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GUY DE MAUPASSANT Cuentos completos II wwwwww..TTooddooEEbbooookk..nneett Índice Cuentos completos II 1 El asesino 4 El asunto de madame Luneau 15 La aventura de Walter Schnaffs 26 Una aventura parisiense 45 Un bandido corso 61 La baronesa 70 El barrilito 80 El bautismo (I) 93 El bautismo (II) 105 La becada 116 Las becadas 122 La belleza inútil 139 I 139 II 154 III 160 IV 176 Berta 185 El beso 206 El bicho de Belhomme 217 El bigote 235 wwwwww..TTooddooEEbbooookk..nneett Blanco y azul 245 La boda del lugarteniente Laré 256 Boitelle 266

GUY de MAUPASSANT Cuentos Completos Vol 2

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Maupassant es autor de una extensa obra entre cuentos y novelas, en general de corte naturalista. De ellas cabe señalar: La casa Tellier (1881); Los cuentos de la tonta (1883); Al sol, Las hermanas Roudoli y La señorita Harriet (1884); Cuentos del día y de la noche (1885); La orla (1887); las novelas Una vida (1883), Bel Ami (1885) y Pierre y Jean (1888). Después de su muerte se publicaron varias colecciones de cuentos: La cama (1895); El padre Milton (1899) y El vendedor (1900).

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GUY DE MAUPASSANTCuentos completos IIwwwwww..TTooddooEEbbooookk..nneettndiceCuentos completos II 1El asesino 4El asunto de madame Luneau 15La aventura de Walter Schnaffs 26Una aventura parisiense 45Un bandido corso 61La baronesa 70El barrilito 80El bautismo (I) 93El bautismo (II) 105La becada 116Las becadas 122La belleza intil 139I 139II 154III 160IV 176Berta 185El beso 206El bicho de Belhomme 217El bigote 235wwwwww..TTooddooEEbbooookk..nneettBlanco y azul 245La boda del lugarteniente Lar 256Boitelle 266Bola de sebo 284wwwwww..TTooddooEEbbooookk..nneettEl asesinoLassassinEl culpable era defendido por unjovencsimo abogado, un novato que hablas:Los hechos son innegables, seores deljurado. Mi cliente, un hombre honesto, unempleado irreprochable, bondadoso y tmido,ha asesinado a su patrn en un arrebato declera que resulta incomprensible. Mepermiten ustedes hacer una sicologa de estecrimen, si puedo hablar as, sin atenuar nada,sin excusar nada? Despus ustedes juzgarn.Jean-Nicolas Lougre es hijo de personasmuy honorables que hicieron de l un hombresimple y respetuoso. Este es su crimen: elrespeto! Este es un sentimiento, seores, quenosotros hoy ya no conocemos, del quenicamente parece quedar todava el nombre,y cuya fuerza ha desaparecido. Es necesarioentrar en determinadas familias antiguas ywwwwww..TTooddooEEbbooookk..nneettmodestas, para encontrar esta tradicinsevera, esta devocin a la cosa o al hombre,al sentimiento o a la creencia revestida de uncarcter sagrado, esta fe que no soporta ni laduda ni la sonrisa ni el roce de la sospecha.No se puede ser un hombre honesto, unhombre honesto de verdad, con toda lafuerza que este trmino implica, si no se esrespetuoso. El hombre que respeta con losojos cerrados, cree. Nosotros, con nuestrosojos muy abiertos sobre el mundo, quevivimos aqu, en este palacio de justicia quees la cloaca de la sociedad, donde vienen aparar todas las infamias, nosotros que somoslos confidentes de todas las vergenzas, losdefensores consagrados de todas las miseriashumanas, el sostn, por no decir losdefensores de todos los bribones y de todoslos desvergonzados, desde los prncipes hastalos vagabundos de los arrabales, nosotrosque acogemos con indulgencia, concomplacencia, con una benevolenciasonriente a todos los culpables paradefenderlos delante de ustedes, nosotroswwwwww..TTooddooEEbbooookk..nneettque, si amamos verdaderamente nuestrooficio, armonizamos nuestra simpata deabogado con la dimensin del crimen,nosotros ya no podemos tener el almarespetuosa. Vemos demasiado este ro decorrupcin que fluye de los ms poderosos alos ltimos pordioseros, sabemos muy biencmo ocurre todo, cmo todo se da, cmotodo se vende. Plazas, funciones, honores,brutalmente a cambio de un poco de oro,hbilmente a cambio de ttulos y de lotes dereparto en las empresas industriales, osimplemente por un beso de mujer. Nuestrodeber y nuestra profesin nos fuerzan a noignorar nada, a desconfiar de todo el mundo,ya que todo el mundo es sospechoso, yquedamos sorprendidos cuando nosencontramos enfrente de un hombre quetiene, como el asesino sentado delante deustedes, la religin del respeto tan arraigadacomo para llegar a convertirse en un mrtir.Nosotros, seores, hacemos uso del honorigual que del aseo personal, por repugnanciaa la bajeza, por un sentimiento de dignidadwwwwww..TTooddooEEbbooookk..nneettpersonal y de orgullo; pero no llevamos alfondo del corazn la fe ciega, innata, brutal,como este hombre.Djenme contarles su vida.Fue educado, como se educaba antao alos nios, dividiendo en dos clases todos losactos humanos: lo que est bien y lo que estmal. Se le ense el bien, con una autoridadtan irresistible, que se le hizo distinguir delmal como se distingue el da de la noche. Supadre no perteneca a esa raza de espritussuperiores que, mirando desde lo alto, venlos orgenes de las creencias y reconocen lasnecesidades sociales de donde nacen estasdistinciones.Creci, pues, religioso y confiado,entusiasta e ntegro.Con veintids aos se cas. Se le hizocasar con una prima, educada como l,sencilla como l, pura como l. Tuvo ciertasuerte inestimable de tener por compaa unahonesta mujer virtuosa, es decir, lo que hayde ms escaso y respetable en el mundo.Tena hacia su madre la veneracin que rodeawwwwww..TTooddooEEbbooookk..nneetta las madres en las familias patriarcales, elculto profundo que se reserva a lasdivinidades. Traslad sobre su madre un pocode esta religin, apenas atenuada por lasfamiliaridades conyugales. Y vivi en unaignorancia absoluta de la picarda, en unestado de rectitud obstinada y de tranquiladicha que hizo de l un ser aparte. Noengaando a nadie, no sospechaba que se lepudiera engaar a l.Algn tiempo antes de su boda habaentrado como contable en la empresa delseor Langlais, asesinado por l hace unosdas.Sabemos, seores del jurado, por lostestimonios de la seora Langlais, de suhermano, el seor Perthuis, asociado de sumarido, de toda la familia y de todos losempleados superiores de este banco, queLougre fue un empleado modelo, ejemplo deprobidad, de sumisin, de dulzura, dedeferencia hacia sus jefes y ejemplo deregularidad.wwwwww..TTooddooEEbbooookk..nneettSe le trataba, por otra parte, con laconsideracin merecida por su conductaejemplar. Estaba acostumbrado a esterespeto y a la especie de veneracinmanifestada a la seora Lougre, cuyo elogioestaba en boca de todos.Unos das despus, ella muri de unasfiebres tifoideas.l sinti seguramente un dolor profundo,pero un dolor fro y tranquilo en su coraznmetdico. Slo se vio en su palidez y en laalteracin de sus rasgos hasta qu puntohaba sido herido.Entonces, seores, ocurri algo muynatural.Este hombre estaba casado desde hacadiez aos. Desde haca diez aos tena lacostumbre de sentir una mujer cerca de l,siempre. Estaba acostumbrado a suscuidados, a esta voz familiar cuando unollega a casa, al adis de la tarde, a losbuenos das de la maana, a ese suavesonido del vestido, tan del gusto femenino, aesta caricia ora amorosa, ora maternal quewwwwww..TTooddooEEbbooookk..nneettalivia la existencia, a esta presencia amadaque hace menos lento el transcurrir de lashoras. Estaba tambin acostumbrado a lacondescendencia material de la mesa, a todaslas atenciones que no se notan y que sevuelven poco a poco indispensables. Ya nopoda vivir solo. Entonces, para pasar lasinterminables tardes, cogi la costumbre de ira sentarse una hora o dos a la cerveceravecina. Beba un bock y se quedaba all,inmvil, siguiendo con una mirada distradalas bolas de billar corriendo una detrs de laotra bajo el humo de las pipas, escuchando,sin pensar en ello, las disputas de losjugadores, las discusiones de los vecinossobre poltica y las carcajadas queprovocaban a veces una broma pesada alotro extremo de la sala. Acababa a menudopor quedarse dormido de lasitud yaburrimiento. Pero tena en el fondo de sucorazn y de sus entraas, la necesidadirresistible de un corazn y de un cuerpo demujer; y sin pensarlo, se fue aproximando,un poco cada tarde, al mostrador dondewwwwww..TTooddooEEbbooookk..nneettreinaba la cajera, una rubia pequea, atradohacia ella invenciblemente por tratarse deuna mujer.Pronto conversaron, y l cogi lacostumbre, muy agradable, de pasar todaslas tardes a su lado. Era graciosa y atentacomo se tiene que ser en estos amablesambientes, y se diverta renovando suconsumicin lo ms a menudo posible, lo cualbeneficiaba al negocio. Pero cada da Lougrese ataba ms a esta mujer que no conoca,de la que ignoraba toda su existencia y quequiso nicamente porque no vea otra.La muchacha, que era astuta, pronto sedio cuenta que podra sacar partido de esteingenuo y busc cul sera la mejor forma deexplotarlo. Lo ms seguro era casarse.A esta conclusin lleg sin remordimientoalguno.Tengo que decirles, seores del jurado,que la conducta de esta chica era de lo msirregular y que la boda, lejos de poner freno asus extravos, pareci al contrario hacerlams desvergonzada.wwwwww..TTooddooEEbbooookk..nneettPor juego natural de la astucia femenina,pareci cogerle gusto a engaar a estehonesto hombre con todos los empleados desu despacho. Digo "con todos". Tenemoscartas, seores. Pronto se convirti en unescndalo pblico, que nicamente el marido,como todo, ignoraba.Al fin esta pcara, con un inters fcil deconcebir, sedujo al hijo del mismsimo patrn,joven de diecinueve aos, sobre cuyo esprituy sentido tuvo pronto ella una influenciadeplorable. El seor Langlais, que hasta esemomento tena los ojos cerrados por labondad, por amistad hacia su empleado,sinti, viendo a su hijo entre las manos, debera decir entre los brazos de estapeligrosa criatura una clera legtima.Cometi el error de llamar inmediatamentea Lougre y de hablarle impelido por suindignacin paternal.Ya no me queda, seores, ms que leerlesel relato del crimen, formulado por los labiosdel mismo moribundo y recogido por lainstruccin:wwwwww..TTooddooEEbbooookk..nneett"Acababa de saber que mi hijo habadonado, la misma vspera, diez mil francos aesta mujer y mi clera ha sido ms fuerteque mi razn. Verdaderamente, nunca hesospechado de la honorabilidad de Lougre,pero ciertas cegueras son ms peligrosas queautnticas faltas.Le hice pues llamar a mi lado y le dije queme vea obligado a privarme de sus servicios.l permaneca de pie delante de m,azorado, sin comprender. Termin por pedirexplicaciones con cierta vivacidad.Yo rechac drselas, afirmando que misrazones eran de naturaleza ntima. l creyentonces que yo tena sospechas de su faltade delicadeza, y, muy plido, me rog, merequiri que me explicara. Convencido deesto, se mostr arrogante y se tom elderecho de levantarme la voz.Como yo segua callado, me injuri, meinsult, lleg a tal grado de exasperacin queyo tema que pasara a la accin.wwwwww..TTooddooEEbbooookk..nneettAhora bien, de repente, con una palabrahiriente que me lleg a pleno corazn, le dijetoda la verdad a la cara.Se qued de pie algunos segundos,mirndome con ojos huraos; despus le vicoger de su despacho las largas tijeras queutilizo para recortar el margen de algunosdocumentos; a continuacin le vi caer sobrem con el brazo levantado, y sent entrar algoen mi garganta, encima del pecho, sin sentirningn dolor."He aqu, seores del jurado, el sencillorelato de su muerte. Qu ms se puededecir para su defensa? l ha respetado a susegunda mujer con ceguera porque habarespetado a la primera con la razn.Despus de una corta deliberacin, elacusado fue absuelto.Gil Blas, 1 de noviembre de 1887wwwwww..TTooddooEEbbooookk..nneettEl asunto demadame LuneauLe case de Madame LuneauEl juez de paz, hombre panzudo, con unojo cerrado y el otro abierto apenas, oa demala gana las declaraciones de loscomparecientes, lanzando a veces unaespecie de gruido que poda interpretarsecomo una opinin, y otras veces interrumpapara dirigir preguntas, con voz aguda,semejante a la de un chiquillo.Acababa de juzgar la denuncia presentadapor el seor Joly contra el seor Petitps, conmotivo de una divisoria entre dos camposque, arando y por descuido, rebas unjornalero del seor Petitps.Y pasaron al juicio de conciliacin entreHiplito Lacour, sacristn y cacharrero, y lawwwwww..TTooddooEEbbooookk..nneettseora Luneau, Celeste Cesarina, viuda deIsidoro Luneau.Hiplito Lacour era un hombre de cuarentay cinco aos; seco, larguirucho, con el pelobastante largo, la cara completamenteafeitada, como un cura; su voz era unaespecie de canturreo.La seora Luneau, a juzgar por lasapariencias, tendra cuarenta aos; robusta,carnosa, retena malamente susprotuberancias en las estrecheces de su ropaceda. La redondez enorme de sus caderasse acentuaba por delante con un vientredescomunal que sostena las ubresgelatinosas, rematando por detrs en lasnalgas, tan llamativas y oscilantes como suspechos. Tena el cuello ancho, las faccionesmuy acentuadas y la voz rotunda; una vozque al producirse hacia vibrar los cristales.Los testigos de descargo, aguardaban.El juez de paz abord el asunto:Hiplito Lacour, precise usted su queja.El hombre expuso:wwwwww..TTooddooEEbbooookk..nneettVoy a ello, seor juez de paz, con supermiso. Har por San Miguel nueve mesesque la seora Luneau me aguard una tarde,y al salir yo de la iglesia despus de tocar elAngelus, me dijo que no haba quedadonunca embarazada...Entre de lleno en el asunto, sinprembulos.As lo har, seor juez de paz. Ellaquera una criatura y me invitaba,ofrecindome cien francos, a realizar susdeseos. Todo fue lo mejor posible. Ahora meniega lo que me prometi. Y vengo areclamar los cien francos por justicia.Ms claro. "Quera una criatura." Cmo?Adoptar una cratura?No, seor juez; una criatura... nueva.Y a qu llama usted unacriatura nueva?Pues a una criatura que nace cuando yohubiera hecho con la seora lo que hace unmarido con su mujer.No salgo de mi asombro. Qu ventajastena para ella ese ofrecimiento?wwwwww..TTooddooEEbbooookk..nneettAl principio me dej tambin algoconfuso; como no hago nunca nada sinfundamento, quise conocer las razones quetena esta seora para pedirme aquelservicio, y supe que, habiendo muerto sumarido, Isidoro Luneau, a quien todostratamos ocho das antes, pasaban sus bienesa la familia por no tener descendencia. Erauna contrariedad; y un picapleitos la instruyde que los conservara si tuviera un hijo antesde diez meses; es decir, si para en el dcimomes, a partir de la muerte del hombre.Resolvi probar fortuna, y fue a buscarme alsalir yo de la iglesia, eligindome acasoporque soy padre de ocho hijos robustos, almayor de los cuales tengo ya colocado enCaenSuprima detalles intiles. Al hecho.Voy, seor juez de paz. Esta seora medijo: "Si lo consigues te dar cien francos asque pueda certificar un mdico mi situacin."Yo hice cuanto supe, seor para no errar elgolpe. Ahora me niega los cien francos. Melos niega siempre que se los pido y hasta mewwwwww..TTooddooEEbbooookk..nneettinsulta llamndome impotente y embustero.Ah est la prueba de todo lo contrario.Usted, seora Luneau, tiene quealegar?Digo, seor juez adujo la seora,que Hiplito es un embustero.No hizo lo posible..., como asegura?S; pero no tuvo resultado.Puede usted probar su afirmacin?Tiene usted una prueba convincente?Una prueba? Qu prueba? Cmo voya tener una prueba de que la criatura no esdel sacristn?exclam, sofocndose. Y,sin embargo, jurara por la cabeza de midifunto marido, que no, que no, y que no!De quin es?Lo s acaso?mascull rabiosamente. Puede ser de cualquiera. Pregunte a misocho testigos y ellos le contestarn...Clmese, y responda tranquilamente.Qu razones tiene usted para dudar que seaeste hombre el padre de la criatura?Qu razones? Ciento, seor juez!Doscientas!, mil!, un milln! Porquewwwwww..TTooddooEEbbooookk..nneettdespus de haberle buscado, atendiendo a sunumerosa familia, he sabido que su mujer sedivierte con otros, y que los hijos de su mujerson de los amantes; los ocho!, del primeroal ltimo!Son habladuras insinu el sacristncon mucha calma.Que son habladuras?... Habladurias?vociferaba la seora Luneau. Su mujertiene tratos con todo el mundo. Interrogue amis testigos y ver el seor juez si sonhabladuras.No son ms que habladuras insistiHiplito sin perder la tranquilidad.Y los rubios, de ojos azules, tambinson obra tuya, los rubios de ojos azules?No puedo permitir esas indagaciones dijo el juez, y si usted insiste, me verobligado a multarla.Recelosa de su capacidad continu laviuda, ms templada y pensando que noestorban las precauciones, recurr a Cesreo,m primer testigo, el cual se pusoinmediatamente a mi disposicin.wwwwww..TTooddooEEbbooookk..nneettDivulgndose la noticia, tuve un centenar depretendientes. Mi segundo testigo, LucasChandeller, me advirti que no deba darle aHiplito Lacour los cien francos, porque losotros hicieron tanto como l, sin reclamarmenada.Que no me los hubiera ofrecido indicel sacristn. Yo los he ganado, seor juez.Cien francos! Cien francos!voceaba laseora Luneau. Cien francos por eso!Ninguno me ha pedido nada, y t, cienfrancos! Mralos: ocho mocetones comocastillos y ninguno me ha pedido nada. Pudetener ciento si quisiera, ciento, doscientos,quinientos de balde!Aunque tuviese cien mil!Y cien mil!Yo hice lo que ofrec... Lo dems no meimporta; lo prometido es deuda.Bien; prubame que lo que traigo aques tuyo!y al decir esto la viuda, se golpeabael vientre con las dos manos. Prubalo sipuedes!wwwwww..TTooddooEEbbooookk..nneettTal vez ser mo, tal vez de otro dijo elsacristn con mucha calma. Lo cierto esque me prometi cen francos por mi parte, siresultaba. Si usted quiso asegurarse,recurriendo a otros, no es ma la culpa. Eltrato es trato; yo no ped que me ayudasen;me bastaba solo.Mentira! Embustero! Ahora lo dirnmis testigos!El juez de paz los interrog. Eran ochomocetones robustos y desgalichados.Lucas Chandeller, tiene usted motivospara suponerse padre de la criatura que laseora Luneau lleva en el vientre?S, seor juez.Pedro Celestino Sidoin, tiene ustedmotivos para suponerse padre de la criaturaque la seora Luneau lleva en el vientre?S, seor juez.Los restantes respondieron de igual modoa la misma pregunta. El juez de paz,habiendo meditado la sentencia, dict:wwwwww..TTooddooEEbbooookk..nneett"Considerando que,si bien Hiplito Lacourtiene motivos parasuponerse padre de lacriatura que solicitabala seora Luneau, losllamados LucasChandelier, etctera,etc., tienen idnticosmotivos para poderatribuirse cada uno depor s la paternidad;"Considerando quela seora Luneau habasolicitadoprimeramente losauxilios de HiplitoLacour, prometindoleuna indemnizacin decien francos, en el casode que resultasenfecundas lasaproximaciones.wwwwww..TTooddooEEbbooookk..nneett"Considerando que,aun comprobada labuena fe y el acierto deHiplito Lacour, nopoda encargarse delasunto, por ser casadoy, por consiguiente,hallndose por la leysujeto a fidelidadlegtima;"Considerando,adems, etctera,etctera."Considero a laseora Luneau a pagarveinticinco francos pordaos y perjuicios aHiplito Lacour,indemnizndole de estamanera del tiempoempleadoindebidamente.wwwwww..TTooddooEEbbooookk..nneettGil Blas, 21 de agosto de 1883wwwwww..TTooddooEEbbooookk..nneettLa aventura deWalter SchnaffsL'aventure de Walter SchnaffsDesde su entrada en Francia con el ejrcitoinvasor, Walter Schnaffs se consideraba elms desdichado de los hombres. Era gordo,le costaba andar, respiraba con dificultad y ledolan espantosamente los pies, que tenamuy planos y gruesos. Amn de eso erapacfico y bondadoso, nada magnnimo osanguinario, padre de cuatro hijos a loscuales adoraba y casado con una joven rubiacuyas ternuras, cuidados y besos echabadesesperadamente de menos todas lasnoches. Le gustaba levantarse tarde yacostarse pronto, comer lentamente cosasbuenas y tomar cerveza en las cerveceras.Pensaba adems que todas las dulzuras de lawwwwww..TTooddooEEbbooookk..nneettexistencia desaparecen con la vida yencerraba en su corazn un odio espantoso,instintivo y racional al mismo tiempo, hacialos carones, los fusiles, los revlveres y lossables, pero sobre todo hacia las bayonetas,sintindose incapaz de manejar gilmenteesa arma rpida para defender su gruesovientre.Cuando se acostaba en el suelo, llegada lanoche, envuelto en su capote junto a suscamaradas que roncaban, pensabalargamente en los suyos, dejados all lejos, yen los peligros que alfombraban su camino:Si lo mataban, qu sera de los nios?Quin los alimentara y los educara? Inclusoahora no eran ricos, pese a las deudas que lhaba contrado al marchar para dejarlesalgn dinero. Y Walter Schnaffs lloraba aveces.Al comenzar una batalla senta taldebilidad en las piernas que se habra dejadocaer, si no hubiera pensado que el ejrcitoentero pasara sobre su cuerpo. El silbido delas balas le pona los pelos de punta.wwwwww..TTooddooEEbbooookk..nneettDesde haca meses viva as, aterrorizado yangustiado.Su cuerpo de ejrcito avanzaba haciaNormanda, y un da lo enviaron dereconocimiento con un reducidodestacamento que deba limitarse a explorarparte de la comarca y replegarse acontinuacin. Todo pareca calmo en lacampia; nada indicaba una resistenciapreparada.Ahora bien, cuando los prusianos bajabancon tranquilidad a un vallecito cortado porprofundos barrancos, una violenta descargade fusilera los detuvo en seco, derribando aunos veinte; y una tropa de francotiradores,saliendo repentinamente de un bosquecillodel tamao de la palma de la mano, se lanzhacia adelante, con la bayoneta calada.Walter Schnaffs se qued inmvil alprincipio, tan sorprendido y enloquecido queni se le ocurri huir. Despus, lo asalt unloco deseo de salir a escape; pero pens alpunto que corra como una tortuga encomparacin con los delgados franceses quewwwwww..TTooddooEEbbooookk..nneettllegaban saltando como un rebao de cabras.Entonces, divisando a seis pasos de l unaancha zanja llena de malezas, cubiertas dehojas secas, salt a ella a pies juntillas, sinpensar siquiera en su profundidad, como sesalta desde un puente al ro.Pas, como una flecha, a travs de unaespesa capa de bejucos y de espinospuntiagudos que le desollaron la cara y lasmanos, y cay pesadamente sentado sobreun lecho de piedras.Al levantar los ojos, vio el cielo por elagujero que haba hecho. Aquel agujerorevelador poda traicionarlo, y se arrastr conprecaucin, a cuatro patas, hasta el fondo deaquel hoyo, bajo el techo de ramajesentrelazados, yendo lo ms deprisa posible,alejndose del lugar del combate. Despus sedetuvo y se sent de nuevo, agazapado comouna liebre entre las altas hierbas secas.Oy durante cierto tiempo detonaciones,gritos, que jas. Despus los clamores de lalucha se debilitaron, cesaron. Todo volvi aestar mudo y calmo.wwwwww..TTooddooEEbbooookk..nneettDe pronto algo se removi cerca de l.Tuvo un espantoso sobresalto. Era un pajaritoque, habindose posado en una rama,agitaba las hojas secas. Durante casi unahora el corazn de Walter Schnaffs palpitcon latidos acelerados.Caa la noche, llenando de sombras elbarranco. Y el soldado se puso a meditar.Qu iba a hacer? Qu sera de l?Reunirse con su ejrcito?... Pero cmo? Ypor dnde? Tendra que volver a empezar lahorrible vida de angustias, de espantos, defatigas y de sufrimientos que llevaba desde elinicio de la guerra! No! Se senta ya sinvalor para eso! No tendra la energanecesaria para soportar marchas y afrontarpeligros a cada minuto.Qu hacer? No poda quedarse en aquelbarranco y ocultarse all hasta el final de lashostilidades. No, claro. Si no hubiera tenidoque comer, aquella perspectiva no le hubieseaterrado demasiado; pero haba que comer, ytodos los das.wwwwww..TTooddooEEbbooookk..nneettSe encontraba, as, solo, con armas, deuniforme, en territorio enemigo, lejos dequienes podan defenderlo. Leves temblorescorran por su piel.De repente pens: Si al menos mehubieran hecho prisionero!, y su corazn seestremeci de deseo, de un deseo violento,inmoderado, de ser prisionero de losfranceses. Prisionero! Estara a salvo,alimentado, alojado, a cubierto de las balas ylos sables. Sin el menor recelo, en una buenacrcel bien custodiada. Prisionero! Qusueo!Y de inmediato tom una resolucin:Voy a entregarme prisionero.Se levant, resuelto a ejecutar su proyectosin perder un minuto. Pero se qued inmvil,asaltado de pronto por enojosas reflexiones ypor nuevos terrores.Dnde entregarse prisionero? Cmo?Hacia qu lado? Y espantosas imgenes,imgenes de muerte, invadieron su alma.wwwwww..TTooddooEEbbooookk..nneettIba a correr terribles peligrosaventurndose solo, con su cascopuntiagudo, por la campia.Y si se encontraba con unos campesinos?Los campesinos, al ver un prusiano perdido,un prusiano indefenso, lo mataran como aun perro vagabundo! Lo destrozaran con sushorquillas, sus picos, sus hoces, sus palas! Loharan papilla, picadillo, con el ensaamientode vencidos exasperados.Y si se encontraba con francotiradores?Los francotiradores, insensatos sin ley nidisciplina, lo fusilaran para divertirse, porpasar el rato, slo por rerse viendo su cara.Y se vea ya pegado a un muro frente a docedones de fusil, cuyos agujeritos redondos ynegros parecan mirarlo.Y si se encontraba con el propio ejrcitofrancs? Los hombres de la vanguardia lotomaran por un explorador, por un atrevido yastuto soldado que haba salido solo dereconocimiento, y tiraran sobre l. Y oa yalas detonaciones irregulares de los soldadostumbados en las zarzas, mientras l, de piewwwwww..TTooddooEEbbooookk..nneetten el centro de un campo, caa, agujereadocomo un colador por las balas que sentaentrar en su carne.Volvi a sentarse, desesperado. Susituacin le pareca sis salida.La noche haba cado del todo, la nochemuda y negra. No se mova, estremecindosecon todos los ruidos desconocidos y ligerosque cruzan por las tinieblas. Un conejo, algolpear con el culo el borde de unamadriguera, a punto estuvo de hacer escapara Walter Schnaffs. Los chillidos de laslechuzas le desgarraban el alma, invadindolacon miedos repentinos, tan dolorosos comouna herida. Desencajaba sus grandes ojospara tratar de la ver en las sombras, y a cadamomento se imaginaba que oa pasos cerca.Tras interminables horas y angustias decondenado vio, a travs de su techo deramas, que el cielo clareaba. Entonces loinund un inmenso alivio; sus miembros serelajaron, descansados de pronto, su coraznse apacigu; se le cerraron los ojos y sedurmi.wwwwww..TTooddooEEbbooookk..nneettCuando despert, le pareci que el solhaba llegado ms o menos al centro delcielo; deba de ser medioda. Ningn ruidoturbaba la taciturna paz de los campos; yWalter Schnaffs se dio cuenta de que tenamucha hambre.Bostezaba, la boca se le haca agua alpensar en el salchichn, en el buensalchichn de los soldados; y el estmago ledola.Se levant, dio unos pasos, sinti flojeraen las piernas, y volvi a sentarse parareflexionar. Durante dos o tres horas mspes los pros y los contras, cambiando a cadamomento de decisin, dudoso, desgraciado,atrado por las razones ms encontradas.Por fin una idea le pareci lgica yprctica; consista en acechar el paso de unaldeano solo, sin armas, y sin aperospeligrosos, y en correr hacia l y ponerse ensus manos, hacindole comprenderclaramente que se renda.wwwwww..TTooddooEEbbooookk..nneettEntonces se quit el casco, cuya puntapoda traicionarlo, y sac la cabeza por elborde del hoyo, con infinitas precauciones.Ningn ser aislado apareca en elhorizonte. All abajo, a la derecha, unpueblecito enviaba al cielo el humo de sustejados, el humo de las cocinas! All, a laizquierda, distingua, al final de los rboles deuna avenida, un gran castillo flanqueado portorrecillas.Esper hasta la noche, sufriendohorrorosamente, sin ver ms que vuelos decuervos, sin or ms que los sordos lamentosde sus tripas.Y la noche volvi a caer sobre l.Se tendi en el fondo de su refugio y sedurmi con un sueo febril, poblado depesadillas, con un sueo de hombrehambriento.La aurora se alz de nuevo sobre sucabeza. Reanud su observacin. Pero elcampo segua tan vaco como la vspera; unnuevo temor penetr en el espritu de WalterSchnaffs: el temor de morir de hambre! Sewwwwww..TTooddooEEbbooookk..nneettvea extendido en el fondo de su hoyo, deespaldas, con los ojos cerrados. Despus losanimales, animalillos de todas clases, seacercaban a su cadver y empezaban acomerlo, atacndolo por todas partes a lavez, deslizndose bajo las ropas para mordersu piel fra. Y un gran cuervo le sacaba losojos con su pico afilado.Entonces enloqueci, imaginndose queiba a desmayarse de debilidad y que nopodra caminar. Y ya se dispona a lanzarsehacia el pueblo, resuelto a atreverse a todo, adesafiarlo todo, cuando vio tres campesinosque iban hacia los campos con sus horquillasal hombro, y volvi a hundirse en suescondrijo.Pero cuando la noche oscureci la llanura,sali lentamente de la zanja y se puso encamino, encorvado, temeroso, con el coraznpalpitante, hacia el lejano castillo, prefiriendoentrar all que en en el pueblo, que le parecatan temible como una guarida llena de tigres.Las ventanas de la planta baja brillaban.Incluso una estaba abierta; un intenso olorwwwwww..TTooddooEEbbooookk..nneettde carne guisada se escapaba por ella, unolor que penetr bruscamente por la nariz yhasta el fondo del vientre de Walter Schnaffs,lo crisp, le hizo jadear, atrayndoloirresistiblemente, infundiendo en su coraznuna desesperada audacia.Y bruscamente, sin reflexionar, apareci,con su casco, en el marco de la ventana.Ocho criados cenaban en torno a una granmesa. Pero de repente una sirvienta se quedcon la boca abierta, dejando caer el vaso, conlos ojos fijos. Todas las miradas siguieron ala suya!Y vieron al enemigo!Seor! Los prusianos atacaban elcastillo!...Reson primero un grito, un nico grito,formado por ocho gritos lanzados en ochodiferentes tonos, un grito de horribleespanto; despus hubo un tumultuosolevantarse, un atropellarse, una barahnda,una enloquecida huida hacia la puerta delfondo. Las sillas caan, los hombresderribaban a las mujeres y pasaban porwwwwww..TTooddooEEbbooookk..nneettencima de ellas. En dos segundos la estanciaqued vaca, abandonada, con la mesacubierta de condumio frente a un WalterSchnaffs estupefacto, que segua de pie antesu ventana.Tras unos instantes de vacilacin, salv elantepecho y avanz hacia los platos. Suhambre desesperada le haca temblar comoun calenturiento; pero el terror lo retena, loparalizaba an. Escuch. Toda la casa parecaestremecerse; se cerraban puertas, rpidospasos corran por el entarimado del piso dearriba. El prusiano, inquieto, prestaba odos aaquellos confusos rumores; luego oy ruidossordos, como si unos cuerpos hubiesen cadoen la tierra blanda, al pie de los muros,cuerpos humanos que saltaban desde elprimer piso.Despus cesaron los movimientos, laagitacin, y el gran castillo qued silenciosocomo una tumba.Walter Schnaffs se sent ante un plato quehaba quedado intacto, y empez a comer.Coma a grandes bocados como si temierawwwwww..TTooddooEEbbooookk..nneettque lo interrumpiesen pronto, no poderengullir bastante. Con las dos manos semeta los trozos en su boca abierta como unatrampa; y bultos de comida bajaban uno trasotro al estmago, hinchando su garganta alpasar. A veces se interrumpa, a punto dereventar como un tubo demasiado lleno.Coga entonces la jarra de sidra y sedesatrancaba el estmago como quien limpiauna caera atascada.Vaci todos los platos, todas las fuentes ytodas las botellas; despus, borracho delquido y de comida, embrutecido, colorado,sacudido por hipos, con el nimo turbado y laboca grasienta, se desabroch el uniformepara respirar, incapaz de dar un paso, porotra parte. Sus ojos se cerraban, sus ideas seembotaban; pos la pesada frente sobre susbrazos cruzados sobre la mesa, y perdisuavemente la nocin de las cosas y de loshechos.Una media luna iluminaba vagamente elhorizonte por encima de los rboles delparque. Era esa hora fra que precede al da.wwwwww..TTooddooEEbbooookk..nneettUnas sombras se deslizaban por laespesura, numerosas y mudas; y a veces unrayo de luna haca relucir en la oscuridad unapunta de acero.El tranquilo castillo ergua su gran siluetanegra. Slo dos ventanas brillaban an en laplanta baja.De repente una voz tonante grit:Adelante! Maldita sea! Al asalto, hijosmos!Entonces, en un instante, las puertas, lascontraventanas y los vidrios se hundieronante una marea de hombres que se abalanz,lo rompi y destroz todo, invadi la casa. Enun instante cincuenta soldados armadoshasta los dientes se lanzaron a la cocinadonde descansaba pacficamente WalterSchnaffs y, ponindole en el pecho cincuentafusiles cargados, lo derribaron, lo arrastraron,lo apresaron, lo ataron de pies y manos.El jadeaba de aturdimiento, demasiadoembrutecido para entender nada, apaleado,maltratado y loco de miedo.wwwwww..TTooddooEEbbooookk..nneettY de pronto un grueso militar recargado deoros le plant el pie en el vientre,vociferando:Es usted mi prisionero, rndase!El prusiano slo entendi una palabra,prisionero, y gimi: ya, ya, ya.Sus vencedores, que resoplaban comoballenas, lo levantaron, lo ataron a una silla ylo examinaron con curiosidad. Varios de ellosse sentaron, pues no podan ms de emociny de cansancio.El sonrea, sonrea ahora, seguro de estarpor fin prisionero!Otro oficial entr y pronunci.Mi coronel, los enemigos han huido;parece que hemos herido a varios. Quedamosdueos de la plaza. El grueso militar, que seenjugaba la frente, vocifer:,Victoria!Y escribi en una pequea agendacomercial que sac del bolsillo:Tras encarnizada lucha, los prusianos hantenido que batirse en retirada, llevndose susmuertos y sus heridos, que evaluamos enwwwwww..TTooddooEEbbooookk..nneettcincuenta hombres fuera de combate. Varioshan quedado en nuestras manos.El joven oficial prosigui:;Qu disposiciones debo tomar, micoronel?El coronel respondi:Vamos a replegarnos para evitar uncontraataque con artillera y fuerzassuperiores.Y dio la orden de marcharse.La columna se form en la oscuridad, bajolos muros del castillo, y se puso enmovimiento, rodeando por todas partes a unWalter Schnaffs agarrotado, sujeto por seisguerreros con el revlver empuado.Se enviaron exploradores a reconocer elcamino. Avanzaban con prudencia, haciendoalto de vez en cuando.Al rayar el da llegaron a la subprefecturade La Roche-Oysel, cuya guardia nacionalhaba realizado aquel hecho de armas.Los aguardaba una poblacin ansiosa ysobreexcitada. Cuando divisaron el casco delprisionero, estallaron formidables clamores.wwwwww..TTooddooEEbbooookk..nneettLas mujeres alzaban los brazos; las viejaslloraban; un abuelo le lanz su muleta alprusiano e hiri en la nariz a uno de susguardianes.El coronel chillaba:Velen por la seguridad del cautivo.Por fin llegaron a la casa consistorial.Abrieron la crcel y arrojaron en su interior aWalter Schnaffs, libre de sus ligaduras.Doscientos hombres armados montaronguardia en torno al edificio.Entonces, a pesar de los sntomas deindigestin que lo atormentaban desde hacatiempo, el prusiano, loco de alegra, empeza bailar, a bailar desenfrenadamente, alzandolos brazos y piernas, a bailar lanzando gritosfrenticos, hasta el momento en que cay,agotado, al pie de una pared.Era prisionero! Estaba salvado!Es as cmo el castillo de Champignet fuereconquistado al enemigo despus de sloseis horas de ocupacin.El coronel Ratier comerciante de paos,que realiz la hazaa al frente de los guardiaswwwwww..TTooddooEEbbooookk..nneettnacionales de La RocheOysel, fuecondecorado.Le Gaulois, 11 de abril de 1833wwwwww..TTooddooEEbbooookk..nneettUna aventuraparisienseUne aventure parisienne (o Une preuve)Existe en la mujer un sentimiento msagudo que la curiosidad? Oh! saber,conocer, tocar lo que se ha soado! Qu nohara por ello? Una mujer, cuando sucuriosidad impaciente est despiertacometer todas las locuras, todas lasimprudencias, tendr todas las audacias, noretroceder ante nada. Hablo de las mujeresrealmente mujeres, dotadas de ese espritude triple fondo que parece, en la superficierazonable y fro, pero cuyos compartimentossecretos estn los tres llenos: uno deinquietud femenina siempre agitada; otro deastucia coloreada de buena fe, de esa astuciade beato, sofsticada y temible; el ltimo, porwwwwww..TTooddooEEbbooookk..nneettfin, de sinvergencera encantadora detrapacera exquisita, de deliciosa perfidia, detodas esas perversas cualidades que empujanal suicidio a los amantes imbcilmentecrdulos, pero que arroban a los otros.Aquella cuya aventura quiero contar erauna provinciana, vulgarmente honesta hastaentonces. Su vida tranquila en apariencia,discurra en su hogar, entre un marido muyocupado y dos hijos a los que criaba comomujer irreprochable. Pero su corazn seestremeca de curiosidad insatisfecha, de unprurito de lo desconocido. Pensaba en Pars,sin cesar, y lea vidamente los peridicosmundanos. La descripcin de las fiestas, delos vestidos, de los placeres, haca hervir susdeseos; pero sobre todo la turbabanmisteriosamente los ecos llenos desobreentendidos, los velos levantados amedias en frases hbiles, y que dejanentrever horizontes de disfrutes culpables yasoladores.Desde all lejos vea Pars en unaapoteosis de lujo magnfico y corrompido.wwwwww..TTooddooEEbbooookk..nneettY durante las largas noches de ensueo,acunada por los ronquidos regulares de sumarido que dorma a su lado de espaldas, conun pauelo en torno al crneo, pensaba enlos hombres conocidos cuyos nombresaparecen en la primera pgina de losperidicos como grandes estrellas en un cielosombro; y se figuraba su vida enloquecedoraentre un continuo desenfreno, orgas antiguastremendamente voluptuosas y refinamientosde sensualidad tan complicados que nisiquiera poda figurrselos.Los bulevares le parecan una especie deabismo de las pasiones humanas; y todas suscasas encerraban con seguridad prodigiososmisterios de amor.Se senta envejecer mientras tanto.Envejeca sin haber conocido nada de la vida,salvo esas ocupaciones regulares,odiosamente montonas y triviales, queconstituyen dicen, la felicidad del hogar. Eraan bonita, conservada en aquella existenciatranquila como una fruta de invierno en unarmario cerrado; pero estaba roda, asolada,wwwwww..TTooddooEEbbooookk..nneetttrastornada por ardores secretos. Sepreguntaba si morira sin haber conocidotodas esas embriagueces pecaminosas, sinhaberse arrojado una vez, una sola vez, porentero, a esa oleada de voluptuosidadesparisienses.Con larga perseverancia prepar un viaje aPars, invento un pretexto se hizo invitar porunos parientes, y, como su marido no podaacompaarla parti sola.En cuanto lleg, supo imaginar razonesque le permitiran en caso necesarioausentarse dos das o mejor dos noches, sera preciso, pues haba encontrado, deca,unos amigos que vivan en la campiasuburbana.Y busc. Recorri los bulevares sin vernada, salvo el vicio errante y numerado.Sonde con la vista los grandes cafs, leyatentamente los anuncios por palabras de LeFigaro, que se le presentaba cada maanacomo un toque de rebato, una llamada alamor.wwwwww..TTooddooEEbbooookk..nneettY nunca nada la pona sobre la pista deaquellas grandes orgas de artistas y deactrices; nada le revelaba los templos deaquellos excesos, que se imaginaba cerradospor una palabra mgica como la cueva de LasMil y una noches y esas catacumbas de Romadonde se celebraban secretamente losmisterios de una religin perseguida.Sus parientes, pequeos burgueses nopodan presentarle a ninguno de esoshombres conocidos cuyos nombres zumbabanen su cabeza; y, desesperada, pensaba ya envolverse, cuando el azar vino en su ayuda.Un da, bajando por la calle de la Chaused'Antin, se detuvo a contemplar una tiendarepleta de esos objetos japoneses tancoloreados que constituyen una especie degozo para la vista. Examinaba los graciososmarfiles grotescos, los grandes jarrones deesmaltes llameantes, los bronces raros,cuando oy, en el interior de la tienda, aldueo, que, con muchas reverencias,mostraba a un hombrecito grueso de crneowwwwww..TTooddooEEbbooookk..nneettcalvo y barba gris un enorme monigoteventrudo, pieza nica segn deca.Y a cada frase del comerciante el nombredel coleccionista, un nombre clebre,resonaba como un toque de clarn. Los otrosclientes, jvenes seoras, elegantescaballeros, contemplaban con una ojeadafurtiva y rpida, una ojeada como es debido ymanifiestamente respetuosos, al renombradoescritor, quien, por su parte, mirabaapasionadamente el monigote de porcelana.Eran tan feos uno como otro, feos como doshermanos salidos del mismo seno.El comerciante deca: "A usted, don JeanVarin, se lo dejara en mil francos; esexactamente lo que me cuesta. Para todo elmundo sera mil quinientos francos; peroaprecio a mi clientela de artistas y le hagoprecios especiales. Todos vienen por aqu,don Jean Varin. Ayer, el seor Busnach mecompr una gran copa antigua. El otro davend dos candelabros como estos (sonbonitos, verdad?) a don Alejandro Dumas.Mire, esa pieza que usted tiene, seor Varin,wwwwww..TTooddooEEbbooookk..nneettestara ya vendida si la hubiera visto el seorZola."El escritor vacilaba, muy perplejo, tentadopor el objeto, pero calculando la suma, y nose ocupaba ms de las miradas que sihubiera estado solo en un desierto.Ella haba entrado temblando, con la vistaclavada descaradamente sobre l, y nisiquiera se preguntaba si era guapo, eleganteo joven. Era Jean Varin en persona, JeanVarin!Tras un largo combate, una dolorosavacilacin, l dej el jarrn sobre una mesa."No, es demasiado caro", dijo.El comerciante redobl su elocuencia: "Oh, don Jean Varin! demasiado caro? Valemuy a gusto dos mil francos."El hombre de letras replic tristemente, sindejar de mirar la figurilla de ojos de esmalte:"No digo que no; pero es demasiado caropara m."Entonces ella, asaltada por unaenloquecida audacia, se adelant: "Para m,dijo, cunto vale este hombrecillo?"wwwwww..TTooddooEEbbooookk..nneettEl comerciante, sorprendido, replic:"Mil quinientos francos, seora.Me lo quedo".El escritor, que hasta entonces ni se habafijado en ella, se volvi bruscamente, y lamir de pies a cabeza como un buenobservador, con los ojos un poco cerrados;despus, como un experto, la examin endetalle.Estaba encantadora, animada, iluminadade pronto por aquella llama que hastaentonces dorma en ella. Y, adems, unamujer que compra una chuchera por milquinientos francos no es una cualquiera.Ella tuvo entonces un movimiento dearrobadora delicadeza; y, volvindose hacial, con voz temblorosa:"Perdn, caballero, quizs me mostr unpoco viva; acaso usted no haba dicho sultima palabra."El se inclin: "La haba dicho, seora."Pero ella, muy emocionada: "En fin,caballero, hoy o ms adelante, si decidewwwwww..TTooddooEEbbooookk..nneettcambiar de opinin, este objeto es suyo. Yolo compr slo porque le haba gustado."El sonri, visiblemente halagado: "Cmo?Me conoce usted?", dijo.Entonces ella le habl de su admiracin, lecit sus obras, fue elocuente.Para conversar, l se haba acodado en unmueble y, clavando en ella sus ojos agudos,intentaba descifrarla.A veces el comerciante, encantado deposeer aquel reclamo viviente, cuandoentraban clientes nuevos gritaba desde elotro extremo de la tienda: "Oiga, mire esto,don Jean Varin, verdad que es bonito?"Entonces todas las cabezas se alzaban, y ellase estremeca de placer al ser vista as, enntima conversacin con un Ilustre.Por fin, embriagada, tuvo una audaciasuprema, como los generales que van aemprender el asalto: "Caballero, dijo,hgame un favor, un grandsimo favor.Permtame que le ofrezca este monigote enrecuerdo de una mujer que lo admirawwwwww..TTooddooEEbbooookk..nneettapasionadamente y a quien usted ha vistodiez minutos."El se neg. Ella insista. Se resisti,divertido, rindose de buena gana.Ella, obstinada, le dijo: "Bueno! Voy allevrselo a su casa ahora mismo; dndevive usted? "Se neg a dar su direccin; pero ella,preguntndosela al comerciante, la supo y,una vez pagada su adquisicin, escap haciaun coche de punto. El escritor corri paraalcanzarla, sin querer exponerse a recibiraquel regalo, que no sabra a quin devolver.Se reuni con ella cuando saltaba al coche, yse lanz, casi cay sobre ella, derribado porel simn que se pona en camino; despus sesent a su lado, muy molesto.Por mucho que rog, que insisti, ella semostr intratable. Cuando llegaban delantede la puerta, puso sus condiciones:"Acceder, dijo, a no dejarle esto, si ustedcumple hoy todos mis deseos."La cosa le pareci tan divertida queacept.wwwwww..TTooddooEEbbooookk..nneettElla pregunt: "Qu suele hacer usted aesta hora?"Tras una leve vacilacin: "Doy un paseo",dijo.Entonces, con voz resuelta, ella orden:"Al Bosque!"Se pusieron en marcha.Fue preciso que l le nombrara a todas lasmujeres conocidas, sobre todo a las impuras,con detalles ntimos sobre ellas, sus vidas,sus hbitos sus pisos, sus vicios.Atardeci "Qu hace usted todos los dasa esta hora?", dijo ella.El respondi riendo: "Tomo un ajenjo."Entonces, gravemente agreg ella:"Entonces, caballero, vamos a tomar unajenjo."Entraron en un gran caf del bulevar quel frecuentaba, donde encontr a unoscolegas. Se los present a todos. Ella estabaloca de alegra. Y en su cabeza sonaban sincesar estas palabras: " Al fin! al fin! "Pasaba el tiempo, y ella pregunt: "Es suhora de cenar?"wwwwww..TTooddooEEbbooookk..nneettEl respondi: "S, seora.Pues entonces, vamos a cenar".Y, al salir del caf Bignon: "Qu haceusted por la noche?", dijo.Ella mir fijamente: "Depende: a vecesvoy al teatro.Pues bien, caballero vamos al teatro".Entraron en el Vaudeville, gratis, gracias al, y, gloria suprema, toda la sala la vio a sulado, sentada en una butaca de palco.Terminada la representacin, l le besgalantemente la mano: "Slo me queda,seora, agradecerle el delicioso da... " Ella lointerrumpi: "A esta hora, qu hace ustedtodas las noches?Pues.., pues.., vuelvo a casa".Ella se ech a rer, con una risa trmula."Pues bien, caballero..., volvamos a casa." Yno hablaron ms. Ella se estremeca a ratos,temblorosa de pies a cabeza, con ganas dehuir y ganas de quedarse, con, en lo mshondo de su corazn, una voluntad muy firmede llegar hasta el final.wwwwww..TTooddooEEbbooookk..nneettEn la escalera, se aferraba al pasamanos,tan viva era su emocin; y l suba delante,sin resuello, con una cerilla en la mano.En cuanto estuvo en el dormitorio, ella sedesnud a toda prisa y se meti en la camasin pronunciar una palabra; y esper,acurrucada contra la pared.Pero ella era tan simple como puede serlola esposa legtima de un notario deprovincias, y l ms exigente que un baj detres colas. No se entendieron en absoluto.Entonces l se durmi. La nochetranscurri, turbada solamente por el tictacdel reloj, y ella, inmvil, pensaba en lasnoches conyugales; y bajo los rayos amarillosde un farol chino miraba, consternada, a sulado, a aquel hombrecillo, de espaldas,rechoncho, cuyo vientre de bola levantaba lasbana como un globo de gas. Roncaba conun ruido de tubo de rgano, con resoplidosprolongados, con cmicos estrangulamientos.Sus veinte cabellos aprovechaban aquelreposo para levantarse extraamente,cansados de su prolongada fijeza sobre aquelwwwwww..TTooddooEEbbooookk..nneettcrneo desnudo cuyos estragos deban velar.Y un hilillo de saliva corra por una comisurade su boca entreabierta.La aurora desliz por fin un poco de luzentre las cortinas corridas. Ella se levant, sevisti sin hacer ruido y ya haba abierto amedias la puerta cuando hizo rechinar lacerradura y l se despert restregndose losojos.Se qued unos segundos sin recobrarenteramente los sentidos, y despus, cuandorecord su aventura pregunt: "Qu? Semarcha usted?"Ella permaneca en pie, confusa. Balbuci:"Pues s, ya es de da."El se incorpor: "Veamos, dijo, tengo, a mivez, algo que preguntarle."Ella no responda, y 1 prosigui: "Metiene usted muy extraado desde ayer. Seafranca, confiseme por qu ha hecho todoesto, pues no entiendo nada."Ella se acerc despacito, ruborizada comouna virgen:wwwwww..TTooddooEEbbooookk..nneett"Quise conocer..., el... vicio.., y, bueno...y, bueno, no es muy divertido."Y escap, baj la escalera, se lanz a lacalle.El ejrcito de los barrenderos barra.Barran las aceras, los adoquines, empujandotoda la basura al arroyo. Con un movimientoregular, el mismo movimiento de lossegadores en un prado, empujaban el barroen semicrculo ante s; y, calle tras calle, ellalos encontraba como juguetes de cuerda,movidos automticamente por el mismoresorte.Y le pareca que tambin en ella acababande barrer algo, de empujar al arroyo, a lacloaca, sus ensueos sobreexcitados.Regres a casa, sin resuello, helada,guardando slo en la cabeza la sensacin deaquel movimiento de las escobas quelimpiaban Pars por la maana.Y, en cuanto estuvo en su habitacin,solloz.Gil Blas, 22 de diciembre de 1881wwwwww..TTooddooEEbbooookk..nneettwwwwww..TTooddooEEbbooookk..nneettUn bandido corsoUn bandit corseEl camino ascenda suavemente hacia elcentro del bosque de Al-tone. Losdesmesurados abetos formaban sobrenuestras cabezas una bveda quejumbrosa,dejaban or algo as como un lamentocontinuo y triste, mientras que a derecha eizquierda sus delgados y rectos troncossemejaban un ejrcito de tubos de rgano, delos que pareca salir la montona msica delviento en las cimas.Al cabo de tres horas de marcha, elnmero de aquellos largos y juntos maderosdisminuy; de trecho en trecho un rbolgigantesco, apartado de los dems, y abiertocomo una sombrilla enorme, ostentaba sucopa de un sombro verde; y de prontollegamos al lmite del bosque, a unos cienwwwwww..TTooddooEEbbooookk..nneettmetros por debajo del desfiladero queconduce al inculto valle de Niolo.En las dos altas cumbres que dominaneste paraje, algunos viejos rboles disformesparecen haber subido penosamente, comoexploradores enviados delante de unacompacta muchedumbre. Volvindonos,divisamos todo el bosque, extendido anuestros pies, semejante a una inmensacubeta de madera cuyos bordes, que parecantocar el cielo, eran desnudas rocas que locerraban por todas partes.De nuevo nos pusimos en marcha, y diezminutos despus llegbamos al desfiladero.Entonces contempl un pas sorprendente.A la conclusin de otro bosque un valle, peroun valle como no los haba yo visto, unasoledad de piedra de diez leguas de longitud,extendida entre dos montaas de dos milmetros de altura y sin un sembrado, sin unrbol a la vista. Es el Niolo, la patria de lalibertad corsa, la inaccesible ciudadela dedonde nunca los invasores pudieron expulsara los montaeses.wwwwww..TTooddooEEbbooookk..nneettAh es tambin donde estn refugiadostodos nuestros bandidos-me dijo miacompaante.Pronto llegamos al fondo de aquel agujeroinculto y de indescriptible belleza.Ni una hierba, ni una planta; granito, nadams que granito. Delante de nosotros, hastadonde alcanza la vista, un desierto de granitoresplandeciente, calentado como un hornopor un furioso sol que parece expresamentesuspendido sobre aquel desfiladero de piedra.Cuando se alzan los ojos hacia las cuestas, sequeda deslumbrado y estupefacto. Semuestran rojas y labradas como festones decoral; todas las cimas son de prfido; y elcielo, por encima de ellas, parece violeta, lila,descolorido por la vecindad de aquellosextraos montes. Ms abajo el granito es grischispeante, y a nuestros pies parece raspado,molido: caminamos sobre un polvoreluciente. A nuestra derecha, en un largo ytortuoso carril, un tumultuoso torrente ruge ycorre. Y se tambalea uno bajo aquel calor,entre aquella lava, en aquel valle ardiente,wwwwww..TTooddooEEbbooookk..nneettrido, inculto, cortado por aquel arroyoturbulento, que parece tener prisa por huir,impotente para fecundar las rocas, perdido enaquel horno que se lo bebe vidamente sinverse nunca por l atravesado y refrescado.Pero de pronto apareci a nuestraizquierda una cruz de madera clavada en unpequeo montn de piedras. Un hombrehaba sido muerto all. Dije a miacompaante:Hbleme usted de sus bandidos.El me contest:He conocido al ms clebre, al msterrible de todos ellos, al llamado SantaLuca, y voy a referir a usted su historia.Al ser muerto su padre en una disputa, porun joven del pas, segn se dijo, Santa Luciaqued solo con su hermana. Era unmuchacho dbil y tmido, pequeo,enfermizo, sin ninguna energa. No prometila vendetta al asesino de su padre. Todos susparientes le fueron a ver, le suplicaron que sevengase; l permaneca sordo a susamenazas y sus ruegos.wwwwww..TTooddooEEbbooookk..nneettEntonces, siguiendo la vieja costumbrecorsa, la hermana, llena de indignacin, lequit su ropa negra, a fin de que no llevaseluto por el fallecimiento de una personamuerta sin venganza. Pues tambininsensible a este ultraje, y, por no descolgarla escopeta, an cargada, de su padre, seencerr en un aposento de la casa, dejandode salir en absoluto, incapaz de arrostrar lasdesdeosas miradas de los mozos del pas.Transcurrieron dos meses. Pareca haberolvidado hasta el crimen, y viva con suhermana en el fondo de su casa.Y, un da, aquel en quien recaa lasospecha del asesinato, se cas. A SantaLucia no pareci impresionarle la noticia; mashe aqu que, para desafiarle sin duda, elsupuesto criminal pas, al ir a la iglesia, pordelante de la morada de los hurfanos.El hermano y la hermana coman,asomados a la ventana, unos pastelillosfritos, cuando el joven divis a la gente de laboda desfilando delante de su casa. Derepente empez a temblar; se incorpor, sinwwwwww..TTooddooEEbbooookk..nneettdecir una palabra; se santigu; tom laescopeta, qu tena colgada en el hogar, ysali a la calle.Cuando, ms adelante, hablaba de esto,deca:No s lo que sent; fue como un calorsbito en la sangre; y comprend que eranecesario hacer aquello; que, a pesar detodo, yo no hubiera podido resistir, y fui aesconder la escopeta en el bosque del caminode Corte.Una hora despus regresaba sin nada enlas manos, con su aire habitual, fatigado ytriste. Su hermana se crey que no tenaninguna idea.Pero, al anochecer, desapareci.Su enemigo deba ir a Corte aquella nochemisma, a pie y con sus dos testigos de boda.Avanzaban por el camino cantando; SantaLuca se irgui de pronto ante ellos, y,mirando frente a frente al asesino, exclam:Ha llegado tu hora!Luego, a quema ropa, dispar sobre l suescopeta.wwwwww..TTooddooEEbbooookk..nneettUno de los testigos escap; elotro mirabaal joven, murmurando:Qu has hecho, Santa Luca? Qu hashecho?Despus quiso ir a Corte a buscar quienauxiliase al herido.Pero Santa Luca le grit:Si das un paso ms, te rompo unapierna.El otro, que conoca su timidez, le replic:No eres capaz.Y sigui corriendo.Ms no tard en caer con el muslo roto deun balazo.Y Santa Luca, acercndose a l, agreg:Voy a examinar tu contusin. Si no esgrave, me contentar con eso; si es grave, terematar.Mir detenidamente la herida; juzgndolamortal, volvi a cargar lentamente laescopeta, invit al herido a rezar una oraciny le parti el crneo.Al siguiente da estaba en el monte.wwwwww..TTooddooEEbbooookk..nneettY sabe usted lo que el tal Santa Luciahizo luego?Toda su familia fue detenida por losgendarmes. Su to el cura, quien sesospechaba le haba incitado a la venganza,fue tambin encarcelado y acusado por losparientes del muerto. Pero se escap, cogi asu vez una escopeta y se reuni con susobrino en el bosque.Entonces Santa Luca mat, uno tras otro,a los acusadores de su to, sacndoles losojos para ensear a los dems a no afirmar loque no hubiesen visto.Mat a todos los parientes, a todos losaliados de la familia enemiga. Mat adems acatorce gendarmes, incendi las casas de susadversarios y fue hasta su hasta su muerte elms terrible de todos los bandidos de que setiene memoria.***El sol desapareca detrs de Monte Cinto yla sombra inmensa de la montaa de granitose extenda sobre el granito del valle.wwwwww..TTooddooEEbbooookk..nneettApretamos el paso para llegar antes queanocheciera al pueblecillo de Albertacce,especie de montn de piedras pegadas a loscostados de piedra del rido desfiladero. Ydije pensando en el bandido:Qu terrible costumbre la de vuestravendetta!Mi acompaante replic con resignacin:Qu quiere usted? Se cumple con undeber!Gil Blas, 25 de mayo de 1882wwwwww..TTooddooEEbbooookk..nneettLa baronesaLa baronne"Podrs ver antigedades interesantes me dijo mi amigo Boisren., ven conmigo."Me llev, pues, al primer piso de unahermosa casa, en una gran calle de Pars.Nos recibi un hombre de excelente porte, demodales perfectos, que nos pase de estanciaen estancia ensendonos objetos raros cuyoprecio deca con negligencia. Las grandessumas, diez, veinte, treinta, cincuenta milfrancos salan de sus labios con tanta gracia yfacilidad que no caba duda de que la cajafuerte de aquel comerciante hombre demundo encerraba millones.Yo lo conoca de nombre desde hacatiempo. Muy hbil, muy flexible, muyinteligente, serva de intermediario para todaclase de transacciones. Relacionado con todoswwwwww..TTooddooEEbbooookk..nneettlos coleccionistas ms ricos de Pars, e inclusode Europa y Amrica, conocedor de susgustos, de sus preferencias del momento, losavisaba con un billete o un despacho, sivivan en una ciudad lejana, en cuanto sabade un objeto en venta que pudieraconvenirles.Hombres de la mejor sociedad habanrecurrido a l en trances apurados, bien paraconseguir dinero para el juego, bien parapagar una deuda, bien para vender uncuadro, una joya de familia, un tapiz e inclusoun caballo o una finca en los das de crisisaguda.Decan que jams negaba sus servicioscuando prevea una posibilidad de ganancia.Boisren pareca ntimo de aquel curiosocomerciante. Haban debido de tratar juntosms de un negocio. Yo miraba al hombre conmucho inters.Era alto, delgado, calvo, elegantsimo. Suvoz suave, insinuante, tena un encantoparticular, un encanto tentador que daba alas cosas un valor especial. Cuando tena unwwwwww..TTooddooEEbbooookk..nneettobjeto en sus dedos, le daba vueltas y msvueltas, lo miraba con tanta maa, agilidad,elegancia y simpata que el bibelot pareca alpunto embellecido, transformado por su tactoy su mirada. Y de inmediato se le valorabamucho ms que antes de haber pasado de lavitrina a sus manos." Y su Cristo dijo Boisren, esehermoso Cristo renacentista que me enseel ao pasado? "El hombre sonri, y contest:"Se ha vendido, y de una forma muy rara.Se trata de una historia parisiense, faltarams. Quiere que se la cuente?Claro que s.Conoce usted a la baronesa deSamoris?S y no. La he visto una vez, pero squin es!Lo sabe... del todo?S.Quiere decrmelo, para que vea si no seequivoca usted.wwwwww..TTooddooEEbbooookk..nneettDe muy buena gana. La seora Samorises una mujer de mundo que tiene una hijasin que jams se haya conocido a su marido.En cualquier caso, s no ha tenido marido,tiene amantes de forma discreta, pues lareciben en cierta sociedad tolerante o ciega."Frecuenta la iglesia, recibe lossacramentos con uncin, de forma que eso sesepa, y no se compromete jams. Espera quesu hija haga una buena boda. Es eso?S, pero completar sus informes: es unaman tenida que se hace respetar por susamantes ms que si no se acostara con ellos.Y eso es un raro mrito, pues, de esta forma,se consigue de un hombre lo que se quiera.Aquel que ha elegido, sin que l lo sospeche,la corteja mucho tiempo, la desea con temor,la solcita con pudor, la obtiene con asombroy la posee con consideracin. No se da cuentade que la paga, pues ella se desenvuelve conun gran tacto; y mantiene sus relaciones ental tono de reserva, de dignidad, deconveniencia, que al salir de su cama labofeteara al hombre capaz de desconfiar dewwwwww..TTooddooEEbbooookk..nneettla virtud de su amante. Y lo hara con lamejor fe del mundo. ""He prestado algunos servicios a esaseora, en varias ocasiones. Y no tienesecretos para m."Ahora bien, en los primeros das de enerovino a verme para pedirme prestados treintamil francos. No se los di, por supuesto; pero,como deseaba servirla, le rogu que meexpusiera muy detalladamente su situacincon el fin de ver lo que podra hacer por ella."Me dijo las cosas con tales precaucinesde lenguaje que no me habra contado msdelicadamente la primera comunin de suhijita. Comprend al final que los tiemposeran duros y que se hallaba sin un cntimo."La crisis comercial, las inquietudespolticas que el actual Gobierno parecemantener a propsito, los rumores de guerra,la penuria general han hecho que el dineroescasee, incluso en manos de losenamorados. Y adems aquella honradamujer no poda entregarse al primero quellegase.wwwwww..TTooddooEEbbooookk..nneett"Necesitaba un hombre de mundo, de lamejor sociedad, que consolidase sureputacin al tiempo que proveyera a lasnecesidades cotidianas. Un vividor, inclusoriqusimo, la habra comprometido parasiempre, haciendo problemtica la boda de suhija. Tampoco poda pensar en las agenciasgalantes, en los intermediarios deshonrososque habran podido, durante algn tiempo,sacarla del aprieto."Ahora bien, tena que sostener el tren desu casa, que continuar recibiendo a todo elmundo para no perder la esperanza deencontrar, entre la multitud de visitantes, elamigo discreto y distinguido que esperaba,que elegira."Yo le hice observar que mis treinta milfrancos tenan pocas posibilidades de volver am; porque, cuando se los hubiera comido,tendra que conseguir, de una sola vez, por lomenos sesenta mil para devolverme la mitad."Pareca desolada, al escucharme. Y ya nosaba yo qu inventar cuando cruz por mimente una idea, una idea realmente genial.wwwwww..TTooddooEEbbooookk..nneett"Acababa de comprar ese Cristorenacentista que le ense, una piezaadmirable, la ms hermosa de ese estilo quehe visto nunca.""Mi querida amiga le dije, voy amandar que lleven a su casa ese marfil.Invente usted una historia ingeniosa,conmovedora, potica, lo que quiera, paraexplicar su deseo de deshacerse de l. Es,por supuesto, un recuerdo de familiaheredado de su padre.""Yo le enviar compradores, y se losllevar yo mismo. El resto es asunto suyo. Lainformar de su posicin con un billete, lavspera. Ese Cristo vale cincuenta milfrancos; pero lo dejar en treinta mil. Ladiferencia ser para usted.""Reflexion unos instantes con aireprofundo y respondi: "Si, quiz sea buenaidea. Se lo agradezco mucho.""Al da siguiente, mand llevar mi Cristo asu casa, y esa misma noche le envi al barnde Saint-Hospital.wwwwww..TTooddooEEbbooookk..nneett"Durante tres meses le remit clientes, losmejores que tengo, lo ms escogido de misrelaciones de negocios. Pero no volv a orhablar de ella."Ahora bien, habiendo recibido la visita deun extranjero que hablaba muy mal francs,me decid a presentarlo yo mismo en casa dela Samoris, para ver."Un lacayo vestido de negro nos recibi ynos hizo pasar a un bonito saln, oscuro,amueblado con gusto, donde esperamos unosminutos. Apareci ella, encantadora, metendi la mano, nos hizo sentar; y cuando lehube explicado el motivo de mi visita, llam."Reapareci el lacayo." "Vea, dijo ella, si la seorita Isabellepuede dejarnos entrar en su capilla.""La jovencita trajo en persona larespuesta. Tena quince aos, un airemodesto y bondadoso, toda la frescura de sujuventud."Quera conducirnos ella misma a lacapilla.wwwwww..TTooddooEEbbooookk..nneett"Era una especie de camarn piadosodonde arda una lmpara de plata delante delCristo, mi Cristo, tendido en un lecho deterciopelo negro. La decoracin eraencantadora y muy hbil."La nia hizo la seal de la cruz, despusnos dijo:"Miren, caballeros. Verdad que eshermoso?""Cog el objeto, lo examin y declar queera muy notable. El extranjero tambin loconsider, pero pareca mucho msinteresado por las dos mujeres que por elCristo."Ola bien en la casa, ola a incienso, aflores y a perfumes. Uno se encontraba agusto. Se trataba realmente de una moradaconfortable que invitaba a quedarse."Cuando regresamos al saln, abord, conreserva y delicadeza, la cuestin del precio.La seora Samonis pidi, bajando los ojos,cincuenta mil francos.wwwwww..TTooddooEEbbooookk..nneett"Despus agreg: "Si desea volver a verlo,caballero, nunca salgo antes de las tres; y seme encuentra todos los das.""En la calle, el extranjero me preguntdetalles sobre la baronesa, a quien habaencontrado exquisita. Pero no volv a orhablar ni de l ni de ella."Transcurrieron tres meses ms."Una maana, hace apenas quince das,ella lleg a mi casa a la hora del almuerzo y,ponindome una cartera entre las manos,dijo: "Querido, es usted un ngel. Ah tienecincuenta mil francos; soy yo la que comproel Cristo, y pago veinte mil francos ms delprecio convenido, a condicin de que me sigaenviando.., nuevos clientes..., pues miCristo.. .est an en venta...Gil Blas, 17 de mayo de 1887wwwwww..TTooddooEEbbooookk..nneettEl barrilitoLe petit ftA Adolphe TavernierEl amo Chicot, mesonero de preville, parsu cochecito delante de la granja de la taMagloire. Era un hombre robusto, decuarenta aos, colorado y ventrudo, y pasabapor ser algo malicioso.At su caballo al poste de la barrera yluego penetr en el patio de la granja. Poseauna finca contigua a las tierras de la vieja,que codiciaba desde haca mucho tiempo.Veinte veces haba intentado comprrselas,pero la ta Magloire se haba negado conobstinacin.Donde he nacido, morir deca.La encontr mondando patatas a la puertade casa. Tena setenta y dos aos de edad, ywwwwww..TTooddooEEbbooookk..nneettestaba seca, arrugada y encorvada, pero erainfatigable como una joven. Chicot le diunos golpecitos amistosos en la espalda, y sesent en un escabel, junto a ella.Qu!, cmo va esa salud, ta Magloire?Bien?...No va mal, y la suya, amo Prosper?Vaya, con algunos dolores; por lodems, perfectamente.Bueno, pues est bien.Y no dijo ms. Chicot se quedcontemplando cmo haca faena. Sus dedoscorvos, nudosos y duros como patas decangrejo, cogan, como si fuesen unas pinzas,los tubrculos grisceos que estaban en uncapacho, y vivamente empezaba a darlesvueltas con una mano, y la iba pelando con lahoja de un viejo cuchillo que tena en la otramano, sacando largas cscaras. Y cuando lapatata quedaba toda amarilla, la tiraba en uncubo lleno de agua. Tres gallinas atrevidas seaproximaban una tras de la otra hasta sufalda a recoger las mondaduras, y luego sewwwwww..TTooddooEEbbooookk..nneettechaban a todo correr de sus patas, llevandoen el pico su botn.Chicot pareca estar preocupado, indecisoy como con ganas de decir algo que tena enla punta de la lengua y que no se atreva asoltar. Al fin, se decidi:Dgame, ta Magloire...Qu se le ofrece?Esta granja..., nunca ha queridovendrmela...No, ni piense usted en ello. Ya se lo hedicho, y no vuelva a las mismas.Es que he encontrado un arreglo que nosbeneficiaria a los dos.Cul es?Mire, usted me la vende y, sin embargo,se queda en ella. No acierta usted? Siga mirazonamiento.La vieja ces de mondar sus legumbres yfij en el mesonero sus ojos vivos bajo susprpados arrugados.Me explicar continu l. Le doytodos los meses ciento cincuenta francos.Me entiende? Cada mes yo llego aqu, en miwwwwww..TTooddooEEbbooookk..nneettcochecito. Y le entrego treinta escudos decien sueldos. Y despus nada ha cambiado;nada en absoluto; usted contina aqu, no sepreocupa de m lo ms mnimo, pues no medebe nada. Usted no hace ms que coger midinero. Est de acuerdo?Y la miraba con una cara sonriente, demuy buen humor.La vieja lo examinaba con desconfianza,buscando la trampa. Le pregunt:Eso es para m; pero, la granja, notengo que drsela a usted?No se preocupe por eso aadi.Usted permanecer en ella tanto tiempocomo Dios la deje vivir. Usted en su casa.nicamente me firmar un papelito antenotario para que, despus que usted hayamuerto, sea ma. Usted no tiene hijos, slounos sobrinos que apenas se preocupa deellos. De acuerdo? Conserva su propiedaddurante toda su vida, y yo le doy treintaescudos de cien sueldos al mes. Para ustedtodo son ganancias.wwwwww..TTooddooEEbbooookk..nneettLa vieja se qued sorprendida, inquieta;pero se sinti tentada.No diga nada replic. Solamentequiero pensarlo un poco. No me vuelva ahablar de esto hasta la prxima semana.Entonces, le dar una respuesta definitiva.Y el amo Chicot se fue ms contento queun rey que acaba de conquistar un imperio.La ta Magloire se qued pensativa.Aquella noche no durmi, y durante cuatrodas estuvo en una constante vacilacin.Presenta alguna mala consecuencia para ella,pero el pensamiento de los treinta escudosmensuales, de ese hermoso dinero contante ysonante que entrara en su faltriquera, comollovido del cielo, sin hacer nada, la llenaba dedeseo.Entonces fue a casa del notario y le contsu caso. Le aconsej que aceptase laproposicin de Chicot, pero que le pidiesecincuenta escudos de cien sueldos en vez detreinta, pues su granja vala, evalundola alms bajo precio, sesenta mil francos.wwwwww..TTooddooEEbbooookk..nneettSi usted vive quince aos le deca elnotario no le pagara an, de esta manera,ms que cuarenta y cinco mil francos.La vieja se estremeci ante la perspectivade cincuenta escudos de cien sueldos al mes;pero desconfiaba an, temiendo mil cosasimprevistas, astucias ocultas, y se estuvohasta el anochecer hacindole preguntas, sindecidirse a marchar. Por fin, le orden quepreparase el acta, y regres a su casa comosi hubiese bebido cuatro jarros de sidra decosecha reciente.Cuando fue Chicot a enterarse de larespuesta, se hizo mucho de rogar, y ledeclar que no quera, pero estabatemblando de miedo por si l no consenta endarle los cincuenta escudos de cien sueldos.Como insista tanto, le dijo al fin suspretensiones.El mesonero sufri un sobresalto decontrariedad y rehus.Entonces, para convencerle, ella se puso arazonar sobre la probable duracin de suvida.wwwwww..TTooddooEEbbooookk..nneettNo tengo ms que cinco o seis aos devida, lo ms seguro. Voy para los setenta ytres, y ya estoy poco valiente. La otra noche,cre que iba a morirme; me pareca que seme vaciaba el cuerpo, y tuvieron quellevarme a la cama.Pero Chicot no se dejaba engaar.Vamos, vamos, vieja prctica, est ustedms firme que el campanario de la iglesia.Vivir por lo menos cien aos, y seguro queser usted quien me entierre a m.Se pasaron todo el da en discusiones.Pero como la vieja no cedi, el mesonerotuvo que consentir, al fin, en dar loscincuenta escudos.Al da siguiente firmaron el acta depropiedad. Y la ta Magloire exigi diezescudos de cntaros de vino.***Transcurrieron tres aos. La buena mujerestaba que era un encanto; pareca que nohaba pasado ni un solo da, y Chicot sedesesperaba. Le pareca que estaba pagandowwwwww..TTooddooEEbbooookk..nneettesta renta desde haca medio siglo, que hablasido engaado, estafado, arruinado. Decuando en cuando, iba a hacerle una visita ala granjera, como se va en el mes de julio alcampo a ver si los trigos han madurado parala siega. Lo reciba con una mirada maliciosa.Se dira que se felicitaba de la buena trastadaque le haba jugado; y l se volva en seguidaa su cochecito, murmurando:No reventars ya, carcamal!Chicot no saba qu hacer; le hubiesegustado estrangularla al verla. La odiabaferozmente, con un odio socarrn decampesino robado.Entonces trat de buscar otrosprocedimientos. Por fin, un da fue a verlafrotndose las manos de satisfaccin, como laprimera vez que le propuso el trato.Y despus de haber charlado unosminutos:Dgame, ta Magloire, por qu no va acomer al mesn, cuando vaya a preville?Charlamos, y as se dice que somos amigos, yeso no causa pena. Ya usted sabe que en miwwwwww..TTooddooEEbbooookk..nneettcasa no necesita pagar nada, y no me dueleuna comida ms o menos. Vaya por allcuando quiera, sin ninguna reserva, mecausar gran placer verla.La ta Magloire no se le hizo repetir, y a lospocos das, cuando iba al mercado en sucalesa conducida por su criado Clestin, dejsu caballo, sin ningn apuro, en la cuadra delamo Chicot, y reclam su comida.El mesonero, lleno de alegra, la tratcomo a una seora, le sirvi pollo, unasmorcillas de sangre y de carne de cerdo,cordero asado y coles con tocino. Pero nocomi casi nada, pues era sobria desde lainfancia y se haba alimentado slo de unpoco de sopa y una tostada untada demanteca.Chicot insista, contrariado. Como tampocobeba, rehus tomar caf.Al menos, tomar una copitale dijocon cierta exigencia.Ah, eso s! No digo que no.Y el mesonero grit a pleno pulmn, desdeall mismo:wwwwww..TTooddooEEbbooookk..nneettRosalie, trae aguardiente del ms fino,del refinado.Y la criada apareci con una botella larga yadornada con una hoja de parra en suetiqueta.El mesonero llen dos vasos.Prubela ta Magloire, es excelente.Y la buena mujer bebi muy despacio, atraguitos, saborendolo agradablemente.Cuando vaci su vaso, lo escurri, y luegodeclar:S, es excelente.No haba acabado de hablar y ya Chicot leserva otro vaso. Quiso rehusar, pero erademasiado tarde, y lo sabore tanto como elprimer vaso.Quiso entonces hacerle aceptar otro ms,pero se resisti.Esto es como leche insista l, bebausted; mire, yo bebo diez o doce sin ningunadificultad. Pasa como si fuese azcar; no sesiente nada ni en el vientre ni en la cabeza;es como si se evaporase en la lengua. No haynada mejor para la salud.wwwwww..TTooddooEEbbooookk..nneettComo le gustaba mucho, cedi, pero lerog que slo lo llenase por la mitad.Entonces Chicot, en un arranque degenerosidad, exclam:Mire, puesto que le gusta, le voy aregalar un barrilito, para demostrarle quesomos buenos amigos.La buena mujer no dijo que no, y se fue unpoco achispada.Al da siguiente, el mesonero entr en elpatio de la ta Magloire, y sac del fondo desu coche una pequea barrica, rodeada dearos de hierro. En seguida quiso hacerleprobar el contenido, para demostrarle queera del mismo; y, despus de haberse bebidocada uno sus tres buenas copas, Chicot ledijo, al marcharse:Y ya sabe usted que cuando se acabe,hay ms; no se apure, que a m no me pesadrselo. Cuando ms pronto lo acabe, mscontento estar.Y se meti en su cochecito.wwwwww..TTooddooEEbbooookk..nneettVolvi cuatro das ms tarde. La viejaestaba delante de la puerta, ocupada encortar el pan para la sopa.Se acerc, le dio los buenos das, le hablaproximndose a su nariz, a fin de oler sualiento; reconoci un hlito de alcohol, yentonces su rostro se ilumin.Ofrzcame una copita de aguardiente dijo.Y se trincaron dos o tres copas.Mas, en seguida se corri por toda lacomarca el rumor de que la ta Magloire seembriagaba a solas. Tan pronto la tenan querecoger borracha en la cocina, como en elpatio de su granja o por los caminos de losalrededores, y era preciso llevarla a su casa,inerte como un cadver.Chicot no iba por su casa y, cuando se lehablaba de la campesina, contestaba con caratriste:Es una desgracia haber cogido esacostumbre a su edad. Ya saben ustedes quecuando se es viejo, no se tiene resistencia.Eso acabar por jugarle una mala trastada!wwwwww..TTooddooEEbbooookk..nneettY, en efecto; le jug una mala pasada.Muri al invierno siguiente, hacia navidad,pues se cay borracha entre la nieve delcamino y all s qued.Y el amo Chicot, al heredar la granja,declar:Si esa palurda no se hubiese entregado ala bebida, hubiera vivido an diez aos ms.Le Gaulois, 7 de abril de 1884wwwwww..TTooddooEEbbooookk..nneettEl bautismo (I)Le baptmeA GuillemetLos hombres, vestidos con sus trajes deda de fiesta, esperaban a la puerta de lagranja. El sol de mayo derramaba su luzesplendorosa sobre los manzanos en flor, queparecan enormes ramos redondos, blancos,rosceos y perfumados, que cubran todo elpatio con un techo florido. De todos ellos caaconstantemente una nieve de pequeosptalos, formando remolinos y ondulacionesen el aire, antes de posarse en la hierba alta,en la que brillaban como llamas los dientesdel len, y las amapolas semejaban gotas desangre.Una cerda madre, de vientre enorme yubres abultadas, dormitaba al borde delwwwwww..TTooddooEEbbooookk..nneettestercolero, y una multitud de cerditos corraa su alrededor con el rabo ensortijado comouna cuerda.De pronto empez a sonar la campana dela iglesia, a lo lejos, ms all de los rbolesde las granjas. Su metlica voz lanzaba enlos cielos gozosos su dbil llamada lejana. Lasgolondrinas cruzaban como flechas por elinmenso espacio azul encuadrado en lasgrandes hayas inmviles. De cuando encuando pasaba una vaharada de establo y semezclaba con el aroma suave y dulzn de losmanzanos.Uno de los hombres que estaban en piedelante de la puerta, se volvi hacia la casa ygrit:Ea, Melina, vamos ya, que estntocando.Tendra unos treinta aos. Era uncampesino fornido, al que todava no habanconseguido deformar, ni encorvar, losmuchos aos de trabajo en la tierra. Un viejo,su padre, avellanado como un tronco dewwwwww..TTooddooEEbbooookk..nneetthaya, de muecas abultadas y piernastorcidas, sentenci:Est visto, nunca acaban de prepararselas mujeres.Los otros dos hijos del viejo se echaron arer; uno de ellos se volvi hacia el hermanomayor, que era quien primero haba hablado,y le dijo:Ve en su busca, Polito; de otro modo, noestarn antes del medioda.El joven entr en su casa.Una bandada de patos, que se habadetenido cerca del grupo de campesinos,empez a graznar sacudiendo sus alas;despus se alejaron hacia la charca concalmoso contoneo.En la puerta de entrada de la casa, quehaba quedado abierta, apareci unavoluminosa mujer, que llevaba en brazos unnio de dos meses. Las cintas blancas conque sujetaba su alto gorrito, le caan sobre unmantoncillo rojo, deslumbrante comollamarada, y el nio, envuelto en telasblancas, descansaba sobre la joroba quewwwwww..TTooddooEEbbooookk..nneettformaba el vientre de la comadrona. Salidetrs, fresca y sonriente, cogida del brazode su marido, la madre, mujer alta y fuerte,que apenas tendra dieciocho aos, y acontinuacin seguan las abuelas, ajadascomo manzanas viejas, encorvadas de cinturapor efecto del trabajo rudo y continuo,aunque haciendo ahora un esfuerzo porenderezarse, que se trasluca en su expresinde dolor. Una de ellas era viuda; se cogi delbrazo del abuelo, que haba permanecidodelante de la puerta, y se pusieron al frentedel cortejo, inmediatamente despus del nioy de la comadrona. Los dems de la familiasiguieron detrs. Los ms jvenes llevabanbolsas de papel llenas de caramelos.La campanita sonaba a lo lejos sindescanso, llamando con toda su fuerza alchiquillo esperado. Los muchachos se subana las cercas; los mayores se asomaban a lasvallas; algunas criadas de granja se detenancon un cubo de leche a cada lado, paracontemplar el bautizo. La comadrona llevabacon orgullo su carga viviente, y evitaba conwwwwww..TTooddooEEbbooookk..nneettcuidado los charcos de agua en los caminos,que cruzaban por entre ribazos plantados derboles. Seguan despus los ancianos, muysolemnes, aunque caminaban con algunairregularidad por efecto de los aos y de losachaques; los jvenes sentan ganas debailar, y miraban a las mozas que acudanpara verlos pasar; y el padre y la madremarchaban muy formales, ms serios que losdems, detrs de aquel hijo que tomara,andando el tiempo, su puesto en la vida, yque haba de perpetuar en la regin suapellido Dentu, que era conocido en todo eldistrito.Salieron al llano, y siguieron a campotraviesa para ahorrarse el largo rodeo quedaba el camino.Ya se distingua la iglesia, con supuntiagudo campanario. Debajo mismo deltecho de pizarra, tena una abertura que locruzaba de parte a parte; y en su interior semova algo, que pasaba y repasaba conrpido vaivn, por detrs de la angostaventana. Era la campana que no dejaba dewwwwww..TTooddooEEbbooookk..nneetttocar, invitando al recin nacido a que fuesepor vez primera a la mansin del Seor.Un perro ech a andar tras el cortejo. Letiraban confites, y l daba saltos alrededor delas personas.La puerta de la iglesia estaba abierta. Elsacerdote aguardaba junto al altar: era unmocetn de cabellos rojos, seco y fuerte,tambin Dentu de apellido, y to del nio,porque era hermano del padre. Bautiz,cumpliendo todos los ritos, a su sobrinoPrspero Csar, y ste rompi a llorar cuandosinti el sabor de la simblica sal.Terminada la ceremonia, la familia esperen el umbral de la puerta, mientras elsacerdote se quitaba la sobrepelliz; y, acontinuacin, echaron a andar. Ahoracaminaban aprisa, pensando en la comida.Iba tras ellos toda la chiquillera del pueblo, ya cada puado de caramelos que les tirabanse entablaba un furioso revoltijo, luchascuerpo a cuerpo, y alguno se llevaba de untirn los cabellos de otro. Tambin el perro selanzaba al montn, en busca de algn confite,wwwwww..TTooddooEEbbooookk..nneetty aunque le tiraban del rabo, de las orejas,de las patas, se mostraba ms obstinado quelos mismos muchachos.La comadrona, un poco cansada, se dirigial cura, que caminaba a su lado.Dgame, seor cura, le importara llevarun rato a su sobrino, mientras yo descansoun poco? Estoy sintiendo casi calambres en elestmago. Tom el sacerdote al nio, y laalbura de las ropas de ste form como unmanchn luminoso sobre la negra sotana; lobes; aquella carga tan liviana leembarazaba, porque no saba cmo tenerlo,ni de dnde agarrarlo. Todos se echaron arer. Una de las abuelas le pregunt desdelejos:Oye, curita, no te da tristeza el pensarque no tendrs nunca uno como se, que seatuyo?El sacerdote no contest. Caminaba dandograndes zancadas, con la vista clavada en elarrapiezo de ojos azules, sintiendo ganas debesar otra vez sus carrillos mofletudos. Nowwwwww..TTooddooEEbbooookk..nneettpudo resistir ms, lo alz hasta la altura desu boca, y le dio un beso muy largo.El padre le grit:Eh, seor cura. Si quieres otro comose, no tienes ms que pedirlo!Y empezaron las cuchufletas, al estilocampesino.As que se sentaron a la mesa, estall,como una tormenta, la alegra pesadota de lagente del campo. Tambin los otros dos hijosiban a contraer pronto matrimonio; allestaban sus novias, que nicamente habansido invitadas a la comida; y todo era hablarlos comensales acerca de las futurasgeneraciones que de tales bodas seesperaban.Se lanzaban frases gruesas, muy cargadasde pimienta, que hacan rer por lo bajo a lasmozas y retorcerse de risa a los hombres.Golpeaban con el puo en la mesa, al mismotiempo que dejaban escapar exclamaciones.El padre y el abuelo eran una fuenteinagotable de dichos picarescos. La madre sesonrea; tambin las abuelas tomaban suwwwwww..TTooddooEEbbooookk..nneettparte en el regocijo y lanzaban alguna queotra chocarrera.El sacerdote, acostumbrado a aquella clasede excesos campesinos, no se daba porenterado; estaba sentado junto a lacomadrona y haca a su sobrino cosquillascon el dedo en la boca para hacerle rer.Pareca sorprendido a la vista de aquel nio,como si fuese el primero que vea. Lo mirabacon atencin pensativa, con una seriedadsoadora, con la ternura que de pronto sehaba despertado en lo ntimo de su ser; unaternura nueva, extraa, viva y algo triste,hacia aquella frgil criatura nacida de unhermano suyo.No escuchaba ni vea nada, absorto en lacontemplacin del nio. Se senta conmovidoante aquella larva de hombre, como unmisterio inefable en el nunca haba pensado;un misterio augusto y santo: el de laencarnacin de un alma nueva, el granmisterio de la vida que empieza, del amorque se despierta, de la raza que se perpeta,de la Humanidad que sigue siempre adelante.wwwwww..TTooddooEEbbooookk..nneettLa comadre coma con cara congestionaday ojos brillantes, y el nio la molestaba,porque la alejaba de la mesa.El cura le dijo:Dmelo. Yo no tengo ganas de comer.Volvi a cogerlo en brazos. Todo cuanto lerodeaba desapareci para l, como si seborrase; no tena ojos sino para aquella caritasonrosada y mofletuda; poco a poco, a travsde las mantillas y de la sotana, el calor deaquel cuerpecito le fue llegando a las piernas,le fue calando como una caricia muy leve,muy agradable, muy casta; era una cariciadeliciosa que le empaaba los ojos delgrimas.El barullo de los comensales se ibahaciendo terrible. El nio, desasosegado poraquel vocero, rompi a llorar.Alguien grit:Oye, t, curita; dale de mamar.La explosin de carcajadas hizo retemblarel comedor. La madre se levant, cogi a suhijo y se lo llev a la habitacin de al lado. Alwwwwww..TTooddooEEbbooookk..nneettcabo de algunos minutos volvi, diciendo queel nio dorma tranquilo en su cuna.Siguieron comiendo. Hombres y mujeressalan de cuando en cuando al corral, y alrato volvan a la mesa. Los platos de carne,de legumbres, la sidra y el vino desaparecanen las bocas como en una sima, hinchabanlos estmagos, encandilaban los ojos, ponanen delirio las cabezas.Empezaba a hacerse de noche cuando sesirvi el caf. Haca rato que el cura habadesaparecido, sin que a nadie llamase laatencin su ausencia.La joven madre se levant, al fin, para ir aver si el pequeo segua dormido. Estaba yaoscuro. Entr a tientas en la habitacin; seadelant, extendiendo hacia adelante losbrazos, para no tropezar con los muebles. Unruido extrao la detuvo en seco y se volviatrs asustada, con la certeza de haber odoque alguien se mova. Entr en el comedor,plida y temblorosa, y lo cont. Todos loshombres se levantaron con estrpito, ebrios ywwwwww..TTooddooEEbbooookk..nneettamenazadores; el padre cogi una lmpara yse precipit dentro de la habitacin.De rodillas junto a la cuna, con la frenteapoyada en la almohada en que descansabala cabeza del nio, el seor cura sollozaba.Le Gaulois, 14 de enero de 1884wwwwww..TTooddooEEbbooookk..nneettEl bautismo (II)Le baptmeVamos, doctor, un poco de coac.Con mucho gusto.Y el viejo mdico de marina, despus dcalargar el brazo para presentar su copita, viocmo sta se iba llenando hasta los bordescon la deliciosa bebida de reflejos dorados.Luego se la puso a la altura de los ojos,para mirar a travs la luz de la lmpara; se laacerc a las narices y aspir; se la llev a loslabios, verti algunas gotas en ellos, laspalade delicadamente y dijo:Oh, el precioso veneno, el seductorasesino, el delicioso destructor de lospueblos! Vosotros no lo conocis. Lesteisseguramente el admirable libro que se llamaL 'Assomenoir; pero no habis visto, comoyo, de qu manera exterminaba una tribu dewwwwww..TTooddooEEbbooookk..nneettsalvajes el inhumano alcohol, llevado entoneles panzudos y desembarcadotranquilamente por los marineros ingleses debarbillas rojas.Y he visto tambin, con estos ojos mos,un drama producido por el alcohol, bienextrao y conmovedor, muy cerca de aqu, enBretaa, en un villorrio dc las cercanas dePont l'Abb.Habitaba yo entonces, durante una licenciade un ao, una casa de campo que me habadejado mi padre. Ya conocis esa reginplana, con la costa arenosa donde el vientosopla en los juncales de noche y de da,donde a trechos aparecen de pie o echadasesas enormes piedras que fueron dioses yque han guardado algo de alarmante en supostura, en su aspecto y en su forma.Siempre me parece que han de animarse depronto y recorrer la campia con paso lento ypesado, con paso firme de colosos de granito,o volar con alas inmensas, con alas de piedratambin, hacia el paraso de los druidas.wwwwww..TTooddooEEbbooookk..nneettEl mar cierra y domina el horizonte; el maragitado, lleno de escollos rodeados siemprede espuma, como negras cabezas de perrosque aguardan a los pescadores.Y los hombres se lanzan a ese mar terribleque vuelca sus traineras con una sacudida desu lomo verde y las traga como pldoras. Selanzan en sus barquichuelos de da y denoche, atrevidos, afanosos y borrachos.Borrachos lo estn con mucha frecuencia, y lodisculpan con estas palabras: "Mientras labota est llena se ven los escollos, pero encuanto la vaciamos, ya no vemos nadaamenazador."Entrad en sus cabaas. Nunca encontrarisal hombre. Y si preguntis a la mujer dndese halla el marido, tender su brazo hacia elmar terrible que ruge y salpica la costa consus blancos salivazos. El hombre naufraguna noche, borracho. El hijo mayor, tambin.Quedan an cuatro muchachotes crecidos,robustos y rubios. Pronto les llegar su vez.En mi casa de campo, cerca de PontL'Abh, viva yo solo con mi criado, un viejowwwwww..TTooddooEEbbooookk..nneettmarinero, y una familia bretona queguardaba la finca en mi ausencia y secompona de tres individuos: dos hermanas yun hombre casado con una de ellas, que meserva de hortelano.Aquel ao, hacia Navidad, la casada pari,y me hicieron padrino de la criatura. No pudenegarme; y el padre, al exponerme supretensin, me pidi diez francos para losgastos de la parroquia.La ceremonia deba celebrarse el 2 deFebrero. Desde ocho das antes la tierraestaba cubierta de nieve, como si unainmensa alfombra blanca y dura se hubieraextendido sobre la campia. El marennegrecido contrastaba con la playa, yalzaba su lomo deshecho en olasamenazadoras, como si quisiera arrojarsesobre su vecina, que pareca muerta: de talmodo se mostraba silenciosa, fra y plida laplaya.A las nueve de la maana Kerandec lleg ami puerta con su cuada Kermagan; traswwwwww..TTooddooEEbbooookk..nneettellos iba la comadrona con el nio envueltoen una colcha.Y nos dirigimos a la iglesia. El fro eraglacial, bastante para hendir los dlmenes;uno de esos fros desgarradores que cuarteanla piel y hacen padecer horriblemente con sucontacto que hiela y abrasa. Yo ibapreocupado por el pobre recin nacido ypensaba que la raza bretona deba ser dehierro, puesto que sus hijos resistan aquellastemperaturas desde la hora de nacer. Nohaban abierto an la puerta de la iglesia. Elprroco se retrasaba.Sentada la comadrona en un pozo cercadel umbral, empez a desenvolver al nio.Cre que lo haca para doblar el paalmojado, pero dej desnudo al infeliz,completamente desnudo, y a merced del airehelado. Me indign tal imprudencia, y la dije:Se ha vuelto usted loca o se proponematarlo?La mujer respondi plcidamente:No, seor amo; debe presentarse a Dioscompletamente desnudo.wwwwww..TTooddooEEbbooookk..nneettEl padre y la ta miraban aquello contranquilidad. Era la costumbre. De no hacerloas, hubieran, supuesto que sera desgraciadoel nio.Me incomod, insult al hombre yamenac con irme si no abrigaban a la tiernacriatura. Todo fu intil; la comadrona huade m, corriendo sobre la nieve, y el cuerpode mi ahijado se amorataba. Ya me habaresuelto a retirarme para no ser cmplice deaquellas bestias, cuando apareci el prrocoseguido del sacristn y de un muchachuelo.Corr hacia l para darle cuenta 'de mijusta indignacin en tono violento. Nisorprendido, ni apresurado, se limit aresponderme con tranquilidad:Qu quiere usted, caballero; es lacostumbre. Como lo hacen todos, no esposible impedir que lo hagan stos.Pues ya que ha de ser as, apresureusted la ceremonia le dije.El repuso:No puedo ir ms de prisa.wwwwww..TTooddooEEbbooookk..nneettY entr en la sacrista mientras nosotrosquedbamos en el umbral de la iglesia. Yopadeca ms que mi pobre ahijado, el cual nodejaba de berrear al dolerse de lasmordeduras del fro.La puerta se abri al fin, y entramos.Tuvieron desnudo al nio durante laceremonia, que fue interminable.El prroco mascullaba las frases latinasque salan de su boca deshechas contrasentido. Se mova con lentitud con unalentitud de tortuga sagrada, y la sobrepellizblanca helaba mi corazn como otra nieve enque se envolviera para hacer sufrir ennombre de un Dios inclemente y brbaro a lapobre larva humana torturada por el fro.Terminados todos los ritos bautismales, lacomadrona envolvi nuevamente en lacolcha, al nio helado que no dejaba delamentarse con voz aguda y dolorida.El sacerdote me pregunt:Qiere usted firmar el registro?Dirigindome a mi hortelano, exclam:wwwwww..TTooddooEEbbooookk..nneettPronto, a casa de prisa; y calentad biena esa criatura.Le di algunos consejos para evitar si eratiempo an la pulmona.El hombre prometi obedecerme, y se fuecon su cuada y la comadrona. Yo entr conel prroco en la sacrista.Cuando hube firmado me pidi cincofrancos por los derechos.Como haba dado ya diez para este objeto,seguro que los derechos estaban pagadosme. negu a satisfacerlos. El cura meamenaz con rasgar la hoja del registro yanular la ceremonia. Yo le amenac conrecurrir al Juzgado.Despus de una querella muy larga ydesagradable, acab por pagar.Apenas llegado a mi casa quise enterarmede si haba ocurrido algn contratiempo a. lacriatura.Pero ni Kerandec, ni su cuada, ni habanvuelto an.wwwwww..TTooddooEEbbooookk..nneettLa parida estaba sola; temblaba en lacama y deca tener hambre, por no habercomido nada desde el da anterior.A dnde demonios habrn ido? pregunt.Y ella respondi, como la cosa ms naturaldcl mundo:Habrn ido a celebrar el acontecimiento.Era la costumbre.Me acord al punto de mis diez francospedidos para pagar los derechos de laparroquia, y sin duda empleados en alcohol.Envi un caldo a la madre y mandp