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u DWI A Li (I F s ¡ jI .LUÍ REVISTA ILUSTRADA ' M- 2 ~N ; F= ,&a ;R gE r=--r L-AwBra-MF :z m1mows- M á GUILLERMO ANDREVE 1 de Mayo de 190, 1 95 CHMOUER, AIN O~AM M 4 ~ Cid -

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s¡ jI.LUÍREVISTA ILUSTRADA

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GUILLERMO ANDREVE

1 de Mayo de 190,195

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AÑO II.

Panamá, República de Panamá, 30 de Mayo de 1905,

NUM. 34

EL HERALDO DEL ISTMO^-R EVI .4TG ILUSTRADA —~

Director: GUILLERMO ANDREVE.

i °Bien faire et faisser dire ."

Junto alArroyoA AURELIO MAXIMO

Del libro Cuentos pasa tí.

UUla mitad del día, en la hora sofocante del

Resistero, mientras el Sol en el zenítlanzaba ardientes rayos rojos sobre la tierra, yo,

junto al riachuelo pintoresco que sombreanlos cedros centenarios y las acacias en flor,_descansaba tranquilo á la orilla contemplando una rosablanca—de una blarcura ideal—que se balanceaba retratán-dose en el espejo movedizo de las aguas.

De pronto, cerca á la rosa y como obedeciendo ála voz enérgica de un poderoso Mago invisible, surgiódel fondo del riachuelo una Hada de cabellera rubiacomo el sol, quien al mirarme, con voz melodiosa ysonora, me dijo:

—¿Te gustan las rosas blancas?—Sí, las adoro, le contesté; pero noto en esta un

algo que no me satisface. En su colorido: su grata pa-lidez marfilina, falta un detalle para su absoluta per-fección; hay en ella un defecto .que no puede precisarpor ahora mi mente de observador y entre sus péta-los parece que se ha alojado la Tristeza, la eterna tris-teza de los que deben morir pronto.

Si tú sabes algo al respecto, dímelo ; yo te lo suplico.Y el Hada al oirme sonrió y mientras las aguas

del arroyo murmuraban su eterna "canción de adios,"ella hablóme así:

"—Entre las flores todas, las rosas blancas eranlas más perfectas y más bellas de la tierra, pero Dios-y de esto no hacen muchos años—tomó de estas sublancura inmaculada, esa blancura pálida, simbólicay admirable, y diciendo : "sea esta la mujer más per-fecta de la tierra," tiñó lafrente y la faz encantadora dela novia del poeta.

Desde entonces, ¡oh mi amigo!, las rosas blancasllenáronse de envidia y languidecen de tristeza; y laMujer Hermosaostenta en su rostro--divino por lobello—unapalidez simbólica y cautivadora y la Purezaha rodeado su frente de un nimbo aurisolar ."

Dicho esto el Hada desapareció.Cerré los ojos y me quedé sumido en profunda

meditación y en tanto, las aguas cristalinas del arroyo,en su eterno viajar, seguian cantando su melancó-lica "canción de adios"

lwoineo.

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Ei Heralcio dE:l lstmo 70

-dwin Lefévrej7 O muellos panameüos han

1(SI\NEIl consenLido en el exteriordarle á su nombre el bri-

llo y á su personalidad intelectt.alla posición distinguida que EDIVINLEFIIVRE ha lograrlo obtener enlos Estados Unidos de América.

Allí en la tierra de la fuerzamuscular y de las máquinas, endonde ya principia á dársele im-portancia á las obras de arteliterario, .LEFP RE se ha hechocampo y como cuentista ha llega-do á ser de los mejores, lograndovender el derecho de publicidadde uno de sus últimos artículos:"La platica de oro," por la no des-preciable sumé de mil dollars,siendo todos estos triunfos, legíti-¡ no fruto de sus grandes dotes.

!!S'! . 1 ~

He aquí algunos datos bio-~1 _ gráficos del distinguido escritor'~' istmelo cuyo retrato como voz

de aplauso publica hoy EL HERALDO DEI.ISTMO.

Nacido en Colón en 1870 hizo sus_prírnerosestudios onde aprendió el idioma

'nglés y obtuvo, por su talento y aprovecha-miento, la distinción de ser presentado al en eseentonces Presidente de los Estados Unidos, Mr.Garfield, quien agradablemente impresionadotuvo para LEFZwnE frases ele aliento y de feli-citación.

De allí pasó Ee\vIN á Pensllvania y en latiniversidad ele ese Estado, mientras hacía estu-digs de Ingeniería redactó el "Lrldglt Burr," ór-gano de ese centro, mas faltándole solo dos alospara coronar su carrera, resolvió, de improviso,lleno de fe en sí mismo, abandonarla para dedi-carse de lleno al cultivo de la gaya ciencia.

Su nombre comenzó entonces á sonar rui-dosamente por sus taabajos intelectuales en el"/:bgil»v-rznrJ _)finiug - ./ottrunl," de Nesr–York,periódico este el más importante de su clase y

e ese puesto pasó al "(.%» luur•rfva! _idrerGsr•r."decano de la prensa nevvyork-ina, en donde sehizo cargo de la sección de finanzas de dichaenblicación, lugar en el que -ha continuado has-t t la fecha adquiriendo allí—bajo la influenciareabre del constante estnefio —g•an conocimientodl los hombres que dirigen las finanzas del paisen que vive.

Las mejores publicaciones cie los Estados-Unidos se disputan hoy día—pagándola á pre-U

nidos se disputan hoy día—pagándola á pre-cios altísimos—la colaboración de LFrál7RE ypar e11-lo no es cie evtralar el que rechace—como

Ias RarasAllá van m:st_riosa ete7nas,ail :i van como rosas de fuegoque salpican la cauda esplendentede divino sagrado misterio.del misterio que ardiente las creacon la luz de las úitimo_a cielos.

Ellas son orillamos que llevanlas div i sas de amor v del triunfo,q_uc á los golpes del inlsl y del crimenson divinos y férreos escudos.son antorchas que almnbran las nochesele los blancos infectes sepu!croe.

Viven castas del fuego sagradoque se extrae del dolor v Ias ld,rimas,nnnoros as, si sienten el jzo.g.•miciors, .,i pens 'zas i-ratae,ron uu :alga que dic . : no muero:ion nil tune•"3 que dlee : Ulan-ma ;

ha rechazado—puestos muy distingnidos en elperiodismo yankee, ofrecidos á cada paso.

Para juzgar con sobra de razón el valer delilustrado paisano y compalero de armas, bastatener en cuenta que las ediciones de suslibros se venden allí en los Estados Uni-dos antes de que vean la luz pública,como sucedió al anunciarse la publicaciónde un segundo tomo de Ii`all Street .Storiec;que sus editores son los ete más renombre allíen la tierra del practicalismo y que hoy díagoza, por solo dos horas semanales de trabajoen una revista de finanzas, ele un sueldo mayorque el del Presidente de esta República.

Bajo sfmbalo noble de armiñoque declara la estirpe selectade su raza inmortal, se las mira.se las ve formidables en bregaen los antros del vicio triunfante,del delito en las hórridas cuevas.

Cómo cantan sus ]laicas tristezas!cómo lloran sus pálielas dichas:i cómo llenan de vida lasr"itsque las bestias pusieron marchitasel martirio es salterio en sus mano ;,ígneo verbo, corona de espinas.Van en marcha, ea falange noctunlaimpelidas por llantos, por himno.¡que se encantan en misticas faena,que recuerdan palabras del Cristo,las palabras de amor y esperanza.de combate, piedad v da olvido.1l archan sola, : na temen el trí•, icJfin siniestro de muerte sangrienta,que en la cruz es la vida del cielo.nimbo eterno de glorIa en la ho•nnera;y' ellas son las que siembran el granod_ virtud y~ cmnstkulriat 1 ps: ice : ia.

Me dicen que EDtr'IN LEFÉI'RF. ppriI-e,ln tra-to atractivo y agradable. que su elevada posi-ción pecuniaria é intelectual no ha loicrado ma-rearlo allí en la tierra de los millones : vn mudade ésto sé, porque nunca—apesar de 1,,, r-stre-chos lazos de amistad sincera que nn• ligan ásus hermanos—he tenido el placer de nwru-lu:lo que sí sé de fijo es que includablemtente élposee un gran talento y que ha sabirE . cenlcerpor sus propios méritos.

Para el compalíero de ¡deis, pausa :nn•stroaplauso sincero.

ALEJANDRO DUTAI :Y_

A su voz las tormentas se alejan.á sus piés los zarzales no hieren,el erial lo matizan de rosasv clerriten con fuego la nieve,á la nieve del tedi? derritencon el fuego de amor que no mucre.

Ah ! las alelas que en ansias ele cieinpor la ciencia cansaron los años,combatiendo en el mal- de ignorauacialos vestizlos, loas gnonlog y trinar,,la visión enfermizas del odio.y la anémica voz del pasado.

lelas son Ias viriles que tienenel poder de la luz : la palabra,has que encarnan los siglos, los puc•blus,las que clan su memoria al mañana;y á bt smibra del Dios galileo,, .m 1:_s Únicas, puras y raras.

s1116N RIV .\S.

EDWIN LEFEVRE : DISTINGUIDO ESCRITOR ISTMEA O

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El HEraldo dEl Istmo - 75

Bellezas de Coclé. - Señorita FILOMENA CARLES,de Penonomé .

hcr®sticoEra el albu n de la seriorita Filonena Círdes

17lotantes cual las sombras nocturnales,~/rnitan tus cabellos la ,negrurahuciente de tus ojos do fulguraOculto sol sus rayos tropicales.

l~cís dulce que la miel de los panales,hn tu. boca de fresa, virgen pura,1,~íti.dcts brillan con sin par blancura>lbas filas de perlas orientales.

Quín grato vibra tu armonioso acentob4 dar sus notas de cristal al vientowiseleño y juguetón, que en la ribera

Ninapia y azul del Saratí se goza:fin besar tu estatuaria, voluptuosacQeméjanza de Vénus hechicera.

ocTAVIo VALDES Y ARCE.Panamá de 1905 .

A José Luis Cantilo.

RUDO invierno : un glacial cier-~._ zo que corta las carnes como

ecerada hoja barbera ; la nievec;as con inusitada fuerza y desde elpico . tlel Jírrra/.•orrnn hasta el valle querodea "á la meseta Kw-g-Kory es todouna sabana inmensa ele blanquísimanieve y de varios pies de espesor ; lavent:sea ruge con infernal estruendo,amasa cuanto á su paso se opone yanega de nieve el valle que circundaá la meseta en que tiene asiento elpalacio Ottom . . ..1 Atokka, que ha poco terminó susprácticas religiosas de mediodía, estárodeado por su familia en el gran sa-lón y al amor de una inmensa hogue-

ra refiere á sus hijos algunos de sus sencillísi-mas aventuras hindúes . Hn relato es interrum-pido por un noble l•rbrnryu, especie ale capitán-jefe (lela guarnición y de la servidumbre . quienle dice:

— ;Divino Atokka! . . . _Un miserable. unhombre que Manú ha marcado con el sello elevis, lea osado pedir liospitalidad por hoy; segúnél . va de camino, la nieve le intercepta, el pasoy el frío le ha aterido

— ;Por 4aruua : . . . . ¿Quién ea ese reptilque osa alzarse hasta mí ? . . .¿Es acaso in infa-me >urlra/

—¡Perdóname : ch Atokka.! que en tu pre-sencia pronuncie su ignominioso umnbre! Esami peor que un sudra . . . . es nn trba,rd.drr7- . ..

,—¡Un hijo de uu roi..gn y una sidra- . . !Un ser mil veces más vil que el más vil su-

(Iral—¿Qué castigo quieres y ordenas imponer-

le por su osadía' . . - Además. cuando 61 pre-gunéFi-grü6n moraba en este palacio y cuandoun siervo le contestó, hizo ama mueca de des-pre_io é indiferencia. f Qué nrarrdas, hijo no-

ble de Maní?—Vé y ponle en libertad pero que se vaya

eüseguirla• ahora mismo, y descalzo - - . El fríoy la nieve se eucargarán de lo demás

El kchatrya, partió á hacer dar cimpli-micnto á las órdenes de Atokka y un instantedespués el llamado trbaud,r/a era arrojado á.golpes de la seíüorial mansión -

La noche tendió su negro manto ligera-mente recamado de constelaciones casi imper-ceptibles. La tormenta cejó en su rudo empu-je y..los únicos rastros del violento huracántraído por el _)fr» rana, son algunas rachas inter-mitentes de helado viento, y alguna que otrapequejia avalancha de nieve que, por él impul-sv.la, se precipita en el cercano valle y en suinovimient,D de oscilatorio vaivén va á estre-llarse conil'a la meseta de lío~q-tior,/. . ..

. Por la falda del monte Karakorum, efectúasu ascensión un hombre. Apesar del frío in-tenso de la temperatura y de caminar descalzoy á la intemperie, no está aterido ; á pesar dehaber recorrido un larguísimo camino, no leagobia el cansancio; á pesar dé que han trans-currirlo muclias horas sin probar alimento al-guno. no desfallece . . : . ..

Es que en su mente se ha grabado con in-delebles caracteres la idea "venganza." . . . . Esque el Cruin drl .1Gd se apoderó de él y le con-duce, haciéndole caminar impasible por aque-llos desperladeros, por profundas quebradas yentre enormes masas blanquecinas, inmensasmoles trituradoras, siguiendo un derrotero pordonde mulie se ha atrevido 'aun á posar suplanta . . . . Y aquel hombre que sereno. impasi-ble y con seguro paso va ascendiendo y quepretende llegar á la cumbre helada del Karako-ram. es el IcLa,edrda despreciable y arrojado deOttom, que solo alienta odio y á quien un geniomaléfico é invisible tiende sa mano y concedesi apoyo para que pueda abordar la cima- - - -Yel Icbaodala sube; sube cada vez más de prisa,y luego con una rapidez vertiginosa; antes dequedar exangüe, parece que cuanto más ascien-de, más ligereza tiende á tomar su cuerpo . . ..Parece un ser extraordinario dotado de impal-pables alas poderosísimas . . . . Y sigue en su as-censo; la nieve no le hace resbalar y caminacon pie tan rápido y seguro como si lo hicierasobre una verde y llana campi1a . . ..

Comienza apenas á despuntar el alba, comoimpensa antorcha que poco á poco se va infla-mando más y más, y en la cúspide del Karako-i•im está el trhrn:dala sentado en una mole dehielo, contemplando con sardónica sonrisa, allá,á sus pies, el inmenso, el insondable abismo quese abre á su mirarla . . . . Allá lejos, muy lejos,en su parte más profunda, apenas se vé del la-

mailo de una nuez la meseta Kory-Kory y, so-bre ella, como la punta de un alfiler el negraz-co palacio Ottom ; el teliandala contempla unmomento ese cuadro y luego exclama conronco acento é irónico tono: ¡Ah, soberbioAtokka . . . . ! Ah, hijo de Brahma, nacido de suboca! M odio puede más que tu orgullo; mivenganza es más potente que tu grandioso po-derL —. ,tllaritk y sus huracanesy borrascas, sonmis armas de venganza . . . . ! Tiembla, LancinanAtokka, sonó tu fin . . . . tu vida llegará al ocasojunto con el sol de este díal . . ..

Entonces toma en sus manos un puñado elenieve ; la redondea, y forma ama pequeila bola;y entretanto concluye su sencilla tarea, mirán-dola casi con canino: Eres muy pequeíla y pa-reces inofensiva, pero muy luego habrás sem-brado la muerte . Te bautizaré con el nombrede cALUnLViA! . . . .Corre, pues, CALurLYrA mía;rueda, arrástrate, enlódate, agrándate y cuan-do llegues á tu destino, sembrarás la desolación,el dolor, la duda, el martirio, la muerte! . . . --dijo, y ¿chola á rodar cuesta abajo, en direcciónal palacio de Atokka

Y aquel pedazo de nieve fué rodando, y si-guió rodando ; fué adhiriendo á sí lo que encon-traba á su paso; cuando llegó á la mitad de lafalda del E arakeirum, ya era de gran tamaiio;siguió rodando y siguió creciendo ; siguió elcurso que se le destinaba sin variar un ápiceen su camino y aumentando á cada instantemás y más, su fuerza, su velocidad y su volu-men, bien pronto se convirtió en inmensa moleque todo lo arrasaba, todo lo destruía, todo loarrastraba, hasta que al llegar á la mesetaKory/-Kory cubrió el valle por completo y bajosu enorme peso aplastó y redujo á polvo al re-gio palacio Ottom, de Atokka, con todos susmoradores

. . . . . . . . . . . .

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ..Aquel puílado de nieve que el miserable

echara á rodar con mano experta y direcciónfija, había producido el fruto esperado por elvengativo ic7utndrrla . . . . Su calumnia le habíavengado y nadie supo quién 6 cuál fuera la cau-sa del desastre de Atokka

LUÍS bi. BLAZQUEZ.

In Plata (Rep: Argentina), 1905.

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ct lstmo 76

-- Emería Tents ae lcapUCHAS veces había oído hablar en

~ISI ~ 11SI mi nifiez de ANIELIA DENIS y mu-cho me había deleitado leyendo pre-

ciosos versos suyos. Mi deseo de conocer á ladulce poetisa, alondra del vergel panameíro,como alguien la llamó, era grande. Pero esta-ba ella ausente ya en esa época ; la Mala Suerte,compauera fiel de aquellos que con las Musasse tratan y deleitan, la había obligado á expa-triarse, y moraba, como aun hoy, allá lejos,cabe los hermosos lagos centroamericanos, alpie del Momotombo, en la . joven y vigorosatierra de Nicarao, cuna de Jerez y de RubénDarío, de Santiago Argüello, de Mariano Barre-to y de Enrique Guzmán.

Un día pude sinembargo realizar mi deseo.Una larga guerra civil me envolvió en su tor-bellino, y emprendí mi éxodo, con la escarcelapobre de dinero, mas llena de grandes esperan-zas y de ricas ilusiones como la de todo peregri-no del ideal.

En aquellos hermosos días—hermosos ápesar de los azares que guardaban—la juventudliberal colombiana, ahíta de lectoras propiaspara inflamar los corazones jóvenes que enVargas Vila y Juan de Dios Uribe hablanaprendido á odiar todas las formas de opresiónyá ver un Francia en cada mandatario sin ley yun Melgarejo en cualquier soldadote de los quetanto abundan por mal de la raza latina en tie-rras de América, deseaba ardientemente probarsu virilidad y su temple que juzgaba espartanosempunando el fusil y corriendo á derramar enlos campos de batalla junto con la sangre aje-na su propia sangre.

)lías ay! que este entusiasmo juvenil, sibienmoble y grande, arrebató á Colombia mu-chos hijos en quienes podía finar grandes es-peranzas, y aún á Panamá, ya constituída ennación, buena falta hacen Temístocles Díaz yJuan Antonio Mendoza, Manuel Patiílo y Eh-seo Esquivel, y tantos otros que á su engrande-cimiento pudieran contribuír con sus energíasy su inteligencia-

El torbellino me envolvió. decía, y mearrojó lejos desde el primer momento ; mas fuépor suerte á una tierra que para mí supo mos-trarse hospitalaria . En ella encontré caritosaacogida, alimento y abrigo para el cuerpo ypara el espíritu, y allí conocí á AMELIA DENisllegando á satisfacer de ese modo uno de mismás caros deseos.

Cuando nos hallamos en tierras lejanas conun compatriota, aunque nunca le hallamos co-nocido ni tratado, sentimos algo que nos mue-ve á acercarnos á él . Ya no es simplemente unconnacional sino más bien un miembro denuestra familia, un hermano, y la simpatíase despierta en nosotros . Es que ese compa-triota es un pedazo integrante de la Patria, yalgo que nos habla de ella y nos la recuerda ácada instante . En la inmensa soledad de afec-tos á que en países extrallos nos vemos some-tidos, nos recuerda él nuestros campos . nues-

tras montallas, nuestro sol, y nuestras costum-bres, y en general todo aquello que concierneal país donde se nace y donde corren los aílosfelices de la infancia y que aun en el hombremás despreocupado—salvo que sea un ingrato—queda por siempre grabado profundamente enlos registros del recuerdo.

Si esto pasa con un compatriota cualquie-ra, podéis imaginaros mi alegría al hallarmecon AMELIA DENIs, á quién, como he dicho,empecé muy temprano á admirar y por la quesentía sin conocerla gran simpatía . Cierto esque luego de tratarla no decayó en lo mínimoesa. admiración ni amenguó tampoco esta sim-patía. Venerable y cariRosa, tiene el privile-gio de seducir á los que á ella se acercan.

AMELIA DENIS DE ICaza, Poetisa Istmeña.

La ilustre poetisa es ya una anciana. Elcuerpo ha pendido su esbe'--tez; los miembrosestán ]esos, el pelo cano, las arrugas trazanhondos surcos en su rostro . Se conoce á pri-mera vista que ha sufrido muAio . Pero enmello de su ancianidad conserva algo que viveaún en ella la vida de la juventud. Este algoson sus ojos por los que cruzan entre veces rá-fagas luminosas y su voz vibrante que afín sabere_iter sus hermosos versos y los de sus poetaspredilectos con un timbre tan barmonioso, contal calor y propiedad tal, que en verdad pudollegar á conmoverme ú mí que me precio depoco sentimental .

Si yo os dijera que AmELIA DENIs pertene-ce á tal ó cual escuela poética determinada ; queajusta sus versos á las más severas reglas mé-tricas y al más puro y correcto lenguaje acadé-mico, no os diría lo cierto . Ella no es ni clási-ca ni romántica ni impresionista ni cosa pare-cida. Y pretender ajustar su inspiración ámezquinas reglas y clasificaciones de escuelavaldría tanto como someter á ellas las avecillasde nuestros espléndidos boscajes que al nacer eldia entonan alegre salutación ála madre Natu-raleza, y ya al caer la tarde cantan sentidaselegías al astro que muere para renacer denuevo siempre espléndido y vivificante.

Ella misma me lo dijo muchas veces : LaPoesía es en mí cosa ingénita : produzco misversos con una facilidad increíble. Basta so-lamente conque algún suceso me toque al cora-zón y despierte mis sentimientos, para que ellosfluyan como el agua de una fuente. Eso sí, nome pidan versos pensados, versos en que todolo haya puesto el cerebro y nada el corazón•porque no podría complacer. Yo soy poetisapor el sentimiento.

Y la amable anciana tenía mucha razón alhablarme así. Ella es toda corazón, ciertamen-te; un corazón de oro pronto á obrar el bien,á poner en ejercicio todas las virtudes filosófi-cas llamadas cristianas. Y su poesía tiene des-de luego que ir recortada en este patrón . Esdecir : su poesía es toda suya ; es ella misma,pues pone en cada verso mucho de su ser.

AMELIA DExis bien puede tener ya setentaarios. Su vida ha sido un continuo combatecontra el infortunio ; pero ella ha sabido abro-quelarse, y aunque dejando un pedazo de sualma en cada revuelta del camino, ha podidollegar á la ancianidad viendo caer á su alrede-dor, como árboles que arranca el huracán, á ca-si todos los compaileros de su juventud, los quecon ella compartieron los primeros triunfos li-terarios, la aplaudieron y le dieron alientos.

Hoy la anciana es feliz. Vive rodeada d.•sus hijos y nietos, respetada en su vejez, alabrigo de las inclemencias de la suerte. Ti~buenos amigos, intelectuales de nota, como Ar-güello y Barreto, que la respetan y la quieren.Ellos se han propuesto editar sus versos, y muypronto la casa Maucei, de Barcelona ., los publi-cará en hermoso volumen.

Entre nosotros no ha sido apreciada com .,debía. No nos sorprende. Esta no es Atenaceque da coronas de laurel, sino Jerusalem qR .~azota y crucifica. Vientos malos han sopladosobre nuestra tierra, y Panamá que conservaaún la marca audaz de Balboa y Francisco Przarro, ha dejado borrar la huella que á su pa .,,imprimieron Alonso de Ercilla Y Gonzalo Fernúndez de Oviedo .

AURELIO MANIMO.

EDAF 110 Y ARGUELLO(Para EL HERALDO DEL 1STtii, .

}7 OS dos nacieron para el arte.!I w_)

Los dos recibieron el ósculo sagra-do que las Divinas Habitadoras del He-

licón imprimen sobre la frente luminosa de susescogidos.

Rubén llamó primero á las puertas delOlimpo.

Cuando batía sus alas de cóndor peregrinosobre las escarpadas cimas de los Andes. Ar-güello alegraba el nido materno con dulcesgorgeos, precursores ya de los hermosos cantosdel harpado ruiseflor.

Rubén ba volado, ha volado mucho- y laFama, en su carro de impalpables nubes, leguiaba, y-le anunciaba al mundo con pregoneravoz .

Argüello monta en alado corcel, le requie-

re la espuela, traspasa los mares, y América yEuropa, al reconocerle, le saludan y le aplauden.

g Quién irá adelante?No lo sé.M autor de elz .d cuenta ya con viejas é

imperecederas glorias, y el de Tifrra Cálida harecogido en pocos días brillantísimas cosechasde aclamaciones sonoras.

Los dos llevan en sus manos una lira deoro, y mojan su pluma de águila en los multi-colores rayos del Sol; pero Argüello repletamás su moehila de viajero, aviva más las en-torchas que alumbran el camino de la inmor-talidad.

En la copa de Rubén hay miel, muchamiel, perotambién acíbar, mucho acíbar ; enla de Argüello . licor del Paraíso y olorosas flores.

Rubén en su yate imperial desafía el p .d,•rde las trombas y las tempestades ; pero á ve(,-,.dormido piloto, choca en el silencio de la u.,, hecontra abrupto penón; Argüello no duernw val son de la música, lanza su dorada góud-dnsobre la superficie de los mares, apartando „ndiestra mano los arrecifes del camino.

¿Es Rubén más grande P

¿Lo es Argüello Z

El primero ha tocado ya á esa edad en quelos árboles parecen envolverse en el nimm, delos cielos, y el segundo tiende ahora sus verdesramas $ los primeros besos del sol de primave-ra: esperemos .

MARIANO BARRETO .

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El HEraldo dEl Istmo - 77

Mi PensamientoYo sé que hay muchos seresde gran inteligenciaque orgullo son del siglo en que vivimosy honra y prez dan á la española lengua.Que el saber es la gloria,que la ignorancia es siempre noche eternaá cuya sombra el crimen se cobijacon audacia proterva:que es el estudio fuente en donde el hombreapagando su sed se regenera:que quien vive ignoranteperegrina en la tierra,como ciegn " infeliz desheredadoque en vano pide pan de puerta en puerta;que no teme del mundo los abrojosel que lleva la luz en su cabezaluz de sapiencia, claridad sublime,;única en su grandeza!

Qué bello mundo en el que habita el sabio!Qué hermosa primavera!Qué flores tan fragantes!Qué vírgenes tan bellas .'Qué cielo azul tan puro!Cuántas aves parleras!Qué alfombras de esmeraldastan suaves y tan tersas!Qué rios bajo techo de verduradonde juega el Amor en la ribera!Donde enlos blancos pétalos del liriola brisa juguetea:donde todo es hermoso, donde se amasin que jamas el desengaño hiera;donde vemos lo bello, lo grandioso,á través de una mágica linterna!Qué mundo aquel, qué mundo!Felices los que llegan á su puerta,los que pueden pasearse en sus jardinesdonde el alma se alegra.

¡~~ L teatro Español y su públi-IrJ _w, selecto y depurarlo, rin-

dieron ayer una vez más loslos honores debidos á la grande yvigorosa figura literaria de nuestropreclaro é insigne Don Benito.

El respeto, la estima y la ad-miración que la obra total, inmen-sa y complicada de Galdós inspirané imponen por su propia fuerza,avrsanadora é incontrastable, semanifestaron nuevamente con oca-sióu del estreno de su última pro-ducción dramática.

Entusiastas ó descontentadi-zos, incondicionales ó exigentes,apasionados ó discrepantes ; en estecaso particular y concreto, todoslos espíritus, todos los criterios, sinrenunciar á su libertad ni á su in-dependencia, aún los más señala-dos por su disconformidad ocasio-

nal, coincidieron en el sentimiento y se asocia-ron para la exaltación del esclarecido maestrode las letras contemporáneas.

Cariñosamente aclamado Galdós se adelan-tó al proscenio, con su continente grave, apa-cible y sereno, y todas las manos se juntaronen su aplauso, sincero y cordial-

Bárbara, es un drama de tesis, de ideas, co-mo ahora se dice, simbólico ; y según su califi-, ación de tragicomedia denota, lo cómico y lotrágica van en él mezcl . dos y se dan de la ma-no, al igual qu i en la vicia.

De la ponderación, del equilibrio, de la me-dida de esos diversos elementos, de su perfectaecuanimidad, ha de resultar la obra arTística.Ni han de impedirse mutuamente, ni el uno hade absorber al otro. Y no es fácil tarea hin-char este perro 6 templar esta gaita, á menos

Han pasado los años sin que nuncatal dicha conociera!Mi cabeza está blanca,y al través de los tiempos siempre piensaen ese mundo ignoto,donde la gloria y el saber penetran.Felices los que puedencon su divina cienciagozar en ese oasisde venturas eternas!Yo en miacerbo sufrir ;ay! sólo tengopara cantar mi pena,una lira muy pobreno son de oro sus cuerdas,pero en la noche lúgubre,cuando el dolor me enerva,con sus sentidos soneshace correr mi llanto y me consuela.Y con ella cantando mis dolores,en el sudario terrenal envuelta,voy cruzando cansada y temblorosa,agotadas mis fuerzas.

Quiere romper mi corazón su cárcel,reventar su cadena,y en vano le suplicopues siempre me contesta:°`yo seguiré golpeandocon incansable fuerza,

-mientras que á mí me oprima,nostálgica tristeza.

Tragicomedia en cuatro actosde don Benito Pérez Galdós, elaplaudido autor de Elecira y ElAbuelo.

de confundir la tragicomedia con el vulgar me-lodrama.

La tesis de Bdrbara. es tesis filosófica conla filosofía de Juan Bautista Vico y su "Cien-cia nueva", -acaso algo abstrusa y entrevesadapara desenvuelta sumariamente en un drama ypara asequible á la perspicacia objetiva del públi-co de teatro.

-La vuelta de las cosas á su sér y estadoprimitivos% "la reintegración del derecho' encierto aspecto particular, se aplica en Bárbaraá una fábula cuya acción se supone en Siracu-sa, en 1815.

La condesa de Términi,' Bárbara, mata áLotario, su esposo, que la maltrata cruelmente.Los malos tratos del brutal Lotario han engen-drado el odio en su coíazón, que era bueno, yel odio ha armado.su brazo para cometer el pa-rricidio. Ella misma nos cuenta su crimen,evocándolo con espantos, alucinaciones y de-lirios, cuando huye á refugiarse en casa de F-lemón, su antiguo preceptor, y entramos así enla tragicomedia con el interés de la referencia,siempre inferior dramáticamente al de laacción.

La reparación de este crimen, que quedaen el misterio, la reintegración posible del de-recho constituirán las torturas de Bárbara,nunca más feliz, y la finalidad de la tesis.

Dras ex nuecl¿inm. de esta empresa será principalmente Oracio Maddaloni, intedente de Si-racusa, individuo equívoco, por un lado filos6-fo y moralista rígido y al parecer sincero ; porotro vil magistrado, codicioso y venal . Y di-go principalmente, porque no le ayuda poco enla tal empresa Leonardo Acuña, capitán espa-ñol al servicio del rey de Sicilia.

Si este Leonardo—que enamoró y cautivóá Bárbara, llegando á ser irreflexivo instigadorde su crimen—si este Leonardo no se sintiera

súbitamente llamado á la expiación de sus pe-cados por la voz de arrepentimiento, no le se-da tan llano á Oracio restituir las cosas á supunto.

Leonardo abandona á Bárbara, que le im-plora inútilmente, desesperada y amorosa. Leo-nardo pone su honor y su fé de caballero cris-tiano por cima de todo . Cumplido su compro-miso militar con el rey, trocará inmediatamen-te el uniforme por el hábito frailuno, y con losmisioneros franciscanos, se ofrecerá á los in-fieles en holocausto de sus culpas . Pero sucastigo no esperará á tanto . Oracio le acusade ser el matador de Lotario, y la justicia. de sudelito será rápida. Y Oracio le acusa, porqueesto entra en sus planes para servir á DemetrioPaleólogo, caballero griego, armador y comer-ciante opulento, brutalmente sensual y groserocomo su hermano Lotario, el- muerto, --yhasta en lo físico parecido á LotariO, y que de-sea á todo trance poseer á su cuñada, darla ma-ño de esposo y compartir con ella su poderío yriquezas.

Este Demetrio ha comprado con dádivas .alintendente Oracio—y no le ha comprado muycaro, dos perlas y una estatuá mutilada; dé unaVenus Calipigia—y todo lo fia de su poder y desu astuica.

Oracio, especie de Scarpia por delegación.pone á Bárbara en el terrible dilema : 6 la bodacon Demetrio ó la muerte de su adorado Leo-nardo, que está ya condenado por el tribunalde Siracusa y va á ser conducido sin demora ála ciudadela para su ejecución.

Bárbara cede . Al partir con las misionesLeonardo le envía un ejemplar del Xempis, ellibro de la «Imitación de Cristo», en el que ladice «que se resigne cristianamente á la expia-ción, que acoja la adversidad con dulzura .» Yestos suaves 6 inefables consejos la deciden ásoportar la tremenda, la terrible expiación . ladura, la espantable adversidad, mirando eter-namente desolada la imagen acusadora de Lota-rio en la figura física y moral de Demetrio.

La reintegración, ala vuelta al círculos, es-tá consumada.

Lo alto y lo noble de la intención y el pen-samiento sobresalen y se escapan en esta obrapor fuera de los moldes de la farsa escénica,en que consecuente con su sistema, emplea elautor sus habituales y deliberados procedimien-tos, más conformes con la lentitud narrativaque con la condensación y la síntesis dramáti-cas . De eso resulta fatigosa la representación,y por eso y por el predominio de la referencia,sobre la acción propiamente dicha, 8áterna 6interna, no alcanzan el interés y la. emoción elgrado apeticible

Bdrbara, de todos modos y con todos losreparos á que una estrecha disciplina crítica.pudiera obligar, lleva impreso~el sello genialdel literato y del pensador —4guabnente ilustres.

Dos personajes, dos «papeles» descuellan so-bre los demás en la tragicomedia : trágico uno,eLde -María Guerrero (Bárbara) ; cómico otroel de Palanca (Demetrio Paleólogo).

ñfaria tuvo la actitud, el gusto, la entonación de la tragedia ; la pureza de líneas, el per-fil, el ritmo de una animada estatua helénica..

Su mímica siniestra, sus sangrientas visio-nes, al relatar su crimen, nos la transfigurabanen una real aparición de "Lady Maebeth,"

Palanca no rebasó la línea de lo acentuada-mente cómico del Paleólogo que, á otro artistafalto de su mesura y su perspicacia, le hubierallevado á lo grotesco, Dió el tipo justo.

Fernando Mendoza se avino con escrupulo-sa conciencia al frío y enigmático Oracio, filó-sofo en andanzas de tercería, y la seiloritaCancio, Santiago, Mariano Mendoza y Mesejocompletaron la interpretación de segundo tér-mino.

¿Qué decir del decorado, de los trajes, delos accesorios todos para hacerle el lugar, eltiempo y el ambiente adecuados al poema . escénico9

En esto también se ha hecho patente "lafilosofía del retorno."

Por la propiedad, por la explendidez, enconjunto y en detalle, de la ficción, es que noshemos restituido á Siracusa en 1815-

josé DE LASERNA.

Canta en el bosque con sus trinos suaves,de rama en rama un ave lastimera,que perdiósus polluelos:y con triste cantar busca en la selvauna pluma, una paja desprendidadel nido que perdiera.¡Yo tambien como el ave doloridadel nido que perdí busco la huella!

A mi no me invitaron y envidiosacontemplo aquella fiesta!

AmELIa DENIS DE ICAZA.

TFATRAI,ESPAÑOL, de MadridBARBARA

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EI H-HEraldo dEl lstmo 78

En StambulUAN`DO desperté, eranya las diez de la maña-na. Había niebla en mi

cabeza. Me incorporé sobre loscojines y pasé la vista sobre miraro vestido exótico . Me hallarba trajeado abia°arradamente, ála turca. Die froté los ojos, dejé

_ k pasar entre mi abierta boca unbostezo alicóneavo, moví mi cuer-po soporoso con desenrosques deboa, y, lentamente, fué la quilla•cortando la neblina letárgica, ylos rayos de luz dijeron de rum-bos y latitudes . Luego hfnchósela vela mnemotécnica, en viajeretroactivo por los vagos orien-tes del recuerdo, y fueron pasan-do las lejanas indecisas riberas:mis vuelos de pájaro incansable;

los escollos, famélicos de cascos, listos siempreá triturar mi nave con la sáxea mandíbula ; misansias nunca extintas ; mi sed de goces ; la Di-cha en fuga; la Quimera, perseaguida por todoslos puntos cardinales, siempre lejos, danzandofantásticamente, espejismo del inmenso desier-to . . . . todo, todo, hasta llegar á la fiesta pró-xima. al desenfreno de la víspera, en que elPlacer ebrio y harto regó su vaso de torpezassobre el deslumbramiento de los tejidos asrat-co :;.

P

Hacía varios meses que un .4-21rr me ha-bía llevado á aquella misteriosa Stambul . v e:oro quesalió profusamente de mi bolsa pródigafranqueóme de un golpe muchos portales es-culpidos. -

Había presenciado ya soberbias fiestas ; pe-ro el jolgorio de aquel día anterior estaba muylejos de las zambras decentes de los bajaes y delos an+<shdr,•s; aquello fué un desborde encanalla-rlo . una baraúnda báquica y priapesca que mehizo amanecer con acérrimos ardores cíe pielcon vagos dolores de hipocondrio. Aun mepa-re:,e ver las cobrizas bandejas de donde se espi-raba el odorante efluvio de las pastillas del Se-rrallo, mezclado con el humo del tr,nb,&í; músi-cos árabes sonande-su•tan-tan ó entonando can-ciones fantásticas de Oriente ; bujías que des-cuelgan su lene gasa rosa desde sus globos detuhpáues de ópalo sobre trajes recamados deperlas y sobre las colgaduras cíe Smirna . Annsiento en mi boca el sabor del blanco vino deIsmidt, el único que dejan á labios mahometa-nos los curas del Profeta ; y recuerdo, como enla brumosa lejanía de un sueño, la salida riel sa-lón. la entrada el tugurio, el festival asqueroso,llegado al paroxismo-_Demi vuelta, nada.Sin duda me trajeron en brazos los buenos hi-jos de Allah, y me dejaron allí sobre el diván,fardo de huesos, carne ahita. vestido con misprendas constantinopolitanas.

~'x

El calor me sofocaba. Tiré el turbante, Iaspolainas dorarlas, la chupa de flotantes mangas.Me tendí desnudo en los cojines, y pensé¿,Habrá algo nuevo, algo virgen, algo que des-llorar con la materia 6 con el alma, algo que ]ra-ga temblar las vibraciones entre los vfejosflan-cos de mi interna lira?

Más! _ . . . . i más! . . . . ; Oh! i ef Hastío!

Ao quise salir. Quedéme en casa, preciosopalacete del barrio del Taxim, ríe espaldas enmf lecho, escuchando el rnidoso movimiento dela calle . ¿Ya no ene quedará nada que vez?¿llabr . as. apilo con vida de Cautos transes demr,ntsfi :, . +ae saharía, le ha rrc^sute bonramadel yace ele 11ár?rara só r :, p::r_+ ( lazar : .(' :le ]s•a-

zos ante lo conocido, frente al ídolo anciano queya nacía promete, viendo la Esfinge muerta encuyos Labios de piedra se cristaliza el infantilproblema?

Me paseo por el cuarto, en andar instintivo,y me detengo un momento junto al tan(la++r, esaestufa ap ágada, semejante á mf espí ritu, por-que guarda en el fondo la ceniza fría.

Die acuesto, á la hora en que el sol se vadejando colgado en el Levante su escarlatamanto pérsico, sobre tapices apilados á la usan-za de Oriente Eso tiene para mf algún-encanto,porque así no se acostaba mi padre . Me duer-mo creyendo en los fantasmas y en los geniosde las leyendas tártaras.

Un canto me despierta, con el alba : es laantigua canción sagrada con que el almohecfn

saluda el nuevo día en lo alto de los minaretes:Allah illah :Illah, cr :l/nl,rrnnnrrl rreaírl Allah!

Beshir, un negrillo que se halla á m¡ servi-cio, me trae una humeante ración de café de laArabia . Va á retirarse, y le detengo.

—Oye, vas á conducir me al instante á lacasa del Go,lja (1) más famoso que conozcas.

—JEI señor le tiene miedo á Cheitón? . . . . (2)Yo sorbía mi café, abrazándome la boca.

precipitadamente.Hablo conmigo, entre clientes:

—Que me dé algún brebaje maldito . Dicenque hay simples en Oriente, que abren las puer-tas de los paraísos y enseñan mundos nuevosá los que nacía encuentran en el sayo. ¡Quévenga el artificio! Con la fiebre se goza, por-que pava el corcel cargarlo de mentiras, y esasmentiras son divinas re :didades para cl que oyeextasiarlo el repican• de cascos riel Delirio . Quio-

(1) Bruia.(2) El Diablo .

ro que la Verdad esconda sustos(•asnbres lr+xas.y salga la adorada Mentira para que ba,:+ bri-llar sus lentejuelas que dan á mis ojo, fu_ -resde diamante, y venga la amable C.•dentun : «í va-ciár enmi caso su pre(ioso licor de e,"oo , in-dio! rIo quiero que me engasen' ..

El muchacho se aleja de nif lado . ad_•, ua•-droso.

—El-senor no está bueno.

Salimos.—lEs muy lejos?—En el barrio de Gálata, señor.Anclamos. Yo no hago más que lai– .r Ias

pilas de volta de los llameantes ojos ou~u . :aros

Carlos •G. Amézaga

Damos hoy el retrato d, >tedistinguido poeta de Linc+. .irncomo recordarán nuestros b-, ~ i-esganó un accesit en los juego . ", ca-les de Buenos Aires por su r, utpo-posición poética Jáfs allá d,

( ;,

los .

AMÉZAGA pertenece• á la u'icvugeneración literaria y sabe lwlni-mir á sus versos ese sello po r"maldistintivo hoy día de los p- ' rs vprosadores de mérito verdad. ro.

Cariñosq amigo de Ei, Hr .c ~i .ixaDEL ISTMO—en donde se Ic• : .n ,•. laen todo su valor y se le eslin, enalto grado—nosenvía para su :•nldi-cación los bellos versos que ,•e „t rolugar publicamos.

Vea el compañero ilustre en es -lascortas líneas la sincera+ u : + .iG•stac ón de todo nuestro apreri~

tras de las rejas de los xhr,ldxine y á travé, delas misteriosas celosías (le los h,or„dile s . ks loúnico que me quería: la quimera del goor- en elregazo . Siempre que veo de lejos la es1tenoizaes asomándose en el pórtico rojo de dos labioscarnosos ; siempre que la dicha me cauta surpromesas—esseutada—paloma listaal vuelo—sobre el tornearlo alabastro de al finhombre desnudo . Mas la luz iuG+rnrft++nte vaci-la con el más leve soplo de m¡ fantasma m ;gro,y el oro de la débil opulencia solar se anega detiniebla en angustiosa agonía de crepaíscnlo: laEsperanza oculta su anhelosa cabeza y mier":'con pavor sus puertas, y el pájaro emprende elMielo y va á perderse entro los hondos enigmasde lo azul . Y, ya en tinieblas, ni¡ visión abresobre mí sus alas tnenrbranosas, más obscurasque la noche profunda, mancha fatídica- r•ou-deusación ele abismos, rotulada la frente conesta ensoña lívida: ¡El. nasTío!

Sigo caviloso, sin notar (,, sí á las gentes rollquienes topo : el arrogante linr,,, clarineando co-lor en su uniformo; los dervishes, que salen dealguna urezquita funeraria y en cuyos labios

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El HEraldo dEl Istmo - .

aun tiembla la oración de difuntos : las viejasjudías, (con sus jubones lentejueleando al sol ysus gorritas verde-manzana: el regimiento quepasa, las fanfarrias, el bey, los alabarderos contrajes recamados de oro v tocados con luengasplumas glaucas . . - . Cuanto se agita y bulle yespejeaen los trajines de las calles nmslímieasvale muy poco para mí. Nada veo. Sólo ten-go ojos para ni¡ escenario interior, en donde seha prendido un nuevo lampadario, tina nuevaesperanza, otra dicha en promesa, que no es lade la (lama de la puerta roja ni de la arisca pa-loma del torneado alabastro : una luz de hechi-cero, luz de santuario tenebroso, destello tunm-lario . promesa de ultratumba: iel brebaje delhodjal

Llegamos.Oyó atentamente el relato de Di¡ mal, con

gravedad de físico, con la indiferencia de quienha visto mucho raro en su clínica.

—Hágase usted la cuenta de que se halla enun templo de su religión• á los pies de un sacer-dote. Confiésese usted conmigo. Si despuésde oír á usted, le juzgo bien listo para recibirla impresión de algo que por el momento mereservo; si es usted bueno para el caso y su or-ganismo se halla prepararlo, iniciaré á usted enmisterios de apariencia vesánica . misterios im-penetrables para los seres bien equilibrados, pa-ra los aueu os felices y para los cerebros quegozan de la pasividad dichosa de lo sano, peroque liara usted—si, corno creo, nie resulta bue-no. esto es, enfermo,—constituirán la fuente'más eficaz de gratas impresiones, gratas por be-]las y por rna•r .ra .

*i -

Dije:—¡SeZor! El viajero ha llegado á la ciu-

dad; ha recorrido todas sus barriadas, ha fre-cuentado todos sus paseos . ha caído en todassus charcas y ha saboreado todos sus encantos.Ya nada le resta• y aun tiene que vivir en ellamucLo tiempo. ¿Qué mayor tortura? ;Todo lo

ne visto, senor! En esa gran ciudad de canto-nes dispersos que llamáis Inundo, todo está yagastado para mí. Turista fatigado me angustiala monotonía. Como á los melancólicos hijosde Albión, el s¡dreu llre devora -

-¿Habéis agotado todos vuestros puntosde, viaje?

—He estelado todos los mares y recorridotodos los caminos. Lo he visto todo: castillosque bostezan, e .nno yo, de tedio, á orillas delRhin, v palacios de mármol que reflejan lanos-talgia de sus fastuosidades en los canales de Ve-necia; el gorro de enfermo de los volcanes es-candinavos v el humo que sale de la ancha pi-pa delVesubio, ese criollo Ciclópeo que acuestasus perezas en azules cojines y mira su adorada,Nápoles favorita del ardiente Sur. tenida su elo-tma con el chal de sus colinas color de prima-vela. He oído h( linfa leda de las Castaliss yel desplome tonante de los Nián Iras . ;To-do torio : vateos ardo, osos del trópi-

co y carámbanos árticos, rostros rubicundos.caras morenas, cutis ebanáceos, ojos oblicuos,pieles rojas . . . .¡Todo ---- todo, seilor! Me headherido á todas las mesnadas ; he tenido co-mercio con todos los rebaílos del mundo : conlos hijos de Sem y con los de Jafet y con losde Cam el Maldito. Y nada. Tras la nuevavisión, el fantasma que viene v sopla y - la - luzque se apaga y la sola compat_la de la sombracn su letrero lívido: ¡EL nasTIO1

—¿Habéis afrontado peligros? ¿Habéis co-nocido monstruos espantables? Hay goces enel riesgo . . . .¿entendéis? . . ..

Del país de los drusos descendí alas llanu-ras beduinas donde hay hombres feroces cuyapiel es un ébano historiado por absurdos ta-tuajes . Desafié las iras del sacerdocio profa-nando 'vuestra Mezquita, de Eyoub, aqui dondehay esclavos misérrimos cuyas plantas sangraná los chasquidos del courbaslr; me batí con unoranglc-ubub en los bosques de Borneo, y hastacreo haberme sentido aprisionar por el mons-truo hermafrodita que encierran las Floridas ensus brenales laberínticos.

—¡La mujor! . . . .Adormeceos en el desen-freno. Que el bochorno de la = ¡ola cálida désopor voluptuoso á vuestros miembros, ó que elcéfiro puro de una pasión platónica traiga fres-curas nuevas á vuestra alma . Iniciaos en todoslos secretos de la Astarté fenicia ; penetrad enlos caldeos templos de la Venus Milita, llevan-do en las manos los símbolos del Falo y del Ote-is ; desenfrenaos en las fiestas índicas de Holi, óbuscad una Electra que os descubra sus suerosvirginales á través de su cendal blanco y purí-simo como la intacta evanescencia del ampo.

—He sufrido todas las inicia^iones. Hedescendido por todas las escalas. La mujer deLoth me ha visto haciendo gala de todo lo inau-dito y sobre mis embriagueces nefaudas ha caí-do mil veces el Mar Muerto. Los lapones me hancedido sus tálamos nupciales: he mordido sa-brosas manzanas lascivas del país de los Farao-nes en medio de los recuerdos magníficos deCarnac y entre el tumulto de las fiestas de Isis;me he bailado en el Termodoute con las hijas

de aquellas soberbias amazónasdel Cáticaso ; he gozado las dulces

t

mistamias de la Anaitis arme-t_.,

n.a y del templo sirio de Hierá-- palis . . . . ¡He bebido mucho! ¡Me

s~ zQ g he embriagado con todo! . . ..;Ya nada tengo que beber! . . .

,-.

He amado y he poseído. He sa-ciado el espiritu y mi vientre ha

a 7

sufrido las repulsiones del ahito.Aquí, en vuestra vieja Stambul,p-isée mi amor . unamor casto porlas umbrosas riberas del Bósfo-ro, á ]ahora en que había sobreel agua rieles de luna y sombrasde !m,1;.1 t sombras tembloroeas enla linfa corriente, y aquí tambiéntracé vuestra ensenada, bajo elfaro de Diana, en caique alígero,racostado sobre tapiz de seda, en-te cojines y mantas opulentas, enla bullente combustión de misangra, envuelta mi cabeza con

una cabellera de sultana, y sorbiendo enlabios—coya roja de oriental corrialino—todo elincendio de los vinos de Chipre— - -He sido enesto muy avaro, senor. Mis arcas han tenidohambre y sed de esos tesoros . He oído el sece-r¿u (1) saliendo á deleitarme de toda gargantade mujer . Me han arrullado con la frase felpu-da v cálida de sus caricias las perezosas odalis-cas de los grandes llaremes• á través de la ricainuselina (lelos yas/uurrcl,-s, lo mismo que las hi-jas del pueblo bajo el pobre seredjP de sucia la-na; la esclava de las montarlas de Circasia y lacristiana armenia, que pone sutiles redes de orosobre la red de su cabello de endrína. He le-vantado el hrróLa>-rr azul delasbohemias ; hesen-tido todas las epilepsias del afrodisiasma, bajoel humilde techo de los gorubis y bajo el robleesculpido de vuestros magnates, entre biombosde Yedo y entre las agreílas cortinas (le las Ra-rahús de Polinesia. He conocido, señor, todas

(1) Te amo .

las carnes. Os repito que nada tengo ya quever, y nada nuevo encontraría ni en el culto delos Cabires ni entre las orgías de Samotracia.

El viejo me miró fijamente.—Bien,—me dijo ;—estáis preparado. Vais

á emprender un gran viaje ideal que os ptopor-cionará supremos goces.

De un estuche, un frasquito, imposible depequeiiez, como el dedo meWque de algánpucknigromántico. Una gota en mis labios y. unaducal refulgencia en mi cerebro. Vesubianasincandescencias en mi sér. Transfiguración.El suelo que se escapa; y, por mis ojos atónitos,el desfile de una radiosa fuga de soles chispea-dores .

-Mi corteza se helaba . Me vi salir de mi

propio cuerpo yerto, y, otro yo, etéreo, impal-pable, provisto de suaves alas angélicas, remon-té el vuelo y seguí á una visión, no fatídica ynegra, mas luminosa, sonriente y adorable.

Llegamos la visión y yo, á la cumbre de unmonte, en donde tiene el Vértigo su nido. En-tonces ví á mi guía en toda su verdad. Lasformas de un efebo pero sin materia real, im-palpable y etéreo como yo. En sus ojoshabíaortos de genio. Sus labios—tan frescos, quetodos los juzgaran recién apartados del mater-no seno—eran hechos para la gran Sabiduría.Cada una de sus sonrisas era una luz de Cien-cia. En sus labios estaba la clave de los obs-curos enigmas.

—¡Vamos!Tal dijo . Y parümos .

-

SANTIAGO ARGüELLO.

LustralOjos más bellos no sé

que hablen de la Gloria aquí.Ojos que miren así,¿,dónde, dónde encontraré?

Ah! si de ellos el cristalla ternura humedeciera,ateo yo, recibierasu agua pura, bautismal.

No á mi alma la salvaciónle niegues, pues, que te implora . . ..Ven conmigo, amante ]loralágrimas del corazón.

Ya estoy ante tí, de hinojos:bautismal que á tal te invita,que es también agua. bendita ,el agua que dan tus ojos.

CARLOS G. . AMEZAGA.Lima.

Alea jacta est !(Para EL HERALDO DEL ISTAIO).

En mi salvaje orgullo, no comprendocómo pueda hombre alguno esclavizarme.,pues del tirano yugo por librarme,hasta el crimen iría, el más horrendo . . ..

Pobre, aunque no de espíritu, me vendosolo á quien con amor sepa comprarme,y si la suerte vil quiere humillarme,yo burlaré sus cálculos, muriendo.

¡Muriendo á voluntad ! contra esa suerteque suele condenar á los más bravos,al capricho del torpe y del más fuerte.

Antes de ornar con puercos y con pavosde un tirano el festín, venga la muerte,suprema redención de los esclavos!

CARLOS G . tAMEZAGA.

Lima.

P_,lVANlA.--1-RABAJOS DF.I, ACCEDUCPO

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El HEraldo dEl Istmo 80

[a Sei-iora Sranci5ca Nobriguez

Lo recuerdo muy bien ! Era la horaEn que al hundirse el sol en el ocasoEnvolvía la noche paso á pasoAl mundo con su lúgubre crespón;'Mientras de la alta torre la campana

Vibrando melancólica y dolienteSemejaba un gemido y al creyenteConvidaba á la calma y la oración.

Tendida sobre el lecho, como el aveQue extiende el ala para alzar su vueloEn su inquietud y en su incesante anheloSofía revelaba el pronto fin;Y allí, á. su lado, destrozada el alma,Y conteniendo un manantial de llanto,Solícita aspirabas entre tantoEl aroma postrer de aquel jazmín.

; Y quién podría describir tu pena 2Si es de ternura la mujer arcano,El corazón de madre es oceáno,Un insondable piélago de amor;¡Triste de aquél que abandonado y soloAl cruzar los desiertos de la vida,No percibe en el atina doloridaDe una madre el rocío bienhechor!

Hasta el Hijo de Dios, quiso á las arasD-Inde espiró por nuestro amor un día,Llevar la pura y virginal MaríaÚnico alivio á su dolor cruel ; -Cuadro hermoso que inunda á los creyentesDe amor y de esperanza y de consuelo,Y que nos muestra en lontananza el cieloCuando todo en la vida es llanto y hiel.

La £é, sólo la fé pudo esa nocheCalmar tu pena y enjugar tu llanto:La grey cristiana festejaba en tantoD.-1 Cármen la sagrada advocación,Y ya llegando ante tus mismas puertasDe la madre de Dios la imágen pura,Rompió el alma su frágil envolturaY huyó Solfa á la inmortal región.

I V 0TAE3"SOBRE ARPAS CUBANAS" es el título de un

artículo de apreciación crítica de un libro, publi-cado en nuestro número anterior, y que á causade un error salió en gran parte de la ediciónfirmado Itonneo en vez de Aurelio JCdxinao que esla firma que le corresponde.

EL Juez nlagoon, nombrado hace algun tiempopor el Presidente Roosevelt para reemplazar alGeneral Davis en el puesto de Gobernador de laZona, llegó á esta capital el dia 24 . Se cuentade él que es uñ hombre ilustrado, amigo de lajusticia y afable en su trato, cualidades que hanhecho de el una gran personalidad.

Nos complace presentarle atento saludo debienvenida.

REVOLVIENDO papeles viejos encontramos enun periódico local de fecha atrasada el bello ar-tículo "Guillermo y Krüger" que ahora publica-mos, apartándonos por esta vez de nuestra reglade no reproducir cosa alguna de la prensa local.

Ki autor del artículo, don José Llorent, esescritor gallardo : su estilo sentencioso y llenode periodos luminosos es ingenioso y poco enu,o hoy, pero siempre es bello y lo bello no pasanunca de moda . Llorent vive ahora entregadopor completo al strugyle for liÍe, y deja abandona-da !a pluma que se querella de su ingratitud.Ojala que nuestro reclamo lo aparte siquiera seaun momento de los cuidados materiales y nosproporeione su buena colaboración en la obra li-teraria que llevamos emprendida.

EN nuestro próximo número publicaremosun bello cuento del Doctor Ponce Aguilera : LaApuesta ; un artículo : El catnposa-nto de Génova, deun libro inédito de nuestro buen amigo AntonioBurgos, v un juicio crítico de Simón Rivas sobreun libro de Santiago Argüello/ piezas literariasá las que por haber recibido i ultima hora no he-mos podido dar cabida en e,te número.

i Coincidencia singular ! por elloTalvez la muerte se mostró piadosa,Quedando como el cáliz de una rosaEl beso del rocío al recibir;Tan bella como el rayo de la lunaQue argenta el agua de apacible lago,Como el rumor incomprensible y vagoDel aura en la floresta al discurrir.

¡ Ah . . . .! tu pedías á la Vírgen SantaQue la salvara con afan prolijo,Por ser pedazo de la entraña un hijo,Y ella benigna tu plegaria oyó;Y antes que el fango mundanal pudieraSalpicar de ese lirio la blancuraPor órden suya á la celeste alturaEl angel de la guarda la llevó.

Y así fué; yo lo ví . Cuando esa nochePensando en tu dolor quedé dormido ..De blanquísima túnica vestidoUn querub celestial sonaba ver,Que sonriente y desplegando al vientoSu espléndida y dorada cabellera,Atravesando la celeste esferaSobre el féretro vino á descender.

Y arrullando á Sofía entre sus brazos,Y despidiendo sin igual fragancia,Con raudo vuelo abandonó la estanciaY perdióse en la azul inmensidad;Envuelta en sombra la ciudad dormía,Y las estrellas que el cenit bordaban,Con sus fulgores al conjunto daban

-Infinita grandeza y magestad.

Envidiémosla !sí! nó la lloremosYa que goza de Dios tres veces santo;La vida es sólo manantial de llanto,La dicha y el placer sombra fugaz;Y-antes que ver en desconcierto inmensoAl justo y la virtud que tristes gimenMientras que triunfay se entroniza el crimen:¡Feliz mil veces quién descansa en paz!

MELrróN MARTIN, Pbro.Chitré, Marzo de 190,.

EL Sábado en la noche dieron S. E. el Presi-sidente de la República Doctor Amador Guerre-ro y su señora esposa una recepción en honor delseñor Charles E . Magoon nuevo Gobernador dela Zona del Canal.

Aunque honrados con una invitación no nosfué posible asistir, pero sí nos complace ha-cer constar, ya que de ello tenemos conoci-miento. que esa fiesta social resultó espléndida ydigna por todo concepto de los obsequiantes y delobsequiado.

_

DIÓMEDEs RIvAs--joven panameíío—exhibeahora en la cantina del Hotel Central una obrade arte de la cual es autor : un escudo de la Re-pública modelado en yeso.

Apesar de no haber hecho estudios escultó-ricos Rivas nos demuestra en esta labor un gustodelicado y un don especial y raro de observadorque obligan ávaticinarle un porvenir halagüeñosi—como es de esperar—sigue cultivando con asi-duidad y cuidado el oficio de Scopas.

Vayan para el autor del escudo nuestroaplauso y nuestra voz de aliento que ojalárepercuta en los oídos del señor Secretario deInstrucción Pública.

Los elementos sanos no hay que dejarlasperecer en el ambiente de pereza y mercanti-lismo que nos rodea . El apoyo prestado á losbuenos y los sanos de alma redunda en pró delque lo presta y es beneficio para la Patria cuyoengrandecimiento solo depende de sus hijos.

EN la velada celebrada el 8 del mes que fina-liza, en el Teatro "Odeón" de Buenos Aires, enconmemoración del centenario del — QuiTote,"nnestro amigo .losé Santos Chocano recitó unavaliente composición poética suya . Ofrenda d Es-paña, que le mereció una estruendosa ovaciónsegún avisa el cable á la prensa de Lima.

Nos congratulamos con el gran poeta contí-nental por eT triunfo alcanzado p esperamos queesa ovación sea repetida en Espafia . adonde vacon el carácter de Secretario de la Legación Es-pecial del Perú .

NOs empieza á visitar La Ilustración, revi,tasemanal de Santiago de Chile . Tenemos á hn v¡,-ta el número correspondiente á la 5 .1 semana ~!eAbril, y en su primera página hallamos el retr :,-to de S. E. el Presidente de la República, Do . tnrAmador Guerrero, al cual dedica el colega fra-ses de encomio y alto aprecio.

Agradecemos al semanario santiaguino lavisita que gustosos retornamos.

Suplicamosá aquellos de nuestros Agentes (1nh

aún no nos han remitido el valor (1, ,

las suscriciones colocadas en el ni-mestre que venció el 30 de .Marzo,sirvan efectuar sus remesas antes (1!•1quince del próximo mes de Junio.

RECREACIONES INTELECTUALES521 CHARADAS:

1 1ComO tengo perdida ya la cabeza.Ayer salí de prima tres muy á prisaY sin ponerme todo por gran perezaCon mi una tres una verde cerezaFuime para rIos tercia causando risa-

A . ".\l.21 El Doctor Manuel A . Mora

Tiene muchos tercia primaDonde podeis encontrarUna fuente valiosísima;Y si vais á un alambiqueEl prima tercia hallariaísY mi todo en tierras húmedasDonde nace, canta gira.

U. V. A.53 1 LOGOGRIFO NUMÉRICO:

1234567.

Monje.

214523 .

Verbo.

27342.

Arteria

3542.

Camino

715.

Ave

42.

Interjección

7.

Conjunción.541 LOGOGRIFO NUMÉRICO:

123456789.

Nombre propio (de var .5u!

49385672.

Nombre propio (de mujr~r

2153749.

Nombre propio (de varón

423158 .

Nombre propio (de mujer;

32198.

Nombre propio (de varón,

7312.

Nombre propio (de mujer]

352 .

Nombre propio (de mujer!

62 .

Nota

9.

LetraA. V. E.

Las primeras soluciones que recibamos deestas Recreacionex, serán premiadas con las i-guientes obras:

55 4 La Sonata d Kreatzer, de Tolstoy531 El illatrbnanio, de Tolstoy544 .11emorinx, de TolstoyLas soluciones deben remitirse á la Tilsr-

grafía Chevalier, Andreve & C1 . un día despn,sde la salida del periódico, en cubierta cerradadirigida al Director de la Revista.

SOLO ADMITIREMOS LAS SOLUCIONES QUEENVIEN, FIRMADAS, NUESTROS SUSCRI1'ORES.

Los solucionex que sean rcómlax por,L Lnj,, d.la puerta, estando cerrada lee Tipafr•rrj Lr, o)tamaráw en consideración.

Soluciones del Número anterior:

494 A QUIÉN YO SÉ:Me engaSaste. . . . y no has sido tu el primerodijeron mis amigos;un tiempo de tus pérfidos engatiosvíctimas y testigos.No sé quién fué el primero, pero el últimosé que será un gusano;buscará un corazón en tu cadaverY ha de buscarlo en vano.

José M. Bartrina (Espaiiol .)501 Lamedor.51 ! En Gglaleo . Versos de Licio.Obtuvieron premio: por la 49a Ramón

Noriega ; por 11 1,501 Gerardo Abrahams C.Envió solución además de la 501 Andrés

Villareal E.

En la temprana muerte de su hila Sofía

Page 10: GUILLERMO ANDREVE M- ~N F ,&RgE r=--r L-AwBra-MF:zbdigital.binal.ac.pa/bdp/revistas/heraldo/heralmayo1905-2.pdf · dos antes de que vean la luz pública, como sucedió al anunciarse

FOLLETIN DE "EL HERALDO DEL ISTMO. 11.10

Blanca de VarellesNOVELA WE PASIÓN

---era DE JEAN DE LA HIRE w ►

Traducción de EVERARDO VELARDE

mo ráfaga de llamas y, como Jacobo qui- inconcebible pudor hizo que quisiera' re-siese cogerla de nuevo, lo rechazó dicién- tirarse sin la caricia de todos los dias.dole con miedo :

El joven la miró con aire extraño, luego,bruscamente, le cogió la mano derecha y

---No, no! tú me quemas!

se puso á remangarle la manga con len-titud.

Los ojos del joven nubláronse de tris-teza .

---Que haces tú -!

CAPITULO SEGUNDO.

II

Urania vincit Amor.

\VIRGILIO.

(Carl in rracioirlJ.

la abierta y explendente flor que lleváissobre vuestros cabellos- Por qué habeispuesto vuestros labios en vuestros cabellosy la flor roja en vuestros labios :' . . . El solresplandece y brilla en vuestros ojos : ellosalumbran tanto como él . Cómo es quevuestros ojos son un rayo de sol? . . . . Soisbella; porqué sois bella' . . . . Respondedme.

Su sonrisa irónica había ya desapa-recido y hablaba gravemente.

Sus ojos, obstinadamente fijos en losde Blanca, fatigaron á la niña . Con la fren-te inclinada,y mientras un púdico ruborcoloreaba sus mejillas, dijo:

---Jacobo! callaos! y no me, mireis así.Me he puesto bella para vos, porque

os amo . . ..

---Ali! si . me amáis; me lo habeis dichoel otro día. No es cierto que me lo habeisdicho ;: . . ..

---Sí, Jacobo, y vos también

--Sí . yo también!

Entonces Blanca sintió sobre las espal-das la pesadez, de las manos (le] joven y esasensación de contacto, de tocamiento, pro-liijole un gran malestar y se escapó.

Vámonos, Jacobo, es tarde.

Esperad, lejacluie que os de un beso.

--Partamos!

1!sperdd! . , . . MalCa, ven

La. coquetería tri mifó del pudor y lanbia, tendió riéndose la mejilla; Jacobo in-

clinó la cabeza , buscó los labios de blancay estrechándola la besó. 1,lla teulblaba-

1:1 la apretó más 1'ucrU•nu•nte, abrió la bocaylemordió loslahios . . .-131anca, ranurado

art grito, paílidxcoro o mi Linlasola, se soltó:habíasentido pacsar por sus venas una co -

---Pues bien, como queráis ; partamos! ..En cinco minutos, Jacobo estaba listo

con su saco y peímidose que hubieron ycon los bastones de nuevo, los dos jovenesmarcháronse en silencio hacia Consolac-ión.Jacobo con la cabezal baja, muy triste ; Blan-ca, siempre pálida, escuchando sin cesarretumbar en sus oidos las terribles pala-bras ole Salambó.

IV.

Cuando llegaron, muy tarde, el señorde Bisson Chantal estaba acostado . La co-mida fué sin gusto; tantoBlanca corno Ja-cobo callaban y comían poco.

---Debeis estar admirablemente fatiga-da, señorita, dijo Luisa, para. ni siquieratocar esa perdiz, vos que os gusta tanto!11 padre mismo la ha matado esta, mañanay me la ha dado, creyendo que os propor-cionaría placer . . . .Tambien, es preciso notener conciencia para ir á correr por lasmontañas como vosotros habeis hecho!

---Pero, nai querida, si nosotros hemosapenas caminado!

---Vos no coméis ni el senor Jacobotaanpoeo. Si no estuvieráis fatigados eo-meriais, y s¡ no hubieráis caminado, no escierto:' ni) estariaisfatigados!

Blanca no respondió ; una gran lasitudla oprimfa, pero no era como consecuenciade la excursión, ella lo sabía. Que era en-tonces' . . . .Cuando se llevaron los postres,intactos, Jacobo se levantó sin decir pala-bra y ganó su cuarto ; Blanca. lo siguió áfiinde encendcr la lámpara..

---Buenas noches, ,Jacobo.

;,-Bijanea tenía la costumbre de abra-zarlo todas las noches, en el nwmento dedespedirse; toro, esta vez, un acceso de

---Pero qué quieres tú-!

Jacobo no respondió y se puso á be -sarle el brazo á plena. boca. DesatinadaBlanca huyó cerrando la puerta tras ella.Jacobo permaneció, algunos minutos in-móvil ante aquella puerta . Después, conlentitud, comenzó á desnudarse. Antes

de acostarse, cogió un libro de una delas tablillas de una pequeña. bibliotecaque ornaba uno de los rincones del cuar-to y leyó ya en la cama algunas páginasde él. Enseguida, dejándolo caer sobrela alfombra, se abandonó á los quimér .-cos sueños que le sugerían la lecturay los sucesos del día. Bien pronto, sushermosas facciones reflejaron un grandolor interior. Aterrorizado por todoslos sentimientos nuevos que sentía en sí,se dejó arrastrar por los impetuososimpulsos de su joven corazón, y ocultan-do la cabeza en la almohada, lloró pormucho tiempo.

Poco á poco, sus nervios agitároulomenos, calmándose y durmiéndose con elrostro bañado aún de lágrimas.

Entretanto, Blanca, con una mantillapor la cabeza, entraba en la Capilla . Obcura y solitaria, solo mi rayo de lunapasando por una ventana lateral, for-maba sobre la losa una mancha blanca.ogiva, que hacía por su claridad fría,mas sensible la húmeda frescura de 1 san-tuario. La niña, poseido su cuerpo porexpeluznante calofrío, encendió un ciriocolocado delante de un Jesucristo, ypia-dosamente se arrodilló. Pidió Ú Dios, endesolada súplica, le explicara la causa desu angustia moral y de su abatimientofísico. E interiormente se preguntabasi a1,mla mala acción no pasaba en suconciencia, incmbargo de que no se en-contraba culpable . Iarluztituilantey tem-blorosadel cirio, tornaba más descarna-dos los flancos del crucifijo, más angu-lomos sus codos y sus rodillas, niás huecos

(0aatimav-6).

Blanca, le dijo, os he (lecho mal?

---No, pero partamos!

Sin responder, continuó descubrién-dole el brazo; la carne. de una blancurade nieve resplandecía. Blanca tuvo miedo.