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Rafael Jiménez-Camino Álvarez, Ayuntamiento de AlgecirasJosé Suárez Padilla, Arqueotectura, S.L.L.

José M. Tomassetti Guerra, Arqueotectura, S.L.L.J. Aurelio Pérez Macías, Universidad de Huelva

Presentamos en este trabajo los resultados de nuestras investigaciones acerca de la actividad metalúrgica de Algeciras en los siglos IX y X d.C. 1 El estudio se acompaña de la analítica realizada en los Servicios Generales de Investigación de la Universidad de Huelva de una selección de muestras de escorias, fragmentos de mineral y una pieza de hierro, exhumadas en actividades arqueológicas preventivas.

Algeciras fue uno de los principales nexos de comunicación entre el norte de África y la Península debido a su posición geoestratégica en un extremo del Estrecho de Gibraltar. Su importancia en época medieval giró en torno al aprovechamiento de sus naturales condiciones portuarias, al situarse al interior de una bahía apta para el fondeo y aprovisionamiento de naves. Estas características explican el desarrollo de esta ciudad y la importancia que adquirió la industria naval, especialmente cuando, tras el sometimiento del foco rebelde hafsuní que había aprovechado el puerto de Algeciras para comerciar con África, Abderramán III decide atracar aquí parte de la flota omeya y manda edificar unas atarazanas.

Conocemos pocos estudios en nuestra comarca sobre la producción metalúrgica en la Antigüedad y la Edad Media. Para época altoimperial destaca el trabajo realizado en la villa romana del Puente Grande (Los Altos de Ringo Rango, Los Barrios, Cádiz), un pequeño asentamiento romano situado en el entorno del río Palmones, sus excavadores exhumaron

1 Agradecemos a Dª Yolanda Oliva Cózar, restauradora municipal del Ayuntamiento de Algeciras, la actuación preventiva sobre los utensilios metálicos que describimos en este artículo y la realización de gran parte de las fotografías. Asimismo agradecemos, tanto a ella, como a D. Guillermo Guinea García, Becario de Investigación de la Universidad de Cádiz que actualmente realiza su labor en el Departamento de Arqueología de la Fundación de Cultura “José Luis Cano”, los dibujos del contexto califal estudiado.

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escorias, varios lingotes, una lupia y un trozo escorificado de pared de horno2. Los restos pertenecen a un taller de forja de carácter doméstico, lo que deducimos del escaso volumen de escorias y la parca variedad tipológica de lo producido, fundamentalmente clavos.

En un momento más avanzado en el tiempo, tenemos noticias de escoriales de época tardantigua en Ceuta, aunque desconocemos la producción asociada3 y en la misma Algeciras, en una zona muy cercana al mar y a la desembocadura del río, donde suponemos que se encuentra la zona portuaria4.

Figura 1. Situación de Algeciras

2 P. GÓMEZ RAMOS “Arqueometalurgia de hierro, cobre y plomo”, en D. BERNAL y L. LORENZO, Excavaciones Arqueológicas en la villa romana del Puente Grande (Los Altos del Ringo Rango, Los Barrios, Cádiz), Cádiz (2002), 303-320.

3 Gracias a la ficha-catálogo sobre escorias metálicas encontradas en la parcela 21 de la calle Gran Vía (fines del siglo VI- ½ del VII d.C.), recogida en J.M. HITA y F. VILLADA, Un decenio de arqueología en Ceuta 1996-2006, Ceuta (2007), 106-107. Se citan también aquí restos de escorias en Baelo Claudia, Tarifa (Cádiz), que permanecen aún inédi-tos.

4 L. IGLESIAS y L. LORENZO, Informe definitivo de la intervención arqueológica de urgencia en la calle Méndez Núñez, nº 4, Algeciras, Cádiz, 2002, 11 y 28. Escorias que se relacionan, a modo de hipótesis, con un taller de forja vinculado a la reparación de embarcaciones. Esto se infiere a partir de la localización de la intervención, muy cercana al cauce del río de la Miel y de la playa, lugares donde podría haber estado enclavado el puerto romano.

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1. las Herrerías emirales

Los contextos arqueológicos algecireños de época emiral y en general los anteriores a los siglos XIII y XIV, son de muy reciente investigación5. Fundamentalmente debido a la creencia, basada en la interpretación de las fuentes castellanas6, de que el yacimiento estaba ubicado en un lugar diferente a donde hoy sabemos que se encuentra. El panorama de la investigación ha cambiado desde que en el año 2004 publicáramos un trabajo que reinterpretó estas mismas fuentes y las comparó con las secuencias estratigráficas que se habían excavado desde 19997. A partir de aqui planteamos que al-yazirat al-Hadra se encuentra, ya no al Sur del río de la Miel, sino al Norte, en la zona denominada tradicionalmente “Villa Nueva”, lugar en el que se localizan las intervenciones arqueológicas objeto de este estudio (figura 2) y donde se documentan secuencias que abarcan desde el siglo VIII/IX al XIV.

La mayoría de los restos asociados al período emiral corresponden a fosas usadas como basurero (C/ San Antonio-21 y Rocha-3), hogares (C/ Juan Morrison-4/6) o simples depósitos (Cánovas del Castillo-4/6 y Buen Aire-3). Tan sólo en dos intervenciones recientes se han exhumado muros que con seguridad pueden adscribirse a este período, las estructuras halladas en el solar del “Patio del Loro” (figura 2, 67) y las de C/ Gloria-51/55 (figura 2, 70). Esta singular caracterización arqueológica del hábitat ha dificultado también la identificación de estos hallazgos con la pujante ciudad descrita en las fuentes8. Sin embargo, habrá que esperar a contar con un mayor número de excavaciones en extensión para valorar si el poblamiento responde a un patrón de ocupación amplio, pero disperso y poco estructurado, o si por el contrario es ésta la visión sesgada que nos ha transmitido el registro. A pesar de ello, la distribución de los solares con fases de este período dibuja un asentamiento de cierta extensión, unas 10 ha (figura 2).

Hasta la fecha sólo se han publicado los materiales de tres de estas estratigrafías, dos de ellas coincidentes con otros tantos lugares con presencia de escoriales. Éstas nos han ayudado a definir dos horizontes cronológicos9:

- Horizonte A. Calles San Antonio-21 y Rocha-3. Situado en torno a la primera mitad del siglo IX.

- Horizonte B. Calle Cánovas del Castillo-4/6. Entre finales del siglo IX y principios del siglo X.

5 J. SUÁREZ, J.M. TOMASSETTI y R. JIMÉNEZ-CAMINO, “Algeciras altomedieval. Secuencia arqueológica al norte del río de la Miel: el siglo IX”, Boletín de Arqueología yazirí, 1 (2005), 34-69.

6 A. TORREMOCHA SILVA, Algeciras entre la Cristiandad y el Islam. Estudio sobre el cerco y la Conquista de Algeciras por el Rey Alfonso XI de Castilla, así como de la ciudad y sus términos a finales de la Edad Media, Algeciras (1994) o A. TO-RREMOCHA SILVA, “Algeciras entre los siglos VIII y X. Apuntes históricos sobre la primera fundación árabe-beréber en la Península Ibérica”, Aynadamar I (2002), 181-217.

7 R. JIMÉNEZ-CAMINO y J. M. TOMASSETTI, “Allende el río… Sobre la ubicación de las villas de Algeciras en la Edad Media: una revisión crítica”, Boletín de Arqueología yazirí, 1 (2005), 4-33.

8 A. TORREMOCHA SILVA, “Algeciras entre los siglos VIII y X ......9 J. SUÁREZ, J.M. TOMASSETTI y R. JIMÉNEZ-CAMINO, “Algeciras altomedieval. ..., 34-69.

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Los principales hallazgos de producción de hierro se encuentran en dos solares situados en un marco geográfico común, a ambos lados de la única elevación en la margen izquierda del río de la Miel, la colina de San Isidro, sobre la que se concentran la mayoría de las intervenciones fechadas en este momento.

Figura 2. Plano de la Algeciras emiral. Las curvas de nivel, la línea de costa y el cauce del río de la Miel (actualmente soterrado) se han restituido a partir de un plano de la ciudad de Algeciras publicado en 1926, en Spanische Städte, Hamburgo. A: Reconstrucción hipotética del cauce del río; B: Islote o península (solar de la Av. de la Marina); C: “Villa Vieja”, lugar donde tradicionalmente se ha situado la ciudad emiral; D: “Villa Nueva”: yacimiento emiral. Intervenciones arqueológicas con fase emiral: 14: c/ Buen Aire, 3; 21: c/ General Castaños, 32; 24: c/ San Antonio, 21; 32: c/ General Castaños, 4; 33: c/ Cánovas del Castillo, 4-6 y Santa María; 37: c/ Rocha, 3; 63: c/ Rocha, 16; 67: c/ Patio del Loro; 68: c/ Juan Morrison, 4-6; 70: c/ Gloria, 51-55. La numeración corresponde al número de registro de la Carta Arqueológica de Algeciras.

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1.1. los Hallazgos de c/ san anTonio-21

Este solar se localiza en la mitad de ladera de la colina de San Isidro10. Los hallazgos de escorias resultantes del forjado de hierro y en menor medida de la fundición de mineral se descubrieron en el Sondeo 2, dentro de un potente vertido de alrededor de 1 metro de espesor formado por restos faunísticos y malacológicos, materiales de construcción y objetos cerámicos muy fragmentados. Este relleno de basuras y escombros colmataba también una fosa horadada en el substrato geológico (UE 2022), de la que sólo excavamos una pequeña parte y de la que no ha podido determinarse su funcionalidad original.

Lámina 1. Vertido emiral en la calle San Antonio, 21. A. Fosa (colmatada por la UE 2022), B. Nivel de vertidos donde se hallaron las escorias de forja (UE 2016).

El conjunto se fecha a partir del centenar de fragmentos de material cerámico exhumado que se ha puesto en relación con niveles de mediados del siglo IX11. La datación se sustenta en el estudio de una veintena de feluses de la fase emiral del yacimiento, actualmente en estudio, de los que la mitad procedían de la misma unidad estratigráfica que las escorias analizadas (UE 2016). Aunque la mayoría de estas monedas se pueden fechar en momentos más antiguos (siglo VIII), las más recientes no sobrepasan el primer cuarto del siglo IX12.

Esta última fecha nos informa de un momento en el que la herrería habría ya dejado de funcionar, pues los restos del procesado aparecen mezclados con el nivel de basuras y no en un contexto de uso. A la fase emiral se le superpone un momento situado entre los siglos X y XI, que se halla en el Sondeo 1, puesto que las fosas de expolio contemporáneas han borrado por completo el desarrollo estratigráfico posterior al momento emiral en el Sondeo 2.

10 Excavado en el año 2002 por uno de nosotros, cf. R. JIMÉNEZ-CAMINO ÁLVAREZ, Informe preliminar: inter-vención arqueológica de urgencia en el solar de la calle San Antonio, nº 21, Algeciras (Cádiz), Inédito (2002).

11 Por comparación, fundamentalmente, con la fase IIB de Marroquies Bajos, datada en ese momento. No podemos descartar, sin embargo, una cronología algo anterior. Véase: J. SUÁREZ, J.M. TOMASSETTI y R. JIMÉNEZ-CAMI-NO, “Algeciras altomedieval. ..., 56.

12 Todas las monedas de la UE 2016 se fechan en el siglo VIII. Las del siglo IX pertenecen a niveles localizados en otros sondeos (en concreto, en el 1 y en el 3) con escaso material cerámico, aunque formalmente semejante al de la unidad estratigráfica mencionada. Véase al respecto: A. CANTO y F. MARTÍN "Hallazgos monetarios islámicos en Algeciras", Caetaria, 6-7, (en prensa).

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Lámina 2. Felús hallado en el mismo nivel que las escorias de forja.

1.2. la inTervención de la calle PaTriarca obisPo ramón Pérez rodríguez

Después de analizar las muestras de la excavación arqueológica de la calle San Antonio, se han producido en Algeciras nuevos hallazgos en contextos emirales, como el solar donde estuvo el denominado popularmente “Patio del Loro” (figura 2, 67)13, en el que se han recuperado escorias de forja y de horno de reducción.

Lámina 3. Restos del edificio emiral del “Patio del Loro”.

13 Agradecemos a Cibeles Fernández, directora de la excavación, la gentileza de ofrecernos los datos relativos a esta intervención, cf. C. FERNÁNDEZ GALLEGO y otros, Excavación arqueológica preventiva en el solar ubicado en la man-zana 95131: C/ Patriarca Obispo Ramón Pérez Rodríguez, nº 1. Algeciras (Cádiz), Memoria Preliminar, Inédito (2005).

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El material no es muy abundante, pero se encuentra repartido entre cuatro de las cinco fases emirales de esta excavación. La secuencia se inicia con un ciclo sedimentario de posible génesis natural (depósitos de ladera), sobre los que se excava un hogar antes de la instalación de un edificio que terminó arruinado. La destrucción de la vivienda, como consecuencia de un incendio, se ha relacionado con los acontecimientos devenidos al hilo de la fitna hafsuní (c. 889), hasta la llegada a Algeciras de Abderramán III en el año 914. Los indicios de metalurgia están presentes a lo largo de todo el periodo, salvo en la última fase estudiada, la de expolio de las estructuras y amortización de la secuencia.

El edificio emiral es la única construcción levantada en la parcela hasta el siglo XIII, cuando se erige la muralla y se abre el foso que cierra la ciudad por el Oeste en época tardomedieval. Según los resultados de su excavación puede resumirse que el solar del Patio del Loro se sitúa en una ladera perimetral de la ciudad durante toda la Edad Media, como indican los paquetes sedimentarios excavados, interpretados como basureros, donde incluso en época almohade fueron arrojados cuatro cadáveres humanos sin atender al ritual funerario islámico.

La presencia de escorias desde antes de la construcción emiral hasta después de su desplome nos sugiere que posiblemente estas actividades, tanto la fundición de mineral como el forjado, se estén desarrollando en las inmediaciones de la parcela sin necesaria vinculación con las estructuras excavadas, siendo incorporados los desechos del trabajo metalúrgico a los estratos de esta fase de forma accidental.

Otra característica interesante es la cronología que arroja este conjunto. Los hallazgos se han producido en niveles fechados entre finales del siglo IX y principios del X, justo el momento en que empieza su producción la forja de la calle Santa María.

Las conclusiones que pueden extraerse de los conjuntos de la calle San Antonio y del Patio del Loro son:

- La prueba de que en algún lugar de la colina de San Isidro se está forjando hierro desde el inicio de la secuencia antrópica en época emiral. Los depósitos que incluyen estos indicios descansan sobre el manto geológico y su presencia se extiende hasta el siglo X. A partir de época califal dejamos de tener evidencias de esta actividad metalúrgica.

- Los niveles que contienen las escorias se fechan en la primera mitad del siglo IX, pero podrían incluso reflejar una realidad algo anterior. Es difícil precisar para el caso de la calle San Antonio el tiempo transcurrido en la formación del depósito, y no podemos concretar si se debe a un abandono paulatino del solar, a un vertido de basuras, o a una nivelación con rellenos procedentes de estratos más antiguos.

- No se ha encontrado información alguna sobre las instalaciones de procesado del metal ni sobre las producciones aquí manufacturadas.

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2. las Herrerías califales de la calle sanTa maría.

En el año 2004, un equipo de arqueólogos dirigidos por Cibeles Fernández llevó a cabo la excavación de varias parcelas catastrales de una misma manzana con salida a las calles Cánovas del Castillo, Rafael de Muro y Santa María14. Los hallazgos que presentamos fueron documentados en el sondeo planteado para el diagnóstico en extensión de la única parcela con fachada a la calle Santa María15.

El Sondeo H se localizaba en una zona interesante, a pocos metros de la línea de costa de principios del siglo XX, a los pies de la meseta donde se ha documentando el asentamiento más antiguo de la Algeciras islámica (figura 2, 33), junto a la desembocadura del río de la Miel, de ocupación más tardía16. Una de las actuales líneas de investigación de la ciudad trata de dilucidar la pertenencia de esta zona baja, la localizada por debajo de la curva de nivel de 5 m.s.n.m., a una zona inundable (antigua paleo-ensenada o entorno marismeño) y la concreción de la fecha de su colmatación, que hasta ahora se baraja para época romana o medieval17 (figura 2, A y figura 7).

En cualquier caso, la primera fase de ocupación del solar la componen niveles arenosos dispuestos de forma sensiblemente horizontal contra el acantilado, que incluían cantos y material arqueológico rodado de época emiral y residuos de época romana. Sobre estos depósitos de formación natural que remiten a un ambiente de playa, se forma un muladar, en un momento entre finales del siglo IX y principios del siglo X. La ausencia de estructuras, la abundancia de restos de fauna y la coloración reductora de estos niveles hicieron pensar a sus excavadores en el uso de esta parte de la playa como basurero del asentamiento documentado unos metros más arriba en la meseta. La datación de esta fase nos resulta del mayor interés ya que sobre éstos depósitos se superpone la cimentación del edificio califal que describimos a continuación18.

14 C. FERNÁNDEZ y otros, Intervención arqueológica de urgencia en C/ Cánovas del Castillo c/v Rafael de Muro c/v Santa María, de Algeciras (Cádiz). Informe, Inédito (2004).

15 Este sondeo ha sido dirigido por uno de nosotros, José Suárez Padilla.16 A tenor de los resultados de las intervenciones documentadas en esta área, inéditas en su mayoría.17 El planteamiento de una paleo-ensenada parte del hallazgo de una estructura denominada “arrecife” y de su

interpretación como obra civil ejecutada para salvar una zona inundada (J. M. TOMASSETTI y A. TORREMOCHA. Informe preliminar de la Intervención Arqueológica de Urgencia en la esquina entre las calles Tarifa y Emilio Santacana, de Algeciras (Cádiz), Inédito, y se ha visto alimentado por el retraso hasta época bajo-medieval de la urbanización de esta zona, cuestión sustentada en la ausencia de intervenciones anteriores a ésta epoca en el entorno (figura 2, A). Véase J.M. TOMASSETTI, C. FERNÁNDEZ, J.B. SALADO e I. NAVARRO, “Intervenciones arqueológicas de urgencia en la villa nueva de Algeciras (Cádiz). Años 1999-2001”, Anuario Arqueológico de Andalucía/2000, III-I (2003), y R. JIMÉNEZ-CAMINO y J. M. TOMASSETTI, “Allende el río…”, 28-30. La única excepción a esta dinámica la plantean los restos descubiertos entre la Avenida de la Marina y Segismundo Moret (figura 7, C), donde se ha documentado se-cuencia histórica continuada desde época romana hasta finales de la Edad Media. A falta de un estudio paleo-geográfico de conjunto, se ha propuesto que estos restos estuvieran en una isla o en una barra de arena formada en la desembocadura del río, cf. S. BRAVO JIMÉNEZ, Informe sobre los trabajos efectuados en relación a la actividad arqueológica preventiva en la Avenida de la Marina, esquina Teniente Riera y Segismundo Moret, de Algeciras, Inédito (2007)). Las estructuras alto-medievales localizadas en este solar están relacionadas, además, con un entorno portuario, ya que se han interpretado preliminarmente, en el trabajo citado, como pertenecientes a las atarazanas califales, de las que hablaremos más adelante, en las conclusiones de este trabajo.

18 J. SUÁREZ, J. M. TOMASSETTI y R. JIMÉNEZ-CAMINO, “Algeciras altomedieval. ..., 56-66.

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El edificio no pudo ser documentado en toda su extensión puesto que excedía las dimensiones del área de excavación. Los restos conservados corresponden a dos muros maestros (UUEE 51 y 93) con una anchura de 0,50 a 0,60 m, levantados con mampostería regularizada. No conservaban ningún tipo de revestimiento. Estos muros vertebran el espacio en tres ámbitos diferenciados (figura 3):

Figura 3. Sondeo H de la intervención arqueológica en la calle Santa María. Planta del edificio califal.

El primer ámbito (véase figura nº3) es la parte trasera del edificio, situada al Noroeste. Constituye el único elemento del cierre exterior de la construcción. Dos accesos que se abren en el muro (UE 93) comunican con sendas estancias al interior. Al exterior, entre el edificio y el acantilado, que fue seguramente acondicionado para dar más amplitud al espacio, queda un pequeño pasillo irregular de menos de dos metros de ancho. En este lugar, posiblemente utilizado como patio, mezclado con restos del abandono de la edificación, se encontraron abundantes escorias de fragua (UE 115). Este hallazgo es la más sólida argumentación a la hora de interpretar el edificio como un taller de forja.

Lámina 4. Derrumbe con escorias de hierro en la trasera del edificio (UE 115).

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El segundo ámbito esta compuesto de dos estancias separadas por un tabique (UE 99) adosado a los dos muros principales, cada una con un vano al exterior como hemos descrito anteriormente. Una de ellas conserva en mal estado restos de un pavimento empedrado.

El tercer ámbito ha sido el más afectado por las remodelaciones de las fases posteriores. Diversas zanjas de expolio han seccionado y en alguna ocasión desmantelado por completo las estructuras de este lado, hecho que ha dificultado enormemente su interpretación. Una de estas zanjas discurre en dirección Suroeste-Noreste, paralela al muro UE 51 y a una distancia semejante a la que éste mantiene con el muro UE 93 (figura 3, fosa de expolio), configurando un espacio con unas dimensiones parecidas a las del segundo ámbito. Todas las estructuras verticales perpendiculares a esta zanja aparecen además seccionadas a su paso, de lo que deducimos que su función fue seguramente expoliar el muro de cierre meridional del tercer ámbito. Dos estructuras (UUEE 65 y 66) lo compartimentan al adosarse al muro principal (UE 51). El muro situado al Oeste es de mampostería y presenta en un extremo un retranqueo de planta rectangular donde a nivel de suelo se ha hallado un conjunto de piezas de hierro (UE 90, láminas 6 y 7), quizás relacionadas con la actividad de este taller. Desconocemos la dimensión vertical de este muro puesto que está prácticamente arrasado al nivel del suelo. Contra éste y a una cota semejante a la del suelo del segundo ámbito (UE 120), se deposita un nivel anaranjado, presumiblemente rubefactado, superpuesto a un depósito con abundantes carbones (UE 91). De este nivel sólo nos queda un retazo, ya que ha sido destruido al Norte por una zanja de época moderna (s. XVII) y al Sur por la zanja de expolio que acabamos de describir. Su superficie aparece amortizada por rellenos relacionados con pavimentos de época bajo-medieval (s. XII), por lo que su adscripción a época califal se ha deducido por su posición topográfica a una cota semejante a la del ámbito anterior y, desde un punto de vista funcional, por contener instrumentos de hierro (amasijo de piezas de las que hablaremos más adelante) que se han puesto en relación con los desechos del primer ámbito. Al otro lado del muro UE 66 se adosa a lo largo de toda su longitud una estructura de hormigón de planta rectangular, de 50 cm de ancho, a modo de bancada o andén perimetral que configura la siguiente estancia de este ámbito. No se ha conservado la pavimentación de esta última habitación ya que dos estructuras (UUEE 47 y 48) se han adosado sucesivamente a la UE 65 en época posterior camuflando este espacio.

Lámina 5. Vista aérea del sondeo H y del edificio califal.

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Quedan, por tanto, pocos elementos para el análisis de estas habitaciones, sin embargo, planteamos la hipótesis de que pertenezcan a un taller de forja, es decir, al lugar donde se produce la transformación del hierro en productos acabados mediante la carburación, el martilleado y el templado. Los restos de escoria identificados en la trasera del edificio (primer ámbito) no ofrecen dudas sobre el desarrollo de esta actividad en las inmediaciones. De otro lado, el hecho de encontrar, en una esquina de la habitación suroeste, restos de combustión a la misma cota del suelo nos hace reflexionar sobre la posibilidad de que en este lugar se hallara el horno del taller. Desgraciadamente, las fosas de expolio impiden conocer la planta de este depósito, y desconocemos también si este nivel se hallaba semi-excavado en el suelo o rodeado por algún tipo de estructura que lo contuviera. La ausencia de paralelos en el mundo andalusí añade más incertidumbre a la interpretación.

En este último contexto, encajadas en el recoveco citado en el muro UE 66, en contacto con este nivel de cenizas y carbones (UE 91), encontramos un conjunto de piezas de hierro (UE 90), de las que analizamos en el laboratorio un fragmento de chapa de hierro remineralizado (muestra AL-7). El conjunto lo componen hasta once piezas, posiblemente machihembradas, de forma tubular y huecas en el interior, varias chapas de hierro, una de ellas perforada para el paso de clavos y al menos doce de estos clavos. No podemos precisar si estas piezas que se hallaban en gran parte retorcidas, pegadas entre sí y remineralizadas, formaban parte de algún instrumento del herrero o son desechos de la producción del mismo taller.

Lámina 6. Las piezas metálicas de la UE 90 en su contexto de excavación.

Seis de los tubos tienen unas dimensiones en torno a los 8 cm de longitud (entre 7, 6 y 9 cm) y un diámetro que oscila entre los 2,5 y los 3,5 cm, y tres tienen en torno a 4 cm de largo y un diámetro similar. Dos de estos últimos muestran signos de estar partidos y su longitud es justo la mitad de los primeros. Es difícil hacer precisiones sobre el tamaño de los dos restantes. Dado el estado que presentaban las piezas es complicado determinar si los restos analizados están completos o fracturados y deducir, en este caso, si formaban parte de

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una pieza mayor. Sin embargo, destaca la regularidad de los tamaños de las piezas, lo que hace pensar en unas dimensiones estandarizadas. Es posible plantear que éstas estuvieran machihembradas. Al menos una pieza presenta con claridad una pestaña de menor diámetro que el tubo y que sobresale de éste (macho, lámina 7), y otras cuatro presentan una arandela que estrecha el diámetro del tubo unos milímetros al interior de uno de los extremos (hembras). Por último, dos más presentan engrosado su extremo pero sin pestaña, por lo que no sabemos si las piezas eran así en origen o si han perdido la pestaña. En la mayoría de ellas sólo es posible observar uno de los extremos, el otro queda oculto en el amasijo. En cuanto a los clavos, hemos contado un mínimo de doce, entre los mejor conservados cinco presentan cabeza cuadrangular o rectangular, aunque por su aspecto es posible que en origen fueran redondeados, con una dimensión máxima del lado más largo de 4,5 cm, y dos de ellos tienen aspecto circular con un diámetro en torno a los 3 y 5 cm. Hemos podido medir el largo de la punta de tres de ellos sin poder determinar si están completos, y sus longitudes son 3, 5 y 6 cm. Entre las piezas también hay varias chapas metálicas, la de mayores dimensiones presenta dos perforaciones, una de las cuales está atravesada por un clavo. Es posible que algunas de las chapas haya servido como abrazaderas a juzgar por cómo dos de ellas envuelven a otros tantos tubos.

Si los restos son desechos de producción, llama la atención su variedad (clavos, chapas y tubos). En el caso contrario, que realmente pertenezcan al utillaje del herrero, nos ha llevado a pensar, teniendo en cuenta el contexto del hallazgo y el número limitado de herramientas necesarias en un taller de estas características, que quizás pertenecieran a la boca (tubos) y al armazón (chapas y clavos) de los fuelles que debieron utilizarse para avivar el fuego del horno. La principal cortapisa a esta interpretación, teniendo en cuenta la falta de paralelos, es el hecho de que las piezas encajen entre sí, por lo que tampoco sería descabellado plantear que estos tubos machihembrados estén relacionados con la construcción de armas de hierro para los barcos, como los tubos para lanzar el fuego griego, una de las grandes novedades con las que se dotaron los barcos que salían de las atarazanas de Algeciras según Ibn Hayyan19.

Lámina 7. Amasijo de tubos, clavos y chapas de hierro de la UE 90. A: Se puede apreciar la longitud de los tubos, sobre el ejemplar perforado hay un clavo. B: Chapa perforada y pestaña o macho de uno de los tubos (indicada por la flecha).

19 J. VALDEÓN BARUQUE, Abderramán III y el Califato de Córdoba, Granada (2001), 119.

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La datación del edificio se ha establecido a partir de los materiales recuperados en los niveles del muladar sobre los que se excava el taller, de los que ya hemos hablado, que sitúan un terminus post quem entre finales del siglo IX y principios del siglo X. El relleno de la fosa de cimentación del muro de cierre del edificio (UE 117) contenía además algunos fragmentos de una redoma con decoración en verde y manganeso20, lo que retrasa la construcción hacia pleno siglo X.

En la historia de la destrucción del edificio hay que distinguir entre lo acontecido en las estancias del ámbito tres, que como hemos descrito estaban muy alteradas por subtrucciones y edificaciones posteriores, y lo acontecido en los ámbitos uno y dos. En éstos dos últimos se pudo seguir la secuencia del colapso y abandono de la edificación, distinguiéndose dos fases, una primera, formada a partir de los derrumbes paulatinos de las cubiertas de tejas y los muros de mampostería (v.g. la UE 96, lámina 8), y una segunda fase, donde todo el espacio, a excepción del muro UE 51, es cubierto totalmente con restos de basura que enmascaran las diferentes estancias (v.g. U.E. 95). Sobre estos depósitos se superponen nuevos niveles de abandono fechados ya en momentos avanzados del siglo XI21. Por tanto, el lapso de vida del taller se concreta entre la segunda mitad del siglo X y el siglo XI.

Lámina 8. Derrumbe (UE 96) en la parte trasera del edificio. Entre los restos constructivos desmantelados se hallaron escorias de forja.

De la primera fase han sido recuperados abundantes restos de escoria de forja, que serán analizados en la segunda parte de este trabajo (AL-1, AL-4 y AL-6) y un gran bloque de mineral (UE 95, lámina 10), la muestra AL-8, que estaba inserta en el nivel que hemos

20 C. FERNÁNDEZ y otros, Intervención arqueológica de urgencia en …, 54-55.21 C. FERNÁNDEZ y otros, Intervención arqueológica de urgencia en …, 56-57.

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utilizado para fijar un terminus ante quem para al momento de abandono y desmantelamiento del taller. La datación del nivel califal se ha inferido a partir de los materiales cerámicos de la UE 95, que como hemos visto forma parte de los depósitos de abandono de las estructuras que conformaban el taller.

Del grupo destinado a la cocción de alimentos contamos con ollas y cazuelas. Las ollas están fabricadas en su totalidad a torno, y presentan cuerpos globulares y predominantemente bordes exvasados, con labios planos, apuntados o de sección triangular (figura 4: 1-3). Los fondos documentados son planos (figura 4: 5). Las cazuelas se elaboran a torneta y a torno. La pieza a torneta presenta borde exvasado y pared inclinada al exterior (figura 4: 7). El otro fragmento seleccionado es de borde apuntado al exterior, labio redondeado y paredes rectas con indicios de una pequeña asa que arrancaría del borde (figura 4: 6).

En la cerámica de mesa, dentro del grupo de los jarritos-as, contamos con piezas con cuellos de tendencia cilíndrica, hombros marcados (figura 4: 10), cuerpos globulares y pie plano o ligeramente convexo (figura 4: 4 y 15), con algún caso de fondo umbilicado. Las asas arrancan justo a la altura del labio. Se observa gran variabilidad en los bordes, que pueden ser simples, apuntados, exvasados, y vueltos (figura 4: 8, 9 y 11). Los labios son redondeados, planos y triangulares. La decoración se reduce a con trazos de óxido de hierro y en un solo caso pintura con óxido de manganeso.

Sólo hay un fragmento de jarrita elaborado con pasta diferente al resto, muy depurada y blanquecina, correspondiente a una ejemplar de pequeñas dimensiones, paredes finas y cuerpo globular achatado, del que arranca el cuello de tendencia cilíndrica, quizás algo exvasado (figura 4: 12). El asa arranca de la parte inferior del galbo. Está decorada con cuerda seca parcial, y conserva restos de la línea de manganeso que separaría los motivos y algo de vidriado en verde. No se pueden distinguir los motivos. Se trata de una pieza especialmente significativa como referencia cronológica del conjunto, como veremos a continuación.

También se han recogido fragmentos de redomas con fondos planos (figura 4: 13). Todas ellas vidriadas, con tonos acharolados o verdosos, y una conserva restos de cubierta vítrea que pudo estar decorada con motivos del tipo “verde y manganeso”.

Los ataifores tienen perfiles de tendencia hemisférica o parabólica, con bordes simples, y labios redondeados (figura 5: 2) o engrosados al exterior (figura 5: 3). Los fondos son planos o con un pie poco desarrollado y de diámetro amplio (figura 5: 4). Todos ellos vidriados, tanto al exterior como al interior, la mayoría con un dibujo de trazos de manganeso sobre fondo melado, aunque hay un ejemplar en color verde y algunos ejemplares en “verde y manganeso” de barnices muy mal conservados. También son abundantes los fragmentos de cuencos, que corresponden a un tipo muy homogéneo, de borde simple con labio redondeado y levemente engrosado al interior (figura 5: 1).

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Figura. 4. Contexto cerámico de la UE 95 de la intervención arqueológica de la calle Santa María: ollas (1-3 y 5), orza (4), cazuelas (6 y 7), jarritos-as (8-12 y 14-15) y redoma (13).

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Figura 5. Contexto cerámico de la UE 95 de la intervención arqueológica de la calle Santa María: cuenco (1), ataifores (2-4), tinajas (5 y 6).

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De las piezas destinadas al almacenamiento apareció una pequeña orza bizcochada, de cuello cilíndrico, borde apuntado y labio plano con decoración de goterones (figura 4: 4). De mayores dimensiones son las tinajas, fabricadas en su totalidad a mano. Un ejemplar tiene borde exvasado con asa saliendo de un labio plano (Fig. 5, 6). Destacan asimismo un fragmento de galbo y arranque de cuello de tendencia cilíndrica, decorado con un cordón aplicado con digitaciones (figura 5: 5), y otro con un motivo ondulado hecho “a peine”.

Del servicio de iluminación han aparecido algunos fragmentos de piqueras (figura 6: 1), cazoletas con reborde indicado (figura 6: 3) y un gollete con borde de sección triangular (figura 6: 2), todos ellos sin decoración.

El resto de las piezas adscritas a usos múltiples se completa con restos de alcaldafes, de paredes y bordes exvasados con sección triangular, ultrasemicircular o trapezoidal (figura 6: 4-6) y labios planos, seguramente para recibir una tapadera. Los fondos son planos, aunque se conserva uno con un apéndice (Fig. 6. 7)22. Carecen por lo general de decoración, pero un ejemplar presenta tratamiento de espatulado en su superficie interna.

El conjunto de tipos cerámicos contenidos en este estrato es el que empieza a ser habitual a partir de finales del siglo IX dentro de los contextos domésticos altomedievales. Un elemento de interés cronológico a nivel general es la presencia significativa de cubiertas con vedrío en varios grupos tipológicos, circunstancia constatada como propia de los ajuares del siglo X según se ha constatado en yacimientos como Cercadilla (Córdoba)23, aunque en asentamientos litorales como Pechina, Málaga o la propia Algeciras pueda haberse generalizado a partir de la última década de la centuria anterior.

Algunos de los tipos que conforman los servicios estudiados en este contexto pueden resultar especialmente significativos por sus implicaciones cronológicas. Dentro de las escasas piezas correspondientes a la cocción de alimentos, la presencia de ejemplares elaborados a torno y torneta, así como la ausencia de vedrío interior, son características de los conjuntos fechados entre los siglos IX y XI, y es precisamente a partir de esta última centuria cuando empiezan a usarse vedríos interiores en ollas y cazuelas elaboradas a torno. Los perfiles de las ollas y cazuelas que nos ocupan se remontan a contextos típicos de los siglos X y XI, con paralelos para las primeras en la propia Algeciras y en el vecino yacimiento de Ceuta para las segundas24.

En los servicios de presentación de alimentos destacamos a pesar de lo fragmentado el grupo de las redomas. Se trata de piezas vidriadas, tipológicamente encuadrables con los tipos más antiguas del grupo, con cuerpos de tendencia esférica y fondos planos. Además, una de ellas conserva restos de decoración con verde y manganeso. Esta técnica se generaliza a partir del segundo tercio del siglo X25, lo que nos aportaría en principio un primer término post quem para la formación del depósito.

22 Este tipo de apoyos trípodes también aparecen en algunos casos en ollas, como se documenta en Marroquíes Bajos, cf. S. PÉREZ ALVARADO, Las cerámicas omeyas de Marroquíes Bajos. Un indicador arqueológico del proceso de islamización, Jaén (2003), 229.

23 FUERTES SANTOS, Mª. C. La cerámica califal del yacimiento de Cercadilla. Sevilla (2002).24 FERNÁNDEZ SOTELO, E. Los silos en la arqueología ceutí. Ceuta (2001).25 BARCELÓ, M. “Al-Mulk. El verde y el blanco. La vajilla califal omeya de Madïnat al-Zahara¨”, La cerámica

altomedieval en el sur de Al-Andalus (A. Malpica Cuello, Ed.), Granada (1993), 294-299.

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Figura. 6. Contexto cerámico de la UE 95 de la intervención arqueológica de la calle Santa María: candiles (1-3), alcadafes (4-7).

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En el grupo de jarritas-os las piezas tienen cuellos de tendencia cilíndrica, con amplios diámetros y paredes de tendencia recta, hombros marcados, cuerpos de tendencia esférica y fondos planos, correspondientes a tipos cuya presencia se generaliza a partir de momentos del siglo X. No obstante, se observa una gran variabilidad en los tipos de bordes y labios, tendencia interpretada en algún caso como “arcaizante” dentro del grupo. A pesar de ello, contamos con un fragmento de jarrita de cuerpo globular, ligeramente achatado, con restos de decoración en cuerda seca parcial. El uso de esta técnica decorativa la convierte en el elemento cronológico más moderno de todo el conjunto cerámico. La presencia generalizada de este tipo de decoración en los ajuares altomedievales se relaciona con contextos del siglo XI26. De hecho, en Cercadilla, en los niveles previos a la primera década de dicha centuria, la aparición de decoraciones elaboradas con cuerda seca es prácticamente testimonial27. En las excavaciones del solar donde se ubica la Basílica tardorromana de Ceuta, se ha encontrado en un silo un ejemplar muy semejante al que nos ocupa28, tanto en técnica de elaboración como en tipología.

Los ataifores se corresponden con los tipos habituales en algunos yacimientos a partir de finales del siglo IX29, caracterizados por cuerpos de tendencia parabólica o hemisférica, con fondos planos o repiés apenas desarrollados de gran diámetro. Los bordes suelen ser simples o indicados. Esta tendencia tipológica se mantiene hasta el siglo XI, donde empiezan a documentarse platos con los bordes más complejos.

La cerámica de almacenamiento está representada especialmente por las tinajas elaboradas a mano, tipo que se hará habitual en momentos de la segunda mitad del siglo IX en Marroquíes (Jaén)30, y que se mantendrá con pocos cambios hasta los inicios del siglo XII.

En las formas de candil se encuentran los tipos propios de finales del siglo IX al siglo XI. Ejemplares idénticos se han localizado en contextos de finales del siglo X e inicios del XI en la Calle Salud Tejero de Ceuta31.

A pesar de no resultar especialmente significativa cronológicamente, la variedad tipológica de la serie de los alcadafes se ha interpretado como síntoma de antigüedad, previa a su homogeneización a partir del siglo XII32. Además, un fragmento de apéndice indicaría que un ejemplar tenía su apoyo en un trípode, pieza especialmente característica de los conjuntos de época emiral33.

26 M. ACIÉN, F. CASTILLO, M. I. FERNÁNDEZ, R. MARTÍNEZ, C. PERAL, y A. VALLEJO, “Evolución de los tipos cerámicos en el S.E. de Al-Andalus”, V Congreso Cerámica Medieval en el Mediterráneo Occidental, Rabat (1995), 127.

27 FUERTES SANTOS, Mª. C. La cerámica califal del yacimiento de Cercadilla…..28 FERNÁNDEZ SOTELO, E. Los silos en la arqueología ceutí…29 F. CASTILLO y R. MARTÍNEZ, “Producciones cerámicas en Bayyana”, La cerámica altomedieval en el sur de

Al-Andalus (A. Malpica Cuello, Ed.). Granada (1993), 67- 116.30 S. PÉREZ ALVARADO, Las cerámicas omeyas de Marroquíes Bajos …., 240.31 E. FERNÁNDEZ SOTELO, Los silos en la arqueología ceutí…, 90.32 M. ACIÉN, F. CASTILLO, M. I. FERNÁNDEZ, R. MARTÍNEZ, C. PERAL, y A. VALLEJO, “Evolución de

los tipos cerámicos en el S.E. de Al-Andalus….., 128.33 M. ACIÉN, F. CASTILLO, M. I. FERNÁNDEZ, R. MARTÍNEZ, C. PERAL, y A. VALLEJO, “Evolución de

los tipos cerámicos en el S.E. de Al-Andalus….., 128.

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Con todos estos elementos de referencia, creemos que se puede proponer una datación para el conjunto en un momento a caballo entre los siglos X-XI, lo que indicaría que al menos para estas fechas este sector del complejo metalúrgico estaría ya en desuso.

3. escorias y minerales de las Herrerías de algeciras.

Para el estudio arqueometalúrgico se seleccionaron ocho muestras de escorias y minerales de las excavaciones llevadas a cabo en los solares de las calle Santa María (CC 02/Sondeo H) y San Antonio, 21 (SA-21/2002).

Los análisis se han realizado con Microscopio Electrónico de Barrido (SEM) marca JEOL, modelo JSM 5410, dotado de detector de electrones secundarios del tipo E-T para imágenes topográficas, detector de electrones retrodispersados de estado sólido para imágenes composicionales, y detector de rayos-X por Dispersión de Energía de Rayos-X para análisis elemental cualitativo y cuantitativo.

Las condiciones de trabajo del microscopio electrónico se han realizado a un potencial de aceleración de 20 Kev, y una corriente de sonda de 3.7x10-10 Amp. La distancia de trabajo es de 20 mm y el diámetro de sonda que resulta de estas condiciones de trabajo es de 22nm. La rutina de trabajo ha consistido en imágenes de composición (e- retrodispersados) tanto general a bajos aumentos como de detalle a aumentos elevados, trabajando con tacos de muestras de superficies planas, pulidas y perpendiculares al haz, cubiertas con una fina capa de carbono de 20 a 30 nm para asegurar su conductividad eléctrica en superficie. La calibración del espectrómetro se realizó mediante la adquisición de un espectro de cobalto puro durante 100 segundos y un ratio de adquisición de 2000 cps. (cuentas por segundo).

Los análisis de Fluorescencia de Rayos X (FRX) se han realizado con un equipo marca Bruker, modelo S4 Pioneer, con una equipación de Tubo de R-X de 4000 watios de ventana frontal y tarjeta de Rh., 4 cristales analizadores (LIF200, Ge, PET, y OVO 55) y Detectores de R-X proporcional de flujo y de centelleo. La preparación de la muestra se realizó en taco pulido con 40 mm de diámetro, y el método de análisis es cualitativo-semicuantitativo, con barrido de todos los elementos desde el C al U, utilizando los distintos cristales analizadores. Este método (estándar-less) permite detectar de modo fiable en concentraciones superiores a 0.1% para todos los elementos excepto los ligeros (F-C), que es superior (2-7%).

La relación de muestras, su procedencia y su caracterización analítica es la siguiente:

• AlgecirAs 1 (cc 02-sondeo H-U.e. 96).

Fragmento de escoria de color rojizo, muy oxidada, con numerosas oquedades provocadas por las burbujas de aire de la aireación de la tobera. La escoria tiene una composición fayalítica, de ferrosilicato (21,4 % Si y 70% Fe), característica de las escorias metalúrgicas. El porcentaje de cobre es muy bajo para considerar el tratamiento de minerales de cobre, mientras que la ausencia de plomo y plata descartan su metalurgia. Por otro lado, el porcentaje de hierro la clasifica como una escoria de metalurgia de hierro, pero el alto índice de este elemento, superior al 50% Fe, como es normal en las escorias de sangrado, nos lleva a considerarla una

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escoria de horno o de fragua. Otro porcentaje destacado es el aluminio (3,23 %), que debe proceder de las concreciones de arcilla que se han adherido a la escoria, y el calcio (0,74%) que debe estar en relación con los minerales de procedencia.

Su imagen microscópica muestra un predominio de las formaciones de wüstita sobre las de fayalita.

Na2 O Mg O Al

2 O

3Si O

2P

2 O

5S O

3Cl K

2 O Ca O Ti O

2

Mn O

Fe2 O

3Ni O Cu O Zn O Sr O

0,546 0,264 3,23 21,4 0,162 0,058 0,11 0,47 0,74 0,15 0,260 70,2 0,01 0,06 0,007 0,016

Lámina 9. Escoria de forja de la UE 96 de la excavación de la calle Cánovas del Castillo, 4-6 y Santa María.

• AlgecirAs 6 (cc 02-sondeo H-U.e. 96).

Escoria fayalítica (17,6% Si y 63% Fe), con composición característica de las escorias siderúrgicas. Valores reseñables de aluminio y calcio. Contiene muchas oquedades y está fuertemente oxidada. Escoria de forja.

Su análisis microscópico muestra fases predominantes de ferrosilicatos, con hierro metálico empaquetando formaciones de fayalita.

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Herrerías en la algeciras omeya

% en peso FRX General SEM SEM

Na2 O 0,212

Mg O 0,247 1,16

Al2 O

33,14

Si O2

17,6 29,20 0,64

P2 O

50,229

S O3

0,168

Cl 0,103

K2 O 0,206

Ca O 0,578

Ti O2

0,123

Mn O 0,381

Fe2 O

363,6 75,01 99,00

Ni O 0,0167

Cu O 0,0290

Zn O 0,00579

As2 O

3----

Sr O 0,00322

Ag ----

Sn O2

----

Sb2 O

3----

Pb O ----

• AlgecirAs 7 (cc 02-sondeo H-U.e. 90).

Herrumbre remineralizada. Es un fragmento de chapa de hierro que se ha remineralizado por la oxidación. Puede corresponder a un trozo de hierro desechado en el proceso de corte o elaboración de algún instrumento en la forja. La cantidad de sílice (11,65 Si) puede indicar que es un trozo de la esponja de hierro que no ha terminado de limpiarse y martillarse por la excesiva cantidad de este elemento. Poca densidad y fuerte oxidación.

Es más interesante el análisis con microscopio electrónico, que revela que está formado por fases de hierro oxidado, sin sílice reseñable (97,93% Fe, y 76,09% Fe y 1,33% Si). Más enigmáticos son los espectros microscópicos de estaño y cobre metálicos, pero esos metales pudieron hallarse en los minerales de partida, como el cobre que aparece en todos los análisis de estas escorias.

% en peso FRX General SEM SEM SEM SEM

Na2 O 0,0727

Mg O 0,304 3,10

Al2 O

30,888 1,21

Si O2

11,6 1,33 0,48

P2 O

50,429 0,66

S O3

0,104 0,57

Cl 0,104

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rafael Jiménez-camino Álvarez, José suÁrez Padilla, José m. TomasseTTi guerra, J. aurelio Pérez macías

K2 O 0,122

Ca O 3,46

Ti O2

0,0352

Mn O 0,0684

Fe2 O

370,9 97,93 76,09 1,46

Ni O 0,0471

Cu O 0,893 95,71

Zn O 0,0134

As2 O

30,115

Sr O 0,00475

Ag ----

Sn O2

0,114 90,31

Sb2 O

3---- 2,09

Pb O ----

•AlgecirAs 8 (cc 02-sondeo H-U.e. 95).

Han sido abundantes en estos registros los fragmentos de mineral. Todas las muestras son magnetitas, óxidos de hierro de buenas cualidades siderúrgicas. El análisis de uno de estos fragmentos de magnetita, con 64,4% de óxido de hierro, coincide con los valores de los elementos en las escorias en sus proporciones de calcio y cobre. Las magnetitas son minerales formados por fenómenos de reemplazos somático en contacto con las calizas o skarn, y a veces esos skarn tienen asociados estructuras filonianas de sulfuros de cobre, lo que explicaría la presencia de cobre y calcio en el mineral.

Na2 O Al

2 O

3Si O

2P

2 O

5Ca O Mn O Fe

2 O

3Ni O Cu O Zn O

14,0 0,108 20,3 0,035 0,118 0,056 64,4 0,013 0,019 0,004

Lámina 10. Mineral de hierro (magnetita) procedente de la UE 95 de la excavación de la calle Cánovas del Castillo, 4-6 y Santa María.

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Herrerías en la algeciras omeya

•AlgecirAs 2 (sA-21/2002-U.e. 2016)

Escoria de tonos rojizos de mayor densidad que las anteriores. Su composición es también fayalítica, de ferrosilicato (18,2% Si y 75,4% Fe), sin porcentajes reseñables de cobre. Como en la muestra anterior sobresalen las cantidades de aluminio y calcio, lo que normaliza la composición de las muestras, pero el hierro es más alto, probablemente, como nos indica su densidad, por su mayor cercanía a la esponja de hierro. Es también una escoria de forja.

Su imagen microscópica muestra también el predominio de las dendritas de wüstita sobre los cristales de fayalita.

Mg O Al2 O

3Si O

2P

2 O

5S O

3Cl K

2 O Ca O Ti O

2Mn O Fe

2 O

3Ni O Cu O Zn O Sr O

0,265 1,73 18,2 0,081 0,132 0,075 0,091 0,443 0,080 0,249 75,4 0,014 0,071 0,004 0,004

•AlgecirAs 3 (sA-21/2002-U.e. 2016)

Fragmento de escoria menos oxidada que la muestra anterior, con predominio de las coloraciones grises y negruzcas. Aunque su composición es fayalítica (18, 5% Si y 62,1% Fe), el valor de estos dos elementos entra dentro de la ratio de las escorias de sangrado, pero por su textura es una escoria de horno de hierro. Como en las muestras anteriores destacan los valores del aluminio y el calcio.

En su espectro microscópico prevalecen las formaciones de fayalita sobre la wüstita. Contiene también una pequeña drusa de hierro metálico.

Na2 O Mg O Al

2 O

3Si O

2P

2 O

5S O

3Cl K

2 O Ca O Ti O

2Mn O Fe

2 O

3Ni O Cu O Sr O

0,186 0,414 2,98 18,5 0,195 0,035 0,01 0,492 1,16 0,118 0,495 62,1 0,008 0,019 0,007

•AlgecirAs 4 (cc 02-sondeo H- U.e. 96)

Los porcentajes de hierro y sílice corresponden a una fayalita metalúrgica (26% Si y 62,4% Fe). Su densidad y coloración grisácea son las características de las escorias de horno de hierro. Tiene idénticos valores y elementos que las muestras anteriores, algo de cobre, aluminio y calcio.

El espectro microscópico está formado por cristales de fayalita y wüstita.

Na2 O Mg O Al

2 O

3Si O

2P

2 O

5S O

3Cl K

2 O Ca O Ti O

2Mn O Fe

2 O

3Ni O Cu O

1,08 0,780 7,18 26,6 0,164 0,068 0,024 1,00 0,842 0,216 0,348 62,4 0,009 0,022

•AlgecirAs 5 (sA-21/2002-U.e. 2016).

Escoria fayalítica (15% Si y 69,3% Fe) con estructura de sangrado. Coloración grisácea no muy oxidada. Es la única escoria de hierro de horno de sangrado que hemos podido

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diferenciar dentro de los registros metalúrgicos de la excavación de estos solares de Algeciras, lo que indicaría que no nos encontramos en un lugar donde se están reduciendo los minerales, sino a los que llega ya una mata de hierro para su tratamiento en forja. La existencia de escorias de sangrado señala, no obstante, que en Algeciras se reducen los minerales en lugares cercanos, no documentados todavía arqueológicamente, donde deben existir en los registros pequeños escoriales con escorias de sangrado de estas fundiciones siderúrgicas.

La imagen y el análisis microscópico revelan la existencia de fases de fayalita y wüstita.

Na2 O Mg O Al

2 O

3Si O

2P

2 O

5S O

3K

2 O Ca O Ti O

2Mn O Fe

2 O

3Ni O Cu O Sr O

0,470 0,657 3,71 15,9 0,191 0,042 0,924 1,42 0,106 1,85 69,3 0,012 0,020 0,015

En resumen, las muestras metalúrgicas y minerales prueban la producción de hierro en Algeciras en los siglos IX y X d.C., y la distinta procedencia de estas muestras nos indicaría la existencia de más de una herrería dentro del espacio de la madīna de Algeciras.

Con la selección de estas muestras minerales y metalúrgicas de la excavación de estos solares pueden establecerse algunas indicaciones referidas al proceso productivo, pero para comprender este proceso es preciso que antes hagamos un breve repaso a la metalurgia del hierro.

Los minerales más empleados para la producción de hierro son los óxidos (magnetitas y oligistos), ya que los hidróxidos (gossan), carbonatos (siderita), silicatos (melanita), y sulfuros (pirita) daban menos rendimiento en la reducción. En estos minerales el porcentaje de hierro rara vez sobre pasa el 50% Fe, y solo la magnetita y el oligisto pueden alcanzar porcentajes en peso entre el 60-70% Fe.

Durante la reducción del mineral en horno se producen reacciones químicas entre el carbón vegetal empleado en la combustión y el oxígeno que entra como aire forzado por la línea de las toberas. Carbón y oxígeno producen gas carbónico que transforma el óxido de hierro en óxido ferroso (wüstita), hierro metálico (ferrita) y silicatos de hierro por la adición de sílice como fundente. Los silicatos de hierro (fayalitas) se licuan y se hacen salir del horno por el agujero de sangrado (escorias de sangrado). Estos silicatos de hierro son irreducibles y atrapan a la mayor parte de los componentes no deseados de la ganga34.

Con la reducción del mineral se producen así tres elementos: las escorias de sangrado, fayalitas con cierta cantidad de wüstita, que se sangran fuera del horno para permitir nuevas cargas de mineral; fayalitas muy ricas en fases de wüstita, las escorias que quedan adheridas a las paredes interiores del horno y a la masa férrica (escorias de horno); y la esponja de hierro formada en la línea de las toberas. La esponja de hierro está compuesta por un núcleo

34 Sobre la metalurgia del hierro véanse las actas del simposio internacional de Liblice, cf. R. PLEINER (Edit.), Archaeometallurgy of Iron, Praga (1989). Un resumen de los procedimientos en A. LABEDUR, Manuel de Métallurgie du Fer, Paris (1985). También están descritos estos procesos en: R. F. TYCOLETE, Metallurgy in archaeology, London (1962); J. P. MOHEN, Metalurgia prehistórica. Introducción a la paleometalurgia, Barcelona (1992); y C. GIARDINO, I metalli nel mondo antico. Introduzione all’ archaemetallurgia, Bari (1998). Como compendio véase M. MANGIN (Dir.), Le Fer, Collectión Archéologiques dirigée par Alain Ferdiére, Paris (2004).

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Herrerías en la algeciras omeya

de hierro metálico junto con escoria rica en wüstita, más abundante cuando más alejada se encuentre de la entrada de oxígeno. En estos tres productos el porcentaje de hierro varía sensiblemente, es bajo en las escorias de sangrado, entre el 50-60% Fe, aumenta en las escorias de horno, entre el 80-90% Fe, y en la esponja de hierro el porcentaje puede alcanzar el 99% Fe, correspondiendo el resto a la fayalita y la wüstita embebidas en el hierro metálico.

Los espectros microscópicos de estos tres tipos de escorias son también diferentes. Las escorias de sangrado se distinguen de las escorias de la metalurgia del cobre y de la de plomo-plata por la presencia de wüstita en las fases de silicatos de hierro. En las escorias de horno predomina la wüstita sobre la fayalita y en algún caso pueden contener pequeñas drusas de hierro metálico. En la esponja de hierro el elemento mayoritario es la ferrita, aunque aparecen también cantidades de fayalita y wüstita.

La esponja de hierro no es así un producto puro de hierro metálico, pues la fase de reducción no logra separar totalmente la fase de hierro metálico de los silicatos de hierro. Esto se debe a que la temperatura formación del hierro metálico no se alcanza totalmente hasta los 1.535º C, mientras que el óxido de hierro puede transformarse en wüstita a los 650-700º C y la fayalita se forma a los 1.117ºC. A los 1.200º C se han formado la wüstita, la fayalita y cantidades de hierro metálico junto a la nariz de las toberas. Por ello, el primer producto de la metalurgia del hierro no es un lingote de hierro metálico, sino una mata férrica formada por escoria (fayalita y wüstita) y hierro metálico (ferrita). Es el hierro dulce, un hierro de baja temperatura, con impurezas de escoria, de menor resistencia que el bronce y que se corroe fácilmente. El hierro en estado líquido, el hierro colado, que se forma a mayores temperaturas, a los 1.536º C.35, no se conoce en Europa en épocas antigua y medieval, y su uso no se extendió hasta el siglo XV d.C., después de los contactos con China, donde era conocido desde el siglo IV a.C.

Para aumentar la dureza y la ductilidad de este hierro dulce se le trabaja en forja, en la que se realizan las operaciones mecánicas y químicas que permiten su manipulación, el martilleo, la carburación y el templado, que aumentan sus cualidades siderúrgicas y lo convierten en un metal más valioso que el bronce. Todas estas operaciones se realizan en caliente, en los hornos de forja, alimentados con carbón vegetal, a unas temperaturas que no suelen superar los 700-850º C.

Ya en la forja la esponja de hierro es limpiada mecánicamente por martilleo de la masa de escoria de horno, y el martilleo sirve así mismo para soldar las drusas de hierro metálico, que empaquetan finos hilos de fayalita y wüstita. Las escorias eliminadas por martilleo son las escorias de forja, muy semejantes a las escorias de horno, con 70-80% Fe, ricas en wüstita y con alguna formación de hierro metálico.

Por encima de la temperatura de recristalización (500º-550º C) se aumenta la calidad de los hierros. Además se pueden seccionar, ensanchar, estirar, curvar, torcer, y soldar para dar forma a los instrumentos. Todas estas operaciones mecánicas con el hierro desechan

35 H.G. BACHMANN, The identification of slag from archaeological sites, Institute of Archaeology, Occasional Publication, 6, London (1982).

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pequeños fragmentos de hierro dulce, que con el tiempo sufren un proceso contrario al de su formación por la oxidación, convirtiéndose en herrumbre que acaba remineralizándose. Estos restos de hierro remineralizados se conocen como “escorias de herrerías”, distintas de las escorias de sangrado y de horno, pues en ellas no aparece fayalita ni wüstita, sino fases de óxidos de hierro.

La carburación, el templado, el recocido, y el revenido mejoran después las cualidades de estos instrumentos. Con el trabajo en forja se consigue un hierro acerado, que contiene cierta cantidad de carbono, superior al hierro dulce. Con la carburación se disuelve el carbono en la superficie de los hierros. En la fragua se entierran los hierros en carbón al rojo vivo y parte del carbono pasa a éste, con lo que se mejora su dureza. En esta operación se puede incorporar hasta 0,3% de carbono al hierro. Con otros procedimientos y a mayores temperaturas, superiores a los 900º C, puede conseguirse un mayor grado de cementación del carbono en el hierro. En relación a la cantidad de carbono existen distintas clases de hierro: entre el 0,15 y 0,30% de carbono se considera como acero dulce; entre los 0,90 y 1,70% de carbono es hierro acerado (cast iron), más resistente, frágil y con punto de fusión más bajo que el hierro dulce; y con 0,2% a 0,3 % de carbono el hierro supera ya en resistencia al bronce. La mayor parte de los hierros antiguos son simplemente martillados en caliente en el yunque, con bajas tasas de carbono, el que se cementa superficialmente en el horno de forja. Los hierros con porcentajes regulares de carbono se conocen ya desde época prerromana.

El templado consiste en el calentamiento rápido del metal para fisurar su estructura y sumergirlo en agua para detener la temperatura. Recalentando a más baja temperatura la pieza se disminuye su dureza, pero se aumentaba su ductibilidad.

La cantidad de carbono aumenta también con la temperatura de formación del hierro. A los 910º C el hierro se denomina alfa y la cantidad de carbono es reducida, entre los 910º C y los 1392º C el hierro es gamma y la cantidad de carbono puede alcanzar el 2 por ciento, y desde los 1536º C el hierro se clasifica como delta, en el que la tasa de carbono puede llegar a los 6,67%. En estas combinaciones puede formarse ferrita, el hierro dulce con poco carbono, austenita, con porcentaje de carbono en torno al 2%, y cementita, a partir del 5,67%36.

La formación de austerita y cementita se puede conseguir también químicamente, introduciendo el hierro en brasas de carbón y sal, que favorece la cementación del carbono en el hierro. Esto explica por qué muchas herrerías antiguas se encuentran en asentamientos costeros, donde era fácil el aprovisionamiento de sal, cuyo uso para la cementación de carbono en los hierros se conoce ya desde época romana. Recociendo el hierro templado hasta la temperatura de formación de la austenita y enfriando rápidamente se forma la martensita, que hace al metal más duro. Con el revenido, calentando el hierro templado hasta los 600º C y enfriándolo lentamente se evita que el metal sea quebradizo.

El mineral empleado en las herrerías de Algeciras es magnetita, uno de los minerales con mejores rendimientos en la producción de hierro, preferido ya desde época romana para la producción siderúrgica, como conocemos por las instalaciones y talleres de Munigua, que

36 J. ARRAIZ BARREIRO, Fabricación de hierro, aceros y fundiciones, Bilbao (1978).

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explotan en épocas romana e islámica las magnetitas del skarn de la zona de El Pedroso (Sevilla)37. El lugar más cercano donde se encuentra el mineral de hierro que llegaba a la herrería de Algeciras se sitúa en las minas de la zona de Marbella, destacando por su producción la Mina del Peñoncillo, localizada a los pies de Peña Blanca. Precisamente, en las inmediaciones de estas minas se localiza un recinto fortificado de época califal, Cerro Torrón38, en el que se han localizado fragmentos de magnetita y escorias de hierro. Los puertos de vecinas medinas costeras de Marbala y Estebuna pudieron ser los lugares desde los que se distribuían estos minerales. Otras zonas con mineralizaciones de magnetita, las minas de Navalazaro (El Pedroso, Sevilla) y minas de Cala (Cala, Huelva) se encuentran mucho más alejadas39.

Las minas de hierro de Málaga alcanzaron renombre en el siglo XIX, y Marbella fue la cabecera de este distrito minero, convirtiéndola en el principal centro siderúrgico español a mediados del siglo XIX. En estos momentos el 72% del hierro producido en España salía de las fábricas siderúrgicas de Marbella y Málaga40.

Las minas de hierro estaban gestionadas por dos empresas, una llamada Constancia, cuyo principal accionista era Manuel Agustín de Heredia, y El Angel, que comenzaron el tratamiento de los minerales de hierro del criadero de Peñoncillo. Otros minerales de hierro de menor calidad (hierros pardos, limonitas) llegaban desde las minas Isabel II, Marte, Esperanza, y Margarita, situadas en la Sierra de Mijas, en el camino entre Mijas y Benalmadena41.

La minería de hierro en la zona había comenzado en 1825, momento en el que se registró la Ferrería de La Concepción, que explotaba los minerales por el sistema de cielo abierto. El mineral de hierro era magnetita, que se presentaba en capas en las rocas calizas, con una riqueza de peróxido de hierro de entorno al 97,50 % Fe. La abundancia de mineral hacia que del arranque se encargaran cuatro o cinco mineros, que abastecían de mineral a los altos hornos. La primera fundición de minerales se estableció en el Río Verde en 1826, donde se beneficiaba el mineral “a la catalana”, pero posteriormente los hornos se alimentaron con aire de una máquina de émbolos accionada por el agua del río mediante una noria. Desde la mina el mineral era transportado a la fundición a lomos de bestias. En Río Verde se establecieron en este primer momento dos fábricas con seis altos hornos, Concepción para

37 TH. G. SCHATTNER, G. OVEJERO, y J. A. PÉREZ, “Avances sobre la producción metalúrgica en Munigua”, Habis, 36 (2005), 253-276.

38 I. NAVARRO, S. BRAVO, J. SUÁREZ y L. FERNÁNDEZ, “Turrus Jusayn y Munt Nis: una propuesta de identificación para dos fortificaciones hafsuníes en la costa occidental malagueña”, Actas del I Congreso Internacional: Fortificaciones en al-Andalus”, Algeciras (1998), 433-440.

39 Estos minerales en E Carvajal y Acuña, Criaderos de hierro en España, Memorias del Instituto Geológico y Minero, VI, Madrid (1944).

40 J. NADAL, El fracaso de la Revolución Industrial en España, 1814-1913, Barcelona (1972), 167-177.41 Sobre estas primeras fundiciones: F. SALES GARCÍA, “Sobre las minas de fundición de hierro de Marbella”,

Anales de Minas, II (1841), 347-358; J. ARCINEGA, “Efecto del martillo de francés y del fuelle de pistón en la ferrería de La Constancia junto a Marbella”, Anales de Minas, II (1841), 406-412; A. DE LINERA, “Reseña geognóstica y minera de la provincia de Málaga”, Revista Minera, II (1851), 161 ss y 193 ss.; e I. GOYANES, “Descripción razonada del procedimiento que se sigue para el afino del hierro colado por el método inglés en la herrería de Marbella”, Revista Minera, II (1851), 359-394.

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la producción de hierro colado y El Ángel para el afinado. La herrería de La Concepción mantuvo su producción hasta 1880 y El Ángel se subastó en 188342.

En 1834 la empresa Constancia estableció otra fundición en Málaga para el afinamiento del hierro. Esta fundición, denominada también Constancia, estaba situada en la playa del Carmen, a donde era conducido el hierro colado desde Marbella por mar. A partir de este momento la producción de hierro abarcaba dos etapas, la fundición en altos hornos en Río Verde para la producción de hierro colado, y la afinación en Málaga para moldeo, forja y recalentado. Es interesante destacar que de 7.744 libras de mineral y 9.013 libras de carbón vegetal podían obtenerse 4.437 libras de hierro colado. Para la reducción del hierro colado en dulce existían en la fábrica de Málaga siete afinerías de hornos de reverbero, y el hierro dulce se forjaba después en martinete y en cilindros forjadores.

En 1868 se produjo la venta de estas fundiciones a Guillermo Malcolm43, quien a su vez las vendió en 1872 a la sociedad británica The Marbella Iron Ore Company and Limited, que finalmente suspendería la explotación en 1893 por la gran cantidad de stocks acumulados44.

Estos minerales ya fueron minados probablemente desde época prerromana, y pueden explicar las herrerías protohistóricas de las factorías malagueñas de Toscanos y Morro de Mezquitilla45. La aparición de tenazas en las monedas romanas de Malaca es también una evidencia de la continuidad de la producción de hierro46, pues las tenazas son útiles que representan las fraguas y forjas. La continuidad de esta minería de los yacimientos de hierro en época islámica está constatada por los escoriales que se encuentran en algunas fortificaciones próximas a las minas, como la mencionada Cerro Torrón. La minería de estos yacimientos en época emiral no es una sorpresa, y aunque no dispongamos todavía de estudios arqueológicos de estas minas, los restos de funciones desde época protohistórica avalan la importancia que tuvieron en la producción de hierro.

Durante la época de explotación contemporánea todavía se veían algunas labores antiguas, “de tiempos de moros”, y por ello a los mineros que se aventuraban a sacar el mineral se les conocía en los pueblos vecinos como “Moros”. El sistema de trabajo debería ser parecido al practicado a lo largo del siglo XIX, una minería sin planificación dada la abundancia de

42 C. GARCÍA MONTORO, “Fundación de las ferrerías La Concepción y El Ángel”, Anuario de Historia Moderna y Contemporánea, 4 (1972), 285-293.

43 J. BERNAL GUTIÉRREZ, “Proceso inicial de la colonización británica de las minas de Marbella. Fase previa a The Marbella Iron Ore Company and Limited”, Actas del III Congreso de Historia de Andalucía. Andalucía Contemporá-nea, Córdoba (2003), 7-17.

44 J. BERNAL GUTIÉRREZ, “La interrelación demografía-economía en la Marbella del sexenio democrático”, Baetica, 22 (2000), 453-482.

45 I. KEESMANN y H. G. NIEMEYER, “Un centro primitivo de elaboración de hierro en la factoría fenicia de Toscanos” Minería y Metalurgia en las antiguas civilizaciones mediterráneas y europeas, I, Madrid (1989), 99-108; I. KEES-MANN y B. HELLERMANN, “Mineragische und chemische unterchungen an schlacken von Morro Mezquitilla”, Madrider Mitteilungen, 30 (1989), 92-117; y H. SCHUBART, “La forja fenicia de hierro en el Morro de Mezquitilla”, La cerámica fenicia en Occidente (Alicante, 1999), 241-256

46 Mª PAZ GARCÍA BELLIDO, “La relación económica entre la minería y la moneda púnicas en Iberia”, Los Cartagineses y la monetización del Mediterráneo Occidental, Anejos de Archivo Español de Arqueología, XXII (2000), 127-144.

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mineral, sin establecimientos permanentes, que se destinaría a la venta de mineral en bruto para su tratamiento en otros lugares. La calidad de estos minerales hizo que su comercio se extendiera a establecimientos relativamente alejados, como Algeciras.

La presencia de nódulos de magnetita en Algeciras indica así que hasta aquí el mineral bruto. Dentro de los registros metalúrgicos estudiados no abundan las escorias de sangrado, aquellas que se desechan en el primer paso de la metalurgia del hierro, con lo que puede pensarse que la reducción del mineral no se llevaba a cabo en las mismas herrerías, sino en los alrededores o en lugares cercanos, donde deben existir estos depósitos de escorias.

No ha aparecido ningún fragmento de pared de horno, pero los fragmentos de escorias de sangrado señala el uso de hornos con hoyos delanteros de sangrado47, utilizados ya desde época romana en las metalurgias del cobre y plomo-plata.

La preponderancia de escorias de horno y escorias de forja, las que se producen por el tratamiento de la esponja de hierro, indica que a estas fraguas llegaba la mata de hierro para su tratamiento con martillo, para su templado y carburación, y la elaboración de instrumentos. Desde el punto de vista metalúrgico son de destacar las proporciones de carbono y cloro, ya que ambos elementos pueden estar relacionados debido al uso de la sal (cloruro sódico) en el proceso de cementación del carbono. Las proporciones de cloro son constantes en las muestras, mientras que el índice de carbono en las escorias de forja ronda el 1,8 % C (6,5% C O

2) y es más alto en la herrumbre de la muestra 7, un 2,90% C (10,6% C O

2), un

hierro de calidad que puede ser considerado como hierro duro48. La presencia de cloro en la escoria podría indicar asimismo que se incorpora sal en el proceso de reducción, para poder retener mayor cantidad de carbono, y como paralelos de este proceso de la sal encontramos también en las escorias islámicas de Munigua formaciones de cloruro sódico en la esponja de hierro. En este sentido, resulta sintomático que muchos de los centros productores de hierro conocidos en épocas romana y medieval se encuentren la costa, donde llegan los minerales desde las zonas mineras, quizás porque en esos lugares el aprovisionamiento de sal permitía la consecución de hierros de calidad. Aunque bajo nuestro punto de vista existen además otras razones que pueden explicar la existencia de estas herrerías costeras alejadas de las zonas mineras, no puede descartarse totalmente que la necesidad de abastecimiento de sal influyera también en estas localizaciones.

conclusiones

La existencia de estas herrerías en Algeciras puede tener otra explicación, las necesidades de hierro en las atarazanas, ya que en los asentamientos costeros las herrerías se relacionan con la construcción naval y la carpintería de ribera. A esta actividad pudo estar dedicada la herrería situada en la Calle Cánovas del Castillo 4-8, la más cercana a la línea de costa y a la posible ubicación de los astilleros, como veremos a continuación.

47 Sobre los tipos de hornos R. PLEINER, Iron in Archaeology. The European Bloomeries Smelters, Praga (2000).48 Sobre los procesos de la cementación de carbono en las fraguas P. T. CRADDOCK, Early mining and metal

production, Edinbourgh (1995), 234-275.

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El hierro era un elemento imprescindible para poder armar la carpintería de ribera, hasta tal punto que cuando había escasez de hierro significaba la paralización de los astilleros. El hierro era empleado ya desde esta época para la confección de las anclas cruciformes que sustituyeron a los viejos cepos de plomo a lo largo del siglo II d.C., y en algunos hallazgos en pecios bizantinos llegan a pesar hasta 78,75 kg49, lo que da idea de la cantidad de hierro necesario para armar un barco.

Aunque algunas fuentes árabes señalan la construcción de las atarazanas50 de Algeciras en época califal51, existen dos fuentes que mencionan un astillero a mediados del siglo VIII, fecha que no cuadra con la política edilicia islámica del momento52. A ellas se refieren al-Idrisi53, al-Himyari54, Ibn Idari55 y Abd Allah56, mientras Ibn Hayyan sólo menciona la construcción de barcos en el territorio yazirí57. Una de las descripciones más completas es la de al-Himyari, “… Había en Algeciras un astillero de construcciones navales, que fue edificado para sus flotas por el emir de los creyentes Abd al-Rahman III b. Muhammad: lo hizo construir sólidamente y rodear de muros elevados; después, cuando se produjo el período de disturbios (desde principios del siglo XI), los príncipes independientes de Algeciras hicieron de este dar sina‛a (astilleros) un alcázar…..Algeciras posee un muro de piedra trabajada con hormigón de cal. Tiene tres puertos y un astillero de construcciones navales, situado en el interior de la aglomeración. Sobre los bordes de su río, el Wadi l-asal, hay jardines y huertos. En Algeciras se construyen barcos, y se realiza comercio de exportación e importación….”.

La construcción de las atarazanas de Algeciras está relacionada con la importante aceifa del año 914 sobre los territorios controlados por Ibn Hafsun, en la que atacó Belda, Turrus, Santipitar, Olías, etc., hasta llegar a Algeciras, en la que ordenó quemar los barcos anclados en el puerto al tener noticias de que servían para las comunicaciones de hafsuníes y fatimíes. Algeciras era una pieza clave para conseguir el aislamiento de los rebeldes hafsuníes, para lo cual envío naves a Algeciras para impedir que llegaran suministros y apoyos a los rebeldes

49 F. VAN DOORNINCK, “The Yassi Ada Byzantine Shipwrecks”, Barbarian seas. Late Roma to Islam, Encyclopae-dia of Underwater Archaeology, 4, London (2004), 48-53.

50 Sobre las atarazanas andalusíes L TORRES BALBAS, “Atarazanas hispano-musulmanas”, Al-Andalus, XI (1946), 175-209.

51 Según al-Himyari, cf. Mª P. MAESTRO GONZÁLEZ, Kitab ar-Rawd al-Mitar, Valencia (1963), Colección Textos Medievales, 10, 152-158.

52 De ahí que algunos autores hayan especulado con la existencia de un posible arsenal romano-bizantino previo a la edificación omeya (A. TORREMOCHA, Algeciras entre la Cristiandad y el Islam, Algeciras (1994), 258), que sería al que se alude tanto en el Fath al-Andalus (M. PENELAS, La Conquista de al-Andalus, Madrid (2002), Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Fuentes Arábico-Hispanas, 28), como en un texto de Ibn al-Qutiyya (J. Ribera,Trad.), His-toria de la Conquista de España de Abenalcotía el Cordobés, Madrid (1926), Real Academia de la Historia (Obras arábigas de Historia y Geografía, II, 11-12) donde se menciona la existencia de unas atarazanas en Algeciras, al relatar un hecho sucedido en la expedición de Baly (741).

53 E. SAAVEDRA, A. BLÁZQUEZ, y A. UBIETO (1988). Idrisí. Geografía de España, Zaragoza (1988), Anubar ediciones, Colección Textos Medievales 37, 165-166.

54 Mª P. MAESTRO GONZÁLEZ, Kitab ar-Rawd al-Mitar…….55 F. MAILLO SALGADO, La caída del Califato de Córdoba y los Reyes de Taifas. Salamanca (1993).56 E. LÉVI-PROVENÇAL y E. GARCÍA GÓMEZ, El siglo XI en primera persona. Las “Memorias” de Abd Allah,

último rey Zirí de Granada, destronado por los almorávides (1090), Madrid (1995), 152-158.57 E. GARCÍA GÓMEZ, El Califato de Córdoba en el “Muatabis” de Ibn Hayyan. Anales palatinos del califa de Cór-

doba al-Hakam II, por `Isa Ibn Ahmad al-razi (360-364H.=971-975 J.C.), Madrid (1967), 129-130.

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desde el Norte de África. La construcción de las atarazanas este mismo año sería un primer paso para el desarrollo de su política africana con la ayuda de grupos Zanata y Miknasa contra el poder shiita de los fatimíes, lo que le permitió el control de Ceuta, la victoriosa campaña naval de 936 y la toma de Tánger en 951, lo que no impediría sin embargo el ataque fatimí del año 955 a Almería. En esta misma política de dominio marítimo se inscriben la construcción de otros arsenales en Pechina y Tortosa58.

Actualmente, existen dos hipótesis sobre la localización de este edificio de las atarazanas, pero ambas lo emplazan en el mismo entorno, la zona norte de la desembocadura del río de la Miel (figura 7), que por cuestiones topográficas es la más idónea para el establecimiento de esta instalación portuaria, pues es el único lugar cercano al cauce del río y a la línea que en la Edad Media podría estar a nivel del mar59.

La primera hipótesis relacionaba una antigua puerta de arco de medio punto situada en la playa, hoy día desaparecida, con la puerta del arsenal60 (figura 7, B). De ser así, la herrería de la calle Cánovas estaría a pocos metros de la edificación (figura 7, A)61. La segunda se formuló sobre la base de la interpretación de una edificación de grandes dimensiones que la cartografía militar del siglo XVIII dibujaba al interior de la muralla bajomedieval62. Una intervención arqueológica realizada recientemente en las inmediaciones, en la Avenida de la Marina esquina con Segismundo Moret63, ha exhumado los restos de la cimentación de una muralla, una torre y un pilar construidos con sillares con unas dimensiones y aparejo similar al de las edificaciones del califato, y se ha interpretado como pertenecientes al arsenal64. Aunque los datos no son concluyentes65, ya que los elementos exhumados podrían también pertenecer a una ampliación o refacción de la muralla urbana que existía desde el emirato66, nos inclinamos también por esta interpretación, ya que según los datos de que disponemos hoy la ciudad califal se encontraba más hacia el Norte67. Sea como fuere, las herrerías de la calle Cánovas se emplazan en un lugar cercano a este entorno portuario.

58 J. LIROLA, El poder naval de al-Andalus en la época del Califato omeya, Granada (1993).59 R. JIMÉNEZ-CAMINO y J. M. TOMASSETTI, “Allende el río… 60 A. TORREMOCHA, Algeciras entre la Cristiandad y el Islam….., 110-112.61 Aunque algunos de nosotros hayamos planteado la correspondencia de esta puerta con un acceso terrestre a la

ciudad desde la playa, denominada por las fuentes “Puerta del Mar”, véase R. JIMÉNEZ-CAMINO y J. M. TOMAS-SETTI, “Allende el río… , 21.

62 R. JIMÉNEZ-CAMINO y J. M. TOMASSETTI, “Allende el río… , 30.63 S. BRAVO JIMÉNEZ, Informe sobre los trabajos efectuados en relación a la actividad arqueológica preventiva en la

Avenida de la Marina ….. Agradecemos a su autor los comentarios sobre el contexto del descubrimiento y las facilidades para la consulta de la memoria de su excavación. Los restos se hallan una manzana al Este de lo planteado a partir del análisis cartográfico citado.

64 Recordemos que según los comentarios de al-Himyari éste se hallaba fortificado.65 Aparte de lo escueto de los elementos conservados de la edificación, no han quedado tampoco restos en su interior

que permitan asegurar su funcionalidad. No ayuda la datación de los mismos, situada estratigráficamente entre los siglos V y XIII, cf. S. BRAVO JIMÉNEZ, Informe sobre los trabajos efectuados en relación a la actividad arqueológica preventiva en la Avenida de la Marina ….

66 A. TORREMOCHA, I. NAVARRO y J.B. SALADO, op.cit., pág. 49.67 Las excavaciones realizadas alrededor del solar de la Avenida de la Marina comienzan su secuencia urbana a partir

de época bajomedieval, véase R. JIMÉNEZ-CAMINO y J.M. TOMASSETTI GUERRA, Carta Arqueológica de Alge-ciras, 2005 (Inédito). La excavación más cercana, en C/ Huertas 11-13, con estructuras del período califal se encuentra muy alejada de este solar.

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Figura 7. Plano con los hallazgos califales y la ubicación hipotética de las atarazanas. Las curvas de nivel, la línea de costa y el cauce del río de la Miel (actualmente soterrado) se han restituido a partir de un plano de la ciudad de Algeciras publicado en 1926 en Spanische Städte, Hamburgo. A: Intervención arqueológica de la calle Cánovas, 4-6 y Santa María; B: Ubicación de las atarazanas a partir de la puerta denominada “Ojo del Muelle”; C: Restos califales de la Avenida de la Marina (¿atarazanas?).

Estas herrerías costeras son una constante desde tiempos protohistóricos, a partir del comienzo del uso del hierro en la Península Ibérica, y es posible que esta proliferación de fábricas siderúrgicas se relacione con la construcción de barcos, como conocemos con seguridad documental en época medieval. Ya hemos señalado los casos de Morro de Mezquitilla y Toscanos en la costa malagueña, en las que no cabe pensar, dada la inexistencia de grandes

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escoriales, en producción de hierro con destino al comercio, sino en una pequeña industria relacionada con las actividades pesqueras de esos asentamientos. En otros asentamientos costeros de la época también existen indicios de estas herrerías en conexión con la carpintería de ribera, como sucede en Huelva, donde han aparecido matas de hierro en conexión con elementos que delatan la construcción de barcos68. Las herrerías del siglo V a.C. excavadas en la Plaza de Santa María de Cádiz nos señalan otro paralelo69, que encuentra reflejo también en Carteia, base militar (nauale praesidium) durante la guerra entre César y los hijos de Pompeyo70, donde también han aparecido escorias de herrerías71.

Desde época romana, Iulia Traducta desarrollaba, como otros asentamientos del Estrecho, una pujante economía basada en las pesquerías y en las industrias de salazón72, y a estas industrias debería acompañar la carpintería de ribera. En otras cetariae del Golfo de Cádiz también se han encontrado herrerías asociadas a estos poblados de pescadores, como la de El Terrón en Lepe (Huelva), lo que indica que la aparición de escorias de fragua en estos asentamientos debe ser un hecho muy generalizado cuando había carpintería de ribera73. Esta actividad se incrementaría a lo largo del s. V y principios del s. VI d.C., en los que se ha detectado un importante comercio marítimo con el Norte de África y con Oriente, y en una ciudad con este volumen de tráfico marítimo era necesaria la existencia de fábricas de construcción y reparación de barcos, como los proporcionados después por el conde Julián, señor de Ceuta y de Algeciras, a Tariq para el traslado de las tropas beréberes a al-Andalus74.

En los asentamientos islámicos costeros las fuentes documentales árabes relacionan estas herrerías con las atarazanas. Entre ellos el ejemplo más destacado es el de Saltés (Huelva), donde existen extensos mantos de escorias de hierro75 y de la que Al-Idrīsī nos comenta en el siglo XII que “.. alli se trabaja el hierro, tarea que se rechaza a menudo porque es muy penosa pero que es habitual en los puertos y en los lugares donde fondean grandes y pesados barcos de transporte…”76.

68 F. GONZÁLES, L. SERRANO y J. LLOMPART, El emporio fenicio precolonial de Huelva (ca. 900-770 a.C.), Madrid (2004), lámina LXIII, 22, y Lámina LXVI, 23 a 25.

69 G. DE FRUTOS y A. MUÑOZ, “La incidencia antrópica del poblamiento fenicio-púnico desde Cádiz a Sancti Petri”, Gadir-Gades. Nueva perspectiva interdisciplinar, Cádiz (2004), 9-69.

70 L ROLDÁN, M. BENDALA, J. BLÁNQUEZ, y S. MARTÍNEZ, Carteia, Madrid (1998), 39.71 Información de Juan Blánquez Pérez, a quien agradecemos esta noticia.72 D. BERNAL, R. JIMÉNEZ-CAMINO, L. LORENZO, A. TORREMOCHA, y J. A. EXPÓSITO, “Las facto-

rías de salazones de Traducta. Espectaculares hallazgos arqueológicos en la c/ San Nicolás 3-5 de Algeciras”, Almoraima, 29 (2003), 163-184.

73 J. M. CAMPOS, J.A. PÉREZ, y N. DE LA O VIDAL, Las cetariae del litoral onubense en época romana, Huelva (1999), 167.

74 A. TORREMOCHA y D. BERNAL, “Algeciras Andalusí (Siglos VIII-XIV)”, Algeciras Andalusí (Siglos VIII-XIV). Catálogo de la Exposición, Cádiz (2003), 6-28.

75 La ciudad de Saltés y sus fundiciones de hierro en: A. BAZZANA y N. TRAUTH, “L’Île de Saltés (Huelva): une ville islamique, centre d’une métallurgie de concentration au Moyen Âge”, Académie des Inscriptions et Belles-Lettres, Comptes Rendus de seances de l’anné 1997, Paris (1997), 47-74; y N. TRAUTH, “Les produits métallurgiques du site médiévale de Saltés (Huelva-Andalusie), Archéologie Islamique, 6 (1977), 77-88.

76 F. ROLDÁN CASTRO, “Textos árabes haciendo referencia a Saltés”, Excavaciones en la Isla de Saltés (Huelva), 1988-2001 (A. Bazzana y J. Bedia, Dirs), Sevilla (2005), 381.

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rafael Jiménez-camino Álvarez, José suÁrez Padilla, José m. TomasseTTi guerra, J. aurelio Pérez macías

En época bajo-medieval cristiana las fuentes también confirman la relación de herrerías con las construcciones de barcos. En el reinado de Alfonso X existen documentos que avalan las necesidades en el abastecimiento de hierro para las atarazanas. Con este rey la elaboración de ciertas manufacturas eran propiedad de la corona, que tenía además otros monopolios, como las Atarazanas y la Casa de la Moneda. La fundación de las Reales Atarazanas en Sevilla trajo consigo que la corona precisara grandes cantidades de hierro para el abastecimiento de esta construcción naval, en la que el hierro era imprescindible tanto para la construcción de los barcos como para el transporte de la carga. La mayor parte del hierro era utilizado como clavazón con la que soldar las cuadernas y protección del carenado, y por ello se creó la Herrería Real, que fabricaría clavos en régimen de monopolio hasta el siglo XV77.

En época moderna la documentación sobre los astilleros es más abundante, y en ellos las herrerías y fraguas eran instalaciones indispensables, pues solía emplearse gran cantidad de ferralla y clavazón, tanto en la construcción de los barcos, como en el aparejo y en los elementos de montonería y poleamen (clavos, pernos de cadena para las velas, etc.). Las fraguas servían para la fabricación de herramientas y para la reparación de los objetos78. Los estudios realizados sobre la armada de la Carrera de Indias nos detallan las cantidades de hierro que eran precisas para el pertrecho de los barcos. El hierro se utilizaba como clavazón, en la elaboración de pipería (tonelería para agua y vino), anclas, y en plancha y barras para otros utensilios de las embarcaciones. La clavazón tenía una amplia tipología para las distintas partes del barco (costado, escora, esteperoles, etc.). Cada tonel requería 13,8 kilos de hierro para los diez aros que aferraban las duelas de madera, y los 3000 toneles que se embarcaban en cada viaje exigían una cifra de 41.400 kilos de hierro. El mantenimiento de esta armada requería grandes cantidades de hierro, y Cádiz y Sevilla se convirtieron en los principales centros consumidores de este metal con destino a las industrias navales. Los centros siderúrgicos se encontraban en Cantabria y País Vasco, donde se concentraba la mayor parte de la industria naval y la factoría de artillería de hierro, pero había graves problemas de abastecimiento. Se ha calculado que cada galeón consumía en cada viaje 180 quintales (8.230 kilos) de clavazón y 50 quintales (2.300 kilos) de hierro en plancha, a lo que debería sumarse el hierro que se utilizaba en más de un viaje (anclas, pipería, etc.). Era tal la demanda de hierro que hubo graves problemas de abastecimiento, especialmente críticos en el momento de pertrechar a la Gran Armada en su proyecto de invasión de Inglaterra, cuyos despachos no hallaban los toneles necesarios para la flota. De este desabastecimiento de hierro sacarían ventaja algunos comerciantes, que utilizando hierro navarro fabricaban toneles de menor capacidad a más bajo precio79.

En resumen, la herrería de la calle Canóvas del Castillo podría estar en relación con la construcción naval. Esta industria se habría desarrollado ya desde época romana en conexión

77 Sobre las Atarazanas y la Herrería Real A. BALLESTEROS BARETTA, Sevilla en el siglo XIII, Madrid (1913) y M. A. LADERO QUESADA, Historia de Sevilla, II. La ciudad medieval, Sevilla (1976).

78 M. CISNEROS, R. PALACIO, y J. M. CASTANEDO, El astillero de Colindres (Cantabria) en la época de los Austrias menores. Arqueología y construcción naval, Santander (1997), 144.

79 Esta industria naval y su abastecimiento en F. SERRANO MANGAS, Armadas y Flotas de la Plata 1620-1648, Madrid (1989). Del mismo autor Los galeones de la Carrera de Indias 1650-1700, Sevilla (1985).

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con las industrias de pesquerías y con el tráfico marítimo con el Norte de África, y es posible que la pericia de los carpinteros de ribera de Algeciras fuera uno de los factores que influyeran en la elección de esta ciudad para la ubicación de las atarazanas. Sólo cuando en 1344 la ciudad de Algeciras cayó en manos castellanas fue preciso a los meriníes construir unas nuevas atarazanas en Gibraltar, que era la única fortaleza musulmana en el ámbito del Extrecho80.

Pero la herrería de la calle de San Antonio, situada en la parte alta de la madīna nos informa también que la producción de hierro en Algeciras pudo tener otros destinos. Es muy posible que el mineral procedente de la minas de Marbella fuera aprovechada también para la producción de hierros que podían comercializarse fácilmente tanto al Magreb como en Andalucía Oriental. Si tenemos en cuenta las herrerías andalusíes conocidas, estos minerales de altas cualidades siderúrgicas sólo se encontraban en las sierras de Huelva (Cala) y Sevilla (El Pedroso), en las que se conoce su explotación a lo largo de todo el período islámico, mientras en Andalucía Oriental estos minerales sólo se presentan en las minas de Marbella. Canalizando el mineral procedente de Marbella, Algeciras pudo desarrollar una importante industria siderúrgica para abastecimiento doméstico y militar, que sería comercializado a ambos lados del Estrecho.

Sin embargo, resulta problemático poder determinar las capacidad productivas de estas herrerías de Algeciras, pues el desconocimiento de la envergadura de los escoriales de sangrado, donde se acumulaban los desechos de las fundiciones de los minerales, impide realizar cálculos de tonelajes y aproximaciones a la cantidad de hierro producido. A pesar de ello, los materiales metalúrgicos y mineralúrgicos (magnetita, escoria de sangrado y escoria de forja) de estas herrerías si permiten asegurar que el mineral llegaba en bruto hasta ellas para su reducción y forja.

Por tanto, los sistemas de extracción del momento no incluían una minería organizada que diera lugar a asentamientos mineros. El mineral se sacaba sin ningún tipo de organización administrativa ni régimen de monopolio, como sabemos que era el sistema también a lo largo de la primera mitad del siglo XIX, y serán algunos centros urbanos, como Algeciras, donde se concentraba el artesanado más especializado, los que se encarguen de la producción metalúrgica en todas sus fases.

Estas excavaciones en las Calles San Antonio y Cánovas del Castillo en Algeciras, vienen a demostrar que ante los parcos datos de las fuentes árabes sobre la minería y metalurgia en al-Andalus81, el registro arqueológico puede ir enriqueciendo el panorama histórico de la sociedad andalusí y sus modos de producción, incluso antes de la centralización califal, como sucede también en las explotaciones de las magnetitas de la zona de Aroche (Huelva), que permitieron la especialización del asentamiento emiral/califal de Llano de la Torre en la metalurgia del hierro82.

80 F. PIÑATEL, Mª I. GÓMEZ, F. GILES, y C. FINLAYSON, “Las atarazanas medievales de Gibraltar”, Almorai-ma, 25 (2001), 221-238.

81 J. VALLVE BERMEJO, “ La industria en al-Andalus”, Al-Qantara 1 (1980), 209-241.82 J. A. PÉREZ MACÍAS, “Población y explotación en el suroeste de al-Andalus”, Paisaje y Naturaleza en al-Andalus,

Granada (2004), 269-290.