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Archivos Bolivianos de Tistoria de la m edicina Vol. 10 N° 1 - 2 Enero - Diciembre 2004 LAS PRACTICAS FUNERARIAS DE LOS GRUPOS ÉTNICOS EN EL ALTIPLANO ANDINO A esta altura de la indagación arqueológica en el altiplano boliviano, ya sea han establecido algunos aspectos importantes en relación a las practicas funerarias que se introdujeron luego de la desaparición del Estado Tiwanaku, y en ello han contribuido diversos investigadores. Diseminadas por todo el altiplano andino se encuentran estructuras arquitectónicas cuya función funeraria ha quedado establecida sin mayores dudas, y que han recibido, en el transcurso del tiempo, muchas y muy variadas denominaciones tanto de origen aymara y quechua cuanto de origen castellano. Además de chulipa, chullperio, pukullo, waka y taramaya, se han empleado otras denominaciones más bien derivadas de la lengua castellana. Así por ejemplo aparece en algunas crónicas la palabra "torrecilla". Otros escritores han optado por emplear la palabra "gentilar", "mausoleo", "tumba pilar- o "tumba columnar". Rydén optó por utilizar las palabras "casa tumba", Squier prefirió utilizar "torres sepulcrales" y muchos otros (entre ellos Canals Frau), "torres funerarias".(1,2). A esta gama de términos podemos añadir uno que nos parece realmente significativo: el de Lic. Jedu A. Sagárnaga Mciieses "amaya uta" que consigna Bertonio en su vocabulario y que él niismo traduce como "sepulto a" (1984. 2a parte: 15). El propio escritor anota como traducción de amaya, "cuerpo muerto"; y "uta" traduce como "casa cubierta" (ibid: 15 y 382, respectivamente). Por tanto, etimológicamente "amaya uta" significaría "la casa del muerto", lo cual podría estar indicándonos que, en la concepción de aquellos pueblos, la existencia humana no terminaba con la muerte. Pero no solo nos proporciona información lingüística Bertonio, sino Waman Puma al emplear los términos "amayan rparkapan" para referirse a las necrópolis de los kollasuyu y que, etimológicamente, significarían "el pueblo de los muertos". Al dato lingüístico puede añadirse el dato histórico, según el cual los muertos eran sepultados con abundante comida y bebida. El dato arqueológico no solamente ha constatado tal cosa, sino que ha determinado, además, que los muertos no eran colocados de espalda, sino de frente los unos a los otros, formando probablemente un círculo o arrimados a las paredes, ello sólo puede significar que (en su concepción) los muertos conversaban entre ellos, es decir, aún existían. El mismo hecho de haber construido sus tumbas sobre el nivel del suelo refleja, a 8

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Archivos Bolivianos de Tistoria de la medicina Vol. 10 N° 1 - 2 Enero - Diciembre 2004

LAS PRACTICAS FUNERARIAS DE LOS GRUPOSÉTNICOS EN EL ALTIPLANO ANDINO

A esta altura de la indagación arqueológica enel altiplano boliviano, ya sea han establecidoalgunos aspectos importantes en relación a laspracticas funerarias que se introdujeron luegode la desaparición del Estado Tiwanaku, y enello han contribuido diversos investigadores.

Diseminadas por todo el altiplano andino se

encuentran estructuras arquitectónicas cuya

función funeraria ha quedado establecida sin

mayores dudas, y que han recibido, en el

transcurso del tiempo, muchas y muy variadas

denominaciones tanto de origen aymara y

quechua cuanto de origen castellano.

Además de chulipa, chullperio, pukullo, wakay taramaya, se han empleado otrasdenominaciones más bien derivadas de lalengua castellana. Así por ejemplo apareceen algunas crónicas la palabra "torrecilla".Otros escritores han optado por emplear lapalabra "gentilar", "mausoleo", "tumba pilar-o "tumba columnar". Rydén optó por utilizarlas palabras "casa tumba", Squier prefirióutilizar "torres sepulcrales" y muchos otros(entre ellos Canals Frau), "torresfunerarias".(1,2).

A esta gama de términos podemos añadir uno

que nos parece realmente significativo: el de

Lic. Jedu A. Sagárnaga Mciieses

"amaya uta" que consigna Bertonio en su

vocabulario y que él niismo traduce como

"sepulto a" (1984. 2a parte: 15). El propio

escritor anota como traducción de amaya,

"cuerpo muerto"; y "uta" traduce como "casa

cubierta" (ibid: 15 y 382, respectivamente). Por

tanto, etimológicamente "amaya uta"

significaría "la casa del muerto", lo cual podría

estar indicándonos que, en la concepción de

aquellos pueblos, la existencia humana no

terminaba con la muerte. Pero no solo nos

proporciona información lingüística Bertonio,

sino Waman Puma al emplear los términos

"amayan rparkapan" para referirse a las

necrópolis de los kollasuyu y que,

etimológicamente, significarían "el pueblo de

los muertos". Al dato lingüístico puede

añadirse el dato histórico, según el cual los

muertos eran sepultados con abundante comida

y bebida. El dato arqueológico no solamente

ha constatado tal cosa, sino que ha

determinado, además, que los muertos no eran

colocados de espalda, sino de frente los unos

a los otros, formando probablemente un círculo

o arrimados a las paredes, ello sólo puede

significar que (en su concepción) los muertos

conversaban entre ellos, es decir, aún existían.

El mismo hecho de haber construido sustumbas sobre el nivel del suelo refleja, a

8

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Vol. 10 N° 1 - 2 Enero - Diciembre, 2004 Archivos Bolivianos de 15izitoria de la Medicina

nuestro entender, el deseo que los muertos

permanezcan en el mundo de los vivos. Por

ello. no es del todo desacertada la terminología

propuesta por Rydén de "casa-tumba", ni las

percepciones de Bandelier y de Posnansky

quienes interpretaban las torres funerarias

como casas y moradas.(1,3) Hay que aclarar,

por supuesto, que se trataba de moradas

"rituales" destinadas a los muertos y no de

viviendas comunes para los vivos. Sin importar

el nombre, lo cierto es que la distribución de

estas estructuras arquitectónicas alcanza un

área bastante extensa en el altiplano andino.

Rydén (3), Ponce Sanginés (4) y Condarco

Morales (1985) han publicado mapas

señalando la presencia de este tipo de tumbas

cuadrangulares de adobe los cuales, sin em-

bargo, son todavía incompletos. Será

necesario, en un futuro próximo, elaborar un

mapa más completo.

Las casas-tumba se emplazan por lo general-

encima de lomas bajas y conocemos algunas

construidas en la cresta de escarpados cerros

como las de Caracato. Pero hay tumbas

levantadas, también, en planicies como las de

Kulli Kulli. Por lo general, las tumbas presentan

cierto orden, lo que hace que a la lejanía. las

torres aparenten estar alineadas. Pero, a fin de

no mantener una falsa imagen, debemos aclarar

que, observado el conjunto perpendicularmente,

se advierte que unas tumbas sobresalen más que

otras. Pero raro es el caso, como sucede en Kulli

Kulli, donde las tumbas están dispuestas en niás

de una hilera.(5)

La totalidad de estas estructuras presentan

cámaras interiores logradas por falsas bóvedas

o bóvedas de avance, las cuales también

presentan variantes. Todas exhiben,

invariablemente, una entrada que en la mayoría

de los casos de orienta al este, salvo raras

excepciones. Señala Parssinen, que la

orientación (le la puerta hacia la salida del sol

es típica en toda cl área pakasa y lupaka. " En

cambio en el área del Loa superior de Chile,

por ejemplo, las chullpas miran hacia los cerros

sagrados y no [precisamente] al este".(6)

Además, Stig Rydén informa sobre las casas

tumbas de Ayaya, las cuales normalmente

están orientadas hacia el sur, pero también, a

veces, hacia el oeste y el este.(3) El vano puede

estar ubicado al nivel del suelo circundante o

a cierta altura del mismo. También su forma

es variable. Conocemos otras entradas que

afectan forma triangular y otras ojivales; pero

también existen rectangulares, semicirculares,

etc. Principalmente, por la acción humana.

muchas de estas entradas se han ensanchado

verticalmente tomando, a veces, la forma de

una hoja de laurel. Talvez por ello, Leo Pucher

las :elacionó con el órgano genital femenino

elucubrando sobre otra relación: el del

nacimiento con la muerte.(7) No deja de ser

interesante la interpretación que podría tener

conexión con la que se le da al fardo funerario

de paja que contiene el cuerpo del muerto. Es

muy probable, como afirman algunos autores,

que este cesto simbolice la placenta o el vientre

materno preparando al difunto, de esta manera,

para su renacer. Todo ello tendría que ver,

posiblemente, con la idea de que el ser humano

sale del seno de la Pacha Mama y a ella debe

retornar.

Los elementos de juicio con que contamos

nos permiten establecer diferentes parámetros

de clasificación de las tumbas en cuestión.

Por el material empleado podemos

clasificarlas como edificaciones de piedra,

adobe o mixtas, es decir piedra y barro. En

cuanto a las de piedra, podemos dividirlas en

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llrehivos Bolivianos de Tistoria de la Medicina

piedra trabajada y piedra sin trabajar. Por la

forma de su planta podemos clasificarlas

como circulares, cuadradas o rectangulares.

Por su asociación podemos registrarlas como

aisladas y agrupadas. Existen hoy en día

muchas tumbas aisladas que no siempre lo

estuvieron. Es decir que la(s) otra(s) han

desaparecido. Los conjuntos de torres

funerarias más grandes de las que tenemos

referencia son las de Kulli Kulli, donde

Pucher contabilizó 74 tumbas.(7) Por el

acabado de su superficie exterior podemos

clasificarlas con revoque y sin revoque. Por

la decoración exterior podemos clasificarlas

como pintadas, como decoradas con adobes

de colores (como las de Caquiaviri y Tania

Chullpa) y sin decoración. Por la decoración

interior se agrupan en pintadas y sin pintar.

En cuanto a otros recursos arquitectónicos

empleados podemos catalogarlas en tumbas

con cornisa (como las de Sillustani, Piripi,

Caracato, Taramaya, etc.) y sin cornisa y,

finalmente, en tumbas con cimiento y sin

cimiento.

Las tumbas parecían haber sido colectivas,

es decir que en ellas se sepultaba más de un

individuo. Para Canals Frau, los entierros se

efectuaron sucesivamente y en épocas

distintas es decir una especie de mausoleos

donde iban introduciendo a los difuntos

posiblemente de la misma familia, aunque por

la información de López de Górnara, también

puede tratarse de un señor enterrado con "sus

amadas mujeres, pajes y otros criados"

quienes forzosamente debían morir junto con

él para acompañarle y servirle en la vida de

ultratumba (1877: 234). Tschopik contabilizó

en algún caso hasta 16 personas en una sola

tumba (1946: 19), cifra parecida a la obtenida

por nosotros en la tumba 1-A de nuestra

Vol. 10 N° 1 - 2 Enero - Diciembre, 2004

investigación, donde contahilizanmos 16mandíbulas inferiores.

En cuanto a su utilización, allll

preguntarnos si acaso las torres se destinaban

a miembros de altos status sociales, mientras

que el resto de la población solamente se

inhumaba. Al menos son de esa opinión

Sanhueza y Olmos (cit. por Heredia).(5) Cabe

la posibilidad, también, de que la diferencia

de status social se hubiera hecho patente a

través de la calidad de la tumba. Pero ello

puede tener también otra explicación, y es que

en un mismo sitio pueden haberse edificado

tumbas de distintos períodos culturales lo que

hace que, obviamente, los materiales del inte-

rior no sean iguales.

antigüedad de las tumbas

que se tienen fechados

de cuatro nuestras

A propósito de ladebemos señalasradio carbónicosprocedentes de tumbas de adobe. La primera

es de 1550+150 d.C. y corresponde a Salla: la

segunda es de 1775 +150 y pertenece a Kanasa.

Departamento de Oruro.(4) La tercera y la

cuarta corresponden a Caquiaviri y son de

1450 a 1642, y de 1283 a 1413.(6)

Finalmente, cono epílogo, cabe señalar que

los hallazgos de estas momias constituyen un

hecho singular, porque en el momento actual

se hace difícil, sino imposible, la localización

de restos in situ que no hubiesen sido alterados

o saqueados. Se hace muy difícil, inclusive, la

conservación de los monumentos funerarios

que las contuvieron. Sin embargo, su hallazgo,

estudio y conservación resultan esenciales para

revitalizar las culturas de donde provienen y

para fortalecer las identidades de los grupos

étnicos, cuyos antepasados dejaron esta

significativa herencia.

10 m

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Vol. 10 N° 1 - 2 Enero - Diciembre, 2004

REFERENCIAS

I1rehivos bolivianos de ]historia de la medicina

1. Bandelier A. Chullpas y momias.Geografía de la República de Bolivia" LaPaz. Oficina Nacional de Inmigración,Estadística y Propaganda Geográfica,1905, p.129-15 1.

2. Canals Frau S. La civilizaciónprehispánica de América. Buenos Aires,Editorial Sudamericana, 1955

3. Ryden S. Archeological researchers in thehighlands of Bolivia. Goteborg. Elandersboktryckeri aktiebolag. 1947

4. Ponce Sanginés C. Investigacionesarqueológicas en Salla y Totora. RevistaPumapunku, 1993; 5-6: 88-162

5. Heredia M A. Arqueología para CulliCulli: primeros resultados. Revista de laCarrera de Antropología-Arqueología,UMSA, La Pz, 1991; 2:97-14

6. Parssinen M. Torres funerarias decoradasen Caquiaviri. Revista Pumapunku 1993;5-6:9-31.

7. Pucher de Kroll L. Donde duerme el hijodel sol. Montevideo 1947; 146:20-5

Vista panorámica de un área del Altiplano boliviano convarios monumentos funerarios o "chullperios"

Monumentos funerario con

una entrada ojival orientada

al Este.

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