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Articulo extenso que relata los puntos mas importantes en la historia de la fotografía desde lo técnico y desde lo teórico.
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Introducción
Al principio de la novela de Bouvard y Pécuchet, Flaubert, describe el departamento
de Bouvard, y observa junto a la cómoda, al lado del espejo, un par de
daguerrotipos que retratan a sus amigos. “En la historia, Bouvard, recibe del notario
una carta que le informa sobre la herencia que decidirá el destino de los dos
cómplices. Según Flaubert, “con fecha del 20 de enero de 1839”; las cartas del
notario tenían fecha del 14 de enero de 1839.
Precisamente fue una semana antes, el 7 de enero, que la Academia francesa de
Ciencias tomó conocimiento de un proceso completamente nuevo al que se dio el
nombre de daguerrotipo. Hasta esa fecha no se había producido ni un sólo retrato
porque el proceso que no era lo suficientemente sensible para esa aplicación. La
presencia de daguerrotipos en la casa de alguien como Bouvard, sólo sería
históricamente creíble hacia fines de 1840. Aunque aquellos colgarían de las paredes
de la casa de un plebeyo en el momento que Flaubert escribió su novela (1874), los
daguerrotipos hubiesen sido mucho más apropiados o creíbles en una casa burguesa
que en la de un funcionario menor.
Flaubert conocía las técnicas fotográficas (durante su viaje a Egipto en 1849-1851
en el que acompañó a su amigo Maxime Du Camp quien, con su cámara, tomó
numerosos negativos). Flaubert no documenta el lugar preciso; tampoco da una idea
particularmente clara sobre el lugar que ocupa el daguerrotipo en la historia, pero lo
sitúa en el período durante el cual realizó su creación literaria.
De tal manera, escribir sobre la historia de la fotografía en los tiempos que nos toca
vivir es más bien como ser un periodista de fotos: la obtención de la información, la
búsqueda de imágenes colectivas y el escribir sobre la historia de la fotografía es
como escribir un tipo de “historia de aventura” - la existencia de las fotografías que
reescriben la realidad nos ayudan a evitar los errores históricos, poniendo en su justo
lugar las imágenes que denotan el sitio exacto en el que ese instante fue sustraído
“escrito” y enviado directamente al futuro, ese que algunos como Henri Cartier-
Bresson definen como el instante decisivo, caprichosa y cierta la fotografía es un
modo de escritura y de relocalización del mundo y de las personas como Bouvard y
Pécuchet alrededor de las imágenes.
“Fotografiar es reconocer, en uno mismo instante y en una fracción de segundo, un
hecho y la organización rigurosa de las formas percibidas visualmente que
expresan y significan ese hecho. Es poner en la misma línea de mira la cabeza, el
ojo y el corazón”; como epígrafe a este texto se encuentra una cita del Cardenal de
Retz “ No hay nada en este mundo que no tenga un momento decisivo”.
Henri Cartier Bresson
La historia, la historiografía y el lenguaje
La dificultad de bucear en la historia de la fotografía, deriva en primer lugar, de su
ligazón con el modelo de la historia del arte, nacido en la historia de la pintura,
modelo sobre cual no siempre se sabe qué esperar, pero actualmente en uso a fin de
justificar su valor jerárquico. Este punto de referencia inevitablemente omnipresente
aumenta la difícil pregunta de la relación entre fotografía y arte, un debate que tiene
sus comienzos a mediados del siglo XIX. Sus relaciones siempre estuvieron
marcadas por rivalidad, denuncia, y anatema; sin una tregua real y sin ningún foro
para una discusión constructiva.
Las fotografías fueron percibidas al principio como documentos gráficos al igual
que los dibujos, las litografías y los grabados, una categorización derivada y
reforzada por el uso ilustrativo que se hace o se hacía de ellas. Pero esto puso a la
fotografía en el mero papel de un accesorio artístico, “el humilde sirviente de las
artes”, como la llamó Baudelaire en una crítica de 1859. Afortunadamente, para
algunos, las fotografías merecían el lugar de objetos secundarios, debido tanto a su
método de producción y a su significado como imágenes. Por consiguiente, la
historia de la fotografía puede entenderse asumiendo esta diferencia y reconociendo
que este proceso tiene una importancia ontológica. Mientras la historia de la pintura
siempre fue un análisis de las variables de lo formal o de los códigos iconográficos,
la historia de la fotografía ha tenido que inventarse a sí misma por el propio carácter
de su existencia, que no es justamente una manera vaga de capturar el mundo en
imágenes. Esta falta de vaguedad es la que la define mas como un sistema de
significación cercano al lenguaje que a una forma de arte conocida.
“Estoy convencido de que los procesos mal aplicados de la fotografía han
contribuido en gran medida, al igual por otro lado que todos los progresos
puramente materiales, al empobrecimiento del genio artístico francés, de por sí tan
escaso (...). Digo esto en el sentido de que la industria, al hacer irrupción en el arte,
se convierte en su enemiga mortal y la confusión de funciones impide que ninguna
sea bien cumplida (.. ). Si se permite a la fotografía suplir el arte en algunas de sus
funciones, pronto lo habrá suplantado o corrompido por completo, gracias a la
alianza natural que encontrará en la estupidez de la multitud. Es necesario pues
que la fotografía cumpla con su verdadero deber, que consiste en ser la servidora
de las ciencias y las artes, pero la servidora más humilde, como la imprenta y la
estenografía, que ni han creado ni han suplantado a la literatura. Que enriquezca
con rapidez el álbum del viajero y preste a sus ojos la precisión que faltaría a su
memoria, que adorne la biblioteca del naturalista, exagere los animales
microscópicos, fortalezca incluso con algunas enseñanzas las hipótesis del
astrónomo; que sea, en fin, la secretaria y el archivo de quien necesite en su
profesión de una exactitud material absoluta; hasta ahí, no hay nada mejor. Si salva
del olvido las ruinas correspondientes, los libros, las estampas y los manuscritos
que devora el tiempo, las cosas preciosas cuya forma va a desaparecer y que exigen
un lugar en los archivos de nuestra memoria; entonces se le agradecerá y
aplaudirá. Pero si se le permite avanzar sobre el terreno de lo impalpable y de lo
imaginario, sobre todo aquello que sólo vale porque el hombre añade allí su alma,
¡entonces desdichados de nosotros!”
Charles Baudelaire
Más grata fue la clasificación que le dio Pierce a fines del siglo XIX
Un signo es algo que esta en lugar de otra cosa en ciertos aspectos o capacidades.
Cualquier marca, movimiento físico, símbolo, muestra etc. Utilizado para expresar
e indicar los pensamientos, informaciones y órdenes constituyen un signo. Una
fotografía es un signo que, está en lugar de los elementos representados en ella,
para quien lo interprete, el humo, un dibujo, mover la mano y el perfume de una
rosa son todos ejemplos de signo. Uno debe observar que, sin los signos, nuestra
comunicación en el mundo sería muy pobre. si nos viéramos obligados a
comunicar algo sobre algún objeto deberíamos hacer uso de ese objeto para
comunicarlo.
Peirce, C. S.. Collected Papers of Charles Sanders Peirce. Charles Hartshorme e
Paul Weiss (ed.). Vol. II: Elements of Logic. Thrird Printing. Harvard University
Press, Cambridge, 1974.
La fotografía es ciertamente un documento histórico en donde las fechas, las épocas
las formas están presentes como una marca de agua. También es un fragmento de
historia general de los últimos ciento zincuenta años. La Historia ha sido influida por
la fotografía con velocidad creciente hasta el presente, la fotografía como signo
desea estar presente en la Historia oficial así como también en la historia más
confidencial, en la historia colectiva tanto como en la individual. Toda fotografía es
histórica porque en esa centésima de segundo, en ese instante decisivo, fue lanzada
hacia el futuro. Así, cualquier fotografía, puede o no, ser memorable pero como tal
encierra en sí misma, el grado de significación propio, de aquello que representa.
Sólo basta recordar que Barthes en todo momento hace referencia a la foto del
invernadero en La cámara lúcida para explicar determinados fundamentos del
punctum y el estudium dicha fotografía pertenece a la intimidad de las imágenes
propias de autor, nunca se muestra en la selección que el francés utiliza para explicar
sus puntos de vista teóricos sobre la fotografía. La fotografia adquiere su carácter de
signo con mayor o menor grado de intimidad, dependiendo de las circunstancias en
que fue producida y luego interpretada o de cómo la cultura haya demandado su
interpretación, mas allá de la intención en el momento de su producción. La historia
desde el punto de vista de la fotografía es, una manera de hablar, un tipo de forma
discursiva en la cuál los documentos fotográficos, van uniéndose uno a uno,
explicándose con la propia variabilidad interna de las imágenes fotográficas, a fin de
reconocer un aspecto evolutivo. Así la fotografía se transforma en fuente de la
historia, de la cultura y del lenguaje de las imágenes. El estudio de la historia de la
pintura sólo es posible gracias a la fotografía. Todo el arte le debe a la fotografía su
democratización y difusión. Por otro lado sería impropio, encasillarla en el esquema
concebido (más de una vez discutido) para otras artes o también en el esquema del
lenguaje con las definiciones propias de la lingüística y de la semiología.
Las dificultades para encontrar una estructura funcional y conveniente para este
estudio, nos condujeron a pensar que sería demasiado obvio caer en los modelos de
estudios anteriores. La presencia del modelo de la historia del arte, las diferentes
concepciones semiológicas que inundaron el tema en el período que va de la década
del ´60 a la del ´80, además de los intervalos propios de la concepción técnica de la
fotografía, que cuenta con sus pasos evolutivos casi biológicos de génesis, vocación,
madurez, y decadencia. La tricotomía en la que gravitan la destreza técnica, las
funciones de significación propias del lenguaje y todo aquello que lo emparienta con
el arte: cuadro, campo, plano y composición. Cabe destacar aquí que las diferentes
historias de la fotografía hasta los años treinta fueron regidas por la noción de
evolución técnica. El primer esfuerzo tendiente a aunar un criterio lo realizó
Beaumont Newhall (en la ocasión de una exhibición que conmemoraba el centenario
de la invención de la fotografía). Newhall construyó una vista global de imágenes,
sus técnicas, y las influencias externas que las motivaron. Pero el marco establecido
por Newhall sólo era aplicable a categorías fotográficas consideradas como
artísticas, o que aspiraran a serlo. En efecto esto confirmó el reconocimiento
museológico de la fotografía como arte y empujó a Raymond Lécuyerl, en 1945 a
intentar mostrar el eslabón irrevocable entre la técnica y el significado de las
imágenes. Su efecto, fue reconocer que la fotografía había logrado una madurez
inmediata, casi contemporánea con su invención. Luego, vino la historia de la
fotografía por A. H. Gernsheim, que se restringió al período de 1839-1914 e incluyó
un rico corpus documental, en parte gracias a Josef-María Eder que permitió que
los escritores ingleses tuvieran un lugar de vanguardia sobre el tema. Más
recientemente, Naomi Rosenbum intentó algo que, hasta ese momento, se presentaba
como dificultoso: mostrar el desarrollo de la fotografía desde un único punto de
vista, centrado en la noción de progreso técnico constante y eludiendo el punto de
referencia omnipresente del fotoperiodismo. Otro libro de Autores Varios editado
por André Rouillíe y Jean-Claude Lemagny tuvo la legítima ambición de tratar a la
fotografía en la historia desde el punto de vista de la evolución social, pero el
proyecto no se concretó dada su extensión.
De éstos trabajos generales, surge el nuestro, por esta razón la historia de la
fotografía no puede ser un continuo cronológico arbitrariamente atado al medium y
su técnica. Sólo puede ser el resultado de tener en cuenta lo que hace peculiar a la
fotografía: su naturaleza serial, su calidad temporal, su punto de vista (en el sentido
del lugar de dónde la imagen se toma) y el grado en el que cada imagen es
“fotográfica” es decir, parte de lo que se considera como norma, en un período
dado.
La fotografía
Examinando todas las formas de fotografía y sus innovaciones a través de la historia
aclararemos:
Primeramente, necesitamos definir lo que queremos decir por “fotografía”: es un
conjunto de imágenes muy dispares que poseen en común el hecho que fueron
creadas por la acción de la luz en una superficie sensible. Para algunos, es una vista
objetiva del mundo, un medio para producir un registro. Para otros, la visión es
totalmente subjetiva y el fotógrafo se convierte en un artista que alcanza un acuerdo
con el a priori de la realidad con el fin de descubrir lo que realmente es “bello”.
Algunos semiólogos consideran que la fotografía es un lenguaje. Para Barthes
carente de código, para Dubois, una codificación de la realidad en un momento dado
pero sin relaciones directas con el lenguaje escrito o hablado. Hasta ahora la
fotografía no ha logrado liberarse totalmente del lenguaje que la acecha, la
engrandece, la explica, la manipula, la carga y la descarga de sentido. Nosotros
hemos intentado apartarnos de esta tricotomía entre imagen, arte y lenguaje a fin de
otorgarle énfasis a la variedad de prácticas y usos intencionales que están dentro de
la producción fotográfica. No debe olvidarse que las imágenes tienen un destino, que
determina su forma, su tamaño y su calidad de antemano, un destino que es a
menudo objetivo y al que el historiador debe referirse más abiertamente: el archivo,
el portfolio del artista, el álbum familiar, el portarretrato, el libro de arte, el diario, la
edición de algún manual de fotoperiodismo, la acumulación de publicidad, el
cementerio. etc. Nosotros hemos considerado, por consiguiente, que todas las
fotografías están sujetas a la acción de diversos campos, las influencias, las
afinidades, los puntos de referencias, las determinaciones sociales, las convenciones
de interpretación y no sólo al determinismo tecnológico. La mayoría de las personas,
para obtener una imagen, lo hace con alguien o algo en mente, una persona, un uso o
función, un objetivo que puede o no cumplirse. La historia de la fotografía puede
ampliarse, sólo considerando la práctica fotográfica privada o su utilización por los
medios de comunicación. Todo conforma la definición real de “realidad
fotográfica”, aunque no hayan alcanzado aún museos ni galerías.
En consecuencia, la fotografía no se juzgará por aquello que representa. Comparada
con la pintura que puede asemejarse a un icono, la fotografía nos revela el sentido de
lo fortuito, la posibilidad de una imagen fabricada por todo lo que ocurre
ópticamente. Aparece ante nosotros como un mensaje, portador de una modesta y
tenaz epifanía anodino pero esencial. Después de todo, un aparato fotográfico. es un
mero trazador de fotones, esas partículas que señalan a nuestros ojos los
innumerables eventos del universo.
Hacia una historia de fotos
La historia de la fotografía es a veces atacada por los críticos, casi siempre
sospechada de perpetuar una doctrina estética, que busca sujetar al presente a las
reglas basadas en modelos del pasado.
Por esta razón, nuestro objetivo es emprender esta historia considerando las fotos
desde su primera aparición, como objetos activos y creadores de significación,
concebidos para ser escrutados, por una mirada perteneciente a su propio tiempo.
Este acercamiento no puede resumirse pulcramente como una demostración de una
sucesión evolutiva. El tema en cambio, exige un acercamiento arqueológico,
identificando los estratos y estableciendo una tipología de lo fotográfico, sus
implicaciones e interacciones en un momento dado. El interrogante entonces sería la
aceptación de una multitud de eventos separados, una sucesión de capas
estratificadas, que definen el objeto arqueológico que constituye una fotografía sino
las circunstancias que la crearon, y que la llevaron a su olvido sólo para ser leída de
nuevo una vez extraída y llevada a la superficie, que la dota de una nueva aura
inesperada. La historia de la fotografía es un examen, guiado por una combinación
de factores y de razones a corto plazo, originaron la creación de las imágenes para
un destino eventual.
Un estudio histórico casi siempre contiene elementos de un ensayo en el que la
misma noción de Historia estará en el futuro, nosotros hemos favorecido el volumen
de las fotografías en lugar de la historia real de la fotografía. En este trabajo
defendemos un punto de vista histórico válido, con respecto al punto de vista en el
que el fotógrafo y el espectador, se ponen cara a cara dentro de perspectivas
históricas diferentes. Las imágenes se han seleccionado sobre la base en algún punto
de vista estético-teórico, porque para nuestro punto de vista, ellas representan los
mejores ejemplos con significados culturales o técnicos, útiles a nuestro fin. El
objetivo del proceso de selección, es mostrar cómo toda la sociedad está activa o
pasivamente involucrada en, o a través de la fotografía. La perdurabilidad de los
modos de vida cotidiana, se extendió primero mediante el grabado, luego través de
la fotografía, los portfolios, finalmente los libros, las revistas y la imprenta. Estas
imágenes son el producto final de estos medios de comunicación.
Deseando considerar la fotografía como un todo, hemos tenido cuidado de no
recrear las categorías obsoletas. Para justificar un corpus que algunos podrían
considerar homogéneo, la definición de los múltiples campos del lenguaje
fotográfico se ha estirado a menudo a límites absurdos: científica, reportaje,
actualidad, moda, publicidad, arte; categorías que demuestran una falta tácita de
aceptación de estos campos unidos a una forma de arte primario. Sondeando a
menudo bajo éstas categorías simplistas, cuya función es principalmente una
conveniencia profesional, hemos buscado el centro interno esencial de la unidad
fotográfica dentro del amplio y disperso conjunto de la fotografía, que incluye la
creación artística, el trabajo de rutina en el estudio fotográfico, el álbum familiar, el
anuncio, la postal turística, la imagen exótica. Todas éstas son unidades autónomas,
con su propia historia intrínseca y un fin de comunicación determinado de
antemano, una “intención fotográfica” si así la pudiéramos definir, aisladas más o
menos herméticamente y que despliegan sus múltiples variantes. Para el desarrollo
histórico de estas categorías se han tomado diferentes proporciones, a medida que
descendemos por una pequeña pendiente histórica, donde la evolución de la
fotografía está signada por fases de extinción súbita, rápidos relámpagos y
desconcertantes períodos de estabilidad.
Nuestro objetivo final, más allá de la cronología necesaria de técnicas y usos, es
principalmente la historia de las funciones. Entonces, nuestra historia habla, de la
Historia del significado de las fotografías en cada momento en el que su función fue
renovada. Nuestro objetivo, también, es hacer alguna incursión en los sectores
abandonados (social, popular, familiar, fotografías en los medios de comunicación),
para preguntarnos: ¿Por qué existe una fotografía? ¿Significa algo en absoluto?.
Mientras tanto sabemos que nosotros no podemos evitar salir del esquema
preexistente. Debemos partir de una narrativa estrictamente histórica, además de las
restricciones impuestas por el a priori, de las limitaciones propias del campo de la
fotografía. Si este trabajo todavía lleva, a pesar de nuestros esfuerzos, las marcas de
categorías anteriores, se descubrirá en él un criterio diferente por leer, formas de
acceder a otro tipo de fotografía o al menos a otro tipo de mirada histórica, a la que
se le había dado el escaso espacio anteriormente, a fin de recrear la fundación visual
de la sociedad moderna y enfatizar el papel de la fotografía como uno de los índices
más visibles de la modernidad.
El nacimiento
¿Podríamos imaginar hoy cómo una idea como la fotografía pudo madurar a
principios del siglo XIX? Cuando encontramos que sólo unas pocas mentes
pudieron entender el principio básico, e incluso ellas no tenían idea de su potencial.
En el submundo pequeño de científicos y filósofos naturalistas, se entendió la idea,
se trataba de una máquina, el lugar dónde la energía podría transformarse y podría
transmitirse. Debía adaptarse por completo el concepto de la acción de la luz. El
francés Nicéphore Niépce iba a ser el primero en concebir y comprender el
concepto de máquina ligera para la producción de imágenes.
En los umbrales del invento
Oficialmente, la fotografía se inventó en 1839. Ese fue el año en el que se
transformó en un hecho público, o por lo menos un proceso fotográfico en particular
(El Daguerrotipo). Siguieron inmediatamente técnicas muy diferentes (W. H. Fox
Talbot e H. Bayard) además de la controversia, sobre del papel verdadero que tuvo
Nicéphore Niépce en su invención muerto en 1833.
¿Qué pasó entonces antes de 1839? ¿Qué le permitió a esta técnica tener éxito en su
aparición, e instalarse en el mercado? La fotografía de hoy, muy poco tiene que ver
con la fotografía inventada en 1839 o un poco antes. La pregunta sobre los
antecedentes de una práctica que se ha vuelto popular y comercialmente exitosa, es
en principio, más filosófica de lo podría que pensarse. No es una simple pregunta de
investigación por su propio interés, si buscamos en el pasado de a aquellos alguna
vez famosos, luego olvidados, que podrían haber sido los primeros en tener una idea
cierta, o haber ensayado algún experimento provisional sobre el cual hoy se podría
considerar como un momento clave en su invención. La pregunta más bien debería
formularse así ¿cómo un concepto tecnológico, pudo germinar sin aparentar ser
idealista?. La fotografía, fue concebida como un objeto tecnológico antes de que
fuera totalmente comprendida, condicionando su presente a un futuro aparentemente
inexistente. Antes de que una mente pueda concentrarse activamente en la gestación
de un proceso técnico, debe tener en cuenta primero: Una base de conocimientos
empíricos adquiridos durante siglos, a veces obtenidos por azar, que le permitan la
construcción de una hipótesis técnica, que haga posible el concepto y su realización.
Una actitud mental que pueda prever la dirección hacia la cual el futuro proceso
deba y pueda dirigirse, (en un principio e intencionalmente fue la creación de
imágenes naturales e instantáneas), junto con el deseo de alcanzar esa tierra
prometida, recién se pudo percibir como una realidad palpable y alcanzable a sólo
través de la experimentación. Semejante procedimiento, necesariamente debe ser
comprendido en el contexto de lo que podríamos llamar trabajo de precursores.
Tiempo de máquinas
La pregunta fundamental es: ¿Por qué la fotografía? Los historiadores de ciencia
podrían contestar: por razones muy similares a aquellas que produjeron la máquina
de vapor, el avión o el teléfono. Historiadores del arte o estudiosos de los medios de
comunicación, por otro lado, pondrían las razones que tienen que ver con la
imitación sobre la creación del análogo como aquellas que motivaron la pintura al
óleo o la imprenta en el siglo XV. Estando de pie como nexo entre ciencia y arte, la
fotografía, alcanzó su forma madura alrededor de 1850, es imposible clasificarla
como una invención fuera de la norma que la determina.
Todo depende si se considera el lado técnico (la cámara) o el producto terminado (la
imagen) por definiciones de parentesco, cada una de las cuales son perspicaces de
demostrar su genealogía y su linaje legítimo en los anales de las artes y las ciencias.
Más de un siglo y un medio después, estamos tentados de asimilar la fotografía
dentro de la totalidad de Invenciones del siglo XIX considerándola como una
“machine”, un término que aparece repetidamente en los numerosos escritos
alrededor de 1839, la gente describía al daguerrotipo como la “máquina de
Dagherre”. Precisamente, un aparato fotográfico, antiguo o moderno, liviano o
pesado, es una máquina que utiliza la energía luminosa para producir una imagen
fija y estable. Desde un punto de vista más moderno, el proceso fotográfico también
podría definirse como la utilización de una máquina automática para transmitir
información, tanto como un grabador o una videocámara inventados varias décadas
después. El nacimiento de la fotografía implica una suerte de revolución copernicana
de la ciencia óptica, que reconoció la acción del fluido luminoso y dee está manera,
la naturaleza para siempre dejaba de un inerte, sujeto de observación, para
demostrar que actúa remotamente sobre ciertas substancias sensibles.
La definición más temprana por la cual la fotografía se volvería en cierto sentido,
materia de investigación la proporcionó Nicéphore Niépce, a poco de la muerte de su
hermano Claude en 1829 define la heliografía: “Es el proceso por el cual se
reproduce espontáneamente la imagen recibida en la cámara oscura por la acción
de luz, con todas las gradaciones de blanco y negro”. Este proceso se corresponde
con la definición de máquina; la cuestión es controlar el cambio físico o químico
causado por la luz. En 1816, Nicéphore Niépce le habló de la investigación a su
hermano Claude, quienes habían estado varios años perfeccionando una “machine”
el Piréoloforo, artefacto de combustión interna impulsado por combustible vegetal
el lycopodium (turba) pensado inicialmente para propulsar barcos, competiría con
las máquinas de vapor ya instaladas en algunas naves. El concepto de máquina
acaparó toda la investigación científica, sobre todo en el nivel técnico. En una carta
de negocios a Claude, Nicéphore habla de nuestro último “machine” con la
referencia a su investigación sobre la fotografía (qué no tenía nombre todavía). El
óptico Chevalier también le escribió diciendo: “las máquinas que usualmente
construimos” refiriéndose por este término a la camara oscura. El Piréoloforo
invento cuya patente había sido firmada por el Emperador en 1807, no se trataba en
absoluto de un pasatiempo, sino de una invención suficientemente importante como
para poner a los hermanos Niépce entre los ingenieros de renombre. En el mismo
año, ellos enviaron a Lazare Carnot el plano de una bomba hidrostática que
reemplazaría a un modelo anterior y en 1811 emprendieron con entusiasmo el
cultivo de hierbas. El propio Talbot trabajó sobre varias máquinas, motores, molinos
y dispositivos para trenes, además, patentó varias plantas de energía motriz.
Recordemos que en el siglo XVII las instalaciones de fondos móviles, escenografía
cambiable, efectos especiales y nubes diseñadas por Torelli o Bérain para el teatro
fueron llamadas Deus ex Machina.
Las máquinas de dibujar
Hemos observado que la investigación de Niépce mantuvo, en sus comienzos,
relación con las máquinas científicas. Sin embargo, su investigación estuvo también
relacionada con los instrumentos artísticos, “Máquinas de dibujo” que utilizaban
dispositivos ópticos para seguir el contorno de una cara o un paisaje, proyectándolo
sobre una superficie plana. Dubreuil describió un aparato en un tratado llamado La
perspectiva práctica de 1663 que fue utilizado por Leonardo Da Vinci y Durero.
Christopher Wren, en 1669, describió un dispositivo que consistía en un papel semi-
transparente adherido a un marco en el que el paisaje se dibujaba a través de un visor
fijo. A finales del siglo XVIII, se iban perfilando las máquinas que habían
desarrollado el concepto de silueta producida por proyección de la luz (sol o
linterna), donde el perfil podía ser reducido usando pantógrafos inventados hacia
1743.
El “Silhouette de 1759”, un tipo de retrato barato, nombrado maliciosamente gracias
al director financiero de Luís XV, formó la base para la práctica de fisonomía
exaltada por el científico suizo Lavater. En su Physiognomische Fragmente (Zurich,
1775-1778), buscó definir el carácter personal por el estudio de rasgos individuales,
a fin de relacionar el eslabón interior y el exterior, una seudo-ciencia basada en la
observación de aquello que no se presenta al ojo. La influencia de las siluetas en el
retrato fotográfico subsiguiente ha sido más que exagerada. Sin embargo, debe
notarse que el trabajo de Lavater incluía un grabado que ilustraba una máquina de
tomar siluetas por proyección de luz; otra máquina consistía en un pantógrafo
acoplado a la máquina de dibujar. Así, Dilrer se adelantó a Gilles-Louis Chrétien
con su invención del “fisiotrazo”, un perfil reducido mediante un pantógrafo
horizontal al que se le agregaban anotaciones de carácter anatómico. La silueta se
recortaba y se montaba sobre un papel negro o algún otro material, también se
utilizaba una superficie blanca o un fondo dorado, el fisionotrazo se grababa en
cobre, lo que permitía reproducir numerosas copias en tinta. Hacia 1830, apareció la
Máquina de Gavard o díagrafo y el coordenágrofo de Boucher.
En el siglo XVIII, y en un contexto de mecanización del dibujo, se desarrolla la
camara oscura. Ésta proporcionó el mecanismo principal que determinó el
nacimiento de la fotografía, la máquina de transformar energía. La camara oscura
concentra por medio de una lente, los rayos de luz transmitidos por un objeto
distante y los proyecta hacia la superficie opuesta a la lente, invierte la imagen de la
escena, incluso esto simplificó su descripción no demasiado científica, durante los
tiempos de su invención; se la consideró como un objeto más cercano a la magia.
Este aparato, cuyos principios fundamentales han persistido hasta el día de hoy,
estaba disponible a principios del siglo XIX; era al mismo tiempo una curiosidad, un
instrumento científico y un equipo de dibujo para viajeros que por ejemplo Talbot
utilizó, en su gira por Italia en 1833.
La evolución de la cámara oscura puede remontarse a la antigüedad. Originalmente,
la cámara era un cuarto real, totalmente cerrado, con un agujero en una pared, que
mediante el efecto de difracción de la luz producía una imagen en la pared opuesta.
La primera referencia occidental es de Aristóteles, en el siglo IV AC., debido a su
utilización para la observación de eclipses. Hay otra referencia de Alhazen en el
siglo XI y de Roger Bacon en el XIII y en los manuscritos de Leonardo da Vinci
(inéditos durante mucho tiempo y por consiguiente desconocidos). Finalmente, se la
describe en el tratado Magia Naturalis de Giovanni Battista Della Porta (Nápoles
1553). El antepasado de la fotografía moderna se cree que fue Bárbaro, quien en
1568 utilizó una lente para mejorar la nitidez de la imagen (Della Porta lo incorporó
en su edición de 1588) transformando la cámara oscura en un instrumento óptico, el
cual despertó en el Renacimiento interés por la perspectiva. Todavía en aquellos
tiempos, la cámara oscura seguía siendo una habitación real donde el observador
tenía que entrar para contemplar la imagen producida.
En el siglo XVII, la cámara oscura se transformó en un instrumento portátil. La
primera versión de este aparato que probablemente media 30 cm cuadrados, fue
descrita claramente en Oculus artificialis de Zahn. Constaba de una lente en un tubo
de metal y un espejo interior para invertir la imagen correcta en el plano horizontal.
El trabajo famoso de Kircher, Ars magna lucis, contiene, en la edición de 1671, un
plano similar. La camara oscura podia usarse para copiar los paisajes sobre un papel
graso (transparente) colocado sobre una pantalla de vidrio, que actuaba como la
pared receptora de la cámara. Era un dispositivo utilizado por magos y charlatanes
para crear apariciones. Las cámaras oscuras se pusieron bastante de moda en los
siglos XVII y XVIII. Sin embargo, también fue utilizada ampliamente por
científicos como Huygens y Kepler, así como por pintores como Canaletto y otros.
Este es el primer momento en lo que podríamos llamar, la era de la articulación de la
perspectiva. El Renacimiento comienza a plasmar una perspectiva realista en la
representación pictórica, una perspectiva a veces atribuida a Giotto, que en realidad
no era más que la representación cabal de un adelanto óptico, cabe destacar que los
renacentistas adaptaron las lentes para que se ajustaran a las normas de la
perspectiva desarrollada por ellos varias décadas antes. Desde allí en adelante, la
pintura desea reconstruir y re-presentar la realidad de un modo más análogo, un
modo que la fotografía tomaría para sí como diferenciador y creador de sentido.
La magia luminosa
La invención de la fotografía, se ha descrito a menudo, como la fusión inevitable de
la óptica (la cámara oscura) y la química (sensibilidad de ciertas sustancias a la luz).
Sin embargo, muchos experimentos en estos dos aspectos coexistieron por más de
uno o dos siglos sin ser reunidos en una misma idea. La meta tenía que ser definida
claramente antes de hallar los medios para lograrla. Para entender los primeros
intentos de la invención, tenemos que imaginar la incertidumbre y el misterio de la
edad, la confusión de un período todavía saturado con la noción de magia natural
que prestaba muy poca atención a la físico-química.
Alrededor del 1800, el conocimiento de la química dependía de numerosas
observaciones dispersas, sin imaginación ni método, muchas de las cuales podrían
ser muy productivas pero que no conducían a ningún resultado. No obstante, la
fotosensibilidad de las sales de plata se conocía desde el siglo XIII, Albertus Magnus
notó que la luz las oscurecía. Sin embargo, sólo la experimentación seria podría
aumentar el conocimiento sobre este fenómeno. Schulze describió sus experimentos
en un ensayo escrito en 1727 que permaneció inédito, en el cual describe el
fenómeno de hacer aparecer palabras escritas con un pincel empapado en tiza
hidratada con nitrato de plata. El trabajo de Scheele retomó y completó estas
observaciones y en 1777 el fenómeno fue totalmente comprendido. También Jean
Senebier estudió los cambios fotoquímicos en los numerosos tipos de maderas,
resinas (sándalo y guaiacum que Niépce también menciona) y es más firme en la
investigación sobre extractos de plantas (aunque finalmente infructuosos). Thomas
Wedgwood lleva a cabo experimentos pre-fotográficos. Humphrey Davy publica en
1802 una descripción de un método similar. Wedgwood copió siluetas o dibujos en
vidrio exponiendo materiales empapados en nitrato de plata (papel o cuero
coloreado) delante de una fuente luminosa. Estos dibujos sólo podían guardarse en
la oscuridad porque las sales continuaban oscureciéndose por la acción de la luz.
Wedgwood intentó obtener imágenes mediante una cámara oscura, pero sin
resultados ciertos. Incluso en sus sueños más remotos, ninguno de estos
experimentos podría insinuar el desarrollo futuro de la fotografía.
En 1819, un reconocido científico británico, Sir John Herschel, descubre la
capacidad de disolución del hiposulfito de sodio sobre el cloruro de plata. Tuvieron
que pasar veinte años para que en 1839, durante una competencia de inventores en la
que Sir John Herschel, le comunicara el adelanto a su amigo Fox Talbot. Así
comenzó el método de fijación de las sales residuales de plata; es decir, nacía el
principio químico de la fotografía.
Alrededor de 1816 Nicéphore Niépce llevó a cabo sus primeros experimentos con la
luz. En el mismo momento, su trabajo en el Pireolóforo alcanzaba aparentemente su
punto más alto, pero los problemas financieros lo agobiaban cada vez más. Claude
Niépce, que en aquel entonces vivía en París, era consciente de la superioridad
técnica de Gran Bretaña y viajó a Londres en agosto de 1817. Envió varios informes
optimistas, aunque también incurría en nuevas deudas en el perfeccionamiento de la
“machine”. Hasta Nicéphore se alarmó por sus incongruencias y decidió viajar para
estar junto a su hermano enfermo, allí descubrió, la magnitud de su demencia y la
estupidez de algunos de sus descubrimientos. Claude murió en febrero de 1828 en
Inglaterra.
Durante el período 1816-1828, Nicéphore se mantuvo a flote gracias a sus
esperanzas en otra invención, otra “machine”, cuyos conceptos derivaban
directamente de la litografía (inventada en Munich, en 1796 por Senefelder). Esta
invención lo ayudaría a recuperarse de sus fracasos y a obtener alguno que otro
rédito financiero.
La Heliografía
Hacia 1813, los hermanos Niépce vivían en Borgoña, conocían y dominaban sin
éxito comercial, la técnica litográfica de Senefelder. No obstante, esta técnica
pionera en la producción y distribución de imágenes, determinó la atracción de
Nicéphore Niépce hacia la cámara oscura. En esencia, esto involucraba la obtención
de una imagen en una piedra litográfica después de una serie de operaciones, Niépce
entintaba la piedra y muchas veces inyectaba gases para acelerar las reacciones en la
cámara, como si se tratase una cámara de una cámara combustión similar a la
utilizada en el pireolóforo. Aun cuando los materiales y procedimientos variaron,
había un aspecto constante de su investigación que dio comienzo al concepto de
fotografía hacia 1816. Sus fases de desarrollo son bien conocidas. Una comprensión
de lo que se quería inventar, la fotografía, llegó rápidamente, aunque los resultados
no aparecieron con tanta rapidez. Después de aproximadamente doce años de
investigación intermitente, Nicéphore Niépce obtuvo algún éxito: imágenes en
estaño, una de las cuales se conserva hasta nuestros días. A finales de 1827 y con la
esperanza de ganar algún dinero Niépce las enseñó a los científicos británicos
durante su larga estancia en Londres. Estas demostraciones, sin embargo, no eran lo
suficientemente espectaculares como para despertar algún apoyo y entusiasmo,
como lo haría después el Daguerrotipo.
Heliografía: como Niépce la describió en 1829 en su aviso “Sur 1’hiliographie”,
puede ser dividida en dos métodos diferentes. “Copiado por la acción de luz de
imágenes existentes” (los grabados), que se transparentaban por medio del barniz. El
medio fotosensible era betún de Judea. Este procedimiento formó más tarde la base
de otras técnicas, particularmente el fotograbado. “Copiado de paisajes en la cámara
oscura; es decir, se obtienen las imágenes directamente de la naturaleza” (a menudo
tomadas desde la ventana de una alcoba), en blanco y negro con verdaderos valores
tonales, un positive” (por medio de cambios en la densidad del Betún de Judea). Con
esta técnica, se tomó la vista en la propiedad de Niépce en Le Gras, redescubierta en
1952. Esta vista, desde la ventana a Saint-Loup de Varennes sobre una superficie de
estaño realizada indudablemente entre 1826-1827, se encuentra actualmente en la
Colección de Gersheim en la Universidad de Austin, Texas.
Sin embargo, en 1829, las imágenes de Niépce no se veían como un éxito completo.
A estas alturas llegó Daguerre, artista y escenógrafo teatral, director del Diorama de
París, el único investigador capaz de tener éxito en un método marcado por la
obstinación e indecisión después de la muerte de Niépce. El primer contacto entre
los dos hombres fue el 25 de enero de 1826, a raíz a una infidencia del óptico
Chevalier, proveedor de Niépce. Daguerre, con quien Niépce se encuentra en París
en su viaje hacia Londres, dejó una impresión fuerte en el científico provinciano que
después de sus fracasos en Londres, descubrió en él la posibilidad de una ayuda para
superar los numerosos obstáculos, incluyendo su dominio imperfecto de la óptica.
Firman el 14 de diciembre de 1829, en la nueva sociedad Niépce cedía su invención
a la sociedad y Daguerre aportaba una nueva cámara oscura.
Cada uno trabajó independientemente, pero es cierto que Niépce estaba resuelto a
perfeccionar obstinadamente su método del Betún de Judea, mientras Daguerre
modificaba el procedimiento y los materiales usados, para reducir el tiempo de
exposición, que todavía era de aproximadamente una hora. Niépce finalmente
obtiene una imagen definitiva, no sólo una fase intermedia en el proceso del
grabado. La investigación de ambos hombres los llevó al uso, con resultados
exitosos, de soportes de cobre con baño de plata, el soporte de cobre fue utilizado
por primera vez por Niépce. Un químico asignado fue siguiendo los numerosos
experimentos para demostrar la viabilidad del método de Daguerre. Niépce muere
repentinamente el 5 de julio de 1833, en su propiedad de Le Gras, lugar donde
obtuvo su primera fotografía, gracias a su método sustancialmente modificado.
Al momento de la muerte de Niépce, el concepto de la fotografía había alcanzado su
madurez, aunque no existía todavía ningún proceso viable comercialmente. No es
imposible que durante el mismo período otros investigadores hubieran obtenido
resultados alentadores. En 1833, en Brasil un francés llamado Hercule Florence,
según su diario privado dice haber utilizado la acción de luz sobre un papel tratado
con nitrato de plata, con el fin de copiar etiquetas y ornamentos plasmados sobre un
trozo de vidrio para ser luego impresos con hollín. También en 1835, Talbot llevó a
cabo varios experimentos basados en la sensibilidad de sales de plata, y que obtuvo
mediante una cámara oscura un negativo de la bahía tomado desde una ventana. Sin
embargo, no le concedió importancia, porque estaba imbuido en investigaciones más
eruditas.
Aunque el problema de la Fotografía estaba potencialmente resuelto, como lo
demostrarían los hechos futuros, la invención en un modo de utilización práctica, no
existía todavía. El mecanismo de una máquina ligera no había sido perfeccionado,
Daguerre que era un experto en la maquinaria escenográfica estaba ahora en una
posición exitosa. El grabador Lemaitre comprendió que Daguerre era capaz de
combinar máquina y luz cuando le escribió a Niépce sobre él: “yo creo que posee
una especial clase de inteligencia en todo que tiene que ver, con las máquinas y los
efectos de luz”
Niépce
De alquimista a fotógrafo
Nicéphore Niépce no era un científico, Niépce era un autodidacta que incrementaba
sus conocimientos a través de los libros, periódicos, y su infatigable energía para la
experimentación. Gracias a varios trabajos mecánicos, los hermanos, Claude y
Nicéphore, estaban en contacto con estudiosos, hombres de negocios (por ejemplo
Jouffroy d’Abbans que era armador de barcos de vapor), una sociedad que apoyaba
la creación de industrias y también Lazare Carnot. Sin embargo, estaban imbuidos
del lenguaje y la concepción general de sus estudios de los fenómenos
fisicoquímicos, con las nociones de alquimia que precedieron al desarrollo de la
química moderna del siglo XIX. Niépce prueba a menudo procesos y sustancias sin
seguir ninguna lógica, con la esperanza de alguna mejora significante, mientras va
reconociendo libremente su sutil ignorancia sobre óptica. Por ejemplo, encontró
referencias indirectas sobre la cámara oscura en el Dictionnaire de Klaproth de
Chimie. El gran mérito de Niépce, fue seguir obstinadamente una idea, obtener
copias de una imagen a través de un método derivado del grabado en metal o la
litografía en piedra, mediante una matriz creada directamente por la acción de la luz.
Estos dos objetivos de la investigación derivaron en:
1º. La reproducción de grabados existentes, un proceso que proporcionaría un medio
lucrativo de distribución.
2º. Las imágenes obtenidas directamente de la naturaleza en la cámara oscura, con el
mismo objetivo, reproducciones múltiples de una misma imagen. Hasta su muerte en
1833 Niépce buscada grabar una chapa de impresión, una obstinación que su socio
Daguerre criticó. Finalmente estos dos métodos basados en la acción de luz se
unieron 1829 bajo el nombre Heliografía.
Las investigaciones en la primera categoría prosiguieron bastante rápido desde 1822.
Una impresión hecha sobre una superficie translúcida tratada con barniz o aceite,
vidrio, después piedra, cobre, y finalmente, hacia 1826 estaño tratado con una
sustancia sensible a la luz (normalmente Betún de Judea), qué la acción de la luz
tornaba insoluble, luego se trataban con aceite de lavanda las áreas del metal de la
superficie expuesta mientras que a las líneas correspondientes del original, se las
grababa utilizando ácido. Desde 1827 Niépce recurrió a la ayuda del grabador
Lemaitre en París.
Los ejemplos de chapas de estaño y las impresiones originales sobreviven, se
reprodujeron grabados comerciales y pinturas reconocidas: El Cardinal Damboise,
un paisaje de Claude Lorraine, La Sagrada Familia también obra de Raphael, etc.
Este proceso proporcionó el modelo fotomecánico para la reproducción e impresión
de fotografías.
El segundo objetivo de la investigación (qué empleó la cámara oscura) comenzó en
1816, mediante la utilización del cloruro de plata sobre papel, un proceso que fue
considerado un fracaso, Niépce no pudo concebir la noción de un “negativo
reversible” o positivable. De 1816 a 1820, emprendió los numerosos ensayos sobre
papel, piedra y metal con resina del guaiacum y fósforo, bañadas en grasa,
inyectando hidrógeno, dióxido de carbono o vapor ácido en la cámara oscura. En
1826-1827, utilizó Betún de Judea principalmente sobre estaño, para realizar, la
Vista de la Ventana en la propiedad de Le Gras, que Niépce legó a su portavoz
británico, Bauer, y fue recién redescubierta en 1952.
En el año 1829, en colaboración con Daguerre, introdujo una chapa de cobre bañada
plata en la que se combinaban betún de Judea y yodo (para producir tonos de negro
de las partes claras de la imagen,. Sin embargo, la Heliografía todavía requería
tiempos de exposición de más de media hora. El cobre tratado con plata era el medio
utilizado para el Daguerrotipo proceso que Louis-Jacques Mandé Dagerre
perfeccionó entre 1833 y 1837, cuando utilizó las características fotosensibles del
yoduro de plata.
Desarrollos Fotográficos
La fotografía no fue el invento de una persona, ni tampoco el resultado de la
inspiración de un genio. Las circunstancias económicas, políticas y sociales
colaboraron, así como también el criterio científico, observaciones afortunadas y la
intuición de muchos hombres. Durante un período de dos años (1839-1840) la
fotografía tomó un camino firme que la condujo a su éxito y supervivencia, que
determinó su futuro técnico y sus campos de aplicación. A finales de 1840, los
principios generales de la fotografía basada en el negativo, estaban prácticamente
esbozados.
El 19 de agosto de 1839, en el Instituto de Francia se reveló al mundo el nacimiento
de una nueva técnica: el Daguerrotipo. así se proclamó el nacimiento de la
fotografía. La sesión del Instituto fue de carácter oficial, se pronunciaron discursos
destinados a reconocer ese día como una fecha histórica. El propio Daguerre, el
inventor en ese gran día, fue incapaz de proferir una palabra y se dice que le pidió a
Francois Arago que leyera la comunicación técnica que él había preparado. Ni
siquiera ese día, la fotografía pudo escapar del protocolo oficial que reguló a quién
le fue permitido hablar y todo fue dominado por la figura imponente de Arago.
Las divagaciones de la historia
En realidad, todo sucedió fuera de ese lugar y fecha histórica. Los detalles de la
naturaleza del Daguerrotipo se conocían desde varios meses antes, debido a las
indiscreciones de los tres miembros de la comisión encargada de estudiar el
descubrimiento. De todas formas el solemne acontecimiento, era sólo una parte del
sueño de un inventor, uno entre muchos eventos notables que tuvieron lugar durante
los años 1839 y 1840, ¿Qué contribuyó a la proclamación oficial del Daguerrotipo y
al invento que le sucedió la Fotografía?. Mientras que el Daguerrotipo fue
indudablemente la revelación de 1839, otros hechos más influyentes determinaron el
futuro de la fotografía. El 31 de enero de 1839 es otra fecha fundamental en la
historia fotográfica, ese día W. H. Fox Talbot (viejo conocido de Jean-Baptiste Biot,
uno de los miembros de la Comisión Francesa Para el Estudio del Daguerrotipo)
leyó ante la Sociedad Real en Londres un escrito para demostrar que él era
realmente un pionero “en el arte de dibujo con luz”, ese proceso por el cual los
objetos de la naturaleza pueden trazarse, sin la ayuda del pincel del artista.
Esto ocurrió, seis meses antes de que la fotografía fuera reconocida oficialmente.
También antes de la fecha oficial del nacimiento de la fotografía tuvo lugar otro
hecho. Sucedió el 20 de Mayo de 1839 cuando un hombre llamado Hippolyte
Bayard conoce a Arago, partidario ferviente de Daguerre, y le muestra algunos
positivos directos que había producido desde marzo mediante el uso de la cámara
oscura. Igualmente históricos fueron los últimos días de septiembre de 1840, cuando
Talbot descubre la imagen latente y perfecciona la técnica del Calotipo, que
incorporaba el principio de negativo/positivo en el que se ha basado casi toda la
historia de la fotografía. Importante, fue también, el 24 de junio de 1839, cuando
Bayard intentó llamar la atención, organizando la primera exhibición fotográfica, en
una reunión de caridad.
Entonces ¿Debe permitirse a un solo momento en la historia representar la aparición
repentina de un complejo de técnicas variadas, con constantes mejoras,
diversificadas y renovadas? Es difícil hoy llamar invento al “invento” de la
fotografía sabiendo que las nociones y los conceptos técnicos de esa época fueron
tan diferentes a las de nuestra modernidad. Para evaluar estos dos años históricos,
permitámonos intentar reconstruir la cronología de los descubrimientos basándonos
en pequeñas publicaciones, periódicos personales y comunicaciones oficiales. De
esta manera es posible seguir, paso a paso, las derivaciones de las mentes inventivas,
los vagabundeos y los senderos falsos que son la tarifa incesante de las ideas, sean
tecnológicas o no.
Cuatro figuras dominan los años 1839-1840, contribuyendo, con distintos grados de
éxito, al perfeccionamiento de las técnicas fotográficas: Louis Jacques Mande
Daguegerre, William Henry Fox Talbot, Hippolyte Bayard y Hecules Florence
Otros pueden haber representado un papel secundario, sin olvidarse de la mano guía
de Nicéphore Niépce fallecido en 1833 y quién influyó sobre Daguerre. Estos cuatro
no lo hicieron todo “incursionaron en la fotografía” en la misma fecha y con la
misma testaruda determinación que Niépce. Es cierto que estos hombres de
capacidades científicas desiguales, no supieron lo que buscaban exactamente. Todos
ellos tenían en común una meta: fijar químicamente las imágenes producidas por los
rayos del sol, en particular aquellas tomadas mediante la camara oscura. Daguerre
llevaba a cabo su investigación desde 1826, en el momento que tomó contacto con
Niépce, cuyos experimentos regresaron a 1816. Es cierto que Talbot empezó
experimentando en este campo en 1834; en agosto de 1835, obtuvo un negativo de la
toma de una ventana, de tamaño muy pequeño, mide un poco mas de dos
centímetros cuadrados, no continuó sus experimentos hasta no recibir la primera
comunicación oficial de Arago sobre el daguerrotipo, en enero de 1839. En cuanto a
Bayard, aparentemente las filtraciones de información de Arago en 1838 lo
animaron a que se arriesgara a intentarlo. En la actualidad, sin embargo, somos
incapaces de saber lo que sus proyectos o ambiciones anteriores pudieron haber
sido. Hercules Florence, aislado del mundo también en su casa de Campinhas de
Brasil realizó múltiples acercamientos al concepto de la fotografía con el fin de
reproducir libros e imágenes, pero es poco lo que se conoce de la historia oficial de
ese aislado inventor.
Pencil of nature Morse vislumbra el futuro
Sencillamente debemos poder separar la técnica de la repercusión, debemos
entender que era el primer contacto del hombre con una técnica que resolvía en
menos de una hora, años de evolución y de teoría pictórica. Debemos comprender
que el modelo a seguir era el arte, también no podemos olvidarnos de entender que
la maravilla del momento eran las máquinas. La fotografía es un invento de la era de
las maquinas, la fotografía como máquina, crea una necesidad hasta entonces
desconocida, esa necesidad de poder plasmar lo que el ojo ve sin la subjetividad
propia del cuerpo, de la mano, del lápiz o del pincel, por eso es un hombre
relacionado con la comunicación y con otro tipo de tareas el que ve en él la potencia
de una articulación diferente. Lo bautiza y profetiza en un discurso como el lápiz de
la naturaleza, este seria el primer esbozo teórico sobre la prospectiva fotográfica.
The Pencil of Nature incorpora en sí mismo el instrumento de dibujo y el de
escritura, el lápiz y la analogía del ojo en aquello plasma la naturaleza. Ver anexo
documental.
Samuel F. B. Morse en “los efectos Probables. del descubrimiento de Daguerre”
Lo siguiente es un extracto del discurso de Profesor S. F. B. Morse, a la cena anual
de la Academia Nacional de Diseño, el 24 de abril de 1840:—” Señores: me han
pedido que diera mi opinión sobre los probables efectos que puede producir, el
descubrimiento de Daguerre, en las Artes relacionadas con el diseño. Es conocido
por la mayoría de ustedes, que, durante muchos meses, he estado comprometido
experimentando con el daguerrotipo, pero particularmente con el propósito de
formar un juicio inteligente sobre este punto. “El daguerrotipo indudablemente está
destinado a producir una gran revolución en el arte, y nosotros, como artistas,
debemos ser conscientes de ello y debemos entender debidamente su influencia. Esta
influencia, tanto en nosotros como en el público generalmente quiero, pensar, sobre
el grado más favorable el que tiene que ver con el carácter del arte. “Su influencia
en el artista debe ser grande. Gracias a un simple aparato portátil, el artista ahora
puede acomodar en su estudio el facsímil que esboza la naturaleza, los paisajes, los
edificios, los grupos de figuras, Etc., las escenas se pueden seleccionar de acuerdo
con sus propias peculiaridades de gusto; pero no, como hasta ahora, sujetas a su
pretérito imperfecto, esas traducciones vagas en lápiz o dibujos de tinta de china,
que tomaban días, e incluso semanas, en su ejecución; pero ahora pintadas por la
misma Naturaleza con el mas preciso detalle del lápiz de la luz que solo ella sus
manos puede empuñar y con gran rapidez, también nos permitirá que enriquecer
nuestra colección con una superabundancia de “copias” que en si, no pueden
llamarse simplemente copias; —como si fueran copias de la naturaleza, pero si
pudiésemos llamarlas “porciones de naturaleza creadas por ella misma”
¿Semejante colección no debería modificar, necesariamente, las producciones del
artista? Pensemos como la perspectiva, y la proporción se replantean como una
consecuencia. ¡Cómo los problemas ópticos son por primera vez, confirmados y
corroborados por la propia estampa de naturaleza! ¡Veamos, también, que vienen
lecciones de luz y sombra bajo el escrutinio más íntimo del artista! “Al arquitecto
ofrece los medios para coleccionar los restos más finos de lo antiguo, así como las
producciones más finas de arquitectura moderna, con sus proporciones y detalles de
ornamentos, ejecutados en un espacio de tiempo, y con una exactitud que es
imposible de obtener por los métodos ordinarios del estudio de un arquitecto. “Yo
tengo sólo un momento para hablar del efecto del daguerrotipo en el gusto del
público. ¿Pueden estas lecciones de arte de la naturaleza (se deja entrever la
paradoja), léanse todos los días los miles encantados con su belleza, a falta de
producir una justificada estimación acerca de los estudios del artista y sus oficios,
con una mejorada crítica y más legítima de sus trabajos? ¿No fue acaso el artista
quien ha sido educado en la escuela de la Naturaleza y de la verdad ahora debería
estar de pie, y quién ha buscado sus modelos de estilo entre las modas fugaces y los
gustos corrompidos, se dejará finalmente al abandono merecido? “Yo debería
sentir, señores, que hubiera sido muy deficiente de no haber agregado unas
palabras que atestiguan mi admiración para el genio del gran descubridor de este
proceso fotogénico.
¡ Durante meses he estado ocupado con experimentos, repitiendo aquellos de
Daguerre, y modificando el aparato y el proceso, por mi propia experiencia y con
las sugerencias de amigos científicos, y como resultado de todo esto, debo decir que
a cada paso de mi progreso, mi admiración por su genio y su perseverancia ha
aumentado, yo no he podido pero si sé que con los detalles totalmente revelados, del
proceso, un resultado seguro podría obtenerse, tal desaliento se encuentra; lo que
debe de haber sido su desaliento, cuando un experimento tras de otro fallaba, sólo
tenía oscuridad, incertidumbre, y duda.! Y así y todo él triunfó por encima de todos,
y en las listas de la fama el nombre de Daguerre estará merecidamente de pie junto
al de Colón y Galileo, y al Papin y Fulton. “Señores, cerrando, yo les ofrezco el
siguiente sentimiento: —Honor a Daguerre que nos ha presentado a la Naturaleza
por primera vez en su carácter de pintora”.
Extraído de M. A. Root, La Cámara y el Lápiz: o el Arte de Heliografía
(Filadelfia: J. B. Lippincott & la Cía., 1864) el pp. 390-392.
Trad. Del autor
El secreto de Daguerre
Después de la muerte de Niépce el 5 de julio de 1833, Daguerre quedó a cargo del
contrato que habían firmado el 14 de diciembre de 1829, pero compartiéndolo con el
heredero de Nicéphore, su hijo Isidore Niépce que aunque no tan activo, continuó el
camino de su padre. Daguerre era un parisiense, pintor talentoso especializado en
los artilugios teatrales y panoramas que estaban muy de moda en ese momento.
Había logrado un cierto renombre desde 1822 con su diorama, una puesta en escena
ilusionista que utilizaba los efectos de la iluminación y la óptica en combinación con
grandes pinturas. Su éxito lo llevó a abrir un establecimiento en Londres que lo hizo
merecedor de la Legión de Honor. Además, sus habilidades para el dibujo le
hicieron apreciar las ventajas de la cámara oscura. Al momento de la muerte de
Niépce, la investigación en sociedad a la que Daguerre trajo su perfeccionada
cámara oscura, parecía estar progresando. Con base en su contrato, Niépce anunció
la heliografía, una técnica para obtener, por medio de la cámara oscura, vistas sobre
soportes de metal de forma casi ilimitada. En la opinión de Nicéphore Niépce la
mejor sustancia sensible era el betún de Judea. Daguerre lo consideró como poco
sensible, sin poder al parecer pensar en una sustancia más eficaz, a pesar de la
utilización de calor, gases e incluso líquidos en su cámara oscura a fin de acelerar la
emulsión. Ya en 1831, Daguerre parecía haber tomado un camino individual,
anunciaba ensayos con yodo, comparablemente más sensible a la luz en contacto
con plata pulida.
El ingenioso proceso del daguerrotipo se formuló gradualmente sobre el uso de yodo
en una placa bañada en plata. Niépce ya había mencionado al yodo en su informe,
como útil para teñir de negro el estaño plateado. Daguerre lo utilizó como agente
sensibilizador de la plata y obtuvo resultados con tiempos de exposición de
aproximadamente tres minutos (Niépce por otro lado, seguía utilizando varias de
horas de exposición) para sus “imágenes invertidas” (los negativos) que fue incapaz
de fijar. Hasta 1833, los dos hombres parecen haber llevado sus propias
investigaciones de forma personal. Se comunicaban principalmente por carta
(Daguerre desde París y Niépce desde Chalon-sur-Saone). Todo cambió con la
muerte de Nicéphore Niépce, y desde aquel momento Daguerre siguió dos caminos
paralelos: la investigación comenzada por Niépce, y sus propios experimentos
personales. En septiembre Daguerre formuló la idea de una imagen obtenida pero
invisible a la que después llamó latente, continuó su investigación con el yodo que
no pudo compartir con Isidore Niépce, ya que éste se encontraba completamente
absorbido siguiendo las teorías de su padre. En 1835, le propuso repentinamente a
Isidore agregar una cláusula adicional al contrato (9 de mayo de 1835) M. Daguerre
reconoce la posibilidad de obtener un resultado más ventajoso en lo que se refiere a
la sensibilidad, con la ayuda de un proceso que él ha descubierto y que la prioridad
en el descubrimiento sería otorgada al propio Daguerre. En agosto de 1835, bastante
mas seguro para ser más preciso: “yo he logrado el objetivo principal, es decir,
restablecer las áreas claras en su verdadera naturaleza y fijar la imagen de forma
permanente”. Habiendo invertido los valores tonales de la imagen capturada,
Daguerre parece haber obtenido su descubrimiento hacia está fecha probablemente
mediante el uso de las propiedades del vapor de mercurio. que veló en la imagen
sólo las partes expuestas por la mayor cantidad de luz. Todo lo que se requería luego
era un lavado para eliminar los primeros materiales como (el yodo). Este problema,
qué no habría detenido a un científico como Talbot, no estaba resuelto hacia febrero
1837. Por aquel tiempo Daguerre obtenía las imágenes en tiempos que iban de siete
a diez minutos. No obstante, tuvo la determinación necesaria para librarse de cada
rastro de yodo aquel fue su “secreto”. (Sabemos ahora que una solución de sal de
cocina habría hecho el mismo truco). En de junio 1837, Isidore Niépce llegó a París
a fin de firmar un contrato definitivo donde reconocía a M. Daguerre como inventor
del Daguerrotipo. Este contrato menciona dos procesos: el de Nicéphore Niépce que
había cambiado escasamente y el proceso que Daguerre había perfeccionado por si
mismo, y al que bautizó (el 28 de abril de 1838) con nombre de Daguerrotipo.
Después de un esfuerzo abortado a fin de conseguir accionistas, Daguerre que tenía
contactos en la corte de Louis-Philippe le concedió a Arago el anunciar el resultado
de su trabajo en la Academia de Ciencias sin divulgar sus detalles. El 7 de enero de
1839 concibió la posibilidad de que el gobierno francés comprara este invento,
después de que un incendio terminara con el Diorama de París centro de
espectáculos visuales de su propiedad. Se convino una pensión de 4.000 Francos
anuales que de por vida debían concederse a cada uno de los signatarios del contrato
(Isidore Niépce y Daguerre), y se le otorgó, un bono extraordinario de 2.000 francos
a Daguerre por sus “secretos del diorama”.
Daguerre fue reconoció implícitamente como el padre del daguerrotipo, proceso
que riñe con aquel desarrollado por “Niépce padre” en persona, como consecuencia.
Arago envió un informe a la Cámara de Diputados el 3 de julio de 1839, Gay-
Lussac hizo lo mismo ante la Cámara de Paris el 30 de julio. El proceso fue
expuesto y “dado al mundo” el 19 de agosto de 1839. Daguerre solicitó una patente
en Inglaterra el 14 de agosto qué excluyó a la nación rival, de esta generosa
donación francesa. “El anuncio de Arago” en el que ese día se cedía a la fotografía
al servicio de la humanidad, como una fuerza para el progreso social: “Francia
noblemente dota al mundo entero de un descubrimiento que puede contribuir tanto al
progreso de las artes y de las ciencias”. Arago sustentado por Bayard prestaría su
influencia para refutar las exigencias de Talbot enfatizando que otros compatriotas,
como Niépce, obtuvieron resultados exitosos antes que él.
Marc Antoine Gaudin, uno de los primeros “daguerrotipistas”, presentes en esta
famosa sesión de la Academia, describió la fiebre de los primeros fotógrafos
aficionados. “Pronto la muchedumbre rodeó a un miembro aficionado, y comentó:
nos dijo que utilizó yodo y mercurio, sin dar más detalles. Finalmente la sesión cerró
y el secreto había sido descubierto y unos días después, cada uno de nosotros quiso
tomar una vista desde nuestras ventanas. Era un afortunado el hombre que en el
primer intento obtenía una silueta de los tejados contra el cielo”. Se publicó 1839 un
folleto qué tuvo varias ediciones francesas en, así como también numerosas
ediciones en lenguas extranjeras. El daguerrotipo era un proceso fiable, a pesar de
sus indiscutibles manipulaciones complejas, sus exigencias en la preparación que
requerían cuidados extremos. Después de unos meses de puesta a punto fue
accesible a todos y podemos juzgar sus resultados como asombrosos.
Se conocen aproximadamente quince daguerrotipos, fechados en 1839, atribuidos a
Daguerre, incluso un tríptico ofrecido a Arago (ahora expuesto en el museo de
Perpignan), y otro entregado al rey de Baviera (destruido), principalmente
naturalezas muertas, tomas de estatuillas, vistas de París y colecciones de fósiles y
caracoles.
La determinación de Fox Talbot
Después de sus primeros y exitosos experimentos de 1834 a 1835, Talbot no evaluó
el verdadero potencial del invento y emprendió otro trabajo más erudito. Su
formación era completamente diferente de la Daguerre. Especialista en lenguas
clásicas y matemático; siempre en contacto con algunas de las mentes más brillantes
de la ciencia, la literatura, la filología y la arqueología. En enero de 1839, cuando se
publicaron noticias del comunicado de Arago, allí comprendió su falta de previsión
y con información limitada acerca del trabajo de Daguerre, imaginó que era más
cercano a su propia investigación y se propuso demostrar la anterioridad de sus
investigaciones. El 25 de enero, presentó a la Institución Real sus dibujos
fotogénicos (un proceso que utilizó en 1834), días después el 31 del mismo mes leyó
un documento sobre el particular ante la Sociedad Real.
Todas las imágenes que mostró habían sido producidas con el mismo principio.
Copias de objetos como: un trozo de cuerda, una flor, hojas, creadas por contacto
directo mediante una hoja de papel empapada en nitrato o cloruro de plata, expuestas
a la luz del sol de diez a treinta minutos. Las áreas expuestas eran oscuras, mientras
el papel bajo el objeto permanecía blanco. El problema principal fue cómo impedir
que la imagen entera se oscureciera una vez expuesta; la respuesta fue disolviendo
las sales residuales que no habían sido expuestas. Al principio, Talbot utilizó sal
(cloruro de sodio) y yoduro de potasio. Pero el 1 de febrero de 1839, su amigo
Herschel le dio la idea de usar el hiposulfito de sodio como un fijador (actualmente
en uso). Debe mencionarse en el contexto de la investigación contemporánea un
elemento de la invención, hoy juzgado como crucial (el uso de hiposulfito) nunca
fue patentado y fue libremente distribuido. En París, Biot recibió esta información
directa y abiertamente de Talbot, y probablemente se la pasó a Daguerre que
inmediatamente usó este método para fijar sus imágenes.
Talbot obtuvo tres tipos diferentes de imágenes: las primeras, con valores tonales
invertidos, en las que los tonos oscuros correspondieron a las áreas claras o a las
partes transparentes de los objetos. Al principio, sus dibujos fotogénicos, siluetas en
blanco sobre un fondo oscuro de un objeto real, daban la apariencia de ser precisas,
recortadas, y detalladas. Las segundas segundo término, obtenidas mediante el uso
de un microscopio solar, son ampliaciones de objetos muy pequeños expuestos a la
luz del sol, estas particularmente lo fascinaban porque aquellos eran difíciles
dibujar, incluso bajo el microscopio. Finalmente, las imágenes producidas por la
cámara oscura, registradas mediante lo que él llamó su “trampa para ratones” qué
producía según el mismo Talbot “un poco de magia natural”. Con esto, dice Talbot
“Uno puede obtener la copia del retrato de un objeto distante, la fachada de un
edificio”. Talbot también vio que era posible invertir las imágenes en negativo,
tomando la imagen obtenida nuevamente, o haciendo la copia transparente e
imprimiéndola sobre papel tratado con nitrato de plata, y de está manera las sombras
y las luces volvían a sus valores originales finalmente el 28 de febrero de 1839, en
una carta a Talbot, Herschel le propone el término “fotografía”.
Como aún no se habían divulgado completamente los detalles del daguerrotipo,
Talbot no podía saber las similitudes entre los dos procesos, además, no estaba
dispuesto a ser acusado de plagio y desconocía que los daguerrotipos se obtenían
sobre placas de metal. Gracias a su correspondencia “segura” con Biot, Talbot
comprendió que su proceso y el de Daguerre no tenían nada en común, en técnica o
en apariencia (una placa de metal brillante comparada con papel opaco). Daguerre,
en febrero, comenzó con un proceso sobre papel a fin de crear incertidumbre. Talbot
no había comunicado nada sobre su método. En esta guerra de incertidumbres y a
pesar de las rápidas mejoras de Talbot, en abril de 1839 “las imágenes de Daguerre
superan a aquellas que se producen aquí en Gran Bretaña”, comunicaba el
Atheneum, periódico inglés del siglo XIX.
Ya se sabía, sin embargo, que los daguerrotipos tenían un inconveniente mayor:
permitían hacer una sola copia y no podían producirse copias sucesivas. Este iba ser
la carta de triunfo del proceso inglés. Sin embargo, en una visita a París, Herschel
pudo ocultar su admiración por las imágenes del daguerrotipo que calificó como el
“miraculous” por su precisión y detalle tonal, “su gradación suave, fiel a la luz y las
sombras, que lejos supera a toda la pintura, su tiempo de exposición es muy corto
tres minutos a la luz del sol” No obstante, Talbot exhibió 95 dibujos fotogénicos en
una reunión de la Asociación británica en Birmingham, una especie de presentación
completa de las potencialidades ofrecidas por su invención impresiones de plantas
en blanco sobre un fondo oscuro, copias de grabados, litografías y dibujos
(invertidos por un segundo proceso a fin de que aparecían los fondos blancos y las
áreas negras), vistas tomadas por medio de la cámara oscura. En particular vistas de
interiores y exteriores de su residencia en la Abadía de Lacock. Ampliaciones de
objetos a 400 veces de su tamaño natural obtenidas gracias a su microscopio solar.
La colección demostró el interés científico de su investigación.
No obstante, el 14 de septiembre de 1839, se llevaron a cabo demostraciones del
daguerrotipo en Londres. Talbot que había adquirido el aparato pora tomar
daguerrotipos admitió, que a sus imágenes les faltaba la perfección formal del
daguerrotipo. Sin embargo, insistió justamente, que su método era ideal para
duplicar imágenes, que debían recomendarlo para la publicación de trabajos incluso
fotografías. Estaba allí la base del futuro de la fotografía y el declive definitivo del
daguerrotipo.
La desilusión de Bayard
Entretanto, Biot le comentó a Talbot sobre los experimentos fotográficos sobre papel
hechos por un tal Bayard, para de esta manera animar y apurar a Talbot en el
perfeccionamiento de su procedimiento basado en papel para viajeros. No se sabe
cómo este funcionario del Ministerio de Finanzas, amigo de pintores y grabadores
(Ziegler, Gavami, Bertall) carente de formación científica, se interesó en las
imágenes producidas en la cámara oscura. Sólo su cuaderno de investigación
(Societe Francaise de Photographie) nos permite suponer que él trabajó en los
mismos tiempos, sus primeros ensayos datan el 1 de febrero de 1839, poco después
recibió los detalles del daguerrotipo. De hecho, los detalles de su cuaderno no dejan
lugar a ninguna duda sobre la sucesión de hechos: 20 de marzo, obtiene imágenes
directas vía la cámara oscura, el 22 de marzo muestra las imágenes a M. Gróvedon y
M. Saint estas toman aproximadamente una hora de exposición, el 6 de abril los
tiempos de toma son de media hora o 35 minutos, el 13 de mayo, muestra sus copias
a M. Biot, el 20 de mayo, a M. Arago el 10 junio, escribe en su cuaderno media hora
para las estatuas y 20 minutos para los paisajes. El 24 de junio de 1839, Bayard
mostró un marco que contenía 30 impresiones de vistas arquitectónicas y naturalezas
muertas durante un festival de caridad a beneficio de las víctimas del terremoto de
Martinica. Dos periódicos lo informaron, mientras se referían a un proceso
diferente: el de M. Daguerre.
En el contexto político y periodístico del anuncio del daguerrotipo, Bayard se habría
encontrado con la dificultad de generar interés sobre un proceso que en apariencia
era menos espectacular. Sus imágenes en papel eran muy similares a los dibujos,
tenían una apariencia lisa y muy planimétrica, grados tonales sutiles, negros
profundos, y una textura granosa (propia del papel impregnado con químicos).
Después de todo, eran tomas únicas, no se podían producir múltiples copias. La
apariencia del daguerrotipo, por otro lado, es muy diferente. Una distinguida
superficie de metal su precisión extrema (el carácter artístico de ser una pieza única,
comparado quizás con el excesivo carácter científico del otro).
Rechazado por Arago -árbitro oficial- y con el pequeño apoyo de Biot, Bayard no
tenía más alterativa que ir hacia la Academia de Bellas Artes, la cual también
representó un papel importante en la aceptación del daguerrotipo a pesar de la
supremacía de la Academia de Ciencias. Obligados a seguir este camino crearon una
competencia, aunque perjudicial y falsa, entre el daguerrotipo científico y la
impresión en papel artística. Bayard mostró una vista de París que reúne todas las
condiciones de perfección como la exactitud de la perspectiva que recuerdan al
efecto pictórico y fotografías de estatuas, su tema favorito, combinando la blancura,
la luminosidad planimétrica, con los efectos de la materia e inmovilidad como
referencias al arte del pasado. Sin embargo, el proceso todavía era lento. El informe
menciona: tiempos de exposición de media hora y uno desearía bastante más
agudeza de detalle, menos indefinición o suavidad en los contornos. A pesar de las
marcadas diferencias en sus métodos de producción, las imágenes de Bayard
combinan las ventajas y desventajas del dibujo fotogénico de Talbot. Eran procesos
lentos, tenían una apariencia similar al dibujo, les faltaba precisión pero. eran de
producción simple; fáciles de guardar y los materiales eran utilizados bajo licencia
de Talbot que incluyó un proceso análogo en su patente de 1841. En cuanto al
método real, Bayard no lo publicó hasta el 24 de febrero de 1840, cuando lo expuso
ante la Academia de Ciencias: “cómo el papel de escribir se prepara según el método
del Sr. Talbot se empapa durante unos segundos en una solución de yoduro de
potasio. Luego, se coloca este papel sobre una pizarra, en el respaldo de una cámara
oscura. Una vez que la imagen se ha formado, el papel se lava en una solución de
hiposulfito de sodio” El factor distintivo del proceso de Bayard consistía en producir
una imagen positiva directa, mediante la acción de luz sobre el yoduro de plata color
blanco sobre un papel oscuro.
Un poco después, a principios de 1841, respondiéndole a Talbot quien le había
permitido saber como avanzaba su trabajo sobre el proceso del calotipo, Bayard
exigió que un sobre sellado de su propiedad fuera depositado en la Academia de
Ciencias, para ser abierto el 8 de noviembre de 1839. Dentro de él se encontraban
notas en las que describía un proceso sobre papel que emplea yodo y vapor de
mercurio para revelar una imagen latente y así producir un negativo.
A pesar de la extensa mención de la Academia de Bellas Artes, en noviembre de
1840 (cuando el tiempo de exposición se había reducido a 20 minutos), el proceso
de Bayard nunca tendría éxito como herramienta fotográfica, había nacido
amenazado desde el principio por la magia mimética del daguerrotipo y la nueva
propuesta de Talbot, el calotipo, qué Bayard no había tardado en utilizar. Haber
optado por el proceso del rival, le tornaría imposible continuar promoviendo su
propio proceso. La fotografía había vagado por uno de sus caminos potenciales
(obtener una imagen sin negativo y sin revelado) un camino, que sólo se
redescubriría con el proceso Polaroid.
Hasta ese momento, Bayard se había embarcado en numerosos experimentos con el
proceso del positivo directo, produciendo centenares de imágenes de estatuas y
bustos, cuidadosamente compensadas respetando los encuadres simétricos que
ocupan todo el campo, una demostración obsesiva de agudeza compositiva y a la vez
lo mejor de su éxito técnico. Muchas veces se autorretrató junto con sus modelos de
yeso desdeñosos. Bayard deseaba que su método también fuera aplicable a los seres
humanos y esa sería la demostración viviente de la ausencia de engaño. Su
“Autorretrato como un Hombre Ahogado” hecho en octubre de 1840 fue el primer
retrato “ficcional” que se fotografió, fue realmente lamentable que no pudiera ir
contra del destino que guió al público a preferir el proceso de Daguerre al suyo, está
sin duda fue sin duda, una de las últimas manifestaciones de un proceso que nació
destinado al olvido.
Larga vida al calotipo
La desilusión de Bayard a finales de 1840 no afectaría a Talbot que simplemente
había tenido éxito con su segunda invención en el campo de fotografía. Aunque las
rivalidades continuaron. Daguerre anunció en enero de 1841 (probablemente
exagerando) que había reducido los tiempos de exposición a uno o dos segundos,
Talbot decidió hacer pública su investigación, finalmente descubrió un proceso al
que le dio el nombre de calotipo el cual reducía el tiempo de exposición a unos
pocos minutos o escasos segundos. El calotipo producía un negativo en papel
utilizando el concepto de imagen latente (también presente en el proceso de
Daguerre). El negativo tenía, además, la ventaja de poder ser almacenado después
de ser expuesto y revelado posteriormente. Este descubrimiento que separaba la
exposición y la apariencia física de la imagen negativa, sentó la base y el material de
apoyo, de todo lo subsiguiente en el desarrollo de la fotografía. Los experimentos de
Talbot dieron un segundo impulso, y se aplicaron a todos los desarrollos
fotográficos y sentenciaron definitivamente al olvido al daguerrotipo.
Para los propósitos prácticos, sólo dos procesos permanecerían en uso hacia 1841,
el de Daguerre que era completamente operacional y qué se extendería pronto a
cada estudio de retrato y el de Talbot cuyo futuro era todavía incierto pero, que
representaría un papel importante en la historia de la fotografía durante los años
siguientes, gracias a su ingeniosidad y sus ventajas indiscutibles.
Hercules Florence
Hercules Florence llegó a Río de Janeiro luego de haber participado de la
expedición de Langdorf. Allí comenzó una investigación científica denominada
Zoofonía definida como el estudio y la descripción del sonido producido por
diversos animales. Florence perseguía el objetivo de convertir a la Zoofonía en un
nuevo objeto de estudio de las ciencias naturales. Para este fin, le resultaba
imprescindible, su divulgación a través de material impreso. Brasil no contaba en
aquel momento con un gran número de imprentas, por lo tanto decidió experimentar
con diferentes procesos que le ayudaran a conseguir su objetivo.
Establecido ya en Campinhas, inventa la poligrafía, un proceso similar a lo que más
tarde se conocería como mimeografía, obtendría apoyo monetario de su suegro
Alvarez Machado, quien luego se convirtió en el primer propietario de la primera
imprenta del interior paulista. Así durante varios años se dedicó a trabajar y
descubrir nuevas formas de imprimir. De esta manera Florence inventa, en 1860 la
Pulvografia.
Tales ideas llevaron a Florence a descubrir la fotografía el 15 de agosto de 1832. La
historia narra que en el balcón de su casa en Campinhas, tuvo la idea de imprimir
utilizando la luz del sol. Observó que determinadas telas se descoloraban con la
acción de la luz. Presumió que debía haber alguna otra sustancia que sufriera más
marcadamente estos efectos. Le pidió auxilio al boticario Correia de Mello quien le
informó sobre la reacción del nitrato de plata a la luz.
Su primera experiencia fotográfica tuvo lugar un 15 de enero de 1833 utilizando una
que una pequeña caja cubierta por su paleta de pintor, a la que le adaptó la lente de
sus anteojos, improvisó una cámara obscura. Después cuatro horas de exposición
obtuvo de una imagen de lo que podía ser observado a través de la ventana de su
casa. Había obtenido una impresión negativa, superaría más tarde el desafío de
obtener una imagen positiva. En otra experiencia, trató una hoja de papel con nitrato
de plata, que se tornaba sensible a la luz, luego decidió escribir sobre una placa de
vidrio tratada con hollín. Esto dejaba pasar los rayos solares por las partes claras y
así se obtenían múltiples copias de lo escrito pero el papel tratado con nitrato de
plata se seguía oscureciendo por la acción de la luz. Intentó entonces detener el
proceso con agua, pero sin resultados. Mas tarde descubriría que el amoniaco era un
buen reductor de las sales de plata y así detendría, la reacción que oscurecía
definitivamente las imágenes. Prosiguió experimentado hasta que en 1839, cuando
en una reunión de amigos se enteró del éxito de Daguerre.
Anímicamente abatido decidió abandonar sus investigaciones, pues allí comprendió
que el proceso fotográfico había sido descubierto, antes de que pudiese anunciar al
mundo su invención. Aunque el daguerrotipo no permitía múltiples copias y hacia
aquellos años todavía era una técnica costosa y engorrosa, con equipos
extremadamente pesados que no podían ser transportados fácilmente.
De acuerdo con la tesis de Boris Kossoy, quedó fehaciente e históricamente
comprobado que Florence sin patentar jamás su invención, realizó experiencias
fotográficas en Campinhas desde 1832 y descubrió la fotografía antes que cualquier
otro inventor, y que fue el primero en utilizar el término “fotografía” además de
utilizar papel tratado, dos años antes que Talbot.
La velocidad
Movimiento y duración
La fotografía del siglo XIX estuvo ineludiblemente ligada, a prolongados tiempos de
exposición, hacia 1880, los fotógrafos conocieron un mundo de formas
insospechadas gracias a la instantánea. Fenómenos imperceptibles a la visión
continua, resultaron visibles gracias a la imagen fotográfica. Sin embargo, dominar
el potencial técnico de la velocidad, requería maestría en todos los niveles, además
de un sincronismo perfecto entre los tiempos del fotógrafo y del evento fotografiado,
era necesaria una cierta capacidad técnica que pudiera responder a las disímiles
variaciones cronométricas. Paradójicamente, uno de estos sistemas daría nacimiento
al cine y al efecto de la recomposición del movimiento. Contrariamente a lo
expresado por algunas nociones retrospectivas de la historia, que tienden a afirmar
que la captura del movimiento no era una aspiración particular de los fotógrafos o
amantes de la fotografía del siglo XIX. Si bien los fotógrafos estaban satisfechos,
con los tiempos de exposición que les permitía capturar la mayor parte del universo
explorable, con excepción de aquellos objetos que se movieran. Aunque la
representación de un objeto en movimiento no tiene ninguna definición absoluta,
tampoco se corresponde con un criterio estricto. Su dependencia estaba conformada
por la relación entre la velocidad del objeto, y la distancia entre él y la cámara fija.
El factor que introduce la imposibilidad técnica de capturar un cierto “momento” en
la fotografía es la velocidad relativa entre el objeto y el instrumento (por ejemplo,
no sería absurdo pensar en una cámara que siguiera a su objeto en un recorrido
lineal).
La velocidad relativa
El problema de la representación fotográfica de los objetos en movimiento (ser
humano objeto fotográfico de representación, absolutamente esencial a nuestros
ojos) radica en la velocidad relativa que se traduce en condiciones ópticas y
gráficas, reveladas, por consiguiente, en la cámara. Puede entenderse de manera
fácil, por ejemplo, el movimiento de un animal da una imagen congelada en ½ de un
segundo cuando se encuentra a considerable distancia, pero no, cuando esta cerca de
la cámara. Por otro lado, encontraremos en ambos casos que, las extremidades y los
movimientos que pertenecen al conjunto relativo del cuerpo, permanecerán
borrosos. Desde la invención de fotografía, era sabido que una exposición larga
producía una imagen que muestra rastros borrosos de movimiento, a menudo
ininteligible e indefinida. Era, de hecho, el desplazamiento de la imagen en la
superficie sensible lo que se registraba. Se comprendió rápidamente que sólo
reduciendo el tiempo de exposición sería posible obtener una imagen fija de un
objeto en movimiento. La velocidad de exposición se transformó en un factor
determinante. Cuanto más alta fuera la velocidad, mayores serían las posibilidades
de obtener una imagen definida de un objeto. Sin embargo, la aplicación de esta
solución no fue posible por cuatro décadas (1840-1880), dada la escasa sensibilidad
de las emulsiones fotográficas. Sabemos como, los fotógrafos soslayaron con
ingenio para este problema, resolvían las situaciones, utilizando encuadres dónde la
velocidad del objeto se hiciera menos aparente (barcos tomados de frente), o
reduciendo la superficie del negativo, Charles Negre utilizó el formato de negativo
pequeño del estereoscopio y realizó estudios de personas en movimiento, hacia
1852, también se mejoraba la distribución de la luz en el sistema óptico y se conocía
que la sensibilidad aumentaba gracias a la incorporación de aditivos, de origen
natural o químico. Para tomar un ejemplo opuesto, también sabemos que el retrato
que Nadar realizó de Baudelaire (Musee el d’Orsay) resultó un tanto borroso,
porque, desafortunadamente, durante la toma el poeta se movió. Juzgado puramente
con un criterio técnico, debe ser considerado un retrato de calidad menor. También
hemos visto esos fantasmas involuntarios que aparecen en tantas fotografías
antiguas; muchedumbres paseándose ociosamente delante del Hotel de Ville después
del incendio que lo derribó en mayo de 1871, los actores espectrales de las
fotografías de Atget, tomadas al principio del siglo XX no debidos a su impericia
técnica, sino porque utilizaba una cámara de placa de 18 x 24 centímetros, que
necesitaba prolongados tiempos de exposición. Todos estos rastros vagos,
involuntarios, dan la apariencia de estar en movimiento, además de dar testimonio
de un objeto viviente que se registró en el fotograma que permanecía casi inmóvil
durante un largo tiempo.
La velocidad de la instantánea
La fotografía instantánea siempre ha sido un concepto relativo, definible como: una
exposición lo suficientemente rápida para su sujeto; ninguna otra definición
estricta es posible. Por ejemplo, era posible hacia 1850 (con el proceso del calotipo)
representar estereoscópicamente hombres caminando, a cierta distancia, porque su
imagen en una placa de 8 x 8 centímetros daba un resultado, en la que estos
aparecían congelados, inmóviles, en una fracción de segundo. La fotografía
instantánea no es un fin en sí mismo, pero si es un elemento en la evolución de la
fotografía que se define a través de la velocidad. Más precisamente, depende de dos
velocidades diferentes: la del objeto que puede imaginarse como desplazándose más
rápido y más rápidamente y la del obturador, elemento que determina el tiempo, en
el que la luz invade la cámara. Las verdaderas posibilidades de la instantánea se
abrieron gracias a la introducción de las emulsiones de bromuro plata, alrededor de
1880. Debe tomarse en cuenta el notable progreso que logró Eadweard Muybridge,
entre 1876 y 1879, utilizando varias placas de un proceso denominado collodion (en
uso entre 1850 y 1880, un tanto lento para capturar el movimiento rápido) en los que
registró los movimientos de un caballo.
A este tipo de experimento generalmente, se lo une con la invención del cine (casi
veinte años después), pero es una vista seudo-histórica de los acontecimientos,
dirigida por la percepción retrospectiva, que no se corresponde con los objetivos
reales de los protagonistas de aquella década decisiva que va desde 1875 a 1885. Se
puede afirmar que, ninguno de ellos buscaba, o incluso imaginaba, esa
reconstrucción de realidad visual que nosotros llamamos cine. Por otro lado, otros
teóricos practicantes habían demostrado un interés real por este problema. personas
Louis Ducos du Hauron (1864), Cook y Bonelli (1863 1865), y Henry Du Mont
quien inscribió su patente en 1861 en donde reza el siguiente parrafo: “se
reproducirán personas en movimiento en todas las fases de sus movimientos y con
un intervalo de tiempo muy separado entre estas fases”. La tecnología no estaba
desarrollada para todos estos proyectos, aunque viables en su concepción teórica
esperaban la posibilidad de la producción de tomas realmente instantáneas y a una
velocidad adecuada.
Si bien no era esta la clase de investigación que Eadweard Muybridge tenía en
mente, este fotógrafo californiano, de origen británico, famoso por sus vistas del
valle de Yosemite y otros sitios grandiosos del oeste norteamericano quien
comenzaba a gozar del favor del público en la etapa del lirismo romántico hacia
1870. Era un hombre mas bien adepto a las placas de vidrio de gran tamaño, pero
fue contratado por Leland Stanford, presidente del Ferrocarril del Pacífico Central y
ex gobernador de California. En 1872. Stanford quien, además, era un gran amante
de los caballos y dueño de un aras contrató a Muybridge para que tomara una serie
de fotografías del trote de un caballo. Este encargo debía resolver un problema
semicientífico poner fin a una discusión con el fisiólogo francés Etienne Jules
Marey sobre: ¿Cuál era la posición exacta de los miembros de un caballo durante
ciertas fases del trote? Las primeras fotos de Muybridge, entre 1872 y 1873 fueron
un verdadero fracaso debido a la lentitud de las emulsiones. Los experimentos se
interrumpieron entre 1874 a 1876, debido a las vicisitudes personales de Muybridge
(mató al amante de su esposa). En 1877, se obtuvo una toma que podríamos llamar
“exitosa”, que él mismo describió como una “electrofotografía automática” la cual
causó sensación, pero, sin embargo, resultó ser una copia fotográfica de una pintura
que se produjo merced a los extensos fracasos que arrojaba la fotografía.
Recién en 1878, durante una sesión fotográfica en los establos de Stanford en Palo
Alto Muybridge, finalmente, resolvió el problema de las tomas instantáneas. Instaló
una batería de 12 cámaras con obturadores de cortina (que permitían, una velocidad
de obturación de un cuarto de segundo) activados eléctricamente por medio cables
que se iban cortando con el paso del caballo por la pista, es decir, que era el caballo
quien realmente disparaba el obturador de las cámaras mientras corría por la pista.
La precisión lograda por Muybridge (tomar en el momento exacto durante el cual el
objeto se encontraba delante de la cámara) y su ingenioso sistema de cámaras
múltiples, colocó a la fotografía en vías del estudio sistemático y científico del
movimiento, considerando que previamente sólo había sido una cuestión sujeta a los
resultados y a la oportunidad. Su sistema de alguna manera, continuó lo sugerido por
Rejlander hacia 1873, quien también permitió mostrar con exactitud la posición de
las patas de los caballos. El sistema de obturadores de cámara múltiple, finalmente,
fue patentado en 1879.
Se puede decir, que el éxito de Muybridge excedió los objetivos de su proyecto
original en varias formas. Tomó simplemente doce fotos para asegurarse la captura
del momento indicado. Muybridge optó por esta solución la cual le proporcionó una
manera de reconstruir una secuencia cronometrada, la cual capturaba la sucesión de
movimiento en un ciclo, por ejemplo, el de un caballo que avanza al trote.
Muybridge tomó una cantidad de registros suficientes, como para permitirle por lo
menos conceptualmente, reconstituir el movimiento.
A estas alturas, los estudios de Muybridge pasan del campo anecdótico, al de la
investigación sistemática. El 14 de diciembre de 1878, el periódico francés Le
Nature publicó una serie de fotografías como objetos de interés extraordinario. Las
tomas en cuestión incitaron una respuesta del fisiólogo Marey, que le sugirió a
Muybridge que aplicara su método al vuelo de las aves con la ayuda de un “rifle
fotográfico”. Muybridge comenzó una gira de conferencias y hacia 1881, en París,
se encontró finalmente con Marey quien muy probablemente habría dirigido sus
últimas investigaciones fisiológicas utilizando la cámara como herramienta. Luego
de una discordancia con Stanford, Muybridge abandonó la instalación de Palo Alto y
consiguió financiamiento de la Universidad de Filadelfia la cual dio comienzo a un
programa mucho más extenso sobre el estudio de animales y seres humanos. Entre
1884 y 1885 Muybridge trabajó en Filadelfia y acumuló unas 20,000 tomas
instantáneas obtenidas mediante las nuevas emulsiones de Bromuro de Plata.
Una selección de estas imágenes, impresas con el método del calotipo, se publicaron
con el título de Animal Locomotion. Contaba también escenas de otros géneros
como varios deportes, una mujer tirando agua con un balde, otra entrando en la cama
y también imágenes con cierto contenido patológico como, discapacitados y
contorsionistas. Hasta el propio Muybridge a veces aparece en las fotos. El trabajo
contó con limitado éxito debido a su costo, pero provocó notables repercusiones en
el mundo de las artes.
¿En qué consiste la descomposición de movimiento de Muybridge?. En realidad es
la yuxtaposición no premeditada de exposiciones instantáneas de un cuerpo en
varias actitudes, colocadas en orden cronológico. La velocidad del proceso
fotográfico es significante en dos niveles: la velocidad de la exposición (una
milésima de segundo) y la velocidad de los disparos secuenciales que se suceden en
un periodo muy corto de tiempo. En este momento, sin embargo, excepto como
curiosidad, no existía ninguna idea acerca de recomponer el movimiento que, en
todo caso, no duraba más de dos o tres segundos.
Chronofotografía
El caso de Etienne Jules Marey no fue aislado, aunque a finales del siglo XIX era
una figura reconocida al aunque algo atípica. Fue capaz de crear imágenes
completamente nuevas a partir de su propia inspiración, mediante un sistema
fotográfico, que era a la vez un verdadero logro científico. Como distinguido
fisiólogo del Colegio de Francia, reconocido por su investigación sobre la
circulación de la sangre, la locomoción humana y los movimientos de los caballos,
amigo de Nadar, no intentó utilizar la fotografía, hasta su contacto secular con
Muybridge (contratado por Standford gracias a los trabajos de Marey). Sus éxitos se
debían principalmente a su rigor científico y a la amplia aplicabilidad de su método
fotográfico, que consistía en tomar las diferentes curvas de las variaciones de los
movimientos sucesivos (el impacto de los pies en el suelo, las contracciones de los
músculos, el batir de las alas de un ave) que luego, eran dibujadas sobre un fondo
negro con líneas blancas. Una toma exacta de los trazados: eran más importantes que
las palabras en la definición de su método, que consistía en combinar la evidencia
visual con un registro preciso del paso del tiempo.
En 1878, cuando Marey descubre las fotografías secuenciales de caballos realizadas
por Muybridge, comprendió que la fotografía podía volverse un instrumento de
registro de excepcional precisión. Se decepcionó cuando observó que las tomas
instantáneas de los pájaros en vuelo de Muybridge, no eran secuenciales, esto lo
estimuló, en 1881, llevar a cabo, su plan de construir un arma fotográfica que tenía
en mente desde 1878.
El arma fue construida a finales de 1881, durante su estancia anual cerca de Nápoles
y se utilizó en los primeros meses de 1882. Marey escribió, “tengo un arma que no
tiene nada asesina, es un arma fotográfica, capaz de tomar una foto de un pájaro
volando o un animal corriendo en menos de media 1/500 de segundo. No sé si usted
puede imaginar realmente semejante velocidad, pero es algo sorprendente”, aparte
del tiempo de exposición, el arma tiene otro rasgo cinético interesante, toma una
serie de 12 imágenes por segundo. Diseñada imitando un arma real, con la mira a
nivel del hombro, el instrumento tenía una culata y una lente en un barril cilíndrico,
además, contaba con una placa sensible que giraba cada vez que se apretaba el
gatillo. Esta placa giratoria tratada con una emulsión de gelatina de bromuro de
plata, se detenía 12 veces detrás de la lente, mientras el obturador funcionaba a
1/720 de un segundo.
No debe tomarse con exageración la importancia del arma fotográfica de Marey,
debido a la pequeñez de las fotos, a la poca definición de las imágenes y la
imposibilidad de registrar el paso del tiempo lo hacia poco satisfactorio para sus
necesidades científicas, sin embargo, debe verse como una fase en el desarrollo de
sus ideas.
Su cámara chronophotografica de placa fija, se concluyó entre mayo y junio de
1883. Cumplía con los requisitos del fisiólogo por que “tomaba en una misma placa
una serie de imágenes secuenciales, representando las diferentes posiciones de un
ser viviente en un espacio dado también representando en el espacio a una serie de
momentos. La novedad, por comparación con el procedimiento de Muybridge,
consistía en el uso de una sola cámara como instrumento de toma que superponía
una secuencia de imágenes, mediante el uso de una lente fija. Esto requería que el
objeto fuera preferentemente blanco o muy claro y se moviera sobre un fondo negro,
que no dejara impresión sobre la superficie sensible. Este aparato fotográfico, no
debe verse simplemente como una cámara sino como todo un dispositivo
experimental que Marey preparó en Bolonia, junto con un estudio totalmente oscuro
que le proporcionaba el fondo negro que no era mas que un área definida en dónde
los objetos debían moverse, una cabina móvil montada sobre un fondo negro, cables
de transmisión eléctricos que sincronizaban las señales y un cronómetro rápido
sobre el campo de toma. El aparato fue bautizado con el nombre de
Chronomatografo, una cámara, que tomaba placas de 13 x 18 centímetros, provista
de un sistema de obturación adosado a un disco de 1 metro de diámetro, con varias
aberturas que sincronizaban la luz con la exposición de las placas.
Los campos cubiertos por el Chronomatografo, sobre todo en el periodo que va
desde 1883 a 1887, fueron variados, combinaban los intereses particulares de Marey
sobre todo en el área de la fisiología: el caminar de las personas, la carrera y el salto;
los diferentes movimientos del caballo (el tranco, el trote y el galope); gran variedad
de pájaros (una paloma, una gaviota, un pelícano, una garza) y la cinética en general
(los cuerpos cayendo, el rebote de una pelota). Después de 1890, estudios más
especializados llevaron a la cronofotografía a estudiar el movimiento de las
mandíbulas, durante la respiración, la estabilidad de los barcos, el equilibrio de la
bicicleta, etc.
Entretanto había aparecido la cronofotografía geométrica en la que las personas se
movían delante de un fondo negro, vestidos de negro, pero con líneas blancas en sus
miembros y articulaciones. De esta manera, Marey encontró la manera de aislar la
información científicamente útil que normalmente estaba oculta en la forma del
objeto, redujo de esa forma a líneas de movimiento y sus respectivos puntos. Estas
fotografías del tiempo-movimiento eran auténticas gráficas de movimiento (pero en
líneas blancas sobre fondo negro), los experimentos tuvieron lugar bajo condiciones
de exactitud casi matemática, prenstando especial atención a las medidas de
dimensión y tiempo. Las aplicaciones de estas imágenes eran limitadas, pero
permitieron a los experimentadores lograr una gran precisión.
La novedad de la cronofotografía como concepto fue poco remarcada en su
momento. Se respalda en tres áreas: el uso de fotografía para capturar un fenómeno
de cualquier materia científica, la producción imágenes no reales o incluso tomas
inusuales de objetos reales y finalmente la solución progresiva del problema de
recrear el movimiento. Marey, con Albert Londe hombre capaz y que a menudo
pagaba tributo a Marey, debido a su posición dentro de la elite universitaria, por
haber convertido a la fotografía del siglo XIX en un método de laboratorio creíble y
confiable, liberó definitivamente a la fotografía de los complejos de producción
basados en su carácter de representación artística.
Paradójicamente, estas fotografías científicas muestran la desmaterialización de los
cuerpos por su propia velocidad, diferente a lo que nuestros ojos pueden percibir de
manera fugaz en el continuo de la fluidez de la visión. La reunión mágica en una
sola imagen de momentos que están separados pero cercanos y qué juntos forman
una unidad (un movimiento), no pudo encontrar su correlación filosófica y poética
hasta los principios del siglo XX, a pesar de las numerosas publicaciones de Marey,
culminando con dos trabajos que fueron claves para el desarrollo de la aviación: “El
Vuelo de Pájaros” en 1890, “Movimiento” en 1894.
Durante un periodo breve, la cronofotografía basada en el método de Marey
encontró su lugar en los Estados Unidos y tuvo su reflejo en el trabajo del pintor
Thomas Eakins que había apoyado las aplicaciones de Muybridge en Filadelfia.
Como docente en la Academia, Eakins insistía que uno debe trabajar directamente
con el modelo desnudo (lo cual le causó ser despedido en 1886) a menudo tomaba
fotografías instantáneas. En el verano de 1884, inspirado por el ejemplo de
Muybridge adoptó el método de placa fija de Marey que utilizó hasta el verano de
1885, tomando fotos de hombres desnudos caminando, corriendo, saltando, etc.
Desde 1888, Marey realiza mas mejoras a su sistema. Para prevenir la superposición
parcial de imágenes y a fin de evitar la lectura inapropiada del movimiento optó, por
una superficie sensible que se movía con cada exposición. En primer lugar utilizó
placas de vidrio, luego papel sensibilizado y hacia 1890, aprovechó las ventajas de
la recientemente inventada película de Celuloide, la misma que Eastman colocara en
la cámara Kodak. La primera película de Marey (Una mano que se abre y se cierra)
se hizo pública en julio de 1889.
Sin embargo, a pesar de haber realizado alguno que otro trabajo crucial, Marey no
ha sido considerado como un precursor del cine. Él restringió intencionalmente su
aplicación a la investigación y aunque fue utilizada en otras aplicaciones posteriores.
Su fotografía logró un adelanto importante una vez que el obturador pudo
sincronizarse con precisión y a diferentes velocidades florecieron nuevas imágenes,
sin embargo, era un concepto diferente al del paso de velocidad regular del
cinematógrafo.
Multiplicación de exposiciones instantáneas
Albert Londe luego de ser convocado por el profesor Charcot para liderar el
laboratorio de Salpètrière. Rápidamente adaptó el método de Muybridge, de tomas
secuenciales con una sola cámara de múltiples lentes.
La batería de cámaras utilizadas en Palo Alto se simplificó y se transformó en una
cámara con nueve lentes colocadas en círculo de 3 x 3 centímetros montadas sobre
una placa de 13 x 18 centímetros. Este disco rotatorio tomaba las múltiples tomas de
la escena, regulado por un mecanismo de relojería. Este aparato, probablemente
inventado hacia 1883, hizo posible registrar movimientos de carácter patológico
(ataques de pánico, de epilepsia y de histeria) con una frecuencia que podía
regularse a voluntad, pero que se limitaba a nueve tomas circulares.
Hacia 1891 Londe desarrolló otra cámara qué contaba con doce lentes colocadas en
tres líneas de cuatro (se obtenían doce tomas de 7 x 7 cm. sobre una placa 24 x 30
centímetros). Los disparos sucesivos se programaban con electromagnetos y podían
ser programados en intervalos que iban de varios segundos a una décima de
segundo. Londe no estaba interesado en la reconstrucción del movimiento que
registraba. Su aparato le permitía realizar estudios científicos de cualquier
movimiento, siempre que tuviera lugar sobre un fondo blanco, esto satisfizo
perfectamente su meta, la obtener una sucesión de momentos exactamente
cronometrados por disparos instantáneos, en los que era posible medir las diferentes
dimensiones o llevar a cabo un análisis visual y también ser utilizados como
archivos documentales.
Al margen de su trabajo médico en Salpetriere, Londe ingresó a la sociedad de Paul
Richer a fin de realizar estudios del movimiento similares a los Muybridge. Más
rico, otro ex pupilo de Charcot y amigo de Marey, enseñaba anatomía en la École
des Beaux Arts en París. Estas fotografías conformaron la base que aportaron
elementos enriquecedores para la consecución de bocetos más detallados en la
mayoría de sus trabajos. Uno de los conceptos más formado en las placas de Londe -
por su riqueza visual - es el estudio sobre el “hombre desnudo que desciende la
escalera” que parece haber tenido especial influencia en el trabajo de Duchamp para
su epónimo que pinta muy probablemente hacia (1911-1912). Dos de las
publicaciones de Londe, el “Atlas de los Movimientos del Caballo” con Le Bon
(1895), y el “Álbum de Cronofotografías Documentales para Usos Artísticos”
(1903) provinieron muy claramente de las aplicaciones médicas de su profesión. El
segundo libro es en esencia, un estudio sobre los movimientos de caballos y las olas,
sobre “Las Olas” está más cerca de la estética conceptual hacia 1870 (notablemente
representada por el dibujo hacia fines del XIX). Sin embargo, a principios del siglo
XX el método ingenioso de Londe que utilizaba placas de vidrio resultaba ya
arcaico. El cinematógrafo y sobre todo, el cinematógrafo de alta velocidad
perfeccionado por Bull, (alumno de Marey) era una fuente ilimitada de imágenes
secuenciales.
No se limita la utilidad de la velocidad fotográfica, a la rapidez de la instantánea. La
totalidad de las prácticas pueden ser adaptadas modularmente a todo tipo de
situaciones. El registro de Flashes en la oscuridad, por ejemplo, sólo exige que el
obturador esté abierto constantemente, considerando que el registro de una
explosión requiere una sincronización perfecta, con un tiempo de exposición
especifica. Hablar sobre la modulación de la velocidad, es un trabajo complicado.
Ottomar Anschütz, fotógrafo prusiano residente en Lissa, también trabajó sobre las
ideas de adaptar la velocidad de reacción al objeto. Comenzó en 1882 y consiguió
renombre con tomas instantáneas sobre emulsiones de gelatina de bromuro de plata
(movimientos de caballos y caballería, la artillería en maniobra) obtenidas gracias un
obturador rotativo de rodillo que desarrolló hacia 1885, utilizando baterías de
cámaras basadas en las Muybridge y tomó series sucesivas de caballos. Luego
adaptó esta técnica hacia otros sujetos siguiendo la línea de “Animal Locomotion”,
Anschutz participó en los trabajos que imperceptiblemente dieron nacimiento al cine,
usando su electrotaquitoscopio hacia 1887 para proyectar diapositivas fotográficas
sobre vidrio, colocándolas sobre un disco giratorio, e iluminándolas con chispas
eléctricas sincronizadas con el paso de cada imagen delante de la lente, la
proyección cíclica de una secuencia de fotografías podía mostrar uno o dos segundos
de movimiento. Sin embargo, Anschutz parece haber sido el primero en haber tenido
éxito con esta clase de proyección, un poco antes que Marey. Los refinamientos que
logró en su sistema entre 1890 y 1894 no desembocaron en una notable mejora por
su limitación intrínseca como medio de registro.
Un inglés, A. M. Worthington, apuntó con gran precisión hacia el momento de
exposición con el fin capturar diferentes imágenes de un lapso muy corto de tiempo,
comenzó un estudio en 1894, titulado “Una pelota que entra en una mezcla de agua
y leche genera un anillo de turbulencia”. A fin de hacer coincidir el momento de
toma y el impacto, arrojo otra pelota simultáneamente. Esta segunda disparaba el
dispositivo de toma y producía la imagen instantánea. Worthington obtuvo varias
imágenes que eran independientes entre sí, aunque recreaban la ilusión de una serie
continua de imágenes de tipo cinematográfico (en menos de tres microsegundos).
Puede verse, que el conjunto del material visual obtenido por todos estos métodos,
no siempre producía una secuencia científica real.
El problema de producir numerosas instantáneas en un lapso muy corto de tiempo,
es el mismo que obtener una sola toma fotográfica, en un momento dado, con un
objeto de que se mueve muy rápido, como la bala de un arma de fuego. En 1886
Ernst Mach llevó a cabo sus primeros experimentos fotografiando la onda
hiperbólica que acompaña a un proyectil. En 1888, en Praga, mediante el uso de una
chispa en un ambiente oscuro (con el obturador de la cámara abierto) a fin de
congelar un momento, sumamente breve de luz en el instante preciso en el que la
bala pasaba delante de la lente, producía un corto circuito mediante dos cables
verticales (visibles en la fotografía). Las fotografías distribuidas por Mach muestran
diferentes balas, y sus respectivas variaciones en las ondas hiperbólicas, y las ondas
sucesivas. En este experimento es la bala, al igual que los caballos de Mudbrige
accionan el dispositivo.
Velocidad futurista
En el contexto estricto de la imagen fija, las cronofotografías de Marey seguían
siendo una simple curiosidad, hasta que surge una doble interrogante, la de la
representación del tiempo y la energía -lo invisible-, esta surgió en el entorno
Futurista cuando Giovanni Lista llegó a la conclusión que, tomando el ejemplo de
Marey, utilizado por los pintores futuristas como modelo surgía una suerte de,
“limitación científica” que trascendía a la expresión personal. Como consecuencia
los hechos se orientaron hacia un nuevo empleo gráfico de la fotografía, asociada a
la idea velocidad. Así, encontramos ya los primeros manifiestos de la pintura
Futurista donde existen referencias a Marey (abril de 1910). Boccioni, el principal
teórico de la pintura Futurista, también Bergson en sus trabajos apoya sus
argumentos y hace referencias a las cronofotografías, mientras tanto los trabajos de
Marey son publicados y reconocidos en Italia.
Pero las ideas Futuristas no se confinaron solamente a la desconstrucción del
movimiento. Más bien, apuntaban a activar una fuerza vital dentro del espacio del
cuadro: un “temblor moderno” el efecto de la velocidad. En los Estados de pinturas
de la Mente de Boccioni hacia 1911 se mezclan, el examen óptico de movimiento al
estilo de Marey, con una negativa a vaporizar la imagen, como en las diferentes
fotografías transcendentales del periodo, se sugiere con firmeza la transferencia
directa de la energía del objeto, a la placa fotográfica. Sin embargo, en el dinamismo
en el cual trabajaban Boccioni, junto con Severini (Dinamismo de un Bailarín, 1912)
y Balla (Dinamismo de un Perro en una Traílla, 1912), no se limitaba solamente al
modelo cronofotográfico. La reduplicación de las formas no se introdujo para dar
una reconstrucción óptica del movimiento, sino para evocar en el cuadro la
intensidad vital del fenómeno cinético.
De todos los cuadros Futuristas que parecen estar inspirados principalmente por la
posición de la recomposición fotográfica del movimiento, “La Muchacha Pequeña
Corre en un Balcón” de Balla, 1912 tiene similitudes con la cronofotografía
geométrica de Marey titulada “Los Movimientos de una Mujer” de 1912, la “Síntesis
Plástica” de Russolo y la “Elasticidad”, 1912 de Boccioni (que explícitamente se
refiere a la superposición de cuadros de las patas de un caballo). Todas estas
pinturas se conciben, de hecho, en el marco del Cubismo y el puntillismo e
incorporan una descomposición cronofotográfica literal del movimiento como una
traducción de la velocidad. La mayoría de la pintura cronofotográfica (Futurista) de
esos años está inspirada en el “Desnudo Descendiendo una Escalera” de Marcel
Duchamp creado entre 1911 y 1912, que tardíamente reconoció su deuda a Marey.
Por consiguiente, la pintura vanguardista no esperaba específicamente un modelo
fotográfico más de acuerdo con sus propias tendencias.
Hacia mayo o junio de 1911 que los hermanos Antón, Ginlio y Arturo Bragaglia
comenzaron sus experimentos en algo llamado el Fotodinamismo, produjeron
archivos de movimiento continuos sobre un fondo negro “Salutando” en julio de
1911, caracterizado por al evanescencia de la forma que se supone da la inmediación
de los eventos cinéticos. Éstos no eran gráficos cronofotográficos, se trataba de
largas exposiciones que cubren todo un movimiento que intentaba crear el
dinamismo vaporizando la forma. Parece no haber sido hasta principios de 1913 que
los hermanos Bragaglia tomaron contacto con el grupo de pintores Vanguardistas y
como resultado de ello se introducen las fases más acentuadas del dinamismo
fotográfico. Éstas dieron la impresión de un movimiento más accidentado, como si
una imagen más clara estuviera apareciendo y fue cuando el proceso redujo su
velocidad. En febrero de 1913, Boccioni, Balla, y Russolo tomaron parte en las
sesiones de Fotodinamismo. La Fotografía de Movimiento era un manifiesto de
Fotodinamismo Futurista, escrito por Anton Giulio Bragaglia que ruidosamente
proclama su originalidad y diferencia respecto al cronofotografismo de Marey.
Bragaglia ataca diciendo que Marey hace trampas y que cada pose es de naturaleza
estática (donde cada toma propone una naturaleza inmóvil), toma los argumentos de
Rodin contra la instantánea y predica una continuidad de movimientos dinámicos en
lugar de las fases sucesivas. “Nosotros aborrecemos y negamos la fotografía
instantánea que ridículamente contrae los movimientos vivientes”
En junio de 1913, Anton Giulio Bragaglia después de exhibir su “Dinámica de la
Fotografía”, publicó su trabajo “Fotodinamismo Futurista”. Después de algunos
argumentos en la apertura contra la cronofotografía, declara que le da mas
importancia a la trayectoria que al momento estático, “no sólo al comienzo y al final,
o incluso a algún punto intermedio como lo hacecCronofotografía, pero de una
manera continua, del principio al final; los “fotodinamistas” también pueden dar los
estados entre los movimientos de una acción”
Sin embargo, Bragaglia, con sus imágenes semi-evanescentes, no pudo ganar el
apoyo de los pintores del movimiento Futurista y que de alguna manera necesitaban
basar sus trabajos en la forma. Por consiguiente, los hermanos de Bragaglia se
excluyeron del grupo Futurista a mediados de 1913. En 1914 Boccioni, el más
cercano a este tipo de representación inmaterial de la energía, adoptó
definitivamente el dinamismo plástico a su vez más Cubista, una moda hacia donde
el público estaba claramente definido. La investigación efímera hecha por Antón,
Giulio y Arturo Bragaglia cuya combatividad puede verse en su renuncia deliberada
a la cronomatografía y aunque sus ideas no pudieron suplantar el modelo de Marey
basado en imágenes múltiples utilizadas ya por los pintores, un modelo que en todo
caso, sería reemplazado por otro más fuerte. Anton y Giulio Bragaglia volvieron a
dirigirse hacia el teatro y el cine.
El Futurismo fundamentalista, sin embargo, quedó anclado a la idea de la traducción
de energía y velocidad. Con el resurgimiento del movimiento después de la Primera
Guerra Mundial, muchos Futuristas encontraron en la fotografía un medio flexible
que también tenía las aplicaciones de la avantgarde (los fotomontajes, rayogramas,
el collage de imágenes, los juegos de escena, etc). Arturo Bragaglia que había
abierto un estudio fotográfico en donde tomaba retratos denominados Futuristas
sobreponiendo las imágenes volvió al Fotodinamismo en 1929. De hecho, no era
sólo el aspecto visual del Fotodinamismo lo que prevaleció, pero la idea subyacía
(energía de fuerzas, velocidad y vida pueden hacerse visuales) que influyeron
muchos trabajos Futuristas.
El lado fotográfico del movimiento también se reavivó gracias a la fotografía aérea
de Masoero, piloto de pruebas, que con su cámara tomó fotografías durante el vuelo,
las fotos tomadas desde el avión podían ser descritas como formas visuales únicas y
esas fotografías desde la altura eran una extensión del Fotodinamismo, que
transmitían una sensación de velocidad en su forma más pura. En 1935 completó la
sensación de movimiento sobreponiendo las fotografías.
También puede verse en las fotografías de Schlemmer, y en las Lux Feininger,
basados en los shows de luz de la Bauhaus (1926-1927) se trataba de combinaciones
de exposiciones múltiples en la oscuridad, un resurgimiento del Fotodinamismo.
Estas técnicas no se limitaron, sin embargo, al entorno artístico influido por el
Futurismo.
A finales del siglo, la fotografía había incorporado la noción de velocidad de varias
maneras.
Éstas no sólo favorecieron la velocidad de exposición. Más bien, lo que tenemos es
una adaptación de la fotografía a la velocidad, que sitúan al sujeto y el efecto
requerido, un proceso que fue posible debido al progreso en la sensibilidad de las
emulsiones fotográficas. También gracias al aumento de la velocidad del obturador,
y al incremento de la velocidad de secuencia de tomas, se llega a la velocidad
cercana a la del cinematógrafo (16 imágenes por segundo). Además, fue posible
soñar con la fotografía en la oscuridad, con la llegada del flash.
Lo que une estos sistemas es una búsqueda del sincronismo entre el obturador y la
ocurrencia del fenómeno (o fase de un fenómeno) que se desea fotografiar, lo
identificable, lo impreciso y lo alusivo. Así, encontramos varias series de fotografías
de Loie Fuller en su baile de los velos de alrededor del 1900. Algunas (por Theodore
de Riviere) estiman y muestran una forma producida en una instantánea por el efecto
del velo, pero en la realidad imperceptible al ojo (Raoul Lardhe llevó este tema a la
escultura). Otro (anónimo, Musee Rodin) utilizó un tiempo de exposición más largo
para producir un fantasma con la apariencia de una forma que cambia
constantemente.
La libertad de opciones disponibles para el fotógrafo moderno de los años veinte, lo
condujo a que pudiera utilizar el tiempo como un instrumento controlable mas de
acuerdo con su voluntad, que a sus circunstancias, Harold Edgerton, en el MIT,
demostró nuevamente el valor del método inventado por Marey (y perfeccionado
por Bull) a fin de iluminar el movimiento utilizó una sucesión muy rápida de chispas
eléctricas, combinadas con un obturador abierto durante toda la exposición. La
modernidad de la fotografía, sugiere que la velocidad no es un agente que debe
residir de suyo en la toma sino, que la velocidad de la luz adyacente es la que
conforma el aspecto diferenciador en la fotografía de velocidad.
La idea de Rodin:
Auguste Rodin afirma que es el mundo que vemos lo que exige ser revelado de otro
modo que por las imágenes latentes de fotografias, cuando, en el curso de sus
famosas conversaciones con el escultor, Paul Gsell señaló a propósito de las
esculturas de “ Edad de bronce” y “San Juan Bautista”
Ver anexo documental.
“No dejo de preguntarme cómo unas masas de bronce o de piedra parecen moverse
de verdad, cómo unas figuras evidentemente inmóviles parecen moverse e incluso
realizar esfuerzos muy violentos...”, Rodin alega:
“-¿Ha examinado usted atentamente, en las fotografías instantáneas, a los hombres
en marcha?... Pues bien; ¿qué ha notado?”
“-Que nunca tienen aspecto de caminar. En general, parece que se mantuvieran
inmóviles sobre una sola pierna o que saltaran a la pata coja.”
“-¡Exacto! Pues fíjese, por ejemplo, que mientras mi San Juan aparece
representado con los pies en tierra, es probable que una fotografía instantánea,
realizada a partir de un modelo que ejecutara el mismo movimiento, mostraría el
pie de atrás levantando y trasladándose hacia el otro. O bien, por el contrario, el
pie de delante todavía no estaría en tierra si la pierna de atrás ocupara en la
fotografía la misma posición que en mi estatua. Pues es justamente por este motivo
por lo que ese modelo fotográfico presentaría el raro aspecto de un hombre que de
repente ha quedado paralizado. Y eso confirma lo que le acabo de exponer sobre el
movimiento en el arte. Si, en efecto, en las fotografías, los personajes, incluso
captados en plena acción, parecen congelados súbitamente en el aire, es porque en
todas las partes de su cuerpo, al estar éstas reproducidas exactamente en la misma
veinteava o cuarentava fracción de segundo, no hay, como en el arte, un desarrollo
progresivo del gesto.”
Y cuando Gsell replica:
“-¡Muy bien! Entonces, si en la interpretación del movimiento, el arte se encuentra
en completo desacuerdo con la fotografía, que es un testimonio mecánico
irrecusable, es porque evidentemente altera la verdad.
“-No -responde Rodin-, el artista es el que es veraz y la fotografía la que miente,
pues en la realidad el tiempo nunca se detiene, y si el artista consigue producir la
impresión de un gesto que se lleva a cabo en varios instantes, su obra es sin duda
mucho menos convencional que la imagen científica en la que el tiempo queda
bruscamente suspendido...”
Y hablando de los caballos de Géricault que, en su Carreras de Epsom, van “a
galope tendido”, y de los críticos que aducen que la placa sensible jamás presenta
algo semejante, Rodin replica que el artista, al condensar en una sola imagen
varios movimientos repartidos en el tiempo, si el conjunto es falso en su
simultaneidad, es verdadero cuando las partes se observan sucesivamente, y es esta
verdad lo único que importa, pues es ella la que vemos y nos impresiona.
Incitado por el artista a seguir el desarrollo de un acto a través de un personaje, el
espectador, al captarlo con la mirada, tiene la ilusión de ver cómo se lleva a cabo el
movimiento. Esta ilusión no es, pues, un producto mecánico como lo será si se
ponen en marcha varias vistas instantáneas del aparato cronofotográfico, por la
persistencia retiniana -fotosensibilidad a los estímulos luminosos del ojo del
espectador-, sino algo natural, debido al movimiento de su mirada.
La veracidad de la obra depende, pues, en parte, de esta solicitación del movimiento
del ojo (y eventualmente del cuerpo) del testigo que, para sentir un objeto con un
máximo de claridad, debe llevar a cabo un número considerable de movimientos
minúsculos y rápidos de un punto al otro de ese objeto. Por el contrario, si esta
movilidad ocular se transforma en fijeza “debido a algún instrumento óptico o a
una mala costumbre, se ignoran y destruyen las condiciones necesarias para la
sensación y la visión natural; debido a su avidez ansiosa por captar el todo, que es
ver más y lo mejor posible, el sujeto descuida los únicos medios de conseguirlo”2.
Además, esta veracidad del conjunto no será posible, subraya Rodin, más que por la
inexactitud de unos detalles concebidos como otros tantos soportes materiales de un
más acá y de un más allá de la visión inmediata. La obra de arte requiere testigos
porque avanza con su imago en una profundidad del tiempo de la materia que es
también la nuestra, que comparte la duración que desaparece automáticamente
debido a la innovación de la instantaneidad fotográfica, pues si la imagen
instantánea pretende la exactitud científica de los detalles, la detención sobre la
imagen, o mejor, la detención del tiempo de la imagen de la instantánea falsifica
invariablemente la temporalidad sensible del testigo, ese tiempo que es el
movimiento de una cosa creada;.
Como se constata en Meudon, los estudios en yeso expuestos en el taller de Rodin
manifiestan una ruptura anatómica evidente -pies y manos desmesurados,
desarticulación, miembros distendidos, cuerpos en suspensión-, cuando la
representación del movimiento se lleva hasta sus límites, que serían la caída o la
separación. Más allá está Clément Ader y su primer vuelo en aeroplano, esa
conquista del aire por el movimiento de algo más pesado que el aire y, en 1895, el
movimiento de lo instantáneo gracias al cinematógrafo, el desencolado retiniano,
ese momento en el que, con la perfección de las velocidades metabólicas, “todo lo
que se llamaba arte parece que se vuelve paralítico, mientras el cineasta enciende
las mil bujías de sus proyectores”.
La prensa da paso a la lectura fotográfica
A diferencia de otros sistemas dónde los procesos fotomecánicos pasaron
rápidamente a la práctica, la prensa no pudo adaptar la fotografía para su uso en
columnas tipográficas hasta antes de fines del siglo XIX. Al principio del siglo XX,
el proceso de medio tono sobre chapa de metal, seguido por la transmisión de las
fotografías por medio del cable, provocó un rápido aumento en el uso de la foto en
los diarios y revistas, al principio, sólo con el fin de “ilustrar” las noticias. La
publicación de imágenes de algún evento en un diario unas horas después de
ocurrido tuvo un impacto considerable en la sociedad.
Desde los días más tempranos de la fotografía, copiadores y practicantes del nuevo
arte hicieron grandes esfuerzos para perfeccionar los métodos de impresión
fotográficos. Contaban con tres técnicas: la tipográfica (con relieve), la litografía
(sin relieve) de donde derivó el offset (1910), además de otros procesos que tienen
que ver con el huecograbado.
Estas innovaciones fueron aplicadas para documentar las ilustraciones antes de que
fueran utilizadas por revistas y periódicos, dónde los problemas debieron ser
enfrentados por los dibujantes y grabadores, además de la velocidad de impresión y
la calidad mediocre del papel utilizado. Puede haber habido también algunas
reservas por parte del público, particularmente en Francia, en dónde los periódicos
tradicionalmente, tenían menos páginas que los Germánicos y que los Anglosajones.
Durante mucho tiempo, los lectores opinaban que las ilustraciones, así como
también los titulares grandes, ocupaban un valioso espacio en sus diarios que
supuestamente, debería ser ocupado por el texto. Los lectores de revistas cuyos
propósitos originales eran el entretenimiento o la educación popular aceptaron con
más facilidad las imágenes, pero el realismo fotográfico permanecía incompatible
con la ficción tradicionalmente más coloreada. Esto también involucró cambios en la
periodicidad de los medios, dado el retraso que provocaba la producción y el
montaje de los fototipos.
Llegar a saber, con exactitud histórica, cómo la ilustración fotográfica reemplazó
gradualmente al dibujo, todavía es incierto. Lamentablemente no existen archivos
completos o documentos que puedan brindar información precisa.
Antes del fotograbado
El famoso estandarte ornamental que encabezaba la Gaceta de Renaudot (1631)
estableció una tradición que tomaron como ejemplo la mayoría de los periódicos
franceses bajo el antiguo régimen. Estos embellecían sus titulares con guardas,
ornamentos de hoja de palma, diseños con motivos florales, etc. Todos estos
ornamentos desaparecieron con la Revolución, y no reaparecieron en los periódicos
del Imperio. Desde el siglo XV se utilizaron guardas laterales con granos de boj para
ilustrar las publicaciones de carácter ocasional (pasquines, panfletos, anuncios
públicos, etc.). No fue hasta finales del siglo XVIII que aparecieron las primeras
publicaciones ilustradas, revistas de moda como Le Cabinet des Modes (1785-1792),
luego Le Journal des Dames et de Modes (1797-1839), dónde cada número era
acompañado por dos o tres grabados impresos mediante placa de cobre luego
coloreados.
Desde 1830, las nuevas técnicas posibilitaron el desarrollo de una prensa satírica
ilustrada con caricaturas e historietas Le Chaviari (París, 1832), Punch (Londres,
1841), revistas de divulgación de conocimientos útiles como Le Journal des
Connaissances Utiles (París, 1831), Penny Magazine (Londres 1832), Chamber´s
Journal (Edimburgo 1832), Magasin Pittoresque (París, 1833), Musee des Familles
(París 1833), se ilustraron revistas de noticias como L´Illustration (París 1842),
Illustrierte Zeitung (Leipzig, 1843), La Ilustración (Madrid, 1849), Frank Leslie´s
Illustratred Journal (Nueva York, 1855), Le Monde illustré (París, 1857), Harper´s
Weekly (Nueva York, 1857), y Vsemirnaya Illyustratziya (San Petersburgo, 1869).
La Cahviari en aquel entonces publicaba una caricatura todos los días, al principio
de un político y después de 1835, de algún personaje social, retratados por artistas
del más alto renombre como Daumier y Gavarni. Éstas ilustraciones a página
completa, se imprimían con el uso de la litografía. Aunque las primeras páginas de
texto eran impresas mediante el sistema tipográfico, las figuras se imprimían con
una pasada Litográfica. Al final del siglo el proceso litográfico fue superado por la
Cincografía o proceso de chapa de Zinc antecesor del Offset actual.
Las revistas ilustradas, se imprimían utilizando tacos de madera dura de fibras muy
cortas, una técnica que fue perfeccionada por un inglés, Thomas Bewick (1775
1804), con la que los mas reconocidos grabadores de París Andrew y Lenoir,
ilustraban el Magasin Pittoresque y l´Illustration. La técnica consistía en el corte de
un trozo de madera en pequeños bloques en el sentido opuesto a la fibra. El dibujo
se trazaba sobre la superficie pulida, cada pequeño bloque era grabado por un
grabador diferente, tarea realizada a mano por varios obreros. Una vez grabados
todos lo bloques, eran montados nuevamente en uno solo. Firmin Gillot (1850) logró
transferir un dibujo a una chapa de zinc, utilizando una tinta aceitosa que impedía
que el ácido socavara toda la chapa, y así generaba un grabado en relieve. Este
proceso, llamado Cincografía, hizo posible la publicación de un nuevo rango de
revistas Le Tour du Monde (1860), La Vie parisienne (1863) y The Graphic
(Londres, 1869) dio nueva vida a los títulos más viejos como la Chaviari y el
periódico Le Juornal amusant. Las publicaciones especializadas y aquellas que
contenían caricaturas tomaron un nuevo ímpetu. La Lune (1865), a la cual siguió
L’Eclipse. Adaptado el proceso rotativo, tuvo su última floración con la llegada en
1889, de los Illustrated Suplements de los diarios mayores: Le Petit Prissien
(impreso en tres colores noviembre de 1890), Le Petit Parisien, Le Figaro, etc.
Estas revistas entraron en declive hacia 1900, cuando comenzaron a enfrentar la
competencia de las revistas fotográficas.
The Illustrated London News, L´Illustration, y otras revistas de noticias eran
ilustradas por artistas, que daban testimonio de los eventos de primera a mano, como
Guys, Gavarni, y Chandellier como lo hicieron en febrero de 1848 durante la
revolución de París, aunque también era usual el trabajo en estudio mediante los
datos proporcionados por testigos oculares, recortes de prensa, y fotografías, como
lo hacían John Gilbert en Inglaterra y Gustave Doré en Francia. Estos “Artistas
especiales” fueron enviados a los campos de batalla de la guerra de Crimea (1853
1856), la Guerra Civil Norteamericana (1861 1865), la Guerra Franco Prusiana
(1870 1871) y la Guerra de los Bóer (1898 1902). Su trabajo consistía en grabar los
logros militares notables. La Guerra de Crimea fue cubierta por Durand y Brager
para la Illustration, y por Guys y Constantin para Illustrated London News.
La aceptación de la fotografía
En la segunda la mitad del siglo XIX, los progresos sobre la litografía, entonces
conocida como Cincografía, afectaron a las revistas publicadas en gran magnitud.
La prensa ilustrada no mostró interés en las técnicas de grabado hasta que la
tecnología del fotograbado fue finalmente introducida.
Todavía reinaba la tipografía. Las fotografías al principio, eran utilizadas como
modelos por los artistas y grabadores con el fin de crear las ilustraciones de los
libros. En Francia, la primera aparición en la prensa de un grabado copiado de un
daguerrotipo fue el 1 de julio de 1848 en la L´Illustration el tema era la barricada de
Saint-Maur-Popincourt; la primera copia de una fotografía sobre papel fue el 7 de
mayo de 1853. Las publicaciones (magazines) desarrollaron la técnica de película
sobre madera, en 1877. El soporte para la fotografía era el mismo pedazo de madera
que sería utilizado para el grabado, tratado con una emulsión fotosensible. El
grabador entonces era capaz de copiar la imagen directamente, sin la intermediación
del dibujo. Esta nueva técnica estaba sujeta a ser mejorada. En 1891, se introdujo el
retoque de la fotografía como técnica previa. L´Illustration, sus colegas locales y
extranjeros permanecieron fieles a la madera, a pesar de las mejoras en el traslado
fotográfico que mostraba la técnica de la Cincografía inventada Charles Gillot
(1872).
A finales del Segundo Imperio, la fotografía sobre papel se había convertido en un
gran negocio. En 1870, por ejemplo, se ilustraban los folletos del teatro con
fotografías pegadas en espacios reservados en el texto impreso. A su manera, estas
publicaciones representaron un papel similar al de programas vendidos en los teatros
de hoy.
Con el advenimiento del medio tono, la prensa entró definitivamente en el sistema
directo (mecanizado) para la reproducción fotográfica. En Francia Le Monde illustré
publicó la primera fotografía mediante el método fotomecánico del medio tono
liderado por la técnica de la chapa de zinc, la imagen fue el retrato del explorador
polar Nordenskjold (el 10 de marzo de 1877). A mediados de 1880, el medio tono
era la pieza principal de los procesos de transferencia inventados por Charles-
Guillaume Petit, Georg Meisenbach y Frédéric Ives que lograron simplificar aun
más el grabado químico sobre placas de zinc, se eliminaba paulatinamente la
intervención del grabador que no necesitaba intervenir, excepto para hacer las
últimas correcciones. El 5 de septiembre de 1886, Le Journal Illustré, una revista
semanal perteneciente al grupo Petit Journal, en el centésimo cumpleaños del
famoso químico Chevrenl publicó una entrevista ilustrada con doce fotografías
tomadas por Nadar. Sobre el final de 1890, la tecnología de medio tono alcanzó gran
rapidez y fiabilidad. Esto posibilitó el lanzamiento de las revistas ilustradas con
fotografías: La Vie el illustrée y Lecture Pour Tous (1898). Las grandes redacciones
se equiparon con estudios dedicados al medio tono. Las revistas menores y
periódicos encargaban sus medio tonos a estudios independientes. Las fotografías
las proporcionaban especialistas profesionales, fotoperiodistas o eran levantadas de
publicaciones más importantes. El medio tono era incomparable respecto del
grabado o la Cincografía y empezó a aparecer definitivamente en la mayoría de los
periódicos.
Al mismo tiempo, fue posible adaptar finalmente el fotograbado a la prensa rotativa.
El trabajo de Godchaux París (1867), Karl Klic (Lancaster, 1895), Mertens en
Friburgo Breisgau, Alemania (1904) y los hermanos Comoy en París (1910)
mejoraron el proceso, paso a paso. La prensa le encontró rápidamente más
aplicaciones, en primer lugar en suplementos ilustrados con fotograbados. El
primero parece haber sido aquel del Freiburger Zeitung (número de Pascua, 1910),
entonces el Frank Furter Zeitung (febrero de 1911). L´Illustration ya había ofrecido
un paisaje de Corot como suplemento intercalado, realizado mediante fotograbado
pero descrito como un grabado en cobre, para su número de Navidad de 1908. El
diario instaló un estudio de fotograbado en 1910. En la víspera de la Primera Guerra
Mundial, el rotograbado y el fotograbado, rápidamente dieron el nacimiento a una
segunda generación de revistas fotográficas, inaugurada por Le Miroir (1913). El
Offset que se perfeccionó entre 1904 y 1910 realmente no fue utilizado por la prensa
hasta 1914, salvo en algunos suplementos intercalados en algunas revistas de lujo.
En 1902, el descubrimiento de un alemán, Arturo Korn, marcó los principios de la
telefotografía que dieron lugar a una serie de transmisiones de fotografías mediante
señales eléctricas en 1907, entre Berlín y París: París y Lyon (ida y vuelta).
Edouard Belin mejoró el sistema y en 1912, demostró su famosa “maleta” que
posibilitaba transmitir una fotografía en unos minutos, simplemente conectándola a
un teléfono o a un cable telegráfico. Le Journal publicó la primera foto obtenida por
este método el 12 de mayo de 1914, transmitida en cuatro minutos, mostraba la
inauguración de sesiones en Lyon, pero las telefotografías no se utilizaron
asiduamente hasta a la Primera Guerra Mundial.
El uso creciente de imágenes fotográficas creó una nueva clase de periodista, el
reportero fotográfico. Ya en el siglo XIX, había cobertura fotográfica de la Guerra
de Crimea y de la Guerra Civil Norteamericana. Las campañas coloniales y los
descubrimientos de lugares exóticos dieron el puntapié a los reporteros de las
revistas ilustradas. De allí en adelante, gracias las cámaras más nuevas y más
portátiles, los reporteros se convirtieron también en fotógrafos, aprovechando la
perspicacia de reforzar la autenticidad de sus textos acompañándolos con
fotografías.
La era del medio tono
Ya, no existían barreras técnicas entre la fotografía y la imprenta a principios del
siglo XX, otros obstáculos permanecían a notable distancia. Era un momento en el
que el telégrafo y el teléfono hacían posible transmitir las noticias con mas
velocidad, incluso desde las partes más distantes del globo. Anteriormente los
dibujos, las imágenes así como también las fotografías podían llegar a los editores
sólo por barco, inevitablemente, mucho tiempo después de transcurrido el evento. La
imagen, en ese momento, sufrió un retraso considerable, a menudo los redactores
llenaban los espacios con retratos, algunos con el fondo recortado, estas piezas
gráficas siempre estaban disponibles en las oficinas de los editores, haciendo
increíblemente fácil la tarea de conjurar a los personajes de cualquier evento
(monarcas, ministros, diplomáticos y generales; pero también a los perpetradores y
las víctimas de crímenes menores).
Cuando el Excelsior informó sobre la muerte de Leon Tolstoi, el texto fue ilustrado
con fotografías de la vida diaria del escritor y su círculo intimo, las imágenes sin
fecha (sin tiempo), a menudo con el fondo recortado, transmitían la impresión de lo
eterno. La única fotografía contemporánea, la de su entierro, se publicó seis días
después (28 de noviembre de 1919). Al momento de la guerra Ruso-Japonesa (1904
1905), se mostraban retratos de los personajes mayores y fotografías de Port-Arthur
y buques de guerra. El 9 de marzo de 1904, Le Matin publicó una instantánea
tomada hacia tres semanas del llamada “reclutamiento de oficiales en Vladivostok”,
después el 14 de marzo otra instantánea tomada hacia seis semanas, titulada “víspera
de la guerra”, y finalmente, el 24 de marzo, “la entrada de la primera escuadra
japonesa en Seul” fechada el 12 de febrero. Para que un evento tuviera alguna
oportunidad de ilustrarse bien, debía durar en el tiempo, por ejemplo: la revolución
Rusa de 1905, La Guerra Bóer o la guerra Russo-Japonesa, La guerra balcánica de
1912, y el resto tenían que haber pasado cerca de la oficina editorial como la muerte
de Papa León XIII, en julio de 1903.
La reconstrucción de un artista era a menudo la única manera de ilustrar un evento.
Éste no siempre era el caso, sin embargo, hay dos ejemplos como muestra: El 7 de
agosto de 1903, La Vie illustrée publicó una nota sobre la hostil interrupción del
servicio en la memoria de León XIII por un grupo anticlerical, la fotografía que lo
acompaña lo muestra desde atrás, mientras que adelante el cuadro de texto comenta
que los manifestantes, marchaban gritando “Abajo con el Clero”, Otra instantánea
del Excelsior, que se reprodujo sin retocar (21 de noviembre de 1910) mostró a
Aristide Briand en el arresto de Lucien Lacour quien había atacado al Presidente del
Concilio (un instantánea en la que los policías y el asaltante parecen complacientes
de estar posando). Por otro lado las descripciones e informes sobre el campo o
cualquier otra la situación eran, bastante fáciles ilustrar. La imagen, un dibujo o una
fotografía, se planeaba completamente de antemano al texto. Así Le Matin dio una
larga cuenta, entre el 6 y 22 de enero de 1904, sobre las aventuras de la expedición
Antártica de Nordenskjold, en la primera página, ilustrada por fotografías tomadas
por los miembros de la expedición.
Hacia finales de 1890, los periódicos que publicaban fotografías eran todavía pocos
en número. El 21 de enero de 1897, The Tribune de Nueva York publicó su primera
foto en medio tono y en 1900 The Tribune de Chicago consagró varios números a la
compaginación de un reportaje fotográfico sobre los barrios bajos de Nueva York.
Gran número de periódicos norteamericanos siguió su ejemplo, como consecuencia
entre 1900 y 1914. La prensa británica no se retrasó. Ya en 1892, dos diarios
provincianos publicaban reproducciones fotográficas de medio tono. El Daily
Graphic comenzó su impresión en medios tonos hacia 1895, seguidos por Daily
Chronicle en 1898. En 1904, el Daily Mirrow, otro periódico ilustrado, empezó a
publicar varias páginas de medio tono todos los días. En París, la mayor parte de
esos diarios de información vendieron más de 3.7 millones de ejemplares en 1910,
con la incorporación del nuevo sistema.
Siempre innovador, Le Matin llegó antes que sus rivales. En noviembre de 1902,
aparecieron los primeros medios tonos, al mismo tiempo anunciaba su última
novedad la serie Le Rois du Monde, por Pierre Sales que contaba con un retrato
fotográfico del autor junto con las acuarelas de sus obras. El 15, 19, y 22 de
noviembre la primera página llevó un retrato fotográfico Profesor Poirier, elegido
de la Facultad de Medicina, el Príncipe de la Corona alemana, una mujer que había
sido asesinada en Passy; el 24 de noviembre aparecía el primer artículo fotográfico,
un submarino alemán, rodeado por subtítulos explicativos. Desde aquel momento,
Le Matin ilustró con retratos y con fotografías con el fondo recortado para hacerlas
más legibles.
Otros tres títulos le siguieron rápidamente. Le Journal, eterno competidor de Le
Matin, produjo medio tonos con el fondo recortado del monumento dedicado
Hegesippe Moreau, en aquel entonces ubicado en Villa Medici, el 5 y 19 de abril
respectivamente. El 24 de mayo, aparecía, en la quinta página, el torso desnudo de
una mujer degollada. Después de varios períodos de pruebas, Le Journal desembocó
en una verdadera orgía de fotografías que concluyó con la muerte del Papa Leon
XIII el 21 de julio. La primera página en presentó el evento con una fotografía, con
su fondo retocado, en la que el Papa que hace un gesto de bendecir, llevando la
corona papal y otra, también retocada, del cortejo del Papa. El cónclave y la elección
de Pío X, también la visita de la realeza italiana a París fue copiosamente ilustrada.
Le Journal utilizó el recuadro para reforzar las imágenes de la realidad, incluso la
más insignificantes, enmarcadas con “estilo moderno.” Al lado de semejante
exuberancia de fotografías Le Petit Parisien parecía pobre. Sólo mostraba la visita
de la familia real italiana del 15 de octubre de 1903, el diario publicaba
regularmente fotografías en su primera página. El último de lo cuatro grandes
diarios de París, Le Petit Journal, inauguró su galería de delincuentes regulares y
asesinos (el 22 de octubre), especializándose en las reproducciones de los retratos
fotográficos de identificación utilizados por la magistratura.
La guerra Ruso-japonesa confirmó el adelanto de Le Matin y Le Journal por sobre
sus rivales. Pierre Giffard fue le primer enviado al lejano oriente, el último enviado
fue Ludovic Naudeau. Le Journal publicó sus informes sobre Corea, ilustrados con
fotografías. Le Petit Parisien encontró su oportunidad en el clima revolucionario de
Rusia, publicando una imagen de una carga de la caballería contra los huelguistas de
San Petersburgo (el 27 de enero de 1905) “una fotografía instantánea tomada desde
la Perspectiva de Nevsky, el domingo el 22 de enero.”
Las noticias fotografiadas
Las revistas que salían con menos frecuencia tenían, en teoría, menos dificultad con
la utilización del fotograbado. Durante el curso de 1880, Harper´s Weekly (Nueva
York), London Illustrated News, Illustrierte Zeitung (Leipzig), y Le illustre de
Monde (París) publicaron fotografías, de hecho reportajes fotográficos.
Una venerada institución L´Illustration tuvo algunas reservas y prefirió seguir con
la técnica del taco de madera fotograbado, llevándolo al más alto grado de
perfección. A veces utilizaba medio tonos, pero tenía una concepción de la imagen
demasiado artística que le hacía dificultoso adoptarlo como método. Lo hizo
finalmente en 1903, más que todo por la presión del público y sus competidores, en
un periodo de dificultades financieras, bajo la gerencia de sus nuevos editores Víctor
Depaepe, y luego René Baschet. Durante la guerra Ruso-japonesa y los hechos de
Rusia y Marruecos (1904 1905) L´Illustration se convirtió un órgano mayor de
noticias, imprimía entre 50,000 y 70,000 ejemplares, utilizando el fotograbado hacia
1911. Como sus competidores en Francia y en el extranjero, la revista traía en sus
páginas anuncios. Mas allá de sus antiguos competidores Le Magasin Pittoresque,
Tour du Monde, La France illustre’e, l´Illustré National.
La Vie Illustree también hizo un gran esfuerzo para crear una variedad de esquemas
en sus páginas, mientras que recortaba los cuadros y frecuentemente los sobreponía.
La muerte del presidente Félix Faure (cubierta desde el 23 de febrero al 2 de marzo
de 1889) y el nuevo juicio del Capitán Dreyfus (el 25 de mayo de 1899) incitó una
gran tirada de números especiales con una riqueza de secuencias ilustradas
compuesta de fotografía e ilustraciones. Demostrando una ingenua fe en las virtudes
del documento fotográfico Weindel exigió que las tres fotografías de Dreyfus
mostraran “todos los aspectos del hombre” (6 de octubre de 1899), retratándolo
como a un hombre que se merecía tenerle lastima.
La Vie illustree afrontó el costo del descubrimiento de la función propagandística de
ciertas fotografías políticas. Sobre todo las concernientes a “las atrocidades turcas
en Macedonia”, Weindel declaró categóricamente: “Nosotros no estamos publicando
historias ni anécdotas tampoco descripciones literarias, pero publicamos fotografías.
[...] donde el Porte Sublime no puede disputar su veracidad, porque una fotografía o
una placa fotográfica no puede mentir.” Se registraron fotográficamente las
atrocidades entre septiembre y diciembre de 1902 y en cuanto la policía otomana
oyó hablar de ellas, comenzaron a buscar las tomas y destruirlas. Sin embargo,
varias fotografías y placas escaparon de la destrucción.
Una revista que heredó tanto las tradiciones de los periódicos y de las revistas fue
Excélsior, fundada el 16 de noviembre de 1910, editada al mismo tiempo que los
diarios de noticias ilustrados británicos (Daily Graphic, Daily Mirrow, y Daily
Sketch) por Pierre Laffite que también publicó La Vie au grand Air (1897), la
primera revista de deportes francesa con atractivos montajes fotográficos, Musica
(1902) y Femina (1903), revistas de lujo apuntaron a las mujeres de la sociedad, Je
sais Tout (1905) y Fermes et Chateaux (1906).
Excelsior se publicó en un formato menor que los otros periódicos (37.5 x 54
centímetros), al principio doce y luego diez páginas por mucho tiempo con, por lo
menos. tres páginas de fotografías, bajo “la dirección artística” de Henri Weindel.
Sabiendo sobre la dificultad de ilustrar noticias diplomáticas, Lafitte declaró que su
diario “otorgaría importancia secundaria a la política” y “que reduciría las
descripciones de los eventos escandalosos y sangrientos para seguir de cerca el brillo
y la exaltación de las escenas de la cambiante vida contemporánea” Se llevó al
periodismo hacia una clase social alta, que con orgullo daba lugar a la literatura, las
artes, las ciencias, la moda y los grandes eventos sociales. En la portada se mostraba
generalmente un fotomontaje con fotografías ovales, redondas, cuadradas,
ensambladas de forma artística (el asesinato del Presidente del Consejo español, el
13 de noviembre de 1912) o cualquier otra cosa se montaba en forma de foto-
historia (el robo de la Mona Lisa, el 14 de diciembre de 1913). Tomando una
muestra de 25 números del año 1912, se toma cuenta que, a pesar de las intenciones
declaradas, casi un tercio (44) de las 140 fotografías publicadas conciernen a la
política y las relaciones internacionales.
Muchos de estos documentos son como pequeñas películas. Por ejemplo, cuatro
fotografías ilustran la tensión creciente en Serbia, con subtítulos como “En
Belgrado, distribución de ropa y equipo a los reservistas”, “los reservistas serbios,
recibiendo sus armas”, “En Belgrado, reservistas preparándose en una de las
plazas del pueblo”, “Llamado de enrolamiento de reservistas serbios en una vieja
pista de carreras” (el 14 de octubre de 1912). Sin embargo, el hecho de que la
página delantera y otras dos páginas se dedicaran completamente a ilustraciones
tiene como resultado, con mayor o menor impacto, el de separar completamente la
información que se lee de la información que se ve.
Las noticias pueden ser a menudo difíciles de ilustrar: El naufragio del Titanic (14 y
15 de abril de 1912), el Excelsior publicó 99 fotografías y diez dibujos
aproximadamente entre el 16 de abril y el 24 de mayo (la catástrofe estuvo en la
portada al menos siete veces). El diario se redujo a la espera de las fotografías de las
personas que habían sido salvadas. Se mostraba una larga serie de fotografías de
archivo que presentaban al Titanic su interior, retratos de las personalidades a bordo
e icebergs. El 22 de abril, aparecieron los primeros gráficos reconstruyendo la
catástrofe y finalmente, el 30 de abril, aparecieron por fin las primeras fotografías de
los sobrevivientes.
Debe notarse que los dibujos tienen una intensidad dramática mayor que la
fotografía que en general, se ven hasta insignificantes. Excelsior trata el
hundimiento del Titanic de la misma manera que todos los eventos, con un número
excesivo de fotografías redundantes dónde una habría sido suficiente. Aquí, como
sucede tan frecuentemente desde el pasado hasta este momento, es el número de
imágenes, su volumen y no la intensidad la que se usa para marcar la importancia de
un evento.
La Primera Guerra Mundial marcó un quiebre claro. La reducción en el número de
páginas en los diarios de noticias casi dejó afuera a las fotografías, considerando dos
razones: la apertura de nuevas revistas (Le Pays, Sur le Vif, La Guerre aérienne, Le
Flambeau todas francesas) ganaron preponderancia bajo la íntima vigilancia de la
censura. Después de la Guerra, la ilustración de prensa se volvió esencialmente
fotográfica, con la excepción de las caricaturas, las historietas, y las tiras cómicas.
Entonces floreció la tercera generación de revistas fotográficas con la fundación de
Arbeiter Illustrierte Zeitung (1925), Vu (1928), Life (1936), y Match (1938), donde
el contenido era estrictamente dependiente del fotograbado.
En al década del ´30 Los métodos de impresión habían alcanzado ya su madurez,
colocando a la fotografía en un carril que la llevaría a ser leída junto con las noticias,
adquiriendo su carácter de ilustración fidedigna y análoga de la que no se
desprendería en toda su evolución hasta nuestros días.
A modo de conclusión
Como hemos visto, la solución a los problemas de la evolución de la fotografía se
basaron en tres puntos fundamentales, el primero que tiene que ver con su propia
invención, el segundo con el problema del instante y la velocidad y el tercero con
aquello que tiene que ver con la transformación de la fotografía en un lenguaje de
lecturas, sublecturas e interpretaciones, aquello que la pone en igualdad técnica con
el texto escrito.
Esta tríada es la que definió y seguirá definiendo a la fotografía. Hoy hasta el
momento de escribir esta conclusión, tomamos en cuenta que, mas allá de toda
evolución técnica, de todo adelanto, la idea primigenia de Niepce, Dagherre, Talbot,
Bayard y Florence sigue intacta, la posibilidad de que la naturaleza (la luz) fije por
sí misma, sin intervención de la mano una imagen.
Si bien el hombre ha tratado de representar, iconográficamente el mundo desde sus
orígenes. El siglo XIX conoció una forma que no tenía correlación alguna con las
artes conocidas, un modo de representar al mundo de una manera diferente.
La segunda parte de nuestro triangulo conceptual, nos habla de una evolución
técnica que definiría una formula, que sería sinónimo de fotografía hasta nuestros
días, la instantánea fruto de la perseverancia técnica, alejaría a la fotografía de la
mera curiosidad artística para transformarla en el sirviente y en el juez irrevocable
de las ciencias; la llevaría a definir problemas científicos y mostrar las cosas de un
modo totalmente diferente, Desde ese momento la fotografía quedaría asociada
definitivamente al instante.
La tercera y última parte, es de alguna manera, lo que integra a la fotografía al área
del lenguaje, aunque carente de código, gracias a una serie de pasos sucesivos en la
evolución de los procesos fotomecánicos. Los medios de comunicación lograron
que, durante mas un siglo se enseñara a leer las fotografías, a conferirles su
verdadero carácter de analogía, agregándoles esa afectación propia del instante
decisivo, una etapa que terminaría integrando a la foto con todo lo lingüístico hasta
el punto de lograr una unidad semántica.
Ahora bien, todo hasta aquí, parece definible y fácil de sugerir en términos estrictos,
pero qué es lo que hace que el fotógrafo fotografíe.
A los que les toca de alguna forma mirar a través del visor de nuestras cámaras,
digitales, analógicas. reflex, o de visor directo, encuentran diferentes sensaciones
que no sólo tienen que tienen relación con la evolución de la foto en si, sino con la
evolución de la mirada, el rectángulo (nuestro cuadro) y lo que hay dentro (nuestro
campo), han atravesado un largo camino hasta llegar aquí. El fotógrafo manipula,
elige, jerarquiza con su zoom aquello que merece ser visto de cerca. Desenfoca
abriendo el diafragma aquello que no es, o no será importante. Toma notas rápidas
con el motor de su cámara, a veces, a 5 o 10 disparos por segundo, como lo harían
Marey o Muybrige, luego relee esas tomas y se sorprende al encontrar el instante
congelado que la secuencia le regaló casi sin su intervención.
Luego la fotografía es revelada, por una maquina que utiliza muchísimos
compuestos descubiertos en siglo XIX, recién allí el fotógrafo puede mirar su
negativo, como lo hiciera Talbot en 1842, o su diapositiva como lo hiciera Daguerre
1839, o su polaroid como lo hiciera Bayard 1840. Luego la foto es recortada,
acicalada, digitalizada, reproducida, mostrada, enviada por correo electrónico, leída
y comentada, todo esto seguirá siendo pasado, por que el instante descansa en la
mirada de quien disparó con su dedo índice y sin titubear su cámara, con algo, o
alguien en mente; con esa intención fotográfica un concepto que nació antes que la
fotografía y la propia evolución fotográfica. La intención fotográfica que fue el
punto de partida para Niepce, a principios del siglo XIX, sigue intacta, después de
casi 2 siglos de evolución técnica.
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