Gelman, Jorge - Historia General de América Latina -Volumen IV - Capítulo X

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  • 7/29/2019 Gelman, Jorge - Historia General de Amrica Latina -Volumen IV - Captulo X

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    HISTORIA GENERAL DE AMERICA LATINA, VOL. IV

    CAPITULO 10: LA LUCHA POR EL CONTROL DEL ESTADO: ADMINISTRACION

    Y ELITES COLONIALES EN HISPANOAMERICA

    JORGE GELMAN

    Desde mediados del siglo XVIII, y sobre todo durante el

    reinado de Carlos III (1759-1788) y la presencia en el Consejo

    de Indias de Jos de Galvez (1776-1787), la Corona espaola

    lleva adelante grandes reformas poltico-administrativas en sus

    colonias americanas, con un impulso, masividad y coherencia,

    como no se haban conocido desde la poca de las reformas

    toledanas a fines del siglo XVI.

    Estas reformas, que ya haban comenzado dentro de la propia

    pennsula ibrica con la llegada de los Borbones al trono de

    Espaa a inicios del siglo, slo se van a empezar a aplicar

    timidamente en Amrica durante el reinado de Fernando VI (1746-

    59), una vez que el fin del asiento ingls de esclavos en 1748 y

    el tratado de lmites con Portugal en 1750, despejan el

    horizonte de conflictos europeos inmediatos.

    Pero slo a la muerte de este ltimo monarca y con la

    ascensin al trono de Carlos III, las reformas adquieren un

    ritmo y coherencia, que permiten hablar de un verdadero plan de

    conjunto para transformar las estructuras de poder imperantes en

    Amrica durante casi dos siglos.

    Este intento de transformacin poltica, era en realidad

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    parte y condicin previa de unas reformas ms amplias, que

    buscaban consolidar los lmites y la seguridad del Imperio,

    promover el crecimiento econmico espaol y asegurar un flujo

    creciente de ingresos fiscales a la Corona, para permitirle

    recuperar su lugar en el mundo.

    No nos ocuparemos aqu de estas reformas econmicas,

    militares, religiosas, fiscales, pero resultaba claro para la

    Corona y para todos los impulsores intelectuales de aqullas,

    que para poder reorganizar la economa, cobrar mejor y ms

    impuestos, defender el territorio, terminar con el contrabando y

    disciplinar a la poblacin de las colonias, era menester primero

    realizar una profunda reforma poltico-administrativa en

    Amrica, fortalecer el aparato estatal, instalar en el mismo a

    funcionarios honestos y fieles, terminar con la corrupcin

    generalizada y con la influencia de las elites locales en la

    administracin.

    Nuestro objetivo ser entonces analizar las

    transformaciones en las estructuras del poder en Hispanoamrica

    a lo largo del siglo XVIII, y en particular la incidencia de las

    reformas polticas practicadas por los Borbones en la segunda

    mitad del siglo. Nos centraremos para ello en el mbito de la

    administracin del Estado, en la constitucin de las elites

    americanas y en su relacin cambiante con las estructuras del

    poder a lo largo de este siglo. Esta doble aproximacin al

    problema, Estado-elites locales, parte de la concepcin de que

    la estructura del poder y las definiciones polticas en Amrica,

    no eran slo el resultado de la voluntad de la Corona y sus

    ministros metropolitanos, sino de la combinacin de la misma,

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    con los factores de poder en las colonias, los propios

    funcionarios y sobre todo las poderosas elites locales.

    Las estructuras del poder antes de la ofensiva borbnica

    Conocemos hoy bastante bien como funcionaban las

    estructuras del poder en Amrica, antes de las Reformas

    Borbnicas. Si bien la mayora de los estudios que se han hecho

    sobre este tema versan sobre el siglo XVII, para dar luego un

    salto a la segunda mitad del XVIII, los pocos trabajos que han

    includo a la primer mitad de este ltimo siglo, nos lo muestran

    como un perodo donde se mantienen y an incrementan ciertos

    rasgos del anterior1.

    El historiador britnico D. Brading, resume lo que sabemos

    sobre el poder antes de las reformas con una frase contundente:

    "...en cada provincia del Imperio, la administracin haba

    llegado a estar en manos de un pequeo aparato de poder

    colonial, compuesto por la elite criolla -letrados, grandes

    propietarios y eclesisticos- unos pocos funcionarios de la

    pennsula con muchos aos de servicio y los grandes mercaderes

    dedicados a la importacin. Prevaleca la venta de cargos en

    1En este sentido el trabajo ms sistemtico es el de loshistoriadores norteamericanos M. Burkholder y D. Chandler, sobrela composicin de las Audiencias americanas entre 1687 y 1808,donde los autores no dudan en incluir a la primer mitad delXVIII en lo que llaman la "Edad de la Impotencia" (de la Coronafrente a sus colonias), siendo la segunda mitad del siglo lapoca de la restauracin de la "Autoridad". M. Burkholder y D.Chandler, 1977, From Impotence to Authority. The Spanish Crownand the American Audiencias, 1687-1808, University of MissouriPress, Columbia.

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    todos los niveles de la administracin"2.

    Los estudios sobre distintas reas de la administracin le

    dan plenamente la razn. Si tomamos el caso de las Audiencias,

    la mayor instancia judicial en Amrica, sabemos que entre 1687,

    en que se empiezan a vender sus cargos, y 1750, se nombran 138

    criollos y 157 peninsulares. La mayora de los primeros haba

    comprado su cargo y se destacaban los miembros de la elite

    limea que haban instalado oidores no slo en la Audiencia de

    Lima, sino en muchas otras. A su vez una gran parte de los

    peninsulares que figuraban en esta institucin, estaba

    fuertemente ligada a las elites locales (por matrimonio,

    compadrazgo, transacciones econmicas, etc), con lo cual la

    influencia de estos sectores era ampliamente mayoritaria3.

    Algo parecido sucede en el resto del aparato estatal.

    Dejando de lado a los Cabildos, la instancia ms baja del poder

    en las ciudades, que de partida -y as fueron pensados- eran una

    virtual representacin de las elites urbanas, encontramos una

    situacin similar en el caso de los Corregidores de indios o

    Alcaldes mayores. Estos funcionarios que haban sido impuestos

    por la Corona a fines del siglo XVI, para limitar el poder de

    los encomenderos, organizar la explotacin de la poblacin

    2D. Brading, 1990, "La Espaa de los Borbones y su ImperioAmericano", en L. Bethell (ed), Historia de Amrica Latina,Crtica, Barcelona, Tomo 2, captulo 3, pgina 92 (primeredicin en ingls, 1984, Cambridge History of Latin America).

    3Burkholder y Chandler, From Impotence..., cit. Ver tambinalgunos ejemplos en John Leddy Phelan, 1972, "El auge y cada delos criollos en la Audiencia de Nueva Granada, 1700-1781",Boletn de Historia y Antigedades, 59, Bogot o Len Campbell,1972, "A colonial establishment: Creole domination of theAudiencia of Lima during the late eighteenth century", HispanicAmerican Historical Review, 52:1.

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    indgena en beneficio del conjunto de los colonos espaoles y de

    la Corona, aunque tambin se supona que defenderlos frente a

    las excesivas pretenciones de los primeros, se convierten por su

    papel de bisagra en una pieza clave del sistema colonial. Muy

    pronto las elites van a buscar incidir sobre estos funcionarios,

    para poder acceder ms facilmente a la mano de obra indgena y

    sobre todo desde la segunda mitad del XVII, para convertir a esa

    poblacin en un mercado cautivo, donde colocar mercancas, en

    cantidades y condiciones que el Corregidor poda imponer por su

    posicin de fuerza all. Esta aspiracin de las elites se va a

    ver favorecida porque desde 1678 se empiezan a vender

    oficialmente estos cargos, con lo cual los sectores ms

    adinerados de las colonias van a poder adquirirlos

    directamente4.

    Tambin conocemos bastante bien el caso de los oficiales de

    real hacienda, en el perodo preborbnico y as podramos seguir

    enumerando5.

    Esta amplia influencia directa e indirecta de las elites en

    4son numerosos los trabajos que se han escrito sobre estosfuncionarios. Algunos de los que mejor trazan la influencia delas elites sobre ellos y sus actividades ilcitas son: JavierTord, 1974, "El corregidor de indios en el Per: comercio ytributos", Historia y Cultura, 8, Lima; A. Moreno Cebrin, 1977,

    El corregidor de indios y la economa peruana en el siglo XVIII,CSIC, Madrid; B. Larson y R. Wasserstrom, 1982, "Consumo forzosoen Cochabamba y Chiapa durante la poca colonial", HistoriaMexicana, XXXI, 3, Mxico; B. Hamnett, 1977, Politics and Tradein Sothern Mexico, 1750-1821, Cambridge y H. Pietschmann, 1977,"El comercio de repartimientos de los Alcaldes Mayores yCorregidores en la regin de Puebla-Tlaxcala en el siglo XVIII",Estudios sobre la poltica indigenista espaola en Amrica,Universidad de Valladolid.

    5K. Andrien, 1985, Crisis and decline. The Viceroyalty ofPeru in the seventeenth century, University of New Mexico Press,Albuquerque.

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    el poder, se va a manifestar de manera evidente en el desarrollo

    a gran escala de actividades, no siempre legales, amparadas por

    el estado y que favorecan a estos sectores.

    Ya hemos mencionado el caso de los "repartos de mercancas"

    que imponan los Corregidores a los indgenas, que adquieren tal

    magnitud en la primer mitad del siglo XVIII, que la Corona se va

    a ver forzada a legalizar en 1754, para tratar de limitar y a la

    vez obtener algn provecho del mismo.

    Otro fenmeno que se desarrolla en gran escala es el

    contrabando, que parece ser de lejos la principal forma de

    comercio exterior americano en el siglo XVII y primer mitad del

    siguiente6.

    De estas y otras razones se derivaba que la Corona perdiera

    progresivamente el control directo de la situacin colonial y

    que se redujera tambin la recaudacin fiscal, recaudacin que

    por otra parte se delegaba cada vez ms en particulares, a

    quienes se arrendaba el derecho a percibir los impuestos a

    cambio del pago de sumas fijas.

    Toda esta situacin ha llevado a algunos autores a plantear

    que el grado de control de las elites locales sobre el aparato

    del estado, la generalizacin de la corrupcin y el no respeto a

    la legislacin real, permiten hablar de la existencia en los

    hechos de una primer independencia americana en el XVII y primer

    6un estudio que resume y afina todo lo que sabemos sobre elcomercio atlntico americano en esta poca es M. Morineau, 1985,Incroyables gazettes et fabuleux metaux. Les retours des trsorsamricains d'aprs les gazettes hollandaises (XVIe-XVIIIesicles), Cambridge University Press/ Maison des Sciences del'Homme, Cambridge.

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    mitad del XVIII7.

    Esta idea parte de una vieja concepcin de la

    historiografa americanista que consideraba al estado implantado

    por la Corona en Amrica como uno fuertemente centralizado y que

    exclua la participacin de los factores de poder local8. De

    esta manera la presencia de estos ltimos y el desarrollo de la

    corrupcin seran una aberracin del sistema, cuya magnitud en

    este perodo lo pondran francamente en crisis.

    Sin embargo es posible considerar la evolucin en las

    estructuras del poder en Amrica de otra manera.

    Una serie de trabajos plantearon ya hace ms de dos

    dcadas, una interpretacin diferente a la tradicional, sobre el

    sistema de gobierno en Hispanoamrica y el fenmeno de la

    corrupcin, aunque luego los trabajos de investigacin emprica

    hicieran poco caso de estos planteamientos9.

    7quin desarroll inteligentemente esta idea de la primeremancipacin fue John Lynch, 1964-69, Spain under the Hapsburgs,Oxford, 2 vol. Otro autor habla de "emancipacin informal" deAmrica, previo a las reformas; ver Fernando Muro Romero, 1987,"Administracin y Sociedad en la Amrica espaola hasta 1750",en Antonio Annino et alli (ed), America Latina: Dallo StatoColoniale allo Stato Nazione, Franco Angeli Libri, Milano,volmen II, pgina 448. Lynch ha modificado posteriormente supercepcin de este perodo, hablando de la existencia de ungobierno de "consenso", que no cuestionaba el vnculo colonial.Ver John Lynch, 1991, Historia de Espaa, Tomo XII "El siglo

    XVIII", Ed. Crtica, Barcelona.8un ejemplo de esto es la influyente obra de Clarence

    Haring, 1949, The Spanish Empire in America, New York.

    9los trabajos ms importantes en este sentido fueron:S.N.Eisenstadt, 1963, The Political System of Empires, New York-London; Magal Sarfatti, 1966, Spanish BureaucraticPatrimonialism in America, Berkeley; y John Leddy Phelan, 1967,The Kingdom of Quito in the seventeenth century: Bureaucraticpolitics in the Spanish empire, University of Winsconsin Press,Madison, donde no slo se avanza en una nueva concepcin tericadel estado colonial, sino que se lo aplica al estudio de un casoconcreto. Slo muy recientemente se han dado algunos pasos

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    En estos estudios se concibe al estado colonial, por lo

    menos durante el largo reinado de los austrias y en el primer

    perodo borbnico, no como uno fuertemente centralizado y

    excluyente de los factores de poder local, sino por el

    contrario, como un sistema de una gran flexibilidad, que buscaba

    constantemente un delicado punto de equilibrio entre los

    intereses -a veces confluyentes, a veces contradictorios- entre

    las autoridades metropolitanas y los factores de poder local,

    sobre todo las elites, pero tambin los otros sectores,

    incluyendo en ello a los burcratas coloniales, con sus propios

    intereses. Esto ltimo era algo reconocido de partida y no

    contradictorio con la lealtad al Rey, dada la caracterstica

    patrimonial del estado, que se haca extensiva a los propios

    funcionarios.

    Estos burcratas a su vez, no integraban una estructura

    vertical de poder, en la que cada miembro era parte de un

    engranaje con peldaos sucesivos, sino que aparecan todos

    vinculados directamente al monarca (quin en ltima instancia

    era el responsable de los nombramientos y a quin todo

    funcionario poda recurrir en caso de conflicto con otros

    funcionarios) y con poderes imprecisos, que permitan una gran

    flexibilidad, la ambivalencia, la negociacin a todos los

    niveles.

    significativos en esta nueva interpretacin del estado colonial,ver por ejemplo H. Pietschmann, 1982, "Burocracia y corrupcinen Hispanoamrica colonial. Una aproximacin tentativa", NovaAmericana, volmen 5, Torino y "Estado colonial y mentalidadsocial: el ejercicio del poder frente a distintos sistemas devalores. Siglo XVIII", en A. Annino et alli (ed), AmericaLatina..., cit, vol II; y Colin MacLachlan, 1988, Spain's Empirein the New World. The Role of Ideas in Institutional and SocialChange, University of California Press, California.

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    Este sistema de gobierno, se apoyaba, segn lo define un

    estudio reciente, en una "matriz filosfica" que lo

    justificaba10. El orgen del poder del monarca era divino, pero

    por ello mismo tena lmites, ya que deba gobernar con amor y

    proteccin hacia sus sbditos, deba conseguir un cierto

    consenso, lo cual admita la negociacin con los subordinados.

    El nfasis en la relacin monarca-sbditos estaba puesto ms en

    la lealtad que en el cumplimiento estricto de las rdenes

    reales. En este sentido, la famosa frmula "obedezco pero no

    cumplo", empleada una y mil veces por los funcionarios para

    salvar la lealtad al Rey y no aplicar una real orden, era algo

    consagrado por las ideas imperantes y an por la misma

    legislacin de Indias.

    Siguiendo la misma lnea de interpretacin, la corrupcin

    se puede entender, no como una aberracin del sistema, como un

    conjunto de excesos, sino como uno de los medios privilegiados

    del sistema para permitir esta bsqueda de equilibrio entre

    intereses a veces contradictorios, y salvando a su vez la

    autoridad del monarca. La corrupcin era una verdadera vlvula

    de escape a las contradicciones del sistema, e incluso algunos

    autores consideran que ste slo funcionaba gracias a ella11.

    De la misma manera, aparece como algo natural la

    participacin de las elites locales en las estructuras del poder

    colonial. Aunque esto tambin tiene que ver con las

    10MacLachlan, 1988, Spain's Empire... cit.

    11ver por ejemplo el interesante estudio de Z. Moutoukias,1988, Contrabando y control colonial en el siglo XVII. BuenosAires, el Atlntico y el espacio peruano, Centro Editor deAmrica Latina, Buenos Aires.

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    caractersticas de estas elites.

    No es nuestro porpsito, ni sera posible en estas pginas,

    resumir y discutir todas las investigaciones que se han hecho

    ultimamente sobre las elites coloniales americanas. Slo

    queremos retener algunos elementos generales que tienen que ver

    con el tema de las estructuras del poder y su evolucin en el

    siglo XVIII12.

    Estas elites, definidas como los sectores que concentran en

    un grado ms alto el poder, la riqueza y los honores en las

    ciudades hispanoamericanas, no tienen por ello mismo un slo

    rasgo que las caracterice, sino que renen un vasto conglomerado

    de actividades y atributos. La riqueza (y por ello el comercio,

    una de las pocas actividades que daba acceso a la misma en la

    colonia) era una condicin sine qua non, para acceder a la

    elite, pero sta se consolidaba con el poder y el honor y a su

    vez con una diversificacin econmica, que permita conservar,

    algo ms tranquilamente, la riqueza obtenida generalmente a

    travs de la riesgosa actividad comercial.

    La estrecha relacin entre las elites y el aparato del

    estado colonial, parece haber sido desde muy temprano una regla

    en la realidad americana. Algunos autores nos sealan incluso la

    dificultad de separar estado y elites, cuando investigamos algn

    caso en particular.

    Las maneras de acceder a la administracin y al poder de

    12una excelente y muy completa evaluacin de los trabajossobre las ciudades y las elites americanas en Fred Bronner,1986, "Urban Society in Colonial Spanish America: ResearchTrends", Latin American Research Review, volmen XXI, 1. Vertambin Magnus Mrner, 1983, "Economic Factors andStratification in Colonial Spanish America with Special Regardto Elites", Hispanic American Historical Review, 63:2.

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    parte de estas elites eran mltiples y si bien la venta de los

    cargos favoreci enormemente este proceso, sera un error

    considerarla como su causa y la modalidad excluyente. De hecho,

    adems de ocupar directamente cargos en la administracin, por

    compra o por designacin, estas elites accedan al poder, quizs

    sobre todo cooptando a los funcionarios. Casando a sus hijas con

    los burcratas ms altos o ubicados en lugares estratgicos para

    sus negocios, estableciendo relaciones de compradazgo, lazos

    econmicos diversos, promoviendo la corrupcin a todos los

    niveles, las elites conseguan en general integrar a los

    funcionarios en su mundo.

    Significaba esto la creacin de un aparato de poder

    autnomo de la metrpoli?

    La respuesta a esta pregunta resulta dificil, pero una

    serie de estudios tienden a mostrarnos, cmo, esta integracin

    elites-estado no cuestionaba la dominacin colonial, en tanto

    que los intereses de la metrpoli eran en buena medida

    coincidentes con los de estas elites y sobre todo que se

    necesitaban mutuamente. La Corona careca de un aparato de facto

    capaz de mantener la disciplina de las colonias en contra de su

    voluntad y las elites necesitaban la legitimidad que les

    brindaba el poder real y todo su aparato filosfico-religioso.

    Por otra parte, los intereses divergentes de los sectores

    americanos, an dentro de las mismas elites, facilitaban la

    labor de la Corona como mediador indispensable, una de cuyas

    armas ms eficaces fue el uso de la justicia13.

    13uno de los trabajos que ms inteligentemente ha aplicadoestas ideas sobre el caracter del estado y la justicia coloniales William Taylor, 1987, Embriaguez, homicidio y rebelin en las

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    En este sentido la idea de una primer independencia

    americana durante el siglo XVII y parte del XVIII aparece

    cuestionada, as como tambin la idea de las reformas borbnicas

    como una reconquista. Mas bien, lo que las reformas van a

    intentar es un cambio -es verdad que radical- en el sistema de

    dominacin colonial y en la participacin que en l van a dejar

    para las elites locales y los burcratas.

    Diagnstico y cura

    Los diagnsticos que se hacan en Espaa sobre lo que

    suceda en Amrica desde haca largas decadas, eran casi todos

    coincidentes hacia mediados del siglo XVIII: imperaban all la

    corrupcin generalizada y el control de las elites locales sobre

    el aparato administrativo. En esta situacin estaban implicados

    desde los funcionarios ms bajos y locales, hasta las instancias

    ms altas y generales del poder. Las elites constituan

    facciones que estaban constantemente disputndose el control del

    estado, para obtener provecho propio, desconociendo las normas

    emanadas por la Corona, desarrollando el contrabando, evadiendo

    impuestos, etc. Se sealaba tambin que en la raiz de estos

    problemas haba sido muy importante la prctica de la venta de

    los cargos de la administracin, que habindose inciado a fines

    del XVI para los cargos ms bajos, se haba extendido

    poblaciones coloniales americanas, Fondo de Cultura Econmica,Mxico (primer edicin inglesa 1979). Un conjunto de ensayosdonde se analiza la confluencia de intereses elites-estadocolonial para diversas regiones americanas en Karen Spalding,1982, Essays in the Political, Economic and Social History ofColonial latin America, University of Delaware, Newark.

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    progresivamente hasta incluir a los ms altos, y que haba

    permitido, que los sectores ms poderosos de Amrica se

    instalaran a lo largo y ancho de toda la estructura del poder,

    ms all de cualquier consideracin de capacidad para la funcin

    y/o lealtad hacia la Corona. De la misma manera se haban

    inutilizado los mecanismos de control de la burocracia, ya que

    hasta los juicios de residencia que deban realizarse al final

    de su mandato a cada funcionario, se vendan y compraban con

    asiduidad.

    Uno de los relatos ms grficos y completos al respecto,

    son las llamadas "Noticias Secretas de Amrica", escrita por los

    marinos espaoles Jorge Juan y Antonio de Ulloa en 1747, que si

    bien fue publicado por primera vez en Londres en 1826, circul

    intensamente en los medios ministeriales espaoles en la poca

    en que fue escrito como informe para la Corona, luego del viaje

    que realizaran aqullos al Per14. En este largo "discurso y

    reflexiones", los autores describen con lujo de detalles todos

    los abusos que realizan los funcionarios, la corrupcin tambin

    del clero, el contrabando, etc. Y en esto incluyen a los

    virreyes, que no pueden resistir el insistente cortejo que les

    realizan los poderosos locales. Hasta los ms honestos terminan

    sucumbiendo, y que lo nico que los diferencia es "...que su

    entereza a no admitir obsequios de valor ha durado ms tiempo en

    unos que en otros, pero al fin se han dejado llevar todos de la

    tenaz porfa de estos tan poderosos ruegos..." (pgina 374).

    14Jorge Juan y Antonio de Ulloa, 1826, Noticias Secretas deAmrica, D. Barry (ed), Londres. Citamos aqu la edicincorregida de L. J. Ramos Gmez, 1985, Las "Noticias Secretas deAmrica" de Jorge Juan y Antonio de Ulloa (1735-1745), T. II,CSIC, Madrid

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    Partiendo de este diagnstico, las soluciones que van a

    proponer, tanto estos marinos, como muchos otros personajes

    influyentes en la Corte, son tambin coincidentes. Era necesario

    terminar con este estado de cosas, suprimir la venta de los

    cargos que era "el orgen de todos los excesos", crear un

    aparato estatal fuerte, con funcionarios que tuvieran salarios

    adecuados para impedir su participacin en actividades ilegales,

    que fueran honestos, de carrera y con un sistema de ascensos por

    buen desempeo. Haba que alejar a las elites locales de la

    administracin y aislar de la influencia de los mismos a los

    funcionarios. Slo de esta manera se podran implementar las

    medidas ordenadas para incrementar la recaudacin fiscal, para

    promover el crecimiento econmico y garantizar la defensa del

    Imperio. Era necesario disponer de un verdadero estado

    burocrtico, con funcionarios fieles que cumplieran sin titubeos

    las medidas ordenadas.

    Los nombres de Jos del Campillo y Cosso, Pedro Rodrguez

    de Campomanes o Baltasar M. G. Mara de Jovellanos, sn slo

    algunos de aquellos altos funcionarios metropolitanos, que van a

    defender estas ideas. El primero, en su "Nuevo sistema de

    gobierno econmico para la Amrica", escrito en 1743, va a

    proponer que se realicen "visitas generales" a toda Amrica, que

    se eliminen el poder de las elites locales y la riqueza de la

    Iglesia, que se implanten las Intendencias y se construya un

    aparato administrativo fiel y eficaz15.

    En realidad muchas de estas propuestas no eran nuevas, pero

    15Jos del Campillo y Cosso, 1762, Nuevo sistema degobierno econmico para la Amrica, Madrid.

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    slo hacia mediados del siglo XVIII, existe un consenso

    generalizado en los mbitos de poder metropolitanos sobre la

    necesidad y oportunidad de llevarlas a cabo16.

    Haba por supuesto algunas voces disonantes, sobre todo del

    otro lado del Atlntico, que vale la pena mencionar, porque

    tienen que ver con la resistencia que las reformas van a

    encontrar en distintos lados de Amrica. Las elites locales,

    criollos o no, se crean en derecho de ocupar cargos en la

    administracin de sus lugares de residencia. Es interesante

    citar las palabras del fiscal de Cartagena de Indias (en la

    actual Colombia), don Pedro de Bolvar y de la Redonda, quin en

    1667 defenda la presencia de los criollos en el Estado,

    alegando que la corrupcin se poda combatir mejor colocando en

    los cargos a criollos ricos (y por lo tanto -deca l-

    desinteresados en usufructuar de los mismos en provecho

    personal), que a peninsulares pobres (suceptibles de todo tipo

    de tentaciones)17.

    Pero ms all de este tipo de consideraciones, la Corona

    espaola, y sobre todo Carlos III y sus ministros, van a decidir

    emprender unas reformas polticas de amplio alcance, que van a

    marcar toda la ltima etapa de dominacin espaola en Amrica.

    16por ejemplo se puede citar en la temprana dcada de 1620,las ideas del Conde-Duque de Olivares, que parecen preanunciarcon 150 aos de anticipacin las medidas que se tomaran sobretodo bajo Carlos III. Claro que la situacin en los ambitos depoder espaol era muy diferente, y el Consejo de Indias desoylas propuestas de Olivares. Ver toda esta discusin en JohnLeddy Phelan, 1967, The Kingdom of Quito..., cit, pp 157-159,221 y siguientes.

    17citado en M. Burkholder y D. Chandler, 1977, FromImpotence..., cit, pgina 6.

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    Las Reformas Borbnicas: ofensiva, resistencias y resultados

    contradictorios

    Tomando como problemas principales la debilidad y

    descontrol del aparato estatal, la presencia de las elites y la

    corrupcin, las reformas borbnicas van a atacar de conjunto a

    estos fenmenos con un impulso inicial de gran magnitud.

    El globo de ensayo de las reformas fue la isla de Cuba,

    considerada una pieza clave en el sistema defensivo del Imperio,

    donde se organiza una fuerte guarnicin militar regular y se

    instala en 1763 el primer Intendente de Amrica. Pero el gran

    impulso reformador, se da con el envo de visitadores generales

    a Amrica, el primero de los cuales, Jos de Galvez, enviado al

    virreinato de Nueva Espaa entre 1765 y 1771, es considerado

    unanimemente la pieza clave de la ofensiva borbnica en Amrica.

    Galvez comienza personalmente a tomar medidas reformistas en el

    virreinato norteo y entre 1776 y su muerte en 1787 es nombrado

    al Consejo de Indias, desde donde organiza el envo de las

    visitas generales al virreinato del Peru (el visitador Jos

    Antonio de Areche es enviado en 1776) y al virreinato de Nueva

    Granada (1778, visitador Juan Francisco Gutierrez).

    Aparte de medidas trascendentes como la organizacin de una

    fuerza militar en las colonias o la expulsin de los jesutas en

    1767, que son tratadas en otros captulos de esta obra, las

    medidas ms importantes de estas reformas administrativas, son

    la creacin de nuevos virreinatos (en 1739 ya se haba creado el

    de Nueva Granada que abarcaba la regin norte del antiguo

    virreinato del Per y en 1776 se desgaja tambin de este ltimo,

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    el virreinato del Rio de la Plata, que inclua todo el

    territorio desde la actual Bolivia hacia el sur, con capital en

    Buenos Aires); se crean tambin nuevas capitanas generales

    (Chile y Venezuela), nuevas Audiencias (Buenos Aires, Cuzco y

    Caracas) y al fin se instalan las Intendencias en casi todo el

    territorio, suprimiendo los corregidores y Alcaldes mayores, que

    haban sido sealados reiteradamente como uno de los sectores

    ms corruptos del sistema. Estos intendentes tendran poderes

    muy amplios en sus territorios, seran funcionarios peninsulares

    muy bien seleccionados, y gozaran de salarios elevados, para

    evitar su posible corrupcin. Se establece un servicio regular

    de correo (1764) que permita una fluida comunicacin entre las

    diversas instancias del poder y con la metrpoli, se crean las

    superintendencias de real hacienda, para desplazar a los

    virreyes del control financiero de las colonias, se incrementa

    notablemente la burocracia fiscal asalariada, que retoma adems

    en sus manos el cobro de impuestos que antes se arrendaban a

    particulares, se establecen nuevos monopolios reales, etc.

    El resultado a primera vista de las reformas es

    impresionante.

    Con todo, vale la pena sealar que estas reformas no se

    realizan todas simultaneamente, ni con la misma intensidad, como

    es el caso de las Intendencias, que se instalan primero

    masivamente en el Rio de la Plata (1782), dos aos ms tarde en

    el Per y otros dos despus en Nueva Espaa y que dejar de lado

    a Nueva Granada y Quito. Esto, como veremos luego, tiene que ver

    con las resistencias potenciales o reales a las reformas en

    Amrica, que desde temprano empezarn a minar el mpetu

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    reformador metropolitano. Algo similar, aunque no es nuestro

    tema, se puede sealar con la implementacin del llamado

    "comercio libre", que habiendo sido decretado en 1778, recin se

    aplicar varios aos ms tarde en el virreinato de Nueva Espaa,

    sede de la ms poderosa clique comercial del Imperio.

    Pero lo que las reformas administrativas buscan y a primera

    vista parecen conseguir, es crear una aparato estatal ms fuerte

    y sobre todo en manos de burcratas peninsulares, de carrera,

    alejando a las elites locales del poder y combatiendo la

    corrupcin. All donde el aparato estatal previo a las reformas

    era casi inexistente y en las nuevas instituciones, fue posible

    de un plumazo instalar toda una cohorte de "hombres nuevos",

    acordes al ideal reformador, y all donde haba ya fuertes

    aparatos administrativos previos se trat ms o menos

    rapidamente de ir reemplazando los viejos funcionarios por otros

    nuevos, suprimiendo la venta de los cargos, nombrando burcratas

    peninsulares de confianza de la Corona, quitndole atribuciones

    a los cargos que eran ms dificiles de controlar, como los

    virreyes (a travs de los superintendentes por ejemplo).

    Los estudios recientes sobre la composicin del aparato

    estatal en este perodo son coincidentes en sealar un hecho

    irrefutable: si antes de las reformas todas las instancias de la

    administracin estaban controladas por funcionarios criollos,

    miembros de las elites locales o por funcionarios peninsulares

    con muy estrechos vnculos con aqullos, en la segunda mitad del

    XVIII, empiezan a predominar claramente los "hombres nuevos",

    peninsulares, funcionarios asalariados y de carrera.

    Esto sucede tanto en las Audiencias como en las

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    Intendencias que reemplazan a los Corregidores y Alcaldes

    Mayores,as como en las nuevas instituciones fiscales y

    monopolios del estado18.

    Si bien, no todos los autores coinciden en la

    interpretacin de lo que significa la instalacin de estos

    nuevos funcionarios peninsulares, todos nos muestran esta

    transformacin radical en quines sern los nuevos encargados de

    llevar las riendas del estado.

    Esta vasta ofensiva, que algunos autores no dudaron en

    calificar de "reconquista" espaola de Amrica, hoy puede sin

    embargo ser interpretada de otra manera y an la extensin de

    sus resultados matizada fuertemente19.

    Si el diagnstico que hacan los reformistas metropolitanos

    de lo que suceda en Amrica hasta mediados del siglo XVIII,

    parece correcto (corrupcin generalizada, excesivo poder de las

    elites, etc), el anlisis de sus causas era limitado y por lo

    18sobre las Audiencias ver los trabajos citados en nota 3.Sobre las Intendencias los estudios clsicos de John Lynch,1969, Spanish Colonial Administration 1782-1810: The IntendantSystem in the Viceroyalty of the Rio de la Plata, New York, yJohn Fisher, 1970, Government and Society in Colonial Per: theIntendant System, 1784-1814, London. Luego podemos citar unaserie de trabajos que estudian el conjunto de burcratas dealgunas regiones, como por ejemplo Jacques Barbier, 1980, Reformand Politics in Bourbon Chile, 1755-1796, University of Ottawa

    Press, Ottawa; Linda Arnolds, 1988, Bureaucracy and Bureaucratsin Mexico City, 1742-1835, University of Arizona Press, Tucson;David Brading, 1973, "Government and Elite in Late ColonialMxico", Hispanic American Historical Review, 53:3; MilesWortman, 1982, Government and Society in Central America, 1680-1840, Columbia University Press, New York y Susan Socolow, 1987,The Bureaucrats of Buenos Aires, 1769-1810: Amor al RealServicio, Duke University Press, Durham and London.

    19. Uno de los ms decididos defensores de la idea de lareconquista espaola en el perodo borbonico es David Brading,quin concibe las reformas como una verdadera "revolucin en elgobierno". Ver Brading, 1971, Miners and Merchants in BourbonMxico, 1763-1810, Cambridge University Press, Cambridge.

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    tanto las soluciones propuestas buscarn atacar los problemas

    aparentes, sin tener en cuenta fenmenos estructurales de la

    sociedad colonial, ni las resistencias que generaran los

    intentos reformadores.

    Las reformas borbnicas, por un lado, significan cambios

    importantes en la concepcin de la monarqua y el estado en

    Espaa y Amrica. El poder real, deja de aparecer como

    esencialmente de origen divino y paternalista, para asociarse

    ms directamente a los resultados materiales, econmicos que

    consiguiera para sus reinos. Desde este punto de vista, la

    Corona se haca ms terrenal y suceptible de ser juzgada por los

    resultados obtenidos20. Para conseguir los objetivos materiales

    que se propona, era necesario transformar la estructura del

    estado, convirtindolo en uno fuertemente centralizado, con una

    estructura jerrquica, cuyos funcionarios, atenindose a normas

    estrictas, implementaran las medidas ordenadas para promover el

    crecimiento econmico, recaudar ms impuestos, etc.

    Este nuevo sistema desconoca la necesidad de lograr un

    consenso poltico con los sbditos, y destrua la flexibilidad

    del sistema anterior, que se haba mostrado capaz durante dos

    siglos de absorber tensiones y resolver conflictos.

    Como seala un autor, las reformas borbnicas desconocan

    de esta manera la "constitucin no escrita", que haba regido

    por mucho tiempo la vida en las colonias, y por lo tanto no

    prevea las resistencias que generaran21. Estas resistencias

    20en estas lneas seguimos las observaciones de MacLachlan,Spain's Empire..., cit.

    21John Leddy Phelan, 1978, The People and the King. TheComunero Revolution in Colombia, 1781, Madison. Este autor

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    tenan que ver por un lado con la larga tradicin de negociacin

    y participacin de las elites locales en el poder, as como con

    elementos estructurales de la economa y sociedad coloniales,

    que la legislacin dificilmente poda cambiar. Un ejemplo

    evidente de esto ltimo, es el problema de los corregidores y

    los "repartos de mercancas", que las reformas pretendieron

    suprimir. La Corona anula el cargo de corregidor, prohibe los

    repartos, nombra a los Intendentes, y sin embargo los repartos

    van a continuar, con mayor o menor intensidad segn los casos22.

    Al mismo tiempo, como decamos, las soluciones propuestas

    para ciertos problemas, van a atacar slo las causas aparentes,

    dejando intactos problemas de fondo y a veces sin proveer los

    medios necesarios para aquellas soluciones limitadas.

    As por ejemplo van a suprimir la venta de los cargos y van

    a nombrar funcionarios peninsulares en todas las instancias

    posibles de la administracin, y sin embargo no van a lograr

    erradicar totalmente la corrupcin, ni la influencia de las

    elites.

    Esto por un lado, porque no proveyeron los medios para

    analiza la rebelin comunera de Nueva Granada, comoesencialmente conservadora, que pretenda defender esa"constitucin no escrita", frente al nuevo sistema borbnico.

    22ver al respecto la polmica entre S. Stein por un lado yJ. Barbier y M. Burkholder por el otro, en donde el primerosostiene que el fracaso en suprimir los repartos se debi a laresistencia de los funcionarios y comerciantes ligados allucrativo comercio forzoso, mientras los segundos defienden latesis de que los repartos se mantuvieron sobretodo por ser unaactividad irreemplazable, dada la estructura de la economacolonial. S. Stein, 1981, "Bureaucracy and Business in theSpanish Empire, 1759-1804: Failure of a Bourbon Reform in Mxicoand per", Hispanic American Historical Review, 61:1 y elcomentario de Barbier y Burkholder en Hispanic AmericanHistorical Review, 62:3, 1982.

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    promover la fidelidad y honestidad de los nuevos funcionarios,

    garantizndoles medios de vida adecuados a su status y funcin.

    Los salarios que cobraban, distaban en general de satisfacer sus

    necesidades, deban seguir pagando altas fianzas para poder

    ejercer el cargo, etc. Incluso algunos funcionarios importantes,

    como es el caso de los subdelegados, que bajo la supervisin de

    los Intendentes, deban reemplazar de hecho a los corregidores y

    alcaldes mayores, no cobraban salario directo, sino un

    porcentaje de lo recaudado entre la poblacin indgena, con lo

    cual se mantuvieron propensos a continuar las prcticas de los

    funcionarios que venan a reemplazar23.

    Por otro lado la ecuacin criollos=corrupcin/

    peninsulares=honestidad, se iba a demostrar equivocada, y los

    medios de las elites para influenciar el aparato del estado no

    pasaban unicamente por colocar a sus miembros directamente en

    l. De hecho el medio ms importante parece haber sido (y se

    refuerza luego que las reformas dificultan el acceso directo a

    la administracin) la cooptacin de los funcionarios dentro de

    la elite. A travs de formas que ya mencionamos, como el

    matrimonio, los lazos econmicos, etc, las elites van a

    conseguir en muchos casos mantener una fuerte influencia en el

    estado y en algunos casos an superior al perodo pre-

    borbnico24.

    23esta razones sostiene L. Salvucci, para explicar lacontinuidad en la corrupcin de los burcratas fiscales en laNueva Espaa Borbnica, quienes a pesar de ser "hombres nuevos",adoptaron "costumbres viejas". L. Salvucci, 1983, "Costumbresviejas, 'hombres nuevos': Jos de Galvez y la burocracia fiscalnovohispana (1754-1800)", Historia Mexicana, XXXIII, 2. Sobre elproblema de los subdelegados, ver Fisher, Government..., cit.

    24los autores que sealan esto son muchos, por ejemplo John

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    De hecho, los problemas estructurales que estamos

    mencionando, y la fuerte resistencia que en algunos casos se

    produjo, van a provocar que en algunas dcadas, el impulso de

    las reformas vaya decayendo y que se cometan una serie de

    incoherencias, que a su vez van a ir minando los logros inciales

    de las reformas25.

    Ya mencionamos la tardanza en aplicar ciertas reformas en

    lugares claves como Nueva Espaa; en Nueva Granada nunca se van

    a llegar a instalar las Intendencias; los superintendentes de

    real hacienda, que deban limitar las atribuciones fiscales de

    los virreyes, finalmente van a ser suprimidos; incluso poco a

    poco los criollos van a volver a reaparecer en los nombramientos

    al estado26. Algunos virreyes que iniciaron su mandato siendo

    frreos defensores del ideal reformista, terminaron quejndose

    de la rigidez impuesta por las reformas y adaptndose muy bien a

    la realidad colonial27.

    Por lo dems, los resultados de las reformas y las

    resistencias que generaron, fueron muy dispares en distintos

    Kicza,1986, Empresarios coloniales. Familias y negocios en laciudad de Mxico durante los Borbones, Fondo de CulturaEconmica, Mxico; Linda Arnold, 1988, Bureaucracy and

    Bureaucrats..., cit; S. Socolow, The Bureaucrats..., cit, etc.J. Barbier, Reform and Politics..., cit, es quin sostiene,analizando el caso de Chile, que con las reformas, se va a darall un mayor grado de integracin elites-estado.

    25en esto contribuye tambin la muerte, en 1787, delinfluyente y militante secretario de Indias, Jos de Glvez.

    26esta evolucin en los nombramientos se puede ver en lasAudiencias, donde los criollos recuperan un nivel del 30% entre1778 y 1808. ver Burkholder y Chandler, From Impotence..., cit.

    27ver algunos casos citados por MacLachlan, Spain'sEmpire..., cit, pginas 106-117.

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    lugares de Amrica28.

    Si recorremos muy rapidamente la geografa

    Hispanoamricana, de norte a sur, encontraramos grosso modo los

    siguientes resultados:

    En Mxico las reformas parecen provocar una "revolucin en

    el gobierno", desplazando a las elites locales del poder (aunque

    algunos autores discrepan sobre los alcances de esta

    revolucin). Estas generan resistencias violentas inicialmente,

    como sucede con los levantamientos provocados por la expulsin

    de los jesutas, y ms sutiles luego, como las presiones del

    Consulado de Mxico para retrasar y limitar la aplicacin del

    "comercio libre"29, que van a ir minando poco a poco el impulso

    de las reformas, hasta provocar su final fracaso. Una de las

    medidas emblemticas de las reformas, la supresin de los

    repartos de mercancas, lleg incluso a ser revocada por el

    virrey Branciforte (1794-98).

    De Amrica Central carecemos de estudios detallados sobre

    el tema, pero si nos referimos a la ciudad de Guatemala, el

    centro comercial por excelencia del espacio, las reformas no

    parecen haber producido grandes cambios en las estructuras del

    poder, ni haber encontrado muchas resistencias.

    En Cuba, las reformas iniciales parecen haber tenido exito

    desde el punto de vista metropolitano, y al mismo tiempo haber

    28en este apartado no citaremos la bibliografa para cadacaso, ya que, salvo algunas excepciones que referiremos, es lacitada anteriormente.

    29Pedro Perez Herrero, 1988, Plata y Libranzas: laarticulacin comercial del Mxico borbnico, El Colegio deMxico, Mxico.

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    sido recibidas con cierto beneplcito por las elites locales30.

    En Caracas, sucede algo similar a Cuba, mientras que en

    Nueva Granada y Quito las reformas provocan inicialmente cambios

    importantes y encuentran fuertes resistencias que, por lo menos

    en el caso neogranadino, van a lograr frenar los impulsos

    reformadores31.

    En Per la situacin es ms compleja, las elites se

    resisten, pero parecen tener una actitud ms ambiga que sus

    pares mexicanos y finalmente logran ir debilitando los aspectos

    ms irritativos de las reformas. Inicialmente el visitador

    Areche es recibido con cierta complacencia, aunque luego se

    organiza una fuerte oposicin al mismo, alrededor del virrey

    Manuel de Guirior, aliado a la aristocracia local. Aunque

    Guirior es reemplazado como virrey en 1780, por sus supuestas

    simpatas con los opositores, tambin el visitador es desplazado

    al ao siguiente, a favor de un ms hbil negociador, Jorge de

    Escobedo. Este ltimo, si bien aplica el corpus principal de las

    reformas (creacin de las Intendencias en 1784 y de la

    superintendencia que l mismo encabeza, supresin de los

    repartos, etc), ir buscando formas de entente con las elites

    locales. En los hechos las elites van a conseguir influenciar

    30ver por ejemplo A. Kuethe, 1981, "The Development of theCuban Military as a Socio-political Elite, 1763-83", HispanicAmerican Historical Review, 61:4.

    31Ya nos referimos al levantamiento neogranadino de 1781,que va a culminar con importantes concesiones de la Corona, comobajas de impuestos, no implantacin de las Intendencias, etc.Sobre el caso de Quito ver A. McFarlane, 1989, "The Rebellion ofthe Barrios: Urban Insurrection in Bourbon Quito", HispanicAmerican Historical Review, 69:2, donde se analiza unaimportante rebelin de 1765, "policlasista", pero en la cualparece jugar un rol importante la resistencia del "patriciadolocal" a las reformas.

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    directa o indirectamente las Intendencias y sobre todo sus

    cargos subalternos (los subdelegados), y a travs de ellos

    continuar los repartos de mercancas, el cargo de

    superintendente se va a suprimir a la muerte de Galvez, etc.

    En Chile, si bien formalmente se constituye un estado

    burocrtico con funcionarios peninsulares, el xito poltico de

    las reformas parece haber sido nulo, habiendo logrado la elite

    cooptar a los mismos. No existe aqu resistencia aparente.

    Por fin, en Buenos Aires, las reformas tienen exito

    inicial, se crea un aparato estatal fuerte y en mano de "hombres

    nuevos", si bien las "costumbres viejas" tienden a imponerse a

    la larga y las elites parecen acoger con beneplcito los

    cambios.

    Por supuesto, adems de estas diferencias entre los grandes

    espacios coloniales, existieron variaciones en el interior de

    los mismos, como se puede observar en el caso del Per, con una

    mayor resistencia a las reformas en algunas provincias que en

    Lima32.

    Todas estas mltiples situaciones que presentamos, tienen

    que ver en parte, con la diferente aproximacin metodolgica de

    los autores que estudiaron los diversos casos. Sin embargo

    creemos que tambin tienen que ver con diferencias reales en

    cada una de las regiones, y que es posible deducir ciertos

    modelos sobre las razones del mayor o menor xito y resistencia

    32Algunos de los estudios regionales que muestran esto son:Kendall Brown, 1986, Bourbons and Brandy: Imperial Reform inEighteenth Century Arequipa, University of New Mexico Press,Albuquerque y Susan Ramirez, 1986, Provincial Patriarchs: LandTenure and the Economics of Power in Colonial Per, Universityof New Mexico Press, Albuquerque.

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    generados por las reformas, comparando las regiones en cuestin.

    En primer lugar algo que distingue claramente las regiones

    americanas en cuanto a los resultados de las reformas, es su

    caracter central o no, en el esquema de poder previo a las

    mismas. As, Mxico y Lima, las dos grandes capitales de los

    nicos virreinatos pre-borbnicos, con elites muy poderosas y

    acostumbradas a gobernar amplios espacios, vern las reformas

    como una amenaza potencial y real. Sus juridicciones polticas

    son cercenadas, sus monopolios cuestionados, etc. Por el

    contrario, las regiones antes marginales, y ahora realzadas en

    la nueva divisin poltico-econmica (Caracas, Buenos Aires,

    Chile, etc), tenan poco que perder y mucho para ganar con la

    creacin de nuevos cargos administrativos, oportunidades

    econmicas vinculadas al desarrollo del aparato estatal-militar,

    etc.

    Un segundo factor que se puede identificar en varios casos,

    como influyendo el impacto de las reformas, es la coyuntura

    econmica de cada regin y cmo afectan las reformas econmicas

    a sus elites. En esto parece haber una clara diferencia entre

    las dos grandes capitales, Lima y Mxico, ya que el espacio

    controlado por la primera vena arrastrando una larga crisis y

    con las reformas parece recuperarse, mientras que el espacio

    controlado por la segunda, conoci una fuerte expansin bastante

    antes de las reformas y stas parecen ayudar a iniciar un ciclo

    de signo inverso33. Por el otro lado regiones como Cuba, Caracas

    33sobre la situacin de Lima ver M. Haitin, 1983, LateColonial Lima. Economy and Society in an Era of Reform andRevolution, PhD. Diss., University of California, Berkeley,quien no est de acuerdo con A. Flores Galindo, 1984,Aristocracia y Plebe. Lima 1760-1810, Lima, en su imgen

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    o Buenos Aires, con economas de exportacin en crecimiento,

    acogen bien las nuevas posibilidades comerciales.

    Un tercer elemento importante, y vinculado a los

    anteriores, es el caracter de las elites y de las sociedades en

    que se asientan. Por un lado tendramos a las elites de las

    grandes capitales y centros comerciales, dedicadas muy

    fuertemente al comercio, pero a su vez con intereses

    diversificados, con una fuerte integracin entre criollos y

    peninsulares, con una movilidad social importante y donde mas

    tarde o ms temprano las elites parecen haber ido cooptando a

    los nuevos funcionarios. En ciudades como Mxico, Lima o Buenos

    Aires, resulta casi irrelevante medir el mayor o menor acceso de

    las elites al estado, por la mayor o menor presencia de criollos

    o peninsulares, ya que aqu existan desde hace tiempo

    mecanismos que permitan una aceitada integracin de los

    comerciantes y burcratas peninsulares en las filas de las

    elites criollas34. Sin embargo, no todas las elites eran iguales

    pesimista de la situacin del comercio y las elites limeas afines del perodo colonial. En esto Haitin coincide mas bien conFisher, quin haba mostrado que este sector se beneficia delboom minero tardo y logra tambin continuar con los repartos demercancas.

    34D.Brading, Miners and merchants..., cit. Algo muy parecido

    encontr Susan Socolow para Buenos Aires, 1978, The merchants ofBuenos Aires, 1778-1810, Cambridge University Press, Cambidge ypara Lima A. Flores Galindo, Aristocracia y Plebe..., cit. Otroscasos no referidos a capitales virreinales, aunque s a centroscomerciales y/o mineros, en donde se detectaron los mismoscomportamientos y se puso en cuestin la validez de la dicotomacriollos-peninsulares, por ejemplo: Germn Colmenares, 1983,Sociedad y economa en el valle de Cauca, Tomo I, Banco Popular,Bogot; Richard Lindley, 1983, Haciendas and economicdevelopment. Guadalajara, Mxico at Independence, University ofTexas Press, Austin; Stephen Webre (ed), 1989, La Sociedadcolonial en Guatemala: estudios regionales y locales,CIRMA/Plumsock Mesoamerican Studies, Woodstock; P. MichaelMcKinley, 1985, Pre-revolutionary Caracas: Politics, Economy and

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    a las de ciudad de Mxico o de Lima. En muchos lugares de

    provincia, en pequeos pueblos, stas tendan a ser grupos ms

    cerrados, mucho ms fuertemente apegados a la tierra y la

    explotacin directa de mano de obra. Estas elites provinciales,

    eran menos permeables al acceso de forasteros, y a su vez mucho

    ms duraderas en el tiempo. Aqu s es ms posible que la

    liberalizacin del sistema comercial en el perodo borbnico y

    la llegada de innumerables pequeos y medianos comerciantes -y

    tambin funcionarios- peninsulares en la segunda mitad del siglo

    XVIII, haya generado una serie de conflictos, que se hayan

    expresado de manera evidente como enfrentamientos criollos-

    peninsulares. De hecho muchos de los autores que insisten en la

    existencia de estos conflictos en el perodo colonial tardo,

    parten de estudios de regiones secundarias, de provincias.

    Aqu s probablemente tenga algn sentido el cambio de

    criollos a peninsulares, en el estado y a otros niveles, a lo

    largo del siglo XVIII, y quizs sea slo aqu donde hablar de la

    formacin de una incipiente "conciencia criolla", adquiera

    alguna relevancia35.

    Por supuesto habra que agregar muchos elementos ms a esta

    primer aproximacin, entre las cuales no es la menor la actitud

    de los primeros reformadores que a veces saban granjearse la

    enemistad inmediata de los factores de poder local, pero creemos

    que los arriba sealados pueden dar cuenta de algunas de las

    coincidencias y diferencias producidas en las distintas regiones

    Society, 1777-1811, Cambridge University Press, Cambridge; etc.

    35ver por ejemplo B. Lavall, 1987, Le Marquis et leMarchand: les luttes de pouvoir au Cuzco (1700-1730), Ed. CNRS,Paris.

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    americanas, frente a las reformas borbnicas.

    Algunas conclusiones

    A lo largo de este trabajo hemos visto como las reformas

    borbnicas intentan algunos cambios importantes en las

    estructuras de poder en Amrica. Sin embargo, atacando algunas

    causas aparentes de la corrupcin y el poder de las elites

    locales, no llegan a cuestionar razones ms de fondo que las

    explicaban. Unas y otras generan resistencias, a veces

    violentas, a veces -quizs ms exitosas- de fondo, que a la

    larga hacen naufragar muchos xitos iniciales de los

    reformadores. En muchos sitios las reformas generan una

    frustacin -algunos autores hablan de una alienacin- de las

    elites, cuyo precio tendrn que pagar unas dcadas ms tarde.

    Con todo es llamativo que justamente en los lugares donde

    menos resistencia aparente hubo contra las reformas, all donde

    ms provecho sacaron las elites de los cambios, fue justamente

    donde stas encabezaron ms decididamente el movimiento

    revolucionario, ante la cada del poder real en la metrpoli.

    Probablemente esto se explique porque en estos lugares, las

    reformas generaron poder y expectativas para las elites, que

    luego no se vieron colmadas.

    Al mismo tiempo la realidad parece haber confirmado la

    tesis de que slo la flexibilidad y no la autoridad poda salvar

    al Imperio. Una prueba de ello puede ser que los altos

    funcionarios borbnicos que mejor se adaptaron a la situacin

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    colonial, que se aliaron a las elites locales, defendieron la

    continuidad del sistema ante la crisis metropolitana, mientras

    que los funcionarios bajos, honestos, fieles al ideal borbnico,

    pero frustrados por los bajos sueldos, la falta de perspectivas

    de promocin y las propias incongruencias de la Corona, parecen

    haber apoyado ms decididamente el cambio36.

    Los Borbones no supieron ver que si el Imperio haba

    sobrevivido tanto tiempo, haba sido gracias a ese viejo sistema

    de gobierno donde todo se poda negociar, donde la corrupcin

    era un arma para garantizar el equilibrio de intereses y el

    apoyo de las elites. Claro que los Borbones se preguntaran de

    que les serva la longevidad de un Imperio, si de l apenas

    podan sacar un msero provecho material. Y sin lugar a dudas

    stos lograron incrementar sustancialmente los beneficios

    materiales que obtenan de sus colonias. Pero tambin es cierto

    que con esta nueva poltica, contribuyeron a que esos beneficios

    perduraran slo por un corto tiempo.

    FIN

    36ver Socolow, The Bureaucrats..., cit.