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Historia de Europa Oxford Editor de la colección: T. C. W. Blanning PLAN DE LA OBRA: La Grecia clásica (publicado) Robin Osborne Los romanos (pub!. prevista: 2004) La alta Edad Media (pub!. prevista: 2004) Rosamond McKitterick El eenit de la Edad Media (publ. prevista: 2004) DavidPower La baja Edad Media (pub!. prevista: 2003) Maleolm Vale El siglo XVI (pub!. prevista: 2003) Evan Cameron El siglo XVII (pub!. prevista: 2003) Joseph Bergin El siglo XVIII (publ. prevista: 2002) T. C. W. Blanning El siglo XIX (publ. prevista: 2002) T. C. W. Blanning Europa 1900-1945 (pub!. prevista: 2002) Julian [ackson Europa desde 1945 (publicado) Mary Fulbrook Historia de Europa Oxford Editor de la colección: T. C. W. Blanning Europa desde 1945 Edición de Mary Fulbrook Traducción castellana de [oan L1uís Riera CRÍTICA Barcelona ÜXFüRD VNIVERSITY PRESS

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Historia de Europa OxfordEditor de la colección: T. C. W. Blanning

PLAN DE LA OBRA:

La Grecia clásica (publicado)

Robin Osborne

Los romanos (pub!. prevista: 2004)

La alta Edad Media (pub!. prevista: 2004)

RosamondMcKitterick

El eenit de la Edad Media (publ. prevista: 2004)

DavidPower

La baja Edad Media (pub!. prevista: 2003)

Maleolm Vale

El siglo XVI (pub!. prevista: 2003)

Evan Cameron

El siglo XVII (pub!. prevista: 2003)

Joseph Bergin

El siglo XVIII (publ. prevista: 2002)

T. C. W. Blanning

El siglo XIX (publ. prevista: 2002)

T. C. W. Blanning

Europa 1900-1945 (pub!. prevista: 2002)

Julian[ackson

Europa desde 1945 (publicado)

Mary Fulbrook

Historia de Europa OxfordEditor de la colección: T. C. W. Blanning

Europa desde 1945

Edición de Mary Fulbrook

Traducción castellana de[oan L1uís Riera

CRÍTICABarcelona

ÜXFüRDVNIVERSITY PRESS

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Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorización escrita de los titulares del copy­

right, bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproducción total o parcial de esta obrapor cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento infor­mático, y la distribución de ejemplares de ella mediante alquiler o préstamo públicos.

© Oxford University Press 2001Europasince1945 was originally published in Bnglish in 2001. This translation

is published by arrangement with Oxford University Press.Europadesde1945 se publicó originalmente en inglés en 2001. Esta traducción

se publica por acuerdo con Oxford University Press.© 2002 de la traducción castellana para España y América:

EDITORIAL CRITICA, S. L.

Provenlfa, 26008008 Barcelonae-mail: editorialé'ed-critica.eshttp://www.ed-critica.es

ISBN: 84-8432-308-0Depósito legal: B. 3556-2002Impreso en España2002. _A & M Orafic, S. L., Santa Perpetua de Mogoda (Barcelona)

Prefacio del editor de la colección

Escribir una historia general de Europa es una tarea que presenta muchosproblemas, pero lo más dificil, sin duda, es conciliar la profundidad delanálisis con la amplitud del enfoque. Todavía no ha nacido el historiadorcapaz de escribir con la misma autoridad sobre todas las regiones del con­tinente y sobre todos sus variados aspectos. Hasta ahora, se ha tendido aadoptar una de las dos soluciones siguientes: o bien un único investigadorha intentado realizar la investigación en solitario, ofreciendo una pers­pectiva decididamente personal del periodo en cuestión, o bien se ha reu­nido a un equipo de expertos para que redacten lo que, en elfondo, es másbien una antología. La primera opción brinda una perspectiva coherente,pero su cobertura resulta desigual; en el segundo caso, se sacrifica la uni­dad en nombre de la especialización. Esta nueva serie parte de la convic­ción de que es este segundo camino el que presenta menos inconvenientesy que, además, sus defectos pueden ser contrarrestados, cuando menos engran parte, mediante una estrecha cooperación entre los diversos colabo­radores, así como la supervisión y encauzamiento del director del volu­men. De esta forma, todos los colaboradores de cada uno de los volúmeneshan leído el resto de capítulos, han analizado conjuntamente los posiblessolapamientos u omisiones y han reescrito de nuevo sus aportaciones, enun ejercicio verdaderamente colectivo. Para reforzar aún más la coheren­cia general, el editor de cada volumen ha escrito una introducción y unaconclusión, entrelazando los diferentes hilos para formar una sola trenza.En este ejercicio, la brevedad de todos los volúmenes ha representado unaventaja: la necesaria concisión ha obligado a centrarse en las cuestionesmás relevantes de cada periodo. No se ha hecho el esfuerzo, por tanto, decubrir todos los ángulos de cada uno de los temas en cada uno de los pa­íses; lo que sí les ofrecemos en este volumen es un camino para adentrar­se, con brevedad, pero con rigor y profundidad, en los diferentes periodosde la historia de Europa y sus aspectos más esenciales.

T. C. W. Blanning

Sidney SussexCollege

Cambridge

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6

Relacionesinternacionales y deseguridad en EuropaKlaus Larres

Hasta 1989-90, la historia de Europa desde 1945 se caracterizó por la di­visión del continente en dos bloques enfrentados dominados el uno porlos Estados Unidos de América y el otro por la Unión Soviética. Muy po­cos países europeos lograron mantenerse realmente neutrales. Duranteestas cuatro décadas y media la historia de Europa Occidental se fue hil­vanando con cuatro hilos diferentes pero fuertemente entrelazados: laguerra fría, el movimiento de integración europea, la relación transatlán­tica entre Europa Occidental y Estados Unidos, y el control autoritarioejercido por la URSS sobre la Europa del Este. Hasta el fin de la guerrafría y la disolución de la Unión Soviética en diciembre de 19911a5nacio­nes de Europa del Este no pudieron participar en el proceso de inte­gración europea ni en las relaciones transatlánticas. Además, por lo querespecta a la guerra fria, casi nunca tuvieron otra elección que ser espec­tadores pasivos y leales partidarios de la URSS.También la relación entrelos paises de Europa Occidental y los poderosos Estados Unidos de Améri­ca tenía su parte de inquebrantable lealtad. Pero la posición hegemónicade Washington en Europa Occidental era de una naturaleza cualitativa­mente muy distinta de la del imperio ganado coercitivamente por Moscúen el Este del continente.

El continente europeo tenía en común que todos sus países se vieroninvoluntariamente expuestos a ingentes sacrificios económicos, financie­ros y político-culturales que impusieron en el mundo la guerra fría en ge-

RELACIONES INTERNACIONALES Y DE SEGURIDAD EN EUROPA 205

neral y el conflicto entre superpotencias en particular. Sin duda fueron lasnaciones del Este las que soportaron elpeso de los sacrificios más severos.Durante la guerra fría la calidad y cantidad de producción industrial y,por consiguiente, la calidad de vida se mantuvieron terriblemente bajasen naciones como Bulgaria, Rumanía y Albania, las más pobres de todas)pero también en Polonia, Checoslovaquia! y Hungría. Estos países no seencontraban en posición de competir con los milagros económicos quecaracterizaron el desarrollo de los años cincuenta y sesenta en AlemaniaOccidental, países del Benelux, Francia, Gran Bretaña, Escandinavia e Ita­lia. Además) en los años setenta y ochenta España, Portugal y Grecia, y

más tarde Irlanda en los noventa, experimentaron también sus propios«milagros económicos». En particular, Alemania Occidental prosperódurante toda la era de posguerra y logró integrarse plenamente en elmundo occidental. La Alemania del Este tuvo que pagar por la solucióntemporal al problema alemán: la división del país realizada entre 1945 y1949. Sólo desde la caída del Muro de Berlín en noviembre de 1989 se haproducido una cierta convergencia en el continente europeo. Los paísesde Europa Occidental y Oriental han comenzado a reconectarse gradual­mente entre sí y a descubrir su herencia europea común.

Este capítulo trata de las experiencias de la Europa Occidental y Orien­tal durante la guerra fría antes de pasar a analizar el desarrollo de una Eu­ropa cada vez más integrada desde 1990 que) paradójicamente, parece ca­racterizarse por un entusiasta multilateralismo y) al mismo tiempo) undeseo de unidad. El capítulo se organiza en varias secciones temáticas.Comienza con una breve mirada al papel de la ideología en la historia deEuropa. Luego se presta atención al concepto de año cero y a la impor­tancia del problema alemán en la Europa post-1945. Le síguen varias par­tes donde se analiza el desarrollo de la Europa Occidental y Oriental du­rante la guerra fria. La última sección se dedica al desarrollo de laintegración europea y de las instituciones europeas comunes desde prin­cipios de los años cincuenta hasta finales de los noventa.

1 El1 de enero de 1993 la República Socialista Checoeslovaca (Checoslovaquia) se disol­vió para ser reemplazada por dos estados soberanos (enlazados por una unión arancelariay comercial): la República Eslovaca y la más próspera República Checa, con el antiguo es­

critor de teatro y disidente VaclavHavel como presidente.

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Factores ideológicos de la historiade la Europa de posguerra

207RELACIONES INTERNACIONALES Y DE SEGURIDAD EN EUROPA

mania Occidental, estuvo presidida por fuertes creencias democristianasy socialdemocráticas en los valores de una economía de mercado social yregulada, en la economía keynesiana y en el estado del bienestar. Habíande vérselas con una filosofía muy distinta en Estados Unidos, donde du­rante la mayor parte del período de posguerra predominó la doctrina dellibre comercio, que contemplaba la eliminación de tarifas proteccionistasy restricciones monetarias y abogaba por el desarrollo de una economíade mercado libre de toda inhibición con un fuerte énfasis en la economía de

oferta.Otro importante factor semi-ideológico de desacuerdo entre Washing­

ton y muchos países de Europa Occidental durante la era post-1945 te­nía que ver con la OTAN, con la estrategia militar de la comunidad atlán­tica y con la exclusión de Europa de las decisiones sobre armamentonuclear. Lasestrategias de la OTANestuvieron presididas por el pensamien­to americano de «represalia en masa» y, posteriormente, por la no mu­cho más discreta política de «respuesta flexible». En Europa se tenía laimpresión de que, detrás de estas estrategias se hallaban dos enojosas ob­sesiones americanas: las tentaciones de Washington de guarecerse en elaislacionismo con su continua consideración de una retirada o reduc­ción sustancial de su presencia militar en el continente europeo, y la apa­rente disposición de Estados Unidos a recurrir a un primer uso de lasarmas nucleares en una guerra con la Unión Soviética sin consultar pre­viamente a sus aliados europeos. Se temía, pues, que cualquier conflictomenor pudiera intensificarse rápidamente hasta convertirse en una con­tienda nuclear y, en el proceso, llevar a la destrucción de una buena par­te de Europa. No obstante, esta tensión ideológica en las relaciones tran­satlánticas estuvo intercalada con preocupaciones político-económicasde naturaleza más pragmática. Los europeos dependían fuertemente dela protección que les ofrecía la seguridad nuclear americana. Además,por razones presupuestarias y con respecto a la opinión pública nacional,nunca estuvieron en posición de gastar tanto dinero en fuerzas conven­cionales como los expertos militares occidentales creían necesarios pararechazar cualquier ataque a Europa Occidental sin haber de recurrir a la

guerra nuclear.Los políticos y los escritores sobre el tema nos han presentado a me­

nudo la guerra fría como un enfrentamiento de poder político y cornouna prueba de voluntad entre Este y Oeste. Este es el carácter que hamarcado los debates académicos entre ortodoxos, revisionistas y post­revisionistas sobre el origen de la guerra fría y las responsabilidades al

EUROPA DESDE 1945206

Los cuatro factores que presidieron el desarrollo de buena parte del con­tinente entre 1945 y 1990 (la guerra fria, la integración europea, las rela­ciones transatlánticas y el dominio político de la Unión Soviética sobrela Europa del Este) tenían dimensiones políticas, militares y económi­cas, además de ideológicas. Todas ellas, en un momento ti otro, dieronpie a graves disputas entre los países implicados y, a causa de una seriede acontecimientos y desarrollos únicos (generalmente económicos omilitares), fueron causa de numerosas crisis políticas, bien que de in­tensidad muy variable. Un aspecto a menudo pasado por alto en el de­sarrollo de la Europa de la posguerra, el ideológico, es quizá el más po­lémico.

Por ejemplo, durante la segunda mitad del siglo xx, visiones del mun­do radicalmente diferentes tuvieron una gran influencia sobre los deba­tes acerca de los propósitos y objetivos de la integración europea. Los paí­ses de Europa Occidental se hallaban marcadamente divididos entrefederalistas (presentes en su mayor parte en Alemania, los países del Be­nelux, Italia y, hasta cierto punto, Francia), que abogaban por el desarro­llo de una Europa cada vez más integrada tanto en términos económicoscomo políticos, y los funcionalistas, más euroescépticos y pragmáticos,que predominaban en Gran Bretaña y los países escandinavos. Los pri­meros se inclinaban por el desarrollo de instituciones supranacionales ypor la pérdida gradual de soberanía de cada una de las naciones estado im­plicadas en el proceso. Los funcionalistas tendían a creer que la integra­ción europea debía limitarse a la creación de un mercado económicoúnico, sin las dimensiones políticas, de seguridad y monetarias. Así pues,veía en la integración algo deseable únicamente en relación con un nú­mero limitado de áreas claramente definidas (por ejemplo, las industriasdel carbón y el acero en los años cincuenta, y la agricultura en décadasposteriores). En su opinión, mantener la soberanía nacional y la inde­pendencia era fundamental para el bienestar de cada una de las nacionesestado europeas.

La cuestión ideológica desempeñó asimismo un importante papel conrespecto a la dimensión económica (libre comercio) de las relacionestransatlánticas. Durante buena parte del período post-1945, la política demuchos países europeos occidentales, en particular Italia, Francia y Ale-

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2 Véase G. Lundestad, «Moralism, Presentism, Bxceptionalism, Provincialism, and OtherExtravagances in American Writings on the Early Cold War Years», Diplomatic History, 13(1989), 527-45; M. P. Leffier, «New Approaches, Old Interpretations, and Prospective Re­configuratíons», Diplomatic History, 19 (1995), 173-96.

3 Véase H. J. Morgenthau, Politics amongNations: 111e Struggle forPower andPeace, 6a ed.(Nueva York:Knopf, 1985); R.O. Keohane (ed.),Neorealism anditsCritics (Nueva York:1986);R. O. Keohane y J.S. Nye, Power and Interdependence, z- ed. (Glenview, Ill., 1989).

4 G. Lundestad, «Empire by Invitatlon! The United States and Western Europe, 1945­1952»), Journal ofPeace Research, 23 (I986), 263-77.

5 J. G. Ikenberry, «Rethinkíng the Originsof American Hegemony», Political Science

Quarterly, 104 (1989), 375-400; T. Risse-Kappen, Cooperation amongDemocracies: TheEu­

ropean Infiuence on USForeign Policy (Princeton: Princeton University Press, 1995).

respecto." Se solía restar importancia a la ideología en favor de la prima­cía del poder político y la seguridad, de acuerdo con lo promulgado porlas teorías realistas y neorrealistas de las relaciones internacionales." Ade­más, el mundo occidental sólo atribuía motivos ideológicos siniestrospara la guerra fria al marxismo-leninismo de inspiración soviética y a sudoctrina expansionista y su ambición por exportar el comunismo inter­nacional al resto del mundo.

Pero la Unión Soviética no era la única que se guiaba por un fuerte im­pulso doctrinario; también lo hacía Estados Unidos. De hecho, ambos paí­ses se esforzaron por ampliar sus mutuamente exclusivos sistemas nacio­nales. Pero los Estados Unidos sólo ejercieron su liderazgo hegemónicosobre los países de Europa Occidental con el consentimiento de éstos. Elasí llamado «imperio por invitación» se basaba en gran medida en losprincipios de la democracia participativa." Las frecuentes violaciones deestos principios, las demandas de los europeos occidentales de una mayorco-determinación, la «arrogancia de poden> de los Estados Unidos, la re­tórica recargada en favor del consumo público) y tantos otros problemasno llevaron a un cuestionamiento serio y duradero de la presencia ameri­cana en Europa Occidental. Prácticamente el único político notorio querenegó del liderazgo hegemónico americano en Europa Occidental fue el

presidente francés Charles de Gaulle. Los europeos occidentales nuncahubieron de renunciar a su voz y voto en sus propios asuntos, por bienque en materia de seguridad algunos países (Italia, Alemania Occidental)estuvieron muy cerca. En cambio, parece que durante todo el períodopost-1945, Europa Occidental consiguió influir en la política americana,no sólo política y económica, sino incluso militar, en grado considerable."Además, desde un buen principio y de acuerdo con el modelo de su pro-

6 G. Lundestad, (Empim' by Integration: The United States and European lntegration,

1945-1997 (Oxford: Oxford University Press, 1998).

209RELACIONES INTERNACIONALES Y DE SEGURIDAD EN EUROPA

A pesar del importante punto de inflexión en la política mundial que re­presenta el fin de la Segunda Guerra Mundial y el lanzamiento de lasbombas nucleares sobre Hiroshima y Nagasaki en agosto de 1945, no pa­rece sensato considerar a 1945 como el año cero. Aunque la guerra fría, eldomino de la Unión Soviética sobre Europa del Este, la integración eu­ropea y las relaciones transatlánticas comenzaron mayormente durantelos años que siguieron al fin de la Segunda Guerra Mundial, todos estoshilos históricos independientes de la historia europea de posguerra esta­ban profundamente enraizados en el pasado de Europa. La guerra fríatuvo sus raíces en el conflicto Este-Oeste que comenzó con la revoluciónbolchevique de 1917 y la intervención aliada en la guerra civil rusa. Peseal acercamiento entre la OTAN y Rusia durante los años noventa (porejemplo, el acuerdo de «Partnership for Peace» de 1995 y el convenio decooperación política de 1997), los serios desacuerdos con Rusia y, sobretodo, con China, durante la guerra de Kosovo de 1999 (y después) indicanque el conflicto Este-Oeste probablemente no haya llegado a su fin. Ade­más, los rusos se sienten profundamente decepcionados por el fracasodel capitalismo occidental al estilo laissez-iaire a la hora de reformardrásticamente la economía de su país, y culpan de ello sobre todo a occi­dente. Tampoco se tomó bien Moscú la ampliación de la OTAN hacia el

El año cero y la importanciadel problema alemán

pia experiencia nacional, los Estados Unidos se convirtieron en un entu­siasta partidario de la creación de unos Estados Unidos de Europa carac­terizados por una estabilidad política, por la construcción de unas sólidasfuerzas militares y por la creación de un ingente mercado común listopara absorber la producción americana." Aunque no se tratase de unaempresa enteramente altruista, el imperio informal de los Estados Unidossobre Europa Occidental fue cualitativamente muy distinto del imperiomucho más directamente controlado de la Unión Soviética en Europa delEste, más claramente empujado por fuertes motivaciones anti-occidenta­les de naturaleza tanto ideológica como política y de poder.

EUROPA DESDE 1945208

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Este en abril de 1999 con la admisión de varios antiguos miembros delPacto de Varsovia (Polonia, Hungría y República Checa). La intención deadmitir antiguas partes de la Unión Soviética en la OTAN, como los esta­dos Bálticos, el «extranjero cercano» de Rusia, se recibe como algo si cabemás humillante, amén de un grave riesgo potencial para la seguridad na­cional de Rusia.

El movimiento post-1945 para la integración europea se encarna sobretodo en los esfuerzos que tras la Primera Guerra Mundial realizó el pri­mer ministro francés Aristide Briand por unificar Europa a fin de mini­mizar el peligro potencial que representaba Alemania y evitar otra guerrade gran envergadura. La integración se cimentaba intelectualmente en laUnión Pan-Europea del Conde Coudenhove-Kalergi y, durante la guerra,en la visión de Altiero Spinelli de una federación europea. Al acabar la Se­gunda Guerra Mundial estas ideas eran muy influyentes, conjuntamentecon la exhortaciones del economista francés [ean Monnet y del políticobelga Paul-Henri Spaak al establecimiento de una unidad federal eu­ropea. Este era también el objetivo del trabajo de organizaciones como laLiga Europea del belga Paul van Zealand, la Unión de Europeos Federalis­tas, con base en Francia, y el Movimiento por una Europa Unida, fundadocon la ayuda de Winston Churchill en 1947.

De igual modo, las raíces de las relaciones transatlánticas crecieron alamparo de la participación americana en los asuntos europeos durante losaños de entreguerras. Mientras que los tres gobiernos americanos de aque­lla década demostraron fuertes convicciones aislacionistas con respecto asu participación en la política y seguridad internacionales, no fue así conrelación a la economía internacional. Por ejemplo, los bancos americanosproporcionaron créditos y préstamos a los necesitados países europeos (es­

pecialmente Alemania) para ayudarles a reconstruir sus economías. Ade­más, en nombre del gobierno central de Washington, los banqueros ameri­canos tuvieron una especial influencia como mediadores entre la Repúblicade Weimar y los Aliados de la Primera Guerra Mundial para alcanzar unacuerdo sobre las indemnizaciones alemanas (por ejemplo, los Planes deDawes y de Young). La llamada «relación especial» anglo-americana, unaparte integral de las relaciones transatlánticas contemporáneas, tuvo su ori­gen en la decisiva participación americana en la Primera y, sobre todo en laSegunda Guerra Mundial y en la buena, bien que no siempre armoniosa,relación entre Franklin D. Roosevelt y Winston Churchill.

Por consiguiente, no faltaban imágenes y recuerdos del pasado que pu­dieran influenciar fuertemente la política en la Europa post-1945. Hasta

7 K. Lacres, «Germany and the West: The «Rapallo Pactor» in German Foreign Polieyfrom the 1950s to the 1990s», en K. Iarres y P. Panayi (eds.), The Federal Republic of Ger­

many since 1949; Poíitics, Society and Economy before and after Unification (Londres:Longmn, 1996).

211RELACIONES INTERNACIONALES Y DE SEGURIDAD EN EUROPA

cierto punto, las percepciones subjetivas y las interpretaciones preferidasdel pasado fueron responsables de la construcción de un cierto marcopara el futuro del continente europeo y de las relaciones bilaterales y mul­tilaterales dentro de Europa. Por ejemplo, no fue hasta los años ochenta ynoventa que la fuerte creencia general en la importancia de respetar laplena soberanía de la nación estado comenzó a dar muestras de debilitar­se en Europa Occidental, aunque no así en Europa del Este y en el mundoeslavo. En particular, durante el período inmediatamente posterior a laSegunda Guerra Mundial, les resultaba muy difícil a las autoridades deci­sorias salirse de los carninas trillados del pensamiento.

Esto se aplicaba sobre todo a los muchos problemas que necesitabanser resueltos con respecto al futuro de Alemania. Después de todo, losAliados Occidentales siempre fueron conscientes del fracaso del tratadode paz de Versalles para la reintegración pacífica de Alemania en la co­munidad de naciones tras la Primera Guerra Mundial. Tras el colapso delReich de Hitler y la rendición incondicional de Alemania el 8 de mayo de1945, los problemas de administración, gobierno y reconstrucción eco­nómica de este país centroeuropeo, junto con la desnazificación y reedu­cación del pueblo alemán eran algunas de las tareas más apremiantes.Además, era necesario abordar el problema de la tradicional enemistadentre Francia y Alemania, que tres humillantes invasiones alemanas deFrancia en un plazo de setenta años no habían hecho más que alimentar.La influencia del comunismo sobre los estados inestables y económica­mente devastados de la Europa continental (sobre todo Alemania, Fran­cia, Italia y Grecia) además del llamado complejo Rapallo preocupabantambién a los Aliados. Este último tenia sus raíces en el totalmente ines­perado Tratado de Rapallo y en el comienzo de la cooperación anti-occi­dental entre Alemania y la Unión Soviética que culminó en el Pacto Hit­ler-Stalin de 1939.7

En la base de toda esta inquietud estaba la enormidad del territorio yla población de Alemania, así como su potencial económico e industrial,con sus centros tradicionales de producción de carbón y acero en los Va­lles del Ruhr y del Saar. Era esencial abordar la cuestión de la convenien­cia (que defendieron con fuerza los franceses hasta 1947-8) de reducir el

EUROPA DESDE 1945210

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país a un tamaño más manejable e incluso convertirlo en un gran estadoagrícola (como defendía el Plan Morgenthau firmado por Roosevelt yChurchill en 1944). Sin embargo, pronto se reconocieron las consecuen­cias económicas potencialmente negativas de estas políticas para los veci­nos de Alemania. Existía asimismo un claro peligro de que el caos econó­mico y el descontento nacional con la administración independiente decuatro zonas de ocupación organizadas de forma muy distinta tuvieraconsecuencias desastrosas. Claramente, no podía descartarse que el paíspudiera caer una vez más víctima de un movimiento político extremista,bien fuera desde la derecha, bien desde la izquierda, como parecía másprobable dadas las actividades de Moscú. Al fin y al cabo, en 1945 el Ejér­cito Rojo había ocupado Alemania, incluida la capital, Berlín, hasta el

Elbe, y la ocupación soviética no 'daba muestras de querer establecer ins­tituciones democráticas en Alemania Oriental y abandonar, llegado elmomento, su zona de ocupación.

El papel central de Alemania en el continente europeo la convertía enla única nación llamada a desempeñar un importante papel en los cuatrohilos con que se había de tejer el futuro de Europa: la guerra fría, la inte­gración europea, las relaciones transatlánticas y la esfera de influencia delKremlin en la Europa del Este y, en particular, su control de AlemaniaOriental. Gran Bretaña, en cambio, se había quedado relegada a un papelde influencia en la guerra fría (especialmente durante los primeros diez oquince años) y en las relaciones transatlánticas (especialmente en los añossesenta) y en la integración europea. Francia yAlemania Occidental, jun­tamente con Italia y los países del Benelux, forman el núcleo de seis paí­ses que estableció la Comunidad Económica Europea (CEE) en 1957­1958. Las cuatro últimas naciones únicamente han tenido una influenciainternacional destacable en el marco del proceso de integración europea.

Lo mismo se aplica en buena medida a los países del sur ynorte de Eu­ropa. No obstante, Portugal y España todavía tenían (y tienen) cierta in­fluencia en América Latina y en sus antiguas colonias. G;ecia, con suturbulenta historia económica y política durante la posguerra (régimenmilitar de 1967 a 1974) y su participación en el conflicto de Chipre conTurquía, estuvo también fuera de la política dominante en Europa Occi­dental hasta 1974. Si bien Turquía (y Grecia) pasó en 1952 a ser miembrode la OTAN, sus graves violaciones de los derechos humanos (especial­mente con respecto a la cuestión kurda en el norte) han mantenido ensuspenso su solicitud de integración en la Comunidad Europea, que-estepaís presentó ya en 1964.

8 J. L. Gaddis, TheLongPeace: Inquiries into theHistory af theCold War (Nueva York:Ox­

ford University Press, 1987).

213RELACIONES INTERNACIONALES Y DE SEGURIDAD EN EUROPA

Hasta cierto punto está justificado caracterizar la guerra fría y el mundoen gran medida bilateral de 1945-1990 como un período de «paz durade­ra»." Sin embargo, esta calificación hace oídos sordos a las numerosasguerras que tuvieron lugar (Corea, Vietnam y los muchos conflictospor poderes que se desarrollaron en países en vías de desarrollo). Tam­bién parece restar importancia a los inmensos sacrificios humanos, eco­nómicos y socioculturales realizados por toda la comunidad internacio­nal, y en particular por el mundo comunista y envías de desarrollo. Hablarde una «paz duradera» parece sólo apropiado para referirse a la guerrafria en Europa. Después de todo, la guerra no volvió al continente eu­ropeo hasta los largos conflictos de Bosnia (1992-5) y Kosovo (1999) enla antigua Yugoslavia.Aun así, incluso durante los años de la guerra fría, lapaz en Europa se vio seriamente perturbada por las despiadadas inter­venciones militares del Kremlin para atajar los levantamientos anti-so­viéticos en Alemania del Este (1953), Hungría (1956) y Checoslovaquia(1969). Además, la imposición de la ley marcial en Polonia en diciembrede 1981 (hasta julio de 1983) posíblemente haya evitado otra aplicación dela Doctrina de Breznev por parte de Moscú según se articuló en 1968: lainvasión por el Ejército Rojo de un país considerado como parte de la es­fera de influencia de la URSS en Europa del Este. En lugar de una «paz du­radera» quizás sea más adecuado hablar de una incómoda estabilidad for­zada en el continente europeo durante la guerra fría.

La guerra fría en Europa se puede dividir en tres fases: primero, el pe­ríodo de transición, ocupación y años iniciales de la guerra fría entre 1945y 1953; segundo, los intentos de cooperación pacifica y la renovada gue­rra fría entre 1953, el año de la muerte de Stalin, y finales de los añossesenta; y, por último, el comienzo gradual de un período de distensión aprincipios de los setenta, un nuevo período de alta tensión a principios delos ochenta, y el fin de la guerra fría en 1990-1.

La guerra fría y la seguridad europea

EUROPA DESDE 1945212

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Los años de transición, ocupación y reconstrucción,1945-1953

215RELACIONES INTERNACIONALES Y DE SEGURIDAD EN EUROPA

Europa Occidental, fue también crucial para socavar la tentación de Ita­lia, Grecia y la inestable Cuarta República Francesa de acercarse al domi­nio comunista. No obstante, e! Plan Marshal1 y la OCEE condujeron auna polarización política aún más acusada del continente europeo. Deforma no completamente insospechada, en una conferencia de ministrosde exteriores realizada en París a finales de junio y principios de julio de1947 el ministro de asuntos exteriores soviético, Molotov, rechazó airada­mente las condiciones económicas liberal-capitalistas impuestas por losEstados Unidos para la participación de los paises europeos en el PlanMarchan. Stalin prohibió estrictamente a Polonia y Checoslovaquia quepersistieran en su gran interés por participar en la conferencia de dieciséisnaciones que habia de tener lugar en París de julio a septiembre de 1947 y

que había sido convocada para organizar el Programa de RecuperaciónEconómica que generosamente financiaban los Estados Unidos. 10

En Europa del Este, se ventilaron en 1947-8 los planes para la uniónentre Yugoslavia y Bulgaria y entre Yugoslavia y Albania, pero no hallaronel favor de Stalin. En su lugar, el dictador soviético centró sus esfuerzos enconsolidar toda la Europa del Este bajo el tutelaje soviético por medio dela renovación o establecimiento de tratados de asistencia mutua entreMoscú y los estados de Europa de! Este. En enero de 1949 este desarrolloculminó en la creación de Consejo para la Asistencia Económica Mutua(Comecon) entre la URSS, Polonia, la República Checoeslovaca, Hungría,Bulgaria y Rumania. El conflicto entre Stalin y el independiente líder deYugoslavia, Tito, llevó al boicot económico del país ya su no-inclusión enelComecon. También se puso :fina los tratados bilaterales entre países delbloque del Este. Aunque Stalin había insistido en anexionar los estadosbálticos y el este de Polonia durante la Segunda Guerra Mundial, despuésde 1945 no anexionó ningún otro estado vecino como Finlandia, queconsiguió mantener su independencia en delicado equilibrio.

En conjunto, la cooperación económica en la Europa del Este se incli­naba fuertemente hacia las necesidades de reforma agraria de la UniónSoviética y hacia el interés de Moscú en favorecer la industria pesada ydemaquinaria y una economía centralmente planificada. Esto a menudo sesaldó en desventaja para las naciones de Europa del Este. Se prestó muy

to M. Hagan, TheMarshall Plan: America, Britain, and theReconstruction of El/TOpe (Cam­bridge: Cambridge University Press, 1987); A. Milward, The Reconstruction of Western

Europe, 1945-1951 (Berkeley: University of California Press, 1984); véase también A. Mil­

ward, <tWas he Marshell Plan Necessary!», Diplomatic History, 13 (I 989),231-53.

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9 Los miembros eran Alemania Occidental, Austria, los países del Benelux, Dinamarca,Francia, Grecia, Irlanda, Islandia, Italia, Noruega, Portugal, el Reino Unido, Suecia, Suiza yTurquía, desde octubre de 1949; los Estados Unidos y Canadá se convirtieron en miembrosasociados en 1950.

Al acabar la Segunda Guerra Mundial, la reconstrucción del continen­te europeo y la esperanza en la cooperación continuada entre occidente y

la Unión Soviética dominaron la política europea. Hubo también algunosfuertes movimientos de bases (especialmente en Italia, Bélgica y PaísesBajos) orientados a conseguir una Europa federal unida a fin de impedirque se repitieran los horrores del pasado, en la creencia de que, si Europacontinuaba estando dominada por estados hostiles y competitivos, ten­dría tendencia a sucumbir de nuevo en un gran conflicto. Sin embargo, ni

la cooperación entre Este y Oeste ni la integración europea tuvieron ini­cialmente mucho éxito.

En el período inmediatamente posterior al final de la Segunda GuerraMundial el sueño de la creación de una Europa unida condujo única­mente a poner en práctica la ya de antiguo proyectada unión aduanera(desde 1944) entre Bélgica, Países Bajos y Luxemburgo que entró en vigoren enero de 1948 (Benelux). Los países escandinavos establecieron unConsejo Nórdico de carácter consultivo en 1951, y tomaron en conside­ración la unión de sus aduanas en 1954. Otras actividades no trascendie­ron su naturaleza simbólica. Por ejemplo, la gran convención en La Hayaen 1948, en la que participaron Churchill y otros grandes estadistas, nologró absolutamente nada, aunque atrajo una gran atención al abogarpor unos Estados Unidos de Europa que contemplaran la reintegraciónde la derrotada Alemania en la comunidad de naciones. El establecimien­to del Consejo de Europa en Estrasburgo en mayo de 1949 tampoco diocomo resultado ningún paso hacia la integración económica o política deEuropa. La Organización para la Cooperación Económica Europa (OCEE,renombrada OCDE en 1960) fue asimismo incapaz de contribuir a launidad del continente europeo."

La OCEE se estableció en 1949 en respuesta al anuncio del secretariode estado norteamericano George Marshall, en su discurso en la Univer­sidad de Harvard en junio de 1947, del Programa de Recuperación Eu­ropea. Enormemente beneficioso para la reconstrucción económica de

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Comienza la guerra fria

poca atención a las demandas de bienes de consumo y de formas de vidamás liberales para satisfacer a las poblaciones de estos países relativamen­te desarrollados e industrializados. Se hizo necesario el uso despiadado dela fuerza para reprimir estos deseos como, por ejemplo, durante el primery repentino estallido de descontento en Alemania Oriental y en Bulgariaen 1953. Los distintos países comunistas, que pronto dominaron los go­biernos de la mitad soviética del continente, fueron los más efectivos ins­trumentos de Moscú para su feroz ejercicio del poder. Así quedó demos­trado con su papel en purgas, juicios amañados y ejecuciones de losespíritus críticos y democráticos de muchos paises de Europa del Este, asícomo de la propia URSS,en el curso de los primeros años de la posguerra.

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de todos los partidos democráticos en su zona de ocupación alemana.Igualmente controvertidos fueron los exitosos empeños de la Unión So­viética de establecer gobiernos comunistas en Polonia y los otros estadosde la Europa Oriental. Sin embargo, fue sobre todo e! golpe de estado defebrero de 1948 en Checoslovaquia, un país con una firme tradicióndemocrática, lo que más decepcionó al mundo occidental. La sustitución decasi todos los ministros del gobierno democrático de Praga con otros co­munistas, las subsiguientes purgas en el país y la implantación de una eCO­nOITÚa de planificación central contribuyeron decididamente a la crecien­te convicción en el mundo occidental de que Stalin no estaba interesadoen la cooperación pacífica y en mantener unido el continente europeo.

Para 1947-8 estaba ya claro que se estaban formando dos esferas de in­fluencia opuestas en Europa y dos concepciones políticas y filosóficasmuy distintas sobre el futuro de Europa. Además, la creación del Comin­forro en septiembre de 1947) durante una conferencia en Polonia con laparticipación de los comunistas de Europa del Este más los franceses y lositalianos} se interpretó como el primer paso de la intención de Stalin deexportar su modelo dictatorial a Europa Occidental. Se dio por hecho queStalin no dudaría en usar la fuerza de ser necesario y que, alternativa­mente) podía concentrar sus esfuerzos en socavar los cimientos de las dé­biles economías y democracias occidentales. De hecho, el Cominform pa­recía una imitación de la Internacional Comunista de Lenin (abolida en1943). Estaba claramente dirigida a organizar centralmente todos los par­tidos comunistas europeos, tanto orientales como occidentales, para ex­tender la revolución. No obstante, los débiles gobiernos de coalición deFrancia e Italia sobrevivieron. Los intensos esfuerzos de los partidos co­munistas de ambos países, mediante huelgas generales, por impedir quesus países aceptaran la ayuda de! Plan Marshall y,por ende, e! liderazgo delos Estados Unidos) no se saldaron con éxito. Por una vez, los esfuerzosclandestinos y bien financiados de la CIA habían triunfado sobre e! apo­

yo de Moscú a los comunistas.Además, Yugoslavia siguió siendo una espina clavada en el costado de

Stalin. En 1948Tito fue expulsado de! Cominform y desde entonces e!mun­do occidental intentó ganarse el favor de su país y su estatuto semi-neutral.Se creyó, equivocadamente, que la habilidad de Tito para insistir en su in­dependencia significaba e! principio del fin de! bloque soviético. De modoparecido, en los años setenta y ochenta el bloque occidental atribuyó erró­neamente una gran importancia al conflicto del dictador rumano Ni­colae Ceaucescu con la Unión Soviética. A pesar del empobrecimiento

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Ya en los estadios finales de la Segunda Guerra Mundial la tensión y lasdistintas ideas sobre el nuevo orden de Europa en la posguerra se habíanhecho patentes entre los cuatro aliados de la coalición anti-Hitler. Perocomo Hitler todavía no había sido derrotado cabalmente y todavía resis­tía en su bunker de Berlín) todavía era posible contener los desacuerdos.Una vez acabada la guerra en Europa (mayo de 1945) y poco después enAsia (agosto de 1945), los cada vez más profundos desacuerdos entre losaliados occidentales (Estados Unidos, Reino Unido y Francia) y la UniónSoviética se hicieron cada vez más evidentes. Aunque la guerra fría estallóinicialmente a raíz de desacuerdos con respecto a la innecesariamenteprolongada ocupación por la Unión Soviética de yacimientos petrolíferosen Irán y los intentos de Moscú de presionar a Turquía para conseguir elacceso de la URSS al Mediterráneo, el naciente conflicto Este-Oeste pron­to se centró en los acontecimientos del continente europeo.

En Europa los desacuerdos se hicieron particularmente manifiestosdurante las distintas conferencias de ministros de asuntos exteriores con­vocadas por las cuatro potencias aliadas en el curso de la Conferencia dePotsdam en julio-agosto de 1945. Su objetivo era resolver cualesquieraproblemas pendientes territoriales o financieros surgidos de la SegundaGuerra Mundial. En particular, las relaciones entre los antiguos Aliados sedeterioraron gravemente a raíz de graves desacuerdos sobre las repara­ciones de guerra de Alemania. Las relaciones sufrieron también por cau­sa de las vehementes actividades soviéticas encaminadas a establecer unrégimen comunista leal bajo e! liderazgo de Walter Ulbricht y la supresión

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11 Véase F.Harbutt, Thelron Curtain: Churchill, America and theOrigins ofthe ColdWar

(Nueva York: Oxford University Press, 1986).

12 J. L. Gaddis, «Was the Truman Doctrine a Real Turning Poinr?», Poreign Affairs,52

(1973-4),386-402; M. P.Leffler,Preponderance ofPower: NationalSecurity, theTrumanAd­

ministratíon, and the Cold War(Stanford, Calif.: Stanford University Press, 1992).

de su país y las numerosas violaciones de los derechos humanos durantesu largo período en el poder (1965-89), el intento de Ceauceseu de perse­guir una politica exterior bastante independiente fue celebrado por losanticomunistas occidentales.

Inicialmente había sido elgobierno laborista post-1945 de Gran Breta­ña, y particularmente el Secretario de Asuntos Exteriores Ernest Bevin,quien se había convencido de la imposibilidad de cooperar con la UniónSoviética en la Europa de la posguerra. Las visiones de la administraciónamericana de Truman hacia Moscú fluctuaban considerablemente entreuna plácida creencia en la buena voluntad soviética y la firme condena delas actividades de Stalin en Europa del Este. En gran parte fue el dramáti­co discurso de Churchill en Fulton (Missouri) de marzo de 1947 lo quegradualmente cambió todo esto cuando llamó la atención del mundo ha­cia el Telón de Acero que había «descendido desde Stettin en el Bálticohasta Trieste en el Adriático».'! No obstante, no fue hasta marzo de 1947,durante una sesión conjunta del Congreso, que Truman dejó clara la po­lítica exterior americana. El presidente aprovechó el momento en que losbritánicos retiraron su apoyo a las fuerzas anticomunistas en Grecia yTurquía por razones financieras para anunciar la Doctrina Truman glo­bal: que los Estados Unidos apoyarían a todo país amante de la paz quefuera amenazado por el comunismo internacional. Sin embargo, aún en­tonces quedaba poco claro si el mito del aislacionismo americano era real­mente una cosa del pasado y si el prolongado compromiso de los EstadosUnidos con Europa sería moral además de práctico. 12

En Londres los políticos mantuvieron su pesimismo con respecto a laposibilidad de persuadir a los Estados Unidos de mantener su compro­miso con Europa. Algunos políticos de la izquierda del Partido Laboristay de la derecha patriótica del Partido Conservador negaban además laconveniencia de convencer a los americanos de permanecer en Europa.Pero el gobierno británico comenzó a defender sus planes para una unióneconómica y militar occidental (sobre todo con respecto a una estrechacooperación franco-británica). Se albergaba también la esperanza de queesto facilitara la construcción de una fuerza independiente liderada por

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13 The 1947 Dunkirk Treaty entre Gran Bretaña y Francia todavía fue un tratado militar

bilateral dirigido contra una potencial reanudación de una agresión alemana.

los británicos en los asuntos internacionales corno contrapunto a las po­tencias americana y soviética. Sin embargo, pronto se hizo patente que, ala vista de los considerables compromisos globales de Gran Bretaña des­de Malasia a la India (además de sus caras responsabilidades zonales enAlemania) y sus agotadas reservas económicas, Londres sería incapaz deasumir este papel. El rápido deterioro de las relaciones con la Unión So­viética, así como la creciente conciencia de Gran Bretaña de su propia de­bilidad dejaron clara la absoluta necesidad de una mayor participacióneconómica, política y militar de los Estados Unidos en el continente eu­ropeo. Así, el Reino Unido tomó inmediatamente la iniciativa de estable­cer la Organización del Tratado de Bruselas (OTB) con Francia y los paí­ses del Benelux en 1948 cuando Estados Unidos indicó que, a la vista dela patente amenaza soviética, Washington podría estar interesada en coo­perar con Europa Occidental en asuntos de seguridad. No obstante, Esta­dos Unidos esperaba una iniciativa previa de los europeos dirigida a pro­veer su propia seguridad." Así, una vez creada la OBT a principios de1948, dieron comienzo las negociaciones para el establecimiento de la

Organización del Tratado del Atlántico Norte.A la vista de las actividades de Stalin en el Este,para 1948 las fuerzas oc­

cidentales de ocupación habían decidido también elaborar planes para es­tablecer un estado liberal-democrático en Alemania Occidental, y para re­formar la economía de Alemania Occídental y de Berlín Occidental pormedio de la introducción de una nueva moneda. Las zonas británica y

americana de Alemania ya se habían unido en enero de 1947. Sin embar­go, Stalin todavía parecía esperar que en algún momento del futuro laparte occidental de Alemania y el Berlín Occidental pudieran escapar ala influencia de los Aliados Occidentales y volverse neutral; al parecer noalbergaba esperanzas de que Alemania Occidental se hiciera comunista.Así pues, Stalin se oponía a la división formal de Alemania. En junio de1948 Moscú impuso el bloqueo de Berlín con la intención de forzar a lospaíses occidentales a rescindir sus planes separatistas. Pero le salió el tiropor la culata. Occidente respondió con la introducción de un programamasivo de envíos aéreos para evitar la hambruna en la población del Ber­lín Occidental. La solidaridad occidental con la población de la ciudad di­vidida en el frente de la guerra fría constituyó un factor de peso en el acer­camiento entre los alemanes y los países occidentales. Tan sólo tres años

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