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187 HISTORIAS POLÍTICAS DE LA PROVINCIA DE BUENOS AIRES La metamorfosis del diario El Trabajo. Un acercamiento a la prensa socialista en el interior bonaerense. (Mar del Plata, 1955-1966) 1 Silvana FERREYRA La prensa socialista ha sido una fuente frecuentada a menudo por los his- toriadores en la Argentina. La Vanguardia, órgano del Partido Socialista en el país desde 1894, ha sido de especial interés para reconstruir no sólo la historia de dicho partido, sino también la del movimiento obrero. En el análisis de los ejemplares del semanario publicados a partir de la llegada del peronismo, la pu- blicación ha sido tratada ya no sólo como fuente sino también objeto. Mientras que en algunos relatos se erige en uno de los símbolos del ahogo a la libertad de prensa durante el régimen peronista (Sirvén, 1984); en otros textos se lo reprueba como emblema de un discurso antiperonista intransigente y tergiversador, que se radicaliza aún más durante la “Revolución libertadora” (Panella, 2007 y 2008). Alejándonos de elogios o condenas, lo que aquí nos interesa es que la pren- sa socialista experimenta un resurgir a partir de 1955, aún cuando la reactivación de la vida partidaria fue sólo relativa. Aunque La Vanguardia constituye el ejem- plo más claro de este revivir, por la visibilidad que adquieren los medios capitali- nos, está lejos de ser el único inclusive en Capital Federal, donde convivirá a raíz de la división partidaria con Afirmación 2 . Entre 1955-1966 también podemos mencionar en las provincias a Tiempo en Santa Fe, El Socialista de Mendoza y La lucha de Tucumán, junto a un universo ciertamente amplio en la provincia de Buenos Aires: Verdad (Luján), La Libertad (Avellaneda), El despertar (Remedios 1 Este artículo forma parte de un proyecto mayor vinculado a “El Partido Socialista Democrá- tico en la provincia de Buenos Aires en un contexto de crisis y proscripción: base social, prácticas políticas y gestión municipal (1955-1966)”, financiado por una beca doctoral de CONICET tipo I, dirigida por la Dra. María Liliana Da Orden. Agradecemos a Nicolás Quiroga los comentarios y sugerencias que realizó a este artículo. 2 Entre 1957 y 1962 el Partido Socialista Argentino y el Partido Socialista Democrático, se dis- putaron los bienes del antiguo socialismo, siendo La Vanguardia uno de los más preciados. Cuando el PSA comenzó a fragmentarse producto de nuevas disputas intestinas, su debilitamiento permitió al PSD recuperar varias de las posiciones que había perdido a causa de su condición minoritaria en el Comité Ejecutivo y disuelve Afirmación.

Ferreyra El Trabajo

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HISTORIAS POLÍTICAS DE LA PROVINCIA DE BUENOS AIRES

La metamorfosis del diario El Trabajo. Un acercamiento a la prensa socialista en el interior bonaerense.

(Mar del Plata, 1955-1966) 1

Silvana FERREYRA

La prensa socialista ha sido una fuente frecuentada a menudo por los his-toriadores en la Argentina. La Vanguardia, órgano del Partido Socialista en el país desde 1894, ha sido de especial interés para reconstruir no sólo la historia de dicho partido, sino también la del movimiento obrero. En el análisis de los ejemplares del semanario publicados a partir de la llegada del peronismo, la pu-blicación ha sido tratada ya no sólo como fuente sino también objeto. Mientras que en algunos relatos se erige en uno de los símbolos del ahogo a la libertad de prensa durante el régimen peronista (Sirvén, 1984); en otros textos se lo reprueba como emblema de un discurso antiperonista intransigente y tergiversador, que se radicaliza aún más durante la “Revolución libertadora” (Panella, 2007 y 2008).

Alejándonos de elogios o condenas, lo que aquí nos interesa es que la pren-sa socialista experimenta un resurgir a partir de 1955, aún cuando la reactivación de la vida partidaria fue sólo relativa. Aunque La Vanguardia constituye el ejem-plo más claro de este revivir, por la visibilidad que adquieren los medios capitali-nos, está lejos de ser el único inclusive en Capital Federal, donde convivirá a raíz de la división partidaria con Afirmación2. Entre 1955-1966 también podemos mencionar en las provincias a Tiempo en Santa Fe, El Socialista de Mendoza y La lucha de Tucumán, junto a un universo ciertamente amplio en la provincia de Buenos Aires: Verdad (Luján), La Libertad (Avellaneda), El despertar (Remedios

1 Este artículo forma parte de un proyecto mayor vinculado a “El Partido Socialista Democrá-tico en la provincia de Buenos Aires en un contexto de crisis y proscripción: base social, prácticas políticas y gestión municipal (1955-1966)”, financiado por una beca doctoral de CONICET tipo I, dirigida por la Dra. María Liliana Da Orden. Agradecemos a Nicolás Quiroga los comentarios y sugerencias que realizó a este artículo.2 Entre 1957 y 1962 el Partido Socialista Argentino y el Partido Socialista Democrático, se dis-putaron los bienes del antiguo socialismo, siendo La Vanguardia uno de los más preciados. Cuando el PSA comenzó a fragmentarse producto de nuevas disputas intestinas, su debilitamiento permitió al PSD recuperar varias de las posiciones que había perdido a causa de su condición minoritaria en el Comité Ejecutivo y disuelve Afirmación.

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de Escalada), La Ciudad (Lanús), Ideas (Campana), La Palabra (San Pedro), Hoja Socialista (Olavarría), El Ariete (Quilmes) y El Trabajo (Mar del Plata) 3.

Esta imagen de la prensa nos muestra la importancia que tienen los casos locales para el estudio de la historia del socialismo, especialmente después del advenimiento del peronismo, período en que se inicia una crisis partidaria que irá disminuyendo la importancia del PS en la escena nacional. En este artículo nos concentraremos en el diario El Trabajo de la ciudad de Mar del Plata, caso que merece un análisis detallado, tanto por la relevancia del socialismo en la vida política de la ciudad como por la larga trayectoria del diario entre 1915 y 1974. Sintéticamente conviene recordar que el Centro Socialista se fundó en la ciudad en 1907 y adquirió mayor dinamismo a partir de su articulación con la Junta Popular de Resistencia de Comisionados en 1911. A partir de esta experiencia se sumaron al partido nuevos miembros que se transformaron en renombrados di-rigentes, como Teodoro Bronzini y Rufino Inda quienes, junto con Juan Ignacio Camet, fundaron en 1915 el semanario El Trabajo, devenido en diario ya para 1920. Fue justamente la del veinte una de las décadas de esplendor del socialismo en la ciudad, pues éste se hizo con la intendencia entre 1920-1929. Aunque con-servó una presencia sostenida en la vida política de Mar del Plata, el PS no volvió a alcanzar la máxima autoridad municipal hasta 1958, posición que mantuvo hasta 1966, ya como Partido Socialista Democrático. Tras la interrupción de la vida político partidaria que significó la “revolución argentina”, volvió a triunfar en los comicios municipales de 1973.

En las próximas páginas intentaremos profundizar en el análisis de El Tra-bajo entre 1955-1966, un período de esplendor del periódico que aún no ha sido explorado. No será nuestro propósito caracterizar la línea política o la opinión del PS frente a distintos procesos y acontecimientos, sino que procuraremos con-centrarnos en las huellas que en la superficie discursiva remiten a las condiciones de producción del periódico. En este recorrido iremos tomando algunas ideas que nos brindan trabajos de la semiología y la lingüística, aunque utilizando los

3 Todos estos periódicos son mencionados en La Vanguardia o El Trabajo entre 1955- 1966 y, aunque tenemos algunos indicios, no podríamos señalar de manera fehaciente en manos de que rama partidaria quedó la dirección del periódico en cada uno de los casos. También sabemos por menciones de otros investigadores (Bisso, 2005; Da Orden, 2007) que durante los años ‘40 circula-ron La Democracia de Baradero, Nuestra Idea de Zárate y Nuevos Tiempos de Bahía Blanca, aunque desconocemos si continuaron haciéndolo durante los años cincuenta y sesenta.

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conceptos de un modo laxo, sugerente de nuevas perspectivas y planteos, más que como instrumentos de análisis técnico.

En el primer apartado trabajaremos sobre los cambios que se produjeron en el periódico durante este período, concentrándonos en algunos indicadores de una transformación que juzgamos fundamental: de diario partidario a diario comercial. Posteriormente, analizaremos la propaganda socialista desplegada por El Trabajo, atendiendo a los mecanismos para sostener cierta cohesión histórica y espacial, así como a las discontinuidades en relación con la prensa socialista capitalina. Asimismo, estudiaremos en qué medida la transformación del diario diluyó el contenido de esa propaganda. Por último, nos concentraremos en la compleja relación entre lectores del diario y simpatizantes del socialismo.

En última instancia nuestro objetivo será no sólo detallar el cómo de esta “metamorfosis”, sino en especial profundizar en torno a la relación entre prensa socialista y partido, intentando que converjan distintas escalas y dimensiones en el análisis. En especial, buscamos comprender por qué el socialismo en Mar del Plata llevó adelante la transformación de su prensa en una empresa comercial.

Del diario partidario al diario comercial4

Teodoro Bronzini fue uno de los dirigentes más importantes, sino el prin-cipal, del socialismo en Mar del Plata, posición que le valió también cargos sig-nificativos en la legislatura provincial y en la dirección partidaria. Fue uno de los fundadores del diario El Trabajo y ocupó además la dirección del periódico en reiteradas oportunidades. Así, lo encontramos en el cargo de director en septiem-bre de 1955, con el derrocamiento del Gral. Perón. Tras el apoyo a la “revolución libertadora”, abandonó su cargo en agosto de 1958 para abocarse a la intendencia de Mar del Plata, puesto al que arribó por elecciones en mayo del mismo año. Su sucesora fue Judith López Faget, diputada provincial y nacional durante el perío-do que nos ocupa. López Faget duró tan sólo seis meses como única directora, ya que en enero de 1959 pasó a integrar una co-dirección con Luis Nuncio Fabrizio,

4 Hemos elegido la calificación de diario comercial para designar aquellos periódicos que se constituyen en empresas con el fin de perseguir el lucro. Otras características de estos diarios han sugerido otras denominaciones, tales como periódicos independientes o periódicos populares. En el primer caso se remarca su carácter no partidista y en el segundo se resalta el aumento de tiraje, vin-culado modificaciones en los géneros, contenidos y modos de distribución. Si bien son todos rasgos de este tipo de periódicos, nos pareció que es el primer concepto el que define mejor su esencia.

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también diputado provincial y nacional por ese entonces. Esta dupla se manten-drá hasta fines de 1963. En enero de 1964 asumió la dirección Roberto Bronzini, hijo de Teodoro, cuyo peso dentro del partido era significativamente menor que el de los personajes anteriormente mencionados.

Más allá de los matices que iremos señalando es clave resaltar una ruptura que, a nuestro parecer, implicó una transformación fundamental en la historia del diario: su mutación de periódico partidario en diario comercial hacia 1964. Una serie de indicadores no dejan dudas al respecto: modernización técnica y admi-nistrativa, rediagramación y modificación del contenido, incorporación creciente de publicidad y avisos clasificados, circulación masiva y matutina, conformación de una sociedad anónima como propietaria del diario, entre otros. En el mismo sentido apuntaron las primeras reflexiones que Roberto Bronzini compartió en una entrevista5, cuando señaló: “decidimos en alguna medida modernizar el diario o intentar convertirlo en una empresa con una base comercial porque se hacía difícil sostenerlo como un diario exclusivamente de partido”.

El análisis de la bibliografía sobre el tema6 nos advierte sobre la necesidad de efectuar una mirada a largo plazo del periódico, a efectos de precisar a través

5 Cabe aclarar que la entrevista fue totalmente abierta y que de ningún modo sugerimos las apreciaciones que habíamos construido a través del recorrido por la fuente. La entrevista a Roberto Bronzini fue realizada por la autora el viernes 12 de diciembre de 2008. Agradecemos la buena predisposición y gentileza con que nos atendió el entrevistado. También queremos expresar nuestra gratitud con Teodoro Juan Bronzini, quien nos facilitó de su archivo privado diversos ejemplares del diario El Trabajo que no se encontraban en la hemeroteca del archivo municipal.6 Al respecto, no cabe duda sobre la necesidad de atender a la articulación entre lo comercial y lo político en el estudio de cualquier periódico. Resulta elemental que cualquier órgano de prensa de un partido debe preocuparse por su financiamiento si quiere sostenerse a lo largo del tiempo y no obtiene fondos externos para su subsistencia. Para el caso de los periódicos comerciales, tal como ha señalado Borrat (1989) en un análisis ya clásico, sus objetivos son tanto lucrar como influir. En el campo historiográfico, los planteos de Borrat han dado sustento teórico a una tradición que focalizó en el estudio del periódico comercial como actor político, brindando resultados de investigación muy provechosos, pero que descuidaron otras facetas. Recientemente, en una compilación sobre prensa y peronismo en la Provincia de Buenos Aires, se remarcó la importancia de acercarse a los medios periodísticos en su condición de empresas (Da Orden y Melón, 2007). Justamente, María Liliana Da Orden (2007) hace referencia a esta tensión entre lo partidario y lo empresarial en el caso del diario El Trabajo durante el primer peronismo (1946-1952). Allí la autora utiliza la idea de empresa desde dos aristas, una metodológica y otra conceptual. Ambas se muestran imbricadas, en tanto y en cuanto el rastreo que efectúa sobre los medios de producción, la circulación, la distribu-ción, la publicidad o las secciones del periódico, derivan en su hipótesis acerca de la apuesta por la empresa periodística como parte de una estrategia partidaria.

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de distintos aspectos, en qué momento entonces comenzamos a considerar a El Trabajo como empresa comercial en un sentido estricto. En primer término con-sideramos la publicidad, pues se trata de un elemento generalmente repudiado en los periódicos partidarios. Justamente en La Vanguardia, a raíz de uno de las tantas asfixias presupuestarias del semanario, aparece publicado: “De algún lado habrá de salir el dinero para editar LA VANGUARDIA. No de empresa alguna, no del gobierno, no de determinados grupos de presión, no de identificables sec-tores patronales ¡LA VANGUARDIA la pagan sus suscriptores, sus lectores y sus amigos! ¡Sólo ellos!” (LV, 10/08/1966).

Sin embargo, y pese a tamaña declaración de principios, no había desecha-do a los anunciantes cuando salía como cotidiano a principios de los cuarenta o cuando necesitó ingresos extras para publicar el clásico Suplemento Especial del 1º de mayo. (Panella, 2007: 22). Bajo el mismo formato diario, tampoco prescin-dió de la misma El Trabajo, cuya superficie publicitaria había ido in crescendo en relación a su superficie redaccional, hasta alcanzar la mitad de cada ejemplar ya en 1948 (Da Orden, 2007:113). En uno y otro caso, la publicidad no se reducía a la guía de profesionales, donde distintos diplomados simpatizantes del socialismo publicaban su aviso como forma de contribución al periódico partidario, sino que incluía publicidades de comercios locales o empresas nacionales, según el caso7. Con altibajos esta proporción se mantuvo constante en El Trabajo, aunque los avisos clasificados crecieron significativamente a partir de 1964. Del espacio no mayor a un cuarto de columna que venían ocupando pasaron a media página, a la par que crecía la cantidad de pliegos del periódico8. Para la misma época también se registraron modificaciones importantes en la publicidad que el diario hacía de sí mismo. De los tímidos avisos de “Suscríbase a El Trabajo” pasamos a anuncios de un cuarto de hoja donde se resaltaban las virtudes del periódico.9 Inclusive, a inicios de 1964 registramos un aviso donde el diario solicitaba: “SE-

7 El periódico Libertad!(1927- 1942), órgano del Partido Socialista Independiente, tendría una estructura similar (Pérez Branda, 2005)8 Aunque con algunas oscilaciones El Trabajo tuvo 4 páginas entre 1955- 1958; 6 páginas desde enero 1959 hasta marzo 1961; desde esa fecha y hasta junio de 1965 contó con 8 páginas que se extendieron a 10 cuando a mediados de 1965 se incorporó una segunda sección.9 El anuncio señalaba: “Más de 1000 suscriptores avalan el prestigio de El Trabajo, diario de la tarde. 50 años al servicio de la comunidad. Más ágil, informado, gráfico. La nota: política, gremial, social, deportiva, de actualidad. La encontrará en sus columnas. Suscríbase.” (ET, 15/06/1963)

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ÑORITAS. De 16 a 20 años con buena presencia, se necesitan, horas de trabajo de 18.30 a 20 horas. Buena remuneración. Presentarse jueves 8.30 a 10 horas en Av. Luro 3043” (ET, 29/01/1964).

En segundo término, conviene estudiar a los dueños. Al parecer el perió-dico siempre se manejó con cierta autonomía respecto del partido y si bien las decisiones fundamentales eran consultadas al comité ejecutivo local10 no hemos registrado la actividad de una comisión de prensa. En sus inicios T. Bronzini, J.I. Camet y R.Inda fueron los propietarios y contrataron los servicios de los talleres de otro diario local, La Capital, para imprimir el periódico. Recién en 1947 pasó a realizarse en talleres propios, constituyéndose la imprenta Poligráfica Marplatense S.R.L. cuyos titulares fueron Bronzini, Inda y Egózcue, éste último también afiliado al partido (Da Orden, 2007: 113). Alrededor de 1964 El Tra-bajo se convirtió en una sociedad anónima11, cuyos integrantes eran Armando Schegia, Eleazar Ferreras, Francisco Romeo, Horacio López Osornio, Jorge Inda, Juan José Caceres, Juan José Boubeé y Roberto Bronzini12. De todos ellos, sólo pudimos comprobar que los cuatro últimos eran afiliados al partido13. Se trataba, exceptuando el caso de R. Bronzini que era abogado, de empresarios vinculados a reconocidas firmas locales: cueros Fortín, hoteles Nogaró, Neumáticos Romeo, Empresa Constructora Scheggia. La transformación en Sociedad Anónima im-plicaba que ya no podía imponerse un control estricto sobre los propietarios del diario, aunque es posible que se haya priorizado la necesidad de capitalizar el periódico frente a otras desventajas que imponía esa forma comercial14. En pa-labras de los editores: “EL TRABAJO habíase dedicado más a la prédica que a la inquietud por incrementar su patrimonio. Ello trajo, como consecuencia, una de-

10 Según Roberto Bronzini, fue el partido quién dio la autorización para la construcción de la S.A. y la transformación del diario en empresa comercial. (Entrevista a R. Bronzini, diciembre 2008)11 En 1963 ya observamos una publicidad de la editorial El Trabajo ofreciendo sus servicios de imprenta y anunciándose como S.A. en formación (ET, 15/06/1963)12 Entrevista a R. Bronzini, diciembre 2008.13 Jorge Inda era sobrino de Rufino Inda y fue precandidato a concejal en 1965; Juan José Cáce-res, Juan José Boubeé y Roberto Bronzini fueron concejales entre 1963- 196614 Pablo Peréz Branda (2005) muestra para el caso del diario Libertad! cómo la conformación de una sociedad anónima fue la mejor alternativa para sustentar el emprendimiento de un periódico propio para el PSI. Sin embargo, en este caso el 51% del paquete estaba a nombre del PSI y el 49% restante se encontraba en manos de particulares, en gran medida afiliados al partido, o a nombre de centros socialistas y entidades adherentes al nuevo partido político.

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ficiencia palpable en el progreso gráfico del diario, máxime teniendo en cuenta el extraordinario adelanto que en esa materia se ha alcanzado en todos los países, in-clusive el nuestro. Es por ello que nació la necesidad de adquirir mayor volumen periodístico, la perentoria urgencia de incorporar el elemento gráfico necesario, el reclamo por modernizar en lo edilicio nuestras oficinas y talleres” (Suplemento Bodas de Oro ET, 07/12/1965).

Así, el tema de la modernización gráfica aparece como una inquietud para los editores, vinculada al ritmo del progreso del periodismo. Desde mayo de 1962, junto con un cambio en el logotipo del diario, empezaron a notarse varias modi-ficaciones asociadas con esta renovación: mayor diversidad de tipografías, colum-nas más anchas, notas con diferentes formatos, mayor cantidad de fotos, etc. Pero este proceso estaba limitado por la tecnología disponible. Por tanto, la necesidad de modernización gráfica, la tecnificación del diario y la transformación en SA parecerían formar parte de un mismo proceso que conviene observar en etapas. En 1962 el diario se imprime bajo una nueva concepción gráfica; en enero de 1964 se conforma la sociedad anónima; y en octubre de ese año la instalación de nuevas maquinarias permite la aparición del diario los domingos y el agregado de un suplemento sepia los días jueves. Más tarde, el 16 de mayo de 1965, el diario se hizo matutino.15 Las innovaciones técnicas implicaron, entre otras cuestiones: nuevas dependencias para la instalación de los talleres y la redacción en Jujuy 1849; la adquisición de una máquina rotoplana que permitió aumentar el tiraje y modificó el tamaño y el papel del periódico; la compra de dos linotipos modelo 8 y de una máquina teletipo. Asimismo se instaló una sección especial de foto-grabados, cuyos resultados pueden observarse en el lugar cada vez más destacado que ganaron las fotografías en las portadas, cambio que tuvo que ver no sólo con la cantidad y calidad de las fotos, sino también con su utilización, desde la mera ilustración a las “noticias fotografiadas”16.

15 El Trabajo tenía una tradición como diario vespertino, aunque en 1948 había hecho su apa-rición a la mañana, pero el esfuerzo sólo se había podido sostener durante un año (Da Orden, 2007:112)16 La noticia se transmitía directamente a través del impacto que generaba la foto en el receptor. Para poner un ejemplo de lo que queremos referir, podemos mencionar una foto de tapa que mos-traba un vidrio roto y estaba acompañada solamente de un epígrafe donde se remarcaba: “DESU-BICACIÓN SOCIAL. En oportunidad de aplicarse la segunda parte del plan de lucha de la CGT, numerosos gremios adheridos al sector independiente de esa central obrera decidieron no poner en práctica medidas que consideraban desacertadas. Y evidentemente esa actitud puso fuera de lugar

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En definitiva, hay algunas características de El Trabajo, de las cuales por el momento sólo hemos señalado la presencia de publicidad y la existencia de cierta autonomía de la prensa respecto al partido, que llevarían a considerarlo como empresa periodística antes de 1964 (Da Orden, 2007). Sin embargo, hemos de-tectado que varios de estos rasgos se encontraban presentes en otros periódicos so-cialistas, tanto nacionales como locales, razón por la cual empezamos a considerar que algunos de estos elementos podrían ser propios de la prensa socialista. Desde nuestra óptica, la modificación de la naturaleza del diario se completará recién en 1964, tal como queda marcado a través de algunas estrategias publicitarias o la conformación en SA. No obstante, este giro será aún más claro si analizamos el lugar de la propaganda socialista en el contenido del diario.

Rupturas y continuidades en la propaganda socialistaAnalizando la propaganda socialista en Francia entre 1871 y 1914 Marc

Angenot postula su cohesión histórica, al considerar que de una inmensa pro-ducción se puede extraer un núcleo común, la axiomática del discurso socialista, conjunto estructurado en enunciados que atraviesan los horizontes del pasado, del presente y del porvenir, que motivan y legitiman las luchas en curso (Angenot, 1998). El autor encuentra ese núcleo en el argumentario de la revolución fatal e inminente, tradición que continuó en el discurso comunista, mientras que el tronco socialista se rearticuló en torno a otros lugares comunes. Nos interesa aquí lo que ocurrió desde fines de los años treinta en la Argentina, cuando el paraguas que cubrió de sentido a los diferentes tópicos del discurso socialista fue el antifas-cismo. Andrés Bisso en su trabajo sobre las prácticas de movilización y apelación antifascista del Partido Socialista en el interior bonaerense durante la segunda guerra mundial advierte que: “los socialistas se sentían vivir –aunque ciertamente aislados del escenario bélico- en una ‘era de combate’, se habían identificado en esa hora como ‘soldados de la democracia’ en contra del fraude y como ‘militan-tes activos del glorioso ejército de la libertad’ aunque a menudo la realidad los

a los eternamente desubicados en el libre juego de la democracia, y no encontraron otro medio para expresar su desagrado, que colocar explosivos en las sedes de los sindicatos. En Rosario, cuatro sedes gremiales sufrieron el atropello ciego y fanático. Las ventanas de una de ellas (vidrio roto pero espíritu incorruptible) aparecen en la nota.” (ET, 12/06/1964) Para más detalles sobre los cambios en el uso que los diarios le dieron a las fotografías véase Sánchez Aranda, 2004.

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despertase en la atmósfera mucho menos épica de los pueblos del interior bonae-rense” (Bisso, 2005).

Esta cita nos sugiere que la idea de propaganda socialista no tendría úni-camente una cohesión histórica, asociada a su “larga duración” temporal; sino también una cohesión espacial, vinculada a su penetración en territorios con ca-racterísticas diversas. En relación con el eje temporal podemos decir brevemente que el discurso antifascista en la prédica socialista argentina emergió con la se-gunda guerra mundial (Bisso, 2005), se profundizó durante el peronismo (Herre-ra, 2005; Burdman, 2008) y mantuvo su estructura tras la caída del peronismo hasta por lo menos 1966. Durante el gobierno de la “revolución libertadora” la estrategia argumentativa más recurrente fue dejar en evidencia que los problemas actuales eran la herencia que se arrastraba de la “dictadura” peronista. Un ejemplo extremo de esta situación se da en una editorial de El Trabajo sobre la epidemia de poliomelitis: “Ni pulmotores para los atacados por el mal, ni camas para el reposo, ni drogas que la ciencia ha descubierto para reforzar, en forma de vacunas, las defensas de los organismos infantiles, nada de eso consideró necesario adquirir la dictadura, quizá porque el tiempo le resultó siempre breve para aplicarlo al enriquecimiento ilegítimo de la cohorte de sus sostenedores, comenzando por el propio dictador” (ET, 21/03/1956).

Durante las presidencias de Frondizi e Illia, la culpa de que el país no avan-zará también apareció ligada a los resabios del totalitarismo, cuyos vicios estos gobiernos supuestamente reprodujeron, aunque para los socialistas el primero lo hizo en mayor medida y con más conciencia que el segundo. En esta línea, tras la caída del gobierno de Frondizi, el PSD formuló su posición respecto al derrocamiento, sentenciando: “Para ser gobierno, el presidente dio espaldas a la democracia; la democracia de los partidos ahora, legítimamente, da espaldas al conductor del desastre nacional” (ET, 23/03/1962).

Junto con la proclamación de la democracia como objetivo último, algu-nas veces acompañada del calificativo social, para esta época el discurso socialista aparecía asociado a otros conceptos universales, tales como secularización, mu-nicipalismo, civismo, productividad, progreso, republicanismo, racionalización y eficiencia. Pero si nos desplazamos hacia el eje espacial ¿cómo se vinculaban en el diario El Trabajo estas ideas universales con las cuestiones locales? Quizás sea el editorial la columna donde más claramente se articulaban ambas instancias. El recurso que parecía reiterarse era el de extraer consecuencias de acontecimientos

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corrientes, esquematizándolos según preconceptos de la propaganda (Angenot, 1998). Veamos algunos ejemplos con hechos acaecidos en el ámbito local: “El revisionismo rosista del presidente de la comisión investigadora en la CGT local y profesor en el Colegio Nacional, no dejo prócer con cabeza (…) Hecha la pun-tualización de referencia nos preguntamos de entre qué manos salieron los nom-bramientos en cuya virtud tan calificado exponente del antimayo y del anticase-ros, y por lo tanto también antirrevolucionarios, está en funciones docentes tan calificadas, y en investigaciones tan exigidas” (ET, 03/04/1956); “Lo cierto es que José del Carmen Cancho – a cargo del paso a nivel- no se hallaba en su puesto a raíz de que se había previsto un paro que debía comenzar a las 24 de ese día. Pero ocurrió que la medida de fuerza fue levantada, y al no tener noticias de ello, no concurrió a su lugar de trabajo.(…) Una cosa son los derechos que nos pueden asistir dentro de las normas que reglamentan las actividades laborales, incluso la huelga, amaparada por la Constitución Nacional y otra cosa las obligaciones que se tiene como integrante de una sociedad, cuando a nuestro cargo se encuentran tareas de tanta implicancia.” (ET, 31/03/1966).

Intencionalmente hemos tomado dos fragmentos correspondientes a los extremos de nuestro recorte temporal, para marcar que entre 1955-1966 un acon-tecimiento puntual del orden local (sospechas sobre un interventor de la CGT local, un accidente ferroviario) servía de excusa para insistir en algún lineamiento general del partido (antifascismo y antiperonismo, civismo). Más allá de esta constante, pueden registrarse varias modificaciones. En 1956 aproximadamente el setenta y cinco por ciento de los editoriales versaban en torno a problemáticas nacionales o cuestiones partidarias (congresos, cuestiones teóricas, actos), mien-tras que el veinticinco restante se repartía entre noticias locales e internacionales. Los problemas locales, aunque manteniendo una conexión por lo menos axio-mática con el programa nacional, fueron ganando un espacio cada vez mayor hasta que constituyeron prácticamente la totalidad de las mismas desde 1964, aunque puede también considerarse que el desempeño en el gobierno municipal inició una tendencia en este sentido ya en 1958. Con todo, no parece ser este un elemento que lo aleje de su identificación con la prensa socialista, incluso a nivel internacional17.

17 “El tipo de semanario provincial publicado tradicionalmente en Italia –cultivado especial-mente por los católicos y los socialistas- representaba adecuadamente las condiciones culturales de

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Las modificaciones más grandes se dieron en el cuerpo del diario, donde lo partidario fue cediendo cada vez más espacio a la información general, ge-neralmente extraída de agencias de noticias reconocidas (ANS, AFP, TELAM, Saporitti). Para 1966, la tónica partidaria quedó prácticamente reducida a la nota editorial. Las enconadas columnas de José Antonelli contra la Iglesia Católica, las enseñanzas de José Pérez en torno al Socialismo y la presencia de artículos de opi-nión sobre cuestiones programáticas, cuya autoría era generalmente de dirigentes regionales y nacionales18, fueron perdiendo espacio. Asimismo desapareció la sec-ción vinculada a actividades partidarias, particularmente se eliminó toda aquella información que remitía a prácticas cotidianas del partido (reuniones de comisio-nes, asambleas) y se mantuvieron aquellas noticias vinculadas a cuestiones menos rutinarias (elección de candidatos, congresos), aunque cada vez tuviesen menos caracteres asignados. De cualquier modo, continuaron reproduciéndose los nom-bres de los candidatos del partido, slogans de campaña, pedidos de fiscales y de donaciones, las boletas, los lugares de los actos, etc. Pero estos segmentos eran más identificables con la superficie publicitaria que con la redaccional, especialmente en función de su repetición en todos los diarios con fecha cercana a las elecciones. Incluso algunos avisos aparecían en forma paralela en otros diarios locales, como La Capital o El Atlántico. También perdió espacio la reproducción de los discursos y acciones de los legisladores socialistas, un clásico de la prensa partidaria. Mayor pervivencia tuvieron las noticias asociadas con el gobierno municipal, aunque dejó de reproducirse con detalle lo acontecido en las sesiones del Concejo Deli-berante y desaparecieron columnas como “Al margen de la crónica” o “El duende del concejo”, donde se detallaban los entretelones de las deliberaciones.

Otro elemento llamativo fue la apertura de la sección “Políticas”, que dejó de limitarse a la información del Partido Socialista Democrático, el Partido De-mocráta Progresista y ocasionalmente la Unión Cívica Radical del Pueblo, para integrar actividades del radicalismo intransigente y hasta del justicialismo y el

la provincia (aldea y ciudad pequeña). Ningún interés por la vida internacional (nada más que la pura curiosidad y extrañeza), poco interés por la vida nacional, sólo en cuanto afecta a los intereses locales, especialmente electores, todo el interés se centraba en la vida local, incluso en los comadreos y las minucias” (Gramsci, 1967: 121)18 Algunos de ellos eran: Juan Solari, Luis Pan, Manuel Bessaso, Eduardo Schaposnik, Avelino Acosta, Jorge Cavalloti, Julio Del Río, Jerónimo Della Latta, Rómulo Etcheverry, Luis Falcone, Rufino González, Francisco Marzano, Juan Nigro, Vicente Tótaro, entre muchos otros.

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Partido Socialista Argentino. También merece destacarse la inclusión de informa-ción que entraba en abierta contradicción con los ideales del partido, en particu-lar respecto a los juegos de azar. Por un lado, si bien en la página de deportes se publicaban “Los candidatos de El Trabajo” (ET, 10/01/1964) donde se señalaban los mejores valores de la pista auxiliar del hipódromo de San Isidro y la fija del programa. Por otro, un tal profesor Juan Caprara, escribía una columna llamada “El cálculo y el azar” donde exponía algunos trucos de una martingala que había registrado a su nombre (ET, 11/01/1966). En el mismo sentido, resultó llamativa la inclusión desde 1962 de un fragmento vinculado al horóscopo, creencia que no parecía coincidir con el ideario racionalista.

La modificación del memorial ilustra de igual forma sobre estas transfor-maciones. Entre 1955 y 1961 secciones como “Recuerda ud. que…” o “Registra la historia” estaban dedicadas a conmemorar fechas de descubrimientos signifi-cativos, recordatorios importantes para la tradición socialista e hitos de la línea Mayo- Caseros, al mismo tiempo que se omitían fechas como el 17 de octubre19. Las mismas fueron reemplazadas por la columna “El Trabajo hace 40 años”, don-de se reproducían notas del periódico, con el visible objetivo de ir construyendo una tradición ahora propia, no ajena pero sí independiente del partido. La des-aparición del suplemento del 1º de mayo, cuya publicación no había sido puesta en duda siquiera en los tiempos de mayor premura económica, es otro importante señalamiento en este sentido.

En definitiva, hemos indicado cómo convivían en El Trabajo rasgos pro-pios de la prensa socialista con características específicas de otros periódicos co-merciales del interior del país. La ambivalencia que se observa en la historia de este diario deja en evidencia una tensión identitaria que se irá resolviendo hacia este último perfil. Algo similar queda al descubierto si observamos las publica-ciones que aparecen mencionadas en el diario, las más de las veces referidas a la recepción de alguna publicación en la redacción o vinculada con alguna fecha o evento especial por el cual valía la pena felicitar a un “colega”20. En este punto, los

19 Incluso durante algunos años el diario sacaba dos números consecutivos fechados el 16 de octubre, como modo de negar la existencia del 17.20 Construimos este dato a partir de la sección “Periodismo”. Para establecer una red de publica-ciones más completa, deberíamos considerar las menciones que en otros periódicos se hacen sobre El Trabajo. En virtud de la complejidad que esto implicaría, lo hemos subsanado parcialmente aten-diendo a los saludos que la redacción de El Trabajo recibe (y publica) para su aniversario.

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diarios socialistas aparecían menos mencionados que los periódicos comerciales, lo cual si bien resulta evidente en función de su cantidad, podría no haber sido la regla en el órgano de prensa de un partido (de hecho, no es ésta la situación de La Vanguardia). No obstante, el rótulo de publicación democrática, acompañado de un reconocimiento a su lucha contra la “dictadura” peronista, se constituyó como la identificación política que nucleó a los periódicos mencionados con mayor asiduidad, tales como La Prensa y La Nación de Capital Federal, El Eco y Nueva Era de Tandil, Castellanos de Rafaela, El Intransigente de Salta, El Argentino de Saladillo, Nueva Provincia de Bahía Blanca, y la Revista Veritas.

Aunque en algunos casos se reprodujeron notas de este grupo, la circula-ción de artículos sí fue más usual con la prensa socialista, en particular con La Vanguardia y Afirmación. De cualquier modo, no hubo un claro canal de copia de notas en ninguno de los sentidos, aunque es evidente que las mismas versaban en torno a idénticas problemáticas y transformaban en noticiables los mismos acontecimientos. A lo largo del período, si bien disminuyeron las notas que El Trabajo publicaba de La Vanguardia no ocurrió lo mismo en el sentido inverso, ya que en las páginas del semanario socialista siempre hubo espacio para reproducir los logros de una gestión municipal exitosa. Con todo, no siempre la relación entre ambas publicaciones se dio en clave amistosa, pues durante el proceso de fractura que sufrió el partido entre 1956 y 1958, la relación entre La Vanguardia y El Trabajo puede leerse en clave de debate. Cuando a fines de 1956, la fracción del socialismo que cristalizó un año más tarde en el Partido Socialista Argentino con-siguió la dirección de La Vanguardia, a través del reemplazo de Américo Ghioldi por Alicia Moreau de Justo, comenzaron a vislumbrarse interferencias. Aunque toda la polémica se mantuvo dentro de los marcos partidarios, El Trabajo sirvió a la fracción ghioldista como tribuna, y así es como Manuel Bessaso contestó una nota escrita en La Vanguardia por José Luis Romero, representante de la fracción izquierdista. El tono de la polémica, que versaba sobre la cuestión peronista y el peso que debía asignársele a la clase obrera dentro del partido, no fue para nada cordial y se extendió a lo largo de varios números21.

21 La polémica se desarrolló entre enero y abril de 1957, concretamente los artículos se reprodu-cen en: LV 26/01/1957; ET 13/02, 09/04 y 10/04/57. Resulta interesante remarcar que, mientras El Trabajo publicó la polémica completa, La Vanguardia se limitó a reproducir las notas de José Luis Romero.

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Otro episodio similar, pero en el que participan tres publicaciones socia-listas, ocurre cuando la división partidaria ya se ha consumado. En el verano de 1959, época del año en que la visibilidad de Mar del Plata es mayor, La Vanguar-dia (en ese entonces órgano del PSA) publicó una comentario plagado de críticas a Teodoro Bronzini, intendente de la ciudad balnearia. El Trabajo contesta indig-nado a esta provocación con una nota titulada “Biógrafo extraviado” que es repro-ducida unas semanas después en Afirmación (órgano del PSD). En esa nota desde El Trabajo se afirma: “Hasta el lenguaje sufre el impacto de presencia extrañas a la escuela de Justo en “La Vanguardia”. Las personalizaciones como encarnación de movimientos y tendencias con abuso de patronímicos, es el signo de un abando-no de la línea socialista y de decadencia. Asoma en ellas la preeminencia de una formación extraña al socialismo democrático. Entre sus líneas palpita el modo encapuchado del comunismo trotskista” (ET, 24/02/1959).

Desde la perspectiva de El Trabajo, La Vanguardia había introducido un quiebre en la cohesión histórica de la propaganda socialista. Pero, al parecer, las rupturas se daban en ambos sentidos.22 Un ejemplo concreto puede observarse en torno a los comentarios que suscitó la huelga de los gráficos que, en noviembre de 1956, paralizó la salida de los diarios durante 12 días, ya que aunque ambos periódicos quedaban ubicados del lado de la patronal tomaron posiciones dia-mentralmente opuestas. En La Vanguardia se ensalzó la tradición de lucha del gremio y se lo calificó como un movimiento de legítima reivindicación gremial, mientras que en El Trabajo se llamó a la conciliación y se solicitó a los gremialistas que respeten las “libertades republicanas”, tales como la circulación de la prensa libre. En este caso particular, las divergencias pueden vincularse con la división partidaria, ya que tras la fractura fue el PSD el que priorizó en diversas oportu-nidades las libertades civiles y los valores democráticos por sobre los derechos gremiales. No obstante, en El Trabajo puede observarse además un matiz propio. Por un lado, el avance real del socialismo en localidades como Mar del Plata no podía basarse exclusivamente en el sujeto obrero que se erigía como uno de los protagonistas del discurso partidario. La columna de información gremial, que en

22 Con el objetivo de comprender los orígenes de la nueva izquierda, Cecilia Blanco y Maria Cristina Tortti han explorado las continuidades y rupturas que las disputas políticas y gremiales de los socialistas durante la revolución libertadora y el frondizismo importaron en relación al núcleo de ideas fuerza que daba cuerpo al perfil identitario de la agrupación socialista. (Blanco, 2005 y Tortti, 2005)

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La Vanguardia y Afirmación ocupaba una página completa, tuvo cada vez menor relevancia en el diario local. Por otro, la transformación en diario comercial lo obligaba a dirigirse a un público más amplio, y a partir de 1966 apareció una co-lumna denominada “Ámbito empresario”, donde se publicaban novedades sobre modificaciones en los directorios de las empresas y opiniones de las gerencias en torno a diversos problemas nacionales.

Más allá de estas diferencias, más o menos coyunturales, que marcamos en el interior de la prensa socialista, nos interesa retomar el problema de la defi-nición identitaria del diario. Al respecto, nos pareció apropiado que además de establecer las redes que entabló con otras publicaciones era pertinente rastrear algunas autodefiniciones del periódico. Como ya hemos comentado, El Trabajo se identificó con un colectivo de periódicos comerciales, al que ya hemos deno-minado como periodismo del interior. En este punto, la unidad se vinculaba con intereses de carácter corporativo, tal como lo evidencia el siguiente fragmento donde se reproducen, haciéndolas en buena medida propias, las palabras de un renombrado periodista del momento, Alfredo Calisto: “Dijo que si era pondera-ble la función informativa y cultural de los diarios metropolitanos, mucho más apreciable resultaba la obra que, en su medio, cumplen los diarios que se editan en las provincias. Agregó que resultan insustituibles como forma de comunica-ción de importantes comunidades humanas, a las cuales sirven, igualmente, como órganos de expresión en sus relaciones externas. (…) Para exaltar la significación de los diarios y periódicos locales dijo que correspondía atender a las dificultades que debe afrontar para desempeñar sus valiosos cometidos, entre ellos el precio acrecido del papel, los mayores costos del transporte y comunicaciones internas, la precariedad de atención mecánica de sus talleres y el cumplimiento de contri-buciones fundadas en la legislación laboral” (ET, 15/11/1961).

Por otro lado, el periódico se identificaba con la prensa socialista, aunque desde el primera editorial insertaba esta identidad en una tradición más amplia23. Una clara ilustración de lo que venimos sosteniendo es el editorial de su ani-

23 “En el presente momento, creemos que todas las energías deben dirigirse a combatir, como punto capital de un programa de reformas, el régimen fiscal proteccionista y a obtener la implan-tación progresiva del libre cambio, al par que declarar una guerra sin cuartel al latifundio, conse-cuencia bárbara de nuestros primeros gobiernos bárbaros. Estas reformas, con la de nuestro régimen impositivo, deben ser explicadas constantemente al pueblo.” (Reproducido en Suplemento Bodas de oro El Trabajo, 07/12/1965).

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versario Nº 41 en 1956: “Nuestro entronque socialista es, pues, desde la cuna política, con la libertad, calificada por los retardados políticos como burguesa, denominación restrictiva que nunca hemos compartido con el sentido condena-torio y excluyente de aquellas. Junto con Juan B. Justo, uno de nuestros maestros en quienes creíamos en los pasos iniciales de nuestra militancia, y en cuyo saber y sabiduría nos afirmamos, fue Juan Jaurés, el pensador francés e igual en grandeza del ilustre socialista argentino” (ET, 07/12/1956).

En efecto, desde la lógica del periódico, son aquellos ideales que siempre sostuvo, los que desembocaron en su transformación en periódico comercial. Re-produzcamos las primeras palabras del diario en el número especial que publicará a raíz de sus 50 años: “EL TRABAJO siguió siendo siempre, desde su aparición, tribuna de principios. En sus columnas alientan, con anticipación a otras esferas, los planteos de reorganización administrativa, que apuntan a la idoneidad de la función pública y la eficiencia de la gestión administrativa. (…) EL TRABAJO alentó a través de sus cincuenta años de existencia las ideas más previsoras y más avanzadas en el orden de la racionalización que apunta a la eficiencia pública con el máximo de beneficio social y el mínimo de costo” (Suplemento Bodas de oro El Trabajo, 07/12/1965).

Teniendo en cuenta que en el orden municipal los socialistas marplatenses aplicaron este ideario liberal y modernizante a través de distintos emprendimien-tos, tales como el ingreso por concurso a la administración municipal o la terce-rización de la recolección de residuos, la transformación del diario en empresa se vuelve tan sólo un paso más en este camino eficientista y racionalizador. En cierta forma se trata de una liberalización del diario, proceso que puede observarse en otras dimensiones. En el plano ideológico, fueron claras las palabras de Roberto Bronzini: “Tratábamos de darle cabida a todos los partidos, para que el diario tuviera más amplia la información, para que la gente lo comprara. Como son los diarios hoy. El diario tiene su opinión que la vuelca en la editorial, pero publica distintas opiniones, que es interesante no? Es una forma de ejercer el derecho de prensa y de poner el derecho de libertad de opinión al servicio del lector”.

Pero este desplazamiento desde una autoidentificación como tribuna de principios hacia una posición más neutral, propia de una concepción liberal de la prensa, no es sólo una declaración de principios, sino que como hemos detallado se plasmó en el contenido y la diagramación del diario desde por lo menos 1964. Una tercera faceta de este proceso de liberalización del periódico tiene que ver

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con el contenido del discurso, muchas de cuyas aristas ya hemos comentado y no son exclusivas de El Trabajo, sino que se vinculan con la tradición socialista. Como señala Laura Eisner, al caracterizar el discurso socialista en la Argentina a través de la publicación Anuario Socialista: “el Anuario evidencia una tensión entre elementos de continuidad con respecto al discurso hegemónico y gestos de ruptura y diferenciación. En efecto, esta apropiación posibilita el acceso a un público más amplio que el que lograron otros colectivos sociales de izquierda con posiciones más radicales (como sucedió con el movimiento anarquista, ya enton-ces desarticulado). No obstante, entraña como riesgo la dificultad para posicio-narse ideológicamente, fuera de las categorías del estado liberal, cuya matriz está implícita en los dispositivos genéricos y textuales que utiliza” (Eisner, 2005: 42). Esta matriz se profundizó con la aparición del PSD y, en el caso del socialismo marplatense, se cristalizó con el acceso a la gestión pública. Tal como sugiere la autora, a continuación, intentaremos discutir la relación entre esta matriz y los destinatarios del periódico.

Lectores y socialistasEmpecemos por el aspecto cuantitativo del problema. En función de lo

que leíamos de Eisner, podemos sostener que en efecto, a medida que El Trabajo se acercó como periódico a la estructura de un dispositivo comercial y por tanto aún más al discurso hegemónico, fue cada vez más sencillo acercarlo al gran públi-co. Por supuesto, no fue este acercamiento un producto directo de las modifica-ciones en el contenido del discurso, sino también consecuencia de modificaciones técnicas en la producción y cambios en la forma de circulación del periódico que viabilizaron el mayor tiraje. En 1964 el periódico publicitaba la adhesión de 1000 suscriptores, cifra que se había constituido desde los años peronistas en un tope en función de la tecnología con que contaba la imprenta (Da Orden, 2007: 116). El salto fue espectacular, ya que en julio de 1966 comunicaban que habían alcanzado un tiraje de 13.000 ejemplares24, cuya venta se efectuaba también en los puestos de diarios.

A continuación vamos a interrogarnos sobre cuáles eran las características de los lectores de El Trabajo antes de estas modificaciones, aunque efectivamente,

24 Este dato fue extraído de ET 09/07/1966. R. Bronzini sugirió en la entrevista que, en su mejor época, el diario alcanzó los 20.000 ejemplares.

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a raíz de las fuentes con que trabajamos, no podamos ir más allá de realizar algu-nas disquisiciones en torno al “blanco” del diario. Atender a la incorporación de secciones con noticias culturales, policiales, sociales, deportivas y de humor, más allá de las tradicionales notas políticas y gremiales, nos ayudará a reflexionar en este sentido. Si bien algunas incorporaciones resultan llamativas en relación con la estructuración de La Vanguardia o Afirmación, las mismas empiezan a perder su carácter excepcional cuando observamos que otros periódicos socialistas de la pro-vincia –como el lujanense Verdad- también incluían este tipo de información25. Se abren entonces otros interrogantes ¿El Trabajo buscaba reforzar la comunidad discursiva socialista26 a través de la circulación de una pluralidad de discursos para conformar una cultura socialista alternativa? o ¿su estrategia era integrar a nuevos lectores a partir de necesidades externas a las cuestiones partidarias, pero que terminarían vinculándolos con la comunidad discursiva? Varios emprendi-mientos de los socialistas marplatenses, tales como el fermentario, la campaña de educación cívica, las bibliotecas y las cooperativas, sí apuntaban, en consonancia con la tradición partidaria, hacia la construcción de una “cultura alternativa” 27.

Lo mismo ocurría con las tiras de humor político “El pequeño Moe (su vida tras la cortina de hierro)”, “Esquina política” o secciones como “Divúlguelo”, donde se brindaba información general a partir de ilustraciones con cierto grado de comicidad. Sin embargo, a juzgar por tiras como “Cristóbal” y “Angelito Sport”, así como por el contenido de la página deportiva y de espectáculos, e incluso de secciones concebidas bajo una óptica enciclopedista como Variedades, no parece ser éste el objetivo del periódico. Más que enfrentarse con la cultura de masas, se limitaba a reproducir información sobre obras literarias, espectáculos deportivos

25 Pérez Branda (2005) también menciona la inclusión de notas deportivas en Libertad! que iban desde la cobertura del campeonato mundial de ajedrez hasta extensos informes sobre las peleas de box.26 Retomando a Eisner (2006: 31), ella sostiene que en función de la importancia que el PS le otorga a la producción y circulación de discursos, el Partido Socialista puede entenderse como una comunidad discursiva. Este concepto es definido por Maingueneau como el grupo o red de grupos dentro de los cuales son producidos, leídos, manipulados y puestos en circulación los discursos y para quienes éstos tienen una función constitutiva.27 “Detrás de una concepción ostensiblemente iluminista –educar al trabajador como parte de la formación de una cultura política democrática- se advierte la preocupación, a la manera de la socialdemocracia europea, por constituir una suerte de sociedad separada que abarcaba desde re-creos infantiles hasta tiendas cooperativas, pasando por escuelas de oficios y ateneos de divulgación científica” (J. C. Portantiero citado en Camarero, 2007: 220)

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y artísticos vinculados al circuito comercial. Es probable entonces que la inclusión de estas secciones se vinculara con el acercamiento a un público más amplio antes que con la construcción de una cultura socialista alternativa.

Una evidencia que agrega otros elementos para caracterizar el “blanco” de El Trabajo, es el rastreo de los distintos grados de colectivización del enunciador. Si observamos el “nosotros inclusivo” en las editoriales, es decir, aquel que incluye tanto al productor del periódico como al lector, descubrimos que se trata de “los argentinos” antes que de “los socialistas”. Ilustremos con un ejemplo: “Ahora que el país sepa y conozca toda la verdad en su tremenda y lacerante desnudez. Que nadie lo ignore aunque todos nos sintamos entristecidos y avergonzados. Motivos tenemos los argentinos para estarlo” (ET, 03/10/1955).

Esta marca enunciativa, que es propia del discurso de la información, se cruza con la dimensión polémica del discurso político (Verón, 1987), propia de la prensa partidaria. Bajo esta lógica, ese destinatario genérico ciudadano-habitante es el “para-destinatario” del discurso político, es decir, aquel al que es necesario persuadir. El “prodestinatario” o partidario sería en este caso el socialista, colecti-vo de identificación cuya aparición se limita generalmente a las notas vinculadas con la actividad partidaria. Por último, el “contradestinatario” o adversario, es el otro que emerge de los conflictos que protagoniza el periódico. Un ejemplo inte-resante en este punto, lo brinda el enfrentamiento que los editores de El Trabajo tuvieron con la dirección de La Mañana, diario peronista hasta 1955. A causa de la intervención que tras la “revolución libertadora” sufrieron todos los miembros de la cadena peronista ALEA, desde fines de 1956 dirigía La Mañana el perio-dista y militante socialista Jorge Raúl Lombardo28. Durante ese período ambos periódicos hicieron frente común contra un mismo “enemigo”: la iglesia católica. Por ejemplo, a mediados de 1958 un Movimiento Coordinador Pro Defensa de la Enseñanza Libre escribió un libelo que El Trabajo reproduce, donde señalaban: “DENUNCIAMOS… la existencia en Mar del Plata de un grupo de conspira-dores materialistas y ateos (…) Responsabilizamos de las violencias ocurridas y a ocurrir en esta ciudad (..) al intendente municipal TEODORO BRONZINI, al vicepresidente del concejo Deliberante, señor JORGE LOMBARDO, al se-

28 Jorge Raúl Lombardo fue concejal socialista entre 1948 y 1955, durante la “revolución liberta-dora” participó de la comisión investigadora local, en la intendencia de Bronzini fue Secretario de Gobierno y Hacienda y entre 1963-1966 intendente de Mar del Plata.

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cretario del mismo cuerpo, señor LUIS FALCONE; a la diputada provincial y directora del diario “EL TRABAJO”, JUDIT LOPEZ FAGET, al pseudo perio-dista y EX DELATOR PERONISTA en la Dirección de Elevadores de Granos, FÉLIX AYESA (todos socialistas) y al administrador del diario LA MAÑANA y “profesor” (sin título) de Educación Democrática del Colegio Nacional, señor VICTOR OSCAR MURGIER” (ET, 09/10/1958).

Sin embargo, a principios de 1959, a partir de que la dirección del diario fuese ocupada por Héctor Placenza, se iniciaron una serie de conflictos que nos permiten evidenciar distintos destinatarios negativos del diario. Reproduzcamos algunas líneas: “la verdad es que existen círculos en los que se acepta el resultado electoral a regañadientes. El secretario de la confederación de empleados y obre-ros municipales de la provincia, fue y sigue siendo la pieza del tablero con que se manipulan los intrigantes. Y es esa pieza la que pone confusión en el juego po-lítico marplatense. Son los forasteros de La Mañana quizás los únicos que en las rectorías periodísticas locales ignoran los movimientos de esa pieza. Y entre ésta y el diputado de la UCRI con asiento en Mar del Plata, existe una relación causa efecto que no es desconocida” (ET, 22/01/1959).

Aparecen aquí como contradestinatarios, más o menos explícitamente: el radicalismo intransigente, el gremialismo politizado y los forasteros. Este último merece un comentario al margen, pues asoma como un adversario específico del socialismo marplataense, el cual surgió a partir de la Junta Popular de Resistencia a los Comisionados municipales. Justamente, la finalidad de la misma era repu-diar la presencia de individuos colocados por el gobierno de la provincia, y ajenos a la realidad de Mar del Plata, en el máximo cargo de la ciudad. Asimismo, aun-que no aparece explícitamente en esta cita (pero resulta evidente a partir de otras referencias que hemos incluido en el artículo) debemos considerar, tanto al “tota-litarismo” como a su expresión vernácula, entre los adversarios fundamentales.

Como vemos, aunque el blanco de El Trabajo era bastante amplio, las cla-ras delimitaciones ideológicas dejaban afuera un universo extenso de posibles lec-tores. Con la transformación del diario en empresa comercial debió operar algún tipo de apertura, pues el periódico se orientó cada vez más hacia el gran público. Pero esta apertura no era del mismo tinte que aquella a través de la cual se había incluido información deportiva o de espectáculo, ya que el salto cuantitativo que se produjo en el tiraje implicó una modificación cualitativa, pues como hemos demostrado, la transformación de El Trabajo terminó diluyendo su contenido

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socialista. En este sentido, es muy posible que todos aquellos que compraron el periódico después de 1964 compartiesen, al igual que los lectores anteriores, un ideario liberal-democrático y cierta simpatía por el socialismo local. Pero a diferencia del período anterior, la estructuración del diario ya no colaboraba para reforzar al socialismo como comunidad discursiva.

La comparación entre los ejemplares de La Vanguardia y El Trabajo tras la “Revolución Argentina” son la prueba palmaria de la transformación de este último. El 28 de junio de 1966 El Trabajo anunciaba: “No bien comenzaron a tenerse noticias sobre la crisis institucional que atravesaba el país, la redacción del diario EL TRABAJO se movilizó para dar a sus lectores un panorama fidedigno de los sucesos. Imprevistamente, poco después de las 21, la teletipo suspendió su transmisión. De inmediato este diario se valió de medios de información propios para dar en la presente edición los dramáticos sucesos que ayer conmovieron al país. Esta labor permitió suministrar una visión completa de los hechos, con lo que el diario EL TRABAJO considera haber respondido a la confianza de sus lectores y la responsabilidad que le corresponde como medio de difusión” (ET, 28/06/1966).

Mientras que La Vanguardia, critica con el golpe de estado por su ataque a los partidos políticos, denuncia unos meses después: “LV tiene derecho a conser-var sus libros y bienes administrativos así como también de disponer de su local que ha sido clausurado conjuntamente con uno de los locales del PSD. Ningún otro diario ni ninguna publicación de los innúmeros de carácter nacionalista y religioso ha sufrido la confiscación de sus útiles de trabajo y de bienes con que se ha castigado a nuestro órgano, que ya no es del PSD ni tiene a su frente los mismo director y redactores, pero que es un órgano de opinión que todas las semanas adoctrina con fundamentos de principios sobre hechos nacionales y mundiales” (LV, 10/08/1966). Aunque la imposibilidad de autoproclamarse como órgano de un partido en función de la legislación vigente durante la “revolución argentina” debe tenerse en consideración, la identificación como medio de difusión de El Trabajo distaba mucho de la de órgano de opinión de La Vanguardia.

Reflexiones finalesEl arraigo excepcional que tuvo el socialismo en Mar del Plata nos sugirió

la necesidad de aproximarnos al estudio de su prensa, el diario El Trabajo. Al respecto, el período que transcurrió entre 1955- 1966 parecía particularmente

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importante por los triunfos electorales que obtuvo entonces el socialismo en la ciudad. Era evidente, más allá de la direccionalidad de la relación, la posible co-rrespondencia entre el auge del socialismo a nivel local y el crecimiento y desarro-llo de su prensa, razón ya sobrada para iniciar el análisis. En efecto eso fue lo que observamos al acercarnos a la fuente, aunque no del modo en que lo habíamos supuesto, ya que además de un aumento en el tiraje y en la cantidad de páginas, junto con una modernización técnica y gráfica, El Trabajo sufrió lo que podría-mos catalogar como una metamorfosis, pasando de concebirse como un diario partidario a instalarse como periódico comercial.

Esta constatación reestructuró nuestras inquietudes iniciales y organizó nuestro sistema de problemas en torno a dos interrogantes: ¿qué características permitían identificar la transformación del diario en empresa comercial? y en especial, ¿por qué se dio esa transformación? Ambas preguntas remitían a proble-mas de carácter más general vinculados con las relaciones entre prensa y partido. En primer lugar, nos interesó indagar cuáles eran las características de la prensa socialista, atendiendo al ámbito local y cruzando los cortes espaciales con las lu-chas fraccionales. Y en segundo término, nos inquietó comprender cómo se rela-cionan los cambios del partido con las modificaciones en su órgano de prensa.

Tomaremos como eje ordenador la pregunta sobre las razones por las cuáles se produjo la transformación del diario El Trabajo ya que, en cierto modo, cree-mos nos ayudará para articular todas las cuestiones que venimos mencionando. Al respecto, aunque probablemente ha sido visible en el desarrollo del artículo, nos parece oportuno aclarar que cuando hablamos de razones no remitimos princi-palmente a los motivos aducidos por los actores para justificar sus conductas, sino que referimos a procesos generales cuya visibilidad emergió del recorrido analítico por las fuentes, donde las huellas de la superficie discursiva nos remitieron a las condiciones de producción. Pero como allí todas las huellas estaban en el mismo nivel, resultaba difícil distinguir lo que señalaba el tipo de discurso, de lo que se-ñalaba el soporte tecnológico o la estrategia del medio (Verón, 1998). Justamente, teniendo en cuenta esta dificultad para jerarquizar, es que elaboramos una serie de hipótesis, cuya plausibilidad o no fuimos descubriendo a lo largo del análisis.

En primer lugar, quedo claro que si observamos el proceso desde la óp-tica de la historia del periodismo, las modificaciones en las prácticas sociales e institucionales de la prensa fueron determinantes en esta metamorfosis. A nivel de los actores, sobre todo teniendo en cuenta los ideales de progresos férreamen-

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te sostenidos por los dirigentes socialistas, la modernización técnica y gráfica se transformaba en una necesidad para cualquier medio de prensa. Pero en su hori-zonte de posibilidades, la mejor estrategia para llevar adelante ese proceso fue la transformación del diario en una empresa comercial. ¿Qué estimuló a los socia-listas a llevar adelante este emprendimiento y bajo esa forma? ¿Cuáles fueron las condiciones de posibilidad para ese cambio?

Una de las primeras opciones barajadas, fue considerar que la transforma-ción de El Trabajo en empresa comercial respondía a la necesidad de sumar lecto-res y simpatizantes, ampliando de este modo el espectro de llegada de la propa-ganda socialista. El Trabajo se había manejado con comodidad en esa tensión que lo hacía combinar noticias locales, nacionales e internacionales, con información partidaria y noticias gremiales, así como notas de deportes, espectáculos, tiras de humor y un importante espacio publicitario. Incluso, a juzgar por la bibliogra-fía disponible y el relevamiento de otros periódicos socialistas, nos atrevemos a arriesgar que esta combinación de rasgos de la prensa del interior y de la prensa partidaria no parece ser algo específico de El Trabajo, sino más bien una carac-terística de la prensa socialista en el ámbito local del interior bonaerense. Resta indagar además si no podría tratarse de una característica compartida con otras corrientes políticas y vinculada a la peculiaridad de la militancia en el territorio local.

Pero más allá de este señalamiento, la transformación consumada en 1964 tenía otro carácter, en este caso sí probablemente excepcional. Evidentemente, por la forma en que el diario edulcoró su tono político partidario, el crecimiento de lectores no sólo no tenía ninguna relación causal con el aumento de simpa-tizantes, sino que además el periódico dejó de cumplir una función que hasta entonces había sido central: reforzar al socialismo como comunidad discursiva. No obstante, y sobre todo a juzgar por el triunfo electoral de 1973, no puede ig-norarse que el periódico debe haber desempeñado algún rol, quizás más indirecto y difuso, en el mantenimiento del socialismo como fuerza política local. En este sentido, merece destacarse que el abandono del contenido partidario no debe re-lacionarse con una despolitización del diario. Por tanto, conviene tener presente que aunque por razones prácticas nos hemos referido aquí a la transformación como del diario partidario al diario comercial, siquiera la prensa comercial deja de ser “función de un determinado partido” (Gramsci, 1972: 30). En este sentido, la autonomización del diario frente al partido debería ser considerada sólo en un

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plano organizativo, particularmente en este caso, donde parecen no emerger dife-rencias políticas profundas entre ambas instituciones. Al respecto, pensamos que la decisión de transformar el diario en un periódico comercial debería explicarse a través de la “liberalización” del socialismo en Mar del Plata. Este proceso, que se manifiesta a nivel de la prensa tanto en su transformación en sociedad anónima como en sus intenciones de brindar información como medio independiente, se integra a una serie de cambios del socialismo a nivel nacional. Si bien la tradición liberal tuvo un peso significativo en la construcción del PS en Argentina, el cual se manifestó en lo discursivo a partir de varios elementos de continuidad con el dis-curso hegemónico (Eisner, 2006), este rasgo se profundizó después de 1957 en el socialismo democrático. Pero si fuese este proceso lo que explica el fenómeno ¿Por qué no ocurrió algo similar con Afirmación o con La Vanguardia después de 1962, cuando el PSD retomó los cargos directivos? Por un lado, en el caso del socialismo marplatense la impronta liberal parece particularmente profunda en virtud de sus orígenes y de la estrecha vinculación con la masonería. Por otro, tal como recién mencionábamos, por las características de la prensa socialista local, el formato propio del periodismo comercial del interior no le resultaba ajeno. Inclusive, su vínculo con otros colegas de la prensa comercial trascendía el ámbito corporativo y se identificaban políticamente como un conjunto de periódicos defensores de la libertad y de la democracia. Un núcleo de identificación similar proponía a sus lectores que, antes que socialistas eran percibidos como ciudadanos argentinos comprometidos con una serie de valores, encabezados por la díada que mencionábamos. Sin embargo, el hecho de que la transformación haya ocurrido en los años sesenta y no antes, parece vincu-larse tanto a la asociación con el PSD como al pragmatismo que adquirieron los dirigentes socialistas con la práctica gubernamental. En esta línea, la municipali-zación progresiva de las obras y servicios públicos, proclama propia de los veinte (Jofre, Da Orden y Pastoriza, 1991: 126), fue reemplazada por la tercerización en manos de privados. La constitución del diario como sociedad anónima pare-ce un elemento más en este proceso global que, además, era coherente con los principios de racionalidad y eficiencia administrativa que los socialistas locales mantenían desde principios de siglo. Justamente para no exagerar el argumento del pragmatismo es bueno tener en cuenta que, opciones como la modernización del periódico a través del uso de fondos públicos a los que los socialistas tenían acceso por la gestión municipal, no aparecieron en el universo de posibilidades

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de los actores. En efecto, esta omisión nos habla tanto de la liberalización del partido como la propia opción por la empresa comercial. En definitiva, una serie de lógicas concurrentes posibilitaron esta transformación. Mientras que la mo-dernización técnica y gráfica del periodismo operó como determinante, el proceso político que vivió el socialismo en Mar del Plata posibilitó que la misma fuese llevada adelante, incluso sin generar conflictos importantes en la organización partidaria.

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