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CUADRO SINÓPTICO DE CAYO LARGO TÍTULO Cayo Largo DIRECCIÓN John Huston PAÍS USA AÑO 1948 DURACIÓN 101 min. GÉNERO Thriller. REPARTO Humphrey Bogart (Frank McCloud); Edward G. Robinson (Johnny Rocco); Lauren Bacall (Nora Temple); Lionel Barrymore (James Temple); Claire Trevor (Gaye Dawn); Thomas Gómez (Richard ‘Curly’ Hoff); Harry Lewis (Edward ‘toots’ Bass); John Rodney (Clyde Sawyer); Marc Lawrence (Ziggy), Dan Seymour (Ángel García); Monte Blue (Sheriff Ben Wade); William Haade (Ralpf Feeney); Felipa Gómez (anciana india); Rodd Redwing (John Osceola); Jay Silverheels (Tom Osceola). GUIÓN Richard Brooks y John Huston basado en la obra de Maxwell Anderson. PRODUCTORA Warner Bros. PRODUCTOR Jerry Walz FOTOGRAFÍA Karl Freund. MÚSICA Max Steiner. MONTAJE Rudy Fehr. DIRECCIÓN ARTÍSTICA Leo K. Kuter. SONIDO Dolph Thomas. DECORADOS Fred M.MacLean. VESTUARIO Anna Hill Johnstone CONSULTOR DE COLOR Leah Rhodes. EFECTOS ESPECIALES Robert Burks y William C. McGaan. MAQUILLAJE Y PELUQUERÍA Perc Westmore y Betty Delmont. PREMIOS Ganadora de un Oscar a Mejor Actriz Secundaria (Claire Trevor). ESTRENO 31 de julio de 1948. ARGUMENTO Frank McCloud un excombatiente de la 2ª Guerra Mundial decide visitar a la familia de un colega caído en combate, George Temple, de Cayo Largo. El Hotel Largo, en Cayo Largo está regentado por Nora Temple viuda de George y su suegro James Temple. El establecimiento está tomado por un grupo de 1

Ficha técnica de Cayo Largo

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CUADRO SINÓPTICO DE CAYO LARGO

TÍTULO Cayo LargoDIRECCIÓN John HustonPAÍS USAAÑO 1948DURACIÓN 101 min.GÉNERO Thriller.REPARTO Humphrey Bogart (Frank McCloud); Edward G. Robinson (Johnny Rocco); Lauren Bacall

(Nora Temple); Lionel Barrymore (James Temple); Claire Trevor (Gaye Dawn); Thomas Gómez (Richard ‘Curly’ Hoff); Harry Lewis (Edward ‘toots’ Bass); John Rodney (Clyde Sawyer); Marc Lawrence (Ziggy), Dan Seymour (Ángel García); Monte Blue (Sheriff Ben Wade); William Haade (Ralpf Feeney); Felipa Gómez (anciana india); Rodd Redwing (John Osceola); Jay Silverheels (Tom Osceola).

GUIÓN Richard Brooks y John Huston basado en la obra de Maxwell Anderson.PRODUCTORA Warner Bros.PRODUCTOR Jerry WalzFOTOGRAFÍA Karl Freund.MÚSICA Max Steiner.MONTAJE Rudy Fehr.DIRECCIÓN ARTÍSTICA Leo K. Kuter.SONIDO Dolph Thomas.DECORADOS Fred M.MacLean.VESTUARIO Anna Hill JohnstoneCONSULTOR DE COLOR Leah Rhodes.EFECTOS ESPECIALES Robert Burks y William C. McGaan.MAQUILLAJE Y PELUQUERÍA Perc Westmore y Betty Delmont.PREMIOS Ganadora de un Oscar a Mejor Actriz Secundaria (Claire Trevor).ESTRENO 31 de julio de 1948.

ARGUMENTO Frank McCloud un excombatiente de la 2ª Guerra Mundial decide visitar a la familia de un colega caído en combate, George Temple, de Cayo Largo. El Hotel Largo, en Cayo Largo está regentado por Nora Temple viuda de George y su suegro James Temple. El establecimiento está tomado por un grupo de gánsteres que lo han alquilado por una semana. McCloud llega a este lugar, de paso, en realidad se dirige a Cayo Oeste y aprovecha la oportunidad para entrevistarse con James y Nora para contarles todo lo que quieran saber sobre las circunstancias de la muerte de George. James Temple invita a Frank a pasar la noche, hay alerta por huracán y, de este modo, tendrán más tiempo para hablar. El asunto se complica. La policía que busca a una pareja de indios John y Tom Osceola que se han escapado de la cárcel cuando sólo le quedaban un mes para cumplir condena. Todo pega un giro de 180º, cuando el teléfono suena. Entonces, Curly Hoff, lugarteniente de Johnny Rocco, impide que se acerque nadie. Coge el teléfono. Alguien pregunta por el sheriff Sawyer. Curly informa de que no sabe nada además da una información falsa sobre los Temple de quienes afirma no saber donde se encuentran. El ambiente se tensa cuando el pistolero empuja a Nora Temple que intentaba apoderarse del teléfono, entonces hacen su aparición las pistolas y el gran Johny Rocco.

EL TEMA El bien y el mal. La Justicia representada por Frank McCloud, el mal representado por Johnnie Rocco. La ley que representa el Estado y la delincuencia y la organización criminal que representa el gansterismo. El antihéroe y el villano. Frank McCloud que intenta sobrevivir honestamente en un mundo que es una farsa y una mentira y el capo Johnnie Rocco para quien, como el Príncipe de Maquiavelo, el fin justifica los medios y anhela un orden donde el crimen, la extorsión, el secuestro, la falsificación, en suma, el gobierno de las pistolas sean virtudes morales.

¿CÓMO SURGE LA PELÍCULA?Cayo Largo fue el proyecto que John Huston y Humphrey Bogart afrontaron después de El tesoro de Sierra Madre. Los dos títulos coincidieron en la misma ceremonia de los Oscars el 24 de marzo de 1949. Bogart estaba felizmente casado con Lauren Bacall, todo parecía ir rodando salvo por una cuestión el Comité de Actividades Antiamericanas. El 25 de Julio de 1947, tres días después de que John Huston hubiera finalizado el montaje de El tesoro de Sierra Madre, el estudio

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Warner compró los derechos sobre una obra de teatro de Maxwell Anderson, Cayo Largo. A Jerry Wald le encargaron la producción y el estudio pidió a Huston que la adaptara junto a un joven guionista Richard Brooks, y la dirigiera. Al realizador no le gustaba el argumento que había protagonizado Paul Muni en los escenarios. El personaje principal es un veterano de la Guerra Civil española que regresa desilusionado a los Cayos de Florida a visitar una familia de un amigo caído en combate. Allí descubre que un grupo de jugadores se ha apropiado de un pequeño hotel. Brooks, Wald y Bogart (a quien le habían ofrecido el papel protagonista) se reunieron con Huston sólo para oír a éste que no quería dirigirla. Brooks le aseguró un cambio de contexto y de malvados, convertir a Cayo Largo en una especie de Hampa dorada (título mítico de 1930 protagonizado por un capo mafioso al que daba vida Edward G. Robinson), salvaría los escollos.

EL MAcCARTHISMOLo que podría haber sido una preproducción sin problemas se convirtió en una carrera de obstáculos por culpa del Comité de Actividades Antiamericanas. En las elecciones de 1946, los republicanos habían logrado la mayoría en la Cámara de Representantes; los que se habían opuesto al New Deal, el plan del presidente Franklin Delano Roosevelt que sacó a Estados Unidos del crack del 29, estaban ahora en el poder y se dedicaron a perseguir a todos los liberales e izquierdistas. El comité presidido por J. Parnell Thomas fue su ariete para “perseguir comunistas” (según su propia definición). Y decidieron que la mejor manera de llamar la atención sobre las actividades de limpieza era centrarse en Hollywood: “un nido de rojos”. Cuando el comité envió citaciones el 27 de septiembre de 1947 a 43 testigos para que fueran a declarar a Washington un mes más tarde, John Huston se indignó. Como vicepresidente de la Asociación de Directores Cinematográficos, creó junto con otro realizador, William Wyler y el guionista Philip Dune la agrupación Holliwood Se Defiende, que se convirtió tiempo después en el Comité pro Primera Enmienda (CFA) en el que estaban en las primeras reuniones el matrimonio Bogart, Billy Wilder, Danny Kaye, Gene Kelly, Judy Garland, Burt Lancaster y Edward G. Robinson, entre otros. “El comunismo no fue nada comparado con el mal que hicieron los cazadores de brujas. Ellos eran los auténticos enemigos de este país”, escribiría Huston. Redactaron un manifiesto en el que expresaban su repulsa por “el intento del comité de manchar la reputación de nuestra industria” y la firmaron 500 cineastas. A ella se adhirieron David O. Selznick y Eddie Mannix, el vicepresidente de la Metro Goldwyn Mayer, que añadieron una posdata: todos los firmantes no pertenecían al Partido Comunista. Esto no paró la embestida del Comité. El 20 de octubre arrancaron los interrogatorios y pronto se centraron en los llamados “Diecinueve”. En las sesiones, se acorraló a Jack Warner por haber producido Mision to Moscow. Lo que en 1942 fue un título patriótico y una producción realizada como deber hacia su país, en 1947 había devenido en traición. Hubo chivatos y acusadores (Sam Wood, Walt Disney, Robert Taylor y Adolphe Menjou), cineastas que intentaron pasar inadvertidos en las declaraciones (Gary Cooper y Ronald Reagan, presidente del Sindicato de Actores de la Pantalla). Cuando en Octubre aumentó la tensión, Howard Hughes (que acababa de derrotar a otro comité del Senado que le perseguía para hundir su compañía aérea) fletó un avión de la TWA, el 26 de octubre, para que los cineastas que quisieran fueran a Washington. A la llegada, Huston y Philip Dunne advirtieron al resto de que si les llamaban a declarar y les preguntaban si eran o habían pertenecido al Partido Comunista, debían responder: “Declino respetuosamente responder a esa pregunta porque esa información es confidencial según la Primera Enmienda de la Constitución”. El tiro les salió por la culata. El Comité cambió el orden de los interrogatorios y el primero en ser llamado fue el guionista John Howard Lawson, el comunista más reconocido de los Diecinueve. El no iba a responder como Huston había acosejado. Uno a uno los Diecinueve fueron noqueados. En vez de pactar una declaración conjunta, malgastaron sus fuerzas a gritos. Los periodistas de derechas empezaron a acusar también de comunistas a los miembros de la CFA. Fran Corniff, un columnista a sueldo del magnate de la prensa Hearst, escribió: “¡Existen muchas pruebas de que John Huston es el cerebro del Partido Comunista en el Oeste!”. Huston deseaba que le citaran pero eso no ocurrió nunca. Declararon 11 de los Diecinueve, hasta que la presión de la prensa y los políticos liberales desacreditaron el proceso y las comparecencias fueron suspendidas. Los 11 testigos no amistosos que se presentaron ante el Comité fueron acusados de desacato al Congreso. Posteriormente, tras la huida de Bertolt Brecht, se convirtieron en los Diez de Hollywood. El CFA prosiguió con sus propias iniciativas publicitarias y logró apoyo de figuras prominentes como Albert Eistein. Parecían haber ganado. Sin embargo, los jefes de los estudios cerraron filas y echaron a los Diez de Hollywood, además de controlar muy de cerca el resto con listas negras que funcionaron hasta 12 años después.

CAYO LARGOHuston decidió arrancar Cayo Largo y voló con su mujer a mitad de noviembre a Cayo Hueso, también en Florida, para ponerse a trabajar también con Brooks. A su llegada, todavía pensando en Washington, preguntó al guionista si de verdad existía Cayo Largo. “Bueno, allí sólo hay un hotel, el hotel Largo y no está abierto, pero el dueño es irlandés y viene para acá”, respondió Brooks. De modo que, reabierto el establecimiento, se alojaron los Huston, Brooks y su esposa. Brooks recordaba tiempo después: “¡Qué calor hacía! Y la humedad… Pero John nunca sudaba. Llevaba Jerséis de cuello alto. La rutina diaria no variaba. John salía al malecón y pescaba, luego volvía a entrar, leía lo que yo había escrito, dormía un poco, se levantaba, iba al extremo del malecón y fumaba”.

EL REPARTOHuston pensó en Chales Boyer para el papel de Johnny Rocco, el cabecilla de los gánsteres; Jack Warner lo vetó (“¿Boyer? ¡Veneno para la taquilla! ¡Jamás!”) y Huston eligió entonces a Edward G. Robinson. La primera vez que aparecía Rocco en el guión en el minuto 25, surgía bajando las escaleras del hotel, un acto bastante anodino. Un día Huston fue a buscar a Brooks, que estaba metido en la bañera con un ventilador encendido y el director saltó de júbilo: “Ése es Rocco, con un puro” (“como un crustáceo en su concha”), escribe Huston en sus memorias. Humphrey había tenido dudas sobre el viaje de la CFA a Washington, aunque jamás las expresó públicamente y pagó de su bolsillo anuncios en los periódicos para la misma. El 3 de diciembre en un cambio de trenes en Chicago, en su camino de vuelta a casa, acabó declarando ante la

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prensa con Bacall a su lado, que no era comunista ni le gustaba esa filosofía: “Soy americano. Y cabe que, como muchos de ustedes, sea a veces un americano estúpido e impetuoso”. El actor tartamudeó y aclaró: “a mí, esa palabra nunca se me hubiera ocurrido”. El mensaje se lo había escrito el estudio Warner. En resumen, calificó como error su estancia en Washington. El estudio había triunfado con sus presiones sobre Bogart y el actor fue muy criticado. The Washington Post publicó en portada un editorial titulado Disculpa en el que no veía “para que el señor Bogart se disculpara”. En los meses que siguieron, Bogart insistió en que había sido utilizado. Cuando en Navidades se cruzó con Huston, trató de explicarse: “John tienes que entender lo mucho que me presionaron”. Años después, Huston recordaba con malestar la retracción del actor. La pareja comenzó a trabajar en la película y quienes conocían a Bogart aseguran que nunca superó la vergüenza por aquella declaración, que aumentó su cinismo habitual. Para Brooks: “la retracción supuso el final de las ilusiones de su vida, de que todo iba a salir bien, de que habría un final feliz. Bogie nunca volvió a ser el mismo”.

EL GUIÓNEl guión ya estaba listo para ser rodado a inicios de 1948, justo cuando se estrenó El tesoro de Sierra Madre. El director sometió a todo el reparto a unos intensos ensayos durante tres semanas en el plató de rodaje de Hollywood (de Florida sólo hay algunos planos generales). Los actores eran estupendos. Bogart, Robinson (que había firmado por 12.500 dólares a la semana por un personaje que recordaba al auténtico gánster Lucky Luciano), Lauren Bacall, Lionel Barrymore (prestado por la MGM para ser James Temple, el padre del soldado muerto y el dueño del hotel), Claire Trevor (que había apostado fuerte por su papel, el de la amante de Johnny Rocco, una mujer alcohólica, que se basaba en la fallecida Gay Orlova, la novia de Lucky Luciano) y un montón de caras conocidas de la Warner. La indignación del director por la tormenta política aparece en el guión, en diversas referencias a Roosevelt; los gánsteres son el reflejo de las fuerzas ocultas de extrema derecha. Al final, en el barco Santana (bautizado igual que el yate de Bogart), fue tomado de los capítulos de conclusión de la novela Tener y no tener, de Ernest Hemingway, que no se habían usado en su adaptación al cine. Además, Huston añadió recuerdos personales. McCloud y el fallecido soldado Temple habían coincidido en la batalla de San Pietro (Italia) justo donde había estado Huston grabando uno de sus documentales bélicos.

EL RODAJEHuston quería un movimiento fluido de la cámara para huir del origen teatral del guión. De cómplice contrató como director de fotografía a Karl Freund, responsable que trabajó en Metrópolis y que había dirigido La momia con Boris Karloff. En cuanto a su amistad con Bogart superó sin problemas la retracción política del actor. Para Bogart y Robinson era su quinta película juntos. En estos momentos, el primero era el rey y el otro comenzaba su decadencia. Pero en su autobiografía, Robinson recuerda la amabilidad de Bogart: “Recibí en aquel plató trato de estrella porque Bogie insistió en ello”. Rudi Fehr, el montador del filme, que también asistió al rodaje, recuerda: “Estaban encantados de actuar en la misma película. Bromeaban. Verlos ensayar juntos era estupendo, por su capacidad de crear una secuencia y para encontrar una solución si una frase no funcionaba, o si uno de ellos se sentía incómodo sentado en cierta postura o ejecutando determinada acción. Cayo Largo funciona gracias a la tensión entre sus personajes”. A pesar de tanta amabilidad, en Warner necesitaron meses para que los agentes de los dos actores se pusieran de acuerdo en la colocación y orden de los nombres de sus representados en los títulos de crédito, carteles y publicidad.

CLAIRE TREVORFue la que mejor parada salió de Cayo Largo, su personaje de alcohólica Gaye Dawn, novia de Rocco, no aparecía en la obra de teatro. La escena en la que Gaye pide una copa que Rocco le deniega pero que le promete si canta una canción es de las mejores. Huston sabía que la escena funcionaba por su sadismo y que sólo cuajaría si resultaba natural. Así que un día cambió el plan de producción y no le dio tiempo a Trevor más que a vestirse a la carrera y a maquillarse un poco. “Eligieron Moanin´ Low, una canción difícil que sube y baja, y yo soy la peor cantante del mundo. Estuve persiguiendo a John para que ensayáramos el tema y el siempre respondía: ‘tenemos tiempo’. Luego, un día, volvimos de comer y dijo: ‘vamos a rodar la canción’. Me puse furiosa, no estaba preparada. Me sentí incómoda. Pero John sabía lo que se hacía. Tenía que ser una tortura para mí y para mi personaje”, anota Trevor. El plató estalló en aplausos al acabar la toma y Harry Lewis, el actor que encarnaba a Toots, el gánster psicópata, dijo: “Le van a dar el Oscar por eso”. No falló.

BOGART Y BACALLCayo Largo fue la cuarta y última película juntos de Bogart y Bacall. Posteriormente, grabaron juntos una versión de El bosque petrificado (el filme que dio fama a Bogart) para televisión. Ocho años después, según el libro que escribió Stephen Bogart, sobre su padre, la pareja preparó otro trabajo común, Melville Goodwin USA. El proyecto se fue al traste con la muerte de Humphrey. En sus memorias, Bacall recuerda sus inseguridades en el plató de Cayo Largo: “Bogie nunca me daba consejos delante de otras personas, sino que delicadamente me llevaba a un lado. Un día me dijo: ‘El público va siempre un poco por delante. Si un tipo te apunta con una pistola, el público sabe que estás asustada. No necesitas poner cara de nada’”. Bacall confiesa que Cayo Largo fue una de las mejores experiencias cinematográficas. “Huston era un hipnotizador, te podía convencer de que cometieras un asesinato”.

CASI UNA OBRA DE TEATROEn su labor tutorial, John hablaba mucho con Richard Brooks sobre cómo encuadraba los planos, sugiriéndole que aprendiera a componer estudiando a los pintores franceses como Cezanne, Monet o Seurat. “Era cierto. La forma en que llenaban la tela, el uso del espacio, era algo digno de aprender”, comenta Brooks. Tras rodar la última secuencia, Huston, Brooks y Karl Freund participaron en un ritual del que fue testigo Rudi Fehr, el montador. “Todos mearon por el plató. No lo entendí. Me quedé estupefacto”. El final del rodaje también trajo otra noticia: a finales de primavera Bacall le dijo a Bogart que estaba embarazada de su primer hijo.

JOHN HUSTON

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Orson Welles dijo de él que su vida era más interesante que sus películas. Borracho, vividor, juerguista, boxeador, periodista, jugador, jinete y uno de los grandes cineastas del siglo XX. John Marcellus Huston hijo del actor Walter Huston y padre de Angelica y Danny. John nació el 5 de agosto de 1906 en Nevada (Misuri), en el seno de una familia de actores y con tan sólo tres años ya acompañaba a su padre en los escenarios. Igual de precoz que de inconstante, abandonaría la interpretación para dedicarse al boxeo y, después, alistarse en la caballería –la leyenda dice que combatió con el ejército de Pancho Villa durante la revolución mexicana- y coquetear con la pintura. Finalmente, comenzó en 1928 una prometedora carrera de escritor con su obra teatral Frank and Johnny. Gracias a la ayuda de su padre, firma en 1932 un contrato con el estudio Universal que no le lleva a ningún sitio. Escapa a Europa, lleva una vida errante entre Londres y París, hasta que regresa a EEUU para trabajar como guionista, esta vez con Warner. Entre 1938 y 1941 firma los guiones de Jezebel, Juárez, Dr. Ehrlich´s magic bullet, El último refugio y El sargento York (obtiene dos candidaturas a los oscars) y dirige su opera prima, El halcón maltés, uno de los largometrajes fundadores del film noir y reafirmador del mito Bogart. Este éxito (finalista para tres Oscar, dos de ellos, mejor película y guión) le permite rodar otras dos películas antes de la entrada de los EEUU en la Segunda Guerra Mundial: Across the Pacific y Como ella sola, aunque sin el éxito de su película inicial. Durante la contienda realiza, al igual que Capra o Ford, una serie de documentales para los militares. De vuelta a Hollywood participa sin ser acreditado en los guiones de Forajidos de Robert Siodmak y El extraño de Orson Welles y, de nuevo, dirige a Bogart, esta vez junto a su padre, El tesoro de Sierra Madre, otro enorme éxito, ratificado con dos oscars: dos para él, como director y guionista, y otro para su padre. Su carrera fue irregular, alternando éxitos con fracasos en sus casi cincuenta años de oficio. Entre sus éxitos destacan: Cayo Largo, La jungla de asfalto, La reina de África, Sólo Dios lo sabe, Vidas rebeldes, Fat city, El hombre que pudo reinar, El honor de los Prizzi y Los muertos. Paralelamente a su carrera de directos, desarrolló otra como actor, generalmente secundario a las órdenes de otros directores. De hecho, en 1963 fue candidato como mejor actor de reparto por su interpretación en El cardenal, de Otto Preminger. Como escritor de ficción, su mejor libro es A libro abierto, su autobiografía. Falleció al acabar Los muertos en agosto de 1987.

EDWARD G. ROBINSONUno de los rostros del cine. Emmanuel Goldenberg nació en Bucarets (Rumanía) el 12 de diciembre de 1893 y llegó a New York con su familia a los diez años. Predestinado por razones familiares a ser rabino o en su defecto abogado, la interpretación se cruzó muy pronto en su camino. Comienza a actuar en la escuela y obtiene una beca para estudiar en la Academia Americana de Arte Dramático. Su carrera teatral arranca en 1913, actuando en compañías de repertorio y en 1915 debuta en Broadway. Dando un salto, tras la llegada del cine sonoro, el éxito no tarda en llegar. En 1930 se convierte de la noche a la mañana en estrella gracias a su interpretación del mafioso Rico Bandello en Hampa dorada, un papel que repetirá en infinidad de ocasiones a lo largo de su carrera, especialmente en producciones del estudio Warner. En los años cuarenta se sale, sus mejores interpretaciones pertenecen a esta década: Dr. Ehrlich´s bullet, El lobo de mar, Al margen de la vida, Perdición, La mujer del cuadro y Perversidad son algunas de ellas. Sin embargo, durante los cincuenta encadena una serie de problemas personales y familiares –es investigado por el Comité de Actividades Antiamericanas durante la caza de brujas, un divorcio millonario le obliga a deshacerse de su estupenda colección de arte y se deprime con los desencuentros con la justicia e intentos de suicidio de su único hijo –que empañan su vida y en menor medida su carrera. En esa época aún trabajaba con Cecil B. de Mille (Los diez mandamientos), Frank Capra (Millonario de ilusiones), Vincente Minelli (Dos semanas en otra ciudad) y John Ford (El último combate), y regresa a Broadway con éxito gracias a la obra de Paddy Chayefsky Middle of the night. Pero acaba de secundario en dudosas coproducciones internacionales. Poco después de su muerte en 1973, tras finalizar su última película, Cuando el destino nos alcance, le fue concedido un Oscar honorífico “en reconocimiento a su contribución al cine y su magnífica carrera durante más de cinco décadas”. En su debe podemos comentar que como miembro del jurado en el Festival de Cannes, en 1953, Edward G. Robinson boicoteó y luchó para que no saliera premiada Bienvenido Mr. Marshall por considerarla antiamericana. Le sacaba de quicio el final, con la banderita estadounidense arrastrada por el agua.

LIONEL BARRYMOREEl mayor de los hijos de Herbert Blythe (Maurice Barrymore en el medio artístico) y Georgia Drew nació el 28 de abril de 1878, un año antes que Ethel y cuatro antes que John. Los Barrymore son la familia hollywoodiense por excelencia (con permiso de los Huston) y aún se perpetúa con la sobrina nieta de Lionel, Drew Barrymore. Lionel, al contrario que sus padres y hermanos, tuvo muy poca experiencia teatral. Debutó en el cine del mítico D. W. Griffith en su cortometraje The battle en 1911, iniciándose entonces una fructífera y duradera relación entre ambos. Trabajó con los directores más prestigiosos del período mudo: Fred Niblo, Tod Browning, Maurice Tourneur (el padre de Jacques) y Raoul Walsh. Con la llegada del cine sonoro se especializó en lucidos papeles de reparto; especialmente memorables son sus apariciones en Gran Hotel, Cenas a las ocho, Margarita Gautier, Capitanes intrépidos, Vive como quieras, Duelo al sol, ¡Qué bello es vivir! Y Cayo Largo. Una grave lesión en una pierna, unida a su artritis crónica, le condenaron a vivir y trabajar en una silla de ruedas durante los quince últimos años de su vida (murió en 1954). Sólo coincidió profesionalmente en una ocasión con sus dos hermanos en la película Rapustín y la zarina, de 1932. Optó al Oscar dos veces, una al mejor actor por Madame X en 1928, que no obtuvo, y otra al mejor actor principal en 1930, por su interpretación de un abogado alcohólico en Alma libre, que consiguió merecidamente.

CONCLUSIÓNÁngel Fernández Santos apunta: “Si se compara Cayo Largo con la película anterior de John Huston, El tesoro de Sierra Madre y, sobre todo, con La jungla de asfalto, que realizó unos meses después, se ven en este filme algunos desfallecimientos de ritmo, como si a Huston le hubiera faltado al realizarlo no inspiración y oficio, que en él son infalibles, sino convicción íntima. Comparada con las otras dos películas citadas. Cayo Largo resulta algo fría, y aunque tal vez sea

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técnicamente superior a ellas, no alcanza su vibrante emoción, su pasión desbordada. Pero su disección de los oscuros mecanismos de la violencia organizada y su penetración en los recovecos psicológicos del gánster constituyen la mejor contribución de este filme a las tradiciones”. El 24 de marzo de 1949, en la Academy Awards Theatre de Hollywood, los Oscar fueron una fiesta de los Huston. El hijo logró dos estatuillas (mejor director y guión) por El tesoro de Sierra Madre; su padre, Walter, se llevó el galardón al mejor actor secundario por su labor en esa película; Claire Trevor ganó el Oscar a la mejor actriz secundaria por Cayo Largo. Sólo la ausencia de Bogart en las candidaturas y la marea de Hamlet (la película de Laurence Olivier obtuvo cuatro trofeos –entre ellos, mejor película y actor para el británico- de seis posibilidades) empañaron algo la celebración. Cayo Largo es de esas películas que te gusta ver una y otra vez. La caracterización de los personajes de Frank McClolud y Johnnie Rocco es magistral. La psicología de los personajes está estudiada hasta el más pequeño detalle. Lauren Bacall, Claire Trevor, Lionel Barrymore, todo está calculado por la mirada sibilina de John Huston. El plató cinematográfico se convierte en un escenario de teatro. Todo es muy teatral. La escuela de los Actors Studio ha pasado factura. El resultado es visible. Un filme por el que no pasa el tiempo. Esta es la nota esencial de las obras geniales. Una genialidad más del universo John Huston. Finalmente, dar las gracias a Gregorio Belinchón por haber sido la fuente principal para la realización de esta nota fílmica.

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