EucaristÍa e Intercesión - p. Marcelino Iragui

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    EUCARITA E INTERCESIN

    Marcelino Iragui Redn, OCD. Cuaderno 3

    1. LA EUCARISTA ES INTERCESIN

    El Seor Jess, la noche en que era entregado, tom pan dando gracias, lo parti y dijo:Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros. Haced esto en memoria ma. As mismotom el cliz despus de cenar, diciendo: Esta copa es la nueva alianza en mi sangre...(1Co 11,23ss).

    Este es el relato ms antiguo de la institucin de la eucarista, escrito hacia ao 53 denuestra era. Asistimos a la ltima cena de Jess. Segn el rito judo el padre de familia, alprincipio de la cena toma el pan en forma de torta, pronuncia la bendicin, lo parte y loreparte entre los comensales,hacindoles as partcipes de la bendicin de Dios. Al finalde la cena toma una copa de vino (la tercera y ltima) y da gracias. Todos responden

    amn, y cada uno bebe de su copa. Jess en la ltima cena pasa su propia copa, para

    que todos los presentes compartan esta copa de la nueva alianza en su sangre.En esta cena sagrada Jess dice y el Espritu hace algo transcendental; algo que marca latransicin de la antigua a la nueva pascua, del antiguo testamento al nuevo. Esto es micuerpo, Esta es la copa de mi sangre. Esto que vuestros sentidos perciben como pan,como vino, es mi cuerpo, es mi sangre. El pan y vino se transforman y se identifican consu cuerpo y sangre. La persona de Cristo est entera y se entrega entera tanto bajo laespecie de pan como del vino.

    Ante la postura protestante, el Concilio de Trento define la transubstanciacin: el pan y vino seconvierten en cuerpo y sangre de Cristo, de modo que aqu no hay pan ni vino, sino slo aparienciade ellos, especies sagradas. En un derroche de amor el Seor se hace presente no solo durante lamisa, sino mientras duran las especies sagradas. Yo estoy con vosotros todos los das hasta el fin

    del mundo (Mt 28,20), prometi Jess, y lo cumple del modo ms sorprendente en la eucarista.Este es el sacramento de su presencia ms real y plena. Aqu est realmente Jess Hijo de Dios e hijode Mara con su cuerpo resucitado invisible a los ojos de la carne, slo accesible por la fe. Dichososlos que sin ver creen. Vemos pan; la fe nos dice es el Hijo de Dios. Venid, adormosle!!!

    Accin de gracias e intercesin

    Jess de Nazaret es la obra maestra del Espritu. En la Encarnacin el Espritu pusoespecial cuidado al formar su corazn. Por eso el corazn de Jess desborda de gratitud.Cuando se dirige al Padre, lo primero que brota de sus labios es, Gracias, Abba! Elcorazn de Jess se deshace en amor al Padre y a los que el Padre le ha dado (Jn 17,24).En la eucarista queda plasmada para siempre esa actitud de gratitud dirigida al Padre, yde amor que se entrega a los suyos.

    Habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los am hasta el fin (Jn 13,1). As introduceJuan la cena pascual. El amor de Jess encarnado en la entrega del pan y el vino eucarstico anticipasu entrega en la muerte redentora en la cruz. Es el mismo amor sin fin. Por eso, la presencia deJess en la eucarista no slo es signo, sino tambin fuente de su amor sin fin. Acaso nuestra mejorintercesin es acoger ese amor infinito a beneficio de los que lo rechazan o ignoran; y amar al Amorde los amores con los que mejor le aman, y por los que no le aman.

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    La Iglesia, desde Pentecosts, movida por el Espritu celebra la cena del Seor, el partir del pan, laeucarista(el trmino eucaristase generaliza desde el siglo II). Eucarista literalmente significa accinde gracias. Realmente es la accin de gracias digna de Dios! En la eucarista, por Cristo, con l y enl, la Iglesia bendice y alaba a Dios por todo lo que Dios es, y le da gracias por todo lo que ha hechoen beneficio nuestro, de la humanidad y del cosmos (Rm 8,19-25).

    Haced esto en memoria ma, es Jess hecho eucarista quien nos lo dice. Sed vosotros unaeucarista conmigo; haced de nuestra vida una continua accin de gracias; una alabanza constante.Este es el modo de vivir nuestra vida nueva en Cristo: Llenaos del Espritu Santo, recitando entrevosotros salmos, himnos y cnticos inspirados, alabando al Seor en vuestros corazones, dandosiempre gracias por todo a Dios Padre en nombre del Seor Jess (Ef 5,18-20).

    Gracias a la renovacin carismtica millones de catlicos han descubierto la belleza y el poder de laalabanza. Y alaban al Seor de corazn comunitaria y personalmente, segn esta exhortacin delapstol. Ser una eucarista con Jess implica eso, y algo ms. Implica ser cada uno de nosotros unaalabanza y accin de gracias viva. Nos lo recuerda el mismo apstol. Dios, Padre de nuestro SeorJesucristo, nos ha elegido antes de crear el mundo, para ser nosotros alabanza de su gloria... (Ef1,3ss). Tal es nuestro destino glorioso. Los proyectos de Dios llevan garanta divina. Vosotros los que

    habis escuchado la palabra de la verdad, habis sido sellados con el Espritu Santo prometido, elcual es garanta de vuestra herencia para la plena liberacin del pueblo de Dios y alabanza de sugloria (Ef,1,13s).

    En la eucarista se da la presencia ms plena de Cristo Jess entre nosotros, y su entrega ms plenaal Padre en favor de todos los hombres. Por eso en la eucarista la accin de gracias es inseparablede la intercesin universal. Esta es la intercesin ms poderosa y decisiva con que contamos todoslos redimidos. Jess posee un sacerdocio inmutable, porque permanece para siempre. De ah quepuede salvar perfectamente a aquellos que por l se acercan a Dios, estando siempre vivo parainterceder en su favor (Hb 7,24s). El entr una vez para siempre en el santuario con su propiasangre, que purifica nuestra conciencia se sus obras muertas, para servir al Dios vivo (Hb 9,12).

    Toda la vida y actividad de Jess es intercesin, pues todo lo hizo en favor de sus hermanos, los

    hombres, para su salvacin y santificacin. La persona misma de Jess es intercesin. Porque hayun solo Dios y un solo mediador entre Dios y los hombres, Cristo Jess (1Tm 2,5). Cristo muri,destruyendo as el poder del pecado; resucit, venciendo as a la muerte; y fue exaltado a la diestrade Dios, donde intercede por nosotros (Rm 8,34). Eso nos anima a sus amigos a presentarnos ante eltrono de gracia para interceder en favor de todos aquellos por los que Cristo Jess ofreci su vida enla cruz, y la ofrece hoy en la eucarista. Acerqumonos, pues, con confianza al trono de la gracia, afin de obtener misericordia y hallar la gracia del auxilio oportuno (Hb 4,14-16). La presenciaeucarstica de Jess es nuestro mejor atajo para llegar al trono de la gracia tanto en alabanza yaccin de gracias, como en humilde intercesin y splica.

    La intercesin es un ministerio sacerdotal. Cuando el cristiano intercede, actualiza su sacerdocio real(1P 2, 9s). Aunque no est pensando en ello, al interceder participa activamente en el sacerdocio de

    Cristo, que nos ama y nos ha lavado de nuestros pecados con su propia sangre, y nos ha hecho unreino y sacerdotes para su Dios y Padre (Ap 1,5s). Interceder es, no slo presentar splicas en favorde otros; tambin adorar, alabar, cantar, sobre todo, amar de parte de otros. Este es el mejorejercicio del sacerdocio real

    La intercesin es tambin un ministerio eucarstico, que slo se vive saliendo de uno mismo, entrandoen el corazn eucarstico de Cristo Jess, y ofrecindose con l al Padre con su misma actitud, porsus mismas intenciones. Ofreceos a vosotros mismos como un sacrificio vivo, santo, agradable aDios. Tal ser vuestro culto espiritual (Rm 12,1). Qu mejor intercesin que pedir al Espritu Santo

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    fusione nuestro corazn con el de Jess y, conscientes de que ah estn todos los redimidos, ofreceral Padre el amor infinito de ese corazn?

    Nueva alianza en la sangre de Cristo

    La eucarista actualiza la nueva y eterna alianza entre Dios y el mundo, sellada en la sangre de Cristo.Alianza es un pacto sagrado, base de nueva relacin. Ejemplo: Un hombre y una mujer se quieren,

    pero slo son amigos; si contraen matrimonio se convierten en esposos. La antigua alianza del Sinaes una especie de matrimonio entre Dios y su pueblo escogido. Se expresa muchas veces en unafrmula matrimonial: Yo ser tu Dios, t sers mi pueblo. Se sell en una solemne ceremonia con lasangre de sacrificios de reconciliacin (Ex 24,4ss). Y recibi como apoyo divino una ley muy superiora las de otros pueblos.

    La antigua alianza y su ley eran preparacin y anuncio de una nueva alianza y nueva leyinmensamente superiores. As lo anunciaban los profetas, como Jer 31,31ss. As lo ratific Jess en laltima cena. Si grande fue la sorpresa y gozo de los comensales cuando escucharon al Maestro decir,Esto es mi cuerpo, mayor fue su asombro cuando al final, tomando la copa de vino, les dice: Estecliz es la nueva alianza sellada con mi sangre (1Co 11, 25). La sangre preciosa de Jess ha selladouna nueva y definitiva alianza entre Dios y los redimidos. Los que aceptamos esa alianza recibimos

    una nueva ley, una ley viva y vivificadora. La nueva ley, que Dios escribe en nuestros corazones, esnada menos que el Espritu de Pentecosts.

    Juan Pablo II: La Iglesia vive de la Eucarista. Esta verdad encierra en sntesis el ncleo del misteriode la Iglesia. Desde que en Pentecosts el Pueblo de la Nueva Alianza ha comenzado superegrinacin hacia la patria celeste, este divino sacramento ha marcado sus das, llenndolos deconfiada esperanza. Con razn lo proclama el Vaticano II fuente y cima de toda la vida cristiana(Ecclesia de Eucharista n.1).

    En la eucarista se anuncia y perpeta el sacrificio de la Cruz: Cristo nuestro cordero pascual, hasido inmolado (1Co 5,7). Al celebrar la eucarista el drama del Calvario se hace realidad antenosotros. Estabas t all cuando crucificaron a mi Seor?, sola preguntar un cantante negro. Si,todos estbamos y estamos all, como acusacin. Todos estbamos como beneficiarios. Los

    intercesores estamos, con Mara Madre, como acompaantes y socios.Juan Pablo II: Todo lo que Cristo es, todo lo que hizo y padeci por los hombres participa de laeternidad divina y domina as todos los tiempos... Cuando la Iglesia celebra la eucarista, memorial dela muerte y resurreccin de su Seor, se hace realmente presente este acontecimiento central desalvacin, y se realiza la obra de nuestra redencin. Este sacrificio es tan decisivo para la salvacindel gnero humano, que Jesucristo lo ha realizado y vuelto al Padre slo despus de habernos dejadoel medio para participar de l, como si hubiramos estado presentes. As todo fiel puede participar enl y obtener sus frutos inagotablemente. (Ibid n.11).

    Ante la nueva invasin de paganismo en el mundo occidental, el Seor necesita un gran ejrcito deintercesores. Interceder, ante todo, es apoyarse en lo que el divino Salvador ha hecho por nosotros ypor toda la humanidad. Dios, por medio de Cristo estaba reconciliando (y en la eucarista continareconciliando) el mundo, no teniendo en cuenta sus pecados (2 Co 5,19). El hizo de los dos (judosy paganos) un solo cuerpo y los ha reconciliado con Dios por medio de la cruz, destruyendo en smismo la enemistad (Ef 2,16). Ante Jess sacramentado es el mejor lugar y momento de pedir laconversin del mundo (reconciliacin con Dios); y la paz (reconciliacin mutua) de los pueblos.

    Ante una situacin imposible, de esas que abundan hoy, debemos orar, santificado sea tu nombre,venga tu reino, Seor. Al pensar en personas importantes que rechazan a Dios, orar de su parte:

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    Venga tu reino, Seor. Y adorar y alabar a nuestro Salvador de su parte... Y dejar que el Esprituinterceda, orando en lenguas: Rm 8,26s...

    El Reino de Dios viene en cuanto los hombres aceptan la voluntad de Dios: su proyecto de salvacin;se abren a su amor misericordioso; se someten al seoro de Jess ; se dejan guiar por su Espritusantificador.

    Los hombres somos lentos para salir del encasillado de nuestros pensamientos, para negar nuestravoluntad y aceptar la de Dios. De ah la necesidad de perseverar en la oracin, an cuando no sevean resultados inmediatos. Ejemplo a seguir: el de la viuda, persona indefensa, que persevera en supeticin hasta que es atendida su demanda (Lc 18,1-8).

    Por lo dems, Jess ofrece a los intercesores un trueque muy ventajoso: Cuida de los intereses demi reino; yo me cuidar de los tuyos, nos dice. Mt 6,33.

    Tres gracias a pedir

    Al comienzo de encuentros algo prolongados de intercesin, es bueno ungir a los participantes conleo sacramental, pidiendo el carisma de intercesin universal, que implica sobre todo esta triplegracia.

    1. Que Jess se instale en nosotros para amar y orar en su persona, ya que el Padre no rehusa nadaa su Hijo amado. Por el bautismo estamos ya vitalmente unidos a Jess, como sarmientos a la vid (Jn15). Pero es preciso vaciarnos de nuestro yo, para que el Espritu pueda llenarnos de Jess,comunicndonos sus pensamientos y sentimientos; sobre todo su amor infinito a la voluntad delPadre, su tierno amor a la Iglesia y su gozo de tenerla como esposa, y su deseo de que todos loshombres se salven.

    San Juan de la Cruz: A aquella alma se comunica Dios ms que est ms aventajada en amor, locual es tener ms conforme su voluntad con la de Dios. Y la que totalmente la tiene conforme ysemejante, totalmente est unida y transformada en Dios sobrenaturalmente. A esta alma,desnudada por Dios de todo lo que no es Dios, le comunica Dios su ser sobrenatural de tal maneraque parece el mismo Dios y tiene lo que tiene el mismo Dios (2 Subida. 5,4..7).

    En la persona as transformada, Dios slo ve a Jess; lo que escucha desde ella es la voz de Jessclamando en favor de sus hermanos. Quien con frecuencia se sumerge en el silencio sagrado delSantsimo Sacramento, se va adentrando en el alma de Jess, y lleva camino de esa transformacin.Quien se adentra en el alma de Jess puede orar en el nombre de Jess (Jn 16,23), interceder en lapersona de Jess. Su oracin siempre llega al corazn de Dios.

    2. La gracia de poder aparcar en el corazn de Jess todas nuestras preocupaciones y nuestrosintereses particulares, sabiendo l se cuidar de todo ello (Mt 6,33). De ese modo nuestro coraznqueda libre para poder acoger y abrazar a todos los necesitados de la misericordia divina; a toda liIglesia y todo el mundo.

    3. Vivir a fondo la comunin de los santos. Junto a Jess est siempre su Madre y nuestra, la Virgen

    Mara, que a todos nos lleva en el corazn, y muy dentro de l a los intercesores. Junto a Jess yMara estn todos los bienaventurados que se interesan por sus hermanos peregrinos. En esacomunin entran las rdenes contemplativas y tantos intercesores annimos, cuyos nombres estninscritos en el cielo.

    La unin hace la fuerza. En el siglo XVI el arquitecto Fontana erigi en Plaza de San Pedro unobelisco egipcio de 25 mts. Para ello se emplearon 1500 hombres, adems de numerosas bestias;todos actuando bajo la direccin del mismo arquitecto. Para que la intercesin universal sea eficaz, espreciso que muchas personas oren de mutuo acuerdo (Mt 18,19s). Por eso suelen fijarse ciertas

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    intenciones concretas para cada sesin. Lo esencial es que todos los intercesores se mantenganabiertos y dciles al Espritu Santo, el gran arquitecto que dirige la construccin de la Iglesia.

    2. HACIA UNA EUCARISTA MS COMPLETA

    Haced esto en memoria ma, dijo Jess. Y la Iglesia lo viene haciendo estos 2000 aos, y lo seguirhaciendo hasta que el Seor vuelva en gloria. La memoria, al celebrar la eucarista, es mucho msque un recuerdo. La memoria se hace realidad presente. Esa memoria permite a los participantessentarnos con Jess a su mesa.

    Sobre el altar de una iglesia hay un gran cuadro representando la ltima cena. Una persona estabaorando en esa iglesia justo antes de comenzar la santa misa, y qued sorprendida al ver que todoslos comensales haban desaparecido del cuado; solo quedaba a la mesa Jess. Y le pareci or estemensaje: Ahora os toda a vosotros ocupar esos puestos.

    En la misa todo es misterio: realidad que supera la mente; slo lo capta la fe, se vive en el corazn,y nutre el alma. La ltima cena inaugura y contiene el misterio pascual: la pasin, muerte yresurreccin del divino Salvador. Lo que sucedi hace dos mil aos en Jerusaln tiene lugar aqu

    ahora, cuando celebramos la eucarista. Y nosotros somos parte de ello. En realidad, podemos serparte ms plenamente que los comensales de la ltima cena. Entonces fue Jess en su existenciamortal quien dijo: Esto es mi cuerpo. Ahora es Jess resucitado quien lo dice; el celebrante slo lepresta su voz a Jess, quien dice: Esto es mi cuerpo; y lo dice de un modo diferente, ms plenoque en la ltima cena.

    Para explicarlo escuchamos al mismo Jess: Os aseguro que si el grano de trigo no cae en tierra ymuere, queda infecundo; pero si muere produce mucho fruto (Jn 12,24). Antes de la resurreccinJess dispone de un cuerpo individual obra del Espritu Santo y de la Virgen Madre. Despus de sumuerte resucita dotado de un muevo cuerpo, obra tambin del Espritu y de la virgen madre Iglesia.

    Todos nosotros fuimos bautizados en un solo Espritu para formar un solo cuerpo (1Co 12,12). LaIglesia es su cuerpo (Ef 1,23).

    Quien ahora ofrece el sacrifico eucarstico es el Cristo total, cabeza y miembros de su cuerpo. Cuandoahora Cristo dice, Esto es mi cuerpo, te incluye a ti, a mi, a todos los bautizados. San Agustn: Alcelebrar la eucarista en aquello que la Iglesia ofrece, seofrece a s misma como cuerpo de Cristo.

    Por eso en la misa se da una doble epclesis: Se invoca al Espritu para que consagre el pan y vino encuerpo y sangre de Cristo. Y despus de la consagracin se le invoca para que consagre a losparticipantes en cuerpo de Cristo.

    Consagrar es accin propia del Espritu Santo. Al consagrar, el Espritu toma posesin de unacriatura, la introduce en Dios, la transforma por dentro, la configura con Cristo, la unge y penetra conla santidad de Dios, la deifica. Nuestra primera consagracin, la ms bsica, es el bautismo. En ltodo nuestro ser, incluso nuestro cuerpo, es consagrado como templo de Dios (1Co 6,19s). Esaconsagracin se renueva y profundiza en cada misa por la accin del Espritu Santo, cuando el

    Sacerdote eterno dice, Esto es mi cuerpo. Por tanto, glorificad a Dios en vuestro cuerpo; no loprofanis entregndolo a la concupiscencia.

    Qu sucede cuando por la edad o enfermedad el consagrado se convierte en un vegetal...? ElEspritu Santo contina su obra de consagracin y santificacin. Acaso esta sea la parte ms bella desu vida, la identificacin ms plena con la vctima eucarstica; la entrega ms total de todo su ser a suDios y Creador. La vida del cristiano nunca ser una vida intil; es una eucarista con Cristo Jess.

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    Que no sacas nada de la misa?

    Algunos se lamentan: No saco nada de la Misa. Hay que preguntarles: Pones algo tuyo en laMisa? Pon tus trabajos, cansancios, sufrimiento, tus miserias y pecados, tus penas y alegras... pontu buena voluntad... Y sacars ms de lo que imaginas o deseas. Todo cuanto pones sobre el altar seconsagra y transforma.

    Las palabras de Jess Esto es mi cuerpo... Haced esto en memoria ma hay que tomarlas en undoble sentido:

    a) Haced presente mi cuerpo y sangre como sacrificio de la nueva alianza y alimento de mi pueblo.

    b) Haced de vuestra vida un don total: Os he dado ejemplo para que hagis vosotros lo mismo... (Jn13,15). Las gotas de agua aadidas al vino simbolizan nuestra presencia y ofrenda, unida, fusionadacon la de Cristo.

    Vaticano II: El divino sacrificio de la Eucarista contribuye en sumo grado a que los fieles expresenen su vida y manifiesten a los dems el misterio de Cristo y la naturaleza autntica de la verdaderaIglesia... La Iglesia procura que los cristianos no asistan a este misterio de fe como mudosespectadores, sino que aprendan a ofrecerse a s mismos al ofrecer la hostia inmaculada juntamente

    con el sacerdote, y se perfeccionen da a da por Cristo Mediador en la unin con Dios y entre s, paraque Dios sea todo en todos (SC 2 y 48).

    Nadie debe ir a or la santa misa. En la eucarista por su incorporacin a Cristo, cada cristiano esoferente y ofrenda, sacerdote y sacrificio, junto con Cristo y la Iglesia. Oferente, en virtud de susacerdocio real: Vosotros sois linaje elegido, sacerdocio real (1P 2,9). Junto con el sacerdoteordenado que preside y consagra, todo fiel bautizado puede ofrecer el cuerpo y la sangre de Cristo;y, junto con l, su propia persona, su familia, la Iglesia, el mundo...

    Y cada cristiano es ofrenda, por ser miembro vivo del cuerpo de Cristo. Bien puede decir como sanIgnacio de Antioquia: Soy trigo de Dios, molido por los dientes de las fieras, ser pan de Cristo Ypuede orar con la Imitacin de Cristo: Seor, deseo ofrecerme a m mismo en voluntaria oblacin yser siempre tuyo. Con sencillez de corazn te ofrezco hoy mi persona como siervo perpetuo, como

    obsequio y sacrificio de eterna alabanza. Acptame unido a la santa ofrenda de tu precioso cuerpoinmolado; que sirva para mi salvacin y la de todo el pueblo cristiano (IV,8).

    Ofreced vuestro cuerpo como sacrificio vivo, consagrado, agradable a Dios; este es el culto quedebis ofrecer (Rm 12,1). Comenta san Pedro Crislogo: El Apstol exhorta a presentar vuestroscuerpos como hostia viva. Oh inaudita riqueza del sacerdocio cristiano: el hombre es, a la vez,sacerdote y vctima! El cristiano ya no tiene que buscar fuera de s la ofrenda que debe inmolar aDios: lleva consigo y en s mismo lo que va a sacrificar a Dios. Tanto la vctima como el sacerdotepermanecen intactos: la vctima sacrificada sigue viviendo, y el sacerdote que presenta el sacrificio nopodra matar esa vctima. Misterioso sacrificio en que el cuerpo es ofrecido sin inmolacin del cuerpo,y la sangre se ofrece sin derramamiento de sangre... Procura, pues, ser tu mismo el sacrificio y elsacerdote de Dios. No desprecies lo que el poder de Dios te ha concedido. Haz de tu corazn un

    altar, toma en tus manos la espada del Espritu, y presenta tu cuerpo al Seor como sacrificio(Breviario II pag 657s) Que bella nuestra vida cuando hacemos de ella una oblacin, unida a la deJess.

    La idea que muchos cristianos de fe endeble tienen de Dios parece ser la de un mago fracasado. Anteuna desgracia se preguntan: Si Dios es nuestro Padre, por qu hay tanto sufrimiento en el mundo?Por qu no dice una palabra mgica y lo remedia de una vez?

    Dios tiene un proyecto de salvacin, que no excluye el sufrimiento; lo integra y utiliza para ese fin. Asus hijos nos invita a entrar libremente en su proyecto. Cuando lo hacemos, descubrimos que todo es

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    gracia: Rm 8,28... Los santos han encontrado en el sufrimiento una mina de gracia para su propiasantificacin y para la salvacin del mundo.

    El gran proyecto de Dios lo inaugur su Hijo, con su misterio pascual. A Jess le supuso la lucha mstremenda: Entr en agona y sudaba gotas de sangre, y oraba ms intensamente (Lc 22,44).Fortalecido por la oracin perseverante, y sostenido por el Espritu eterno (Hb 9,14), Jess realiz la

    gran obra. Le cost toda su sangre, su vida. Pero as entr en la gloria (Lc 24,26). Y a nosotros nosabri el camino de la gloria, con el pasaje y la entrada pagados.

    La eucarista es el momento de unir a la pasin de Cristo nuestros sufrimientos y los de nuestrosseres queridos; los sufrimientos de la Iglesia y de toda la humanidad. Completo en mi carne lo quefalta a los sufrimientos de Cristo por su cuerpo que es la Iglesia Col 1,24). Por muy ordinaria,montona y oscura que sea tu vida, si te unes al sacrificio eucarstico de Jess, adquiere un valorinfinito. Por muy poco que viajes, puedes ofrecer a Dios todo el dolor del mundo, unido al sacrificiode Jess y tuyo, y as acarrear bendiciones divinas sobre el mundo. Ordinaria y oscura fue la vida desanta Teresita. Su valor para la causa de Cristo? Incalculable.

    Qu tu vida no cambia?

    Otros se lamentan: Voy a misa todos los das y mi vida no cambia. A estos hay que preguntarles:Es tu vida una misa continuada? San Francisco Ass a sus frailes: Nada de vosotros retengis paravosotros mismos, para que enteros os reciba el que todo entero se os entrega. Vivir la eucarista esentregar la vida por los hermanos. Quien vive la eucarista no puede seguir como siempre buscandosus intereses, siguiendo sus gustos... Ha de estar dispuesto a ofrecer en favor de sus hermanos, sutiempo, su atencin, sus habilidades, su persona.

    Y algunos aaden: Comulgo todos los das, y todo sigue igual. Estos deben preguntarse: Es micomunin completa? La eucarista es comida, comunin. Jess compara el reino de los cielos a unbanquete de bodas (Mt 22). Comer de la misma mesa o fuente significa fraternidad; es como recibirvida de la misma fuente, de los mismos padres.

    La Iglesia hace la eucarista; la eucarista hace la Iglesia, la comunin perfecta. San Juan Crisstomo:

    El pan es el cuerpo de Cristo. En qu se transforman los que lo reciben? En cuerpo de Cristo; perono muchos cuerpos, sino un solo cuerpo. Como el pan compuesto por muchos granos de trigo esuno, as nosotros estamos unidos recprocamente unos con notros y, todos juntos, con Cristo.

    Juan Pablo II: A los grmenes de disgregacin entre los hombres, tan arraigada en la humanidad acausa del pecado, se contrapone la fuerza regeneradora de unidad del cuerpo de Cristo. La eucarista,construyendo la Iglesia, crea comunidad entre los hombres (Ibid n. 24).

    Al recibir la comunin eucarstica se vive ms a fondo la comunin de los santos, koinonia. Nosadentramos en el misterio de la vida trinitaria; entramos en contacto personal con la Virgen Mara ylos santos, con nuestros antepasados, con nuestros amigos aqu abajo y con todos los que gozan dela vida de Dios. Nos encontramos "en la asamblea de los primognitos inscritos en los cielos (Hb12,23). Por eso debemos buscar la ayuda de los santos, especialmente de la Virgen Madre, para

    acoger dignamente al Seor, alabarle y agradecer su visita y su entrega; as como tambin paratrabajar e interceder por el reino de Dios.

    Vino a los suyos y los suyos no le recibieron (Jn 1,11s), porque vino disfrazado de carpintero, depredicador ambulante, amigo de pecadores. La historia se repite. Cristo viene y se esconde en lacomunidad, en los pobres, indefensos, enfermos, marginados. Desde ellos nos mira; desde ellos nosllama sin palabras. En la Encarnacin Cristo he hizo presente en todos y cada uno de los sereshumanos. A all contina.

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    Hace aos a un amigo suyo bastante miope, Jess le dijo: "Hasta ahora me has visto y honrado enlos agraciados. Es hora de que me descubras en los desgraciados. En las personas buenas y bellas esfcil verme, porque estn revestidas de mi bondad y belleza. En los que tenis por malos ydesgraciados es difcil verme, porque yo estoy revestido de su fealdad y miseria. Para descubrirme enellos tienes que contemplarme como me vio el profeta: Sin gracia ni belleza para atraer la mirada.Despreciado, deshecho de la humanidad, hombre de dolores... (Is 53).

    As se encuentra Jess hoy, desecho de la humanidad: cubierto con harapos fsicos, psquicos yespirituales. Los seres ms desgraciados son, sin duda, los que pasan de Dios, o lo rechazan.Tambin en ellos est Jess; y desde cada uno de ellos clama al Padre. Esa es la base de nuestraesperanza. Nosotros, adoradores, debemos adorar a Jess en ellos; y nosotros intercesores, desdeellos junto con Jess debemos clamar y alabar a Dios.

    La eucarista es Presencia real. Gran verdad que aceptamos en fe: vemos pan; pero adoramos yrecibimos a Cristo. Tambin es real la misteriosa presencia del Salvador en la comunidad (Mt 18,20),en los pobres, marginados... Vemos, acaso, el desecho de la humanidad; pero servimos a Cristooculto en ellos: A m me lo hicisteis (Mt 25,34ss). En su cuerpo eucarstico Jess est para que nosalimentemos de l. En su cuerpo mstico para que le alimentemos con nuestro servicio, cario y

    amor. San Agustn: No abras la boca, sino el corazn. Lo que nos alimenta no es lo que vemos, sinoaquello en que creemos.

    La Madre Teresa de Calcuta deca de sus hermanas: Si nosotras no recibiramos todos los das aJess en la Eucarista, no podramos llevar Jess a los pobres, y no podramos encontrar a Jess enlos pobres. Y bien podra aadir: si nosotras no encontrsemos todos los das a Jess en los pobres,nuestra comunin con Jess no sera completa.

    La eucarista es una fuerza divina transformadora metida en la entraa del cristiano. El que se nutrede ella se convierte en un tabernculo del divino Salvador, en un anuncio del reino, en un gestosalvfico de Dios para todos, en una intercesin callada a favor de todos.

    Juan Pablo II: Al participar en el sacrificio eucarstico no solamente cada uno de nosotros recibe aCristo, sino que tambin Cristo nos recibe a cada uno de nosotros. Ms an, nosotros vivimos gracias

    a l: el que me coma vivir por m (Jn 6,57). En la comunin eucarstica se realiza de modo sublimeque Cristo y el discpulo estn el uno en el otro: Permaneced en m, como yo en vosotros (Jn 15,4).De ese modo el pueblo de la nueva alianza se convierte en sacramento para la humanidad (Ibidn.22).

    A la invitacin del Maestro: Tomad y comed, esto es mi cuerpo..., nuestra respuesta ha de ser: Seor, toma y come, esto es mi cuerpo, mi sangre, mi vida. San Len Magno Papa: Nuestraparticipacin en el cuerpo y la sangre de Cristo no hace otra cosa sino convertirnos en lo quecomemos. Seamos portadores en nuestro espritu y en nuestra carne de aquel en quien y con quienhemos sido muertos, sepultados y resucitados (Breviario II, pag. 563). Por eso, la recepcin delsacramento hace que nosotros seamos sacramento (seal de su presencia) para otros en nuestroentorno; y la fe hace que otros en nuestro entorno sean sacramento (seal de su presencia) para

    nosotros.En la eucarista recibimos a Jess una vez al da. En los necesitados tantas veces. San JuanCrisstomo: Deseas honrar el cuerpo de Cristo? No lo honres en el templo con lienzos de seda, si alsalir lo dejas en su fro y desnudez. Da primero de comer al hambriento, y luego con lo que sobreadornars la mesa del Seor. Al adornar el templo, no desprecies al hermano necesitado, porque estetemplo es mucho ms precioso que aquel otro (PG. 58,508).

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    Nuestra devocin eucarstica se manifiesta, no slo visitando el Santsimo, sino tambin visitando aun enfermo, un anciano solo, una crcel; acogiendo a un emigrante; compartiendo nuestros bienes, atravs de alguna organizacin, con tantos millones que viven en extrema pobreza, por lasdesigualdades escandalosas del mundo actual. El 20% de los seres humanos disponen de ms del80% de los recursos de nuestro planeta. Es la historia del rico Epuln y del pobre Lzaro.

    Uno de los mayores sufrimientos en la sociedad actual se debe a la soledad y vaciedad de alma que atantos atormenta. Es el resultado de la primera tentacin no vencida (Mt 4,3s). El hombre vive noslo de pan, no slo de bienes de consumo y de tecnologa. Necesita de Dios. La situacin se agravaal convertirse el tiempo en un bien de consumo administrado avara y egostamente. Una gran obrade misericordia es dar del propio tiempo al necesitado de desahogarse.

    Tres modos de perder el tiempo muy provechosamente: 1. Escuchando a personas que necesitanhablar y desahogarse. 2. Haciendo compaa a Jess en el sagrario. 3. Intercediendo por la Iglesia ypor el mundo ante el trono de la divina misericordia.

    Cuando Cristo Jess se entrega nosotros en la sagrada comunin, se nos entrega con su santidadinfinita. Apropimosla y seremos santos! Se nos entrega con sus mritos infinitos. Ofrezcamos esosmritos por la santificacin de su Iglesia, por la salvacin de todos los redimidos.

    3. LA EUCARISTA Y EL PADRE

    La obra ms sorprendente de Dios? La Encarnacin. Dios se hace hombre, por amor a los hombres!La Eucarista le aade un nuevo estupor. Dios se hace comida para los hombres! Tanto en laencarnacin como en la eucarista intervienen activamente las tres Personas divinas, participa toda laiglesia, se beneficia toda la humanidad y todo el cosmos.

    El Padre nos ama con amor desmedido y entrega a su Hijo como vctima expiatoria por nuestrospecados. En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado, sino en que Dios nos am anosotros y envi a su Hijo como vctima expiatoria por nuestros pecados (1Jn 4,10). Abrahn,dispuesto a sacrificar su hijo nico (Gen 22), es una plida sombra del Padre Dios que sufre a lo

    divino al ver a su Hijo amado muriendo en la cruz, vctima de nuestros pecados (2Co 5,21). Cuandocomprendamos el dolor del Padre sabremos cunto nos ama a los pecadores y cmo aborrece elpecado.

    El Hijo nos ama y se entrega por nosotros a Dios como ofrenda y sacrificio de olor agradable (Ef5,2). Misericordia quiero, no sacrificios, dice el Seor (Os 6,6). Este sacrificio es tan agradable aDios porque es pura misericordia, y permite a Dios abrazar en su infinita misericordia a todos loshombres presentes en el Calvario (Rm 5,8). El sacrificio del Calvario se perpeta, cuando Jess sehace eucarista para nosotros.

    El Espritu Santo es quien realiza la maravilla de la encarnacin actuando sobre la Virgen Mara (Lc1,35). Es quien mueve y sostiene a Cristo al ofrecerse al Padre por nosotros (Hb 9,14). Y es quienahora lo hace presente en cada Eucarista.

    Mi Padre es el que os da el verdadero pan del cielo: el pan de Dios que baja del cielo y da la vida almundo (Jn 6,31-35). Israel caminando, tropezando y sufriendo en el desierto es imagen del nuevopueblo de Dios en camino a su descanso. El man anuncia el verdadero pan del cielo, la eucarista.Este es el pan con que el Padre providente alimenta a sus hijos peregrinos en este mundo, y losdispone para la resurreccin en el ltimo da.

    Todos los que el Padre me da vendrn a m. Al que viene a m yo no lo rechazo, pues he bajado delcielo para hacer la voluntad del que me ha enviado. Y esta es la voluntad del que me ha enviado, que

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    yo no pierda ninguno de los que l me ha dado, sino que los resucite en el ltimo da (Jn 6,37 -40).Cuando comulgamos recibimos a Jess como un don del Padre. Y cuando comulgamos Jess nosrecibe a nosotros como un don del Padre. Una razn por la que Jess nos aprecia sin medida, y noest dispuesto a perder a ninguno de nosotros es esta: siempre nos mira como un precioso regalo desu Padre.

    Al recibir el cuerpo eucarstico de Cristo, comulgamos tambin con el Padre y el Espritu; los tres soninseparables. Y con el Dios Trino viene a nosotros toda la corte celestial: la Virgen Mara, los ngelesy santos, incluidos nuestros antepasados. Cada vez que comulgamos nos adentramos ms en lacomunin de los santos. Esa es nuestra eterna morada.

    Cuando comulgamos estn presentes en nosotros todos los que estn en el corazn de Jess: no sololos justos, tambin los pecadores, enfermos, encarcelados. Y el Padre abre sus brazos para acoger ybendecir a todos los que estn en el corazn de Jess. Este es el mejor momento para interceder portodos los necesitados de la misericordia divina.

    Hijos en el Hijo

    Mirad qu amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios, y lo somos! (1Jn 3,1). Lo msgrande y glorioso que puede soar y desear una criatura? Ser hijo o hija de Dios! Es, incluso, lo msgrande y glorioso que el mismo Dios puede soar y desear para una criatura. Y lo ha soado y lo hadecretado!

    Nuestra filiacin divina no es algo esttico y acabado. Es algo dinmico, en proceso de desarrollo.Desde ahora somos hijos de Dios, pero an no se ha manifestado lo que seremos. Sabemos quecuando se manifieste seremos semejantes a l, porque le veremos tal cual es (1Jn 3,2). El pan delcielo, con que el Padre nos alimenta, nos ayuda a crecer como hijos hasta llegar a la plenitud deCristo, el Hijo amado (Rm 8,29; Ef 4,13).

    Como yo vivo por el Padre, el que me come vivir por m, dice Jess (Jn 6,57). Ideal y meta de laeucarista es convertirnos en lo que comemos, convertirnos ms y ms en Jess: haciendo nuestrossus pensamientos, deseos y sentimientos; haciendo nuestra su condicin de Hijo del Padre. Nuestro

    ideal es llegar a ser Jess para el Padre. El camino para esa meta es Jess, sobre todo la comunineucarstica con Jess. Cuando tomamos un alimento, lo asimilamos. Cuando tomamos el paneucarstico, Jess nos asimila.

    Siempre que Jess, usando el lenguaje humano, se dirige a Dios lo llama Abba, arameo por pap.Abba es como el nio pequeito llama a su pap. A nadie antes de Jess se le ocurrira llamar a Diospap. Los evangelios ponen en boca de Jess esa expresin 170 veces. Jess ante el Padre essiempre un nio pequeo. En realidad, nadie sobre la tierra se ha visto tan pequeo ante Dios comoJess, porque slo Jess pudo ver a Dios como realmente es: infinitamente grande! Por eso, comocriatura, se ve infinitamente pequeo.

    Para relacionarse con Dios como Jess, uno tiene que nacer de nuevo, nacer del Espritu de Dios (Jn3,3ss). Y bajo la accin del Espritu, uno tiene que cambiar radicalmente hasta pensar, sentir, orar y

    vivir como un nio (Mt 18,1-4).Infancia espiritual

    El paso de santa Teresita por este mundo fue providencial. Naci en una poca marcada porlegalismo, que pone el acento en el esfuerzo personal para salvarse; y jansenismo, que presenta a unDios distante de la pobre criatura, en su impresionante santidad. Vivi en una Iglesia demasiadoautoritaria, activista y machista. En la mente de muchos cristianos la imagen de Abba estabareemplazada por la de un dios castigador de los malos, amigo de los buenosque se ajustan sussantas normas.

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    Para reconducir a su pueblo a la pureza del Evangelio, el Espritu Santo no se sirvi de un Papa sabio,ni de un Concilio, sino de una nia humilde, que entra en el convento a los 15 aos y a los 24 mueredesconocida. Juan Pablo II: De Teresa se puede decir que el Espritu de Dios permiti a su coraznrevelar a los hombres de nuestro tiempo la verdad del Evangelio: el hecho de haber recibidorealmente un espritu de hijos adoptivos que nos hace gritar Abba, Padre! En su caminito seencuentran la confirmacin y renovacin de la ms fundamental de las verdades: que Dios es nuestroPadre y que nosotros somos sus hijos.

    Von Balthasar: Para los telogos su doctrina es una transfusin de sangre. El mensaje de Teresitaes ya un bien comn, integrado en la espiritualidad de nuestro tiempo, y en los documentos del

    Vaticano II.

    Teresita razona: las almas grandes y valerosas pueden volar como guilas y escalar las cumbres msaltas de la santidad; pero ella se ve como un pajarito sin plumas, como un granito de arena en elsuelo. As es como se ven tantos cristianos. Cuantas veces me he comparado con los santos, hecomprobado que entre ellos y yo existe la misma diferencia que entre una montaa cuya cima sepierde en los cielos y un oscuro grano de arena que a su paso pisan los caminantes. Pero en vez dedesanimarme me he dicho a m misma: Dios no puede inspirar deseos irrealizables; por lo tanto, a

    pesar de mi pequeez, puedo aspirar a la santidad. Acrecerme es imposible; he de soportarme talcomo soy con todas mis imperfecciones. Pero quiero hallar el modo de ir al cielo por un caminito muyrecto, muy corto; un caminito del todo nuevo (C 2v).

    Ese caminito del todo nuevo es el de la confianza ciega, que lleva a Teresita al abandono total enbrazos de Dios. Y este abandono es el ascensor, que la conduce a la ms alta santidad. Tanto elcaminito nuevo como el ascensor ya los haba inaugurado hace dos mil aos Jess de Nazaret. Suconfianza en el Abba no tiene lmites, su dependencia de Dios es total, su abandono a la voluntaddivina ciego y absoluto.

    Teresita exclama: Oh Jess, djame que te diga en el exceso de mi gratitud, djame que te digaque tu amor llega hasta la locura! Cmo quieres que ante esta locura mi corazn no se lance haciati? Cmo habra de tener lmites mi confianza?... Oh Jess, si pudiera yo revelar a todas las almas

    pequeas cuan inefable es tu condescendencia! Siento que si, por un imposible, encontrases a unalma ms dbil, ms pequea que la ma, te complaceras en colmarla de favores mayores todava,con tal que ella se abandonara con entera confianza a tu misericordia infinita. (B 5v).

    As escriba Teresita el 8 de Septiembre de 1896, Natividad de Mara No estara pensando en ella?Ciertamente, Mara es la ms pequea a sus propios ojos; por eso, la ms grande a los ojos de Dios,Lc 1,48.

    Cercano el final de su vida (mayo 1897), escribe a Roulland: Mi camino es todo l de confianza yamor, y no comprendo a las almas que tienen miedo a un Amigo tan tierno. Cuando leo ciertostratados espirituales en los que la perfeccin se presenta rodeada de mil estorbos y trabas, y de unamultitud de ilusiones, mi pobre espritu se fatiga muy pronto, cierro el docto libro que me quiebra lacabeza y me seca el corazn y tomo la Sagrada Escritura. Entonces todo me parece luminoso: una

    sola palabra abre a mi alma horizontes infinitos, la perfeccin me parece fcil: veo que basta conreconocer la propia nada y abandonarse como un nio en los brazos de Dios. Dejando para losgrandes espritus los bellos libros que no puedo comprender y menos poner en prctica, me alegro deser pequea, pues slo los nios, y los que son como ellos sern admitidos en el banquete celestial(Mt 19,14). Me gozo de que haya muchas moradas en el reino de Dios (Jn 14,2); porque si nohubiese mas que sa cuya descripcin y camino me resultan incomprensibles, no podra entrar all(Cta 226).

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    Lo que, a pesar de tantas comuniones eucarsticas, retarda nuestra transformacin en Cristo Jess esque nos miramos demasiado a nosotros mismos, y somos demasiado grandes y demasiado listos parapromover nuestra propia imagen y defender nuestros derechos. El nio en la antigua sociedad hebreaera un nadie: sin derechos, pero feliz de tener tan cerca a pap. Precisamos la conversin msradical. Convertirnos en nios. Tal conversin es obra del Espritu de la verdad. Donde el Espritutrabaja a fondo, limpiando nuestro subconsciente de fantasmas es en la noche oscura decontemplacin.Ser Jess para el Padre

    En la va asctica nos comunicamos con Dios a travs de ideas y sentimientos, que distaninfinitamente de la realidad. En la noche de contemplacin (va mstica) el Espritu nos pone encontacto con la realidad misma de Dios. Por eso aqu Dios se oculta a nuestra mente (es demasiadogrande...). Lo que aparece con toda claridad es la propia miseria y pecado, la propia nada. Cuandofinalmente, despus de la ms intensa noche, quedemos reducidos a nada, Dios ser todo paranosotros. Y entonces seremos en plenitud Jess para el Padre.

    Ser Jess para el Padre significa acoger con gratitud infinita el amor infinito del Padre. Dios es Amor(1Jn 4,8), amor infinito. Por eso tiene una necesidad infinita de amar y de darse sin lmites, sin fin.

    Jess acoge eternamente todo el amor y el ser mismo del Padre; por eso es su Hijo amado. Desde laencarnacin lo acoge en un corazn humano totalmente puro y libre, que responde con el mismoamor, entusiasmo y entrega total.

    A cada uno de nosotros el Padre nos ama con el mismo amor con que ama a su divino Hijo. En suoracin sacerdotal (Jn 17,19.26) Jess pide que Dios nos consagre con su Espritu para que podamosacoger todo su amor infinito: que el amor con que t me has amado est en ellos. Acoger el amorsin lmites de Dios para nosotros supone aceptar la agona de ver que ni merecemos tal amor, nirespondemos con el mismo amor y entrega total. Esta es, acaso, la prueba ms dolorosa de la nochepasiva. Ver tanto egosmo y pecado en nosotros, tan poco amor y gratitud hacia un Dios que es todoamor y se vuelca sin reservas sobre nosotros!

    Pero ese mismo dolor hace que el corazn se ensanche ms all de los lmites humanos; y el amor se

    purifique de todo egosmo. Las Nadas de san Juan de la Cruz significan no buscarse en nada, vaciarsede todo para crear un espacio infinito donde quepa todo el amor de Dios. En cuanto nos vamosllenando del amor de Dios, somos Jess para el Padre. Cuando nos dejemos amar sin medida,amaremos sin medida y seremos plenamente Jess.

    Canta san Juan de la Cruz: Cuando t me mirabas,

    su gracia en m tu ojos impriman;

    por eso me adamabas

    y en eso merecan

    los mos adorar lo que en ti van

    Amar Dios al alma es meterla en cierta manera en s mismo, igualndola consigo; y as ama Dios alalma en s consigo, con el mismo amor que l se ama. Y por eso en cada obra, por cuanto la hace enDios, merece el alma el amor de Dios; porque puesta en esta gracia y alteza, en cada obra merece almismo Dios (Cant. Esp. 32,6).

    Te imaginas el poder de la intercesin de un alma metida en Dios, que acoge en s a toda la Iglesiay al mundo entero, cuando esa alma llega a merecer el amor de Dios y merece al mismo Dios?

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    La voluntad de Dios

    Ser Jess para el Padre significa no tener otra voluntad que la del Padre. La actitud de Jess al entraren el mundo: Aqu estoy, oh Dios, para hacer tu voluntad (Hb 10,7). La voluntad del Padre es paraJess alimento, energa, vida (Jn 4,34). Es la que le une tan ntimamente con Dios (Jn 8,29), que elPadre y Jess son uno (Jn 10,30).

    Quin es mi madre, quienes son mis hermanos? El que hace la voluntad del Padre ese es mihermano, mi hermana, mi madre (Mt 12,48ss). Este es acaso el mayor elogio de Mara, pues ellahizo como nadie la voluntad de Dios en todo momento. He aqu la esclava del Seor. Hgase en misegn tu palabra (Lc 1,38). Por eso es la llena de gracia, llena de Dios.

    Como Dios es infinitamente simple, la voluntad de Dios es igual al ser de Dios. Por tato, cada vez queaceptamos la voluntad de Dios, manifestada en las diversas circunstancias de la vida, nos llenamosms de Dios, de su amor y su gracia. El mayor regalo de Dios es movernos a hacer siempre suvoluntad; mejor, cautivarnos de modo que slo podamos hacer su voluntad. As es como Dios noshace partcipes a su ser divino: de su santidad, bondad, felicidad y de su poder salvador.

    En la va mstica (quintas moradas de santa Teresa) queda nuestra voluntad fusionada con la de Dios;puede ser por medio de una gracia mstica, o sin ella, por la constante prctica de buscar siempre yslo su voluntad. Qu importante es el obrar pasivo: el dejarse controlar y moldear por el Espritu,buscando siempre el agrado de Dios y el bien de los hermanos.

    Buscar la voluntad de Dios es buscar slo su gloria, como Jess (Jn 8,50), no la propia ganancia ogloria. Santa Teresita tena el deseo de morir joven, sin embargo, el agradar a Dios estaba porencima de todos sus deseos. Si Dios me dijese: Si mueres ahora tendrs una gloria muy grande, simueres a los 80 aos la gloria ser mucho menos, pero me complacer mucho ms. Oh! entoncesno vacilara en responder: Dios mo, quiero morir a los 80 aos, porque no busco mi gloria, sinonicamente vuestro agrado. Los grandes santos trabajaron por la gloria de Dios, pero yo, que no soyms que un alma pequeita, trabajo nicamente por complacerle, y me agradara soportar losmayores sufrimientos, aunque solo fuese para hacerle sonrer una sola vez (C.A. 16.7.6).

    Quien comulga con la voluntad de Dios, comulga con su deseo infinito de que todos los hombres sesalven: Jn 3,16ss. Trabaja, ora y se desvive por ello: 1Tm 2,1s. De ah surgen los verdaderosapstoles y los grandes intercesores.

    Ser Jess para el Padre significa ser una verdadera eucarista. El trmino Eucarista se usa desde elsiglo II (san Ignacio de Antioquia, hacia el 110). Antes se llamaba Fraccin del pan o Cena del Seor.Ser eucarista significa dejarse romper, dejarse comer como el pan; entregarse sin reservas al serviciode Dios y de los hombres.

    Jess en la eucarista, como en la cruz, es todo oblacin: se da todo entero al Padre; todo entero alque lo recibe. Mi vida no tiene sentido, se lamentan algunos. Nunca lo tendr mientras no aprendana darte. La vida es un don. Slo puede tener sentido cuando de ella hacemos un don a Dios y alprjimo. Todo lo que uno retiene egostamente para s, se ha perdido (Mc 8,35). Lo que uno da es lo

    que fructifica el ciento por uno, el mil por uno... segn el amor que cada uno pone en su don (Rm14,7-9).

    Cuando sea Jess para el Padre, ser Jess para los hombres. Mi don ser perfecto; mi felicidadtambin. Y slo entonces ser intercesor perfecto, porque ser Jess para los hombres ante el tronode gracia. Jess ama a los suyos con un amor excesivo, y desea lo mejor para ellos. Por eso ora: Yoen ellos, t en m... Que vean mi gloria y participen de ella en plenitud po r toda la eternidad! (Jn17,20-24).

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    4 . LA EUCARISTA Y EL ESPRITU SANTO

    El Hijo de Dios comienza su andadura humana concebido por el Espritu Santo en el seno de MaraVirgen. La contina proclamando el reino, con la fuerza del Espritu y sus carismas: El reino de Diosest cerca; convertios y creed el evangelio (Mc 1,15). La consume ofrecindose en la cruz movido ysostenido por el Espritu eterno (Hb 9,14). Y la corona, resucitado, lleno de poder y gloria,

    derramando su Espritu sobre la Iglesia y el mundo (Pentecosts). En la encarnacin el Espritu nosda Jess. En la resurreccin Jess nos da el Espritu.

    La eucarista perpeta y condensa la obra de Dios entre nosotros. Todo comienza con una nuevaforma de la encarnacin: el Hijo de Dios viene de nuevo a nosotros cuando el pan y el vino seconvierten en su presencia real. En cierto momento de la misa se invoca al Espritu Santo sobre elpan y vino (epclesis): Santifica estos dones con la efusin de tu Espritu, de manera que sean paranosotros cuerpo y sangre de Jesucristo, nuestro Seor.

    Luego vienen las palabras de la consagracin. El sacerdote presta su voz a Cristo, que dice: Esto esmi cuerpo... Y el Espritu Santo, que form el cuerpo de Cristo en el seno de Mara; el Espritu queen el sepulcro comunic la vida de Dios al cuerpo inerte de Jess, acta ahora sobre el pan y el vinoy los transforma en cuerpo y sangre del divino Redentor. Ya lo haba anunciado Jess en su sermn

    sobre la eucarista: El Espritu es el que da la vida (Jn 6,63). Como en la encarnacin, as en laconsagracin el Espritu nos da Jess. Y como en Pentecosts, as en la comunin, junto con sucuerpo y sangre, Jess nos da el Espritu Santo.

    Juan Pablo II: Por la comunin de su cuerpo y su sangre, Cristo nos comunica tambin su Espritu.Escribe san Efrn: Llam al pan su cuerpo viviente, lo llen de s mismo y de su Espritu, y quien locome con fe come Fuego y Espritu... La Iglesia pide este Don divino, raz de todos los otros dones,en la epclesis eucarstica (Ecclesia de eucharistia N.17)

    El cuerpo mstico fruto del Espritu y la eucarista

    La eucarista fue instituida por Cristo para sellar y alimentar la ms estrecha comunin entre susdiscpulos. En una nueva epclesis sobre el pueblo, antes de la comunin se ora: Fortalecidos con el

    cuerpo y la sangre de tu Hijo y llenos de su Espritu Santo, formemos en Cristo un solo cuerpo y unsolo espritu. Que l nos transforme en ofrenda permanente...

    Todos nosotros fuimos bautizados en un solo Espritu para formar un solo cuerpo (1Co 12,12s). Enel bautismo el Espritu Santo nos hizo miembros vivos del cuerpo mstico de Cristo. Al recibir el cuerpoeucarstico del Seor, el Espritu Santo nos va fusionando con Cristo en su cuerpo mstico: Puestoque slo hay un pan, todos los que participamos del mismo pan formamos un solo cuerpo (1Co10,17)

    En el bautismo el Espritu nos regala las virtudes teologales, fuerzas divinas que nos unen a Dios. Lacelebracin de la eucarista, sacramento de amor, no se puede separar de la profesin de fe. Laeucarista es la expresin sacramental suprema de la unidad de los fieles en la fe apostlica y catlicagarantizada a lo largo de la historia por el Espritu Santo. En la antigedad, cuando un obispo

    deseaba cerciorarse de profesar la fe transmitida por los apstoles, visitaba Roma y dialogaba con suobispo. Si estaba de acuerdo con la fe del obispo de Roma, reciba de ste la sagrada eucarista,como signo de comunin apostlica.

    Tres cosas hay que permanecen: la fe, la esperanza y el amor. La ms grande es el amor (1Co13,13). La fe est hecha para el amor. Si creemos en Cristo lo que importa es la fe, que se expresaen amor (Ga 5,6). Escribe santo Toms: La eucarista es el sacramento del amor. El amor es unafuerza unitiva. Cuando uno ama a alguien con amor de amistad desea el bien para quien ama comolo desea para s mismo. De ah el sentir al amigo como otro yo (1-2,28,1).

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    El Espritu Santo, derramando el amor de Dios en nuestros corazones (Rm 5,5), nos hace percibircomo otro yo, o mejor, como otro Jess, a cuantos comulgamos juntos y comulgamos en plenitud. Lacomunin es plena cuando nos entregamos sin reservas al Seor y a los hermanos en la fe. Lo cualslo es posible cuando realmente nos enamoramos de Jess.

    Espritu enamorador

    En el seno de la Trinidad, en el misterio de la comunin divina, el Espritu Santo procede como frutode un eterno enamoramiento entre el Padre y el Hijo. Su especialidad en la Iglesia es enamorar, antetodo, enamorar del Amor.

    San Juan de la Cruz: El que est enamorado se dice tener el corazn robado o arrobado de aquel aquien ama, porque le tiene fuera de s, puesto en la cosa amada; y as no tiene corazn para s, sinopara aquello que ama. De ah podr bien conocer el alma si ama a Dios puramente o no. Si le ama notendr corazn para s propia, ni para mirar su gusto y provecho, sino para honra y gloria de Dios, ydarle a l gusto... No puede dejar de desear el alma enamorada la paga y salario de su amor. El cualno es otra cosa sino ms amor, hasta llegar a perfeccin de amor (Cntico 9,5.7).

    Y hablando de la perfeccin de amor en la ms ntima unin mstica canta:

    Cun manso y amorosorecuerdas en mi seno,

    donde secretamente solo moras;

    y en tu aspirar sabroso

    de bien y vida lleno,

    cun delicadamente me enamoras!

    Esta es una aspiracin que hace al alma Dios, en que la absorbe profundsimamente en el EsprituSanto, enamorndola con primor y delicadez divina, segn aquello que vio en Dios. Porque siendo laaspiracin llena de bien y gloria, en ella llen el Espritu Santo al alma de bien y gloria, en que laenamor de s sobre toda lengua y sentido en los profundos de Dios, al cual sea honra y gloria insaecula saeculorum. Amn (Llama 4,16).

    En su primer sermn en Nazaret, Jess anuncia: El Espritu del Seor est sobre m, porque me haungido... (Lc 4,16ss). Jess es el ungido, lleno del Espritu de Dios. Cuando ahora lo recibimos en lasagrada comunin, resucitado e identificado con el Espritu (2Co 3,17), nos hace partcipes de suuncin sagrada. Y con su uncin nos enva y capacita para participar en su misin: Como el Padreme envi, as os envo a vosotros. Recibid el Espritu Santo (Jn 20,21s). La escena se repite cadavez que comulgamos. La comunin no es completa sin la comunicacin de la buena nueva, sin laevangelizacin.

    No os embriaguis con vino, llenaos ms bien del Espritu Santo (Ef 5,18). Comenta san Ambrosio:El que se embriaga con vino vacila y titubea; mas el que se embriaga con el Espritu est arraigado

    en Cristo. Excelente embriaguez es esta (PL 16,449).La embriaguez hace al hombre salir de s mismo, de sus estrechos lmites. Con el vino y droga elhombre sale de s y se coloca por debajo de su nivel racional; puede actuar como una bestia. Con elEspritu el hombre sale de s, y se eleva hacia Dios; queda unido a Dios (por los dones); puedeactuar como instrumento de Dios (por los carismas). Cuando nuestra embriaguez sea plena,quedaremos transformados en Dios.

    El que se une al Seor se hace un espritu con l (1Co 6,17). Aqu est la fuerza transformadora dela sagrada comunin: nos hace un espritu con Cristo Jess, y ese espritu es el Espritu Santo de

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    Dios. Cuando recibimos la comunin, Jess viene a nosotros como el que bautiza con Espritu Santoy con fuego (Mt 3,11). Este es el nico fuego capaz de reducir a cenizas el hombre viejo ennosotros, y de revestirnos del hombre nuevo, creado segn Dios.

    Icongrafo divino

    Jess de Nazaret es la obra maestra del Espritu Santo; es la imagen de Dios invisible (Col 1,15);

    la impronta de su ser (Hb1,3): es el Icono vivo del Dios de salvacin.A los que de antemano Dios conoci, tambin los predestin a reproducir la imagen de su Hijo (Rm8,29; 1Co 15,49). Si quieres ver tu imagen verdadera y duradera, mira a Jess. Nuestro destinoglorioso es ser iconos del Icono divino.

    En eso consiste la santidad autntica: en reproducir fielmente en nuestro interior la imagen de CristoJess, el ungido, el santo de Dios. Quien se encarga de realizar esa tarea, y la garantiza, es elEspritu. Habis sido sellados con el Espritu Santo prometido, el cual es garanta de nuestraherencia (Ef 1,13s). El Espritu es Icongrafo, Cristificador, Deificador.

    El Espritu trabaja en diversos talleres. Taller suyo son los sacramentos: bautismo, confirmacin,reconciliacin, matrimonio, Eucarista: en todos ellos nos ayuda a salir de nuestro yo, para

    adentrarnos en Cristo; nos ayuda a despojarnos del hombre viejo, para revestirnos del nuevo (Ef4,22ss); nos invita a morir, para resucitar con Cristo.

    Taller del Espritu es tambin la oracin personal y la vida entera, sobre todo en la va mstica. Comoah el Espritu asume el control, su accin es infinitamente ms eficaz, y conduce finalmente a launin de amor. La gran alegra del Espritu es poder conducir a un cristiano a la unin transformantecon Dios ya en esta vida, de modo que pueda uno cantar con el Doctor Mstico:

    Oh cristalina fuente,

    si en esos tus semblantes plateados

    formases de repente

    los ojos deseados

    que tengo en mis entraas dibujados.

    De tal manera se dibuja la figura del Amado y tan conjunta y vivamente se retrata, cuando hayunin de amor, que es verdad decir que el Amado vive en el amante y el amante en el Amado. Y talmanera de semejanza hace el amor en la transformacin de los amados, que se puede decir quecada uno es el otro, y que entrambos son uno. La razn es porque en la transformacin de amor eluno da posesin de s al otro, y cada uno se deja y trueca por el otro; y as cada uno vive en el otro,y el uno es el otro y entrambos son uno por transformacin de amor. Esto es lo que quiso dan aentender san Pablo en Ga 2,20. De manera que, segn esta semejanza y transformacin, podemosdecir que su vida y la de Cristo toda es una vida por unin de amor; lo cual se har perfectamente enel cielo en divina vida en todos los que merecieren verse en Dios, porque, transformados en Dios,vivirn vida de Dios y no vida suya, aunque s vida suya, porque la vida de Dios ser vida suya. Yentonces dirn de veras: Vivimos nosotros y no nosotros, porque vive Dios en nosotros (CnticoEspr. 12,7s).

    Aposentador real

    Un puesto importante en la corte real es el de aposentador, que se hace cargo de la habitacin yoficinas reales, y cuando el rey viaja, se adelanta para disponer su alojamiento y el de su corte. Unode los ttulos que san Juan de la Cruz da al Espritu Santo es el de Aposentador de nuestro SeorJesucristo. En este aspirar el Espritu Santo por el alma, que es visitacin suya en amor a ella, se

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    comunica en alta manera el Esposo Hijo de Dios. Que por eso enva su Espritu primero, como a losapstoles, que es su aposentador, para que le prepare la posada del alma Esposa, descubriendo susdones, arrendola de la tapicera de sus gracias y riquezas (Cntico 17,8).

    El Aposentador divino, no solo adorna los aposentos. En cuanto le permitimos controlar nuestra vida,entroniza al Rey en nuestro corazn y lo corona. As lo haba anunciado Jess: El me dar gloria (Jn

    16,14). La coronacin de Jess como Rey marca un antes y un despus en nuestra vida.Santa Teresa de Jess explica su escaso progreso espiritual durante algunos aos: Suplicaba alSeor me ayudase; buscaba remedio; haca diligencias; mas no deba entender que todo aprovechapoco si, quitada de todo punto la confianza de nosotros, no la ponemos en Dios (Vida 8,12). Lavictoria es del Rey; no nuestra.

    Y contina la santa: Hagamos cuenta que dentro de nosotras est un palacio de grandsima riqueza,todo su edificio de oro y piedras preciosas, en fin, como para tal Seor. Y que en este palacio esteste gran Rey, que ha tenido por bien ser vuestro Padre; y que est en un trono de grandsimoprecio, que es vuestro corazn. Entendamos con verdad que hay otra cosa ms preciosa, sin ningunacomparacin dentro de nosotras, que lo que vemos por de fuera. No nos imaginemos huecas en lointerior. Todo el punto est en que se lo demos por suyo con toda determinacin, para que pueda

    poner y quitar como en cosa propia. Como El no ha de forzar nuestra voluntad, toma lo que ledamos, mas no se da a S del todo hasta que nos damos del todo (Camino de Perfeccin 28, 9.12).

    El reino de Dios est dentro de vosotros, dice Jess (Lc 17,21). Lo importante es que el Rey ocupeel trono que por derecho le pertenece: que pueda reinar sin oposicin, y actuar con total libertad.Entonces es cuando nuestra vida realmente cambiar segn el proyecto de Dios, que supera todaimaginacin y todo deseo del corazn humano. El libro del Apocalipsis nos ofrece una instantnea delfinal de los tiempos, con el Seor que, sentado en el trono, dice: Ahora hago nuevas todas lascosas. Y aparecen un cielo nuevo y una tierra nueva, y la nueva Jerusaln que baja del cielo, de

    junto a Dios, engalanada como una novia ataviada para su esposo (Ap 21,1ss).

    Si deseas que Jess ocupe ese trono de grandsimo precio que es tu corazn, y se encuentre a gustoen l; si deseas que desde ese trono, Jess vaya cambiando tu vida a su gusto, canta con san Juan

    de la Cruz:Detente, cierzo muerto;

    ven, austro, que recuerdas los amores,

    aspira por mi huerto

    y corrern sus olores

    y pacer el Amado entre las flores.

    El cierzo muertosignifica el espritu de sequedad. El austroque despierta, o reaviva los amores es elEspritu Santo. Por tanto, mucho es de desear este divino aire del Espritu Santo y que pida cadaalma aspire por su huerto para que corran divinos olores de Dios. Que, por ser esto tan necesario y

    de tanta gloria y bien para el alma, la esposa lo dese y pidi en los Cantares... Y esto lo desea elalma, no por el deleite y gloria que de ello se le sigue, sino por lo que en esto sabe que se deleita suEsposo, y porque esto es disposicin y prenuncio para que el Hijo de Dios venga a deleitarse en ella;que por eso dice luego: y pacer el Amado ente las flores (Cntico 17,9). El alma controlada por elEspritu, no piensa en ganancia personal, slo busca el agrado y la gloria de su Seor. Esa es suganancia, esa es su gloria.

    Yo pedir al Padre que os d otro Parclito, que est con vosotros para siempre, el Espritu de laverdad (Jn 14,16s). Por una parte, Jess mismo se encarga de obtener el Espritu Santo para

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    nosotros. Por otra parte, el Espritu entroniza y glorifica a Jess en nuestra vida. El me dar gloria,porque recibir de lo mo y os lo comunicar a vosotros (Jn 16,14). Tal es nuestra dependencia delEspritu para venir a Jess, que nadie puede decir: Jess es Seor!, sino por influjo del EsprituSanto (1Co 12,3).

    Cuando comemos el pan eucarstico, nos asimilamos un poco ms a Cristo Jess. Cuando la vida nos

    tritura bien y el fuego del Espritu nos convierte a nosotros en pan de Cristo, quedamos msplenamente asimilados a Cristo, revestidos de las cualidades y virtudes de Cristo. Entonces, y sloentonces podemos decir: Estoy crucificado con Cristo; y ya no vivo yo, pues es Cristo el que vive enm. Mi vida presente la vivo en la fe en el Hijo de Dios, que me am y se entreg a s mismo por m(Ga 2,19s).

    Entonces, y slo entonces, mi vida unida a la de Cristo, es una perfecta alabanza a Dios, unaintercesin ininterrumpida a favor de mis hermanos.

    5. LA EUCARISTA Y LA VIRGEN MARA

    San Juan de la Cruz tiene un romance sobre el prlogo de Juan. En el principio sin principio, la

    Palabra estabajunto a Dios y la Palabra era Dios (Jn 1,1). La vida trinitaria se desarrolla en Dios enperfecta armona y felicidad plena desde toda la eternidad. Humanamente hablando, el Padre dice unda a su Hijo amado:

    Una esposa que te ame,

    mi Hijo, darte quera,

    que por tu valor merezca

    tener nuestra compaa

    y comer pan a una mesa

    de el mismo que yo coma.

    Y responde el Hijo:A la esposa que me dieres

    yo mi claridad dara

    para que por ella vea

    cunto mi Padre vala

    y cmo el ser que poseo

    de su ser le reciba.

    Reclinarle he yo en mi brazo

    y en tu amor se abrasara

    y con eterno deleite

    tu bondad sublimara.

    Del deseo divino de dar a su Hijo una esposa, que comparta la vida y la felicidad trinitaria, surge laidea de la creacin y, sobre todo, de la Encarnacin-Redencin. A su tiempo Dios enva unplenipotenciario, el ngel Gabriel, con una proposicin matrimonial para su Hijo (Lc 1,26ss). Mara,

    Virgen, nuestra representante llena de gracia, acepta de modo responsable e incondicional elproyecto de Dios: Aqu la esclava del Seor. Hgase. En fe ciega y amor total se pone a disposicin

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    de su Seor, abierta a la accin creadora del Espritu. Y as se realiza la gran maravilla! La Palabrase hizo carne (Jn 1,14).

    En la Encarnacin el Hijo de Dios entra en nuestro mundo en actitud de esposo, que ama sin mediday se entrega sin reservas. En la eucarista contina en la misma actitud de entrega total: Tomad ycomed, esto es mi cuerpo. Juan Pablo II resalta el paralelo entre la disponibilidad de Mara y la del

    celebrante al decir: Esto es mi cuerpo. El sacerdote pone su boca y su voz a disposicin de aquelque las pronunci en el cenculo y quiso que fueran repetidas (Ecclesia de Eucarista c.5b). Y serepite la maravilla: El pan se hace cuerpo de Cristo!

    Mara, en todo su ser y con toda su vida, es mujer eucarstica. Ella ha practicado su fe eucarsticaantes incluso de que sta fuese instituida, por el hecho de haber ofrecido su seno virginal para laencarnacin del Verbo, explica Juan Pablo II. (Ibid 53.55). Todo cristiano debe imitar a Maraponindose a disposicin de su Seor y abrindose como ella a la accin del Espritu.

    El fiat de Mara y el amn al comulgar

    En la Virgen Mara se encarna el Cristo total, con su cuerpo mortal, su cuerpo mstico, y su cuerpoeucarstico. La tradicin patrstica resalta cmo en el seno de Mara es donde Jess fue ungidosacerdote y tom el cuerpo que luego ofrecera en sacrificio y nos dara en la eucarista. Aqu est lafuente del sacerdocio de Cristo y de la Iglesia. Ave verum corpus natum de Mara virgine (s.xiv).Juan Pablo II nota la analoga profunda entre el fiat de Mara y el amn que cada fiel pronuncia alrecibir el cuerpo del Seor. Y san Buenaventura escribe: Como el cuerpo fsico de Cristo nos ha sidodado por manos de Mara, as de esas mismas manos debe ser recibido el cuerpo eucarstico.Pidamos a Mara nos disponga para comulgar del modo ms pleno y fructuoso para toda la Iglesia.

    De nuevo Juan Pablo II: Cuando en la visitacin Mara lleva en su seno al Verbo se convierte en elprimer tabernculo de la historia. Jess va irradiando su luz a travs de los ojos y la voz de Mara(55c). Ella nos ensea a ser tabernculos de Jess, a irradiar su luz, su amor.

    Jess naci en de Beln, casa del pan, y fue colocado en un pesebre (Lc 2,4-7). El simbolismoeucarstico es evidente. Jess eucarista es el pan de vida con que se nutre la comunidad cristiana (Jn

    6,48-58). La carne que Jess recibi de su madre virgen es el sacramento de la presencia de Diosentre nosotros, es el pan del cielo.

    Al nacer Jess, Mara lo presenta a los pastores, los pobres (Lc 2,8-16). Y lo presenta a los magos, loshambrientos de Dios (Mt 2,10). Tarea que contina gozosa a lo largo de los siglos.

    Al poco de nacer Jess, Mara lo present en el templo y lo ofreci como primognito de la nuevafamilia humana (Lc 2,22ss). San Bernardo ora: Oh consagrada Virgen, ofreces tu Hijo y presentas alSeor el fruto bendito de tu vientre. Ofrece por la reconciliacin de todos nosotros esta sagradavctima agradable a Dios. El Padre aceptar por completo esta preciosa oblacin. Y santo Toms de

    Villanova: Despus que la sagrada Virgen llegara hasta el altar, inflamada por el Espritu Santo msque un serafn, y llevando a su Hijo en sus manos, lo ofreci como don y sacrificio agradable a Dios.

    Doce aos ms tarde, busca ansiosa al nio perdido y lo encuentra en el templo (Lc 2,49). De lasorprendente respuesta de Jess, Mara aprende una leccin dolorosa, pero preciosa: debe dejar librea aquel al que dio a luz. Debe llevar hasta el final el s a la voluntad de Dios: retirarse y poner a Jessen libertad para su misin. Gran leccin para las madres.

    Las bodas de Can son un bello smbolo del banquete eucarstico. Mara ocupa un puesto central junto a Jess y contribuye decisivamente a su glorificacin (Jn 2,1ss). Comenta Juan Pablo II: Elmandato de Cristo en la ltima cena: Haced esto en memoria ma, se convierte en aceptacin sintitubeos de la invitacin de Mara: Haced lo que l os diga. Con solicitud materna Mara parece

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    decirnos: Fiaros de la palabra de mi Hijo. l, que transform el agua en vino, es capaz de hacer delpan y el vino su cuerpo y su sangre (54).

    Particip Mara en la cena pascual? Es posible. Mara se encontraba en Jerusaln para la pascua.Segn el rito judo de la cena pascual la madre era quien encenda las luces (adems de guisar).

    La eucarista es el memorial de la pasin y muerte redentora de Cristo en el Calvario; no un mero

    recuerdo, sino un sacramento que hace actual la inmolacin de Cristo por la salvacin del mundo.Juan Pablo II: Este sacrificio es tan decisivo para la salvacin del gnero humano que Jesucristo loha realizado y vuelto al Padre slo despus de habernos dejado el medio para participar de l como sihubisemos estado presentes. As todo fiel puede tomar parte en l y obtener sus frutos (Ib. 11c).

    Mara en el Calvario

    La presencia de la Virgen Mara en el Calvario (Jn 19,25-27) no fue casual, sino ordenada por Dios.Como en la cada del primer hombre intervino activamente la mujer, as en la accin reparadora delnuevo Adn intervino la mujer que Dios le dio por compaera. Mara ofreci la vctima divina por lasalvacin de toda la humanidad en perfecta conformidad con la voluntad de su Hijo y la de DiosPadre. Lo hizo con fe ciega y con amor inmenso. Y juntamente con la vctima divina se ofreci a smisma... Y ahora lo hace juntamente con sus sacerdotes.

    Un antiguo diccionario de teologa afirma: Entrando en los planes del Padre, Mara ofrecemsticamente la vctima que libera al mundo, mientras Jess es realmente sacrificado. Ella representala humanidad que debe ofrecer el sacrificio de Cristo, junto con Cristo. Y representa el sacerdocio queda a da ofrece la vctima sagrada, como si ella hubiera sido la primera sacerdote, la primerasacrificadora. As Mara vivi en plenitud lo que la Iglesia y los fieles estamos llamados a vivir a lolargo de los siglos: unir nuestra vida y trabajos... al sacrificio de Jess que se renueva en todomomento. (Rm 12,1s; Col 1,24).

    Juan Pablo II: En el Calvario est presente todo lo que Cristo ha llevado a cabo en su pasin ymuerte. Por tanto, no falta lo que l ha hecho con su Madre para beneficio nuestro: la confa aldiscpulo predilecto, y en l la entrega a cada uno de nosotros: He aqu a tu madre. Vivir en la

    eucarista el memorial de la muerte de Cristo implica recibir continuamente este don: aceptar a quiennos fue entregada como madre. Y significa conformarnos a Cristo, aprendiendo de su Madre ydejndonos acompaar por ella (57).

    La Iglesia como sacramento de Cristo, y Mara como Madre del Redentor y mediadora de la gracianos dan el pan del cielo, y nos comunican los frutos de redencin. La iglesia nos ha dado el pan vivo,en lugar del cimo que haba ofrecido Egipto. Mara nos ha dado el pan que conforta en lugar del panlaborioso que nos dio Eva... T, Seor, habitas en el pan y en aquellos que te comen. Y tu iglesia teve visible e invisiblemente, as como te ve tu madre (San Efrn, s. iv). Y san Juan Damasceno:

    Mara es la mesa que da vida, que provee no los panes de la propiciacin sino el pan del cielo

    En Beln Jess nace de Mara. En el Calvario Mara nace de Jess, pues todos hemos nacido a la vidainmortal por la muerte de Cristo. Mara es la primera redimida que goza en plenitud la gracia y

    liberacin conseguida por el divino Redentor. En un himno de san Efrn se expresa Mara frente aJess: Cmo te llamar? Te llamar hijo... hermano... esposo... maestro? Oh t que engendras atu madre con una nueva generacin salida de las aguas! En efecto, soy tu hermana de la casa deDavid; l es padre de ambos. Tambin soy tu madre porque te he llevado en mi seno; soy tu sierva ehija por la sangre y el agua, porque t me has redimido y bautizado (Diccionario de Mariologa, pag726).

    En el Calvario como en Can Jess la llama mujer, en alusin a Gen 2, 18.22s. Mara es la ayudaadecuada que Dios proporciona al nuevo Adn. Su fiat en Nazaret la hizo Madre del Verbo, su fiat

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    renovado junto a su hijo crucificado la convierte en madre de todos los vivientes (Gen 3,20). As seinaugura su maternidad espiritual. Mara es la madre de la nueva humanidad redimida, que nace delcostado abierto de Cristo y se nutre de su sangre y cuerpo eucarstico: el alimento que nos vaconvirtiendo en Cristo: Ga 3,26s; 2,19s. Orgenes comenta: Mara no ha tenido ms hijos que aJess. Y Jess dice a su madre: He ah a tu hijo. Y no: He ah otro hijo. Es como si dijera: Ah tienesa Jess, a quien t has dado la vida.

    Dos grandes amores de la Iglesia oriental: la Eucarista y Mara. Su mutua relacin la refleja elEpitafio sobre la tumba del obispo Abercio (siglo ii): La fe en todas partes me guiaba y en todaspartes me proporcionaba como alimento un pez (igzys) de manantial grandsimo, puro, que unacasta virgen ha pescado y lo distribua a los amigos para que se alimentaran de l siempre. Ella poseeun vino delicioso y lo da mezclado con el pan. (Dic.de Mariologa pag 725).

    Pablo VI en Marialis cultus: Para perpetuar en los siglos el sacrifico de la cruz, el Salvador instituy elsacrificio eucarstico, memorial de su muerte y resurreccin, y lo confi a la Iglesia su esposa, la cual,sobre todo los domingos convoca a los fieles para celebrar la pascua del Seor hasta que l venga;eso hace la Iglesia en comunin con los santos del cielo y en primer lugar con la bienaventurada

    Virgen, de la que imita la caridad ardiente y la fe inquebrantable (n.20).

    La Iglesia y sus sacramentos de gracia han nacido del costado de Cristo abierto en la cruz (Jn 19,33-37). La iconografa medieval representa a la derecha de la cruz una mujer que recoge en una copa lasangre del Salvador. A veces se trata de la Iglesia (acompaada de la sinagoga a la izquierda), aveces de Mara (acompaada del discpulo amado). Mara recoge en el cliz de su corazn inmaculadola sangre del Redentor, y mezclada con la sangre de su alma, atravesada por la espada (Lc 2,35), laofrece a Dios. Es la gran intercesora, modelo de los verdaderos intercesores, que diariamenterecogen la sangre de Jess, y mezclada con la sangre de su propia vida la ofrecen a Dios.

    En iglesias de Quito del s. xvii se representa a la Inmaculada con una custodia sobre su corazn, yarriba la Trinidad, que nos ofrece el alimento eucarstico; el ideal para recibirlo es la Inmaculada.

    Lourdes y otros grandes santuarios marianos demuestran el poder de convocatoria que Maria tienepara reunir a sus hijos en torno a la eucarista, la intercesin ms poderosa a favor de todos los

    redimidos.Al declarar el ao del rosario (2003) el deseo del Papa era ponerlo bajo el signo de la contemplacinde Cristo Eucarista con Mara. La Santsima Virgen es modelo y maestra de intercesincontemplativa: un movimiento silencioso del corazn contemplativo, que arrastra a muchos hasta elcorazn de Dios, un gemido del alma a favor de otros.

    6. EUCARISTA Y LA INTERCESIN PURIFICAN Y CRISTIFICAN

    El amor cubre multitud de pecados, afirma san Pedro (1P 4,7). La eucarista no hay que recibirla enpecado mortal (es sacramento de vivos). Pero de la eucarista no hay que retraerse por esa multitudde pecados menores que se acumulan a lo largo del da, y de la semana. Como sacramento de amor,

    la eucarista borra todos esos pecados. (1Jn 3,20).Del mismo modo la intercesin, como tarea de amor y obra de misericordia, borra multitud depecados. Cuando nos presentamos a interceder ante Dios infinitamente santo, nos sentimos comoIsaas: Ay de m, pues soy un hombre de labios impuros y entre un pueblo de labios impuroshabito (Is 6,5). A veces reaccionamos como Pedro: Seor, aprtate de m que soy pecador (Lc 5,8).Pero si miramos a Jess (mejor, si nos escondemos en Jess), nos encontraremos revestidos de susantidad.

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    En Za 3,1ss encontramos un pasaje revelador. Josu, sacerdote del Seor (despus del destierro), seencontraba ante el tribunal de Dios con vestiduras sucias, y Satn se dispona a acusarle. Cuando elngel del Seor orden a los que estaban ante l: Quitadle esas ropas sucias y ponedle un traje defiesta!. Y a Josu le dijo: Mira, he pasado por alto tu culpa.

    Esto es lo que el Seor dice y hace cuando nos presentamos ante l para interceder por la Iglesia y el

    mundo. A los que le son fieles en interceder por su reino dice el Seor: Os perdonar como un padreperdona al hijo que le sirve... Para vosotros brillar el sol de justicia con salvacin en sus alas, ysaldris brincando como becerros cebados fuera del establo (Mal 3,17).

    Sol de justicia no es un sol justiciero; es un sol que justifica, que trae perdn, salvacin, salud, vida...en sus alas. Como intercesores nos dedicamos a contemplar el Sol de justicia presente en laeucarista, y exponer a sus rayos benficos la Iglesia y todos sus ministros con sus achaques; lafamilia con sus problemas, los enfermos y los pobres con su soledad, los gobernantes y polticos consus intrigas. Lo que cuenta a la hora de interceder no es el estar bien informados de lo que pasa enel mundo; es el amor del corazn y el deseo de que el reino de Dios se extienda a todos. Y cuntasveces el grupo de intercesores acaba danzando ante Jess eucarista para alegra del Seor ynuestra!

    La Eucarista recoge y perpeta en misterio la Encarnacin, la vida entera y, sobre la pasin, muertey resurreccin del Salvador. Juan Pablo II: La Iglesia ha recibido la Eucarista de Cristo su Seor,como el don por excelencia, porque es el don de s mismo, de su persona en su santa humanidad y,adems, de su obra de salvacin. Esta no queda relegada al pasado, pues todo lo que Cristo es, todolo que hizo y padeci por los hombres participa de la eternidad divina y domina as todos los tiemposy en ellos se mantiene perpetuamente presente (Ecclesia de eucharista, 11).

    Interceder significa colocarse entre. Intercesin perfecta es la presencia de Jess en la cruz, entrecielo y tierra. Para nosotros interceder significa, ms bien, colocarse con, o junto a. Es colocarse conMara, junto a la cruz del Divino Redentor. Cuando asistimos a la santa misa estamos en el Calvariocon Mara, junto a la cruz de Jess. A veces escuchamos a Jess que dice a su Madre, Ah tienes atu hijo. Y la Madre nos ayuda a lavarnos y purificarnos en la sangre de la Vctima sagrada. La Madre

    nos ensea a recoger esa sangre en el cliz de nuestro corazn para luego derramarla sobre lasalmas.

    Santa Teresita (a los 14 aos): Un domingo, contemplando una estampa de nuestro Seorcrucificado, qued profundamente impresionada al ver la sangre que caa de una de sus manosdivinas. Experiment una pena inmensa al pensar que aquella sangre caa al suelo sin que nadie seapresurase a recogerla; y resolv mantenerme en espritu al pie de la cruz para recibir el divino rocoque goteaba de ella, comprendiendo que luego tendra que derramarlo sobre las almas... A partir deesa gracia (conversin de Pranzini), mi deseo de salvar almas creci de da en da. Era un verdaderotrueque de amor: A las almas les daba yo la sangre de Jess, y a Jess le ofreca estas mismas almasrefrescadas con su divino roco, para aliviar su sed (A 45v,46v).

    El intercesor permanece con Mara junto a la cruz, o frente al sagrario donde se perpeta el sacrificio

    de la cruz. Recoge el precio de nuestra salvacin y lo canaliza a los ms necesitados. Por eso, paraser intercesor hace falta un corazn de madre, abierto a todos sin discriminacin, sin prejuicios, sinreproches; un corazn que exprese la ternura infinita de Dios. La intercesin es una misin maternalque trata de levantar a los cados, sostener a los vacilantes, sanar a los heridos, apoyar y alentar alos que van por buen camino.

    El misterio del Calvario nos ayuda a comprender otro aspecto de la intercesin. Muchas veces elintercesor siente en su propia carne o en su alma las cargas que agobian a otros; sobre todo, elhorror del pecado que oprime a tantos seres humanos en el mundo...

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    Ante el peligro de destruccin del pueblo de Israel, la reina Ester or cubierta de polvo y ceniza (Est4,17ss). Y Dios la escuch y salv a su pueblo. Ante el peligro de condenacin eterna de tantoshermanos descarriados, el intercesor se ve a la altura del polvo, como Jess en Getseman; o clamacomo Jess en la cruz: Dios mo, Dios mo, por qu me has abandonado?. Pero esa oracin hechadesde el polvo, o en la mayor angustia es la que ms conmueve el corazn de Dios. (Is 66,2).

    Teresita, pocos meses antes de su muerte, se encontr en una horrenda noche oscura de fe: Jesspermiti que mi alma se viese invadida por las ms densas tinieblas, y que el pensamiento del cielo,tan dulce para m, no fuese ms que un motivo de combate y de tormento.... Pero, Seor, vuestrahijita ha comprendido vuestra divina luz. Os pide perdn para sus hermanos. Se resigna a comer, porel tiempo que vos tengis a bien, el pan del dolor, y no quiere levantarse de esta mesa llena deamargura, donde comen los pobres pecadores, hasta que llegue el da por vos sealado. Pero,acaso no puede ella tambin decir en su nombre y en nombre de sus hermanos: Tened piedad denosotros, Seor, porque somos unos pobres pecadores? Oh Seor, despdenos justificados. Quetodos esos que no estn iluminados por la antorcha de la fe la vean, por fin, brillar (Ms C 5v.6r).

    Para salvarnos a todos del pecado, a quien no tena pecado, le hizo Dios pecado por nosotros, paraque vinisemos a ser justicia de Dios en l (2Co 5,21). Para interceder por los pecadores hay que

    identificarse con ellos y sentir, de algn modo en nuestra carne el peso del pecado. La comunin delos santos es tambin comunin con los pecadores, para clamar a Dios desde ellos y obtener paraellos la misericordia divina.

    La intercesin siempre se hace en humildad, desde el polvo, sabiendo que Dios resiste a los soberbiosy da su gracia a los humildes (1P 5,5). Y siempre se hace en fe y esperanza confiada (2Ts 2,16).Cuando nuestra confianza no tiene otros lmites que los del poder y amor de Dios -sin lmites- oramosy vivimos con gran paz y serenidad, sabiendo que todo cuanto pedimos esta ya concedido (1Jn 3,22;Mc 11,22ss). Los frutos se vern en la hora de Dios.

    Los intercesores nunca deben ser cortos de vista. Dios prometi a David un hijo que reinara parasiempre y levantara un templo eterno. Los cortos de vista miran a Salomn y ven que la promesa nose cumple. Slo hay que esperar un da (2P 3,8), hasta que viene Cristo Jess, Rey inmortal y edifica

    su Iglesia, templo eterno de Dios.Sabiendo que Dios siempre acta en respuesta a nuestras plegarias, la intercesin siempre vaacompaada de accin de gracias: gracias por el privilegio de interceder y por la certeza de sueficacia (Fl 4,6 : 1Ts 5,16-20).

    Al interceder estamos tratando los asuntos del reino de Dios. El mejor modo de hacerlo es en ellenguaje de Dios, la contemplacin. El contemplativo se comunica con Dios directamente: ms all deconceptos, palabras, sentimientos... Para interceder le basta una mirada de fe, amor, entrega,abandono; una mirada en la que va toda su alma y cuantos estn en su alma. Esa miradacontemplativa es un precioso don del Espritu Santo a los pobres de espritu. La adoracin prolongaday silenciosa de Jess eucarista es para muchos un atajo que lleva a la contemplacin.

    Contemplando en la eucarista como en un espejo la gloria del Seor, nos vamos transformando enesa misma imagen cada vez ms gloriosos: as es como acta el Seor, que es Espritu (2Co 3,17s).Este es el gran premio y recompensa del intercesor. Permaneciendo largas horas en silenciosaadoracin, alabanza e intercesin ante Jess sacramentado va saliendo de su propio yo, y se vaconvirtiendo en Jess. As es como acta el Seor que es Espritu. Algn da podr decir: Vivo yo,no yo, Cristo vive en mi (Ga 2,20).

    San Agustn sobre los salmos: No pudo Dios hacer a los hombres un don mayor que el de darles porcabeza al que es su Palabra, unindolos a l como miembros suyos. As Jesucristo, Hijo de Dios, es el

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    que ora por nosotros, ora en nosotros y es invocado por nosotros. Ora por nosotros como sacerdotenuestro, ora en nosotros por ser nuestra cabeza, es invocado por nosotros como Dios nuestro.Reconozcamos, pues, en l nuestras propias voces y reconozcamos tambin su voz en nosotros.Oramos por tanto a l, por l y en l, y hablamos junto con l, ya que l habla junto con nosotros.Cuanto menos queda de mi yo, tanto ms ser Jess: Jn 3,30.

    Esta maravilla se hace realidad en nosotros por la gracia, que nos une a Cristo como sarmientos a lavid (Jn 15) y nos comunica la vida de Dios. La contemplacin conduce a una unin cualitativamentesuperior, unin mstica, en la que se nos comunican las propiedades de Dios: es un proceso decristificacin.

    La Beata Isabel de la Trinidad: Todos los domingos tenemos expuesto el Santsimo Sacramento en elOratorio. Cuando abro la puerta y contemplo al divino Prisionero que me ha hecho a m su prisioneraen este querido Carmelo, me parece que se entreabre la puerta del cielo. Entonces pongo ante miJess a todos cuantos llevo en mi corazn, y les encuentro nuevamente all junto a El. Es tan grandemi felicidad que vala la pena de comprarla a gran precio. Oh, qu bueno es Dios (Cta. 85).

    As se realiza el gran sueo de todo contemplativo, como lo expresa la misma Beata: Oh mi Cristoamado! Os pido ser revestida de Vos mismo, identificar mi alma con todos los sentimientos de

    vuestra alma, sumergirme en Vos, ser invadida por Vos, ser sustituida por Vos, para que mi vida seasolamente una irradiacin de vuestra Vida. Venid a m como Adorador, como Redentor y comoSalvador... Oh fuego abrasador, Espritu de amor! Venid a m para que se realice en mi alma comouna encarnacin del Verbo. Quiero ser para El una humanidad complementaria donde renueve todosu misterio. Y Vos, oh Padre, proteged a vuestra pobre criatura, cubridla con vuestra sombra,contemplad solamente en ella al Amado en quien habis puesto todas vuestras complacencias(Elevacin a la SS.Trinidad).

    La eficacia de la intercesin depende, ante todo, de nuestra unin con Jess, mejor, fusin eidentificacin con Jess. Jess obtiene del Padre todo cuanto pide, porque tiene una confianza sinlmites en la bondad y poder de Dios, y un amor sin lmites a los hombres: Habiendo amado a lossuyos en este mudo, los am hasta el extremo (Jn 13,1).

    El hecho de estar asociados a Jess en su intercesin universal quiere decir que estamos destinados aser Jess ante el Padre y amar a nuestros semejantes con el amor de Jess. Esta es la granrecompensa del intercesor fiel, humilde y constante.

    7. ADORACIN DEL SANTSIMO SACRAMENTO

    Algunas iglesias protestantes en Suecia conservan su antigua estructura catlica. Al entrar en una deellas fuera de las horas de culto se palpa un gran vaco. Falta el Santsimo, que tanto calor da anuestras iglesias y capillas. Maravilloso entrar en una iglesia catlica en cualqu