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Titulo original: Fundamentáis of Language Traducción de Carlos Piexa Cubierta de Juan ManueJ Domínguez Primera edición: Ciencá Nueva 1967 Segunda edición: Editorial Ayuso 1973 © Román Jakobson © De la versión castellana: Editorial Ayuso San Bernardo, 34 Madrid-8 Depósito legal: M. 550-1974 ISBN 84-336-0055-9 Talleres Gráficos de EDICIONES CASTILLA, S. A. Maestro Alonso, 21 - Madrid ÍNDICE PARTE i: FONOLOCIA Y FONÉTICA: I. El lenguaje, al nivel de sus rasgos distin- tivos 1.1 1.3. 1.4. 1.5. II. El papel de los rasaos distintivos. 1 \ La estructura de los rasaos distin- * \ tivos 12 Oposición y contraste • 14 Mensaje y código íf 14 Elipsis y explicitud 15 Las diversas clases de rasgos y su estudio lingüístico 2.1. Fonología y fonemática 2.2. La concepción del fonema como «in- terno» con respecto al sonido 2.3. Las distintas clases de rasgos 2.4.1. Las concepciones del fonema como «externo» con respecto al sonido: A.-—El punto de vista mentalista ... 2.4.2. El punto de vista reductor del có- digo 2.4.3. El punto de vista genérico 2.4.4. El punto de vista ficcionalista ... 2.4.4.1. El «recubrimiento» entre fonemas. 2.4.5. El punto de vista algebraico 2.5. Los métodos del criptoanalista y del tiecodiñcador como técnicas com- plementarias III. La ic 3.1. 3.2. 3.3. 3.3.1. ¡3.3.2. ¿nulificación de los rasgos distintivos. La sílaba Dos clases de rasgos distintivos^... Clasificación de los rasgos prosódi- cos Rasgos tonales ... Rasgos intensivos 19 19 21 22 27 28 28 30 32 33 37 41 41 44 45 45 47

Fundamentos del lenguaje

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Titulo original: Fundamentáis of LanguageTraducción de Carlos PiexaCubierta de Juan ManueJ Domínguez

Primera edición: Ciencá Nueva 1967Segunda edición: Editorial Ayuso 1973

© Román Jakobson© De la versión castellana: Editorial Ayuso

San Bernardo, 34Madrid-8Depósito legal: M. 550-1974ISBN 84-336-0055-9Talleres Gráficos de EDICIONES CASTILLA, S. A.Maestro Alonso, 21 - Madrid

Í N D I C E

PARTE i: FONOLOCIA Y FONÉTICA:

I. El lenguaje, al nivel de sus rasgos distin-tivos

1.1

1.3.1.4.1.5.

II.

El papel de los rasaos distintivos. 1 \La estructura de los rasaos distin- * \tivos 12Oposición y contraste • 14Mensaje y código íf 14Elipsis y explicitud 15

Las diversas clases de rasgos y su estudiolingüístico

2.1. Fonología y fonemática2.2. La concepción del fonema como «in-

terno» con respecto al sonido2.3. Las distintas clases de rasgos2.4.1. Las concepciones del fonema como

«externo» con respecto al sonido:A.-—El punto de vista mentalista ...

2.4.2. El punto de vista reductor del có-digo

2.4.3. El punto de vista genérico2.4.4. El punto de vista ficcionalista ...2.4.4.1. El «recubrimiento» entre fonemas.2.4.5. El punto de vista algebraico2.5. Los métodos del criptoanalista y del

tiecodiñcador como técnicas com-plementarias

III. La ic

3.1.3.2.3.3.

3.3.1.¡3.3.2.

¿nulificación de los rasgos distintivos.

La sílabaDos clases de rasgos distintivos^...Clasificación de los rasgos prosódi-

cosRasgos tonales ...Rasgos intensivos

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2828303233

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IV.

3.3.3. Rasgos cuantitativos 483.3.4. La relación entre el acento y la can-

tidad 493.4. Comparación de los rasaos prosódi-

cos y los inherentes 493.5. Leyes generales de los sistemas fo-

nemáticos 523.5.1. Reducciones en el inventario total

de rasgos distintivos 533.6. Las dos clases de rasgos inherentes. 563.6.1. Rasgos de sonoridad 573.6.2. Rasgos de tonalidad 603.7. Etapas del acto verbal 613.7.1. i La consideración de diferentes eta-

i pas en el estudio de los rasgos dis-tintivos 64

3.7.2. Nomenclatura de los rasgos distin-tivos ... 68

Los sistemas fonemáticos 71

4.1. La estratificación: !a sílaba base. 714.1.1. El papel de la consonante nasal ... 724.1.2. El triángulo primario 744.1.3. La escisión del triángulo primario

en un triángulo consonantico y otrovocálico 75

4.1.4. Formación del sistema de rasgos deresonancia oral 76

4.1.5. Los rasgos de sonoridad y su rela-ción con la consonante y la vocalóptimas :. 79

4.2. La escala dicotómica 834.3. El aspecto espacio-temporal de las

operaciones fonemáticas 91

PARTE ÍI : DOS .ASPECTOS DEI. LENGUAJE V DOS TIPOS DETRASTORNOS ¿FÁSICOS:

[. La afasia como problema lingüísticoII. El carácter doble del lenguaje

III. El trastorno de la semejanzaIV. El trastorno de la contigüidadV. Los polos metafórico y metonimico

99105113.125133

BIBLIOGRAFÍA SOBRE EL TEMA 145

PARTE I

FONOLOGÍA Y FONÉTICA

por

ROMÁN JAKOBSONy

MORRIS HALLE

II. EL LENGUAJE, AL NIVEL DE SUS

RASGOS DISTINTIVOS32D

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1.1 El papel de los rasgos distintivos.

En Nueva York pueden encontrarse todosios apellidos siguientes: Bitter, Chitter, Ditter,Fitter, Gitter, Hitter, Jitter, Litter, Mitter,Pitter, Ritter, Sitter, Tirter, Witter y Zitter. In-dependientemente del origen de tales apellidosy de las personas que atienden por ellos, cadauno de estos vocablos se emplea en el inglésde los neoyorquinos sin chocar en absoluto conlos hábitos lingüísticos de éstos. En una fiestade Nueva York le presentan a usted a un ca-ballero del que no ha oído hablar nunca. «Elseñor Ditter», dice su anfitrión. Usted intentarecibir y retener este mensaje. En cuanto ha-blante del inglés, usted divide fácilmente y sindarse cuenta la corriente sonora continua enun número determinado de unidades sucesivas.Su anfitrión no ha dicho bitter /b i ts / , dotter/data/, digger /diga/ ni ditty /dí t i / , sino ditter/dita/. Así, el oyente encuentra rápidamente las

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cuatro unidades seriales capaces, en inglés, dealternar mediante selección con otras unidades.

Cada una de estas unidades presenta al re-ceptor un número determinado de rasgos, cadauno de los cuales es un término de una correla-ción que se usa en inglés con valor diferencial.Los apellidos antes citados difieren en su uni-dad inicial; algunos de ellos se distinguen deotros por un rasgo único, y esta diferenciaciónmínima es común a varios pares: por ejem-plo, /níta/: /dita/ = /mita/: /bita/ = nasalizadofrente a no nasalizado; /tita/:/dita/=/sita/:/zíta/ = /pita/: /'bita/ = /kíts/': /gíta/ = tensofrente a flojo. Otros pares, como el de /pít / y/dita/, dan el ejemplo de dos distinciones mí-nimas simultáneas: grave/agudo junto a tenso/flojo. El par bitter /bita/ y detter /déta/ pre-senta dos distinciones mínimas sucesivas: gra-ve/agudo seguido de difuso/denso. Véase enlos apartados 3.6.1 y 3.6.2 una definición acús-tica y articulatoria de las distinciones citadas.

1.2 La estructura de los rasgos distintivos.

El análisis lingüístico desmonta gradualmen-te las unidades complejas del discursó en mor-femas, los componentes últimos del mismo do-tados de significado propio, y desmenuza estosvehículos semánticos mínimos hasta llegar alos júltirnos de sus elementos constitutivos ca-paces de diferenciar unos morfemas de otros.Estos elementos son los llamados rasgos dis-tintivos. Por consiguiente, hay que separar dos

niveles en el lenguaje y en el análisis lingüís-tico: por un lado, el nivel semántico, que com-prende tanto las unidades significativas sim-ples como las complejas, desde el morfemahasta el enunciado y el discurso, y, por otro,el nivel de los rasgos distintivos (nivel fonoló-gico), que corresponde a las unidades simplesy complejas cuya función consiste tan sólo endiferenciar, agrupar, delimitar o poner de re-ilieve las diversas unidades significativas.

Cada uno de los rasgos distintivos implicala elección entre dos términos de una oposi-ción dotada de una propiedad diferencial espe-cífica, distinta de las propiedades de todas lasdemás oposiciones. Así es como grave y agudose oponen en la percepción del oyente por eltono musical, según sea éste relativamente másbajo o más elevado; en el plano físico, estaoposición corresponde a la distribución que seestablece por la distribución de la energía enlos extremos del espectro y, en el articulatorio,a la que se crea según el tamaño y la formade la cavidad de resonancia. En todo mensajetransmitido a un receptor, cada rasgo distin-tivo le exige una decisión afirmativa o nega-tiva. De esta forma tiene que escoger entre gra-ve y agudo, porque en la lengua usada parael mensaje ambos términos de la alternativaaparecen combinados con idénticos rasgos si-multáneos y en las mismas series: /bits/ •—•/dita/, /fita/ — /sít/, /bíl/ — /bul/. El oyentetiene que elegir, bien entre dos cualidades pola-res de una misma categoría, como en el caso dela oposición grave/agudo, bien entre la presen-

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cia y la ausencia de una determinada cualidad,como en las oposiciones sonoro/sordo, nasali-zado/no nasalizado (nasal/oral) y sostenido/normal.

1.3 Oposición y contraste.

Dado que cuando el oyente duda, diciendo«¿Es /bits/ o /dio/?», uno solo de los dostérminos lógicamente correlativos perteneceefectivamente al mensaje, el término de Saus-sure, oposición, es aquí el adecuado, mientrasque contraste debe más bien reservarse paraaquellos casos en que la contigüidad en la ex-periencia sensible pone de relieve la polaridadde dos unidades, como, por ejemplo, el con-traste de grave y agudo en la serie /pi / y elmismo contraste, pero invirtiendo el orden desus rasgos, en la serie /tu/. Así, pues, oposi-ción y contraste son dos diferentes manifesta-ciones del principio de polaridad, desempeñan-do ambas un papel importante en el plano fo-nológico del lenguaje (cf. 3.4).

1.4 Mensaje y código.

Sí el oyente recibe un mensaje en una lenguaconocida, lo refiere al código del que dispone,el cual comprende todos los rasgos distintivosque han de manejarse, todas las combinacio-nes admisibles de éstos en haces de rasgosconcurrentes llamados fonemas v todas las re-

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glas para el encadenamiento de series de fo-nemas—en resumen, todos los elementos dis-tintivos que sirven, ante todo, para diferenciarlos morfemas y las palabras enteras. Por ello,cuando un sujeto que sólo habla el inglés oyeuna voz como /zíts/, la identifica y la asimilasin dificultad aunque previamente no la hayaoído nunca; pero, en cambio, encontrará extra-ño, y tenderá a deformarlo al percibirlo o aireproducirlo, un nombre como /ktúa/. por suinaceptable grupo consonantico inicial, o /xíta/,que comprende sólo rasgos familiares, perocombinados de modo inhabitual, o, finalmente,/myta/, cuyo segundo fonema tiene un rasgodistintivo ajeno al inglés.

1.5 Elipsis y explicitud.

Se ha escogido deliberadamente el caso delhombre enfrentado a apellidos de individuoscompletamente desconocidos para él, porqueni su vocabulario, ni su experiencia previa, niel contexto inmediato de la conversación leproporciona clave alguna para reconocer talesapellidos. En semejante situación el oyente nopuede permitirse perder un solo fonema delmensaje que recibe.- Sin embargo, por ¡o ge-neral el contexto y la situación nos permitenpasar por alto un buen número de rasgos, fo-nemas y series de éstos del mensaje sin arries-gar por ello su comprensiónVLa probabilidadde aparición en la cadena hablada es variablepara los diferentes rasaos y, de modo análogo,

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para cada rasgo en diferentes textos. Por estemotivo es posible, a partir de un fragmento

. de una serie, predecir con mayor o menor exac-titud cuáles son los rasgos que le siguen, re-construir los anteriores y, finalmente, deducirde la presencia en un haz de determinados ras-gos los otros rasgos concurrentes.

Dado que en diversas circunstancias la efi-cacia distintiva de los fonemas se ve reducidade cara al oyente, el hablante a su vez se en-cuentra dispensado de ejecutar todas las dis- .tinciones sonoras de su mensaje: el número'de rasgos que se borran, fonemas que se omi-ten y series que se simplifican puede ser con-siderable en un habla descuidada y rápida. Laconfiguración sonora del habla puede no sermenos elíptica que su composición sintáctica?Incluso ejemplos tan desaliñados como el /temmins sem/ por «ten minutes to seven», citadopor D. Jones, no representan el grado máximode omisión y fragmentariedad que puede en-contrarse en el habla familiar.[Pero, en cuantosurge la necesidad, el hablante traduce rápida-mente un discurso elíptico en el plano semán-tico o fonológico a su forma explícita para queel oyente pueda recogerlo con roda claridad.

La pronunciación relajada no es sino un de-rivado abreviado de aquella forma explícita deldiscurso que transmite el máximo de informa-ción. En el inglés de muchos americanos / t /y /d/ no suelen distinguirse entre una vocaltónica y otra átona, pero pueden articularsedistintamente cuando hay peligro de confusiónhomonímica: cabe preguntar «¿ Es Bitter /bits/

o Bidder /bída/?» marcando ligeramente ladiferencia entre ambos fonemas. Ello quieredecir que en un tipo de inglés americano elcódigo distingue entre / t / y /d/ intervocálicas,mientras que en otro tipo dialectal la distin-ción se ha perdido por completo. Cuando seanaliza el sistema de los fonemas y de los ras-gos distintivos que los componen, hay que re-currir al código más completo de que dispon-gan los hablantes.

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IL LAS DIVERSAS CLASES DE RASGOS YSU ESTUDIO LINGÜÍSTICO

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2.1 Fonología y fonemática.

El estudio de cómo el lenguaje utiliza la ma-teria sonora, seleccionando algunos de sus ele-mentos y adaptándolos para sus diversos fines,constituye una disciplina lingüística particu-lar. En inglés, esta disciplina se llama con fre-cuencia phonemics (fonemáüca) porque entrelas funciones del sonido en el lenguaje la pri-mordial es la distintiva, cuyo vehículo básicoes el fonema con sus componentes. Sin embar-go, es preferible emplear el término consagra-do en Europa, fonología (propuesto en 1923 ybasado en sugerencias de la escuela de Gine-bra)1, o la perífrasis fonética funcional, aun-que la voz «phonology» haya servido muchasveces en inglés para otros usos, en particularpara traducir el alemán.Lautgeschichte (foné-tica histórica). La ventaja del.término «fonolo-

1 R. JAKOBSON: O cesskom stixe (Berlín, 1923), pá-ginas 21 y siguientes.

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gía» puede estribar en su más directa aplica-bilidad a todas las' funciones lingüísticas delsonido, mientras que fonemática sugiere, quié-rase o no, una. limitación a los vehículos distin-tivos, pudiendo por tanto constituir el términoadecuado para designar la rama principal de lafonología, que trata de la función distintiva delos sonidos del habla.-^ f

Mientras que la fonética trata de recoger lainformación más exhaustiva posible sobre lamateria sonora bruta y sus propiedades fisioló-gicas y físicas, la fonemática, y la fonología engeneral, aplican criterios estrictamente lingüís-ticos para cribar y clasificar el material queproporciona la fonética* La historia de la bús-queda de elementos diferenciales discretos yúltimos en el lenguaje puede remontarse hastala doctrina de la sphota .entre los gramáticossánscritos 2 y la concepción platónica del stoi-jeion, pero, de hecho, el estudio lingüístico detales invariantes comenzó en 1870, para des-arrollarse intensamente después de la PrimeraGuerra Mundial, al par que se iba aplicandocada vez más el principio de invariación en lasciencias. Después de las estimulantes discusio-nes internacionales que tuvieron lugar al finalde la segunda y principios de la tercera déca-da del siglo, surgieron en 1939 los primerosintentos de síntesis de los resultados de esta in-vestigación: los tratados de fonología general

2 Cf. J. BROUGH: «Theories of general linguisticsin íhe Sanskrit Grammarians», Transactions of thePhilosophical Society (1951).

de Trubetzkoy y de van Wijk3. Los progresosteóricos y prácticos logrados posteriormenteen el análisis estructural del lenguaje hicieronpreciso incorporar, de modo aún más adecua-do y coherente, el estudio de los sonidos delhabla a la rigurosa metodología que preside elcampo de la lingüística; ello sirve para perfec-cionar los principios y las técnicas de la fono-logía y ampliar continuamente su alcance.

^2.2 La concepción del fonema corno «interno»con respecto al sonido.

La cuestión crucial, a la hora de establecerlos vínculos y las fronteras que existen entrela fonología (la fonemática, sobre todo) y la fo-nética, es la de la reteción que guardan las en-tidades fonológicas con el sonido. Según laconcepción de Bloomfield,. los fonemas de unalengua no son sonidos, sino meros rasgos so-noros agrupados en haces «que los hablantesse hallan adiestrados en producir y reconocerdentro de la corriente sonora del habla—igualque los conductores se han acostumbrado adetenerse ante una señal roja, ya sea ésta lade un semáforo eléctrico, una lámpara, unabandera o cualquier otra cosa, aunque no exis-ta ningún rojo abstracto separado de tales se-

3 N. TRUBETZKOY: «Grundzüge der Phonologie»,Travaux du Carde Linguistique de Fragüe, VII (1939);N. VAN WIJK: Pholonogie: een hoofdstuk uit de struc-turele taalwetenschap (La Haya, 1939).

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nales reales»4. El hablante ha aprendido a ha-cer ciertos movimientos productores de soni-dos, de tal modo que los rasgos distintivosestén presentes en las ondas_sonoras, y el ha-blante ha aprendido a extraerlos de estas on-

(jdas. Esta concepción inmanente interna, porasí decirlo, que sitúa ¡os rasgos distintivos ysus "haces dentro de los sonidos del habla, biensea en su nivel motor^^acú^tico o auditivo, es Tla premisa adecuada para abordar las opera-ciones fonemáticas, pese a que, repetidas veces,otras concepciones «externas» que de diversasmaneras desligan los fonemas de los sonidosconcretos la hayan puesto en tela de juicio.

2.3 Las distintas clases de rasgos.

Puesto que ¡a diferenciación de las unidadessemánticas es la más claramente imprescindi-ble de las funciones lingüísticas del sonido, lossujetos del acto verbal aprenden ante todo areaccionar ante los rasgos distintivos^ Seríaengañoso, no obstante, creer que se han habi-tuado a ignorar todos los demás aspectos delsonido. Además de los rasgos distintivos, elhablante tiene a su disposición otros tipos derasgos codificados portadores de informaciónque todo miembro de una comunidad lingüís-tica sabe manejar y que no deben quedar almargen de la ciencia del lenguaje.

Los rasgos conjigurativos señalan la división

4 L. BLOOMFTELD: Language (Nueva York, 1933), pá-gina 19 y siguientes.

del enunciado en unidades gramaticales de di-ferentes grados de complejidad, especialmenteen frases y palabras, bien poniendo de relievetales unidades e indicando su jerarquía (rasgosculminativos), bien delimitándolas e integrán-dolas (rasgos demarcativos).

Los rasgos expresivos (o enfáticos) ponenun énfasis relativo' en diferentes partes delenunciado o en diferentes enunciados y sugie-ren las actitudes emocionales del hablante.

Mientras que los rasgos distintivos y confi-gurativos remiten a las unidades semánticas, asu vez, a *estos dos tipos de rasgos remiten losrasgos redundantes. Los rasgos redundantesayudan a identificar un rasgo (o una combina-ción de ellos) simultáneo o adyacente, bien seadistintivo o configurativo. No debe desdeñarseel papel auxiliar de las redundancias. En deter-minadas circunstancias pueden incluso reem-plazar a los rasgos distintivos. Jones cita elejemplo de los fonemas ingleses /s¡ y ¡zl, queen posición final difieren solamente por la fuer-za de, la espiración. Aunque «un oyente inglésidentificará, por lo general, las consonantescorrectamente, pese a su semejanza», tal iden-tificación correcta viene facilitada muchas ve-ces por la diferencia concomitante en la longi-tud del tal fonema anterior: pence [pens]pens [pen:z]5. En francés, los términos de \uoposición consonantica tenso/flojo suelen ca-racterizarse, además, por ser respectivamente

3 D. JONES: The Phoneme: its nature and use (Cam-bridge, 1950), p. 53.

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sordo y sonoro. Martinet señala que, si se gritancon fuerza la lenis / b / alcanza la energía dela fortis /p/ , de tal modo que bis, gritado, sólodifiere de pisse gracias al rasgo de sonoridadque normalmente es redundante ó. En ruso [yen castellano (T.)] sucede lo contrario: la di-ferencia entre consonantes flojas y tensas esun rasgo redundante que acompaña la oposi-ción distintiva entre sonoras y sordas, pero enlas peculiares condiciones del susurro sólo elrasgo redundante permanece y carga con lafunción distintiva.

Cuando lo único que se trata de analizaresla función distintiva de los sonidos del habla,utilizamos la transcripción llamada «amplia»o fonemática, que sólo tiene en cuenta jos fo-nemas.^ En el ejemplo ruso /pil,íl/ «esparciópolvo», / i / es un fonema átono que comprende,además, dos rasgos distintivos: en la termino-logía articulatoria tradicional, / i / se opone ala /a/ de /pal,íl/ «hizo fuego» como cerrada aabierta y a la /u/ de /pul,ál/ «disparó a boca-jarro».'* Como no labializada a labializada. Sinembargo, la información que transmite la vocalanalizada está lejos de reducirse a la propor-cionada por sus .rasgos distintivos, pese a laeminente importancia de éstos para la comu-nicación.

La primera vocal de /pi.íl/ es una [tu] velar

* «(one) took a pot shot».« Word, XI (1955), p. 115. Cf. R. JAKOBSON, C. G. M.

FA.\T, M. HALLE: Preliminaries to, speech analysis,3* edición (Massachusetts Institute of Technology,Acoustics Laboratory, 1955), p. 8.

contrapuesta a la / i / palatal de /p,il,íl/ «aserró»y esta diferencia entre posterior y anteriorconstituye un rasgo redundante referido a laoposición distintiva entre las consonantes an-teriores, no palatalizada (grave) la una y pala-talizada (aguda) la otra: cf. el ruso /r,áp/ «agu-jereado, picoteado» — /r,áp,/ «onda».

Si comparamos las secuencias /krugóm pil,íl/ «esparció polvo alrededor» y /ispómpi l,íl/«sacó agua de una bomba», advertiremos quela sílaba /pi/ en el segundo ejemplo contieneuna variedad de vocal más oscura que la delprimero, tendiendo hacia una articulación bre-ve semicentral. Esta variedad sólo aparece in-mediatamente antes de la sílaba tónica de lamisma palabra, presentando de este modo unrasgo configurativo: señala que no va seguidainmediatamente de una frontera de palabra.

Finalmente, /pil.íl/ puede pronunciarse pro-longando la vocal protónica [ rxj ] para conce-der mayor importancia al acontecimiento quese narra, o bien prolongando la tónica [í: ], loque indicaría un estallido emotivo.

La velaridad de la primera vocal de /pil.íl/muestra que el rasgo anterior no es sostenido;su carácter no reducido, relativamente menososcuro, indica que no le sigue una frontera depalabra; su alargamiento revela cierto énfasis.Los rasgos redundantes tienen en común conlos configurativos y expresivos el poseer unadenotación singular específica, a diferencia delos rasgos distintivos. Cualquiera que sea elrasgo distintivo que tomemos, siempre deno-tará lo mismo: que el morfema al que perte-

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nece no es igual que un morfema que tengasotro rasgo en su lugar. Un fonema, como ob--|servó Sapir, «carece de una referencia especí-fica»7. Los fonemas no denotan más que puraalteridad. Esta falta de denotación individual Isepara los rasgos distintivos y sus combinacio-nes en fonemas de todas las demás unidadeslingüísticas.

El código de rasgos que emplea el oyente noagota la información que transmiten los soni- jdos del mensaje que recibe. De su configura-ción sonora extrae datos que identifican al emi- 4sor. Comparando el código del hablante con elsuyo propio, el oyente puede hallar el origen,tipo de educación y medio social de aquél. Laspropiedades naturales del sonido permiten des-cubrir el sexo, la edad y el tipo psicofisiológicodel emisor y, finalmente, reconocer a una per-sona. La Schalíanalyse de Sievers 3 apuntaba al-gunos caminos para la exploración de tales in-dicios fisiognómicos, pero su estudio sistemá-tico está aún por hacer.

7 E. SAPIR: «Sound patterns in language», SelectedWritings (Berkeley y Los Angeles, 1949), p. 34.

8 Véase en especial E. SÍEVERS: «Ziele und Wegeder Schallanaiyse», Festschrift für W. Streitberg(Heidelberg, 1924).

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2.4.1 Las concepciones del fonema como «ex-terno» con respecto al sonido: El puntode vista mentalista.

Era preciso dar una ojeada previa a la com-plejidad de la información que contienen lossonidos del habla para poder entrar en discu-sión de las diversas concepciones del fonemacomo externo al sonido. Según la más antiguade tales concepciones, que procede de Bau-douin de Courtenay y aún sobrevive, el fonemaes un sonido imaginado o intencional, que seopone al sonido emitido como un fenómeno«psicofonético» a un hecho «fisiofonético». Esel equivalente mental de un sonido exteriori-zado. La contraposición de la unidad del fone-ma y la variedad de sus realizaciones se haceproceder de la discrepancia entre el esfuerzointerior por lograr una pronunciación fija y lavacilación involuntaria en llevar ésta a cabo.

Esta concepción se basa en dos falacias: notenemos derecho a suponer que el correlatodel sonido, en nuestra habla interior o en nues-tra intención, se limite a los rasgos distintivos,con exclusión de los configurativos y redundan-tes. Por otra parte, la multiplicidad de las va-riantes contextúales y electivas de un mismofonema en el habla real se debe a la combina-ción del fonema en cuestión con diversos ras-gos redundantes y expresivos; esta diversidad,sin embargo, no impide la extracción del fone-ma invariable de entre todas las variantes. Así,pues, el intento de superar la antinomia entre

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invariación y variabilidad asignando la primera |a la experiencia interna y la segunda a la exter-na desfigura ambas formas de experiencia.

2.4.2 El punto de vista reductor del código.

Otro intento de situar el fonema fuera de lossonidos articulados confina los fonemas en elcódigo y las variantes en el mensaje. A estopuede replicarse que el código no comprendesólo los rasgos distintivos, sino también losredundantes y configurativos que dan lugar alas variantes contextúales, así como los expre-sivos en que se basan las variantes electivas:los usuarios de una lengua han aprendido aejecutarlos y captarlos en el mensaje. Fonemasy variantes están, por tanto, igualmente presen-tes tanto en el código como en el mensaje.

Una opinión próxima a la anterior [mante-nida sobre todo en Rusia] * opone el fonemaa las variantes como el valor social al compor-tamiento individual. Esto es difícilmente justi-ficable, puesto que están socializados, no sólolos rasgos distintivos, sino todos los rasgos co-dificados.

2.4.3 El punto de vista genérico.

Se ha opuesto a menudo el fonema al sonidocomo la clase al espécimen, definiendo el pri-mero como una familia o clase de sonidos em-

* Suprimido en edición posterior. (T.)

parentados a través de una semejanza fonética.Tales definiciones presentan varios flancos vul-nerables.

Ante todo, la vaga búsqueda subjetiva de al-guna semejanza debe sustituirse por el esta-blecimiento de una propiedad común.

En segundo lugar, tanto al definir como alanalizar el fonema hay que tener en cuenta¡as enseñanzas de la lógica, según las cuales«pueden definirse las clases mediante propie-dades, pero no cabe definir las propiedadesmediante clases»9. De hecho, cuando operamoscon un fonema o con un rasgo distintivo, tra-tamos sobre todo de una constante que se hallapresente en varios ejemplos particulares. Si lle-gamos a la conclusión de que en inglés el fo-nema /k/ se encuentra ante /u/, no es en abso-luto toda la familia de sus diversos ejemplareslo que aparece en dicha posición, sino sólo elhaz de rasgos distintivos común a todos ellos.El análisis fonemático es un estudio de pro-piedades que no varían a través de determina-das transformaciones.

Por último, cuando tratamos de un sonidoque en una lengua dada figura en determinadaposición, bajo determinadas condiciones esti-lísticas, nos encontramos de nuevo con unaclase de ejemplares y con su denominador co-mún, no con un espécimen único y fugaz. Y se

\ estudien JJQJ¿—fcuemas o sus variantes contex-tualesu«ajófonos»),Jse tratará siempre de de-

9 R. CARXAP: Meaning and necessity (Chicago, 1947),p. 152.

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acontecimiento. |

2.4.4 El punto de vista ficcionalista.

Según una opinión que nadie ha mantenidocon tanta eficacia como Twaddell desde 1935 Io,pero que se halla latente en los escritos de va-rios autores, ¡os fonemas son unidades abstrac-tas, ficticias. Si esto significa tan sólo que todoconcepto científico es una construcción ficticia,semejante-actitud filosófica no puede tener con-secuencias en el análisis fonemático. El fonema |sería entonces una ficción, del mismo modoque el morfema, la palabra, ¡a frase, ía lengua,etcétera. Si, en cambio, el lingüista opone elfonema y sus componentes al sonido, conside-rando que se trata de artificios que no tienenpor qué corresponder a hechos empíricos con-cretos, entonces el postulado desfigurará losresultados del análisis. La creencia de que laelección de los fonemas a ¡os que asignamosun sonido pueda en ocasiones hacerse arbitra-riamente, al azar incluso, pone en tela de jui-cio ¡a validez objetiva del análisis fonemático.No obstante, es posible evitar este peligro me-diante ¡a exigencia metodológica de que todorasgo distintivo y, por consiguiente, todo fo-

i0 W. F. TWADDELL: «On defining the phoneme»,Suplemento de Language, VXI (1935); cf. M. J. Aw-DR.ADE: «Some questions of fact and policy concerningphonemes», Language, XII (1936).

30

nema a que se refiera el lingüista, posean uncorrelato constante en cada etapa del acto ver-bal, y sean, pues, identificables en todos ¡osniveles accesibles a la observación. Nuestroconocimiento actual de ¡os aspectos físicos yfisiológicos de ¡os sonidos verbales es suficien-te para satisfacer esta exigencia. La identidadde un rasgo distintivo a través de todas susrealizaciones es hoy objetivamente demostra-ble. Sin embargo, hay que hacer tres reservas.

Primero, que ciertos rasgos y combinacionesde rasgos pueden borrarse en ios diversos tiposde elipsis fonemática (cf. 1.5).

Segundo, que determinadas condiciones anor-males de producción del sonido (susurro, grito,canto, balbuceo), trasmisión (distancia, filtros,ruido) o percepción del mismo (fatiga auditiva)pueden enmascarar o deformar ios rasgos dis-tintivos.

Tercero, que un rasgo distintivo es una pro-piedad de relación, esto es, que la «identidadmínima» de un rasgo, a través de sus diversascombinaciones con otros rasgos simultáneos osucesivos, reside en la relación esencialmenteidéntica existente entre los dos términos de laoposición que define. Por mucho que ¡as oclu-sivas de tot puedan diferenciarse una de otragenética y acústicamente, ambas tienen un tonomás elevado que las oclusivas labiales de pop,y ambas presentan una difusión de la energía,a diferencia de ¡a concentración a que dan ¡ugarlas velares de cock. Reduplicaciones onomato-péyicas inglesas de! sonido, como cack, kick,tit, peep y poop ilustran hasta qué punto ¡os

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hablantes son conscientes de la identidad de Iun fonema en dos de sus variantes contex-1tuales.

2.4.4.1 £7 «recubrimiento» entre fonemas.

Lo que se ha llamado «recubrimiento» (over-lapping) entre fonemas confirma que los ras-gos distintivos se basan en relaciones. Un parde fonemas vocálicos palatales, opuestos gené-ticamente entre sí por la diferencia de aberturade la cavidad bucal y, acústicamente, por ladiferente concentración de la energía (denso/difuso), pueden en algunas lenguas realizarse,en una posición, como [se] - [e] y, en otra,como [e] - [i], de modo que un mismo sonido[e] representa, según las posiciones en que apa-rezca, el término difuso o el denso de una mis-ma oposición. La relación, en ambas posiciones,permanece idéntica. Dos grados de abertura ydos grados correspondientes de concentraciónde la energía —el máximo y el mínimo— seoponen en ambas uno a otro.

El hecho de que ¡as operaciones de selecciónse basen en propiedades de relación no sólo estípico de la conducta humana, sino también dela animal. En un experimento de W. Koehler,se enseñaba a unos pollos a picar el grano deuna zona gris dejando sin tocar el de otra zonaadyacente más oscura; cuando, posteriormente,el par de zonas, gris y oscura, fue sustituidopor otro de una zona gris y otra clara, lospollos buscaron su comida en la clara y aban-

donaron la gris. Así, «el pollo transfiere surespuesta al área relativamente más viva»".Es, ante todo, merced a reglas de relación comoel oyente guia-do por el código lingüístico cap-ta el mensaje.

2.4.5. El punto de vista algebraico.

El punto de vista que podría llamarse «alge-braico» trata de separar al máximo fonema ysonido y, por tanto, fonemática y fonética. Elmás destacado representante de esta corriente,Hjelmslev, quiere que la lingüística se trans-forme en «un álgebra del lenguaje, que operecon entidades no nombradas, es decir, con enti-dades nombradas arbitrariamente carentes dedesignación natural» I2. En particular, el «pla-no de la expresión» dentro del lenguaje, comoél bautizó el aspecto que las tradiciones estoicay escolástica llamaban signans y signifiant elrestaurador de éstas Ferdinand de Saussure,tendría que estudiarse sin recurrir en absolutoa premisas fonéticas.

11 Véase H. WERNER: Comparative psychology ofmental development (Nueva York-Chicago-Los Ange-les, 1940), p. 216 y siguientes.

'-' L. HJELMSLEV: «Proiegomena to a theory of lan-guage», Indiana University Publications in Anth.ro-pology and Linguistics, VIH (1953), p. 50 (2/ ed. in-glesa, revisada, The University of Wisconsin Press,Madison, 1961, reimpr. en 1963, p. 47 (N. del T.)l. Véa-se la objetiva crítica de este punto de vista queformula B. SIEKTSEMA: A study of glossematics ('s-Gra-venhage, 1954), capítulos VI y IX, y la de F. HINTZE:«Zum Verháltnis der sprachlichen 'Form' zur 'Subs-tanz'», Studia Lingüistica, III (1949).

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Sin embargo, todo intento de reducir el len-1guaje a sus elementos invariantes últimos, me-1diante un mero análisis de su distribución enel texto y sin referencia a sus correlatos empí- ;ricos, está condenado al fracaso. La compara- Ición de las seríes inglesas /ku/ y /uk/ no mos-1trará en absoluto la identidad del primer seg-1mentó de un ejemplo con el segundo del otro, ¿a menos que se tomen en cuenta las propieda- Ides sonoras comunes a las realizaciones inicialy final de /k/ y las comunes a las dos posicio- ines de /u/. El cotejo de las sílabas /ku/ y /ki/1no autoriza a asignar los dos segmentos inicia-1les a un único fonema /k/, como variantes fcombinatorias del mismo que aparecerían ex- jcluyéndose mutuamente ante dos diferentes vo-fcales, si previamente no se han identificado Ilos rasgos comunes a las variantes anterior y Iposterior de»/k/, que distinguen a este fonema jde todos los demás de la misma lengua. Sóloesta prueba puede permitirnos decidir que laarticulación posterior [k—] de /ku/ realiza el Imismo fonema que la anterior [k-f] de /ki/ Vjno que la anterior [g + ] de /gi/. Por tanto, y a;pesar del propósito teórico de llevar a cabofun análisis por completo independiente de la]sustancia sonora, en la práctica «on tient comp-;te de la substance á toute étape de l'analyse», fcomo dice Eli Fischer-Jiefrgensen exponiendoesta turbadora contradicción '3.

13 E. FrsCHER-J0RCF..\'SEN: «Remarques sur íes prin-cipes de I'analyse phonémique», Travaux du CercleLinguistique de Copenhague, V (1949), p. 231. El lectorde había castellana encontrará datos y precisiones

En cuanto a la exigencia teórica misma, é sta

proviene de la premisa de que, en el lenguíwe/

la forma se opone a la sustancia como la cons-tante a la variable. Si la sustancia sonora fu^se

una mera variable, entonces la búsqueda ¿e

invariantes lingüísticos tendría en efecto que

hacerse sin ella. Pero la posibilidad de traciu.cir una misma forma lingüística de una s\jS.rtancia sonora a una sustancia gráfica, como ]o

es una notación fonética o un sistema aproxi-mado de deletreo fonemático, no prueba que ]a

sustancia sonora, igual que «otras muchas si^.íancias de la expresión sumamente variadaí¡»;

sea una simple variable. A diferencia del £em&.meno universal del habla, la escritura fonéticao fonemática constituye un código ocasiona}y accesorio que suele suponer por parte de si^s

usuarios la capacidad de traducirlo al código

sonoro subyacente, mientras que la faculta^de poner en práctica el procedimiento inverso,trasladando el habla a letras, es secundaria ymucho menos común. Sólo después de domj.nar la palabra se es capaz de leer y escribí}-.Existe una diferencia radical entre los fone-mas y las unidades gráficas. Cada letra lleva

consigo una denotación específica—en una OKtografía fonética, suele indicar uno de los fo-nemas o determinada serie limitada de fone.mas, mientras que el fonema no denota sin<>mera alteridad (cf. 2.3). Los signos gráficos qu<;

sobre este problema en el trabajo de EUGENIO COSERIU: «Forma y sustancia en los sonidos del lenguaje»incluido en Teoría del lenguaje y lingüística general(Ed. Gredos, Madrid, 1962). (T.).

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Isirven para interpretar los fonemas u otrasunidades lingüísticas representan a estas uni-dades, como dirían los lógicos. Tal diferenciatiene amplias.consecuencias que dan lugar a laestructura absolutamente desemejante de letrasy fonemas. Las letras nunca reproducen los di- Iferentes rasgos distintivos en que se basa latrama fonética, o lo hacen sólo parcialmente, einvariablemente desdeñan la relación estruc- -tural que existe entre éstos. En la sociedad Ihumana no se da nada parecido a una suplan- ftación del código verbal por sus réplicas visua-1les; tan sólo sucede que unos auxiliares pará-sitos complementan dicho código, el cual •permanece funcionando constante e inaltera- Ible. Admitir que la forma lingüística se mani-1fiesta en dos sustancias equipolentes, gráfica Iy fonética, es como considerar que la formamusical se manifiesta en dos variables: notasy sonidos. E igual que la forma musical no pue-de abstraerse de la materia sonora que orga-niza, la forma fonemática ha de estudiarse en irelación con la materia que el código lingüís-tico escoge, adapta, diseca y clasifica según sus Ipropias directrices. Lo mismo que las escalas Imusicales, la estructura fonemática es una in- Itervención de la cultura en la naturaleza, un Iartificio que impone reglas lógicas al continuo Isonoro.

2.5 Los métodos del criptoanalista y del deco-dificador * como técnicas complementa-rias.

Al destinatario de un mensaje codificado sele supone en posesión de un código gracias alcual interpretará el mensaje. A diferencia deeste decodificador, el criptoanalista se encuen-tra con un mensaje cuyo código le era previa-mente desconocido, y debe dar con él mediantehábiles manipulaciones del mensaje. Un ha-blante nativo de un idioma responde a cual-quier texto de éste como un decodificador nor-mal, mientras que un extranjero no familiari-zado con la lengua se enfrenta a los textoscomo un criptoanalista. Un lingüista que em-prende el estudio de un idioma totalmente des-conocido parte como un criptoanalista, hastaque, penetrando gradualmente en el código,consigue finalmente entender todo mensaje deese idioma como un decodificador nativo.

El usuario nativo o naturalizado de una len-gua, cuando ha recibido una formación lingüís-tica, es consciente de las funciones que des-empeñan los diferentes elementos sonoros deaquélla y puede utilizar este conocimiento para

* Empleo codificar, decodificar y sus derivadospara traducir to code, decode y los suyos, tomandotérminos ya consagrados en la bibliografía castellanasobre cibernética, para evitar la ambigüedad a que,en pasajes como éste, daría lugar el que en nuestroidioma el frecuente uso figurado de descifrar, etc., in-cluya en el desciframiento tanto la decodificacióncomo el criptoanalisis. (N. del T.)

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resolver la forma sonora en sus múltiples com-ponentes portadores de información. Teniendoen cuenta varios «requisitos gramaticales pre-vios "al análisis fonemático» logrará extraer losrasgos distintivos, configurativos.y expresivos M.

Por otro lado, ¡a cuestión planteada porBlochacerca de la aplicabilidad de la técnica cripto-analítica a la investigación de la estructura fo-nemática tiene una importancia metodológicaconsiderable: se trata de hasta qué punto unamuestra suficiente de habla cuidadosamenterecogida permite al lingüista dar con «el sis-tema fonemático, sin saber qué significa partealguna de la muestra, ni siquiera si dos partessignifican o no lo mismo» '5. En muchos casos,tales condiciones permiten la extracción de losrasgos redundantes, aunque esta extracción re-sulte trabajosa. Más difícil es aislar los rasgosexpresivos, pero también acerca de ellos pro-porcionará la muestra alguna información, dadala diferencia entre el carácter marcadamentediscreto y oponible de ¡os rasgos distintivos yla tendencia a formar escalas continuas carac-terísticas de la mayor parte de los expresivos '*.Incluso un mensaje híbrido —bilingüe o pluri-lingüe—, como las frases compuestas de pala-bras u oraciones rusas, francesas o inglesas queusaba la aristocracia rusa a fines del siglo xix,podrían, comparando su heterogénea constitu-

14 K. L. PIKE: «Gramatical prerequisites to phone-mic analysis», Word. III (1947). y «More on gram-madcal prerequisites», Word, VIII (1952).

15 B. BLOCH: «A set of postuJates for phonemicanalysis», Language, XXIV (1948).

16 Cf. JAKOBSON, FANT, HALLE: Preliminaries..., p- 15.

ción fonética, dividirse en secciones unilingües;Tolstoi nos da en Ana Karenina ejemplos delhabla familiar de su propio medio: «On seréunit le ¡mitin au breakfeast et puis vsjakijdelaet ctoxócet> [osa aeyní lámate obHékíastepuífs.áksj d(éi9it J"t3x°ójit].

Menos factible aún resultaría distinguir pormedio de técnicas criptoanalíticas los rasgosdistintivos de los configurativos, en especialde los fronterizos de palabra. Así, apenas seríaposible descubrir que, en los pares de ejemplosrusos /danos/ [danos] «denuncia» — /da nos/[danos] «también la nariz», /pagar, él,i/ [pagar,él,i] «ardieron» — /pagar.é l,i/ [psgar.él.i] «yasea a lo largo de una montaña», /jixída/ [jix,ida] «persona rencorosa» •— /jíx ida/ [jixíds]«su Ida (de ellos)», la diferencia entre [a] y[a], entre [e] abierta y [e] cerrada y entre [x,]palatalizada y [x] no palatalizada, no distinguedos fonemas, sino que marca una frontera depalabra. Aquí una técnica criptoanalítica nosexpone al riesgo de multiplicar el número defonemas y rasgos distintivos rusos innecesaria-mente.

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uIII. LA IDENTIFICACIÓN DE LOS RASGOS

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3.1 La sílaba.

Los rasgos distintivos se agrupan en hacessimultáneos llamados fonemas;- los fonemas seencadenan en secuencias; el esquema elemen-tal en torno al cual se constituye todo agrupa-miento de fonemas es la sílaba ", La estructurafonemática de la sílaba viene determinada porun conjunto de reglas y toda secuencia se basaen la aparición regularmente repetida de este

17 E. POLIVANOV fue el primero que llamó la aten-ción sobre la «sílaba fonemática», que él llamó silu-bema, en cuanto célula constructiva básica de la ca-dena hablada: véase su obra, en colaboración conA. IVANOV, Grammaiika sovremennogo kitajskogo ¡azy-ka (Moscú, 1930). Cf. A. SOMMERFELT: «Sur l'importan-ce genérale de la syüabe», Travaux du Cercle Linguis-tique de Prague, IV (1931); A. W. DE GROOT: «Voyelle.consonne et syllabe», Archives nésrlandaises de phonétique experiméntale, XVII (1941); J. KURYLOWICZ:«Contribution á la theorie de la syllabe», Bulletin dela Société Polonaise de Linguistique, VIII (1948); J. D.O'CONXOR y J. L.. M. TRIM: «Vowel, consonant andsyllable -a phonological definition», Word, IX (1953).

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modelo de construcción, ffnp fnrmn_]jjiirp. (unasecuencia que pueda dividirse por medio depausas) ha de contener un número entero desílabas. Es obvio que el número de sílabas di-ferentes de una lengua es un pequeño submúl-tiplo del número de formas libres, del mismomodo que el número de fonemas es un pequeñosubmúltiplo del número de sílabas y el númerode rasgos distintivos un submúltiplo del núme-ro de fonemas.

El principio que sirve de eje a la estructura \silábica es el contraste de rasgos sucesivos den-1tro de la sílaba. Una parte de la sílaba se des-|taca de las otras: es sobre todo el contraste Ientre vocal y consonante lo que pone de relieve iuna parte de la sílaba. Hay lenguas en que todasílaba se compone de una consonante y unavocal que le sigue (CV): en tal caso es posible,a partir de cualquier punto de ¡a secuencia,predecir la clase de fonema siguiente. En len-guas con mayor variedad de tipos silábicos, laprobabilidad de aparición de una clase de fo-nemas tiene diferentes grados. Además de CVpueden darse otros esquemas: CVC, V, VC.A diferencia de C, el elemento V ni puede omi-tirse ni figurar dos veces en la misma sílaba.

El contraste vocal/consonante puede ser úni-co o bien meramente predominante." esporádi- |camente pueden sustituirlo otros contrastes afi-nés. Tanto ¡a parte V como la parte C pueden icontener más de un fonema. Los fonemas que |constituyen las partes V y C de la sílaba puedenllamarse respectivamente fonemas centrales ocimeros (crest phonemes) y fonemas laterales

(slope phonemes). Si la cima comprende dos omás fonemas, uno de ellos, llamado cumbre¡onemásica o silábico (peak phoneme o sylla-bicj, destaca de los otros mediante un con-traste compacto/difuso o vocal/sonante.

Stetson '" ha descrito de modo muy adecua-do el correlato motor de la sílaba fonemáticacomo «una bocanada de aire empujada haciaarriba a través del canal vocal mediante unacompresión de los músculos intercostales». Se-gún esta descripción, toda sílaba consiste inva-riablemente en la sucesión de tres factores:.arranque, culminación y detención del impul-so. De estas tres fases, la central constituye elfactor nuclear de la sílaba, mientras que lasotras dos son marginales. Los dos factores mar-ginales se realizan, bien sólo por la acción delos músculos torácicos, bien mediante sonidosverbales, habitualmente consonantes. Si ambosfactores marginales se efectúan sólo por la ac-ción de los músculos torácicos, la fase nuclearde la sílaba es la única audible; en otro caso,es la más audible de ellas. Dicho de otro modo,¡a parte nuclear de la sílaba contrasta con laspartes marginales como la cima con las laderas.

En el aspecto acústico, la cima suele poseermayor intensidad que las laderas y en muchoscasos muestra una frecuencia fundamental máselevada. La cima se percibe con mayor fuerza,acompañadas muchas veces de cierta elevacióndel tono musical. Por regla general, los fone-mas cimeros son de suyo más perceptibles que

18 R. H. STETSON: Motor phonetics (Amsterdam,1951).

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los de la ladera de la misma sílaba: ia cima7:suele estar formada de vocales, quedando los Iotros fonemas para las laderas; con menor |frecuencia, el contraste entre ambos tipos de !fonemas corre a cargo de líquidas frente a con-sonantes puras, o de consonantes nasales fren-1te a consonantes orales y, excepcionalmente, defricativas frente a oclusivas (cf. 4.1.6). Si laladera está constituida por todo un grupo con-sonantico, y dentro de éste uno de los fonemases de por sí más perceptible que los otros, suintensidad sonora se reduce notablemente parapreservar la unidad de la sílaba; por ejemplo,en las voces checas /jdu/, /jsem/, /rti/, /Ipi/,o en el monosílabo polaco /krvi/, que podemoscomparar con el bisílabo serbocroata /krvi/ ".

32_ Dos clases de rasgos distintivos.

Los rasgos distintivos se dividen en dos gru-pos: 1) prosódicos Y:. .2) inherentes. Sóloaquellos fonemas que forman el núcleo silá- )bico pueden estar dotados de rasgos prosódi-eos, los cuales son definibles únicamente con jrelación al relieve de la sílaba o de la cadena jsilábica, mientras que un rasgo inherente ca-racteriza un fonema con independencia de supapel en el relieve silábico, al que tampoco hacereferencia su definición.

" Véase en particular A. ABELE: «K voprosu osloge», Slavia, 111(1924).

3.3 Clasificación de los rasgos prosódicos.

Los tres tipos de rasgos prosódicos, que, si-guiendo a Sweet, llamaremos tono, intensidad(forcé) y cantidad, corresponden a los tresatributos de la sensación auditiva —registromusical, fuerza acústica y duración subjetiva—.Las dimensiones de frecuencia, intensidad ytiempo son sus correlatos físicos más próxi-mos. Cada una de estas tres subclases de ras-gos prosódicos presentan dos variedades: segúnsu marco de referencia un rasgo prosódico pue-de ser intersilábico o intrasilábico. En el pri-mer caso refiere el núcleo de una sílaba a losde las demás sílabas dentro de la misma se-cuencia y lo coteja con ellos. En el segundo, uninstante del núcleo puede compararse con otrosdel mismo núcleo o con la ladera silábica quele sigue.

3.3.1 Rasgos tonales.

En la variedad intersilábica de los rasgos to-nales, el rasgo de altura musical (level feature),diferentes núcleos silábicos de una misma se-cuencia vienen a contrastar por su registro,agudo o grave. Tales rasgos de altura puedendividirse en dos clases: aquella en que un re-gistro neutro contrasta, por un lado, con unregistro agudo y, por otro, con un registrograve, y aquella en que los dos registros opues-

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tos, grave y agudo, pueden aparecer en dos va-1

riedades, baja y elevada. Cuando los Jabo tras-ponen estos cuatro niveles del habla al códigode señales de sus tambores, usan, para las dos joposiciones que subyacen a aquéllos, dos paresde denominaciones diferentes: los términos Iopuestos agudo y grave se llaman «pájaro pe-|queño» y «pájaro grande», y los términos ele-1vado y rebajado «menor» y «mayor», respec- ¡tivamente, distinguiendo así cuatro señales—«pájaro pequeño menor», «pájaro pequeñomayor», «pájaro grande menor» y «pájaro gran-de mayor»— M. Farnsworth ha estudiado deta-lladamente el mecanismo del registro tonal en \la voz, concluyendo que el movimiento de las \cuerdas vocales, relativamente complejo cuan- \do vibran a baja frecuencia, se simplifica alelevarse ésta hasta que, alcanzada una frecuen-1cia máxima, sólo se ven vibrar los bordes de Ilas cuerdas más próximas a la glotis 2i.

La variedad intrasilábica de los rasgos tona-les, el rasgo de modulación, da lugar a que con-traste el registro más agudo de una parte de unfonema con el más grave de otra parte del mis- \mo, o bien el registro más agudo de una partede un diptongo con el más grave de los otroscomponentes de éste, y esta distribución deregistros en el interior de los núcleos, silábicos

20 Véase G. HERZOG: «Drum signaling in West Afri-can Tribes», Word, I (1945).

-1 D. W. FARNSWORTH: «High-speed motion picturcof the human vocal cords». Bell Laboratories Record, IV (1940).

se opone a la distribución inversa; por ejem-plo, una modulación ascendente a una descen-dente, o ambas a una entonación uniforme.

3.3.2 Rasgos intensivos.

La variedad intersilábica de los rasgos inten-sivos, el acento, crea el contraste entre un nú-cleo silábico acentuado, más enérgico, y losnúcleos menos enérgicos de las otras sílabasno acentuadas de la misma secuencia, diferen-cia producida por el mecanismo sublaríngeo yen particular por movimientos del abdomen ydel diafragma, según intentan demostrar Sie-vers y Stetson 22.

En la variedad intrasilábica de los rasgosintensivos, el llamado stosston (sttpd), contras-tan entre sí dos fracciones contiguas del fone-ma acentuado. A una distribución uniforme dela intensidad en el fonema se opone otra dis-tribución en que la porción inicial presenta unmáximo tónico que decrece en la parte final.De acuerdo con el análisis efectuado porS. Smith del st$d danés 23, el descenso de am-plitud, acompañado habitualmente de una dis-minución de la frecuencia fundamental, se debe

— E. SIEVERS: «Neues zu den Rutzschen Reaktíonen», Archiv für experimentelle und klinische Phone-tik, I (1914); R. H. STETSON: /. c. Cf. W. F. TWADDEIX:«Stetson's rnodel and the 'supra-sesmental phone-mes'», Language, XXIX (1953).

23 S. SMITH: «Contributions to the solution of pro-blems concerning the Danish st0d», Nordisk Tidsskriftfor Tale og Stemme, VIII (1944).

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a una inervación bruscamente decreciente de';los músculos espiratorios. Un movimiento ba-|lístico de los músculos espiratorios, en cuanto?opuesto a un movimiento más nivelado, pro?duce un rasgo prosódico similar, entre otras*¡enguas, en letón, en ciertos dialectos Iituanosjy en livonio.

3.3.3 Rasgos cuantitativos.

La variedad intersilábica de los rasgos cuan-titativos, el rasgo de cantidad, hace que con-traste un fonema normal, breve, que no puedealargarse en el interior del núcleo silábico, conlos fonemas largos de otras sílabas de la mis-ma secuencia, y/o un fonema normal, brevepero firme, con otro puntual, reducido y pa-sajero.

La segunda variedad de rasgos cuantitativos,el rasgo de contacto, se basa en la diferente!distribución de la duración que cabe entre unavocal y la consonante siguiente: en el caso delllamado contacto estrecho (cióse contad,scharf geschnittener Akzent), la vocal se abre-via en favor de la consonante siguiente, queaparece bruscamente, mientras que en el con-tacto abierto (open contad, schwach geschnit-tener Akzent), la vocal se realiza por completoantes del arranque de la consonante.

3.3.4 La relación eritre el acento y la cantidad.

Siempre que se da un contraste de sílabastónicas y átonas, el acento se usa como rasgoconfigurativo, concretamente culminativo, mien-tras que la cantidad nunca asume este papel.La función culminativa del acento se combinacomúnmente con la otra clase de funciones con-figurativas, la demarcación (cf. 2.3), o con lafunción distintiva. Aquellas lenguas en que tan-to la cantidad como el acento tienen funcióndistintiva son por completo excepcionales; porlo general, si el acento es distintivo, le acom-paña un rasgo cuantitativo redundante.

La observación de los rasgos intensivos ycuantitativos en su variedad intersilábica pa-rece indicar que los rasgos distintivos prosó-dicos que utilizan la intensidad y aquellos queutilizan la cantidad tienden a confundirse.

3.4 Comparación de los rasgos prosódicos ylos inherentes.

Todo rasgo prosódico se basa primordial-mente en el contraste de dos variables dentrode una misma secuencia temporal, determinán-dose el tono, la intensidad o la duración rela-tivos de una fracción dada con respecto a lasfracciones anteriores y/o sucesivas. Como haseñalado Herzog refiriéndose a los rasgos tona-les, «las realizaciones concretas de los contras-tes —dados por distancias sucesivas entre los

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registros o por movimientos tonales sucesi-ívos— varían continuamente» 24. El registro o]la modulación tonal, los grados del acento o sufdescrescendo • (stosston), son siempre pura-|mente relativos y sumamente variables en su:magnitud absoluta si se compara un hablantecon otro e incluso dos enunciados de un mis-<jrno hablante. De igual modo, la cantidad áe,una vocal puede establecerse únicamente enrelación con la cantidad de las restantes vo-;cales del mismo contexto o con las consonan-^tes siguientes (en el caso del rasgo de contacto),!mientras que la duración absoluta de las vo-fcales largas o breves de una lengua dada es,|notablemente variada, de acuerdo con los há-|bitos lingüísticos del hablante y sus variacio-4nes expresivas de tempo. Una vocal larga ha|de ser, ceteris paribus, más larga que las vo--|cales breves que la-rodeen. Análogamente, lo 1único que necesita una vocal para ser acentua-Jda es pronunciarse con mayor fuerza que ¡asivocales átonas de la misma cadena; y las vo-cales de registro alto sólo tienen que ser másagudas que las de registro bajo vecinas. Peroflas vocales agudas de un barítono pueden serfmás bajas que ¡as graves de una soprano, poriejemplo, y en el habla de una misma personalpuede perfectamente haber pasajes en que selbaje con fines expresivos tanto el registro de |los fonemas agudos como e! de los graves.

"* G. HERZOG, recensión de K

Un rasgo prosódico pone en juego dos coor-denadas: por un lado, un par de términos po-lares como los de registro agudo y grave, tonoascendente y descendente o vocal larga y bre-ve, que pueden aparecer, ceteris paribus, enuna misma posición de la secuencia, de modoque el hablante, al producirlos, y el oyente, alpercibirlos, escogen una de las dos posibilida-des e identifican el término escogido con rela-ción al rechazado. Estos dos términos, presen-te el uno y ausente el otro en una unidad con-creta del mensaje, constituyen una auténticaoposición lógica (cf. 1.3). Por otro lado, talestérminos polares sólo pueden reconocerse porcompleto cuando ambos están presentes en lasecuencia dada, a fin de que el hablante pro-duzca su contraste y el oyente lo perciba. Detal suerte, las dos posibilidades que permite¡a existencia de un rasgo prosódico coexistenen el código como dos términos de una oposi-ción y, además, concurren en el mensaje y danlugar a un contraste dentro de él. Si el men-saje es demasiado breve para comprender am-bas unidades, el rasgo puede deducirse median-te las claves que proporciona el contexto; porejemplo, la cantidad de una vocal en un mo-nosílabo puede deducirse de la duración rela-tiva de las consonantes vecinas, y el registrode un mensaje monofonemático, de la ampli-tud de la modulación con que arranque y/otermine la vocal.

La identificación y definición de un rasgo in-herente sólo se basa en la elección entre dosposibilidades mutuamente excluyentes admisi-

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•bles en una misma posición de la secuencia.!No se da nada parecido a la anterior compa-Jración de dos términos polares que aparecen!juntos en un contexto. Por tanto, las dos posi-2biiidades que define un rasgo inherente coexis-iten en el código como dos términos de una»oposición, pero no requieren yuxtaposición al-;guna en el mensaje. Dado que el rasgo inhe-rente se identifica exclusivamente mediante la;comparación del término presente en una poJsición determinada con el término ausente, la]realización de un rasgo inherente, en un mo-fmentó dado de la secuencia fónica, admite un|margen de variabilidad menor que el de losfrasgos prosódicos.

3.5 Leyes generales de los sistemas fonema iticos.

La descripción comparativa de los sistemas!fonemáticos de distintas lenguas y su cotejo ícon el orden de las adquisiciones fonemáticas Ipor parte de los niños que aprenden a hablar,así como con el progresivo desmantelamientofque efectúa la afasia en el lenguaje y su estruc-*tura fonemática, nos proporciona datos impor-;tantea acerca de las relaciones entre los rasgos Idistintivos y de ¡a posible clasificación "de éstos.;

El progreso lingüístico, especialmente fonema-tico, del niño y ¡a regresión del afásico obede-*cen las mismas leyes de implicación. Si la ad-quisición por parte del niño de la distinción Bimplica su adquisición de la distinción A, la |

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pérdida de A en la afasia implica la ausenciade B, y la rehabilitación del afásico sigue elmismo orden que el desarrollo del sistema fo-nemático infantil. Idénticas leyes de implica-ción rigen las lenguas del mundo tanto en suaspecto estático como en el dinámico. La pre-sencia de B implica la de A y, por lo tanto, B nopuede surgir en el sistema fonológico de unalengua a no ser que A ya se encuentre en él;de igual modo, A no puede desaparecer de unalengua mientras B permanezca en ella. Cuantomás limitado sea el número de lenguas queposean un determinado rasgo fonemático (o unacombinación cualquiera de éstos), más tardaráen adquirir este rasgo el niño nativo y antes loperderá el afásico.

3.5.1 Reducciones en el inventario total deRasgos distintivos.

Los adelantos realizados por las investigacio-nes sobre el sistema fonemático del niño y delafásico 25, al par que el hallazgo a este respecto

25 Cf. R. JAKOBSOM: «Kindersprache, Aphasie undAllgemeine Lautgesetze», Uppsala Universitets Arss-krift (1942); H. V. VELTEN: «The growth of phonemicand lexical patterns in infant language», Language,XIX (1943); W. F. LEOPOLD: Speech development ofa bilingual child, II (Evanston, 1947); A. GVOZDEV:Usvoenie rebenkom zvukovoj storony russkogo jazyka(Moscú, 1948); K. OHNESORG: Fonetická studie o détskéreci, (Praga, 1948); L. KAZMAREK: Kszataltowanie siemowy dzieska (Poznan, 1953); P. SMOCZINSKI: Przys-wajanie prz&z dziecko podstaw systemu j§zykowego(Lodz, 1955); TH. ALAJOUANINE, A. OMBREDANE, M. DU-

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de un número creciente de leyes, plantean eflproblema de las leyes universales que rigen los|sistemas fonemáticos de las lenguas. Estas leyes,de implicación y estratificación hacen que el¡establecimiento de una tipología fonemática delas lenguas resulte una tarea cada vez más rea-jlizabíe y al mismo tiempo más urgente. Cadapaso que se da en esta dirección nos permite!reducir la lista de los rasgos distintivos em-pleados por las lenguas del mundo: la supues-Jta multiplicidad de los rasgos se muestra enbuena medida ilusoria. Si dos o más rasgos *pretendidamente distintos no aparecen nunca a Ila vez en una misma lengua y, además, están ídotados de una propiedad común que los dis-»tingue de todos los demás, deben interpretarsecomo realizaciones diferentes de un solo fone-ma, cada una de las cuales aparece con exclu-sión de las otras, constituyendo así un casomás de distribución complementaria. Es pre-ciso completar el estudio de las invariacionesdentro del sistema fonemático de una lenguacon ¡a búsqueda de invariaciones de validez

RAND: Le syndrome de désintégration phonétique dansl'aphasie (París, 1939); A. LURM: Travmaticeskajaafazija (Moscú, 1947); K. GOLDSTEIN: Language andlanguage disturbances (Nueva York, 1948).—N. del T.:La editoriai Mouton & Co., de La Haya, prepara unatraducción ingJesa revisada de Ja obra de,Loria bajoel título Traumatic aphasia. Its syndromes, psycho-logy and treatment (coiección Janua Linguarum, se-ries rnaior, 5); la de Goidsíein puede consultarse enla traducción española Trastornos del lenguaje: lasafasias. Su importancia para la medicina y la teoríadel lenguaje (Editorial Científica Médica, Barcelona, I1950).

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universal en el sistema fonemático del lenguaje.Así, ningún idioma posee simultáneamente

las dos oposiciones consonanticas autónomasfaringalizado/no faringalizado (velarizado/novelarizado) y labializado/no labializado. En elprimer caso entra en juego el orificio posteriordel resonador bucal (faringe) y en el segundoel orificio anterior (labios), pero, en ambos, lareducción de un orificio del resonador bucal,que provoca un descenso de las resonancias(bemolización), se opone a la ausencia de talreducción. Por ello, estos dos procesos (estre-chamiento de la abertura anterior y estrecha-miento de la abertura posterior) han de tratar-se como variantes de una misma oposición que,desde el punto de vista articulatorio, puede de-finirse a partir de los términos abertura estre-chada y abertura normal (cf. 3.6.2). La relaciónde las consonantes llamadas retroflejas con lasdentales tampoco es más que una variante dela oposición entre dentales y faringalizadas yno faringalizadas.

Cuatro de los rasgos consonanticos que enu-mera Trubetzkoy (7. c, págs. 132 y siguientes)—los definidos por la tensión, la intensidad opresión, la aspiración y la preaspiración— re-sultan también variantes combinatorias de unamisma oposición que, en virtud del denomina-dor común de todas aquéllas, podemos llamaroposición tenso/flojo.

La aparición de oclusiones dobles (en par-ticular de cites), que presentan dos interrup-ciones en rápida sucesión, seguida cada unade ellas de una explosión, tiene siempre lugar

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con exclusión en la misma posición de otrostipos de grupos consonanticos; por tanto, talesoclusivas son simplemente una realización par-ticular de estas series consonanticas ordina-rias **.

3.6 Las dos clases de rasóos inherentes.

Los rasgos distintivos inherentes que se handescubierto hasta la fecha en ¡as lenguas delmundo y que, junto con ios prosódicos, rigen

j \> la totalidad del repertorio léxico y morfológicode aquéllas, se reducen a doce oposiciones deentre las cuales cada lengua escoge las suyas.Los rasgos inherentes se dividen en dos clases,que podríamos llamar rasgos de sonoridad yrasgos de tonalidad, los primeros de los cualesserían afines a los rasgos prosódicos intensivosy cuantitativos y los segundos a los rasgos pro-sódicos tonales. Los rasgos de sonoridad se

la,x caracterizan por basarse en la cantidad y ladensidad de la energía en el espectro y en eltiempo. Los rasgos de tonalidad hacen inter-venir los extremos del espectro de frecuencia.

-6 Cf. C. M. DOKE: «Notes on a problem ín the me-chanisra of the Zulú clicks», Bantu Studies, II (1923).

3.6.1 Rasgos de sonoridad.

I. Vocálico/no vocálico:

acústicamente - presencia (frente a ausencia)en el espectrograma de formantes con una es-tructura claramente definida;genéticamente - excitación que tiene lugar fun-damental o únicamente en la glotis, mientrasqueda libre el paso por el canal bucal.

II. Consonántico/no consonantico:

acústicamente - energía total baja (frente aenergía total elevada);genéticamente - presencia (frente a ausencia)de una obstrucción en el canal bucal.

Las vocales son vocálicas y no consonanticaslas consonantes son consonánticas^pues a lavez presentan un obstáculo y dejan paso libreen el canal bucal, con los efectos acústicoscorrespondientes; las vocales murmuradas deapoyo (glides) no son vocálicas y no son con-sonanticas.

III. Denso/difuso:

acústicamente - concentración máxima (o encambio escasa) de la energía en una zona cen-tral del espectro relativamente estrecha, juntocon un aumento (o disminución) de la canti-dad total de energía;

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genéticamente - la diferencia reside en la rela-fciór. entre el volumen de la cavidad de reso-4nancia delante y detrás del punto más estre-fcho (forward-flanged/backward-flanged: ante-friores/posteriores). La razón de la magnitudde la cavidad anterior a la de la posterior esmás elevada en el caso de los fonemas densos(vocales abiertas y consonantes velares y pala-tales, incluidas las postalveolares) que en el delos difusos (vocales cerradas y consonantes Ja-fbiales y dentales, incluidas las alveolares).

IV. Tenso/flojo:

acústicamente - cantidad total de energía másíelevada (o en cambio más baja) junto con ma-fyor (o menor) difusión de la energía en el es-pectrograma y en el tiempo;genéticamente - mayor (o menor) deformación;del sistema de formación con respecto a su?posición de reposo. El papel de la tensión Imuscular en la lengua, las paredes del canal Ibucal y la glotis requiere un estudio más de-Jtenido.

V. Sonoro/sordo:

acústicamente - presencia (o ausencia) de unalexcitación periódica de baja frecuencia;genéticamente - vibraciones periódicas de las icuerdas vocales o ausencia de tales vibraciones, f

VI. Nasal/oral (nasalizado/no nasalizado):

acústicamente - difusión de la energía disponi-ble en bandas de frecuencia más amplias (o másestrechas) mediante una reducción en la den-sidad de ciertos formantes del espectro (funda-mentalmente del primero) y la aparición deformantes adicionales (formantes nasales);genéticamente - se añade al resonador bucal elde ia cavidad nasal, o, en el otro caso, se pres-cinde del resonador nasal.

VII. Interrupto (discontinuous) /continuo:

acústicamente - silencio (al menos en las ban-das de frecuencia situadas por encima de lacorrespondiente a la vibración de las cuerdasvocales) seguido y/o precedido de una difusiónde la energía en bandas de frecuencia amplias(ya sea en forma de explosión o de transiciónrápida o formantes vocálicos), o, en cambio,ausencia de transición brusca entre el sonidoy el silencio;genéticamente - puesta en funcionamiento o in-terrupción rápidas de la fuente sonora cerran-do y/o abriendo el canal bucal (por lo que sedistinguen las oclusivas de las fricativas) o ar-ticulando ciertos pequeños golpes (lo que per-mite diferenciar las líquidas interruptas comola /r/ simple o múltiple, vibrante de las con-tinuas como la lateral /I/).

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VIII. Estridente/mate:

acústicamente - ruido de intensidad proporcio-1nalmente más elevada o más baja, respectiva-;mente;genéticamente - bordes rugosos/bordes lisos: Iuna obstrucción adicional crea un efecto tajan-te (Scheidenton) en el punto de articulacióncaracterístico de la producción- de los fonemasestridentes, mediante el cual se diferencian de;los mates, de pronunciación menos compleja..;

IX. Recursivo/infraglotal (checked/unchecked):

acústicamente - mayor descarga de energía entiempo más reducido, frente a menor descarga 'en tiempo más largo;.genéticamente - glotalización (compresión uoclusión de la glotis), frente a no glotalización. '\

3.6.2 Rasgos de tonalidad.

X. Grave/agudo:

acústicamente - concentración de la energía en Ilas frecuencias bajas (o altas) del espectro;genéticamente - periférico/central: los fone- Imas periféricos (velares y labiales) tienen un Iresonador más amplio y menos fragmentado Ique los centrales correspondientes (palatales y %dentales).

XI. Bemolizado/normal:

acústicamente - los fonemas bemolizados sedistinguen de los normales correspondientesporque presentan un descenso de tono o unadebilitación de algunos de sus componentes defrecuencia más elevada;^enéticamente - los primeros (de abertura es-trechada), a diferencia de los segundos (deabertura no estrechada), se producen reducien-do el orificio anterior o posterior del resona-dor bucal, así como agrandando dicho resona-dor mediante una velarización concomitante.

XII. Sostenido/normal:

acústicamente - los fonemas sostenidos se dis-tinguen de los normales correspondientes por-que presentan una elevación de algunos de suscomponentes de frecuencia más elevada;genéticamente los fonemas sostenidos (de aber-tura ampliada), a diferencia de los normales(de abertura no ampliada), muestran una ma-yor abertura de la faringe, es decir, del orificioposterior del resonador bucal; una palataliza-ción concomitante reduce y fragmenta la cavi-dad de la boca.

3.7 Etapas del acto verbal.

Acabamos de definir cada uno de los rasgosdistintivos tanto acústica como genéticamente.Sin embargo, el circuito de la comunicación

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comprende otras etapas. La etapa inicial d_#

todo acto verbal —la intención del emisor—Iescapa aún a un análisis preciso. Lo mismo?puede decirse de los impulsos nerviosos que|el cerebro transmite a los órganos que efectúan!el acto. La labor de estos órganos —la etapa?motriz del acto verbal— es hoy en día por.fcompleto accesible a la observación, gracias)sobre todo al perfeccionamiento de los rayos Xy de otros instrumentos que revelan la acción|de elementos del aparato fonador tan impor-1tantes como los mecanismos faríngeo, laríngeo fy sublaríngeo. Todavía mejor se conoce la con-¿dición del mensaje en su camino desde el cuer-vpo del hablante hasta el oyente, en particular!merced al sorprendente desarrollo de la acús-tica moderna.

Empieza a esclarecerse el proceso de traduc- •ción del estímulo físico a vehículos primeroauditivos y luego nerviosos 27. Parece oportunobuscar el modelo que corresponde en el sis-tema auditivo a los rasgos distintivos. En cuan-to a la transformación de los componentes lin-güísticos que efectúa el sistema nervioso, hoypor hoy podemos a lo sumo arriesgar lo quejlos psicofisiológicos han considerado «una afir-1-mación meramente especulativa» M: los rasgos I

-~ Intentan seguir esta dirección los estudios de IJ. C. R. LICKLÍDER: «On the process of speech per- Jception», Journal of the Acoustical Society of Ameri- Ica, XXV (1952), y de H. MOL y E. M. UHLENBECK: «The janalysis of the phoneme in distinctive feautures and íthe process of hearing», Lingua, IV (1954).

28 S. S. STEVENS y H. DAVIS: Hearing (Nueva York, |1938), p. 164.

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de sonoridad parecen relacionarse con la can-tidad, densidad y difusión de la excitación ner-viosa, mientras que los de tonalidad se rela-cionarían con la localización de la misma. Sinembargo, el desarrollo alcanzado por la inves-tigación acerca de las respuestas nerviosas aestímulos sonoros promete ofrecernos algúndía un cuadro diferencial de los rasgos distin-tivos al nivel a que nos referimos.

La ciencia psicológica de la percepción so-nora ha emprendido la labor de aislar los di-versos atributos psicológicos del sonido y de-terminar ¡a capacidad del oyente para discri-minar cada una de las dimensiones del estímu-lo. Es probable que esta investigación sobrelos sonidos verbales revele los correlatos per-ceptivos de los diversos rasgos distintivos ensu autonomía fenoménica. Los primeros expe-rimentos con consonantes inglesas, transmiti-das con distorsión de su frecuencia y enmasca-radas al azar con ruidos, han confirmado quela percepción de cada uno de estos rasgos esrelativamente independiente de la percepciónde los otros, como si lo que se pusiera en jue-go fueran «varios canales simples e indepen-dientes en lugar de un solo canal complejo»29.

•' G. A. MILLER y P. E. N'ICELV: «An Analysis of per-ceptual confusions among some English consonants»,Journal of the Acoustical Society of America, XXVII(1955). También puede esperarse una comprobaciónfructífera de la existencia de rasgos distintivos a nivelperceptivo de los experimentos que se están llevandoa cabo en los Laboratorios Haskins, de Nueva York,sobre la percepción de sonidos verbales sintéticos.Además, un estudio cuidadoso de ¡as asociaciones si-nestésicas entre rasgos fonemáticos y atributos de

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Para el psicólogo, cada atributo se define,mediante la reacción diferencial a un estímulo"por parte de un oyente sometido a una deter-iminada tarea (Aufgabe). Aplicándolo a los so~fnidos verbales, esta tarea está determinada por?la actitud del oyente que decodifica el mensajerecibido y cada uno de los componentes, reía-;cionándolos con el código que el hablante y él?comparten. Así, el papel de los componentes-sonoros y de sus combinaciones en el sistema.;lingüístico está implícito en la percepción del?habla. Para encontrar los elementos articula-:torios, acústicos y perceptivos del sonido que;se utilizan en un lenguaje dado, debemos guiar-?nos por sus reglas de codificación: un análisisfisiológico, físico y sicológico eficaz de los so-:nidos verbales requiere una previa interpreta-ción lingüística de los mismos.

3.7.1 La consideración de diferentes etapas en.iC el estudio de los rasgos distintivos.

A fin de decodificar el mensaje, su receptor |extrae los rasgos distintivos de entre los datosíde la percepción. Cuanto más cerca estemos?

color ha de proporcionar datos sobre el aspecto per-.-ceptivo de !os sonidos verbales. Parece existir cierta,afinidad fenoménica entre cromatismo óptimo (rojoípuro) y densidad vocálica, cromatismo atenuado!(amarillo-azul) y difusión vocálica, acromatismo óp-itimo (negro-blanco) y difusión consonantica, acroma-ítismo atenuado (grises) y densidad consonantica, así*como entre el eje de valores de los colores (oscuro-*claro) y el eje de tonalidades del lenguaje.

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durante nuestra investigación del punto de des-tino del mensaje, con mayor rigor podremosmedir la información transmitida por la ca-dena sonora. Ello determina una jerarquía ope-rativa de niveles de acuerdo con su relevanciadecreciente: nivel perceptivo, nervioso-auditi-vo, físico-acústico y motor (este último notransmite directamente información alguna,salvo cuando el oyente acude a la lectura delos labios). La experiencia auditiva constituyeel único aspecto del mensaje codificado que dehecho comparten el emisor y el receptor, pues-to que el que habla se oye comúnmente a símismo.

En el proceso de la comunicación no se dauna inferencia unívoca de cada estado a partirdel anterior. Con cada etapa recorrida aumen-ta su carácter selectivo; algunos elementos deun estado anterior dejan de ser pertinentes decara a todo estado sucesivo y cada momentode un estado posterior puede ser función dediversas variables del precedente. La medidadel canal bucal permite una predicción exactade las ondas sonoras que va a producir, peropuede lograrse un efecto acústico idéntico pormedios radicalmente diferentes. Análogamente,una misma característica de la sensación audi-tiva puede provenir de diferentes estímulos fí-sicos.

El improbable supuesto teórico de que exis-te una relación más estrecha entre la percep-ción y la articulación que entre la percepcióny su estímulo inmediato no puede confirmarseexperimentalmente: la realimentación (feed-

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back) cenestésica del oyente desempeña unípapel muy secundario e incidental. No es raro'que consigamos distinguir de oído fonemas exltranjeros sin haber llegado a dominar su pro-?ducción y, en el proceso infantil de aprendizaje,?de un idioma, la facultad de discriminar entrelos fonemas de los adultos suele preceder aluso de los mismos.

Las oposiciones distintivas pueden especifi-carse con relación a cualquier etapa del acón-!tecimiento verbal, desde la articulación hastafla percepción y la decodificación, con la única!condición de que los invariantes de toda etapa!se escojan y comparen entre sí en términos deílas etapas sucesivas, dado el hecho evidente!de que hablamos para ser oídos-y hemos de*ser oídos para que se nos entienda.

Aquí sólo hemos descrito los rasgos distin-jtivos en términos acústicos y motores, porque Iestos aspectos son los únicos acerca de los cua-'Sles poseemos hoy por hoy una información de-^tallada. Cada uno de estos modelos debe pro-fporcionarnos el cuadro completo de las distin-J|ciones últimas e irreductibles. Pero, dado quefla articulación es al fenómeno acústico lo quejel medio al efecto, la clasificación de los datos Iarticulatorios debe hacerse con referencia a mo-1délos acústicos. Así es como la clasificación §articulatoria de las consonantes en cuatro gru-1pos —velares, palatales, dentales y labiales—se reduce, en el plano acústico, a dos oposicio-nes binarias: por un lado, la oposición grave/agudo, pues las labiales y las velares concen-tran su energía en las frecuencias más bajas

del espectro, a diferencia de las dentales y laspalatales, que la concentran en las frecuenciaselevadas; por otro lado, la oposición denso-/difuso, puesto que las velares y las palatales sedistinguen de las labiales y las dentales por lamayor concentración de su energía. El tonograve de labiales y velares se debe a lo amplioe indiviso de la cavidad bucal que las producey el agudo de dentales y palatales a que se ar-ticulan con un resonador más reducido y frag-mentado. Por ello, en el plano motor, la dife-rencia decisiva es la que deriva de la situacióncentral —dentales o palatales— o periférica—labiales o velares— del estrechamiento queda lugar a la producción de los fenómenos. Unaidéntica diferencia articulatoria opone las vo-cales velares a las palatales (posteriores-ante-riores) como graves a agudas. Un mayor volu-men de la cavidad de resonancia delante delpunto de articulación y, por tanto, un volumenmenor detrás de éste distingue las consonan-tes velares de las labiales y las palatales de lasdentales, dando a velares y palatales su carác-ter denso. El mismo factor articulatorio dalugar a que las vocales abiertas sean densas ylas cerradas difusas. Hubiera sido mucho másdifícil dar con el denominador común de lasdistinciones entre consonantes labiales y denta-les y consonantes o vocales velares y palatales,así como con el denominador común de las dis-tinciones entre velares y labiales, palatales ydentales y vocales abiertas y cerradas, si no sehubieran tenido en cuenta las oposiciones, evi-

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dentes desde los puntos de vista acústico y per-ceptivo, grave/agudo y denso/difuso.

Aunque todos los observadores admitían que,entre las plosivas, las africadas labiodentales;alveolares (hissing), postalveolares (hushing)y uvulares se oponen por su ruido de fricción alas oclusivas bilabiales, dentales, palatales y ve-lares, sin embargo se pasaba generalmente poralto la oposición similar entre las constricti-"vas.(fricativas) correspondientes, pese a que to-_das aquellas africadas, al igual que las fricati-vas homoorgánicas, se caracterizan por una es-pecial turbulencia debida a la presión con quese fuerza el paso del aire por un obstáculo adi-cional (el borde de ios dientes o la úvula). En"el espectrograma, la distribución azarosa de las!zonas negras que producen estas consonantes-estridentes, comparada con los trazos bastante!más regulares de las mates, da la única clave?diferencial de tales pares y esta clave, común';a todos los pares en cuestión, revela una clara"oposición binaria.

3.7.2 Nomenclatura de los rasgos distintivos.}

La terminología tradicional recurría indiscri-:minadamente a diferentes aspectos del acto*del habla: términos como nasal, palatal, labiali-zado, glotalizado, procedían del plano motor;'otros vocablos (sonoro, tono, alto, decreciente,;lenis, líquido) se referían en parte al aspecto "acústico y en parte al perceptivo, e incluso, :

cuando se empleaba un término figurado, éste

se basaba de algún modo en la experiencia fe-noménica. Siempre que existe un término tra-dicional para designar el rasgo que definimos,lo usamos independientemente del momentodel acto verbal a que haga referencia; porejemplo, nasal/oral, tenso/flojo, sonoro/sordo,tónico/átono. Se conserva el término articula-torio tradicional en tanto que señala un impor-tante criterio de clasificación del sonido trans-mitido, percibido y decodificado. En varios ca-sos, sin embargo, no existe un término foné-tico consagrado para referirse al rasgo que de-finimos. Para tales rasgos tomamos términosde la acústica o de la psicoacústica. Pero comotodos estos rasgos son definibles, y de hechose han definido, tanto en el plano acústico comoen el motor, cada uno de ellos podría con igualderecho tomar un nombre acuñado en funciónde su aspecto articulatorio, como anterior¡pos-terior, en vez de denso/'difuso, de bordes rugo-sos/de bordes lisos en vez de estridente/mate,periférico/central en vez de grave/agudo, deabertura estrechada/de abertura no estrechadaen vez de bemolizado/normal y de aberturaampliada/de abertura no ampliada en vez desostenido/normal.

No se trata de reemplazar una clasificaciónarticulatoria por otra acústica, sino únicamen-te de descubrir los más eficaces criterios dedivisión válidos para ambos aspectos.

69

I V . LOS SISTEMAS FONEMATICOS czo2tnIc/i

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4.1 La estratificación: la sílaba base (nuclearsyllable).

Por lo general, el lenguaje infantil comienzacon lo que los psicopatólogos han denominado«período labial», período que es también elúltimo del proceso de disolución del lenguajeque anuncia en la afasia su completa pérdida.Durante esta fase, los hablantes sólo son ca-paces de articular un tipo de enunciado, quesuele transcribirse /pa/. Desde el punto de vis-ta articulatorio los dos componentes de esteenunciado representan configuraciones opues-tas del canal vocal: en ,/p/ la cavidad se hallacerrada en su extremo anterior, mientras queen /a/ se abre al máximo ¡a parte externa, es-trechándose a la vez por detrás hasta adoptarla forma cónica de un megáfono. También enel plano acústico está claro que no se trata deuna combinación de dos extremos: la oclusivabilabial presenta un estallido sonoro momentá-

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neo, sin que en ninguna banda de frecuenciaaparezca una gran concentración de energía,mientras que en la vocal /a/ no hay propia-mente límite1 de duración y la energía se con-centra en una zona relativamente reducida demáxima perceptibilidad. En el primer elemen-to tenemos una estricta limitación de duración,pero ninguna en lo que respecta a la frecuencia;en el segundo, en cambio, ninguna limitacióntemporal pero una reducción máxima del cam-po de frecuencia. Por consiguiente, la oclusiva -difusa, en la que se reduce al máximo la ener-gía empleada, es el fonema más próximo alsilencio, mientras que en la vocal abierta segasta la mayor cantidad de energía de que escapaz el aparato fonador humano.

Esta polaridad entre un máximo y un mí-nimo de energía, aparece inicialmente bajo laforma de contraste entre dos unidades sucesi-vas.—la consonante óptima y la vocal ópti- jma. Así se establece el primer marco en que -"se encuentran los fonemas: la sílaba. Dado quemuchas lenguas carecen de sílabas sin una con-sonante prevocálica y/o con una consonantepostvocáiica, el modelo CV (Consonante+ Vo- ical) es el único modelo universal de la sílaba.

4.1. 1 El papel de la consonante nasal.

La elección entre /pa/ y /a/ y/ó ,'pa/ y /ap/puede resultar el primer vehículo de significa-do en las manifestaciones más tempranas del

lenguaje infantil. No obstante, lo usual es queel niño conserve durante un tiempo un esque-ma silábico constante, haciendo de cada unode sus elementos por separado (primero la con-sonante y luego la vocal) términos diferencia-les alternativos.

Casi siempre, la oclusiva oral, que empleauna sola cavidad cerrada, encuentra su contra-partida en la consonante nasal, que añade alcanal principal cerrado otro subsidiario abier-to, completando así los rasgos específicos deuna oclusiva con una característica vocálica se-cundaria. Antes de aparecer la oposición conso-nantica nasal/oral, la consonante se distinguíade la vocal por su canal cerrado frente al canalabierto de esta última. Una vez que la conso-nante nasal se opone a la oral en función de lapresencia o la ausencia de un canal abierto, elcontraste consonante/vocal se interpreta denuevo, ahora con respecto a la correlación pre-sencia/ausencia de un canal cerrado.

Aparecen después varias nuevas posiciones,que vienen a atenuar y modificar el contrasteóptimo inicial de consonantes y vocales. Todasestas formaciones posteriores alteran de algúnmodo, al articularse, la forma del resonadorbucal, mientras que la nasalización se limitabaa añadir una cavidad de resonancia secundariaa la de la boca sin cambiar la configuración niel volumen de ésta.

La oposición de la consonante nasal y la oral,que se cuenta entre las más tempranas adqui-siciones del niño, es generalmente la oposición

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consonantica más resistente a la afasia, y existe délo triangular de fonemas (o, al menos, de fo-n todas Jas lenguas del mundo, salvo en algu-1 nemas orales, en caso de que ya haya aparecido

nos idiomas indios de Norteamérica i J I-J J\icarnenca. e[ r aSgO de nasalidad).

4.1.2 El triángulo primario. *

• *

La oposición oclusiva oral/oclusiva nasal |puede ir, sin embargo, precedida de la escisión "•-de ¡a oclusiva en dos términos opuestos, uno i-labial y otro dental. Una vez que ha surgido el.Icontraste CV, fundado en un atributo del so-jnido, la perceptibilidad, es psicológicamente!previsible la utilización del otro atributo bá- -sico: el tono. Así se constituye la primera opo- ísición tonal, la de grave y agudo, o, dicho de iotro modo, la engendrada por la concentración fde la energía en las zonas de frecuencia altas o fbajas del espectro. En /p / predomina el extre-1mo inferior de éste; en / t / el superior. Es muy fnatural que el primer rasgo de tonalidad noafecte a la vocal /a/, cuya energía se concen- :

tra en una estrecha región central del espectro, ?sino a la consonante /p/ , con su máxima difu-fsión de la energía por una amplia banda de fre-,4cuencia. "

En este estadio, el polo /a/ de energía ele- ;vada. concentrada contrasta con las dos oclusi- 2vas de baja energía /p / y /t/. Ambas oclusivas Ise oponen una a otra, de acuerdo con el predo- 1minio de uno u otro extremo del espectro de Ifrecuencia, en cuanto polos grave y agudo. Estas |dos dimensiones constituyen la base de un mo-

4.1.3. La escisión del triángulo primario en untriángulo consonantico y otro vocálico.

A la aparición del primer rasgo tonal conso-nantico sigue la primera escisión vocálica. A lapolaridad de dos unidades sucesivas CV, basa-da en el contraste energía reducida/total deenergía, se añade la de dos posibilidades vocá-licas, basada en la oposición entre una concen-tración energética baja y otra elevada. A la úni-ca vocal, la densa /a/, se opone una vocal di-fusa. En lo sucesivo, tanto la sección consonan-tica como la vocálica del triángulo primarioconstruyen cada una un modelo lineal propio—el eje consonantico grave/agudo y el eje vo-cálico denso/difuso.

Las consonantes repiten esta oposición origi-nariamente vocálica, de modo que la base con-sonantica del triángulo viene a completarse conun vértice consonantico — la oclusiva velar que

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ya Grimm había definido con justicia como «lamás completa de cuantas consonantes puedenproducirse».

La oposición tona!, originariamente conso-nantica, puede a su vez extenderse al sistemavocálico: es naturalmente la vocal difusa dela que se escinde en una grave y otra aguda,dotando así al extremo superior del triángulogeneral con una línea transversal /u/ • / i / .

De esta forma, el triángulo primario, antes úni-co, viene a escindirse en dos sistemas bidimen-sionales autónomos — el triángulo consonan-tico y el vocálico.

4.1.4 Formación del sistema de rasgos de re-sonancia oral.

Tanto el sistema consonantico como el vocá-lico pueden adoptar ulteriormente un modelocuadrangular, en vez del triangular, admitien-do la diferenciación de velares y palatales en-tre las vocales abiertas y/o las consonantes.De esta forma, la correlación grave/agudo se

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extiende a las vocales y/o consonantes, densas.En las lenguas del mundo, sin embargo, pre-domina el modelo triangular sobre el cuadran-gular en lo que respecta a las vocales, y, másaún, a las consonantes; es el modelo mínimo,tanto para el sistema consonantico como parael vocálico, con las escasísimas excepciones enque, bien las vocales, bien las consonantes—nunca ambos grupos—, adoptan un esquemalineal. En los contados casos que responden aeste esquema, las vocales se distinguen segúnlos rasgos denso y difuso y las consonantes,casi invariablemente, según los rasgos de tona-lidad. Por lo tanto, ninguna lengua carece delas oposiciones grave/agudo y denso/difuso,mientras que cualquier otra oposición puedefaltar.

Son las variaciones de volumen y forma delresonador bucal las que dan lugar a la oposi-ción grave/agudo. En las primeras etapas delhabla infantil, en las afasias avanzadas y ennumerosas lenguas del mundo, se añaden a es-tas variaciones otras en el tamaño de uno oambos orificios de la cavidad bucal. La reduc-ción de los orificios anterior y posterior, juntocon un resonador ampliado y no dividido, pro-duce un descenso de las frecuencias de reso-nancia, mientras que la acción combinada delos orificios dilatados y de una cavidad empe-queñecida y fragmentada eleva dichas frecuen-cias. Pero los cambios de tamaño de cada unode estos orificios pueden llegar a producir efec-tos de modo autónomo, poniendo en juego ras-

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gos de tonalidad secundarios (bemoles y/o sos-*tenidos).

El desarrollo de los rasgos de resonanciaoral en el habla infantil constituye toda unacadena de adquisiciones sucesivas ligadas entresí por leyes de implicación. Damos a continua-ción un cuadro que intenta representar estaserie temporal; en él se usan los términos ar-fticulatorios tradicionales para designar las dis-tinciones adquiridas y se asigna a cada adquisi-ción una serie de números precedida de 0,\o sea, que se escribe cada serie como si se tra-tara de una fracción decimal. Estas seríes nu-méricas se han compuesto de modo que si sefasigna la serie Si a una distinción A y la Se-rie S2 a una distinción B y Si es la subserie ini-;cial de S2 (siendo Si la subserie inicial de S2 silas primeras cifras de S2 son idénticas a Si, porejemplo, Si =0,19 y _S2=0,195), entonces la ad-quisición de la distinción B implica la previaadquisición de A. El valor numérico y el núme-ro de cifras carecen de otro significado. Es ob-vio que el niño sólo adquirirá las distincionesque existan en la lengua que esté aprendiendo.

IConsonantes: dentales/labiales 0,1Vocales: cerradas/abiertas 0,11Vocales cerradas: palatales/velares.... 0,111Vocales abiertas: palatales/velares ... 0,1111Vocales palatales cerradas: labializa-

das/no labializadas 0,1112Vocales palatales abiertas: labializa-

das/no labializadas 0,11121

Vocales velares: no labializadas/labia-lizadas 0,1113

Consonantes: velopalatales/labiales ydentales 0,112

Consonantes: palatales/velares 0,1121Consonantes: labializadas/no labiali-

zadas o faringalizadas/no faringali-zadas 0,1122

Consonantes: palatalizadas/no palata-lizadas 0,1123

4.1.5 Los rasgos de sonoridad y su relacióncon la consonante y la vocal óptimas.

La escasa concentración de la energía quemuestra la vocal difusa la aleja de ¡a vocalóptima, densa, acercándola a las consonantesy, de modo inverso, la escasa difusión de laenergía en las consonantes densas las separade la consonante óptima aproximándolas a lavocal.

En las consonantes nasales, el nuevo reso-nador abierto añade al espectro de la oclusivaoral unos formantes nasales claramente defini-dos. La resonancia nasal aproxima las conso-nantes a las vocales y, por otra parte, cuandose añade a un espectro vocálico, oscurece losotros formantes y aparta la vocal de su mo-delo óptimo.

La consonante óptima, oclusiva, se opone ala constrictiva que atenúa la reducción conso-nantica de la energía. Los fonemas oclusivosson adquiridos antes por los niños, y perdidos

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más tarde por los afásicos, que los constric-tivos. Hay en el mundo varias lenguas que ca-recen de constrictivas, pero ninguna que ca-rezca de oclusivas.

La aparición de Las líquidas, en las que secombina la definida estructura de los forman-tes del espectro vocálico con la reducción con-sonantica de la energía, sustituye el contrasteconsonante/vocal por dos oposiciones autóno-mas: consonantico/no consonantico y vocálico/no vocálico. Mientras que el rasgo consonan-tico (la reducción de la energía) está repre-sentado de modo óptimo en la oclusiva, quetiende a constituir una única pulsación, el ras-go no vocálico (la ausencia de una estructurade formantes definidos) se manifiesta de modoóptimo en la consonante estridente, que tiendea ser un ruido neutro. Por ello, el que los ras-gos interrupto/conünuo y estridente/mate seemancipen uno de otro, implica la previa ad-quisición de una líquida en la que se combinenlos rasgos autónomos vocálico y consonantico.De hecho, las constrictivas mates, que se. opo-nen a las constrictivas estridentes; o las plosi-vas estridentes (africadas), que se oponen a las^plosivas mates (oclusivas), no se presentan en,el lenguaje infantil antes de que aparezca laprimera líquida y, en la afasia, desaparecencuando las líquidas >e han perdido.

Las plosivas estridentes, a diferencia de lasmates, atenúan ¡a reducción consonantica dela energía. Las constrictivas mates se apartan:del óptimo no vocálico que suponen las cons-:trictivas estridentes; concretamente, de su ca-

rácter marcadamente ruidoso. Una idéntica es-cisión del rasgo consonantico, por un lado, ydel no vocálico, por otro, se manifiesta, respec-tivamente, en la aparición de las líquidas y enla de las oclusivas estridentes. Ello explica la«extraña pero extendida» permutabilidad delas oclusivas estridentes y las líquidas, latera-les sobre todo, que Bouda señala en las len-guas manchútungües y paleosiberianas 30.

Dado que la nasalidad, al añadir una estruc-tura de formantes claramente definida al esque-ma consonantico, acerca las consonantes a lasvocales, y que las líquidas reúnen el rasgo con-sonantico y el vocálico, resulta ventajoso agru-par nasales y líquidas bajo el término comúnde sonantes. Por otro lado, el carácter conso-nantico de estos dos grupos se encuentra refor-zado en fonemas relativamente infrecuentes,como las nasales interruptas (las llamadas oclu-sivas prenasalizadas) y las líquidas estridentes(las laterales o vibrantes sibilantes).

Los fonemas orales que se articulan con elcanal vocal obstruido tienen su fuente de ruidoen la obstrucción, y, si usan la sonoridad, escomo fuente secundaria, mientras que en aque-llos que se articulan con el canal despejado lasonoridad es la fuente principal. Mientras quela consonante óptima es sorda y la vocal ópti-ma sonora, la sonorización de las consonanteso, en muy raras ocasiones, el ensordecimientode las vocales, representan uno de los varios

•10 K. BOUDA: «Lateral und Sibilant», Zeitschrift fürPhonetik, I (1947).

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procedimientos de atenuar el contraste má~ximo CV.

Dado que las consonantes se caracterizanprimordialmente por la reducción de la ener-gía, la consonante óptima es floja, pero pos-teriormente puede oponerse a eila una conso-nante ten^a que atenúe igualmente el contrasteentre consonante y vocal. Lo normal, sin em-bargo, es que la consonante sonora tenga me-nor energía que la sorda, por lo cual, en laoposición de las consonantes tensas y flojas,el rasgo flojo suele ir acompañado del sonoroy el tenso del sordo, de modo que la consonan-te que es óptima en un sentido (reducción de*la energía) se aparta en otro (sonorización) delóptimo consonantico. Si ambas oposiciones ac-túan en una lengua de manera autónoma, a la-consonante que sea doblemente óptima seopondrán dos fonemas, una tensa sorda y unafloja sonora, que derivan hacia el carácter vo-cálico. Un paso más en esta dirección suponen!,las consonantes dotadas de los rasgos distin-tivos de tensión y sonoridad, como el fonema,-/dc/ en algunas lenguas de la India.

Generalmente, la energía total de una vocalaumenta a la vez que la concentración de suenergía (densidad), pero en las vocales ten-sas, a diferencia de las flojas correspondientes,,la energía total aumenta a medida que la con-centración de la energía disminuye. Esta inver-sión aparta las vocales tensas del óptimo vogcalicó.

Las consonantes recursivas o eyectivas tie-ynen una duración limitada, pero considerable

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energía, lo cual las aleja del óptimo consonan-tico. Si una lengua posee las dos oposiciones,recursiva/infraglotal y tensa/floja, en ella seoponen a la consonante óptima, que será flojae infraglotal, dos fonemas: uno recursivo (glo-talizado) y otro tenso. Puede presentarse, encasos excepcionales, una doble atenuación delóptimo consonantico, cuando un mismo fone-ma, como el avar /K'/, reúne los rasgos tensov recursivo.

Por lo tanto, todos los rasgos distintivos in-herentes se alinean según dos ejes. De un lado,as oposiciones fundadas en el eje de las sono-ridades se escinden de diversos modos y ate-núan el contraste primario entre la consonante

la vocal óptimas, dando así lugar a distin-ciones más sutiles y específicas. Del otro, lasoposiciones que ponen en juego el eje de lastonalidades, perpendicular al de las sonorida-des, surgen originariamente en cuanto contra-partida y corolario del contraste vocal óptima/consonante óptima y, ulteriormente, como co-rolarios de ia oposición vocal densa óptima//ocal difusa atenuada o consonante difusa óp-ima/consonante densa atenuada.

4.2 La escala dicotómica.

Aunque desarrollándose con total indepen-dencia mutua, el análisis fonemático y la teoríamatemática de la comunicación han llegado enos últimos años a conclusiones fundamental-mente similares y complementarias que hacen

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posible una cooperación muy fructífera entreambas disciplinas3l. Todo mensaje habladoofrece al oyente dos series de información com-plementarias: por un lado, la cadena de fone-mas proporciona una información codificada enforma de secuencia, y, por otro, cada fonemase compone de varios rasgos distintivos. El nú-mero total de estos rasgos equivale al númeromínimo de selecciones binarias necesario paradeterminar un fonema. Al reducir la informa-ción fonemática contenida por una secuenciaal número mínimo de posibilidades escogidas,hallamos la solución más económica y, portanto, la mejor: el número mínimo de las ope-raciones más elementales suficientes para per-mitir la codificación" o la decodificación delmensaje completo. Cuando tratamos de redu-cir una lengua dada a sus componentes últi-mos, estamos buscando el más pequeño con-junto de oposiciones distintivas que permitaidentificar cada fonema de los mensajes trans-mitidos en dicha lengua. Tal búsqueda requie-

31 Por lo que se refiere a los procedimientos dela teoría de la comunicación utilizables en el análisisfonemático, véanse en particular C. E. SHANNON y W.V/EAVER: The mathematical ib.tory of communication(Urbana, 1949); C. E. SHANNON: «The redundancy ofEnglish», Cyberneiics, Transactions of the SeventhConference (New York, 1951); D.M. MACKAY: «In searchof basic symbols», Cybentetics, Transactions of theEighth Conference (N'ew York. 1952); D. GABOR: «Lee-tures on communication theory», M. I. T., ResearchLaboratory of Electronics, Report, núm. 238 (1953);E. C. CHERRY: Human communication (Wiley & Sonsy The Technology Press, Nueva York, 1957). Cf. I. POL-LACK: «Assimilation of sequentially encoded infoma-tion», American Journal of Psychology, LXVI (1953).

re aislar los rasgos distintivos de los rasgosredundantes simultáneos o adyacentes., Si en una lengua un mismo fonema se rea-liza como oclusiva palatal ante /i / , como afri-cada postalveolar ante /e/ y como oclusivavelar en todas las demás posiciones, debe defi-nirse el invariante como consonante densa (an-terior), distinta de las consonanes difusas (pos-teriores) /p / y /t/ de la misma lengua. Mien-tras que en este ejemplo los rasgos redundan-tes dependían de los distintivos del fonema si-guiente, el sistema consonantico francés nosofrece otro de cómo los rasgos redundantespueden depender de los rasgos distintivos si-multáneos. En dicha lengua, el carácter densode una consonante viene dado por una articu-lación velar cuando se halla unido a la plosiónen /k/ y /g/, por una articulación palatal cuan-do se halla unido a la nasalidad en /ji/ y poruna articulación postalveolar cuando se com-bina con una constricción en / ! / y /3/.

Semejante separación de rasgos distintivosy redundantes no sólo permite identificar todoslos fonemas que están en juego, sino que cons-tituye la única solución, pues cualquier otroanálisis de los cinco fonemas franceses que he-mos visto se apartará de la solución óptima.Los quince fonemas consonanticos francesesque resultan de un estudio como el nuestropueden comprenderse a partir de solamentecinco decisiones binarias: nasal/oral; para losfonemas orales continuo/interrupto y tenso/flojo; denso/difuso y, para los fonemas difu-sos, grave/agudo. Toda consonante francesa

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contiene de dos (densa nasal) a cinco rasgosdistintivos.

Si fueran a considerarse distintivas las defi-iciones basadas en el punto de articula

y redundante la diferencia entre fricatioclusiva, sería nrpr.'r.

^.n^íuerarse distintivas lasniciones basadas en el punto de articulación,y redundante Ja diferencia entre fricativa yoclusiva, sería preciso, para identificar las seisconsonantes sordas HPI P«-™-ricv.i5ü, para id< _ „»,„consonantes sordas del francés —¡a velar /k/,¡a postalveoíar / / / , ¡a alveolar / s / , la dental/:/, Ja labiodentaí /f/ y la bilabial /p / 32—, re-currir a quince distinciones en lugar de tres,según la fórmula matemática elemental que in-dica Twaddell (1935): «Si x es el número má-ximo de diferenciaciones fonológicas significa-tivas en un nivel articulatorio dado de una len-gua, entonces 2x — n (n — 1), siendo n el nú-mero máximo de fonemas de ese nivel.» Ade-más, algunas de las delicadas distinciones basa-das en el punto de articulación tienen la des-ventaja de que apenas pueden distinguirse acús-ticamente por sí mismas. Finalmente, correla-ciones como /s/-/f/ y / t / - /p/ se basan en uncriterio diferencial común, la oposición de con-sonantes agudas y graves, debido a la existen-cia de una misma relación entre los tamañosy formas del resonador bucal. También Jascorrelaciones /k/-/t/ y ///-/s/ representan (tan-to acústica como genéticamente) una mismaoposición, basada en Ja relación paralela quemuestran entre Jos resonadores anterior y pos-terior, de modo que operar con ambos pares

: The Phonetics

como si los distinguieran rasgos diferentes dalugar a redundancias innecesarias.

Esta reducción del lenguaje a rasgos distin-tivos debe llevarse a cabo de forma coherente.Si, por ejemplo, el fonema checo / I / , que pue-de aparecer en las mismas posiciones que lostreinta y dos restantes fonemas de esa lengua,se considera «una unidad distintiva no-anali-zable», serán precisas treinta y dos relacionesno analizables para distinguirlo de los otrostreinta y dos fonemas, mientras que si se des-compone en Jos tres rasgos que lo constituyen—vocálico, consonantico y continuo—, su rela-ción con el resto de los fonemas del sistemaqueda reducida a tres selecciones binarias.

El principio de eliminar el máximo de redun-dancias y conservar el mínimo de correlacionesfonológicas distintivas permite dar una res-puesta afirmativa a la decisiva cuestión queplanteó Chao en 1934 de si la búsqueda de loscomponentes últimos de una lengua dada llevao no a una solución única M. No es menos im-portante ¡a pregunta que se hace posteriormen-te (1954) de si la escala dicotómica constituyeun principio rector que el analista puede sobre-poner con éxito al código lingüístico o bien esinherente a la estructura del lenguaje34. Hayvarios argumentos de peso en favor de estaúltima solución.

33 Y. R. CHAO: «The non-uniqueness of phonemicsolution of phonetic systems», Academia Sínica, Ins-titute of History and Phiiology, Bulletin, IV (Shan-ghai, 1934).

•M Y. R. CHAO, recensión de JAKOSSON, F.A.VT y HALLE:Preliminaries... en Romance Phiiology, VIII (1954).

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En primer lugar, un sistema de rasgos dis-tintivos basado en relaciones de implicaciónmutua entre ambos términos de cada oposi-ción binaria es el código óptimo, por lo queresulta insostenible el supuesto de que los ha-blantes recurran para sus operaciones de codi-ficación y decodificación a un conjunto de cri-terios diferenciales más complicado y menoseconómico. Experimentos recientes revelan quelas manifestaciones auditivas multidimensiona-les se aprenden y perciben más fácilmente quede ningún otro modo cuando se hallan codifi-cadas según un sistema binario 35.

En segundo lugar, el código fonemático seadquiere en los primeros años de ¡a infancia yla psicología muestra que, en la mente del niño,el par es anterior a los objetos aislados 3Ó. La

M I. POLLACK y L. FICKS: «Information of elemen-tary muiti-dimensional auditory displays», Journal ofthe Acousiical Society of America, XXVI (1954).

* Véase H. WAI.LON: Les origines de la pensée diezl'enfant, I (París, 1945). Por lo que respecta al papeldecisivo de las fisiones binarias graduales en e! desa-rrollo del niño, véase T. PARSONS y R.- F. BALES: Fami-ly, socialization and interaction process (Glencoe,1955).

N. del T.—ti. RUWET y A. ADLER, autores de la ver-sión francesa de esta obra, .remiten aquí a un pasajedel libro de VVallon que cita JAKOBSOM en Retrospect,artículo publicado como apéndice al tomo I de susSelected Writings (Phonological Suidies, Mouton &Co., La Haya, 1962, pp. 629-65S); a continuación tra-duzco esa cica:

«El pensamiento no existe sino merced a las estruc-turas que introduce en las cosas... Lo que puedecomprobarse en el origen es la existencia de elemen-tos apareados. El elemento de pensamiento es estaestructura binaria, no los elementos que la consti-tuyen... La pareja o el simple par son anteriores al

oposición binaria es la primera operación ló-gica que realiza un niño. Ambos correlatos sur-gen simultáneamente, forzando al niño a esco-ger uno de ellos suprimiendo el otro.

En tercer lugar, casi todos los rasgos distin-tivos muestran una estructura indiscutiblemen-te dicotómica en el plano acústico y, por con-siguiente, también en el plano motor. De losrasgos inherentes sólo la distinción vocálicadenso/difuso suele presentar un mayor núme-ro de términos (tres por lo general). Por ejem-plo, /ae/ es a /e / como fe/ es a /i/: la mediageométrica /e/ es no densa con respecto a /ae/y no difusa con respecto a / i / . Los experimen-tos psicológicos según los cuales la mezcla de/ae/ y de / i / produce /e/ confirman lo peculiarde este rasgo vocálico ". En cambio, experimen-tos paralelos de mezcla de vocales situadas enel eje de las tonalidades han mostrado que dos

elemento aislado... Sin esa relación inicial que es lapareja, todo el ulterior edificio de las relaciones seríaimposible... No hay pensamiento puntiforme, sinodesde el primer momento dualismo o desdoblamien-to... Por lo general, toda expresión, toda noción estáíntimamente unida a su contrario, de tal modo queno puede pensarse sin él...- La delimitación más sim-ple, más visible, es la oposición. Una idea se defineprimero y más fácilmente que de otro modo algunoa través de su contrario. La relación entre sí y no,blanco y negro, padre y madre, se vuelve como au-tomática de tal modo que parecen venir a los labiosal mismo tiempo y que hace falta una especie deesfuerzo para reprimir aquel de los dos términos queno conviene... El par es a la vez identificación y di-ferenciación.»

37 Véase K. HUBER: «Die Vokalrnischung und dasQuaütáiensystem der Vokale», Archiv für Psycholo-gie, XCI (1934).

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vocales, una grave y otra aguda, producidassimultáneamente, no se perciben como si setratara de una sola vocal: /u/ e / i / no se fun-den en /y/. La correlación grave/agudo da lu-gar a una oposición claramente binaria. Comoel segundo formante de /y/ es más alto queel de /u/ y más bajo que el de / i / , y la cavidadde resonancia de /y/ es más corta que la de/u/ y más larga que la de /i / , se ha intentadoincluir estas tres vocales en una sola catego-ría 38. Pero genéticamente las distinguen carac-terísticas por completo dispares: la diferenciade tamaño en la abertura de los labios engen-dra la distinción de /y/ e / i / y la diferencia detamaño y forma de resonador mismo, la de /y/y /u/. En el plano acústico la distinción entrevocales graves y agudas se refleja en la proxi-midad relativa del primero y el segundo for-mante, la cual tiene como consecuencia unaclara debilitación de los formantes superiores,mientras que la distinción entre vocales bemo-lizadas y normales se debe sobre todo a un des-censo del segundo formante 39.

38 Véase, por ejemplo, F. DELATTRE: «The physiolo-gical interpretation of sound spectrograms», Proce-edings of the Modern Language Association, LXVI(1951).

39 Cf. JAKOBSON, FA\T y HALLE: Pr• eliminarles..., pá-gina 48: H. K. DUNN: «The calcuiation of vowel reso-nances, and an electrical vocal tract», Journal of theAcoustical Society of America, XXII (1950), pág. 650;K. N. STEVEMS y A. S. HOUSE: «Development of a quan-títative description of vowel articulation», ibidem,XXVII (1955): FANT y HALLE dan detalles a este res-pecto en los primeros volúmenes de la serie Descrip-tion and Analysis of Contemporary Standard Russian(Mouton and Co., La Haya, 1959 y 1960).

De modo análogo, el intento de proyectar lasoposiciones vocálicas tenso/flojo y denso/difu-so sobre un mismo eje tropieza con las marca-das diferencias de naturaleza física que mues-tran "°, con lo diverso de las funciones que des-empeñan en la estructura lingüística y con lasnotables trabas que semejante enfoque unidi-mensional pone al análisis.

Por último, diremos que la aplicación de laescala dicotómica pone tan en evidencia la es-tructura estratificada de los sistemas fonema-ticos, las leyes de implicación que los rigen y latipología de las lenguas, que deja plenamentede manifiesto que tal escala es inherente al sis-tema lingüístico.

4.3 El aspecto espacio-temporal de las opera-ciones fonemáticas.

Si existe alguna diferencia entre los sistemaslingüísticos de dos comunidades, el diálogoentre miembros de ambas requiere que el oyen-te se adapte al hablante y/o el hablante aloyente. Tal adaptación puede referirse a todoslos aspectos de la lengua o sólo a una pequeñaparte de ellos. A veces solamente resulta afec-tado el código fonemático. Tanto por parte deloyente como por la del hablante caben diferen-

40 Véase en particular L. BARCZINSKI y E. THIENHAUS:«Klangspektren und Lautstárke deutscher Sprachlau-te», Archives néerlandaises de phonétique experimén-tale, XI (1935).

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tes grados en este proceso, que los teóricos dela comunicación denominan con propiedad con-mutación de código. El receptor, al tratar decomprender al emisor, y/o éste al tratar de ha-cerse comprender, concentran su atención enaquello que sus respectivos códigos tienen decomún en el fondo. Un grado superior de adap-tación representa el esfuerzo por vencer lasdiferencias fonemáticas mediante reglas de con-mutación que aumentan la inteligibilidad delmensaje para su destinatario. Una vez que sehan encontrado estas reglas, el receptor puedeintentar usarlas, no ya como oyente, sino deun modo más activo, adaptando sus propiosenunciados al sistema que le ofrece su interlo-cutor.

La adaptación fonemática puede abarcar latotalidad del repertorio léxico, o bien la imita-ción del código fonemático ajeno limitarse adeterminado conjunto de palabras tomadas di-rectamente del vecino o, al menos, marcadasde forma especial por el uso que éste haga deellas. Sean cuales fueren las adaptaciones, ser-virán al hablante para ampliar el radio de suesfera de comunicación y, si se ponen en prác-tica con frecuencia, será probable que penetrenen su lenguaje cotidiano. En circunstancias fa-vorables, pueden infiltrarse ulteriormente en eluso general de la comunidad lingüística, bien atítulo de moda particular, bien como sistemanuevo que viene a suceder a la norma anterior.La comunicación interdialectal y su influjo enla comunicación intradialectal deben analizar-

se desde un punto de vista lingüístico y, enparticular, fonemático'".

El problema de los saltos espaciales no dejade plantearse entre dialectos alejados entre síy sumamente diferenciados, ni entre lenguasemparentadas o incluso de familias distintas.Mediadores más o menos bilingües se adaptanal código fonemático extranjero: su prestigioaumenta en función del círculo de sus oyentesy puede provocar la difusión de sus innovacio-nes entre sus compatriotas unilingües.

También las adaptaciones que tienen lugarentre lenguas, y no ya sólo las que se producenentre dialectos, pueden alterar el código fone-mático, lo cual puede no limitarse a los casosde préstamo de palabras e incluso ocurrir sinque haya préstamo léxico alguno. En todas laspartes del mundo los lingüistas se han sorpren-dido, como confiesa Sapir, al observar «el no-table hecho de que de los rasgos fonéticos dis-tintivos tienden a distribuirse por áreas am-plias, con independencia de los vocabularios yestructuras de las lenguas que están en jue-go»42. Este fenómeno de considerable impor-tancia se halla todavía pendiente de estudioteórico y cartográfico sistemático, estudio quetendría que llevarse a cabo en relación con lainvestigación, no menos urgente, acerca de latipología de los sistemas fonemáticos.

41 Véanse los «ResulLs of the Conference of An-thropologists and Linguists», Indiana University Pu-blications in Anthropoio^y and Linguistics, VIII(1953), págs . 16 y s igs . y 3ó y sigs.

42 E. SAPIR: «Language>, Selected Writings (Berke-ley y Los Angeles, 1949), pég. 25.

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La otra posibilidad que cabe en los casos deadaptación fonemática a un dialecto distinto oa una lengua extranjera es que se mantengatotal o parcialmente la estructura fonemáticade los préstamos léxicos. Según viene obser-vándose repetidamente en la bibliografía fone-mática, y Fries y Pike han estudiado con dete-nimiento, «el habla de los nativos uniiingüesde ciertas comunidades lingüísticas comprendemás de un sistema fonemático»43. Semejantecoexistencia de dos sistemas dentro de un sololenguaje puede deberse, bien a una diferenciafonemática entre el vocabulario original y lospréstamos, bien al empleo de dos sistemas, na-tivo el uno e imitado el otro, como diferentesestilos de habla. De este modo ciertos fenóme-nos espaciales, a saber, las isoglosas y, en par-ticular, las isófonas, que comprenden variosdialectos o lenguas, pueden proyectarse en undialecto único, ya sea individual o social.

Mutatis mutandis, lo mismo puede decirsecon respecto al factor temporal en el lenguaje,especialmente en cuanto afecta al terreno fo-nemático. Todo cambio fonético en curso dedesarrollo es un hecho sincrónico. El punto departida y el final de un cambio coexisten du-rante cierto tiempo. Aun cuando el cambio se-pare una generación joven de otra más vieja,siempre habrá algún intercambio entre ambasgeneraciones y el receptor perteneciente a unade ellas estará acostumbrado a traducir a sucódigo los mensajes de un emisor de la otra.

a C. C. FRTES y K. L. PTKE: «Coexistent phonemicsystems», Lartguage, XXV (1949).

Más todavía: las etapas inicial y final puedenentrar en los usos de una misma generación encuanto niveles estilísticos distintos, caracterís-tico el uno de un modo de hablar más bien con-servador y solemne, y el otro de un estilo másmoderno. El análisis sincrónico debe, pues, ocu-parse de ¡os cambios lingüísticos y, a la inver-sa, estos cambios sólo pueden comprenderse ala luz del análisis sincrónico.

El factor decisivo en los cambios fonemáti-cos y en la difusión de los fenómenos fonema-ticos es la transformación (shift) que se pro-duce en el código. La interpretación de los acon-tecimientos espacio-temporales se halla com-prometida, ante todo, en resolver de qué modo!a estructura del código se ve afectada por talestransformaciones. Los aspectos motores y físi-cos de estas innovaciones no deben tratarsecomo agentes autosuficientes, sino que es pre-ciso subordinarlos a un riguroso análisis lin-güístico de su papel en el sistema de codifica-ción.

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DOS ASPECTOS DEL LENGUAJE

Y DOS TIPOS DE

TRASTORNOS AFASICOS

PARTE II

por

ROMÁN JAKOBSON

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LA AFASIA COMO PROBLEMALINGÜÍSTICO

Si la afasia es un trastorno del lenguaje, se-gún sugiere el propio término, entonces todointento de descripción y clasificación de los sín-dromes afásicos debe empezar por preguntarsecuáles son los aspectos del lenguaje alteradosen las diversas clases de afasia. Este problema,que hace ya tiempo abordó Hughlings Jackson ',no puede resolverse sin la colaboración de lin-güistas profesionales familiarizados con la es-tructura y el funcionamiento del lenguaje. Paraestudiar adecuadamente una ruptura en las co-municaciones, es preciso haber entendido pre-viamente la naturaleza y la estructura del modoparticular de comunicación que ha dejado defuncionar. La lingüística trata del lenguaje entodos sus aspectos: del lenguaje en acto, dellenguaje en evolución 2 (drift), del lenguaje en

1 HUGHLINGS JACKSON: «Papers on affections of

speech» (reeditados y comentados por H. HEAD), Brain,XXXVIII (1915).

2 E. SAPIR: Language (Nueva York, 1921). [Traduc-ción castellana, F. C. E., México (1954), reeditada. Ca-

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la etapa de su formación y del lenguaje en tran-ce de descomposición.

Hay actualmente psicopatólogos que conce-den considerable importancia a los problemaslingüísticos que implica el estudio de los tras-tornos del lenguaje 3; algunos de estos proble-mas se han abordado en los mejores tratadosrecientes sobre la afasia4. Y, sin embargo, lamayoría de las veces, se ignora aún esta justainsistencia en la contribución de los lingüistasal estudio de la afasia. Por ejemplo, un libronuevo que trata con amplitud los complejos eintrincados problemas de ía afasia infantil pideque se coordinen los esfuerzos de varias disci-plinas, reclamando la cooperación de otorrino-laringólogos, pediatras, audiólogos, psiquíatrasy educadores; pero se pasa por alto la cienciadel lenguaje, como si las alteraciones en la per-cepción del habla no tuvieran nada que ver conéstes. Esta omisión es tanto más lamentable

pííulo VII: «El lenguaje como producto histórico: sustransformaciones» (pág. 169) (T.).]

3 Véase, por ejemplo, el debate sobre la afasia enla Nederlandsche Vereeniging voor Phonetische We-tenschappen, con artículos del lingüista J, VAN GÍN-NEKEN y de dos psiquíatras, F. GREWEL y V. W. D.SCHENK, Psychiatrische en Neurologische Bladen, XLV(1941), págs. 1035 y sigs.; cf., además, F. GREWEL,'<Aphasie en linguistiek», Nederlandsch Tijdschrrftvoor Geneeskunde, XCIII (1949), págs. 726 y sigs.

1 A. R. LURIA: Travmaticeskaja afazijd' (Moscú,1947); KURT GOLDSTEIN: Language and language dis-turbances (Nueva York, 1948, trad. cast., cit. en nota25 de la parte I, Ed. Científico Médica, Barcelona,1950); ANDRÉ OMBREDANE: L'aphasie et l'élaboration dela pensée explicite (París, 1951).

5 H. MYKLEBUST: Auditory disorders in children(Nueva York, 1954).

cuanto que el autor es director de estudios clí-nicos sobre afasia y audición infantil en laNorthwestern University, que cuenta entre suslingüistas a Werner F. Leopold, con mucho elmejor especialista americano en el lenguaje delos niños.

También los lingüistas son responsables delretraso con que se ha emprendido una investi-gación conjunta sobre la afasia. Con respecto alos afásicos no se ha realizado nada compara-ble a la detallada investigación lingüística lle-vada a cabo con niños de varios países, ni tam-poco se ha intentado interpretar y sistematizardesde el punto de vista lingüístico los múlti-ples datos clínicos de que disponemos sobrediversos tipos de afasia. Esto es aún más sor-prendente desde el momento en que, por unlado, el notable progreso de la lingüística estruc-tural ha proporcionado al investigador instru-mentos y métodos eficaces para el estudio dela regresión verbal y que, por otro, la desinte-gración afásica de la trama verbal puede mos-trar al lingüista nuevas particularidades de lasleyes generales del lenguaje.

La aplicación de criterios puramente lingüís-ticos a la interpretación y clasificación de losdatos sobre la afasia puede suponer una con-tribución esencial a la ciencia del lenguaje y desus alteraciones, siempre que los lingüistas per-manezcan tan cuidadosos y prudentes al mane-jar datos psicológicos y neurológicos como lohan venido siendo en su propio terreno. Antetodo, tendrían que familiarizarse con los tér-minos y procedimientos técnicos de las disci-

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punas médicas que se aplican al estudio de laafasia, sometiendo los informes sobre casosclínicos a un análisis lingüístico completo, yademás tendrían que trabajar ellos mismos conpacientes afásiccs para conseguir una informa-ción directa, en vez de contentarse con reinter-pretar observaciones concebidas y realizadascon miras muy distintas de las suyas.

Los psicólogos y lingüistas que durante losúltimos veinte años se han enfrentado con losfenómenos afásicos se han mostrado notable-mente de acuerdo en lo que respecta a ciertoaspecto de éstos: la desintegración de la tramasonora4. Esta disolución sigue un orden tem-poral de gran regularidad. La regresión afásicaha resultado ser un espejo de la adquisición delos sonidos del habla por parte del niño, mos-trando el desarrollo de éste a la inversa. Másaún: la comparación del lenguaje infantil y laafasia nos permite establecer ciertas leyes de

fi El empobrecimiento del sistema fónico en la afa-sia ha sido observado y tratado por la lingüista MAR-GUERITE DURAND junto con los psicopatólogos TH. ALA-JAOUANINE y A. OMBREDANE (en su trabajo de equipo.Le. syndrome de désiniégration phonétique dansl'aphasie, París, 1939) y por R. JAKOBSON (un primertrabajo presentado al Congreso Internacional de Lin-güistas de Bruselas de 1939 —véase M. TRUBETZKOY,Príncipes de phonologie, París, 1949, traducción fran-cesa en la que dicho trabajo va incluido como apén-dice, T.—) dio lugar posteriormente a «Kinderspra-che, Aphasie und allgemeine Lautgesetze», UppsalaUniversitets Arsskrift, 1942, 9 —incluido en los Selec-ted Writings citados, tomo I, «Phonological studies»,Mouton & Co., La Haya, 1962, T.—; se amplían estosestudios en la obra Sound and Meaning, que ha depublicar Wiley and Sons junto con The TechnologyPress). Cf. K. GOLDSTEIN, págs. 32 y sigs.

implicación. Esta búsqueda del orden de adqui-siciones y pérdidas y de las leyes generales deimplicación no puede limitarse a la estructurafonemática, sino que debe extenderse al siste-ma gramatical. Tan sólo se ha hecho un peque-ño número de intentos en esta dirección, y estosesfuerzos merecen continuarse 7.

• En la clínica de la Universidad de Bonn, un lin-güista, G. KANDI.ER, y dos médicos, F. PANSE y A.LEISCHNER, han emprendido una investigación conjun-ta sobre ciertos trastornos gramaticales: véase su in-forme, Klinische und Sprachwissenschaftliche Unters-uchungen zum Agraminatismus (Stuttgart, 1952).

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II. EL CARÁCTER DOBLE DEL LENGUAJE

Hablar supone seleccionar determinadas entiAídades lingüísticas y combinarlas en unidades1^de un nivel de complejidad más elevado. Estose ve claramente a nivel léxico: el hablanteselecciona palabras y las combina formandofrases de acuerdo con el sistema sintáctico dellenguaje que emplea, y a su vez las oracionesse combinan en enunciados. Pero el hablanteno es en modo alguno totalmente libre en suelección de palabras: ha de escoger (exceptoen el caso infrecuente de un auténtico neolo-gismo) de entre las que le ofrece el repertorioléxico que tiene en común con la persona aquien se dirige. El ingeniero de la comunica-ción se aproxima particularmente a la esenciadel acto de habla cuando admite que, en el casode un intercambio óptimo de información, ha-blante y oyente disponen más o menos del mis-mo «fichero de representaciones prefabrica-das»: el emisor de un mensaje verbal escogeuna de estas «posibilidades preconcebidas» y

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por parte del receptor se supone una elecciónidéntica a partir del mismo conjunto de «posi-bilidades ya previstas y preparadas» 3. Así elacto de hablar requiere para ser eficaz queaquellos que intervienen en él utilicen un có-digo común.

«'¿ Has dicho pig (cerdo) o fig (higo)?' dijo elGato. 'He dicho pig replicó Alicia» '. En esteenunciado concreto, el receptor felino trata decaptar nuevamente una elección lingüística rea-lizada por el emisor. En el código común alGato y a Alicia, es decir, en el inglés hablado,la diferencia entre una oclusiva y una fricativa,en un contexto por lo demás idéntico, puedecambiar el sentido del mensaje. Alicia habíausado el rasgo distintivo «oclusiva/fricativa»,rechazando el segundo y eligiendo el primerode los dos miembros de la oposición, y habíacombinado esta solución, en el mismo actoverbal, con varios otros rasgos simultáneos,usando el carácter grave y tenso de /p / encontraposición a ¡o agudo de /t/ y a lo flojode /b/ . De este modo todas las característicascitadas se han combinado en un haz de rasgosdistintivos: lo que se llama un fonema. Al fo-nema /p / seguían los fonemas / i / y /g/, que asu vez son también haces de rasgos distintivosarticulados simultáneamente. Así, pues, ¡a con-currencia de entidades simultáneas y la conca-

" D. M. MACKAY, «In search of basic symbols»,Cybernetics. Transactions of the Eighth Conference(Nueva York, 1952), pág. 183.

' LEWIS CARROLL: Alicia en el país de las maravi-llas, cap. VI.

tenación de entidades sucesivas son los dosmodos según los cuales los hablantes combina-mos los elementos lingüísticos.

Ni los haces como /p / o /f/ ni las. series dehaces como /pig/ o /fig/ se inventan cuando elhablante los emplea. Como tampoco el rasgodistintivo «interrupto/continuo» o el fonema/p/ pueden aparecer fuera de un contexto. Elrasgo oclusivo aparece combinado con otrosrasgos concurrentes determinados y el reper-torio de posibles combinaciones de tales ras-gos en fonemas como /p/, /b/ , /t/, Id/, /k/,/g/, etc., se halla limitado por el código dellenguaje de que se trate. El código limita lasposibilidades de combinar el fonema /p / conotros fonemas que lo sigan y/o le precedan,además de que tan sólo una parte de las se-ries de fonemas permitidas se usa realmente enel repertorio léxico de una lengua dada. Auncuando otras combinaciones de fonemas sonteóricamente posibles, el hablante, por lo regu-lar, es un usuario, no un acuñador de palabras.Al enfrentarnos con palabras determinadas es-peramos que sean unidades codificadas. Paracomprender la palabra nylon es preciso saberla significación que asigna a este vocablo elcódigo léxico del castellano moderno.

En toda lengua existen también grupos depalabras codificados llamados en inglés pala-bras-frase (pkrase-words). El significado de la Ilocución qué tal va eso no puede deducirse dela suma de los significados de sus elementosconstitutivos léxicos; el todo no es igual a lasuma de las partes. Aquellos grupos de pala-

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bras que se comportan a este respecto comouna sola palabra constituyen un caso frecuente»pero, sin embargo, marginal. Para comprenderla inmensa mayoría de los grupos de palabrasbasta con conocer sus elementos y las reglassintácticas de su combinación. Dentro de estaslimitaciones tenemos libertad para variar los

( contextos de las palabras. Esta libertad es, porj supueso, relativa, y considerable ¡a presión de

los clichés habituales sobre nuestra elección\ de^combinaciones. Pero es innegable que exis-,-ie cierta libertad para componer contextos ra-

j dicalmente nuevos, pese a la relativamente bajaprobabilidad estadística de que aparezcan éstos.

Por tanto, en la combinación de las unidades"lingüísticas se sigue una escaía de libertad cre-ciente. En ¡a combinación de rasgos distintivospara constituir fonemas, la libertad del hablan-Jte individual es nula; el código tiene ya esta-blecidas todas las posibilidades utilizables enun lenguaje dado. La libertad de combinar los/fonemas en palabras se circunscribe al caso/marginal de la acuñación de términos. El ha-\blante se halla menos coartado cuando se tratade formar frases con las palabras. Y, finalmen-te, la acción coactiva de las reglas sintácticascesa a la hora de combinar frases en enuncia-dos, aumentando así considerablemente ¡a li-bertad de cada hablante para crear nuevos con-textos, aunque tampoco aquí se pueda pasarpor alto lo estereotipado de numerosos enun-ciados.

1) La combinación.—Todo signo está for-¡mado de otros signos constitutivos y/o aparece]únicamente en combinación con otros signos.]Esto significa que toda unidad lingüística sirvea la vez como contexto para las unidades mássimples y/o encuentra su propio contexto enuna unidad lingüística más compleja. De aquíque todo agrupamiento efectivo de unidadeslingüísticas las conglobe en una unidad supe-rior: combinación y contextura son dos carasde la misma operación.

2) La selección.—ha opción entre dos posi-|bilidades implica que se puede sustituir unajde ellas por la otra, equivalente a la primera'bajo un aspecto y diferente de ella bajo otro.De hecho, selección y sustitución son dos carasde la mismaoperación. ----

Ferdinand de Saussure advirtió claramenteel papel fundamental que estas dos operacio-nes desempeñan en el lenguaje. Sin embargo^de las dos variedades de combinación —con-icurrencia y concatenación—, el lingüista deiGinebra sólo reconoció la segunda, la sucesióntemporal. Pese a su propia intuición del fone- -ma como, conjunto de rasgos distintivos con-currentes (éléments différentiels des phoné-mes), el científico sucumbió al prejuicio tradi-cional acerca del carácter lineal del lenguaje!«qui excluí la possibilité de prononcer deux'éléments a la foís» l0.

A fin de delimitar los dos modos de relación

10 F. DE SAUSSURE: Cours de linguistique genérale,2.* ed., París, 1922. [Trad. cast. de A. Alonso, BuenosAires, Losada, 1945, reeditada.]

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que hemos descrito como combinación y selec-ción, F. de Saussure establece que el primero«es in praesentia; se apoya en dos o más tér-minos igualmente presentes en una serie efec-tiva», mientras que el segundo «une términos

¡in absentia en una serie mnemónica virtual»./ Es decir, la selección (y, correspondientemente,

¡a sustitución) se refiere a entidades asociadasen el código, pero no en el mensaje dado, mien-tras que, en el caso de la combinación, las enti-dades a que se refiere se hallan asociadas, bienen ambos, bien solamente en el mensaje. Elreceptor percibe que el enunciado (mensaje)es una combinación de partes constitutivas^fra-ses, palabras, fonemas, etc.) seleccionadas deentre el repertorio de todas las partes consti-tutivas posibles (código). Los elementos de^uncontexto se encuentran en situación de conti-%güidad,. mientras que en un grupo de sustitu-

~ciorf los signos están ligados^ entre sí por di-- versos grados de similiaridad, que fluctúan en-

tre la equivalencia de los sinónimos y el núcleocomún de los antónimos.

Estas dos operaciones proporcionan a cadasigno lingüístico dos conjuntos de interpretan-tes, por emplear el útil concepto que introdujoCharles Sanders Peirce ": dos referencias sir-ven para interpretar el signo—una al código yotra al contexto, ya sea éste codificado, o libre;y en ambos modos el signo se ve remitido aotro conjunto de signos lingüísticos, medianteuna relación de alternación en el primer caso y

11 C.S. PEIRCE: Collected Paper?, II y IV (Cam-bridge, Mass., 1932, 1934); ver el índice por materias.-

de yuxtaposición en el segundo. Una unidad sig-nificativa "determinada puede sustituirse porotros signos más explícitos del mismo código,revelando así su sentido general, mientras quesu significado contextual viene definido por surelación con otros signos dentro de la mismaserie.

Los elementos constitutivos de todo mensajeXestán ligados necesariamente con el código por ¡una relación interna y con el mensaje por una jrelación externa. El lenguaje, en sus diversosaspectos, emplea ambos modos de relación.Tanto si se intercambian mensajes como si lacomunicación se dirige unilateralmente del emi-sor al receptor, debe existir cierta contigüidadentre los protagonistas de un acto verbal paraque esté asegurada la transmisión del mensaje.La separación espacial, y con frecuencia tem-poral, entre dos individuos, emisor y receptor,,se ve salvada por una relación interna: debehaber cierta equivalencia entre los símbolosusados por el emisor y los que el receptor co-noce e interpreta. Sin semejante equivalencias \el mensaje es infructuoso—, aun cuando alcan-za al receptor no le afecta.

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III. EL TRASTORNO DE LA SEMEJANZA

Está claro que los trastornos del habla pue-den afectar en grado variable la capacidad delindividuo para combinar y seleccionar las uni-dades lingüísticas; de hecho, la cuestión de sa-ber cuál de estas dos operaciones resulta prin-cipalmente dañada alcanza notable importan-cia en la descripción, análisis y clasificación delas diversas formas de afasia. Esta dicotomíaes tal vez aún más sugestiva que la distinciónclásica (que no discutiremos en este artículo)entre afasia emisora y receptora, que indicacuál de las dos funciones utilizadas en losintercambios lingüísticos, la codificación o ladecodificación de los mensajes verbales, seve particularmente afectada.

Head intentó clasificar los casos de afasia engrupos definidos '2 y asignó a cada una de las

12 H. HEAD: Aphasia and kindred disorders ofspeech, I (Nueva York, 1926):

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variedades «un nombre escogido para señalarla deficiencia más marcada que manifiesten enel manejo y la compresión de palabras y frase»(página 412). Siguiendo este método, distingui-remos dos tipos básicos de afasia—según quela principal deficiencia resida en la seleccióny la sustitución, con relativa estabilidad de lacombinación y la contextura, o bien, a la inver-sa, en la combinación y la contextura, con rela-tiva conservación de la selección y la sustitu-ción normales. Al esbozar estos dos modelosopuestos de afasia voy a utilizar principalmen-te datos de Goldstein. «^

Para los afásicos del primer tipo (los de*se-lección deficiente), el contexto constituye unfactor indispensable y decisivo. Cuando se lesmuestran retazos de palabras o de frases, talespacientes las completan rápidamente. Hablanpor pura reacción: mantienen fácilmente unaconversación, pero les es difícil iniciar un diá-logo; son capaces de replicar a un interlocutorreal o imaginario cuando son, o creen ser, losdestinatarios del mensaje. Les cuesta especialtrabajo practicar, e incluso comprender, un dis-curso cerrado como el monólogo. Cuanto másdependan sus palabras del contexto más éxitotendrán en sus esfuerzos de expresión. Se en-cuentran incapaces de articular una frase queno responda ni a una réplica de su interlocutorni a la situación que se les presenta. La frase«está lloviendo» no puede articularse a menosque el sujeto vea que realmente llueve. Cuantomás profundamente se inserte el enunciado enel contexto (verbal o no verbalizado), más pro-

bable se hace que esta clase de pacientes lleguea pronunciarlo.

De igual modo, la palabra menos afectadapor la enfermedad será la que más dependa deotras de la misma frase y la que más se refieraal' contexto sintáctico. Así, son más resistenteslas palabras sometidas sintácticamente al régi-men o la concordancia gramaticales, mientrasque tiende a omitirse el principal agente subor-dinador de la oración, es decir, el sujeto. Comoes en el primer paso donde el paciente tropiezacon su principal obstáculo, es obvio que fra-casará precisamente en el punto de partida, lapiedra angular de la estructura de la oración.En este tipo de trastorno del lenguaje, las fra-ses se conciben como secuelas elípticas que hande completar las dichas, cuando no imagina-das, con anterioridad, por el afásico mismo, orecibidas por él de un interlocutor que tam-bién puede ser ficticio. Las palabras clave pue-den saltarse o reemplazarse por sustitutos ana-fóricos abstractos 13. Como ha señalado Freud u,un nombre específico se reemplaza por otromuy general, como machín o chose en el hablade los afásicos franceses. En un caso alemándialectal observado por Goldstein (págs. 246siguientes; pág. 64 de la trad.) Ding (cosa) oStückle (trozo) reemplazaban todos los nom-bres inanimados y überfahren (realizar) todoslos verbos que podían identificarse a partir del

13 L. BLOOMFIELD: Language (Nueva York, 1933),capítulo XV: «Substiturion».

14 S. FREUD: On aphasia (Londres, 1953), pág. 22.

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contexto o de la situación y que consiguiente-mente parecían superfluos a la paciente.

Las palabras dotadas de una referencia inhe-rente a] contexto, como los pronombres y losadverbios pronominales, y ¡as que sólo sirvenpara construir el contexto, como las partículasauxiliares y de conexión tienen grandes proba-bilidades de sobrevivir. Servirá como ilustra-ción un típico enunciado de un paciente ale-mán, recogido por Quensel y citado por Gold-stein (pág. 302; 315 de la trad. casi.):

«Ich bin doch hier unten, na wenn ich gewe-sen bin ich wees nich, we das, nu wen ich, obdas nun doch, noch, ja. Was Sie her, wenn ich,och ich weess nicht, we das hier war ja...»

Vemos, pues, cómo sólo el armazón, los esla-bones de la comunicación, se conservan cuandoeste tipo de afasia ha alcanzado su etapa crítica.

Desde la alta Edad Media, la teoría del len-guaje viene afirmando insistentemente que lapalabra aislada de un contexto carece de signi-ficado. Esta afirmación, sin embargo, sólo esválida en el caso de Ja afasia o, más exacta-mente, de un tipo de afasia. En los casos pato-lógicos a que nos estamos refiriendo, una pala-bra aislada no significa otra cosa que «bla, bia,bla». Numerosos tests han descubierto que paratales pacientes dos apariciones de la misma pa-labra, en contextos diferentes son meros homó-nimos. Dado que los vocablos distintivos trans-miten más información que los homónimos,algunos afásicos de este tipo tienden a reem-plazar las variantes contextúales de una mismapalabra por diferentes términos, cada uno de

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los cuales es específico para un entorno dado.Así, la paciente de Goldstein no pronunciabanunca la palabra cuchillo sola, sino que, segúnsu uso y las circunstancias, llamaba al cuchilloalternativamente cortaplumas, mondador, cu-chillo de pan o cuchillo y tenedor (pág. 62;66 de la trad. c&st.); de esta forma la palabracuchillo, forma libre, capaz de presentarse ais-lada, se convertía en una forma ligada.

«Tengo un piso muy bonito, vestíbulo, dor-mitorio, cocina», dice la paciente de Goldstein.«No, también hay pisos grandes, sólo en la partede atrás viven los solteros.» En lugar de solte-ros, podía haberse escogido una forma más ex-plícita, el grupo gente no casada, pero la ha-blante prefirió emplear un solo término; cuan-do se le insistió para que respondiera lo queera un soltero, la paciente no contestó: «apa-rentemente estaba distraída» (p. 270; p. 283 dela trad. cast.). Una respuesta como «un solteroes un hombre que no está casado» o «un hom-bre que no está casado es un soltero» hubierasupuesto una predicación en forma de ecua-ción y, por lo tanto, la proyección de un con-junto o grupo de sustitución tomado del códigoléxico de la lengua dentro del contexto del men-saje dado. Los términos equivalentes se trans-forman en partes correlativas de la frase ycomo tales ligadas por la contigüidad. La pa-ciente era capaz de escoger el término adecua-do, soltero, cuando se apoyaba en el contextode una conversación habitual sobre los «pisosde soltero», pero no podía utilizar el grupo desustitución soltero = hombre no casado como

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tema de la frase, porque se encontraba altera-da su capacidad de efectuar selecciones y sus-tituciones autónomas. La ecuación proposicio-nal que se pedía en vano a la paciente no transémite otra información que «soltero significahombre no casado» o «un hombre no casadose llama soltero». :

La misma dificultad surge cuando se pide alpaciente que nombre un objeto que el obser-vador señala o maneja. El afásico cuya facul-tad de sustitución se encuentra alterada no po-drá completar con el nombre de un objeto elgesto que hace el observador al indicarlo cro-marlo. En lugar de decir «eso se llama un;lápiz», se contentará con añadir una observa-;ción elíptica acerca de su uso: «escribir». Sise halla presente uno de los signos sinónimos(como pueden serlo la palabra soltero o el ges-to de señalar un lápiz), el otro signo (la locu-ción hombre no casado o la palabra lápiz) se.convierte en redundante y por tanto en super-fluo. Para el afásico, ambos signos siguen una.distribución complementaria; si el observador,,produce uno de ellos, el paciente evitará el otro;:su reacción típica será lo de «lo entiendo todo»o «Ich weiss es schon (ya lo sé)». Análogamen-te, el dibujo de un objeto llevará a la supresióndel término que lo designa: un signo verbal esreemplazado por un signo pictórico. Cuando se.enseñó el dibujo de una brújula a un pacientede Lotmar, su respuesta fue: «Sí, es un... yosé de qué se trata, pero no puede recordar laexpresión técnica... Si... dirección... para in-

dicar la dirección... un imán señala el norte» '5.Tales pacientes no consiguen pasar, como diríaPeirce, de un índice o un icono al símbolo ver-bal correspondiente 16.

Aun la simple repetición de una palabra re-sulta para el paciente una redundancia inne-cesaria, por lo que es incapaz de repetirla pesea las instrucciones que puedan dársele. Un pa-ciente de Head al que se pedía que repitierala palabra «no» repuso: «No, no sé cómo ha-cerlo». Aunque empleaba espontáneamente lapalabra en el contexto de su respuesta, no po-día expresar la forma más pura de predicaciónecuacional, la tautología a = a: «no» es «no».

Una de las aportaciones importantes de lalógica simbólica a la ciencia del lenguaje con-siste en haber destacado la distinción entrelenguaje objeto y metalenguaje. Como diceCarnap, «si queremos hablar acerca de cual-quier lenguaje objeto, necesitamos un metalen-guaje» 17. En estos dos distintos niveles del len-,guaje pueden emplearse unos mismos recursoslingüísticos; así, podemos hablar en inglés (to-jmandólo como metalenguaje) acerca de la len-jgua inglesa, tomada como lenguaje objeto, elinterpretar las palabras y frases inglesas me-diante sinónimos, circunlocuciones y paráfrasis

15 F. LOTMAR: «Zur Pathophysiologie der ersch-werten Wortñndung bei Aphasischen», Schweiz. Ar-chiv für Neurología und Psychiatrie, XXXV (1933),pás. 104.

lfi C. S. PEIRCE: «The icón, index and symbol», Col-lucted papers, II (Cambridge, Mass.. 1932).

17 R. CARNAP: Meaning and necessity (Chicago. 1947),pág. 4.

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también inglesas. Es evidente que talesjogera-ciones, que los lógicos llaman^métalingüísticas^no son un invento de éstos: lejos* de-darse "úni-camente en la esfera de la ciencia, forman par-te integrante de nuestros hábitos lingüísticos.Dos interlocutores tratan a menudo de compro-bar si ambos están refiriéndose a un mismo có-digo. «¿Me sigues? ¿Entiendes lo que digo?»,pregunta el que habla; o bien es el oyente quieninterrumpe diciendo: «¿Qué quieres decir?».Entonces el emisor del mensaje sustituye elsigno equívoco por otro del mismo código lin-güístico, o por un grupo de signos codificados,tratando así de hacerlo más accesible al deco-dificador.

La interpretación de un signo lingüístico através de otros de la misma lengua, que en de-terminados aspectos pueden considerarse ho-mogéneos, es una operación metalingüística quetambién desempeña un papel esencial en elaprendizaje del lenguaje por parte de los niños.Observaciones recientes han mostrado lo im-portante del lugar que ocupa la charla acercadel lenguaje en la conducta verbal de los niñosen edad preescolar. El recurso al metalenguajees necesario tanto para la adquisición del len-guaje como para el normal funcionamiento deéste. La ausencia en los afásicos de la «capa-cidad de nombrar» es, propiamente, una pér-dida de metalenguaje. En realidad, los ejem-plos de predicación ecuacional que se pedíanen vano a los pacientes antes citados son pro-posiciones metalingüísticas referidas a la len-gua empleada. Su formulación explícita sería:

«En el código que usamos, el nombre del objetoseñalado es 'lápiz'»; o bien «En el código queusamos, la palabra 'soltero' y la circunlocuciónhombre no casado' son equivalentes».

Los afásicos de este tipo no pueden pasar deuna palabra a sus sinónimos o circunlocucio-nes ni a sus heterónimos, es decir, las expre-siones equivalentes en otros idiomas. La pér-dida de capacidad políglota y consiguiente con-finamiento en una sola variedad dialectal deuna única lengua son manifestaciones sintomá-ticas de este trastorno.

Un prejuicio antiguo, pero que reaparece confrecuencia, considera que la única realidad lin-güística concreta es la forma de hablar de un 'individuo determinado en un momento dado, .el llamado idiolecto. Contra esta concepción seha objetado lo siguiente:

«Cuando se habla por primera vez con al-guien, siempre se intenta, deliberadamente ono, dar con un vocabulario común: bien paraagradar, bien para hacerse comprender, bien,finalmente, para librarse de él, se emplean lostérminos del interlocutor. En el lenguaje nohay nada que recuerde a la propiedad privada:todo está socializado. El intercambio verbal,;como toda otra forma de relación, requiere almenos la comunicación entre dos individuos;el idiolecto no es, pues, sino una ficción untanto insidiosa» )3.

'* R. JAKOBSON: «Results of the Conference of An-thropologists and Linguists», Indiana University Publi-cations in Anrhropoiogy and Linguistics, VIII (1953),Pag. 15.

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Es preciso, sin embargo, hacer una reserva:para un afásico que ha perdido la capacidadde «conmutación del código», su «idiolecto» seconvierte efectivamente en la única realidadlingüística. Como no juzga que el habla de losdemás constituye mensajes que se le dirigenen su mismo sistema verbal, siente lo que ex-presó un paciente de Hemphil y Stengel: «Leoigo perfectamente, pero no puedo entender loque dice... Oigo su voz pero no las palabras...No se puede pronunciar» ". Encuentra que elenunciado del otro es pura jeringonza, o al me-nos que pertenece a una lengua desconocida.

Como ya queda dicho, es la relación externade contigüidad la que une entre sí los compo-nentes de un contexto y la relación interna desemejanza la que permite el juego de las sus-tituciones. A ello se debe el que, para los afá-sicos cuya capacidad de sustitución se encuen-tra afectada, e intacta la de contextura, las ope-raciones en que interviene la semejanza seanreemplazadas por ¡as basadas en la contigüi-dad. Podría predecirse que, en tales condicio-nes, toda agrupación semántica se guiaría porla contigüidad espacial o temporal en vez depor la semejanza; de hecho, los experimentosde Goldstein justifican esta suposición: unapaciente de este tipo, a la que se pidió quediera una lista de nombres de animales, losdispuso en el mismo orden en que los habíavisto en el zoológico; análogamente, pese a que

lg R. E. HEMPHIL y E. STENÜEL. «Puré word deaf-ness», Journal of Neurology and Psychiatry, III (1940),págs. 251-62.

se le solicitaba que agrupara ciertos objetossegún su color, tamaño y forma, los clasificóde acuerdo con su contigüidad espacial comoobjetos caseros, material de oficina, etc., y jus-tificaba esta ordenación refiriéndose a los esca-parates, en los cuales «no importa lo que escada cosa», es decir, no es preciso que los obje-tos sean similares (págs. 61 y siguientes y 263 ysiguientes; 66 y 275 de la trad. cast.). La mismaenferma daba sus nombres a los colores fun-damentales —rojo, azul, verde y amarillo— perose negaba a llamar así también a los tonos in-termedios (págs. 268 ss.; 279 de la trad. cast.),puesto que, para ella, las palabras no eran ca-paces de asumir significados derivados adicio-nales por semejanza con su significado original.

Tiene razón Goldstein cuando señala que losenfermos de este tipo «asimilaban las palabrasen su sentido literal, pero no se les podía hacercomprender el carácter metafórico de las mis-mas.» (pág. 270; 283 de la trad. cast.). Sin em-bargo, sería injustificado generalizar diciendoque el lenguaje figurado les resulta completa-mente incomprensible. De las dos tropos queconstituyen los polos de la figuración retórica,la metáfora y la metonimia, esta última, basa-da en la contigüidad, es empleada con frecuen-cia por los afásicos con deficiencias selectivas.Tenedor reemplaza a cuchillo, mesa a lámpara,fumar a pipa, comer a parrilla. Head refiere un

caso típico:«Cuando no conseguía recordar la palabra

'negro', describía este color como io que se

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hace por los muertos', lo que abreviaba di-ciendo 'muerto'» (I, pág. 198).

Tales metonimias pueden caracterizarse comoproyecciones de la línea del contexto habitualsobre la línea de sustitución y selección: unsigno (tenedor, por ejemplo) que suele apare-cer junto con otro (cuchillo) puede usarse enlugar de este último. Expresiones como «cuchi-llo y tenedor», «lámpara de mesa», o «fumar enpipa» han provocado las metonimias tenedor,mesa, fumar; la relación entre el uso de unobjeto (una tostada por ejemplo) y el mediode producirlo da lugar a la metonimia comerpor parrilla. «¿Cuándo se viste uno de negro?»—«Cuando guarda luto por los muertos»: en

lugar de nombrar el color, se designa la' causade su uso tradicional. El tránsito de la seme-janza a la contigüidad es especialmente eviden-te en casos como el del paciente de Goldstein,que respondía con una metonimia cuando sele pedía que repitiera una palabra diciendo, porejemplo, cristal en Jugar de ventana o cielo enlugar de Dios (pág. 280; 293 de la trad. casi.).

Cuando la capacidad de efectuar seleccionesestá seriamente dañada y se conserva, al menosparcialmente, la facultad de combinación, en-tonces la contigüidad determina la totalidadde la conducta verbal del paciente, dando lugara un tipo de afasia que podemos llamar tras-torno de la semejanza.

124

I V . EL TRASTORNO DE LA CONTIGÜIDAD

Desde 1864 se han destacado a menudo deentre las renovadoras aportaciones de Hugh-lings Jackson al estudio moderno del lenguajey sus trastornos, observaciones como las si-guientes:

«No basta con decir que el lenguaje se com-pone de palabras. Se compone de palabras queremiten unas a otras de una manera determi-nada; de no darse una relación adecuada entresus partes, un enunciado verbal sería una merasucesión de nombres que no formaría proposi-ción alguna (pág. 66)20.

La pérdida del habla es la pérdida de la fa-cultad de formar proposiciones... Carencia dehabla no significa carencia completa de pala-bras (pág. 114).» 21

-° H. JACKSON: «Motes on the physiology and patho-logy of the nervous system» (1868), Brain, XXXVIII(1915), págs. 65-71.

n H. JACKSON: «On affections of speech from di-sease of the brain» (1879), Brain, XXXVIII (1915),págs. 107-29.

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La facultad de formar proposiciones or dichode un modo más general, de combinar entida-des lingüísticas simples para constituir otrasmás complejas, se altera solamente en un tipode afasia, el opuesto al que se acababa de es-tudiar en el capítulo anterior. No hay carenciade palabras, puesto que es precisamente Ja pa-labra ¡a entidad que en muchos de estos casosse conserva; podemos definir la palabra comola unidad lingüística superior de las codifica-das de modo coactivo: componemos nuestrosenunciados y frases a partir del repertorio lé-xico que nos proporciona el código. -^ *

En esta afasia en que se altera la capacidadde contextura, que podía llamarse trastorno dela contigüidad, disminuye la extensión y varie-dad de las frases. Se pierden Jas reglas sintác-ticas que disponen las palabras en unidadessuperiores; esta pérdida, llamada agramatis-mo, es causa de que Ja frase degenere en mero<montón de palabras», usando la i

.. -v. palabras se vuelve caó-tico y desaparecen los vínculos de la coordina-ción y Ja subordinación gramaticales, tanto deconcordancia como de régimen. Como podríaesperarse, Jas primeras en desaparecer son laspalabras dotadas de funciones puramente """maticales, como las co

los pronombres3, son las a r t ' ' C u I o s

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sión que se ha dado en llamar «estilo telegrá-fico». La palabra que menos dependa gramati-

! cálmente del contexto será la que mejor semantenga en el habla de los afectados por untrastorno de la contigüidad y la que antes sepierda como consecuencia de trastornos de lasemejanza. Por ello, el sujeto, pieza clave de lafrase, es el primer elemento que hacen desapa-recer de ésta los trastornos de la semejanza yel que más tardan en destruir las afasias deltipo opuesto.

La afasia que altera ¡a capacidad de contex-tura tiende a manifestarse en infantiles enun-ciados de una sola frase y en frases de una solapalabra. Si se conservan algunas frases máslargas, son pocas, estereotipadas, «prefabrica-das». En los casos avanzados de esta enferme-dad todo enunciado se reduce a una frase deuna palabra sola. Pero, si bien se va perdiendola facultad de estructurar contextos, siguenefectuándose operaciones de selección. «Decirlo que es una cosa es decir a qué se parece»,señala Jackson (pág. 125). Una vez que falla lacontextura, el paciente, que sólo puede inter-cambiar los elementos de que dispone, manejasemejanzas y cuando identifica algo lo hace demodo metafórico, no ya metonímicamente,como los afásicos del tipo contrario. Catalejopor microscopio y fuego por luz de gas sonejemplos típicos de tales expresiones, que Jack-son denominó cnasimetafóricas, ya que se dis-tinguen de las metáforas retóricas o poéticaspor no presentar una transferencia de signifi-cado deliberada.

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En un sistema lingüístico normal, la palabraes a la vez un elemento de un contexto superior,la frase, y un compuesto de unidades menores:los morfemas (las unidades mínimas dotadasde significación) y los fonemas. Ya hemos vistocuál era el efecto del trastorno de la contigüi-dad en la combinación de palabras en unida-des superiores. La relación entre la palabra ysus componentes refleja una alteración parale-la, aunque de un modo ligeramente distinto.Un rasgo típico del agramatismo es la aboli-ción de la flexión: aparecen categorías no mar-cadas, como el infinitivo, en lugar de las diver-sas formas del verbum finitum y, en las len-guas con declinación, el nominativo en lugarde los casos oblicuos. Estos defectos se debenen parte a la eliminación del régimen y la con-cordancia y, en parte, a la pérdida de capaci-dad de escindir las palabras en tema y desinen-cia. Además, un paradigma (en particular unconjunto de casos gramaticales como él-lo-le, ode tiempos como vota-votó) presenta un mismocontenido semántico desde distintos puntos devista asociados entre sí por contigüidad, lo cualhace que el tipo de afásicos que estudiamos seincline aún más a rechazar tales conjuntos.

Por ¡o general, también las familias de pa-labras que derivan de una raíz común se hallanvinculadas semánticamente entre sí por conti-güidad. Esta clase de enfermos tiende, bien aabandonar los términos derivados, bien a en-contrarse incapaz de reducir a sus componen-tes la combinación de una raíz con un sufijo eincluso un compuesto de dos palabras. Se han

citado con frecuencia casos de pacientes queentendían y pronunciaban compuestos comoMirafhres o Torreblanca, pero no podían decirni comprender mira y flores, torre y blanca.Mientras se conserva el sentido de la deriva-ción, de modo que todavía se usa para introdu-cir innovaciones en el código, puede observarsecierta tendencia a la simplificación y el auto-matismo: si la palabra derivada constituye unaunidad semántica que no puede deducirse com-pletamente del significado de sus componentes,entonces se interpreta mal la Gestalt. Por ejem-plo, la palabra rusa mokr-íca significa «carco-ma», pero un afásico ruso la interpretó como«algo húmedo», especialmente «tiempo húme-do», porque la raíz moler- significa «húmedo»y el sufijo -ica designa el portador de una de-terminada cualidad, como en nelépica «algoabsurdo», svetlíca «habitación clara», temníca«calabozo» (literalmente «habitación oscura»).

Cuando, antes de la Segunda Guerra Mun-dial, la fonología constituía el aspecto más dis-cutido de la ciencia del lenguaje, ciertos lin-güistas se mostraron escépticos frente a la afir-mación de que los fonemas desempeñan real-mente un papel autónomo en nuestra conductaverbal. Se llegó a sugerir que las unidades sig-nificativas del código lingüístico, como son losmorfemas y, en mayor medida, las palabras,son las unidades mínimas que existen realmen-te en la acción verbal, mientras que las unida-des meramente distintivas, como los fonemas,son construcciones artificiales destinadas a fa-cilitar la descripción y el análisis científico de

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una lengua. Esta opinión, que Sapir llamó «con-traria al realismo» 23, permanece, sin embargo,perfectamente válida, referida a cierto tipo pa-tológico: en una variedad de afasia que se hallamado a veces «atáctica», ¡a palabra es la úni-ca unidad lingüística que se conserva. El pa-ciente tiene sólo una imagen enteriza, indiso-luble, de todas las palabras que le son familia-res; pero, bien todas las demás series de so-nidos le resultan ajenas e incomprensibles, obien las confunde con palabras habituales sintener en cuenta las diferencias fonéticas. Unode los pacientes de Goldstein «percibía alie-nas palabras, pero... no percibía las vocales yconsonantes de que estaban compuestas» (pá-gina 218; 230 de la trad. cast.). Un afásico fran-cés reconocía, comprendía, repetía y articulabaespontáneamente las palabras café o pavé (pa-vimento), pero era incapaz de captar, distin-guir o repetir series- sin sentido, como féca,faké, kéfa y pafé. Ninguna de estas dificultadesse presenta a un oyente normal de lengua fran-cesa, pues ni las series de sonidos citadas nisus componentes son ajenos al sistema fono-lógico del francés. Tal oyente podría inclusosuponer que se trataba de palabras desconoci-das para él, pero tal vez pertenecientes al vo-cabulario francés y probablemente de significa-

n E. SAPIR: «The psychological reality of phone-mes», Selected Writings (Berkeley y los Angeles, 1949),pags. 46 y sigs. ÍArtículo publicado por primera vezen un número especial (1-4) de 1933 del Journal dePsychologie. traducido al castellano como H. DEI.A-CROix, et al.. Psicología del lenguaje (Paidós, BuenosAires, 1952) (T.).l

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dos distintos, pues difieren unas de otras porlos fonemas que contienen o por el orden deéstos.

Si un afásico se vuelve incapaz de reducir lapalabra a sus componentes fonemáticos, se de-bilita a la vez su capacidad de regir la cons-trucción de aquélla, lo cual da lugar fácilmen-te a claras alteraciones de los fonemas y de suscombinaciones. La gradual regresión del sis-tema fónico del afásico repite con regularidady en sentido inverso el orden de las adquisicio-nes fonemáticas del niño. Esta regresión impli-ca una inflación de homónimos y una disminu-ción del vocabulario. Si este desmantelamientodoble —fonemático y léxico— avanza aún más,quedan como últimos residuos del habla enun-ciados de una frase, frases de una palabra, pa-labras de un fonema: el afásico recae en lasfases iniciales del desarrollo lingüístico infan-til, e incluso en su etapa pre-lingüística, si al-canza la aphasia universalis, la pérdida totalde la facultad de usar o comprender el len-guaje.

La distinción entre la función distintiva y lasignificativa es una característica peculiar dellenguaje si lo comparamos con otros sistemassemióticos. Entre estos dos niveles del lengua-je surge un conflicto cuando el afásico con po-der de contextura deficiente tiende a abolir lajerarquía de las unidades lingüísticas y a redu-cir la escala de éstas a un único plano. Esteúltimo nivel que se conserva es, bien una clasede valores significativos, la palabra, como enlos ejemplos que hemos citado, bien una clase

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de valores distintivos, el fonema. En este últimocaso, el enfermo conserva la capacidad de iden-tificar, distinguir y reproducir fonemas, perono puede hacer, lo mismp con las palabras. Encasos intermedios se identifican, distinguen yreproducen las palabras; pero, según lo expre-só con precisión Goldstein, «pueden reconocer-se, pero no se comprenden» (pág. 90, 96 de latrad. cast.). Aquí la palabra pierde su funciónsignificativa normal y asume la puramente dis-tintiva que pertenece habitualmente al fonema.

V. LOS POLOS METAFÓRICO YMETONIMICO

La afasia presenta numerosas variedades muydispares, pero todas ellas oscilan entre uno yotro de los dos polos que acabamos de descri-bir. Toda forma de trastorno afásico consisteen una alteración cualquiera, más o menos gra-ve, de la facultad de selección y sustitución ode la facultad de combinación y contextura. Enel primer caso se produce una deterioración delas operaciones metalingüísticas, mientras queel segundo perjudica la capacidad del sujetopara mantener la jerarquía de las unidades lin-güísticas. El primer tipo de afasia suprime larelación de semejanza; el segundo, la de conti-güidad. La metáfora es ajena al trastorno dela semejanza y la metonimia al de la conti-güidad.

Dos son las directrices semánticas que pue-den engendrar un discurso, pues un tema pue-de suceder a otro a causa de su mutua seme-janza o gracias a su contigüidad. Lo más ade-cuado sería hablar de desarrollo metafórico

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para el primer tipo de discurso y desarrollómetonímico para el segundo, dado que la ex-presión más concisa de cada uno de ellos secontiene en la metáfora y la metonimia, respec-tivamente. El uso de uno u otro de estos proce-dimientos se ve restringido o totalmente impo-sibilitado por la afasia —circunstancia que dalugar a que el estudio de ésta resulte particu-larmente esclarecedor para el lingüista. Enla conducta verbal normal, ambos procesos ope-ran continuamente, pero una observación cui-dadosa revela que se suele conceder a uno cual-quiera de ellos preferencia sobre el otro potó*t

influjo de los sistemas culturales, la persona-lidad y el estilo verbal.

En un conocido test psicológico, se presentaun nombre a unos niños y se les pide que ma-nifiesten la primera respuesta verbal que lespase por la imaginación. Este experimentomuestra invariablemente que existen dos pre-dilecciones lingüísticas opuestas: la respuestatrata de ser, bien un sustituto, bien un comple-mento del estímulo. En el segundo caso, el es-tímulo y la respuesta forman juntos una autén-tica construcción sintáctica, las más de las ve-ces una frase. Para estos dos tipos de reacciónse han propuesto los términos de sustitutiva ypredicativa.

Una de las respuestas al estímulo cabana(huí) fue se ha quemado (o quemada: burntout en el original, T.); otro, es una casa peque-ña pobre. Ambas reacciones son predicativas,pero la primera crea un contexto puramentenarrativo, mientras que en la segunda se esta-

blece un doble enlace con el sujeto hut: porun lado, una cotigüidad de posición (en estecaso sintáctica), y por otro una semejanza se-mántica.

El mismo estímulo dio lugar a las siguien-tes reacciones sustitutivas: la tautología caba-na; los sinónimos choza y chamizo (cabin yhovel); el antónimo palacio (palace) y las me-táforas cueva y madriguera (den y burrow).La capacidad que tienen dos palabras de reem-plazarse la una a la otra nos da un ejemplo desemejanza posicional; además, todas estas res-puestas se hallan ligadas al estímulo por seme-janza o contraste semánticos. Las respuestasmetonímicas al mismo estímulo, como chamiza,lecho de paja o pobreza (thatch, litter y pover-ty) reúnen y hacen contrastar semejanza posi-cional y contigüidad semántica.

Al manejar estos dos tipos de enlace (porsemejanza o por contigüidad) en los dos aspec-tos (posicional y semántico) de cada uno deellos, escogiéndolos, combinándolos y ordenán-dolos, un individuo revela su estilo personal,sus predilecciones y preferencias verbales.

En el arte verbal la mutua acción de estosdos elementos se acentúa especialmente. Parael estudio de tal relación proporcionan ricosmateriales de estudio aquellas formas de ver-sificación que imponen un paralelismo entreversos sucesivos, como ocurre en la poesía bí-blica (y galaico-portuguesa, T.) o en las tradi-ciones orales de Finlandia occidental y, hastacierto punto, también en las rasas. Ello nospermite formarnos una opinión objetiva res-

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pecio de aquello que constituye corresponden-cia dentro de una comunidad lingüística dada.Puesto que en todo nivel verbal —morfemático,léxico, sintáctico y fraseológico— puede apare-cer cada una de las dos relaciones citadas (se-mejanza y contigüidad), y a su vez en cada unode dos aspectos, se abre un enorme campo paraposibles configuraciones distintas. Puede pre-valecer cualquiera de los dos polos: así, en lapoesía rusa, predominan las construcciones me-tafóricas para las canciones líricas, mientrasque en la épica heroica el desarrollo metoní-mico es preponderante.

En poesía son varios los motivos que puedendeterminar la elección entre estas posibilida-des. La primacía del proceso metafórico en lasescuelas literarias del romanticismo y del sim-bolismo se ha reconocido repetidas veces, perotodavía no se ha comprendido lo suficiente queen la base de la corriente llamada «realista»,que pertenece a una etapa intermedia entre ladecadencia del romanticismo y el auge del sim-bolismo y se opone a ambos, se halla, rigién-dola de hecho, el predominio de la metonimia.Siguiendo el camino de las relaciones de con-tigüidad, el autor realista pasa metonímica-mente de la trama a la atmósfera y de los ca-racteres al encuadre espacio-temporal. Gustade ¡os detalles cuya función es ¡a de una sinéc-doque. En la escena del suicidio de Anna Kare-nina, la atención artística de Tolstoi se centraen el bolso de la heroína; y, en Guerra y paz,el mismo autor emplea las sinécdoques «peloen el labio superior» y «hombros desnudos»

para referirse a los personajes femeninos aquienes pertenecen tales rasgos.

La observación de que tales procesos predo-minan alternativamente no es únicamente vá-lida para el arte verbal. Una idéntica oscilaciónse produce en sistemas de signos ajenos al len-

' guajeu. Un destacado ejemplo de la historiade la pintura es la manifiesta orientación meto-nímica del cubismo, el cual transforma cual-quier objeto en un conjunto de sinécdoques;los pintores surrealistas replicaron con una ac-titud decididamente metafórica. Desde las pro-ducciones de D. W. Griffith, el arte del cine,con su notable capacidad para cambiar el án-gulo, la perspectiva y el enfoque de las tomas,ha roto con la tradición del teatro, consiguien-do una variedad sin precedentes de primerosplanos en sinécdoque y, en general, de monta-jes metonímicos. En obras como las de CharlieChaplin, estos métodos a su vez se han vistoreemplazados por un nuevo montaje metafó-rico, con sus fundidos superpuestos, las com-paraciones del cine 2S.

La estructura bipolar del lenguaje (o de otros

21 Yo mismo he arriesgado algunas opiniones es-quemáticas sobre los giros me:onímicos en ei arteverbal («Pro realizm u mystectvi», Vaplite, Jarkov,1927, núm. 2; «Randbemerkungen zur Prosa des Dich-ters Pasternak», Slavische Rundschau, VII, 1935), enla pintura («Futurizm», Iskusstvo, Moscú, 2 agosto1919) y en el cine («Upadek filmu», Lisiy pro unténia kritiku. I, Praga, 1933), pero la cuestión crucial delos dos procesos polares se halla todavía pendientede investigación detallada.

-5 Cf. BELA BALAZS: Theory of the film (London,1952).

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sistemas semióticos) y la fijación del afásicoen uno de estos polos con exclusión del otrorequieren un estudio comparativo sistemático.La conservación de uno de estos extremos encada tipo de afasia debe cotejarse con el pre-dominio del mismo en ciertos estilos, hábitospersonales, modas, etc. Un análisis y una com-paración detalladas de estos fenómenos con latotalidad del síndrome afásico'correspondienteson tareas urgentes que deben emprender con-juntamente especialistas en psicopatología, psi-cología, lingüística, poética y semiótica, la cien-cia de los signos en general. La dicotomía ^estamos estudiando resulta en extremo signi-ficativa y pertinente para toda la conducta ver-bal y para la conducta humana consideradaglobalmente 2i.

Para mostrar las posibilidades que tiene lainvestigación comparada que preconizamos, es-cogeremos el ejemplo de un cuento popularruso que emplea el paralelismo como resortecómico: «Tomás es soltero; Jeremías no estácasado» (Fomá xólost; Erjóma neienát). Aquílos predicados de las dos cláusulas paralelasse hallan asociados por semejanza; en reali-dad, son sinónimos. Los sujetos de ambas ora-

26 Para los aspectos psicológicos y sociológicos deesta dicotomía, véanse las opiniones de Bateson so-bre la «integración progresiva» y «selectiva», y ¡as deParsons sobre la «dicotomía conjunción-disyunción»en el desarrollo del niño: J. RUESCH y G. BATESON:Communication, tlie social matrix of psychiatry (Nue-va York, 1951), págs. 183 y sigs.; T. PARSONS y R. F.BALES: Family, socialization and interaction process(Glencoe, 1955), págs. 119 y sigs.

ciones son nombres propios masculinos y, portanto, similares morfológicamente, mientrasque por otra parte designan a dos héroes con-tiguos del mismo cuento, creados para llevar acabo idénticas acciones y, de este modo, justi-ficar el empleo de pares de predicados sinóni-mos. Una versión ligeramente modificada de¡a misma construcción se emplea en una cono-cida canción de boda en la cual se va nombran-do sucesivamente a todos los invitados, pri-mero por el nombre de pila y luego por el pa-tronímico: «Gleb es soltero; Ivanovic no estácasado.» Mientras que ambos predicados sonde nuevo sinónimos, la relación entre los dossujetos ha cambiado: ambos son nombres pro-pios que se refieren a la misma persona y quenormalmente aparecen contiguos, como fórmu-la de cortesía, al dirigirse a alguien.

En la cita del cuento popular, las dos cláu-sulas paralelas se refieren a dos hechos inde-pendientes: el estado civil de Tomás y el deJeremías, que son idénticos. En cambio, en elverso de la canción las dos cláusulas son sinó-nimas: repiten de modo redundante que unmismo héroe es célibe, escindiendo a éste endos hipóstasis verbales.

El novelista ruso Gleb Ivanovic Uspenskij(1840-1902) padeció en los últimos años de suvida una enfermedad mental que traía consigotrastornos del lenguaje. Su nombre y su pa-tronímico, Gleb Ivanovic, unidos tradicional-mente en el diálogo no familiar, se separaronpara él, pasando a designar a dos seres diferen-tes: Gleb, dotado de todas sus virtudes, e Iva-

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novic, el nombre que relaciona al hjo con supadre, que encarnaba todos los vicio; de Upen-skij. El aspecto lingüístico de este desdobla-miento de la personalidad consiste en la inca-pacidad del enfermo para usar dos símbolos-para un mismo objeto, es decir, en in trastor-no de la semejanza. Como los trastornos de lasemejanza van unidos a una propersión a lametonimia, se hace particularmente interesan-te el estudio del estilo literario empeado porUspenskij en su juventud. Y el estudio de Ana-tolij Kamegulov, que analizó este estilo, res-ponde a nuestras previsiones teóricas. Muestraque Uspenskij tenía una especial afción a lametonimia y, sobre todo, a la sinécdocue, hastael extremo de que «el lector se ve aplastadopor la multiplicidad de detalles que recarganun espacio verbal limitado, de forma que mu-chas veces se pierde el retrato por incapacidadde abarcar el conjunto» 27.

27 A. KAMEGULOV: StiV deba Uspenskogo (Leningra-do, 1930), págs. 65, 145. He aquí uno de los retratosdesintegrados de que habla la monografía: «Bajo unaantigua gorra de paja con una mancha negra en elescudo, asomaban dos mechones parecidos a colmi-llos de jabalí; una papada que se había vuelto sorday colgante acababa de extenderse sobre el ruello gra-siento de la pechera estampada y formaba una grue-sa capa encima de las solapas bastas de SL chaquetade dril, abrochada apretando el cuello. Por bajo deesta chaqueta emergían hacia los ojos del observadorunas manos macizas con un anillo que peretraba enla carne del dedo gordo, un bastón con puño de co-bre, una acentuada prominencia estomacal y la pre-sencia de unos pantalones muy anchos, cono de per-cal, en cuyos amplios extremos se escondían las puntasde las botas.»

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Desde luego, el estilo metonímico de Uspen-skij procede del modelo literario que predomi-naba en su tiempo, el «realismo» de ñnes delsiglo xix, pero el sello personal de Gleb Iva-novic hizo a su pluma particularmente aptapara las manifestaciones más extremas de estacorriente artística y, finalmente, dejó su huellaen el lado verbal de su enfermedad.

En todo proceso simbólico, tanto intraper-sonal como social, se manifiesta la competen-cia entre el modelo metafórico y el metoními-co. Por ello, en una investigación acerca de laestructura de los sueños, es decisivo el sabersi los símbolos y las secuencias temporales sebasan en la contigüidad (para Freud, el «des-plazamiento», que es una metonimia, y la «con-densación», que es una sinécdoque) o en lasemejanza (la «identificación» y el «simbolis-mo» en Freud) n. Frazer ha clasificado en dostipos los principios que rigen los ritos mági-cos: encantamientos fundados en la ley de lasemejanza y en la asociación por contigüidad.La primera de estas dos grandes ramas de lamagia por simpatía se ha denominado «homeo-pática» o «imitativa» y la segunda «magia porcontagio» w. Esta bipartición es sumamente es-clarecedora. No obstante, la cuestión de los

-" S. FREL'D: Die Traumdeutung, 9." ed. (Viena, 1950).ITrad. cast. en Obras completas, Madrid, BibliotecaMueva, 1948; reeditada por Alianza Editorial, Madrid.1967.]

29 J. G. FRAZER: The golden bough: A study in ma-<¿ic and religión, Parte I, 3.1 ed. (Viena. 1950), cap. III.[Trad. cast. de la ed. abreviada, México, F. C. E.,3.' ed., 1956.1

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dos polos permanece ignorada en casi todoslos campos, pese a su vasto alcance y a su im-portancia de cara al estudio de toda conductasimbólica, especialmente verbal, y de sus alte-raciones. ¿Cuál es la razón principal de estaignorancia?

La semejanza del significado establece unarelación entre los símbolos de un metalenguajey los del lenguaje al que éste se refiere. Tambiénla relación entre un término metafórico y eltérmino que reemplaza se establece por seme-janza. Por consiguiente, cuando construye unmetalenguaje destinado a interpretar los tro-pos, el investigador posee unos medios másadecuados para tratar de la metáfora que paramanejar la metonimia, la cual, por basarse enun principio diferente, se resiste muchas vecesa la interpretación. Este es el motivo de que,para la teoría de la metonimia, no pueda citar-se ni mucho menos una bibliografía tan abun-dante como la acumulada sobre el tema de lametáfora 30. Por igual causa suele advertirse queel romanticismo se halla estrechamente vincu-lado a la metáfora, mientras que los vínculosno menos estrechos del realismo con la meto-nimia, permanecen ignorados. El instrumentodel observador no es el único responsable delpredominio de la metáfora sobre la metonimiaen la crítica. Como ¡a poesía se centra en elsigno, y la prosa pragmática principalmente enel referente, los tropos y las figuras se han ve-nido estudiando sobre todo en cuanto recur-

•w C. F. P. STUTTERHEIM: Het begrip metaphoor(Amsterdam, 1941).

sos poéticos. El principio de la semejanza rigela poesía; el paralelismo métrico de los versoso la equivalencia fónica de las palabras queriman suscitan la cuestión de la semejanza yel contraste semánticos; existen, por ejemplo,rimas gramaticales y antigramaticales, peronunca rimas agramaticales. La prosa, en cam-bio, se desarrolla ante todo por contigüidad.Por lo tanto, la metáfora, en poesía, y la meto-nimia, en prosa, constituyen las líneas de me-nor resistencia, y a causa de ello el estudio delos tropos poéticos se dedica fundamentalmen-te a la metáfora. La bipolaridad que realmenteexiste se ha reemplazado en estos estudios porun esquema unipolar amputado que coincidede manera sorprendente con una de las formasde la afasia, o sea, con el trastorno de la con-tigüidad 31.

11 Agradezco a Hugh McLcan su valiosa colabora-ción, y a Justinia Besharov sus originales observa-ciones sobre los tropos y las figuras.

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