24
D o ( u ín í N T o T í fl í fl J CIDC ^[^^Q^^QT^rn^^s^^ Número 8 Lilia Bermúdez Torres Política y defensa de Reagan a Clinton i 11. Los reacomodos en la doctrina de conflicto de baja intensidad y la vinculación entre guerra y política (ÍHTÍO Di INVíniCfldÓH U DOCíHCIfl í(OHÓ(Ill(Jli

GBI y La Politica

  • Upload
    lizjor

  • View
    15

  • Download
    8

Embed Size (px)

DESCRIPTION

Lilia Bermúdez Torres

Citation preview

  • D o ( u n N T o T fl fl J

    CIDC

    ^[^^Q^^QT^rn^^s^^ Nmero 8

    Lilia Bermdez Torres

    Poltica y defensa de Reagan a Clinton i 11. Los reacomodos en la doctrina de conflicto

    de baja intensidad y la vinculacin entre guerra y poltica

    (HTO Di INVniCfldH U DOCHCIfl (OH(Ill(Jli

  • Divisin de Estudios Internacionales Nmero 8

    Lilia Bermdez Torres

    Poltica y defensa de Reagan a Clinton 11. Los reacomodos en la doctrina de conflicto

    de baja intensidad y la vinculacin entre guerra y poltica

    CIDC

    Las colecciones de Documentos de Trabajo del CIDE representan un medio para difundir los avances de la labor de investigacin, y para permitir que los autores reciban comentarios antes de su publica- cin definitiva. Se agradecer que los comentarios se hagan llegar directamente allos) autorfes). ?Los editores han mantenido fielmente el texto original del presente documento de trabajo, por lo que tanto el contenido como el estilo y la redaccin son responsabilidad exclusiva del(de los) autor(es). ?D.R. 1993, Centro de Investigacin y Docencia Econmicas, A.C., carretera Mxico-Toluca 3655 (km 16.5), Lomas de Santa Fe, 01210 Mxico, D.F., tel. 726-9004. Coordi- nadora de Publicaciones: Mara Ofelia Arruti H. ?Produccin: Solar, Servicios Editoriales, S.A. de C.V., Calle 2, nm. 21, San Pedro de los Pinos. 03820 Mxico, D.F., tels. 515-1657 y 271 -9027

  • Introduccin

    Este Documento de Trabajo corresponde al segundo captulo del proyecto de investigacin "Poltica y defensa de Reagan a Clinton: promocin de la democracia

    y guerra de baja intensidad en tres estudios de caso". Un Documento de Trabajo previo analiza el origen, desarrollo e institucionalizacin del primer tema; ste aborda un aspecto de la doctrina militar estadunidense y su relacin con la poltica de promocin de la democracia. - -

    En la introduccin del primer avance se seal que, desde la dcada pasada, la instrumentacin de la poltica democratizadora en Amrica Latina ha estado llena de contradicciones, evidencia un carcter selectivo y expresa una doble moral. Esto se acentu porque en los pases que fueron objeto de atencin prioritaria (Nicaragua y Panam), tal promocin se yuxtapuso al uso de la fuerza militar.

    La reversin de los gobiernos sandinista y panameo, as como la contencin del proceso revolucionario salvadoreo, fusion guerra y poltica. El paradigma clause- witziano de la determinacin poltica de todo pensamiento y accin militar se plasm en la prctica con la estrecha relacin entre la poltica de promocin de la democracia y la guerra de baja intensidad (GBI) doctrina militar aplicada en los tres casos de estudio y se deriva de que la concepcin de victoria no se asume en trminos meramente militares, sino como el logro de los objetivos polticos por los que la guerra se realiz. Partiendo de esta premisa, la GBI dentro de sus ejes de contrainsurgencia y reversin de procesos, ftie diseada como una guerra prolongada de desgaste de carcter global, en la que resultaban igualmente importantes los instrumentos militar, poltico, econmico y social.

    El anlisis del origen y los contenidos de la doctrina sobre GBI se desarroll ampliamente en el libro Guerra de baja intensidad. Reagan contra Centroamrica} De ah que en este segundo documento slo se presentar un resumen de los principales aspectos de la doctrina analizados en el libro hasta 1986, pues resultan fundamen- tales para contrastarlos con los desarrollos ms recientes en la materia, y para realizar un balance de los xitos y lmites de tal estrategia en los estudios de caso.

    Aqu cabe hacer una precisin conceptual. Dentro de la literatura revisada hasta el momento, los trminos conflicto y guerra de baja intensidad se utilizan indistinta- mente. El uso preponderante del concepto conflicto tuvo que ver con el objetivo de "desmilitarizar" el trmino frente a la opinin pblica estadunidense, lo que se refuerza con el calificativo de baja intensidad, que ha pretendido minimizar el nivel de injerencia de Estados Unidos en lo que hasta el pasado reciente se consider como Tercer Mundo.

    En una de las primeras definiciones del fenmeno como conflicto, se establece que "el empleo de la fuerza es un concepto estrechamente relacionado, peFO ms extenso en alcance y en oposicin poltica [...] empleo de la fuerza y conflicto de baja intensidad, como conceptos, se entremezclan uno con el otro". Esto sucede ya que "es difcil

    ' Lilia Bermdez, Guerra de htija intensidad. Reagan contra Centroamrica, Mxico, Siglo XXI Editores, la. ed., 1987, 2a. ed., 1988.

  • Bermdez / Poltica y defensa de Reagan a Clinton II

    desarrollar credibilidad para una poltica de empleo de la fuerza sin estar preparados para involucrar fuerzas para combatir".-

    En este texto se utilizan ambos trminos a travs de sus siglas CBI o GBI, aunque se hace una distincin entre ambos cuando se trata de presentar los escenarios plausibles o se definen las amenazas potenciales, y cuando el concepto implica ya en s el uso de la fuerza y, por tanto, el involucramiento de Estados Unidos.

    Los objetivos centrales de este avance son: analizar la importancia otorgada a la doctrina del CBI dentro del marco del actual debate sobre seguridad y defensa; precisar los reajustes que ha tenido esta doctrina, derivados de los requerimientos de la posguerra fra; dilucidar, desde el punto de vista de la estrategia militar, por qu la promocin de la democracia ha sido absolutamente funcional a la GBI, y a partir de esto ltimo, precisar los elementos que sirvan para confrontar los objetivos explcitos de la poltica estadunidense con los implcitos, derivados de otras consideraciones de seguridad y es- tabilidad internacional que desplazan a la democracia como objetivo e incluyen el uso de la fuerza como recurso.

    /. El debate sobre seguridad y defensa

    Durante el gobierno de Ronald Reagan, el objetivo de que Estados Unidos recuperara su hegemona mundial, signific el diseo de una poltica exterior ofensiva, vinculada inextricablemente a la poltica de defensa, en la que las soluciones militares tuvieron una alta prioridad. Su concepcin de globalismo estratgico, estaba destinada a atender la totalidad de reas y conflictos en los que estuviera involucrado el inters de Estados Unidos, y la yuxtaposicin entre la poltica exterior y la poltica de defensa tuvo como consecuencia un incremento sin precedentes del gasto militar en condiciones de paz, la reformuiacin de la estrategia militar en cada uno de los niveles del conflicto, as como de la estructura del ejrcito estadunidense.^

    Dentro del espectro del conflicto, el nuevo diseo de la estrategia militar implic, en el escaln nuclear, la Iniciativa de Defensa Estratgica (conocida como Guerra de las Galaxias), que pretenda colocar en el espacio un escudo que impidiese un primer golpe de misiles sobre el territorio estadunidense. Por lo que se refiere al escaln convencional, la recuperacin del principio de la ofensiva signific mejorar las capa- cidades de invasin a travs de la constitucin de las Fuerzas de Despliegue Rpido, cuyos ejes de articulacin se derivaron de la intencin de superar los errores cometidos en la guerra de Vietnam, particularmente el empantanamiento del involucramiento militar y el gradualismo de la invasin. El objetivo era responder a una situacin de

    - Sam C. Sarkesian, "American Policy and Low-Intensity Conflict: An Overview", en Sam Sarkesian y William L. Scully (comps.), U.S. Policy and Low Intensity Conflict. Potentials for Militan. Struggles in the I980s, New Brunswick, Londres, Transaction Books, 1981, pp. 2-3.

    ^ El tema es desarrollado en L. Bermdez, Guerra de baja intensidad, op. cit., en ios captulos 1 y 2 respectivamente, "Las lecciones de la derrota en Vietnam" y "Las fuerzas de despliegue rpido y la opcin de invasin".

  • Bermdez / Poltica y defensa de Reagan a Clinton II

    crisis que implicara una decisin rpida para emplear la fuerza, seguida de un rpido despliegue de los efectivos suficientes para lograr objetivos especficos, dentro de li- mitaciones geogrficas y de tiempo, que permitiese un pronto retiro de las tropas. Para el mbito no convencional se desarroll la doctrina de CBI, concebida como una guerra prolongada de desgaste de carcter global, destinada a enfrentar los conflictos en el Tercer Mundo, y a evitar hasta donde sea posible el despliegue de tropas estaduniden- ses, las cuales slo intervendran como un ltimo recurso.

    Si bien el estamento militar valor la debacle del mundo socialista desde una perspectiva triunfalista, provocada en un alto porcentaje por lo acertado de la poltica de contencin, perfeccionada durante el gobierno de Reagan, tuvo que involucrarse tambin en el debate sobre la reformulacin de la poltica de defensa que se deriv de esos hechos. El cambio radical en la percepcin de la amenaza modific la concepcin de seguridad nacional, tema que ha sido tratado en el primer Documento de Trabajo. No obstante, para abordar los objetivos de este captulo, cabe subrayar que si bien el com- ponente militar ha disminuido su perfil dentro de esa redefinicin, se mantiene como un instrumento de poder que ahora hace nfasis en hiptesis de conflicto no global derivadas de viejos y nuevos retos, particularmente en la esfera del CBI.

    Dentro de este campo, interesa destacar que el debate an contina abierto y ha enfrentado, en el pasado inmediato, fundamentalmente al Poder Ejecutivo con sectores del Congreso. De esta polmica se destacarn algunos aspectos, contradicciones y conclusiones relevantes.

    Dentro del cuerpo legislativo, uno de los principales protagonistas de la discusin fue Les Aspin, jefe del Comit de Servicios Armados de la Cmara de Representantes hasta el final del gobierno de Bush. Sin duda, su nombramiento como nuevo secretario de Defensa del gobierno de Clinton cambiar los trminos del debate, aunque ste subsistir dadas las divergencias que persisten, y el impacto que las reformas que han sido sugeridas, tengan sobre las propias fuerzas armadas estadunidenses.

    El primer elemento que hay que considerar en relacin con el tema, es que Estados Unidos se encuentra inmerso en la reorientacin estratgica ms significativa desde la primera Guerra Mundial. Esta reorientacin est planteada en dos sentidos: 1) la prin- cipal hiptesis de conflicto ha dejado de centrarse en un poder nuclear hostil, y ha cambiado hacia las amenazas potenciales de poderes regionales, as como de las carac- terizadas como transnacionales, y 2) las fuerzas armadas estn siendo reducidas, reo- rientadas y reestructuradas.

    El subsecretario de Defensa adjunto para Operaciones Especiales y Conflicto de Baja Intensidad durante el gobierno de George Bush, Alberto R. Coll, sintetiz las caractersticas de la nueva estrategia militar perfilada por el entonces secretario de Defensa, Richard Cheney, en cuatro elementos clave: disuasin estratgica y defensa, presencia de avanzada, respuesta a las crisis y reconstitucin."*

    En relacin con el aspecto de disuasin estratgica y defensa, la nueva estrategia

    * Alberto R. Coll, "America as the Grand Facilitator", Foreign Policy, nm. 87, verano de 1992, pp. 59-60.

  • Bermdez / Poltica v defensa de Reagan a Clinton [I

    ampla el eje tradicional de la guerra nuclear, incluyendo dentro de ese objetivo el control y disminucin de la proliferacin de misiles balsticos y de todas las armas de destruccin masiva

    El segundo elemento, referido a la presencia de avanzada, parte del reconocimien- to de Estados Unidos como una "nacin aislada", dependiente de vnculos globales tanto de carcter econmico como de defensa, por lo que necesita mantener un cierto grado de presencia militar en reas importantes para sus intereses. De acuerdo con este razonamiento, a pesar de los amplios recortes de efectivos planificados para las fuerzas armadas y del cierre de numerosas bases en el exterior, la presencia de avanzada continuar dndose de varias formas, entre otras: un reducido numero de fuerzas desplegadas en Europa (la propuesta de Bush fue de 150 mil y la de Clinton oscila entre 100 mil y 75 mil) y el este de Asia, ejercicios de entrenamiento con fuerzas extranjeras, intercambios militares, ayuda de seguridad, acuerdos de acceso, y la precolocacin de equipo militar tanto en territorios extranjeros como en los ocanos.

    En cuanto al tercer aspecto, Estados Unidos necesita estar preparado para responder a las crisis que afecten sus intereses alrededor del mundo. Esto requiere fuerzas rpidas y letales de alcance global es decir, fuerzas de despliegue rpido apoyadas por su- ficiente capacidad de transporte areo y martimo que pueda trasladarlas largas distancias. De acuerdo con la ptica de Coll, el costo de lo anterior ayudara a explicar por qu Estados Unidos no puede recortar su presupuesto de defensa ms all de cierto punto.

    Aqu habra una coincidencia con Clinton, quien plantea reestructurar las fuerzas armadas para hacerlas "ms mviles, ms precisas y ms flexibles", poniendo nfasis en el poder tctico, el transporte areo, el despliegue rpido y las operaciones especia- les "que potencialmente requerirn el uso de la fuerza", como son: la posible inestabi- lidad en Rusia y las repblicas de la Comunidad de Estados Independientes, en Corea y el Medio Oriente, los ataques terroristas y la violencia tnica o separatista.

    El ltimo elemento, reconstitucin, asume que Estados Unidos debe estar prepa- rado para aumentar rpidamente sus fuerzas militares si la seguridad internacional se deteriora abruptamente. Desde la ptica de otro analista, mantener un potencial para tales objetivos requiere, entre otras cosas, fuerzas de reserva que puedan ser activadas en tiempo de emergencia, y una base de defensa industrial y tecnolgica que pueda producir armas de manera oportuna, para apoyar una fuerza ampliada.^

    De acuerdo con el ex subsecretario citado, el aspecto verdaderamente novedoso de la estrategia, de defensa trazada por Cheney, es que el eje de la planificacin ha cambiado de una guerra global con la Unin Sovitica, a conflictos regionales en los cuales Estados Unidos puede intervenir para contener la agresin o mantener el balance regional de poder. Considera adems que quizs lo ms importante de esta nueva estrategia es que est menos preocupada por una amenaza especfica, y se orienta ms bien a asegurar las capacidades con las cuales Estados Unidos pueda moverse en una direccin favorable en el orden internacional de la posguerra fra.^

    ' Ronald O'Rourke, "Reducing the Si/e of the Military: How Large a Forc is Needed?", CRS Review, Washington, Congressional Research Service, abril-mayo de 1992, p. 3.

    * A. R. Coll, op. c7.,p. 63.

  • Bermdez / Poltica y defensa de Reagan a Clinton I

    Dentro del marco de esta estrategia definida por el ex secretario de Defensa Cheney, insistimos en que existieron una serie de acuerdos y divergencias entre el gobierno y el Congreso, mismas que se destacarn en sus aspectos ms relevantes. Entre ambos ha existido el acuerdo de recortar la estructura de fuerza, es decir, el nmero de unidades, los sistemas de armamento y el personal militar. Tambin ha habido consenso para que los mayores recortes de efectivos se realicen en el ejrcito y la fuerza area (lo que se equilibrara con fuertes compromisos europeos), ms que en la marina y el cuerpo de marines. La reduccin menor de estas dos ramas es considerada como necesaria para tener una mayor proporcin de fuerzas capaces de ser empleadas en contingencias "no soviticas". El desacuerdo que ha persistido se refiere al tamao y ritmo de los recortes de las fuerzas en servicio activo, as como al futuro de la combinacin de stas con las fuerzas de reserva.''

    En el marco de las reducciones, a principios de 1991 el gobierno de Bush propuso una estructura de fuerza militar denominada "fuerza base", que implicaba la reduccin, para 1995, de 25% de efectivos en relacin con el punto culminante que signific el proceso armamentista de la era Reagan. La fuerza base se compondra de 1 600 000 hombres en servicio activo (cifra mucho menor que los 2 100 000 existentes a fines de 1987), su objetivo sera asegurar la continuacin de los desarrollos favorables en la ex Unin Sovitica, y su diseo se orientara principalmente a enfrentar conflictos militares "no soviticos" en el Tercer Mundo.

    Dentro del Congreso, un grupo de legisladores impulsaron recortes ms signifi- cativos que los propuestos por Bush, argumentando que su iniciava no tomaba totalmente en cuenta la reduccin de la amenaza militar derivada de la desintegracin de la Unin Sovitica de finales de 1991. Adicionalmente, la fuerza base resultaba superior de lo que sera necesario para enfrentar conflictos en el Tercer Mundo.^ Esta posicin fue defendida, como congresista, por el nuevo secretario de Defensa, Les Aspin, y la sugerencia del presidente Clinton es la de una reduccin adicional de 200 mil efecfivos para 1997.

    Will Marshall, analista del think tank vinculado a William Clinton, precisa las diferencias que sostendr el nuevo gobierno en relacin con el tema. En primer lugar, "ms que disminuir simtricamente la fuerza de guerra fra, como lo propuso el gobierno anterior, debemos reducir las fuerzas que estaban especficamente diseadas para contrarrestar la amenaza sovitica". Se plantea, por tanto, "una disminucin asimtrica que afectar principalmente al ejrcito, seguido de la fuerza area, la marina y el cuerpo de marines". En segundo lugar, adems de los recortes adicionales ya sealados en el nmero total de efectivos y en las tropas estacionadas en Europa, se planea "continuar cerrando bases en el interior y en el exterior, y reducir el nmero de portaviones, alas areas y divisiones del ejrcito en nuestra estructura de fuerza convencional, tal y como lo determinen las circunstancias en el exterior".^

    ' Robert L. Goldich, "Cutting Military Manpower", CRS Review, Washington, abril mayo de 1992, p. 25. * R. O'Rourke, op. cit., p. 2. ' Will Marshall, "U.S. Global Leadership for Democracy", Will Marshall y Martin Schram (eds.).

  • Bermdez/ Poltica y defensa de Reagan a Clinton II

    De acuerdo con el Departamento de Defensa del gobierno de Bush, la fuerza base se reestructurara en cuatro reas principales: una fuerza estratgica, que incluye todas las armas nucleares de largo alcance; una fuerza atlntica, que comprende unidades del ejrcito y unidades tcticas areas comprometidas en Europa y el Medio Oriente; una fuerza del PaciTico con un amplio carcter martimo, y una fuerza de contingencia de unidades diseadas para el despliegue rpido hacia focos de conflicto alrededor del mundo. Esta planificacin abogaba por el mantenimiento de fuerzas activas con altos niveles de disposicin, y por la continuacin de la modernizacin selectiva, pero sustancial, del programa de armamentos.'^ ^ . .

    En relacin con este ltimo punto, Marshall sostiene que Clinton debe "salvar partes clave del complejo [militar industrial], mientras Estados Unidos se desmoviliza de la guerra fra". El objetivo ser no "perder la capacidad industrial y tecnolgica para producir las armas sofisticadas que nuestras fuerzas pueden necesitar para prevalecer en algn conflicto futuro". La diferencia con los planteamientos de Bush estriba en que ste "estaba dispuesto a permitir que las lneas de produccin continuaran sobre el improbable su- puesto" de que las firmas contratistas se ajustaran "como las circunstancias lo requirie- ran". El gobierno de Clinton debe reemplazar esta poltica, calificada de "darwinismo militar", con una estrategia de "industria base que preserve las habilidades centrales y las capacidades esenciales para nuestra seguridad militar", que incluya "el mejoramiento selectivo de las armas existentes", as como desarrollos limitados de nuevas armas capaces de actuar como "multiplicadores de fuerza", y un fuerte apoyo a la investigacin "para preparar prototipos para la produccin de una nueva generacin de armas"."

    Durante sus discursos de campaa, Clinton abog por esta posicin, y se pronunci especficamente por continuar produciendo algunos de los principales sistemas de armamento, como submarinos de ataque y aviones de combate, con algunas reduccio- nes en lo que se refiere, por ejemplo, al nmero de portaviones (10 en relacin con los 12 sostenidos por Bush); as como por la desviacin de fondos del sistema de defensa antimisiles basado principalmente en el espacio (Guerra de las Galaxias), hacia otro plan ms limitado basado principalmente en la tierra.

    En relacin con el tema de la reconstitucin, el gobierno de Bush abog por reducir las fuerzas de reserva de manera proporcional a las reducciones de las tropas en servicio activo. Sin embargo, algunos congresistas se opusieron a realizar mayores recortes en

    Mndate for Change, Nueva York, Berkeley Books, publicado de acuerdo con el Progressive Policy Institute del Democradc Leadership Councii, enero de 1993, p. 309. Habra una aparente similitud entre la primera posicin relativa a la disminucin asimtrica de efectivos dentro de las cuatro ramas de las fuerzas armadas, y el acuerdo en ese sentido que se planteaba arriba entre el gobierno de Bush y el Congreso. Por ello, cabe precisar que con Clinton lo que se sugiere es una reduccin mucho mayor del ejrcito, en tanto que ha sido una fuerza diseada "especficamente para contrarrestar la amenaza sovitica", particularmente frente a una hiptesis de conflicto convencional dentro del continente europeo.

    '" "United States Defense Policy". Congressional Digest, Washington, vol. 71, nm. 5, mayo de 1992, p. 135.

    " W. Marshall. op. cit., pp. 312- I V

  • Bermdez/Poltica y defensa de Reagan a Clinton II

    las unidades de la guardia nacional y de la reserva, argumentando que se le deban dar ms responsabilidades a esta ltima cuando un conflicto mayor se expandiese.'- Por su parte, la posicin de las fuerzas armadas, particularmente la del ejrcito, fue que la reduccin de ambas fuerzas deba ser simtrica, porque: 1) muchas unidades de reserva existen para apoyar unidades activas si stas son movilizadas, por lo que si algunas unidades activas son eliminadas, no habra necesidad de mantener unidades de reserva, y 2) el cambio de nfasis de operaciones soviticas a "no soviticas" plantea la ne- cesidad de tener una capacidad de despliegue rpido y una alta disposicin en las fuer- zas activas ms que en los componentes de la reserva.'^

    La posicin de Marshall favorece una reduccin asimtrica que responda al diseo de una fuerza ms pequea y flexible, por lo que "el gobierno debe depender ms de la guardia nacional y de las reservas para proporcionar un apoyo efectivo" a las fuerzas en servicio activo. Tal posicin responde tambin a una consideracin financiera, ya que en trmino de costos "una unidad de tierra de la guardia nacional del ejrcito cuesta de 30 a 35% menos que una unidad activa".'"*

    Otro tema de acuerdos y desacuerdos se relaciona con la definicin de las reas de conflicto potenciales. Existe consenso en tomo a que ha desaparecido la amenaza militar que una vez signific la Unin Sovitica y sus aliados del Pacto de Varsovia, y que el Medio Oriente y la pennsula de Corea son ahora las dos reas donde se presenta un claro potencial para un conflicto militar regional que involucra importantes intereses de Estados Unidos. Fuera de estas dos regiones, las amenazas a ios intereses estaduni- denses seran difciles de definir con precisin.

    La posicin del gobierno de Bush, y de algunos congresistas, se inclinaba hacia una definicin en la que se pudiera responder tanto a contingencias claramente iden- tifcables, como a otros conflictos, potencialmente mayores, que no pudiesen ser previstos; pero dentro del Congreso, otra faccin argumentaba que si se quera que los planes de defensa recibieran el suficiente apoyo pblico, stos deban basarse en amenazas claramente identificables y en escenarios de conflicto plausibles.'^

    Les Aspin, quien durante el gobierno de George Bush se caracteriz por su enfrentamiento con altos funcionarios del Departamento de Defensa, planteaba que las fuerzas militares estadunidenses deberan de ajustarse a los requerimientos de amenazas militares especficas en regiones particulares, y critic al gobierno por basar sus ob- jetivos de fuerza sobre criterios menos explcitos. Propona "cuatro estructuras de fuerza alternativa, las dos mayores diseadas para enfrentar simultneamente conflictos regionales en Medio Oriente y Corea, y una contingencia menor, de la dimensin de Panam, en cualquier otra parte". '^

    '^ Stephen Dagget, "Key Issues in Defense Policy", CRS Review, Washington, Congressional Research Service, abril-mayo de 1992, p. 8.

    " R. L. Goldich, op. cit., p. 26. " W. Marshall, op. cit., p. 309. " R. O'Rourke, op. cit., p. 2. "^ Stephen Dagget, "How Much for Defense?", CRS Review, Washington, Congressional Research

    Service, abril-mayo de 1992, p. 6.

  • Bermdez / Poltica y defensa de Reagan a Clinton II

    En relacin directa con la discusin anterior, otro de los temas polmicos ha sido la evaluacin de la capacidad militar de los pases del sur, es decir, definir si sus fuerzas pueden o no "seguir siendo consideradas como primitivas", o si incluso pueden ampliarse en el futuro. Existen argumentos convincentes en el sentido de que ningn otro poder ms que la ex Unin Sovitica aunque sea hostil poltica o ideolgica- mente a los intereses de Estados Unidos, puede significar una amenaza militar creble para Estados Unidos, para sus intereses y para sus aliados en el exterior. La invasin iraqu a Kuwait reforz a los que alertaban sobre las capacidades militares del mundo en desarrollo; sin embargo, otros han sealado que lo que signific la guerra del Golfo fue, en los hechos, un escenario del "peor caso".'''

    No obstante, la preocupacin sobre este tema incluye la proliferacin de tecnologa de armas nucleares.

    La CA estima que, para el ao 2000, al menos quince pases en desarrollo sern capaces de construir misiles balsticos, y ocho de ellos pueden tener capacidad para poseer armas nucleares. Treinta pases tendrn armas qumicas, y diez sern capaces de desarrollar armas biolgicas".'*

    La Gua de Planificacin para la Defensa para los aos fiscales 1994-1999, fechada el 16 de abril de 1992, documento de carcter bianual e interno, conmina a las cuatro ramas de las fuerzas armadas a prepararse para pelear dos guerras regionales mayores simultneamente, manteniendo al mismo tiempo una considerable presencia militar en Europa.'^

    En relacin con estos dos ltimos puntos, Marshall argumenta que resulta nece- saria una "fortaleza para la democracia", expresada en trminos militares como un "pilar indispensable para el liderazgo estadunidense". Ello se deriva del hecho de que "Estados Unidos debe estar preparado para una variedad de peligros ms ambiguos, pero an potentes". Tales amenazas se basan en la evaluacin de Les Aspin sobre los posibles retos de la estabilidad global:

    chantaje nuclear de estados o grupos terroristas; guerra civil dentro del antiguo bloque sovitico, mientras que la autoridad poltica y las condiciones econmicas se estn desintegrando, con especial atencin a que las repblicas pierdan el control de las armas nucleares; nuevos brotes de violencia tnica o sectaria; riesgos permanentes de conflicto regional, incluyendo aquellos derivados de pases que buscan una hegemona regional como China, Iraq, Irn y Corea del Norte, ataques terroristas contra viajeros o trabajadores estadunidenses en el exterior, as como la subversin de gobiernos civiles por los crteles de las drogas tal y como se ha visto en Colombia".-^

    ""United States Defensa Policy",op. d/., pp. 133-134. . _. ,' '"A. R. Coll.op. c/.,p. 48. '* Los aspectos fundamentales del documento fueron dados a conocer en el artculo "Pentagon Rops

    Goal of Blocking New Powers", The New York Times, 24 de mayo de 1992. 2" W. Marsall, op. cit.. pp. 306-307.

    8

  • Bermdez / Poltica y defensa de Reagan a Clinton II

    Otro tema importante es el de la defensa colectiva. En la Gua de Planificacin se sostiene que "nuestra preferencia por una respuesta colectiva para prevenir amenazas o, si es necesario, para abordarlas, es un aspecto clave de nuestra estrategia de defensa regional". Un poco ms adelante dice: "donde los intereses de nuestros aliados estn directamente afectados, debemos esperar que stos asuman una carga apropiada de responsabilidad y que en algunos casos jueguen un papel dirigente, pero nos reservamos el derecho de tratar selectivamente aquellos problemas de seguridad que amenacen nuestros propios intereses".

    El presidente Clinton coincide al respecto, y aboga por que los aliados asuman un papel ms activo en la defensa de sus regiones, por el fortalecimiento de las instituciones de seguridad colectiva como la OTAN, y por la constitucin de una nueva fuerza de despliegue rpido voluntaria dentro de la ONU.

    El ltimo aspecto de la poltica de defensa en el cual es posible precisar la posicin de Clinton, es el que se refiere a la reestructuracin de las fuerzas armadas. Marshall sostiene que "la actual estructura, basada en cuatro grandes servicios militares autno- mos, est llena de redundancias y desperdicio", situacin que se expresa claramente en el ejemplo del jefe del Comit de Servicios Armados del Senado, Sam Nunn, quien sostiene que "Estados Unidos tiene cuatro fuerzas areas separadas una para cada una de las cuatro ramas militares y redundancias similares en los cuerpos mdico, de capellanes, dental, legal, y de enfermeras". Asimismo, "tanto el ejrcito como los marines tienen divisiones de infantera ligera, mientras que la marina y la fuerza area tienen aviones de combate y misiles tcticos similares, pero separados". De acuerdo con Marshall, tanto por razones militares como econmicas, el presidente Clinton debera dar instrucciones a su secretario de Defensa para disear planes destinados a una completa reorganizacin de las fuerzas armadas. Dentro de esta reestructuracin,

    la nueva divisin de responsabilidades debe asignar misiones a servicios especficos, ms que dejar a cada rama tener una parte de la accin. El resultado probable ser la minimizacin de la rivalidad entre los servicios, y el fortalecimiento de un nuevo espritu de mutua dependencia y cooperacin.-'

    Finalmente, la estrecha relacin que existe entre la poltica de promocin de la democracia y la estrategia de defensa resulta particularmente evidente en los plantea- mientos de Marshall. El autor basa la argumentacin de su artculo en el sentido de que

    la doctrina pro democrtica tiene dos corolarios: primero, que Estados Unidos debe revigorizar su economa no slo para generar los recursos que necesita para sostener su liderazgo global, sino tambin para estimular el crecimiento global, 'sin el cual la democracia fracasara. Segundo, que Estados Unidos debe preservar fuerzas militares potentes y cualitativamente superiores, aun cuando reduzca sus estructuras de defensa de guerra fra, con el objetivo de defender sus intereses y valores [En otras palabras] una

    -'/fct.,p. 311.

  • Bermdez / Poltica y defensa de Reagan a Clinton 11

    poltica de seguridad amplia, organizada alrededor del tema de la democracia, descansa sobre tres elementos principales: restaurar la vitalidad y el liderazgo econmico de Estados Unidos, diplomacia para la democracia y fortaleza militar.--

    2. Contenidos y caractersticas de la doctrina sobre conflicto de baja intensidad -^

    Como ya se seal, el CBI se ubica en el extremo ms bajo del espectro del conflicto, cuyo punto intermedio es la guerra convencional y su cspide la guerra nuclear total.

    Dentro del marco de la contencin del comunismo en la era Reagan, y de la necesidad de enfrentar lo que se conceba como nuevos retos a la seguridad estaduni- dense, la GBI fue diseada como una guerra prolongada de desgaste de carcter global que, sin abandonar la posibilidad de una invasin, manejaba una perspectiva ms amplia para enfrentar los conflictos en el Tercer Mundo. Combinando elementos militares, polticos, econmicos, psicolgicos, de inteligencia y de control de la poblacin, esta alternativa busc en las fuerzas armadas aliadas y en las insurgencias contrarrevolucionarias patrocinadas, la punta de lanza para resolver los conflictos sin un escalamiento que obligara a una decisin de invasin, la cual fue concebida como la ltima opcin.

    A diferencia de dcadas anteriores en que se dio prioridad al tema de la contrainsurgencia o a la desestabilizacin de gobiernos concebidos como enemigos, el CBI se ha manejado en torno acuatro ejes sustanciales: contrainsurgencia, reversin de procesos, antiterrorismo y combate al narcotrfico. En consonancia con los obje- tivos de este trabajo, slo se desarrollarn los aspectos fundamentales de los dos primeros.

    Para enfrentar el CBI el diseo es global, al menos en sus fundamentos tericos. Esto significa que no se privilegia ninguno de los instrumentos de poder: el militar, el poltico, el econmico y las operaciones psicolgicas.

    En lo que se refiere a los ejes de contrainsurgencia y reversin de procesos, den- tro de la estrategia de GBI es fundamental la concepcin de victoria, en la que el rescate del elemento poltico es sustancial: victoria es el logro de los objetivos polticos por los que se hizo la guerra. En otras palabras, el triunfo es medido a partir de evitar ciertos resultados (por ejemplo, el triunfo militar de la guerrilla salvadorea) o como el logro de cambios de comportamiento en el grupo que es objetivo (por ejemplo, la celebra- cin de elecciones, por parte del gobierno sandinista, en el marco de la guerra y de una fuerte intervencin poltica a favor de la oposicin).

    La adopcin de esta postura como uno de los elementos de consenso al respecto de la GBI, fue expresada por el secretario de Estado del gobierno de Reagan, George Schultz: "algunas veces, como en el caso de Granada, el xito tomar la forma de una

    "/fc//., pp. 291 y 300. " Resumen de los elementos centrales de la doctrina contenidos en el libro de L. Bermdez, Guerra

    de baja intensidad..., op. cit.

    10

  • Bermdez/ Poltica y defensa de Reagan a Clinton II

    victoria militar total y la remocin de tropas extranjeras. En otros casos, el triunfo consistir en negar la victoria al adversario, para hacer que se vuelvan posibles las soluciones polticas".-*

    La prioridad otorgada a lo poltico implic tambin un esfuerzo de legitimacin y credibilidad de las fuerzas apoyadas:

    la intervencin militar estadunidense en apoyo de una lite gubernamental o de un sistema poltico que no tiene un mnimo nivel de apoyo interno, probablemente erosionar cualquier apoyo pblico existente [...] esto significa que la intervencin estadunidense debe ser poltica y militarmente balanceada, principalmente en lo concerniente al esfuerzo y legitimacin del rgimen existente.^

    En este terreno, el tema de la democratizacin es consustancial al planteamiento, y en l se subraya la estrecha vinculacin que existe entre guerra y poltica.

    Como la estrategia se hizo ms compleja y el objetivo era global y no slo militar, la respuesta diseada fue de largo plazo. Se concibi entonces al CBI como un problema complejo de varios niveles y dimensiones, cuya solucin tiene sus races en el cambio. Como lo ilustr el caso de Centroamrica, en consonancia con lo anterior, resultaba bsico impulsar aperturas polticas, fundamentalmente de carcter electoral, para conseguir el ascenso de gobiernos "de centro" que sustituyeran a dictaduras militares en el poder, as como alentar tibias reformas econmicas, particularmente de carcter agrario.

    En el terreno militar, la GBI es una guerra irregular, especial, no convencional, por lo que no puede ser enfrentada con tropas convencionales, sino con fuerzas empapadas de las habilidades de la guerra irregular como las Fuerzas de Operaciones Especiales (FOE), las cuales fueron reactivadas despus de su congelamiento posterior a la guerra de Vietnam. Histricamente, el objetivo a combatir en esta guerra fueron las fuerzas insurgentes, por lo que se necesit dotar a las FOE de nuevas habilidades para poder combatir los nuevos retos (terrorismo y narcotrfico), as como entrenar a las insurgen- cias contrarrevolucionarias.

    En el campo de la contrainsurgencia se realizaron algunos ajustes doctrinarios que surgieron de la revisin de los errores cometidos en otras experiencias, en particular en Vietnam. De ellos destacan tres: 1) la contrainsurgencia deba ser fundamentalmente una tarea de los ejrcitos aliados bajo la asesora y entrenamiento estadunidense, y no una tarea asumida directamente por los efectivos de Estados Unidos; 2} en trminos tempo- rales, el triunfo no sera buscado en el corto plazo, y 3) el nfasis en la prctica y no slo en la teora, de que las operaciones militares eran parte de un diseo que privile- giaba los aspectos "no militares" o "no combatientes", de la propia estrategia militar

    -* George Schuitz, "Low-Intensity Warfare: The Challenge of Ambiguity", discurso presentado por el secretario Schuitz en la Conferencia Low Intensity Werfare realizada en la National Defense University, Washington, 15de enero de 1986, y publicadoen Cu7-rPo/(cy, Washington, Departamen- to de Estado de Estados Unidos, Oficina de Asuntos Pblicos, nm. 783, p. 2. (Las cursivas son de la autora.)

    " Sam Sarkesian, op. cit., p. 4

    II

  • Bermdez / Poltica y defensa de Reagan a Clinton II

    (accin cvica, operaciones psicolgicas, incorporacin de la poblacin a las tareas de defensa) como parte de una estrategia general que tambin inclua programas polticos, econmicos y sociales.

    Durante el gobierno de Reagan el trmino desestabilizacin, sustituido por el de reversin (rollback), dej de ser una poltica encubierta, se asumi como poltica de Estado avalada por el propio Congreso estadunidense, e incluy la construccin y financiamiento de insurgencias contrarrevolucionarias. En el mbito doctrinario, esta poltica se insert dentro de la necesidad de recuperar el principio de la ofensiva, abriendo la posibilidad de ir ms all de la mera contencin, al tener como objetivo el derrocamiento de gobiernos en el poder, concebidos como parte de la "avanzada sovitica". Para ello, se instrument tambin un diseo de largo plazo que no buscaba la victoria militar. En este sentido, la guerra forma parte de una desestabilizacin generalizada que incluye el uso de los instrumentos econmico y poltico, para generar "vulnerabilidades" derivadas del bloqueo y la presin respectivamente. Las operacio- nes psicolgicas y la "diplomacia pblica", se disearon para lograr apoyos tanto internos como internacionales, a una prctica contraria a principios de derecho inter- nacional.

    En enero de 1984, el Informe Kissinger, adems de haber logrado el necesario acuerdo bipartidista en torno a la poltica hacia Centroamrica, present pblicamente una serie de propuestas que sintetizaron las transformaciones de esa nueva poltica que ya se haban empezado a poner en prctica en El Salvador durante 1983, y que comul- gaban con los contenidos de la GBI.

    Las recomendaciones ms generales del Informe eran la combinacin de la defensa (contrainsurgencia "al estilo americano" en El Salvador, y "contencin activa" del gobierno sandinista) con el desarrollo interno (el paquete de recomendaciones econmicas de corto y mediano plazos).

    En consonancia con los planteamientos de la doctrina sobre la GBI, en el tercer prrafo del captulo VI destinado a las cuestiones de seguridad, el Informe afirmaba que "la restauracin de la paz y la estabilidad requerir una combinacin de reformas sociales y polticas, progresos econmicos, actividad diplomtica y esfuerzo mihtar".-^

    3. El ajuste de la doctrina de CBI dentro del nuevo orden internacional

    Para actualizar el desarrollo doctrinario sobre el CBI a partir de que se hacen ms evi- dentes los cambios en el ex bloque socialista, el primer elemento que hay que tomar en consideracin es la propia definicin oficial del concepto, asumida hasta 1989:

    El conflicto de baja intensidad es una confrontacin poltico-militar entre dos estados o mo-

    -'' Repon ofthe National Bipartisan Commission on Central America, 11 de enero de 1984. En espaol consltese la traduccin comentada de Gregorio Selser, Informe Kissinger contra Centroamrica, Mxico, El Da en Libros, 1984, p. 219.

    12

  • Bermdez / Poltica y defensa de Reagan a Clinton II

    vimientos enfrascados en una contienda no tan intensa como la guerra convencional, pero ms grave que la competencia pacfica entre estados. Con frecuencia significa luchas prolongadas entre principios e ideologas distintas. El CBI comprende desde la subversin hasta la lucha armada. Se libra mediante la aplicacin de una serie de medios que inclu- yen los polticos, econmicos, informativos y militares. Los conflictos de baja intensidad son fenmenos localizados por lo general en el Tercer Mundo, pero tienen implicaciones en la seguridad regional y global.*^^

    Sin embargo, "el concepto ya se haba incorporado en la legislacin por medio de la Ley de Reorganizacin de la Defensa [Defense Reorganization Act] de 1986, que establece el [puesto de] Subsecretario de Defensa para Operaciones Especiales y Conflicto de Baja Intensidad [Assistant Secretary of Defense for Special Operations and Low Intensity Conflict] y decreta un consejo sobre el CBI [LIC board] dentro del Consejo de Seguridad Nacional".-^

    En segundo lugar, hay que subrayar que el debate alrededor del reajuste doctrinario del CBI contina abierto. En una de las principales revistas militares, el editorial de un nmero de mediados de 1991 dedicado al tema plantea que "ste es el sptimo nmero de Military Review en los ltimos tres aos, que cubre el conflicto de baja intensidad, operaciones especiales y de contingencia, o temas relacionados". Al final del mismo se aade, "dejamos a los lectores [la opinin] de si esta discusin refleja la bsqueda del ejrcito de su razn de ser en la posguerra fra".-^

    El manual de campaa citado con anterioridad es considerado por el teniente coronel Hunt como "el documento militar ms amplio escrito sobre el tema", y fue elaborado por el Command and General Staff College de Fort Leavenworth, Kansas, y por el Army-Air Forc Centerfor Low Intensity Conflict de Langley Air Forc Base.3 En esencia, este documento recoge los planteamientos centrales de la doctrina expuestos en el apartado anterior: el carcter global del CBI, el predominio de la poltica, la ne- cesidad de evitar una escalada mihtar, la unidad de esfuerzos, el requisito de legitimidad de las fuerzas que se apoyarn y el carcter prolongado del involucramiento.

    Adicionalmente, este manual ampla el tipo de operaciones militares dentro del CBI para ajustarse a las nuevas necesidades, pero precisa que stas deben realizarse "e apoyo de acciones polticas, econmicas y divulgativas".^'

    -' En espaol, el Manual sobre CBI es el FM 100-20/AFP 3-20, Operaciones Militares en Conflicto de Baja Intensidad, Fuerte Benning, Georgia, Escuela de las Amricas, Ejrcito de Estados Unidos de Amrica, 1 de diciembre de 1989, p. 1-1. (Las siglas significan Manual de Campaa y Folleto de la Fuerza Area).

    -" Teniente coronel John B. Hunt, US Army, Retirado, "Emerging Doctrine for LIC", Military /?mevt', Fort Leavenworth, Kansas, vol. LXXI, nm. 6,juniode 1991. p. 56. El autor pertenece al Army Proponency for Low-Intesity Conflict, Department of Joint and Combined Operations, US Army Command and General Staff College, Fort Leavenworth, Kansas.

    ^' La editorial la firma el editor en jefe, teniente coronel (P) Steven F. Rausch, ibid. "' Teniente coronel J. B. Hunt. np. cit.. p. 57. 'I FM 100-20/AFP 3-20, op. cit., p. V. (Las cursivas son de la autora.)

    13

  • Bermdez/Poltica y defensa de Reagan a Clinton II

    Estas acciones se dividen en cuatro categoras. Las dos primeras ya fueron mencionadas en el apartado anterior: una fusiona insurgencia y contrainsurgencia, dependiendo de las circunstancias, refirindose la primera al apoyo a insurgencias contrarrevolucionarias destinadas a la reversin de gobiernos. Al explicar la naturaleza de la contrainsurreccin y la estrategia de defensa y desarrollo internos, se seala que "a menudo los gobiernos tienen que superar la inercia e ineptitud de su propio sistema poltico antes de poder hacer frente a la insurreccin". Adicionalmente,

    la contrainsurreccin debe entrever que la verdadera amenaza para un gobierno est en el poder poltico de los insurrectos y no en el poder militar [...] cualquier estrategia que no le pone atencin continua y seria a los reclamos y demandas polticas de los insurrectos est en desventaja.^-

    La segunda categora es la lucha contra el terrorismo y la tercera se denomina operaciones de mantenimiento de la paz, las cuales deben de ser "realizadas con el consentimiento de las partes beligerantes para conservar una tregua negociada y facilitar la solucin de un problema por va diplomtica". En este rubro, la participacin de Estados Unidos se puede hacer "bajo los auspicios de una organizacin internacio- nal, en cooperacin con otros pases, o en forma unilateral".-^^

    La cuarta categora se refiere a las operaciones de contingencia en tiempo de paz, consideradas como "actividades miUtares que tienen dimensiones poh'ticas, y que px)r lo ge- neral se caracterizan por la proyeccin o empleo rpido y a corto plazo de fuerzas militares en condiciones que no llegan a constituir una guerra. Frecuentemente estas acciones se emprenden para evitar o capear una crisis en situaciones que requieran del empleo de medios militares para aplicar o respaldar iniciativas diplomticas". Estas operaciones comprenden: demostraciones de fuerza, operaciones de evacuacin de no combatientes, operaciones de rescate y recuperacin, ataques e incursiones, establecimiento de paz, guerra no convencional, actividades de socorro en caso de catstrofes, asistencia acelerada de seguridad, y apoyo a las autoridades civiles de Estados Unidos. Se considera que tales esfuerzos militares "sirven como complemento de iniciativas polticas e informativas".^'^

    Se pueden detectar dos diferencias importantes entre este manual y su predece- sor.^'En primer lugar, el de 1981 fue elaborado por el ejrcito, y en la versin de 1989 se incorpora tambin a la fuerza area. En segundo lugar, el de 1981 es un manual fundamentalmente contrainsurgente en el que se definen slo dos tipos de CBI, diferenciados por el nivel de injerencia estadunidense: el A trata de las "operaciones de ayuda para la defensa y desarrollo internos, y tiene que ver con acciones que toman las fuerzas estadunidenses para establecer, reanudar o mantener el control de ciertas reas o puntos amenazados por la guerra de guerrillas, la revolucin, la subversin u

    " bid., pp. 2-7. "Ibid.,pp.4-l. ^Ubid., pp. 5-\. " Field Manual 100-20, Low-lntinsii\ Conjlict, Washington, Department of the Army, 1981.

    14

  • Bermdez/ Poltica y defensa de Reagan a Clinton II

    Otras tcticas encaminadas a la toma del poder por una fuerza interna"; y el B, que tiene la misma descripcin y objetivos, pero que se refiere a las operaciones de asesoramiento y apoyo de combate y a los servicios de combate que se brindan a las fuerzas locales o aliadas?^

    Otro tipo de operaciones, desarrolladas ampliamente en el manual de 1989, slo son mencionadas en el de 1981 desde la perspectiva de que los principios contenidos en ese texto pueden aplicarse a otros esfuerzos destinados a restablecer el orden y asegu- rar la paz, en respuesta a llamados de gobiernos o de la ONU (respectivamente, un con- flicto interno o una fuerza encargada del mantenimiento de la paz en un rea en disputa que relacione a dos o ms naciones). Dentro del mismo marco, se reivindican las operaciones unilaterales "para imponer el orden en una situacin de urgencia en caso de que ninguna fuerza de Naciones Unidas o de la Organizacin del Tratado {sic\ se encuentre preparada para actuar".^''

    Estas diferencias corroboran la afirmacin anterior, en cuanto a que el manual de 1989 es el documento militar ms elaborado sobre el tema, ya que incorpora el tratamiento de los cuatro primeros ejes del desarrollo doctrinario que fueron tratados en el apartado anterior, los clasifica dentro de rubros especficos de operaciones militares, y que desarrolla los otros ya sealados.

    Si bien en el ltimo documento se reafirma la premisa de que las principales causas del CBI son internas ("el cambio, el descontento, la pobreza, la violencia y la inestabi- lidad"), los resabios de la guerra fra tambin resultan evidentes: "los soviticos no son responsables de todos los conflictos que se dan en el mundo, pero tienden a explotar lo que en otras circunstancias hubieran sido conflictos internos con la finalidad de implantar su estrategia global".^^

    El reajuste de este documento se har ms evidente en contribuciones posteriores de especialistas sobre el tema, que incorporarn dentro de sus reflexiones el anlisis del nuevo escenario que se deriva del derrumbe del socialismo.

    Steven Metz profesor asociado de CBI en el Department of Warfare Studies del Air War College, de la Maxwell Air Forc Base de Alabama asegura que se estn desarrollando grandes esfuerzos en ese sentido a pesar de que "la fluidez del medio internacional haga imposible desarrollar plenamente una nueva estrategia del CBI". No obstante, el trabajo debe iniciarse, pues "an cuando ocurra en regiones de inters perifrico para Estados Unidos, por el hecho de que el CBI pueda complicar la atencin de objetivos centrales de seguridad nacional, igual atencin debe ser otorgada a este componente de nuestra estrategia".^'

    Metz sostiene que la reflexin para reajustar la estrategia debe estar basada en tres imperativos. Primero, mantener reglas de involucramiento que, en un nivel genrico, especifiquen cundo, dnde y cmo el poder de Estados Unidos debe ser usado para

    '* Ibid., p. 2. '' Ibid., p. 4. " FM 100-20/AFP 3-20, op. cit.. pp, 1-2 y 1-4. '' Steven Metz, "US Strategy and the Changing LIC Threat", Military Review, op. cit., p. 26.

    15

  • Bermdez / Poltica y defensa de Reagan a Clinton 11

    manejar el CBI. Plantea adems que "los estadunidenses deben ser ms idealistas y rechazar la nocin de que el enemigo de mi enemigo, aunque sea repulsivo, es mi amigo". En contraposicin, afirma que la reaccin de Estados Unidos slo deber producirse frente a "una amenaza a un amigo claramente democrtico", y no ante un "desa'o a una democracia pofe^c/a/". Otra regla se derivara de una situacin en la que "un balance regional se encuentre en un estado de desequilibrio terminal, y cuando este desequilibrio amenace otros balances". Ante este escenario deber imponerse la "sensatez", ya que, "fuera de Mxico, es improbable que nos veamos masivamente envueltos en un CBI dado".

    El segundo imperativo Metz to identifica como integracin, que en esencia se re- fiere al carcter global del involucramiento. Es decir, en la medida en que se ha asumido que "el CBI significa una amenaza integrada", se deben entremezclar los elementos militares con los polticos, econmicos, sociales y psicolgicos, ofreciendo una res- puesta "integrada y sincronizada". Esto significa la vinculacin entre las diferentes agencias qu se encuentren involucradas en la estrategia, integrando "las actividades militares a las de la Agencia Central de Inteligencia, el Departamento de Estado, la Agencia para el Desarrollo Internacional, la Agencia de Control de Armamentos y Desarme, la DEA, la Agencia de Informacin de Estados Unidos, el Congreso y cual- quier otro segmento del gobierno involucrado con el CBI".

    El tercer imperativo es la accin indirecta, que parte del propio reconocimiento de ios militares de que "las fuerzas armadas constituyen un esfuerzo secundario dentro del CBI". Aqu, Metz se pronuncia por la continuacin del involucramiento militar indirecto de Estados Unidos, proporcionando entrenamiento, asesora, informacin de inteligencia y equipo, e incorporando otras vas de carcter estratgico, especialmente lo que denomina como "verdaderas actividades combinadas". Tal planteamiento perfila, sin decirlo expl- citamente, lo que en otros apartados ha sido expuesto como una estrategia de seguridad colectiva. El autor sostiene que naciones como Costa Rica, Botswana, Zimbabwe, Vene- zuela, Brasil y Tailandia tienen una "amplia experiencia y entendimiento del proceso de desarrollo nacional, en la construccin de la democracia en el Tercer Mundo y en el com- bate a la insurgencia", y dice que, de forma coordinada, Estados Unidos, "junto con repre- sentantes de tales pases, tendra mucho ms que ofrecer a naciones que enfrentan a una insurgencia, que lo que podran los estadunidenses solos"."*'^

    En cuanto a la percepcin de las nuevas amenazas, el CBI es tambin objeto de debate. Para algunos, como el citado ex subsecretario de Defensa adjunto para Operaciones Es- peciales y CBI, Alberto R. CoU, el mundo que enfrenta Estados Unidos en la dcada de los noventa no ser ms seguro en todos los aspectos, o requerir menos atencin que la otorgada durante los aos de la guerra fra; al contrario, ser ms voltil, ms incierto y lleno de nuevos desafos."*' Desde esta perspectiva, el CBI en los pases del sur jugar un importante y creciente papel en la seguridad nacional de Estados Unidos. Como contra- parte, otros analistas sostienen que Estados Unidos no tienen intereses vitales en estos

    "'/W., pp. 26-28. ^'A. R. Coll, op. c/.,p. 47. .

    16

  • Bermdez / Poltica v defensa de Reagan a Clinton II

    pases, y una posicin intermedia plantea que an siendo cierto lo anterior, este tipo de conflicto tendr el potencial suficiente para distraer a Estados Unidos de tareas ms im- portantes, como desarrollar una relacin de posguerra fra con la ex Unin Sovitica y disear un orden econmico mundial ms constructivo. Tal razonamiento evidencia la importancia de "manejar el CBI en lo que ahora es considerado el Tercer Mundo y en las partes del imperio sovitico que pronto se unirn al mismo."^-

    Dentro de la literatura revisada, resulta particularmente relevante el desplazamien- to de la justificacin ideolgica para justificar el involucramiento estadunidense en el CBI, derivacin obvia de la desintegracin del bloque socialista. De ello se desprende, por un lado, la ubicacin de nuevos retos y, por otro, el nfasis en la causalidad econmica, poltica y social del CBI.

    El general Stiner comandante en jefe del US Special Operations Command de la MacDill Air Forc, Base de Florida sostiene que "la euforia inducida por la mejora de las relaciones con la Unin Sovitica, y la subsecuente reduccin del riesgo de una guerra nuclear, no debe oscurecer nuestra visin" sobre una serie de realidades. Entre ellas, destaca lo poco que se ha hecho "para mejorar las complejas y deplorables condiciones que contribuyen a muchos de los problemas del Tercer Mundo" (declina- cin socioeconmica, ampliacin del fanatismo religioso, inestabilidad poltica y escasez de recursos).

    Desde su perspectiva, tales problemas se ampliarn en las prximas dcadas a causa del crecimiento de la poblacin y de la degradacin ambiental, que aadirn nuevas presiones a las dbiles economas y a los sistemas polticos inestables. Por ello, el desafo provendr del Tercer Mundo, "desde el punto de vista econmico, de prestigio, de resolucin y en trminos de nuestra credibilidad como lder mundial". Por tanto, los esfuerzos se deben "centrar en la temprana deteccin de crisis potenciales y buscar soluciones pacficas, manteniendo al mismo tiempo la capacidad para responder directa o indirectamente si stas fallan"."*^

    En el mismo sentido se pronuncia CoU, quien plantea que

    en tanto que los problemas de la moderna sociedad industrializada se intensifican incluyendo su falta de habilidad para enfrentar las necesidades humanas ms profundas necesarias para la identidad personal y el reconocimiento, podemos esperar un creciente anhelo por el fundamentalismo religioso, el orgullo cultural y tnico, y los movimientos de base para el cambio social y poltico, todos ellos con serias repercusiones para el orden internacional.'*^

    Complementando los puntos de vista anteriores, se ha argumentado tambin que el desinvolucramiento de los superpoderes del Tercer Mundo remover las restricciones impuestas a poderes regionales para "patrocinar" CBI que favorezcan sus intereses. Por

    ^^S. Metz,o/>. c/.,p. 22. *"> General Cari W. Stiner, "The Strategic Employment of Special Operations Forces", Militan-

    Review, US Army, vol. LXXI, nm. 6, junio 1991, p. 4. " A. R. Coll, op. cit., p. 48. (Las cursivas son de la autora.)

    17

  • Bermdez/Poltica y defensa de Reagan a Clinton II

    tanto, "podemos esperar una multitud de campaas terroristas, insurgencias y guerras locales que no necesitan, o desean, el apoyo de una superpotencia".^^

    Otra perspectiva que resulta particularmente relevante es que "la fragmentacin del poder se agudizar por otro factor: laprofundizacin de la crisis de gobemabilidad' en buena parte del mundo en desarrollo, incluyendo Sudamrica, el Medio Oriente, el sur de Asia y frica del sur del Sahara, a causa justamente de la exacerbacin de los problemas econmicos, polticos y demogrficos. Esto se acenta por el hecho de que ha cesado la ayuda econmica y militar de las potencias, con lo que los gobiernos del Tercer Mundo estn siendo abandonados a sus propios recursos, y "muchos de ellos sern incapaces de sobrevivir a la profunda crisis de legitimidad y competencia".

    En este argumento, se sostiene que aunque no todos los pases del Tercer Mundo son igualmente importantes para Estados Unidos, sera un error ignorar los efectos de esta crisis de gobemabilidad sobre el orden internacional y los intereses estadunidenses.

    En el curso del disturbio resultante, habr migracin en gran escala y flujos de refugiados, algunos de los cuales sern perjudiciales para el bienestar domstico de Estados Unidos. Adems, en algunas sociedades, la ingobemabilidad y sus ramificaciones darn lugar al surgimiento de regmenes atvicos, cuya conducta internacional estar lejos de ser pacfica".'*^

    Como corolario de lo anterior, y en relacin especfica con el eje de la contrainsur- gencia, se prevn tambin nuevas causas y nuevos tipos de ella, y se sostiene que las insurgencias rurales fundamentadas ideolgicamente continuarn brotando, fiero no sern un factor principal en el ambiente de seguridad global. "La insurgencia sectaria basada en antagonismos tribales, tnicos o religiosos es otra cosa", y en ella se destacan los casos de Sri Lanka, India, Sudn, Etiopa y, en cierto grado, Per, pero "tambin puede detonar dentro de los imperios sovitico y chino". Uno de los problemas que se destacan es que "la mayon'a de las ciudades del Tercer Mundo estn rodeadas de cinturones de barrios pobres", que han sido la "palestra de la insurgencia en el pasado", por lo que en cualquier momento puede explotar la "violencia revolucionaria". Como conclusin, se afirma que "para las nuevas democracias o las dictaduras frgiles, el reto es la insurreccin".''''

    En cuanto al instrumento militar para enfrentar los CBI, resulta significativo el hecho de que las FOE fueron exceptuadas de recortes significativos dentro los planes de reestructuracin de las fuerzas armadas. Tal disposicin provino del jefe del Estado Mayor Conjunto, general CoUin Powell.

    Como se seal en el apartado anterior, el proceso de reconstitucin de las FOE iniciado en los ochenta, aument sus efectivos a 42 600 hombres. Durante el ao fiscal de 1990, las FOE del Comando de Operaciones Especiales, compuestas de fuerzas de operaciones especiales, operaciones psicolgicas y asuntos civiles, mandaron 485 equipos de entrenamiento a 35 diferentes pases alrededor del mundo. La tendencia fue

    *'S. Metz, o;?, df., p. 23. ^ A. R. Coll. op. cit., pp. 49-50. (Las cursivas son de la autora.) "' S. Metz, op. cit., pp. 24-26.

    18

  • Bermdez/Poltica y defensa de Reagan a Clinton II

    la misma en 1991. "Muchos de estos despliegues para entrenamiento proporcionan una presencia significativa y necesaria en reas donde no existen fuerzas militares estadu- nidenses estacionadas permanentemente". El nfasis puesto en las misiones

    debe darse en contraterrorismo, combate al narcotrfico, accin quirrgica directa, reconocimiento especial, defensa interna extranjera y operaciones psicolgicas. De manera concurrente, la contribucin militar para asistir a las naciones, debe buscarse a travs de asistencia en seguridad, humanitaria y accin cvica.'*^

    La bsqueda de la seguridad colectiva est tambin presente en el CBI:

    en concertacin con otros estados, Estados Unidos puede proporcionar garantas de seguridad como base para acuerdos polticos que de otra forma seran imposibles. Eso puede ayudar a gobiernos amigos seleccionados a aminorar algunas fuentes de inestabi- lidad, proporcionndoles asistencia humanitaria, militar y para el desarrollo de infraes- tructura. Cuando la inestabilidad genere una amenaza lo suficientemente seria a los intereses americanos, el poder militar estadunidense puede ser usado para detenerla y con- tenerla."*^

    En relacin con este tema, en el primer Documento de Trabajo se analiz la militarizacin de la OEA, que tiene como sustento la defensa de la democracia en el continente.

    De lo expuesto en este avance destacan algunos elementos sustanciales para los estudios de caso:

    1} La constatacin de que los contenidos fundamentales de la doctrina de GBI se han mantenido a pesar de los ajustes derivados de los nuevos requerimientos de la posguerra fra, lo cual es una premisa bsica para el anlisis de su instrumentacin en los estudios de caso, as como del balance en tomo a los xitos y lmites de la misma.

    2} La confirmacin de que todo pensamiento y accin militar estn determinados por la poltica, paradigma clausewitziano que sustenta en la prctica la estrecha relacin entre la poltica de promocin de la democracia y la GBI.

    3) La terminacin de la fase militar en los tres casos de estudio, abre una nueva coyuntura para analizar de manera ms especfica la congruencia entre los objetivos explcitos y los implcitos de la poltica de promocin de la democracia estadunidense. Dentro del actual debate sobre seguridad y defensa, el tema del CBI ocupa un lugar destacado por su "importante y creciente papel" en la posguerra fra. Dentro de su reajuste doctrinario, una preocupacin sustancial es la posible agudizacin de la crisis de gobemabilidad, cuya causa sera la exacerbacin de los problemas, econmicos, polticos y sociales, liberados ahora de la causalidad ideolgica que prevaleci durante la guerra fra. En este marco, las preguntas que se plantean son, en primer lugar, si en

    ** C. W, Stiner. op. cit., pp. 3 > 5. ^^ A. R. Coll, op. cit., p. 54.

    19

  • Bermdez/ Poltica y defensa de Reagan a Clinton II

    los casos de estudio han sido resueltos esos problemas que son justamente los que dieron origen a los conflictos, o si se podrn resolver en el futuro inmediato, y en segundo lugar, si el involucramiento parcial de Washington en la institucionalizacin de los aspectos formales de la democracia, estar acompaada de una preocupacin por mejorar ''las complejas y deplorables condiciones" de estos pases.

    20