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DOMINGO 12 DE NOVIEMBRE DE 2017 ESPECIAL 08 juventud rebelde texto y fotos YOERKY SÁNCHEZ CUELLAR [email protected] TOMÓ en sus manos la guitarra y dijo: «Yo necesito cantar mi canción aquí». En- tonces, hasta el pequeño lavadero donde hace 50 años cobardes asesinos tendie- ron el cuerpo del Che llegaron hombres y mujeres que entonaron, en una sola voz, Son los sueños todavía , el emblemático himno guevariano de Gerardo Alfonso. En cada estrofa vibraba la confirmación absoluta de que el Comandante gue rrillero n o murió, permanece vivo (como no lo que - rían). Quienes lo pusieron en ese rincón, le cortaron las manos y cavilaron, incluso, exhibir su cabeza como trofeo de guerra, apenas podían imaginar que este nuevo libertador de América sería un eterno nace - dor. Medio siglo después, desde el mismo hospital de Malta, en Vallegrande, el tro- vador recordaba que «el amor es eterno», porque «el dolor no ha matado la utopía». Como dardos de fe contra los traido- res, en las paredes del sagrado sitio los escritos evocan la certeza de un Gueva- ra victorioso, con el pecho lanzado a la esperanza. Viajeros de todas partes co- locan una frase, un pensamiento, un recuerdo para el héroe, desde el lugar donde permaneció con los ojos abiertos en ráfaga de luz contra sus criminales captores. En lo más alto sobresale la poesía de Guillén, con los trazos del equipo de científicos que descubrió e identificó sus restos: «Y no porque te escondan, porque te disimulen bajo tie- rra/van a impedir que te encontremos». Cuando las cuerdas de la guitarra pare- cían tensarse, mientras el cantor tomaba la inmensidad del Cono Sur para darle fuer- zas a su voz, allí estaba nuevamente el doctor Jorge González, «Popy», quien dirigió aquella intensa búsqueda, para decirnos que hay que recordarlo sin lágrimas, por- que él sigue luchando y su espíritu rencar- na en cada ser humano que sienta en su mejilla el golpe dado a la mejilla del otro. Ronal Hidalgo, el segundo secretario de la Juventud Comunista, tomó en sus ma- nos un pincel y puso en la pared ¡Vivo,Che! El resto de la delegación también dejó su huella. Yo coloqué mi firma y, sin pedir per- miso,las iniciales de varios amigos. En ese momento mi pensamiento fue para Fidel: también escribí su nombre. Minutos después, en las afueras de la lavandería, encontramos a Susana Osina- ga, la mujer que recibió el encargo, como enfermera de turno, de lavar el cuerpo exánime del guerrillero. Susana tenía en- tonces 34 años, no conocía a quien baña- ba ni podía comprender la luz de aquellos ojos empecinadamente abiertos. Aún no le habían arrancado las dos manos. Bus- có agua, jabón y toalla para limpiar su piel y le colocó un nuevo pijama. Con el tiempo lo entendió todo y aquel acto marcó su vida. Al vernos, ape- nas pudo pronunciar palabras, pero con un abrazo supo reconocer las gracias. A pocos metros, una feria de salud confirmaba que los sueños del Coman- dante de América resurgen convertidos en hermosas realidades. Profesionales de la Isla y de la hermana nación levan- taban carpas para consultas médicas y ofrecían sus servicios de modo gratuito, en un gesto pleno de amor que los pacientes agradecían desde la humildad lugareña. Entre los presentes podía ver- se a la ministra boliviana de Salud, Aria- na Campero, una joven graduada de la Escuela Latinoamericana de Medicina, idea de Fidel que expande salvación por el continente. «Nuestro proceso de cambios, lidera- do por el presidente Evo Morales, es una continuidad de la lucha del Comandante Guevara», afirmaba la Ministra al inaugu- rar la Feria, un programa que abarcó cer- ca de 12 000 atenciones sanitarias en localidades por donde hace 50 años pa- só la guerrilla. La coordinadora nacional de la brigada médica cubana en Bolivia, la doctora Yoan- dra Muro, agregó que en esta ocasión se sumaba un centenar de colaboradores cubanos, de 26 especialidades. Seguían así el camino trazado por el joven Ernesto. Catorce representantes de la salud cu- bana trabajan permanentemente en Señor de Malta. Uno de ellos, Rodney Reyes Ayala, de 38 años, considera un privilegio cumplir misión en estas tierras como enfer- mero intensivista. «Es un sueño realizado», dice, mientras su mirada se pierde en las alturas que rodean a esta provincia del departamento de Santa Cruz de la Sierra. Después de recorrer el hospital llega- mos hasta el sitio donde permanecieron sepultados por 30 años los cuerpos gue- rrilleros, en áreas cercanas a la vieja pista de aviación. Más de 80 versiones existían sobre el lugar donde ocurrieron los ente- rramientos. Durante mucho tiempo se especuló que el cadáver del Che había sido incinerado y las cenizas lanzadas desde un avión sobre las montañas. Otros afirmaban que estaban en un cuartel de la CIA en Estados Unidos o en una base militar de ese país en Panamá. La derecha oligárquica hizo todo lo posi- ble por evitar su hallazgo, y estuvo a punto de expulsar a quienes cumplían la misión de encontrar los restos. Incluso, enviaron a Bolivia al agente de la CIA Félix Rodríguez, uno de los asesinos, para que mostrara un lugar en dirección contraria al que tenían ubicado los científicos. Mientras más se acercaba el esperado momento, la presión se hacía más fuerte. Pero no pudieron impedirlo, y el 28 de junio de 1997 la noti- cia le daba la vuelta al mundo. Allí existe hoy un pequeño museo. A su alrededor crecen árboles sembrados por los familiares del Che y por dignos visitantes. Una muestra más de que su ejemplo continúa forjando raíces. ÍCONO DE TODOS LOS TIEMPOS Desde todas las geografías, miles de personas arribaron a Vallegrande para las actividades de homenaje por el aniversa- rio 50 de los sucesos de 1967. Invitados especiales, el Comandante de la Revolu- ción Ramiro Valdés, los hijos del guerrille- ro y dos de los sobrevivientes de la gesta en Bolivia: Harry Villegas, «Pombo» y Leo- n ardo Tamayo,«Urbano». Además,se encon - traba allí Ramiro Guevara, quien con solo 40 años es el hermano menor del Che. Llegaron también hasta el lugar inte- lectuales, luchadores sociales, activistas de movimientos políticos, todos con un mensaje de lucha y unidad para la victo- ria de los pueblos del Río Grande a la Patagonia. Según el historiador y periodista boli- viano Carlos Soria, unir tantas voces fue posible porque «la figura del Che emerge como un emblema mundial, más allá de las fronteras de Cuba y de América Lati- na. Su imagen es enarbolada en diver- sas circunstancias, como parte de la respuesta del Tercer Mundo a los des- manes del poder imperialista, lo mismo que al interior de los conflictos sociales, en un mundo desestabilizado por la apli- cación de políticas neoliberales». Reunidos en torno a su figura, cerca de 200 comunicadores recordaron que el Guerrillero Heroico procuró siempre los medios para interactuar con el pueblo, porque otorgaba valor supremo a la infor- mación. Destacaron, además, su papel como fundador de la agencia de noticias Prensa Latina y reafirmaron la necesidad de desarrollar en el continente una comu- nicación contrahegemónica, basada en los pilares del pensamiento guevariano. Atilio Borón, destacado politólogo argentino, expresó en uno de los talleres que al Che no se le puede ver como un ícono del pasado, sino como alguien que tiene mucho que decir en el presente y el futuro, mientras jóvenes de Venezuela llamaban al respeto de la soberanía de su país y expresaban su respaldo a la causa bolivariana y al presidente Nicolás Maduro, para ser coherentes con las ideas del precursor del hombre nuevo. En los debates también se condenó el bloqueo de Estados Unidos contra Cuba por casi 60 años y la ocupación del territorio ilegalmente usurpado en Guantánamo, así como la presencia de bases militares en la región, además de los intentos de criminalizar las protestas sociales en América Latina. Al término de los encuentros, Antonio Santana, vicepresidente del Consejo de Iglesias de Cuba, aseveró que la mayor ins- piración quedaba en la fe, vista como una fuerza y un compromiso con la vida, que cobran sentido en la visión humanista del El camino largo, largo, por donde tú vas Hay lugares que marcan los sueños; que llaman a seguir, más allá de la vida y los inconclusos tiempos de la esperanza. Vallegrande y La Higuera, en Santa Cruz de la Sierra, son de esos sitios imprescindibles en la historia de Nuestra América. Allí se devela un Che vivo, que 50 años después de su muerte física, conversa y batalla, ennoblece e inspira Gerardo Alfonso interpreta Son los sueños todavía, en la lavandería del hospital de Malta. El San Ernesto de La Higuera boliviana.

ESPECIAL DOMINGO DE NOVIEMBRE DE texto y fotosYOERKY ...en ráfaga de luz contra sus criminales captores. En lo más alto sobresale la poesía de Guillén, con los trazos del equipo

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Page 1: ESPECIAL DOMINGO DE NOVIEMBRE DE texto y fotosYOERKY ...en ráfaga de luz contra sus criminales captores. En lo más alto sobresale la poesía de Guillén, con los trazos del equipo

DOMINGO 12 DE NOVIEMBRE DE 2017ESPECIAL08 juventud rebelde

texto y fotos YYOOEERRKKYY SSÁÁNNCCHHEEZZ CCUUEELLLLAARR [email protected]

TOMÓ en sus manos la guitarra y dijo: «Yonecesito cantar mi canción aquí». En-tonces, hasta el pequeño lavadero dondehace 50 años cobardes asesinos tendie-ron el cuerpo del Che llegaron hombres ymujeres que entonaron, en una sola voz,Son los sueños todavía, el emblemáticohimno guevariano de Gerardo Alfonso.

En cada estrofa vibraba la confirmaciónabsoluta de que el Comandante guerrillerono murió,permanece vivo (como no lo que-rían). Quienes lo pusieron en ese rincón, lecortaron las manos y cavilaron, incluso,exhibir su cabeza como trofeo de guerra,apenas podían imaginar que este nuevolibertador de América sería un eterno nace-dor. Medio siglo después,desde el mismohospital de Malta, en Vallegrande, el tro-vador recordaba que «el amor es eterno»,porque «el dolor no ha matado la utopía».

Como dardos de fe contra los traido-res, en las paredes del sagrado sitio losescritos evocan la certeza de un Gueva-ra victorioso, con el pecho lanzado a laesperanza. Viajeros de todas partes co-locan una frase, un pensamiento, unrecuerdo para el héroe, desde el lugardonde permaneció con los ojos abiertosen ráfaga de luz contra sus criminalescaptores. En lo más alto sobresale lapoesía de Guillén, con los trazos delequipo de científicos que descubrió eidentificó sus restos: «Y no porque teescondan, porque te disimulen bajo tie-rra/van a impedir que te encontremos».

Cuando las cuerdas de la guitarra pare-cían tensarse, mientras el cantor tomabala inmensidad del Cono Sur para darle fuer-zas a su voz, allí estaba nuevamente eldoctor Jorge González, «Popy», quien dirigióaquella intensa búsqueda, para decirnosque hay que recordarlo sin lágrimas, por-que él sigue luchando y su espíritu rencar-na en cada ser humano que sienta en sumejilla el golpe dado a la mejilla del otro.

Ronal Hidalgo,el segundo secretario dela Juventud Comunista, tomó en sus ma-nos un pincel y puso en la pared ¡Vivo,Che!El resto de la delegación también dejó suhuella. Yo coloqué mi firma y, sin pedir per-miso,las iniciales de varios amigos. En esemomento mi pensamiento fue para Fidel:también escribí su nombre.

Minutos después, en las afueras de lalavandería, encontramos a Susana Osina-ga, la mujer que recibió el encargo, comoenfermera de turno, de lavar el cuerpoexánime del guerrillero. Susana tenía en-tonces 34 años,no conocía a quien baña-ba ni podía comprender la luz de aquellosojos empecinadamente abiertos. Aún nole habían arrancado las dos manos. Bus-có agua, jabón y toalla para limpiar su piely le colocó un nuevo pijama.

Con el tiempo lo entendió todo yaquel acto marcó su vida. Al vernos,ape-nas pudo pronunciar palabras, pero conun abrazo supo reconocer las gracias.

A pocos metros, una feria de saludconfirmaba que los sueños del Coman-dante de América resurgen convertidosen hermosas realidades. Profesionalesde la Isla y de la hermana nación levan-taban carpas para consultas médicas yofrecían sus servicios de modo gratuito,en un gesto pleno de amor que lospacientes agradecían desde la humildadlugareña. Entre los presentes podía ver-se a la ministra boliviana de Salud, Aria-na Campero, una joven graduada de laEscuela Latinoamericana de Medicina,idea de Fidel que expande salvación porel continente.

«Nuestro proceso de cambios, lidera-do por el presidente Evo Morales,es unacontinuidad de la lucha del ComandanteGuevara», afirmaba la Ministra al inaugu-rar la Feria, un programa que abarcó cer-ca de 12 000 atenciones sanitarias enlocalidades por donde hace 50 años pa-só la guerrilla.

La coordinadora nacional de la brigadamédica cubana en Bolivia, la doctora Yoan-dra Muro, agregó que en esta ocasión sesumaba un centenar de colaboradorescubanos, de 26 especialidades. Seguíanasí el camino trazado por el joven Ernesto.

Catorce representantes de la salud cu-bana trabajan permanentemente en Señorde Malta. Uno de ellos, Rodney Reyes

Ayala, de 38 años, considera un privilegiocumplir misión en estas tierras como enfer-mero intensivista. «Es un sueño realizado»,dice, mientras su mirada se pierde en lasalturas que rodean a esta provincia deldepartamento de Santa Cruz de la Sierra.

Después de recorrer el hospital llega-mos hasta el sitio donde permanecieronsepultados por 30 años los cuerpos gue-rrilleros, en áreas cercanas a la vieja pistade aviación. Más de 80 versiones existíansobre el lugar donde ocurrieron los ente-rramientos. Durante mucho tiempo seespeculó que el cadáver del Che había sidoincinerado y las cenizas lanzadas desde unavión sobre las montañas. Otros afirmabanque estaban en un cuartel de la CIA en

Estados Unidos o en una base militar deese país en Panamá.

La derecha oligárquica hizo todo lo posi-ble por evitar su hallazgo, y estuvo a puntode expulsar a quienes cumplían la misiónde encontrar los restos. Incluso,enviaron aBolivia al agente de la CIA Félix Rodríguez,uno de los asesinos,para que mostrara unlugar en dirección contraria al que teníanubicado los científicos. Mientras más seacercaba el esperado momento, la presiónse hacía más fuerte. Pero no pudieronimpedirlo, y el 28 de junio de 1997 la noti-cia le daba la vuelta al mundo.

Allí existe hoy un pequeño museo. Asu alrededor crecen árboles sembradospor los familiares del Che y por dignosvisitantes. Una muestra más de que suejemplo continúa forjando raíces.

ÍCONO DE TODOS LOS TIEMPOSDesde todas las geografías, miles de

personas arribaron a Vallegrande para lasactividades de homenaje por el aniversa-rio 50 de los sucesos de 1967. Invitadosespeciales, el Comandante de la Revolu-ción Ramiro Valdés, los hijos del guerrille-ro y dos de los sobrevivientes de la gestaen Bolivia: Harry Villegas, «Pombo» y Leo-nardo Tamayo,«Urbano». Además,se encon-traba allí Ramiro Guevara, quien con solo40 años es el hermano menor del Che.

Llegaron también hasta el lugar inte-lectuales, luchadores sociales,activistasde movimientos políticos, todos con unmensaje de lucha y unidad para la victo-ria de los pueblos del Río Grande a laPatagonia.

Según el historiador y periodista boli-viano Carlos Soria, unir tantas voces fueposible porque «la figura del Che emergecomo un emblema mundial, más allá delas fronteras de Cuba y de América Lati-na. Su imagen es enarbolada en diver-sas circunstancias, como parte de larespuesta del Tercer Mundo a los des-manes del poder imperialista, lo mismoque al interior de los conflictos sociales,en un mundo desestabilizado por la apli-cación de políticas neoliberales».

Reunidos en torno a su figura,cerca de200 comunicadores recordaron que elGuerrillero Heroico procuró siempre losmedios para interactuar con el pueblo,porque otorgaba valor supremo a la infor-mación. Destacaron, además, su papelcomo fundador de la agencia de noticiasPrensa Latina y reafirmaron la necesidadde desarrollar en el continente una comu-nicación contrahegemónica, basada enlos pilares del pensamiento guevariano.

Atilio Borón, destacado politólogoargentino, expresó en uno de los talleresque al Che no se le puede ver como unícono del pasado,sino como alguien quetiene mucho que decir en el presente yel futuro, mientras jóvenes de Venezuelallamaban al respeto de la soberanía desu país y expresaban su respaldo a lacausa bolivariana y al presidente NicolásMaduro, para ser coherentes con lasideas del precursor del hombre nuevo.

En los debates también se condenóel bloqueo de Estados Unidos contraCuba por casi 60 años y la ocupacióndel territorio ilegalmente usurpado enGuantánamo, así como la presencia debases militares en la región, además delos intentos de criminalizar las protestassociales en América Latina.

Al término de los encuentros, AntonioSantana, vicepresidente del Consejo deIglesias de Cuba,aseveró que la mayor ins-piración quedaba en la fe, vista como unafuerza y un compromiso con la vida, quecobran sentido en la visión humanista del

El camino largo, largo,por donde tú vas

Hay lugares que marcan los sueños; que llaman aseguir, más allá de la vida y los inconclusos tiempos dela esperanza. Vallegrande y La Higuera, en Santa Cruzde la Sierra, son de esos sitios imprescindibles en la

historia de Nuestra América. Allí se devela un Che vivo,que 50 años después de su muerte física, conversa y

batalla, ennoblece e inspira

Gerardo Alfonso interpreta Son los sueños todavía, en la lavandería del hospital de Malta.

El San Ernesto de La Higuera boliviana.

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ESPECIALDOMINGO 12 DE NOVIEMBRE DE 2017 09juventud rebelde

héroe Comandante y en su lucha por unmundo mejor y más justo, un mundo queentre todos es posible construir.

CAMINO A LA HIGUERA 8 de octubre, y también domingo, co-

mo en 1967. Antes de emprender cami-no a La Higuera, busqué lo que escribióel Che en la última página de su diarioen Bolivia, el día 7:

«Se cumplieron 11 meses de nuestrainauguración guerrillera sin complicacio-nes, bucólicamente (…) El Ejército dio unarara información sobre la presencia de 250hombres en Serrano para impedir el pasode los cercados en número de 37 dando lazona de nuestro refugio entre el río Acero yel Oro. La noticia parece diversionista».

El recorrido hasta el pequeño pueblo,ubicado a más de 2 000 pies de altura, ya 60 kilómetros de Vallegrande, demoróunas tres horas. Se llega allí por un terra-plén escoltado de pronunciadas pendien-tes, en el que las peligrosas curvas se su-cedían contantemente y el polvo iba cu-briendo los cristales del auto hasta dificul-tar la apreciación del paisaje. No hay vege-tación tupida, todo es terreno árido, unaespecie de zona desértica andina, sumidala mayor parte del año en un clima seco.

Pasamos por Pucará, la llamada «ca-pital del cielo», cuyas casas de adobe ytechos de teja, ofrecen un panorama dela arquitectura boliviana colonial. Continua-mos viaje por el pedregoso sendero hastaque la imagen inmortalizada por Korda,antecedida de otros carteles con nombresde sitios vinculados con la ruta del Che,presagiaban los aires de La Higuera.

Minutos antes de llegar, una paradaobligatoria: el monumento que recuerda alos combatientes de la vanguardia: Ma-nuel Hernández Osorio, «Miguel»; RobertoPeredo Leigue, «Coco»; y Mario GutiérrezArdaya, «Julio», caídos el 26 de septiem-bre de 1967 en el valle del Batán.

Más adelante, una flecha indicaba—50 metros a la izquierda— la Quebra-da «del Churo», como llaman los nativosal sitio donde el Comandante libró suúltimo combate.

UN NUEVO AMANECER ¿Cómo pudieron resistir los comba-

tientes, muchas veces descalzos, enestos inhóspitos lares?, —me pregunta-ba. ¿De dónde encontraban fuerzaspara vencer el cansancio, el hambre, lageografía difícil y la persecución cons-tante del ejército y los servicios especia-les de la CIA? Solo de la fe en la victoria

y el convencimiento de la justeza de lacausa podían extraer tanta entereza.

Los más viejos habitantes de La Higue-ra, algunos de los cuales vieron a losheroicos hombres con sus uniformesharapientos y cubiertos de fango, dicenque esta no ha cambiado mucho desdeentonces. Con menos de cien habitantes,la vida resulta igualmente tranquila, reco-gida, sin grandes conmociones. Solodesaparece el silencio cuando hay actoscomo el de este 8 de octubre,medio siglodespués de los acontecimientos quecolocaron al pequeño caserío en el mapade la historia universal.

«Yo tenía unos diez años, y vivía cerca,en Pucará, cuando supimos la noticia.Los militares nos metían mucho miedo,prácticamente no nos dejaban hablarcon nadie. Algunos pobladores vinierona la escuelita, pero ya se habían llevadoal Che», me dice Pedro Arteaga, unmaestro de la zona.

A su lado, Justiniano, otro lugareño,afirma: «Yo vine a recordar los50 años de la funesta masa-cre, pero él está vivo, muyvivo, son sus principios losque van a perdurar siem-pre».

Todo en La Higuera gira alre-dedor de su figura. En las pare-des de la bodega, colgado de lostechos de las casas de barro ypaja, pintado en laspiedras de lasesquinas, solo hayun nombre: Che. Enla explanada princi-pal un monumentoabraza al visitan-te. Es el SanErnesto veneradopor quienes lo hanconvertido en peren-ne mito. «Cualquier cosaque le pidamos se cum-ple», comenta una seño-ra, mientras observael altar donde unacruz cristiana y unavirgen comparten

escenario con el busto de tres metros eri-gido en su honor. En el letrero que lo coro-na se resume el espíritu del caserío: «Tuejemplo alumbra un nuevo amanecer».

Bien lo saben los profesionales cuba-nos que cumplen misión en el hospitali-to aledaño: el médico granmense YacelGarcía y la enfermera Aniuska Pereira,proveniente del municipio matancero deColón. Después de preguntar sobrecómo va Cuba tras el paso de Irma, losdos agradecieron profundamente el pri-vilegio de cumplir el deber en el mismositio donde el Che se hizo gigante.

Aunque llevan poco tiempo en la zonahan aprendido a conocer a su gente, laidiosincrasia de La Higuera, y a tratarenfermedades infecciosas como el cha-gas, muy recurrente aquí. En curarponen todo su empeño. Y esa es, paraambos, la mejor forma de seguir el lega-do del médico legendario.

UNA ESCUELITA, UN NIÑO,UN HOMBRE NUEVO

«Usted ha venido a matarme», ledijo el Che al sargento Mario Terán,quien apenas podía responder,temeroso de que con un movi-miento rápido le quitara el arma.«¡Póngase sereno —le espetó— yapunte bien! ¡Va a matar a un hom-

bre!».El asesino dio un paso atrás,

hacia el umbral de la puerta, ycon los ojos ce-

rrados lanzóla primera rá-faga. El Che

cayó al suelocon las piernas

destrozadas. En-tonces Terán disparó

una vez más, cumplien-do órdenes del alto mando

boliviano que actuaba al ser-vicio de la CIA.

El episodio dejó a los vilipen-diados de América y del mun-do, los dispuestos a construirsu propia historia, parasiempre «consternados,

rabiosos». Aunque hoy no es la mismaescuelita donde lo asesinaron, puesaquella fue reconstruida y convertida enmuseo comunal, cuando se llega alespacio que recuerda esas últimas ho-ras, uno sufre una eclosión de senti-mientos, la angustia de no poder hacernada; mas la convicción de que el héroeno fue vencido, salió de allí sembrandoestrellas.

Un niño fue la confirmación. Lo veíaansioso en medio del tumulto de bande-ras de distintos países que inundaban lacalle principal. Correteaba de un lugar aotro, con la imagen del guerrillero en sucamiseta. También en los brazos de suspadres. Quizá estuvo entre los que reci-bieron juguetes de regalo, como tradicio-nalmente se hace cada 8 de octubre conlos pequeños de la localidad en el hospi-tal donde laboran los médicos cubanos.Pero su mirada iba más allá, se acercabaa un arcoíris de sueños desde este sitiosin luz eléctrica ni señal telefónica,pero sícon mucho futuro por conquistar.

Hasta allí llegó el presidente Evo Mora-les para honrar al Che, luego de una cami-nata de dos kilómetros desde que des-cendió en su helicóptero. Saludó a Pomboy a Urbano, colocó una ofrenda floral y lue-go departió con otros miembros de la dele-gación cubana. También llevaba en su puló-ver el rostro del guerrillero.

«Gracias por seguir el ejemplo de Fidely el Che Guevara», le dije, mientras nospreparaban una sopa de maní (manicha-da), el último plato que probó el héroe,brindado en la escuelita por una mujer dela zona, muestra fehaciente de que nomurió en combate el día 8, sino que fueasesinado después de su captura.

Evo, quien desde allí transmitió unmensaje antimperialista a los jóvenescubanos y especialmente a los universi-tarios, pidió a un poeta boliviano quedeclamara unos versos. Y a mí se meocurrió después esta estrofa: Al ver enLa Higuera a Evo/pienso en los sueñosdel Che/porque Evo encarna la fe/glo-riosa del hombre nuevo.

Cuando ya nos despedíamos de lasentrañas de La Higuera, encontré nueva-mente a Gerardo Alfonso con su guita-rra. Tomé unas piedrecitas que puse abuen resguardo para traerlas a Cuba.Miré el busto de San Ernesto, y antes deregresar al largo camino, con las monta-ñas de fondo y una estrella en la gorra,canté Son los sueños todavía, la can-ción que aún se escucha en la lavande-ría de Vallegrande.

El médico Yacel García y la enfermera Aniuska Pereira, los dos representantes de la saludcubana en el sitio donde el Guerrillero Heroico se empinó a la inmortalidad.

Evo encabezó una marcha de dos kilómetros hasta La Higuera, a 50 años del asesinato delChe. Foto: Telesur

El Che, inspirador del futuro.