136
GIOVANNI GUARESCHI EL PEQUEÑO MUNDO DE DON CAMILO Traduccion de Fernando Anse!i T"#uo Ori$ina% Mondo Piccoo &Don Ca!io& Edici'n Ori$ina% ()*+ Edición Electrónica: 2008 INDICE Semblanza de Giovanni Guareschi El “Pequeño Mundo !"# $%"&ES'(" E) *#!+'SM% )# P,%$)#M# PE,SE$!$'(" ES$!E)# "%$+!,"# E" -E.#.% '"$E".'% .%)%S% E) +ES%,% ,'-#)'.#. E/PE.'$'(" P!"'+'-#

Giovanni Guareschi (Don Camilo)

Embed Size (px)

DESCRIPTION

Literatura

Citation preview

GIOVANNI GUARESCHIEL PEQUEO MUNDO DE DON CAMILO Traduccion de Fernando AnselmiTtulo Original: Mondo Piccolo "Don Camilo"Edicin Original: 1948 Edicin Electrnica: 2008

INDICESemblanza de Giovanni GuareschiEl Pequeo MundoUNA CONFESINEL BAUTISMOLA PROCLAMAPERSECUCINESCUELA NOCTURNAEN VEDADOINCENDIO DOLOSOEL TESORORIVALIDADEXPEDICIN PUNITIVALA BOMBAEL HUEVO Y LA GALLINAGRAFFITILA VUELTA AL REDILLA DERROTAEL VENGADORNOCTURNO CON CAMPANASHOMBRES Y ANIMALESLA PROCESINEL MITINA ORILLAS DEL ROMATERIA BRUTALA CAMPANAMIEDOSIGUE EL MIEDOHOMBRES DE BUENA VOLUNTAD

Otras Obras Recomendadas

Leonardo CastellaniSemblanza y Antologa Armando Palacio ValdsLa Novela de un Novelista

Semblanza de Giovanni GuareschiGiovanni Guareschi en realidad fue bautizado como Giovannino Oliviero Giuseppe Guareschi despus de nacer un 1 de mayo de 1908 en Fontanelle di Roccabianca, Parma, Italia del Norte. A lo largo de su vida, Guareschi a veces resalt la irona de que a un hombre tan corpulento como l lo bautizasen con un diminutivo. Fue el hijo de un pequeo empresario y de una maestra.Sea como fuere, cuando Giovanni era todava un Giovannino de pleno derecho y por causa de la profesin de su madre, pas mucho tiempo de sus aos preescolares al cuidado de su abuela materna. Fue de ella que aprendi muchas de las historias de las gentes del valle del Po. Luego, a la edad reglamentaria de 6 aos, comenz su escolaridad y todo fue bien hasta 1918 cuando su padre decidi que el buen estudiante habra de ser un ingeniero naval.Giovannino fue, pues a la Escuela Tcnica en dnde, segn sus propias palabras: Pas un tiempo terrible tratando de entender lo que los instructores estaban enseando, teniendo en cuenta el hecho de que, por mi parte, no tena absolutamente ningn inters en lo que enseaban. Despus de dos difciles aos, sus padres admitieron, por fin, que sa no sera la carrera del hijo y Giovannino ingres en un instituto de letras y humanidades en dnde comenz a familiarizarse con los clsicos y a destacarse como uno de los mejores alumnos. Por desgracia, Italia pasaba momentos econmicamente muy difciles por aquella poca. Durante la dcada de los 1920 muchas familias se vieron ante severos problemas. Los Guareschi, lamentablemente, llegaron a la bancarrota total con el colapso financiero de 1926 y Giovannino tuvo que interrumpir sus estudios para trabajar y ayudar a la supervivencia familiar. Con el tiempo, sin embargo, termin sus estudios secundarios e ingres a la Universidad de Parma, pero tuvo que abandonar sin graduarse. Ejerci toda una serie de trabajos diferentes antes de establecerse como escritor. Sus primeros xitos los obtuvo en Miln. All colabor con el semanario Bertoldo. Eran los aos 1930 y comienzos de los 40, bajo el rgimen de Mussolini y el ambiente poltico no era precisamente el ms favorable para que Guareschi mostrara la vena de irona poltica que lo caracterizara muchos aos ms tarde. Sin embargo, sus dibujos caricaturescos y sus artculos en Bertoldo no carecieron de una fuerte mordacidad, nada simptica a las autoridades constituidas. No obstante, as y todo, aparte de sus trabajos publicados en el semanario, durante esta poca public un libro de dibujos y varias novelas.En 1940, con la Segunda Guerra Mundial ya envolviendo a Europa, Guareschi se cas con Ennia Pallini y tuvo su primer hijo, Alberto. Tres aos ms tarde, a pesar de que haba ya cumplido con el servicio militar obligatorio y su mujer estaba esperando su segundo hijo, fue llamado nuevamente a las armas. Pero, a poco de haberse presentado y enviado al frente, tanto l como miles de otros italianos terminaron siendo vctimas de un casi increble capricho del destino. Al principio pareci que los eventos podran serle favorables. Mussolini fue derrocado y el nuevo gobierno italiano firm un acuerdo para el cese de hostilidades. Pero los soldados italianos del frente, en lugar de volver a casa, fueron prcticamente abandonados a su suerte. Sus aliados alemanes, no sabiendo en realidad muy bien qu hacer con ellos, les dieron la oportunidad de unirse al ejrcito alemn. Quienes rechazaron la oferta fueron internados en campos de prisioneros en calidad de internados militares; una denominacin que a los efectos prcticos los colocaba en una especie de limbo jurdico ya que, al no ser prisioneros de guerra en un sentido estricto, la Convencin de Ginebra no amparaba su cautiverio. Sufrieron mucho. Guareschi perdi la mitad de su peso normal. Ms tarde resumi el secreto de su supervivencia en una frase que lleg a hacerse famosa. Se jur a si mismo: No morir ni aunque me maten.Pas dos aos internado por los alemanes y la experiencia lo marc para toda la vida. An prisionero, nunca dej de escribir ni de dibujar. Registr sus melanclicas reflexiones en su diario personal y compuso obras divertidas para levantar la moral de sus compaeros de infortunio. Cuando la guerra termin, su esperanza ms ferviente consisti en que hombres como l y como sus compaeros internados, participasen activamente en la construccin de una nueva Italia. En el campo de prisioneros haban demostrado que, a pesar de carecer de toda clase de comodidades y posibilidades materiales, era posible crear un entorno civilizado y hasta culto. Esa experiencia bien podra trasladarse a la Italia entera y, con esa esperanza, Giovanni Guareschi regres a casa.Vuelto a Miln en 1945 se dedic a recuperar fuerzas y a restablecer su presencia literaria. El Bertoldo haba desaparecido con la guerra pero Guareschi reagrup a los que quedaban del antiguo equipo y sali al combate con una nueva publicacin: el Candido. Al igual que su antecesor, el Candido traera en sus pginas obras literarias, dibujos, caricaturas y comentarios. Pero con una diferencia importante: esta vez la orientacin hacia la crtica poltica fue abierta y directa.Y haba muchos temas a tratar. La situacin poltica italiana hacia el final de la guerra era poco menos que catica. Formalmente, el pas se haba retirado del conflicto pero, la paz no se estableci en forma inmediata. El lugar de la guerra externa lo ocup rpidamente una feroz lucha poltica interna. Incluso cuando el nuevo gobierno italiano se estableci en Roma, en 1943, el derrocado Mussolini y algunos de sus partidarios establecieron un gobierno paralelo en el Norte. Grupos rivales, mayormente compuestos por comunistas y socialistas, surgieron para combatir y desplazar a los fascistas remanentes, pero de ninguna manera todos estos grupos tenan el mismo objetivo. Desaparecido el fascismo, no tardaran en pelearse entre ellos.Entre las cosas importantes a decidir en Italia despus de la Segunda Guerra Mundial se encontraba el destino de la monarqua que hasta ese momento, al menos nominalmente, haba regido al pas. Un referndum llevado a cabo en 1946 convirti al Reino de Italia en la actual Repblica Italiana. Guareschi y su publicacin haban apoyado, sin xito, la causa monrquica, pero los acontecimientos forzaron al Candido a seguir en la lucha. Dos aos ms tarde la nueva repblica realizara sus primeras elecciones generales y Guareschi puso sus habilidades propagandsticas al servicio de su segunda mejor opcin: los demcrata-cristianos. De ellos esperaba que, al menos, mantuviesen a Italia fuera de la rbita de los comunistas de Stalin, y esta vez tuvo mejor suerte. En 1948, Alcide De Gasperi con su Partido Demcrata Cristiano derrotaba a los comunistas en las elecciones nacionales; una victoria en la cual la participacin de Guareschi se consider decisiva. La batera de herramientas que Guareschi utiliz para poner a De Gaspieri en el poder estuvo constituida por dibujos, lemas polticos, editoriales . . . y un libro.El libro se titulaba Mondo piccolo: Don Camilo y era una coleccin de historias publicadas en el Candido que relataban en clave de humor las desventuras del pintoresco cura prroco de un pequeo pueblo del Norte italiano que est obligado a vrselas con el hecho de que el alcalde de la poblacin es un furibundo comunista. En su casi imposible gesta contra el camarada Peppone, Don Camilo, el curita audaz y poco convencional, es asistido nada menos que por el Cristo del altar con el cual establece frecuentes y muy francos dilogos. Si bien las historias de Don Camilo, en un sentido estricto, pertenecen al mbito de la ficcin, reflejan sin embargo una situacin muy real. Y, ms all de eso, ms all de satirizar los exabruptos de una izquierda ms verborrgica y declamatoria que real, cada episodio trasluce un fondo de genuino cario y comprensin hacia absolutamente todos los personajes ilustrados. Seguramente esta estupenda y muy bien equilibrada mezcla de crtica satrica y benevolente humanismo fue lo que convirti al libro no slo en una poderosa herramienta de propaganda sino en un best seller internacional.El considerable xito obtenido, sin embargo, no cambi a su autor. Sigui utilizando las pginas del Candido no solamente para criticar al comunismo italiano sino que, con el tiempo, incluso puso bajo la lupa a su propio partido cuando ste se desvi de los objetivos que todos haban esperado. Lo importante es tener en cuenta que, en la Italia de postguerra, esto no careca de serios riesgos desde el momento en que la crtica abierta a funcionarios del gobierno se hallaba prohibida por ley. Pero, a pesar de que Guareschi provocaba y hasta irritaba a importantes figuras a derecha e izquierda del espectro poltico, Don Camillo y Peppone tanto desde el libro como desde el cine siguieron deleitando a un pblico cuyo espectro iba desde campesinos hasta a Papas. Porque, con el tiempo, los personajes saltaron del papel a la pantalla en una serie de pelculas con Fernandel y Gino Cervi como intrpretes principales.Pero la poltica no fue la nica pasin de Guareschi. La otra fue su propia familia. En otra serie de historias, relatadas con el mismo buen humor y el mismo cario, relat las aventuras y desventuras de una familia italiana, tomando a la suya propia de modelo. Hacia principios de los 1950 los Guareschi se mudaron al pueblo de Roncole Verdi dnde construyeron una casa diseada por el propio jefe de familia. Si bien la idea fue la de alejarse de la gran ciudad, no por ello signific una retirada de la arena pblica. En un estudio, especialmente previsto en el diseo de la nueva casa, siguieron naciendo continuos aportes al Candido. Y en 1954, los burcratas de la partidocracia italiana se cobraron su venganza. Guareschi haba publicado cartas intercambiadas durante la guerra entre Alcide De Gasperi (el mismo al que haba ayudado a acceder al poder) y el comando britnico. En ellas, De Gasperi instaba a los Aliados a bombardear a Roma a fin de desmoralizar a los colaboracionistas alemanfilos y acelerar el fin de la contienda. Por supuesto, De Gasperi neg la autenticidad de las cartas y los jueces italianos, muy convenientemente, le creyeron y fallaron en contra de Guareschi. Pero, convencido de la autenticidad de sus fuentes, el condenado no se retract y la corte lo envi a prisin.Estuvo en ella ms de un ao 14 meses y, segn su propio testimonio, aquello fue peor que el Lager alemn. Al principio ni siquiera le permitieron escribir y tuvo que pasar los das realizando actividades intrascendentes y rutinarias. Una vez liberado, con el tiempo empez a tener problemas de salud. A partir de 1956 pas varios meses en Suiza y, al ao siguiente, renunci al puesto de director de Candido aunque sigui contribuyendo artculos y hasta comenz con una actividad nueva: compr un caf en la localidad de Roncolle y la regente l mismo.A principios de los aos 1960, sin embargo, su actividad merm, En 1961, la empresa que haba publicado el Candido durante 15 aos finalmente tuvo que ceder a la presin poltica de la izquierda y ces de aparecer. Fue un duro golpe para Guareschi y, en 1962, sufri su primer infarto cardaco. La recuperacin llev su tiempo. Golpeado, pero no derrotado, el hombre expandi su otro negocio y, en 1964, le agreg un restaurante al caf original. Tambin continu escribiendo por supuesto, pero gran parte de sus ltimos trabajos estn fuertemente teidos de melancola. Senta que la nueva Italia no estaba desarrollndose nada bien. An despus de que la ofensiva comunista amain en los aos posteriores a Stalin, los espectros gemelos del Modernismo y la Opulencia (con el apndice del Permisivismo unido a sta ltima) se levantaban oponindose a la clase de sociedad con la que haban soado muchos en los das inmediatamente posteriores al fin de la Segunda Guerra Mundial.La voz de Giovanni Guareschi se dej de or a causa de un infarto cardaco fatal el 22 de julio 1968. Tena tan slo 60 aos y lo principal de su carrera haba durado tan slo 20. Pero sus obras siguen hablando y seguramente lo seguirn haciendo por mucho tiempo ms. Porque hay en ellas dos cosas que merecen la inmortalidad. Por de pronto, esa sabidura profunda que nos hace capaces de rernos del absurdo an cuando al final terminemos teniendo que rernos de nosotros mismos y simultneamente la para nada menor sabidura de mirar al mundo con cario para poder luego emitir la nica crtica que vale la pena: la que se hace con amor.

El Pequeo Mundo

DE JOVEN, yo trabajaba de cronista en un diario y daba vueltas en bicicleta todo el da en busca de sucesos que contar.Despus conoc a una muchacha, y entonces pasaba los das pensando cmo se habra comportado esa muchacha si yo me hubiera vuelto emperador de Mjico o si me muriese. De noche llenaba mis carillas inventando sucesos y stos gustaban bastante a la gente porque eran mucho ms verosmiles que los verdaderos.En mi vocabulario tendr ms o menos doscientas palabras, y son las mismas que empleaba para relatar la aventura del viejo atropellado por un ciclista o del ama que se haba rebanado la yema de un dedo pelando papas.As que, nada de literatura o de cualquier otra mercadera semejante: en este libro soy ese cronista de diario y me limito a referir hechos de crnica. Cosas inventadas y por eso tan verosmiles que me han ocurrido un montn de veces escribir una historia y a los dos meses verla repetirse en la realidad. En lo que no hay nada de extraordinario. Es una simple cuestin de razonamiento: uno considera el tiempo, la estacin, la moda y el momento psicolgico y concluye que, siendo las cosas as, en un ambiente equis, puede suceder tal o cual acontecimiento.Estas historias, pues, viven en un determinado clima y en un determinado ambiente. El clima poltico italiano de diciembre de 1946 a diciembre de 1947. La historia, en suma, de un ao de poltica.El ambiente es un pedazo de la llanura del Po: y aqu debo precisar que, para m, el Po empieza en Plasenza. Que de Plasenza hacia arriba sea siempre el mismo ro, no significa nada: tambin la Va Emilia de Plasenza a Miln, es al fin y al cabo el mismo camino; pero la Va Emilia es la que va de Plasenza a Rmini.Sin duda no se puede hacer un parangn entre un ro y una carretera porque los caminos pertenecen a la historia y los ros a la geografa.Y con eso?La historia no la hacen los hombres, sino que la soportan, como soportan la geografa. Y la historia, por lo dems, est en funcin de la geografa.Los hombres procuran corregir la geografa horadando montaas y desviando ros, y obrando as se ilusionan de dar un curso diverso a la historia, pero no la modifican absolutamente, ya que un buen da todo ir patas arriba: las aguas engullirn los puentes, rompern los diques e inundarn las minas; se derrumbarn las casas y los palacios y las chozas, la hierba crecer sobre las ruinas y todo retornar a ser tierra. Los sobrevivientes debern luchar a golpes de piedra con las fieras y volver a empezar la historia.La acostumbrada historia.Despus, al cabo de tres mil aos descubrirn, sepultado bajo cuarenta metros de fango, un grifo del agua potable y un torno de la Breda de Sesto San Giovanni y dirn: "Miren qu cosas!".Y se afanarn para organizar las mismas estupideces de los lejanos antepasados, porque los hombres son criaturas desdichadas condenadas al progreso, el cual tiende irremediablemente a sustituir el viejo Padre Eterno por las novsimas frmulas qumicas. Y de este modo, al final, el viejo Padre Eterno se fastidia, mueve un dcimo de milmetro la ltima falange del meique de la mano izquierda, y todo el mundo salta por los aires.As, pues, el Po empieza en Plasenza y hace muy bien, porque es el nico ro respetable que existe en Italia y los ros que se respetan a s mismos se extienden por la llanura, pues el agua es un elemento hecho para permanecer horizontal y slo cuando est perfectamente horizontal el agua conserva entera su natural dignidad. Las cascadas del Nigara son fenmenos de circo, como los hombres que caminan sobre las manos.El Po empieza en Plasenza, y tambin en Plasenza empieza el Mundo Pequeo de mis historias, el cual est situado en aquella lonja de llanura que se asienta entre el Po y los Apeninos."... el cielo es a menudo de un hermoso color azul, como doquiera en Italia, salvo en la estacin menos buena en que se levantan espessimas nieblas. El suelo en su mayor parte es amable, arenoso y fresco, algo duro yendo hacia el norte y a veces francamente arcilloso. Una lujuriosa vegetacin tapiza el territorio, que no presenta un palmo despojado de verdor, el cual procura extender su dominio hasta sobre los anchos arenales del Po."Los campos de ondulantes mieses, rayados doquiera por las hileras de vides casadas con los lamos, coronados en sus trminos por crinadas moreras, muestran la fertilidad del suelo... Trigo, maz, copia de uvas, gusanos de seda, camo, trbol, son los principales productos. Crece bien cualquier linaje de plantas, y mucho prosperaban antao los robles y toda suerte de frutos. Tupidos mimbrerales erizan las riberas del ro, a lo largo del cual, ms en el pasado que ahora, verdeaban anchos y ricos bosques de lamos, aqu y all intercalados de alisos y sauces, o hermoseados por la olorosa madreselva, que abrazando las plantas forman chocitas y pinculos salpicados de coloridas campanillas."Hay muchos bueyes, ganado porcino y aves de corral, acechadas stas por la marta y la gardua. El cazador descubre no pocas liebres, presa frecuente de los zorros; y en su tiempo, hienden el aire codornices, trtolas, perdices de plumaje entrecano, becadas que picotean el terreno convirtindolo en criba, y otros voltiles transentes. Sueles ver en el espacio bandadas de estorninos y de nades, que en invierno se extienden sobre el Po. La gaviota blanquecina centellea atenta sobre sus alas; luego se precipita y atrapa el pez. Entre los juncos se esconde el multicolor alcin, la canastita, la polla de agua y la astuta flica. Sobre el ro oyes pinzones, divisas garzas reales, chorlitos, avesfras y otras aves ribereas; rapaces halcones y gigantescos cerncalos, terror de las cluecas, nocturnos mochuelos y silenciosos bhos. Algunas veces fueron admiradas y cazadas aves mayores, tradas por los vientos de extraas regiones, por encima del Po o aquende los Alpes. En aquella cuenca te punzan los mosquitos ("de fangosas charcas sus antiguos layes cantan las ranas"), pero en las luminosas noches del esto el hechicero ruiseor acompaa con su canto suavsimo la divina armona del universo, lamentando quiz que otra semejante no venga a endulzar los libres corazones de los hombres."En el ro, rico en peces, culebrean los barbos, las tencas, los voraces lucios, las argentadas carpas, exquisitas percas de rojas aletas, lbricas anguilas y grandes esturiones que, a veces, atormentados por pequeas lampreas, remontan el ro , de un peso hasta de ciento cincuenta y ms kilogramos cada uno.... Sobre las playas del ro yacen los restos de la villa de Stagno, un da muy extensa, ahora casi enteramente tragada por las aguas. En el ngulo donde la comuna toca Stirone, cerca del Taro, est la aldea de Fontanelle, soleada y esparcida. All donde la carretera provincial se cruza con el dique del Po est el casero de Ragazzola. Hacia el oriente, donde la tierra es ms baja, se alza el pueblecillo de Fossa y la apartada aldehuela de Rigosa, humilde y arrinconada entre olmos y lamos y otros rboles, no lejos del lugar donde el arroyo Rigosa desagua en el Taro. Entre estas aldeas se ve Roccabianca... "FRANCISCO LUIS CAMPARI Un castillo del parmesano a travs de los siglos (ed. Battei, Parma, 1910)Cuando releo esta pgina del notario Francisco Luis Campari, me parece verme convertido en un personaje del paraje que l relata, porque yo he nacido en esa aldea "soleada y esparcida".El pequeo mundo de Un Mundo Pequeo no vive, all, sin embargo; no est en ningn sitio fijo. El pueblo de Un Mundo Pequeo es un puntito negro que se mueve con sus Peppones y sus Flacos a lo largo del ro en aquella lonja de tierra que se halla entre el Po y los Apeninos; pero ste es el clima; el paisaje es ste. Y en un pueblo como ste basta pararse en el camino a mirar una casa campesina, ahogada entre el maz y el camo, y enseguida nace una historia.* * * * * * * * * * * * * * * * *Yo viva en Bosque Grande, en la Bassa. As la llaman a la llanura del valle del Po: la Bassa (la Tierra Baja). Viva con mi padre, mi madre y once hermanos. Yo, que era el mayor, tocaba apenas los doce aos, y Quico, que era el menor, apenas contaba dos. Mi madre me daba todas las maanas una cesta de pan y un saquito de miel de castaas dulces; mi padre nos pona en fila y nos haca decir en voz alta el Padrenuestro; luego marchbamos con Dios y regresbamos al anochecerNuestros campos no acababan nunca y habramos podido correr todo el da sin salir de sus lindes. Mi padre no hubiera dicho una palabra si le hubisemos pisoteado una hectrea de trigo en brote o si le hubisemos arrancado una hilera de vides. Sin embargo, siempre salamos, y no nos sobraba el tiempo para nuestras fechoras. Tambin Quico, que tena dos aos, la boca pequeita y rosada, los ojos grandes, de largas cejas, y ricitos que le caan sobre la frente como a un angelito, no dejaba escapar un ganso cuando lo tena a tiro.Todas las maanas, a poco de haber partido nosotros, llegaban a nuestra granja viejas con canastos llenos de anserinos, pollas y pollitos asesinados, y mi madre por cada cabeza muerta daba una viva. Tenamos mil gallinas escarbando por nuestros campos, pero cuando queramos poner algn pollo a hervir en la olla, era preciso comprarlo.Mi madre, entre tanto, segua cambiando ansarones vivos por ansarones muertos.Mi padre pona cara seria, se ensortijaba los largos bigotes e interrogaba rudamente a las mujerucas para saber si recordaban quin de los doce haba sido el culpable.Cuando alguna le deca que haba sido Quico, el ms pequen, mi padre se haca contar tres o cuatro veces la historia, y cmo haba hecho para tirar la piedra, y si era una piedra grande, y si haba acertado el ganso al primer tiro.Estas cosas las supe mucho tiempo despus; entonces no nos preocupaban. Recuerdo que una vez, mientras yo, despus de haber lanzado a Quico contra un ganso que se paseaba como un estpido por un pequeo prado pelado, estaba apostado con mis otros diez hermanos detrs de unas matas, vi a mi padre a veinte pasos de distancia, fumando su pipa a la sombra de una gruesa encina.Cuando Quico hubo despachado el ganso, mi padre se march tranquilamente con las manos en los bolsillos, y yo y mis hermanos dimos gracias al buen Dios.No se ha dado cuenta dije en voz baja a mis hermanos. Pero entonces yo no poda comprender que mi padre nos haba seguido toda la maana, ocultndose como un ladrn, nada ms que para ver cmo Quico mataba los gansos.Pero me estoy saliendo del sembrado. Es el defecto de quien tiene demasiados recuerdos.Debo decir que Bosque Grande era un pueblo donde nadie mora, por virtud del aire extraordinario que all se respiraba. En Bosque Grande, por lo tanto, pareca imposible que un nio de dos aos pudiera enfermarse. Sin embargo, Quico enferm seriamente. Una tarde, a tiempo ya de regresar a casa, Quico se ech repentinamente al suelo y comenz a llorar. Al cabo de un rato dej de llorar y se qued dormido. No hubo modo de despertarlo. Lo alc en brazos y sent que arda. Pareca de fuego. Todos entonces tuvimos un miedo terrible. Caa el sol, y el cielo estaba negro y rojo; las sombras se hacan largas. Abandonamos a Quico entre los pastos y huimos gritando y llorando como si algo terrible y misterioso nos persiguiera.Quico duerme y quema!... Quico tiene fuego en la cabeza! solloc cuando llegu donde estaba mi padre.Mi padre, lo recuerdo bien, descolg la escopeta de doble cao de la pared, la carg, se la puso bajo el brazo y nos sigui sin hablar. Nosotros bamos apretados alrededor de l, ya sin miedo, porque nuestro padre era capaz de fulminar un lebrato a ochenta metros. Quico, abandonado en medio de las oscuras hierbas con su largo vestidito claro y sus bucles sobre la frente, pareca un ngel del buen Dios al que se le hubiese estropeado una alita y hubiera cado en el trebolar.En Bosque Grande nunca mora nadie, y cuando la gente supo que Quico estaba mal, todos experimentaron una enorme ansiedad. En las casas se hablaba en voz baja. Por el pueblo merodeaba un forastero peligroso y nadie de noche se atreva a abrir la ventana por miedo de ver, en la era blanqueada por la luna, rondar la vieja vestida de negro con la guadaa en la mano.Mi padre mand la calesa en busca de tres o cuatro doctores famosos. Todos palparon a Quico, le apoyaron el odo en la espalda y luego miraron en silencio a mi padre.Quico segua dormido y ardiendo; su cara se haba vuelto ms blanca que un pauelo. Mi madre lloraba entre nosotros y se negaba a comer. Mi padre no se sentaba nunca y segua rizndose el bigote, sin hablar. El cuarto da, los tres ltimos doctores que haban llegado juntos abrieron los brazos y dijeron a mi padre:Solamente el buen Dios puede salvar a su hijo. Recuerdo que era de maana: mi padre hizo una sea con la cabeza y lo seguimos a la era. Luego, con un silbido llam a los domsticos, cincuenta personas entre hombres, mujeres y nios.Mi padre era alto, flaco y fuerte, de largos bigotes, gran sombrero, chaqueta ajustada y corta, pantalones ceidos a los muslos y botas altas. (De joven mi padre haba estado en Amrica, y vesta a la americana). Daba miedo cuando se plantaba con las piernas abiertas delante de alguno. As se plant ese da mi padre frente a los domsticos y les dijo:Slo el buen Dios puede salvar a Quico. De rodillas: es preciso rogar al buen Dios que salve a Quico.Nos arrodillamos todos y empezamos a rogar en voz alta al buen Dios. Por turno las mujeres decan algo y nosotros y los hombres respondamos: "Amn".Mi padre, cruzado de brazos, permaneci delante de nosotros, quieto como una estatua, hasta las siete, de la tarde, y todos oraban porque tenan miedo a mi padre y porque queran a Quico.A las siete, cuando el sol bajaba a su ocaso, vino una mujer en busca de mi padre. Yo lo segu.Los tres doctores estaban sentados, plidos, en torno de la camita de Quico.Empeora dijo el ms anciano. No llegar a maana.Mi padre nada contest, pero sent que su mano apretaba fuertemente la ma.Salimos: mi padre tom la escopeta, la carg a bala, se la puso en bandolera, alz un paquete grande, me lo entreg y dijo: "Vamos".Caminamos a travs de los campos. El sol se haba escondido tras el ltimo boscaje. Saltamos el pequeo muro de un jardn y llamamos a una puerta.El cura estaba solo en su casa, cenando a la luz de un candil. Mi padre entr sin quitarse el sombrero. Reverendo, dijo Quico est mal y solamente el buen Dios puede salvarlo. Hoy, durante doce horas, sesenta personas han rogado al buen Dios, pero Quico empeora y no llegar al da de maana.El cura miraba a mi padre asombrado. Reverendo, prosigui mi padre slo t puedes hablarle al buen Dios y hacerle saber cmo estn las cosas. Hazle comprender que si Quico no sana, yo le hago volar todo. En ese paquete traigo cinco kilos de dinamita. No quedar en pie un ladrillo de toda la iglesia. Vamos!El cura no dijo palabra; sali seguido de mi padre, entr en la iglesia y fue a arrodillarse ante el altar, juntando las manos.Mi padre permaneci en medio de la iglesia con el fusil bajo el brazo, abiertas las piernas, plantado como una roca. Sobre el altar arda una sola vela y el resto estaba oscuro.Hacia medianoche mi padre me llamAnda a ver cmo sigue Quico y vuelve enseguida.Vol por los campos y llegu a casa con el corazn en la boca. Luego volv corriendo todava ms ligero. Mi padre estaba todava all, quieto, con el fusil bajo el brazo, y el cura rezaba de bruces sobre las gradas del altar.Pap! grit con el ltimo aliento Quico ha mejorado! El doctor ha dicho que est fuera de peligro! Un milagro! Todos ren y estn contentos!El cura se levant: sudaba y tena el rostro deshecho.Est bien dijo bruscamente mi padre.Y mientras el cura lo miraba con la boca abierta, sac del bolsillo un billete de mil y lo introdujo en el cepillo de los donativos.Yo los servicios los pago. dijo mi padre Buenas noches.Mi padre nunca se jact de este suceso, pero en Bosque Grande hay todava algn excomulgado diciendo que aquella vez Dios tuvo miedo.* * * * * * * * * * * * * * * * *Y ahora viene uno y me dice: hermano por qu me cuentas, estas historias?Porque s, respondo yo. Porque es preciso darse cuenta de que en esta desgraciada lonja de tierra situada entre el ro y el monte pueden suceder cosas que no ocurren en otra parte. Cosas que nunca desentonan con el paisaje. All sopla un aire especial que hace bien a los vivos y a los muertos, y all tienen un alma hasta los perros. Entonces se comprende mejor a don Camilo, a Peppone y a toda la otra gente. Y nadie se asombra de que el Cristo hable y de que uno pueda romperle la cabeza a otro, pero honradamente, es decir, sin odio. Tampoco asombra que al fin dos enemigos se encuentren de acuerdo sobre las cosas esenciales.Porque es el amplio, el eterno respiro del ro el que limpia el aire. Del ro plcido y majestuoso, sobre cuyo dique; al atardecer, pasa rpida la Muerte en bicicleta. O pasas t de noche sobre el dique y te detienes, te sientas y te pones a mirar dentro de un pequeo cementerio que est all, debajo del terrapln. Y si la sombra de un muerto viene a sentarse junto a ti, no te espantas y te pones a charlar tranquilamente con ella.He aqu el aire que se respira en esa faja de tierra a trasmano; y se comprende fcilmente en qu pueden convertirse all las cosas de la poltica.En estas historias habla a menudo el Cristo crucificado, pues los personajes principales son tres: el cura don Camilo, el comunista Peppone y el Cristo crucificado.Y bien, aqu conviene explicarse: si los curas se sienten ofendidos por causa de don Camilo, son muy dueos de romperme en la cabeza la vela ms gorda; si los comunistas se sienten ofendidos por causa de Peppone, tambin son muy dueos de sacudirme con un palo en el lomo. Pero si algn otro se siente ofendido por causa de los discursos del Cristo, no hay nada que hacer, porque el que habla en mi historia no es Cristo, sino mi Cristo, esto es, la voz de mi conciencia.

UNA CONFESIN

DON CAMILO era uno de esos tipos que no tienen pelos en la lengua. Aquella vez que en el pueblo haba ocurrido un sucio lo en el cual estaban mezclados viejos propietarios y muchachas, don Camilo durante la misa haba empezado un discursito genrico y cuidado; mas de pronto, notando justamente en primera fila a uno de los disolutos, haba perdido los estribos, e interrumpiendo el discurso, despus de arrojar un pao sobre la cabeza del Jess crucificado del altar mayor, para que no oyese, plantndose los puos en las caderas haba acabado el sermn a su modo, y tronaba tanto la voz que sala de la boca de ese hombrazo, y deca cosas de tal calibre que el techo de la iglesiuca temblaba.Naturalmente, don Camilo, llegado el tiempo de las elecciones, se haba expresado en forma tan explcita con respecto a los representantes locales de las izquierdas que, un atardecer, entre dos luces, mientras volva a la casa parroquial, un hombrachn embozado le haba llegado por detrs, saliendo del escondite de un cerco y, aprovechando la ocasin que don Camilo estaba embarazado por la bicicleta, de cuyo manubrio penda un bulto con setenta huevos, le haba dado un robusto garrotazo, desapareciendo enseguida como tragado por la tierra.Don Camilo no haba dicho nada a nadie. Llegado a la rectoral y puestos a salvo los huevos, haba ido a la iglesia a aconsejarse con Jess, como lo haca siempre en los momentos de duda.Qu debo hacer? haba preguntado don Camilo.Pinclate la espalda con un poco de aceite batido en agua y cllate. haba contestado Jess de lo alto del altar Se debe perdonar al que nos ofende. Esta es la regla.Bueno haba objetado don Camilo ; pero aqu se trata de palos, no de ofensas.Y con eso? le haba susurrado Jess . Por ventura las ofensas inferidas al cuerpo son ms dolorosas que las inferidas al espritu?De acuerdo, Seor. Pero debis tener presente que apalendome a m, que soy vuestro ministro, os han ofendido a vos. Yo lo hago ms por vos que por m.Y yo acaso no era ms ministro de Dios que t? Y no he perdonado a quien me clav en la cruz?Con vos no se puede razonar haba concluido don Camilo. Siempre tenis razn. Hgase vuestra voluntad. Perdonar. Pero recordad que si esos sujetos, envalentonados por mi silencio, me parten la cabeza, la responsabilidad ser vuestra. Os podra citar pasos del Viejo Testamento...Don Camilo: vienes a hablarme a m del Viejo Testamento! Por cuanto ocurra asumo cualquier responsabilidad. Ahora, dicho entre nosotros, una zurra te viene bien; as aprendes a no hacer poltica en mi casa.Don Camilo haba perdonado. Sin embargo, algo se le haba atravesado en la garganta como una espina de merluza: la curiosidad de saber quin lo haba felpeado.Pas el tiempo y, un atardecer, mientras estaba en el confesionario, don Camilo vio a travs de la rejilla la cara de Peppone, el cabecilla de la extrema izquierda.Que Peppone viniera a confesarse era un acontecimiento como para dejar con la boca abierta a cualquiera. Don Camilo se alegr:Dios sea contigo, hermano; que ms que nadie necesitas de su santa bendicin. Hace mucho que no te confiesas?Desde 1918 contest Peppone.Figrate los pecados que habrs cometido en estos veintiocho aos con esas lindas ideas que tienes la cabeza.Oh, bastantes! suspir Peppone.Por ejemplo?Por ejemplo: hace dos meses le di a usted un garrotazo.Es grave. repuso don Camilo Ofendiendo a un ministro de Dios, has ofendido a Dios.Estoy arrepentido exclam Peppone. Adems no lo apale como ministro de Dios, sino como adversario poltico. Fue un momento de debilidad.Fuera de esto y de pertenecer a ese diablico partido tuyo, tienes otros pecados graves?Peppone vaci el costal.En conjunto no era gran cosa, y don Camilo la liquid con una veintena entre Padrenuestros y Avemaras. Despus, mientras Peppone se arrodillaba ante la barandilla para cumplir la penitencia, don Camilo fue a arrodillarse bajo el Crucifijo.Jess dijo perdname, pero yo le sacudo.Ni lo suees. respondi Jess Yo lo he perdonado y t tambin debes perdonar. En el fondo es un buen hombre.Jess, no te fes de los rojos: esos tiran a embromar. Mralo bien: no ves la facha de bribn que tiene?Una cara como todas las dems. Don Camilo, t tienes el corazn envenenado!Jess, si os he servido bien, concededme una gracia: dejad por lo menos que le sacuda ese cirio por el lomo. Qu es una vela, Jess mo?No. respondi Jess Tus manos estn hechas para bendecir, no para golpear.Don Camilo suspir. Se inclin y sali de la verja. Se volvi hacia el altar para persignarse una vez ms, y as se encontr detrs de Peppone, quien, arrodillado, estaba sumergido en sus rezos.Est bien. gimi don Camilo juntando las palmas y mirando a Jess Las manos estn hechas para bendecir, pero los pies no!Tambin esto es cierto dijo Jess de lo alto Pero te recomiendo, don Camilo: solo uno!El puntapi parti como un rayo. Peppone lo aguant sin parpadear, luego se levant y suspir aliviado.Hace diez minutos que lo esperaba. dijo Ahora me siento mejor.Yo tambin exclam don Camilo, que se senta el corazn despejado y limpio como el cielo sereno.Jess nada dijo. Pero se vea que tambin l estaba contento.

EL BAUTISMO

ENTRARON en la iglesia de improviso un hombre y dos mujeres; una de ellas era la esposa de Peppone, el jefe de los rojos. Don Camilo, que subido sobre una escalera estaba lustrando con "sidol" la aureola de San Jos, se volvi hacia ellos y pregunt qu deseaban.Se trata de bautizar esta cosa contest el hombre. Y una de las mujeres mostr un bulto que contena un nio.Quin lo hizo? pregunt don Camilo, mientras bajaba.Yo contest la mujer de Peppone.Con tu marido? pregunt don Camilo.Por supuesto!... Con quin quiere que lo hiciera? Con usted? replic secamente la mujer de Peppone.No hay motivo para enojarse. observ don Camilo, encaminndose a la sacrista Yo s algo... No se ha dicho que en el partido de ustedes est de moda el amor libre?Pasando delante del altar, don Camilo se inclin y gui un ojo al Cristo.Habis odo? y don Camilo ri burlonamente Le he dado un golpecito a esa gente sin Dios.No digas estupideces, don Camilo. contest fastidiado el Cristo Si no tuviesen Dios no vendran aqu a bautizar al hijo, y si la mujer de Peppone te hubiese soltado un revs, lo tendras merecido.Si la mujer de Peppone me hubiera dado un revs, los habra agarrado por el pescuezo a los tres y...Y qu? pregunt severo Jess.Nada, digo por decir repuso rpidamente don Camilo, levantndose.Don Camilo, cuidado lo amonest Jess. Vestidos los paramentos, don Camilo se acerc a la fuente bautismal.Cmo quieren llamarlo? pregunt a la mujer de Peppone.Lenin, Lbero, Antonio contest la mujer.Vete a bautizarlo en Rusia dijo tranquilamente don Camilo, volviendo a colocar la tapa a la pila bautismal.Don Camilo tena las manos grandes como palas y los tres se marcharon sin protestar. Don Camilo trat de escurrirse en la sacrista, pero la voz del Cristo lo fren.Don Camilo, has hecho una cosa muy fea! Ve a llamarlos y bautzales el nio.Jess, contest don Camilo debis comprender que el bautismo no es una burla. El bautismo es una cosa sagrada. El bautismo...Don Camilo, interrumpi el Cristo vas a ensearme a m qu es el bautismo? A m que lo he inventado? Yo te digo que has hecho una barrabasada porque si esa criatura, pongamos por caso, muere en este momento, la culpa ser tuya de que no tenga libre ingreso en el Paraso...Jess, no hagamos drama. rebati don Camilo Por qu habra de morir? Es blanco y rosado una rosa.Eso no quiere decir nada. observ Cristo Puede carsele una teja en la cabeza, puede venirle un ataque apopljico... T debas haberlo bautizado.Don Camilo abri los brazos.Seor, pensad un momento. Si fuera seguro que el nio ir al Infierno, se podra dejar correr; pero se, a pesar de ser hijo de un mal sujeto, podra perfectamente colarse en el Paraso, y entonces decidme: cmo: puedo permitir que os llegue al Paraso uno que se llama Lenin? Lo hago por el buen nombre del Paraso.Del buen nombre del Paraso me ocupo yo. dijo secamente Jess A m slo me importa que alguien sea un hombre honrado. Que se llame Lenin o Bonifacio no me importa. En todo caso, podras haber advertido a esa gente que dar a los nios nombres estrafalarios puede representarles serios aprietos cuando sean grandes.Est bien. respondi don Camilo Yo siempre desbarro; procurar remediarlo.En ese instante entr alguien. Era Peppone solo, con la criatura en brazos. Peppone cerr la puerta con el pasador.De aqu no salgo dijo si mi hijo no es bautizado con el nombre que yo quiero.Ah lo tenis. murmur don Camilo, volvindose al Cristo Veis qu gente? Uno est lleno de las ms santas intenciones y mirad cmo lo tratan.Ponte en su pellejo. contest el Cristo No es un sistema que deba aprobarse, pero se puede comprender...Don Camilo sacudi la cabeza.He dicho que de aqu no salgo si no me bautiza al chico como yo quiero repiti Peppone, y poniendo el bulto en un silla, se quit el saco, se arremang y avanz amenazante. Seor! implor don Camilo Yo me remito a vos. Si estimis justo que un sacerdote vuestro ceda a la imposicin, ceder. Pero maana no os quejis si me traen un ternero y me imponen que lo bautice. Vos lo sabis, guay de crear precedentes!Bah! replic el Cristo Si eso ocurriera, t deberas hacerle entender...Y si me aporrea?Tmalas, don Camilo. Soporta y sufre como lo hice yo.Entonces volvi don Camilo y dijo:Est bien, Peppone; el nio saldr de aqu bautizado, pero con ese nombre maldito no.Don Camilo, refunfu Peppone recuerde que tengo la barriga delicada por aquella bala que recib en los montes. No tire golpes bajos, o agarro un banco...No te inquietes, Peppone; yo te los aplicar todos en el plano superior contest don Camilo, y le coloc a Peppone un soberbio cachetazo en la oreja.Eran dos hombrachos con brazos de hierro y volaban las trompadas que hacan silbar el aire. Al cabo de veinte minutos de furibunda y silenciosa pelea, don Camilo oy una voz a sus espaldasFuerza, don Camilo!... Pgale en la mandbula!Era el Cristo del altar. Don Camilo apunt a la mandbula de Peppone y ste rod por tierra, donde qued tendido unos diez minutos. Despus se levant, se frot el mentn, se arregl, se puso el saco, rehizo el nudo del pauelo rojo y tom al nio en brazos. Vestido con sus paramentos rituales, don Camilo lo esperaba, firme como una roca, junto a la pila bautismal. Peppone se acerc lentamente.Cmo lo llamaremos? pregunt don Camilo.Camilo, Lbero, Antonio gru Peppone.Don Camilo mene la cabeza.No; llammoslo, Lbero, Camilo, Lenin. dijo S, tambin Lenin. Cuando est cerca de ellos un Camilo, los tipos de esa laya nada tienen que hacer.Amn murmur Peppone palpndose la mandbula.Terminado el acto, don Camilo pas delante del altar y el Cristo le dijo sonriendoDon Camilo, debo reconocer la verdad: en poltica sabes hacer las cosas mejor que yo.Y en dar puetazos tambin dijo don Camilo con toda calma, mientras se palpaba con indiferencia un grueso chichn sobre la frente...

LA PROCLAMA

UNA tarde lleg a la rectoral Barchini, el papelero del pueblo, quien, poseyendo slo dos cajas de tipos de imprenta y una minerva de 1870, haba escrito en el frente de su negocio: "Tipografa". Deba de tener cosas gordas que contar porque permaneci largo rato en el pequeo despacho de don Camilo.Cuando Barchini se retir, don Camilo corri al altar a abrirse con Jess.Importantes novedades! exclam Maana el enemigo lanzar un manifiesto; lo imprime Barchini, que me ha trado la prueba. Y don Camilo sac del bolsillo una hoja, con la tinta fresca an, que ley en voz alta:PRIMERO Y LTIMO AVISOOtra vez anoche una vil mano annima ha escrito un insulto agraviante en nuestra cartelera mural. Abra el ojo la mano del bellaco que aprovecha la sombra para ejecutar actos de provocacin, el cual, cualesquiera que sea, si no acaba, se arrepentir cuando sea ya irreparable.Toda paciencia tiene un lmite.El Secretario del ComitJOS BOTTAZZIDon Camilo ri.Qu os parece? No es una obra maestra? Pensad qu jaleo maana cuando la gente lea el manifiesto en las paredes... Peppone metindose a redactar proclamas. No es para reventar de risa?El Cristo no contest y don Camilo qued turbado.No habis odo el estilo? Queris que lo relea?He comprendido, he comprendido. contest el Cristo Cada cual se expresa como puede. No es lcito pretender que quien slo ha cursado el tercer grado elemental respete detalles estilsticos.Seor! exclam don Camilo, abriendo los brazos Vos llamis detalles una jerigonza de esta especie?Don Camilo: la accin ms miserable que puede cometerse en una polmica es la de aferrarse a los errores de gramtica y de sintaxis del adversario. Lo que vale en la polmica son los argumentos. Ms bien deberas decirme que es fesimo el tono de amenaza que tiene el manifiesto.Don Camilo volvi la hoja al bolsillo.Est sobrentendido. murmur Lo verdaderamente reprobable es el tono de amenaza del manifiesto, pero qu otra cosa podis esperar de esta gente? No entienden ms que la violencia.Sin embargo, observ el Cristo no obstante sus intemperancias, ese Peppone no me da la impresin de ser realmente un mal sujeto.Don Camilo se encogi de hombros. Es como poner buen vino en una cuba podrida. Cuando uno entra en ciertos ambientes, practica ciertas ideas sacrlegas y frecuenta a cierta gentuza, termina por corromperse.Pero el Cristo no pareci convencido.Yo digo que en el caso de Peppone no se debe reparar en la forma, sino indagar la sustancia. O sea, ver si Peppone se mueve empujado por un mal nimo natural o si lo hace bajo el impulso de una provocacin. Contra quin apunta, a tu parecer?Don Camilo abri los brazos. Y quin podra saberlo?Bastara saber de qu especie es la ofensa. insisti el Cristo l habla de un insulto que alguien ha escrito anoche en su cartel mural. Cuando t fuiste a la cigarrera, no pasaste por casualidad ante ese cartel? Procura recordarlo.En efecto, s he pasado admiti francamente don Camilo.Bien; y no se te ha ocurrido detenerte un momento a leerlo?Leer verdaderamente, no; a lo sumo le ech un vistazo. Hice mal?De ningn modo, don Camilo. Es necesario estar siempre al corriente de lo que dice, escribe y posiblemente piensa nuestra grey. Te preguntaba solamente para saber si no has notado alguna escritura extraa en el cartel, cuando te detuviste a leerla.Don Camilo mene la cabeza.Puedo asegurar que cuando me detuve no advert nada extrao. El Cristo se qued un rato meditando.Y cuando te retiraste, don Camilo, no viste tampoco alguna escritura extraa al manifiesto?Don Camilo se reconcentr.Ah, s! dijo Haciendo memoria, me parece que cuando me retiraba vi en la hoja algo garabateado con lpiz rojo... Con permiso... Creo que hay gente en la parroquia.Don Camilo se inclin rapidsimamente y por salir del aprieto quiso escurrirse en la sacrista, pero la voz del Cristo lo par:Don Camilo!Don Camilo retrocedi lentamente y se detuvo enfurruado ante el altar.Y entonces? pregunt el Cristo.Ahora mascull don Camilo recuerdo que se me escap escribir alguna cosa. Se me fue la mano y estamp: "Peppone burro"... Si hubierais ledo esa circular, estoy seguro de que vos tambin...Don Camilo! No sabes lo que haces y pretendes saber lo que hara el Hijo de Dios?Disculpadme; he cometido una tontera, lo reconozco. Pero ahora Peppone comete otra publicando manifiestos con amenazas y as quedamos a mano.Cmo que a mano? exclam el Cristo Peppone ha sido ayer blanco del "burro" tuyo y todava maana le dirn burro en todo el pueblo. Figrate la gente que llover aqu de todas partes para rerse a carcajadas de los disparates del caudillo Peppone, a quien todos temen. Y ser por tu culpa. Te parece lindo? Don Camilo se recobr.De acuerdo... Pero a los fines polticos generales...No me interesan los fines polticos generales. A los fines de la caridad cristiana ofrecer motivos de risa a la gente, a costillas de un hombre porque ese hombre no pas del tercer grado, es una gran porquera, don Camilo.Seor, suspir don Camilo decidme: qu debo hacer?No fui yo el que escribi "Peppone burro". Quien cometi el pecado, sufra la penitencia. Arrglatelas, don Camilo.Don Camilo se refugi en su casa y se puso a caminar de arriba abajo por la habitacin. Ya le pareca or las carcajadas de la gente parada ante el manifiesto de Peppone.Imbciles! exclam con rabia, y se volvi a la estatuilla de la Virgen Seora le rog ayudadme!Es una cuestin de estricta incumbencia de mi hijo. susurr la Virgencita No puedo intervenir.Al menos dadle un buen consejo.Tratar.Y he aqu que de improviso entr Peppone.Oiga, dijo Peppone no me traen asuntos polticos. Se trata de un cristiano que se encuentra en apuros y viene a pedir consejo a un sacerdote. Puedo fiar en l?Conozco mi deber. A quin has asesinado?Yo no mato, don Camilo. replic Peppone Yo, en todo caso, cuando alguno me pisa demasiado los callos, hago volar fulminantes bofetadas.Cmo est tu Lbero Camilo Lenin? pregunt con sorna don Camilo.Entonces Peppone se acord de la cepillada que haba recibido el da del bautismo, y se encogi de hombros.Sabemos lo que suele pasar. refunfuo Las trompadas son mercanca que viaja; trompadas van y trompadas vienen. De todos modos sta es otra cuestin. En fin, sucede que ahora hay en el pueblo un pillo, un bellaco redomado, un Judas Iscariote de dientes venenosos, que todas las veces que pegamos en la cartelera un escrito con mi firma de secretario se divierte escribindole encima: "Peppone burro".Eso es todo? pregunt don Camilo . No me parece una gran tragedia.Me gustara ver si usted razonara lo mismo si durante doce semanas seguidas encontrase escrito en la cartelera de la parroquia: "Don Camilo burro".Don Camilo dijo que esa comparacin no tena base. Una cosa es la cartelera de una iglesia y otra la de un comit de partido. Una cosa es llamar burro a un sacerdote de Dios y otra llamar as al jefe de unos cuantos locos sueltos.No barruntas quin pueda ser? pregunt finalmente.Es mejor que no lo sospeche. contest torvo Peppone Si llego a adivinar, ese barrabs andara ahora con los ojos negros como su alma. Son ya doce veces que me hace esa burla el asaltante y estoy seguro de que siempre es el mismo. Quisiera ahora advertirle que la cosa ha llegado al extremo; que sepa refrenarse, porque si lo agarro, suceder el terremoto de Mesina. Har imprimir un manifiesto y lo mandar pegar en todas las esquinas para que se enteren l y los de su banda.Don Camilo se encogi de hombros.Yo no soy impresor dijo y nada tengo que ver en el asunto. Dirgete a una imprenta.Ya lo hice. explic Peppone Pero como no me resulta hacer la figura de burro, quiero que usted le eche una mirada a la prueba, antes de que Barchini imprima el manifiesto.Barchini no es un ignorante y si hubiera visto algo incorrecto, te lo habra dicho.Figrese! dijo riendo Peppone Barchini es un clerizonte. Quiero decir un negro reaccionario, tan negro como su alma asquerosa, y aunque notara que he escrito corazn con s, no lo dira con tal de verme hacer una mala figura.Pero tienes tus hombres replic don Camilo.Ya!.. . Voy a rebajarme haciendo corregir mis escritos por mis subalternos! Valientes colaboradores! Entre todos juntos no podran escribir la mitad del alfabeto.Veamos dijo don Camilo.Peppone le alcanz la hoja y don Camilo recorri lentamente las lneas impresas.Hum!... Dislates aparte, como tono me parece demasiado fuerte.Fuerte? grit Peppone Para decirle todo lo que se merece esa maldita canalla, ese pcaro, semejante bandido provocador, haran falta dos vocabularios.Don Camilo tom el lpiz y corrigi atentamente la prueba.Ahora pasa en tinta las correcciones dijo cuando hubo terminado.Peppone mir tristemente la hoja llena de enmiendas y tachaduras.Y pensar que ese miserable de Barchini me haba dicho que todo estaba bien! . . Cunto le debo?Nada. Ve y cuida de tener cerrada la boca. No quiero que sepan que trabajo para la Agitacin y Propaganda.Le mandar unos huevos.Peppone se march y don Camilo antes de meterse en cama se dirigi a saludar al Cristo.Gracias por haberle sugerido que viniera a verme.Es lo menos que poda hacer. contest el Cristo sonriendo Cmo sali?Un poco difcil, pero bien. No sospecha de m ni de lejos.Por el contrario, lo sabe perfectamente. Sabe que fuiste t, siempre t, las doce veces. Hasta te ha visto dos noches, don Camilo. Pero atencin, piensa siete veces antes de escribir una ms "Peppone burro".Cuando salga dejar en casa el lpiz. prometi solemnemente don Camilo.Amn concluy el Cristo sonriendo.

PERSECUCIN

DON CAMILO se haba dejado llevar un poco por su celo durante un sermn sobre un tema local en el que no falt algn pinchacito ms bien fuerte para ciertas personas, y sucedi que, la noche siguiente, cuando tir de las cuerdas de las campanas porque al campanero lo haban llamado quin sabe dnde, se produjo el infierno. Un alma condenada haba atado petardos al badajo de las campanas. No hubo dao alguno, pero se produjo una batahola de explosiones como para matar de un sncope.Don Camilo no haba abierto la boca. Haba celebrado la funcin de la tarde en perfecta calma, con la iglesia repleta. No faltaba ninguno de aquellos. Peppone en primera fila, y todos mostraban caras tan compungidas como para poner frentico a un santo. Pero don Camilo era un aguantador formidable y la gente se haba retirado desilusionada.Cerrada la puerta grande, don Camilo se haba echado encima la capa, y antes de salir, haba ido a hacer, una corta reverencia ante el altar.Don Camilo! le dijo el Cristo . Deja eso!No entiendo haba protestado don Camilo.Deja eso!Don Camilo haba sacado de debajo la capa un garrote y lo haba depositado ante el altar.Una cosa muy fea, don Camilo.Jess, no es de roble: es de lamo, madera liviana, flexible... se haba justificado don Camilo.Vete a la cama, don Camilo, y no pienses ms en Peppone.Don Camilo haba abierto los brazos e ido a la cama con fiebre. As, la noche siguiente, cuando se le present la mujer de Peppone, dio un salto como si le hubiese estallado un petardo bajo los pies.Don Camilo empez la mujer, que estaba muy agitada.Pero l la interrumpiMrchate de aqu, raza sacrlega!Don Camilo, olvide estas estupideces... En Castellino est aquel maldito que intent matar a Peppone. .. Lo han soltado.Don Camilo haba encendido el cigarro.Compaera, a m vienes a contrmelo? No la hice yo la amnista. Por lo dems, qu te importa? La mujer se puso a gritar.Me importa porque han venido a decrselo a Peppone y Peppone ha salido para Castellino como un endemoniado, llevndose la metralleta.Aj! As que tenemos armas escondidas, verdad?Don Camilo, deje tranquila la poltica! No comprende que l lo mata? Si usted no me ayuda, l se pierde!Don Camilo ri prfidamente:As aprender a no atar petardos al badajo de las campanas. En presidio quisiera verlo morir! Fuera de aqu!Tres minutos despus, don Camilo, con la sotana atada en torno del cuello, parta como un obseso hacia Castellino en la "Wolsit" de carrera del hijo del sacristn. Alumbraba una esplndida luna y a cuatro kilmetros de Castellino vio don Camilo a un hombre sentado en el parapeto del puentecito del Foso Grande. All moder la marcha, pues hay que ser prudentes cuando se viaja de noche. Se detuvo a diez metros del puente, teniendo al alcance de la mano un cachivache que se haba hallado en el bolsillo.Joven, pregunt ha visto pasar a un hombre grande en bicicleta, derecho hacia Castellino?No, don Camilo contest tranquilamente el otro.Don Camilo se acerc.Has estado ya en Castellino? inquiri.No; he pensado que no vala la pena. Ha sido la estpida de mi mujer la que lo ha hecho incomodarse?Incomodarme? Figrate... Un paseto.Pero qu pinta ofrece un cura en bicicleta de carrera! dijo Peppone soltando una carcajada.Don Camilo se le sent al lado.Hijo mo, es preciso estar preparado para ver cosas de todos los colores en este mundo.Una horita despus don Camilo estaba de regreso e iba a hacerle su acostumbrada relacin al Cristo.Todo ha andado como me lo habais sugerido.Bravo, don Camilo. Pero, dime, te haba sugerido tambin agarrarlo por los pies y arrojarlo a la zanja?Don Camilo abri los brazos.Verdaderamente no recuerdo bien. El hecho es que a l no le haca gracia ver un cura en bicicleta de carrera y entonces proced de manera que no me viese msEntiendo. Ha vuelto ya?Estar por llegar. Vindolo caer en la zanja pens que saliendo un poco mojado le estorbara la bicicleta y entonces pens regresar solo trayendo a las dos.Has tenido un pensamiento muy gentil, don Camilo. aprob el Cristo gravemente.Peppone asom hacia el alba en la puerta de la rectoral. Estaba empapado y don Camilo le pregunt si llova.Niebla. contest Peppone entre dientes Puedo tomar mi bicicleta? Figrate: ah la tienes. Peppone mir la bicicleta.No ha visto por casualidad si atada al cao haba una metralleta?Don Camilo abri los brazos sonriendo.Una metralleta? Qu es eso?Yo dijo Peppone desde la puerta he cometido un solo error en mi vida: el de atarle petardos a los badajos de las campanas. Deba haberle atado media tonelada de dinamita.Errare humanum est observ don Camilo.

ESCUELA NOCTURNA

LA escuadra de los hombres embozados tom cautelosamente el camino del campo. Reinaba profunda oscuridad, pero todos conocan aquel paraje, terrn por terrn, y marchaban seguros. Llegaron por la parte de atrs a una casita aislada, distante media milla del pueblo, y saltaron por sobre el cercado del huerto.A travs de las celosas de una ventana del primer piso filtraba un poco de luz.Llegamos bien. susurr Peppone, que tena el comando de la pequea expedicin Est todava levantada. Hemos tenido suerte. Llama t, Expedito.Un hombre alto y huesudo, de aspecto decidido, avanz y dio un par de golpes en la puerta.Quin es? pregunt una voz de adentro.Scarrazzini contest el hombre.A poco la puerta se abri y apareci una viejecita de cabellos blancos como la nieve, que traa un candil en la mano. Los otros salieron de la sombra y se acercaron a la puerta.Quin es esa gente? pregunt la anciana, recelosa.Estn conmigo. explic Expedito Son amigos: queremos hablar con usted de cosas muy importantes.Entraron los diez en una salita limpia y permanecieron mudos, cejijuntos y envueltos en sus capas delante de la mesita a la cual la vieja fue a sentarse. La anciana se enhorquet los anteojos y mir las caras que asomaban de las capas negras.Hum! murmur. Conoca de memoria y del principio hasta el fin a todos esos tipos. Ella tena ochenta y seis aos y haba empezado a ensear el abec en el pueblo cuando todava el abecedario era un lujo de gran ciudad. Haba enseado a los padres, a los hijos y a los hijos de los hijos. Y haba dado baquetazos en las cabezas ms importantes del pueblo. Haca tiempo que se haba retirado de la enseanza y que viva sola en aquella casita remota, pero hubiera podido dejar abiertas las puertas de par en par, sin temor, porque "la seora Cristina" era un monumento nacional y nadie se hubiera atrevido a tocarle un dedo.Qu sucede? pregunt la seora Cristina.Ha ocurrido un suceso. explic Expedito Ha habido elecciones comunales y han triunfado los rojos.Mala gente los rojos. coment la seora Cristina.Los rojos que han triunfado somos nosotros. continu Expedito.Mala gente lo mismo! insisti la seora Cristina En 1901 el cretino de tu padre quera hacerme sacar el Crucifijo de la escuela.Eran otros tiempos. dijo Expedito Ahora es distinto.Menos mal. refunfu la seora Cristina Y entonces?Es el caso que nosotros hemos ganado, pero hay en la minora dos negros.Negros?S, dos reaccionarios: Spilletti y el caballero Bignini...La seora Cristina ri burlonamenteSi ustedes son rojos, sos los harn volverse amarillos de ictericia. Imagnate, con todas las estupideces que ustedes dirn!Por eso estamos aqu. dijo Expedito Nosotros no podemos acudir sino a usted porque solamente en usted podemos confiar. Debe ayudarnos. Se comprende que pagando.Ayudar?Aqu est todo el consejo municipal. Vendremos tarde, al anochecer, para que usted nos haga un repaso. Nos revisa los informes que debemos leer y nos explica las palabras que no podemos comprender. Nosotros sabemos lo que queremos y no necesitamos de tanta poesa, pero con esas dos porqueras es preciso hablar muy prolijo o nos harn pasar por estpidos ante el pueblo.La seora Cristina movi gravemente la cabeza.Si ustedes en vez de andar de vagos hubieran estudiado cuando era tiempo, ahora...Seora, cosas de treinta aos atrs...La seora Cristina volvi a calarse los anteojos y qued con el busto erguido, como rejuvenecida en treinta aos. Tambin los visitantes se sentan rejuvenecidos en treinta aos.Sintense. dijo la maestra. Y todos se acomodaron en sillas y banquetas...La seora Cristina alz la llama del candil y pas revista a los diez. Evocacin sin palabras. Cada cara un nombre y el recuerdo de una niez.Peppone estaba en un ngulo oscuro, medio de perfil; la seora Cristina levant el candil, luego lo baj rpidamente, y apuntando con el dedo huesudo dijo con voz dura:T, mrchate!Expedito intent decir algo, pero la seora Cristina mene la cabeza.En mi casa Peppone no debe entrar ni en fotografa! exclam Bastantes juderas me hiciste, muchacho. Bastante y demasiado gordas! Fuera de aqu y que no te vea ms!Expedito abri los brazos desolado.Seora Cristina, cmo hacemos? Peppone es el alcalde!La seora Cristina se levant y blandi amenazadora una baqueta.Alcalde o no, sal de aqu o te pelo a golpes la calabaza!Peppone se alz.No les haba dicho? dijo saliendo Demasiadas fechoras le hice.Y acurdate de que aqu no pones ms los pies aunque llegues a ministro de Educacin. Y volviendo a sentarse, exclam: Burro!En la iglesia desierta, iluminada solamente por dos cirios, don Camilo estaba conversando con el Cristo.No es ciertamente por criticar vuestra obra; concluy en cierto momento pero yo no hubiese permitido que un Peppone llegara a alcalde en un consejo donde slo hay dos personas que saben leer y escribir correctamente.La cultura no cuenta nada, don Camilo. contest sonriendo el Cristo Lo que vale son las ideas. Con los lindos discursos no se llega a ninguna parte si debajo de las hermosas palabras no hay ideas prcticas. Antes de emitir un juicio, pongmoslo a prueba.Justsimo. aprob don Camilo Yo deca esto simplemente porque si hubiese triunfado la lista del abogado, tendra ya la seguridad de que el campanario sera reparado. De todos modos, si la torre se derrumba, en compensacin se levantar en el pueblo una magnfica Casa del Pueblo, con salas de baile, despacho de bebidas, salones para juegos de azar, teatro para espectculos de variedades...Y una casa de fieras para encerrar las serpientes venenosas como don Camilo. concluy el Cristo.Don Camilo baj la cabeza. Le desagradaba haberse mostrado tan maligno. Luego la levant y dijo:Me juzgis mal. Sabis lo que significa para m un cigarro. Bien; ste es el ltimo que tengo y ved lo que hago.Sac del bolsillo un cigarro y lo hizo trizas en la enorme mano.Bravo! dijo el Cristo Bravo, don Camilo: acepto tu penitencia. Pero ahora hazme el favor de arrojar al suelo esos restos, porque t eres capaz de guardarlos en el bolsillo y fumarlos luego en pipa.Pero estamos en la iglesia protest don Camilo.No te preocupes, don Camilo. Arroja el tabaco en ese rincn.Don Camilo as lo hizo bajo la mirada complacida del Cristo y en ese momento se oy llamar a la puerta de la sacrista y entr Peppone.Buenas tardes, seor alcalde dijo don Camilo con mucha deferencia.Dgame, dijo Peppone si un cristiano tiene una duda sobre algo que ha hecho y viene a contrselo a usted, y usted advierte que aqul ha cometido errores, usted se los hace notar o deja correr?Don Camilo se fastidi.Cmo te atreves a poner en duda la rectitud de un sacerdote? El primer deber de un sacerdote es el de hacer reparar al penitente con claridad todos los errores que ha cometido.Bien. dijo Peppone Est usted listo para recoger mi confesin?Estoy.Peppone sac del bolsillo un grueso cartapacio y empez a leer: "Ciudadanos, mientras saludamos la victoriosa afirmativa de la lista..."Don Camilo lo interrumpi con un ademn y fue a arrodillarse ante el altar.Seor, murmur yo no respondo ms de mis actos!Respondo yo. contest el Cristo Peppone te ha vencido y t debes acusar honradamente el golpe y comportarte conforme a tus obligaciones.Seor insisti don Camilo os dais cuenta de que me hacis trabajar para el comit de Agitacin y Propaganda?T trabajas para la gramtica, la sintaxis y la ortografa, cosas que nada tienen de diablico ni de sectario.Don Camilo se cal los anteojos, empu el lpiz y puso en regla las frases bamboleantes que Peppone deba leer el da siguiente. Peppone reley gravemente.Bien. aprob Lo nico que no entiendo es esto: donde yo deca "Es nuestro propsito hacer ampliar el edificio escolar y reconstruir el puente sobre el Fosalto", usted ha puesto: "Es nuestro propsito hacer ampliar el edificio escolar, reparar la torre de la iglesia y reconstruir el puente sobre el Fosalto". Por qu?Por razones de sintaxis. explic don Camilo gravemente.Dichosos ustedes que han estudiado el latn y conocen todos los detalles de la lengua. suspir Peppone As agreg se esfuma la esperanza de que la torre caiga y le aplaste la cabeza.Don Camilo abri los brazos.Es preciso inclinarse ante la voluntad de Dios. Despus de haber acompaado a Peppone hasta la puerta, don Camilo fue a saludar al Cristo.Bravo, don Camilo, le dijo el Cristo sonriendo. Te haba juzgado mal y me duele que hayas roto tu ltimo cigarro. Es una penitencia que no merecas. Pero seamos sinceros: ha sido bien villano ese Peppone al no ofrecerte ni un cigarro despus del trabajo que te has tomado por l.Est bien suspir don Camilo, sacando del bolsillo un cigarro y disponindose a triturarlo en su gruesa mano.No, don Camilo; ve a fumarlo en paz, que te lo mereces.Pero...No, don Camilo, no lo has robado. Peppone tena dos en el bolsillo; Peppone es comunista y escamotendole diestramente uno, t no has hecho ms que tomar tu parte.Nadie mejor que vos sabe estas cosas exclam don Camilo con mucho respeto.

EN VEDADO

TODAS las maanas don Camilo iba a medir la famosa grieta de la torre y siempre era la misma historia: la grieta no se agrandaba, pero tampoco se achicaba. Perdi entonces la calma y un da envi al sacristn a la Municipalidad.Ve a decirle al alcalde que venga enseguida a ver este horror. Explcale que es una cosa grave.El sacristn fue y volvi.Ha dicho el alcalde Peppone que confa en su palabra de que la cosa es grave, pero que si usted quiere mostrarle la grieta le lleve la torre a la Municipalidad. l recibe hasta las cinco.Don Camilo no parpade. Se limit a decir despus del oficio vespertino:Si maana Peppone o alguno de su banda tiene el coraje de hacerse ver en la misa, asistiremos a un espectculo de cinematgrafo. Pero lo saben, tienen miedo y no se harn ver.La maana siguiente no haba ni la sombra de un "rojo" en la iglesia, pero cinco minutos antes de empezar la misa se sinti resonar en el atrio el paso cadencioso de una formacin en marcha.En perfecta escuadra, todos los rojos, no slo del pueblo, sino tambin de las secciones vecinas, todos, incluso Bilo el zapatero, que tena una pierna de palo, y Roldo de los Prados, que vena con una fiebre de caballo, marchaban fieramente hacia la iglesia con Peppone al frente, quien iba marcando el un, dos. Con toda compostura tomaron sitio en el templo, juntos como un bloque grantico y con un aspecto feroz de acorazado Potemkin.Llegado al instante del pequeo sermn, don Camilo ilustr con gracia la parbola del buen Samaritano, y termin espetando una breve reprensin a los fieles:Como todos saben, menos aquellos que deberan saberlo, una rajadura peligrosa est minando la solidez de la torre. Me dirijo, pues, a vosotros, mis queridos feligreses, para que vengis en ayuda de la casa de Dios. Al decir "feligreses" me refiero a los hombres honrados que vienen aqu para acercarse a Dios, no a los facciosos que vienen para hacer alarde de su preparacin militar. A stos bien poco puede importarles que la torre se derrumbe.Terminada la misa, don Camilo se sent junto a una mesita, cerca de la puerta de la rectoral y la gente desfil delante de l. Empero ninguno se retir; hecha la limosna, todos permanecieron en la plazoleta para ver cmo terminaba aquello. Y acab con que Peppone, seguido de su batalln perfectamente encuadrado, hizo un formidable alto! frente a la mesita. Peppone avanz fiero.Desde esta torre, estas campanas saludaron ayer el alba de la liberacin, y desde esta torre, estas mismas campanas debern saludar maana l alba radiosa de la revolucin proletaria dijo, y puso bajo las narices de don Camilo tres grandes pauelos rojos llenos de monedas. Luego se retir, erguida la cabeza, seguido de su banda. Roldo de los Prados reventaba de fiebre y le costaba trabajo mantenerse en pie; pero l tambin llevaba la cabeza erguida; y Bilo, el rengo, cuando pas delante de la mesita marc altivamente el paso con su pata de palo.Cuando don Camilo fue a mostrarle al Cristo la cesta llena de dinero, dicindole que sobraba para refaccionar la torre, el Cristo sonri asombrado.Tenas razn, don Camilo.Por supuesto. contest don Camilo Porque vos conoceris a la humanidad, pero yo conozco a los italianos.Hasta aqu don Camilo se haba portado bien. Err en cambio cuando mand decir a Peppone haber apreciado mucho la preparacin militar de los suyos, pero que, segn l, debera ejercitarlos mejor en el "a retaguardia, carrera march", que les hara mucha falta el da de la revolucin proletaria.Esto le cay mal a Peppone y lo esper al paso.Don Camilo era un perfecto hombre de bien, pero junto con una formidable pasin por la caza tena una esplndida escopeta con admirables cartuchos "Walsrode".Adems, el coto vedado del barn Stocco distaba solamente cinco kilmetros del pueblo y constitua una verdadera tentacin, no slo por la caza que encerraba, sino tambin porque las gallinas de la comarca saban que bastaba refugiarse detrs del alambrado para poder rerseles en la cara a quienes pretendan retorcerles el pescuezo.Nada de extrao, por consiguiente, que una tarde don Camilo, con sotana, anchos pantalones de fustn y un sombrerote de fieltro en la cabeza, se encontrara dentro del coto del barn. La carne es dbil y aun ms dbil la carne de los cazadores furtivos. Y tampoco es de extraar que a don Camilo se le escapara un tiro que fulmin a una liebre de un metro de largo. La vio en tierra, la coloc en el morral y ya se dispona a batirse en retirada cuando top de improviso con alguien. Entonces se cal el sombrero hasta las cejas y le dispar al bulto un cabezazo en el estmago para derribarlo boca arriba, pues no era propio que en el pueblo se supiera que el prroco haba sido sorprendido por el guardabosque cazando furtivamente en vedado.El problema fue que el otro haba tenido la misma idea del cabezazo, y as, las dos calabazas se encontraron a medio camino. Fue tan potente el encontronazo que los mand de rebote a sentarse en el suelo con un terremoto en la cabeza.Un meln tan duro no puede pertenecer sino a nuestro bien amado seor alcalde. refunfu don Camilo apenas se le hubo despejado la vista.Una calabaza de esta especie no puede pertenecer sino a nuestro bien amado arcipreste. repuso Peppone rascndose la cabeza.El caso es que tambin Peppone cazaba furtivamente en el lugar y tena, tambin l, una gruesa liebre en el morral. Ahora miraba burln a don Camilo.Jams habra credo que aquel que predica el respeto de la cosa ajena dijo Peppone entrara en el cercado ajeno para cazar de contrabando.Yo no hubiera credo jams que el propio primer ciudadano, el camarada alcalde...Alcalde, pero camarada. lo interrumpi Peppone Alcalde perdido por las teoras infernales que quieren la distribucin equitativa de los bienes y por lo tanto coherente con sus ideas mucho ms que el reverendo don Camilo, el cual en cambio...Alguien se acercaba, estaba ya a pocos pasos y era imposible huir esquivando el riesgo de recibir un escopetazo, pues esta vez se trataba de un verdadero guardin del coto.Es preciso hacer algo. susurr don Camilo Si nos encuentran aqu ocurrir un escndalo.No me interesa. contest Peppone tranquilo Yo respondo siempre de mis actos.Los pasos se acercaban y don Camilo se arrim a un grueso tronco. Peppone no se movi; al contrario, cuando apareci el guardin con la escopeta abrazada, lo salud.Buenas tardes.Qu hace usted aqu? pregunt el guardin.Recojo hongos.Con la escopeta?Es un sistema como cualquier otro.El modo de neutralizar a un guardabosque no es muy complicado. Hallndose a espaldas de l, basta cubrirle de improviso la cabeza con una manta, darle un puetazo y aprovechar enseguida el momentneo aturdimiento del sujeto para alcanzar el vallado y saltarlo. Una vez fuera, todo queda en regla.Don Camilo y Peppone se encontraron sentados detrs de un matorral, distante una milla del vedado.Don Camilo, suspir Peppone hemos cometido una bestialidad. Hemos levantado la mano sobre un guardin del orden. Es un delito.Don Camilo, que haba levantado l la mano, sudaba fro. La conciencia me remuerde. prosigui el infame Ya no tendr paz pensando en este horrible suceso? Cmo encontrar el valor necesario para presentarme ante un ministro de Dios a pedirle perdn de mi delito? Maldito sea el da en que he prestado odos a las infames lisonjas del verbo moscovita, olvidando los sagrados preceptos de la caridad cristiana!Don Camilo estaba tan humillado que senta deseos de llorar. Pero el mismo tiempo tena unas ganas atroces de aporrear a aquel perverso, y como Peppone lo adivin dej de quejarse.Maldita tentacin! grit Peppone sacando del morral la liebre y arrojndola lejos.Maldita, s grit don Camilo, y sacando su liebre, tambin la tir sobre la nieve, alejndose luego cabizbajo. Peppone lo sigui hasta los Aromos, luego dobl a la derecha.Perdone. dijo detenindose Sabra indicarme un buen prroco de la comarca para ir a descargarme de este pecado?Don Camilo apret los puos y sigui derecho. Cuando hubo recobrado el valor de presentarse al Cristo del altar, dijo disculpndose:No lo hice por m sino porque si se supiese que yo cazo de contrabando, ms que yo sufrira la Iglesia. Pero el Cristo permaneci mudo, y en esos casos a don Camilo le vena la fiebre cuartana y se pona a pan y agua durante das y ms das, hasta que el Cristo, compadecido, no le deca: "Basta".Esta vez, antes de que el Cristo le dijera "basta", don Camilo estuvo a pan y agua siete das, y justamente la tarde del sptimo, cuando para mantenerse en pie tena que apoyarse en las paredes y el hambre le gritaba en el estmago, Peppone vino a confesarse.He contravenido las leyes y la caridad cristiana dijo Peppone.Lo s contest don Camilo.Adems, apenas usted se alej, yo regres, tom las dos liebres y las he cocinado, una a la cazadora y la otra en escabeche.Me lo imaginaba repuso don Camilo con un hilo de voz. Y cuando luego pas ante el altar, el Cristo le sonri, no tanto en atencin a los siete das de ayuno cuanto porque don Camilo, contestando "me lo imaginaba", no sinti el deseo de romperle la cabeza a Peppone; por el contrario, se haba avergonzado profundamente recordando que aquella tarde tuvo por un instante, l tambin, la misma idea de regresar para hacer lo mismo.Pobre don Camilo! susurr el Cristo conmovido.Don Camilo abri los brazos como diciendo que l haca todo lo posible y que si alguna vez se equivocaba no era por maldad.Lo s, lo s, don Camilo. dijo el Cristo Y ahora ve a comer tu liebre que Peppone ha trado a tu casa, ya cocinada.

INCENDIO DOLOSOUNA noche lluviosa, repentinamente la casa vieja empez a arder. La casa vieja era una antigua tapera abandonada en la cima de un montculo escarpado. Aun de da la gente dudaba acercarse porque decan que estaba llena de vboras y de fantasmas. Lo extrao del caso era que la casa vieja consista en una gran pila de piedras, pues hasta las ms pequeas astillas que haban quedado cuando la haban abandonado despus de llevarse toda la madera que pudieron, el aire se las haba comido. Y ahora la tapera arda como una fogata.Mucha gente baj a la calle y sali del pueblo para contemplar el espectculo, y no haba persona que no se maravillara del suceso.Lleg tambin don Camilo, quien se situ en el corrillo que miraba desde el sendero que conduca a la casa vieja.Habr sido una hermosa cabeza revolucionaria la que ha llenado de paja la barraca y luego le ha prendido fuego para festejar alguna fecha importante. dijo en voz alta don Camilo, abrindose paso a empujones hasta quedar a la cabeza del montn Qu dice de esto el seor alcalde?Peppone ni siquiera se volvi.Qu quiere que sepa? rezong.Vaya! Como alcalde deberas saberlo todo. repuso don Camilo, que se diverta extraordinariamente Se festeja acaso algn acontecimiento histrico?No lo diga ni en broma, que maana se difundir en el pueblo que nosotros hemos organizado este mal negocio interrumpi el Brusco que, junto con todos los cabecillas rojos, marchaba al lado de Peppone.El sendero, al terminar los dos vallados que lo flanqueaban, desembocaba en una ancha meseta pelada como la miseria, en cuyo centro estaba el spero montculo que serva de basamento a la casa vieja. La distancia a la tapera era de trescientos metros y se la vea llamear como una antorcha.Peppone se par y la gente se abri a su derecha y a su izquierda.Una rfaga de viento trajo una nube de humo hacia el grupo.Paja... Cmo no!... Esto es petrleo.La gente empez a comentar el hecho curioso y algunos se movieron para acercarse ms, pero fuertes gritos los detuvieron.No hagan estupideces!Algunas tropas se haban detenido en el pueblo y en sus alrededores al final de la guerra; en consecuencia poda tratarse de un depsito de nafta o de bencina colocadas all por alguna seccin, o tal vez escondidas por alguien que las hubiera robado. Nunca se sabe.Don Camilo se ech a rer.No hagamos novelas! A m este asunto no me convence y quiero ver con mis propios ojos de qu se trata.Y decididamente se separ de la grey y se dirigi a la tapera a pasos rpidos. No haba andado cien metros cuando Peppone en dos zancadas lo alcanz.Vulvase usted!Y con qu derecho te mezclas en mis asuntos? contest bruscamente don Camilo, echndose atrs el sombrero y ponindose los gruesos puos en la cintura.Se lo ordeno como alcalde! No puedo permitir que un conciudadano se exponga estpidamente al peligro!Qu peligro?No siente qu olor de petrleo y bencina? Sabe usted qu demonios hay all adentro?Don Camilo lo mir receloso. Y t qu sabes? pregunt.Yo? Yo no s nada, pero tengo el deber de ponerlo en guardia, pues as como hay petrleo podra haber cualquier otra cosa.Don Camilo se ech a rer.He comprendido Sabes de qu se trata? Que te ha entrado el chucho y ahora te mortifica hacer ver a tus secuaces que su jefe toma lecciones de valor civil de un pobre curita reaccionario como es don Camilo.Peppone apret los puos.Mis hombres me han visto trabajar en los montes y...Ahora se trata de trabajar en el llano, camarada alcalde. El chucho de la llanura es distinto del de la montaa.Peppone se escupi en las manos e hinchando el ancho trax, march hacia el incendio con paso decidido. Haba recorrido apenas cincuenta metros cuando don Camilo, que haba quedado mirndolo cruzado de brazos, corri y prontamente se le puso al lado.Alto! le dijo, asindolo de un brazo.Alto un cuerno! grit Peppone soltndose Vaya a regar sus geranios, que yo sigo. Ahora se ver quin de los dos tiene miedo!Don Camilo habra deseado escupirse en las manos, pero no lo hizo recordando que era el arcipreste. Se limit, por tanto, a hinchar l tambin el pecho y a apretar los puos, y sigui marchando.Caminaron muy juntos, mientras la distancia disminua, y ya se perciba el calor de las llamas, y los dos, paso a paso, apretaban siempre ms los puos y los dientes, estudindose con el rabo del ojo, esperando cada cual que el otro se parase, pero cada uno decidido a adelantrsele al otro.Ochenta, sesenta, cincuenta metros.Alto! dijo una voz a la cual era imposible desobedecer. Los dos se detuvieron en el mismsimo instante, dieron media vuelta y luego echaron a correr veloces como el rayo.Diez segundos despus una tremenda explosin rompa el silencio mientras la tapera saltaba por los aires abrindose como una flor de fuego.Peppone y don Camilo volvieron, a encontrarse sentados en el suelo en medio de la carretera. No se vea un alma viviente porque todos haban escapado hacia el pueblo como liebres.Regresaron por un atajo y caminaron uno junto al otro en silencio. De pronto Peppone refunfu Hubiera sido mucho mejor que lo hubiese dejado seguir adelante.Eso mismo pienso yo. contest don Camilo Magnfica ocasin perdida.Si lo hubiese dejado seguir continu Peppone habra tenido el placer de contemplar al ms negro reaccionario del mundo haciendo piruetas en el aire.No creo. contest don Camilo sin volverse A los doscientos metros me hubiese detenido.Y por qu?Porque saba que en la gruta, bajo la casa vieja, haba seis latas de bencina, noventa y cinco fusiles ametralladores, doscientas setenta y cinco bombas de mano, dos cajas de municiones, siete ametralladoras y tres quintales de trotyl.Peppone se detuvo y lo mir con ojos desorbitados. Nada de extrao. explic don Camilo Antes de prenderle fuego a la bencina he hecho el inventario.Peppone apret los puos.Ahora yo tendra que matarlo grit rechinando los dientes.Lo comprendo, Peppone, pero es difcil matarme. Reiniciaron la marcha. Al cabo de un rato Peppone volvi a pararse.Entonces usted conoca el peligro y sin embargo lleg hasta cincuenta metros!Se comprende; lo saba como lo sabas t. contest don Camilo Estaba en danza nuestro valor personal.Peppone mene la cabeza.No hay nada que hacerle: somos dos grandes tipos. Lstima que usted no sea uno de los nuestros.Lo mismo pienso yo: lstima que no seas uno de los nuestros.Se separaron delante de la casa parroquial.En el fondo usted me ha hecho un favor. dijo Peppone Toda esa maldita mercadera me pesaba en la conciencia como la espada de Damocles.Anda despacio con las citas histricas, Peppone. dijo don Camilo.Sin embargo continu Peppone ha dicho usted que las ametralladoras eran siete cuando en realidad eran ocho. Quin habr tomado la otra?No te preocupes, la he tomado yo. Cuando estalle la revolucin proletaria, qudate a distancia de la casa parroquial.Nos volveremos a ver en el Infierno mascull Peppone, marchndose.Don Camilo fue a arrodillarse ante el Cristo del altar.Os agradezco. dijo Os agradezco por habernos dado el alto. Si no lo hubierais hecho, habra sido un lo!No creo. contest el Cristo sonriendo Sabiendo a donde ibas, seguir habra sido para ti un suicidio y hubieras retrocedido igual.Lo s, pero de todos modos es preciso no confiar demasiado en la propia fe. A veces el orgullo nos pierde.Dime: cmo es esa historia de la ametralladora? Has tomada de veras esa mquina infernal?No. contest don Camilo Eran ocho y las ocho volaron. Pero es til que sos crean que tengo aqu una ametralladora.Bien. dijo el Cristo Bien, si fuera cierto. Lo malo es que t has tomado de veras ese maldito artefacto. Por qu eres tan mentiroso, don Camilo? Don Camilo abri los brazos.

EL TESORO

LLEG a la casa parroquial el Flaco, un joven excombatiente de la resistencia que oficiaba de mensajero de Peppone cuando ste luchaba en los montes, y que ahora estaba empleado de mandadero en la Municipalidad. Traa una carta grande, de lujo, escrita a mano en letra gtica y con el membrete del partido.Vuestra Seora queda invitada a honrar con su presencia la ceremonia de proyecciones sociales que se desarrollar maana a las 10 horas en la Plaza de la Libertad.El Secretario del Comit, camarada Bottazzi Alcalde Jos.Don Camilo encar al Flaco.Dile al camarada Peppone alcalde Jos, que no tengo ningn deseo de ir a escuchar las acostumbradas pamplinas contra la reaccin y los capitalistas. Las s de memoria.No, explic el Flaco no habr discursos polticos. Ser una ceremonia patritica de proyecciones sociales. Si usted se niega a concurrir significa que no entiende nada de democracia.Don Camilo mene gravemente la cabeza.Si las cosas son as, no he dicho nada.Bien. Dice el jefe que vaya de uniforme y con todos los utensilios.Qu utensilios?S, el baldecito y el pincel; hay mucho que bendecir.El Flaco hablaba de este modo a don Camilo precisamente porque el Flaco era un tipo que por su talla especial y agilidad diablica, en la montaa poda pasar entre las balas sin recibir un rasguo. As, cuando el grueso libro lanzado por don Camilo lleg donde estaba la cabeza del Flaco, este ya haba saltado fuera de la rectoral y apretaba los pedales de su bicicleta.Don Camilo se levant, recogi el libro y fue a desahogarse con el Cristo del altar.Seor, dijo ser posible que no se pueda saber qu estn tramando esos para maana? Nunca vi cosa tan misteriosa. Qu significarn todos estos preparativos? Qu significan los ramos que estn plantando en torno del prado entre la farmacia y la casa de los Baghetti? Qu diablura estarn maquinando?Hijo, si fuese una diablura, en primer lugar no la haran a la vista de todos y, en segundo lugar, no te llamaran para la bendicin. Ten paciencia hasta maana.Por la noche don Camilo fue a dar un vistazo, pero no vio sino ramos y festones en torno del prado y nadie saba nada. Cuando por la maana parti seguido por dos aclitos, le temblaban las piernas. Senta que algo no funcionaba bien en el asunto. Presenta una traicin.Volvi al cabo de una hora, deshecho y afiebrado. Qu ha sucedido? le pregunt el Cristo del altar.Una cosa como para hacer erizar el cabello. balbuce don Camilo Algo horrendo. Banda, himno de Garibaldi, discurso de Peppone y colocacin de la piedra fundamental de la "Casa del Pueblo". Y yo he debido bendecir la piedra. Peppone reventaba de satisfaccin. Y el pillastre me ha invitado a decir dos palabras, de modo que tambin he debido pronunciar un discursito de circunstancias. Porque aunque se trata de un acto del partido, el bellaco lo ha presentado como una obra pblica.Don Camilo se pase de arriba abajo por la iglesia desierta, luego se par delante del Cristo.Casi nada. exclam Sala de tertulia y de lectura, biblioteca, gimnasio, dispensario y teatro. Un rascacielos de dos pisos, con campo de deportes anexo y cancha de bochas. Todo eso por la miserable suma de diez millones.No es caro, dados los precios actuales. observ el Cristo.Don Camilo se desplom en un banco.Seor suspir dolorido por qu me habis hecho este agravio?Don Camilo, t desvaras!No; no desvaro. Hace diez aos que os ruego de rodillas que me ayudis a conseguir algn dinero para instalar una pequea biblioteca. Una sala de recreos para los nios con calesita y columpios, y, de ser posible, una pileta chica de natacin como la de Castellina. Hace diez aos que me afano haciendo cumplidos a esos puercos propietarios tacaos que de buena gana abofeteara cuando los encuentro; he combinado doscientas loteras, he llamado a dos mil puertas y no he conseguido nada. Llega ese pcaro excomulgado y le llueven del cielo diez millones en el bolsillo.El Cristo mene la cabeza.No le han llovido del cielo. dijo Los ha encontrado en la tierra. Yo nada tengo que ver en el asunto; es fruto de su iniciativa personal.Don Camilo abri los brazos.Entonces la cosa es simple: significa que yo soy un pobre estpido.Don Camilo, ya en su casa, recorra rugiendo su habitacin. Descart que Peppone hubiese conseguido los diez millones asaltando a la gente en la calle o forzando la caja de caudales de un banco.Ese, los das de la liberacin, cuando baj de los montes y pareca que estaba por estallar la revolucin proletaria de un momento a otro, debe de haber explotado el miedo de esos cobardes de ricachos y haberles sonsacado plata.Pens luego que en aquellos das no haba un solo rico en el pueblo; en cambio haba un retn ingls llegado junto con los hombres de Peppone. Los ingleses se haban alojado en las casas de los seores, ocupando el lugar dejado libre por los alemanes, quienes, dueos del pueblo bastante tiempo, haban limpiado racionalmente las casas de todo lo mejor. Luego, ni siquiera se poda pensar que Peppone se hubiese procurado los diez millones saqueando.Acaso el dinero le vena de Rusia? Se puso a rer. Cmo imaginar que los rusos tengan en cuenta a Peppone!Jess. le fue a implorar por fin don Camilo No puedes decirme de dnde ha sacado el dinero Peppone?Don Camilo, respondi el Cristo sonriendo me has tomado por un agente de investigaciones? Por qu pedir a Dios cul es la verdad cuando ella est dentro de ti? Bscala, don Camilo, y entre tanto, para distraerte un poco podras dar un paseo hasta la ciudad.La tarde siguiente, volviendo de su viajecito a la ciudad, don Camilo se present al Cristo en un estado de agitacin impresionante.Qu te sucede, don Camilo?Una cosa enloquecedora. exclam ste jadeante He encontrado un muerto! Cara a cara en la calle!Don Camilo, clmate y razona! Habitualmente los muertos con quienes uno se encuentra cara a cara en la calle estn vivos.Lo excluyo. grit don Camilo El mo es un muertomuerto, porque yo mismo lo llev al cementerio.Si es as repuso el Cristo no tengo nada que decir. Ser un fantasma.Don Camilo se encogi de hombros.Tampoco! Los fantasmas existen solamente en la mollera de las mujeres estpidas.Y entonces?Vaya uno a saber. refunfu don Camilo.Don Camilo orden sus ideas. El muerto era un mocetn flaco, no del pueblo, que en su momento haba bajado de los montes junto con los hombres de Peppone. Estaba herido en la cabeza, maltrecho, y lo haban depositado en la planta baja de la villa Docchi, que haba sido la sede del comando alemn y despus del comando ingls.En la pieza contigua a la del herido, Peppone haba instalado su despachocomando.Don Camilo recordaba perfectamente. La villa estaba rodeada de tres puestos de centinelas ingleses y no entraba ni sala una mosca, porque all cerca se combata y los ingleses aman particularmente su pellejo.Esto haba ocurrido por la maana; la misma noche el mozo herido haba muerto. Peppone mand llamar a don Camilo hacia la media noche, pero cuando don Camilo lleg, el muchacho estaba ya fro. Los ingleses no queran muertos en la casa y al medioda el atad con el pobre muchacho sala de la villa llevado al hombro por Peppone y sus tres hombres ms fieles, cubierto por una bandera tricolor. Un pelotn armado de ingleses oh qu buenos! le haba rendido honores.Don Camilo recordaba que la ceremonia fnebre haba sido muy conmovedora: todo el pueblo haba seguido el fretro, que iba en una curea de can.Y el discurso en el cementerio, antes de echar el cajn a la fosa lo haba dicho l, don Camilo, y la gente lloraba. Tambin Peppone, que estaba en primera fila, sollozaba.Cundo me empeo, yo s hablar! se dijo complacido don Camilo evocando el episodio. Luego reanud el hilo lgico de su discurso y concluy : Y con todo ello estoy dispuesto a jurar que el muchacho flaco que encontr hoy en la ciudad es el que conduje a la sepultura.Suspir.As es la vida!Al da siguiente don Camilo fue a buscar en su taller a Peppone, a quien encontr trabajando echado bajo un automvil.Buen da, camarada alcalde. He venido para decirte que desde hace dos das estoy pensando en la descripcin de tu Casa del Pueblo.Qu le parece? pregunt Peppone riendo maliciosamente.Magnfica. Me he decidido a edificar ese pequeo local con piscina, jardn, campo de juegos, teatrito, etctera, que como sabes, tengo en la cabeza desde hace tantos aos. Pondr la piedra fundamental el prximo domingo y estimar mucho que t, como alcalde, ests presente.Con mucho gusto; cortesa por c