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LAS MENINAS Plástica 1 Fecha de entrega : 6-Junio-2014 Curso 2013-2014 Colegio Concertado NIÑO JESUS www.colegionjesus.com C/San Clemente, 1 46015-Valencia Tel. 963494435 [email protected] Apellidos: ARRANZ FERNÁNDEZ Nombre: LORNA Dirección postal: C/ Marina Baixa nº3, ESC11 PTA10-46015 VALENCIA Correo electrónico: [email protected] Teléfono: 963406067-607829112 Clase: 1º ESO B Profesor: Tono Sáez

Fecha de entrega: 6-Junio-2014 Curso 2013-2014 · ... un gran pintor de la época barroca. ... y con el que realmente progreso en la pintura fue Francisco Pacheco. ... La importancia

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LAS MENINAS

Plástica 1

Fecha de entrega: 6-Junio-2014

Curso 2013-2014

Colegio Concertado NIÑO JESUS www.colegionjesus.com

C/San Clemente, 1 46015-Valencia Tel. 963494435 [email protected]

Apellidos: ARRANZ FERNÁNDEZ

Nombre: LORNA

Dirección postal: C/ Marina Baixa nº3, ESC11 PTA10-46015

VALENCIA

Correo electrónico: [email protected]

Teléfono: 963406067-607829112

Clase: 1º ESO B

Profesor: Tono Sáez

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INDICE:

INTRODUCCIÓN: ...................................................................................................................................... 3

BIOGRAFIA: .............................................................................................................................................. 4

SU OBRA: ................................................................................................................................................. 6

LA ADORACIÓN DE LOS MAGOS: ........................................................................................................... 6

RETRATO DE LUIS DE GÓNGORA Y ARGOTE: .......................................................................................... 7

RETRATO DEL REY FELIPE IV: ................................................................................................................. 8

EL TRIUNFO DE BACO: ........................................................................................................................... 8

LA FRAGUA DE VULCANO: ..................................................................................................................... 9

RENDICIÓN DE BREDA: ....................................................................................................................... 10

PAPA INOCENCIO X: ............................................................................................................................ 11

LA VENUS DEL ESPEJO: ........................................................................................................................ 12

LAS MENINAS: ........................................................................................................................................ 13

CONTEXTO: ........................................................................................................................................ 13

HISTORIA DEL CUADRO: ...................................................................................................................... 14

DESCRIPCIÓN: .................................................................................................................................... 15

ANÁLISIS DE LA OBRA: ........................................................................................................................ 17

TÉCNICA: ............................................................................................................................17

SECCIÓN AUREA: ................................................................................................................19

INTERPRETACIÓN DE LAS MENINAS POR OTROS ARTISTAS: ................................................................. 20

PINTORES: ..........................................................................................................................20

Picasso: ...........................................................................................................................20

Equipo Crónica: ..............................................................................................................21

ESCULTORES: ......................................................................................................................21

Manolo Valdés:...............................................................................................................21

CONCLUSIONES: ..................................................................................................................................... 22

BIBLIOGRAFIA: ....................................................................................................................................... 23

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INTRODUCCIÓN:

En las páginas siguientes voy a hablar de Velázquez, un gran pintor de la época

barroca.

Además contare su obra, es decir, los cuadros más importantes que pinto y sus

características y analizare la obra más importante de todas, la que muchos pintores intentan

copiar, pero sin el juego de sombras tan característico y admirable propio de este reconocido

pintor.

Velázquez comenzó a pintar desde muy joven con Herrera el viejo, pero el pintor que

más le enseño, y con el que realmente progreso en la pintura fue Francisco Pacheco.

Desde siempre Velázquez fue conocido por sus obras en penumbra y por los diferentes

focos de luz que aparecían en ventanas y escaleras.

La obra que analizare, la de las Meninas, posee diferentes focos de luz, juegos de

miradas, el autorretrato del pintor pintando un cuadro, esta obra reflejada en un espejo, en el

que aparecen los reyes y alguien en las escaleras del fondo. Todo esto además pintado con un

esquema matemático denominado espiral de Durero, el cual representa la sección aurea.

Pero de todo esto hablare después…

Su cuadro estrella, en el cual, al principio, solo iba a aparecen la Infanta, ha sido un

gran modelo para diferentes artistas. Tanto pintores como escultores han decidido copiar la

obra con su toque personal.

Algunos contemporáneos como equipo Crónica decide emplear un espacio y unos

elementos más actuales, sin embargo algunos escultores como Manolo Valdés deciden darle

un toque antiguo empleando en sus esculturas materiales más propios de esa época como por

ejemplo la madera.

Finalmente escribiré una conclusión donde explicare los puntos más referentes del

trabajo y mi opinión respecto a él.

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BIOGRAFIA:

Diego de Silva Rodríguez y Velázquez nació en Sevilla el 6 junio de 1599. Hijo de padre

portugués y madre sevillana.

A los 10 años ingresó en el taller de

Francisco de Herrera el Viejo, donde aprendió

la técnica y el oficio de pintor, y poco después

(1610) en el de Francisco Pacheco, con el que

permaneció 6 años. Fue donde comenzó su

auténtica formación como pintor.

A los dieciocho años su técnica es

preciosista, y está teñida de un profundo

naturalismo, propio de la época. Pinta, sobre

todo, bodegones, con un tratamiento de la luz

tenebrista. Posee un profundo apego a la

realidad y se preocupa por los problemas de espacio. Trata también temas religiosos. Los

cuadros religiosos son la fuente principal de ingresos para los pintores de la época. En esta

época pinta La adoración de los Reyes Magos, La vieja friendo huevos y El aguador de Sevilla,

entre otros.

Se casó en 1618 con Juana Pacheco, la hija de su maestro de la que tuvo dos hijas. Era

costumbre, en la época, que las hijas de los maestros se casasen con los alumnos predilectos,

con el fin de que el oficio quedase en la familia.

En 1622 Velázquez tiene su primer contacto con la Corte, aunque viaja solo, y por su

inexperiencia el viaje no resulta muy rentable económicamente. A su regreso visita en Toledo a

El Greco, con el que queda impresionado, aunque no se puede decir que influyese en su

pintura.

Pintó, en este viaje, el retrato de Góngora. Este retrato impresionó tanto que al año

siguiente, 1623, es llamado a la Corte y nombrado pintor de cámara. Este nombramiento

supone para Velázquez un cambio decisivo, puesto que le permite, por un lado conocer el arte

acumulado en palacio, y por otro cierta independencia económica. A partir de entonces no

necesitará de las órdenes religiosas para sobrevivir, y abandonará los temas religiosos para

dedicarse a los mitológicos. El conocimiento del gran arte le permite perfeccionar y abandonar

el tratamiento tenebrista de la luz. A petición del conde-duque de Olivares, pinta un retrato

del rey.

En 1628, el pintor Rubens visita Madrid en su calidad de embajador flamenco. Conoce

a Velázquez e influye en él. Además, le inculca la idea de viajar a Italia. Ese mismo año pinta el

Triunfo de Baco, conocido también como Los borrachos, sobre un tema mitológico, en el que

aparecen los torsos desnudos.

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Entre 1629 y 1631, visita Italia, quedando impresionado por la obras de Rafael, Miguel

Ángel y los pintores venecianos. Fruto de ese viaje pinta su cuadro La fragua de Vulcano, en el

que una vez más toca el tema mitológico.

A su vuelta de Italia, y entre 1631 y 1649 recibe el encargo de la decoración del Salón

de Reino, en el Retiro. Es su mejor época.

En 1635 es un artista en plena madurez, pinta la Rendición de Breda, o Cuadro de las

lanzas, con lo que introduce el tema histórico contemporáneo en su pintura. Narra la

conquista de Breda, y será una de las obras del Salón de Reino. Organiza el cuadro en un

espacio circular que gira en torno a los protagonistas. Se encuentran en el mismo plano los

vencedores y los vencidos, y al fondo se confunde el paisaje de la batalla con las nubes del

cielo.

Velázquez es, ante todo, el retratista oficial de la Corte. Realiza los retratos de Felipe

III, Felipe IV, sus mujeres, el conde-duque de Olivares, las infantas, etc. Pero también de los

bufones y las gentes del pueblo que rodean a la Corte, como Pablo de Valladolid, un retrato

genial por su tratamiento del fondo: un fondo neutro donde no se distingue la pared del suelo

más que por una sombra, que es la que crea el espacio.

En esta época vuelve a pintar temas religiosos aunque con una gran sobriedad, como

su Cristo crucificado.

Velázquez no dedicó mucho tiempo al paisaje, La vista de Zaragoza, pero en sus Vistas

sobre la villa de Medici se adivina una técnica impresionista. Estos dos cuadros, junto con el

último de su vida, La infanta Margarita vestida de rosa se consideran precursores del

impresionismo.

Entre 1649 y 1651 Velázquez hace su segundo viaje a Italia. Esta vez es ya un artista

consagrado y admirado en todo el mundo, y su misión es adquirir o copiar obras de arte para

el rey. Esto le abrirá las puertas ante todos los poderosos. En este viaje pinta su famoso retrato

del papa Inocencio X. Posiblemente sea ahora cuando pinte sus cuadros de la villa de Medici.

Retrata, también, a su esclavo Juan de Pareja, al que dará la libertad; y pinta cuadros de tema

mitológico, como La venus del espejo, en el que se permite el desnudo, uno de los pocos

desnudos del barroco español. Sin embargo, es un cuadro carente de sensualidad, en el que el

centro de atención se fija en la cara reflejada en el espejo.

En 1651 vuelve a España reclamado por el rey para pintar los retratos de la familia real.

Como resultado, en 1656, pintó su obra cumbre: Las Meninas, un extraordinario cuadro de

múltiples problemas compositivos.

En 1658 consiguió ser nombrado caballero de la Orden de Santiago.

Velázquez continúa pintando y produciendo obras de arte hasta su muerte.

El 6 de agosto de 1660 fallece en Madrid. Fue enterrado al día siguiente con todos los

honores de la Orden de Santiago en la iglesia de San Juan Bautista. Su mujer, Juana Pacheco,

murió siete días después.

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SU OBRA:

La importancia de Velázquez, al margen de su propia personalidad, es su capacidad de

tratar de un modo magistral, a lo largo de su larga carrera, la mayoría de los grandes temas

pictóricos de su época. Gran retratista, no fue sin embargo inferior su calidad en obras de

género mitológico, religioso, alegórico y paisajístico.

LA ADORACIÓN DE LOS MAGOS:

El cuadro representa la Adoración de los Reyes

Magos según la tradición cristiana que concreta su

número en tres y, a partir del siglo XIV, imagina a Baltasar

de color negro, ofreciendo tres regalos al Niño Jesús: oro

como rey, incienso como Dios y mirra como hombre.

Con los tres magos, la Virgen y el Niño, Velázquez

pinta a san José y a un paje, con los que llena

prácticamente toda la superficie del lienzo y deja solo una

pequeña abertura a un paisaje crepuscular en el ángulo

superior izquierdo. La zarza al pie de María alude al

contenido de su meditación, expresada en el rostro

concentrado y sereno.

No se tiene noticia cierta de la procedencia de

este cuadro pintado por Velázquez cuando tenía 20 años

de edad.

Se ha pensado que el lienzo podría haber sido recortado por tres de sus lados.

La adoración de los Magos

Diego Velázquez, 1619

Óleo sobre lienzo del Barroco

204 cm × 126,5 cm

Museo del Prado, Madrid, España

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RETRATO DE LUIS DE GÓNGORA Y ARGOTE:

El retrato de Luis de Góngora y Argote es un óleo realizado por Diego Velázquez en

1622 durante su primer viaje a Madrid.

El retrato representa al literato Luis de

Góngora, poeta y rival de Lope de Vega, en posición

de tres cuartos y recortado sobre un fondo neutro.

La iluminación rasante hace resaltar

intensamente el rostro traído a primer plano.

Velázquez lo pintó por encargo de su maestro

y suegro Francisco Pacheco.

Dicho cuadro sera el que le abra las puertas

para conseguir trabajo de pintor de camara en la

corte.

Luis de Góngora y Argote

Diego Velázquez, 1622

Óleo sobre lienzo del Barroco

51 cm × 41 cm

Museo de Bellas Artes (Boston), Boston, Estados

Unidos

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RETRATO DEL REY FELIPE IV:

Pacheco, maestro y suegro del pintor, anotó con

precisión la fecha de ese primer retrato de Felipe IV: el 30

de agosto de 1623. Ese retrato pintado en un solo día

debió de servir de modelo para otro posterior, de mayor

tamaño y a caballo.

El retrato al rey se realiza con una luz rasante y

un fondo neutro al igual que el anteriormente realizado a

Góngora.

EL TRIUNFO DE BACO:

Es conocido popularmente como Los borrachos.

El cuadro lo pintó algunos años después de su llegada a Madrid procedente de Sevilla,

poco antes de su primer viaje a Italia, tras conocer a Rubens. En la capital Velázquez pudo

contemplar la colección de pintura italiana del rey y quedar impresionado por los cuadros de

desnudo que tenía la colección así, como por el tratamiento del tema mitológico.

El cuadro describe una escena donde aparece el dios Baco que corona con hojas de

hiedra, a uno de los siete borrachos que lo rodean. Otro personaje semimitológico observa la

coronación. Algunos de los personajes que acompañan al dios miran al espectador mientras

sonríen.

Felipe IV

Diego Velázquez, hacia 1623-1624

Óleo sobre lienzo del Barroco

61,6 cm × 48,2 cm

Museo Meadows, Dallas (Texas, Estados Unidos

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Baco es el dios que premia o

regala a los hombres el vino el cual libera

de forma temporal a los hombres de sus

problemas.

El dios está metido en la obra

como una persona más dentro de la

pequeña celebración que se representa

pero proporcionándole una piel más clara

que a los demás para reconocerlo con

mayor facilidad.

En esta obra, Velázquez introduce un aspecto profano en un asunto mitológico, en una

tendencia que cultivará aún más en los siguientes años.

Hay varios elementos que dan naturalismo a la obra como son la botella y el jarro que

aparecen en el suelo junto a los pies del dios, o el realismo que presenta el cuerpo de este.

Jugando con los brillos consigue dar relieve y texturas a la botella y al jarro creando un

parecido con el bodegón. Estas jarras son muy similares a las que aparecen en cuadros

pintados por Velázquez durante su etapa sevillana.

LA FRAGUA DE VULCANO:

Obra pintada en Roma en 1630, ambos cuadros fueron pintados sin mediación de

encargo, por iniciativa del propio pintor quien los conservó en su poder hasta 1634,

vendiéndolos a la corona en esta fecha, para la decoración del nuevo Palacio del Buen Retiro.

El motivo está tomado de Las metamorfosis de Ovidio y refleja el momento en que Apolo, «el dios Sol que todo lo ve», revela a Vulcano el adulterio de Venus con Marte, del que él ha sido el primero en tener noticia. El herrero Vulcano, esposo ofendido, al recibir la noticia, perdió a la vez «el dominio de sí y del trabajo que estaba realizando ».

''El triunfo de Baco o Los borrachos''

Diego Velázquez, 1628-1629

Óleo sobre lienzo del Barroco

165 cm × 225 cm

Museo del Prado

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Velázquez se sirvió ampliamente de sus estudios sobre estatuaria clásica, modificando los puntos de vista y disponiendo las figuras como en un friso. Disponía los objetos de naturaleza muerta presentes en el lienzo, especialmente los situados sobre la chimenea, atendiendo a la calidad de sus superficies como si de un bodegón se tratase.

En la penumbra del taller, iluminado por la chimenea y con predominio de los colores terrosos, irrumpe el dios solar irradiando luz de la cabeza y del manto amarillo que, con el fragmento de cielo azul, animan la composición.

Las sombras modelan los cuerpos, pero con una luz difusa que matiza las zonas no iluminadas. Sobre una primera base de coloración, Velázquez manchaba desigualmente en zonas con los mismos pigmentos muy diluidos, como ensuciando la superficie. Conseguía así crear el efecto de volumen de la carne por el juego de luces y sombras.

RENDICIÓN DE BREDA:

El cuadro se pintó (junto con otros doce) para la decoración del denominado Salón de

Reinos del Palacio del Buen Retiro, una especie de villa suburbana erigida por orden de Felipe

IV de España al estilo de las existentes en Roma.

Velázquez desarrolla el tema sin vanagloria ni sangre. Los dos protagonistas están en el

centro de la escena y más parecen dialogar como amigos que como enemigos. Justino de

Nassau aparece con las llaves de Breda en la mano y hace ademán de arrodillarse, lo cual es

impedido por su contrincante, que pone una mano sobre su hombro y le impide humillarse. En

este sentido, es una ruptura con la tradicional representación del héroe militar, que solía

representarse erguido sobre el derrotado, humillándolo. Igualmente se aleja de la rigidez y

falta de movimientos que dominaban los cuadros de batallas.

Velázquez representa con realismo al general Spínola, al que conocía personalmente,

pues habían viajado juntos a Italia en 1629. Un detalle muy interesante es la cantidad de lanzas

de un lado y de otro. Un realismo semejante y caracterización individual se aprecia en los

rostros de los soldados, que están tratados como retratos.

La fragua de Vulcano

Diego Velázquez, 1630

Óleo sobre lienzo del Barroco

223 cm × 290 cm

Museo del Prado, Madrid, España

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Está destinado a narrar

las batallas del monarca. Cuando

él cuadro se colocó en el Salón

del Reino del recinto del Buen

Retiro de Madrid, todavía

Velázquez no lo había firmado

aunque había dejado preparado

un pequeño rincón abajo a la

derecha del cuadro con una hoja

en blanco, sin duda para poner

allí la fecha y su firma. Nunca lo

hizo, como ocurrió con otras

tantas obras suyas.

PAPA INOCENCIO X:

Una de las virtudes de Velázquez es que era capaz

de penetrar psicológicamente en el personaje para

mostrarnos aquellos aspectos ocultos de su personalidad.

La expresión del papa es tensa, con el ceño

fruncido.

Técnicamente, el retrato es elogiado por su

arriesgada gama de color, de rojo sobre rojo: sobre un

cortinaje rojo, resalta el sillón rojo, y sobre éste el ropaje

del papa. Esta superposición de rojos no consigue aplastar

el vigor del rostro. Velázquez no idealiza el cutis del papa

dándole un tono nacarado, sino que lo representa rojizo y

con una barba desmañada, más de acuerdo con la realidad.

La rendición de Breda o Las lanzas

Diego Velázquez, 1634

Óleo sobre lienzo del Barroco

307 cm × 367 cm

Museo del Prado, Madrid, España

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Inocencio X

Diego Velázquez, 1650

Óleo sobre lienzo del Barroco

140 cm × 120 cm

Galería Doria Pamphili, Roma, Italia

LA VENUS DEL ESPEJO:

La obra representa a la diosa Venus en una pose erótica, tumbada sobre una cama y mirando a un espejo que sostiene el dios del amor sensual, su hijo Cupido. Se trata de un tema mitológico al que Velázquez, como es usual en él, da trato mundano. No trata a la figura como a una diosa sino, simplemente, como a una mujer. Esta vez, sin embargo, prescinde del toque irónico que emplea con Baco, Marte o Vulcano.

Difícil de datar. La técnica pictórica de Velázquez no ofrece ayuda, aunque su fuerte énfasis en el color y en el tono sugieren que la obra pertenece a su período de madurez.

El consciente modelado y los fuertes contrastes tonales de su obra anterior están reemplazados aquí por una contención y sutileza que culminaría en su última obra maestra, Las Meninas.

Venus del espejo

Diego Velázquez, Hacia 1647-1651

Óleo sobre lienzo del Barroco

122 cm × 177 cm

National Gallery de Londres, Londres,

Reino Unido

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LAS MENINAS:

CONTEXTO:

Velázquez pintó este cuadro en 1656, año perteneciente al reinado de Felipe IV,

penúltimo monarca de la dinastía de los Austrias.

En el año en que Velázquez pintó Las Meninas, el rey estaba ya muy envejecido y con

evidentes signos de cansancio. Aun así fue este el que realizo el encargo.

Las Meninas es reconocida como su obra maestra. Velázquez tuvo contacto en estos

años cercanos a Las Meninas con Francisco Rizi, que en 1655 fue nombrado pintor del rey y en

1659 trabajó en la decoración del Salón de los Espejos del Alcázar junto con Carreño y bajo la

supervisión de Velázquez. Juan Carreño de Miranda fue amigo y protegido de Velázquez

aunque pertenecía a una generación más joven.

Dos años después de terminado el lienzo de Las Meninas, en 1658, se encontraban en

Madrid (donde se había realizado) junto con Velázquez los grandes pintores Zurbarán, Alonso

Cano y Murillo. Zurbarán testificó y tomó parte activa en el proceso que finalmente permitió a

Velázquez ingresar en la Orden de Santiago.

Fue enterrado el 6 de agosto de 1660 con el vestido y la insignia de caballero de la

Orden de Santiago, distinción que tanto deseó conseguir en vida. Se dice, sin tener ninguna

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certeza oficial, que fue Felipe IV el que después del fallecimiento del artista añadió a la pintura

de Las Meninas la cruz de la orden sobre el pecho de Velázquez.

El cuadro se describe por primera vez en el inventario del Real Alcázar de Madrid de

1666 descrito como «retrato de la emperatriz», en referencia a la protagonista, la infanta

Margarita Teresa de Austria. El inventario localiza la obra en el despacho del rey en el cuarto

de verano:

“Una pintura de cuatro varas y media de alto y tres y media de ancho. Con su marco de

talla dorado retratando a la señora emperatriz con sus damas y una enana de mano de Diego

Velázquez en Mil y quinientos ducados de plata, 16.500 reales.”

De forma semejante se citaba en los inventarios de 1686 y 1700, en los que a esta

descripción se añadía: «donde se retrató a sí mismo pintando». En la lista de obras salvadas del

incendio del Alcázar en 1734 aparecía ya con el título de La familia de Felipe IV, que es el que

tenía en 1819 al ingresar en el Museo del Prado.

Será en 1843, en el catálogo de las obras del Museo del Prado, cuando reciba el

nombre de Las Meninas, que proviene de la descripción del cuadro que realizó el pintor y

escritor Antonio Palomino (1653-1726) en su obra El museo pictórico y escala óptica, donde

decía que «dos damitas acompañan a la Infanta niña; son dos meninas». Con este nombre, de

origen portugués, se conocía a las acompañantes, generalmente de familia noble, que servían

como doncellas de honor a las infantas, hasta su mayoría de edad.

HISTORIA DEL CUADRO:

La más completa y primitiva información del cuadro

se encuentra en la biografía extensa y llena de pormenores

que dedicó Antonio Palomino a Velázquez, publicada en el

tercer tomo del Museo pictórico y escala óptica, titulado

“El parnaso español pintoresco laureado”. Según su propia

confesión Palomino obtuvo los datos de las notas

biográficas, actualmente perdidas, escritas por Juan de

Alfaro, un pintor que había sido discípulo de Velázquez en

los últimos años de su vida, lo que entre otras cosas le iba a

servir para identificar con precisión a todos menos uno de

los personajes retratados.

La pintura se terminó en 1656, fecha que encaja con

la edad que aparenta la infanta Margarita (unos cinco años). Felipe IV solía visitar el taller del

pintor, como cuenta Palomino recordando algunos precedentes históricos, conversaba con él y

a veces se quedaba viéndole trabajar, sin protocolo alguno. El lugar donde trabajaba Velázquez

era una sala amplia del piso bajo del antiguo Alcázar de Madrid, próxima al denominado

«Cuarto del Príncipe». Algunos años después de muerto Velázquez la pieza principal del

15

«Cuarto del Príncipe», que es precisamente el lugar retratado con precisión en Las Meninas, se

acondicionó como taller de los pintores de cámara.

Según el inventario redactado tras la muerte de Felipe IV en 1665, el cuadro se hallaba

entonces en el despacho del rey en el cuarto de verano, lugar para el que fue pintado. Estaba

colgado junto a una puerta, y a la derecha se hallaba un ventanal. Se ha deducido que el pintor

diseñó el cuadro expresamente para dicha ubicación, con la fuente de luz a la derecha, e

incluso se ha especulado con que fuese un truco visual: como si el salón de Las Meninas

pareciese una prolongación del espacio real, en el sitio donde el cuadro se exponía.

En el incendio que destruyó el Alcázar de Madrid (1734), este cuadro y otras muchas

joyas artísticas tuvieron que rescatarse apresuradamente; algunas se recortaron de sus marcos

y arrojaron por las ventanas. Las Meninas se salvó, pero a ese incidente se atribuye un

deterioro (orificio) en la mejilla izquierda de la infanta, que, por suerte, fue restaurado en la

época con buenos resultados por el pintor real Juan García de Miranda.

La pintura estuvo colocada en la sala XV del museo del Prado, al lado de un gran

ventanal que le proporcionaba luz natural por la derecha, como en la ubicación original, efecto

que se perdió con su traslado a la sala XII.

Durante la Guerra Civil Española el cuadro y otras obras fueron evacuados por un

equipo especial y trasladados a Ginebra.

En 1984, en medio de una fuerte controversia, fue restaurado bajo la dirección de John

Brealey, experto del Museo Metropolitano de Nueva York. Previamente se habían efectuado

exhaustivos estudios en colaboración con la Universidad de Harvard. La restauración se redujo

a la eliminación de capas de barniz que habían amarilleado y alteraban el efecto de los colores.

El estado actual de la pintura es excepcional, especialmente si se tiene en cuenta su gran

tamaño y antigüedad.

DESCRIPCIÓN:

PERSONAJES Y OTROS ELEMENTOS:

La numeración de los personajes

corresponde a la que aparece en la ilustración de la

derecha.

1. Infanta Margarita.

La infanta, una niña en el momento de la

realización de la pintura, es la figura principal. Tenía

unos cinco años de edad y alrededor de ella gira toda

la representación de Las Meninas. Fue uno de los

personajes de la familia real que más veces retrató

16

Velázquez.

2. Isabel de Velasco.

Hija de don Bernardino López de Ayala y Velasco, VIII conde de Fuensalida y

gentilhombre de cámara de su Majestad.

Es la menina que está en pie a la derecha, vestida con la falda o basquiña de

guardainfante, en actitud de hacer una reverencia.

3. María Agustina Sarmiento de Sotomayor.

Hija del conde de Salvatierra y heredera del Ducado de

Abrantes por vía de su madre. Es la otra menina, la situada a la

izquierda. Está ofreciendo agua en un búcaro, pequeña vasija de

arcilla porosa y perfumada que refrescaba el agua. La menina

inicia el gesto de reclinarse ante la Infanta real, gesto propio del

protocolo de palacio.

4. Mari Bárbola (María Bárbara Asquín).

Entró en Palacio en 1651, año en que nació la infanta y la acompañaba siempre en su

séquito, «con paga, raciones y cuatro libras de nieve durante el verano». Es la enana

acondroplásica (enfermedad de los cartílagos) que vemos a la derecha.

5. Nicolasito Pertusato.

Enano de origen noble del Ducado de Milán que llegó a ser ayuda de cámara del rey y

murió a los setenta y cinco años. En la pintura está situado en primer término junto a un perro

mastín.

6. Marcela de Ulloa.

Viuda de Diego de Portocarrero y madre del cardenal Portocarrero. Era la encargada

de cuidar y vigilar a todas las doncellas que rodeaban a la infanta Margarita. Se encuentra en la

pintura, representada con vestiduras de viuda y conversando con

otro personaje.

7. El Guardadamas.

El personaje que está a su lado, medio en penumbra, es el

único del que no da el nombre Palomino, mencionándolo

sencillamente como un guardadamas.

8. José Nieto Velázquez.

Era el aposentador de la reina, así como el propio pintor lo

era del rey. Sirvió en palacio hasta su fallecimiento. En la pintura

queda situado en el fondo, en una puerta abierta por donde entra

la luz exterior. Se muestra a Nieto cuando hace una pausa, con la

rodilla doblada y los pies sobre escalones diferentes. Como dice el

17

crítico de arte Harriet Stone, no se puede estar seguro de si su intención es entrar o salir de la

sala.

9. Diego Velázquez.

El autorretrato del pintor, se encuentra de pie, delante de un gran lienzo, con la paleta

y el pincel en sus manos y la llave de ayuda de cámara a la cintura. El emblema que luce en el

pecho fue pintado posteriormente cuando, en 1659, fue admitido como caballero de la Orden

de Santiago. Porque cuanto pintó Velázquez este cuadro, no le

había hecho el Rey esta merced.

10 y 11. Felipe IV y su esposa Mariana de Austria.

Aparecen reflejados en un espejo, colocado en el centro

y fondo del cuadro, pareciendo indicar que es precisamente el

retrato de los monarcas lo que estaba pintando Velázquez.

En primer término se puede observar un perro, un

mastín español, que está en una actitud de reposo, sin

inquietarse ni siquiera cuando siente el pie del enano Pertusato.

ANÁLISIS DE LA OBRA:

TÉCNICA:

Las Meninas suponen la culminación de su estilo pictórico en un proceso continuado

de simplificación de su técnica, primando el realismo visual sobre los efectos del dibujo.

Velázquez en su evolución artística entendió que para plasmar con exactitud cualquier

forma solo se precisaban unas determinadas pinceladas. La simplicidad fue su objetivo en su

época de madurez y en Las Meninas es donde mejor consiguió reflejar estos logros.

En esta obra destaca su equilibrada composición, su orden. La mitad inferior del lienzo

está llena de personajes en dinamismo contenido, mientras que la mitad superior está en una

progresiva penumbra de quietud. Los cuadros colgados de las paredes, el espejo, la puerta

abierta del fondo son una sucesión de formas rectangulares que forman un contrapunto a los

sutiles juegos de color que ocasionan las actitudes y movimientos de los personajes.

La composición se articula repitiendo la forma y las proporciones de los dos tríos

principales (Velázquez-Agustina-Margarita por un lado e Isabel-Maribarbola-Nicolasito por

otro), en una posición muy reflexionada que no precisó ajustes y modificaciones sobre la

marcha, como acostumbraba a hacer Velázquez en su forma de pintar, llena de

arrepentimientos, rectificaciones, correcciones y ajustes conforme avanzaba en la ejecución de

18

un cuadro. Esta disposición elegida y la armonía de los tonos consiguen esa maravillosa

naturalidad que le da ese aspecto de secuencia improvisada captada fugazmente.

Velázquez fue un maestro en el tratamiento de la luz. Iluminó el cuadro con tres focos

luminosos independientes, sin contar el pequeño reflejo del espejo. El más importante es el

que incide sobre el primer plano procedente de una ventana de nuestra derecha que no se ve,

que ilumina a la Infanta y su grupo convirtiéndola a ella en el principal foco de atención. El

amplio espacio que hay detrás se va diluyendo en penumbras hasta que en el fondo un nuevo

y pequeño foco luminoso irrumpe desde otra ventana lateral derecha cuyo resplandor incide

sobre el techo y la zona trasera de la habitación. El tercer foco luminoso es el fuerte contraluz

de la puerta abierta en la parte frontal del fondo donde se recorta la figura de José Nieto y

desde donde la luminosidad se proyecta desde el fondo del cuadro hacia el espectador,

formándose así una diagonal que lo atraviesa en sentido perpendicular. Esta compleja trama

luminosa llena el espacio de sombras y contraluces invitando al espectador a mirar cada

detalle en vaivén por todo el cuadro.

Velázquez busca neutralizar los matices destacando solo algunos elementos para que

la intensidad cromática no predomine en general. Así en el grupo de personajes principal,

sobre una capa ocre solo destaca algunos matices grises y amarillentos en contraposición a los

grises oscuros del fondo y de la zona alta del cuadro. Ligeros y expresivos toques negros y rojos

más la blancura rosada de las carnaciones completan el efecto armónico. Las sombras se

emplean con determinación, incluyendo en ellas el negro. Esta idea de neutralizar los matices

predomina en su arte, tanto al definir con pocos y precisos trazos negros el personaje a

contraluz del fondo, como cuando obtiene la verdadera calidad de la madera en la puerta de

cuarterones del fondo, o cuando siembra de pequeños trazos blancos la falda amarillenta de la

Infanta o al sugerir sin ni siquiera intentar dibujarlo su ligero pelo rubio.

El cuadro está pintado a la última manera de Velázquez, la que empleó desde su

regreso del segundo viaje a Italia. En esta última etapa se aprecia una mayor dilución de los

pigmentos, un adelgazamiento de las capas pictóricas, una aplicación de la pincelada

desenfadada, atrevida y libre. Como decía Quevedo un «pintor de manchas distantes» lo que

en España se llamaba «pintura a borrones».

Las Meninas se realizó de forma rápida e intuitiva según la costumbre de Velázquez de

pintar de primeras el motivo, en vivo.

En esta última década de su vida, Velázquez consiguió un dominio de la técnica

pictórica y de la perspectiva aérea, llevando a su extremo la técnica de pinceladas sueltas y

ligeras que había empezado a emplear en su periodo intermedio y se encuentra, por ejemplo,

en El príncipe Baltasar Carlos a caballo.

La calidad técnica del cuadro, con el tratamiento de la textura fina y las pinceladas

compactas aplicadas con una gran maestría, ha hecho posible su buen estado de conservación,

a pesar del tiempo transcurrido desde su ejecución, sin que apenas se observen craquelados.

Las medidas originales fueron ligeramente retocadas en una primera restauración, en

la que el cuadro se volvió a entelar. En el borde superior y el lado lateral derecho se puede

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detectar las señales que dejaron los clavos que fijaban la tela al bastidor; fue recortada por el

lado izquierdo y se hizo un pequeño doblez para hacer posible la nueva sujeción.

Velázquez empleó una gama de colores fría y con una paleta sobria y no extensa. Al

aplicar las pinceladas apenas roza el lienzo, consiguiendo una textura fina, con sólo algunos

puntos donde se aprecian más las pinceladas algo más gruesas. Los personajes son tratados de

forma naturalista, ya sea la menina Agustina Sarmiento ofreciendo la cerámica con agua o la

propia infanta Margarita. Todos los personajes del cuadro están introducidos en una escena

donde la luz trata la atmósfera como punto de unión entre ellos.

Velázquez utilizó los blancos de plomo sin casi mezclas en diversos puntos del cuadro,

como en las camisas, los puños de Mari Bárbola o la manga derecha de Agustina Sarmiento; lo

hizo con un toque rápido y decidido que consigue el reflejo de las vestiduras y adornos, como

en el caso de la infanta Margarita o en la camisa del propio pintor. En los cabellos de la infanta

y en sus adornos, también se aprecia el arte de la pincelada del maestro. En las cuatro figuras

femeninas del primer término se observa un tratamiento similar; los vestidos denotan la

categoría y la clase de tela de cada uno de ellos. En el caso de Nicolasito Pertusato, la

definición queda más desdibujada.

Velázquez empleó toques de lapislázuli sobre todo en el vestido de Mari Bárbola, y lo

hizo con objeto de conseguir reflejos en el color profundo de este vestido. Los personajes

reflejados en el espejo están elaborados de manera más rápida y con una técnica esbozada.

SECCIÓN AUREA:

Muchos artistas del Renacimiento emplearon la sección áurea en sus dibujos. Sobre la

medida con regla y compás de figuras planas y sólidas, se describe cómo trazar la espiral

basada en la sección áurea con regla y compás, que se conoce con el nombre de «espiral de

Durero». Velázquez, en la composición áurea de su

cuadro Las Meninas, lo ordena con la mencionada

espiral, cuyo centro está situado sobre el pecho de

la infanta Margarita, marcando con ello el centro

visual de máximo interés y el significado simbólico

del lugar reservado para los escogidos, como era

tradición en Europa, que el monarca ocupara el

lugar central y de privilegio en las ceremonias. No

hay que olvidar que en el momento de la creación

de la pintura, la infanta Margarita era la persona

más indicada como sucesora al trono, ya que Felipe

IV no tenía en ese momento ningún hijo varón.

El punto de fuga de la perspectiva está detrás de la puerta donde se encuentra José

Nieto; precisamente, allí es donde va la vista en busca de la salida del cuadro; la gran

luminosidad existente en este punto provoca que la mirada se fije en ese lugar.

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En Las Meninas se puede estructurar el

cuadro en diferentes espacios. La mitad superior de

la obra está dominada por un espacio vacío, en el que

Velázquez pinta el aire. Hay además, un espacio

virtual hacia donde mira el pintor y en el que se

supone que están los reyes o los espectadores. Otro

espacio importante es el del punto de fuga del fondo

del cuadro, muy luminoso, donde un personaje huye

de la intimidad del momento. Un cuarto espacio es el

pequeño espejo que refleja a los reyes; y finalmente,

está el espacio delimitado por la luz dorada que se

aprecia en las figuras de la infanta, las meninas, la

enana y el perro. Son espacios reales y virtuales que

conforman la realidad fantástica del cuadro.

Haciendo una relación entre los personajes por medio de las miradas.

INTERPRETACIÓN DE LAS MENINAS POR OTROS ARTISTAS:

PINTORES:

Picasso:

Las Meninas es una serie de 58 cuadros que Pablo Picasso pintó en el año 1957 en la

que realizó un análisis intensivo, reinterpretando y recreando varias veces Las Meninas de

Diego Velázquez. La suite se conserva íntegramente en el Museo Picasso de Barcelona, es la

única serie completa del artista que perdura junta. Se trata de un estudio de obra muy

extenso, que consta de cuarenta y cinco interpretaciones de la obra, nueve escenas de un

palomar, tres paisajes y un Retrato de Jacqueline.

El mismo Picasso entendía toda esta serie como un conjunto y como tal la donó al

museo barcelonés en mayo de 1968.

El mismo decía, si alguien se pusiese a

copiar Las Meninas, totalmente con buena fe, al

llegar a cierto punto y si el que las copiara fuera

yo, diría: ¿Y si pusiera esta un poquito más a la

derecha o a la izquierda? Yo probaría de hacerlo

a mi manera, olvidándome de Velázquez. La

prueba me llevaría de seguro a modificar la luz o

a cambiarla, con motivo de haber cambiado de

lugar algún personaje. Así, poco a poco, iría

pintando unas Meninas que serían detestables

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para el copista de oficio, pero serían mis Meninas.

Equipo Crónica:

Las meninas es una reelaboración del

famoso cuadro de Diego de Velázquez, que ha

influido en muchos artistas.

Equipo Crónica ha convertido Las

meninas en un icono moderno pintando,

dibujando y esculpiendo detalles del mismo una

y otra vez. En esta visión, la infanta y sus

meninas han sido apartadas de su palacio del

siglo XVII y depositado en un salón decorado al

estilo de la década de 1960 con una colección

de juguetes de plástico.

ESCULTORES:

Manolo Valdés:

Las meninas de Manolo Valdés han visitado multitud de ciudades, ya que son

numerosas las exposiciones por las que han ido itinerando. Con una belleza atemporal, y un

carácter casi primitivo, Valdés deja constancia en su producción escultórica y pictórica de

variados retratos y versiones de la Infanta Margarita.

Las originales meninas de Manolo

Valdés no solamente plasman la trascendencia

de la obra pictórica del sevillano Velázquez,

sino que además de interpretar una obra

inspirándose en uno de los grandes maestros,

propone una nueva visión contemporánea,

actual y desenfadada de este icono artístico.

La interpretación de las meninas de

Manolo Valdés es de lo más variada, realizadas

en los más diversos materiales, tamaños y

técnicas: en pintura, en tres dimensiones, en

bronce, en madera…

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CONCLUSIONES:

Creo que de este trabajo podemos decir que lo más importante es Velázquez y sus

obras. Valorando sobre todo las Meninas, ya que es ella no solo se utilizaba el arte, sino

también las matemáticas, que al fin y al cabo es lo mismo.

Después de todo poca gente se para a pensar que sin la gente que rodeaba a

Velázquez, es decir, sus padres, profesores, amigos, otros artistas y más tarde la nobleza, él no

podría haber llegado al punto que llego. Es decir a considerarse uno de los mejores artistas por

sus juegos de luces, obras en penumbra y demás aspectos de su arte.

Dejando por finalizado el tema personal y centrándonos en su obra cumbre me ha

parecido muy destacable todo su análisis, ya que cuando te paras a pensar y te fijas realmente

en la obra puedes ver muchas cosas difíciles de percibir a simple vista como por ejemplo ese

misterioso juego de miradas o el extraño espejo del fondo donde se cree que se refleja el

cuadro que el mismo estaba pintando.

Muchas obras poseen estas matemáticas y juegos visuales, pero en la obra de las

meninas se puede incrementar además añadiéndole la espiral de proporcionalidad áurea.

En este trabajo también nombro a otros artistas, que tiempo después decidieron

copiar el cuadro de las meninas. Pero al ver estos cuadros o esculturas, rápidamente podemos

darnos cuenta de que cada uno lo hizo desde su punto de vista y con elementos o materiales

muy diferentes a los que utilizó el verdadero autor. Dándoles un toque rustico o modernista

dependiendo de los gustos de cada uno de ellos.

Tras realizar este trabajo he aprendido que los estilos de pintura han cambiado mucho

a lo largo de los años, ya que lo que antes era penumbra ahora lo llenamos de luz.

También he aprendido que dentro de un cuadro se pueden encontrar distintas

medidas y proporciones que están muy vinculadas con las matemáticas y que nos muestran

muchas maneras diversas de ver un cuadro.

Yo creo que cuando vemos un cuadro y lo analizamos nos convertimos en verdaderos

espías ya que descubrimos pistas que nos ayudan a descubrir las intenciones del artista con su

obra.

En este trabajo hay algo que me ha llamado verdaderamente la atención. Resulta que

este cuadro estaba destinado para pintar exclusivamente a la infanta, pero en él se añadieron

gran parte de la corte e incluso el propio pintor. Posteriormente a la hora de poner el nombre

del mismo lo llamaron como la infanta, pero con el paso del tiempo el nombre se modificó

curiosamente llegando a ser el de las acompañantes de esta, es decir, “LAS MENINAS”.

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