de Nicaragua, caracterizada por la lucha contra una extrema pobreza y contra una virulenta tirana regida por la dinasta de los Somoza. Ambos flagelos quisieron ser superados mediante un proceso revolucionario en cuya etapa insurreccional se enmarca esta investigacin.

    Adems, no se puede comprender lo que fueron Solentiname y la insurgencia liderada por la guerrilla del Frente Sandinista de Liberacin Nacional (FSLN) sin atender al factor religioso. Esto es as debido al hecho de situarnos ante un pueblo de una fe sencilla y genuina; ante una organizacin subversiva dotada de una gran carga cristiana; ante el peso de una Iglesia poderosa, clasista, tradicional y apegada al poder; y ante un minoritario pero audaz sector del clero que, por su tendencia revolucionaria impulsada por la teologa de la liberacin, supo implementar un tejido eclesial alternativo compuesto por gente humilde y organizado a travs de las Comunidades Eclesiales de Base (CEBs).

    Es en esta encrucijada de pobreza, dictadura, subversin, religin opresiva y cristianismo liberador en la que se debe enmarcar la iniciativa de Solentiname, consistente en un pequeo proyecto de renovacin eclesial comunitaria que, a lo largo de sus 11 aos de existencia, evolucion de monacal a laica, de espiritual a social, de campesina a artstica, de clerical a contracultural, y de todo ello a revolucionaria, hasta llegar a integrarse a las filas del FSLN para protagonizar el primer operativo armado que inaugur el ciclo terminal de la insurreccin, costando por ello la destruccin de la comunidad, previa huida al exilio de todos sus miembros.

    Para una mejor comprensin de esta iniciativa, hemos reconstruido la biografa de su fundador, el poeta Ernesto Cardenal. Este hombre de letras, nacido en 1925 en el seno de una familia de la burguesa del pas, vivi una juventud en la que se combinaron

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  • elementos clave como su formacin jesutica, su antisomocismo precoz, sus inquietudes religiosas, su quehacer potico, sus estudios universitarios en Mxico, EEUU y Espaa; sus juergas y parrandas y sus profundos enamoramientos. Tras una experiencia mstica que reconoce haber vivido, se hizo novicio en la trapa de Getsemany (Kentuky), bajo la formacin del clebre Thomas Merton. Este personaje fue crucial ante el proceso madurativo del nicaragense de cara a la fundacin de Solentiname, pues fue quien de modo progresivo le sembr la inquietud que culmin en dicho proyecto.

    Tras dos aos de estancia en la trapa (los ms felices de su vida), la abandon por razones de salud, marchando a vivir al monasterio de Cuernavaca (Mxico) y al seminario colombiano de La Ceja. Ordenado finalmente sacerdote en Managua en 1965 (a la edad de 40 aos), procedi posteriormente a la fundacin de Solentiname.

    sta, tras algo ms de una dcada de duracin, fue arrasada dos aos antes de la victoria del Frente Sandinista, del que el proyecto cardenaliano formaba parte. Durante los diez aos de gobierno revolucionario, el poeta fue Ministro de Cultura. En 1994 se dio de baja del FSLN para pasar a formar parte del Movimiento de Renovacin Sandinista.

    En nuestros das, es un crtico feroz de la gestin de Daniel Ortega, a la vez que lleva a cabo una intensa labor de promocin social en beneficio de los habitantes de Solentiname. Es considerado como uno de los poetas hispanoamericanos vivos ms importantes, y ha sido nominado para el premio Nobel de literatura.

    Con respecto a la comunidad de Solentiname, afirmaremos que se trat de una iniciativa muy modesta que en el momento de mayor envergadura no debi contar con ms de 10 personas, y aunque pronto desbord, como ya hemos visto, los esquemas monsticos iniciales, nunca perdi su modus vivendi sano, sencillo y espiritual. No obstante, el proyecto goz de una repercusin nacional e internacional de gran entidad, debido a su carcter original y a la figura mtica de Ernesto Cardenal. A esto de debe la cantidad de visitantes llegados de buena parte del mundo (desde Noruega o los Estados Unidos), muchos de ellos hippies, y otros tantos revolucionarios o gente que pretenda una vida ms pura y espiritual. Entre las celebridades que vinieron a las islas se encontraba el escritor argentino Julio Cortzar. Por su parte, Fidel Castro manifest su intencin de recalar, si bien nunca lleg a hacerlo.

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  • Causa y consecuencia del carcter mtico de Solentiname, pese a su gran sencillez y ausencia de medios, fue la ingente labor cultural desarrollada por personas de formacin limitada. Primeramente, surgi toda una escuela de pintores y escultores primitivistas (fomentada por el antiguo trapense) que no slo expuso y vendi en buena parte de Nicaragua, EEUU y Alemania, entre otros muchos lugares; sino que consigui, gracias a sus ingresos, mejorar de modo ostensible el nivel de vida de los moradores de las islas.

    Otra iniciativa fue el libro que, bajo el ttulo de El Evangelio en Solentiname, transcribe los comentarios de los campesinos, as como de los visitantes, tras la lectura bblica de las misas dominicales. Recogidos mediante una grabadora y publicados por iniciativa del poeta, el libro se convirti en un best-seller, siendo traducido a numerosos idiomas y conociendo sucesivas reediciones, llegando a asombrar incluso a telogos alemanes por la agudeza interpretativa de unos campesinos iletrados con respecto a los textos bblicos.

    De gran envergadura, por otra parte, fue el proceso de composicin y presentacin de la Misa Campesina Nicaragense, una de las grandes obras del famoso cantautor Carlos Meja Godoy, quien recibi el encargo al respecto por parte de los jesuitas revolucionarios. Habiendo aceptado, march a la comunidad islea a componer la misa, y posteriormente a presentarla ante la opinin pblica, bajo el hostigamiento de la aviacin somocista. Finalmente, la obra ha un xito internacional hasta nuestros das, aunque cont con sendas censuras, la civil y la eclesistica.

    Solentiname, a causa de todo esto, se convirti en un faro revolucionario, por lo que el FSLN le lleg a pedir a sus miembros que pese a la delicada situacin econmica de la comunidad y a la efervescencia preinsurreccional del pas, se mantuvieran en su cotidianidad tranquila y aparentemente estril, hasta que llegara el da en que se les necesitase para un operativo armado, que era lo que los jvenes comunitarios estaban deseando.

    Por otra parte, Solentiname fue un ncleo del circuito del emerger contracultural de los aos sesenta, lo cual es patente si se atiende a la gran cantidad de hippies que recalaron en las islas. Es evidente la semejanza entre el proyecto cardenaliano y la juventud contestataria de la poca: una vida sana, fraternal, espiritual, sin reglas, anticonsumista y en armona con la naturaleza. Por ello, Solentiname puede ser incluida

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  • en la cadena diacrnica de las sucesivas contraculturas emergidas a lo largo de la historia (taostas, cnicos, primer monacato cristiano, rdenes mendicantes, cuqueros, romnticos, anarquistas, hippies).

    Finalmente, el FSLN dio la orden de que los jvenes de Solentiname tomaran el cuartel de la localidad de San Carlos. El operativo fracas y sus protagonistas improvisaron una penosa huida a Costa Rica que dur 5 das, y en la que algunos de ellos perdieron la vida. La comunidad fue destruida y ya nunca se reconstruy. Sin embargo, la mecha prendi para siempre, y a esta insurreccin le sucedi otra, y a sta una tercera: la definitiva. El 19 de julio de 1979 la guerrilla sandinista entraba victoriosa en Managua. El proyecto de Solentiname no se inmol en vano, dando pie a la que tal vez haya sido la revolucin ms bella de toda la Historia Contempornea.

    Con respecto a las fuentes de las que este libro ha obtenido su contenido, afirmaremos, para comenzar, que la presente investigacin se considera a s misma con corazn. Esto consiste en, sin abandonar el denso contenido conceptual y terico propio de toda aportacin historiogrfica, una apuesta por lo especfico humano ms all de la mera razn, como es el plano de lo potico, lo artstico, lo espiritual, lo vitalista, lo emotivo, etc.

    Causa y efecto de esto es su principal caracterstica, como es la adopcin de la metodologa de la oralidad1, o aporte directo del informante (protagonista o testigo) como fuente esencial de la elaboracin historiogrfica. Ello implic en nuestro caso el hecho de viajar a Nicaragua y a El Salvador para recabar dichos informantes. La primera enseanza sobre el terreno consisti en la necesidad de conocer el contexto geogrfico y humano para saber de qu se habla. Tomar un autobs o un taxi, temer los barrios conflictivos, padecer el calor nocturno y los mosquitos, leer la prensa, platicar con la gente, ir a sus casas, etc. proporciona una perspectiva que ninguna bibliografa puede brindar.

    La tcnica de la entrevista de la oralidad no es periodismo, ya que ste ltimo requiere declaraciones impactantes con criterios comerciales y de inmediatez. Nuestro

    1 La vocacin oralista del presente libro se forja en el marco de la Universidad de Cdiz, en el grupo de investigacin titulado Intrahistoria, Oralidad y Cultura en Amrica Latina y Andaluca, que bajo la direccin de la doctora Mara Dolores Prez Murillo, cuenta, entre otros, con los investigadores Esmeralda Broulln, Fernando Garca de Sola, Beatriz Vitar, Eva Mara Daz, David Fernndez, Manuela Fernndez, y el autor de esta monografa. (Nota aclaratoria del autor).

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  • quehacer se asemeja a la antropologa, en cuanto que la entrevista debe llevar a la reconstruccin del locus cotidiano del informante, que a su vez nos acercar al hbitat social a partir del cual enjaretar el acontecimiento a rastrear para la elaboracin historiogrfica.

    Los entrevistados que ofrecieron sus aportaciones para este libro fueron 37 personas, divididas geogrficamente entre Managua, centro neurlgico de las Comunidades Eclesiales de Base (CEBs) y sede de la Universidad Centroamericana a la que acud a investigar; Ocotal, ciudad de gran peso en la historia actual de Nicaragua y de fcil acceso a comunidades campesinas de necesaria visita; y Solentiname, archipilago donde residen numerosos protagonistas de la entonces comunidad all ubicada.

    La tipologa de los informantes se podra resumir del siguiente modo: por una parte, una minora, no superior a 10 personas, de elevado nivel socio-cultural, y que se pueden considerar, en algunos de sus casos, de cierta celebridad incluso a escala internacional, como los casos de Ernesto y Fernando Cardenal, Carlos Meja Godoy o el cardenal Obando y Bravo.

    Por otra parte, el resto de los informantes lo constituyen, por lo general, personas de extraccin social humilde y de formacin limitada. De este modo, nos encontramos con antiguos guerrilleros y guardias nacionales, veteranos de las CEBs, campesinos de muy modesta condicin o madres de cados, as como religiosas, sacerdotes y pastores evanglicos. Y sobre todo, los verdaderos protagonistas del presente libro: los isleos de Solentiname. Entre stos se encuentran los veteranos de la comunidad, los antiguos combatientes de San Carlos, los artesanos, pintores y escultores, los que generaron la materia prima de El Evangelio en Solentiname gracias a sus lcidas aportaciones. Este grupo mayoritario constituye el verdadero inters de la presente monografa, al representar a los nadie, generalmente ignorados o silenciados, por lo que pretendemos en este libro facilitarles la posibilidad de ser escuchados.

    La oralidad, por su parte, metodologa que goza de varias dcadas de aplicacin en el mundo acadmico, no deja de tener una presencia minoritaria en la elaboracin de la Historia Actual. Y, superando positivismos decimonnicos e imposibles posturas objetivistas, consideramos que es una actitud poco lcida dar de lado a una fuente que, contando con los filtros metodolgicos propios, aporta una ingente cantidad de

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  • informacin y de vivos testimonios que, por razones de estricta biologa, algn da desaparecern para siempre.

    As, la oralidad, tcnica sencilla, humana y econmicamente viable, puede contribuir a que la Historia y otras disciplinas cercanas superen un cientificismo que las propias ciencias puras ya han trascendido hace dcadas, decantndose por lo relativo y lo aproximativo. Y sustituir una imposible pretensin de objetividad (ya que el historiador es, en cuanto que persona, sujeto y no objeto) por una necesaria rigurosidad. Al respecto, Prez Murillo afirma lo siguiente:

    Cuando iniciamos cada curso acadmico, siempre planteamos en el aula el consabido debate sobre la objetividad o subjetividad de la historia, ya que muchos de los jvenes estudiantes, aleccionados por maestros bisoos y pragmticos necesitan () justificar que su carrera de humanidades es tambin cientfica. Esto no es ms que el viejo complejo de muchos humanistas () que pretenden aplicar el mtodo de las ciencias de laboratorio a la historia, lo cual hunde sus races en el positivismo2.

    El presente libro, trascendiendo dicho positivismo decimonnico ya obsoleto, renuncia a un imposible objetivismo, lo que coadyuva para afirmarse con corazn. La metodologa de la oralidad es causa y consecuencia de ello. As, los nadie que antes citbamos, trmino de Eduardo Galeano, pero tambin de Frank Capra, son el ncleo de la presente investigacin. Con Terencio afirmaremos que nada humano me es ajeno. Por otra parte, seguiremos la vocacin del arzobispo liberacionista Hlder Cmara, en su pretensin de ser la voz de los sin voz. Y, siguiendo con esta monografa, haremos nuestro el aforismo del cantautor cubano Silvio Rodrguez de que los hombres sin historia son la Historia.

    No obstante, toda metodologa debe ser complementada con las restantes. Es por eso que nuestro recurso a las fuentes bibliogrficas ha sido intenso, de varias decenas de libros, adems de diversas revistas y folletos. De aqu hemos sacado una gran cantidad de textos y datos para implementar la presente investigacin, junto con las entrevistas orales. Por otra parte, la heterogeneidad de autores nos ha servido de fundamento

    2 PREZ MURILLO, Mara Dolores, Reflexiones sobre la narrativa oral como fuente histrica. Revista Naveg@merica, nmero 8. Murcia, 2012

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  • terico: citaremos a continuacin slo a algunos de los que desde las distintas disciplinas se han introducido en el corpus de este libro, y que se resumiran del siguiente modo:

    Con la finalidad de reconstruir el trayecto vital de Ernesto Cardenal hemos recurrido a sus propias memorias, as como, principalmente a la investigacin de Paul W. Borgeson acerca de su persona.

    Para la exposicin del proyecto de Solentiname, nos ha supuesto una aportacin irrenunciable la autobiografa del poeta trapense, as como la recopilacin de recuerdos y vivencias isleas recabadas por Antonina Vivas.

    De cara a fundamentar la Historia de la Iglesia de Nicaragua, los principales autores utilizados han sido Ernesto Cardenal, Fernando Cardenal, Rafael Aragn Marina y Miguel Obando Bravo, principalmente.

    Para la reconstruccin de la Historia de Nicaragua, as como para su anlisis sociopoltico y econmico, hemos recurrido a la autora de Shirley Christian, Salvador Mart i Puig, Orlando Nez Soto, Vctor Pozas y Carlos Vilas.

    Por otra parte, para el estudio de la eclesiologa latinoamericana, y en menor medida mundial, los autores rastreados han sido principalmente Ricardo de la Cierva, David Fernndez Fernndez, Giulio Girardi, Vctor Codina, Michael Lowy y Christian Smith.

    Desde el pensamiento liberador y de otras instancias teolgicas hemos recibido la aportacin de autores como Jon Sobrino, Frei Betto, Juan Jos Tamayo y Enrique Dussel, principalmente.

    No hubiese resultado completa la presente investigacin de no integrar en ella a representantes de otras disciplinas y temticas ms o menos puntuales, como la Historia de Latinoamrica (Tulio Halperin Donghi), el peso de la no violencia como alternativa a la lucha armada (Gonzalo Arias), la sociologa de las revueltas juveniles sesenteras (Luis Racionero), o la Historia Mundial del siglo XX (Fernando Garca de Cortzar y Eric Hobsbawm).

    Con respecto a las fuentes de hemeroteca (es decir, la prensa convencional), la principal aportacin ha consistido en una investigacin exhaustiva de varias semanas en la Biblioteca Jos Coronel Urtecho, de la Universidad Centroamericana de Managua, de

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  • cara a recabar noticias y titulares que abarcaran todo el recorrido cronolgico de la presente obra, centrndonos en el somocista Novedades y en el derechista La Prensa, si bien de cara a ilustrar la victoria de 1979 hemos echado mano del sandinista Barricada.

    Las fuentes electrnicas (o sea, Internet), por su parte, son un complemento irrenunciable pero que en ningn momento pueden sustituir a las dems. As, teniendo en cuenta su validez, pero tambin sus limitaciones (como son la saturacin y la ausencia de rigor en numerosas publicaciones), nos ayudan, por ejemplo, a acceder a datos biogrficos de personajes tal vez de segunda fila, o a episodios poco reseados por otras vas. Y sobre todo, facilita la capacidad inmediata de echar mano a documentos para los que con anterioridad se requera una cierta inversin de esfuerzo, tiempo y dinero.

    Las fuentes iconogrficas, por ltimo, consisten en la aportacin de imgenes o fotografas que, por su valor simblico o como documento emocional de lo ya registrado, nos facilitan la asimilacin desde la percepcin visual. Nos referimos, por ejemplo, a un altar mariano domstico, a un graffiti callejero, a un monumento, a la escena de una misa o al retrato de un personaje notorio. Y, de modo ms concreto, a titulares impactantes de prensa que es mejor reproducir que transcribir, o a las lpidas conmemorativas de los mrtires de Solentiname, en donde se leen frases o expresiones enunciadas por ellos.

    En definitiva, sea el presente libro un homenaje a los cados y a los supervivientes. A los insulares y a los peninsulares. A los eruditos y a los iletrados. A los revolucionarios y a los sandinistas. A los contraculturales y a los hippies. El autor de esta obra quiere creer que las luchas del pasado reciente (el proceso nicaragense) son de algn modo, inspiradoras de las del presente, y de quienes, a pie de calle y plaza, seguimos creyendo que otro mundo es posible. Por ello nos indignamos a partir de un 15-M que pronto se expandi por el mundo entero.

    Los sandinistas de ayer, como los indignados de hoy, nos movilizamos de modo annimo, pues sabemos, como los hroes de Solentiname, que los hombres sin historia son la Historia.

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  • CAPTULO 1

    EL NACIMIENTO DE LAS COMUNIDADES ECLESIALES DE BASE

    EN EL CONTEXTO DEL TARDOSOMOCISMO

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  • REPRESIN Y CLEPTOCRACIA, FRATERNIDAD Y SUBVERSIN

    Ya nosotros no podemos decir que vivamos bajo presin: nosotros vivamos bajo terror. (Mercedes Ortega).

    Yo tena hambre y tena miseria, pero no saba por qu tena hambre y tena miseria. (Rafael Valds).

    mi mam nos contaba que, estando en plena guerra, cuando los yanquis entraron aqu a esta zona de Quilal, mi padremis abuelitos, estaba uno grave, y lleg a morir un 15 de septiembre, y dice que lo velaron encerrados, sin luz, sin nada, porque si llegaban los olos gringos, entonces; casa que hallaban con luz, a la gente la aniquilaban. (Vilma del Carmen Mercado Torres).

    Un amigo mo as me contaba: yo fui campesino (), pero, sabes cmo vivamos nosotros? Nosotros nos acostbamos con un guacal de agua con sal porque no tenamos ni para tomarnos ese caf: esa era la verdadera realidad del campesino. Y cuando all haca fro (), mi mam lo que haca era que nos encenda una hoguera dentro del cuarto. (Rafael Aragn Marina).

    La teologa de la liberacin nos ha venido a despertar mucho. (Alfredo Torres).

    Yo siempre he dicho que la que el trabajo, la antesala del Frente Sandinista fue la comunidad cristiana de base. (Amparo Rubio).

    Entre comunidad de base y teologa de la liberacin se establece una relacin recproca de mutua influencia: por un lado, las comunidades estn en la teologa de la liberacin (); y por otro, la teologa de la liberacin le dar a las comunidades de base ms importancia de la que tena en un principio. (David Fernndez).

    Las comunidades de base (son) una forma importante dentro de la iglesia de rescatar los valores del antiguo cristianismo (): la Iglesia no debe ser de masas, no debe ser una Iglesia que tiene templos inmensos, de gente que llegan all por un cumplimiento, pero que ni se conocen entre s (), se termin la celebracin y cada quin para su casa a vivir su vida de forma individualista. En las comunidades de base sabemos cmo nos llamamos, dnde vivimos, los problemas que tenemos, nos vemos con frecuencia no solamente los domingos (). Nosotros hacemos las cosas como la fe nos va inspirando, y leemos la Biblia, y hacemos nuestras interpretaciones (). Las comunidades de base siguen siendo una esperanza para la Iglesia Catlica en Amrica Latina. (Rafael Valds).

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  • Y, como te digo, la vivencia ah es lo que me permiti a m darme cuenta, y dar el salto, pienso, cualitativo y cuantitativo, cuando yo fui al Frente Sandinista. Yo sal de ah, de la comunidad cristiana. (Amparo Rubio).

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  • 1.- LOS LTIMOS AOS DEL SOMOCISMO

    1.1.- CARCTER SISTEMTICO DE LA REPRESIN Y DEL FRAUDE ELECTORAL

    A mediados de los aos sesenta, la dictadura de la familia Somoza llevaba ya unas tres dcadas en el poder, tras la intervencin de los marine estadounidenses y el asesinato del lder nacionalista Augusto Csar Sandino en 1934. El operativo militar implic una cruenta represin a una poblacin civil que fue masacrada en el interior de sus propias casas. As recuerda una informante el testimonio familiar que le narraron:

    mi mam nos contaba que, estando en plena guerra, cuando los yanquis entraron aqu a esta zona de Quilal, mi padremis abuelitos, estaba uno grave, y lleg a morir un 15 de septiembre, y dice que lo velaron encerrados, sin luz, sin nada, porque si llegaban los olos gringos, entonces; casa que hallaban con luz, a la gente la aniquilaban.3

    Este rgimen dinstico descansaba, en ltima instancia, en la Guardia Nacional, cuerpo policial y castrense con funciones de orden pblico. De estructura jerrquica, su autoridad la ostentaban directamente los Somoza4, aunque fue financiada y entrenada por los Estados Unidos para cumplir una labor represiva verdaderamente sangrienta5. Al respecto, Fernando Cardenal, sacerdote jesuita y antiguo lder sandinista, nos cuenta:

    Somoza tena un ejrcito muy fuerte financiado por los Estados Unidos, entrenado por los Estados Unidos, muy fuerte, criminal. Haba una represin salvaje, sangrienta, criminal6.

    As pues, la Guardia Nacional ense a sus componentes, de extraccin social popular, a matar a sus propios compatriotas, forzando la apacible naturaleza de

    3 Entrevista realizada por el autor a Vilma del Carmen Mercado Torres, en Ocotal, 18 de agosto de 2008.

    4 MART I PUIG, Salvador: La revolucin enredada. Nicaragua 1977-1996, Los Libros de la Catarata, Barcelona, 1997, p. 30.

    5 Entrevista realizada por el autor a Fernando Cardenal, Managua, 28 de julio de 2008.6 Ibdem.

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  • aquellos7, y adoctrinndolos en la ideologa anticomunista de un modo acrtico, como atestigua un antiguo miembro de este ejrcito:

    Haba que defender Nicaragua y que no s qu no s cuanto, porque no se poda permitir que entrara el comunismo en Nicaragua, y eso fue (). Pues segn lo que ellos me decan pues mesegu como dicen, me tenan comocomo, hay un dicho, que me haban lavado el cerebro (), s, me lavaron el cerebro, pues, me tenan credo, pues8.

    No obstante, desde el punto de vista poltico, se guardaron en la prctica unas ciertas apariencias de legalidad institucional carente de estructura jurdica aceptable, a pesar de la existencia de una Constitucin, una separacin formal de poderes y unas elecciones peridicas9. Asimismo, hubo partidos: el liberal y el conservador, aquel oficialista y ste opositor10. Y si bien el primero de ellos ganaba los comicios de modo fraudulento11, el segundo, inocuo como alternativa real12, era la opcin de mucha gente que estaba en contra de Somoza13. As, los conservadores tomaron parte en las operaciones armadas llevadas a cabo por la zona de Olama y Mollejones a finales de los aos cincuenta14, y en las manifestaciones masivas contra el fraude electoral de 1967 que, reprimidas por la Guardia Nacional, dejaron un saldo de medio millar de muertos15. El poeta Ernesto Cardenal, asistente a una de las concentraciones, as lo recuerda:

    Quise acercarme a la Avenida Roosevelt, pero las balas que de all venan, y la guardia repeliendo a la gente, me lo impidieron (). Fui caminando agachado, pero no tena dnde meterme (). Le pregunto a un mdico, y l no sabe, pero me dice que hay muchos heridos y muertos (), y siguen llegando ms camillas16.

    7 CABESTRERO, Tefilo/CEREZO BARREDO, Maximino: Lo que hemos visto y odo. Apuntes en la revolucin de Nicaragua, Desclee de Brouwer, Bilbao, 1983, p. 118.

    8 Entrevista concedida al autor por Francisco Cruz Maldonado, Ocotal, 14 de agosto de 2008. 9 MOLERO, Mara, Nicaragua sandinista: del sueo a la realidad (1979-1988), CRIES / Fundacin

    Bofill / IEPALA Editorial, Managua, 1988, p. 16.10 Entrevista realizada por el autor a Vilma del Carmen Mercado Torres, Ocotal, 18 de agosto de 2008. 11 Entrevista realizada por el autor a Luis Salvador Angulo Prez, Managua, 4 de agosto de 08.12 Entrevista realizada por el autor a Olivia Silva, Managua, 6 de septiembre de 2008.13 Entrevista realizada por el autor a Amparo Rubio, Ocotal, 11 de agosto de 2008.14 VILAS, Carlos M, La revolucin sandinista, Editorial Legasa, Buenos Aires, 1984, pp. 176-77.15 MART I PUIG, Salvador, Tiranas, rebeliones y democracia. Itinerarios polticos comparados en

    Centroamrica, Edicions Bellaterra, Barcelona, 2004, p. 104. 16 CARDENAL, Ernesto, Las nsulas extraas. Memorias II, Editorial Trotta, Madrid, 2002, p. 142.

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  • El trasfondo real de esta situacin represiva fue un proceso de concentracin de la propiedad agraria en manos oligrquicas, que expoliaron y saquearon a los pequeos y medianos propietarios rurales, lo que posibilit un aumento de la produccin de algodn a gran escala, convirtindose este producto en la primera fuente de divisas y de riqueza en Nicaragua17.

    La otra cara de la moneda fue el empobrecimiento de la inmensa mayora de la poblacin, fundamentalmente rural, abandonada por el Estado somocista. En los aos sesenta, el 54 % de los nicaragenses sufra desnutricin18, siendo frecuente la explotacin infantil19, mientras que en buena parte del pas no haba agua corriente ni energa elctrica20. Las carencias en materia de salud y de educacin eran considerables21, y las condiciones laborales, enormemente deficientes: una jornada consista, por ejemplo, en trabajar con el machete ocho horas diarias22. Los salarios oscilaban entre 5 y 10 crdobas al da, cantidad irrisoria si reparamos que el precio de la libra de carne de vaca o de queso ascenda a 1 crdoba23. Los siguientes testimonios, reflejan claramente las condiciones de vida de buena parte de la poblacin:

    Y como mi familia todos ramos descalzos, nunca supimos pues lo que era una buena comida, una buena cama24.

    Recuerdo una seora que, recin dada a luz, debajo deviviendo debajo de unas piedras, y tomando una semillas de jcaro, que tiene muchas vitaminas, perouna pobreza absoluta: una pobreza a treinta y dos kilmetros de aqu25.

    Un amigo mo as me contaba: yo fui campesino (), pero, sabes cmo vivamos nosotros? Nosotros nos acostbamos con un guacal de agua con sal porque no tenamos ni para tomarnos ese caf: esa era la verdadera realidad del campesino. Y cuando all haca fro (), mi mam lo que haca era que nos encenda una hoguera dentro del cuarto26.

    17 MORALES AVILS, Ricardo; Prosa, Poltica y Poemas, Editorial Nueva Nicaragua, Managua, 1981, pp. 121-22.

    18 NEZ SOTO, Orlando: Transicin y lucha de clases en Nicaragua 1979-1986, Siglo Veintiuno Editores, Mxico DF, 1987, p. 55.

    19 Entrevista realizada por el autor a Amparo Rubio, Ocotal, 11 de agosto de 2008. 20 Entrevista realizada por el autor a Ren Santiago Vega Reyes, Managua, 6 de septiembre de 2008.21 Entrevista realizada a Rafael Aragn Marina, Managua, 27 de julio de 2008. 22 Entrevista realizada por el autor a Francisco Apolinar Matutes, Palacagina, 17 de agosto de 2008.23 Entrevista realizada por el autor a Adrin Cceres Sevilla, El Arenal, Jcaro, 10 de agosto de 2008.24 Entrevista realizada por el autor a Rosario Rugama, Chayito, Ocotal, 11 de agosto de 2008. 25 Entrevista realizada por el autor a Rafael Aragn Marina, Managua, 27 de julio de 2008. 26 Entrevista efectuada por el autor a Mercedes Ortega, Managua, 9 de septiembre de 2008.

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  • La represin y el abusivo trabajo que se infligieron a las clases populares fueron las causas de que a partir de 1966, la dictadura somocista hubiera acaparado todos los resortes del poder. Al ao siguiente, el ltimo miembro de la saga dinstica, Anastasio Somoza, Tachito, ocup la presidencia hasta su cada en 1979. Para ello, contaba con un aparato propagandstico encabezado por el anticomunista diario Novedades, cuya funcin consista en difundir la versin del poder, silenciando o minimizando a las oposiciones y a los distintos tipos de lucha contra l27. As, junto con el fraude electoral, consigui exitosamente la adhesin de un amplio sector de la poblacin28.

    El otro gran resorte de poder fue la labor intimidatoria ejercida, como ya hemos apuntado, por la Guardia Nacional. Se cre un clima de terror en toda Nicaragua, reconocido en la actualidad por antiguos miembros de esa polica29, popularizndose la frase que deca que ser joven era un delito30. De este modo, el Chign31, alias del hermano del dictador, ejerci una eficaz represin, abundando todo tipo de atrocidades: masacres de familias enteras32, entierros en fosas comunes33, muertes violentas de sacerdotes y laicos comprometidos34, numerosos jvenes detenidos, torturados y asesinados35, vejaciones consistentes en arrancar uas y ojos36 en crceles terribles, etctera. Pedro Joaqun Chamorro asegura haber visto y odo, durante su estancia en una de ellas, los terribles tormentos aplicados a presos encapuchados que suplicaban por la Virgen, en una escena verdaderamente dantesca, con gente demacrada y hacinada en pequeas celdas37. En definitiva, fue tal la represin, que el mero hecho de ir por la calle era suficiente causa de detencin38, de modo que la gente bajaba la cabeza al paso de la Guardia Nacional:27 Entrevista del autor a Mercedes Ortega, Ocotal, 9 de septiembre de 2008.28 Entrevista del autor a Olivia Silva, Managua, 5 de septiembre de 2008. 29 Entrevista efectuada por el autor a Francisco Cruz Maldonado, 14 de agosto de 2008. 30 MARTI I PUIG, Salvador / FIGUEROA IBARRA, Carlos: La izquierda revolucionaria en

    Centroamrica. De la lucha armada a la participacin electoral. Los Libros de la Catarata, Madrid, 2006, p. 59.

    31 CARDENAL, Ernesto, La revolucin perdida. Memorias 3, Editorial Trotta, Madrid, 2004, p. 89.32 Entrevista efectuada por el autor a Amparo Rubio, Ocotal, 11 de agosto de 2008.33 Ibdem. 34 Entrevista realizada por el autor a Doa Hulda Maritza Sandoval, Ocotal, De 9-08-08.35 Entrevista realizada por el autor a Rafael Valds Rodrguez, Managua, 1 y 2 de agosto de 2008. 36 Entrevista realizada por el autor a Mercedes Ortega, Ocotal, 9 de septiembre de 2008.37 DUSSEL, Enrique, De Puebla a Medelln. Una dcada de sangre y esperanza. 1968-1979, Centro de

    Estudios Ecumnicos, Mxico, 1979, p. 408.38 Entrevista realizada por el autor a Ren Santiago Vega Reyes, Managua, 6 de septiembre de 2008.

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  • Hay mucha gente que dice: si vos no te metas con la guardia, la guardia no te haca nada, pero aqu ya el problema no era ni de meterse, pues, aqu el problema era que no lo podas ni volver a ver, tenas que caminar con la cabeza para abajo39.

    Como inventario de los sistemticos atentados a los Derechos Humanos por parte del aparato de Somoza, cabe resaltar los siguientes hechos: terror ejercido sobre buena parte del campesinado, desapariciones, asesinatos masivos, existencia de campos de concentracin, violaciones de mujeres y asesinatos de nios40. De tal intensidad fue la represin, que as se expresa la hija de un coronel de la Guardia Nacional:

    Lo que ms me duele a m de este es que yo no puedouna de las cosas es que yo no pude ver a mi padre, por lo malo que fue, pues mi padre fue tan malotantos muertos que l caus. Si l no hubiera hecho tanto desastre, yo tal vez le pude haber visto41.

    Este terror sistemtico fue una estrategia violenta para disciplinar y pauperizar a la mano de obra disponible en el pas42, y tuvo su culmen en los acontecimientos de 1967, cuando el candidato conservador, Agero, encabez una nutrida manifestacin en contra de la reeleccin de Anastasio Somoza Debayle, Tachito, perdiendo la vida unas 500 personas a causa de la actuacin de la guardia43. En la fraudulenta campaa electoral previa, se detuvo a militantes conservadores que al grito de por Agero muero!, iban pegando papeletas en contra de la oligarqua somocista y de la Guardia Nacional44, como recuerda la hija de un militante de aquel tiempo:

    Aparte del nivel de conciencia, mi pap siempre hablaba de la injusticia (), aun siendo conservador. Una vez se lo llev preso la guardia porque andaba pegando papeletas que deca la consigna, eh por Agero mue, no, cmo era?: por Agero muero (), o una cosa de esas, pero en contra de la guardia, no?, en contra de la oligarqua somocista45.

    39 Entrevista realizada por el autor a Mercedes Ortega, Ocotal, 9 de septiembre de 2008.40 OBANDO Y BRAVO, Miguel. Golpe sandinista. Editorial Unin Cardoza y Cia. Ltda. Managua,

    1975, pp. 74-76.41 Entrevista realizada por el autor a Rosario Rugama, Chayito, Ocotal, 11de agosto de 2008. 42 NEZ SOTO, Orlando, Transicin y lucha de clases en Nicaragua, 1979-1986, Siglo Veintiuno

    Editores, Mxico DF, 1987, p. 44.43 MART I PUIG, Salvador, Tiranas, rebeliones y democracia. Itinerarios polticos comparados en

    Centroamrica, Edicions Bellaterra, Barcelona, 2004, p. 104. 44 Entrevista realizada por el autor a Amparo Rubio, Ocotal, 11 de agosto de 2008.45 Ibdem.

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  • 1.2.- EL ROBO INSTITUCIONALIZADO

    Junto con estos atentados sistemticos a los Derechos Humanos, la otra gran caracterstica de la dictadura fue su carcter cleptocrtico. Ya hemos mencionado el proceso de expolio de tierras a pequeos propietarios por parte de la oligarqua de Somoza, la cual lleg a poseer grandes extensiones, verdaderos latifundios46, incluso con la connivencia de la Guardia Nacional que, a veces, detena a la vctima cuando sta interpona la denuncia. As lo recuerda una informante, testigo del robo sufrido por su madre:

    Ella me deca de que haba sido un seor queera el que le quitaba a todoera un terrateniente, y adems que tena mucho acercamiento con la guardia. (). Como ella fue a poner la denuncia, lala que qued presa fue mi madre47.

    La familia del dictador fue la beneficiaria directa de todo el proceso de concentracin de la riqueza. De este modo, en 1979, fecha de su expulsin a causa del triunfo revolucionario, sus propiedades alcanzaban gran parte de la industria de Nicaragua, gozando de una fortuna de 500 millones de dlares48, as como del 20% del total de las tierras cultivables49.

    Otro gran escndalo que evidenci esta corrupcin sistemtica, fue el de la empresa Plasmafresis, propiedad del cubano Pedro Ramos, quien, asociado con Somoza, compraba a la gente hasta medio litro de sangre por el irrisorio precio de 20 crdobas, aprovechndose de la pobreza reinante en el pas50. Este abuso, junto con otros ms, fue reiteradamente denunciado en intensas campaas mediticas por el diario opositor La Prensa, propiedad de Pedro Joaqun Chamorro51. La valiente actuacin de este

    46 Entrevista realizada por el autor a Emilio Blandn Snchez, Santa Rosa, 11 de julio de 2008.47 Entrevista efectuada por el autor a Vilma del Carmen Mercado Torres, Ocotal, 18 de agosto de

    2008.48 BROOK, Chris, Ahora s ya sabemos cul es la diferencia, Revista Cultural Nicaruac N 12,

    Revista del Ministerio de Cultura, Managua Nicaragua, Abril, 1986, p. 4249 GARCA, Diamantino, Como un diamante. Escritos de Diamantino Garca, Editorial Nueva Utopa,

    Madrid, 1996, p. 606.50 Entrevista realizada por el autor a Vctor Ren Martnez Tercero, Ocotal, 6 de agosto de 2008. 51 Ibdem.

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  • periodista fue la posible causa de su asesinato acaecido poco antes de la cada de la dictadura, como se ver ms adelante. El informante Vctor Ren Martnez nos cuenta lo siguiente:

    Entonces Pedro Joaqun se dio a la tarea de denunciarlo, de denunciarlo constantemente. No haba da, yo recuerdo, de que l no sacara un artculo en contra de Plasmafresis (). Tena dos blancos Pedro Joaqun: Plasmafresis y todo lo que era el aparato somocista, todas las empresas de Somoza (). Lo mandaron a matar y lo mataron un 10 de enero de 1978. Recuerdo muy bien porque ese da fue bomba la noticia52.

    El caso ms notorio de corrupcin sucedi tras el terremoto de Managua del 22 de diciembre de 1972. Este sesmo dej entre 10 mil y 20 mil muertos, as como varias decenas de miles de heridos, y devast toda la ciudad, arrasando completamente las 600 manzanas del centro, que aun no ha sido oficialmente reconstruido53. As lo recuerda un testigo:

    Cuando el terremoto yo tena catorce aos. (). Yo estaba pasando vacaciones en una finca, aqu, por buscando el aeropuerto, que hoy se conoce por Aeropuerto Sandino, una finca donde habaste, era una finca lechera, ganadera. Y, ste, ah fue cuando escuch lo primero que estaba saliendo el techo donde estbamos durmiendo, y nunca pensbamos que era el terremoto. Pero luego, con las noticias, y observamos para este lado, la carretera norte: por ejemplo, las gasolineras que se incendiaron, este, ya las noticias decan que ya Managua estaba casi en el suelo (), el comienzo del saqueo, porque hubo bastante saqueo, tambin de la gente, llevndose lo que poda y despus comercializarlo54.

    La catstrofe fue dantesca: lenguas de fuego cruzando la calle de un lado a otro,

    explosiones en las gasolineras, montones de cadveres rociados con gasolina, y el saqueo de tiendas por parte de la turbamulta, segn el testimonio de algn superviviente55. Un informante nos cuenta cmo la Guardia Nacional aprovech la situacin de caos para cometer actos de robo y vandalismo:

    52 Entrevista realizada por el autor a Vctor Ren Martnez Tercero, Ocotal, 6 de agosto de 2008. 53 CARDENAL, Fernando. Sacerdote en la revolucin. Memorias. Tomo I, Anam Ediciones,

    Managua, 2008, pp. 78-80.54 Entrevista realizada por el autor a Luis Salvador Angulo Prez, Managua, 4 de agosto de 2008.55 Entrevista realizada por el autor a Jos Dolores Cisne Contreras, Managua, 30 de julio de 2008.

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  • Y cuando fui caminando fui viendo los montones de cadveres en las calles tirados, y cuando llegamos alal centro de la ciudad vi algoalgo penoso, horroroso: grupos de guardias () con sacos, como 20 hombres corriendo, pegando carrera, yo pens que iban a ayudar a alguien, y lo que fueron a hacer es meterse en una tienda de ropa de lujo a saquearla, a robar. Eso yo lo vi, no me lo contaron56.

    Ante este drama, Somoza no perdi la ocasin de lucrarse: los cientos de millones de dlares llegados de los Estados Unidos y de otros pases para la reconstruccin, los us en su provecho57. As, con ese capital cre empresas constructoras, compr tierras a un crdoba el metro cuadrado mediante testaferros, y las vendi al Estado a continuacin por diez crdobas, obteniendo por tanto un gran beneficio58. Segn el sandinista Edmundo Jarqun, el monopolio del negocio de la reconstruccin por parte de la dinasta somocista, hizo que la empresa privada y la Iglesia entraran en conflicto con ella, acelerando la descomposicin del rgimen. El informante Rafael Valds as lo atestigua:

    Y result que eso se volvi un gran negocio para la familia Somoza, porque fund empresas constructoras, compr tierras para construir casas nuevas usando el poder que le daba el Estado (): l mandaba testaferros que compraban la tierra a un crdoba el metro cuadrado, y luego se la vendan al Estado a diez crdobas: se ganaban nueve crdobas por metro cuadrado, y eran millones de metros cuadrados59.

    Como contrapartida, y en un contexto de milagro econmico segn ciertos datos

    cuantitativos (crecimiento de las exportaciones al ritmo de un 102% anual entre 1959 y 1970, y aumento del PIB en torno a un 5% anual entre 1959 y 1979)60, se produjo el empobrecimiento de la mayora de la poblacin61, duplicndose en una dcada el nmero de desnutridos62, a causa del precario autoconsumo y de la escasa productividad de los minifundios familiares, ubicados en tierras marginales tras la expropiacin 56 Entrevista realizada por el autor a Rafael Valds Rodrguez, Managua, 1 y 2 de agosto de 2008. 57 MART I PUIG. Tiranas, rebeliones y democracias. Itinerarios polticos comparados en

    Centroamrica, Edicions Bellaterra, Barcelona, 2004, pp. 102-03.58 Entrevista realizada por el autor a Rafael Valds Rodrguez, Managua, 1 y 2 de agosto de 2008. 59 Ibdem..60 MARTI I PUIG, Salvador, Tiranas, rebeliones y democracia. Itinerarios polticos comparados en

    Centroamrica, Edicions Bellaterra, Barcelona, 2004, p. 87.61 MORALES AVILS, Ricardo, Prosa poltica y poemas, Editorial Nueva Nicaragua, Managua, 1981,

    pp. 121-22.62 BROOK, Chris: Ahora s ya sabemos cul es la diferencia, Revista Cultura Nicarauac, Abril-1986,

    N 12, Ministerio de Cultura, Managua, 1986, p. 42.

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  • forzosa infligida por el somocismo a numerosos campesinos, como hemos apuntado ms arriba.63

    1.3.- EXPLOTACIN Y MISERIA DE LAS CLASES POPULARES

    Las condiciones laborales eran extremas, pues las jornadas duraban hasta 12 horas a cambio de un salario que a veces no superaba los 3 crdobas, producindose un endeudamiento de por vida y a menudo hereditario64. Como consecuencia, la alimentacin, muy deficiente, consista slo en arroz y frijoles, convirtindose la carne, el huevo y otros productos en lujos inalcanzables65. El vestido, muy modesto, de vez en cuando se confeccionaba a partir de sacos de harina66. Igualmente, las casas eran de nfimo equipamiento, traducindose en falta de intimidad y en hacinamiento67. Ya en los aos setenta, el 46% de los hogares careca de instalaciones sanitarias, y el 96% de la poblacin rural no tena agua corriente68. Asimismo, la electricidad no haba llegado a numerosas familias69. As resume un informante las duras condiciones de vida que siempre han padecido y padecen los campesinos:

    Ah se mira la vida del mero campesino, del campo, verdad?, donde se trabaja, se cultiva la tierra. Aparte de eso, donde hay que caminar hasta medio kilmetro para ir a trasladar el agua de consumo humano, para lavar la ropa, buscar lala lea para el fuego, etctera. Son gentes con bajos recursos que tienen que trabajar la tierra para ver el arrocito, los frijolitos, etcteraver la leche70.

    63 CORAGGIO, Jos Luis: Nicaragua: Revolucin y democracia, Bibliotecas Universitarias, Centro Editor de Amrica Latina, Buenos Aires, 1986, p. 10.

    64 OBANDO BRAVO, Miguel, Golpe sandinista, Editorial Unin Cardoza y Cia Ltda, Managua, 1975, pp. 67-68.

    65 Entrevista realizada por el autor a Rafael Valds Rodrguez, Managua, 1 y 2 de agosto de 2008. 66 Entrevista realizada por el autor a Vilma del Carmen Mercado Torres, Ocotal, 18 de agosto de 2008.67 Fuente: Ibdem.68 NEZ SOTO, Orlando, Transicin y lucha de clases en Nicaragua 1979-1986, Siglo Veintiuno

    Editores, Mxico DF, 1987, p. 55.69 Entrevista realizada por el autor a Vilma del Carmen Mercado Torres, Ocotal, 18 de agosto de 2008.70 Entrevista realizada por el autor a Ren Santiago Vega Reyes, Managua, 6 de septiembre de 2008.

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  • Ante este panorama, el bienestar de la infancia dejaba bastante que desear. sta sufra una vida dura y llena de trabajo71, llegando a pasar hambre: en la ltima dcada del somocismo, el 57% de los nios menores de cinco aos estaba desnutrido72. No es de extraar, por tanto, que la mortalidad infantil, segn datos de la OIT, fuese de los ms altos del continente, en torno a 130 nios por cada mil nacidos, en un contexto de desatencin mdica general73. Una informante recuerda el duro trabajo de su infancia:

    Cuando ya tena ms o menos once aos y medio, yo cort algodn. Era bien duro cortar algodn porque se me hacanse me pinchaban las manos de la punta de la flor del algodn (). Me iba a las seis de la maana, no estudiaba (), nos pagaban un peso, al da74.

    As, haba nios que no slo no acudan a la escuela, sino que no saban qu era jugar75. Tambin asuman labores de adultos, o el papel de madre cuando sta se encontraba ausente76. Mostramos a continuacin el recuerdo de un informante con respecto a unas navidades vividas en absoluta pobreza:

    Vivamos una infancia realmente muy, muy pobre. Al extremo queuna de las cosas que me acuerdo con mucha tristeza es que en Navidad (nos fuimos) a acostar a las ocho de la noche, () sin cenar, y oyendo afuera la bulla de los dems, verdad? (). Al da siguiente que nos levantamos vimos a los otros nios, que eran pobres tambin como nosotros (), que tenan sus juguetitos y andaban jugando: nosotros no tenamos absolutamente nada. Aquello era doloroso pues77.

    El sistema educativo, que no alcanzaba para todos, era bastante deficiente: las escuelas carecan de una mnima infraestructura y el personal era escaso, por lo que el nivel no pasaba de modesto78. La ratio era grande, en torno a los 40 alumnos, y el profesorado mostraba un talante autoritario, con castigos fsicos incluidos79. Para llegar 71 Entrevista realizada por el autor a Olivia Silva, Managua, 5 de septiembre de 2008. 72 NEZ SOTO, Orlando, Transicin y lucha de clases en Nicaragua, 1979-1986, Siglo Veintiuno

    Editores, Mxico DF, 1987, p. 55.73 CABESTRERO, Tefilo/ CEREZO BARREDO, Maximino. Lo que hemos visto y odo. Apuntes en

    la revolucin de Nicaragua, Desclee de Brower, Bilbao, 1983, p. 32.74 Entrevista realizada por el autor a Rosario Rugama, Chayito, Ocotal, 11 de agosto de 2008. Se debe

    recordar, para sopesar el escaso crdoba diario que esta nia ganaba en su jornada laboral, que esa cantidad coincida con el precio de un libra de carne de vaca. (Nota del autor).

    75 Entrevista realizada por el autor a Adrin Cceres Sevilla, El Arenal, Jcaro, 10 de agosto de 2008.76 Entrevista realizada por el autor a Amparo Rubio, Ocotal, 11 de agosto de 2008.77 Entrevista realizada por el autor a Rafael Valds Rodrguez, Managua, 1 y 2 de agosto de 2008. 78 Entrevista realizada por el autor a Ren Santiago Vega Reyes, Managua, 6 de septiembre de 2008. 79 Entrevista realizada por el autor a Mercedes Ortega, Ocotal, 9 de septiembre de 2008.

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  • al colegio, adems, algunos alumnos tenan que caminar hasta unos 4 kilmetros80. Ante todo esto, no es de extraar los bajos resultados obtenidos, calculndose que a finales de la dcada de los setenta el analfabetismo estaba en torno al 51% de la poblacin81.

    Los contenidos de las materias de Historia nos ofrecan a unos protagonistas de las lites, siempre heroicos, acusndose la total invisibilizacin del pueblo:

    Se nos (enseaba) la Historia, pero la historia oficial, verdad?: los conquistadores espaoles que vinieron, que cristianizaron al pas, que no s cunto, que no s que, que trajeron algunas cosas, que ayudaron a modernizar y a ser civilizados los pueblos brbaros, que los indgenas eran unos salvajes82.

    No obstante, no todo era dolor y estrechez, pues la vida cotidiana de la gente transcurra siguiendo su propio curso: en el colegio, los nios aprovechaban el recreo para jugar, hacer amistades y enamorarse83; y en vacaciones solan ir al ro, a comer fruta o a montar a caballo84. La juventud, por su parte, disfrutaba de los fines de semana yendo a bailar, a cantar o a escuchar los corridos mexicanos de Javier Sols o de Vicente Fernndez85. Los adultos y la gente en general acudan al cine en una poca en que hacan furor las pelculas de Cantinflas86. Tambin iban a las corridas de toros87. Pero si se quedaban en casa, la radio era, como suele decirse, una ventana abierta a la fantasa, con programas amables como el de Pancho Madrigal, que pona en boca del campesino as llamado toda una miscelnea de chismes, cuentos, historias y narraciones88.

    En definitiva, Nicaragua fue y es un pueblo de cantores y bailarines. Pero sobre todo de poetas, aun sin saberlo, segn el cantante Carlos Meja Godoy89. l mismo se dedic durante mucho tiempo a recopilar el saber popular de la gente en sus diversas facetas:

    Paralelamente a mi laborde mi modesta labor como cantor, he sido un recopilador dede toda la imaginera verbal (): un hombre est talando un rbol, verdad?, cortando las ramas de un rbol (), y pasa otro y le dice: eh,

    80 Entrevista realizada por el autor a Ren Santiago Vega Reyes, Managua, 6 de septiembre de 2008.81 CARDENAL, Fernando: Sacerdote en la revolucin. Memorias, Tomo II, Editorial Anama,

    Managua, 2008, pp. 9-105. 82 Entrevista realizada por el autor a Rafael Valds Rodrguez, Managua, 1 y 2 de agosto de 2008.83 Entrevista realizada por el autor a Vilma del Carmen Mercado Torres, Ocotal, 18 de agosto de 2008.84 Informante annima, julio de 2008.85 Entrevista realizada por el autor a Olivia Silva, Managua, 5 de septiembre de 2008. 86 Entrevista realizada por el autor a Amparo Rubio, Ocotal, 11 de agosto de 2008.87 Informante annima, julio de 2008.88 Entrevista realizada por el autor a Mercedes Ortega, Ocotal, 9 de septiembre de 2008. 89 Entrevista realizada por el autor a Carlos Meja Godoy, Managua, 27 de septiembre de 2008.

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  • hombre, qu ests haciendo aqu?, entonces le dice: aqu, acortando la sombra (). No te parece lindo? Precioso90.

    2.- SURGIMIENTO Y DESARROLLO DE LAS COMUNIDADES ECLESIALES DE BASE

    2.1.- ANTECEDENTES E INICIOS DE LAS CEBS DE NICARAGUA

    Las Comunidades Eclesiales de Base (CEBs) fueron y son pequeos grupos cristianos implantados a escala local, con un nmero no superior a 100 miembros en cada una de ellas, cuya principal caracterstica consiste en fomentar la participacin, la igualdad y la ausencia de liderazgo clerical, as como el anlisis bblico y una toma de conciencia social y poltica91. Son una creacin de la jerarqua catlica, concretamente de Monseor Rossi, quien en 1956 las impuls en su dicesis brasilea92 para paliar la ausencia de sacerdotes, si bien en poco tiempo se radicalizaron para adoptar el pensamiento liberador, emanado de la teologa de la liberacin.

    El otro lugar de donde surgieron fue, en el ao 1963, el barrio marginal de San Miguelito, situado en la capital panamea. La expansin de las CEBs en Latinoamrica fue muy rpida, calculndose que para 1978, ao de la II CELAM, su nmero era de unas 200.00093. Segn esta cifra, y considerando en 50 la media de los miembros en cada una de ellas, el total de sus afiliados a escala continental habra llegado a los 10 millones de personas, cantidad nada desdeable.

    90 Ibdem. 91 SMITH, Christian, La teologa de la liberacin. Radicalismo religioso y compromiso social, Editorial

    Paids, Barcelona, 1991, p. 145.92 Se trata de la prelatura de Barra do Pirai, en el nordeste de Brasil (SMITH, Christian, La teologa de

    la liberacin. Radicalismo religioso y compromiso social, Editorial Paids, Barcelona, 1991, p. 145). Este nordeste brasileo presentaba en torno a los aos 60 los siguientes indicadores: 15 millones de kilmetros cuadrados a lo largo de 9 Estados, 23 millones de habitantes y renta per capita en torno a los 100$, 70% de analfabetismo y 50% de mortalidad infantil. Es una zona de una gran pobreza debido a grandes sequas frente a una zona industrial y algunas grandes ciudades. (DE BROUCKER, Jos, Dom Hlder Cmara, Movimiento Cultural Cristiano, Madrid, 2009, pp. 37-38).

    93 SMITH, Christian, La teologa de la liberacin. Radicalismo religioso y compromiso social, Editorial Paids, Barcelona, 1991, pp. 37-38.

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  • Estas comunidades fueron aprobadas a nivel intra-eclesial por la CELAM de Medelln de 196894 y por la de Puebla de 197895, aunque no con la misma conviccin. Segn el telogo espaol Juan Jos Tamayo, Medelln apost por ellas sin reserva como factor de promocin humana y de desarrollo, y como clulas de estructuracin eclesial. Puebla, por su parte, segn el mismo autor, continu con la misma apuesta, pese a la oposicin de algunos prelados y a la matizacin crtica en torno al concepto de Iglesia Popular96.

    Por otra parte, estas CEBs no constituyeron un movimiento paralelo a las organizaciones populares, integrndose en ellas97 para ofrecer, desde su fe, un servicio liberador consistente en la formacin de la conciencia, la educacin popular y el desarrollo de valores ticos98. As, llegaron a crear un marco de resistencia insustituible para la disidencia y la esperanza de cara a las luchas sociales99, gracias a la complementariedad entre la reflexin terica de la nueva corriente teolgica y la praxis de estas CEBs:

    Entre comunidad de base y teologa de la liberacin se establece una relacin recproca de mutua influencia: por un lado, las comunidades estn en la teologa de la liberacin (); y por otro, la teologa de la liberacin le dar a las comunidades de base ms importancia de la que tena en un principio100.

    Las CEBs surgieron en Nicaragua en 1966 por el impulso del sacerdote espaol Jos de la Jara101, quien al frente de la parroquia de San Pablo de Managua, llev a cabo esta 94 DUSSEL, Enrique, Historia General de la Iglesia en Amrica Latina. Tomo IX: El Cono Sur

    (Argentina, Chile, Uruguay y Paraguay). CEHILA, Ediciones Sgueme, Salamanca, 1994, p. 565.95 TAMAYO-ACOSTA, Juan Jos, Para comprender la teologa de la liberacin, Editorial Verbo

    Divino, Estella, 1991, p. 45.96 Ibdem. 97 En el contexto nicaragense, estas organizaciones populares no eran los partidos polticos, coaptados

    por el poder (Entrevista realizada por el autor a Olivia Silva, Managua, 6 de septiembre de 2008), sino las agrupaciones estudiantiles y el propio FSLN (Entrevista efectuada por el autor a Amparo Rubio en Ocotal, el da 11 de agosto de 2008).

    98 TAMAYO-ACOSTA, Juan Jos, Para comprender la teologa de la liberacin, Editorial Verbo Divino, Estella, 1991, p. 118.

    99 SMITH, Christian, La teologa de la liberacin. Radicalismo religioso y compromiso social, Editorial Paids, Barcelona, 1991, p. 265.

    100 FERNNDEZ, David, La Iglesia que resisti a Pinochet, IEPALA Editorial, Madrid, 1996, p. 85. 101 Jos de la Jara, joven sacerdote incardinado en Managua que, profesor del Seminario Nacional de

    Managua, en 1966 le solicit al arzobispo Gonzlez Robleto la concesin de una parroquia como proyecto piloto de novedosa orientacin pastoral. Se le concedi la San Pablo Apstol, y su labor al frente de ella dio pie al surgimiento de las CEBs. (JIMNEZ, Flix; La parroquia San Pablo, germen de las comunidades de base, GIRARDI, Giulio y otros: Nicaragua, trinchera teolgica. Para una teologa de la Liberacin desde Nicaragua, Centro Ecumnico Antonio Valdivieso, Managua, 1987,

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  • experiencia piloto102. La primera actividad que se desarroll en la referida CEB fue un proyecto que, bajo el ttulo de Familia de Dios, pretendi unir a los matrimonios y a los hogares103:

    Haba que hacer un curso de tres meses (): se hablaba de la familia, de la responsabilidad familiar, sobre todo la del hombre con respecto a la mujer; se hablaba de que la mujer no es esclava del hombre, que (el hombre) tiene obligaciones; y que las relaciones deberan ser de compartir104.

    Este grupo estuvo en un principio organizado por el referido sacerdote, Jos de la Jara, as como por las monjas de la orden de Maryknoll (una de ellas asesinada aos ms tarde en El Salvador), las de la Asuncin, las Teresianas y las del Sagrado Corazn de Jess. Al llegar el ao 1968 se incorporaron al proyecto otros tres sacerdotes espaoles105. En esta primera poca, aun no se trataba de una comunidad eclesial de base, pues su papel era el de impulsar la convivencia de las familias a partir de los estudios bblicos106.

    p. 64). Al cabo de un tiempo, en 1969, dej el sacerdocio para contraer matrimonio. (CHOW, Napolen: Teologa de la Liberacin en crisis: religin, poesa y revolucin en Nicaragua: Fondo Editorial, Banco Nacional de Nicaragua, Managua, 1993, p. 112). Con el tiempo, enferm de cncer y, afincado en la ciudad de Los ngeles, falleci all. Sus restos fueron esparcidos, a peticin propia, entre suelo nicaragense y territorio espaol. (Entrevista efectuada por el autor a Rafael Valds Rodrguez en Managua, los das 1 y 2 de agosto de 2008). Se trataba de un clrigo carismtico y de gran capacidad de persuasin por lo novedoso de su prdica. As lo recuerda el informante Rafael Valds: Su prdica y su persona me impresion mucho, primero porque lo mir un hombre sencillo, ehsu prdica estaba msms orientada a que las personas cambiramos, furamos diferentes (), a la necesidad de que hubiera ms justicia en el mundo y esas cosasprdica que no que no se acostumbra entre los otros curas pues. (Ibdem).

    102 JIMNEZ, Flix; La parroquia San Pablo, germen de las comunidades de base en Nicaragua, VVAA, Nicaragua, trinchera teolgica. Para una teologa de la liberacin desde Nicaragua, Centro Ecumnico Antonio Valdivieso, Managua, 1987, p. 64).

    103 Ibdem.104 Entrevista efectuada por el autor a Rafael Valds Rodrguez en Managua, los das 1 y 2 de agosto de

    2008.105 En 1968 se incorporaron al proyecto los sacerdotes espaoles Mariano Velzquez y Flix Jimnez,

    tras la marcha de De la Jara, quiene se cas y se fue a Espaa. Algo ms tarde se incorpor el tambin clrigo espaol Antonio Esgueva. (GIRARDI. Giulio, Revolucin popular y toma del templo, VVAA, Nicaragua, trinchera teolgica. Para una Teologa de la Liberacin desde Nicaragua, Centro Ecumnico Antonio Valdivieso, Managua, 1987, pp. 64-65). La actitud de este grupo de europeos que recala en Latinoamrica se puede interpretar como los miembros de una generacin idealistas (la de los 60), que ante el desencanto precoz de su causa en el viejo continente, se niegan a corromperse o a rendirse, decidiendo buscar otros lugares donde poder vivir su utopa de un modo ms puro (Nota del autor).

    106 Entrevista efectuada por el autor a Rafael Valds Rodrguez en Managua, los das 1 y 2 de agosto de 2008.

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  • No obstante, pronto se fue llegando a una etapa de concientizacin107, proceso al que no fueron ajenos ni el descubrimiento del contenido liberador de la Biblia, ni el viaje que algunos matrimonios de esta comunidad realizaron a la CEB de San Miguelito de Panam en 1968108, por ser una de las pioneras en toda Amrica Latina. Los matrimonios que iban a viajar al pas vecino fueron previamente seleccionados por los sacerdotes y religiosas de la CEB de San Pablo109. As lo recuerda una veterana:

    Nosotros aqu iniciamos primeramente, los primeros pasos fue la iniciacin a la vida cristiana: se hizo el primer encuentro en una casa de retiros, y luego, los que fuimos a ese primer encuentro con unacon dos matrimonios que vinieron de Panam (). Fueron dos matrimonios de aqu a tener una experiencia () con el padre Jos y vinieron, verdad?, a hacer ese retiro110.

    A partir de esta importacin, las ya CEBs comenzaron a extenderse a lo largo de Managua: en primera instancia tomaron cuerpo en la Parroquia del Barrio Venezuela, la de la Nicarao y la de la 14 de Septiembre111, y luego en el Reparto Schick, el 1 de Mayo, Ducual y el Barrio Meneses112. En toda la capital, los miembros de estos grupos pudieron ser unos 600 repartidos en 10 12 comunidades113. Esta eclosin fue posible gracias a la gran labor de difusin llevada a cabo por miembros de la CEB San Pablo que, mediante Encuentros y Cursos de Iniciacin Cristiana, difundieron su mensaje a los seglares de las parroquias de Larraynaga, Santo Domingo, Miraflores, La Tejera y 107 Entrevista realizada por el autor a Mercedes Ortega en Managua, el da 9 de septiembre de 2008.108 La CEB de San Miguelito fue impulsada por el sacerdote estadounidense Leo Mahon, oriundo de

    Chicago y con inquietudes revolucionarias. (LOWY, Michael, Guerra de dioses. Religin y poltica en Amrica Latina, Siglo Veintiuno Editores, Mxico, 1999, pp. 122-23). Este clrigo, a partir de 1963, con el apoyo del obispo liberacionista Marcos McGrath, y contando con un equipo de sacerdotes y religiosos, consigui, gracias a un excelente mtodo socrtico de toma de conciencia para adultos, implementar las CEBs por todo San Miguelito con gran xito. SMITH, Christian, La teologa de la liberacin. Radicalismo religioso y compromiso social, Editorial Paids, Barcelona, 1991, p. 146). Es importante recordar que en 1964, en la zona donde se ubica el barrio, se produjeron grandes disturbios anti-norteamericanos a causa de la reivindicacin de la soberana del canal. En 1968 Omar Torrijos tom el poder enarbolando la causa nacionalista, movilizando a las masas a su favor. (HALPERIN DONGHI, Tulio, Historia contempornea de Amrica Latina, Historia Alianza Editorial, Madrid, 1998, pp. 587-88).

    109 Entrevista efectuada por el autor a Rafael Valds Rodrguez en Managua, los das 1 y 2 de agosto de 2008.

    110 Entrevista efectuada por el autor a Rosa Julia Esquivel, Doa Pipe, en Managua, el da 7 de septiembre de 2008.

    111 Entrevista efectuada por el autor a Izael Chvez en Managua el da 22 de julio de 2008.112 ACEVEDO, Indiana / ZENTENO, Arnaldo, Las CEBs sujeto en Nicaragua y en la Iglesia de

    Nicaragua, VVAA, Pueblo revolucionario, pueblo de Dios, Centro Ecumnico Antonio Valdivieso, Managua, 1989, pp. 140-41).

    113 Entrevista efectuada por el autor a Rafael Valds Rodrguez en Managua, los das 1 y 2 de agosto de 2008.

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  • diversos barrios ubicados en la orilla del lago114. Acto seguido, las Comunidades Eclesiales de Base comenzaron a expandirse hacia el exterior de la ciudad115:

    Fuera de Managua no existan comunidades de base, las que comenzaron a existir fue porque nosotros ayudamos a formarla. Yo personalmente particip en la formacin de comunidades de base en Len y en Juigalpa, Chontales junto con otros compaeros, claro est116.

    Esta labor no se detuvo, sino que continu, ofrecindose el proyecto primeramente a

    ciudades como Estel y Masaya117, a Condega, Somoto, Pueblo Nuevo, Solentiname y Matagalpa, as como a algunas localidades de la Costa Atlntica118.

    114 JIMNEZ, Flix, La parroquia San Pablo, germen de las comunidades de base en Nicaragua, VVAA, Nicaragua, trinchera teolgica. Para una Teologa de la Liberacin desde Nicaragua, Centro Ecumnico Antonio Valdivieso, Managua, 1987, p. 68.

    115 Esta exitosa labor de expansin no se debe nicamente al celo apostlico de sus protagonistas, ni a una mera inquietud religiosa de sus receptores. Probablemente se deba sobre todo a la necesidad de contar con estas CEBs como espacio de solidaridad ante la dictadura. Y, sobre todo, no debemos olvidar que, como veremos en su momento, se trata del nico marco de resistencia, ya que los partidos son inocuos y todos los movimientos, sindicatos y organizaciones estn prohibidos. nicamente era operativo el FSLN al operar en la clandestinidad (Nota del autor).

    116 Entrevista efectuada por el autor a Rafael Valds Rodrguez en Managua, los das 1 y 2 de agosto de 2008.

    117 Ibdem. 118 GIRARDI. Giulio, Revolucin popular y toma del templo, VVAA, Nicaragua, trinchera teolgica.

    Para una Teologa de la Liberacin desde Nicaragua, Centro Ecumnico Antonio Valdivieso, Managua, 1987, pp. 68-75).

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  • 2.2.- LAS CEBS COMO ESPACIOS DE SOCIALIZACIN Y CONCIENTIZACIN A TRAVS DE LA LITURGIA

    Se trata, a poco que se analice, de un proceso autnticamente impresionante. Debemos resaltar el hecho de un grupito de personas, de condicin humilde y sin grandes medios, que motivado por su fe se dedic a multiplicar esas pequeas comunidades que, a su vez, como se ver ms adelante, sern el germen de la insurreccin. Cabe plantearse la hiptesis, por tanto, de que sin esta frentica labor de difusin tal vez no se hubiese producido la revolucin, o hubiera sido distinta.

    La capilla de la Nicarao, perteneciente a la CEB San Pablo (Foto del autor).

    Estas comunidades, cuyos miembros generalmente no alcanzaban el nivel cultural de primaria119, formaron un inigualable marco de sociabilidad comunitaria, en el que las relaciones afectivas resultaban fluidas. Para la gente joven era un espacio ptimo de cara a los temperamentos ms apocados. As lo recuerda un miembro de estos grupos:

    119 Entrevista efectuada por el autor a Rafael Valds Rodrguez en Managua, los das 1 y 2 de agosto de 2008.

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  • Todo eso le ayuda a uno, porque se va ya distrayendo uno ms, y todo aquel miedo que uno tiene para hablar, para participar en una reunin pues se le va quitando (). Eso me gust mucho y me ayud pues aa fortalecerme ms120.

    Para hacer ms amables las reuniones, los gapes y las celebraciones litrgicas, se recurri a la msica. El sacerdote espaol Jos de la Jara foment las socorridas canciones de la tuna espaola, tales como Clavelito o Virgen de Candelaria, que los ceberos cantaban y bailaban en espritu de camaradera121. stos solan mostrarse afectuosos y respetuosos con los familiares de sus compaeros122, en un marco de gran alegra y fraternidad, tal y como recuerda una miembro de la CEB de Ocotal:

    Y despus ya hacamosa repartir comida: hacamos comida, cenbamos toditos. Tenamos cante con pan, aquello bien alegre: otro da en donde otra hermana, otro da en otro lado, y as () las comunidades de base caminbamos juntos123.

    Como espacio de sociabilidad, estos grupos cristianos no slo se articulaban en torno al elemento festivo-litrgico, sino que se convirtieron asimismo en una red de solidaridades mutuas donde, por ejemplo, se atenda mediante colectas a fallecidos cercanos sin dinero para costearse el entierro124.

    En cuanto a las celebraciones litrgicas, por aquella poca ya se desarrollaban con una gran sencillez y profundidad. La msica de sus reuniones se corresponda con la Misa Campesina, o con otra versin tambin centroamericana, la Misa Salvadorea125. Ambas obras son expresiones populares que no han gozado de la comprensin del episcopado catlico, siendo un motivo ms de discordia entre los dos mbitos eclesiales, jerarqua y pueblo.

    Sin embargo, la caracterstica principal de sus celebraciones litrgicas eran las eucaristas a veces llevadas a cabo sin sacerdote, por la escasez de ste126 (si bien nunca

    120 Entrevista efectuada por el autor a Alfredo Torres Lpez en Santa Rosa (Departamento de Nueva Segovia), el 11 de julio de 2008.

    121 Entrevista realizada por el autor a Mercedes Ortega en Managua, el da 9 de septiembre de 2008.122 Ibdem.123 Entrevista realizada por el autor a Hulda Maritza Sandoval en Ocotal, el da 9 de agosto de 2008. 124 Entrevista realizada por el autor a Vctor Ren Martnez Tercero en Ocotal, el da 6 de agosto de

    2008. 125 Entrevista efectuada por el autor a Alfredo Torres Lpez en Santa Rosa (Departamento de Nueva

    Segovia), el 11 de julio de 2008.126 Entrevista realizada por el autor a Mercedes Ortega en Managua, el da 9 de septiembre de 2008.

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  • ha faltado una minora apoyando a las CEBs), pero tambin como fruto de una reflexin cristolgica bien madura127, a partir del versculo evanglico de Mt, 18,20 donde se afirma que donde estn dos o ms reunidos en mi nombre, all estoy yo en medio de ellos. As las personas comunes y corrientes reunidas en nombre de Jess, segn los ceberos, pueden oficiar tambin la eucarista:

    La consagracin (): nosotros lo hacemos como l lo hizo como enen la ltima cena: compartimos el pan y el vino, pedimos la bendicin al Padre y () a la comunidad. Y pues () ya limpios, ya reconciliados, ya con el deseo de seguir trabajando en comunidad y por amor al hermano y por la construccin del Reino, pues entonces podemos pasar todos a tomar el pan y el vino128.

    Eucarista sin sacerdote. Donde dos o ms se renen en mi nombre, ah estoy yo en medio de ellos, Mateo 18, 20 (Foto del autor).

    Segn los participantes, por la sencillez de sus misas, stas se deban parecer a las de los primeros cristianos. Al respecto una de nuestras informantes nos cuenta alguna

    127 Ibdem. 128 Ibdem.

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  • eucarista celebrada en plena naturaleza, lo que nos hace pensar en la continuidad cultural naturalista y entusiasta129 de todo rito:

    Debajo de un rbol de guanacaste se hizo una misa. Entonces, ya miraba yo as, tan bonito, tan diferente que estar en un templo as como steyo lo miraba bonito, pues: alegre, nos sentbamos en piedra. Miraba como que al momento de leer la Biblia y hacer la misa as, yo me senta que estaba en tiempo de Jesucristo130.

    En efecto, las eucaristas eran magnficos espacios ldicos y de socializacin, porque adems de ser alegres y participativas, tambin en ellas se cantaba, se bromeaba y se contaban chistes. Los matrimonios asistan acicalados y con la Biblia bajo el brazo al acontecimiento ms significativo de la semana para ellos131. Por lo dems, llevaban a cabo sus misas segn la liturgia catlica convencional: el acto penitencial donde se peda perdn al Seor por los pecados, las lecturas del da comentadas entre todos, las ofrendas y la colecta que poda ir destinada, por ejemplo, a algn conocido que se encontrase enfermo132.

    Como se ha apuntado con anterioridad, la interpretacin de la Biblia por parte de los miembros de estas comunidades fue un elemento indispensable para el proceso de concientizacin de la realidad. Esto fue posible gracias a la celebracin de talleres bblicos en donde se enseaba la utilizacin de estos textos atendiendo a sus divisiones en captulos y versculos133. Adems, a travs de estudios participativos de diversos fragmentos del Libro Sagrado (el xodo134, los profetas y los evangelios, entre otros), 129 Los pueblos de Centroamrica, entre ellos los mayas, desde tiempos prehispnicos hasta la actualidad

    siguen realizando sus ritos al aire libre, ofreciendo sus ofrendas a la naturaleza: a los rboles, a las piedras etc. Esto es fruto del profundo respeto que ellos profesan por el medio natural como una realidad entusiasta, es decir, impregnada de Dios (PREZ MURILLO, Mara Dolores, Introduccin a la Historia de Amrica. Altas Culturas y Bases de la Colonizacin Espaola. Servicio de Publicaciones de la Universidad de Cdiz. Cdiz, 2003).

    130 Entrevista realizada por el autor a Rosario Rugama, Chayito, Ocotal, 11 de agosto de 2008. 131 JIMNEZ, Flix, La parroquia San Pablo, germen de las comunidades de base en Nicaragua,

    VVAA, Nicaragua, trinchera teolgica. Para una Teologa de la Liberacin desde Nicaragua, Centro Ecumnico Antonio Valdivieso, Managua, 1987, p. 67.

    132 Entrevista realizada por el autor a Mercedes Ortega en Managua, el da 9 de septiembre de 2008. 133 Entrevista efectuada por el autor a Alfredo Torres Lpez en Santa Rosa (Departamento de Nueva

    Segovia), el 11 de julio de 2008.134 Segn Juan Codina, la pedagoga bblica se nutri temticamente del libro del xodo. Se trataba de,

    en un contexto del paradigma del cambio de estructuras hacia el socialismo a partir de la toma del poder, tomar el ejemplo de la lucha de la liberacin hebrea contra el faran, identificando a aquellos con el pueblo latinoamericano y a ste con el imperialismo y los distintos dictadores. (CODINA, Vctor, Para comprender la eclesiologa desde Amrica Latina, Editorial Verbo Divino, Estella (Navarra), 2008, p. 179). Si se pudo llegar a este paradigma liberacionista se debi a que la reflexin

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  • la gente sencilla descubra que Dios est de su parte, superando el fatalismo religioso y alentando la toma de conciencia. As lo recuerda una informante:

    Entonces uno le dice: s, Diosuno, somos pobre, le dice una a los compaeros, pero si uno, pobrecito y se cruza de brazos y dice: no; Dios as me trajo, ya existan los pobres, Dios as quiere que viva y as vivo pobre. No, Dios no quiere que tus hijos vivan pobres, Dios no quiere que sus hijos estn con hambre, Dios nos hizonos dio cinco sentidos igualitos a todos135.

    Aunque el nivel cultural de los ceberos no era alto136, stos siempre mostraron, a partir de los cursos bblicos, una gran capacidad de reflexin y crtica acerca de la relacin fe-poltica137, de modo que en las CEBs la gente despertaba y se concientizaba, comenzando a apreciar la Biblia, As lo atestigua el dominico Rafael Aragn Marina, quien durante muchos aos imparti estos cursos:

    La Biblia para ellos es el gran instrumentode pastoral: el misterio de Dios se revela en la Biblia, lo veneran, lo adoran, lolo celebran, lotodo, verdad? Pues cuando les das unas claves sese emocionan, lo viven con mucha ilusin: Por qu no nos lo ensearon antes? Por qu (todo esto) no nos lo dijeron antes? Por qu nos han tenido oprimidos as?138.

    La informante Amparo Rubio recuerda los retiros que los religiosos de Maryknoll

    celebraban en Ocotal. As, de viernes a domingo se llevaba a cabo una sucesin de charlas vivenciales de diversa temtica (teologa de la liberacin, fe, amor, perdn, etc.)139. Y al final de las jornadas los asistentes hacan un pacto con Dios y