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1
LAS MENINAS
Plástica 1
Fecha de entrega: 6-Junio-2014
Curso 2013-2014
Colegio Concertado NIÑO JESUS www.colegionjesus.com
C/San Clemente, 1 46015-Valencia Tel. 963494435 [email protected]
Apellidos: ARRANZ FERNÁNDEZ
Nombre: LORNA
Dirección postal: C/ Marina Baixa nº3, ESC11 PTA10-46015
VALENCIA
Correo electrónico: [email protected]
Teléfono: 963406067-607829112
Clase: 1º ESO B
Profesor: Tono Sáez
2
INDICE:
INTRODUCCIÓN: ...................................................................................................................................... 3
BIOGRAFIA: .............................................................................................................................................. 4
SU OBRA: ................................................................................................................................................. 6
LA ADORACIÓN DE LOS MAGOS: ........................................................................................................... 6
RETRATO DE LUIS DE GÓNGORA Y ARGOTE: .......................................................................................... 7
RETRATO DEL REY FELIPE IV: ................................................................................................................. 8
EL TRIUNFO DE BACO: ........................................................................................................................... 8
LA FRAGUA DE VULCANO: ..................................................................................................................... 9
RENDICIÓN DE BREDA: ....................................................................................................................... 10
PAPA INOCENCIO X: ............................................................................................................................ 11
LA VENUS DEL ESPEJO: ........................................................................................................................ 12
LAS MENINAS: ........................................................................................................................................ 13
CONTEXTO: ........................................................................................................................................ 13
HISTORIA DEL CUADRO: ...................................................................................................................... 14
DESCRIPCIÓN: .................................................................................................................................... 15
ANÁLISIS DE LA OBRA: ........................................................................................................................ 17
TÉCNICA: ............................................................................................................................17
SECCIÓN AUREA: ................................................................................................................19
INTERPRETACIÓN DE LAS MENINAS POR OTROS ARTISTAS: ................................................................. 20
PINTORES: ..........................................................................................................................20
Picasso: ...........................................................................................................................20
Equipo Crónica: ..............................................................................................................21
ESCULTORES: ......................................................................................................................21
Manolo Valdés:...............................................................................................................21
CONCLUSIONES: ..................................................................................................................................... 22
BIBLIOGRAFIA: ....................................................................................................................................... 23
3
INTRODUCCIÓN:
En las páginas siguientes voy a hablar de Velázquez, un gran pintor de la época
barroca.
Además contare su obra, es decir, los cuadros más importantes que pinto y sus
características y analizare la obra más importante de todas, la que muchos pintores intentan
copiar, pero sin el juego de sombras tan característico y admirable propio de este reconocido
pintor.
Velázquez comenzó a pintar desde muy joven con Herrera el viejo, pero el pintor que
más le enseño, y con el que realmente progreso en la pintura fue Francisco Pacheco.
Desde siempre Velázquez fue conocido por sus obras en penumbra y por los diferentes
focos de luz que aparecían en ventanas y escaleras.
La obra que analizare, la de las Meninas, posee diferentes focos de luz, juegos de
miradas, el autorretrato del pintor pintando un cuadro, esta obra reflejada en un espejo, en el
que aparecen los reyes y alguien en las escaleras del fondo. Todo esto además pintado con un
esquema matemático denominado espiral de Durero, el cual representa la sección aurea.
Pero de todo esto hablare después…
Su cuadro estrella, en el cual, al principio, solo iba a aparecen la Infanta, ha sido un
gran modelo para diferentes artistas. Tanto pintores como escultores han decidido copiar la
obra con su toque personal.
Algunos contemporáneos como equipo Crónica decide emplear un espacio y unos
elementos más actuales, sin embargo algunos escultores como Manolo Valdés deciden darle
un toque antiguo empleando en sus esculturas materiales más propios de esa época como por
ejemplo la madera.
Finalmente escribiré una conclusión donde explicare los puntos más referentes del
trabajo y mi opinión respecto a él.
4
BIOGRAFIA:
Diego de Silva Rodríguez y Velázquez nació en Sevilla el 6 junio de 1599. Hijo de padre
portugués y madre sevillana.
A los 10 años ingresó en el taller de
Francisco de Herrera el Viejo, donde aprendió
la técnica y el oficio de pintor, y poco después
(1610) en el de Francisco Pacheco, con el que
permaneció 6 años. Fue donde comenzó su
auténtica formación como pintor.
A los dieciocho años su técnica es
preciosista, y está teñida de un profundo
naturalismo, propio de la época. Pinta, sobre
todo, bodegones, con un tratamiento de la luz
tenebrista. Posee un profundo apego a la
realidad y se preocupa por los problemas de espacio. Trata también temas religiosos. Los
cuadros religiosos son la fuente principal de ingresos para los pintores de la época. En esta
época pinta La adoración de los Reyes Magos, La vieja friendo huevos y El aguador de Sevilla,
entre otros.
Se casó en 1618 con Juana Pacheco, la hija de su maestro de la que tuvo dos hijas. Era
costumbre, en la época, que las hijas de los maestros se casasen con los alumnos predilectos,
con el fin de que el oficio quedase en la familia.
En 1622 Velázquez tiene su primer contacto con la Corte, aunque viaja solo, y por su
inexperiencia el viaje no resulta muy rentable económicamente. A su regreso visita en Toledo a
El Greco, con el que queda impresionado, aunque no se puede decir que influyese en su
pintura.
Pintó, en este viaje, el retrato de Góngora. Este retrato impresionó tanto que al año
siguiente, 1623, es llamado a la Corte y nombrado pintor de cámara. Este nombramiento
supone para Velázquez un cambio decisivo, puesto que le permite, por un lado conocer el arte
acumulado en palacio, y por otro cierta independencia económica. A partir de entonces no
necesitará de las órdenes religiosas para sobrevivir, y abandonará los temas religiosos para
dedicarse a los mitológicos. El conocimiento del gran arte le permite perfeccionar y abandonar
el tratamiento tenebrista de la luz. A petición del conde-duque de Olivares, pinta un retrato
del rey.
En 1628, el pintor Rubens visita Madrid en su calidad de embajador flamenco. Conoce
a Velázquez e influye en él. Además, le inculca la idea de viajar a Italia. Ese mismo año pinta el
Triunfo de Baco, conocido también como Los borrachos, sobre un tema mitológico, en el que
aparecen los torsos desnudos.
5
Entre 1629 y 1631, visita Italia, quedando impresionado por la obras de Rafael, Miguel
Ángel y los pintores venecianos. Fruto de ese viaje pinta su cuadro La fragua de Vulcano, en el
que una vez más toca el tema mitológico.
A su vuelta de Italia, y entre 1631 y 1649 recibe el encargo de la decoración del Salón
de Reino, en el Retiro. Es su mejor época.
En 1635 es un artista en plena madurez, pinta la Rendición de Breda, o Cuadro de las
lanzas, con lo que introduce el tema histórico contemporáneo en su pintura. Narra la
conquista de Breda, y será una de las obras del Salón de Reino. Organiza el cuadro en un
espacio circular que gira en torno a los protagonistas. Se encuentran en el mismo plano los
vencedores y los vencidos, y al fondo se confunde el paisaje de la batalla con las nubes del
cielo.
Velázquez es, ante todo, el retratista oficial de la Corte. Realiza los retratos de Felipe
III, Felipe IV, sus mujeres, el conde-duque de Olivares, las infantas, etc. Pero también de los
bufones y las gentes del pueblo que rodean a la Corte, como Pablo de Valladolid, un retrato
genial por su tratamiento del fondo: un fondo neutro donde no se distingue la pared del suelo
más que por una sombra, que es la que crea el espacio.
En esta época vuelve a pintar temas religiosos aunque con una gran sobriedad, como
su Cristo crucificado.
Velázquez no dedicó mucho tiempo al paisaje, La vista de Zaragoza, pero en sus Vistas
sobre la villa de Medici se adivina una técnica impresionista. Estos dos cuadros, junto con el
último de su vida, La infanta Margarita vestida de rosa se consideran precursores del
impresionismo.
Entre 1649 y 1651 Velázquez hace su segundo viaje a Italia. Esta vez es ya un artista
consagrado y admirado en todo el mundo, y su misión es adquirir o copiar obras de arte para
el rey. Esto le abrirá las puertas ante todos los poderosos. En este viaje pinta su famoso retrato
del papa Inocencio X. Posiblemente sea ahora cuando pinte sus cuadros de la villa de Medici.
Retrata, también, a su esclavo Juan de Pareja, al que dará la libertad; y pinta cuadros de tema
mitológico, como La venus del espejo, en el que se permite el desnudo, uno de los pocos
desnudos del barroco español. Sin embargo, es un cuadro carente de sensualidad, en el que el
centro de atención se fija en la cara reflejada en el espejo.
En 1651 vuelve a España reclamado por el rey para pintar los retratos de la familia real.
Como resultado, en 1656, pintó su obra cumbre: Las Meninas, un extraordinario cuadro de
múltiples problemas compositivos.
En 1658 consiguió ser nombrado caballero de la Orden de Santiago.
Velázquez continúa pintando y produciendo obras de arte hasta su muerte.
El 6 de agosto de 1660 fallece en Madrid. Fue enterrado al día siguiente con todos los
honores de la Orden de Santiago en la iglesia de San Juan Bautista. Su mujer, Juana Pacheco,
murió siete días después.
6
SU OBRA:
La importancia de Velázquez, al margen de su propia personalidad, es su capacidad de
tratar de un modo magistral, a lo largo de su larga carrera, la mayoría de los grandes temas
pictóricos de su época. Gran retratista, no fue sin embargo inferior su calidad en obras de
género mitológico, religioso, alegórico y paisajístico.
LA ADORACIÓN DE LOS MAGOS:
El cuadro representa la Adoración de los Reyes
Magos según la tradición cristiana que concreta su
número en tres y, a partir del siglo XIV, imagina a Baltasar
de color negro, ofreciendo tres regalos al Niño Jesús: oro
como rey, incienso como Dios y mirra como hombre.
Con los tres magos, la Virgen y el Niño, Velázquez
pinta a san José y a un paje, con los que llena
prácticamente toda la superficie del lienzo y deja solo una
pequeña abertura a un paisaje crepuscular en el ángulo
superior izquierdo. La zarza al pie de María alude al
contenido de su meditación, expresada en el rostro
concentrado y sereno.
No se tiene noticia cierta de la procedencia de
este cuadro pintado por Velázquez cuando tenía 20 años
de edad.
Se ha pensado que el lienzo podría haber sido recortado por tres de sus lados.
La adoración de los Magos
Diego Velázquez, 1619
Óleo sobre lienzo del Barroco
204 cm × 126,5 cm
Museo del Prado, Madrid, España
7
RETRATO DE LUIS DE GÓNGORA Y ARGOTE:
El retrato de Luis de Góngora y Argote es un óleo realizado por Diego Velázquez en
1622 durante su primer viaje a Madrid.
El retrato representa al literato Luis de
Góngora, poeta y rival de Lope de Vega, en posición
de tres cuartos y recortado sobre un fondo neutro.
La iluminación rasante hace resaltar
intensamente el rostro traído a primer plano.
Velázquez lo pintó por encargo de su maestro
y suegro Francisco Pacheco.
Dicho cuadro sera el que le abra las puertas
para conseguir trabajo de pintor de camara en la
corte.
Luis de Góngora y Argote
Diego Velázquez, 1622
Óleo sobre lienzo del Barroco
51 cm × 41 cm
Museo de Bellas Artes (Boston), Boston, Estados
Unidos
8
RETRATO DEL REY FELIPE IV:
Pacheco, maestro y suegro del pintor, anotó con
precisión la fecha de ese primer retrato de Felipe IV: el 30
de agosto de 1623. Ese retrato pintado en un solo día
debió de servir de modelo para otro posterior, de mayor
tamaño y a caballo.
El retrato al rey se realiza con una luz rasante y
un fondo neutro al igual que el anteriormente realizado a
Góngora.
EL TRIUNFO DE BACO:
Es conocido popularmente como Los borrachos.
El cuadro lo pintó algunos años después de su llegada a Madrid procedente de Sevilla,
poco antes de su primer viaje a Italia, tras conocer a Rubens. En la capital Velázquez pudo
contemplar la colección de pintura italiana del rey y quedar impresionado por los cuadros de
desnudo que tenía la colección así, como por el tratamiento del tema mitológico.
El cuadro describe una escena donde aparece el dios Baco que corona con hojas de
hiedra, a uno de los siete borrachos que lo rodean. Otro personaje semimitológico observa la
coronación. Algunos de los personajes que acompañan al dios miran al espectador mientras
sonríen.
Felipe IV
Diego Velázquez, hacia 1623-1624
Óleo sobre lienzo del Barroco
61,6 cm × 48,2 cm
Museo Meadows, Dallas (Texas, Estados Unidos
9
Baco es el dios que premia o
regala a los hombres el vino el cual libera
de forma temporal a los hombres de sus
problemas.
El dios está metido en la obra
como una persona más dentro de la
pequeña celebración que se representa
pero proporcionándole una piel más clara
que a los demás para reconocerlo con
mayor facilidad.
En esta obra, Velázquez introduce un aspecto profano en un asunto mitológico, en una
tendencia que cultivará aún más en los siguientes años.
Hay varios elementos que dan naturalismo a la obra como son la botella y el jarro que
aparecen en el suelo junto a los pies del dios, o el realismo que presenta el cuerpo de este.
Jugando con los brillos consigue dar relieve y texturas a la botella y al jarro creando un
parecido con el bodegón. Estas jarras son muy similares a las que aparecen en cuadros
pintados por Velázquez durante su etapa sevillana.
LA FRAGUA DE VULCANO:
Obra pintada en Roma en 1630, ambos cuadros fueron pintados sin mediación de
encargo, por iniciativa del propio pintor quien los conservó en su poder hasta 1634,
vendiéndolos a la corona en esta fecha, para la decoración del nuevo Palacio del Buen Retiro.
El motivo está tomado de Las metamorfosis de Ovidio y refleja el momento en que Apolo, «el dios Sol que todo lo ve», revela a Vulcano el adulterio de Venus con Marte, del que él ha sido el primero en tener noticia. El herrero Vulcano, esposo ofendido, al recibir la noticia, perdió a la vez «el dominio de sí y del trabajo que estaba realizando ».
''El triunfo de Baco o Los borrachos''
Diego Velázquez, 1628-1629
Óleo sobre lienzo del Barroco
165 cm × 225 cm
Museo del Prado
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Velázquez se sirvió ampliamente de sus estudios sobre estatuaria clásica, modificando los puntos de vista y disponiendo las figuras como en un friso. Disponía los objetos de naturaleza muerta presentes en el lienzo, especialmente los situados sobre la chimenea, atendiendo a la calidad de sus superficies como si de un bodegón se tratase.
En la penumbra del taller, iluminado por la chimenea y con predominio de los colores terrosos, irrumpe el dios solar irradiando luz de la cabeza y del manto amarillo que, con el fragmento de cielo azul, animan la composición.
Las sombras modelan los cuerpos, pero con una luz difusa que matiza las zonas no iluminadas. Sobre una primera base de coloración, Velázquez manchaba desigualmente en zonas con los mismos pigmentos muy diluidos, como ensuciando la superficie. Conseguía así crear el efecto de volumen de la carne por el juego de luces y sombras.
RENDICIÓN DE BREDA:
El cuadro se pintó (junto con otros doce) para la decoración del denominado Salón de
Reinos del Palacio del Buen Retiro, una especie de villa suburbana erigida por orden de Felipe
IV de España al estilo de las existentes en Roma.
Velázquez desarrolla el tema sin vanagloria ni sangre. Los dos protagonistas están en el
centro de la escena y más parecen dialogar como amigos que como enemigos. Justino de
Nassau aparece con las llaves de Breda en la mano y hace ademán de arrodillarse, lo cual es
impedido por su contrincante, que pone una mano sobre su hombro y le impide humillarse. En
este sentido, es una ruptura con la tradicional representación del héroe militar, que solía
representarse erguido sobre el derrotado, humillándolo. Igualmente se aleja de la rigidez y
falta de movimientos que dominaban los cuadros de batallas.
Velázquez representa con realismo al general Spínola, al que conocía personalmente,
pues habían viajado juntos a Italia en 1629. Un detalle muy interesante es la cantidad de lanzas
de un lado y de otro. Un realismo semejante y caracterización individual se aprecia en los
rostros de los soldados, que están tratados como retratos.
La fragua de Vulcano
Diego Velázquez, 1630
Óleo sobre lienzo del Barroco
223 cm × 290 cm
Museo del Prado, Madrid, España
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Está destinado a narrar
las batallas del monarca. Cuando
él cuadro se colocó en el Salón
del Reino del recinto del Buen
Retiro de Madrid, todavía
Velázquez no lo había firmado
aunque había dejado preparado
un pequeño rincón abajo a la
derecha del cuadro con una hoja
en blanco, sin duda para poner
allí la fecha y su firma. Nunca lo
hizo, como ocurrió con otras
tantas obras suyas.
PAPA INOCENCIO X:
Una de las virtudes de Velázquez es que era capaz
de penetrar psicológicamente en el personaje para
mostrarnos aquellos aspectos ocultos de su personalidad.
La expresión del papa es tensa, con el ceño
fruncido.
Técnicamente, el retrato es elogiado por su
arriesgada gama de color, de rojo sobre rojo: sobre un
cortinaje rojo, resalta el sillón rojo, y sobre éste el ropaje
del papa. Esta superposición de rojos no consigue aplastar
el vigor del rostro. Velázquez no idealiza el cutis del papa
dándole un tono nacarado, sino que lo representa rojizo y
con una barba desmañada, más de acuerdo con la realidad.
La rendición de Breda o Las lanzas
Diego Velázquez, 1634
Óleo sobre lienzo del Barroco
307 cm × 367 cm
Museo del Prado, Madrid, España
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Inocencio X
Diego Velázquez, 1650
Óleo sobre lienzo del Barroco
140 cm × 120 cm
Galería Doria Pamphili, Roma, Italia
LA VENUS DEL ESPEJO:
La obra representa a la diosa Venus en una pose erótica, tumbada sobre una cama y mirando a un espejo que sostiene el dios del amor sensual, su hijo Cupido. Se trata de un tema mitológico al que Velázquez, como es usual en él, da trato mundano. No trata a la figura como a una diosa sino, simplemente, como a una mujer. Esta vez, sin embargo, prescinde del toque irónico que emplea con Baco, Marte o Vulcano.
Difícil de datar. La técnica pictórica de Velázquez no ofrece ayuda, aunque su fuerte énfasis en el color y en el tono sugieren que la obra pertenece a su período de madurez.
El consciente modelado y los fuertes contrastes tonales de su obra anterior están reemplazados aquí por una contención y sutileza que culminaría en su última obra maestra, Las Meninas.
Venus del espejo
Diego Velázquez, Hacia 1647-1651
Óleo sobre lienzo del Barroco
122 cm × 177 cm
National Gallery de Londres, Londres,
Reino Unido
13
LAS MENINAS:
CONTEXTO:
Velázquez pintó este cuadro en 1656, año perteneciente al reinado de Felipe IV,
penúltimo monarca de la dinastía de los Austrias.
En el año en que Velázquez pintó Las Meninas, el rey estaba ya muy envejecido y con
evidentes signos de cansancio. Aun así fue este el que realizo el encargo.
Las Meninas es reconocida como su obra maestra. Velázquez tuvo contacto en estos
años cercanos a Las Meninas con Francisco Rizi, que en 1655 fue nombrado pintor del rey y en
1659 trabajó en la decoración del Salón de los Espejos del Alcázar junto con Carreño y bajo la
supervisión de Velázquez. Juan Carreño de Miranda fue amigo y protegido de Velázquez
aunque pertenecía a una generación más joven.
Dos años después de terminado el lienzo de Las Meninas, en 1658, se encontraban en
Madrid (donde se había realizado) junto con Velázquez los grandes pintores Zurbarán, Alonso
Cano y Murillo. Zurbarán testificó y tomó parte activa en el proceso que finalmente permitió a
Velázquez ingresar en la Orden de Santiago.
Fue enterrado el 6 de agosto de 1660 con el vestido y la insignia de caballero de la
Orden de Santiago, distinción que tanto deseó conseguir en vida. Se dice, sin tener ninguna
14
certeza oficial, que fue Felipe IV el que después del fallecimiento del artista añadió a la pintura
de Las Meninas la cruz de la orden sobre el pecho de Velázquez.
El cuadro se describe por primera vez en el inventario del Real Alcázar de Madrid de
1666 descrito como «retrato de la emperatriz», en referencia a la protagonista, la infanta
Margarita Teresa de Austria. El inventario localiza la obra en el despacho del rey en el cuarto
de verano:
“Una pintura de cuatro varas y media de alto y tres y media de ancho. Con su marco de
talla dorado retratando a la señora emperatriz con sus damas y una enana de mano de Diego
Velázquez en Mil y quinientos ducados de plata, 16.500 reales.”
De forma semejante se citaba en los inventarios de 1686 y 1700, en los que a esta
descripción se añadía: «donde se retrató a sí mismo pintando». En la lista de obras salvadas del
incendio del Alcázar en 1734 aparecía ya con el título de La familia de Felipe IV, que es el que
tenía en 1819 al ingresar en el Museo del Prado.
Será en 1843, en el catálogo de las obras del Museo del Prado, cuando reciba el
nombre de Las Meninas, que proviene de la descripción del cuadro que realizó el pintor y
escritor Antonio Palomino (1653-1726) en su obra El museo pictórico y escala óptica, donde
decía que «dos damitas acompañan a la Infanta niña; son dos meninas». Con este nombre, de
origen portugués, se conocía a las acompañantes, generalmente de familia noble, que servían
como doncellas de honor a las infantas, hasta su mayoría de edad.
HISTORIA DEL CUADRO:
La más completa y primitiva información del cuadro
se encuentra en la biografía extensa y llena de pormenores
que dedicó Antonio Palomino a Velázquez, publicada en el
tercer tomo del Museo pictórico y escala óptica, titulado
“El parnaso español pintoresco laureado”. Según su propia
confesión Palomino obtuvo los datos de las notas
biográficas, actualmente perdidas, escritas por Juan de
Alfaro, un pintor que había sido discípulo de Velázquez en
los últimos años de su vida, lo que entre otras cosas le iba a
servir para identificar con precisión a todos menos uno de
los personajes retratados.
La pintura se terminó en 1656, fecha que encaja con
la edad que aparenta la infanta Margarita (unos cinco años). Felipe IV solía visitar el taller del
pintor, como cuenta Palomino recordando algunos precedentes históricos, conversaba con él y
a veces se quedaba viéndole trabajar, sin protocolo alguno. El lugar donde trabajaba Velázquez
era una sala amplia del piso bajo del antiguo Alcázar de Madrid, próxima al denominado
«Cuarto del Príncipe». Algunos años después de muerto Velázquez la pieza principal del
15
«Cuarto del Príncipe», que es precisamente el lugar retratado con precisión en Las Meninas, se
acondicionó como taller de los pintores de cámara.
Según el inventario redactado tras la muerte de Felipe IV en 1665, el cuadro se hallaba
entonces en el despacho del rey en el cuarto de verano, lugar para el que fue pintado. Estaba
colgado junto a una puerta, y a la derecha se hallaba un ventanal. Se ha deducido que el pintor
diseñó el cuadro expresamente para dicha ubicación, con la fuente de luz a la derecha, e
incluso se ha especulado con que fuese un truco visual: como si el salón de Las Meninas
pareciese una prolongación del espacio real, en el sitio donde el cuadro se exponía.
En el incendio que destruyó el Alcázar de Madrid (1734), este cuadro y otras muchas
joyas artísticas tuvieron que rescatarse apresuradamente; algunas se recortaron de sus marcos
y arrojaron por las ventanas. Las Meninas se salvó, pero a ese incidente se atribuye un
deterioro (orificio) en la mejilla izquierda de la infanta, que, por suerte, fue restaurado en la
época con buenos resultados por el pintor real Juan García de Miranda.
La pintura estuvo colocada en la sala XV del museo del Prado, al lado de un gran
ventanal que le proporcionaba luz natural por la derecha, como en la ubicación original, efecto
que se perdió con su traslado a la sala XII.
Durante la Guerra Civil Española el cuadro y otras obras fueron evacuados por un
equipo especial y trasladados a Ginebra.
En 1984, en medio de una fuerte controversia, fue restaurado bajo la dirección de John
Brealey, experto del Museo Metropolitano de Nueva York. Previamente se habían efectuado
exhaustivos estudios en colaboración con la Universidad de Harvard. La restauración se redujo
a la eliminación de capas de barniz que habían amarilleado y alteraban el efecto de los colores.
El estado actual de la pintura es excepcional, especialmente si se tiene en cuenta su gran
tamaño y antigüedad.
DESCRIPCIÓN:
PERSONAJES Y OTROS ELEMENTOS:
La numeración de los personajes
corresponde a la que aparece en la ilustración de la
derecha.
1. Infanta Margarita.
La infanta, una niña en el momento de la
realización de la pintura, es la figura principal. Tenía
unos cinco años de edad y alrededor de ella gira toda
la representación de Las Meninas. Fue uno de los
personajes de la familia real que más veces retrató
16
Velázquez.
2. Isabel de Velasco.
Hija de don Bernardino López de Ayala y Velasco, VIII conde de Fuensalida y
gentilhombre de cámara de su Majestad.
Es la menina que está en pie a la derecha, vestida con la falda o basquiña de
guardainfante, en actitud de hacer una reverencia.
3. María Agustina Sarmiento de Sotomayor.
Hija del conde de Salvatierra y heredera del Ducado de
Abrantes por vía de su madre. Es la otra menina, la situada a la
izquierda. Está ofreciendo agua en un búcaro, pequeña vasija de
arcilla porosa y perfumada que refrescaba el agua. La menina
inicia el gesto de reclinarse ante la Infanta real, gesto propio del
protocolo de palacio.
4. Mari Bárbola (María Bárbara Asquín).
Entró en Palacio en 1651, año en que nació la infanta y la acompañaba siempre en su
séquito, «con paga, raciones y cuatro libras de nieve durante el verano». Es la enana
acondroplásica (enfermedad de los cartílagos) que vemos a la derecha.
5. Nicolasito Pertusato.
Enano de origen noble del Ducado de Milán que llegó a ser ayuda de cámara del rey y
murió a los setenta y cinco años. En la pintura está situado en primer término junto a un perro
mastín.
6. Marcela de Ulloa.
Viuda de Diego de Portocarrero y madre del cardenal Portocarrero. Era la encargada
de cuidar y vigilar a todas las doncellas que rodeaban a la infanta Margarita. Se encuentra en la
pintura, representada con vestiduras de viuda y conversando con
otro personaje.
7. El Guardadamas.
El personaje que está a su lado, medio en penumbra, es el
único del que no da el nombre Palomino, mencionándolo
sencillamente como un guardadamas.
8. José Nieto Velázquez.
Era el aposentador de la reina, así como el propio pintor lo
era del rey. Sirvió en palacio hasta su fallecimiento. En la pintura
queda situado en el fondo, en una puerta abierta por donde entra
la luz exterior. Se muestra a Nieto cuando hace una pausa, con la
rodilla doblada y los pies sobre escalones diferentes. Como dice el
17
crítico de arte Harriet Stone, no se puede estar seguro de si su intención es entrar o salir de la
sala.
9. Diego Velázquez.
El autorretrato del pintor, se encuentra de pie, delante de un gran lienzo, con la paleta
y el pincel en sus manos y la llave de ayuda de cámara a la cintura. El emblema que luce en el
pecho fue pintado posteriormente cuando, en 1659, fue admitido como caballero de la Orden
de Santiago. Porque cuanto pintó Velázquez este cuadro, no le
había hecho el Rey esta merced.
10 y 11. Felipe IV y su esposa Mariana de Austria.
Aparecen reflejados en un espejo, colocado en el centro
y fondo del cuadro, pareciendo indicar que es precisamente el
retrato de los monarcas lo que estaba pintando Velázquez.
En primer término se puede observar un perro, un
mastín español, que está en una actitud de reposo, sin
inquietarse ni siquiera cuando siente el pie del enano Pertusato.
ANÁLISIS DE LA OBRA:
TÉCNICA:
Las Meninas suponen la culminación de su estilo pictórico en un proceso continuado
de simplificación de su técnica, primando el realismo visual sobre los efectos del dibujo.
Velázquez en su evolución artística entendió que para plasmar con exactitud cualquier
forma solo se precisaban unas determinadas pinceladas. La simplicidad fue su objetivo en su
época de madurez y en Las Meninas es donde mejor consiguió reflejar estos logros.
En esta obra destaca su equilibrada composición, su orden. La mitad inferior del lienzo
está llena de personajes en dinamismo contenido, mientras que la mitad superior está en una
progresiva penumbra de quietud. Los cuadros colgados de las paredes, el espejo, la puerta
abierta del fondo son una sucesión de formas rectangulares que forman un contrapunto a los
sutiles juegos de color que ocasionan las actitudes y movimientos de los personajes.
La composición se articula repitiendo la forma y las proporciones de los dos tríos
principales (Velázquez-Agustina-Margarita por un lado e Isabel-Maribarbola-Nicolasito por
otro), en una posición muy reflexionada que no precisó ajustes y modificaciones sobre la
marcha, como acostumbraba a hacer Velázquez en su forma de pintar, llena de
arrepentimientos, rectificaciones, correcciones y ajustes conforme avanzaba en la ejecución de
18
un cuadro. Esta disposición elegida y la armonía de los tonos consiguen esa maravillosa
naturalidad que le da ese aspecto de secuencia improvisada captada fugazmente.
Velázquez fue un maestro en el tratamiento de la luz. Iluminó el cuadro con tres focos
luminosos independientes, sin contar el pequeño reflejo del espejo. El más importante es el
que incide sobre el primer plano procedente de una ventana de nuestra derecha que no se ve,
que ilumina a la Infanta y su grupo convirtiéndola a ella en el principal foco de atención. El
amplio espacio que hay detrás se va diluyendo en penumbras hasta que en el fondo un nuevo
y pequeño foco luminoso irrumpe desde otra ventana lateral derecha cuyo resplandor incide
sobre el techo y la zona trasera de la habitación. El tercer foco luminoso es el fuerte contraluz
de la puerta abierta en la parte frontal del fondo donde se recorta la figura de José Nieto y
desde donde la luminosidad se proyecta desde el fondo del cuadro hacia el espectador,
formándose así una diagonal que lo atraviesa en sentido perpendicular. Esta compleja trama
luminosa llena el espacio de sombras y contraluces invitando al espectador a mirar cada
detalle en vaivén por todo el cuadro.
Velázquez busca neutralizar los matices destacando solo algunos elementos para que
la intensidad cromática no predomine en general. Así en el grupo de personajes principal,
sobre una capa ocre solo destaca algunos matices grises y amarillentos en contraposición a los
grises oscuros del fondo y de la zona alta del cuadro. Ligeros y expresivos toques negros y rojos
más la blancura rosada de las carnaciones completan el efecto armónico. Las sombras se
emplean con determinación, incluyendo en ellas el negro. Esta idea de neutralizar los matices
predomina en su arte, tanto al definir con pocos y precisos trazos negros el personaje a
contraluz del fondo, como cuando obtiene la verdadera calidad de la madera en la puerta de
cuarterones del fondo, o cuando siembra de pequeños trazos blancos la falda amarillenta de la
Infanta o al sugerir sin ni siquiera intentar dibujarlo su ligero pelo rubio.
El cuadro está pintado a la última manera de Velázquez, la que empleó desde su
regreso del segundo viaje a Italia. En esta última etapa se aprecia una mayor dilución de los
pigmentos, un adelgazamiento de las capas pictóricas, una aplicación de la pincelada
desenfadada, atrevida y libre. Como decía Quevedo un «pintor de manchas distantes» lo que
en España se llamaba «pintura a borrones».
Las Meninas se realizó de forma rápida e intuitiva según la costumbre de Velázquez de
pintar de primeras el motivo, en vivo.
En esta última década de su vida, Velázquez consiguió un dominio de la técnica
pictórica y de la perspectiva aérea, llevando a su extremo la técnica de pinceladas sueltas y
ligeras que había empezado a emplear en su periodo intermedio y se encuentra, por ejemplo,
en El príncipe Baltasar Carlos a caballo.
La calidad técnica del cuadro, con el tratamiento de la textura fina y las pinceladas
compactas aplicadas con una gran maestría, ha hecho posible su buen estado de conservación,
a pesar del tiempo transcurrido desde su ejecución, sin que apenas se observen craquelados.
Las medidas originales fueron ligeramente retocadas en una primera restauración, en
la que el cuadro se volvió a entelar. En el borde superior y el lado lateral derecho se puede
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detectar las señales que dejaron los clavos que fijaban la tela al bastidor; fue recortada por el
lado izquierdo y se hizo un pequeño doblez para hacer posible la nueva sujeción.
Velázquez empleó una gama de colores fría y con una paleta sobria y no extensa. Al
aplicar las pinceladas apenas roza el lienzo, consiguiendo una textura fina, con sólo algunos
puntos donde se aprecian más las pinceladas algo más gruesas. Los personajes son tratados de
forma naturalista, ya sea la menina Agustina Sarmiento ofreciendo la cerámica con agua o la
propia infanta Margarita. Todos los personajes del cuadro están introducidos en una escena
donde la luz trata la atmósfera como punto de unión entre ellos.
Velázquez utilizó los blancos de plomo sin casi mezclas en diversos puntos del cuadro,
como en las camisas, los puños de Mari Bárbola o la manga derecha de Agustina Sarmiento; lo
hizo con un toque rápido y decidido que consigue el reflejo de las vestiduras y adornos, como
en el caso de la infanta Margarita o en la camisa del propio pintor. En los cabellos de la infanta
y en sus adornos, también se aprecia el arte de la pincelada del maestro. En las cuatro figuras
femeninas del primer término se observa un tratamiento similar; los vestidos denotan la
categoría y la clase de tela de cada uno de ellos. En el caso de Nicolasito Pertusato, la
definición queda más desdibujada.
Velázquez empleó toques de lapislázuli sobre todo en el vestido de Mari Bárbola, y lo
hizo con objeto de conseguir reflejos en el color profundo de este vestido. Los personajes
reflejados en el espejo están elaborados de manera más rápida y con una técnica esbozada.
SECCIÓN AUREA:
Muchos artistas del Renacimiento emplearon la sección áurea en sus dibujos. Sobre la
medida con regla y compás de figuras planas y sólidas, se describe cómo trazar la espiral
basada en la sección áurea con regla y compás, que se conoce con el nombre de «espiral de
Durero». Velázquez, en la composición áurea de su
cuadro Las Meninas, lo ordena con la mencionada
espiral, cuyo centro está situado sobre el pecho de
la infanta Margarita, marcando con ello el centro
visual de máximo interés y el significado simbólico
del lugar reservado para los escogidos, como era
tradición en Europa, que el monarca ocupara el
lugar central y de privilegio en las ceremonias. No
hay que olvidar que en el momento de la creación
de la pintura, la infanta Margarita era la persona
más indicada como sucesora al trono, ya que Felipe
IV no tenía en ese momento ningún hijo varón.
El punto de fuga de la perspectiva está detrás de la puerta donde se encuentra José
Nieto; precisamente, allí es donde va la vista en busca de la salida del cuadro; la gran
luminosidad existente en este punto provoca que la mirada se fije en ese lugar.
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En Las Meninas se puede estructurar el
cuadro en diferentes espacios. La mitad superior de
la obra está dominada por un espacio vacío, en el que
Velázquez pinta el aire. Hay además, un espacio
virtual hacia donde mira el pintor y en el que se
supone que están los reyes o los espectadores. Otro
espacio importante es el del punto de fuga del fondo
del cuadro, muy luminoso, donde un personaje huye
de la intimidad del momento. Un cuarto espacio es el
pequeño espejo que refleja a los reyes; y finalmente,
está el espacio delimitado por la luz dorada que se
aprecia en las figuras de la infanta, las meninas, la
enana y el perro. Son espacios reales y virtuales que
conforman la realidad fantástica del cuadro.
Haciendo una relación entre los personajes por medio de las miradas.
INTERPRETACIÓN DE LAS MENINAS POR OTROS ARTISTAS:
PINTORES:
Picasso:
Las Meninas es una serie de 58 cuadros que Pablo Picasso pintó en el año 1957 en la
que realizó un análisis intensivo, reinterpretando y recreando varias veces Las Meninas de
Diego Velázquez. La suite se conserva íntegramente en el Museo Picasso de Barcelona, es la
única serie completa del artista que perdura junta. Se trata de un estudio de obra muy
extenso, que consta de cuarenta y cinco interpretaciones de la obra, nueve escenas de un
palomar, tres paisajes y un Retrato de Jacqueline.
El mismo Picasso entendía toda esta serie como un conjunto y como tal la donó al
museo barcelonés en mayo de 1968.
El mismo decía, si alguien se pusiese a
copiar Las Meninas, totalmente con buena fe, al
llegar a cierto punto y si el que las copiara fuera
yo, diría: ¿Y si pusiera esta un poquito más a la
derecha o a la izquierda? Yo probaría de hacerlo
a mi manera, olvidándome de Velázquez. La
prueba me llevaría de seguro a modificar la luz o
a cambiarla, con motivo de haber cambiado de
lugar algún personaje. Así, poco a poco, iría
pintando unas Meninas que serían detestables
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para el copista de oficio, pero serían mis Meninas.
Equipo Crónica:
Las meninas es una reelaboración del
famoso cuadro de Diego de Velázquez, que ha
influido en muchos artistas.
Equipo Crónica ha convertido Las
meninas en un icono moderno pintando,
dibujando y esculpiendo detalles del mismo una
y otra vez. En esta visión, la infanta y sus
meninas han sido apartadas de su palacio del
siglo XVII y depositado en un salón decorado al
estilo de la década de 1960 con una colección
de juguetes de plástico.
ESCULTORES:
Manolo Valdés:
Las meninas de Manolo Valdés han visitado multitud de ciudades, ya que son
numerosas las exposiciones por las que han ido itinerando. Con una belleza atemporal, y un
carácter casi primitivo, Valdés deja constancia en su producción escultórica y pictórica de
variados retratos y versiones de la Infanta Margarita.
Las originales meninas de Manolo
Valdés no solamente plasman la trascendencia
de la obra pictórica del sevillano Velázquez,
sino que además de interpretar una obra
inspirándose en uno de los grandes maestros,
propone una nueva visión contemporánea,
actual y desenfadada de este icono artístico.
La interpretación de las meninas de
Manolo Valdés es de lo más variada, realizadas
en los más diversos materiales, tamaños y
técnicas: en pintura, en tres dimensiones, en
bronce, en madera…
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CONCLUSIONES:
Creo que de este trabajo podemos decir que lo más importante es Velázquez y sus
obras. Valorando sobre todo las Meninas, ya que es ella no solo se utilizaba el arte, sino
también las matemáticas, que al fin y al cabo es lo mismo.
Después de todo poca gente se para a pensar que sin la gente que rodeaba a
Velázquez, es decir, sus padres, profesores, amigos, otros artistas y más tarde la nobleza, él no
podría haber llegado al punto que llego. Es decir a considerarse uno de los mejores artistas por
sus juegos de luces, obras en penumbra y demás aspectos de su arte.
Dejando por finalizado el tema personal y centrándonos en su obra cumbre me ha
parecido muy destacable todo su análisis, ya que cuando te paras a pensar y te fijas realmente
en la obra puedes ver muchas cosas difíciles de percibir a simple vista como por ejemplo ese
misterioso juego de miradas o el extraño espejo del fondo donde se cree que se refleja el
cuadro que el mismo estaba pintando.
Muchas obras poseen estas matemáticas y juegos visuales, pero en la obra de las
meninas se puede incrementar además añadiéndole la espiral de proporcionalidad áurea.
En este trabajo también nombro a otros artistas, que tiempo después decidieron
copiar el cuadro de las meninas. Pero al ver estos cuadros o esculturas, rápidamente podemos
darnos cuenta de que cada uno lo hizo desde su punto de vista y con elementos o materiales
muy diferentes a los que utilizó el verdadero autor. Dándoles un toque rustico o modernista
dependiendo de los gustos de cada uno de ellos.
Tras realizar este trabajo he aprendido que los estilos de pintura han cambiado mucho
a lo largo de los años, ya que lo que antes era penumbra ahora lo llenamos de luz.
También he aprendido que dentro de un cuadro se pueden encontrar distintas
medidas y proporciones que están muy vinculadas con las matemáticas y que nos muestran
muchas maneras diversas de ver un cuadro.
Yo creo que cuando vemos un cuadro y lo analizamos nos convertimos en verdaderos
espías ya que descubrimos pistas que nos ayudan a descubrir las intenciones del artista con su
obra.
En este trabajo hay algo que me ha llamado verdaderamente la atención. Resulta que
este cuadro estaba destinado para pintar exclusivamente a la infanta, pero en él se añadieron
gran parte de la corte e incluso el propio pintor. Posteriormente a la hora de poner el nombre
del mismo lo llamaron como la infanta, pero con el paso del tiempo el nombre se modificó
curiosamente llegando a ser el de las acompañantes de esta, es decir, “LAS MENINAS”.
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