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Estado, Mercado y Reforma de la Economía Cubana. Alternativas de Política Económica. MAURICIO DE MIRANDA PARRONDO. Director del Departamento de Economía. Pontificia Universidad Javeriana de Cali. [email protected] [email protected] Ponencia preparada para el XXII Congreso de Latin American Studies Association (LASA 2000) a celebrarse entre el 16 y el 18 de Marzo de 2000 en el Hotel Hyatt Regency de la ciudad de Miami. Pontificia Universidad Javeriana de Cali. Cali, Colombia, Marzo 2000.

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Estado, Mercado y Reforma de la Economía Cubana. Alternativas de Política Económica.

MAURICIO DE MIRANDA PARRONDO. Director del Departamento de Economía. Pontificia Universidad Javeriana de Cali.

[email protected] [email protected]

Ponencia preparada para el XXII Congreso de Latin American Studies Association (LASA 2000) a celebrarse entre el 16 y el 18 de Marzo de 2000 en el Hotel Hyatt Regency de la ciudad de Miami. Pontificia Universidad Javeriana de Cali. Cali, Colombia, Marzo 2000.

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¡Mal va un pueblo de gente oficinista!

José Martí1 INTRODUCCIÓN. La Economía Cubana ha venido desarrollando durante la década presente una serie de importantes transformaciones en su organización y funcionamiento como respuesta a la profunda crisis a la que se vio sometida después de la disolución del Sistema Socialista Mundial a fines de la década pasada, y especialmente, después que desapareciera la Unión Soviética, país que había asegurado a Cuba un tratamiento económico preferencial durante más de tres decenios. A lo largo de los últimos ocho lustros, Cuba ha aplicado un modelo de planificación centralizada, en el que el Estado ha ejercido el control de todas las palancas reguladoras de la economía. Desde los inicios de la Revolución Cubana, se hizo patente el interés del gobierno de dotar al Estado de un papel preponderante en la Economía con el objeto de cumplir las tareas esenciales del desarrollo social que hacían parte del ideario político de la Revolución. Así, de manera inmediata fueron nacionalizadas las propiedades de los principales funcionarios del antiguo régimen, especialmente aquellas que habían sido el resultado de favores políticos. De igual manera, se estableció un control estatal sobre la actividad de las empresas extranjeras y privadas nacionales. En mayo de 1959 se produjo la primera Reforma Agraria2 con el objeto de expropiar a los grandes latifundistas. Como quiera que estas medidas crearon fuertes tensiones sociales y políticas con las clases poderosas de la sociedad cubana y afectaban directamente los intereses del gobierno y del capital norteamericanos, produjeron una reacción negativa en el gobierno de Estados Unidos que respondió con la supresión de la cuota azucarera con la que contaba Cuba en el mercado norteamericano en julio de 1960, lo cual llevó al gobierno cubano a decretar la nacionalización forzosa de todas las propiedades norteamericanas en la Isla en agosto de 1960. Ello implicó la estatización de empresas tales como la Compañía Eléctrica, la Compañía de Teléfonos, tres refinerías petroleras y 36 centrales azucareros.3 Un mes más tarde se nacionalizaron las fábricas de tabaco y los bancos norteamericanos. El 13 de octubre el Gobierno Revolucionario promulga la nacionalización de todas las empresas industriales, de construcción, de transporte, comerciales y otras que pertenecían al capital nacional, así como los bancos nacionales y extranjeros. De tal manera, pasaron a manos del Estado cubano 383 empresas

1 Martí, José. Herbert Spencer. “La América”. New York, 1984. Obras Completas. Tomo I, pág. 956. Editorial Lex. La Habana, 1946. (Edición Conmemorativa del Cincuentenario de su Muerte) 2 La primera Reforma Agraria limitó la propiedad privada a las fincas inferiores a 30 caballerías(400 hectáreas). La segunda Reforma Agraria se produjo en 1963 y confiscó las propiedades superiores a 5 caballerías de tierra (67 hectáreas). 3 Oleinik, Iván. Economía Política del Socialismo. Tomo I. Editorial de Ciencias Sociales, págs. 143-144.

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nacionales, incluidos 105 centrales azucareros, 61 empresas de la industria textil y de confecciones, 24 fábricas de bebidas alcohólicas, 17 empresas de construcción, etc.4 Finalmente, en el mismo año 1960 y tras el decreto del embargo norteamericano a los productos cubanos, se produjo la nacionalización del resto de propiedades norteamericanas en el país. En ese mismo año se estableció el monopolio estatal sobre el comercio exterior y se decretó la Ley de Reforma Urbana que expropió al sector rentista inmobiliario. Como resultado de todas estas medidas, el Estado cubano, a la altura de 1960 controlaba el 85% de la industria, el 80% de la construcción, el 100% del comercio interior mayorista y del comercio exterior, el 52% del comercio minorista, el 100% de la banca, el 92% del transporte, y el 37% de la agricultura.5 En términos generales, de todo este proceso de nacionalizaciones sobrevivió un pequeño sector de pequeñas empresas privadas, fundamentalmente en actividades de comercio minorista, pequeña producción industrial, transporte de cargas y servicios, hasta que en 1968, la llamada Ofensiva Revolucionaria puso fin a la pequeña propiedad privada en dichas empresas, nacionalizándolas totalmente, con excepción de las pequeñas fincas autorizadas por la segunda Ley de Reforma Agraria. De tal modo que, a excepción de un 30% de la tierra que se mantuvo en manos privadas, el resto de las empresas o pequeños negocios existentes en el país fueron estatizados. El Estado cubano, en un rápido proceso, llevado a cabo en medio de complejas circunstancias internas y externas, logró establecer su control sobre las actividades económicas fundamentales del país, con lo cual aceleró la transformación de la economía cubana en una economía socialista centralmente dirigida. Así, se produjo una rápida descomposición del mercado como elemento regulador de la economía y su reemplazo por las directrices estatales en el proceso de asignación de recursos y factores productivos. La escasez de cuadros calificados para administrar la economía del país, tanto a nivel de la economía nacional como a nivel microeconómico, produjo consecuencias nefastas sobre la eficiencia económica, así como la calidad de la producción y los servicios. A ello se unió una carga excesiva de idealismo en el manejo de la economía, que llevó a la dirección revolucionaria cubana a desestimar las leyes económicas objetivas y a privilegiar los incentivos morales sobre los incentivos económicos en el proceso de producción.6 Esta situación condujo a un excesivo voluntarismo que afectó seriamente el desempeño de la economía cubana. A esto se unió la presión externa ejercida por el gobierno norteamericano que rompió todo tipo de vínculos políticos y comerciales con Cuba, apoyando todo tipo de agresiones hacia la joven Revolución.

4 Ibídem. 5 Ibídem. Pág. 156. 6 Sobre los errores de idealismo en el manejo de la Economía Cubana durante los primeros años de la Revolución puede consultarse a Fidel Castro Ruz. Informe Central al Primer Congreso del Partido Comunista de Cuba. Editorial Pueblo y Educación. La Habana, primera reimpresión, 1978. Págs. 102-111.

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Los errores en la conducción de la economía y la permanente agresión del gobierno de Estados Unidos contribuyeron a una caída significativa de los principales indicadores económicos del país. Se generalizó la escasez de bienes esenciales para el consumo de la población, así como de bienes de capital y bienes intermedios para el desarrollo de la producción. La escasez de repuestos para bienes industriales de tecnología norteamericana produjo la parálisis de varios sectores de la economía nacional. En ese contexto, se produjo el mutuo acercamiento político entre Cuba y los demás países socialistas, especialmente con la Unión Soviética. Este nuevo tipo de relaciones políticas internacionales tuvo una gran incidencia en el modelo de desarrollo y en el esquema de inserción adoptado por Cuba a partir de la ruptura de los vínculos económicos y políticos que habían regido sus relaciones internacionales en sus casi seis décadas de historia republicana. EL MODELO DE ECONOMÍA CENTRALMENTE DIRIGIDA Y LA POLÍTICA ECONÓMICA EN CUBA ANTES DE LA CRISIS Y DISOLUCIÓN DEL SISTEMA SOCIALISTA. El desarrollo económico y social de Cuba después del triunfo revolucionario se produjo en el contexto de una compleja realidad interna e internacional. Desde el punto de vista interno, las medidas revolucionarias contaron con una amplia base de apoyo popular en tanto que representaban la reivindicación de los intereses nacionales, después de una larga historia de intromisión externa en los asuntos del país. Por otra parte, numerosos sectores populares se vieron beneficiados por las principales medidas de política social que permitió el acceso total de la población cubana a los servicios de educación y salud pública, así como de las diversas medidas redistributivas adoptadas por el Gobierno Revolucionario, entre las que vale la pena destacar la rebaja de alquileres en un 50% que constituyó una liberación de importantes recursos de la canasta familiar para elevar sus posibilidades de consumo. Esa amplia base de apoyo popular permitió al régimen sobrevivir a las inmensas presiones políticas internas y externas protagonizadas por diferentes gobiernos norteamericanos y las fuerzas que, dentro del interior del país se oponían a la transformación de Cuba en un país socialista. El amplio apoyo popular permitió al régimen reprimir las actividades anti-socialistas que se desarrollaban por los diversos grupos opositores, con cada vez menor influencia dentro del país ante la salida masiva del país que protagonizaban muchas de las personas cuyos intereses económicos habían sido afectados por las medidas revolucionarias o simplemente por aquellos que no estaban interesados en vivir dentro de un régimen político socialista. Por otra parte, la conversión de Cuba en Estado socialista permitió un mayor compromiso político de la Unión Soviética de ayuda ante cualquier agresión externa que pudiera sufrir el país con lo cual se pretendía alejar el peligro de una intervención norteamericana.7 El desempeño económico de Cuba en los primeros años de la Revolución fue modesto. Entre 1961 y 1965 el producto social global8 se incrementó sólo a un ritmo promedio anual

7 La proclamación del carácter socialista de la Revolución Cubana se produjo en abril de 1961 en el contexto de la victoria sobre la invasión a Playa Girón (Bahía de Cochinos) llevada a cabo por fuerzas de la emigración anticastrista con el apoyo logístico y militar de la marina norteamericana.

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de 1,9%, mientras entre 1966 y 1970 se incrementó a un ritmo del 3,9% promedio anual.9 En términos reales, se observa en la primera década de la Revolución, una aguda contracción de la producción de importantes bienes de consumo popular, tales como la leche, el café, los cítricos, la carne de cerdo, cigarros puros, textiles. La producción de calzado en 1970 era prácticamente similar a la de 1960. Por el contrario, aumentó la producción de azúcar, huevos, pescado. Se produjo más acero, se generó más energía eléctrica, pero cayó la producción de cemento.10 Las carencias generadas por la caída en los niveles de producción produjeron una persistente insatisfacción de necesidades elementales que deterioraron el nivel de vida de la población. La mayor parte de los bienes de consumo comenzaron a ser distribuidos de forma racionada entre la población para tratar de asegurar niveles mínimos elementales de consumo con un rasero igualitario. En términos de estrategia de desarrollo, el Estado cubano se centró en la construcción del Socialismo, como objetivo prioritario, a partir de una concepción, según la cual, este sistema conduciría a la creación de un nuevo tipo de sociedad basada en la justicia social y la equidad. El control absoluto de los medios de producción fundamentales permite al Estado cubano contar con los instrumentos necesarios para trazar una estrategia de desarrollo y dirigir la actividad económica hacia los objetivos fundamentales de política, en lo cual no siempre fue exitoso. En los primeros años de la Revolución se hizo énfasis en la necesidad de reducir la dependencia del país respecto a la producción de azúcar. Se consideraba necesario modificar una estructura económica deformada que era herencia de la colonia española y que había servido a los intereses del capital norteamericano y nacional. Se pretendía diversificar la economía cubana a través de un énfasis en la industrialización sustitutiva de importaciones, así como de la diversificación agrícola. El desarrollo industrial y la producción agrícola no azucarera se convirtió entonces en el destino principal de los objetivos de inversión trazado por las autoridades económicas del país. Las posibilidades de industrialización de Cuba resultaban muy limitadas, tanto debido a la escasez de materias primas, como al escaso acceso a la tecnología de avanzada, debido al embargo norteamericano. Por otra parte, la tecnología soviética resultaba ciertamente obsoleta, con lo cual, la calidad de la producción industrial cubana, no alcanzaría a cumplir los patrones de competitividad internacional. Por otra parte, el déficit energético de Cuba la hace altamente dependiente de los suministros externos. Por estas razones, se hizo necesario replantear nuevamente la estrategia de desarrollo apuntando a las ventajas comparativas tradicionales de la economía cubana, centradas en la producción agrícola, y especialmente, la producción azucarera. Al regresar al azúcar como pivote del 8 El Producto Social Global (PSG) constituía el principal indicador de desempeño de las economías socialistas y calculaba el volumen de bienes materiales producidos en el país a lo largo de un período. Del PSG se excluían servicios tales como transporte de viajeros, diversiones, educación, servicios bancarios, médicos, científicos y de investigación. 9 Fidel Castro. Informe Central al Primer Congreso del Partido Comunista de Cuba. Edición citada. Pág. 51. 10Para detalles cuantitativos de la producción física de ciertos productos, ver de Carmelo Mesa-Lago. “Breve Historia Económica de la Cuba Socialista”. Alianza Editorial, 1994. Cuadro 5.

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desarrollo económico, se pretendía que este sector produjera los recursos en divisas suficientes para poder financiar el proceso de industrialización en un período futuro. En este contexto, comenzó a plantearse para fines de los años sesenta la realización de una Zafra de Diez Millones de toneladas de azúcar para 1970. El aumento de la producción azucarera, permitiría elevar los recursos en divisas del país, reducir los déficits comerciales y mejorar el nivel de vida de la población.11 Este objetivo económico se convirtió en una tarea política que comprometía el orgullo nacional, pero al final de la citada zafra, a pesar de conseguirse la mayor producción azucarera de la historia de Cuba, no se alcanzó la cifra esperada. Mientras tanto, el cumplimiento del objetivo político representó tal esfuerzo movilizativo que se resintieron otros sectores de la economía nacional que se vieron desatendidos al desviarse recursos de los mismos hacia la zafra azucarera. En 1972, Cuba se incorpora como miembro pleno del Consejo de Ayuda Mutua Económica (CAME)12 y a partir de entonces, comienza un proceso de profunda inserción de la Isla en el sistema socialista de división internacional del trabajo en el que el lugar de la economía cubana se reafirma como suministrador de ciertos productos primarios a sus principales socios comerciales y políticos. Cuba exportaría azúcar, frutas, cítricos, y níquel a los países socialistas, y recibiría de ellos maquinarias y equipos y productos industriales, lo cual en realidad no era más que una reproducción de las relaciones típicas del comercio Norte-Sur en el que las naciones subdesarrolladas participan como suministradores de productos primarios de escaso valor agregado. La necesidad de coordinar los objetivos de política y los mecanismos de funcionamiento de la economía con los demás países socialistas, unido a las dificultades económicas que negaban la viabilidad de un mecanismo de dirección económica basado en indicadores distintos a la eficiencia, la eficacia social real, o la rentabilidad, llevaron al gobierno cubano a replantear las formas de organización empresarial y el sistema de dirección económica en general. De tal forma, comienza a introducirse de manera paulatina el llamado Cálculo Económico como mecanismo de dirección de la economía en contraposición al mecanismo de financiamiento presupuestario que se había impuesto en el sector industrial.13 Este

11 Mesa-Lago, Carmelo. op. cit. pág. 49 12 Consejo de Ayuda Mutua Económica, institución fundada en 1949 para agrupar en un esquema de integración a las economías socialistas. Sus fundadores fueron la URSS, Checoslovaquia, Polonia, Hungría, Bulgaria, Rumania, y Albania (que se retiró en 1962, tras su ruptura ideológica con la URSS). En 1950 se incorporó la RDA; en 1962 Mongolia; en 1972 Cuba y en 1977 Vietnam. Este organismo se autodisolvió en 1991. 13 En los primeros años de la Revolución cuando se nacionalizan las principales industrias en Cuba, el entonces ministro de Industrias, Ernesto “Che” Guevara introduce el sistema de Financiamiento Presupuestario, como mecanismo de dirección económica en las empresas del Estado. Este sistema se caracterizaba por asegurar una financiación presupuestaria a la actividad de las empresas, reduciendo al mínimo su independencia económico-operativa. El Presupuesto captaba como ingresos todos los que produjeran las empresas estatales, y redistribuía dichos recursos entre todas las empresas, con lo cual las empresas ineficientes eran, en la práctica, subsidiadas por las empresas eficientes o por la emisión de dinero. Este sistema predominante en la industria coexistió durante un tiempo con otro en la agricultura que se basaba en los rudimentos del cálculo económico, según el cual se hacía énfasis en la autonomía económica de la empresa y la responsabilidad de sus gastos con sus propios ingresos.

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sistema que, después de un profundo debate teórico y científico en los países socialistas, especialmente en la Unión Soviética, comenzó a ser aplicado como parte de una limitada reforma económica en los países socialistas europeos a fines de la década de los años sesenta, con la intención de reconocer un cierto espacio al mercado y las relaciones monetario-mercantiles en la economía socialista sin reducir el papel regulador de la planificación centralizada. El sistema de cálculo económico se basaba en la autogestión financiera de las empresas, con el objeto de que éstas fueran capaces de cubrir sus gastos con sus ingresos y obtener rentabilidad, una parte de la cual, debía ser transferida al Estado; otra parte, debería ser destinada al desarrollo de la propia empresa y del bienestar colectivo de sus trabajadores; y otra parte, dedicada a elevar el ingreso monetario de los trabajadores de la empresa con vistas a desarrollar los incentivos económicos que pudieran estimular la mayor calidad de la producción y la elevación de la productividad. Para la aplicación paulatina de este nuevo mecanismo se diseñó en Cuba el Sistema de Dirección y Planificación de la Economía (SDPE) que introduciría a todas las empresas y a los empresarios en una nueva cultura empresarial en la que se reviven ciertas categorías económicas que habían perdido todo sentido en una economía basada en la planificación y balances físicos, que de forma predominante había prevalecido en la URSS y los países europeos en la década de los años cincuenta. Las empresas que paulatinamente pasaban al SDPE deberían ser autogestoras, tanto desde el punto de vista financiero como operativo. Tendrían autonomía relativa en sus decisiones económicas, siempre bajo un sistema de restricciones que el Estado establecía a través de un sistema de precios y salarios fijados estatalmente y mediante un mecanismo de planificación, según el cual las cifras finales del plan estatal, tenían fuerza de ley, y se convertían en el principal indicador de medición de la actividad de las empresas. Las relaciones entre las empresas se basarían en criterios monetario-mercantiles, a partir de la revitalización de un sistema de cobros y pagos entre las mismas. Se restablecieron los créditos empresariales y ciertos créditos personales para la adquisición de bienes de consumo de larga duración. Se introdujeron las diversas categorías mercantiles y financieras para medir el uso que se daba a los recursos productivos. En su Informe al Primer Congreso del Partido Comunista de Cuba (P.C.C.), Fidel Castro afirmaba que “este sistema, además, permitirá precisar qué empresas producen más que lo que gastan en producir, y cuáles no”, lo cual es ilustrativo de los niveles de descontrol financiero que existían en la actividad empresarial cubana en aquellos años. En la práctica, el SDPE no pudo desarrollarse a plenitud. Nunca se implantaron de manera general los mecanismos de incentivación material individual que garantizaran un nivel de estímulos económicos al desarrollo de la calidad en la producción y la productividad del trabajo. El crédito estatal subsidió en términos reales la actividad de las empresas más ineficientes. Sobre las empresas rentables recayó la responsabilidad de contribuir al desarrollo de los programas sociales en educación, salud y cultura. Como los niveles de rentabilidad de las empresas no eran suficientes para asegurar las necesidades de acumulación para el desarrollo social, se hacía necesario captar de dichas empresas la mayor parte de sus excedentes monetarios sin reparar en la creación de los fondos de premio que el sistema concebía.

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Por otra parte, la importancia de las relaciones monetario-mercantiles en el nuevo mecanismo económico chocaba con las concepciones idealistas enraizadas en la dirección cubana, que mantuvo la creencia en que la ética y la moral comunistas podían ser más fuertes que los estímulos económicos en la incentivación de la producción. Ciertamente, la implantación del SDPE, aunque sólo fuera parcial condujo a una nueva mentalidad económica en la dirección empresarial del país. Se estimuló el crecimiento de la productividad y de la calidad de la producción, a partir de la mayor exigencia que cada una de las empresas hacía a sus suministradores a quienes debería pagar por dichos suministros. Por otra parte, ante una mejor situación de la economía y gracias al incremento de importaciones de bienes de consumo para mejorar el nivel de vida de la población, se dispuso la creación de mercados paralelos de bienes industriales y productos alimenticios que permitían a la población cubana adquirir estos bienes por fuera del llamado mercado racionado, a precios más altos, con lo cual resultaba importante para la población elevar sus niveles de ingreso monetario con vistas a acceder a ese nuevo mercado. Siguiendo la lógica de desarrollar paulatinamente el mercado interno aun dentro de férreos controles estatales, en 1980 se autoriza la creación de los mercados libres campesinos, en los que los agricultores podían vender los productos que excedieran a las cuotas obligatorias que debían entregar al Estado para el suministro de las tiendas estatales. Dichos productos se venderían a precios libres, siguiendo las normas de la correlación entre la oferta y la demanda. Este tipo de medidas respondía al interés de estimular a los agricultores a elevar la producción a niveles superiores a los que entregaba a los centros de acopio a precios fijados por el Estado y al mismo tiempo, se incentivaría a la fuerza laboral a trabajar más y mejor, para mejorar sus ingresos y de esta forma acceder a la adquisición de dichos bienes. Sin embargo, se prohibió la existencia de intermediarios que hubieran facilitado al campesino concentrarse en la producción agrícola en lugar de destinar recursos y tiempo al transporte de las mercancías a los mercados. En su monumental obra, El Capital, Carlos Marx había explicado con gran claridad la aparición lógica del capital comercial asociado a la intermediación necesaria en todo mercado. Sin embargo, la prohibición se justificaba ante el peligro de la aparición de monopolistas comerciales que se beneficiaran excesivamente de la estrechez del mercado y de los altos niveles de demanda insatisfecha. Al igual que los mercados campesinos, se crearon mercados artesanales libres que, en alguna medida, contribuyeron a paliar la demanda insatisfecha de ciertos artículos como ropa y calzado a precios relativamente competitivos con los que se ofrecían en el mercado estatal paralelo. Entre 1976 y 1980 la economía cubana logra tasas de crecimiento promedio anual del Producto Interno Bruto (P.I.B.) de 3,4%, aunque en los últimos años de ese quinquenio se observó un magro crecimiento de 1,1% en 1979 y luego un descenso de -4,1% en 1980. Sin embargo, entre 1981 y 1985 la economía cubana muestra una recuperación significativa con una tasa de crecimiento promedio anual del P.I.B. de 8,4%.14 Los mercados libres campesinos y artesanales, contribuyeron a dinamizar el mercado interno, generando la compra-venta de otro tipo de bienes, tales como casas, solares,

14 Cálculos del autor sobre la base de Oficina Nacional de Estadísticas. La Economía Cubana en 1994. La Habana, Junio de 1994.

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autos, lo cual generó el rechazo del gobierno. Por esta razón, la dirección cubana, y especialmente el Presidente Fidel Castro, condenaban en diversos foros el enriquecimiento de los campesinos y artesanos como un elemento de resurgimiento de una casta de “nuevos ricos” que imponían precios altos y especulaban con las necesidades del pueblo. A esto se unía el hecho de que las empresas estatales, sobre todo aquellas que disponían de condiciones de monopolio aseguraban su rentabilidad mediante altos precios por ciertos servicios cuyos precios no estaban regulados oficialmente. De igual manera, ciertos recursos del Estado se desviaban hacia actividades desarrolladas por el sector privado, fenómeno que ha estado presente en toda la historia de la economía centralmente dirigida por el Estado cubano y que también caracterizó la experiencia de los demás países socialistas. En respuesta a estos problemas, se llevaron a cabo varios operativos policiales con el objeto de detener a intermediarios y violadores de la ley y se inició una fuerte campaña propagandística desde el más alto nivel de dirección del país para desacreditar a los productores individuales como agentes de un resurgimiento capitalista que no sería permitido en el país. A partir de esto, se desata una campaña ideológica dirigida esencialmente contra el resurgimiento del mercado y sus consecuencias sociales y económicas, conocida con el nombre de Proceso de Rectificación de Errores y Tendencias Negativas, en los que mediante un llamado al fortalecimiento de la conciencia comunista se produce la eliminación de aquellas medidas de tímida liberalización económica que se habían adoptado a fines de la década de los 70 y principios de los 80. El mercado libre campesino fue oficialmente abolido en 1986. También los mercados artesanales. Se reformó la Ley de la Vivienda prohibiendo la compra-venta de casas. Se volvió a un énfasis en los incentivos morales como mecanismo de estimulación de la producción y en la práctica se puso fin al empleo del SDPE, al menos en lo que se refiere a los mecanismos de estimulación material y a la relativa autonomía empresarial, reforzando el control administrativo del Estado. El desarrollo en Cuba del llamado Proceso de Rectificación coincide en tiempo con el inicio en la URSS de un proceso de sentido contrario en términos de política económica, la llamada “Perestroika” (Reestructuración de la Economía) que abogaba por la adopción de formas más flexibles de organización económica que permitieran la revitalización de las relaciones monetario-mercantiles, y el reforzamiento de la autonomía empresarial, reduciendo el control del Estado sobre la actividad de las empresas. Como es sabido, la perestroika soviética fue combinada con otros dos procesos: la “Glasnost” (Transparencia Informativa) y la Democratización que pusieron a prueba la capacidad del Sistema Socialista de producir transformaciones radicales a su interior sin provocar su autodestrucción, lo cual ocurrió, finalmente, para la totalidad de países socialistas de Europa Central y Oriental, incluida la URSS. El acelerado deterioro de la situación económica en la URSS y demás países socialistas, así como el posterior deterioro de la situación política al punto de provocar la caída de los regímenes socialistas en estas naciones entre 1989 y 1991, llevó a la dirección cubana a reforzar sus posiciones en contra de la reintroducción de mecanismos de mercado en la conducción económica y a reforzar su control político sobre toda la sociedad. Entre 1986 y 1989, la economía cubana inició un retroceso significativo que desembocaría posteriormente en la crisis de 1989-93. El P.I.B. mostró un descenso promedio anual de

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–0,3% en el período de 1986 a 1989. En 1986, año del inicio del Proceso de Rectificación la caída fue de –0,8% y en 1987, se experimentó un decrecimiento de –3,7%, para luego alcanzar un limitado crecimiento de 2,8% en 1988 y un tímido 0,7% en 1989.15 Los años 1986 y 1987 fueron especialmente críticos. Las importaciones de bienes y servicios cayeron a –9,1% y –1,7% respectivamente. La demanda interna, se contrajo a –2,0% y –2,5%; la inversión bruta interna decreció en –11,8% y –10,1% y el consumo total tuvo un crecimiento de 0,0% en 1986 y de sólo 0,3% en 1987. Las exportaciones crecieron en 1986 a 1,5%, pero se redujeron en 1987 a –1,7%, mientras en 1988 aumentaron un 0,5% y nuevamente cayeron en 1989 en –5,0%. En términos de indicadores promedio anuales, en el período de 1986 a 1989, la demanda global creció sólo en 0,3%; la demanda interna en 0,7%; la inversión bruta interna tuvo un decrecimiento promedio anual de –1,9%; y el consumo total aumentó en 1,3%. Las exportaciones y las importaciones, sin embargo, presentaron una caída promedio anual de –1,2%.16 La contracción observada en el sector externo gravitó de manera significativa sobre el nivel de crecimiento económico de la economía dado el alto nivel de vulnerabilidad externa que viene determinado por el alto grado de apertura de la economía cubana. Gráfico 1

COMPORTAMIENTO DEL PIB DE CUBA, 1976-89 (variación porcentual anual)

Fuente: ONE. La Economía Cubana en 1994. La Habana, Junio de 1995.

De igual forma, esta contracción tuvo efectos negativos sobre el nivel de vida de la población. Los mercados paralelos estatales comenzaron a desabastecerse, lo cual, unido a la desaparición de los mercados libres campesino y artesanal, produjo altos niveles de excedentes monetarios que se tradujeron en aumentos significativos de ahorro casi forzoso debido a las escasas posibilidades de compra de bienes. El ahorro de los hogares pasó del 8,5% del P.I.B. en 1986 a 16,3% en 1987, a 14,0% en 1988, y a 16,3% en 1989. Mientras tanto, el Estado presentó una situación de desahorro, acumulando déficits consecutivos y crecientes.17

15 Oficina Nacional de Estadísticas de Cuba. Op. Cit. 16 Cálculos con base a CEPAL, sobre la base de una combinación de cifras oficiales y no oficiales de la Oficina Nacional de Estadísticas. Citadas en CEPAL. La Economía Cubana. Reformas Estructurales y desempeño en los noventa. Fondo de Cultura Económica. México, 1997. Cuadro A. 2. 17 Ibídem.

7,3

1,1

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19,6

7,44,5

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Desde el punto de vista sectorial, se observa que para el período 1986-89 los sectores más afectados fueron el comercio que presentó una caída promedio anual de –3,7%; la industria manufacturera, -2,9%; y la construcción, -0,2%. La minería presentó el mejor desempeño con un crecimiento algo desordenado y oscilante, pero que llegó al 8,4% promedio anual, los servicios básicos en 3,7%, y la agricultura en 3,3%.18 Por otra parte, en el período de 1986 a 1989 se observa un crecimiento acelerado del déficit presupuestal, motivado esencialmente por la elevación de los gastos, aunque también se observa una leve caída de los ingresos en 1987 y 1988 aunque estos aumentan en 1989. Como puede observarse en el Cuadro 2, el deterioro de la eficiencia de la empresa estatal gravitó negativamente sobre el presupuesto estatal debido a los crecientes recursos que se destinaron para sostener empresas no rentables en condiciones de subsidio, mientras se contraía el gasto social en actividades como la educación y la salud. De tal manera, mientras se limitaba la acción del pequeño sector privado existente, el Estado asumía la nefasta carga de subsidiar empresas ineficientes. En términos generales, esta situación persistió, incluso de manera creciente, en el período siguiente de 1990 a 1993 en el que la crisis económica se profundizó ostensiblemente. La política de restricciones a la actividad empresarial independiente produjo un poderoso mercado negro por el que se canalizaba una cantidad creciente de bienes a precios considerablemente más altos que los del mercado estatal, en los que, por demás, estos productos escaseaban. En términos generales, los precios del mercado negro respondían a las tendencias de la cotización del dólar en el mercado negro cambiario, que a pesar de las prohibiciones alcanzó gran dinamismo.19 De tal manera, en el llamado Período de Rectificación de Errores y Tendencias Negativas, en realidad se acumularon desequilibrios macroeconómicos, los que unidos a los problemas de ineficiencia productiva que venía arrastrando la economía desde tiempo atrás por la ausencia de competencia entre las empresas, por las negligencias administrativas motivadas por el desinterés y la falta de suficientes incentivos económicos, y ante la ruptura de las tradicionales relaciones de cooperación económica de las que se beneficiaba Cuba en su relación con la URSS, provocaron una profunda crisis en la economía nacional. LA CRISIS DE LA ECONOMÍA CUBANA Y LAS MEDIDAS DE REFORMA. A partir de 1989, se produce un cambio drástico en las condiciones de las relaciones económicas externas de Cuba. La crisis política que se desata en los países socialistas de Europa Oriental produce la caída sucesiva de todos los gobiernos de la región. Mientras tanto, la situación en la URSS se deterioraba significativamente. La economía soviética se deterioró considerablemente, afectada por el desmonte del viejo sistema de planificación centralizada sin que la sociedad estuviera preparada para reemplazarlo por el mercado, pues éste tenía escaso desarrollo en este país. Adicionalmente, la URSS

18 Ibídem, Cuadro A.6. 19 En Cuba, hasta que se dictó en 1993, mediante el Decreto-Ley 140, la despenalización de la tenencia y uso de dólares en la economía interna, era prohibido a la población nacional residente en el país tener dólares o traficar con ellos.

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estallaba en gravísimos conflictos interétnicos, que años después conducirían a la disolución de este Estado multinacional. De tal forma, la URSS aun en caso de haber querido mantener una relación preferencial con Cuba, no hubiera podido hacerlo ante sus graves problemas internos. Las dificultades soviéticas para cumplir los contingentes planificados de combustible que tradicionalmente se entregaban a Cuba condujeron a una violenta crisis energética en la Isla, lo cual terminó afectando a toda la economía nacional debido a la alta dependencia de los suministros externos de combustibles. Ante la expectativa de una profunda crisis económica el gobierno cubano anuncia el inicio del llamado Período Especial, cuya característica sería la posibilidad de una crisis semejante a la que existiría en condiciones de guerra, pero en condiciones de paz. Durante el período de 1990 a 1993 se produce la más profunda contracción económica en Cuba desde el triunfo de la Revolución. El P.I.B. presentó una caída del -10,1% promedio anual, mientras que la contracción acumulada en 1993 respecto a 1989 alcanzaba el 34,8%.20 La productividad media decreció a un ritmo de –11,1% promedio anual; la inversión bruta interna cayó a un ritmo de –41,4% promedio anual; el consumo privado en –11,9%; las importaciones en –25,6%; y las exportaciones en –10,0% promedio anual.21 Prácticamente todos los sectores de la economía nacional sufrieron una profunda crisis. La contracción promedio anual de la agricultura fue de -16,7%; en la minería fue de -6,0%; en la industria manufacturera, -10,5%; en la construcción, -26,9%; en los servicios públicos, -12,3%; y el comercio en –13,2%.22

La vocación de política social orientada hacia el cubrimiento de las principales necesidades sociales de la población llevó a las autoridades a salvaguardar bajo cualquier circunstancia los principales logros de la Revolución en esta materia, es decir, el

20 Cifras calculadas por el autor con base a CEPAL. Evolución Económica durante 1998. Cuadro 4. LC/MEX/R.712, 31 de mayo de 1999. 21 Ibídem. Cuadro 2. 22 Ibídem. Cuadro 5.

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1990 1991 1992 1993

Gráfico 2Variación porcentual anual del PIB de Cuba, 1990-93

Fuente: ONE. Anuario Estadístico de Cuba 1996. Edición 1998. Pág. 87

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mantenimiento de un sistema gratuito de salud pública y educación, pero en condiciones económicas muy severas. Por otra parte, la parálisis que comenzó a afectar a varias empresas industriales no se tradujo en un aumento violento del desempleo, pues se trató de preservar el derecho pleno al trabajo remunerado. En efecto, el gobierno decidió subsidiar el mantenimiento del pago de salarios a los trabajadores. La caída de la producción conllevó una reducción considerable de los ingresos presupuestales, mientras que los gastos, a pesar de que se redujeron considerablemente, excedían de forma creciente las posibilidades de su financiación. En tales condiciones, el déficit presupuestal alcanzó magnitudes exageradas, generando profundos desequilibrios en la economía. La decisión política de mantener a toda costa los niveles de ingreso nominales de la población en correspondencia con el interés de no afectar el nivel de vida del pueblo llevó a mantener una política monetaria expansiva en condiciones de profunda contracción económica. Así, el coeficiente de liquidez en 1993 llegó a la exagerada cifra de 73,2%.23 La emisión excesiva de papel moneda carente de respaldo en términos de producción de bienes y servicios produjo graves desbalances entre la oferta y la demanda de bienes y servicios que en un sistema de precios fijos característico de una economía administrada centralmente, como la cubana, se tradujo en el desabastecimiento del mercado interno y en la generalización del mercado negro en el cual los precios alcanzaron altos niveles. De tal forma, la inflación apareció en el llamado mercado subterráneo, mientras que las autoridades económicas carecían de posibilidades de medirla debido al mantenimiento de precios fijos en el mercado estatal, que reflejaba sólo las condiciones de una fracción exigua del mercado real. El exceso de circulante produjo un exceso de liquidez en el mercado, sin que éste pudiera canalizarse adecuadamente en el mercado interno, lo cual se agrava ante la realidad de que en una economía en la que no existe espacio para la inversión privada, cualquier excedente monetario se traduce en mayor demanda de consumo. La escasez generalizada en el mercado interno estatal permitió el desarrollo del mercado negro que comenzó a canalizar cantidades crecientes de ese exceso en circulación produciendo un alto grado de concentración de la tenencia de dinero en aquellas personas dedicadas a actividades ilícitas, pero que en determinado momento reemplazaron al Estado en su capacidad de ofrecer los bienes y servicios necesarios a la población. En 1994, sólo el 3,3% de la población concentraba los ahorros superiores a 50000 pesos, y el 12,7% correspondían a cuentas entre 20001 a 50000 pesos, mientras que el 22,2% poseía cuentas inferiores a 2000 pesos.24 El exceso de circulante en la economía produjo un incremento significativo del valor del dólar en el mercado subterráneo. Desde principios de la Revolución el valor oficial del dólar se había mantenido en el valor anterior de un peso igual a un dólar. Sin embargo, se estableció un control de cambios en el país, a lo cual se sumó la prohibición de la tenencia de divisas en manos de la población. La aparición posterior de un mercado especial para el turismo en el cual las mercancías se vendían en dólares condujo a la creación de un cada vez más potente mercado negro de divisas en el cual el tipo de cambio de mercado se desviaba del oficial en la medida en que el mercado estatal sufría

23 CEPAL. Cuba: Evolución Económica durante 1998. LC/MEX/R.712. Cuadro 1. 24 Ver Ibídem, página 123.

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mayor escasez, puesto que con la moneda norteamericana era posible obtener bienes que no era posible adquirir con la moneda nacional. De acuerdo con cálculos extraoficiales, el dólar en el mercado subterráneo tenía un valor aproximado promedio de 3 pesos en 1987-88; 5 pesos en 1989; 7 pesos en 1990; 20 pesos en 1991; 35 pesos en 1992; y 78 pesos en 1993.25 Esta tendencia se mantuvo hasta el año 1994 en que alcanzó una cotización promedio de 95 pesos por dólar, aunque hubo niveles máximos de 130 pesos por dólar. Posteriormente, las medidas de ajuste adoptadas han propiciado una caída significativa del valor del dólar a 32,1 pesos como promedio en 1995; 19,2 en 1996; 22,8 en 1997; 22,1 en 1998 y 21,1 en 1999.26 En términos generales, los precios del mercado negro siguieron una tendencia similar a las del tipo de cambio del dólar frente al peso. Así, en la medida que el dólar subía su precio, también subían de precio los productos en el mercado negro, convirtiendo al dólar en la moneda de referencia en el mercado interno subterráneo. De igual manera, muchos servicios prestados por trabajadores independientes, aun antes de que se permitiera oficialmente dichos trabajos, se cobraban en dólares o en el equivalente en pesos cubanos del momento. En tales circunstancias, la mayor parte de la población cubana quedaba excluida de la posibilidad de obtener bienes y servicios cobrados a precios exorbitantes debido a que sus ingresos eran insuficientes, tomando en cuenta que, dada la escala salarial vigente entonces, el salario máximo del país estaba en un nivel de 450 pesos cubanos y el mínimo en 100. La ejecución presupuestal de los años 1990 a 1993 denota la magnitud de la crisis. Tal y como puede observarse en el Cuadro 2, se contrajeron los ingresos y los gastos en general, aunque éstos últimos en menor medida. Los gastos en educación se redujeron visiblemente, aunque no los de salud, mientras los gastos destinados a subsidiar empresas no rentables crecieron exageradamente. Se intentó mantener un adecuado nivel de inversiones que también significó una importante erogación fiscal. El déficit fiscal se convirtió en un gravísimo problema para la estabilidad macroeconómica al punto de llegar a ser insostenible. Por otra parte, la crisis y posterior desintegración del sistema socialista mundial produjo la ruptura abrupta del modelo de inserción internacional de la Economía Cubana que se había venido desarrollando desde su incorporación al CAME. Por segunda vez en treinta años la Economía Cubana debería replantear la orientación de sus relaciones económicas internacionales. Los fundamentos políticos que habían sustentado el carácter preferencial que gozaba Cuba desaparecieron al producirse la desmembración del sistema, y especialmente, después de la desaparición de la URSS. Como resultado de ello, se produjo una caída violenta de las importaciones y exportaciones del país hacia Europa Oriental que abarcaban en conjunto un 79,1% del

25 Ante la inexistencia de publicaciones oficiales sobre el tema, el valor promedio se ha tenido en cuenta a partir de la experiencia personal del autor y tomando cifras publicadas recientemente por la CEPAL en su documento “Cuba: Evolución Económica durante 1998”. LC/MEX/R.712, del 31 de mayo de 1999. 26 Ibídem y José Luis Rodríguez. Informe sobre los resultados económicos de 1999 y el Plan Económico y Social para el 2000. Granma, 29 de Diciembre de 1999.

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intercambio comercial total de bienes de Cuba. Para 1994 esta proporción se había reducido al 12,1%.27 El valor total del intercambio comercial cubano pasó de 13 539,7 millones de pesos en 1989 a 3 164,9 millones de pesos en 1993. Las exportaciones se redujeron de 5 399,9 millones de pesos a 1 156,7 millones de pesos, mientras que las importaciones pasaron de 8 139,8 millones a 2 008,2 millones de pesos. 28 La economía cubana ha sido tradicionalmente muy abierta, lo cual se expresa en el alto coeficiente que representa el intercambio comercial total en proporción del Producto Interno Bruto. En 1989, el valor total del comercio exterior de Cuba representaba el 70,4% del PIB de ese año a precios corrientes, mientras en 1993, esa relación se había contraído al 21,0%.29 En la práctica, Cuba se vio privada de una serie de bienes industriales y materias primas, especialmente combustibles con los cuales se aseguraba el funcionamiento de su economía en los niveles precedentes, lo cual fue un factor decisivo en agravar las condiciones de la crisis de la Economía Cubana. La propia crisis motivó el deterioro del sector exportador del país. En resumen, Cuba se vio abocada a enfrentar una profunda crisis económica debido a la conjunción de múltiples factores de carácter interno y externo. Entre los factores externos de la crisis es necesario resaltar: i) la desaparición del sistema socialista de economía mundial, y especialmente de la Unión Soviética, que puso fin a relaciones de carácter preferencial con Cuba, determinadas en gran medida por razones de carácter político; ii) la estructura deformada de sus relaciones externas que no permitieron al país prepararse para una realidad diferente; y iii) la agudización de las medidas de embargo económico adoptadas por Estados Unidos, que desde hace más de tres décadas obligaron a Cuba a desvincularse de sus mercados naturales. Por otra parte, entre los factores internos debe mencionarse: i) la excesiva centralización que implicó la adopción del modelo de economía centralmente dirigida, que cercenó la iniciativa y creatividad empresarial; ii) la falta de correspondencia entre el sistema de intereses económicos de los diferentes grupos sociales, entre ellos, la administración del Estado, y los intereses individuales; y iii) los frecuentes errores de política económica, motivados por un exceso de triunfalismo, que significó una desatención al comportamiento objetivo de las leyes económicas.30 Ante los imperativos de la crisis, el gobierno cubano se vio en la obligación de adoptar una serie de medidas de urgencia que crearon la ilusión del inicio de un movimiento hacia la reforma de los mecanismos de funcionamiento de la economía, y de la política económica. La adopción de estas medidas perseguía una serie de objetivos que es necesario señalar, a saber: a) evitar el colapso económico del país y las consecuencias político-sociales de dicho colapso; b) recuperar el crecimiento económico en un nuevo contexto de relaciones 27 CEPAL. La Economía Cubana. Reformas estructurales y desempeño en los noventa. Fondo de Cultura Económica. México, 1997. Cuadro A.22 28 ONE. Anuario Estadístico de Cuba 1996. La Habana, 1998. Pág.127. (Nota: La tasa de cambio oficial se ha mantenido fija desde 1959 en un peso igual a un dólar). 29 Cálculos del autor con base a ONE. Op.cit. págs. 87 y 127. 30 El autor ha desarrollado más profundamente sus ideas sobre los factores de la crisis reciente de la Economía Cubana en De Miranda, Mauricio. Cuba ante el Reto de los Cambios. Universitas Xaveriana Cali, # 11, Julio-Diciembre de 1993.

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internacionales no caracterizadas por la asistencia y la cooperación, sino por las condiciones estrictas del mercado internacional; c) recuperar el equilibrio macroeconómico, mediante la reducción del déficit presupuestal y de la masa de dinero en circulación, entre otras medidas; y d) mantener, en esencia, el sistema socialista de relaciones de producción, y sobre todo el actual régimen político.31 Para lograr estos objetivos, la dirección política cubana adoptó como principales reformas, las siguientes: Ø Reorganización del sector agropecuario con el objetivo de dinamizar la producción

agropecuaria para elevar la oferta de productos alimenticios necesarios para la población. Para ello, se decidió, en primer lugar, modificar las relaciones de propiedad, mediante la creación de las Unidades Básicas de Producción Cooperativa (UBPC) en 1993, entregando parte de la tierra en manos del Estado a cooperativas formadas por los trabajadores de parte de las granjas estatales. En segundo lugar, se decidió la reapertura de los antiguos mercados libres campesinos bajo el nuevo nombre de Mercados Agropecuarios en 1994.

Ø Apertura a la inversión extranjera con el objeto de estimular la entrada de recursos financieros y de nueva tecnología. En tal sentido, en 1992 se produjo una reforma a la Constitución por medio de la cual, se reconocen los derechos de propiedad de empresas con capital extranjero; en 1994 se aprueba una Ley de Minas, que autoriza el otorgamiento de concesiones para la explotación minera de compañías extranjeras; en 1995 se aprueba una nueva Ley de Inversión Extranjera que permite la participación del capital extranjero en casi todas las actividades económicas del país, con excepción de la educación, la salud y la defensa; y en 1996 se adoptó el Decreto-Ley 165 del Consejo de Estado que crea las zonas francas y los parques industriales, con un régimen especial en materia tributaria, laboral, de comercio exterior y de inversión.

Ø Eliminación del monopolio estatal del comercio exterior en el interés de lograr una flexibilización de las regulaciones sobre inversión extranjera y de desarrollo de negocios directos entre empresas. Con las nuevas disposiciones, las empresas industriales y/o de servicios pertenecientes a otras instituciones del Estado pueden desarrollar directamente sus operaciones de comercio exterior, siempre que cuenten con autoabastecimiento de divisas. De igual manera, se autoriza a las empresas mixtas, a las asociaciones con capital extranjero, y a las empresas de propiedad extranjera a desarrollar directamente sus actividades de comercio exterior.

Ø Autorización del desarrollo de actividades económicas por cuenta propia. Esta medida tuvo como objetivo de paliar, en alguna medida, la creciente insatisfacción de necesidades en el sector de servicios en el mercado interno en actividades en las que el Estado fue incapaz de ofrecer soluciones a la creciente demanda de este tipo de servicios de reparación de electrodomésticos, albañilería, plomería, etc. De igual manera, mediante este mecanismo se podía abrir una válvula de escape a presiones de desempleo que había generado la parálisis de diversos sectores de la economía nacional. En 1994, el 3,2 % de la población económicamente activa se dedicaba al trabajo por cuenta propia, en 1995 había ascendido al 3,8%, sin embargo, para 1996 y 1997 se observa un descenso relativo al 3,3% y 3,4% relativamente.32

31 De Miranda, Mauricio. Contradicciones y Alternativas de la Reforma y la Reinserción de la Economía Cubana en la década de los 90. Ponencia presentada en LASA 98. 32 CEPAL. Cuba: Evolución Económica durante 1998. LC/MEX/R.712, 31 de mayo de 1999. Cuadro 25.

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Ø Legalización de la tenencia de divisas por parte de la población. Con esta medida, se pretendía incorporar a los canales estatales de circulación de divisas una gran cantidad de dólares que en la práctica circulaban en el mercado negro. Sin embargo, el principal objetivo de esta medida era estimular la entrada de divisas al país, mediante las remesas de cubanos residentes en el exterior a sus familias en la Isla. En la práctica, esto implica el funcionamiento de un sistema monetario dual, que en lo que respecta al mercado libre en formación significa en la práctica la dolarización oficial de dicho mercado.

Ø La reformulación de la política fiscal se ha orientado a la corrección de los profundos desequilibrios presupuestales del Estado cubano a raíz de la crisis y la imposibilidad de seguir monetizando dichos déficits a riesgo de provocar una oleada hiperinflacionaria o una profunda escasez de bienes, llevó a replantear la necesidad, en primer lugar, de restringir el gasto público, especialmente en lo que se refiere a subsidios de empresas ineficientes; y en segundo lugar, a la promulgación de una Ley del Sistema Tributario, adoptada en 1994, que revive la existencia de impuestos a la renta, así como impuestos a las actividades privadas y a las empresas en las que hay presencia de capital extranjero.

Ø Reforma del sistema bancario cubano, mediante la creación de un Banco Central y la aparición de un nuevo sistema. El nuevo Banco Central reemplazaría al Banco Nacional de Cuba como entidad reguladora y supervisora del sistema financiero y de las oficinas de representación de bancos extranjeros radicadas en el país, así como en la responsabilidad de emitir la moneda nacional, asegurar su estabilidad e implementar la política monetaria. De tal manera, el nuevo Banco Central, administrador de las reservas monetarias internacionales del país, nace sin cargar con las obligaciones financieras adquiridas por el Estado cubano anteriormente. Por otra parte, aparecieron una serie de bancos e instituciones financieras especializadas, formalmente desligadas del banco central, pero en manos del Estado cubano, tales como el Banco de Crédito y Comercio, el Banco Internacional de Comercio, el Banco Metropolitano, el Banco de Inversiones, a los que se unen dos instituciones que ya existían anteriormente como el Banco Popular de Ahorro y el Banco Financiero Internacional. Entre las instituciones financieras no bancarias vale la pena destacar la Financiera Nacional, las Casas de Cambio oficiales (CADECA), la Compañía Fiduciaria, RAFIN, FINALSE, FIMEL,y PANAFIN S.A.

Ø Reducción del aparato del Estado, mediante la reducción de la cantidad de Ministerios y entidades gubernamentales, lo cual implicó la desaparición de 11 ministerios e institutos centrales.

Ø Programa de Perfeccionamiento Empresarial, desarrollado como plan piloto a partir de 1999, y por medio del cual alrededor de 100 empresas comenzarán a regirse por criterios de autofinanciamiento, es decir que la empresa estatal debe cubrir sus gastos con sus ingresos y generar un margen de beneficio. Parte de las utilidades se transferirán al Estado y otra parte podría ser manejada de forma descentralizada para mejorar las condiciones de vida y trabajo de los trabajadores, premiando a los más eficientes. Con esta medida, se regresa, en cierta forma, a los fundamentos del SDPE, que tantas veces fue criticado durante el llamado Período de Rectificación de Errores. Habría que ver cual es el nivel de la llamada descentralización que beneficia a las empresas que han entrado a este sistema. El solo hecho del reconocimiento implícito que esta medida tiene en la necesidad de trabajar por la eficiencia y la rentabilidad del sector público es un gran paso de avance.

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Estas medidas han producido notables efectos tanto en la economía como en la sociedad cubanas y dejan espacio a la necesidad de profundizarlas para asegurar un cambio positivo fundamental que se traduzca en el mejoramiento sostenido del nivel de vida de la población cubana. EFECTOS DE LAS MEDIDAS DE REFORMA DE LA ECONOMÍA CUBANA. ALTERNATIVAS DE POLÍTICA ECONÓMICA. A partir de 1994, se detuvo la contracción de la mayor parte de los indicadores macroeconómicos. La oferta de bienes y servicios ha aumentado, gracias a la liberalización de los mercados agropecuarios y a la autorización de trabajos por cuenta propia. Se han logrado controlar ciertos desequilibrios macroeconómicos, entre ellos el exceso de dinero en circulación y el déficit presupuestal. A pesar de las medidas de austeridad que debieron adoptarse, se ha mantenido el acceso total de la población cubana a los servicios de salud y educación aunque en niveles de calidad notoriamente deteriorados. Se ha logrado estabilizar el valor nominal del peso cubano frente al dólar en el mercado cubano de cambio extranjero, lo cual ha permitido mantener bajo control el nivel de inflación. La inversión extranjera ha cobrado cierto dinamismo, aunque ciertamente concentrada desde el punto de vista sectorial.

El crecimiento positivo de la economía se ha producido en condiciones externas muy difíciles, en medio de un recrudecimiento de la política estadounidense de embargo, a partir de la puesta en vigor de las leyes Torricelli y Helms-Burton. Sin embargo, debe notarse que dicho crecimiento ha sido insuficiente y aun no permite establecer que la economía cubana se encuentre en un camino de recuperación sostenida. La tasa promedio de crecimiento anual del P.I.B. ha sido de 2,5% para el período 1994-99. Con los niveles actuales de crecimiento, la economía cubana aun está un 20,0% por debajo del nivel de 1989. Por otra parte, es de esperar que con tales niveles de crecimiento, la economía cubana recuperaría el nivel de 1989 en alrededor de nueve años, si no cambian significativamente las condiciones en las cuales se desenvuelve.

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Gráfico 3Variación Porcentual Anual del PIB de Cuba, 1994-99

Fuente: CEPAL. Cuba: Evolución Económica durante 1998. LC/MEX/R.712 y José Luis Rodríguez. Informe sobre los resultados

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Desde el punto de vista sectorial, se observa una recuperación significativa en el sector de la minería, el cual ha presentado en un crecimiento promedio anual de 13,8% entre 1994 y 1998, gracias, fundamentalmente, a los incrementos sostenidos que ha tenido la producción de níquel más cobalto, a partir de la inversión realizada en las plantas de Nicaro y Moa por parte de la Sherritt Company Inc. de Canadá. La construcción y la industria manufacturera crecieron a ritmos de 8,8% y de 6,8% promedio anual en el período en gran medida inducidas por el crecimiento de las necesidades de turismo, que se han traducido en un incremento de la demanda de bienes industriales y de habitaciones de hoteles. Mientras tanto, el sector de finanzas, seguros y servicios prestados a las empresas creció a un ritmo de 3,2% promedio anual, la agricultura ha crecido sólo a un ritmo de 2,0% promedio anual, y el comercio sólo ha crecido a 1,0% promedio anual. Por otra parte, los servicios gubernamentales (comunales, sociales y personales) han mantenido una tendencia decreciente durante el período, de –0,2% promedio anual.33 A pesar de estos niveles de crecimiento, que resultan significativos en algunos sectores, sólo la minería y el sector financiero generaron en 1998 un producto bruto sectorial superior al de 1989. Mientras tanto, se mantiene el deterioro en la producción azucarera, que tradicionalmente ha sido el sector principal de la economía cubana. Las últimas zafras han mantenido niveles productivos inferiores a los de los últimos años de la década de los 50. En 1994, la producción fue sólo de 4 millones de Toneladas Métricas (TM), en 1995 alcanzó sólo 3,3 millones de TM, ascendió a 4,5 millones en 1996, volvió a descender a 4,2 millones en 1997 y en 1998 llegó sólo a 3,2 millones de TM. La producción azucarera de 1999 presentó un resultado de 3,783 millones de TM, revirtiendo la tendencia descendente de los últimos años, pero sin alcanzar aun los niveles de las décadas anteriores.34 El decaimiento de la industria azucarera y el desarrollo del sector turístico han producido cambios sustanciales en la estructura de la economía cubana a favor de este sector. Actualmente, los ingresos brutos por turismo constituyen el principal rubro de ingreso de divisas del país. Para 1997, los ingresos brutos por turismo representaban 1,546 millones de dólares, mientras las exportaciones de azúcar generaron sólo 844,5 millones de dólares, mientras que en 1998, los ingresos del turismo ascendieron a 1,825 millones de dólares, lo cual resulta superior al total de exportaciones de bienes del país, que sumaron 1,616 millones de dólares. En 1999, los ingresos brutos por turismo crecieron alrededor de un 11% respecto al año anterior.35 En términos relativos, para 1998, el turismo constituyó el 32,0% de los ingresos en divisas de la Balanza de Pagos de Cuba, mientras el azúcar contribuyó con un 23,0%.36 33 Cálculos del autor con base a CEPAL. Cuba: Evolución Económica durante 1998. Edición citada. 34 CEPAL.op.cit. Cuadro 13 y ONE. Estadísticas seleccionadas de Cuba. La Habana, Junio de 1999 y José Luis Rodríguez. Informe sobre los resultados económicos de 1999 y el Plan Económico y Social para el año 2000. Granma, 29 de Diciembre de 1999. 35 CEPAL.op.cit. Cuadros 17 y 21, y José Luis Rodríguez. Ibídem. 36 Después del turismo y la industria azucarera, el aporte de los diversos sectores a los ingresos de la Cuenta Corriente es: transporte, 13%; minería, 11%; tabaco, 4%: pesca, 3%; otros bienes, 7% y otros servicios, 7%. Ver Banco Central de Cuba. Informe Económico, 1997. La Habana, 1998, pág. 28.

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Desde el lado de la demanda, puede observarse que la inversión bruta interna ha sido la que ha jalonado el crecimiento, aunque su efecto no se haga notar aun de manera radical, con un crecimiento promedio anual de 14,8% entre 1994-98, mientras el consumo ha crecido sólo a un ritmo de 1,1%. El consumo del gobierno ha disminuido a un ritmo de –0,2% y el consumo privado se ha elevado sólo a un ritmo de 2,2%. Las exportaciones, por su parte, han crecido a un ritmo de 7,4%, mientras las importaciones se han incrementado a un 11,4% promedio anual.37 Por otra parte, la política fiscal de austeridad seguida por el gobierno con el objeto de reducir el déficit, permitió una reducción de la relación Déficit/ PIB, de 33,5% en 1993 a 7,4% en 1994, 3,5% en 1995, 2,5% en 1996, 2,0% en 1997, y en 1998 volvió a aumentar ligeramente a 2,4%, cifra que se mantiene para 1999.38 A pesar de los esfuerzos que se han realizado por elevar la rentabilidad de las empresas del Estado, lográndose que el 71% de las mismas contribuyan al presupuesto de la nación frente a sólo un 29% de ellas en 1993, los subsidios por pérdidas y la ayuda a las UBPC, representaban en 1998, el 13,9% de los gastos corrientes del Estado.39 La política de austeridad en materia fiscal contribuyó a disminuir el exceso de liquidez en el mercado interno, lo cual también se vio favorecido por el aumento de la oferta de bienes y servicios en los mercados libres a precios regulados por la oferta y la demanda. Gráfico 4 LIQUIDEZ MONETARIA COMO PORCENTAJE DEL PIB.

Fuente: CEPAL. Cuba: Evolución Económica durante 1998. LC/MEX/R.712. Cuadro 28.

37 Ibídem. Cuadro 2. 38 CEPAL. Cuba: Evolución Económica durante 1998. Edición citada. Cuadro 1, y José Luis Rodríguez. Ibídem. 39 Ibídem. Pág.2 y Cuadro 26.

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Liquidez Monetaria Saldo como porcentaje del PIB

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Asociado a esto, se ha observado un mejoramiento, seguido de una relativa estabilización del tipo de cambio del peso cubano respecto al dólar en el llamado mercado libre. Sin embargo, no ha cambiado la tendencia a la dolarización de la economía en el mercado libre, por lo cual, los precios en pesos cubanos en gran medida parten del nivel del dólar en el mercado cambiario libre. Por otra parte, al mejorar el comportamiento del tipo de cambio libre del peso cubano, se ha logrado contener la inflación que se reflejaba en este mercado. En los últimos años las cifras de que se dispone sobre índices de precio al consumidor reflejan una situación de reducción de precios en los primeros años de la recuperación, aunque han comenzado a subir a niveles que aun pueden ser considerados como controlables, aunque debe tenerse en cuenta que los ingresos de la población no han aumentado en la misma proporción. Por otra parte, el nivel de la tasa de cambio promedio en el llamado mercado libre, mantiene la adquisición de dólares fuera de la capacidad de los ingresos provenientes de salarios, al menos en el sector estatal, que sigue empleando al 76,1 % de la población ocupada del país.40 Por ejemplo, en 1996, sólo el 8,2% de los ingresos en divisas de la población cubana habían sido adquiridos por la compra de las mismas por parte de la población, mientras que el 68,1% habían sido adquiridas por la vía de remesas, servicios, turistas y otras fuentes; y el 22,2% por la vía de ingresos por ventas no estatales, y sólo el 1,5% mediante el sistema estatal de estímulos en pesos convertibles (equivalentes al dólar).41 Los efectos positivos de las medidas de ajuste en Cuba se reflejan evidentemente en la coyuntura, sin embargo deben analizarse los fenómenos negativos que subsisten en la definición de las políticas económicas y que pueden comprometer el éxito definitivo de las medidas de reforma económica. Sin embargo, al analizar el proceso de reformas en la Economía Cubana y el comportamiento de la misma es necesario tener presente que las medidas no han sido tomadas como parte de una estrategia de reforma económica sino como “males necesarios” que es necesario asumir para evitar el colapso en las condiciones del Período Especial. El sólo hecho de adoptar una serie de medidas tendientes a liberalizar la economía creando espacios alternativos al control del Estado, a saber, el estímulo al desarrollo de los mercados internos, el trabajo por cuenta propia, así como la inversión de capital extranjero, es definitivamente un reconocimiento implícito a que esas medidas son las que funcionan y pueden sacar a la economía del atolladero en el que se encuentra. El problema radica en que dichas medidas no son suficientes, y en algunos casos resultan contradictorias. Las medidas de reforma adoptadas en estos años, aun cuando han permitido la recuperación de los índices de crecimiento, no han producido, en primer lugar, una tendencia definitiva de crecimiento sostenido de la economía y en segundo lugar, han

40 Ibídem, pág. 39 41 CEPAL. La Economía Cubana. Reformas Estructurales y desempeño en los noventa. Fondo de Cultura Económica. México, 1997. Cuadro A.67

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producido diferencias sociales que se caracterizan, además, por una inversión de la pirámide social. En el funcionamiento de la Economía Cubana se mantienen estructuras que podrían revertir muy fácilmente las condiciones de la aparente recuperación que se presenta. Uno de los problemas estructurales más importantes es el de la propiedad y la estructura empresarial. El Estado sigue controlando de una manera decisiva la economía nacional, a menudo ahogando, en lugar de estimular la empresa privada, la cual podría ser un magnífico complemento de la actividad económica del Estado. Aun no existe el convencimiento, por parte de las autoridades del país, de que la empresa privada nacional, fundamentalmente la pequeña y mediana empresa, pueden contribuir significativamente a generar empleo, desarrollar producciones y servicios en los cuales el Estado es ineficiente, y además, satisfacer necesidades sociales que actualmente el Estado no resuelve de manera satisfactoria. Esto sin contar con el hecho de que al desarrollarse el sector privado nacional, se generarían ingresos presupuestales adicionales que contribuirían a facilitar la labor redistributiva en pos de una política social consistente. En tal sentido, vale la pena destacar que las actuales limitaciones a ciertas categorías de trabajo por cuenta propia y a la magnitud de ciertas empresas familiares refuerza la idea bastante generalizada de provisionalidad que tienen muchos trabajadores por cuenta propia ante la experiencia histórica cubana, según la cual las reformas se han producido en épocas de crisis y se han revertido cuando la crisis pasa. Esta incertidumbre, unido a la preocupación que genera en muchos empresarios o trabajadores por cuenta propia las consideraciones políticas que pueda producir la acumulación de recursos monetarios, trae como resultado que en lugar de invertir por las limitaciones que se le impone al crecimiento de este tipo de negocios, los excedentes que se generan se destinan a elevar considerablemente el consumo, lo cual sólo pueden hacer aquellos que se dedican a actividades privadas porque con el sueldo ganado en una actividad estatal, apenas alcanza para sobrevivir con grandes limitaciones. Una idea de en qué medida, las actividades privadas permiten niveles de vida superiores a los de los trabajadores del sector estatal se hace evidente ante el hecho de que el Estado empleaba en 1996 al 77,7% de la población ocupada, sin embargo, sólo el 28,6% de los ingresos de la población correspondían a salarios y otros pagos laborales, a lo que podría sumarse el 6,4% correspondiente a la seguridad y asistencia social. Mientras tanto, el 9,0% correspondiente a trabajadores privados nacionales y por cuenta propia, recibían el 59,1% de los ingresos de la población.42 Al igual que en épocas anteriores comienza a aparecer una corriente de opinión contraria a estas desigualdades, tanto en el seno de la dirección del país, como en la población. En un determinado escenario político, y en condiciones de superación de la crisis se podría revertir el proceso de reformas, tal y como en estos momentos puede observarse un estancamiento de las mismas.

42 Datos combinados de CEPAL. La Economía Cubana. Reformas Estructurales y Desempeño en los noventa. Fondo de Cultura Económica. México 1997; y CEPAL. Cuba: Evolución Económica durante 1998. LC/MEX/R.712. 31 de mayo de 1999. Cuadro 25.

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Sin embargo, en realidad, las desigualdades que se han ido generando en la sociedad, y que han producido una inversión en la pirámide social, al colocar en mejores condiciones de obtención de ingresos al emergente sector privado se motivan en las restricciones que actualmente se imponen a los profesionales de ofrecer sus servicios profesionales con carácter privado a los mismos propietarios de restaurantes, campesinos, taxistas, albañiles o carpinteros que hoy cobran precios de mercado a toda la sociedad por sus bienes o servicios, mientras los médicos, abogados o maestros, sólo pueden cobrar un módico sueldo por su obligatoria vinculación al Estado para poderse dedicar a las actividades para las cuales se formaron. Las normas que regulan el trabajo por cuenta propia, autorizan a los profesionales a ejercer actividades privadas distintas a las de su profesión. En términos generales no se permite ejercer de forma privada una actividad profesional. En un intento por mejorar las condiciones de vida de médicos, maestros primarios y secundarios y jueces, y más recientemente, periodistas, el gobierno cubano adoptó en 1999 un aumento de salarios a estas categorías de profesionales. En realidad, dichos aumentos constituirán una nueva presión sobre el gasto público sin que constituya una mejora sustancial del nivel de vida real de estas personas y sus familias. Lejos de adoptar medidas de esta naturaleza que no resuelven el problema de fondo, que es un problema de desigualdad de oportunidades, debería liberalizarse la actividad de la empresa privada, comenzando por las pequeñas y medianas empresas nacionales, así como la opción de dedicarse a actividades profesionales privadas a todo aquel que lo desee, y contribuya por ello al fisco con un sistema impositivo que no resulte asfixiante sino que estimule la responsabilidad personal y social de cada quien con su contribución al presupuesto del Estado, que podría concentrarse en la salvaguardia de los objetivos de justicia social que son hoy un patrimonio de la Nación Cubana. Frente a este tipo de propuestas se alza a menudo el argumento del peligro de la restauración del capitalismo. En realidad, el capitalismo está cada día más presente en la Economía Cubana, en forma de capitalismo de Estado, a partir de la presencia de compañías transnacionales e instituciones financieras que, a pesar de las presiones del embargo estadounidense, aumentan paulatinamente sus posiciones en la economía cubana, en forma de empresas mixtas con entidades cubanas, o incluso en forma de empresas extranjeras. En diversos sectores de la economía cubana, tales como la minería metálica, la exploración petrolera, la producción de lubricantes, la exportación de ron, la producción de jabonería y perfumería, empresas mixtas del Estado cubano y de capital privado extranjero controlan el 100% de dichas actividades. En la producción de níquel y cemento, controlan el 50%. Además, capitales extranjeros tienen una presencia muy importante en la administración de hoteles para turismo internacional.43 Esas empresas funcionan con criterios de mercado, obtienen beneficios, una parte de los cuales corresponde al capital extranjero. Sin embargo, esta realidad no les ha impedido

43 Pérez, Omar Everleny. La Inversión Extranjera en Cuba. Peculiaridades. En CEEC. Balance de la Economía Cubana en los 90’s. La Habana, Marzo de 1999. Pág. 119.

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realizar una contribución significativa a la recuperación de la economía nacional, en tanto que han provisto de recursos financieros frescos, generado empleo en bienes y servicios transables internacionalmente, así como tecnología moderna. El impacto de un posible sector privado nacional de pequeñas y medianas empresas no sería de igual magnitud que el de las inversiones extranjeras. No significaría transferencia tecnológica, no representaría una entrada de recursos frescos de capital, especialmente de divisas, pero generaría empleos y contribuirá a elevar la oferta de bienes y servicios en el mercado interno que aun sufre de la contracción que resulta de la crisis. Por otra parte, revitalizaría una cultura empresarial que más de tres décadas de centralización dirigista han contribuido a empobrecer. De igual forma, se establecerían mecanismos de sana competencia bajo la observación de normas regulatorias no intervencionistas del Estado, que complementado con la presencia de un sector privado pujante podría dedicarse a asegurar la vocación de justicia social que implica el derecho de toda la sociedad al disfrute de las garantías sociales respecto a la salud, la asistencia social; la educación, la cultura, y los deportes. Un modelo de esta naturaleza, requeriría una reforma tributaria que incorpore tarifas progresivas a las rentas, generalice el impuesto a las ventas, y establezca ciertos impuestos adicionales a la actividad empresarial privada, siempre y cuando la magnitud de los mismos no se convierta en asfixiante de forma que en lugar de estimularse dichas actividades se produzca lo que hoy se observa en el sentido de que muchos antiguos trabajadores por cuenta propia engrosan las filas de la economía informal como forma de subsistencia. Una nueva cultura de contribución permitiría un cambio de una mentalidad enraizada en la sociedad cubana en el sentido de que el Estado provee a la sociedad de seguridad, salud, y educación, cuando en realidad, el Estado provee lo que ha sido creado por toda la sociedad, y por tanto es el resultado del esfuerzo creador de todo el pueblo. Resulta importante medir el costo social que significa que toda la sociedad tenga derecho a una salud pública gratuita o una educación gratuita de alta calidad. Y es importante, que la sociedad tenga también la opción de escoger o incluso, combinar, entre esos servicios gratuitos y otros similares pagados o prepagados como existen en otros países. Ciertamente, para una reforma de esta naturaleza sería necesaria una reforma profunda del funcionamiento del sector público, así como de su redimensionamiento a partir de aquellas actividades en las que resulta realmente imprescindible su actividad como empresario, y una reforma de todo el sistema de precios en la economía nacional, estableciendo relaciones más precisas con los niveles de costo real y con las condiciones del mercado. Esta reforma de precios tendría que ir acompañada de una reforma de salarios en el sector público, que evite el desangre masivo de profesionales hacia el sector privado. Los estímulos económicos resultan siempre más efectivos que las prohibiciones. Con el objetivo de evitar un empobrecimiento relativo de las personas jubiladas, sería necesario que el Estado dispusiera de recursos para equiparar los niveles de pensiones a las nuevas condiciones económicas, estableciendo para su financiamiento mecanismos transitorios que dieran paso a un cambio en el régimen pensional. Muy probablemente, la población de la tercera edad, así como los beneficiarios de la asistencia social, requerirían de mecanismos de subsidio que hoy en día se aplican en naciones más desarrolladas con bastante éxito. Para las personas que aun están lejos de la edad de pensiones podría

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pensarse en un régimen pensional diferente basado en el ahorro, y bajo la supervisión del Estado. La redistribución de ingresos que se produciría en condiciones de un desarrollo de pequeñas y medianas empresas privadas nacionales, permitiría un alivio a los actuales niveles de desigualdad de oportunidades que generan niveles de desigualdad de ingresos reales. Por otra parte, no es posible seguir manteniendo la actual dualidad de sistemas monetarios que significa en la práctica la existencia de un sistema de patrones paralelos que resulta arcaico y nocivo por el carácter discriminatorio de la moneda nacional. En ese sentido, resulta contraproducente el mantenimiento de tasas de cambio diferenciadas, según las cuales, a las empresas exportadoras e importadoras se les aplica la tasa de cambio oficial sobrevalorada de un peso igual a un dólar de EE.UU, mientras que en la circulación corriente del mercado interno, el poder adquisitivo del dólar es más de veinte veces mayor. La teoría económica demuestra que la sobrevaloración de la moneda nacional de un país, además de artificial, crea serias distorsiones que imponen a la economía un sesgo claramente antiexportador. Las empresas exportadoras cubanas, al recibir un peso por cada dólar exportado tienen escasos incentivos para incrementar sus exportaciones cuando en el mercado interno libre la venta de divisas puede reportar más de 20 pesos por cada dólar, sin embargo, no pueden acudir a dicho mercado a cambiar sus dólares. No obstante, las empresas a las que se ha autorizado la realización de transacciones en divisas, pueden usar divisas obtenidas en exportaciones o en ventas internas en el llamado mercado emergente, para satisfacer necesidades propias que sólo son resueltas en el mercado en divisas. El sistema de precios basado en las condiciones del mercado permitiría llegar a una tasa de cambio real que establezca las relaciones de paridad del poder adquisitivo, cualquiera que sea el método que se utilice para establecer la referencia. En las condiciones actuales, podría pensarse en establecer un mecanismo de convertibilidad que tuviera como referencia el euro o una canasta de monedas que incluya aquellas que mayor peso tienen en el comercio exterior cubano de bienes y servicios, lo cual permitiría incorporar al dólar canadiense junto a las monedas europeas. No obstante, este mecanismo estaría marcado por la temporalidad, debido a que es de suponer que en algún momento, los gobiernos de Estados Unidos y Cuba estén en capacidad de iniciar un necesario proceso de acercamiento en un nivel de relaciones basadas en el respeto mutuo y la cooperación económica, en cuyo caso, el peso que tendría Estados Unidos en el comercio exterior cubano podría alcanzar magnitudes significativas. La tasa de cambio real, permitiría valorar adecuadamente los costos de ciertos bienes y servicios que hoy se ofrecen a precios que no guardan relación con las realidades de la economía, y que en muchos casos se atienen a una tasa de cambio artificialmente valorada de un peso igual a un dólar de Estados Unidos, y automáticamente permitiría establecer la convertibilidad de sectores que actualmente resultan inconvertibles por los efectos nocivos de esa sobrevaloración. La unificación del sistema monetario y la utilización de una tasa de cambio del mercado, económicamente fundamentada, en toda la economía del país, permitiría eliminar las restricciones que hoy en día existen en el acceso a la obtención de ciertos bienes que

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sólo pueden ser adquiridos en dólares por parte no sólo de las personas individuales, sino también de las empresas, incluso las estatales. En tal sentido, podría promoverse un mercado de bienes duraderos, en cuyo consumo podría influir el diseño de un sistema moderno de créditos al consumo, que permita utilizar el manejo de la tasa de interés, como instrumento de política monetaria. El país debería contar con un nuevo y más moderno sistema de crédito que contribuya también a facilitar recursos de inversión para los pequeños y medianos empresarios así como a la empresa estatal que tendría efectos muy favorables sobre el crecimiento del producto y la competencia en el mercado interno. Esto significaría canalizar los excesos de liquidez en manos de la población hacia la inversión productiva. Cuba requiere contar con un sistema financiero moderno que permita la creación de un incipiente mercado de valores que estimule el ahorro a largo plazo y la inversión. Ello facilitaría la construcción de viviendas que hoy en día constituye uno de los más graves problemas sociales sin resolver en el país. El principal reto que enfrenta la política económica en Cuba radica en la necesidad de profundizar las reformas de mercado, para dinamizar el crecimiento económico a partir del cual se podrá avanzar en el desarrollo, manteniendo los principales logros de su política social que ha diferenciado a Cuba del resto de países de América Latina. Para ello resulta conveniente que el Estado se desprenda de aquellas actividades que pueden lastrar su actividad y se concentre en garantizar la satisfacción de las principales necesidades sociales, así como mantener políticas redistributivas que conduzcan a paliar las injusticias distributivas que genera todo mercado en su desarrollo, de manera que se garantice la igualdad de oportunidades y se proteja a los desvalidos de la sociedad mediante mecanismos de asistencia social a los que contribuyan financieramente las empresas y los ciudadanos que pueden velar por si mismos. Por otra parte, Cuba requiere de una política industrial que favorezca el desarrollo de la industria nacional en aquellos sectores en los que puede aprovechar ciertas ventajas comparativas, transformándolas en ventajas competitivas. Esa política industrial no debe, sin embargo, basarse en un modelo de sustitución de importaciones, fracasado en la región latinoamericana, sino en su orientación a las exportaciones. El fomento de industrias con vocación exportadora en Cuba tendría que pasar por un desarrollo significativo de la infraestructura de transportes, comunicaciones y vías, unido a la certidumbre de los inversionistas, tanto nacionales como extranjeros sobre la irreversibilidad de un nuevo modelo de desarrollo económico basado en la mayor libertad de acción de los agentes económicos. A MANERA DE RESUMEN. En términos generales resulta preocupante que en los últimos años ha habido un freno a las medidas de reforma que se habían adoptado en los primeros años de la década de los años 90. Las medidas adoptadas no se han revertido, pero el proceso que debiera continuar con la profundización de la reforma se ha detenido, lo cual demuestra que no hay realmente una opción de política en pos de la reforma, ante el reconocimiento de la inefectividad de los viejos mecanismos administrativos de control sobre la economía.

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Las reformas en Cuba se han adoptado sólo ante los imperativos del colapso económico y éste puede ser un factor desestimulante para la inversión extranjera que en el caso cubano, ante la escasa acumulación interna, jugará un papel decisivo no sólo en la recuperación de la economía sino en el proceso de desarrollo a largo plazo. Es claro que ningún programa de reformas económicas que se proponga en Cuba puede ser viable si no existe la voluntad política para llevarlo a cabo. En este sentido, es necesario el establecimiento en el país de un nuevo clima de debate abierto que permita el desarrollo de ideas novedosas y constructivas que puedan expresarse con entera libertad, en bien del desarrollo del país. Durante más de treinta años, la Revolución Cubana ha constituido el contexto en el que se han educado varias generaciones de cubanos que, gracias a los avances del sistema educativo, han alcanzado altos niveles de formación profesional y que pueden aportar a la construcción común de un nuevo país de cara al siglo XXI. Para ello es necesario un debate plural, en el que los prejuicios ideológicos sean reemplazados por el uso de las libertades que hoy en día son un patrimonio de la Humanidad. Y en este sentido, la necesidad de mantener el monolitismo ideológico puede ceder paso a un esquema de debate que permita integrar, en la diferencia, diversas concepciones que tengan como objetivo común el mejoramiento del nivel de vida del pueblo cubano, que debe ser la prioridad de cualquier política económica responsable. Sin dudas, la introducción de mecanismos de mercado creará, en primer lugar, inequidades que siempre que no se traduzcan en el empeoramiento del nivel de vida de sectores de la población podrían resultar estimulantes al desarrollo de la productividad, la eficiencia y la creatividad empresarial, desarrollando, al mismo tiempo una cultura de contribución en la sociedad que coadyuvará a una valoración más precisa de las ventajas sociales de que se disponga. El Estado fuerte es necesario, sin embargo, para evitar que la liberalización de los mercados y el desarrollo de la actividad privada favorezca la actividad de las mafias que aspiran a controlar dichos mercados, a través de formas ilícitas de enriquecimiento, lo cual les permitiría concentrar no sólo el poder económico sino llegar incluso a controlar el poder político. Pero, un Estado fuerte, es un Estado que disponga de mecanismos legales para cumplir su función de salvaguardar a los ciudadanos, y no necesariamente, un Estado fuerte es sinónimo de Estado que propugna sólo una visión del mundo o una ideología estatal, porque tal sistema político termina por cercenar la iniciativa y el pensamiento creador. Por ello, valdría la pena recordar a José Martí cuando escribió que:

“Todo el poder que iría adquiriendo la casta de funcionarios, ligados por la necesidad de mantenerse en una ocupación privilegiada y pingüe, lo iría perdiendo el pueblo, que no tiene las mismas razones de complicidad en esperanzas y provechos, para hacer frente a los funcionarios enlazados por intereses comunes. Como todas las necesidades públicas vendrían a ser satisfechas por el Estado, adquirirían los funcionarios entonces la influencia enorme que naturalmente viene a los que distribuyen algún derecho o beneficio. El hombre que quiere ahora que el Estado cuide de él para no tener que cuidar él de sí, tendría que trabajar entonces en la medida, por el tiempo y en la labor que pluguiese al Estado asignarle, puesto que a éste, sobre quien caerían todos los deberes, se darían naturalmente todas las facultades necesarias para recabar los medios de cumplir aquéllos. De ser siervo de sí mismo, pasaría el hombre a ser siervo del Estado. De ser esclavo de los capitalistas,

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como se llama ahora, pasaría a ser esclavo de los funcionarios. Esclavo es todo aquel que trabaja para otro que tiene dominio sobre él; y en ese sistema socialista dominaría la comunidad al hombre, que a la comunidad entregaría todo su trabajo. Y como los funcionarios son seres humanos, y por tanto abusadores, soberbios y ambiciosos, y en esa organización tendrían gran poder, apoyados por todos los que aprovechasen o esperasen aprovechar de los abusos, y por aquellas fuerzas viles que siempre compra entre los oprimidos el terror, prestigio o habilidad de los que mandan, este sistema de distribución oficial del trabajo común llegaría a sufrir en poco tiempo de los quebrantos, violencias, hurtos y tergiversaciones que el espíritu de individualidad, la autoridad y osadía del genio, y las astucias del vicio originan pronta y fatalmente en toda organización humana.” 44

En estos momentos en los que la Humanidad se debate en el examen de las diversas alternativas para asegurar un desarrollo sostenido en condiciones de libertad, es de suma importancia que Cuba, dentro de un mundo globalizado tenga la opción de construir su futuro en libertad y democracia, sustituyendo las relaciones de producción que la historia ha demostrado arcaicas por nuevas relaciones en las que el Estado pueda favorecer el desarrollo de un mercado sin que ello se traduzca en el desarrollo del pauperismo y la pobreza crítica de su sociedad a la par que una minoría concentra todo el poder y la riqueza de la misma. La historia reciente de la sociedad cubana, marcada por una revolución social que quebró el poder de las clases explotadoras, puede sin embargo, servir de lección histórica que permita la construcción de una nueva sociedad libre que aproveche en el buen sentido la iniciativa individual basándose en una conjugación adecuada de los intereses de los diversos grupos sociales. Para ello, Cuba debe tener el derecho como país a escoger su propio camino hacia el desarrollo sin las presiones externas que han persistido durante cuatro décadas sin éxito aparente. En la medida en que su independencia pueda ser garantizada por unas relaciones externas de colaboración, se desmoronarán los argumentos según los cuales el país es una fortaleza sitiada. Cuba requiere la paz, y la paz, facilitará el pluralismo de ideas, la democracia, y el mercado.

44 José Martí. Op. Cit. pág. 956

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CUADRO 1 INDICADORES FUNDAMENTALES DE LA ECONOMÍA CUBANA, 1989-98.

1989 1990 1991 1992 1993 1994 1995 1996 1997 1998 Producto Interno Bruto (millones de pesos a precios constantes de 1981)

19.586

19.008

16.976

15.010

12.777

12.868

13.185

14.218

14.573

14.754

Producto Interno Bruto per cápita, a precios constantes de 1981

1.861

1.787

1.580

1.386

1.172

1.175

1.201

1.290

1.316

1.325

Producto Interno Bruto a precios corrientes (millones de pesos)

19.230

19.645

16.248

14.905

15.095

19.198

21.737

22.815

22.952

23.216

Deflactor Implícito del PIB (% de aumento anual)

1,8

3,4

-7,1

3,6

17,3

23,1

12,0

-0,8

-1,9

-0,1

Tasa de variación anual del PIB

0,7

-2,9

-10,7

-11,6

-14,9

0,7

2,5

7,8

2,5

1,2

Tasa de desempleo 7,8 7,3 7,7 6,1 6,2 6,7 7,9 7,6 6,8 6,5 Tasa de inflación (IPC) n.d. n.d. n.d. n.d. n.d. n.d. -11.5 -4.9 2.9 2.7

Relación Liquidez Monetaria / PIB (%)

21,6

25,4

40,4

56,1

73,2

51,8

42,6

41,8

41,1

41,8

Relación Déficit Presupuestal / PIB (%)

-7,3

-10,0

-23,2

-32,7

-33,5

-7,4

-3,5

-2,5

-2,0

-2,4

Relación Saldo en Cuenta Corriente / PIB (%)

-15,6

-13,0

-8,9

-2,8

-2,6

-1,3

-2,4

-0,7

-1,1

-1,4 Relación Deuda Externa Total / PIB (%)

31,7

34,6

40,0

42,9

58,2

47,3

48,3

45,9

44,2

45,2

Fuentes: ONE. Anuario Estadístico de Cuba, 1996. La Habana, 1998; CEPAL. La Economía Cubana. Reformas Estructurales y desempeño en los noventa. Fondo de Cultura Económica; CEPAL. Cuba: Evolución Económica durante 1998. LC/MEX/R.712, 31 de mayo de 1999. CUADRO 2-A PRESUPUESTO DE INGRESOS Y GASTOS DEL ESTADO. (Millones de Pesos de 1981) 1986 1987 1988 1989 1990 1991 1992 1993 Ingresos Totales 12.100 11.736 11.682 12.600 11.943 11.486 9.380 8.213 Gastos Totales 12.297 12.370 12.859 14.014 13.852 15.435 14.311 12.572 Educación 1.716 1.666 1.695 1.664 1.578 1.578 1.445 1.195 Salud 805 844 895 912 914 970 950 929 Actividad empresarial 1.917 2.574 2.849 3.492 3.855 4.953 5.655 5.323 Subsidios por pérdidas

1.091

1.708

1.923

2.675

2.900

4.073

4.951

4.690

Subsidios por diferencia de precios

622

667

720

679

718

581

933

634

Otros Gastos 3.246 2.706 2.695 3.084 2.813 3.803 2.386 1.758 Superávit (Déficit) -197 -634 -1.777 -1.415 -1.908 -3.949 -4.931 -4.359

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CUADRO 2-B PRESUPUESTO DE INGRESOS Y GASTOS DEL ESTADO. (Millones de Pesos de 1981) 1994 1995 1996 1997 1998* Ingresos Totales 8.947 7.258 7.657 7.891 7.922 Gastos Totales 9.944 7.737 8.013 8.197 8.380 Educación 936 851 903 962 1.007 Salud 744 694 764 829 896 Actividad empresarial 2.914 1.877 1.528 1.504 1.832 Subsidios por pérdidas

2.418

1.129

884

877

699

Subsidios por diferencia de precios

358

423

467

533

N.D.

Otros Gastos 1.929 1.637 1.594 1.703 1.689 Superávit (Déficit) 997 -479 -359 -305 -458 Fuentes: CEPAL. La Economía Cubana. Reformas Estructurales y desempeño en los noventa. Fondo de Cultura Económica, México, 1997. Cuadro A.9; y CEPAL. Cuba: Evolución Económica durante 1998. LC/MEX/R.712. Cuadro 26. * Los valores de 1998 son estimados del autor usando las estadísticas en valores corrientes y aplicando el Deflactor implícito del PIB.

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