Historias de Vida:Faustino Morales

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PODRÁN DERRIBAR UN ÁRBOL PERO SIEMPRE TENDRÁ SU RELEVO.

Faustino Morales

Coordinación: Rita BorquezElaborador Por: Elisa WeinerDiseño y Diagramación: Corporación PROCASUR

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El camino al distrito de La Arena es una vía rodeada de plantaciones de arrozales y pequeños poblados asentados en el desierto piurano. Frente al monocultivo predominante en el norte del país, la pequeña agricultura de Faustino es una expresión de las posibilidades que ofrece para el desarrollo la diversificación de la producción. Virar del cultivo tradicional al ecológico le ha implicado obtener nuevos aprendizajes técnicos y a la vez nuevas valoraciones sobre el cuidado de la tierra, el cuidado de la salud y el cuidado de los animales. La integralidad de sus conocimientos son el resultado de una voluntad imparable por aprender y por impulsar procesos innovadores en su comunidad.

Lo que empezó como un campo de frutales, fue derivando en una finca ecológica en donde conviven armónicamente los animales menores con las frutas. Los patos, los pavos, los cerdos, tienen cada uno un rol en el proceso de producción. No hay desperdicio si no reutilización, cada elemento es aprovechado y complementario. Por ello ver la frondosidad de su finca le alegra y le da nuevas ideas para el futuro, en cambio el campo pelado que dejan otros cultivos luego de la cosecha no permite ver nada hacia delante.

La organización ha sido fundamental para el crecimiento de Faustino como agricultor ecológico. Por ello, él prefiere contar su historia como la historia de la “Asociación de Productores ecológicos Alto de La Cruz San Luis la Arena” que fundó junto con otros vecinos. De ese modo esta historia podrá servir a otros agricultores que aún no están organizado a conocer todo lo que se puede lograr si se juntan bajo un mismo objetivo.

El inicio de la Finca agroecológicaAntes de la gran lluvia de 1983 que azotó el departamento de Piura durante seis meses, los agricultores se dedicaban principalmente al cultivo del algodón y del maíz. En esa época Faustino vivía al norte de Lima a la ciudad de Huacho y trabajaba de galponero en lo que hoy es el la Fábrica de pollos San Fernando. Hacía tres años que había terminado el colegio y

luego de dos años de estudiar la carrera de administración de empresas en el instituto Pedro Paulet, había tenido que dejarlo para irse a Incahuasi a trabajar en esta vez como controlador de personal. La experiencia en la crianza de animales menores que obtuve durante ese tiempo le ayudaría varios años después a enriquecer su finca y a mejorar su economía y la de sus hijos.

En 1985 volvió a Piura y al poco tiempo se casó con la mujer con la que tendría once hijos. Faustino empezaría a dedicarse la agricultura con el cultivo del ají. Mirando cómo lo hacían los otros aprendió rápidamente y en un pequeño terreno de veinte metros por treinta lograba producir un saco de ajíes en cada cosecha que luego vendía en el mercado. Durante muchos años se mantuvo en la agricultura tradicional sembrando, ajíes, flores y otros productos.

Hasta el 2012 cuando se revistió de cemento el canal que atraviesa el predio, conseguir agua representaba un problema constante. Cada quién hacía un uso indiscriminado del agua, algunos hacían pequeñas represa para sacar agua, otros rompían el canal para desviarla. Durante mucho tiempo los campesinos de la zona sufrieron por esta situación hasta que la junta de regantes dio prioridad a este tema y se elaboró un proyecto para la mejora del canal.

Pero hasta que eso sucedió muchos cambios se darían en las parcelas de los agricultores del predio San Luis. A inicios de la

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década de 2000 la institución CIMAD1 con el financiamiento de Heifer se encontraba en a zona trabajando el proyecto PAMEL: Proyecto Agroecológico y Mercados Locales que entre otras cosas formaba a los campesinos del lugar en la agricultura orgánica. El padre de Faustino sería uno de los participantes más interesados en esos procesos de formación. A veces, cuando él no podía asistir le pedía a Faustino que lo reemplace:

Él me dijo, mira Faustino el tiempo ya no me da por la edad que tengo y quiero que seas parte de esto, tengo una invitación, anda tú (…)Yo trabajaba hasta las 9 de la mañana y ahí me iba al evento. Mi papá me pagaba mi día de trabajo y eso fue lo bueno que tuve con mi papá.

Fue de ese modo que él empezó a interesarse en esos nuevos temas. Entre 2004 y 2006, Faustino trabajaba una pequeña parcela que su padre le había dado para que siembre lo que él quisiera para su familia. Se había mantenido con el monocultivo tradicional hasta que decidió hacerle una propuesta a su padre:

“Como mi papa tenía la gran intención de hacer este tipo de cultivo, le dije, son tres hectáreas que tú conduces bajo tu mandato, nosotros somos ocho hermanos, y entre todos yo he visto que me corresponde tanto, disculpa que me atreva a decirte esto ¿por qué no medas el área que me corresponde en un solo sitio y yo hago lo que tú quieres hacer? Él no lo pensó mucho: es tu problema, es tu decisión, hazlo. Háblalo con tus hermanos para que no haya problema. Nos reunimos y nos pusimos de acuerdo. Dividimos el área y a cada uno nos tocó 2.500 hectáreas cada uno. Entonces yo le dije papá, voy a dar inicio en esto, hazlo y ojalá que yo lo pueda llegar a mirar, me dijo”.

Lo primero que instaló fue el limón. Su padre le asesoraba, le decía cuánta agua era necesario ponerle, cada cuánto tiempo tenía que regar la planta, cómo hacer el hueco y de qué tamaño. Luego siguió con el mango, como su padre ya lo sembraba, solo tenía que trasladar las plantas chiquitas y sembrarlas. Fue así que 1 Centro de Investigación para el Manejo Ambiental y el Desarrollo.

en 2007 se inicia la conversión de sus tierras, deja los productos químicos e inicia la transformación de la materia orgánica para la elaboración del compost. Ya no debía preocuparse por conseguir dinero para la compra de la urea, todo lo que necesitaba lo podría ir obteniendo de los productos naturales que la apropia tierra le ofrecía.

La importancia de organizarse

A la par que Faustino trabajaba en la nueva finca ecológica, se iniciaría la conformación de la Asociación de Productores ecológicos Alto de La Cruz San Luis la Arena (APEAC-SLA) el 14 de mayo de 2008. La primera junta directiva se inscribiría con nueve socios, todos vecinos del predio San Luis, y tuvo a Faustino como presidente. La asociación implicaba que todos los socios debían hacer la conversión de sus tierras al nuevo manejo ecológico y mantener una producción diversificada.

“Cuando ingresa un socio nos regimos por el estatuto de la organización, él debe manejar su cambio del monocultivo al cultivo orgánico para poder ser sostenible con el apoyo que podamos tener de una institución”.

La mayoría de las parcelas de los socios son de poca escala pero sirven para brindarle a la familia y a la comunidad cierta seguridad alimentaria en base a productos diversificados: en algunos predomina el cultivo del plátano en otros el cultivo de la uva, pero todos tienen al igual que Faustino una gran variedad de frutales.

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La Asociación forma parte de la Asociación de Productores del Bajo Piura (ASPE-BAPI) que esta conformada por organizaciones de los distritos de La Arena, Cura Mori, El Tallán, Bellavista, Los Altos y Catacaos. En la Arena además de la Asociación de Faustino existen dos más. La Municipalidad de La Arena promueve y apoya desde hace varios años la organización de los productores. En la última década esta es una política que el Estado, desde diferentes instancias, ha ido implementando con el objetivo de apoyar al pequeño productor. A nivel local y a nivel nacional, para poder acceder a recursos del Estado es necesario estar organizado. Esto lo sabía Faustino:

“Quisimos formar una asociación porque teníamos la información que de acuerdo a las normas el Estado iba a buscar a estas asociaciones para que sean beneficiarias de algún apoyo que dé el Estado (…). Quien habla tiene la información de que la municipalidad tiene un deber y un derecho de apoyar siempre a las asociaciones, si nosotros requerimos algún apoyo siempre nos basamos en la ley orgánica 29196 en los artículos 9 y 10 que dice que las autoridades del gobierno local y regional tienen la obligación de apoyar en lo que requiera la organización”.

A pesar de ello, no todos los campesinos del distrito de asocian y no todas las asociaciones funcionan bien. Faustino explica esta situación por la mala experiencia que tuvieron los agricultores en la época de las cooperativas en donde algunos dirigentes no hicieron un buen uso de los recursos. Esta desconfianza que data de muchos años, aún no habría sido superada y mucho

campesinos prefieren funcionar de forma individual. Sin embargo, para Faustino esta situación tiene que superarse:

“Yo siempre digo que no vamos a lograr nada de lo que el gobierno comparte si no estamos organizados”. PROCOMPITE 2cuánto dinero tiene ¿por qué no se aprovecha? Porque se busca organizaciones que tengan un buen trabajo, pero lo desaprovechamos porque el agricultor no se quiere organizar”.

En la Municipalidad de La Arena también tienen una visión similar sobre la situación de las asociaciones en el distrito. Por un lado están los que no quieren organizarse y por otro lado los que estando organizados no funcionan realmente como socios. En ese contexto el presupuesto de PROCOMPITE no puede ejecutarse pues las Asociaciones no elaboran sus Planes de Negocios. En el caso de la APEAC actualmente la municipalidad los está apoyando para elaborar dicho Plan y tienen un proyecto dentro del Presupuesto Participativo para la implementación de una piscigranja de Tilapia y Cangrejo.

Faustino también es crítico con el funcionamiento de su propia asociación. Estas gestiones han sido resultado de un trabajo ar ticulado entre APEAC y la Municipalidad que los ha venido apoyando para que lleven a cabo más actividades conjuntas. Una de las debilidades que tienen como Asociación es que muchas veces cada uno va por su lado en la venta de los productos.

“Tenemos una debilidad en la Asociación cada uno se desvía a perder sus propio producto por sí mismo, vende solos. Esto estamos retomando con la municipalidad porque tenemos que comprar y vender como asociación. La municipalidad nos está reorganizando en talleres y también participamos en el presupuesto participativo”.

En este proceso de for talecimiento de la organización han decidido que cada socio debe aportar cincuenta soles, los que

2 La Ley 29337-Ley de PROCOM-PITE permite a los Gobiernos Regionales y Locales implementar Fondos Concursables para el Co-financiamiento de Propuestas Pro-ductivas (Planes de Negocios) presentados por pequeños pro-ductores de manera asociada.

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tengan más hectáreas aportarán más, con el objetivo de crear un fondo común con el cual puedan abastecerse, por ejemplo, de humus, roca fosfórica y otros materiales para la producción orgánica. Para Faustino es fundamental es te proceso pues les permitirá comercializar con mejores precios sus productos y a la vez recuperar la inversión dejar una ganancia para la asociación.

Años atrás la APEAC tuvo una mal experiencia con un fondo revolvente que no pudieron devolver a Heifer. Desde ese momento nació una desconfianza la interior que no ha sido del todo superada. Esto ha dificultado que se emprendan proyectos comunes en donde haya manejo de dinero; también ha influido en que no hayan aceptado ningún préstamos de entidades financieras, como Agrobanco, que se han acercado para ofrecerles créditos, por el temor a generarse una deuda que no puedan devolver:

“Por problemas que se han dado no puedo recibir a gente aprovechadora que venga por lo que le dan y luego no participe ni en el taller ni en la capacitación. Número uno, tienen que seguir participando en las invitaciones que nos hagan como asociación dentro del ámbito; número dos, deben participar con otras asociaciones que nos vienen a capacitar”.

Actualmente la Asociación está conformada por 14 socios, para Faustino es muy importante que los miembros compartan como él el interés por los nuevos conocimientos pues eso es lo que los ayudará a crecer. Por eso no se cansa de incentivar

la participación de sus socios en cualquier evento al que sean invitados: “Nosotros buscamos personas que representen a nuestra institución con honestidad y que haya un buen desarrollo en la gestión eso es lo que se busca adentro como organización”.

Más allá de las debilidades de la Asociación, juntos han participando en diversas ferias agroecológicas invitados por las municipalidades del Bajo Piura y de la AMPE, en donde han expuesto y vendido sus productos. En 2012 Faustino participó como representante de los productores del Bajo Piura. En la feria MISTURA en Lima. También han participado en diversas pasantías invitados por Heifer y por la Municipalidad de La Arena. CIMAD y Heifer han sido las instituciones de la sociedad civil que más apoyo han brindado a los agricultores de esa zona. Para Faustino su presencia ha sido clave para lograr los nuevos aprendizajes que ha puesto en práctica en el trabajo que hoy realiza.

En 2010 Faustino y la APEAC ganaron el primer premio en un concurso a nivel nacional convocado por el Ministerio del Ambiente. El concurso consistía en una exposición teórica y práctica del trabajo que realiza la Asociación. El premio consistió en tres mil soles que fueron al fondo de la Asociación y un diploma. Faustino relata este momento con mucha emoción, pues este premio los fortaleció y obtuvieron un mayor reconocimiento en el distrito.

Procesos de aprendizaje y de transmisión de conocimientosFaustino ha tenido la oportunidad de ir a distintas regiones del país como parte de procesos de transmisión de conocimientos impulsados por Heifer. Pudo viajar a Arequipa, Cajamarca, Cusco, Junín. Conocer la sierra fue una experiencia personal importante, aún cuando casi no resiste el frío: “yo parecía un maíz morado del frío, usted se piñizcaba la piel y no sentía nada, respiraba y parecía que estaba fumando cigarro”. Los temas que trataba eran sobre técnicas orgánicos que aplicaba en su finca, las mejoras que había logrado; en esos lugares también

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pudo aprender cómo habían organizado otros sus fincas, qué orden le habían dado a los productos, cómo habían aprovechado el espacio, conocimientos que luego le servirían para soñar en como mejorar la suya.

“Ni lo pensaba que tendría que viajar en avión. Ellos me compran el material, pasaje, hospedaje y me hacen un reconocimiento por seguridad de vida y por abandono de domicilio, me valoran esos días. Si voy 3 días me dan 400 soles”.

Otro espacio de aprendizaje es la propia comunidad. La información se comparten de campesino a campesino y entre socios. Si alguien quiere innovar con una nueva plantación, nosotros nos reunimos y ayudamos a la persona a conseguir el plantón en viveros, buscan injertadores y luego le enseñan cómo cultivar la planta. Cuando entra un nuevo socio aprovechan para organizar un taller para compartir al información no solo con él si no con el conjunto de socios.

A Faustino le enorgullece mucho poder mostrar su finca. Ha recibido en su finca a innumerables personas para mostrarles cómo ha ido construyendo ese campo diverso del que hoy se siente tan satisfecho. Ha recibido a campesinos de Paita, de Montero, de Chulucanas; a expertos de Haití, Guatemala, Honduras Costa Rica que han ido a ver cómo ha ido evolucionando su finca. Comenta que le hace falta un libro de registro para que todos los visitantes pongan su nombre y dejen un comentario. Sabe que el hecho de que venga mucha gente a ver su trabajo es una señal de que está yendo por buen camino y cree que a través de esas visitas muchos otros podrán conocer su trabajo y aprender de su trabajo.

“Creo que a mi me satisface que a mi me busque para que esto pueda llegar a otros lugares y que esto a mi me abre el camino para que yo me pueda contactar y que otros se contacten conmigo. Aquí han venido a hacer tesis los de la universidad de Piura. También de la Universidad Católica de Lima para investigar sobre los suelos, sobre las comunidades”.

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El trabajo de Faustino incorpora una mirada empresarial con un enfoque social. Es un innovador y además una persona que sabe que tiene que haber voluntad para lograr sobresalir. Además de ello, dice Faustino, se tiene que buscar información. Es por ello que él se sigue capacitando con la municipalidad, con la Universidad de Piura, en eventos que realiza el MINAG, el INIA, SENASA; lee el periódico, ve la televisión, lee revistas sobre el manejo de los pequeños agricultores y de ese modo logra actualizarse. Cuenta que tienen familiares que han migrado a otros países que se sienten orgullosos de él por el trabajo que realiza: “Yo tengo familiares algunos en Italia, Brasil, Argentina. Y me dicen Faustino hasta allá nosotros te alcanzamos a mirar, me dicen, tú has crecido demasiado, tu información vale de mucho”.

El manejo de la finca agroecológica y de la producciónLa Finca de Faustino es frondosa: guanábanas enormes, maracuyás dulces, papayas criollas, nonis, tamarindos, limones, naranjas, mango, cacao; algarrobos y sauces cubren un espacio de 2500 hectáreas. En la entrada, un cobertizo hecho de postes vivos del álamo y cubierto por plantas de maracuyá recibe a los visitantes para darles las sombras necesaria en un clima que bordea siempre los treinta grados. Los pavos y las gallinas pasean libremente por la tierra. Más adelantes se encuentran los corrales de los patos del negocio de crianza que Faustino y sus hijos han iniciado hace un año. Al lado una casa y otros corrales con algunas ovinos y cerdos.

En la finca el principio es la armonía entre todos los seres vivos que la conforman. Hay que tratar bien a la tierra, no darle cosas tóxicas para que lo que nazca de ella dé también alimentos nutritivos para el hombre y para los animales. Para Faustino este argumento es central y es lo que diferencia el cultivo tradicional del cultivo orgánico. Finalmente todo redunda en la salud de las personas, de los animales, de la planta y de la tierra. Con la aparición de la urea y la extensión de su uso, se recortó el

proceso de producción pero “nadie decía qué resultados íbamos a tener en la salud con esto, nadie nos informó”, señala Faustino y cuenta que en la época de sus antepasados ellos no morían por enfermedad si no por la edad, porque ellos cultivaban, por ejemplo el camote, la yuca o el algodón, con abono hecho con el puño o la hojarasca del monte.

“El campo orgánico, la finca, no se compone de la pura vegetación, si que también tiene que estar acompañado de la alimentación, por eso ahí están las aves menores, las gallinas, pavos, patos y los ovejas y chanchos, son las especies que tenemos que estar sosteniendo de ahí. El animalito lo tenemos en pastoreo dentro del perímetro ellos circulan, al mismo tiempo que nos dejan el abono en el campo, ellos son un peón más para mí, ellos no dejan salir la hierbita, todo lo aprovechan y lo comen, no dejan salir la maleza, entre todos son un peón más para mi. Con la alimentación que le damos es una buena alimentación para nosotros”.

En la agricultura orgánica hay que eliminar la toxicidad del sueño y lograr una mejor textura. Explica Faustino que esto se logra “incorporando materia orgánica para que conviva con las bacterias y hongos que tiene el suelo”. De ese modo la planta que nazca se alimentará de sustancias saludables y lo que se use como alimento también lo será. Esto se logra con un abono orgánico que se hace en gran medida con materia orgánica que se encuentra en la misma Finca: hojarasca, deshecho de

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los animales, etc. Faustino relata brevemente cómo se hace el abono orgánico:

“Para el abonamiento nosotros empleamos por planta de limón se debe preparar ocho kilos de abono conformado por humus, roca fosfórica, luego lo enterramos y hacemos el pase del agua para que se vaya descomponiendo y en un mes ya encontramos lombrices que están ahí comiendo y procesando esta materia orgánica para dejarlo como un abono apto para que lo pueda consumir el suelo”.

Hay grandes diferencias entre un producto orgánico y uno tradicional. Un ejemplo que Faustino suele poner es el limón. En los supermercados encontramos limones grandes que a la vista parecen mejores, sin embargo, un limón pequeñito de los que siembra Faustino da mucho más jugo que aquél que es grande. Igualmente sucede con el Maracuyá. También solemos encontrar maracuyás tamaño gigante que se usan sobre todo para hacer jugo. El maracuyá que produce Faustino es pequeño y dulce, es otra variedad de maracuyá que tiene la ventaja de no necesitar azúcar. El maracuyá de jugo es muy ácido y no se puede comer solo, en cambio este sí. Por eso dice Faustino que el maracuyá es su mina. Le da una muy buena producción y el mercado lo está demandando. La papaya es otra de sus frutas estrellas. En la zona las familias la consumen mucho para hacer jugos. Explica Faustino que cultiva esta papaya criolla, que es

más pequeña, porque es la que puede consumir una familia en un día y además es dulce.

Las plantas más productivas y rentables son el limón, la papaya, el maracuyá y el plátano. De maracuyá incluso, le sería rentable sembrar una hectárea, algo que quizás en el futuro llegará a hacer. El comercio de sus productos lo realiza en ferias orgánicas que son organizadas por la municipalidad en tiempos de mayor producción. Estas ocasiones demandan una organización:

“Primero recogemos el fruto, hacemos una selección, buscamos el de mejor calidad, tenemos nuestro estand y ahí llevamos para mostrar los productos bajo el logo: Alimentos de productos sanos libres de contaminación”.

A los mercados lleva productos quincenalmente o una vez al mes. Cada planta da frutos en un momento diferente, el tamarindo y el mango son particulares pues dan al mismo tiempo en cualquier lugar. Dependiendo de esa temporalidad también se dan las ventas.

El proceso de la algarroba y sus derivados El algarrobo es el árbol típico de Piura. “Como árbol -relata Faustino- nos da su madera, como madera nos da su leña; las hojas y el follaje nos da el mejor abono que contiene el nitrógeno mejorado para nuestros suelos”. De su fruto, la algarroba, Faustino elaboran diversos productos como la algarrobina, harina, café y jalea. Cada uno de estos derivados tiene un proceso particular. La algarrobina, es una sustancia dulce y espesa muy rica en vitaminas y proteínas que se consume de diversas formas.

La cosecha de la algarroba se da una vez al año y la realiza toda la familia. Para hacer la algarrobina el proceso se inicia con el secado de la algarroba bajo el sol durante quince días aproximadamente. Luego se selecciona, se escogen las más gordas y enteras, y se colocan en un saco bajo saco durante cuatro días hasta que obtenga un color un poco oscuro. Cuando

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consigue el color adecuado se pasa al proceso de cocción. Se quiebran las algarrobas y se colocan en una olla, tres kilos de algarroba con cuatro litros de agua. Se utilizan seis palos de leña que duran el tiempo exacto que requiere la algarrobina. Cuando se está cocinando hay dos momentos, la pre-cocción que es cuando toma el punto para alcanzar un producto intermedio que se llama Yupisín y que lo toman sobre todo los niños en el desayuno. El embazado se realiza cuando el líquido está aún caliente debido a que es muy dulce y denso.

Para el preparado de la harina se deja la algarroba al sol más tiempo, debe estar muy seca. Para hacer el café de la algarroba se seca la algarroba en una olla de arcilla y cuando está bien dorada se muele en un molino y luego se cierne.

Al ser la algarroba un producto típico su enseñanza es muy demandada. La asociación de Faustino convoca a estudiantes de secundaria para que participen en el preparado de la algorrobina y aprendan haciendo

La nueva producción de patos La producción de patos es una iniciativa de Faustino y sus hijos mayores. La mayoría de ellos vive en Lima y buscaban un proyecto para invertir. Iniciaron la microempresa en marzo de 2013.

“Yo les dije que les podía compartir una idea. Por qué ustedes no juntan sus dinero, yo aquí tengo el espacio yo lo puedo hacer y al mismo tiempo puedo ser la parte administrativa de ustedes. Ustedes invierten y yo administro. Yo lo digo porque yo ya he trabajado en este manejo, por la parte de desarrollo y alimentación no vamos a trabajar porque yo conozco”.

Faustino pondrían en práctica los conocimientos que aprendió en su juventud en el trabajo con animales menores. Para él, esta inversión sería buena para su familia y además complementará la finca y la haría más atractiva. Fue así que iniciaron con cien patos:

“Entonces trabajé, contraté gente y ya está hecho. Iniciamos con cien patos. El alimento al inicio nos salía caro, ahora lo preparamos y sale 30% más barato. En junio sacamos los patos a 12.8 soles, el pato el macho me salió de 4 kilos y la hembra de 2.200 kilos y entonces decidimos seguir con 400 patos, implementamos más corrales y hoy estamos entre 1200 y 1500 patos.

El negocio es rentable debido a que Faustino conoce el proceso porque uno de sus hijos trabaja en una carnicería lo que le facilita los pedidos y los contactos. Frente a la gran producción que han obtenido le hace falta más mano de obra para poder pelar a los patos, necesita contratar a personas especializadas en eso.

“Si me piden cincuenta diarios yo necesito cinco peladores, para treinta trabajamos tres personas, mi esposa, mi hijo y yo. Pero ahora como tenemos más debemos sacar rápido, necesitamos más personas”.

Los corrales de los patos han sido construidos aprovechando lo que brindan las plantaciones: postes vivos. De ese modo se han construido las estructuras. Además de ello, están ordenando por edad: los patos bebes están en un corral de recría; luego pasan a los corrales de adultos. De ese modo realiza una buena crianza de patos.

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Sueños y nuevos proyectos El gran proyecto de Faustino es convertir su finca en un lugar de recreación y de atracción. Entre 2015 y 2018 piensa dedicarse al reordenamiento de su finca, quizás destinar más espacio al limón, al maracuyá, a la papaya o el plátano, que son los cultivos que tienen más salida en el mercado. Ordenar significa también dejar espacios para el esparcimiento: poner una psicina, hacer corralitos para tener a los animales para que puedan ser apreciados por los niños, aprovechar la sombra de los árboles para colocar bancas donde puedan descansar los visitantes. Como además sabe de carpintería, él mismo piensa fabricar las mesas y los sillas que necesite. Faustino quiere construir una finca en donde se pueda apreciar la producción que se realiza en la zona y que a la vez sea un lugar más acogedor de lo que es hoy en día:

“El futuro yo lo veo con una idea de mejoramiento. Eso es darle una mejor presentación, ordenar y complementar mi finca. Para que además de ser productiva se convierta en una finca recreativa y atractiva como un centro turístico campestre. Al

mismo tiempo complementar con otras especies con un poco más de volumen. Luego haremos corralitos de cuyes, otros de pollitos, otros de pavitos, los conejos, entonces es algo atractivo. También queremos poner una piscina. Creo que al futuro se trata de dejar una mentalidad en la familia y en los vecinos cuando ellos vean que esto es atractivo, como iniciativa es atractivo”.

Su finca le inspira a imaginar proyectos como ese. No es un campo pelado que para él es estéril para innovación. De sus once hijos, Faustino espera que alguno quiera dedicarse al trabajo en la finca agroecológica. Sabe que la vida en el campo es dura, que es “un sacrificoo poco valorado” pero también sabe que es necesario que hayan personas formadas que se dediquen a la agricultura porque “de ahí sale la alimentación para la vida humana”.

“Quizás por la necesidad alguno de ellos tendrá que dedicarse a esto. Podrán derribar un árbol pero siempre tendrá su relevo. Si esta planta es de limón y yo la quiero convertir en mango, buena es la idea. La renovación no implica nada malo, pero destruir y no construir sí”.

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