2
La formación especializada en música antigua Harmonia del Parnàs, acaba de presentar “Salve Regina”, un disco que recoge obras de Pedro Rabassa y Pascual Fuentes. Llegados directamente del siglo XVIII, los dos destacados maestros de capilla de la Catedral de Valencia se dan la mano desde sus partituras recuperadas. e trata de un disco muy cuidado y bien pensado, de hecho, como todas las obras que prepara esta formación especializada en música antigua y barroca. Marian Rosa Montagut es la responsable de la dirección artística de Harmonia del Parnàs y ella nos explica, de entrada, qué es lo que tiene de especial este “Salve Regina” que han empezado a presentar por el mundo. No quiere establecer jerarquías y remarca que cada pieza, cada disco, cada interpretación tiene siempre un algo que los puede hacer únicos. Puestos a destacar, sin embargo, la musicóloga nos explica que el presente CD es el primero que se edita con el sello TEMPUS, el Centro de Investigación y Difusión Musical que han creado con sede en Valencia y que se define como “una entidad cultural, científica y educativa privada” la cual, además de servir de espacio físico para Harmonia del Parnàs y desarrollar proyectos de investigación y de recuperación de patrimonio musical, permite editar directamente los trabajos de la formación. Y continua, adentrada ya en el contenido: en este caso han escogido “obras que se graban por vez primera en la historia. Forman parte de nuestra cultura más arraigada, son piezas de primerísima calidad que provienen de centros de producción artística y musical de primerísimo orden, como lo eran la Catedral de Barcelona o la de Valencia, y que hasta ahora no se habían estudiado, ni en el campo teórico ni en el de la edición de partituras ni, por lo tanto, en el de la interpretación”. S Otro rasgo que termina de hacer especial este disco es, explica la responsable de Harmonia del Parnàs, “los dos autores”. Por orden cronológico, Pedro Rabassa (Barcelona, 1683 – Sevilla, 1767) y Pascual Fuentes Alcácer (Aldaia, 1721 – Valencia, 1768), ambos maestros de capilla de la Catedral de Valencia y ambos asimismo, dos compositores muy productivos (alrededor de 300 piezas el primero, y cerca de 400 el segundo) y los dos respetados músicos de su tiempo. Harmonia del Parnàs había abordado ya obras de Pedro Rabassa en un disco anterior (con una “Missa defunctorum”, obra probablemente dedicada a la muerte del Emperador José I, dado que Rabassa intervino, como compositor, en algunas de las celebraciones musicales de la corte barcelonesa de su hermano, el archiduque Carlos de Austria) y en esta ocasión han decidido dar “un paso más allá” y mostrar también públicamente el talento de Pascual Fuentes, “un autor sobre el cual prácticamente no hay nada editado”. En “Salve Regina” encontramos las piezas anónimas “Danza del pistolet” y “Cadena” provenientes de la Catedral de Valencia. Y cabe señalar la particularidad, constata Marian Rosa Montagut, de que el primer título sea en catalán: “Debido a las circunstancias de la época, estos solían ser en castellano o, en todo caso, en latín”. También hay cuatro obras de Pedro Rabassa: una cantata “Inmenso Dios mío”, “que tiene ya influencia italiana e incorpora las secciones de recitado y aria, aunque se añaden al estribillo y las coplas que responden a la estructura más tradicional”; un verso de una secuencia de Pascua, “Sepulchrum Christi” que, nos explica Montagut “es muy corto pero está lleno de disonancias y presenta una expresividad magnífica. Por eso pensamos que, aunque era realmente muy breve, valía la pena incluirlo”; el villancico a dúo que tiene por título “Un maestro de capilla” y que precisamente narra una discusión entre maestro y alumno, recoge las explicaciones de cómo hay que trabajar y refleja también la polémica que había en la época sobre la introducción -o no- de las innovaciones que llegaban de Italia; y, finalmente, una sonata para instrumento de teclado que se conserva en la Biblioteca Nacional de Cataluña y que es la única obra instrumental de Pedro Rabassa que nos ha llegado. En cuanto a Pascual Fuentes Alcácer, el CD recoge dos composiciones en latín: la lamentación “Aleph. Quomodo obscuratum” y la antífona mariana “Salve Regina”; ambas composiciones, nos explica Marian Rosa Montagut “son ya de un estilo muy preclásico, muy avanzadas para la época en la que fueron escritas”. Y es que, tanto en el caso de Rabassa como en el de Fuentes Alcácer, se nota que “sabían lo que sucedía en Europa” y seguían el paso. Beber de la fuente. “Son horas de archivo”. Cuando alguien pregunta a Marian Rosa Montagut sobre el proceso de selección de las piezas, por el trabajo previo a la decisión de grabar un disco como este Salve Regina, la respuesta es instantánea: “Muchas horas en archivos y bibliotecas de todo el mundo”. Van, por lo tanto, directamente a la fuente, miran qué material encuentran interesante –“que es prácticamente todo, porque continua también prácticamente todo pendiente de estudio”, puntualiza– y después van realizando “una selección temática”, bien por obras de un autor o de dos consecutivos o que han vivido una misma época o han convivido en una misma capilla, etc. Una vez escogido el hilo conductor, el vínculo, se ata convenientemente el proyecto. La intención es siempre, recuerda Montagut,

Harmonia del XVIII (EN CASTELLANO)

Embed Size (px)

Citation preview

Page 1: Harmonia del XVIII (EN CASTELLANO)

La formación especializada en música antigua Harmonia del Parnàs, acaba de presentar “Salve Regina”, un disco que recoge obras de Pedro Rabassa y Pascual Fuentes. Llegados directamente del siglo XVIII, los dos destacados maestros de capilla de la Catedral de Valencia se dan la mano desde sus partituras recuperadas.

e trata de un disco muy cuidado y bien pensado, de hecho, como todas las obras que prepara esta formación especializada en música antigua y barroca. Marian Rosa Montagut es la responsable de la dirección artística de Harmonia del Parnàs y ella nos explica, de entrada, qué es lo que tiene de

especial este “Salve Regina” que han empezado a presentar por el mundo. No quiere establecer jerarquías y remarca que cada pieza, cada disco, cada interpretación tiene siempre un algo que los puede hacer únicos. Puestos a destacar, sin embargo, la musicóloga nos explica que el presente CD es el primero que se edita con el sello TEMPUS, el Centro de Investigación y Difusión Musical que han creado con sede en Valencia y que se define como “una entidad cultural, científica y educativa privada” la cual, además de servir de espacio físico para Harmonia del Parnàs y desarrollar proyectos de investigación y de recuperación de patrimonio musical, permite editar directamente los trabajos de la formación. Y continua, adentrada ya en el contenido: en este caso han escogido “obras que se graban por vez primera en la historia. Forman parte de nuestra cultura más arraigada, son piezas de primerísima calidad que provienen de centros de producción artística y musical de primerísimo orden, como lo eran la Catedral de Barcelona o la de Valencia, y que hasta ahora no se habían estudiado, ni en el campo teórico ni en el de la edición de partituras ni, por lo tanto, en el de la interpretación”.

S

Otro rasgo que termina de hacer especial este disco es, explica la responsable de Harmonia del Parnàs, “los dos autores”. Por orden cronológico, Pedro Rabassa (Barcelona, 1683 – Sevilla, 1767) y Pascual Fuentes Alcácer (Aldaia, 1721 – Valencia, 1768), ambos maestros de capilla de la Catedral de Valencia y ambos asimismo, dos compositores muy productivos (alrededor de 300 piezas el primero, y cerca de 400 el segundo) y los dos respetados músicos de su tiempo. Harmonia del Parnàs había abordado ya obras de Pedro Rabassa en un disco anterior (con una “Missa defunctorum”, obra probablemente dedicada a la muerte del Emperador José I, dado que Rabassa intervino, como compositor, en algunas de las celebraciones musicales de la corte barcelonesa de su hermano, el archiduque Carlos de Austria) y en esta ocasión han decidido dar “un paso más allá” y mostrar también públicamente el talento de Pascual Fuentes, “un autor sobre el cual prácticamente no hay nada editado”. En “Salve Regina” encontramos las piezas anónimas “Danza del pistolet” y “Cadena” provenientes de la Catedral de Valencia. Y cabe señalar la particularidad, constata Marian Rosa Montagut, de que el primer título sea en catalán: “Debido a las circunstancias de la época, estos solían ser en castellano o, en todo caso, en latín”. También hay cuatro obras de Pedro Rabassa: una cantata “Inmenso Dios mío”, “que tiene ya influencia italiana e incorpora las secciones de recitado y aria, aunque se añaden al estribillo y las coplas que responden a la estructura más tradicional”; un verso de una secuencia de Pascua, “Sepulchrum Christi” que, nos explica Montagut “es muy corto pero está lleno de disonancias y presenta una expresividad magnífica. Por eso pensamos que, aunque era realmente muy breve, valía la pena incluirlo”; el villancico a dúo que tiene por título “Un maestro de capilla” y que precisamente narra una discusión entre maestro y alumno, recoge las explicaciones de cómo hay que trabajar y refleja también la polémica que había en la época sobre la introducción -o no- de las innovaciones que llegaban de Italia; y, finalmente, una sonata para instrumento de teclado que se conserva en la Biblioteca Nacional de Cataluña y que es la única obra instrumental de Pedro Rabassa que nos ha llegado. En cuanto a Pascual Fuentes Alcácer, el CD recoge dos composiciones en latín: la lamentación “Aleph. Quomodo obscuratum” y la antífona mariana “Salve Regina”; ambas composiciones, nos explica Marian Rosa Montagut “son ya de un estilo muy preclásico, muy avanzadas para la época en la que fueron escritas”. Y es que, tanto en el caso de Rabassa como en el de Fuentes Alcácer, se nota que “sabían lo que sucedía en Europa” y seguían el paso. Beber de la fuente. “Son horas de archivo”. Cuando alguien pregunta a Marian Rosa Montagut sobre el proceso de selección de las piezas, por el trabajo previo a la decisión de grabar un disco como este Salve Regina, la respuesta es instantánea: “Muchas horas en archivos y bibliotecas de todo el mundo”. Van, por lo tanto, directamente a la fuente, miran qué material encuentran interesante –“que es prácticamente todo, porque continua también prácticamente todo pendiente de estudio”, puntualiza– y después van realizando “una selección temática”, bien por obras de un autor o de dos consecutivos o que han vivido una misma época o han convivido en una misma capilla, etc. Una vez escogido el hilo conductor, el vínculo, se ata convenientemente el proyecto. La intención es siempre, recuerda Montagut,

Page 2: Harmonia del XVIII (EN CASTELLANO)

“ir sacándolo a la luz, darlo a conocer. Hay tanto material que no sería operativo hacer un integral de un autor. Hay que ir escogiendo para dar, primero, una muestra de las piezas que tenemos”. Visitan los archivos, por lo tanto, transcriben partituras, llevan a cabo el trabajo intermedio de interpretación de la fuente y paso a la notación actual (“muchas obras no tienen un estado aprovechable para ser tocadas directamente”), elaboran la partitura, prueban cómo suena, liman, tocan y finalmente eligen una temática “que ligue bien para el disco”. A veces, cuentan también con el trabajo de musicólogos de confianza: “En este caso, hay algunas obras que ha trabajado la doctora Rosa Isusi, que es especialista en la obra de Pedro Rabassa”. Y ponen definitivamente hilo a la aguja. Cuando explica su forma de trabajar, Marian Rosa Montagut se emociona. Se nota que le gusta lo que hace y lo transmite. Ella se introdujo en el mundo de la música antigua gracias a un clavecín: empezó con el piano, siguiendo la línea de la formación más clásica, pero se dejó tentar por el sonido precedente, por la versatilidad y la joya oculta de un clavecín. Comenzó a conocer el repertorio de la música que se hacía antes del 1800 y descubrió ese “mundo aparte” que desde entonces la tiene encandilada. “Es muy diferente de la música clásica; aquí hay mucha libertad de creación para el interprete”, explica, y de un solo golpe trincha todos los perjuicios que alguien pudiese tener. Antiguo no significa en absoluto viejo o anticuado sino todo lo contrario, dado que la partitura aquí “no está cerrada. Cuando interpretas, por ejemplo, una partitura para un instrumento polifónico, de teclado o de cuerda pulsada, tienes únicamente una línea escrita, y a partir de ésta tú creas toda la composición. También un instrumento melódico tiene una base sobre la cual el intérprete ha de ornamentar y crear. Sin embargo, a partir del clasicismo todo eso desaparece, los autores escriben exactamente lo que quieren y el intérprete ya no tiene tanta libertad. La música antigua, en cambio, no te lo anota todo, únicamente te ofrece un patrón. No hay una verdad absoluta y eso la hace mucho más interesante”. Y ¿Cómo se decide cual es la propia “verdad”, de qué manera se completará el patrón original? La respuesta es rápida: “A menudo, interpretando. Haciendo conciertos.” Tan sencillo y tan complejo como eso. “Seguramente un día haces una cosa, u otro músico hace otra, y se va completando. Evidentemente has de tener mucha complicidad con tus compañeros para poder tener esta libertad sobre la marcha. Pero cuando interpretas vas conectando musicalmente y todo se va complementando. Y puedes jugar también en el directo. Es una manera de hacer que, de alguna manera, se aproxima al jazz, porque te puedes arriesgar”. Y en este equilibrio entre la creatividad y la estricta investigación musicológica es dónde los componentes de Harmonia del Parnàs se mueven como pez en el agua. Barroco reivindicado. Sacaron el nombre de una compilación de los versos del famoso Vicente García que señoreó nuestro XVII literario, editada a principios del XVIII por la barcelonesa Academia de los Desconfiados y que llevaba por título La armonia del Parnàs més numerosa en las poesias vàrias del atlant del cel poètic lo doctor Vicent Garcia, rector de la parròquia de Santa Maria de Vallfogona. Y si, a base de estudios y de tenacidades, el paso del siglo XX al XXI ha empezado a sacar a la literatura catalana de la época moderna la triste etiqueta de Decadencia, también se puede afirmar que en el campo musical se empiezan a deshacer tópicos: la música de los siglos XVI y XVII “es muy valorada”, nos explica Montagut, “pero a partir de la Guerra de Sucesión empiezan a llegar con cierta fuerza influencias foráneas, sobre todo de músicos e instrumentos italianos, austriacos y franceses, y la música que teníamos aquí, con unas características bastante autóctonas, empieza a abrirse a otras formas de hacer”. El caso es que, igual que en el siglo XVIII este influjo se vio con recelo y se criticó “el uso de violines, o la introducción del recitado y el aria o la manera de hacer de los cantantes de ópera, ahora ha pasado un poco lo mismo que entonces” y ha habido una especie de consenso al afirmar “que la música del XVII es fantástica y la del XVIII“, no. No hace falta decir que Marian Rosa Montagut se rebela contra tal distorsión: “Pienso que es falta de conocimiento. Por eso nos interesa poder mostrar las obras que se hacían en el siglo XVIII, en la Corona de Aragón: hay mucha música y muy buena, riquísima. Pero no se conoce. Y, evidentemente, lo que no se conoce no se puede valorar”. La situación es sabida. Y Salve Regina nos ofrece un bello pequeño remedio. [Núria Cadenes. Traducción: Maria-José Padrós]