Gorkin - La muerte en México de Víctor Serge

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  • 7/25/2019 Gorkin - La muerte en Mxico de Vctor Serge

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    FUNDACINANDREU NIN

    La muerte en Mxico de Vctor Serge

    Julin Gorkin

    Texto incluido en el libro Contra el estalinismo

    Vctor Serge dice, al final de susMemorias, que el primer rostro que vio a la llegada de suavin al aerdromo de Mxico fue el mo. Era en agosto de 1941. El lunes 17 de noviembrede 1947, la ltima mano amiga que estrech la suya, un par de horas antes de su muerte enmedio de la calle, fue la ma. Estos seis aos fueron los ms tranquilos -relativamentetranquilos, como veremos- y literariamente los ms fecundos de la vida de ese combatienteeternamente perseguido. Un resumen de ese periodo me parece indispensable a manera deeplogo de su documento autobiogrfico.

    Desde su salida de la URSS -casi un milagro: unos meses ms y lo hubiera condenado laGPU a la fosa comn de los oposicionistas-, nuestras vidas haban estado muy unidas. A sullegada a Bruselas -haba estallado ya la guerra civil espaola-, corr a verle desdeBarcelona y, con una clarividencia que yo, con menos experiencia que l y absorbido por laaccin de cada hora, no alcanzaba a tener me anunci los peligros que se cernan sobrenuestro partido independiente y antiestalinista. "Si Stalin ha decidido intervenir en Espaaen plena liquidacin de las oposiciones en Rusia, no podr tolerar una oposici6n exteriorcomo la vuestra". Le escuch un tanto escptico. Tena una fe tal en el espritu de rebelday de independencia del pueblo espaol! Por iniciativa suya, visitamos a los jefes de la IIInternacional: no nos ocultaron stos que, tratndose de una lucha entre fracciones obreras,preferan no intervenir. "El espritu de frente popular y de no intervencin los ciega",

    coment Serge al salir de la entrevista. Y aadi moviendo tristemente la cabeza: Tendrisque batiros en dos frentes: e1 fascista y el estalinista. El ms peligroso para vosotros es elsegundo. Os encontraris solos o casi solos". Le rogu que aceptara el cargo de consejero yde corresponsal del diario que yo diriga en Barcelona. Lo digo por vez primera: undocumento que present en un Congreso, sobre el comunismo mundial y la intervenci6nsovitica en Espaa, lo haba redactado l. Unas semanas ms tarde nos anunci, a Nin y am, que el estalinismo preparaba activamente nuestro exterminio fsico. Cuando nos detuvola GPU -iba a ser el nuestro "el primer proceso de Mosc en el extranjero"-, se convirti enel ms obstinado y diligente de nuestros defensores; Nin fue torturado y asesinado en unaLubiankamadrilea, pero Serge contribuy enormemente a salvarme a mi y otroscompaeros. Contribu yo a salvarle despus del gran naufragio europeo. Puede decirse que

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    nos debamos mutuamente la vida. Por eso nos una ya para siempre el ms s1ido de loslazos humanos: el de la solidaridad.

    Para, Serge y para m -y para otros veinte mil europeos, republicanos espaoles en suaplastante mayora-, Mxico era la vida a salvo. Casi el nico pas que, en medio delhundimiento de todos los va1ores universales y humanos, mantena el derecho de asilo.Lejos de los angustiosos dramas de aquellos momentos, se respiraba el aire libre a todopulmn. En contacto con mi naturaleza optimista y fcilmente irnica, tena momentos dealegra e incluso de risa; pero no tardaba en ensombrecerse su rostro. Se encerraba durantelargas horas en la meditacin y en el silencio. Hablaba poco y, cuando hablaba, era con unfondo amargo y dramtico. Habituado a pensar mucho en los dems y poco en s mismo, sudrama era el angustioso drama humano y su conciencia una especie de purgatorio universal.Llevaba a cuestas el drama de la revolucin rusa devorndose a s misma, con los rostros detodos los grandes revolucionarios desaparecidos, exterminados -y la URSS invadida por

    Hitler no obstante el infame pacto firmado con l-; el drama del valiente pueblo espaolvencido, traicionado, con ms de un milln de muertos clamando al cielo; el de Blgica yFrancia ocupadas por el nazismo... El ruso, el espaol, el belga y el francs, eran suspueblos predilectos; haba luchado y sufrido con ellos y su suerte le acongojaba el nimo.Amaba, como todos los pensadores y todos los que han vivido intensamente, el retiro y lasoledad; comprend, sin embargo, que no convena dejarle solo. Durante los dos primerosaos compartimos el mismo departamento: una habitacin cada uno y un comedor comn.Nuestros adversarios nos decan vendidos, por turno, a todas las potencias capitalistas;aislados, incomprendidos, sin lugar entre las corrientes encontradas, cada da era una luchapara subsistir.

    El general Lzaro Crdenas, Presidente de los Estados Unidos Mexicanos nos habaofrecido generoso asilo; pero tambin se lo haba ofrecido a nuestros enemigos mortales.Nosotros, los revolucionarios independientes, ramos un puado y carecamos de medios yde influencia; por el contrario, nuestros enemigos eran bastante numerosos, disponan deabundantes medios y gozaban de gran influencia. Pululaba Mxico de agentes comunistasde las ms diversas nacionalidades; resultaba difcil distinguir al simple militante polticodel agente de la GPU. Casi todos haban pasado por esa escuela de los verdugos que fue laEspaa de la guerra civil; casi todos aguardaban el fin de la guerra mundial para partir a laconquista de sus respectivos pases. (En Mxico estaba, por ejemplo, Otto Katz AndrSimne- colgado con Slansky en Praga; all, tambin, estaba Vittorio Vidali, uno de losorganizadores del asesinato de Trotski, jefe hoy del comunismo en Trieste. Y otros

    muchos). El partido comunista mexicano, -controlado por esos agentes, era poco numeroso:dos mil miembros apenas. Dominaban, sin embargo, la CTM (Confederacin deTrabajadores Mexicanos), uno de los puntales del rgimen, gracias al entonces ldersindical mexicano y continental Lombardo Toledano, instrumento nmero uno de Mosc.Dominaban asimismo la Universidad Obrera, subvencionada por el Estado y nido de esosagentes disfrazados de profesores. Y contaban con elementos seguros en casi todos losdepartamentos ministeriales y en casi todos los peridicos.

    Cuando Vctor Serge lleg a Mxico haca justamente un ao que haban asesinado a LenTrotski. En su habitaci6n de hotel de Washington haba aparecido "suicidado"- el cadverdel genera1 Krivitsky. En Nueva York haba sido ametrallado el gran anarquista italiano

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    Carlo Tresca. Yo mismo haba sufrido ya cuatro tentativas consecutivas de asesinato.Cunto tardaran en suprimirnos? Que Serge no permanecera en Mxico silencioso einactivo, eso lo saban perfectamente los agentes comunistas. Precedieron su llegada dos

    tarjetas de presentacin. Un ao antes, coincidiendo con el asesinato de Trotski, publiqu suRetrato de Stalinen una pequea editorial fundada con mucha voluntad y escasos medios.Fracas la empresa, pero ah quedaba el libro. Media docena de miembros de la rica coloniafrancesa, que queran encenderle una vela en pblico a la Francia Libre mientras leencendan otra en privado a la Francia de Vichy, me proporcionaron unos miles de pesospara la fundacin de otra editorial. Acababa de llegar Serge a Santo Domingo cuandoinvadi Hitler a la URSS por sorpresa. Le cablegrafi: "Preprame el texto de un libro atoda prisa". Agobiado por el calor tropical y por el sentimiento de que "durante estosmismos das, se fusila en las prisiones de Rusia a mis ltimos camaradas", escribi en unmes un libro fuerte y gil:Hitler contra Stalin.Presenta toda suerte de hecatombes para laURSS, con sus estados mayores poltico y militar decapitados y sus pueblos esclavizados.

    Anunciaba que las masas campesinas soviticas recibiran a las tropas alemanas con losbrazos abiertos, pero que al final el hitlerismo se hundira. Tena que reprochrsele estelibro como un grave error; sin embargo los acontecimientos, los ms de ellos conocidos enla posguerra, le han dado la razn. En un solo punto se equivoc: previ la democratizacinde la vida sovitica como consecuencia de las derrotas del rgimen y esta democratizacinno se ha producido. Pero hoy sabemos que la responsabilidad incumbe a la ceguera y a lasconcesiones hechas a Stalin por las grandes potencias democrticas. La consecuencia param fue la prdida de la nueva empresa editorial.

    Conocamos bien la psicologa de nuestros adversarios: si nos acobardbamos, si nosmantenamos a la defensiva, estbamos perdidos; tenamos, por el contrario, que disimular

    nuestra debilidad y nuestra falta de medios tras una actitud firme, gallarda, desafiante.Anunciamos una conferencia de Serge en el imponente Palacio de Bellas Artes, vetusto ypretencioso edificio en mrmoles, de la poca porfiriana. Bajo la amenazadora presinestalinista, el escritor mexicano que deba presidirla desapareci. Nos encontramos Serge yyo solos en la tribuna. Los comunistas tomaron sta por asalto, pero el numeroso auditorioreaccion6 y los puso en la puerta. No estbamos solos. Los anarcosindicalistas y lossocialistas de izquierda espaoles, que haban hecho la experiencia del comunismo durantenuestra guerra, se colocaban decididamente a nuestro lado. Una buena parte de la coloniajuda -sobre todo los socialistas de origen ruso y polaco-, tambin. Y casi todos lossocialistas independientes de la Europa occidental, muchos de ellos procedentes del campocomunista (les haba decidido a la ruptura el pacto Berln-Mosc). Pero puede decirse que

    no contbamos con ningn apoyo propiamente mexicano. Ese magnfico, complejo ypintoresco pas que es Mxico, en el que se rinde culto a la muerte como en ningn otro,viva sus propios problemas posrevolucionarios bajo el signo de un nacionalismo muchoms susceptible que exaltado; tradicionalmente las colonias extranjeras se haban dedicadoa crear riquezas y a ganar dinero -la espaola y la francesa posean, sobre todo, colosalesfortunas-, pero sin meterse en los polticos. Qu queran todos esos estalinistas,trotskistas, bundistas, socialistas de derecha y de izquierda, anarquistas y por qu venanall a dirimir sus pleitos? La opinin mexicana no nos comprenda; para ellarepresentbamos, a lo sumo, un espectculo curioso.

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    Entre 1942 y 1944, nuestra vida se vio frecuentemente amenazada. Varias veces, durantesemanas y a veces meses enteros, tuvimos que permanecer ocultos. Se preparabaabiertamente nuestro asesinato. El mo fue anunciado pblicamente en las columnas del

    diario que inspiraba Lombardo Toledano. Le dirigimos una "carta abierta" al Presidente dela Repblica. Recibi ste un mensaje firmado por ms de doscientas personalidadesintelectuales, polticas y sindicales norteamericanas, muchas de ellas de gran renombre, yotro firmado por una docena de diputados y de publicistas britnicos; le instaban a tomarprovidencias para la proteccin de nuestras vidas amenazadas. Hicimos pblicos esos yotros documentos en un folleto titulado "La GPU prepara un nuevo crimen", con las firmasde Vctor Serge, Marceau Pivert, Gustavo Regler y Julin Gorkin. (El probo y dinmicosocialista Marceau Pivert, condenado por Vichy, se ganaba la vida dando lecciones defrancs antes de fundar con Paul Rivet el Instituto Francs de Amrica Latina. El escritorsarrs Gustavo Regler haba sido comisario comunista en las Brigadas Internacionales yhaba recibido una grave herida en el frente de Huesca; era reciente su ruptura con el

    comunismo). Redact Vctor Serge la declaracin comnque serva de introduccin a estefolleto. Deca entre otras cosas: "La consigna del todopoderoso Secretario General (Stalin)es que se aproveche la justa popularidad que las admirables hazaas del Ejrcito Rojo levalen a la URSS, y la alianza de este pas con las democracias en guerra, paradesacreditarnos, ahogar nuestra voz y suprimirnos". "No consentimos ni consentiremosnunca que se confunda a los pueblos encadenados con sus tiranos. Estamos y estaremos allado del pueblo alemn, del pueblo italiano, del pueblo espaol, del pueblo francs y delpueblo ruso contra los regmenes totalitarios y al servicio de todos los pueblos oprimidos.Tal ha sido siempre la lnea de nuestra vida". "Fundamos nuestra confianza en el porvenirsobre la destruccin y el hundimiento de los Estados totalitarios y en el nacimiento, enmedio de las luchas presentes, de una nueva Europa en la que la palabra democracia

    encuentre al fin su significacin integral para todos los pueblos sacrificados, para todas lasminoras, para todos los hombres. Queremos laborar en favor de un socialismo rescatado asu dignidad y a sus verdaderos fines, que no pueden ser otros que la organizacin de loshombres libres. Queremos unas ideas limpias y claras en un movimiento obrero sano,vivificado por las emulaciones fraternales y las investigaciones libres. En el seno de lademocracia amenazada, del socialismo y del movimiento obrero, defendemosesencialmente la libertad de opinin, la dignidad del militante, el derecho de las minoras,el espritu crtico. Combatimos y seguiremos combatiendo sin cuartel el pensamientodirigido, el culto al Jefe, la obediencia pasiva y las bajas maniobras de los partidos dedisciplina ciega; as como el empleo sistemtico de la mentira y la calumnia y los mtodosde asesinato. En este combate sabemos que tenemos tras de nosotros -y esto jams lo

    olvidaremos- los innumerables fusilados de Rusia, los combatientes de Espaa apualadospor la espalda, los revolucionarios decapitados en Alemania, los cautivos de los campos deconcentracin de Dachau lo mismo que los de la islas Solovietski". Esta declaracin, quemerecera ser reproducida ntegramente, est fechada en abril de 1942. Contribuy todoesto a salvarnos la vida? Sin duda alguna.

    Pero Mosc les haba ordenado a sus agentes que acallaran nuestra voz, as como nuestrasupresin fsica, y la campaa contra nosotros continuaba sin tregua. Al saberse en abr1l de1943 que Stalin haba fusilado a Alter y Ehrlig, los dos jefes del socialismo judo polacorefugiados en la URSS huyendo del hitlerismo, organizamos un acto de protesta en elCentro Cultural Ibero-Mexicano. Constituido ste por un buen nmero de refugiados

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    espaoles, figuraba yo como Presidente de la Comisin de Cultura. No haba dado todavacomienzo al acto, cuando un par de centenares de comunistas llegados en camiones yarmados asaltaron violentamente el local. Hice ocultar a Vctor Serge, sin duda el ms

    amenazado, y nos defendimos. Tuvieron ellos una docena de heridos leves; entre nosotroshubo dos heridos de cierta gravedad: mi compaero Enrique Gironella y yo (Gironella tenaque ser ms tarde el fundador y el secretario general del Movimiento Socialista por losEstados Unidos de Europa). En la misma ambulancia que condujera a Len Trotski,mortalmente herido, en agosto de 1940, nos condujeron a nosotros a la Cruz Verde. Yfuimos operados en la misma sala en que lo operaran a l. Este miserable atentado provocunnime repulsa en Mxico, con repercusiones en los Estados Unidos y en varios paseslatinoamericanos.

    No solo tenamos que luchar contra las campaas de calumnias, verdaderamente elevadas alparoxismo, y contra los peligros de supresin fsica, sino contra una casi total penuria de

    medios econmicos. En el periodo de lucha contra las oposiciones, Stalin haba hechoaplicar una consigna brutal: "atacar al estmago". Sus agentes en Mxico trataban deaplicarnos la misma consigna. Mxico era, sin lugar a dudas, un pas libre; sin embargonuestros enemigos gozaban de poderossimos medios de presin y de corrupcin. ElKremlin haba enviado como embajador en Mxico a un hombre relativamente joven,inteligente, dinmico, elegante y no exento de seduccin: Constantino Oumansky, que tenaque morir en 1943 en un misterioso accidente de aviacin en Mxico mismo. ste habaasumido anteriormente la direcci6n de la Agencia Tass y gozaba de la confianza de Beria,Manuilsky y Vichinsky. Perteneca a la ms pura escuela estaliniana. Le acompaaba unpersonal numerossimo y bien preparado. Mientras Oumansky organizaba costosasrecepciones, haca vida de sociedad y conquistaba el favor pblico, sus colaboradores,

    agentes de la GPU muchos de ellos, introducan sus hombres en la Administracin y en losperidicos y preparaban sus maniobras en la sombra. Muchos de los artculos que aparecanen los peridicos independientes, con firmas mexicanas y espaolas o sin firmar, salandirectamente de la Embajada sovitica. A nosotros, por el contrario, se nos fueron cerrandouna tras otra todas las tribunas.

    Vale la pena apuntar aqu una experiencia concreta y por dems elocuente. Diriga yo laseccin de poltica internacional de una revista semanal indudablemente independiente.Vctor Serge publicaba en ella importantes artculos. El director era un excelente amigonuestro. Cierto da le llam el Secretario de Gobernacin y futuro Presidente de laRepblica, Miguel Alemn, y le dijo: "Los embajadores de la URSS y de Inglaterra realizan

    constantes presiones sobre nuestro gobierno para que se les cierren todas las tribunas aSerge y a Gorkin. Se les tacha de enemigos de la causa aliada y de agentes ocultos deHitler. Sabemos que esto no es cierto, pero, cmo resistir a tales presiones? Parece queMosc ha dirigido una reclamacin a Londres y a Washington en este sentido y queWashington se ha negado a intervenir. Somos un gobierno independiente, pero noqueremos crearnos dificultades". No obstante esta inslita gestin, el director de la revistasigui publicando nuestros artculos. Pero la revista arrastraba una vida difcil. Cierto daocup la gerencia un ex diputado y aport importantes medios financieros. No tardamos endescubrir que procedan de la Embajada sovitica. Serge y yo tuvimos que abandonar laltima tribuna que nos quedaba; no tard el propio director en perder su cargo. En un paslibre unos escritores libres encontraban cerradas todas las tribunas sedicentemente libres

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    incluso para restablecer la simple verdad frente a las calumnias ms groseras ydesorbitadas. Esta misma experiencia haba tenido yo ocasin de hacerla durante la guerracivil espaola en la zona republicana.

    Vctor Serge se dedica a escribir, a escribir casi sin tregua ni descanso. Sa1e apenas de sumodesto departamento y, cuando lo hace, toma toda suerte de precauciones. Recibe muypocas visitas; cuando suena el timbre de su puerta, antes de abrirla observa por una mirillaal visitante. Se confina en la soledad, se hunde en el trabajo. Escribe sus libros directamentea mquina, a un solo espacio, en papel de copia de la peor calidad; corrige apenas sustextos. Est seguro de s mismo, de sus ideas y sus conclusiones, de sus recuerdos, inclusode su estilo. En susMemoriasexplica por qu decidi hacerse escritor en 1928, a su salidade prisin y de una grave enfermedad. "me senta lo bastante seguro de mi mismo paraescribir". En Mxico ese acuerdo consigo mismo es mayor que nunca; no le importa lasoledad y la incomprensin momentneas. En este documento autobiogrfico dice tambin:

    "es preciso dar testimonio de este tiempo; el testigo pasa, pero el testimonio queda, y lavida continua". Es su suprema justificacin de escritor, de un escritor que preferira ser antetodo un hombre de accin en cumplimiento de "un deber dictado por la propia historia".

    Yo creo que lo ms maduro y denso de su obra es lo que escribi en Mxico. Sin embargolanza en sus Carnetseste lamento: "Es terriblemente difcil crear en el vaco; sin el menorapoyo, sin el menor entorno...Escribir para el simple cajn, pasados los cincuenta aos, conun futuro oscuro por delante y sin excluir la hiptesis de que las tiranas durarn ms de loque me queda de vida...". Sus cajones van llenndose de manuscritos, pero por el momentoel mundo editorial est cerrado para sus libros. El mercado mexicano es todava pobre; losrefugiados espaoles han contribuido grandemente a desarrollarlo y, gracias sobre todo a su

    impulso, se celebra cada ao una imponente "Feria del Libro", pero no tendra Serge msde unas docenas de lectores. Los Estados Unidos, fcilmente confiados y de un ingenuo yelemental pragmatismo, estn en plena luna de miel con la URSS del uncle Joe; el lcido yprobo educador John Dewey ha tenido que escribir un artculo dicindoles a suscompatriotas, y en primer lugar a Roosevelt: "Francia fue la aliada de la Rusia zaristadurante la primera guerra mundial, pero esto no la obligaba a proclamar que el zarismo eraun rgimen democrtico; la invasin hitleriana ha convertido a la URSS de Stalin en laaliada de los Estados Unidos, pero esto no nos obliga a ocultar que el estalinismo es unrgimen totalitario". Fue una prdica en el desierto. Los libros de Serge no encontraroneditor en Norteamrica. El Stalinde Trotski, editado cuando Hitler invadi a la URSS, tenaque permanecer oculto en los stanos del editor hasta un ao despus de terminada la

    guerra. Sobre la base de la documentacin oficial, yo haba escrito el libro sobre elasesinato de Trotski; un amigo norteamericano, que saba a qu atenerse, vino a decirme:"En estos momentos no encontrar usted un editor en mi pas". En la ms joven y pujantedemocracia del mundo estaba prohibido decir ciertas verdades. Cmo sorprendernos de losgroseros errores que iban a cometerse y de las dramticas consecuencias que estos erroresiban a tener para el mundo?

    Serge lleg a preguntarse si su nombre no sera un obstculo para la publicacin de suslibros. No debera ocultarse tras un seudnimo anodino? Naturalmente, el obstculo no loconstitua su nombre, sino el clarividente contenido de sus propios libros, su testimonio pordems molesto en las circunstancias por las que atravesaba el mundo, sus anticipaciones

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    respecto del porvenir. Slo uno de sus libros encontr editor en el Canad:Les dernierstemps, la novela sobre la cada de Francia y sobre los comienzos de la resistencia. Se trata,a mi juicio, de una excelente novela, la primera en su gnero; pas casi desapercibida y son

    contadsimas las personas que la han ledo en Francia. Escribi despus susMemorias. Lecasi de un tirn el manuscrito y le dije con la sinceridad del viejo y fraternal amigo: "Unmagnfico documento, uno de los documentos de este medio siglo. Pero demasiadocondensado y lacnico, en lenguaje casi telegrfico. Tan ricos y variados materiales exigen-y merecen- todo un ciclo. Sonri escpticamente, casi con amargura. "Para qu? -mereplic-. Quin lo editara? Adems, tengo prisa. Hay otros libros que esperan". Tenaprisa... Presenta la muerte no muy lejana? La atmsfera que nos rodeaba era de muerte;con frecuencia nos preguntaban algunos conocidos en medio de la calle, creyendo hacernosgracia: "Pero aun no los han matado a ustedes? Pues vayan con cuidado!". Dirase que lesrobbamos una pequea emocin.

    El caso Tulaeves, para m, la mejor novela que se ha escrito sobre las purgasestalinianas ysobre los procesos. Y la obra ms fuerte y ms acabada de Serge. El Cero y el Infinito, deArthur Koestler, es quiz, tcnica y psicolgicamente ms sugestiva y de ms fcil lectura;El caso Tulaev es ms fuerte y ms real o realista. Koestler ha imaginado su trama y suspersonajes; Serge ha vivido la primera y ha conocido a los segundos. Se trata de personajesde carne y hueso, como lo eran los de su novelaMedianoche en el siglocuyo terriblerealismo nos negbamos a comprender cuando apareci. Cuando le el manuscrito deElcasoTulaevle dije: "Ahora debes hacer la novela de la NKVD actuando fuera de la URSS.El asesinato de Nin y nuestro proceso, el asesinato de Reiss, el de Krivitsky... Quizs elasesinato de Trotski? Que nadie crea que la NKVD solo acta en el imperio estaliniano".Me dijo que le seduca la idea, pero cuando terminara otro trabajo emprendido. La muerte

    tena que impedirle realizar esa idea.

    El otro trabajo eraLos aos sin perdn, la ltima novela que escribi, todava indita [en1957, al escribir Gorkin su texto]. La obra se divide en cuatro partes, al parecer sin ilacinentre s: la primera se desarrolla en Pars, antes de la guerra, si bien sta se anuncia ya; en lasegunda asistimos a la defensa de Leningrado bajo el acoso nazi; describe la tercera elhundimiento del hitlerismo a travs de una ciudad de provincias; la cuarta, la ms floja,transcurre en Mxico. En esta ltima parte muere un personaje acosado por la NKVD. EnLesderniers tempsmuere tambin un personaje en un barco y a manos de los agentessecretos soviticos. Esos dramticos personajes no son l mismo, con el presentimiento ola obsesin de su destino? Sin duda alguna. Encerrado en su casa o andando por la calle,

    despierto o en sueos, le acompaaba durante los ltimos aos ese presentimiento de unamuerte violenta. Fsicamente pareca un hombre sano, fuerte, s1ido; sin embargo, suscabellos se blanqueaban y andaba cada da un poco ms encorvado. Se dira que llevaba lamuerte a cuestas: la de millares de compaeros y la suya propia. Los totalitarismosterroristas no matan tan solo violentamente y bajo sus dominios; matan tambin de lejos ylentamente, creando, en el nimo del adversario la obsesin de la muerte. Y peor que lamuerte misma suele ser el miedo de cada minuto a la muerte.

    Vctor Serge trabajaba sin descanso no s1o porque tena prisa, temeroso de dejar su obrainacabada, sino porque gracias al trabajo neutralizaba en parte 1a idea de la muerte.Siempre evit con l este tema; procuraba, por el contrario, insuflarle optimismo, provocar

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    su risa. No eran stas sino breves treguas en su pesadumbre. En sus Carnets, que nodestinaba a la publicacin -pero que merecan publicarse y que se han publicado-, reflejabantimamente sus preocupaciones y sus angustias. En una de sus notas dice: "Lo ms trgico

    de la muerte, lo ms inaceptable para la inteligencia es la completa desaparicin de unagrandeza espiritual hecha de experiencia, de elaboracin intelectual, de conocimiento y decomprensin, en gran parte intransferibles".

    Serge no se limitaba a sus libros; lea sin descanso todo lo que de algn inters -y en mediadocena de idiomas- caa en sus manos: libros, revistas, boletines, peridicos... Segua al dala marcha de los acontecimientos y las corrientes del pensamiento vivo; enriqueca as susconocimientos y su comprensin y estableca las perspectivas universales. Parecainformado de todo. Mantena al mismo tiempo una nutrida correspondencia; no escribanunca cartas intiles o simplemente corteses, sino que cada una de ellas reflejaba profundasreflexiones y tena un contenido. Despreciaba las frmulas hechas, los lugares comunes, la

    "esclerosis de las doctrinas". Se barruntaba el final de la guerra, sobre todo en Europa; lossocialistas europeos refugiados en Mxico -la parte ms independiente- habamos fundadola Comisin Socialista Internacional y la revista mensualMundo, bajo el lema deSocialismo y Libertad. Celebrbamos frecuentes reuniones y debates. El animador de larevista era mi compaero Gironella y el secretario de la Comisin Internacional yo mismo,pero el pensamiento vivo -la inspiracin creadora- vena principalmente de Serge. Para ste,los trminos de derechay de izquierdahaban perdido toda significacin real; en elporvenir no habra lugar para los grupos y las capillas, sino para las grandes formacionesdemocrticas capaces de comprender y de obrar de cara a las nuevas necesidades y losnuevos problemas. A los doctrinarios anquilosados o infantiles que anunciaban la inevitablerevolucin europea al final de la guerra, les replicaba: "Se abre un periodo por dems

    oscuro para Europa y para el mundo. Los mejores cuadros han sido destruidos por lasderrotas pasadas y por la guerra; pasar tiempo antes de que se formen los nuevos cuadros.Los viejos programas y las viejas rutinas socialistas han quedado superados y necesitanrenovarse. El estalinismo, victorioso gracias a la ayuda incondicional y a las concesiones delas democracias, ser ms peligroso que nunca. si queremos salvar a Europa, tendremos queempezar agrupando a todas las fuerzas libres y democrticas para aplicar el arte de noperecer". Su lenguaje realista encontraba escaso eco; casi estaba solo.

    Ya en octubre de 1944 habla de la "guerra permanente": prevea un largo periodo deguerras ininterrumpidas, de conflictos al parecer locales pero de importancia universal. "Enel fondo ser una compleja guerra civil universal". Anota en sus Carnets: "Se aproxima el

    fin de la guerra contra el nazismo, pero se ve perfilarse claramente el conflicto entre laeconoma sovitica y los otros sistemas. No hay ninguna solucin visible para los asuntosde Asia. Creer en victorias totales sera pueril". Prev una situacin por dems confusa parala Europa de la postgerra: "Estoy inclinado a pensar que la suerte de Europa slo podrdecidirse cuando el totalitarismo estaliniano haya sido debilitado o destruido por los nuevosconflictos que l genera necesariamente...La victoriosa imposicin de su hegemona a lamayor parte de Europa y de Asia anunciara una tercera guerra mundial". Tengo queproclamarlo honestamente: los acontecimientos han demostrado que Serge tena raznsobre todos nosotros. Hace unos tres aos, el lder socialista espaol Indalecio Prieto medeca con acento de admiracin "Qu hombre tan extraordinario! Todo lo que me anuncique sucedera ha sucedido. Que un hombre as haya muerto tan oscuramente!".

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    Oscuramente, con los cajones llenos de manuscritos y de notas, con una asombrosa lucidezmental en torno a la defensa del hombre y de su libertad... El antiguo anarquista habalogrado salvar el espritu humanista -y liberal o libertario- del socialismo no obstante su

    paso por el bolchevismo autoritario y dictatorial. Nunca fue un verdadero bolchevique; lalnea directriz de susMemoriasy, sobre todo, su capitulo de conclusiones lo prueban. Sergetena que desaparecer cuando ms bamos a necesitarlo.

    El ao 1947 lo dedicamos casi ntegro a preparar nuestro retorno a Francia. El mo debapreceder al suyo en unos meses. Acaricibamos grandes proyectos en torno a los problemasde la unificacin europea y de la defensa de la libertad cultural y humana. Y en torno a lanecesidad de revigorizar y de renovar el socialismo. "La nica posibilidad de vida y devictoria est en la intransigencia frontal ante el totalitarismo estaliniano, por elmantenimiento de una doctrina de democracia y de humanismo (excluyendo el pensamientodirigido); frontal ante el conservadurismo capitalista, en el combate por el restablecimiento

    de las libertades democrticas tradicionales reconvertidas en revolucionarias".

    Pero le vea fatigado, envejecido. A los 56 aos. Cierto da su mdico, un compaero que loestimaba de veras, me anunci sencillamente: "Est condenado". Y al leer la sorpresa enmis ojos: "El corazn". Lo saba l? Lo sospechaba, lo intua. Haba sufrido mucho, habafatigado terriblemente su corazn: en las crceles francesas en su poca de anarquista, enEspaa con los sindicalistas, en la URSS con las necesidades del periodo heroico y luego dela resistencia oposicionista...Y al final Mxico, esa magnfica y terrible capital mexicana, acerca de dos mil cuatrocientos metros de altura, de clima nico, siempre lmpido ysuave...La tercera parte de los refugiados espaoles han muerto cardiacos. Mxico no era ellugar apropiado para el coraz6n de Vctor Serge.

    Hacia las diez de la noche me separ de l en una calle cntrica. Me dio un vigorosoapretn de manos. Fue a ver a su hijo Vlady y no lo encontr (Vlady: excelente dibujante ypintor, cuya admiracin por su padre crece con el tiempo). Se sinti desfallecer en medio dela calle; requiri un taxi, tom asiento en el interior y no pudo ni tan solo dar una direccin:qued muerto en el acto. El chofer llev el cadver del desconocido a un puesto de polica.All lo encontramos pasada la medianoche. En una estancia desnuda y miserable, de murosgrises, estaba tendido, la espalda sobre una vieja mesa de operaciones mostrando las suelasagujeradas, una de ellas completamente gastada, una camisa de obrero...Una tira de telacerraba su boca, esa boca a la que todas las tiranas del siglo no haban podido callar.Podra haber parecido un vagabundo recogido por caridad. Acaso no haba sido un eterno

    vagabundo de la vida y de un ideal? Su rostro an tena impresa una irona amarga, unaexpresin de protesta, la ltima protesta de Vctor Serge, de un hombre que, durante toda suvida, haba protestado contra las injusticias humanas

    Guardo un recuerdo particularmente penoso; si lo apunto aqu es como demostracin de lainmensa pobreza en medio de la cual muri Vctor Serge. Ante el cadver, un amigo suyomanifest el deseo de comunicarme algo importante. Qu revelacin quera hacerme? Lollev hacia el patio de la comisara. "Quin me devolver ciento cincuenta pesos que leprest a Vctor hace una semana?". Estuve tentado de abofetearle.

  • 7/25/2019 Gorkin - La muerte en Mxico de Vctor Serge

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    Trasladamos el cadver al saln principal de una empresa de pompas fnebres. Le elegimosun atad de cierto precio. Lo rodeamos de flores, Vctor Serge se lo mereca. Entre todossus ntimos juntos no tenamos con qu enterrarlo. Pero Vctor Serge se lo mereca. Ped

    prestados mil quinientos pesos: una fortuna. Al llenar la hoja para la inhumacin y llegar ala nacionalidad le puse "aptrida". Lo que era. El director de la empresa funeraria empez agritar que no se le poda enterrar si no tena una nacionalidad. Cmo iba a enterrar l a unsin patria? Llam a Vlady. "Qu nacionalidad hubiera elegido tu padre de poder elegir?"."La espaola", me dijo sin vacilar. El escritor ruso-belga-francs Vctor Serge estenterrado en Mxico en el Panten Francs con la nacionalidad espaola.

    Pars, marzo de 1957