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IDEAS Y FIGURAS REVISTA SEMANAL DE CRÍTICA Y ARTE Oficinas: TACUARl, 900 ______ ,= . _______ ALBERTO GHIRALDO . é DIRECTOR A bo VM __________ _________________________ BUENOS AIRES, JP M O jjg BE 1915 Número 127 * * Ciudades Argentinas: Mendoza SU MARIO refli<^n de Cuy°* Primera parte: Visiones mendocinas. La dudad florida. Al cerro de la Gloria. Modalidades de ambiente. Las viñas, ün arenal. Cacheuta. Segunda parte: Instrucción pública: Preliminares. Mirada retrospectiva. Dos pioners. La reforma. Ley escolar. Programas. Corsos temporarios. Dignificación del magisterio. Plan de edificación. Escuelas es- peciales Colonia nacional de vacaciones. Museo general de educación. Academia de dibujo y pintura. Tercera parte: Economía y tra- bajo. La crisis vitivinícola. Vida obrera. Ojeada general. El impuesto a la tierra. El centro obrero de eitudios sociales. Conclusión; Raúl Jlarfieri. —El poema macabro; Alberto Ghfraido j Dib. de Trianes www.federacionlibertaria.org

IDEAS Y FIGURAS - federacionlibertaria.org fileaño vii buenos aires, julio 16 de 1915 núm. 12? ideas y fiqurñs revista semanal de critica y arte alberto ghiraldo oficinas: tacuari,

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IDEAS Y FIGURASREVISTA S E M A N A L DE CR ÍTIC A Y A R TE

O fic in a s : T A C U A R l , 9 0 0 ______,= ._______ A L B E R T O G H I R A L D O. é D IR E C T O R

Abo VM__________ _________________________ BUENOS AIRES, J P M O jjg BE 1915 Número 127

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Ciudades Argentinas: Mendoza

SU MARIO refli<̂n de Cuy°* Primera parte: Visiones mendocinas. La dudad florida. Al cerro de la Gloria. Modalidades de ambiente. Las viñas, ün arenal. Cacheuta. Segunda parte: Instrucción pública: Preliminares. Mirada retrospectiva.

Dos pioners. La reform a. Ley escolar. Program as. Corsos tem porarios. Dignificación del m agisterio. Plan de edificación. Escuelas es­peciales Colonia nacional de vacaciones. Museo general de educación. Academia de dibujo y pintura. Tercera parte: Economía y t r a ­bajo. La crisis vitivinícola. Vida obrera. O jeada general. El impuesto a la tie rra . El centro obrero de eitudios sociales. Conclusión; R a ú l Jlarfieri. —El poema m acabro; A lb er to G hfraido♦ j

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A ño V I I B u e n o s A ire s , Ju lio 16 d e 1915 N ú m . 1 2 ?

IDEAS Y FIQURñSR E V I S T A S E M A N A L D E C R I T I C A Y A R T E

A L B E R T O G H IR A L D O

O F IC IN A S : TA C U A R I , 900 __________DIRECTOR

Ciudades Argentinas: MendozaLa región de Cuyo

[ja singularidad del 1 i najo indio a quo so vinculan, ilirocta o indirectam ente, lo» actúalos pobladores; la simultaneidad do la conquista, ju n to con la u n ifo r­midad de su método y de mis instituciones p o líticas; la acentuada coincidencia quím ica de la s capas su- |pcrficiales del suelo; la p ertenencia a un único s is­tema oro-hidrográfico; todo esto — quo insinúa la Mea de un te rr ito rio indiviso por lo homogéneo — ha valido a m antener ag ru p ad as b a jo la denom inación genérica de «Región do Cuyos, a las p rov incias de San Juan , San L u is y Mendoza.

Por otro lado, la diversidad de los yacim ientos minerales; la v a riad a ubicación a n te el am plio a n ­fiteatro de los A ndes; el desnivel a tm osférico ; las influencias sísm icas; la intervención (leí fa c to r in ­migratorio; la form ación cu ltu ra l y la trad ic ió n cí- tica. d iferentes desde la ópoca de la em ancipa­

ción: he aqu í una serie do facto res determ inan tos do desigualdades p rofundas, que han fijad o ra s ­gos propios en cada una do esas provincias, así quo hoy constituyen tre s amltient.es d istin to s den tro do la etno log ía y la sociología argen tinas.

Sin em bargo, aquellas a fin id ad es físicas e iniciales obraron y obran — dem asiado preponderan tes aú n -— sobre la p roducción; especialm ente en San Ju a n y en M endoza, o n tre las cusios ha concluido por sus­c ita rse c ie rta rivalidad comercial.

M as el desarrollo progresivo de la a g ricu ltu ra y de la in d u stria , im pondrá como ineludible el aprove­cham iento de las peculiares riquezas na tu ra les , y es­tab lecerá un equilibrio cuya necesidad so siente ya, p a ra que las tre s puedan a rrim ar, individualm ente, un aporto valioso al engrandecim iento in te lectual y económico dol país.

Primera parte - Visiones mendocinasLa ciudad florida

Cubierto el t r a je de polvo, a rd idos los labios por ana sed que el agua no ap laca y los o jos p o r una ‘■iiomazón ex trañ a , el v ia je ro que acaba de b a ja rse >lol tren — donde los vidrios de las v en tan illas no alcanzaron a protegerlo do la t ie rra al c ruzar la cam ­piña p an tan a — resp ira , en la rá p id a c a rre ra del coolie qne lo tran sp o rta po r una pendien te hacia el centro de la ciudad, nna oleada de a ire fresco, v a ­gamente oloroso. Sale entonces del rincón donde se había acurrucado, y saca la cabeza fu e ra do la c a ­pota: va por nna ancha avenida, en tre dos h ileras do Árboles do frondosas copas, verdes, alegres, cuya v ista produco ol m ilagro ilusorio do a p ag a r la sed y des­pojar la v is ta un tan to em pañada.

Dobla el c a rru a je ; y la curiosidad re tiene la c a ­lora a fu e ra : o tra calle, monos ancba, poro tam bién arbolada; y una más en la próxim a esqu ina: tam bién r« tiene Arboles.

—Baje, cochero, la capota! P é una vuelta an tes do ir al hotel.

Y adelan te : más calles, m ás árboles. Y las plazas 1« mismo: tu p id as de eucalip tos, castaños, acacias y palmeras, a cuyos pies crecen, en tro la h irsu ta cabe­llera del musgo, m atas do flo res sim étricam ente dis­puestas en los a rria tes .

Todo lo embellece la sonrisa do los árboles, delicio «a característica de la ciudad andina. L as pendientes ■leí terreno ofrecen perspectivas p ro fu n d as a veces, cuyo fondo es, o la m ontaña soberbia o la llanu ra agreste poblada de álam os.

■Calmada al ra to la p rim era im presión, percibe ol oído un murmullo tenuo, de sonoridades c ris ta lin a s:

son las acequias do r i e g o quo c o T re n al pie do los á r ­boles, ju n to a u n a y o tra acera..

E n la a tm ó sfe ra oscurecida ya, v a adquiriendo una vibración creciente el rum orear del agua sobre el fon ­do pedregoso: es nna dulce can tilena, quo tiene t a ­ñidos de risa ingenua y no tas melancólicas do cró­t a l o . . . E l siloncio de las callos desiertas, la tran sp a ­rencia de la som bra vespertina, dan relievo a la sere­n a m elodía.

: • • • ! - pi • ; r ' . ■ / » ] J Al C e rro d e la G lo r ia

Cuando un am igo porteño, a quion encontré en Mendoza, mo inv itó p a ra ir on autpm óvil al Cerro de la Gloria, an to el nom bre sugestivo detuve tem eroso la p reg u n ta investigadora qne, in stin tiv a , movía, ya. mis labios. Y acepté lisam ente la invitación, como si hub iera sabido lo que e ra el Cerro de la Gloria.

P a ra lleg a r h asta él hab ía que a trav esa r el Parque del O este; sus altos caneóles de bronco surg ieron a mi v ista en cuán to empezamos a tre p a r la pendiente de la aven ida Sarm iento.

Tjft. suntuosa p o rtad a evocaba el recuerdo do las g randes villas rom anas, con eso encanto estético — m ajestuoso en el con jun to , voluptuoso en los rinco­nes so lita rio s — que re fle jan cálidam ente algunas de las m ás bellas pág inas de P 'A nnnnzio .

, l Tna vag a tim idez so f i ltró por los ojos en mí: parecíanlo m uy ráp ida la fu g a del autom óvil, cuyo impulsivo avance dem asiado pronto ib a a develar lo que aquel cerco broncíneo sugerentom ento ocultaba.

Sum ido en e s tas im aginaciones, apenas ad vertí que trasponíamois ol fragoroso um bral de gu ija rros.

Y ya en trábam os, con an d ar am enguado, en la

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«alio cen tra l de -una tr ip le avenida de á lam os: a lt í ­simos, erectos, p a re ja s las cimas, alineados con p re ­cisión arquitectónica, fin g ían m urallas verdes como revestidas de h ied ra ; y la un iform e oscilación de l« j troncos com pletaba la ilusión.

Cruzam os luego por cam inos ab iertos en tre a rria te s exuberantes, y bordeam os, al pasar, un ancho lago a r­tific ia l. E n los cruces aparecía la perspectiva re c ti­línea de o tras herm osas aven idas: la do acacias, lá de tam arindos, la de casuarinas.

Acá y allá , donde la p lan tación del parque — obra reciente — es aún muy joven, algunos claros rom pían la arm onía boscosa y descubrían, dem asiado a b a jo , el elevado marco de los Andes. Así y todo, el P a rq u e del Oeste ya no tiene rivales en la s ciudades del in te rio r.

A un lado, en el fondo, levántase, brusco, el Cerro de la G loria, coronado con adm irable eu ritm ia de lí-s neas, por el m onumento al E jé rc ito de los Andes.

E l cam ino e s tá cortado en el flanco del Cerro, an te el abismo crescien te ; y sus agudos recodos, d an la violenta sensación de la caída fa ta l, on la vertig inosa carrera del auto.

A l a lcanzar la te rra za superior, m irando do fren te el m onumento, aclárase e l concepto del nom bre, m as no p ierde la sugostión.

En lo alto , el ángel de la lib e rtad ha ro to la s ca-, donas do la esclavitud, y en vuelo tendido sigue la m archa del e jército , revolucionario.

A delante, en el p rim er plano, San M artín , dete­nido un in stan te a e scru tar el horizonte desde una. m eseta. E l caballo es de <jLe u n realism o p erfec to ; nada de bríos heroicos y de curvas convencionales; enflaquecido, fa tig ad o p o r la ascensión penosa, e s ti­rado el cuello y b a ja la cabeza, re sp ira hondam ente, aprovechando el breve descanso: parece deb iera m o­verse a paso lento, de un m omento a otro.

E n la .sencillez de su composición, en la n itidez de su símbolo, el m onumento — obra del escultor i ta ­liano F e rra r i — resu lta una be lla sín tesis de la g ran cruzada. • ,

A l volver la v ista h acia el panoram a inmenso, me deslum bra la g lo ria de la luz, que de p o r sí sola — tan evidente es y ta n tr iu n fa n te « ju s t if i ­caría, la denom inación del cerro. In u n d a Ja luz todo el ab ie rto valle, m atizando de brillos y de som bras la cuenca llan a en que, ceñida de árboles, M endoza descansa.

N ítid as, cercanas, la s a lta s m on tañas; y sus cum ­bres nevadas, a los vivos re fle jo s del sol, sem ejan, ciclópeos diam antes.

P e regreso, al a trav esar de nuevo el P a rque , nos detuvim os e fr el ja rd ín zoológico. F u e ra del de L á P la ta , es el único que existe en provincias, y cuenta ya con una n u trid a colección,' en la que se ha t r a ­tado de reun ir los ejem plares más represen tativos de- la s especies.

Modalidades de ambiente

E l predom inio desproporcionado d e - la inm igración española h a s ta estos últim os años, ha im pedido que el tipo m endocino su frie ra alteracionés sensibles y v iv i­f ica ra .su id iosincracia p rim itiv a en la com plejidad de las tendencias cosm opolitas, que se van ya concre­tando, con un idad nueva y p rop ia, en el criollo del litoral. T an to vale decir que el avance evolutivo dfel mendocino lia sido y es m uy len to , y por ende muy débil en sus resultados.

Así es como p erduran en él los in flu jo s de la e ra colonial, que plasm aron la psiquis del criollo y que violentaron, aunque sin conseguir desna tu ra lizarla , la del aborigen. ‘

C oncretáronse esos in flu jo s , e n . los dos resortes p rincipales d e .la conquista : el m ilita r y el religioso.

E l indio huarpe — h a b itad o r autóctono de 1«. R e­

gión de Cuyo — . era, según los historiadores más fidedignos, t r a b a ja d o r constante ■+-> m inero, agricul­to r y p asto r— ¡a rtíf ic e industrioso que on orfebrería y en te jid o s de p a ja hacía verdaderos prodigio.« de. a rte y de p recisión ; persp icas i sin m a lic ia ; idealista on sus concepciones religiosas y en su espontánea mo­ra lid a d ; a fab le en los modales, franco en los tratos, fiel a los a fec to s ; vigoroso y ág il en su elevada com­plexión f ís ica ; háb il en ol m anejo de las arm as, aun­que de esp íritu escasam ente g u e rre ro ; realizaba, en fin, uno de los m ás bellos troncos de la población primi­tiv a del país.

L a conquista no encontró resistencia do sil parte, como si de ella esperara un ap o rte propulsor de su activ idad.

\Pero el invasor, codicioso, no había, de ver en esa m ansedum bre sino una- predisposición favorable a la m anum isión de la fuerza b ru ta del indio y de su ex­periencia en las faenas m ineras y agrícolas. En cuan to a las demás ap titu d es — cuyos productos no ten ían sa lida en los m orcados de la exportación es­paño la — ollas e sto rbaban al pleno aprovechamiento do las anteriores.

H abía, po r lo tan to , que o rien tar unilateralm ente el esfuerzo indígena, y reg lam en tar en la fo rm a más« v en ta jo sa su explotación.

O rganizado un gobierno m ilita r, m ilitarm ente — tirán icam en te — fu é tra ta d o el huarpe, imponiéndo­sele la llam ad a «conscripción civil», — especie de ser­vicio ob ligato rio y periódico del tra b a jo — , qno con»- t i tu ía un verdadero régim en de esclavitud, con todo su co rte jo de extorsiones m orales, fís icas y pecunia­r ia s : el hom bre era separado de su fam ilia y enviado a pu n to s d istan tes, aún mismo — y ¡normalmente, -tt: a llende la cord illera ; su je to a discip lina a rb itraria ̂a castigos corporales, en sus in term inables jomadas de lab o r; g ravado con tr ib u to s en los, que se coti­zaba la coim a del “ encom endero” y del “ protec to r ’ ’.

E l m isionero siguió al m ili ta r : a la sumisión por las arm as, sucedió la reducción esp iritua l.

F u é una irrupción de fra iles m ercedarios y de je­su ítas, quienes se disem inaron extensam ente, insta­lándose en las m ejores casas, fundando iglesias, con­ventos, doctrinas, colegios incoados, y sosteniendo es­ta s fundaciones con el diezmo calculado “ ad hoe” en los impuestos,: y con la re n ta de las huerta» tra b a ja d as po r esclavos.

L a adopción del len g u a je — recurso halagador — fu é e l prim or elem ento de la acción religiosa, y tuvo, en -no princip io , eficacia como m edio de convicción.

Ib a le a p a re ja d a u n a ac titu d p ro tectora , en cuya prueba inicióse, co n tra los desm anes de los intenden­tes y los encom enderos, u n a reacción perfectamente inocua en sus resultados, como perversa en su inten­ción. T ra táb ase de lib ra r a l indio del servicio lejano, requerido po r el gobierno cen tra l que- residía en Chile. E ra ese servicio, por cierto, la más du ra con­tribuc ión del a b o rig e n : pero im plicaba tam bién, en p erju ic io de la s au to ridades y los hacendados loca-' les — on cu y o 'n ú m ero fig u rab an las cofradías, - -. una substracción de brazos para, la lab ranza y para la servidum bre pesada del trá fico comercial.

L a fa lac ia de ta les procedim ientos no podía ocul­tarse a la perspicacia del nativo , quien sumó al odio do los españoles la incredulidad de la s recompensas celestiales, que “ h a b ría de com partir con e llos” .

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E ste am biente fu é la cuna del criQllo, producto de la aclim atación del ex tran je ro y de la mestización: el servilism o personal, el fanatism o religioso y la suspicacia tem erosa del perseguido, su p rim era nutrí., oión esp iritua l.

Como herencia lógica de. eso? .elem entos ..combina-¡ dos en su form ación, el p rim itivo mendocino acusó, una pertu rbación p ro fu n d a de los caracteres futid»-.

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mentales y superiores <íe la paiquis au tó c to n a: h a llá ­banse en él ex trav iados el sentim iento m oral y la penetración del huarpe, anulados su idealism o y suingeniosidad.

La contextura idiosincrásica do la estirpe in d ia , demasiado sólida p a ra Sor decisivam ente deform ada, disolvióse on la Taza naciente, quedando a llí ab rum a­da por el atavism o del dom inador, y con él confun­dida.

'151 despotismo colonial, subsistiendo en la d isci­plina del tra b a jo y en las p rác ticas po líticas aun después de la em ancipación — al trav és del cau d i­llaje y de las o ligarqu ías republicanas ( ! ) ■— h asta «na época reciente, ha pepretuado esas huellas o rig i­narias.

El estanciero y el peón — correspondientes a l en­comendero y al esclavo — g u a rd ab an no obstan te el desnivel de condición, la com unidad de rasgos re la ­tiva a la un idad de su tipo.

La sola diferenciación sensible que en tre ellos ve­nía diseñándose, a fec tab a a la religión. M ien tras el bracero degeneraba del fanatism o a la superstición, ' el hacendado — sucesor m ás directo do aquellos que hicieran del catecism o un instrum ento de doíniMó — abandonaba las p rác ticas del culto, derivando hacia un muelle indiferentism o, mezcla de a p a tía y de iri- conciencia. Concurría, tam bién , en la doble tran sm u ­tación, la carencia de percep tib ilidad idealista,' porque el sentimiento religioso, a l p a r que h ijo de la ig n o ran ­cia, lo es do la fo rm a im ag inativa y de la sensib ili­dad espiritual, cuando éstas no pueden concretar sus concepciones e im presiones sobre la base de conoci­mientos positivos. Tino y o tro caso sin tóm atizan un apocamiento psíquico.

Mi observación d irec ta ha com probado la persis­tencia do estas caracterís ticas, con las ligeras a lte ra ­ciones que — acabam os de verlo — el tiem po h a ido operando.

Gravitaron adem ás — y g rav itan aún — sobre la nueva raza, p ronunciadas v arian tes mesológicas.

Los htiaTpes h ab itab an las se rran ías — ricas de mi­neral —, y no b a ja b an a la llan u ra sino tran s ito ria mente: eran , pues, m ontañeses, y a oso debian en máxima p a r te su g ran esta tu ra , su musculoso conti- rentc y su in te ligencia despierta.

La población actual — y ello proviene tam bién de los conquistadores que, en e s ta zona de Cuyo, encon­traron la p lan ic ie dem asiado próxim a y p ro p icia al cultivo p a ra no p re fe rir la — vive en el llano. E l aspecto monótono y la natu ra leza del suelo — p re ­dominantemente arenoso — ; la elevación uniform e del terreno, que no abre an te la m irada el hermoso y variado panoram a de los a lto s valles escarpados, y que dism inuyendo sensiblem ente la presión a tm osfé­rica no a lcanza a provocar sin em bargo un desnivel capaz de e je rcer acción d e fin id a y vigorosam ente plssmadora; la inm anencia dom inante de la cord i­llera: he ahí otros tan to s facto ros de la pobreza f ís i ­ca y m ental de la raza.

Y aún f a lta uno : el peligro la te n te pero cons­tante del terrem oto quo, después de haber destruido ja una voz la c iudad, renueva a m enudo la am enaza 7 mantiene vivo el tem or de la devastación: los tem ­blores son muy frecuentes, y a veces b a s tan te sen­sibles.

* * *

Bn general, el mendocino careco de espontaneidad, de franqueza; es desconfiado, in fo rm al en sus tra to s ; de moralidad m uy em brionaria , fácil y frecu en te ­mente pervertida , pese a las engañosas apariencias de que se reviste en las clases acom odadas; so» cual fuete sn posición social, es fa lto de in ic ia tiva: casi inepto p a ra to d a labor que requiera aplicación indus­triosa y tenaz: si obrero, d ifíc ilm ente pasa de ser

peón; si burgués, ap lica su activ idad a funciones co­m erciales in te rm ed iarias, b a jo las diversas fo rm as y b a jo los m últip les ró tu los profesionales con que se las* clasifica. '

L a celebrada “ v iv eza” dél mendocino es un com­puesto de suspicacia, de anim adversión a l ex tran jero— con tra quien p rivativam ente se e je rc ita — •, y de m ala fe. E s lo que, m ás propiam ente, se llam a en o tfas p a rte s y en buen castellano ' ‘ p ic a rd ía ” : en efeeto, m ás que agudeza, rovela m align idad ; es algo así como un a fán de " m a d r u g a r ” m o ra lm en te . al p ró jim o; jse rá la resu ltan te tranftm utadora del odio aborigen contra el fo rastero que era siem pre ene­m igo? '

i• a. •

E l po rcen ta je de analfabetoa^es abrum ador en las clases m enesterosas; y m uy b a jp el nivel do su in te ­lectiva.

L a cu ltu ra superio r del hom bre en las domás es­fe ra s es escasa; nu la la de la m ujer. P o r eso es que, en el ejercicio de las profesiones llam adas liberales y del alto comercio, hállanse pocos mendocinos puros, y en tre éstos — las m ás de las veces — el inm igrado descuella fácilm ente.

iLa m istificación sim uladora de la in te lec tua lidad— m uy común en to d a la repúblicá, aunque obede­ciendo a cansas d is tin ta s — , asum e a llí proporciones alárm antés. L a esterilidad m ental es ondémica en los más in te ligentes, que frecuentem ente no son sino los m ás " v iv o s 1'.

* » * -.•

E stas constatacionés no han pe rtu rb ad o , sin em ­bargo, el análisis sereno: lib re de prevenciones y des­ligado d e 'ap asio n am ien to s personales, he visto tam ­bién los aspectos favorables del medio, y voy a se­gu ir reseñándolos — como y a en un princip io — , con la misma sinceridad con que he expuesto las verdades que anteceden. ;> .?.

"En cuanto a ollas, no podía yo callarlas sin menos­cabo do m i p ro p ia altivez y sin ofender con halago estudiado a los mendocinos. Quienes; por lo demás, si leen este tra b a jo con igual disposición de ánimo, pueden ex traer de él un estím ulo reaccionador y quizá una orientación, po r lo mismo que, sin com entarios, investiga las eausas del mal.

# * #

L a aplicación de lo® m ás m odernos adelantos al confort doméstico y a los servicios públicos, se ha generalizado en la cap ital, produciendo e l consiguien­te refinam ien to en. la s ex terio ridades de la. vida.

L a anim ación del trá fico d u ran te el d ía, arm oniza con el ríen te aspecto de las calles.

Dos b andas muy buenas, la do policía y .Ja , de bom beros, dan, por tu rno en las num erosas plazas, conciertos de m úsica realm onte selecta, como pocas veces se la oscucha en las ciudades del in terior.

# # «

C abe aquí una rectificación an te el recuerdo re ­ciente aún en la m etrópoli, de una com edia del a p lau ­dido binom io lite ra rio Bayon H errera-Schaeffór Oajlo. L a acción de lá 1 ‘ Rubia del camino e s tá localizada en M endoza; mas, n i el colorido de} conjunto, jii las situaciones escénicas, ni los personajes caricaturescos traducen la rea lid ad : la desfigu ran en cambio no ­tablem ente.

Es ya tiem po quo los autores nacionales dejen de tom ar a las provincias como fuen te inago tab le de " m o tiv o s ” risibles. B usquen el efecto cómico en lo verdaderam ente ridículo, y én su p rop ia e sp ir itu a li­dad, si la tien en ; peft) no falseen la existencia p ro ­vinciana an te el público cosm opolita de Buenos Aires,

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cuya g ra n m ayoría no conoce el in te rio r, y forma, juicios erróneos, ta s a d o en esas representaciones que a la rdean de realism o. ' c

Lo mismo puede decirse de los pseudo-nóvelistas que — como M anuel Galvez en «La m aestra n o r­m al»—por hacer «arte» netam ente argen tino presen ­tan personajes, problem as y m odalidades m orales ex­trañ as a los escenarios elegidos al acaso, con u n a ligereza que no es propia de la honesta in te lec tu a li­dad. Eso os lo que le ha ocurrido a l citado escritor, haciendo fo rm ar p a rte a su heroína del personal de la. escuela norm al de L a R ioja , sin re flex ionar que a q u e l, in s titu to estuvo a cargo h a s ta hace poco de una exim ia educacionista, ú ltim a superviv iente de la fa la n je de “ p io n e rs” que Sarm iento tra jo de N orte A m érica; y tom ando como argum ento un hecho que recuerda dem asiado una dolorosa trag e d ia cordobesa, cuyo desenlace reveló en sus p ro tag o n istas una a l t i ­vez y una delicadeza esp iritua les que deben respetarse.

Las viñas ■>;L a composición del terreno ha facilitad o la cons­

trucción de cam inos firm es y duros, que a poco costó son conservados en excelentes condiciones de vialidad .

A esto y a la densidad de la población — en m á­xim a p a r te ag rupada , casi sin solución de con tinu i­dad, en la p a rte noreste de la p rovincia — se debe la d ifusión del autom óvil como m edio de traslación en tre la ciudad y la cam paña.

■Saliendo de M endoza en cualquier dirección que lio sea la de los Andes, a l caserío de las o rillas suceden inm ediatam ente las viñas, am pliam ente extendidas.

L a p lantación de la s cepas — arm adas po r lo co­m ún sobro a lam brados entro cuyos postes hay una d istancia aprox im ada de cuatro a seis m etros — es sólida, capaz de re s is tir sin perju ic ios el azote vio­lento del zonda, cargado de arena.

P a rra le s floridos flanquean algunos viñedos; m on­tes de fru ta les , cuidadosam ente dispuestos, rom pen la sucesión de las rectas h ileras de v id ; los álam os form an esbeltas vallas, y rodean la s caBas.

L a vendim ia no tiene la anim ación bullic iosa que in sp ira a los poetas . ita lianos y fran ceses; resu lta m ás bien tr is te , po r lo silenciosa y m onótona: el m endocino no es can tor, y sus gestos, como su paso, son pausados, llenos de lax itud .

Frecuente es el trán s ito de los a ltos carros, anchos; casi cuadrados, que resbalan len tam en te sobre dos ruedas, al an d ar cansado de tre s o cinco m uías, g u a r­necidas con apero. M ontado en una de e llas va — ex­ponente típ ico de la raza p u ra — el carrero , carac­terizado por su invariab le in d u m en ta ria : som brero gris m arrón, de a las m uy grandes y copa ex trem ada­mente pequeña; pañuelo al cuello; cam iseta — ra ra vez cam isa — a ray as de color; p an ta ló n obscuro y a ju s ta d o ; a lp a rg a ta s calzadas, cuando no en el pie desnudo, sobre una media, violota o ro ja . Perm anece callado y cabizbajo, en una m ism a posición de ab an ­dono, d u ran te todo el trayecto , m irando d isim ulada­mente a los tran seú n tes ; no cam bia ni un saludo ríi. un ju ram en to con los com pañeros quo c ru za ; sólo in terrum pe su m utism o y su inm ovilidad, p a ra esti­m ular el tranco de las m uías con un breve sonido de su ronca voz o con un latigazo.

L a s acequias de riego, m ás anchas y m ás p ro fu n ­das que las que recorren la ciudad, bordean los ca­minos. El aum ento do su caudal, las sú b itas desvia­ciones provocadas por las com puortas que regu lan la distribución del agua, dan a su curso úna sonoridad m ayoj, que se d ila ta en la a tm ó sfe ra im pregnada con el acre olor de la uva.

Un arenal■ L as insisten tes so licitudes de un am igo me deci­dieron a acom pañarlo encuna excursión por la p a rte oeste del departam ento San M artin .

H a sta esa población, el p a isa je no o frec ía nove­dad. P ero luego, al in te rn arn o s con rum bo a la cordi­llera, se presentó de im proviso el aspecto, para mí desconocido, de los médanos.

(Em ocionante travesía! Tin profundo m ar de are­na, seca y f in ita como de p l a y a . . . M ontículos dise­m inados y lom as; únicos e jem plares de u n a genera­ción raq u ítica , el algarrobo , el re tam o y el chañar poblaban, en pequeños grupos desordenados, la ex­tensión.

E l cam ino — una débil huella en la arena — sur­caba la s p a rtes más tu p id as de arbustos, y el auto­m óvil, en aquel silencio absoluto, hacía un ruido in­fernal.

Do reponte, esa á rid a vegetación desaparecía tam­bién. E nsanchábase ontonc.es a , mis ojos el arenal j ib os o, am arillen to , descOnfinado. E ra una visión del S a h a ra ; y los m édanos, esparcidos de trecho en tre­cho, p u n tualizaban la ficc ión : parecían oleadas de a rona am ontonada por el sim ún.

jQ ué im presión me h acía todo aquello! Impresión no de tem or, n i de tedio — jaú n esos paisajes tienen su melancólico encanto! — sino de extrañeza, de soledad, de v a c ío . . . y d ir ía de pequenez, si el ru­m or del autom óvil, con su jad e an te respiración, no hubiese resonado a mi oído, cual testim onio patente de la fu e rza subyugadora del hombre.

Anocheció. E n un a lto , levan té la m irada al ciclo: como ojos curiosos y a ten tos de hab itadores de «tro m undo, p a rp ad eab an las e s t r e l la s . . . [cómo parpa deaban! N unca h ab ía las visto p estañear así, tan se­guido, tsun claro.

In term in ab le pa rec ía la le jan ía de la m eta : ol auto­m óvil avanzaba fa tigosam en te, hundiéndose en la arena . ' ■

Seis leguas anduvim os sin ver una casa, ni encon­t r a r m ás que u n a o dos carrindangas.

U n momento vi b r illa r una luz casi a ra s del suelo; e ra un “ b a ld e ” , especie de oasis, rporada de pasto­res que crían ganado salvaje, lo engordan como pue­den con a lgarrobo y lo venden en los pueblos veci­nos. A los " b a ld e s ” acuden los v ia je ros on busca de ag u a y de abrigo.

A parecieron al f in las p rim eras casas: las fa ja s lu­m inosas que a lum braban los corredores externos, eran como b razos tendidos hacia n o so tro s . ..

Cacheuta

'A pocos k ilóm etros de M endoza empieza- la cuesta que p e n e tra resueltam ente en los altos valles de la cordillera. L a ascensión penosa del tren , perm ite !a contem plación de los gigantescos macizos, y la consi­deración de la an títes is b rusca en tre la elevación audaz de las cúspides y la p ro fund idad inexerutable de las rocosas simas.

R epercute estentóreo, a trav és de las estrechas quebradas y po r las paredes g ran íticas, el choque cla­moroso' del río M endoza, lanzado con im pulso torren­cial po r el accidentado lecho que h a cavado en la piedra. L a corrien te lím pida, adquiere un ligero tinte g ris verdoso, a la sucesiva form ación y disolución de la espuma.

■AI borde del río , en u n a angostu ra , e s tá situado el B alneario de Cacheuta,

Lujoso co n fo rt en la s estancias y sa las; perfectas condiciones de aseo y de h igiene en la s dependencias.

■El pabellón de baños, ed ificado en el sitio preciso por donde pasa la su b te rrán ea vena de ag u a sulfu­rosa, encierra en tre sus m uros dos copiosos manan­tiales.

E n cuerpo separado se a lo jan los enferm os pobres quo m andan las au to ridades nacionales y provincia- las. L as piezas son aereadas, poro tan desnudas y fa lta s de com odidad, que esa gente su fre muy fuerte los rigores del invierno y del estío. E s el caso de d o tar con m ás generoso c riterio este departamento: en tre la em presa y los gobiernos pueden hacerlo con

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insignificante esfuerzo. Se ev ita rían así, no sólo las angustias físicas, sino tam bién las morales que fo r ­zosamente im plica el con traste contiguo del lujo.

Al otro lado del río , fren te mismo al balneario , la sierra e stá p e rfo rad a por 1111 túnel de 2200 m etros, perteneciente a las obras h idráulicas <]iio construye, para una cuantiosa producción do energ ía eléctrica, la empresa ‘ ‘ Luz y F u erza ’ ’, concesionaria del a lum ­brado y los tranv ías de la cap ita l y p rincipales de­partamentos.

Kl proyecto es grandioso, y su realización m uy ad e ­lantada. L a necesidad de provocar un desnivel de 45 niel ros, exigido por la po tencialidad do la usina, lia obligado a hacor la tom a lejos de ésta y a trae r el agua por el aludido túnel. A su extrem o norte levan­tarme las com puertas y f i ltro s ; a su desem bocadura está casi term inado el tanque de em balse desde don­de el agua cae, por cañerías, liasta la o rilla del Men­

doza: a llí han sido colocados los cim ientos de lt. t u . de m áquinas.

A p arte de su m agnitud , de que ya tiene necosida des a llenar y de que es el p lan te l de un colosal ne­gocio, esta obra es todo un exponente de previsión in d u stria l: pues el próximo porvenir de Mendoza — que por su riqueza m ineral y fo resta l se rá em inen­tem ente fa b ril y m anufactu rero — encon trará en ella una baso y un coeficiente acelerador do su desenvol­vimiento.

Al presente, lo» tra b a jo s — que ocupaban a lrede­dor de mil obreros — están paralizados por un pleito on el que jueg an conveniencias comerciales y p o líti­cas. Sin d ebatir la cuestión — aunque la conozco a fondo — y sin em itir juicio, concito a la Suprem a Corte N acional — an te la cual se ventila ahora — p a ra quo fa lle de una voz: el in torés público d# aque­lla provincia reclam a una solución term inan te , p ara que pueda reanudarse la ta rea .

Segunda parte - Instrucción públicaPreliminares

La acción p riv ad a en favor de la cu ltu ra tra su n ta fielmente las m órbidas m odalidades del m edio: las iniciativas han sido escasas y, u n a tra s o tra , han fracasado.

Son obras estas quo sólo tr iu n fa n a fu e rza do optimismo, de generosidad y de con fian za eu las propias energías, individuales y colectivas: b asta que falle en cualquiera de esos sentidos un resorte cap i­tal, para que el desaliento y las susceptib ilidades p e r­sonales minen, desquiciándolo, un organism o que no sea ya m uy sólido. E n cuanto a las in ic iativas de referencia, to<las han m uerto al nacer.

Cuando llegué a Mondoza,— prim eros d ías do abril, —acababa de fu n d arse un Ateneo c ientífico-literario , figurando en su comisión d irec tiva hom bres do en­vergadura intelectual. A los dos meses, recién e s tre ­nado ante el público con tres conferencias que m ar­caron un descenso de lo m alo a lo peor, el A teneo habíase d isuelto : a p a tía , vanidades, am biciones mez­quinas, fueron los fac to res de d isgregación. Los ele­mentos sanos se vieron burlados, quedándoles un único camino honroso: el de la re tirad a .

Fuera de este, sólo he hallado un A teneo Popu lar ile extensión un iversita ria , sostenido con mil sa c rif i­cios por un g rupo de obreros. T iene cursos de socio­logía, química, física , h isto ria , anatom ía, fisiología, puericultura e higiene. D ictan vo lun tariam ente las clases unos pocos estudiosos bien intencionados, cu­yos nombres quiero consignar ju n to con m i aplauso sincero; son : el doctor A tilio M -oretti; los p ro fe ­sores Coriotto e Ism ael G uerrero ; los ingenieros Se- voro W eiss O rtiz y R afae l Anzorena, y el señor Lupi. A pesar de la pobreza-, la fé que a lie n ta a sns sos­tenedores aseg u ra la v ita lidad de este centro.

El suseinto balanco revela pues la casi absolu ta nulidad del esfuerzo p a rticu la r.

Queda ontonces la acción cu ltu ral re s tr in g id a a la enseñanza o ficial.

Veamos ahora cual es su eficacia.

Mirada retrospectiva

La situaejón escolar era, hasta hace ocho meses superlativamente desastrosa.

I.a base financiera flaqueaba on todos sus puntos. El presupuesto educacional de la provincia dividíase di dos p a rtid a s : una o rd in aria de 2 0 0 .0 0 0 pesos aproximadamente y una ex trao rd in a ria de 700 .000; esta sola división im plicaba de por sí una anom alía y un desconocimiento absoluto de la im portancia que tiene la instrucción púb lica : más, como si ello no bastara, e l gobierno adeudaba, de am bas p a rtid as resis tiv am en te , $ 53 .800 y $184.687 correspondien­tes al ejercicio de 1013, $ 100.710 y 338.901 corres­

pondientes al d» 1914. E l subsidio nacional tam bién estaba a trasad o . L as subvenciones m unicipales—e sta ­blecidas po r ley y calculadas en un m ínimum del 1 % de las ren ta s — habían dejado de percib irse, sin ra ió n n inguna, desde 1908. Los bienes r^ices de la Dirección de Escuelas e ran en gran p a rte u su fru c tu a ­dos por terceros, fa ltan d o muchos títu los de p rop ie­dad, porque ese leuglóu cap ita l dol patrim onio es­colar hab ía sido lam entablem ente desatendido. I¡l e n ­g ra n a je adm in istrativo m archaba al compás- de «ste desquicio: irregu laridades do toda clase se re g is tra ­ban en la liquidación de sueldos y sobresueldos — ex­cedida en casos p articu lares , m ientras estab a re ta rd a ­da p a ia la m asa dol personal, — en el alquilor de locales , en la provisión de m obiliarios y útiles.

En cuan to a la parte téenica, no h ab ía eu realidad ley escolar, pues la ex isten te d a tab a de 1895 y ya no e ra aplicable porque con trariaba a la ú ltim a re ­fo rm a constitucional; los program as, e ran ru tinarios y an ticuados; la idoneidad de los m aestros sin t í tu ­lo, — quo rep resen taban la m itad del m agisterio , — no estab a co'mprobada de m anera fehac ien te; las e s­cuelas u rb an as funcionaban en casas inadecuadas, las de cam paña en «ranchos viejos, sucios y desvencija­dos, en vordaderas pocilgas»,— begún las pa lab ras do un in form é oficial.

Así las cosas, el flam an te gobierno salido de las f ila s dol P a rtid o Popular, creyó necesario poner la educación en manos expertas que sup ieran orien tarla .

Dos pioners

De acuerdo con ese p rop teito , fué llam ado a la D irección de Escuelas el profesor M anuel P . Ante- queda, mendocino, pero em igrado de su t ie i r a natal desele la juventud. E s A ntequeda un educacionista de­m asiado repu tado en e! país, p a ra que me detenga a exam inar sus ap titu d es técn icas: e sp íritu joven y e n tu s ia s ta no obstan te su edad m adura, es ho'mbre de activ idad incansable, de eoneopeión rá p id a y p re ­cisa, de carác te r decidido, de ideas m odernas, y que prefiero expresarse con los hechos ahorrando cuanto m ás posible las palabras.

El nuevo D irector llevó como Secretario General a M anuel S. Alier, entrerriatfio, m entalidad vigorosa cu­ya b rillan te actuación period ística en Pairaná ha d i­fundido su nom bre en nuestros círculos inteleetlíales. A lm a generosa y expansiva, trab a ja d o r tenaz, ap a ­sionado por las cuestiones educacionales eu las que tiene la rg a p rác tica a pesar de su juven tud , es Alier, el colaborador ideal para A ntequeda: son dos personalidades que 8? equilibran, se completan y a r ­monizan perfec tam ente en el pensam iento y en la acción.

Ju n to s actuaron , du ran te ocho años, al fren te de la e n s e ñ a b a en E n tre Ríos, colocando a esa provin­

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cia en prim er térm ino, en tre toda» las dem ás: en cu­yo puesto se rá su p lan tad a en breva por Mendoza.

Porque lo m'ás adm irable de Ja labor que estos dos pioners realizan ahora es que, a l p a r que en ella aprovechan la experiencia an te rio r p a ra alcanzar un m ayor perfeccionam iento, no verifican un trasp lan te absoluto, sino que ad ap tan su nueva o b ra a las exi­gencias especiales de la región.

Con este criterio , y sin violencias pero sí con f i r ­meza, han acom etido la ta re a actuaJ.

Orientación general de la reforma

Iiacer p rác tica y racional la enseñanza, de m anera que desarrolle en el alum no la m ayor sum a de fa cu l­tades y despierte su sentido crítico ;, fo rin a r m aestros capaces de im p rim ir a la escuela un c a rác te r regio­n a l; in sta la r a esta! en condiciones higiénicas y do­ta r la de los elem entas indispensables p a ra la demos­tración experim ental de las m ate ria s; elevar el nivel m oral del m agisterio y m ejo rar su condición econó­m ica; extender la acción de la escuela aún fu e ra del au la ; v incularla al pueblo» dándole a é ste , in te rv en ­ción en su funcionam iento y participación on sus beneficios cu ltu ra les; cim entar la autonom ía de la repartic ión escolar d an tro de la adm in istración ge­n e ra l; crearle recursos propio« fu e ra de las subven­ciones gubernativas y s u je ta r la co n tab ilidad a un severo co n tro l: ta l la orientación de la re fo rm a iniciada. ...

Se empezó por proyectar un cuerpo de legislación, y en carg ar a la o fic ina ju ríd ica el saneam iento de los títu los de terrenos y edificios pertenecientes a la Dirección. . ;¡

La ley escolarC om parada con todas las que se hallan en vigencia,

tan to la nacional como las provinciales, la nueva ley ' de M endoza da un paso adelante en nuestro p ro ­greso educacional; y es vergonzoso que por la incuria del senado no se haya sancionado aún, pese a su urgencia. ¡ te r - í-iaV

No mo detendré on las objéociones qué m i opinión personal em el asunto m e ¡suj¡ere: .porque las a lte ra ­ciones relativa« — saliéndose de los m árgenes cons­titucionales, — serían irrealizables.

M e lim ita ré pues a reseñ ar sus p rincipales carac­terís ticas y a indicar dos C odificaciones que pueden verificarse s in v io len tar la c a r ta orgánica.

Sa declara la abso lu ta laic idad d,c la escuela.E l sistem a didáctico adoptado es el sim ultáneo, v a ­

le decir el quo resp e ta la ín tim a conexión de las d is tin ta s ram as del saber.

L a escuela es d e fin id a como una p a le stra p rep a ­ra to r ia de la v ida, haciéndose su rg ir la teo r ía dé la observación y la p rác tica d iarias , ju n to con las h o r­m as m orales de conducta.

Se p rescribe el positivism o c ien tífico j desterrándose el empirism o, los ejercicios puram ente mnemónicos, el d ictado de tex tos y todo aquello, on fin , que m e­canice la enseñanza.

Asígnaselo a esta una' aplicación in d u str ia l de acuer­do con las necesidades regionales, po r m edio de ane­xos agropecuarios y talleres m anuales.

L a ley crea las escuelas am bulan tes p a ra las zonas donde la población esté m uy disem inada.

Divide en un modo inconfundible, en el gobierno escolar, la p a r te técnica de la adn iin istra tiva .

Crea las comisiones vecinales quo han d e aux iliar a los inspectores, exigiendo como único requ isito pa- Ta fo rm ar paTte de las m ism as ser pad re de fam ilia .

P ro h ija la form ación de asociaciones in fan tile s y de centros de Cultura.

F u n d a las bibliotecas populares c ircu lan tes " y ■ los museos escolares, estableciendo en tro estos u n a re la ­ción de intercam bio.

O rganiza conferencias pedagógicas locales, d ep ar­tam entales y provinciales p a ra los m aestros; y con­ferencias públicas en las que, a niás de los 'miembros del personal, ocúpen la t r ib u n a algunbs vecinos.

P roh íbe ro tundam ente los prem ios y castigos.Eolia las bases del escalafón dol m agisterio, im-

p id iendo que pueda reb a ja rse la catogoría de Id m aestros.

Im p lan ta p a ra estos la jub ilación con dos tercio» del 6ueldo últim o a los .15 años y con el monto ín­tegro a los 20 . i

In s titu y e la expropiación escolar.A segura la estab ilidad de los recursos, fijándole.’

como signo: 15 % do las en trad as generales de a p rov incia; subvención nacional; ü % do las remas luuuicipalos; 50 % de legados y donaciones a favor del alm a o establecim ientos religiosos; 25 % do .a! tran sferencias en vida, a las m ismas instituciones; 25 % de toda donación o legado p a rticu la r; ü % de la ven ta de tie rra s fiscales; im puesto a las liercn cias, con un recargo dol 10 % a las transversales; mili­ta s ap licadas cqn arreglo a leyes o reglamentos poli cíales; depósitos-en g a ra n tía de contratos por obras públicas o concesiones que caduquen; bienes y dere­chos de tem poralidades; un peso anual que se «obrar» por la m atrícula a todos los alum nos, excepción licrlia de los pobres de solem nidad.

En la enum eración de estas fuentes de recurso, lie dejado ú ltim a a la contribución de los alumnos, por­que a e lla se rttfiere precisam ente una. de las mo­dificaciones que voy a aconsejar.

E l derecho de m atrícu la debo sor abolido, por cuanto desvirtúa el c arác te r g ra tu ito de la instruc­ción pública. Sabem os b ien que este resabio de vie­j a s a rb itra ried ad es ha sido m antenido con el pro pósito do aum en tar el caudal de fondos, pero ello no b as ta a ju s tif ic a r su subsistencia. E l gobiorno tie­ne el deber de sup lir este icnglón. H ay en el pre­supuesto general frondosidades que pueden muy biec reem plazarlo ; con lo cual, al propio tiem po que s> h a ría un acto de ju s t ic ia r s e to lnaria una medida <1t p ro filax ia adm in istrativa.

L a o tra objecCión se refie re a la formación de las comisionos vecinales que según la ley son nom­bradas por la Dirección, y que deben por el con­tra r io ser electivas, p a ra que adquieran plena olí cacia. L a intervención popular en la enseñanza debe Ser am plia y v o lu n ta ria : la reform a que propongo se rv iría adem ás como un elem ento do estimulo, in­teresando’ en los asuntos escolares a toda lá pohla ción, y ev ita ría sé m alo g rara u n a bella iniciativa.

Programas

Concuerdan plenam ente los program as d? las es­cuelas u rbanas y ru ra les con la orientación genera, que he -esbozado. Pero conviene precisar algunos de­talles.

Ellos orien tan m inuciosam ente al m aestro, en for­m a que pueda aplicarlos sin tropiezos, por muy no vadosos que le resulten.

M andan • quo los problem as aritm éticos, los tema» de composición y los experim entos químicos, físicos, etc., se* re fie ran a hechos y fenómcinos comunes de la v ida, para, que los conocimientos que de ellos sr ex tra ig an sean do aplicación ú til, y desenvuelvan el raciocinio de los discípulos.

La enseñanza do la m atem ática, el lenguajo y U lectu ra , e stán estud iadas y p rescrip tas según las m ás rigurosas conclusiones de la (pedagogía infantil, que exigen se dé una forina lógica do desarrollo aún a las m aterias m ás áridas.

A rb ítran se eu los program as m edios de inculcar el am or a la na tu ra leza y la compenetración coi su vida, conceptuándose que la fam ilia rid ad con ¡35 p lan ta s y los anim ales educa los instintos. Por es> se h a introducido, el enltivo de las flo res y la eriann de a b e ja s y. gallinas, que tienen adem ás una efecti­vidad productiva.

E s ta constituye desde luego una de las preocuj»- ciones p redom inan tes: «Que cada escuela, desde > m ás pequeña a la m ás grande y completa, se con v ierta en un centro que ensayo, que experimente, que creo algo y que produzca».

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Hay que da r a esto estím ulo del tra b a jo produc­tivo todo ol valor que tiene d e n tro del 'ambiento n a ­cional — donde ta n ta s energ ías se esterilizan en a c t i­vidad« s p a ras ita ria s — y especialm ente on el men- doc.ino: allí se desconocen ios- principio» de la fe- rundida-d do la acción, y se carece de la discip lina mural y física quo aquella dem anda.

I’or últim o, p a ra descubrir h asta el fondo ei es- jiiritn de estos p lanes de estudio,— que ad elan tan un tanto tam bién el camino do la sim plificación, aunque no llenan en ese sentido el desiderátum , — b a s ta rá transcribir un precepto ético en ellos consignado y i|iie revela la am plitud de c rite rio con que se con­ciben la form ación y el respeto de la personalidad propia do los a lum nos: «H acer observar hechos de loa cuales se in f ie r a : que los individuos y los pue­blos se desarrollan o desenvuelven física , m ental y iiioralment-e, cumpliendo las leyes de su n a tu ra leza ... que los individuos y los pueblos tienen ol deber de (¡osenvolver su ser, de hacer todo lo que sa tis fag a al desenvolvimiento de sus ap titu d es , y do no hacer cosa a lguna que lo contraríe».

Cursos temporarios

Para seleccionar el personal sin títu lo , prove­yendo del mismo a los que dem ostraren idoneidad, se resolvió in s titu ir los cursos tem porarios de m aestros y maestras, en los meses do verano.

Como las nuevas au to ridades in iciaron su g e s­tión an tes del ú ltim o período de receso escolar, el primer año se h a d ictado ya desde el 1”. de diciem bre linsta el 28 de febrero.

Se ha. discutido mucho la conveniencia de estos cursos. Yo los he visto funcionar en K n tre Ríos, y be podido p a lp a r en Mendoza los resu ltados del en» •ayo in ic ial: la opinión que al través de la doble observación me he form ado es favorable a la in s ti­tución, pues su éxito es muy bueno; mucho m ás do lo que de ja e sperar la breve duración de sus térm inos.

Este fácil provecho se exp lica: los asisten tes po­seen ya nna p ráctica , du ran te la cual han podido desarrollarse—- si las ten ían — sus disposiciones n a tu ­rales al oficio, y f ru c tif ic a r en observaciones p ro ­pias y en orientaciones de ellas d e rivadas; los que se encuentran en tales condiciones están p reparados para. la rá p id a y completa, asim ilación do la enseñan­za. superior qne se les d a ; el que no se ha lla en osa situación, evidentem ente carece de vocación, y e n ­tonces queda forzosam ente elim inado con beneficio propio y de las escuelas.

Ahora bien,lo indispensable es que los profesores de osos cursos sean personas a ltam en te p rep arad as y proficuamente experim entadas, p a ra quo sepan sin ­tetizar con eficacia, sin que la cond en sac ió n s ig n if i­que superficialidad .

B ajo este punto de v ista , los cursos iniciados ol verano pasado en M endoza ofrecían las m ás seria» garantías. En su personal fig u rab an hombros como l.oi.-imldo Snárez— m endofino educado en E u ro p a— , Carlos S. Ifeed — chileno — , Sansini — ita liano — , que son in telectuales de p rim er orden. E l d irector ora A lejandro M athus, uno de los m ejores m aestros ilcl país.

.Cursos tem porarios como esos, superan a los de las escuelas normales.

Las clases tenían un carácter experim ental bien definido, y de ellas e stab a desterrado todo dogma tismo religioso o psendo-científico. Tan m arcada era esta tendencia, que las «dam as» de m arras levan­taron una p ro tes ta : a la cual contestó en fo rm a enér­gica y elevada el d irec to r general, solidarizándose personalmente con la acción de los profesores.

T>e este p rim er año salieron aprobados, sobre 227 inscriptos, 161.

■Aun aboga en favor de los cursos tem porarios un beneficio más que reportan , aunque en diverso sen­tido: ellos perm iten al m aestro hecho a fu e rza de trabajo ver. reconocida su labor — si olla ha sido provechosa — con un d tu lo que p ro te je sus derechos

adquiridos co n tra el desalojo que, por ley y por exigencia profesional, ¡rían pau la tinam en te efectúan- do los egresados de las escuelas norm ales, a las que él no puede concurrir por razón de su servicio.

Quizás se ob je te a la Dirección General de M en­doza la adm isión de los asp iran tes que no han des­em peñado n ingún puesto. M ás ello so fu n d a en la escacés de diplom ados p a ra llenar las vacantes cau ­sadas p o r la selocción.

A p a rte do osto, dad a la organización de esos cursos — que por lo demás la m isma dirección no repu ta «el m ejor modo «le fo rm ar m aestros» — creo qne los individuos con ap titu d es p a ra el m agis­terio pueden, ayudándose con un poco tic esfuerzo p a rticu la r, sacar de los misinos buen provecho. Y como soy enem igo convencido do todo monopolio profesional, veo a la postre en ellos un medio de a b rir la carre ra a los (pie, por m otivos pecuniarios, no pueden segu ir el ciclo norm al.

E l vicio tem ible por ese lado, se evita con la se ­veridad rigurosa de la selección.

Dignificación del magisterioEl propósito , an tes señalado, de estim ular mo

ra ím ente al m aestro en toda form a, — elevando el concepto público y adm in istra tivo a su respecto, ase ­gurándole las debidas consideraciones personales y profesionales p o r p a rte de la m ism a au to rid ad escolar, — ha empezado a e jecutarse .

T)os son la s m edidas tom adas: una d e ja sin efecto el decreto de 1912 por el cual se p enaba la inasistencia de los d irectores y m aestros con m ultas a descontar de sus haberes; la o tra es-u n a resolución en la cual la superio ridad dispone no ad m itir presiones oxtrañas a favor do nadie,—pues entiende que el m aestro debe recom endarse por si misino, fundando los pedidos do puestos, traslados o ascensos en sus propios m éritos,-— y advierto que en lo sucesivo el uso de recom en­daciones será consignado como antecedente desfavo­rab le on la fo ja de. servicios.

Plan de edificación

Las escuelas provinciales funcionaban en 171 ed i­ficios, de los cuales 146 de ‘p ropiedad privada y 25 de la Dirección General. De éstos, sólo cinco podían excluirse de la calificación g rá fic a que be referido más a rrib a .

E ra necesario tra s la d a r las escuelas. P e ro no ex is­tían capas p a rticu la res que reuniesen las condiciones de pedagogía, de seguridad y de capacidad p a ra toda la concurrencia correspondiente a cad a estab lec i­miento. P o r o tra p a r te la ley nacional 857.1 au to ri­za la construcción de escuelas en Mendoza, por valor de $ 1.200.000. T eníase, pues, una bastí con qué lev an tar un buen núm ero de locales: ol resto — cálcu­los a la m ano — podía irso haciendo con la fu e rte economía de alquileres que ese prim or pla.ntel -re­presentaba.

Se encomendó entonces al a rqu itec to A ndrés Tosi—• je fe de la-, oficina del raruo — la confección de proyectos de seis tipos de escuelas, de d istin to t a ­m año y fo rm a, según los puntos a que fu e ran des­tinadas.

El señor Tosi, que es un técnico en la especialidad, se puso a la ta re a , empezando po r estu d ia r los ú lti­mos ensayos realizados en Ttnlia y en el Jap ó n sobre defensa de las casas con tra los m ovim ientos sísmico?.Y sus proyectos, que son in tachables por la de ta llada ex ac titu d con que se a ju s ta n a su objeto , co n stitu ­yen tam bién modelos de edificación con tra tem blo­res, nueva en Mendoza, pues el empico del adobe— única m edida adop tada basta la fecha — es p rim i­tivo y no tan seguro como allí se cree.

Las escuelas que se lia resuelto hacer con la sum a alud ida «on 86 , así d istrib u id as según sus tipos.: 49 de 10.000 $ ; 21 de 1 5 .000 ; 8 de 2 0 .000 ; 3 de 25.000; 3 de 30 .000 y 2 de 6 .000 . Con los 15.000 $ restan tes, se refaccionarán las dos m ejores de la s existentes.

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Se destacan en el p lan de edificación los dos p r i ­meros establecim ientos con anexo agropecuario , que y a se están construyendo, uno en U spalla ta y otro en B orbollón; este tiene piscinas p a ra que los alum ­nos y alum nas se bañen en las ag u as term ales cuyo m anantia l da el nom bre a la localidad. Los terrenos respectivos, de 10 h. cada uno, han sido conseguidos on donación por ol d irector general.

C aracterizan a todos los diseños la sobriedad, la esbeltez y el agradab le aspecto : condiciones tam ­bién exigidas por la escuela que si dobe com batir el lu jo , debe no obstan te desarro llar el gusto esté­tico.

Escuelas especiales

N o c t u r n a s d e p e r f e c c io n a m ie n t o o b r e r o . — Con estos in stitu to s se ha querido com pletar en su m áxim a vastedad, la m isión de la escuela común.

Es su fin a lid ad inm ed iata «que el obrero m ejore su condición in te lectual, recibiendo la técn ica n e ­cesaria p a ra el perfeccionam iento de su oficio, vale decir que se hab ilite de aquellas nociones, de aque­llos conocim ientos que contribuyan a hacerlo cons­ciente de su trab a jo , sacándolo del m ecanism o a que su je ta su labor».

El solo cum plim iento do esta f in a lid ad tondrá tra s ­cendencia m ental y e sp ir itu a l; pero su pleno ap ro ­vechamiento por p a r te de los obreros im p licará ade­m ás saber u sa r m ejor la he rram ien ta de trab a jo como arm a de lucha, apreciándola en todo su -valor ofensivo que reside en su capacidad p roductiva y en la posib ilidad de regu larla v o lu n tariam en te : am ­bas no se obtienen sino por el dominio técnico.

No pretendo con esto que la Dirección General h a ­ga obra revolucionaria, pero afirm o que lia dado en una de las teclas m ás sonoras de la educación obre­ra que podemos esperar del estado. L a in te rp re ta ­ción personal que antecede está dedicada a los alum ­nos de esas escuelas.

«L a enseñanza debe singularizarse por lo vivaz y n tray en te ; los p rogram as han do conform arse a los deseos do cada grupo de alum nos y v a ria r según lo impongan las circunstancias».

K sta flex ib ilidad ad áp tase a la m entalidad ya m adura de los oyentes, y establece en tre ellos y los m aestros una colaboración que no puedo menos de sor fru c tífe ra . Sin em bargo su aplicación es d i­fícil, porque requiero profesores con cualidades su­periores de ca rá c te r: a su tiem po haré las salveda­des del caso.

L as escuelas fun d ad as son tre s : dos p a ra hom bres y una p a ra m ujeres. Se han inaugurado en mi p resen­cia, las he visto en activ idad . L as clases estaban rep le tas de concurrencia.

E n cuanto al personal docente m asculino, com ­puesto en su m ayoría por profesionales, no me sa ­tis face del todo : es d ifíc il conseguir elem entos m e­jo res en Mendoza, lo sé ; pero no es imposible. E x is­te adem ás una tendencia d isc ip linaria — do in ic iativa individual —- que si me parece m ala p a ra niños, la conceptúo rid icu la y m olesta p a ra ad u ltos: escúche­me usted, señor d irector de la E scuela Q uintana!

P o r el contrario , ol cuerpo de m aestras de obroras, si bien no tiene un iversita rias, es m ás homogéneo y está más com penetrado del verdadero alcance de su acc ió n : su escuela es la quo prim ero se ha o rien­ta d o ; fuim os a v is ita rla ol segundo d ía con el inspec­to r M atlm s, y la encontram os en p lena m archa. He visto allí, al lado do las trab a ja d o ra s , señoritas b u r­guesas y m aestra« norm ales que iban a perfeccio­narse en ta l o cual labor.

I n d u s t r ia l de n iñ a s . — Quiero ta n solo d e jaT constancia de la existencia de esta instituc ión , en la que se p rac tican todas las ram as dol tra b a jo f e ­m enino, desde la cocina h asta la sa s tre ría y la mo* dist-éríft. L a asistencia es m uy num erosa. Pese a la instalación in ap rop iada , funciona ordenadam ente g ra ­c ias n una sab ia repartic ión de tu rn o s y secciones. L a dirección es excelente.

N o r m a l A g r o p e c u a r ia e I n d u s t r ia l « A lberdij- H an de form arse en ella las .m aes tra s y maestro» rurales hab ilitados p a ra las aplicaciones regional». A ta l fin , ju n io con las m ate rias indispensables j-aia su preparación pedagógica general, los alumnos estu­d ia rá n : quím ica agrícola, a g ricu ltu ra especial, horti­cu ltu ra y arboricu ltu ra , m edicina veterinaria , incluí- tr ia s ruralos.

Los p rogram as son muy completos, al par que sim ples; y prescriben p rác ticas fundam entales de a u to d id á c tic a .

L a enseñanza es netam ento p ráctica . L a escuela dispone do 50 hectáreas de terreno p ara cultivos y posee: dos g randes talleros, uno de carp in te ría y ol¿ de m eta lu rg ia y m ecánica; im p ren ta ; sa stre ría ; leo- ce ría ; sección m odelado; tam b o ; porqueriza; y cria deros modelos de aves y de abejas.

Los cursos du ran tres años.L a reglam entación a d m in is tra tiv a tiende a que

la escuela se costee con su producción. Mi cálculo personal me hace prever que, si so procede con acier­to , las en trad as su perarán a las sa lidas actuales. En ta l caso, opino que será oportuno darle autonomía económ ica, en el sentido do que ol exceso sea des­tinado únicam ente a su engrandecim iento y renova­c ión: obras de ta l im portancia no están nunca ter m inadas.

.El establecim iento tiene un in ternado que admite 40 pensionistas, 20 varones y 20 m ujeres. Desaprueba vohomentemonte su organización d isciplinaria, que me ha ex trañado por lo severa y a ñ e ja : on esta ma­te r ia se p rac tican hoy m étodos do libertad , de inde­pendencia in d iv id u a l; y su éxito os irrefu table. Te- nomos en el p a ís un ejem plo, con el Colegio Nacio­nal de La P la ta . So mo opondrá el carác te r mixto de la escuela: y con testaré que él no hace sino corro­borarm e en lo m anifestado, pues ju stam en te consti­tuyo, en vez de un peligro, un frono n a tu ra l a mu­chos abusos; freno ú til, y de fác il m anojo con ui régim en do discip lina basado en la franqueza, en la buena arm onía.

Y a propósito- Los alum nos son separados de te alum nas on el com edor: ¿por qué v io lar el sistema m ixto? ¿Que él so re fie re sólo a las clases? No; ; en cam bio, donde m ejores resultados da, — aun con relación a la enseñanza, — es en el recreo, en el tra­to am istoso, en el estudio fu e ra del aula . El criterio científico es ol do in ic ia r en la clase ese contacto p a ra que trascienda al exterior.

E n el presupuesto escolar fig u ran 40 becas distri­buidas en tre los dos sexos.

E l ed ific io—que se está construyendo a orillas de la ciudad en un p a ra je hermosísimo por su panora ha m ontañoso — reúne en todos sus cuerpos las condiciones ex trictam en te necesarias a la higiene y la ped ag o g ía; por lo demás e s tá hecho económicamente, y siguiendo los declives del terreno, p a ra ahorrar nivelaciones costosas.

P a t r ic ia s M e n d o c in a s . — U nica, n o solamente cj la A rgentina sino en Sud-A m érica, es e s ta escuela cu yas resortes instructivos y educativos convergen todos en la doblo m ira de d ifu n d ir la cu ltu ra superior de la m ujer y do form ar m adres.

L a idea genera triz , bella, previsora, amplianionte explicada por la D irección General, puede sintetizarse a sí: «la m ujer es un fac to r social de preponderante influencia, en su doble carác te r de com pañera y de m adro del hom bre; en el p rim er caso debe reunir las condiciones de educación, de fo rtaleza moral, de in­teligencia y cu ltu ra que valgan a hacer de ella u apoyo y un reco n fo rtan te re fu g io ; on el segundo ca­so, al c r ia r sus hijos, ella define en su psiquis rasgos indelebles que han de p e rd u ra r al través de toda la v id a ; por lo tan to im porta in ic iarla on el arte de set madro».

(Evidentem ente, el acceso a esta escuela está res«- vado a las n iñas de posición social desahogada, ili que en realidad haya ninguna lim itación al respecto: mas p a ra las m ujeres del pueblo, es un lu jo excesiw,

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dada la vida que llevan, oso de i r a aprender a ser madres. Sin em bargo el in stitu to , aun como simplo escuela de señoritas, tiene una g ran misión an te si. Lo que es necesario ev ita r a toda costa, es que so aristocratice form ando una especie de super-casta dentro de la m ism a burguesía. A punto ol peligro porque lio no tado a lgunas m anifestaciones reveladoras así en el am biente externo como en la clase de u rb a ­nidad, do la que hab laré m ás adelante.

Los program as gonerales son m uy com pletos aunque adolecen de algunos ligeros defoetos que la p rác tica corregirá. Sólo insinuaré la conveniencia de com pletar el de m oral — m uy hermoso — con el agregado de este tópico, que es uno de los e jes del h o g a r: m oral sexual, concepto de la v irtu d , de la cas tid ad y de la fecundidad. Sin esa base, no hay personalidad feiue nina sólida, conciente de sí m isma.

lie asistido asiduam ente a las clases de la escuela «Patricias M endoeinas» d u ran te tre s sem anas, exa­minando su desarrollo y estudiando, «no po r uno a los profosores y profesoras. E stoy, pues, en condi­ciones de d a r un juicio acabado. L a fo rm a on que so dictan los cursos es m uy p arec ida a la de las u n i­versidades. P redom ina la conferencia, todo lo m ás, prácticam ente au x iliad a ; y p a ra que t a l sistem a te n ­ga éxito, es necesario in tro d u c ir en él la discusión, ya sea m atizando las conferencias, y a sea a lte rn á n ­dose con éstas en d istin to s días. H ay que ten er en cuenta quo el m étodo do la enseñanza puram en te h a ­blada os nuevo on absoluto p a ra esas discípulas, y más, que en su casi to ta lid ad ellas han perd ido el h á ­bito do la atención, pues hace algún tiem po que con­cluyeron los estudios elem entales.

E l personal, aunquo cuen ta con algunos m iem bros muy ponderables, es deficiente. Omito el análisis in ­dividual por brevedad forzosa.

Colonia Nacional de Vacaciones■Ho aquí una in ic ia tiv a id ea lis ta do consecuencias

positivas: negar trascendencia p rác tica a l idealism o, es por lo dem ás de ignoran tes o de m enguados.

líeitero y explico mi afirm ación . H acer u n a eolo- nia do vacaciones p a ra n iños débiles y m aestros des­gastados, al p a r que realiza r un noble acto de so lida­ridad social, os rep ara r y poner en condiciones de reanudar la m archa con vigor nuevo, — vale decir con m ayor po tencialidad productiva — a los dos re ­sortes cardinales dol progreso, viciados por el uso.

La in ic ia tiva cuen ta desde su nacim iento con una base económica p rincipalísim a: el terreno. ¡Y qué terreno! 350 hectáreas en el valle de U sp alla ta , ante una doble perspectiva m aravillosa y en u n a a tm ó sfe ra pura., rica de oxígeno restau rador.

La am plitud nacional de la concepción responde en primer térm ino a l deseo de extender a to d as las e s­cuelas el goce de esas ex trao rd in a rias condiciones de ambiente. Pero , tiene tam bién u n a v e n ta ja que nad ie ha considerado todav ía y que es de g ran in te rés p a ra la República-! la vinculación que allá se in icie en tre maestros y alum nos do las d is tin ta s provincias, fo ­mentará un intorcam bio m oral e in te lec tua l que m u­cho nos hace fa lta .

!Ni esa am plitud dism inuye la s p robabilidades de realización. L a D irección de Escuelas do M endoza, se presenta an te el pa ís con los p lanos aquitectónicos confeccionados, con el terreno , y con la contribución del gobierno de la provincia asegurada y a (sie) y pide a las dem ás y a la nación su eoncurso. ¿Quién se a treverá a negarlo?

E l proyecto, in te rp re ta acertadam en te el e sp íritu de la in stituc ión : confort, estética , elem entos recrea ­tivos to n ifican tes de la salud fís ica y m oral; todo está en él com pendiado. P o r eso mismo, es que quiero poner de relieve los dos únicos defectos que contie­no ; y que son aún reparables.

Se sep ara dem asiado, en los comedores, on las sala* de lec tu ra , en las p a lestras de gim nasia, la vida de m aestros y m aestras, de niños y n iñ as ; m ás que n u n ­ca a llí, en un lu g ar de descanso y de esparcim iento es donde deben m antenerse en estrecha unión unos y o tras, p a ra cu ltivar u n generoso compañerism o, que d u ran te la época de lab o r encuen tra tan pocas ocasio- nos p rop icias a su expansión.

■En sitio de p re ferencia se ubica u n a capilla , que a mi ver, desn a tu ra liza la laic idad proclam ada. E s un ingerto en ese medio.

M ás ú til y menos peligroso sería aprovechar su cos­to en un salón tea tro , o en a g ran d a r la enferm ería , cuya capacidad me parece escasa y que, si fuese m ás am plia podría p re s ta r perm anentem ente servicios de hospital escolar, llenando así otro vacío.

Museo General de EducaciónE ste m useo fué fundado hace algunos años; pero

hasta diciem bre ppdo. casi no p re s tab a u tilid ad p ú ­blica, concretándose a acum ular m ate ria les: caTecía de local p a ra exponerlos convenientem ente.

A hora ocupa todo el edificio en cuyas piezas poste­rio res ostaba an tes re legado: y un valioso p lan te l de colecciones antropológicas, biológicas y geológicas ha salido a la v ista.

Su creador y d irector, el señor C arlos ¡S. Reed,' n a ­tu ra lis ta estudioso, es un notable clasificador y ha sabido darle u n a organización c ien tífica m uy ap ro ­p iad a a su destino educativo.

351 museo es em inentem ente regional y , aunque pue­de ab arca r m ás am plios lim ites, tiende a com pletar con p re fe ren cia las secciones m endocina, a rg en tin a y sud-am ericana.

Así considerado, tiene ya apreciables ejem plares arqueológicos y zoológicos. L a colección de aves a r ­gen tinas es completa.

H ay un deta lle de disposición que, por lo acertado, debe m encionarse. Los anim ales están expuestos en sus posiciones m ás hab ituales, y d e trás de ellos, en el fondo de la v itrin a , un carte lito im preso reseña sucin tam ente sus costum bres peculiares. E n ta l form a se pone a l alcance del v is itan te un elem ento ilu s tra ­tivo que ha de ay u d ar mucho su mem oria.

'La ac tu a l D irección de escuelas p re s ta a l museo su m ás decidido apoyo, correspondiendo al f in la in fati- gablo labor del señor Reed.

Academia de dibujo y pinturaC ontigua al museo, se h a ab ie rto una academ ia do

d ibu jo y p in tu ra ; las clases son d iu rnas p a ra las pe r­sonas que desean seguir u n a c a rre ra a r tís tica , y noc­tu rn as p a ra obreros.

L a enseñanza quo allí dan con p lausib le entusiasm o los p in to res Ju a n A. E stre lla y Dionisio 6 . del Cas­tillo , e s tá b ien oncarninada y su éxito se evidencia en la concurrencia creciente.

A pesar de su núm ero, los discípulos son atendidos individualm ente, con m inuciosa dedicación.

E n breve se in au g u ra rán cursos de g rabado.E s esta academ ia un complemento m uy efic ien te do

la ob ra de extensión escolar que tan to h a preocupado a les autores del actual m ovim iento renovador.

Tercera parte - Economía y trabajoI - La crisis vitivinícola

Aspectos, causas y solución

L a v itiv in icu ltu ra es una de las p iedras angulares de la riqueza a rg en tin a : con la ag ricu ltu ra , la g a ­

n ad ería y l a fabricación de azúcar, fo rtna el cuadri­lá te ro básico- de nuestro industrialism o.

A la extensión- de los viñedo? ubérrim os — cuya fecundidad av en ta ja la de las m ás priv ileg iadas éo-

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up&rc^s; guropeas, .— y . al empleo de los m ejo res »é - tftd¿a f£ 4pi.plenjetit<j>» e n . l a elaboración de los mos- to ^ , iuj<estì ¿J IATO c»bo de ser. puram ente eriollo el eapitpf ;en ella invertido, p a ia hacer de esa ram a de,, gtuestra producción »na de las que' miás sólida- ¡m-eiute-einjeatan lai prosperidad de la República. (H e

¿»íWÍWLiWBital criollo : y lo es, porque si. bien la eaoi i:iot¿jia¿<l de sus tenedores son ex tran je ro s,'e llo s estén

, .radicado» en tre nosotros, y es aquí donde han Ja­r r a d o ,$u fo r tu n a ) . . i»l>

P o r esto resu lta de suprem o in terés nacional a ía - i j ía r . y t r a ta r de resolver los problem as que e l desen-

yivoiv^pxiepto de Ja v itiv in icu ltu ra p lan tea .' T al es.qel criterio , .que ma insp ira al em prender el estudio ;de

, la , c r is is \p o rqua hoy a trav iesa ésta , en la región do ]¡,̂ M (máximo florecim iento. ¡~. n ■— oí> »•.« -------1-------■ '« •' ! •... a ,- , ." ! . . .• 1 • .'»tí ' I • '•’"1

. .„ „ J f t , prim ero que hiere la atención al ■ ob»?rvar ¡el ^ » íb iw .te . in d u stria l., mandocino, es la desorientación

'a’bsoluta en que se debaten bodegueros y v iñateros;se .am algam an la desilusión del esfuerzo

m aldèrà^Oi los optim ism os de los quo p iensan hallarse “ f r e t t e a un fenómeno p asa je ro — re fle jo de Ja .s i-

fiació.n general d # pa4s,,jeuando no de la m undial,— ,fi£timanas del vaJnpirisn¡io acostum brado a pescar

ü, tae i^p re1 on rjo revuelto,, y la común deb ilid ad ̂ que liace volver tocia esa m u ltitu d producto ra h aeia ios ^ o d íre s públicos ; y log .establecim ientos de crédito, .ep ^ e m ^ n d a de auxilio, 1 • k.

i l t . St¿¡g§,.de ese desconcierto la im presión pecosa ¡de j, f i l a r s e .frente a ho.mbres. cuya capacidad individual , y .• cpl^ftiya, ps.tjl imyr p o r debajo de la m agn itud de la ^ p ^ u s tr ia que jqanejan . Y así es, en efecto, salvo

..eont^disimaa toccep.cipnes. .... . . , . . .. .1 L a s v iñ a s , reb o san d é u v a que se a r ro g a .y se se«a;

l ^ s .b o d e g a s re b a lsa n de v in o ; los h ra z o s so b ra n p a r a ,¡el y tjftb a jo : y . l à u v a , e l v ino , la t i e r r a y la m a n e de o b ra se d esv a lo rizan . . k , ..jin t

. L a .A p re c ia c ió n se .p ro y ec ta so b re to d o s los va lo res ,,de ,.la v id a ; r so b re tod o s, m enos u b o : la com isión del ;jg£u im ad i.ario . e^n ierc ia l. ,a ...,■ .(.V -$ s to . b^plio, q u e se , jne,.í*n¿o,ja la 'm e d id a b aro jijí- . tr^ca: de la cu es tió n , n o h a sitjq ¿estim ado en su tra s - ^■^rndental, .s ig n if ifa d o . .,1. j .1(.*

‘s j ^ í ie p t r a s , las . e n e rg ía s p ro d u c to ra s e x p e r im e n ta n . j j i ia ,íJ eP resión g a e r a ! , el p a rá s i to que t r a f i c a con lo s ,,J a u to s d e l,,e s fu e rzo , a je n o es -el ú n ico q u e no su fre , ¿ in ás ,. qs e l que v a g a n a n d o en la. p a r t id a , p o rq u e le- ¡•Jfis l e , .dism inuir s,us beoeíiciqg, los acrecienta. A,No ,_eVj$$acia,. esto c la ram e n te . que ./dom ina la situa- K|CÍó$í ¿Q ueié l acecha, y p recip ita el empobrecin.ien.to

de la in d u stria? iQ ue e« uno de los fa c to re s de .la ,y*.tás¡trofe y. que sersá, in ú til acu jiir a .recursos de su

.Im isuia n a t u r a l a , pyrque no h a rán sinó em peorarlay explotarla'? , .......................... . ., ,,.,L

Los. vitiyinicultore» de .Mendozp, han encarado el '•¡asunto, desde el..p,unto .de .vista, fa lso y en m asarse ,han-,.dirigido a l gobierno — otro .interm ediario entro „gJ,(bpl»illo. del. pueblo y e l de su. e s té ril burocracia —

;. pidvtodftjf, «supiic&ndole» que g rav ara co» un. im ­puesto e ls iiB lirc io del yino' y con ese. d inero cotopr^se uva., en . cepa y m osto, jp.ara. . . p a ra tirprioB, .#J>o-

., tarios». com o í d ican allá!jB otar* , lo que tan to tra b a jo acum ulado costaxa,

.1.desde,¡,el cuidado- de las v iñas h a s ta su poda, el ¡ ac&rf:W> del.ciruto y la elaboración de los caldos,!.

¡B o tar! Sí, a b o tar a esa tu rb a enloquecida 4 ^ Í e ' ivon ,Jieva41tar.se ,los obreros que- veían d estru ir el pro-

..dttcttx.ide;,qU' trab a jo , p a ra luego, ten e r que pagarlo n;ás auro, ello«,,¡sus,.dueños m ás leg ítim os!

1;! f.sirYv todo, eso porqué? Porque, e ia necesario m an te­ner .los precios y h ab ía «superproducción» ! M ald ita ■palaljta aiucipftdora y falsa:, superproducción, en un

udoflde la, ven ta de la uva y del vino, -r- con t!sota .ponerlos, al alcance del consum idor, desparra- i,roml9-,pní eldJwnQjiso teorritorio,' — tienen tan . a^cho campo que ganarles a las fru tas , im portadas y a,.los

,; duil trtìbafleB de .fabricación e x tran je ra o fa ls ificad a ! j l ' j todo, eso fu jidado en q u é t En. que ì ta l i» , y

F ran c ia elim inaron uva en. momentos análogos. Como si el erro r com etido por otr.os ju stificase el propio; v sin pensar que las condiciones- de aqueliifi'paire eran m uy distin ta« de las n u estras (.1) . ,

í j i gouiijino, natu ra lm ente , accedió a la «súplicas. N unca un gobierno desperdicia la ocas.ón de pasai por s-alvador y menos cuando, como en este caso, ,-bs conquistándose la s sim patías y el concurso puiítiea de dos grem ios que le tiran adversos y adem as aumen­tando las en trad as de su tesoro con un tercio ael im puesto a crearse.

i.nido¡* un m omento el año pasado p a ra tan gto- t . i c a rogativa, bodegueros y v iñateros volv.eroit en- 1 eguida a d iv .d ilie ,. >— pues viven en lucha constanta por razones que luego veremos — ¡..aquellos a apta vechai la uolada que ,easi .exclusivamente Je» fnvuie- cía.; y .estos a cuidar otra,.ven d e .su s .c e p a s dándose por muy bien seryidos con haber cobrado algo de una (■o;echa, q u ^ c r-y e ro a pe rd id a en m ás gran escala.

I- nos y o tros creían haber ganado una gran baw lia, aú n cuando las arm as i ja d a s hubieran sido de lo monos combativo que puede hab er: el lamento y 1& ituploiación]

i^ste año, el problem a ha vuelta a p lantearse nue­va,mente, pues la producción de uva h a crecido aún, l,os v inateros pensaron .entonces, contando con la bate de la bo tadura , «11 solipit&r del liancja d i Ja.-jNttiin»i, el re p a ito en p r 6sta m o s .d e cuíco .¡millones de. pes» p a ia teije,r con quo le v a n ta r . ia cosecha.

Y so lia producido en la emergencia un proceso ]»• chornoso al quo yo he asistido de cerca.

Ki Banco, np pud ien d o , sustraerse* a ias influencias in terpuestas, envió 1 epi ementantes a verificar las con­diciones de seguridad que o frecía la industria .

L legar Jos em isarios a . Mendoza, y .ser .’rodeados, agasajados, acaparado^ «.n fin , por los bodegueros, todo fu é 11110.

¿eximo expi.car esta verdadera zancad illa comemakt lis que ind ividualm ente los bodegueros son por 1»

común m ás ricos que los dueños de viñas, — aun­que sum ando por separado los Capitales gremiales, el de los últim os supere,con mucho a l.d e los primero#—; y por consiguiente hallában le más ..cercji, de. los, ban­queros, am antes de los .halagos de la buena vida.

Así es cómo se a rreg laro n con los elaboradores del \ ino, p a ra concederles el p iéstam o solicitado par los v iñateros destinándolo ahora a d iversas especulación««

.'(■oiiieiciales que se proyectaban. , ,..E l resultado in ic ial de la gestión fu é pues la de­

fraudación de sus p ropios prom otores. Mas no paró a ilí la , cosa. El Banco exigió, como condición «tnt qua non p a ta dar. el diaero, .que los bfidegueros, — fraccionados tam bién elitre,. sí, por una competencia descabellada y ,'te rr ib le — , sa pusieran de acuerdo en u n iform ar el precio deli ;viiio, las. fórm ulas de ven» y la cotización, de. la uv’a ., .

f ’ué entonces que, después de m uchas andamias tu rbu len tas , aquellos se retiñieron y f¡m iaron un cé­lebre convenio publicado en los diarios metropolitau«.

E se documento es toda una p le ia acusadoia: ci nos revela ed negocio hurdido an te la perspectiva de apoderarse de los referidos 'millones, y nos dá la p a u ta de la deshonestidad re inan te en las trpsac ciope6 de lps. bodegueros nilayores con los cultiv.aau- res de la t ie r ra y los fab rican tes chicos..

El crédito en gestión e ra «p ara un grupo de gran­d e . industria les que fo rm aban una cooperativa de venta, a l in de ad q u irir los productos de los. peque­ños y enviarlos al m ercado con una sola marca, ofren­dando al efecto un establecim iento donde podían efec­tu arse los cortes necesarios, y. cu idar su conservación. E stos vino9 se. expenderían a un precio que no afec­tase al estipulado en el convenio».

E n térm inos m ás francos., se t r a í a l a de reunir en• mano» da unos cuantos la producción to ta l de Ja pro­vincia, coji . u na doble m ira :..!" , ev ita r que tramo-

(1) Leopoldo Suarcs h« tra ta d o .con bastante .ocierto cjtrpoak en sá interesante folleto “La crisis íiti-vinlcola y su posible so. lucibn”; trabajo con cuyas conclnsiohts íin a le sn o estoy sin em­bargo de acuerdo, como lo dem ostraré más adelante.

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nada en tre los productores m enores — quienes, c a re ­ciendo de resistencia financiera , necesitaban vender pronto — les h iciera la com petencia en la» p lazas importadoras, ofreciéndose a m ás b a ra to precio uel que ellos pensaban rea liza r; 2". lu cra r con la d ife ­rencia entre e s te precio y el que abonarían por la compra en m asa.

Tal es, lisa y llanam ente, la fó rm ula -de un mono­polio: j a eso nad a menos deb ían dedicarso los fo n ­dos del Banco oficial!

Pero aún es poco. L as cláusulas un ifo tm ad o ras de las cotizaciones, descubren o tro b rillan te aspecto. Al fijar las fórm ulas a que deb ía su je ta rse la ven ta do la elaboración prop ia do los firtn an tes — a saber, los de la «cooperativa» — se establecían penalidades pecuniarias p a ra los in fractores.

A p a rte su ilega lidad que los códigos condenan, la. medida dem uestra ro tundam ente el grado de con­fianza que se m erecían en tre sí mismos los socios del proyectado tru st.

Sigue después el precio de la uva, f i ja d o en pe­sos 1 .40 ( ! ) e l qu in ta l mendocino — 46 kilos, — pudiendo la de ciertos departam entos com prarse a 30 centavos menos ( 1 ! ) .

Y, no obstan te , a pesar de lo ínfim o del ta l p re ­cio, la m ayoría de los bodegueros pagaron m u­cho menos (h a s ta 50 c e n ta v o s .!! 1) so p re tex to do que eran adquisiciones a l bulto.

Esas violaciones m otivaron una asam blea del g re ­mio, p in toresca por lo desordenada; y dolorosa p o r­que en ella se veía p rim ar la avaricia , el a fá n de explotar en toda fo rm a la pobreza del viñatero.

El convenio quedaba roto de hecho. M ás, aunque así no hubiera sido, h ab ría caducado por fa lta de la ayuda del Banco, quo concluyó por no darles nada: burlándolos a ellos que an tes fueron b u rla ­dores.

Queda, desde luego, sentado que el causante o rig i­nario de la crisis es ol «hombre», quien fa lla porque no está p reparado p a ra d ir ig ir una explotación tan cuantiosa, la quo requiere c ie rta am plitud de horizon­tes m entales: saber d iscern ir en los desequilibrios eco­nómicos, y a fro n ta rlo s de lleno, rad icalm ente , sin zo­zobras ni m ezquindades de ropavejeros.

No es, em pero el « facto r hombre» aludido, una creación mendocina. L as influencias del m edio se traslucen en él a cada paso, es c ie rto : pero, fuera de ellas y m ás que ellas poderosa, hay una caxac- tetfístiea común a toda in d u str ia desarro llada de sú­bito, enriqueciendo h as ta # u s mismo« peones. Eso es lo que ha ocurrido en M endoza: y personas que h a ­bían soñado con un buen cap ita l ito ju n tad o »Ho­rrando y regateando centavos, se han encontrado de improviso con una fo r tu n a en su poder: y p o r lo mismo que estab an acostum brados a con tar su d i­nero en ta n m ínim a moneda, no han resu ltado ap tos para el m anejó de fu e rte s caudales.

Es decir: la ind u stria ha dado unos pasos deci­sivos de avance, con los que ha llegado a g ran des­arrollo; pero sus dueños no han evolucionado m en­talmente a la p a r que e l la : mucho es que se les haya ocurrido c o n tra ta r técnicos que le.9 in s ta la ran deb ida­mente las bodegas.

Al exam inar' las causas de la crisis que pe rd u ra desde hace dos años, veremos como todas derivan de ese desnivel.

{No es, m ien tras tan to , una p a rad o ja ese vocablo «superproducción» con quo parecen u fan arse estos señores? En todas partes, se hab la de superproduc­ción con respecto al exceso que sobra aún de un a r ­tículo, después de agotados los recursos ordinarios y extraordinarios de difusión. Y p a ra el vino, el único radio de venta explotado — y deficientem ente explotado — os el qüe fo rm an Buenos A ires, la P a m ­pa, Córdoba y el su r de Tucum án. Si se les av erigua a los bodegueros donde es que m andan sus productos, contestan, uno por uno, lo m ism o: todos g iran den tro de esa sola zona de expansión. El te rr ito rio de

las o tra s p rovincias os v irgen p a ra la exportación vinícola nacional: no se han trab a jad o '-su s hi^rckdós, no-so han a llanado los obstáculos qué se tW dueeií en excesivo recargo de costo, no so ha hecho n ada.• E u vez de dedicarse a a b r ir esas plazas se discute la superproducción y, en la m ism a 2oná actual; la venta es m uy flo ja , b astan te in fó rio r a la capacidad consum idora que se ha calculado p a ra su población.

A estas alturas, puedo ya anotar la primara caima de la crisis: la mala dirección com ercial' de la »Vi dustria. / >■ Pero es que ese fac to r no o b ra ta n Sóloj có n io 'ex ­políente d e la escacés de consum o; sino tam bién de un secreto conflicto que am enaza provocar-'él- des­créd ito de la v itivinicultura, y que, m ie n tra s 1 tan to , la p e rju d ica financieram en te : ¡E l vino dfe Mendoza se hace la com petencia a sí mismo, invadiendo — por m ano de los im portadores que lo acaparan en buena p a r te — la cap ita l y el in te rib r, d isfrazado con e tiq u e ta ita lia n a o francesa y coñ un iTi^c'nióso arreglo químico! 1 ' ’■ P a ra darse cuen ta de lo que va ldría a p a ¿ésti'ón ad m in istra tiv a b ien o rien tada , 1 b a s ta pensar e n 1, la enorm e c an tid ad de vino so id isa n t e x tran jé ró 4 ,le podría reem plazarse con el de M endoza, el d ía qu*. en voz de p asa r por las m anos de los im portadores fa ls ificadores lleg a ra d irec ta y lealm ente a i afeaneo del consum idor. , J"

Y aquí su rge otro pun to de la cuestión, Ja se­g unda causa de la c risis: la f a l tá dé tip o i reg iona­les da vino, que puedan com petir ab iertam en te con los ex tran je ro s. Porque sino, a n te un vino qtje aún cuando no está fa ls ificad o resu lta siempre uii¡¿ irr i­tación, pues es de tipo «franfeés» ó « ita liano»^ es n a tu ra l quo el público p re fie ra el o rig ina l, o el' cjue cree o rig inal.

Abogam os pues po r los tip o s regionales, propios, así en vino común de mesa, como en vino fiiio de m esa y de postre. ’ “ . ' " ^

¿Qué son los tipos re g io n a k s í Lós- qué/eónservan las tonalidades especiales de gusto que dá lá u t a 1‘se gún la t ie r ra en que ha sido p lan tad a .E stas topáli- dades v arían no solam ente d e una provincia a btra, sino tam bién — aquí como en E uropa — d é u n i t zona a o tra zona dentro de ¡a m isma provincia^^Asi, tan to en el casó de la cepa -criolla como en :«1 de la e x tra n je ra de cualquier clase, fcl frut¿( ¿ietr.pre ad q u irirá en nuestros cam pos propiedades dé sab o r d ife ren te s de las que ten ía en el p a ís de otí^gin', ’■ y diversas aún aquí, según’-los terrenos. S é ’ t r á ta por ende de hacer caldos enya déñsidad y cuyo1 g u s to s o caractericen por esas peculiaridades lócales '&(*' -la m ate ria p rim a. '' ° ‘‘

L a v itiv in icu ltu ra de M endoza está en ctondiSióütes do v e rifica r esas creaciones» pues su elaboración es noblo y re fin ad a . P o r eso las aconsejo. ' '■

El d ía que, en vez de tener «Medotf», «Plnot», «B arbera» o «Cham pagne» ím ndocino se tén gah irtftr- cas a rg en tin as, recién podrá com petirse con el viho im portado o que pasa por ta l : entonces ¿{ 'co n su ­m idor no ten d rá que olegir en tre un a rticu ló Iéftítimoo aparen tem ente original y otro de im itación, tfraiV en ­tre dos originales, el nacional y el ex tra íljéfo ;-fin cuyo caso po d rá ap rec ia r una clase ab so lu tam en te 'n u ev a , g u sta r de ella y por últim o p ag arla m ás b a ra ta : g ra ­cias a estos dos elem entos do a tracción , se convertirá , por conveniencia y hasta por e sp íritu de solidaridad, en cliente fie l de la producción del país. :,i • ¡1 i

N i es este solo el beneficio que la ‘éreación i l ­las m areas — correspondientes a lo» tip o » ' lócate*— tra e rá : hay o tros dos do no m enor im p é r ta n la : : “•

P rim eram ente, a cred ita r una m arca es valorizarla eu sí m isma, y da r al propio tiem po estáíbilidád 'iní- n im a a la cotización del producto (füé e lla rep resen ­ta : m ultiplicando esto hecho individual pot* la • stram de las fracciones que resulten , surge n n a ; 'Seritífl'de nuevos valores, y la 'p ro d u c c ió n atlquiefe*'¡ e stab ili­dad m ínim a de precios.

Luego, la m arca es un m edio de- defensa- Voiitra las dos fo rm as m ás nocivas del interm cdiarloi: ei

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com isionista corredor y el acap arad o r que m anipula por su cuenta el vino, según ol empleo a que lo des­tine.

151 in term ediario , ba jo este doblo aspecto constituye el tcrtv'T facto r, cuyo perju icio es dem asiado eviden­te p u ra explicarlo.

Y aún prolóngase más lejos la in flu en cia que tendría la form ación de tipos reg ionales; alcanza, aunque sin ab arcarla toda, la c u arta causa de la crisis: la tendencia m onopolizadora de los bodegueros.

Ksta tendencia, que es constante, m anifiéstaso en efecto aprovechando la anom m idnd general de la pro ducción menor. Sus sostenedores son los que, en r a ­jón de su mayor potencialidad económica, han podi­do tra b a ja r d irectam ente las p lazas p rincipales — Huenos A ires y Rosario — acred itando en ella una fit'm a o una m arca que, — aún cuando no indique un rasgo especial de la in d u stria — es siem pre un d istin tivo del articulo.

La explotación de sem ejante v e n ta ja de los g ra n ­des fron te a los pequeños, so e je rc ita de una doblo m anera: y a con operaciones parcialm ente tru stifi- cadoras; ya con la com petencia ru inosa de los p re ­cios y ios plazos concedidos a los compradores.

Aun cuando lo fundam ental que se necesita, para solucionar este punto de la cuestión es la unión económica do los pequeños productores, he vincu­lado a él la fijac ió n de tipos, poique creo que la acción pro tec to ra d i las respectivas m arcas sería un coeficiente muy considerable p a ra el buen éxito de esa unión,, cuya fin a lid ad no debería sor tan sólo Co­locar a lo« bodegui ros chicos en condiciones d" luchar on la fabricación con los m ayores, sino tam bién a b r ir ­los vías de expansión directa.

Quoda ah o ra una qu in ta causa: el exceso de las cosechas v itícolas fren te a la capacidad da los en­vases do elaboración.

E sto es, en opinión de los más, el ojo del p ro ­blema. Yo no creo tan to , y pienso que, si bien tiene una abrum adora in fluencia m ateria l en el momento, es un punto subsanable como todos; y con esta ven­ta ja sobre los dem ás: que es susceptible de n e u tra ­lizaciones m om entáneas, eomo la destilación d o - a l ­coholes, — que no es p re fe rid a a la co rtad u ra por esta r g ravada con enormes im puestos y tra b a s — , la fabricación de conservas, etc.

Reconozco quo, sin duda, por él el v iñatero está a morecd del bocleguoro, quien paga la uva al precio y on las condiciones que se le an to jan . (E sto año ha habido in dustria les que lian com prado a 80 centavos el qu in ta l, con pagarés a (5, 12 y 18 meses, que n in ­gún banco acep taba y que el mismo firm au to des­contaba con un descuento del 30, el 40 y hasta el 50 por ciento! I I )

Más, por otro lado, la superabundancia — que si hoy ap la sta es por fa lta de serenidad y clarovidencia en todos — abre an te el v iñate ro la posibilidad (le am p lia r su e s fe ra «le acción, sirviéndole de cap ital. Pues no debe olvidarse que la uva, por ab a tid o que

esté su precio, constituye siem pre un valor real, cuya destrucción se ev ita con sólo convertirla en mosto.

E s :el caso entonces d? ver como puede resolverse este punto, p a ra el cual muchos han visto el re ­m edio ]H'ro no el modo de aplicarlo, por f a lta de apoyo financiero. So ha pensado en reun ir a los v itiv in ieultores en genera l, y • ello n i ha sido po­sible, ni lo se rá : m is , si lo fuese, no cam biarían en el fondo las cosas, pues, aunquo so ag ru p aran — en el m ojor do los casos desde el pun to de v ista del interés cap ita lis ta — en form a do monopolio, los accionistas m ás fuertes, que serían los bodeguero« bnáxiiKos de hoy, dom inarían en sil seno, y conclui­rían por an iqu ilar o absorber a los m ás débiles. E sta fusión o.s un absu rdo : am bos elem entos represen tan in ­tereses en pugna, irreconciliables.

Se lia hablado tam bién de asociar solo a los v iñ a ­teros, y ah! es cuando se ha tropezado con el obs­tácu lo : son dem asiado pobros para hacer bodega-s por su cuonta.

jC óm o resolver ésto» varios conflictos?

S intetizando las observaciones que preceden, la- calem os en lim pio una distinción preciosa. De las cinco causales de la crisis, solo tre s a fec tan a todo* lo« p roductores: la escacés del consum o; la falta de tipos regionales de v ino ; ol in term ediario . Pero I«- otros dos, vale decir, la tendencia monopolizadora v la desproporción en tre las cosechas y los envases, solo hieren a los pequeños elaboradores y a los vi­ñeros, favoreciendo por lo con trario a los bodeguc ros ricos.

E sta división de facto res m area de por sí la divi­sión de los in tereses en juego, (¿uu-re decir pues •luc­ia. unión debe hacerse en tre viñateros y bodeguero* chicos.

E s ta en tidad social se h a lla rla cu condiciones es­colantes p a ra hacer fren te al exceso de las cosechas, pues u tilizando los p lanteles de bodega existentes, po­d ría au m en tar su capacidad con un costo mínimo, que, on tre todos, se cu b riría con una insign ifican te conlri- bución indiv idual, rcciubolsable a corto plazo.

El p rogram a de acción sería pues, m ás o menos ei siguiente, teniendo en cuen ta lodos los factores do la erisis y buscando la forma, de neu tra lizarlos:

1”. Im poner el precio de la uva y su pago ai contado. (E s to no sería un monopolio, porque l<M grandes bodegueros tienen tam bién s i s viñas y solo com pran lo que les fa lta p a ra colm ar la capaeida, de sus toneles).

2o. E lab o rar, conservando la diversidad de tipa y m arcas que se establezcan, toda la uva de sus aso­ciados que no se venda.

3". in s ta la r o ficinas de p ropaganda y depósitos en los puntos m ás estra tég icos del país, p a ra ampliai en todas las direcciones el radio do venta, sin tener que acudir al com isionista interm ediario .

E sta form a fed era tiv a — que respetaría la auto­nom ía ele la producción de cada socio, así en la la bricacióu como en su comercio, — d a ría graa im­pulso a la industria , substituyendo los capciosos ma­nojos de hoy, por la com petencia general de la me­jo r elaboración, único estím ulo legítim o y etica?.

El g rav á m en a la t ie r raUna sencilla h isto ria — recogida de labios do jo

p ro tagon ista — puedo serv ir de corolario al preet- dente estudio, tocando otro lado de la cuestión — fl im puesto al vino que obstaculiza, su abaratam iento — e ilustrando al propio tiem po un problem a nacional, por lo que a fec ta a todas las ram as de nuestra pro­ducción.

Un ita liano , quo en doc.0 años de penosa brega et Buenos A ires hab ía lográtflo reun ir un modesto capital, resolvió en 1Í102 tras lad arse a M endoza, para dodiear se con sus cuatro h ijos al cultivo de la vid, que fuera su ocupación en la t ie rra nata l.

F i jó por a llá sus m iras en un campo do 500 hectá­reas ba jo riogo, cuyo valor aproxim ativo era de 30.0!# pesos. Pero el dueño, un viejo criollo, no quería vea- dorio, alegando que ese e ra su único recluso: el se con ten taba con una ren ta de 800 posos que le dahm tres hectáreas do viña, y con saberse poseedor de la demás extensión in c u lta ; al fin y al cabo era poco la que le costaba aquella sa tis facció n : la valuación ofi­cial __ igual p a ra él como p ara el la tifu n d is ta enlo­d an te — hab ía tazado apenas en 30 $ caela hectárea, así que sobro el monto to ta l ele 15.000 pesos sólo paga­ba 00 de im puesto, a razón del 0 p o r mi!. El itnliare insistió , y al fin , ofreciendo el fabuloso precio <V-50.000_pesos por la m itad del terreno, logró conven« al prop ietario , dem ostrándole que esa cantidad, depo­sitad a en un banco, lo rend iría 2.500 $ al año.

E n te rad o de la venta , el fisco tomó su importe cuín baso do avalúo y aum entó de acuerdo con ello el im­puesto, por lo cual am bas m itadas quedaron gravada« en 300 pesos cada una.

El «gringo» subdividió su t ie r ra en cinco loto» ile 50 hectáreas, asignándole una a cada hijo , y roservín- dose el otro p a ra él. T rab a ja ro n todos con ahinco, y en 1008 habían construido sus casas y convertida el eria l en fé rtile s viñedos.

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Un valuador, al ver las m ejoras realizadas, subió a 4.000 $ por hectárea — 1.000.000 on to ta l — 1 la t a ­sación, y, proporcionalm onte, la contribución te r r i to ­rial a C.0(K). No valieron p ro tes tas: el procedim ien­to era «según ley».

Kn 1010, como la propiedad p ro d u je ra 350 q u in ­tales do uva, decidieron hacer vino, y obtuvieron3.500.000 litros. Un nuevo im puesto gravó la laborio ­sidad <le osos hom bros: 1 centavo por litro , a sabor35.000 posos, quo sum ados a los 6.000 dol terreno daban un to ta l de 41.000. M ientras la s 250 hectáreas dol criollo seguían pagando 3000. En ta l fo rm a, el trabajo de los ita lianos quedaba m ultado en 40.700pCBOS.

Kn 1914, ol im puesto sobre el vino aum entó a 2 centavos y medio, y en enoro del corriente año a 3 cen­tavos. Así, por últim o, !n «m ulta» alcanzó la fabulosa a n a i|e 110.700 $.

1.a in justic ia de este régim en im positivo sa lta a la vista: por él se prem ia la holgazanería y se castiga el traba jo ; más, se lo trab a , se lo lim ita por doquiera en su fecundidad.

Los resultados de tam añ a in ju s tic ia , de ta n incon­sulta subversión de valores, son fnnestos y tienen el efecto de re ta rd a r el crecim iento industria l de) país.

II-Vida

Ojeada g e n e ra l

I.a desocupación es muy grande tam bién en M en­doza, debido a la paralización de imiclias obras.

Aún las labores vitivinícolas, que absorben la taú to ta lidad do los brazos, han a rro jad o , eiste año, un crecido «obrante.

En la vendim ia em pléanse no solam ente hom bres, lino m ujeres y n iños: se los rem unera a 4 centavos por canasto o «caneca* — linos 50 kilos do uva, — ,r los más hálbiles apenas ganan , de sol a sol, un pa r de pesos. Además esta ta re a es tem p o raria : du ra un mis o mes y medio.

El tra b a jo in terno de las bodegas es penoso y embrutecedor como pocos, y en él es ocupa la peo­nada criolla.

Aparte el esfuerzo m uscular — fatigoso en c ie rtas funciones, por ejem plo la de revolver los m ostos en los toneles — , los obreros su fren la opresión del ácido nrhónico quo despide la ferm entación. L a a tm ós­fera está sa tu rad a de ese gas asfix ian te , cu y a resp i­ración continua a ta ca a los' órganos resp irato rios e intoxica todo el o rganism o; agréganse a él. con efec tos no menos nocivos, los vapores de alcohol, cuya emanación es muy donsai: de ahí, la estreches y el encorvamiento del tó rax , do ah í las facciones abo­rtadas, lo« ojos sanguíneos y apagados. P o r la sim ­ple acción del medio, esa gen te vive alcoholizada; co­mo si esto no b astara , y más, como si esto constituyera una predisposición fa ta l, bebo, bebe en can tidades f a ­bulosas: la beodez dirip.se su estado norm al.

Sn salario ha sido reb ajado de $ 2.80 a $ 2i20, 2 y hasta 1.80 en la cam paña. L a jo rn ad a , descontadas las interrupciones p a ra el desayuno y el alm uerzo, es de onco horas; en la época de la vinificación, aliméntase a menudo con tre s horas do noche, a las H'ic corresponde m edio jo rnal.

Los carreros ganan do $ 2.50 a 2.60. *Agobiado y sumiso, todo este elem ento es re fra c ­

tario a la organización, habiendo sido vanos los es­fuerzos hechos p a ra a traerlo a e lla : es el rebaño electoral, m anejado diserecionalm entc por los cau- dillejos.

Los toneleros form an el grem io m ás num eroso —S.000 hombres en la p rov incia: — tra b a ja n a des­tajo, y a razón de 50 centavos por tonel; E n tre éstos, los conatos de asociación tuvieron, por un m omento, mejor éxito : se consiguió ag ruparlos y m antenerlos ■jnido» duran te seis meses, al cabo de los cuales d is ­gregáronse de nuevo; las u lterio res ten ta tiv as resulta-

¡Qué d ife ren te la situación b a jo el sistom a del im ­puesto único al m ayor valor! E ntonces la t ie rra p a g a ­ría on relación a su precio de conjunto, prescindiendo do las m ejoras y quedando lib re de gravám enes el f ru to del esfuerzo individual.

Volviendo a la h isto ria que nos ocupa, si fu e ra n e ­cesario p a ra su fra g a r los gastos provinciales el 2 % del valor do la t ie rra , el ita liano y sus h ijos p ag arían1.000 $, ahorrando 109.700, y el v iejo criollo, tam bién p ag aría 1.000, en vez do 300, penándose así su ocio­sidad con 700 pesos de recargo.

A lguien d irá que estos 700 $ mal pueden compon sarle al fisco los 109.700 del italiano.

Es cierto. Pero on Mendoza — y ol caso idéntico se p resen ta en todas las provincias — hay leguas y le­guas capaces de p roducir y quo hoy perm anecen esté ­riles a pesar de tener to d as un dueño. Ahora bien, el equilibrio de esa m erm a, y do las dem ás que por la misma causa so- reg is tra ran , lo constitu iría el g rav a ­men aplicado sobre esas tie rra s abandonadas en razón d irec ta de su m ayor o menos extensión. Sin contar que la com plicada y costosa adm inistración que el régim en actu al requiere, se sim plificaría on ta l form a qué dem andaría gastos com parativam ente mínimos. ( I )

obrera

ron in fru c tu o sas por la discordia y la po litiquería de log cabecillas.

E n cuanto a los obreros de o tros oficios, su s itu a ­ción, que siem pre fu é m aja, háso agravado hoy con la re b a ja de los salarios, que flu c tu an entrer los s i­guientes térm inos: oficiales de ta lle r do 2 a 3 $ ; a lbañ iles do 1.80 y 2 a 3 $, y en rarísim os casos 4 ; peones de construcción y obras h idráulicas de 1 $ a $ 1.80.

Los peones aplicados al arreg lo de los canales de irrigación hacen, por un peso, un tra b a jo aniquilador y peligrosísim o. Yo he visto una cuadrilla do doce hom bres componiendo el dique de una tom a, a rra sa ­do por el río. Com pletam ente desnudos, y m etidos en ol ag u a h asta el pecho, am ontonaban con tra la em pa­lizada fa rdos de ram as que an tes co rtaban en el m onte vecino. L a corrien te los em pu jaba, les a rran cab a do en tre las m anos los a tados, obligándolos a persegu ir­los, Y tenían que doblarse, .sumergidos dol todo, p a ra hundirlos y sugetarlos ontre los postes, luchando por vencer el im pulso f lo tad o r de la m adera.

L a jo rn ad a de ocho lioTas es un m ito p a ra la g ran m ayoría, que tra b a ja n de 9 a 10 horas y m edia ; sólo gozan de e lla los p in to res, mecánicos, ta la b a r te ­ros y los oficíalos de los talleres del ferrocarril.

No existen núcleos grem iales ya. V arios años ha, so fundó la sección local de ia P . O. R. A., con oeno grem ios: pero después de sostener varias b rillan tes b a ta lla s y h a s ta u n a huelga general de tre s días, se disolvió, por desavenencias in testinas, m uriendo con ella su órgano de publicidad «Pensam iento Nuevo». Volvió sin e'mbargo a constitu irse hace dos años, merced a la activa p ropaganda de unos pocos en tu ­siastas, que ed itaron un periódico, «T ribuna del P u e ­blo», p a ra re fo rza r y extender su acción personal. S in em bargo, tam poco esta vez la federación pudo subsis tir larg o tiem po, pues la m iseria de sus socios — h ija de la desocupación — la p rivaba de los me­dios indispensables a su sostenim iento.

El Centro Obrero de Estudios Sociales

E s el único superviviente de la ú ltim a acción g re ­m ial, on apoyo de la cual fundóse él 1®. de mayo de 11914. Este centro es el que sostiene el Ateneo Po pu lar.

í t) No cabe en este número un hondo análisis de lanim portante asunto. Pero a él dedicaré artículos sueltos hasta exa­m inarlo en tada su trascendencia.

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Su aeción lia abarcado y ab arca adém ás la propa- g anda contra- el voto y el socialismo político.

fin am bos sentidos ha obtenido buenos resultados, fin las m ás recien tes elecciones el fenóm eno de los votos en blanco lia alcanzado proporciones llam ativas. La- decadencia actual del p a rtid o socialista — a la

que concurren ahora m últiplos causas — so inició por efecto de su acción.

Merece un aplauso la constancia do sus socios, <|iic t ra ta n de m antener despierta la conciencia de la m asa obrera , p a ra reconstitu ir su organización en cuanto las condiciones económicas lo perm itan .

Conclusiónl ío om itido algunos (ornas que la t ira n ía dol espacio

me im pedía desarro llar con la necesaria am plitud . '' La- fru tic u ltu ra , la a rbo ricu lto ra , la irrigación , la

cuestión m onetaria y el problem a ferrocarrilero , son los asuntos de referencia.

Pero ellos no ostán localizados exclusivam ente en M endoza: so rep iten , al con trario , en v a rias provin­cias. P o r eso, al elegir el m ateria l, los he hecho a un lado, p refiriendo lo quo más urgen te y m ás peculiar del medio me parecía. Kilos podrán ten e r cab ida en

a lgún o tro de e.stos m is estudios sobro el interior, y entonces haré la deb ida re fe ren cia a Mendoza.

M ien tras, creo haber dado las no tas salientes ilc osa v ida regional y habor rendido — ta l e ra mi mi­sión — aína im presión de con jun to m editada a con­ciencia en sus g randes líneas.

Quizás h ay a así contribuido, con mi juicio ecuánime, y sincero, a l m ayor acierto de la rectificación de valo­res, ex ig ida en esto momento por Mendoza, como por todos Jos pueblos a cada e tap a do su crecimiento.

Raúl M arfieri.

El poema macabro

B ajo las aguas tersas,En el fondo del lago Dol bosque de Palerm o,E stab a el cuerpo heladoDel ru fián m iserableA quion tronchó la manoDe otro ru fián , tan b ru to y codiciosoQue pensó al d iv id ir en cien pedazosAl soeio corpulentoY bien alim entado,Hacer el caldo gordo de su vida P a ra v iv ir 011 paz todos sus años.

• ' • ' I I¡Oh, querida ilusión, sueño vivido! ¡Ensueño realizado!¡ AH; todo e ra verdad, lo que el ard ien te Cerebro concibió cuando sus m anos L a ja s se hundieron desgarrando en trañ as fin «»V'«uertío do r'p o b re victim ado, ,La idea sojjjbranaP'-SÍ- ' — v* ’ ■Qije en esas horas jJ^U im bró . su cráneo —*En esas horas que vivió cien vidas,En esas horas que vivió mil años—Se m ateria lizaba para siempre A huyentando en el tiem po el desengaño!

¡At-iás som bras de] .crim en! ; ' i Fuera fan tasm as p á lid o s!Sub - exclam abanAl sus pasos,Mi«njpSít^te?>rft'.,e1 ospejo do las aguas De loB L sert^ tfíkgos, ib a dietritm yendo Del rujiián^jsiserahlo los pedazos.

E s la escena m acabra cual n in g u n a: Acom pañada por el viento helado I)q esa noche, d© .Ionio, va primero,.Como -wía-l>oejhá fúnebre rodandoY a ra s mismo del agua estrem ecida,L a ! cabéza'. dól1; »ocio • asesinadoA ¡caer *¡on \rti golpe sordo y tr is te Enj'el fondo del lago.Después el tronco, desde el cuello fuerte D isidido ¡oh, fu ro r! de un solo ta jo . Hasta el obeso vientre donde en tra ra 1.a cmjlyllg h as ta el m ango.Es. óstfT*de oé tré todfts E l'm á s enorm e fa rd o

Y aunque ól dispone ¡oh, H ércules!De dos forn idos brazos,No puede hacer que el tronco Llegue sino a- diez pasos De la o rilla en quo está, mudo y sombrío, Los fúnebres despojos aventando.A hora es m ás liv iana la ta re a :Sólo fa lta n las p ie rn as y los brazos. l.Tn in stan te , no más, e irán cayendo Del ag u a en el estaño,Del ru f iá n m iserable últim os restos, H undidos p a ra siem pre en ol pan tano .

¡ A trás BonVbraB del crimen !¡F u e ra fan tasm as pálidos!G rita de nuevo el hom bre Al rean u d a r su s pasos.Y m archa ergnido, firm e, victorioso,H a sta el au to que espera rezongando.

IVDespués, m ien tras el au to se desliza Sobro la superficie del a sfa lto ,Surge de en tre las som bras,Sobre la. superficie do los lagos,E l tronco m iserable Del ru fián m utilado.A m anera do in te rnos flo tadores Los g igan tes pulm ones d ila tados Lo han convertido en una boya fúnebre De contornos sin iestros y fan tásticos.

VPasan lontas las ho ras de la noche.Él so re fu g ia en la ciudad soñandoCon .la paz de la v ida y la ven tu raQue a costa de la »sangre del herm anoA lcanzará a lo g rar sobre -la t ie rraDonde t-riu t^a o l , m ás fu e rte y el m ás bárbaro.Con. ól desp ierta la c iudad ; gloriosofií sol ¿ p u n ta eñ -el confín le jan oY sobro e l'anchó , río de- la -P la ta E xtiende a la ciudad tod¿» sus rayos.

VIEn tan to on el paseo de la s fie ra sY lo» alegres p á ja ro s ,Un niño vag a e rran te P or la orilla del lago.De pronto se detiene A nte un bu lto fa n tá s tico :

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Es el hinchado tronco Del rufián m utilado.Es la fúnebre boya Que ha quedado flotando.Terrible acusación del negro crim en. Irrecusable prueba dol -pecado.

VT1

Kn las lloras de fieb re de la tard e Cuando está, la ciudad en sobresaltoY un crisol se d ije ra Donde se va la vida elaborando.Cuando todo se ag itaLa luz, el aire, el hom bre y el gusano,Hale a la callo y oye El grito de un muchacho,El estentóreo g ritoQuo va la in fau s ta nueva pregonando:4Con el horrib le crim en de Palerm o,«Crítica», «La Razón», «U ltim a» y «Diario»,Los detalles completos, el cadáverEstá' descuartizado. .■••sk :.v ..........El cuerpo de la víctim aSe ha encontrado flo tando sobre el la g o ” .

4 5 ' r ! ; !V I H

Adquiere presto los papeles públicos Para encontrar en ellos, azorado,I.a clave del enigm a,El porqué del hallazgo.

IX

¡Oh, dioses, la ignorancia, le lia perdido!¡Ki él hubiera alcanzadoEsta verdad ta n sim ple: los pulmonesliaren f lo ta r el cuerpo del ahogado,Pues tiene menos peso que las aguas La ágil m ate ria de' que están form ados,Él le hubiera comido los pulmones Al rufián m utilado Antes de echarlo así sobre las aguas Serenas y purísim as del lago!

1 ..líe-: .1 1 '; l ’SWi-ya nad a puede su osadía! .,Todo está consumado, .Til crimen descubierto .. <Y ,61 p a ra siem pre hundido en el espanto ,¡.< De la verdad más tr is te que la m uerte,Purqye aquesta verdad que es el escarnio D ó 's ii ignorancia m uestra la im potencia D9 .SUS forn idos b razos ,,¡Que ahora caen, vencidos, ..1.1 -K . uD e.su cuerpo a lo largo ’ ,...•Oojno fies esperanzas que se. fu e ran ,,, ,,,- ¡ • ■Al igual de dos alas replegando. . . . . !

X I

Vuelve e leer en los papeles públicos.Adonde está sn crim en p a lp itan d o . .. ’’ 1 _ ¡Eri m edio a los horrores de la g u e rra '' ' ' ..jl' A qtie a rro jan a E uropa sus paisanos (Porque él es alem án de nacim ien to)Y b ro ta en su cerobro como un rayo. __U na idea tan c la ra como el aguaY quo a todos los sores pondrá espanto.— ¡JSfi crípieji? i Qué es su c rim en1! ¿Quién se asom bra?1 $ i íé n 'e s ! é l ' com parad oCon los que hoy descuartizan en E uropa,Kaiseres, p residen tes y lacayos!¿Qué im porta el pobre cuerpo , ̂ , , ,A torido en el lago ,Ante pueblos enteros que sucumben . ‘Por reyes sin p iedad descuartizados? ,Y el ru fián m iserable ■. -V n E n su delirio insano , .Piensa y a firm a, terco , _ /. 1Por el g ran notición, desorbitado ,Que él es menos ru fián que aquellos reyes Que venden a sus pueblos como esclavos " jY es menos crim inal si bien se m ira ' j ' ¡, Que el K aiser, b u p a is a n o . . .

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