Gral Toribio Ortega Biografia

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La Historia del Hombre que Inici la Revolucin Mexicana de 1910

Toribio Ortega y la Brigada Gonzlez OrtegaPor Francisco de P. Ontiveros

(c) Copyright 2001, Derechos Reservados por Armando Ortega Mata. Prohibida la reproduccin en cualquier forma

GRAL. TORIBIO ORTEGA RAMIREZ, INICIADOR DE LA REVOLUCION MEXICANA DE 1910

PRESENTACION Con mucho orgullo publico este libro que por 88 aos ha sido un tesoro disfrutado casi exclusivamente por los familiares del General Toribio Ortega Ramrez. Escrito y publicado por uno de sus leales soldados, Francisco de P. Ontiveros, testigo ocular de la mayora de los hechos narrados, a apenas escasos meses del fallecimiento del General, ms que una herencia familiar, el documento es un verdadero texto histrico. Sin editar en forma profunda, solamente he corregido unos cuantos errores ortogrficos, sin pretender haberlos desaparecido todos. La historia del General Ortega ha sido historia viva en mi familia durante casi un siglo. Mi abuelo, Armando Ortega Ramrez, su hermano, particip con l en muchos de los eventos destacados del principio de la Revolucin.

Mi padre, Cruz Ortega Padilla, nacido el 24 de noviembre de 1905, y fallecido hace apenas 17 aos, me mostraba, por fuera, y me contaba historias, no todas muy agradables, de su infancia en la Revolucin las dos casas donde vivieron ambas familias en la ciudad de Chihuahua, la quinta de Jurez y Coln y la ubicada en Independencia y Bolvar, frente al Panten de La Regla, donde muri el General. Mi padre escuch los primeros disparos de la Revolucin de 1910 y estuvo presente cuando Toribio y 60 hombres valientes se levantaron en armas contra Porfirio Daz el 14 de Noviembre de 1910, los primeros que lo hicieron en todo el pas. El patriotismo, la lealtad y la honradez del General Ortega, as como su sobrada valenta y su gran corazn, desde las historias odas en mi tierna infancia hasta los testimonios fehacientes de personajes tales como John Reed y tantos otros observadores independientes, armonizan con las historias vivas contadas por aquellos que conocieron y trataron de cerca al General, algunos de los cuales, longevos y lcidos, conoc de nio. Testigo tambin he sido, durante la segunda mitad del Siglo XX, de cmo los regmenes revolucionarios, por razones inconfesables, han tenido a la Cuna de la Revolucin, Cuchillo Parado, en el mayor de los abandonos. Nunca supe, por ejemplo, de que las familias de los 60 hroes hayan sido protegidas o pensionadas o beneficiadas de alguna manera por el gobierno. Si alguna vez hubo ayudas, todas se quedaron en un cedazo del aparato gubernamental conocido como gobierno municipal de Coyame. Mi pueblo no ha merecido siquiera 14 kilmetros de carretera para unirlo a la civilizacin. Si algn progreso se mira en mi pueblo, se debe al esfuerzo individual de sus habitantes, la mayora de los cuales han emigrado a los Estados Unidos. Cada ao, el 14 de Noviembre, diferentes autoridades visitan el lugar por una o dos horas y hacen su funcin de la cual el pueblo solamente mira con una incredulidad que ya casi cumple cien aos. El pueblo que cimbr a Mxico ha sido reducido a simple espectador de un circo. Chihuahua, la capital de las estatuas, no ha podido abrir los ojos y honrar al ms grande de sus hroes. Los traidores, como Pascual Orozco y otros, son honrados en avenidas que llevan su nombre. Qu cierta la sentencia que dice que la historia la escriben los vencedores (y sus hijos): los vencedores de la Revolucin no fueron los que la hicieron, sino los que la explotaron. El General Toribio Ortega merece ms que una estatua en el sitio ms visible de la ciudad de Chihuahua. Merece que su historia se conozca y que se aprecie su herosmo y su entrega por las mejores causas de Mxico. Este

libro muestra la grandeza de un hombre del pueblo. Su ejemplo, inspiracin permanente en el seno de nuestra familia, debe llegar ms all, para llenar de valores elevados la frtil imaginacin de nuestros nios y jvenes. El General muri en Julio de 1914 y en sus ltimas palabras expres el sueo fallido de llegar hasta la Gran Capital. Su nombre debe grabarse, con letras de oro, en el Congreso de la Unin, ahora que, en breve, se cumplir el Centenario de su gesta histrica. Hace apenas siete meses que falleci, en Los Angeles, el hijo nico del General. Galacin Ortega Jurez muri en Abril de este 2001. Sobreviven an muchos nietos a quienes conozco: Pedro Horacio Estrada, Alicia Estrada, Jacobo Martnez y Vctor Martnez. No puedo dejar de mencionar la controversia aeja sobre el lugar de nacimiento del General. El bigrafo Francisco de P. Ontiveros dice que Toribio Ortega circunstancialmente naci en Coyame. Mis padres siempre aseguraron que naci en Cuchillo Parado. Don Francisco Nieto, un cuchilleo de unos 90 y tantos aos de edad, me asegur, all por 1975 que el General realmente naci en Las Vigas, un rancho cercano a Cuchillo Parado donde sus padres trabajaban la tierra y que la propia madre de Don Chico fue la mujer que atendi el parto, en 1870. De cualquier manera, este es un libro que disfrutarn los descendientes de aquellos hroes de principios del siglo pasado, as como los residentes de las poblaciones donde se realizaron los principales hechos de guerra. Espero tener la oportunidad de publicar otros documentos y testimonios histricos sobre mi to abuelo as como numerosas fotografas en manos de la familia del General. Entre ellos el relato de uno de aquellos 60 valientes de Cuchillo Parado, Esteban Lujn, quien nos da muchos detalles sobre lo ocurrido el mismo da del principio, 14 de Noviembre de 1910. El estuvo all. Su relato se llama "EL RONDIN". Armando Ortega Mata Telfonos (614) 419-4238, Celular (625) 105-9222. Chihuahua, Chihuahua., Mxico. A 24 de Noviembre de 2001, en memoria de mi Padre (en el da de su cumpleaos, Naci en 1905). Para obtener ejemplares adicionales de TORIBIO ORTEGA Y LA BRIGADA GONZALEZ ORTEGA, dirigirse a: Armando Ortega Mata [email protected] o visitar www.armandoortega.com

Indice GeneralPARTE PRIMERA La Revolucin de 1910. . . . . . . . . . . . . . . . . .. .. . . . . . 1 CAPITULO I Cuchillo Parado. Notas Histricas. Estado Moral del Pueblo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1 CAPITULO II. Toribio Ortega. Su Vida Privada . . . . . . . . . . . . . . . . . 5 CAPITULO III. El Defensor del Pueblo. Su Propaganda Democrtica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 8 CAPITULO IV. Levantamiento. Accin de Venegas. Primer Combate en el Mulato y Ataque a Coyame . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 15 CAPITULO V. Combates de Cuesta de Aldea. Segundo de El Mulato y Sitio de Ojinaga . . . ... . . . . . . 22 CAPITULO VI. Batalla de Cuesta del Gato. Dispersin de las Fuerzas Sitiadoras. Prisin del Mayor Ornelas. Ortega Marcha Tras la Columna Hasta Aldama. Restablecimiento de la Paz. Licenciamiento de sus Tropas. Retrase a la Vida Privada . . . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . .28

PARTE SEGUNDA La Campaa Orozquista. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 35 CAPITULO I. Primeras Revueltas y la Traicin de Orozco. Braulio Hernndez. Batalla de Coyame . . . . . . . . . . . 35 CAPITULO II. Salida del General Sangins para el Sur. Batalla de Bachimba. Entrada a Chihuahua. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 42 CAPITULO III. Batalla de Cuchillo Parado. De Ojinaga. Persecusin de Caraveo. Escisin de Ortega con el Ejrcito. . . . . . . . . . . . . . . 45

PARTE TERCERA. Toribio Ortega y la Brigada Gonzlez Ortega. . . . . . .52 CAPITULO I . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 50 CAPITULO II. Carranza y Maytorena. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . . 52 CAPITULO III. El Estado de Chihuahua . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 57 CAPITULO IV. Los Primeros Levantamientos. Rosalo Hernndez. Manuel Chao. Primera Batalla en Parral. Maclovio Herrera. Combate en Santa Brbara. Accin y Escaramuzas . . 60

CAPITULO V. El General Francisco Villa. Sus Primeras Acciones en el Estado . . . . . . . . . . . . . . 66 CAPITULO VI. Ataque y Toma de las Plazas de Jimnez y C. Camargo. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 69 CAPITULO VII. Llegada del General Francisco Villa a Ciudad Camargo. Batalla del Saucillo. Derrota Completa de la Columna Romero . . . . . . . . . 75 CAPITULO VIII. Coronel Toribio Ortega. Asalto y Toma de Coyame. Ataque a las Plazas de Guadalupe y San Ignacio. . . . 79 CAPITULO IX. Marcha del General Villa de Camargo al Noroeste. Combate en Bustillos. Ataque y Toma de Casas Grandes. . . . . . . . . . . . . . . . 84 CAPITULO X. Asedio a la Capital. Accin de Santa Eulalia. Combate en Aldama. Retirada al Sur a la Aproximacin de Orozco. Combate en Daz. Combate en Ciudad Camargo. . . . . 89 CAPITULO XI. Salida del Coronel Ortega de Guadalupe. Sangriento Combate en Ranchera. Llegada a San Buenaventura.

Arribo de la Brigada Villa . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . 94 CAPITULO XII. Memorable Batalla de San Andrs. La Columna Terrazas Destrozada. Movilizacin de la Fuerza a Ciudad Camargo . . . . . . . 100 CAPITULO XIII. Sangrienta Batalla de Avils. Ataque y Toma de Torren. . 106 CAPITULO XIV. El Coronel Hernndez. Accin de Meoqui. Escaramuza de la Mora. Degradacin del Coronel Almanza. Movilizacin a Ciudad Camargo. Fusilamiento del General Yuriar. . . . . . . . ........... . . . . . . . 112 CAPITULO XV. Ataque a Chihuahua. Cinco Das de Rudo Combate. Retirada de las Fuerzas y Combate en Mpula. Causas por las Que No Se Tom la Capital. . . . . . . . . . . .115 CAPITULO XVI. Funestas Noticias de Torren. Accin de Encinillas y Laguna. Ingeniosa Toma de Ciudad Jurez. Grande y Sangrienta Batalla de Mesa y Tierra Blanca . . . .122 CAPITULO XVII. Evacuacin de la Plaza de Chihuahua. Entrada de Nuestras Fuerzas. El General Villa Gobernador Militar del Estado. Toma de Torren por el Enemigo . . . . .130 CAPITULO XVIII. Una Columna de Tres Mil Hombres Sobre Ojinaga. Combate de La Mula. Ataque a Ojinaga.

El General Villa Marcha a Auxiliar a los Sitiadores. Segundo Ataque a Ojinaga y Toma de la Plaza . . . . . . . . .134 CAPITULO XIX. El Estado de Chihuahua Limpio de Traidores. El Papel que Representa en la Actual Revolucin . . . . . . .141 CAPITULO XX. El Espritu Guerrero de los Chihuahuenses. El Estado de Chihuahua Marcha a la Vanguardia de la Revolucin Actual. Su Fuerza y Elementos de Guerra. . . . . . . . . . . . . . . . . .146

PARTE CUARTA Toribio Ortega y la Brigada Gonzlez Ortega. . . . . . . . . 151 CAPITULO I. Combate de Bermejillo. Primero y Segundo Ataque a Gmez Palacio. . . . . . . . . .151 CAPITULO II. Movilizacin a San Pedro de las Colonias. Serie de Terribles Combates. Regreso a Gmez Palacio. Campaa de Saltillo. Viaje del General Ortega a Monterrey. . . . . . . . . . . . . . 159 CAPITULO III. Ataque y Toma de la Plaza de Zacatecas. Parte oficial del Primero, Segundo, Tercero y Cuarto Regimientos. El General Ortega Cae Enfermo Durante el Sitio. . . . . .169

PARTE QUINTA Conclusin La Cuestin Villa-Carranza. . . . . . . .. . . . . . . . .. . . . . . . 188

PARTE SEXTA Eplogo Agona y muerte de un Patriota. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 204

Toribio Ortega y la Brigada Gonzlez Ortega Parte Primera La Revolucin de 1910

CAPITULO I . Cuchillo Parado. Notas Histricas. Estado Moral del Pueblo.Al Nordeste del Estado de Chihuahua, junto a las mrgenes del Ro Conchos, situado sobre una alta y dominante colina, se encuentra un pueblo humilde que figura en el mapa de nuestro pas con el popular nombre de Cuchillo Parado. Su aspecto, aunque un poco triste, presenta un aspecto de severidad imponente semejando un Atalaya de donde se mira a todas partes, cual si fuese el Atalaya de libertad, puesto en las regiones fronterizas, como un dique a la ambicin de los tiranos. Al pie de la colina donde est situado el pueblo, se ven exuberantes y ricos plantos de cereales, que merceden por la laboriosidad de asiduo trabajo de los habitantes del pueblo, que vierten en abundantes cosechas, pues todos se dedican a la agricultura. Los vecinos de Cuchillo Parado son hospitalarios y de una franqueza caracterstica, sin que se halle en ellos la hipocresa ni la doblez. Son amantes, cual pocos, de su libertad y de nobles y progresistas aspiraciones, no han admitido jams la servidumbre, pues todos, aunque en pequea escala, trabajan en propiedad. Hasta los ms pobres tienen un pedazo de tierra que cultivar, de donde se saca la manutencin de sus familias. Fundada esta colonia desde la poca virreinal, cuando las hordas salvajes de indgenas asolaban esa regin, formaban, con los presidios de Coyame y del Norte, las fortalezas donde se defendan y refugiaban los vecinos pacficos de los ataques de los indgenas. Una de las industrias florecientes en ese pueblo, es sacada de una planta que se llama lechuguilla, con la que hacen tapetes, costales y lazos. Todo habitante de all tiene lo que ellos llaman tallador, con el cual, frotando dicha planta, sacan los hilillos que sirven para la elaboracin de los antedichos objetos. En todas las pocas, en todas las edades, ha sido notable el espritu libertario de ese pueblo minsculo, que se ha distinguido entre todos los dems que existen en la frontera. All jams se le ha temido al tirano y nunca se han humillado al altivo terrateniente. Con bastante frecuencia se registraban altercados entre esos

valientes y laboriosos trabajadores y los seores feudales Creel, Terrazas y Muoz. Su historia guerrera se remonta a la poca de la Intervencin Francesa, en que estuvieron de parte de su patria. Ms tarde, cuando Porfirio Daz, engaando solapadamente al pueblo con falsas promesas, se rebel contra el gobierno de don Sebastin Lerdo de Tejada aconsejando los de Cuchillo Parado que la revolucin era por bienes propios. Tom parte en la contienda y alistndose muchos de ellos en el ejrcito del General ngel Tras, tuvieron un combate en su pueblo y encontrronse con la accin de Tabalaopa. Poco despus, hondamente decepcionados, a la vista de la miserable burla que haba hecho el Dictador de sus derechos, manifestaron abiertamente su descontento, y si no hubo rebelin armada, fue debido a que vieron que el resto de la Repblica soportaba pasivamente las arbitrariedades del tirano. El gobierno del Estado empez a hostilizar a esos humildes labriegos tan celosos de sus libertades, y por medios arteros y maquiavlicos, valindose de un strapa de espritu ladino y de carcter hipcrita y falaz, empez a sugestionar aquellas almas dignas que a pesar de su ignorancia, rendan pleitesa y homenaje a la diosa libertad. Entonces aparece en escena un hombre de condicin humilde; pero de alma gigante, un gran ciudadano cuyas virtudes cvicas y hechos posteriores lo elevaran a una envidiable altura en los fastos de la Historia. Ese insigne apasionado de los derechos del pueblo, se enfrenta al pseudo apstol embaucador, y sin temor alguno a infamias y represalias, le disputa en lid abierta el pueblo que pretende sumir en la ignominia. Toribio Ortega, el patriota y noble ciudadano, se torna en paladn y defensor de aquellos hombres que quieren convertir en parias.

CAPITULO II. Toribio Ortega. Su Vida Privada.Toribio Ortega naci en Coyame, Distrito Iturbide, del Estado de Chihuahua, el da 16 de Abril de 1870, siendo sus padres el seor Teodoro Ortega y la seora Isidra Ramrez de Ortega. Su nacimiento verificse en el lugar antedicho, por una circunstancia meramente casual, pues sus padres vivieron actualmente en Cuchillo Parado y all pas l su niez y su juventud, por lo cual siempre conoci a este pueblo como a su verdadero pas. Tratndose de esto, hay que hacer notar la diversidad de tendencias y de ideas polticas de los pueblos de Cuchillo Parado y Coyame. Mientras el primero se distingue por sus ideas liberales y su amor a la libertad, en el segundo ha sido notorio su incondicional apego al despotismo y la ignominiosa adhesin a la tirana; pudiendo calificarse esta actitud retrgrada de un fanatismo semi-brbaro, como se ver plenamente comprobado en el transcurso de esta historia. Desde temprana edad mostr el nio Toribio una aficin desmedida al estudio y una aficin notable al trabajo. Careciendo en el lugar de una escuela competente, y teniendo que trabajar todos los das para ayudar a sus padres, dedicaba sus ratos de ocio, cosa notable en un nio de su edad, en concurrir a una escuela particular donde reciba lecciones de un anciano maestro, las cuales estudiaba en la noche. Desde entonces su carcter fue serio, de una seriedad varonil que haca del nio un hombre, y aunque respetuoso y grave cuando las circunstancias lo requeran, jams se mostr hurao e intratable con los dems, a quienes trataba con afabilidad y cario. Dotado de un espritu justiciero, l dirima las reyertas infantiles en favor del que tena razn. A los catorce aos de edad, por el ao de 1884, fue enviado por sus padres a la capital del Estado, con el objeto de que entrara en algn establecimiento comercial, lo cual hizo, hallando empleo en una de las casas de la ciudad, entrando despus al servicio del Seor Martiniano Sandoval, como dependiente de su tienda. All observ tan buena conducta dando muestra de su honradez intachable, que el seor Sandoval le propuso estableciera en su pueblo una tienda, facilitndole el crdito necesario para sostenerlo. El ao de 1886 regres a Cuchillo Parado, dedicndose exclusivamente al comercio; pero malos tiempos y negocios desafortunados, lo hicieron que

se presentara en quiebra. No queriendo ni por un momento que su honra y reputacin sufriera menoscabo en lo ms mnimo, vendi cuanto tena, despojndose hasta de su hogar para solventar la deuda, quedando sumamente pobre; pero altamente satisfecho de haber sacado en limpio su honor. Este golpe de la fortuna no hizo desmayar ni por un momento su grande alma y dedicse de nuevo a trabajar con ms ahnco. Cruz la lnea divisoria y trasladndose a Estados Unidos, se dirigi a los campos de trabajo, donde ingreso como un simple obrero. Al ao volvi a su pueblo, dedicndose nuevamente al comercio y ms especialmente a la agricultura. El 22 de Abril de 1900 se cas con la seorita Fermina Jurez Levario, y en su nuevo estado, demostr ser un buen esposo y padre carioso, as como haba sido un hijo ejemplar, que siempre fue el sostn de sus ancianos padres. Una de las virtudes ms loables y meritorias de nuestro biografiado, fue la notable fuerza de voluntad que se distingui en todos los actos de su vida. Dotado de un carcter impetuoso, efecto inmediato de un sistema sumamente nervioso, saba dominarse y no incurrir nunca en la violencia. Tal fu en su vida privada el noble ciudadano que estaba predestinado a ser inmortal. Pasaremos ahora a tratar de su vida como hombre pblico.

CAPITULO III. El Defensor del Pueblo. Su Propaganda Democrtica.Por los aos de 1890 arrib a Cuchillo Parado uno de esos bohemios sin Patria y sin profesin, que abundan en todas las regiones del pas, tena una arpa vieja y desvencijada a cuyo son salmodiaba montonas canciones populares, con las cuales diverta a los labriegos que acudan en su torno con el objeto de comprarle el licor que siempre traa. Cuando intoxicaba a la multitud, cesaba de cantar y abandonando el octogenario instrumento, con una zalamera inimitable y halagando las pasiones de todos, de cada uno de ellos, paulatinamente, iba ganando terreno en el nimo de sus interlocutores, yendo directo hacia su completa conquista. Dotado de una sagacidad poco comn y de una hipocresa refinada, aquel harapiento tena por ley fatal que progresar. Con una falta absoluta de conciencia y una alma negra y despiadada, Ezequiel Montes, el msico bohemio, so realizar su srdida ambicin: dominar un pueblo libre y ser su amo y seor. Lo consigui por fin? Desgraciadamente s. Con el tiempo logr sugestionar a aquellos hombres honrados, consiguiendo no slo captarse sus simpatas; sino transformarse en una especie de protector a quienes acudan en busca de consejo y apoyo. De aqu data la serie de infamias y cnicos fraudes del audaz bohemio. Por medios arteros, merced a maquinaciones fraudulentas, logr hacerse de muchos terrenos agrcolas en el pueblo, y vindose de improviso, transformado el aventurero vagabundo en rico propietario. Despus, en frecuentes viajes a la capital del Estado, ganose la confianza de los agiotistas Creel y Terrazas, pnese de acuerdo con las corrompidas autoridades de entonces y consigue por fin que lo designen como ejecutor de las miras del Gobierno, para cuyo fin lo nombran presidente municipal de aquel pueblo. Con semejante cargo, transfrmase el embaucador empalagoso y zalamero en cacique desptico, y sin embozo alguno, ya empieza abiertamente a tiranizar a quienes lo haban acogido hospitalariamente, sirvindole de pedestal para que subiera, y dedcase a robar con todo el cinismo y desplante de un bribn consumado. Y el pueblo? El pueblo sufralo todo,

rindiendo acato y profundo respeto a esa nulidad, slo capaz para el latrocinio y el fraude. Toribio Ortega, el honrado y laborioso ciudadano, en vista de la preponderancia de ese hombre nocivo y de la sumisin pasiva de los hijos de su pueblo, jura luchar hasta regenerarlo, arrancndolo de manos de aquel strapa. Con infatigable celo dedicse a exhortar a cada uno de sus paisanos, hacindoles ver lo abyecto de la situacin en que estaban, por confiar demasiado en una gente de la dictadura. Por espacio de largos aos, sin perder un instante la fe y la confianza, estuvo en continua brega con el odiado cacique. Todos los actos inicuos ejecutados por ste, eran censurados a viva voz por nuestro hombre, a quien acudan los vecinos en busca de 1 para que los defendiera. Sus sinceras palabras y su desinteresado patriotismo, hallaron eco en el alma de aquel pueblo que tan celoso fue siempre de su libertad y resurgiendo sus ideas liberales, agrupronse en torno del que laboraba constante e infatigable por los derechos y progreso de su pueblo; no obstante, la lid fue encarnizada, en muchos haba fanatismo por el decrpito cacique y no queran convencerse de su abyeccin. Ortega armado de una paciencia a toda prueba, con su afabilidad caracterstica, con su bondad peculiar, logr apartarlos de all, contando entonces con la mayora de los habitantes de su pueblo. Corra el ao de 1910. Se acercaba e1 perodo de las elecciones presidenciales. Todo el mundo se preparaba a votar en el ao del Centenario de nuestra Independencia. El insigne demcrata don Francisco I. Madero, haba hecho una gira por las principales poblaciones de la Repblica, derramando en todas partes la luz de su doctrina emancipadora. Fundronse Clubs Anti-reeleccionistas en todas las ciudades de importancia, con el objeto de lanzar una candidatura que se opusiera a la del dictador, el cual pensaba eternizarse en el poder, dejando a su muerte un sucesor. En la capital del Estado don Francisco I. Madero encontr un auxiliar y colaborador infatigable en la persona del insigne,y honrado ciudadano don Abraham Gonzlez, quien fu el primer fundador del primer Club en el Estado. Ortega, que se encontraba en su pas natal, al contemplar las primeras alboradas de una democracia que surga, abraz con inmensa fe y gran entusiasmo el partido, y trasladndose sin demora alguna a Chihuahua, entrevist a don Abraham, ponindose de acuerdo para fundar un Club en su pueblo y extender por toda esa regin fronteriza, las redentoras doctrinas del Apstol Madero.

De vuelta al lugar de su residencia, convoc a algunos miembros de su familia y a otras personas de su confianza e integr el Club, formando la mesa directiva de esta manera: Presidente, Toribio Ortega; Vicepresidente, Epitacio Villanueva; Secretario, Esteban Lujn; y Vocales: Jos Mara Lucero, Fabin Rico, Marcelino Jurez y Fulgencio Olivas. Inmediatamente empez sus primeros trabajos, enviando agentes a Coyame, Ojinaga, San Antonio y San Carlos, con objeto de que hicieran propaganda democrtica en dichos lugares y fundaran nuevos clubs. Comunicndose frecuentemente con ellos, dndoles instrucciones y a la vez diriganse al Presidente del Club anti-reeleccionista de Chihuahua, para estar al corriente de la marcha que llevaban los asuntos polticos. El celo que demostraba en ello era infatigable, pues nunca se daba un momento de descanso tratndose de estas cuestiones. Innumerables fueron las dificultades con que tuvo que tropezar. En primer lugar con la ignorancia de los comarcanos que vean en todo aquello, una causa intil de seguir y de ningunos resultados. En segundo, con el inmenso temor que abrigaban todos en cometer el ms mnimo acto, que incurriera en el desagrado del dictador y por ltimo, con las autoridades que, presintiendo su futura cada, ponanle toda clase de trabas y llevaban a cabo arbitrarias e injustificadas persecusiones. Ezequiel Montes, el aventurero de antao, al tener conocimiento de la fundacin del Club en Cuchillo Parado y de la propaganda democrtica de Ortega, tuvo un acceso terrible de clera y se prometi hostilizar por cuantos medios estuvieran a su alcance a los antireeleccionistas. Por pretextos futiles y valindose del engao, puso preso a un sobrino de Ortega quien le ech en cara sus robos y villano proceder. Lleg la poca de las elecciones y todos estaban preparados para sacar avante las candidaturas de seor Francisco I. Madero y don Francisco Vsquez Gmez, que en una convencin efectuada en la capital de la Repblica, por representantes de todos los Clubs anti-reeleccionistas, resultaron candidatos a la Presidencia y Vicepresidencia de la Repblica. Sordos rumores corran de que todas las autoridades que estaban al servicio del tirano, se preparaban para hacer las elecciones a su arbitrio, nulificando las legales. Teniendo Ortega conocimiento de ello, en una de las sesiones que tuvo en su club, exhort a todos sus correligionarios a que con toda entereza, sostuvieran sus ideales y apoyaran a los representantes de su partido, dicindoles estas clebres palabras: Si el dictador impide con sus bayonetas que salgan nuestros candidatos, apelaremos a las armas para derrocarlo por la fuerza.

El da en que se verificaron stas, hubo un tumulto que produjo un serio altercado. Montes, elogiado cacique se present a la casa donde estaban reunidos y por medio de la autoridad pretendi hacer el cmputo de los votos a su gusto. Ortega con noble entereza, se enfrent a 1 protestando enrgicamente de tal arbitrariedad, y habindose acalorado los nimos, los anti-reeleccionistas se echaron sobre los esbirros del cacique. E1 elector sali por parte de aquellos, el cual votara por los candidatos demcratas. Escenas de igual ndole pasaron en Ojinaga, San Carlos y San Antonio, menos en Coyame, donde el voto unnime fue para el dictador. Sin embargo, sucedi lo que necesariamente tena que acontecer. Una inmensa mayora del pueblo acudi a las urnas electorales y en sus papeletas escribieron el nombre de Francisco I. Madero; los esbirros de la tirana las sacaron con la punta de la bayoneta y pusieron en ellas a Porfirio Daz. Un nuevo ultraje a los derechos del pueblo: un sarcasmo sangriento a la libertad y una flamante y cnica usurpacin del poder. El apstol demcrata fue reducido a prisin en San Luis Potos, con el objeto de que no tuviera parte en las elecciones. Esto agot la paciencia rebosando la medida. Como una corriente elctrica contamin a un tiempo de indignacin a todos los partidarios del ilustre prisionero, y mientras el orgulloso Csar se exhiba con gran pompa y regio fausto en las fiestas centenarias, una conspiracin inmensa se tramaba en toda la Repblica. Agotados los medios pacficos y conciliadores, para hacer que descendiera el que pretenda erigirse en monarca, no quedaba otra disyuntiva que levantarse en armas contra un gobierno falaz, asesino y usurpador. De acuerdo con el seor Madero, principi don Abraham Gonzlez a entrevistar a todos los presidentes de clubs, a los que detallndoles pormenorizadamente la situacin, los invitaba a lanzarse a la revoluci6n. Ortega se present a 1, y al escuchar de sus labios el relato de lo acaecido, sin vacilacin y con la energa propia de su carcter, contest: Lucharemos hasta morir o derrocar a esos infames. La fecha del levantamiento se fij para el da 20 de Noviembre de 1910.

CAPITULO IV. Levantamiento. Accin de Venegas. Primer Combate en El Mulato y Ataque a Coyame.La noche del da 13 de Noviembre, estando Ortega en su pueblo, tuvo conocimiento de que otro da iba a ser aprehendido por la autoridad del lugar, quien sospechaba que pretenda levantarse en armas. Sin prdida de tiempo rene a todos los adictos a la causa y despus de tener una larga conferencia acordaron desconocer otro da al gobierno, lanzndose a la revolucin. El da 14 de Noviembre de 1910, Toribio Ortega, el patriota y abnegado ciudadano, al frente de sesenta hombres, en su mayora desarmados, arroj el guante del desafo a la cara del dictador, y con las armas en la mano desconoci abiertamente a la usurpacin. Se lanzaba a la lucha sin ningunos elementos, teniendo por rival a un gobierno poderoso; pero 1 contaba con la justicia, y no midiendo la talla y valer de su enemigo, tena entera fe en el triunfo. Si pereca en la lucha, ofrecera gustoso su existencia por su patria. A propsito de la fecha del levantamiento, hago constar, por ser de justicia y rigurosamente histrico que el primero que se levant en armas en la Repblica, contra el gobierno de Daz, no fue Aquiles Serdn, ni mucho menos Orozco, puesto que ellos lo verificaron del 20 en adelante. Nuestro biografiado fue, como antes he dicho, el primero, lo cual est plenamente comprobado por documentos que aun existen y que estn debidamente autorizados por don Abraham Gonzlez. Si esto no ha sido pblico y notorio, fue porque el ameritado General jams quiso hacer de ello un reclamo ni adquirir por ese medio popularidad, dada la humildad que lo caracteriz. La maana del acontecimiento, Ezequiel Montes, el malvado e hipcrita cacique, poseido de un pnico indescriptible, huy despavorido del pueblo. Llevando el ro alguna agua, lo pas vestido y hubo quien lo viera en una labor cercana, lleno de lodo, sin sombrero, y temblando en el paroxismo del

pavor. Esta es la virtud de las almas viles y miserables: la cobarda. Ortega pudo haberlo hecho prisionero: pero dotado de una alma generosa y magnnima, lo dej ir echando al olvido sus grandes villanas. Del pueblo dirigiose Ortega con su gente a una sierra cercana que se llama El Peguis. Admiracin causara el contemplar aquella falange de hombres entusiastas, que no teniendo una arma en sus manos, marchaban alegres y contentos a hacer una revolucin contra un gobierno que en treinta y cinco aos de odiosa paz, haba acumulado grandes elementos de guerra y contaba con un ejrcito bien disciplinado. Las gentes timoratas y los acomodaticios los tildaban de locos, porque locura era rebelarse contra Porfirio Daz, una especie de semi-dios, a quien jams podran vencer; pero donde la imbecilidad y la conveniencia juzgaban encontrar la locura, el buen sentido y la sensatez, hallan un herosmo rayano en sus lmites. Creera aquella plyade de valientes, en la victoria? Tal vez si, y en tal caso, eran dignos de loa por su inmensa fe en la justicia. Dudaran por ventura de su triunfo? Su accin entonces, sera sencillamente heroica y su patriotismo no tendra igual. De la sierra del Peguis se movilizaron al Saucito. Las personas que lo acompaaban entonces y que siempre estuvieron a su lado hasta la hora de su muerte, fueron Porfirio Ornelas, que funga como su segundo, Epitacio Villanueva, Marcelino Jurez y algunos otros, que hoy figuran en el Ejrcito Constitucionalista con la categora de Jefes y Oficiales. Encontrndose la pequea columna en el barranco de Guadalupe se incorporaron a ella don Abraham Gonzlez y el Coronel Perfecto Lomel. Ortega siempre modesto y sin ambicin alguna le indic a don Abraham, que le diera el mando en jefe al Coronel Lomel, quedando 1 como segundo, a pesar de haber organizado y reclutado la gente. El da 11 de Diciembre, encontrndose en el rancho de Venegas, lugar distante siete leguas de Ojinaga y situado a las mrgenes del Ro Bravo, tuvieron noticia de que el regimiento al mando del Coronel Alberto Dorantes marchaba a atacarlos. Ortega, de acuerdo con don Abraham y con el Coronel Perfecto Lomel, decidi esperarlos, posesionando su gente en unas lomas que estn al Oeste de la va telegrfica. Los alambres de esta los bajaron hasta la mitad de los postes, y encendiendo grandes hogueras en el centro, donde se encontraba el rancho, dejaron lista la emboscada a los asaltantes.

La noche era obscura, sin poder distinguirse nada. Un silencio mortal reinaba por todas partes. E1 enemigo, al distinguir las hogueras, creyendo que los revolucionarios se encontraban all, se dirigi en lnea recta al lugar, cuando de improviso, una descarga cerrada de fusilera, salida de entre las sombras, encendi el pavor entre las filas federales, quienes dispersndose en espantosa confusin, huyeron a la desbandada por el lado del Ro Bravo, donde hallndose el alambre de telgrafo cado, desmontaba a la caballera al mantearse. La mayor parte de la fuerza se pas a territorio americano y desde all comenzaron a tirar con una ametralladora. Don Abraham, en vista de que carecan por completo de parque, pues slo un reducido nmero contaba con unos cuantos cartuchos, orden que la gente se retirara y aprovechando las tinieblas, abandonaron las posiciones, dejando a los soldados de lnea combatiendo solos, pues todava por largo rato se prolong el tiroteo. De all se dirigieron al Mulato, con el objeto de pasar parque de los Estados Unidos, lo cual efectuaron con mltiples dificultades, pasando apenas cuatro mil cartuchos. En esos das se incorpor a la gente de Ortega, el Coronel Jos de la Luz Soto, con cuarenta hombres, reclutados en San Carlos y San Antonio. Este refuerzo caa en momentos propicios, pues se saba que el Coronel Dorantes, con una columna de 500 hombres se diriga a atacar a los rebeldes. El da 18 de Diciembre, como a las diez de la maana, se avistaron las primeras avanzadas de federales, entablndose en seguida el combate con gran furia y denuedo. Dorantes intenta desalojar a los revolucionarios, primeramente de un bordo que est por la derecha y frente del pueblo; pero es rechazado con grandes prdidas. Entonces dirigiose con todo el grueso de sus fuerzas a atacar los cerros, donde haba un reducido nmero de insurrectos. Al notar el movimiento, el Coronel Ortega se dirige al lugar y se traba un encarnizado y terrible combate que termina con la derrota de los federales, los cuales, viendo la imposibilidad de desalojar a los nuestros, principian a retirarse a las tres de la tarde, dejando en el campo de batalla quince muertos, dos heridos, ocho fusiles mausser y gran cantidad de parque. Habiendo sabido por esos das que el seor Madero se encontraba en E1 Paso, se fueron don Abraham y el Coronel Lomel a recibir sus instrucciones, dejando la gente al mando de los Coroneles Ortega y Soto. Con motivo de una falsa noticia propalada, de que una poderosa columna vena por el lado de las Orientales, con el objeto de embotellarlos en E1 Mulato, se movilizaron de all al pueblo de San Carlos, y a continuacin a

San Antonio, atravesando las extensas propiedades de Creel. En San Salvador, a peticin de toda su fuerza, se di de baja al Coronel Jos de la Luz Soto, por haberse comprobado, en bastantes ocasiones, su falta de espritu militar y su ineptitud. Soto es oriundo del Distrito de Jimnez. Dotado de un espritu intrigante y ambicioso, aunque siempre demostr simpatas por las ideas liberales, su conducta sospechosa e incierta, lo pona en peligro de cometer un dislate. En el lugar antedicho se supo que una poderosa columna de 1,000 hombres, al mando del General Gonzalo A. Luque, se diriga a marchas forzadas a Ojinaga. Con el objeto de reunir caballada para montar a la gente, se detuvieron tres das en Polvorillas. En Maijoma, a instancias del Coronel Ortega, se levant don Jos de la Cruz Sanchez, empezando a reclutar gente en todas las comarcas, donde tena un gran partido, marchando despus reunidos, hasta arribar a Coyame. En este punto haba una guarnicin compuesta de voluntarios del pueblo, quienes se haban mostrado Porfiristas recalcitrantes. E1 da 8 de Enero de 1911, despus de intimar la rendici6n de la plaza y habiendo recibido la negativa, los Maderistas en nmero de 200 atacaron con denuedo los cerros que estn antes de llegar al pueblo. Todo el da se combati con pequeas intermitencias, y por la noche, fueron desalojados los gobiernistas de sus posiciones quedando reducidos al pueblo. E1 da 9, habiendo cesado un momento el fuego, el Mayor Porfirio Ornelas estuvo parlamentando con uno de los gobiernistas que estaba situado en unas de las casas cercanas, el cual manifest el deseo inusitado de rendirse: pero en esos momentos, recibe orden del Coronel Ortega de que se retiren inmediatamente de la plaza. Obedeca esto a que habase cogido prisionero a un correo, el cual traa a los de Coyame la fausta nueva de que una poderosa columna de federales se diriga a marchas forzadas a auxiliarlos. Los Coroneles Snchez y Ortega, se retiraron a Cuchillo Parado.

CAPITULO V. Combates de Cuesta de Aldea. Segundo de El Mulato y Sitio de Ojinaga.E1 da 15 de Febrero, los puestos avanzados que tenan cerca de la sierra, comunicaron a los Coroneles Ortega y Snchez, que una fuerza enemiga vena bajando por la Cuesta del Gato. Eran 400 hombres de infantera y 100 de caballeria al mando del Capitn Guilln. Inmediatamente orden el Coronel Ortega que toda la gente se movilizara a encontrar al enemigo y presentarle batalla. E1 combate se trab en la falda de la cuesta, acometiendo los nuestros con tal mpetu, que lograron rechazar a los defensores del tirano, hacindolos retroceder hasta unos cerros. El Coronel Ortega, haciendo gala de un valor temerario, acompaado de Celso Rayos, y de otros tres, se arroj sobre una de las posiciones ms dificiles, desalojando de ella a unos soldados que se hallaban all afortinados. Todo el dia se prolong el combate hasta la cada de la noche, haciendo importantes bajas al enemigo. Otro da reanudamos el combate con ms mpetu. Los federales, visiblemente desmoralizados, y hallando en los insurrectos una tenacidad y valor que no esperaban, empezaron a ceder visiblemente. Los nuestros redoblaron el ataque y lograron coparlos en la cima de un cerro de figura cnica donde los sitiaron por completo, cuando de improviso aparece por la retaguardia una linea de tiradores que avanza lentamente sobre nuestras fuerzas, haciendo un nutrido fuego. Era Dorantes que al frente de cien dragones vena al auxilio de la infantera de Guilln. Nuestras fuerzas se ven envueltas en dos fuegos: pero aun as, podan haber batido al enemigo y el Coronel Ortega se preparaba para hacerlo, cuando vi que toda la gente se retiraba huyendo precipitadamente, obedeciendo una orden que desacertadamente di el Coronel Jos de la Cruz Snchez, creyendo todo perdido. Las prdidas que tuvimos fueron tres muertos y tres heridos, siendo de bastante consideracin las del enemigo, pues qued la cuesta regada de cadveres de la infantera de Guilln.

Fraccionados en pequeas partidas; se dirigieron a Barrancas, y una vez reunidos todos, se movilizaron al Mulato. El Coronel Snchez, con el objeto de habilitarse de parque, se dirigi a los Estados Unidos, dejando la fuerza al mando del Coronel Ortega. A principios del mes de Febrero se supo que el General Luque, al frente de una poderosa columna, compuesta de las tres armas, se dirigia a atacarlos. Ortega mand hacer fortificaciones inexpugnables desde los cerros hasta la orilla del Bravo, con el objeto de impedirles la entrada al pueblo. Dos formidables detonaciones de artillera, fue al anuncio de que el enemigo estaba al frente. El Coronel recorre impasible en su corcel las fortificacions y ordena a todos que no disparen hasta no tener cerca al enemigo. Las bocas de fuego del enemigo, continuan por largo tiempo vomitando metralla; pero al notar la impasibilidad e indiferencia con que son recibidos en el campamento revolucionario, y los nulos efectos que hacan, destac la infantera, que protegida por el caoneo, avanz hasta cerca de las posiciones, siendo recibida por un diluvio de acero que sala de las rocas. La lucha generalizase de uno a otro extremo de las posiciones, sin que cedan un pice, tanto los asaltantes como los fortificados. Todo el da se tirotean intermitentemente, cazndose unos a los otros hasta que la sombra de la noche establece una tregua entre ambos contendientes. Al da siguiente reandase el combate con ms saa. Luque ordena que una lnea de tiradores prosiga el avance de la infantera; pero las balas de los guerreros fronterizos hacen tales bajas en sus filas, que sta se detiene indecisa, Ortega toma la ofensiva, y saliendo de sus posesiones, rechaza finalmente al enemigo. Viendo el General en Jefe de la columna federal, la imposibilidad de vencer a los revolucionarios, ordena la retirada rumbo a Ojinaga. E1 Coronel Snchez regresa de Estados Unidos y toma otra vez el mando de la fuerza, permaneciendo en E1 Mulato; reclutando ms gente de los lugares circunvecinos, con el objeto de formar una competente columna para atacar a Luque en Ojinaga, el cual, desde la terrible derrota de E1 Mulato, haba cesado de perseguir a los revolucionarios. E1 da 10 de Marzo, el Ejrcito Libertador compuesto de seiscientos hombres, se encontraba en las cercanas de Ojinaga. Snchez orden que su gente se posesionara desde el frente de la garita hasta las lomas de la

Juliana, y el Coronel Ortega por la Caada Ancha y San Francisco, quedando nicamente el tramo que abarca el Ro Bravo, sin cubrirse. A1 avistar nuestra gente, el enemigo rompi el fuego, que se prolong por varias horas. A los tres das de encontrarse en el sitio, durante el cual slo se registraron leves tiroteos, una noche echaron en direccin al pueblo una manada con botes prendidos en la cola, la cual penetr a las calles de la poblacin. Los sitiados creyeron que era un asalto de los revolucionarios, y formaron un espantoso tiroteo que dur hasta ya entrada la noche. Ortega permaneci con su gente en la Caada Ancha, y repetidas veces atac al Coronel Dorantes que era el que defenda ese rumbo, logrando rechazarlo hasta las orillas de Ojinaga. Habindole confiado a un sujeto de nombre Antonio Carrasco las posesiones del lado de San Francisco, ste, ponindose de acuerdo con los sitiados, las entreg, huyendo en seguida rumbo a Coyame a reclutar gente para volver a pegarles por la retaguardia a los sitiadores: pero alcanzado por Emilio Salgado, antes de arribar a dicho punto, fu conducido a presencia del Comandante en jefe de las operaciones, quien orden su inmediata ejecucin, siendo pasado por las armas a presencia de todo el ejrcito revolucionario. Por esos das se incorporaron, procedentes de Coahuila, don Jess Carranza, Emilio Salinas, Cayetano Trejo, y Cesreo Castro, con una fraccin de sesenta hombres. Poco despus arriba Severiano Muoz con veintisiete hombres, resto de la fuerza que mandaba Francisco Portillo al morir en el combate de Aldama. En vista de que el sitio de Ojinaga se prolongaba por largo tiempo, dispuso el Jefe de la Revolucin, don Francisco I. Madero, que el Coronel Antonio I. Villarreal, al frente de una columna de trescientos hombres, reclutados en E1 Paso, Texas, saliese de San Ignacio, dirigindose a incorporarse a las fuerzas de Snchez, con el fin de cooperar a la toma de la plaza. Con la mayora de la gente de infantera, llevando un can de bronce que haban sacado de El Paso, y al que los Norteamericanos llaman el Silbador Azul y una ametralladora Colt. Villarreal march a cumplir la orden que se le haba dado, llegando a Ojinaga el da 9 de Abril. No obstante los considerables refuerzos recibidos, el Coronel Snchez no se decide a efectuar el asalto decisivo, a pesar de las reiteradas instancias que le haca el Coronel Ortega y otros jefes, alegando la prdida de vidas al verificarlo. Unicamente dispone que sea emplazado el clebre can de bronce, con el cual piensa bombardear al sitiar. Cumpliendo con sus rdenes cargan la pieza, pero motivo a la mala calidad de la plvora y lo

deficiente del viejo mecanismo, no da ste buen resultado, haciendo solamente dos disparos. Viendo la inutilidad de ello, se concretan a seguir tiroteando a larga distancia. A fines del mes de Abril, la fuerza sitiadora asciende a mil hombres y convencido el jefe de las operaciones de la perentoria urgencia que haba de tomar la plaza, determina que el asalto definitivo se d el da lro. de Mayo pero esa determinacin qued fallida, porque nuevos acontecimientos vinieron a estorbarla.

CAPITULO VI. Batalla de Cuesta del Gato. Dispersin de las Fuerzas Sitiadoras Prisin del Mayor Ornelas. Ortega Marcha Tras la Columna Hasta Aldama. Restablecimiento de la Paz. Licenciamiento de sus Tropas. Retrase a la Vida Privada.Procedentes de Cuchillo Parado, llegan al campamento revolucionario multitud de habitantes de ese pueblo, notifican que una competente fuerza de la Federacin se encontraba all en el pueblo; era el General Gordillo Escudero, enviado por el Gobierno al frente de setecientos hombres, para que auxiliase a los sitiados en Ojinaga. El Coronel Ortega al tener conocimiento de eso, pide que se le enve con su gente para ir a estorbar el avance de los federales, hasta que se pueda enviar una fuerza competente para batirlos. Habindole advertido el peligro que corra al ir a enfrentarse con un enemigo doce veces superior, contest: Aunque fueran miles, no temera, y aunque no tengo la pretensin de vencerlos, es del todo importante detenerlos hasta que nuestras fuerzas se posesionen de la Cuesta del Gato donde podemos batirlos y vencerlos. Obtenido el consentimiento del Jefe de las operaciones, marcha con sus sesenta valientes, y atravesando las serranas, fue a encontrar la columna, marchando a una vista de ella. En Palo Blanco, determina darle un ataque, y ponindose al frente de sus denodados compaeros asalta al enemigo, quien se mostr asombrado de tal temeridad y se arroj formndoles una escaramuza que dur algunas horas. Cuando ya calcul que la gente del Coronel Snchez se encontraba en la Cuesta del Gato, se dirigi a ese lugar. En efecto, don Jos de la Cruz Snchez, dejando al Coronel Villarreal en los alrededores de Ojinaga, se moviliz a la cuesta mencionada y llegando a ella, distribuy su gente por uno y otro lado del puerto, ordenndole al Coronel Ortega que se posesionara del chaparral que se encuentra al Sur del Camino. Ortega quera que se le pusiera de avanzada en el puerto, para ser el primero en

tener contacto con el enemigo; pero en vista de la determinacin del Jefe, el cual no quiso ceder en este punto, obedeci al momento las rdenes dadas. E1 da 3 de Mayo, a las 6 de la maana, se percibieron las avanzadas federales que en columna compacta venan por todo el camino. A1 arribar al puerto, las avanzadas de Snchez que se encontraban a la vanguardia, abren el fuego; Gordillo Escudero, que traa a su servicio un cuerpo de Exploradores compuesto de los voluntarios de Coyame, los cuales conocan a la perfeccin el terreno, ordena que en lneas de tiradores avancen por ambos flancos, ejecutando un movimiento envolvente sobre las posiciones de los revolucionarios. La fraccin de Severino Muoz, al percatarse de esta maniobra, abandona sus puestos y huye a la desbandada y la gente de Snchez sigue su ejemplo, bajando precipitadamente de los cerros. Don Jos de la Cruz se anonada por completo, no da disposicin alguna que modifique en algo la situacin y concluye por declararse en derrota. S1o quedan Emilio Salgado con unos cuantos hombres y el Coronel Ortega con su gente, quienes se baten desesperadamente para proteger la salida de los que quedan, y en vista ya de lo irremediable, se alejan haciendo fuego en retirada. E1 combate durara a lo sumo media hora, y la derrota es completa para nuestras fuerzas, merced a la ineptitud e ignorancia completa de conocimientos militares del Jefe de las operaciones. Las bajas no fueron de mucha importancia por parte nuestra: algunos heridos y pocos muertos; pero el efecto moral si fue grande, y de fatales resultados. La fuerza del Coronel Snchez, desorganzase por completo en fracciones de l0, 15, y 20 hombres y disprsanse por todos lados, yendo a refugiarse a la sierra o a sus ranchos. Snchez, habindose herido con su pistola, accidentalmente, pasa el Ro Bravo y se dirige a Estados Unidos a curarse. Severino Muoz que huy desaforadamente a la vista del enemigo, se dirige con su gente a los ranchos del Norte, a cometer tropelas, a despojar villanamente a los habitantes pacficos. Villarreal, al tener conocimiento del desastre de Cuesta del Gato, retira precipitadamente su gente de los alrededores de Ojinaga y marcha violentamente al Mulato y de alli a Ciudad Camargo. Emilio Salgado, con una fraccin marcha igualmente al Mulato, donde es atacado por una avanzada federal, la cual lo caonea y alli desbartase por completo la fuerza que iba, pues don Jess Carranza y los que lo acompaaban, traspasan la lnea divisoria e internndose en territorio americano, vuelven a pasar frente a San Carlos para dirigirse a Coahuila, mientras Salgado con tres hombres se dirige a San Pablo Meoqui.

Todos vuelven la espalda al enemigo; slo Ortega permanece en su puesto acompaado de sus leales y valientes compaeros y desde la derrota del Gato se va, segn su costumbre, escoltando la columna federal hasta que sta penetra en Ojinaga. Regrsase entonces al lugar del combate y de all se dirige a Cuchillo. Ms tarde, cuando las fuerzas reunidas de Luque, Gordillo Escudero y Dorantes; evacan Ojinaga, marchando rumbo a la capital del Estado, 1 est listo con su gente, para esperarlos y presentarles combate; pero un acontecimiento inesperado le impide por completo el llevar a cabo sus planes. Habiendo comisionado al Mayor Porfirio Ornelas, que era su segundo, para que fuera a ver a las familias que se encontraban en la sierra, a fin de que les proporcionara medios de subsistir, encontrndose ste en Las nimas el da 10 de Mayo, fue sorprendido por unos espas de Coyame, que formaban la avanzada de la columna, quienes hacindolo prisionero, lo condujeron a la presencia del General Luque. A1 verlo ste, sabiendo que era el segundo de Ortega, se dirigi a 1 y en tono sarcstico le dijo: Buenos das mi teniente coronel, con que usted es uno de los bandidos que se rebelaron contra el Supremo Gobierno? Si, mi general, le contest Ornelas con entereza, yo soy uno de los que he combatido contra ese tirano. A1 escuchar aquello, la oficialidad peda a grito abierto que lo fusilaran. Luque empez a interrogarlo acerca de los encuentros y acciones de armas en que se haba hallado y el nmero de muertos que haban tenido en todos ellos, y al relatarle el Mayor Ornelas la verdad histrica de lo acontecido, irritndose el General, orden que lo ataran con una soga del cuello y de las manos y que bien custodiado lo llevaran a pie, con la consigna de que a los primeros tiros que se oyeran de algn asalto de los revolucionarios, lo pasaran por las armas. Innumerables son los trabajos y las visicitudes y las vejaciones sin cuento que sufri este valiente patriota durante la jornada que hicieron hasta Chihuahua. Atraves a pie y fuertemente atado, ese inmenso desierto que se extiende desde Ojinaga a la capital del Estado, sufriendo los insultos de una soldadesca feroz y las privaciones y malos tratamientos que prodigan los federales a sus prisioneros de guerra. Por fin, llegaron a Chihuahua, y fu internado en la Penitenciara del Estado, de la cual sali cuando ya la paz estuvo restablecida. Entre tanto, el Coronel Ortega al saber que su segundo haba sido hecho prisionero, se moviliz tras de la columna, dando orden terminante a sus soldados para que por ningn motivo provocaran al enemigo, pues comprenda

perfectamente que al hacerlo, sera fusilar al prisionero. Concretose a vigilar los movimientos de la columna y a ir a una vista de ella y en tal forma prosigui hasta llegar a las cercanas en Aldama en donde recibi orden superior de suspender las hostilidades por haberse restablecido la paz, despus de los tratados de Ciudad Jurez. Establecido por fin su cuartel en Aldama y teniendo que verse con don Abraham Gonzlez, se dirigi a la capital del Estado, donde tuvo con l una larga conferencia, donde acordaron licenciar toda la gente, dndoles $50.00 de gratificacin y $25.00 ms por el rifle a cada uno, dejndoles el caballo y la montura, verificndose dicho licenciamiento en Aldama. E1 Gobernador provisional del Estado les expidi despachos de Coronel y Mayor a los ciudadanos Toribio Ortega y Porfirio Ornelas. Habiendo sido el primero que se levant contra el gobierno usurpador; arregladas la bajas de la oficialidad y las tropas, se retiraron aquellos valientes a la vida privada, dedicndose exclusivamente a sus trabajos de agricultura. E1 Coronel qued en el Depsito de Jefes y oficiales. Dirigise entonces a su pueblo natal, donde al igual que sus compaeros se dedic a trabajar con el mismo afn y entusiasmo que siempre. Tal fu la participacin que tuvo este hombre notable en la revolucin de 1910. En ella se distingui por la actividad en sus operaciones y por lo acertado en sus movimientos. Cuantas veces le dejaron la direccin de las fuerzas, el xito coron sus esfuerzos derrotando al enemigo. Desprovisto por completo de ambiciones personales y dotado de una humildad y modestia a toda prueba, jams pretendi tener el mando de la fuerza de la regin, no obstante de tener ms derecho que ninguno por haber sido el primero en levantarse y haber formado un pie de Ejrcito que sirvi de escaln a los dems. Siempre dimiti el cargo con que pretendan distinguirlo, primero en el Coronel Lomel, despus en Jos de la Luz Soto y por ltimo en don Jos de la Cruz Snchez, y si al segundo se vio en la imprescindible necesidad de eliminarlo, fu debido a las circunstancias y a la conducta observada por dicho sujeto. Terminada la revolucin, altamente satisfecho de haber cooperado en algo al derrocamiento de la tirana volvi al seno de su hogar, estando siempre alerta en la marcha de los acontecimientos polticos, para entrar en accin cuando segn expresin textual de l: Su querida Patria volviera a necesitarlo.

Parte Segunda La Campaa Orozquista

CAPITULO I. Primeras Revueltas y la Traicin de Orozco. Braulio Hernndez. Batalla de Coyame.Nuestro horizonte poltico principiaba otra vez a empaarse. Sordos rumores corran de que una contra-revolucin se preparaba con el fin de derrocar al Gobierno legalmente constituido, representado en el seor Madero, elegido Presidente de la Repblica por el voto unnime de toda la Nacin. Los vencidos, llenos de despecho, no dieron su brazo a torcer y empezaron a intrigar maquiavlicamente, halagando las bajas pasiones de los malos elementos que haba en la Revolucin. Pronto hallaron eco sus intrigas infames en la alma ambiciosa de un patn a quien ellos mismos haban engrandecido a fuerza de adulacin y lisonjas. Agrguese a esto los corruptos y viciados elementos que como en toda conmocin social se agregan a las revoluciones como tabla de salvacin, y que como la espuma de los mares, suben arriba cuando una tempestad remueve el ocano. Unos bandidos de encrucijada y salteadores de caminos reales no les era muy placentero e1 que terminara la revolucin a cuya sombra cometan sus crmenes y robos con la mayor impunidad, y al normalizarse la situacin, tendran que responder de sus actos y fechoras. Los otros, escontentadizos y ambiciosos, crean merecerlo todo por sus insignificantes servicios y al no acceder el Gobierno a sus exhorbitantes pretensiones, juraban en su interior, rebelarse contra l. Todo ese conjunto heterogneo de maldad y abyeccin maquinaba solamente contra el ser que los haba elevado de la miseria material y moral en que se hallaban a la categora de ciudadanos y de hombres de representacin. Pronto estall la bomba en Ciudad Jurez al grito de viva Zapata las chusmas analfabetas e indisciplinadas, desconocieron al Gobierno legtimo, apoderndose por sorpresa de 1a ciudad. Pronto siguen su ejemplo en la

capital del Estado. Braulio Hernndez, el rufin ambicioso, enarbolaba la bandera del socialismo, amparado por el nombre del ridculo licenciado Vsquez Gmez, y el bandolerismo, para concluir con esta serie de infidencias y defecciones, Pascual Orozco, el Judas de la revolucin maderista, firma con Salazar el desconocimiento del gobierno de Madero. Y las legiones miserables de canallas corrieron ebrias en busca del botn y del pillaje. E1 da 9 de Febrero de 1912 encontrndose el Coronel Ortega con el Mayor Ornelas en la Presidencia Municipal de Cuchillo Parado, llegaron a avisarles que lo largo del camino, al otro lado del Ro Conchos, se aproximaba una gruesa columna de gente armada. Teniendo conocimiento el Coronel Ortega de los rumores que corran acerca de la nueva revolucin, aunque sin saber a punto fijo de qu filiacin poltica eran los que se acercaban, sospechando que seran de los nuevos levantados, sali precipitadamente de la Presidencia y parndose enfrente de la Plaza donde haba un grupo de gente reunida, dio el grito de a las armas. Todo el mundo obedeci dicha orden y en menos de media hora, ms de sesenta hombres armados hasta con palos, se encontraban a la orilla del Barranco. En vista de la actitud belicosa de los vecinos del pueblo, Braulio Hernndez, que era el Jefe de la fuerza compuesta de trescientos hombres, en su mayora de Coyame, envi parlamentarios a Ortega, donde haciendo un llamamiento a la amistad que los una, pues ambos se conocieron y relacionaron en el sitio de Ojinaga, le suplicaba lo dejara entrar al pueblo y hablar a sus habitantes. Ortega le contest que teniendo conocimiento que se haba rebelado contra el Gobierno constituido, desde ese momento renegaba de su amistad, porque l no quera tratar con traidores; que para entrar al pueblo, necesitaran hollar sus cadveres, pues que seran recibidos a balazos. Pocos momentos despus, volvi otro correo, portando una nueva peticin de Hernndez, en la que suplicaba se le dejara al menos pasar por un lado de Cuchillo Parado, para dirigirse a Ojinaga; una nueva negativa por parte de Ortega fue la contestacin, intimndole que si no se retiraba, inmediatamente, abrira el fuego. Los de Coyame queran a toda costa que se atacara al pueblo; pero viendo Hernndez lo difcil de la empresa, opt por retirarse.

E1 Coronel Ortega, en vista de aquella intentona principi a organizar y reclutar ms gente, dando cuenta de ello al Gobernador Gonzlez, quien le dio su aprobacin, dicindole que estuviera listo para cualquiera emergencia. E1 Coronel Jos de la Cruz Snchez, reuni igualmente toda su gente en Ojinaga y di parte al Gobierno; ste envi al General Agustin Sangins, nombrndolo jefe de las Operaciones por esa regin. Ortega, al saber el arribo de este militar fue a ponerse a sus rdenes con 180 hombres que haba reunido, ordenndole Sangins que se estableciera en Cuchillo Parado. Sabiendo que en el pueblo de Coyame se encontraba el enemigo, orden a1 Coronel Ortega que con su gente y la del Mayor Espiridin Pia, se movilizara sobre ese pueblo. El da 5 de Mayo de 1912 a las dos de la maana, atacaron dicha plaza, que estaba defendida por ochenta hombres al mando de Manuel Melndrez, todos nativos de alli. Los cerros de la Cal, El Centinela y la Capilla, que se encuentran al Oriente del pueblo, eran las primeras fortificaciones del enemigo. E1 Coronel Ortega form su plan de ataque: el Mayor Ornelas deba encargarse del Cerro de la Cal, y l tomara el de la Capilla: al Mayor Pia le encomend las posiciones de El Centinela, y por ltimo, orden al Capitn Silvestre Jurez que con una fraccin de su fuerza se dirigiera al Puerto Fro, por la retaguardia del enemigo. En la noche de ese mismo da asaltaron los fortines, segn las rdenes y distribucin dadas, entablndose una terrible batalla en que los nuestros, a quema ropa, desalojaron con bombas de mano a los coyamistas de las posiciones, las cuales amanecieron en nuestro poder el da 7. E1 da 8 lleg el Capitn segundo Jos Jimnez con cuarenta hombres, y Ortega le orden que se movilizara al puerto de Chorreras, para que reforzara la fraccin de Jurez y estuviera alerta a las operaciones del enemigo que por momentos se esperaba, ordenndole terminantemente, que lo detuviera, sin abandonar por ningn motivo el puesto. E1 da 10, procedente de Ojinaga, lleg el General Sangins con trescientos hombres, compuestos de la gente de Snchez y de la del Mayor Vctor Manuel Navarro. E1 General en Jefe dispuso que una avanzada al mando del Capitn Ponciano Torres, se dirigiera al puerto del Piloncillo, pues sabindose de certeza que el enemigo ya estaba prximo, se le orden que unindose a los capitanes Jurez y Jimnez, que se encontraban en Puerto de Chorreras, por el mismo rumbo, resistieran hasta

el ltimo momento; pero sucedi que al arribar al puerto mencionado, se encontr con que el Capitn Jimnez haba huido a la aproximacin del enemigo, dejando abandonado el punto que tanto se le haba encomendado. Regres entonces, y rindi el parte respectivo. El da 13 orden a1 mismo Capitn Torres que con setenta hombres, que fueron reforzados por 30 ms al mando del Teniente Quiones, se dirigiera a la Cinega, lugar que se encontraba al Sur de Coyame y atacara al enemigo, lo cual efectu, dispersndolo por completo. E1 da 13 lleg otro refuerzo a Gamboa, que era el jefe Orozquista, ascendiendo a 500 hombres su fuerza, la cual permaneci acampada en la Cinega. E1 General Sangins libr las rdenes relativas a fin de dar un ataque decisivo. Ortega con su gente, atacara por el flanco izquierdo, del lado de la Cinega, y l con la fuerza de Snchez y la del Mayor Vctor Manuel Navarro operara por el flanco derecho, es decir, al Norte, por el Puerto Fro. El da 14 la gente de Ojinaga al mando del Coronel Jos de la Cruz Snchez abri el fuego contra las avanzadas del enemigo que se vi lentamente se aproximaban, entablndose un duelo a muerte de fusilera. En el Puerto de los Ocotillos, el Mayor Vctor Manuel Navarro sostiene la parte ms reida del combate, dando pruebas de un valor temerario, se adelanta Navarro a pecho descubierto sobre las posiciones de los Orozquistas que se encontraban fortificados tras de las rocas; pero apenas da unos cuantos pasos, cuando es atravesado en el estmago por una bala, cayendo moribundo. Una lluvia de balas cae junto al cuerpo sin que nadie se atreva a levantarlo, pues es muerte segura para el que se acerque. En esos momentos llega el General Sangins y ordena que se levante el cadver, siendo conducido a la Capilla donde exhala su ltimo suspiro. Vctor Manuel Navarro era pariente del Presidente Madero. Dotado de un espritu caballeroso y de una afabilidad caracterstica, era estimado por toda la fuerza, la cual sinti profundamente su temprana muerte. La gente de Snchez empez a replegarse ante el empuje del enemigo, y sin saber de dnde partira la confusin, concluy por emprender la retirada en desordenada fuga dejando abandonada una ametralladora que recogi el enemigo. E1 General Sangins qued solo, despus de haber hecho esfuerzos sobrehumanos para detener la gente.

Entretanto el Coronel Ortega, cumpliendo con las rdenes que se le haban dado, atac en la sierra de la Cinega a los orozquistas. E1 empuje con que se bati su gente, fue formidable y avasallador, logrando en pocas horas derrotar por completo al enemigo, hacindole buen nmero de prisioneros y quitndole gran cantidad de caballos ensillados y botn de guerra. A consecuencia del fracaso de Snchez, recibi orden de Sangins de retirarse regresando a Cuchillo, pues corra peligro de ser ocupado por fuerzas superiores. Sin prdida de tiempo obedeci la orden, encontrando en su pueblo al General en Jefe, acompaado nada ms de su asistente, sumamente decepcionado de la conducta del Coronel Snchez y de la gente de Ojinaga, a donde ya no quiso volver.

CAPITULO II. Salida del General Sangins para el Sur. Batalla de Bachimba. Entrada a Chihuahua.Poco despus, cuando la famosa derrota de los orozquistas en Rellano, recibi orden el General Sangins, del Supremo Gobierno, de salir a encontrar a la Divisin del Norte, y ponerse a las rdenes del General Huerta. Acompaado de una escolta de doce hombres de la gente de Ortega, se dirigi a Santa Rosalia, lugar donde se encontraba ya la Divisin, a donde arribaron. E1 General Huerta tena instrucciones de mandar a Sangins a hacer la campaa al Estado de Sonora, por lo cual, inmediatamente que lleg le di dicha orden, saliendo sin demora alguna para ese Estado. Ortega, que se haba quedado en su pueblo natal, recibi igualmente orden del General en Jefe de la Divisin del Norte para que se movilizara con su fuerza a incorporrsele. A1 frente de doscientos hombres, tom la direccin del Pueblito, donde saba que merodeaba un cabecilla orozquista de nombre Concepcin Domnguez, al cual persigui, hacindolo que tomara el rumbo de Bachimba donde se encontraba el Cuartel General de Orozco. E1 da 28 arrib Ortega con su fuerza a San Pablo y el da 29 de Junio de 1912, se incorpor a 1a Divisin del Norte en la Estacin de Consuelo. Huerta dispens muy buena acogida al Coronel Ortega, dedicndole frases laudatorias y encomisticas. El futuro traidor pensaba ganarse el nimo del patriota fronterizo; pero cuan engaado estaba. En aquella alma de grandes convicciones, no caba mas que la justicia. Lleg el 4 de Julio, la gran batalla decisiva que reducira a la impotencia al fatdico Orozquismo, se iba a librar. Al Coronel Ortega con su Regimiento, le toc entrar por el Poniente de la va en los cerros que estn prximos a ella. Incorporado a la Brigada Horan, en combinacin con el 23 Batalln que mandaba el Coronel Castro, y el 33 a las rdenes del de igual empleo Mancilla, avanzaron frente al enemigo. E1 Coronel Ortega, ponindose al frente de su gente, orden que marchara a la vanguardia. E1 33

intimidado por el nutrido fuego que el enemigo haca de los cerros se qued atrs, y nicamente parte del 23, lo sigui. Al acercarse nuestra gente a las posiciones empez a recibir un bombardeo terrible procedente de nuestra misma artillera. E1 Mayor Ornelas ordena que ninguno eche pie atrs y estoicamente sufren el fuego de rfaga de la artillera Federal. Fue esto una simple equivocacin, o con intencin aviesa dirigieron las bocas de fuego a ese lugar, sabiendo que por all iba un cuerpo de voluntarios? Los hechos posteriores de los miserables pretorianos nos inclinan a creer que ese bombardeo fue intencional. Dganlo los voluntarios de Pea en el ataque a la Ciudadela. Era el sistema favorito del traidor Huerta. E1 Coronel Ortega enva al Teniente Quiones para que notificara a Huerta que estn siendo bombardeados por su misma artillera. Este mand que se suspendiera el fuego, y entonces los nuestros pudieron avanzar desalojando al enemigo, pernoctando esa noche en las posiciones que quitaron. Otro da continuaron su marcha unidos a la Divisin rumbo a la Capital del Estado, la cual haba sido evacuada despus de la derrota de Bachimba, entrando triunfalmente a la histrica ciudad. Tena poco tiempo de establecido en Chihuahua, cuando recibi orden del Cuartel General, de marchar en persecusin del bandido orozquista Juan B. Porras, que merodeaba por Aldama, cuya orden cumpli movilizndose con su regimiento al lugar antedicho y de all a Potreros y San Diego, sin poder darle alcance, pues el clebre cabecilla orozquista logr esquivar la persecusin. De regreso a Chihuahua, uniform y equip bien su gente y con autorizacin del General en Jefe se dirigi a Cuchillo Parado, donde le ordenaron se estableciera.

CAPITULO III. Batalla de Cuchillo Parado De Ojinaga. Persecusin de Caraveo. Escisin de Ortega con el Ejrcito.El da 25 de Agosto de 1912 encontrndose el Coronel Ortega con su fuerza en su pueblo, percibe que del lado del Norte, se aproxima una inmensa polvareda. Sabiendo que Orozco haba salido de Villa Ahumada con el resto de las fuerzas que le quedaron, calcula que esas deben ser. Sin prdida de tiempo ni demora alguna, rene a todos sus soldados y mostrndoles la nube de polvo, les dice: Ah vienen los traidores, deben ser muchos, diez veces superiores a nosotros, pero no importa, tenemos que batirlos hasta el ltimo momento. Con entusiasmo indescriptible se ponen todos a abrir fortificaciones y a levantar parapetos para resistir al enemigo. Era en efecto, Orozco, quien al frente de mil quinientos hombres se hallaba ya a un kilmetro del pueblo. Al intimar la rendicin de la plaza, Ortega le contest como Lenidas al hroe de las Termpilas: Ven a tomarla. Inmediatamente se rompi el fuego; los orozquistas empezaron a bombardear el pueblo con un can que traan, disparando durante todo el da. E1 Ro Conchos, aumentado por las recientes lluvias llevaba gran cantidad de agua, impidiendo el pase de las tropas de Orozco. Muchos pretendieron pasar en lanchas o a nado, pero los certeros disparos de los leales los obligaron a ceder de su empeo, quedando algunos gravemente heridos, y otros muertos, siendo arrastrados sus cadveres por las aguas. Cinco das prolngase la lucha, en uno de los cuales inutilzase el can de los rebeldes, cesando ya de oirse su formidable voz. E1 31 destaca Orozco una columna de 500 hombres, cinco leguas al Poniente del ro, donde logran por fin pasar. Ortega, que no cuenta ms que con doscientos hombres, amagado al frente por mil, que no esperan ms que abandone sus posiciones para poder vadear el ro, y teniendo por el flanco derecho ese refuerzo, determina abandonar la plaza y ordena al Coronel Ornelas que salga al encuentro de los quinientos para detener el avance, mientras 1, con unos cuantos

tirotea a los del frente, dando campo a que todas las familias salgan del pueblo y se refugien en la sierra que est al Poniente. Su plan es el de que el pueblo quede solo por completo a fin de que los rebeldes lo ocupen y volver otro da a atacarlos. Conseguido su objeto, se va batiendo en retirada y encaminndose al Can Chino donde se detiene y de all contempla la entrada de las hordas vandlicas al pueblo de sus antepasados. Se estremece su corazn de indignacin al ver hollado su querido terruo por las hordas de traidores y se propone escarmentarlos durante otro da. Apenas amanece, cuando da la orden a todos sus hericos soldados de marchar rumbo a Cuchillo Parado; pero al arribar advierte que el enemigo haba evacuado la plaza, (probablemente durante la noche) tomando la direccin de Ojinaga. E1 1ro. de Septiembre entra al pueblo y all espera una columna federal que viene a auxiliarlo. E1 Coronel Manuel Landa, al frente de ochocientos hombres, del 70. y 40. Regimientos y los Carabineros de San Luis, al mando del Coronel Azcrate arriba por fin, duran tres das para poder vadear el ro. E1 da 10 de Septiembre recibieron orden del General Fernando Trucy Aubert, que tambin se aproximaba del lado de Chihuahua, que marcharan violentamente sobre Ojinaga, pues se saba que en dicha poblacin se encontraba el Coronel Snchez. Tras larga y penossima travesa, pasando mil dificultades, lograron arribar a dicho punto cuando ya Orozco estaba posesionado de 1. El 14 de Septiembre a las nueve de la maana se rompe el fuego, y con tal mpetu atacan los nuestros, que lograron penetrar hasta las calles de la Villa. El Coronel Landa y Azcrate se posesionan de las lomas de la Juliana, y Ortega, con su gente, penetra a la Caada Ancha, donde sostiene un encarnizado combate, rechazando al enemigo, hacindole algunos prisioneros. A1 impulso de los asaltantes del Sur, toda la fuerza de Orozco se dirige a la Caada Ancha lugar factible para romper el sitio por la escabrosidad del terreno en una parte, por los bosques y matorrales por la otra, y por haberse percatado el enemigo que era el punto ms dbil y donde haba menos gente. Como a las cinco de la maana manda un correo Ortega a Landa, pidindole refuerzo para poder impedir que se saliera el enemigo, pues su gente no era bastante para cubrir ni siquiera la mitad del tramo por donde poda verificarlo. Pocos minutos despus le manda otro con el cual le manifiesta que no era necesario porque ya el enemigo estaba de derrota. En vista de la obstinacin en negarle ese auxilio tan necesario en aquellos momentos, el Coronel Ortega se dirige personalmente a verlo. Atravesando

el huracn de acero a toda velocidad en su corcel negro, llega a l y de una manera enrgica lo intima a que le de gente. Cuando este ordena que Azcrate se movilice con los carabineros, es ya tarde, pues el enemigo protegido por las sombras, como a las once de la noche, rompe el cerco. Los de Ortega no pueden materialmente detenerlas y se cansan de hacer prisioneros y de matar. La derrota sufrida por los orozquistas alcanza proporciones abrumadoras. Ni en Conejos, ni en Rellano, ni en Bachimba, tuvieron las prdidas que all. De los mil quinientos hombres que entraron, saldran a lo sumo trescientos, que lograron fugarse con Caraveo. Los dems, quedaron en el campo de batalla o se ahogaron. E1 aspecto que presentaba otro da el campo, era horripilante. Por el lado de la Caada Ancha, veanse esparcidos por doquiera cadveres de hombres y animales, y multitud de objetos como sillas, rifles, y equipos. Del lado de la Labor, existe un terreno pantanoso, donde estaban hundidos hasta el crneo gran cantidad de rebeldes que en el paroxismo del pavor, se arrojaron por all. Cuadros espeluznantes se registraban a orillas del ro, donde colgados de unas ramas de suz estaban dos rebeldes suspendidos en el abismo, teniendo a sus pies las turbulentas aguas del Bravo que con furia se debatan esperando su presa. Probablemente toda la noche haban permanecido en esa postura, y al aproximarse unos soldados leales, posedos de un pnico inmenso se dejaron caer hundindose para volver a aparecer y arrojando un horrible grito de desesperacin, sepultarse definitivamente en el abismo liquido para ya no volver jams. Oh, la fatalidad inexorable de la guerra. Establecidos ya en Ojinaga, el 16 de Septiembre recibi orden del General en Jefe de las armas, que saliera a perseguir a Caraveo que andaba por los Ranchos del Norte. Ese mismo da march con esa direccin, llegando hasta la Punta del Agua, donde se encontraba el enemigo; pero ste, al tener conocimiento de su aproximacin, huy sin demora, internndose al Estado de Coahuila. Durante el trayecto cogi algunos prisioneros de los orozquistas que se quedaban rezagados, pasndolos inmediatamente por las armas. En vista de la precipitada fuga de Caraveo, regres a Ojinaga a dar cuenta de su comisin, encontrndose con un nuevo e inesperado acontecimiento: E1 Cuartelazo de Flix Daz en Veracruz. Ortega, con aquella perspicacia

innata en l, semblante a los Jefes y Oficiales del Ejrcito Federal, y desde luego comprendi que a pesar de sus hipcritas protestas de lealtad al Gobierno Constituido, estaban dispuestos a secundar la ridcula intentona del Brigadier de la espada virgen. En cierta ocasin en que estaba comiendo con unos oficiales, y que uno de ellos era Capitn lro. del 70. Regimiento, llamado Francisco Carren, se atrevi a aventurar expresiones favorables para Flix Daz, se levant rojo de indignacin, y encarndose con l, le apostrof de esta manera: no me extrana que usted tome la defensa de ese miserable, porque todos vosotros, los militares, estis educados en la escuela del crimen y jams podris olvidar lo que os ense vuestro padre (el viejo Daz ). Pero ay de los traidores; nosotros, los humildes soldados del pueblo, sabremos castigar vuestras maldades y osada. Ustedes, que no quieren a Madero, porque no apoya vuestros crmenes; pero el pueblo lo quiere, y pobres de los que intenten algo, que el escarmiento ser terrible. Callado y confuso se qued el pretoriano ante la indignacin de aquel patriota, bastante arrepentido de su imprudencia. Habiendo llegado a conocimiento del Coronel Landa esta escena, una noche en que se paseaba con Ortega, al frente del Cuartel, de una manera amistosa le dijo: tengo un sentimiento con usted, por haber dirigido algunas ofensas al ejrcito. Ortega le contest con la entereza de siempre: Al solo anuncio de que hay una persona que defiende a un traidor, mi alma se estremece de indignacin. Tal fu el caso de Carren. Vuelvo a repetir que todos aquellos que muestren simpata por un militar que ha arrojado fango al nombre del Ejrcito, denotan que estn educados en la escuela de Porfirio Daz, y siento bastante decrselo, pero mi opinin es que la mayora de los Jefes y Oficiales del Ejrcito, se encuentran en el caso. Desde esa poca, ya no tuvo el Coronel Ortega confianza alguna en el Ejrcito. Hablando con el un da, me dijo con un acento de convicci6n profunda: ha sido, es y ser la desgracia de nuestra querida Patria. El seor Madero confa en l y cree en el honor militar, cosa que nunca ha existido; acurdese usted, esos miserables van a ser sus verdugos. Tales conceptos, que sin embozo alguno emita, arrojndoselos a la cara de los militares mismos, le crearon la animadversin y odio de todos ellos, y por cuantos medios les eran posibles, le pusieron dificultades, hacindolo vctima de mltiples humillaciones. Introdujeron el descontento entre sus mismas filas, incitando a la insubordinacin a unos de sus oficiales, y por ltimo, lo subalternaron a un Capitn lro. de Artillera de apellido Ortiz, a quien nombraron Jefe de las Armas; pero 1, con una paciencia y resignacin a toda prueba, sufralo todo por tratarse del Gobierno

legalmente constituido a quien haba jurado lealtad y su palabra de honor: su patriotismo estaba por encima del amor propio y sus cuestiones personales. Todo antes que ser traidor. A veces, con un dejo infinito de amargura, sola decir: E1 seor Madero no quiere desengaarse de que alimenta estas vboras en su seno, y hasta le son ya importunas nuestras advertencias; pero no tardaremos mucho en que llegue el desengao, y entonces comprender que nosotros los humildes hijos de la gleba, somos los nicos que lo queremos y que estamos siempre de su parte.

Parte Tercera Toribio Ortega y la Brigada Gonzlez Ortega

CAPITULO I.Habase consumado el crimen magno. E1 Iscariote infame, el Cain Maldito ostentbase fatdico y sangriento en el Capitolio, teniendo a sus pies la Constitucin hecha pedazos, y en su torno, a un pueblo que le contemplaba atnito como autor de tan horrorosos crmenes. En tanto all, la macabra legin de pretorianos, con las manos aun tintas de sangre, celebraban con orgisticos banquetes el triunfo de la ignominia y la traicin. Crean en la victoria definitiva. La nacin entera se hallaba en sus manos. Desde el Bravo hasta el Suchiate, contaban con esbirros y secuaces, que secundando su abominable accin los apoyaran en lo futuro. Los exiguos restos de su deshonrado ejrcito, capitaneado por canallas sin alma y sin conciencia, productor del despotismo, abortos del rgimen pasado; no podan menos que aprobar el resurgimiento de esa poca de maldades y crimenes sin nombre. Y los eternos explotadores de nuestro pueblo humilde, la horda agiotista y tiranos del oro, unanse en indigno concubinato con los hroes del cuartelazo, poniendo a su disposicin el arca de sus caudales, para el sostenimiento de la Usurpacin y la afirmacin completa de la tirana. Les sonrea la fortuna. Otra circunstancia vino a favorecer sus planes. Los hunos del Norte, los vndalos de bandera roja, arriaron su lienzo de ignominia, ponindolo a la sombra del estandarte negro de la traicin. La esfinge estupida del infidente chihuahuense confundise en un abrazo con el rostro demoniaco del traidor jalisciense. Sobre el cadver del insigne Mrtir, del Cristo libertario, Barrabs estrech la mano de Judas, y la soldadesca impa, los viles mercenarios, aplaudieronY los rufianescos magnates de la Capital prorrumpieron en vtoresY el jesuitismo legendario santific el crimen, entonando, ebrio de gozo, el bblico TE DEUM en honor de la maldad triunfante. Y el imponente alczar de los ahuehuetes milenarios, el histrico Palacio de los Virreyes, convirtironse en guaridas de fascinerosos; y los espritus de los nios hroes del 47, y las almas del sublime indio de Guelatao y Lerdo de Tejada, contemplaron con indignacin indecible, la figura patibularia de Huerta, el rostro demoniaco de Blanquet, al ave de rapia de Mondragn y el gesto de maldad de Flix Daz. En su sed de sangre y de venganza, convirtieron el suelo patrio en un inmenso matadero, donde da a da, iban inmolando inocentes vctimas. Legiones de verdugos cruzaban por doquier.

Y no surga un vengador? Pronto saltara a la palestra. Esa calma era precursora de la tempestad.

CAPITULO II. Carranza y Maytorena.Al tener conocimiento de la nefanda traicin del militarismo, Venustiano Carranza, Gobernador Constitucional del Estado de Coahuila, lanz el grito de rebelin y expide un decreto en que desconoce al Usurpador y excita a las Autoridades civiles y militares, a levantarse en armas contra el llamado Poder Ejecutivo. E1 pueblo coahuilense acude a su llamado y poco a poco, se van formando legiones de valientes que se preparan a combatir a las huestes del tirano. Las fuerzas rurales del Estado que se hallaban bajo el mando directo de Lucio Blanco, Francisco Coss y otros jefes se pusieron a las rdenes del digno Gobernante. El Teniente Coronel Pablo Gonzlez, se encontraba en la ciudad de Chihuahua, y al saber el estado de cosas, furtivamente sale de la capital, y al frente de sus trescientos dragones atraviesa las inmensas estepas Chihuahuenses hasta unirse a los suyos. El movimiento restaurador extendase por todo el Estado. La chispa convirtese en hoguera y amenaza conflagrar a la frontera toda. En el Estado de Sonora, su Gobernador don Jos Mara Maytorena, rene su Congreso y determina secundar el movimiento del Gobernador Coahuilense. En virtud de sentirse delicado de salud el seor Maytorena, se le concede un permiso de tres meses, y asume el Gobierno del Estado el General Ignacio L. Pesqueira, tomando el mando de las fuerzas el Coronel Alvaro Obregn. Los Tenientes Coroneles Pedro F. Bracamonte y Elas Calles, dos viejos luchadores de la revolucin de 1910, se levantan en armas en la ciudad fronteriza de Agua Prieta: Los indios del Rio Yaqui ofrecen su contingente y presto el Estado es un inmenso campo revolucionario. El sentimiento de indignacin, palpita en la alma del pueblo mexicano y todos se aprestan a morir por vindicar el honor ultrajado de su Patria. El asesino del Capitolio enva sus legiones de mercenarios a ahogar en sangre el grito de protesta que repercute por todos los mbitos de la nacin. Pronto se efectuar el choque de entre ambas facciones y el Dios de la justicia decidir el triunfo.

CAPITULO III. El Estado de Chihuahua.El Estado de Chihuahua encontrbase a raz del Cuartelazo en una situacin complicada, casi impotente para secundar el movimiento Constitucionalista. Habiendo sido la cuna del fatdico Orozquismo, la mayora de las fuerzas que componan la Divisin del Norte y todos sus elementos de guerra se encontraban en l. Los cuerpos de Voluntarios fueron fraccionados y puestos a las rdenes de Jefes y Oficiales del Ejrcito, los cuales fungan como Jefes de Armas en todas las poblaciones de ms importancia del Estado, teniendo cada quien su piquete de esbirros, que servan de espas a los patriotas, vigilando sus menores actos. En la capital se encontraba el tristemente clebre Antonio Rbago, que era el Jefe de la Divisin. En Ciudad Jurez el Coronel Juan J. Vzquez: en Casas Grandes, el Mayor Bridat; en Ciudad Guerrero, el Coronel Zrate; en Ciudad Camargo, el Coronel Manuel Pueblita; en Ojinaga, el Capitn Ortiz; en Ciudad Jimnez, el Teniente Coronel Adolfo Rivera; en Parral, el Coronel Salvador Mercado y en Escaln, el Capitn Julio Cejudo. Contaban con un total de fuerzas de ocho a nueve mil hombres, nmero que se aument a diez mil, y esto al principio, con el ingreso de las hordas orozquistas. Seis bateras de caones de grueso calibre y algunos de montaa y como veinte ametralladoras, formaban su artillera. Las baterias eran las comandadas por los Tenientes Coroneles Lauro Cejudo y Miguel Barrios, por los Mayores Jos Mara Aldana, Alberto Rodrguez y otros, cuyos nombres no recordamos. Agrguese a esto la desolacin espantosa en que se encontraba el pas. Dos revoluciones colosales habanle casi agotado las fuentes de sus riquezas. Sus industrias paralizadas, su comercio estacionado, y sus campos inmensos sin cultivo. Sus habitantes, cansados de la perpetua lucha, veanse sin nimos para trabajar y proseguir su obra de emancipacin y redencin. Mas los eternos luchadores del porvenir, los denodados paladines del progreso, no desmayaron jams, y con entera fe en la justicia de su causa se lanzaron indmitos, a combatir la iniquidad triunfante.

Era a la sazn Gobernante del Estado, el inmaculado e insigne ciudadano don Abraham Gonzlez. Desde que comenzaron los sucesos de la Decena Trgica, empez a engaarlo con solapada hipocresa el soldadn Antonio Rbago, hacindole protestas de fidelidad, y falsos juramentos de lealtad. Efectuado el Cuartelazo, fu de nuevo a reiterarle sus eternas promesas, asegurndole que 1 lo apoyara y que por ningn motivo permitira que se atropellara la autonoma del Estado. E1 honrado gobernante, creyendo aun en el honor militar, confi, desechando todas las proposiciones de fuga que le hacan sus amigos. Pocos das despus, los esbirros de Rbago ponan preso al representante del Pueblo de Chihuahua, ocupando el ebrio consuetudinario su lugar. Un mensaje de un laconismo terrible recibe despus. Es una sentencia de muerte. El Tigre capitalino desea la muerte del insigne Magistrado. Se requiere un verdugo de entraas de fiera que cumpla satisfactoriamente con misin tan macabra. Eligen a Camarena. Poco despus el tren corre las desoladas sabanas de la regin Sur del Estado. Ms all de la solitaria y funebre Estacin de Mpula. Lo intiman a que salga del vagn, y al acercarse a la puerta, con una felona increble, lo arrojan al fondo de la va, donde es horrorosamente triturado por las ruedas del tren en marcha. Otro mrtir que sube a la regin de la inmortalidad, sacrificado infamemente por su amor a la Patria y a su Pueblo. Francisco Madero y Jos Mara Pino Surez, acogen con los brazos abiertos al herico ajusticiado. Ya para entonces, la conflagracin haba pasado al Estado. Pronto vengaran al ilustre desaparecido.

CAPITULO IV. Los Primeros Levantamientos. Rosalo Hernndez. Manuel Chao. Primera Batalla en Parral. Maclovio Herrera. Combate en Santa Brbara. Accin y Escaramuzas.Las primeras fuerzas del Estado de Cihuahua que se levantaron, fueron las del Teniente Coronel Rosalo Hernndez, las cuales se encontraban resguardando la va desde Zavalza hasta la Estacin de Conejos, teniendo su Cuartel General en la Estacin de Ceballos. Formaban un total de trescientos hombres de caballera, casi en su totalidad oriundos del Estado de Chihuahua. Fueron los primeros que recibieron la fatal noticia del Cuartelazo y al tener conocimiento de ella, convoc el Teniente Coronel a todos sus oficiales a una junta, donde por unanimidad se acord desconocer al Gobierno del usurpador. E1 da 21 de Febrero, procedente de Chihuahua, lleg el Teniente Coronel Eleuterio Hermosillo, quien le traa la orden de don Abraham Gonzlez, de que se movilizara a Coahuila, ponindose a las rdenes de don Venustiano Carranza. El da 22 de Febrero, trgica fecha de triste memoria, como a las cinco de la tarde, se abandon la ciudad, dirigindose la columna a Nueva Espaa, hacienda que se encuentra a un kilmetro de la va, donde se di la orden de acampar, esperando los destacamentos de Zavalza, Yermo y Conejos. A las nueve se reuni a toda la fuerza, y a la luz mortecina de una lmpara, formados en crculo, se les ley el Decreto dado por el insigne Gobernador de Coahuila, don Venustiano Carranza, terminando por preguntar a todos los presentes, si estaban dispuestos a lanzarse a la lucha en reconquista de sus derechos vilmente usurpados. Todos prorrumpieron en una exclamacin afirmativa y lanzaron entusiastas vivas al Apstol de la Democracia, que en ese da deba de morir. A las once, se enviaron dos comisiones que fueran a quemar los puentes al Norte y al Sur de la va, y pocos momentos despus se destacaban en el fondo negro de la noche, hogueras cuyas brillantes flamas se elevaban

majestuosas e imponentes al enlutado espacio. Era el preludio de un incendio, que pronto se extendera por todo el Estado. Quiz a esa hora caeran inertes, bajo el mortfero fuego de los asesinos de uniforme, los ilustres patriotas, los ungidos del pueblo, Madero y Pino Surez. Otro da se emprendi la marcha rumbo a Sierra Mojada, a donde se arrib despus de dos dias de camino. All determin el Teniente Coronel dirigirse a Ciudad Camargo, Chihuahua, pues tuvo noticia que en esa poblacin se haba levantado una parte de su fuerza que estaba de resguardo. Tras una larga y penosa caminata por el estril desierto, a mediados de Marzo, arrib a una hacienda distante cuatro leguas de Camargo. All supo que en efecto, doscientos hombres al mando del Capitn lro. Rafael Licn, se haban levantado, y despus de una ligera escaramuza en el Ojo del Jabal, haban entrado en tratados, concluyendo por amnistiarse. Teniendo conocimiento de que en Saucillo se encontraba un piquete de soldados al servicio del Usurpador, dirigise all, atacndolos y despus de ligera escaramuza entr al pueblo haciendo cuatro prisioneros. El 23 de Febrero, el Coronel Manuel Chao, desconoce al Gobierno ilegtimo, y al frente de quinientos hombres, abandona la plaza, volviendo despus a atacarla. Principia el combate, encarnizado y terrible. Los Voluntarios combaten con valor y denuedo, avanzando poco a poco a la poblacin. El combate dura tres das, y al tercero, est la mayor parte de la poblacin en sus manos, quedando reducido el enemigo, a las posiciones del Cerro de la Cruz. Mercado quiere ya rendirse, pero Blas Orpinel opta por esperar ms el refuerzo que de un momento a otro debe llegarles. 600 rojos llegan a la cada de la tarde, y con refuerzo tan imprevisto tienen que retirarse los Consti