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Los primeros cristianos y la condenación a morir desgarrado por las bestias (damnatio ad bestias): una visión crítica (570) Raúl González Salinero Tomado del blog de Antonio Piñero Como complemento a la serie sobre “Cristianos a los leones” en el que he adaptado para los lectores del Blog un artículo del Prof. Dr. Gonzalo Fontana Elboj, quiero a partir de hoy hacer lo mismo con otro artículo, esta vez del Dr. Raúl González Salinero, Profesor Titular de Historia antigua de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED), Madrid. Hace muchos años que lo conozco y estimo muchos sus trabajos que tratan, en buena parte, sobre la Antigüedad tardía y su relación con el cristianismo. He reseñado aquí su magnífica labor como coeditor de la Editorial Signifer, Salamanca. La razón de traer al Blog este artículo está relacionada con la tarea de desmitificación de algunos aspectos de la historia del cristianismo antiguo, que es verdaderamente interesante. Entre ellos se trata de poner en sus justos términos la cuestión del número de los perseguidos hasta el martirio por parte del Imperio Romano. Desde el Nuevo Testamento mismo que habla (ya en 1 Tesalonicenses hasta el Apocalipsis y 1 Pedro) de “persecuciones”, y fuera de este corpus, desde Ignacio de Antioquía mismo, con su defensa de su propio martirio en época de Trajano (por tanto antes del 119), y luego con el famoso dicho de Tertuliano en el Apologético, “La sangre de los (mártires) cristianos es semilla de nuevos cristianos y otras sentencias por el estilo, se ha formado la idea de que el Imperio persiguió a los cristianos desde el primer momento con resultado de gran número de muertos.

González Raúl - Los Primeros Cristianos y La Condenación a Morir Desgarrado Por Las Bestias

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Realiza una tarea desmitificación de algunos aspectos de la historia del cristianismo antiguo. Trata de poner en sus justos términos la cuestión del número de los perseguidos hasta el martirio por parte del Imperio Romano

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Los primeros cristianos y la condenacin a morir desgarrado por las bestias (damnatio ad bestias): una visin crtica (570)

Ral Gonzlez Salinero

Tomado del blog de Antonio PieroComo complemento a la serie sobre Cristianos a los leones en el que he adaptado para los lectores del Blog un artculo del Prof. Dr. Gonzalo Fontana Elboj, quiero a partir de hoy hacer lo mismo con otro artculo, esta vez del Dr. Ral Gonzlez Salinero, Profesor Titular de Historia antigua de la Universidad Nacional de Educacin a Distancia (UNED), Madrid. Hace muchos aos que lo conozco y estimo muchos sus trabajos que tratan, en buena parte, sobre la Antigedad tarda y su relacin con el cristianismo. He reseado aqu su magnfica labor como coeditor de la Editorial Signifer, Salamanca.

La razn de traer al Blog este artculo est relacionada con la tarea de desmitificacin de algunos aspectos de la historia del cristianismo antiguo, que es verdaderamente interesante. Entre ellos se trata de poner en sus justos trminos la cuestin del nmero de los perseguidos hasta el martirio por parte del Imperio Romano. Desde el Nuevo Testamento mismo que habla (ya en 1 Tesalonicenses hasta el Apocalipsis y 1 Pedro) de persecuciones, y fuera de este corpus, desde Ignacio de Antioqua mismo, con su defensa de su propio martirio en poca de Trajano (por tanto antes del 119), y luego con el famoso dicho de Tertuliano en el Apologtico, La sangre de los (mrtires) cristianos es semilla de nuevos cristianos y otras sentencias por el estilo, se ha formado la idea de que el Imperio persigui a los cristianos desde el primer momento con resultado de gran nmero de muertos.

Pero sabemos que la primera persecucin formal y general contra el cristianismo fue en poca del emperador Decio hacia el 250 y que el tiempo de esta persecucin con intermitenciasno fue ms all del 301 o 302 con Diocleciano. Hay estudiosos que calculan que en toda la historia de las persecuciones desde el ao de composicin de 1 Tesalonicenses (51 d.C.) hasta el 302 no super el millar, e incluso bastante menos, pues basta con analizar el Martirologio Romano para caer en la cuenta de la exageracin. Por tanto, estudiar y poner en claro que uno de los instrumentos de muerte, la condenacin a las bestias, muy fijado por la literatura y el cine en la imaginacin de los cristianos de hoy, est rodeado de un halo de exageracin que conviene poner en claro. Y es un ejemplo entre otros casos y muy ilustrativo.

Dejo la palabra al Prof. Gonzlez Salinero y no hago otra cosa que acomodar su trabajo a las estructuras de la Red.

La muerte de los cristianos arrojados a las fieras en el anfiteatro constituye la imagen del martirio por antonomasia. Se trata de un estereotipo propiciado por las fuentes apologticas de la poca, recreado por la literatura y la pintura decimonnicas. Desde que el papa Po XII tratara de proteger por primera vez en 1462 el Coliseo como lugar que rememoraba la gloria de los mrtires, la propaganda papal para cristianizar el monumento se difundi por todas partes. En 1749 el papa Benedicto XIV consagr oficialmente las actuales estaciones del Via Crucis y la arena se convirti en el punto central en que se conmemoraba el martirio cristiano. Ahora bien, fueron los cuadros de pintores del siglo XIX como Konstantin Flavitsky, Fyodor Bronnikov, Henryk Siemiradzki, Eugene Romain Thirion o Jean-Len Grme, as como las obras de literatos decimonnicos como Lord Edward Bulwer Lytton (Los ltimos das de Pompeya, 1834), el cardenal Nicholas Patrick Wiseman (Fabiola, 1854), Levis Wallace (Ben-Hur, 1880) o Henryk Sienkiewicz (Quo Vadis?, 1895), las cuales fueron llevadas con enorme xito a las pantallas cinematogrficas en el siglo XX, quienes contribuyeron definitivamente a la amplia difusin popular de este estereotipo.

Este estereotipo fue asumido como tal por una gran parte de la historiografa, principalmente eclesistica, cuyos rescoldos se mantienen vivos incluso hoy en da. Desestimando o minusvalorando otras formas de ejecucin mucho ms habituales, se ha especulado acerca de la importancia que adquiri este martirio como expresin de la dimensin pblica de la condena de los cristianos por parte de las autoridades romanas. Desde el punto de vista de la apologtica cristiana, el drama cruel representado en la arena fue interpretado como una comunin con el Dios viviente que conduca hacia la contemplacin de la gloria del Seor, como escriben Eusebio de Cesarea, Historia Eclesistica, V, 1, 41; el Martirio de Policarpo, II y VII; Martirio de Carpo, Papilo y Agatnica, 39 y 42.

Dando por hecho que los martirios cristianos tenan lugar principalmente dentro del contexto de los espectculos a la vista de un populacho siempre vido de sangre, algunos historiadores actuales, como G. Jossa, en su obra I cristiani e lImpero romano, Carocci, Roma, 2006 se han hecho eco de la reelaboracin teolgica de las cruentas escenas en las que los cristianos no solo eran sus principales protagonistas, sino tambin los gustosos asistentes a una fiesta gloriosa. En un intento por conceptualizar en trminos polticos el proceso penal que conduca a la condena pblica, D. S. Potter sostuvo que, ms all de los aspectos meramente jurdicos, la muerte en la arena se haba convertido en una ceremonia que serva para reforzar la estructura del poder reduciendo al condenado, que pierde as su condicin humana, al nivel de un simple objeto, aunque, segn puntualiza este mismo autor, el extrao comportamiento de los mrtires comprometa tambin al propio sistema poltico que sustentaba la mquina ldica del Estado romano.

Siguiendo esta lgica, habra que preguntarse cmo era posible entonces que, como veremos ms adelante, las autoridades se inclinasen preferentemente por una sentencia de muerte alejada del mbito pblico. Acaso dejaran por ello de fortalecer su poder o de afianzar su ius gladii, es decir, el derecho a quitar la vida violentamente? Es cierto que en la obra de algunos autores paganos coetneos podemos descubrir ciertas referencias, a veces implcitas, al martirio y a los mrtires cristianos. Todos ellos expresan su perplejidad ante lo que consideraban un comportamiento fantico e irracional.

Tenemos ejemplos de esto ltimo recogidos por St. Benko, Pagan Rome and the Early Christians, Indiana University Press, Bloomington/Indianapolis, 1984, pp. 30ss.

As Luciano de Samsata, quien se asombra ante el suicidio absurdo de un tal Peregrino (aunque es cierto que este haba dejado ya de ser cristiano al adoptar finalmente posturas cnicas); Galeno, que desprecia la muerte intil de los cristianos; Celso, que muestra su inquietud ante el arrojo de los mrtires que de alguna manera restaba fuerza a la poltica represiva contra el cristianismo. Segn Marco Aurelio, este peligro para la poltica del Imperio estaba potenciado por la teatralidad de quienes se entregaban con arrojo a una muerte precedida por intolerables suplicios.

Epicteto, en fin, atribua este comportamiento a una insensata locura que se haba convertido para los adeptos de esta secta judaica (a quienes llama galileos) en una costumbre (thos) que, si bien exiga un gran coraje, no reportaba aparentemente ningn beneficio positivo (Disertaciones IV, 7, 6). Ninguna fuente pagana menciona de manera expresa e inequvoca la condena de los cristianos a las fieras del anfiteatro. Por tanto, dependemos exclusivamente de la informacin que proporcionan sobre este particular las fuentes cristianas, entre las que destacan especialmente las Actas de los Mrtires. Ahora bien, antes de asumir como cierta y fidedigna dicha informacin, resulta obligado examinar, atendiendo a los parmetros crticos de la ciencia filolgica e histrica, el grado de veracidad, autenticidad e intencionalidad de este tipo de literatura hagiogrfica.

En primer lugar, no podemos olvidar que el nmero de actas de cuya historicidad no se duda es, segn la crtica histrica y hagiolgica moderna, realmente reducido:

En su estudio y edicin de las Actas de los Mrtires desde el martirio de Policarpo de Esmirna durante el reinado de Antonino Po hasta el de Fileas de Alejandra en 304/306, durante la Gran Persecucin de Diocleciano, G. Lanata reconoce como documentos en origen autnticos tan solo quince textos. As en su obra, Gli atti dei martiri come documenti processuali, Giuffr, Milano, 1973, pp. 99-241: los textos referidos a los mrtires Policarpo; Carpo y Papilo; Justino y otros; mrtires de Lyon; mrtires escilitanos; Apolonio; Perpetua; Pionio; Dionisio de Alejandra y otros; Cipriano; Maximiliano; Marcelo; Agape, Irene y Quionia; Euplo; y Fileas.

Si centramos nuestra atencin en la poca sucesiva, desde el reinado de Diocleciano hasta la muerte de Constantino (284-337), los textos considerados como autnticos se reducen igualmente de forma considerable: R. Knopf, G. Krger y G. Ruhbach reconocen como tales solo catorce textos (Ausgewhlte Mrtyreakten = Actas selectas de los mrtires, Mohr-Siebeck, Tbingen, 1965: se trata de los textos referidos a los mrtires Maximiliano; Marcelo; Casiano; Julio, el veterano; Flix; Dasio; Agape, Irene y Quionia; Ireneo; Crispina; Euplo; Carta de Fileas; Fileas; Claudio, Asterio y compaeros; y XL mrtires de Sebaste);

H. Musurillo los reduce a doce (The Acts of the Christian Martyrs, Clarendon Press, Oxford, 1972: los textos referidos a Maximiliano; Marcelo; Julio, el veterano; Flix; Dasio; Agape, Irene y Quionia; Ireneo; Crispina; Euplo; Carta de Fileas; Fileas; y XL mrtires de Sebaste); y

T. D. Barnes, aplicando el mximo rigor histrico, solo admite siete de esos doce textos como documentos autnticos y considera a los otros cinco como muy poco fiables (The New Empires of Diocletian and Constantine, Harvard University Press, Cambridge (Mass.), 1982, pp. 175-191: Maximiliano; Marcelo; Julio, el veterano; Flix; Agape, Irene y Quionia; Carta de Fileas; Fileas; y XL mrtires de Sebaste).

Pero ni siquiera las actas de los mrtires consideradas en su origen como autnticas pueden librarse de una crtica interna que posibilite discernir las partes que responden a una realidad histrica de aquellas otras que han sufrido alteraciones, interpolaciones o reelaboraciones posteriores y que, por tanto, se alejan de dicha realidad o de un contexto inequvocamente verdico, como ha puesto de relieve el historiador espaol Gonzalo Bravo (Hagiografa y mtodo prosopogrfico. A propsito de las Acta Martyrum, en Antigedad y Cristianismo, VII. Cristianismo y aculturacin en tiempos del Imperio romano, Universidad de Murcia, Murcia, 1990, pp. 153-154).

Seguiremos