18
antropología funcionalista y colonialismo: un análisis de su relación Author(s): héctor tejera gaona Source: Boletín de Antropología Americana, No. 11 (julio 1985), pp. 79-95 Published by: Pan American Institute of Geography and History Stable URL: http://www.jstor.org/stable/40977095 . Accessed: 31/07/2013 13:14 Your use of the JSTOR archive indicates your acceptance of the Terms & Conditions of Use, available at . http://www.jstor.org/page/info/about/policies/terms.jsp . JSTOR is a not-for-profit service that helps scholars, researchers, and students discover, use, and build upon a wide range of content in a trusted digital archive. We use information technology and tools to increase productivity and facilitate new forms of scholarship. For more information about JSTOR, please contact [email protected]. . Pan American Institute of Geography and History is collaborating with JSTOR to digitize, preserve and extend access to Boletín de Antropología Americana. http://www.jstor.org This content downloaded from 132.248.9.8 on Wed, 31 Jul 2013 13:14:41 PM All use subject to JSTOR Terms and Conditions

Hector Tejera - Antropologia Funcionalista y Colonialismo

Embed Size (px)

Citation preview

Page 1: Hector Tejera - Antropologia Funcionalista y Colonialismo

antropología funcionalista y colonialismo: un análisis de su relaciónAuthor(s): héctor tejera gaonaSource: Boletín de Antropología Americana, No. 11 (julio 1985), pp. 79-95Published by: Pan American Institute of Geography and HistoryStable URL: http://www.jstor.org/stable/40977095 .

Accessed: 31/07/2013 13:14

Your use of the JSTOR archive indicates your acceptance of the Terms & Conditions of Use, available at .http://www.jstor.org/page/info/about/policies/terms.jsp

.JSTOR is a not-for-profit service that helps scholars, researchers, and students discover, use, and build upon a wide range ofcontent in a trusted digital archive. We use information technology and tools to increase productivity and facilitate new formsof scholarship. For more information about JSTOR, please contact [email protected].

.

Pan American Institute of Geography and History is collaborating with JSTOR to digitize, preserve and extendaccess to Boletín de Antropología Americana.

http://www.jstor.org

This content downloaded from 132.248.9.8 on Wed, 31 Jul 2013 13:14:41 PMAll use subject to JSTOR Terms and Conditions

Page 2: Hector Tejera - Antropologia Funcionalista y Colonialismo

héctor tejera gaona*

antropología funcional ista y colonialismo: un análisis de

su relación*

Mucho se ha hablado de la vinculación entre la antropología funcionalista y el colonialismo. No obs- tante, consideramos que los estudios de dicha rela- ción, no han enfocado el problema en su compleji- dad. Por una parte, se ha afirmado la estrecha cola- boración de la antropología con la Indirect Rule1 y, por otro, se le ha rodeado de una aureola de neutra- lidad en relación al hecho colonial. Esta última posi- ción ha sido, generalmente, la asumida por los pro- pios antropólogos funcional istas. No obstante, el he- cho es que la antropología funcionalista, no estuvo tan directamente vinculada con el hecho colonial como algunos autores y críticos de su acción han pretendido, tanto a raíz de las diferencias de enfoque con que colonialismo y la antropología pretendieron enfrentar la práctica colonialista, como a las propias limitaciones teóricas de la disciplina para analizar a los grupos étnicos colonizados. Tampoco fue una disciplina ajena al colonialismo, ya que los antropó- logos intentaron insertar en su ámbito, considerán- dolo el espacio ideal para el financiamiento y el desarrollo de la investigación de campo. De esta manera, la relación entre antropología y colonialismo no debe de analizarse solamente desde una perspec- tiva a priori que efectivamente las vincule o que, por el contrario, afirme su separación. Es necesario, estu- diar las relaciones internas entre los elementos que

* Antropólogo Social. Investigador del Museo Nacional de las Cul- turas y profesor en la Escuela Nacional de Antropología e Historia. Actualmente elabora un estudio sobre la problemática étnico-na- cional en Africa.

** Este texto es resultado de la investigación que sobre la teoría funcionalista en la antropología ha realizado el autor, con la coordinación del Dr. Héctor Díaz-Polanco (CIESAS).

1 Por ejemplo, Gerard Ledere, Antropología y Colonialismo, Ed. del Sur, Colombia, 1975.

componen la complejidad del hecho colonial, para reconstruir los aspectos que muestren el papel de la antropología en el colonialismo.

Como veremos más adelante, la antropología fun- cionalista edificó una visión unilateral del hecho colonial al concentrar su análisis en la estructura social de los grupos étnicos dominados sin tomar en cuenta, o haciéndolo muy superficialmente, la acción de los agentes colonizadores sobre dichos grupos. La antropología presenta, por lo anterior, la imposibili- dad de comprender al colonialismo en toda su dimen- sión. Las causas de dicha imposibilidad, no solamente fueron producto de un intento conciente de soslayar el hecho colonial; las limitaciones teóricas de la corriente funcionalista y las propias características que presentaba el trabajo de campo de los antropólo- gos ingleses, jugaron un importante papel en su cons- trucción conceptual del hecho colonial.

Por lo que se refiere a la relación entre la antropo- logía funcionalista y la Indirect Rule -forma de go- bierno utilizada, generalmente, por los ingleses en sus colonias- encontramos que ésta no fue totalmente armónica y, por el contrario, la posición asumida por los antropólogos ante las necesidades y espectativas de la administración colonial, fue causa de constante conflicto. En este contexto las diferencias ideológicas entre los administradores y los antropólogos jugaron un importante papel para que la colaboración entre ambos no fuese tan estrecha como comúnmente se ha pretendido. Así, los aspectos teóricos e ideológicos de la antropología funcionalista, conjuntados con el enfrentamiento entre la administración colonial y los antropólogos adscritos a esta corriente, provocó una particular inserción de la antropología británica en el colonialismo.

En este texto, analizaremos la relación entre la

This content downloaded from 132.248.9.8 on Wed, 31 Jul 2013 13:14:41 PMAll use subject to JSTOR Terms and Conditions

Page 3: Hector Tejera - Antropologia Funcionalista y Colonialismo

80 BOLETÍN DE ANTROPOLOGIA AMERICANA • 11 JULIO 1985

antropología funcionalista y el colonialismo, to- mando en cuenta dos elementos además de los ante- riormente mencionados; en primer lugar, los procesos políticos y sociales que dieron lugar al empleo de la Indirect Rule en Africa y, en segundo lugar, las formas de explotación a que fueron sujetos los pueblos afri- canos bajo el dominio colonial. No nos detenemos en las acciones de cohersión violenta que fueron ejercidas'contra las étnicas que resistieron o se suble- varon al dominio colonial. A pesar de que la represión tuvo un papel muy importante en el mantenimiento de la hegemonía de los colonizadores, la Indirect Rule fue una legalidad que, impuesta no sin resisten- cia, logró regular las relaciones entre el gobierno colonial y las diferencias étnicas de Africa.

Nuestro estudio considera, fundamentalmente, al continente africano. Las razones de esto están relacio- nadas con el hecho mismo de la aplicación de las formas de "gobierno indirecto", así como a la concen- tración de los antropólogos funcional istas en este lugar.2 La antropología inglesa, a pesar de que Ingla- terra poseía colonias en otras partes del mundo, se dedicó casi exclusivamente a los sistemas sociales africanos denominados "tribales". La diversidad de zonas en que Inglaterra asentó sus reales en Africa, hace imposible analizar en su totalidad el fenómeno del colonialismo. De esta manera, las formas de Indirect Rule serán solamente estudiadas en dos terri- torios coloniales, representativos de esta forma de control colonial; por una parte Nigeria y, por otra, el territorio comprendido por Uganda, Ruanda y Burundi, unidos bajo un mismo protectorado por los británicos y que, actualmente, constituyen diferentes naciones.

Con anterioridad a la Conferencia de Berlín (1 884- 1885) promovida por el canciller alemán Bismark, con el propósito de que mediante los acuerdos del reparto de Africa, Francia aceptase con menor resis- tencia la pérdida de los territorios de Alsacia y Letó- nia, el proceso de colonización del continente afri- cano no había rebasado más allá del establecimiento de algunos puertos comerciales. En efecto, a excep- ción de la colonización Boér en Africa del Sur y de algunos misioneros y comerciantes que se habían aventurado al interior del continente, éste se mantenía parcialmente libre de la influencia europea. No obs- tante, a pesar de que territorialmente Africa no había sido afectada por la expansión europea, el comercio esclavista a partir del Siglo XV, había ya provocado violentos cambios económicos, sociales y demográ- ficos.

Los efectos del esclavismo en Africa pueden englo- barse en tres grandes rubros; en primer lugar, el continente fue objeto de un despojo de la fuerza de trabajo; en segundo lugar, algunas étnias substituye-

ron sus actividades cinegéticas y agrícolas de subsis- tencia por la práctica esclavista y; en tercer lugar, asistimos a la destrucción de la organización social y económica de los grupos que sufrieron de manera directa los efectos del esclavismo. Sobre el primer aspecto, podemos observar que los efectos demográ- ficos del esclavismo sobre Africa fueron impresionan- tes. En el período que abarca de 1650 a 1850, la población africana no presenta ningún incremento, manteniéndose "estable" en 100 millones. Por con- traste, en el mismo período, la población europea se incrementó de 100 a 274 millones.3 Por lo que se refiere a los cambios provocados en las actividades de subsistencia, si bien los pueblos árabes fueron quienes se dedicaron predominantemente a las incur- siones en busca de esclavos por el interior de Africa, grupos étnicos como los Ashanti de Costa de Oro y los Yoruba de la zona comprendida entre el Niger y el Océano Atlántico, encontraron en el esclavismo la posibilidad de intercambiar hombres por mercan- cías que no se conocían o que no eran producidas en Africa. Dicho negocio provocó cambios importan- tes en las actividades tradicionales de estos grupos. El caso de los Yoruba es un ejemplo representativo de una organización estatal cuyas bases sociales se desestructuran a causa de las actividades esclavistas. Pueblo dedicado fundamentalmente a la agricultura y al comercio, en el Siglo XVIII inicia el comercio esclavista, obteniendo su mercancía mediante incur- siones militares dentro y fuera del territorio de Yoruba. Muchos de los esclavos no eran vendidos, por el contrario, entraban a formar parte de la estructura social convirtiéndose en siervos dedicados a las labo- res agrícolas. No obstante, el alto costo de las cam- pañas militares obligó a los Yoruba a la venta de los siervos como esclavos, con el propósito de obtener los medios para continuar las expediciones militares y, a la vez, defenderse de aquellas de que eran objeto. Al socavar la propia base productiva agrícola de su reino, los Yoruba provocaron el derrumbe socioeco- nómico del mismo. Por lo que se refiere al tercer rubro, la destrucción social y económica de los gru- pos étnicos, es este efecto, el aspecto más generali- zado de las repercusiones del esclavismo en Africa.

El despojo de fuerza de trabajo del continente africano resultó contradictorio con el intento de algu- nos colonizadores por incrementar las actividades productivas y el comercio. En efecto, los esfuerzos de países como Inglaterra por aumentar la producción

2 Podemos encontrar que hasta la década de los cincuentas son pocos los antropólogos que realizan investigaciones en otros luga- res, con la excepción de Firth y de Leach; el primero realizó investigación en Malaya, mientras que el segundo, en Birmânia.

1 Walter Rodney sugiere que la cifra de esclavos extraídos a la población de Africa puede haber llegado a los 10'000,000 de seres humanos. No obstante el propio Rodney afirma que esta cifra puede haber sido mayor si tomamos en cuenta que el cómputo realizado se basa en los africanos llegados vivos a los distintos puntos en que eran utilizados. Además de ésto, se tendría que considerar la secuela misma de las expediciones en busca de esclavos que diezmaron a la población y a aquellos africanos que murieron en el camino a los centros de comercio. Walter Rodney, Como Europa subdesarrolló a Africa, Ed. Ciencias Sociales, La Habana, Cuba, 1981, pág. 104.

This content downloaded from 132.248.9.8 on Wed, 31 Jul 2013 13:14:41 PMAll use subject to JSTOR Terms and Conditions

Page 4: Hector Tejera - Antropologia Funcionalista y Colonialismo

TEJERA GAONA ANTROPOLOGIA FUNCIONALISTA Y COLONIALISMO: UN ANALISIS DE SU RELACIÓN 81

agrícola y el comercio de aceite de palma, hacían necesaria la existencia de una fuerza de trabajo dis- ponible para ser empleada en dichas actividades, existencia que el esclavismo impedía. El ejemplo de Costa de Oro es significativo ya que en esta zona se muestran los efectos limitantes del esclavismo, aún en las actividades productivas desarrolladas por los colonizadores, en este caso, en la rama minera, a causa del despojo y rapto de fuerza de trabajo a que frecuentemente eran sometidas las minas auríferas de la zona. Al descubrirse los yacimientos brasileños, cuyos propietarios comerciaban el metal a cambio de esclavos, el esclavismo en Costa de Oro cobró auge, llegando a suministrar una cantidad de africa- nos que oscilaban entre los 5,000 y 6,000 hombres al año.4

El incremento de las actividades comerciales, fue otro de los elementos que repercutieron en la socie- dad africana teniendo como consecuencia, tanto la eliminación y desplazamiento de los productos africa- nos, como la expansión de cultivos propiamente comerciales en detrimento de aquellos utilizados para la subsistencia. La exportación de algodón por parte de Africa y la compra de telas manufacturadas a Europa, muestra la dinámica de las relaciones que se consolidaron entre los dos continentes. Al igual que el esclavismo, el mercado fue también un factor de desplazamiento de las actividades económicas tradicionales; por ejemplo, el comercio de marfil tuvo como efecto que las actividades ganaderas y agrícolas fueran sustituidas por la cacería de elefantes lo que, además, aumentó la dependencia de los grupos étnicos a los centros comerciales dominados por europeos.

El esclavismo y el comercio fueron, como hemos visto, los aspectos más importantes de la destrucción de las sociedades africanas. No obstante, solamente marcaron de manera profunda la estructura social de los grupos situados en las costas. Independientemente de las incursiones esclavistas y comerciales al interior del territorio africano, lo cierto es que los aspectos ideológicos y políticos de muchos pueblos de Africa se mantuvieron relativamente estables, aún a pesar de la modificación de sus procesos productivos, sobre todo, en aquellos donde el comercio no esclavista estableció relaciones de intercambio. En estas cir- cunstancias, el inicio del colonialismo estará mar- cado por el mantenimiento de estructuras étnicas que habían resistido la destrucción.

En el largo proceso de abolición de la esclavitud, que se inicia en el último cuarto del Siglo XVIII y que se prolonga hasta la segunda mitad del Siglo XIX, son tres países los que logran mantener su hegemonía en el continente africano, haciendo de lado a naciones dedicadas casi exclusivamente a la trata de esclavos. Inglaterra, Francia y Alemania, desplazan a los holan- deses, daneses y suecos, del contexto socioeconó- mico africano. Así, aunque la Conferencia de Berlín

reúna a la mayoría de los países Europeos -además de Estados Unidos y Turquía- serán las tres potencias antes mencionadas, las que obtendrán la mayoría de las colonias africanas.

En el período anterior a la Conferencia de Berlín, -y aún durante ésta- los embajadores y cónsules de las tres potencias desarrollan una febril actividad de concertación de acuerdos y tratados con los diferentes grupos sociales africanos,5 para llegar a la mesa de negociaciones en posiciones de fuerza. Sin embargo, al término del reparto colonial de 1885, es posible observar que la fiebre de colonización decreció rápi- damente y las potencias no impulsaron su dominio sobre los nuevos territorios conquistados. Las causas de esto estriban en "que las opiniones públicas apenas habían sido agitadas; los gobiernos interesados no querían más que prevenir el futuro y adquirir opcio- nes, oportunidades que pudieran ser explotadas o negociar más adelante. La colonización propiamente dicha, es decir, la implantación efectiva sobre el

4 Walter Rodney, Op. cit., pág. 106.

5 Habría que aclarar que es complejo denominar a las zonas que estaban inscritas a un determinado grupo étnico países, ya que los territorios muchas veces. carecían de fronteras específicas y, en algunas otras la dominación de una étnia sobre otra era dema- siado endeble en todo caso estaba estrechamente interrelacionada con lazos de reciprocidad, como para que fuese posible realizar un tratado solamente con una de las étnias que habitaban dicho territorio.

This content downloaded from 132.248.9.8 on Wed, 31 Jul 2013 13:14:41 PMAll use subject to JSTOR Terms and Conditions

Page 5: Hector Tejera - Antropologia Funcionalista y Colonialismo

82 BOLETÍN DE ANTROPOLOGIA AMERICANA • 11 JULIO 1985

terreno, hizo progresos más lentos, en todo caso hasta la Primera Guerra Mundial".6 A raíz de la Conferencia de Berlín, Inglaterra se posesiona de Bechuanalandia, como un medio de obtener algún control sobre el Canal de Suez. Kenia y Uganda se convierten, igual- mente, en territorios anexionados por los ingleses mediante negociaciones con otras potencias euro- peas. Bélgica (aunque el rey Leopoldo actúa a título personal) funda el Estado Independiente del Congo, territorio de 2'500,000 km2. Alemania, por su parte, se anexiona la Costa de Tongo y convierte a la de Camerún en protectorado; aunque las formas de los tratados efectuados no pasan de ser un requisito formal sin ninguna obligación por ambas partes.

Al término de la Primera Guerra Mundial, Alema- nia pierde todas sus colonias, las cuales son repartidas entre los países triunfadores. Es pues este período el que marca el final del reparto de Africa y el inicio del período de administración de las colonias, con la estructura territorial que mantendrán hasta la Se- gunda Guerra Mundial, con excepción de la frustrada expansión italiana en Etiopía.7

El Colonialismo Inglés

La política colonial inglesa utilizó de manera alterna- tiva o conjunta dos estrategias para establecer su dominación sobre los territorios africanos; por una parte, la protección e impulso a los grandes emporios productivos y comerciales y, por otra, el dominio militar y administrativo de las zonas colonizadas, aún de aquellas donde las compañías inglesas realizaban sus actividades.

El ejemplo de Cecil Rhodes en Sudáfrica es repre- sentativo de la estrategia de mantener la hegemonía inglesa sobre un territorio a partir de darle todas las facilidades a una compañía, en este caso a la British South Africa, Co., para desarrollar sus actividades. Rhodes inicia su acción como comerciante de mate- riales para la explotación de diamantes en El Natal. Con los ingresos obtenidos, compra la mayoría de las concesiones diamantíferas y para 1880, funda la Compañía De Beers. Sus ingresos personales alcan- zan tal magnitud que, para 1885, son mayores que los de la República Sudafricana en su conjunto. Cecil Rhodes adquiere los derechos de explotación del territorio que se encuentra entre Angola y Mozambi- que en beneficio de su compañía, la British South Africa. Por su parte, el gobierno ¡nglés> utiliza las concesiones que son pactadas por Rhodes con Loben- guela, rey de los matambelé, como punta de lanza para reunir las condiciones necesarias que le permitan

llevar a cabo la construcción de la proyectada Gran Carretera del Norte, que permitirá la expansión de Inglaterra hacia el interior de Africa. De esta manera, concede a la compañía de Rhodes "además de los derechos mineros, el control del comercio, de la inmigración, de las comunicaciones, así como de los poderes policiales".8 La estrategia de dominación inglesa consiste, entonces, en concentrar en una compañía comercial los poderes necesarios para su expansión en territorio africano otorgándole, además, apoyo militar en el momento en que sea necesario. Ante la oposición de Lonbenguela a hacer efectivos los acuerdos y a los intentos de colonización de su territorio, utilizando como pretexto un conflicto entre los Maschona y los Matambelé, el ejército inglés ametralla la capital Matambelé, integrando la zona como propiedad de la compañía de Rhodes. En 1 885, el territorio bajo el control de la South African Co., toma el nombre de Rhodesia. Los acontecimientos posteriores darán fin al dominio de Rhodes y su compañía. A raíz del intento de los Boérs por mante- ner su hegemonía colonial, en contraposición a las nuevas oleadas de inmigrantes, y debido a la torpeza de Rhodes para resolver el conflicto, éste es removido de su puesto como ministro y director de la Compa- ñía. A partir de estos acontecimientos, el territorio bajo el control de la South Africa Co., pasa directa- mente a la administración del gobierno británico.

El proceso de colonización en Uganda siguió, en términos generales, la vía de Africa del Sur. En este territorio, en las dos últimas décadas del siglo pasado, encontramos en acción a la compañía británica Imperia1 British East Africa Co. (IBEA), la cual, intenta ampliar su esfera de influencia mediante acuerdos con el rey (Kabaka) Mutesa de Buganda. Por su parte, el Kabaka pretendía utilizar a los misioneros para consolidar su poder ante la creciente influencia de las facciones musulmanas. Sin embargo, el apoyo de Mutesa a las misiones cristianas no hace más que agudizar el conflicto, aún en su propia corte. La compañía IBEA, contrata los servicios de Lugard, ex-oficial en la India para que invada el territorio ugandés, obligando al nuevo Kabaka (ya que Mutesa había muerto) Mwagna, a aceptar el protectorado bajo la égida de la IBEA; no obstante, al continuar las luchas entre facciones cristianas en el país, el gobierno inglés declara Protectorado británico a Uganda en el año de 1893, tomando en sus manos, el territorio que actualmente se conoce como Kenya y que se mantuvo por un tiempo más bajo el control de la IBEA.

En otras zonas, la dominación colonial se realizó, desde sus inicios, mediante la participación directa del gobierno inglés. El caso de Nigeria, es ilustrativo de dicha estrategia de control colonial. A pesar de que, al igual que en el caso de Rhodes, el gobierno británico protegió e impulsó las acciones de la Royal

6 Pierre Bertaux, Africa: Desde la prehistoria hasta los Estados actua- les, Ed. Siglo XXI, México, 1981, págs. 172-173. 7 En el reparto de las colonias africanas de Alemania, Italia no había obtenido porción alguna de dichos territorios. A raíz de esto, Mussolini efectúa la invasión de Etiopía, la cual es conquistada en 1936, mediante una guerra que dura un año. 8 Pierre Bertaux, Op. cit., pág. 1 78.

This content downloaded from 132.248.9.8 on Wed, 31 Jul 2013 13:14:41 PMAll use subject to JSTOR Terms and Conditions

Page 6: Hector Tejera - Antropologia Funcionalista y Colonialismo

TEJERA GAONA ANTROPOLOGIA FUNCIONALISTA Y COLONIALISMO: UN ANALISIS DE SU RELACIÓN 83

Niger Co., el hecho es que a partir de la Conferencia de Berlín toma -en un principio muy débilmente- la administración del territorio Nigeriano. Lugard juega, igualmente, un papel importante en la expansión colonial inglesa en este territorio. Contratado por la Royal, para controlar los brotes de violencia en los grupos étnicos nigerianos, el ejército de Lugard co- mienza, a partir de 1897, a ejercer su dominio en esta colonia. La Royal Niger Co. se fundirá a la Unilever International, siendo subsumida por ésta. A inicios de Siglo, el Protectorado se convierte en Nige- ria del Norte y Lugard en su gobernador. En 1914, Nigeria del Sur es anexionada y el territorio adquiere el nombre de Federación de Nigeria.

La Administración Colonial y la Indirect Rule

La Indirect Rule no fue una política homogénea en las colonias inglesas. Las modificaciones que experi- mentó, fueron el resultado de las características dife- renciales de los territorios en que fue utilizada. En términos generales, era necesaria la existencia de un poder político centralizado en la estructura social de los grupos colonizados para que la Indirect Rule operase con cierta efectividad. De esta manera, el distinto grado de centralización política de las étnias bajo el dominio colonial, hacía sentir sus efectos en esta forma de administración utilizada, fundamental- mente, por los británicos. Las estructuras políticas en Africa eran diversas y constituían desde estados fuer- temente centralizados, hasta grupos sociales que a falta de una institución política (a menos que se considerase al parentesco como tal) vivían en una "anarquía ordenada", según el feliz término em- pleado por Evans-Pritchard para referirse a los Nuer.9 De esta manera, de los lazos de parentesco de los grupos territoriales al dominio militar centralizado de unas étnias por otras, el abanico de sistemas políticos en Africa presentaba serios problemas para una estan- darización de la política colonial. Aunado a esto, la falta de homogeneidad en la Indirect Rule radicaba, muchas veces, en las diferentes interpretaciones que cada uno de los gobernadores realizaba de las formas de aplicarla y de sus características. Por ejemplo, Philip Mitchell gobernador de Uganda en el período de 1935 a 1940, consideraba que difícilmente este territorio se encontrase bajo las directrices de la Indi- rect Rule, mientras que su sucesor en el puesto, Charles Dundas, afirmaba que Uganda era el proto- tipo de dicha política.10 Por lo demás, antropólogos como Lucy Mair y administradores como Lugard, siempre consideraron a Uganda como un ejemplo espectacular de los buenos resultados que tenía la aplicación de la Indirect Rule, como una forma de

mantener las relaciones entre el gobierno colonial y sus súbditos.11

La forma más común de utilizar la Indirect Rule era mediante el control de las estructuras políticas tradicionales de dominación. Dicho control presenta- ba, la ventaja de que los jefes tradicionales se conver- tían en los principales promotores de las políticas que la administración colonial había diseñado. De esta manera, la oposición y descontento ante dichas polí- ticas se manifestaba de manera inmediata en el des- prestigio de los representantes tradicionales, evitán- dose los ingleses una confrontación directa. Este tipo de Indirect Rule es, precisamente, el que fue em- pleado en Uganda.

Con la constitución de Protectorado de Uganda, se subsumen a éste los reinos de Buganda, Bunyoro, Toro, Ankole, Ruanda y Burundi. El más importante era Buganda, ya que su estructura política había logrado establecer relaciones tributarias con las étnias vecinas las cuales, a su vez, recibían protección del ejército del Kabaka. A partir de la intervención colo- nial, se producen reformas tanto en el plano político como en el económico.

La estructura política se mantuvo formalmente, y por tanto el Kabaka continuó siendo una autoridad parcialmente autónoma. Sin embargo, al encontrarse bajo el Protectorado británico, las decisiones tomadas por el rey y su corte, podían ser vetadas por la administración colonial. Por ejemplo, el Lukiko o consejo del rey debía ser elegido con la aprobación del gobierno inglés; el cual, podía destituir a algún miembro del consejo sin consultar al Kabaka. De esta manera el poder real se encontraba limitado a realizar aquellas acciones que no contraviniesen los intereses coloniales. Aún más, los británicos podían destituir al Kabaka. Por lo demás, se mantenía una fachada de respeto a la estructura política del reino de Bugan- da.

Por lo que se refiere a las modificaciones que en el plano económico introdujeron los ingleses, encon- tramos aquí un claro ejemplo de las consecuencias que trajo consigo la reestructuración de las relaciones sociales de las sociedades africanas. En términos generales, las intenciones del gobierno inglés fueron modificar las formas de tenencia de la tierra. De esta manera, la administración pretendió otorgar tierras a título personal al Kabaka, su familia, los representan- tes del rey en las diferentes poblaciones bajo su dominio, a los campesinos de dichas poblaciones y, por último, obtener tierras para la Corona inglesa. En realidad, la tierra se convirtió en propiedad del Kabaka y su corte.12 Las diferencias de intereses con respecto a la tenencia de la tierra entre los propios ingleses,

9 E.E, Evans-Pritchard, Los Nuer, Ed. Anagrama, Barcelona, 1977. Primera edición, 1940, páe. 19. 10 Cfr. Anthony Low y R. Cranford Pratt, Buganda and British Overrule, Oxford University Press, 1960, pág. 163.

11 Anthony Low y R. Cranford Pratt, Op. cit. pág. 163. 12 "Aparentemente las intenciones del gobierno inglés eran, esen- cialmente, las de crear una élite de landlords; una fracción de la población africana que permitiese generar una nueva relación con Inglaterra o, en todo caso, que habiéndose constituido alre- dedor al régimen de propiedad privada a instancias del gobierno colonial se sintiese en deuda con Inglaterra y cooperarse más

This content downloaded from 132.248.9.8 on Wed, 31 Jul 2013 13:14:41 PMAll use subject to JSTOR Terms and Conditions

Page 7: Hector Tejera - Antropologia Funcionalista y Colonialismo

84 BOLETÍN DE ANTROPOLOGIA AMERICANA • 11 JULIO 1985

provocó un enfrentam iento entre aquellos que pugna- ban porque la estructura de la tenencia de la tierra se mantuviese bajo su forma tradicional y los que pretendían su control absoluto. La primera facción consideraba que mantener la tenencia de la tierra bajo su estructura tradicional era imprescindible para permitir el desarrollo socioeconómico de la región, independientemente de que dichas tierras se mantu- viesen bajo el control del Kabaka. Por lo demás, las pretensiones territoriales de los poseedores de planta- ciones no requiere mayor explicación. En todo caso, los campesinos ugandeses no vieron afectadas las tierras que cultivaban ya que, en 1923, se promulga una ley que protege sus posesiones de la expropiación inglesa. Las intenciones de la administración colonial con la promulgación de dicha ley, formaba parte de un proyecto socioeconómico muy definido. El go- bierno colonial tenía como interés fundamental, el mantener a la fuerza de trabajo ugandesa en sus tierras con el objeto de, por una parte, intensificar la producción de cultivos comerciales como el algodón y, por otra, mantener una reserva de fuerza de trabajo que se autoreprodujese y que fuese empleada en las plantaciones inglesas. Con relación a este último punto, la administración colonial pretendió estable- cer un sistema de trabajo obligatorio (Uwalo) que formaba parte de la estructura socioeconómica ugan- desa con anterioridad a la colonización. No obstante el Lukiko del Kabaka se opuso a la medida, permután- dolo por una determinada compensación que sola- mente beneficiaba, por lo menos en principio, a los comerciantes, los poseedores de tierras y a los propios jefes y representantes del Kabaka. De esta manera, el Kabaka y el Lukiko pudieron enriquecerse a través del pago de dichas compensaciones hasta que, en 1926, les fue arrebatado el privilegio y la administra- ción Inglesa comenzó a pagar un salario al rey y a la corte por sus "servicios".

En todo caso, la tenencia de la tierra en Uganda no sufrió modificaciones demasiado violentas y esto permitió, hasta cierto punto, que no se generasen movimientos sociales de descontento o que la presión social de los desocupados y expulsados de la agricul- tura pusiesen en peligro la estabilidad del orden colonial en Uganda. No obstante, la pauperización del campesino ugandés por la baja de los precios de sus productos, fue un hecho cotidiano en las relacio- nes entabladas entre el gobierno colonial y los traba- jadores agrícolas.

Los alcances de la dominación que se ejerció en Uganda a través de la Indirect Rule, tiene que ser analizada en el marco de los mecanismos que el propio gobierno construyó para hacer efectiva dicha política.

En términos generales, el colonialismo reestruc- turó la organización política en Uganda. Como he- mos visto, el primer paso fue limitar el poder del

Kabaka y su consejo. De esta manera, los ámbitos de influencia de la estructura política ugandesa se restringieron a aspectos de la vida cultural; por ejem- plo, la prohibición de cultos y tradiciones.13 Sin em- bargo, contradictoriamente, para el funcionamiento de la Indirect Rule, era necesario que las autoridades étnicas fuesen reconocidas como tales por sus grupos dentro del contexto colonial. Para esto, se pretendió mantener aquella estructura que confería a su deten- tador poder y estatus. Sin embargo, dicha estructura se resintió, tanto por la impopularidad de las acciones tomadas por los representantes tradicionales. Como claramente lo expresan Meyer Fortes y Evans-Pritchard en African Political Systems, el poder político estaba íntimamente relacionado con los valores místicos, lo que permitía cierto grado de concenso.14 A la pérdida de dicho concenso, los jefes tradicionales se encon- traban impedidos de ejercer su influencia para lograr los propósitos del gobierno colonial. Por lo demás, las atribuciones de los representantes del rey o de otros líderes de los grupos sociales en Uganda se redujeron a la recolección de impuestos y a la regu- lación de conflictos sociales que podían ser resueltos mediante canales tradicionales de mediación. Por último, estas marionetas del gobierno colonial reci- bían un salario fijo y, en estos términos, se convirtie- ron en empleados de la administración inglesa. El burocratismo que se estableció entre la administra- ción colonial y los jefes tribales llegó a tal grado, que se realizaban promociones, tansferencias y ascensos de jefes tribales. Su autoridad, por tanto, no se susten- taba ya en el contexto de las relaciones políticas establecidas al interior de sus etnias, sino que era el resultado de su posición dentro de la estructura admi- nistrativa del gobierno colonial. Sin embargo, no será sino hasta el inicio del nacionalismo que la Indirect Rule comienza a desmoronarse como forma de con- trol colonial. La influencia de las autoridades tradicio- nales, fundamentalmente local, se desestructura ante ' las reivindicaciones de tipo nacional que se comien- zan a consolidar en amplios sectores de la población. El control ejercido mediante la Indirect Rule se hunde ante la imposibilidad de actuar en las nuevas situacio- nes sociopolíticas que rebasan su ámbito de acción.

En resumen, las ventajas de la estructura política del reino de Buganda para la aplicación de la Indirect Rule, estuvieron basadas en el hecho de que el reino extendía su influencia fuera de sus límites territoriales permitiendo, de esta manera, la incorporación al gobierno colonial de las étnias que se encontraban a su alrededor. La centralización de Buganda no hacía necesario al gobierno colonial la designación de autoridades en las étnias que estaban bajo el dominio del Kabaka. Sin embargo, muchos grupos que tenían

plenamente con los intereses británicos." Pierre Bertaux, Op. cit., pág. 229.

13 Habría que considerar además el fuerte componente cristiano del Lukiko; que lo enfrentaba tanto a las tradiciones de corte musul- mán como a aauellas DroDi'as de la cultura ueandesa. 14 Cfr. E.E. Evans-Pritchard y Meyer Fortes, "Introduction" African Political Systems, Oxford University Press, 1940, pág. 16-22.

This content downloaded from 132.248.9.8 on Wed, 31 Jul 2013 13:14:41 PMAll use subject to JSTOR Terms and Conditions

Page 8: Hector Tejera - Antropologia Funcionalista y Colonialismo

TEJERA GAONA ANTROPOLOGIA FUNCIONALISTA Y COLONIALISMO: UN ANALISIS DE SU RELACIÓN 85

autoridades propias aunque insertas en la estructura política del reino de Buganda, fueron puestas bajo la égida de un representante, lo que dio lugar a resisten- cia y descontento por parte de dichos grupos.

El caso de Nigeria plantea características diferen- tes a las que los ingleses encontraron en Uganda. Al término de la trata de esclavos en 1 807, la zona sufre modificaciones sustanciales, convirtiéndose en un importante productor de algodón, aceite de palma y de marfil, cuyo comercio es monopolizado por la Niger Company.

Como expresa Helen Lakner, Nigeria constituyó una "entidad artificial",15 dadas las diferencias cultu- rales que expresaban las distintas etnias que compo- nían su territorio. Este hecho resulta típico en el colonialismo. En general, las fronteras administrativas no corresponden, la mayoría de las veces, a las fronteras territoriales de los grupos étnicos africanos. Precisamente por las diferencias de sistemas políticos, encontramos en Nigeria problemas distintos en la aplicación de la Indirect Rule a aquellos a los que se enfrentó la administración colonial en Uganda. En efecto, en la región norte, Nigeria presentaba un sistema político basado en emiratos, en el cual el Emir centralizaba en sus manos el control político y administrativo. Por el contrario, en el sudeste, se presenta una organización política descentralizada. Además, los británicos habían ya destruido las bases socioeconómicas de las etnias a partir del comercio en esta zona.

En 1 885, la Conferencia de Berlín concede a Gran Bretaña el territorio de Nigeria bajo la modalidad de un Protectorado. Lugard, personaje central en el pro- ceso de colonización a favor de Inglaterra, se con- vierte en Gobernador durante el período que com- prende de 1914 a 1919. Durante este lapso, el repre- sentante de la Corona británica unifica la administra- ción nigeriana y traslada las políticas de la Indirect Rule empleadas en el Norte a la región Sur del terri- torio. Al encontrarse con la inexistencia de una repre- sentación política y jurídica centralizada, instituye las Cortes Nativas (Native Courts) y las Autoridades Nativas (Native Authorities). Este procedimiento se sustentó en elegir cualquier personaje que tuviese cierta influencia sobre su etnia y dotarlo de atribucio- nes legislativas, las cuales, muchas veces rebasaban aquellas tradicionalmente aceptadas.16 De esta mane-

ra, contrariamente a los sistemas políticos centraliza- dos, en que solamente se introducían las modificacio- nes necesarias para que fuese operativa en términos de los intereses coloniales, en los sistemas descentra- lizados se construye una estructura política. Lugard, al pretender unificar la administración colonial, re- basa las limitaciones que él mismo había propuesto como fundamento de la Indirect Rule. Por tanto, se instituye una jerarquización político-administrativa que no corresponde a la estructura de los grupos segmentarios. Ante esta situación, el siguiente Gober- nador de Nigeria, Clifford (1919-1925), no realiza modificaciones sustanciales, con el objeto de que las nuevas estructuras políticas se consoliden. Estas pre- tensiones no fueron coronadas por el éxito. La expre- sión del descontento generalizado de las etnias del sudeste se hará patente a partir de la introducción de los impuestos (poll tax). A pesar del descontento, todavía en 1927, es posible recabar dichos impuestos sin demasiada resistencia de la población. Sin embar- go, en 1929, a raíz del rumor de que también a las

15 Helen Lakner, "Colonial administration and Social Anthropology: Eastern Nigeria 1920-40" en Talal Assad, Anthropology and the Colonial Encounter, Ithaca Press, London, 1973, oág. 125. 16 Con referencia a las autoridades y cortes nativas, Evans-Pritchard describió claramente el problema que existía en emplear estas instituciones en aspectos que habían sido regulados por otro tipo de instituciones sociales. Al respecto, el antropólogo nos dice con referencia a los oráculos entre los azande -cuyo empleo era prueba irrefutable de culpabilidad o inocencia- lo siguiente: "Nosotros, los que no creemos en el oráculo del veneno, pensa- mos que los tribunales creados por nosotros son justos porque sólo reconocen, las pruebas que pueden considerarse como tales, y nos hacemos la ilusión de que son tribunales indígenas porque permitimos a los indígenas presidirlos. Pero los azande piensan

que no admite la única prueba que verdaderamente es significa- tiva para los casos que se les plantean, y el príncipe que debe de administrar justicia lo hace mediante la aplicación mecánica de las normas europeas importadas y sin convicción, puesto que las normas están de acuerdo con la costumbre". E.E. Evans-Prit- chard, Brujería, Magia y Oráculos entre los Azande, Ed. Anagra- ma, Barcelona, 1977. (primera edición 1937) págs. 254-255. Subrayados nuestros.

This content downloaded from 132.248.9.8 on Wed, 31 Jul 2013 13:14:41 PMAll use subject to JSTOR Terms and Conditions

Page 9: Hector Tejera - Antropologia Funcionalista y Colonialismo

86 BOLETÍN DE ANTROPOLOGIA AMERICANA • 11 JULIO 1985

mujeres se les cobraría, se levantan en armas nume- rosos grupos de las mismas. Dicho incidente, cono- cido como "Women's War", incomprensible para la administración, obliga a ésta a utilizar el ejército para sofocar la rebelión. Muchas mujeres ibo son asesina- das.

Para comprender las limitaciones de la Indirect Rule, es preciso detenernos en la organización de los zòo; etnia que habita el territorio sudeste de Nigeria. La organización política de este grupo se caracteri- zaba por presentar una estructura descentralizada; en realidad, cada unidad territorial constituía una unidad política. De esta forma cada poblado podía ser con- siderado de manera independiente. Además, al inte- rior de los grupos territoriales, los puestos jerárquicos cumplían, fundamentalmente, funciones de tipo ri- tual, más no de decisión. El poder se encontraba diseminado en distintas instancias. Así, los puestos rituales ¡nteractuaban con los grupos de edad, las sociedades secretas y las organizaciones de mujeres. La Indirect Rule en Nigeria se enfrenta, entonces, a serias limitaciones para cumplir sus objetivos en las sociedades de organización social segmentaria.

En otras zonas coloniales africanas, podemos en- contrar que el gobierno colonial optó por la Parallel Rule (Gobierno Paralelo) y por la Non-lnterventionist Rule (Gobierno no intervencionista). La Parallel Rule se aplicó, sobre todo en territorios como los de Basu- tolandia, Bechuanalandia y Swazilands. En estos lugares, podemos encontrar dos factores que determi- naron este tipo de políticas ante las zonas ocupadas. En primer lugar, estas zonas habían sido convertidas en protectorados, más por definir un territorio bajo la ocupación inglesa, que por intereses económicos reales. La carrera por el reparto de Africa había impul- sado a los ingleses a ocupar zonas sobre las cuales no tenía intereses específicos realmente importantes. Eran ocupaciones cuya principal función consistía en limitar las aspiraciones territoriales de otras potencias, de los Boérs y los colonizadores. Estos tres territorios constituyeron en realidad, reservas bantúes, a las cuales solamente se permitió ingresar, por lo general, a los misioneros.17 En segundo lugar, la pobreza extrema de estas reservaciones no las hacía interesan- tes para desarrollar un proyecto socioeconómico que implicase la reestructuración de la organización so- cial de los habitantes de la zona. Así, se permitió que la organización tribal bantú, por ejemplo, continuase bajo sus formas tradicionales de poder, costumbres y leyes.18

La política de Non-lnterventionist Rule fue un intento de no modificar las instituciones tradicionales y, mediante ellas, transmitir las políticas coloniales. Utilizada principalmente por los críticos de Lugard y que, a su vez, participaban de la administración colonial, pretendió resolver los problemas que había

provocado su estrategia de administración, efec- tuando un mínimo de cambios en la organización social de los grupos étnicos, con la esperanza que de esta manera fuese posible llevar a cabo el proceso colonial con el menor número de conflictos socia- les.19

Considerar qué los movimientos sociales que se suscitaron en Africa fueron producto de una "mala administración", sería soslayar los procesos más pro- fundos que tuvo sobre la población del continente la explotación de que fue objeto por parte del gobierno colonial. Para comprender el descontento social de los grupos étnicos en Africa, es necesario considerar que muchos de éstos habían sufrido siglos de domi- nación a raíz de las conquistas realizadas por grupos con estructura militar. Las etnias dominantes, con estados centralizados, fueron desplazadas por los colonizadores, lo que a su vez, tomaron en sus manos la explotación de los grupos subyugados.

El caso de Nigeria es ilustrativo de los procesos de explotación de que fueron objeto los grupos socia- les africanos por parte del gobierno colonial. La intro- ducción de la compañía United Africa Co. (UAC) subsidiaria de la Unilever siguió los patrones que caracterizaban la acción de las trasnacionales en otros territorios coloniales. Los campesinos eran obli- gados a cultivar los productos que la Compañía co- mercializaba, la cual, además, determinaba los pre- cios de compra de dichos productos. Monopolizando las mercancías que los campesinos necesitaban para su subsistencia, éstos eran explotados mediante los precios de compra de sus productos y de aquellos necesarios para la reproducción de su fuerza de tra- bajo.

Las condiciones de compra del aceite de palma, es un elemento que debemos tomar en cuenta para comprender las condiciones de trabajo de la pobla- ción de Nigeria y movimientos tales como la "Guerra de las Mujeres" (Woman's War). Como nos indica Rodney, para "1924, el precio del aceite de palma era de 14 chelines por galón; en 1928, se redujo a 7, y a 1 chelín y 2 peniques al año siguiente. Aunque las compañías mercantiles percibieron menos por cada tonelada de aceite de palma durante los años de depresión, su margen de ganancia aumentó, lo que indica lo desvergonzadamente que se quitaba al cam- pesino la plusvalía de su producto".20 De esta manera, a los problemas de la aplicación de la Indirect Rule, que atentaban contra las características culturales de los grupos étnicos, es necesario agregar la explotación económica de que eran objeto dichas etnias. Consi- derar que la Indirect Rule fue el único factor desestruc- turante de las relaciones sociales de la sociedad afri- cana, es olvidar la acción de las compañías trasnacio- nales que se situaron en las distintas colonias. Me- diante los precios de mercado, el cultivo forzoso de productos comerciales, el trabajo obligatorio, la mo-

17 Cfr. Pierre Bertaux, Op. cit., pág. 182 y Anthony Low y R. Cranford Pratt, Oíd. cit.. Dáss. 296-297. 18 Crf. Pierre Bertaux, Op. cit., pág. 297.

19 Crf. Helen Lakner, Op. cit., paß. 129. 20 Walter Rodney, Op. cit., pág. 169.

This content downloaded from 132.248.9.8 on Wed, 31 Jul 2013 13:14:41 PMAll use subject to JSTOR Terms and Conditions

Page 10: Hector Tejera - Antropologia Funcionalista y Colonialismo

TEJERA GAONA ANTROPOLOGIA FUNCIONALISTA Y COLONIALISMO: UN ANALISIS DE SU RELACIÓN 87

netarización de la economía tribal, etc., Ias etnias -africanas sufrieron el proceso de disolución más im- portante.

Por lo que se refiere a las estructuras de explota- ción anteriores a la colonización, los Bairú del reino de Ankole y los Tutsi de Ruanda, son dos ejemplos de organizaciones sociales cuya estructura se encon- traba sustentada en la explotación de otras etnias. En general, la mayoría de los Estados centralizados ma- nifestaban una organización basada en la explotación y la subordinación de otros grupos sociales.

El reino Ankole (Bayankole), se caracterizaba por la dominación de los Bahima quienes tenían que pagar un tributo a los Bairu. Siendo una sociedad fuertemente estratificada, los diferentes grupos socia- les constituían, en realidad, castas.21 Por lo demás, los Bairu defendían a sus siervos de otras etnias fron- terizas. Es interesante observar que Oberg, antropó- logo funcionalista que analiza la estructura del reino de Ankole, considera que en realidad la dominación de los Bahima por los Bairu, debe de entenderse a partir de los mecanismos de reciprocidad. En general, los antropólogos soslayaron la dominación y explota- ción de unas etnias por otras al realizar sus estudios. En este caso, la defensa de las fronteras Bairu debe entenderse como un intento del reino de Ankole por defender sus espacios de dominación. Por lo que se refiere a los Tutsi, él estudio de Jaques Maquet22 nos muestra un sistema de dominación que puede carac- terizarse, según el autor, como Feudal; entendiendo dicho concepto en términos del tipo ideal weberiano. El sistema sociopolítico de Ruanda, se basaba en el sistema de Buhake, mediante el cual se establecían relaciones de servidumbre con los Hutus. La estruc- tura del reino muestra la forma en que los Tutsi, aproximadamente el 10% de la población del lugar, lograron establecer su hegemonía. Las tres premisas del funcionamiento de la sociedad Tutsi/Hutu fueron las siguientes: en primer lugar, se mantuvo la crista- lización del sistema de castas como aspecto esencial para la dominación Tutsi; en segundo lugar, se esta- bleció un sistema de relaciones con los Hutus que permitiese tanto su explotación como su protección; por último, se constituyó un gobierno centralizado

que permitía, además, delegar ciertas funciones a los representantes del rey en los territorios dominados. La cristalización de las castas se logró mediante la protección de los Tutsi que se empobrecían. El mé- todo usualmente empleado fue el de proporcionar ganado a los Tutsi con menos recursos económicos para que, a su vez, por medio del Buhake, diesen ganado en usufructo a los Hutus. A cambio, los Hutus otorgaban a su señor Tutsi un 40% de los productos agrícolas producidos en sus parcelas y una determi- nada cantidad de leche del ganado. Además, los Tutsi recibían una educación -militar aunada a aquella correspondiente a los miembros de la nobleza. Los mecanismos que impedían las fricciones entre las castas, según Maquet eran, por una parte, la identifi- cación de los Hutus con la casta Tutsi a través de la obtención de ganado y, por otra, la diversidad de estructuras sociales del reino que permitían a los Hutus participar de una u otra forma de la sociedad Tutsi. El establecimiento de relaciones de protección y explotación, fue otro de los elementos que permitió el funcionamiento del reinado de Ruanda. Las reglas socialmente aceptadas limitaban la explotación del señor Tutsi a su siervo Hutu. En todo caso, un Hutu podía recurrir a otro Tutsi solicitándole protección en contra de su señor. Por último, el gobierno centrali- zado se logró mediante el sistema de situar en los diferentes territorios bajo el dominio Tutsi, a dos o más representantes del rey cuyas responsabilidades abarcaban diferentes aspectos administrativos del rei- no. Manteniendo las divergencias y la desconfianza entre los representantes de una misma zona, era posible mantener la cohesión social ya que cada uno de los administradores podía acudir al rey a denunciar a sus colegas. Así, los Tutsi lograron mantener el control sobre las acciones de los delegados territoria- les, evitando revueltas o levantamientos en contra del orden establecido.

A pesar de los datos que Maquet presenta sobre la desigualdad social en Ruanda y la explotación que la sustenta, el antropólogo inglés considera a esta sociedad como orgánica y cohesionada a partir de la dicotomía entre protección y explotación. En reali- dad, para Maquet, la explotación Tutsi debe de con- siderarse como "paternalista''.23 Así, el conflicto so- cial por la subyugación de los Hutus nunca llegaría a manifestarse, ya que podía considerarse al reino de Ruanda como una sociedad en equilibrio. Las limita- ciones de la visión funcionalista de estas relaciones al interior de una sociedad fueron tangiblemente demostradas en Ruanda. Al poco tiempo del término del estudio de Maquet, los Hutus se sublevaron, efectuando una masacre de Tutsis. Sin embargo, la visión que Maquet nos presenta de la sociedad Tutsi, es bastante similar a aquella que, en general los antropólogos funcionalistas tuvieron de las socieda- des africanas con Estados centralizados, visión que los antropólogos trasladaron al hecho colonial.

21 K. Oberg "The Kingdom of Ankole in Uganda" en Meyer Fortes y Evans-Pritchard, Op. cit. Por lo demás es ilustrativo de la posición de los antropólogos funcionalistas que un libro tan importante como African Political Systems, apenas trate tangen- cialmente el problema de la desestructuración de las relaciones tradicionales de poder y aún algunos de los autores de los diferentes estudios llegue a afirmar que, a pesar de dicha deses- tructuración en realidad existe un sistema "balanceado" entre el poder tradicional y el colonial, Cfr. Max Gluckman, "The Kingdom of the Zulu of South Africa", en Meyer Fortes y Evans Pritchard. Op. cit., páe. 50.

22 Jaques J. Maquet, The Premise of Inequality in Ruanda; a study of political relations in a Central African Kingdom, Oxford Univer- sity Press, 1961 . Una síntesis de los aspectos principales de esta obra pueden verse en: jaques j. Maquet, "El problema de la Dominación Tutsi" en J.R. Llobera (comp.). Antropología Política, Ed. Anagrama, Barcelona, 1979, págs. 317-322.

23 Jaques Maquet, Op. cit., pág. 162.

This content downloaded from 132.248.9.8 on Wed, 31 Jul 2013 13:14:41 PMAll use subject to JSTOR Terms and Conditions

Page 11: Hector Tejera - Antropologia Funcionalista y Colonialismo

88 BOLETÍN DE ANTROPOLOGIA AMERICANA • 11 JULIO 1985

Antropología y Colonialismo

La antropología ha sido comúnmente vinculada al colonialismo. En su vertiente teórica evolucionista, ha sido acusada de ser el instrumento ideológico de la expansión colonial y, en la etapa de consolidación de la práctica colonial, de haber participado en las políticas administrativas de la Indirect Rule. Como habíamos mencionado al inicio de este texto, la participación de la antropología funcionalista en la administración colonial debe de analizarse más dete- nidamente. Cuatro aspectos son centrales para esta- blecer la relación entre la antropología y el colonia- lismo. En primer lugar, es necesario considerar los alcances teóricos y prácticos de la antropología fun- cionalista; en segundo lugar, la posición teòrico- politica asumida por los antropólogos ante el hecho colonial; en tercer lugar, las necesidades y expectati- vas de la administración colonial al emplear a los antropólogos funcionalistas y, por último; la práctica e ideología de los administradores coloniales.

Con anterioridad al surgimiento de la teoría fun- cionalista, la antropología se encontraba imbuida del pensamiento evolucionista24 Victoriano, el cual con- sidera a los pueblos primitivos en términos exóticos o, de plano, como "amorales" y "salvajes" resaltando, muchas veces, su pensamiento "prelógico". Sobre la posición ideológica de esta antropología, el comen- tario de un presidente del Royal, Anthropological Institute es ilustrativo cuando nos dice: "el negro tiene su lugar en la naturaleza y es asunto de los antropó- logos definir ese lugar".25 Evidentemente, esta visión permitiría sustentar el etnocentrismo y las pretenciones coloniales, pues afirmaba la superioridad del mundo occidental, al situar a los negros en la "naturaleza", en contraposición a la "civilización".

Al consumarse la etapa de expansión colonial, se hace necesaria una relativa estabilidad que permita administrar las colonias con el mínimo de conflicto, aunque siempre se mantuviesen regimientos militares en reserva de cualquier rebelión. Por lo anterior, la posición ante los pueblos colonizados se modifica sustancialmente. Si la expansión colonial niega ideo- lógicamente la posibilidad de que los pueblos en proceso de dominación posean algún atisbo de histo- ria y cultura, estas teorías resultan inoperantes en el momento en que es necesario introducir algún tipo de gobierno en los territorios coloniales. De la justi-

ficación de la expansión, es necesario pasar a la administración. La crisis del evolucionismo se perfila, entonces, no solamente en términos teóricos -al de- sestructurarse los esquemas explicativos c(ue situaban a cada sociedad en una estadio específico- sino como resultado de las nuevas condiciones que susten- tan las relaciones entre los pueblos colonizados y Occidente.

El evolucionismo visualizaba muchos rasgos de las culturas no occidentales como "supervivencias"; por su parte, el funcionalismo reivindicará un orden interno en los pueblos denominados "primitivos". Si bien el funcionalismo no criticará los postulados evolucionistas para reformular la noción de lo "primi- tivo" o del "salvaje",26 adscribiéndose, de esta mane- ra, a la posición colonial de "modernización" y, por lo tanto, a la posibilidad de participar en el colonia- lismo; lo cierto es que afirma la posibilidad científica de aprehensión de la estructura y funcionamiento de los pueblos colonizados, a partir de rechazar la exis- tencia de "supervivencias". Es precisamente esta rei- vindicación, el punto de unión entre la práctica antro-

No nos referiremos a otras corrientes antropológicas que se con- solidan a partir de los años veintes, como es el caso del relativismo cultural y el neoevolucionismo. Sobre la primera teoría puede verse: Mechthild Rutsch, El Relativismo Cultural, Ed. Línea. Mé- xico, 1984. Para el caso del neoevolucionismo, puede verse José Manuel del Val, El Neoevolucionismo, CMS, Multicopiado, Méxi- co, 1984. Acerca de la teoría evolucionista puede verse: Héctor Díaz-Polanco, El Evolucionismo, Ed. Línea, México. 1983 Arthur Keith, "Presidential Adress: How can the Institute best serve the needs of Anthropology" Journal of the Royal Anthropo- logical Institute, Vol. 47, págs. 12-30. Citado por Jack Stauder, "El funcionalismo como ideología colonialista" Nueva Antropolo- gía No. 3, México, 1976, págs. 18-19. Subrayados nuestros.

26 Adam Kuper nos dice que los antropólogos funcionalistas no lograron desligarse completamente de su pasado evolucionista, al identificar a las sociedades que estudiaban con lo "primitivo" o lo "salvaje". Adam Kuper, Antropología Antropólogos, Ed. Anagrama, Barcelona, 1973, pág. 146.

This content downloaded from 132.248.9.8 on Wed, 31 Jul 2013 13:14:41 PMAll use subject to JSTOR Terms and Conditions

Page 12: Hector Tejera - Antropologia Funcionalista y Colonialismo

TEIERA GAONA ANTROPOLOGIA FUNCIONALISTA Y COLONIALISMO: UN ANALISIS DE SU RELACIÓN 89

pológica y el gobierno colonial. Los administradores coloniales enfrentan un profundo desconocimiento de sus dominados. La implantación de un sistema de impuestos, los cultivos obligatorios, el control de las corrientes migratorias a los centros de trabajo colonia- les -tanto mineros como agrícolas- hacen necesario un mayor conocimiento sobre las formas de vida, las creencias religiosas y la estructura política de los pueblos colonizados.

La antropología funcionalista ofrece a la adminis- tración una comprensión de los sistemas sociales donde anteriormente solamente existían costumbres "demoníacas", "promiscuidad" y "anarquía". La an- tropología ha: "introducido ley y orden en su dominio que parecía caótico y caprichoso" . Ha transformado el mundo efectista, feroz e irresponsable de los "sal- vajes" en cierto número de comunidades bien orde- nadas, gobernadas por leyes y que se comportan y piensan con arreglo a determinados principios".27 Esta aportación del funcionalismo es, además, utili- zada como argumentación por parte de los antropó- logos ingleses para introducirse en el ámbito colonial.

La antropología funcionalista introyectó en las sociedades africanas colonizadas, una visión particu- lar de su funcionamiento. Independientemente del énfasis en los sistemas de parentesco y su relación con los sistemas políticos, el hecho es que la propia noción de estructura impidió a los antropólogos ingle- ses analizar el hecho colonial. La estructura era un concepto básicamente normativo; caracterizándose por ser el conjunto de relaciones interpersonales reguladas por la tradición y la costumbre cuya expre- sión social da lugar a las funciones. La estandariza- ción y determinación del comportamiento individual por las instituciones sociales, reflejaba la forma es- tructural de un pueblo.28 Es por esto, que al estudiar la estructura formal se comience por el estudio de las relaciones interpersonales,29 reguladas por las institu-

ciones sociales. Estrechamente ligada a la noción de necesidad de corte durkheimiano30 el concepto de función, será la clave en la explicación de la subsis- tencia de un sistema social en base a la cohesión y la solidaridad. La función era, entonces, integrativa de los sistemas sociales y se expresaba a través de las instituciones.31 Las sociedades africanas fueron conceptualizadas como conjuntos coherentes y equi- librados, a causa del enfoque morfológico organicista que sustentaba el análisis. La tendencia de la antropo- logía por resaltar la solidaridad y el orden, le imposi- bilitó comprender las fuertes contradicciones sociales que se generaron a partir del hecho colonial y aún de las relaciones previamente establecidas entre las distintas etnias africanas. A pesar de que la noción de estructura fue complej izada teóricamente, introdu- ciendo la noción de conflicto estructural, como fue el caso de Max Gluckman,32 en realidad, el análisis no rebasó los límites propios de su pasado durkhei- miano.

Por lo demás, el holismo funcionalista no diferen- ciaba entre la totalidad empírica de la conceptual. La totalidad estructural fue delimitada al espacio de las relaciones sociales, que expresaban la estructura social que el antropólogo investigaba.33 Lo "exterior", lo colonial, no fue analizado. No obstante, algunos antropólogos se refirieron a la situación colonial de manera marginal, y otros realizaron llamados de con- ciencia para regular, por medio de la antropología, la explotación de que eran objeto los pueblos africa- nos.34

27 Bronislaw Malinowski, Los Argonautas del Pacífico Occidental, Ed. Península, Barcelona, 1975, pág. 27. Subrayados nuestros.

28 El énfasis en la estructura, fue uqo de los aspectos que impiaio a la antropología funcionalista, comprender el impacto del colo- nialismo en la reproducción social de los grupos étnicos africa- nos. En efecto, si el análisis de la estructura hubiese tomado en cuenta las relaciones económicas, hubiese sido posible afrontar en su magnitud real el efecto del mercado, el cultivo de productos comerciales, y las migraciones de los africanos a los centros

agrícolas o mineros de los europeos. Como menciona McNetting, los antropólogos funcionalistas consideraban que "la clave de la unidad soberbia y compleja de la sociedad se encontraba en su estructura y que ésta se fundaba en las relaciones de parentesco, en las relaciones matrimoniales y en las relaciones políticas... Ahí se encontraban escondidas, pero abocadas al descubrimiento, simetrías sutiles, redes complejas, mientras que las actividades de subsistencia se veían como realidades simples, indiferenciadas, que se repetían enojosamente en cualquiera que fuese el sitio en que se les descubría". Robert McNetting, "The Ecological ap- proach in Cultural Study" McCaleb Module in Anthropology, 1971, en Maurice Godelier, "Antropología y Economía; ¿es posi- ble la antropología económica?", Antropología y Economía, Ed. Anagrama, Barcelona, 1976, pág. 299. Subrayados nuestros.

29 A.R. Radcliffe Brown, Estructura y Función en las sociedades primitivas, Ed. Península, 1974, pág. 189.

50 "Preguntarse cuál es la función de la división del trabajo es, pues, investigar a qué necesidad corresponde" Emile Durkheim, De la División del Trabajo Social, Ed. Shapire, Buenos Aires, 1973, pág. 49. ■" A.R. Radcliffe-Brown, Op. cit., pág. 81 y 206-207. El conflicto que se expresaba, por ejemplo, en el ritual era la exageración de las oposiciones que acontecían socialmente y, por lo demás, mostraba la uríidad social de las contradicciones del sistema. Los principios de oposición desarrollados por Radcliffe Brown y que fueron utilizados por Evans-Pritchard en su análisis de Los Nuer, formaron parte de esta visión del conflicto. La oposición establecida entre los segmentos sociales se disolvía en una instancia superior, por ejemplo, un clan, que los cohesio- naba. Por lo demás, la expresión del conflicto para Gluckman, no era más que una forma de búsqueda de equilibrio. Gluckman, Order and Rebelión in Tribal Africa, Oxford University Press, London, 1963, pág. 18 y del mismo autor, "The kingdom of The Zulu of South Africa", en Meyer Fortes y E.E. Evans-Pritchard. Op. cit. En esta última obra, aunque Gluckman reconozca el conflicto racial de Zululandia, para éste antropólogo el hecho era aue la sociedad "funcionaba".

33 Para un análisis más detenido de las premisas teóricas que susten- tan el análisis funcionalista, puede verse: Héctor Tejera Gaona, Fl funcionalismo. íen nrensai.

34 "En este Imperio Nuestro, en que nos hemos hecho cargo del control de tantos pueblos indígenas de Africa, Asia, Oceania y América, me parece que se necesitan urgentemente dos cosas por cumplir, como debemos', con los deberes que hemos asumi- do. Hemos exterminado a algunos de dichos pueblos y hemos causado, y estamos causando, daños irreparables a otros. Nues- tras injusticias, que son muchas, son en gran medida consecuen- cia de la ignorancia. Por lo tanto, una cosa que se necesita urgentemente es disposiciones referentes al estudio sistemático de los pueblos indígenas del imperio. He' señalado la rapidez

This content downloaded from 132.248.9.8 on Wed, 31 Jul 2013 13:14:41 PMAll use subject to JSTOR Terms and Conditions

Page 13: Hector Tejera - Antropologia Funcionalista y Colonialismo

90 BOLETÍN DE ANTROPOLOGIA AMERICANA • 11 JULIO 1985

Dos nociones fueron utilizadas por la antropología para intentar comprender el hecho colonial; la prime- ra, fue la de aculturación y, la segunda, la de cambio social. Radei iffe- Brown afirma que el proceso más habitual de influencia mutua entre culturas es aquel por el cual un pueblo acepta determinados elementos culturales de sus vecinos, al mismo tiempo que re- chaza otros; aceptación y rechazo determinados por la naturaleza del sistema social que sufren estos pro- cesos. Además los elementos adoptados o tomados prestados de los vecinos se rehacían y modificaban al hacerlos encajar en el sistema social existente.35 La "funcionalidad" o ''disfuncionalidad" de los "cam- bios" es, en todo caso, la problemática que los fun- cionalistas ponen sobre el tablero.36 La antropología puede contribuir a que los cambios que sufren las étnias por el choque colonial, sean más funcionales en términos del sistema de valores y costumbres que presentan.37

Ahora bien, la posición de los antropólogos para participar en el colonialismo resulta contradictoria. Ledere nos dice38 que la vinculación de los antropó- logos con el hecho colonial fue facilitado por la apli- cación de la Indirect Rule la que, además, les impide visualizar el quehacer colonial en términos histórico- políticos.39 Sin embargo, la participación de los antro- pólogos en la administración colonial no fue tan im- portante como Ledere afirma y, por lo demás, no negaron el proceso desintegrador que sufrían las co-

munidades. Por el contrario, consideraban que la an- tropología podía contribuir a hacer dichos cambios más "funcionales",40 por tanto, con efectos negativos mínimos.

La participación de la antropología funcionalista, si bien podía ayudar a la "comprensión" de ciertos elementos culturales, no debía "buscar solución a los problemas prácticos".41 La antropología solamente debía contribuir con las autoridades coloniales en términos de proporcionarles: "un conocimiento deta- llado de la organización social, de las costumbres y creencias de los indígenas y un entendimiento de sus significados y funciones".42 Este límite autoimpuesto no impide, y con razón, que los antropólogos funcio- nalistas sean identificados con el colonialismo. Esta relación intentó ser evitada por los antropólogos por medio de la separación entre "hombre teórico" y "hombre práctico". El primero (el antropólogo) limi- taba su actividad a realizar una investigación "obje- tiva" y "científica"; mientras que el segundo, (el ad- ministrador colonial) empleaba dicha investigación para tomar decisiones.

Las posiciones extremas del quehacer de la antro- pología en el hecho colonial, puede encontrarse ya a principios de siglo en antropólogos tan connotados como Haddon y Frazer. Haddon, en su discurso de toma de posesión ante el Royal Anthropological Institute, en 1903, declaró que uno de los objetivos de las ciencias sociales era, precisamente, contribuir con sus conocimientos a la determinación de las po- líticas por los "hombres prácticos".43 Por lo que se refiere al conflicto social generado por la situación colonial, es interesante observar la posición de este antropólogo. Al encontrarse realizando una investiga- ción en la Columbia Británica, Haddon presenció un movimiento de trabajadores chinos en contra del go- bierno colonial. Ante la represión que se desató, Had- don escribió: "Esto no es exactamente a lo que yo vine... en vez de lecciones de etnología india, he tenido lecciones prácticas de sociología... pero la es- toy pasando bien, pleno de nuevas experiencias, de las cuales algunas pueden ser útiles para la enseñanza y otras para contar cuentos".44 La represión se con-

cón que material de valor inestimable para el estudio científico de la humanidad está desapareciendo por la destrucción y modi- ficación de culturas atrasadas. Desde el punto de vista práctico de la administración colonial, antes de que se pueda dar una fundamentación correcta a la administración y a la educación se requiere un conocimiento sistemático y complejo de las culturas indígenas. La investigación de este tipo se ha desatendido durante demasiado tiempo". A.R. Radcliffe Brown, El Método de la Antro- pología Social, Ed. Anagrama, Barcelona, 1975, náe. 112.

■IS Cfr. A.R. Radcliffe Brown, Op cit., pág. 91. 36 Para Malinowski, el "Cambio Cultural es el proceso el cual el

orden existe en una sociedad; esto es, su civilización social, espiritual y material, es transformada de un tipo a otro... Inducido por fuerzas y factores que emergen espontáneamente de la propia comunidad o pueden ser el resultado del contacto de culturas diferentes. El primer fenómeno toma la forma de una evolución independiente; el segundo constituye el proceso que es usual- mente nombrado por la antropología como difusión." Bronislaw Malinowski, The Dynamics of Culture Change, Yale University Press, 1965, pág. 1. Al igual que Radcliffe Brcwn, Malinowski considera que los procesos de cambio cultural provocados por la difusión, permiten observar que las culturas no son pasivas al recibir elementos culturales "externos". Las culturas pueden reci- birlo, modificarlos u oponerse a éstos. Malinowski, Op. cit., pág. 19. "Para nosotros, el problema está en permitir que los cambios que modifican las condiciones de la sociedad africana se operen sin dislocación inútil de las estructuras", Lucy Mair, "Education under indirect rule" en Journal of the Royal African Society, 1935, en Gerard Ledere, Op. cit., pág. 130. 38 Gerard Ledere, Op. cit. Gerard Ledere, Op. cit., pág. 134-35. Igualmente, Adam Kuper considera que las restricciones para el estudio de la realidad colonial, basadas en su particular inserción impidieron que la antropología analizase el colonialismo. No obstante, Kuper no aclara cuales fueron dichas "restricciones".

40 El papel de la antropología para colaborar con la Indirect Rule es expresado claramente por Lucy Mair al decirnos: "el significado real de la Indirect Rule no puede ser limitado a la frase "encuentre la jefe". Esta consiste en una comprensión de la estructura de la sociedad nativa y de la interrelación entre sus partes, que excluye la posibilidad de ser modernizada repentinamente desde el exte- rior, y al mismo tiempo revela las circunstancias de cambio que deben ser modificadas, y las bases por las cuales los cambios pueden ser firmemente establecidos" Lucy Mair, Native Policies in Africa, pág. 15, en Bronislaw Malinowski, The Dinamics of Culture Change, pág. 1 38. Siendo éstos los objetivos de la Indirect Rule según la antropología inglesa, es evidente que el funciona- lismo era, por lo menos para los antropólogos, una disciplina esencial para el establecimiento de las políticas coloniales. 41 A.R. Radcliffe Brown, Op. cit., pág. 53. 42 A.R. Radcliffe Brown. Op. cit.. Daß. 91 v 110. 43 Cfr. lack Stauder. Op. cit.. oágs. 18-19. 44 A. Hingston Quiggin, Haddon, The Head Hunter, Londres, 1942, pág. 1 6, en Adam Kuper, Op. cit., pág. 1 24. Subrayados nuestros.

This content downloaded from 132.248.9.8 on Wed, 31 Jul 2013 13:14:41 PMAll use subject to JSTOR Terms and Conditions

Page 14: Hector Tejera - Antropologia Funcionalista y Colonialismo

TEJERA CAONA ANTROPOLOGIA FUNCIONALISTA Y COLONIALISMO: UN ANALISIS DE SU RELACIÓN 91

vierte entonces en "lecciones prácticas de sociolo- gía".

La contribución de la antropología al colonialis- mo, se opone a otra corriente que se manifestó entre los antropólogos funcional istas y que encontramos ya en Frazer. Para Frazer el antropólogo era solamente "un estudioso del pasado, que quizá pueda decir algo, muy poco, de lo que ha sido, pero no puede, no se atreve a decir lo que tiene que ser../'45 Esta posición, dentro del pensamiento funcional ista, será retomada por E.E. Evans-Pritchard, curiosamente, uno de los antropólogos ingleses más ligados a la investigación por deseo expreso de los gobiernos coloniales.

Raymond Firth por su parte, en We, The Tikopia, afirma que el antropólogo y su ciencia se encuentran cada vez más en peligro de caer en manos de los intereses prácticos de la administración colonial. Al respecto, Firth nos dice: "Social anthropology should be concerned with understanding how human beings behave in social groups, not with trying to make them behave in any particular way by assisting an adminis- trative policy or a proselytizing campaign to achieve its aims more easily. The scientist gives generaliza- tions regarding the nature of the working of institu- tions; it is not his duty to affix ethical values to them, nor by conniving at such an ethical evaluation to pave the way for their modification. Missionary, go- vernment officer and mine manager are free to use anthropological methods and results in their own in- terests, but they have no right'to demand as a service that anthropology should become their handmaid. Nor can the standards which they invoke -"civiliza- tion", "humanity", "justice", "the sanctity of human life", "Christianity", "freedom of the individual", "law and order"- be regarded as binding; the claim of absolute validity that is usually made for them too often springs of ingnorance, from an emotional phi- lanthropy, from the lack of any clear analysis of the implications of the course of action proposed, and from confusion with the universal of what is in reality a set of moral ideas produced by particular economic and social circumstances".46

Firth, al igual que muchos otros antropólogos de la época, se niega a que sus estudios fuesen emplea- dos por el colonialismo. La "ciencia antropológica" se mancharía por la aplicación de juicios de valor. Si bien los juicios de valor que Firth enumera fueron, efectivamente, parte de una serie de justificaciones que se emplearon en la dominación de los pueblos colonizados; es cierto que los antropólogos, al rela- tivizar las costumbres de las étnias, extendieron dicho relativismo a la misma acción colonialista. De esta forma los valores y costumbres de las étnias, así como de los agentes coloniales, eran explicadas en función del sistema social al que pertenecían. El colonialismo se encontraba entonces exento de cualquier tipo de crítica, y solamente podía realizarse una evaluación explicativa en términos de la estructura social de Oc- cidente. Por su parte, el antropólogo, se encontraba fuera de la participación de determinados "valores", ya que como científico poseía la objetividad indiscu- tible que le brindaba su disciplina.

La posición de la antropología resulta ambivalente

4b Conferencia inaugural pronunciada en 1 908 por Sir James Frazer, citada en Adam KuperOp. cit., pág. 125. 46 "La antropología social debe de preocuparse por entender como se comportan los humanos en grupos sociales, no intentando hacerlos actuar de alguna forma en particular a través de políticas administrativas, de asistencia, o campañas de procelitismo para lograr sus objetivos más fácilmente. Los científicos hacen genera- lizaciones respecto a la naturaleza del trabajo que realizan las instituciones, no es su deber añadir valores éticos a éstas ni permitir, por lo tanto, que una evaluación ética allane el camino a su modificación. El misionero, el oficial del gobierno y el gerente de minas, están en libertad de utilizar métodos antropo- lógicos y sus resultados para sus intereses particulares, pero no tienen derecho a exigir como un servicio que la antropología se convierta en su sirvienta. Tampoco es posible que los parámetros que ellos invocan -"civilización", "humanidad", "justicia", "lo sagrado de la vida humana", "cristianismo", "independencia de la individualidad", "ley y orden"- sean utilizadas como ataduras; la demanda de validez absoluta que se hace para ellos frecuen- temente destila ignorancia, desde una filantropía emocional,

hasta la ausencia de cualquier análisis claro de las implicaciones del curso de la acción propuesta y de la confusión con el universo de lo que en realidad es el conjunto de las ideas morales produ- cidas por circunstancias económicas y sociales particulares". Raymond Firth, We, The Tikopia, Beacon Press, Boston, 1963, pág. 488.

This content downloaded from 132.248.9.8 on Wed, 31 Jul 2013 13:14:41 PMAll use subject to JSTOR Terms and Conditions

Page 15: Hector Tejera - Antropologia Funcionalista y Colonialismo

92 BOLETÍN DE ANTROPOLOGIA AMERICANA • 11 JULIO 1985

y ambigua. Por una parte, pretende ser la respuesta ante las necesidades coloniales de dominación; por otra, ser independiente y emplear los financiamientos gubernamentales para los intereses particulares de la disciplina, los cuales, no necesariamente concorda- ban con los del gobierno colonial. Raymond Firth, no deja de reconocer esta incongruencia; sin embar- go, considera que, en beneficio de la propia cientifi- cidad de la disciplina, ésta debería de mantenerse independiente.

Generalmente, sin embargo, los antropólogos in- sistieron que, no obstante que su disciplina era funda- mentalmente "científica" y por lo tanto no participaba de posiciones políticas o prácticas ante el quehacer colonial, podría contribuir con sus resultados a la planeación de una política colonial más coherente; más "funcional". De esta forma se mantuvieron en una posición más cercana a la expresada por Haddon.

Uno de los elementos en la insistencia de la impor- tancia práctica de la antropología para el colonialis- mo, radica en la posibilidad de obtener financiamien- to. En efecto, el reconocimiento de que la antropolo- gía no era solamente una actividad de anticuario y que detentaba cierto grado de cientificidad, se logró hasta principios de siglo. Esto, evidentemente, pro- vocó que muchos de los problemas de la antropología estuvieran vinculados a la falta de presupuesto para realizar investigación. No es casual que de 27 discur- sos de toma de posesión de diferentes directores del Royal Anthropological Institute, durante el período comprendido entre 1893 y 1919, más de la mitad de éstos se refiriesen a la importancia práctica de la an- tropología en el Imperio Británico.47 Las sublevencio- nes recibidas por el Royal no fueron cuantiosas hasta que la fundación Rockefeller y la fundación Carnegie elaboraron un ambicioso programa de apoyo a las ciencias sociales con intereses de dominación muy específicos. Esto permitió incrementar la investiga- ción antropológica durante las décadas de los treintas y los cuarentas. Por lo demás, muchas investigaciones anteriores se habían realizado por medio del Interna- tional African Institute, fundado en 1926. La propia declaración del International African Institute en cuanto a sus principales objetivos, muestra clara- mente los propósitos de la antropología funcionalista y de su visión del hecho colonial. Para el Institute, "El problema fundamental que nace de la penetración de las ideas y de las fuerzas económicas europeas en la vida africana es el de la cohesión de la sociedad africana. La sociedad africana está sometida a varias coacciones, y existe el peligro de que las fuerzas poderosas que están penetrando en el continente pue- dan dar lugar a su completa desintegración, cuyas consecuencias podrían ser calamitosas para los indi- viduos que lo componen y, al mismo tiempo, hacer imposible una ordenada evolución de la comunidad. Por lo tanto se debe proponer que las investigaciones alentadas por el Institute deben orientarse a conseguir

una mejor comprensión de los factores de cohesión social en la sociedad africana original, las formas en que se han visto afectadas por las nuevas influencias, las tendencias hacia nuevos agrupamientos y la for- mación de nuevos lazos sociales y formas de coope- ración entre las sociedades africanas y la civilización occidental".48 El Institute estaba dispuesto entonces a cooperar con el colonialismo, mediante la presen- tación de los "hechos" sin alegar en favor o en contra de una determinada política. Igual posición se man- tuvo al fundarse el Rhodes-Livingston Institute en 1938.

Para Evans-Pritchard, los grandes objetivos de la antropología eran: a) ser de utilidad para los propios objetos de estudio; b) contribuir a la planeación de políticas por parte de la administración colonial y; c) ampliar los conocimientos propiamente antropoló- gicos. En realidad el beneficio que las etnias recibían al haber sido estudiadas era indirecto. En efecto, era mediante la planeación de las políticas coloniales a través de la obtención de datos antropológicos, que dichas étnias se "beneficiaban". Con relación al se- gundo punto, Evans-Pritchard insiste en que si bien los administradores coloniales deben de tener ciertos conocimientos de antropología, defiende la profesión y aún el empleo al afirmar que, no obstante, sola- mente los antropólogos tienen la suficiente prepara- ción para avalar los resultados obtenidos. Por otra parte, los "valores" del administrador colonial se ex- presarían en la investigación, en detrimento de la objetividad científica. Así, se opone a que el antropó- logo se convierta en agente colonial y viceversa. Para Evans-Pritchard la forma ideal de cooperación entre la antropología y la administración colonial es aquella en que: "con mucha inteligencia (los gobiernos colo- niales) han preferido financiar expediciones de antro- pólogos profesionales o contratarlos por un tiempo reducido para que realicen investigaciones determi- nadas".49 El antropólogo obtendría así, un puesto en la universidad avalado por su investigación, y el ad- ministrador colonial la información requerida. El trato para Evans-Pritchard es justo. El antropólogo se sitúa en su entorno académico y la información proporcio- nada a las autoridades coloniales era empleada por éstas, sin manchar la reputación del primero, al no ser éste directamente responsable de las consecuen- cias de su utilización. No obstante, es curioso obser- var que Evans-Pritchard no considera que la antropo- logía pueda ser un instrumento de cambio social. Al criticar la posibilidad de que la antropología puede asemejarse a las ciencias naturales como anterior- mente lo había afirmado Radei i ffe- Brown,50 le extrae toda posibilidad de presentar aplicaciones prácticas. De esta manera, Evans-Pritchard afirma "...no creo

47 Jack Stauder, Op. cit., pág. 18.

48 "A five years plan of research" Africa, 1 932, pág. 1 . International African Institute, en Adam Kuper, Op. cit., pág. 131-132. Subra- yados nuestros. 49 E.E. Evans-Pritchard, Antropología Social, Ed. Nueva Visión, Buenos Aires, 1975, págs. 125-126.

This content downloaded from 132.248.9.8 on Wed, 31 Jul 2013 13:14:41 PMAll use subject to JSTOR Terms and Conditions

Page 16: Hector Tejera - Antropologia Funcionalista y Colonialismo

TEJERA GAONA ANTROPOLOGIA FUNCIONALISTA Y COLONIALISMO: UN ANALISIS DE SU RELACIÓN 93

que ningún antropólogo pueda sostener seriamente que, hasta el momento actual, se haya descubierto alguna ley sociológica. Y si no se conoce ninguna ley, es evidente que no se le pueda aplicar".^ Así, utiliza el criterio de la "inmadurez" teórica de la an- tropología, para evitar asumir la responsabilidad de la disciplina en el hecho colonial. Sin embargo, con- sidera que la antropología puede preveer ciertos efec- tos de la política colonial en las étnias.

Por otra parte, Evans-Pritchard, reconoce una de las limitaciones de la antropología funcionalista, limi- tación que provocó fricciones entre los intereses de los administradores coloniales y los antropólogos, cuando nos dice: "puede suceder que la administra- ción quiera que se investigue exclusivamente el sis- tema de tenencia de tierras de una población; el an- tropólogo por su parte considera que no se puede comprender dicho sistema si no se estudia la vida social completa".52 En efecto, si un antropólogo era contratado para resolver un problema práctico con- creto, éste insistía, por el propio método que sustenta al análisis funcional, en analizar la interrelación entre las diferentes instituciones sociales que encontraba en el lugar estudiado. El método antropológico se convertía entonces, más que en un auxilio, en un impedimento para tomar decisiones ágiles ante deter- minados problemas específicos. En todo caso, para Evans-Pritchard, la forma más adecuada de relación entre la antropología y la administración colonial se- ría aquella en la cual el gobierno escogiese al antro- pólogo y éste a la investigación.53 En última instancia, la administración colonial debía cooperar con la an- tropología pues "vale la pena estudiar a las sociedades primitivas por el valor del estudio en sí, aún en el caso de que pueda ser aplicado con algún fin práctico o científico".54 Esta opinión sobre el papel de la antro- pología, evidentemente no fue del agrado de los ad- ministradores coloniales, los cuales, las más de las veces, consideraron que los antropólogos, más que contribuir al desarrollo de la política colonial, entor- pecían su funcionamiento.

La posición de Radei iffe- Brown si bien difiere de la de Evans-Pritchard, con relación a la aplicación práctica de la antropología, se asemeja en cuanto a que ésta debería mantenerse al margen de sus aplica- ciones. Malinowski, a su vez, no se separa de la

posición general mantenida por los antropólogos con respecto a este problema. Por lo demás, las investiga- ciones llevadas a cabo por los diferentes Institutos, como el caso del International African Institute, cuyos objetivos eran "the closer association of scientific knowledge an research with practical affairs"55 no trascendieron el ámbito puramente académico. Esto a pesar de que dentro de la junta de Gobierno encon- tramos a personajes de la política colonial tan impor- tantes como Lugard.

El impacto de la antropología funcionalista en la determinación de las políticas coloniales fue mínima, tanto por el carácter de la investigación realizada, como por la desconfianza de los administradores co- loniales a los antropólogos y su disciplina. Indepen- dientemente de esto, es innegable de algunas admi- nistraciones abrigaban la esperanza de que la antro- pología pudiese aportar un conocimiento más pro- fundo sobre la población africana. Además, el go- bierno colonial se encontró muchas veces en aprietos para mantener el orden, y la represión llegó a extre- mos como la matanza de las mujeres Ibo en 1 929 y el bombardeo de las aldeas de los Nuer y el ahorca- miento de sus profetas. Como sabemos, el propio Evans-Pritchard fue enviado a estudiar esta tribu nilò- tica en el período inmediatamente posterior a estos acontecimientos. De esta forma, las propias necesida- des de la administración colonial, abrieron los espa- cios necesarios para que la antropología se insertase en el colonialismo.

La relación entre la antropología funcionalista y los administradores coloniales no fue, en general, del todo armónica. El gobierno colonial se mostró, mu- chas veces, excéptico de los alcances que la disci- plina podría tener no solamente en cuanto a la com- prensión de las sociedades colonizadas, sino con re- lación a su aportación al dominio colonial. Igualmen- te, los antropólogos realizaron algunas críticas -bas- tante tibias por cierto- con respecto a los efectos del colonialismo. Por su parte, el gobierno colonial acusó a la antropología de oponerse a cualquier tipo de cambio en las sociedades que estudiaban.

Si consideramos al administrador colonial como el representante práctico de la teoría evolucionista, la antropología no solamente se encontró entonces con el problema de refutar teóricamente al evolucio- nismo, sino que tenía ante sí la práctica misma de las concepciones de esta teoría en el hecho colonial. Por lo anterior, la aversión de la administración colo- nial hacia los antropólogos funcionalistas radica, pa- radójicamente, en su relativismo.56 En efecto, si esta posición valorativa no permite a la antropología cri- ticar la práctica colonialista en todas sus implicacio- nes, al mismo tiempo, aparece ante el administrador colonial como una intrusión en su quehacer "civiliza- dor".

50 E.E. Evans-Pritchard, Op. cit., pág. 131. 51 E.E. Evans-Pritchard, Op. cit., pág. 131. Subrayados nuestros. E.E. Evans-Pritchard, Op. cit., pág. 1 34. La insistencia en analizar la cultura como una totalidad, fue uno de los problemas más serios que enfrentaron los antropólogos en relación a las necesi- dades de la administración colonial. Al respecto Audrey Richards nos dice: "en la mayor parte de Africa, encontrar al jefe ha sido considerado equivalente al establecimiento de la administración indirecta. Nosotros no nos hemos tomado la molestia de estudiar la totalidad del funcionamiento de la maquinaria política de la cual, la institución de la jefatura forma parte" Audrey I. Richards, "Tribal Government in Transition", Journal of the Royal African Society, pág. 5 en Bronislaw Malinowski, Op. cit., pág. 147. 53 E.E. Evans-Pritchard, Op. cit., pág. 137. 54 E.E. Evans-Pritchard, Op. cit., pág. 138.

Adam Kuper, Op. cit., "La asociación cercana del conocimiento científico v la investigación con los hechos Drácticos". 56 Adam Kuper, Op. cit., pág. 145.

This content downloaded from 132.248.9.8 on Wed, 31 Jul 2013 13:14:41 PMAll use subject to JSTOR Terms and Conditions

Page 17: Hector Tejera - Antropologia Funcionalista y Colonialismo

94 BOLETÍN DE ANTROPOLOGIA AMERICANA • 11 JULIO 1985

La necesidad de los estudios antropológicos era relativa. En efecto, los administradores coloniales no necesariamente ignoraban la organización social de los pueblos bajo su jurisdicción. El problema real es que no les interesaba respetar dicha organización. Así, las justificaciones de la importancia del quehacer antropológico quedaba fuera de los intereses colonia- les reales. La antropología afirmaba que podía actuar evitando el conflicto social al aportar sus conocimien- tos; sin embargo, el hecho es que la administración colonial despreciaba las costumbres de los pueblos colonizados.57

Las posiciones divergentes entre los antropólogos y las administraciones coloniales acerca del papel de la antropología dentro del quehacer colonial, pueden ejemplificarse con la discusión entre Malinowski y el mayor Ruxton, gobernador de la provincia del sur de Nigeria. Ruxton pugnaba por la aplicación de la an- tropología al quehacer colonial, sobre todo, a través del International African Institute. Por su parte, Mali- nowski insistía que el Institute debía de mantener independencia con respecto a las necesidades del gobierno colonial.58 Evidentemente Ruxton pensaba que la antropología podría colaborar íntimamente con la política colonial,59 posición excepcional y que se contrapone a la explicitada por la mayoría de los administradores coloniales. En relación a lo anterior, 57 Uno de los ejemplos más utilizados por los antropólogos para

demostrar la importancia de su disciplina para evitar el conflicto fue la guerra con los Ashanti de Costa de Oro, en contra de las fuerzas militares británicas. Evans-Pritchard al respecto nos dice: "se necesitaron dos guerras para que el gobierno descubriera que el Taburete de Oro cuya entrega reclamaba a los Ashanti de Costa de Oro, contenía, de acuerdo con sus creencias, él alma de todo el pueblo y no podía bajo ninguna circunstancia ser entregado". E.E. Evans-Pritchard, Op. cit., pág. 132. Sin embargo, considera- mos excesivo atribuir únicamente a este hecho el levantamiento Ashanti, en 1895, al intentar anexionar el territorio ashanti, Inglaterra por sus intereses comerciales aviva las rivalidades entre las diferentes tribus del lugar. Ante la prohibición del "achantihe- ne" de que penetren británicos en su territorio, las fuerzas militares invaden el territorio y deponen al monarca, al cual capturan como rehén. Además, exigen 50,000 onzas de oro por las hosti- lidades entre ashanti y británicos acaecidas en 1873. En 1900, se les reclama otra vez la "indemnización" a los Ashanti, pero con un aumento del 30% de interés por cada año de retraso. No conforme con esto, el gobernador de la colonia pretende sentarse

en el taburete real. Ante estas dos demandas, los Ashanti se levantan nuevamente en armas. Al ser derrotados, su territorio se convierte en protectorado británico en 1902. Al respecto, el comentario de Hai ley, funcionario de la Indian Civil Service es significativo con relación a la revuelta Ashanti. Hailey nos dice: "El intento de la administración de Costa de Oro, en 1899, de tomar posesión del Escabel de Oro de los Ashanti se ha citado con frecuencia como un ejemplo... de incomprensión, aunque quizás sea una prueba de flagrante desprecio por el sentimiento popular, más que de la ignorancia de las costumbres indígenas". Hailey, "An African Survey", Londres, 1938, en Adam Kuper, Op. cit., págs. 133-134. 58 Un análisis detallado de las posiciones al respecto pueden verse en Wendy James, "Anthropology as reluctant imperiaslist" en Ta la I Assad, Op. ci it. 59 Cfr. Ruxton, "An Anthropology as no-man's land" Africa, III, 1930, pág. 2, en Wendy james, Op. cit., pág. 53.

This content downloaded from 132.248.9.8 on Wed, 31 Jul 2013 13:14:41 PMAll use subject to JSTOR Terms and Conditions

Page 18: Hector Tejera - Antropologia Funcionalista y Colonialismo

TEJERA GAONA ANTROPOLOGIA FUNCIONALISTA Y COLONIALISMO: UN ANALISIS DE SU RELACIÓN 95

en general, se prefirió el empleo de funcionarios más orgánicamente ligados al gobierno colonial en aque- llas labores en que era necesaria cierta investigación de campo.

Mitchell quien fue gobernador de Kenia, además de mostrarse excéptico con respecto a los resultados que podía aportar la antropología, critica la falta de condena de los antropólogos ante hechos que podían ser considerados como "amorales" o "criminales". Sobre la antropología por la que propugnaba Mali- nowski, Mitchell respondió: "As Malinowski points out, anthropologists have largely occupied them- selves with the past, or at least with the passing; and they have developed a technique or their own in recording and discussing in particular the curious or quaint in primitive sociétés. Thus if an inhabitant of a South Island feels obliged on some ceremonial oc- cassion to eat his grandmother, the anthropologist is attracted to examine an explain the ancient custom wich caused him to do so: The practical man, on the other hand, tend to take more interest in the grand- mother".60 Mitchell, al caricaturizar la labor antropo- lógica, expresa al mismo tiempo el sentir del hombre colonial ante la antropología. Malinowski responderá que si bien la crítica al quehacer antropológico que realiza Mitchell puede aplicarse a la antropología evolucionista, de ninguna manera era cierta con rela- ción a la antropología funcional.61 Por lo demás, para Malinowski, la situación descrita por Mitchell sola- mente existía en su cabeza y la posición del goberna- dor era, en realidad, la que había llegado a causar conflicto social entre los pueblos colonizados. La re- presión en contra de una serie de tribus africanas -afirmaba Malinowski- muchas veces se habían jus- tificado con actitudes como las de Mitchell, a partir de los valores occidentales de "justicia" y "morali- dad".62

La antropología visualiza al administrador colonial como portador del "cambio". Este es el caso de Fortes en su obra The Dinamics of Clanship among The Tallensi, aunque generalmente la norma fue que la situación colonial no fue analizada. Los diferentes estudios que encontramos en African Political Sys-

tems, tratan muy tangencialmente dicho problema, y en estudios como el de Los Nueróe Evans-Pritchard se ignora por completo.

El papel de la antropología funcional ¡sta fue enton- ces pobre en cuanto a sus aplicaciones prácticas. Quizá una de las frases más significativas de la impor- tancia de la antropología dentro del proceso colonial, sea la de Evans-Pritchard cuando, en un comentario sobre ésta nos dice: "Una vez el profesor Seligman me dijo que en todos los años que había trabajado en el Sudán o en los problemas sudaneses, nunca se le pidió su opinión y que la única vez que la dio voluntariamente, con respecto a los propiciadores de lluvia, no se aceptó. Durante los quince años que trabajé en la misma región, nunca se me pidió opinión absolutamente de nada".63

Si bien la antropología no tuvo la importancia práctica que muchas veces se le atribuye, es no obs- tante una teoría orgánica al hecho colonial. La antro- pología funcionalista ocultó ideológicamente la situa- ción de los pueblos colonizados al describir su orga- nización social como homogénea y solidaria y en la cual el colonialismo no tenía ningún papel.

La antropología funcionalista, al basar sus estudios en el análisis de la estructura social, despoja a la situación colonial de sus características de explota- ción y sumisión de las étnias africanas. Por lo demás, al sobreenfatizar las funciones de cohesión y solida- ridad de las organizaciones tribales africanas a partir de las premisas funcionalistas de corte durkheimiano, analizó las movilizaciones sociales en contra de la explotación colonial en términos de la "disfunciona- lidad" social o de la "tensión estructural". De esta manera, la visión antropológica funcionalista del he- cho colonial ocultó las características de dicha domi- nación al construir un discurso en términos de cambio cultural oaculturación. Además, la antropología con- tribuyó ideológicamente a la dominación colonial al desdibujar ante la propia visión occidental, su propio quehacer. Nunca se presentó una visión de la violen- cia colonial y la antropología se dedicó al análisis de aquellos aspectos que se consideraban fundamenta- les; el parentesco, la magia y los sistemas políticos. Todos estos elementos, abstraídos de sus condiciones sociales. De esta manera, la antropología no describe los sistemas sociales realmente existentes, sino a partir de lo que Leach denominó orden ideal;64 es decir, a partir de la imposición de categorías estáticas interre- lacionadas. Los pueblos colonizados fueron estudia- dos por la antropología funcionalista como entidades aisladas y no como parte de realidad colonial. Al hacer esto, nunca rebasó los límites de sus propias premisas teóricas para la comprensión y crítica de la explotación de unos pueblos por otros.

60 "Como Malinowski apunta, los antropólogos se han ocupado largamente del pasado o por lo menos de lo perdurable; y han desarrollado una técnica propia de recuperación y discusión en particular sobre lo curioso o exótico en las sociedades primitivas. Así, si un habitante de una isla del sur se siente obligado, en alguna ocasión ceremonial, a comerse a su abuela, el antropólogo se siente atraído por analizar y explicar la antigua costumbre que lo obligó a hacerlo: El hombre práctico, por otro lado, tiende a prestar mayor atención a la abuela". P.E. Mitchell "The Anthro- pologist and the practical man: a reply and a question" Africa III, 1930, páes. 217-218 en Wendy James, Op. cit., pág. 53. 61 Cfr. Wendy James, Op. cit., pág. 56. 62 Cfr. Wendy James, Op. cit., pág. 57. No obstante las protestas de Malinowski en este sentido, él mismo se adscribe a la posición criticada por Mitchell, al considerar que el problema principal de la cliterodictomía entre los Kikuyo, radica en estudiar la función social de este tipo de rito de iniciación. Malinowski, The Dynamics of Culture Change, Op. cit., pág. 37-38.

63 E.E. Evans-Pritchard, "Applied Anthropology" Africa, 1946, pág. 97, en Adam Kuper, Op. cit., pág. 128. 64 Cfr. Edmund Leach, Sistemas políticos de Ja Alta Birmânia, Ed.

Anagrama, Barcelona, 1976, págs. 14-15.

This content downloaded from 132.248.9.8 on Wed, 31 Jul 2013 13:14:41 PMAll use subject to JSTOR Terms and Conditions