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Fragmento El libro de la Selva de Londres

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Fragmento El libro de la Selva de Londres, Bhajju Shyam

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Más de cien años después de que Rudyard Kipling inmortalizara la jungla india en El libro de la Selva, el artista Bhajju Shyam de la tribu gond devuelve la cortesía a los británicos. Tras ser invitado a decorar las paredes de un restaurante indio en Londres, Shyam sale por primera vez de su aldea para adentrarse en un mundo por completo desconocido: una jungla urbana que le resulta absolutamente misteriosa y fascinante.

El libro de la Selva de Londres es el testimonio gráfico de su odisea, donde el avión que lo transporta a Inglaterra se convierte en un elefante con alas, y el autobús londinense número 30 en un perro fiel que todos los días lo lleva de la casa al trabajo sano y salvo. Al no hablar inglés, Shyam se comunica en «el único lenguaje disponible», el del arte, en el que los londinenses se convierten en murciélagos que de noche se congregan en pubs «donde parecen mucho más contentos, se ríen más, y no les importa entablar con-versaciones con extraños». La de Shyam es, sin duda, una mirada única que convierte lo familiar en fantástico y cambia la percepción de una de las ciudades más tradicionales y dinámicas del mundo entero.

Bhajju Shyam nació en 1971 en la aldea tribal gond de Patangarh, en los bosques de la India Central. Creció en un entorno empobrecido, y a los 16 años se fue a la ciudad de Bhopal en busca de trabajo. Su tío Jangarh Singh Shyam, el artista gond más brillante de todos los tiempos, lo convirtió en su aprendiz y le ayudó a desarrollar su manifiesto talento. En 1998 participó en una exposición en París, y desde entonces su obra se ha exhibido en el Reino Unido, Alemania, Holanda y Rusia.

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EL LIBRO DE LA SELVADE LONDRES

sextopiso

BHAJJU SHYAMcon

SIRISH RAO y GITA WOLF

Traducción de Carlos Mayor

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Todos los derechos reservados.Ninguna parte de esta publicación puede ser reproducida,

transmitida o almacenada de manera alguna sin el permiso previo del editor.

Título originalThe London Jungle Book

The London Jungle BookCopyright © 2004 Tara Publishing

Publicado originalmente por Tara Publishingen colaboración con el Museo de Londres

Primera edición: 2013

Ilustraciones© Bhajju Shyam

Texto © Sirish Rao y Gita Wolf (a partir del relato oral de Bhajju Shyam)

Traducción© Carlos Mayor

DiseñoRathna Ramanathan, Minus9 Design

Copyright © Editorial Sexto Piso, S.A. de C.V., 2013París 35-AColonia del Carmen, Coyoacán04100, México D. F., México

Sexto Piso España, S. L.Camp d’en Vidal 16, local izq.08021, Barcelona, España

www.sextopiso.com

Diseño de cubiertaEstudio Joaquín Gallego

ISBN: 978-84-15601-29-6Depósito legal: M-12390-2013

Impreso en España

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Este libro está dedicado a la memoria de Jangarh Singh Shyam, que fue mi gurú y mi inspiración.

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Hoy en día nadie se va de viaje con la idea de emprender una gran aventura hacia lo des-

conocido. Visitar otros lugares se ha convertido en algo cotidiano y el ingrediente de peligro que podía hacer dudar de la vuelta del viajero ya no da sabor a nuestros periplos. La inmensidad de lo desconocido se ha reducido enormemente y, con ella, nuestra capacidad de asombro.

De todos los rincones del mundo, Londres debe de ser uno de los más visitados, sobre el que se ha escrito muchísimo. Resulta difícil imaginar que alguien pueda aportar una perspectiva original y sorprendente sobre esa ciudad. Y, sin embargo, incluso en este saturado mundo quedan viajeros singulares que pueden aportar una mirada fres-ca a lugares muy conocidos. Por no haber tenido nunca el privilegio de viajar, llevan todavía con-sigo esa capacidad de maravillarse ante lo nuevo que antaño nos caracterizaba.

Si por casualidad una de esas personas aterrizara en Londres y, además del don de la perspicacia, po-seyera también una excepcional capacidad de expre-sión, lo que tuviera que decir resultaría fascinante.

Bhajju Shyam es esa persona. En el año 2002 el diseñador indio Rajeev Sethi invitó a la capi-tal británica a este joven mago de los pinceles de la comunidad tribal gond, del centro de la India. Junto con otro artista gond, Ram Singh Urvethi, debía hacer unas pinturas murales en Masala Zone, un lujoso restaurante indio del barrio de Islington. A diferencia de la mayoría de los indios que se trasladan a Londres, Bhajju no era ni em-presario, ni turista rico, ni estudiante, ni trabaja-dor inmigrante, sino que formaba parte de uno de los sectores más pobres y marginados de la socie-dad de su país: mucha gente sigue considerando a las comunidades tribales, todavía hoy, junglis o

seres primitivos sin cultura. Es tan poco habitual que alguien como él llegue a viajar (y menos al extranjero) que Bhajju encontró en la invita-ción una oportunidad excepcional con la que ni siquiera había soñado.

Pasó dos meses trabajando en Londres, observan-do la vida de la ciudad y formándose sus propias impresiones de un mundo que le era comple- tamente ajeno. Sin contar con ventajas como ha-blar inglés o tener conocimientos previos de lo que lo esperaba, Bhajju vio esa ciudad como pocos pueden verla, como un territorio completamente inexplorado, lo cual es sin duda irónico, teniendo en cuenta que en su día fue el centro de un im-perio que trazó el mapa del mundo. De hecho, la tribu de Bhajju había sido objeto de estudio por parte de antropólogos ingleses, el más conocido de los cuales fue Verrier Elwin, quien vivió entre los gonds durante la primera mitad del siglo xx, se casó con una mujer de allí y escribió varios libros sobre ellos. De niño, Bhajju oía contar historias so-bre Elwin, ya que su abuelo había sido su criado. Y de repente un capricho del destino permitió que disfrutara de la oportunidad de formarse sus pro-pias impresiones sobre la patria del antropólogo.

Conocimos a Bhajju en noviembre del 2003, un año después de su regreso a la India tras el via-je a Londres, cuando la editorial que dirigimos, Tara, invitó a un grupo de artistas gonds a un taller de ilustración. Bhajju nos divirtió durante una semana entera con sus aventuras y quedamos completamente fascinados. Lo que nos llamó la atención no fue sólo la originalidad de su visión, sino también la facilidad con la que hacía observa-ciones muy profundas. Quedamos convencidos de que detrás de todo aquello había un magnífi-co relato visual de su viaje. La idea lo apasionó de

DE CÓMO LONDRES SE CONVIRTIÓ EN UNA SELVA

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inmediato: «¡El sahíb Elwin escribió sobre mi tri-bu y ahora me toca a mí escribir sobre la suya!».

Sin embargo, enseguida nos dimos cuenta de que no iba a ser fácil llevar el proyecto a buen puerto. Transcribir sus palabras no resultaba com-plicado, pero plasmar su percepción de Londres en pinturas al estilo gond era algo completamente distinto, que requería que Bhajju se alejara de for-ma radical del arte que había practicado hasta la fecha, que deja ra a un lado el mundo de los temas y los iconos que conocía.

Para comprender el alcance de la trayectoria creativa de Bhajju hay que tener ciertas nociones de su forma de expresión tradicional. El artista procede de una comunidad muy visual. Los gonds se rodean de su arte, que se pinta en las paredes de adobe de las casas. Las superficies están atesta das de diagramas simbólicos, de historias de creación, de dioses, de diosas, de animales, de árboles y de la vida en la aldea. Para los gonds, el arte es una oración, y creen que aquellos cuyos ojos se posen en una buena imagen tendrán buena fortu-na. Por consiguiente, las pinturas están presentes en todo lo que hacen.

Al arte gond no le interesan ni el realismo, ni la perspectiva, ni la luz, ni la tridimensionali dad. Más que representar, expresa, y su energía surge de las líneas fluidas, de los complejos dibujos geométricos y de los símbolos que vinculan a los seres vivos con el funcionamiento del cosmos. Como casi todos los gonds viven en el bosque, los animales ocupan un lugar preponderante en su imaginación. Su expresión artística no surge con el objetivo del consumo comercial. Se trata de arte comunitario, creado y disfrutado por toda la aldea.

Eso es, en esencia, lo que sabemos del arte gond gracias a textos históricos y antropológicos mo-dernos, en su mayor parte fechados a partir de la última época de la India colonial. Pero no se trata ni mucho menos de rasgos eternos, y al ha-blar con los artistas gonds se tiene la sensación de que las cosas deben de haber cambiado y evolu-cionado dentro de la tradición que conocemos. Lo importante es resistirse a la tentación de reducir la imaginación gond al concepto del Otro román-tico de nuestra conciencia moderna. Por supues-to, sus creencias son muy distintas, y por eso

precisamente nos interesa tanto el punto de vista de Bhajju, pero la diferencia no es una mera cues-tión de contraste.

Algunos acontecimientos recientes (que resul-tan más fáciles de entender) nos dan una idea de la complejidad con la que se perciben los cambios en las formas de vida antiguas. En las últimas dé-cadas distintos artistas gonds, entre ellos Bhajju, se han trasladado a la ciudad de Bhopal (la capital del estado de Madhya Pradesh) en busca de opor-tunidades. Las nuevas circunstancias han cam-biado su forma de pintar en bastantes sentidos. Ahora dan una salida comercial a su obra, traba-jan sobre papel o lienzo y utilizan rotuladores de dibujo y pinturas acrílicas. Su paleta cromática se ha ampliado de los cuatro pigmentos natura-les que fabricaban en la aldea a toda la gama de pinturas comerciales. En determinados casos, los nuevos materiales han dado un mayor colorido a las obras, una mayor complejidad, y artistas como Bhajju son más receptivos a temas nuevos. Sin em-bargo, lo interesante es que, a pesar de todo ello, en esencia, la imaginación del artista gond no se ha alejado demasiado de la aldea, del bosque y de los mitos y las historias de siempre. Para compli-car aún más las cosas, la tradición del arte ritual también sigue existiendo en las aldeas. Así pues, el camino del cambio no avanza en línea recta, sino que se trata de una red en la que se enmara-ñan distintos destinos.

Por lo general, los artistas gonds que han encon-trado un mercado para sus obras están satisfechos haciendo lo que saben hacer y reproduciendo las imágenes que gustan a los compradores. Bhajju es uno de los pocos dispuestos a poner en peligro su modesto tren de vida, pues no siempre cumple las expectativas que deposita el mercado en los ar-tistas tribales. Siempre ha considerado que tenía derecho a experimentar e innovar, a perseguir lo nuevo:

Una vez pinté una bicicleta. Ya sé que no es una de nuestras imágenes tradiciona-les, pero me gustaba la idea y además no me alejé del estilo gond. Algunos artistas a los que conocí en Delhi se metieron con-migo. Me decían: «Eres de una tribu. ¿Por

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qué pintas cosas modernas? En tu aldea no hay acero, ¿cómo puedes dibujar una bici-cleta? La ciudad te está echando a perder». Se olvidaban de que las bicicletas ya han llegado a la aldea. ¿Y por qué van a tener ellos derecho a pintar lo que les venga en gana, mientras que yo me veo obligado a limitarme a los animales porque soy de una tribu? Los tiempos han cambiado, ahora vivo en una ciudad y he ido en avión a Londres. Eso no quiere decir que vaya a desentenderme de la tradición. No puedo: la llevo dentro. Hago lo nuevo con lo viejo en la sangre. Por eso, también las pinturas que hice en Londres tienen una vertiente gond, son una visión gond de esa ciudad. Aunque estamos unidos y hablamos con una misma voz, no todos los miembros de una tribu somos iguales, no todos los gonds somos iguales. Algunos pintan bien y otros mal. Algunos quieren quedarse con lo que conocen y otros, probar cosas nuevas.

Tenemos en la historia ejemplos de grandes ar-tistas populares que han utilizado técnicas tra-dicionales para representar de maravilla escenas contemporáneas. Bhajju conocía algunas de esas obras y le sirvieron de inspiración, pero no por eso dejaba de estar nervioso ante la envergadura del proyecto londinense. Para transformar el relato en un libro había que ahondar en sus impresiones personales de la ciudad y plasmar esas imágenes intangibles en un lienzo gond. Surgieron pregun-tas de todo tipo. Por ejemplo, ¿cómo iba a pasar de expresar el sentido compartido por toda una co-munidad a hablar de su experiencia propia? ¿Qué símbolos iba a utilizar? Se hacía necesario elaborar un nuevo lenguaje visual que ni rompiera con el pasado ni se mantuviera dentro de los límites de lo conocido:

No estoy acostumbrado a pensar cons-cientemente cuando pinto. El trabajo sale solo de mi mano. Ahora vuestra idea es lle-varme a otro lugar, y eso me gusta. Pero, ¿cómo lo hago? No puedo mostrar Londres

tal y como es, espero que no me lo pidáis. No necesito fotografías para refrescar la memoria. Sólo soy capaz de hacerlo al esti-lo gond, recurriendo al poder de la imagi-nación. Además, mi historia no avanza en línea recta, diciendo que primero hice una cosa, luego otra y luego pasó otra más… También me preocupa qué símbolos uti-lizar en las pinturas. Tenéis que decirme cuáles son importantes para la gente de Londres, porque los incluiré. Sin eso, mis cuadros no tendrían sentido. Y luego está lo que más me preocupa: en mis obras tradicionales sé distinguir lo bueno de lo malo, pero en este nuevo estilo no podré juzgar mi propio trabajo y no quiero ha-cerlo mal. No puedo plantarme en Bhopal y hacerlo yo solo; vosotros os dedicáis a escribir y seréis capaces de sacar a la luz lo que quiero decir. Tengo que trabajar con vosotros.

Así pues, acordamos que lo mejor era que Bhajju se instalara con nosotros y que trabajáramos jun-tos en el proyecto. El proceso de construcción del relato duró varios meses. Para tranquilizarlo, le aseguramos que no tenía que trazar una narra-ción lineal. Podía contar su historia al estilo de las pinturas gonds, utilizando los principales aconte-cimientos y los símbolos que se le habían queda-do grabados. Él iba narrando en hindi y nosotros escribíamos y lo ayudábamos a aislar y concep-tualizar las partes que después convertiría en imágenes. Juntos tratamos de establecer vínculos entre la mitología gond y lo que Bhajju decía de Londres. Él disfrutó del trabajo en colaboración, de la puesta en común de las ideas y del análisis de cosas que estaban en su subconsciente. «Las llamo “pinturas del pensamiento” —decía—, porque no se hacen con prisa, por costumbre. Hay que pen-sar. Si no, no te vienen a la cabeza».

Al ir avanzando descubrimos que el alma gond de Bhajju conseguía transformar en animales prácticamente todas las imágenes de Londres que se le ocurrían: el metro se convirtió en una lombriz gigantesca, el Big Ben se fundió con un gallo para crear un extraño reloj, y los ingleses

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acabaron siendo murciélagos. Era la mirada gond: recogía la esencia secreta de cada animal y la uti-lizaba como metáfora para reflejar el espíritu del Londres que había visto. Así, utilizó el lenguaje gond de un modo completamente innovador: re-currió a los símbolos del bosque para descifrar la ciudad, para transformar Londres en un extraño bestiario. Su arte era al mismo tiempo conceptual y comunicativo.

Cuando el proyecto ya tocaba a su fin, nos dimos cuenta de que había superado el objetivo original y, de hecho, había dado lugar a algo de relevancia histórica. Con modestia y con delicadeza, había conseguido dar la vuelta a la mirada antropológi-ca. Nos decantamos por el título El libro de la Selva de Londres por lo que evoca: no sólo encaja con la visión de la capital británica como bestiario que refleja Bhajju, sino que también tiene una vincu-lación irónica con el clásico en el que Kipling rela-tó la vida en la selva india. Es interesante señalar que, en el prólogo de uno de sus libros sobre los gonds, el propio Verrier Elwin se refiere a El libro de la Selva de Kipling como texto paralelo al suyo.

Éste es, pues, el homenaje de Bhajju a Londres, su mito particular sobre una ciudad legendaria que vive tanto en el imaginario de gente de todo el mundo como en la realidad. Los apasionados de esta metrópoli conforman una tribu numerosa y dispersa; aquí, para todos ellos, presentamos una visión compleja y radicalmente inocente al mismo tiempo: Londres como una selva exótica.

Sin embargo, el libro es más que la historia de una ciudad. De un modo aparentemente accesible, el relato de Bhajju aborda también muchos aspec-tos profundos del hecho del viaje en sí. Y, llegado este punto, hay que decir algo sobre Bhajju como viajero: emprendió el trayecto con una actitud cla-ramente jovial y desinhibida, dispuesto a aceptar de buen humor todo lo que pasara. Por ejemplo, nos dimos cuenta de que, a pesar de la perspica-cia de sus observaciones, era reticente a criticar Inglaterra. Es evidente que su ingenuidad no lle-ga hasta el punto de creer que en ese país no hay nada malo ni que es un paraíso de pureza en el que todo el mundo cumple la ley, como puede de-ducirse de algunos pasajes. Hay que entender esa postura en función de sus orígenes. Es cierto que,

en comparación con las dificultades existentes en la India, Londres debe de parecer un lugar de li-bertad y abundancia, pero sus alabanzas surgen también de una cultura de cortesía y decoro, una cultura que evita los comentarios negativos, sobre todo cuando se ha recibido una invitación.

Esa actitud da lugar a una visión menos polé-mica del mundo y a un relato de viajes en el que no hay conflictos, lo que resulta reconfortante. No encontramos en él ni los reproches ni la arro-gancia inconsciente del viajero habitual, que a menudo se siente demasiado cómodo siendo el centro del universo. El exceso de libros de viajes transforma la diferencia y la novedad de cada lugar en motivo de risa o de mal humor. Bhajju, en cambio, viaja con humildad y con apertura de miras, y está dispuesto a mostrar su vulne-rabilidad. No pretende ofender ni imponer su gusto al mundo al que llega.

El texto de la historia, en su forma actual, pro-cede de las distintas versiones que nos contó el artista. Hemos tratado de mantener el estilo de su narración, conservando las estampas sucin-tas pero expresivas y las frases ocurrentes que son características en él. Esperamos que los co-mentarios que se añaden al pie de las imágenes ayuden a que el lector interesado se adentre en la estética gond. Conservar la voz de Bhajju en otro idioma no ha sido fácil, cosa que sucede con cualquier traducción, y más cuando se hace a partir de un relato oral. Esperamos haber lo-grado mantener su gran originalidad y haberle hecho justicia con las palabras elegidas. Cuando le preguntamos qué impresión deseaba que se llevara el lector del libro, nos contestó:

Quiero que se quede con la esencia de lo que sentí. No hace falta enseñarlo todo. Me gustaría que escribierais poco, pero dicien-do mucho.

SiriSh rao y Gita Wolf

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El milagro del vueloEl animal más pesado que he visto en la vida es el elefante, así que, al ponerme a pintar el avión, fue el que me vino a la cabeza. El despegue de un avión es un milagro comparable con el vuelo de un elefante. He puesto los árboles en el cielo boca abajo y las nubes debajo porque volar volvió mi mundo del revés.

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Inglaterra es un sari de color esmeralda He decidido mostrar mi primera visión de Inglaterra desde el aire como una tela. Para la parte central he utilizado el mismo dibujo que para representar la tierra según el estilo gond, pero lo he coloreado como un sari. Luego, para que se viera que Inglaterra es una isla, he dibujado alrededor criaturas del mar (peces y tortugas), que es como se simboliza el agua en la tradición gond.

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El 30, un fiel amigoEsta pintura no requiere muchas explicaciones. He transformado un autobús de la línea 30 en un perro porque eso fue para mí: un amigo fiel y leal. Además, los autobuses londinenses te acogen con mucha cordialidad, lo que encaja con el buen carácter del perro fiel.

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La diosa de LondresLa impresión que tuve de las mujeres de Londres fue que hacían muchas cosas a la vez y de buena gana. Por eso he convertido a la inglesa de la pintura en una diosa india de cuatro brazos. Para nosotros, todos esos brazos quieren decir que la diosa está en todas partes al mismo tiempo, que es capaz de hacer muchas tareas. Normalmente, las cosas que sostiene son símbolos de sus poderes, por lo que la mujer de mi pintura coge la carta de un restaurante con una mano, ofrece una taza de té con otra, aguanta un cigarrillo con la tercera y contesta al teléfono con la cuarta. El cigarrillo es lo único que no tiene que ver con el trabajo, pero me gusta que las inglesas fumen, beban y se lo pasen bien, así que lo he incluido.

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Más de cien años después de que Rudyard Kipling inmortalizara la jungla india en El libro de la Selva, el artista Bhajju Shyam de la tribu gond devuelve la cortesía a los británicos. Tras ser invitado a decorar las paredes de un restaurante indio en Londres, Shyam sale por primera vez de su aldea para adentrarse en un mundo por completo desconocido: una jungla urbana que le resulta absolutamente misteriosa y fascinante.

El libro de la Selva de Londres es el testimonio gráfico de su odisea, donde el avión que lo transporta a Inglaterra se convierte en un elefante con alas, y el autobús londinense número 30 en un perro fiel que todos los días lo lleva de la casa al trabajo sano y salvo. Al no hablar inglés, Shyam se comunica en «el único lenguaje disponible», el del arte, en el que los londinenses se convierten en murciélagos que de noche se congregan en pubs «donde parecen mucho más contentos, se ríen más, y no les importa entablar con-versaciones con extraños». La de Shyam es, sin duda, una mirada única que convierte lo familiar en fantástico y cambia la percepción de una de las ciudades más tradicionales y dinámicas del mundo entero.

Bhajju Shyam nació en 1971 en la aldea tribal gond de Patangarh, en los bosques de la India Central. Creció en un entorno empobrecido, y a los 16 años se fue a la ciudad de Bhopal en busca de trabajo. Su tío Jangarh Singh Shyam, el artista gond más brillante de todos los tiempos, lo convirtió en su aprendiz y le ayudó a desarrollar su manifiesto talento. En 1998 participó en una exposición en París, y desde entonces su obra se ha exhibido en el Reino Unido, Alemania, Holanda y Rusia.