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Giulio Carlo Argan
Salvación y Caída del Arte Moderno
Arte y Realidad
“Desde que el arte renunció a reproducir la figura humana y la naturaleza, ninguna fractura se
ha producido entre el hecho artístico y la realidad; por otra parte, este renunciamiento no
debe ser tenido en cuenta como un punto programático del arte moderno (...)” 7.
“(...) con el renunciamiento a la representación, la relación del artista con la materia que
maneja se ha hecho más intensa y necesaria. Pertenece también a la realidad la imagen
modelada por el artista, y el artista mismo. Es más, el arte moderno expresa la conciencia de
este “ser en la realidad”, de la misma manera que el arte clásico expresaba la voluntad de
distinguirla, destacarla, para poder objetivarla o representarla (...)” 7.
“(...) los sostenedores del arte figurativo no se preocupan tanto de la realidad como de la
naturaleza en cuanto concepción o representación tradicional de la realidad. Y lo que quieren
salvar a toda costa es, justamente, el carácter tradicional de esta concepción de la realidad. Se
pretende defender la dignidad del espíritu y su prestigio sobre la materia: en realidad se desea
defender sólo el derecho a una actitud contemplativa y no de participación (...)” 7.
“(...) al mismo tiempo que se niega el arte no figurativo, se hayan aceptado desde hace tiempo
los conceptos estéticos que ha producido dicho arte como principios generales para la
valoración de los hechos artísticos. Desde hace un siglo, por lo menos, sabemos que el valor de
una obra de arte no depende de la cosa representada, sino de la manera de representarla (...)”
7.
“(...) [El] trabajo de discriminación y definición de los valores fue obra de la crítica de arte, que
fijó de tal manera ciertos esquemas destinados a facilitar y a divulgar el conocimiento y la
comprensión de las obras de arte. Se podría objetar que los esquemas impiden la adhesión
total e individual a la obra de arte en la multiplicidad y complejidad de sus causas y de sus
acentos. Respondemos que es típico de la cultura moderna (…) tender hacia determinaciones
de valores de utilidad colectiva”. 8.
“La función de la crítica en el desarrollo del arte moderna se hace más precisa cuando deja de
ser una mera aplicación de cánones estéticos y se presenta como una verdadera y particular
teoría de los valores. La teoría de la Einfuhlung, para la cual el arte no es más que la
manifestación, en forma concreta, de intuiciones vagas o aspiraciones que presionan
confusamente sobre la conciencia (…) tiene ya un siglo de vida (...)” 8.
“(...) el problema de los sentidos. Mientras se creía que toda la realidad era captada a través
de la experiencia sensorial del hombre (…) y que más allá no existía sino la nada y el caos, era
perfectamente legítimo fundamentar toda actividad artística sobre la única base de la
experiencia de los sentidos (…) hoy sabemos que la realidad, con todos sus fenómenos, abarca
una zona infinitamente mayor que aquella capaz de ser controlada por los sentidos (...)” 8-9.
“El mismo razonamiento válido para la realidad vale, sin lugar a dudas, para la conciencia.
También ésta se extiende más allá de los límites que encierran la zona en la cual los
fenómenos se alinean disciplinadamente y se explican según los principios de la lógica formal.
Tampoco se puede negar (…) que todo lo que está más allá de esos límites pertenece a nuestro
ser y a nuestra realidad. Se le abren entonces al artista (…) todos los estratos del ser que están
por encima y por debajo de la conciencia convencional. Kandinsky aventura a explorar el
super-consciente, Klee a sondear el sub-consciente, y en esa nueva aventura no invaden
solamente el campo tradicionalmente llamado de lo consciente, sino que borran toda frontera
delimitada y deambulan libremente a través de todos los estratos del ser (...)” 9.
“La consecuencia lógica de la teoría de la Einfuhlung, que disolvía ya el antiguo concepto de
representación, es la teoría de la “pura visibilidad” presentada y sostenida por Fiedler. Es una
teoría rigurosamente crítica, que se propone fijar algunos de los criterios esenciales para la
valoración de las obras de arte a través de la determinación del valor de los signos (…) El
problema no considera el quo significatur; se atiene rigurosamente al quod significat. No
interesa saber dónde recibió el artista esos medios expresivos, sino cuál será su fuerza y su
función en el mundo, una vez que el artista los ha creado (…) queda planteado el problema del
valor y el alcance de la obra de arte en relación con el mudo en el cual se presenta y actúa (...)”
9-10.
“(...) La civilización burguesa, después de haber puesto punto final al gran arte religioso y
decorativo, asignó al artista una función social mínima y periférica, reservándole el culto de un
“ideal” del cual no osaba deshacerse abiertamente, pero al que no quería ver mezclado con el
conjunto de sus intereses prácticos (…) La rebelión de los artistas frente a la sociedad burguesa
y su valerosa participación en la vanguardia del progreso señalan el nacimiento del arte
moderno. Es perfectamente comprensible que parte del programa de esta revolución lo
constituyera el retorno del artista a la seriedad y a la producción concreta de su trabajo
artesanal (...)” 10.
“(...) Las formas del arte se incorporan al mundo no para ser contempladas, sino para que el
hombre se sirva de ella, las tome como formas de la vida y no las asocie a los milagros de la
ilusión y el mito, sino a su propia y continua actividad. Por eso se ha tratado de determinar con
exactitud verdaderamente científica el valor de los signos, aislándolos de todo acento
sentimental o personal y estableciendo con el rigor más estricto qué significado poseen la
línea, el plano, el volumen, el color: por medio del estos standards formales, cada uno
adquirirá una visión más clara del mundo en el cual actúa (...)” 10.
“(...) al renunciar el artista a esa distinción entre una creación personal y una ilimitada creación
de la realidad, renuncia a separar su actitud creadora de la creación que se pone de manifiesto
en la sociedad: de esa creación que en términos económicos se llama productividad y que
parece obedecer solamente a las leyes mecánicas de la oferta y la demanda (…) Razón por la
cual el arte no figurativo no sólo escapa a una especie de super-trascendencia o a una mística,
sino que niega sustancialmente el carácter trascendente y afirma el carácter inmanente del
arte, y la necesidad que éste tiene de apropiarse de los medios modernos de producción, de
asociarse a las grandes fuerzas productoras de la industria, de imprimir un carácter artístico
(…) a todos los productos del hombre para el hombre (...)” 10.
“(...) se está frente al problema de un arte que no adorna o reconforta sino que contribuye
positivamente para elevar el nivel de vida de los hombres. Un arte que (…) no pide ser
interpretado, revivido, comprendido; que solicita solamente ser utilizado. Un arte, por fin, que
se propone despertar entre los hombres una actitud activa y ya no contemplativa o admirativa
en comparación con la realidad (…) descendiendo a las formas más simples y elementales,
trata de realizar y determinar en los hombres las condiciones de la percepción pura: una
condición de absoluta pureza o virginidad de conciencia, que no se consigue sino a través de
un largo proceso de abstracción de todo lo que significa noción o información adquirida (…) En
este sentido se puede decir que el arte moderno tiende a destruir todo lo que en la conciencia
de “autoridad” del pasado, y a imponer un absoluto compromiso con el presente”. 11.
“El esfuerzo de Mondrian, el más intransigente de los no figurativos, apunta precisamente
hacia un puro espacio perceptivo, es decir, a un espacio que no precede y condiciona la forma,
sino que se da porque se da ella. Y si bien por esa vía reduce el espacio a una superficie o a una
imagen bidimensional, consigue por otra parte construir un espacio nuevo: el espacio del puro
presente o de la acción, el espacio-tiempo, la cuarta dimensión. El arte logra así, si no la
identificación, al menos la ubicación en el mismo plano de actualidad de la ciencia moderna
(...)” 11.
“(...) el arte no figurativo, separándose de las apariencias habituales, ha encontrado una
relación más profunda y auténtica con el mundo de los fenómenos, (…) la esfera en la cual
actúa no es aquella inmóvil de la naturaleza, sino otra que aparece en continuo progreso: la de
la cultura”. 12.
El concepto de realidad en el arte contemporáneo
“Todo problema que contemple la relación entre arte y realidad, planteado en estos términos,
resulta irresoluble, absurdo. Y ello es así porque el arte es, en sí mismo, una realidad concreta
que posee una existencia propia. No es posible pensar el arte como algo separado de las obras
de arte (...)” 102.
“(...) Si el arte es realidad, el problema de la relación entre ambos sigue siendo el problema
entre una parte de la realidad y la realidad como un todo: de manera que el problema se
traduce en investigar cómo se presenta el arte dentro de la realidad, es decir, cuáles son las
cualidades que distinguen a los fenómenos artísticos dentro del mundo de los fenómenos; o
bien, de qué manera obra y actúa la realidad del arte en el ámbito de una realidad que no
podemos considerar como inmóvil y constante (...)” 102.
“(...) el arte está en relación con toda la serie de fenómenos producidos por la voluntad y por
la mano del hombre; en consecuencia, lo estará con todo aquello que englobamos dentro del
término que tiene su raíz común con la raíz del arte: artificial. La problemática del arte es, sin
lugar a dudas, un aspecto de la problemática del hacer (…) el arte representa un aspecto
preponderante, de supremacía: no es sólo un hacer, sino un hacer bien, mejor, un hacer
óptimo, y aunque está necesariamente ligado al desarrollo histórico y es susceptible de pasar
por diversos períodos, se lo debe tomar como un valor independiente de los ciclos que
responden a la evolución histórica (...)” 102-103.
“(...) el arte puede darse nada más que en el ámbito de lo factible, y que el hacer con arte es el
hacer según una cierta razón, es decir, según un proyecto que, situándose como momento
preliminar del valor, garantiza una indefinida prolongación de la validez del valor en sí mismo
(…) Con esta premisa, el problema de la relación entre arte y realidad se traduce en una
relación entre arte y naturaleza, o lo que es lo mismo, entre “artificial” y “natural”, como
componentes (…) de la realidad: de manera que el problema es el problema de una dialéctica o
de una dinámica interna de la realidad (…) la relación se reduce entonces a la existencia entre
un esquema dado -la naturaleza-, que sólo puede expresarse en términos de historia, y un
obrar o un actuar -el arte- que puede conducir a una modificación radical de ese esquema”.
103.
“(...) llevado el arte a la categoría del hacer (…) se vuelve a presentar (…) el problema de la
relación entre el arte y los hechos de la percepción. Ninguna obra de arte figurativo se da de
una manera distinta a la de la percepción. Una obra figurativa realiza valores que deben ser
percibidos y, de no ser así, los valores dejan de existir; además, sin la percepción no se da
aquello que llamamos goce o el consumo de la obra de arte por parte de la sociedad (…) El
hecho de que, para existir como valor estético la obra de arte deba ser percibida, indica ya que
está en relación con el mundo de la percepción (...)” 103.
“(...) habíamos dicho que el arte es un hacer: por lo tanto, debemos explicar la relación entre
el ver y el hacer y además señalar por qué ese hacer, el arte, exige un fundamento y un éxito
en el arte de “ver”. 103.
“(...) Sabemos que el ver o el percibir no es un acto simple, sino complejo, que implica un
proceso controlable a través de sus fases; y sabemos que la percepción está influida por las
condiciones del sujeto, siendo estas condiciones de cultura o educación históricamente
determinadas. El ver es, pues, una condición de la realidad y actualidad del hacer. Muchas
acciones, tal vez todas, exigen una seguridad de la situación espacial en la cual deben actuar;
sin embargo, esta percepción es distinta de la que recibimos en el momento del obrar.
Solicitados por las exigencias prácticas del hacer, y por su finalidad, no vemos más el espacio
como estructura fija, sino como conjunto de funciones (...)” 104.
“(...) el problema adquiere proporciones mayúsculas cuando se piensa que el ver está, ad
antiquo, colocado en una relación inmediata con el conocer, y el hacer, con la actitud moral. Es
legítimo preguntarse entonces si la relación entre el ver y hacer (…) no aborda por ventura la
delicada relación entre el conocer y el actuar (...)” 104.
“(…) En los períodos que llamamos clásicos, es decir, en aquellos en los cuales (…) el arte se
presenta como un conocimiento positivo del mundo, el acto de ver está considerado como una
totalidad en la que se han agotado todas las experiencias (…) ese período marca justamente el
triunfo de la vida activa sobre la contemplativa; pero si se acepta que la naturaleza es obra de
Dios y que en Él se comprendía toda posibilidad de experiencia, está claro que el hacer
artístico se justifica plenamente sobre la base de la experiencia visual. Pero partiendo de esa
premisa, y admitiendo que cada experiencia está implícita en la voluntad que ha creado el
universo y providencialmente lo sostiene, resultará que cada hacer será siempre un rehacer y
no se podrá hacer nada que no esté ya escrito en aquel proyecto providencial”. 104.
“Nace entonces (…) el concepto de arte como imitación o mímesis, y el proceso que hace
posible la mímesis o la representación será siempre un rehacer y no un hacer: un rehacer (…)
del acto divino, del que se piensa que ha nacido el mundo (…) puede admitirse también la
hipótesis contraria: o sea, que la experiencia no se da a priori y que yo debo construirla a
través de un proceso de investigación que no se cumple sin un acto de voluntad, el cual, a su
vez, es ya un hacer o por lo menos una intención, un proyecto del hacer (…)” 105.
“(…) ¿qué es lo que me da (…) el mundo visible? Nada más que un esbozo, un fragmento, un
dibujo que yo debo completar y definir; una especie de mapa del cual conozco sólo algunas
partes. Pero después de hacer dilucidado esas líneas, que indican el camino histórico de la
humanidad, no me queda otra guía para proseguir el camino que debo cumplir que la
experiencia de lo ya realizado (…)” 105.
“(…) Lo único que sé, es que realizo una experiencia; sé que mientras la realizo se me ofrecen
posibilidades. Cuando ya no pueda proseguir no tendré otras posibilidades: estaré muerto.
Pero en esta realidad que se da sólo fragmentariamente, cada fragmento es al mismo tiempo
él mismo y el indicio de su propia limitación (…) Esta realidad que se da solamente en forma
fragmentada no puede satisfacer (…) el impulso interior que me lleva a conocer y actuar; pero
denunciando constantemente mi limitación, me incitará a sobrepasarla, a descubrir más allá
del límite del fragmento un signo que traicione la realización y permanencia de la realidad en
el tiempo y en el espacio”. 105.
“(…) donde ese signo, que el arte moderno trata de reducir a una esencialidad semántica por
demás rigurosa, es también acto. Es percepción, pero una percepción que lleva en sí misma el
principio y el ímpetu del hacer (…)”. 106.
“El descubrimiento de la identidad “signo-acto” (…) se debe a la generación que trabajó
durante la primera posguerra (la que comprende a Mondrian, Kandinsky, Klee). El momento
culminante de la crisis (…) el paso más allá de la crisis, y tal vez en un terreno todavía más
minado, es aquello que se llama informalismo (…)” 106.
“(…) En el mundo histórico en que vive el hombre moderno ya no se elige entre lo mejor y lo
peor. Cada palabra pronunciada es una verdad absoluta o una mentira. Pero cuanto más se
acerca Mondrian a aquella que para él es la verdad (…) se presenta con mayor evidencia la
oscuridad más profunda. De nada vale tratar de difundir esa luz; resulta mejor intensificarla en
ese único punto, sobre ese núcleo de verdad en estado puro, que se supone que persiste en el
centro mismo de la conciencia. Mondrian desea y logra salvar una pequeña e infinitamente
preciosa verdad matemática del terror y el desorden (…)” 106.
“El preciosismo a priori para poder sobrevivir en medio de esta trágica condición de la
conciencia debe ocultarse y confundirse (…) en el mundo caótico, confuso y carnavalesco de
las apariencias. Para salvar el nóumeno, Mondrian debe transformarlo en fenómeno; para
salvar el “ser”, debe transformarlo en “existir”, tomar el dasein por lo menos la huella, el
reflejo del sein. En su pintura, el signo (…) es el signo del programa, de la utopía; pero en su
destacada pesantez, en su casi dolorosa gravedad, está indicando que en las condiciones
históricas actuales la utopía es todavía es la más concreta de las realidades morales”. 106-107.
“(…) Kandinsky busca en el mismo signo una identidad entre valor fenoménico y valor
espiritual del signo, identificando la imagen auténtica del hic et nunc, el signo de igualdad
última puesto entre el espacio y el tiempo, la cantidad y la calidad. Su ideal es todavía el de
llegar a comprender, en el fragmento o en el signo, la realidad infinita, y dentro de una
certidumbre limitada, la dimensión ilimitada de lo posible. La certidumbre de espacio y tiempo
que adquiere el signo en Kandinsky es la contraparte de lo ilimitado (…) que se expresa en
efecto con la determinación de un espacio que no es ya proporcional ni dimensional, sino
direccional”. 107.
“Klee (…) busca una nueva figuración de la historia: toda la historia de la humanidad y toda la
prehistoria deben compendiarse en la historia y la prehistoria del individuo (…) más que de
historia sería más justo hablar de experiencia, de Erlebnis. Proposición que resulta
extremadamente dramática, porque en esta tentación de condensar y ejemplificar en la
“historia-prehistoria” del individuo la “historia-prehistoria” de la humanidad, Klee intenta
resolver desesperadamente el problema de la calidad (…) y de la cantidad (…) Toda su obra
aparece entonces como una negación; termina irremediablemente en un continuo, claro y
sereno descubrimiento, o mejor aún, en una identificación de la muerte (…)” 107.
“(…) Mondrian, Kandinsky y Klee trabajaron en la otra posguerra, cuando se pensaba y se tenía
la ilusión de poder salir de un desorden y un dolor precoces (…) en procura de una armonía
universal en la realidad histórica de cada país y de sus sólidas relaciones. Los tres pintores
quisieron ofrecer al mundo propuestas o programas de reforma: sacrificaron conscientemente
el esprit de finesse por el esprit de géometrie con el cual se hacen las revoluciones (…)” 107.
“(…) cuando Hartung inicia la etapa más significativa de su labor pictórica, la situación es
marcadamente (…) dramática: la amenaza nazi sobrevuela la civilización europea. Esta es la
causa concreta, histórica y no metafísica de la angustia: de la determinación histórica de
aquella angustia que desde hacía mucho los filósofos reconocían como condición típica del
hombre, y en particular del hombre moderno. El signo de Hartung, entonces, no se origina en
una tesis espacial, ni se encuadra dentro de un programa. Es en pintura, exactamente lo
mismo que una hipótesis en el campo científico: una proposición que no se demuestra
abstractamente como verdad o no, son que vale por su funcionalidad operativa (…)” 107-108.
“El peligro al que indiscutiblemente se expone Hartung es el peligro del acto como mera
afirmación de existencia: es sabido que no todo el hacer es moral, pero sí es moral el hacer
que se debe hacer. En la pintura de Hartung no hay que buscar una forma de libertad, sino de
necesidad; éste es su contacto con la realidad, que es siempre una necesidad (…) cada signo
señala realmente, es decir, crea con su sola fuerza visual un campo dentro del cual ejercita
positivamente una fuerza. Crea una dimensión espacio-temporal, determina una situación
concreta de existencia (…) su pintura a base de signos nos persuade acerca de la total e
irrevocable asimilación de todo acto, gesto o pensamiento a la forma o al rostro del mundo, es
decir, a la realidad (…)” 108.
“(…) Creo que el arte moderno no busca otra cosa que ésta: formular hipótesis formales que
permitan proseguir la experiencia de sobrevivir, de estar, sea como fuere, dentro de la
realidad, con todas las dificultades que ello trae aparejado”. 108.
“(…) cuanto más alejado se está de la naturaleza, que es esquema y noción, tanto más se
penetra en la realidad, que s movimiento y problema. Queremos ser realistas porque somos
reales, pero realismo no es, por cierto, la representación o la objetivación del mundo exterior.
Representar la realidad significa objetivarla, colocarse por lo tanto fuera de ella, estableciendo
una distinción como la que se produce entre el sujeto y el objeto: el naturalismo ha sido, y será
siempre, antirealistico”. 109.
“Realismo no significa (…) representar objetivamente la realidad o interpretarla, sino estar
dentro de la realidad; dentro de la realidad histórica y social, no menos que dentro de la
realidad natural, dentro de la realidad no sensible, no menos que dentro de aquella
aprehendida a través de los sentidos. El único realismo que le cabe al arte es un realismo
moral capaz de penetrar profundamente en el hacer artístico, que suponga una intervención
positiva dentro de una situación determinada. Si no se tiene una percepción viva y realista de
la situación histórica no se puede intervenir aportando una acción efectiva (…)” 109.
“(…) No hay que creer (…) que todo el esfuerzo del arte moderno está dirigido a representar
aspectos de la realidad que escapan simplemente a la percepción sensorial, o que (…) no
estamos acostumbrados a percibir, porque resultan poco importantes a los fines de la acción
humana. De ser así, el arte seguiría siendo imitación, mímesis. Lo que interesa dejar sentado es
que, desde el momento en que me decido a intervenir en la sociedad por medio de una acción
tendiente a producir ciertos efectos (…) no puedo evitar que se modifique la noción misma del
mundo en relación con las necesidades, las direcciones, el ritmo de la acción”. 109.
“(…) Reflexionamos un poco acerca de la crisis en que la civilización moderna ha sumido al
arte, privándolo de casi todas sus funciones tradicionales, desarrollando una técnica distinta
de aquella con la cual el arte siempre había evolucionado, instituyendo mitos que no son
capaces de crear ritos artísticos, ideales que no tienen símbolos formales, sentimientos que no
son, de ninguna manera, Naturgefuehle”. 110.
“Lo que el artista trata de preservar o rescatar es la supervivencia de ciertos valores y, con
ellos, la justificación ética del propio obrar. No creo en la crisis de los valores, pero sí creo en
su continua transformación, y compruebo que ésta se cumple en la actualidad según un
proceso más expedito: estar en la realidad significa transformar rápida y radicalmente los
procesos tradicionales del arte”. 110.
“(…) Como otros intelectuales, los artistas modernos están apostando a una sola carta, con
mucho coraje y determinación, el destino de todos aquellos valores que forman el patrimonio
de la humanidad. Tratan de descubrir en qué condiciones (…) dichos valores podrán sobrevivir
y heredarse. Pero creo que inclusive en este juego del todo por el todo (…) se está realizando
la profunda verdad ética del arte moderno”. 110.