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El Sacromonte de Granada: Mito y desconstrucción. J. Félix García Pérez EL SACROMONTE DE GRANADA. MITO Y DESCONSTRUCIÓN Profesor: Manuel Barrios Aguilera 1. Introducción y contextualización histórica………………………………………...3 1.1. La conquista del Reino Nazarí y el siglo XVI……………………………...5 1.2. Caída de la monarquía granadina…………………………………………5 1.3. Las Capitulaciones………………………………………………………….6 1.4. De lo mudéjar a lo morisco………………………………………………...7 1.5. Granada Morisca…………………………………………………………...8 1.6. El último decenio……………………………......................................... ....10 1.7. Raíces de La Guerra de Granada…………………………………………11 1.8. La sublevación…………………………………………………………….12 1.9. La repoblación…………………………………………………………….13 2. Los hallazgos de la Torre Turpiana: Inicio del Ciclo Falsario Granadino……..15 2.1. Aparición de los hallazgos………………………………………………...15 2.2. Alonso del Castillo………………………………………………………...16 2.3. El papel de Miguel de Luna……………………………………………….17 3. Los libros plúmbeos del Sacromonte……………………………………………...20 3.1. Las reliquias del Monte Valparaíso………………………………………20 3.2. Calificación de los libros plúmbeos……………………………………….20 1

Granada en el s.XVI: Una aproximación histórica de la confrontación cristiano-morisca

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Historia del Reino de Granada en el s.XVI

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El Sacromonte de Granada: Mito y desconstrucción. J. Félix García Pérez

EL SACROMONTE DE GRANADA.MITO Y DESCONSTRUCIÓN

Profesor: Manuel Barrios Aguilera

1. Introducción y contextualización histórica………………………………………...3

1.1. La conquista del Reino Nazarí y el siglo XVI……………………………...5

1.2. Caída de la monarquía granadina…………………………………………5

1.3. Las Capitulaciones………………………………………………………….6

1.4. De lo mudéjar a lo morisco………………………………………………...7

1.5. Granada Morisca…………………………………………………………...8

1.6. El último decenio…………………………….............................................10

1.7. Raíces de La Guerra de Granada…………………………………………11

1.8. La sublevación…………………………………………………………….12

1.9. La repoblación…………………………………………………………….13

2. Los hallazgos de la Torre Turpiana: Inicio del Ciclo Falsario Granadino……..15

2.1. Aparición de los hallazgos………………………………………………...15

2.2. Alonso del Castillo………………………………………………………...16

2.3. El papel de Miguel de Luna……………………………………………….17

3. Los libros plúmbeos del Sacromonte……………………………………………...20

3.1. Las reliquias del Monte Valparaíso………………………………………20

3.2. Calificación de los libros plúmbeos……………………………………….20

3.3. La relación de los libros plúmbeos………………………………………..23

3.4. Calificación de los libros………………………………………………….23

3.4.1. Ignacio de las Casas……………………………………………..24

3.4.2. El proceso de los libros…………………………………………..24

4. Pedro de Castro y Quiñones, Arzobispo de Granada. El eje central del ciclo falsario granadino……………………………………………………………………..26

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4.1. El Arzobispo Pedro de Castro: reformador y fundador en Andalucía…..28

4.2. El legado de Pedro de Castro: Las Misiones……………………………..29

4.2.1. Las misiones sacromontanas; las raíces…………………………29

4.2.2. Las misiones en las Constituciones de la Abadía………………..30

4.2.3. Misiones del Sacromonte a Sevilla………………………………30

4.2.4. El libro de misiones del Sacromonte……………………………..31

4.2.5. Metodología de las misiones……………………………………..31

4.2.6. Los frutos………………………………………………………....31

4.2.7. Condición de la gente y situación y actitud de los lugares de misión…………………………………………………………………………...32

4.2.8. Dificultades del medio físico……………………………………..32

4.2.9. Conclusiones……………………………………………………..32

4.3. El legado de Pedro de Castro: El Concepcionismo………………………32

4.3.1. Pedro de Castro y el inmaculismo en Sevilla……………………33

4.3.2. La Virgen en los hallazgos……………………………………….34

4.3.3. Los teólogos postridentinos y los Libros Plúmbeos……………...35

4.4. El mito Sacromontano: los martirios y la fundación de Granada………36

4.4.1. Los martirios……………………………………………………..36

4.4.2. Las historias eclesiásticas: Las Historias de Granada………….37

4.4.2.1. Bermúdez de Pedraza…………………………………..37

5. Conclusión del ciclo falsario granadino: los defensorios del s. XVIII y los fraudes de la Alcazaba.41

5.1. Luís Francisco de Viana…………………………………………………..41

5.2. Los historiadores sacromontanos del setecientos: los defensorios……....41

5.3. Los fraudes de la Alcazaba: Juan de Flores y Oddouz…………………..43

6. Bibliografía………………………………………………………………………….44

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1. Introducción y contextualización histórica.

El acercamiento a la temática de los libros plúmbeos exige un tratamiento desde múltiples puntos de vista. Por una parte, lejos de referirse a un suceso puntual y localizado en las apariciones laminarias en Valparaíso, nos encontramos con una realidad mucho más compleja y dilata en el tiempo cuyo inicio puede ubicarse con los hallazgos de la Torre Turpiana y cuyo final más razonable coincide con los fraudes de la alcazaba allá por mediados del siglo XVIII.

Para una persona no iniciada en la materia, los libros plúmbeos son los objetos físicos hallados en el Sacromonte y de ellos puede conocer algo de su polémica, pero en la mayoría de los casos el desconocimiento es prácticamente total.

El inicio del estudio de esta temática debe hacerse conociendo los antecedentes que provocaron este fenómeno, conocer el siglo viejo, tal y como dirían los contemporáneos del siglo XVI. Conociendo la realidad histórica de la que eran partícipes en las tierras del Reino de Granada sus habitantes moriscos y cristianos, podemos empezar a comprender algunas de las motivaciones del inicio en palabras del profesor Barrios Aguilera, del “tinglado falsario”.

¿Pero a que nos referimos con este concepto?

Obviamente no se cierne a la concreción de las láminas, sino que incluye los antecedentes y las posteriores ramificaciones. Desde la implicación de personajes como don Pedro de Castro, Arzobispo de Granada, de la intervención de moriscos como Miguel de Luna y Alonso del Castillo en la confección de las falsificaciones, la desconfianza e incluso oposición a los libros de sabios de la época como el jesuita morisco granadino Ignacio de la Casas, personajes de la nobleza como el Marqués de Estepa inclinados a la credulidad, todos ellos sin embargo cohesionados dentro de un contexto histórico contemporáneo a los sucesos iniciales del proceso laminario.

Y hablamos de falsificaciones, pues a pesar de la defensa a ultranza de la autenticidad de los hallazgos, por parte de la abadía Sacromontana, la realidad es mucho más fuerte y sólida. Termina por imponerse la evidencia de las invenciones diseñadas por unos autores concretos, de los que podemos sospechar su identidad (Miguel de Luna y Alonso del Castillo), de los auspiciadores o al menos de los defensores como Pedro de Castro y más tarde su fundación del Sacromonte.

Las preguntas esenciales sobre:

La autoría de las invenciones, o quien realizó las falsificaciones. La intencionalidad o finalidad de los falsificadores. Los auspicidores de los autores materiales. La prolongación en el tiempo de esta temática…

Son cuestiones que se constriñen a suposiciones basadas en las informaciones disponibles, en los documentos historiográficos…

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Con los materiales trabajados a lo largo del curso, quedan patentes aspectos como el origen de la Abadía del Sacromonte unido a la aparición de los libros plúmbeos.

Por otra parte, se estudian los Libros en sí, incluyendo los hallazgos de 1588 hasta 1595.

Se destaca la figura de don Pedro de Castro, X arzobispo de Granada, como la base sobre la que descansa todo el “tinglado falsario”.

Las investigaciones deben centrarse en analizar cómo se fraguan los mitos y cómo el mito se instala en la cultura. De forma que evidenciando los elementos que dan forma a ese mito, se produce una desconstrucción.

Los libros plúmbeos fueron un fraude morisco que de acuerdo con Barrios Aguilera (2008), presentan una paradoja: siendo moriscos, de ellos se formula un contrarreformismo, un elemento recristianizador. A la vez dotan de identidad a la ciudad de Granada, huérfana hasta entonces de un pasado cristiano que ilusionara a los nuevos pobladores que allí llegaban desde otras regiones del Estado.

Se cierra así el círculo histórico en el cual la vuelta al cristianismo de estas tierras, significa el reencuentro con su identidad perdida durante el “lapsus islámico”.

Los libros plúmbeos significan en definitiva, el intento de justificar históricamente la imposición de un cristianismo, que en ellos aparece como un sincretismo con lo islámico. Un intento morisco por la supervivencia que no caló lo suficiente para impedir la expulsión de los moriscos de sus tierras.

Y a pesar de todo, nos encontramos con la fuerza y la evocación de lo misterioso. En Granada la historia la escribió la Iglesia (hallazgos de la Torre Turpiana, Juan de Flores…). Porque en definitiva los mitos prosperan o no prosperan. El Sacromonte, la rábita del Aceituno, luego la ermita de San Miguel en lo alto del monte, la erección de la abadía donde se rinde culto a los mártires pre-islámicos… Todo derivado del que se considera el hecho principal, en palabras de González Alcantud (2005)1: el laboratorio mítico ritual derivado de los Libros Plúmbeos y que fue puesto en marcha por el arzobispo Pedro de Castro.

La universidad granadina ha sido productora de memoria, privilegiando unos temas sobre otros en relación con la ocupación del territorio acaecida con la conquista castellana de los siglos XV-XVII. (Halbwachs) y por ello es importante que la investigación sobre este tema profundice tanto como sea posible.

1 González Alcantud, J. A.: La ciudad vórtice. Lo local, lugar fuerte de la memoria en tiempos de errancia. Anthropos. 2005.

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1.1. La conquista del Reino Nazarí y el siglo XVI.

El año de 1492 significa el fin del Estado Nazarí de Granada, aunque la población musulmana permanece en el territorio en su mayoría, primero con el status de mudéjares y luego como moriscos. Esta población era mayoritaria en muchas zonas del Reino, siendo prácticamente la totalidad de la misma en zonas como la Alpujarra o el Valle de Lecrín. A este sector poblacional se sumó más tarde, el de los repobladores venidos desde tierras de la Corona, los cristianos viejos

A pesar de las Capitulaciones firmadas por los Reyes Católicos con el último monarca Nazarí Boabdil, pronto quedó patente la nula intención de cumplimiento de las mismas por parte de los vencedores.

Aunque los inicios tendieron a encaminar la política hacia la convivencia pacífica, respetando creencias, costumbres, fiscalidad de los entonces mudéjares, pronto se evidencia la inviabilidad de esta situación que conecta dos realidades muy diferenciadas, enfrentadas durante ochocientos años. Por otra parte la existencia de un núcleo importante de población musulmana dentro de la Península, en el seno de las posesiones de los RR.CC., era una incongruencia con la política de unificación de territorios de los monarcas.

La represión termina por instalarse en la dinámica de entes tanto religiosos como civiles respecto a los vencidos (la Inquisición actúa contra los moriscos y la Corona los expolia siempre que se le presenta la oportunidad). Se había producido una confluencia de intereses entre la Corona y los moriscos. Por un lado los primeros, querían finalizar la reconquista con el menor esfuerzo y costo posible mientras que por otro lado, los musulmanes se intentaban aferrar a cualquier posibilidad de permanencia.

Pero para llegar a esta situación hay que conocer los antecedentes, la caída de la monarquía granadina.

1.2. Caída de la monarquía granadina.

Desde la fundación del Reino Nazarí hasta 1491, mantuvo una personalidad política propia frente a los reinos cristianos2.

Cuando los cristianos decidieron conquistar el Reino de Granada, el mismo y su Corte se encontraban en un momento de crisis. La familia real estaba dividida; el rey Abul Hasan (Muley Hacen) desconfiaba de su esposa y los hijos de esta, en los que identificaba posibles enemigos. De parte del rey se posicionaron algunos nobles, siendo su hermano el principal de ellos (el Zagal). La reina y su hijo mayor, el “rey chico” contaban a su vez con partidarios y se rebelaron3.

Por la enfermedad del rey, la lucha se dirimió principalmente entre el tío y el sobrino. De ello supo aprovecharse Fernando el Católico y la reina Isabel lanzando la

2 Barrios Aguilera, M.: Granada morisca, la convivencia negada. Editorial Comares. 2002. Serie Granada. (págs. 21-29).3 Se puede consultar la trama de acontecimientos en Fernando del Pulgar, Crónica de los Reyes Católicos, II.

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ofensiva final entre 1482 y 1491. Las continuas luchas entre los granadinos, partidarios unos de Boabdil, otros apoyando al Zagal (quien se aposenta en Almería y la zona del Valle de Lecrín y la Alpujarra), terminan por debilitar la ya precaria situación del Reino ante la inminente e inevitable conquista castellana. Finalmente el Zagal rinde armas y se marcha al Magreb dejando sus posesiones a los cristianos. Queda por tanto como rey indiscutible Boabdil, quien limitado por la situación, se encuentra el rechazo de la población y la constancia de la inminente rendición como única salida a la guerra.

Tras la caída de Málaga, Baza y Almería, la situación de Granada se hizo insostenible4. En 1491 los reyes se dispusieron a completar el cerco y aislamiento de Granada: a finales de abril se instaló la hueste en el Gozco y en mayo comenzó la construcción de Santa Fe, en medio de los marjales de la Vega, como ciudad cuartel permanente que impidiese a los granadinos salir de su ciudad y comunicarse con la Alpujarra.

La rendición se firmó finalmente en noviembre de 1491 entre Boabdil y los RR.CC, siendo abundantes las concesiones a los granadinos. En la noche del 1 al 2 de enero de 1492 las tropas castellanas entran en la Alhambra y demás fortalezas granadinas. Ya por la mañana se hizo la capitulación oficial y los RR. CC., entran en Granada el 6 de enero para organizar la ciudad. Se desbarató definitivamente el aparato político y militar de los nazaríes.

1.3. Las Capitulaciones.

Son el resultado de la necesidad de acelerar el fin de la guerra. La conquista se reducía al terreno militar, pero existían además otros aspectos mas complicados de resolver como la cultura, la sociedad y la economía de la población musulmana. En definitiva se contemplaba la realidad de la pervivencia de la sociedad musulmana dentro del Reino de Granada.

De los diversos tipos de capitulaciones:

a) Rendición sin condiciones como en la ciudad de Málaga para los que eran vencidos, lo que implicaba que la población era cautiva lo mismo que sus bienes.

b) Los restantes tipos de capitulaciones tienen en común el respeto a la libertad personal, a la estructura social, al ordenamiento jurídico y religioso y a todos los aspectos de la cultura islámica. Pero existe una gradación de menor a mayor generosidad en otros aspectos, sobre todo los económicos, que permite delimitar tres formas de capitulación: una aplicada entre 1484 y 1487; otra en las campañas de 1488 y 1489 y una exclusiva para Granada y la Alpujarra.

4 Caro Baroja, J.: Los moriscos del Reino de Granada. Colección fundamentos. Ediciones Istmo. San Sebastián de los Reyes (Madrid). 2000. Ladero Quesada, M. A.: Granada, Historia de un país islámico (1232-1571). Monografías históricas. Editorial Gredos. Madrid. 1989.

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1.4. De lo mudéjar a lo morisco.

La única posibilidad de los mudéjares que permanecieron era mantener el statu quo derivado de las capitulaciones, nada fácil ni agradable para ellos. Pero la desaparición legal de Granada como sociedad islámica formada por mudéjares, ocurrió entre 1499 y 15015. Las circunstancias para ello son las que siguen.

En 1499 regresan los RR.CC a Granada y cuando se marchan llega a la ciudad el Cardenal Cisneros, ante el cual el arzobispo Talavera estaba subordinado por el apoyo recibido de la monarquía por el toledano. Pronto comenzó a realizar acciones que no respetaban a los musulmanes en lo religioso al contrario de lo que realizaba Talavera6.

El día 18 de diciembre se sublevaron durante tres días mientras el Conde de Tendilla y el arzobispo Talavera intentaban apaciguarlos. El día 20 cedieron los mudéjares ante la promesa de castigo solo para los responsables directos de la sublevación. Además añadieron el perdón para aquellos que se convirtieran al cristianismo. Los reyes apoyaron estas medidas, pero desconfiaron de las mismas los mudéjares por las escasas garantías de cumplimiento de lo pactado. Hubo sin embargo conversiones en masa de los moros de los arrabales y Vega en enero de 1500 mientras las últimas mezquitas se convertían en iglesias.

En enero de 1500 se subleva la Alpujarra y fueron necesarios tres meses para someterla. Los reyes solo concedieron el perdón general a cambio del bautismo y del paso al orden jurídico y administrativo común con el resto de Castilla. El cabecilla fue el abuelo de Aben Humeya, Ibrahim ibn Ummayya bautizado como Hernando de Córdoba.

En octubre de 1500 se subleva el oriente, la zona de Nijar y Velefique a cuyo fin en enero de 1501, se añade la rebelión en la serranía de Ronda y Villaluenga, la cual no fue aplastada hasta mayo.

En julio, los reyes prohibieron a los musulmanes su estancia en el país para que no estorbaran el adoctrinamiento de los moriscos o cristianos nuevos y ordenaron la destrucción de todos los libros religiosos islámicos.

Pero la conversión trajo otros problemas, tales como evitar los peligros de la convivencia entre musulmanes y conversos7. Encontramos una sociedad compleja y mixta, donde los señores cristianos, lejos de desdeñar a los mudéjares, intentan atraérselos por su productividad.

1.5. Granada Morisca.

5 Para un estudio más profundo de las rebeliones de 1500-1501 y el fin de la Granada mudéjar ver Ladero Quesada, M. L.: Granada después de la conquista. Repobladores y mudéjares. (págs. 295-306).6 Barrios Aguilera, M.: Granada morisca, la convivencia negada. Editorial Comares. 2002. Serie Granada. (Capítulo 11, sobre la evangelización pacífica. Hasta 1510 se intenta la conversión; desde 1511 se procede a la aculturalización. Papel de los misioneros jesuitas).7 Barrios Aguilera, M.: Granada morisca, la convivencia negada. Editorial Comares. 2002. Serie Granada. (pág. 139).

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La vida como mudéjares no hubiera supuesto seguramente, algo intolerable a los granadinos. Como tampoco le pareció a las personalidades cristianas encargadas del gobierno del reino y la ciudad, don Iñigo López de Mendoza, conde de Tendilla, primer alcalde y capitán general de Granada y Fray Hernando de Talavera, su arzobispo. Pero había personas que contemplaban la situación de forma diferente. El representante máximo de esta postura es el Fray Francisco Jiménez de Cisneros, quien intervino desde 1499 en la labor catequística8. Presionó de forma violenta organizando bautizos en masa sin ningún tipo de escrúpulos. Su actuación dejaba poco margen, la conversión al cristianismo o la tortura y la prisión.

Como consecuencia, muchos musulmanes se marcharon, otros se sublevaron y fueron vencidos y otros más se convirtieron aunque mantuvieron en la memoria al menos dos hechos:

1º La conversión había sido forzada.2º Los reyes habían quebrantado las capitulaciones9.

Todo ello, como hemos dicho anteriormente, originó el llamado problema morisco, que se perpetúa a lo largo de todo el siglo XVI, hasta la rebelión de 1568 y las sucesivas expulsiones de los moriscos.

Tras el reinado de los RR. CC., y el trono efímero de Juana I de Castilla, llega al poder su hijo Carlos I evidenciándose una pérdida del espíritu de transigencia.

Ya en 1518, el emperador Carlos I publica una pragmática, siguiendo la que promulgó su madre en 150810, o más bien exigiendo que se cumpliera, que entre otras cosas establecía lo siguiente:

Se prohíbe el uso por los moriscos de la lengua y hábitos árabes Debían tener abiertas las puertas de sus casas los viernes, sábados y días de

fiesta En los desposorios y matrimonios no usasen ceremonias de moros sino que se

celebrasen con arreglo a las órdenes de la Iglesia Católica Que no se pusiesen alheña (hanna) ni polvos de la misma planta en los pies ni en

las manos.

Los moriscos enviaron repetidas comisiones para evitar el cumplimiento de la ley, hasta que el Veredicto de la Capilla Real del 7 de Diciembre de 1526 firmado por el emperador en Granada, admite que los moriscos no eran responsables de su débil incorporación a la comunidad cristiana por la débil campaña realizada por los castellanos el caudal de dinero morisco que fluía hacia la corona frenó no pocos males mayores11.

8 Barrios Aguilera, M.: Granada morisca, la convivencia negada. Editorial Comares. 2002. Serie Granada. (Para ver la represión como sistema, Capítulo 10; papel de Cisneros y de Talavera, el status morisco, el Sínodo de Guadix de 1554, la represión y la guerra).9 Caro Baroja, J.: Los moriscos del Reino de Granada. Colección fundamentos. Ediciones Istmo. San Sebastián de los Reyes (Madrid). 2000. (pág. 48)10 Barrios Aguilera, M.: Granada morisca, la convivencia negada. Editorial Comares. 2002. Serie Granada. (págs. 279-287).

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Todas las medidas buscan la desintegración del modus vivendi morisco y de la misma estructura familiar morisca12. Estaban encomendadas para su seguimiento al temido Santo Oficio o Inquisición que, gracias a un tributo extraordinario pagado a la Corona de 40.000 ducados reunidos por los moriscos, aplazó su actuación religiosa aunque no pudieron evitar la prohibición de hablar y escribir árabe

El reinado pues de Carlos I puede considerarse en este aspecto de política dilatoria, como de transición13.

Pero las cosas cambiaron con Felipe II. Si bien su padre necesitaba de continuos ingresos para llevar adelante sus empresas y a través de sumas de dinero se aplazaban las aplicaciones de las medidas coercitivas; la burocracia instaurada por su hijo, se cebó con las tierras del Reino de Granada14. La instauración del Municipio, del cabildo y Corregidor; los caballeros veinticuatro, los oficios reales y de jurisdicción, los oficios gubernativos…

Además funcionaba la Real Chancillería15 y administración de Justicia; el Tribunal de los tres jueces desde la expulsión morisca y la repoblación; la capitanía general del Reino16… Todo ello inasequible para la mentalidad morisca y en muchos casos predispuestos todos los organismos en su contra.

Todos los estamentos ejercían el gobierno a través de cientos de empleados y clérigos. La rigidez de mando en los órganos superiores se tradujo en abusos y malos tratos en los inferiores, cuyo saber era mucho menor y más grande su codicia. Los moriscos sufrían abusos por estar desamparados ante la justicia17.

Como se puede ver, la vida de los moriscos había empeorado sustancialmente por todos los motivos expuestos y que podemos resumir en:

- Rendición y firma de las Capitulaciones.- Incumplimiento de las Capitulaciones.- Intento de aculturalización y conversión.- Rebelión de 1500-1501.- Cambio del status de mudéjar a morisco.- Pragmáticas de Juana I, Carlos I…

11Mármol Carvajal, Luís del: Historia del [sic] rebelión y castigo de los moriscos del Reino de Granada págs. Alicante: Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, 2001 Edición digital a partir de Biblioteca de Autores Españoles: historiadores de sucesos particulares, tomo I, Madrid, M. Rivadeneyra, 1852, pp. 123-365. Localización: Biblioteca General de la Universidad de Alicante. Sig.FL RS/284. 156-157 (lib. I, cap. XXVII).12 Barrios Aguilera, M.: Granada morisca, la convivencia negada. Editorial Comares. 2002. Serie Granada. (Capítulo 9. Sobre la vida cotidiana de los moriscos: la familia, la conformación de las alquerías y sus barrios, tipo de alimentación, los vestidos, los baños públicos, la lengua…).13 Caro Baroja, J.: Los moriscos del Reino de Granada. Colección fundamentos. Ediciones Istmo. San Sebastián de los Reyes (Madrid). 2000. (pág. 53).14 Barrios Aguilera, M.: Granada morisca, la convivencia negada. Editorial Comares. 2002. Serie Granada. (pág. 156).15 Barrios Aguilera, M.: Granada morisca, la convivencia negada. Editorial Comares. 2002. Serie Granada. (págs. 161-169).16 Barrios Aguilera, M.: Granada morisca, la convivencia negada. Editorial Comares. 2002. Serie Granada. (pág. 170).17 Ladero Quesada, M. A.: Granada, Historia de un país islámico (1232-1571). Monografías históricas. Editorial Gredos. Madrid. 1989. (pág. 300).

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- Burocratización del Reino con Felipe II.

Nos encontramos pues con una población ya a mediados del siglo XVI, desbordada por la abrumadora persecución, temerosa de lo que vaticinaba como seguro y que no era otra cosa que la expulsión de sus tierras y el despojo de sus propiedades por parte de los cristianos.

Podríamos decir que el clima social estaba alterado en grado sumo y los moriscos eran caldo de cultivo para la rebelión. Habían aceptado el bautismo en muchos casos con fingimiento y a la vez con repudio interior, pues continuaban practicando el Islam en secreto, conservando sus preceptos. Este fenómeno se conoce como la Taqiyya o la simulación.

Entre los repobladores y moriscos existía una diferencia eminentemente cultural, que subyacía a todas las igualaciones legales o religiosas que las autoridades quisieron introducir. No existió una mezcla, la integración no existió. En palabras de Barrios Aguilera, la convivencia fue negada.

Pervivieron peculiaridades culturales de época nazarí evidenciadas y demostradas por autores como Caro Baroja y otros. A su vez, los castellanos presionaban continuamente para su abandono, especialmente en lo tocante a religión y supersticiones, idioma, vestido…

El lenguaje discriminaba, pues incluso los que hablando la aljamía o árabe vulgar habían aprendido castellano, lo hablaban con unas peculiaridades fonéticas y de construcción que los identificaban como moriscos18.

1.6. El último decenio.

Los acontecimientos arrastrados desde la conquista, se incrementaron aún más si cabe a partir de los años cincuenta del siglo XVI.

La presión económica fue brutal con la revisión de propiedades realizada por el doctor Santiago, oidor de la Chancillería de Valladolid. Otro factor económico de presión fue la industria sedera (En 1561 unos 4000 granadinos se ganaban la vida tejiendo la seda y otros trescientos vendiéndola). Gravaron en exceso este producto y su comercialización llegando a prohibir su exportación en el decenio 1552-1561, llevando a la industria granadina a la crisis y al empobrecimiento de estas gentes.

La presión jurídica comenzó en 1553 con la renovada prohibición de tener armas. En 1560, las Cortes celebradas en Toledo dispusieron que los moriscos no tendrían en lo sucesivo esclavos negros o musulmanes y se volvió a dictar la prohibición de 1553.

18 Ladero Quesada, M. A.: Granada, Historia de un país islámico (1232-1571). Monografías históricas. Editorial Gredos. Madrid. 1989. (pág. 294, donde explica los rasgos de pronunciación, como era convertir “ue” en “o”, “ie” en “e”, “e” en “i”, “u” en “o”, “ñ” en “ni”, “ll” en “li” en interior de palabras y “s” en el sonido de “x” castellana antigua o “x” actual en “s”).

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La sociedad morisca del Reino de Granada conformaba un grupo social compacto y próspero a pesar de la represión. Era lógico que este grupo no permaneciera impasible ante los ataques contra sus condiciones de vida.

Desde 1559 los agentes reales comprobaron todos los títulos de propiedad para reclamar las tierras de la corona. Quienes no podían exhibir documentos legales que acreditasen la propiedad, tenían que pagar una multa a la corona para evitar que sus posesiones fueran embargadas.

La Chancillería se arrogó la jurisdicción antes exclusiva del Virrey, de la búsqueda y castigo de los monfíes, pero ante la inexperiencia de sus encargados, se provocó un aumento del bandolerismo.

En 1565 los obispos granadinos celebraron un sínodo provincial, renovando sus intenciones de apretar más a los moriscos para que fueran buenos cristianos. Renovaron disposiciones de 1526 en desuso sobre prohibiciones para los moriscos. Se proyectó llevar a los hijos de los moriscos notables a Castilla la Vieja para que fuera de su familia se instruyeran en cultura castellana. El presidente del Consejo de Castilla, cardenal Espinoza y el arzobispo de Granada don Pedro Guerrero, como don Pedro de Deza, pensaron que podía lograrse sin demasiado escándalo. A su vez, la Inquisición endureció su actitud más aún contra los moriscos, llegando a ser el 90% de los protagonistas de autos de fe granadinos en aquellos años19.

La réplica morisca fue el memorial de Núñez Muley que fue desestimado y por tanto lo siguiente fue la rebelión, una sublevación desesperada.

1.7. Raíces de La Guerra de Granada.

En el decenio de 1560, en el norte de África, Argel mantenía una guerra contra España, amenazando la navegación y su integridad costera. Fue entonces cuando los turcos hicieron acto de presencia en el Mediterráneo occidental, sitiando Malta en 1565, hecho que coincidió con un aumento de la frecuencia y la dureza de los ataques piratas contra la costa granadina, desde sus bases en Tetuán, Cherquell y Argel.

En 1558 una fuerza de 4000 hombres atacó Berja; en 1559 150 turcos y argelinos atacaron el castillo de Fuengirola; y en 1560 los corsarios morisco desembarcaron en Castell de Ferro evacuando a los habitantes de la aldea de Notaes. Aunque la incursión más espectacular fue la que sufrió Órgiva en el invierno de 1565, en la que los corsarios procedentes de Tetuán derrotaron a las tropas españolas, penetraron más de 30 kilómetros hacia el interior y se llevaron a centenares de moriscos.

En la década de 1560 los monfíes actuaban en toda la España morisca. A medida que la campaña musulmana ganaba intensidad, los moriscos entraron en contacto con los jerifes de Marruecos, los piratas de Tetuán y el sultán de Constantinopla.

El odio y la desconfianza hacia los moriscos crecieron en proporción al peligro que se percibía, ya fuese real o imaginario, desbordándose con el cerco de Malta.

19 Ladero Quesada, M. A.: Granada, Historia de un país islámico (1232-1571). Monografías históricas. Editorial Gredos. Madrid. 1989. (págs. 306-309).

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Pero ese odio se alimentaba también de otras fuentes. Resentimientos del pueblo ante la prosperidad del artesano y comerciante morisco. La tensión era muy fuerte antes de que interviniese el Estado, con cierta ineptitud y provocando la chispa que encendió la mecha.

En 1566 el inquisidor general Diego de Espinoza, preparó un edicto junto al rey Felipe II, que imponía diversas prohibiciones a los moriscos como hemos comentado antes. El día de Año Nuevo de 1567, Pedro de Deza, promulgó el edicto y comenzó a imponer su cumplimiento en Granada.

La pretensión era acabar con los moriscos y convertirlos en católicos españoles, sin esperar oposición y solo por medio del decreto. En un primer momento, los moriscos se limitaron a negociar, tal y como lo habían hecho en otras ocasiones, pensando que por medio de dinero obtendrían una suspensión o una rebaja de las pretensiones del decreto.

El memorial que presentó Núñez Muley fue ignorado y las actuaciones en Madrid de Jorge de Baeza corrieron la misma suerte. Durante todo el año se prolongaron las negociaciones y cuando los moriscos fueron conscientes de la realidad que se les avecinaba, se produjo el levantamiento.

1.8. La sublevación20.

El día de Nochebuena de 1568 fue la fecha elegida. No consiguieron el apoyo del Albaicín, pero si el levantamiento de la Alpujarras. Fue ante todo seguido en el medio rural y no tanto en las ciudades.

Se trató de una unión de una minoría que luchaba por su identidad. Comenzó el movimiento con 4000 insurgentes en enero de 1569, llegando a unos 30.000.

El cabecilla, Fernando de Valor, Aben Humeya fue proclamado rey por los sublevados y asesinado un año después (el 20 de octubre de 1569, en Lanjarón) y le

20 Caro Baroja, J.: Los moriscos del Reino de Granada. Colección fundamentos. Ediciones Istmo. San Sebastián de los Reyes (Madrid). 2000. (Capítulo 6, págs. 175-203).Barrios Aguilera, M.: Granada morisca, la convivencia negada. Editorial Comares. 2002. Serie Granada. (Capítulo 12, sobre la Guerra de las Alpujarras, pág. 325…). Para abordar la guerra desde el punto de vista contemporáneo de los sucesos, se pueden consultar las siguientes referencias: Pérez de Hita, G.: Historia de las guerras civiles de Granada. Edición facsimil, Alacant: Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, 2003. Reproducció digital de l'edició de Paris, en la tienda de Langelier..., por Juan Guignard...,1660. Autor: Ginés Pérez de Hita. Referències: ICE 268; cf. KVK [en línea]. Localización: Biblioteca de Catalunya, sig. Esp. 131-8º.Hurtado de Mendoza, D.: Guerra de Granada hecha por el Rey de España Don Felipe II contra los moriscos de aquel reino, sus rebeldes: historia escrita en cuatro libros. Alicante: Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, 1999 Edición digital a partir de Biblioteca de Autores Españoles: historiadores de sucesos particulares. Tomo I, Madrid, M. Rivadeneyra, 1852, pp. 65-122.Mármol Carvajal, Luís del: Historia del [sic] rebelión y castigo de los moriscos del Reino de Granada. Alicante : Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, 2001 Edición digital a partir de Biblioteca de Autores Españoles : historiadores de sucesos particulares, tomo I, Madrid, M. Rivadeneyra, 1852. Localización: Biblioteca General de la Universidad de Alicante. Sig.FL RS/284. 156-157.

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sucedió su primo Diego López (Aben Abó), quien también fue asesinado por sus seguidores en los Bérchules.

A partir de 1570 el comandante de la tropas castellanas, don Juan de Austria, impulsado por el temor de una intervención musulmana desde el exterior, llevó a cabo una campaña en toda regla. Utilizó tropas de los tercios de Nápoles y de las comarcas orientales de España, sustituyendo a las milicias andaluzas. Aplicó la política de expulsión de las tierras las para asilar a los rebeldes de las montañas de sus fuentes de aprovisionamiento.

El levantamiento duró dos años y había agotado por completo los recursos del Reino. Por tanto, las condiciones de la rendición fueron duras. Se decidió deportar a todos los moriscos del reino de Granada a otras partes de España. La orden de evacuación se dio el 28 de octubre de 1570, fijando don Juan de Austria la fecha del 1 de noviembre. Los moriscos fueron encadenados y conducidos en convoyes hacia las ciudades y aldeas de Extremadura, Galicia, La Mancha y Castilla la Vieja. En total se calcula que fueron unos 80.000 los deportados. Con todo esto, la expulsión no fue total y en 1587 todavía vivían en Granada unos 10.000 moriscos21.

1.9. La repoblación22.

Para llenar el vacío de esta emigración forzosa, las tierras abandonadas fueron confiscadas por la corona y ofrecidas en condiciones favorables, junto al ganado y utensilios, a colonos procedentes de Asturias, León, Burgos y Galicia. En total unas 12.500 familias acudieron a Granada y ocuparon 270 de las 400 aldeas abandonadas. Pero muchos de los repobladores, al no ver colmadas sus expectativas, optaron por marcharse.

En realidad la política de deportación no resolvió nada en Granada y agravó el problema morisco al extenderlo a toda Castilla. Los moriscos granadinos, activos y prolíficos, no eran bien recibidos por los nuevos vecinos, resultando imposible la tarea de asimilación y conversión al catolicismo.

La suspicacia de las autoridades llevó a temer que el reflujo morisco produjese un renacimiento en este aspecto y provocó una segunda expulsión en 1584 de unos 3.500 moriscos. Ya durante la expulsión general de los moriscos españoles entre 1608 y 1611, solo saldrían del reino de Granada en torno a 2.000. Los últimos moriscos se fundieron en el molde cultural hispano cristiano.

Los últimos chispazos en el plano religioso fueron los sucesos de los hallazgos de la Torre Turpiana (1588) y de los plomos del Sacromonte, en los que varios moriscos, entre ellos el Alonso del Castillo y Miguel de Luna, intentaron un sincretismo doctrinal entre el Islam y cristianismo23.

21 Caro Baroja, J.: Los moriscos del Reino de Granada. Colección fundamentos. Ediciones Istmo. San Sebastián de los Reyes (Madrid). 2000. (Capítulo 7, págs. 203-236).22 Barrios Aguilera, M.: Granada morisca, la convivencia negada. Editorial Comares. 2002. Serie Granada. (capítulos 14 y 15).23 Ladero Quesada, M. A.: Granada, Historia de un país islámico (1232-1571). Monografías históricas. Editorial Gredos. Madrid. 1989. (pág. 317).

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Los setenta años de historia morisca en Granada fueron un reflejo del desencuentro existente entre cristianos y moriscos y que desembocó en una guerra y una expulsión. En palabras del profesor Barrios Aguilera (La convivencia negada), hay que decir que hubo una negación de la convivencia por parte de los poderes cristianos, quienes se aprovecharon de una minoría descabezada.

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2. Los hallazgos de la Torre Turpiana: Inicio del Ciclo Falsario Granadino.

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“Antes de los hallazgos de la torre Turpiana no poseía la Catedral de reliquias como la colección de cuerpos sagrados de la Capilla Real, y con ellos se reafirmó su supremacía”24.

2.1. Aparición de los hallazgos.

En 1588, seguían las obras en la Catedral cuando al derribar el minarete de la antigua Mezquita Mayor apareció el 18 de marzo (día de San Gabriel, el ángel más importante para el Islam y de frecuente aparición en los textos de los libros plúmbeos) una caja embetunada por dentro y por fuera, con varios objetos.

Se encuentra dentro de la caja un pergamino25 que daba noticias de San Cecilio, escrito en latín, árabe y castellano; el cual fue traducido por el morisco granadino Alonso del Castillo.

Encabeza el pergamino un grupo de cinco cruces y una inscripción árabe referida a la profecía de san Juan. La profecía de San Juan estaba presentada en una especie de tablero de ajedrez de 1392 escaques, 48 por 29 y en cada escaque alternos en color rojo y negro, una letra en mayoría latina con alguna griega intercalada. Al margen había inscripciones en árabe y la firma de San Cecilio cerrando los primeros catorce versículos del Evangelio de San Juan con algunas diferencias. Además en la caja aparece el medio paño milagroso de la Virgen María y una reliquia del protomartir, un hueso del dedo pulgar.

El texto se dio para su traducción a Miguel de Luna, amigo y compañero de Alonso de Castillo, otra copia se envió a Arias Montano y otra al propio Castillo. La traducción de Castillo debió estar llena de ambigüedades, que no aclaró, a pesar de la insistencia de Luís de Mármol Carvajal, el cronista de la sublevación y reducción de los moriscos, a Pedro de Castro (1539-1623), arzobispo de Granada, de que Castillo podía dar muchas claves sobre dicho documento.

Respecto al contenido del pergamino, M. J. Hagerty (1980), piensa que el contenido y la intencionalidad del pergamino demuestran algunos motivos y el mecanismo de esta invención, la cual podemos considerar esencialmente morisca.

Estaba muy vigente la división entre cristianos viejos y nuevos, pero el descubrimiento era para los primeros la certificación del pasado cristiano. Como no aparecían incrédulos abiertamente en las opiniones, supieron de la necesidad de la gente de rellenar 800 años de historia. El fracaso de la guerra de 1568 constató a los moriscos la intención cristiana de convertir la ciudad en plenamente cristiana.

24 Harris A. K.: El Sacromonte y la geografía sacra de la Granada moderna. En Barrios Aguilera M. y García Arenal M. eds., Los plomos del Sacromonte. Invención y tesoro. Valencia, publicaciones de la Universidad de Valencia (en coedición con las de Granada y Zaragoza), 2006.

25 Van Koningsveld, P. S. y Wiegers, G. A.: El pergamino de la Torre Turpiana: El documento original y sus primeros intérpretes. En Barrios Aguilera M. y García Arenal M. eds., Los plomos del Sacromonte. Invención y tesoro. Valencia, publicaciones de la Universidad de Valencia (en coedición con las de Granada y Zaragoza), 2006.

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El pergamino fue un ensayo para ver la reacción del pueblo y las autoridades, además de la reacción de los moriscos ante esta religión prefabricada deshecha de elementos esenciales del Islam. El monoteísmo islámico hizo que nunca se mencione a Jesús como hijo de Dios sino como Verbo. Es posible que en el pergamino interviniesen cristianos viejos26.

2.2. Alonso del Castillo.

Pero, ¿Quién era realmente este personaje?27

Alonso del Castillo perteneció a la estirpe de los «nuevos conversos de moro» o moriscos y, en apariencia, sería el ejemplo perfecto de asimilación de culturas en el siglo XVI. Fue su padre «Castillo el Viejo» quien debió hacerse cristiano en la obligada conversión de 1500 y Alonso se educó en el cristianismo y estudió medicina en la Universidad de Granada, aprendiendo el español y adquiriendo conocimientos de latín y griego.

La lengua materna y familiar del licenciado Alonso del Castillo fue el dialecto arábigo-granadino -se conserva una colección de refranes en este dialecto recopilados por él (F. CORRIENTE CÓRDOBA y H. BOUZINEB, Recopilación de refranes andalusíes de Alonso del Castillo, Zaragoza, 1994)- pero estudió y llegó a dominar el árabe clásico. Esta formación, además de ejercer privadamente la medicina, le permitió ser traductor oficial del árabe de las más importantes instituciones en la España de Felipe II. Pero lo mismo que en sus traducciones al español se perciben ciertas expresiones y modismos típicos de alguien cuya primera lengua es el árabe.

Su primera actividad importante como traductor tuvo lugar en el año 1564 cuando, por encargo del Concejo o Cabildo granadino, copia una gran parte de las inscripciones árabes de los palacios de la Alhambra y las traduce, obra fundamental para el conocimiento de estas inscripciones a pesar de sus posibles errores, pues algunas de las que copió y tradujo han desaparecido. Un ejemplar de este trabajo se conserva en un manuscrito de la Biblioteca Nacional de Madrid y, aunque sólo muy recientemente ha sido editado (Becerril, J. A.: El manuscrito de Alonso del Castillo: colección de inscripciones históricas y poéticas de la ciudad de Granada: manuscrito nº 7453 de la B.N., Granada, 2000), ha sido estudiado por todos los investigadores de las inscripciones de los palacios nazaríes.

26 Hagerty M. J.: Los libros plúmbeos del Sacromonte. Biblioteca de visionarios heterodoxos y marginados. Editora Nacional. Madrid. 1980.Boyado Guerra, I.: Al-Hayari y su traducción del pergamino de la Torre Turpiana. En Barrios Aguilera, M. y García Arenal, M. eds. :¿La historia inventada? Los libros plúmbeos y el legado sacromontano. Editorial universidad de Granada en coedición con el Legado Andalusí. Granada. 2008.Barrios Aguilera, M.: El mito de los libros plúmbeos. Una historia crítica.Barrios Aguilera, M.: Los falsos cronicones contra la historia (o Granada, corona martirial). Granada. Editorial Universidad de Granada. 2004. Capítulo 2, las invenciones de la Torre Turpiana y de Valparaíso: libros plúmbeos y reliquias martiriales.27 Cabanelas Rodríguez, D.: «El morisco granadino Alonso del Castillo, intérprete de Felipe II», Miscelánea de Estudios Árabes y Hebreos, (M.E.A.H.), Granada, VI (1956), págs. 19-42; El morisco granadino Alonso del Castillo, Granada, 1965 (2ª ed. Granada, 1991); El Sacromonte, punto de confluencia doctrinal entre el Islam y la Cristiandad. La Abadía del Sacromonte. Exposición artístico-documental. Estudios sobre su significación y orígenes, Granada, 1974; «Las inscripciones de la Alhambra según el morisco Alonso del Castillo», M.E.A.H., XXV (1976), págs. 7-32.

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A pesar de la fidelidad de sus textos y traducciones, evita mencionar cualquier expresión islámica, llegando incluso a suprimir en la traducción un verso al creer que el nombre que aparece es el de Mahoma cuando era el de un emir del mismo nombre que el del Profeta del Islam. Posiblemente con estas supresiones quiso evitar que las inscripciones fuesen destruidas si se percibía sus elementos religiosos.

Por la misma época se dedica a hacer traducciones privadas de diversos documentos, como contratos, compraventas, etc., y colabora con la Inquisición igualmente como traductor.

Su segundo trabajo importante fue traducir al español y redactar en árabe cartas y otros documentos relativos a la sublevación y reducción de la rebelión de los moriscos del Reino de Granada (1568-1572) y que el propio Alonso del Castillo recopiló y entregó al rey Felipe II y a D. Pedro de Deza. Estos documentos fueron publicados por P. DE GAYANGOS «Sumario y recopilación de todo lo romançado por el licenciado Alonso del Castillo», Memorial Histórico Español, III (1852), págs. 1-164.

En 1573 fue llamado por el rey Felipe II a Madrid quien le encargó hacer un catálogo de los manuscritos árabes que se encontraban en la Biblioteca del Monasterio de El Escorial, tarea en la que estuvo hasta 1587, con viajes a Granada y a otras partes de Andalucía en búsqueda de nuevos manuscritos árabes. También hubo que traducir algunas cartas diplomáticas enviadas a Felipe II por el sultán de Marruecos.

A su regreso a Granada se produciría en esta ciudad el primer capítulo de la historia de los Libros Plúmbeos del Sacromonte en la que Alonso del Castillo estuvo profundamente implicado.

Al enterarse del hallazgo el prelado Juan Méndez de Salvatierra, informó al Papa Sixto V para iniciar el proceso de calificación de las reliquias según las estipulaciones del Concilio de Trento y también se informó a Felipe II que mandó llevar el paño al Escorial. Se convocó a su vez, Junta Magna. El cabildo ordenó la traducción del contenido árabe del pergamino a Luís Fajardo, catedrático de árabe en Salamanca; Miguel de Luna, morisco señalado por Fajardo y a Francisco López Tamarid, Racionero Mayor de la Catedral. La cotejaron con la traducción encargada a Miguel de Luna, que también era morisco y que estaba al servicio de Felipe II. Su aparición en la escena de los hallazgos no es cuestión casual.

2.3. El papel de Miguel de Luna.

Médico morisco y traductor de árabe, Miguel de Luna es una de las figuras prominentes de la sociedad morisca granadina de finales del siglo XVI. Licenciado en Medicina en la Universidad de Granada, su actividad fundamental parece ser, sin embargo, la de traductor, primero a sueldo de las autoridades de Granada y, más tarde, como traductor real, puesto en el que sucederá al también morisco Alonso del Castillo.

Casado con una hija de éste, tuvo varios hijos, de los que conocemos a uno, Alonso, encausado por la Inquisición en 1619, y a otro, anónimo, que vive en Roma y desde allí intenta convencer a su padre de que se reúna con él. Pese a su origen y también pese a algunas acusaciones de falsificación, fue admitido al proceso para ser

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nombrado hijodalgo. El arzobispo Pedro de Castro le defenderá siempre, incluso después de muerto, ante quienes le acusaban de no tener una conducta muy sincera.

Miguel de Luna era conocido en Granada y en España por su exitosa obra La verdadera historia del rey Rodrigo, en la cual se trata de la causa principal de la pérdida de España, y la conquista que della hizo Miramamolín Almançor Rey que fue del Africa, y de las Arabias, y vida del Rey Iacob Almançor. Compuesta por el sabio Alcayde Abulcacim Tarif Abentarique, de nación Arabe, y natural de la Arabia Petrea. Nuevamente traduzida de la lengua Arabiga por Miguel de Luna vezino de Granada. Interprete del Rey don Phelippe nuestro Señor, publicada en Granada en 1592 (primera parte) y 1600 (segunda parte).

En ella Luna, a partir de un supuesto manuscrito de la Biblioteca de El Escorial que él traduce, ofrece una nueva versión de la conquista y dominación árabes de España que le ofrece un testigo privilegiado de todos los acontecimientos. Su visión de la conquista se aparta de lo que es la doctrina oficial de la época, dando una visión positiva de los conquistadores y pintando a los visigodos con los tonos más oscuros. Según la obra, España se benefició de una pronta mezcla de razas y de un período de paz y prosperidad propiciado por unos gobernantes árabes ejemplares, de los que nos da el ejemplo supremo, en un verdadero espejo de príncipes, en la figura de Jacob Almançor.

El evidente carácter enaltecedor de los árabes existente en la obra, hizo levantar la voz de alerta al jesuita morisco Ignacio de las Casas. La historia de la conquista de España es una historia política, militar y social en la que la religión de unos y de otros apenas tiene papel determinante ante los designios que los intereses van marcando. Echando mano de los recursos literarios en boga en la España de la segunda mitad del XVI (descubrimiento y traducción de manuscritos, pseudohistoria modelada, etc.), Miguel de Luna puede plantear una rectificación de las coordenadas históricas y sociales de toda la sociedad española, cristiana y morisca28.

Luna fue asimismo, junto con Alonso del Castillo, uno de los más asiduos traductores y colaboradores del arzobispo Pedro de Castro en el asunto de los Libros de plomo hallados en el Sacromonte de Granada. Entusiasmado defensor, en Granada y en Madrid, de la autenticidad de los plomos y de la veracidad de su contenido, sus traducciones subrayaran el carácter cristiano de los textos y estarán entre las utilizadas siempre por Castro en su cruzada a favor de los plúmbeos. Sin embargo, ya en su propia vida Luis del Mármol Carvajal le acusó, más o menos veladamente, de estar implicado, junto con otros moriscos, en la factura de las láminas de plomo, posiblemente por la fama que ya tenía por su Verdadera Historia.

Hoy día, los autores creen en la participación de éstos y otros moriscos de su círculo en la ideación y realización de unos textos de resistencia intelectual como los libros plúmbeos del Sacromonte.

28 Bernabé Pons, L. F.: «Estudio preliminar», Miguel de Luna, Historia verdadera del Rey Don Rodrigo, Granada, Universidad de Granada, 2001, págs. VII-LXX.

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3. Los libros plúmbeos del Sacromonte.

3.1. Las reliquias del Monte Valparaíso.

Algunos estudiosos del tema hablan de los hallazgos de la Torre Turpiana de 1588, como un globo sonda que preparo los sucesos de los libros plúmbeos (los cuales no fueron un hecho aislado en la España de su tiempo, donde eran frecuentes los

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hallazgos de reliquias y objetos a los que se les daba una significación religiosa)29. El pergamino había sido un ensayo para ver la reacción del pueblo y las autoridades ante los hechos planteados y las ideas lanzadas por los autores, además de la reacción de los moriscos ante esta religión prefabricada deshecha de elementos esenciales del Islam.

En 1595, aparecen en la colina de Valparaíso unas cenizas y huesos junto a unas láminas de plomo escritas en un latín que denominaron hispano bético, donde se relataba el martirio durante la persecución de Nerón de varios santos varones apostólicos discípulos de Santiago. Estos estaban considerados por la tradición medieval, como los obispos fundadores de las primeras iglesias del sur de la península Ibérica.

El 21 de febrero de 1595, unos buscadores de tesoros descubren una caverna en la que se encontró una lámina de plomo con los especiales caracteres latinos antes descritos y en la que podía leerse que en aquel lugar se encontraba el cuerpo de san Mesitón.

El 20 de marzo se encontró otra lámina similar con la noticia de que allí mismo fueron arrasados san Hiscio y sus discípulos. Este personaje aparecía como discípulo del apóstol santiago.

Los hallazgos más significativos de restos humanos y de los primeros “Libros Plúmbeos” tuvieron lugar en el mes de abril y se prolongaron en el tiempo hasta 1599.

Estos libros eran en realidad unas hojas muy delgadas de forma circular u ovoidea que a veces aparecían ensartadas en un hilo también de plomo. Estaban esscritas a buril por ambas caras usando combinaciones de círculos y triángulos entrelazados formando estrellas, alternando con un tipo de caracteres que los moriscos llamaban salomónicos. Estas hojas agrupadas por temas doctrinales y envueltas en unas cubiertas de plomo, tenían sobre ellas grabado su título en latín.

La aparición de los libros plúmbeos del Sacromonte es la continuación del ciclo falsario comenzado con los hallazgos de la Torre Turpiana, pero no su final.

3.2. Calificación de los libros plúmbeos.

Suponiendo que las primeras falsificaciones se hicieran entre 1588 y 1595, el siguiente paso era hacerlas aparecer. La solución a este obstáculo fue el empleo de los dos tesoreros o al menos uno de ellos. Se hicieron de un librito de recetas que señalaba al monte Valparaíso de Granada como continente de maravillas y dejaron que los descubrimientos fueran hechos por un cristiano y no por un morisco. Una vez aparecido el primero de los libros, el resto de los descubrimientos solo requería de un cómplice en las obras que se llevaran a cabo.

Cuando los libros empezaron a aparecer casi por orden alfabético, iban siendo aceptados como el pergamino y por ello el interés crecía hasta la última plancha, la cual anunciaba a san Cecilio, mártir árabe y autor de los libros. Si los libros hubieran aparecido sin esta preparación psicológica se habría tardado mucho en aceptar su

29 Martínez Medina, F. J.: El Sacromonte de Granada y los discursos inmaculistas postridentinos. Revista Archivo Teológico Granadino, nº 59. (1996) págs. 5-57. Granada.

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procedencia. Hubo que informar de sus autores antes de que fueran descubiertos para favorecer su aceptación.

La Granada de finales del siglo XVI se vio sacudida entonces, en lo intelectual y social por una serie de descubrimientos de huesos y cenizas y de unos fantásticos textos árabes burilados en plomo en las cuevas del Monte Valparaíso, que en adelante ya sería llamado el Sacromonte.

En esos textos se daba noticia de los primeros mártires cristianos de la ciudad, del que sería su futuro patrón, San Cecilio, y de la estancia de Santiago en la ciudad del Darro; aparte de estas maravillosas nuevas, los textos revelaban toda una serie de contenidos doctrinales envueltos en un estilo ampuloso y oscuro, puestos en boca de los varones apostólicos y de la misma Virgen María.

Los textos ponían a Granada a la altura eclesiástica de Toledo o Compostela, hizo que se sucediesen las traducciones de los textos árabes, teniéndolos por auténticos documentos del primer cristianismo, sin reparar demasiado en los nada escondidos elogios que la propia Virgen María hacía de la raza árabe y su lengua.

El interés fue tal que durante varios años se escondieron las voces que criticaban dichos libros, señalando que tenían factura moderna, que se habían colocado en las cuevas para engañar a sus destinatarios y que los textos estaban llenos de doctrina islámica. Con el paso del tiempo, sin embargo, y a pesar de la encendida defensa que hicieron el arzobispo de Granada y otros personajes, ésta fue la opinión que se abrió paso, sostenida por cada vez más personas del mayor peso intelectual.

El asunto terminó de forma un tanto abrupta, al pedir Roma que se enviasen los textos (cosa que se hizo no sin mucha resistencia) y ser allí condenados en 1662 tras su estudio, por sostener contenidos musulmanes.

Lo que ocurría entre las autoridades, era una polémica dividida en tres etapas. La primera entre 1595-1631, cuando libros y pergamino pasan en Granada, del palacio arzobispal a la Abadía (fundada en 1610); o en Sevilla o en Madrid siempre en posesión de Castro. En 1631 se trasladan a Madrid a san Jerónimo hasta 1642, cuando son enviados a Roma, donde siguen. Esta etapa termina en 1682 cuando Inocencio XI condena los libros.

Estas etapas se caracterizan por la ubicación y por el descenso de crédulos, reducidos al final a los clérigos del Sacromonte.

Durante el proceso de calificación, Castro convocó dos juntas de teólogos que declararon unánimemente la autenticidad de las reliquias y la ortodoxia del contenido de los libros. Se calificaron de auténticas a las reliquias.

Fuera de Granada los libros son despreciados excepto por el marqués de Estepa, Adán Centurión. Cuando en 1631 el rey ordena que sean llevados los libros a Madrid los monjes negaron la cuarta llave del custodatorio y tuvo que ser roto30.

30 Hagerty M. J.: Los libros plúmbeos del Sacromonte. Biblioteca de visionarios heterodoxos y marginados. Editora Nacional. Madrid. 1980.

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Una vez los libros en Roma se tradujeron por el jesuita Kircher. Finalmente Pablo Jiménez, arzobispo de Trani aceptó el encargo de concluir el asunto en nombre del cabildo de la abadía del Sacromonte. Pero lo único que consiguió fue dar la alarma a los dominicos, enemigos de los plomos y del concepto de Inmaculada unido a ellos. Lo último que logró fue retrasar unos meses la propagación de la bula condenatoria de fecha de 26 de marzo de 1682.

Los plomos muestran como se definían los moriscos a punto de ser expulsados, un jofor o predicción de un brillante futuro. Hacer pervivir el Islam unido a las creencias en la alquimia y la astrología. Junto al concepto de que Dios es omnipotente y el hombre solo debe aceptarlo y obedecer.

Los libros del Sacromonte planteaban los orígenes del cristianismo con la de la aparición de otro texto que era un evangelio, copiado de un original divino por la misma mano de la virgen y que solo sería descifrado, gracias al árabe y a los árabes.

Son un intento de subvertir los valores de la sociedad dominante a través de la aparición de crónicas o mensajes antiguos y de extraordinario contenido. Son asimismo, un intento de resistencia intelectual de los moriscos, colocando al árabe como indispensable par que Granada y España pudieran conocer su verdadero pasado histórico y espiritual y a los árabes como parte indisoluble de ese pasado y del futuro31.

Es posible que las traducciones más cercanas temporalmente a los descubrimientos sean las que presenten un texto menos ambiguo en la presencia de elementos de apariencia islámica, más cristiano que agrade al arzobispo Castro. Respondían a las expectativas que había despertado el hallazgo del pergamino de la torre Turpiana.

Es fácil encontrar en los textos del Sacromonte fraseología y terminología musulmana y coránica (la sahada – no hay más Dios sino Dios; Abd Allah – siervo de Dios).aplica títulos islámicos a Jesús…

Pero hay que preguntarse si es posible crear una síntesis de las dos religiones, las cuales contienen elementos de fe mutuamente excluyentes. Lo que sucede en los libros entonces según el autor, es que se toma algún aspecto atractivo de la primitiva historia del cristianismo y a través de los discursos de personajes de gran renombre s va impartiendo doctrina.

Los textos anunciaban un libro mudo escrito por la Virgen María a partir de n original celeste y que nadie había podido descifrar, se haría con los árabes. El Sacromonte se había conformado con sus textos en el ámbito generador de un libro que confirmaría la verdad del Evangelio a los hombres, pero contemplada desde una perspectiva islámica. Poco tiempo después, aparece en Túnez un evangelio entre los moriscos españoles. El evangelio de San Bernabé, del que se conservan dos manuscritos, uno italiano y otro español. Aquí, Jesús rechaza ser el hijo de Dios, no sufre la pasión sino que lo hace Judas en su lugar; niega ser el Mesías afirmando ser el anunciador del verdadero Mesías, Muhammad.

31 Bernabé Pons, L. F. «Los mecanismos de una resistencia: los libros plúmbeos del Sacromonte y el Evangelio de Bernabé», Al-Qantara, Madrid, XXIII, 2 (2002): 477-498.

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Toma la forma de los evangelios canónicos, el ministerio de Jesús comienza por la revelación del Evangelio en forma de libro que Gabriel hace descender del cielo hasta el corazón de Jesús. Hay que acudir entonces al idioma árabe para aprehender la ipsissima de Dios, del cristianismo.

3.3. La relación de los libros plúmbeos.

Libro de los Fundamentos de la Ley de Tesiphon Aben Athar, discipulo de Jacobo, apóstol.

Libro de la Esencia de Dios. Libro de la Misa de Santiago. Catecismo Mayor. Llanto de San Pedro. Oración de Jacobo. Libro de los actos de Jesús y María. Libro de la Historia de la verdad del Evangelio. Libro de los galardones de los creyentes. Libro del Coloquio de María. Libro de las sentencias de la ley. Libro de las acciones de Jacobo. Libro de los misterios grandes. libro del divino poder: primera parte. Libro del divino poder: segunda parte. Libro de la historia del sello de Salomón. Libro del don del lugar. Libro de la naturaleza del ángel y su poder.

3.4. Calificación de los libros32.

Los libros, a diferencia de las supuestas reliquias, fueron apareciendo distanciados en el tiempo, retrasando de esta forma el proceso de calificación. En 1600 se consiguió la Calificación como verdaderas reliquias para los huesos y cenizas sin incluir los libros, causa por la que siguió luchando don Pedro de Castro hasta su muerte.

El arzobispo contó con algunos aliados, como fue el caso de Felipe II y su hijo, que fueron informados de todos los asuntos con el sesgo de don Pedro de Castro. Otro personaje con un papel decisivo en la calificación fue el Nuncio, aunque desde la crítica y la desconfianza. En ningún momento se le informó como al regente y recelaba de la autenticidad por el cariz que tomaban los acontecimientos sin la aprobación oficial de la iglesia.

Le escribió al arzobispo manifestando su posición contraria a la autenticidad de las reliquias y le mandaba que no permitiese la veneración de las mismas hasta la aprobación. También se quejó el Nuncio ante el rey y ante la Santa Sede advirtiendo de los aspectos negativos de los hechos.

Clemente VIII separa al final el proceso de las reliquias y el de los libros en el breviario “EX prioribus Fraternitatis tuae”” fechado el 15 de enero de 1596. Ya en 1597

32 Martínez Medina, F. J.: El Sacromonte de Granada y los discursos inmaculistas postridentinos. Archivo teológico Granadino, 59, (1996), págs. 5-57.

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otro breviario “Ex compluribus Fraternitatis tuae litteris”, fechado el 1 de septiembre de 1597, permite la calificación de las reliquias según las normas tridentinas, pero prohíbe seguir el proceso con los libros hasta nueva orden.

En el Breve “Dudum cum ex tuae fraternitatis” del 1 de julio de 1598, se repiten las mismas prohibiciones de los dos anteriores y se alude por primera vez a los hallazgos de la Torre Turpiana. Se impedía la aprobación en conjunto de todo o hallado, separando ambos temas y asentando las bases para desautorizar definitivamente los libros y las doctrinas que en ellos aparecían.

3.4.1. Ignacio de las Casas.

Parece ser que detrás de estas decisiones estaba el padre Ignacio de las Casas, jesuita y uno de los pocos moriscos admitidos en la orden. Había estudiado en la Casa de la Doctrina del Albaicín entre 1562 y 1567 bajo la tutela de otro morisco jesuita, el padre Juan de Albotodo. Ingresó en la compañía en 1572 e hizo sus cuatro votos en 1603.

Conocedor del árabe y otras lenguas orientales fue intérprete y traductor de las mismas, o que le acreditaba como experto para el estudio de los escritos hallados.

Siempre tuvo una postura radical, pasando del entusiasmo más exacerbado a la crítica más feroz33. Según parece, sus gestiones ante el general de la Compañía de Jesús y ante el Pontífice fueron la causa del breve indicado por el que se excluían de la calificación los libros.

3.4.2. El proceso de los libros.

El arzobispo Pedro de Castro, hizo una cruzada en defensa de los libros y de su contenido hasta su muerte. Primero desde Granada y después desde la sede Hispalense a partir de 1610.

Pero la defensa continuó con el esfuerzo de la Abadía que él mismo mandara fundar como garante de su legado. En 1642 los hallazgos serán trasladados a la Santa Sede, donde se decretará su condena, quien omite referirse sobre las reliquias. Un esfuerzo que resultó baldío, pues el 6 de marzo de 1682, Inocencio XI firmó el Breve “Ad circunspectam Romani Pontificis”, por el que se concluía oficialmente la polémica con la condena de los libros.

La condena suponía la negación del contenido de los libros. Estos, pretendían sistematizar una teología islámica y cristiana. S basaban en unas revelaciones de la virgen y de Santiago, atribuyendo su autoría a unos árabes (san Cecilio y san Tesifón), discípulos del Apóstol. Hay en ellos influencias coránicas y evangélicas a modo de síntesis de ambas creencias.

33 Martínez Medina, F. J.: El Sacromonte de Granada y los discursos inmaculistas postridentinos. Archivo teológico Granadino, 59, (1996), pág. 19.

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Aparece la Virgen defendiendo la lengua y la raza árabe como muy querida por Dios y otras temáticas en esa línea. Pero el caso más significativo hace referencia a la concepción sin pecado de la virgen (Inmaculismo).

También confirmaban estos escritos la tradición medieval, que daba como patrón de Granada a san Cecilio discípulo del apóstol Santiago. Se decía que conoció personalmente a Jesucristo e incluso que fue curado por él, además de ser de raza y cultura árabe.

Con san Cecilio se tendía un puente entre la cultura árabe y la cristiana en la sociedad granadina.

4. Pedro de Castro y Quiñones, Arzobispo de Granada. El eje central del ciclo falsario granadino.

El 24 de mayo de 1588 murió el arzobispo Salvatierra sin tener respuesta del Vaticano sobre el asunto, pero se llevó una copia del pergamino a Madrid para informar al Real Consejo y a Benito Arias Montano34 que intervino a petición del Nuncio.34 Benito Arias Montano, nacido en Fregenal de la Sierra (Extremadura) en 1527 y muerto en Sevilla en 1598. Asistió al Concilio de Trento y, tras su vuelta a España, se retiró a la Sierra de Aracena (Huelva) donde estaría hasta que fue llamado por Felipe II para ser profesor de lenguas orientales en el monasterio de El Escorial y responsable de su extraordinaria biblioteca. En dicha biblioteca dejaría huella de su saber, pues su sucesor al frente de la misma, fray José de Sigüenza, tiene palabras de elogio hacia su

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La Junta Magna tuvo una decisión favorable, pero tras la muerte de Salvatierra, que había mantenido una posición de prudencia ante los hallazgos, accedió a la sede granadina don Pedro de Castro y Quiñones, quien cautelosamente detiene el proceso. Surgen dudas sobre la veracidad de los hallazgos entre los estudiosos como Arias Montano35 o Mármol Carvajal.

Sixto V emitió un breve a finales de septiembre suspendiendo toda actividad

que se estuviera desarrollando en torno al hallazgo. A finales de 1590 llega a Granada Don Pedro de Castro Vaca y Quiñones, el nuevo arzobispo que reanudó el proceso36.

Pedro de Castro Vaca y Quiñones, nacido en Roa en 1534, en el obispado de Osma (Burgos) y muere en Sevilla en 1623. Castellano viejo de noble cuna por parte de madre y relacionado con la administración a través del padre, quien llegó a ser gobernador de Perú. Fue ordenado sacerdote en 1561.

Contacta con Granada como visitador entre 1562-1564, de la Capilla Real, del Hospital Real, del Colegio Real y de la Universidad. Es nombrado oidor sin residencia de la Real Chancillería de Granada en 1566. Cuatro años después obtiene igual cargo en la de Valladolid. En 1578 accede a la presidencia de la Chancillería granadina y en 1583 a la de Valladolid. En 1588 obtiene el grado de doctor en Sagrados Cánones por la Universidad de Valladolid.

mentor. Siendo capellán de Felipe II, tuvo que ser la persona que influyera en el ánimo del rey para acometer la empresa de la Biblia Políglota de Amberes, monumental trabajo que emularía a la Biblia Políglota Complutense que impulsara décadas antes el Cardenal Cisneros. Naturalmente la Biblia Regia, que así se denominaba la Políglota de Amberes, no era una simple reedición de la Complutense, sino que tenía importantes innovaciones, como el Nuevo Testamento en caracteres siríacos y hebreos, además de incluir la traducción latina de Sanctes Pagnino que se añadía a la Vulgata latina. Arias Montano revisó la traducción de Pagnino y añadió otro volumen en el que disertaba sobre la geografía bíblica, las medidas hebreas, la disposición del templo, las vestiduras de los sacerdotes y la interpretación de la lengua hebrea.

Todo esto hizo que Arias Montano y su Biblia fueran atacadas y puestas bajo sospecha nada menos que por el mismísimo Tribunal de la Inquisición que veía en la misma un atentado contra la Vulgata y un rabinismo excesivo. Arias Montano se había atrevido a oponer el texto hebreo al de la Vulgata y había dado excesiva autoridad a las paráfrasis arameas. Tenemos en ello una resonancia de lo que ocurrió con fray Luís de León, hasta el punto de que uno de los acusadores de Arias Montano, León de Castro, lo fue también de fray Luís. Al final tanto Arias Montano como la Políglota de Amberes salieron indemnes del ataque y la Biblia se editó en esa ciudad en 1572.

Además de su trabajo en la Políglota de Amberes, Arias Montano escribió Antigüedades Judías (1593), obra en 9 tomos en la que trata de los nombres propios y comunes caldeos, hebreos, griegos y latinos que aparecen en la Biblia, Retórica (1569), Salmos de David y otros profetas (1571) escrita en versos latinos. También escribió una Historia Natural (1601) y Cartas. Tras rechazar un obispado y otras dignidades eclesiásticas que el rey le ofreciera, se retiró a Sevilla donde, cansado y enfermo, murió en 1598.

35 La decisión de solicitar la actuación de Arias Montano se debe a que era uno de los hebraístas más destacados de su tiempo. Hizo sus estudios de lingüística, gramática, retórica y filosofía en Sevilla, que amplió más tarde en la Universidad de Alcalá de Henares, donde en 1548 recibió el título de bachiller en Artes, convirtiéndose, en 1552, en el primer poeta laureado por tal Universidad. 

36 Barrios Aguilera M.: Misiones del Sacromonte de Granada al Arzobispado de Sevilla. Relato documental.

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Por su dominio de leyes, es propuesto para los obispados de Tarragona y Calahorra que rechaza. Acepta al fin el de Granada como décimo ocupante (6 de diciembre de 1589) y toma posesión en abril de 1590 realizando enseguida una visita a la diócesis.

Fue un decidido colaborador en la implantación del catolicismo de Estado como praxis de gobierno. Gozó de fama caritativa y de desprendido que le llevó a gastar en limosnas y dádivas partes muy sustanciales de sus elevadas rentas, unido todo ello a su sobriedad, su ascetismo y su humildad ante los marginados de la fortuna le convertía en un modelo vivo de conducta cristiana.

Persiguió la prostitución a través de la Hermandad del Espíritu Santo, creando en Beaterio de las recogidas de Sta. Mª Egipciana; creó un Colegio de Niñas para doncellas pobres y nobles, luchó contra las costumbres indecorosas… También se mostró decidido e inflexible en la reforma del clero. Protegió a los jesuitas que se convirtieron en leales defensores de la obra sacromontana salvo el padre Ignacio de las Casas, morisco granadino y opositor hasta su muerte.

Fue mantenedor del patrimonio material de su diócesis de Granada, ordenó de inmediato el cubrimiento de varias decenas de templos que habían quedado destechados, comenzó el crucero de la catedral, dispuso nueva fábrica de la colegiata de San Salvador. Castro se limitó a introducir los elementos de culto necesarios despreciando la dimensión artística de los objetos siendo la única gran aportación del arzobispo Castro en el campo artístico fue el complejo sacromontano.

El Sacromonte fue la obsesión de su vida y a él dedicó los mejores esfuerzos e ingentes sumas. Aceptó la mitra hispalense sobre todo para conseguir medios en aquella sede para gastarlos en su amado Sacromonte.

El Sacromonte es creado para no depender de ninguna orden, sino que en cierta medida, depende de la Catedral. En su origen, los Benedictinos estaban muy interesados en quedarse con la Abadía, pero Pedro de Castro no cedió a las presiones y creó él mismo la abadía con su constitución.

Lo más memorable de su estancia en Sevilla fue la defensa aguerrida del

concepcionismo que estuvo en el origen de las guerras marianas y que fue el arranque moderno de la imposición del dogma. Su relación con la universidad fue también tormentosa por su empeño en mantener a toda costa la letra de la bula fundacional, que chocaba frontalmente con la nueva realidad del momento.

Los logros mas importantes de la obra castriana fueron el relanzamiento del inmaculismo y las misiones del Sacromonte.

4.1. El Arzobispo Pedro de Castro: reformador y fundador en Andalucía.

Sobre la base del tinglado de los libros plúmbeos, fabricó un paradigma contrarreformista. Las fundaciones sacromontanas fueron cancerberos eficaces en el

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cumplimiento de su férrea voluntad en ulteriores siglos. Una empresa espiritual como el concepcionismo, del que Castro fue campeón victorioso37.

Castro se mostró decidido en la reforma de las costumbres y de la vida pública, fue inflexible en la corrección del clero, intentó acabar con vicios y privilegios arraigados. Se opuso a la fundación de los nuevos conventos en Granada excepto de la Compañía de Jesús traída por Pedro Guerrero. Se esforzó en el mantenimiento del patrimonio material de la diócesis, para recuperar el abandono del mundo rural.

Las visitas se contemplan como precepto tridentino por el que se establecía la obligación de los obispos de recorrer al menos una vez durante su prelatura. Castro realizó generales sabiendo que era la única forma posible de tomar contacto con la realidad religiosa y asistencial. Eran un elemento de conocimiento y un estímulo para la restauración de la fe de Cristo en tierras en poder del infiel.

Castro las incorporó como seña de identidad del Sacromonte dentro de las Constituciones. Instituyó una institución de una iglesia colegial, con abad y veinte prebendados. Se orientaban al cumplimiento de una triple función: el servicio coral y el culto a las reliquias, la docencia y las misiones. Éstas, se basaban en los preceptos marcados por las misiones existentes en la época, principalmente las de los jesuitas.

La Compañía de Jesús estaba radicada desde el 7 de diciembre de1554 y la guerra yuguló la empresa evangelizadora. Después de 1570, la Compañía enfocó su actuación a las misiones populares. En la actuación con los moriscos habían sabido adoptar la pedagogía precisa, incluida la enseñanza en algarabía. Ya con la población cristiana la metodología ignaciana pareció estar a la altura.

Fueron famosas las misiones del padre Pedro de León en los años 1590-1591 al Valle de Lecrín, Costa y Marquesado del Cenete.

El triunfo del Concepcionismo es un logro del Castro ubicado en Sevilla pero enraizado en Granada. El último reducto islámico la hacía propicia para la devoción mariana. Pero el detonante definitivo fueron los hallazgos plúmbeos ya que concretamente en el Libro de los fundamentos de la religión aparece el lema “A María no tocó el pecado primero”, que Castro incorporó como anagrama en su pontificado. Cuando en 1609 sube al Sacromonte a despedirse por su marcha a Sevilla y a poner la primera piedra de su Colegial Iglesia incluye el lema en la misma en caracteres árabes.

Cuando Castro se traslada a Sevilla en 1610, afirmó la prioridad de la cuestión concepcionista en su pensamiento y hacer. Cuando llegó a la ciudad era el momento en que se perfilaba la pugna entre maculistas e inmaculistas. El detonante fue un sermón maculista de un fraile del convento de Regina Angelorum, que provocó popular animada por los jesuitas, rozó el delirio. Parece que la mano de Castro en esta explosión de fervor la señala el cronista sevillano diego Ortiz de Zúñiga. Todas las manifestaciones posteriores tuvieron su origen en esta procesión ordenada por Castro.

37 Barrios Aguilera, M.: Las misiones en la sociedad post repobladora: las del Sacromonte de Granada. La historia del reino de Granada a debate. Málaga. Diputación de Málaga. 2004.

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Envió una embajada a Felipe III para ganarlo a la causa; se envió a Roma otra embajada pero Paulo V no accedió a la definición de dogma aunque despachó un breve por el que prohibía sostener la opinión contraria.

4.2. El legado de Pedro de Castro: Las Misiones38.

4.2.1. Las misiones sacromontanas39: las raíces.

Las misiones se convirtieron en una de las señas identitarias más firmes del Sacromonte y están soldadas con la actividad fundacional. Castro partía de la convicción de que el conocimiento de su comunidad era condición de control, pero también de servicio. Respondían al precepto tridentino y eran pasos para remediar la situación menesterosa de la diócesis, corregir la relajación de lo clérigos, conocer el estado material de iglesias y dependencias de su personal.

En la base de su empresa misional estaba el tener un instrumento de apostolado para despertar la conciencia colectiva del mundo rural olvidado de los poderes; si bien tenía su fundamento más visible en los martirios de la antigüedad conectados con los producidos en las Alpujarras. Además debió de influir en las misiones su amistad con los jesuitas que ya habían realizado algunas en el Reino de Valencia y en Andalucía.

Instituyó Pedro de Castro, una iglesia colegial, con abad y veinte prebendados, más seis capellanes y personal de servicio, con una triple función: el servicio coral y el culto a las reliquias, la docencia y las misiones.

Nacen en el contexto de la Reforma católica y se convierten en elemento pastoral en los siglos XVII y XVIII en los países católicos. Se caracterizan por darse en el medio rural, con necesidad de un tiempo suficiente y aplicación de la predicación.

Las misiones nacen con la actuación decisiva de la Compañía de Jesús destacando el papel del padre Claudio Acquaviva (1542-1615). Aunque durante el siglo XVI nacen una serie de órdenes religiosas que se ocupan de forma preferente de las misiones, pero son los jesuitas los que casi monopolizan de hecho la acción misionera.

4.2.2. Las misiones en las Constituciones de la Abadía.

Se establecen en ellas, que salgan del Sacro Monte a misiones algunos canónigos y se les concede a todos los que con los dichos canónigos se confesasen en las dichas misiones las indulgencias que podemos por derecho. Harán la costa por cuenta del Monte. En la versión inmediata de las Constituciones, la de 1613, se ordenan las misiones al arzobispado de Sevilla. Se especifica a continuación que cada dos años saldrán tres canónigos del Sacro Monte al Arzobispado de Sevilla. En las Constituciones de 1616 se incluyen ya articuladas, dos específica sobre las misiones, la 13 y 14 a los arzobispados de Granada y Sevilla.38 Esta temática ha sido olvidada durante mucho tiempo, excepto por la tesis doctoral de Rico Callado Francisco Luís, Las misiones interiores en la España de los siglos XVII y XVIII, Alicante, Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, 2003. http://www.cervantesvirtual.com

39 Barrios Aguilera, M.: Las misiones en la sociedad post repobladora: las del Sacromonte de Granada. La historia del reino de Granada a debate. Málaga. Diputación de Málaga. 2004.

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4.2.3. Misiones del Sacromonte a Sevilla.

En el libro de misiones se reseñan solo tres a la diócesis de Sevilla:

a) Al estado del señor marqués de Estepa hecha por junio de 1617, a tierras de don Adán Centurión, III marqués de Estepa.

b) A todo el arzobispado de Sevilla en 1620 hasta 1621.c) En persona de don Pedro de Castro en la ciudad de Écija, en 1621 visita y

misión por los canónigos del Sacro Monte y en la villa de Fuentes, la Campana y la Mancloba. Su visita personal se debió a que asistiendo en su lecho de muerte al arzobispo de Granada, Felipe de Tassis cayó gravemente enfermo. Se restableció milagrosamente y fortalecido el prelado decidió hacer personalmente visita pastoral a la ciudad de Écija y otras villas, acompañado por dos canónigos de su iglesia colegial. Comenzó la misión el 17 de diciembre de 1620 y se les proporcionó el dinero necesario para la costa.

Se advertía a la gente que los misioneros traían todas las veces y poder de su prelado para absolver los casos reservados y dispensar en votos, juramentos e impedimentos. Esto se hacía para estimular a la gente.

Para solemnizar los actos solían invitar al clero local y a los notables del lugar. Cuando no había gente que confesar en la iglesia, los misioneros iban a las cárceles y hospitales y visitaban a los enfermos.

Todos los domingos y días festivos había sermón por la mañana y por la tarde doctrina y pláticas.

El balance global de la misión, al decir del raptor, fue extraordinario. Se reitera que el arzobispo llevó todo el gasto de la misión en su contaduría de Sevilla.

Las misiones a la diócesis de Sevilla no se cumplió como en Granada, a pesar de que el decreto de inclusión para la diócesis hispalense aparece en las Constituciones de 1613.

En la mecánica de la misión, los misioneros sacromontanos asumen la dirección de las labores misionales, conduciendo, instruyendo y siendo referente necesario de los otros clérigos que el arzobispado de Sevilla eligió para la gran campaña.

El dominio de las técnicas, el fuerte conocimiento teológico y canónico, la experiencia misional y el trabajo esforzado que desprecia la fatiga, amparándose en el más acendrado espíritu cristiano de la fundación martirial, permiten a los misioneros terminar venciendo todas las resistencias, la ignorancia, la desidia, el abandono endémico de la grey. El duque de Medina Sidonia reconoce la labor del Pedro de Castro.

4.2.4. El libro de misiones del Sacromonte40.

40 Barrios Aguilera, M.: El Libro de misiones del Sacromonte, periodo 1612-1621. (Documentos del Sacromonte de Granada, II). Revista Crónica Nova nº 31, 2005.

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Es el libro de misiones que los señores abad y canónigos del Sacro Monte hacen en los arzobispados de Sevilla y Granada. Comienza con una misión de 1612. a la variedad de caligrafías se une la disparidad de las relaciones. El bloque manuscrito de mayor interés es el primero, el que llega hasta 1665.

En cuanto al nombramiento, lo común es que se aluda a la junta de asistentes y en alguna ocasión se hace constar que los misioneros antes de la partida, reciben la bendición del señor arzobispo.

Las autoridades eclesiástica y civil se encargaban paralelamente de allanar las dificultades que pudieran encontrarse los misioneros en los lugares de destino. En cuanto al alojamiento, los clérigos locales lo proporcionaron digno en la mayoría de los casos. Los problemas mayores se suscitaron en los cortijos en los que no había dependencias eclesiales ni casas de curas. Pero el gasto de la misión es en todo caso por cuenta del Sacro Monte.

Respecto a la duración de las misiones, hay disparidad pero se regula que se registren todas en un libro.

4.2.5. Metodología de las misiones.

1) La publicación de la misión en convocatoria solemne y organizada a reunirse la gente con los misioneros. Se empezaba enseguida la predicación y las confesiones. Se solía ceñir la publicación casi siempre a la llamada de campana tañida y a lo sumo a una convocatoria calle por calle, de los misioneros acompañados por algún clérigo local o agente de la autoridad.

2) La predicación: doctrina, plática y ejemplo, tal y como se recoge en la misión de 1624. El rezo del rosario fue un medio misional muy efectivo para avivar la piedad. A veces los misioneros acudían a las congregaciones o hermandades de la localidad para mover la devoción adormecida. Las procesiones son un buen medio para despertar la piedad.

4.2.6. Los frutos.

El fruto primero de la predicación es siempre la confesión, midiendo por el número de quienes acceden al sacramento de la penitencia. Es el gran objetivo a conseguir siendo la comunión su acto consecuente.

4.2.7. Condición de la gente y situación y actitud de los lugares de misión.

En general las gentes son receptivas en la mayoría de los lugares visitados, pero hay casos en los que no es así. Se debe a diversas razones, el olvido y la dejadez en los medios rurales; otras inherentes a determinados oficios y ámbitos geográficos (hombres de mar y de ingenios azucareros, gentes de milicia….

4.2.8. Dificultades del medio físico.

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La fragosidad del terreno y el aislamiento y la dispersión poblacional, los rigores climáticos y los derivados del campo y su estacionalidad. Los clérigos locales no siempre tenían buena predisposición hacia las misiones. Pero en bastantes pasajes se recoge el reconocimiento y la mejor disposición de los clérigos y lugareños hacia el Sacro Monte y su fundador don Pedro de Castro.

En el periodo anotado solo concurren con otros misioneros jesuitas en 1629 en el valle de Lecrín.

4.2.9. Conclusiones.

- El cumplimiento de las constituciones es el primer gran renglón temático.- La metodología es la fijada por la Compañía de Jesús: publicación,

predicación, recurso al rezo y canto de Jesús.- Los frutos son generalmente extraordinarios, número de confesiones. - La condición y actitudes de las gentes y lugares misionados son muy

diversas, como lo es la geografía comprendida: gente de mar, jábegas y obreros de ingenios azucareros, los de las milicias.

- Las dificultades del medio en que se producen las misiones son enormes.- La actitud de los clérigos locales presenta todos los matices

4.3. El legado de Pedro de Castro: El Concepcionismo.

El tema del Concepcionismo, hunde sus raíces en la Edad Media. Será en el siglo XIII desde que Santo Tomás de Aquino asiente su tesis maculista a la que responde mas tarde Duns Scoto con la suya inmaculista. Aunque no será hasta 1854 cuando se establezca el dogma a pesar de que Roma desde el siglo XV asumía el cuerpo doctrinal elaborado hasta entonces.

En España durante los siglos XIII – XIV se habían establecido estas creencias. La posterior suma de los jesuitas a la causa inmaculista en el siglo XVII liderada hasta entonces por los franciscanos activará el debate , propicia que Sevilla se erija en el centro de las guerras marianas y en el más firme soporte del triunfo del misterio hasta su definición dogmática.

El triunfo del Concepcionismo es un logro del Castro ubicado en Sevilla pero enraizado en Granada41. El último reducto islámico la hacía propicia para la devoción mariana. Pero el detonante definitivo fueron los hallazgos plúmbeos ya que concretamente en el Libro de los fundamentos de la religión aparece el lema “A María no tocó el pecado primero”, que Castro incorporó como anagrama en su pontificado. Cuando en 1609 sube al Sacromonte a despedirse por su marcha a Sevilla y a poner la primera piedra de su Colegial Iglesia incluye el lema en la misma en caracteres árabes.

Cuando Castro se traslada a Sevilla en 1610, afirmó la prioridad de la cuestión concepcionista en su pensamiento y hacer. Cuando llegó a la ciudad era el momento en que se perfilaba la pugna entre maculistas e inmaculistas. El detonante fue un sermón maculista de un fraile del convento de Regina Angelorum, que provocó popular animada por los jesuitas, rozó el delirio. Parece que la mano de Castro en esta explosión

41 Barrios Aguilera, M.: Pedro de Castro y Los libros Plúmbeos en Sevilla

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de fervor la señala el cronista sevillano diego Ortiz de Zúñiga. Todas las manifestaciones posteriores tuvieron su origen en esta procesión ordenada por Castro.

Envió una embajada a Felipe III para ganarlo a la causa; se envió a Roma otra embajada pero Paulo V no accedió a la definición de dogma aunque despachó un breve por el que prohibía sostener la opinión contraria.

La figura central del tinglado falsario es Pedro de Castro sin cuya intervención no hubiera prosperado. En este asunto, el concepcionismo ocupa un lugar preferente. El empeño en las invenciones sacromontanas llegó a convertirse en un problema para Roma y para la Corona española, apuntando el traslado a la sede sevillana como un intento de debilitar el vínculo.

4.3.1. Pedro de Castro y el inmaculismo en Sevilla.

Castro no mostró ninguna inclinación por Sevilla. A él le interesaba el asunto de los mártires sacromontanos. Así lo recoge la Hª eclesiástica de Bermúdez de Pedraza y la de Antolínez de Burgos donde especifica el sacrificio que supuso al arzobispo el traslado a Sevilla. Pero se llevó consigo los libros plúmbeos para su traducción bajo su vigilancia. Lo único positivo es que desde Sevilla dispone de más medios y peso en sus negociaciones con la Santa Sede.

En Sevilla, surge una figura opositora a Castro, Alonso Sánchez Gordillo, estudiado a finales del XIX por Sánchez Moguer. Se desprende de los estudios que el arzobispo no escatimó medios para alcanza sus objetivos, incluidos la amenaza y la extorsión.

El abad Sánchez Gordillo es una personalidad controvertida. Nació en Sevilla en 1561, graduado eclesiástico siendo en 1591 segundo Abad de la Universidad de Beneficiados; cuatro años después era Abad Mayor del Clero y en 1612 alcanzo a ser Abad Mayor de Beneficiados y beneficiado de la Magdalena hasta su muerte en 1644.

Escribió mucho pero en 1612 en el Memorial de la Historia Eclesiástica de Sevilla se explaya con todos los improperios hacia el arzobispo Castro (terrible nomen eius; non litigiosum…).

Hay una distancia abismal entre ambas figuras, siendo el enfrentamiento entre ellos lo que más relieve dio al abad.

En Sevilla, no alcanzó el éxito de Granada. Solo hay noticias de tres misiones a la archidiócesis hispalense: 1617 al estado del marqués de estepa; 1620-21 general a Sevilla; 1621 a Écija. No continuaron tras la muerte de Castro, no arraigaron en esa diócesis. Las misiones son evidencias de la forma de entender las obligaciones con el Creador de Pedro de Castro.

4.3.2. La Virgen en los hallazgos.

El arzobispo Pedro de Castro centró su campaña en defensa de los libros plúmbeos desde sus tesis inmaculistas. De entre todos los temas religiosos que contienen los libros, el que ocupa un lugar principal es aquel que tiene a la Virgen como

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protagonista. De tal forma, que podemos decir que es ella el personaje principal de los mismos.

En los plomos del Sacromonte, se presenta a María como el alma de la Iglesia naciente42, ejerciendo este magisterio junto al apóstol Santiago. Aparece como la mujer que conserva la virginidad y es la madre de Jesús.

De entre todas las referencias a la Virgen, destaca una por la cantidad numérica y por su importancia en el contexto. Concretamente, la tesis que defendía que María no tuvo el pecado original, que fue concebida pura y sin mancha, Inmaculada. Se menciona constantemente la pureza de María.

Hay que tener en cuenta que el Concilio de Trento no declara el dogma del inmaculismo, limitándose a una referencia en un apéndice de la sesión quinta dedicada al pecado original.

Granada “descubría” con estos hallazgos que era una ciudad en la que sus orígenes, había sido depositaria de tesoros como la predicación del mismo Santiago y de sus discípulos. Se fundamenta de esta manera el mito fundacional de la ciudad, que luego recogerán las historias eclesiásticas.

La devoción real hacia la Virgen que tenía el pueblo, fue aprovechada por don Pedro de Castro.

Pero las afirmaciones de los textos plúmbeos no fueron aprobadas por la Iglesia de forma oficial, sino al contrario, su contenido se condenó. En un ambiente proclive a la devoción inmaculista, las influencias de la misma fueron extensas, dentro del ambiente contrarreformista imperante.

Las universidades pronunciaron el voto inmaculista, como en el caso de Granada en el que todos sus miembros se comprometieron a defender con su sangre la Inmaculada concepción de María.

También en las artes plásticas, dentro de las escuelas artísticas granadina y sevillana, se creó un esquema iconográfico que se admitiría por todo el arte cristiano.

Son interesantes también los diferentes usos y defensa de las tesis de los libros que hicieron ideólogos oficiales de la Contrarreforma española.

4.3.3. Los teólogos postridentinos y los Libros Plúmbeos.

- El P. Francisco Suárez y su “Quaestio theologica”. Era un jesuita granadino que siempre fue prudente en relación a los hallazgos del monte de Valparaíso. Nunca negó ni afirmo la veracidad de los hallazgos pues estaba siempre presionado por Pedro de Castro, quien quiso contar con su beneplácito. Quiso incluso que asistiera como teólogo al sínodo convocado el 16 de abril. Suárez se excusó aduciendo ocupaciones ineludibles en su cátedra de Coimbra.

42 Martínez Medina, F. J.: El Sacromonte de Granada y los discursos inmaculistas postridentinos. Archivo teológico Granadino, 59, (1996), pág. 27.

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- Los discursos del Dr. Sánchez Lucero. Es el autor del primer texto impreso en defensa del dogma de la Inmaculada contenido en los libros plúmbeos. Predicó dos sermones en cuanto conoció el contenido de los textos dedicados a la Inmaculada Concepción y por la fama alcanzada, se publicaron.

- El Tratado sobre la Inmaculada del P. Granado. Este jesuita, cuya obra fue bien conocida y divulgada se alineó entre los defensores del inmaculismo, incluyendo los textos de los hallazgos entre sus argumentos.

- Los dos discursos del Dr. Álvaro Pizaño (1615). Incluye los textos sacromontanos entre sus argumentos. Hace una apología de los libros.

- La información en defensa de la Limpia concepción, del P. Ojeda (1616).

- El sermón de Fr. Miguel Ruiz (1616). Es una obra breve en extensión pero densa de contenido. Argumenta que fue hallado un libro de plomo (Fundamenttum Ecclesiae) en el que estaba escrito que en el primero Concilio que tuvieron los apóstoles, se determinó la limpieza de la Virgen en su Concepción.

- La Defensa de la Inmaculada del P. Salazar (1618). Otro jesuita que publicó uno de los tratados sobre la Inmaculada más influyentes en su tiempo, a la par que estaba dedicado al rey Felipe III. Aparecen referencias a los textos aparecidos en las cuevas del Monte de Valparaíso de Granada.

En todos los casos anteriores, los autores asumieron las afirmaciones inmaculistas de los libros plúmbeos como argumentos, que demostraban la creencia del pueblo cristiano en la concepción Inmaculada de la Virgen.

4.4. El mito Sacromontano: los martirios y la fundación de Granada.

«Por ser notorio en esta tierra y que lo dicen todos, que los dichos santos mártires, que hubo entre más de tres mil cristianos que entonces había entre los moriscos de esta tierra, en esta tribulación todos a una voz profesaron y defendieron la fe católica con sus vidas y constancia en ella y no variaron con las promesas ni las amenazas, ni en la ejecución de ella, porque ninguno se vio con muestra ni de flaqueza de ánimo; antes todos se animaban unos a otros con aquel espíritu y fervor de la primitiva Iglesia; hasta los niños, los ignorantes y los pastores».

“Palabras del Licenciado Francisco Zapata Pimentel, Beneficiado y Vicario de la taha de Jubiles.-Actas de Ugíjar”.

Mártires de la Alpujarra en la Rebelión de los Moriscos (1568)

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Francisco A. Hitos

4.4.1. Los martirios.

La obra de Pedro de Castro perduró en el tiempo a través del Sacromonte. Crea un espíritu sacromontano. Este espíritu parece imbuir a todo aquel que entraba a pertenecer a la Abadía, haciéndolo defensor a ultranza de los preceptos del mito de los libros plúmbeos.

Para ello usa los martirios de las Alpujarras de 1568, conectándolos con los de san Cecilio y otros de época romana. Con ello, crea la idea de que Granada ha sido y es una tierra de mártires.

Ordena recopilar toda la información sobre los martirios, redundando la información recogida por Mármol carvajal en su “Historia y rebelión…”. Pero no se queda ahí, sino que procura que la información recogida, circule y sea conocida por las gentes.

Antolinez de Burgos escribe dentro de su historia eclesiástica unas cincuenta páginas donde resume todos los martirios. Esta obra no llegó a publicarse hasta 1990, pero su contenido fue conocido.

Pero cabe preguntarse qué son los martirios de las Alpujarras. La obra de Francisco A. Hitos, Mártires de la Alpujarra en la Rebelión de los Moriscos (1568), ofrece esta historia acaecida durante la Guerra de 1568. Se trata de un vaciado de las Actas de Ugijar, donde se clasifican por categorías los martirios infligidos por los moriscos a sacerdotes, cristianos viejos, mujeres, niños…

Estos hechos martiriales se convierten en la base de las historias eclesiásticas granadinas de la primera mitad el siglo XVII. Pero es Pedro de Castro quien sostiene la mitología contrarreformista en Granada, sobre el eje de los hallazgos de la Torre Turpiana y de los plomos del Sacromonte.

Destacan los autores de estas historias, como Bermúdez de Pedraza, todas la circunstancias de los que constituye el verdadero martirio. Argumentan que “la muerte en odium fidei”, es la condición sine qua non del verdadero martirio, siendo cualquier otro motivo descartado.

El hecho martirial se instrumentaliza en sentido contrarreformista por la Iglesia (Pedro de Castro). Además, se utiliza como elemento cohesionador de la sociedad repobladora de la Granada de la época, de población inmigrante de diversa procedencia. También se desvirtúa de manera tendenciosa, ocultando informaciones sobre las motivaciones de los moriscos, exagerando el número de martirios…

Todo ello se reflejará en la aparición de unas historias eclesiásticas que pretenden establecer un mito fundacional, en el que el hilo conector desde la antigüedad es la defensa de la fe cristiana. Se dota a la sociedad repobladora de una identidad común que cohesiona a la gente.

4.4.2. Las historias eclesiásticas: Las Historias de Granada.

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Tras la guerra de 1568, la decadencia económica y política planeaba sobre Granada. Se quedó al margen de la construcción imperial que la había hecho tan señalada en tiempos de Carlos V. la Catedral perdió el papel de panteón de los Austrias. Por eso se sustituyen por cuerpos sagrados los cuerpos reales. Con los descubrimientos se desplaza el centro sagrado de la ciudad desde la Catedral a la Abadía.

La historia local recoge la transformación de las ciudades andaluzas en cristianas como una restitución y no como una transformación. Para ello, los hallazgos construyen una nueva versión del origen antiguo y sagrado de la ciudad. Al mantener que entre los habitantes primigenios de Granada se encontraban las Diez Tribus perdidas, se evocaba un tiempo mesiánico.

Bermúdez de Pedraza exalta a los Granada Venegas, “que no son moriscos, sino que eran cristianos ya antes de que se ganara Granada, y descienden a través de los reyes de Aragón, de los visigodos”.

Bernardo de Aldrete, defiende en su obra Varias antigüedades, que la aparición del español en los libros es un milagro, una profecía. Las historias locales reivindican entre sus primeros pobladores a los judíos, supuestamente arabo-parlantes. Con los libros se alimentaba la ideología mesiánica del imperio español.

La excepcionalidad de Granada ganada en 1492, es muy diferente en lo histórico e ideológico en la mitad del siglo XVI y es en este marco de una Granada contrarreformista, donde surgen los hallazgos de las presuntas reliquias del Sacromonte de Valparaíso. Coincide con la aparición de las nuevas grandes figuras de la ciudad, sus obispos, desde Pedro Guerrero (1546-1576) hasta Pedro de Castro (1588-1609) quien es el personaje clave en la definitiva configuración de la Granada-Cristianopolis.

La reconquista religiosa de la ciudad es la construcción mítica de una nueva imagen sacralizada de la urbe a través de las obras de Justino Antolinez de Burgos y de Francisco Bermúdez de Pedraza.

4.4.2.1. Bermúdez de Pedraza.

Sus obras presentan la confluencia entre el contexto cultural y religioso tridentino y las aspiraciones de las elites granadinas a seguir desempeñando en el conjunto del reino. Nacido en Granada en 1546 estudia en su ciudad y en Valladolid; ejerce como abogado de la Chancillería de la última; se establece en Madrid y allí escribe sus dos primeras obras que son: Antigüedad y excelencias de Granada (1608) y El secretario del rey (1609). Le sigue El arte legal para estudiar jurisprudencia (Salamanca 1612). En 1628 es ordenado sacerdote y regresa a Granada, donde es nombrado canónigo de la catedral puesto desde el que en 1639 escribe La historia eclesiástica de Granada. A esta le sigue La historia eucarística y reformación de los abusos hechos en presencia de Xpo. N. R. señor (1643) y por último El hospital real de la corte, de enfermos heridos en el ánimo de vicios de corte: su origen, malicia, preservación y medicina curativa de ellos (1644). Muere en 1655 en Granada.

Tanto la historia eclesiástica como la antigüedad y excelencias de Granada son dos ejemplos de las construcciones historiográficas que consolidan la nueva imagen

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sagrada de las ciudades. Este tipo de obras tratan de demostrar especial religiosidad de la ciudad en cuestión.

Antigüedad y excelencias de Granada (1608).

En Antigüedad y excelencias el autor aparece ligado por devoción filial. Sienta su excelencia tratando de responder al interrogante de por qué apenas se menciona esta ciudad en los autores antiguos (intervención del maligno). De sus lectores pide un ejercicio de fe y no de inteligencia crítica.

Destaca el emplazamiento de la ciudad como condición favorable de la superioridad de Granada. Es una ciudad fortaleza, bien defendida. Al Genil lo compara con el Nilo, siendo el Darro productor de riquezas. La abundancia de aguas es granita de fertilidad y abastecimiento de la ciudad, siendo Granada el paraíso terrenal de Europa.

Aparte de ser defendida por la naturaleza, la ciudad es defendida por los hombres, con unos muros de la antigüedad más allá de Roma. La ciudad se define por una ubicación física y un territorio y después, por un límite amurallado tan defensivo como simbólico.

La Alhambra es objeto de una compleja consideración que aúna reflexiones políticas, estéticas y religiosas. Su estética la valora de forma difusa y genérica ya que las categorías mayores son reservadas a la estética clásica. Destaca las instituciones cristianas en la misma, así como su funcionamiento autónomo respecto a la ciudad. Describe los jardines del Generalife en decadencia respecto a la época islámica.

Los baños los define como curiosos y lascivos y el Albaicín de pasado glorioso está en decadencia. La zona de la Alcaicería la hace derivar de tiempos de Julio César. Se ocupa también de las plazas y edificios públicos que eternizan la memoria de la ciudad. De las casas particulares destaca los jardines y los huertos por su abundancia.

Explota el mito del origen remoto y ancestral y de la continuidad esencial, es una ciudad antiquísima y cristianísima; fundada por Liberia, bisnieta de Hércules y cuarta nieta de Noé.

El encomio de Granada por Bermúdez es el trato de las armas de la ciudad, de la granada, cuyos granos simbolizan las muchas partes que componen la ciudad fusionándose en un todo (añade cinco significados místicos de la fruta).

Granada es sobre todo la sede de un cristianismo primigenio conectado con el hecho de la celebración del Concilio de Elvira, y a la figura mítica de Cecilio, natural de Arabia y contemporáneo de Cristo. Tras los 61 obispos que suceden a Cecilio, la dominación islámica no supone una interrupción de la vocación religiosa de la ciudad. Ese es el principal rasgo que imprime Granada a sus hijos.

La exaltación genealógica de la familia Granada Venegas responde al intento de recuperar algo de la grandeza musulmana en una Granada que acaba de expulsar a los moriscos y restaurar la fe primigenia y la línea episcopal en la persona de Fray Hernando de Talavera.

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Habla de los edificios públicos no mencionados al lado de la Chancillería y el Coliseo de Comedias: la Catedral, parroquias, conventos y monasterios; los hospitales.

El libro cuarto habla de las reliquias de la Torre Turpiana y del Sacromonte. Esas reliquias muestran la predilección de los santos por Granada, en concreto en Valparaíso, que queda incluido en la nómina de montañas sagradas, siendo superior a toas excepto al Monte Calvario.

La historia eclesiástica de Granada.

La ciudad consta de un cuerpo material y de un alma que le aporta la instauración y ubicación en ella de la Iglesia. La fundación de la ciudad es una materia controvertida y tanto los restos romanos como los hallazgos de la torre Turpiana y de los Plomos del Sacromonte coinciden en reafirmar esta identificación.

Las murallas son los testimonios de su antigüedad, de fortaleza, independencia y libertad. Pero destaca la descripción de la Alhambra y del Albaicín afectado por al expulsión y agobiado por la vejez. Destaca las construcciones de la Alhambra y del Generalife; la Capilla Mayor de Siloé; la Chancillería más como institución que como edificación; el coliseo de comedias con el contrapunto del Corral del Carbón usado en tiempos de los Reyes Católicos como casa de comedias evoca a la antigua Roma aunque rechaza que los moros hiciesen allí zambras.

En la segunda parte, pasa de la descripción encomiástica a dar protagonismo al hecho decisivo en el que cristalizan todas las virtudes originales de Granada. La religiosidad está ligada a tres acontecimientos fundadores: la presencia del apóstol Santiago, la celebración del Concilio de Elvira y las reliquias de la Torre Turpiana y del Sacromonte.

La feliz condición de la ciudad ejerce una influencia benéfica sobre sus habitantes incluidos los no cristianos, siendo los árabes de Granada más nobles que los de otras ciudades.

La tercera parte la dedica a la Granada árabe narrando la pérdida de España que no borra al cristianismo (Campo del príncipe y un barrio cristiano). La entrada de los Reyes Católicos da paso a una descripción minuciosa de la misma. Hace un panegírico del gobierno concertado tras la conquista castellana sobre la base de un ponderado reparto de competencias entre la iglesia y la monarquía. Defiende la jurisdicción eclesiástica.

La cuarta parte es la cristalización del intento de identificar la historia de Granada con su historia eclesiástica: conversiones masivas de Cisneros, fundaciones de la Cartuja y de los mártires, y la invención de las reliquias de las Torre Turpiana y del Sacromonte de Valparaíso.

Unidas a la santidad y energía del obispo Pedro de Castro, de cuya figura hace una hagiografía, estas reliquias muestran la predilección de los santos por Granada, dotándola y devolviéndole de un carácter sagrado que nunca perdió.

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5. Conclusión del ciclo falsario granadino: los defensorios del s. XVIII y los fraudes de la Alcazaba43.

5.1. Luís Francisco de Viana.

Natural de la ciudad de Granada, donde nació en 1689. Fue colegial del Sacromonte desde el año 1704 y hasta 1711. Leyó cátedra de Filosofía, supliendo las de Teología Escolástica y Moral. Fue también rector del colegio durante cuatro años. Fue familiar del arzobispo de Granada y también sujeto sacromontano, don Martín de Ascargorta. Sirvió al poderoso cardenal Belluga. Al servicio del obispo de Jaén, fue también coadjutor de la nueva fundación de la Congregación en Baeza. En 1716 ya era

43 Barrios Aguilera, M.: Granada en escorzo. Luís Francisco de Viana y la Historiografía del Sacromonte. Revista Demófilo, 35 (2000), pág. 45-80.

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canónigo del Sacromonte, donde se ocupó de la administración de la hacienda de la institución durante años.

Desde los inicios de los cuarenta, la actividad de Viana se centra en la defensa de las invenciones del Sacromonte, obsesión hasta su muerte. En 1740 solicitó el jubileo para el día de san Cecilio, que concedió Benedicto XIV. Se pidió asimismo por Roma, la remisión de seis ejemplares del Mystico ramillete, de Heredia Barnuevo, lo que cumplió con puntualidad.

En diciembre de 1752 fue nombrado por el cabildo titular de la cátedra de Historia Eclesiástica, que le impulsó en su actividad vindicativa.

En 1756 es nombrado junto a su compañero canónigo, Joseph Juan de Laboraría, “historiador de los hallazgos de la torre y monte ilipulitano” por Fernando VI. El rey les encarga la redacción de la “Historia authéntica del hecho de los dos descubrimientos de Torre Turpiana y Monte Santo de Granada”.

La estructura de la obra se resume en: 835 hojas, 1670 folios aunque de una escritura no densa. Pero la obra no se concluyó, solo las dos primeras partes se redactaron, no así la tercera. Aun así, se evidencia el afán documental de los autores, así como la identificación con los hechos que evocan. Demuestran fanatismo del espíritu sacromontano antes mencionado y que afloraría tiempo después en los fraudes de la Alcazaba.

Los autores no evitan poner nota al pie de la transcripción cuando de otra instancia cualificada viene un pronunciamiento favorable; recurren a la parábola bíblica para glosar diligencias.

Se le elige Abad del Sacromonte en diciembre de 1760.

5.2. Los historiadores sacromontanos del setecientos: los defensorios.

Tal y como hemos dicho anteriormente, el Sacromonte fue el sostenedor de los intentos de mantener su historia y tradición, desde la fundación al hilo de las invenciones de la Torre Turpiana y de Valparaíso afínales del siglo XVI.

A través de diversos autores como:

- Diego de la Serna Cantoral. Autor de la Vindicias cathólicas granatenses. Publicada en Lyon en 1706, con acuerdo de la ciudad de Granada. La impresión no vino a Granada hasta 1708. Se trata de 350 páginas que prolongan la obra de Antolinez de Burgos, un defensorio con mucha atención al tema inmaculista.

- Vicente Pastor de los Cobos. Nacido en Granada el año 1686, fue colegial y desde 1713, canónigo. Fue rector del Colegio muchos años. De todas sus obras, es su Libro grande de Mística, el más comentado por Viana. También escribe las Guerras católicas granatenses y la Historia apologética.

- Joseph Juan de Laboraría. Nacido en Güejar Sierra, fue colegial del Sacromonte y doctor en Teología por la Universidad de Granada en 1727, donde sería

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catedrático de Filosofía. Resultó electo canónigo del Sacromonte, por vacante y promoción de don Gaspar Salcedo a la Abadía de la fundación en 1744. Murió el 31 de diciembre de 1765. Fue coautor junto a Viana de la Historia Authéntica y no se le conoce otra actividad publicista en relación con las invenciones.

- Joseph Miguel Moreno, Andrés de Mendiola y Juan de Aragón fueron otros de los autores de defensorios de la causa sacromontana.

Especial atención merece Diego Nicolás de Heredia Barnuevo44, natural de Zujar, donde nació el 14 de marzo de 1700. Fue canónigo del Sacromonte desde el día 7 de julio de 1729. Estuvo vinculado a la vida cultural de Granada a través de la Academia Típode, fundada en 1738 y vinculada al Sacromonte. Era un protegido de don Juan Francisco de la Cueva, presidente de la Chancillería. Es mandado por el rey a la abadía de Lorca, donde muere el 2 de noviembre de 1760. Es el autor del Místico Ramillete (1741), obra apologética sobre la figura de Pedro de Castro.

Esta obra se estructura en:

1. Dedicatoria, aprobaciones y licencias del conjunto de la obra.2. Primera flor: el poema en latín de Calvete de Estrella.3. segunda flor: sinopsis chronológic, Elogio…, cathálogo de autores

que tratan sobre Castro…4. Relato de las circunstancias y celebración del traslado de los restos de

don Pedro de Castro a una nueva urna.5. Certificación del canónigo secretario de la Colegiata delSacromonte,

licenciado don Miguel de Reyna y Trillo, de haberse proporcionado los materiales del archivo a Heredia Barnuevo para la realización de su obra.

6. Tercera flor: el sermón panegírico historial del padre Nicolás Calderón.

5.3. Los fraudes de la Alcazaba: Juan de Flores y Oddouz.

Cuando llega la condena a los libros plúmbeos, hecha por Inocencio XI en el breve del 6 de marzo de 1682, se omite un pronunciamiento sobre las reliquias, las cuales quedarían condenadas implícitamente. Pero el Sacromonte, lejos de apocarse reanuda una ofensiva de vindicaciones a lo largo de todo el siglo XVIII, hasta conectar con los fraudes de la Alcazaba de 1754.

Los protagonizó el clérigo secular Juan de Flores y Oddouz, nacido en Granada en 1724. De padre francés de condición modesta. Hizo la carrera eclesiástica y se instruyó en filosofía y cánones, mostrando también inclinación por las humanidades y las antigüedades. Llegó a ser miembro de la Academia de bellas Artes de Sevilla y

44 Heredia Barnuevo, D. N.: “Místico Ramillete, vida de D. Pedro de Castro, fundador del Sacromonte”. Estudio preliminar y álbum iconográfico Manuel Barrios Aguilera.

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El Sacromonte de Granada: Mito y desconstrucción. J. Félix García Pérez

examinador sinodal del obispado de Guadix y ministro de la Inquisición. Cuando en 1754 comienzan las excavaciones en la Alcazaba, era prebendado de la Iglesia Catedral.

Flores conocía la historia granadina y sabía de la gran posibilidad de hallazgos romanos en la colina del Albaicín, acreditados por hallazgos en 1621 y en 1747. en el lugar de éstos últimos hallazgos, inició sus excavaciones con hallazgos auténticos, como las ruinas de un edificio. Pero al parecer no pudo resistir la tentación de introducir hallazgos falsos. Parece ser que le influyó Luís Francisco de Viana en la conveniencia de nuevos hallazgos como los de los libros plúmbeos.

Junto a descubrimientos de restos profanos, que preparan el ambiente, aparecen otros que citan el concilio Iliberritano de comienzos del siglo IV. Aparecen planchas de plomo similares a las encontradas en 1595 y que despiertan en recelo de los doctos. La actividad falsaria continua hasta marzo de 1763, cuando se descubren planchas de plomo relativas al dogma de la Inmaculada Concepción. En este punto quedan detenidas las excavaciones.

Así, el 7 de junio de 1774, una investigación oficial, la detención de los falsarios y la incoación de un proceso que termina con la sentencia del 6 de marzo de 1777. Los falsarios son condenados con penas de inhabilitación y reclusión pero quedan fuera los incitadores y sostenedores intelectuales45.

6. Bibliografía.

Barrios Aguilera, M.: Granada morisca, la convivencia negada. Editorial Comares. 2002. Serie Granada.

Barrios Aguilera, M.: Granada en escorzo. Luís Francisco de Viana y la Historiografía del Sacromonte. Revista Demófilo, 35 (2000).

Barrios Aguilera, M.: Pedro de Castro y Los libros Plúmbeos en Sevilla

Barrios Aguilera, M.: El Libro de misiones del Sacromonte, periodo 1612-1621. (Documentos del Sacromonte de Granada, II). Revista Crónica Nova nº 31, 2005.

45 Sobre este tema es interesante el libro de Manuel Sotomayor sobre Juan de Flores, un relato novelado de los acontecimientos. Sotomayor, M.: Don Juan de Flores y Oddouz, pícaro y mártir. Cultura y picaresca en la Granada de la ilustración. Universidad de Granada. Granada. 2007.

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El Sacromonte de Granada: Mito y desconstrucción. J. Félix García Pérez

Barrios Aguilera, M.: Las misiones en la sociedad post repobladora: las del Sacromonte de Granada. La historia del reino de Granada a debate. Málaga. Diputación de Málaga. 2004.

Barrios Aguilera, M.: El mito de los libros plúmbeos. Una historia crítica.

Barrios Aguilera, M.: Los falsos cronicones contra la historia (o Granada, corona martirial). Granada. Editorial Universidad de Granada. 2004. Capítulo 2, las invenciones de la Torre Turpiana y de Valparaíso: libros plúmbeos y reliquias martiriales.

Barrios Aguilera M.: Misiones del Sacromonte de Granada al Arzobispado de Sevilla. Relato documental.

Bernabé Pons, L. F.: «Estudio preliminar», Miguel de Luna, Historia verdadera del Rey Don Rodrigo, Granada, Universidad de Granada, 2001, págs. VII-LXX.

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Heredia Barnuevo, D. N.: “Místico Ramillete, vida de D. Pedro de Castro, fundador del Sacromonte”. Estudio preliminar y álbum iconográfico Manuel Barrios Aguilera.

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Van Koningsveld, P. S. y Wiegers, G. A.: El pergamino de la Torre Turpiana: El documento original y sus primeros intérpretes. En Barrios Aguilera M. y García Arenal M. eds., Los plomos del Sacromonte. Invención y tesoro. Valencia, publicaciones de la Universidad de Valencia (en coedición con las de Granada y Zaragoza), 2006.

Para abordar la guerra de Granada desde el punto de vista contemporáneo de los sucesos, se pueden consultar las siguientes referencias:

Hurtado de Mendoza, D.: Guerra de Granada hecha por el Rey de España Don Felipe II contra los moriscos de aquel reino, sus rebeldes: historia escrita en cuatro libros. Alicante: Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, 1999 Edición digital a partir de Biblioteca de Autores Españoles: historiadores de sucesos particulares. Tomo I, Madrid, M. Rivadeneyra, 1852.

Mármol Carvajal, Luís del: Historia del [sic] rebelión y castigo de los moriscos del Reino de Granada. Alicante: Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, 2001 Edición digital a partir de Biblioteca de Autores Españoles: historiadores de sucesos particulares, tomo I, Madrid, M. Rivadeneyra, 1852. Localización: Biblioteca General de la Universidad de Alicante. Sig. FL RS/284. 156-157.

Pérez de Hita, G.: Historia de las guerras civiles de Granada. Edición facsimil, Alacant: Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, 2003. Reproducció digital de l'edició de Paris, en la tienda de Langelier..., por Juan Guignard...,1660. Autor: Ginés Pérez de Hita. Referències: ICE 268; cf. KVK [en línea]. Localización: Biblioteca de Catalunya, sig. Esp. 131-8º.

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