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MARTES, 6 ENERO 2015 S e escribe también con los pies? Nietzsche decía que, cuando lees un texto sobre filosofía, la pregunta que hay que formular- le al autor es si sabe caminar. ¿Y eso? Significa que el que piensa tiene que hacer- lo sin ser prisionero de su cultura, de sus libros, de sus referencias. Hay que alejarse del escritorio. Sí, porque los libros de aquellos autores pri- sioneros de sus paredes, atados a sus sillas, opinaba Nietzsche, son indigestos y pesa- dos. Sus reflexiones nacen de la compila- ción de otros libros sobre la mesa. Para pen- sar libremente hay que hacerlo al aire libre, ligero, como el caminante. Caminar es más que un paréntesis... Para muchos autores salir a caminar es mu- cho más que una manera de relajarse, de descansar del trabajo intelectual; es mucho más que una simple pausa. Es el elemento mismo de su creación y la condición de su escritura. La relación entre el andar y la filo- sofía es muy fuerte y muy antigua. Nietzsche buscaba inspiración subien- do montañas. En ello subyace la idea de que pensar es ir a lo más alto, adoptar un punto de vista sobre las cosas que no es desapego ni desprecio, sino simplemente tomar altura para enten- der la inervación de las cosas. Perspectiva de águila. Andar es buscar la energía primigenia. ¿Usted también tiene la sensación de que en movimiento se piensa mejor? Creo, como apuntaron muchos pensadores –Nietzsche, Rousseau, incluso Montaigne, que se había construido su propio deambu- lar–, que la dinámica corporal conlleva una dinámica espiritual muy rica. ¿Estar inactivos nos atonta? El pensamiento que resulta es mucho más estático. Sin embargo, cuando caminas la no- ción más destacada es la de disponibilidad (uno vuelve a estar disponible, sobre todo para sí mismo) y la libertad de pensamiento. ¿Qué significa eso? Que a uno le vienen las ideas precisamente porque no las busca, y son ideas ligeras y frágiles que conviene apuntar. Para caminar, nada mejor que la compa- ñía de un buen amigo perro. La verdad es que andar con diez personas es como constituir una pequeña sociedad que se desplaza; volvemos a alimentar así el motor de la sociedad, lo que Rousseau lla- maba el terrible motor de la comparación. ¿Si las botas del vecino son mejores? Sí, y con esos condicionantes sociales el ca- minar se pierde. ¿Caminar es hablar con uno mismo? A menudo, en la vida cotidiana, cuando uno trabaja tiene una relación tensa consigo mis- mo, que surge del hecho de que nos impone- mos desafíos continuos. Caminar calma las tensiones. ...De manera que uno se encuentra en com- pañía de uno mismo pero de un modo mu- cho más tranquilo, y eso es lo que yo llamo el placer de reencontrarse con uno mismo. Antes ha asociado caminar a libertad. Creo que andar nos da la oportunidad de descubrir una libertad nueva. En nuestro mundo cotidiano, marcado por la tecnolo- gía, la libertad se entiende como la accesibi- lidad y la multiplicidad de elecciones, ya. La libertad es hoy facilidad. Y está asociada esencialmente a la veloci- dad. El hombre moderno es el Homo connec- ticus, y caminar nos procura el placer de li- berarnos de los imperativos de la velocidad y escapar a la idea misma de identidad. ¿A la tentación de ser alguien? Sí, de tener un nombre y una historia. Ser alguien nos sirve en las reuniones munda- nas en las que nos dedicamos a hablar de nosotros mismos, obligándonos a ser fieles a ese retrato de nosotros mismos. Una pesadez, cierto. La libertad de cuando se camina es la de no ser nadie, un simple animal que avanza. Lle- ga un punto en que uno no sabe cuánto rato ha pasado y siente que podría seguir así días. No importa adónde vas, ni la hora que es ni quién eres: tu nombre, tu edad, tu pro- fesión..., todo pierde consistencia. Se parece a la felicidad. Sí, pero se aleja de esa felicidad que hoy pre- domina, la de la excitación. Tiene que ver con la alegría de la sencillez, del contem- plar, la plenitud, la serenidad. No se trata de un trabajo de introspección, de construirse una identidad personal ni de plantearse la pregunta de quién soy, es más bien la cons- trucción de una burbuja de aire. A usted ¿qué le ha dado caminar? El caminante es un rebelde que camina hacia sí mismo. Andar es un lugar para rein- ventarse, e intuyo que para aprender a de- sobedecerse a uno mismo. ¿Y qué significa eso? Debo andar mucho para poder responderle. Pero lo que quiero decir es que la sociedad nos presiona mucho para que seamos noso- tros mismos; sin embargo, ser uno mismo no es algo muy interesante, es aburridísimo. ¿Hay que intentar ser otros? Sí, ser diferente, ser mejor, ese desafío lúdi- co que nos invita a crecer. IMA SANCHÍS LA CONTRA ANA JIMÉNEZ “El caminante es un rebelde que camina hacia sí mismo” VÍCTOR-M. AMELA IMA SANCHÍS LLUÍS AMIGUET Voy a cumplir el medio siglo: aún tengo mucho tiempo para caminar. Soy parisino. Profesor de Pensamiento Político (Universidad París XII). Casado, dos hijos. Pesimista de izquierdas. Creo que hemos de aprender a desobedecer. Agnóstico, abierto a todas las religiones Ha aunado dos pasiones: la filosofía y las grandes caminatas, y el resultado ha sido Andar, una filoso- fía (Taurus), ensayo que nos descubre cómo los grandes filósofos y pen- sadores se ponían a cami- nar para pensar y crear en libertad. Rousseau, Thoreau, Nietzsche o Gandhi aborrecían la ciudad y se desplazaban a lugares en los que la libertad podía respirarse a pleno pulmón. Cami- nar, interpreta Gros, es una ruptura respecto al caos, el ruido del mundo y las tensiones y con- versaciones internas; es la construcción de una burbuja de aire. Andar tiene que ver con la espi- ritualidad, la rebeldía, pensar por uno mismo, la humildad, y ha sido el camino de grandes revo- luciones. Respirar Frédéric Gros, filósofo; reflexiona sobre el hecho de caminar 47872 6

Frédéric Gros, Filósofo - Caminar

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Entrevista al filósofo Frédéric Gros

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Page 1: Frédéric Gros, Filósofo - Caminar

MARTES, 6 ENERO 2015

S e escribe también con lospies?Nietzsche decía que, cuandolees un texto sobre filosofía, lapregunta que hay que formular-le al autor es si sabe caminar.

¿Y eso?Significa que el que piensa tiene que hacer-lo sin ser prisionero de su cultura, de suslibros, de sus referencias.

Hay que alejarse del escritorio.Sí, porque los libros de aquellos autores pri-sioneros de sus paredes, atados a sus sillas,opinaba Nietzsche, son indigestos y pesa-dos. Sus reflexiones nacen de la compila-ción de otros libros sobre lamesa. Para pen-sar libremente hay que hacerlo al aire libre,ligero, como el caminante.

Caminar es más que un paréntesis...Para muchos autores salir a caminar es mu-cho más que una manera de relajarse, dedescansar del trabajo intelectual; es muchomás que una simple pausa. Es el elementomismo de su creación y la condición de suescritura. La relación entre el andar y la filo-sofía es muy fuerte y muy antigua.

Nietzsche buscaba inspiración subien-do montañas.

En ello subyace la idea de que pensar es ir alo más alto, adoptar un punto de vista sobrelas cosas que no es desapego ni desprecio,sino simplemente tomar altura para enten-der la inervación de las cosas.

Perspectiva de águila.Andar es buscar la energía primigenia.

¿Usted también tiene la sensación deque en movimiento se piensa mejor?Creo, como apuntaron muchos pensadores–Nietzsche, Rousseau, incluso Montaigne,que se había construido su propio deambu-lar–, que la dinámica corporal conlleva unadinámica espiritual muy rica.

¿Estar inactivos nos atonta?El pensamiento que resulta es mucho másestático. Sin embargo, cuando caminas la no-ción más destacada es la de disponibilidad(uno vuelve a estar disponible, sobre todopara símismo) y la libertad de pensamiento.

¿Qué significa eso?Que a uno le vienen las ideas precisamenteporque no las busca, y son ideas ligeras yfrágiles que conviene apuntar.

Para caminar, nadamejor que la compa-ñía de un buen amigo perro.La verdad es que andar con diez personases como constituir una pequeña sociedad

que se desplaza; volvemos a alimentar así elmotor de la sociedad, lo que Rousseau lla-maba el terrible motor de la comparación.

¿Si las botas del vecino son mejores?Sí, y con esos condicionantes sociales el ca-minar se pierde.

¿Caminar es hablar con uno mismo?Amenudo, en la vida cotidiana, cuando unotrabaja tiene una relación tensa consigomis-mo, que surge del hecho de que nos impone-mos desafíos continuos.

Caminar calma las tensiones....De manera que uno se encuentra en com-pañía de uno mismo pero de un modo mu-cho más tranquilo, y eso es lo que yo llamoel placer de reencontrarse con uno mismo.

Antes ha asociado caminar a libertad.Creo que andar nos da la oportunidad dedescubrir una libertad nueva. En nuestromundo cotidiano, marcado por la tecnolo-gía, la libertad se entiende como la accesibi-lidad y la multiplicidad de elecciones, ya.

La libertad es hoy facilidad.Y está asociada esencialmente a la veloci-dad. El hombremoderno es elHomo connec-ticus, y caminar nos procura el placer de li-berarnos de los imperativos de la velocidady escapar a la idea misma de identidad.

¿A la tentación de ser alguien?Sí, de tener un nombre y una historia. Seralguien nos sirve en las reuniones munda-nas en las que nos dedicamos a hablar denosotros mismos, obligándonos a ser fielesa ese retrato de nosotros mismos.

Una pesadez, cierto.La libertad de cuando se camina es la de noser nadie, un simple animal que avanza. Lle-ga un punto en que uno no sabe cuánto ratoha pasado y siente que podría seguir asídías. No importa adónde vas, ni la hora quees ni quién eres: tu nombre, tu edad, tu pro-fesión..., todo pierde consistencia.

Se parece a la felicidad.Sí, pero se aleja de esa felicidad que hoy pre-domina, la de la excitación. Tiene que vercon la alegría de la sencillez, del contem-plar, la plenitud, la serenidad. No se trata deun trabajo de introspección, de construirseuna identidad personal ni de plantearse lapregunta de quién soy, es más bien la cons-trucción de una burbuja de aire.

A usted ¿qué le ha dado caminar?El caminante es un rebelde que caminahacia símismo. Andar es un lugar para rein-ventarse, e intuyo que para aprender a de-sobedecerse a uno mismo.

¿Y qué significa eso?Debo andarmucho para poder responderle.Pero lo que quiero decir es que la sociedadnos presiona mucho para que seamos noso-tros mismos; sin embargo, ser uno mismono es algomuy interesante, es aburridísimo.

¿Hay que intentar ser otros?Sí, ser diferente, ser mejor, ese desafío lúdi-co que nos invita a crecer.

IMA SANCHÍS

LA CONTRA

ANA JIMÉNEZ

“Elcaminanteesunrebeldequecaminahaciasímismo”

VÍCTOR-M. AMELA IMA SANCHÍS LLUÍS AMIGUET

Voy a cumplir el medio siglo: aún tengo mucho tiempo para caminar. Soy parisino. Profesorde Pensamiento Político (Universidad París XII). Casado, dos hijos. Pesimista de izquierdas.Creo que hemos de aprender a desobedecer. Agnóstico, abierto a todas las religiones

Ha aunado dos pasiones:la filosofía y las grandescaminatas, y el resultadoha sido Andar, una filoso-fía (Taurus), ensayo quenos descubre cómo losgrandes filósofos y pen-sadores se ponían a cami-nar para pensar y crearen libertad. Rousseau,Thoreau, Nietzsche oGandhi aborrecían laciudad y se desplazabana lugares en los que lalibertad podía respirarsea pleno pulmón. Cami-nar, interpreta Gros, esuna ruptura respecto alcaos, el ruido del mundoy las tensiones y con-versaciones internas; esla construcción de unaburbuja de aire. Andartiene que ver con la espi-ritualidad, la rebeldía,pensar por uno mismo,la humildad, y ha sido elcamino de grandes revo-luciones.

Respirar

FrédéricGros, filósofo; reflexiona sobre el hecho de caminar

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