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Cuadernos de Trabajo Instituto de Investigaciones Histórico-Sociales UNIVERSIDAD VERACRUZANA 2 Etapas y procesos en la historia de América Latina S ERGIO G UERRA V ILABOY  Xalapa, Veracruz Noviembre de 1997 

GUERRA VILLAVOY. Etapas y Procesos en La Historia de América

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  • Cuadernos de Trabajo Instituto de Investigaciones Histrico-Sociales

    UNIVERSIDAD VERACRUZANA

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    Etapas y procesos en la historia de Amrica Latina

    SERGIO GUERRA VILABOY

    Xalapa, Veracruz Noviembre de 1997

  • INSTITUTO DE INVESTIGACIONES HISTRICO-SOCIALES Director: Jos Velasco Toro CUADERNOS DE TRABAJO Editor: Feliciano Garca Aguirre Comit Editorial: Joaqun R. Gonzlez Martnez Ramn Ramrez Melgarejo Celia del Palacio Montiel CUADERNO DE TRABAJO N 2 Instituto de Investigaciones Histrico-Sociales Universidad Veracruzana Diego Leo 8, Centro Xalapa, C.P. 91000, Veracruz ISSN 1405-5600 Vieta de la portada: Luis Rechy () Cuidado de la edicin: Ignacio Aguilar Marcu, Carolina Crtes Cruz Noviembre de 1997 Impreso en Mxico

  • Etapas y procesos en la historia de Amrica Latina

    SERGIO GUERRA VILABOY

    Cuadernos de trabajo Instituto de investigaciones Histrico-Sociales

    Universidad Veracruzana

  • ndice

    Presentacin

    I. La poca indgena

    l. Poblamiento del continente (+50 mil - 1500 a. n. e.)

    2. Desarrollo de las civilizaciones indgenas (1500 a. n. e. - 1492)

    II. El rgimen feudal colonial

    l. Inicios de la invasin europea: conquista y colonizacin (1492 - 1580)

    a) Las primeras exploraciones geogrficas (1492 - 1580)

    b) La conquista de Mesoamrica y el rea andina (1519 - 1535)

    c) Dominio de los territorios marginales (1536 - 1580)

    2. Auge y decadencia del rgimen colonial hispano-portugus (1580 - 1700)

    3. La ltima etapa colonial: 1700 a 1790

    III. La transicin de rgimen feudal-colonial al capitalismo dependiente

    l. La independencia de Amrica Latina (1790 - 1829)

    a) La fase haitiana (1789 - 1804)

    b) Primera fase de la lucha independentista en Hispanoamrica (1808 - 1816)

    c) Segunda fase de la lucha independentista en Hispanoamrica y Brasil (1816 - 1826)

    2. Formacin de los Estados Nacionales (1826 - 1885)

    a) Fase de predominio conservador (1826 - 1850)

    b) Las reformas liberales (1850 - 1885)

  • IV. El capitalismo dependiente

    l. Inicios de la gran expansin imperialista (1885 - 1929)

    a) Predominio indiscutido del capital britnico (1885 - 1898)

    b) Comienzos de la expansin imperialista norteamericana (1898 - 1918)

    c) Amrica Latina entre la primera posguerra y la gran crisis econmica (1918 - 1929)

    2. Crisis del Estado Liberal y hegemona de Estados Unidos (1929-1959)

    a) La dcada de las revoluciones frustradas (1929 - 1939)

    b) Amrica Latina durante la II Guerra Mundial (1939 - 1944)

    c) Los cambios democrticos entre 1944 y 1947

    d) Apogeo de la guerra fra (1947 - 1954)

    3. Amrica Latina despus del triunfo de la Revolucin Cubana (1959 - 1997)

    a) Primeros impactos de la Revolucin Cubana (1959 - 1961)

    b) Ofensiva norteamericana contra la Revolucin Cubana y su ejemplo (1961-1967)

    c) Ascenso de gobiernos nacionalistas y revolucionarios (1968 - 1973)

    d) Dictaduras y represin de 1973 a 1979

    e) La Revolucin Sandinista y el avance democrtico de los ochenta (1979 - 1989)

    f) Amrica Latina en la posguerra fra (1989 - 1997)

  • Presentacin

    En este trabajo se ofrece una visin cronolgica de las principales etapas y procesos de la historia de Amrica Latina. La propuesta de periodizacin est destinada a facilitar la labor de sntesis y la comprensin de los momentos fundamentales por los que han atravesado en su evolucin los pueblos de este subcontinente, poniendo de relieve los momentos ms trascendentes, que impusieron saltos en la continuidad histrica y nuevas caractersticas en el desarrollo de la sociedad latinoamericana. Para ello se relacionan y jerarquizan una serie de elementos que dan fundamento a una periodizacin cientfica de la historia de Amrica Latina, con nfasis en las relaciones econmico-social y sus diferentes procesos.

    Como se sabe, la periodizacin es un instrumento indispensable del trabajo del historiador en su estudio del pasado y, al mismo tiempo, una necesidad para su comprensin y divulgacin. Por ello en toda obra o investigacin esta implcita una divisin del tiempo histrico, aun cuando sea la ms simple y primitiva de siglos, dinastas o reinados.

    En este caso partimos de delimitar cuatro grandes pocas en la historia de Amrica Latina. La primera de ellas corresponde a la comunidad primitiva aborigen y las rudimentarias sociedades clasistas precolombinas de Mesoamrica y el rea andina; la segunda al heterogneo rgimen "feudal-colonial", prevaleciente desde los albores de la invasin europea a la Amrica hasta el siglo XVIII; otra de transicin extendida hasta fines del siglo XIX y, por ltimo, el capitalismo dependiente y subdesarrollado, implantado en las postrimeras de la pasada centuria y prevaleciente hasta hoy en Amrica Latina -salvo en Cuba socialista. Al margen de estas pocas histricas, en la que el tipo de formacin econmico-social proporciona la clave para su delimitacin, pueden distinguirse dentro de ellas una sucesin de periodos, varios de ellos subdivididos en fases. Considerando la persistencia o no de determinados rasgos, se han establecido pequeos espacios de tiempo, ms o menos comunes, a nivel continental, de carcter econmico, social, poltico, militar y cultural. Las fechas que separan cada una de las etapas slo tienen por finalidad sealar en forma aproximada -pues el proceso histrico no puede medirse con una exactitud matemtica- el momento en que los cambios en la sociedad latinoamericana fueron de tal envergadura que abrieron en nuestra opinin otro periodo. De ah que los aos seleccionados con ese propsito, que por lo generales se refieren a importantes acontecimientos polticos, juegan un limitado papel indicativo o simblico y a cada uno de ellos le corresponde una desigual significacin en el desarrollo histrico.

    Tambin debe advertirse que en las etapas contemporneas se hace ms difcil dibujar con precisin las grandes lneas del proceso histrico, lo que explica que en los tiempos ms recientes los periodos sean ms cortos y mayor el peso de los acontecimientos de tipo poltico, hasta que la necesaria distancia temporal, junto a los avances de futuras investigaciones, permitan nuevas definiciones.

  • Una periodizacin de esta naturaleza, tambin plantea otros problemas. La enorme diversidad de situaciones y el desarrollo desigual de los pases latinoamericanos, obliga a un anlisis comparativo que pase por encima de muchos acontecimientos de valor local y otras particularidades, para intentar seguir el curso de los elementos esenciales del proceso histrico desde una perspectiva global. Sin duda a facilitar esta tarea contribuye la ntima vinculacin de los pueblos de este continente, no slo cimentada en nexos culturales o de cercana geogrfica, sino en una larga y atribulada historia comn. Nacida de un mismo pasado de explotacin colonial, la identidad latinoamericana se forj a lo largo de varios siglos de lucha contra la opresin extranjera. Por eso la valoracin de este permanente conflicto es otro elemento indispensable a la hora de fijar las etapas y definir los procesos en la historia de Amrica Latina.

    Sobre la base de esa dimensin continental ha sido elaborada la siguiente diseccin de la historia de una regin que, tras diversas y sucesivas denominaciones a lo largo de varios siglos, termin por conocerse como Amrica Latina. En un primer momento el territorio equivocadamente encontrado por Cristbal Coln en su travesa al Occidente careci de su propio apelativo, pues el gran almirante muri convencido de que haba llegado a la antesala del tan ansiado oriente. Cuando los castellanos se dieron cuenta del error, lo bautizaron como Indias Occidentales, nombre que caera en desuso hacia el siglo XVIII ante el ms sonoro de Amrica. Esta palabra haba sido sugerida en 1507 por un cosmgrafo alemn en honor de Americo Vespuccio, a quien por otra equivocacin le atribuy el hallazgo del nuevo territorio. En definitiva Amrica acab por prevalecer como denominacin del tambin llamado Nuevo Mundo, cuya existencia como Continente independiente slo pudo ser comprobada fehacientemente en 1741 cuando Vitus Bering recorri el estrecho que lleva su apellido.

    Tambin en el siglo XVIII se populariz el empleo de Amrica del sur, Amrica meridional, Amrica espaola e Hispanoamrica -o Iberoamrica cuando se inclua a Brasil- para distinguir a las colonias de Madrid de las inglesas, que daran lugar a los actuales Estados Unidos y Canad. Inconforme con muchos de estos trminos, que tendan a perpetuar los vnculos con la metrpoli, Francisco Miranda, enfrascado entonces en los prolegmenos de la lucha independentista, ide el de Colombia para sealar a la totalidad de las posesiones de Espaa en este hemisferio, tradicin que seguiran Simn Bolvar y otros prceres hasta la creacin en 1819 de una repblica con ese nombre, fruto de la unin de Nueva Granada y Venezuela. Tras la desintegracin de ese gran estado en 1830, el apelativo de Colombia fue propuesto por otras personalidades para referirse a todo el vasto territorio al sur de Estados Unidos, como hicieron el panameo Justo Arosemena, el granadino Jos Mara Samper y el puertorriqueo Eugenio Mara de Hostos, aunque luego tuvo que ser abandonado al adoptarse en 1861 como ttulo oficial de una repblica americana.

    Casi simultneamente los franceses lanzaban el trmino Amrica Latina, asociado a las aventuras expansionistas sobre este hemisferio del Imperio de Napolen III y que pretenda fundamentar una especie de panlatinismo. A pesar de que esta denominacin naci con aquella impronta colonialista -la intervencin

    Cuadernos - 8 - de Trabajo

  • francesa a Mxico de 1861 a 1867-, el uso de Amrica Latina resurgi con gran fuerza a fines del siglo XIX y principios del XX aunque ahora con una definida connotacin antinorteamericana, cuando algunos pensadores de este Continente, encabezados por Jos Enrique Rod, esgriman el legado de la tradicin latina (Ariel) para contraponerlo al brutal expansionismo anglosajn (Calibn). Amrica Latina, nombre que incluso fuera utilizado en varias ocasiones por el propio Jos Mart -quien prefera el ms entraable de "nuestra Amrica" -, sirve hoy para designar a los pases ubicados del ro Bravo a la Patagonia, incluyendo al Caribe de lengua inglesa y holandesa, Brasil, las antiguas colonias francesas y los grandes conglomerados indgenas (territorios a los que sin xito Haya de la Torre pretendi catalogar como Indoamrica), y es el que por tanto utilizamos en este texto

    La publicacin de este trabajo ha sido posible gracias a la sugerencia y el estmulo de nuestro entraable amigo Feliciano J. Garca Aguirre, as como al inters del colega Mtro. Leopoldo Alafita, y sus compaeros Joaqun Gonzlez Martnez, Celia del Palacio Montiel y Ramn Ramrez Melgarejo.

    Sergio Guerra Vilaboy

    Universidad de La Habana

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  • Etapas y procesos en la historia de Amrica Latina

    1. La poca indgena

    Esta poca histrica se extiende desde la llegada del hombre a Amrica, lo que se supone ocurri hace al menos 50 mil aos, hasta el inicio de la invasin europea. En ese extenso lapso se produjo el poblamiento del Continente, en un proceso que dur milenios, gener un verdadero mosaico de culturas y pueblos indgenas diferenciados entre s, con distintos niveles de desarrollo socio-econmico.

    1. Poblamiento del continente (+50 mil - 1500 a. n. e.)

    Est comprobado que el hombre no es originario de Amrica, pues existe una imposibilidad filogentica basada en que los monos americanos forman una rama muy alejada de los antropoides, lo que descarta que pudieran surgir elementos humanoides por una va evolutiva. Aunque existen muchas teoras sobre el origen del hombre americano, todas las evidencias parecen indicar que lleg ya conformado como homo sapiens procedente de Asia, en varias oleadas remotas, aunque relativamente tardas comparado con las poblaciones existentes entonces en el resto de la tierra. La primera migracin ocurri hace ms de 50 mil aos y se produjo por el estrecho de Bering, de apenas 90 kilmetros de extensin, favorecido por las condiciones creadas para su paso al parecer durante el subestadio glacial altoniense (70 mil-28 mil). Eran hombres del paleoltico, nmadas, que vivan en cavernas y se dedicaban a la recoleccin, la caza y la pesca. Se extendieron por el Continente de Norte a Sur, hasta llegar, en un lento desplazamiento efectuado a lo largo de milenios, al extremo austral. A favor de esta hiptesis se levantan los hallazgos ms antiguos encontrados hasta el presente en cada regin americana: los de Alaska y Canad tienen una antigedad de ms de 30 mil aos; en California de hace 27 mil; en Mxico de unos 22 mil; en Venezuela de 14 mil; en Per de hasta 18 mil; 11 mil para Chile y 9 mil en Patagonia.

    En opinin de los antroplogos fsicos, Amrica fue poblada inicialmente por hombres de origen mongoloide -llegados primero por un corredor en el estrecho de Bering y despus por las islas Aleutanas- aunque a travs de posteriores migraciones entraron tambin elementos australoides y melanesoides procedentes del Pacfico. Estos ya eran navegantes y probablemente se encontraban en los estadios mesoltico y sobre todo neoltico, pues conocan la agricultura (maz, yuca) eran sedentarios y saban trabajar la cermica. A partir de estas oleadas, que arribaron en diferentes momentos histricos (entre 7 mil y 2 mil aos) de diversos orgenes tnico, geogrfico y nivel de vida, se produjo el desarrollo desigual de los pueblos aborgenes en un proceso que compete decenas de siglos de duracin. As se conform una poblacin autctona mediante un crecimiento vegetativo bien diferenciado, resultado de combinaciones propicias o adversas del clima, suelos vegetales ricos o pobres con mayor o menor conocimiento de la agricultura. Se ha comprobado la existencia de 133 familias lingsticas independientes en Amrica, que comprenden cientos de idiomas y dialectos.

  • 2. Desarrollo de las civilizaciones indgenas (1500 a. n. e. - 1492)

    Los habitantes de la Amrica anteriores al descubrimiento del Continente por los europeos, se encontraban en muy diversos estadios de desarrollo. A lo largo y ancho del llamado Nuevo Mundo vivan infinidad de grupos aborgenes (ges, atapascos, esquimales, algonquinos, sioux, charras, tehuelches, onas, etc.) que an se hallaban en los primeros escalones de la evolucin social, mientras otros, como los chibchas, tupi-guaranies, arauacos, iroqueses, mayas, incas o aztecas, entre otros, haban logrado alcanzar nuevas etapas en su desarrollo socio-econmico a partir del momento en que iniciaron el cultivo de la tierra. Esto, que se calcula ocurri hace unos 1500 aos, permiti el surgimiento en ciertas zonas de Msoamrica -al parecer a partir de la cultura olmeca, considerada una especie de civilizacin madre- y el rea andina de sociedades de clase y deslumbrantes centros de civilizacin. Aqu la estructura social se caracteriz por la existencia de comunidades aldeanas organizadas en torno a la propiedad comn del suelo, el trabajo colectivo (ayll, calpulli) y sometidas a una clase dominante de guerreros y sacerdotes. Ello fue precedido, en los aos 700 a 1000, en estas zonas de civilizacin ms desarrolladas de la Amrica precolombina, por una serie de crisis intestinas que pusieron fin al llamado periodo clsico y propiciaron el florecimiento de nuevas culturas, entre ellas la maya-tolteca, la azteca y la inca.1

    II. El rgimen feudal colonial

    El descubrimiento, conquista y colonizacin de Amrica fue un fenmeno de los albores del capitalismo y estuvo propulsado por los intereses de la naciente burguesa comercial de Espaa y Portugal, volcada sobre los pueblos indgenas precolombinos. La explotacin de los yacimientos de oro y plata en el Nuevo Mundo represent uno de los factores fundamentales en la acumulacin originaria del capital y en el extraordinario crecimiento de las fuerzas productivas, contribuyendo -en aquellas regiones donde las condiciones internas estaban

    1 La reconstruccin del pasado de los pueblos precolombinos es una tarea extremadamente difcil por la falta de fuentes histricas puesto que, descontadas las civilizaciones ms avanzadas del rea mesoamericana, el resto desconoca la escritura. De ah que buena parte del conocimiento de esas culturas haya sido proporcionado por la arqueologa. No obstante, han llegado hasta nosotros valiosos testimonios de algunos de estos pueblos indgenas (Popol Vuh, Chilam Ealam, Anales de los Cakchiqueles, Crnicas de Yaxkukul y varios cdices) que junto a elementos mticos y fantsticos aportan rica informacin histrica. A ellos hay que sumar las obras escritas despus de la conquista por autores indgenas y mestizos. Para las culturas mexicanas la Crnica Mexicana de Tezozmoc, la Relacin de Texcoco de Pomar, la Historia chichimeca de Ixtlixchitl y los Anales de Chimalpan; para las de los Andes, las relaciones de Yupanqui y Pachacuti, la Nueva Crnica de Huamn Poma de Ayala y los conocidos Comentarios Reales de Inca Garcilaso, adems de las confeccionadas por los propios espaoles, particularmente los primeros historiadores religiosos, que en muchos casos se valieron de testimonios orales, como los proporcionados en Per por los quipucamayos: Toribio de Motolinia y su Historia de los indios, Juan de Torquemada con su Monarqua Indiana (1615), Diego de Landa y su Relacin de las cosas de Yucatn, Diego Durn con Historia de las Indias, Bernabe Cobo con Historia del Nuevo Mundo (1653), Sarmiento de Gamboa con Historia General y fray Bernardino de Sahagn y su clsica Historia de las cosas de la Nueva Espaa. La Historia antigua de Mxico del jesuita criollo Francisco Javier Clavijero, aunque del siglo XVIII, supera a las anteriores y fue la primera en establecer rigurosamente la cronologa indgena.

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  • maduras- al triunfo definitivo de las relaciones de tipo burgus. Pero el capitalismo no pudo imprimir su carcter a la dominacin ibrica de nuestro Continente, lo que dio lugar aqu a un orden social heterogneo basado en lo fundamental en la esclavitud y la servidumbre.

    La sociedad iberoamericana, salvo en algunas reas perifricas, se desarroll en la poca colonial sobre la base de formas precapitalistas de produccin. Sus dos primeras expresiones fueron la encomienda, que en casi todas partes se transform en una institucin proveedora de rentas, para luego languidecer, y la mita, sistema conservado de la Amrica precolombina que obligaba a las comunidades indgenas a entregar una cuota de trabajadores forzados, nominalmente asalariados, para satisfacer sobre todo los requerimientos de la minera colonial. Desde el siglo XVII el peonaje, la economa de plantacin y las zonas con esclavitud africana, fueron junto a la hacienda seorial, el principal basamento de un orden que algunos han denominado feudal-colonial. Con este concepto se pretende definir los cinco sectores bsicos de las formas de produccin colonial que coexistieron en las colonias hispano-portuguesas: economa natural campesina y comunal; produccin mercantil simple; esclavitud patriarcal y de plantacin; produccin agraria feudal o semifeudal en forma de latifundios y los ncleos embrionarios de actividades productivas capitalistas.

    1. Inicios de la invasin europea: conquista y colonizacin (1492 - 1580)

    Aunque el capital comercial desempe un papel importante en los inicios de la expansin ultramarina de Espaa y Portugal, ello no le imprimi un carcter capitalista a la colonizacin, ni condujo a la creacin de una red de factoras comerciales -excepto durante un breve periodo en Brasil: ciclo del palo braza; tampoco al establecimiento de colonias de campesinos libres, como ms tarde sucedera en la Nueva Inglaterra. De ah que la irrupcin de los espaoles y en parte tambin de los portugueses, al continente americano, se quedara en los lmites de un movimiento expansivo del feudalismo tardo, cuya dinmica socioeconmica estuvo en gran medida determinada por los intereses de la Corona y de la pequea nobleza, principales protagonistas de la conquista y la colonizacin. Este proceso se tradujo en el exterminio de una parte de la poblacin autctona, la lenta asimilacin de otra y la supervivencia de dispersos grupos marginales. Mientras que un extendido mestizaje contribua a la homogeneizacin tnica, la creciente diferenciacin clasista y el sistema de castas reforzaban la heterogeneidad social.

    Cabe sealar que en la formacin de la sociedad iberoamericana influyeron dos elementos externos: el trnsito del feudalismo al capitalismo en Europa y la inclusin de Amrica como zona dependiente del mercado mundial en estructuracin. Ese complejo proceso fue precedido por la creacin de dos Estados en la pennsula ibrica fuertemente centralizados, en los cuales los intereses de la endeble burguesa y de los grandes propietarios seoriales estaban subordinados a los de la monarqua absoluta. Pese a la semejanza del sistema socioeconmico existente en Espaa y Portugal -feudal, aunque con ciertos rasgos de un capitalismo embrionario- la colonizacin emprendida por ambas potencias en el hemisferio occidental se distingui entre s desde sus comienzos.

    El proceso de conquista y colonizacin de Amrica por Espaa y Portugal, desarrollado

    Cuadernos - 12 - de Trabajo

  • en lo esencial de 1492 a 1580, puede ser subdividido en tres fases: 1492-1519, 1519-1535 y 1535-1580.

    a) Las primeras exploraciones geogrficas (1492 - 1519)

    Durante estos aos se realizaron los llamados primeros grandes viajes de descubrimiento europeos a partir de la travesa de Cristbal Coln.2 En esta fase se cre una base firme en las Antillas -La Espaola desde 1493, Puerto Rico (1508), Jamaica (1509) y Cuba (1508-1511) -para las futuras incursiones en el Continente, aunque el denominador comn de estas primeras travesas fue la bsqueda de un paso para llegar, por una va ms rpida y barata que la tradicional al Oriente y sus productos (especies, drogas, materias tintreas, metales preciosos, etc.). Los primeros pequeos establecimientos fundados en la masa continental se crearon en la costa de Coro en Venezuela y en Darin (Panam) a partir de 1509. Vasco Nez de Balboa cruz tres aos despus el istmo de Panam y lleg al Ocano Pacfico, que denomin Mar del Sur; ningn estrecho o comunicacin entre el Atlntico y el Pacfico pudo ser hallado en estos aos. Se firm el Tratado de Tordesillas (1494) que implic el primer reparto del mundo entre Espaa y Portugal. La fase se cierra con el hallazgo por Fernando de Magallanes del estrecho que lleva su nombre, que permite el esperado paso al Oriente, aunque este hecho ocurri cuando ya los espaoles se haban topado con las deslumbrantes culturas de Mesoamrica, que hizo atractiva la conquista del Continente y desestim la travesa al Oriente.

    b) La conquista de Mesoamrica y el rea andina (1519 - 1535)

    Esta fase se distingue porque en ella se llevan adelante las famosas expediciones de conquista que culminaron con el sometimiento de las grandes culturas indgenas, en particular la azteca, maya e inca. La conquista por Hernn Corts de la Confederacin azteca, entre 1519 y 1522, y del Imperio incaico por Francisco Pizarro, de 1532 a 1533, fueron los dos grandes momentos de la conquista. A ellos siguieron en esta fase la ocupacin espaola del Mxico central y buena parte del meridional, el Norte de Centroamrica (1524) y el rea andina (1539), as como el sometimiento de los mayas de Yucatn (1527-1546).3 Los tesoros encontrados en 2 Sobre estos viajes pioneros de exploracin por el Nuevo Mundo apenas existen testimonios histricos, pues no se conservaron derroteros ni diarios, salvo los propios de Coln, -gracias a las versiones recogidas por su hijo Hernando y Bartolom de las Casas en su Historia de las Indias, dado que los originales se perdieron-, algunas cartas de Americo Vespuccio y el relato de la primera vuelta al mundo elaborado por Antonio Pigafetta. De ah que las informaciones de esas primeras travesas provengan de los testimonios y datos recogidos por los cronistas espaoles contemporneos, entre los que sobresalen Pedro Mrtir de Anglera (Dcadas del Orbe Novo, 1530), Gonzalo Fernndez de Oviedo (Historia General y Natural de las Indias, 1535) y Antonio de Herrera (Las Dcadas, 1601).

    3 Existen numerosos textos y relatos de los propios conquistadores referidos a la ocupacin de Mesoamrica y el rea andina. Para la primera se destacan las Cartas de Relacin de Hemn Corts y Pedro de Alvarado y la conocida Historia verdadera de la conquista de la Nueva Espaa de Bemal Daz del Castillo. Para el caso de Per son comparables a esos testimonios los de Hemando Pizarro, Cristbal de Mena, Francisco de Xerez, Manuel de Estete, Pedro Sancho de Hoz y Diego de Trujillo. A

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  • Mxico y Per, junto a poblaciones mucho ms avanzadas que las existentes en las Antillas, inauguraron la denominada poca prspera de la conquista. Al toparse con estas grandes civilizaciones, los europeos se sintieron cautivados por el oro y la perfeccin de las construcciones en piedra. La bsqueda de metales preciosos se convirti, a partir de la conquista de Mxico, en el motor impulsor de la colonizacin espaola, as como de la estructuracin de sus nuevos dominios en las Indias. El traslado de metales preciosos hacia Espaa y de all al resto de Europa, proveniente de las grandes culturas conquistadas en Mesoamrica fue continuado por la explotacin de minas existentes en el rea andina.

    Despus de los llamados viajes de descubrimiento (1492-1519), Castilla encontr en Mxico y Per la base de explotacin del Nuevo Mundo. El oro y la plata, asociados a una numerosa poblacin y al eficaz control de la Corona garantizaron la prolongada compulsin que sufrieron los pueblos procolombinos.

    c) Dominio de los territorios marginales (1536 - 1580)

    Las operaciones de conquista de Espaa posteriores a 1535, se dirigieron en lo fundamental a asegurarse la posesin de los territorios que le pertenecan en el Nuevo Mundo segn lo estipulado por el Tratado de Tordesillas, lo mismo que hara Portugal desde 1549 con la regin que llevara el nombre de Brasil. En el caso de Hispanoamrica la iniciativa colonizadora procedi muchas veces de los propios centros ya conquistados. A esta fase corresponde la ocupacin espaola de toda el rea norandina y como colofn el encuentro de tres expediciones en Bogot; el completo dominio de la meseta altoperuana y el establecimiento en el Chile central, a contrapelo de la tenaz resistencia araucana encabezada por Lautaro y Caupolicn. La segunda fundacin de Buenos Aires (1580) -la primera en 1536 haba sido un fracaso, como tambin ocurri en La Florida hasta 1565-, por un puado de conquistadores mestizos procedentes del interior (Asuncin del Paraguay), que buscaban una ruta de comunicacin con Europa, seala aproximadamente el fin de esta fase. A ella tambin corresponde la implantacin del podero real en toda su extensin, prcticamente despus que Carlos V liquidara los privilegios de los ensoberbecidos encomenderos (Leyes Nuevas de 1542). La derrota de los conquistadores por los funcionarios de la Corona no fue un proceso fcil y en algunos territorios, como el Per, produjo encarnizados enfrentamientos armados que los cronistas denominaron las "guerras civiles". Es tambin la fase en que ocurri el aplastamiento de la resistencia indgena, simbolizado con la ejecucin en el Cusco (1572) del primer Tpac Amaru.4

    ellas hay que sumar las crnicas de Juan Gins de Seplveda y Francisco Lpez de Gmara -ambas referidas a Mxico-, as como las ya citadas de Femndez de Oviedo y Antonio de Herrera, junto a la Historia Natural y Moral de las Indias de Joseph de Acosta y la Crnica del Per (1552) de Pedro Cieza de Len.

    4 Existen gran cantidad de interesantes relatos sobre la exploracin y conquista de los llamados territorios marginales, entre los que pueden mencionarse los Naufragios (1542) de Alvar Nez Cabeza de Vaca, la Relacin y el Compendio historial de Gonzalo Jimnez de Quesada, las Cartas de Pedro de Valdivia, el poema pico La Araucana de Alonso de Ercilla, el Viaje al Ro de la Plata de Ulrico Schmiedel y la Historia Indiana de Nicols Federman. Adems muchas de las crnicas citadas

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  • 2. Auge y decadencia del rgimen colonial hispano-portugus (1580 - 1700)

    Se corresponde con la etapa floreciente del Imperio Espaol de Ultramar, que tuvo sus zonas medulares en el Virreinato de Nueva Espaa (Mxico), cuyo Virrey fundador fue Antonio de Mendoza en 1535. En el Per desde 1543, Blasco Nez de Vela como primer Virrey con jurisdiccin sobre toda la Amrica del Sur. En estos territorios el establecimiento de sistemas de explotacin precapitalistas (mita, servidumbre, peonaje, esclavitud) estuvo motivado por la existencia de fabulosos yacimientos de minerales preciosos, para lo que fue necesario expoliar a la poblacin autctona y aprovechar buena parte de su organizacin social. De esta manera, grandes y ricas minas de plata fueron descubiertas en El Potos (Virreinato del Per) y Zacatecas (Mxico) entre 1545 y 1546. Veinte aos despus todos los yacimientos importantes de la meseta mexicana y los Andes centrales estaban ya en explotacin.

    A pesar de los despojos e inhumanos sistemas de explotacin implantados por los europeos, como repartimientos, encomiendas, mandamientos, muchas comunidades indgenas lograron preservarse, conservando sus tradiciones y culturas. As se mantuvo la sociedad aborigen al lado de la espaola, ms tarde tambin la criolla y la ladina o mestiza, constituyendo una gran reserva de fuerza de trabajo y de tierras, para una economa colonial fundamentada en la despiadada explotacin del indio.

    En el caso de Mxico y Per, centros claves de las posesiones espaolas en esta etapa, el rgimen econmico y social fue desde el comienzo de la conquista diferente al de otras reas, entonces marginales -por ejemplo las Antillas, el Ro de la Plata, Venezuela y ciertas zonas de Centroamrica- donde, entre otros factores, el bajo nivel de desarrollo de las poblaciones autctonas dificultaba la sbita imposicin de un modo de produccin superior. Por eso Mxico y Per no slo fueron los ejes polticos y econmicos del imperio colonial espaol durante los siglos XVI y XVII, sino tambin los ms firmes baluartes de ese orden feudal-colonial en cuya cspide se situaba, al lado de los funcionarios y comerciantes monopolistas peninsulares, una rancia aristocracia de propietarios de minas y terratenientes seoriales, vinculados a mayorazgos y al clero. A ello hay que agregar un sistema jurdico tributario precapitalista y un estratificado conjunto de privilegios y relaciones serviles y de castas que completan el cuadro de la sociedad colonial de los siglos XVI y XVII.

    El aislamiento y el relativamente bajo intercambio mercantil de estos siglos coloniales, controlado por el sistema de flotas y el monopolio comercial, limit la economa de exportacin bsicamente a la minera, que fue la actividad fundamental. No obstante, en el caso del Virreinato de Nueva Espaa junto a la minera, la agricultura y sobre todo la ganadera se constituyeron tambin en importantes renglones de la economa colonial, mientras que en Per estas ltimas actividades productivas slo tuvieron una significacin secundaria.

    A pesar del auge colonial basado en el oro y sobre todo de plata -la exportacin de metales preciosos fue despus de 1530 fundamentalmente de este mineral-, ya a finales del

    en las notas anteriores, tambin ofrecen informacin sobre los acontecimientos de esta fase, as como los textos de Juan de Castellanos y Juan Rodrguez Freile para Nueva Granada, Diego Gomes Cameiro para Brasil, fray Pedro de Aguado para Venezuela y el jesuita Nicols de Tencho para el Paraguay.

    Cuadernos - 15 - de Trabajo

  • siglo XVI comenzaron a observarse los primeros sntomas de la decadencia espaola: insurreccin en los Pases Bajos (1581), fracaso de la poltica espaola en el Mediterrneo, la derrota de la Armada Invencible (1588) y el florecimiento de las incursiones de corsarios y piratas, a la que estuvo asociado el surgimiento cada vez ms exitoso de la competencia de sus rivales europeos, empeados en romper su monopolio colonial y anular la ventaja inicial conquistada por la monarqua peninsular. A ello contribuy la incapacidad de Espaa de aprovechar los inagotables recursos de las Indias para su desarrollo econmico, generando una agricultura estancada, una economa paralizada y el enorme fardo de un aparato burocrtico parasitario.

    En el siglo XVII esta tendencia a la decadencia del Imperio colonial hispano se agudiz, en correspondencia con el estado de descomposicin interna de la propia Espaa, lo que coincidi con el recrudecimiento de la expansin de otros estados europeos en Amrica y la poca dorada de la piratera. Entre 1655 y 1671, por ejemplo, los establecimientos espaoles en las Indias Occidentales sufrieron decenas de ataques, el ms importante de los cuales fue la ocupacin de Panam por Henry Morgan. Paralelamente, la aparicin de ingleses, franceses y holandeses en el Continente americano hizo pasar a manos de los enemigos de Espaa numerosas islas y territorios del Caribe, lugares que serviran de base a un creciente trfico ilegal (el contrabando), con la consiguiente quiebra del monopolio comercial espaol.5

    La hegemona prcticamente absoluta de Espaa en la regin del Caribe durante casi todo el siglo XVI, fue seguida por el aumento de la presencia de sus rivales europeos. La irrupcin de Holanda, Francia e Inglaterra en los territorios que la Bula Papal (1493) haba entregado a Espaa y Portugal, fue facilitada por la ostensible decadencia del imperio de los Habsburgo. As, junto a la piratera y el contrabando comenz el arrebato a Espaa de muchas de sus posesiones en el Caribe. Las Antillas menores, consideradas hasta entonces por los conquistadores hispanos como unas islas intiles, se convirtieron en el siglo XVII en refugio de piratas y corsarios holandeses, franceses e ingleses. Despus Inglaterra se apoder de la isla San Cristbal (1624), Barbados (1625), Nevis, las Leeward, las Virginias y las Bahamas (1628-1646) y finalmente Jamaica. Las ms importantes colonias holandesas se establecieron en Tobago (1632), Curazao (1634), San Eustaquio (1635) y San Martn (1641). Los franceses, por su parte, se apoderaron de Martinica, Guadalupe y Dominica (1635) as como Granada y Santa Cruz (1650), junto a la parte occidental de la isla La Espaola. A ello hay que sumar algunos otros territorios ocupados por estas potencias en las Guyanas, adems del establecimiento de los ingleses en dos reas de Centroamrica (Belice y la Costa de los Mosquitos). La poltica mercantilista de Inglaterra, Francia y Holanda, que en cierta forma tambin hizo Portugal en el Nordeste brasileo, impuso desde los primeros tiempos a estas colonias un desarrollo ms acelerado de las plantaciones del que tendra lugar en la parte espaola. La posesin de estos territorios por las restantes potencias europeas se convalid por

    5 Para las actividades de las potencias rivales de Espaa en las postrimeras del siglo XVI y sobre todo el XVII conviene revisar, en primer lugar, los libros de viajeros europeos como Girolamo Benzoni, Thomas Gage, Alex Olivier Exquemelin, Cesar de Rochefort y Jean Baptiste Labat. La situacin de Hispanoamrica en esta etapa puede seguirse en los relatos de primera mano de los cronistas espaoles ya citados, as como tambin en la Crnica del Maestro Cervantes, la Recordacin Florida del criollo guatemalteco Francisco Antonio de Fuentes y Guzmn y la Crnica moralizadora del Orden de San Agustn en el Per (1638) de Fray Antonio de la Calancha.

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  • la Paz de Ryswick en 1697.

    Por su parte, la evolucin de la colonia lusitana en Amrica fue tambin diferente a la de Hispanoamrica, a pesar de que ambos reinos ibricos estuvieron unidos entre 1580 y 1640. Tras el efmero ciclo de las maderas tintreas -que dibuj en el mapa sudamericano al primer Brasil como una estrecha franja costera cubierta de espordicas factoras franco-portuguesas-, surgi, antes que en otras partes del Continente, la gran plantacin esclavista azucarera del Nordeste, en lo fundamental gracias a la brutal expoliacin de la fuerza de trabajo africana, que dio lugar a una economa agrcola de exportacin constituida por centros aislados unos de otros y vinculados nicamente con el mercado exterior. En este segundo Brasil era visible el predominio de los acaudalados hacendados y dueos de ingenio que dependan muy poco de la monarqua lusitana. El fin de esta etapa colonial estuvo ligado a la expulsin de los holandeses de Pernambuco (1654) y termin a finales del siglo XVII con una profunda crisis econmica sin paralelo en Hispanoamrica.

    3. La ltima etapa colonial: 1700 a 1790

    Hasta el siglo XVIII las colonias se caracterizaron por una estructura muy rgida, que slo en forma limitada permita el desarrollo del elemento productivo capitalista burgus.

    Las reformas borbnicas, en particular las legislaciones comerciales dictadas entre 1778 y 1782, permitieron la disminucin del tradicional aislamiento de las posesiones espaolas provocado por el viejo sistema de monopolio. Estas medidas no slo facilitaron el comercio libre con Espaa y entre las propias colonias (1795-1796), sino tambin con los pases llamados neutrales. La relativa apertura propici mayores vnculos de las Indias con el mercado europeo y norteamericano, lo que incentiv la actividad econmica en su conjunto. La minera se reanim en el Virreinato de Nueva Espaa, la produccin de plata pas de 5 millones de pesos (1762) a 27 millones (1804) y cobr un nuevo impulso la actividad colonizadora, iniciando una pujante expansin productiva en reas hasta entonces marginales del Imperio colonial espaol: las Antillas, Venezuela y el Ro de la Plata.

    Detrs del notable ascenso del comercio de exportacin registrado en diversas partes de Amrica Latina durante el siglo XVIII, se encontraba el crecimiento de la productividad industrial del norte de Europa que exiga materias primas y productos agropecuarios. Adems, la poblacin europea aument considerablemente en el siglo XVIII, lo que represent un enorme estmulo para la agricultura, el comercio y la manufactura. El trfico mercantil internacional creci como nunca antes, incorporando reas como Amrica Latina que hasta entonces slo haban estado involucradas marginalmente en el mercado europeo.

    El fomento de plantaciones en el Caribe estaba favorecido por las ventajas de su ubicacin geogrfica, paso obligado de las principales rutas mercantiles, del comercio triangular y muy cerca de las fuentes africanas de trabajo esclavo. Esos elementos impulsaron la expansin de cultivos tropicales en las Antillas (tabaco, caf y azcar), as como en el litoral venezolano (cacao).

    Del mismo modo que sucedi en las islas caribeas, en regiones costeras, en llanuras

    Cuadernos - 17 - de Trabajo

  • cercanas y en reas bien comunicadas por ros se propici el crecimiento econmico. Ese fue el caso del litoral norteo de Per, los valles prximos a las tierras bajas al Sur de la ciudad de Mxico, la costa de El Salvador y de manera ms significativa la pampa argentina.

    El Ro de la Plata protagoniz el acontecimiento comercial ms notable de toda Hispanoamrica en estos aos, debido al despegue espectacular de las exportaciones de cueros destinados a abastecer no slo las fbricas europeas de calzado, sino sobre todo los requerimientos de las partes mviles de las mquinas de la primera fase de la revolucin industrial. Una evolucin similar, pero a menor escala, se observ tambin en las regiones ganaderas septentrionales de Nueva Espaa.

    En consecuencia, durante las ltimas tres dcadas del siglo XVIII se produjo un considerable incremento de la produccin agropecuaria latinoamericana, cuyo valor no tard en sobrepasar al de la minera. Por ejemplo, el comercio de Cuba que en 1770 requera apenas 5 6 barcos, necesitaba 200 en 1778. La exportacin de cueros de Buenos Aires pas de 150 mil unidades anuales a 800 mil. Las ventas de caf y cacao brasileo se septuplicaron entre 1798 y 1807, favorecidas por la neutralidad de Portugal en los conflictos europeos. En 1740, 222 barcos anclaron en el puerto de Veracruz, mientras que en 1790 lo hicieron 1500. Para toda Hispanoamrica el valor total del comercio con Espaa aument un 700% entre 1778 y 1788. Simultneamente se registraba un extraordinario crecimiento demogrfico -cerca del 50%-, que revirti la tendencia negativa prevaleciente desde la conquista.

    Todas estas transformaciones tuvieron, en consecuencia, sensibles modificaciones en la composicin clasista de la sociedad colonial, dominada hasta entonces por el exclusivo crculo europeo de funcionarios, comerciantes monopolistas y grandes propietarios, el alto clero y los terratenientes seoriales criollos, de economa natural y vinculados a mayorazgos. Ahora se desarrollaron grupos sociales emergentes -mucho ms ligados que los anteriores al comercio exterior y al capital... en determinadas regiones litorales, ciudades y puertos como La Habana, Caracas, Cap Francois, Ro de Janeiro, Veracruz, Guayaquil y Buenos Aires, que denotaban la presencia de ciertos elementos protoburgueses. A la vez se conform una ms diversificada estructura agraria asociada a las particularidades regionales. De esta forma, en las reas ganaderas del Ro de la Plata, de tarda colonizacin, la vieja economa autosuficiente de haciendas enfeudadas que domin el panorama latinoamericano en los dos primeros siglos coloniales careca de importancia -apenas existan mayorazgos-, situacin bien diferente a las zonas ms pobladas de Mesoamrica o la parte andina. Una evolucin similar a las regiones ganaderas se produjo all donde despuntaba la economa de plantacin y, en menor medida, en el norte de Mxico y los llanos venezolanos.

    El caso de Brasil en el siglo XVIII se caracteriz por el traslado de su zona nuclear del nordeste al centro sur, en virtud del descubrimiento por los bandeirantes de fabulosos yacimientos de oro y diamantes en Minas Gerais, que gener en derredor toda una serie de actividades econmicas colaterales. Este boom trajo consigo la expansin del poder metropolitano, en detrimento de la tradicional autonoma administrativa y la relativa libertad comercial de que hasta entonces disfrutaban los brasileos. Esa fue, precisamente, la tarea del Marqus de Pombal, representante portugus de un "despotismo ilustrado" muy distinto en cuanto a resultados de su contrapartida hispnica.

    Cuadernos - 18 - de Trabajo

  • La consolidacin social de un sector criollo compuesto por plantadores y estancieros no vinculados a mayorazgos, en proceso de aburguesamiento, junto a un dinmico grupo de comerciantes no monopolistas y de una incipiente pequea burguesa y capas medias -artesanos, intelectuales, pequeos empresarios, etc.- introdujo un componente progresista en los conflictos de clase de la ltima etapa colonial, an cuando no estuviera en condiciones de imprimir un sello netamente burgus a las relaciones de produccin y al curso ulterior de las transformaciones socio-econmicas. Por eso el aumento de las peticiones en favor de una mayor liberalizacin comercial, para conseguir acceso directo al mercado ultramarino fuera del dominio de los intermediarios metropolitanos. La prosperidad de la mayora de estos grupos y clases protocapitalistas dependa del contacto, directo o indirecto, con la creciente riqueza industrial y comercial de Europa y en especial de Inglaterra, que cada vez consuma ms materias primas y necesitaba colocar cantidades crecientes de manufactura. En Espaa el propio Conde de Campomanes se quejaba de que por cada dos mil toneladas de comercio legal se realizaban, slo en el Virreinato del Per, trece mil toneladas de contrabando. Los ingleses desde las Malvinas, Colonia de Sacramento y Jamaica, y en menor medida los holandeses desde Curazao y Paramaribo, controlaban por va de intrlopes una parte sustancial del comercio colonial hispanoamericano vulnerando el monopolio espaol. Adems, esta situacin se complic entre 1796 y 1808 como resultado de la casi completa dislocacin del comercio martimo americano, prcticamente suprimido por el eficaz bloqueo ingls contra Espaa y Francia, agudizado desde la derrota espaola en la batalla naval de Trafalgar (1805).

    Tambin los criollos exigan la eliminacin o disminucin de los ms gravosos impuestos tradicionales (alcabalas, avera, almojarifazgo, armada, diezmo y otros) que adulteraban los precios de exportacin de los productos autctonos, hacindolos poco competitivos en los mercados internacionales.

    La agudizacin de las contradicciones metrpoli-colonia, bsicamente en la esfera de la circulacin mercantil, explica el peso de las reivindicaciones antimonpolicas en los principales movimientos precursores de las postrimeras del siglo XVIII o en importantes textos de la intelectualidad criolla como el discurso contestatario de Jos Baquijano en la Universidad de San Marcos de Lima, la Representacin de los Hacendados de Mariano Moreno, el Informe del Real Consulado de Francisco Arango y Parreo y el Memorial de Agravios de Camilo Torres.

    A esa relacin de pliegos de demandas criollos tambin pueden agregarse, aunque con una difana proyeccin hacia la ruptura del vnculo colonial, la famosa Carta dirigida a los espaoles americanos del jesuita arequipeo Juan Pablo Viscardo y Guzmn, publicada por primera vez en 1799 por Francisco Miranda, como parte de su campaa proselitista en favor de la emancipacin.

    El desencuentro entre las metrpolis europeas y las colonias americanas se acentu como resultado de la formacin de una especie de conciencia "nacional" criolla y de una ideologa que apuntaba al separatismo, al conjuro de la influencia subversiva de la Ilustracin.

    Manifestacin de este fenmeno fue el creciente inters de la aristocracia y la intelectualidad de este continente por las letras y las ciencias naturales, particularmente el estudio de la flora y la fauna autctonas, en lo que se destac el jesuita chileno Juan Ignacio

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  • Molina. En ese contexto aparecieron los primeros peridicos, portadores de nuevas ideas y convicciones americanistas, y las sociedades econmicas de amigos del pas. Paralelamente cobraba fuerza la bsqueda de races propias y el estudio de las culturas precolombinas, tal como hiciera el jesuita mexicano Francisco Javier Clavijero en su conocida Historia Antigua de Mxico, publicada originalmente en Bolonia (1780-1781).6

    Los elementos sociales emergentes acentuaron las pugnas entre el conjunto de la poblacin americana y, muy en particular, de su cspide aristocrtica, con los funcionarios europeos que dominaban el aparato estatal -en toda la poca colonial de cientosetenta virreyes, slo cuatro fueron criollos- y se beneficiaban en forma exclusiva de su prerrogativas: utilizacin de rentas fiscales, control del comercio legal y de la asignacin de tierras baldas y realengas. A ello tambin contribuy la "Real cdula de consolidacin para la venta de bienes pertenecientes a obras pas", expedida por la Corona espaola en diciembre de 1804 para enfrentar la guerra con Inglaterra y que oblig a muchos propietarios a pagar por sus tierras. A los perjudicados por estas y otras disposiciones metropolitanas -entre ellas una ms dura poltica impositiva-, terratenientes y comerciantes no monopolistas, se sumaron sectores de la incipiente pequea burguesa y las capas medias, deseosas de ascenso social y poltico. De ah las aspiraciones criollas al gobierno propio, para terminar con la tradicional poltica colonial discriminatoria.

    Las elementales reivindicaciones de la aristocracia latinoamericana y sobre todo de su ala ms aburguesada, se fortalecieron al contacto con la Ilustracin europea y ante el ejemplo de la revolucin norteamericana, que haba logrado armonizar la emancipacin poltica con el mantenimiento de la esclavitud y el statu qua social.

    En cambio para los criollos radicales, procedentes en su mayora de la intelectualidad y otros sectores de las capas medias, por lo general no atados a ningn inters econmico fundamental, la Revolucin Francesa -con sus conquistas: abolicin de la esclavitud, eliminacin de derechos feudales, repartos agrarios, destruccin del rgimen de privilegios, etc.- inspiraba un programa "jacobino" que tenda a la profundizacin del proceso emancipador y a concitar con sus consignas antifeudales e igualitaristas, el apoyo de las grandes masas oprimidas, integradas por esclavos, peones, campesinos endeudados, indios

    6 Adems de Clavijero, en el siglo XVIII Juan Jos de Eguiara dio a conocer su Bibliotheca Mexicana (1755), Jos de Oviedo y Baos su Historia de la conquista y poblacin de la provincia de Venezuela (1723) y los jesuitas Pedro Lozano y Pierre Francois de Charlevoix textos sobre la historia del Paraguay y la sublevacin de los comuneros. A ellas hay que sumar la Idea de una nueva historia general de la Amrica septentrional (1746) del jesuita italiano Lorenzo Boturini, la Historia de la isla y catedral de Cuba (1760) de Pedro Morell de Santa Cruz y Llave del Nuevo Mundo de Jos Flix de Arrate. Al margen de estos libros se produjo tambin en el XVIII una abundante produccin historiogrfica debida a escritores iluministas europeos interesados en la temtica americana, entre los que descollan el abate Raynal con Historia poltica de los establecimientos ultramarinos de las naciones europeas, Paw con sus Investigaciones filosficas sobre los americanos, William Robertson y su Historia de Amrica (1777) y Juan Bautista Muz con la Historia del Nuevo Mundo (1793). Por ltimo entre los libros de viajeros de esta etapa se destacan las Noticias secretas de Amrica de los espaoles Jorge Juan y Antonio de Ulloa, que recoge las irregularidades encontradas por ellos durante su travesa por el Continente, as como los lcidos relatos de Alejandro de Humboldt, los informes de las visitas eclesisticas y otros testimonios como el de Flix de Azara.

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  • mitayos de minas y obrajes, artesanos y elementos plebeyos de las ciudades. De esta manera, al lado del enfrentamiento entre las colonias y sus metrpolis, entre los europeos beneficiarios del monopolio comercial y los criollos partidarios del libre comercio, lata otra contradiccin: la que exista entre los detentadores del poder econmico en las sociedades latinoamericanas y los productores desheredados. Por esa razn, el estallido del movimiento revolucionario en Amrica Latina no slo estuvo compulsado por el rgimen de opresin poltica y la explotacin econmica a que estaban sometidas las colonias americanas por las metrpolis europeas, sino tambin por la extrema polaridad social y las rgidas reglamentaciones raciales. Junto a la agudizacin del conflicto metrpoli-colonia, maduraron las condiciones para el levantamiento de una autntica revolucin de masas, derivada de las contradicciones de una sociedad dividida en clases antagnicas y lastrada por un abigarrado sistema de castas y desigualdades sociales.

    No obstante, las rebeliones y principales movimientos del siglo XVIII como los vegueros en Cuba (1723), Tpac Amaru (1790), Comuneros del Paraguay (1720), de Corrientes (1732 y 1764) y el Socorro (1781), la guerra de los mascates y de emboabas (1707-1710), etc., tuvieron un carcter eminentemente local y no formaban parte todava de una crisis general del sistema que abarcara a todo el Continente, aunque sin duda fueron sus primeros sntomas.

    III. La transicin de rgimen feudal-colonial al capitalismo dependiente

    La larga y penosa transicin del llamado feudalismo colonial al capitalismo dependiente y subdesarrollado demor ms de un siglo. An cuando sus aos decisivos se extiendan a nivel global de fines del siglo XVIII a las postrimeras del XIX, fue un proceso gradual y oscilante de imposicin del capitalismo a travs de sucesivas revoluciones, contrarrevoluciones y reformas. Aunque las races de las relaciones capitalistas se pierden en la poca colonial, puede considerarse que la independencia de la mayora de las posesiones de Espaa y Portugal en este Continente comenz a despejar el camino para la plena imposicin de las nuevas relaciones de produccin. Ello fue el resultado de diferentes momentos cumbres del proceso de imposicin del capitalismo en Amrica Latina.

    l. La independencia de Amrica Latina (1790 - 1826).

    La emancipacin de Amrica Latina form parte del ciclo revolucionario que, a nivel mundial, se inaugur a fines del siglo XVIII, bajo el influjo de las concepciones antifeudales de la burguesa europea. El movimiento independentista que comenz en 1790 con la revolucin de Hait tuvo como antecedente la liberacin de las trece colonias inglesas de Norteamrica. El estallido de la gran contienda anticolonialista, extendida hasta 1826, fue facilitado primero por la revolucin francesa de 1789 y despus por la crisis poltica generada por la expansin napolenica sobre Espaa y Portugal. As, el inicio de las revoluciones burguesas en Europa

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  • puso a la orden del da en Amrica Latina el problema de la independencia.7

    a) La fase haitiana (1789 - 1804)

    Donde con ms fuerza se hicieron sentir las agudas contradicciones sociales y tnicas existentes en las colonias europeas de Amrica fue en el rea antillana, al estallar en Saint Domingue la primera revolucin de masas que triunf en el hemisferio occidental. Aqu la marcada congruencia entre condicin tnica y social desencaden un conflicto aparentemente racial pero que, en ltima instancia, tena su origen en profundas contradicciones de clase. Al margen de los factores internos que la desencadenaron, la Revolucin Haitiana estuvo influida de forma muy directa por los acontecimientos que entonces sacudan Europa (revolucin francesa). De esta manera en 1790 comenz la rebelin de los mulatos (Oge, Rigaud) contra el dominio de los plantadores blancos, los grands blancs. En 1791 estall la revolucin de los esclavos encabezada por Toussaint Louverture, que devino a principios del XIX, ante los intentos napolenicos de restablecer el viejo sistema de dominacin (1802), en una contienda independentista dirigida por Dessalines, Christophe y Petion que termin por fundar en 1804 el primer estado independiente de la Amrica Latina.

    b) Primera fase de la lucha independentista en Hispanoamrica (1808 - 1816)

    En la mayora de los territorios hispanoamericanos las guerras de independencia se desarrollaron en dos fases: 1808-1815 y 1816-1826. La primera de ellas, iniciada con la formacin de juntas de gobierno dominadas por los ricos criollos, se caracteriz, en sentido general, por las rebeliones armadas paralelas, espontneas y descoordinadas, con tcticas y estrategias particulares y diferentes, que tuvieron por escenarios principales las colonias de Mxico, Venezuela, Nueva Granada, Quito, Ro de la Plata y Chile. En muchos de estos lugares el curso de la contienda se vio afectado por una larga indefinicin de los objetivos polticos, lo cual llev a establecer gobiernos autnomos que seguan reconociendo la soberana de Fernando VII y obviaban cualquier propuesta de transformacin social. Las juntas de Cartagena, Buenos Aires, Santiago de Chile y Caracas, por ejemplo, se limitaron a disponer o legalizar, segn el caso, la libertad de comercio, para satisfacer los intereses de sus promotores (plantadores y comerciantes criollos), perjudicados con los privilegios mercantiles de los peninsulares y las incapacidades del mercado metropolitano para absorber la produccin agropecuaria de sus colonias.

    7 Entre las principales fuentes para la historia de la lucha independentista figuran los libros de memorias y relatos de campaas militares, cartas y otros documentos elaborados por los propios protagonistas de la epopeya, entre ellos Bolvar. Tambin existen tiles testimonios de comerciantes y viajeros -los hermanos Robertson, por ejemplo- y las primeras obras propiamente histricas elaboradas por algunos de los participantes. Entre estas ltimas se encuentran Bosquejo de nuestra revolucin del dean Gregorio Funes, que inici la leyenda negra antiartiguista; Vida y memorias del doctor Mariano A1oreno (1812), escrita por su hermano Manuel; Historia de la Revolucin de Nueva Espaa (1813) de Fray Servando Teresa de Mier y el Resumen de la Revolucin de Hispanoamrica (1817) del venezolano Manuel Palacio Fajardo.

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  • En forma simultnea en casi todas las antiguas posesiones espaolas de Amrica se vertebr una corriente reformista de carcter autnomo, nutrida tambin con representantes de las clases privilegiadas. Temerosos de las consecuencias del enfrentamiento armado con la metrpoli, depositaron sus esperanzas de cambios, igualdad de derechos entre criollos y espaoles y gobierno propio en la buena voluntad hispana, ilusiones alentadas por la presencia de diputados americanos en las Cortes de Cdiz. El fracaso de las reformas liberales metropolitanas, la reimplantacin del absolutismo por Fernando VII (1784-1833), y los xitos patriotas, terminaran por hacer languidecer esta tendencia criolla.

    Para enfrentar la tcita insurreccin que signific la formacin de juntas en Hispanoamrica se levantaron los realistas indistintamente llamados godos, sarracenos, chapetones, gachupines o conservadores, por lo general espaoles: funcionarios, grandes comerciantes, arrendatarios e intermediarios de los monopolios de la Corona y la mayora del clero que, en virtud del Real Patronato, formaba parte de la burocracia colonial. A travs de la Iglesia, y valindose del fanatismo religioso o de las tradiciones paternalistas de la Corona, los realistas -a cuyas filas tambin se integr el sector ms conservador de la aristocracia criolla- lograron en muchas ocasiones manipular a capas y clases populares, artesanos, peones, esclavos y sobre todo pueblos indgenas para situarlos contra la independencia.

    Durante la fase de 1808 a 1815, en los principales teatros del conflicto blico, la lucha se vio lastrada por la conduccin oligrquica, que pretenda romper la tutela espaola sin afectar la tradicional estructura socio-econmica. La direccin de las capas privilegiadas criollas trajo por consecuencia el predominio de fuerzas de clase, terratenientes y grandes propietarios en general, que ocupaban el lugar de una burguesa prcticamente inexistente. Para este sector aristocrtico, puesto a la cabeza de la lucha, la independencia era concebida como una especie de conflicto en dos frentes: "hacia arriba" contra la metrpoli y "hacia abajo" para impedir las reivindicaciones populares y cualquier alteracin del statu qua. A su vez, para una parte apreciable de las masas populares, la aristocracia criolla apareca como su explotador inmediato. Eso explica por qu entre 1808 y 1815 la participacin del pueblo en la lucha emancipadora fuera limitada en algunas regiones, asumiera una actitud expectante en otras o llegara incluso a ser atrada en forma temporal por las consignas demaggicas de la contrarrevolucin realista, como sucedi en Venezuela durante la II Repblica.

    El temor a que se desencadenara una incontrolada sublevacin popular, en particular de esclavos negros o del campesinado indgena, castr en muchas colonias las potencialidades de liberacin y provoc una incondicional fidelidad a la Corona por parte de la lite criolla. Esto ltimo fue lo ocurrido en zonas tan diferentes y alejadas entre si como Per y Cuba, donde todava estaba fresca la conmocin provocada por la rebelin de Tpac Amaru (1780) y la revolucin haitiana (1790-1804) respectivamente.

    A diferencia de lo sucedido en el resto de Hispanoamrica a fines del siglo XVIII, los terratenientes y comerciantes peruanos fortalecieron sus vnculos con la burocracia peninsular en reaccin a las libertades borbnicas y la prdida de la minera y mercados del Alto Per, provocada con la creacin del Virreinato en el Plata (1776), que los haba situado en condiciones desventajosas frente a la competencia de sus antiguos subordinados de Buenos Aires. As, el comercio de la colonia con Espaa baj de 5 barcos anuales a 3 y slo de 500 toneladas cada uno. En Cuba una situacin econmica bien distinta llev a resultados

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  • anlogos. Los plantadores de la isla disfrutaban de un boom econmico sin precedentes, que la metrpoli supo canalizar por medio de sostenidas concesiones.

    Otro factor a tomar en cuenta para entender la actitud de las clases privilegiadas est relacionado con el mayor o menor grado de polarizacin social y racial. All donde las confrontaciones tnicas y de clase eran muy agudas, la aristocracia criolla mantuvo por ms tiempo una posicin contraria a la independencia. La profundidad del compromiso de la oligarqua blanca con la lucha anticolonial fue, al parecer, directamente proporcional a su peso en el conjunto de la poblacin: 4% en Guatemala, 8% en Hait, del 13 al 15% en el Bajo y Alto Per, 21 % en Mxico, 23 % en Brasil, del 22 al 27% en Nueva Granada y 40% en Venezuela y el Ro de la Plata.

    La pobre participacin popular en esta fase de la guerra emancipadora, el exagerado papel atribuido a las ciudades en la estrategia militar, el carcter fragmentario y local de los gobiernos criollos y sus mltiples contradicciones intestinas (centralistas y federalistas, republicanos y monrquicos, radicales y moderados) fueron los elementos principales que llevaron al fracaso, entre 1814 y 1815, a los principales focos de la insurreccin. Tambin el marcado antagonismo entre las clases populares y la aristocracia criolla permiti a la contrarrevolucin realista encontrar asideros para la restauracin del antiguo orden colonial. A ese trgico desenlace contribuy la llegada de tropas frescas a Amrica, trece expediciones con ms de veintisis mil hombres despus del restablecimiento de Fernando VII en el trono espaol y la anulacin de la Constitucin entre marzo y mayo de 1814.

    Solo el Ro de la Plata logr sobrevivir a la reconquista realista de 1814 1815. Gracias a su mayor lejana de Europa y al imprevisto desvo en altamar de la flota de Morillo hacia Venezuela, originalmente financiada por los comerciantes gaditanos para reabrir Buenos Aires al mercado metropolitano. Otro factor decisivo fue el valladar levantado por las guerrillas populares: en la frontera norte montoneras y las "republiquetas" en el Alto Per. En favor de los argentinos tambin oper su condicin de regin ganadera, que permiti movilizar una temible caballera irregular gaucha, en contraste con las dificultades de los ejrcitos patriotas para reclutar hombres en reas de predominante poblacin indgena o esclava. Algo parecido sucedi en los llanos de Venezuela despus de 1816.

    A pesar de los lmites impuestos a la lucha independentista por las clases dominantes criollas, en algunas colonias estallaron verdaderas revoluciones populares, corno sucedi en Mxico con la espontnea guerra campesina desatada desde 1810 por Hidalgo y Morelos. Tambin en el Virreinato del Ro de la Plata, particularmente en la Banda Oriental (Artigas), en el Paraguay (doctor Francia), la sierra andina (Pumacahua) y sin un centro definido en el Alto Per (Azurduy, Warnes, Muecas, Arenales, etc.), la lucha independentista estuvo acompaada en estos aos de una vigorosa participacin de masas, estimuladas por los decretos sociales (1810) de la Junta de Mayo de Buenos Aires inspirados por el ala criolla revolucionaria (Mariano Moreno). Todos estos movimientos populares representaron el punto ms alto alcanzado por la revolucin independentista hispanoamericana y a la vez fueron portadores de una novedosa concepcin del estado y la sociedad que durante un tiempo logr sobrepasar y poner en crisis el restringido marco poltico-institucional y social trazado para la emancipacin por la aristocracia criolla. En forma menos definida en el Per y Alto Per.

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  • c) Segunda fase de la lucha independentista en Hispanoamrica y Brasil (1816 - 1826)

    Durante los aos de 1814 y 1815 se cierra la primera fase de la lucha independentista en Hispanoamrica ante los xitos de las armas realistas, favorecidas con la terminacin de las guerras napolenicas y el restablecimiento de Fernando VII en el trono espaol. En Chile la "Patria Vieja", carcomida por las contradicciones intestinas de la aristocracia criolla (Carrera versus O'Higgins), sucumbi en Rancagua y oblig a los sobrevivientes a buscar refugio en la vecina provincia de Cuyo a fines de 1814. La II Repblica de Venezuela fundada por Bolvar -en nada diferente en su condicin elitista a la Primera creada por Miranda-, se eclips a principios de 1815 debido a su incapacidad para obtener una base de masas y detener la ofensiva contrarrevolucionaria de los insumisos llaneros de Boves. En Mxico, 1815 termin con el triunfo definitivo de los realistas, sostenidos por la propia oligarqua local, sobre la guerra campesino=indgena levantada desde 1810 por Hidalgo y Morelos. La "Patria Boba" neogranadina, debilitada por las luchas entre la aristocracia centralista de Bogot (Nario) y la federalista de las provincias (Camilo Torres), agonizaba desde fines de 1815, proceso acelerado por el desembarco en sus costas del ejrcito espaol de Morillo. Previamente, en 1812, el movimiento independentista en Quito, conducido por la aristocracia terrateniente serrana (los Montfar), haba colapsado. En el Virreinato del Per, bastin peninsular, la masiva sublevacin mestizo-indgena de 1814 encabezada por Pumacahua concluy al ao siguiente sangrientamente aplastada, para tranquilidad de la oligarqua conservadora peruana. Slo el Ro de la Plata, pese a la anarqua poltica y las contradicciones internas promovidas por las intenciones hegemonistas de Buenos Aires (Saavedra, Rivadavia, Pueyrredn, Alvear, etc.), resisti al desastre general, gracias a la proteccin de los montoneros de Salta y las guerrillas populares del Alto Per. Pero aqu tambin la situacin era desesperada en 1816: el descalabro de las "republiquetas", la irrupcin portuguesa contra la revolucin oriental de Artigas, las amenazas de invasiones realistas procedentes del Norte y desde la propia metrpoli, junto a la inoportuna derrota patriota de Rondeau en Sipe Sipe, a fines de 1815, pusieron el territorio argentino al borde de la capitulacin. Con razn los realistas de Europa y Amrica festejaron ruidosamente el triunfo de Sipe Sipe corno el fin de la lucha independentista.

    A pesar de la profunda crisis de las fuerzas emancipadoras, la guerra resurgi con todo vigor entre 1816 y 1817, lo que marca el inicio de la segunda fase. A lo largo de este perodo (1816-1826), por dos vas bien diferentes se alcanz la liberacin de las colonias de Espaa y Portugal, con las nicas excepciones de Cuba y Puerto Rico. En Mxico el movimiento revolucionario retrocedi en sus perspectivas de transformacin social hasta desembocar, por mtodos casi pacficos, en una independencia monrquico-conservadora (Iturbide); algo parecido fue lo ocurrido en Centroamrica y Brasil. En cambio, para el resto del Continente, la emancipacin slo fue posible mediante una cruenta lucha armada que culmin exitosamente la dilatada y costosa guerra contra la metrpoli, estableciendo una serie de repblicas. En estas regiones, al ejrcito correspondi un papel decisivo en la independencia. Partiendo de slidas bases logsticas en Venezuela (Los Llanos) y el Ro de la Plata (Cuyo), los ejrcitos de Bolvar y San Martn, imbuidos de una estrategia de lucha continental -aunque distantes en sus perspectivas poltico-sociales-, liberaron no slo sus respectivas patrias, sino tambin Nueva Granada, Quito, Chile, Per y el Alto Per, para imponer en Ayacucho la capitulacin definitiva de Espaa, que culmin quince aos de guerra.

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  • Bolvar fue el mejor exponente del genio militar y poltico de la independencia, avalado por sus ideales de integracin y brillantes victorias de armas, resumi lo ms avanzado del pensamiento revolucionario en la segunda etapa de la lucha de liberacin. El ejrcito bolivariano portador de la iniciativa revolucionaria logr en forma temporal la abolicin de la esclavitud y la servidumbre, eliminacin de privilegios y gravmenes feudales, repartos agrarios, etc., como nica institucin realmente organizada en el campo patriota compens tanto la extrema debilidad del componente burgus de la revolucin como la derrota de los representantes ms radicales del movimiento popular (Hidalgo y Morelos en Mxico, Moreno y Artigas en el Ro de la Plata y en menor medida Carrera y Rodrguez en Chile), aunque algunas de sus medidas sociales tuvieron ms un carcter declarativo que prctico. Estos reveses fueron, sin embargo, las premisas que permitieron concretar un virtual bloque de clases anticolonial que en varios lugares -de manera paradigmtica en Venezuela- ampli la base social de la lucha independentista tras un programa ms acorde con las posibilidades histricas, aunque bajo la hegemona recompuesta de la aristocracia criolla. A la formacin de este amplio frente policlasista tambin contribuy el terror contrarrevolucionario desatado por los realistas en las reas reconquistadas, que afect sin distincin de clases o raza a los diferentes estratos de la sociedad hispanoamericana, y cre las condiciones para una mayor participacin popular y la unidad patriota. En estas nuevas circunstancias, las guerrillas, que gozaban de un autntico respaldo de masas, devinieron en importante auxiliar de los ejrcitos libertadores, aunque castradas de cualquier posibilidad de edificar su propia alternativa de poder, como algunas lo intentaron en la etapa anterior. Ese fue el restringido papel asignado a las "republiquetas" altoperuanas, las montoneras de Gemes y las guerrillas chilenas o peruanas, incapacitadas para superar el estricto control de la aristocracia criolla y radicalizar el programa emancipador.

    Pero las atrevidas campaas de Bolvar y San Martn tuvieron otro efecto: atemorizar al ala conservadora de la aristocracia criolla, hasta entonces fiel aliada de Espaa. El sensible cambio en la correlacin de fuerzas, que desde principios de la dcada de 1820 -victorias de Maip y Boyac- se inclinaba a favor de los libertadores, compuls al sector criollo conservador a romper con la metrpoli y aceptar la inevitable independencia. El oportuno giro aristocrtico, principalmente en los bastiones realistas de Per, Mxico y Centroamrica, les permitira llenar el vaco de poder creado con la retirada de Espaa y la manifiesta incapacidad de los libertadores para sustituir a la Corona en forma efectiva despus de conseguida la emancipacin. Adems, en estas regiones la ruptura con la metrpoli fue precipitada por las peligrosas perspectivas que se abran para las lites enfeudadas con los triunfos liberales de la pennsula ibrica. Las revoluciones de enero y agosto de 1820 en Espaa y Portugal dividieron las fuerzas colonialistas en liberales y absolutistas y abrieron una profunda crisis poltica en las metrpolis, que restringi sus capacidades para contrarrestar el movimiento independentista. Incluso el gobierno espaol lleg a dar instrucciones a los virreyes para negociar la paz y cierta autonoma con los patriotas, a cambio del reconocimiento de su soberana en Amrica. Ese fue el ambiente que rode, entre 1820 y 1821, las entrevistas del General Morillo con Bolvar, del Virrey del Per con San Martn y del General O'Donoj con Iturbide.

    La difcil coyuntura por la que atravesaba Espaa, durante la segunda fase de la emancipacin, explica que de 1816 a 1826 disminuyera notablemente la llegada de nuevas tropas a Amrica, sobre todo despus que Riego sublevara en Cdiz (1820) a la ambiciosa

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  • expedicin de reconquista que all se preparaba. La ltima expedicin espaola de cierta significacin fue la despachada a Lima en mayo de 1819, antes que la sublevacin de Riego cerrara definitivamente toda posibilidad de enviar nuevos ejrcitos en 1823 (tras el restablecimiento del absolutismo de Fernando VII por los "cien mil hijos de San Luis") compuesta de 11 transportes y 1 barco de guerra, que conducan 2 800 hombres y 8 mil fusiles, esa expedicin nunca lleg completa a su destino, pues fue interceptada por la marina argentina.

    Imposibilitadas Espaa y Portugal de enviar refuerzos a Amrica en los momentos decisivos, dividido el campo realista como consecuencia de las pugnas polticas metropolitanas, conseguido apoyo externo, bsicamente ingls, y resueltos los principales problemas internos que lastraban la lucha durante la primera fase, los pases latinoamericanos consiguieron uno tras otro la independencia en el lapso de 1821 a 1825.

    2. Formacin de los Estados Nacionales (1826 - 1885)

    La historia de Amrica Latina se desarrolla despus de la derrota del colonialismo hispano-portugus y hasta la dcada del ochenta del siglo XIX en un complejo proceso de formacin de la conciencia y el Estado Nacional.8 La independencia de las metrpolis europeas en el siglo XIX si bien signific un importante paso de avance histrico al conseguir la emancipacin poltica y dar inicio al ciclo revolucionario dirigido a imponer el capitalismo en Amrica Latina, no fue capaz de modificar las estructuras econmicas y sociales coloniales. El triunfo alcanzado con la emancipacin no pudo despejar el camino para un desarrollo independiente, frustrado por la accin de las grandes potencias y las clases ms reaccionarias. A pesar de los esfuerzos unificadores de Bolvar (Congreso de Panam, 1826), el antiguo imperio espaol de ultramar se dividi en varias repblicas, desvinculadas entre s, facilitando

    8 Sin duda alguna a ello contribuy toda una amplia corriente historiogrfica, surgida en la Amrica Latina postindependentista bajo el influjo del romanticismo europeo, que se encarg de exaltar los valores patrios y de propalar el culto a los grandes hroes de la emancipacin. Los autores de esta vertiente, por lo general representantes de los intereses de la naciente oligarqua criolla, se dividieron en historiadores liberales y conservadores. Entre los ms significativos pueden mencionarse Lorenzo de Zavala con su Ensayo histrico de las Revoluciones de Mxico (1831), Jos Mara Luis Mora con Mxico y sus revoluciones (1836), Carlos Mara Bustamante y su Cuadro Histrico de la Revolucin de la Amrica Mexicana (1821) y Lucas Alamn con su Historia de Mxico (1851); Alejandro Marure con Bosquejo histrico de las revoluciones de Centroamrica (1837); Thomas Madiou con Historia de Hait (1848), Beaubron Ardouin y sus Estudios sobre la historia de Hait (1860) y Joseph Saint Remy con sus biografas de Louverture, Petion y Christophe escritas entre 1839 y 1853; el Resumen de la Historia de Venezuela (1841) de Rafael Mara Baralt; Jos Manuel Restrepo con Historia de la Gran Colombia (1827) e Historia de la Nueva Granada (1854); Pedro Fermn Ceba1los y su Resumen de la Historia de Ecuador; Manuel Jos Corts con Ensayo sobre la Historia de Bolivia (1861); Diego Barros Arana y su Historia General de Chile; Francisco Acua de Figueroa y su Diario Histrico del Sitio de Montevideo (1841), poesa pica; el Manual de Historia Argentina de Vicente Fidel Lpez y las biografas de Belgrano y San Martn escritas por Bartolom Mitre. An cuando Cuba era todava colonia de Espaa pueden ser ubicados aqu la obra de Pedro Jos Guiteras Historia de la isla de Cuba (1865) y los trabajos de Jos Antonio Saco.

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  • con ello un proceso recolonizador que no tard en convertirlas en simples apndices de los centros del capitalismo mundial. A diferencia de lo que ocurri en Hispanoamrica, donde la tendencia unionista de Bolvar y los libertadores fue derrotada, fragmentndose las antiguas colonias espaolas en varios estados, el Brasil postindenpendentista logr preservar su integridad.

    As las fuerzas descentralizadoras impidieron la consolidacin de grandes unidades estatales en Hispanoamrica, muestra de lo cual fue el fracaso de la gran Colombia (1830), la Confederacin Peruano Boliviana (1839) y la federacin del Centro de Amrica (1839-1848), as como la desintegracin, entre 1813 y 1828, del antiguo Virreinato del Plata en cuatro estados: Argentina, Bolivia, Uruguay y Paraguay. En este listado tambin puede incluirse la creacin de la Repblica Dominicana tras su separacin en 1844 de Hait, que manu militari haba unificado en 1821 bajo la direccin del Presidente Boyer. En el caso del Brasil el proceso fue inverso como resultado de costosas guerras civiles en las cuales las fuerzas centrpetas se impusieron en 1848 sobre diversos movimientos secesionistas y regionales (los cabanos en Par, Alagoas y Pernambuco, la Repblica farroupliha de Ro Grande do Sul, la revolucin praiera y la Repblica bahiana, entre otros), gracias a que la oligarqua brasilea cerr filas en torno a la monarqua para conservar sus privilegios -en particular la esclavitud-, unido a la atraccin ejercida por el emergente centro cafetalero del rea de Ro de Janeiro.

    Desde el punto de vista de su contenido clasista, la revolucin de independencia tuvo en Amrica Latina un carcter potencialmente capitalista. Al no poderse vertebrar un fuerte componente social burgus, falt la imprescindible base social para cumplir las tareas histricamente maduras de demoler las relaciones precapitalistas. En esas condiciones, las nuevas naciones latinoamericanas adquirieron una fisonoma semi-feudal, burguesa slo en embrin. La hipertrofia del factor institucional, la anarqua poltica y el caudillismo militar fueron ingredientes directamente vinculados a la debilidad de los elementos constitutivos del estado y la nacin, esto es, las estructuras clasistas propias de la sociedad burguesa. La etapa de formacin de los estados nacionales en Amrica Latina puede ser subdividida en dos fases, de 1826 a 1850 y de 1850 a 1885.

    a) Fase de predominio conservador (1826 - 1850)

    Tras la emancipacin, el ala conservadora de la aristocracia terrateniente criolla, integrada por los grandes hacendados ms apegados a las relaciones precapitalistas, aliados con la Iglesia catlica, se impuso sobre el sector agrcola relativamente debilitado de los propietarios en proceso de aburguesamiento y de los comerciantes, de ideologa liberal, para mantener el atrasado sistema socio-econmico que poco se diferenciaba del existente en la colonia. Ello fue una consecuencia del carcter incompleto de la revolucin de independencia que llev al poder a los sectores enfeudados, mientras los elementos autnticamente capitalistas y burgueses quedaron en cierta forma marginados. No slo se conserv el viejo sistema impositivo, sino tambin las relaciones feudales y esclavistas y un rgimen de propiedad tpicamente precapitalista, todo lo cual entorpeca, junto a la inexistencia de un mercado nacional integrado y al aislamiento del exterior, el desarrollo de las actividades econmicas y comerciales, obstaculizando la acumulacin de capital y el crecimiento de la naciente

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  • burguesia. Exponentes de este tipo de rgimen conservador fueron las dictaduras de Juan Manuel de Rosas en el Ro de la Plata (1829-1852), Rafael Carrera en Guatemala (1840-1865), Antonio Lpez de Santa Anna en Mxico y Jos Antonio Paz en Venezuela, por slo mencionar los ms significativos.

    En el curso de este proceso de estabilizacin conservadora de la sociedad, se fueron desarrollando las fuerzas sociales que potencialmente podan intentar imponer el capitalismo o presionar para realizar reformas de carcter ms o menos radical, como hicieron en esta etapa Valentn Gmez Farias en Mxico (1833-1834) y Mariano Glvez en Guatemala (1831-1838) cuando infructuosamente se propusieron llevar adelante la llamada primera reforma liberal.

    Una excepcin en el periodo lo constituy el gobierno dictatorial del doctor Francia en Paraguay (1813-1840), quien expuls del poder a la aristocracia criolla local, expropi a la Iglesia y los terratenientes, propiciando el desarrollo de una sociedad campesina, dominada por un poderoso estado paternalista. Las medidas proteccionistas del doctor Francia, junto al aislamiento del exterior, propiciaron cierto desarrollo de las artesanas, algo que tambin se produjo en la dcada del treinta en algunos pases dominados por regmenes conservadores, como ocurri en Chile con Diego Portales y en Mxico con Lucas Alamn.

    La permanente crisis econmica y fiscal fue otra de las caractersticas de la mayora de los pases latinoamericanos en este periodo -Cuba, el Ro de la Plata, Brasil y en menor medida Chile y Venezuela son las principales excepciones-, cuando se complet el proceso de constitucin de los dos partidos tradicionales, el liberal y el conservador. Tpicas organizaciones de lite, expresaban las luchas interoligrquicas de las clases dominantes, o sea, el enfrentamiento del clero y los terratenientes seoriales de economa natural a un grupo social emergente: latifundistas no vinculados a mayorazgos, comerciantes, intelectuales, profesionales, pequeos propietarios, que introdujeron un componente modernizador en los conflictos clasistas al hacer suyo un programa de avance capitalista.

    De manera indirecta a ello tambin contribuy el hecho de que, aprovechando la orfandad de los nuevos estados, bosquejados en lo interno slo a medias, Inglaterra se fue convirtiendo en acreedora y principal suministradora de bienes manufacturados, teniendo por bases las casas comerciales establecidas desde principios de siglo en los principales puertos de la Amrica Latina. En cambio Estados Unidos no pudo competir con los comerciantes ingleses, por lo que slo pudo dejar en 1823 una declaracin programtica de sus aspiraciones de dominio en el Continente: doctrina Monroe; aunque entre 1836 y 1848 terminaron arrebatndole a Mxico la mitad de su territorio y despus extendieron sus intereses expansionistas a Nicaragua y otros pases centroamericanos (William Walker 1855-1860) y Panam (Tratado Mallarino-Bidlack de 1848), tras la firma en 1850 de un modus vivendi en la zona con Inglaterra (Tratado Clayton-Bulwer).

    b) Las reformas liberales (1850-1885)

    Una serie de trasformaciones de orientacin burguesa de corte liberal sacudi a la Amrica Latina a partir de mediados del siglo XIX, ante el empuje del avance capitalista a escala internacional y el tremendo impacto de la oleada revolucionaria europea de 1848. Entre sus

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  • causas se hallaba el significativo retroceso experimentado despus de la independencia, que llev al establecimiento en casi todas partes de un orden conservador encargado de restablecer la esclavitud, el tributo indgena y el rgimen de mayorazgos.

    Las revoluciones liberales de esta etapa adquirieron caractersticas distintas en cada uno de los pases latinoamericanos donde se llevaron a cabo, determinadas por las tareas objetivas y el grado de desarrollo de la conciencia burguesa, aunque fue muy frecuente que las transformaciones se realizaran como resultado de reformas "desde arriba". El ascenso de la burguesa y las relaciones capitalistas precedi, acompa o sucedi al triunfo de las emergentes fuerzas polticas liberales. Estos procesos, iniciados con la revolucin de medio siglo en Colombia (1849) y la de Ayutla en Mxico (1854), se desarrollaron en muchas partes de Amrica Latina en diferentes momentos del periodo, aunque sus reformas fueron ms significativas donde mayor peso tena la herencia feudal colonial. As puede considerarse que, en buena medida, las reformas liberales se desarrollaron en Mxico de 1854 a 1861 con Benito Jurez; de 1849 a 1854 y de 1861 a 1864 en la actual Colombia bajo la direccin de Jos Hilario Lpez y Toms Cipriano de Mosquera; en Venezuela a partir de la Guerra Federal (1859), verdadera revolucin campesina, y el gobierno de 1870 a 1888 de Antonio Guzmn Blanco; en Centroamrica se generaliz despus de la reforma guatemalteca de Justo Rufino Barrios (1871) y cerr con la tarda de Jos Santos Zelaya en Nicaragua en 1893, casi simultnea a la llevada adelante por Eloy Alfaro en Ecuador (1895).

    Pero como ya haba sucedido con la independencia, tampoco las reformas liberales pudieron imponer a plenitud la formacin capitalista, pues la aguda debilidad socio-econmica de la naciente burguesa no le permiti actuar como clase hegemnica de avanzada ni como elemento aglutinador de los intereses nacionales. El lugar que le corresponda al frente de las luchas antifeudales y democrticas fue ocupado por sectores que no pertenecan a la burguesa moderna en sentido estricto, la aristocracia terrateniente, los comerciantes y la intelectualidad, que cumplan con muchas limitaciones la funcin de una clase inexistente en la articulacin del inters nacional general de las fuerzas antifeudales y anticlericales. A esto deben agregarse, las propias limitaciones de la intelectualidad y la pequea burguesa democrtica para actuar de enlace entre el movimiento popular y las fuerzas sociales hegemnicas a escala nacional.

    Al no incluir en sus demandas la decisiva cuestin agraria, a la que estaban ligados los principales problemas sociales de Amrica Latina, la izquierda radical se vio incapacitada de vertebrar una alternativa viable democrtico-revolucionaria del desarrollo capitalista. Todo ello conspir contra la estructuracin de un amplio bloque revolucionario, lo que sin duda restringi los alcances de las transformaciones liberales de la segunda mitad del siglo XIX.

    Por eso en ninguna parte de Amrica Latina las reformas liberales hicieron desaparecer el latifundio, sino que, por el contrario, beneficiaron a los terratenientes laicos a expensas de la gran propiedad eclesistica, a la vez que los comerciantes se hacan tambin dueos de tierras -muchas de ellas pertenecientes a los indgenas-, con lo cual se sentaron las bases para la futura integracin de una poderosa oligarqua terrateniente burguesa a escala nacional aliada al capital extranjero.

    Con sus limitaciones, la reforma liberal puede ser definida como un intento no concluido

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  • de revolucin burguesa, al margen de diferencias y particularidades regionales. La aplicacin de la legislacin liberal en materia agraria y laboral -casi siempre impulsada "desde arriba"- agudiz, en lugar de resolver, el problema de la utilizacin de la tierra y la explotacin del indio.

    En general las reformas liberales en Amrica Latina siguieron un curso menos radical que la desarrollada por Benito Jurez en Mxico al devenir, bajo la presin de una intervencin extranjera (Imperio de Maximiliano, 1864-1867) en una gesta de liberacin nacional; proceso casi paralelo al de la guerra de independencia cubana de 1868 a 1878, iniciada por Carlos Manuel de Cspedes, y la que tuvo lugar en Santo Domingo contra la restauracin espaola (1862-1865). Aunque casi todas tuvieron un definido carcter anticlerical y antifeudal, solo complementaron a medias su papel impulsor de las transformaciones burguesas. Si bien en todas partes se extendieron las relaciones capitalistas, avanz el proceso de integracin nacional, se instaur el derecho burgus frente a los privilegios y fueros del viejo rgimen conservador y el monopolio territorial de la Iglesia fue quebrado -all donde era realmente importante: es el caso de Mxico, Guatemala o Nueva Granada-, no obstante subsisti, e incluso en algn sentido se ampli, la explotacin servil de la poblacin aborigen y el predominio de la gran propiedad terrateniente. De todos modos, ello favoreci el ascenso de la burguesa terrateniente y de algunos sectores de las capas medias urbanas e incluso hubo pases donde comenz a despuntar, a contrapelo del capital extranjero, una muy incipiente burguesa nacional (Brasil, Argentina, Chile, Mxico) y aparecieron los primeros ncleos obreros.

    Casi paralelamente se produjo el predominio comercial de Inglaterra, favorecido por la poltica librecambista adoptada por los liberales, con efectos desastrosos para la economa latinoamericana. El desplazamiento de las artesanas por la industria europea fue un proceso largo desde su inicio a fines del siglo XVIII. Alrededor de 1850 la irrupcin de las mercancas extranjeras se intensific, penetrando en profundidad el mercado latinoamericano, favorecidos por sus bajos costos de produccin, la modernizacin de los transportes y la disminucin de las tarifas aduaneras.

    De esta forma el vertiginoso desarrollo de la revolucin industrial en determinados pases de Europa Occidental y fundamentalmente en Inglaterra, no slo tuvo por consecuencia la destruccin de los pequeos productores metropolitanos, sino tambin aniqu