Evolución y Difusión Cultural [Unlocked by Www.freemypdf.com]

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    Enfoques Tericos para la InvestigacinArqueolgica

    TOMO I

    EVOLUCIN Y DIFUSIN

    CULTURAL

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    Enfoques Tericos para la InvestigacinArqueolgica

    TOMO I

    EVOLUCIN Y DIFUSIN

    CULTURAL

    Betty J. Meggers

    Biblioteca Abya-Yala

    N 57

    EDICIONESABYA-YALA

    1998

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    Evolucin y Difusin CulturalEnfoques Tericos para la Investigacin ArqueolgicaBetty J. Meggers

    Tomo I

    Edicin: Ediciones ABYA-YALA

    12 de Octubre 14-30 y WilsonCasilla 17-12-719Telfono: 562-633 / 506-247Fax (593-2) 506-255E-mail: [email protected]@abyayala.org.ecQuito-Ecuador

    Coleccin: Biblioteca Abya-Yala # 57

    Autoedicin Aby-Yala EditingQuito-Ecuador

    Impresin: DocutechQuito-Ecuador

    ISBN: 9978-04-323-3

    Impreso en Quito-Ecuador, 1998

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    INDICE

    Prefacio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 5

    Introduccin . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7

    I. Evolucin

    1. Explicando el Curso de los Eventos Humanos . . . . . . . . . . . . . . . . 29

    Explaining the course of human events. How Humans Adapt: ABiocultural Odyssey, Donald J. Ortner, ed., pp. 163-183. WashingtonDC, Smithsonian Institution Press. 1983.

    2. Enfoque Terico para la Evaluacin deRestos Arqueolgicos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 53

    Theoretical approach to interpretation. Meggers, Betty J.,Clifford Evans y Emilio Estrada, Formative Cultures of CoastalEcuador: The Valdivia and Machalilla Phases, pp. 5-9. SmithsonianContributions to Anthropology 1. 1965.

    3. La Ley de la Evolucin Cultural como una HerramientaPrctica de Investigacin. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 65

    The law of cultural evolution as a practical research tool. Essaysin the Science of Culture, Gertrude Dole y Robert Carneiro, eds.,pp. 302-316. New York, Crowell. 1960.

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    4. El Significado de la Difusin como Factor de Evolucin . . . . . . . 83

    El significado de la difusin como factor de evolucin. RevistaChungar 14:81-90. 1985.

    5. Conexiones y Convergencias Culturales Norte ySud Americanas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 99

    North and South American cultural connections and convergences.Prehistoric Man in the New World, Jesse D. Jennings y Edward Norbeck,eds., pp. 511-526. Chicago, University of Chicago Press. 1964.

    6. La Evolucin del Estado . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 117

    Comment. The Origins and Development of the Andean State,Jonathan Haas, Shelia Pozorski y Thomas Pozorski, eds., pp. 158-160.Cambridge, Cambridge University Press. 1987.

    II. Difusin

    7. Especulaciones sobre Rutas Tempranas de Difusin de laCermica entre Sur y Mesoamrica. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 123

    Speculations on early pottery diffusion routes between South andMiddle America (with Clifford Evans). Biotropica 1:20-27. 1969.

    8. Contactos entre las Culturas Prehistricas de Mesoamrica y la

    Costa del Ecuador . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 139

    Mesoamerica and Ecuador (with Clifford Evans). Handbook ofMiddle American Indians, Robert Wauchope, ed., Vol. 4, pp. 243-263.

    Austin, University of Texas Press. 1966.

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    9. Origen Transpacfico de la Cermica de la Fase Valdivia de la

    Costa del Ecuador . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 177

    Transpacific origin of Valdivia Phase pottery on coastal Ecuador (withClifford Evans). 36 Congreso Internacional de Americanistas, Actas yMemorias 1:63-67. Sevilla. 1966.

    10. El Origen Transpacfico de la Cermica Valdivia:Una Revaluacin . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 187

    El origen transpacfico de la cermica Valdivia: una revaluacin.Boletn del Museo Chileno de Arte Precolombino 2:9-31. 1987.

    11. Origen Transpacfico de la Civilizacin Mesoamericana:Una Resea Preliminar de la Evidencia y susImplicaciones Tericas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 227

    The transpacific origin of Mesoamerican civilization: A preliminaryreview of the evidence and its theoretical implications. American

    Anthropologist 77:141-161. 1975.

    12. Evidencia Arqueolgica de Contactos desde Asia . . . . . . . . . . . . 271

    Contacts from Asia. The Quest for America, Geoffrey Ashe andOthers, pp. 239-259. London, Pall Mall Press. 1971.

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    PREFACIO

    Los artculos aqu incluidos han sido publicados durante el lapso deunos 35 baos. Cuando Leslie White despert mi inters por la teora de laevolucin cultural en la segunda mitad de la dcada de los cuarenta, ste eraun tema controversial entre los antroplogos. Aunque la teora difusionistatena mayor acogida, se la acept como la explicacin de semejanzas sola-

    mente al interior de los continentes. Los contactos transpacficos se recha-zaron definitivamente. Estas actitudes negativas se mantienen en vigor.

    Entre los bilogos por el contrario, la aplicacin al desarrollo de lacultura, de las reglas de la evolucin general, se encuentra no solamenteaceptada, sino tambin asumida. Al tratar de entender este fenmeno, lle-gu a la conclusin asumida. Al tratar de entender este fenmeno, llegu ala conclusin que parte del problema pudo haber surgido de un mal enten-dimiento del razonamiento, especialmente entre personas con limitacionesen le idioma ingls. Por lo tanto, acept con entusiasmo la posibilidad de

    traducir al espaol una seleccin de artculos que renen las ideas y eviden-cias principales.El contenido original de los artculos no ha sido alterado, excepto al-

    gunas correcciones editoriales. Se han sustituido algunas ilustraciones paraevitar la duplicacin. Se han estandarizado la terminologa, los ttulo y las ci-tas bibliogrficas, aunque no se han eliminado todas las variaciones.

    La tarea de la traduccin no habra sido completada con tanta efi-ciencia e idoneidad sin la dedicada participacin de varios colegas latinoa-mericanos. Entre ellos se destaca el arquelogo argentino Jorge Rodrguez,el cual trabaj a tiempo completo por ms de un mes, transformando la ver-sin inicial hecha por computadora en un significado acertado y de gram-tica aceptable. El resultado final fue revisado por mi para su precisin tcni-ca. El arquelogo peruano Ramiro Matos Mendieta traduj y revis algunasde las traducciones y jug un papel importante en la relacin con la casaeditora. Mara de los Angeles Rodrguez y Germn Eloy Pomar ingresaron lamayor parte de los cambios a la computadora e hicieron correcciones adi-cionales durante el proceso. El texto completo fue ledo por Mara de las

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    Mercedes del Ro y Enrique Angulo, quienes encontraron errores gramtica-

    les adicionales. Mara de las Mercedes del Ro, Emily Berrizbeitia, AbelardoSandoval, Enrique Angulo, Jorge Ulloa Hung y Paulina Ledergerber fueronconsultados sobre los trminos tcnicos y las diferencias en la terminologaargentina, venezolana, peruana, cubana y ecuatoriana. Entre las diferenciasregionales, buscamos un producto universalmente inteligible, aunque loslectores cuidadosos probablemente encontrarn errores que no alcanzamosa eliminar. Esta experiencia nos ense que realizar una traduccin fiel yinteligible es una tarea difcil. Las palabras no pueden expresar mi gratitudhacia estos colegas y amigos por su nimo, su ayuda y su apoyo moral.

    Finalmente, deseo expresar mi gratitud a Jos E. Juncosa, Gerente deAbya-Yala, por convenir la publicacin de estos artculos, hacindolos dis-ponibles a los colegas y estudiantes de Amrica Latina. Espero que algunoslectores sean estimulados para adoptar la perspectiva evolucionista en la in-terpretacin de los restos arqueolgicos, a pesar las expresiones escpticasde las imgenes en los sellos cermicos ecuatorianos y mesoamericanos queaparecen en la cabecera de cada captulo.

    Washington DC

    5 de diciembre 1997

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    dad de las culturas del viejo mundo (Bruhns 1994:360); al insinuar que los

    indgenas americanos eran salvajes atrazados, incapaces de crear una cultu-ra sofisticada sin la ayuda benvola de tutores ms avanzados de piel blan-ca (Fiedel 1987:342; tambin Cyphers 1997:433, Furst 1997:434); al rebajar

    y minimizar los legtimos logros culturales de los nativos americanos (Coe1997:433) y al negar la historia de las poblaciones indgenas (Damp y Var-gas 1995:166). La correccin poltica toma prioridad sobre la evidencia cien-tfica al punto que mitos de origen tradicional son tan vlidos como la ar-queologa, la cual es en efecto simplemente una forma de pensar, de una so-ciedad particular (Shennan 1989:2).

    Los difusionistas son acusados tambin de promover intereses ca-pitalistas y nacionalistas, al insinuar que el progreso para el Tercer Mundoconsiste en aceptar la difusin modernizadora del capitalismo multinacio-nal y los rasgos materiales, ideas y comportamientos sociopolticos asocia-dos con ste (Blaut 1994:188). Mi respaldo a la tesis sobre el origen de la ce-rmica Valdivia en Jomon (Japn) ha sido censurado como una falta de ti-ca bajo el supuesto de que sto apoya la ideologa mestiza, la cual busca in-corporar a los indgenas dentro del sistema cultural y econmico de la elitepredominantemente hispana (Morse 1994:175). La difusin es consideradacomo el trmino menos explicativo para representar las semejanzas estils-

    ticas ampliamente difundidas (Stone-Miller 1993:32) y el rechazo de su in-fluencia ofuscadora es motivo para celebrar (Fritz 1996:172). En pocas pa-labras, difusionismo es simplemente un estilo de pensamiento, el cual po-demos eliminar de nuestras cabezas (Blaut 1994:188).

    Estas censuras ignoran el apoyo creciente entre otras disciplinas porla existencia de contactos precolombinos mesoamericano-ecuatorianos yasitico-americanos, inicialmente inferidos al aplicar sobre la evidencia ar-queolgica los principios evolucionistas.

    Contacto Mesoamericano-ecuatoriano

    Estudios qumicos y tecnolgicos en objetos de metal mesoamerica-nos verifican la introduccin de la metalurgia en el occidente de Mxicodesde la regin septentrional de los Andes. Estas tambin indican que la tra-dicin mesoamericana tom forma en el occidente de Mxico por mediode contactos culturales que abarcaron muchos cientos de aos comenzan-

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    do hacia 650 d C. Dada la importancia atribuida a la presencia de artefactos

    de origen extranjero y a la duplicacin de los procesos de fabricacin y con-textos sociales asociados, es notable que el nmero de objetos que lleg aloeste de Mxico fue relativamente pequeo. Lo que se disemin fue la infor-macin tcnica, la cual incentiv el desarrollo de una tradicin metalrgicaregional...compatible con los intereses de los grupos que controlaban laproduccin y con las normas locales concernientes con la naturaleza delmaterial (Hosler y Stresser-Paen 1992:1215). La existencia de elementostecnolgicos y aleaciones de origen norte y sur andinas sugiere una disper-sin desde la costa del Ecuador y su ausencia en la regin intermedia favo-rece una transferencia por el mar (op. cit.: 1216).

    El anlisis de los tipos de objetos producidos en las reas donante yreceptora revela cercanas similitudes en apariencia, composicin y tcnicade fabricacin, pero diferencias en nfasis funcional. Mientras que en laspoblaciones andinas el bronce se usaba primordialmente para herramien-tas, entre los mexicanos occidentales se usaba primordialmente para hacercampanas, aros, anillos, pinzas y otros pequeos objetos reservados para laelite (Hosler 1988:850).

    Como la fabricacin de artefactos de mayor tamao no estuvo im-pedida por escasz de la materia prima local, Hosler propone que

    el sobresaliente nfasis de la metalurgia mexicana occidental en cam-

    panas y sonido, as como en otros focos culturales particulares como la

    importancia simblica de pinzas, se desarroll por causas internas es-

    pecficas... Las facetas de la metalurgia centro y sudamericana vincu-

    ladas con los aspectos ms sagrados de la vida social, simplemente no

    fueron incorporados dentro de la experiencia mexicana. Dada la dis-

    ponibilidad de materia prima, el fracaso en replicar el dominio por un

    elite que caracteriza la tecnologa andina o centroamericana de he-

    cho, la transformacin de lo que fue mayormente secular en las regio-nes de origen es impresionante. El ejemplo mexicano occidental su-

    giere que en ciertas circunstancias aquellas facetas de la tecnologa

    menos probables de ser transmitidas a un nuevo contexto social son las

    que pertenecen al aspecto ms sagrado de la experiencia... Las diferen-

    cias en la cosmologa, la religin y sus respectivos smbolos materiales

    entre el occidente de Mxico y las regiones del sur, pudieron haber sido

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    suficientemente grandes para impedir una integracin dentro del re-

    pertorio mexicano occidental... Los elementos metalrgicos centro ysudamericanos que aparecieron en el occidente de Mxico respaldan

    fuertemente la idea de que el conocimiento tcnico y algunos pocos ar-

    tefactos transmitidos por medio del comercio fueron los cuales promo-

    vieron la introduccin de la tecnologa. Si la metalurgia hubiera sido

    introducida por medio de conquista o migracin, los elementos ideol-

    gicos... probablemente la hubieran acompaado (1988:851-852).

    La posibilidad de que ambos mujeres y hombres hubieran hecho via-jes del Ecuador al occidente de Mxico, se sugiere por la existencia en las dosreas de figurinas masculinas y femeninas vestidas con pantaloncillos o fal-das y camisetas cortas (Anawalt 1992). Este estilo de vestimenta se tipificaen la costa central del Ecuador desde circa 1.000 a.C., mientras que los ejem-plares mexicanos surgen en Nayarit algunos siglos despus. La probabilidadde una conexin se incrementa por la semejanza en los diseos cuadrangu-lares en la indumentaria de ambas regiones, un patrn difundido en la re-gin andina pero limitado a la costa occidental en Mesoamrica (Anawalt1992:120-121).

    Contactos Transpacficos

    Shang-Olmeca. A pesar de que las investigaciones sobre la cultura ol-meca se han intensificado, Diehl y Coe (1995:11) notan que lo que es sor-prendente es la falta de un consenso, incluso en los hechos bsicos acercade la cultura y la vida olmeca. La existencia de una entidad social, poltica oideolgica para el horizonte olmeca ha sido cuestionada en vista de la va-riacin regional de los motivos diagnsticos. De acuerdo con Grove (1993),existe toda la razn para considerar que sus creadores fueron distintos t-

    nica y lingusticamente. La teora de que el estilo y sus motivos...tuvieronaparentemente mltiples orgenes se considera como una desviacin ra-dical y estimulante de las explicaciones tradicionales de Olmeca como do-nante.

    Se han citado las excavaciones intensivas en la costa del golfo docu-mentando un aumento en concentracin de la poblacin, complejidad so-ciopoltica y ceremonialismo previo a la aparicin de rasgos olmeca como

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    prueba de su desarrollo local circa 1.200 a.C. (Rust y Sharer 1988, Grove

    1997:55). Se niega importancia a la presencia en un sitio principal en el es-tado de Guerrero de smbolos olmeca, arquitectura monumental y fechas decarbono-14 ms tempranas (Martnez Donjuan 1985), bajo la suposicin deque el fracaso en identificar antecedentes locales implica una intrusin des-de la costa del Golfo (Grove 1993:100-101). La posibilidad de que la ausen-cia de antecedentes locales pueda reflejar una intrusin transpacfica, o nose hace caso, o se rechaza como fantsticos cuentos de hadas (Diehl y Coe1995:11).

    En cambio, el inters sobre posibles antecedentes shang se aumentaentre los especialistas en China, estimulado por las investigaciones de Xu(1996). Su familiaridad con la historia y el lenguaje chinos lo llev a investi-gar lo que le pudo haber pasado a una poblacin de unos 250.000 indivi-duos, que supuestamente se dispersaron despus de la cada de la DinastaShang circa 1.122 a.C. La coincidencia cronolgica entre este evento hist-rico y la sbita aparicin de elementos shang en Mxico y la existencia desmbolos equivalentes a la escritura china, lo llevaron a la conclusin de queLa escritura shang s existi en el mundo olmeca desde la costa del Pacficohasta el Mxico central y la costa del Golfo. Los smbolos ms importantes

    y ms usados en ambas culturas, Shang y Olmeca, corresponden a sus con-

    diciones sociales y sus medioambientes agrcolas, que incluyen el sol, la llu-via, el agua, la adoracin, el sacrificio, la riqueza, la tierra, las montaas y lasplantas (Xu 1996:46). En vista del consenso de que todos los sistemas de es-critura del Viejo Mundo estn relacionados a pesar de sus aparencias distin-tas (Renfrew y Bahn 1991:410), la verificacin de una relacin entre los sm-bolos shang y olmeca constituira una prueba del contacto precolombinoentre Asia y Mesoamrica. Por lo tanto, Xu compil una lista de 146 ejemplosrepresentados en piedra y cermica mexicanas y la mostr en China a variosexpertos en la cultura shang. Sin excepcion, todos corroboraron la semejan-

    za.La importancia de esta correlacin se extiende ms all de la verifica-

    cin de un contacto porque los smbolos chinos representan palabras en lu-gar de sonidos. Por consiguiente, a pesar de que la China moderna tienemuchos dialectos ininteligibles unos con otros... los chinos que no puedenconversar, sin embargo pueden leer libros en chino y comunicarse unos conotros por medio de la escritura (Wurm 1996:78). El hecho de que la escri-

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    tura japonesa empez con la adopcin de smbolos chinos permite que los

    japoneses actuales puedan entender cierta cantidad de escritura china sinconocer el idioma. De manera parecida, especialistas en escritura shang po-dran ser capaces de traducir smbolos olmecas sin conocer el idioma o idio-mas hablados en la antigua Mesoamrica. La adquisicin de un mtodo decomunicacin ms eficiente por grupos lingusticamente distintos, nos pro-vee de una explicacin del contraste entre la diversidad regional y la integra-cin simblica que caracteriza a la cultura madre de Mesoamrica (Para-dis 1990:39).

    China-Mesoamerica. Un argumento fuerte a favor de introduccionespost-olmeca desde Asia proviene de conjuntos notablemente semejantes desmbolos complejos y distintivos, los cuales estuvieron presentes en Chinaantes de 1.500 a.C. y parecen surgir casi simultneamente en la costa pacfi-ca en el sur de Mesoamrica circa 500 a.C (Fig. 1; Thompson 1989). Modifi-caciones y combinaciones posteriores en ambas regiones tambin mues-tran semejanzas notables (Fig. 2).

    La probabilidad de una relacin histrica es reforzada por el contras-te entre la distribucin limitada de los smbolos en el Viejo Mundo fuera de

    Asia oriental y su representacin completa en Mesoamrica (Thompson1989, Table 3). Esta magnitud de duplicacin tambin caracteriza las com-

    paraciones Shang-Olmeca y Jomon-Valdivia y se puede atribuir a la veloci-dad y aislamiento de un viaje por mar, lo cual disminuye el lapso de tiempoentre la salida y llegada e impide la exposicin de los pasajeros a influenciasde culturas extranjeras que pueden fomentar modificaciones.

    Jomon-Valdivia. Una de las objeciones principales al origen Jomon dela cermica Valdivia ha sido la supuesta dificultad de cruzar el mar hace6.000 aos. Hoy en da, la evidencia arqueolgica apoya la factibilidad deviajes ocenicos por poblaciones asiticas orientales incluso en tiempos an-teriores. Fechas de carbono-14 entre 33.000 y 12.000 AP de sitios en Nueva

    Irlanda, Nueva Bretaa y las islas de Admiralty y Solomon testifican de exi-tosos viajes a travs de ms de 100 km de mar abierto (White 1993).

    Concluyente evidencia de la competencia de navegacin para los co-mienzos del Perodo Jomon proviene de las pequeas islas volcnicas del

    Archipilago de Izu que extiende desde Honshu central hacia el sur (Fig. 3).Segn Oda,

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    Figura 1. Comparacin entre 13 smbolos distintivos y complejos que ocuren en Asiaoriental antes de 1.500 a.C. y aparecen en la costa pacfica de Mesoamrica 500 a. C.. Lascaractersiticas arbitrarias, el solapamiento cronolgico, la mayor antiguedad en Chinay la aparencia sbita en Amrica apoyan una introduccin transpacfica (segn Thomp-son 1989, Tabla 2).

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    Figura 2. Comparacin entre las variaciones chinas y mesoamericanas del smbolo XII,mostrando la conservacin de las caractersticas durante dos mil aos de aislamiento(segn Thompson 1989: 193).

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    Introduccin / 15

    Figura 3. Distribucin de obsidiana de origen Kozushima del archipilago de Izu. Su pre-sencia en Hachijo-jima atestigua la habilidad del pueblo Jomon Temprano para atravesarla rpida Corriente Japonesa o Negra, la cual poda haber llevado los inmigrantes hasta elNuevo Mundo (segn Oda 1990: Fig. 8).

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    el sitio de Kurawa [en Hachijo-jima] rindi considerables cantidades

    de cermica transicional entre el Jomon Temprano terminal y Medioinicial, claramente relacionada a la cermica jomon encontrada en las

    principales islas japonesas. Esta cermica confirm que el pueblo jo-

    mon cruz la Corriente Negra en canoas hacia las islas a una distancia

    de ms de 300 km. de la isla mayor de Japn... Fechados por hidrata-

    cion de obsidiana le da a Kurawa una duracin desde 6.000 a 5.100 AP

    y al sitio de Yubama desde 7.100 a 5.700 AP. Estas fechas, junto con la

    tipologa de la cermica, son consistentes con las fechas de sitios rela-

    cionados en las islas principales de Japn (Oda 1990:60-61).

    El significado de esas distribuciones para la navegacin fue enfatiza-do por Oda:

    En Honshu, la obsidiana Kozushima (Onbasejima) se encuentra en si-

    tios paleoltico y jomon en el planalto de Masashino, en donde se la

    identifica en sitios paleolticos tan antiguos como de 30.000 AP y en si-

    tios jomon tan lejanos como 200 km. del fuente de origen. Es significa-

    tivo que incluso durante el Pleistoceno Tardo, cuando el nivel del mar

    era de 100-140 m menos del nivel actual, Kozushima se encontraba se-

    parada de la Pennsula de Izu por un amplio estrecho de agua, hacien-do imposible la adquisicin de la obsidiana Kozushima sin hacer uso

    de canoas o balsas. El uso muy temprano de la obsidiana de las Islas de

    Izu demuestra que los pueblos paleolticos en Japn ya haban desa-

    rrollado formas de viajar por mar, estableciendo de esta manera la ba-

    se para la tecnologa de transporte acutico altamente desarrollada

    del Perodo Jomon (Oda 1990:64).

    Varios aspectos adicionales de la prehistoria jomon apoyan la factibi-

    lidad de viajes transpacficos. Los sitios ms abundantes en las Islas Izu sonde los perodos Jomon Temprano y Medio-Temprano y contienen una mez-cla de estilos cermicos y ornamentos de materiales exticos (ambar, jade,serpentina), lo cual implica contactos extendidos con las regiones circun-dantes (Oda 1990:70, 74). Alrededor del comienzo del Jomon Medio, Hachi-

    jo-jima parece haber sido abandonado. Se desconoce la causa, pero Odaconsidera improbable que la poblacin simplemente se muri; es ms pro-

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    bable que aprovechaban de su habilidad avanzada de navegacin para tras-

    ladarse a otras islas ms al sur (Oda 1990:76). Cerca a la misma poca, undeterioro climtico baj la temperatura en las montaas del centro deHonshu, dismuindo los recursos de subsistencia y provocando la migracinde habitantes a la costa. Un flujo de gente sinn experiencia martima podahaber incrementado la frecuencia de viajes de deriva involuntaria

    Jomon-San Jacinto. El descubrimiento de un complejo cermico dis-tintivo en el sitio de San Jacinto aumenta la antiguedad de la alfarera en lacosta norte de Colombia hasta casi 6.000 AP (Fig. 4; Oyuela Caycedo 1995).

    A pesar de ser contempornea con Valdivia Temprano, la cermica difiere enla composicin de la pasta, la forma de las vasijas y la gran mayora de lastcnicas de decoracin. Una evaluacin detallada de la evidencia de subsis-tencia y asentamiento identifica a los habitantes como cazadores-recolecto-res que visitaban el sitio peridicamente para aprovechar los recursos esta-cionales. La presencia de numerosos hoyos forrados de barro y piedras frac-turadas por el fuego, as como las caractersticas y baja frecuencia de la ce-rmica, implican que sta no se usaba para cocinar. De hecho, la forma y laelaboracin de los bordes de muchas vasijas parecen incompatibles con al-guna funcin prctica.

    El complejo San Jacinto comparte con Valdivia una variedad de tcni-

    cas decorativas complicadas sin antecedentes conocidos en el Nuevo Mun-do. Como en Valdivia, la cermica de San Jacinto se asemeja notablemente aun complejo jomon contemporaneo, esta vez en Honshu central en vez deKyushu. Los rasgos compartidos incluyen incisiones terminadas en un pun-teado profundo, pequeas zonas ovoides rellenadas con incisiones finas pa-ralelas, pequeos apliques semi-esfericos con punteado central, aplicacio-nes en zig-zag, impresiones de cuerdas y bordes almenados con decoracinelaborada. La semejanza entre los bordes almenados de San Jacinto y las ex-travagantes vasijas jomon popularmente conocidas como vajilla flamean-

    te es especialmente notable (Fig. 4; Meggers 1995).

    Evidencia Gentica

    Los esfuerzos en utilizar caractersticas genticas para identificarlos antecedentes de los indgenas americanos, revelan algunas distribucio-nes compatibles con introducciones transpacficas. A pesar de que se han

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    San Jacinto

    San Jacinto

    San Jacinto

    Miyashiro (Iida - city)

    Toroku (Kumamoto-city)

    Figura 4. Semejanzas entre la decoracin de la cermica San Jacinto de Colombia(izquierda) y Jomon Medio de Japn (derecha). Las caractersiticas distintivas incluyenbordes almendrados recargados, aplique zigzag, perforaciones, incisiones con punteadoterminal e impresiones con cuerdas (segn Meggers 1995: 112).

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    identificado cuatro linajes de DNA mitocondrial (mtDNA), llamados A, B, C

    y D, dentro de las poblaciones del Nuevo Mundo, el linaje B no se encuentraentre los siberianos actuales (Cann 1994). En cambio, ste se halla con altafrecuencia entre los Sudamericanos, los Isleos del Pacfico y los Indonesios.Despus de considerar y rechazar explicaciones alternativas, Cann concluyeque

    una ruta costea a lo largo del litoral del Pacfico no explica la gra-

    diente geogrfica que se ve en las frecuencias del linaje B, las cuales son

    siempre ms altas en el sur. Viajeros del Pacfico pudieron haber con-

    tribudo con este linaje a las Americas sin haber cruzado nunca el Es-

    trecho de Bering. Un prediccin de este modelo es que el linaje B sea vis-

    to arqueolgicamente como intruso y limitado a una antiguedad

    cuando sabemos que ocurran viajes frecuentes en la Remota Oceana.

    Basndose en la expansin del complejo de Lapita, Cann sugiere unaantiguedad de 6.000 aos, la cual coincide con los comienzos de la cermicade Valdivia y de San Jacinto. Una encuesta comparando 13 marcadores gen-ticos en grupos raciales diferentes alrededor del mundo revela cercanas simi-litudes entre los descendientes jomon de Japon e indgenas colombianos:

    En dicho estudio se encontr que los noanama [indios del sur del Cho-

    c]...guardan estrecha relacin con las poblaciones del Pacfico central

    (Samoanos) y, curiosamente, se han visto ms estrechamente relacio-

    nados con marcadores genticos japoneses. El hecho de que Japn, un

    pas con una de las ms altas seroprevalencias contra el HTLV-l en el

    mundo, principalmente entre los descendientes del antiguo perodo Jo-

    moncompartiera marcadores genticos muy cercanos con los nativos

    portadores noanama de Colombia nos llevo a sugerir que, probable-

    mente, este virus haba sido introducido a Sudamrica desde el LejanoOriente por una va diferente y ms directa que el estrecho de Bering, la

    cual habra permitido unir las poblaciones japonesas con las sudame-

    ricanas hace miles de aos.

    Adems, estudios genticos realizados recientemente en nativos suda-

    mericanos mostraron que estos ancestros posean marcadores geneti-

    Introduccin / 19

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    cos dentro del antgeno de histocompatibilidad leucocitario (HLA) si-

    milares a los descritos en poblaciones japonesas. Especficamente y demanera interesante, los habitantes contemporneos de la costa suroc-

    cidental de Colombia, quienes presentan seropositividad contra el vi-

    rus HTLV-1 y algunos de los cuales han desarrollado la enfermedad del

    HAN/TSP, muestran marcadores genticos idnticos a los hallados en

    pacientes japoneses con HAM/TSP, ubicados principalmente en el sur

    en los alrededores de la isla Kyushu. La posibilidad de arribos transpa-

    cficos directos explicaria las similitudes entre estas poblaciones aqui

    comentadas y, curiosamente, dichos contactos transpacficos han sido

    sugeridos de manera reciente como la explicacin ms probable para

    la presencia de algunos marcadores en el HLA de ancestros surameri-

    canos, los cuales estuvieron totalmente ausentes en poblaciones simi-

    lares del Norte y Centro Amrica (Len S. et al 1994:133-134, 1995).

    El territorio ocupado por los noanama se extiende entre el Ro SanJuan y la costa pacfica de Colombia, a traves de la ruta por la cual se postu-l la introduccin de los elementos de la cermica Valdivia incorporados enel complejo de Puerto Hormiga en la costa norte de Colombia. La aparien-cia del complejo cermico de San Jacinto en la costa del Caribe es inteligible

    dentro del contexto de la evidencia gentica, porque los inmigrantes llegan-do a la costa pacfica habran tenido fcil acceso por el sistema de los rosSan Juan y San Jorge (Fig. 5; Meggers, Evans y Estrada 1965: Fig. 104).

    Evidencia Parasitolgica

    La presencia en poblaciones sudamericanas precolombinas de par-sitos intestinales de origen tropical del Viejo Mundo provee otra indicacinbiolgica de contacto transpacfico. A pesar de que grupos indgenas actua-

    les pudieron haber sido infectados por inmigrantes recientes, varios casosarqueolgicos ampliamente separados geogrficamente apoyan una anti-guedad mayor. Se han identificado lombrices adultas en una momia perua-na con una fecha de carbono-14 de circa 900 a.C. (Allison et al 1974) y hue-vos y larvas en heces humanas de un sitio arqueolgico en Brasil con fechasque comienzan circa 2.400 a.C. (Ferreira et al 1983). Varias autoridades sea-lan que una especie biolgica no surge en dos puntos y por tanto, la presen-

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    Figura 5. La costa pacfica de Colombia mostrando la relacin entre la ubicacin de latribu indgina noanama y la ruta natural entre las costas del Ecuador y el norte deColombia (segn Meggers, Evans y Estrada 1965, Fig. 104a).

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    cia de determinado parsito en dos regiones diferentes indica forzosamen-

    te un contacto entre sus huspedes en el pasado. Dado que el ciclo vital nose puede completar en suelo templado, solamente las migraciones por marseran capaces de introducir ancilostomideos hacia Amrica, particular-mente las migraciones transpacficas (Arajo 1988, Arajo et al 1988, Con-falonieri et al 1991).

    Limitaciones de la Evidencia Arqueolgica

    Uno de los principales obstculos para reconocer la influencia trans-pacfica es la continuidad de la mayora de los aspectos de la cultura recep-tora. As, la aparicin de los rasgos olmecas parece compatible con el creci-miento de las comunidades sedentarias, la estratificacin social incipiente yotra evidencia del aumento de complejidad cultural durante el segundo mi-lenio antes de Cristo. De manera parecida, se cita la posible existencia de uncomplejo cermico ms temprano en la costa del Ecuador para refutar la in-troduccin transpacfica de la cermica Valdivia.

    La dificultad en detectar la influencia extranjera se ha comentadodesde hace mucho tiempo por investigadores del temprano contacto espa-ol en Mesoamrica. En 1960, Foster seal que la cultura de la conquista

    representa solamente una pequea parte de la totalidad de rasgos y comple-jos que forman parte de la cultura donante. Despus, por medio de una se-gunda filiacin en la regin geogrfica de la poblacin receptora, la culturade conquista disminuye an ms (1960:227). Debido a que los contactostranspacficos no involucraron una cultura de conquista, el nmero de in-migrantes debido haber sido escaso y no hubo un seguimiento. Consecuen-temente, su impacto potencial debe ser valorado contra situaciones en lmi-te con la colonizacin espaola en lugar de reas nucleares.

    En esta conexin, es instructivo examinar la evidencia del temprano

    impacto espaol en la costa oriental de Yucatn. Excavaciones en dos asen-tamientos revelaron que:

    Ni en Lamanai ni en Tipu existe evidencia especfica de que los euro-

    peos instituyeron o influenciaron la transformacin de la tradicin ar-

    quitectnica indgena, a pesar del hecho de que mucha de la construc-

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    cin con fechado posterior a la llegada de los espanoles incorpora nu-

    merosos rasgos distintos de los antecedentes precolombinos.

    Particularmente en Tipu, las estructuras del perodo colonial represen-

    tan una ruptura considerable con la tradicin precolombina en varios

    aspectos, pero las modificaciones se pueden atribuir tanto a cambios

    autogenerados en la tradicin arquitectonica comunal como a la in-

    fluencia externa. Aqu, como en Lamanai, tambin es cierto que carac-

    tersticas de la arquitectura precolombina, muchas de las cuales fueron

    establecidas a finales del perodo prehistrico como reaccin a la dimi-

    nucin de recursos materiales y tambin posiblemente a la decreciente

    mano de obra, sobrevivieron durante el perodo histrico. Dentro del

    contexto de cambio y continuidad, ninguna de las dos comunidades

    parece incorporar estructuras levantadas para servir a propsitos nati-

    vos pero incorporando tcnicas de construccin o detailes del plan de-

    rivados de modelos europeos. La tradicin arquitectnica espaola

    aparece slo en las iglesias, como es de esperarse, pero an as en con-

    junto con tcnicas de construccin indgenas (Pendergast 1993:119).

    La conclusin de que las condiciones que oscurecen el reconoci-

    miento de la influencia coloniales decir, la comunicacin limitada o indi-recta entre los intrusos y las comunidades nativas, las excavaciones arqueo-lgicas selectivas y la preservacin diferencial dictan la mxima depen-dencia posible en informacin que muy a menudo parece enloquecedora-mente mnima (Pendergast 1993:108), se aplica igualmente a la deteccinde contactos transpacficos precolombinos.

    Otra advertencia del posible desemparejamiento entre la realidad y laevidencia material proviene de la expansin de colonias musulmanas den-tro de China desde el siglo 10 en adelante. A pesar de que los musulmanes

    jugaron papeles importantes en el gobierno durante varios perodos, la evi-dencia fsica de su presencia en la mayor parte de la China es muy escasa.Templos tradicionales fueron transformados en mezquitas sin modificarsignificativamente la arquitectura indgena y provistos de minaretes que separecen a pagodas enanas (Lawton 1991). Sin la evidencia histrica seradifcil o imposible detectar la existencia y mucho menos el impacto, de la in-fluencia musulmana en la historia de China.

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    Explicando el Curso de la Evolucin Cultural

    La teora evolucionista nos ofrece el nico contexto comprensivo pa-ra explicar el desarrollo cultural en todos los niveles durante el espacio y eltiempo. Nos impide hacer preguntas inapropiadas. La busqueda de una so-la causa para la evolucin de los estados no es ms justificable que la bus-queda de una sola causa para la evolucin de ojos. Nos suministra criteriospara distinguir rasgos morfolgicos iniciales y derivados, as sean biolgicoso culturales, permitiendo la reconstruccin de relaciones histricas. Pero loms importante es que nos desva la atencin fuera del propsito humanohacia las fuerzas bsicas que controlaron este planeta desde su formacin,permitindonos prevenir y posiblemente aprender de evitar la revancha delas consecuencias indeseadas (Tenner 1997).

    Hoy en da encaramos una paradoja. La maduracin de la comunica-cin simblica, la cual empez a manifestarse durante el Paleoltico Supe-rior, hizo posible acumular y diseminar informacin a travs de barrerasgeogrficas, culturales, raciales y lingusticas, reduciendo la necesidad deinvenciones independientes mltiples. Los mtodos de comunicacin cadavez ms rpidos y eficientes a travs de distancias siempre crecientesha-bla, escritura, telgrafo, telfono, fax, correo electrnico, internet han

    multiplicado las oportunidades para la elaboracin y modificacin de cual-quier tipo de novedad. Simultneamente, los avances acelerados en la velo-cidad, memoria y magnitud del procesamiento de la informacin estn ex-pandiendo nuestros horizontes a la profundidad de las partculas sub at-micas y a las fronteras del cosmos (Taubes 1996). A fines del siglo 20, esteproceso provee a los seres humanos en todo el mundo, mayor cantidad deinformacin a mayor velocidad de lo que nos hubiramos podido imaginaran pocos aos atrs. Robos computarizados, vigilancia tecnolgicamenteavanzada e ingeniera en reverso suplementan al plagio, el espionaje, el

    contrabando, el comercio, el rapto y otros mtodos tradicionales para difun-dir conocimiento.

    El impacto global de las transformaciones sociales, polticas y econ-micas resultantes ya es suficiente para constituir la tercera revolucin cultu-ral mayor en la historia de la humanidad, conducindonos dentro de laEdad de la Informacin. Las revoluciones Agrcola e Industrial provocaronreorganizaciones traumticas en todos los aspectos y niveles de la sociedad

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    y ahora estamos experimentando reajustes ms notorios a una velocidad

    mucho ms acelerada.Mientras que la Edad de la Informacin nos conduce dentro del espa-cio ciberntico, es importante recordar que los avances tecnolgicos quedominan nuestras vidas son el producto de colaboraciones intertnicas queempezaron con la maduracin de la comunicacin simbolica. La aplicacinde la teora evolucionista a la evidencia arqueolgica puede revelar la mane-ra en que la difusin de ideas e invenciones entre comunidades ampliamen-te separadas estimulaba la elaboracin cultural a travs de todo el planeta.Repudiar la existencia de este proceso defrauda a todas las poblaciones hu-manas del reconocimiento de sus contribuciones a la historia verdadera ynos consigna al dominio estril y artificial de una realidad virtual.

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    Captulo 1

    EXPLICANDO EL CURSO DE LOSEVENTOS HUMANOS

    Aunque han transcurrido ms de cien aos desde que Darwin nos de-rrumb del pedestal de la creacin especial y nos arroj entre los demsvertebrados, todava la aceptacin de que nuestro comportamiento se pue-de explicar en trminos de la teora evolutiva encuentra gran resistencia tan-to entre cientficos como entre el pblico. Es instructivo considerar esta an-tipata en el contexto del conocimiento actual de los orgenes del universo

    y de la vida.Ahora los astrnomos creen que una explosin entre 10 y 20 mil mi-

    llones de aos atrs cre toda la materia y energa que se encuentra incor-porada dentro de los incontables cuerpos celestes arrojados a travs del es-pacio. Hace cerca de 4.600 millones de aos, nuestro planeta se conform a

    la distancia apropiada de una estrella que tena la intensidad correcta paraproveer las condiciones compatibles con la emergencia de la vida. Despusde otros 1.000 millones de aos, la superficie de la tierra alcanz un estadoadecuado para la supervivencia de molculas con la capacidad de autore-produccin, pero muchos otros iones transcurrieron antes de que estas secombinaran, creando organismos unicelulares quienes iniciaron un dilogoevolutivo que transform la bisfera y produjo millones de tipos de criatu-ras, cuya diversidad morfolgica enmascara su uniformidad qumica. Labiota que conocemos constituye el ltimo captulo de una pica larga, com-

    plicada y vaga. Aunque muchos detalles permanecen obscuros, est claroque nuestra existencia no es ms inevitable y nuestra persistencia no msprobable que aquellas de cualquier otra especie que haya existido.

    Comparado este panorama con el mensaje expresado o implcito enlos informes diarios de los peridicos, discursos polticos, propagandas, li-bros de hecho, en casi todo tipo de medio popular y acadmicode quenuestra especie no slo ha superado las restricciones de la seleccin natu-

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    ral, sino que ha conseguido controlar el medioambiente de la bisfera. La

    sobre-explotacin de los recursos renovables y el agotamiento de los no re-novables, la contaminacin de la atmsfera y el ocano, el crecimiento ex-plosivo de la poblacin humana, la extincin de otras especies cuyos hbi-tat nosotros destruimosestos y otros procesos acelerantes son vistos comofcilmente remediables, cuando y si decidimos tomar medidas. El hechode que slo nosotros hemos puesto al descubierto estructuras y eventos de-masiado pequeos, distantes y antiguos para poder observarlos directa-mentey a partir de stos hemos deducido las leyes que regulan las galaxias

    y los tomosno prueba que hayamos roto los lazos ecolgicos que limitanla libertad de todos los otros tipos de organismos?.

    Presentadas estas dos interpretaciones, algunos de nosotros encon-tramos la visin evolucionista ms aceptable. Consideramos inconcebibleque nuestra especie tenga la capacidad de desvar conscientementemu-cho menos llegar a pararprocesos que han operado en una escala csmi-ca por miles de millones de aos. Adems, por debajo del revestimiento cul-tural, el comportamiento humano es tan semejante al de otros animales quese explica mejor por los principios generales de la evolucin. Este trabajollamar la atencin respecto a algunas de las restricciones inadvertidas quedisminuyen nuestra libertad de opcin y examinar sus implicancias para el

    curso futuro de los eventos humanos.Primero se hace necesaria una breve disgresin debido a la perspec-

    tiva antropocntrica que no solamente domina el pensamiento popular, si-no que tambin prevalece entre los cientficos sociales. La reaccin visce-ral de la mayora de los antroplogos es la de rechazar la posibilidad de queaspectos del medioambiente estn fuera de nuestro control. Esta actitud seencuentra an en libros de texto sobre antropologa ecolgica. Una auto-ridad nos dice, por ejemplo, que Podemos...construir modelos del procesosocial que contengan muchos elementos que nos recuerden a los ecosiste-

    mas naturales, pero podemos, si as lo queremos, permanecer agnsticossobre la cuestin de si este paralelismo hace necesario considerar a los sis-temas sociales equivalentes a los ecosistemas y que la manipulacin racio-nal o intencional de los medio ambientes sociales y naturales constituye elenfoque humano respecto a la Naturaleza (Bennett 1976: 19-29, 3). Otra au-toridad especifica que usaremos el trmino sistema ecolgico para evitar lapredisposicin biolgica asociada con la palabra ecosistema (Hardesty

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    1977:14, nfasis en el original) y asevera que la evolucin cultural induda-

    blemente involucra algn tipo de proceso de seleccin, y probablementevarios tipos, pero no es probable que algo anlogo a la seleccin natural seacomn (Hardesty 1977: 39). Resulta claro que afirmaciones como stas re-flejan en parte un mal entendido de principios biolgicos cuando compara-mos las circunstancias que los antroplogos consideran como distintivas dela cultura con las declaraciones de los bilogos (Tabla 1).

    La impresin de la singularidad humana est reforzada por la com-plejidad y variedad de nuestro comportamiento. Siendo animales, tenemosrangos de tolerancia a la temperatura y a la presin, habilidades para subsis-tir con una vasta variedad de alimentos, y muchas otras caractersticas de-terminadas por nuestra herencia gentica. Tenemos tambin una dimen-sin social, la cual no es exclusiva de nuestra especie o an del orden Prima-tes. Finalmente, tenemos cultura. Si somos o no nicos en este respecto de-pende de como se defina la cultura (v.g. Bonner 1980), pero es cierto que elgrado de elaboracin que hemos alcanzado no tiene precedente ni paralelo.Nos alegramos por nuestra capacidad de escudriar las profundidades deltiempo y de exponer la estructura de los tomos, detenindonos slo oca-sionalmente para preguntarnos si nuestras percepciones de la realidadson verdaderas. Mientras que una interpretacin errnea de la historia del

    universo no hace dao, excepto quiz para el ego de su proponente, una es-timacin errnea de nuestra capacidad de controlar el medioambiente pue-de ser desastrosa. Es menester, entonces, examinar cuidadosamente nues-tra situacin. Cules son los aportes relativos de nuestras herencias biol-gica, social y cultural? Las limitaciones biolgicas sobre el comportamien-to cultural igualan o exceden el impacto de la cultura sobre los procesos bio-lgicos? Bajo qu circunstancias y en qu magnitud somos realmente capa-ces de ordenar o an de encauzar la evolucin de la cultura?

    Otro factor que inhibe la comprensin cientfica es la predisposicin

    inculcada en nosotros por los mismos fenmenos que estamos tratando deestudiar. Creemos que la posesin de conciencia cognitiva nos separa delos otros organismos y que nosotros solos podemos reconocer y resolverproblemas. De esta manera, cuando la caza y la recoleccin dejaron deproveer suficiente comida, nuestros ancestros resolvieron el problema conla domesticacin de plantas y animales; cuando la produccin de comidacay por debajo de los requerimientos de poblaciones en crecimiento, ellos

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    produjeron granos de ms alto rendimiento o mejoraron las condiciones

    para su crecimiento; cuando se necesit la alfarera, se la invent.La visin antropocntrica de que una respuesta beneficiosa a unproblema medioambiental no puede hacerse a no ser que el organismo es-t consciente de que existe un problema (Hardesty 1977: 28) contrasta con

    Tabla 1. Semejanzas entre los procesos culturales y biolgicos, vistascomo diferentes por los antroplogos

    Antroplogos Bilogos

    32/ Betty J. Meggers

    Las variaciones culturales ....no son capacesde una reproduccin y transmisin precisa depadres a hijos como lo son las variaciones ge-nticas; al contrario, ellas son susceptibles decombinacines y reinterpretacines infinitas.caracterstica de la variacin cultural la quehace que sea un proceso anlogo a la selec-cin natural cuestionable como responsablede la diferenciacin evolutiva (Hardesty 1977:38)

    ..la reproduccin sexual, la cual probable-mente ocurri temprano en la evolucin,obliga al reajuste de los programas genticosen las poblaciones que pueden entrecruzarse.Como resultado, cada programa gentico (esdecir cada individuo) es diferente de los otros.Este reacomodamiento permanente de loselementos genticos provee tremendas po-tencialidades de adaptacin (Jacob 1977:1166)

    Mientras la historia sociocultural humana,como la historia biolgica, implica procesosgenerales y predecibles, dadas las condicionesespecficas, su curso verdadero implica unainteraccin inmensamente compleja de pro-cesos socioculturales y ecolgicos, lo cual es,en su concrecin total, impredecible e irrepe-tible (Fallers 1974: 140).

    Mientras ms estudio la evolucin msestoy impresionado por la originalidad,la impredecibilidad y la irrepetibilidadde los eventos evolutivos (Mayr 1976:317).

    Cualquier teora de ecologa humana o cultu-ral que est basada en la proposicin de quelas relaciones del Hombre con la Naturalezapueden ser entendidas sobre la base de mto-dos y conceptos derivados de la ecologa bio-lgica, tiende a descuidar la variabilidad y laapertura del proceso del comportamiento hu-mano... (Bennett 1976: 245)

    El aspecto ms emocionante de la biologa esque , en contraste con la fsica y la qumica, no esposible reducir todos los fenmenos a unas po-cas leyes generales. Nada es tan tpicamentebiolgico como la interminable variedad de so-luciones que encuentran los organismos paraenfrentarse con desafos medioambientalessimilares(Mayr 1976: 424).

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    el principio biolgico de que cualquier cosa que aumente la probabilidad

    de supervivencia y el xito reproductivo ser seleccionada automticamen-te (Mayr 1976: 38). Podemos ignorar sin peligro la posibilidad de que lospatrones de comportamiento cultural se originaron y persisten por la selec-cin natural antes que por la seleccin consciente? O que las elecciones di-rigidas a una meta constituyen una manera de incrementar la variacin alazar sobre la cual puede operar la seleccin (Dunnell 1981: 210)? Podemosestar seguros de que la conciencia cognitiva no es una ilusin fomentadapor la seleccin natural como un mecanismo de adaptacin?

    Cuando nos miramos a nosotros mismos desde la perspectiva de laseleccin natural, podemos ver dos maneras principales de examinar lacuestin de como se adaptan los seres humanos. Una es la interfase entre labiologa y la cultura: en qu magnitud nuestro comportamiento tiene unabase gentica y cules son los efectos biolgicos de las prcticas culturales?La otra es el proceso de evolucin: en qu magnitud son las causas de cam-bio biolgico y cultural semejantes y cules son las consecuencias de las di-ferencias en los mtodos de transmisin de innovaciones?

    La interaccin biocultural se manifiesta en los efectos de la dieta, elconocimiento mdico, valores, relaciones sociales, y otras variables cultura-les sobre la estatura, expectativa de vida, frecuencia de patologas especfi-

    cas, fertilidad, y otras diferencias biolgicas entre individuos y poblaciones.Tambin existen correlaciones ms sutiles entre los atributos fisiolgicos ylas prcticas culturales. Las consecuencias genticas de la autodomestica-cin estn hacindose suficientemente salientes para despertar preocupa-cin sobre sus implicancias a largo plazo (Neel 1983). El aspecto comple-mentario de la interfase bioculturalla medida en la cual el comportamien-to cultural est encauzado biolgicamenteest siendo explorado por lossociobilogos. Claramente, el nuestro es un mundo simio, como fuera de-signado hace medio siglo (Day 1936), y nuestro comportamiento e institu-

    ciones seran diferentes si fueramos felinos o bovinos en lugar de primates.Queda por ser establecido si expresiones culturales especficas reflejan dife-rencias biolgicas entre poblaciones humanas, antes que la operacin deprocesos selectivos semejantes a aquellos responsables por las configura-ciones biolgicas.

    Quiero aplicar la perspectiva de la teora evolucionista a la cuestinde cmo se adaptan los seres humanos. Si miramos hacia atrs el camino

    Explicando el curso de los eventos humanos / 33

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    que siguieron nuestros ancestros, podemos ver que el comportamiento pro-

    gramado genticamente era paulatinamente suplementado y luego progre-sivamente suplantado por el comportamiento aprendido como medio dearticulacin de individuos con sus medioambientes. La cultura, que es laculminacin de esta tendencia y el modo dominante de adaptacin del Ho-mo sapiens, es un tipo especializado de comportamiento aprendido. Los in-dividuos quienes podan mejorar lo que se les enseaba y transmitir un c-mulo de informacin ms grande y ms fiable a sus contemporneos y des-cendientes daban a los timos una mejor posibilidad de sobrevivencia.Mientras ms se elaboraran las prcticas culturales, aquellos individuos ygrupos que las posean eran capaces de reducir mejor el impacto de las cri-sis devastadoras. Nuevamente, los ms hbiles sobrevivan y se multiplica-ban.

    Aunque el objeto primario de la seleccin natural se ha movido pau-latinamente de la fuerza y la agilidad biolgica hacia las herramientas y elconocimiento cultural, los procesos iniciados cuando comenz la vida hanpermanecido (aparentemente) sin cambio. Los mismos principios rigen laprogresin biolgica desde los organismos unicelulares hasta los mamferossuperiores y la progresin cultural desde las bandas familiares hasta los su-perpoderes (Bonner 1980).

    Visualizar el comportamiento cultural a travs de lentes distorciona-dos por la exposicin a las teoras y mtodos de las ciencias naturales sugie-re que mucha de la confusin, discordia, incertidumbre y tensin generalprevaleciente entre los cientficos sociales refleja el fracaso para alcanzardos metas fundamentales para la investigacin cientfica: (1) desarrollar unmarco terico general til para identificar clases de datos culturales signifi-cativos y para generar hiptesis para explicarlos y (2) liberarnos suficiente-mente de las predisposiciones negativas implantadas por la cultura para po-der examinar objetivamente el comportamiento humano. Estos dos hilos

    estn entretejidos: hasta que no consigamos objetividad, no podremos in-crementar nuesta comprensin cientfica, pero la adquisicin de la com-prensin requiere ms objetividad de la que poseemos ahora.

    Nuestra bsqueda de comprensin est impedida an ms por el he-cho de que nuestras herramientas no solamente son parte de nuestro obje-to de estudio, sino que se han desarrollado en el contexto de una variedadde cultura particular. La fuerza de este obstculo es evidenciada por el pro-

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    Su contraparte cultural, la difusin, dispersa las ideas y los objetos entre las

    poblaciones humanas.La distribucin al azar, tambin conocida como el efecto fundador,causa una representacin desigual de genes ancestrales entre dos o ms po-blaciones previamente interactuantes, conduciendo a su diversificacin.Divergencias semejantes se observan en el comportamiento cultural y en elidioma de grupos humanos cuya comunicacin ha sido reducida o termina-da. Finalmente, la deriva gentica, la cual cambia paulatinamente la repre-sentacin de alelos en una poblacin, es homloga a la deriva cultural, lacual produce alteraciones graduales en el comportamiento cultural.

    La variabilidad biolgica y cultural comparten otras caractersticas.La mayora de las innovaciones biolgicas o no llevan a una ventaja inme-diata o son nocivas para sus poseedores (Mayr 1976: 522; Blute 1979: 56). Laliteratura etnogrfica da f de la represin y el ostracismo que se impone alos individuos desviados, cuyo comportamiento se cree que amenaza la se-guridad de la comunidad. Aunque una diversidad interna mayor es toleradapor las sociedades complejas, todava penalizamos a los inconformes (v.g.usuarios de drogas y homosexuales), quienes parecen desafiar la validez delos valores e instituciones dominantes.

    La produccin contnua y al azar de innovaciones tanto biolgicas co-

    mo culturales provee el potencial para un rpido reajuste cuando un com-portamiento exitoso se torna obsoleto. La velocidad con la cual ciertos tiposde insectos han desarrollado tolerancia a los pesticidas es un ejemplo dra-mtico de la importancia que para una especie tiene el mantener la hetero-geneidad biolgica. Las prcticas culturales minoritarias han jugado pape-les semejantes durante perodos de crisis. Las religiones mundiales domi-nantes muestran su rastro en cultos locales insignificantes, cuyos valoresfueron preadaptados para la manutencin del orden bajo condiciones pol-ticas y econmicas diferentes.

    De vez en cuando, una innovacin extraa inicia una nueva lnea deevolucin. Entre los animales, los insectos y los vertebrados parecen habersurgido de especies ancestrales distintas que desarrollaron especializacio-nes peculiares (Mayr 1976: 522). Entre las culturas, la invencin de la m-quina a vapor, fue seguida por consecuencias impredecibles y penetrantes.Hoy, nuestras vidas estn siendo drsticamente alteradas por la ramifica-cin explosiva de la microelectrnica.

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    Perpetuacin Diferencial de Innovaciones

    Los mecanismos para la perpetuacin diferencial de las innovacionesbiolgicas y culturales son tambin semejantes, como debera esperarse siel proceso evolucionista fuera universal. Muchos cientficos sociales se opo-nen a aplicar el trmino seleccin natural a los fenmenos culturales y hanpropuesto sustituirlo por seleccin cultural (v.g. Durham 1976: 91). Debi-do a que el concepto de seleccin natural es anterior al descubrimiento delos medios genticos de transmisin de variaciones biolgicas, y a que losmismos tipos de procesos pueden ser observados entre fenmenos biolgi-cos y culturales, me alneo con aquellos que prefieren una definicin no ge-ntica de la seleccin natural (v.g. Richardson 1977: 14)

    Entre las manifestaciones de procesos selectivos compartidos por losfenmenos biolgicos y culturales estn la radiacin adaptativa (Kottak1977; Linares 1977), la especializacin de nichos (Despres 1969), el mutua-lismo (Peterson 1978), la exclusin competitiva (Margolis 1977), la conver-gencia fenotpica (Rhodes y Thompson 1975; Adams 1966; Meggers 1972), yel equilibrio en las razones rea-diversidad (Terrell 1977). El espacio dispo-nible no permite ejemplificar todos estos, y algunos, como la exclusincompetitiva, son obvios. La mayora de nosotros lo experimentamos al en-

    contrar un cnyugue, al ganar admisin a una universidad, al conseguir tra-bajo, al obtener fondos para un proyecto de investigacin o un prstamo pa-ra comprar una casa y en otras innumerables situaciones. Las sociedadesms pequeas y simples salen perdiendo frente a las ms grandes y avanza-das, un proceso que se mueve en muchas partes del mundo actual. Losejemplos biolgicos y culturales de convergencias y de proporciones rea-diversidad ilustran su semejanza.

    La convergenciael surgimiento de formas similares de anteceden-tes diferenteses una de las expresiones ms fascinantes del proceso evolu-

    tivo. Puede manifestarse biolgicamente en el desarrollo independiente deestructuras que parecen diferentes pero que desempean la misma funcin,como las alas de murcilagos y pjaros y las colas bifurcadas de ballenas ypeces, o puede llevar a semejanzas morfolgicas sorprendentes, tales comolas alas membranosas de murcilagos y de pterodctilos o las hojas conpuntas goteantes y los contrafuertes horadados de los rboles en la selvatropical.

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    Especies no emparentadas que ocupan nichos equivalentes en conti-

    nentes diferentes pueden parecerse unas a otras ms que con sus parientesbiolgicos. Entre los ejemplos de la fauna mamfera de los trpicos africa-nos y americanos estn los pangolines y los armadillos, los hipoptamospigmeos y los capyvaras, los antlopes reales y los agoutis (Bourlire 1973:Fig. 1). En mayor escala, comunidades de plantas pueden ser tan parecidasque slo un especialista puede decir si una fotografa dada retrata, por ejem-plo, a un paisaje desrtico en la provincia de Catamarca, Argentina, o a unaforesta de cacti saguaro en el sur de Arizona de los Estados Unidos.

    Las convergencias culturales son igualmente impresionantes. Losrasgos y complejos prehistricos de regiones ampliamente separadas conmedioambientes semejantes son a menudo extraordinariamente parecidas.En los tiempos del contacto europeo, las florestas del este de Amrica delNorte y de la cuenca amaznica de Amrica del Sur estaban habitados poragricultores itinerantes, quienes vivan en casas comunales de troncos y pa-

    ja, a menudo rodeadas por empalizadas defensivas; contemporneamente,los desiertos del suroeste de los Estados Unidos y del noroeste de Argentinafueran ocupados por grupos que practicaron la agricultura seca o la irriga-cin, vivieron en pueblos multihabitacionales, y decoraron su alfareracon motivos geomtricos idnticos, realizados en negro sobre un fondo

    blanco (Meggers 1972). Las formas de vida tradicionales en el altiplano deSuiza y los Himalayas comparten detalles de cultura material, tcnicas desubsistencia, tenencia de la tierra, y organizacin sociopoltica, incluyendoelementos tan especficos como matrimonio retardado, alta frecuencia decelibato, y baja tasa de nacimiento (Rhodes y Thompson 1975).

    La evolucin de la sociedad urbana en el Mxico precolombino siguia aquella de Mesopotamia por varios milenios, pero los tipos de institucio-nes sociopolticas y religiosas, y sus secuencias cronolgicas en las dos re-giones son muy semejantes. Adams, quien hizo una comparacin detallada,

    concluy que Hemos tratado con ejemplos independientemente recurren-tes de una secuencia causa-efecto nica y fundamental que no implic lareconstitucin de un patrn predeterminado, sino una interaccin continuade fuerzas complejas y localmente distintivas, cuyas formas y efectos espe-cficos no pueden ser abstrados totalmente de sus contextos geogrficos ehistricos inmediatos (1966: 173). Un bilogo no podra haberlo expresadomejor.

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    Las convergencias culturales son a menudo interpretadas por los an-

    troplogos como prueba de la creatividad humana, antes que como conse-cuencias de la seleccin natural, pero algunos tipos de patrones comparti-dos por las configuraciones biolgicas y culturales son ms difciles de des-cartar de esta manera. Consideremos, por ejemplo, la correspondencia en-tre la razn de rea-diversidad exhibida por la fauna avcola y los idiomas in-dgenas en las Islas Salomn (Figs.1-2; Tabla 1) en el oeste de Melanesia (Te-rrell 1977). Los biogegrafos han encontrado que el nmero de especies deaves terrestres y de agua dulce en cada una de las islas principales del archi-pilago est tan cercanamente correlacionado con su tamao que el nme-ro equilibrado de especies de una isla puede ser predicho si su tamao esconocido. Factores medioambientales, tales como la diversidad crecientede los nichos con el incremento del tamao, son la base de esta regla, perola rigidez de la razn es notable.

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    Figura1. Razn entre el rea de la isla y el

    nmero de especies de pjaros terrestres y

    de agua dulce en las Islas Salomn de Me-

    lanesia (segn Terrell 1977, Fig. 3a).

    Figura 2. Razn entre el rea de la isla y el nme-

    ro de idiomas indgenas hablados en las Islas Sa-

    lomn (segn Terrell 1977, Fig. 5).

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    Ms notable an es el descubrimiento de que el nmero de idiomas

    hablados en una isla dada es tambin cercanamente predecible por su rea.Como los idiomas no tienen una dimensin ecolgica aparente, se podraesperar que el monolingismo sera ventajoso. No hay una explicacin ob-via para esta correspondencia, ms que la existencia de fuerzas selectivasfundamentales semejantes, actuando tanto en el sistema biolgico como enel cultural. Si esto es aceptado, debemos entonces preguntarnos cunto denuestro comportamiento est gobernado por tales imperativos no percibi-dos? Canto control tenemos realmente sobre los procesos bsicos quenos enredan?

    Transmisin de Innovaciones

    Las diferencias en mtodos de transmisin de fenmenos biolgicosy culturales tienen consecuencias evolutivas significativas. Las innovacio-nes biolgicas son perpetuadas principalmente por la reproduccin, la cuales una calle de una sola va. Los hijos heredan de sus padres, pero no pue-den reciprocar. Es ms, la composicin gentica de cada individo se deter-mina en el momento de su concepcin. Aunque novedades con valor adap-tativo pueden difundirse rpidamente en poblaciones de procreacin rpi-

    da, ellas estn confinadas dentro de la especie. En cambio, las innovacionesculturales, siendo transmitidas por el aprendizaje, burlan las barreras de pa-rentesco, edad, sexo, generacin, raza, idioma, y un proximidad fsica. Elaprendizaje tambin elimina la necesidad de repetir secuencias de desarro-llo e invenciones. La cantidad y la variedad de mecanismos para facilitar ladifusin del conocimiento testifican los beneficios de este atajo (Meggers1985) y la velocidad con la cual pueden difundirse las innovaciones es im-presionante. La aparicin de puntas de proyectil de piedra en el extremo surdel Hemisferio Occidental unos pocos siglos despus de su adopcin por los

    paleoindios norteamericanos es un ejemplo particularmente impresionan-te. Las nuevas tecnologas pueden ser empleadas por grupos que obtienenel producto final por medio del comercio, en lugar de aprender los mtodospara su manufactura. Los individuos y las comunidades pueden pasar di-rectamente de la Edad de Piedra a la Edad Nuclear en pocas semanas o anen pocas horas (Fig.3).

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    Las ventajas de la transmisin cultural de innovaciones sobre la

    transmison biolgica estn compensadas por desventajas potencialmenteserias. A nivel biolgico, un flujo de genes no bloqueado sera nocivo porquepodra disolver las combinaciones adaptativas tan rapidamente como las noadaptativas. Las barreras genticas entre las especies son un compromisoque permite tanto la variacin intra-especfica como la diversificacin inter-especfica (Mayr 1976: 19, 519). Las combinaciones exitosas pueden ser per-petuadas y las inferiores eliminadas por seleccin natural. En el nivel cul-tural, la tremenda capacidad para la dispersin de ideas e invenciones queconllevan superioridad adaptativa es tambin incompatible con el desarro-llo y mantenimiento de configuraciones sociales viables.

    Hay evidencia abundante de que barreras comparables a aquellasque impiden el flujo gentico entre especies previenen la difusin masiva deinnovaciones culturales. Entre estas estn la difundida actitud de que losmiembros de otros grupos son inferiores e indignos de imitacin; la visin deque los rasgos culturales son tan inalienables como las caractersticas biol-gicas y por lo tanto imposibles de adquirir; la creencia que los extranjeros sonhostiles y que se deben evitar las relaciones con ellos. Mecanismos que im-piden el flujo cultural se vinculan con mtodos de afirmacin de la identidadtnica del grupo, tales como patrones de pintura corporal, vestimenta, esti-

    los de pelo, banderas, restricciones dietticas, ceremonias, mitos, jerga, yotros tipos innumerables de emblemas. La importancia de estos mecanis-mos de aislamiento queda claramente testificada por la desmoralizacin y ladesintegracin que resultan cuando cesan de ser adecuados.

    Un cambio reciente de actitud entre la poblacin de los Estados Uni-dos es interesante en esta conexin. Hasta hace unas pocas dcadas, la me-ta de las minoras era la de integrarse, de dejar atrs el comportamiento, losvalores y la evidencia material de sus antecedentes. Ahora, el nfasis est enla preservacin de la identidad tnica y racial. Ha ido la homogeinizacin

    cultural demasiado lejos? La comunicacin instantnea por radio y televi-sin, el translado rpido de gente y mercancas, y la estandarizacin a nivelnacional de comida, ropa, transporte y entretenimiento da un barniz deapariencia homogneo en una escala sin precedentes. Estamos aprendien-do del peligro del monocultivo entre las plantas domesticadas; es tan peli-groso culturalmente como lo es biolgicamente?. Estn trabajando meca-nismos profundos de seleccin natural para preservar la heterogeneidadcultural?

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    La cultura no solamente proporciona la oportunidad de adoptar tc-

    nicas e ideas inventadas en otros lugares, tambin permite el traslado degrandes cantidades de mercancas de un lugar a otro. Esta capacidad pue-de ser tambin un beneficio combinado. En tanto que la supervivencia de-pendi de un xito a largo plazo en la explotacin del medioambiente inme-diato, un grupo que excedi su provisin de alimentos o que experimentescasz por causas naturales era forzado a corregir el desbalance incremen-tando temporalmente su tasa de muerte, alterando su patrn de subsisten-cia, o emigrando. A travs de los milenios, los procedimientos que minimi-zarn el estrs de subsistencia y la degradacin medioambiental fueron per-petuados e institucionalizados.

    En la Amazona, las aldeas eran pequeas, temporales, y dispersas; lacomida se obtena por medio de la caza, la pesca, la recoleccin de plantassilvestres, y el cultivo en claros temporarios en la floresta. Varias costum-bres, tabes y actitudes mantenan el tamao de la poblacin compatiblecon la capacidad de carga. Los seres humanos estaban integrados dentrodel ecosistema, afectndolo poco ms que otros componentes de la biota.En el extremo opuesto, el paisaje natural del norte de China era paulatina-mente remodelado hacia un ecosistema artificial estable, que pudiese sus-tentar indefinidamente una poblacin humana densa.

    En otros tiempos y lugares, configuraciones culturales aparentemen-te exitosas evolucionaban y luego se desintegraban. Fue el cambio climti-co la causa del fracaso de la subsistencia? Sobrepas la poblacin sus recur-sos alimenticios? O factores culturales, como la guerra, la insurreccin, ladistribucin desigual de la riqueza, y la transformacin ideolgica alteraronel balance? La dificultad para evaluar la evidencia se testifica por el debatecontnuo sobre el colapso de la civilizacin Maya poco antes del contactoeuropeo.

    Medidas compensatorias culturales, tales como el transporte de co-

    mida, materias primas y mercancas terminadas de la regin de origen ha-cia consumidores cada vez ms distantes, hacen posible configuracionesadaptativas ms grandes y ms estables. Ellas tambin han permitido anuestra especie expandirse temporal o permanentemente dentro de hbi-tats donde se excluya la autosuficiencia. Ahora, son capaces de amortiguarlos efectos del cambio medioambiental local en una escala sin precedentes,no slo salvando de la extincin de poblaciones que rebasan su suministro

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    de comida, sino permitindoles siguir creciendo. Pero el tamao y la com-

    posicin de nuestro planeta estn fijados,como lo estn los parmetros den-tro de los cuales puede existir la vida tal como la conocemos. Estamos cam-biando estos parmetros tan rpidamente que muchos otros tipos de orga-nismos son incapaces de adaptarse. Si nuestra especie sobrevivir es unacuestin que todava no podemos contestar.

    El Contexto Cultural de la Percepcin

    Una de las razones por la que no podemos evaluar las consecuenciasde nuestras acciones es que nuestras percepciones estn programadas tan-to por la cultura como por el lenguaje. Aunque los fsicos y los astrnomoshan sido obligados a reconocer que los conceptos tradicionales de tiempo yespacio no necesariamente guardan relacin con el comportamiento delcosmos, generalmente se asume que la comprensin de los procesos natu-rales y culturales est dentro de nuestra capacidad y depende primariamen-te del desarrollo de instrumentos apropiados y de la identificacin de las re-laciones claves. La magnitud en que nuestras imaginaciones estn restrin-gidas por la gramtica de nuestros idiomas es rara vez considerada.

    La falacia de creer que las leyes de la lgica son las mismas para todos

    los observadores, no importa el idioma que ellos hablen, fue sealada porWhorf hace ms de cincuenta aos. El not que la visin del mundo queprevalece hoy creci en el contexto de los idiomas indo-europeos, los cualestratan al tiempo como una entidad que puede ser medida y contada ycon-secuentementegastada, desperdiciada o ahorrada. Otros idiomas tratan altiempo como un proceso, una continuidad o un ciclo. No se puede hablarde diez das de la misma manera como se lo hace al referirse a diez libros odiez casas. El verano no es una unidad, sino un perodo con ciertas caracte-rsticas climticas. En la opinin de Whorf: Si una civilizacin como la

    nuestra podra ser posible con un manejo lingustico del tiempo amplia-mente diferente es un gran interrogante.... Por supuesto, estamos estimula-dos a usar calendarios y relojes, y para tratar de medir el tiempo de maneracada vez ms precisa; esto ayuda a la ciencia, y la ciencia a su turno, siguien-do estas muy utilizadas grietas culturales, devuelve a la cultura un cmulosiempre creciente de aplicaciones, hbitos, y valores, con los cuales la mis-ma orienta nuevamente a la ciencia (1941b:89).

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    Cuando tenemos dificultad en imponer nuestra actitud respecto al

    tiempo en gente cuyos idiomas y culturas lo tratan de manera distinta, losacusamos de indolencia, estupidez y obstinacin. Como idiomas con gra-mticas muy diferentes pueden ser hablados por la misma persona, asumi-mos erradamente que los procesos del pensamiento y los comportamientosasociados son fcilmente traducibles.

    Otro elemento de los idiomas indo-europeos que colorea nuestraspercepciones es la construccin de oraciones con sujeto y predicado. Algo oalguien realiza una accin. Cuando analizamos los eventos desde esta pers-pectiva, probablemente los simplificamos. Por ejemplo, el hecho de que loscocodrilos comen pescado implica que su eliminacin proporcionar ma-

    yor disponibilidad de pescado para el consumo humano. Sin embargo, eleliminarlos de un tributario del Amazonas tuvo un efecto contrario. Huboun pronunciado decrecimiento en la abundancia de pescado. Un eclogoestudi la cadena alimenticia y encontr que los cocodrilos contribuan msen nutrientes al rgimen acutico local que lo que extraan en comida. Sucontribucin era, de hecho, esencial para el mantenimiento de la cadena ali-menticia (Fittkau 1970). Nadie sabe si las estructuras de los idiomas indge-nas amaznicos, los cuales son muy diferentes de los indo-europeos, facili-taron la adaptacin de sus hablantes por impedir percepciones errneas se-

    mejantes, pero valdra la pena hacer tal investigacin.La gran variedad de formas de percepcin incorporadas dentro de los

    cientos de idiomas que han sido registrados es un recurso que rara vez ha si-do reconocido, tal vez porque nos han enseado que todos los idiomas pue-den ser traducidos a todos los otros. Mientras sto es verdad en trminosgenerales, distinciones sutiles se pierden an entre idiomas que estn cerca-namente relacionados. La facilidad del portugus para transformar sustan-tivos en verbos permite matices que no pueden ser preservadas en la traduc-cin al ingls. Diferencias de percepcin mucho ms profundas se ocultan

    al traducir idiomas con estructuras gramaticales, formas de clasificar even-tos, y formas de lgica distintas (Figs. 4 y 5). Whorf observa que el examende otros idiomas y la posibilidad de nuevos tipos de lgica que han sido pro-puestos por los estudiosos modernos sugiere que este asunto puede ser sig-nificativo para la ciencia moderna. Nuevos tipos de lgica pueden eventual-mente ayudarnos a comprender cmo es que los electrones, la velocidad dela luz y otros componentes de la temtica de estudio de la fsica parecencomportarse ilgicamente, o que los fenmenos que desobedecen el robus-

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    to sentido comn de antao pueden ser sin embargo verdaderos

    (1941a:20).

    Figura 5. En ingls y nootka (un idioma indio norteamericano) se emplean distin-

    tos conceptos para describir el mismo evento. La oracin en ingls es divisible en

    sujeto y predicado; la equivalente nootka es una palabra, consistente en la raz

    tlimsh con cinco sufijos. Aunque es difcil de comprender para un hablante de

    ingls, la formulacin nootka es completa y lgica (segn Whorf 1941a, Fig.2).

    Figura 4. Las diferentes formas de separar los significados (pensamientos) emplead-

    os en ingls y Shawnee (un idioma indio norteamericano) para describir el mismo

    procedimientoaquel de limpiar un arma pasando una baqueta a lo largo de

    ellarefleja distintos tipos de lgica. Los pronombres I e it en ingls tienen el

    mismo significado que ni y a en Shawnee y no son representados (segn Whorf

    1940, Fig. 1).

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    l enfatiza la importancia de preservar la diversidad lingstica para

    escapar a la trampa etnocntrica, al decir: Creo que aquellos quienes ima-ginan un mundo futuro donde se hable solamente una lengua, sea el ingls,el alemn, el ruso o cualquier otro, sostienen un ideal mal orientado y le ha-ran el peor servicio a la evolucin de la mente humana. La cultura occiden-tal ha hecho por medio del idioma, un anlisis provisional de la realidad ymantiene inflexiblemente aquel anlisis como el final. Los nicos correcti-vos descansan en todas aquellas otras lenguas, las cuales por iones de evo-lucin independiente, han llegado a un anlisis provisional diferente, peroigualmente lgico (1941a:23).

    Algunas Implicancias

    Admitir que somos productos de la evolucin nos obliga a confrontarvarios hechos que preferiramos ignorar. Uno es que la seleccin natural esoportunista y amoral. La compasin y la caridad son conceptos extraos;tendra y debera son verbos irrelevantes. Muchas ms especies se hanextinguido que las que ahora sobreviven. Paisajes ntegros, compuestos deflora y fauna tan improbables hoy como aquellos de ciencia ficcin, hanaparecido y desaparecido. No somos importantes en la historia de nuestro

    planeta, el cual se desenvolvi muy bien sin nosotros por varios cientos demillones de aos. Si perdemos la flexibilidad para adaptarnos, tambin nosextinguiremos. En ese caso, otras especies tomarn nuestro lugar, llenarnnuestro nicho y seguirn con el proceso evolutivoa no ser que, al pasar, al-teremos las condiciones para la vida de tal manera que ninguna forma org-nica existente pueda sobrevivir.

    Otro factor crtico es nuestra ignorancia acerca de los procesos funda-mentales de la naturaleza. Estamos comenzando a ver que las interaccionesbiolgicas son encauzadas por reacciones qumicas y fsicas, y que estas a su

    turno estn gobernadas por fuerzas fsicas tremendamente poderosas. Aun-que la fsica es una disciplina antigua, todava los fsicos estn descubrien-do entre los tomos y las estrellas novedades que resisten explicacin. Labiologa es mucho ms joven y ha llegado lejos desde los das pre-darwinia-nos, pero recin estamos comenzando a apreciar la madeja maravillosa delcdigo gentico, la diversidad sorprendente de los seres vivientes y la com-plejidad increble de los ecosistemas. Las ciencias sociales apenas han pe-

    Explicando el curso de los eventos humanos / 47

  • 7/21/2019 Evolucin y Difusin Cultural [Unlocked by Www.freemypdf.com]

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    netrado en el complejo laberinto de las estructuras e interacciones cultura-

    les, obstaculizadas an ms que los fsicos y los bilogos por los sesgos in-culcados por nuestras particulares herencias culturales y lingsticas.Dado el nivel de incertidumbre dentro de cada uno de estos campos

    cientficos, no es sorprendente que las interacciones entre los fenmenos f-sicos, biolgicos y culturales sean an ms difciles de definir. Los ecologis-tas, agrnomos, climatlogos y otros que tratan de sintetizar el conocimien-to sobre climas, suelos, cultivos y combustibles y de predecir el impacto delas manipulaciones y los aportes tecnolgicos, pueden solamente emitir ad-vertencias porque, aunque todos los organismos afectan a sus entornos,ninguno antes de nosotros parece haber alterado las condiciones de mane-ra irrevocable a una escala planetaria y a un ritmo tan rpido.

    Una tercera implicancia es que nuestra habilidad para controlar elcurso de los eventos humanos es una ilusin. La confianza es adaptativa ymuchas prcticas culturales tienen como una de sus funciones el manteni-miento de la confianza. Los mitos nos dicen que fuimos creados para regirla tierra; los ri