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8/16/2019 Fragmento de Un Diario
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FRAGMENTO DE UN DIARIO
Amparo Dávila
Lunes 7 de julio
MI VECINO el señor Rojas pareció sorprendido al encontrarme
sentado en la escalera.
Seguramente lo que llamó su atención fue la mirada,
notoriamente triste. Me di cuenta del vivo interés que de pronto
le desperté. Siempre me han gustado las escaleras, con su gente
que sube arrastrando el aliento, y la que baja como masa
informe que cae sordamente. Tal vez por eso, escogí la escalera para ir a sufrir.
Jueves 10
Hoy puse gran empeño en terminar pronto mis diarias tareas
domésticas: arreglar el departamento, lavar la ropa interior,
preparar la comida, limpiar la pipa… Quería disponer de más
tiempo para elaborar los programas y escoger los temas para mi
ejercicio. Es bastante arduo el aprendizaje del dolor, gradual y
sistematizado como una disciplina o como un oficio. Mi vecino
estuvo observándome largo rato. Bajo la luz amarillenta del
foco, debo parecer transparente y desleído. El diario ejercicio
del dolor da la mirada del perro abandonado, y el color de los
aparecidos.
Sábado 12
De nuevo cayó sobre mí la mirada insistente y surgió la temida
pregunta del señor Rojas. Inútil decirle algo. Dejé que siguiera
bajando entre la duda. Yo continué con mi ejercicio. Cuando oí
pasos que subían, un estremecimiento recorrió mi cuerpo. Losconocía bien. Las manos y las sienes comenzaron a sudarme. El
corazón daba tumbos desesperados y la lengua parecía un
pedazo de papel. Si hubiera estado en pie me habría
desplomado como un títere. Sonrió al pasar… Yo fingí que no
la veía. Y seguí con mi práctica.
Jueves 17
Estaba justamente en el 7º grado de la escala del dolor, cuando
fui interrumpido cruelmente, por mi constante vecino que subía
acompañado por una mujer. Pasaron tan cerca de mí que sus
ropas me rozaron. Quedé impregnado del perfume de la mujer,
mezcla de almizcle y benjuí, viscoso, oscuro, húmedo, salvaje.
Llevaba un vestido rojo muy entallado. La miré hasta que se
perdieron tras la puerta del departamento. Hablaban y reían al
subir la escalera. Reían con los ojos y con las manos. Eran
pasión en movimiento. Cerrados en sí mismos ni siquiera me
vieron. Y mi dolor tan puro, tan intelectual, quedó interrumpidoy contaminado en su limpia esencia por una sorda comezón.
Sensaciones pesadas y sombrías descendieron sobre mí.
Aquella dolorosa meditación, producto de una larga y difícil
disciplina, quedó frustrada y convertida en miserable
vehemencia. ¡Malditos! Golpeé con mis lágrimas las huellas de
sus pasos.
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Domingo 20
Fue un verdadero acierto graduar el dolor, darle categoría y
límite. Aun cuando hay quienes aseguran que el dolor es
interminable y que nunca se agota, yo opino que después del
10º grado de mi escala, sólo queda la memoria de las cosas,
doliendo ya no en acción sino en recuerdo. Al principio de mi
aprendizaje creí que era oportuno ir en ascenso, en práctica
gradual. Bien pronto comprobé que resultaba muy pobre una
experiencia así. El conocimiento y perfección del dolor
requiere elasticidad, sabio manejo de sus categorías y matices,
y caprichoso ensayo de los grados. Pasar sin dificultad del 3° al
8º grado, del 4º al 1º, del 2º al 7º y, después, recorrerlos por
riguroso orden ascendente y descendente… Me apena
interrumpir esta interesante explicación, pero hay agua bajo mis
pies.
Lunes 21
A primera hora llegó el dueño del edificio. Yo aún no acababa
de secar el departamento. Gritó, manoteó, dijo cosas tremendas.
Acostumbrado como estoy a sufrir injusticias, necedades y mal
trato, su actitud fue sólo un reflejo de otras muchas. Se
necesitaría de un artista auténtico para conmoverme, no de un
simple aprendiz de monstruo. No le di la menor importancia.
Mientras gritaba, me dediqué a cortarme las uñas con cuidado y
sin prisa. Cuando terminé, el hombre lloraba. Tampoco me
conmovió. Lloraba como lloran todos cuando tienen que llorar.
¡Si hubiera llorado como yo, cuando llego a aquellasmeditaciones del 7o grado de mi método, que dicen… !
Sábado 26
Con toda humildad confesaré que soy un virtuoso del dolor.
Esta noche, mientras sufría hecho un nudo en la escalera,
salieron a mirarme los gatos de mis vecinos. Estaban
asombrados de que el hombre tuviera tal capacidad para el
dolor. Apenas noté su presencia. Sus ojos eran como teas que
se encendían y se apagaban. Debo haber llegado con toda
seguridad al 10º grado. Perdí la cuenta, porque el paroxismo del
dolor, así como el del placer, envuelve y obnubila los sentidos.
Miércoles 30
Estoy tan sombrío, tan flaco y macilento, que a veces cuando
algún desconocido sube la escalera, enloquece al verme. Yo
estoy satisfecho con el aspecto logrado. Es fiel testimonio de
mi arte, de su casi perfección.
Domingo 3 de agosto
No sé cómo, ni con qué palabras describir lo que hoy pasó. Aún
tiemblo al recordarlo. Fue hace unas horas y no salgo de la
sorpresa. El remordimiento que tanto practico ahora cobra
novedad y me ha convertido en su presa. Es como si lo
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hubieran creado justamente cuando yo dominaba la escala
completa. Cuando era todo un artista. He caído en un error
imperdonable, fuera de oficio, inaudito y funesto. Si una sola
vez hubiera dejado de practicar las disciplinas que este arteexige, diría que era la consecuencia lógica, pero he sido
observante, fiel…
Jueves 7
No sé si podré salir de esta funesta prueba. Hoy trabajé tres
horas seguidas (lo cual es agotante y excesivo) en el 6º grado
de mi escala, el más indicado para casos como éste. Sufrí como
nunca, tanto que los vecinos me recogieron desmayado al pie
de la escalera. Aquí, bajo los vendajes, está la sangre
coagulada. Las carnes abiertas. Tendré que aumentar o incluir
como variedad del 5º grado, éste de las heridas reales. No se me
había ocurrido antes, quizá fue una inspiración divina esta caída
de la escalera. Un abrir los ojos a nuevas disciplinas.
Martes 12
No he podido olvidar. Quizá sea castigo a mi soberbia pues
empezaba a sentirme seguro, a soñar que manejaba el oficiocon maestría. Lo escribí el sábado 26 de julio. ¡Fatal confesión,
las palabras traicionan siempre y se vuelven contra uno mismo!
¡Si sólo lo hubiera pensado! He tenido que practicar hasta el
agotamiento los grados 6º y 9º, dos horas cada uno. Después
tuve que huir precipitadamente a mi departamento, por temor
de que aquello volviera a suceder.
Viernes 15
¡Otra vez sucedió! Cuando el último sol de la tarde bañaba los
peldaños de la escalera. Siento su mano aún entre mis manosque le huían. Su mano tibia y suave. Dijo algo, yo no la oía. Sus
palabras eran como bálsamo sobre mis llagas. No quise saber
nada. Me estaba prohibido. Pronunciaba mi nombre. Yo no la
escuchaba. Mis esfuerzos, mis propósitos y todo mi arte se
estrellarían ante su mirada de ciervo, de animal dócil. El arte es
sacrificio, renuncia, la vocación es vital, marca de fuego,
sombra que se apodera del cuerpo que la proyecta y lo
esclaviza y consume… ¡Ni siquiera una vez volví la cabeza
para mirarla!
Lunes 18
Me arranqué las vendas y la sangre dejó su huella en la
alfombra. También sangro interiormente. Recuerdo la tibieza
de sus manos. Esas manos que quizás ahora mismo acarician
otro rostro. Por primera vez en mucho tiempo no salí a
sentarme en la escalera, temía que llegara en cualquier
momento. Temía que dispersara mi dolor con su sola presencia.
Sábado 23
En la mañana vino el señor Rojas. Pensó que algo me había
sucedido al no verme en mi acostumbrado rincón de la escalera.
Me trajo unas frutas y un poco de tabaco; sin embargo
sospecho que no es sincero en su preocupación. Hay algo
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secreto y sombrío en su actitud. Quizás intenta comprar mi
silencio, yo he visto a las mujeres que mete en su
departamento. Quizás quiere…
Martes 26
Junto a la puerta cerrada, para sentirme más cerca de la
escalera, practique el 4º y el 7º grados. Oí sus pasos que se
detenían varias veces, del otro lado. Sentí el calor de su cuerpo
a través de la puerta. Su perfume penetró hasta mi triste
habitación. Desde Muerte en el bosque afuera turbaba mi
soledad violentando mis defensas. Comprendí entre sollozos
que la amaba.
Viernes 29
La amo, sí, y es mi peor enemiga Lo que puede terminar con lo
que constituye mi razón de ser. La amo desde que sentí su
mano entre mis manos. Si yo fuera un individuo común y
corriente, como el señor Rojas o como el dueño del edificio, me
acostaría con ella y sería el náufrago de su ternura. Pero yo me
debo al dolor. Al dolor que ejercito día tras día hasta lograr su
perfección. Al dolor de amarla y verla desde lejos, a través deuna cerradura. La amo, sí, porque se desliza suavemente por la
escalera como una sombra o como un sueño. Porque no exige
que la ame y sólo de vez en cuando se asoma a mi soledad.
Domingo 31
Si solamente fuera el dolor de renunciar a ella sería terrible,
¡pero magnífico! Esta clase de sufrimiento constituye una rama
del 8º grado. Lo ejercitaría diariamente hasta llegar a
dominarlo. Pero no es sólo eso, la temo. Son más fuertes quemis propósitos Mi sonrisa y su voz. Sería tan feliz viéndola ir y
venir por mi departamento mientras el sol resbalaba por sus
cabellos… ¡Eso sería mi ruina, mi fracaso absoluto! Con ella
terminarían mis ilusiones y mi ambición. Si desapareciera… Su
dulce recuerdo me roería las entrañas toda la vida… ¡oh
inefable tortura, perfección de mi arte...! ¡Si! Si mañana leyera
en los periódicos: "Bella joven muere al caer accidentalmente
de una alta escalera..."