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ell*5 HISTORIA DE LA MEDICINA. A EN COLOMBIA o TOMO I PRÁCTICAS MÉDICAS \ CO_NFLICTO 1492-1782, EMILIO QUEVEDO V. (:ER)] (A ENRIQUE PÉREZ R. N6sruR1Aliiiwua C. ,I \ N CULOS ESI, k C. MUDO I tERNANDEZ LISA P R o rros, NI \ 1111 VERNANDA 1IIAN, AI-thcm.A C (ÁROLIN \ MANOS UNA, ELQUIN MORALES, DI 1NA I r. -\ni.u1 IkODRIGI El 1 CARLOS \l'ID! \LIR VILLAMIZAH Tecnoquímicas

Historia de La Medicina Tomo I Pag 196-216[1] (1)

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historia de la medicina

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Page 1: Historia de La Medicina Tomo I Pag 196-216[1] (1)

ell*5 HISTORIA DE LA MEDICINA.

A EN COLOMBIA

o

TOMO I

PRÁCTICAS MÉDICAS \ CO_NFLICTO

1492-1782,

EMILIO QUEVEDO V.

(:ER)] (A ENRIQUE PÉREZ R.

N6sruR1Aliiiwua C.

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MUDO I tERNANDEZ

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Tecnoquímicas

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de la IIMMblica, Bogará, Colombia.

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kigina v Emblema

y de la serpiente ninholo de 15 nactlinna anual.

Disrussm nscsi males de atender b o l a orginsic 515 ts92 sl Libro, Rmo.

‘Imsissmilos gthgoing fan Ángel Aracáa. Signa inicuas,'

I poder del _ad t. de la

Drinadad, conncaddss

e. 1 Practicas médicas en conflicto, 1492-1782.

e. 2 De la medicina ilustrada a la medicina anatomoclínica,

1782-1867.

e. 3 I lacia una profesión liberal, 1865-1946.

v.4 De la mercantilización a la renovación, 1947-2000.

v.5 Diccionario biográfico médico colombiano.

Autores

Emilio Quevedo V. Investigador principal. Coordinador general de la obra, del tomo gi

y del área de conocimientos.

Germán Enrique Pérez R. (lu.:est:garlar. Coordinador del tomo I y del área de prácticas

médicas.

Néstor Miranda C. Coinvesligador. Coordinador del lomo o y del área de relaciones entre

medicina iy sociedad.

Juan Carlos Eslava C. Coinvestigador Coordinador del tomo w y del á rea de desarrollos

instirucionciles.

Mario Hernández A. Asesor cientiucay metodolagiw.

Lisa P. Bustos, Marta Fernanda Durán, Marcela Garcla, Carolina Mansalva. Elquin

litorales, Diana Farley Rodriguez y Carlos Vladimir Villarnizar Investigadores asistentes.

Edición a cargo del Grupo Editorial Norma, división Libros de Referencia

Dirección editorial: Mabel Pachón

Editora: Consuelo Cárdenas 5.

Corrección de estilo y lectura editorial: Mal Méndez y Martha Moreno

Dirección de arte: Doris Caicedo S.

Diseño: Rolando Herrera

Diagramación: Marca Registrada Diseno Gráfico Ltda.

Diseño de cubierta: (1) Marca Registrada Diseno Gráfico Ltda.

Investigación gráfica: Gigliola Valero E.

Fotografía: Ernesto Monsalve y Juan Diego Duque

Ilustración: Rolando Herrera y Rosalba Beltrán

Fuentes fotográficas: Academia Colombiana de Historia. Archivo General de la Nación,

Biblioteca Luis Ángel Arango, colección Ernesto Monsalve, colección Fernando Urhina,

colección Juan Diego Duque. colección Museo del Oro del Banco de la República,

Instituto Geográfico Agustín Codazzi, Museo Histórico ele Cartagena de Indias, Stock

latín finges.

O 2007, Tecnoquirnicas 5. A.

Reservadas todos los derechos. Prohibida la reproducción total o patbal de esta obra,

por cualquier medio, sin permiso escrito de los titulares del copyright.

ISBN Tomo E 978-958-45-0437-1

Impreso por Cargraphics S. A.

Impreso en Colombia — Printed bi Colombia

Historia de la medicina en Colombia / Emilio Quevedo V... Di ; ilustraciones

Rolando Herrero. y Rosalba Beltrán ; fotografía Ernesto Monsalve y

Juan Diego Duque.— Editora Consuelo Cárdenas S. -- Bogotá : Grupo

Editorial Norma, 2007.

5v. :u.. fot. ; 30,5 cm.

Contenido : v. I Prácticas médicas en conflicto, 1492-1782. o v.2 De la medicine

ilustrada a la medicina anatomoclínica, 1782-1867--- v.3 Hacia una profesión

liberal, 1865-1946_ -- v. 4 De la memantilizacion a la renovación, 1947-2000 o y 5

Diccionario Biográfico Médico Colombiano.

ISBN 978-958-45-0437-1

1. Medicina - Historia -1492.2000 2. Medicina - Historia - Colombia - 1492-2000

3. Enfermedades - Historia - Colombia 1492 ^00 4. Médicos colombianos -

Biografías I. Quevedo V. Emilio II. llanera, Rolando. il. 111. Beltrán, Rosalba:

IV Motu:aloe, Ernesto. fol. V. Duque, luan Diego, fol. vl. Cárdenas 5., Consuelo. cid.

610.9861 cd 21 cid.

A 1132679

CEP-Banco de la República-Biblioteca Ángel Amago

Page 3: Historia de La Medicina Tomo I Pag 196-216[1] (1)

Ab,

CONTENIDO

Presontachm Sil

Prólogo

general a la obra

Iniroduecion al tomo rtr

CAPITULO I

ENFERMEDAD Y MEDICINA EN EL ENCUENTRO DE DOS MUNDOS

LOS HOMBRES DEL CIELO Y LOS SÚBDITOS DEL GRAN KAN

Algarabía en la barra de Saltes 2

El mundo europeo en el siglo xv 2

Una expedición hacia el corazón del Mar e las Tinieblas 5

España, tuna oportunidad? 7

Zarpa la expedición transoceánica

¡Tierra! 8

Vuelven los invasores y con ellos desembarca la muerte 11

La incógnita continúa 14

LA SORPRESA DE LA DIVERSIDAD 15

La aventura tierra adentro 16

Se consolida la Conquista 19

Pero había un hombre americano 21

EL CHAMAN: PALIAR EL DOLOR Y POSPONER LA MUERTE 23

Primeros pobladores, primeras dolencias 23

De los caciques a las aldeas: nuevas dolencias, nuevos chamanes 26

El mundo del chamán precolombino 30

Estados alterados de conciencia 31

Ser chamán no era fácil 34

:_ PRACTICAS CURATIVAS O PRACTICAS DEMONIACAS? 36

Los primeros cronistas 36

Chamanes: timadores y agentes del demonio 37

La ambigüedad de un primer reconocimiento y una mirada negativa 42

Citas 47

¿ti

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CAPITULO II

LA MEDICINA DE LOS CONQUISTADORES

SALTA EL ATLÁNTICO (1492-1605) 49

LA MEDICINA DE LOS CONQUISTADORES 50

La medicina española: entre la Edad Media y el Renacimiento 50

Cuatro herencias fundamentales 50

Médicos y cirujanos en la forja española 57

Médicos en acción: la práctica médica española 60

De hostal para pobres y peregrinos a casa de rehabilitación . 62

Normar el arte de curar: el Real Tribunal del Protomedicato 67

Nuevas reformas contra la corrupción médica 68

La medicina y la cirugía españolas zarpan hacia las Indias 71

Las mareadas: enfermedades del mar . 73

LA MALA SALUD DE LAS EXPEDICIONES EN TIERRA FIRME 76

Los avatares de Tierra Firme . 78

El impacto devastador de la Conquista sobre los nativos 88

La situación de los esclavos 93

Los hospitales de la Nueva Granada 96

Médicos y cirujanos en la Nueva Granada 100

Pedro López de León 101

Juan Méndez Nieto 104

LA MEDICINA EN EL PROYECTO COLONIZADOR 110

Por la espada y por la cruz: Estado e Iglesia en la España del Antiguo Régimen 110

Orden para un Nuevo Reino: la Real Audiencia 114

Curar y gobernar las almas y los cuerpos: sínodos y constituciones sinodales 117

Exámenes, prohibiciones y licencias 123

Los títulos de la discordia: el Protomedicato en el Nuevo Reino 125

Citas 132

CAPITULO III

LA MEDICINA DE LAS CIUDADES (1605-1720) 135

LA MEDICINA, DE LA GUERRA A LA CIUDAD 136

Del Siglo de Oro a la decadencia y a la Reforma 136

Ciudad y control social colonial 136

Se asientan los conquistadores en ciudades hidalgas 138

Orden urbano, orden cristiano 141

A cada necesidad, una ciudad 144

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Neogranadinos viviendo juntos 145

Nato ales viviendo juntos 148

Las ciudades hidalgas del Nuevo Mundo también se enferman 152

¿HOSPITALES PARA POBRES O POBRES HOSPITALES? 157

Casi un milagro: la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios 159

Hermanos Rente a jerarcas y funcionarios 161

La Orden de San Juan de Dios en las ciudades secundarias 164

La excepción payanesa: la religión de los Betlehemitas 168

REAL AUDIENCIA Y GALENOS EN ACCIÓN 169

Prácticas médicas en conflicto: el aguardiente como recurso terapéutico 169

Médicos itinerantes y la insana costumbre de los pleitos 172

Muertes, títulos y juicios 174

Boticarios, visitas y disputas 179

LA HEGEMONÍA DE UN PARADIGMA MÉDICO 180

Los protomédicos y la Fallida primera cátedra de medicina 180

Decisiones pragmáticas: Protomeclicato frente a Protobarberato 183

Nuevos intentos de abrir la cátedra de medicina 185

Protomédicos y conflictos en Cartagena 186

La lejana revolución científica y el paradigma hipocrático-galénico 188

EL TRIBUNAL DEL SANTO OFICIO DE LA INQUISICIÓN 192

Protectores de la fe 192

La herejía también colonizó el Nuevo Mundo 193

PRÁCTICAS MEDICAS SUBALTERNAS 196

Medicina nativa: del chamán a las yerbateras y hechiceras 196

Castigo para unos y escarmiento para todos 199

Medicina negra: entre brujos, orishas y demonios 203

¡Negros, a la Inquisicióni 209

Juntas de brujas, adivinadores y ensalmadores 210

Citas 213

CAPITULO IV

HACIA UNA MEDICINA ILUSTRADA (1720-1782) 217

LOS BORBONES AL TRONO 218

Felipe y y el despertar de España 218

La reforma militar 219

El espirito renovador cruza el Atlántico 220

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REEORÁAS MILITARES Y MEDICINA 223

Nuevos médicos por las provincias del Caribe 223

Médicos y protomédicos en Cartagena 226

Juan Borreil y el prestigio médico como puntal de reforma 227

La medicina en el Popayán del siglo sárin 230

ENTRE LA DECADENCIA Y LA "SUPREMA NECESIDAD" 231

Las cátedras de medicina que no fueron 231

La crisis del Protomedicato en Santafé 235

Los primeros intentos de reforma médica 240

Citas 245

Médicos del Nuevo Reino de Granada desde 1492 hasta 1782. Línea de tiempo 248

Bibliografía 250

Crédi tos lo togra COS 2 56

Créditos de ilustraciones 258

Créditos del equipo amoral del proyecto 259

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(no) procediesen contra los indios, sino «mira los cristianos viejos y sus descendientes y las otras personas contra quien

en estos reinos de España se suele proceder, y en los cosos de que conoeieredes ireis ton toda templanza y suavidad y

C011 mucha consideración, porque así conviene que se haga, de manera que la Inquisicum sea muy temida y respetada, y

no se tIC ocasión paro que, con razón, se le pueda tener odio (Instrucción de 25 de (obrero de 1610, citada por !anilina,

1978:22).

El 2 de febrero de 1614 se celebró el primer auto de fe con más o menos treinta reos No obstante, los inquisi-

dores le manifestaron al Rey la complacencia con la que los vecinos de la ciudad habían acogido este novedoso acto.

La celebración de los autos se llevaba a cabo en medio de una gran algarabía y en un escenario de grandes propor-

ciones ubicado en la plaza mayor (Medina, 1978: 40; Sosadías, 1981: 45). La idea de ejecutar la pena en el centro de

la ciudad obedecía al deseo de intimidar a la población para evitar que se recurriera en la falta, "El escenario público,

entonces, era parte esencial del castigo y de la lección que éste debía brindar, escarmiento para el factor del cielito,

transgresor del orden, y ejemplo para los demás miembros de la sociedad" (Ceballos Gómez, 1995: 112).

Los primeros cincuenta años de este tribunal de la Inquisición fueron los más activos; en ellos se registró la

mayor cantidad de causas juzgadas. Después de este periodo el Santo Oficio comenzó a decaer, las acusaciones eran

cada vez menos frecuentes y de importancia reducida, los inquisidores se ocupaban más de reñir entre si que de

mantener la fe y centraron su actividad en armar intrigas ante la Suprema Inquisición y en discutir sus privilegios

con los seculares. De igual forma las incursiones piratas del siglo xmialectaron en gran medida las instalaciones y las

arcas del tribunal. La situación en España tampoco fue la más favorable para el Santo Oficio. Con la llegada de los

Borbones al poder, el surgimiento ele la Ilustración y la expansión de la economía, comenzó el fin del Santo Oficio.

En Cartagena el tribunal fue disuelto de forma definitiva en 1820 en el marco de la independencia (Ceballos Gómez,

1995: 55; Sosadías, 1981: 45-51; Splendiani, 1997; vol. 1: 117-120).

Prácticas médicas subalternas

Medicina nativa: del chamán a las yerbateras y hechiceras

Durante los siglos xvi y xvit la llamada idolatría por los occidentales o españoles persistió como una forma de resisten-

cia indígena. Si bien no fue la única vía o forma mediante la cual se manifestaban las tradiciones aborígenes, sí fue la

más perseguida por los españoles. Una de las razones principales de esta persecución, a la par con la imposición del

cristianismo, fue la ubicación de los santuarios y el saqueo de las riquezas que ellos contentan. Sobre los restos de es-

tos lugares de culto nativo fueron edificadas las iglesias europeas. Una vez castigados los idólatras y despojados de

sus tesoros, los ojos de las autoridades se posaron sobre otras prácticas ancestrales relacionadas con la enfermedad,

la curación y la muerte, que los clérigos identificaron como hechicería y yerbatería.

Estas prácticas tradicionales fueron transformadas por el conflicto, por la tensión, en medio de la cosmo-

visión trastocada de un mundo que para los nativos ya no era el mismo. "Con la disolución de algunas culturas

indígenas y el mestizaje, el chamanismo se transforma, segmentándose en varias prácticas ya transculturadas:

hechicería, yerbatería, curanderismo y medicina tradicional" (Ceballos Gómez, 2002: 114).

No obstante, en el siglo \én y a lo largo del periodo colonial, buena parte de la población nativa, en especial la

que estuvo alejada ele los centros urbanos, conseni sus conocimientos médicos ancestrales. La curación por medio

de prácticas mágicas, de yerbas, por ejemplo el "tabaco", de la sobanderia y de los soplos (aspersiones) en las partes

enfermas persistió por largo tiempo.

La documentación es poco clara acerca de las diferencias que se establecieron entre las distintas denomina-

ciones. En varias ocasiones una misma persona era tratada indistintamente dentro de un proceso como yerbatero,

herbolario o hechicero. Sin embargo, la historiadora Diana Luz Ceballos Gómez define que:

(901

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1...) lo hechicería necesita de un vehículo, de un medio o filtro, para cumplir Stifln, sea este material o simbólico amuleto,

planta, animal, objeto, oración, palabras, imagen etc.„ y de un ritual o puesta en escena para realizarla. El ritual o puesta

en obra, acampana siempre y es necesario en lada practica magia; voluntaria. La hechicería es individual , voluntaria,

puede o no obrar o distancia y esta destinada a NI/ fin particular Puede ser de carácter positivo o negativo, de acuerdo

con !o voluntad del hechicero p con el deseo de la persona para quien se realiza el hechizo; para bien o mal querer, para

sana, o entonar, para tener huella fortuna o infortunio, para predecir el flltro, para encontrar tesoros, etc. (Ceballos

Gomez, 2002: 110).

Las inculpaciones de yerbateros y herbolarios recayeron sobre aquellos nativos que conocían y manipulaban

la naturaleza para curar o, por el contrario, para hacer maleficios. "Para los españoles, la yerbatería —Maleficio de

yerbas prohibidas'— entra en el ámbito ele los maleficios, por no poseer ellos un conocimiento extenso de la natura-

leza (botánica), saber que sí existe entre los pueblos amerindios" (Ceballos Gómez, 2002: 119).

Un caso interesante, por cuanto ilustra la complejidad de la realidad social de la Colonia y los conflictos intes-

tinos ele las comunidades aborígenes, fue el del juicio seguido en la ciudad de 'bague contra Constanza, Catalina y

Juan, indios del repartimiento de Cayma, por yerbatería y hechicería"' en la primera década del siglo aves. Francisco

López Matos°, el encomendero de estos nativos, se encontraba ausente cuando la acusación fue impuesta y sólo su

presencia logró resolver este conflicto que implicó violencia y abuso de autoridad.

Constanza fue acusada de hechicera, Algunos de los naturales citados como testigos confirmaron la acusación;

dijeron que la habían visto usar el tabaco, tocar su calabazo, hacer cantos en su lengua materna, hablar con el demo-

nio y en algunas ocasiones curar nativos soplándolos. Lorenzo, indio ladino del servicio del hato, declaró que:

Lu ovo que estando ella a solas con un calaba( ito en la rano que dentro llene unas fruithis coloradas y con este fiare

sonar que los indios le llaman cascabel y ella lo estaba tañendo y de rato en rato ;manid y ella hablaba en su lengua y

este testigo ova que le respondio otra voz muy delgada L°

Francisco, otro indio del servicio, declaró que había visto a Constanza en varias ocasiones hacer sus ceremo-nias con ademanes, cantos y mascando tabaco, además

f.. la tia que curaba la dicha yndia COnSnly1 a un yndia llamado Sebastián TIC se muno y poro aberlo de curar

ponla al dicho yndio en el suelo y ella sentada en Un banco a cubo del y estando asi asentada le anta sus ademanes con

las manos y hablaba en su lengua entre clientes y así lo curave2

Los testigos declararon que un indio llamado Sebastián riñó con Constanza y la golpeó, razón por la cual ella

lo amenazo diciéndole que por haberla golpeado pronto moriría y, en efecto, días después Sebastián cayó enfermo

y murió. La mayoría de los declarai nes afirmaron que Constanza lo había hechizado.

Barbola, otra india implicada en el proceso afirmó que "ni sabe otra cosa ele yerbas ni sabe quien las aya dado

solo sabe que la dicha yndia constarma quesla presa es mohana y que no sabe que haya dado yerbas ningunas para matar""'.

En las ceremonias que hacía, Constanza tañía el calabazo, usaba tabaco, soplaba las partes enfermas, pero

además, afirmaba que no era ella quien curaba sino otra entidad (o espíritu) por medio suyo. Es evidente la con-

tinuidad de los rituales chamánicos ancestrales y por ello Constanza fue vista como luchana. Francisco Galeano,

defensor de los tres indios, declaró en su favor que eran miserables, menores e incapaces, por lo cual solicitaba su libertad; argüía que:

SI las dichasyildiCIS e ..ynclio Juan an usado de algu nos t'el has no an sido par a matar a nada sino para qurar domo es

COSI [Mili/ e ciare los ..)lllias pasa SC. don yerbas y SaballtIOSC en la porte doloi osa y esqupientiose las momos como cosa

OLIOSH011111 al! y usada ea, le ellos LOMO ates entre los españoles usar ele UW(111_111(5 así dichos yndiot, qua ame como da lo

(97

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Los negros y sus prárneas curativas, saberes subalternos de la época, fueron perseguidos y castigados por sus amos y por la Inquisición . Grabado que representa la descripción hecha par Bieltell del modo como se azotalteut los esclavos en Indias del Oeste. Stork Laos Images.

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En la declaración del defensor se evidencia que existían dos maneras distintas de entender y curar la enferme-

dad; la de los españoles, que usaba medicinas y la de los indios, que empleaba yerbas y masajes. Aunque el defensor

adoptó una posición paternalista con los naturales llamándolos "menores e incapaces", es posible apreciar con

claridad la diferencia y el conflicto establecido entre las dos prácticas. En los pueblos de indios no había médicos

españoles ni empíricos (autorizados o no); estos escaseaban incluso en las ciudades, como se ha visto, de tal suerte

que era apenas lógico que la población nativa continuara curándose como era su costumbre. También debe consi-

derarse la fe depositada por los nativos en su medicina ancestral, la que muy posiblemente no profesaban frente a

los tratamientos españoles que respondían a un concepto diferente de salud y enfermedad.

A pesar de la solicitud del defensor, varios días después de estar en prisión los inculpados fueron sometidos

al potro del tormento. Se consideraba que la tortura ayudaba a esclarecer los procesos por medio de la confesión del

acusado. Una vez desnudados, uno a uno fueron puestos en el potro del tormento; los amarraron de manos y pies

hasta que confesaron la verdad, o por lo menos la verdad que esperaban sus acusadores. Durante el tormento de

Constanza, y después de darle varias vueltas a sus atadas extremidades, se le preguntó con quién hablaba a media-

noche mientras tocaba su calabazo y hacía rezos en su idioma; ella declaró por medio de un lengua' 17 que:

aun, Lumi/me la barriga y que ella se curara y lo vino a ver el demonio y le samba la barriga el mismo demonio y que vino en figura de persona y que el propio se vino que ella no lo llamo y que el propio le dixo que era el demonio y que se l'algo cuando lo vid,' y le ruja que SU mal era de lo madre que no subiese pena que luego sanada y que no viene siempre sino pula° esta confesante cae mala que entonces viene el demonio a ella y la euro y que a curado otros y que guando curo a catalina que esta presa vino el demonio a ella hablo con ella le puso tabaco en la boca y con ello le curo'''.

Después de esta declaración le preguntaron cómo era el demonio que la visitaba, a lo que ella contestó por

medio del lengua: "Que tiene la figura de ombre y que tiene su carita pequeña y blanca y sus manesitas pequeñitas y

blandas y los pies chiquitos delgaditos"'N. Es obvio que esta descripción física del demonio que curaba a Constanza

y a otros indios del pueblo, no tenía nada que ver con el 'demonio occidental entronizado por la cultura europea y

casi siempre provisto de cachos y cola. Indicar con certeza qué tipo de entidad era este personaje es casi imposible.

Sin embargo, puede sugerirse, a partir de las investigaciones sobre chamanismo, que en efecto era un espíritu y que

hacia parte de la concepción natural que del mundo tenían los nativos. Cabe recordar que el chamán se movía entre

dos mundos, el real y "el mundo de los dioses, de los espíritus —animales o vegetales, patógenos o bienhechores...—, de los ancestros, de los espectros" (Perrin, 2004: 221-223).

Es probable, aunque aventurado, pensar que esta figura fuera vista como efecto del trance que causaban al-

gunas de las plantas utilizadas por los nativos. Es justamente ese estado el que permite la comunicación con ese otro

mundo, y son sus habitantes los encargados de la curación; el espíritu con el que se comunicaba Constanza venía

sólo cuando ella estaba enferma, era un revelador, un curador. Le reveló que el mal que padecía era de la madre' 2° y que pronto sanaría; la consoló, le sobó la barriga y la curó.

Por último, es imposible saber si realmente Constanza en su declaración usó la palabra demonio o si fue este

un resultado de la traducción del lengua que mediaba entre la declarante y el corregidor. Ya se ha analizado cómo,

para los españoles, todas estas expresiones eran sólo la personificación del demonio en el mundo de los naturales.

Castigo para unos y escarmiento para todos

En ausencia del encomendero, las autoridades que ejecutaron este caso fueron el corregidor luan de Aguilar y el

juez Hernando de Lorenzana. El primero de ellos, drástico y arbitrario, consideraba que la manera de proseguir

respecto de esta causa era condenar a Constanza a muerte, colgarla en una horca de la cual no fuera quitada para

que sirviera de ejemplo a los demás indios e incluso a los españoles. Por su parle, Catalina y su esposo Juan debían

ser castigados con trescientos azotes, cien ella y doscientos él, y llevados por las calles públicas de la ciudad. La

oportuna presencia del encomendero suspendió la ejecución de la sentencia.

199

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Al llegar don Francisco López flatoso y enterarse de todo el proceso, tomó una dirección distinta. El mismo*

junto con don Francisco Calcan() (el defensor), intervinieron para que se dictara una sentencia más justa. Con- sideraron que el proceso había sido irregular desde el momento mismo en que se había omitido la autoridad del encomendero. El comendador donjuan de Aguilar emitió la siguiente y definitiva sentencia, en nombre del Rey:

A la yndia llamada Constanza que sea sacada de la cairel a donde esta presa con Una soga (I la garganta r una COnna

en la cabeza y cabellera en tino bestia de albarda los pies e Monos atados se le den Ireselentos acotes por las calles

acostumbradas con bod de pregonero que manifieste su delito y eslo fecho seo entregada a su encomendero en cuya

casa este red efe rapo de cuatro años presisos a donde Mando que se le elidan: la tonina elistiana y el dita su

encomendero la haga hi r lodos los domingos y fiestas a la iglesia a ohm- misa y la <lobina y la palabra de dios y sermón

la qual dicha india Constanza no reynsida en sus hechizenas ni dar .yervas ni hablar con el demonio ni lo quebrante

so pena de muerte f ....I Y al yndio jean que sea sacado el y cathalina su maicr de la cartel en que estan can sogas a las

gargantas y cabellos en dos bestias de albarda los pies y mallos atadas se les den al dicho yndio duzientos acotes y la

dicha su mtger cdtbalina siento acotes por las calles acostumbradas y mando que no reincidan en sus prestaciones ni

hechizos so pena de muerte y que se entreguen esto echo a Sil encomendero el cual los haga que acudan los domingos y

fiestas a huir misa y la domina cristiana'''.

l _os castigos implicaban una pena física y otra aún más drástica: la conversión más que obligada. Esta con-

ducta ion medieval fue recurrente entre los españoles con la intención de combatir la idolatría. Pero los herbolarios,

yerbateros y hechiceros persistieron como una forma de resistencia nativa a la avasalladora transculturación a la que

fueron sometidos.

Siguiendo esta lógica, en 1.719 se adelanto en Gacheta un proceso de yerbatera contra las indias Isabel

Domador, Maria Domador y Agustina Domadorw. Todos los testigos declararon que Isabel había matado a varias

personas con yerbas y que incluso tenía amenazados a otros indios; todos decían que en el pueblo le tenían mucho

miedo. Afirmaban que, en una quebrada, ella le había echado yerbas a una india llamada Juana Cajamarca, con la

que reñía, después de lo cual aquella enfermó y murió.

Ambrosio saovistan yndio naba al leste dicho pueblo conmarmiro ante mi y se pe refloym boze sibil v e rirninaÍmcn te de

isabel domador aSi mismo natural (leste pueblo diciendo que la referida isabel le alfa dado venero, llama

enjaulada del qual alija In Henal".

La testigo María Cartagena declaró que, estando enferma, la misma Juana le había contado que su mal lo

había causado Isabel:

f...1 quien Me )liZO así es isabel domador que me hecho yerras en la quebrada qtbInd0 bema yo di ver a VIESII-U Merced

porque me resbale y al istante me dio el dolor en el pie y se fue subiendo hasta arriba y luego se le vio un bulto en el

estomago y que le comía abajo y arriba v que asi estuvo cinco Diezes hasta que se mudo o que esta que Jet-Jala creyo

que eran yerras por-que la dicha isabel domador tiene mala IMMO y que todas en el pueblo le tienen miedo porque les

amenaza''.

En cuanto a Agustina, su caso fue particular Fue apresada porque tenía en su poder una hojita que le había

dado otro indio para que se la diera a su marido para que la quisiera, porque según ella. él la malquería:

Miele preguntado si cave porque esta presa duo que si SOSO que porque tema una mita en uno bolzita que Ir qulto Juan

de la 0 uz.

bucle repreguntado que que afila era dijo que un Mediad SI la avía dado para que lila quisiera aso maride Sil Mdrido

quisiera ella.

bucle repreguntado como usava esta anta dijo que le ovia dicho el que se la dio TIC la echara en una arena inolic

que comiera ella la mitad y su marido la Olra mitad y que desde Tte le dio la (na ya la quiere SU marido y gen' (le ciliteS

no la quena aunque no le dio a comer hl Ojito en la arcpa.

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l'110/ pleattlarld0 q11(111t0 1101120 que

la Cruz.

te esta yerba v lijo que abra un mes y que luego sc la quito su hermanaJua

bade repr eguntado porque se la quilo Dijo estuvimos regañando y dijo que era yo una ,yerbatera y an Cuco la bol-

liste era ; por así decirlo_ un conjuro para el amor. Lo que más llama la atención es que la acusarla declaró que

desde que tema la hierba en su poder, incluso sin necesidad de dársela a su marido, él ya la quería. Sin embargo el

hermano de Agustina le había quitado la hojita, acusándola de yerbatera, y 'labia censurado su actitud. Muy segu-

ramente Juan de la Cruz era tui indio cristiano para quien las prácticas que hacía su hermana eran hereticas. Si bien

antes de la Conquista estas v atlas prácticas hacían parte de la cosmos ision propia de las comunidades nativas, poste-

riormente fueron censuradas incluso por la misma poblado]] aborigen. Cuandojuan de la Cruz le dijo a su hermana

Agustina que era yerbatera y le arrebató las hojas, hizo evidente la brecha cultural que empezaba a gestarse entre los

nativos cliontalesm y los ladinos'", que cada vez más se apropiaban de las costumbres 5 creencias extranjeras.

La icluaidad y la idea de comunidad originales se perdieron; Agustina dejó de ser hermana y se transformó en el

"otro", un otro que era necesario reprimir y reformar.

Este acto singular se generalizo en los testimonios de los habitantes del pueblo; todos los testigos declararon

contra las yerbateras, sobre iodo contra Isabel y su madre María. En el interrogatorio ellas respondieron que no eran

yerbateras y que la gente del poblado les levantaba falso testimonio, que no sabían de la muerte de las personas que

les preguntaban. Así n'islam, los testigos hicieron hincapié en el gran temor que todos los habitantes del pueblo les

teman a estas yerbateras. Por ejemplo, Ambrosio, indio sacristán del pueblo declaró que todos los yndios e yndias

(leste pueblo lo saben y que le tienen mucho miedo porque dizen todos que es yuyalera'.

Estos documentos evidencian la constante persecución y represión a que fueron sometidos los conocimientos

médicos nativos. Pero además, y es de gran importancia resaltar este aspecto, demuestran que ya en el siglo N\ ti no

solo las autoridades civiles y eclesiásticas juzgaban y perseguían las prácticas tradicionales; los mismos naturales

cristianizados, inmersos en una nueva devoción, también lo hachan. Comenzaron a reconocerlas como ajenas, repro-

chables y temibles. Estos conflictos fueron más frecuentes en los pueblos de indios, espacios muy complejos donde

confluyeron aspectos propios de las dos culturas.

Una de las características esenciales de los interrogatorios era la constante intención del juzgador de obtener

nuevas y abundantes delaciones. A todas las implicadas en este juicio se les preguntó si sabían de otras personas

que usaran yerbas en el pueblo. Agustina declaró: "que no save pero que a oydo dezir que ysabel domador y maria

domador su madre y tanivien Doña Dominga prima de la confesante saben de yerbas"'". Isabel fue cuestionada

al respecto: "lude preguntado si save quales son las yerbateras en el pueblo dijo no se nada porque yo vivo solita

con mi marido'''. Finalmente, Varia sí delató a algunas personas: "dijo que si sabe que aqui ay una yndia llamada

Doña Dominga que esta en este pueblo y en santa Fe otra que llevaron que se llama Ysabel Rey y que entre las dos

le dieron yerbas a una muger que se llama cristina""l. Fue frecuente el hecho de que entre los mismos implicados

terminaran delatándose, algunas veces por voluntad propia, otras porque la violencia y el tormento los hacían acusar

a sus compañeros. Los españoles sabían bien que podían llegar a los mohanes por medio de los mismos mohanes,

y a unas yerbateras por medio de otras.

En este caso, después de escuchar a los testigos y las confesiones, Cristóbal de Silva y Velasco, corregidor y

juez ordinario del partido de Cinataviia, optó por remitir el asunto al virrey para una decisión.

1...1 pareciéndome ser el caso muy arduo y con deseo de asentar en todo Inc a parecido conveniente remitir presas

la Lie; de corthe O las dichas y estos autos al Excclentisi mo Señor Virrey para que en su visita mande hazer lo que

fuere servidle"

Desafortunadamente en este punto termina el expediente, de tal forma que se ignora la suerte corrida por

las yerbateras de Gacheta'. Estos procesos permiten intuir la importancia que fueron tomando las mujeres dentro de

20/

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Los esclavos de los reales de mi-nas, gracias a su relativo aislamiento. conservaron mejor su lengua, medici-na y costumbres tradicionales.

Asientes de los chamanes negros utilizados en

su, estos. Mosco Histórico de Go ageno de

Indio (hui Diego Duque).

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las prácticas mágicas que se mantuvieron durante el periodo colonial; en varios casos emprendidos por este tipo de

prácticas las inculpadas fueron mujeres: hechiceras, yerbateras, herbolarias y mohanas_ Es interesante subrayar este

asunto, pues la gran mayoría de relatos escritos por los cronistas de la Conquista refieren a los hombres corno los en-

cargados de ejercer las labores propias del chamán. Se pueden hacer algunas suposiciones al respecto. Acaso, pudo

haber influido el hecho de que la mujer permaneciera en los poblados, en tanto que los hombres por su condición

de tributarios eran desplazados a trabajar en el campo, las minas o las ciudades'.

Sin embargo, indistintamente de que fueran hombres o mujeres, los inculpados de estas prácticas fueron cas-

tigados y en la medida de lo posible convertidos. Los españoles no comprendieron las prácticas médicas ancestrales

que aula conservaban los nativos; ni siquiera lo intentaron. Sencillamente las rotularon, persiguieron y censuraron

de modo drástico bajo el signo de lo demoniaco o las englobaron bajo el negativo término de hechicería.

Pese a la persecución de las autoridades eclesiásticas y civiles y a la creciente devoción cristiana en los pueblos

de indios, las prácticas ancestrales permanecieron y se diversificaron corno consecuencia del mestizaje. Al respecto

afirma Ceballos Gómez:

ÉgnürcinCia y la arraigada creencia ro las fuerzas del mal, en el Demonio y en el poder de la nnia, así como el

desconocimiento por parle de algunos, de las propiedades curativas de la riquísima naiuraieza americana, hacen que

pronto se persiga y se trate de exterminar el saber médica indio —y el africano—, tarea que no se llega nunca u cumplir

lakillthld, como lo denniesini la pervivencia actual de algunas practicas y la existencia de uno medicina tradicional

C11 CitlidS regiones, comunidades o granos sociales de Hispanoamérica (Ceballos Gómez, 2002. 404).

Unido a la persecución estaba el temor. Los españoles no sólo no comprendían las prácticas médicas nativas,

sino que ademas les temían porque podían ser usadas en su contra. Y en efecto se presentaron casos que ponen en

evidencia el uso por parte de los nativos de yerbas, encantamientos y hechicerías en contra de los españoles como

un mecanismo de defensa y de resistencia.

Las prácticas mágicas se convirtieron en mecanismos de defensa contra el colonizador. De igual manera, aun

en los siglos - x vil y en el xvia desempeñaban un papel fundamental para solucionar los conflictos internos de las co-

munidades. Las relaciones tensas y complejas no sólo se dieron entre indios y españoles. También entre los mismos

nativos se desencadenaron graves problemas. Los conflictos entre los indios cristianos y los que no lo eran, las riñas

de familia, las penas de amor, los robos, los problemas de herencias de tierras, entre otros casos, eran resueltos por

vía de prácticas mágicas.

De esta manera, en un entramado de relaciones complejas, las prácticas ancestrales no sólo se limitaron al

ámbito de la curación, la enfermedad y la muerte, sino que penetraron en otro tipo de aspectos de la vida que igual-

mente se baban trastocado por completo.

Medicina negra: entre brujos, orishas y demonios

La llegada de los barcos negreros a la ciudad de Cartagena significaba el fin de una larga, inhumana e insalubre

travesía para los africanos que lograban sobrevivir a los maltratos, las humillaciones, las enfermedades y la escasa

alimentación durante el viaje. Cerca de la tercera parte de los esclavos embarcados moría durante el recorrido, pero

conservar la vida y llegar a Tierra Firme no era sinónimo de bienestar. En las colonias españolas el africano empren-

día un nuevo camino de abusos y explotación, ahora canso esclavo.

Como ya se mencionó, al llegar al puerto los esclavos eran evaluados físicamente. Aquellos que tuvieran

enfermedades leves o de tratamiento fácil eran atendidos por un facultativo contratado por el esclavista; en caso

contrario, eran abandonados a su suerte o a la caridad de los religiosos. Aun después de comprados la atención mé-

dica que se les brindaba era bastante precaria, especialmente en las minas, las cuales por lo general se encontraban

aisladas de los núcleos urbanos, por lo que era difícil y costoso el traslado de algún médico o cirujano hasta allí.

De hecho, los esclavos de los reales de minas fueron quienes mejor conservaron su lengua y costumbres dado el

relativo aislamiento y el poco interés del capataz en controlar prácticas como las de la medicina tradicional.

2(13

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La actitud de los religiosos hacia los esclavos, en especial de las órdenes monásticas, estuvo signada por

la conversión de estos a la religión católica. Su primera preocupación era la evangelización, de forma tal que los

africanos recibían el bautismo y un nombre cristiano tan pronto bajaban de los barcos, aunque en muchos casos el

adoctrinamiento no superaba este acto. Así mismo los doctrineros regulares lucharon incansablemente para extirpar

lo que denominaron "prácticas paganas' de la vida de los esclavos. Un claro ejemplo de esta actitud fue la de Pedro

Claver, quien además fue reconocido por su labor constante en la atención médica de los negros.

El jesuita llegó al puerto cartagenero en el periodo de mayor auge de la trata esclavista, cuando este era

el Único puerto legal para el ingreso de esclavos a las colonias españolas de ultramar. En el Nuevo Reino de Gra-

nada, el descubrimiento de nuevos yacimientos mineros en la región antioqueña, especificamente en Cáceres,

Zaragoza y Remedios, hizo necesario el aumento de la importación de esclavos durante este periodo (Vargas Arana,

2005: 11-12).

Claver obtuvo gran popularidad y prestigio por sus obras caritativas. Participó activamente en el colegio de la

congregación jesuita, recolectó y entregó limosnas por toda la ciudad, predicó en la periferia de la ciudad, participó

en varios juicios civiles y visitó a los enfermos de las familias más prestantes. Sin embargo, su labor más recordada

fue la que ejerció con enfermos y esclavos. Al llegar los armazones negreros, el religioso acudía a recibirlos; atendía

de forma prioritaria a los enfermos y bautizaba urgentemente a los moribundos_ Trabajaba corno enfermero en

hospitales colmados de esclavos que sufrían todo tipo de enfermedades, y visitaba con frecuencia el hospital de San

Sebastián y el de San Lázaro para leprosos, donde atendía a los enfermos directamente (Botero, 1982: 22-24; Vargas

Arana, 2005: 13-14).

La base de la práctica devocional de Pedro Claver se encontraba en la obra de Ignacio de Loyola, Ejercicios

espirituales, publicada en 1548, en la que el fundador de la Compañia de lesas exhortaba a los religiosos a imitar a

Cristo. Claver siguió estas enseñanzas con especial fervor, llevando una vida ascética y de martirio. Los sufrimientos

autoinfligidos fueron parte de su rutina diaria: llevaba puesto siempre un cilicio°, comía alimentos descompues-

tos, en ocasiones se colocaba una corona de espinas o una cuerda en el cuello para rememorar la pasión de Cristo

(Vargas Arana, 2005: 15-17). La historiadora Paola Vargas Arana considera que el visitar a los leprosos, lamer las

llagas de los virulentos o tener contacto frecuente con los africanos, actos comunes en el jesuita, respondían más a

este principio de autosacrificio que a una conciencia redentora como tal:

Con fortaleza soporta el hedor de los negras y la suciedad e inmundicia de los erifonnos, los picaduras reluentes de

los mosquitos, muy abundantes en estas regiones, y otras tribulaciones debidas a los trabajos ya mencionados. Tildo lo

sufría no paciente, sino alegremente (citado por Vargas Arana, 2005: 17).

De hecho, los españoles pensaban que el hedor era parte natural de los africanos y una clara muestra de su

inferioridad. El propio Pedro Claver consideraba a los esclavos casi al nivel de los asnos, con poca capacidad para

reflexionar sobre los misterios de la le. Cuando era cuestionado acerca de la facilidad con que se administraba la

Eucaristía a los "negros",

Pedro Claver nació el 26 de junio de 1580 en Verdú, un pueblo de Cataluña (España). Hijo de campesinos acomodados, a los 15 años decidió estudiar para sacerdote y recibió en la iglesia de su pueblo la primera preparación para iniciar la vida eclesiástica. Viajó a Barcelona, donde realizó los cursos de gramática y retórica; en el año de 1601 ingresó al colegio de Belén de los padres jesuitas, con quienes aprendió filosofía. Al año siguiente ingresó al noviciado de Tarragona y en 1604 fue enviado a Gerona por un año para perfeccionar sus estudios humanísticos en latín, griego y oratoria. Entre 1605 y 1608 complementó sus estudios de filosofía en Palma de Mallorca y regresó a Barcelo-na (Botero, 1982: 3-7; Vargas Arana, 2005: 81.

En enero de 1610 fue designado por el padre provincial Juan de Villegas para trasladarse al Nuevo Reino de Granada como misionero. En ese mismo año hizo su arribo 3 Cartagena y de allí se dirigió al colegio de San Bartolomé en Santafe de Bogotá, lugar en el cual residió hasta terminar sus estudios de teología. En 1615 regresó a la ciudad amurallada, donde permaneció hasta su muerte en 1654

(Botero, 1982: 14-17).

20-1

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Los esclavos africanos recibían el

bautismo y un nombre cristiano tan

pronto bajaban de los barcos. Los

religiosos y las órdenes monásticas

se encargaban de su evangelización, en olmo la inquisición tumbaga SUS

prácticas paganas. hay Pedro (layer fue reconocido por su constante labor

en la atención medica de los negros.

Esrainpilld di Pedro Clave r Ihruazdndo

?kv°. Colxci(th F nana Monsolc;

crluianln r.

Pato infrzior del Paludo de la Inquisición,

/ligcr/a Swch Latin Imagcs niugni

thutlia 1.

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f.. .1 respondía can toda mansedumbre, modestia y particular :inanidad, con la parábola del evangelio de aquel rey

que hizo el convite esplendoroso y habiendose excusado algunos, ordenó a los sirvientes que condujeran al convite a

las ciegos, locos y lisiados. Y añadía que adivinaran a quienes se refería: a los pobres negros, esclavos y abandonados

de esta ciudad. También defendía esta opinión suya con un pasa de la Sagrada Eschtura, en el cual se dice que Dios

salvara al hombre y al asno, entendiéndose por asnos a los negros por su gran incapacidad y poca inteligencia en las

cosas divinas (Vargas Arana, 2005: 20).

Los africanos, según afirmaba el religioso, tenían el alma bajo el dominio del demonio y del pecado; de ahí la urgente necesidad ele evangelizarlos para alejarlos de la idolatría y del culto de su "falsa religión". Fue tal su ob-sesión que persiguió incansablemente las prácticas tradicionales africanas, y cuando comprobaba que los esclavos

persistían en sus costumbres, los azotaba. Una de las prácticas más aborrecidas por el jesuita eran los lloros, reunión que celebraban los africanos y sus descendientes con ocasión de la muerte de uno de los suyos y que consistía en llorarlo hasta altas horas de la noche. El padre interrumpía estas reuniones con amenazas (Navarrete, 1995: 31;

Vargas Arana, 2005: 21).

Claves era consciente de que para lograr una evangelización efectiva era necesario conocer a fondo la cultura

y la lengua de los africanos. Dada la obvia incapacidad de aprender todos los idiomas, recurrió a la ayuda de intér-

pretes escogidos entre los bozales llegados al puerto.

La preservación del orden social era un asunto que competía a toda la sociedad. No sólo las autoridades

civiles estaban prestas a reprimir cualquier acción que atentara contra el orden público; los mismos vecinos de las villas y ciudades se convirtieron en vigilantes de sus vecinos y esclavos. Sin embargo, aunque el control se ejercía por igual sobre todas las jerarquías sociales, no ocurría lo mismo con la aplicación de la ley. Las penas y castigos

obedecían más a la calidad del acusado que al mismo delito juzgado (Ceballos Gómez, 1995: 18).

En el caso de los nativos y esclavos estas diferencias respondieron a aspectos económicos y prácticos. Legal-mente el natural tenía un estatus social más alto que el esclavo, pero en la realidad su estatus era inferior. Los negros costaban mucho dinero, había que pagar por traerlos y mantenerlos, en tanto que los aborígenes se mantenían solos, pagaban tributos y eran gratuitos. Así mismo, las prácticas médicas de uno y otro fueron evaluadas de forma

distinta: los africanos eran vistos más como brujos, en tanto que los nativos eran considerados hechiceros y envene-nadores por su amplio conocimiento de la naturaleza (Ceballos Gómez, 1995: 18-19, 99).

La diferencia entre una y otra acusación era significativa. La brujería implicaba un pacto con el demonio por

medio del cual se entregaba el alma y se renegaba de la religión católica, a cambio de poseer ciertos poderes sobre-naturales malignos. Su finalidad era dañar, causar todo el mal posible a un individuo o a la sociedad. Por lo general las brujas o brujos actuaban de forma colectiva agrupados en sectas. La hechicería, por su parte, era individual y requería de un medio o filtro para ser efectiva. No necesariamente era de carácter negativo, también se podían hacer hechizos para "bien querer" o para lograr la sanación de un enfermo. En cambio, el término "curandero" o

yerbatero" recayó sobre quienes conocían y empleaban el valor medicinal de las plantas (Ceballos Gómez, 1995:

84-87; Navarrete, 1995: 37, 95).

Los esclavos llegados a América procedían en su mayoría del occidente de Africa, aunque entre ellos existían diferencias culturales claras según su lugar de procedencia. Aún es muy difícil tener datos exactos a este respecto.

Sólo es posible destacar las regiones más nombradas en los documentos, como la isla de Cabo Verde, la isla de Santo

Tomé, el río Guinea, el río Congo y el puerto de Loanda o Angola. Tal diversidad de orígenes implicó a su vez una

amplia gama de prácticas culturales con un sustrato común (Sosadías, 1981: 68-70).

Para los cristianos españoles, la procedencia de los negros incluía un ingrediente más: muchos eran musulmanes. El recuerdo de los moros se convertía en otro fantasma. Por esto, el padre jesuita Alonso ele San-doval recomendaba un bautismo con un nombre fácil de repetir y aprender, para que olvidaran "el con que de antes se nombraban de su tierra, porque era nombre de moro, de gentil y de hijo del demonio" (citado por Borja,

1998: 122).

.2061

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-LY

La medicina negra, al igual que la nativa, tenía corno base la relación continua entre el mundo natural

y el espiritual, de cuyo equilibrio dependía la subsistencia del mundo y el hombre, además de un fuerte compo-

nente mágico y ritual. Las enfermedades se creían causadas por una voluntad ajena al individuo, es decir por un

acto mágico agresivo. Dacio que la enfermedad no se debía a una lesión propia del organismo, el diagnóstico estaba

encaminado a descubrir al causante del mal. El tratamiento empleado para la curación del afectado consistía en la

administración de preparados naturales, la aplicación de amuletos y la recitación de oraciones o fórmulas mágicas.

Los amuletos no sólo eran empleados para curar la enfermedad; también protegían de ella (Navarrete, 1995: 25,

59, 61, 67; Sosadías, 1981: 171).

La intrusión de algún objeto extraño en el cuerpo era considerarla una de las causas más frecuentes de enferme-

dad; generalmente se curaba extrayendo el elemento por medio de la succión. Esta práctica se mantuvo en el Nuevo

Mundo. La antropóloga Inés Sosadías relató el caso de Francisco Mandinga en Cartagena, quien curó a un enfermo

1.. 1 chupan/101e dichas heridas con la boca, y que le babea sacado un sapo, y que después le dio a beber agua do

bejuco 1...1 hacía muchas boro en la forma dicha y otra con diferentes ceremonias, y que Catada a las personas que

sabían hacer mal con hierbas que curaba y luego las chupaba con la boca y Unas veces saca cabellos, otras huesos, que

estos oran de cuerpos, y luego les daba a los que curaba agua cocida I. (Sosadías, 1981: 175-176).

Entre las culturas africanas, el sacerdote era al mismo tiempo médico, hechicero y adivino; dirigía las cere-

monias rituales y hacía las veces de juez y consejero de la comunidad Igualmente, existían sociedades secretas rela-

cionadas con la práctica de la medicina tradicional, encargadas de conservar los ensalmos o conjuros que poseían la

fuerza sobrenatural pala curar iNavarrete, 1995: 36). Este procedimiento tuvo su equivalente en tierras americanas,

como se vera más adelante.

También los negros cimarrones fueron juzgarlos tanto por las autoridades civiles como por las inquisitoriales,

argumentando que en los palenques se conservaban prácticas idólatras y heréticas. En las primeras décadas de la

Inquisición, la brujería fue especialmente reprimida, no sólo porque implicaba una desavenencia contra el dogma

católico, -sino porque además estaba causando conflictos interpersonales que empezaban a desestabilizar a la so-

ciedad cartagenera. Más adelante, cuando este problema ya estaba prácticamente controlado, la atención se dirigió

hacia los curanderos africanos y sus descendientes. En adelante el ejercicio de la práctica médica "aceptada" quedó

limitado a los españoles y nativos (Sosadías, 1981: 113, 198).

Una condición básica para que la curación por medios mágicos surta efecto es que el paciente tenga fe en el

sanador. En el caso de las practicas médicas negras, la conciencia de su efectividad trascendió hasta el punto de ser

compartida por los españoles. Esta misma eficacia era la que la bacía peligrosa y justificaba su persecución, pues le

confería poder económico y político a los curanderos. Para el español, esta eficacia era el resultado de un pacto entre

el saltador y el demonio, lo que la hacía aún más reprobable (Sosadías, 1981: 9, 139).

Sin embargo, y pese a la censura oficial, el ejercicio médico de los africanos fue aceptado por las clases

populares que no tenían acceso a otro tipo de atención en salud y veían en estas prácticas la forma más efectiva y

económica de solucionar sus problemas. Los mismos dueños de las minas y haciendas que empleaban mano de obra

esclava recurrían con frecuencia a los servicios de estos curanderos, talvez por ser estos más asequibles o porque era

más barato que llevar un médico español hasta sus predios, o simplemente porque también creían en su poder. Esta

actitud ambivalente hacia la medicina africana fue recurrente durante toda la Colonia (Ceballos Gómez, 1995: 71;

Navarrete, 1995: 67).

Los esclavos domésticos tuvieron un alto grado de aculturación por su continuo contacto con los blancos,

situación que se oponía a la de los esclavos de las minas, quienes lograron conservar muchas de sus costumbres.

Estos últimos eran considerados más proclives a renegar de la fe dado su escaso adoctrinamiento religioso o porque

desconocían la religión católica por completo. Los escasos frailes y sacerdotes que iban a las minas lo hacían movi-

dos más por el deseo de oro que por el interés de salvar almas. Todo contribuía a que la hechicería, la brujería y el

curanderismo permanecieran en estas zonas (Medina, 1978: 61; Sosadias, 1981: 83).

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Eran comunes las acusaciones presentadas ame el dillstinal

de la Inquisición pina senatai a los °setas os de minas hacien-

das como cabaret lir it Latinea as porcurar larunid:dula ele

serpa ntes

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¡Negros, a la Inquisición!

Fueron comunes las acusaciones presentadas ante el tribunal de la Inquisición que involucraban a esclavos de

las minas y haciendas señalados cle yerbateros y hechiceros por curar la mordedura de serpientes. Desafortu-

nadamente. en la mayoría de las declaraciones de los testigos y acusados no se encuentra referencia a la ciase de

hierbas empleadas. Mateo Arará, procesado en 1651, nombró "muchas ralees que usaba y para sanar mordedura

de culebras'. En 1680, luan Salcedo declaraba poseer un cacho en el que "ponían la contra que llaman Capitana'

que es bejuco y lo aplican a la mordedura de culebra..." (Sosadías, 1981: 1451. Tambien se realizaban procedi-

mientos preventivos, cuino lo explicaba en 1695 Juan Alamera, quien proporciono unos polvos a alla mujer para

evitar la mordedura:

4. I sable cl dedo del pie I. .4 C011 UNOS navajatiS le biza unas cisuras en !arma de cruz, v sobre clla le (J'o toros polvos

de I r SOIS' Capitana y tic nn palo llamado Cararas, qtk- había raíz y palo. se raspan y hist-aspad:iras se nunca O ron r

OO; se IngiC111 y hac en polvos que son los que echo U./ lo mismo hizo con el VIVO pie' MOHOS SSOStillitiSi 1981: .1-16i.

Algunos de estos procedimientos o plantas eran los mismos empleados por los naturales para eliminar la

acción dei veneno Aleo, lo que manifiesta que la medicina africana se nutrió en gran medida del conocimiento

nativo de las plantas (Sosadias, 1981: 144-146).

Sin embargo, la acusación mas [recuente y más grave que recavo sobre los esclavos de las minas loe la de

"brujos". Esta simacion ne COI1V11110 en un verdadero problema para el minero español que debla denunciarlos,

pues demandaba una gran cantidad de dinero llevar el esclavo hasta Cartagena y su perdida era casi segura. Por

esta razon, en numerosas ocassmes el chicrto preleria reprender al mil-actor por su cuenta recurriendo a los azotes

(Navarrete, 1995:98-e79).

Estos castigos, las condiciones propias del trabajo y la insalubridad de algunas zonas kiwi- km.1(mm la apari-

ción de llagas y ulceraciones entre los esclavos. Era coman lavar las heridas con agua caliente de hierbas. Francisco

Mandinga fue acusado de curar a una negra acosada de\ este mal en 1664, con una mezcla de achiote y verbena que

colocó sobre el apostema. También curo la llaga que aquejaba a un negro lavándola con agua caliente de las yerbas

de Santa Marra' '"; luego colocó las hojas sobre la herida y sangró con una ventosa al afectado. A un capitán lo curó

con cáscara de guamo machacada. Pero no sólo atendió ulceraciones; Mandinga sano a una nativa de un dolor de

barriga suministrándole polvo de plata mezclado con miel. Estos dolores estomacales eran atribuidos en la mayoría

de los casos a la acción de maleficios diosadias, 1981: 147-1491.

Uno de los procesos inquisitoriales más destacados fue el de la reconocida curandera Paula de Eguiluz. per-

sonale significativo de la sociedad cartagenera durante la primera mitad del siglo \vit. Labre, de padres africanos, fue

incriminada en 1624 de hereje, apóstata, fautora, encubridora de herejes y bruja. Entre las múltiples acusaciones

que se le imputaban se destacaba usar la hierba "curia" para que la quisiesen y huesos de muertos y cascaras de

naranja para quitar las calenturas. Otros testigos denunciaron que para restablecer la salud de su amo, Paula había

tomado dos huesos de una sepultura y los habia molido con cáscara de naranja y romero, para depositados luego en

un papel que amarró con una cinta colorada. El 11 de julio de ese mismo año asistió a audiencia y, después de negar

todos los cargos, empezó a confesar todos sus delitos, a los que añadió su costumbre de untarse en el pecho y en la

espalda un agua de cierta hierba que había aprendido de un nativo, para que la quisiesen bien. Paula fue condenada

a salir en auto de le con soga, coraza, hábito e insignias de bruja y hechicera; además, se le propinaron doscientos

azotes por las calles publicas y tuvo que servir a los pobres y enfermos del hospital de San Sebastián por dos años;

fue desterrada a la isla de Cuba. Durante los años que trabajó en el hospital, instruyo a sus amigas y otras damas de

la sociedad en el arte de la brujería. Paralelamente atendió a pacientes particulares para curarlos de las dolencias del

cuerpo y el espíritu. Una vez terminada la condena siguió viviendo en Cartagena, y en 1630 fue llevada nuevamente

ante el tribunal por reincidir en sus delitos (Navarrete, 1995. 105-1091.

En el libro de José Toribio Medina se menciona que Paula estuvo presente en un nuevo auto de fe celebrado

el 25 de marzo de 1638. En esta ocasión fue admitida por segunda vez a reconciliación y se le condenó a cadena

2(19

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perpetua irrevocable, a la confiscación de sus bienes y a recibir doscientos azotes. Aún así, se le autorizaba en oca-

siones para salir de la cárcel a visitar enfermos e incluso a los mismos inquisidores y al obispo don fray Cristóbal de

Lazárraga, quien en una oportunidad la tuvo hospedada en su casa por más de veinte días. Saha a la calle sin hábito

penitencial, en silla de manos y luciendo manteabas bordadas de oro; ganaba mucho dinero, parte del cual daba

corno limosna a las demás presas (Medina, 1978: 115).

El caso de Paula ilustra la actitud ambivalente de la sociedad cartagenera hacia las prácticas médicas negras:

eran prohibidas y juzgadas por las leyes. pero también muchas veces fueron reconocidas y aceptadas, e incluso

fomentadas. Esto llevó al consecuente prestigio social y económico de los curanderos africanos en cuestión.

En 1633 fue trasladado a las cárceles de la Inquisición Diego López, ciudadano mulato adinerado y dueño

de esclavos, quien tenía licencia para ejercer como cirujano y era bien aceptado en Cartagena por sus habilidades

médicas. Contaba con la edad de 41 años y fue acusado de brujo, hereje y apóstata en Santafé. El 7 de abril de 1634

pidió ser oído en audiencia. Confesó que asistía a las juntas de brujas desde 1628, cuando fue persuadido por una

negra de nombre Juana. En esa ocasión renegó de la Fe católica y recibió como compañero a un diablo llamado Tara-

vira, con quien mantuvo relaciones cercanas. López era cirujano titulado y había viajado a Santafé para examinarse

como tal; en su ejercicio profesional atendía sin distinción a personas de diversas clases sociales:

[...I sonó al hilo de un portugués llegado de las minas de Zaragoza de unas culebriltas en las piernas, a un negro esclavo de Catalina Benítez de una quebradura en una pierna, a la mulata Rufina de un nacido, a Paula de Eguiluz de una hinchazón en la garganta b. (Navarrete, 1995: 113).

Estando preso, sus servicios fueron requeridos para asistir, aliado del médico Francisco Váez y el licenciado

Martín Sánchez, a una mulata que sufrió varias quebraduras al ser sometida a tormento. El proceso afectó toda su

vida pues perdió sus bienes y en cierta forma su prestigio. Recobró la libertad en 1638, año en el que se trasladó

a las minas de Zaragoza para continuar ejerciendo la cirugía_ Allí también ganó gran renombre y llegó a tener un

promedio de cincuenta pacientes. Dos años después, en 1640, fue encarcelado en este distrito minero por ayudar a

un esclavo a fugarse. En esa ocasión solicitó que le concedieran la ciudad por cárcel bajo fianza, argumentando que

tenía muchos esclavos enfermos bajo su cuidado. De forma reiterada expresó su preocupación ante las autoridades

por la incautación de sus medicinas y "otras cosas corruptibles' que consideraba perdidas, por llevar mucho tiempo

guardadas. Después de purgar su pena volvió a Cartagena, donde siguió ejerciendo varios años más. Pero López

no sólo practicaba el saber médico europeo; también conocía la medicina de tipo mágico, que empleaba para curar

hechizos, envenenamientos y deshacer maleficios (Navarrete, 1995: 1.11-117, 162).

Juntas de brujas, adivinadores y ensalmadores

Es posible que las famosas juntas de brujas fueran en realidad reuniones de mulatos y negros realizadas

con diversos fines, como los funerales o lloros, las bastas de carnestolendas, las reuniones de amigos y conocidos

para divertirse o congregaciones que funcionaban como mediadoras de la expresión religiosa africana (Navarrete,

1995: 1191. El hecho de que Diego López hubiera podido adquirir los títulos en cirugía obedeció a que esta pro-

fesión, al ser considerada como obra de manos, gozó de un estatus inferior a la medicina y por tanto su ejercicio

no estuvo vetado para las clases populares. El médico, por el contrario, debía demostrar limpieza de sangre. Cabe

resaltar que tanto este cirujano titulado como su contemporánea Paula de Eguiluz, curandera empírica, alcanzaron

por igual un alto prestigio social entre los cartageneros; posiblemente porque el reconocimiento se obtenía más por

la eficacia de las curas que por la erudición del médico. López integró en su saber curativo conocimientos propios

de la cultura española (cirugía) y africana (medicina mágica), saberes diferentes aunque no incompatibles que

servían de forma diferencial dependiendo de la causa de la enfermedad y del paciente que la padecía. Gracias a este

sincretismo se ubicó en la línea que separaba lo admisible de lo condenable; su labor como cirujano era exaltada,

pero su accionar mágico era condenado por la Inquisición.

Las prácticas adivinatorias fueron comunes entre los esclavos, quienes también recurrían a ellas para acertar

la causa de una enfermedad determinada. Domingo López, negro libre, fue llevado ante el tribunal en 1651 por usar

adivinaciones y por curar con hierbas y arte diabólico:

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...; el modo de adivinar era que tenia un cornezuelo con un cordel que le atravesaba por inedia y que tenía la una

parte del cordel con la mallo y la otra con el pie y le preguntaba al dicho cuernezuelo que que enfermedad lenta el

culto nig, que si eran yerbas y que el cuernezuelo se ma nió para decir que no de un lado a Giro, y SI lo eran subía y

bajaba con que decía que si u;plencliani, 1997: 305).

Lopez fue apresado el 29 de julio de ese mismo año, y al preguntársele si conocía la causa de su detención

respondió que se debía a que curaba mordeduras de culebra y veneno, y que esta era una cualidad que le había

concedido Dios. Lo primero que hacía en estos casos era "echar" tres cruces sobre los enfermos diciendo "En el

nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, Dios Nuestro Señor me ele gracia para poderte curar" (Splendiani,

1997: 305). En audiencia confesó que era cierto lo del cuernezuelo y habló de formas de curar "supersticiosas",

aunque un el documento no se explican cuáles. En la audiencia del 8 de agosto no dijo cosa alguna de provecho,

aunque sí pronunció muchos disparates. Fue mandado examinar por un cirujano, quien explicó que no había

podido encontrar la causa de la enfermedad, aunque el enfermo no tenía calentura.

Y bah:encilo traído en once de octubre a la audiencia no respondió ni hablo palabra a cosa 411.: se le pegunta, con lo

cual fui mandado lo viese un medico que habiéndole visto orlo que los pulsos no los tenía en su estado natural y que en

sus acciones pa recia estaba atontado y que padecía también palpitaciones en el corazon Gplendiani, 1997: 3061

La causa cíe la enfermedad de Domingo fue un golpe en la cabeza que le propinó el carcelero (alcaide) y que

lo dejó mudo y aturdido. Fue trasladado al hospital.

Cabe destacar dos aspectos importantes de esta causa. En primera instancia, el factor mágico. Domingo le

preguntaba a su cuernezuelo por la causa de las enfermedades y este le respondía moviéndose por sí solo, clara obra

del demonio ante los ojos de los inquisidores. En segunda instancia, este curandero profería palabras sagradas del

dogma catolico cuando curaba. A las prácticas médicas de origen africano fueron integradas las oraciones propias

del catolicismo, como se mencioná antes, Las comunidades africanas poseían ensalmos con poder curativo, lo que

facilitó la asimilación de las primeras al sistema curativo de los negros. De igual forma los esclavos traídos a América

y sus descendientes identificaron a los orishas, gobernantes de las fuerzas de la naturaleza y de los asuntos humanos,

emisarios de Olodumare, el Dios omnipotente, con los santos católicos, esto propició un sincretismo cultural que

permitió la supervivencia de tradiciones negras arropadas bajo la fe cristiana. Esta práctica no fue exclusiva de los

habitantes del continente negro: en la Edad Media en España era muy popular la acción de los llamados ensalma-

dores, quienes buscaban la cura de las enfermedades empleando ensalmos u oraciones de las Sagradas Escrituras,

haciendo cruces sobre las llagas e invocando la misericordia de Dios (Sosadias, 1981: 125).

En dm, los esclavos africanos se vieron enfrentados al desarraigo social y cultural propio de la trata esclavista.

En el contexto de las nuevas relaciones americanas los esclavos tuvieron que adaptar sus tradiciones a las condicio-

nes nacientes. El contacto constante con los nativos y españoles conllevó un sincretismo de las prácticas curativas

que prosperaron en medio de una relativa clandestinidad (Navarrete, 1995: 19, 51, 54). De modo que las prácticas

médicas desarrolladas por los esclavos y negros libres durante la Colonia en el Nuevo Reino de Granada no fueron

una copia de los saberes tradicionales africanos. Por el contrario, estos elementos fueron enriquecidos con el co-

nocimiento nativo acerca de las plantas y los animales, y con las oraciones y conjuros europeos. Así se dio paso al

surgimiento de una práctica médica local (Navarrete, 1995: 63; Sosadias, 1981: 164).

Estas prácticas médicas locales, tanto negras como indígenas, seguirían existiendo hasta hoy, en un territorio

multiétnico y cultural como lo es Colombia. Pero la posición hegemónica alcanzada por los saberes y las prácticas

médicas traídas por los conquistadores las obligaría a desempeñar un rol subalterno dentro del panorama médico

nacional hasta nuestros días.

21/

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Funerales, nom,. 'Tesios de in:1131os e negros Fueron do- numcidelps por los Ld,parkdos ante la Ingulsiclon y acetbarnisrm perseguidos coma sluclai 1E5

IcEleint, cir ,Ir? 0111, :11, ' iilm.d (11/C,10 , 11,11.7) ,(L) rdld IV,11 111, IP/Imr, rI» qu, i emgrnrip, 1101

111•/ ¡Id' rithurpill,.;in, r Irn li friNun ji2 Citieemde DI■

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Citas

Trasinos eciavatenss a lo que hoy se entendn la por "taima ministro')

• Clan' esta que Cabal e ri nt algunas pictedenles en ESpaila del Hozado ti/ . atsstieo unariono: PLICIlte la Reina (1090), Santo Domingo rli la Calzado (1085), Bi irles( a (1208), Viliarreal de Badana 11272), Puerto Real (1483) y Sainar(' (1491), aunque estos lugares !MIS

fueronllar ciudeules cunipamrntns militares (De Solano, 1990: 18) ' Se n fuste al tálelo mallado compuesto por cuadros Mareos y negios en el CINC se juegan damas y ajedrez .

' Este rronlelo mula en el proyi cío ¡Disto en mili Elia por Sheolas de Ovando en La Isabela y se fue di/rindiendo a los distintas Hos de Amé: ica Latina (Salcedo Salcedo, 1996:24-36).

' Se llamaba Real a lin il5e1/10111/0100 Hl/10dr Pee 0100/1s100, se llamaba Real de minas n un atimminiento Minera

"' El Mínimo Fundación se lttHizn err la tpoia coma smranoto de ciudad

rllu,anlas de bajo cocio priducliliti en las lar. lentr, airaras en LiiiillapOqi len am l z "gcnei OS muge 1 (I Oiala ele Castilla, hierro 11:01

• 1'er cl opiada II de este tomo

• Pro e que esta Jabino (gni'', ata: r I rimnadn con la posibilidad de cobra; unpuesio 1101 roda Cabeza S& I i (tad 7• 1634 Si( don Coionm Fondo uliecxcnn,oe Rollo 33. Folio 3621,

" Orar. pandemia de peste que tíralo a Fall opa oil re 134 / I 353 y acabó can mas del 3026 de la poblaciiiii t'u Opeti Para mas basn cidra sobre el tema véase el tnibaji de Boniacv 112ravs16,, 19711 y también las ,RCipolla 19934 Gottfried (6419 icl,19)3), Hat leer Illiuchei, /9921, blollwei 2004) v Watts (Watts, 1697), así como el simposio en que ratios mame( discutieron el piral,' si de peste (Vatios, 19771

36%. Sección Colonia l'olido Tliscclanea Rollo 33. Folio 362v

• ¡bici_ Folios 3065h

14 lbal Folio 371v.

• Ibul, Folio 376r

5 Termino que se usaba en la época y que has esta en lala) pata calen Si al 1110 cisaniernatico AGIsL Sección Colmad Fondo blisi cianea 13a/l0 3_ Folios 1033-1042. 1633 Es oninion 1 lu mayo/ iu de los indicios que el pi Mira caso de lepra en el altiplano se presenta on el 1 r shilera de la catedral.

atee Si rh hm o 61b4(0. t que de esta Emita metlad nutrió el lundinior de Sontole, don Gonzalojun(1u 2 de td( iiesada durante su campano de pm iticat hin IR Io< miligenic guaita-e, cra Maltqunrr , el 16 1 1.■ eb7cro de 1579.

r" (los piensan algunos que tules mompstia iones hacían parte del ralada-1de! iagobsino cansado poi los alcaloides del cornezuelo tia centeno, hongo que crece con fdalidad ru In:, rtIlle S y cereales (Laval, R , 2004:74-761_

''' Se Panidira así a halas las eantiniedadeS pie se //111111105iliball pa: bubas, es decir 'pastillas o iumoicillos de pus", cama algunas ennu me/tacs camelas, 0 en los paises tropicales n la mit] medid denominado 'pian"

Ve relcapiadondeestetanto-

Nnrnbr dado en ht Espuüa de la Edad Media a los inlastrados u cuas de lenocinio • Este dato también es citado por Pot hetti, quc lo toma rl set vez de Lodcmo &musita pelo este idaimo no /001101011illafuenie de archivo

de donde sacó Id información (ioefieto, 2005: 19) .

" Todo lo nue en este apartado se relaciona con la tilden de San furo] de Dios erai apoyado en la obra de Benjamin Aginlitlo, cronista de los Hermanos de San Jnarr de Dios en Colombia (Aguarlo: 1983).

Oro de pocos quilates, normalmente doce o incitas - '^ Estos dutos surgen de un infu me del fiscal licenciado Alter Villalobos a la Recd Audiencia, en enero de 1603, incido por Pocc hect'

il3oechttti et al., 2005:20-211, s tomada a sil vez ele Antonio Metr tinez Zulair a (Martínez Ltd/lita, 1972: 167-168), pero este riltimis no (la ninguna renuencia del clor 11111, 010 ni apea ia ninguna cita bibliográfica. Segmamente obturo el dato de Soriano Lb rus, que laminan u ansia ibC el 301 tonta-da Pean Soriano 1001/30c0 da ninguna referencia sobre el archivo donde lo obtuvo ni de la signanit a Girara apta (Soriano da, 1060. 63 64), ompoi tormento muy típico ele n hist ara iliSWelathneS daSitns ele la Medicina 736N Sección Colonia Fondo Cines y (01gisii,ic Legajo 28. bobo 127 1616.

AGN" Emulo Gravemos. TOMO 39. Folio 270v. 1640 lo enferme/1a era el lugar donde yacían los pacientes o enfermos en el hospital Se recuerda que las hospitales eran instituciones que 110 Sill0 albergaban enfermos

"1 El 6 mino Platería en ese entonces las connotaciones de atención médica especializada, sino su antiguo significado de hospitalidad hacia el necesitado.

"1 36%. Sección Colonia Fondo blisceltinea I e icuo 77. Folio 7457 Gira de 1642.

" A(48 Sección Colonia Fondo thispitales y Cementerios Legajo 2. Folio 854r 1716. " Ibid.

• AGNI Op. Folio 8.581. 17/6

" el capitulo 11 de este tomo .

" AC14 Sección Colonia. Fondo Iiospitales y Cementerios_ Legajo 2. Folios 856r-858r 1716.

33 Una. Folio 860r 1716.

is AC19 Sra ciont Colonia Fondo Medicas y Abogados. Rolla 6 Folios 379-409 Sección Colonia. Fondo Hospitales y Cementeri os. Tomo 2. Folios 854-861

36%. siscuin Colonia. Fondo Medito, y Abogados. Legajo 4. Fallos 607r-608r 1612 Acto Sección Colonia . Pacido ,\ kin osly Abogados. Legajo 1 Fonos 622r-622v. 1619. Ibid. Folio 6261,1619.

Ibid. Folio 62.34 1619

Page 25: Historia de La Medicina Tomo I Pag 196-216[1] (1)

• Ibid. Folio 624r. 1619. " AGN. Sección Colonia. Fonda Miscelánea. Legajo I I. Folio 829r. 1626.

• Ibid. Folios 829r-829v. 1626. u Ibid. Folio 828r 1626.

AGN. Sección Colonia. Fondo Miscelánea. Legajo: 11. Folio 830r. 1626.

48 [bid. Folio 831r. 1626. "

Ibid. Folio 832n 1626.

" ;bid. Folios 834r-834v. 1622. 8 /bid. Folio 836v. 1606. " Ihid. 9 Es decir, el pueblo raso sin privilegios específicos de hidalguía o nobleza, de donde seguramente saldrían buena parte de los pobres.

• AGN. Sección Colonia. Fondo Miscelánea. Legajo 11. Folios 840r-846r. 1626.

" Ibid. Folios 842r-842v. 1626. 56 !bid. Folio 859r. 1627. 8 Es decir, conformación universitaria que le permitía la comprensión del Latín.

" AGN. Sección Colonia. Fondo Médicos y Abogados. Legajo 6. Folio 882r. 1634.

" Ibid. Folio 883v. 1634. " /bid. Folio 883r. 1634. 61 AGN. Sección Colonia. Fondo Miscelánea. Vol. 66. Folios 509-511 bis.

AGN. Sección Colonia. Fondo Miscelánea. Legajo 11. Folio 863r. 1636.

" AGN. Sección Colonia. Fondo Miscelánea. Vol. 66. Tomo 2. Folios 555-557. 1636.

64 Las únicas dos instituciones de enseñanza que existían en Santafé en ese momento eran: el Colegio Seminario de San Bartolomé, en donde se formaban los miembros de la Compañia de Jesús o Jesuitas, y el Colegio de Santo Tomás, perteneciente a la Universidad de Santo Tomás, también conocida como Universidad Tomistica, regentada por la Orden de Predicadores Dominicos.

" El Colegio de San Bartolomé. " AGN. Sección Colonia. Fondo Miscelánea. Vol. 66. Folios 509-511 bis.

'bid. Folio 556v. 68 AGN. Sección Colonia. Fondo Miscelánea. Legajo 11. Folios 860r. 1636. " AGN. Sección Colonia. Fondo Miscelánea. Legajo 11. Folios 862v-863r. 1636.

Ibid. Folio 864r. 1636. AGN. Sección Colonia. Fondo Miscelánea. Legajo 6. Folio 697r. 1643.

9 !bid. 83 Ibid. Folios 697v-698r. n Ibid. Folio 699r. o !bid. Folio 700v.

!bid. Folio 701r. AGN. Sección Colonia. Fondo Miscelánea. Legajo 11. Folio 823r 1626.

" Este funcionario tuvo el cargo de presidente de la Audiencia del Nuera) Reino de Granada entre 1630 y 1637.

" AGN. Sección Colonia. Fondo Miscelánea. Legajo G. Folio 701v. 1651. 8' Ibid. Folio 728r. 81 AGN. Sección Colonia. Fondo Colegios. Tomo 2. Folios 415-420

AGN. Sección Colonia. Fondo Instrucción Ptiblica. Anexo. Reales Cédulas.1763. Vol. 3. Folios 422-424 y Biblioteca Nac. anal (en adelante Bbp. Sección de Libros Raros y Curiosos. Manuscritos 161-169.

83 Sección Colonia. Fondo Médicos y Abogados. Rollo 6. Folio 390v. 1698.

" Ibid. Folios 382r-385r. • Ibid. Folio 386v. s' Ibid. Folio 393r. 88 Ibid. Folios 386r-391r. • Caicedo y Flárez, Fernando. Informe sobre la cátedra de medicina, su historia, a raíz del nombramiento de catedrático Miel no hecho

a Miguel de Isla. AGN. Sección Colonia Fondo Médicos y Abogados. Vol. 3. Folio 832. Mayo, 1799.

• La poca documentación que existe sobre la medicina cartagenera de ese periodo se encuentra en el Archivo de Indias y en el Archivo

General de la Nación pues el Archivo Histórico de Cartagena no existe debido a que un alcalde de La Heroica "de elevo nombre no queremos acordarnos", tomó la decisión de botar al mar la documentación sobre la ciudad pues "hacia mucha estorbo y no habla donde almacenada".

" Sistema de organización militar desarrollado en España en los siglos XI'l y xvir. °' AGN. Sección Colonia. Fondo Médicos y Abogados. Rollo 4. Folios 321r-323r. 1644. " Ibid. Folio 323r. 9 Ibid. Folio 321 r. 94 AGN. Sección Colonia. Fondo Médicos y Abogados. Rollo 6. Folio 655r. 1682. " HA. Folios 656r-656v. " Ibid. Folios 406r-407r. 1711. °' Ibid. Folio 409r.

2/4 2-0

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Hin' el relato palografico o registro de las manifestaciones de la enfermedad y su comportamiento en el individuo se le llama historia tfinica (Luía Entralgo, 1961). Por razón de espacio no se puede hacer aquí un listado de todos los médicos que optaron por los nuevos saberes anatómicos en Esposa. El lector interesado pude consultor a López Pinero (López Piñero, 1979: 308-370) AGN. Sección Colonia. Fondo M6cylómea. Legajo 11. Folio 817r. 1605.

Folio 817v. rth Folie 818r

111-4 Ibid. Folio 822v. Los seguidores de Paracclso y de sus Norias alquimistas de la enfermedad relacionadas con la idea de que el cuerpo estaba compuesto de mercurio, azufre y sal y que la salud era el resultado del equilibrio entre estas sustancias y la enfermedad del desequilibrio entre ellas (Laín Entralgo, 1982n: 35-37).

'"' lanufisisos, los que siguiendo la fisiiti de Galileo explicaban la enfermedad como el resultado del exceso o defeelo de tensión de las fi-bras que componían el tuerpoide la obstrucción de los canales corporales por donde se movían los humores. hualqui:micos, cercanos a las Int:pie/O/S ideas alquimicas que ¿mugid: raban que el cuerpo estaba compuesto de sustancias químicas y que la enfermedad era ramisurriein de la pul in:tardón de esliti. (111111 Entralgo, 1982/1..37-40).

1"° Hay gane ilpert•ricitir el ft/Milita anatornopatologia O anatornapatolágien, que se refiere a la ciencia que estudia las alteraciones anatómicas o "lesiones' que acompañan ola erre enredad, del termino mentalidad anatomoclinica, acuñado por Pedro Lain atraigo (Luan Elia algo, 1978: 145-259; Laín Entralgo, 1982a: 5)-721. Este animo se refiere a una forma de eniender la enfermedad como altioncion anatómica en si misma que surge en el siglo rox r a una clínica que, basada en el CO110innliendi anaiomopatologico y en la idea de que el signo físico es UPO expresión de esa alteración anatómico, inventa una sennohlglü p,u a diagnosuear, de manera indirecta y no nicasiv(1, los lesiones que componen la enfermedad de coda paciente_ Decreto en que se publicaban todas las ordenanzas y procedimientos dela Inquisición. Era leido cada vez que se inauguraba un nuevo tribunal (Splendiani, 1997, vol 4: 441. Designación cicuta al judaisi no, sus dogmas y tradiciones (Splendiani, 1997, vol. 4: 48).

15v Palabra empleada para designar una religion diferente a la católica, por ejemplo la protestante (Splendiani, 1997, vol 4: 54). I" Delito que consistía en seleccionar los dogmas y reglamentos de la Iglesia con los que se estaba de acuerdo, dejando de lado los demos

{Splendiani, 1997, vol. 4: 46). 1 " Clerigas que solicitaban con insistencia los favores U171010505 de una mujer en el confesionario o dentro de una iglesia (Splendiani,

1997: vol. 4- 54). "2 AGN. Sea ion Colonia. Fondo Caciques e Indios. TOMO 43. Folios 399-483. Este proceso se encuentra ampliamente analizado en

Caballos Gómez, 2002. 13 AGN. Sección Colonia. Fondo Caciques e Indios. Tomo 4.3. Folio 6.

Ibi-d. Folia Ils "th Mil Folio 45r.

Ibid. Folio 4.311- "' Nombre dado a un nativo que hablaba los idiomas de los naturales y traducía al español. ' th !bid. Folio 445v. 19 'bid. Folio 445v. 123 Ulero o matriz. rth Iba Folio 475r. 112 AGN. Sección Colonia. Fondo Misceltinca. Tonto 25. Folios 406-411.

123 and. Folio 406e. "1 Ibid. Folio 406v. " Ibid. Folio 4094 '" Se les llamaba chantajes a los indígenas que ruin no habían sido evangelizados y conservaban el idioma na lin 11; Ladinos Han los indígenas convertidos al cristianismo, que hablaban el castellano. " AGN. Sección Colonia. Fondo Miscelanea. Tomo 25. Folio 406r.

!bid. Folio 409r. e10 Ibid_ Folio 410r. '" Ibid Folio 410v.

lbid. Folio 411. 13-1 Este asunto requiere investigaciones posteriores. '" Prenda de vestir o accesorio utilizado en la Edad Media por diversas comunidades cristianas para provocar incomodidad

to en quien la portaba, con el fin de combatir las tentaciones de la carne por medio de la mortificación corporal ' El nombre científico de esta planta es Aristoloquia Anguicida.

Tanacetum Balsamita.

o sufrbnien

2/6

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