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Era un médico joven con el cráneo cubierto de rizos charolados. Había algo increíble en la perfección de su sistema dental. Se interesó por la salud de la asmática. El coronel suministró una información detallada sin descuidar los movimientos del administrador que distribuía las cartas en las casillas clasificadas. Su indolente manera de actuar exasperaba al coronel. El médico recibió la correspondencia con el paquete de los periódicos. Puso a un lado los boletines de propaganda científica. Luego leyó superficialmente las cartas personales. Mientras tanto, el administrador distribuyó el correo entre los destinatarios presentes. El coronel observó la casilla que le correspondía en el alfabeto. Una carta aérea de bordes azules aumentó la tensión de sus nervios. El médico rompió el sello de los periódicos. Se informó de las noticias destacadas mientras el coronel −fija la vista en su casilla− esperaba que el administrador se detuviera frente a ella. Pero no lo hizo. El médico interrumpió la lectura de los periódicos. Miró al coronel. Después miró al administrador sentado frente a los instrumentos del telégrafo y después otra vez al coronel. —Nos vamos —dijo. El administrador levantó la cabeza. —Nada para el coronel —dijo. El coronel se sintió avergonzado. —No esperaba nada —mintió. Volvió hacia el médico una mirada enteramente infantil—. Yo no tengo quien me escriba. * Llovió después de la medianoche. El coronel concilió el sueño pero despertó un momento después alarmado por sus intestinos.

García Márquez

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El Coronel

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Era un mdico joven con el crneo cubierto de rizos charolados. Haba algo increble en la perfeccin de su sistema dental. Se interes por la salud de la asmtica. El coronel suministr una informacin detallada sin descuidar los movimientos del administrador que distribua las cartas en las casillas clasificadas. Su indolente manera de actuar exasperaba al coronel.

El mdico recibi la correspondencia con el paquete de los peridicos. Puso a un lado los boletines de propaganda cientfica. Luego ley superficialmente las cartas personales. Mientras tanto, el administrador distribuy el correo entre los destinatarios presentes. El coronel observ la casilla que le corresponda en el alfabeto. Una carta area de bordes azules aument la tensin de sus nervios.

El mdico rompi el sello de los peridicos. Se inform de las noticias destacadas mientras el coronel fija la vista en su casilla esperaba que el administrador se detuviera frente a ella. Pero no lo hizo. El mdico interrumpi la lectura de los peridicos. Mir al coronel. Despus mir al administrador sentado frente a los instrumentos del telgrafo y despus otra vez al coronel.

Nos vamos dijo.

El administrador levant la cabeza.

Nada para el coronel dijo.

El coronel se sinti avergonzado.

No esperaba nada minti. Volvi hacia el mdico una mirada enteramente infantil. Yo no tengo quien me escriba.

*

Llovi despus de la medianoche. El coronel concili el sueo pero despert un momento despus alarmado por sus intestinos. Descubri una gotera en algn lugar de la casa. Envuelto en una manta de lana hasta la cabeza trat de localizar la gotera en la oscuridad. Un hilo de sudor helado resbal por su columna vertebral. Tena fiebre. Se sinti flotando en crculos concntricos dentro de un estanque de gelatina. Alguien habl. El coronel respondi desde su catre de revolucionario.

Garca Mrquez, Gabriel (1968): El coronel no tiene quien le escriba. Buenos Aires, Editorial Sudamericana.