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InterSedes: Revista de las Sedes Regionales ISSN: 2215-2458 [email protected] Universidad de Costa Rica Costa Rica Rodríguez Cascante, Francisco Identidad cultural y contra-narrativas modernas: el pensamiento antiimperialista de Luis Cardoza y Aragón InterSedes: Revista de las Sedes Regionales, vol. IV, núm. 6, 2003, pp. 85-108 Universidad de Costa Rica Ciudad Universitaria Carlos Monge Alfaro, Costa Rica Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=66640606 Cómo citar el artículo Número completo Más información del artículo Página de la revista en redalyc.org Sistema de Información Científica Red de Revistas Científicas de América Latina, el Caribe, España y Portugal Proyecto académico sin fines de lucro, desarrollado bajo la iniciativa de acceso abierto

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InterSedes: Revista de las Sedes Regionales

ISSN: 2215-2458

[email protected]

Universidad de Costa Rica

Costa Rica

Rodríguez Cascante, Francisco

Identidad cultural y contra-narrativas modernas: el pensamiento antiimperialista de Luis Cardoza y

Aragón

InterSedes: Revista de las Sedes Regionales, vol. IV, núm. 6, 2003, pp. 85-108

Universidad de Costa Rica

Ciudad Universitaria Carlos Monge Alfaro, Costa Rica

Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=66640606

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IDENTIDAD CULTURAL Y CONTRA-NARRATIVAS MODERNAS:EL PENSAMIENTO ANTIIMPERIALISTA DE

LUIS CARDOZA Y ARAGÓN

“No escribo para agradar o desagradar.Escribo para servir.”

La revolución guatemalteca, 1955

RESUMEN

En este artículo analizo el pensamiento antiimperia-lista y anticolonialista del escritor guatemalteco LuisCardoza y Aragón (1901-1992), considerándolo unaposición crítica del continentalismo latinoamerica-no de la primera parte del siglo XX. En primer lugar,estudio el discurso latinoamericanista y sus posicio-nes antiimperialistas, expresado en los textos Guate-mala, las líneas de su mano (1955), La revolución guate-malteca (1955), “Algunas reflexiones acerca del inte-lectual y las universidades en Hispanoamérica” (1968)y El río, novelas de caballería (1986). En segundo lugar,me refiero a las relaciones de dicho pensamiento conlas líneas epistemológicas de la modernidad. Comohipótesis planteo que la reflexión antiimperialista yanticolonialista de Cardoza constituye una coheren-te reacción frente a las contradicciones del capitalis-mo periférico, respuesta que se articula en tanto unacontra-narrativa de la modernidad.

Palabras clave: identidad cultural, literatura centroa-mericana, antiimperialismo, ensayo, Luis Cardoza yAragón.

ABSTRACT

This article analyzes the anti-imperialist and anti-co-lonialist ideas of Guatemalan writer Luis Cardoza yAragón (1901-1992), which I consider a critical posi-tion on the Latin American continental perceptionof the first half of the XX Century. Firstly, I study thediscourse on Latin America and its anti-imperialistpositions, expressed in the texts Guatemala, las líneasde su mano [Guatemala, the Lines of its Hand](1955), La revolución guatemalteca [The Guatemalan

Francisco Rodríguez Cascante

Inter Sedes. Vol. IV. (6-2003) 85-108.

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Revolution] (1955), “Algunas reflexiones acercadel intelectual y las universidades en Hispanoamé-rica” [Some Reflections about Intellectuals andUniversities in Spanish America] (1968), and Elrío, novelas de caballería [The River, Cavalry Novels](1986). Secondly, I refer to the relationship of the-se ideas with the epistemological guidelines of mo-dernity. As a hypothesis, I state that the anti-impe-rialist and anti-colonialist reflection of Cardozaconstitutes a coherent reaction before the contra-dictions of peripheral capitalism, response that isarticulated as a counter-narrative of modernity.

Key words: cultural identity, Central American litera-ture, anti-imperialism, essay, Luis Cardoza y Aragón.

Introducción

Asimilar el pasado y construir el futu-ro mediante una nación socialista sondos rasgos fundamentales de la concep-ción identitaria de Cardoza y Aragón. Ladimensión revolucionaria implícita en elproyecto nacional contempla una fuerteposición antiimperialista, en consonan-cia con los contextos socio-históricos enlos cuales dicho programa se desarrolló,puesto que el pensamiento latinoameri-cano desde finales del siglo XIX tuvocomo uno de sus claros referentes el de-bilitamiento de los centros imperialeseuropeos y la consolidación colonialistade los Estados Unidos.

Desde el poema “La canción de lasrazas” (1920) y el ensayo “El peligro de laintervención” (1920)1, se manifiesta lapreocupación de Cardoza por los com-probados propósitos expansionistas delos Estados Unidos y su intervencionis-mo, expresados explícitamente desde elsiglo XIX en la Doctrina Monroe y en lateoría del Destino Manifiesto. En “La can-ción de las razas” se presenta más queuna conciencia antiimperialista, una de-fensa de la latinidad como raza que mástarde va a ser abandonada para asumir elantiimperialismo, no en tanto una oposi-ción de tradiciones y valores culturales“latinos” frente los “anglosajones” (si-guiendo la concepción de Rodó), sinocomo un asunto de relaciones interna-cionales y de economía política.

Por supuesto, no es ésta una posturaindividual. Se trata más bien de la tradi-ción del pensamiento antiimperialistadesarrollado en el subcontinente a partirde las doctrinas colonialistas y las actua-ciones intervencionistas estadouniden-ses, analizadas y denunciadas por JoséMartí, una de las figuras intelectualesmás importantes que tuvo repercusión

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en la América Latina desde finales del si-glo XIX. La autoridad del pensamientomartiano funcionó como una voz de aler-ta frente a este expansionismo. Desde fi-nes del siglo XIX y durante el siglo XX,voces como las de César Zumeta, ManuelUgarte, Mariátegui y Haya de la Torre, su-mándose a Martí, advertían de los peli-gros que conllevaba el imperialismo paraAmérica Latina, ideas que claramente seevidencian en el título del libro de Zume-ta: El continente enfermo (1899)2.

Al lado de estos pensadores se desa-rrollaron los partidos comunistas latinoa-mericanos y el APRA (Alianza PopularRevolucionaria Americana) peruano queintentó organizar a los partidos de iz-quierda en América Latina y tuvo pre-sencia en México, Cuba, Argentina yAmérica Central. Junto con estos, se ma-nifestaron los movimientos nacionalis-tas, básicamente siguiendo el ejemplode la Revolución Mexicana y tambiénlas reividicaciones identitarias del mesti-zaje como signo de una América Latinaindependiente. Todos estos movimien-tos sociales generaron una concienciacontinentalista que otorgó sentido a losdiscursos de unidad del subcontinente,respondiendo a la urgencia del llamadomartiano de aglutinarse como bloquefrente al “coloso del norte”.

En este artículo me dedico a estudiarel pensamiento antiimperialista y antico-lonialista de Cardoza y Aragón en tantoconstrucción representativa de estos mo-vimientos intelectuales de carácter conti-nental. En un primer apartado analizo eldiscurso latinoamericanista y sus posicio-nes antiimperialistas, basado en las consi-deraciones que el ensayista efectúa enGuatemala, las líneas de su mano (1955), Elrío, novelas de caballería (1986) y especial-mente en La revolución guatemalteca(1955), debido a que es el texto que el

autor dedica a estudiar el problema delimperialismo3 También hago referenciaal discurso escrito a propósito de sunombramiento como emeritissimum, con-ferido en 1968 por la Universidad de SanCarlos de Guatemala y publicado en larevista guatemalteca Alero con el título“Algunas reflexiones acerca del intelec-tual y las universidades en Hispanoamé-rica”. Posteriormente, en el segundoapartado, me refiero a las relaciones dedicho pensamiento con las líneas episte-mológicas de la modernidad. En estepunto, considero las reflexiones de Car-doza como una coherente reacción fren-te a los problemas del imperialismo y lascontradicciones del capitalismo periféri-co, respuesta que se produce desde lasformas de conocimiento de la época, ar-mada en tanto una contra-narrativa de lamodernidad.

Estados Unidos versus Nuestra América:el pensamiento antiimperialista

En la sección “La canción comparti-da” de Guatemala, las líneas de su mano,Cardoza asume el análisis de las condicio-nes históricas y culturales de Guatemalacomo parte de un conjunto de rasgos co-munes a todos los países del subcontinen-te. Esa canción compartida contiene dosaspectos básicos: tradición española y ele-mentos indígenas, cuyas variaciones de-terminan las distintas nacionalidades sinllegar a romper “la unidad de un desti-no” (1965, 247). Ésta se encuentra de-terminada por el mestizaje, cuyo sujetohistórico, producto de la conjunciónde los dos elementos básicos, es el pro-tagonista de la historia a partir de la in-dependencia. El mestizaje constituye lasíntesis de la tradición mediterránea yde los aportes de las culturas indígenas.

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Además, el sujeto mestizo posee la mi-sión de construir las naciones, en las cua-les será necesario luchar por eliminar lascontradicciones históricas que han con-ducido a la injusticia social.

Desde este ensayo de 1955 hasta Mi-guel Ángel Asturias, casi novela es evidenteen Cardoza, para referirse a América La-tina, el empleo simultáneo y alternantede los términos “América Latina”, con suvariante “Latinoamérica”, e “Hispanoa-mérica”. Como se sabe, el primero de losconceptos nació en el contexto decimo-nónico de las ideologías de la “latinidad”,en tanto un enfrentamiento a las aspira-ciones expansionistas de la “raza sajo-na”4. América Latina iba a ser el reductode oposición americana debido a sus la-zos con la latinidad europea, especial-mente con Francia. Sin embargo, el con-cepto se transforma al finalizar la décadade 1880 por el auge del panamericanismoimpulsado por los Estados Unidos. Así ellatinoamericanismo connotaría ya no losideales de una raza latina en América,sino que se convertiría en el términomediante el cual los americanos que ha-bitaban al sur de Estados Unidos se au-torreconocían como unidad, acogidaque fue afirmándose lentamente en losescritos de Francisco Bilbao, EugenioMaría de Hostos, José Martí y José Inge-nieros . De esta manera, en 1948, el pana-mericanismo devino interamericanismoy bajo sus ideales se creó la Organizaciónde Estados Americanos (OEA), mientrasque del latinoamericanismo surgió la Co-misión Económica para América Latina(CEPAL)5. Esta separación institucionalprodujo, de acuerdo con Arturo Ardao,“por un lado la crisis del panamericanis-mo y, por el otro, el surgimiento del lati-noamericanismo” (1993, 166).

En el contexto de las ideas desarro-llistas de los años cincuenta, el concepto

de América Latina se impulsa medianteprogramas de integración económica,propiciando un nacionalismo continen-tal. El empuje consistía en la necesidadde aglutinar esfuerzos para salir del sub-desarrollo mediante la industrializacióny las políticas de sustitución de importa-ciones. Quince años más tarde, al mirarlos fracasos de las políticas desarrollistasy los avances del intervencionismo esta-dounidense, la confianza desarrollista setornó en escepticismo expresado en lateoría de la dependencia, cuyo punto dearranque teórico fue la publicación en1969 del libro Dependencia y desarrollo enAmérica Latina de Fernando H. Cardoso yEnzo Faletto, donde se expresaba que“La dependencia de la situación de sub-desarrollo implica socialmente una for-ma de dominación que se manifiesta poruna serie de características en el modode actuación y en la orientación de losgrupos que en el sistema económico apa-recen como productores o como consu-midores” (1976, 24). Esta teorización atodas luces binarista (desarrollados-sub-desarrollados, dominantes-dominados,centro-periferia, etc.) ilustra las rotundasoposiciones con las cuales la modernidadintentó explicar los fenómenos económi-cos, políticos y sociales.

Este escepticismo, la agudización delas luchas de la izquierda (incluyendo susfuerzas guerrilleras) y el triunfo de la Re-volución Cubana recuperan para la ideade América Latina un contenido que yahabía sido expresado por Mariátegui: elde subcontinente revolucionario que de-be asumir el socialismo como proyectode desarrollo6. Ya Cardoza había plan-teado esta idea como signo identitariodel subcontinente en Guatemala, las lí-neas de su mano, antes de los fracasos deldesarrollismo, y fue ampliada en El río,novelas de caballería.

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Por otra parte, la noción de Hispa-noamérica revela una determinada ima-gen de España. De acuerdo con MiguelRojas Mix, históricamente se han presen-tado dos hispanoamericanismos. El pri-mero, que se desarrolla en el siglo XIX,es el que sigue el pensamiento de Bolívary mantiene frente a España una visióncrítica negativa. No obstante, los criollosprefirieron el término de Hispanoaméri-ca porque si bien hubo independencia,aún no había descolonización. A pesardel mestizaje “todos querían ser blancos,pues la promoción social pasaba por elblanquearse” (1997, 85).

Diferente es la imagen que tiene deEspaña el segundo hispanoamericanis-mo. Se trata de una identificación quenace de la ideología de la hispanidad de-fendida por la Generación del 98 y de laGuerra de Cuba, donde la intervenciónestadounidense provoca miedo a serconquistados y España vuelve a teneruna presencia cultural. “Se asiste –afirmaRojas Mix- a un blanqueo del pasado dela antigua potencia colonial, que vuelvea ser la Madre Patria” (1997, 175). Lahispanidad deviene para muchos inte-lectuales, por un lado, en el elementoaglutinador frente al imperialismo delos Estados Unidos, y por el otro, en unafuerza capaz de proteger de las ideolo-gías comunistas7.

En los escritos de Cardoza, tantoAmérica Latina como Hispanoamérica seusan indiscriminadamente debido a lanoción del mestizaje como conjunciónarmónica de sangres que defiende el es-critor. Sin embargo, están presentes lasdos dimensiones semánticas a las que meacabo de referir. En primer lugar, afirmaen Guatemala, las líneas de su mano quecon la conquista “España quedó parasiempre en nuestros huesos. Nos enlazóal mundo, a la conciencia universal.

Abrió de par en par las puertas para queentráramos en la Historia” (1965, 260),planteamiento que se actualiza en El ríoal afirmar que “Sin alejarnos de Españaestamos creando la tradición hispanoa-mericana” (1986, 429). Esta dimensióndel hispanoamericanismo recupera y va-lora uno de los dos componentes delmestizaje, en tanto heredero “natural”de la cultura española y por ende de latradición europea.

En segundo lugar, se trata de una re-cuperación de carácter cultural, no dedimensión política, puesto que paraCardoza el enfrentamiento con el impe-rialismo y el colonialismo no pasa por laasimilación del hispanismo, sino por larevolución socialista. Signo insoslayablede la identidad cultural latinoamerica-na es para el autor este carácter revolu-cionario en tanto marcador identitariode un futuro próximo, inevitable y an-siosamente esperado como portador dela justicia. En este sentido, plantea unaconcepción de América Latina que seopone a los Estados Unidos y que siguela tradición del pensamiento martiano:“En parte alguna del mundo, como enHispanoamérica, la influencia nortea-mericana es tan absoluta y en parte al-guna hay tantas dictaduras, ignorancia ymiseria. Nuestros países van muy despa-cio en la lucha contra el coloniaje”(1965, 337). Es evidente que en este pa-saje el enunciador se inscribe en el lati-noamericanismo de la tradición críticaa la que me he referido. Tres años des-pués de haber publicado Guatemala, laslíneas de su mano, en un artículo dedica-do al centenario de Cuadernos America-nos, Cardoza habla de América Latinamediante una retórica unificadora deu-dora a todas luces del pensamientomartiano, donde se escuchan con clari-dad los ecos de “Nuestra América”:

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Pésimamente nos conocemos en América. Nues-tros lazos carecen del vigor de una relación másíntima, más constante y profunda. La hermandadnuestra es la de hermanos que no saben el uno delotro, a pesar de que se aman entrañablemente.Apenas empezamos a saber de nosotros mismos.Ya hemos puesto, siquiera, el acento en lo propio.En lo nuestro universal, y universal porque tieneel acento de lo más nuestro. En lo nuestro, sí, pa-ra mejor servir a los demás; pero, también, hable-mos de tener tiempo para lo otro, tan nuestro co-mo lo más nuestro. Ya tenemos la duda de lo pro-pio, principio de una certidumbre. Nos busca-mos porque ya nos estamos encontrando. Le di-mos la vuelta al mundo para ello8.

Conjuntamente, procura recuperar laherencia de la cultura española defen-diendo un hispanoamericanismo concilia-dor con el pasado. Su latinoamericanismo(ya sea empleando Hispanoamérica o La-tinoamérica) es determinante a la horade fijar la necesidad de la unidad culturaldel subcontinente y establecer un frentede batalla contra el imperialismo esta-dounidense. Su posición, en este sentido,es una defensa de América Latina (oHispanoamérica) en tanto región conuna historia colonial compartida y unfuturo en el que se debe luchar contraun enemigo común que ha retomado elcamino de la colonización. Ante estaamenaza, el ensayista asume el continen-talismo característico de los intelectualesantiimperialistas de las primeras déca-das del siglo XX9.

El enfrentamiento con la ideología delpanamericanismo ilustra claramente la posi-ción de Cardoza. En Guatemala, las líneas desu mano afirma que “el panamericanismoha sido nefasto en todas las formas hastaahora conocidas. ¿A qué director de la po-lítica yanqui para Hispanoamérica recor-damos como buen vecino?” (1965, 338).La opinión se inserta en el contexto depromoción que hicieron los gobiernosestadounidenses de una reunión, a partir

de un centro dominante, de las comuni-dades americanas; intento que surgió dela convocatoria realizada por el país nor-teamericano a la Conferencia Internacio-nal Americana que se celebró en Was-hington entre octubre de 1889 y abril de1890, por medio de la cual la prensa acu-ñó el término Pan America. El interés delgobierno estadounidense era procurarsemercados externos para su industria encrecimiento, pero también había clarospropósitos de expansión territorial10. An-te esta situación, durante toda la primeraparte del siglo XX, justo hasta 1948 cuan-do el panamericanismo se transformó eninteramericanismo e institucionalmenteconcluyó en la creación de la OEA, laspretensiones de adaptarse a una peligro-sa guía a todas luces imperialista, no hizomás que despertar los cuestionamientosde los intelectuales latinoamericanos,quienes miraron con gran desconfianzalos propósitos de una reunión para nadaentre semejantes. Es así como después deesta fecha, empieza a decaer el conceptoy a tomar auge internacional el términode América Latina.

Cardoza se alinea entre los críticosdel panamericanismo defendiendo la di-ferenciación y autodeterminación delsubcontinente frente al avance de los Es-tados Unidos, posición claramente asu-mida en el análisis que efectúa del papeljugado por las compañías bananeras enCentroamérica. Justo en el mismo año depublicación de Guatemala, las líneas de sumano, el autor saca a la luz La revoluciónguatemalteca (1955), donde analiza el fra-caso del proyecto reformista-revolucio-nario y el papel del imperialismo enAmérica Central. Inicia el estudio con uncapítulo dedicado a la explotación bana-nera cuyo significativo subtítulo revela lasimbología atribuida a tales empresas: “Jo-nás en el vientre del monstruo”.

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En este trabajo plantea que las diver-sas compañías que explotan Guatemala,la United Fruit company (UFCO), la In-ternational Railways of Central America(IRCA) y la Compañía Agrícola Guate-malteca (CAG) constituyen un sólo im-perio dirigido por la primera11, por elcual hasta 1944 el país fue un Estadodentro de una compañía bananera. Deacuerdo con el texto, el monopolio fru-tero constituye un enclave del imperialis-mo que obstaculiza el desarrollo del país,monopolizando el transporte marítimo yferroviario, así como la producción ba-nanera, dinámica que lo convirtió en elmayor propietario de tierras del país.Con esto los Estados Unidos llegaron amonopolizar la mayor parte de las im-portaciones y las exportaciones guate-maltecas, siempre en complicidad conlos gobiernos dictatoriales y militares lle-gados al poder mediante la colaboracióndel imperio12. La compañía bananera hasignificado una agresión constante del“enemigo del norte”, y es calificada co-mo un cáncer:

La United Fruit Company siempre ha causado losmayores trastornos económicos, políticos y socia-les, valiéndose de intervención en todos los órde-nes para mantener el esquilmo brutal del país. Harecurrido a la conjura, a la agresión armada inter-nacional por medio del Departamento de Estado,moviendo a su antojo la política de países vecinos,gobernados por hombres sin dignidad. No des-cansó hasta destruir la soberanía y la libertad deGuatemala, en junio de 1954. (1955, 34).

La polarización analítica que se ob-serva en este ensayo es el registro de unaépoca en que los sectores de izquierdareaccionaron ante los avances de lascompañías transnacionales en los paíseslatinoamericanos, las cuales buscaban elcontrol y la explotación de los recursosagrícolas. La plantación bananera en

Centroamérica funcionó en forma de en-clave porque las decisiones se tomabanen el país de origen del capital. AfirmaElizabeth Fonseca (1996, 169) que lasiembra del banano se inició en Hondu-ras hacia la década de 1860 en la isla Roa-tán. El producto era vendido a estadouni-denses quienes lo comercializaban enNueva Orleans con mucho éxito. A partirde 1899 el negocio pasó a manos de com-pañías norteamericanas, debido a los ne-gocios del empresario Minor Keith,quien aprovechó la construcción del fe-rrocarril que uniría al Valle Central conel puerto de Limón en Costa Rica parasembrar banano en los alrededores de lalínea férrea. En 1899 Keith fundó la Uni-ted Fruit Company (UFCO) mediante lafusión de la Boston Fruit Compay con lasempresas bananeras que el comerciantehabía establecido en Costa Rica, Panamáy Colombia gracias a ventajosos conve-nios con los gobiernos de cada país.

En el caso de Guatemala, tambiénfueron propietarios locales quienes seiniciaron en la actividad, pero luego sevieron desplazados por la UFCO, debidoa un convenio firmado en 1901 entreManuel Estrada Cabrera y la UnitedFruit Company. Una situación semejanteocurrió en Nicaragua, donde la citadacompañía monopolizó a principios delsiglo XX la plantación y el comercio ba-nanero del país, acaparando así toda laregión centroamericana.

En el ámbito cultural, producto de es-te contexto y de las pésimas condicioneslaborales que tales compañías daban a sustrabajadores, se produjo el género de lanovela de plantación bananera centroa-mericana13, el que tiene una importantecantidad de textos que problematizan larelación de las compañías bananeras conel imperialismo y la soberanía nacional.Ejemplos de estos son Luna verde (1951),

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Curundú (1963), Flor de banano (1970) yLos forzados de Gamboa (1975) del pana-meño Joaquín Beleño; La vida de los peonesde la Yunai (1976) del nicaragüense Emi-lio Quintana; Mamita Yunai (1941) delcostarricense Carlos Luis Fallas; Puerto Li-món (1950) y Murámonos Federico (1972)del también costarricense Joaquín Gutié-rrez; Prisión verde (1950) y Destacamento ro-jo (1967) del hondureño Ramón AmayaAmador y la conocida trilogía bananerade Miguel Ángel Asturias compuesta porViento fuerte (1949), El Papa verde (1959) yLos ojos de los enterrados (1960).

Cardoza y Aragón no compartía laidea de una estética de “denuncia social”expresada en estos textos cercanos alrealismo y con claras intenciones ideoló-gicas, obviamente construidos medianteestéticas tan diferentes como, por ejem-plo, la de Asturias respecto a Fallas (laprimera cercana al surrealismo mientrasla segunda más próxima al neorrealis-mo). Esta separación tajante entre el “ar-te” y la “política” lo condujo a no anali-zar el problema del imperialismo y de lascompañías transnacionales en ningunode sus textos poéticos, así como tampocolo hizo extensamente en sus ensayos deintenciones literarias. Sin embargo,ideológicamente era un intelectual quecompartía las mismas preocupacionesexpresadas en estos textos novelísticos.Ante esta razón optó por escribir La revo-lución guatemalteca, un escrito de carácterpolítico y sociológico que le permitieraasumir una extensa crítica al imperialis-mo sin pretensiones literarias, lo cualevidencia su estilo directo y despojadode figuras. Este estudio realiza en un en-sayo sociológico lo que Cardoza no sepermitía en la literatura.

El análisis del imperialismo va más alláde la crítica de la explotación nacionalejercida por la United Fruit Company. Se

extiende al problema de la intervenciónpolítica en Guatemala, ejemplificado enla actuación de los Estados Unidos frentea la Revolución de 1944. Cardoza procu-ra explicar las causas del fracaso de estemovimiento socio-político tan importan-te para la historia guatemalteca. Para elenunciador de La revolución guatemalteca,en ningún otro período se progresó tan-to en el país, debido a las políticas desa-rrollistas de los gobiernos de Arévalo yArbenz14, medidas que estaban sacandoal “pueblo” de un oscurantismo de déca-das. Pero la estabilidad democrática yestos progresos modernos al ser inter-pretados como un avance hacia el co-munismo15, devinieron en un arma dedoble filo que a la postre pudo más quela organización popular, articulada enlos incipientes sindicatos y en los parti-dos políticos de izquierda.

Dos gobiernos que impulsaron pro-gramas de modernización nacional basa-dos en la alfabetización, una política desustitución de importaciones, una refor-ma agraria16 que ponía límites a los privi-legios de las compañías transnacionales yque legitimaba la actuación política delos sectores de izquierda, fueron prontovistos por la oligarquía guatemalteca ypor los Estados Unidos como un verdade-ro peligro para el mantenimiento del sta-tus quo y de los intereses comerciales y po-líticos de la potencia. ¿Por qué la sociedadguatemalteca renunció a una moderni-dad que en otros países latinoamericanos,en alguna medida, pudo alcanzarse, comoafirma José Joaquín Brünner, a partir deesta misma década de 1950?17 La respues-ta es compleja y a intentarla se dedica esteensayo de Cardoza.

Desde el punto de vista teórico-meto-dológico, Cardoza echa mano de la doc-trina maoísta, específicamente de la teo-ría sobre la contradicción18, expresada

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en un binarismo: existen contradiccio-nes primarias y secundarias, las que setraducen en causas internas y causas ex-ternas. El fracaso de la Revolución de1944 se debió a las contradicciones de lasociedad guatemalteca del presente(causas internas) y al imperialismo nor-teamericano, que es la contradicciónfundamental y la causa externa: “Hepuesto atención en las causas internasque nos determinan, ligándolas a lascausas externas y a las generales determi-nadas por el imperialismo” (1955, 161).Este es el eje que articula el análisis deeste fracasado proyecto de moderniza-ción. Pero Cardoza no esquematiza laoposición contradictoria entre lo exter-no y lo interno; por el contrario, su aná-lisis revela un gran dinamismo en el es-tudio de los diversos problemas queafrontaron los gobiernos democráticosen la década de 1944 a 1954.

En relación con las causas internas,además de la iglesia y la difusión del an-ticomunismo realizado por ésta misma ypor los grupos conservadores, el enun-ciador plantea lo que estos mismos secto-res manipularon como una “alteración ala familia guatemalteca”19. Los gobier-nos de Arévalo y Arbenz, mediante suspolíticas de inclusión social, como lapromulgación de un Código de Trabajo,leyes de seguridad social, derecho a lasindicalización, etc., (las cuales perfila-ban el proyecto de un Estado benefac-tor), se diferenciaron inmediatamentedel reciente pasado autocrático, lo quefue interpretado por dichos conservado-res como una alteración al orden de la“familia guatemalteca”, es decir, a la retó-rica paternalista propia de las tradiciona-les dictaduras del país: “Lo que no recor-dase el ‘orden’ anterior (inmovilidadpor el terror, medusamiento auténtico,beneficioso para las clases privilegiadas:

entre nosotros, de hecho, aún existe laesclavitud en algunas regiones), se le cla-sificaba, y se le clasifica, nacional e inter-nacionalmente, ‘comunista’” (1955, 62).

Según el enunciador, construir undiscurso anticomunista que asociaba lasmedidas del Estado benefactor y progre-sista con el comunismo, signo del ateís-mo y el terror, fue una de las estrategiasde la iglesia, la oligarquía y la burguesíaconservadora. De esta manera, la revolu-ción se fue desprestigiando y encontrófuertes oposiciones internas. Ligado a es-to estaba el problema crónico de la tradi-ción autocrática que había generadouna excesiva concentración de la riquezaen pocas manos, minoría que dirigía elpaís. Los gobiernos revolucionarios nopudieron combatir esta aferrada heren-cia de las dictaduras.

Pero también dichos gobiernos man-tenían sus propias contradicciones. Segeneró una burocracia ineficiente y bas-tante corrupción: “El poder corrompióalgunos dirigentes burgueses y la máqui-na gubernamental marchó con irregula-ridad. La burocracia creció en número yperdió eficacia” (1955, 75). A esto hayque agregar los problemas organizativosde los partidos políticos unidos en elFrente Democrático Nacional, cada unodefendiendo intereses particulares y per-diendo de vista el proyecto conjunto dela revolución, lo cual evidencia la preca-ria organización política del momento20.En este sentido, el ensayo evidencia elfracaso de intentar desarrollar un mode-lo revolucionario en una sociedad queno estaba preparada aún para defenderunida sus propias conquistas.

Por otra parte, estaba el problemadel ejército y su funcionamiento dentrodel régimen democrático. La Jefatura delas Fuerzas Armadas, impuesta en laconstitución de 1945 por el ejército, se

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convirtió en realidad en el poder detrásdel ejecutivo; de ésta salían las candida-turas presidenciales. Esta institución,asegura el enunciador, siempre fue into-cable: una burocracia con sus propiasreglas que hacía oscilar al gobierno y a lacual nadie podía criticar. Ninguno de losgobiernos revolucionarios pudo poner alejército bajo sumisión constitucional, niincluso el mismo Arbenz que salió de es-ta cúpula; por el contrario, ante la pre-sión estadounidense fue el mismo ejérci-to el que le obligó a entregarle el poder,acción que el enunciador califica de altatraición: “El ejército ha sido, por el domi-nio yanqui y la falta absoluta de concien-cia social política originada por nuestraorganización semifeudal, un ejército deocupación en su propia patria, al serviciodel semicolonialismo y del semifeudalis-mo” (1955, 174).

La renuncia de Arbenz es interpreta-da también como alta traición, ya queante las presiones del ejéricito y del em-bajador de los Estados Unidos no inten-tó siquiera resistir, sino que tomó unadecisión individual y la anunció al paíspara ir luego a refugiarse a la Embajadade México. El enunciador se queja de lafalta de perspectiva revolucionaria de Ar-benz, quien no se sintió solidario con elpueblo, el que estaba dispuesto a batirsepara defender los logros: “A lo largo delas carreteras se alineaban, por kilóme-tros, miles de campesinos esperando ar-mas para defender su tierra” (1955, 164),pero éstas nunca fueron distribuidas. Ar-benz, al verse traicionado por su ejército,abandonó la causa. En este nivel, el aná-lisis cardociano plantea una nostalgiapor lo que no fue, pero que pudo haber-se convertido en un verdadero movi-miento revolucionario, incorporando alpueblo a la lucha guerrillera: “Si con gue-rrillas hubiésemos resistido siquiera un

mes, nuestra contribución en favor de la li-bertad de Hispanoamérica habría sido deinconmensurable trascendencia” (1955,165). Esta defensa de la legitimidad de lalucha guerrillera va a manternerse en elpensamiento político de Cardoza hasta elfinal de sus días. Por ejemplo, en MiguelÁngel Asturias, casi novela hace apologíade la incorporación indígena a los frentesguerrilleros en tanto arma legítima de lu-cha contra el capitalismo, en una batallaque para el escritor apenas empezaba a fi-nales del siglo XX21:

Es mi parecer que la proletarización del hombrede maíz, organizada y autónoma, no es una solu-ción; sí un limitadísimo paso adelante. Lo que seplantea y está ocurriendo, en lo que he llamado lamayor sublevación en nuestra historia, es el en-frentamiento armado con los sistemas de explota-ción (1991, 132).

Para el enunciador, las causas inter-nas fueron graves obstáculos que expli-can el fracaso de una revolución que nollegó a tal. Se unieron el atraso, el feuda-lismo histórico de Guatemala, la inestabi-lidad política, el carácter reaccionario dela iglesia y los grupos conservadores, losmonopolios, la centralización del poder,el oportunismo y la burocratización de lavida política para impedir el desarrollode un proyecto de modernización políti-ca y cultural. Pero de acuerdo con elenunciador de La revolución guatemaltecahabía otra causa, además de los interesesde clase y la ausencia de conocimientode la realidad interior y de la realidad ex-terior: “falta de conciencia de la grande-za de nuestra tarea histórica” (1955,208). Para Cardoza este movimiento fueel acontecimiento nacional más impor-tante desde la conquista.

En la narrativa textual, las causas ex-ternas se refieren al papel intervencionis-ta del imperialismo, el que se concretó

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en dos acciones durante el período. Laprimera fue la campaña anticomunistaque desató, asociando los gobiernos re-volucionarios con el fantasma del terrorcomunista. Ésta fue explícita en la Déci-ma Conferencia Interamericana celebra-da en Caracas en 1954, donde EstadosUnidos, mediante su embajador ForterDulles, propuso el intervencionismo co-mo medida anticomunista, lo que fueaprobado bajo el nombre de “Declara-ción de Solidaridad para la Preservaciónde la Integridad Política de los EstadosAmericanos contra la Intervención delComunismo Internacional”. El embaja-dor de Guatemala, Guillermo Toriello,se opuso a esta declaración que “abriómás el camino al imperialismo con unarma totalitaria: la intervención” (1955,103). Pero esta estrategia no era más queuna continuación de la política imperia-lista explícita en la doctrina del Paname-ricanismo, después de 1948 convertido enInteramericanismo, el cual no tenía otra in-tención más que evitar a toda costa elavance del comunismo en América, enexpansión desde la década del treinta,junto con los nacionalismos.

Se evidencia en este ensayo de Car-doza la lucha contra esta doctrina inter-vencionista, ante la que el enunciadorhace un llamado a la unidad continen-tal, recuperando el pensamiento de Bo-lívar: “El panamericanismo no ha exis-tido nunca, ni podrá existir mientrasperdure el imperialismo: es sólo uno desus instrumentos más peligrosos contranuestros pueblos. Es tarea del hispanoa-mericanismo bolivariano repetir tal ver-dad y plantear, incesantemente, que nohay obstáculo mayor para nuestro desa-rrollo histórico que el imperialismo”(1955, 109). Sostiene el enunciador quela conferencia interamericana preparóel terreno para la intervención que se

realizó desde Honduras y Nicaragua, laque estuvo a cargo del embajador esta-dounidense en Guatemala, John Peuri-foy, y tenía como propósito destituir algobierno de Arbenz para colocar al coro-nel Carlos Castillo Armas como su sustitu-to. Así que en junio de 1954 aviones esta-dounidenses bombardearon Guatemala yalistaron la entrada de Castillo Armas: “Laintervención yanqui con Castillo Armas yel golpe militar interno, un solo plan,constituyen la página más negra de lareacción guatemalteca. En la sombría his-toria de América, ningún gobierno ha te-nido un origen más nefando, proditorio ypérfido” (1955, 137).

De acuerdo con el ensayo ¿por quéera tan importante para Estados Unidosdestruir la revolución de 1944? En pri-mer lugar, porque, en la perspectiva delenunciador textual, este movimiento es-taba generando un importante naciona-lismo que contrastaba con los planes deagresión mundial de los Estados Unidos:“Éramos un foco de salud en el Conti-nente enfermo” (1955, 151). Este nacio-nalismo desafiante, en segundo lugar, seestaba convirtiendo en modelo de luchaantiimperialista en el subcontinente, loque representaba un peligro para los in-tereses imperiales: “encarnábamos la lu-cha por la emancipación económica enHispanoamérica, bandera digna de unBolívar o un Martí” (1955, 173).

Esta modelización del movimientorevolucionario, junto con el temor delgobierno de los Estados Unidos por elavance el comunismo en América, defi-nió la suerte de la revolución. El imperioreaccionó y decidió “destruir nuestra de-mocracia y nuestra independencia, co-mo escarmiento para el Continente”(1955, 88). Un castigo ejemplar para lospueblos que se desviaban del caminopropuesto por el panamericanismo; esa

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es la respuesta que el enunciador extraede la agresión que determinó el fracasode una revolución ejemplar a pesar de suspropias contradicciones. Sin embargo, só-lo se fracasó en una batalla, debido al in-terés de los Estados Unidos por manteneruna América Latina ocupada. Pero eso noquiere decir casi nada, ya que para él elimperialismo es un terrible error que vaen contra de la historia, la cual indica elcamino irreversible hacia el socialismo:“El imperialismo atómico de los EstadosUnidos, más negativo que el de Hitler, vacontra la evolución natural de la humani-dad, contra el sentido irreductible de lahistoria” (1955, 138). Al final del análisistriunfa la utopía: las condiciones históricasque en este momento propician el auge delos Estados Unidos pronto cambiarán porel inefable destino de la humanidad que sedirige a formas de organización socialistas.El fracaso de este movimiento revolucio-nario, en consecuencia, lleva a Cardoza yAragón a considerar la derrota como elproducto de una revolución burguesa ysu programa desarrollista22, más que deuna verdadera revolución que condujeraal socialismo. Así que su posición seorienta en los años siguientes a defenderla revolución que pueda guiar a la socie-dad en ese camino.

Así, en dos artículos publicados enCuadernos Americanos y recogidos en eltomo Guatemala con una piedra adentro,título que se desprende de un pasaje deGuatemala, las líneas de su mano23 su posi-ción frente al proyecto socialista es deelevado entusiasmo, gracias al éxito dela Revolución Cubana previsto ya en unartículo de 195824 a la que mira comoun triunfo frente al imperialismo queno ha podido salirse con las suyas. En“Guatemala en 1960” alude al imperia-lismo como una batalla entre ratones yun gato: “Pero Cuba con Fidel Castro,

Bolívar de hoy, le puso el cascabel” (1983,185). También asegura que en el país el es-píritu combativo crece cada día y afirmaque “La revolución guatemalteca, nadiepuede dudar de ello, ha sido detenida só-lo momentáneamente” (1983, 191). En elotro artículo titulado “Guatemala”, fecha-do en 1961, sostiene que el problema delimperialismo no es sólo de Guatemala, si-no de Hispanoamérica y que dado el esta-do semicolonial que impera a causa de losgobiernos impuestos por los Estados Uni-dos, “luchamos para transformar la pesadi-lla de 200 millones de latinoamericanos envida verdadera” (1983, 202).

Posteriormente, en “Algunas refle-xiones acerca del intelectual y las univer-sidades en Hispanoamérica”, Cardozaasume más vehementemente su posiciónantiimperialista, motivado tanto por lalucha guerrillera en Guatemala comopor los éxitos de la Revolución Cubana.El escritor habla de una profunda crisismundial del capitalismo determinadapor la propia “evolución humana”, lacual anuncia los albores de una nuevaépoca, que llama a realizar la segunda in-dependencia frente a los Estados Unidos:

Los impacientes quieren ver de inmediato un re-sultado pleno; quieren, dentro de los límites deunos pocos años, cambios que la historia muestraque suelen llevar un ritmo aparte del de las gene-raciones. Los impacientes deben recordar que enmenos de medio siglo hay grandes revolucionessocialistas triunfantes. Pero esta impaciencia nacedel perentorio reclamo del cambio hacia condi-ciones más humanas. Los Estados Unidos tienenen contra la evolución de la humanidad. Los Esta-dos Unidos tienen en contra lo mejor de la opi-nión mundial. Tienen en contra la Historia. Tie-nen en contra una transformación universal cuyosdesarrollos que estamos viviendo son estudiadospor muchos grandes humanistas contemporá-neos. La reflejan todos los acontecimientos histó-ricos de la índole más diversa. No se discute suexistencia y su vigor. Sino los problemas de su de-senvolvimiento. Como se trata de un vuelco sin

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fronteras –crisis de la cultura-, su acentuación es a lavez larga y progresiva. Los Estados Unidos multipli-can su afán, pero cuando ahogan en algún sitio a lascorrientes emancipadoras, éstas ya están surgiendoen otro. Se va ahondando con triunfos y derrotasparciales. La evolución del mundo es irreversible. Ydebemos impulsar tal evolución. (1970, 29).

Esta posición se van a mantener enCardoza hasta el final de sus días25, aun-que para los años setenta y ochenta esta-ba motivada por la incorporación masivade los indígenas a la lucha popular26 ypor la abundante bibliografía sociológi-ca que analizaba la situación del impe-rialismo como una fase agónica del ca-pitalismo27, y dentro de la teoría de ladependencia anunciaba con todo elcientifismo propio de época, el prontoe irrevocable advenimiento de un nue-vo modo de producción28.

El pensamiento antiimperialista deCardoza y Aragón fue la manera de mirarlas contradicciones del capitalismo de to-da una época, la que desplazó la oposi-ción racial propuesta por Rodó paraanalizar las actuaciones intervencionis-tas estadounidenses en una lectura detérminos marxistas. Fundamentados encategorías políticas y económicas, y, porsupuesto, con una gran confianza puestaen el pronto exterminio del sistema y enel advenimiento de una época marcadapor el bienestar y la utopía, los intelec-tuales progresistas de la ciudad letradaasumieron el antiimperialismo y el anti-colonialismo como uno de los signosidentitarios más importantes de Améri-ca Latina.

Anticolonialismo y contra-narrativas de la modernidad

Si bien es cierto que la filosofía con-temporánea ha realizado un cuestiona-miento a la epistemología que subyace

en las narrativas de la modernidad, alponer en tela de duda los metarrelatoshegemónicos de la historia occidental, lateoría poscolonial ha colocado su acentoen la crítica de las herencias coloniales.Es relevante hacer esta evaluación acercade los estatutos epistemológicos de lamodernidad, porque Cardoza y Aragónasume un proyecto socialista de moder-nidad profundamente anticolonialista.En este nivel, mi argumento es que estaperspectiva, debido a su inscripción his-tórica, se articula como una contra-na-rrativa de la modernidad.

En su evaluación de la propuestaepistemológica de Walter Mignolo, lacual intenta determinar un proceso deexterioridad que niegue la totalidad co-lonial, es decir un pensamiento posocci-dental29, Santiago Castro Gómez consi-dera que los autores estudiados porMignolo (Zea, Dussel y Kusch) empleanmecanismos autopoiéticos de observa-ción, lo que significa que “se quiere estu-diar lo ‘propio’ mediante su construccióncomo unidad trascendental, dejando porfuera de la observación las empiricidadesy heterologías de aquello que se obser-va” (1997, 68). La ubicación del anticolo-nialismo en las narrativas de la moderni-dad se explica por la inscripción de susenunciadores en las líneas epistemológi-cas de la modernidad occidental. Paraentender esto, se debe caracterizar elepistema moderno con mayor precisión.

Dice Foucault que la diferencia entreel epistema clásico, donde los signos eranrepresentaciones duplicadas de las cosas30, y elepistema moderno, es que en éste último,los signos realizan una representación de larepresentación y permiten hacer visibles losprincipios que organizan el conocimientomismo. Para el autor, este cambio, que sedio a finales del siglo XVIII, significa unacontecimiento esencial que hizo oscilar

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todo el pensamiento occidental: “la repré-sentation a perdu le pouvoir de fonder, àpartir d’elle-même, dans son déploiementpropre et par le jeu qui la redouble sursoi, les liens qui peuvent unir ses diverséléments” (1966, 251). Esto significa quelas disciplinas descubren que las cosas sedeben entender fuera de su representa-ción, en su organización interna, que de-pende de la construcción de reglas sobretal organización. Gracias a la determina-ción de los elementos internos que es-tructuran los objetos, las representacio-nes homogéneas y ordenadas devienenuna imposibilidad. Por ejemplo, la histo-ria natural descubre el principio de orga-nización, la economía política la nociónde trabajo y la lingüística la idea de fle-xión de las lenguas.

Se manifiestan, consecuentemente,dos rasgos del epistema moderno: noson posibles las síntesis en el espacio delas representaciones, lo que implica lanecesidad de la formalización comoprincipio del proyecto científico moder-no. Por otra parte, se plantea el proble-ma de las relaciones entre el dominio dela empiricidad y el fundamento trascen-dental del conocimiento. En síntesis:

Négativement, le domaine des formes pures de laconnaissance s’isole, prenant à la fois autonomieet souveraineté par rapport à tout savoir empiri-que, faisant naître et renaître indéfiniment le pro-jet de formaliser le concret et de constituer enverset contre tout des sciences pures; positivement, lesdomaines empiriques se lient à des réflexions surla subjectivité, l’être humain et la finitude, prenantvaleur et fonction de philosophie. (1966, 261).

La figura de la reflexión sobre el co-nocimiento mismo, sobre sus condicio-nes de posibilidad es lo que fundamentalas bases de las ciencias humanas moder-nas. Pero esto tiene implícita una para-doja, que según Castro Gómez “radica

justamente en este acto narcicista de au-to-trascendentalización: para represen-tarse a sí mismo como finitud, el sujetoempírico debe proyectarse a sí mismo co-mo sujeto trascendental, es decir, debevolverse irrepresentable y, por ello mis-mo, ciego frente a su propia empirici-dad” (1997, 58). En consecuencia, elepistema moderno plantea la existenciade una perspectiva “universal” de obser-vación y un lugar privilegiado de enun-ciación: aquellas centro-europeas queprodujeron la ruptura de la que hablaFoucault en el siglo XVIII. Por esta ra-zón, concluye Castro Gómez “las ‘cien-cias humanas’ y la filosofía modernas nofueron capaces de mostrar que la univer-salidad de sus discursos se encontraba,en realidad, profundamente anclada enla particularidad socio-cultural de los ob-servadores” (1997, 58). Este espistemacentro-europeo se difundió gracias al ex-pansionismo mercantil y el colonialismo,convirtiéndose en el lugar privilegiadode observación. Así, las auto-observacio-nes producidas en el interior de esteepistema se disfrazaron de “verdad”, “ob-jetividad” y “universalidad”. De ahí na-cen las construcciones de una supuesta“universalidad del hombre y de la cultu-ra” en tanto categorías esencialistas.

Los esfuerzos de modernización enAmérica Latina han implicado integrar,desde una lectura propia, los modelossociales, económicos, políticos y cultura-les de occidente. Desde este punto devista, las apropiaciones de las formas desaber occidentales han formado partehasta hoy día de la vida cotidiana enAmérica Latina. Importante herencia deesta tradición han sido las diferentes lec-turas de la filosofía europea (liberalis-mo, positivismo, marxismo, etc31) y delas ciencias sociales (desarrollismo, es-tructuralismo, etc.32 )

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La propuesta identitaria de Cardo-za, inscrita en el internacionalismo pro-pio de los sectores ilustrados latinoame-ricanos del siglo XX33, plantea, a partirde Martí, la necesidad de incorporar ellegado europeo en las prácticas localespara, con este conjunto, proyectarse yocupar un lugar entre las naciones. Es-to significa también asumir los princi-pios epistemológicos centro-europeos,trasladados mediante las dinámicas delcolonialismo. Es así como América Lati-na se ha convertido históricamente enuna región receptora y transformadorade la epistemología occidental. Esta lec-tura de la tradición occidental en el au-tor se plantea con claridad en su concep-ción del mestizaje. Si bien, debido a sunecesidad de construir la unidad nacio-nal, define la categoría en tanto una sín-tesis armoniosa de las culturas indígenasy española, es consciente del conflicto in-herente a ella: “Con todo y mi mestizaje,estoy más cerca de Platón o Virgilio quede las mitologías de los indios de Guate-mala” (1986, 756). Resulta evidente estatensión del discurso identitario cardocia-no puesto que el mismo muestra la mar-ginación histórica y las condiciones de vi-da de las sociedades indígenas, así que laequilibrada fórmula es negada por susmismos textos, evidenciando la realidad:el conflicto de la hegemonía occidentalen la vida y las prácticas de los sujetos in-dígena y mestizo34.

Esta preponderancia de los cánonesoccidentales la sostiene igualmente Car-doza en Miguel Ángel Asturias, casi nove-la, donde confiesa: “¿Por qué tendría-mos que apreciar nuestras civilizacionesprecolombinas forzosamente con losconceptos occidentales? Yo no tengootros” (1991, 73). Esta es la respuestaque pueden dar, por su formación, losintelectuales del subcontinente del siglo

XX, entendiendo con esto la recepciónde tales formas de saber. Asimismo, elautor siempre se consideró heredero le-gítimo de la cultura española; en estesentido, argumentaba la necesidad de in-corporar los modelos culturales europeosen las prácticas regionales y reclamaba,también, que algunas producciones ame-ricanas, como las de José Clemente Oroz-co, debían formar parte del arte legitima-do en los centros internacionales por sugran calidad estética.

Herencia del epistema moderno enCardoza es la perspectiva que asumeprincipios de los centros de modernidadinternacional para proponerlos comomodelos: el humanístico (la “universali-dad”), el literario (un arte ilustrado) y elpolítico (el socialismo). El primero seencuentra en los afanes de trascendenta-lización de la cultura y de un humanis-mo de carácter totalizante: “No me afano–dice en Guatemala, las líneas de su mano-sólo en que el guatemalteco sea guate-malteco, sino en que su destino sea el deHombre” (1965, 257). No obstante estaspretensiones metafísicas, sus textos reve-lan los conflictos sociales de los sujetoshistóricos concretos. Asimismo, su con-cepción del arte como trascendencia esotra clara herencia moderna que se asu-me como paradigma de cultura. Esta ca-tegoría fue uno de los principios más im-portantes para Cardoza, quien defendióla densidad formal y la automía estéticaen tanto presupuestos de la estética.

Los planteamientos marxistas de Car-doza y Aragón se inscriben en esta necesi-dad de trascendentalización característicadel saber moderno, propuestas que inten-taban explicar el funcionamiento de la so-ciedad particular mediante reglas genera-les que si bien trataban de reconocer lasespecificidades regionales, al mismotiempo necesitaban unificar el devenir

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histórico bajo conceptos “aplicables” encualquier parte del mundo. El marxismoconstituye, por su extensión espacial ytemporal, uno de los metarrelatos másimportantes de la modernidad. Desde es-ta perspectiva, tales doctrinas tienen quever con las dinámicas aglutinadoras demodernidad, asumidas por los intelec-tuales insertos en la tradición del pensa-miento occidental, tal como lo planteabaÁngel Rama35.

Si se observan las categorías marxis-tas de Cardoza, se aprecia con claridad lanecesidad de establecer los citados me-canismos de trascendentalización. En Larevolución guatemalteca y en “Algunas re-flexiones acerca del intelectual y las uni-versidades en Hispanoamérica”, el autorparte de una concepción lineal y progre-sista de la historia, pues la concibe dota-da de un “sentido irreductible” (1955,138), el cual constituye un camino haciael socialismo, lo que le otorga sentido ala idea del final del capitalismo: “Y cuan-to más se aproxima la ineludible extincióndel sistema, que la estamos presenciando,más violenta se torna su desesperación”(1955, 125). Esta visión teleológica sesustenta, también, en el supuesto de laexistencia de reglas universales que de-terminan el desenvolvimiento humano.Al hablar de la “evolución histórica” dela sociedad hace referencia al “meollodel problema, que es universal, y regidopor las leyes del desenvolvimiento de lasclases sociales” (1955, 93). La idea deuna evolución histórica ineludible pro-cura borrar el problema de la individua-lidad sumergiéndola en el conflicto declases y considerándola como parte deun engranaje económico: “Nadie me im-porta como persona, sino como encar-nación de categorías económicas y rela-ciones de clases determinadas” (1955,11). Con esto asumía el autor la idea de

la sobredeterminación de la infraestruc-tura económica frente a cualquier otrofactor superestructural.

Este modelo no se queda en los ensa-yos de 1955, sino que forma parte de lasentusiastas propuestas realizadas en Mi-guel Ángel Asturias, casi novela y se en-cuentran con la misma energía en unbreve artículo que el autor dedicó en1990 a Marx, donde afirma que “El so-cialismo es, por ahora, la mejor y másbrillante respuesta formulada por elpensamiento científico occidental a lacuestión de organizar la sociedad, parael cumplimiento del destino del hom-bre” (1990, 52). Sin embargo, más alláde su esfera teórica, donde estas nocio-nes asumen formulaciones muy esque-máticas, su empleo en situaciones con-cretas revela mayor dinamismo. En susanálisis de la realidad histórica guate-malteca, tal como lo hace con su estudiode los fracasos de la Revolución de 1944,la lectura de tales categorías se vuelveenriquecedora gracias a la problematiza-ción de los distintos aspectos que efectúael enunciador. Los antecendentes, cau-sas y consecuencias del período son ana-lizados como procesos complejos y con-tradictorios mostrando el estudio unapermanente dialéctica entre las dinámi-cas nacionales e internacionales.

De esta manera, los planteamientosanticolonialistas de Cardoza y Aragón seinscriben dentro de las formas de conoci-miento occidentales, por lo que los con-sidero como una contra-narrativa de lamodernidad; es decir, en tanto un en-frentamiento desde un metarrelato de lamodernidad, el marxismo, contra otrometarrelato moderno, el liberalismo ca-pitalista cuya especificidad conformabatipos de organización autocráticas inca-paces de asegurar la democratización y el“progreso” de la sociedad guatemalteca.

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Tanto el liberalismo, inserto en dinámi-cas capitalistas fuertemente excluyentes,como el marxismo latinoamericano, consus múltiples manifestaciones, consti-tuían alternativas en ese período históri-co antagónicas, pero que proponían al-canzar un mismo objetivo: el “progreso” yel desarrollo sociales. En tanto metarrela-tos modernos, ambos buscaban por dis-tintos caminos el ingreso a la moderni-dad. El antiimperialismo cardocianoconstituye una contra-narrativa modernaque tiene la virtud de haber cuestionadoel colonialismo como una práctica impo-sitiva de la modernidad36, desde una lec-tura particular de esos mismos macrorre-latos, únicos posibles para un intelectualque como Cardoza estaba esperanzadoen que las prácticas sociales y culturalesde América Latina pudieran ocupar unlugar, con su especificidad, en el concier-to de la modernidad occidental.

Conclusión

El antiimperialismo de Cardoza yAragón se ubica en la herencia del pen-samiento anticolonialista martiano, lacual rechaza la política intervencionistade los Estados Unidos, expresada desdeel siglo XIX en el “Destino Manifiesto” yen la “Doctrina Monroe”, pero agudiza-da por la práctica expansionista que lo-gró obtener los territorios de Puerto Ri-co, Hawaii y Filipinas, así como ejercióprotectorado sobre Cuba, Panamá y Ni-caragua. Esta situación, a todas lucesamenazante para la región latinoameri-cana, motivó el enfrentamiento de lossectores ilustrados contra los afanes im-perialistas, extendidos, también, en ladoctrina del Panamericanismo.

La crítica del imperialismo se acen-túa en Cardoza con la intervención de

Guatemala de 1954, que hizo caer el go-bierno democrático de Jacobo Arbenz einstauró en el poder a Carlos Castillo Ar-mas. Además, la presencia de la UnitedFruit Compay en Centroamérica mono-polizó el cultivo del banano y se convirtióen una fuerte presencia que no sólo teníael control sobre muchos aspectos, comotransporte, comercialización de produc-tos y manejo de grandes contingentes detrabajadores, sino que era una importan-te figura que intervenía en la política re-gional, merced a los pactos que estableciócon varios gobiernos de la región.

Esta situación, que motivó el surgi-miento de la novela de plantación bana-nera centroamericana, fue abordada porCardoza y Aragón mediante el ensayo Larevolución guatemalteca, cuyo propósito esexplicar por qué la sociedad guatemalte-ca rechazó un programa social que esta-ba orientando al país en los senderos dela modernidad. La respuesta a esta pre-gunta se plantea mediante la recupera-ción de la tesis maoísta de la existenciade causas internas y causas externas a lahora de juzgar los problemas nacionales.Las primeras que aborda el ensayo se re-fieren a la herencia de las dictaduras,falta de madurez política, ausencia de tra-dición democrática, burocratización ytraición del ejército. Las segundas sonatribuidas al imperialismo y a su interven-cionismo y dominio económico mediantela expansión de compañías transnaciona-les explotadoras. Ante esta situación, Car-doza hace un llamado a luchar por una“segunda independencia” y a superar lascontradicciones del capitalismo tomandoel camino hacia el socialismo.

Desde el punto de vista epistemoló-gico, la posición antiimperialista de Car-doza constituye una contra-narrativa dela modernidad, puesto que asume el pro-grama socialista formulado en occidente

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como única vía para alcanzar la moderni-dad. Es decir, se enfrenta a las contradic-ciones e imposibilidades de una inalcan-zable modernidad capitalista desde otrometarrelato moderno, con lo cual superspectiva no se distancia de las narra-tivas de representación imperial elabo-radas en la Europa central. Por el con-trario, el autor efectúa un llamado a la“universalidad” política y cultural, fun-damentado en la trascendentalizaciónde las categorías marxistas y estéticas teo-rizadas desde lugares de enunciación occi-dentales, de los cuales Cardoza se conside-ró siempre heredero legítimo mediantesu concepción del mestizaje como la sínte-sis equilibrada de las tradiciones preco-lombinas y mediterráneas. Las preguntaspor la recepción, el uso y la reelaboraciónde los discursos europeos en América La-tina es una situación que no tenía sentidopara la época de Cardoza y Aragón. Desdeeste punto de vista, el asunto de la diferen-cia cultural no es abordado, ya que, por elcontrario, el verdadero problema era có-mo incorporar las culturas regionales enlos legimitados y esencializados espaciosdel “universalismo”.

Notas

1. Consúltense estos textos en: Marco Vinicio Me-jía. Asedio a Cardoza. Guatemala: Rial Academia,1995, 144-151 y 160-162 respectivamente.

2. César Zumeta. El continente enfermo. Caracas : Co-lección Rescate, 1961. Esta idea del imperialismocomo enfermedad también está presente en lanovela del escritor costarricense Carlos Gagini Elárbol enfermo (1918). Puede consultarse la sétimaedición: San José: Editorial Costa Rica, 1976.

3. La revolución guatemalteca tiene tres ediciones.La primera es la publicada en México, en 1955por Cuadernos Americanos. La segunda es la deMontevideo: Ediciones Pueblos Unidos, 1956.La tercera corresponde a Antigua, Guatemala:Editorial del Pensativo, 1994. El texto se divide

en tres partes. La primera titulada “Una bananarepublic” analiza la explotación que la UnitedFruit Company realiza en Guatemala y Centroa-mérica; la segunda denominada “Años de prima-vera en el país de la eterna tiranía” es un análisisde los logros modernizadores de la Revoluciónde 1944; y la tercera, “Raíz sin tierra”, se dedicaa estudiar el fracaso del período revolucionario yel papel de los Estados Unidos en éste.

4. Dice Miguel Rojas Mix al respecto : “Fue en elambiente parisino y dentro del contexto de lasideologías de latinidad donde el nombre deAmérica Latina hizo rápidamente fortuna”(1997, 357).

5. Explica Arturo Ardao: “La expresión, y por tantoel concepto de América Latina, iniciaba su pro-ceso de institucionalización internacional. Lohacía a la hora en que, en el propio marco delsistema interamericano, se desplazaba a un pla-no secundario la tan combatida expresión PanAmerica. De ahí en adelante, como casos espe-cialmente representantvios: en 1949 la Unión deUniversidades de América Latina; UDUAL; en1961 la Asociación Latinoamericana de LibreComercio, ALALC; en 1964 el Parlamento Lati-noamericano, PALA; en 1969 la Comisión Eco-nómica de Coordinación Latinoamericana, CE-CLA; en 1975 el Sistema Económico Latinoame-ricano, SELA. [...] Al margen del error o aciertoen la concepción teórica o la práctica de cadauna de ellas; al margen, igualmente, del juego detendencias doctrinarias o diplomáticas que se-gún las circunstancias históricas ocasionales lashayan impulsado o impulsen, todas esas institu-ciones tienen el superior significado común dejalonar la incontrolable consagración del lati-noamericanismo en el campo del derecho inter-nacional, en el triple orden económico, políticoy cultural. Todo ello en medio de un torrente debibliografía y hemerografía que, especialmenteen las décadas de los sesenta y los setenta, impo-ne a escala universal la idea y el nombre de Amé-rica Latina” (1993, 169-170).

6. Considera Rojas Mix: “el sentido revolucionariode la idea de América se precisa en los años se-senta. Se asocia a una nueva concepción antiim-perialista, a la liquidación del capitalismo, a lacreación de un ‘hombre nuevo’ y de una socie-dad más justa. La revolución, entendida comoproblemática común, crea imagen y especifici-dad continental” (1997, 378).

7. Esta concepción está presente en Darío y tam-bién en diversos intelectuales de la década de1930: “La depresión y la crisis económica del 29

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contribuyen a que la hispanidad se instale enAmérica en los años treinta. La necesidad de laoligarquía de reprimir la agitación social, causa-da por la depresión económica, le[s] hace echarmano a una ideología clerical y antidemocrática.En todos los países surgen grupos de intelectua-les convencidos de que la hispanidad es el únicocredo capaz de salvar a América del comunismo.En Nicaragua, Pablo Antonio Cuadra; en Perú,José de la Riva Agüero y Víctor Andrés Belaúnde;en Ecuador, José María Velasco Ibarra; en Argen-tina, Mario Amadeo; en Uruguay, Luis AlbertoHerrera; en Chile Jaime Eyzaguirre y todos losque se asocian a la revista Estudios. Pero donde elhispanismo reviste la forma más curiosa y tam-bién la más próxima al fascismo, porque es pro-bablemente el único movimiento de masas, es enMéxico, con el llamado movimiento sinarquista”(Rojas Mix 1997, 181- 182).

8. Luis Cardoza y Aragón. “Los cien números de larevista”. Guatemala con una piedra adentro. Méxi-co: Editorial Nueva Imagen, 1983, 180-181.

9. Al respecto, afirma Adám Anderle: “todo pareceindicar que en las primeras décadas del siglo XX(aproximadamente, hasta 1929 ó 1933) el peso yproporciones del continentalismo eran más im-portantes que los de los idearios nacionales. Lanecesidad de ello fue ofrecida por la amenaza co-mún, proveniente de los Estados Unidos, y susposibilidades estuvieron aseguradas por el pasa-do histórico, lengua y tradiciones comunes”(1982, 18).

10. Sobre el particular, apunta Arturo Ardao: “Másallá de esto, operaron motivos más profundos,vinculando la coyuntura económica con la tradi-cional política de ciertos sectores de Estados Uni-dos hacia los pueblos del Sur. Una política igual-mente de expansión, en última instancia territo-rial, a través de cambiantes formas de conquista,anexión o absorción. Esa política, en una moda-lidad nueva, era la que creían especialmente ne-cesaria las fuerzas industriales y financieras delpaís; y para llevarla a cabo, el programa principal-mente comercial con que desde el principio fuepresentado el congreso hemisférico venía a ofre-cer el instrumento ideal” (1993, 159).

11. Sobre la relación de la United Fruit Companycon estas otras compañías explica Beby Auer-Ramanisa: “Au Guatemala [...] s’infiltra parl’intermédiaire de ses propres filiales, à savoirl’IRCA, la Guatemala Railway Company, la com-pagnie de navigation appelée ‘la Grande FlotteBlanche’ et la Compañía Agrícola. Elle pritpied d’abord dans le nord du pays. En 1901,

elle signa un contrat avec le gouvernementd’Estrada Cabrera pour transporter la corres-pondance guatémaltèque sur ses bateaux – laGrande Flotte Blanche – en même temps que lesbananes livrées par des agriculteurs particuliers.En 1904, pour terminer le chemin de fer de l’A-tlantique – dont la plus grande partie a été effec-tuée sous le gouvernement de Barrios – EstradaCabrera octroya une concession à la GuatemalaRailway Company (devenue en 1911 l’IRCA). Parcette concession, il cédait également pour 99ans à la puissante compagnie l’exploitation duport de Puerto Barrios, de nombreux édifices,lignes télégraphiques, terres, etc. En fait, la Gua-temala Railway Co se trouvait sous la dominationde Minor Keith. C’est à travers celle-ci que l’UF-CO avait obtenu les 1500 caballerías de terrespour ses plantations bananières dans le Nord.Ainsi au Guatemala aussi, l’UFCO était-elleétroitement liée aux compagnies de chemins defer” (1981, 63-64).

12. Dice el enunciador: “Recordemos que desde larevolución liberal de Justo Rufino Barrios en1871, Guatemala no había elegido un solo presi-dente sin la aprobación de los intereses nortea-mericanos hasta con la revolución del 20 de oc-tubre de 1944, a Juan José Arévalo y a Jacobo Ar-benz” (1955, 28).

13. Véase al respecto: María Salvadora Ortiz. “La no-vela de plantación bananera centroamericana:espacio de reconstrucción de la memoria”. Casade las Américas. 213 (octubre-diciembre, 1998):24-36; y Ángel Luis Morales “‘La Trilogía Bana-nera’ de Miguel Ángel Asturias”. Homenaje a Mi-guel Ángel Asturias. Ed.Helmy F. Giacoman. NewYork: Las Américas, 1971, 193-216.

14. El orgullo por los logros alcanzados son enume-rados extensamente por el enunciador: “Largosería enumerar lo mucho realizado en lo econó-mico, político y social. Uno de los pasos más no-tables para la alfabetización, progreso técnico yculturización en general, habría de ser la refor-ma agraria. Recordemos asimismo, la autono-mía universitaria y la creación de la Facultad deHumanidades, hasta el trabajo de las misionesculturales, escuelas nuevas, Universidad Popu-lar, espectáculos, exposiciones y conferencias,becados en el exterior, publicación de coleccio-nes de obras, concursos centroamericanos de ar-tes, ciencias, literatura, prensa con pensamientomás avanzado, revistas juveniles y otros anhelosque recibieron apoyo, a veces vacilante, por in-comprensiones y temores, pero que salieron a laluz y nos hicieron sentir que estábamos vivos. Yello fue posible por la libertad que disfrutamos,

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a veces tan amplia que llegó a ser libertinaje. Sinembargo, seguimos creyendo que es mejor pecarpor manga ancha en lo que a libertad se refiere.[...] Pintores, escultores, escritores, maestros, in-telectuales, pueden quejarse cuanto quieran, pe-ro antes no se había hecho nada más amplio, nihabían tenido mejor apoyo. El magisterio se or-ganizó y dignificó. Se dio la Ley de Escalafón Ma-gisterial. El trabajo de maestro alcanzó remune-ración más adecuada. Su organización sindicalllevó a término labor ingente. A los músicos, mi-litarizados, se les trataba sin respeto a su profe-sión. Se les dio el sitio que les corresponde. LaSinfónica fue un orgullo nacional” (1955, 70).

15. Sostiene el enunciador: “El ‘comunismo’ apare-ció para estas gentes y para las agencias de noti-cias norteamericanas, con la campaña de alfabe-tización, el código de trabajo y el seguro social,durante el gobierno de Arévalo. Con la reformaagraria, pasamos a ser un Estado más ‘comunis-ta’ que la Unión Soviética o la China de Mao Tse-Tung” (1955, 90).

16. Sobre ésta afirma el enunciador: “Con la Ley deReforma Agraria, el presidente Arbenz tocó uncable de alta tensión: feudalismo e imperialismo.Sólo por ella se podía iniciar la reivindicaciónguatemalteca de Guatemala” (1955, 87).

17. Indica Brünner: “De acuerdo a nuestra tesis, porel contrario, no ha existido ni podía existir unaconformación cultural moderna –la moderni-dad que aquí nos interesa- sino a partir de losaños cincuenta de este siglo. Es decir, desde elmomento que se inicia la transformación de losmodos tradicionales de producir, transmitir y re-cibir la cultura” (1992, 59). Marcadores de esatransformación, entre otros, son el desarrolloeducativo y la aparición de una cultura de masas.

18. Cardoza cita de Mao Tse-Tung el texto En torno ala contradicción. Chile: Ediciones Vida Nueva,1953 e indica: “Las causas exteriores actúan pormedio de las internas, afirma Mao Tse-Tung”(1955, 161).

19. Este concepto de “familia” tiene que ver una su-puesta unidad nacional autoritaria y excluyente:“El poder lo disfrutaban, en beneficio propio,grupos oligárquicos al servicio de la tiranía en sumayor parte, o que aprovechaban silenciosamen-te, con cierto pudor por la barbarie, aquellas le-yes que permitían asesinar a cualquier campesi-no por cruzar una cerca; el poder lo disfrutabanlas empresas monopolistas que, con la complici-dad del tirano y sus comparsas (asambleas, tribu-nales, diplomáticos en Washington, autoridades

departamentales, prensa ‘independiente’, etc.,)cabalgan sobre el país callado, aparentementeunido: el pueblo no tenía, siquiera, posibilidadde quejarse, de sollozar su miseria y, menos aún,de exigir, por caminos legales, lo que le corres-pondía. Esa ‘unidad’ desapareció con Arévalo”(1955, 53).

20. Afirma el enunciador: “La aplicación de la teoríade la lucha del proletariado, al ponerla en prác-tica no nos condujo a los resultados esperados,por no saberla llevar a nuestra realidad. Los éxi-tos fueron momentáneos y relativos frente a lacontradicción fundamental y frente a las secun-darias de las contradicciones de clase de los par-tidos del Frente Democrático Nacional y de lasorganizaciones populares” (1955, 162).

21. Esta defensa de la lucha gerrillera fue durantecasi todo el siglo XX (desde los años 30 hastaaproximadamente finales de los 80) un progra-ma defendido con ahínco por la mayoría de sec-tores de la izquierda, como el único medio paraacceder a la transformación social. En el contex-to guatemalteco de los inicios de los 80, cuandolos indígenas eran incorporados masivamente ala lucha armada, el euforismo era una constante,y la identificación de los intelectuales con laUnión Revolucionaria Nacional Guatemalteca(URNG), total. Por ejemplo, considérense las si-guientes observaciones de Arturo Arias, dondeel concepto de “masa humana” se subordina a laestrategia partidista: “La lucha revolucionariaque impulsa actualmente en Guatemala laURNG tiene como guía el planteamiento estraté-gico global de la Guerra Popular Revolucionaria(GPR). Esta se apoya en dos formas fundamenta-les de lucha: la guerra de guerrillas y las luchasrevolucionarias de masas. Estas dos formas de lu-cha, de las cuales la guerra de guerrillas es la de-cisiva, se desarrollan y combinan en formas dis-tintas en las diferentes regiones del país. Es im-portante que se entienda, sin embargo, que laGPR no es sólo un esfuerzo militar por conquis-tar el poder, sino también y sobre todo, el factordecisivo para la construcción de la nueva socie-dad por la que se lucha” (1982, 67).

22. Sobre el fracaso del desarrollismo de los años 50plantea Theotonio Dos Santos: “Ya en los años 50se podía constatar que el desarrollo del capitalis-mo y la industrialización de estas nuevas regiones,no conducía al surgimiento de nuevas nacionescapitalistas independientes, sino a una subordina-ción del crecimiento económico local al capitalinternacional, que reservaba un papel subordina-do a la industrialización de estos países, así comoa sus burguesías locales” (1984, 105).

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23. El pasaje es el siguiente: “En un paraíso hemosvivido una pesadilla. Guatemala, una niña vesti-da de novia sigue un féretro mientras llueve to-rrencialmente. Guatemala, vaporosa canciónblanca y azul, con una piedra adentro” (1965,269-270).

24. El artículo es un escrito dedicado a celebrar los100 números de Cuadernos Americanos tituladoprecisamente “Los cien números de la revista”.En éste expresa un euforismo por el avance dela revolución: “México, me parece indudable,cobra impulso en sus organismos populares y enla expresión artística y científica de las nuevasgeneraciones. La lucha de Venezuela tiene olora soberanía y a petróleo. Cuba se desangra libe-rándose. Argentina, Brasil, Chile, avanzan. De-sesperados se sublevan los indígenas en Bolivia.De Colombia los cables nos hablan de mediomillón de ‘bandoleros’. Con estas cifras es ya unpueblo, campesinos de los llanos: equivocadosestán quienes no quieren entender tales fenó-menos sociales” (1983, 181).

25. En 1986, en El río, novelas de caballería, comen-tando el papel de los militares en la caída de laRevolución de 1944, el enunciador afirma que“El ejército de la burguesía y del imperio secomportó como tal” (1986, 740).

26. Véase : Arturo Arias. “La cultura, la política y elpoder en Guatemala”. Cultura y política en Améri-ca Latina. Ed. Hugo Zemelman. México: SigloVeintiuno Editores, 1990, 312-317.

27. Entre los abundantes estudios de estos años sepueden consultar los siguientes: Helio Jaguaribey otros. La dependencia político-económica de Améri-ca Latina. México: Siglo Veintiuno Editores, 1970;Octavio Ianni. Imperialismo y cultura de la violenciaen América Latina. Trad. de Claudio Colombaniy José Thiago Cintra. México: Siglo VeintiunoEditores, 1970; Theotonio Dos Santos. Imperia-lismo y empresas multinacionales. Buenos Aires:Editorial Galerna, 1973; Pablo González Casa-nova. Imperialismo y liberación. Una introducción ala historia contemporánea de América Latina. Méxi-co: Siglo Veintiuno Editores, 1978; y AlfonsoBauer Paiz. “Injerencia del imperialismo enGuatemala”. Casa de las Américas. 133 (julio-agos-to, 1982): 28-33, donde incluso, éste último, lle-ga a la caricaturización: “Sin exageración sepuede afirmar que en todo acontecimiento im-portante de la vida política de los guatemaltecosocurrido en esa época, siempre estuvo detrásmoviendo las marionetas el Tío Sam, haciendoel papel de gran elector y entronizador de autó-cratas entreguistas” (1982, 29).

28. En 1978 afirmaba con toda seguridad Theoto-nio Dos Santos: “De esta manera, se muestraque el socialismo aparece como la única alter-nativa histórica a ese capitalismo dependiente”(1984, 101).

29. En su trabajo “Posoccidentalismo: las espistemo-logías fronterizas y el dilema de los estudios (la-tinoamericanos) de áreas”, Mignolo introduceel término posoccidentalismo para caracterizar lascondiciones poscoloniales de América Latina,reservando el posmodernismo para Europa y losEstados Unidos y el poscolonialismo para la In-dia y el Medio Oriente. De esta manera, cada lu-gar de enunciación (locus) plantearía una formadistinta de contra-modernidad: “La crisis de lamodernidad, que se manifiesta en el corazón deEuropa, tiene como respuesta la emergencia deproyectos que la trasciendan: el proyecto pos-modernista, en y desde la misma Europa (Han-nah Arendt, Lyotard, Vattimo, Baudrillard) yU.S. (Jameson), (la ‘América Occidental’ deToynbee); el proyecto poscolonialista en y desdela India y el Medio Oriente (Said, Guha, Bhab-ha, Spivak); [el proyecto posoccidental] desdeAmérica Latina (Retamar, Dussel, Kusch, RiveraCusicanqui). En resumen, la crisis del proyectode la modernidad dio lugar, al mismo tiempo, aque surgieran otros que lo superaran: los pro-yectos que se van gestando en el pensamientoposmoderno, poscolonial y posoccidental. Cadauno de ellos se va articulando a la vez que vanrearticulándose también nuevas localizacionesgeográficas y epistemológicas que contribuyenal desplazamiento de las relaciones de poderarraigadas en categorías geoculturales e impe-riales que, en los últimos cincuenta años, se viodominada por los estudios de áreas concomitan-tes con el ascenso a la hegemonía mundial delos Estados Unidos” (1996, 685-686). El empleodel concepto posoccidental lo justifica Mignoloseñalando que se debe a los legados del discursoimperial, para el cual las posesiones ultramari-nas de Castilla y Portugal se denominaban como“Indias Occidentales”. Así pues, el posoccidenta-lismo sería un proyecto latinoamericano supera-dor del occidentalismo. La tarea crítica de estaconceptualización de las teorías poscoloniales esla restitución de las historias locales como pro-ductoras de conocimientos que sustituyen a lasepistemologías globales.

30. Explica Foucault: “ Le rappoort du signifiant ausignifié se loge maintenant dans un espace oùnulle figure intermédiaire n’assure plus leurrencontre : il est, à l’intérieur de la connaissan-ce, le lien établi entre l’idée d’une chose et l’idéed’une autre” (1966, 78).

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31. Consúltese: Castro Gómez 1996.

32. Para una discusión de la relación de las cienciassociales latinoamericanas con los proyectos de lamodernidad véase: Edgardo Lander. “Eurocen-trismo y colonialismo en el pensamiento sociallatinoamericano”. Pensar (en) los intersticios. Teoríay práctica de la crítica poscolonial. Eds. SantiagoCastro Gómez y otros. Santa Fe de Bogotá: CEJA,1999, 45-54; y del mismo autor: “Ciencias socia-les: saberes coloniales y eurocéntricos”. La colo-nialidad del saber: eurocentrismo y ciencias sociales.Ed. Edgardo Lander. Buenos Aires: CLACSO,2000, 11-40.

33. Al respecto señala Noel Salomón: “Para ser plenay verdaderamente internacionalista, una corrientecultural en América tiene que ser creadora, al va-lerse de los legados que recibió o recibe de otroscontinentes y especialmente de Europa dadas lascircunstancias históricas (época colonial, emigra-ción). Esto significa que sin negarse a asimilar in-fluencias –no existe cultura alguna por el mundoque no haya recibido influencias- debe ser profun-damente continental y nacional” (1993, 191).

34. En 1947, en un artículo titulado “Coatlicue y Papi-ni, Apolo y nosotros” Cardoza asumía con mayorradicalidad esta hegemonía: “Creo que debemosencaminarnos, cada vez más profundamente,dentro de la tradición mediterránea, con la cualtenemos entronque perfecto. Nos pertenece porderecho semejante al de muchos de los países deEuropa. Algunos de ellos llevan más de dos milaños dentro de tal corriente; nosotros, cuatro-cientos. [...] Considero, además que la tradiciónmediterránea es la única verdadera de la huma-nidad. Un chino, un japonés, un hindú, necesi-tan recurrir a las ciencias, universidades, biblio-tecas europeas para conocerse” (1947, 13).

35. Sostiene el crítico: “De la misma fuente occi-dental de donde procedió el liberalismo vieneahora el socialismo que habrá de operar sobreun doble frente: por una parte convalida la mo-dernización como recurso indispensable paraasegurar el progreso de la nación y salvar el de-sequilibrio en que ésta se encuentra respecto alos centros universales del poder, lo que implicala aculturación de las poblaciones indígenas paraincorporarlas rápidamente a la fuerza productivaamplia y eficaz que una operación de este tiporeclama con urgencia; por otra parte sirve paraenfrentarse a la oligarquía a la que consideraincapacitada para semejante tarea histórica,buscando situar la empresa renovadora sobreotras bases sociales que el mesticismo se consi-dera ya en posibilidad de dirigir. Se comprende

entonces que la cultura mestiza incipiente des-cubriera en la modernización y en el socialis-mo los otros dos factores que, legitimando losbásicos ya indicados, o sea el realismo y el eco-nomicismo, completaran un panorama inter-pretativo de su situación y del papel que le ca-bía en el inmediato futuro” (1985, 153-154).

36. Indica Castro Gómez que “la modernidad esun ‘proyecto’ en la medida en que sus disposi-tivos disciplinarios quedan anclados en una do-ble gubernabilidad jurídica. De un lado, la ejerci-da hacia adentro por los estados nacionales, ensu intento por crear identidades homogéneasmediante políticas de subjetivación; de otro la-do, la gubernabilidad ejercida hacia afuera porlas potencias hegemónicas del sistema-mundomoderno/colonial, en su intento de asegurarel flujo de materias primas desde la periferiahacia el centro. Ambos procesos forman partede una sola dinámica estructural” (2000, 153).

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108 Francisco Rodríguez Cascante

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