22
1

historiaypatrimoniocultural.files.wordpress.com · Web viewLa primera batalla que libramos fue en San Andrés, en el estado de Chihuahua, y logramos derrotar a las tropas del general

Embed Size (px)

Citation preview

1

2

“La vida es muy bella” era la frase que siempre solía decir mi madre, y yo desde que era una

niña veía y sentía por qué lo decía. Desde que nací fui arropada en el seno de una familia

muy amorosa y cariñosa, y mientras crecía todo a mí alrededor estaba lleno de gratas

sorpresas; desde poder conocer el mar a tan corta edad hasta tener un jardín con un gran

patio de juegos. A esa edad yo sentía que eso era tener una vida bella.

Las posibilidades económicas de mi familia eran muy altas. Tuve la posibilidad de ir a

una de las escuelas para señoritas más prestigiadas del país y fue en uno de los paseos por

la ciudad donde conocí a mi amado esposo el general Mariano Enríquez. Aunque el ambiente

en México y, especialmente en el norte se tornaba hostil, la frase de mi madre seguía siendo

muy cierta, al menos para mí, porque tenía una vida a la que muchos sólo aspiraban.

******

Mi vida no tenía cosas dignas de contarse hasta que me uní al ejército villista, y más

aún cuando gracias a mis habilidades, yo digo innatas, porque no encuentro otra razón para

ser tan buen estratega militar, me dieron el título de general, lo cual refuerza la idea de que

realmente soy una pieza vital para la milicia. Ver a mujeres paseando por el centro de la

ciudad de Chihuahua junto a mis soldados, era mi pasatiempo favorito.

Después de la toma de Ciudad Juárez a finales de 1910 y el posterior encarcelamiento

de nuestro capitán Francisco Villa, los ratos de tiempo libre fueron mayores. Decidimos

regresar un tiempo a nuestra ciudad natal que era Chihuahua, a esperas de tener noticias

sobre Villa; mientras tanto teníamos un lugar preferido para llevar a cabo nuestras conquistas.

Mis soldados decían que ahí había muchas señoritas de alta sociedad y que a lo mejor con

nuestros uniformes lográbamos enamorarlas. A mí en lo personal no me interesaba la clase

social a la que pertenecían, yo sólo quería tener muchas mujeres a mi alrededor.

******

De un día para otro se empezaron a congregar muchos soldados en el centro de la

ciudad. Al ser mi camino obligado para ir al mercado con mi madre, no podía evitar cruzar

miradas con algunos de ellos. Cuando lo hacía, mi madre me regañaba y decía que no

desgastara mi juventud en ellos, que pronto me casaría con alguien que sí me mereciera y

pudiera ofrecerme la vida a la que estaba acostumbrada. Pero yo, terca, no quería y no podía

3

dejar de hacerlo. Especialmente me fijaba en uno que nunca me prestaba atención cuando yo

pasaba.

******

Estar con una mujer diferente cada día era uno de los beneficios que conlleva el simple

uso de un uniforme militar; eso aunado a mis grandes dotes de amante y mi presencia física

aseguraban que nunca estuviera solo. Sin embargo, los muchachos insistían en que era

necesario tener una esposa legítima con alta posición porque eso aseguraría una vida

cómoda después de acabados los enfrentamientos que se estaban llevando a cabo en

México. Además, a decir de ellos, había una joven muy guapa que iba al mercado con su

madre y que no me quitaba los ojos de encima.

******

Los rumores de que la paz en México tardaría más de lo pensado en retornar

incrementaban, y con ello, el temor de la gente. Mi familia ya estaba pensando hasta en

mudarnos indefinidamente a Europa, pero esas eran cosas que a mí me tenían sin cuidado.

Lo verdaderamente relevante para mí fue cuando de camino al mercado me abordó el soldado

al que desde hacía tiempo no podía dejar de ver.

Se presentó, en mi primera instancia, a mi madre, con una formalidad y un tono muy

respetuoso.

- Muy buenas tardes señora, soy el General Mariano Enríquez y estoy para servirle.

Fue uno de esos momentos en los que el corazón se paraliza. Desde el principio su

seguridad fue cautivante, y aunque estaba muy contenta con la vida que tenía, trataba de

encontrar a una persona que pudiera asegurar mi futuro antes de que mis padres me lo

impusieran. El general parecía un buen prospecto tanto para mí como para mi familia.

******

Mi experiencia para tratar con distintos tipos de mujeres es muy vasta, es por ello que

puedo jactarme de mis distintas conquistas. Realmente es muy fácil tratar con ellas y hacer

que se fijen en uno; es igual de sencillo que librar una batalla en campo abierto. Realmente

sólo los que pueden hacer esto con facilidad merecen llamarse hombres, y obviamente yo soy

un ejemplo de eso que se debe hacer. Por lo tanto, sólo fueron necesarias unas palabras

“educadas” para que su mamá me prometiera que pronto podría invitar a su hija a dar un

paseo por la ciudad con el consentimiento de su padre.

4

******

Mi madre se encontraba muy sorprendida por ese encuentro inesperado. A lo largo de

nuestras compras en el mercado no me dirigió la palabra. Realmente estaba enojada porque

creía que yo ya había cruzado palabra con el general antes y que por ende la había

desobedecido, lo cual no era cierto ya que igual que ella yo estaba asombrada por ese

encuentro repentino. Pero sólo fueron necesarios unos días para que comentara con mi padre

la posibilidad de aceptar una reunión entre el general y yo. Sabía que en su interior también

había habido algo que había llamado su atención y que en el fondo sentía que no era tan mal

prospecto comparado con lo que deseaba para mí.

******

Sé que tengo muy buenos dotes de convencimiento, pero nunca creí que esa familia

fuera a caer tan rápido rendida ante mis encantos. Tan sólo dos días después del primer

encuentro con su hija ya me habían dado su consentimiento para dar el paseo por la ciudad

con ella. Así, al día siguiente tuve que cancelar el encuentro con una de mis amantes

favoritas; de hecho, es a la única que veo dos veces por mes, y tuve que dirigirme a la

hacienda de la familia Calderón para encontrarme con Francisca, la menor de las

descendientes.

******

¡Que emocionada estoy el día de hoy! No pude dormir durante toda la noche al saber

que tendría lugar el encuentro con el general Enríquez. Nunca creí que un caballero pudiera

llamar tanto mi atención sin antes haber cruzado más de tres palabras con él; y sin exagerar,

yo ya me veía en el altar contrayendo nupcias para pasar a ser Francisca de Enríquez.

Al despedirse de mi padre, había llegado el momento de que saliera de mi alcoba y me

dirigiera a saludarlo. Me besó la mano y nos dispusimos a salir de la hacienda. Desde ese

momento no me despegué de su brazo. Me ayudó a subir a la carreta e iniciamos nuestro

camino por el centro de la ciudad. Fue un paseo maravilloso. Me contó de sus hazañas al

mando del ejército de Francisco Villa y su rápida ascensión al cargo de general debido a sus

magníficas habilidades como militar. De regreso, al dejarme hasta la puerta de la hacienda yo

ya me había enamorado.

******

5

No puedo decir que es una mujer fea pero no llama mucho mi atención. Al llegar a la

hacienda ya estaba Don José Calderón esperándome. Lo saludé cordialmente, como debe de

hacerse en estas situaciones, y él al estar al tanto de la situación que se estaba viviendo en

México con diferentes ejércitos peleando por ideales distintos, no dudó en preguntarme:

— ¿Cuál es la causa por la que está peleando general?—Dijo Don José con un aire de

audacia e interés que se reflejaba en su cara.

— Estoy al mando de una división de soldados que apoyamos a Francisco Villa—

Respondía sin ningún dejo de duda en mi expresión.

Antes de que él pudiera contestar algo respecto a lo que le acababa de decir, llegó

Doña Leonor de Calderón, lamentando la interrupción pero era hora de asistir a la reunión

programada con los demás hacendados. Posteriormente se limitó a dirigirme una sonrisa y se

marchó. Don José lamentó que no pudieran seguir con la charla, pero prometiendo que pronto

la retomaríamos, me pidió que cuidara a su hija y que no llegara tarde.

Por este tipo de pláticas y los protocolos que deben de seguirse es que no me gusta

tener nada formal, es demasiado embrollo, cuando en cambio puedes salir con muchas

mujeres sin necesidad de hacer esto. Aunque, por otro lado, realmente tengo el don de

convencer a las personas. Después de mi intervención respecto a mi apoyo hacia el general

Villa pude notar gestos de aprobación, lo cual significa que, si decido hacerles caso a los

consejos de mis soldados, en el momento en que yo lo deseé puedo llegar al altar con esta

joven. ¡Qué fácil es manejarse en sociedad!

******

Es todo un caballero en toda la extensión de la palabra. Logró ganarse la aprobación

de mi padre en tan sólo un instante. Hasta yo que estaba espiando por la ventana pude

notarlo. Tiene una facilidad de palabra y es tan respetuoso que realmente soy muy afortunada

de que me haya abordado ese día camino al mercado.

******

¡Cómo les gusta a las mujeres oír sobre hazañas militares! Son muy fáciles de

impresionar y Josefina no fue la excepción. No vale la pena hablar sobre nuestro paseo ni las

posteriores salidas que llevamos a cabo, porque no tuvieron nada de relevante. Lo único

importante es que decidí casarme con ella, porque más allá de lo que me habían aconsejado

mis soldados, hacerlo me aseguraba un poder político y la confianza y complicidad de la élite

6

de los hacendados de Chihuahua. Al contar con su apoyo y la influencia que podían ejercer

sobre los pobladores podíamos tener una base segura para llevar a cabo las planeaciones del

ejército sin miedo a ser atacados.

******

Las siguientes salidas fueron maravillosas, paseos a caballo, recorridos por la

hacienda, comidas y cenas para la beneficencia pública. Pero el día más maravilloso fue

cuando en una comida los dos junto con mis padres, él se levantó de la mesa y honradamente

dijo:

—Don José Calderón, es un honor que me permitan compartir mesa con usted, su

esposa y su bella hija. Son de las familias más dignas del estado y con todo respeto quisiera

saber si me permite desposarme con Francisca—. Mi papá, que desde que lo conoció lo había

aceptado para ser parte de la familia, no dudó en consentir su petición y yo fui en ese instante

la mujer más feliz del mundo.

Mi matrimonio como la mayoría, también le conllevaba un beneficio a mi padre y al

grupo que él representaba, porque al ser Mariano un general tan allegado a Villa, y al tener un

ejército consolidado, podían mantener segura la ciudad de la invasión de ejércitos enemigos

y, sobretodo, cuidar las haciendas de saqueos.

La boda fue a finales de 1912 en un evento fastuoso, con un gran banquete como lo

ameritaba la ocasión y con cientos de invitados que ocuparon gran espacio de las áreas

verdes de la hacienda mientras que lo demás fue ocupado para un evento de charrería. En

plena celebración llegó la noticia de que Francisco Villa había escapado de la cárcel y

Mariano no pudo ocultar su ansiedad durante el resto del festejo.

******

Aunque durante mucho tiempo tuve la facilidad de fingir felicidad durante cada

encuentro hasta el momento de la boda, la paciencia se agota, y más cuando llevas mucho

tiempo sin poder ver a tus demás mujeres porque tienes que ganarte a los suegros y los ojos

de la sociedad están puestos en ti. Por ello la huida del general Villa llegó en el momento más

oportuno, porque aunque es claro que él tenía que escabullirse y no dar señales de vida por

un rato más, lo podía ocupar como pretexto para salirme de esa prisión en la que me

encontraba y volver a ser un hombre libre.

7

Durante la boda fue inevitable ocultar mi fastidio. Lo bueno es que mi inocente esposa

lo atribuyó a mis ganas de saber sobre el general que había huido y no tuve que darle ningún

pretexto. Al día siguiente, después de nuestra primera noche como marido y mujer, arreglé

mis cosas y me dispuse a partir con todo “el dolor de mi corazón”. Con el simple hecho de

pensar en todo lo que iba poder hacer durante mi ausencia y el tiempo que podía prolongarle,

la felicidad regresó a mi rostro y recorrió todo mi cuerpo; tanto que de nuevo tuve fuerzas para

fingir un abrazo cariñoso de despedida y regalar una promesa de que me cuidaría y no

demoraría en mi retorno.

******

Qué difícil es casarse con un caballero que tiene que cumplir con el deber de servir a

su patria, pero es aún más difícil hacerlo cuando los dos están tan enamorados y no llevan ni

un día después del compromiso de estar toda la vida juntos. Nos enfundamos en un abrazo

muy caluroso y prometimos que nos veríamos muy pronto, que su regreso sería tan pronto

que yo no notaría su ausencia; pero pasaban los días y yo no tenía noticias de él, así que

decidí no preocuparme y mantenerme en mis ocupaciones en la hacienda y ayudando a mi

madre.

******

Al salir de la hacienda y de la ciudad de Chihuahua volví a sentirme vivo. Decidí

llevarme a parte de mis hombres para que fuera más creíble mi historia sobre la búsqueda del

general, y a otra parte de ellos la dejé para que defendieran la ciudad y, sobretodo, la que

sería mi futura hacienda. Emprendimos camino hacia Zacatecas porque hacía mucho tiempo

que no visitábamos a nuestras muchachas de ese estado. Si algo tuvo de bueno el

matrimonio además de las ventajas políticas y económicas, fue que durante ese tiempo me

enseñó a valorar aún más mis dotes de conquistador y a nunca rechazar a una mujer.

¡Qué linda es la vida lejos de Chihuahua y fuera del yugo matrimonial…!

******

¡Qué horrible es mi vida desde que él partió! Ya no le encuentro sentido a nada de lo

que hago…

******

En qué desastre se convirtió el país en cuestión de unos cuantos meses. En febrero de

1913 Francisco I. Madero fue asesinado y con esto se desató una nueva ola de violencia.

8

Victoriano Huerta decidió tomar el mando del gobierno y las reacciones no se hicieron

esperar; el gobernador de Coahuila, Venustiano Carranza junto con otros líderes del norte,

decidió levantarse en armas contra el mandato del usurpador de Huerta. Y fue ahí cuando

nuestro general Francisco Villa regresó en acción, y nosotros, fieles a él y a su causa,

volvimos a las armas.

Si Francisca hubiera tenido la esperanza de que regresaría pronto, con todo el vuelco

de acontecimientos que ocurrió en el país, seguro se le tuvo que borrar esa idea.

Emprendimos camino hacia al norte y nos pusimos de nuevo bajo las órdenes del general

Villa. La primera batalla que libramos fue en San Andrés, en el estado de Chihuahua, y

logramos derrotar a las tropas del general Félix Terrazas que defendían la causa de Victoriano

Huerta.

******

La situación en el país se empezó a tornar más hostil a raíz del asesinato de Madero,

pero en el norte las cosas estaban insostenibles debido al levantamiento en armas del

gobernador Carranza y todos los jefes del norte que lo apoyaban. Seguía sin saber nada de

mi Mariano, pero sabía que la situación seguía más complicada con la reaparición de Villa

apoyando también al mismo Carranza y, por ende, infería que mi amado esposo ya se había

puesto a sus órdenes.

El ejército villista avanzaba hacia distintas ciudades de Chihuahua y yo tenía la

esperanza de, aunque sea ver pasar a Mariano, pero antes de que se acercaran más, mi

padre decidió que mi madre y yo nos iríamos a la Ciudad de México a la casa de una de sus

hermanas, porque al menos ahí estaríamos un poco más a salvo de lo que estábamos en la

hacienda. Mi reacción fue negativa hacia dicha propuesta, pero sabiendo que era una decisión

irrevocable, le pedí de favor a mi padre que si sabía la ubicación de mi esposo me dijera para

mandarle algunas cartas. Él sólo asintió.

La Ciudad de México es enorme y muy bonita, aunque aquí también se sentía el temor

por las distintas disputas en el país, el miedo no estaban tan enraizado como en Chihuahua.

Al poco tiempo me llegó la noticia del paradero de mi esposo. Todo su ejército se encontraba

en la ciudad de Torreón y se estimaba que estarían ahí el suficiente tiempo como para poder

mandarle una carta y que la recibiera sin contratiempos.

9

Para ese entonces nos encontrábamos ya en el mes de octubre del revolucionado año

de 1913, y no hacía poco tiempo que el ex presidente Porfirio Díaz había inaugurado el

Palacio de Correos, una de las tantas obras majestuosas de su mandato. El edificio

representaba lo que había avanzado la comunicación en México. La forma más directa para

saber sobre nuestros seres queridos era hablando frente a frente, pero gracias a los servicios

postales y su administración que se encontraba en este nuevo edificio, era más fácil estar al

tanto de personas del otro lado del país.

Así, en la mañana me levanté muy temprano y emprendí el camino hacia el Palacio,

porque además de ser la sede de la administración, era en las ventanillas de su interior que

podías mandar tus cartas a las personas que desearas. Rápidamente eran clasificadas y se

mandaban al patio de correos donde se reunían los carteros listos para emprender el camino

para llevar sano y salvo tu mensaje.

******

Estábamos preparados para emprender camino de nuevo hacia Chihuahua después de

nuestro sufrido triunfo en Torreón, donde murieron 38 de los nuestros y 71 resultaron heridos,

cuando llegó uno de los soldados con una carta para mí. Esto me sorprendió de sobremanera,

pues no pasó por mi mente quién podía habérmela mandado… hasta que la abrí. ¿Cómo no

me lo imaginé? Era de Francisca que no había tenido noticias mías desde hacía más de siete

meses.

Entre otras cosas, lo que más me sorprendió de lo que vi escrito fue que debido a la ola

de violencia que había en Chihuahua su padre había decidido mandarla a ella y a su madre a

la Ciudad de México. Fuera de eso no tenía más cosas relevantes; repetía más de quince

veces la frase de que me extrañaba y que ojalá estuviera bien. Pero después de mucho

tiempo de sólo convivir con soldados, necesitaba una presencia femenina en mí vida, así que

decidí contestarle.

******

La respuesta de mi querido Mariano tardó menos de lo que esperaba en llegar. Me

contaba de todas las hazañas que estaba consiguiendo el ejército villista pero también que le

desconcertaba el hecho de tener ya muchas bajas. Durante el tiempo que llevaba en la milicia

no había tenido que ver tantas muertes y muchos más heridos en tan relativamente poco

10

tiempo. A pesar de que me dolió leer su carta, estaba muy feliz de saber de él; aunque fueran

cosas tristes.

Como no supe que contestarle respecto a las sensibles bajas en las batallas, decidí

hacerle una descripción de los edificios del centro de la Ciudad de México para que alejara su

mente un rato de ese ambiente tan hostil y dejara volar su imaginación un rato. No recordaba

si en alguna de nuestras pláticas había mencionado que conocía la Ciudad, pero estaba

segura que, si hubiere venido, no habría puesto atención de todos los detalles de los edificios

que estaba dispuesta a describirle.

Empecé con la Catedral y el proyecto inconcluso de lo que debía ser el Teatro Nacional

de México. A este aspecto le di una gran relevancia en mi carta porque aunque las obras para

construirlo no estaban suspendidas del todo, muy pocos días se veía gente trabajando en su

construcción y eso era algo que realmente llamaba mi atención. El resto del mensaje lo

dediqué a reiterarle mi amor y a decirle que a pesar de que estábamos separados, estas

cartas nos mantenían unidos.

Al terminar de escribir me dispuse a ir de nuevo al Palacio de Correos. Después de

hacer la entrega en las ventanillas y con más tiempo ese día, decidí recorrer más a fondo

tanto su interior como su exterior, porque aunque estaba al tanto de una parte de su historia y

su belleza estética saltaba a la vista, no le había dedicado tiempo suficiente para admirarlo

más a fondo.

******

A pesar de las distintas batallas ganadas, con sólo un intento fallido respecto a la toma

de la ciudad de Chihuahua, el ambiente se tornaba cada vez más hostil, o al menos yo cada

vez me sentía más agobiado. Mis dones en el campo de batalla para nada habían disminuido,

pero quizá por la exigencia de llevar a cabo disputas tan seguidas en territorios tan distintos

me estaba desgastando más. Todo esto aunado al hecho de que no teníamos tiempo libre

para despejarnos me significaba no poder estar con ninguna mujer.

Nos encontrábamos otra vez cerca de la ciudad de Chihuahua, en un segundo intento

por hacernos del control de ella. Mientras adaptaba la estrategia individual de mis soldados a

la que había ordenado el general Villa, sorpresivamente me llegó otra carta, de nuevo de

Francisca. No me llamó la atención que fuera de ella sino que ya había pasado mucho tiempo

desde mi respuesta y pensé que ya no me contestaría.

11

Al leerla me entró una nostalgia inesperada por la descripción que ella se dispuso a

hacerme de esos edificios. Me hizo añorar en extremo mi hogar, en donde había vivido los

momentos más felices de mi vida. Si bien es cierto que hasta este momento había asegurado

que mi vida no tenía nada de relevante antes de unirme al ejército, la verdad era que durante

los escasos ocho años que había vivido con mi madre biológica en la ciudad de México había

sido muy feliz hasta que ella había decidido regalarme con otra familia. Los motivos los

entendí muchos años después, ya que ella no tenía dinero para seguirme manteniendo así

que había tomado esa decisión, lo cual me hizo generar muchos resentimientos en su contra;

pero al leer esa carta esos recuerdos muy pasados que no creí volver a experimentar,

revivieron.

Enseguida entró uno de mis soldados más allegados, quejándose de que el plan que

les había propuesto no iba a funcionar, pero yo tenía mi cabeza en otro lado, así que dejé que

hablara y cuando terminó salí del campamento.

******

Ya era el mes de diciembre y mi añoranza de ver a Mariano sólo incrementaba al no

recibir respuesta a mi carta. Por fin un día llegó un nuevo mensaje de él diciéndome que, al no

ser los caminos seguros para el transporte de la correspondencia, ésta se estaba tardando en

llegar a algunos lugares, y que por ese motivo la carta que yo le había mandado se había

demorado demasiado en llegar. Después de esa larga explicación sólo escribió una frase

más: cuéntame sobre ese edificio del cual me mandas los mensajes. Háblame sobre ese

Palacio de Correos.

Esa petición llegó en el momento exacto, después de haber hecho mi recorrido por todo

el edificio dos meses antes. Así que me dispuse a hacer una descripción detallada del

Palacio, porque al parecer mis explicaciones sobre los otros edificios sí lo habían ayudado.

Mi amado esposo Mariano, espero que lo que haya acontecido en estos dos meses

haya sido más tranquilo y que mis cartas te permitan tener experiencias más llevaderas. En

cuanto al Palacio a mi parecer es una construcción cuyo símbolo inminente es el correo,

porque es éste el que le da el nombre; y por ende, también es muestra de la comunicación

entre los seres humanos.

Cuenta con una arquitectura envidiable. El edificio en sí se puede decir que está

dividido en tres partes en las que saltan a la vista diferentes tipos de decoración en cada una

12

de ellas. En el área superior llama la atención un reloj que se escucha a cinco kilómetros a la

redonda. Yo verdaderamente estaba fascinada la primera vez que lo oí. También tiene en

todos sus alrededores muchos escudos y distintas figuras; además, lo que sostiene el foco de

las lámparas son figuras en forma de dragón.

Dentro de las figuras existen dos de unos bueyes que están a ambos costados de la

puerta principal. Éstos tienen un significado que llamó mucho mi atención, ya que representan

el espíritu de sacrificio y los que trabajan en silencio para los demás. Por supuesto, esto lo

asocié rápidamente con personas como los carteros y los administrativos. Ellos nos permiten

seguir demostrando nuestro amor aun a la distancia, lo cual no es tarea ni trabajo fácil.

Lo último que quisiera contarte del Palacio es que su interior es igual de impactante

que el exterior. Cuenta con uno de los primeros elevadores que hubo en México ¡Es algo

asombroso¡ ¡Nunca imagine que me pudiera elevar a pisos más altos con la ayuda de una

máquina! No quisiera contarte más para que lo demás te lo imagines y pronto podamos

visitarlo los dos juntos.

No sabes lo mucho que te extraño, y no olvides el amor infinito que te profeso.

Sinceramente, tu Francisca.

******

En la batalla por la toma de la ciudad de Chihuahua salimos victoriosos los villistas,

pero tuvimos una gran pérdida de vidas humanas. Ver caer uno a uno a mis hombres sin

poder hacer nada para salvarlos cada vez era más desgastante. Durante el enfrentamiento,

uno de mis soldados más valiosos, que también lo considero un gran amigo, casi perdió la

vida. Él era el que me había ido a decir la noche anterior que mi estrategia estaba mal

planteada pero yo había decidido ignorarlo ¡Qué terrible error!

Al llegar al campamento y hacer el conteo de hombres me di cuenta de que él ya no

estaba, que había huido. Por más que me hubiera podido molestar su actitud tenía razón en

huir porque había expuesto demasiado su vida. Sólo me quedaba esperar; anhelo que se nos

vuelva a unir pronto, porque era una pieza clave de nuestra estrategia.

Casi un mes después nos encontrábamos listos para sitiar la ciudad de Ojinaga y con

ello por fin hacernos del control del estado de Chihuahua. Una noche antes estaba dispuesto

a irme a dormir y llegó otra carta. Curiosamente, siempre llegaban en momentos decisivos.

Entonces en vez de irme a descansar, la abrí y leí con detenimiento. ¡Qué hermosa

13

descripción del Palacio y qué ganas de conocerlo! ¡Qué ganas de salir por un momento de

este mundo terrible de la guerra y tener de nuevo por unos instantes una vida con tranquilidad

sin tener que cargar con la vida de tantos hombres!

[…]Yo nunca creí que iba a vivir un tiempo de crisis durante la guerra, pero esas cartas

me han dado la fuerza para seguir luchando. El que alguien se volviera a preocupar

sinceramente por mí me ha sacado de esa soledad en la que me estaba viendo sometido.

Agradezco infinitamente todo el amor que me has profesado porque me has sacado de una

prisión de que yo creía estar sometido al casarme contigo. Espero puedas perdonar todos mis

actor irracionales que profesé hacia tu persona. Con toda sinceridad te lo digo: tu amor me ha

salvado. Mariano.

******

Al despertarme lista para mis actividades matutinas recibí la vista de un hombre

extraño, visiblemente herido, que según decía tener el deber de informarme que mi querido

Mariano nunca me amó, que salía con una mujer distinta cada día y que cuando

supuestamente fue en búsqueda de Villa, en realidad había ido al encuentro de más amantes.

Me contó que lo había acompañado en todas sus aventuras, que era un soldado de su

ejército. Incluso dijo que si no confiaba en lo que me informaba me dejaba uno de los diarios

de Mariano. Tras esas confesiones se fue… Al leerlo no tuve la menor duda de lo que decía.

Después de la información recibida y con el corazón partido, desperté al día siguiente y

trataba de asimilar el vuelco que había dado mi vida en las últimas veinticuatro horas, quería

no creer lo que me había dicho ese soldado pero las pruebas eran irrefutables. Yo nunca

llegue a pensar que todo este tiempo su amor había sido un engaño. Quisiera odiarlo, quisiera

nunca haber experimentado este rehilete de emociones que sentí desde que lo conocí.

Primero dicha y felicidad al salir con él la primera vez y luego casarnos, posteriormente una

angustia terrible al no saber nada desde su partida con el general Villa y luego ¡esto! Es

imperdonable lo que me ha hecho ¡yo que lo amaba tanto!

Mis padres al enterarse de tan deshonrosa noticia estaban dispuestos a vender la

hacienda y con ese dinero y el que teníamos de otros ingresos iríamos a vivir a Europa. Sería

un nuevo comienzo, y aunque la situación en la que me encontraba era difícil de asimilar, irme

a vivir a un país distinto me daba nuevas esperanzas. Sin embargo, tuve tiempo para pensar

las cosas, porque muy pocas personas querían invertir su dinero en haciendas de Chihuahua.

14

Es difícil dejar de querer a alguien, y más cuando mi amor siempre fue sincero, ¿cuáles

habrán sido los motivos de llevar esta farsa desde el principio?

Un día desperté y en la mesa del comedor me aguardaba una carta, ya había pasado

mucho tiempo desde el último mensaje que le había escrito a Mariano, y a diferencia de otras

situaciones me resistía mucho en abrirla y leerla, pero al fin lo hice… Se sentía, no sé si por

primera vez, una gran sinceridad de su parte, perdonarlo me sería muy difícil, realmente una

gran tristeza había invadido mi ser, algo que nunca creí que pudiera pasar.

Mientras tomaba una decisión y en lo que mis padres veían si se lograba consumar la

venta de la hacienda, decidí ir a ese lugar que me había permitido salvar el corazón de un

hombre, que curiosamente era mi esposo, el cual estaba muy marcado por las situaciones

nada fáciles que tuvo que enfrentar durante su infancia y que había preferido ocultar entrando

al ejército y saliendo con distintas mujeres para evitar esa soledad e incapacidad de volver a

amar.

Pero gracias a esas cartas y a las personas que hicieron posible que el mensaje

llegara íntegro, a las cuales puedo englobar en la administración de correos con sede en ese

maravilloso inmueble del centro de la ciudad. En él y la carga que representa ser el símbolo

de la comunicación se escribió nuestra verdadera historia de amor, comprensión mutua e

identidad como pareja.

Y sí, por esta y otras muchas razones definitivamente la vida es muy bella, y más si hay

amor…

15

16