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Estimado Lector:
El pasado 22 de junio se conmemoró el 70
aniversario de la Operación Barbarroja, la
invasión alemana de la Unión de
Repúblicas Socialistas Soviéticas, aquella
por la que, según palabras de Goebbles “el
mundo contendría el aliento”.
Desde el equipo de redacción de De la
Guerra y las directivas de Novilis e
Hislibris hemos confeccionado una
referencia bibliográfica para que cualquiera
interesado en el tema pueda analizar los
diferentes libros a través de sus reseñas y
optar por el que más le interese.
Parafraseando a Platón; no están todos los
que son, pero sí son todos los que están.
Esperamos y deseamos que este especial le
sea de utilidad.
Ignacio Pasamar.
ORIGEN DE LAS RESEÑAS.
www.novilis.es
www.hisiibris.com
3
Antes de Stalingrado,
David M. Glantz
Autor: Javier Ribelles
La Invasión Alemana de Rusia 1941
Bueno, por fin ha pedido disfrutar de un
libro de Glantz en castellano. Y alguno de
vosotros se preguntará quizás que por qué
ha despertado tanta expectativa este libro, o
quién es este Glantz del que algunos tanto
hablan.
Hay que comenzar diciendo antes de nada
que estamos ante un libro bastante lejano
de los habituales sobre memorias,
anécdotas personales, entrevistas a
veteranos, etc, etc…, vamos, en el polo
opuesto a un Beevor o un Ambrose. En
este libro no se cuentan las batallas con
detalle, con sudor y sangre, basta con
un ”…el 13 de septiembre, la 3º División
Panzer conquistó Mirgorod…” y queda
todo resuelto.
Es un libro totalmente operacional, donde
lo que se describen son los movimientos de
los ejércitos, como si estuviésemos en una
gran habitación, con una gran mesa y con
un gran mapa desplegado y nos fuesen
contando desde el comienzo del asalto
alemán hasta llegar a las puertas de Moscú
todos los movimientos de los ejércitos en
liza, desgranados en sus unidades y
cuerpos, divisiones y brigadas. Dividido
por frentes, para cada uno de los Grupos de
Ejércitos y sus avances, el libro va
siguiendo por capítulos cada uno de los
frentes de forma paralela. Esta es la esencia
del libro, pero lógicamente no es una mera
descripción de los movimientos, para eso
ya hay muchos atlas históricos, mapas y
otros libros, este es el estudio y análisis de
esos movimientos con el aporte de nuevas
fuentes soviéticas. Ahora es cuando
pasamos a hablar del autor.
David M. Glantz es un historiador militar
estadounidense, pertenece a varias
academias de historia militar e
instituciones históricas y es uno de los
mayores expertos en el Frente del Este con
más de de 30 obras editadas. Sus libros no
son libros que se caractericen por ser Best-
Sellers, ni es ese el espíritu de sus obras, la
clave de sus trabajos es el uso de las
nuevas fuentes soviéticas que en los
últimos años han permitido tener una
visión más amplia del conflicto germano-
ruso y la posibilidad de tener una
perspectiva histórica más completa. Estas
fuentes han sido las que han permitido que
autores como Glantz pudieran realizar un
trabajo de investigación exhaustivo para
reinterpretar los acontecimientos y aparte
de crear libros de índole general, como el
que nos ocupa, poder desgranar y escarbar
un poco más para centrarse en batallas
determinadas como Kursk, Leningrado o
recientemente una excepcional trilogía
sobre Stalingrado, ojalá pronto tengamos
estos libros disponibles también en
castellano.
4
Con esta perspectiva nos encontramos ante
uno de sus trabajos, Antes de Stalingrado,
una síntesis de la Operación Barbarroja. En
realidad lo que nos quiere trasmitir Glantz
con el análisis pormenorizado de los
movimientos y el estudio de las nuevas
fuentes es que los puntos de inflexión de
Barbarroja no son los que tradicionalmente
se han aceptado. Por un lado achacándolos
a un momento determinado como el
fracaso del asalto a Moscú y por otro
especulando sobre decisiones tomadas
durante la campaña. Para Glantz por
ejemplo no es un punto de inflexión
determinante una de las tradicionales
causas que se han apuntado para el fracaso
ante Moscú, las órdenes de Hitler de mover
del Grupo de Ejércitos Centro las fuerzas
de Guderian y desviarlas al Sur en
Septiembre de 1941 en vez de seguir el
avance hacia la capital moscovita. Con las
nuevas fuentes Glantz asevera que
Septiembre no era el mejor momento para
atacar Moscú y que ahora se sabe que en
Octubre el frente ruso estaba totalmente
desarbolado y ese hubiera sido el mejor
momento para el asalto al Kremlin.
Por otro lado, ataques como los producidos
en Smolensk y que por primera vez
consiguieron paralizar el avance alemán a
finales de Agosto y principios de
Septiembre de 1941 fueron determinantes,
no inmediatamente, pero si a la larga ya
que produjeron un desgaste considerable en
las fuerzas germanas que apenas recibían
reemplazos, por no decir ninguno y que
cuando llegaron a Moscú estaban
totalmente extenuados.
Otro punto de análisis es el estado del
Ejército Rojo, sus pavorosas derrotas y el
increíble desgaste humano al que fue
sometido sistemáticamente. El ejército que
se encontró delante la maquina alemana
distaba mucho de ser un ejército preparado
para la guerra. Sin embargo, a pesar de
esto, el Stavka (Alto Mando Soviético) si
consiguió reunir y formar una y otra vez
ejércitos de refresco y reemplazos a tiempo
para ir parcheando los frentes hasta la
contraofensiva de Moscú. Este es otro
punto muy interesante para Glantz, al
margen de las espectaculares victorias de la
Werhmacht, la capacidad de reacción y
aguante de un Ejército Rojo que todos
daban por muerto.
En definitiva, todo el análisis de todas las
partes implicadas, con sus correspondientes
reflexiones para tener una gran visión de lo
que fue la Operación Barbarroja.
El libro está complementado con muchas
notas y apéndices de mapas y órdenes de
batalla. Por supuesto la bibliografía donde
se puede comprobar las fuentes usadas por
el autor están también disponibles.
Lengua: CASTELLANO
Encuadernación: Tapa blanda
ISBN: 9788492400584
Colección:Historia Inédita
Nº Edición:1ª Inédita Editores
Año de edición:2010
Plaza edición: BARCELONA
5
ANTES DE
STALINGRADO – David
M. Glantz
Publicado por Isidoro Villena
«La cantidad tiene calidad
propia.»
David M. Glantz.
Antes de Stalingrado es un
hito en la historia de las
publicaciones en español
sobre la Segunda Guerra
Mundial. Se ha accedido a
la historia militar de la Segunda Guerra
Mundial, en español, con mayúsculas.
Antes de esto, teníamos los libros de
Osprey sobre Barbarroja y el libro de
Álvaro Lozano. No quiero desmerecer
ningún trabajo, pero lo que sí que está claro
es que Glantz es la referencia en el
Este.Alexander Werthtambién cuenta algo
y luego ya historias generales, algún
monográfico de SERGA, algunas cosas de
San Martín…
Este es un libro resumen sobre la
Operación Barbarroja. Desde luego, por
algún sitio hay que empezar a estudiar la
campaña, pero donde voy es a que esto no
es divulgación. Es un libro corto, resumido,
pero la propia naturaleza de la campaña
hace que a veces haya que leer con mucha
atención, y estar con el continuo ir y venir
a las notas y a los claramente insuficientes
y pequeños mapas que incorpora. Muy
facilmente puede pasar que a cualquiera
que lea el libro sin los mapas adecuados y
sin la necesaria atención no le deje poso
alguno.
Glantz defiende que principalmente
Alemania perdió porque el frente era
demasiado amplio, porque los alemanes se
confiaron en demasía, porque los alemanes
subestimaron a los soviéticos (más de una
vez he visto echar mano a la entrada del
diario de Halder del 11 de Agosto: «La
situación hace cada vez más evidente que
hemos subestimado al coloso ruso… Las
divisiones soviéticas no están armadas y
equipadas a la altura de nuestros
estándares y su dirección táctica es a
menudo deficiente. Pero allí están y si
liquidamos una docena, los rusos
simplemente ponen otra docena…»),
porque la capacidad de reclutamiento, que
no de movilización, soviética fue
grandiosa, porque la determinación y
resistencia soviética fue bestial, y porque la
maquinaria propagandística soviética unida
al tratamiento brutal de los alemanes a la
población nativa hicieron de la guerra una
guerra popular, la Gran Guerra Patriótica,
principalmente. Todo esto desde una óptica
soviética, echando mano masivamente de
fuentes soviéticas. Distinto del estilo de
Ziemke, o el MGFA, que analizan en
profundidad las decisiones de la oficialidad
alemana, las decisiones que se discuten,
someramente eso sí, son las soviéticas.
La decisión de ocuparse o no de los flancos
o no antes de ir hacia Moscú gravita sobre
todo el libro. Así por ejemplo, en la página
81, Glantz aporta respuestas: «El efecto
acumulado de esas acciones soviéticas [La
batalla por Smolensk, del 10 de Julio al 10
de Septiembre] mal coordinadas restó a
los alemanes flexibilidad operativa,
erosionando su fuerza ofensiva y
convenciendo al mando germano de los
acertado de detener la acción ofensiva
directa en el eje de Moscú y de lanzar en
cambio un ataque contra Ucrania,
aparentemente más débilmente defendida».
Y sobre todo, en la conclusión final del
libro vuelve a dejar claro (en la página 140
6
también lo hace) que si «Barbarroja acabó
en fracaso, la culpa no la tuvo la
operación de Hitler en Kiev». Partiendo de
una trascripción de Gotthard Heinrici
hablando de las causas del fracaso de
Barbarroja, Glantz cierra el capítulo de
conclusiones finales, y con ello el libro,
volviendo sobre el asunto de Kiev para
decir: «… Importantes evidencias que
actualmente han salido a la luz
contradicen sus argumentos [los
argumentos de quien critican el desvío del
2º Ejército Panzer de Guderian al Sur) y,
al menos, apoyan la tesis de Heinrici de
que tampoco eso [el mantener al grupo de
Guderian sobre el eje de Moscú] podría
haber garantizado la captura de Moscú en
1941. Ahora es evidente que la mejor
oportunidad de la Wehrmacht para
capturar Moscú tuvo lugar en Octubre de
1941 y no en septiembre. Esto fue así
porque la oposición del Ejército Rojo al
ataque alemán contra Moscú fue mucho
más débil en Octubre que en Septiembre
por tres razones básicas. Primero, los
Frentes Oeste, de Reserva y de Briansk,
que habían detenido el avance germano el
Este de Smolensk a finales de Junio e
inicios de Agosto, dilapidaron gran parte
de su fortaleza llevan a cabo numerosos e
inútiles asaltos contra las defensas
alemanas al norte y sur de Smolensk…
Segundo, la eliminación de gran parte del
Frente Suroeste del orden de batalla del
Ejército Rojo en septiembre significó que
el grupo Panzer de Guderian sólo afrontó
una tenue resistencia en su ofensiva hacia
Orel y Tula[cuando venía de vuelta, esto
es, cuando subía para Moscú de nuevo].
Tercero, al castigar duramente al Frente
Central en agosto y luego acabar con el
frente de Briansk en Septiembre, el grupo
de Ejércitos Centro estaba en condiciones
de atacar Moscú en octubre con impunidad
y sin preocuparse por su flanco derecho».
He seleccionado dos frases de Glantz que
en pocas palabras dicen mucho sobre los
puntos fuertes y débiles de los
contendientes en la campaña:
«Para el 31 de diciembre las pérdidas
rusas ascendían a unas 4,300.000.»
«Durante los 67 días de avance del grupo
de Ejércitos Centro de Bock por el eje de
Moscú, el OKH y el OKW fueron
incapaces de proporcionar al grupo una
sola división de refuerzo. En el mismo
periodo, la Stavka reclutó y desplegó el
equivalente a 75 divisiones.»
Glantz opina que «la mejor historia
alemana sobre las operaciones en los
primeros seis meses de guerra se
encuentra en The Road to Moscow: the
Campaign in Russia 1941, unpublished
Centre for Military History Project, de
Charles V. P. Luttichau»: un trabajo no
publicado, y del que no conocía nada.
También se basa para explicar el punto de
vista alemán en Moscow: the turning point
de Klaus Reinhardt y en el trabajo de
Ziemke y Bauer.
La traducción le he visto correcta. Hay
algunos pequeños fallos. Apunté algunos:
por ejemplo, en las páginas 76 y 78 donde
se asigna el mando del XXXIX cuerpo
motorizado a Reinhardt, en vez de
Schmidt, como así era. O en la página 130
donde dice II Cuerpo alemán es LI y
algunos más de ese tipo.
Espero que éste sea sólo el comienzo de la
publicación de buenos trabajos sobre la
guerra en el este.
7
Operacion Barbarroja,
Alvaro Lozano
Autor: Oberst_Hessler
El escritor Alvaro Lozano en este libro nos
relata los hechos acaecidos antes, durante y
después de esta gigante operación militar
realizada por el ejército Alemán. La guerra
relámpago realizada eficazmente contra sus
vecinos, entre los que cabria mencionar el
ejército Francés, uno de los más grandes
ejércitos de Europa. Las repercusiones
internacionales que tuvieron la firma del
pacto Ribbentrop-Mólotov que incluía
acuerdos comerciales, industriales y
colaboraciones tecnológicas. Una anécdota
curiosa fue cuando unos enviados
soviéticos estuvieron visitando una fábrica
de tanques alemanes y los alemanes les
enseñaron su Panzer IV diciéndoles que se
trataba del mejor tanque alemán, los
soviéticos creyeron que les estaban
engañando y no estaban cumpliendo con el
pacto, cosa que dejo bastante extrañados a
los alemanes. Habría que mencionar que
los rusos estaban más avanzados en la
fabricación de tanques y aquel modelo
Panzer IV en comparación con sus
modelos ultrasecretos T34 y KV1 se
quedaba bastante desfasado. Siguiendo con
las clausulas incluían las zonas de
influencia de ambas naciones y futuro
reparto de Europa oriental entre ambas.
La guerra Ruso-Finesa fue para los
alemanes una muestra más de la debilidad
militar de su socio en la que unas fuerzas
inferiores y bien entrenadas finesas
pudieron darle muchos sustos al gigante
soviético, lo que reforzó las teorías
alemanas de que Rusia seria una presa fácil
para la bien entrenada Wehrmacht, por no
decir que los servicios secretos alemanes y
prácticamente todos los occidentales
infravaloraban las fuerzas soviéticas y
dedicaron mayor interés en mantenerse
informados de otros ejércitos nacionales
que el ruso. Cabria mencionar que los
únicos que no menospreciaban al ejército
soviético eran los japoneses que se
midieron con ellos en la batalla de khalkhin
Gol (Jaljin Gol) o para los japoneses el
incidente de Nomonhan donde las tropas
japonesas sufrieron un buen rapapolvo por
parte del general Zhukov. Las acciones
realizados por Alemania en Europa
Oriental ofuscaron al dictador italiano
Mussolini llevándole a emprender aparte
acciones militares tanto en Albania como
en Grecia donde las fuerzas italianas
resultaron frenadas. El Status Quo que
tanto le había costado crear a Hitler en esa
zona se deshizo lo que provocó el envió de
tropas alemanas para socorrer a su socio
italiano y peor aun perdiendo un mes
decisivo para la invasión de la URSS, antes
de que llegase el invierno que obligaría a
las naciones beligerantes a realizar un
parón debido al intenso frió y a las
nevadas, en algunos casos de un metro y
medio de altura por encima del nivel del
suelo
Después de realizarnos el resumen sobre la
situación en aquel momento tanto en
Europa Occidental como Oriental, Alvaro
Lozano nos relata la propia invasión, las
8
ofensivas relámpago que consiguieron
cercar mediante envolvimientos en pinza a
ejércitos enteros que dejaron un cuantioso
botín en cuanto a material de guerra e
interminables colas de prisioneros rusos
con destino al oeste. Las fuerzas
principales de la invasión estaban divididas
en tres grupos cada una con un objetivo
diferente, el Grupo de Ejércitos Norte al
mando de Mariscal de Campo Wilhelm
Ritter von Leeb, cuyos objetivos consistían
en la captura de los puertos de la Flota
Soviética en el Mar Báltico y la ciudad de
Leningrado en la frontera con Finlandia, se
vio inmerso durante casi 900 días en el
famoso cerco de Leningrado. Por otro lado
el Grupo de Ejércitos Centro al mando del
Mariscal Fedor von Bock debía avanzar
hasta Moscú y finalmente el Grupo de
Ejércitos del Sur al mando del Mariscal de
Campo Gerd von Rundstedt, cuya misión
era la de ocupar la región industrial del
Bajo Don, su flanco izquierdo estaría
limitado por los Pantanos del Pripet y el
derecho por el Mar Negro.
Lengua: CASTELLANO
Encuadernación: Tapa blanda bolsillo
ISBN: 9788496829565
Nº Edición:1ª
Año de edición:2008
Plaza edición: BARCELONA
22 DE JUNIO DE 1941
9
German strategy against
Russia 1939-1941, Barry
A. Leach
Autor: Isidoro Villena.
¿Siguió Hitler un “Gran Plan”? ¿Por qué
Hitler invadió Rusia antes de derrotar a
Gran Bretaña? ¿Cuál fue el papel de los
líderes militares en la planificación de la
campaña rusa? ¿Por qué falló la Blitzkrieg
en Rusia? Estas son las 4 preguntas a las
que Barry Leach responde en la conclusión
de su conciso, sintético y vigente trabajo.
Es un trabajo publicado en 1973, que
llegué a conocer por ser referenciado en
“Germany and the Second wordl War” vol
IV, del MGFA (Oficina militar de
investigación de la historia de las fuerzas
armadas alemanas). No pensé que hubiera
un libro publicado hace tanto tiempo sobre
el tema de la planificación y estrategia de
Hitler y el Alto Mando del Ejército con
respecto a Rusia, y que aún tuviera
vigencia.
Leach resume en 240 páginas, sin contar
anexos, la secuencia de toma de decisiones
de Hitler y del Alto Mando de la
Wehrmacht y el Heer desde ,
fundamentalmente, la caída de Francia
hasta el comienzo de Barbarroja. Los
pilares fundamentales sobre los que
gravitan los argumentos de Leach son que
Hitler siempre quiso atacar Rusia, que el
ataque a Rusia en 1941 no fue algo
coyuntural, como medio para derrotar a
Gran Bretaña, que “Hitler decidió atacar
Rusia antes de acabar la guerra contra Gran
Bretaña porque estaba resuelto a completar
la conquista de Lebensraum en el Este tan
pronto como fuera posible.”[p.229]. Según
Leach, “el objetivo de Hitler en el Oeste
había sido infligir una derrota a Francia y
Gran Bretaña que evitaría que estos países
interfirieran en la campaña de
Rusia”.[ibíd.]. “Pero rápidamente se dio
cuenta [Hitler] de que para doblegar a GB
sería necesaria otra demostración de fuerza
alemana … Pero esto no tenía por qué
interferir con los planes en el Este,
especialmente porque, en la última semana
de Julio del 40 Hitler había decidido que la
campaña contra Rusia requeriría un verano
completo, así es que tendría que ser
aplazada hasta el 41 … esto dejaría tiempo
para lanzar un ataque [Septiembre, 40]
contra Gran Bretaña”. Siguiendo con el
papel de los líderes militares, Leach
remarca que, al contrario de lo que pasó
con la guerra en el Oeste, en esta ocasión
los generales sí mostraron entusiasmo por
la campaña, un “… optimismo tan grande
que los llevó a cometer serios errores de
juicio y graves faltas en el plan
operacional”. Los generales permitieron
sumisamente quedar relegados al rol de
meros técnicos, careciendo de los
necesarios datos y estadísticas en el plano
económico, así como de una perspectiva
del panorama político que les permitiera
realizar un juicio correcto de las realidades
que exige la Gran Estrategia.
10
Por otro lado, Leach deja meridianamente
claro que los objetivos y líneas de
operación derivados de Barbarroja
constituyen la fuente de desacuerdo entre
Hitler y el OKH. Los líderes del OKH
nunca defendieron firmemente ante Hitler
su postura sobre sus planes para
Barbarroja. Pero tampoco renunciaron a
ellos. Empezando por Brauchitsch y
Halder. Además, la labor “subterránea” de
los miembros del OKH , remando en
contra de la postura de Hitler acerca de la
conducción general de las operaciones
llevó a un problema de coordinación y
mala planificación que ayudó también al
fracaso de la operación. La imagen de
Franz Halder, a pesar de que el propio
Halder tuvo la ocasión de explicarse en
persona y por carta con Leach, queda muy
mal parada: En opinión de Leach, Halder,
si nos atenemos a la historia, nunca había
sido un brillante general: el plan de Polonia
y de Francia no había sido suyo, por poner
dos ejemplos. Con respecto a Barbarroja,
después de tener trabajos paralelos de
Greiffenberg, Kinzel, Marcks, Paulus,
Wagner, o el de Lossberg, y sumándole a
esto las proposiciones de Hitler, Halder no
llega en ningún momento a producir una
solución integrada, producto de la
combinación de estos informes. Como bien
dispara Manstein en sus memorias, “el
asunto reside en el hecho de que el
concepto básico de un plan de campaña
debiera salir de la mente del que tiene que
dirigir la campaña”. Leach muestra algún
ejemplo de cómo Halder trata de culpar a
Hitler en más de una cosa, en su libro
“Hitler as Wardlord”, que supongo que
será la edición en español “Hitler
Conductor”.
Creo que la cuenta detallada y a la vez
sintetizada de la toma de decisiones y
reuniones en los primeros estadios de la
planificación de Barbarroja es el punto más
fuerte del libro, ya que permite al lector
hacerse de forma rápida con un cuadro
general de la situación y del devenir de la
toma de decisiones de los dirigentes
alemanes. Yo lo comparo en este respecto
con el oceánico “Germany and the Second
World War”, vol IV, y creo que es un buen
resumen de lo que aparece en éste último,
que presenta un nivel de detalle
apabullante.
¿Por qué falló la Blitzkrieg en Rusia?
Leach se despacha con:“Insuficiente
fuerza, movilidad, rango y potencia como
para poder derrotar a las fuerzas soviéticas
y capturar o destruir suficientes fuentes de
vitales para la economía de Rusia. ¿Dónde
estaba la necesaria concentración y
combinación de fuerzas en el aire y tierra
de fuerzas que habían tenido en Polonia?.”
… “Además, a pesar del entusiasmo y
excesivo optimismo con que los militares
acometieron la labor, la mayoría de los
planificadores alemanes aún carecían del
conocimiento necesario de los problemas
técnicos y logísticos de la guerra
mecanizada. Estas deficiencias eran de
vital importancia en una tierra sin
carreteras y en la que el sistema de
ferrocarril no era aprovechable…”
El libro cuenta con interesantes apéndices:
un resumen del informe de Erick Marcks
de plan operacional en el Este. Otro del
estudio encargado por el OKW a Lossberg
con el mismo propósito, la directiva de
despliegue de Barbarroja elaborada por el
OKH y algunos esquemas organizativos
fundamentalmente alemanes.
La base documental sobre la que Leach
fundamentó su trabajo es “The National
Archives of the United States”, la serie de
trabajos realizados por generales alemanes
11
en la posguerra, y trabajos escritos desde el
punto de vista alemán. Destacan entrevistas
y correspondencia con Halder, que el
propio autor mantuvo. Otra vez un veo un
trabajo referenciado en diversas partes del
libro, y que es referenciado en cualquier
trabajo importante sobre la materia: El “
Hitlers Strategy”, de Andreas Hillgruber, ni
siquiera traducido al inglés.
Y todo esto recogido en un libro escrito
hace 40 años.
Hardcover: 324 pages
Publisher: Oxford University Press
(July 12, 1973)
Language: English
ISBN-10: 0198214952
ISBN-13: 978-0198214953
22 DE JUNIO DE 1941.
12
La Retirada, Michael
Jones
Autor: Javier Ribelles
Ayer se cumplió el 69 aniversario de la
Operación Barbarroja, la invasión alemana
de Rusia durante la Segunda Guerra
Mundial, una campaña que a priori parecía
destinada al éxito. En Europa solo quedaba
una aislada Inglaterra, y con Francia en el
bolsillo, Hitler que parecía no tener freno
volvió sus huestes hacia el Este para hacer
caer al régimen soviético. En la
preparación de la campaña, de fondo, como
un murmullo silencioso, estaba la histórica
invasión de Rusia por parte de Napoleón,
pero esta vez iba a ser diferente, se iba a
aprender de los errores y no sucedería la
catástrofe que aniquiló a la Grande Armee,
o eso al menos es lo que pensaba la cúpula
nazi en el momento de la invasión y sus
preparativos.
Pero la historia se volvió a repetir y el
ejército alemán, que comenzó arrasando y
aplastando toda resistencia soviética,
envolviendo y aniquilando grandes
formaciones rusas e iba avanzando
inexorablemente hacia el corazón de la
URSS, no pudo completar con éxito la
campaña y sufrió un revés del que no se
volvería a recuperar nunca.
El libro analiza con retazos de testimonios,
cartas y diarios las grandes decisiones, los
movimientos militares durante los primeros
meses de campaña hasta la llegada en
Diciembre de los alemanes ante la capital
rusa y la posterior contraofensiva soviética
que obligó a una retirada total alemana.
Como siempre de fondo el eterno debate
sobre la discursión de si Moscú se
convirtió en el objetivo prioritario
demasiado tarde o no.
La primera parte del libro está dedicada al
avance de la Werhmacht hasta que en los
primeros días de Diciembre llegan al límite
de su avance:
“Estamos tan cerca que parece increíble-
insistía Schrodek (teniente Gustav
Schrodek de la XI división blindada). He
visto un cartel que decía: Moscú 18
Kilómetros. La capital está tan cerca que
casi podemos tocarla”
“Una de nuestras baterías estaba emplazada
a menos de veinte kilómetros de Moscú -
recordaba el teniente Walther Schaefer-
Kehnert, adscrito a las XI división
blindada-; lo que quería decir que
podíamos alcanzar directamente la ciudad
con nuestros proyectiles. Una cosa así
sirvió para levantarnos la moral.
Estábamos como niños, gritándonos unos a
otros: “¡Estamos disparando al Kremlin!”.
Las dotaciones de artillería hacían turnos
para disparar sin descanso, a tal ritmo que
al mecanismo de retroceso se le fundió la
pintura por el calor”.
Estos testimonios dan una muestra visual
de hasta donde llegaron, que realmente
estuvieron ahí, con el objetivo final al
13
alcance. Algunas unidades de motoristas
consiguieron entrar en algunos barrios de
las afueras de Moscú, pero en general se
puede considerar que esto es lo más cerca
que llegaron a estar las tropas alemanas del
Kremlin desde que comenzase la
invasión el 22 de Junio . Llegaron lejos y
parecían imparables, pero para los
primeros días de Diciembre de 1941,
aunque estaban a tan solo 18 Km de
Moscú, los que habían llegado no eran los
mismos que habían comenzado tan
alegremente en verano la invasión, esto es
lo que comentaba un oficial acerca de su
unidad unos días antes de la contraofensiva
rusa y ante las puertas de Moscú:
“Están demacrados por la tensión a que
están sometidos constantemente y por el
agotamiento físico y moral. Tienen el
rostro macilento y ojeroso, llevan semanas
sin afeitar y en sus bocas se adivinan
muecas de amargura”.
Así es como había llegado la victoriosa
Werhmacht ante las puertas de la capital
rusa, totalmente exhausta y agotada. Sin
preparación para el invierno soviético, sin
la llegada de nuevos reemplazos y
suministros, los alemanes tuvieron que
hacer frente a una cada vez más feroz
resistencia rusa y por otro lado a los
elementos atmosféricos de uno de los
inviernos más fríos de la historia rusa.
Desde el otro lado, Hitler exigía a sus
generales una fecha determinada para
poder anunciar al pueblo alemán y al
mundo entero la caída de Moscú, viviendo
en una realidad propagandística y paralela
que nada tenía que ver con sus agotadas
fuerzas.
Y aquí es donde llega la segunda parte del
libro con la contraofensiva rusa y el
cambio de tornas. Ahora son los alemanes
los que fueron barridos de sus posiciones
por las tropas siberianas que irrumpieron y
desquebrajaron el frente por completo,
obligándoles, aun en contra de las órdenes
del Fuhrer de resistir a toda costa, a
retirarse a posiciones más seguras en una
completa desorganización.
Todos los aspectos que afectan al frente del
Este están presentes y son analizados,
apoyado en todo momento por testimonios
de soldados que vivieron sobre el terreno la
guerra ideológica que inexorablemente va
adosada a esta campaña, sobre todo lo
ocurrido y que pudieron
presenciar, testimonios en muchos casos
sobrecogedores. El trato de los prisioneros
de uno y otro bando, las matanzas y
ajusticiamientos y la escalada en espiral de
violencia de ambos bandos son temas
ineludibles cuando se habla del frente del
Este.
En este libro Michael Jones se mantiene
fiel a su estilo mezclando teoría e
interpretación con profusión de datos de
primer nivel como testimonios, extractos
de escritos, actas, cartas o diarios. Yo lo
calificaría de muy recomendable.
Editorial Crítica
Encuadernación Tapa Dura
Colección Memoria Crítica
Páginas 384
Edición 1
Formato 15,5 x 23 cm
Código 96918
14
¡Asedio!, Patrick
MacTaggart
Autor: Javier Ribelles
Los libros que tratan la Historia de la
guerra en el Frente del Este durante la
Segunda Guerra Mundial en castellano se
caracterizan por tratar y contar los
hechos de forma global y generalizada.
Grandes libros y estudios que nos hablan
de los tres grupos de ejércitos invadiendo
la URSS, asedios como el de Leningrado y
batallas como la ofensiva de invierno rusa,
Stalingrado, Kursk, Bagration (esta no muy
tratada) y finalmente Berlín. Para recurrir a
estudios más exhaustivos y concretos de
localizaciones y batallas específicas lo
normal a día de hoy es recurrir a
bibliografía publicada en otros idiomas.
Ahora estamos ante un libro en castellano
que trata algunos episodios del Frente del
Este a nivel de detalle de batallas
particulares, asedios a localidades tanto por
un bando como por el otro que fueron
terribles y en algunos casos determinantes.
Otro aspecto que suele ser generalizado al
tratar el Ostfront es sobre la superioridad
alemana al comienzo de Barbarroja. Al
igual que ocurre en el ideario general por
ejemplo con la campaña de Francia de
1940, parece que los alemanes llegaron a
París sin despeinarse. En el caso que nos
trata, la campaña rusa de 1941, también
está presente esa sensación, como si los
alemanes se hubieran plantado en las
afueras de Moscú sin mayores problemas.
Cierto es que aniquilaron y envolvieron
grandes masas del ejército rojo en las
primeras semanas pero en ningún caso fue
un paseo. Conforme la campaña iba
avanzando, la resistencia fue haciéndose
cada vez más dura, más organizada y más
problemas causó a las fuerzas de la
Werhmacht que llegaron totalmente
exhaustas ante la capital soviética.
Para desechar esa percepción nada mejor
que leer el primer asedio tratado en este
libro; Brest-Litovsk. Lejos de otras
localizaciones del gigantesco frente al
comienzo de la invasión donde si resultaría
más fácil el avance y el
desmoronamiento de los sorprendidos
rusos, las unidades que debían tomar la
ciudad polaca que prácticamente hacía de
frontera comercial entre la URSS y
Alemania se toparon con unas unidades del
ejército rojo nada dispuestas a ponerlo
fácil, causando numerosas bajas y un
considerable retraso sobre los planes
iniciales de la invasión.
El siguiente asedio es en Cholm, un
episodio muy tenso y duro, de todos es el
que más me ha mantenido en vilo. A
continuación se trata de forma exhaustiva
lo ocurrido en Sebastopol, de este episodio
si tenía noticias anteriores ya que está
tratado en las memorias de Manstein,
Victorias frustradas.
Los últimos tres asedios son los de
Königsber, Budapest y Breslau. Estos tres
son hacia el final de la campaña, con los
rusos ya cerca del corazón del Reich pero
aun así son episodios brutales donde los
15
defensores tanto alemanes como húngaros
en el caso de Budapest se dejaron el pellejo
por mantener sus posiciones ante un
enemigo abrumadoramente superior.
El libro está escrito en clave 100% militar,
esto es, con los respectivos movimientos,
fechas, nombres, oficiales y mandos tanto a
nivel divisionario como de ejército, grupo
de ejército, divisionario y regimental.
Apoyado en muchos momentos por
entrevistas a veteranos supervivientes
y extractos de cartas o diarios de lo
ocurrido, esto me ha parecido todo un
acierto ya que sin abusar de este elemento,
en ciertos momentos muy tensos y
dramáticos, tener de primera mano lo que
pensaba el soldado que lo estaba viviendo
le da un plus extra a la narración.
El libro viene acompañado de índice,
sección de mapas de todos los frentes
tratados y glosario, también hay unas
cuantas páginas con fotografías tanto de
protagonistas como de acciones.
Lengua: CASTELLANO
ISBN: 9788492400621
Nº Edición:1ª Inédita Editores
Año de edición:2010
Plaza edición: BARCELONA
ESPECIAL SERGA BARBARROJA
16
Thunder in the East, Evan
Mawdsley
Autor: Isidoro Villena
Thunder in the East: The Nazi-Soviet War
1941-1945
Leyendo Thunder in the East me he
acordado mucho del gran maestro de la
síntesis que para mí, en el tema que nos
ocupa, es Sebastian Haffner.
Thunder in the East es un trabajo que
resume la guerra Germano-Soviética entre
los años 1941-1945 en 400 páginas, con
vocación didáctica, sintetizadora, y
partiendo desde una base documental
mayoritariamente soviética. No es un
resumen en la línea de Ziemke, donde los
movimientos de tropas son los
protagonistas, sino que se parte desde una
postura de, diría, análisis a posteriori. Es el
libro de los porqués del frente ruso. Para
explicar esto, nada mejor que un ejemplo:
A la batalla de Kursk dedica Mawdsley dos
párrafos; y al análisis y consecuencias de la
batalla en sí (posibilidades estratégicas
abiertas y cerradas, desmontaje de mitos,
causas directas e indirectas del devenir
final de la ofensiva germana) por lo menos
tres páginas.
Desde el primer momento se trata de poner
en relieve el hecho de Guerra Total, donde
no sólo cuenta lo que pasa en el frente, sino
que el trato a los prisioneros, las acciones
de los partisanos o, muy importante, el
asesinato de judíos y eslavos como parte
inherente a esta guerra, son aspectos que
forman parte del núcleo de esta guerra de
exterminio, como diría Laurence Rees.
La cuenta de la historia, por lo demás, la
hace de forma cronológica, lo más útil.
Comenzando por Barbarroja, creo que ya
Mawdsley deja clara su postura con
respecto al ataque preventivo alemán,
directamente no mentando absolutamente
nada sobre el respecto. Sobre el final de
Barbarroja y la posterior llegada a las
puertas de Moscú, hay una frase, maestra,
que dice: “ Los alemanes no fracasaron en
Moscú porque llegara el mal tiempo; llegó
el mal tiempo porque habían fracasado en
llegar a Moscú”. ¿Qué aspectos defiende el
autor para explicar el fallo? En primer
lugar, el tiempo hizo su trabajo, por
supuesto: fue gracias a las lluvias y nieves
de otoño con congelaciones y deshielos
alternos, ya a principios de octubre.
Después de Viazma-Briansk, razona
Mawdsley, no se avanza directamente
hasta Moscú, sólo porque el ejército no
puede: muchos prisioneros que digerir y
mucha resistencia (en Viazma
especialmente). Además, no se debiera
haber continuado hacia Moscú en
Noviembre (le echa las culpas a Halder y
Bock). Y la cuarta razón que da para
explicar el fracaso ante Moscú es, de
nuevo, la subestimación por parte alemana
del número de fuerzas de que los rusos
disponían. Conclusión de Mawdsley: El
tiempo no fue el factor principal para el
STOP ante Moscú, sino las reservas
soviéticas y su resistencia. Opino que esto
es sólo ver la cara de una moneda. La otra
17
cara sería, según creo yo, que las líneas de
suministro alemanas ya estaban demasiado
extendidas y que las fuerzas alemanas ya
no eran las mismas. Las consecuencias del
fracaso de Barbarroja no son pocas. Entre
otras, resalta el autor la cadena de
dimisiones y destituciones de generales
alemanes.
La historia se cuenta desde un punto de
vista soviético, basándose el señor
Mawdsley fundamentalmente en la historia
oficial soviética ( VOV/VIO Velikaia
Otechestvennaia voina:Voenno-
istoricheskie ocherki)para los movimientos
de tropas y para fijar las bajas en Poteri (
Krivosheev, Rossia i SSSR v voinach XX
veka). Como contrapartida del bando
alemán sobre todo usa el trabajo de Earl
Ziemke (Berlin to Stalingrad y Stalingrad
to Berlin) y para fijar las bajas alemanas el
trabajo de Overmans Deutsche militärische
Verluste im Zweiten Weltkrieg. Creo que
Mawdsley ha pasado un poco de lo que
puedan ser los más excelsos trabajos sobre
batallas concretas en la guerra germano
soviética, simplemente porque no lo
interesa, porque le interesa la guerra en su
aspecto macro, en el nivel estratégico. Pero
también me ha dado a pensar que puede
haya querido mandar otro mensaje más, a
parte de todos los que ya deja
explícitamente, como si quisiera dejar claro
que una batalla u otra no es la importante,
que el dato por el dato tampoco lo es , que
da igual cuántos t-34 fue capaz de
pulverizar Otto Carius o cualquier otro, o si
un cerco se rompió un día antes o después.
Cita al menos dos trabajos de Beevor, el de
Berlín y el de Stalingrado, cosa que otros
autores que no lo hacen por, simplemente,
¿altivez?.
Llega el verano del 42 y los alemanes se
disponen a comenzar su segunda oleada. El
primer pilar debe ser Crimea. Mawdsley es
muy crítico con el desempeño de Manstein
en el curso de las operaciones, aludiendo a
que desperdicia demasiados recursos y
retrasa el comienzo de Azul. Defiende que
si von Bock hubiese estado al frente de
Azul todo el tiempo entonces las cosas no
hubiesen ido tan mal. Por supuesto,
también apunta como fallo principal dividir
el Armeegruppe en dos.
En lo referente a Stalingrado, he
encontrado un aspecto muy interesante
sobre la historiografía rusa: mientras los
occidentales (Ziemke, Beevor) buscan
culpables del desastre en el Alto Mando
Alemán, los rusos afirman que ganaron la
batalla de Stalingrado. Lo plantean como
una batalla victoriosa donde salieron
victoriosos los rusos. Es lógico que no
busquen quitarse mérito. Pero también,
pienso en consecuencia, sería lógico que
los “occidentales” hubiesen dado más
mérito a los rusos.
El Lend-Lease es un aspecto que no se
trata sólo como un apartado del libro, sino
que además está magistralmente integrado
a lo largo de todo el texto. Se alude al uso
que los Aliados podrían haber hecho de
esto como un arma de presión para obtener
ciertas concesiones diplomáticas o
políticas. Defiende Mawdsley que lo que
los aliados perdieron en equipamiento, los
rusos lo perdieron en vidas.
Hacia la mitad del libro se hace una pausa
en la cuenta de los hechos para dedicar un
capítulo a un análisis somero de las
principales armas de cada contendiente.
Mawdsley explica que Rusia no creó (casi)
nada nuevo en el periodo 1939-1945,
ningún arma innovadora. Lo que tenía era
fruto de la investigación llevada a cabo en
los años treinta. Sin embargo Alemania sí
18
creó mucho, algo que puede ser reflejo de
los múltiples frentes en los que tuvo que
batallar. También opina que se invirtió
demasiado dinero en la Luftwaffe.
Creo que son del gusto de Mawdsley las
discusiones historiográficas. Sobre las
posibles causas de la victoria soviética
vierte tres puntos de vista: El de Hitler y
Manstein : por puros números, el de David
Glantz: sobre todo por la creciente calidad
de las tropas rusas; y el defendido por
Mark Harrison que aboga porque el factor
determinante fue la producción.
Es sabido que Stalin se quejó sobre la
tardanza de la llegada del segundo frente.
Un ejemplo de síntesis se puede apreciar
aquí: Se le podía haber contestado con los
siguientes 3 puntos: Primero, que el
propio Stalin se estuvo quieto y contempló
cruzado de brazos las derrotas de Francia e
Inglaterra en 1940 (Churchill en una
ocasión se vio obligado a recordárselo).
Segundo, que los soviéticos podrían haber
tardado menos en acabar la guerra, es
decir, no se tardó más sólo porque los
anglo-americanos tardaran más en abrir el
segundo frente: Stalin hizo mucho rodeo:
Rumanía, Bulgaria, la subida del valle del
Danubio hasta Hungría, en vez de tomar la
vía directa de Polonia hacia Berlín. Y
tercero, los aliados no tenían por qué dar
una vida por cada vida rusa perdida, y
máxime cuando muchísimas de las
pérdidas soviéticas fueron culpa de su mala
organización y mal entrenamiento.
La última parte del libro no sólo se decida
a explicar los complicados movimientos de
ejércitos entre Europa del Este y Berlín,
son que se abordan aspectos políticos,
sobre el planteamiento que iba a seguir la
Unión Soviética después de la guerra: ¿La
Revolución Socialista Mundial buscada por
Lenin?
No hay una batalla importante. Son todas
importantes. ¿Cuál fue el turning-point de
la guerra? ¿Stalingrado? ¿La primera
semana de Diciembre del 41? ¿Agosto del
41? Quizás, piensa Mawdsley, fue casi
Septiembre del 39, porque comenzar una
guerra contra otras potencias que pueden
acceder a todos los recursos del planeta
hacía la cosa demasiado difícil para los
Hitlerites.
Se trata de un trabajo redondo, de síntesis
pura.
No sé cuánto tardará en traducirse este
trabajo al español, pero debiera ser poco.
Paperback: 528 pages
Publisher: Bloomsbury USA (February 23,
2007)
Language: English
ISBN-10: 0340613920
ISBN-13: 978-0340613924
Product Dimensions: 9.2 x 6.1 x 0.9 inches
Average Customer Review: 3.9 out of 5
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19
Stalin’s war of
Extermination, Joachim
Hoffman
Autor: Isidoro Villena
Joachim Hoffmann
Stalin‟s war of Extermination es un libro
que sin duda no deja indiferente a nadie.
Joachim Hoffmann ( 1930-2002) fue
historiador del Militärgeschichtliche
Forschungsamt der Bundeswehr (
Departamento de investigación de historial
militar del Ejército Alemán, en adelante
MGFA) entre 1960 hasta 1995,
especializándose en las fuerzas armadas de
La Unión Soviética. Nació en Konigsberg,
de donde tuvo que marcharse junto a su
familia en las postrimerías de la Segunda
Guerra Mundial, huyendo del ejército
soviético.
En 1983 el MGFA publica el volumen IV
del monumental proyecto Das Deutsche
Reich und der Zweite Weltkrieg que cubre
los preparativos, prolegómenos y primeras
semanas del ataque de Alemania sobre la
Unión Soviética. Hoffman contribuye en
este volumen con los capítulos The Soviet
Union up to the eve of the German Attack
y con The conduct of the War through
Soviet Eyes. Pero Hoffmann tenía alguna
cosa más escrita para el libro que,
finalmente no se publicó, y fue el germen
del que nos ocupa ahora mismo. Hoffman
sostuvo, y así lo defiende en su libro, que
Stalin estaba preparando un ataque contra
Alemania para ser lanzado en el verano de
1941, pero que Hitler se le adelantó.
Digamos que defendió la teoría del ataque
preventivo sobre la URSS de Hitler.
Según dice el propio Hoffman en el
prefacio a la edición en inglés del libro: “la
intención de este libro es proporcionar una
conclusión a las décadas de investigación
que he dedicado a la forma de hacer la
guerra del Ejército Rojo y de Stalin.
Aunque está originariamente escrito como
una parte del [IV volumen Das Deutsche
Reich und der Zweite Weltkrieg] trabajo
del MGFA, el director de esta oficina, el
Brigadier General Dr. Günther Roth,
prefirió no publicar este libro como un
documento oficial, pero sí me permitió
publicarlo de forma privada. Considerando
la inmensa atención pública que ha
suscitado la publicación del mismo, la
decisión del Brigade General Dr. Roth es
entendible.”
Según aparece en la entrada dedicada a
Joachim Hoffmann en la Wikipedia
inglesa, la investigación de Hoffmann lo
llevó a un conflicto con Wilhelm Deist.
Deist, por ese tiempo Director Ejecutivo
Científico del MGFA, demandó a
Hoffman, porque en una carta de
Hoffmann al director del MGFA (7 de
Semtiembre de 1983), Hoffmann acusaba a
Deist de haber suprimido del libro la
verdad acerca de las causas de la invasión
de La Unión Soviética, por razones
ideológicas. El juez decidió en contra de
Deist, aduciendo que Hoffmann tan sólo
hacía uso de su derecho a expresarse
20
libremente.
Pero el trabajo de Hoffmann no se publicó.
En 1995 cuando ya se había retirado del
MGFA fue cuando se decidió a publicarlo,
bajo el nombre de Stalins
Vernichtungskrieg 1941-1945 (Stalin‟s
War of Extermination), o La guerra de
exterminio de Stalin. Tanta controversia
causó el libro que hasta el Bundestag se vio
obligado a actuar, ya que el prefacio estaba
escrito por Manfred Kehrig, miembro
todavía del MGFA, lo que le daba un tono
oficialista al trabajo. En las siguientes
ediciones Kehrig seguiría en el prefacio
pero sólo en calidad de particular,
eliminando de al lado de su firma sus
credenciales como miembro del MGFA.
A todo esto hay que añadir que Hoffmann
vio mancillada su imagen, una vez fuera
del MGFA, al relacionarse con ciertas
personas afines a la extrema derecha
alemana, y por dejar publicar alguno de sus
artículos en una revista revisionista
alemana.
Veamos el libro. Hoffmann usa un estilo
muy claro; en todo momento se aprecia qué
es lo que está pensando y qué objetivo
intenta cubrir con lo que habla, algo que
denota su formación e historial académico.
Yo dividiría el libro en dos bloques:
El primero, formado por los dos primeros
capítulos, donde Hoffmann expone las
razones y pruebas que le llevan a afirmar
que Stalin tenía planeado atacar a
Alemania , pero que Hitler se le adelantó.
Hoffmann se apoya en diversas pruebas,
cuya exposición sería objeto de al menos
otra entrada en el blog. Quizás el eje
central de esta teoría sea el documento que
el 15 de Mayo de 1941 el Mariscal Zhukov
entrega a Stalin con el nombre de “
Consideraciones sobre el plan de
movilización estratégica de las fuerzas
armadas de la Unión Soviética ante el
evento de guerra con Alemania y sus
aliados”, del que Hoffman afirma “este
plan para una ofensiva sobre Alemania es
la quintaesencia de otros proyectos
confeccionados por el Soviet General Staff
en la primavera de 1941 para una ofensiva
contra Alemania”. Otra prueba que expone
se refiere a la disposición de las fuerzas
rusas en verano de 1941, que daba bastante
que pensar, los mapas de Polonia y Prusia
del Este encontrados a los soldados
soviéticos allí desplegados, panfletos
requisados a los soviéticos donde alentaban
a los alemanes a deponer las armas,
confidencias entre generales de altos
cargos (como la del Major General
Malyshkin a Ritter von Leeb), etc…
Por supuesto estos ejemplos son sólo una
muestra de las alegaciones de Hoffman. La
mayor parte de las fuentes usadas para
confeccionar esta tesis provienen de
historiadores rusos como Danilov, Gorkov
o Suvorov (su conocido IceBreaker), y
bastantes documentos del BA-MA.
Es mucho lo que se ha escrito sobre este
tema, que yo creo que está magistralmente
resumido y sintetizado en un hilo del
forosegundaguerra.com, llamado ¿Quiso
Stalin atacar Alemania?. El forista José
Luis, toda una autoridad, creo que despeja
dudas y sobre todo hace un análisis del
estado de la investigación y un repaso
bibliográfico sobre el tema, que es
sobresaliente.
Y el segundo bloque lo dividiría en otros
dos subapartados:
21
El primero, sobre la propaganda y el terror
usado por la jerarquía soviética para hacer
que sus soldados ganen “voluntad
combativa”. A Hoffman le gusta utilizar la
frase: “Cuando los soldados soviéticos no
se creían la propaganda, entonces entraba
en juego el terror”. Es su intención dejar
muy claro que no hubo ninguna “Gran
guerra por la Patria” o “Guerra patriótica”,
ya que una gran parte de los soldados no
tenían esos sentimientos patrióticos. Lo
que quiere dejar claro es que los soldados
soviéticos, gran parte de ellos, fueron al
frente aterrorizados por las amenazas de
los comisarios. En esta parte usa muchos
ejemplos; en realidad todo el libro está
sembrado de ellos.
Y el segundo, sobre las atrocidades
cometidas por el Ejército Rojo sobre
primero los prisioneros alemanes y más
tarde sobre la población civil alemana. Esta
es otra sección que también trajo bastante
polémica. Quizás me haya resultado un
poco agotador leer esta parte, por la
innumerable cantidad de ejemplos que
describe. Vayamos por partes, y según los
argumentos de Hoffman:
• ¿Quién es responsable de las
innumerables atrocidades cometidas por
los rusos sobre los soldados alemanes?
Hoffman culpa a las más altas instancias,
empezando por Stalin. Rusia fue el único
país en guerra que no aceptó la convención
de Ginebra ,sobre el trato a los prisioneros
de guerra( la última, por entonces, en 1929)
. Stalin además fue promotor de una
propaganda brutal e inhumana en contra de
todo lo alemán, que sin duda tuvo sus
consecuencias, y que fue bestialmente
protagonizada por Iliá Ehrenburg. Le
resulta imposible a Hoffmann ocultar su
desprecio por Ehrenburg. Dedica páginas y
páginas sólo a citar fragmentos de los
escritos propagandísticos que éste dirigía a
los soldados soviéticos y a la comunidad
internacional. En la página 237 dice:
“Describir los efectos de las perversidades
de Ehrenburg sobre el Ejército Rojo y las
consecuentes atrocidades cometidas por los
soldados soviéticos es un OBJETIVO
CENTRAL DEL PRESENTE TRABAJO”.
• ¿Es comparable el Holocausto con el
genocidio y limpiezas étnicas Stalinistas?
En más de una ocasión a lo largo del libro
realiza algunas comparaciones entre los
asesinatos y matanzas de los rusos por un
sitio y las de los alemanes por otro. Bien,
este punto quizás haya sido casi igual de
polémico que el del ataque preventivo. Lo
que Hoffman trata de dejar claro en este
respecto son dos cosas, a mi entender:
o 1) Que no le parece justo que no se pueda
investigar sobre la cifra de muertos en el
Holocausto, que no haya libertad para
investigar ciertos datos. Por ejemplo,
critica el que se tenga que aceptar que las
víctimas del Holocausto son 6 millones,
denunciando que eso fue propaganda
soviética, pero que no había evidencia clara
de que la cifra fuese 6 millones. Por esta
argumentación algunos críticos tacharon a
Hoffman de negador del Holocausto.
o 2) Que el régimen soviético bajo Stalin
ha sido un régimen genocida, asesino.
¿Qué se puede añadir a estos dos puntos?
Me parece muy interesante el razonamiento
que usa para justificar el hecho de que se
pueda comparar el Genocidio Stalinista con
el Holocausto. (páginas 178-179). “Qué
humillante debe ser para los ideólogos y
demagogos- los llamados antifascistas, que
presumen de determinar qué es lo que los
ciudadanos libres tendrán o no permitido
22
pensar- el ver a Cortois (autor de Black
Book of Communism) trazando
paralelismos históricos, haciendo
comparaciones y realizando cálculos
estimados acerca del comunismo y del
nacionalsocialismo, llevando así acabo el
deber natural de un historiador, sin tener en
cuenta tabús antifascistas y distorsiones.
Como Alexandr Solzhenitsyn, Ernst Nolte,
y Francois Furet antes que él, Stéphane
Courtois mantiene la opinión de que la
vigente prohibición de comparar ya no
tiene sentido: después de todo comparar es
pensar…” Este tipo de reflexiones son
algunas que hicieron, supongo yo, acercar
al señor Hoffmann a círculos de la derecha.
Aunque me gustaría tener claro si tiene o
no razón con eso que dice…
Se trata de una buena edición, en tapa dura
con sobrecubierta, con un significativo
detalle en la esquina inferior derecha,
donde dice: “Approved by German Public
Censors”. Al final del libro hay una serie
de reproducciones de documentos de la
época, nombrados a lo largo del libro, que
dan soporte a sus tesis.
El trabajo está realizado en los años finales
de vida de Hoffmann y, en ese aspecto,
unido a que ya no era miembro del MGFA,
lo que le encuentro al libro es que quiere
ajustar cuentas pendientes que tiene con su
historia, y que una mordaza oficial le ha
impedido publicarlas antes.
En definitiva, un libro muy interesante, que
puede llevar a conclusiones peligrosas,
quizás algunos argumentos actualmente
están superados, pero también me parece
que es un libro esclarecedor ( No recuerdo
dónde leí que fue Beevor el que sacó a la
luz los excesos de los rusos al entrar en
Alemania) y valiente.
Hardcover: 416 pages
Publisher: Theses & Dissertations
Press; 1st English Ed edition (May 2001)
Language: English
ISBN-10: 0967985684
ISBN-13: 978-0967985688
Product Dimensions: 9.5 x 6.4 x 1.5
inches
LOS GENERALES DE STALIN
Ed. Altaya.
23
Junio de 1941. Hitler y
Stalin, John Lukacs
Autor: Antonio Muñoz Lorente
El mismo título del libro no deja lugar a
dudas sobre su tema: estamos a las puertas
de la Operación Barbarossa, la mayor
ofensiva militar de la guerra mundial, la
invasión de Rusia. Cuando vi el libro en La
Central de Barcelona (cuando me fijé en él,
en realidad, pues suelo mirar
distraídamente las estanterías de Historia
contemporánea siempre que voy, y eso
ocurre por lo menos dos veces por semana)
me pregunté qué de nuevo podía contarme
el tal Lukacs sobre Hitler, Stalin y
Barbarossa que ya no supiera o creyera
saber (pues, como dijo aquél, la soberbia es
lo mejor repartido de este mundo: todos
creen tener la suficiente; tal es su
soberbia). Me bastó leer diez líneas aquí y
allá para comprender que estaba ante un
libro hipnótico y de lectura que yo me
atrevería a calificar de imprescindible.
Habrá gente que se esté preguntando ahora
mismo qué hace una chica como yo en un
lugar como éste; es decir, porqué no
conocía yo a John Lukacs, que al parecer
siempre ha sido uno de los historiadores de
la segunda guerra mundial más
interesantes, prolíficos y contundentes de
los últimos veinte años. No tengo disculpa,
ya lo sé. Sorry. Verzeihen sie. Mil
perdones. Vamos con el libro.
Junio de 1941 no es una historia de la
invasión de Rusia por Hitler, sino de las
tensiones y relaciones, múltiples,
complejas y ambiguas, que llevaron a la
Operación Barbarossa, uno de los
episodios más decisivos de la historia
moderna; de esa historia que, a grandes
rasgos, comenzó en 1500 y acabó en 2000.
Hitler y Stalin fueron hijos de esa época;
ambos nacieron en el final de ésta, en plena
crisis de los valores burgueses de aquel
“mundo de ayer” del que tan
magistralmente escribió Stefan Zweig
(víctima del nazismo). Es sobre todo en las
intenciones de estos dos estadistas en lo
que se centra el libro. En una narración
intensísima, de sólo 167 páginas, Lukacs
nos explica con suma maestría y con una
audacia intelectual tremenda la situación
del momento. La habilidad del autor
(combinada por cierto con una soberbia
traducción al castellano de Ramón García,
traductor habitual de todos los libros de
Lukacs para Turner) hace que queramos
saber qué va a pasar en la página siguiente,
y luego en la siguiente… Es como una de
esas intrigas que nos han contado cientos
de veces, pero de la que no podemos
despegarnos. En suma, hay que darle la
razón a Anthony Beevor o a Paul Fussell
cuando dicen que John Lukacs es uno de
los historiadores más audaces de nuestra
época.
Conviene hacer un pequeño repaso a las
coordenadas ideológicas del autor, que
desde luego están a mil leguas de las de sus
sinceros admiradores, y también de las
mías. Lukacs (Budapest, 1924), hijo de
católica y de judío, se define a sí mismo
como un reaccionario antipopulista cuyo
24
modelo de sociedad es el gobierno de una
élite ilustrada guiada por principios
cristianos. Enseñó en Estados Unidos y fue
amigo (y biógrafo) del todopoderoso
George Kennan, gurú del Departamento de
Estado, maestro de Kissinger, y –según
Noam Chomsky-, uno de los principales
arquitectos de la estrategia norteamericana
de la Guerra Fría. El mismo Lukacs tiene
un libro sobre esta época, lamentablemente
no traducido, como la inmensa mayoría de
su obra, al castellano. Digamos de paso que
Lukacs, admirador de la civilización y la
Ilustración, no traga a los reaganitas, a los
neocons y, es de suponer, tampoco a los
del Tea Party actuales.
En sus libros sobre la última guerra
mundial, Lukacs se opone a dos teorías
muy populares en los últimos tiempos, el
revisionismo de David Irving y una de sus
variantes, la del “ataque preventivo”, teoría
de algunos historiadores alemanes y rusos
que sostiene que Alemania atacó la URSS
porque todos los indicios mostraban que
Stalin se preparaba para atacar Alemania.
No es aquí el lugar adecuado para hablar
de la validez de estas teorías o de la
opinión que me merecen estas. Me limitaré
a exponer, sucintamente, lo que dice
Lukacs, que no tiene pelos en la lengua.
Sus juicios pueden resumirse básicamente
en que David Irving es un neonazi cuyas
tesis supuestamente documentales sobre las
intenciones de Hitler o lo que Hitler
desconocía o conocía son absolutamente
irrelevantes y no se basan en documentos,
sino sólo en pura demagogia; en segundo
lugar, Lukacs sostiene que la teoría del
“ataque preventivo” de Hillgruber y otros
no es más que un intento de justificar el
comportamiento de Alemania durante la
guerra, comportamiento que como sabemos
desencadenó la guerra.
Stalin, según Lukacs, y como es público y
notorio, no tenía intención alguna de atacar
Alemania, según queda demostrado en
documentos alemanes y soviéticos,
abundantes e importantes; documentos del
Alto Mando, del Ministerio de Asuntos
Exteriores y demás, y no oscuros
microfilmes o referencias a informes que
no pueden comprobarse. Otra cosa es que,
en un ejercicio de ingenuidad (o de
cualquier otra cosa), se crea la misma
propaganda nazi, se crea a Hitler mismo
cuando decía a Ribbentrop, el 18 de junio,
cuatro días antes del ataque a Rusia,
“destaque los incidentes fronterizos”, para
demostrar que su invasión de la Unión
Soviética era de carácter preventivo. Si en
algo está de acuerdo Lukacs con Irving es
que esta fue La guerra de Hitler. Fue la
guerra del Fuhrer de los alemanes; nadie se
la había pedido, él la comenzó. También él
atacó la URSS, sin previo aviso, y sin que
mediara agresión alguna por parte de los
soviéticos.
Según el libro Hitler tomó la decisión de
invadir Rusia por etapas. Me refiero a la
decisión política, no a la decisión
operacional. “Las etapas decisivas fueron
las órdenes que impartió el 31 de julio de
1940, el 18 de diciembre de 1940 y el 21
de junio de 1941”. Esta última, claro está,
fue la consigna en clave “Dotmund” que
indicaba que al día siguiente se
desencadenaría el ataque. Las otras dos
coincidieron con hechos significativos: el
19 de julio de 1940 Hitler ofreció la paz a
Gran Bretaña (después de abortar la
Operación Leon Marino, la invasión de las
islas), oferta que como sabemos Churchill
rechazó tajantemente, a pesar de que Petain
ya había sido investido con plenos poderes
por la Asamblea Nacional, lo que equivalía
a decir que los ingleses lucharían solos
contra el nazismo hasta junio de 1941. En
25
diciembre de 1940 Hitler dijo a sus
generales que se prepararan para la guerra
contra Rusia. Un mes antes, Molotov había
visitado Berlín y Hitler le agasajó
espléndidamente y se prometieron amistad
eterna entre los dos países.
Pero la invasión de Rusia no era ineludible;
no se basaba en un compromiso ideológico
de Hitler, en la cruzada antibolchevique o
antijudía y toda esa xarrameca
propagandística de Goebbels y demás
tarugos. Es cierto que la propaganda fue
útil, y que el anticomunismo fue un arma
que Hitler utilizó hábilmente durante los
años en que ostentó el poder
(esencialmente para cautivar a los
conservadores alemanes y de otros países,
incluyendo a Chamberlain). Pero Hitler
decidió invadir la URSS porque, en junio
de 1941 pensó que, si la Rusia comunista
era derrotada, tanto Inglaterra como
Estados Unidos se replantearían su
decisión de enfrentarse a Alemania. En
pocas palabras, el último destinatario del
golpe de Barbarossa no era Moscú, sino
Londres. O más exactamente Churchill. El
problema de Hitler es que no contaba con
la alianza y la amistad de Churchill y
Rooselvelt. Cuando en diciembre de 1941
Rundstedt no pudo apoderarse de Moscú y
los japoneses atacaron Pearl Harbour,
Hitler había perdido la guerra.
En los meses anteriores a la fecha de
Barbarossa, veremos a un Stalin,
terriblemente lento de reflejos, comprender
poco a poco –pero no a tiempo- el juego de
Hitler, un hombre por el que sentía una
profunda admiración (recíproca, por parte
de Hitler, que también admiraba al
comienzo de la guerra a los británicos, a
los que dejó escapar en Dunkerque: el
momento en que Guderian podría haber
ganado la guerra con una sola división
panzer). Veremos los esfuerzos por parte
de la inteligencia militar soviética para
prevenir a Stalin acerca de los indicios más
que evidentes de una invasión alemana,
corroborados por mensajes del propio
Churchill extraídos de ULTRA, de
Rooselvelt y de otros, entre los que se
contaba un agente situado en el más alto
nivel de la Luftwaffe, que advirtió
detalladamente sobre los preparativos
alemanes. Merkulov, comisario de
seguridad del Estado, se encargó de dejar
su informe sobre la mesa de Stalin. Éste
escribió en el margen: “camarada
Merkulov, puedes enviar a tu „fuente‟ a
que le haga compañía a su puta madre.
Esto no es una „fuente‟ sino un
desinformador”. Stalin escribió esto el 17
de junio, cinco días antes de Barbarossa.
Ay, un libro tan breve y concentrado no
merecía una reseña tan larga y embrollada.
Una última cosa: si he decir la verdad, lo
que me ha gustado más del libro ha sido el
empeño del autor de no tomar al lector por
un escolar de secundaria, por hablarle en
términos fuertes, dignos de la gran historia,
no presentar a Hitler o Stalin como
muñecos de feria, como Charlot o Iván el
Terrible, por no confundir a dos de los
estadistas más influyentes (para bien o para
mal) de ese triste siglo que fue el XX, con
personajes de Walt Disney. A primeras
horas de la tarde del 21 de junio, Hitler
dictó una carta a Mussolini (pág. 51). Le
comunicó que se lanzaba contra la URSS.
El final de la carta decía: “Me complace
decir que al fin me he liberado de mi
agonía mental”.
Saludos y buenas lecturas
Lengua: CASTELLANO
Encuadernación: Tapa blanda
ISBN: 9788475067858
Nº Edición:1ª Turner
26
Año de edición:2007
Plaza edición: MADRID
LA LOCURA DE STALIN.
Ed. Paidos.
DESARROLLO OPERACIÓN BARBARROJA
51
Hugo A Cañete www.delaguerra.net
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