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22/03/13 PRÓLOGO www.upf.edu/materials/huma/central/fonts/materials/carpinid.htm 1/40 GIOVANNI CARPINI, Historia Mongolorum, en GIL, J. (1993). En demanda del Gran Khan. Madrid: Alianza Editorial. Imprimir Prólogo .- Comienza La historia de los mongoles, a los que nosotros llamamos tártaros 1. A todos los fieles de Cristo a cuyas manos llegue la presente obra, fray Juan de Pian del Cárpine, de la Orden de los frailes menores, embajador de la Sede Apostólica en los tártaros y en los otros pueblos del Oriente, gracia de Dios en el presente y gloria en el futuro y victoria triunfal sobre los enemigos de Dios y de Nuestro Señor Jesucristo. 2. Al dirigirnos por orden de la Sede Apostólica a los tártaros y a los otros pueblos del Oriente, una vez conocida la voluntad del señor Papa y de los reverendos cardenales decidimos encaminar primero nuestros pasos a los tártaros, pues temíamos que por su causa se cerniera un peligro inminente sobre la Iglesia de Dios. Y aunque nos asaltaba el temor a ser muertos o sometidos a perpetuo cautiverio por los tártaros u otros pueblos, así como a padecer hambre, sed, frío, calor, afrentas y un sinfín de penalidades superiores casi a nuestras fuerzas, todo lo cual - y mucho más de lo que antes habíamos supuesto - nos sobrevino por multiplicado, salvo la muerte y la esclavitud de por vida, sin embargo no regateamos esfuerzo alguno por cumplir la voluntad de Dios acatando la orden del Señor Papa y por ser de alguna utilidad a los cristianos o, al menos, por poder, una vez bien calado el designio y la intención de los tártaros, manifestarlo a los cristianos, no fuera que los pillaran desprevenidos en un ataque por sorpresa, como ya sucedió otra vez por culpa de los pecados de los hombres, e hiciesen gran carnicería en el pueblo cristiano. 3. Por esta razón, a lo que hemos escrito en vuestro provecho, para que os prevengáis, le habéis de prestar tanto mayor crédito por cuanto todo, bien lo hemos visto con nuestros propios ojos, dado que durante un año y cuatro meses y más viajamos a través de su tierra y en su compañía y residimos entre ellos, bien lo hemos escuchado de boca de cristianos que están cautivos en su tierra y que, a nuestro juicio, son hombres dignos de fe. En efecto, habíamos recibido del Sumo Pontífice la orden de ver y observar todo con diligencia, encargo que cumplimos celosamente tanto nosotros como fray Benito de Polonia, de la misma Orden, que fue nuestro compañero de fatigas y nuestro intérprete. 4. Y si en vuestra tierra se ignora algo de lo que hemos escrito para ilustraros, no debéis por ello tacharnos de embusteros, porque os referimos lo que vimos nosotros o lo que oímos dar por cierto a otras personas que estimamos fidedignas; que gran crueldad es difamar a alguien por el bien que hace. Capítulo 1. Sobre la tierra de los tártaros, la calidad de la misma y el temple de su clima 1. Estando a punto, pues, de escribir los hechos de los tártaros, para que el lector pueda encontrar la materia con más facilidad, la distribuiremos por capítulos en el orden siguiente: primero

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22/03/13 PRÓLOGO

www.upf.edu/materials/huma/central/fonts/materials/carpinid.htm 1/40

GIOVANNI CARPINI, Historia Mongolorum,

en GIL, J. (1993). En demanda del Gran Khan. Madrid: Alianza Editorial.

Imprimir

Prólogo .- Comienza La historia de los mongoles, a los que nosotros llamamos tártaros

1. A todos los fieles de Cristo a cuyas manos llegue la presente obra, fray Juan de Pian del

Cárpine, de la Orden de los frailes menores, embajador de la Sede Apostólica en los tártaros y en

los otros pueblos del Oriente, gracia de Dios en el presente y gloria en el futuro y victoria triunfal

sobre los enemigos de Dios y de Nuestro Señor Jesucristo.

2. Al dirigirnos por orden de la Sede Apostólica a los tártaros y a los otros pueblos del Oriente,

una vez conocida la voluntad del señor Papa y de los reverendos cardenales decidimos encaminar

primero nuestros pasos a los tártaros, pues temíamos que por su causa se cerniera un peligro

inminente sobre la Iglesia de Dios. Y aunque nos asaltaba el temor a ser muertos o sometidos a

perpetuo cautiverio por los tártaros u otros pueblos, así como a padecer hambre, sed, frío, calor,afrentas y un sinfín de penalidades superiores casi a nuestras fuerzas, todo lo cual - y mucho más

de lo que antes habíamos supuesto - nos sobrevino por multiplicado, salvo la muerte y la

esclavitud de por vida, sin embargo no regateamos esfuerzo alguno por cumplir la voluntad de Dios

acatando la orden del Señor Papa y por ser de alguna utilidad a los cristianos o, al menos, por

poder, una vez bien calado el designio y la intención de los tártaros, manifestarlo a los cristianos, nofuera que los pillaran desprevenidos en un ataque por sorpresa, como ya sucedió otra vez por

culpa de los pecados de los hombres, e hiciesen gran carnicería en el pueblo cristiano.

3. Por esta razón, a lo que hemos escrito en vuestro provecho, para que os prevengáis, le habéis

de prestar tanto mayor crédito por cuanto todo, bien lo hemos visto con nuestros propios ojos,

dado que durante un año y cuatro meses y más viajamos a través de su tierra y en su compañía y

residimos entre ellos, bien lo hemos escuchado de boca de cristianos que están cautivos en su tierra

y que, a nuestro juicio, son hombres dignos de fe. En efecto, habíamos recibido del Sumo Pontífice

la orden de ver y observar todo con diligencia, encargo que cumplimos celosamente tanto nosotros

como fray Benito de Polonia, de la misma Orden, que fue nuestro compañero de fatigas y nuestro

intérprete.

4. Y si en vuestra tierra se ignora algo de lo que hemos escrito para ilustraros, no debéis por ellotacharnos de embusteros, porque os referimos lo que vimos nosotros o lo que oímos dar por cierto

a otras personas que estimamos fidedignas; que gran crueldad es difamar a alguien por el bien que

hace.

Capítulo 1. Sobre la tierra de los tártaros, la calidad de la misma y el temple de su clima

1. Estando a punto, pues, de escribir los hechos de los tártaros, para que el lector pueda encontrar

la materia con más facilidad, la distribuiremos por capítulos en el orden siguiente: primero

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hablaremos de la tierra; segundo, de sus habitantes; tercero, de sus ritos; cuarto, de sus

costumbres; quinto, de su imperio; sexto, de su manera de guerrear; sétimo, de las regiones que

sometieron a su dominio; octavo, de cómo se ha de hacerles frente en el combate; y último, del

viaje que hicimos, de la corte del emperador y de los testigos que nos encontraron en tierra de los

tártaros.

2. Sobre su tierra nos proponemos tratar en el orden siguiente: hablaremos primero de su situación;

segundo, de su calidad, y tercero, del temple de su clima.

3. Su tierra se encuentra en la parte de Oriente donde, según creemos, el oriente se junta con el

aquilón. Al oriente linda con la tierra de los kitaos y también con la de los solangos; al mediodíacon la tierra de los sarracenos; entre occidente y mediodía con la tierra de los uiros; al occidente

con la comarca de los naimanos, y al aquilón la rodea el mar océano.

4. La tierra es algo montuosa en unos lugares y llana en otros, pero casi toda su superficie es un

pedregal muy arenoso. En determinados parajes crecen pequeños bosques, pero por lo demás el

suelo carece completamente de vegetación; en consecuencia, tanto el emperador como los

príncipes y el resto del pueblo cuecen su comida y se sientan a un fuego hecho de estiércol de buey

y de caballo. La tierra no da fruto más que en su centésima parte, y ni siquiera ésta lo puedeproducir si no la riegan las aguas corrientes; mas allí hay pocos hontanares y regatos, y poquísimos

ríos, razón por la que no existen ni villas ni ciudades, a excepción de una que se llama Caracorum yque es muy hermosa, según se dice. Nosotros no llegamos a verla, pero estuvimos a media jornada

de distancia, cuando nos encontrábamos en la sira orda, que es la corte mayor del emperador. Yaunque la tierra sea estéril para lo demás, es apropiada, si no en grado sumo, al menos sí lo

suficiente para la cría de ganado.

5. Su clima es destemplado a maravilla, pues en mitad del verano, cuando en otras partes suele

hacer el mayor calor, rompen el cielo grandes truenos y rayos, que matan a buen número depersonas; y en esa misma estación caen grandísimas nevadas y se desencadenan también tan

intensas borrascas de vientos helados, que a veces apenas se puede cabalgar fatigosamente . Y así,cuando estábamos ante la orda —de esta suerte se llaman entre ellos las tiendas del emperador y

de los príncipes—, yacíamos en tierra postrados por la fuerza del viento, y no podíamos ver acausa de la nube de polvo. No llueve nunca en invierno, sino en verano, y ello con frecuencia, pero

tan poco que, en ocasiones, no llega a humedecer el suelo y las raíces de la yerba. También caen amenudo fortísimas granizadas. Y así, cuando fue elegido el emperador e iba a ser elevado al trono,

estando nosotros en la corte, descargó tal pedrisco que, de resultas del deshielo repentino, segúnnos enteramos a ciencia cierta, se ahogaron en aquella corte más de ciento sesenta hombres, y

fueron arrastrados muchos enseres y casas. En verano hace asimismo de repente un gran calor, yde pronto un frío terrible. Durante el invierno en unos sitios caen nevadas grandísimas, en otros muypequeñas.

6. En resumen: su tierra es anchurosa, pero por lo demás, como comprobamos con nuestros

propios ojos, pues pasados cinco meses y medio viajando por ella, es mucho más mísera de lo quequepa expresar con palabras.

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Capítulo II. Sobre sus personas, sus vestidos, sus moradas, sus enseres y sus casamientos

1. Habiendo hablado de la tierra, nos toca hablar de sus habitantes. Primero describiremos la

complexión de sus cuerpos; segundo, hablaremos de sus casamientos; tercero, de sus vestidos;cuarto, de sus moradas, y quinto, de sus enseres.

2. Su complexión física es diferente por completo a la de todos los demás hombres. En efecto,

entre los ojos y entre los pómulos su cara es más ancha que la del resto del género humano, y suspómulos, además, sobresalen mucho de las mandíbulas. Tienen nariz chata y pequeña, ojos chicos

y párpados levantados hasta las cejas. Por regla general son estrechos de cintura, con pocasexcepciones. Casi todos son de corta estatura. Es muy raro que les salga barba, mas a algunos les

crecen en el labio superior y en el mentón unos pelillos cortos, que no se afeitan en absoluto. En lacoronilla llevan coronas a modo de clérigos, y se rasuran el cráneo, de una oreja a otra, como unostres dedos de ancho, afeitado que unen a la corona susodicha; igualmente se afeitan la frente

también como dos dedos de ancho, pero se dejan crecer hasta las cejas el pelo que les nace entrela corona y este último rasurado, y lo llevan largo a fuerza de cortarlo más en las sienes que en

medio del cráneo; el resto del pelo se lo dejan crecer como las mujeres, y con él se hacen dostrenzas, que aran una y otra detrás de las orejas. Sus pies son pequeños.

3. Tienen cuantas mujeres pueden mantener: éste cien, aquél cincuenta, otro diez, quién más, quién

menos. Se unen por regla general con todas sus parientas, a excepción de madre, hija y hermanauterina; pero se pueden casar con las hermanastras por parte de padre y también con las esposas

de su padre. El hermano pequeño (y, si no, el miembro más joven de la familia), está obligado atomar en matrimonio a la mujer del hermano mayor después de la muerte de éste. A todas las

demás mujeres las toman por esposas sin distinción alguna, y las compran por buenos dineros a suspadres. Después del fallecimiento del marido no es fácil que la mujer contraiga segundas nupcias, ano ser que alguien quiera casarse con su madrastra ".

4. Los vestidos tanto de los hombre como de la. mujeres están cortados por el mismo patrón. Nousan capas, mantos, capuchas o pieles, y las túnicas las llevan de bocarán, jamete o brocado deoro. Su hechura es la siguiente: están abiertas de arriba abajo y se doblan sobre el pecho; se atan

con un nudo en el lado izquierdo y con tres en el derecho; y en el lado derecho están tambiénabiertas hasta las mangas. Las pellizas, sean de la clase que sean, están hechas de la misma forma:

la pelliza exterior tiene la piel vuelta hacia fuera, pero está abierta por la espalda, y está provista deuna pequeña cola que cuelga por detrás hasta las rodillas.

5. Las mujeres casadas llevan una túnica muy ancha, abierta por delante hasta el suelo. Se tocan lacabeza con un objeto redondo hecho de mimbre o de corcho, que sube hasta un codo de largo y

remata en su cúspide en un cuadrado; se va ensanchando gradualmente de abajo arriba, y corona

su punta una varita larga y delgada de oro, plata o madera, o también una pluma; ese objeto está

cosido sobre un sombrerito que cuelga hasta los hombros; y tanto el sombrerito como el adornosusodicho está cubierto de bocarán, jamete o brocado de oro. Sin ese tocado no se presentan ante

los hombres, y gracias a él se diferencian de las demás mujeres. A las mozas y doncellas a duras

penas se las distingue de los varones, porque se visten en todo como ellos. Se cubren con un

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sombrerito diferente al de los demás pueblos, cuya forma no podemos describir de manera

inteligible.

6. Tienen viviendas redondas dispuestas a modo de tiendas y hechas de varas y estacas finas.

Arriba, en su centro, se abre una abertura redonda por donde entra la luz y sale el humo, ya que en

medio de la morada tienen siempre lumbre encendida. Cubren de fieltro las paredes y el techo, y

hacen también de fieltro la entrada. Sus viviendas son unas grandes y otras pequeñas, según elrango o el número de habitantes. Las hay que se montan y desmontan con presteza, y se llevan

sobre bestias de carga; otras no pueden desarmarse, sino que las transportan en carros. Para tirar

de un carro cargado de una casa pequeña basta un buey, pero para arrastrar una grande son

menester tres, cuatro o más bueyes, según el tamaño que tenga. Vayan adonde vayan, a la guerra oa lo que sea, las llevan siempre consigo.

7. Son muy ricos en ganado: camellos, bueyes, ovejas y cabras; y poseen tal cantidad de caballos yde yeguas como no creemos que tenga el resto del mundo; carecen por completo de cerdos y de

otros animales.

8. El emperador, los capitanes y los demás nobles son muy opulentos en oro, plata, seda, piedraspreciosas y gemas.

Capítulo III. Sobre su culto a Dios; las cosas que creen que son pecado; susadivinaciones, purificaciones y ceremonias fúnebres, etc

1. Habiendo hablado de los hombres cumple tratar de sus creencias, que consideraremos en el

orden siguiente: primero hablaremos del culto; segundo, de las cosas que creen que son pecado;tercero, de sus adivinaciones y purificaciones, y cuarto, de sus ceremonias fúnebres.

2. Los tártaros creen en un solo dios que es también creador de todas las cosas visibles e

invisibles, y que dispensa las venturas y desdichas que acaecen en este mundo; mas no lo venerancon oraciones, alabanzas o ritual alguno. No obstante, tienen ciertos ídolos de fieltro con figura

humana, que colocan a uno y otro lado de la entrada de la tienda, y debajo de ellos ponen una

cosa de fieltro que tiene forma de mamas de mujer. Piensan que éstos protegen su ganado y queles otorgan la gracia de tener potros y leche. Confeccionan de paños de seda otros ídolos a los que

tributan grandes honores; a algunos los colocan en un hermoso carro cubierto delante de la entrada

de la tienda; y quien roba de este carro es ajusticiado sin piedad. A la hora de hacer tales ídolos, se

juntan todas las principales dueñas que viven en el campamento y los confeccionan devotamente.Después de terminados, sacrifican una oveja y se la comen y queman sus huesos al fuego. Cuando

enferma un niño, hacen igualmente un ídolo de la misma manera y lo prenden encima de su cama.

Los jefes de diez mil, de mil y de cien hombres tienen siempre un macho cabrío en mitad de la

tienda.

3. A estos ídolos les sacrifican la primera leche de sus yeguas y ganados. Asimismo, antes de

empezar a comer o a beber, les hacen ofrenda de sus viandas y de su bebida, Cuando matan algún

animal, presentan su corazón en una copa al ídolo que está en el carro, y allí lo dejan hasta elamanecer; entonces lo retiran de ese lugar, lo cuecen y se lo comen. Delante de la tienda, como

vimos nosotros delante de la orda de este emperador, colocan también con gran unción en un

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carro un ídolo dedicado a su primer emperador, al que hacen grandes ofrendas; incluso suelen

consagrarle caballos, de los que nadie se atreve a montar hasta que mueran, así como otros

animales, a los que, en caso de matarlos para comer, no les rompen ningún hueso, sino que losqueman al fuego. Se postran ante él ídolo como ante un dios, con el rostro vuelto al mediodía, y

obligan a hacerle reverencia algunos nobles que se han sometido a su dominio.

4. Así sucedió hace poco que cuando Miguel, uno de los grandes duques de Rusia, fue a rendirpleitesía a Bati, se vio obligado primero a pasar entre dos fuegos. Después le dijeron que se

arrodillase mirando al mediodía ante Chinguis Kan. Él respondió que sé postraría de grado ante

Bati y sus criados, pero que no se inclinaría ante la imagen de un difunto, porque a los cristianos noles estaba permitido hacer tal cosa. Y como una y otra vez se lo conminase a ponerse de hinojos, y

él se negase a ello, le indicó el Kan susodicho por medio del hijo de Yeroslao que recibiría la

muerte si no se arrodillaba. Él replicó que prefería morir a transgredir 1a ley. El Kan le mandó

entonces a un sayón, que no paró de darle puntapiés en el vientre contra su corazón hasta que elduque desfalleció. En ese trance uno de sus caballeros, que estaba presente, lo alentó diciendo:

«Ten valor, porque este castigo no durará largo tiempo, y de inmediato seguirá el gozo eterno». A

continuación el duque fue degollado con una espada; y también a aquel caballero se le cortó la

cabeza con una espada.

5. Además veneran con devoción al sol, la luna, el fuego, el agua y la tierra, ofreciéndoles las

primicias de su bebida y alimentos, y muy en particular al alba, antes de comer o beber. Y como no

guardan ningún mandamiento relativo al culto de Dios, a nadie que sepamos han obligado hastaahora a renegar de su fe y de su religión, a excepción de ese Miguel de quien se ha hablado antes.

Qué harán en el futuro lo ignoramos; pero algunos suponen que, si alcanzan el dominio del mundo

—¡Dios no lo quiera!—, forzarán a todos los hombres a postrarse ante ese ídolo.

6. Otra cosa que pasó mientras estuvimos en su tierra fue que Andrés, duque de Cherneglove,

comarca que se encuentra en Rusia, fue acusado arte Bati de sacar caballos de la tierra de los

tártaros y de venderlos en otros lugares; y aunque no se probó la acusación, fue ajusticiado. Al oíresa nueva, el hermano pequeño acudió en compañía de la viuda ante el dicho Kan Bati, para

suplicarle que no les confiscase sus dominios. El Kan le dijo al joven que tomase por esposa a la

mujer de su hermano carnal, y a la mujer le ordenó que recibiese por marido a su cuñado, según la

costumbre de los tártaros. Ella contestó diciendo que preferiría morir antes que violar la ley deDios. El Kan, sin embargo, se la entregó al adolescente, aunque ambos ofrecieron cuanta

resistencia podían; y llevaron a los dos a un lecho y pusieron al mozo sobre la viuda, que gritaba y

lloraba, y los obligaron a unirse en cópula carnal.

7. Aunque no guardan ningún mandamiento sobre la manera de hacer el bien o huir del mal, no

obstante observan algunas supersticiones que dicen que es pecado cometerlas, las cuales se las han

inventado ellos o sus antepasados. Una es clavar el cuchillo en el fuego, tocar de alguna manera elfuego con el cuchillo, sacar del caldero la carne con el cuchillo y cortar leña con el hacha junto al

fuego; en efecto, piensan que en tal caso se le cortaría la cabeza al fuego. Otra es apoyarse en el

látigo con el que azuzan el caballo, pues no usan espuelas, y tocar con él las flechas. Otra, cazar o

matar los polluelos de las aves; azotar el caballo con la jáquima; quebrar un hueso con otro; verteren el suelo leche u otra, bebida o comida; orinar en la tienda - y quien lo hace aposta es

ajusticiado, y en caso contrario está obligado a pagar una fuerte suma al adivino para que lo

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purifique y haga pasar entre dos fuegos, la tienda y los enseres que hay en ella; pero antes de esta

purificación nadie se atreve a entrar dentro de la casa ni a sacar nada fuera -; asimismo, si a alguien

se le ofrece un bocado de carne y no lo puede tragar, sino que lo vomita, se cava un agujero pordebajo de la tienda y se lo extrae por ese agujero, y después se le da muerte sin piedad; matan

igualmente a quien pisa el umbral de la tienda de algún capitán. Y observan muchas otras cosas

parecidas a éstas, que sería prolijo enumerar.

8. En cambio, entre ellos no es pecado alguno matar a los hombres, invadir las tierras ajenas,

apoderarse injustamente de los bienes del prójimo, fornicar, agraviar a otras personas y obrar

contra las prohibiciones y los mandamientos de Dios.

9. Nada saben de la vida eterna ni de la condenación perpetua, aunque creen que después de

morir vivirán en otro mundo y multiplicarán sus rebaños, comerán, beberán y harán las demás

cosas que hacen los que viven en este siglo.

10. Se entregan con pasión a adivinaciones, agüeros, haruspicios , sortilegios y conjuros, y cuando

les responden los demonios, creen que les habla un dios; a este dios lo llaman Itoga, si bien los

comanos le dan el nombre de Kam, y lo temen y honran a maravilla, le hacen muchas ofrendas, lepresentan las primicias de su comida y bebida y obran en todo según sus dictados. Cuando se

disponen a realizar una nueva acción, la comienzan en luna nueva o en luna llena, por lo que llaman

a la luna gran emperador y se arrodillan ante ella y le rezan plegarias; afirman también que el sol es

la madre de la luna, porque ésta recibe la luz del sol. Y por decirlo de una vez, creen que todo lopurifica el fuego; así cuando llegan a su presencia embajadores, príncipes u otras personas

cualesquiera, tanto ellos como los regalos que traen es menester que pasen entre dos fuegos para

ser purificados, no sea que hayan hecho un sortilegio y sean portadores de algún veneno u otromaleficio. Asimismo, si cae del cielo un rayo sobre una res o un hombre, cosa que allí sucede con

frecuencia, o les sobreviene otra desgracia por la que se consideren impuros o infortunados, es

preciso que los purifiquen de igual modo los adivinos. Y en eso cifran casi toda su esperanza.

II. Cuando alguno de ellos enferma de muerte, se clava una lanza en el suelo y se enrolla en ella un

fieltro negro; a partir de entonces ningún extraño se atreve a entrar en el término de sus tiendad. Alcomienzo de la agonía se alejan casi todos del moribundo, ya que nadie que asista a una defunción

puede entrar en la orda de un capitán o del emperador hasta después de pasadas nueve lunas.

12. De fallecer el doliente, si pertenece a la nobleza, lo entierran a escondidas en el lugar del

campo que mejor les parezca. Lo sepultan con una de sus tiendas, sentado en su centro, y delante

de él ponen una mesa, una fuente llena de carne y una copa de leche de yegua. Con él entierran una

yegua con su potro y un caballo enfrenado y ensillado; y se comen otro caballo, llenan su cuero depaja y arman el pellejo en alto sobre dos o cuatro estacas, para que tenga en el otro mundo una

tienda donde vivir, una yegua de la que tener leche y multiplicar la manada y corceles en los que

cabalgar. Los huesos del caballo que se han comido los queman por su alma: con frecuencia se

juntan las mujeres a quemar huesos por las almas de los difuntos, tal como lo vimos hacer nosotros

con nuestros propios ojos y se lo oímos contar allí a otras personas. Vimos también cómo Occodai

Kan, el padre del emperador actual, dejó crecer por su alma un matorral, por lo que ordenó que

nadie hiciese en él corte alguno; y quien le arranca una rama, según fuimos testigos. de vista, es

azotado, despojado de sus vestidos y maltratado. Y tal fue el motivo de que no nos atreviéramos a

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cortarle una vara, aunque nos hacía mucha falta para fustigar el caballo. Con el cadáver entierrantambién oro y plata; el carro donde iba el muerto lo rompen y su tienda la destruyen, y nadie se

atreve a pronunciar el nombre del difunto hasta la tercera generación.

13. Hay otra manera de sepultar a algunos nobles. Van al campo sin que nadie se entere y allí

extraen la yerba con su raíz, y hacen una gran fosa. En uno de sus lados cavan otra fosa

subterránea, donde ponen debajo del muerto al siervo que más quería; y éste yace bajo el cadáver

hasta que empieza a dar las últimas boqueadas; entonces lo sacan para que pueda respirar. Repitenla misma operación tres veces; y si sale con vida, queda libre el resto de sus días para hacer lo que

se le antoje, y goza de gran consideración en el campamento y entre los parientes del difunto. Al

cadáver lo colocan en la fosa lateral, con todo lo demás que arriba se ha dicho; después recubren

la fosa que está ante la suya, y encima ponen la yerba tal y como estaba antes, para que en

adelante no se pueda encontrar aquel lugar. Cumplen también los demás ritos de los que se ha

hablado antes, pero dejan su tienda fuera en el campo.

14. En su tierra hay dos cementerios. El primero es donde reciben sepultura los emperadores, loscapitanes y todos los nobles; y dondequiera que mueran, si buenamente es posible, allá se llevan

sus restos y se entierra con ellos mucho oro y mucha plata. El segundo es donde están sepultados

los que cayeron en Hungría, pues allí encontró la muerte buen número de guerreros. A esos

cementerios nadie se atreve a acercarse salvo los soldados que están a su custodia; quien se

aproxima es hecho prisionero, despojado de sus vestidos y muy maltratado. Así fue como

nosotros, sin saberlo, penetramos en el recinto del cementerio de los caídos en Hungría, y la

guardia vino sobre nosotros dispuesta a asaeteamos; pero como éramos embajadores ydesconocíamos los usos de la tierra, nos dejaron partir en paz.

13. A los parientes y a todos los demás que viven en las tiendas del difunto es menester purificarlos

mediante el fuego. Esta purificación se realiza de la manera siguiente; hacen dos hoguetas y junto a

ellas hincan dos lanzas, tienden una cuerda entre sus puntas y atan en ella flocaduras de bocarán.

Bajo esa cuerda y esos nudos pasan entra los dos fuegos hombres, ganado y tiendas, mientras dos

mujeres, una a cada lado, los rocían con agua y canturrean ciertos cantos. El carro que se rompa o

los enseres que se caigan allí durante la ceremonia se los quedan los adivinos. Si un rayo mata auna persona, todos los hombres que habitan en las tiendas del muerto están obligados a pasar de la

manera susodicha entre los fuegos; y nadie toca su tienda, lecho, carro, fieltros, vestidos y el resto

de sus pertenencias, sino que todos lo rechazan como impuro.

Capítulo IV. Sobre sus buenas y malas costumbres, sus usos, su comida etc.

1. Habiendo hablado de sus ritos, expondremos sus costumbres, que trataremos en este orden:

primero hablaremos de las buenas; segundo, de las malas; tercero, de sus usos, y cuarto, de su

comida.

2. Los hombres susodichos, esto es, los tártaros, son más obedientes a sus amos que ningún otro

hombre en el mundo, sea religioso o seglar, pues les tienen mucha mayor reverencia y no es fácil

que les mientan. Rara vez o nunca riñen entre sí de palabra, jamás de obra. Entre ellos no se

producen pendencias, peleas, heridas u homicidios, y tampoco existen bandoleros o grandesladrones, de suerte que las tiendas y los carros donde guardan sus riquezas no los cierran con

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cerrojos o trancas. Si se extravía algún animal, quienquiera que lo encuentre o lo deja donde está olo conduce a los hombres puestos al efecto; y sus propietarios se lo reclaman a estos últimos y lo

recuperan sin ninguna dificultad. Se respetan mucho entre sí y son muy amigos unos de otros; y

aunque la comida escasea en su tierra, sin embargo se la reparten de mil amores. Son también muy

sufridos; así aunque hayan pasado uno o dos días en ayunas sin comer nada en absoluto, no dejan

traslucir señales de impaciencia, sino que cantan y juegan como si tuviesen la panza llena. Al

cabalgar soportan grandes fríos y aguantan también grandes calores. No son hombres de remilgos.

Tampoco parece que se tengan envidia unos a otros; entre ellos no hay casi ningún pleito; nadiedesprecia al prójimo, sino que lo ayuda y lo promueve en lo que buenamente pueda.

3. Sus mujeres son castas, y no se oye entre ellos el menor reproche de adulterio, aunque algunas

de las palabras que dicen en sus chanzas son muy groseras y desvergonzadas. Rara vez o nunca

parece que surjan entre ellos desavenencias; y por muy borrachos que estén, jamás pelean en su

embriaguez ni de palabra ni de obra.

4. Enumeradas sus buenas costumbres, pasemos a las malas. Son las personas más soberbias delmundo con los demás y desprecian al resto de los hombres, o mejor dicho, los tienen como en

nada, sean nobles o plebeyos.

5. En. efecto, vimos en la corte del emperador cómo no recibía el honor debido un varón ilustre,

Yeroslao, gran duque de Rusia, ni tampoco el hijo de los reyes de Georgia, ni muchos grandes

sultanes, ni el duque de los solangos; antes bien, los tártaros que les habían sido asignados como

criados, por ruin que fuera su condición, iban delante de ellos y ocupaban siempre el primer puestoy el de mayor rango; es más, con frecuencia les era menester a los nobles sentarse a sus espaldas.

6. Son mucho más irascibles que el resto de los hombres y su condición es colérica. Son

mentirosos con los demás: casi no hay en ellos sinceridad, Al principio se muestran lisonjeros, pero

al final pican como el alacrán, pues son arteros y fraudulentos, y si pueden, embaucan a todos con

sus mafias. En el comer y en el beber y en todos sus actos son hombres muy puercos. Cuando

quieren hacer mal a alguien, lo disimulan a maravilla, para que la víctima no pueda precaverse ni

encontrar remedio contra sus enredos. Entre ellos la embriaguez es cosa honorable, y cuando unoha bebido mucho, vomita sobre la marcha y no por ello deja de seguir bebiendo. Su natural es muy

codicioso y avaro, pues son los hombres más exigentes en pedir, los más acuciosos en conservar y

los más parcos en dar. Entre ellos matar a una persona de otro pueblo es tenido en nada. Por

decirlo de una vez, es imposible poner por escrito todas sus malas costumbres, porque sería

inacabable.

7. Constituye su alimento todo aquello que sea comestible, pues comen carne de perro, de lobo,de zorra y de caballo y devoran en la necesidad carne humana. Una vez que pusieron cerco a una

ciudad de los kitaos donde vivía su emperador, la sitiaron tan largo tiempo que les faltaron las

vituallas; y como no tienen nada en absoluto que llevarse a la boca, tomaron a uno de cada diez

hombres para zampárselo. Beben hasta el liquido que expulsan las yeguas al parir los potros. Es

más, los vimos comer piojos y decían: «¿Acaso no me los debo comer, cuando ellos se comen la

carne de mi hijo y chupan su sangre?» Los vimos asimismo comer ratones.

8. No usan manteles ni servilletas. No tienen pan ni verduras ni legumbres ni nada más que carne,de la que comen tan poco, que el resto del mundo apenas podría vivir con su dieta. Si al comer la

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carne se han ensuciado mucho de grasa, se secan las manos en las polainas o en la yerba o en algo

por el estilo; los señores suelen tener unos pañitos pequeños con los que se limpian los dedos al

terminar de comer. Uno de ellos trincha la carne y otro va cogiendo los pedazos con la punta del

cuchillo y los va repartiendo a cada comensal, a unos más y a otros menos, según el mayor o

menor honor que quiera hacerles. No friegan las escudillas, y si alguna vez las enjuagan con el

caldo de la carne lo vuelven a echar en la olla. No de otro modo limpian los calderos, las cucharas

y tales enseres, silos lavan. Entre ellos se considera gran pecado permitir que se desperdicie de

alguna manera un poco de comida o de bebida; por esta razón no dejan que se arroje a los perroslos huesos hasta que no se les haya extraído el túétano. Tampoco lavan sus vestidos ni consienten

que se los laven, sobre todo a partir de la estación en que comienza a tronar hasta que termina.

Consumen gran cantidad de leche de yegua si disponen de ella, y también beben leche de oveja,

vaca, cabra y camella. No tienen vino ni cerveza ni aguamiel, salvo cuando se les envía de otros

pueblos o se les regala. Durante el invierno no tienen leche de yegua, a excepción de los ricos.

Cuecen en agua el mijo, que les sale tan claro que no pueden masticarlo, sino sólo beberlo. Cada

uno de ellos toma uno o dos vasos por la mañana, y no comen nada más durante el día; por latarde se da por cabeza un trocito de carne y se bebe el caldo de la carne. Durante el verano, como

tienen leche de yegua en abundancia, rara vez comen carne, a no ser que la reciban como regalo o

que la hayan cogido cazando algún animal o ave.

9. Tienen por ley o por costumbre matar al hombre o a la mujer a quienes hayan sorprendido en

adulterio manifiesto. Y lo mismo a una doncella: si fornica con alguien, le dan muerte tanto a ella

como a él. A quien sorprenden saqueando o robando en una tierra de su propiedad lo ejecutan sin

misericordia. A quien revela sus planes, sobre todo cuando se disponen a ir a la guerra, le dan cienbastonazos en la espalda, los más fuertes que pueda dar un gañán con una estaca. Cuando un

plebeyo comete una falta, los nobles no se la perdonan, antes bien, lo castigan con una severa

tunda de palos. No media diferencia alguna entre e’ hijo de la concubina y el de la mujer legítima,

sino que el padre da a cada cual lo que quiere; y si pertenece al linaje de los capitanes, lo mismo es

capitán el hijo de la concubina que el hijo de la mujer legítima. Por muchas esposas qué tenga un

tártaro, cada una de ellas tiene por separado su tienda y su servidumbre, y el marido bebe y come

y duerme un día con una y al siguiente con otra. Sin embargo, hay una de mayor rango, con la quevive con más asiduidad que con las demás; y aunque sean muchas, no es fácil que riñan entre sí.

10. Los hombres no trabajan en nada más que en hacer flechas y tienen también un cuidado

somero de sus rebaños; pero cazan y se ejercitan en el manejo del arco, pues todos, grandes y

chicos, son buenos arqueros. Los niños, nada más cumplir dos o tres años, comienzan a montar y

llevan el caballo y galopan, y reciben arcos en razón de su edad y aprenden a dispararlos, pues son

muy ágiles y audaces.

11. Las doncellas y las mujeres montan y galopan con destreza, como los hombres. Las vimos

llevar asimismo aljabas y arcos. Tanto hombres como mujeres aguantan largo tiempo a caballo.

Usan estribos muy cortos. Cuidan muchísimo de sus monturas o, mejor dicho, son guardianes

celosísimos de todo lo suyo. Las mujeres lo confeccionan todo: pellizas, vestidos, abarcas, polainas

y demás prendas de cuero; también conducen y reparan los carros, cargan los camellos y son muy

ligeras y esforzadas en cuanto hacen. Todas llevan zaragüelles, y algunas tiran flechas como los

hombres.

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Capítulo V. Sobre el comienzo del imperio de los tártaros y sus príncipes, y sobre el poder

del emperador y sus príncipes

1. Expuestas sus costumbres, procede hablar de su imperio. Primero trataremos de su comienzo;

segundo, de sus príncipes, y tercero, del poder del emperador y de sus príncipes.

2. En las partes de oriente hay una tierra, de la que antes se ha hecho mención, que se llama

Mongal y que estuvo habitada antaño por cuatro pueblos: uno se llamaba yekamongal, es decir,‘mongalos grandes’; el segundo sumongal, es decir, ‘mongalos del agua’, aunque ellos se daban a

sí mismos el nombre de tártaros, por un río que corre por su comarca llamado Tartar; el tercero se

llamaba merkit, y el cuarto mekrit. Todos estos pueblos tenían la misma complexión física y

hablaban la misma lengua, aunque vivían separados entre sí según las comarcas y los príncipes.

3. En la tierra de los yekamongal hubo un hombre que se llamaba Chinguis. Este comenzó a ser

«robusto cazador ante el Señor», pues aprendió a saltear a todos los hombres y a coger botín; y

entraba en otras tierras, y a cuantos podía capturar y juntar a su banda no los soltaba; ganótambién a su causa a la gente de su pueblo, que lo seguían como a su jefe en todas sus fechorías.

Este Chinguis, una vez que congregó un buen número de guerreros, empezó a luchar con los

sumongal o tártaros y dio muerte a su jefe, y tras una larga guerra sojuzgó a todos los tártaros y los

redujo a la esclavitud. Después, con todos estos combatió contra los merkitos, qué lindaban con la

tierra de los tártaros, y también los venció en ha batalla, Y prosiguiendo su avance luchó contra los

mekrit, y también salió triunfador.

4. Los naimanos, al oír que Chinguis se había engrandecido de tal suene, se enfurecieron, pues

habían tenido a un emperador que había sido muy valeroso y al que pagaban tributo todos los

pueblos antedichos. Al rendir éste el débito de toda la carne, le sucedieron en el trono sus hijos;

mas eran jóvenes y necios y, lejos de sujetar al pueblo, andaban en discordia y enfrentados entre

sí; por ese motivo el susodicho Chinguis cobró entretanto tales vuelos. Mas no por eso dejaron

ellos de hacer rebatos sobre las tierras mencionadas, y mataban a hombres, mujeres y niños y se

entregaban al pillaje.

5. Chinguis, al oír esto, reunió a todos los hombres que le estaban sometidos; y por su parte los

naimanos y los karakitaos, es decir, ‘kitaos negros’, salieron asimismo a su encuentro en un valle

angosto entre dos montañas, por el cual pasamos al dirigirños a [la corte del] emperador. Y se

entabló una batalla, en la que los naimanos y los karakitaos fueron vencidos por los mongalos; la

mayor parte de ellos fue pasada a cuchillo, y los que no pudieron escapar fueron reducidos a la

esclavitud.

6. Occodai Kan, hijo de Chinguis Kan, después de proclamado emperador edificó en la tierra de

los karakitaos una ciudad a la que puso el nombre de Omil. Cerca de ella, al mediodía, se extiende

un gran desierto, donde se asegura que viven hombres salvajes que carecen totalmente de habla y

no tienen articulaciones en sus piernas, así que, si alguna vez se caen, no pueden levantarse por si

solos sin ayuda de otros; sin embargo, están provistos de suficiente razón como para hacer fieltros

de lana de camello, con los que se visten y con los que se protegen también del viento; y si por

ventura los tártaros los atacan y los hieren con sus flechas, aplican una yerba sobre la herida yhuyen a toda velocidad.

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7. Los mongalos, regresando a su tierra, se aprestaron a luchar contra los kitaos, y levantando el

campo entraron en tierra enemiga. El emperador de los kitaos, al recibir la noticia, les salió al paso

con su ejército, y ‘se entabló una batalla’ reñida, en la que fueron derrotados los mongalos y

recibieron la muerte todos los nobles que había en su hueste, salvo siete. Por esta razón, cuándo se

les amenaza diciendo: «Pereceréis si vais contra tal tierra, ya que habita en ella gran multitud de

gente y son hombres avezados a la lucha», responden: «También antaño fuimos aniquilados y no

quedamos más que siete, y ahora hemos crecido en gran número por lo que no nos atemorizamos

ante tales cosas».

8. Chinguis y los demás supervivientes huyeron a su tierra. Después de un breve descanso,

Chinguis se preparó de nuevo para la lucha y salió en son de guerra contra la tierra de los uiros,

que son cristianos de secta nestoriana, y también los venció en combate; de ellos tomaron los

mongalos el alfabeto, pues antes no tenían escritura, y ahora a éste se lo llama alfabeto de los

mongalos.De allí avanzó contra el territorio de Sariuiur, y contra las comarcas de los karanitas, de

Voirat y de Kanana, tierras todas ellas que sometió en combate.

9. A continuación regresó a su patria. Tras un pequeño reposo, reunió a todos sus hombres y

marchó al frente de sus tropas contra los kitaos. Al término de una guerra prolongada sometió gran

parte de su tierra, y a su emperador lo encerró en la capital, que sitió por tan largo tiempo que al

ejército le faltaron por completo las vituallas. Como no tenían nada que llevarse a la boca, les

ordenó Chinguis Kan que, de cada diez hombres, sorteasen uno para comérselo. Los de la ciudad

respondían denodadamente a su ataque con sus catapultas y flechas; y cuando les faltaron galgas,

arrojaron como proyectiles oro, y sobre todo plata derretida, pues la dicha ciudad estaba atestadade riquezas. Viendo los tártaros que llevaban mucho tiempo luchando y que no podían tomarla por

asalto, cavaron una larga mina desde el campamento hasta el centro de la urbe; y abriendo el túnel

de repente, sin saberlo los cercados, irrumpieron en mitad de la ciudad y acometieron a sus

habitantes. Al mismo tiempo los de fuera lanzaron un ataque contra los defensores, y derribando las

puertas entraron en el interior; y después de dar muerte al emperador y a multitud de hombres,

tomaron la ciudad y se llevaron todo su oro, plata y riquezas. Tras poner a hombres suyos al

mando de la tierra, volvieron a su patria. Entonces, ya vencido el emperador de los kitaos, ChinguisKan se proclamó emperador. Sin embargo, a una parte de la tierra de los kitaos no la han podido

someter hasta hoy, porque está en la ribera del mar.

10. Los kitaos, de los que acabamos de hablar, son hombres paganos que poseen alfabeto propio

y tienen, según se dice, el Nuevo y el Viejo Testamento y las Vidas de los Padres, así como

ermitaños y casas construidas a manera de iglesias en las que rezan a sus horas; y cuentan que

tienen algunos santos. Adoran a un solo dios, honran a Nuestro Señor Jesucristo y creen en la vidaeterna, pero no se bautizan en absoluto. Honran y respetan nuestras Escrituras, aman a los

cristianos y hacen muchas limosnas. Parece que son hombres afables y muy humanitarios. No

tienen barba, y en los rasgos faciales se asemejan mucho a los mongalos, aunque no son tan anchos

de cara. Tienen lengua propia. No hay en el mundo mejores artesanos que ellos en todos los

oficios que ejercen los hombres. Su tierra es muy abundosa en trigo, vino, oro, seda y en todas las

cosas de las que se sustenta la naturaleza humana.

11. Chinguis, tras un corto descanso, dividió sus mesnadas, y a uno de sus hijos, de nombreTossuc, a quien también llamaban Kan, es decir, ‘emperador’, lo envié con una hueste contra los

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comanos a los que venció en un gran combate; y después de derrotarlos, volvió a su patria.

12. A otro de sus hijos lo envió también con un ejército contra los indios, y éste sometió a India la

Chica. Estos hombres, de tez negra, son sarracenos que se llaman etíopes. Este ejército fue

después a combatir contra los cristianos que habitan en India la Grande. Ante esta noticia el rey de

la tierra, llamado en lengua vulgar Preste Juan, le salió al paso tras juntar sus mesnadas, y mandó

hacer en cobre estatuas humanas que colocó sobre las sillas de los caballos, poniendo fuego en su

interior; y detrás de estas figuras de cobre montadas a caballo aposté hombres provistos de fuelles.Y así, con muchas figuras de tal porte y gran número de caballos montados de esta guisa, vino a

luchar contra los tártaros. Cuando llegó al campo de batalla, lanzó primero una carga de esacaballería, y los hombres de detrás pusieron no sé qué en el fuego que había dentro de las figuras ydieron mucho aire con los fuelles. Así fue como hombres y caballos se abrasaron en el fuego

griego, mientras el cielo se ennegrecía de humo. Entonces dispararon sus flechas, que hirieron ymataron a buen número de tártaros, de suerte que los obligaron a salir en desbandada de sus

confines. Y no hemos oído decir que los tártaros hayan vuelto jamás a atacarlos.

13. Al regresar por el desierto, según nos aseguraron en la corte del emperador unos clérigos rusos

y otras personas que habían vivido largo tiempo entre ellos, llegaron a una tierra en la cual setoparon con unos monstruos que tenían forma de mujer. Cuando se les preguntó por medio demultitud de intérpretes dónde estaban los hombres de la tierra, respondieron que todos los niños

que nacían hembras tenían aspecto humano, pero que los machos tenían forma de can. Y como elejército se demorara en esa comarca, los perros se congregaron en la otra orilla del río, y siendo

como era lo más crudo del invierno, se echaron todos al agua e inmediatamente después se

revolcaron en el polvo, y así el polvo mezclado con agua se congeló sobre su piel; al repetir muchasveces la misma operación quedaron recubiertos de una coraza de hielo, y entonces se lanzaronrabiosos a luchar con los tártaros. Las flechas que éstos les disparaban rebotaban en su piel como

si hubieran dado en una piedra; el resto de sus armas tampoco podía inferirles ningún daño. Encambio, los perros, saltando sobre ellos, hirieron y mataron a muchos a dentelladas; y así los

expulsaron de su territorio. En recuerdo de este hecho corre entre ellos un refrán: «A tu padre» (oa tu hermano) «lo mataron los perros». A las mujeres que habían hecho prisioneras los tártatos las

condujeron a su patria, y en ella vivieron hasta el fin de sus días.

14. En su retorno el ejército de los mongalos llegó a la tierra de Buritabet, y la conquistó por lasarmas. Son hombres paganos que tienen una costumbre admirable o, mejor dicho, detestable, a

saber, que cuando el padre de alguno de ellos paga a la naturaleza humana el débito mortal, reúnena toda su parentela y se lo comen, según nos aseguraron. No tienen pelos en la barba, antes bien,

llevan siempre en la mano un hierro, según vimos nosotros, con el cual se depilan de inmediato el

menor vello que les nazca. Son asimismo de aspecto muy repulsivo. De allí el ejército volvió a su

patria.

15. Al tiempo que dividió sus otras huestes, Chinguis Kan partió con sus tropas contra oriente a

través de la tierra de los kirguis, a los que no pudo vencer; y según se nos dijo en la corte, avanzóhasta las montañas del Caspio. En la parte a donde llegó aquellas montañas son de piedra imán, de

suerte que atrajeron sus flechas y sus armas de hierro. Los pueblos encerrados en el macizo delCaspio, al oír el estruendo del ejército, según se cree, comenzaron a abrir la montaña; y al volverallí en otra ocasión, al cabo de diez años, los tártaros la encontraron rota. Pero cuando trataron de

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acercarse a ellos, no lo consiguieron, porque les cerraba el paso una nube que no podían franquearen modo alguno, pues perdían la visión en cuanto llegaban a ella. Los de enfrente, creyendo que los

tártaros no se atrevían a aproximarse, se lanzaron a su vez al ataque; pero al llegar a la nubetampoco pudieron proseguir su avance por la razón expuesta. Antes de alcanzar las montañassusodichas los tártaros caminaron más de un mes por un vasto yermo.

16. Avanzando de allí todavía más al oriente, anduvieron durante más de un mes por un grandesierto, y llegaron a una tierra donde, según se nos aseguré, se veían huellas de pisadas en los

caminos, aunque no se encontraba a hombre alguno; mas tanto rastrearon el suelo que dieron conun hombre y su mujer, que condujeron ante Chinguis Kan. Cuando éste les preguntó dónde se

hallaban los habitantes de la comarca, respondieron que vivían en tierra debajo de las montañas.Chinguis Kan, reteniendo a la mujer, despachó a aquel hombre a su pueblo con la orden de quevinieran a someterse. Fue éste y les transmitió punto por punto el mandato de Chinguis Kan; y ellos

replicaron que en el día fijado acudirían a su presencia a rendirle acatamiento. Entretanto, sereunieron por senderos ocultos bajo tierra y fueron a combatirlo y, atacándolo de improviso, dieron

muerte a gran número de tártaros. Chinguis Kan y los suyos, viendo que, lejos de lograr algún éxitosufrían por el contrario bajas, y como probando asimismo que no podían soportar el fragor del sol

- antes bien, a la hora de su orto les era preciso poner una oreja en tierra y tapar fuertemente laotra para no escuchar el terrible estruendo, y ni aun así lograban evitar que por esta causa muriesenmuchos de los suyos - huyeron y salieron de la comarca susodicha, pero se llevaron consigo a

aquella pareja, es decir, al hombre y a la mujer, los cuales vivieron hasta su muerte en el país de lostártaros. Al ser preguntados por qué vivían bajo tierra, respondieron que en un tiempo del año,

cuando salía el sol, se producía tamaño estrépito que los hombres no lo podían aguantar de ningunamanera, como se ha dicho antes que les ocurrió a los tártaros; y es más, que entonces tocaban sus

bandurrias, tambores y demás instrumentos para no escuchar aquel fragor.

17. Al volver de aquella tierra al ejército le faltaron los víveres, así que sufrió un hambre atroz. Sedio entonces el caso de que encontraron las entrañas de un animal que todavía no estaban

putrefactas; las recogieron, y quitándoles sólo los excrementos, las cocieron y las llevaron anteChinguis Kan, y éste las compartió con ellos. Por este motivo estableció Chinguis Kan que no se

desperdiciase ni la sangre ni las entrañas ni parte alguna de un animal que fuese comestible, aexcepción de las heces.

18. De allí regresó a su patria y promulgó en ella muchas leyes y ordenanzas que los tártaros

guardan a rajatabla, de las cuales sólo nos referiremos a dos. La primera es que todo aquel que,henchido de soberbia, pretenda proclamarse emperador por su propia autoridad y sin elección de

los príncipes, reciba muerte inmisericorde, razón por la que antes de la elección de Cuyuc Kan fueajusticiado uno de los príncipes, sobrino del propio Chinguis Kan, pues quería reinar sin haber sido

elegido. La segunda es que los tártaros han de sojuzgar toda la tierra y que no deben hacer pacescon ningún pueblo que no les rinda pleitesía, hasta que les toque a ellos mismos la hora de su

aniquilamiento.

19. Han combatido durante cuarenta y dos años, y deben dominar el mundo antes de diez y ochoaños; después, según dicen, han de ser vencidos por otro pueblo, tal y como les fue vaticinado,

aunque no saben cuál ha de ser éste. Y los que puedan escapar con vida, según dicen, habrán deabrazar la religión que tengan los vencedores. También estableció Chinguis Kan que el ejército se

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organizara por capitanes de mil, de cien, de diez y también de tinieblas, es decir, de ‘diez mil’

hombres.Asimismo instituyó muchas otras cosas que sería prolijo enumerar, y que por otra partedesconocemos. Murió herido de un rayo, después de haber dado cumplimiento a todas sus leyes yfueros.

20. Tuvo Chinguis Kan cuatro hijos. El primero se llamó Occodai, el segundo Tossuc Kan, eltercero Chiadai y no sabemos el nombre del cuarto; de estos cuatro descienden todos los

capitanes de los mongalos. El primero, es decir, Occodai Kan, tuvo los hijos siguientes: Cuyuc, elprimogénito, que ahora es el emperador, Cocten et Siremun; no sabemos si tuvo más. Los hijos de

Tossuc Kan son: Bati - el más rico y poderoso después del emperador -, Ordu - el más veteranode todos los capitanes -, Siban, Bora, Berca, Taut; los nombres de los demás los desconocemos.Los hijos de Chiaday son: Buri, Cadan y otros cuyos nombres se nos escapan. Los hijos de ese

otro hijo de Chinguis Kan cuyo nombre ignoramos son los siguientes: uno se llama Mengu, y sumadre es Soroctan - que es la señora más ilustre de todas, a excepción de la madre del

emperador, y la más poderosa entre todos los tártaros, quitando a Bati -; otro se llama Bichac; ytuvo otros hijos más, cuyos nombres nos son desconocidos.

21. He aquí los nombres de los capitanes: Ordu - que estuvo en Polonia y en Hungría - ; Bati,Buri, Siban, Dinget - todos éstos estuvieron en Hungría -; Chirpodan - que todavía se encuentraen Ultramar luchando contra el sultán de Damasco y otros que están en Ultramar. Los que han

permanecido en su patria son los siguientes: Mengu, Cocten, Sirenen, Hubilai, Siremun, Sinocur,Tuatemur, Caragai, Sibedei - un anciano que entre ellos se llama ‘el caballero’ - , Bora, Berca,

Mauchi, Corensa - pero éste es el de menor rango -. Hay otros muchos capitanes, mas ignoramossus nombres.

22. El emperador de los tártaros ejerce un poder admirable sobre todos. Nadie se atreve aacampar en ningún lugar si él no se lo asigna, y es él quien ordena dónde han de residir loscapitanes; los capitanes hacen lo mismo con los jefes de mil hombres, éstos con los jefes de den y

estos últimos con los jefes de diez. Todo cuanto se les mande, en cualquier lugar u ocasión, seapara guerrear, morir o vivir, lo obedecen a ciegas. Incluso si el Kan les pide una hija virgen o una

hermana, se la entregan sin rechistar; es más, todos los años o al cabo de ciertos años reúnedoncellas de todos los territorios de los tártaros, y si quiere quedarse con alguna, se la queda, y las

restantes las reparte entre sus hombres, como mejor le parece.

25. Envía como embajadores a los que quiere, adonde quiere y cuando quiere, y es menesterproveerlos sin tardanza de caballos de refresco y de comida; y vengan de donde vengan sus

embajadores o recaudadores de tributos, hay que darles asimismo caballos, carros y sustento. Encambio, los embajadores procedentes de otros países padecen grandes miserias tanto en su

manutención como en su vestuario, porque sus alimentos son malos y escasos, sobre todo cuandovan a [la corte] de los príncipes y deben prolongar su estancia, púes se da tan poco de comer a

diez hombres que con tal ración apenas podrían vivir dos; en efecto, ni durante la estancia en lacorte ni durante el viaje se les da más de una comida al día, y ésa muy escasa. Por otra parte, nohay manera de presentar una queja si reciben algún agravio, por lo que les es menester sufrir con

paciencia las afrentas. Encima, tanto los príncipes como los nobles y los plebeyas les piden muchosregalos, y si no se les ofrece nada, desprecian o, mejor dicho, tienen en nada a los embajadores; y

si éstos han sido enviados por grandes personajes, se niegan a recibir un presente de poca monta,

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antes bien dicen: «Venís de parte de un magnate, y ¿tan chica cosa nos dais?» Por eso no se dignanaceptar el regalo, y los embajadores, si pretenden encarrilar su negocio, se ven obligados a dar

otro mayor. Así fue como nos vimos abocados a gastar por fuerza en presentes la mayor parte deldinero que los fieles nos habían dado para sufragar el viaje.

24. Se ha de saber que todas las cosas están sujetas al poder del emperador hasta tal extremo que

nadie osa decir «esto es mío» o «es de aquél», sino que todo pertenece al emperador: hacienda,hombres? y yeguas. Y sobre este particular el emperador ha promulgado hace poco un decreto.

Igual poder absoluto tienen en todo los capitanes sobre sus hombres, pues los tártaros estánrepartidos entre sus capitanes; y tanto los vasallos del emperador como los demás están obligados

a proveer sin rechistar a los embajadores de los capitanes, adondequiera que hayan sido enviados,de caballos de refresco y de alimentos, así como de mozos que guarden las monturas y que sirvana sus personas. Los capitanes y los demás están obligados a dar de tributo al emperador yeguas

para su provisión de leche por uno, dos o tres años, según le plazca; y los vasallos de los capitanesdeben hacer lo mismo con sus señores, pues entre ellos nadie es libre. En resumen, el emperador y

los capitanes les toman a los tártaros lo que quieren y cuanto quieren de su hacienda; y en cuanto asus personas, disponen de ellas a su antojo en todo.

25. Muerto el emperador, como arriba se ha dicho, se juntaron los capitanes y eligieron emperador

a Occodai, hijo de Chinguis Kan. Este, habido consejo con sus príncipes, dividió sus ejércitos. ABati, que le tocaba en segundo grado de parentesco, lo envió contra la tierra de Altisoldán y el país

de los biserminos, que a pesar de ser sarracenos hablan la lengua comana. Y Bati, cuando entró enesa comarca, combatió contra ellos y los venció por las armas; sólo una ciudad, llamada Barchin, le

resistió largo tiempo, pues sus habitantes habían cavado gran número de fosas a su alrededor y lashabían cubierto, de suerte que cuando asaltaban la ciudad caían en la trampa; y así, no pudieron

tomarla hasta haberlas cegado todas.

26. Al oír esta noticia, los hombres de una ciudad llamada Yanikint salieron al encuentro de lostártaros para ponerse voluntariamente en sus manos. En compensación los tártaros no destruyeron

sus edificios, pero mataron a muchos de sus vecinos y deportaron a los demás. Después de cogidoel botín, la poblaron con otros habitantes, y marcharon contra la ciudad de Ornas, que era muy

populosa, ya que vivían en ella muchos cristianos —esto es, gázaros, rusos, alanos y otros— ysarracenos —que tenían el mando—, y que estaba muy colmada de riquezas, pues se hallaba a laribera de un río que corre por Yanikint y el país de los biserminos y que desemboca en el mar; por

este motivo era una especie de puerto, y los demás sarracenos obtenían de ella grandísimosbeneficios. Los tártaros, como no podían tomarla de otra manera, desviaron el río que la

atravesaba e inundaron su suelo anegando hombres y haciendas. Hecho esto, entraron acontinuación en tierra de los turcos, que son paganos.

27. Habiéndolos vencido, los tártaros marcharon contra Rusia e hicieron allí una gran carnicería.Asolaron ciudades y fortalezas y dieron muerte a sus habitantes. Pusieron sitio a Kiovia, que es lasede metropolitana de Rusia, y después de un prolongado asedio la tomaron y pasaron a cuchillo a

sus moradores. Así, cuando pasamos por aquella comarca, encontramos tiradas en el suelo unsinfín de calaveras y huesos de muertos, pues aquella ciudad había sido muy grande y populosa; y

ahora ha quedado reducida casi a la nada, pues apenas hay en ella doscientas casas, y sushabitantes están- sometidos a la mayor de las servidumbres. Los tártaros, prosiguiendo su avance,

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devastaron toda Rusia a sangre y fuego.

28. Los capitanes susodichos dejaron a su espalda Rusia y Comania y combatieron contra loshúngaros y los polacos. Muchos de estos tártaros murieron en Polonia y Hungría; y si los húngaros,en vez de darse a la fuga, hubieran resistido como hombres, los tártaros habrían salido de sus

fronteras, porque se apoderé de ellos tal miedo que todos trataban de huir. Mas Bati, con laespada desnuda, les plantó cara diciendo: «No huyáis, porque si huís, no escapará nadie; y si

hemos de morir, muramos todos, ya que entonces habrá venido nuestra destrucción, como vaticinéChinguis Kan; y si ha venido ya esa hora, hagámosle frente». Entonces los tártaros cobraron

ánimos, reagruparon sus filas y arrasaron Hungría.

29. A su vuelta llegaron a la tierra de los morduanos, que son paganos, y los vencieron encombate. Y continuaron su avance contra Bileros, que es Bulgaria la Grande, y la asolaron por

completo. Después, marchando todavía al aquilón contra Bascart, es decir, Hungría la Grande,también la derrotaron..

30. Saliendo de esa tierra se adentraron más al aquilón y llegaron a los parositas, que tienenvientres pequeñitos y boca diminuta, según se nos dijo, y que, en vez de comer, cuecen la carne y,una vez cocida, se ponen sobre la olla y aspiran el humo, y se sustentan sólo del vaho; y si comen

algo, es un bocado minúsculo.

31. Reanudando su avance llegaron a los samoyedos, hombres que, según se cuenta, viven

únicamente de la caza, y sus tiendas y vestidos están hechos sólo de pieles de animales.Prosiguiendo su marcha llegaron a una tierra situada a orillas del océano, donde se encontraron con

unos monstruos que, según se nos aseguró con firmeza, tenían en todo forma humana, menos ensus pies, que terminaban en pezuñas de buey tenían cabeza humana pero cara de perro; y hablabandos palabras a la manera de los hombres y a la tercera ladraban como un can; y aunque a cierto

tiempo intercalaban ladridos, tornaban no obstante al hilo de su discurso, y así se podía entender loque decían. Desde allí los tártaros volvieron a Comania, donde hasta hoy residen algunos de ellos.

32. Al mismo tiempo Occodai Kan envió a Chirpodan con un ejército al mediodía, contra loskirguis, y éste los venció en combate. Son hombres paganos que no tienen pelos en la barba y que,

cuando se les muere el padre, tienen la costumbre de arrancarse por tristeza una tira de piel deoreja a oreja en señal de duelo.

33. Obtenida esta victoria, marché al mediodía contra los armenios. Al cruzar un desierto,

encontraron unos monstruos que, según se nos dio por cieno, tenían también forma humana, peroestaban provistos sólo de un brazo con una mano en mitad del pecho y de un único pie, y

disparaban el arco entre dos. Corrían con tanta presteza, que los caballos no podían darlesalcance. Lo hacían saltando sobre aquel único pie, y cuando les entraba el cansancio, pasaban a

voltearse sobre su mano y su pie como trazando un círculo; a éstos Isidoro los llamó ciclópedes ycuando se fatigaban de ir así, volvían a correr como antes. Dieron muerte a algunos de ellos, ysegún nos conté en la corte uno de los clérigos rusos que viven con el emperador, vinieron de su

parte vados embajadores a la corte del emperador para tratar de paz. Los tártaros, prosiguiendosu avance, llegaron a Armenia, y la vencieron en combate, así como a una parte de Georgia; el

resto les rindió pleitesía, y les dio de tributo cuarenta mil hipérperas año, y todavía les paga lamisma cantidad.

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34. Los tártaros prosiguieron su marcha hasta la tierra del sultán de Urum, que era muy grande ypoderoso, y también combatieron con él y lo derrotaron. Después continuaron sus guerras y

victorias hasta la tierra del sultán de Damasco; en la actualidad señorean esa comarca y sedisponen a conquistar otras tierras situadas más allá todavía: hasta el día de hoy no han regresado asu patria. El mismo ejército marché contra la tierra del califa de Bagdad, que fue igualmente

sojuzgada; éste les da de tributo cuatrocientos besantes al día, sin contar los brocados de oro ydemás presentes. Todos los años el emperador despacha una embajada al califa para que venga

ante su vista. Este, además del tributo, le envía anualmente grandes regalos, pidiendo que le presten

apoyo. El emperador recibe los regalos, y no obstante manda por él reclamando su presencia.

Capítulo VI. Sobre su manera de combatir, la organización de su ejército, sus armas, sus

estratagemas, su crueldad para con los prisioneros, su forma de asediar las plaza fuertessu perfidia para con los que se les rinden, etc.

1. Habiendo hablado de su imperio, es hora de tratar de su manera de combatir en el ordensiguiente: primero, de la organización de su ejército; segundo, de sus armas; tercero, de susestratagemas; cuarto, de su crueldad para con los cautivos; quinto, de su forma de tomar los

castillos y las ciudades, y sexto, de la perfl4ia que muestran con los que se les rinden.

2. En lo que toca a la organización del ejército Chinguis Kan dejé dispuesto lo siguiente: que a cada

diez hombres los mandase uno, el que entre nosotros se llama jefe de diez (decanus); que a cadadiez jefes de diez los mandase otro, el llamado jefe de cien (centenarius); que el mando de diez

jefes de cien lo tuviese otro, que se llama jefe de mil (millenarius); y que al frente de diez jefes demil estuviese otro, número que entre ellos se llama tinieblas. A todo el ejército lo dirigen doscapitanes o tres, de manera sin embargo que el mando supremo lo tenga uno solo.

3. Cuando entran en combate, si de un destacamento de diez hombres huye uno, dos, tres oincluso varios, todos los fugitivos son condenados a muerte. Si huyen los diez, todos reciben

también la muerte, a no ser que se dé a la fuga el resto de los cien. Para abreviar: de no producirseuna desbandada general, se ajusticia a cuantos huyen. De la misma manera, si uno o dos o más selanzan con audacia al ataque y no los sigue el resto de los diez, también estos son ajusticiados; y si

uno o varios de un grupo de diez caen prisioneros y sus camaradas no los liberan, sobre éstosrecae asimismo la pena capital.

4. Todos han de estar provistos como mínimo de las siguientes armas: dos o tres arcos, o al menosuno bueno, tres aljabas grandes llenas de flechas, un hacha y cuerdas para arrastrar las máquinas

de guerra. Los ricos tienen espadas de punta aguda, de un solo filo y de hoja un poco curva; uncaballo con coraza; grebas, casco y loriga. Algunos tienen de cuero tanto su propia loriga como lacoraza del caballo. La hacen de la siguiente manera: toman tiras de cuero de buey o de otro animal

de un puño de anchura, embrean tres o cuatro tiras al tiempo y las atan con lazos o cordeles; en latira superior pasan los cordeles por el borde inferior, en la inferior por el del centro, y así

sucesivamente, de modo que, cuando se agachan, las tiras de abajo se montan sobre las de arribay de esta suerte se doblan y hasta se triplican sobre el cuerpo.

5. La coraza del caballo se compone de cinco piezas. Dos de ellas van una a un lado y otra al otro

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del caballo; se extienden de cabeza a cola y se atan a la silla y, después de la silla, al lomo, y

también al cuello. Cubren las ancas con otra pieza, en el punto donde se enlazan las ataduras de lasdos partes susodichas, y hacen en ella un agujero para sacar la cola. Delante del pecho colocanotra. Todas ellas cuelgan hasta las rodillas o hasta las junturas de las patas. Sobre la frente ponen

una lámina de hierro, que se sujeta a las piezas anteriores por uno y otro lado del cuello.

6. La loriga consta de cuatro piezas. Una cubre desde el muslo hasta e1 cuello, si bien se acopla ala complexión del cuerpo humano, porque se ciñe delante del pecho y se tornea en derredor deltorso por brazos y axilas. Otra pieza va por la espalda hasta los riñones, protegiendo desde el

cogote hasta la pieza que abraza el cuerpo; estas dos piezas, a saber, la anterior y la posterior, seabrochan mediante hebillas a dos láminas de hierro que van sobre los hombros. Llevan en cada

brazo otra pieza, que cubre desde el hombro hasta la mano y que también está abierta por debajo.Por fin, se ponen otra pieza en cada pierna. Todas ellas se ajustan con hebillas.

7. El casco por encima es de hierro o de acero, pero la parte circular que protege el cuello y lagarganta es de cuero; todas las piezas de cuero se hacen según el procedimiento explicado arriba.

8. Estas armas hay quien las tiene de hierro. Se hacen de la siguiente manera forjan una plancha

delgada de una pulgada de anchura y de un palmo de longitud, y como ésta muchas más; en cadauna de ellas abren ocho agujeros pequeños, y colocan por dentro tres tiras estrechas y fuertes;

ponen las planchas una encima de otra cómo en escalera, y las van atando a las tiras concorrehuelas finas que pasan por los orificios antedichos; por la parte superior pasan una correhuela

que va doblada por ambos lados y que se sujeta con otra, para que las planchas queden bien ysólidamente ensambladas. Forman así como una tira de planchas, y después van atando todo porpiezas, como queda dicho arriba. Ésta es la manera de fabricar las armaduras tanto de los hombres

como de los caballos, que bruñen tanto que se puede uno mirar en ellas.

9. Algunos tienen lanzas, y el cuello del hierro de la lanza provisto de un garfio, para desazonar al

adversario, a ser posible. La longitud de sus flechas es de dos pies, un palmo y dos pulgadas; ydada la variedad de pies, anotamos la medida del pie geométrico: cuatro granos de cebada

equivalen a una pulgada y dieciséis pulgadas hacen un pie geométrico. El hierro de las flechas esmuy punzante, y corta por ambos lados como una espada de doble filo; junto al carcaj llevansiempre una lima para amolar las saetas. El hierró tiene una estaquilla puntiaguda de una pulgada de

longitud, que se encaja en el ástil.

10. Disponen de escudos hechos de mimbre o de varitas, pero no creemos que los lleven sino a

combatir fortalezas y a montar la guardia del emperador y de los príncipes, y ello sólo de noche. Sesirven asimismo de otras flechas distintas, de tres pulgadas de anchura, para disparar a aves,

animales y a hombres desarmados; y también utilizan otros tipos diferentes de flechas para dar cazaa aves y animales.

11. Cuando van a la guerra, envían por delante corredores que no llevan consigo más que sus

fieltros, sus caballos y sus armas. Éstos no cogen botín ni incendian las casas ni matan el ganado,sino que sólo hieren y degüellan a los hombres y, si no es posible otra cosa, los ahuyentan, aunque

disfrutan más en darles muerte que en ponerlos en fuga. A esa avanzadilla la sigue el ejército, quesomete a pillaje cuanto encuentra, y apresa o acuchilla a los hombres que pueda descubrir; sin

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embargo, los jefes del ejército mandan después por todas partes en busca de hombres y ganado asalteadores, que son muy diestros en seguir su rastro.

12. Cuando llegan a un río, lo cruzan, incluso si es caudaloso, de la siguiente manera. Los

principales llevan un cuero redondo y liviano, cuyo borde todo en derredor está provisto de unaserie de asas, por las que pasan una cuerda y aprietan el lazo. Forman así tina especie de vientre

cóncavo, que llenan de ropa y otros objetos, y después aprietan muy bien unas cosas con otras. Acontinuación colocan en el centro la silla y los demás enseres duros. Los hombres se sientan en el

medio y atan a la cola del caballo esta barca así preparada. Delante del caballo hacen que nade ala par un hombre para guiarlo, aunque alguna vez disponen de dos remos con los que se impulsanhasta la otra orilla; y así pasan el río. A los caballos los empujan al agua; un hombre nada junto al

animal y lo guía, y el resto de la yeguada lo sigue; y así cruzan corrientes y grandes ríos. Los máspobres tienen un morral de cuero bien cosido - y están obligados a tener uno cada uno -, y en ese

morral o saco meten su ropa y todos sus enseres y aprietan muy fuertemente sus bordes, que dejancolgar de la cola del caballo, y pasan como arriba se ha dicho.

13. Preciso es saber que, cuando divisan al enemigo, arremeten contra él, disparando cada uno deellos tres o cuatro flechas al adversario; y si ven que no pueden vencerlo, vuelven grupas hacia lossuyos. Ésta es una treta para que los contrarios los persigan hasta él lugar donde está tendida la

emboscada; y una vez que el enemigo los ha seguido a la celada, lo rodean y entonces lo hieren ylo matan. Si ven que avanza contra ellos un gran ejército, unas veces se alejan de él como una o

dos jornadas de distancia e invaden por otra parte la tierra y la saquean y dan muerte a sushabitantes y arrasan y devastan la ¿marca; pero si ven que tampoco pueden maniobrar de ese

modo, retroceden a diez y hasta doce jornadas de distancia, y acampan en un lugar seguro, hastaque se disperse la hueste enemiga; entonces vuelven por sorpresa y arrasan todo el país, pues en laguerra son los hombres más astutos del mundo, dado que hace ya cuarenta años y más que pelean

con otros pueblos.

14. Cuando van a entablar combate, forman todos los escuadrones en el orden en que han de

pelear. Los capitanes o los caudillos del ejército no entran en lucha, sino que se plantan a lo lejosenfrente del ejército enemigo; a su lado se colocan sus hijos, montados a caballo, sus mujeres y sus

corceles; alguna vez mandan poner figurines sobre los caballos, y ello para dar la impresión de seruna gran multitud de guerreros.Contra el frente enemigo envían un escuadrón formado por los

prisioneros y los demás pueblos que les siguen, en el que tal vez vayan algunos tártaros. El resto delos escuadrones, compuesto por los soldados más aguerridos, lo lanzan por las alas dando un gran

rodeo, para que no lo vea el contrario, y así lo cercan y lo apretujan en el centro. Entoncescomienzan la lucha por todas panes. Y siendo ellos a veces pocos en número, el enemigo, al verse

rodeado, cree que son muchos, en particular cuando ve a los niños, mujeres, caballos y maniquíesque están con el capitán general o el caudillo del ejército, pensando que son soldados y así caepresa del pánico y se da a la fuga.En el caso de que el enemigo se defienda con valor, le dejan un

camino para escapar,y no bien ha comenzado a huir y a desbandarse, le dan alcance y matanentonces más hombres en la persecución que los que habrían podido acuchillar en la batalla. Con

todo, se ha de saber que, de tener elección, por su voluntad no libran combate, sino que primerohieren y matan con sus flechas a hombres y a caballos; y cuando el adversario desfallece ya por las

heridas, entonces entablan la lucha.

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15. Las fortalezas las toman de la manera siguiente. Si el castillo lo permite, lo asedian, es más,

algunas veces lo vallan, para que nadie pueda entrar o salir. Después lo baten muy reciamente concatapultas y flechas, sin cesar de combatir ni de día ni de noche, para que no tengan respiro losdefensores, mientras los tártaros descansan, pues dividen los escuadrones y se relevan en la lucha a

fin de no fatigarse en exceso. Si no pueden tomar la plaza por ese procedimiento, lanzan el fuegogriego; es más, algunas veces suelen coger la grasa de los hombres que matan y la arrojan

hirviendo sobre las casas de los sitiados; y el fuego, dondequiera que caiga, arde en esa mantecade forma inextinguible, aunque se puede apagar, según se dice, echando encima vino o cerveza; y si

toca la carne, cabe sofocarlo frotándola con la palma de la mano.

16. Si ni aun así consiguen la victoria y la ciudad o la fortaleza tiene un río, desvían su curso o lehacen otro cauce e inundan el castillo, si pueden. Si no, lo minan, y un destacamento armado.

penetra por una galería en la ciudad; y cuando están dentro, unos le prenden fuego para quemarla,mientras los otros combaten con los defensores. Si ni aun así logran su objetivo, construyen frente a

ella su propio castillo o baluarte para resguardarse de los dardos enemigos, y prolongan largo

tiempo el asedio, a no ser que el adversario cuente con la ayuda exterior de un ejército que luchecontra los tártaros y los obligue a retirarse por la fuerza. Durante el cerco profieren palabras dehalago y hacen muchas promesas, todo para que los sitiados se rindan. Si se entregan les dicen:

«Salid, para que os censemos a nuestra manera». Y una vez que han salido, les preguntan quiénesde ellos son artesanos, y a éstos les perdonan la vida, pero a todos los demás los matan a golpe de

hacha, a excepción de los que quieran guardar como esclavos. Y aunque puede que perdonen aalgunos, como se ha dicho, no respetan jamás a los hombres de pro y de alcurnia; y si así ocurre

por alguna contingencia, éstos no pueden salir jamás de su cautiverio ni por súplicas ni porrescates.

17. A todos los prisioneros de guerra los matan, a menos que quieran quedarse con algunos para

convertirlos en esclavos. A los condenados a muerte los distribuyen entre los jefes de cienhombres, para que éstos los hagan ejecutar a golpe de hacha; y estos últimos los reparten entre los

prisioneros, y a cada esclavo le dan a decapitar diez cautivos más o menos, según la voluntad delos jefes.

Capítulo VII. Sobre cómo hacen las paces; los nombres de las tierras que hanconquistado; la tiranía que ejercen sobre sus habitantes y las comarcas que les han

ofrecido gallarda resistencia

1. Habiendo descrito su manera de combatir, hemos de hablar de las tierras que sometieron a su

dominio. Procederemos en el orden siguiente: primero, hablaremos de cómo hacen las paces;segundo, de los nombres de las tierras que han conquistado; tercero, de la tiranía que ejercensobre ellos, y cuarto, de las tierras que les han ofrecido gallarda resistencia.

2. Se ha de saber que no hacen la paz con nadie que no se les rinda, ya que, como antes se hadicho, tienen orden de Chinguis Kan de someter, a ser posible, el mundo entero a su dominio. Las

condiciones que imponen en la rendición son que los vencidos vayan en campaña con ellos acombatir contra quien sea cuando a ellos así les plazca, y que les den el diezmo de todo, tanto de

los hombres como de la hacienda. Así, de cada diez mozos que censan se quedan con uno, y otro

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tanto hacen con las doncellas, y se los llevan a su tierra y allí los tienen como esclavos; a los demáslos empadronan y ordenan según su costumbre.

3. Pero cuando ya tienen dominio pleno sobre ellos, no cumplen ninguna de las promesas que

hicieron, sino que buscan todos los achaques que se les ofrecen para abusar de los sometidos. Asícuando estábamos en Rusia, llegó un sarraceno de parte de Cuyuc Kan y de Bati, a lo que se dijo;

y este gobernador, según se nos contó después, a todo hombre que tuviera tres hijos le quitabauno; y cogía a los solteros, y otro tanto hacía con las mujeres que no tenían marido legítimo; del

mismo modo deportaba a los pobres que vivían mendigando; al resto del pueblo lo censó a suusanza, ordenando que todos, jóvenes y ancianos y hasta el niño de un día, fueran pobres o ricos,pagasen como tributo lo siguiente: una piel de oso blanco, una de castor negro, una de cebellina

negra, una piel de un animal negro que hace su madriguera bajo tierra, cuyo nombre no sabemoscómo se dice en latín y que los polacos y los rusos llaman dojori, y una piel de zorra negra; so

pena de que, quien no entregara este tributo, seria conducido a tierra de los tártaros y reducido aesclavitud.

4. A los príncipes de las tierras sojuzgadas los hacen llamar para que se presenten ante ellos sindemora. Cuando éstos acuden, no los reciben con los honores debidos, sino que los tratan igualque a personas de baja estola, y los obligan a hacer grandes regalos tanto a los capitanes como a

sus mujeres y a los jefes de mil y de cien hombres; es más, todos sin excepción, sus siervosincluidos, les piden presentes con gran insolencia, y no sólo a ellos, sino también a sus embajadores

cuando se los envían.

5. A unos les urden artimañas para matarlos, como se ha referido de Miguel y de otros; a otros les

dejan volver a su patria, para atraerse a los demás; a otros los asesinan con ponzoñas o veneno. Suintención es dominar ellos solos la tierra, y por eso maquinan argucias tiara eliminar a los nobles. Alos que autorizan a partir les exigen dejar en rehenes a sus hijos o sus hermanos, a quienes después

no permiten volver jamás, como le sucedió al hijo de Yeroslao,a cierto duque de los alanos y aotros muchos; y si muere el padre o el hermano sin heredero, no ponen en libertad al hijo o al

hermano, sino que se apoderan por completo de su principado, como vimos que pasó con elduque de los solangos.

6. En la tierra de los nobles a quienes permiten el regreso a la patria ponen bascacos o‘gobernadores’, a los que han de obedecer, al más mínimo ademán que hagan, tanto los duquescomo el resto del pueblo; y si los habitantes de una ciudad o de una comarca no cumplen las

órdenes de los bascacos, éstos los acusan de rebeldía, y así destruyen la ciudad o comarca ymatan a sus habitantes haciendo venir un fuerte ejército de tártaros, los cuales acuden por mandato

del gobernador a quien está sujeta la tierra sin que sus habitantes lo sepan, y caen sobre ellos deimproviso, como ha ocurrido hace poco, cuando estábamos todavía en suelo tártaro, con una

ciudad que habían poblado de rusos en territorio de comanos. Y no sólo el jefe de los tártaros queha usurpado la tierra o su gobernador, sino cualquier noble tártaro que pase por la ciudad oatraviese la comarca se comporta como si fuera el señor de ella, sobre todo si es de elevada

alcurnia.

7. Además, piden y obtienen sin contradicción alguna el oro, la plata y todas las otras cosas que

quieren, cuando se les antoja y como les place. Encima, si surge algún litigio entre los príncipes que

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se han rendido, es menester que éstos acudan ante el emperador a seguir su pleito. Así les ocurrió

ahora a los dos hijos del rey de Georgia. El uno era legitimo y el otro nacido en adulterio: éste sellamaba David y el legítimo Melic. El padre le había dejado al hijo natural una parte de su reino; elotro, que era el más pequeño, vino juntamente con su madre a [la corte] del emperador, porque el

bastardo, David, ya se había puesto en camino. La madre del legítimo, Melic, a saber la reina deGeorgia, gracias a la cual su marido había empuñado el cetro —pues allí el trono se transmite por

línea femenina—, murió en el viaje. A su llegada a la corte, uno y otro repartieron inmensosregalos, y en particular el legítimo, que reclamaba la tierra que su padre había dejado a su hijo

David, siendo así que no la debía heredar por ser un bastardo; pero el otro argüía: «Aunque seahijo de una concubina, pido sin embargo que se me haga justicia según las costumbres de lostártaros, que no establecen ninguna diferencia entre los hijos de la mujer legítima y los de la

barragana». Así se dictó sentencia contra el hijo legítimo, ordenando que David, el mayor de edad,fuera su vasallo, pero que gobernara en paz y sosiego la tierra que le había dado su padre; así que

Melic perdió las dádivas repartidas y el pleito entablado contra su hermano.

8. También reciben tributo de pueblos muy apartados y que lindan con otras naciones, a los cuales

temen de algún modo y que no les están sometidos, y presumen de misericordiosos por no llevarsus ejércitos contra ellos, o bien a fin de que los demás no tengan miedo a rendirse. Así hasucedido con los obesos o georgianos, de quienes reciben como tributo cuarenta mil hipérperas o

besantes. Por lo demás, a éstos les dejan vivir en paz todavía; sin embargo, según hemos entendidode los propios tártaros, se disponen a hacerles de nuevo la guerra.

9. Los nombres de las tierras que han sojuzgado son los siguientes: kitaos, naimanos, solangos,karakitaos o ‘kitaos negros’, Kanana, Tumat, Voirat, karanitos, uiur, sumoal, merkitos, mekritos,

Saríuiur~ Bascart —esto es Hungría la Grande—, kirguis, Cosmir, sarracenos, biserminos,turcomanos, Bileros —esto es, Bulgaria la Grande—, Catora, comuchos, Buritabet, parositas,casos, alanos o asos, obesos o georgianos, nestorianos, armenios, kanguit, comanos, brutachos —

que son judíos—, morduos, torcos, gázaros, samoyedos, persas, tatos, India la Chica o Etiopía,circasos, rusos, Bagdad, sartos. Hay muchas otras tierras, pero desconocemos su nombre. Hemos

visto hombres y mujeres de casi todas las regiones susodichas.

10. Los nombres de los pueblos que les han presentado denonada resistencia y todavía no lesestán sometidos son los siguientes: India la Grande, Mangia, una parte de los alanos, una parte de

los kitaos y los saxos. A una ciudad de los saxos, según se nos contó en la corte, la asediaron eintentaron el asalto; pero los cercados construyeron catapultas contra sus catápultas y

desmantelaron todos los ingenios de los tártaros, de modo que éstos no se podían acercar a laciudad por temor a sus máquinas y ballestas. Al fin cavaron una galería subterránea e irrumpieron

dentro de la ciudad y trataron de incendiarla, mientras los demás combatían; mas los defensoresdedicaron una parte de sus tropas a apagar el fuego, mientras que la otra luchó valerosamente

contra los que habían entrado en la ciudad y mató a muchos de ellos e hirió al resto, forzándolos areplegarse. Los tártaros, en vista que no les podían causar daño y de que sufrían muchas pérdidas,se retiraron de su territorio.

11. En la tierra de los sarracenos y de los alanos, que son casi como señores entre ellos, lostártaros cogen los artesanos mejores y se sirven de ellos para toda suerte de obras. Los demás

artesanos les pagan tributo con su trabajo. La cosecha en su totalidad es almacenada en los trojes

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de los señores, pero éstos les proporcionan el grano y cuanto les basta para su manutención; aotros les dan al día por cabeza una ración muy escasa de pan y nada más, y tres veces por semanales suministran un poco de carne, mas esto sólo a los artesanos que viven en las ciudades. Además,

los amos, cuando se les antoja, cogen a todos los jóvenes con sus mujeres e hijos y los fuerzan a irtras ellos junto con su servidumbre; y éstos pasan a formar parte de los tártaros, o mejor dicho, de

los cautivos, ya que, aunque figuran en su censo, no gozan de la consideración que se tiene a lostártaros, sino que reciben trato de esclavos y son enviados a arrostrar toda suerte de peligros como

los otros prisioneros; en efecto, ocupan la primera fila en el combate, y si hay que franquear unpantano o un vado peligroso, son los primeros en tantear el paso; también están obligados a

fabricar cuanto sea menester, y si en algo yerran o no obedecen al más mínimo ademán, sonazotados como borricos.

12. En una palabra: los artesanos tienen poco de comer, poco de beber y van vestidos de

andrajos, a no ser que puedan ganar algún dinero, como los orfebres u otros artífices de postín.Pero algunos tienen amos de tan malas entrañas que no les dejan ijada, y ellos, a causa del sinfín deobras a hacer para el amo, no tienen tiempo de trabajar para sí mismos, a no ser que roben horas

al descanso o al sueño; y eso si se les permite tener mujer y tienda propia. Los demás que están encasa como esclavos viven en el colmo de la miseria, pues los hemos visto andar muchas veces enzaragüelles de piel y con todo el torso desnudo durante el máximo ardor del estío, y en el inviernosoportan un frío terrible; a unos los hemos visto perder los dedos de los pies y de las manos por elintenso frío, y hemos oído que otros habían muerto o que habían quedado tullidos en casi todos sus

miembros por lo mismo.

Capítulo VIII. Cómo hay que hacer frente a los tártaros en la guerra; cuáles ion susintenciones; de las armas y la organización de su ejército; cómo se ha de responder a sus

estratagemas; la fortificación de los castillos y de las ciudades, y qué se ha de hacer conlos prisioneros

1. Tras haber hablado de las tierras que les están sometidas, toca tratar de cómo hay queenfrentarse a ellos en la guerra, asunto que nos parece que se ha de desarrollar en este orden:primero se dirá cuáles son sus intenciones; segundo, se hablará de las armas y de la organización

de su ejército; tercero, de cómo se debe responder a sus estratagemas; cuarto, de la fortificaciónde los castillos y de las ciudades, y quinto, qué se ha de hacer con los prisioneros.

2. El propósito de los tártaros es someter el mundo entero a su dominio, si es posible, y sobre estepunto tienen orden expresa de Chinguis Kan, como antes se ha indicado; por tal motivo su

emperador se arroga en sus cartas los títulos de «fuerza de Dios» y de «emperador de todos loshombres», y la leyenda de su sello reza: «Dios en el cielo y Cuyuc Kan en la tierra, fuerza de Dios.Sello del emperador de todos los hombres» Así, según queda dicho, no hacen paz con nadie queno se someta a su dominio. Y como no hay país en el mundo al que teman, a excepción de laCristiandad, por ello sé aprestan a combatir contra nosotros. En consecuencia, han de saber todos

que, durante nuestra estancia en tierra de los tártaros, asistimos a la corte solemne, convocadamuchos años antes, en la que eligieron en presencia nuestra a Cuyuc como emperador, título queen su lengua se dice Kan; y elsusodicho Cuyuc Kan con todos sus príncipes alzó su bandera contra

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la Iglesia de Dios y el Imperio romano y contra todos los reinos de los cristianos y los pueblos deOccidente, si no prestaban obediencia a las órdenes que daba al señor Papa, a los poderosos y atodos los pueblos cristianos del Occidente.

3. Y esto no se debe hacer de ninguna manera, según nos parece. En primer lugar, por la esclavitudterrible, intolerable y hasta hoy inaudita, según hemos comprobado con nuestros propios ojos, a laque reducen a cuantos pueblos les están sometidos; en segundo lugar, porque no tienen buena fe ynadie puede confiar en su palabra, pues lo que prometen no lo cumplen, cuando ven la ocasión

propicia, y son engañosos en todos sus actos y tratados. Su propósito es eliminar de la tierra atodos los príncipes, nobles, caballeros y hombres de pro, como se ha dicho arriba, y esto lo hacenvaliéndose de tretas y ardides para con sus súbditos; en tercer lugar, porque es indigno que loscristianos les rindan pleitesía en razón de sus prácticas abominables, y porque el culto de Diosquedaría reducido a la nada y nuestras almas perecerían y nuestros cuerpos padecerían más de lo

que imaginar quepa, pues al principio son halagüeños, pero al final pican y dañan como el alacrán;en cuarto lugar, porque son inferiores en número y más débiles físicamente que los puebloscristianos.

4. En la corte susodicha fueron elegidos los soldados y los caudillos del ejército; de cada diezhombres mandarán a tres, junto con su servidumbre, de todas las tierras sometidas a su

jurisdicción. Un ejército entrará por Hungría y otro por Polonia, según se nos dijo, y vendrándispuestos a luchar sin pausa durante dieciocho años, que es el plazo que les ha sido concedidopara sus conquistas. En marzo pasado encontramos pregonada la leva en todos los territorios delos tártaros por los que pasamos al volver a Rusia. Dentro de tres o cuatro años vendrán a

Comania, y desde Comania caerán sobre los reinos antedichos; mas ignoramos si emprenderán laguerra de inmediato, nada más terminar el tercer invierno, o si todavía esperarán a mejor ocasiónpara atacarnos de improviso.

5. Todo esto es cieno y verdadero, a no ser que el Señor, con su misericordia, les ponga algunatraba, como hizo cuando vinieron sobre Hungría y Polonia. En efecto, debían avanzar luchando

durante treinta años, pero entonces fue asesinado su emperador con un tósigo, motivo que les hahecho descansar hasta hoy de las armas. Mas ahora, que ya ha sido elegido un nuevo emperador,se preparan a reanudar la guerra. Se ha de saber que el emperador dijo de su propia boca quequería mandar un ejército contra Livonia y Prusia; y puesto que pretende arrasar toda la tierra osometerla a su servidumbre —servidumbre que es casi intolerable para nuestro pueblo, como se ha

dicho arriba,es menester medirse con ellos en combate.

6. Si los pueblos cristianos no quieren prestarse mutua ayuda, será destruida la tierra que ataquen.Con los hombres que capturen entonces harán la guerra al país comarcano, y los prisionerosocuparán la primera línea de combate; y si flaquean en la lucha, los matarán; y si pelean conbravura, los tendrán prendidos de promesas y halagos y, para que no huyan, les prometerán

hacerlos grandes señores; pero más tarde, cuando tengan la certeza de que no escaparán, losconvertirán en los siervos más desventurados del mundo, y otro tanto harán con las mujeres quequieran por criadas o concubinas. Así es como con los hombres de la tierra vencida destruyen laprovincia colindante. Y no hay un país que pueda hacerles frente por sí solo, a nuestro parecer, a

no ser que Dios quiera acudir en su socorro, porque se están concentrando para la guerra hombresde todos los confines de su imperio, como se ha dicho antes. Por tanto, silos cristianos quieren

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salvarse a sí mismos y a la Cristiandad, es preciso que se junten en uno reyes, príncipes, barones yseñores feudales, y que envíen de común acuerdo un ejército a presentarles batalla, antes de quecomiencen a esparcirse por la tierra, ya que, una vez que hayan empezado a desparramarse por susuelo, nadie estará en condiciones de prestar ayuda al vecino, pues ellos, organizados por

escuadrones, buscan por todas partes a los hombres y los matan; y si unos se hacen fuertes en uncastillo, dejan tres o cuatro mil hombres o más en torno de la fortaleza o de la ciudad para sitiarla,y continúan desperdigándose para exterminar a los habitante. de la comarca.

7. Todos los que vayan a la guerra han de tener las armas siguientes: arcos buenos y fuertesballestas, por las que sienten gran miedo, flechas en cantidad bastante, una sólida azuela de buen

hierro o un hacha de mango largo; y el hierro de las saetas —tanto las de arco como las de ballesta—, cuando esté al rojo vivo, ha de ser templado en agua salada, como hacen los tártaros, a fin deque cobre resistencia suficiente para traspasar sus corazas. Además deben tener espadas, lanzasprovistas de garfio para poder desmontarlos de la silla, pues se los desazona con grandísima

facilidad; cuchillos, lorigas dobles (porque no es fácil que sus flechas las atraviesen), cascos y otrasarmas defensivas para proteger de sus armas y saetas el cuerpo del guerrero y su caballo. Los queno estén tan bien armados como hemos dicho han de situarse en la retaguardia, al igual que hacenlos tártaros, y disparar contra ellos arcos y ballestas. No deberán reparar en gastos cuandopreparen el armamento, a fin de poder salvar sus almas, sus cuerpos, su libertad y su hacienda.

8. Han de organizar la hueste, como ellos, por jefes de mil, de cien, de diez hombres y capitanesgenerales del ejército, capitanes que no deben entrar en combate, como no lo hacen los suyos, sinoque han de vigilar y ordenar las tropas. Deben fijar el modo de avanzar todos a una a la guerra o alo que sea, según se ordene. Todo soldado que bien abandone a su compañero en el ataque o en lalucha, bien huya, debe recibir un severo castigo a menos que se haya producido una desbandada

general, porque entonces una parte de los guerreros tártaros persigue a los fugitivos y los acribilla aflechazos, y el resto lucha con los que ofrecen resistencia, de suerte que son desbaratados ymuertos tanto los que resisten como los que huyen. Igualmente debe recibir severísimo castigo elque se entregue a la rapiña antes de la derrota total del ejército enemigo: entre los tártaros se mata

sin piedad a quien tal hace. Como campo de batalla se ha de elegir, a ser posible, un lugar que seallano y que tenga visibilidad por todas partes; y los nuestros deben tener, si cabe, un gran bosque asus espaldas o a sus flancos, evitando siempre que el enemigo pueda colarse entre ellos y laespesura. Y no deben juntarse todas las tropas en un mismo cuerpo, sino que han de formarmuchos escuadrones separados unos de otros, y sin embargo no muy distantes. Contra la primera

oleada de atacantes deben enviar un escuadrón que le haga frente; y si entonces los tártarossimulan la huida, no se le. debe dar alcance por mucho trecho, sino sólo mientras haya visibilidad,no sea que los atraigan a una emboscada de las que suelen tender; y ha de estar listo otroescuadrón para ayudar al primero, si fuere menester.

9. Han de poner por todos lados centinelas, para vigilar si los otros escuadrones de los tártaros

vienen por la espalda, a derecha o a izquierda, y deben enviar siempre un escuadrón a hacer frenteal escuadrón que ataque. En efecto, los tártaros tratan siempre de copar a sus adversarios; y losnuestros han de evitar por todos los medios que se salgan con la suya, porque el ejército entonceses derrotado con suma facilidad. Por su parte, los escuadrones han de ir prevenidos a no

perseguirlos en exceso, por las celadas que acostumbran a tender, pues luchan más con maña quecon fuerza.

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10. Los caudillos del ejército deben estar siempre atentos a enviar refuerzos, si así lo requieren loscombatientes; y deben impedir asimismo que sus hombres cabalguen en demasía en alcance delenemigo, para no cansar las monturas, ya que los nuestros no disponen de gran cantidad decaballos, mientras que los tártaros no vuelven a usar el rocín en el que han montado hasta pasadostres o cuatro días, por lo que no les importa que se fatiguen, dado el gran número que tienen. Si los

tártaros se retiran, los nuestros no deberán volver grupas ni separarse unos de otros, porque elloshacen esa maniobra de distracción para dividir al enemigo, y después invadir sin resistencia la tierray asolarla en su totalidad. También deben evitar hacer los muchos gastos que acostumbran, novaya a ser que se vean forzados a regresar por la penuria y dejen a los tártaros vía libre para quelos maten a ellos y a los demás, así como para que destruyan la tierra entera y, por su vanidad, sea

blasfemado el nombre de Dios. Y si por ventura regresa algún guerrero, deben procurar condiligencia que otro reemplace su puesto.

11. Nuestros capitanes generales deben poner guardias de día y de noche en torno al campamento,para que los tártaros no caigan sobre ellos de repente y por sorpresa, ya que, como demonios,

inventan mil maneras de hacer daño. Es más, deben estar alerta día y noche, y no han de dormirdesarmados ni comer a mesa y mantel, para que no los pillen desprevenidos, dado que los tártarosvigilan a todas horas para descubrir cómo causar estrago. Los habitantes de la tierra que espera elataque de los tártaros o teme su venida deben hacer lomas ocultas, para guardar tanto la cosechacomo el resto de sus bienes, y ello por dos motivos: para evitar que caigan en manos de los

tártaros y para encontrarlos después, si Dios les es propicio. Si evacuán el país, han de quemar elheno y la paja o bien dejarlo muy bien oculto, a fin de que los caballos del enemigo tengan el menorforraje posible.

12. En el caso de que se quiera fortificar ciudades y castillos, se ha de examinar primero la calidadde su emplazamiento. El asiento del castillo debe ser tal que no pueda ser batido con catapultas y

saetas, y ha de tener agua y leña en abundancia; si cabe, su entrada y su salida ha de quedar alabrigo de un bloqueo. La guarnición debe contar con hombres suficientes para luchar por turnos;ha de velar con diligencia para que los tártaros no les roben el castillo con alguna estratagema, y hade tener sustento bastante para muchos años; pero aun así los defensores han de racionar sus

víveres, porque no saben por cuánto tiempo van a permanecer encerrados en el recinto, ya que lostártaros, cuando comienzan un asedio, lo prolongan durante largos años, como ocurre ahora entierra de los alanos con un monte que lleva cercado, según creemos, doce años; y los sitiados hanresistido con coraje y han dado muerte a muchos guerreros y nobles tártaros.

13. Las demás ciudades y castillos que no tengan esa posición deben ser rodeados

cuidadosamente de profundos fosos amurallados y de barbacanas bien fuertes, y deben tenersuficiente provisión de arcos y flechas, así como de piedras y hondas. [Los cercados] han de evitarpor todos los medios que los tártaros emplacen sus catapultas, y los han de tener a raya con lassuyas. Y si se diera el caso de que asestaran sus ingenios con algún engaño o artimaña, los debendestruir con los suyos, a ser posible, y con las ballestas, hondas y máquinas han de impedir que se

acerquen a la ciudad. Asimismo han de estar preparados para cualquier contingencia de las queantes se ha hablado. En cuanto a las fortalezas y ciudades situadas a la orilla de un río, debenprecaverse muy bien de que no se las pueda inundar Además, se ha de saber que los tártarosprefieren ver al enemigo encerrado en ciudades y castillos a combatir con él en campo abierto, y

dicen entonces que son sus cerditos metidos en una pocilga, y les ponen guardia, como arriba se ha

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dicho.

14. A los tártaros desarzonados en la refriega se los debe hacer prisioneros de inmediato, porque

desde el suelo disparan flechas con destreza, y así hieren y matan a caballos y a hombres. Si se lesperdona la vida, podría ser causa de que se alcanzara por ellos una paz casi perpetua o de que serecibiera un gran rescate a cambio, porque se profesan gran afecto unos a otros. Ya se ha indicadoantes, al describir su aspecto, la manera de reconocerlos. En el momento de su captura, si se los va

a hacer prisioneros, se los ha de poner bajo estrecha vigilancia para que no huyan. En su ejércitomilitan otros muchos pueblos a los que se podrá distinguir por el aspecto arriba indicado; y se hade saber que hay muchos soldados en su filas que, si vieran la ocasión y tuviesen la seguridad deque los nuestros no los iban a matar, lucharían contra los tártaros desde todos los flancos de suejército, según nos aseguraron ellos mismos, y les inferirían peores daños que sus enemigos

declarados.

15. Las cosas escritas más arriba las hemos dicho y referido sólo a fuer de hombres que las hanvisto y oído, y no para instruir a los varones entendidos que, por su experiencia en las lides,conocen las artes del combate; pues creemos que otra estrategia mejor y más indicada discurriránlos hombres prudentes y curtidos en la guerra, si bien tendrán ocasión y motivo de reflexionar

gracias a lo antes apuntado, ya que está escrito: «El que escucha será más sabio y el que entiendegobernará e1 timón»

Capítulo IX. Sobre las comarcas por las que pasamos y su situación; sobre los testigos que

encontramos en ellas y sobre la corte del emperador de los tártaros y de sus príncipes

1. Habiendo indicado cuál es la manera de hacerles frente en combate, hablaremos por último delviaje que hicimos, de la situación de las tierras por las que pasamos, de la organización de la cortedel emperador y de sus príncipes, y de los testigos que encontramos en tierra de los tártaros.

2. Una vez tomada la decisión de ir a [tierra de] los tártaros, según queda dicho en otro lugar,

llegamos a [la corte] del rey de Bohemia. Le pedimos consejo, por ser viejo amigo nuestro, sobrecuál sería el mejor camino para realizar nuestro viaje, y nos respondió que, a su juicio, lo másindicado sería ir por Polonia y Rusia, pues él tenía deudos en Polonia con cuya ayuda podríamosentrar en Rusia; y además de darnos una carta y buena escolta para atravesar Polonia, ordenó quese atendiera a nuestro sustento en sus tierras y ciudades, hasta que llegásemos a la corte del duque

de Silesia Boleslao, su sobrino, que era asimismo amigo y conocido nuestro. Este último nos diotambién una carta, buena escolta y manutención hasta llegar a la corte de Conrado, duque deLanciscia. Por aquel entonces, gracias a la misericordia de Dios, había venido a ella Vasilico,duque de Rusia, quien nos informó con todo pormenor sobre las cosas de los tártaros; en efecto,Vasílico les había enviado embajadores, los cuales habían regresado a su presencia y la de su

hermano Daniel, trayendo al señor Daniel un salvoconducto para pasar a [la corte de] Bati.Vasíliconos advirtió que, si queríamos ir a los tártaros, nos sería preciso llevar grandes regalos parahacerles obsequios, porque los pedían con la mayor frescura; y que el embajador que no se losdiese no podría llevar a feliz término su cometido, antes bien, sería considerado punto menos que

un pobre diablo; y ésta es la pura verdad.

3. Sin querer malbaratar por tal motivo la comisión del señor Papa y de la Iglesia, hicimos comprar

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algunas pieles de castor y de otros animales con el dinero que, en calidad de limosna, se nos habíadado como viático para no desmayar en el camino. Enterados de la situación, el duque Conrado yla duquesa de Cracovia, así como algunos caballeros y el obispo de Cracovia, nos regalaron

muchas pieles también de excelente calidad. Por su parte, el duque Conrado, su hijo el duque deCracovia, el obispo y los barones de la ciudad rogaron muy encarecidamente al duque Vasílicoque, en lo que estuviese en su mano, nos ayudase a pasar a los tártaros; y él respondió que lo haría

de buen grado. Así pues, nos llevó consigo a su tierra, nos retuvo algunos días a su costa para quedescansáramos un poco, y a petición nuestra hizo venir a sus obispos. Entonces les leímos la cartadel señor Papa, en la que los exhortaba a volver a la unidad de la Santa Madre Iglesia; y tambiénnosotros, en la medida de nuestras fuerzas aconsejamos y exhortamos a hacer lo mismo al duque,al obispo y al resto de la concurrencia; mas como, coincidiendo con la venida del duque a Polonia,

su hermano Daniel había partido al campamento de Bati y se hallaba ausente, no pudieron darrespuesta cumplida, pues para una contestación en regla era menester esperar a su vuelta.

4. Después el duque hizo que nos acompañara hasta Kiovia un criado suyo; con todo, a lo largodel camino corrimos constante peligro de muerte a causa de los lituanos, que hacen frecuentesalgaras lo más sigilosamente que pueden por las tierras de Rusia, y muy en particular por los

parajes que debíamos atravesar, y como la mayor parte de los hombres de Rusia había sidopasada a cuchillo por los tártaros o reducida a la esclavitud, no se les habría podido ofrecer la másmínima resistencia. De los rusos, no obstante, estábamos a salvo merced al criado. Así, gracias a lamisericordia de Dios que nos libraba de los enemigos de Cristo, llegamos a Kiovia, que es la sede

metropolitana de Rusia.

5. A nuestra llegada celebramos consejo con el jefe de mil hombres y con los demás principalesestantes en la ciudad sobre el camino a tomar. Estos nos indicaron que, si continuábamos nuestroviaje con los caballos que montábamos, morirían todos ellos, pues la nieve era profunda, nuestroscorceles no sabían buscar la yerba debajo de la nieve, como hacen los de los tártaros, y no se

podía encontrar ningún pienso, dado que los tártaros no tienen paja, heno o forraje. Concluida ladeliberación, decidimos dejar allí las monturas bajo la custodia de dos mozos. Por este motivotuvimos que ofrecer regalos al jefe de mil hombres, a fin de ganarnos su voluntad y conseguir quenos diera caballos de refresco y una escolta. Antes de llegar a Kiovhi, una enfermedad nos puso alas puertas de la muerte en Danilov; sin embargo, hicimos que se nos condujera en un vehículo a

través de la nieve, pasando un frío intensísimo. Una vez solventados todos estos asuntos en Kiovia,y a fin de no estorbar los intereses de la Cristiandad, emprendimos el viaje a aquellos pueblosbárbaros, saliendo de la ciudad con caballos del jefe de mil hombres y una escolta al día siguientede la fiesta de la Purificación de Nuestra Señora [3 de febrero].

6. Llegamos a un pueblo llamado Canove, que estaba bajo el dominio directo de los tártaros, y su

alcalde nos proporcionó caballos y escolta hasta otro pueblo que tenía un gobernador alano denombre Miqueas hombre «repleto de toda malicia y perversidad». Éste nos había enviado a Kioviaa unos secuaces suyos para decirnos mentirosamente, como de parte de Corensa, queacudiésemos a verlo si éramos embajadores; decía esto, aunque no era verdad, para poder

sacarnos algún regalo. Cuando nos presentamos ante él, se nos puso muy altanero, y en modoalguno se habría avenido a procurarnos una escolta de no haberle ofrecido nosotros unarecompensa, pues al ver que de otra suene era imposible proseguir el viaje, le prometimos algunosobsequios. Le dimos lo que nos pareció razonable, pero se negó a aceptarlo si no le dábamos más.

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En consecuencia, nos vimos obligados a añadir cuanto se le antojó; y algunas cosas nos lasarrebató con trampas, robos e iniquidades.

7. Partimos con él el lunes de la Quincuagésima [20 de febrero], y nos condujo hasta el primerpuesto de los tártaros. El viernes siguiente al miércoles de Ceniza [24 de febrero], cuando nos

disponíamos a acampar y el sol se aproximaba a su ocaso, se precipitaron sobre nosotros en sonmuy amenazador unos tártaros armados, preguntándonos qué clase de hombres éramos; una vezque se enteraron de que éramos embajadores del señor Papa y recibieron de nosotros un poco decomida, se marcharon de inmediato.

8. Nos levantamos con el alba, y a poco andado salieron a nuestro encuentro los jefes que estaban

en el campamento, para preguntarnos a qué habíamos venido y que misión traíamos. Lesrespondimos que éramos embajadores del señor Papa, que es el padre y señor de los cristianos, elcual nos enviaba al rey, a los príncipes y a los tártaros, porque era su deseo que todos loscristianos fuesen amigos de los tártaros y tuviesen paz con ellos; y que además, como quería que

los tártaros fuesen grandes ante Dios en el cielo, el señor Papa los exhortaba, tanto por nosotroscomo por su propia carta, a que se hicieran cristianos y abrazaran la fe de Nuestro SeñorJesucristo, porque de otro modo no podrían alcanzar la salvación; y decía además que semaravillaba de tan gran matanza como habían hecho, y sobre todo de hombres cristianos y en

especial de húngaros, moravos y polacos, que eran sus súbditos, cuando éstos no les habíancausado ningún daño ni habían intentado inferírselo; y como Dios Nuestro Señor estabagravemente ofendido por esos actos, los amonestaba a abstenerse en el futuro de perpetrar talescrímenes y a hacer penitencia de los pecados cometidos. Concluimos diciendo que el señor Papales pedía que le comunicasen sus propósitos e intenciones para el futuro, y que le respondiesen por

escrito a todos estos puntos.

9. Escuchadas y entendidas las causas y razones arriba expuestas, dijeron que estaban dispuestos aconsultar sobre ellas y a darnos caballos de refresco y escolta hasta Corensa, y al punto nospidieron regalos y los obtuvieron, pues nos era forzoso hacer de la necesidad virtud. Una vez queles dimos presentes y recibimos caballos de refresco —de los cuales acababan de desmontar ellos

mismos—, emprendimos con su escolta el viaje a (la corte de) Corensa, si bien enviaron pordelante un correo a galope tendido para comunicar a este capitán las palabras que habíamospronunciado. Corensa es el jefe de todos los que montan guardia contra los hombres deOccidente, no sea que caigan sobre los tártaros de repente y por sorpresa; a lo que oímos, tiene

bajo su mando un ejército de seis mil hombres,

10. Cuando llegamos a su campamento, nos mandó plantar las tiendas lejos de la suya y nos envióa unos procuradores que eran criados suyos a preguntarnos con qué le íbamos a hacer lareverencia, lo que equivale a decir ‘qué le íbamos a dar’. Le respondimos que el señor Papa no lesmandaba regalos, porque no tenía la seguridad de que pudiésemos llegar a su tierra; además,

habíamos atravesado lugares muy peligrosos por la amenaza de los lituanos, que salteaban confrecuencia, desde Polonia hasta casi el territorio tártaro, los caminos por los que habíamos pasado.«Sin embargo», añadimos, «lo honraremos como buenamente podamos de las cosas que tenemospara nuestro sustento, gracias a la misericordia de Dios y del señor Papa». Le dimos buen númerode presentes, pero no le fueron bastantes, sino que por terceros nos pidió más, prometiendo que

nos haría conducir en paz y sosiego si accedíamos a sus exigencias. Y esto es lo que nos vimos

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obligados a hacer por salvar la vida y llevar a buen puerto la comisión del señor Papa.

11. Recibidos los regalos nos condujeron a la orda, esto es, a su tienda, y nos advirtieron de quedoblásemos tres veces la rodilla izquierda delante de la puerta y de que tuviésemos mucho cuidadode no poner el pie en el umbral, orden que cumplimos con muchísimo cuidado, porque se castigacon la muerte a los que pisen a sabiendas el umbral de la tienda de un capitán. Ya en el interior, nos

vimos obligados a repetir hincados de rodillas todo lo que habíamos dicho antes, esta vez delantedel capitán y de todos los jefes, que habían sido convocados a este fin. También le presentamos lacarta del señor Papa; pero como el intérprete que habíamos contratado en Kiovia era incapaz detrasladar la carta, y no había otra persona en condiciones de hacerlo, se quedó sin traducir.Después de la audiencia, nos dieron caballos y una escolta de tres tártaros, dos que eran jefes de

diez hombres y el tercero un hombre de Bati, para que nos condujesen a matacaballo ante esteúltimo capitán; pues el tal Bati es, salvando al emperador, a quien debe obediencia, el máspoderoso de todos los príncipes de los tártaros.

12. El lunes siguiente, primer domingo de Cuaresma [26 de febrero], reanudamos el viaje y fuimos

al trote más ligero que podían mantener nuestras monturas, porque recibíamos caballos de refrescotres o cuatro veces casi todos los días, y cabalgábamos de sol a sol, y es mas, muchísimas vecestambién de noche; y así y todo no pudimos llegar a presencia de Bati antes del miércoles de laSemana Santa [4 de abril].

13. En el camino atravesamos de cabo a cabo la tierra de Comania, que es toda ella llana y estáregada por cuatro grandes ríos. El primero se llama Néper, y a su orilla, por el lado de Rusia,acampa Corensa, y en el lado opuesto, por las llanuras, Mauchi, que es más poderoso queCorensa; el segundo, Don, a cuya ribera acampa un príncipe llamado Carbon, que tiene poresposa a la hermana de Bati; el tercero, Volga, que es un río muy grande, a cuya orilla acampa

Bati; el cuarto se llama Iaec, y junto a él acampan dos jefes de mil hombres, uno a una orilla del río

y el otro a otra. Todos estos tártaros bajan al mar en verano, y en invierno remontan el curso de losríos hasta las montañas. Este mar es el mar Grande, del cual sale el Brazo de San Jorge que va aConstantinopla. En el Néper anduvimos durante muchos días sobre el agua helada. Todos estos

ríos son caudalosos y muy ricos en pescado, y en particular el Volga; desembocan en el mar deGrecia, que se llama mar Grande. Bordeando su costa recorrimos durante buen número de días uncamino muy peligroso en muchos lugares, pues el agua del mar se hiela en la ribera hasta unas tresleguas mar adentro.

14. Antes de llegar [a la corte de] Bati, se adelantaron dos de nuestros tártaros a darle cuenta

cumplida de todas las palabras que habíamos pronunciado ante Corensa. Al entrar en su corte, queestaba en los confines de la tierra de los comanos, se nos colocó a una legua de distancia de sutienda. Cuando nos disponíamos a ir a su presencia, se nos indicó que debíamos pasar entre dosfuegos, a lo que nos negamos en redondo; pero nos aclararon: «Id sin miedo, porque el único

motivo de haceros pasar entre dos hogueras es el de que, si pensáis hacer algún daño a nuestroseñor o si traéis algún veneno, el fuego se lleve todo el maleficio». Les respondimos: «Pasaremossólo para no incurrir en sospecha de tal felonía».

15. Al llegar a la orda nos preguntó su procurador, llamado Eldegai, con qué le íbamos hacer lareverencia, es decir, qué regalos íbamos a ofrecer a su señor. Le dimos la misma contestación que

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le habíamos dado antes a Corensa, a saber, que el señor Papa no le había enviado presentes, peroque nosotros lo honraríamos como buenamente pudiéramos de lo que teníamos para nuestro

sustento, gracias a la misericordia de Dios y del señor Papa. Dados y aceptados los regalos, elprocurador de Bati, llamado Eldegai, nos preguntó el motivo de nuestra visita, y le expusimos todocuanto habíamos dicho antes a Corensa.

16. Oídas nuestras razones, nos condujeron al interior de la tienda, no sin que hiciéramos antes una

genuflexión y recibiéramos severa advertencia de no pisar el umbral, como se ha dicho. Una vezdentro, pronunciamos postrados de hinojos nuestro discurso; y acabado el parlamento, lepresentamos la carta y le rogamos que nos facilitase intérpretes que pudieran traducirla. Nos fuerondados en Viernes Santo [6 de abril]. Con su ayuda la tradujimos escrupulosamente a lengua rusa,

sarracena y tártara. La versión le fue presentada a Bati, que la leyó y examino con atención.Después se nos condujo a nuestra tienda, pero no nos dieron nada de comer, salvo un poquito demijo en una escudilla una vez, la noche que llegamos.

17. Este Bati se rodea de muy gran boato, pues tiene porteros y los mismos servidores que elemperador. Se sienta también en un lugar elevado, como en un trono, con una de sus mujeres; los

demás, tanto sus hermanos y sus hijos como los hombres de menor rango, se acomodan másabajo, en el medio, sobre un banco; el resto se pone tras ellos en el suelo, pero los hombres a laderecha y las mujeres a la izquierda. Tiene Bati una tienda de lino grande y muy hermosa, queperteneció al rey de Hungría; salvo su familia, ningún extranjero, a no ser que haya sido llamado en

audiencia, osa acercarse a ella por muy grande y poderoso que sea, si no consta que tal es lavoluntad de Bati. Nosotros, una vez expuesto el motivo de nuestro viaje, nos sentamos a suizquierda, como hacen todos los embajadores al entrar; pero al salir de la audiencia se nos situósiempre a su derecha. En el centro, cerca de la puerta de la tienda, se coloca una mesa, sobre laque se pone la bebida en jarras de oro y de plata. Ni Bati ni ningún príncipe de los tártaros bebe

jamás, sobre todo en público, si alguien no le canta o toca la cítara. Cuando sale a caballo, se hacellevar siempre sobre su cabeza un parasol o pabelloncito armado en una lanza, y tal es el uso detodos los mayores príncipes de los tártaros, así como de sus mujeres. El tal Bati es muy afable conlos suyos, aunque todos le tienen gran miedo; es muy cruel en la lucha y muy sagaz y hastaastutísimo en la guerra, porque lleva muchos años combatiendo.

18. En Sábado Santo [7 de abril] fuimos llamados a su tienda, y salió el procurador de Bati adecirnos de su parte que fuésemos a su tierra natal a [la corte] del emperador Cuyuc, y retuvo aalguno de los nuestros con la excusa de que querían enviarlos al señor Papa. A éstos lesentregamos una carta narrando todas nuestras peripecias, para que se la llevaran al Pontífice; perosólo hicieron el camino de vuelta hasta [el campamento de] Mauchi, y allí quedaron retenidos hasta

nuestro retorno.

19. En el día de la Resurrección del Señor [8 de abril], tras decir misa y tomar un ligero almuerzo,partimos en compañía de los dos tártaros que nos había asignado Corensa y con los ojosarrasados de lágrimas, pues no sabíamos si nos dirigíamos a la vida o a la muerte. Estibamos tan

enfermos que apenas podíamos cabalgar. Durante toda la Cuaresma nuestra comida se redujo amijo con agua y sal, fuera o no día de abstinencia, y para beber no tuvimos más que nieve derretidaen el caldero.

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20. Al aquilón Comania linda, inmediatamente después de Rusia, con los morduinos, Bileros, esdecir, Bulgaria la Grande, y los bascartos, es decir, Hungría la Grande; después de los bascartoscon los parositas y samoyedos; y después de los samoyedos con los hombres que, según es fama,

tienen cara de perro, allá en el litoral del océano, en el desierto. Al mediodía linda con los alanos,los circasos, los gázatros, Grecia, Constantinopla, la tierra de los iberos, los tatos, los brutachosque se dice que son judíos y que se afeitan la cabeza, la tierra de los sicos, georgianos y armenios yla tierra de los turcos. Al occidente linda con Hungría y Rusia. Esta región es muy grande y extensa.

21. La atravesamos a uña de caballo, pues todos los días mudábamos de montura cinco o sieteveces —aunque no cuando íbamos por el desierto, como dije antes, si bien entonces recibíamoscaballos mejores y más fuertes, para que pudieran soportar un prolongado esfuerzo-, desde elcomienzo de la Cuaresma [21 de febrero] hasta ocho días después de Pascua [16 de abril]. A loscomanos los exterminaron los tártaros; algunos huyeron de su vista y otros fueron reducidos a la

esclavitud, aunque muchos de los fugitivos vuelven ahora a su patria.

22. Después entramos en la región de los kanguitas, que en muchísimos parajes sufre gran escasezde agua y a causa de ello tiene pocos habitantes. Por esta razón cuando los hombres de Yeroslao,duque de Rusia, fueron a tierra de los tártaros a reunirse con su señor, murieron de sed muchos deellos al cruzar aquel desierto. A lo largo de esa comarca, como en Comania, encontramos garan

cantidad de calaveras y huesos de muertos, tirados por el suelo a modo de estercoleros.Marchamos a través de aquella tierra desde el octavo día después de la Pascua [16 de abril] hastacasi la Ascensión de Nuestro Señor [17 de mayo]. Sus habitantes son paganos. Ni los comanos nilos kanguitas cultivan la tierra, sino que se sustentan sólo de sus animales, y en vez de construircasas viven en tiendas. También a estos últimos los aniquilaron los tártaros, que han ocupado su

tierra; y los supervivientes han sido reducidos a la esclavitud.

23. Después de la tierra de los kanguitas entramos en la de los biserminos, que hablaban y hablantodavía comano, pero guardan la ley de Mahoma. En esa comarca hallamos un sinfín de ciudadesdestruidas, castillos desmantelados y muchos poblados desiertos. Corre por ella un caudaloso río,

cuyo nombre ignoramos, a cuya orilla se alza una ciudad llamada Yanikint, otra llamada Barchin,otra llamada Orpar y muchas más, cuyos nombres también desconocemos. Esta tierra obedecía aun señor llamado Altisoldán, a quien mataron los tártaros con toda su descendencia; no sabemos sunombre propio. Sus montañas son elevadísimas. Al mediodía linda con Jerusalén, Bagdad y todo elterritorio de los sarracenos (en esa frontera acampan los capitanes Buri y Cadan, que son

hermanos carnales); al aquilón linda con una parte de la tierra de los kitaos negros 219 y termina enel océano (en ella mora Siban, que es hermano de Bati). Marchamos por su territorio desde lafiesta de la Ascensión [17 de mayo] hasta unos ocho días antes de la fiesta de San Juan Bautista[16 de junio].

24. Después entramos en la tierra de los kitaos negros, en la que sólo edificaron de nueva planta

una ciudad llamada Divult. El emperador construyó allí un palacio, al que fuimos invitados a beber,y el lugarteniente del emperador hizo que los principales de la ciudad así como dos hijos suyosbatieran palmas en nuestra presencia.

25. Al partir de allí nos topamos con un mar no muy grande, cuyo nombre desconocemos porque

no lo preguntamos. A la ribera de ese mar se eleva un pequeño monte que tiene un agujero por el

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cual, según se dice, salen en invierno tan grandes ventarrones, que apenas se puede pasar por allí yno sin correr grave riesgo; en verano se oye a todas horas el silbido del viento, pero se deslizasuavemente por la oquedad, según nos contaron los lugareños. Durante muchos días bordeamos lacosta del mar, que está cuajado de islas; por fin lo dejamos a mano izquierda. La tierra abunda

grandemente en ríos, aunque no son caudalosos; a una y otra orilla crecen bosques, pero pocotupidos. En ella acampa Ordu, que es mayor que Bati o, mejor dicho, que es el más viejo de todoslos capitanes tártaros; y allí está la orda o corte de su padre, donde habita una de sus mujeres, quela rige. En efecto, es costumbre de los tártaros no destruir las cortes de los príncipes y de losnobles, sino que siempre dejan alguna de sus mujeres a su mando, a la cual se entrega la parte de

dinero que le daba su señor [difunto]. -

26. Después llegamos a la primera orda del emperador, en la que vivía una de sus esposas. Comotodavía no habíamos visto al emperador, no quisieron invitarnos ni admitirnos a la orda sino quemandaron que se nos atendiera en nuestra tienda, con esplendidez para la costumbre de los

tártaros; y nos hicieron permanecer un día de descanso.

27. Prosiguiendo nuestro viaje, en la vigilia de San Pedro [28 de junio] entramos en la tierra de losnaimanos, que son idólatras. En el día de San Pedro y San Pablo nos sobrevino una gran nevada, ypasamos un frío espantoso. La comarca es sobremanera montañosa y fría, y tiene pocas llanuras.Estos dos pueblos no cultivan la tierra, sino que habitan en tiendas como los tártaros, que también

los exterminaron. Marchamos por aquella comarca durante muchos días.

28. A continuación entramos en la tierra de los mongalos, a los que damos el nombre de tártaros.Marchamos por ella tres semanas según nuestros cálculos, cabalgando a trote vivísimo, y en el díade Santa María Magdalena [22 de julio] llegamos a la corte de Cuyuc, que es el emperador actual.Todo este trayecto lo recorrimos a uña de caballo, porque nuestros tártaros tenían orden de

conducirnos sin tardanza a la corte solemne de la elección imperial, convocada ya hacía variosaños, para que pudiésemos llegar a tiempo. Así pues, nos levantábamos con el alba y viajábamoshasta la noche sin probar bocado, y con frecuencia llegábamos tan tarde que no comíamos, sinoque la cena se nos daba a la mañana siguiente. Por tanto íbamos a lo más que podían trotar los

caballos, sin darles respiro; pues mudábamos cada día varias veces de montura; y los quedesfallecían daban la vuelta, como antes se ha dicho. Y así cabalgamos velozmente sin parar.

29. A nuestra llegada Cuyuc mandó que se nos proveyera de tienda y comida, como suelen hacerlos tártaros, aunque a nosotros se nos atendió mejor que a los demás embajadores. Sin embargó,no fuimos llamados a su presencia, porque todavía no había sido elegido y aún no se ocupaba del

gobierno del imperio; no obstante, Batí le había enviado la traducción de la carta del señor Papa ylas palabras que le habíamos pronunciado. A los cinco o seis días de espera nos mandó a casa desu madre, donde se celebraba la corte solemne. A nuestra llegada ya se había levantado una grantienda de jamete blanco, tan espaciosa que, a nuestro juicio, podía dar cabida a mis de dos milhombres; en torno se había puesto una empalizada de madera, pintada de diversas figuras. Al

segundo o al tercer día fuimos allá con los tártaros que nos habían sido asignados de escolta. Enaquel lugar se habían juntado todos los capitanes, y cada cual, seguido de sus hombres, cabalgabaen derredor por las colinas y los campos aledaños.

30. En el primer día se presentaron todos vestidos de jamete blanco; en el segundo de rojo —fue

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entonces cuando vino Cuyuc a la tienda—; en el tercero de azul y en el cuarto de un excelentebrocado de oro. En la estacada que ceñía la tienda se abrían dos puertas grandes por una debíaentrar sólo el emperador, y no había en ella vígilancia alguna aunque estuviese abierta, porque nadieosaba entrar ni salir; por la otra pasaban todos los que tenían libre acceso a la corte, y en ellamontaban guardia unos centinelas armados de espadas, arco y flechas. Si alguien se aproximaba a

la tienda traspasando los términos fijados, recibía una tunda, de ser cogido; y si huía, era blanco delas saetas, aunque no tenían punta de hierro. Los caballos se encontraban como a dos tiros deflecha, según nuestros cálculos. Los capitanes, armados, iban a todas partes con la mayor parte desu séquito, pero nadie, a no ser en grupo de diez, podía dirigirse a la yeguada, antes bien, sezurraba con dureza a quien intentaba acercarse de otra manera. Había muchos que, a nuestro

entender, llevaban cerca de veinte marcos de oro en frenos, petrales, sillas y gualdrapas. Mientrasdeliberaban los capitanes en la tienda tratando, según creemos, de la elección del emperador, elresto del pueblo se mantenía muy alejado de la empalizada. Así se continuaba casi hasta elmediodía; entonces comenzaban a trasegar leche de yegua, y hasta la caída de la tarde bebían tanto

que era maravilla de ver. A nosotros nos llamaron dentro y nos ofrecieron cerveza, porque noqueríamos por nada del mundo leche de yegua. Al comportarse así nos hicieron gran deferencia;pero hasta tal punto nos apremiaban a beber que no lo podíamos aguantar por la falta decostumbre. Así pues, les hicimos ver que nos resultaba enojosa su insistencia, y desde entoncesdejaron de importunarnos.

31. Fuera del cercado se encontraba Yeroslao, duque de Susdal de Rusia, y varios duques de loskitaos y de los solangos, así como dos hijos del rey de Georgia, el embajador del califa de Bagdady más de diez sultanes sarracenos, según calculamos nosotros y nos dijeron los procuradores. Enefecto, había allí más de cuatro mil embajadores entre los que traían tributos, los que llevabanregalos, los sultanes, los capitanes que venían a rendir pleitesía, los hombres a quienes ellos habían

mandado llamar y los gobernadores de provincias. A éstos se los colocaba a todos juntos fuera dela empalizada y a todos juntos se les daba de beber; pero a nosotros y al duque Yeroslao nosasignaban siempre un lugar más elevado, cuando estábamos fuera con ellos. Si no nos falla lamemoria, estimamos que nuestra estancia allí se prolongó muy bien unas cuatro semanas, y

juzgamos que fue entonces cuando se celebró la elección de emperador, aunque no se hicierapública en ese lugar; y la razón que nos mueve a pensar así es que siempre que salía Cuyuc de latienda se le canturreaba y se le hacía una reverencia con unas hermosas varas cuya punta estabaadornada de lana de color grana, honores que no se hacían a ningún capitán mientras se hallabafuera. Esta corte la llaman ellos sira orda.

32. Partiendo en triunfo cabalgamos todos juntos unas tres o cuatro leguas hasta llegar a otro lugar,donde a la orilla de un río, en una amena llanura entre unas montañas, se había montado otratienda, que llaman ellos la orda de oro, en la que debía ser coronado el día de la Asunción deNuestra Señora [15 de agosto]; mas por la granizada que cayó, de la que se hizo mención antes, seaplazó la ceremonia. Aquella tienda se alzaba sobre postes cubiertos de planchas de oro, fijadas al

resto del maderamen con clavos dorados; por dentro su bóveda y paredes estaban revestidas debrocado de oro, aunque por fuera las telas eran de inferior calidad. Permanecimos allí hasta lafiesta de San Bartolomé [24 de agosto], en la que acudió un gentío inmenso. Los tártaros secolocaban mirando al mediodía; había algunos que se separaban del resto como un tiro de piedra y

avanzaban siempre más y más rezando oraciones y arrodillándose al mediodía. Como no sabíamossi entonaban conjuros o si hacían la genuflexión a Dios o a otro, no quisimos hincamos de rodillas.

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Después de gastar largo tiempo en esa ceremonia, volvieron a la tienda y sentaron a Cuyuc en eltrono imperial, y los capitanes se pusieron de hinojos ante él, y acto seguido se postró todo el

pueblo, salvo nosotros, que no éramos sus vasallos. Después empezaron a beber y, según sucostumbre, bebieron sin parar hasta el atardecer. Acto seguido se trajo en carretas carne cocidasin sal, y se repartió un cuarto por cada cuatro o cinco comensales; dentro de la tienda se sirviócarne con caldo salado a modo de salsa; y así se hizo todos los días que se celebró un banquete.

33. En aquel lugar fuimos llamados a presencia del emperador. El protonotario Chingai escribióprimero nuestros nombres y los de quienes nos habían enviado, el del duque de los solangos y losde los demás, y después los leyó en voz alta ante el emperador y todos sus capitanes. Hecho esto,cada uno de nosotros dobló su rodilla izquierda cuatro veces. Después, nos recordaron que notocásemos el suelo del umbral y nos cachearon con el mayor rigor el cuerpo sin hallar cuchillo

alguno, Finalmente entramos por la puerta oriental, porque por la occidental nadie se atreve ahacerlo a excepción del emperador o del capitán a quien pertenezca la tienda; en cuanto a losplebeyos, no se preocupan gran cosa de tales protocolos. Ésta fue la primera vez que nos concedióaudiencia después de haber sido elegido emperador, y allí recibió a todos los embajadores, aunquemuy pocos fueron admitidos en el interior de la tienda.

34. A continuación los embajadores le hicieron presentes —sedas, jametes, brocados de oro,cinturones de seda recamada en oro, pieles preciosas y otros dones—, todo ello en tan grannúmero que era maravilla de ver. También le fue ofrecido un quitasol o pabelloncito que se llevasobre la cabeza del emperador, quitasol que estaba todo él adornado de pedrería. Un gobernador

de un país le presentó muchos camellos con arneses bordados en oro, cuyas sillas tenían unosaparejos en los que podían sentarse los hombres al cubierto; calculamos que serían unos cuarenta ocincuenta: sin contar otros muchos caballos y mulos enjaezados o cubiertos de armaduras, unas decuero y otras de hierro. Nos preguntaron si también nosotros le íbamos a presentar regalos, peroya habíamos gastado casi todo, de suerte que no teníamos nada que ofrecer. Lejos de las tiendas,

en la cima de un monte, se hallaban estacionados más de quinientos carros cargados de oro, platay trajes de seda, todos los cuales se los repartieron el emperador y sus capitanes; cada capitándistribuyó después su parte entre sus hombres, a su antojo.

35. Partimos de allí y fuimos a otro lugar, donde estaba plantada una tienda maravillosa, toda ellade jamete rojo, que le habían regalado los kitaos. También allí se nos hizo pasar a su interior; y

siempre que entrábamos, se nos ofrecía cerveza o vino para beber, y también carne cocida, por sinos apetecía. Dentro se había armado un alto estrado de tablas, donde se habla puesto el trono delemperador estaba maravillosamente labrado en marfil; tenía asimismo adornos de oro, piedraspreciosas y perlas, si la memoria no nos es infiel. y se subía a él por una escalera; en su parte

posterior el estrado era redondo. Alrededor del trono estaban dispuestos los bancos: las dueñas seacomodaban en escaños a la izquierda; a la derecha nadie se sentaba a mayor altura que ellas, sinoque los capitanes tomaban asiento en bancos más abajo, en el medio, y los demás lo hacían detrásde ellos. Todos los días había grandisima concurrencia de damas.

36. Estas tres tiendas de las que hemos hablado antes eran inmensas. Sus mujeres tenían otras de

fieltro blanco, que también eran muy grandes y hermosas. Allí se separaron unos de otros, y lamadre del emperador se fue por un lado y el emperador por otro a hacer justicia, ya que había sidoarrestada una tía paterna suya, que había asesinado con una ponzoña al padre del emperador

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cuando el ejército estaba en Hungría; por esta causa retrocedió la hueste que se encontraba en esacomarca. Y se dictó sentencia tanto contra ella como contra otros muchos, y fueron ajusticiados.

37. Por el mismo tiempo murió Yeroslao, gran duque de una comarca de Rusia llamada Susdal.Acababa de ser invitado a casa de la madre del emperador, que de su propia mano le había dadode comer y de beber, como para hacerle cortesía. Nada más volver a su hospedaje cayó enfermoy murió al cabo de siete días; todo su cuerpo se puso asombrosamente cetrino, así que el sentir

general fue que le habían dado una ponzoña para poder gozar de libre y llenera posesión de sustierras. Y hay aún otro indicio más: el emperador, a espaldas de los hombres del difunto que allí seencontraban, envió sin tardanza un mensajero a Rusia para hacer venir a Alejandro, el hijo deYeroslao, diciendo que quería darle los dominios de su padre: Éste se preparó para el viaje, perodespués se quedó en su patria; y entretanto el emperador le siguió enviando cartas para que

acudiese a su presencia a heredar el señorío de su padre, aunque todos estaban convencidos deque, si venía, lo iba a matar o al menos a meterlo en prisión para siempre.

38. Después de la muerte de Yeroslao, si recordamos bien las fechas, nuestros tártaros noscondujeron ante el emperador. Pero éste, cuando ellos le informaron de nuestra presencia, nos

mandó volver con su madre, porque al día siguiente quería alzar bandera contra toda la tierra deOccidente, según nos aseguraron unos hombres que lo sabían bien, como antes se ha dicho; y noquería él que nos enterásemos. Regresamos, pues, con su madre, y al cabo de unos días volvimosde nuevo a su corte, en la que permanecimos cerca de un mes, padeciendo tanta hambre y tantased que apenas podíamos vivir, porque las provisiones que nos daban para nosotros cuatro no

bastaban ni para un solo hombre y nos era imposible encontrar nada que comprar, ya que elmercado estaba muy apartado. Si el Señor no nos hubiera deparado a un ruso llamado Cosme,que era un orfebre muy privado del emperador, el cual nos dio algún sustento, habríamos muerto,según pensamos, de no habernos socorrido el Señor en el resto.

39. Antes de que fuera puesto en el estrado, este Cosme nos enseñé el trono del emperador, que

había cincelado él mismo, y su sello, que también había labrado él, y nos tradujo su leyenda. Y nosreveló otros muchos secretos del emperador que era necesario conocer. Encontramos también enla corte a las siguientes personas que habían venido en el séquito de otros capitanes: varios rusos,húngaros que sabían latín y francés, clérigos rusos y otros individuos que los habían acompañado

en sus campañas y demás acciones, algunos durante treinta años, y conocían toda su vida yandanzas, porque hablaban su lengua y habían vivido entre ellos largo tiempo, unos veinte años,otros diez, quién más, quién menos. Por medio de ellos pudimos enterarnos de todo, pues noscontaban de buen grado cuanto sabían, a veces sin necesidad de ser preguntados, adivinandonuestros deseos.

40. Después el emperador envió por nosotros e hizo que Chingai, su protonotario, nos requiriera aponer por escrito el objeto de nuestra misión y a entregarle tal memorial. Así lo hicimos,escribiendo todo lo que habíamos dicho antes en la corte de Bati, como se ha indicado arriba. Alcabo de varios días mandó que se nos convocara de nuevo, y por medio de Kadac, procurador detodo el imperio, y ante los protonotarios Bala y Chingai y otros muchos escribanos, nos invitó a

exponer el motivo de nuestra embajada, cosa que hicimos de buen grado. En una y otra ocasiónnos sirvió voluntariamente de intérprete Temer, un caballero de Yeroslao, en presencia tanto delclérigo que venía con él como de otro clérigo que estaba con el emperador. Kadac nos preguntó

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entonces si en la corte del Papa había personas que entendiesen la lengua rusa, árabiga o tártara.Le replicamos que no teníamos intérpretes ni de ruso, ni de árabigo, ni de tártaro, y que, aunquehabía sarracenos en Occidente, vivían lejos del señor Papa; añadimos sin embargo que nos parecíaconveniente que su respuesta la escribiesen en tártaro y nos hiciesen una traducción, pues nosotros

la pondríamos fielmente en nuestra lengua y así llevaríamos tanto la carta como su versión al señorPapa. Entonces se fueron a consultar al emperador

41. Se nos llamó otra vez en el día de San Martín [11 de noviembre], y se nos presentaron losescribanos susodichos, Kadac, Chingai y Bala, y nos tradujeron la carta palabra por palabra; yconforme la íbamos poniendo en latín, hacían que se la tradujésemos al final de cada frase,

queriendo saber si nos habíamos equivocado en algún término. Cuando acabaron de escribirambas cartas, nos hicieron leerla una y dos veces, no fuera que se nos hubiera escapado algúnsignificado, y nos dijeron: «Mirad si todo lo habéis entendido bien, pues no convendría que oshubiese quedado algo por comprender, ya que partís a comarcas tan remotas». Y aunque nosotros

les contestamos: «Nos hemos enterado bien de todo», volvieron a redactar la carta en arábigo, porsi en nuestra tierra se podía encontrar a alguien que la tradujese de esa lengua, si así lo quería elseñor Papa.

42. Es costumbre del emperador de los tártaros no hablar boca con un extraño, por muy elevadoque sea su rango, si no es por persona interpuesta, y así escucha y contesta por medio de un

tercero; según se ha dicho. Por tanto, siempre que exponen un asunto ante Kadac o escuchan larespuesta del emperador, los súbditos, por muy nobles que sean, permanecen de rodillas hasta quese termina de hablar. No se puede, ni se acostumbra, volver a plantear un asunto una vez que elemperador ha emitido sentencia. Al igual que procuradores, protonotarios y escribanos, asítambién tiene el Kan todos los servidores que se requieren para los asuntos tanto públicos como

privados; a excepción de abogados, porque todo se resuelve a su arbitrio sin el estrépito forense.Así hacen con sus vasallos los otros príncipes de los tártaros.

43. El emperador puede tener sus cuarenta o cuarenta y cinco años o más. Es hombre de cortaestatura, muy prudente y sobremanera astuto, así como muy serio y grave en sus maneras, puesnunca se lo ve reír a la ligera o gastar una broma, como nos aseguraron los cristianos que tienen

trato asiduo con él. También los cristianos que pertenezcan a su servidumbre nos manifestaron sufirme convencimiento de que se iba a hacer cristiano: de eso veían una señal evidente en el hechode que tuviera clérigos cristianos, proveyera a su manutención y asimismo hiciera colocar siempre,delante de su tienda mayor, una capilla en la que ellos cantan pública y abiertamente sus rezos, y

tocan como los demás cristianos a sus horas a la usanza de los griegos, por muy grande sea laconcurrencia de tártaros o de hombres de otros pueblos; cosa que no hacían los otros capitanes.

44. Se propuso el emperador enviar con nosotros a sus embajadores, según nos dijeron nuestrostártaros, para que hicieran con nosotros el camino de vuelta; sin embargo, querían que esto se lopidiésemos nosotros, a lo que pensamos, porque así nos aconsejó que lo solicitasemos uno de

nuestros tártaros, el que era más principal. Corno la idea no nos pareció bien, le respondimos queno nos incumbía a nosotros hacer tal petición; pero que si el emperador por propia voluntad queríaenviarlos, estaríamos dispuestos a conducirlos sanos y salvos, con la ayuda de Dios. Su venida nonos pareció conveniente por muchas razones. En primer lugar, por temor a que cobrasen másánimos para venir a atacarnos, cuando vieran las discordias y guerras que nos dividen. En segundo

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término, por miedo a que fueran espías de nuestra tierra. En tercer lugar, por recelo a que se les

diera muerte, dado que nuestros pueblos son en su mayor parte arrogantes y soberbios: puescuando nuestros criados fueron a ver al cardenal que es legado de Alemania vestidos a la maneratártara a ruegos del propio cardenal, estuvieron a pique de ser lapidados por los teutones, y les fuepreciso quitarse ese traje; y es costumbre de los tártaros no hacer nunca la paz con los hombres

que han dado muerte a sus embajadores sin antes haber tomado venganza. En cuarto lugar, porquetemíamos que nos los arrebataran por la fuerza, como le sucedió a un príncipe de los sarracenos,que todavía permanece en cautiverio, si es que no ha muerto. En quinto lugar, porque no se sacabaningún provecho de su venida, pues no tenían otro mandato ni más poder que el de llevar la cartadel emperador al señor Papa y a los otros príncipes, la misma que traíamos nosotros, y juzgábamos

que de ello podría provenir algún mal, Por todas esas tazones no nos pareció bien que nosacompañasen.

45. Dos días después, esto es, en la fiesta de San Bricio [13 de noviembre], nos dieron licencia departida y una carta sellada con el sello imperial, y nos enviaron a la madre del emperador, que nosregalé a cada uno de nosotros una pelliza de zorra, que tenía piel por fuera y por dentro estaba

forrada de paño, y una pieza de jamete. Nuestros tártaros nos robaron un pie de cada pieza, y lequitaron a nuestro criado la mitad mejor de su regalo. El hurto no nos pasé desapercibido, pero noquisimos protestar.

46. Entonces emprendimos el camino de vuelta. Viajamos durante todo el invierno, acostándonos

con frecuencia en el desierto sobre la nieve, salvo cuando nos era factible hacernos una yacija conel pie allí donde no había árboles, sino campo llano; y a menudo amanecíamos todos cubiertos denieve, cuando la levantaba ei viento. Por fin, en la Ascensión del Señor [9 de mayo] llegamos a [lacorte] de Bati, a quien le dijimos que diese respuesta al señor Papa; y él contestó que nada teníaque añadir a lo que había escrito el emperador; nos indicó sin embargo que repitiésemos con

exactitud al señor Papa y a los demás principales las cosas que había expresado el emperador.Cuando recibimos su carta de salvoconducto, nos despedimos de él, y en Sábado, octava dePentecostés [25 de mayo], llegamos al [campamento de] Mauchi; allí se encontraban nuestroscompañeros y criados que habían sido retenidos, e hicimos que nos fueran devueltos.

47. Después llegamos al [campamento de] Corensa, que nos volvió a pedir presentes; y no se los

dimos, porque nada teníamos. Corensa nos hizo escoltar por dos comanos, que figuran en el censode los tártaros, hasta Kiovia de Rusia, aunque nuestro tártaro no nos abandonó hasta que llegamosal último puesto de los suyos. Desde ese postrer puesto los hombres asignados por Corensa noscondujeron en seis días a Kiovia. Llegamos allí quince días antes de la fiesta de San Juan Bautista

[9 de junio]. Los habitantes de la ciudad, al conocer nuestra llegada, salieron jubilosos a nuestroencuentro y nos daban la enhorabuena como si hubiéramos resucitado de entre los muertos. Lomismo sucedió por toda Polonia, Bohemia y Rusia.

48, Daniel y su hermano Vasílico nos hicieron grandes fiestas, y nos retuvieron contra nuestravoluntad unos ocho días. Durante nuestra ausencia los dos hermanos habían deliberado entre sí con

los obispos y otros hombres de pro sobre lo que les habíamos dicho en el viaje de ida, y nosrespondieron todos a una que querían tener al señor Papa como padre y particular señor, y a laSanta Iglesia de Roma como señora y maestra, ratificando todos los capítulos que sobre esteasunto habían remitido antes por medio de un abad suyo. Sobre este particular enviaron cartas y

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mensajeros con nosotros.

49. Para que nadie albergue dudas acerca de nuestro viaje a los tártaros, apuntamos los nombres

de las personas con que allí nos encontramos. Con Daniel, rey de Rusia, y con los caballeros yhombres que lo acompañaban nos encontramos cerca del campamento de Carbon, que tiene poresposa a la hermana de Bati. En el campamento de Corensa nos encontramos con Nongrot, jefede cien hombres de Kiovia, y con sus acompañantes, los cuales nos condujeron un trecho del

camino y llegaron después que nosotros a [la corte del Bati. En la corte de Bati nos encontramoscon el hijo del duque Yeroslao, que tenía consigo a un caballero de Rusia llamado Sangor, que eracomano e nación pero que ahora es cristiano, así como con otro ruso de la tierra de Susdal, quenos sirvió de intérprete en la corte de Bati. En la corte del emperador de los tártaros nosencontramos con el duque Yeroslao, que murió en ella, y con un caballero suyo llamado Temer,

que fue nuestro intérprete con Cuyuc Kan, el emperador de los tártaros, tanto cuando se trasladóla carta del emperador al Papa como cuando se tradujo el diálogo en las audiencias; allí estabatambién Dubazlao, clérigo del duque, y sus criados Jacobo, Miguel y otro Jacobo. A nuestroregreso por la tierra de los biserminos nos encontramos en la ciudad de Yanikint con Coligneo, queiba a reunirse con Yeroslao por orden de la mujer de Yeroslao y de Bati, y con Cocceleban y con

toda su comitiva. Todos éstos volvieron a la tierra de Suadal en Rusia, y de ellos, si fuete menester,se podrá averiguar la verdad. En la corte de Mauchi se encontraron nuestros compañeros —estoes, los que allí se habían quedado con el duque Yeroslao y su séquito, y también con un duque deRusia, llamado Santopolco, y su acompañamiento. Al salir de Comania nos encontramos con el

duque Romano y su comitiva, que entraba en tierra de los tártaros, y con el duque Olaha, que salíade ella con su séquito. También salió con nosotros de Comania el embajador del duque deCherneglove, y vino largo tiempo por Rusia en nuestra compañía. Todos éstos son duques rusos.

50. La ciudad de Kiovia en pleno es testigo de que se nos dio escolta y caballos hasta el primerpuesto de los tártaros y de que cuando se nos recibió a la vuelta traíamos escolta y caballos de los

tártaros, los cuales volvieron a su tierra. Todos los habitantes de Rusia por cuya tierra pasamostambién dan fe de haber recibido la carta sellada de Bati con orden de darnos víveres y caballos,so pena de muerte si no obedecían.

51. Además, son testigos de nuestro viaje los mercaderes de Vratislavia, que vinieron con nosotroshasta Kiovia y se enteraron de que habíamos entrado en tierra de los tártaros, y muchos otros

mercaderes, tanto de Polonia como de Austria, que llegaron a Kiovia después de nuestra partida.Son también testigos de él los mercaderes de Constantinopla que llegaron a Rusia por tierra detártaros y se encontraban en Kiovia a nuestro regreso. Los nombres de estos mercaderes son lossiguientes: Miguel de Génova y Bartolomé, Manuel de Venecia, Jacobo Reverio de Acre y Nicolásde Pisa. Éstos son los principales. Los de menos categoría son: Marcos, Enrique, Juan, Vasio, otro

Enrique Bonadíe, Pedro Pascami. Había otros más, pero ignoramos sus nombres.

52. Rogamos a todos los que lean la presente obra que no le quiten ni añadan un ápice, porquenosotros hemos escrito con la verdad por delante todo lo que vimos nosotros o se lo oímos de&r aotras personas que juzgamos dignas de crédito, sin añadir nada de nuestra cosecha, como Dios es

testigo. Pero como los habitantes de las tierras por las que pasábamos, los que viven en Polonia,Bohemia, Teutonia, Leodio y Campania, leían con avidez nuestra historia, por tal motivo lacopiaron antes de que estuviese acabada e incluso redactada del todo, porque en aquel momento

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nos faltaba tiempo y tranquilidad para darle la última mano. En consecuencia, nadie ha deadmirarse de que ahora su extensión sea mayor y más correcto su estilo que antes, ya que, encuanto tuvimos un rato de ocio, la pulimos hasta completarla y dejarla conclusa, o al menos más

terminada que la otra, que se hallaba inacabada todavía. Termina la historia de los mongalos a losque damos el nombre de tártaros.