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GLOSARIO DE FALACIAS Falacia ad hominem. Proveniente del latín, significa “dirigida a la persona” o “contra la persona”. Engloba un grupo de falacias en las que se rechaza una idea o argumento con base en algún hecho irrelevante de su autor o de la persona que lo presenta. Esta falacia se desarrolla típicamente en dos pasos. Primero, un ataque contra la personalidad del sujeto que emite la opinión, sus circunstancias o acciones (o contra la personalidad, circunstancias o acciones de la persona que se reputa emisora). Segundo, el ataque se toma como prueba en contra de la opinión o argumento que realiza (o presenta) el sujeto en cuestión. Este tipo de “argumento” tiene la siguiente forma: 1. La persona A emite un juicio X. 2. La persona B ataca a la persona A. 3. En consecuencia, el argumento de A es falso. La razón por la que un argumento ad hominem (de cualquier tipo) es una falacia es que la personalidad, las circunstancias o acciones de una persona no tienen, en la mayoría de casos, relación con la verdad o falsedad de la opinión emitida (o de su calidad). Ejemplo: Ticio: Considero que el aborto es moralmente malo. Seyo: Siendo sacerdote, claro que diría usted eso. Ticio: ¿Y qué dice sobre los argumentos que sustentan mi posición? Seyo: No cuentan. Como ya dije, usted es sacerdote, por lo que debe afirmar que el aborto es malo. Además, usted es tan sólo un lacayo del Papa, por lo que no puedo creer en lo que dice.

Glosario de Falacias

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GLOSARIO DE FALACIAS

Falacia ad hominem.Proveniente del latín, significa “dirigida a la persona” o “contra la persona”.Engloba un grupo de falacias en las que se rechaza una idea o argumento con base

en algún hecho irrelevante de su autor o de la persona que lo presenta. Esta falacia se desarrolla típicamente en dos pasos. Primero, un ataque contra la personalidad del sujeto que emite la opinión, sus circunstancias o acciones (o contra la personalidad, circunstancias o acciones de la persona que se reputa emisora). Segundo, el ataque se toma como prueba en contra de la opinión o argumento que realiza (o presenta) el sujeto en cuestión. Este tipo de “argumento” tiene la siguiente forma:

1. La persona A emite un juicio X.2. La persona B ataca a la persona A.3. En consecuencia, el argumento de A es falso.

La razón por la que un argumento ad hominem (de cualquier tipo) es una falacia es que la personalidad, las circunstancias o acciones de una persona no tienen, en la mayoría de casos, relación con la verdad o falsedad de la opinión emitida (o de su calidad).

Ejemplo:

Ticio: Considero que el aborto es moralmente malo.Seyo: Siendo sacerdote, claro que diría usted eso.Ticio: ¿Y qué dice sobre los argumentos que sustentan mi posición?Seyo: No cuentan. Como ya dije, usted es sacerdote, por lo que debe afirmar que el

aborto es malo. Además, usted es tan sólo un lacayo del Papa, por lo que no puedo creer en lo que dice.

Falacia ad hominem tu quoque

Conocida también como la falacia del “tú también”, sucede cuando se concluye que la opinión de una persona es falsa porque a) es inconsistente con algo más que el sujeto ha dicho; b) lo dicho por la persona contradice sus actos. Su forma es la siguiente:

1. La persona A emite un juicio X.2. La persona B asevera que la conducta de A o sus juicios anteriores son

inconsistentes con la verdad que pretende afirmar.3. Por lo anterior, el juicio X es falso.

El hecho de que una persona emita opiniones inconsistentes no favorece la idea de que sea un falsario (aunque de dos argumentos contradictorios sólo uno puede ser verdad, o bien ambos pueden ser falsos). Además, la inconsistencia entre afirmación y conducta quizá presuma la hipocresía del sujeto, pero no es prueba concluyente de la falsedad de sus

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opiniones.

Ejemplos:

Mevio: Fumar es altamente perjudicial y conduce a toda una serie de problemas. Así que acepten mi consejo y nunca se inicien en este vicio.

Sempronio: Bien, porque realmente no quiero enfermarme de cáncer.Mevio: Voy a fumarme un cigarro. ¿Vienes conmigo, Lucio?Sempronio: Bueno, creo que fumar no puede ser tan malo. Después de todo, Mevio

lo hace.

Cayo: Yo creo que el proyecto de ley para regular el mercado de armas de fuego no debería apoyarse porque no será efectivo y se gastará mucho dinero.

Paulo: Oye, apenas el mes pasado apoyaste ese proyecto. Yo creo entonces que estás equivocado.

Lucio: Con base en los argumentos que he presentado, es evidente que usar animales para producir alimentos o vestidos es moralmente malo.

Estico: Pero mírese. ¡Lleva puesta una chamarra de cuero y tiene un sándwich de jamón ahumado en la mano! ¡¿Cómo puede afirmar que usar animales para alimentarse y vestirse es malo?!

Falacia del apelo a la autoridad

También conocida como “mal uso de la autoridad”, “autoridad irrelevante”, “autoridad cuestionable”, “autoridad inapropiada” o ad verecundiam. Su forma es la siguiente:

1. La persona A es (o proclama ser) una autoridad en la materia S.2. La persona A realiza una afirmación C sobre la materia S.3. Por lo anterior, C es verdad.

La falacia se da cuando la persona en cuestión no es una autoridad legítima en la materia. En tal orden de ideas, si la persona A no está cualificada para realizar afirmaciones válidas sobre la materia S, entonces el argumento será falaz.

Este tipo de razonamiento es engañoso cuando la persona en cuestión es inexperta. En tales casos el argumento falla porque una persona no calificada que afirma algo no brinda justificación a lo aseverado. La afirmación puede ser verdadera, pero el que una persona no reconocida lo haga no brinda una base racional para aceptar su afirmación como real.

Cuando una persona es presa de esta falacia, acepta como verdadera una afirmación sin existir pruebas adecuadas para ello. Más específicamente, el receptor acepta lo dicho porque erróneamente cree que el emisor es un experto legítimo y, por tanto, es razonable aceptar lo que dice. Como las personas tienden a creer en las autoridades (y, de hecho, hay buenas razones para aceptar lo que algunas de ellas aseveran), esta falacia es bastante común.

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Como este tipo de razonamiento es falaz sólo cuando la persona no es una autoridad legítima en un contexto determinado, es necesario proporcionar algunos principios rectores que fortalezcan nuestro criterio. Los más aceptados son:

1. La persona tiene suficiente pericia en el ámbito a discutir.Las aseveraciones hechas por una persona carente del grado necesario de

conocimiento obviamente no obtendrán apoyo. Contrario sensu, quien posee tal dominio poseerá la confianza de las personas en el área que se estudia.

Sin embargo, puede ser difícil determinar el grado de conocimiento necesario. En los campos académicos (como la filosofía, la ingeniería, la historia, etc.) la educación escolar de una persona, el desempeño académico, las publicaciones, la pertenencia a sociedades profesionales, las constancias presentadas, los reconocimientos obtenidos, etcétera, pueden ser indicadores confiables de pericia. Fuera de estos ámbitos, se aplicarán otros parámetros. Por ejemplo, el tener suficiente pericia para opinar sobre cómo anudar las agujetas únicamente requiere habilidad para hacerlo y transmitir dicha información a otros. Hay que resaltar que para ser un experto no se requiere forzosamente de un título universitario. Muchas personas poseen altos grados de dominio respecto a materias complejas sin haber pisado jamás la universidad. Además, no siempre debe considerarse que alguien ya es experto por tener un grado académico.

Por supuesto, lo que se requiere para ser experto es, con frecuencia, una materia de amplio debate. Así, algunas personas manifiestan (y lo ponen en evidencia) un dominio en ciertas áreas (e incluso en todas) debido a una inspiración divina o don especial. Sus seguidores aceptan tales credenciales como demostrativo de su autoridad, mientras que otros generalmente consideran a dichos expertos auto-proclamados como engañosos o hasta charlatanes. En otras situaciones, la gente debate sobre el tipo de educación o la experiencia necesaria para ser un experto. Por ende, lo que alguien puede considerar un enfoque falaz otro puede tomarlo como una línea sólida de razonamiento. Por fortuna, muchos casos no implican tal debate.

2. La aseveración realizada corresponde al área de conocimiento de la persona.Si alguien opina sobre alguna materia ajena a su campo de estudio, entonces la

persona no será un experto en dicho ámbito. Por tanto, lo dicho no se apoya en un grado pertinente de dominio y no es confiable.

Es importante recordar que, debido al vasto horizonte del conocimiento y quehacer humanos, es simplemente imposible que alguien sea experto en todo. Los expertos sólo lo serán en campos determinados. En todos los demás, tendrán poca o ninguna pericia. Por ello, es importante determinar en qué campo del conocimiento encuadra la opinión.

También es importante destacar que el dominio de un tema no nos vuelve automáticamente expertos en otro. Por ejemplo, un físico de renombre no tendrá tal calidad en ámbitos como la moral o la política. Desafortunadamente esto se pasa por alto o se ignora con toda intención. De hecho, buena parte de la publicidad se apoya en esta omisión. Como lo sabe cualquiera que mire televisión, es bastante común que actores famosos y astros del deporte apoyen productos sobre los cuales no poseen la calidad para opinar. Por ejemplo, alguien puede ser un magnífico actor, pero eso no le convierte automáticamente en un experto en coches, crema para afeitar, ropa interior, dietas o política.

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3. Hay un nivel pertinente de acuerdo entre los demás expertos sobre el tema a debate.

Si se observa un grado significativo de discusión entre los expertos de un determinado campo, entonces será falaz apelar a la autoridad usando opiniones contradictorias entre sí. Esto se da porque por cada opinión dada y “apoyada” por un experto casi siempre habrá una contraopinión que brinda y “apoya” otro experto. En tales casos, apelar a la autoridad termina siendo fútil. En tal medida, la discusión ha de colocarse bajo los parámetros exactos del punto a discutir. Como cada parte puede citar a sus expertos, el debate no puede apuntalarse racionalmente con llamados a la autoridad.

Hay muchos campos del conocimiento en los que existe un alto grado de discusión. Un buen ejemplo puede ser la economía. Cualquiera que esté familiarizado con esta disciplina sabe que hay muchas teorías plausibles pero incompatibles unas con otras. Por ello, un ecónomo experto puede decir que el déficit es un factor clave, mientras que otro igualmente calificado podrá aseverar todo lo contrario. Otras áreas muy comunes de debate (y bien conocidas) son la psicología y la psiquiatría. Como sucede en varios juicios, es posible que un experto asegure que el indiciado está perturbado y no es competente para encarar un proceso, al tiempo que otro dirá, incluso bajo protesta, que el mismo sujeto está totalmente sano y sí puede someterse a proceso. Obviamente, uno no puede basarse en el apelo a la autoridad en tal situación sin realizar un argumento falaz, pues la prueba no garantizaría el aceptar la conclusión.

Es importante recordar que ningún ámbito del conocimiento posee acuerdo total, por lo que es aceptable cierto grado de discusión. Se debate, sin embargo, cuánto es lo aceptable. También debemos recordar que incluso en temas de enorme debate interno pueden existir tópicos de gran acuerdo. En tales casos, apelar a la autoridad quizá sea legítimo.

4. La persona no está visiblemente sesgada.Si un experto está prejuiciado, entonces las opiniones que emita dentro del debate

serán menos confiables. En consecuencia, un argumento de autoridad basado en tal sesgo será falaz. Ello se debe a que los argumentos presentados no justifican que uno acepte lo dicho.

Siendo humanos, los expertos son vulnerables a sesgos y prejuicios. Si hay pruebas de que alguien está sesgado de alguna manera que afecte la solidez de sus argumentos, entonces un argumento de autoridad basado en dicha persona puede llegar a ser falaz. Aunque sea verdad lo dicho, su prejuicio debilita sus aseveraciones. Ello se debe a que existe razón para creer que el experto quizá no declare algo porque ha pensado usarlo cuidadosamente con base en su experiencia. Más aún, puede aseverarse que la declaración se realiza desde el sesgo o prejuicio del experto.

Recordemos que nadie es absolutamente objetivo. In minimis, una persona favorecerá sus opiniones (de lo contrario no hablaría). Por ello, debe aceptarse cierto grado de prejuicio, siempre y cuando éste no sea agudo. Qué tanto es lo agudo queda abierto a discusión y puede variar bastante según el caso. Por ejemplo, muchas personas probablemente sospechen que los doctores pagados por las compañías tabacaleras para investigar los efectos del fumar estén sesgados, mientras que otras quizá crean (o digan) en su objetividad plena.

5. El área de dominio es una disciplina legítima y reconocida.

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Ciertos ámbitos en los que alguien declare pericia quizá no tengan legitimidad o validez como áreas de conocimiento o estudio. Obviamente, las opiniones emitidas en estas disciplinas no serán confiables.

Es difícil determinar qué debe considerarse como área legítima del conocimiento. Sin embargo, hay casos en los que es evidente la frontera. Por ejemplo, si una persona dice ser experta en algo llamado “plomodisparaterapia” y asegura que disparar balas de escopeta sobre una persona le curará del cáncer, será irracional aceptar esta idea basándonos en su “pericia”. Después de todo, su conocimiento es de un área carente de todo contenido legítimo. La idea general es que el experto debe serlo en un campo real del conocimiento.

Como se ha dicho antes, es difícil determinar dicho campo. En la historia europea, varios científicos tuvieron que luchar contra la Iglesia y la tradición establecida para acreditar la validez de sus disciplinas. Por ejemplo, los expertos en el tema de la evolución encararon una batalla frontal para obtener la legitimidad y aceptación de sus teorías.

Un ejemplo moderno tiene que ver con los fenómenos psíquicos. Algunos sujetos se declaran “maestros psíquicos” e incluso expertos en su campo. Otros señalan que dichas aseveraciones son absurdas pues no existe un contenido real en este campo. Si estas personas tienen razón, cualquiera que acepte como verídico lo que digan estos “maestros psíquicos” son víctimas de un apelo falaz a la autoridad.

6. La autoridad en cuestión debe estar plenamente identificada.Una variante común de la falacia que nos ocupa es apelar a una autoridad

innominada.La falacia se da cuando alguien asegura que su dicho es verdad porque un experto lo

ha dicho pero no da mayores datos para identificar a tal experto. Así, no hay manera de afirmar si la persona es en verdad un conocedor. A menos que sea totalmente identificado y se establezca plenamente su ámbito de dominio, no hay razón para aceptar tal aseveración.

Este tipo de razonamiento es bastante común. Por lo general, la persona que lo usa hará afirmaciones de este tipo: “en un libro se dice…”, “dicen…”, “los expertos dicen…”, “los científicos creen que…”, “leí en el periódico…”, “lo vi en la tele…”, “lo consulté en internet…”, etcétera. En tales casos el emisor espera que el receptor acepte sin más la fuente innominada como autoridad legítima y crea en lo aseverado. Si esto lo aceptamos sin más (careciendo de una buena razón para ello), seremos presas de esta falacia.

Como se dijo anteriormente, no todos los llamados a la autoridad son falaces. Esto tiene un lado positivo: la gente necesita confiar en los expertos. Ello se debe a que nadie puede ser sabelotodo y la gente no tiene el tiempo o la habilidad para investigar por sí sola cada aseveración.

En muchos casos, los argumentos de autoridad serán positivos. Por ejemplo, cuando una persona se presenta con un avezado doctor y éste le diagnostica un resfriado, aquélla tiene buenas razones para aceptar la conclusión del galeno. O bien, si la computadora de alguien está funcionando de manera extraña y su amigo, ingeniero en esta ciencia, le comenta que quizá sea el disco duro, no dudará sobre dicha opinión.

Lo que distingue a un apelo legítimo de otro falaz es que en los dos ejemplos anteriores se reúnen las seis condiciones mencionadas.

Usado de manera correcta, el argumento de autoridad logra su objetivo (creer en lo dicho) porque el experto asevera que es verdad. Ello se debe a que quien es considerado perito en la materia tiene más probabilidad de tener razón al emitir opiniones en su área (o

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al menos no estará tan equivocado). En cierto sentido, el juicio se acepta porque es razonable creer que el experto puso a prueba lo afirmado y lo halló coherente. De este modo, si el experto lo creyó convincente, entonces es razonable considerarlo verdadero. Por ende, el receptor aceptará lo dicho con base en el testimonio de un experto.

Sin embargo, incluso el apelo a la autoridad no siempre será un argumento sólido. Después de todo, en tales casos se acepta el dicho de alguien como verdadero porque ese alguien lo afirma como tal. La persona podrá ser muy experta, pero su dominio del tema no siempre se apoya en la verdad de lo dicho. Tal cosa sucede porque la erudición no garantiza la certeza o falsedad del argumento. Así, las opiniones que se sustentan con pruebas relacionadas serán más solidas.

Ejemplos.

Sempronio y Paulo discuten sobre la moralidad del aborto.Sempronio: Creo que el aborto es moralmente aceptable. Después de todo, la mujer

tiene derecho a decidir sobre su cuerpo.Paulo: No estoy de acuerdo. El doctor Cátulo dice que el aborto es siempre y en

todo lugar moralmente malo, sin importar la situación. Debe tener razón al ser un respetado experto en su campo.

Sempronio: Nunca he oído hablar de él. ¿Quién es?Paulo: Ganó el Premio Nobel de física por sus trabajos sobre fusión en frío.Sempronio: Ya veo. ¿Tiene experiencia en el tema de moral o ética?Paulo: No sé. Pero es un experto mundial famoso, por eso le creo.

Livia y Antonio discuten sobre el régimen de Stalin en la Unión Soviética. Livia señala que Stalin fue un gran gobernante mientras que Antonio dice lo contrario.

Antonio: No sé cómo puedes ver en Stalin tal cosa. Mató a millones de connacionales, destrozó la economía soviética, mantuvo el terror entre la población y puso los cimientos de la violencia que hoy recorre buena parte de Europa del este.

Livia: Eso dices tú. Tengo un libro en casa que dice que Stalin actuó en bien del pueblo ruso. Los millones que murieron eran enemigos acérrimos del estado y debían morir para proteger al resto de ciudadanos decentes. Este libro lo dice todo, por lo tanto creo que es verdad.

Gayo, notorio actor de teatro, señala: “no soy doctor, pero represento a uno en mi última obra. Puede creerme cuando le digo que si necesita un medicamento rápido y efectivo para el dolor de cabeza nada hay mejor que Morfidom 2000. Esa es mi opinión médica”.

En una conversación, Aurelio y Quinta dicen lo siguiente:Quinta: Hoy jugué a la lotería y sé que voy a ganar.Aurelio: ¿Qué hiciste? ¿Preguntaste por el resultado?Quinta: No, tonto. Llamé a mi psíquico Saima al 01-900 Súperpoder. Tras consultar

el tarot caldeo, me dijo mis números de la suerte.Aurelio: ¿Y le crees?Quinta: Claro. Es un psíquico graduado en la Universidad Esotérica. Por eso le creo.

Además, ¿qué otro podría saber mis números de la suerte?

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Falacia del apelo a la práctica común.

Posee la siguiente estructura:

1. A es una acción común.2. Por tanto, A es correcto, moral, justificado, razonable, etc.

La idea básica tras esta falacia es usar determinada conducta como prueba que apoya una acción o práctica difundida. Es falaz porque el solo hecho de que la mayoría haga algo no le vuelve correcto o razonable.

Apelar al trato justo, lo que podría ser un apelo a la práctica común, no necesariamente es falaz. Por ejemplo, una mujer que trabaja en una oficina dice: “los hombres que realizan el mismo trabajo que yo se les paga más, por lo que debería ser correcto que me pagasen igual que a ellos”. No hay falacia en tanto que no hay una diferencia relevante entre ella y los varones (en términos de habilidad, experiencia, horas trabajadas, etc.). De manera formal:

1. Es práctica común tratar a la gente del tipo A en forma C y tratar a la gente del tipo B de manera diversa.

2. No hay diferencia relevante entre la gente del tipo A y del tipo B.3. Por ende, la gente del tipo B debería ser tratada igual que la del tipo A.

Este argumento se apoya enormemente en el principio de la diferencia relevante. Según el mismo, dos personas (A y B) pueden ser tratadas de manera diferente si y sólo si hay una diferencia considerable entre ellos. Por ejemplo, sería magnífico dar mejor calificación al alumno A si éste trabaja mejor que B. Sin embargo, sería erróneo dar mejor calificación al primero simplemente porque A es pelirrojo y B rubio.

Habrá ocasiones en las cuales el que la mayoría acepte que X conducta es algo moral conduzca a creer que X es moral. Por ejemplo, cierta opinión dice que la moralidad depende de las prácticas culturales, temporales, personales, etc. Si lo que es moral queda determinado por lo comúnmente practicado, entonces el siguiente argumento:

1. La mayoría de personas ejecutan X conducta.2. Por tanto, X es lo correcto.

no sería falaz. Sin embargo, esto conduciría a resultados algo extraños. Por ejemplo, imaginemos que sólo existen cien personas sobre el planeta. Sesenta de ellos no roban ni mienten, mientras que los otros cuarenta lo hacen. En ese momento, robar y mentir sería lo equivocado. Al día siguiente, un desastre natural mata a treinta de esas sesenta personas. Así, sería posible cambiar el orden moral del mundo a la opinión personal eliminando simplemente a los que no están de acuerdo.

Ejemplos.

Lucio Seyo está a cargo de un programa público para el manejo de desperdicios.

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Cuando se descubre que la corrupción entorpece el programa, Lucio Seyo exclama: “Cierto, tiene algunos problemas, pero lo mismo pasa en otros programas de gobierno”.

Sempronia dice: “Sí, yo sé que la gente dice que copiar en los exámenes es malo. Pero bien sabemos que todos lo hacen, así que está bien”.

Valerio dice: “Claro, algunos apoyan esa tontería de la igualdad de sexos. Pero sabemos que todos pagan menos a las mujeres que a los hombres. Está bien. Como todo mundo lo hace, no creo que sea algo malo”.

Barbo dice: “No hay nada malo con pedir clases multiculturales, incluso sacrificando materias básicas. Después de todo, la mayoría de universidades están apoyando el multiculturalismo”.

Falacia del apelo a la consecuencia de una idea

Llamada también “del pensamiento ilusorio”, se presenta bajo los siguientes esquemas:

1. A es verdadero porque si la gente no lo acepta como tal habría consecuencias muy negativas.

2. B es falso porque si no se acepta de tal manera, las consecuencias serían perjudiciales.

3. C es correcto porque el aceptarlo traerá resultados positivos.4. D es falso porque si de ese modo se acepta el resultado será favorable.5. Deseo que E fuera verdad, por tanto E es verdad. He aquí el “pensamiento ilusorio”.6. Deseo que F sea falso, por tanto F es falso. Otra forma de “pensamiento ilusorio”.

Esta forma de pensamiento es falaz porque las consecuencias de creer algo no apoyan la verdad o falsedad de una creencia. Por ejemplo, si alguien dijera: “si los unicornios púrpuras de diez y seis cabezas no existen, seré yo miserable; por lo tanto, deben existir”, sería evidente que esta no sería una forma coherente de razonar. Es importante resaltar que las consecuencias en cuestión son las que se derivan de la creencia misma. Se necesita distinguir entre un motivo racional para creer (MRC o prueba) y un motivo prudente para creer (MPC o motivación). Una MRC es una prueba que apoya objetiva y lógicamente una opinión. Una MPC es una razón para aceptar la creencia debido a cierto factor externo (el temor, una amenaza, un beneficio o un perjuicio derivado de la creencia) importante para que una persona lo valore, pero que no incide realmente en la verdad o falsedad del argumento.

La naturaleza de la falacia es evidente en el caso del “pensamiento ilusorio”. Obviamente, el solo desear que algo sea verdad no lo vuelve verdadero. Esta falacia se diferencia del “apelo a la creencia” en que la segunda implica considerar una idea que la mayoría considera verdadera como real. En la primera incide tan sólo la opinión subjetiva y personal, mientras que en la segunda incide la opinión externa y general.

Ejemplos.

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Rutilio dice: “¡Dios debe existir! Si no es así, todo fundamento moral se perdería y el mundo sería un lugar horrendo para vivir”.

Helena asegura: “Nunca me podrá pasar. Si creyera en tal cosa, no podría dormir a pierna suelta”.

Antonia dice: “No creo que haya una guerra nuclear. Si creyera lo contrario, no podría levantarme siquiera. O sea, muy deprimente la cosa”.

Sertorio dice: “Reconozco que no tengo argumentos a favor de la existencia de Dios. Sin embargo, deseo enormemente que Dios exista y que haya una vida después de la muerte. Por tanto, acepto la existencia de Dios”.

Falacia del apelo a la emoción.

Posee la siguiente estructura:

1. Se asocian emociones agradables con X argumento.2. En consecuencia, X es verdad.

Esta falacia se da cuando alguien manipula las emociones con objeto de hacer que se acepte como verdadero un argumento. De manera más formal, este tipo de “razonamiento” implica sustituir las razones por los diversos medios que provocan emociones fuertes. Si las emociones favorables asociadas a X argumento influyen en la persona para aceptarlo como verdadero porque “nos sentimos bien”, entonces se es presa de la falacia.

Este tipo de “razonamiento” es muy común en la política y es la base de mucha publicidad. La mayoría de discursos políticos buscan generar sentimientos en las personas para así dirigirlos a votar o actuar de cierta forma. En el caso de la publicidad, los comerciales procuran evocar emociones que influirán en la compra de algún producto. En la mayoría de casos, tanto unos como otros adolecen notoriamente de un sustento real.

Implica una falacia porque el uso de tácticas variadas para incitar emociones en las personas no es prueba del argumento. Por ejemplo, si una persona fuese capaz de inspirar en otra un tremendo odio hacia la idea de que 1 + 1 = 2 y luego le inspirase aprecio por la idea de que 1 + 1 = 3, difícilmente se diría que la segunda premisa estaría correctamente sustentada.

Debe señalarse que en muchos casos es particularmente obvio que el emisor falaz está intentando sustentar su dicho de esta manera. En varios casos, parecerá que intenta motivar a la gente para realizar cierta acción, como adquirir un producto o participar en la guerra. Con todo, es posible determinar qué tipo de apelo intenta apoyar la persona. En determinadas circunstancias es bueno preguntarse “¿qué tipo de argumento quiere usar este sujeto para que se lo acepten y actúen en consecuencia?” Dicho análisis implica algo de esfuerzo. Sin embargo, en la mayoría de ocasiones será muy evidente. Por ejemplo, si un político intenta convencer a sus seguidores para participar en ciertos actos de violencia usando el discurso del odio, su argumento será “deben participar en estos actos de violencia”. En tal caso, la “prueba” será el odio insaculado en los miembros. Dicha

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emoción les volverá favorables hacia la idea de participar en actos violentos. Otro ejemplo: un comercial de cerveza muestra a varias personas felices y con traje de baño jugando en una playa y tomando el producto. En este caso el argumento será “debes comprar esta cerveza”. La “prueba” será el entusiasmo evocado al ver gente linda disfrutando de la cerveza.

A decir verdad, esta falacia es un recurso extremadamente persuasivo. Como mucha gente lo ha dicho, con frecuencia las emociones poseen mayor fuerza que la razón. La argumentación lógica es bastante difícil y consume tiempo, poseyendo rara vez la capacidad de incitar a la acción. El poder de esta falacia explica su gran popularidad y extendido uso. Con todo, sigue siendo falacia.

Con justicia debe recordarse que usar este tipo de técnicas es una herramienta importante. Si no apelásemos a las emociones de la gente, sería difícil espolearlos para actuar o dar su mejor esfuerzo. Por ejemplo, ningún entrenador le habla a su equipo con silogismos antes de la final. En vez de ello, los inspira en términos emocionales e intenta “encenderlos”. No hay nada malo en tal acción. Sin embargo, no es una forma aceptable de argumentar en otras circunstancias. En la medida que alguien sea capaz de distinguir correctamente entre lo que inspira emociones y lo que justifica un dicho será menos presa de esta falacia.

Para concluir, en muchos casos será difícil distinguir un apelo a la emoción de otras algunas otras falacias, y en otros más varias falacias pueden ir encadenadas. Por ejemplo, muchos argumentos ad hominem serán bastante similares al apelo a la emoción y, en tales casos, ambas falacias irán ligadas. Ejemplo: un político quizá intente crear odio hacia una persona para inspirar en sus seguidores el rechazo de toda propuesta. El mismo ataque podría funcionar en uno u otro sentido. Así, en el primer caso el ataque se dirige a lograr que los seguidores se sientan afines a rechazar los argumentos. En el segundo, el ataque busca que los partidarios rechacen su posición tras haber percibido (o imaginado) un defecto en el carácter.

Esta falacia se relaciona con otra llamada “apelo a la popularidad”. Pese a sus diferencias intrínsecas, ambas se relacionan en su llamado a la emoción. En ambos casos buscan que la gente acepte lo dicho basándose en lo que unos u otros sienten sobre eso dicho y no en argumentos sólidos.

Otra forma de entender estas falacias es así:

Apelo a la popularidad:1. La mayoría de personas aprueba X argumento.2. Por tanto, yo debería también aprobarlo.3. Como ahora lo apruebo, X debe ser verdad.

Apelo a la emoción:1. Apruebo X idea.2. Por tanto, X es verdad.

Bajo esta perspectiva, en la primera falacia se acepta lo dicho porque la mayoría lo aprueba. En la segunda, el sujeto la acepta debido a la emoción positiva que siente hacia lo dicho.

Ejemplos:

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Anuncio de televisión: “La nueva computadora Poderultra te brinda la potencia que necesitas. Al comprarla, todos envidiarán tu potencia. Te sentirán superior y desearán ser como tú. Experimentarás la verdadera alegría del poder. Poderultra”.

El presentador del programa dice: “La nueva dieta Ultrapiel te hará sentir genial. No volverás a tener problemas con tu peso. Disfruta las miradas del sexo opuesto. Demuestra tu liberación de la gordura. ¡Conocerás la verdadera felicidad al adquirir nuestra dieta!”.

Quinto Estrabón escucha el discurso de un político, quien despotrica sobre los males del gobierno y la necesidad de quitar a todos los que ahora están en el cargo. Al finalizar su discurso, Quinto Estrabón odia como nunca a los políticos actuales. Gracias a ello está dispuesto a destronar a todos los viejos políticos y a aceptar que esto es lo correcto debido a lo que siente.

Falacia del apelo al temor

Llamada también “táctica del miedo”, “apelo a la fuerza”, argumento ad baculum (apelando al bastón, es decir, a la amenaza) o baculinum, tiene el siguiente patrón:

1. Se presenta el argumento B de una manera que infunde temor o amenaza.2. Al final, A es verdad, se relacione o no con B de alguna forma.

Esta forma de “razonar” es falaz porque imbuir miedo en el receptor no es un medio de prueba para la validez de un argumento.

Se necesita distinguir entre un motivo racional para creer (MRC o prueba) y un motivo prudente para creer (MPC o motivación). Una MRC es una prueba que apoya objetiva y lógicamente una opinión. Una MPC es una razón para aceptar la creencia debido a cierto factor externo (el temor, una amenaza, un beneficio o un perjuicio derivado de la creencia) importante para que una persona lo valore, pero que no incide realmente en la verdad o falsedad del argumento. Por ejemplo, quizá se considere prudente no reprobar al hijo del casero por el temor de que nos haga la vida imposible. Sin embargo, esto no es prueba para alegar que el chico deba pasar la materia.

Ejemplos.

El joven Antonio dice: “Profesor Sejano, sabe bien que necesito pasar con diez su materia. Me gustaría pasar al rato por su cubículo para hablar de mi calificación. De cualquier modo, iré a visitar a mi padre en el edificio donde usted vive. Por cierto, es su jefe. Hasta luego”.

Paulo dice: “No creo que un rifle de francotirador sea buen regalo para ti. Son muy peligrosos y pueden sacarte un ojo. ¿No crees que sería bueno pensar en otro regalito?”

Livia dice: “Debes creer que Dios existe. Si no lo aceptas, enfrentarás los horrores del infierno”.

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Laeto dice: “No deberías hablar así del multiculturalismo. Si el decano te escucha, nunca te dará la titularidad. Por eso mejor aceptar que es malo hablar del tema”.

Falacia del apelo al halago

Llamada también “dorar la píldora”, tiene la siguiente estructura:

1. A emite un halago hacia B.2. A emite su opinión.3. Por tanto, la opinión es verdadera.

La idea básica tras la falacia es presentar el halago en lugar de pruebas que apoyen lo dicho. Es falaz porque un halago no es prueba del argumento. Un claro ejemplo es el siguiente: “Léntulo, qué bonita corbata. Por cierto, es claro que uno más uno son cuarenta y tres”.

Ejemplos.

Mevia dice: “Sin duda que ha sido la mejor clase de filosofía que he tenido. Por cierto, sobre los dos puntos que necesito para el diez…”

Ulpio asevera: “Jefe, es un magnífico chiste sobre el SIDA, y estoy de acuerdo en que los malditos liberales están hundiendo al país. Ahora, respecto a mi ascenso…”

Aquila dice: “Esa fue una idea particularmente brillante. No había visto nunca una defensa tan clara y elocuente de la filosofía platónica. Si no le molesta, basaré mi trabajo en ella. Sólo espero que me dé algo de tiempo tras el día límite para poder entregárselo”.

Falacia del apelo a la piedad

Llamada también ad misericordiam (apelando a la misericordia), busca usar este recurso para sustituir las pruebas que avalen un argumento. He aquí su estructura:

1. Se habla de C idea con la intención de mover la piedad.2. Por tanto, el argumento A es real.

Esto es falaz porque la piedad no puede invocarse como prueba de una aseveración. Un ejemplo evidente es el siguiente: “Debes aceptar que 1 + 1 = 46; después de todo, estoy ya muriéndome…”. Aunque se esté pidiendo compasión por la agonía, esto difícilmente le dará solidez al argumento.

Se diferencia del apelo a la consecuencia de una creencia en que para la segunda se usan los efectos de una creencia para sustituir las pruebas de lo aseverado. Por el contrario, en la que nos ocupa el sustituto es el sentimiento de piedad o simpatía.

Debe resaltarse que hay casos en los cuales las declaraciones realizadas evocan también un sentimiento de piedad. En tales casos, dicho sentimiento puede servir como

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prueba. Veamos el siguiente ejemplo:

Demetrio: “Se te pasó el examen parcial, Cayo”.Cayo: “Lo sé, pero creo que merezco hacerlo extemporáneo”.Demetrio: “¿Por qué?”Cayo: “Porque ese día me atropelló un camión. Como terminé en el hospital con una

pierna rota, creo que podría hacerlo otro día”.Demetrio: “Lo lamento, Cayo. Le pondremos fecha a tu examen”.

El ejemplo anterior no es falaz. Aunque el profesor lamenta el accidente de Cayo, queda justificada la prueba extemporánea. Después de todo, ser arrollado por un camión es una excusa legítima para otorgar una nueva fecha de examen.

Ejemplos.

Tiberio: “Será un pésimo entrenador del equipo”.Óptimo: “Tiene puesto todo el corazón, y se le romperá si no lo logra”.Tiberio: “Bueno, creo que hará un trabajo adecuado”.

Paulo confiesa: “Tengo toda la confianza de que mi trabajo cubrirá sus exigencias. A decir verdad, necesito el trabajo: mi madre está enferma”.

Tulio dice: “Creo que debería sacar diez en esta clase, profesor. Si no lo logro, no obtendré la beca que tanto anhelo”.

Falacia del apelo al ridículo

Llamada también como “apelo a la burla” o “risa del caballo”, busca sustituir las pruebas por la burla para imponer la verdad. Tiene la siguiente forma:

1. La idea B se presenta en forma de burla (dirigida comúnmente a la opinión del receptor).

2. El argumento A es verdadero.

Es falaz porque ridiculizar una opinión no es la forma de restarle veracidad. El siguiente ejemplo lo prueba: “¡1 + 1 = 2! ¡Es la idea más bufonesca que haya escuchado!”.

Debe señalarse que demostrar lo ridículo de un argumento a través de métodos legítimos (como a través de un argumento no falaz) puede hacer válida nuestra postura. Una de estas formas es la reductio ad absurdum (reducción a lo absurdo). Según esta línea de razonamiento, la idea es mostrar que una contradicción (una declaración que debe ser falsa) o un resultado absurdo es la consecuencia de algo dicho. Por ejemplo: “Aulo dice que quien pertenece a un grupo minoritario no podrá ser racista. Sin embargo, esto es absurdo. Piensen: los varones blancos son minoría en el mundo. Según las palabras de Aulo, no deberían ser racistas. Entonces el Ku Klux Klan o los nazis no son grupos racistas”. Como esta conclusión es absurda, no puede decirse que las minorías blancas sean menos racistas.

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Ejemplos.

Festa declara: “Seguramente mi respetable rival dirá que debe reducirse la matrícula, pero ello sólo es ridículo”.

Corbulón dice: “¿Apoyar al grupo Promujer? Claro, ¡cuando comiencen a pagar los tragos! Ja, ja”.

Bíbulo asevera: “¡Malditos conservadores! ¡Creen que un ejército fuerte es la clave para la paz!”.

Falacia del apelo al rencor

En ésta, el sentimiento de rencor viene a sustituir las pruebas de un argumento. Tiene la siguiente estructura:

1. Se presenta la idea B con objeto de motivar el rencor.2. Por tanto, el argumento A es verdadero.

Es falaz porque el rencor no puede sustituir las pruebas válidas de una aseveración. Veamos un ejemplo: “Tigelino dice que la tierra gira alrededor del sol. Pero acuérdate de esa bromita que te hizo la semana pasada. Ahora bien, ¿no crees que mi idea de que el sol gira alrededor de la tierra es correcta?”

Por supuesto, hay casos en los que apelar al rencor no implica necesariamente una falacia. Sin embargo, debe resaltarse que los sentimientos negativos no son evidencia. He aquí un ejemplo:

Espadón: “Creo que votaré por Agripina para tesorera de la cofradía”.Pompeyo: “¿Te acuerdas que en la reunión del año pasado desapareció tu bolsa con

monedas?”Espadón: “Sí”.Pompeyo: “Bueno, supe que ella robó tu bolsa y otros objetos de los compañeros”.Espadón: “¡Sólo eso faltaba! Ha perdido mi voto”.

En este caso, Espadón tiene ciertos motivos para no votar por Agripina. Como se supone que un tesorero debe ser honesto, un ladrón sería mala elección. Al concluir que no debe otorgar su voto a Agripina por ser una ladrona (no sólo por el simple rencor), su razonamiento no se influido totalmente por el resentimiento.

Ejemplos.

Ánnea: “Creo que Marco hizo un buen trabajo el año pasado. Lo promoveré para que le den un reconocimiento”.

Sira: “¿Y ya olvidaste lo que hizo? No te promovió el año pasado”.Ánnea: “Es verdad. Un voto menos para Marco”.

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Sabino: “Creo que la idea de Valeria es realmente buena y nos ahorrará mucho dinero”.

Próculo: “Quizá. Pero acuérdate que demostró como tu informe tenía un error fatal cuando lo leíste en la reunión del año pasado”.

Sabino: “¡Ya me había olvidado! Mejor te apoyaré”.

Falacia del apelo a la tradición.

Llamada también “apelo a lo antiguo”, “lo viejo era mejor”, “apelo al pasado” o “apelo a una era”, ocurre cuando se considera que algo es mejor o correcto simplemente porque es antiguo, tradicional o porque “siempre se ha hecho así”. Posee el siguiente esquema:

1. X es viejo o tradicional.2. En consecuencia, X es correcto o mejor.

Se le considera falaz porque la edad de algo no le vuelve automáticamente correcto o mejor que algo novedoso. El siguiente ejemplo clarifica esto: la idea de que brujas y demonios provocan enfermedades es mucho más vieja que la teoría de los microorganismos virulentos. Por tanto, la primera conjetura es la correcta.

Esta falacia es persuasiva de varias formas. Primero, la gente prefiere comúnmente apegarse a lo antiguo o tradicional. Esta es una característica psicológica frecuente de los que se apegan a la creencia de que es más cómodo lo duradero. Segundo, apegarse a lo viejo o tradicional es mucho más fácil que experimentar lo novedoso. Así, la gente prefiere esto por pereza, perpetuando así la falacia.

No debe asumirse que lo nuevo sea siempre mejor que lo viejo (véase la falacia del apelo a lo novedoso) y viceversa. En general, la edad de algo no siempre coincide con su calidad o certeza (en este contexto). Respecto a la tradición, decir que algo es correcto por dicho motivo demuestra pobreza de razonamiento. Por ejemplo, si la creencia de que 1 + 1 = 56 fuese una tradición grupal difícilmente se diría que es verdad.

En algunos contextos la edad obviamente tiene peso. Por ejemplo, una persona no estaría cayendo en la falacia del apelo a la tradición si concluyese que el vino añejado es mejor que el nuevo. Ello se debe a que en tales casos la edad de algo es importante para su calidad. Por ende, la falacia se da sólo cuando la edad no es, en sí misma, de relevancia para lo aseverado.

Un aspecto final a considerar es “la prueba del tiempo”. En algunos casos se considera que, como algo se ha mantenido como tradición o se ha usado durante largo tiempo, es correcto o verdadero, tan sólo porque se ha practicado mucho tiempo; en tal caso, se usa un apelo a la tradición. Después de todo, como lo ha demostrado la historia, la gente puede aferrarse a falsas creencias durante siglos.

Sin embargo, si alguien arguye que lo aseverado o el asunto entre manos ha resistido exitosamente las pruebas y desafíos durante bastante tiempo, entonces no se estaría siendo falaz. En tales casos, las pruebas sólidas apuntalarían el argumento. Por ejemplo, la teoría de que la materia está compuesta de partículas subatómicas ha superado numerosos experimentos durante años, por lo que la evidencia pesa a su favor. Es razonable aceptar esa teoría por las pruebas que la apuntalan, no sólo por decir que es vieja. Así, las pruebas

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legítimas que se han mantenido sobre una materia y los experimentos realizados a la misma durante un largo periodo pueden justificar su aceptación. Pero la simple edad o persistencia en el tiempo no garantiza su validez.

Ejemplos.

Próculo afirma: “Claro que creo en Dios. La gente ha creído en Dios durante miles de años, por lo que es claro que existe. Después de todo, ¿por qué más habrá durado tanto esta creencia?”

Mario es padre de Cornelia. Viven en una islita, y en su cultura las mujeres son tratadas como un bien que los hombres pueden intercambiar a voluntad.

Cornelia: ¿Sabes, papá? Cuando fui a la escuela en la ciudad vi que las chicas no son tratadas como una cosa. De hecho, leí un libro escrito por un tal Fabiano en el que propugna por los derechos de la mujer.

Mario: ¿Y tú qué opinas?Cornelia: Bueno, creo que es equivocado intercambiar a las mujeres por café.

Somos humanas y debemos tener el derecho a elegir nuestra vida.Mario: Qué idea más extraña y disparatada adquiriste en la escuela. La ciudad debe

ser mucho más bárbara de lo que imaginaba. Piensa esto. Hemos comerciado las mujeres desde que comenzamos a vivir en esta isla. Es una tradición que se pierde en la bruma del tiempo.

Cornelia: ¡Pero aún así creo que eso es incorrecto!Mario: No se diga más. Una tradición así de antigua debe estar sancionada por los

dioses y ser correcta.

Silano declara: “Claro que esta es la mejor forma de gobierno. La hemos tenido por más de 200 años y en todo ese tiempo nadie ha dicho nada sobre cambiarla. Por tanto, debe ser buena”.

Un reportero entrevista a un jefe de familia que tuvo una discusión con otra familia.Reportero: Seyo Paulo, ¿por qué sigues peleando con la familia Tulia?Seyo: Mira, mi padre peleaba con los Tulios y su padre también lo hacía, y también

su abuelo.Reportero: ¿Pero por qué? ¿Qué inició todo esto?Seyo: No sé bien. Creo que los Tulios empezaron.Reportero: Si no sabes por qué peleas, ¿por qué mejor no dejas de hacerlo?Seyo: ¿Dejar de hacerlo? ¿Estás loco? Esta pelea se ha mantenido durante

generaciones, y estoy seguro que hay una maldita razón en todo esto. Así que yo la seguiré. Esto debe ser lo correcto. Niño, pásame esa daga: uno de los Tulios merodea la cosecha.

Falacia del vagón o de la presión de los iguales.Sucede cuando la amenaza de rechazo por parte de los demás (o la presión de los

que nos rodean) viene a sustituir una razón válida en el argumento. Su estructura es la siguiente:

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1. Un sujeto A se ve presionado por sus semejantes o amenazado de rechazo.2. En consecuencia, lo dicho por A es falso.

Se considera falaz esta línea de “pensamiento” porque la presión de los iguales y la amenaza de ser rechazado no puede argüirse como prueba para desechar una opinión. Veamos un ejemplo:

Aulo Agerio: “Negidio, sé que piensas que 1 + 1 = 2. Pero ese tipo de cosas no se aceptan en nuestro grupo”.

Negidio: “Sólo bromeaba. Por supuesto que no creo eso”.

Es evidente que la presión del grupo de Aulo Agerio no sirve de apoyo para sostener que 1 + 1 = 2.

Debemos señalar que la lealtad a un grupo y la necesidad de pertenencia puede brindar a las personas razones poderosas para adecuar las opiniones a esos grupos. Más aún, desde un punto de vista práctico, con frecuencia debemos adaptar nuestras creencias con objeto de pertenecer a cierto grupo. Sin embargo, este sentido de lealtad o la necesidad de pertenencia no constituyen por sí mismos apoyo para un argumento.

Ejemplos.

Pomponio dice que está de acuerdo con que la gente trabaje por su bienestar cuando puedan. Sus amigos se ríen de él, lo acusan de ser fascistoide, y lo amenazan con aislarlo del grupo. Decide al final recomponer y abandonar esa idea para evitar el rechazo.

Fabio: Me gusta la música clásica y la considero de mayor calidad que toda la música moderna.

Livia: Eso es para ancianos.Percio: Sí, sólo los atolondrados escuchan esas porquerías. Además, ¡que viva el

rock!Fabio: Bueno, está bien. En realidad no me gusta tanto. El rock es mucho mejor.

Publio piensa que el bienestar personal es necesario en algunos casos. Sus amigos del partido republicano se mofan de él cada que externa dicha opinión. Para evitar que lo rechacen, acepta las opiniones de sus compañeros.

Falacia de petición de la pregunta.Conocida también como “razonamiento circular”, “razonar en círculos” o petitio

principii, es una falacia en la que las premisas incluyen la idea de que la conclusión es verdad o se asume (directa o indirectamente) que la conclusión es verdad. Posee la siguiente estructura:

1. Se asume de manera directa o indirecta que las conclusiones dadas a ciertos planteamientos son verdad.

2. El alegato B (la conclusión) es verdad.

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Se le considera falaz porque decir que la conclusión de las premisas es verdad (directa o indirectamente) no constituyen prueba real para dicha aseveración. Obviamente, esto no vale como evidencia absoluta del argumento. Así, podríamos decir a manera de ejemplo: “X es verdad. Las pruebas sobre este dicho concluyen que X es verdad”.

Algunos casos de petición de pregunta son bastante evidentes, mientras que otros son muy sutiles.

Ejemplos.

Teodosio: Dios existe.Estico: ¿Cómo lo sabes?Teodosio: Porque la Biblia lo afirma.Estico: ¿Y por qué habría de creerse en la Biblia?Teodosio: Porque Dios escribió la Biblia.

Juliano afirma: “Si tales acciones no fueren ilegales, entonces no estarían prohibidas en la ley”.

Eusebio dice: “La creencia en Dios es universal. Miren: todos creen en Dios”.

Entrevistador: Su currículum es impresionante, pero necesito otras referencias.Furio: Pánfila puede dar buenas referencias.Entrevistador: Bien. ¿Pero cómo sé que Pánfila es confiable?Furio: No se preocupe. Yo doy fe de ella.

Falacia de la muestra sesgada.Conocida también como “estadística sesgada”, “muestreo cargado”, “estadística

prejuiciada”, “muestreo prejuiciado”, “estadística cargada”, “inducción parcial”, “generalización sesgada”, sucede cuando una persona brinda una conclusión sobre cierto sector de la población basado en un muestreo sesgado o prejuiciado de alguna forma. Su estructura es la siguiente:

1. El muestreo F, que está sesgado, se tomó de la población C.2. La conclusión A está basada en la población C y el muestreo F.

La persona que usa esta falacia se aprovecha de la siguiente línea de razonamiento, conocida como “generalización inductiva”, “generalización” y “generalización estadística”:

1. X por ciento de todos los A observados son B.2. Por tanto, X por ciento de todos las A son B.

La falacia se da cuando el muestreo de A probablemente esté prejuiciado en alguna forma. Tal cosa sucede cuando el método usado probablemente resulte en un muestreo que no representa adecuadamente la población examinada.

Los muestreos parciales generalmente son poco confiables. En un caso típico, imagínese que una persona realiza un muestreo de un camión cargado de bolas de color,

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unas metálicas y otras de plástico. Si usa un imán para seleccionar su muestreo, entonces resultará en un número desproporcionado de bolas metálicas (después de todo, el muestreo se constituya totalmente de dichas esferas). En tal caso, las conclusiones mostradas sobre la cantidad total de bolas no serían confiables, pues en tal muestreo había pocas o ninguna bola de plástico.

La idea general es que los muestreos parciales quizá no contengan números proporcionales a la población total. Por ejemplo, si una persona quiere descubrir lo que sus compatriotas piensan sobre el control de armas, la encuesta realizada en un barrio inseguro estará sesgada.

Como esta falacia ocurre cuando el muestreo (los ejemplos observados) está sesgado o cargado, es importante tener ejemplos que eviten el sesgo al realizar una generalización. En general, hay tres tipos de muestreos que permiten esto. La idea general es que estos métodos (usados apropiadamente) permitirán una panorámica que se adecue estrechamente a toda la población. Son:

1) Muestreo al azar. En éste únicamente la casualidad determina qué miembros de la población se seleccionan para la estadística. De manera ideal, cualquier ciudadano tiene la misma posibilidad de ser seleccionado. Este tipo de muestreo evita el sesgo pues, contrario sensu, el sesgado es el realizado de forma tal que ciertos miembros de la población tienen mayor posibilidad de ser elegidos que otros. Por desgracia, crear una muestra al azar ideal es difícil.

2) Muestreo estratificado. Debe seguir los siguientes pasos: a) identificar los strata relevantes (subgrupos de la población); b) determinar la cantidad de miembros por stratum; c) tomar una muestra al azar de cada stratum proporcional a su tamaño. Dicho método es utilísimo cuando se investigan poblaciones estratificadas. Por ejemplo, los ingresos de una persona influyen bastantes veces en su preferencia política, por lo que al realizar una encuesta presidencial sería buena idea realizar un muestreo estratificado usando las clases sociales como base que determine los strata. Este método evita muestreos tendenciosos al asegurar (de manera ideal) que cada estrato social queda representado adecuadamente.

3) Muestreo por lapso. Se realiza tomando un muestro al azar o estratificado para luego realizar otro más mediando entre ellos un lapso adecuado. Tomados los dos muestreos, pueden compararse para las modificaciones necesarias. Este método es muy importante al realizar predicciones. Una predicción basada en un solo muestreo corre el riesgo de ser una generalización apresurada (la muestra quizá sea demasiado pequeña para abarcar la población pasada, presente y futura) o un muestreo sesgado (porque sólo incluirá ejemplos de un periodo específico).

La gente incurre comúnmente en esta falacia debido al tendencismo o el prejuicio. Por ejemplo, una persona quizá busque con o sin intención sectores o fenómenos que apoyen su sesgo; así, quien apoye una particular teoría científica quizá busque reunir muestras sesgadas a favor de esa teoría.

El motivo de esta falacia es, por lo común, la pereza o la falta de cuidado. Es muy fácil tomar simplemente una muestra de lo que pasa por ser accesible, en vez de tomarse el tiempo y el esfuerzo para generar un muestreo adecuado y emitir una conclusión justificada.

Es importante recordar que el sesgo se relaciona con el propósito del muestreo. Por

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ejemplo, si Estico quisiera saber lo que la población de un barrio inseguro piensa sobre el control de armas de fuego, realizar el muestreo en una reunión informativa no estaría tan sesgado. Sin embargo, si quisiese saber lo que se piensa sobre la ley, dicha reunión informativa no sería la adecuada.

Ejemplos.

Se indica a Pánfilo determinar qué piensa la mayoría sobre la ley de impuestos al equipo de cómputo. Lo obtenido de tal impuesto se usará para reforzar la lucha contra la piratería en Internet. Técnicamente inclinado, Pánfilo decide usar una encuesta virtual. Resultado: el 95% de los encuestados se opusieron al impuesto. Pero queda sorprendido cuando el 65% de los ciudadanos votaron a favor del impuesto.

La Unión Pacifista decide realizar una encuesta para saber qué piensa la población sobre armas de fuego y su control. Se pide a Sixta que realice el estudio. Para ahorrarse gastos de correo, incluye el cuestionario en la publicación mensual del grupo. Queda satisfecha al encontrar que el 95% de los encuestados apoyan el control de las armas de fuego, diciendo a sus amigos que una amplia mayoría de ciudadanos está a favor de leyes que limiten el uso de armas de fuego.

Se han realizado encuestas en algunas ciudades, viéndose que un promedio del 55% de encuestados pasan al menos dos semanas del año en la playa. Así, puede concluirse tranquilamente que el 55% de la población total pasa sus vacaciones cada año en la playa.

Falacia de la carga de la prueba.Llamada también ad ignorantiam (apelando a la ignorancia), ocurre cuando el peso

de la prueba se ubica en el lado equivocado. También sucede cuando la falta de pruebas por parte de Ticio se toma como prueba a favor de Cayo en casos en los que dicha carga de la prueba correspondería al segundo. A esto se le conoce como “apelando a la ignorancia”. Su estructura es la siguiente:

1) A presenta una postura E y la carga de la prueba se lanza a B.2) B alega que el juicio E es falso al no tener pruebas para sustentarlo.

En muchas situaciones, una parte tiene la carga de la prueba, estando obligada a ofrecer pruebas de su dicho. Lo que dice la otra parte, no obligada a probar algo, se considera verdadero hasta no probar lo contrario. En tales casos, la dificultad está en determinar quién tiene la carga de la prueba. En diversas ocasiones, dejar claro este aspecto puede motivar un debate nada frívolo. En otras, la situación determina la carga de la prueba. Por ejemplo, en el derecho anglosajón una persona se considera inocente hasta que no se pruebe su culpabilidad (por lo que la carga de la prueba queda a cargo del acusador). Igualmente, en un debate la carga de la prueba recae en los que afirman algo. O bien, recae en los que aseguran la existencia de algo (como el yeti, los poderes psíquicos, las curaciones milagrosas y los fantasmas).

Ejemplos.

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Zenobia: Creo que debería invertirse más dinero en ampliar el sistema de carreteras.Estrabón: Y yo creo que sería una mala idea viendo el estado de las finanzas.Zenobia: ¿Cómo puede alguien estar contra la mejora de las carreteras?

Juliano: Creo que algunas personas tienen poderes psíquicos.Máximo: ¿Cómo probarlo?Juliano: Nadie ha podido probar lo contrario.

Cornelia dice: “No puedes probar que Dios no existe, por tanto, sí existe”.

Falacia ad hominem circunstancial

Sucede cuando alguien intenta atacar una opinión afirmando que el emisor lo dice por interés personal. En algunos casos, esta falacia busca sustituir los argumentos por simples ataques a las circunstancias accidentales de la persona (como la creencia religiosa, la afiliación política, el grupo racial o el sexo de la persona). Su esquema es el siguiente:

1. La persona A emite un juicio X.2. La persona B afirma que A dijo X porque tiene interés particular en decirlo.3. En conclusión, el juicio X es falso.

1. La persona A emite un juicio X.2. La persona B ataca un aspecto circunstancial de A.3. En conclusión, el juicio X es falso.

Este razonamiento es falaz porque los intereses y circunstancias de una persona no inciden en la verdad o falsedad del dicho. Aunque los intereses de alguien le motiven a inclinarse por cierta opinión, ésta se sostiene o derrumba por sí sola. Igualmente, las circunstancias personales (religión, sexo, etc.) no afectan a la verdad o falsedad de lo afirmado. Por ejemplo, Aulo dice que 1 + 1 = 2. Pero como es panista, lo que afirma es falso.

Hay veces en las que es prudente sospechar en los juicios de alguien, como cuando dichas afirmaciones se notan sesgadas por un interés personal. Por ejemplo, si un representante de alguna cigarrera dice que el tabaco no provoca cáncer, se prudente no aceptar sin más lo dicho. Esto vale porque la persona tiene un motivo para decirlo, sea o no verdad. Sin embargo, el tener un motivo no vuelve totalmente falso el argumento. Por ejemplo, supóngase que un padre dice a su hijo que insertar un tenedor en la toma de corriente eléctrica es peligroso. Aunque no posea un motivo suficiente para afirmar esto, su dicho no carece de verdad.

Ejemplos.

Publio dice: “Afirma que se necesita gastar más en la milicia, pero esto es falso, pues lo dice por ser ecologista”.

Afrania alega: “Creo que debemos rechazar lo que dice el sacerdote sobre los

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aspectos éticos del aborto: es católico. Después de todo, está obligado a sostener esos puntos de vista”.

Mucio declara: “Con razón el senador Estilpón se opone se opone a reducir el gasto en barcos de guerra. La fábrica donde se producen las naves está en su distrito”.

Lucia dice: “Sereno afirma que las ventajas fiscales para las empresas permiten el desarrollo. Y claro: es el gerente de una de ellas”.

Falacia de la composiciónSucede cuando se emite una conclusión sobre el todo basándose en los detalles que

lo constituyen, aunque nada justifique inferir tal conclusión. La falacia posee dos vertientes, ambas con idéntico nombre debido a su gran similitud.

La primera forma se da cuando alguien razona una conclusión sobre las características de una clase o grupo (viéndolos como un todo) a partir de las características de los miembros de dicho grupo o clase. Su estructura es la siguiente:

1. Los aspectos individuales de alguien perteneciente al grupo F tienen características A, B, C, etc.

2. Por ende, (todo) el grupo F tiene características A, B, C, etc.

Es falaz porque el hecho de tener ciertas características no garantiza por sí solo que dicho sector (tomado como un todo) tenga dichas características.

Es importante resaltar que inferir algo de las características de un sector basados en los atributos de sus miembros no siempre es falaz. En algunos casos, una justificación suficiente puede brindar garantía a la conclusión. Por ejemplo, es verdad que una persona rica tiene mayor poder adquisitivo que una pobre. En algunas naciones (como Alemania) es verdad que la clase pudiente tenga mayor riqueza como conjunto que la clase baja. En tal caso, las pruebas aportadas garantizarán la inferencia y la falacia de composición no procederá.

La segunda forma de esta falacia ocurre cuando se concluye que lo que es verdad de las partes del todo debe ser verdadero como un todo, sin existir justificación adecuada a lo dicho. Formalmente se vería así:

1. Las partes del todo X tiene características A, B, C, etc.2. Por tanto, X tiene característica A, B, C, etc.

Aquí la falacia ocurre porque no puede inferirse sin más que como las partes de un todo complejo poseen (o carecen de) ciertas propiedades, éstas le brindan sustento de verdad. Sucede en las matemáticas: los número 1 y 3 son nones. 1 y 3 sumados conforman el número 4. Por tanto, el número 4 es non.

Debe resaltarse que el razonar de las propiedades de las partes a las propiedades del todo no siempre es falaz. Si hay una justificación para inferir el todo de las partes, entonces habrá una base verdadera. Por ejemplo, si cada parte del cuerpo humano está hecho de materia, habrá certeza en afirmar que el cuerpo humano está hecho de materia. Igualmente, si cada parte de un inmueble está hecho de ladrillos, no hay falacia al afirmar que el

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inmueble todo es de ladrillo.

Ejemplos.

Un tanque de guerra necesita más combustible que un auto. Por tanto, los tanques usan mayor cantidad del combustible del planeta que los coches.

Un tigre come más que un humano. Por tanto, como grupo los tigres se alimentan más que todos los humanos de la tierra.

Los átomos no tienen color. Los gatos están hechos de átomos, por lo que los gatos son incoloros.

Pánfilo afirma: “Cada jugador del equipo es una superestrella y un gran jugador, por lo que todos hacen un gran equipo”. Esto es falaz, porque las superestrellas quizá no jueguen muy bien en equipo y por tanto podría ser una escuadra pésima.

Mucia dice: “Cada parte del espectáculo, desde los efectos especiales hasta los intérpretes conforman una obra maestra”. Esto es falaz, porque podrán tener grandes actores, grandes efectos especiales, y aun así todo esto junto no logrará crear una “obra maestra”.

Casio dice: “Ven, a ti te gusta el filete, las papas y los frijoles, así que te gustará esta cacerola con filete, papas y frijoles”. Esto es tan falaz como el siguiente ejemplo: “Si te gustan los huevos, el helado, la pizza, el pastel, el pescado, la gelatina, el pollo, la salsa, el refresco, las naranjas, la leche y el yogurt, seguramente te gustará esta barra alimenticia hecha con todos esos alimentos”.

El sodio y el clorhidro son peligrosos para el humano. Por tanto, cualquier combinación de ambos elementos dañarán al humano.

Falacia de confundir la causa y el efecto

Conocida también como de la causa cuestionable, posee la siguiente estructura:

1. A y B ocurren comúnmente juntos.2. Por tanto, A es causa de B.

Como se observa, aquí falta el nexo conector y real para que ambos supuestos estén intrínsecamente relacionados. Así, esta falacia ocurre cuando alguien considera que un evento debe provocar otro sólo porque ambos suceden simultáneamente. De manera formal, esto implica concluir que A es causa de B sólo porque ambos sucesos son simultáneos (sin haber una causa común que motive tanto uno como otro). El error se da cuando la conclusión causal se emite sin adecuada justificación.

En algunos casos la falacia es evidente. Por ejemplo, se puede decir que una fiebre provoca la enfermedad. En este caso, es claro que la enfermedad provoca la fiebre, y no al

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revés. En otros casos, no siempre es evidente. Uno de los factores que dificulta el razonamiento causal es que no siempre puede apreciarse cuál es la causa y cuál el efecto. Por ejemplo, un niño problemático quizá sea la causa de unos padre poco exigentes, o bien los segundos sean la causa de que un niño sea problemático. La dificultad aumenta porque algunas situaciones quizá se retroalimentan. Por ejemplo, el carácter de los padres podría causar la conducta problemática del niño, mientras que el comportamiento del niño podría empeorar el carácter de los padres. En tales casos podría ser difícil saber qué aspecto detonó al otro primero.

Para determinar si se ha caído en la falacia, debe probarse que la conclusión causal no está apoyada adecuadamente, y que el emisor de la falacia confundió la causa con el efecto. Esto implicará determinar con precisión cuál es la causa y cuál el efecto. Como ya se vio, en algunos casos esto es muy fácil. Pero en otros no lo será. Y en otros será casi imposible. Otro aspecto que dificulta el razonamiento causal es cuando la gente tiene diferentes conceptos de la causa y, en ciertos momentos, las emociones y las ideología nublan los aspectos a discutir. Por ejemplo, con frecuencia la gente dice que debe censurarse la violencia en la TV y el cine, pues ello provoca que guste la violencia. Otros dicen que tal violencia en los medios se debe a que la gente gusta de ella. En este caso, es obvio que no puede dilucidarse cuál es la causa efectiva y el tema a discusión se dificulta porque las emociones permean fuerte en este tema.

Aunque el razonamiento causa puede ser difícil, pueden evitarse muchos errores con el debido cuidado y los procedimientos de prueba adecuados. Recordemos que la falacia se da al emitir la conclusión descuidadamente. Una forma de evitarla es poner atención a la secuencia temporal de eventos. Ya que los efectos no suceden antes de las causas (salvo en la ciencia ficción), si A ocurre después de B, entonces A no puede ser la causa de B.

Todas las falacias causales implican un error en el razonamiento causal. Sin embargo, la que nos ocupa se diferencia de otras falacias causales en cuanto al error cometido al razonar. En el caso de una falacia post hoc, el error se da cuando la persona acepta que A es causa de B simplemente porque A ocurre antes que B. En el caso de la falacia de ignorar la causa común, A se considera causante de B, pero en realidad hay un tercer factor que es el nexo común de A y B.

Ejemplos.

Mesalio y Próculo debaten sobre la música y la decadencia moral.Mesalio: Es claro que esta nueva música corrompe a la juventud.Próculo: ¿Qué quieres decir?Mesalio: Ese ritmo del corrido les dice a los jóvenes que maten policías, que

consuman drogas y abusen del sexo. Eso es malo y no debería estarse diciendo tal cosa a los chicos. ¡Debemos prohibir esa música!

Próculo: ¿Entonces crees que evitar esta música resolverá el problema de las drogas, la violencia y el sexo en el país?

Mesalio: Bueno, no lo resolverá totalmente, pero ayudará mucho.Próculo: ¿No crees que la mayoría de esos artistas cantan ese tipo de cosas porque

es lo común en estos días? La gente canta sobre las condiciones de su época, como lo hacen en otros sitios y periodos. Pero supongo que tú crees que la gente estaba contra la guerra y a favor de la droga por escuchar, digamos, a Bob Dylan.

Mesalio: Bueno…

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Próculo: Me parece que la principal causa del contenido de los corridos son las condiciones sociales preexistentes. Si no hubiese todos esos problemas, los artistas quizá no cantasen sobre esos temas. También creo que si tales condiciones fueran mejores, los niños podrían escuchar todo el día esa música sin verse afectados.

Mesalio: Bueno, sigo creyendo que los corridos provocan esos problemas. No puedes contradecir el hecho de que los males sociales surgieron al mismo tiempo que comenzaron a escucharse corridos.

Algunas personas dicen que la depresión y la ira provocan enfermedades graves. Después de todo, la gente muy enferma comúnmente está deprimida y enojada. Por tanto, se sigue que la causa de tales enfermedades son la depresión y la ira. Así, una actitud positiva y alegre es clave para la salud.

Alfena coloca varios platos con pan. Pasados unos días, observa que le crece moho al pan. Alfena concluye que el moho nació porque el pan estaba descompuesto. Cuando Alfena le comenta a su madre sobre el experimento, ella le dice que el moho provocó la descomposición del pan y que mejor limpie el tiradero si quiere tener su gasto semanal.

Falacia de la división

En ella se infiere que lo verdadero como un todo también lo es en sus partes, pero no se brinda una justificación para tal inferencia.

Hay dos variantes de esta falacia:La primera sucede cuando 1) alguien razona que lo verdadero para el conjunto

también lo es para sus partes, pero 2) no justifica la conjetura con pruebas suficientes. Visto esquemáticamente sería así:

1. El argumento X se conforma por A, B, C, etc.2. Por tanto, las partes de X tienen las características A, B, C, etc.

Un ejemplo inmediato de esta falacia es: 1 y 3 son partes de 4. Por tanto, 1 y 3 son números pares.

Debemos señalar que no siempre es falaz emitir una conclusión sobre las partes del todo basados en las propiedades de éste. Mientras se brinden pruebas adecuadas para el argumento, éste puede aceptarse. Por ejemplo, el cuerpo se compone de materia y es razonable inferir que sus partes también están hechas de materia. Tal cosa se concluye porque no puede creerse que el cuerpo esté hecho de partes no materiales, y que de algún modo se forme materia al unírseles.

La segunda variante se da cuando: 1) emite una conclusión sobre las propiedades de los miembros de un sector o grupo basado en sus propiedades colectivas, pero 2) no hay justificación suficiente para el argumento. Su esquema sería el siguiente:

1. Como colectivo, el grupo o sector X tiene las propiedades A, B, C, etc.2. Por tanto, los miembros individuales del grupo o la clase X tienen propiedades A, B,

C, etc.

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Veamos este ejemplo: es verdad que los atletas, considerados como grupo, pueden ser jugadores de futbol, corredores fondistas, nadadores, tenistas, saltadores de altura, jugadores de polo, etc. Pero es falaz pensar que cada atleta citado tenga al mismo tiempo las cualidades deportivas de todos los demás.

Debe notarse que no siempre es falaz emitir una conclusión sobre un miembro individual basándose en lo que es propio del sector al que pertenece. Si hay pruebas que apoyen la inferencia, entonces el razonamiento puede ser correcto. Por ejemplo, no es falaz inferir que Celatus, el gato siamés, sea mamífero por el hecho de pensar que todos los gatos son mamíferos. En este caso, lo que es verdad para un sector lo puede ser para sus integrantes.

Otros ejemplos.

Ausonio dice: “la pelota es azul; por lo tanto, los átomos que la componen también son azules”.

Zenaida señala: “Una célula viviente es material orgánico, por lo que los químicos que la componen deben ser también material orgánico”.

Procopio declara: “Sira vive en un edificio grande; por tanto, su departamento deben ser también grande”.

Arpócrates asevera: “El cloruro de sodio (sal de mesa) puede comerse sin problemas. Por tanto, sus elementos integradores también”.

Afrania opina: “los estadounidenses usan más electricidad que los africanos. Por tanto, quien viva en una cabaña de Ohio usa más electricidad que quien viva en una casa moderna de Sudáfrica”.

Claudio dice: “Los hombres reciben una mayor educación que las mujeres. Por tanto, la Dra. Livia tiene menor preparación que el Sr. Marco”.

Falacia del falso dilema o del pensamiento “blanco o negro”.

Posee la siguiente estructura:

1. Tanto el argumento X como Y son verdaderos (aunque ambos podrían ser falsos).2. El argumento Y se considera falso.3. Por tanto, X es el verdadero.

Caemos en la falacia porque si ambos pueden ser falsos, entonces no podemos inferir que uno sea verdadero sólo porque el otro es falso. Un ejemplo sencillo es el siguiente:

1. Tanto 1 + 1 = 4 como 1 + 1 = 12.2. No es el caso que 1 + 1 = 4.3. Por tanto, 1 + 1 = 12.

Si las dos opciones son las únicas, esta forma de pensamiento no es falaz. Por ejemplo:

1. Pánfilo está vivo o muerto.2. Pánfilo no está muerto.

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3. Por tanto, Pánfilo está vivo.

Otros ejemplos:

Senador Paulo: Debemos retirarle fondos a la educación este año.Senador Cayo: ¿Por qué?Senador Paulo: Fácil. O retiramos programas sociales o vivimos con una crisis alta.

Y no podemos vivir con la segunda.

Mevia: Publio y yo apoyamos que se rece en las escuelas públicas.Publio: ¡Oye, yo nunca dije eso!Mevia: ¿No serás ateo, verdad?

Casio dice: “Tendrás que cambiar tu criterio. O te compras el aparato de sonido o te la pasas sin música un buen rato”.

Falacia del tahúr

Se da cuando alguien cree que un alejamiento de lo que ocurre en promedio o a largo plazo se corregirá a corto plazo. Su estructura es la siguiente:

1. X ha ocurrido.2. X se aleja de lo que se espera que ocurra en promedio o a largo plazo.3. Por anto, X finalizará pronto.

La falacia puede darse de dos formas. En ambos casos la persona cree que un resultado puede “deberse” simplemente a que lo acaecido con anterioridad se aleja de lo esperado en promedio o en un largo tiempo.

La primera forma incluye eventos cuyas posibilidades de ocurrir son independientes entre sí. Por ejemplo, un “volado” de cierta moneda no influye en el siguiente. Así, cada vez que se lanza la moneda hay una probabilidad (ideal, al menos) del 50% de salir el anverso e igual probabilidad de obtener el reverso. Supongamos que Estico tira seis veces la moneda y en cada ocasión sale anverso. Si concluye que el siguiente lance caerá por el reverso porque éste ya es “non”, estará cayendo en la falacia analizada. Esto se debe a que los resultados anteriores no influyen decisivamente en el séptimo lance. Sigue teniendo 50% de probabilidades de obtener el reverso y 50% de obtener el anverso, como cualquier otro tiro.

La segunda forma involucra casos en los que las probabilidades de ocurrir dependen entre sí. Por ejemplo, supóngase que un perro de pelea ha ganado el 50% de peleas en los últimos dos años. Supóngase que tras varias peleas en este año, volvió a ganar el 50% de ellas, perdió las últimas seis y que le restan seis. Si Percio creyera que el animal ganará las siguientes seis peleas porque ya agotó sus derrotas y el número “non” que sigue es de la victoria, estaría cometiendo igualmente la falacia estudiada. Después de todo, la persona está ignorando el hecho de que los resultados de un torneo pueden influir en los resultados del siguiente. Por ejemplo, el perro podría quedar lastimado en un combate, y eso le reduciría sus posibilidades de ganar las siguientes seis peleas.

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Recordemos que no todas las predicciones sobre la probabilidad del suceso son falaces. Si alguien tiene pruebas sólidas de su predicción, entonces es razonable aceptarlas. Por ejemplo, si una persona tira una moneda al aire y nueve veces obtiene anverso en fila, sería razonable que concluyese que no obtendría similar secuencia en otro momento. Esto no implica una falacia desde el instante que se comprenden las reglas de la probabilidad. Si concluyese que no obtendría de nuevo tal secuencia porque las posibilidades de obtener nueve anversos en fila son inferiores a obtener menos de esta cantidad, entonces su razonamiento es bueno y su conclusión está justificada. Por tanto, se requiere cierto conocimiento de las leyes de la probabilidad para distinguir la falacia del tahúr.

Ejemplos.

Marco juega con Servio un videojuego de tanques. El segundo ha tenido una “racha de buena suerte” y ha estado destruyendo los tanques de Marco con tiros certeros. Ya con unos cuantos tanques, éste intenta un ataque desesperado contra Servio, arriesgándolo todo. Le preocupa un poco que Servio pueda aniquilarlo, pero piensa que como esa suerte no dura mucho ahora será la suya. Marco desencadena el ataque y Servio lo arrasa sin piedad.

Antonia: Podré ya comprarme ese coche que siempre he deseado.Porcio: ¿Obtuviste un aumento?Antonia: No, pero sabes que he jugado a la lotería todos estos años.Porcio: Sí, compras sin falta cada semana un billete.Antonia: Y he perdido cada vez.Porcio: ¿Entonces por qué crees que esta vez ganarás?Antonia: Bueno, después de tanta derrota ya me corresponde una victoria.

Tulio y Escipión están apostando a los caballos.Tulio: ¿Ves ese caballo? Perdió las últimas cuatro carreras. Le apostaré.Escipión: ¿Por qué? Quizá pierda.Tulio: Para nada. Ya ví las estadísticas y ha ganado la mitad de todas sus carreras en

los últimos dos años. Perdió tres de sus últimas cuatro carreras, pero deberá ganar ésta. Así que le apuesto todo.

Escipión: ¿Seguro?Tulio: Claro que sí. ¡Ya le toca!

Falacia genética

Es una línea de “razonamiento” en la que un defecto percibido en el origen de una aseveración o asunto se considera como la prueba que desacredita la aseveración o asunto mismos. Igualmente, se considera al origen como prueba afirmativa de lo dicho o propuesto. Se manifiesta de este modo:

1. Se presenta el origen de una afirmación o asunto.2. Lo afirmado es verdadero (o falso) o el asunto es apoyado (o desacreditado).

Es clara la falacia en este argumento. Por ejemplo, “Estico dice que 1 + 1 = 2; sin embargo,

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mis parientes me han hecho ver que 1 + 1 = 254, por lo que Estico debe estar equivocado”.Debemos resaltar que hay casos donde el origen de una afirmación es relevante para

la verdad o falsedad de lo dicho. Por ejemplo, lo dicho por un experto confiable es probable que sea verdad (siempre que sea de su campo de experiencia).

Ejemplos.

Helfdane afirma: “el actual canciller alemán estuvo en las Juventudes Hitlerianas a los 3 años. Con esos antecedentes, su tan pregonado plan de ‘reformas’ debe ser un programa fascista”.

Bíbula dice: “me criaron en la creencia a Dios, y mis padres me dijeron que Dios existe, por lo que así debe ser”.

Porcio señala: “Sin duda, los medios dicen que el senador Publio tomaba kickbacks. Pero ya sabemos sobre la credibilidad de los medios, ¿verdad?”

Falacia de la generalización hasty (¿abusiva?)

Llamada también “de la estadística insuficiente”, “del muestreo insuficiente”, “de la leaping conclusion”, o “de la inducción hasty”, ocurre cuando una persona emite una conclusión sobre una población basada en un muestreo que no es lo suficientemente grande. Su estructura es la siguiente:

1. El muestreo S, que es demasiado pequeño, se toma de la población P.2. Se extrae la conclusión C sobre la población P basados en S.

Quien comete la falacia mal usa el siguiente tipo de razonamiento, llamado “generalización inductiva”, “generalización” o “generalización estadística”:

1. X% de todas las As observadas son Bs.2. Por tanto, X% de todas las As son Bs.

La falacia se da cuando no se observan suficientes As para garantizar la conclusión. Si se observasen suficientes, entonces el razonamiento no sería falaz.

Los muestreos pequeños no suelen ser representativos. En un caso blatant, preguntarle a alguien qué piensa sobre el control de armas de fuego no brindaría obviamente un muestreo adecuado para determinar qué piensan en general los mexicanos sobre el tema. La idea general es que en los muestreos pequeños es menos probable que contenga números proporcionales a toda la población.