Gareth Stedman- Lenguajes de Clase_1

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  • 7/28/2019 Gareth Stedman- Lenguajes de Clase_1

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    LEGU AJES DE CLASEEstud ios sobre la historia de la claseobrera inglesa (1832-198 2)

    p orGARETH STEDMAN JONES

    ":-ZATO - SURI:

    BLANCA TERAein d e

    )3KIs i g l ov e n t i u n oe c h t o r e sMXICOESPAAARGENTINACOLOMBIA

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    Reconsideracin del cartismo73. RECONSIDERACION DEL CARTISMOQuines eran los cartistas? En la introduccin a la Peticinde 1842, Thomas Duncombe expresaba el punto de vista de lospropios cartistas: Los que inicialmente fueron denominados ra-dicales y despus reformadores, son llamados ahora cartistas 1 .Pero el grueso de la opinin contempornea nunca acept esto.Pesde el momento en que surgi el cartismo como un movimien-

    11 to pblico, lo que prendi en la imaginacin de los contempo-[-neos no fueron los objetivos y la retrica formalmente radica-les de sus portavoces, sino el nuevo y amenazador carcter socialdel movimiento. Un mvimiento 'ffidependierite, niVel nacional,de las clagg obreras que blandan lanzas en las concentra-ciones a la luz de las antorchas para defender sus derechosera un acontecimiento sin precedentes, y cualquiera que lerala forma oficial en que se identificara el cartismo los observa-dores contemporneos no podan abstenerse de proyectar en lunos motivos y sentimientos ms oscuros, inconfesables. La dis-Deseo agradecer especialmente la ayuda crtica y el aliento que he reci-bido de Sally Alexander, Istvan Hont y Raphael Samuel para desarrollareste ensayo. Agradezco asimismo la generosidad con que Dorothy Thomp-son puso a mi disposicin su propio trabajo y sus conocimientos sobre lahistoria del cartismo.

    1 Hansard [Actas de los debates parlamentarios], 3.a serie, LXIII, pp. 13-91; cf. la observacin de O'Connor: El movimiento del partido era cono-cido, se haba fortalecido y unido bajo el trmino poltico de "radical"cuando hete aqu que, para demostrar que en un nombre caben muchascosas, nuestros oponentes polticos nos rebautizaron, dndonos el nombrede cartistas. As que, aunque no haba ninguna diferencia entre los prin-cipios de un radical y los de un cartista, la prensa de ambos partidos 1...]consigui despertar los prejuicios de los dbiles, los tmidos y los confiadoshasta que al fin logr el objetivo deseado: la divisin entre unos partidosque tenan un mismo fin. The trial of Feargus O'Connor (1843), p. 1x. Elala izquierda del movimiento tendi a describirse como demcrata enlugar de radical, vase J. Bennett, The Democratic Association 1837-41:a study in London radicalism, en J. Epstein y D. Thompson, comps., TheChartist experience. Studies in working class radicalism and culture 1830-1860 (1982).

    tincin de Thomas Carlyle entre la encarnacin incoherente yconfusa del cartismo y su esencia viva [...] el amargo descon-tento intensificado y enloquecido, la mala situacin o la maladisposicin de las clases obreras de Inglaterra, con su impl-cito abismo entre la definicin real y la definicin formal delcartismo, fij los trminos de-T re-spuena predomilirile, cul:qiiiera que fuera la definicin exacta de esos trminos 2 . Los car-tistas alegaron en vano su respeto a la propiedad . En el debatesobre la Peticin de 1842, Macaulay dedujo la posicin del car-tismo con respecto a la propiedad de la composicin social desu electorado. Aceptar la Peticin equivaldra a confiar el go-bierno a una clase que sera incitada a perpetrar grandes ysistemticas incursiones contra la seguridad de la propiedad.Cmo es posible que segn los principios de la naturaleza hu-mana, si les damos ese poder, no lo utilicen al mximo? 4 . In-cluso los observadores ms comprensivos de la clase media ig-noraron prcticamente los argumentos polticos de los cartis-tas. Por ejemplo, la novela de Mrs. Gaskell, Mary Barton, ana-lizaba el cartismo nicamente en trminos de clera, miseriay destruccin de las relaciones sociales. As pues, desde el prin-cipio hubo una prctica unanimidad entre los observadores ex-ternos en considerar al cartismo no como un movimiento pol-tico, sino como un fenmeno social.El joven Engels, tambin proffindamente impresionado porla descripcin de Carlyle del problema de la situacin en In -glaterra, aventur una opinin parecida desde la izquierda co-munista del continente. La clase media y la propiedad lo do-minan todo; el pobre carece de derechos, est oprimido y des-pojado, la constitucin lo repudia y la ley lo maltrata. Por ello,en opinin de Engels, la forma de democracia representada por

    2 T. Carlyle, Chartism ( 1 8 3 9 ) , p. I.3 Sr. Dudoso.Pero, dnde est la clusula de la redistribucin dela propiedad? Habis olvidado eso?Radical.Eso es una calumnia ruin y difamatoria que han forjado

    los que se aprovechan de las cosas para hacer dao anuestra causa Jams hubo el menor fundamento parasemejante acusacin, aunque los jueces en los tribuna-les y los prrocos en el plpito no han tenido escrpu-los en dar crdito a la falsedad.The Question "What is a Chartist?" Answered, Finsbury Tract Society(1839), reeditado en D. Thompson, comp., The early Chartists (1971), p. 92.Sin embargo, dada la definicin cartista de la propiedad, no es de extraarque las clases propietarias se sintieran amenazadas.

    4 Hansard, la serie.4

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    88areth S. Jonesel cartismo no era la de la Revolucin francesa, cuya anttesisera monarqua y feudalismo, sino /ci,democr ises la clase media_z la prqpiedag. U.] En Iriglaterra, la lucha dela democracia contra Fa aristocracia es la lucha del pobre con-tra el' rico. La democracia hacia la que se diiige Inglaterra esuniS-Ercracia social 5. El cuadro que Engels traza del cartis-moecI-7177-traCiaide la clase obrera en Inglaterra en 1844 fueinterpretado retrospectivamente como una confirmacin emp-rica de la posterior concepcin marxista de conciencia de claseelaborada en obras como La ideologa alemana, La miseria de lafilosofa o el Manifiesto comunista. La premisa de esta posicinera, en palabras de Marx, que la lucha contra el capital en laforma moderna de su desarrollo, en su punto de apogeo es lalucha del obrero asalariado industrial contra el burgus indus-trial 6. As pues, aplicado al cartismo, cualesquiera que fuesensus declaraciones formales, su esencia era la de un movimientode clase de un proletariado nacido de las nuevas relaciones deproduccin engendradas por la gran industria. Su verdadero ene-migo era la burguesa, y la revolucin que llevara a cabo su-pondra el derrocamiento de esa clase. A medida que el cartismose desembarazara de sus aliados de la clase media proceso queEngels consideraba culminado en 1842 7 el carcter proleta-rio de la lucha asumira una forma cada vez ms consciente.Aunque por razones evidentes las optimistas conclusiones deEngels no han sido aceptadas, muchas de sus formas bsicas deenfocar este perodo han sido incorporadas a la historiografaposterior del cartismo. La relacin entre cartismo, gran industriay conciencia de clase ha seguido siendo un tema destacado delos historiadores del trabajo y socialistas. Tanto los historia-dores sociales como los socilogos han desarrollado ampliamen-te el contraste que Engels seala entre Manchester y Birming-ham, entre las relaciones de clase de una ciudad fabril y las deuna ciudad de pequeos talleres. Pero es importante insistir enque el hincapi que hace Engels en el carcter social del cartis-mo, por brillantemente que se argumente, no era en modo al-guno corno indica el testimonio de Carlyle y Macaulay una

    5 F. Engels, The condition of England. The English Consti tution, enK. Marx y F. Engels, Collected works (1973), vol. 3, p. 513.6 K. Marx, The class struggles in France, 1848-1850, Collected works,vol. 10, p. 57 [Las luchas de clases en Francia de 1848 a 1850, en K. Marx yF. Engels, Obras escogidas, Madrid, Akal, 1975].7 F. Engels, The condition o f the working ctass in England, Collectedworks, vol. 4, p. 523 [La situacin de la clase obrera en Inglaterra, Madrid,Akal, 1976].

    Reconsideracin del cartismo9caracterstica peculiar de una posicin protomarxista. La inter-1pretacin social constituy el enfoque predominante entre loscontemporneos. El anlisis del joven Engels represent una va-riante concreta de ste: la variante que interpretaba el cartismocomo la expresin poltica del nuevo proletariado industrial. Otravariante, algunos de cuyos elementos pueden rastrearse asimis-mo en los comentarios liberales de la poca, ha influido igual-mente, si no ms, en la historiografa posterior del cartismo:la que identifica el cartismo no como la expresin de los obrerosfabriles modernos, sino de los tejedores manuales y otros gru-pos preindustriales en decadencia. El perodo transcurridodesde la segunda guerra mundial ha producido otras variantes,igualmente caractersticas, del enfoque social: la correlacin en-tre el cartismo y el ciclo econmico, formulada por Rostow, y laidentificacin del cartismo con respuestas atvicas a la moder-nizacin, formulada por Smelser 8. De hecho, en casi todos losestudios sobre el cartismo, excepto en los de los propios cartis-tas, el punto focal de la investigacin ha sido el carcter de clasedel movimiento, su composicin social, o ms sencillamente, elhambre y la miseria de los que se pensaba que era la manifes-tacin, y no su plataforma o su programa.No es sorprendente que los historiadores hayan hecho de es-tos temas el centro de sus estudios sobre el cartismo. Pero slo es que no se hayan reconocido los costes interpretativos detal enfoque. Por regla general, las dudas expresadas con respectoa determinadas versiones de un enfoque social no se han hechoextensivas a las limitaciones de dicho enfoque como tal. El modode crtica imperante ha sido tan resueltamente social en susplanteamientos como el de interpretacin al que se opona. Elanlisis crtico se ha centrado sobre todo en cuestiones comoel carcter explotador de la industrializacin en s, la realidadde la amenaza a los niveles de vida y la extensin o profundidadde las hostilidades de clase. El problema de esta forma de crticaes que, apremiada por sus conclusiones, hace que la existenciamisma de un movimiento combativo de masas sea difcil de ex-plicar, independientemente de su carcter preciso. Mucho msproblemtico, aunque apenas tratado por los crticos de las di-versas interpretaciones sociales del cartismo, es el olvido gene-ral de la forma poltica e ideolgica especfica en que se expreseste descontento masivo y la consiguiente tendencia a pasar poralto el lenguaje cartista de clase con una serie de conceptos

    8 W. R. Rostow, The British econom y of the 19th century, Oxford (1948);N. J. Smelser, Social change in the Industrial Revolution (1959).

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    90areth S. Ionesy sociolgicos o marxistas de conciencia de clase. Lo que no se hacuestionado suficientemente es si este lenguaje puede analizarsesimplemente en funcin de su expresin de la supuesta concien-cia de una determinada clase o grupo social o profesional, o enfuncin de su correspondencia con ella. Si un anlisis de estelenguaje no confirma esta relacin de expresin o corresponden-cia directa, qu repercusin tiene esto para la interpretacindel cartismo en su conjunto? Raras veces el propio lenguaje hasido sometido a un minucioso eiiii 9 . -Pero-iriciuso en las oca-si , a erz Ue gravedad ejercida por lainterpretacin social ha sido en general lo bastante poderosacomo para impedir una revisin fundamental del cuadro conven-cional del movimiento.Este ensayo se propone sugerir los rudimentos de dicha rein-terpretacin. En contraste con el enfoque social predominantedel cartismo, que parte de una determinada concepcin de con-ciencia de clase o profesional, argument ue la ideologa delcartis da-se eneebitl eiendo..,abstracciouformaiirigstica. Un anlisis de la ideologa cartista debe parircrltrque-4es-cartistas dijeron o escribieron realmente, los ti-7-puede ser simplemente deducida con la ayuda de citas descon-textualizadas de las supuestas exigencias, por plausibles quesean, de la situacin concreta de una clase o grupo social de-terminados Tampoco es correcto adoptar, como alternativa, unenfoque ms subjetivo y tratar el lenguaje cartista como una[ traduccin ms o menos inmediata de la experiencia en palabras.Esta manera de interpretar el cartismo tiene la virtud de pres-tar ms atencin a lo que dijeron los cartistas. Pero en ltimotrmino transforma los problemas presentados por la forma delcartismo en los problemas de sus supuesto contenido. Frente aeste enfoque se sugiere que el anlisis del lenguaje en s excluyesemejante teora directamente referencial del significado. Lo quese propone a cambio es un enfoque que intenta identificar y si-! tuar el lugar del lenguaje y la forma, y que se resiste a la tenta-cin de convertir las cuestiones planteadas por la forma delicartismo en cuestiones de su supuesta esencia. Se argumentaque, si la interpretacin del lenguaje y la poltica es liberada delas adherencias sociales apriorsticas, resulta entonces posible

    9 Para dos anlisis que arrojan luz sobre el lenguaje y la poltica delradicalismo durante este perodo, vanse T. M. Parssinen, AssociationConvention and Anti-Parliament in British radical politics, 1771-1848, EnglishHistorical Raview, LXXXVII (1973), y Iorwerth Prothero, William Benbowand the concept of the "general strike", Pas and Present, 63 (1974).

    Reconsideracin del cartismo1establecer una relacin entre ideologa y actividad ms estrechay precisa que la transmitida por el cuadro clsico del movi-miento.Sin embargo, al adoptar este enfoque se pretende sugerir queel anlisis del lenguaje pueda proporcionar un relato exhaustivodel cartismo o que las condiciones sociales de existencia de estelenguaje fueran arbitrarias 1 0 . No es cuestin de sustituir unainterpretacin social por una interpretacin lingstica; lo quehay que reconsiderar es ms bien la manera en que ambas serelacionan. En abstracto, la materia deterMina Ti posibilidad del - forinkVero la forma condiciona el desarrollo de la materia.Histricamente hay buenas razones para pensar que el cartismoslo podra haber sido un movimiento de la clase obrera, porqueel descontento al que apelaba era abrumadora, si no exclusiva-mente, el de los asalariados, y la solidaridad con que el movi-miento contaba era asimismo la de los asalariados. Pero la formaen que se apelaba a ese descontento no puede entenders-n fun:-cin- de Ta conciencia de na clase socialdeterminada, ya que raforma era anterior a cualquier accin independiente realizadpor dicha clase y no cambi de manera significativa e_n respuestaa ella. Adems, la forma no era, como a veces da a entender Iainterpretacin social, un mero caparazn dentro del que se des-arroll un movimiento de clase. Pues fue esta forma la que ins-pir la actividad poltica del movimiento, la que defini los ter-/inos en que deba entend rse la opresin y la que facilit lavisin de una alternativa. ue adems la que defini la crisispoltica de la que surgi e cartismo y configur los medioS -li-lticos por los que se resolvi esa crisis. La explicacin que atri:.buye el movimiento a la miseria o a los cambios sociales queacompaaron a la Revolucin industrial no se enfrentaba nuncaal hecho de que la ascensin y decadencia del cartismo estuvie-ron determinadas por su capacidad de convencer al electoradopara que interpretara en trminos de su lenguaje poltico lamiseria o el descontento. El cartismo fue un movimiento poltico, 1y los movimientos polticos no pueden definirse satisfactoria- '

    10 Tampoco se pretende sugerir que lo que aqu se ofrece es un anlisisexhaustivo del lenguaje del cartismo. El lenguaje analizado aqu est sa-cado en gran parte de la literatura y los discursos radicales reproducidosen la prensa radical. Aparte de que los discursos reproducidos no tienen encuenta el acento o el dialecto, no afirmo que sea el nico lenguaje empleadopor los cartistas. Lo que aqu examino es nicamente el lenguaje polticopblico del movimiento. Seran necesarias muchas nuevas investigacionespara poder arecer un relato completo del lenguaje del cartismo.

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    92areth S. Ionesmente en trminos de la ira o la disconformidad de unos gru-pos sociales descontentos o incluso de la conciencia de una clasedeterminada. Un movimiento pltico no es simplemente unamanifestacin a-iiirs-ei-ia y dalor; su existencia s-e- cara-cirizapor unmc-ariiiirtfrr~rtitta-que- artiCtir tina Salucirifiol-tica a -la ifilStrtry-urr-tiiagnstiee politica de sus -causas.Paratriunfar., s-crcir, para -Crigarzafge 'n Ios planteamienTs de lasmasas populares, un determinado vocabulario poltico tiene que\ transmitir la esperanza factible de una alternativa general y de1 1 tmos medios crebles para llevarla a cabo, de tal modo que losposibles adherentes puedan pensar en sus trminos Debe ser losuficientemente amplio y adecuado como para permitir que susi adherentes utilicen ese lenguaje a fin de enfrentarse a los pro-blemas cotidianos de la experiencia poltica o social, elaborartcticas y lemas utilizndolo como base y resistirse a los inten-tos de los movimientos contrarios de apropirselo, reinterpre-tarlo o sustituirlo. Por eso la historia del cartismo no puederffribirse correctamente en trminos de las quejas sociales y/ econmicas de las que se afirma que era la expresin. Semejante1 enfoque no explica por qu esos descontentos adoptaron una1 forma cartista ni por qu el cartismo no continu expresando! los miedos y aspiraciones cambiantes de su electorado social en1I las nuevas circunstancias. Estas son las cuestiones de las quese ocupa este ensayo. Pero antes de embarcarnos en tal anlisis,L hemos de intentar primero demostrar ms concretamente culeshan sido los costes interpretativos del enfoque social.

    Una consecuencia fundamental de la interpretacin social delcartismo es qe al analizar las reivindicaciones reales del mo-vimiento las ha tratado ms como un legado de su prehistoriaque-como un foco real de actividad. Partiendo del supuesto deque- el cartismo represent-1aifm-a manifestacin de un mo-vimiento moderno de la clase obrera, hay algo paradjico en elhecho de que tal movimiento pudiera alinearse con una serie dereivindicaciones constitucionales radicales planteadas por pri-mera vez medio siglo antes. Pero incluso en los trabajos en losque no se plantea la modernidad o el carcter de clase del car-tismo, se hacen pocos esfuerzos por explicar las razones por lasque la miseria y el paro encontraron su expresin en un movi-miento que defenda el sufragio universal en lugar de presionarde forma ms inmediata para obtener ayuda del Estado. En lu-gar de eso, desde que en 1913 Edouard Dollans sugiriera porvez primera que haba que buscar la causa del cartismo en la

    Reconsideracin del cartismo3reaccin de la clase obrera contra la Revolucin industrial loshistoriadores han tendido a subestimar el programa poltico delos cartistas como mera expresin de un descontento cuyos au-tnticos orgenes y remedios estaban en otra parte.Este enfoque se ha mezclado con otro tema de la historio-grafa cartista, en principio no relacionado con la interpretacinsocial, pero que a lo largo del siglo xx se ha fundido cada vezms con sta. Desde el momento en que se comenz a escribirsobre el cartismo, la atencin se centr en el carcter dividido )del movimiento. La primera generacin delistorfardt- rdrEar-/tistno, antiguos cartistas amargados como Gammage, Lovett yCooper, se ocuparon desproporcionadamente de las desavenen-cias en la organizacin y las luchas tormentosas y divisorias en-tre sus dirigentes 12. EnJahist~afa posterior, la importanciadada_ al rarcter social_delovimiento_s_e_prestaba fcilmente alanlisis d.e estas divi5ione$ _en _trminos sociales1-37e-caon-s.&hora se hacan coincidir las divergencias de personalrdaa y for-macin cultural con divergencias de situacin econmica y-1-o-calidad. El antagonismo entre Lovett y O'Connorfilite-s-ociolgico. Se convirti en el smbolo de la supuesta in-compatibilidad entre los artesanos de Londres y Birmingham,no industrializados y de tendencia constitucional (partidarios deLovett, Attwood y Sturge, quienes se inclinaban por la alianzade clases y la fuerza moral) y los obreros fabriles o los tejedoresmanuales en decadencia del norte (partidarios de O'Connor, hos-til a la clase media, poco instruido y casi un insurrecto) 13. Ver-siones posteriores y ms sofisticadas de este enfoque, liberadasde algunos de los supuestos fabianos que lo haban estructuradoinicialmente, desplazaron an ms los argumentos sobre el car-tismo de las luchas e ideas de los dirigentes a las diferentestexturas sociales de la protesta en las diferentes regiones, y or-denaron esas regiones en una escala de polarizacin progresivade clase determinada por la extensin de la industrializacin 14.Sin embargo, investigaciones ms recientes han restado fuerza aesa polarizacin. A pesar de la conocida fama de Birmingham

    11 S. Doilans, Le chartisme, 1831-1848, ed. rev., Pars (1949), cap.p. 319.12 R. G. Gammage, The history of the chartist movement (1845); ed. fac-smil de la ed. de 1894 (1976); W. Lovett, Life and struggles of William Lo-vett, in his pursuit of bread, knowledge and freedom (1876); T. Cooper,Life of Thomas Cooper, written by himself (1872) .13 Vase, en particular, M. Hovell, The Chartist movement, Manchester(1918).14 Vase, por ejemplo, Asa Briggs, The local background of Chartism,en Asa Briggs, comp., Chartist studies (1959).

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    94areth S. Iones Reconsideracin del cartismo5como centro de un armonioso radicalismo interclasista, los car-tistas locales rechazaron la direccin de la BPU (Birmingham Po-litical Union) y en los cuatro arios siguientes a 1838 se inclinaronpor O'Connor e insistieron en la independencia de clase 15. Demodo parecido se ha demostrado que el cartismo londinense enla dcada de 1840 no era especialmente dbil ni especialmentemoderado, como suponan las antiguas interpretaciones. En 1848se haba convertido en uno de los centros ms combativos delcartismo 16. Por el contrario, las zonas de fbricas e industriapesada, como el sur de Lancashire y el Nordeste, centros nota-blemente activos en los primeros arios del cartismo, eran muchomenos importantes en 1848 17. Adems, un reciente anlisis de lasprofesiones de los militantes cartistas de los primeros arios parecesugerir que se ha exagerado el alcance de la representacindespropocionada de determinados oficios zapateros o tejedoresmanuales, por ejemplo, y que el cartismo atraa a una muestrade los principales oficios de cada localidad mucho ms repre-sentativa de lo que se crea 18. De ser as, esto sugiere que unaexcesiva atencin a las peculiaridades profesionales o localespuede oscurecer el hecho de que elsarlismo-ne-f-ue--un---molti-miento sectorial o local. Els,artis inaviati_ento nacional.Sin embargo, este sorprendente fenmeno la amplitud de launidad del movimiento cartista primitivo y la duradera lealtad,durante ms de una dcada, de una considerable minora a lasvirtudes de la Carta, pese a las disensiones y diferencias se havisto confinado al mbito de los supuestos vulgares.As, al hacer hincapi en la divisin y las diferencias localesse ha tendido a acentuar los puntos dbiles de la interpretacinsocial del cartismo: su tendencia a pasar por alto la forma poli-

    15 Vase C. Behagg, An alliance with the middle class: The BirminghamPolitical Union and early Chartism, en Epstein y Thompson, The Chartistexperience; y vase tambin T. Tholfsen, The Chartist crisis in Birmin-gham, International Review of Social History, ni (1958).16 Vase lowerth Prothero, Chartism in London, Past and Present, 44(1969); D. Goodway, Chartism in London, Bulletin for the Society forthe Study of Labour History, 20 (1970).

    17 Para el Nordeste, vase W. H. Maehl, Chartist disturbances in North-eastern England, 1839, International Review of Social History, vux (1963):para el sur de Lancashire, vase R. Sykes, Early Chartism and tradeunionism in South East Lancashire, en Epstein y Thompson, The Chartistexperience; y vase tambin John Foster, Class struggle and the IndustrialRevolution. Early industrial capitalism in three English towns (1974 ) ;P. Joyce, Work, society and politics, Brighton (1980).

    18 D. Thompson, The geography of Chartism, manuscrito indito; yvanse tambin sus observaciones al respecto en la Introduccin a suEarly Chartists.

    tica del movimiento y hacer as que el razonamiento en que sebasa la peticin de la Carta resulte oscuro e inconsecuente. MarkHovell, quiz an hoy el historiador ms influyente del cartismo,sentaba las bases del enfoque predominante cuando argumenta-ba que en 1838 el programa radical no era considerado ya comoun fin en s, sino como un medio para conseguir un fin, y el finera la regeneracin econmica y social de la sociedad 19. Aparen-temente esta afirmacin era irrecusable y algo parecido habandicho alguna vez los propios cartistas. Pero lo que Hovell aadadelataba una bsica incomprensin que transformaba la Carta enuna rareza y el fin en una incoherencia. Ni el ms optimista delos entusiastas del cartismo, escriba, poda creer que naceranun nuevo cielo y una nueva tierra del mero perfeccionamientode la maquinaria poltica. Pero, continuaba, el cartismo so-cial fue una protesta contra lo que exista, no un programa po-ltico razonado para poner algo en su lugar. Dejando a un ladola maquinaria, el cartismo fue sobre todo una apasionada ne-gacin 2. Si los hitos posteriores de la historiografa del cartis-mo han conseguido algo, ha sido fortalecer la impresin de in-coherencia en el ncleo del movimiento. Para G. D. H. Cole, elmovimiento cartista fue esencialmente un movimiento econmi-co con un programa puramente poltico 21 . Una idea comn po-dra haberlos mantenido unidos; la Carta, un simple programacomn, no bast para impedirles dar rienda suelta a sus anti-patas recprocas n. Asa Briggs escriba en sus Chartist studies,en 1959, que la Carta no fue tanto un foco como un smbolo deunidad. Pero ocultaba tanto como proclamaba: la diversidadde presiones sociales locales, la variedad de los liderazgos locales,la sensacin de urgencia relativa entre personas y grupos dife-rentes 23.A la vista de este consenso en la interpretacin, merece lapena citar la postura del primer historiador del cartismo, R. G.Gammage, que escriba en 1854. Por supuesto, Gammage no ne-gaba los orgenes sociales del descontento poltico en el sentidode que en tiempos de prosperidad apenas se ve una ola en elocano de la poltica 24 . Tampoco negaba que el pueblo, una vezvictorioso, adoptara medidas sociales para mejorar su situa-

    19 M. Hovell, The Chartist movement (ed. 1970), p. 7.Ibid., p. 303.21 G. D. H. Cole, A short history of the British working class m ovem ent1789-1947 (1948), p. 94.22 Ibid., p. 120.23 Briggs, Chartist studies, p. 26.24 Gammage, History of the Chartist mav ement, p. 9.

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    96areth S. Donescin. Pero resulta significativo que no hable de maquinaria po-ltica, un simple programa comn o un smbolo. Por elcontrario, declara que es la existencia de grandes injusticiassociales lo que ensea sobre todo a las masas el valor de los de-rechos polticos; y al explicar las ideas que se ocultan tras laCarta, subraya aspectos muy diferentes de los resaltados porHovell y los historiadores que le han seguido. En un perodode adversidad, escriba,las masas observan a las clases con derecho de voto, a las que supo-nen descansando en un lecho de opulencia, y comparan esa opulen-cia con la pobreza de su propia situacin. Al razonar de efecto acausa, no es de maravillar que lleguen a la conclusin de que suexclusin del poder poltico es la causa de nuestras anomalas so-ciales 2 5 .El poder poltico es la causa. La opulencia es el efecto. Pero paralos historiadores posteriores, ya fueran liberales, socialdemcra-tas o marxistas, ha sido axiomtico que el poder econmico esla causa y el poder poltico el efecto. Si se aplica retrospectiva-mente este axioma al programa poltico de los cartistas, no es demaravillar que dicho programa pareciera incoherente.No todos los historiadores han supuesto que los cartistas sereferan a lo econmico y lo social cuando hablaban de lo po-ltico. The making of the English working class, de EdwardThompson, corrige magnficamente la subestimacin del carc-ter poltico de las luchas populares y su contexto en el perodoprecartista. Demuestra que la experiencia del movimiento ple-beyo entre 1780 y 1830 no provena simplemente de una intensi-ficacin de la explotacin econmica, sino tambin de una fuertey semipermanente represin poltica. Adems, la actitud del go-bierno y del Parlamento no reformado hacia las prcticas gre-miales consuetudinarias pareca a menudo ms arrogante que laque se daba en las localidades pequeas. Por ello, Thompson pue-de argumentar con cierta energa que la lnea que va de 1832 alcartismo no es una azarosa alternancia pendular de agitacin"poltica" y "econmica", sino una progresin directa, en la que1 movimientos simultneos y relacionados entre s convergen enun solo punto. Este punto era el voto 2 6 .La gran hazaa del estudio de Thompson es haber liberadoal concepto de clase de toda reduccin simplista al desarrollo

    25 Ibid.26 E. P. Thompson, The making of the English working class (196 3 ) ,p. 826.

    Reconsideracin del cartismo7de las fuerzas productivas, medido por el progreso de la indus-tria a gran escala, y haberlo relacionado con el desarrollo de unmovimiento poltico que no puede ser reducido a la terminologade una protesta incoherente. Establecer esa relacin fue un avan-ce vital. Pero debemos ir ms lejos. El concepto de conciencia declase de Thompson supone an una relada- Mativamente drrec-ta entre ser social y conciencia social que deja poco espacioal contexfo-ideolgico en el que se pueda reconstruir la coherii:-cia de un determinado lenguaje de clase. La:simple dialficentre "Criciencia_y_experiencla,liiLdTexplici-maqu' -liinr la ideologa cartista. Destr-encia de aexpirltactnptesklii-pritrerEr no explicara por s solo laafirmacin de Gammage. No era una simple experiencia, sinoms bien una determinada ordenacinJingstica la experieri-cia, lo que poda llevar a las masas a creer que su excliirndel-oder poltico es la causa de nuestras anomalas dlei; yque -el- poder pes/ft/Col era la causa de la opulencia. La coir-ciencia no se puede relacionar con la experiencia a no ser quese interponga entre ambas un deterrhinado lenguaje que lOd-ceT prensin de la experiencia, y es importante subrayarque un mismo conjunto de experiencias puede ser articulado porms un lenguaje. ETTeriguaje de clase no era simplemente unaverbaliza:di-6h de Tapercepcin o el afloramiento a la concienciade un hecho existencial, como han supuesto las tradiciones so-ciolgica y marxista. Pero tampoco era simplemente la articula-cin de la experiencia acumulativa de una forma determinadade relaciones de clase. Se estructuraba y se inscriba dentro deuna compleja retrica de asociaciones metafricas, deduccionescausales y construcciones imaginativas. La conciencia de claseconcien--cidfilde-nlidad de intereses entre trabajadoresde las profesiones y los niveles de conocimiento ms diversosy una conciencia de la identidad de intereses de la clase obrerao de las clases productoras frente a los intereses de las otrasclases, como Thompson la define 2 7 formaba parte de un len-guaje cuyos vnculos sistemticos provenan de los planteamien-tos del radicalismo: una visin y un anlisis de los males pol-ticos y sociales que sin duda eran muy anteriores ala aparicinde la conciencia de clase, cualquiera que fuera su definicin. - -En Inglaterra, el radicalismo emergi por primera vez comoprograma coherente en la dcada de 1770, y se convirti porprimera vez en vehculo de las aspiraciones polticas plebeyas apartir de la de 1790. Su fuerza, y por supuesto su definicin, se

    Ibid., p. 807.

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    98areth S. Jonesbasaba en la crtica de los efectos corruptores de la concentra-cin de poder poltico y su influencia corrosiva en una sociedadprivada de unos medios adecuados de representacin poltica.Como tal, y en diferentes formas, poda proporcionar todo unvocabulario de agravios a una serie de grupos polticos y socia-les 28. Algunas elementos de este vocabulario se remontaban alas revoluciones del siglo xvm y fueron forjados de nuevo por losque se sentan excluidos por los acuerdos de 1688 1714 o porel denominado partido rural durante los arios de dominio deWalpole o Pelham. La especial resonancia, todava viva en elperodo cartista, de palabras como patriota o independiente,y la relacin demonolgica entre rentista y agiotista datan de esapoca. A partir de la dcada de 1760, la tenencia de ese lenguajetendi a pasar de la derecha a la izquierda. El conservadurismorural retrocedi aunque no desapareci nunca ante el libe-ralismo radical. Los americanos y sus defensores ingleses aadie-ron nuevos componentes al vocabulario, y pudieron detectarsede nuevo ecos de un radicalismo menos decoroso del siglo xvii.Con la controversia de Wilkes dio comienzo un movimiento ra-dical en el pleno sentido de la palabra. No se centraba ya en lascamarillas urbanas y cortesanas ni en la corrupcin de las pre-

    28 Para fuentes sobre la ideologa del partido rural en el siglo xvm y surelacin con el radicalismo, vanse los siguientes trabajos: C. Hill, JamesHarrington and the people, en Puritanism and Revolution (1958); P. Za-gorin, The Court and the Country. The beginning of the English Revolution(1969); D. Rubini, Court and Country, 1688-4702 (1967); C. Robins, Theeighteenth-century Commonwealth man, Nueva York (1968); I. Kramnick,Bolingbroke and his circle. The politics of nostalgia in the age of Walpole,Cambridge, Mass. (1968); J. G. A. Pocock, The Machiavellian moment, Prin-ceton, N. J. (1975); J. G. A. Pocock, Virtue and comerce in the 18thcentury, Journal of Interdisciplinary History, 3 (1927); M. Peters, The"monitor" on the Constitution, 1755-1765: new light on the ideological ori-gins of the English radicalism, English Historical Review, Lxxxvi (1971);J. Brewer, Party ideology and popular politics at the accessions of Geor-ge III, Cambridge (1976); J. Brewer, English radicalism in the age ofGeorge III, en J. G. A. Pocock, comp., Three British revolutions, Prince-ton, N. J.. (1980); I. Kramnick, Religion and radicalism: English politicaltheory in the age of revolution, Political Theory, 5 (1977); C. H. Hay,The making of a radical: the case of James Burgh, Journal of BritishStudies, 18 (1979); M. Canovan, Two concepts of liberty: eighteenth cen-tury style, Price-Priestley Newsletter, 2 (1978); I. Hampshire-Monk, Civichumanism and Parliamentary reform: the case of the Society of the Friendsof the People, Journal of British Studies, 18 (1979); J. M. Murrin, Thegreat inversion, on Court versus Country: a comparison of the revolutionsettlements in England (1688-1721) and America (1776-18131,', en Pocock,Three British revolutions; D. O. Thomas, Richard Price and the traditionof civic humanism, trabajo indito (1980) presentado en el Political Eco-nomy and Society Seminar, Research Centre, King's College, Cambridge.

    Reconsideracin del cartismo9bendas y los empleos sino, de manera ms coherente y decidida,en la Constitucin y los instrumentos de representacin.1 LaConstitucin, desequilibrada y enferma, slo poda recuperar lasalud recurriendo al pueblo, y al mismo tiempo se ampliabala definicin de pueblo haciendo hincapi no ya en la propiedadsino en la persona. En la dcada de 1790 el radicalismo se hizoplebeyo y democrtico, y los xitos en Amrica, Irlanda y sobretodo Francia le prestaron un cariz revolucionario. En consecuen-cia, fue reprimido, situacin que, dada su supervivencia, le con-firi un sentido an ms intransigente de su rectitud y de laexactitud de su diagnstico. Una vez finalizadas las guerras na-polenicas, el radicalismo se vio forzado a ampliar su vocabula-rio para dar cabida dentro de su terminologa a nuevas fuentesde miseria y descontento. Porque no slo se vio enfrentado auna nueva situacin econmica, sino que tambin vio cmo susrecetas eran cuestionadas, aunque de diferentes maneras, porlas nuevas tendencias de la economa poltica y el owenismo, yaque tanto la una como el otro se oponan a sus pi--irisas. Larespuesta del radicalismo fue atribuir un origen poltico a uncr-e-Ciate nmero de calamidades econmicas, y durante los trein-ta arios siguientes consigui resistir con cierto -x-ito a estos -n-15_15_ rivales. Hizo stiya-1 muchas delas preocupaciones de 15-sowenistas, mien-tras que, ms o menos acertadamente, rechazbato-do compromiso con la economa poltica. l coste de este ro-ceso fue un creciente distanciamiento dergrueso de sus antiguoselectores de la clase media. Pero por mucho que el radicalismoampliara su campo durante este perodo, no poda ser jams laideologa de una clase especfica. Ante todo y sobre todo era un\vocabulario Ae exclusin -poHiiIcualquiera que fuese el ca- \T-0 e,p6 -rcter social de los excludos-.-P-Or eso, aunque de facto se con- to _virtiera cada vez ms en propiedad exclusiva de las clases obre- 'ras durante las dcadas de 1830 y 1840, esto no llev a una rees-tructuracin bsica de la propia ideologa. El radicalismo no seidentific con ningn grupo especfico, sino con el pueblo ola nacin frente a los monopolizadores de la representaciny el poder polticos y por tanto el poder econmico o financiero.En este sentido hay que entender la progresiva hostilidad po-ltica entre las clases medias y las clases obreras a partir de 1832.En trminos radicales, el pueblo se convirti en las clasesobreras en 1832. Explicando el surgimiento del cartismo en1838, por ejemplo, el Northern Star afirmaba:La atencin de las clases trabajadoras el pueblo autntico seha visto atrada sucesivamente (y hasta cierto punto simultneamen-

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    10 0areth S. Jones Reconsideracin del cartismo01te) por las injurias infligidas por el funcionamiento de un sistemacorrupto de mecenazgo que las hace cargar por una plaga de lan-gostas en forma de pensionistas intiles y ociosos y con un enjambrede znganos en forma de arribistas y apoderados para mantener a loscuales se les aplasta bajo el peso de los impuestos; por la accin delas Leyes sobre Cereales, que elevan los alquileres y encarecen elpan; por la inicua proteccin de los rentistas que encarecen el di-nero y abaratan el trabajo; por los horrores del sistema fabril, queinmola a su progenie y acua monedas de oro con la sangre de sushijos para unos rufianes avaros y despiadados; y por la perversidadde la Ley de Pobres, que virtual y prcticamente les niega el derechoa la vida. Todos estos agravios, y otros cien menos importantes, des-tinados al mismo gran fin (hacer de las clases obreras bestias decarga taladores de bosques y extractores de agua para la aristo-cracia, la judeocracia, la fabricocracia, la tenderocracia y todas lasdems tracias que se alimentan de vidas humanas), han despertadolos sentimientos del pueblo y movido a sus respectivos partidos abuscar un remedio para el escozor de sus heridas 2 9 .Por la misma razn, la clase media como grupo haba dejado deser parte del pueblo. Porque se haba unido al sistema de losopresores y de ahora en adelante sera responsable de las accio-nes de la legislatura. De hecho, rigurosamente hablando, el go-bierno se haba convertido en el de las clases medias. Refirin-dose a la Ley de Reforma, el Poor Man's Guardian escriba unao despus: Por esa Ley, el gobierno del pas est bsicamenteen manos de las clases medias; decimos de las clases medias por-que aunque la aristocracia conserva su parcela de autoridad, estprcticamente absorbida en la de las clases medias que formanla gran mayora del electorado 3 0 .Ahora bien, si es cierto que el lenguaje de clase al menostal como lo utiliz el movimiento popular fue el lenguaje delradicalismo, de esto se deducen una serie de consecuencias. Lams evidente es que las reivindicaciones polticas del movimientopopular deberan ser situadas en el centro de la historia del car-tismo, en va- ser consideradas como simblicas o anacidiii-cas; y no solamente las reivindicaBes, sino tambin los_presu-puestos que las sustentan. Porque no eran ni el revestimientosuperficial de una conciencia de clase proletaria ni un simplemedio de traduccin de la experiencia al programa. Si se analizanuevamente de este modo la historia del cartismo, se puede pre-cisar ms la cronologa de su ascenso y decadencia. El dogma

    29 Northern Star, 4 de agosto de 1838.30 Poor Man's Guardian, 17 de agosto de 1833.

    central del radicalismo la atribucin del mal y de la miseria auna causa poltica lo diferenciaba claramente tanto de unaeconoma poltica popular basada en el malthusianismo,elbrigen de la discrepanci,a_en 1a_p_wia naturale&r, comodel socialismo owenista que localizaba el mal en las falsas idesque dominaban por igual la sociedad civil y a-Isiado 3 2 Protambin sugera que el xito del radicalismo como ideologa deun movimiento de masas dependera de unas condiciones espe-cficas en las que el Estado y las clases prpietarias,en_suca-_lidad poltica yiegal, pudieran ser_considerapiplAnno la fuentedejoda opresin. El programa del cartismo sigui siendo creblemientras se pucio.iatribuir74 Triqd convincente a causas polticase l desempleo, los bajos salarios, la inseguridad econmica y oirscairidades materiales. Por ejemplo; si - 1a pobrf:d'lai-daseso- ras s deba Ms la falta de representacin poltica y a lacorrupcin del sistema de poder que a fenmenos econmicos,la consecuencia era que reformas parciales como la Ley de lasDiez Horas o la derogacin de la Ley sobre Cereales no podanaportar una mejora real y de hecho era ms probable que acele-raran el deterioro, ya que dejaban el sistema intacto. Tampocoel sindicalismo poda ser considerado como una alternativa rea-lista, ya que, si el mercado de trabajo estaba determinado poli-

    31 El Essay on the principie of population, de Malthus, empez y con-tinu siendo considerado por el propio Malthus como una polmica contrael igualitarismo radical, y en primer lugar contra Enquiry concerning poli-tical justice de William Godwin. El carcter directo y mordaz del ataquede Malthus se vio fuertemente reforzado por su ntimo conocimiento de ladisidencia radical y de la tradicin rural, de los que en gran parte pro-ceda la obra de Godwin. Era una tradicin en la que l mismo se habaeducado, y el Essay de 1798 represent el momento en que la rechaz de-finitivamente. No es demasiado sorprendente la enconada hostilidad delos radicales hacia Malthus y la postura aislada de aquellos que, comoFrancis Place, intentaron combinar malthusianismo y radicalismo. Sobreesto, vase B. Fontana, I. Hont y M. Ignatieff, The politics of Malthus'first essay and the Scottish tradition, ponencia presentada en el coloquiosobre Malthus, Pars (mayo de 1980). La incorporacin de los planteamien-tos de Malthus a la incipiente disciplina de la economa poltica, al menospor algunos de sus practicantes ms conocidos, explica tambin, ms quecualquier otro factor aislado, el odio que la gran mayora del movimientoradical senta por la economa poltica. A finales de la dcada de 18317 losque combinaban radicalismo y malihusianismo eran generalmente conoci-dos como radicales de pega. Esta hostilidad no inclua a Adam Smith.Sobre la utilizacin de Smith para apuntar los argumentos cartistas, van-se las observaciones de Peter Bussey, Northern Star, 16 de febrero de 1839,y de William Lovett, Northern Star, 31 de marzo de 1838.

    32 Para un anlisis de las caractersticas definitorias de una posturasocialista hasta 1848, vase G. Stedman Jones, Utopian socialism recon-sidered, en I. Hont, comp., After Adam Smith (en prensa).

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    10 2areth S. Ionesticamente, las diferencias de capacidad negociadora entre losdistintos grupos de las clases obreras eran en gran medida ilu-sorias. Los cartistas tuvieron pocos motivos para temer grandesdeserciones de sus filas mientras las previsiones empricas deri-vadas de las premisas radicales parecieron confirmarse. Pero7 ciliarida_se_hizo evidente que era posible una refprma real dentrode un sistema no reformado, que el Estado no responda -riiral-mente a fa-descripcin radical y que las condiciones cambiabande tal manera que resultaban claramente visibles las diferenciasen el destino de los diferentes oficios Pese a la igualdd de susituacIligiclitica, entonces la ideologa radical pudo temer-AS-di.laprdida de-iiiflenei entre un gran nmero de sus seguidores.Este enfoque Sugiere una manera de considerar la estabilizacinde mediados de la poca victoriana diferente de la habitual en-tre los historiadores sociales ". En el discurso radical, la lneadivisoria entre las clases no separaba a empleadores y emplea-dos, sino a representados y no representados. As pues, la hos-tilidad a las clases medias no se atribua a su papel en la pro-duccin, sino a su participacin en un sistema poltico corruptoy no representativo, y se pensaba que era a travs de este siste-ma poltico como los productores de riqueza eran despojados delos frutos de su trabajo. Por ello, una vez que comenz a debi-litarse la creencia en el carcter absolutamente maligno del sis-tema poltico en s y que la miseria se hizo menos general, dejde haber en la ideologa radical una razn para el enfrentamien-to con la clase media como tal. Si esto es as, para explicar ladesaparicin del cartismo no es necesario introducir ambiciosasexphcacioris sociolgicas, tales como la aparicin de una_ Iris-to-efkra-obreta, Ta cooptacin por las clases medias o la inven-cfri-de nuevos y sutiles medios de controi social. Tales enfoquesignoran el punto ms elemental: que como-sistema de creenciasque era, el cartismo comenz a debilitarse cuando se abri unabismo entre sus premisas y _las ideas de su electorado. Se man-tuvo, por supuesto, la conciencia diaria-y lOCil d fa -p-osicin so-cial, pero sta dej de estar unida ppr_el jenziaje del radicalis-mo en todo el pas -ara creencia compartida en una posiblealternativa institucional y poltica. As pues, no debe ser motivode sorpresa que la hostilidad expresa hacia las clases mediasdisminuyera, a pesar de la continuacin de las relaciones capita-._listas de produccin, porque fue producto de la decadencia de un

    3 3 Vase, por ejemplo, H. J. Perkin, The origins of modern English so-ciety, 17804880 (1969); Smelser, Social change; T. Tholfsen, Working classradicalism in mid-Victorian England (1976); Foster, Class struggle.

    Reconsideracin del cartismo0 3movimiento poltico cuyas razones expresas para sentir hostili-dad hacia las clases medias haban tenido poco que ver con elcarcter del sistema productivo en s.Hasta ahora hemos abogado por un anlisis del cartismo queasigne un peso especfico al lenguaje dentro del cual fue conce-bido. Si se interpreta el lenguaje del cartismo no como un mediopasivo a travs del cual pudieron encontrar una expresin lasnueva aspiraciones de clase, sino ms bien como una retricacm_n_ple_j_a_uue agrup, de modo sistemtico, unas premisas com-partidas, unas rutinas analticas, unas opciones estratgicas yunas reivindicaciones programticas, podemos introducir unacierta idea de un lmite que el anlisis radical no podra superarsin abandonar sus principios bsicos y perder as coherencia comoconjunto interrelacionado de supuestos. Pero antes de sugerir al-gunos de los puntos en que se lleg a esos lmites, debemos ex-plorar cules fueron los supuestos interrelacionados del radica-lismo y el cartismo a partir de 1830 y mostrar cmo el lenguajede clase estaba unido a las premisas radicales.Lo mejor es empezar por una pregunta sencilla, por qu seconsideraba conveniente la Carta? Segn Lovett, que redact laCarta, al ser el fin y objeto de todo despotismo defender losmonopolios, no puede haber escapatoria mientras se permita quela facultad exclusiva de hacer leyes corresponda a los monopolis-tas 34 . Entre la extrema izquierda del movimiento el modo derazonamiento era parecido, aunque el vocabulario ciertamentedifiera. Segn el Manifiesto de la Asociacin Democrtica de Lon-dres, que aspiraba a emular a los jacobinos en la revolucin ve-nidera, porque las instituciones del pas estn en manos de losopresores, porque los oprimidos no tienen voz en la elaboracinde las leyes que rigen su destino: las masas estn socialmenteesclavizadas porque estn polticamente esclavizadas. Para ponerfin al actual sistema canbal debemos tener y tendremos unsufragio universal ". De igual modo, Hetherington atribua lacausa pririapal de la pobreza al monopolio del poder legislati-vo en manos de unos pocos. El monopolio de la tierra y el mo-nopolio de las mquinas como instrumentos de produccin eranbsicamente atribuibles a la injusticia an ms evidente delmonopolio de hacer leyes como instrumento de distribucin 36 .

    34 London Mercury, 4 de marzo de 1837, reproducido en Thompson,Early Chartists, p. 58.35 Northern Star, 13 de octubre de 1838.36 Ibid., 20 de abril de 1839.

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    Reconsideracin del cartismo05Porque hacer leyes, como dice O'Brien, era un monopolio envirtud del cual se permite a los propietarios seguir aumentandocontinuamente su propiedad a costa del salario robado a los obre-ros 37. Por regla general, la defensa del sufragio universal nose haca a un nivel abstracto como un derecho universal, inhe-,rente a todos los ciudadanos. Lo ms normal era que la defensa ,se hiciera en trminos prcticos y corporativos y que estuvierestrechamente relacionada con el anlisis cartista de la causade la situacin de las clases obreras. Aunque frecuentementelos observadores exteriores consideraban el cartismo como unataque de los desposedos a los poseedores, los cartistas no con-sideraban desposedas a las clases obreras. Porque dado que lasnicas fuentes legtimas de la propiedad era el trabajo, los tra-bajadores estaban en posesin de la forma ms fundamental detoda propiedad. Como haba declarado Cobbett en su Address tothe journeymen and labourers of England en 1817, indepen-dientemente de lo que el orgullo de rango, riqueza o instruccinpueda haber inducido a creer, o a fingir creer, a algunos hombres,la fuerza real y todos los recursos del pas siempre han procedidoy siempre procedern del trabajo de sus gentes 38. En conse:cuencia, el objetivo no era la expropiacin de los ricos por lospobres, sino el fin de una situacin de monopolio que propor-cionaba apoyo poltico y legal a todas Jas otras formas de pro-piedad mientras que la del trabajo se dejaba a merced de losque monopolizaban el Estado y la Ley. Como observaba JohnCrabtree, de Barnsley:Hace tiempo se observ que sin el sufragio no poda protegerse lapropiedad; pero a la clase obrera se le dijo que no tena necesidadde sufragio porque no tena propiedad que proteger. Ciertamente notena ninguna, salvo la que resida en la fuerza de sus brazos; y deesta propiedad dimanaba toda descripcin de propiedad y, por con-siguiente, la suya era la nica propiedad de valor real y debera serla primera del mundo en tener una proteccin legislativa. Si no sehubiera esforzado por conseguir unas leyes que procuraran la pro-teccin de su nica propiedad, no habra podido asombrarse al verelevarse las mansiones en las esquinas de los campos por los quepasaban y a la aristocracia alimentarse de su trabajo ms quenunca 39.

    3 7 'bid., 6 de octubre de 1838.38 Cobbett's Weekly Polical Register, 2 de noviembre de 1816; sobre esto,vase tambin Thompson, Making, p. 772; Prothero, Benbow, p. 158.Northern Star, 19 de junio de 1839.

    O como sealaba O'Brien:Los granujas os dirn que si no estis representados es porque notenis ninguna propiedad. Yo os digo, por el contrario, que si notenis ninguna es porque no estis representados [...] vuestra po-breza es el resultado, no la causa, de que no estis representados 0.Al no haber ninguna proteccin legislativa del trabajo, los queposean el poder poltico podan acaparar propiedades medianteuna simple legislacin. No slo podan fijar los impuestos a suantojo, sino tambin manipulaban la oferta monetaria para en-riquecerse. As, del mismo modo que en 1815 la Ley sobre Ce-reales fue definida como una ley de hambre en beneficio delos terratenientes, la reanudacin de los pagos al contado en 1819fue una ley en beneficio de los rentistas, mediante la cual secrea que millones de libras haban pasado del bolsillo de losdeudores al de los acreedores ". La propiedad acumulada graciasa estas medidas era artificial. No era producto del trabajosino, literalmente, obra de la ley. La progresiva polarizacinentre la pobreza de las clases obreras y esta riqueza artificialpoda 'ser considerada, en consecuencia, como el resultado deun atraco legal, posibilitado por el monopolio de la legislacin.En este sentido manifestaba O'Connor que todas esas leyes eranuna ficcin, porque han sido hechas para proteger un dineroficticio, que no representa ms que el producto de tu riquezaen un momento de transicin de un Katajo de prestamistas aotro J'atajo de especuladores ". Es sin duda posible describirdiferencias de tono y acento entre los portavoces cartistas enlas discusiones sobre estos temas, pero lo que destaca ms cla-ramente a finales de la dcada de 1830 es la notable unanimidaden los razonamientos en que se sustenta la reivindicacin de laCarta. En este aspecto no hay disensiones entre O'Connor, Lo-vett, Harney y los innumerables oradores de todo el pas citadosen el Northern Star. La pobreza la opresin slo pacliaii_sereliminadas mediante la a o icin del mono~e_la.legislacinjcorgr-s-afTba Ot-onnor, no haba ni un solo vicio en el pue-blo al que fuera imposible asignar un argumento legal43. Laamplia gama de posiciones entre la moderacin y el extremismose da dentro del radicalismo, y no entre ste y otra cosa.

    40 Citado en A. Plummer, Bronterre. A political biography of BronterreO'Brien (1971), pp. 177-78.e Vase, por ejemplo, el discurso de O'Connor en Glasgow, NorthernStar, 28 de julio de 1838.4 2 Northern Star, 22 de junio de 1839.Ibid., 15 de septiembre de 1838.

    10 4areth S. Jones

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    10 6areth S. Dones Reconsideracin del cartismo07Si ste era el sentir general en el que los cartistas podancoincidir en atribuir la opresin de las clases obreras a su ex-clusin de la representacin poltica, sugiere una continuidadentre el cartismo y las formas anteriores de radicalismo muysuperiora Drqula mayor prt7edTos Eistorfiaores ha admi-tido. Pues si se consideraba que la opresin. terdn _un. carcterpoltico y legal, la Carta se convertaen algo ms que unsrnbojoo un simple mediopara consgTuir un fin. Sin embargo, paraapoyar este argumento hay que preguntarse si no hubo otroscon un carcter de clase ms reconocible que hubieran surgidode la experiencia de los movimiento apoyados por las clasesobreras entre 1815 y 1837, y que pudieran constituir la basereal, si no explcita, del apoyo de la clase obrera al cartismo.Se puede sacar una deduccin de este tipo, por ejemplo, detodas las interpretaciones del perodo cuyo material se orga-niza en torno a dos temas gemelos: el de la Revolucin in-dustrial y el del desarrollo del movimiento obrero. En esteesquema, es posible concebir el perodo comprendido en-tre 1815 y 1832 como una poca en que el movimiento po-pular se transform en un movimiento obrero con una for-ma caractersticamente obrera de considerar la poltica y lasociedad. El sindicalismo, el cooperativismo, el owenismo, el so-cialismo ricardiano, la prensa sin franqueo y la experiencia delmovimiento de reforma, parlamentaria pueden ser concebidos,pues, como hitos en un proceso de aprendizaje a travs del cualse form la conciencia de clase. La confirmacin de esto, a nivelideolgico, viene dada por el hecho de que el radicalismo dePaine y Cobbett, que haca hincapi en el Estado y los impues-tos como nica fuente de la opresin, dio paso a una concep-cin ms clasista de la explotacin de los obreros en su papelde productores, y no de consumidores, y, como consecuencia, auna insistencia en el carcter de clase del movimiento popular.As pues se considera que el radicalismo, en su forma inicial,retrocede a medida que avanza la conciencia de clase, y que ladivisin poltica entre la clase media y la clase obrera en 1832ratifica un proceso que llevaba madurando mucho tiempo.Cualquiera que sea la validez de esta descripcin, aqu se ar-gumentar que no est confirmada, al menos explcitamente, porlas pruebas acerca de un cambio ideolgico del tipo oportuno.Ciertamente, se produjeron cambios en el radicalismo entre 1815y 1840, y el cartismo incorpor muchos de los nuevos temas queadquirieron relevancia en la dcada de 1820, pero no hasta elpunto de romper con sus supuestos bsicos ni necesariamenteen una direccin que lo aproximara ms a un lenguaje socialista

    posterior de base clasista. Argumentaremos que hay pruebasde que en la dcada de 1820 el radicalismo en sentido estrictosegua siendo la ideologa dominante del movimiento popular,que determinaba tanto la concepcin de la opresin como elvocabulario popular de clase, y de que, adems, las perspectivasrivales, en la medida en que podan ser situadas ms all delhorizonte radical, ofrecan un modo de comprender la sociedady la poltica de orientacin menos clasista que la del radicalismoal que se contraponan. Para verificar este argumento exami-naremos las concepciones polticas y sociales desarrolladas den-tro del sindicalismo, el owenismo y el socialismo ricardiano,y trataremos de sealar la forma en que modelaron el radica-lismo del perodo posterior a 1832. El primero y ms obvio delos lugares en que se podra esperar encontrar algn tipo deimpugnacin del anlisis radical es en los razonamientos y de-claraciones que acompaaron al desarrollo del sindicalismo enla dcada de 1820. Del radicalismo de Paine o Cobbett se des-prenda que la sociedad civil y las relaciones entre patronos yobreros funcionaran de forma armoniosa a no ser por el para-sitismo del Estado y sus beneficiarios. Sin embargo, en los aosposteriores a 1815 las manifestaciones de descontento de losmiembros de las clases obreras provenan ms directamente desu experiencia como asalariados: jornada laboral agotadora, sa-lario en descenso, pero, competencia de las mquinas y nuevasformas de divisin del trabajo que se enfrentaban a las expec-tativas consuetudinarias. Adems, estas calamidades fueronacompaadas de la creciente importancia de un nuevo tipo depatrono, orientado principalmente, a lo que pareca, hacia elmercado exterior ms que hacia el consumo interior, y hostil,o por lo menos despectivo, con respecto a las prcticas tradicio-nales y a la economa moral de tipo informal que las haba sus-tentado real o supuestamente. En esta situacin, en la que laconducta que en un principio asociada con algunos patronos es-pecialmente duros se estaba convirtiendo al parecer en lanorma en todos los sectores, el oficial se vio obligado a forma-lizar sus prcticas y supuestos, a formar sindicatos e incluso aaliarse con trabajadores de otros sectores, otros distritos y otrascualificaciones laborales.Cmo pudieron estos hechos ser considerados compatiblescon los supuestos del radicalismo, segn los cuales la fuente ori-ginal de la opresin era el sistema poltico y no la sociedad ci-vil? El destino del campesino desalojado o expropiado por elproceso de cercamientos poda atribuirse con bastante facilidada la arbitraria violencia poltica y jurdica de la aristocracia

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    10 8areth S. Joneseconsideracin del cartismo09dominante y ocupar sin dificultad un lugar preparado de ante-mano dentro de la retrica radical. Pero la situacin del arte-sano, del trabajador a domicilio y del obrero fabril no tena unasabida tan obvia en el lxico radical. Ese estado de cosas sehaba desarrollado al parecer dentro del pueblo, y no entre elpueblo y los sistemas de fuerza y fraude o las maquinacionesde la antigua corrupcin.La prensa y los discursos sindicalistas desbordaban de quejasacerca de la nueva situacin que se haba creado a partir de lapoca de las guerras napolenicas, pero es difcil descubrir eldesarrollo de una teora o una prctica sindicalista que contra-dijera o superara los supuestos radicales (excepto en la medidaen que provenan de posiciones owenistas, que sern analiza aspor separado). La prctica sindical en sentido estricto plantea a

    por su propia naturaleza un desafo potencial al radicalismopor cuanto presupona que la organizacin sindical poda man-tener los niveles salariales y las condiciones de trabajo consue-tudinarios pese al carcter arbitrario y opresivo de la clase le-gisladora. Pero en el perodo anteror a 1833-34, esta diferencianunca se hizo muy explcita porque prcticamente todos los sin-dicalistas activos eran tambin radicales. Tampoco el desarro-llo de los sindicatos en este perodo fue tan original como algunavez se pens. La pretensin de crear una unin general de todoslos sectores no fue una deduccin casi sindicalista de las ideasdel owenismo o el socialismo ricardiano, ni una invencindel perodo de 1829-34. Se haban realizado intentos previos enManchester y Londres en 1818 y 1825. La prctica de la coope-racin intersectorial en un distrito concreto estaba bien arrai-gada. La novedad estaba en la formalizacin de esta idea unida-)a una progresiva sensacin de semejanza de las situaciones enlos diferentes sectores y lugares, posible gracias a la difusinde una prensa sindical recientemente legalizada 44 .Adems, la idea de un sindicato general no se desarroll enel contexto de una ofensiva para hacerse con el producto totaldel trabajo, como se pens en otro tiempo, sino en el de unacreciente sensacin de vulnerabilidad entre los sectores msdbiles frente a los ataques de un medio econmico hostil. La

    44 Para el desarrollo del sindicalismo en la dcada de 1820 y principiosde la de 1830, vanse, en particular R. G. Kirby y A. E. Musson,Voice of thepeople. John Doherty 1798-1845, trade unionist, radical and factory reformer,Manchester (1976); Iorwerth Prothero, Artisans and politics in early ni-neteenth century London, Folkestone (1979). El cuadro que trazo del sin-dicalismo en este perodo debe mucho a estos dos estudios de Doherty yGast, respectivamente.

    Asociacin General de Oficios de Londres, asociada al carpinterode ribera John Gast, surgi en 1827 a consecuencia de la ame-naza de reimplantacin de 1825-26. La Asociacin Nacional parala Proteccin del Trabajo (NAPL), asociada al dirigente de loshilanderos John Doherty, se form tras la derrota del sindicatode ste en la huelga de 1829. La creacin de la Unin Nacionalde Oficios (GNcTu) en Londres en 1833 se debi a los preparati-vos de los sastres para una huelga general destinada a detenerla decadencia de su oficio tras el fracaso de las huelgas de 1827y 1830 45. Es significativo que los estatutos de la N AP L admitieranla ayuda a los sindicatos afiliados slo en caso de huelgas contrala reduccin de los salarios. El objetivo que tenan que con-seguir, sealaba Doherty, era la libertad y la independenciaque durante largo tiempo haban sido caractersticas del puebloingls, pero de las que entonces slo quedaba un pequeo ves-tigio46. De manera semejante, Gast pensaba que el "valientecampesino" debe convertirse de nuevo en el "orgullo de su pas",el pauperismo hacerse odioso a los ojos de los trabajadores, ellastre ser soltado, y entonces (y no antes) Inglaterra volver aser un modelo para el mundo y la envidia de las naciones ve-cinas 47 . En respuesta a los radicales, los owenistas y los parti-darios de la economa poltica, todos los cuales, por diferentesrazones, se mostraban escpticos en cuanto a la capacidad delos sindicatos para influir en los niveles salariales y las condi-ciones de trabajo, los sindicalistas de la poca tenan poco queofrecer ms all del deseo de recuperar un mundo presididopor las expectativas consuetudinarias y unos acuerdos justosque reg-ularan la conducta de patronos y obreros.Del mismo modo que el desarrollo de la prctica sindicalse produjo principalmente por exigencias de la situacin, la pos-tura de los sindicatos con respecto a la economa se desarrollforzosamente como respuesta a la ofensiva de la economa po-ltica popular. Factor crucial para ello fue el crecimiento de unaprensa sindical, posibilitado por la derogacin de las Leyes sobreAsociacin, y los intentos de utilitaristas radicales como FrancisPlace por atraer a los sindicatos al magisterio de la economapoltica. As se comenz a formular una postura especficamen-

    45 Vase T. M. Parssinen y Iorwerth Prothero, The London tailors'strike of 1834 and the collapse of the Grand National Consolidated Trades'Union: a police spy's report, International Review of Social History, xxii(1977) ; B . Taylor, "The men are as bad as their masters...": socialismfeminism and sexual antagonism in the London tailoring trade in the early1 8 3 0 s , Feminist Studies, 5, (1979).46 Kirby y Musson, Voice of the people, p. 163.47 Prothero, Artisans, p. 227.

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    110areth S. Joneste sindical con respecto a los problemas econmicos y polticosen el Trades Newspaper de Londres, en el United Trades Coope-rative Journal, de la N A P L y en su sucesor, la Voice of the People.Pero, de nuevo, no hubo all ideas que fueran ms all de lasconcepciones radicales sobre la relacin entre empleadores yempleados. La postura bsica fue, de hecho, idntica a la sos-tenida por radicales y cartistas hasta el final de la dcadade 1840. Aunque el Trades Newspaper trat de popularizar elLabour defended de Hodgskin, y los peridicos de Doherty re-produjeron extractos de William Thompson, la postura mspopular y ms ampliamente difundida fue la enunciada por lospropios sindicalistas: una sincera creencia en que el incrementodel consumo nacional remediara los males del paro, fortalecidapor la conviccin del derecho de todos los trabajadores a unbuen salario y por la alarma, constantemente reiterada, ante eldesarrollo de una nueva aristocracia de la riqueza y el pro-gresivo deterioro de la situacin de los productores de dichariqueza. Por primera vez, en la dcada de 1820 entre sindicalistasy radicales la palabra maltusiano se convirti en un eptetoinjurioso, y a finales de esa misma dcada estaba ya consolidadauna postura que sera tpica: la de relacionar la competenciaexcesiva, el abuso de las mquinas, los largos horarios, el des-censo de los salarios y el paro con el crecimiento como hongosde los grandes capitalistas y la promocin del comercio de ex-portacin. Thomas Single expuso de manera caracterstica estepunto de vista en el Trades Newspaper:Si renunciramos a algunas de nuestras mquinas y perdiramosparte (o mejor dicho, casi todo) de nuestro comercio exterior, y di-ramos a los obreros lo necesario por el trabajo diario, nuestro co-mercio interior se incrementara tanto o ms de lo que descenderanuestro comercio exterior. En todo caso, no viviramos en medio delhambre en un pas de abundancia [...] Pero qu digo! Son milesy millones en este pas los que se mueren de hambre por mor delcomercio, por mor de permitir que unos cuantos grandes capitalis-tas mantengan un sistema de comercio con el extranjero basado enlas mquinas, lo que no tiene otra consecuencia que enriquecer aunos cientos y matar de hambre a millones ".El papel aciago del comercio exterior sigui siendo una carac-terstica constante en el anlisis cartista del deterioro de la si-tuacin de las clases obreras y de una parte importante de lasclases medias. Haba provocado la destruccin de toda relacin

    48 Ibid., p. 228.

    Reconsideracin del cartismo11natural entre produccin y consumo y su sustitucin por unsistema de especulacin que proporcionaba excesivos beneficiosa los grandes capitalistas a expensas de los pequeos y provo-caba una disminucin constante de los salarios. Su origen sedeba buscar en la ausencia de impuestos sobre la maquinaria.Segn el Nothern Star en 1839 :Nuestro moderno comercio exterior debe su existencia al privilegio,concedido a los capitalistas manufactureros, de rebajar gradual eincesantemente el valor del trabajo humano de cuyas repercusio-nes en el mercado nacional dependen los honrados beneficios de to-dos los sectoresi, as como el valor del suelo en Inglaterra pormedio de una maquinaria libre de impuestos 4 9 .O, como haba publicado un ao antes:De ese modo el trabajo, que debera ser el regulador del comercio,ha sido supeditado, por falta de leyes reguladoras del beneficio so-bre la maquinaria, a una partida de especuladores que han inundadoel mercado exterior con los frutos del trabajo barato hasta que final-mente hemos podido ver los productos del obrero ingls almace-nados en pases extranjeros y ofrecidos por el especulador a unprecio inferior a aqul al que ese mismo artculo puede ser adquiri-do en casa 0 .La solucin cartista era la misma que proponan los sindicalis-tas y los radicales en la dcada de 1820. Lovett escriba, en re-presentacin de la Alociacin de Obreros de Londres:Les instaramos a no olvidar las mayores ventajas de un provechosoconsumo interior. Porque si se reducen continuamente los salariospara hacer frente a la competencia extranjera, se producir una dis-minucin gradual de nuestro comercio interior; la respetable clasede los tenderos y comerciantes, que en cierto modo son prsperosgracias a los actuales salarios de las clases obreras si estos sala-rios se redujeran o se aproximaran de alguna manera a los de nues-tros desgraciados hermanos irlandeses se vera pronto expulsadadel pas o hundida en la clase degradada a la que todos estaramosreducidos: la de meros conductores hambrientos de las esplndidasmquinas de Inglaterra 1 .Esto fue bsicamente lo mismo que O'Connor, McDouall y Jonesexpusieron a los comerciantes y a los sectores no corrompidos

    49 Northern Star, 2 de marzo de 1839.so Ibid., 12 de mayo de 1838.51 Ibid., 31 de de marzo de 1838.

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    112areth S. Jones Reconsideracin del cartismo13de la clase media en los meses anteriores a la presentacin dela tercera peticin cartista en 1848 52.Por lo tanto, el sindicalismo fue sin duda indicativo de lasdivisiones que haban surgido dentro del pueblo pero no se opo-na a la idea de pueblo que tena el radicalismo. Gast conde-naba la postura de los constructores de ribera sobre la deudanacional y los impuestos. Doherty consideraba que el apoyo ala NAPL no deba enfrentar a los trabajadores con los patronoshonrados, ya que stos, oprimidos por unos impuestos excesivosy por las Leyes sobre Cereales, eran un producto de las circuns-tancias, al igual que sus obreros. Incluso en 1834 esperaba quelos patronos consiguiera librarse de la filosofa infernal de lossumos sacerdotes, Malthus y MacCulloch, que les enseabanque las desgracias eran el resultado de la superpoblacin y losmonopolios, y no de los impuestos, el papel moneda y la compe-tencia excesiva s. No se conceba la economa poltica como laideologa de una clase, sino como una visin inhumana, egostay falsa de la naturaleza humana que haba conseguido el apoyode muchos maestros pero que sera destruida por los argumen-tos en contra de los oficiales. De modo similar, en las propiashuelgas y en la batalla por la opinin pblica que las acompa-aba, el enemigo no eran los patronos como clase, sino los pa-tronos tirnicos y despticos en contraposicin a sus colegas ho-norables. Un sindicato fuerte que mantuviera un nivel salarialconvenido a cambio de un volumen de trabajo convenido benefi-ciara a los patronos, al impedir una competencia excesiva entreellos. Los salarios altos estimularan la demanda interior y en con-secuencia aseguraran una tasa aceptable de ganancia. Por el con-trario, en los sectores no organizados los buenos patronos sevean obligados a seguir a los malos en la reduccin de los sala-rios, porque la competencia no les dejaba otra opcin. Sin dudahaba una constante y expresa hostilidad hacia los capitalistas.Pero stos, como veremos, tendan, a diferencia de los patronos,a ser considerados como parte del sistema poltico ms que de laestructura de clases, ya que acaparaban lo que los radicalescalificaban de riqueza artificial.Si el sindicalismo no representaba una alternativa extraa alradicalismo en sus conceptos de clase y opresin, qu decirdel owenismo, tan estrechamente relacionado con la actividadsindical y cooperativista entre 1829 y 1834? En trminos genera-

    les, se puede sugerir que los owenistas ampliaron el conceptode opresin predominante en el movimiento radical mediantela crtica de la distribucin y del sistema competitivo, pero suposicin sigui siendo fundamentalmente incompatible con eldesarrollo de un lenguaje de clase, ya que contradeca los pre-supuestos en que ste se basaba. Sin embargo, los historiado-res, al enfocar el owenismo como una fase de la historia delmovimiento obrero o del desarrollo de la clase obrera, han ten-dido a despreciar los planteamientos formales de los owenistasy a sugerir que los activistas obreros remodelaron el owenismo,convirtindolo en una postura de clase de nuevo curio. Nos ocu-paremos de cada uno de estos puntos sucesivamente.No caben dudas sobre el papel desempeado por el owenis-mo y el movimiento cooperativista en general en la ampliacindel concepto de opresin tal como lo haban entendido Paine,Cobbett y Richard Carlisle. El owenismo se centr en aquellosproblemas que en cualquier caso preocupaban a los sectores de-primidos salarios bajos, maquinaria, plustrabajo y polariza-cin creciente entre riqueza y pobreza y los situ en un con-texto sistemtico. Si el trabajo era la fuente de toda riqueza,entonces la creciente disparidad de las rentas no poda atribuir-se simplemente a la maldad de la aristocracia, los monopolios,los impuestos y la corrupcin, que haban sido los temas pre-dominantes de la plataforma radical de 1819 54. La diferenciaentre lo que produca el trabajo y su retribucin real no podaexplicarse totalmente por el saqueo de los que fijan los impues-tos, los pensionistas, los intermediarios y, en general, los devora-dores de impuestos. John Gray, de la Sociedad Cooperativistade Londres, cuya Lecture oh human happiness (1825) se convir-ti en un texto clsico del movimiento coperativista, ofreci,mediante la dramatizacin de las estadsticas de la renta nacio-nal de Colquhoun de 1814, una imagen vvida y concreta de unaclase de propietarios improductivos que vivan del trabajo de losdems. Paine haba calculado que los impuestos absorban msde una cuarta parte del trabajo de la humanidad s. Pero de lastablas de Colquhoun se poda deducir que mientras que el pro-

    54 Para un examen esclarecedor de los cambios en la ideologa radicalentre el perodo posterior a las guerras napolenicas y la dcada de 1830,vase P. Hollis, The pauper press. A study in working-class radicalism ofthe 1830S, Oxford (1970). Sin embargo, su anlisis de la importancia de esoscambios difiere significativamente de la interpretacin ofrecida aqu.55 T. Paine, The rights of man, ed. Everyman (1969), p. 213 [Los derechosdel hombre, Madrid, Alianza, 1984].52 Vase J. Belcham, Fergus O'Connor and the collapse of the massplatform, en Epstein y Thompson, The Chartist experience.53 Kirby y Musson, Voice of the people, pp. 283-84.

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    114areth S. Donesdueto anual medio del productor ascenda a 54 libras, su retri-bucin media en salarios ascenda solamente a 11 libras y que,por consiguiente, las clases productivas son despojadas, me-diante las disposiciones actuales de la sociedad, de casi lascuatro quintas partes del producto de su trabajo 6 . La rentareal del pas, conclua Gray, es sustrada a sus productoresprincipalmente a travs del arrendamiento de las tierras, delalquiler de las casas, del inters del dinero y de las gananciasconseguidas por aquellos que les compran su trabajo a un pre-cio y lo venden a otro 5 7 . Estas ideas u otras parecidas fueronfrecuentes en los veinte aos siguientes. Doherty calculaba queel gobierno y los patronos se quedaban con las tres cuartas par-tes del producto del trabajo agrcola y manufacturero 5 8 . Enmarzo de 1832, uno de los oprimidos escriba desde Manches-ter al Poor Man's Guardian:Os he dicho que las calamidades que presiden vuestro trabajo noestn originadas por los impuestos. Os he demostrado que el gestototal del gobierno, desde el rey hasta el ltimo soldado, no suponems de medio penique diario por persona en los dos reinos; y quela abolicin de todo el gobierno os supondra un alivio de mediopenique diario solamente [...] y os he dicho que la causa inmediatade vuestra pobreza es los alquileres desorbitados, los diezmos, losintereses del dinero, los beneficios sobre el trabajo y las gananciasdel comercio, que os imponen las leyes creadas por los ladrones detierras, los mercaderes, los manufactureros y los comerciantes deesa casa de la que estis excluidos, exclusin que os impide hacerleyes para regular vuestros salarios 5 9 .El mismo Poor Man's Guardian opinaba que los impuestos eranuna simple bagatela 6 0 , mientras que la idea de que las clasesproductivas reciban slo la quinta parte de su producto se con-virti en parte del repertorio clsico de los discursos y artcu-los de Bronterre O'Brien en el primer perodo cartista 1 . O'Con-nor crea que los obreros consuman una cuarta parte de suproducto 6 2 , y hasta Attwood, en la presentacin de la peticincartista de 1839 al Parlamento, afirmaba:

    56 J. Gray, A lecture of human happiness (1825), p. 20.57 Ibid., p. 70.58 Kirby y Musson, Voice of the people, p. 422.59 Poor Man's Guardian, 14 de abril de 1832; la carta estaba fechada enManchester el 19 de marzo.60 Ibid., 22 de marzo de 1834.61 Vase, por ejemplo, Northern Star, 6 de abril de 1839.62 Ibid., 29 de septiembre de 1838.

    Reconsideracin del cartismo15Lo primero que buscaban esos hombres honrados, cada uno de loscuales produca con su trabajo cuatro veces ms para el pas de loque peda a cambio, era una subsistencia justa, y sin embargo elpas les neg una cuarta parte del valor de su trabajo 63 .Esta ampliacin del concepto de las calamidades con que seenfrentaba el productor iba generalmente acompaada en laliteratura owenista del concepto del ascenso de los capitalistaso de la nueva aristocracia de la riqueza. Esta idea no era tantouna innovacin terica como una sistematizacin de una ideaque se haba convertido en moneda corriente. Por ejemplo, Do-herty hablaba de los maestros hilanderos como Cobbett habahablado de los granjeros. Al principio haba sido simple hom-bres industriosos dispuestos a mezclarse socialmente con susobreros, pero las ganancias masivas los haban transformado enuna nueva raza de seores del algodn 6 4 ; y Voice of Peopleconsideraba que nunca haba sido mayor el abismo entre ricosy pobres desde que la aristocracia de ttulo haba sido sustituidapor una aristocracia de la riqueza que haba implantado unaesclavitud de efectos ms odiosos y sumido a sus vctimas enla ms extrema de las pobrezas 6 5 . 0, ms formalmente, ThomasHodgskin consideraba que el capital y los capitalistashan reducido desde hace tiempo a una relativa insignificancia alantiguo tirano de la tierra, al tiempo que han heredado su podersobre todas las clases trabajadoras. Ya es hora pues de que los re-proches que durante tanto tiempo recayeron sobre la aristocraciafeudal sean lanzados contra el capitalismo y los capitalistas; o con-tra esa aristocracia, ms opresiva incluso, que se funda en la riquezay se alimenta de la ganancia 5 .

    Por el contrario, William Thompson opinaba que no se tra-taba tanto de que una clase hubiera reducido a otra como de queLa aristocracia feudal y la aristocracia de la riqueza se han fundi-do; y los ltimos admitidos en la nefasta coalicin contra la felici-dad de la gran mayora de sus conciudadanos, son frecuentementelos enemigos ms acendrados como esclavos elegidos como con-ductores de esclavos en los distritos contaminados por la esclavi-

    63 Ibid., 22 de junio de 1839.64 Kirby y Musson, Voice of the people, p . 3 70 .65 Ibid., p. 219.66 T. Hodgskin, Labour defended (1825), reimpresin de la ed. de 1922,Nueva York (1969), p. 67.

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    Reconsideracin del cartismo1716areth S. Jonestud de las clases industriosas, cuyas penalidades compartieronhasta hace poco o.Lo que los movimientos owenistas y cooperativistas en particu-lar, aportaron a estas ideas, fue una interpretacin de este pro-ceso de ampliacin de la opresin y crecimiento de la polariza-cin como productos de un sistema competitivo. Como obser-vaba John Gray:No hay un solo hombre en este pas, cuya subsistencia dependa dealguna manera del comercio, que no tenga un millar de enemigoscomerciales. El trabajador que busca empleo suele hallar enemigosde sus intereses incluso entre aquellos que, en otras circunstancias,seran sus amigos [...] El comercante, el mayorista, el minorista, elmecnico, cada uno de ellos encuentra un enemigo de sus interesescomerciales en cada individuo dedicado al mismo tipo de negociosque l 88 .El actual sistema de los asuntos humanos, conclua, estcalculado en casi todos sus aspectos para que el principio delegosmo choque con el de la benevolencia 69.

    Fue sobre todo William Thompson, un cooperativista queaceptaba la conveniencia del sufragio universal, quien planteel debate en torno a la competencia de la manera ms aceptablepara los radicales y sindicalistas. Porque, a diferencia de Owen,utiliz las imgenes de Paine y Godwin para presentar el caso.El lenguaje de corrupcin y engao que se haba desarrolladoa principios del siglo xviri como respuesta a las nuevas prcti-cas financieras asociadas con los partidos parlamentarios y elcrecimiento de la deuda pblica, y que Paine y Cobbett habanampliado yuxtaponiendo pueblo y antigua corrupcin o lasfuerzas de fuerza y fraude. En otros tiempos, escribaThompson,

    67 W. Thompson, One of the idle classes, en W. Thompson, Labourrewarder (1827); reed. Nueva York (1969), p. 9.68 Gray, Human happiness, p. 45. Sin embargo, hay que sealar quehubo matices en la postura hacia la competencia tanto dentro del movi-miento owenista como fuera de l. El mismo Owen era totalmente contrarioa la competencia, pero William Thompson, por ejemplo, estaba ms inte-resado en eliminar la fuerza en el intercambio que en los efectos de lacompetencia como tal, actitud que haba tomado de Godwin. Para un an-lisis de estos temas, vase G. Claeys, The Owenite theory of exchange,manuscrito indito (1980).69 Ibid., p. 46.

    los sistemas feudales y teolgicos, los sistemas de fuerza y fraude,a veces en guerra y a veces en paz entre ellos, gobernaban los asun-tos humanos y consuman todos los productos del trabajo que noeran necesarios para mantener a los trabajadores vivos y en condi-ciones de trabajar. En medio de estas discordias de la fuerza y elfraude, el sistema de la industria basada en el saber ha ido abrin-dose paso gradualmente. El sistema de la industria se ha implanta-do parcialmente en todas las partes de Europa. Y en ninguna partede Europa, o del mundo, predomina el sistema de la industria, comodebera predominar, sobre los sistemas de fuerza y fraude. En otrostiempos las guerras se hacan por el botn o por la supersticin. Enlos ltimos tiempos se han hecho con frecuencia por la creencia,ignorante y sincera, de obtener ventajas comerciales gracias a ellas.Sin embargo, los viejos sistemas de fuerza y fraude estn tan entre-mezclados en nuestro orden social actual que no hay apenas untrmite en el que, incluso hoy, no intervengan la fuerza y el fraude".Y despus de analizar los impuestos y los diezmos, continuaba:Debido a la complicidad de la produccin, a la dificultad de averi-guar el valor y la calidad, a la disparidad de saber y la destreza, nohay apenas una operacin de trueque o intercambio en la que el en-gaoso espritu de la competencia no se mezcle con el fraude, yasea afectando indiferencia ante el intercambio, subvalorando el ob-jeto a adquirir o sobrevalorando el objeto a ofrecer. Por medio deintercambios injustos, apoyados por la fuerza y el fraude, ya seamediante una actuacin directa de la ley o una actuacin indirectade un orden social estpida, a las clases industriosas se les quita delas manos el producto de su trabajo. El mbito del engao es tanilimitado como el ejercicio de las facultades humanas 71 .En 1844, Engels consideraba que actitudes incompatibles haciala competencia estaban en el origen de la divisin entre radica-les obreros y radicales de la clase media 72 . En la medida en queesto era cierto, el owenismo y el cooperativismo haban desem-peado un papel importante en la agudizacin de esta divisin.El viejo radicalismo del perodo anterior a 1820 haba tendido ayuxtaponer competencia y monopolio. Los que aceptaban lasenseanzas de la economa poltica podan seguir articulandosu radicalismo en esos trminos Por el contrario, el owenismoy el cooperativismo, como algunas corrientes del romanticismoen los crculos de clase media, yuxtaponan competencia y co-munidad, siendo el contraste entre competencia y asociacin una

    70 Thompson, Idle classes, p. 11.71 Ibid., p. 12.n Marx y Engels, Collected works, vol. 4, p. 523.

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    118areth S. Jonesimportante fase intermedia. Este concepto de competencia comofuerza antinatural que se impona a los hombres desde fuerapoda acomodarse fcilmente ms que la idea marxista poste-rior de la competencia como resultado de una contradiccindentro del propio sistema de produccin a la tesis sindica-lista de que los buenos patronos tenan que seguir a regaa-dientes a los malos en la reduccin de los salarios, y a la creenciaradical de que la corrupcin y la opresin eran extraos intru-sos en un orden natural de cosas en el que el patrono, el me-cnico, el comerciante y el tendero recibiran su parte corres-pondiente. Adems, el hincapi en la asociacin como fase detransicin permita establecer un vnculo entre el owenismo ylas preocupaciones de los sindicalistas. As fue como se hizopredominante en los crculos radicales y sindicales una formamodificada del punto de vista owenista y no la creencia liberalen la competencia como fuerza natural y benfica. La conside-racin de los efectos de la competencia se convirti en parteintegrante del anlisis cartista en las dcadas de 1830 y 1840,con consecuencias destructivas para puntos importantes de laantigua plataforma comn de los radicales. Acerca de los im-puestos, por ejemplo, el Poor Man's Guardian, al mismo tiem-po que coincida con los seguidores de Cobbett en la convenien-cia de derogar los diezmos y los impuestos, afirmaba en 1833:La sinceridad nos obliga a expresar nuestra conviccin de que si lareforma se detuviera ah, el trabajador pobre obtendra pocos o nu-los beneficios de esas medidas. Indudablemente, le costaran muchomenos los productos de primera necesidad, pero la progresiva satu-racin del mercado de trabajo pronto hara descender su salarioen una medida equivalente. Las clases mercantiles acapararan todaslas ventajas y al esclavo productor le dara igual que su jornal fueraa parar al prroco o al esclavo codicioso convertido en tende-rcrata 73.Y acerca de la derogacin de las Leyes sobre Cereales, otro vie-jo grito de guerra de los radicales, O'Connor desarrollaba ade-ms otros argumentos:El libre cambio no es ms que un sustituto del monopolio terrate-niente de nuestro pas; el libre cambio no es ms que un medio decrear un poder competitivo para el capataz y una nueva fuente deespeculacin comercial para los tahres con dinero ficticio a cam-bio de trabajo autntico: ten almacenes en el extranjero y tendrs

    73 Poor Man's Guardian, 26 de octubre de 1833.

    Reconsideracin del cartismo1 9un mercado mayorista para los especuladores monetarios y tus exi-gencias fijarn el tipo de precios al por menor 74.Sin embargo, pese a todo lo que los radicales haban absor-bido de la crtica owenista de la competencia, sigui existiendouna gran diferencia entre ambas posturas. La importancia delowenismo radic sobre todo en su esclarecedora concepcin dela competencia no como una calamidad particular de tal o cualsector, sino como un sistema general que extenda la opresinms all de la esfera directamente imputable a las actividadesdel Estado. As resultaba problemtica la tesis de Tom Painede que cuando en los pases que se llaman civilizados vemoscmo los ancianos van a los asilos y los jvenes a los patbulos,algo va mal en el sistema de gobierno 75 . Pero la postura radicaly cartista sigui estando ms cerca de Paine que de Owen. Por-que lo que los radicales y sindicalistas condenaban con ms fre-cuencia no era la competencia, sino la competencia excesiva;y, como declaraba el Poor Man's Guardian, lo que estaba malera no tanto el principio competitivo del que se lamenta elSr. Owen como la direccin ilcita que le ha dado la civiliza-cin canbal 76 .De hecho, no se debe infravalorar la incompatibilidad funda-mental entre owenismo y radicalismo n. El owenismo, en sen-tido estricto, fue bastante coherente al considerar que el cam-bio poltico era irrelevante para su diagnstico bsico. El ori-gen de la competencia y la antipata no era poltico, sino ideo-lgico. Las falsas ideas sobre la naturaleza humana inscritaslas teoras religiosas, polticas y econmicas e institucionaliza-das por la educacin eran las responsables de los males de lasociedad competitiva y de la innecesaria polarizacin entre ri-queza y pobreza. El cambio nicamente poda provenir delreconocimiento de