¿Hacia Dónde Va La Vida Consagrada

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    Inmersos en este Ao de la Vida Consagrada, ms de uno se preguntarsi hay motivos para celebrarlo cuando las grandes rdenes y

    congregaciones, masculinas y femeninas, muestran un declive sinprecedentes en nuestros pases occidentales. Ante esta crtica situacin,

    coincidiendo con la prxima Jornada de la Vida Consagrada(2 de febrero), el autor de estas pginas esboza un diagnstico como

    condicin previa para afrontar cualquier intento de renovacino revitalizacin, antes de apuntar las posibles pistas de recuperaciny los signos de esperanza de una presencia llamada a replantearse en

    clave de evangelizacin activa y de nutrir espacios de trascendencia si noquiere resignarse a la extincin, lo que sera una mala noticia para todos.

    HACIA DNDE VALA VIDA CONSAGRADA?

    LLUS OVIEDO TORR, OFMPontificia Universidad Antonianum. Roma

    .. de enero de

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    Un declive que interpelaA ese cometido dedicar la primeraparte de mi anlisis, para pasara las posibles pistas de recuperacino a los signos de esperanza.

    Un problema que he observado enla teologa o espiritualidad de la VidaConsagrada durante las ltimas dcadasha sido su talante demasiado espiritual,poco realista y, sobre todo, reacio a losdatos de la realidad. Seguramente, este

    es un rasgo comn en otros ambienteseclesisticos y teolgicos, algo de lo queme he quejado en repetidas ocasiones.Hemos abusado de la retrica; hemoslanzado muchos mensajes que invitabana la confianza, cuando lo que habaque invitar es a la alarma y ala reaccin urgente; no se ha prestadoatencin a lossignos de los tiempos, quequizs tampoco hemos sabido discernirni analizar. Por consiguiente, serequiere ya un cambio de estrategiaa nivel teolgico y del discernimiento,

    una reflexin mucho ms realistay orientada desde un inters prctico,es decir, capaz de plantear yresolver problemas, no de esconderloso disimularlos.

    Se puede objetar que muchascongregaciones han recurridoa servicios de socilogos y hanencomendado estudios en base acuestionarios para analizar la propiarealidad y tomar las decisiones msconvenientes. Mi provincia religiosaencarg uno a mediados de los aos 80,

    encomendamos otro la mayor partede las provincias espaolasen 2010, un tercero fue promovido por

    toda mi orden hace un par de aos.Con esa abundancia de datos empricospodramos haber acometido mejornuestras crisis o, al menos, podramoscomprender mejor sus causas y nuestrosproblemas. Lo cierto es que, en lamayora de los casos, dichas encuestaspor lo dems, bastante caras hanaportado muy poco a la hora de realizarun diagnstico sobre la situacin

    actual. Los cuestionarios, a menudo,no dirigan las preguntas que mspodan interesar; no se parta de unascuestiones o hiptesis que pudieranorientar la investigacin, y tengo queadmitir tristemente que no han servidoprcticamente para nada en ningunode los tres casos. Parte del problema esque, con frecuencia, esos estudios tratande halagar a quienes los encargan, oestn realizados sin una base tericaque comprenda los factores de declivey las posibles claves de recuperacin,

    como pueden ser observadas enotros ambientes. Para los que estamosacostumbrados a la investigacinemprica en ciencias sociales, nos hanparecido muy pocoprofesionales. Seramucho ms prctico comparar en elmismo ambiente entidades con mayory con menor vitalidad, para observarqu tienen las primeras que falta a lassegundas, y de ah extraer razones queexpliquen el xito de unas y el fracasode otras. Quizs todava estemosa tiempo para comprender cules son

    los indicios, las actitudes, que llevana la recuperacin, y dejar aparteotros temas.

    I. INTENTANDO COMPRENDERLO QUE HA IDO MAL

    Espero que sea evidente para todoslos lectores el declive numrico, en edady en fuerzas de casi todas las rdenes einstitutos de Vida Consagrada, algo queno necesita pruebas ni datos. Basta que

    cada cual mire a su propia congregaciny compare su situacin hace 40 aosy en la actualidad. Da mucha pena

    La Iglesia nos invita a celebrar esteao dedicado a la Vida Consagrada.Muchos se pueden preguntarqu hay que celebrar, en uno de losmomentos ms sombros que atraviesaesta forma de seguimiento evanglicotan catlica. De hecho, las cifrasmuestran un declive brutal en todaslas grandes rdenes y congregaciones,masculinas y femeninas, casi

    sin excepcin, en los ambientesoccidentales. Est claro que la cosaes muy distinta en otras regiones:la zona eslava todava aguanta bastantebien en muchos casos; en pases dereciente evangelizacin, presenciamosuna tendencia opuesta: un crecimientoinusitado, noviciados repletos,vocaciones para todos, fundacinde nuevas entidades. No est claro queeste dato nos pueda consolar a quienesvivimos en pases de vieja tradicincatlica, fuertemente secularizados, en

    donde la crisis se ceba de forma especialen aquellos que seguimos formasde vida de mayor intensidad religiosa.De hecho, nos ronda la tentacinde si no habra que aceptar que la VidaConsagrada deba desplazarse alas regiones donde ms falta hace e irabandonando zonas menos interesadasen nuestra presencia. Un dato muypreocupante en este sentido es quealgunas entidades ya han arrojado latoallay se han resignado a la paulatinaextincin, convencidos de que su papel

    ya se ha agotado, y que la Providenciadivina suscitar otras formasde seguimiento evanglico mejoradaptadas y ms convenientes paranuestro tiempo.

    Seguramente, esta situacin crtica esresultado de procesos que se prolongandesde hace algunas dcadas y querequieren un anlisis ms detallado yamplio de un declive que obedece a unamultitud de factores. Lo cierto es queun diagnstico se vuelve urgente como

    condicin previa de cualquier intento derenovacin, de revitalizacin de la VidaConsagrada en ambientes occidentales.

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    decirlo, pero el gran declive en la VidaConsagrada coincide, desgraciadamente,con la recepcin del Vaticano II. Estono significa que ese Concilio tuviera laculpa de lo ocurrido, sino que se produjouna coincidencia histrica entre aquelevento y la crisis. Esta casualidad seobserva quizs con ms nitidez cuandose analiza la fuerte secularizacin queafect a partir de los aos 70 a Espaa,con cierto retraso respecto de otraszonas europeas. De todos modos, noestara mal preguntarse si tambin hubofallos en la recepcin y aplicacindel Vaticano II, ahora que se cumplen

    50 aos de su clausura.Vayamos por partes. En primer lugar,es necesario describir lossignosde decadenciaque hemos sufrido ytodava nos afectan. Enumero por orden:

    El fuerte descenso en la capacidadde reclutamiento vocacional, queha reducido de forma considerableel nmero de candidatos que acceden ala Vida Consagrada, con el consiguienteenvejecimiento de los miembros.Se puede decir que no es una tendenciasolo de esa forma de vida evanglica:

    los seminarios diocesanos tambinse vacan, pero no todos; tampocopierden vocaciones todas las entidades.Habiendo condiciones mucho ms libresde eleccin, la ausencia de vocacionesexpresa el desinters que suscitala Vida Consagrada hoy.

    El triste fenmeno de los abandonos,de las salidaso crisis vocacionales,que ha afectado por igual a todaslas congregaciones segnlos anlisis estadsticos publicados1y que ha supuesto muchas veces

    un ulterior desgaste de la capacidad dereclutamiento y un factor de desnimoy desconcierto para los hermanos.

    El descenso en muchos casos de losniveles de empeo o de movilizacinde los consagrados, que, por un motivou otro envejecimiento, cansancio,desaliento, no pueden mantenerlos ritmos de rigor, compromiso odedicacin de otros tiempos; esedesgaste se nota a muchos nivelesy vuelve la Vida Consagrada menos

    atractiva a posibles candidatos quebuscan precisamente una dedicacinintensa y entregada a la causa.

    La fuerte secularizacin internaquehan sufrido muchas de las institucionesregidas por consagrados, o sus propias

    formas de vida, de presencia o deactividad; muchas de esas obras hanperdido su identidad religiosa y sehan integrado en otras institucionessimilares de carcter civil o secular;algo parecido se ha dado a otros muchosniveles comunitarios y personales.

    Los signos de debilidad seincrementan por otras causas.En unos casos, nos afectan escndalosy escenarios de corrupcin financierao de abusos sexuales. Aunque enEspaa nos hemos librado hasta ahora

    en buena medida de dichos males,otras regiones occidentales se hanvisto muy afectadas, con grave daoa la imagen de la Vida Consagrada.De forma menos aguda, aunquesignificativa, bastantes entidadesse han orientado al sector hostelero:muchas estructuras han dejado deprestar la funcin educativa, sanitariao asistencial que tenan y, donde habademanda suficiente, se han destinadoa hoteles y pensiones, con muy pocaproyeccin pastoral, y solo justificados

    por conveniencia econmica, lo quea menudo no convence a los fieles.Tampoco los argumentos de quelos fondos obtenidos se dedican aobras de caridad o misionales llegaa neutralizar la mala impresin queofrecen entidades de consagradosdedicadas a la industria hostelera oque obtienen rendimientos de capitalinmobiliario con el arrendamiento desus propiedades. No encaja muy bienesa imagen con los ideales de la vida

    evanglica, y es un episodio ms delproceso de secularizacin internaantesmencionado, por el que realidades

    que tenan un tono claramentereligioso pierden esa aura y terminanpor asimilarse al mundo y cultura

    dominantes.Hasta ahora he descrito los sntomasde los males que afligen a la VidaConsagrada. Un paso ms all requiereanalizar las causasque han llevadoa dicha situacin o que puedenayudarnos a comprenderlas dimensiones del problema.

    Ante todo, conviene aclarar quelos estudios sociolgicos en los ltimosveinte aos sobre las dinmicas dedeclive y recuperacin de las entidadesde consagrados se dividen en dos

    grandes tendencias o marcos tericos:La primera es la teora de la

    secularizacin, que se aplica a la VidaConsagrada para sealar que las causasde la crisis son fundamentalmenteexternas: las sociedades avanzadas sehan secularizado y acaban ahogando laspresencias religiosas, que se vuelvenirrelevantes o carentes de una funcinlegtima o reconocible.

    La teora alternativa, que se hadenominado nuevo paradigma, insistems bien en las causas internas, y

    apunta a la mala gestin o a los erroresde modernizacin y adaptacin quehabran perjudicado irremediablementea dichas entidades.

    A esa teora cabe unir los estudiosinstitucionales que observan fallos olmites en el nivel de la organizacino institucin y que explican ciertascrisis de los grupos religiosos de msintensidad. En general, un ciertoconsenso invita a aprender de esaspropuestas para explicar de forma

    plural o como dicen en inglsmulti-level opluri-dimensional talesdesarrollos. En este sentido, abogo

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    fallos en la gestin o en las estrategiasde adaptacin de los consagradosa las sociedades modernas.

    Dichos estudios revelan que,en un mismo ambiente occidental, haymuchas entidades de consagrados/asque estn sumidas en una profundacrisis, mientras otros pocos no solosobreviven, sino que experimentanun discreto crecimiento. Al menos, sontres los casos en que se percibe dichacontra-tendencia:

    En primer lugar, algunas entidadesde rdenes tradicionales que hanasumido un estilo distinto o ms activoy han acabado invirtiendo la tendenciaal desgaste que sufran.

    Segundo, las llamadas nuevasformas de Vida Consagrada; a pesarde sus ambigedades y fracasos, esincuestionable que en bastantes casoshan logrado una cierta estabilidady gozan de buena salud.

    Y tercero, las formas deconsagracin que han nacido dentrode los llamados nuevos movimientoseclesiales; en algunos casos, han dadoorigen a formas originales de vida muyprximas a lo que se puede identificarcomo Vida Consagrada; en otros, han

    nutrido con abundantes vocacionesmonasterios y congregaciones variascon las que pudieran sentir ciertaafinidado sintona; y en otros ms, haninspirado o provocado rupturas en clavede renovacin dentro de congregacionestradicionales, dando origen a gruposautnomos que han sido rpidamentereconocidos por las autoridadeseclesiales.

    que eran varias veces ms numerosasque los hombres.

    Este anlisis previo no se refiere tantoa las condiciones de secularizacin,sino de cambios demogrficos, deprogreso social, educativo y econmicoque han vuelto obsoleto el modeloanterior de reclutamiento vocacional.La secularizacin ha llegado al mismotiempo, aunque sus efectos se hansentido ms tarde. Lo normal cuandose pierde inters por la dimensinreligiosa, cuando la fe cristiana dejade ser interesante, o la Iglesia catlicase desprestigia, es que toda esa grantendencia de nuestra cultura incidatambin en la Vida Consagrada, y

    que la mayor parte de las entidadesacusen sus efectos. La demografa demuchos monasterios y conventos se veseriamente afectada; bastantes de lasobras que mantenan los consagradosse vuelven redundanteso superfluas,pues ya no se dan las condicionesobjetivas que justificaron su nacimiento,la enorme inversin que requirierony los sacrificios de tantos hermanosy hermanas. En muchos casos,instituciones de carcter educativoo asistencial regidas por los religiosos

    o religiosas han sido confiadas aseglares ante la incapacidad fsica delos consagrados para dedicarse a dichasobras, cuya misin debe replantearse.

    Est claro que el contexto de lassociedades avanzadas se ha vuelto muydesfavorable para la presencia y futurode la Vida Consagrada. Sin embargo,algunos datos podran dar la razn a losde la teora alternativa, la que apunta a

    por analizar los factores ambientales,los organizativos o institucionalesy los que afectan al nivel personal.Siendo variadas las causas que incidenen el problema, no sera bueno ignorarninguna de ellas. Vayamos por partes.

    En primer lugar, la teora de lasecularizacin tiene una fcil aplicacina la crisis de la Vida Consagrada, puesse tratara de una forma religiosa que,por su especial intensidad y su carctereclesial, se vuelve mucho ms sensiblea la marea secularizadora o a la crisisde relevancia que afecta a las propuestasreligiosas. Esta visin se enriquececon ulteriores elementos en un someroanlisis de los cambios ocurridos en

    las ltimas dcadas y que repercutentremendamente en la demografa generaly en la de los consagrados en particular.De hecho, el descenso demogrficoha sido muy acusado, y este factor incidemucho en las condiciones tradicionalesdel reclutamiento de consagrados, que amenudo se orientaba hasta los aos 70a los nios y adolescentes de familiasnumerosas en ambientes rurales. El queuno o ms hijos se decidieran a ir alseminario era algo lgico e incluso unalivio para muchas familias. Este dato

    enlaza con otro innegable: la mayor partedel reclutamiento vocacional apuntabaa una edad infantil o preadolescentey se daba en contextos de ciertonivel bajo de vida. Esto ha cambiadode forma brutal: el nivel de vidade la mayora de las sociedades catlicasha aumentado considerablemente;la opcin de consagracin ya no implicauna ciertapromocinen sentidoeducativo, social e incluso econmico,como pudo ser hasta los aos 70, o comolo es en otras regiones del planeta.

    Los de mi generacin hemos conocidoesa transformacin profunda: el pasodel reclutamiento infantil al juvenil,el progresivo desvanecimiento de zonasrurales como canteras vocacionales paramuchas congregaciones, la dificultadde mantener aquellos modelos basadosen el seminario menor y una demografaconveniente, junto a promesas depromocin educativa y social. Tambinla promocin de la mujer, su prcticaigualdad a efectos prcticos en relacin

    con los hombres en estas sociedades,ha vuelto la Vida Consagrada muchomenos atractiva para las mujeres,

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    De qu se trata entonces? Llevamosaos investigando los factores queayudan a explicar el inesperado xitode formas de Vida Consagrada enambientes muy secularizados, lo quelas vuelve inmunes al contagio y aldesaliento que viven la mayora. En elapartado siguiente habr que fijarse ensus signos de vitalidad y en las claves deesperanza que pueden infundir. Ahoratoca analizar qu puede haber falladoen la mayora de congregaciones quehabran encarado estrategias o formasque se han revelado menos adecuadas.

    Los estudios de los ltimos aosque se inscriben dentro del llamadonuevo paradigmaanalizan desde

    el punto de vista de la opcin racionalel comportamiento de los gruposde mayor intensidad religiosa, tratandode entender qu factores puedenresultar contraproducentes.

    En primer lugar, hace veinte aos quePatricia Wittbergplante su tesis sobreel efecto disuasivo que haba tenido lanueva teologa sobre los estados de vidacristiana que promovi cierta lectura delVaticano II2. El razonamiento es sencillo:si se nivelan todos los estados de vida ode seguimiento evanglico, si tanto los

    casados como los clibes pueden vivirel evangelio sin distincin de calidad,o en otras palabras, si se pierde elsentido de excelenciade la consagracin,no tendra mucho sentido para unapersona heterosexual decidirse por unavocacin que implica un sacrificio de losms grandes que puede asumir un serhumano, sin que haya una compensacinal menos simblica proporcionada.Esto podra sonar demasiado interesado,poco generoso y, en definitiva, pocoevanglico; pero lo cierto es que dicha

    tendencia explicara el fracaso delreclutamiento vocacional a partir de losaos 70, cuando ms se extiende dichateologa de la indiferenciacin entre losestados de vida. Adems, esa mismatendencia habra provocado que algunossectores de consagrados acabaranasimilndose cada vez ms a la formade vida y actuacin de los laicos, lo querestaba inters a posibles candidatos ala hora de optar por un estado de vidadistintoo especial.

    La teora que apunta a las causasinternas del descalabro de la VidaConsagrada seala otros factores:

    religiosas3. Se trata de algo en lo que yahe insistido. En segundo lugar, puedeque sea ms relevante la distincinque promueven otros estudios entre las

    llamadas estrategias de mantenimientoinstitucional y las estrategias deexpansin. Las primeras son tpicas deorganizaciones que deben gestionar unenorme patrimonio histrico, o grandesinstituciones heredadas del pasado,y que necesitan atencin. En estoscasos, el mantenimientorequiere muchaenerga y dedicacin, e implica estilospropios que en ocasiones impidenel crecimiento o la movilizacin haciaactividades y formas alternativas,cuando los tiempos van cambiando.

    El segundo modelo, al no estar tanvinculado a instituciones heredadas,tendra ms libertad de movimientoy se podra focalizar hacia la expansiny el reclutamiento de nuevos miembros.La mayora de las entidadesde consagrados pertenecen claramenteal primer grupo, en detrimentode su capacidad de renovacin.

    De todo lo anterior se deduce quebuena parte de la Vida Consagradaen Espaa se organiza dentro de un

    marco institucional y de actividades omisiones que ya no son tan funcionalescomo lo fueron en dcadas pasadas.

    la prdida de rigor o la relajacinde esaforma de vida; la crisis de identidade incluso la desafeccin que hanvivido muchos institutos; la cada de

    actividades tendentes al reclutamientovocacional, que se confiara al merotestimonio de vida o al ejemplo devida de los consagrados; las aparentestensiones con las autoridades de laIglesia; las teologas ms liberales, omenos en sintona con la gran Tradicinde la Iglesia; y, sobre todo, una prdidadel sentido de devocin que pudieraalimentar una decidida dimensinde trascendencia. Lo que se observaen todos los casos son estrategiasequivocadas o que van contra un criterio

    racional en vistas del inters de lainstitucin religiosa. Lo que ha ocurridoa menudo es que dicho inters generalchocaba con los intereses particularesde sus miembros, que preferan formasde vida con mucha menor tensinrespecto del propio ambiente.

    Por otro lado, algunos estudiosse han fijado en los problemas quese producena nivel institucional.En primer lugar, hace aos que elsocilogo americanoMark Chaves

    apuntaba a las formas de secularizacininterna como las causas principalesdel descalabro de muchas entidades

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    estrategias, funcionen o no. Estoyconvencido de que al menos enEspaa la mayora de los institutos deconsagrados nos parecemos mucho yreproducimos orientaciones y pautas.

    Cul es entonces el problema? Puesque dichos discursos y estrategiashan sido ineficaces en las ltimas tresdcadas. Un ejemplo que conozco,es decir, de mi propio ambiente, sonlas prioridades que nos marcamosrepetidamente desde hace al menosveinte aos: oracin, vida fraterna,justicia y paz, evangelizacin,formacin Pues bien, creo que laprimera prioridad en muchos casosdebera ser ms bien la supervivencia o

    el intento de frenar la tendencia haciala extincin; buscar las formas msadecuadas para crecer o, al menos,sobrevivir. Da la impresin de quefalta un mtodo ms pragmtico o quetenga como objetivo detectar y resolverproblemas. Al contrario, el mtodo dever-juzgar-actuar que ha prevalecido enmuchos casos ha sido poco realista ymuy poco eficiente.

    Cules seran los factores queayudaran a la revitalizacin? Est claroque podemos influir muy poco en las

    causas externas que se han expuesto,pero s pueden cambiar muchas cosasen lo que depende de nosotros; o bienpodemos adaptarnos mejor al nuevocontexto en que vivimos. Voy a intentardescribir lo que he observado; no lasteoras que yo u otros hayamos podidoelaborar, y que sirven de muy poco.

    En primer lugar, las entidades enuna situacin mejor hacen una claraapuesta por la visibilidad. Lo siento,pero no conozco ninguna entidad en lasregiones occidentales que prospere en la

    que sus miembros no sean reconocibles

    nivel prctico o en su positivo impactoeclesial y en su capacidad de convocar.

    Cuando se visitan las comunidadesde mayor vitalidad, saltan a la vista lasdiferencias de estilos y misin entrequienes se revitalizan y quienes sequedan atrs. Es relativamente fcilentender los factores que ayudan amejorar y atraen nuevos candidatos. Loque resulta raro es que este mtodo, tansimple, apenas haya sido adoptado enlos estudios de la Vida Consagrada. Hayun problema metodolgico: casi nadiequiere aplicar mtodos empricos orealizar trabajos de campo. Un ejemplo:hace algunos aos, un estudiante de miFacultad en Roma decidi hacer una tesis

    sobre perseverancia y crisis vocacional;yo suger que realizara un anlisisemprico que nos permitiera comprendermejor las causas y motivos que pesabanen dichas crisis y abandonos; elestudiante se limit a recoger y ordenarlas declaraciones del Magisterio alrespecto Otra ocasin perdida! Es unapena que muchas investigaciones hayanservido bien poco a la hora de afrontarestos y otros graves retos.

    Otra reflexin previa que consideroimportante. Por supuesto que todas las

    grandes rdenes encargan estudios,documentos, directrices y prioridadespara mejorar su situacin o renovarse.No conozco otras realidades, y tengopresente solo la ma. Lo que s que estclaro es que en la Vida Consagradase ha producido un fenmeno quesuele denominarse isomorfismo, yque consiste en que la gran mayorade las instituciones de un mismocampo, es decir, en nuestro caso, lascongregaciones de consagrados, acabanimitando a las de mayor prestigio y

    asimilando sus mismos discursos y

    Esta situacin se vuelve a la largainconveniente, y exige un necesariocambio del marco como condicin desu posible renovacin, lo que requieregrandes sacrificios y mucha flexibilidad.

    Por ltimo, estara el nivel personal.Aqu habra que analizar lapsicologade los consagradosen tiempos difcilespara explicar los factores que hanllevado a la actual situacin. Podramoshablar, en primer lugar, de crisis deidentidado de pertenencia ya citadas.Pero la lista debera ampliarse a muchosotros factores: desconcierto ante lascondiciones cambiantes de un mundoy una cultura muy distintos de losque marcaron la decisin vocacional

    hace varias dcadas y en un contextomuy diferente; carencias de formacinteolgica que permitan afrontardichos retos, como los que derivande una visin ms cientfica y crticade la realidad; anti-intelectualismo;problemas afectivos en un panoramamuy distinto y menosprotegido;incapacidad de asumir tareas deevangelizacin ms explcitas;desmovilizacin y desaliento anteprocesos de envejecimiento y falta dereemplazos. Se habla incluso de crisis

    de fe como un factor latente detrs detodos estos defectos. En definitiva, losproblemas culturales e institucionalesse reflejan y refuerzan tambin a nivelpersonal, lo que acaba provocando unaespiral negativa de la que es cada vezms difcil salir.

    II.BUSCANDOSIGNOS DE VITALIDAD

    En los ltimos doce aos he intentadoconocer de cerca, a travs de trabajosde campo, las entidades o expresionesde Vida Consagrada que s mostrabansignos de vitalidad. He visitadomuchas de ellas, he entrevistado asus representantes y he convivido consus miembros. Conviene aclarar quse entiende por un grupo de mayorvitalidad. No se trata solo de cifras,aunque esta es, sin duda, una primeracondicin. El tema de lo que podramosllamar calidad de la vida evanglicasera el otro factor importante. Lo cierto

    es que la vitalidad no es, simplemente,ser ms fieles al propio carisma deconsagrados, sino que debe notarse en el

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    con signos claros de consagracin.Tampoco crecen si sus estructuraso casas donde residen dejan de seridentificadas como casas de religiosos,que suelen estar vinculadas a un temploo lugar de culto amplio y abierto a todos.Ciertamente, conozco casos de entidadesque apuestan por la visibilidad y nocrecen; pero no conozco ninguno quecrezca y sea poco visible. Estamos,por tanto, ante lo que se llama unacondicin necesaria pero no suficiente.

    Esta tendencia se vuelve todava msclara en las llamadas nuevas formasde Vida Consagrada, pero tambin seobserva en los esfuerzos de renovacinde congregaciones tradicionales.

    Por otro lado, un rasgo bastantecomn en la mayor parte de lasentidades con mejor salud es loque podramos llamar un cuidadoesmerado de ladimensin espiritual,de la devocin personal y comunitaria,y de la liturgia. En los casos msclaros, esas entidades se esfuerzanmucho para celebrar su fe de formaabierta al pblico, pero haciendo desus celebraciones y oraciones unaverdadera comunicacin creyente. Enesas comunidades el canto se cuida y se

    ensaya, y se percibe un gusto estticono indiferente, que ayuda tambin aacercar a extraos y a sentir la oracincomunitaria como un momentode gran intensidad espiritual y detrascendencia. En lugar deprivatizarla oracin, esta se vuelve un momentode anuncio y de transmisin delEvangelio. Este rasgo claramente secorresponde, a la inversa, con unode los defectos ms denunciadosa lo largo de esta presentacin: latendencia a la secularizacin interna.

    Se contraponen frontalmente a ellaquienes dedican mayor tiempo, esfuerzoy buen gusto a la oracin comunitariay a la celebracin; los que cuidanexpresiones tradicionales (rosario,adoracin eucarstica) y nuevas dedevocin y de espiritualidad; quienesviven esos momentos como una graciarecibida y transmitida. He participadomuchas veces en las oraciones de esascomunidades con mayor vitalidad,y dicha vitalidad se percibe sobre

    todo en el modo de rezar, y se convierteen una invitacin al seguimiento, avivir una vida cuya finalidad primera

    es precisamente recrear un horizonte

    de trascendencia en un mundo muymaterial y secular.Un tercer rasgo importante es

    la llamada liminariedad, algo queseguramente admite muchas lecturas,pero que en mi caso se correspondeciertamente con una cultura internaa las entidades con mejor salud, quelas sita en los lmites o las fronterassimblicas de la sociedad o de lasculturas dominantes, para convertirseen expresiones de contraste, en formasalternativas de vida; en modelos de

    existencia fundados sobre otros valoresdistintos a los que asume la mayora.En el lmiteno significa situarse fueradel todo, sino con un pie dentro y otrofuera. Probablemente, la cuestin de lavisibilidad distintiva deba integrarseen este apartado. Vestir de un modoreconocible comopersona de Dios notiene tanto connotaciones estticas, sinode proclamacin de una mentalidaddiferente, de representar otro puntode vista sobre las cosas, de reivindicarla presencia de Dios en un mundo que

    lo ignora cada vez ms. Esa actitudimplica una neta distincin prcticaentre consagrados y seglares, que no semezclan ni confunden con quienes handecidido un nivel de entrega mayor.

    El otro rasgo esencial es, sin duda, lacapacidad para la movilizacinde caraa la evangelizacin. Mientras la mayorade los institutos pierden fuelle y seencuentran muy desmovilizados, los queprosperan exhiben una gran capacidadde convocatoria, de salirusando la

    expresin del papa Francisco y deproclamar sin ambages la buena noticiadel Reino de Dios. Evangelizar es una

    prioridad que se vive y se expresa en

    actitudes que van mucho ms alldel conservadurismo pastoral o de lasactividades de sacramentalizacin,que en general se ofrecen de formapasiva a quienes acuden a nosotros.Evangelizar en este otro sentido esasumir una actitud mucho ms activa, iral encuentro de los alejados o de misinen ambientes populares. Se puedenevitar actitudes deproselitismo, pero node visibilidad y movilizacin si se quiereconvocar nuevas vocaciones.

    Por supuesto, no podemos ignorar

    los grandes temas de la consagracin,y que deberan mantener una ciertatensin en la vida evanglica: lapobreza, minoridad o sencillez devida, la cercana a los pobres y losltimos; la castidadvivida no tantocomo privacin, sino como capacidadde don; la obedienciadentro de la vidafraterna y en favor de la misma. Hayciertos niveles de rigor respecto de losconsejos evanglicos que se traslucenen quienes estn mejor y que se pierdenen quienes estn peor. Esto puede ser

    casi tautolgico, pero es as y no habraque olvidarlo despus de dcadasde mucha experimentacin: sin unmnimo de rigor o como se deca deforma clsica de observanciade dichosconsejos, no hay nada que hacer. Estoyconvencido de que a ello ayuda muchola transparencia, ms que el respetoa la privacidad de cada hermanoo hermana, tanto en lo econmicocomo en lo afectivo y en la gestin delpropio tiempo y actividades. Adems,

    tengo la impresin que necesitams pruebas de que no se puede gozarde una situacin econmica holgada

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    Est claro que las formas y actividadesde consagrados tpicas de la Europa definales del siglo XIX y primera mitad del

    XX siguen vigentes y son perfectamenteasumibles en los ambientes de recienteevangelizacin y mucho ms pobres.De hecho, en muchos aspectos sepueden asociar a lo que fue la misin yexpansin de la Vida Consagrada haceun siglo, que se diriga a suplir servicios,a asistir all donde la sociedad civily el Estado no podan llegar.

    La consecuencia de todo ello esque ciertas congregaciones se estndesplazando, y seguirn desplazndosecompletamente hacia dichos ambientes,

    lo que implica un cambio del centrode gravedad: desde zonas occidentales,donde nacieron la mayora, a otraszonas que fueron solo de misin.De todos modos, considero que seraun error abandonarlos ambientes mssecularizados a causa de su desinterspor lo religioso. Lo que hay que haceres replantear all nuestra presenciaen clave de evangelizacin activa y denutrir espacios de trascendencia, comohe repetido a lo largo de estas pginas;

    de lo contrario, habr que resignarsea la extincin, lo que sera una malanoticia para todos.

    un formato a menudo contracultural.Ya hemos experimentado con programasque integraban el discurso y motivosde la justicia,la paz y la custodia de laCreacin temas que podan ser msreconocidos y aceptados en culturasseculares y avanzadas, pero no hanaportado demasiados resultadospositivos. Tambin hemos fomentadomuchas ONG para canalizar la voluntadde cooperacin de los jvenes; tampocoparece que la cosa haya animadodemasiado a las entidades que lashan promovido, ni han sido cauce denuevas vocaciones. Por tanto, convienecentrarse en otros niveles, en otrostemas, de nuevo, los que reivindican

    trascendencia, espiritualidad y losncleos del Evangelio.

    III.LA DIVISIN NORTESUR,ESTEOESTE

    A modo de apndice, consideronecesario un apunte sobre lascondiciones globales que hoy vive laVida Consagrada y las confusiones que amenudo dicha situacin plural provoca.Respecto de pocas pasadas, es decir, dehace unos treinta aos, la configuracin

    global de la Vida Consagrada es muydiferente hoy. Es algo que salta a la vistacuando se visita un pas africano.El ao pasado tuve ocasin de iral Congo; encontr un estudiantadorepleto de jvenes vocaciones y muchosms que hacan fila para entrar;una sociedad y cultura muy religiosa,con sus fuertes ambigedades; unascondiciones sociales y econmicasmuy distintas de las nuestras. Me diola impresin de que aquello, tambincon todos sus problemas y limitaciones,

    no tena casi nada que ver con lo queconocemos en Europa. Desde entonces,me parece extrao que en mi ordeny en otras congregaciones se redactendocumentos de anlisis y propuestascomunes a todos. Simplemente,no tiene sentido. Ms bien, habraque distinguir entre las zonasoccidentales y ms secularizadas; lasque estn emergiendo, muy religiosas;y las eslavas de anterior dominiocomunista, donde la fe resiste asociada

    a cierta identidad nacional. Cada unade ellas plantea retos y oportunidadespropios, que no conviene mezclar.

    y tener vocaciones: ciertas opcionesdeben ser afrontadas entre vivircmodos o suscitar seguimiento.

    Por otro lado, hay que fijarse enel marco institucional, que en muchoscasos se ha convertido en una pesadacarga y en un obstculo de cara a larenovacin. Est claro que muchas de lasactividades que marcaron y movilizarona varias generaciones de consagradosen los dos ltimos siglos han perdido elvalor y el significado que tuvieron. Dela misma forma que la Vida Consagradaha dado origen a lo largo de la historia anuevos marcos institucionales, tambinhoy habr que buscar cules puedenser ms convenientes para estos nuevos

    tiempos y condiciones sociales. Nuestraayuda ya no se requiere en ampliaszonas occidentales en sectores antesclaramente deficitarios, como fueronla enseanza y la sanidad; pero s quees necesaria para crear y mantenermbitos de trascendencia y de salvacincristiana.

    Lo que destaca por encima de todoen las comunidades de mayor vitalidades su profundo sentido religioso, suespiritualidad, su capacidad de escaparal torbellino secularizador. En general,

    cabe decir que la Vida Consagrada enlas sociedades secularizadas funciona acondicin de convertirse en una especiede llamaque mantiene viva una luz enmedio de la oscuridad. No se trata tantode una forma de seguimiento cristianoque se asimila a su contexto cultural,algo que ya se ha ensayado, sino de unaexpresin que reivindica y recuerda lapresencia de un horizonte espiritualms all de los lmites y de la aridez delpaisaje ms secular.

    Desde luego que, desde un punto de

    vista demogrfico, no volver a florecerla Vida Religiosa del mismo modo quelo hizo hasta los aos 70. Los motivosson obvios y ya han sido descritos.El ambiente es ahora mucho ms hostil,y solo pocas congregaciones podrnsobrevivir, es decir, las que logrenadaptarse a esas nuevas condicionesde las culturas seculares, dentro deuna Iglesia que tambin se convierte enminoritaria y lucha por ser reconocidacomo sacramento de salvacin.

    En general, la tendencia no debiera serla adaptacin a una cultura y valoresampliamente aceptados, sino asumir

    PLIEG

    O

    N O T A S

    1.Ll. Oviedo, Acercamiento a la realidad de los

    abandonos, en: Unin de Superiores Generales,

    Fidelidad y abandonos en la Vida Consagrada hoy,

    Litos, Roma, 2006, pp. 47-70.

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