Hace 80 años - Jean Meyer

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  • 7/28/2019 Hace 80 aos - Jean Meyer

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    Hace 80 aosJean Meyeri

    [email protected] de julio de 2006

    El conflicto entre la Iglesia y el Estado llev a la suspensin del culto pblico, el31 de julio de 1926, y en los das siguientes al principio de la gran guerra de laCristiada. Sin armas, sin dinero y sin jefes, los cristeros, llamados as porirrisin, a causa de su grito "Viva Cristo Rey!", emprendieron una guerra deguerrillas que puso seriamente en dificultad al gobierno del presidente Calles; yel que deba sucederle, Obregn, se dispona a hacer la paz con la Iglesiacuando su asesinato vino a prolongar el conflicto armado.

    Guerra implacable como todas las que oponen un pueblo a un ejrcitoprofesional, prefiguracin de todas las guerras revolucionarias del siglo XX.Lentamente, la situacin empeoraba para el gobierno, lo cual lo llev a recibir la

    ayuda del embajador estadounidense, autor del modus vivendi de junio de1929, y en cuanto el culto se reanud, los cristeros volvieron a sus casas. Unnuevo brote de anticlericalismo, hacia 1934, provoc una nueva guerrilla,mucho ms dbil, pero suficiente para ayudar a Crdenas a imponer unapoltica de conciliacin definitiva en 1938.

    Se ha querido ver en esta gran guerra un movimiento protofascista, gozndoseen denunciar a los cristeros como a "guardias blancas" a las rdenes de losgrandes propietarios, o de las compaas petroleras.

    Si hay un problema que plantearse, no ser ms bien el de la singularidad de

    un movimiento de masas que por los efectivos puestos en marcha, por laextensin geogrfica, fue el ms importante de la Revolucin Mexicana, y a lavez el ms difcil de recuperar, ms todava que el zapatismo?

    La Cristiada fue un movimiento de reaccin, de defensa contra el desenlaceacelerado del proceso de modernizacin iniciado a fines del siglo XIX, laperfeccin y no la subversin del sistema porfirista. Cuando se resucit confines polticos, la cuestin de las relaciones entre la Iglesia y el Estado, elpueblo se moviliz para defender su fe. Cuando hubo dado muerte a millaresde federales y, muertos otros tantos de los suyos, se vio que iba a ser el cuento

    de nunca acabar -esto dur tres aos-, se dijeron los del gobierno: "Quiz serams sencillo dejar que estas gentes fueran a misa, ya que tanto se empean".Y el movimiento termin.

    La resistencia armada se expres en trminos religiosos, y esto no essorprendente puesto que se trata de la rebelin de un pueblo agraviado, que haagotado la legalidad, que tiene una visin religiosa del mundo. Aquelloshombres y mujeres del pueblo supieron distinguir entre Csar y Dios.

    La segunda etapa de la Cristiada (1934-1938) corresponde a una reaccincampesina a la empresa de "educacin socialista" y a la persecucin religiosa.

    Este segundo episodio lleva la marca de la desesperacin, la rebelin (contra laIglesia que desde Roma condena y excomulga a los catlicos en armas) y la

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    violencia. El terrorismo, desconocido entre 1926 y 1929, se desat contra losrepresentantes del rgimen, maestros y autoridades agrarias.

    Todo esto est muy lejos de las clases dirigentes ajenas a esta reivindicacinde cierta manera de vivir y de morir juntos en determinado paisaje espiritual;

    reivindicacin continuada con las armas en la mano. He aqu una de las cosaspor las cuales son respetables los cristeros; porque hay lmites en este mundorespecto de los cuales no se debe hacer concesin alguna. En el apocalipsisde 1926-1929 descubren una comprensin repentina, sacrificial de la historiahumana y su referencia bblica a David y Goliat deviene esperanza.

    A esto se debe que, por encima de sus aspectos econmicos, convieneconsiderar estos alzamientos en sus ms profundas races; si se quiereaprender realmente el sentido de la Cristiada, hay que tener en cuenta, al ladode los factores econmicos, otra necesidad y otra exigencia.

    No slo un estudio puramente econmico es incapaz de explicar, la simpleaparicin de un fenmeno tan importante como la guerra cristera, sino que contal anlisis se corre el riesgo de disolver los contenidos ms profundos de estahistoria humana en plena efervescencia y de despojarla de su carcter original,por reduccin a la pura ideologa.

    Esto, cuando la Cristiada interesa a la historia de las religiones, dado quetransfigura el momento histrico y lo valoriza a causa de la revelacin quecomporta. La esperanza ms grande del cristiano es la segunda venida deCristo, que pondr fin a la historia, y puede ocurrir hoy mismo, y latransfiguracin del tiempo en eternidad se ha hecho bruscamente por loscristeros. Su vida se ha vuelto gloriosa, lo cual implicaba una existenciaconcreta en la historia y la identificacin a la agona y resurreccin de Cristo.

    Hay en la historia de la Iglesia una serie de lugares privilegiados: los confinesdel desierto al este del Mediterrneo, las tierras comprendidas entre el Rin y elLoira, el corazn de Rusia y esa alta meseta mexicana evangelizada por losmendicantes, hijos de Francisco de Ass y de Juan de la Cruz.

    La guerra de la Cristiada, bastante mal conocida, es uno de los episodios de lahistoria moderna que deben atraer de manera ms imperiosa la imaginacin.

    La especie de misterio histrico que lo rodea no es sino un atractivo ms.Espero que algn da Nicols Echevarra pueda filmar un "Rescoldo", queArturo Ripstein nos d su visin de algo que rebasa las capacidades deSpielberg.

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    iProfesor e investigador del Centro de Investigacin y Docencia Econmicas (CIDE) donde, adems, fund y dirige la Divisin de Historia. Es

    miembro de la Academia Mexicana de Historia desde 2000 y director de la revista de historia internacional ISTOR. Ha sido profesor-investigador

    en El Colegio de Mxico, en Pars y en Perpian, as como en El Colegio de Michoacn.