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sadei
ESTUDIO SOCIOLOGICO SOBRE LOS FACTORES CONDICIONALES DE LOS INCENDIOS
FORESTALES EN LA CORNISA CANTÁBRICA
TOMO II
Año 1976
· ... _ .. _ .. -- ._-----~----- .. .. _------ ._-_ .. _---~--~--_. ~.,
Es un estudio de la
SOCIEDAD ASTURIANA DE ESTUDIOS ECONOHICOS E INDUSTRIALES
SADEI
Quintana 36-4º
OVIEDO
sadei
EST U DIO SOCIOLOG ICO SO B R E
. LOS FACTORES CONDICIONANTES
. DE LOS INCENDIOS FORESTALES
EN LA CORNISA CANTABRICA
tomo 11
OVIEDO 1976 ------
1 N D 1 ·C E
1 N D 1 C E
Páginas
3. ESTUDIO DE CAHP O •.......................... 1
3.1. SELECCION DE ZONAS DE ENCUESTA ..... '" 1
3.2. PUNTOS DE ENCUESTA ELEGIDOS •... ...•... 5
3.3. PROCEDIMIENTO DE ENCUESTACION •..•..•.• 10
3.4. RESULTADOS. PROVINCLA. DE OVIEDO ....... 15
3.4.1. Ibias ...•.•..•••••.. ........... 15
3. 4.2. Degaña ..•....•.•............... 22
3. 4.3. A llande ...•.•••....••.•......•. 28
3.4.4. Tineo ............ ,. ,. . ,. ,. ,. ,. ,. , ,. ,. ,. ,. ,.
3 . 4 . 5. Sa la s ,. ,. ,. ,. ,. ,. ,. ,. ,. ,. ,. ,. ,. ,. ,. ,. . ,. ,. ,. . ,. ,. , ,. ,.
3.4.6. Luarca ..••.•.••.••.••.•.•...•..
3.4.7. Llanera ..•.•.•.•••...•.........
3.4.8. Las Regueras ......••...........
3.4.9. Proaza ...........•.............
41
44
48
52 ,. ,. ))
3 . 4. 10. H i e re s . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 5 9
3.4.11. Aller ...... ..•. ........... ..... 6')
3.4.12. Piloña ,. ,. ,. ,. ,. .. ,. .. ,. . ,. , , ,. ,. . ,. ,. ) ,. ,. ,. . 66
3.4.13. Parres .... ,. ....... ,. ,. . ,. ,. . ,. ,. . ,. .. ,. 73
3.4.14.Ponga •.•...• ,.................. 76
3.4.15. Cangas de Onís .. ,. . ,. . ,. ,. ,. . ,. , , ,. ,. ,. 78
3.4.16.0nís ,. ,. ,. ... , . ,. ,. ,. . ,. . ,. . ,. ... ,. . ,. ,. . ,. . 81
3.4.17. Llanes ,. ,. ... " . , ..... , ,. . ,. ... , ,. . ,. , ,.
( ..
Páginas -------
3.5. RESULTADOS. PROVINCIA DE SANTANDER... 89
3.5.1. Ca buérniga .................... 89
3.5.2. Ruente ..................•..... 91
3.5.3. Cieza ......................... 94
3.5.4. Arenas de Iguña ............... 96
3.5.5. Selaya ..... ., .............. ., .. . 99
3.5.6. Vega de Pas ................... 101
3.5.7. San Pedro del Romeral......... 104
3.5.8. Riotuerto ..................... 107
3.5.9. Medio Cudeyo .................. 109
3.5.10. Liérganes .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 110
3.5.11. Soba.......................... 112
3.5.12. Valderredible 114
4. RESUMEN Y CONCLUSIONES .... ...... .... ...... 118
4.1. LAS PECULIARES CONDICIONES DIFERENCIA-
LES DE LAS PROVINCIAS ESTUDIADAS ..... 118
4.2. LAS CAUSAS DE LOS INCENDIOS INTENCIONA
DOS ., ., ......... ., ..................... . 126
4.2.1. Conflictos de propiedad ....... 126
4.2.2. Desinterés por las plantaciones 129
4.2.3. La política municipal......... 130
4.2.4. Deficiente planificación de las plantaciones 13 1
4.2.5. La actuación de los b'l..lal~das fo-restales ...................... 133
4.2.6. La quema de matorral... ....... 134
4.2.7. El estado de los montes repobl~ dos ........................... 13~
4.2.8. La caza ..................... ·· 138
4.3. CONSIDERACIOl\ES FINALES.............. 140
· ESTUDIO DE CAMPO
3
-r"~ .............................................. .. ---_ .. ~.---,---------
3. ESTUDIO DE C.~~1P O
3.1. SELECCION DE ZONAS DE ENCUESTA
El estudio de campo es la parte fundamental de nuestro
trabajo. Su objetivo es el de tratar de detectar, en ca
da caso concreto, la serie de causas que puedan coadJ~
var o inducir la intencionalidad de incendio. Para ello
fue necesario, en una primera aproximaci6n, deterlllinaI~
los puntos más representativos que habrian de ser encue~
tados. En principio, se pensaba extender el trabajo de
campo a las cuatro provincias de la zona de estudio, p~
ro un examen más atento de los ~atos disponibles acons~
j6 concentrar la investigaci6n en las dos provincias
más conflictivas, es decir, Santander y, sobre todo As
turias.
Varias razones aconsejaron esta decisi6n.
En prlmer lugar, Vizcaya y Guipdzcoa son provincias de
una gran densidad forestal, puesto que el bosque ocupa
una superficie relativa doble que en las otras dos pro
vincias de Asturias y Santander, como se desprende de
estos datos procedentes de nuestro anexo estadistico.
------~------------------,-~~--------~
Cuadro nQ 3.lo
PORCENTAJ E DE SUPERFICIE PROVINCL.4.L
CUBIERTA DE BOSQUE (1975)
Asturias
Santander
Vizcaya
Guipúzcoa
22, 9
26,1
51,2
61,2
2.
Pese a ello, el nwnero y la intensidad de los incendios
intencionados es mucho menor, lo que nos indica que és
tos no est~n en relación directa con la mayor o menor ex
tensión del bosque.
Los puntos conflictivos de la Zona Norte en los que se
sospecha intencionalidad no son demasiados, pero prese~
tan una frecuencia e intensidad de fuegos muy grande.
En cambio, existen también zonas muy amplias Sln con
flictos, bien por estar pobladas de frondosas (como es
el caso de la Cordillera Cant~brica desde Can gas de Nar
cea hacia el Este), o bien por ausencia de pl~obieJllas en
la repoblaci6n, como es el casO de la costa occidental
asturiana o de amplias zonas de Santander, Vizcaya y
GuipÚzcoa.
Estos puntos de alta conflictividad están situados en
algunos de los municipios rurales de Asturias y Santan
der. En cambio, los puntos de mayor frecuencia de fue
gos de Vizcaya y Guipúzcoa no son las zonas rurales, Sl
no las plantaciones de coniferas situadas en las cerca
nias de los centros urbanos.
----'------------------------------------------------------------~
Se trata de montes con n~cleos de población muy cerca-
nos y que, adem~s, estan cruzados por caminos y carrete
ras, de frecuente uso; son montes muy visitados por ex
cursionistas en los dias de fiesta y fines de semana, y
los incendios, según todos los indicios, hay que acha-
se da la carlos precisamente a esas causas, puesto que
coincidencia de que los incendios ocurren precisamente
en los fines de semana con mayor frecuencia que en
otras fechas.
En cambio, las zonas rurales del pals vasco no presen-
tan indices altos de incendios. Por regla general, en
el pais vasco se ha producido una estructura de propie-
dad distinta a la que es normal en el resto de la corni
sa cantábrica.
Los montes vascos son privados y están divididos en p~
que~as parcelas entre una y cinco hectareas, entre las
cuales no suele haber m~s separaclon que un sencillo
amojonamiento, de manera que el incendio podria propa-
garse f~cilmente de una propiedad a otra. Por esa cau
sa, cuando surge algún incendio fortuito (a la ol'illa
de un camino, p.e.) el inter~s de los vecinos en la ex-
tinci6n es muy grande.
Por otra parte, la superficie de los montes consorcia
dos (que son, como hemos visto, los más conflicti~os)
es mucho más reducida en el pais vasco que en Asturias
y Santander, como se desprende el cuadro nwnél'ico que
incluj~os a continuación.
Cuadro n Q 3.2.
PORCENTAJE DE BOSQUE CONSORCIADO
SOBRE SUPERFICIE TOTAL DE BOSQUE (1975)
Asturias 26, 5
SantandeI-' 21,7
Vizcaya 6, 3
Guipúzcoa
Puede observarse la direrencia con que la modalidad de
la repoblación a través de consorcios ha incidido en
unas u otras provincias, estableci¿ndose una distinción
muy nitida entre el pais vascO y el resto. Ello se rela
ciona con el hecho de que en Asturias y Santander exis-
tian gr'andes ext,ensiones de montes comunilles o munici-
pales que luego rueron objeto de repoblilci6n consorcia-
da, mientras que en el pais VaSCO el monte es propiedad
particular y rue repoblado por los mismos particulares.
Todo ello es una causa mas que aconsejó concentrar la
investigación en aquellas zonas en las que existiese
gran densidad de consorcio, ya que en las zonas de pro-
piedad privada los incendios no suelen ser inLcnciona-
dos.
De acuerdo con estas circunstancias, se decidió distri-
buir los cincuenta puntos que la investigación se habia
pJ~Opucsto sobr'e las zonas de mayor int,ensidad de quema
en bosques consorciados, atendiendo a los indiccs que
p r'esenta se ca da mun icip io: pe ro .3 tendiendo, so brc todo,
el hecho de que las quel)~G.S fucl-'on r'epr:tid:1S pel-·i6dica-
mente en los mismos montes.
Este último ha sido, en realidad, el criterio principal
puesto que, cuando un monte sufre varios incendios con-
secutivos en el transcurso de los tres o cuatro últimos
a~os, o m~s aún,cuando hay constancia de que ha sido in
cendiado varias veces en el mismo año, es índice seguro
de que en torno a ese monte hay un conflicto social.
PUNTOS DE ENCUESTA ELEGIDOS
De acuerdo con las consideraciones anteriores, se proc~
dio a seleccionar los puntos de encuesta que habria de
ser visitados.
Estos puntos se presentan agrupados en grandes zonas
geogr~ficas y, dentro de ellas, se incluyen en los muni-
cipios, d~ndose la circunstancia de que municipios muy
extensos (como Tineo o Llanes) se han investigaao varios
puntos.
Cada punto comprende una o m~s localidades en torno a
uno o varios montes contiguos que han sufrido incendios
frecuentes. En todo caso, la capital del municipio en
que hubiese algún punto De encuesta ha sido también ob
jeto de encuestas, aunque no suele figurar como punto
de investigación.
Las p~ginas que siguen recogen el listado de los puntos
investigados clasificados según pl'ovincia, zona y IlJUnl
cipio. También se incluyen dos mapas en los que se han
sombreado los municipios en que se ha efectuado alg-una
visita.
5 .
1 p R o V 1 N C 1 A O E O V 1 E D O I ,
I !
ZONA HUNICIPIO NQ PUNTO DE ENCUESTA HONTES AF ECTA DOS
1 Uría Sierra de Urta y ~'1.'l J'CO
Zona Ibias 2 San Antolin-Folgoso Sierra de Leituclos y el Salvalor
, SUJ'occiclental
3 LuiÍ'ía Co J'da 1 de Pelliceira
Degaí'ía 4 Degaí'ía-Cerredo Sierra de Degaña-Navariegos
5 Berducedo Cordal de l3el'ducedo Allande
6 P rada-Vi11agrufe Vidajeron-Fonterroxa-Iboyo
7 Las Tabiernas-E1 Pedregal Sierra de Busmayor y Tineo
8 Zona
El Crucero-Nieres-Grandamuelle Sie rl'a de Nieres y Grandamue11e
Occidental 9 Tuña Tuña-Sierra de Meri11és
Tinco 10 San Félix Loma de Tamallanes
11 Mií'ío-Nave1gas-Nara v a1 Sier.ra de Miño
12 Santia go de Cerredo-Borres Sierra de Fonfara6n y 1'1ulleiroso
13 Buscabrero-Socolinas-Branasivil-
Sierra de Lavio las Salas Buscabo y Gallinas
Luarca 14 Barcia '" -
ZQAA MUNICIPIO Nº PUNTO DE ENCUESTA MONTES AFECTADOS
Llanera 15 Santa Cruz-Cogollo-La Peral Gorfoli,Villayo etc.
Las Regueras 16 Premo~o-Valduno-Cogollo- Cimero y Tablados-Faidiello Trasmonte
Cuenca Central Proaza 17 Badujo-Caranga Caldiellos y Ritortor
Mieres 18 San Andr~s-Urbi~s Bra~a y Cordal de Longalendo
Aller 19 Serrapio-Pi~eres-Longalendo Pinin de Moreda y Cuesta
20 Coya-Ques-Bierces Cuesta de Coya y Ques
21 Riofabar-Espinaredo Espinaredo-Collareu y Porciles
Pilo~a 22 El Moro-Omedal-San Vicente Sellón
Surco 23 Sebares-La Matosa Cuesta del Reborión
Oriental Parres 24 Llerandi-Cofi~o-Bodes Cetin-Puerto dél Sueve
ponga 25 Bele~o --
26 Nieda-SegUenco-Ca~o Cuesta de Cangas Cangas de Onís
27 Onao-Llueves Cuesta de Onao
Onís 28 Benia-Pedroso-Villar Cuesta de Tebia 'J
ZONA ~'lUNICJr 10 NQ PUNTO DE ENCUESTA ~10NTES AFECTA DOS ---~
,
29 Riensena-Mestas-Riocaliente Benz.úa ~
.3 O 1 Llarn igo BenztÍa-Rio de Nueva
- ---------Costa 31
Sta. Eulalia-Buelna-Tresgrandas Sierl~a P la na de la 130 l~bo lIé!.
Oriental Llanes Pendueles-Pié de SierI~a ,
38 Purón-San Roque Sierra de Purón ----
3.3 La 130 rbolla Sierra de Roñances -_._----~--_._---_.
P R O V 1 N C 1 A D E S A N T A N D E R
ZONA ~1UNICIPIO Nº PUNTO DE ENCUESTA MONTES AFECTADOS
34 Renedo-V iaña Viaña-Valfria-Los Hoyos
Valle de Cabuérniga
Soja 35 Carmona Ca rrnona
J~uen1.~e ~ Ruente-Ucieda Río Los Vados
Cieza 37 Villasuso-Collado Ruciez.a Valle de
Besaya
I A l~enaS de 19uña .38 Pedredo-Las Fraguas Rodil y Bustantigua 00 .
[,. ~I . .. . "'
_ .. - _._- -- -
1 (
ZONA HUNICIPIO NQ PUNTO DE ENCUESTA 1'¡ONTES AfECTADOS i ¡
,?elaya 39 Selaya Dosa l, Gua rdamc 1'3 y N egl'o
Valle del Vcga de Pas 40 Vega de Pas-Canclolias Dehesa, fuente Llano y
I'as
San Pedl'o de Romeral 41 San Pedro del Romeral Varios
Riotuel'to 42 La Cavada Brenas
Valle de 1'ledio Cucleyo 43 Sobremazas-San Vitores Cotillo y Ca ba I'ga ~1 ie I'él
Li.ól'ganes 44- Rubalca ba- Las Porquerizas CUeto Calga r
Soba 45 Valdició-La Concha Formosa y Montosa
45 Rocamundo-Polientes El Matorral Valle d(~l
Ebr'o Valdel'redible 47 ná l'cena del Ebro-Loma Some ra Constisanti
48 Rucandio Ca rrascosa
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lllI ZONAS ENCUESTADAS
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3 . 3 . PROCEDDlIENTO DE ENCUEST . .\CION
La investigación de campo no pudo ajustarse, por la ín
dole de lo que se busca, a un procedimiento de encuesta
estando. rizado.
Ha sido preciso adoptar un procedimiento mucho más libre
de conversaciones informales, ocultando en ocasiones la
identidad de los encuestadores o el tema que se deseaba
tratar el cual, frecuentemente, hubo de ser suscitado
indirectamente en el curso de la charla.
La serie de vecinos con los que se mantuvieron entrevis
tas ha sido variable, y nunca pudo ser programado un
nwnero fijo de antemano. ~1uchas veces hubo que recurril'
a encuentros casuales en el camino, a charlas en el bar
o a procedimientos s~nilares.
La resistencia que hubo de ser vencida ha sido variable
y depende de factores imprevisibles. A veces, los veci
nos estaban muy sensibilizados ante el tema de los in
cendios y rehuian la conversaci6n de manera sistemáti
ca. En otras ocasiones, en cambio, se pudo encontrar
gran franqueza e incluso confidencias comprometidas so
bre los m&todos empleados para preparar incendios con
antelación suficiente. En general, el nivel y la profu~
didad de las respuestas se considera buena y las con
clusiones que pueden extraerse son muy fiables,. dada la
virtual coincidencia de pareceres que han sido recogi
dos entre los campesinos.
El estudio de los puntffiseleccionados no se empezaba,
sin embargo, por la visita a los pueblos selecciona
dos.
10.
--~---------------------------------------.----------------------------------~--~.~,+--~ 11.
La prJJT\era vis ita se realizaba al alcalde del AyuntamieE:
to, a fin de conocer su opinión, y la forma en que el
monte habia sido consorciado. Frecuentemente, esto pro
porcionaba datos sobre los conflictos habidos tanto al
plantar como al cortar la madera. La opinión del alcal
de es iJnportante también para detectar el IIsentiJnien
to ll y la actitud de la autoridad municipal hacia los
administrados. Hemos podido constatar, en bastantes oc~
siones, que la actitud del alcalde es de franca enemis
tad hacia los pueblos donde existen pro~lemas; ha sido
usual advertir que el alcalde no se siente representan
te de unos vecinos, de cuyas ideas o intereses ha de
ser portavoz ante la Administración, sino cama el titu
lar de unos intereses que han de ser defendidos de las
inoportunas pretens~ones de los vecinos. En ocasiones,
al alcalde facilita nombres de vecinos a los que cali
fica de negativos, provocador'es, etc. Cuando esto ocu
rre, la circunstancia es aprovechada para entrevistar
a los mencionados y conocer la otra cara del problema.
Naturalmente, no puede generalizarse demasiado rii deben
mencionarse en esta cuestión nombres propios, pero no
se falta a la verdad si se afirma la existencia de un
perceptible cliJna de oposición y enemistad entl~e la
primera autoridad y los vecinos. Por lo demás, la opi
nión de que estos 61timos son los causantes y provoca
do l"eS intenc iona dos de los incendios es unánime· a n i-
vel de los alcaldes consultados; el diagnóstico que dan
es tambi&n bastante parecido y suele consistir en re
clamar más dureza a la actuación de la Fuerza P6blica.
La 'entrevista al Alcalde se complementa con la visita
al Puesto de la Guardia Civil, puesto que ésta ha sido
la que ha colaborado en la extinción de los incendios y
- . .-... ._-~. _._---
posee información sobre la disposición de los vecinos a
apagar el fuego o sobre la posible existencia de sospe
chosos y causantes. Como regla general se puede decir
que la Guardia Civil participa de la idea de que los i~
cendios son provocados por los campes~nos y ha comprob~
do reiteradamente cómo los vecinos se niegan a partici
par en la extinción, o m~s frecuentemente y para evitar
multas se esconden o se van del municipio antes de que
empiece el fuego.
No obstante, la Guardia Civil no llega a conocer nunca
o casi nunca a los concretos culpables del incendio,
dado que este es provocado las m~s de las veces con me
chas de efecto retardado. Quien provoca el incendio se
pl~ovee siempre de una coartada, y cuenta además con el
apoyo y colaboración de los vecinos que niega todo con~
cimiento sobre el caso. Esta'es la causa del poco éxito
que obtienen las gestiones llevadas a cabo por la Guar
dia Civil.
Otra visita obligada en la capital del Municipio es la
oficina del Servicio de Extensi6n Agraria. Este servi
cio suele trabajar muy cerca de los campesinos y conoce
sus problemas, facilitando adem~s nombres de vecinos
que puedan pl~oporcionar información de interés sobre
los problemas de la repoblación.
12.
Por 61timo, es preC1SO entrevistar a los Guardias Fo
restales de las Brigadas que operan en la zona, tanto
par"a recoger posible informaci6n que ¡::ueda ser luego co~
trastada, como para verificar la actitud del guardia
ante el problema, aspecto éste de mucho inter&s. En
efecto, hay guardias cuya actitud de acercamiento al pu~
blo y de preocupación por el problema la hacen integra~
----------------------.------,------------------~------------------------~--._~_.~'-_._--~
se en la zona. En estos casos el guardia suele aminorar
los problemas, adoptando-una conducta flexible y compre~
siva. En otros casos, la actitud del guardia puede ser
rígida, de franco enfrentamiento con el pueblo; este ti
po de gua rdas se desatan en quejas y acusaciones contra
los vecinos, no siendo difícil que los considere como
sus enemigos personales. Este tipo de guardas suele en
contrarse en las zonas de más dura conflictividad.
Conocidas ya estas personas, las entrevistas, se des
plazan al pueblo o pueblos que constituyen el punto de
investigaci6n.
Allí es necesario entresacar la opini6n dominante y co~
probar si las ideas recogidas en las entrevistas ante
riores se ratifican o no.
1.1.
Fue necesario mantener charlas en el bar o visitar a la
gente cuyos nombres se conocian por las entrevistas an
teriores. En ocasiones fue necesario hablar con la gente
en el camino o en el propio campo, mientras se realizaba
alguna labor; en este caso, los entrevistadores se hacían
pasar por excursionistas.
El número de gente entrevistada ha sido muy variable,
y dependía de las circu~stancias, de manera que las en
trevistas ~e suspendiancuando se habían recogido va
rias opiniones coincidentes.
Por último, el párroco del pueblo, cuando existe, ha con
tribuido frecuentemente a ratificar muchos de los pun
tos de vista recogidos.
Expuesto, pues, el m&todo de investigaci6n que se ha se
I
guido, se recogen a continuación los resultados, que se
ordenan por provincias, zonas y municipios.
El listado de puntos que se incluyó en este capitulo
sirve de indice para la exposición, ya que se sigue
el mismo orden. Los puntos investigados se agrupan, pa-
ra la exposición, en municipios.
_,1 e
14.
3.4. RESULT . .\DOS. PROVINCIA DE OVIEDO
3.4.1. Ibias
Es el más suroccidental de los municipios asturianos,
situado aguas abajo de Degaña, siguiendo el curso del
rio Ibias; tiene una superficie de 33.144 Has.
La superficie forestal del municipio es de 25.685 Has.,
de las cuales 14.131 son de bosque. Cuenta con 6 gran
des montes declarados de Utilidad Pública que en la ac
tualidad figuran como pertenecientes al Ayuntamiento,
quien los consorci6 con el Patrimonio Forestal del Esta
do. Se han repoblado en el municipio 9.219 Has. con pi-
nos de diversas especies.
En el valle del rio Abiouga, donde se asientan tres nú
cleos de poblaci6n: Valdebueyes, Pradias y Seroiro, los
montes no son de propiedad municipal y están sin repo-
blar de coniferas.
Los montes de la zona citada son los que menos incendios
han registrado, 1 en Valdebueyes que afect6 solamente a
matorral en una extensi6n de 20 Has.; 1 a Prad{as en el
que quemaron 12 Has. de robledal y 108 Has. de matorral)
y 2 en Seroiro en los que quemaron robledal y matorral
en extensiones de 44 Has. y 580 Has~ respectivamente;
todos ellos figuran en sus respectivos partes como in-
tencionados, y fueron causados para eliminar el mato-
rral y conseguir pastos de montaí'ia.
En los montes consorciados se han declarado durante el
periodo de tiempo que hemos considerado un total de 37
15.
¡,----_._--------------------------------------;
incendios. Corresponde 12 a 11 Puertos Altos de Tormaleo ll
de los que 10 son intencionados y 2 producidos limpian
do fincas; 11 al IICordal de Pelliceira ll , de los que 8
fueron intencionados, 2 producidos por rayos y 1 produ-
cido por un hombre mientras recogía leñas; 3 en IIValcár
cel ll , 2 de ellos intencionados y 1 por causa desconoci-
da; 5 en 11 Leituelos y el Salvador ll, 4 de ellos intencio
nados; también 3 intencionados en la IISierra de Uría y
~1arcoll; y 3, asimismo, en IIBustelo y Ciallo ll, dos de
ellos intencionados y 1 procedente de una finca mientras
se rozaban a fuego sus linderos.
Las dedicaciones de las superficies afectadas por incen
dios en los montes consorciados son:
- En IIPuertos Altos del Tormaleo ll , 3 6 Has. de frondosas, 37 Has. de pinos y 81 Has. de matorral.
- En el IICordal de Pelliceira ll , 53 Has. de frondosas, 1.780 de Pinos y 492 de matorral.
- IIEn IILeituelos y el Salvadorll, 1 Ha. de fl~ondosas, 179 Has. de pinos y 137 Has. de matorral.
- En IIValcárcel ll , 89,5 Has. de pinos y 2 Has. de mato
rl'a l.
- En IIUría y Marco ll , 37 Has. de pinos.
16.
_ En IIBustelo y Ciallo ll 10 Has. de frondosas, 40 Has. de pinos y 44 Has. de matorral.
En el total de montes consorciados han quemado 100 Has . . de frondosas, 2.153 de pinos y 756 Has. de matorral.
La propiedad de los montes del concejo de Ibias es muy
confusa. En Uria y en Luiña dicen haber aprovechado el
monte s in pa ga r j amas cuota a 19una a 1 Ayuntamiento. En
Uría dicen que existe documentación referente al monte
J 1
.1
.: ...
------------.----. __ ._-~,_.------------------------17.
en una casa del puebloj y en Ltii5a que había papeles
acreditativos de la propiedad a favor de una señora de
Lugo, quedando sus administradores con tal documentación.
Los montes cnnsorciados están incluidos en el catálo~o t:>
de utilidad pública e inscritos a nombre del A~untamie~
to, pero ~ste está en trámites para declararlos como
montes vecinales en mano común, si ello es procedente.
El estudio está siendo realizado por una firma de Gali-
cia.
Algunos de los montes, en todo o en parte, han sido de
clarados como de propiedad particular tras expediente
de dominio promovido por los titulares actuales o por
sus vendedores.
La repoblación no se llevó a cabo en aquellas parcelas
de monte que estaban amojonadas.
De cualquier modo, lo cierto es que todos los pueblos
de Ibias antes de la repoblación utilizaron el monte de
diversas formas (rozas, pastos, cavadas~ sin pagar ca-
non alguno al _~yuntamiento por esos aprovechamientos.
A causa de ello, existía el consenso de que los montes
eran de propiedad común y pertenec{an,no al Ayuntamie~
t~ sino a los pueblos que siempre los aprovecharon.
La superficie agrícola de que dispone cada explotación
es escasa; la deficiente red de comunicaciones les obl!
gaba a procurarse todos los productos necesarios para
el mantenimiento, y así fueron y siguen siendo tI"adiciona
les los cultivos de trigo, centeno, vid, etc. Mantenían,
asimismo, una ganadería de extrema rusticidad a base de
caprino y ovino de los que cada una de las explotacio-
,. ,;
" l' " '.'
l· l 18.
nes tenia alrededor de 80 y 50 cabezas respectivamente.'
Este ganado, y una o dos cabezas de vacuno por explota
ci6n, era mantenido en los pastizales del monte.
Sus necesidades de pasto obligaban a tener, dicen, el
monte limpio y con hierba fresca y por eso rozaban a
fuego. Normalmente lo hacian en los primeros meses del
otoño.
Cuando comenzaron las repoblaciones se enteraron de
que la Corporaci6n Municipal habia suscrito consorcio
con el Patrimonio Forestal del Estado: IIHabia entregado
nuestros montes a la forestal", dicen los vecinos. En
efecto, fueron consorciados todos los montes comunales
sin consultar a los afectados.
La gente, en aquellos años dificiles, no supo opone~se a
la repoblaci6n y acept6 el trabajo de plantar pinos pa-
ra ganar los jornales. Al disminuir el ritmo de repobl~
ci6n, perdieron esos jornales ~ habiendo disminuido
los espacios que .utilizaban para el pastoreo, e intensi
fic~ndose la vigilancia de las plantaciones, tuvieron
que deshacerse del ~anado menudo. Además de estas redu~
ciones vieron disminuida su superficie cultivada en la
medida que se reduj eron también las "cavadas 11.
En algunos lugares del monte se plantaron los pinos muy
cerca de las fincas, lo que impide a sus dueños la lim
pieza de los linderos rozando a fuego} que era el siste
ma de limpieza tradicional, provocando esto el natural
descontento por lo costoso, en tiempo y esfuerzo, de la
operaci6n con el actual sistema de limp ieza manual.
La repoblación forestal, si bien durante algunos años
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contribuyó a elevar el nivel de vida de la población r~
r"al, hoy dejó deprimida a la que habita en los pueblos
altos, lejos de la carretera muchos de ellos sin pista
de acceso. Algunos núcleos de población tienen incluso
más relaciones comerciales con pueblos de la provincia
de Lugo que con los de su propio municipio. En estas con
diciones,la reducción de población es notoria, habiendo
sido ya totalmente abandonados varios núcleos.
Otro motivo que alegan los vecinos para estar descanten
tos es la creación reciente de un coto de caza en todo
el t&rmino municipal. El alcalde anterior, al que llaman
"cabo del Patrimonio", creó un coto municipal sin contar
con la opinión de los vecinos. El coto fue cedido a la
Sociedad Astur de Caza por la simbólica cantidad de
1.500 ptasjaño. Los vecinos, que ahora no podrán cazar
más que después de la obtención de un permiso, lo que
les causa desazón como cualquier tipo de papeleo, dicen
sufrir daños de ciervos y jabalies en viñedos, cereales
y patatas, y de liebres y perdices en viñas, maizales
y huertas.
Los daños que ocasionan son pagados mal y tarde, opinión
que, aparte de los paisanos, comparte la Guardia Civil
y un funcionario municipal.
Los vecinos dicen que se opondrán a que se cace dentro
de sus fincas, ya que pueden haber sido acotados los
montes pero no las fincas particulares que son de su ex
clusivo dominio. Explican la visita de las especies ci-
neg6ticas a las fincas, en razón a que en~s pinos no
tienen nada que comer.
Esto puede provocar nuevOs descontentos cuando en otoño
19.
20.
de este año 1976 se levante la veda establecida.
En sentido opuesto a estos descontentos jugará lo que a~
tes hemos comentado sobre la posibilidad de declaración
de los montes de Ibias,hoy de pertenencia del Ayuntamie~
to, como Hontes Vecinales en Hano Común.
Se basa este cambio de titularidad en la Ley 52/1968 de
27 de Julio sobre }10ntes Vecinales en Mano Común, publi
cada en el B.O.E. de 29 de Julio de 1968.
Esta ley podria servir para devolver de algún modo la
titularidad de los montes a las entidades locales rneno-
res que, salvo contadas excepciones, han sido desposei-
das en Asturias de todos los derechos de gestión y apro-
vechamiento de sus montes. La ley citada no ha sido pue~
ta en práctica, o al menos no tenemos noticia de su apl!
cación.
La declaración de los montes como vecinales en mano co-
mún supondria un reparto de los beneficios derivados de
su explotación del siguiente modo
50 % en metálico a distribuir por la Junta de Comunidad entre quienes tuviesen derecho al aprovechamiento
de tales terrenos.
30 % seria invertido por el Ayuntamiento respectivo en Obras y servicios que afecten al lugar cuyos vecinos tengan derecho al aprovechamiento.
_ 20 % ingresaria en las arcas.municipales en concepto de gasto de gestión y participación en las cargas municipales.
Los paisanos tienen poca fe en el resultado de las ges
tiones que se llevan a cabo para la declaración de los
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montes como "Vecinales en Mano Común". No obstante pien-
san que, si se diese participaci6n a los vecinos en los
beneficios de las cortas, habia muchos menos incendios
y los que hubiese serian de menor importancia, ya que
todos podrian más interés en su extinci6n,
Es de creencia general que los montes están mal atendi-
dos; en este sentido el comandante de puesto de la Guar
dla Civil de Ibias indica que, en muchas zonas, el mato-
rral que crece entre los pinos es más alto que un hom
bre, lo que dificulta la labor de extinci6n y facilita
la propagaci6n y velocidad del incendio.
En esas condiciones naturalmente todos los incendios
afectan a las copas y a la veget~ci6n rastrera,lo cual
da lugar a dos frentes de fuego, haciendo dificil su ex
tinci6n.
Algunos miembros de la Guardia Civil que han sido consul
tados se declaran opuestos a la politica de repoblar y
dejar los montes sin cuidados. Los caminos también se
cierran con la vegetaci6n, no hay pistas de acceso, y
los ~ortafuegos, con mucha maleza, no cwnplen su fun
ci6n. En todo esto coincide la opini6n de la Guardia Ci
vil con el sentimiento popular.
1..1.
'r
3.4.2. Degaña
Situado al suroeste de la provincia en la zona interior,
y ocupando el valle del rio Ibias en la parte superior
de su curso, tiene una superficie de 8.701 Has., de las
cuales 7.087 son forestales.
La superficie de bosque es de 3.133 Has., constituidas
en su casi totalidad por frondosas, en su mayoria roble
y abedul.
Cuenta solamente con tres montes de gran extensión: la
IISierra de Degaña ll , con el nº 145 del Catálogo de Utili
dad Pública y 11 El J>1anguero ll , con el nº 143 del Catálogo
de Utilidad Pública son de pertenencia municipal; el
IIMonte Navariegosll, con el nº 144 del Catálogo de Utili
dad P~blica, pertenece a la Entidad Local Menor de Ce-
rredo, que en la actualidad lleva la administración del
Monte.
11 El Manguero 11 y la 11 Sierra de Degaña 11 han sido consorcia
das con el Patrimonio Forestal del Estado y se han rep~
blado en ellas 252 Has. de Pinus Silvestris.
En el t~rmino municipal de Degaña se han producido un
total de 22 incendios durante el periodo de tiempo con
siderado. De ellos, 18 corresponden a la IISierra de De-'
gaña ll , dos a IIEl Manguero ll y dos a IINavariegos ll•
De los incendios ocurridos en la IISierra de Degaña ll, cin
co han af ecta do a la repo bla ción de res inosas y destl~uyeron
52 Has.de la misma; nueve incendios han afectado a arbo
lado autóctono de corta edad, constituido por Q. Rubur,
22.
" •• l.'
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1"""'---------- - -- ... _-~----------------~---~"""--::
Q. Sesiliflora y B. Alba, en un total de 94 Has., y en
otros cuatro s610 quem6 matorral. La superficie total de
matorral quemada en la "Sierra de Degaña" fue de 606 Has.
Las causas señaladas en los partes de incendio indican
que 15 fueron intencionados y tres se atribuyen a causas
desconocidaS.
En lIEl ]I1anguero tl se han producido 2 incendios de mato-
rral que se extendieron a 84 Has.; ambos se iniciaron
en las proximidades de pinos y fueI'on intencionados.
En lINavariegos ll se han producido 2 incendios, ambos in-
?1.
tencionados, quemando en total 2 Has. de roble de corta
edad y 43 Has. de matorral.
El municipio de Degaña tiene caracteristicas destaca-.
bIes respecto a la distribución de su población activa.
Hace 2 O años el único medio de vida era la ganaderia (la
agricultura está dificultada por la altitud sobre el ni-
vel del mar, pues s610 dos pueblos del municipio, Fondos
de Vega y el Rebollar, está situados por debajo de los
800 m.). Hoy, tiene 2.000 habitantes de los que 783 con s
tituyen su población activa; solamente 172 (el 22,2 %)
se dedican exclusivamente a la agricultura, mientras en
las minas trabaja el 66,6 % de la población activa y el
11,2 % lo hacen en el sector servicios.
La explotación de las minas de Cerredo ha sido la cau
sa del desplazamiento de la mano de obra, y de la eleva
ción del nivel de vida, elevación que s610 ha corres-
pondido a los trabajadores de la industria y los servi
cios, quedando muy retrasados,respecto a ellos,los agri
cultores.
L
Sobre estos últimos pesa aún la prohibici6n de mantener
cabras en los montes, ganados que fueron siempre compl~
mento indispensable para la débil economia agricola de
la zona.
Tradicionalmente, los ganaderos han mantenido protegido
de las quemas al bosque orientado hacia el norte y situ~
do en la margen izquierda del rio Ibias. En cambio, los
montes de la margen derecha del rio siempre fueron que
mados a fin de conseguir vegetaci6n herbácea para pastos
del ganado.
2L1..
Con el abandono de muchas de las explotaciones agropecu~
rias, la incidencia de las quemas se hizo menor. Desde
hace poco tiempo se intensific6 la vigilancia para que los
fuegos no se produjesen y fruto de esta vigilancia es que
en unos pocos afios, pueden observarse numerosos bosque
tes en lugares que antes se habian mantenido desarbola-
dos.
Hasta la temporada 1971-72 no habia prácticamente ningún
pasto en los montes. Desde entonces hasta hoy, a pesar
de la prohibici6n de pastoreo que pesa sobre las zonas
incendiadas, han quemado suficientes Has. como para ma~
tener la cabafia ganadera del concejo,y la gente piensa
y dice que Ilya no habrá tantas quemas ahora que el gan~
do tiene donde pasear ll . De las conversaciones manteni
das se desprende que los vecinos dedicados a la ganade
ria están realmente muy preocupadas por la falta de-pa~
tos adecuados para su ganado de montafia. De lo que dice
se desprende que, a pesar de la prohibici6n de quemar
matorral, lo han venido haciendo furtivamente con ~l
f in de eliminar los pinos o el mat.orral y dispuner de
terrenos limpios. También da la impresi6n de que esta
actitud y disposici6n a quemar sigue en pié y dará lu
gar a nuevos incendios en el caso de que los vecinos
piensen que se necesitan nuevas limpiezas en el monte.
En varias ocasiones el guarda forestal y la Guardia Ci
vil han visto prenderse el monte muy cerca del lugar en
que se encontraban y no han podido ver a nadie, por ello
suponen que los incendios son preparados, aunque nunca
han descubierto ningún artefacto que pueda haberlos cau
sado.
Otro problema que posiblemente haya originado incendios
es la ca za. En efecto, está en el ánimo de los ha bitan-
tes del municipio que la caz~ puede ofrecer motivos pa
ra la provocación de incendios forestales.
Hace afias, existia en el concejo tin coto privado de ca-
za en el que cazaban los aficionados,acompa~ando al ti-
tula r del coto b bien furtivamente; la creaci6n de la R~
serva Nacional de Degafia parece que dej6 a todos insa-
tisfechos.
En el Ayuntamiento se quejan de que,sobre la administr~
ci6n municipal,pesan todas las cargas de la Reserva, co
2 ~.
mo seguros sociales, impuesto de lujo, etc., y no saca
ningún pa rtido econ6mico al mismo, pues no tiene ninguna
participación en los ingresos derivados del importe de
los permisos de caza.
Como ~nica ventaja, los habitantes del municipio tienen
derecho a un númerO determinado de cacerias con reduc-
ci6n del 50 % del importe del pel~miso. No obstante ,hu
bo problemas con estos permisos locales. p,e., hace
dos afias se tramit6 telef6nicamente un permiso a los ve
i:
¡, " ./
cinos para Cazar jabalíes y se concedió, tambi~n telefó
nicamente, a condición de que no hubiese nieve. La cace
ría, a la que asistieron varios vecinos, se celebró, pe
ro uno de los guardas de la Reserva, cursó una denuncia
por haber cazado con nieve.
No obstante, el problema fundamental son los da50s cau
sados por los animales salvajes en las huertas y en los
pastos. Estos daños no se pagan, o se pagan tarde. Para
cobrar es necesario recurrir al guarda y seguir engorr~
sos tr~mites. El vecino se encuentra siempre con desean
fianza hacia sus declaraciones, y rara vez consigue co
brar lo que él estima justo. A causa de todo esto se
crea un fuerte estado de descontento.
En cambio, dicen, cuando el vecino hace da50 a un ani
mal, el castigo no se hace esperar. Por ejemplo, en De
gaña comentan que un vecino, después de avisar repeti
das veces al guarda que un oso visitaba todas las no
ches una f inca de su propieda d en la que, tenía colmenas,
puso un lazo en la entrada y lo cazÓ. En la actualidad,
la denuncia subsiguiente sigue su curso legal y los ve
cinos se sensibilizan con el problema y se solidarizan
con el denunciado.
Todas estas cuestiones son la caUsa de que la imagen de
leONA esta muy deter'iorada. Por último a modo de resu-
men, mencionaremos otros problemas que nos han sido con
fiados, y que han contribuido y contribuyen a deterio
ra r la imagen del mencionado organismo. Así, hemos po
dido detectar los siguientes:
a) Ex is ten sens ibles dif el'enc ia s de criterio entr los
guardas for'estales'y los guardas de caza.
26.
~~--------------------~----------~----_._~.~.~--~~~
Parece ser que, en ocasiones, los guardas de caza se
han negado a colaborar en la extinci6n de incendios,
desoyendo el requerimiento de la Guardia Civil, o
de la Guardería Forestal.
Incluso es frecuente oir insinuaciones en el sentido
de que a los guardas de caz'a les interesan los incen
dios en la Sierra de Degaña, con el fin de hacer al
gún claro en el bosque, ahora demasiado cerrado.
b) Existe muy poco cuidado de las plantaciones que se
han efectuado con resinosas. Se han repoblado -según
parece- zonas sin profundidad suficiente de suelo,
que hubieran sido aptas para pastos.
Por otro lado, las zonas plantadas no se mantienen
limpias, por lo que se vuelven casi inaccesibles;
este problema de la inaccesibilidad del monte se pre
senta tanto en las zonas repobladas de coniferas, ca
mo en las zonas de vegetación autóctona de la "S!i..e
rra de Degaña".
c) Hemos recogido acusaciones, también,contra la poli
tica forestal del Ayuntamiento. Parece que hasta ha
ce unos cinco años, el Ayuntamiento ta16 sin orden y
sin permiso del Patrimonio Forestal (pero con su con
sentimiento tácito) las partes más bajas y más ac
cesibles del monte. El aprovechamiento fue exahusti
vO y dejó el monte esquilmado.
POr otra parte, el 15 % del importe de las cortas no
se invirti6 en el monte; no se abrieron nuevos cami
nos ni se cuidaron los existentes.
27.
··_. ___ ~_o _______________ -:
Esta apresurada politica dejó al Ayuntamiento hoy en
una mala situación ya que no existen nuevos recursos
accesibles ni pueden ser aprovechados los restantes
por falta de vías de saca.
La deficiente fiscalización y planificación por par
te del Patrimonio y la politica municipal de pocas
miras imp iden que el concej o pueda benef iciarse hoy
de los valiosos recursos forestales de la "S±erra de
Degaña", los cuales, bien administrados podian propo!:.
cionar una notable y regular renta.
3.4.3. Allande
Allande es un extenso municipio de 36 .941 Has., de las
cuales 30.312 son forestales (es decir, el 82 %). Esta
superficie forestal está ocupada por 7.076 Has. de arbo
lado, siendo el resto 23.236 Has. de matorral o erial a
pastos, que sustentan aún una importante masa de gana-
do bovino de producción de carne.
Tiene el municipio 6.513 Has. de superficie sujetas a
consorcios con IeONA, en las que se han logrado
4.518 Has. de repoblación forestal con diversas espe-
cies de pinos.
La superficie consorciada se reparte éntre siete montes
que, ordenados respecto a la masa repoblada en orden de
creciente de importancia, son: "Sierra de Villapedrel1
(1.3 68 Has.), l1Cordal de Berducedo l1 (997 Has.), "Sierr'a
de Carondio" (638 Has.), IfSierra de Fonfara6n l1 (4 67 Has.),
l1Sierra de San Salvador l1 (436 Has.), l1Sierra de Vidaje
rón" (375 Has.) y l1Sierra de Valledor lf (14 6 Has.).
41
"
r , I ,
, "
-----,_ .. --------------------:
Todos ellos, a excepci6n de la tlSierra de San Salvador tl J
están incluidos en el Catálogo de Utilidad Pública, y t~
dos ellos (con la misma excepci6n) figuran como propie
dad de la parroquia en la que están situados. La nSierra
de San Salvador tl figura como propiedad del Ayuntamiento.
Durante el periodo de tiempo considerado, se han produ
cido en el municipio 23 incendios forestales. De ellos,
7 en montes no consorciados. Entre las causas que men
cionan los partes de incendios, la más frecuente es la
quema intencionada de matorral para mejorar pastos. Es
te procedimiento ha sido utilizado desde tiempo inmemo-
rial para mantener los montes limpios de maleza y transi
tables para el ganado, al igual que ocurre en Ibias, en
Dega~a y, como veremos, en casi todos los lugares inves
tigados tanto en Asturias como en Santander.
Afortunadamente, la mayor parte de los incendios no han
afectado a las repoblaciones de cQniferas, a excepci6n
de los ocurridos en Vidajer6n, Fonterroxa e Iboyo, don-
de fueron destruidas 255 Has. de pinos.
A lo largo de nuestras entrevistas, ha quedado claro que,
a todos los niveles (Ayuntamiento, Guarderia forestal
y gentes de los pueblos) se tiene conciencia de que exi~
ten muchos problemas relativos a la propiedad de los
montes.
Asi, en Bustantigo, pueblo pr6ximo a la tlSierra de Caron
dio!! dicen tener o haber tenido papeles acreditativos
de la propiedad comunal del monte. Basados en ellos,
los habitantes del citado pueblo se opusieron a la rep~
blaci6n y se enfrentaron con los representantes del Pa
trimonio Forestal del Estado que tenian la misi6n de re
"
'1 t I
.---._----~-------------------:;
poblarlo. Como consecuencia de los enfrentamientos hubo
un muerto por arma de fuego; se trata del súceso de más
gravedad que ha podido recogerse en nuestra investiga
ci6n, lo que puede tomarse como indicio de la impopula
ridad de las repoblaciones.
<O.
Hemos podido recoger también que la Sierra de IIVidajer6n,
Fonterroxa e Iboyoll habia sido comprada por los vecinos
de la Roza, Pefiaseita y el Mazo al Conde Pefialba, en
32.000 reales; ello ocurri6 en 1.702. Los vecinos, aho
ra, se sienten desposeidos de su propiedad común.
Dentro de la Sierra de Vidajer6n, 16s vecinos de Prada,
que consideran el citado monte como de la Parroquia de
Villagrufe, dicen que hay un monte, llamado por ellos
Monte de Prada, comprado a los Monjes de Corias y desli~
dado en este siglo. Dicen que hay sentencia a favor de
los vecinos de Prada en un litigio mantenido con los pu~
bIas del Valle y Ablaniella, de la Parroquia de Villav¿r
de. Esta situaci6n crea un gran descontento.
Otra situaci6n similar es la del pueblo de Ferroy, don
de dicen tener papeles acreditativos de la propiedad co
munal del ll l'-10nte Fonfara6n ll .
El aprovechamiento de los productos del monte sigue sien
do de gran importancia para los pueblos altos a los que
no llega carretera o pista. La imposibilidad de explot~
ci6n de ganado vacuno de leche,debido a la dificultad de
dar salida al producto final,obliga a que se continúe
manteniendo ganado de gran rusticidad dedicado a carne.
No se han mejoradO tampoco los establos y aún se pueden
ver en ellos camas permanentes: sobre el piso de tierra
o de losas de piedra se pone una capa de vegetal seca que
----_.-----------_.-------_._.----------.--------~---=----------------~--~
empapa las deyecciones del ganado; luego, se van añadien
do capas sucesivas de modo que el piso se eleva mientras
la masa, formada por cama y deyecciones, fermenta.
Ello obliga a un aprovisionamiento de IIrozo ll o lIestro ll , constituido fundamentalmente por tojo y brezo. El tojo
y el brezo deben segarse o rOzarse cuando tienen dos o
tres años de vegetación; cuando estas especies tienen
más años se encuentran ya muy lignificadas, por lo que
pierden su poder absorbente; tienen mayor tamaño, lo que
dificulta su manejo; y se descomponen muy lentamente mez
cIadas con el estiércol, necesitando este mayor tiempo
de IIcurado ' ! antes de distribuirlo en la tierra. Por tan
to, pasados esos dos o tres años sin haber sido aprove
chado, debe limpiarse el monte para que se produzca un
nuevo rebrote. El método de limpieza más barato de que
dispone el agricultor es el fuego, y de él se sirve.
La alimentación del ganado se basa en aprovechamiento
de forraje durante la primavera y elotoño; en vel~ano,d~
be aprovisionarse el agricultor de heno para alimentar
el ganado estabulado durante todo el invierno; en cam
bio, durante el verano envia el ganado al monte. Para
que en éste se mantenga una proporción aceptable de ve
getación herbácea es necesario regenerar los eriales
con rozas a fuego, ónico medio viable económicamente, da
dos los estrechos márgenes de explotaci6n que se obtie
nen con este régimen de aprovechamiento. Además, se uti
liza también el fuego para limpiar los linderos de las
fincas y las márgenes de los caminos, deshacerse de
restos de cosechas, etc.
Es natural, por tanto, que los agricultores de estas~
nas deprimidas utilicen el medio más económico de que
11.
r-----------------.---------------------------~-------------------------------------,--~.---12.
disponen para incrementar o, al menos, mantener las pr~
ducciones de sus explotaciones. Los campesinos de estas
zonas altas ven los fuegos de matorral como cosa natu
ral y, por ello, opinan que las zonas repobladas deben
acondicionarse para poder prevenir el caso de que el fue
go llegue a ellas, manteniendo limpios los cortafuegos,
las pistas, y el monte. Son coincidentes, en este mismo
sentido las opiniones de la guarderia forestal, de la
Guardia Civil y de los funcionarios municipales consul-
tados.
Aún cuando existe posibilidad de rozar a fuego las cues
tas dedicadas a erial a pastos, previo permiso de ICONA
y con la asistencia de la guarderia para supervisar la
operación, la gente ve los trámites engorrosos Y largos:
es preciso fijar previamente un dia para que acudan el
guarda forestal y un número suficiente de vecinos, con
la incertidwnbre de que ese dia reúna o no condiciones
climatológicas adecuadas para que la operación pueda ll~
varse a cabo. Si es dia de viento,está prohibida la 1'0-
za a fuego. y,Sl es húmedo, la operación se hace penosa
o incluso imposible. No obstante se realizaron quemas
de este t.ipo en alguna ocasi6n, y en el Ayuntamiento di
cen que, ··en las zonas donde se hizo,
rO de incendios.
disminuy6 el núme \
La colaboraci6n del vecindario, en la extinci6n de los
incendios que se producen, es buena; a excepci6n de los
vecinos de Prada, a los que por esta causa se les acha
can los incendios de "Vidajerón, Fonterroxa e Iboy01l, y
ae los vecinos de Pala de Allande que, según la Guardia
Civil, en· cuanto se produce un incendio des~parecen de
los bares y de los lugares habituales.
:----------~- '- .. ~.-
y el resto como de propiedad municipal; algunos montes
fi~~ran en el Catálogo de Utilidad Pública.
A lo largo del período considerado se han registrado en
Tineo 68 incendios. De ellos por lo menos cincuenta fue
ron, según se indica en el parte correspondiente, inten
cionados.
Merece destacarse que los incendios ocurren fundamental
mente en los montes consorciados y, de &stos, en los que
han sido consorciados por el Ayuntamiento. Los datos no
dejan ningún lugar a dudas. En efecto, del total de 68
incendios, 56 han ocurrido en dicha modalidad de plant~
ciones. Pero a6n podemos discriminar entre esos 56 incen
dios; 53 de ellos se iniciaron en los montes municipales
y son o parecen intencionados en su mayoria. En cambio,
en los consorcios no municipales han ocurrido solamente
tres incendios, cuya causa se conoce y no fue inten-
cionada sino fort~ita. Entre los montes particulares so
lamente uno se incendi6 en una ocasi6n a causa de un rayO.
Los montes propiedad de lCONA han sufrido dos incendios:
uno en IIRodoiros ll que tuvo su origen en la quema inten
cionada del monte "Balb6n", propiedad municipal; otro,
también en 11 Rodoiros 11 se or'igin6 accidentalmente en la
carretera que lo cruza.
Entre los montes que han sufrido más incendios merecen
menci6n la Sierra de 11 Buslllayor, Tineo y Gruyornayor" por
su elevado número (16), y las de "Fonfara6n y 1'>1ullei-
roso 11) 11 Nieres y Gandamuelle", 11 Loma de Tamallemes" y
"Tulla" por la gl~an extensi6n de las superficies afectadas.
La repoblación de esas zonas ha generado un gran males
tare Tineo es un municipio de grandes recursos ganaderos.
La ganaderia ha evolucionado rápidamente, habiéndose
34.
----------------------------------------------------_ .. --.~~~-------"~ ... ~ 35.
transformado la mayoria de las explotaciones, que han pa
sado de tener ganado rústico de montaña a ganado holan
dés de leche. Las explotaciones tienen tamaños adecuados
para obtener rentabilidad, dados los precios actuales,
existiendo un indice de mecanizaci6n alto, quizá incluso
excesivo. A parte de los ganaderos dedicados exclusiva
mente a la produccion de leche, existen tambi~n familias
de economia mixta, que practican la ganaderia a tiempo
parcial, o que mantienen como complemento de sus ingre
sos varlas caballerias en estado libre. Esta pr~ctica
del caballar en libertad es particularmente intensa en
la sierra de lILa Curiscada ll• Los incendios de matorral
que ocurren en ella se deben, con toda probabilidad, a
los dueños de esas caballerías que procuran, por ese me
dio, limital' el desarrollo del matorral, conforme a su
costwnbre de siempre.
En todas partes donde se ha pulsado la opinión respecto
a las repoblaciones hemos encontrado quejas, malestar y
problemas. Todos los vecinos consultados en el munici
p io, as i como a 19unos de los gua rdias fo l'estales o la
Guardia Civil están de acuerdo en que los incendios son
intencionados, y en que se deben al estado de oposición
generado por las repoblaciones. Las soluciones pueden
diferir de una~ a otras personas, pero en la causa pa
re ce ha be r unan imidad; esto, po l' lo que respecta a los
incendios de coníferas. En cuanto a los incendios de ma
torral, tambi~n en Tineo (como en los demás municipios
de Asturias y Santander) fue siempre de práctica común,
y su !'egulación actual hace que muchos vecinos encuen
tren más cómodo quemar de noche y furtivamente para eVl
tar la solicitud de permiso, que siempre consideran en
go rl-'OSO •
...-------~-- --,_._.---------'~~_.~~---....., ...... _----...... -------*"'.~-"""""-'"'----;
3 6 .
En' la parte alta de la sierra de 11 Busmayor, Tineo y Gru
yomayor", los vecinos de las Tabiernas pretenden que se
les habilite un pastizal entre el pueblo y las pistas
que van a Villatresmil y Busme6n, zona que aprovecharon
siempre los habitantes de esa Braña} como aprovechaban
también el resto de la Sierra, que aseguran fue siempre
de propiedad comunal. Las partes altas de la mencionada
sierra son llanas, y los pinos plantados en ella prese~
tan, a pesar de los años transcurridos, un desarrollo
muy deficiente. Estos terrenos son juzgados por los ve
cinos como inadecuados para los árboles y aprovechables,
en cambio, como pastizales.
La repoblaci6n de esta sierra ha causado gran indigna
ci6n que,adn hoy, permanece viva. Ahora los vecinos de
searian ampliar sus disponibilidades de pastos, ya que
los tractOres les permitirian trabajar con mayores supe~
ficies que antes, pero encuentran que sus montes comuna
les están plantados con pinos cuyos beneficios no serán
para ellos. Hemos podido recoger frases como esta: 11 No
sé quien quema los pinos; pero lo dnico que s~ es que
los pinos, coma mejor están es quemados ll •
Los vecinos de los pueblos incluidos dentro de la IISie
rra de la Curiscada 11 y de su colindante liNieres y Granda
muelle ll , que han hecho su propia carretera, están inten
tando emprender importantes mej Oras en sus explotaciones
a base de roturar monte, hoy improductivo, para trans
formarlo en pastizal. Encuentran en ello dificultades
por parte de la A~ninistraci6n que exige condiciones
ventajosas para el citado aprovechamiento. Los contra
tos, nos dicen en la Agencia de Exten~i6n Agraria, s6-
lo tienen una duraci6n de cinco año~, aunque son renov~
bles,y se exige un acuerdo previo entre todos los veci-
nos para delimitar la superficie y el lugar que se pre-
tende aprovechar; los aprovechamientos deben ser comu-
nitarios y los derechos a que da lugar el contrato no
son transmisibles por herencia.
Concretamente, en ".los pueblos aludidos que lindan con
el monte "Nieres y Grandamuelle" no se ponen de acuerdo,
ya que los jóvenes pretenden roturar zonas en las que
sea posible una ampliación posterior, mientras los de.
más edad y de miras más cortas prefieren roturar en te-
rrenos más cercanos al pueblo y, por tanto, de más cómo
do aprovechamiento. Esto crea tensiones entre los pro-
pios vecinos.
En la sierra de "La Curiscada 11 se ha creado un pasti-
zal cuyo aprovechamiento es muy deficiente, debido a su
ailininistración. lCONA entregó al Ayuntamiento la mejora
realizada pero la gestión del mismo qued6 a cargo del
personal de guarderia de lCONA.
En el Ayuntamiento dicen no conocer el régimen de apro-
vechamiento: pretextan también que los vecinos no tienen
interés en él, a pesar de que el canon marcado par el
aprovechamiento es muy pequeño. En realidad, el Ayunta-
miento echa la culpa a lCONA y a los vecinos, mientras
los guardas de lCONA, a su vez, culpan al Ayuntamiento.
El resultado es que la situaci6n del pastizal, hoy dia,
es lamentable.
En una visita realizada al pastizal comprobamos que ha-
bia hierba sin aprovechar, pudriéndose, mientras que
las praderas particulares situadas frente a él, al otro
lado de la carretera, estaban totalmente aprovechadas;
además, dentro del pastizal hay extensas zonas invadi
das por los juncos, y otl'as por el toj o. Todo el past~i-
zal produce la sensación de estar extremadamente descui
dado.
37.
Sería conveniente que la gestión del pastizal fuese rea
lizada por los propios vecinos a través de la Hermandad
de Labradores y Ganaderos, por ejemplo, con la asisten
cia técnica de un organismo oficial sean IeONA, o el Ser
vicio de Extensión Agraria.
Lejos de esta zona, en la margen derecha del rio Narcea
se encuentran los montes de TW1a y la Sierra de Heri-
llés.
E1IIHonte de Tuña" parece ser reclamado por los vecinos
de esa localidad que afirman tener p~peles acreditativos
de su propiedad y, aunque en ocasiones intentaron plan
tear la reclamación de sus derechos, no consiguieron
acuerdo entre ellos para llevar el asunto adelante.
En la Sierra de Merillés,también comunal,el desconten-
to, al parecer, proviene de que los vecinos pidieron se
les habilitase un pastizal en la zona llana de la cjffia
y sus pretensiones no fueron atendidas.
Al Suroeste del municipio se encuentra la "Loma de Tama
llane¿ , extenso monte que era propiedad comunal de 33
pueblos~ alli se han producido cinco incendios, de los
que cuatro han sido intencionados. La gente parece tole
rar de mejor grado la repoblaci6n, acudiendo a la extin
ci6n de los incendios producidos y ayudando incluso con
material de sus explotaciones,prestando sus tractores
y sus cubas de purin; en ello debe influir la labor del
guarda forestal de la zona, que parece gozar de la SDn
,. patla de muchos vecinos.
El monte, según el gual~da de la zona, está sin accesos
fáciles, sin pistas interiores, sin cortafuegos, con
38.
--; i
mucho matorral; todo ello facilita la iniciación y pro
pagación de los incendios y dificulta su posterior ex
tinción.
Algunos de los incendios parecen haberse producido en
fincas forestales particulares, pasando después a la
repoblación. En este sentido nos comentan un caso: el
propietario habia vendido la madera de su monte y habia
pedido permiso para limpiar el monte a fuego después de
una corta; como el permiso tardaba en llegar, prendió
fuego furtivamente una noche, y el incendio se pasó lue
go a la repoblación consorciada.
39.
Pretenden los vecinos de los 33 pueblos que rodean a la
Loma de Tamallanes que se les haga un pastizal en la
parte alta y llana del monte,una vez finalice el turno
de corta actual. Tienen un pastizal que funciona muy
bien y, en vista de ello, quieren ampliar la superficie.
El buen funcionamiento de este pastizal se debe, en pa~
te, a la acertada gestión del mismo por parte de la gua~
der ia •
Se notaba en la zona cierta expectación a la espera de
que se realizase la corta para participar en los bene
ficios que de ellas les correspondan. Los pueblos, di
cen los vecinos, están abandonados por la administra
ción en todo, a e~cepción de los impuestos. No obstante,
nO tienen demasill.das esperanzas de tener mej or suerte.
Respecto al monte "Fonfaraón y Hulleiroso", en BOrres
hemos podido comprobar el descontento de los vecinos cu
yas fincas lindan con la repoblación, ya que no pueden
limpiar sus márgenes más que rozando a mano; reclaman
asimismo,beneficios al monte que es comunal, y también
as
--------------------------~------------~_._-~~.~----.~'~----------~
están molestos con la administración municipal que no
atiende sus reclamaciones.
La vertiente Este del mencionado monte está deslindada , y los vecinos de Ceceda y Recorba , a quienes correspo~
de la comunalidad, quieren que se repueble, pero consor
ciando la propia Junta Vecinal. De este modo podrian ob
tener beneficios para mejorar los servicios comunes . Pe
ro el Ayuntamiento pone dificultades e impide que el co~
sarcia se lleve a cabo, si no es a su trav~s y sin in
tervenci6n de la Junta Vecinal. Hace unos a~os, dicha
junta intentó subastar madera del citado monte para fi
nanciar una traida de aguas y varios maderistas lo ha
bian visitado, pero el Ayuntamiento paraliz6 los trámi
tes necesarios para la adjudicaci6n de la subasta, ori
ginando con ello fuerte descontento.
40.
En la "Sierra de Miño" que domina el valle de Naraval,
parece que hubo igualmente problemas de propiedad. Act,ual
mente figura como propietario el Ayuntamiento. Los veci
nos de ~1iño pretenden que, cuando se realice la corta,
se reestructuren los espacios a plantar, aprovechando
para ello los terrenos pendierites,hoy sin repoblaci6n,
y dejando libres para pastos las zonas llanas que hoy
están plantadas. Los vecinos dicen que tienen dificultad
en conseguir J'oturaciones en terl'enos comunales que co~
sideran de su propiedad; los vecinos desearian roturar
parte de los terrenos comunales para habilitar pastiz~
les, pero no pueden hacerlo a causa del consorcio. La
gente, como en los otros puntos de Tineo consultados,
es consciente de que los incendios son provocados por
el malestar existente derivado de la actuaci6n de la Ad
ministraci6n Municipal.
$
--------------------·--------____ 'r_ ......... ··' ...... -;
3.4.5. Salas
Situado en la zonamterior, lindando con Tineo, tiene
una superficie geográfica de 22.536 Has. Su superficie
forestal es de 13.864 Has. (61,5 %),estando cubiertas
de arbolado 4.068 Has. De éstas, más de la mitad (2.083
Has.) corresponden a las repoblaciones forestales reali
zadas por el Patrimonio Forestal de Estado en colabora
ci6n con la Diputaci6n Provincial, En Salas hay un to
tal de once montes consorciados en el régulen antes alu
dido.
Al igual que hemos visto en Tineo, los montes consorcia ,
eran, según dicen los vecinos, dos por el Ayuntamiento
de propiedad comunal, y fueron consorciados sin que los
vecinos fueran advertidos de ello,
En el Ayuntamiento hemos podido recoger algunas preci-
siones. La politica municipal, respecto a los montes,
se guia por el principio de actuar sin previo aviso a
los pueblos ,los cuales, en todo caso,pueden enterarse
si prestan atenci6n a los hechos consumados. En el Ayun
tamiento, según se nos confesó, no se desean polémicas
respecto a los montes comunales, que ahora ya no son ta
les, puesto que han sido registrados como municipales.
De todos modos -se nos dijo- en la propiedad de los
montes es mej or no entI'a r, Los asuntos conceI'nientes a
los montes es preferible que no sean sacados a inform~
ci6n pública, a fin de evitar problemas (en todo caso,
si se sacan, puede hacerse de forma que nadie llegue a
enterarse), En cuanto a la administración de los fondos
procedentes de los aprovechamientos forestales, se esti
ma que el Ayuntamiento es su duefio, y puede disponer de
ellos para emplearlos donde y como se necesite. La Cor-
41.
I ,¡ :¡ ¡ •
------_.--------------------~--------------------~
poraci6n prefiere siempre no emplearlos en el pueblo cer
cano al monte, por considerar que "el pueblo ya tiene
bastante con el montett. Estas son, resumidas, las lineas
de actuaci6n que presiden la politica forestal del muni
cipio, y que deben ser consideradas en el Ayuntamiento
como normales, a juzgar por el tono en que nos fueron
expuestas, un tono que parecia exigir aquiescencia y com
plicidad.
Se han registrado en el municipio, durante el periodo de
tiempo que venimos considerando, 27 incendios; de ellos,
16 corresponden a montes consorciados, 3 a montes comu
nales y 8 a montes particulares.
El monte denominado "Sierra de Lavio y las Gallinas tt ,
ha sufrido nueve incendios, de los cuales al menos ocho
han sido intencionados. Los demás montes s610 tienen re
gistrados uno o dos incendios, casi todos fortuitos.
La ttSierra de Lavio y las Gallinas tt (con 967 Has., de
las que han sido repobladas 900) afecta a los pueblos
42.
de Las Gallinas, Buscabrero, la Colniella, Socolinas,
Lavio, Pende, Brafiasivil Y Faedo. Estos pueblos se asien
tan en las faldas del monte, en puntos de menor pendie~
te que, no obstante, es excesiva para el laboreo de las
fincas, siendo necesa rio, en muchos casos, aSUI~ca r según
lineas de nivel volteando la tierra en el sentido de la
pendiente y, terminada la labor, subir la ti6cra del úl
timo surcO hasta el primero.
Antiguamente, estas tierras se dedicaban casi exclusiva
mente a cultivos horticolas y se mantenia ganado menor,
ovino y caprino, con los pastos del monte; la repobla
ci6n determin6 la orientaci6n de las explotaciones hacia
I • ., '" t .~- jo"
43.
el ganado vacuno, y parte de las tierras se dedican hoy
a la producci6n de forrajes. Además, la reducci6n de los
recursos comunes aceler6, junto con otras causas, la
emigraci6n de una gran parte de la poblaci6n.
La Sierra, de fuerte pendiente en las laderas, tiene en
las partes altas zonas bastante llanas, pero de poca
profundidad de suelo y muy azotadas por los vientos. En
estas condiciones, los vecinos de los pub los consideran
que esas zonas altas no son aptas para el desarrollo de
los árboles, cuyo crecimiento en realidad es muy defi
ciente. Aseguran que algunos vecinos de Brañasivil hicie
ron la advertencia antes de la plantaci6n, pero no fue
ron atendidas sus sugerencias.
En la parte media de la Sierra, y rodeando la repobla
ci6n, existe una amplia faja de terreno no repoblado que
inicialmente se dej6 para permitir en ella el pastoreo.
Pero esa franja se ha invadido de matorral altisimo y en
esas condiciones carece de utilidad. Los vecinos desea
rian quemarla para regenerar alli los pastos~ pero no
pueden obtener permiso, dado que la franja linda con
los pinos. Por esa raz6n, durante la noche, los fuegos
se inician precisamente en esa franja. No parece haber
duda de que el objetivo de los incendios es buscar nue
vos pastaderos, ya que, a pesar de la prohibición de pa~
tar en lo quemado, los vecinos tienen la esperanza de
que esa prohibición sea f~cil de eludir. De hecho en
ciertos lugares, como por ejemplo las laderas meridion~
les del A€:,rui6n, hemos podido ver pastando vacas y caba
llos en libertad.
En Socolinas nos transmiten la mismaopini6n, que tam
bién comparten los de Brañasivil. El deslinde, dicen, se
ti- -
hizo sin respetar las zonas de propiedad particular, ya!
guna s de ellas ya esta ban plantadas de pinos por los pr~
pios vecinos antes de la repoblación. Aseguran que el
monte era comunal y procedia de la redención de un foro.
Los vecinos de la Colniella consideran que liLa Forestal
se levantó con el montel!. No obstante lograron retener
en su poder una zona, que dividieron en lotes entre los
vecinos y, posteriormente, la plantaron con pinos. Es-
tos no quemaron nunca, n1 tampoco los pinos consorcia
dos que lindan con ellos, ya que un incendio aquí podria
acabar con todo. El interés de los vecinos es, en esta
parte del monte, la mejor garantía de conservación. \
3.4.6. Luarca
El municipio de Luarca se encuentra en la costa occiden
tal de Asturias. Como quiera que es un municipio basta~
te extenso (35.263 Has.) posee una parte interior mont~
~osa y otra zona costera y llana, apta para la práctica
de algunos cultivos.
La superficie forestal representa una pI~oporci6n impo!:.
tante (el 69,6 %) como ocurre en todos los restantesmu
nicipios costeros de occidente. Las hect~reas arboladas
son 10.249, es decir, apl~oxillladaJllente un tercio del to
tal municipal. Se observa, a la vista de estas cifras,
que existe una parte muy i11lportante de la superficie
municipal que es susceptible de ser repoblada ya que,
aunque parte de ella pueda dedicarse a pastos, hay abu~
dantes terrenos cuya dedicación óptima seria el bosque.
En la actualidad, el 41 % del t¿rmino municipal es supe!:.
ficie forestal desarbolada. No obstante, a pesar de que
Luarca tiene muchas posibilidades forestales sin explo-
L j.: 1':· i I
j" ! •.
-_.--------------------------------~--------.
tar, es evidente que posee en la actualidad una superfi
cie de bosque muy considerable, superior relativamente
a la media provincial; el porcentaje de bosque para to
da la provincia es del 22,9 %, mientras que Luarca exhi
be una proporci6n de bosque del 29 %.
Luarca es un municipio que ha padecido un número de in
cendios relativamente bajo: por cada cien Has. de supeE
ficie forestal, en Luarca se han producido dos incendios,
mientras que, para la totalidad de la provincia, la ci
fra se eleva a 3,5. Si el número de incendios es bajo,
también lo es la superficie quemada pues, en el periodo
temporal considerado, en Luarca ardi6 el 1,3 % de la su
perficie plantada, mientras que en Asturias ardi6 el
3~4 %; y todo esto a pesar de que, como acabamos de ad
vertir, el porcentaje de superficie cubierta de bosque
es mayor para Luarca que para el total provincial.
En Luarca existen, aparte de los montes particulares o
vecinales, un monte propiedad de lCONA y 22 montes con
sorciados. De estos últimos, ocho han sido consorciados
por el Ayuntamiento y catorce por particulares. La supe~
ficie de bosque consorciada, de una forma u otra, alcan
za las 2.371 Has. Por otra parte, los montes privados
alcanzan las 7.878 Has., lo cual quiere decir que no se
ha consorciado el 77 % de la superficie municipal arbo
lada. Debemos observar tambi~n que entre los consorcios
ocupan un lugar muy ~mporfante los consorcios privados
(14 sobre 22). Todo esto nos manifiesta que la iniciat~
va privada o vecinal ha estado presente en gran parte
de la actividad repobladora, por lo que se siente respo~
sable y solidaria de los bosques logrados.
El Ayuntamiento consorci6 y plant6 sus montes en el
a~o 1944, en terrenos cuya titularidad era dudosa. No
45.
-~--.. '
L __
obstante, las repoblaciones no fueron calificadas como
bienes municipales hasta pasados treinta años. En la ac
tualidad est~n ya incluidos en el catálogo de bienes mu
nicipales. Sin embargo, la labor repobladora del Ayunta
miento no fue muy intensa, y se toler6 que todos aque
llos montes que eran llevados por vecinos o por Juntas
Vecinales siguieran en esta situación, incluso cuando no
había título de propiedad reconocido a favor de los
usufructuarios. Con esa tolerancia, respetando todos los
montes que, de una u otra forma,poseían alg6n aprovecha
miento consuetudinario, el Ayuntamiento ha logrado una
situación de tolerancia hacia sus bienes; si bien la p~
lítica seguida no es un modelo de claridad (ya que la
propiedad de muchos de los montes no est~ registrada y
se basa en simple consenso p6blico) de hecho el munici
pio ha conseguido evital~ conflictos como los que están
asolando los montes de Ibias o los de Tineo. De hecho,
en el perlodo temporal considerado sólo se han registr~
do cuatro incendios en los montes consorciados por el
Ayuntamiento, debidos a accidentes fortuitos, siendo la
superficie arbolada destruida de 2,5 Has. Los restantes
incendios recogidos tuvieron lugar en montes pal~ticula
res y se deben a accidentes (lineas el~ctricas derriba
das por el viento, tormentas, etc.). La relativa grave
dad de algunos incendios se debe a que, como OCUI~re en
el resto de Asturias, muchos montes no están l~npios de
maleza y matorral, y ofrecen fácil camino al fuego.
Una característica mencionable del municipio de Luarca
es que en él siguen funcionando algunas Juntas Vecina
les, unas legalmente constituidas -como es el caso de
la Junta de Trevias~ y otras meramente consuetudinarias-
corno la de Barcia. El caso de esta última Junta es eje~
plar y merece ser propuesto como uno de los posible mo
dos de evitar los incendios.
" . r ." ,,~. . r.-.
~.
La Junta Vecinal de Barcia lleva funcionando mas de cien
años, según las actas que obran en la propia Junta. Esta
administra dos montes comunales. Uno de ellos, denomina
do en el Catálogo de Utilidad Pública como IIPedredo y
otros", tiene 340 Has. de superficie y está repoblado de
P inus P inaster' , I su aprovechamiento esta ordenado, obte-
')
niéndose 500 m~ anuales de madera de muy buena calidad.
El otro monte, 11 El Forcón", tiene 100 Has. y fue repobl~
do también de Pinaster por semillado, hace 25 años.
La Junta Vecinal saCa a subasta los aprovechamientos y
aruninistra los ingresos de acuerdo con un presupuesto
anual que es supel'visado por el "Servicio de Inspección
y Asesoramiento de las Corporaciones Locales".
Todos los presupuestos se aplican a la realización de
obras y servicios comunes, y a la conservación de los
existentes. Los vecinos han construido viviendas para
maestros, han fundado un teleclub, han asfaltado las ca
lles y caminos y se encuentran realizando una nueva
traida de aguas.
Los montes administrados por la Junta se encuentran en
excelentes condiciones, puesto que los vecinos limpian
el matorral, conservan las pistas y administran el IIfo::.
do de mejoras", que anualmente se ve incrementado con
el 15 % del producto de subasta. En la actualidad, se
encuentra en construcción una pista al monte "For'cón",
a fin de iniciar los trabajos de corta, y para 1978 se
tiene previsto realizar un nuevo plan de ordenación de
ambos montes, que m~jore el actualmente existente.
Naturalmente, en Barcia nunca ha habido incendios.
47.
--b~"
3.4.7. Llanera
El municipio de Llanera está situado en el centro geogr~
fico de la provincia de Oviedo. Su extensión es de 10.715
Has. y, aproximadamente, un tercio de ellas constituyen
la superficie forestal, que se eleva a 3.555 Has. En1975
se encontraban arboladas 1.698 Has., muchas de ellas con
pinos y también, en las partes más resguardadas, con
eucaliptos, ya que la altura y el clima permiten la
existencia de esta última especie.
La superficie del t¿rmino municipal, tal corno su nombre
indica, es muy llana, si bien existen varias sierras
(muy desgastadas por la erosión) en el límite Norte y
en el Oeste. En ambas zonas (Norte y Oeste) es donde se
localizan las plantaciones forestales.
Existe solamente un monte consorciado, que aparece en
el IIElenco ll con el nombre de 1\Gorfolí, Villayo y otros ll ;
tiene 220 Has., plantadas de pinos en su mayor parte.
Durante el periodo de tiempo estudiado, ocurrieron nue-
ve incendios en el municipio. De todos ellos, solamen-
te uno afectó al mencionado monte de IIGol~folí", si bien
la extensión quemada fue muy importante. La causa fue
un rayo caído sobre una zona del monte que era de repo-
blación particular, siendo destruidas Has. de pinos
y 25 de eucaliptus. Despu~s, el ruego se pas6 a la zona
consorciada, que es conlindante con la anterior, y así
ardieron 140 Has. más de pinos, cuatro de eucaliptos y
46 de matorral; en conjunto fueron afectadas, pues,
250 Has. La existencia de una amplia zona con los restos
secos de una corta anterior, así como el mal estado de
los cortafuegos, facilitó la propagación del fuego, que
fue sin duda el más grave del municipio de Llanera en
los últimos años. Al igual que ocurre en otros montes de
la provincia, el descuido en la conservación y limpieza
del monte contribuyó decisivamente a agravar los efec
tos de los incendios.
En el período de tiempo estudiado tuvieron lugar otpos
ocho incendios más, todos ellos en montes particulares.
El origen de estos incendios es dificil de determinar;
en cuatro casos, al menos, la causa parece fortuita, ha
bi~ndose originado en carreteras cercanas al monte por
alguna imprudencia; si se considera que Llanera es un
municipio que tiene una situación muy c~ntrica y que e~
tá cruzado por varias carreteras de bastante tráfico,
ese tipo de accidentes es, forzosamente, frecuente.
En otros cuatro casos, se sospecha que haya habido inten
cionalidad en el origen del fuego, que pudo proceder de
quemas furt:ivas de matorral realizadas sin permiso y de
noche. El autor a autores, pretendiendo una l~npieza de
zonas desarboladas o de linderos de fincas, prenden fu~
go en el matorral y se van; cuando el fuego es descu
bierto, ya ha hecho presa de alguna repoblación cerCana.
En estos fuegos pa rece que de be desca rta r'se la. intención
directa de quemar los ~rboles, sobre todo considerando
que se trata de fincas particulares. En la propagación
de estos fuegos han influido mucho las circunstancias
meteorológicas, como lo demuestra el hecho de que seis
de los ocho incendios considerados ocurrieron durante
el otoño de 1974, especialmente seco y templado.
Al igual que en otros concejos, en el de Llanera exis
ten problemas en relación con los montes comunalés exis
49.
· .
tentes. Los vecinos se opusieron, en su momento, a la
repoblación del "Gorfolí", por estimar que el monte es
comunal, pero ahora, después de los años, ,el problema
est~ un poco olvidado y posee menor virulencia. La gen-
te que hemos entrevistado recuerda los incidentes de la
repoblación, pero en el presente su irritación es menor.
No obstante, aparte del mencionado monte que ha sido
consorciado, existen otros montes comunales que están
generando ahora conflictos con el Ayuntamiento. Los ve-
cinos pretenden repoblar esos montes por su cuenta: su
deseo es dividir el monte en tantas suertes como vecinos
residentes haya, sortear las partes y, finalmente, rep~
blar con especies de crecimiento rápido. El plan, sin
embargo, choca con la actitud del Ayuntamiento, que no
autoriza la plantación del monte si no existe un compr~
miso escrito de ingresar en las arcas municipales el
30 % del importe de la madera.
Los vecinos no aceptan esta condición y, en consecuen-
cia, los montes están sin repoblar. A parte de éstos,
existen también montes comunales que están ya repobla-
dos desde hace años, y que se encuentran en el momento
adecuado para la tala pero, como quiera que el Ayunta
miento exige la citada participación el 30 % para dar
el permiso de corta, los vecinos prefieren no cortar.
La actitud del Ayuntamiento es firme ya que, segun se
nos informó, se basa en una setencia del Tribunal Supr~
mo de 1953. En la mencionada sentencia, que no hemos p~
dido consultar, se aprobó una normativa para los conso~
cios de p~rticulares con el Ayuntamiento en los montes
comunales. Sin entrar en el fondo de la cuestión, pare-
ce evidente que se necesita proceder a un estudio ten-
5 o.
, .
dente a armonizar las actitudes de una y otra parte, con
el fin de salir del IImpasse" actual, ya que, de otro mo
do, los montes del municipio, de gran riqueza potencial,
seguirán deficientemente aprovechados.
Por últ:iJno, conviene mencionar que varios vecinos se qu~
jan de la actitud actual de la guardería de leONA. He
mos recogido diversos test:iJnonios lamentando la muerte
del anterior guardia forestal, fallecido hace unos años
y a quien ponen como modelo: facilitaba tr'mites, cola
borabacon los vecinos dirigiendo las l:iJnpiezas en el
monte y estaba muy integrado en la vida de las comunida
des rurales. Es criterio común que los vecinos part1cip~
ban entonces de buen grado en la extinci6n de incendios,
mientras que en la actualidad no lo hacen. Este descon
tento general coincide con la opinión que hemos podido
recoger en el municipio vecino de las Regueras. Aunque
este descontento no es capaz de inducir por si solo i~
cendios intencionados en montes públicos, s1 influye
en cambio en la agr~vación de los efectos de los incen
dios fortuitos, ya que, sin la colaboraci6n de los ve
cinos,el fuego puede ser mucho mds difícilmente domina
do.
51.
.·Arb
3.4.8. Las Regueras
El municipio de las Regueras se encuentra en la Cuenca
Central asturiana y es colindante al de Llanera. La su
perficie total es de 6.493 Has. La superficie forestal
no es muy grande, y puede estimarse en un tercio del t~
tal (2.109 Has.). La proporción de superficie arbolada
es inferior al conjunto provincial pues, mientras Astu
rias posee el 22,9 % de bosque, en las Regueras solame~
te está arbolado el 13,7 %. Por consiguiente, existen
importantes superficies forestales que están despobla
das y cubiertas de matorral. No existe ganado de monte
que paste esas superficies desarboladas, ya que se tra
ta de un municipio orientado fundamentalmente a la
producción láctea.
En el municipio existen dos montes consorciados, cuya
propiedad está registrada como municipal. Se trata de
"Faidiel1o y Carquexa", de 84 Has., repoblado en su to
talidad, y "Cimero y Tablado", con 308 Has. repobladas
de pinos y eucaliptus. El arbolado consorciado en estos
dos montes viene a representar el 44 % del arbolado
existente en el municipio. Existen otras 584 Has. arbo
ladas, que son de propiedad particular y que han sido
repobladas por vecinos; los montes particulares tienen
una extensión media mucho más reducida que los dos mon
tes consorciados existentes.
En el periodo de tiempo considerado en este estudio,
han ocurrido en el término municipal 14 incendios. La
mayor parte de ellos tuvieron lugar en las fincas part!
culares, mientras que tres han afectado a los dos montes
consorciados que mencionamos antes. En "C iJllerO y Ta bla
dol! ocurrió un incendio debido a una imprudencia por pa.!:.
52.
,~&., -
53.
te de un grupo de obreros que efectuaban una limpieza
tras una corta. El incendio adquirió importantes propo~
ciones y fue apagado por los propios obreros con el con
curso de la Guardia Civil. En cuanto al monte lIFaidiello",
suf rió dos quemas; una .de ellas revistió bastante gra v~
dad, puesto que afectó a 65 Has. arboladas; el otro in
cendio fue de proporciones menores (9 Has.). No hay se
guridad de que hayan sido provocados intencionadamente,
si bien se desconocen las causas.
Como hemos dicho, han ocurrido otros once incendios en
fincas particularesj ninguno de ellos fue excesivamente
grave ya que, en el mayor de todos ardieron sólo diez
Has~árboladas. Los incendios registrados, a excepción
de uno, son incendios de otoño que coincidieron con ép~
cas de fuerte sequía y vientos de componente SUJ'. Se sos
pecha que dos de ellos pueden haberse originado por qu~
mar intencionadamente matorral, sin permiso ni contl'ol.
Existen constancia de que tres incendios fueron causa
dos por un rayoj los dem~s parecen ser fortuitos.
La mayor incidencia de los incendios fortuitos en los
montes privados se explica porque su extensión es mayor
y estadísticamente tienen, a causa de .ello, m~s proba
bilidades de sufrir accidentesj los montes privados de
Las Regueras están, por otra parte, m~s cercanos a los
n~cleos de población y a las carreteras. En cambio, la
mayor gravedad de los incendios en consorcio guarda l'e
lación con el hecho de que son montes de mucha mayor e~
tensión, en los cuales el frente de llamas tiene mas
campo donde extenderse. No obstante, encontramos en Las
Regueras dos facitores que contribuyen a agravar los in
cendios en montes consorciados. El primero es el def i
ciente estado de limpieza del monte, problema com~n en
"-----------,---------------------------:
toda Asturias, como hemos venido viendo; el segundo es
la escasa o nula popularidad de la actuación de la Gua~
dería Forestal. Este problema es común con el que se
produce en el vecino municipio de Llanera. A causa de
la escasa popularidad y de la deteriorada imagen de
lCONA, los habitantes de la zona no colaboran en la ex
tinción de los incendios en los consorcios, o si lo ha
cen obligados por la Guardia Civil, lo hacen de muy ma-
la gana.
Los montes comunales son contemplados como algo total-
mente ajeno y extrafto, algo de lo que los vecinos se de
sean desentender. Hemos recogido varias veces la opi-
nión de que el monte llFaidiello 11 fue registrado como
de propiedad municipal de manera irregular, puesto que
era un monte comunal propiedad de los vecinos de Landio
y Cogollo. Pero estos pueblos se han resignado a la pé~
dida del monte, po r lo que es impro ba ble que tomen la
iniciativa de quemarlo; sin embargo, la persistente me
moria social de estos hechos frena también la capacidad
de colaboración de los vecinos para las labores de ex-
tinción.
54.
:.,. P'
. ¡ ~ ...
1
6 __
.~ ------____________ ..a-~ .. ~,';
3.4.9. Proaza
El municipio de Proaza ocupa las cuencas hidrográficas
de los rios Quir6s y Teverga, en su curso final. Ambos,
al unirse en Caranga, forman el rio Trubia, que es un
afluente del Nalón por la izquierda. Sobre la vega que
forma el rio Trubia en su curso medio se encuentra la
capital municipal. Las restantes poblaciones se asien
tan en las laderas del valle, aprovechando los rellanos
de las vertientes y los lugares en los que la pendiente
es menor; todo el municipio es sumamente accidentado y,
salvo la vega central antes aludida, el resto es terre-
no muy escabroso, de escasas o nulas condiciones para
la agricultura. En cambio, la ganaderia ha sido y cont!
n6a siendo la principal actividad económica, utilizándo-
se principalmente ganado r~stico de escasas exigencias
que aprovecha los pastos naturales y los eriales exis-
tentes.
La superficie geográfica de Proaza es de 7.650 Has. La
superficie forestal representa el 47 % de la anterior
(3.596 Has.), pero la superficie cubierta de bosque es
mucho menor, puesto que, tradicionalmente, la superficie
55.
forestal fue siempre aprovechada como pastadero comunal.
Existen 774 Has. arboladas, de las cuales 665 se deben
a la labor repobladora de lCONA. La repoblaci6n efcctua
da es reciente; 296 Has. fueron plantadas en el quinqu~
nio 1965-1970, y las restantes entre 1971 y 1974.
Los montes repoblados eran, según el consenso populal~,
comunales, y fueron consorciados por el Ayuntamiento
sin previo aviso a los interesados. Como quiera que las
Juntas Vecinales no funcionan desde hace muchos a~os,
las localidades afectadas no pudieron oponer resisten-
.~
km-
cia común,' l'ncl ' uso, a pesar de no desear la repoblacion,
los vecinos colaboraron en la plantación, a fin de apr~
vechar los jornales que se les ofrecian.
Existen tres núcleos de repoblación:
Los vecinos de Linares, al norte del concejo, sufrie
ron los efectos de la repoblación del monte lIBuey
I-1 u erto ll, situado en terrenos altos del concejo de Gra
do, pero que siempre había sido aprovechado por el
mencionado pueblo. La drástica disminución de la ga
naderia que ocasionó la repoblación cercana, originó
un descenso muy acusado de población. Por estas y
por otras causas, hoy dia en el pueblo s610 viven
dos vecinos, de forma que el problema ha desapareci-
do.
Un segundo núcleo de repoblación lo constituye el
monte "Granda de Oliz" entre los ríos Teverga y Qui-
ros. Este monte era comunal de Caranga.
El tercer núcleo es el monte Catalogado como "Caldi~
llos y Ritortor" y se encuentra en la izquierda del
rio Teverga y Trubia; este monte era comunal de Ban-
dujo.
Probablemente el pueblo mas afectado, y el que exhibe
un descontento mayor es Bandujo; situado a 600 metros
sobre el nivel del mar, en un sitio de accesibilidad di
ficil, fue siempre un pueblo dedicado a la ganadería de
montafia, puesto que sus recursos agricril~son nulos. An
tes de la repoblación existia una cabafia de 700 cabezas
de vacuno y otras tantas de ovino. El ganado vacuno se
mantenia, durante el verano, en los puertos altos que
;r l'
56. , '1' "
:1 {'
marcan los límites municipales de Tameza~ Grado~ Teverga
y Pr'oaza; durante el invierno~ el ganado se trasladaba a
las zonas comunales situadas por debajo del pueblo~ en
tre ~ste y la carretera~ es decir, en el monte conocido
como "Caldiellos y Ritortol,lI. El ovino formaba un sólo
reba~o que e~taba al cuidado de uno de los vecinos~ por
turno; estos turnos estaban perfectamente especificados
y tal práctica constituía un curioso ejemplo de ges
tión comunal.
Después de la repoblación, la población de la parroquia
de Band~jo se redujo de 100 a 30 vecinos~ el reba~o de
vacuno pasó de 700 a 200 ca bezas~ y el ovino desapa re
ci6 Las limitaciones impuestas a los pastos fueron la
principal causa de este veloz ~xodo.
Otros problemas que los vecinos mencionan son los deri-
vados de una actuaci6n excesivamente rigida por parte
de la Guarderia Forestal, que multa con rigor'. desprop02:.
cionado -a juzgar de los afectados- los aprovechamien-
tos del monte: leñas, madera para hacer "calzaduras"
pa ra los !I rastros", que se utilizan en vez de los ca-
rros, etc.
También la caza es una fuente permanente de malestar.
Toda la zona donde se asientan las parroquias de Bandu
jo y Caranga, forma parte de la "Reserva Nacional de S~
miedo". Existen daños impol'tantes en cultivos, origina
dos por jabalies, corzos y ciervos; también se dan ca
sos de agresiones y pérdidas en anÍJllales dom~sticos,
causados por el lobo, principa~nente.
.:.,...
57.
. h .....
Como es habitual en todas las zonaS de caza investiga
das, los vecinos tienen grandes dificultades para co
brar los daños, cuando ocurren; ademas, las cantidades
cobradas, en el Caso de que lleguen a serlo, se juzgan
inadecuadas a las pérdidas.
Todos estos problemas (disminución de pastos, multas,
perjuicios causados por la caza) han creado el natural
malestar. No obstante, a diferencia de lo que ocurre en
otros concejos, no ha habido una reacci6n muy intensa
contra la repoblación. No obstante, se han producido
dos incendios forestales, intencionados, uno en "Gran
da de Oliz" y otro en "Caldiellos". En efecto, hemos
recogido confirmaciones verbales en el sentido de que
dichos incendios fueron obra de vecinos del pueblo con
la intenci6n de destruir las plantaciones o, al menos,
de frenar el progreso de las mismas.
Afortunadamente, las superficies quemadas fueron poco
importantes. Pero el descontento sigue latente y exis
te la posibilidad de que produzcan nuevos intentos de
quema, a juzgar por las conversaciones mantenidas con
algunos vecinos .
58.
r 59.
3.4.10. Mieres
El municipio de Mieres tiene una superficie total de
14.578 Has. Comprende la cuenca media del río Lena, lla
mado Caudal a partir del municipio mierense . A la cuenca
central del río, se añaden otros valles laterales a la de
recha e izquierda de su curso; uno de éstos es el extenso
valle del río Turón, cerrado por los cordales de Urbiés (al
norte) y de Longalendo(al Sur). En éste último cordal, que
sirve de frontera con el vecino municipio de Aller, se
encuentra el punto más conflictivo de la zona, desde el
punto de vista forestal.
El municipio mierense, en su conjunto, es eminentemente
minero, y son las minas las que dan trabajo a la mayol~
parte de la población. No obstante, existen zonas de
acusado ruralismo, en las que se practica una agricultu
ra marginal y una ganadería complementaria, que se atie~
de a tiempo parcial y que produce ingresos quizá poco j~
portantes desde el punto de vista de su estricta renta
bilidad económica, pero muy estimados por los habitantes
de los n~cleos menores.
La superficie forestal es de 4.818 Has.; ello represen-
ta un tercio del total municipal, proporción inferior a
la media provincial, que se sit~a por encima del 58 %.
La superficie arbolada es de 2.930 Has.
Existe un Único monte consorciado con lCONA; se tl~a ta
del denominado 11 Braña y Cordal de Longalendo 11, que tiene
634 Has., plantadas a partir del año 195 6 .
Si se considera globalmente la totalidad del municipio,
la gravedad de los incendios no es muy grande; ha sido
destruido el 4,2 % del bosque, y esta cifra es solo li
geramente superior a la que presenta el conjunto provi~
-----_.
I !
I !
cia,l (3,4 %). Siendo Mieres un municipio muy poblado y
con una fuerte actividad minera, los riesgos de incendios
60.
fortuitos son considerables A . . Sl, muchos incendios se ori
ginan en los ferrocarriles mineros en los tendidos eléc , tricos, en los caminos y carreteras -muy frecuentados
o en lugares cercanos a los núcleos habitados.
Se ha producido un total de 20 incendios. De ellos,14han
ocurrido en montes no consorciados, y no presentan indi
cios de intencionalidad, excepto algunas quemas de mato
rrales, provocadas inequivocamente para regenerar las zO
nas de pastoreo libre.
Existen, en cam bio, otros seis incendios de intenciona li
dad segura, y que se han repetido sobre el mismo monte.
Se trata de los seis incendios habidos en el"Cordal de
Longalendoll,cuatro en 1974 y dos en la primera mitad de
1975. Estos seis incendios, por su repetición, apuntan
hacia la existencia de un punto altamente conflictivo,
a pesar de que las superficies de coniferas destruidas
s610 alcanzaron 35 Has.
E1II,Co l'dal de Longalendo "corre en dirección Este-Oeste y,
según se dijo, sirve de limite natul'al entre MieJ'es y
Aller. Su repoblación ha sido impopulaJ' tanto en las l~
deras que caen hacia el valle de Turón como en las lade
ras meridionales que pertenecen al municipio de Aller
(V~ase 3.4.11.). En uno y otro concejo, el monte era
utilizado como pastadero comunal para el ganado de mon
ta~a, y su repoblación reciente, con su secuela de pro
hibiciónes ymUltas,ha sembrado de descontent,o los pueblos
altos cercanos al monte.
La vertiente mierense del "Cordal" es
valle como propiedad comunal. Esta creencia está arrai
gada en la Hueria, San Justo, Villandio y San Andr~s,
que son los pueblos ganaderos que m~s intensamente ha-
, .
i:.
61. bian aprovechado el monte.
El Ayuntamiento registró hace ya muchos años el IICordal
de Longalendo 11 como propiedad municipal. Luego lo vendi6
a la empresa 1Il'-1inas de Figaredo ll , que es la propietaria ac
tual del mismo. Ante las dificultades y la oposici6n del
pueblo, que no deseaba que se repoblase el monte, IIHinas de
Figaredo ll lo consorció con lCONA: tal es la versión de
los hechos que hemos recogido en el valle de Urbiés.
Las quemas intencionales del monte son una consecuencia
directa del malestar de los ganaderos de la zona, y es
de dominio común que han sido provocadas por veci.nos,
unas veces solos y otras en grupO.
Los intentos de quema fueron muy numerosOs desde siempre,
si bien frecuentemente incidieron en zonas de matorl~al.
Los vecinos comentan estos temas en sus reuniones; alg~
naS quemas fueron organizadas en los bares, despu~s del
tra baj o, segun se despJ~ende de la s decla l~a c iones reco gi
das. El objeto es asegurar la limpieza de ciertas zonas
del monte, consee.uir pastaderos y ahuyentar los anima
les salvajes, que están constituyendo una gran fuente
de preocupación, de gravedad progresiva. En este sentido,
la creación de un coto privado de caza sobre los terrenos
del lICordal ll' ha venido a empeol~ar el estado de opinión
de los pueblos altos del valle del río Tur6n.
Los vecinos juzgan que la plantaci6n fue equivocada,po~
que la mayor parte de las zonas plantadas no eran adecu~
das pa ra ello: al existir tan solo una profundidad de ti~
J~ra escasa, muchos de los pinos crecen raquíticos o muel'en,
mientras que esOS terrenos hubiesen sido adecuados para
crear en ellos pastizales; este hecho ac~ntúa aJn m~s
entre los vecinos la conciencia de que la plantación de
estos montes carece de verdadera justificación.
l
":l. ,
62.
3.4.11. Aller
Es un extenso municipio, de 37.457 Has., que .abarca la
cuenca del río Aller y sus afluentes. La orografía es
sumamente accidentada, con alturas superiores a los
2.000 metros, en el sector de la Cordillera Cantábrica
que es frontera con León; por ello, la proporción de
superficie forestal es elevada (55,7 %). Sin embargo,
más de la mitad de la superficie forestal no tiene árbo
les, estando ocupada por pastizales alpinos en los
puertos del Sur, y por matorral en las demás cadenas mon
tañosas. La superficie arbolada se eleva a 6.374 Has.,
de especies autóctonas, excepto en las plantaciones que
ha realizado lCONA.
Existe un monte consorciado, que es el denominado "Pi
nin de t>10reda y Cuesta ll en el Catálogo de Utilidad Pú
blica, en el que se le asigna el número 190. Este monte
está registrado como de propiedad municipal, propiedad
que los vecinos no reconocen ya que, según ellos, siem
pre ha sido de propiedad comunal. El mencionado monte es
la ladera Sur de la Sierra de Longalendo, de cuya lade
ra Norte nos hemos ocupado al hablar del municipio de
Hieres.
En IIPinín de ~10reda y Cuesta ll han sido repobladas, con
dist~ritas especies de pinos, 442 Has. El consorcio, rea
lizado sin conocimiento de los vecinos, empezo a sel'
plantado por el Patrimonio Forestal del Estado, a partir
de 1946, siguiendo en años sucesivos. La oposición sur
gió cuando se inició la plantación y todavía Slgue viva
hoy; hace dos años, los vecinos de Serrapio iniciaron
toda suerte de gestiones para frenar la repoblación que
estaba proyectada cerca de sus tierras.
j' ," I
El deslinde del monte y la asignaci6n de superficies no
fueron acertados. El monte rodea núcleos de poblaci6n
(como Longalendo) y las plantaciones descienden a veces
hasta los mismos pueblos, como en el casa de Pereda,
cerCa ya de la carretera general. Esta cercania de la
repoblación, que impiden el aprovechamiento de los te-
rrenos próximos a las casas, irrita a los vecinos. En
otras ocasiones, se repoblaron pastaderos altos que po
seian agua, por cuya causa eran muy frecuentados del g~
nado libre. La repoblaci6n, y posterior prohibici6n del
pastoreo en esas ,zonas, originaron una serie de denun
cias y multas muy impopulares; en general, los vecinos
se quejan no s610 de que se les haya usurpado el monte,
sino de que, al planificar la repoblación, no se les ha
ya atendido, de manera que fueron repobladas zonas que
ellos consideraban muy ~tiles para el ganado, mientras
que fueron dejadas sin árboles zonas que no tenian uti
lidad alguna por su alejamiento o por su excesiva eSCa
brosidad. A causa de la repoblación indiscriminada, la
cabaña ganadera descendió de manera muy importante; se-
~n algunos vecinos de Longalendo, en su localidad eXlS
tian antes de la repoblación más de 300 cabezas de gana
do, en libertad, mientras que en la actualidad no se lle
ga a 20.
En estas condiciones, el monte fue afectado por nwnero-
sos incendios, de los cuales ocho ocurrieron en el perl~
do temporal estudiado; por sus indicios, todos los in-
cendios han sido intencionados. Hay, en los pueblos de
la ladera, un consenso unánime en que los incendios res
ponden al descontento vecinal; en ello coinciden tam-
bién la Guarderia Forestal y la Guardia Civil.
En la visita a la zona hemos podido recoger frases como
63. ¡,
" ..
ésta:
IILos pinos deberían quemarse todos ll
lIQue no se hagan ilusiones, que de aquí no van a con segulr ni un pino"
y otras an~logas; tales frases dan a entender perfecta-
mente el ambiente popular que rodea la repoblaci6n,
Los incendios se provocan con suficiente anterioridad
para que el autor pueda tener una coartada, y además el
hecho es conocido por los vecinos que se ausentan cuan-
do se va a provocar un incendio, para evitar ser llama-
dos a las labores de extinción. Un vecino de un pueblo
próximo a la repoblaci6n, despues de tomar cierta con
fianza, explicó su propio método que consiste en dejar
una mecha de mechero, al final de la cual se ata un ma-
naja de 50 a 60 cerillas; todo ello se protege con un
montón de matorral cortado unos dias antes y seco, sien
do colocado en una zona de vegetación densa; los veci-
nos saben, adem~s, que tienen que colocar las mechas en
las partes bajas de la parte que desean quemar, a fin
de provocar un efecto llchimenea ll y arrasar el monte con
m~s facilidad. Según se nos dijo, la duración de una me
cha de un metro es de cinco horas. Tales métodos reve-
lan una intencionalidad y una ol'¡:;anizélción muy claI~a no
s610 en los incendios pasados, sino en los futuros,
puesto que hemos podido comprobar que existe la inten-
ción de seguir combatiendo los pinos con el fuego.
Por otra parte, las zonas libres de árboles que podrían
ser quemadas con permiso, son quemadas sin él y furti-
vamente, porque los vecinos consideran el permiso como
una complicación innecesaria y engorJ~osa. Para muchos de
estos pueblos, enclavados en la parte media o alta de
una ladera, lejos de la carretera con la que sólo tienen
un mal camino, la solicitud del permiso puede ser un
trámite que ocupe media jornada, sin contar con que, una
vez concedido, se corre el riesgo de que el dia fijado
sea imposible quemar en razón del tiempo. Por todos es
tos motivos, el trámite del permiso se evita en la mayor
parte de los casos, recurriendo a quemar de noche.
Otro importante núcleo de descontento que incide en el
panorama anterior y que también agrava la impopulari
dad de la repoblaci6n, es la politica municipal. Los ve
cinos, parece ser, plegándose a los hechos consWl1ados,
tolerarian la repoblaci6n municipal si su Ayuntamiento
les dotase de los servicios que necesitan. Pero los ve
cinos acusan al Ayuntamiento de quedarse con el aprove
chamiento de los montes -que, según vimos, ellos consi
deran propios- sin proporcionarles a cambio servicio al
guno. Asi, en Longalendo no hay ni carl'etera, ni agua,
ni luz; en Villar tampoco tienen servicio doméstico de
agua, ni carretera. En esta última localidad, los veci
nos gestionaron la construcci6n de una carretera y, pa
ra ello, aportaron un fondo económico de 5.000 ptas. por
familia, gestionaron además una pa rticipación de HUNOSA
(pr¿stamo de tractores y otras máquinas), se comprome
tieron a dejar los terrenos libres y a colaborar aporta~
do su trabajo personal; a pesar de estas facilidades,
el Ayunt,amiento no inicia la carretera y los vecinos te
men que su aportación económica se pierda.
Otras muchas quejas hemos recogido contra el Ayuntamie~
to al que se le acusa en los pueblos visitados de lle
var una gestión inútil, sin dar el más minimo servicio
a estas peque~as comunidades de la ladera Sur del Cor
dal. Este es, pues, el dificil ambiente de opinión en
65.
66.
qu~ vive la zona.
3.4.12. Piloña
Este municipio tiene una extensión importante 28.206 Has.;
se asienta en el surco prelitoral asturiano y su parte
principal está constituida por el valle del río Piloña 3
que le da nombre.
Además del valle principa1 3 Piloña comprende otros va-
lles laterales 3 por donde desaguan afluentes; los más
extensos son 3 por la derecha 3 el Valle de la Marea 3 el
Valle de Espinaredo y el Valle del río Tendi, Y3 por la
izquierda, el Valle de Borines. Orográficamente 3 el va
lle central se encuentra limitado al Norte por la Sierra
del Sueve y, al Sur, por el complicado macizo de los
"Montes del Infierno", cuyas cimas pertenecen a los mu-
nicipios limítrofes de Caso y Ponga.
Piloña posee importantes zonas de interés agrícola, en
el valle centra1 3 amplio y con abundantes terrenos llanos
de aluvión; en estas zonas bajas, la ganadería existente
es intensiva y dedicada a la producción láctea. Pero exis
ten también, sobre todo en la parte montañosa meridional,
tierras de complicado relieve, para cuyas ca1'acte1'isti-
cas el nombre de "Montes de Inf ie 1'no 11 resulta muy exp l"esi:.
va.
ES 3 sobre todo, en las vertientes y en los montes situa
dos al Sur del Piloña donde se encuentra la mayor parte
del terreno forestal del municipio. En conjunto, eXlS-
ten 8.891 Has. forestales (lo que representa el 31,5 %
de la superficie municipal) y . , de ellas, 3.621 Has. es-
tán arboladas. Como se ve por las anteriores cifras, hay
muchas zonas forestales no arboladas y cubiertas s610
... s· f ~ ., •
67.
de matorral.
El Ayuntamiento, hace unOs a~os, llevó a cabo una amplia·
operaci6n de consorcio sobre montes comunales en los cua
les el aprovechamiento ganadero era tradicional. En to
tal, fueron consorciados 20. Estos montes, situados casi
todos al Sur del Pilo~a, servían de pastadero libre a
la caba~a rústica de ganado de carne, que es el predom~
nante en los lugares monta~osos.
La plantaci6n cre6 problemas a los vecinos, cuya opi-
ni6n no fue consultada en el momento de consorciar; de
este modo, el descontento y la protesta hanelevado el
grado de conflictividad del municipio a unos niveles ta
les que lo hacen probablemente el m~s duro de toda la
Cornisa Cantábrica.
Las repoblaciones empezaron en época relativamente re
ciente, puesto que casi todas son posteriores a 1966,
y las reacciones contra ellas han sido muy tempranas;
por ambas razones, las superficies arboladas no han ll~
gado a ser tan extensas como en otros municipios (p.e.,
Ibias): han sido plantadas 1.865 Has. de coniferas, de
manera que cerca.de la mitad de lo consorciado no se ha
llegado a plantar. Los intentos de incendios han sido
frecuentisimos, hasta el punto de que, en el periodo
tempo ra 1 cons idel~a do, hubo 47, todos ellos intenc iona
dos y en montes consorciados. Las repoblaciones, las
elevadas multas, las restricciones al pastoreo, la ri
gidez de algunos guardas y los incendios han originado
un clima que es pel~ceptible al prJJJ1el~ contacto: puede
decirse, sin temor a exagerar, que es una de las prin
cipales preocupaciones del municipio.
..
b
Entre todos los montes consorciados, los que más ataques
han sufrido han sido los denominados IIEspinaredo~ Colla
reu y Porciles ll , y "Sellón l1; el primero,con catorce in-
cendios,y el segundo,con doce.
"Espinaredo, Collareu y Porciles ll es un monte vecinal
que pertenecía a la pa rroquia de Espinaredo j el IIS e llón"
era comunal de los pueblos que lo circundan: ESPQnaredo,
Omedal, LigUeria, Rozapanera, Riofabar, El l'-10ro, Villar .
El valle de Espinaredo y Riofabar, con todos los pueblos
de las laderas, se~alan el punto más conflictivo del
concejo, siendo los dos montes mencionados las repobla
ciones en que se han producido mas tentativas volunta-
rias de incendios·
Otros incendios que debemos citar son los siguientes:
liLa Quemadona", con cinco incendios, es también un Jllon-
te con caídas al Valle de Espinaredo.
La Sierra de "Grandas Llanas ll, en la ladera izquierda
del valle de la Marea, con cuatro incendios.
La 11 Cuesta de Coya y Qués 11, entre los dos pueblos de
esos nombres, con tres incendios.
"Cuesta Cayón", en la orilla izquierda del Pilo.ña, con
tres incendios.
La "Cuesta del Reborión ll, en el valle del río Tendi,
con dos incendios de grandes proporciones.
Finalmente, existen otros cuatro incendios de menor
68.
impo rtanc ia .
Estos incendios tan repetidos, no pueden ser, como es ob
vio, fortuitos. Hemos podido recoger sobre el terreno
pruebas de que existe un cierto nivel de organización
para oponerse a las plantaciones. Es claro que en sitios
de tantos incendios, como en Espinaredo, las personas
que preparan el fuego cuentan con el conocimiento anti
cipado y el apoya moral de 10s vecinos y saben, además,
que todos van a apoyar con su complicidad a los causan
tes.
Los incendios se provocan con mechas lentas, como las
de los encendedores llamados lIchisqueros"; el procedi
miento es similar al empleado en Aller (ef. 3.4.11.) p~
rO en ocasiones, al final de la mecha, emplean pólvora,
en vez de cerillas. La Guardia Civil ha podido ver sur
gir a veces las llamaradas repentinas con que se ini
cian algunos incendios. Es frecuente también que un mis
mo monte sea prendido por varios sitios a la vez,oque
se preparen varios incendios simultáneos en montes dis
tintos, a fin de distraer la atención y dispersar los
erectivos de los encargados de sorocar el ruego.
Además, la mayoria de los incendios se preparan para
que surjan por la noche.
La Guardia Civil es impotente para descubrir el culpa
ble, ya que nunCa existen pruebas y todos tienen coarta
da s seguras: existen rumores (rum<;> res que ha ra tir ica
do algún párroco) en el sentido de que rueron detenidos
algunos vecinos y sometidos a malos tratos para obtJener
de ellos información sobre los causantes de los incen
dios. Tales malos tratos, si los hubo, no proporciona-
···b~
ron ningún dato positivo, pero ensombrecieron aún más el
panorama de descontento de la zona, a la vez que acen
tuaron la unión popular que, en valles como el de Espi-
naredo es, a lo que parece, muy alta.
Hay ejemplos en que los hechos manifiestan ese grado de
unión popular y de organización: en el año 19 68, según
hemos podido recoger, algunos vecinos de Cuerries y d-e
Arenas de Beloncio se organizaron de manera que, en una
sola noche arrancaron 6.000 pinos plantados en la Sie-
rra de "Grandas Llanas" j después de arrancarlos, los
apilaron y les prendieron fuego. La Guardia Civil no
consiguió averiguar nada, a pesar de que fueron muchos
los que participaron. Hubo algunos detenidos y, segun
se dice, ciertas coacciones, pero resultó imposible en-
contrar a ninguno de los implicados.
Las Causas del descontento que ha llevado a los vecinos
a tal grado de beligerancia son múltiples. Estas son,
resumidas:
a) Los montes eran comunales, y fueron consorciados sin
contar con los vecinos. Estos venian ded~~ando los
montes a pastaderos comunes para el ganado r~stico,
que es el adecuado a terrenos tan quebrados corno los
que accidentah las estribaciones de los Montes del
Infierno (Valles de los ríos Espinaredo " Tendi -' , y
parte alta del valle de la Marea) .
Fueron repobladas al~lnas zonas muy apreciadas por
su situación o por su orientación,y los vecinos vie-
ron disminuir los espacios libres para el ganado.
70.
·Si -"
._, '1 ,
b) Los montes repoblados no tienen cierres. Como quiera
que el ganado de montaña se cría en libertad, es muy
frecuente que pise las zonas prohibidas. Los vecinos,
ni cuidan ni pueden cuidar a los animales, puesto que
se trata de un régimen de cría extensivo. Pero cuan
do el ganado entra en la repoblación, el dueño es
multado.
Las multas, en ocasiones, son muy fuertes. En Riofa
bar, por ejemplo, fue impuesta una de 50.000 ptas.
Tales procedimientos indignan no sólo al que sufre
la multa sino a sus convecinos, que temen COrrer la
misma suerte cualquier día.
Por otra parte, según se desprende de las conveI~sa
ciones mantenidas, la actuación de la Guardería Fo
restal es irregular. Existen períodos en que se to
lera el ganado en zonas repobladas o quemadas, y el
vecindario llega a pensar que se ha iniciado una ep~
ca de permisividad, pero lIun dia, de repente, se
nos descuelgan con fuentes multas, de modo que nunca
sabemos si podemos estar tranquilos t1•
En 1974, el Ayuntamiento, alarmado pOJ~ el incremen
to de los fuegos provocados, organizó una reunión en
Espinaredo a fin de afrontar los problemas foresta
les. Los vecinos propusieron un pacto, comprometien
dose a mantener limpios los cortafuegos y a lIevitar l!
los fuegos en el monte, a condición de que se les d~
jase una amplia zona de pastoreo y de que fuesen ce
rradas las partes repobladas de tal manera que la e~
trada de ganado en ellas fuese totalmente imposible.
El pacto no fue aceptado.
c) La repoblación se planificó de manera poco satisfac-
71.
toria. Al igual que ocurre en otros municipios, se re
poblaron zonas no aptas para ello, se englobaron fin
cas particulares dentro de los limites de lo repo
blado e, incluso, algunos caseríos quedaron rodeados
por el consorcio.
d) La caza es un problema vivísimo. Toda la parte del m~
nicipio situada a la derecha del río está ocupada por
cotos privados. Las zonas altas de los 'IHontes de In
fierno", terreno sumamente salvaje, constituyen una
gran reserva de animales que pueden descender fácil
mente hasta las tierras bajas de los valles. Los da
ños más importantes son los que causa el jabalí, sin
despreciar los debidos a ciervos y otros.
En Riofabar, algUnos .vecinos han intentado solucio
nes tales como instalal~ un rudimentario alumbrado
el~ctrico en las fincas, o han dejado colocado por
las noches el "pastor el~ctrico" alrededor de los
sembrados. El ~xito de estas prácticas es escasa.
Los vecinos consideran no ya insuficientes, sino in
cluso ridículas las compensaciones económicas que se
les ofI~ecen, y suelen indignarse pOI~ la actuacion de
los gua rdías de caza, que tratan generalmente a los
vecinos con desconfianza y recelo, escatimando el va
lar de los daños, retrasando indefinidamente los pa
gos, etc.
Cuando existen zonas de matorral muy espeso (cerca
de los pueblos) los vecinos estiman que tales zonas
son refugio de jabalíes que, por la noche, asolarán
sus tierras. Pero si estas zonas est~n cercanas a
una plantación (como ocurre en Qu~s), los vecinos
nunca obtienen permiso de la Guardería Forestal para
72.
limpiarlas. De este modo, los vecinos prenden de no
che, aún sabiendo que el fuego afectará luego a los
pinos.
En general, el temor a losmños de los jabalíes es
progresivO y creciente, porque hay indicios de que
esta especie es cada vez más numerosa.
3.4.13. Parres
El municipio de Parres está situado en el surcO prelit~
ral oriental, y tiene una superficie geográfica de
12.491 Has. La superficie forestal es de 6.606 Has., que
representan el 52,89 % de la superficie geográfica. La
superficie poblada con arbolado es de 2.855 Has., las
cuales suponen el 43,22 % de la superficie forestal .
. Pueden distinguirse en Parres dos zonas, divididas por
el río Piloña. Una de ellas, en la margen izquierda del
citado rio, está cerrada en su límite septentrional pOI~
el macizo del Sueve.La otra, al Sur del municipio, está
ocupada en su mayor parte de la sierra de Llerandi que
culmina en la Mota de Cetín, en la frontera con Ponga.
En el centro de ambas se encuentra la cuenca baja del
Piloña, hasta su desembocadura en Arriondas.
En la zona del Sueve hay tres montes consorciados:
I1Puerto de Sueve tl , propiedad de la junta Administrati
va 'de Cofiño y Bodes; I!Mezal~iegosl1, comunal de Cayarga
y Fuentes; y I!Pico Morol! de propiedad pal~ticular. La
superficie repoblada en estos montes asciende a 350
Has., habiéndose logrado tal repoblaci6n con anteriori
dad a 1955.
73·
.~b
En la margen derecha del río Piloña existe un monte deno
minado "Cuesta de Parres" ,propiedad de la parroquia de
San Juan de Parres, que tiene 230 Has. repobladas,de las
que 200 lo estaban ya en el año 1950.
Se han producido, en Parres, durante el período de tie~
po de referencia tres incendios. Corresponden dos de
ellos al monte "Mazariegos": ambos figuran cama intenci~
nadas, y solamente han afectado a matorral: en total
han afectado a una superficie de 66 Has. cuya quema fue
provocada para mejorar pastos. El otro incendio corres
ponde al monte "Puerto del Sueve" y en él se han visto
afectadas 13 Has. de pinos. Ha habido, adem~s, otros dos
incendios que se iniciaron en el término municipal de
Ribadesella y se propagaron a los montes de Parres. En
uno de ellos se vieron afectadas, en "Puerto del Sueve",
17 Has. de pinos y 5 Has. de matorral. El otro, ocasio
nado por un rayo, destruyó 31 Has. de pinos en "Pico
1>10 ro " , 30 Has. de pinos en el monte "Mezariegos" y 14
Has. de pinos y 5 de eucaliptos en un monte particular.
Todos los incendios, pues, corresponden a la zona Norte
del municipio, en el macizo de Sueve. No obstante, ni
en Cofiño ni en Bodes muestran descontento a causa de
las repoblaciones forestales y, aunque recuerdan que,
cuando se efectuaron, hubo tensiones entre los vecinos
y dificultades mientras reestru¿turaban sus explotaci~
nes ganaderas, hoy son conscientes de que los ingresos
a que da lugar la explotación forestal de esOs montes
son muy superiores a los que se hubiesen obtenido con
otro tipo de dedicaciones.
La Junta Administrativa de Cofiño y Bodes ha defendido,
en contra del propio Ayuntamiento, su derecho a los
74.
a"provechamientos del monte IIPuerto del Sueve ll y ha obte
nido sentencia favorable del Tribunal Supremo para dis
frutar de tal aprovechamiento. Actualmente están reten~
dos los fondos procedentes de cortas en los últimos do
ce años, mientras no se defina su forma de distribución.
Como quiera que el monte será en lo sucesivo administra-
do por la citada Junta Vecinal y los vecinos se sienten
obligados a ayudar a la conservación y defensa de su
monte, éste continuará libre de incendios,al menos in-
tencionados o por causas de negligencia por parte de
los propios vecinos. Ellos indican que el único incen
dio iniciado en Parres en el que quemó arbolado fue ori-
ginado por forasteros, y se basan para tal afirmación
en la ausencia de motivaci6n y en el hecho de que en el
Puerto del Sueve, atravesado por la carretera que une
Arriondas con Colunga,la repoblación se ha efectuado a
ambos lados de la misma, y contigua a ella, y que el mon
te soporta una gran afluencia turística.
En la zona Sur del municipio, cuyo centro geográfico pu~
75.
de situarse en Llerandi, han sido objeto de nueva repo- ~
blaci6n 30 Has. durante el año 1965 y se han realizado
trabajos de reposici6n en 99 Has. durante el año 1973.
Aunque en esta zona no se han producido incendios en el
periodo de tiempo que se viene considerando, se ha podi-
do comprobar en la zona que existe un creciente malestal'
originado por la repoblaci6n. En efecto, muchas de las
coníferas Ocupan los lugares cercanos a Llerandi que
los vecinos del pueblo usaban como invernales para el
ganado, cuando ~ste bajaba de los pastos más altos li-
mitrofes a Ponga y Piloña. Por otra parte, la tala ma-
siva del bosque ant6ctono existente y su sustitución
por el bosque de coniferastambi~n ha sido vista con de
"'.",.."
sagrado, por estimar que en las zonas así repobladas ti~
nen prohibido el paso para el ganado, el cual, además no
encontrará,en él,pasto alguno -según estiman-o Por últi
mo, el vecindario ha visto con gran alarma la creación
de un coto privado de caza, que ha sido otorgado sin su
consentimiento. La cuantía e importancia de los daños va
en aumento, y algunos vecinos hablan de que IIse verán
obligados a tomar medidas para limitar la caza ll, alu
diendo con ello veladamente a la intenci6n de provocar
incendios corno en los cercanos montes de Piloña.
3.4.14. Ponga
El municipio de Ponga, de 20.295 Has., ocupa un terreno
extraordinariamente accidentado. Propiamente es el va-
lle del río Ponga, que le da el nombre; a derecha e iz
quierda del río se elevan sierras, con cimas de altura
considerable (Tiatordos, 1900; Pierzu, 1500 m./s.n.m.).
La cabecera del valle se cierr~.por la Cordillera Cantá
brica, con cotas superiores a los 2.000 metros.
El terreno forestal (14.996 Has.) cubre cerca de las tres
cuartas partes del municipio; el terreno agrícola es
muy escaso y, aparte de los prados que reciben labores
culturales, sólo existen algunas huertas mínimas cerca
de los pueblos. La mayoría del terreno forestal no tie-
ne arbolado, existiendo zonas de matorral -en las par-
tes bajas-, y zonas de pastos alpinos -en los puertos
altos-o
El bosque ocupa 3.656 Has. estando constituido todo ~l
por arbolado autóctono de caducifolias (haya, princi
palmente); existen dos pequeñas zonas repobladas con es
· --'JIII""""" ,-
__ .b~
pecies foráneas, una de ellas en el monte Peloño -pinos-,
y otra en la falda del Tiatordos -roble americano-o En
el municipio no se ha producido ningún incendio en el
período considerado, pese a la gran extensión de super-
ficie forestal existente.
Los montes son comunales, y no se encuentran consorcia-
dos. Su aprovechamiento corre de cuenta de las Juntas
Vecinales, que funcionan bajo supervisión municipal; de
todos modos, los ingresos que pueden manejar las entid~
des locales menores no pueden ser muy grandes, ya que
no todos los montes se encuentran bien ordenados.
La ganadería, que constituye la base fundamental de la
economía local, es r~stica, de pocas exigencias, y se
cría en libertad; existen pastizales alpinos que se
apI~ovechan dUI~ante el verano y pastizales bajos -o in
vernales- que se utilizan en la estación fría. Esta si-
tuación no ha producido conflictos. Los vecinos pagan
un canon por el disfrute del monte y las sumas pecogi-
das constituyen el fondo de mejoras.
Ponga puede ser tomado como prototipo de las tierras del
Sur de Asturias recoppidas por la Cordillepa Cant~bri-
Ca -desde Somiedo a Cabpales-: todas tienen caractepis-
ticas similapes: ganaderia extensiva, gran pI~opoJ~ción
de superficie forestal y ausencia de incendios~
Existe cierta tendencia a quemar el matorral en las zO-
nas de invernada (práctica que tambi~n existe en Ponga,
si bien estas quemas no suelen ser comunicadas por la
Guardería, puesto que se suelen realizar con permiso) . La
quema, dirigida a la regeneración de pastos, pespeta el
bos~ue de frondosas y, en todo caso, si por accidente
77.
.. íitntz .
~----------------------------~------------
el fuego se pasa a aquél, los daños son mínimos y las
llamas se extinguen pronto.
3.4.15. Cangas de Onís
El Municipio de Cangas de Onís, de 21.138 Has. tota-
les, tiene dos zonas bien definidas.
Una de ellas forma parte del surco prelitoral asturia-
no y está recorrida por el cursa medio del Sella, en
cuya vega se encuentra la capital. El municipio se ex-
tiende, además, hasta la frontera provincial con León;
esta zona Sur, escarpada y agreste, est~ accidentada
por los Picos de Europa, que superan allí alturas de
2.500 m.
78.
Casi la mitad del municipio es terreno forestal, pero
gran parte de esta superficie forestal la constituyen las
praderas alpinas, en los puertos altos, y las abundantes
laderas de erial no repoblado, en los valles bajos. En
la primera de las zonas que hemos mencionado (el valle
del Sella) el bosque antóctono ha sido sustituido en
parte por repoblaciones de coniferas, mientras que en
la segunda zona persisten importantes manchas foresta-
les antóctonas.
En lineas generales, se pueden distinguir dos n~cleos
de repoblación, uno entre el río de Covadonga y el río
Sella y otro, a la derecha del Sella, entre éste y el
rio Zardón. En el primero, el monte más importante es
la "Cuesta de Cangas" de 314 Has., de ellas 295 repobl~
das de pinos; este monte ha sido talado recientemente.
En el segundo n~cleo, las repoblaciones principales se
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encuentran sobre la sierra en cuya vertiente meridional
se asientan los pueblos de Onao, Perlleces, Cardes, Ce
lango, Llueves y las Rozas. En esta vertiente hay diver
sos consorcios municipales y privados.
En torno al monte "Cuesta de Cangas" existe un fuerte
descontento y un clima de oposición hacia el consorcio,
gestionado a sus espaldas y en terrenos que siempre con
sideraron como propios.
Dentro del monte, y a bastante altura, existen dos pue
blos (N ieda y SegUenco) que han quedado rodeados por los
pinos. Estos pueblos criaban ganado de montaña en libe~
tad, y la repoblación les limitó los terrenos pastables,
suponiendo para ellos graves incomodidades. También, en
la ladera opuesta del monte, los vecinos de Caño eran
usufructuarios de los eriales que existian antes de la
plantación, si bien en Ca~o el descontento por la priv~
ción del pastoreo no fue tan acusado. Los vecinos,
cuando la madera estuvo a punto de corta, tuvieron la
intención de plantear reclamaciones para, con cargo a
los beneficios del monte, conseguir pagar obras o servi
cios comunes. Fracasadas estas gestiones, una comisión
de Nieda y SegUenco trató de impedir nuevas repoblacio-
nes en el monte y recuperar los terrenos para pastizal.
Tampoco fueron atendidos. Directamente relacion~dos con
el estado de frustac{ón y descontento de estos pueblos,
han surgido cuatro incendios provocados, dos de ellos
desde Caño y otros dos desde Nieda y SegUenco.
A la derecha del Sella, sobre la carretera, se encuen-
tra el otro n~cleo de repoblación, que'mencionados an-
tes. Los pueblos cercanos a estas repoblaciones, como
quiera que disponen de la vega de Sella, tienen mejor
79.
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disponibilidad de terrenos y han adoptado el ganado de
leche; no existe, pues, necesidad de convertir el terre
no repoblado en pastizales, teniendo en cuenta, además,
que estas repoblaciones, como la de la IICuesta de Onao ll,
son anteriores a 1950 y tienen pinos grandes.
El descontento en estos pueblos reside en las reclama-
ciones que los vecinos formulan, reclamaciones tendentes
a participar en los beneficios de futuras cortas. El de
seo de los pueblos es conseguir que Ayuntamiento ceda
una parte del beneficio de los aprovechamientos, a fin
de destinarlo a obras y servicios comunes (p.e. en Las
Rozas, desean poner el teléfono con cargo a la futura
corta del monte).
Los vecinos no reconocen la propiedad municipal de los
montes, y aseguran que éstos siempre fueron comunales.
No obstante, el Ayuntamiento no da la menor muestra de
ceder a estas reclamaciones.
No es probable que los bosques sean atacados, de todos
modos, ya que los vecinos conservan alguna espel~anza
de poder participar de alguna manera en las futuras
cortas.
80.
r 1,
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.;¡
8l.
3.4.16. Onís
Semejante por su orografia al cercano municipio de Can
gas, si bien mucho más reducido en extensión (7.501Has.),
anís tiene una parte baja (el valle del río GUefia, con
tinuación del surco prelitoral), y otra parte alta, ocu
pada por el Macizo Occidental de los Picos de Europa,
en el límite Astur-Leonés.
El 52 % de la superficie geográfica es forestal; de
ella, están arboladas 1.592 Has. existiendo importantes
y valiosos montes autóctonos (como en Demués). La supe~
ficie consorciada en el municipio es de 604 Has., y de
ellas se han plantado 399.
El punto conflictivo de las repoblaciones en la "Cuesta
de Tebia" extensa zona de pendiente practicable y de al
tura moderada que cierra el municipio por la derecha
del GUefia. Las repoblaciones comenzaron en 1951 y conti
nuaron en años sucesivos.
Las repoblaciones de esta "Cuesta" fueron extraordina
riamente impopulares; en anís, municipio eminentemente
ganadero, los vecinos participan en una extensa zona del
Parque Nacional de Covadonga, a donde llevan su ganada
durante el vel'ano. Con la llegada del Illal tiempo, la ca
baña inverna ba cons uetudina riamente en la II Cuesta de Te
bia ll que, por su orientación al Mediodía, re~ne buenas
condiciones para ello. La plantación limitó los terrenos
disponibles y fue origen de multas (la Guardería Fores
tal tiene fama de especialmente rigida y severa en el
municipio) .
Las sucesivas plantaciones elevaron la tensión popular;
, .J
ante los nuevos lotes que se adjudicaron en 1974, el des
contento se agudizó y, entre octubre de 1974 y febrero
de 1975, el monte fue incendiado seis veces. En total,
llegaron a arder 138 Has. de arbolado y 47 de matorral.
Algunos de los ganaderos entrevistados parecían estar
desesperados y dispuestos a quemar el monte cuantas ve
ces hiciera falta para evitar que continuase la planta
ci6n; para ellos, el terreno disponible es ahora muy es
caso, y no podrían soportar nuevas disminuciones.
Ella de enero de 197 6 , la Corporación Municipal tomó
el acuerdo unánime de solicitar la rescisión del Cansar
cio, a fin de restituir los terrenos a su utilizaci6n
plena como invernales.
'El Ayuntamiento tomaba esta iniciativa (a petici6n de
todos los vecinos) en razon a ser uno de los firmantes
del Consorcio, ya que, aunque el monte era comunal de
varlas parroquias, fue registrado como propiedad muni
cipal, al igual que se hizo en otros muchos lugares.
En el momento de visitar la zona existía un palpable
desánimo ante el temor de que sus peticiones no fueran
atendidas.
82.
3.4.17. Llanes
El Ayuntamiento de Llanes es un extenso municipio
(26.114 Has.) que ocupa una franja, de unos 33 Kms. de
longitud, sobre el Mar Cantábrico, en el extremo orien-
tal de Asturias.
El término municipal se halla recostado contra altas ca-
denas montañosas que corren paralelas al mar, la princi
pal de las cuales ("El Cuera ll ) alcanza alturas superio-
res a los mil metros. Por eso, la parte meridional del
municipio gana altura r~pidamente hasta las costas sup~
riores a los montes, que señalan la separacion de.la
franja costera con el surco prelitoral del interior de
la provincia.
Entre la costa y el límite montañoso Sur existe una pla-
taforma llana, de eSCasa elevación, donde predominan los
prados cultivados y algunas zonas horticolas.
En esta plataforma costera se levantan sierras peculia-
res alineadas de Este a Oeste, de una Altura que oscila
entre los 200 y los 250 m. La parte superior de estas
sierras es perfectamente llana: existen varias de estas
"sierras planasll, en Nueva, Hontoria y PUI"Ón, siendo la
mayor de todas ellas la IlSierJ"a Plana de la BOI"bolla"
(tambi~n llamada del valle de Pendueles) de unos siete
Kms. de longitud y 500 metros de anchura en su palote su
perior.
En Llanes pueden distinguirse dos n~cleos de repoblación
El primero, al Oeste del municipio, se encuentra en las
laderas de los valles de Ardisana y Llamigo; se hallan
• .. 'W-
.. -
aq~í plantadas las laderas meridionales del Benzúa, en
el primero de los valles citados, y la parte izquierda
del valle del río de Nueva.
El segundo núcleo, mas extenso, comprende sierras como
la Cuesta de Andrín, Las sierras planas de Purón y la
Borbolla, y el Llano de Ro~ances, que es una meseta ado
sada a la pared Norte del Cuera.
La situación de Llanes respecto a los incendios es muy
grave. En el período estudiado se handeclarado 50 in-
cendios, de ellos 43 en montes consorciados. El índice
NIC/Sbc (1) que para Asturias tiene el valor de 0,48,
asciende en Llanes a 2,15.
La intencionalidad de los incendios y su inequivoca di-
recci6n se advierte al observar que, mientras han quema-
do 449 Has. de bosque consorciado (el 22 % de lo plant~
dQ ), solamente se han quemado dos Has. del bosque de
propiedad particular.
De los dos núcleos de repoblaci6n que hemos se~alado, el
más conflictivo es el situado al Este del municipio.
En el monte con mayor número de incendios registrados es
la "Sierra Plana de la Borbolla" con trece; la superfi
cie arbolada destruida ha sido de 83 Has.
La 11 S ierra de Pur6n" ha suf:r ido 10 incendios, con
118 Has. destruidas.
(1) NIC/Sbc es el n~nero de incendios que se inician en montes consorciados dividido por el númeI'o de Kms. cuadrados que están consorciados .
---'
d h t •
La· 11 Cuesta de Parres y Lla bres" tuvo 8 incendios y que-
maron 32 Has. arboladas y 472 desarboladas.
En la "Sierra de Roñances ll ha habido 4 incendios, que-
mándose en total 96 Has. de pinos.
En la "Cuesta del Cristo", de Andrín, fueron provocados
3 incendios, con 9 Has. destruidas.
En el n~cleo situado al occidente del municipio se re
gistraron 6 incendios en los dos montes de Nueva ("Río
de Nueva" y "Rasa de Nueva"), con 104 Has. quemadas, y
otros dos incendios en el "Benzúa ll , no muy importantes.
La problemática que subyace a estos incendios es la misma
que ya hemos visto en todos los municipios asturianos es
tudiados. De las conversaciones mantenidas se desprende
que los montes, que hoy figul'an como consorcios munici-
pales, fueron siempre montes comunales.
No suelen existir pruebas de _ello. Hemos recogido acus~
ciones seg~n las cuales, despu&s de la guerra civi~, el
Ayuntamiento procuró y consiguió ser deposital'io de los
títulos de propiedad comunal que en algunos casOS exis-
tían, como p.e., en la IISierra Plana de la Borbolla".
El pretexto era custodiar de manera segura estos docu-
mentos pero, según los vecinos, el l~esultado fue la
apropiación indebida de las tierras y la destrucción u
ocultación de las pruebas. Ante la imposibilidad de av~
l~igUar si tales extremos son ciertos, recogemos solamen
te el consenso unán~ne de los consultados sobre el he-
cho de que los montes eran de propiedad com~n
85.
La "Sierra Plana" pertenecía a un conjunto de pueblos si
tuados cerca de sus laderas, tanto al Norte como al Sur
de la misma. Al parecer, esta sierra fue comprada por la
mancomunidad de parroquias limítrofes, alrededor de 1920.
El aprovechamiento tradicional de esta sierra era como
pastadero camón para ganado róstico en las laderas, y
como lugar de "rozada ll para camas de ganado en la parte
superior llana. Hacia 1932 fue consorciado y plantado
en una pequeña parte sobre la ladera que mira a Tresgra~
das. Pasada la guerra civil, fueron repoblados más lotes,
y se efectuaron cortas sin que los vecinos tuvieran par-
ticipación en ninguna. Tampoco se las advirtió de que
la sierra iba a ser registrada como propiedad munici-
pal, hecho que los vecinos ignoran cuando tuvo lugar.
Las nuevas plantaciones suscitaron reacciones de recha
zo, en razón a que suponían una disminución del terreno
pastable. Hoy día, el tipo de explotación ganadera en
esos pueblos ha evolucionado, y ya no se posee ganado
de montaña, de manera que los vecinos no precisan mante-
ner las laderas desarboladas, pero su protesta pretende
obtener una participación en los beneficios de las cor-
tas, participación que les es negada; este es un vivo
problema. Algunos vecinos, a juzgar por sus palabras, p~
recen decididos a impedir que sean sacadas nuevas cortas
del monte, mientras no se asegure una participación eco
nómica en ellas.
La parte alta de la sierra, en la actualidad es un pas
tizal arado, pero abandonado.
Fue dividido en lotes por parroquias y puesto en produc
ción por lCONA, pero existen fuertes diferencias de cri
terio entre la Guardería Forestal y los vecinos. De es-
-86.
". \" -, ~-,
, 4. -1;'
tas diferencias ha resultado el-abandono del pastizal.
Otro tanto Ocurre en la I1Sierra de Purón l1 cuyo pastizal
superior, tras algunos años de buen rendimiento acabó
siendo abandonado.
Sin tratar de encontrar un culpable, parece absolutamen
te imprescindible que la Administraci6n remueva los obs
táculos que hacen permanecer estas planicies en total
abandono; si se lograse encontrar el modo de que pudie-
ren ser aprovechadas satisfactoriamente, se aliviaria
de manera considerable la presión social y el descanten
to que rodean la repoblación.
La tlSierra de Purón l1 que acabamos de mencionar, es otro
punto de fuertes fricciones. La sierra fue repoblada v~
rias veces y los vecinos llegaron a organizar las quemas
de manera casi simultánea a la repoblación. Por ejemplo,
el 15 de Enero de 1975 se dió por terminada la reposi
ciónde 33 Has. quemadas y, en esa misma noche fueron
destruidas esas 33 Has. junto con otras 60 que quedaban
indemnes de otros fuegos.
La oposición a la repoblación es total; algunos vecinos
de Purón conservan ganado de montaña y ovejas que viven
durante el verano en el Cuera, pero que deberian inver
nar en esa sierra, cuya ladera meridional, más templada,
está muy próxima al pueblo. Era, esta ladera Sur, un pa~
tadero com~n muy cómodo (puesto que el ganado podria ser
vigilado desde el pueblo) y, por ello, muy apreciado.
El descont~nto en torno a otros montes de la zona es si-
milal~ al que hemos descrito. Sobre I1Parres y Llabres l1 ,
la I1Cuesta del Cristo" o la I1Sierra de Roñances ll pesan
las mismas quejas que sobre las mencionadas.
87.
-,
L-,_
En el oriente del municipio la situación es parecida, p~
ro el problema del ganado de montaña es más agudo. En
Riensena, el pueblo más alto del valle de Ardisana, la
imagen de leONA es vel~daderamente negativa. Un vecino
tuvo una reacción airada y repentina pero reveladora:
"Si usted es de la forestal y viene a plantar esto, lo \
mato ll• En Riensena viven con permanente temor a que se
les hagan nuevas plantaciones o a que se las impongan
nuevas multas. Por lo quebrado del terreno en aquella
alta parte del valle, el ganado empleado e~ r6stico, y
~ste necesita tener amplios espacios libres. Los veci-
nos dicen haber sido muy perjudicados por todas las pla~
taciones, por la disposición que les prohibe mantener ca
bras (extensiva a todo el municipio), por la severidad
de las guardias, por las multas impuestas, etc.
La relación entre multas e incendios pudo ser comprobada
por la Guardería Forestal a trav¿s de una desgraciada
experiencia. En una ocasi9n fueron bajados una gran man~
da de caballos y otra de ovejas que pastaban en la 1'Sie-
rra de Nueva ll; los propietarios fueron fuertemente mul-
tados. Una semana despu~s el monte se incendió de tal ma
nera y por tantos sitios a la vez que resultó imposible
sofocar el fuego por espacio de cuatro días.
88.
.. :}~J
3 . 5 . RESULTADOS. PROVINCIA DE SANTANDER
3.5. 1 . Cabuérniga
Este municipio, integrante de la comarca natural denomi
nada TUdanca-Cabuérniga, tiene una superficie geográfica
de 15.520 Has.; su superficie fo.restal, 13.265 Has., re
presenta el 85,5 % de la geo.gráfica. Tiene 4.274 Has. p~
bladas de arbolado.
El municipio., a parte de la amplia vega del Río. Saja
-do.nde predo.minan la superficie agríco.la-, es eminente
mente fo.restal y ganadero. Las explo.taciones tienen co-
mo. base la cría de ganado vacuno. de raza tudanca, que se
mantiene en el mo.nte durante ocho. o nueve meses al a~o;
hay también ganado o.vino y caballar, explotado asimismo
en régimen de pasto.reo libre.
89.
En Cabuérniga existen cinco montes co.nso.rciado.s co.n ICONA.
"Carmo.na", comunal del pueblo de Carmona, "Brillas, Ro.-
cea y Bullerín", co.munal de Sopeña y Valle, y "Rozalén
y Naveda", comunal de Valle y Terán. En conjunto, esto.s
mo.ntes tienen en to.tal 265 Has. repo.bladas.
Lo.s otro.s dos montes que existen en el término municipal
"Valfría y los Hoyos" y IIRuviana", son pr'opiedad del
Ayuntamiento de Cabuérniga y poseen 350 Has. repobladas.
Los trabajos de repoblación se llevaron a cabo, en pri-
mer lugar, en los montes municipales, donde comenzaron
en el quinquenio 1956-1960, siendo posteriormente plan-
tados lo.s montes comunales. El conkorcio de los montes
co.munales se ha realizado con el consentimiento de los
vecinos, cuyas Juntas Vecinales figuran como titulares
del terreno.
Se han producido, en Cabuérniga, 27 incendios durante
el periodo de tiempo considerado; de ellos, 24 corres
ponden a los montes consorciados, lo que supone 3,9 in
cendios por cada 100 Has. consorciadas, frente a 1,13
para la media provincial. Esta cifra, que parece alar
mante, no lo es tanto si se tiene en cuenta que, de to
dos los incendios, solo uno ha afectado a la repoblación
y, aunque en el parte correspondiente se sefiala inicia
do por persona desconocida, posteriormente se a~eriguó
que su autor, en estado de embriaguez había sido el
autor, no sólo de este incendio sino también de otros
dos, también en repoblaciones de lCONA, en distintos t~r
minos municipales. Tras su detención, se supo que el in
dividuo había sido denunciado meses antes por una guar
da de pesca de lCONA, de manera que su acción puede in
terpretarse como una revancha.
El resto de los incendios tiene como motivación fundamen
tal la regeneración de pastos, necesaria para la alimen
tación del ganado r~stico que se mantiene en el monte.
Esta p~áctica es tradicional en la zona, y los ganaderos
ven como cosa natural los incendios en zonas desarbola
das.
Aunque las zonas repobladas fueron respetadas siempre,
en cuanto a fuegos se refiere, se han tomado las medi
das oportunas para que la defensa contra los incendios
sea completa. En efecto, todas las repobla~iones se man
tienen cercadas por amplios y bien atendidos cortafuegos.
En los ~1 tinlOS años ,la Gua rdería Forestal se ha preocu-
90.
-··c " .. "
... ".
pado de divulgar entre los vecinos la necesidad de soli-
citar permisos para efectuar quemas controladas en las
zonas de matorral. La respuesta de los vecinos ha sido,
en general, favorable, y todos los entrevistados manifies
tan que, desde que se lleva a c~bo tal pr~ctica, ha dis-j
minuído el número de incendios inceontrolados. No obstan
te, la actuaci6n conjunta de guarda y los vecinos se ve
dificultada por la necesidad de fijar previamente una fe
cha con suficiente antelaci6n para que losmteresados
puedan acudir a la quema controlada, y llegado el día
fij.ado, puede éste no reunir las condiciones clim~ticas
precisas para que la operación pueda lograrse con éxito.
Es ésta la principal dificultad para lograr que los ve-
cinos lleguen a acostumbrarse a prescindir de sus que-
mas furtivas.
3.5.2. Ruente
El municipio, que tiene una superficie geográfica de
6.620 Has., est~ situado en la cuenCa media del rio Sa-
ja. La superficie forestal Ocupa 5.508 Has., lo que su
pone el 83,19 % del total; este alto porcentaje da al mu
nicipio un carácter predominantemente forestal. Existen
2.383 Has. pobladas de arbolado, esto es, el 43,26 % de
la superficie forestal.
Hay en Ruente cuatro montes consorciados con ICONA:
- IIArados, Zarzoso y Raleo ll, repoblado en el quinquenio
1961-65 con 81 Has. de Pinus Radiata, es administrado
por las Juntas Vecinales de Ruente y Ucieda, que re-
gentan asimismo el monte IIRío de los Vados".
91.
L.
Existe también I1Jaedo Jl , perteneciente a Ruente y Bar
cenillas, repoblado en 53 Has. con posterioridad a
1970.
- Finalmente, el monte "La Gallinera", que es propiedad
del Ayuntamiento y tiene 68 Has. repobladas en el
quinquenio 1961-65.
Podemos mencionar también el monte "Aa Jl que, aunque no
está consorciado, se encuentra en régimen de explota
ción ordenada; es de propiedad municipal y sus ingresos
son administrados por la Corporación.
Se han registrado en Ruerite ocho incendios, correspondien
do cuatro de ellos a los montes consorciados. De éstos
se han visto afectados el "Río de los Vados" en tI'es
ocasiones, quemando en total en el citado monte 3,5 Has.
arboladas y 72 Has. de matorral, y el monte "Arados, Zar
zoso y Raleo" al que, iniciado en otro término munici
pal, afectó un incendio en 40 Has. de pinos.
Puede observarse que todos los incendiosmiciados en
Ruente van dirigidos, fundamentalmente, . a las zonas de
matorral y con intención de que, al destruir éste con
el fuego, pueda desarrollarse vegetación herbácea apro
vechabie posteriormente por una ganadería que se mantie
ne en régimen de pastoreo libI'e.
Los vecinos del municipio respetan las repoblaciones, al
tener conciencia de que el producto de los montes va a
revestir directamente en mejoras para los pueblos; así,
se vienen realizando tales mejoras con fondos proceden
tes de la explotación del monte JlAa ll , que permitió al
Ayuntamiento conseguir la pavimentación de los caminos,
la acometida de aguas y la red de alcantarillado en to-
92.
f i --~
dos los pueblos.
Al igual que sucedía en Cabuérniga, en los últimos años
se está intentando regularizar las quemas de matorral
que actualmente representan el mayor riesgo para las zo
nas repobladas. A este respecto, la labor de los guar-
das se centra', en divulgar entre los vecinos las ventajas
de las quemas reguladas frente a los inconvenientes de
los incendios furtivos. Con aquéllas, el riesgo de pro-
pagación a las repoblaciones es mínimo, ya que se cuen-
ta con el número suficiente de vecinos para delimitar
el frente del fuego; además, las zonas quemadas pueden
ser aprovechadas por el ganado, al no quedar acotadas
al pastoreo, como ocurre con las superficies quemadas I
en los incendios furtivos.
La respuesta de los vecinos ha sido favorable y todos
coinciden en que, desde que se llevan a cabo las quemas
controladas, ha disminuido el númerO de incendios.
Las únicas quejas de los vecinos se centran en los da-
ños que sufren por la caza existente en la Reserva Na-
cional del Saja, en especial de los venados que, sobre
todo en primavera, pastan las praderas mejor abonadas y
próximas al monte; aunque los daños no son graves, pa r 5::,
ce que sería conveniente atender a las reclamaciones que
a este respecto se hacen para evitar enfrentamientos en
tre los perjudicados y el personal de Guardería de
leONA.
93.
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3.5.3. Cieza
El municipio de Cieza abarca toda la cuenca del río Cie
za, afIuente del Besaya. Tiene una superficie geográfica
de 4.460 Has. La superficie forestal, de 3.935 Has., re
presenta el 88,2 % de la superficie total municipal y
está poblada de arbolado en un 42,1 %, lo que suponen
1.656 Has. de bosque.
Toda la superficie forestal del municipio está inclui-
da en un solo monte, "Rucieza ll , en el que, lindando con
las fincas agrícolas, hay pequeñas -pero numerosas- fin
cas forestales que son propiedad de los vecinos; el res
to del monte es de propiedad municipal. En el monte
IIRucieza", que está consorciado con lCONA, se han repo-
blado (con Pinus Radiata) 104 Has. durante el quinquenio
1951-55 y 3 Has. más durante el quinquenio 1961-65.
Aparte de la repoblación efectuada por lCONA, el Ayunt~
miento ha plantado otra parte a sus expensas. Además, '.
hay en el monte una superficie superior a las mil hec-
táreas pobladas de caducifolias(roble y haya principal
mente) y esta zona se encuentra ordenada y en explota-
ción.
La repoblación inicial, efectuada por lCONA, se realiz6
con cierta oposición de los vecinos quienes, basándose
en informaciones err6neas, creían que se iban a ocupar
zonas donde habitualmente pastaban sus ganados. Una vez
realizada la repoblación, las protestas no se repitie-
ron ya que se plant6 una zona de excesiva pendiente que,
según los vecinos, sólo podria aprovechar el ganado ca
brío.
Se han producido en "Rucieza 11 19 incendios durante el
94.
....... ; ..
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período de tiempo considerado. Han afectado en total a
14 Has. de arbolado y a 157 Has. de matorral. En ningu-
na ocasión se propagaron los incendios a las repoblaci~
nes, no sólo en estos años considerados, sino desde que
las repoblaciones se realizaron. El arbolado afectado
en los incendios fue de robles en todos los casos. Hay
que advertir que, en Santander, los partes de incendio
califican de robledal aquellas superficies que estuvie
ron pobladas de robles hace tiempo, pero que hoy se ha-
llan degradadas por las quemas repetidas, de manera que
sólo poseen alto matorral entre el cual crecen algunos
rebrotes de roble. Tales espacios son considerados por
los vecinos como erial pastable -después de quemado-o
Las14 hectáreas que figuran en Cieza tienen ese carác-
ter.
El municipio posee un censo ganadero elevado, constitui-
do, según datos obtenidos en el Ayuntamiento, por 2.000
vacas, 500 caballos, 200 ovejas y 75 cabras. La mayoria
del ganado vacuno es de raza tudanca que, junto con las
demás especies, se mantiene con los pastos forestales
durante los meses de vegetación activa. La regeneración
de los pastos forestales se realizó tradicionalmente con
empleo del fuego, y aSl se sigue l'ealizando en la actua
lidad. Esta es la causa del elevado número de incendios
registrados en Cieza.
La proximidad a Corrales de Buelna, donde han encontrado
trabajo muchos habitantes de Cieza, y la dotación de
servicios que es capaz de mantener la administración mu
nicipal -gracias a la exp~otación de su monte-, han fre-
nado la emigración y no es aventurado asegurar que se
seguirán manteniendo los ganados de montaña como comple
mento a los ingresos provenientes del trabajo fabril.
95 .
: .. O,.
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!
J
Por eJ.lo, sera necesario también conservar los pas~9s fo-
resta les con los que debe nutrirse ese ganado; a este
respecto se han iniciado quemas controladas de matorral,
que han tenido buena acogida entre los vecinos y éstos
comentan que en 1976 se ha notado ya la disminución del
número de incendios.
3.5.4. Arenas de Igw1a
El municipio de Arenas de 19uña está situado en la cuenl.
Ca media del río Besaya, a ambos márgenes del citado
río, aunque la mayor parte del territorio se encuentra
en la margen izquierda del mismo.
Ocupa el municipio una superf icie geográf ica de 8.720
Has., siendo su superficie forestal de 7.037 Has. que s~
pone, respecto a la primera, el 80,7 %, cifra considera\
blemente superior a la media provincial, situada en
33,7 %. En cambio, la relación entre la superficie arbo-
lada y la superficie forestal es fuferior para este muni
cipio (33,7 %) que para la media provincial, que es del
47,1 %. En cifras absolutas, la superficie cubierta de
árboles es de 2.940 Has.
Hay en Arenas de 19uña cuatro montes consorciados con
leONA:
- IIMoroso y Río ll , perteneciente a la Junta Vecinal de
Bostronizo, repoblado con 51 Has. de Pinus Radiata en
el decenio 1961-70.
- IIRodil y Bustantigua 11, propiedad del concejo de Rio
valdiguña, repoblado con 83 Has. de Pinus Radiata en
el quinquenio 1951-55, y con 53 Has. de la misma es-
pecie en el decenio 1961-70.
96.
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1 ..
-. 97.
"Coj orcO 'y la Panda", perteneciente a las Juntas Veci-
nales de la Serna y Arenas, y repoblado en 95 Has. du
rante el quinquenio 1966-77.
1JPonente 1J , J~n régimen de propiedad mancomunada de
los Ayuntamientos de Arenas de Iguña y Molledo, repo
blado en 280 Has., la mayoría de ellas en el quinque-
n io 19 6 6 - 7 O .
Se han registrado en Arenas de Iguña un total de 27 in-
cendios durante el período de tiempo considerado, de lo s
que 21 han afectado a montes consorciados. Corresponden
seis a "Moroso y Río" J cuatro a "Rodil y Bustantigua" ,
cinco a "Cojorco y la Panda" y seis a "Poniente". Se da
la circunstancia de que, en ninguno los incendios 1n1-
ciados en los montes consorciados, el fuego ha afectado
a la repoblación; ésta fue afectada, en cambio, en dos
incendios iniciados en montes no consorciados. Los mon-
tes que has sufrido pérdidas han sido lINo roso y Río",
(O, 5 Has.) y "Rodil y Bustantigua" (2 Has.).
Han revestido mayor importancia los incendios iI1:Ciados
en los montes no consorciados ya que, aparte de los que
se propagaron a las repoblaciones efectuados por lCONA,
un incendio producido en "El Egido ll destruyó 7,5 Has. de
Pinus Radiata y 2,5 Has. de Pinus Silvestris, extendién-
dose también a 30 Has. de matorral.
En el municipio de Arenas de 19uña se ha producido una
independencia progresiva de los productos forestales por
parte de las explotaciones ganaderas, que constituyen
la mayoria de las explotaciones agrarias de la zona. Ello
ha sido posible como consecuencia de un trasvase de mano
de obra agrícola hacia el sector industrial, motivada por
I
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la 'proximidad a Corrales de Buelna, y de la presencia
en el municipio de una fábrica de productos lácteos. La
ganaderia r6stica de anta~o se ha ido sustituyendo por
razas de producción lechera, no aptas para aprovechar
los pastos forestales.
De ello han sido conscientes los vecinos y, a través
de sus respectivas Juntas Vecinales, han consorciado
los montes que antes aprovechaban los ganados. Al con-
tinuar la tendencia mencionada, se ha ampliado los con-
sarcias y realizado nuevas repoblaciones, como puede o~
servarse en las diferentes ¿pocas de repoblación de ca-
da monte.
Quedan aun en el municipio algunas reses de ganado vacu-
no de raza tudanca, asi como ganado caballar y ovino, lo
que explica la proliferación de incendios de matorral,
por lo que seria interesante promover e intensificar el
control de las quemas.
Aunque la gestión que realizan las Juntas Vecinales, en
cuanto a la administración de los montes, parece, en ge-
neral, correcta, se ha suscitado un problema respecto al
aprovechamiento del monte "Rodil y Bustantigua 11. Perten~
ce, como hemos dicho, al Concejo de Riovaldigu~a, inte-
grado por los pueblos de Palacio, Palazuelos, Pedredo y
Las Fraguas. Parece ser que, hace a~os, el Concejo cedi6
al pueblo de .Las Fraguas los beneficios derivados de la
explotación de una cantera situada en el monte, a cambio
de la participaci6n de este pueblo en la explotaci6n de
madera. Hoy, la cantera ha perdido valor, y los vecinos
de Las Fraguas, que quieren continuar con su participa-
ci6n en las cortas de madera, realizaron gestiones para
conseguir su pretensic~n y dicen que están en vías de lo
98 .•
I
r
_ir
grarlo. Sería deseable, pues, que esta no se demorase,
para evitar posibles actuaciones de los vecinos perjudi
ciales para el monte.
3.5.5. Selaya
El término municipal de Seláya ocupa toda la cabecera
del río Pisuena, que es afluente del Paso Tiene una su
perficie geográfica de 3.940 Has. La superficie fores
tal de Selaya es de 1.443. hectáreas, que representan
el 36,61 % sobre la total; prácticamente toda la supe~
ficie forestal está incluida en un solo monte, denomina
do "Dasal, Guardamena y Negro". La superficie poblada
de arbolado es de 1.244 Has., lo cual supone una rela
ción de superficie arbolada a forestal del 84,8 %.
El monte "Dasal, Guardamena y Negro" es de propiedad
municipal y está consorciado con lCONA. Fue repoblado
con Pinus Radiata, Pinus Silvestris, Pinus Laricio y
Eucal~ptus G~obulus. La labor de repoblación se llevó
a cabo en dos fases; durante la prlinera, en el decenio
1951-1960, fueron repobladas 29 Has. en las partes ba-
jas del monte; en la segunda fase, durante el decenio
1966-1975, fueron repobladas 1.184 Has. con las tres es
pecies de pinos mencionadas.
El monte tiene además unas 9 Has. cubiertas de diversas
frondosas, no estando esta superficie sujeta a consor-
ciQ,ya que la repoblación de la misma fue llevada a ca
bo a expensas del fondo de mejoras.
En Selaya se han producido cinco incendios en el perio-
99,
.:,"'P
'. l'
100.
do de tiempo considerado, todos ellos posteriores a 1972.
Todos los incendios han afectado a zonas repobladas, qu~
mando en total 509 Has. de pinos y 30 Has. de matorral.
Estudiando cronológicamente los incendios, se observa
que comenzaron dirigiendose a las repoblaciones realiza
das en el últ~o quinquenio. En efecto, los dos incen-
dios ocurridos en el año 1973, afectaron a 104 Has. de
Pinus Sylvestris de dos años de edad; el incendio ocu-
rrido en 1974 afectó a 10 Has. de Pinus Sylvestris de
3 años de edad; posteriormente, en 1975,10s incendios
afectaron también a repoblaciones más antiguas.
La población del municipio de Selaya depende exclusiva-
mente de la actividad agraria. La explotación típica a~
tual está basada en la producción de ganado para vida,
esto es, a la cría y recría de ganado vacuno de raza
frisona. Hasta hace muy pocos años, la recría de ganado
se llevaba a cabo aprovechando los pastos forestales;
¿stos eran tambi~n compartidos por el ganado ovino, que
era muy abundante en el municipio.
La repoblación forestal ocupó los terrenos forestales
que desde siempre v~n{an aprovechando los vecinos de m~
nicipio, y la p6rdida de los pastos les obligó a desha-
cerse del ganado ovino, del que no quedan en la actua
lidad sino dos rebaños, que suman un total de 180 cabe-
zas. También se vieron obligados a disminuir el número
de cabezas de vacuno, que ahora deben. alimentar exclusi
vamente con los productos de las parcelas agricolas.
La decisión de la re~oblación, dicen los vecinos, fue
tornada unilateralmente por la administración municipal,
sin tener en cuenta los intereses de los particulares a
los que aquella decisión perj~dicó enormemente; a causa
de la repoblación -dicen- mucha gente tendrá que marchar
!.
¡: I ;1 i. j'
f ..
1,
101.
se buscando otro medio de vida.
Por otro lado, la actuación de la Guardería Forestal, no
parece que pueda contribuir a una distensión en el con-
flicto existente, ya que goza, a lo que parece, de cier-
ta impopularidad. Ha sido muy comentado el hecho de que
el guardia de Selaya agredió a un vecino en una ocasi6n,
y a resultas del hecho, el herido hubo de ser hospital~
zado.
3.5.6. Vega de Pas
El término municipal de Vega de Pas se encuentra situa
do en la cabecera del río Pas~ limitando por el Sur con
la provincia burgalesa; ese .. límite Sur está accidenta-
do por la Cordillera Cantábrica, que presenta allí al
turas superiores a los 1.700 m. (en el pico Valnera).
El municipio tiene una superficie geográfica de 8.760
Has. y, ,de ellas,corresponden a terrenos forestales 6.984 1
Has. que representan el 79,7 % del total. La superficie
cubierta de arbolado es de 1.608 Has. y tiene muy poco
peso frente a la forestal (23 %) comparado con el mismo
índice para la media provincial, la cual se sit~a en el
47,1 %.
Se tr'ata, pues, de un municipio fuertemente forestal en
cuanto a la calificación de su suelo, pero escasamente
arbolado, predominarido los er~ales a pastos y los mato-
rrales.
Hay, en Vega de Pas, tres montes consorciados con lCONA,
todos ellos de propiedad municipal:
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1
(:" I I
102.
tlMarroquín tl , repoblado en dos fases, la primera duran-
te el decenio 1951-60 en una superficie de 66 Has., y
la segunda durante el quinquenio 1966-70, en 50 Has.
tlDehesa, Fuente y Llano tl , en el que han sido repobla
das un total de 284 Has. durante los últimos cinco
años.
- tlGuzparras ti, que tiene 263 Has. repobladas durante los
cinco últimos años.
Se han registrado en el término municipal de Vega de Pas
28 incendios, correspondiendo 24 de ellos a los montes
consorciados y, los cuatro restantes, al monte IIPiridia
Garmas ll •
El monte mas afectado por los incendios, tanto en número
como en superficie, ha sido el denominado IlDehesa, Fuen-
te y Llano ll; en él, se han producido 19 incendios, que
han afectado a 73 Has. repobladas y 79 Has. rasas. En el
otro monte, catalogado como IIMarroquín ll , ha habido cua-
tro incendios y han quemado 2,5 Has. repobladas y 19 Has.
rasas; finalmente en IIGuzparras ll ha habido un único in-
cendio que ha afectado a matorral solamente.
Como puede verse, el ,numero de incendios que soporta
la IIDehesa ... 11 es muy elevado; de hecho es una de las
repoblaciones de la Cornisa Cantábrica que han sufrido
más intentos de quemas, revelando con ello la existencia
de un foco muy concreto de resistencia y descontento.
A pesar de que los montes de Vega de Pas están r'egistra-
dos como de propiedad municipal, fueron siempre aprove
chados por los vecinos del municipio como pastaderos para
-· i ~
1 •
_Jrr-
sus ganados, y dicen no haber pagado jamás canon alguno
por tal aprovechamiento. La administración municipal
pactó los consorcios en el año 1970 y, en ellos, exigía
103.
la creación de pastizales como compensación de los pas
tos que se perderían y la construcción de varias pistas
a los pueblos para aliviar los problemas de comunicaci~
nes. También los vecinos tomaron parte de las negociaci~
nes y dieron su beneplácito a las repoblaciones a cambio
de un permiso para roturar las zonas bajas del monte
"Dehesa, Fuente y Llano", colindantes con sus fincas.
La zona de monte que podría ser roturada y que deberia
quedar excluída de la repoblaci6n fue amojonada.
Los trabajos de repoblaci6n forestal comenzaron el año
1971, en ese monte, y no fueron plantadas las zonas re-
servadas a los vecinos; durante el año siguiente todos
los incendios afectaron a las zonas de matorral que ha
bían sido excluidos de la repoblación, con la intenci6n
de regenerar, en ellas, los pastos.
Los problemas comenzaron cuando los vecinos intentaron
llevar a cabo la roturación de monte para agrandar sus
fincas puesto que, al hacerlo, eran denunciados por oc~
pación arbitraria. Asi, en 1973, comenzaron los incen-
dios en las zonas repobladas y éstos aún continuán hoy.
Entre los vecinos existe una sensación de frustración
por los resultados del consorcio efectuado. La zona ex
cluida de la repoblación no puede ser pastada, por que
se prohibe la entrada a las ronas quemadas. Por otro la
do, de no ser quemadas tampoco podían ser pastadas. Ade-
mas, no se permite la roturación formal para convertir
las zonas en pastizales, ya que, los que se arriesgaron
a hacerlo, fueron denunciados por ocupación indebida.
"., . .. , . 104.
Tal conflicto ha desplazado la intencionalidad de los
incendios desde la zona de matorral a la zona plantada,
que es donde aparecen los últimos fuegos.
A esta fuente de conflictos se añade otra puesto que,
según parece, no han sido cumplidas todas las exigencias
pactadas en cuanto a construcción de pistas y aún no se
habilitado ningún pastizal público en el municipio.
Por otra parte, la vigilancia de los montes en Vega de
Pas y, en general, en toda la comarca pasiega, es part~
cularmente dificil dado el modo de vida de la mayoria
de los habitantes de la zona. Muchas familias mudan su
residencia varias veces al año, cambiando incluso de
t~rmino municipal, por lo que los caminos soportan un
continuo tránsito en todas las ~pocas del año.
3.5.7. San Pedro del Romeral
El municipio de San Pedro de Romeral está contiguo al .
de Vega de Pas y situado al Oeste del mismo. Comprende
los valles de dos cortos rios (Aldano y Troja) que son
afluentes del Pas por la izquierda, y cuyas cabeceras
se apoyan en la Cordillera Cant~brica, que marca la
frontera con Burgos. La superficie geogr~fica del muni-
cipio es de 5.730 hectáreas, y la superficie forestal
-bastante importante- se eleva a 3.249, lo que representa
el 56,7 % del total. La parte arbolada es de 1.448 Has.,
de manera que m~s de la mitad del terreno forestal no
está poblado.
En San Pedro del Romeral hay 3 montes consorciados con
lCONA, todos ellos inscritos como propiedad del Ayunta-
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miento; estos montes son:
"Río Troja ll , repoblado entre 1961 y 1970 en 446 Has.
"Aldano ll, repoblado entre 1966 y 1970 en 60 Has.
"El Ronquillo", repoblado entre 1966 y 1970 en 60 Has.
En el período de tiempo estudiado, en el municipio de
San Pedro solamente ha tenido lugar un incendio, que ocu
rrió en 1972.
La causa, fortuita, encontr6 el monte en condiciones ó~
timas para la combustión, después de unos días de hela
da (Diciembre) y posterior tiempo seco. El incendio se
inici6 en una zona desarbolada del monte IIAldano"; allí
quemaron 80 Hectáreas de matorral, pero después las
llamas entraron en la repoblaci6n y destruyeron 25 Has.
de Pinus Radiata. El incendio se propagó también a "Río
Troja", donde quemaron 6 Hectáreas. No se han encontra
do indicios de intencionalidad en este incendio y los
vecinos, cuando ocurrió, colaboraron en la extinción
sin reservas.
Como qUlera que este municipio es muy semejante, geogr~
fica y socialmente, a su vecino Vega de Pas, ha sido vi
sitado con ánimo de comparal' ambos, ya que, mientI'as en
la Vega de Pas existe un vivo problema de incendios in
tencionados, en este no se da tal cosa.
La diferencia de comportamiento de los habitantes de uno
y otro municipio se debe a la forma en que ha sido pla~
teada la repoblación forestal.
105.
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-----.---------------------------------~------------------------------------~
El consorcio de los montes de San Pedro del Romeral se
realizó con el conoc:iJniento previo de los vecinos de to
dos los pueblos del municipio. Estos, pusieron como co~
dición la creación de pastizales y la construcción de
pistas a las localidades carentes de ellas. El alcalde,
que llevo personalmente las gestiones, les exigió cola
boración en la realización de las mejoras que pedían.
Se creó así un clima de cooperación entre todos los ve-
cinos, que colaboraron sin excepción en el logro de ta-
les mejoras, unos con su trabajo personal y otros, si
no podían prestar aquél, con su participación económica.
De esta manera fue posible cumplir los compromisos esta
blecidos, y las repoblaciones gozan de popularidad, ya
que los vecinos ven en ellas una fuente de ingresos que
puede resolver la financiaci6n de muchos servicios comu
nes.
El clima creado persiste en la actualidad; hemos podido
comprobar que en la primavera de 1976, todos los pueblos
contaban con pista. de acceso, excepto uno de ellos, si
bien la pista a ~ste 61timo se encontraba en construc
ción. Por lo demás, se estaban realizando trabajos de
conservación en las existentes.
106.
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3.5.8. Riotuerto
Riotuerto es un municipio no muy extenso (3.220 heet~
reas) que ocupa el valle del rio Revilla, desde su naci
miento hasta su desembocadura en la derecha del rio Mie
ra. Sus límites se identifican prácticamente con los
del valle, cuya cabecera viene marcada por el puerto de
Alisas.
107.
La situaci6n del municipio en la provincia puede califi
carse de muy céntrica, poseyendo buenas comunicaciones
con la capital. Dado el car~cter montañoso de las lade
ras que limitan el municipio, y dada también su cercanía
de Santander, es lugar de excursiones frecuentes, aspe~
to que es necesario tener en cuenta ya que aumenta los
riesgos de incendios accidentales de manera considera
ble.
La mitad del municipio es terreno forestal (1.602 Hectá
reas). De éstas, únicamente est~n pobladas de especies
arb6reas, 649 Hect~reas.
Existen, en el municipio, dos montes consorciados con
lCONA, ambos registrados como propiedad municipal:
- El monte "Brenas ll , repoblado en dos ocasiones (1951
y l(nO); posee 207 hectáreas arboladas.
- El monte "Covadal y Cucivil ll , con 88 hectáreas plant~
das en el quinquenio 1951-55.
En Riotuerto solo se han producido tJ~es incendios, pero
dos de ellos -que afectaron al monte "Brenas ll- son muy
importantes por la extensión destruida. En conj unto fu€!-
ron destruidas mas de doscientas hectáreas arboladas y
6 ;;>0 h ' u ectareas de matorral-o El otro incendio habido afec
tó a una plantación privada y fue de escasa importancia.
Estos dos incendios no han sido intencionados, según to
das las versiones recogidas. Uno de los dos fue debido
a unos excursionistas que hicieron una hoguera cuyas
chispas tomaron cuerpO en un matorral cercano. La Causa
del otro se desconoce, pero nada induce a suponer que
haya sido prendido con intención de destruir los pinos,
ya que no se ha podido detectar animadversión hacia la
zona repoblada. Lo que sí es fácil de advertir es la to
tal indiferencia hacia los fuegos. El bosque municipal
es considerado como algo totalmente ajeno a la comuni
dad; la gente no parece tener interés alguno en colabo-
rar en la extinción de un incendio, porque afecta a
unos bienes en que no participan. Este desinterés es
uno de los causantes del gran incremento que han llega
do a tener los fuegos, aSl como las favorables condicio
nes meteorológicas.
El municipio consta de dos partes fácilmente diferencia
bles. Una de ellas, la parte baja del valle, en la vega
del rio, vive dedicada a la explotación ganadera
siva, enfocada hacia la producción láctea.
inten
La otra parte del municipio, las laderas "de la cabecera
del valle, está muy poco poblada y los vecinos practi
can una ganadería de cría o recría de animales de raza
frisona para vida; este ganado pasa parte de Sj.l tiempo
en libertad, si bien existen abundantes terrenos desar
balados para ello.
En cualquier caso, la economía privada de unos y otros
108.
L
109.
es bastante independiente de los terrenos municipales fa
restales. Pero, además, en ese desinterés hay que intr~
ducir, como variable, el descontento y la apatía mostr~
do por los vecinos hacia la administración municipal,
cuyo funcionamiento les resulta tan ajeno como el pro
pio incendio del monte.
3.5.9. Medio Cudeyo
El municipio de Medio Cudeyo está situado en la margen
izquierda del río Miera en la zona baja de su curso,
ocupando las vertientes Norte y Este de la Peña Cabarga.
Tiene una extensión de 2.720 Has. y la superficie fores
tal del municipio es de 1.049 Has. Tiene 945 Has. arbola
das, lo que representa el 90,1 % de la superficie fores-
tal.
En Medio Cudeyo hay dos montes consorciados con lCONA:
- "Cabarga", perteneciente a la Junta Vecinal de San Vi-
tares, repoblado con posterioridad a 1966 en 84 Has.
"Cotillo y Cabarga", perteneciente a la Junta Vecinal I
de Sobremazas, repoblado durante la misma ~poca que
el anterior en 90 Has.
Las juntas vecinales de los dos pueblos a®linistran sus
montes sin problemas destacables.
Se han producido en Medio Cudeyo 8 incendios durante
el periodo de tiempo considerado. Corresponden 5 incen
dios a los montes consorciados, en los que han sido afec
tadas 20 Has. de Pinus Radiata y Eucaliptus Globulus.
No se ha podido detectar ningún problema especial que
fuera susceptible de provocar incendios intencionados.
Los incendios , según todas las apreciaciones que hemos
110.
podido recocrer <=> , se deben a la afluencia de visitantes y
excursionistas que acuden a la Peña Cabarga, hasta cuya
cima llega la carretera. En efecto, la afluencia de vi
sitantes es muy intensa, dada la proximidad de la capi
tal de la provincia.
3.5.10. Liérganes
El municipio de Liérganes, situado en la cuenca del río
Miera, tiene una superficie geográfica de 3.760 Has; su
superficie forestal es de 1.423 Has., poseyendo 943 Has.
pobladas de árboles, lo cual representa el 66,3 % de la
superficie forestal. La mayor parte de la poblaci6n del
municipio tiene su residencia en la vega del ~io; los
pueblos altos, situados en las -laderas, están siendo
abandonados progresivamente, por las duras condiciones
en que se ven obligados a vivir.
Hay en Liérganes dos montes consorciados con lCONA: Uno
de ellos, catalogado con el nombre de "Cabarga l1, perte
nece a la Junta Vecinal de Pamanes y no ha sido repobl~
do. El otro, 11 Cueto Calga r l1, es propiedad del Ayunta
miento, y tiene 73 Has. repobladas. La repoblación efe~
tuada por lCONA en este monte es reciente, ya que 63 Has.
fuel'on plantadas en el último decenio. El monte Cueto
Calgar tiene también una zona consorciada con SNlACE,
que ha sido repoblada con eucaliptos por esta sociedad.
Se han registrado en Liérganes ocho incendios durante
el período de tiempo considerado. Dos de ellos se pro-
lo-
dujeron en el monte IICabarga ll y han afectado a 156 Has.
de matorral. Los seis incendios restantes corresponden
al monte "Cueto Calgar ll •
111.
La zona repoblada en este monte está próxima a tres pu~
blos (La Quieva, Las Porquerizas y La Pereda) que se han
visto muy afectados par la repoblación. Los vecinos de
estos pueblos -tenían ganado de montaña que aprovechaba
los pastos forestales. La disminución de ~as superfi
cies utilizadas para pasto ha obligado a muchas fami
lias ganaderas a emigrar ya que, a parte de la reducción
de recursos, los pueblos no contaban con servicios de
ningún tipo, ni siquiera electricidad, y su comunica
ción con el resto del municipio se realiza a6n hoy por
caminos de Carro.
Quedan sin embargo algunos vecinos -uno solamente en las
Porquerizas-que continúan con el ganado. El aludido de
las Porquerizas posee 5 vacas madres y no menos de diez
en cria o recría. También, los vecinos que han abando-
nado los pueblos altos y se han afincado en el valle,
siguen atendiendo las praderías del monte. Unos y otros
mantienen las vacas madres en las fincas y dejan a los
animales jóvenes en completa libertad en el monte.
Los incendios que se producen en la zona son provocados
por los ganaderos con el fin de regenerar los pastos:
IIsi de paso -comentó un vecino- quema alg6n pino, más
pasto tendrán las jatas ll •
El problema viene determinado, pues, por la costwnbre
ancestral de quemar matorral para favorecer el creci
miento de las gramineas, problema que hemos encontrado,
y frecuentemente,en muchos de los municipios montañosos
112.
de Asturias y Santander.
3.5.11. Soba
El municipio de Soba ocupa las· cabeceras de las cuencas
de los ríos Asón y Miera; está situado en el sureste de
la provincia y accidentado por la Cordillera Cantábrica
y sus estribaciones, la cual separa el municipio de la
provincia limítrofe de Burgos. A causa de la presencia
de la Cordillera Cantábrica y otros macizos, como Peñas
Rocias, el municipio resulta muy accidentado, por lo
que una gran parte de su superficie es forestal. La su
perficie forestal mencionada mide 13.862 Has. y repre
senta el 64,6 % de la superficie total municipal. La
superficie forestal se encuentra mal aprovechada ya que
dos terceras partes de la misma no están cubiertas de
arbolado. La superficie arbolada tiene una extensión de
4.156 Hectáreas.
El municipio se encuentra dividido por los maClZOS mon
tañosos que antes reseñabamos, y asi podemos considerar
lo dividido en tres zonas:
La primera de ellas es el valle del río Candara ju~
to con una numerosa serie de valles afluentes del
mismo. Esta zona se cierra al Sur por la Cordillera
Cantábrica y al Norte por el Macizo de Peñas Rocias.
Es la zona más habitada del .municipio, encontrándose
allí la capital municipal. También aquí se encuentran
la mayor parte de los montes consoFciados como IICub.:!:.
lla y el Poz.o 11, 11 Fuente P rovedo 11, 11 Llándia 11, 1IJ-10nte
Hoyosll, etc.
L
La segunda ZOn 1 a es a cabecera del valle del río Asón, desde su . naclmiento; es un valle estrecho y p~
ca poblado, limitado al Este y al Oeste por sendas
estribaciones de la Cordillera cantábrica (con más
de 1.200 metros de altura) y al Shr por la propia
Cordillera.
La tercera zona es la vertiente Oeste del IICollado
de los Lobos ll y del "Alto de la Mina". Esta zona no
tiene comunicación rodada directa con el resto del
munidpio, y los pasos y caminos practicables deben
rebasar los 1.200 metros de altitud. En estas condi
ciones, esta zona vive prácticamente aislada del res
to del municipio.
113.
En Soba se han registrado muchos incendios (36 en total,
dentro del período de estudio), pero casi todos ellos
son incendios de matorral.
Se encuentran en ese CasO 34, que han afectado a los
montes situados en la zona anteriormente descrita en
primer lugar, es decir, en el valle del río Candara o
en el de alguno de sus afluentes. Los incendios ocurri
dos aquí no han afectado nunca a los árboles, y su cau
sa ha sido siempre la eliminación del matorral para m~
jorar las condiciones pastables de las laderas. En el
valle del río Candara existen muchas explotaciones ex-
tensivas con el ganado en libertad; el problema es,
pues, similar a otras zonas de Santander, y su gravedad
se ve minimizada por el hecho de que no hayan sido da-
ñadas las zonas arboladas.
Los otros dos incendios han tenido lugar en la tercera
zona de las descritas, Y presentan otras característi-
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caso Se han producido en el monte I1Formosa y Montosa l1 ,
y afectaron, en las dos ocasiones, a la repoblación
realizada en él. Este monte fue repoblado recientemente
y, en el consorcio, se habia estipulado como condición
la construcción de una pista que enlazase los pueblos
con la carretera local de Liérganes al Portillo de Luna
da. Fue iniciada la construcción de la pista, pero se
paralizaron sus obras a pesar de todas las protestas y
reclamaciones de los vecinos. El monte sufrió, como
consecuencia de tales descontentos, dos incendios (du-
114.
rante el año 1975) que afectaron a 23 de las Has. re
pobladas y, posteriormente, habiendo sido cerrado el pe
ríodo de información estadística de este estudio, se
produjo otro incendio más que destruyó el resto de la
repoblación.
3.5.12. Valderredible
El municipio de Valderredible está situado en el valle
del río Ebro y tiene una superficie geográfica de
29.400 Has., siendo el más extenso de la Provincia de
Santander. La superficie forestal del municipio es de
17.887 Has.,que representa el 61,1 J{, de la superficie
total. La superficie arbolada, de 7.013 Has., ocupa
el 38,9 % de la forestal.
Se trata, como se desprende en estas cifras, de un mu
nicipio en que predomina el matorral y el monte bajo,
puesto que dos terceras partes, aproximadamente, de la
superf icie for-estal no están arboladas. Las extensio
nes desarboladas son de propiedad com~n y se emplean
como pastaderos para ganado r~stico, que es el que se
crla en el municipio.
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115.
En Valderredible hay 30 montes cunsorciados, habiéndose
llevado a cabo repoblaci6n forestal en 20 de ellos. La
labor de repoblación comenz6 en el municipio hacia el
año 1956, y continuación realizándose en la actualidad
habiéndose logrado en una superficie de 2.795 Has. Da
das las características c.limáticas del municipio, la
repoblaci6n se lleva a cabo con la especie Pinus Sil-
vestris.
Todos los montes consorciados son administI~ados por las
Juntas Vecinales de los pueblos a los que corresponde
el aprovechamiento del monte.
Se han producido en Valderredible 59 incendios durante
el período de tiempo considerado. Se han iniciado 25 en
montes consorciados y 34 en montes no consorciados. En
los montes consorciados se han visto afectadas 19 Has.
de bosque, de las que solamente 9 estaban constituidas
por pinos, correspondiendo el resto a roble tocio de
corta edad. En cuanto a los incendios iniciados en mon-
tes no consorciados, ~stos afectaron a 25 Has. de arbo-
lado, constituido por roble tocio, también en general
de escaSa edad. En el total de los incendios han que-
mado 1.053 Has. de matorral.
Vemos, pues, que, a pesar del elevado numerO de incen-
dios ocurridos (59) los daños producidos a lhs pinos
repoblados han sido mínimos, ya que solamente se quem~
ron nueve hect~reas de los mismos. Ello indica claramen
te, y asi hemos podido comprobarlo en las conversacio
nes mantenidas, que los incendios se dirigen intenci,on~
damente a la quema de matorral para regenerar el pasto,
siguiendo su costumbre ancestral. Las quemas provocadas
se distribuyen de manera que ningún monte ha sufrido
~.~: .~: "rí .. ;, ~;ar:·~·· , . ";'
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--------------------------------------------------------------------------------~ 116.
mas de dos incendios en el período considerado, lo que
revela que no hay intencionalidad exclusiva dirigida a
ninguno de ellos en particular (como ocurría, por tomar
ejemplos claros, en Piloña donde un mismo monte fue que
mado 14 veces en dos años, o en Onís, donde una cuesta
se prendió seis veces en cuatro meses).
En Valderredible, cuando un monte ha sido quemado, no
vuelve a ser prendido intencionadamente hasta que el
matorral no vuelva a invadirlo. El problema est~ en
que los vecinos realizan sin permiso las quemas, furti
vamente.
La economía de Valderredible depende casi exclusivamen
te de la agricultura y de la ganadería. En la actuali-
dad se cultivan solamente las tierras situadas 6n las
vegas de los rios que est~n dedicadas a la produccibn
de forrajes y a cultivos para consumo humano. Los fo-
rrajes se henifican para alimentación del ganado en
los meses invernales; y este ganado, durante el período
de vegetación activa, se mantiene con los pastos fo-
restales.
Todos los días uno o dos vecinos de cada pueblo sacan
al pasto las reses de todos los vecinos, y vuelven al
pueblo al atardecer~ Cuando las zonaS de pastoreo se
invaden de malas hierbas o de matorral, regeneran por
si mismas buen pasto después de las quemas, que los
vecinos provocan con este fin.
La población de Valderl~edii:ll.e ha disminuido fuertemen
te habiendo pasado de 6.245 .habitantes, en 1950, a
2.152, en 1975.
," .........
117.
La tendencia al despoblacimiento, es previsible que co~
tinue en el futuro. Como consecuencia de ello y, sobre
todo teniendo en cuenta que son los pueblos altos y
mal comunicados los que pierden mas población, los ha
bitantes del municipio dependerán cada vez menos del
monte. Esto permite prever que disminuirá el número de
incendios en el municipio, aunque convendría fomentar
las quemas controladas de matorral para salvaguardar
las repoblaciones actuales y las que sin duda se reali
zarán en los sucesivo.
Las repoblaciones de coníferas no son mal miradas por
las gentes, ya que, en los dos casas en que han sido
afectadas por el fuego, la colaboración de los vecinos
en la extinción ha sido excelente.
Aprovechando esta buena disposición Y las buenas rela
ciones que la Guardería Forestal mantiene con los veci
nos no sería muy difícil llevar a cabo el control to
tal de las quemas.
RESl~EN y CONCLUSIONES
'.
118.
4. RESUMEN Y CONCLUSIONES
4.1. LAS PECULIARES CONDICIONES DIFERENCIALES DE LAS PRO
VINCIAS ESTUDIADAS
Respecto a sUs características naturales o geográficas)
la Cornisa Cantábrica (que ha constituido el ámbito de
la investigación) es un conjunto homogéneo pero, por
sus circunstancias sociales e históricas, muestra f~er
tes diferencias. Desde el punto de vista forestal inte
resa establecer, por lo menos, una división entre el
País Vasco y el resto.
En el País Vasco, el monte es de propiedad particular
-por regla general- y los consorcios estatales se han
establecido en escasa medida. En el resto del Cantábri
co, en cambio, la modalidad del bosque municipal consor
ciado es mucho más frecuente, particularmente en Astu
rias. Los problemas que el consorcio forestal presenta
en Asturias y en Santander no se dan en el País Vasco:
Asturias y Santander registran, en algunos puntos que
hemos estudiado, un sistemático ataque a los montes su
jetos a consorcio.
Para visualizar la incidencia diferencial que tienen
las destrucciones dirigidas al bosque consorciado en ca
da una de las provincias de estudio, incluimos el cua
dro siguiente. Recogemos en él, en términos absolutos,
119.
las h t' ec areas de bosque quemadas ep consorcio, las hec-
táreas destruídas en bosques no consorciados, el total
de ambas clases y el porcentaje de superficie consor
ciada y destruida sobre dicho total. Como puede obser
varse, los porcentajes son superiores al 70 % en Astu
rias y Santander, e inferiores al 40 % en el País Vas-
co.
Cuadro nQ 4.1.
SUPERFICIE DE BOSQUE QUEMADA SEGUN PROVINCIAS
a b c Has. quemadas Has.quemadas
% en bosques en bosques no Has. quemadas
conso rc ia dos consorciados en total a/c ------------ ------------ ------------ -----
Asturias 6.787 1. 369 8.156 83,2
Santander 2.974 1.129 4.103 72, 5
Vizcaya 765 1. 257 2.022 37,8
{* (1.109) (287) (1. 396) (79,4) Guipúzcoa
139 287 426 32, 6 ** (*) y (**) Dcibemos hacer una consideracion ya que el caso
de Guipúzcoa presenta caracteres especiales.En Guipúzcoa, uno de los incendios más importantes ha ocurrido en un monte consorciado; se trata del 'IJaizkíbel ll , plantación muy extensa, cerca da e, inclus~ cruzada por carreteras, situada entre importantes núcleos urbanos y objetivo de excursión en domingos y fiestas. En estas condiciones, dicho monte corre unos riesgos que no son habituales en los demás mont~s. El incendio puede haber sido fortuito (existen pro babilidades suficientes para ello) o puede h~ ber sido provocado, pero resulta imposible encontrar el~otivo entre los miles de personas que lo cruzan o que viv~n en sus cercanias;C~ mo otros montes semi-urbanos (11 Peña Ca ba rga 11 , en Santander; 11 Na rancoll, en Ov iedo; 11 Igueldo 11, en San Sebastián) el ~aizkibe~ soporta riesgos que lo convierten en un Caso especial dentro de los demás. Por ello, en el cuadro nº 6.1. hemos da
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, ,
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..
_ ----------------________________________________________ ~V?
-120.
El cuadro es bien expresivo en cuanto al hecho de que la
gravedad del problema que suscitan los consorcios crece
desde el Este hacia el Oeste. Guipúzcoa, si exceptuamos
el "Jaizkíbel ll , es la provincia que presenta más bajos
índices de incendios. En dicha provincia se produjo
otro importante incendio dentro del período estudiado;
ocurrió en Escoriaza, pero no había sido originado allí
sino que procedía de Alava, de otro monte limítrofe. To
dos los demás son incendios de pequeña cuantía. La pr~
cedencia extraprovincia l del segundo incendio en Dnpor
tancia nos confirma la ausencia de problemas graves.
Tratándose de una provincia muy poblada y con una supe~
ficie forestal importantísima, de la que la mayor parte
pertenece al régimen privado, la situación no resulta
alarmante. Otro tanto podría decirse de Vizcaya: los ries
gos de incendios son múltiples en ambas provincias por
la elevada densidad de población y por el grado de ~rba
nización que poseen; tales contingencias tienen que ser
atajadas con medidas y precauciones técnicas ya que,
dadas las circunstancias de la zona~ parece difícil que
puedan ser evitadas totalmente.
En Vizcaya, los mas importantes focos de incendios se
localizan en las zonas superpobladas cercanaS a la ca-
pital: municipios como Abanto y Ciérvana, Sopelana y
Musques son los que más hectáreas tienen destruídas por
el fuego, particularmente el último de los mencionados
(Husques) que ocupa el primer lugar provincial por' este
concepto. En tales condiciones, es difícil establecer,
... / do dos filas de cifras para Guipúzcoa, una de ellas incluye el IIJaizkíbel" (->.-) y otra lo excluye (~:-~:-)
Nuestros comentarios se refieren a estas últimas cifras.
12l.
entre las variadas causas posibles~ la que se da en ca
da Caso. Los incendios son más frecuentes en dias festi
vas -por la afluencia de excursionistas- o tienen ori-
gen, otras veces, en escombreras, basureros en ignición,
líneas eléctricas, ferrocarriles, carreteras etc.
La quema fortuita de bosque es un accidente que puede
surgir incluso sin la presencia humana; no obstante, es
evidente que se producen preferentemente en zonaS habi-
tadas, de manera los incendios se distribuyen en rela
ción directa a la densidad de población y al tráfico de
las carreteras cerCanas a los montes. En cada una de
las cuatro provincias estudiadas existen zonas de peli-
gro con incendios frecuentes, en razón a los riesgos de-
rivados de la densidad de población: el antes menciona-
do "Jaizkíbel" -en Guipúzcoa-, los montes incluidos en
el término de Bilbao (como "Archanda"))' municipios pr6-
ximos (t-1usques, Sopelana, etc.), " Peña Ca ba rga 11 - en H~
dio Cudeyo, cerca de Santander- y los montes del muni-
cipio de Llanera o la Sierra del "Naranco" -cerca de
Oviedo-.
Las quemas accidentales presentan en Vizcaya un alto
grado de incidencia, en raz6n a que la provincia es la
más densamente poblada de todas las de la Cornisa Cantá
brica (Vizcaya: 539 habitantes/ Km2
, en 1975; Guipúzcoa:
354; Asturias: 100; Santander: 90). Si se considera co
mo un conjunto a Bilbao, sus municipios limítrofes y
los tres municipios que cruza la carretera N- 634 entre
Santander y la Capital, dentro de este conjunto de mu-
nicipios se da el 45 % de los incendios. Estas grandes
aglomeraciones humanas e industriales, cruzadas por vías
férreas, líneas eléctricas y carreteras, todo ello ade
mas afectado por la dispersión que caracteriza el hábi-
122.
tat cantábrico, suponen un peligro de accidente muy su
perior al de las áreas rurales de la montaña de Santan
der o de Asturias.
Debe mencionarse, no obstante, que está presente igua!
mente en Viecaya otro problema que afecta a las zonaS
vecinas a Santander y Alava, en los límites Sur y Oes
te de la provincia. Municipios como Miravalles, Valma
seda o Carranza marcan la transici6n del Pais Vasco ha-
cla las tierras montañesas y, en ellos, se conservan
aún las primitivas características rurales y ganaderas.
Por esta causa, en esta zona se da un apreciable nÚlne-
ro de incendios de matorral, provocado por mejorar la
calidad de los pastos de las laderas desarboladas; esta
práctica, tan frecuente en Santander y Asturias, orig~
na accidentes corno ha ocurrido, por ejemplo, en Valma-
seda, donde han llegado a quemar más de cien hectáreas
de bosque.
Las provincias de Asturias y Santander presentan, corno
caracteristica diferencial, el hecho probado y frecue~
te de los incendios intencionados. Esta conducta no es
general, puesto que existen muchos municipios y muchos
bosques espl~ndidos que no han sufrido nunca atentados
de ese tipo. El problema se concentra en algunos puntos
conflictivos, en los que se dan circunstancias peculia-
res- que hemos ido estudiando a lo largo del tercer ca
pitulo-. Los incendios intencionales pueden afectar al
matorral existente, al bosque, o a ambos.
La provincia de Santander es, entre las que componen
la zona de estudio, aquella en que la práctica de que
mar matorral tiene mayor intensidad y vigencia. Las ex
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123.
tensas zonas desarboladas del valle del Ebro (Valderre
dible, Valdeolea y Valdeprado del Rio), la comarca Tu
danca-Cabuérniga y los valles de Soba, Ruesga y l>1iera,
son quemadas habitualmente desde siempre. Si dividimos
la superficie poblada de erial entre la superficie pr~
vincial, obtenemos un indice que clasifi.ca las cuatro
provincias de esta forma.
Cuadro nº 6.2.
PORCENTAJE DE SUPERFICIE DESARBOLADA Y QU~~DA EN
RELACION A LA SUPERFICIE GEOGR~FICA
Santander · · · · · . . · · .. . . . .. 1,69 %
Asturias . · · . · ... · · ..... . 1,27 %
Vizcaya . . · · · · · · . · · ... ... O, 67 %
Guipúzcoa 0,26 at · · · · · · .. · · ... . . . . ¡o
Se echa de ver, de nuevo, la neta diferenciación entre
el Pais Vasco y el resto, en el aspecto que hemos mencio
nado, pudiendo comprobarse como, en efecto, es Santan-
der la p rov inc ia donde esta costwllbre está más arra i-
gada.
No obstante, en Asturias existen zonas muy amplias do~
de la práctica es extraordinariamente común; el occi-
dente interior (Cangas de Narcea, Ibias, Allande y Ti
neo) es un territorio donde tal práctica fue y sigue
siendo común; lo mismo puede decirse de otras zonas
montañosas como Piloña. La práctica tiende a la dism~
nución, en parte por la vigilancia y en parte por la
presencia de pinos, sobre los cuales vienen a incidir
ahora los incendios que antes afectaban al erial.
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124.
Las quemas de matorral pueden originar daños de más o
menos consideración en la eco logia de la zona, provoca~
do además una degradación progresiva del suelo. Empero,
desde el punto de vista económico carecen de importan
cia si se limitan a destruir únicamente malezas sin va
lar. El problema económico real reside, por supuesto,
en la destrucci6n del arbolado.
Dentro de los incendios que destruyen bosque, son part~
cularmente dolorosos aquellos cuya causa es plenamente
intencionada. Estos incendios, que se han examinado a
lo largo del capítulo tercero en sus puntos de inci-
dencia más significativos, responden a un conjunto de
causas que han podido ser detectadas a través del aná
lisis sociológico y del trabajo de campo.
Ast,urias posee un buen número de focos de incendios pI~~
vacados, como resultado de una serie de circunstancias
históricas, sociales y políticas. La quema se dirige
preferentemente a los montes consorciados (Ver cuadro
nQ 6.1 de este mismo capítulo), montes cuya propiedad,
antes comunal, se encuentra registrada ahora a nombre
de un Ayuntamiento; los focos de incendios provocados
se extienden por toda la provincia: los hay en Dcciden
te (como Ibias o Tineo), en el centro (como Aller o
Mieres), hacia el Este y en el interior(como Piloña), o
en la costa oriental (como Llanes).
Sin pretender minlinizar el problema, Santander presenta
muchos menos focos conflictivos, y los que hay arrojan
un balance de destrucciones menor; no obstante, es ne
cesario prestar atención a puntos como Selaya, Liérganes
o Vega de Pas, municipio este último donde un solo mon
te ("Dehesa, Fuente y Llano") totaliza 19 incendios in
.--
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125 .
cendios intencionados en menos de tres años.
Como hemos dicho, pese a estos problemas, la situación
general de Santander, en cuanto a incendios intencion~
dos se refiere, es sensiblemente mejor que la de Asturias.
La mayor tolerancia que se ha tenido con las Juntas Ve
cinales es una de las causas que explican esa diferen
cia.
Como resumen general, en el apartado siguiente se co
mentaran las causas principales que se han juzgado sus
ceptibles de inducir incendios, bien entendido que ta
les causas -que se glosarán separadamente- pueden apa
recer, en cada caso, asociadas entre sí o aisladas, en
combinaciones que son propias de cada punto conflicti-
vo.
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126.
4.2. LAS CAUSAS DE LOS INCENDIOS INTENCIONADOS
4.2.1. Conflictos de propiedad
Los conflictos sobre la propiedad y el usufructo de los
montes se describen aqui en base a las observaciones re
cogidas directamerite en las ',localidades encuestadas.
No se utilizará en la exposición una terminologia juri
dico-técnica estricta, sino que se tratará de reflejar
estados de opinión, sin prejuzgar los resultados que
podr{a arrojar el estudio juridico de las propiedades y
de los usufructos.
En Asturias (yen menor medida en Santander) cada parr~
quia suele tener uno o varios montes comunales. El dere
cho al usufructo del monte se remonta a uno o varios si
gloso A veces, existe documentación sobre la propiedad
(como en el caso del Sueve), otras veces la propiedad
es meramente consuetudinaria (como en Barcia-Luarca),
en ocasiones la propiedad comunal procede de un IIforo"
que fue redimido por los vecinos (como sucede en Tineo)
o que fue simplemente abandonado a sus usufructuarios,
existen casos en los que la propiedad comunal procede
de la desamortización de grandes fundos, etc.
Algunos ayuntamientos, en estos últimos cuarenta años,
han registrado esos montes comunales como si fueran bi~
nes propios; la inscripción se ha realizado sin conoci
miento de los vecinos. M~s tarde, los montes se consor-
Claron con el P.F.E.
Pa ra lelamente, las Juntas Vecinal es que administra ban
esos montes fueron disueltas, prohibidas o privadas de
sus atribuciones (el fenómeno es casi general en Astu-
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127.
rlas, aunque existen algunas o excepclones; en Santander,
en cambio, no han desaparecido).
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punto de vista munic1.°pal, ya 1 A o b que os yuntam1.entos usc~
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en el consorcio fuentes de ingresos; pero los veci
desean para ellos también esas fuentes de ingresos.
El monte, consorciado en las condiciones comentadas, ori
glna a los vecinos inconvenientes (limitaciones al pas-
toreo, multas, etc) b O d 't 1 . y, a cam 1.0 e es os, no es repo~
ta ventaja alguna, ya que el producto de la corta va a
parar a las arcas municipales. Existen reclamaciones
para quedarse con parte de ese dinero, con el fin de
destinarlo a obras comunes; debe tenerse en cuenta que
los afectados por las repoblaciones son pequeños pue
blos de montaña, de bajo nivel de vida, situados en zO
nas deprimidas y sin servicios públicos de ningún tipo
(muchas veces, sin agua, sin teléfono, sin carretera o
con carretera pésima, etc.). Es opinión muy común que
ese dinero, procedente de unas repoblaciones que han
perjudicado al pueblo, va a beneficiar a los habitan
tes de la capital municipal (tambi~n hemos encontrado
acusaciones de corrupción en algunos municipios: en
ciertas localidades los vecinos piensan que el produc-
to de la madera pasará, en parte, a incrementar la fOJ~
tuna de cierto personal municipal).
Ante todo esto, existe la posibilidad de que los veci
nos entablen proceso contra el Ayuntamiento para recti
ficar la inscripción en el Registro de la Propiedad. Pe
ro el juicio es largo y difícil: el campesino siente
temor ante los trámites de la justicia, no existen per
sanas con autoridad ni capacidad para iniciar los trámi
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12~L
tes, o bien no existen papeles en que apoyar la deman
da -puesto que muchos montes son comunales s610 consue
tudinariamente-.
La inscripción y posterior consorcio fue hecha hace ya
muchos años (la mayor parte de los casos, entre 1940 y
1955). En el momento de la repoblación se produjeron en
frentamientos graves, en los que a veces se hubo de re
currir al empleo de la fuerza pública. Pasados los años,
el problema entró en una fase menos virulenta. El recru
decimiento actual obedece a causas diversas: por un la
do, como causa general, la progresiva concienciación so
cial que, aunque de manera limitada, ha afectado al
campo; el campesino se siente irritado y reacciona an
te lo que considera usurpaciones; como causas más esp~
cíficas, la comprobación de que es imposible obtener
participación alguna en las cortas realizadas, y de que
estas cortas no les benefician en absoluto (como en
Ibias, Tineo o Llanes), también la renovación de la ac
tividad repobladora (como en Onís, Piloña o, también,
Llanes), el incumplimiento de determinadas condiciones
pactadas (como en IIFormosa ll , Soba,o en IIDehesa Fuente y
Llano!l, Vega de Pas).
En este contexto, el Patrimonio Forestal -antes- e
ICONA -ahora- suelen aparecer ante los ojos de los ve
cinos como aliados en la usurpación, y la mala fama que
pueda corresponder a la Administración municipal II c on
tamina¡r a ICONA.
Es frecuente, ante esta situación descrita, que las .
autoridades municipales tengan reacciones totalmente
inadecuadas -si bien, no insólitas-: así se han podido
recoger declaraciones de Alcaldes o Secretarios munici
pales en las que se mostraban partidarios, para solu
cionar las reclamaciones populares, de recurrir a una
intensificación extraordinaria de la actuación de la
Guardia Civil, recurriendo a medidas duras, indiscrimi
nadas e intimidadoras.
Por supuesto, no todos los municipios son iguales. En
Onís, como vimos en su lugar, la Corporación Municipal
ha solicitado la rescisión del Consorcio Forestal, a
fin de que el monté recupere sus funciones anteriores,
pero las peticiones no se han atendido.
4.2.2. Desinterés por las plantaciones
129.
Con independencia de que las plantaciones se hayan efe~
tuado de manera conflictiva, hay ocasiones en que los
pueblos cercanos evolucionaron de tal manera que ya no
necesitan (o no necesitan demasiado) los beneficios de
la plantación. Puede darse el caso de que los vecinos
no ataquen una plantación municipal -aunque consideren
que el terreno es usurpado- pero, si eSa plantación su¡
fre un accidente, los vecinos no acuden a apagarlo, con
lo cual el incendio se agrava extraordinariamente.
Se dan casos en que los vecinos no han prendido el mo~
te pero ven con indiferencia el hecho y no dan parte
del mismo, de manera que sólo es descubierto cuando las
llamas han adquirido un incremento enorme; para ento~
ces, los cabezas de familia se han ausentado, ya que no
desean participar en la extinción, que les es totalmente
ajena.
Repoblar a espaldas de los vecinos en sus propios te-
rrenos significa, por lo menos, no contar con su cola-
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130.
boración; a causa de ello, los incendios afectan a gra~
des extensiones ( p. e., en Riotue rto) .
4.2.3. La política municipal
Es necesario mencionar, como con causa de los incendios~
o, al menos, como agravante de otras, la política muni
cipal.
La política local, en algunos municipios, ha sido in
justa, centralista -a su nivel- y caciquil, y ha gene
rado descontentos palpables. Es f~ecuente que ~as pequ~
ñas comunidades aisladas en el monte no sientan al Ayu~
tamiento como una entidad que los defiendayapoye, sino
como un organ ismo extraño, que ca bI'a impuestos a cambio
de nada. No es raro que los pueblos se proporcionen a
Sl mismos, con sus ahorros y con su propio trabajo per-
sonal, servicios que en la capital municipal cQrren a
cargo del Ayuntamiento (así luz eléctrica, alumbrado
público, agua, carretera, etc.). La conciencia de que
el Ayuntamiento no les hará ninguna obra (o se la hará
con cicatería, después de agotar meses o años en peti-
ciones) contribuye a endurecer la oposici6n a la repo
blación municipal.
Una administración que fuese sentida solidariamente pOI'
todos, probablemente eluninaría ese recelo que existe
en los pueblos hacia el Ayuntam iento (11 Nos ocupan el
monte, nos quitan los pastos, se llevan los pinos ~
cuando necesitamos una traída de agua, tenemos que pa
ga rla nosotros 11) •
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4.2.4. Deficiente planificación de las plantaciones
Aún contando con todo lo anterior, los problemas se hu
biesen minimizado si las plantaciones se hubiesen hecho
previo un profundo estudio de la vocación natural de
los terrenos, dentro del marco de una ordenación inte
gral adecuada que tomara en consideración, además, las
necesidades de la cabaña ganadera actual o futura.
En prLmer lugar, hubiese sido necesario decidir si la
superficie a plantar dejaba libre una extensión sufi
ciente de suelo para la ganadería existente; ha habido
casos en que parece que se ha repoblado demasiado, como
por ejemplo en Selaya o en Ibias, p.e. En esos y otros
municipios la plantación ocupa un espacio excesivo que
ha forzado el abandono de la ganadería y el éxodo ine-
vitable.
Otras veces, las plantaciones han buscado los lugares
de más fácil acceso sin atender a otros criterios.
Existen pinos, por ejemplo, en mesetas o planicies
elevadas que, por asentarse en terrenos hercinianos su
mamente desgastados por la erosión y con escasa poten
cia de tierra, y por estar adem;s batidos por los vie~
tos, no presentan condiciones adecuadas al arbolado.
En ciertos montes del occidente asturiano existen pla~
taciones cuyos pinos, en veinte años, no alcanzan los
tres metros de altura. Y, precisamente, esos pinos es
tán ocupando el terreno de posibles pastizales que al
gunos vecinos reclaman sin éxito.
Otras veces se plantan terrenos adecuados para pinos,
pero cercanos a los n~cleos de población, utilizando
13~.
terrenos comunes muy cómodos para el uso de los vecinos.
En cambio, se dejan sin plantar terrenos igualmente bu~
nos, pero sumamente alejados. Los vecinos, que siempre
habían usado sus pastos comunes cercanos, se ven oblig~
dos a desplazarse en busca de otros pastos. En general,
toda plantación, si está demasiado próxima a las casaS
(y hay ocasiones en que los pinos distan menos de tres
metros de ellas) irrita extraordinariamente a los veci
nos, si bien esos pinos tan cercanos no suelen ser ata
cados por el peligro que supondría un incendio en esaS
condiciones. Aparte de la incomodidad de tener los pa~
taderos cercanos ocupados, los vecinos se quejan porque
los animales tienen más fácil acceso hasta el pueblo y
sus cultivos (a través del bosque)] y de que estos mis-
mas cultivos se empobrecen por la sombra del bosque y
por la degradación de la tierra cercana a los pinos.
También ocurre, a veces, que se ocupan terrenos los cu~
les, si bien puedcin producir pinos y no están cercanos
al pueblo, han tenido de siempre una dedicación pecua-
ria importante. Es frecuente que los deseos de los ve
cinos (en el sentido de señalar que zonaS deberían res
petarse y que zonaS podrían plantarse sin provocar con
flictos) no sean seguidos; y si, en su momento, no se
siguieron las indicaciones de los vecinos, en la actua
lidad tampoco se les hace casa si pretenden cambiar las
condiciones del consor'cio. En ese sentido, no hay ant~
cedentes -o no han sido encontrados- de rectificación
de errores.
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4.2.5. La actuación de los guardas forestales
La guardería forestal puede desempeñar un papel impor
tante en los contextos que, por las razones antes apu~
tadas, sean conflictivos.
Un guarda comprensivo, que mantenga relaciones vecJ.na-
les positivas y francas con los vecinos, puede hacer
disminuir la conflictividad, o puede lograr, al menos,
encontrar alguna ayuda si el incendio surge.
Por el contrario, un guarda hosco, enfrentado al pue-
blo, puede agravar los problemas.
133.
La dureza de las multas, la intransigencia con el gana-
do libr~ son aspectos que, en ocasiones, han provocado
incendios. Por otra parte, si el guarda no tramita con
agilidad los permisos de quemar y no pone toda clase de
facilidades para llevarlos a cabo, suscita la peligro-
sa tentación de recurrir a la quema nocturna de mato-
rral, origen, a veces de fuegos devastadores.
Durante los incendios, el trato con los vecinos que c~
laboran puede servir para asegurar nuevas colaboracio-
nes o bien para hacerlas imposibles.
Si existe un trato autorita~io, si el guarda ordena
trabajar pero no trabaja él mismo, los voluntarios se-
rán menos la próxima ocasión.
Se nos ha relatado un tipo de casos, que habían provo-
cado la total inhibición de voluntarios: en ocasión de
incendios fortuitos que afectaban a la vez a montes con
sorciados y a montes privadas limítrofes, hay guardias
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que dirigen las operaciones con gran celo hasta el mome~
to en que el siniestro se extingue en la zona consorcia
da. Luego se retiran y aconsejan a la Guardla Civil que
haga lo mismo, dejando a los vecinos que se las arre-
glen solos en las fincas privadas incendiadas. Un compo~
tamiento como el descrito asegura la ausencia total de
colaboración para cualquier incendio futuro.
4.2.6. La quema de matorral
La costumbre de quemar matorral para limpiar el monte
de la vegetación leñosa y permitir el brote más abundan
te de gramineas es general en la Cordillera Cant~brica,
como vimos. Al margen de consideraciones ecológicas, es
evidente que los ganaderos recurren al fuego porque na
die les ha enseñado ningún otr'o procedimiento mejor pa-
ra la limpieza del monte y para cohibir el desarrollo de
las zarzaS que crecen en los linderos o en las orillas
de los caminos.
Si se ponen trabas a tal práctica -para evitar los pe-.
ligros de incendio forestal- la consecuencia es que se
recurre a quemar de noche, con lo que el resultado ob-
tenido es el contrario de lo que se pretende.
Como qUlera que es imposible esta blecer una vigilancia
exhaustiva, hay que contar con que los incendios noc-
turnos se producirán sin posibilidad alguna de encon
trar a los culpables, a no ser que se arbitren medios
sencil~o y ordenanzas operativas que tengan más proba-
bilidades de aceptación que las actuales.
La reglamentaci in actual, pese a lo que pudiera par'ecer,
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es poco operativa, y provoca el rechazo de muchísimos
ganaderos y campesinos, incluso de muchos que piden pe~
miso para quemar -por su respeto a la Ley- pero que lo
hacen con incomodidad notoria, según dicen.
El campesino tiene verdadero horror a la burocnacia,
tiene miedo también a que, realizado el trámite, el
permiso se conceda para un día en que no se pueda que
mar en razón al tiempo atmosférico. Determinados guardas
son flexibles, facilitan los tr~mites e informan favo-
rablemente la solicitud; pero otros no siguen esa con-
ducta y extreman su rigo r y exigencia.
Sea por estas causas, que son las que hemos podido re
coger, sea por otras, lo cierto es que la reglamenta-
ción de la quema goza de general impopularidad.
También contribuye a hacerla impopular el hecho de que,
determinadas autoridades (Guardería Forestal o Guardia
Civil) se excedan en un celo y pongan multas despropor
cionadas por d~struir, sin permiso, peque~as malezas se
cas o restos de cosechas en fincas propias, en CasOs en
que el peligro es nulo por no existir pinos enuna dis
tancia de kilómetros.
Existe un casO especial que merece tratamiento a parte.
En algunas repoblaciones se dejó una franja desal'bola-
da rodeando la parte baja de la zona plantada; el obje-
to de dicha franja es permitir en ella el pastoreo, y
disminuir el impacto que la repoblación tendría en la
caba~a. No obstante las repoblaciones no se alambraron
ni cerraron, y el ganado pasaba frecuentemente de la
zona no plantada a la plantada. Como eso originase mu!
tas, la gente ha abandonado la zona paulatinamente. Por
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otro lado, como quiera que estas franjas están conti
guas al arbolado, los guardas forestales no quieren dar
permiso de quema bajo ningun concepto, por temor a que
un accidente o una quema de pinos le sean imputados a
una imprudencia suya. En consecuencia, las franjas deg~
neran en matorrales impenetrables, ofreciendo cobijo e~
celente pa ra el jabalí y otras alimañas: lo que empezó
siendo una concesión hacia los ganaderos, se convierte
en una amenaza.
Estas franjas son origen de muchos fuegos furtivos (he-
mas recogido testimonios que demuestran la existencia
de un deliberado propósito de quemarlas, o más bien, de
quemar lo que quedaba de ellas). El problema requiere
alguna solución: o bien se permite la quema con adecu~
do control y con una preparación conveniente (aceptan
do el riesgo que se corre) o bien se limpian por otro
procedimiento. En CaSO contrario, la tentación de que-
marIas de manera furtiva es permanente.
4.2.7. El estado de los montes repoblados
Todos los testimonios recogidos (entre los guardas de
lCONA y en los puestos de la Guardia Civil) coinciden
en afirmar que el estado de los montes es de extremo
descuido, lo cual acent6a y agrava la peligrosidad de
los incendios, sean éstos provocados o fortuitos. Los
aspectos que se han recogido en las entrevistas son es
tos:
- El matorral existente es ~speso, aC~lulándose abun-
dantes restos de vegetaciones anteriores; en ellos,las
llamas hacen presa con gran facilidad. Por otro lado,
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la densidad de matorral dificulta o imposibilita el
desplazamiento del person~l encargado de la extinción.
- Los cortafuegos, o no existen) o están totalmente po
blados de vegetacion, por lo que no cumplen en abso
luto su función. Hemos hallado casos de incendios que
se iniciaron, precisamente, en el propio cortafuegos.
El material de extinción es escasa. Algunas inversio
nes no se justifican, como las efectuadas para com
prar extintores de mochila que los guardase estiman,
par regla general, absolutamente inútiles.
Las pistas de acceso son escasas, o no las hay; el
per'sonal ',de guardería considera que una red de pis
tas mantenida en un estado aceptable (si bien cerra-
da al tránsito de vehículos particulares) es uno de
los medios más eficaces para atajar un fuego.
- La ordenación del monee no está pensada en función de
la prevención de incendios. Existen masas de conife-
ras excesivamente extensas, sin solución de continui
dad (lo que constituye un monocultivo peligroso), no
se han ensayado nunba las barreras de frondosas autóc
tonas, etc.
Finalmente, no existen puntos para la toma de agua, o
los que hay no son suficientes.
Todos estos aspectos son responsables de que en ocasio
neS se hayan perdido cientos de hectáreas.
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13'P. -, i
4.2.8. La caZa
Los daños que ocasiona la caza -en aquellos municipios
en que la hay- es un problema que sensibiliza a los cam
pesinos de manera extraordinaria. Existen puntos (Pilo
ña o Ibias, en Asturias; RUEnte, en Santander) de espe
cial gravedad.
Los vecinos han llegado a prender el monte con el obje
to de ahuyentar a los animales e impedir, al dejar el
terreno rasO, que aniden cerca de los pueb~Qs.
Como quiera que los montes de pinos ofrecen cobijo y
escondite a los animales, pero no alimento, los ataques
a las fincas cercanas a las plantaciones se acentúan.
La sustitución del bosque de coníferas tiene esos efec
tos puesto que, en el bosque autóctono, el anDnal siente
menor necesidad de salir en busca de alimento, ya que
encuentra allí lo que necesita.
Los daños ocasionados por las especies cinegéticas en
las fincas suelen ser motivo de preocupaci6n, porque los
campesinos opinan de manera unánime que, ni el procedi-
cen como idemnizaci6n son correctos. Los mayores daños
se deben al jabalí en cultivos de patatas ~ o malz. La
evaluaci6n de los daños la hace el guarda de Caza que
es, a la vez, juez y parte en la cuestión, puesto que
está presionado por la autoridad del coto, de quien de
pende.
La valoraci6n de los daños queda siempre por debajo de
la estDnaci6n del agricultor afectado. Los afectados
desean que los daños se paguen de tal manera que se
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139.
subvencione el gasto en la compra de productos necesa
rios para sustituir a los dañados. Si es destruído un
quintal de maíz, por ejemplo, el labrador desea que le
sea pagada la suma necesaria para comprar en el comercio
eSa cantidad de maíz, o un pienso equivalente. Pero su~
len surgir discusiones interminables en torno al tema:
puesto que los precios con que se calculan los daños
son inferiores a los que el labrador cree justos, los
daños mismos son infravalorados, el guarda acusa vela-
da o abiertamente al dañado de exagerar sus pérdidas,
etc. Otro caso que los labradores aducen: si un animal
destroza cien mazorcas de maíz, el guarda valora esas
mazorcas verdes a un precio muy bajo, ya que su utili-
dad, en el momento en que fueron destruídas, es baja;
pero el labrador se ha quedado no sin cien mazorCas
verdes, sino sin cien mazorcaS maduras, ya que las des-
truidas no podrán madurar. En consecuencia, el campesi-
tendrá sustituir el ,
dañado el e~uivale!: no que malZ con
te en maíz maduro, y no con el equivalente en malZ ver-
de, que es lo que se le quiere paga r.
Además, para el campesino, cuyo trabajo es su propia
vida, la destrucción tiene unos efectos mayores de los
estrictamente económicos; en otras palabras, el campe
sino estimaría justo exigir el valor estI'icto de las co~
pras necesarias en el mercado para sustituir lo destrui
do, y además, una idemnización simb61ica 'por el trastor
no causado. Y todo ello con rapidez, sin desconfianza
y sin trámites. Cuanto más se aparte el procedimiento
de compensaci6n de este ideal, tanto mayor ser~ el des-
contento y el r'esentimiento contra la Caza y los cotos.
Todo lo anterior es válido en cuanto a daños cuya eva-
luaci6n es relativamente fácil (p. e., patatas, maíz)
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140.
pero hay muchos daños imposibles de calibrar y de pagar,
a pesar de la importancia que los afectados les otor
gan: los daños hechos por el jabalí en las praderas, las
destrucciones de árboles frutales por el ciervo -frota~
do su cornamenta sobre ellos: los árboles jóvenes mue
ren-, la destrucción de las alubias que crecen en torno
al maíz, el pastado de prados, la desaparición de ani
males domésticos (como gallinas), las heridas o muertes
de animales libres (ovejas, potros, terneros, etc.).
...•
4.3. CONSIDERACIONES FINALES
Las caUsas de descontento que se han ido desmenuzando
a lo largo del epígrafe anterior no actúan, tal como se
ha venido reflejando a lo largo del estudio, solas, si-
no que su conjunción es la que provoca un estado de dis
conformidad en el campesino que en algunos casos le con
duce a la provocación de los incendios. No existe, por
tanto, una relación inequívoca entre cada incendio pro-
vocado y la existencia de causas de descontento.
, aSl. A lo largo de la investiga-Efectivamente esto es
ción se han podido encontrar zonaS en las que a pesar
de una situación general de frustracción y descontento
no se han producido indendios, lo cual puede relacio-
narse con la mayor o menor generalización de cierto es-
141.
píritu de resignación que, en cualquier casO, parece ser
común a todas las comunidades rurales.
No debe olvidarse que, en realidad, los incendios pro-
vocados son llevados a cabo premeditadamente por un ca~
pesino concreto -sea el que fuere-, por un campesino o
un ganadero que, aisladamente o en grupo, ha llegado a
t,omar la determinación de destr·uir una riqueza potencial
o real; quien, llegado el casO, prende el monte, se
arriesga de esta forma irracional a combatir unas cir-
cunstancias que juzga adversas y en cuya gestación no
ha podido intervenir. Naturalmente, el incendio del
monte es una conducta aberrante que provoca daRos ab
surdos y que, como tal aberración, no debe ser justif!
cada ni defendida. Empero, el contexto social puede lle
gar a explicar este tipo de conductas.
A la luz de los testimonios recogidos, no cabe duda al
guna de que el malestar de los ganaderos es muy gran-
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142.
de; los ganaderos se sienten por regla general expoli~
dos de sus bienes, sometidos a procesos de cambio que
deben afrontar en solitario, enfrentados a una Adminis
tración que es vista como un enemigo (sentimiento, en
ocasiones, recíproco), las Juntas Vecinales han sido s~
primidas, el ganado es multado por entrar en pastade
ros que se utilizaban durante siglos, prácticas ancestr~
les, como la raza a fuego) son reguladas o prohibidas
sin ofrecer ninguna solución alternativa, la rotura
ci6n de eriales comunales es dificultada; mientras las
Corporaciones pueden establecer consorcios que más tar
de la oposición de todo un concejo es incapaz de remo-
ver, los Ayuntamientos entregan sus tierras como cotos
de caza sin el consentimiento de los vecinos
Todas estas circunstancias han venido creando un clima
en el que muchos campesinos emigran, bastantes se re
signan, y unos pocos, finalmente, colocan mechas y las
encienden.
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