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Fábula Del Piojo - Lizardi
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DIARIO DE MÉXICO
del viernes 31 de enero de 18121
[Fábula. El piojo y las hormigas]2
Señor Diarista:3 favor y lugar para la siguiente
FÁBULA
El piojo y las hormigas.
Hallóse al paso
de unas hormigas
cierto embustero
piojo arbitrista,
para venderlas
mil chucherías,
bajo unos nombres
que significan
alguna cosa.
Las simplecillas,
para comprarlas
se precipitan;
porque lo nuevo,
1 T. XVI, núm. 2311, pp. 121-122.2 El Pensador escribe en [Respuesta a Juan María Lacunza]: “como don J[uan] M[aría]
L[acunza], o sea Batilo, Inglés, Canazul, o lo que quiera, mantiene conmigo la tela literaria desde octubre de [1]811, debo creer, sin duda, que a mí dirigió la fabulilla del Piojo y las hormigas (estampada en el número 2311, o día 31 del pasado enero). Dije que está impropia; no sé si me expliqué bien: digo que está despilfarrada, insulsa, fría, no conforme a las reglas del arte: es más bien sátira que fábula”. Cf. Obras XIV-Miscelánea, pp. 161-162.
3 Diarista. Cf. nota 2 a Palo de ciego.
entre las mismas,
siempre acalora
su fantasía.
A poco rato,
con ignominia,
notan que es todo
superchería;
pues sólo encuentran
la perspectiva,
paja, y sandeces
tal vez mal dichas.
Se dan al diablo,4
lloran la intriga,
reconociendo
que sacrifican
sus intereses
a la codicia
del piojo astuto.
Éste, egoísta,
se burla de ellos,
y como se hinchan
sus talegones,5
de na[da] cuida.
¡Cuántos impresos
4 Se dan al diablo. Irritarse, enfurecerse, desesperarse.5 talegones. Alusión indirecta a los cangilones Cf. nota 53 a [Críticas a las poesías...].
hoy se publican
que al vulgo halagan
con fruslerías;
mas que en el fondo
son sacaliñas,6
y nuestra patria
descreditan.7
Paréceme excusado prevenir que en la generalidad de la fábula anterior no se
comprenden algunos de los impresos a que se contrae, aunque a la verdad son muy
pocos. Soy justo y sincero, señor editor, y no tengo embarazo en confesar que el papel
de don J[osé Joaquín] F[ernández] de L[izardi] Hacen las cosas tan claras, que hasta
los ciegos las ven8, publicado recientemente, es uno de los menos malos de este autor; y
aun estoy por decir que, quitando uno que otro escrupulillo, es bueno en su clase. Esta
mi ingenuidad es tanto más sincera cuanto que el citado don J[osé Joaquín] F[ernández]
de L[izardi] publicó días pasados en mi contra el papel Quien llama al toro, que sufra
la cornada,9 cuya contestación mandé a usted oportunamente, y ha tenido la bondad de
empezar a publicar en su Diario número 2302.10
6 sacaliñas. Por socaliñas, ardid para sacar a uno lo que no está obligado a dar.7 Juan María Lacunza estaba preocupado por las opiniones que los europeos podían hacerse de
los poetas mexicanos. Cf. Palo de ciego.8 Fernández de Lizardi escribió Hacen las cosas tan claras que hasta los ciegos las ven . Cf.
Obras I-Poesías y fábulas, pp. 209-211.9 Fernández de Lizardi responde en [Respuesta a Juan María Lacunza]: “Si en mi papel ‘hacen
las cosas tan claras que hasta los ciegos las ven’ hay escrupulillos, según don J[uan] M[aría] L[acunza], que lo constituyen malo, en su fábula hay pecados mortales, que la hacen nefanda. No hablo a tintín de boca, señor editor. Si quiere que se insinúe y le haré ver sus despropósitos, así como los de su desgraciada contestación a mi papel Quien llama al toro que sufra la cornada”. Cf. Obras XIV-Miscelánea, p. 162.
10 Cf. [Contestación a Quien llama al toro...].
Batilo.11
11 Batilo. Uno de los seudónimos de Juan María Lacunza. Cf. nota 10 a Palo de ciego.