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ALCAZAR DE SAN JUAN ALCAZAR DE SAN JUAN TRÁGICOS AÑOS 30 TRÁGICOS AÑOS 30 SOMBRÍOS AÑOS 40 SOMBRÍOS AÑOS 40 Teófilo Zarceño Domínguez Patronato Municipal de Cultura Alcázar de San Juan 2006

Guerra civil

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    TESELA n 18. Alczar de San Juan. Trgicos aos 30. Sombros aos 40.

    ALCAZAR DE SAN JUANALCAZAR DE SAN JUAN

    TRGICOS AOS 30TRGICOS AOS 30 SOMBROS AOS 40SOMBROS AOS 40

    Tefilo Zarceo Domnguez

    Patronato Municipal de Cultura Alczar de San Juan

    2006

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    TESELA n 18. Alczar de San Juan. Trgicos aos 30. Sombros aos 40.

    Edita: Patronato Municipal de Cultura de Alczar de San Juan - 2006 C/ Goya,1 Tlf: (926) 55 10 08 I.S.B.N.: 84-87106-66-8 D.L.: CR-676-06

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    TESELA n 18. Alczar de San Juan. Trgicos aos 30. Sombros aos 40.

    SUMARIO

    1. Antecedentes de una Guerra Civil.

    2. Alczar en tiempo de guerra y posguerra.

    2.1. Empez as.

    2.2. Preparacin y desarrollo militar.

    2.2.1. Ejrcito de tierra.

    2.2.2. Ejrcito del aire.

    2.3. Alczar en la retaguardia.

    2.3.1. Defensa de la poblacin civil - Refugios.

    2.3.2. Bombardeos sufridos.

    2.3.3. De la escasez a la necesidad.

    3. Colectividades en perodo de guerra.

    4. Abastecimiento de la poblacin.

    5. La escuela y la cultura.

    6. La guerra ha terminado.

    6.1. Sigue la guerrilla.

    6.2. Comienzo de la depuracin/ represin.

    6.3. Banderas al viento.

    6.4. Fin del rgimen, Democracia.

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    1. ANTECEDENTES DE UNA GUERRA CIVIL

    El panorama de la dcada de los aos 30 del belicoso siglo XX que acaba

    de terminar, que se ampliara a los siguientes aos 40 y hasta los 50, fue una poca aciaga para los que nos incorporamos a la vida de estas generaciones. El hecho poltico estaba desacreditado. Los desafos sociales eran lacerantes en una Espaa subdesarrollada. Y la modernizacin iniciada por la instaura-cin de la Repblica en la primavera del 31, chocara con las arcaicas estruc-turas en que estaba anclada la sociedad.

    Y es que intentar modificar los medios de produccin -tierra y fbricas-, iglesia o ejrcito, en bien de los ms desfavorecidos, traeran sobre el tapete conflictos de toda ndole. Se entenda la necesidad de llevar a cabo tal refor-ma, pero mientras a una parte de la poblacin se le solucionaran problemas de supervivencia familiar y educacin, a otra parte le supona la prdida de influencia generacional. El propietario latifundista tradicionalmente dedica sus predios a fines dudosamente productivos en una Espaa eminentemente agrcola. La iglesia, pastorea a la sociedad sumisa y medrosa. Y el ejrcito se nutre de las capas inferiores para cubrir sus necesidades: con unos cientos de duros el recluta puede pagar su cuota y librarse del alistamiento o de ser desti-nado, en ltimo extremo, a conquistar las lomas rifeas o caer en el intento. Evidentemente, la seleccin por la cuna estaba hecha.

    Huelgas y odios conformaran la Espaa de entonces: Asturias en el 34, con repercusiones en Catalua y Pas Vasco. Tambin en Ciudad Real, en oc-

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    tubre de ese ao, salpicaran las intervenciones entre huelguistas y fuerza pblica -Guardia Civil-, con resultado de dos vctimas. A destacar que en Alczar los ferroviarios haban permanecido al margen, como empleados del Gobierno.

    Con vistas a las futuras elecciones, en febrero del 36, las izquierdas se unieron en un pacto electoral, el Frente Popular, con mayora en sus filas de republicanos y socialistas. La ligera ventaja del Frente sobre las derechas, le hizo, por la ley electoral, tener una mayora absoluta frente al resto de los par-tidos. Contrario fue el voto en nuestra provincia, quedando vencedores las de-rechas de Gil Robles (CEDA), si bien en la capital y algunas grandes ciudades (Alczar, Almadn, Manzanares, Puertollano, Tomelloso...) se inclinaron por el Frente Popular.

    Pronto empezaran las desavenencias entre los componentes del Frente. Haba muchos cargos que repartir en ayuntamientos, diputaciones y gobiernos civiles. Haba prisas por realizar las inmediatas reformas. El caos y el desor-den estuvieron a la orden del da. Dos filosofas terminaran enfrentndose.

    Desde el recuento de votos del 16 de febrero al 18 de julio del 36, los malos perdedores empezaban a preparar sus estrategias: los monrquicos, soli-citando a Gil Robles un pronunciamiento; la Falange, ofreciendo sus servicios al centrista y ex-ministro Portela Valladares y Franco yendo tambin de un sitio a otro, avisando de los peligros del comunismo, mientras maquina su prximo protagonismo. Otra vez el ejrcito sera protagonista, tras el fracaso del ao 32, donde el len del Rif, el general Sanjurjo, se alz en armas con-tra la Repblica.

    Espaa qued salvajemente dividida, tras el vuelo de Franco desde Cana-rias -donde era comandante general, bien a su pesar-, para capitanear la suble-vacin que comenz el 18 de julio del 36 a partir del protectorado espaol de Marruecos.

    Y este general austero, fro, ambicioso, logr erigirse sobre sus compae-ros de armas con el intento, una vez ms, de salvar a la Patria del caos que, en unos meses de transicin, estaban propiciando desde uno y otro lado por intereses bien definidos.

    Es as que, en razn a las capitanas que siguieron las consignas de los sublevados, se conform el mapa de la Espaa nacional (fascista, para el contrario), por el norte, desde el Moncayo hasta Cceres -salvando la zona asturiana, hasta las vascongadas-, frente a la Espaa republicana (roja, para su enemigo) que ocupaba la zona centro-sur. La Mancha, por tanto, estuvo en zona republicana y as permaneci hasta el fin de la guerra, tres aos despus.

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    Fuente: Ala Miranda, F. La Guerra Civil en retaguardia. Conflicto y revolucin en la provincia de Ciudad Real 1936-1939.

    La divisin evidentemente, fue artificial, dependiendo del mando militar.

    Cada bando alistara en sus filas a los varones habitantes de sus tierras. Sin una ideologa marcada de antemano, salvo el voluntariado, nacional o interna-cional que se dara en el curso de la contienda. las familias llegaron a estar divididas en ambos bandos. El pasarse, de una a otra zona, supona un ries-go: arriesgar la vida o lograr el objetivo.

    As fue como, desde los aos 36 hasta los 50, sucumbieron ms de un cuarto de milln de espaoles, entre operaciones de guerra y vctimas del te-rror/represin entre uno y otro bando.

    Solo en nuestra provincia fueron 6.500 los muertos en los tres aos -de 1936 al 1939- de contienda.

    Afortunadamente, en el principio de siglo XXI, 70 aos despus de la chispa detonante de aquel conflicto, la Espaa de hoy est mejor preparada, ms asistida en sus necesidades vitales y ha evolucionado hacia un positivo entendimiento de voluntades y respeto al contrario. La democracia est asen-tada, de forma que el conflicto de la violencia de las provincias vascas, desde hace cuatro dcadas, est siendo ejemplarmente asimilado por los estamento de la nacin ms castigados.

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    2. ALCAZAR EN TIEMPO DE GUERRA Y DE POSGUERRA.

    2.1. Empez as.

    Hemos referido antes que el caos se impuso a nivel de la nacin. Los desmanes, saqueos y violacin de los derechos humanos estuvieron a la orden del da. Las masas y las milicias populares suplantaron a la justicia. Por parte del Gobierno se intent la creacin de Tribunales Populares, que en nuestra provincia lo formaron tres jueces: de Ciudad Real, Valdepeas y Alczar (Castro Granjel).

    Se quem parte del patrimonio artstico de los templos, acumulado du-rante siglos, as como las bibliotecas y archivos.

    Los escarnios a personas pblicas, civiles y religiosas, dominaron el ao 36.

    Saqueados los templos y vaciados los seminarios y colegios o conventos de las rdenes religiosas, comenzara una persecucin a muerte del clero.

    Parece que el primer sacerdote asesinado en la dicesis de Ciudad Real fue el cura de Santa Quiteria de Alczar, Don Antonio Martnez Jimnez, de-tenido en Criptana el 21 de julio y asesinado esa misma noche. Fecha fatdica fue la del 26 del mismo mes: 5 trinitarios y 7 franciscanos, que apareceran al da siguiente con heridas de arma de fuego..., segn el edicto del juez de instruccin, en Los Sitios; cadveres que no se logr poder identificar, exis-tiendo la creencia de que pudieran corresponder a los Religiosos de las rde-nes Trinitaria y Franciscana que haba en esta localidad. Seguirn hasta 20, en total, los religiosos alcazareos, de los 90 asesinados de la dicesis. Entre estos se encontr el obispo de Ciudad Real, Don Narciso de Estenaga, lo-gros de 53 aos, que llevaba trece aos en la dicesis del Priorato de las rdenes Militares.

    Personas civiles caeran por mltiples razones: revanchas personales, ser propietario, pertenecer a partidos de derechas ...

    El 9 de agosto del 36, 39 detenidos eran trasladados a la capital de la pro-vincia, quedndose en los terraplenes de la va.

    Y otros 25 alcazareos seran tambin inmolados el 16 de septiembre, en venganza del bombardeo enemigo de este da. Y as, hasta consumar la cifra de 95 vctimas de Alczar, de los 2.186 contabilizados en la provincia y ms de 71.000 en toda Espaa.

    De esta forma la Iglesia, dolida en sus propias carnes, tomara parte acti-va en la Cruzada, echndose en brazos de los militares sublevados (Paul

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    Preston). En aquellos tiempos el humo del can y el incienso se fundan hasta las plantas de Dios, segn Pemn.

    Nuestra provincia, nuestro pueblo, permaneci todo el perodo de guerra, como es conocido por nuestros paisanos, en la zona republicana.

    Los proyectos de las tropas insurrectas de frica de marchar sobre Ma-drid, atravesando Andaluca y la Mancha, por Ciudad Real y Toledo, fueron alterados a causa de lo accidentado de Despeaperros.

    Fuente: Ala Miranda, F. La Guerra Civil en retaguardia.

    Conflicto y revolucin en la provincia de Ciudad Real 1936-1939. Se prefiri la ruta Sevilla-Badajoz-Toledo, de mejor acceso y con la fron-

    tera portuguesa como respaldo. As, a los nios y adolescentes de entonces, an nos suenan leyendas y

    zumbidos de los frentes cercanos: Aover de Tajo, Castuela-Don Benito,... Las noches veraniegas, tomando el fresco a la puerta de casa, en plena oscuri-dad por los apagones de luz, observbamos el relmpago de una lejana batera

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    antiarea. O el haz de luz que un proyector lanzaba escudriando el cielo, en pobre seal de intimidacin area, quizs desde el aerdromo habilitado tras de los cuatro cerros

    Mientras, la Corporacin alcazarea, en el ao 37, denominara a nuestro

    pueblo Alczar de Cervantes. Y la capital de la provincia pasara a ser Ciudad Libre. Formas un tanto simplistas de borrar las huellas de la iglesia y monar-qua.

    2.2. Preparacin y desarrollo militar.

    Nuestro pueblo representaba para los nacionales un nudo ferroviario estratgicamente situado, objetivo a batir, ya que aseguraba el abastecimiento entre el sur, Levante y Catalua, de tropas, armamento y distribucin del resto de la intendencia de guerra.

    La poblacin civil se encontrara con una cierta seguridad, al estar relati-vamente alejada del frente de lucha, con distancias difciles de salvar en aqu-lla poca.

    Al comienzo de la guerra, las milicias populares (milicianos y milicia-nas) se aprovisionaron de armas, muchas veces un tanto rudimentarias, tra-tando de sofocar rebeliones y establecer una cierta seguridad. Lo que frecuen-temente no se conseguira. A las fuerzas electas (socialistas y republicanos), responsables del orden, se les oponan frecuentemente organizaciones sindica-les: UGT, FAI (Federacin Anarquista Ibrica), CNT (Confederacin Nacio-nal del Trabajo), que, sin duda, haban colaborado en la formacin del victo-rioso Frente Popular, que se dio lugar el 8 de marzo de 1936, cuando tom posesin la Junta gestora del Frente Popular, siendo nombrado alcalde Ismael Garca-Montes Moreno. Al grito de UHP (Unos, Hermanos Proletarios), se queran hacer las reformas lo ms pronto posible, a veces de modo atropella-do.

    Mientras, el Gobierno formaba el ejrcito republicano, militarmente or-denado, con oficiales preparados. En tanto, en el bando opuesto, las fuerzas disponan de mayores medios y con el levantamiento de Marruecos, contaban con la Legin y los moros Regulares, que estaban trasladndose por mar y aire a la Pennsula.

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    2.2.1. Ejrcito de tierra. La provincia de Ciudad Real form brigadas mixtas (militares profesio-

    nales y milicias populares) en la capital, en Valdepeas, Almagro, Tomelloso y Campo de Criptana.

    De los batallones que formaban cada brigada, destacaron los nombrados Valdepeas, Puertollano, Torres, etc y Mancha Roja, de Alczar de San Juan, formado en su mayor parte por ferroviarios y dirigido militarmente por el capitn Carrascosa, comandante militar de Alczar. La tropa la forma-ban 160 soldados ms los mandos. Reforz acciones en Levante.

    La columna Galn tena en Alczar su cuartel general y estaba formada por milicianos de Manzanares, Daimiel y Alczar, al mando de Jos Mara Galn Rodrguez, teniente de carabineros y hermano de Fermn, sublevado en Jaca y eliminado sumarsimamente a finales del ao 1930. Junto con otro de los hermanos, Francisco, teniente de la Guardia Civil, convirtieron la columna en la 3 Brigada Mixta. Actu en los frentes de Ocaa, Andujar y, finalmente, en el frente de Madrid.

    En la provincia se formaron otras columnas: la juvenil Batalln Jos Serrano (1937, frente del Jarama), batalln de UGT Jos Maestro (1937, sierra madrilea), batalln Martnez Barrio, de la Unin Republicana, ba-talln Manzanares, especializado en caballera y transmisiones (1938, Ex-tremadura).

    En Alczar de San Juan hubo columnas de soldados en el Colegio Ferro-viario y en el antiguo seminario franciscano, junto a la entrada al tempo.

    En el edificio anexo a la iglesia de San Francisco, construido en 1912 para Colegio Serfico a instancias del alcazareo de la orden franciscana Fray Indalecio Casero, se instal durante la guerra un hospital de sangre, para reci-bir a los heridos del frente. (Posteriormente este edificio estuvo dedicado a la enseanza -Academia Cervantes- y, finalmente fue derribado en 1985).

    En el interior de los templos, una vez saqueados objetos religiosos, alber-garon columnas de soldados, vehculos de transporte -camiones-, material de guerra, etc.

    La columna Galn estuvo alojado en el convento Trinitario. Debieron pasar cierta temporada, pues existe la informacin que alguno de sus compo-nentes llegaron a emparentar con alguna moza del pueblo.

    Recordamos, adems, la existencia del Polvorn: Almacn de municio-nes hacia la mitad del camino de subida a los molinos del cerro de San Antn.

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    2.2.2. Ejrcito del aire. En la provincia de Ciudad Real se habilitaron 19 aerdromos: Abenjar,

    Alczar, Almagro, Almodvar, Almuradiel, Argamasilla de Alba, Ciudad Re-al, Daimiel, Grantula, Horcajo de los Montes, Luciana, Manzanares, Piedra-buena, Saceruela, Santa Cruz de Mudela, Tomelloso, Valdepaas y Viso del Marqus.

    Los ms activos fueron los de Argamasilla, Tomelloso y Valdepeas. En los dos primeros pueblos disponan de escuadrillas de bombarderos bimotores rusos Katiuskas, que actuaran en el frente de Madrid en el 36.

    Ciudad Real capital dispuso de estacin meteorolgica para coordinar la informacin, mediante radiotelegrafa.

    Por el bando republicano tambin se dispuso de cazas y bombarderos rpidos Polikarpov.

    La ayuda del ejrcito de Franco por parte del fascio fue importante: Alemania enviara 600 aviones (de caza, Messerschmitt, Heinkel y bom-barderos Junkers) mientras que Italia suministrara 760 aviones cazas Fiat y Savoia.

    2.3. Alczar en la retaguardia. 2.3.1. Defensa de la poblacin civil.- Refugios.

    Los aos que siguieron a la guerra civil an saltbamos los adolescentes en las trincheras que se abrieron durante el conflicto en la falda del cerro de la Horca, ms abajo del depsito del agua, quizs en su defensa.

    Acuarela de Tefilo Zarceo

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    Contra posibles ataques areos al nudo estratgico de Alczar, o a minar

    la moral de la poblacin civil, se abrieron refugios en las plazuelas del casco urbano. Consistan estos en unos tneles excavados en la roja arenisca de nuestro subsuelo, a partir de la cota cero de la calzada. El techo lo conforma-ban una serie de traviesas ferroviarias y sobre el mismo se montaba un talud de tierra roja que proceda de la excavacin.

    La longitud del refugio era la apropiada a la de la plazuela donde se construa. Dos tubos de uralita hacan de respiradero.

    Dibujo de Tefilo Zarceo Y se dispona de dos bocas para entrada/salida por ambas, formando

    ngulo recto con el cuerpo central, lugar de recogida de las personas. El nivel fretico de las aguas, en los aos de la guerra, estaba casi a flor

    del suelo, lo que haca que estos lugares fueran inhspitos, por la humedad reinante. Sucios, pues nadie los cuidaba. Sin iluminacin ni asientos, las per-sonas en una alarma (corte de luz y sonido de sirenas), tiritando de fro y mie-do, haban de proveerse de una manta y caja de fsforos para poder relacio-narse. Mientras el toque de sirena indicaba que el peligro haba pasado... por esa noche.

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    De estos refugios hubo en los siguientes puntos: Altozano: Frente a la casa del mdico Don Mariano Martnez Plaza de Espaa: En el jardinillo. Cristo de Villajos: En el lugar del quiosco y aparcamiento. Castelar: Frente al antiguo Cine Alczar, en el rincn donde se hallan la

    notara y el Acapulco Plaza de Goya: Ante la fachada del mdico Don Fernando, frente a la

    casa de Raboso. Plaza del Arenal: En el centro Plaza del Santo: Bajo las escuelas Fueron derruidos en octubre del 45, despus de que una generacin de

    nios de la guerra hiciera de los terronteros baluartes a conquistar en los juegos infantiles

    Adems hicieron de refugio familiar las cuevas de casas solariegas: Oli-vares, Caballero, casern de Palma en la plaza de Santa Mara. Familias ente-ras pasaban la noche en las huertas que haba a la izquierda de la carretera de Herencia, donde hoy se instala el mercadillo y estn las instalaciones deporti-vas. Las eras que rodeaban la poblacin, con sus casillas, acogeran a otros.

    Haba veces que, el despertar de la sirena, en el pavor del primer momen-to, bajo la cama, se improvisaba el refugio protector (...!)

    2.3.2. Bombardeos sufridos. As como algunos pequeos pueblos de la provincia no representaban

    blanco a perseguir por la aviacin de los nacionales, Alczar sufri varios ataques areos.

    El 16 de septiembre de 1936, tres biplanos volaban con ruido infernal sobre nuestros tejados, haciendo uso del repiqueteo de sus ametralladoras. Deban ser de los tres viejos Fokker VII que dispona el ejrcito de Franco, uno de ellos empleado en el transporte de tropas de frica. Podan haber des-pegado de Badajoz, tomada el 14 de agosto, con la gran represin de miles de defensores asesinados en la plaza de toros. Porque el aerdromo de Ma-tacn -Salamanca- parece muy distante (datos sin poder confirmar). Trataba la escuadrilla area de cortar las comunicaciones ferroviarias y daar los de-psitos de combustible de la CAMPSA, situados en el mismo lugar que en la actualidad, como as sucedi.

    Fue en jornada matinal, durante el recreo escolar. Los nios que asista-mos al colegio de la plazuela de Pachurro (hoy de Benavente), vimos volar

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    con estruendo las mquinas de matar mientras nuestro maestro (Don Emilio Gurruchaga) trataba de quitar de la ventana la bandera tricolor. En el nervio-sismo y ante el sonido de ametralladoras, tronzara el mstil de la insignia.

    Acuarela de Tefilo Zarceo Un humo negro se apoder de la poblacin y el maestro nos dio orden de

    marchar corriendo a nuestras casas. Recuerdo que no se vea y haba que avanzar tocando las fachadas de las casas durante el trayecto.

    Seguiran los bombardeos en varias fechas posteriores: la noche del 25 de marzo del 37 y madrugada del siguiente da (terica celebracin de Jueves Santo), ocasionara 20 vctimas, con una media de edad de 25 aos (desde ni-os de 3 aos hasta personas de 57), produciendo, adems, 48 heridos, nueve de ellos graves y ms de un centenar de casas destruidas. La onda expansiva arranc balcones y ventanas, que salan proyectadas por doquier. Recordamos la casa de Reguillo, en la Castelar (hoy bar Alczar), la de la calle Pintor Liz-cano, plazuela frente al Colegio Ferroviario (hoy Casa de Cultura), varias del Arenal y el Pradillo.

    Temidas y despus seguidas con cierta indiferencia, fueron las incursio-nes, antes de medioda de los das claros, del bombardero ligero que, volando bajo, atacaba al enclave ferroviario.

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    La poblacin bautiz al avin con el apodo de La Bernarda, en irona con una popular churrera alcazarea de entonces.

    Acuarela de Tefilo Zarceo Otras localidades tambin sufrieron la visita de la aviacin: Ciudad Real: Diciembre del 36; 19 del mismo mes; 21 de dem, esta vez

    con diez heridos junto a la estacin del ferrocarril; Enero del 37... Campo de Criptana: Enero del 37; con dos muertos y dos heridos. Puertollano: Marzo del 37, ya que era un centro minero de importancia,

    con cinco heridos. 2.3.3. De la escasez a la necesidad. a) Recursos. La Mancha, en los aos 30, era una regin de exclusiva produccin agr-

    cola. Las zonas industriales se concentraban en las regiones mineras de Puer-tollano -carbn- y Almadn -mercurio-, pero no estaba desarrollada la tcnica como ahora la conocemos, para obtener derivados rentables.

    La agricultura produca cereales (200.000 toneladas en 1930), legumino-sas: lentejas, habas, almortas judas... 10.000 Ts/ao) vino, aceite y poco ms. Tierra seca, las inclemencias del tiempo podan acarrear perodos de hambre a personas y ganado (lanar y mular, principalmente).

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    Con una poblacin de medio milln de almas en la provincia de Ciudad Real, un 64% estaba dedicado a faenas agrcolas.

    Y con estos mimbres haba que ayudar, en el perodo blico al abasteci-miento militar de otras zonas y a la llegada de tropas de refuerzo.

    Adems, durante los aos de la guerra llegaban a las poblaciones nume-rosas expediciones de personas, familias enteras, quizs faltando el cabeza, reclutado en el frente, como refugiados. Venan de las zonas que iban ocu-pando las fuerzas enemigas al Gobierno, Andaluca y Extremadura. Y haba que hacerles un hueco entre nosotros. Los poco ms de 24.000 habitantes cen-sados tuvieron que recibir a otros 12.000 refugiados.

    Si los entes pblicos no disponan de medios, solicitaban a las familias que acogieran en sus domicilios a alguno de estos desgraciados, que huan de las consecuencias del conflicto. Ciudad Real capital triplic su poblacin has-ta llegar a los 75.000 habitantes, con el consiguiente problema de higiene y falta de alimentos.

    b) Colectividades en periodo de guerra.

    Antes la falta de subsistencia se dio en la tentacin de organizar la pro-duccin. El mtodo intervencionista consisti en requisar a sus propietarios los bienes: industrias, fincas -rsticas y urbanas-, talleres, colegios privados y religiosos, etc. Unas veces la requisa o incautacin fue total, mientras en otras se respetaba la propiedad, pero se organizaba colectivamente la produccin, pasando el propietario a ser uno ms en la plantilla y recibiendo un jornal pro-porcional.

    El Frente Popular ocupara para sus partidos los mejores edificios de ca-da pueblo. En Alczar de San Juan, en la calle Canalejas, las grandes casas labriegas fueron ocupadas por organizaciones sindicales. En el Casino se ins-taur la Casa Consistorial. Sobre el Banco Popular estuvo la CNT, etc.

    Las bodegas, panaderas, talleres, etc. fueron incautados formando colec-tividades. Sobre sus portadas, la pintura en diagonal -rojo y negro- y las si-glas CNT/FAI o UGT indicaban la incautacin.

    As, en Alczar, la fbrica de alcohol de Flix Peuela, en septiembre del 36, estaba formada por cuatro obreros que haba en plantilla, ms el dueo y sus hijos, quedando legalizada por el Estado como Colectividad El Progreso CNT.

    En el corral de C. Francisco Henriquez de Luna (en la calle Mndez Nu-ez, trasera de la del Cautivo, n 12) se asent la Colectividad de Carretera y

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    Forja, con los mismos dueos y componentes de la plantilla que tenan en sus oficios.

    La panadera se instal en un gran corral de la calle Velzquez, todos sus hornos y panaderos trabajando para todo el pueblo. Se llam La Esperan-za. Despus de la guerra hubo una cermica (Salmn), ya desaparecida.1

    La Colectividad de Peluqueros la conocimos en el Paseo de la Esta-cin, en los que fueron luego salones Alces, frente a Casa Paco. Recordamos los sillones americanos, alineados y la cajera, donde se entregaba el importe del servicio.

    La colectividad alcazarea lleg a reunir en el ao 1.938 en valor en bie-nes (agrcolas, ganado, edificios, dinero, ...) de seis y medio millones de pese-tas de entonces,...).

    La Colectividad de Campesinos se crear en el ao 1936 (UGT/ CNT), estaba presidida por Vidal Cruz, que aport a la misma seis fanegas propias y otras tres que tena en renta.

    La suma total de bienes de esta colectividad fue de 35.000 Ha de tierra, 1.800 mulas, 400 ovejas, bodegas para 300.000 arrobas.

    Se cosecharon en la misma 65.000 fanegas de cereales en el ao 37. El salario era familiar: 8 pts/da al cabeza ms 0.50 por cada hijo menor de 14 aos. (En la alcoholera, el salario suba ms: 10 pts. y en los talleres mecni-cos, 15 pts.)

    Las colectividades no pagaban impuestos. El sistema de gobierno se ba-saba en la asamblea general, donde se elega el consejo de administracin. A veces su funcionamiento degenerara en la dictadura del jefe local, tan cerrado en mentalidad como al que haba sustituido por la fuerza. El secretario sera nombrado por saber leer y escribir.

    No hemos podido deducir si fue un xito su funcionamiento, con aumen-tos de produccin y correcta gestin, en nuestra comarca. S parece que abrie-ron la ilusin de braceros al explotar tierras sin cultivar, dotndolas de maqui-naria agrcola y regados. Sirvieron de ayuda a las necesidades de la guerra.

    c) Abastecimiento de la poblacin.

    La poblacin civil sufri en sus propias carnes la hambruna que se desat

    a poco de comenzar la Guerra Civil. Faltaba azcar, leche, aceite, pan, etc, en

    1 Queremos recordar que, en la carretera de Criptana tambin existi, antes o despus, de una instala-cin de La Esperanza

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    las ciudades, no as en los pequeos ncleos rurales. Se comenz a racionar los productos bsicos. Las siluetas de los habitantes de la retaguardia se empe-zaron a estilizar hasta que llegaron las enfermedades: la tuberculosis se ceb en los organismos peor alimentados y con menos defensas. El mal del pe-cho era frecuente entre los adolescentes de nuestro pueblo. No existan an los antibiticos y la receta del galeno era buena alimentacin y reposo en un clima de montaa... Sarcasmo, si no fuera trgico.

    El empleo constante, ante la falta de otro alimento, de la harina de almor-tas (gachas de titos) produjo graves dolencias que dejara secuelas de por vida.

    Al agricultor que cultivaba cereales en alguno de sus peazos se le pro-porcionaba parte de su cosecha para el consumo propio (maquila), con lo que, cambiando con el vecino por otro producto, poda ir tirando.

    Surgieron las colas ante los economatos y establecimientos de comesti-bles, con muchas horas de antelacin, ante el rumor de comenzar una distribu-cin de algn artculo con cargo a los cupones de la cartilla de racionamien-to familiar.

    Entre los de la cola se llegaba a cierta violencia, para lo que intervena la fuerza pblica. Como tampoco el espectculo era del agrado de los jefes loca-les, se enviaba a algn agente marcial para disolver a los all reunidos.

    Er

    Donacin de Jess Lizcano

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    TESELA n 18. Alczar de San Juan. Trgicos aos 30. Sombros aos 40.

    a frecuente el desplazamiento de nuestros mayores, por los medios de entonces, incluso andando, a las poblaciones ms prximas a por algn pro-ducto. Y frecuentemente era intervenido al llegar a la poblacin, por los fisca-les de tasas del Estado (me lo han quitado, era la frase)

    En la alimentacin se utilizaba cualquier subproducto: cardillos que crec-an salvajes en las eras, cscaras o peladuras de patatas, salvado de trigo o centeno para la fabricacin de pan.

    El caf, desconocido en aos, se sustituy por cebada tostada en una vie-ja sartn de casa.

    Y en la Tienda Chica, desabastecida de productos bsicos, comprba-mos la merienda: un cazo de polvo de harina de algarrobas, envuelto en papel de estraza, o un trozo del humilde, pero nutritivo, pan de higos.

    H El dinero perdi su valor, ante la escasez de alimentos. Los precios sub-

    an constantemente y se instaurara el cambio. Si una familia haba consegui-do, vete a saber cmo, unos kilos de un producto, a la voz de quieren cam-bio?, que entraba desde la calle al portal de casa, se inquira al demandante de un tira-afloja entre ambos, como en la bolsa de valores.

    Los ncleos pequeos, de esta forma, con alimentos sobrados a su sub-sistencia, recogieron objetos valiosos de las arcas de los ncleos urbanos: co-llares de aljfar de nuestros antepasados, mantones de Manila de toda la vi-da. Era el cambio...

    H El estraperlo fue un hecho: venta de artculos intervenidos a precios

    abusivos. El aceite se adquira por cuartos de litro, como producto de farma-cia. Un kilo de pollo poda suponer el equivalente a dos das de jornal de un obrero. Y as el resto.

    Y se especulaba con la cartilla del tabaco, a la que tena acceso el varn al cumplir los 18 aos: al comenzar la distribucin quincenal, los cuarterones de picadura que correspondan al no fumador, podran cambiarlos en casa quizs por un par de alpargatas, que tampoco existan en los establecimientos.

    Recordamos que alguna chuchera de un puesto callejero la llegbamos a pagar con sellos de correos. La moneda metlica se guardaba para tiempos futuros, de manera ilegal, teniendo que ser sustituida por vales al portador, emitidos en las localidades de la comarca y por papel-moneda tambin lanza-do por las corporaciones. Ambos sucedneos seran recogidos en 1938, a cam-bio de billetes de la Fbrica Nacional de Moneda.

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    Finalizada la guerra, quizs para ganarse el perdn terrenal o celeste; la falange vallisoletana fund el Auxilio de Invierno para ayudar a tantos nios hurfanos (casi medio milln) vctimas de la rebelin militar. Normalmente, pertenecientes a familias modestsimas, muchos de ellos del vencido enemigo.

    Esta institucin se extendi por todo el pas, a imagen de una organiza-cin nazi de Alemania, con la denominacin de Auxilio Social. Colaboraban esposas e hijas de las clases adineradas, de forma altruista, pero un tanto con un tufillo paternalista.

    Donacin de Jess Lizcano

    Donacin de Julin Pina

    Donacin de Jess Lizcano

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    La imagen de aquellos pequeos, uniformados de correajes con hebilla falangista, es todo un poema. Rapadas sus cabezas por los parsitos (piojo verde), su tristeza era manifiesta. Slo sonrean las seoritas de Auxilio. Uni-formadas y con capas azules y cofia2.

    En los das festivos, los espectculos -teatro, cine, ftbol-, estaban grava-dos con la cuestacin pro-Auxilio Social. Se editaban en toda Espaa unas chapas de latn, de unos dos centmetros para abrochar en la solapa. Con una figura alegrica y con el nmero de la semana del ao en curso. Posteriormen-te se imprimiran en cartulina con los escudos de provincias espaolas. Y hab-a que llevarla prendida en el momento de entrar al espectculo, al menos al principio, cuando las cosas se hacen con ms calor.

    d) La escuela y la cultura.

    La Segunda Repblica haba apostado por la instruccin pblica, cuya

    ley databa de 1857. Se aceler la terminacin de grupos escolares y los gran-des colegios regentados por rdenes religiosas fueron incautados para una en-seanza popular laica, que estaban siendo reducto de clases privilegiadas.

    La accin educativa sobre el analfabetismo tan lacerante del pueblo adul-to se extendi, incluso hasta los frentes de lucha en la guerra. Se cre Cultura Popular, sostenida por maestros voluntarios. Intelectuales llegaran hasta los soldados para instruir o arengar: M Teresa Len, Rafael Alberti, Miguel Hernndez... No en vano la generacin del 27 haba dado figuras excepciona-les: Picasso, Dal, Falla, Unamuno, Ortega y Gasset, Machado, Len Feli-pe, ... muchos de ellos comprometidos con el proyecto generacionalista: Garc-a Lorca, llevando el teatro a las plazas de los pequeos pueblos, con La Ba-rraca.

    En Alczar de San Juan, el doctor Don Jess Gonzlez Lizcano, en los primeros aos 30, siendo concejal de nuestro Ayuntamiento y preocupado por la enseanza pblica, enviaba a la prensa local El Despertar, artculos im-pulsando la creacin de un instituto para Alczar. Lo deseaba en el cuartel de Santa Clara, cerrado entonces. Adems del instituto, se instalara una escuela de artes y oficios y algunas de las escuelas primarias (41) que haba en el dficit del pueblo, una vez limitada la ratio a 50 alumnos/ maestro oficial-

    2 En Alczar de San Juan estuvo instalado en los salones del Casino, en los que actualmente ocupa el piso bajo.

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    mente. Pero tuvo que ver dedicar el complejo a traer nueve carabineros, pues el ministerio (de la Guerra) era el dueo, en lugar de los dos mil alumnos, que proyectaban escolarizar.

    Pero su tesn hara que en el ao 33 se examinaran los primeros alumnos para comenzar la enseanza media. Hubo de instalarse en las aulas del Cole-gio Ferroviario, pasando despus a la finca La Covadonga, entonces ajardi-nada y con un bello edificio.

    Con la llegada de la guerra se truncaron muchas ilusiones y los institutos volvieron a centralizarse en las capitales de provincia. A los pueblos llegara pasados los aos 60.

    La escuela primaria a la que asistimos durante la guerra la recordamos an con carencias. Eran unitarias, teniendo el maestro a alumnos tan dispares como eran sus edades: de 6 a 14 aos; 50 alumnos para ensearles desde las primeras letras a una formacin que les permitiera introducirse en el mundo laboral. La seleccin era la proximidad vecinal con el centro, sin distinciones sociales.

    Como recuerdos de aquellos aos, en que el impacto de los bombardeos anulaba toda otra sensacin en nuestros jvenes personas, existen vivencias de la escuela en que se nos hablaba del patriota Durruti, anarquista que caera en el frente de Madrid en el 36. Tambin del hundimiento del barco ruso Komsomol, que ayudaba a la Repblica transportando tanques y aviones, tuvo eco, lanzando una campaa de donaciones para la compra de un nuevo buque. Los sellos emitidos, as como los del Socorro Rojo Internacional, para otros fines benficos, nos fueron familiares.

    H A partir de abril 1939, la propaganda del Rgimen triunfador despleg

    sus bateras; enseanza patritica, con ensoaciones imperiales; enseanza religiosa, militante y ultra-catlica; enseanza cvica, sentimentaloide y con-servadora.

    El retrato del caudillo Franco, por Jaln ngel, con fajn orlado de borla al costado, presidi las escuelas. Con Jos Antonio a su lado. En medio, bajo el crucifijo, la Pursima de Murillo. La cruz y la espada en franca y ejemplar armona.

    En las escuelas de Castilla y Len aadiran, adems, el retrato del jon-sista Onsimo Redondo.

    Y un dirigismo se apoder de las aulas, empobreciendo todo. La historia, con los ejemplos de los Reyes Catlicos y el Csar Carlos V.

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    Seguidos de Franco, invicto, con las gestas del bando nacional: el Alczar, Santa M de la Cabeza, etc., comentndolas y haciendo resmenes con fre-cuencia. Y se festejaran los das de la Raza, de la Victoria, de los Cados, del Domund, del Obispo, de Santa Teresa (las nias), del Papa, etc., etc.

    Se cantaba el Cara al Sol, con el brazo correctamente levantado; se saludaba al entrar con el Ave Mara.

    Combinando todo con la piedad religiosa: catecismos Astete y Ripalda, cantados a coro por las voces infantiles, con las flores a Mara y la obligada misa dominical con el maestro.

    Tras la misa, poda seguir una hora de instruccin, premilitar, por miem-bros de la Falange, normalmente en el orujo, explanada que, tras la bodega de Peuela -hoy calle Bailn- llegaba hasta la calle Jpiter y calle Lorenzo Rivas. Con una maana as; llegaramos al perfeccionismo de mitad monje y mitad soldado. Y eso que an podramos asistir, eso s, voluntariamente, a la catequesis vespertina, concluyendo cabalmente el precepto de guardar las fiestas.

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    H Para los ratos de ocio existan las revistas infantiles: Flechas y Pelayos,

    Maravillas, Chicos, donde el dibujante Freixas idealizaba al adolescente. Que en los TBOS de aventuras tendramos hroes a imitiar: Juan Centella, Jorge y Fernando, de la patrulla de marfil, vencedores de un sin fin de dificul-tades en lugares buclicos del frica colonizada.

    En ambos bandos se desarrollara la imaginacin de los mejores artistas: Picasso (Guernica, 1937) y el gran dibujante Senz de Tejada, en el bando contrario. La cartelera tuvo pocas de gloria en ambos bandos -incluidos los trabajos de Euskadi y la Generalitat, entonces con su autonoma propia-, para prevenir a la poblacin que el monstruo acechaba y haba que estar siempre vigilante.

    En la provincia de Ciudad Real la prensa de la guerra fue Avance, Campo Libre, Pueblo Manchego, Unin, etc.

    Y en Alczar de San Juan las publicaciones, semanarios, desde 1900 fue-ron:

    El Hidalgo. 1.904, La Gaceta Cultural. 1.904 a 1.923, La Hoja Parlante. 1.918 a 1.923, Tierra Manchega Director, Ricardo Lizcano Barco. 1.925 a 1.936, El Despertar Director, Jos Toribio Elvira. Y en perodo de guerra se publicaron Productor Libre, El Socialista

    Manchego, El Heraldo Manchego, Democracia, La Regin y Toma goles.

    Con el lejano fragor de la guerra, el cancionero se nutri de las letrillas

    que entonaban los soldados y que el pueblo tarareaba: Si me quieres escri-bir..., No hay quien pueda, Ay, Carmela, Puente de los franceses, ma-mita ma!, En la plaza de mi pueblo, Anda jaleo!, etc., algunas de bella musicalidad por ser procedentes del piano de Garca Lorca (Caf de Chini-tas, Los cuatro muleros).

    Llegada la paz, el himno Cara al sol fue introducido en las escuelas como asignatura de obligado cumplimiento. Y en marchas escolares la mar-cialidad estaba asegurada con Montaas nevadas. Para los ms patrioteros, Falangista soy y El novio de la muerte...

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    3. LA GUERRA HA TERMINADO

    3.1. Sigue la guerrilla Al parte dado en Burgos el 1 de abril del 39 por el triunfador, se abra

    un perodo de lucha larvada: la guerrilla que se organiz tras el silencio de los caones y de la aviacin. Las zonas montaosas fueron el refugio de los huidos y guerrilleros. Y Ciudad Real, en su zona de los Montes (Arroba, Hor-cajo, Porzuna, Chilln, Malagn, Retuerta, etc) acogi, desde el 39 al 49 en que fue aniquilada, una guerrilla formada por unos 180 hombres, la mitad de ellos muertos dentro del concepto de bandolerismo oficial. Los maquis, realmente, llevaban una vida oculta con la nica misin de supervivencia, por lo que los robos y secuestros para aprovisionarse fue su papel principal.

    En el ao 1944, los supervivientes decidieron dividir la Espaa guerrille-ra en Agrupaciones, que llamara la atencin a la Europa en guerra, triunfan-tes ya los aliados. Hubo cinco grandes agrupaciones y otras cuatro formadas por grupos menores, como Asturias-Len-Santander, Levante-Aragn, etc.

    Ciudad Real y su zona perteneci a la 2 Agrupacin del Ejrcito Guerri-llero del Centro, mandaba polticamente por Ramn Guerreiro Gmez (Julio), que caera muerto en 1948, en Piedrabuena. Alczar e Infantes per-tenecieron a la 5 Agrupacin, que llegaba al sur de Cuenca y al oeste de Al-bacete, siendo su jefe Alfonso Ortiz Calero (Magro), sustituido a finales del ao 46 por Cecilio Martn Borja (Timochenko). Pasaran a realizar actos de sabotaje, silenciados por el Rgimen, tales como voladuras de vas frreas (Ciudad Real, 1947), asalto a un polvorn en Santa Cruz de Mudela, 1947), atraco a la sucursal de Banesto Puertollano (1.946), con un botn de 250.000 pts., etc.

    Poco a poco la Guardia Civil aniquilara a parte de los miembros de la guerrilla a base de declaraciones y artimaas para la captura, si bien algunos de sus miembros lograran huir.

    3.2. Comienzo de la depuracin /represin

    En los ltimos das de marzo del 39, el coronel republicano Casado in-

    tentara pactar una paz honrosa. Franco, en su ofensiva de la victoria le exi-gi la rendicin incondicional.

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    El da 28 de marzo de 1939, tomado Madrid, en el Ayuntamiento de Alczar de San Juan se iz la bandera blanca. La provincia de Ciudad Real fue tomada el siguiente da por la 13 Divisin, con los generales Yage y Barrn. El da 30 llegaba a la capital de la provincia la 84 Divisin al mando del entonces coronel alcazareo Alfredo Galera Paniagua.

    Y este mismo da el Cuerpo de Ejrcito de Navarra alcanz Infantes, Manzanares y entr en Alczar

    El primero de abril del 39, por tanto, la II Repblica espaola dejaba de existir y daba paso al nuevo Rgimen, triunfador del Glorioso Movimiento Nacional.

    H Comienza a partir de ahora una era caracterizada por una afirmacin ide-

    olgica al triunfador. Los perjudicados en aos anteriores, adictos espontne-os, otros, por miedo a sufrir represalias y, por ltimo, los que siempre buscan su meta para medrar. Como siempre ocurri. Lealtades a parte.

    Mientras, los vencidos tendran que completar con un alto pago: campos de concentracin, huda al extranjero; destierro que llev a algunos prematu-ramente a la tumba, como Antonio Machado y su anciana madre, fallecidos en febrero del 39, a menos de un mes de haber sido acogidos en Collioure (Francia), donde reposan sus restos

    El culto a la personalidad llegara hasta el ltimo rincn, creando situa-ciones pintorescas.

    La falta de generosidad del Rgimen fue su ms grave error. Quiso per-petuar sus principios en el recuerdo constante: todo atado y bien atado. Ex-plotando la divisin de los espaoles en dos bandos. Haban ganado la guerra, efectivamente.

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    Pero hubo hombres que haban tenido una participacin secundaria en los sucesos blicos. Su incorporacin, sin tener que renunciar a sus principios, hubiera supuesto en el desarrollo del pas una brisa de aire fresco, tan necesa-ria...

    Si por parte de los nacionales su verdad era la unidad nacional de Es-paa, amenazada por fuerzas centrfugas, la de los republicanos eran ansias de libertad y de justicia social. Tan difcil hubiera sido el conjugar estos concep-tos?

    Por el contrario, se opt por montar un estado policial de confidentes, con centros que trasladaran la informacin a fuerzas del Estado. Las cuales aplicaran factores correctivos, a la menor duda. Y que el lector puede adivi-nar.

    Todo se control: para desplazarse entre poblaciones, sera preciso obte-ner un salvoconducto policial, con el inicio y fin del desplazamiento y el mo-tivo. La comisara de la plazuela de Olivares -hoy de Barcelona- gestionaba estos permisos.

    Y para optar a un cargo pblico -no ya poltico-, como oposiciones a cuerpos de la administracin, de la enseanza, etc., era preciso la bien probada adhesin al Movimiento Nacional, facultad reservada al jefe de Falange Lo-cal que juzgara oportuno conceder o denegar el correspondiente certificado.

    Desde luego, como afirm el hispanista britnico H. Thomas:, Los ven-cedores estuvieron muy por debajo de aquel marqus de Mondjar que, en la Granada conquistada a los musulmanes, permiti expresamente que estos no vistieran de cristianos.

    H La empresa ferroviaria M.Z.A. (RENFE, posteriormente) ser militariza-

    da, comandada por militares. Los agentes depurados, operacin que, la me-nos agresiva, consisti en la prdida de los beneficios de la antigedad que evidentemente, comenzaba el 1 de abril de 1939. Y ello por haber colabora-do, durante la guerra, con los ferrocarriles del gobierno republicano, aunque sea para el sustento propio y de la familia. A cualquier sospecha de que el agente podra haberse extralimitado, fue aplicada la expulsin de la compaa.

    (Recordamos el caso del poeta valdepeero Juan Alcaide: amigo de to-dos los poetas de la poca: Machado, Lorca, Pemn... o de figuras como su paisano Gregorio Prieto, o de Jacinto Benavente..., de distintos pensamientos polticos. Ejerca de maestro en Puerto Lpice hasta que movilizaron su quin-ta, en el 37.

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    Al finalizar la guerra, la Comisin Depuradora del Magisterio le suspende de empleo y sueldo durante los aos 39 y 40. Y vuelven a readmitirlo en su escuela de Puerto Lpice en el 41 y siguientes...)

    Volviendo a la empresa ferroviaria M. Z. A., se dot a los agentes de la insignia que reproducimos: mquina de vapor y castillo de ingenieros. Adems de la medalla 1 abril 1939 / 18 julio 1936. Se colocaban sobre el mono cuando la ceremonia lo exiga: Por ejemplo, asistir a misa, formados, banderas al viento, Castelar abajo, en direccin a Santa Quiteria, el festivo que el agente librase. Sin consultar las ideas personales o las creencias religiosas del indivi-duo. El pater castrense esperaba en el templo (Don Jos M Martn de la Riva, del Tercio de Navarra?), siendo prroco en estos primeros aos Don Jos Parrado.

    Lo que antes hubo que lamentar por ausencia de autoridad, asignndose la administracin de justicia cierta masas obreras de escasa formacin, dejando libres sus primitivos instintos, ahora ser repetido en sentido opuesto, brutal-mente. Con una violencia venida desde arriba, del Estado, disfrazada de justi-cia militar o civil.

    Se desata una rpida represin desde el da siguiente a la liberacin de las ciudades.

    Pronto comienzan los arrestos: crcel de Santa Clara para grandes con-centraciones de penados y la antigua crcel de partido judicial (tras el Ayun-tamiento, donde radica el actual colegio Jess Ruiz) que sirvi para albergar a los que seran juzgados en primer lugar. Funcion durante un perodo, a princi-

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    pio de los 40, una crcel de mujeres, en la calle San Francisco, esquina a Ca-nalejas, edificio de arenisca que haba albergado hasta el ao 30 el Colegio de la Sagrada Familia, Posteriormente se emple como almacn de productos farmacuticos y actualmente rehabilitado.

    El convento de los trinitarios hizo de campo de concentracin Miguel de Unamuno durante la mitad del ao 40 para recibir a los que, procedentes del frente, volvan a casa, derrotados y sin otro delito que haber sido recluta-dos en zona republicana para defender al Gobierno legtimo.

    Nacieron los tribunales militares, formados por oficiales del cuerpo jurdico. Montaron la sala de juicios en el gran saln de la izquierda del Ayun-tamiento, con un estrado que ocupaba todo el ancho de la sala, en el fondo. Con sus cuatro balcones abiertos por el excesivo calor veraniego, los nios presencibamos la escena, vidos de emociones: tras la entrada de la cuerda de presos, el dantesco espectculo de los familiares presenciando el juicio sumarsimo, oyendo las sentencias, dictadas en el acto, la mayora condenas a muerte.

    El primer tribunal se form el 4 de mayo de 1939, al mes de acabado el conflicto. Dict doce penas de muerte.

    El segundo lo sera un mes despus, el 6 de junio del mismo ao, con 38 sentencias a la pena capital.

    El 23 de junio haban sido ejecutadas las primeras sentencias, en tanto que las siguientes lo sera el 8 de octubre del mismo 39, festividad de la Vir-gen del Rosario. (Parece que el trnsito de labradores a temprana hora -vendimiadores- presentaba cierto problema por el paseo del cementerio, lugar y horas de los fusilamiento. Se intent paralizar las operaciones de vendimia ese da...)

    Despus, seguira un goteo en das sucesivos. Tragedia vivida desde nuestros hogares al or las descargas, tras las sacas desde el cuartel en cerrado camin municipal. Tristezas en los amigos de juegos callejeros, a los que aca-baban de comunicar la terrible prdida.

    Se repeta as lo que tres aos antes se haba realizado con distinto cere-monial, pero el mismo fin: aniquilar al contrario injustamente, a veces por motivos inconcebibles: su posicin social, su militancia, sus ideas... Las dos Espaas!

    La cifra de ajusticiados en Ciudad Real capital, entre los aos 39 y 44, recibidos de toda la provincia, asciende a 988 vctimas. El resto, hasta los 2.263, lo fue en sus localidades respectivas o en la capital del partido judicial en los primeros das del ao de la victoria. (En Alczar fueron pasados por

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    las armas 57 vecinos de Tomelloso) El 49,8% de las vctimas fueron trabajadores agrcolas, seguidos por pro-

    fesionales de la albailera y ferroviarios. Como colofn, este mensaje trgico, que aparece en una publicacin de

    puo y letra del condenado: Almodvar, 23-1-1.940. Arriba Espaa. Viva Franco A mi querida madre en los ltimos momentos de mi vida le mando a us-

    ted un abrazo... madre mire usted por mis ocho hijos... Adis.... hasta la eter-nidad. Jos Mosqueda. Hermanas Adela... un abrazo... que muere inocente-mente.

    Hasta la censura poda influir en la llegada del trgico mensaje de tal forma que era necesario loas para el ejecutor? Una guerra contra el extranje-ro representa un araazo en un brazo, mientras que una guerra civil es una lcera que devora las vsceras de una nacin. Vctor Hugo).

    3.3. Banderas al viento Cuntos desfiles, cuntas banderas!

    Y de tres clases, como la Trinidad: Bandera roja y gualda, con el guila imperial y el yugo y las flechas de Isabel y Fernando. Bandera roja y negra, falangista, con las flechas de mi haz. Bandera blanca, con la cruz de San Andrs en aspa roja, del requet. A su paso, iniciando el desfile, saludo brazo en alto, con gallarda, que

    la poblacin espectadora participe en el nuevo amanecer.

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    Cuando vemos estas imgenes del saludo a la romana de futbolistas y toreros antes del partido o de la corrida, nos asombra hasta donde lleg el an-sia de poder y de vaciedad.

    Y la Iglesia? Doblegada, una vez ms, ante el poderoso. Bendiciendo las legiones, santificando la Cruzada. Tratando de llevar almas al cielo, an en el postrer momento, sin otro pronunciamiento ante la barbarie.

    Y as vimos, todos satisfechos, a un ilustre purpurado, seguido de perso-nalidades ensombreradas y de gorras de plato militares.

    Es la llegada a Alczar, bajo un arco clsico levantada al efecto, corona-do por banderas y el guila. Son los primeros aos 1940. Todo armonizado para que el pueblo, sometido y resignado, tenga un espejo donde mirarse.

    Tras ms de seis dcadas de este comportamiento de la Iglesia, sin ningu-na reaccin crtica por parte de la mxima autoridad -Conferencia Episcopal, por ejemplo- por las actitudes del pasado, no obstante, se oyen voces en su seno, aisladas, que tratan de conocer ms a la sociedad. He aqu una de ellas:

    ...Cada vez se hace ms clara la necesidad de la teologa poltica en el seno de la Iglesia. Es decir, aquel ejercicio a travs del cual la comunidad catlica ejerce la autocrtica acerca de sus actuaciones pblicas y expulsa de ella misma criterios y comportamientos que suenan a electoralismo partidis-mo... El hombre que ha de ser evangelizado no es un ser abstracto, sino condi-cionado por las cuestiones sociales y econmicas... La conciencia laica y la religiosa han sido llamadas a convivir y a encontrarse en la bsqueda conjunta del bien comn del pas. (Jos M Martn Patino, presidente de la Fundacin Encuentro. El Pas, 16 Marzo 2001).

    3.4. Fin del Rgimen . Democracia

    El modelo de Estado que se instaur tras la victoria, de abastecerse a s mismo, cerradas las fronteras por los pases demcratas, llegara hasta 1958, con una gran inflacin.

    Franco introdujo ministros ms abiertos, que terminaran con la autarqua reinante. El Plan de Estabilizacin surgi en una Espaa en bancarrota. Mano de obra espaola fue a parar a los complejos industriales de Blgica, Alema-nia, Suiza, Francia... aportando divisas a nuestra economa.

    Polticamente, la Falange iba perdiendo fuerzo en beneficio de tecncra-tas del Opus Dei.

    Se redact la Ley de Principios Fundamentales del Movimiento, entre los que introdujo Franco en su punto VII que la forma poltica del Estado era La

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    Monarqua tradicional, catlica, social y representativa. Tras la Ley Orgnica del Estado, votada mayormente por los espaoles,

    el Rgimen sigui acompaando al general en su agona. Desde el 69, el prncipe Juan Carlos haba sido declarado sucesor a la

    Jefatura del Estado a ttulo de rey. Muerto Franco en noviembre del 75, las cosas se sucederan muy rpidamente: con el sacrificio del pueblo espaol, trabajando fuerte ante un desarrollo material y con ansias de libertad, quedaba el paso a la libertad y democracia total.

    La transicin fue llevada cuidadosamente por Adolfo Surez, procedente de la secretara general del Movimiento y ahora nombrado presidente del nue-vo gobierno. Tena por misin, nada menos, que desmontar las leyes y orga-nismos franquistas y crear los principios de democracia verdadera.

    Lo partidos polticos histricos y nuevos colaboraron en la votacin del 15-J (15 de junio del 77), con triunfo de UCD y representacin de los restan-tes partidos, incluido el PCE, que haba sido legalizado el sbado santo de ese mismo ao (9 abril).

    Finalmente, la alternancia en el poder de las diversas tendencias polti-cas: PSOE de 82 al 96 y PP desde marzo de este ltimo ao hasta marzo del 2004 y nuevo retorno del PSOE, ha hecho posible que nuestra imagen ante el mundo sea respetada. Nuestro puesto en la Comunidad est entre los pases que tienen algo interesante que opinar. Y cualquier intento de alterar la demo-cracia -23 F, crmenes de ETA-, se ven frustrados ante una democracia ganada con sangre.

    El resto, es del dominio de nuestros lectores. Terminamos con unas palabras de un exiliado, Claudio Snchez Albor-

    noz, catedrtico y ex-ministro de la Repblica, escritas en 1980: Estudiar la guerra civil cientficamente? Es pronto. Que lo hagan los

    hombres de avanzada del siglo XXI. Nosotros tenemos an cerca la tragedia y abiertas las heridas. Y no nos hemos curado de la ancestral barbarie. Hay que hacer razonar a los energmenos, prontos siempre al exterminio del ad-versario tras un levantamiento de derechas o de izquierdas. Hay que hacerles imaginar que ellos pueden ser las primeras vctimas. Hay que hacer ver a to-dos la trgica estampa de la Espaa de otrora que puede ser la Espaa de maana (Diario Vasco 19/02/1980).

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    TESELA n 18. Alczar de San Juan. Trgicos aos 30. Sombros aos 40.

    BIBLIOGRAFA

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